Psicobiología Del Estrés
Psicobiología Del Estrés
Psicobiología Del Estrés
Objetivos
• Entender la psicobiología de la adaptación desde un modelo teórico que
permita estudiar el sustrato neural del fracaso adaptativo y el papel
de las variables psicológicas, de los estados subjetivos y de las
conductas en la regulación biológica del organismo, así como en la
aparición y/o mantenimiento de síntomas, disfunciones y
enfermedades.
• Conocer las bases biológicas de la regulación emocional y de la
homeostasis orgánica.
• Entender la psicobiología de la adaptación y del estrés.
• Conocer el sustrato cerebral de la activación estresante.
• Conocer e identificar las variables psicológicas y conductuales de riesgo
para la salud.
Fundamentar posibles intervenciones psicológicas y conductuales
dirigidas a modificar la activación estresante y los factores psicosociales
de riesgo.
Introducción
1.1 El estrés
La psicobiología contemporánea ha ido constatando progresivamente que
el cerebro humano es un órgano de conocimiento emocional, que procesa
los estímulos exteroceptivos e interoceptivos en relación con las
posibilidades de supervivencia, estableciendo conjeturas para anticipar
los acontecimientos. Estas conjeturas no resultan de la evaluación
racional que hace el sujeto de la información que le llega del entorno, sino
que emergen del procesamiento cortico-límbico de la información
biológica (bioeléctrica, molecular y simbólica), que es subliminal a la
conciencia y comparte procesos con el sistema cerebral de los mamíferos.
Por lo tanto, la regulación homeostática del organismo humano depende
de la apreciación (cognición) de las posibilidades de control sobre la
situación que haga el cerebro, que opera con información aparentemente
ajena a la conciencia del sujeto (y, por tanto, a sus conocimientos).
Desde la perspectiva de la teoría de la evolución, choca que el cerebro
humano funcione tan al margen de la vida psíquica que él mismo ha
generado para aumentar sus posibilidades de supervivencia, pero es
obvio que no ha transferido al sujeto el control de sus estados subjetivos
y de sus parámetros fisiológicos (como lo demuestran la naturaleza
irracional de las respuestas emocionales y la escasa influencia de los
contenidos psíquicos sobre la evolución natural de las enfermedades)
(Maguire y Troisi, 1998; Valdés, 2000).
Para adecuar la fisiología del organismo a las demandas del
medio, el cerebro hace un escrutinio del entorno, responde
emocionalmente, y emite conductas. Este escrutinio es de
naturaleza animal (es decir, subliminal a la conciencia del sujeto)
y se establece en términos de control o no control sobre la
situación. Cuando el cerebro establece una cognición de no control
pasa a regularse por los circuitos cerebrales responsables de la
activación estresante, y el organismo entra en riesgo de
disfunción.
El hecho de que el ser humano sea expulsado del útero materno en estado
de inmadurez e indefensión y de que no culmine su desarrollo
psicobiológico hasta muchos años después de haber nacido, ha obligado
a la especie al establecimiento de eficaces sistemas de cuidados
familiares, con la finalidad de asegurar que el desarrollo del feto llegue a
término. En consecuencia, por muy excepcionalmente dotado que esté de
cualidades genéticas, el ser humano solo es viable si así lo deciden sus
congéneres, que son los que tienen que alimentarlo, estimular su cerebro
y su lenguaje, y adiestrarlo en los aprendizajes necesarios para sobrevivir.
La naturaleza social del ser humano no solo se hace patente en el sistema
de cuidados familiares sino que también se hace explícita en el sistema
conductual de reciprocidad, centrado en el mantenimiento de la
constancia interpersonal, el intercambio de favores y el establecimiento
de acuerdos y alianzas con los otros (Maguire y Troisi, 1998).
Visto así, el ser humano empieza su periplo vital desde el acto de fe de
que sus congéneres van a cuidarlo, y luego configura una visión del
mundo a partir de sus aprendizajes sociales; es decir, descubre que existe
el engaño, la mentira, el disimulo, la traición, la competencia y la
agresividad de sus iguales (como en el mundo animal). De ahí que el
desarrollo del ser humano no pueda entenderse sin referencia al medio
social -es decir, al entorno cargado de significados compartidos-, que se
impone por encima del ambiente físico, que ha dejado de ejercer presión
selectiva, gracias a su modificación tecnológica. Naturalmente, la
incidencia de los otros en el desarrollo y adaptación del ser humano no es
igual durante las etapas de crecimiento, en las que cambian los entornos
(uterino, postnatal-familiar y social) y la naturaleza de la estimulación
interpersonal, que va siendo más simbólica a medida que el sujeto
madura.
.2 Introversión
Por lo tanto, los introvertidos estarían basalmente más activados que los
extrovertidos, y serían más propensos a hacer cogniciones pesimistas a
partir de su estilo perceptivo y de su peculiar procesamiento de la
información, muy contaminado por sus estados subjetivos. La idea de que
los introvertidos estarían más próximos a la activación estresante se ha
confirmado en diversos estudios epidemiológicos, en los que se ha
constatado la mayor proclividad de estas personas a presentar malestar
psicológico, preocupaciones por la salud (aprensiones hipocondríacas) y
manifestaciones psicofisiológicas.
Según la teoría de Gray, la susceptibilidad preferente a las señales de
castigo y la propensión de los introvertidos a la activación estresante es
mucho mayor cuando se asocia al neuroticismo (ver apartado
siguiente), de tal modo que el eje de ansiedad estaría limitado por un
extremo de ansiedad máxima (alta I y alto N) y otro extremo de
ansiedad mínima (bajo I y bajo N). La teoría de la personalidad de Gray
maneja conceptos, modelos y sustratos biológicos equivalentes a los
utilizados en el estudio de la biología del estrés, y ha propuesto
variables psicológicas (como la susceptibilidad al castigo y a la
recompensa), identificables psicométricamente.
2.3 Neuroticismo
2.4 Alexitimia
Por alexitimia se entiende la incapa-cidad o dificultad para hacer lecturas
verbales de las sensaciones y de los estados emociona-les, de manera
que la información interoceptiva es experimentada “en bruto”, sin
cogniciones que la vertebren. Se trata de un concepto de origen
psicoanalítico, que describe la pobreza de introspección, de actividad
imaginativa y de comunicación no verbal, y un estilo de conduc-ta basado
en el aislamiento social y en la acción como estrategia de afrontamiento.
Aunque la alexitimia es un concepto sugerente, su medición ha resultado
siempre problemática (el acuerdo diagnóstico entre los distintos
instrumen-tos utilizados para su evaluación clínica es
des-corazonadoramente bajo) pero en los últimos años se ha impuesto la
Escala de Alexitimia de Toronto (TAS), validada en España por Rodrigo
y cols, que es un cuestionario autoadministrado y que, en su versión de
26 ítems, permite la iden-tificación de cuatro factores: dificultad para
identificar y distinguir entre emo-ciones y sensaciones corporales;
dificultad para describir las emociones; escasa capacidad imaginativa, y
pensamiento concretista y apoyado en la acción (Taylor y cols, 1997).
A pesar de que no está muy claro qué es lo que miden los instrumentos
para evaluar la alexitimia, existen numerosos estudios empíricos que
de-muestran una prevalencia mayor de característi-cas alexitímicas en los
pacientes que presentan síntomas somáticos sin explicación, consumo de
sustancias psicotropas, trastornos de la con-ducta alimentaria y
enfermedades reconocidas como “psicosomáticas”.
Se han propuesto diferentes explicaciones bio-lógicas de la alexitimia
(desde alteraciones en la comunicación interhemisférica a problemas en
la dominancia cerebral) y, para más confusión, tam-poco está muy claro
si la alexitimia es un rasgo psicológico estructural o también puede
apare-cer como resultado del padecimiento de otros trastornos
neurológicos o psiquiátricos (“alexitimia secundaria”).
2.6 La hostilidad
La hostilidad es una actitud que puede predisponer a la aparición de
respuestas emocionales de ira o cólera, y a la emisión de conductas
agresivas, y su evaluación se ha lle-vado a cabo con diferentes
instrumentos, entre los que cabe destacar la escala Ho de Cook y Medley,
derivada del MMPI (Minnesota Mul-tiphasic Personality Inventory), y las
elaboradas por Spielberger y cols: State-Trait Anger Scale y Buss y cols:
Buss-Perry Agression Question-naire.
La hostilidad forma parte del patrón A de con¬ducta y ha demostrado ser
un determinante de-cisivo del riesgo coronario: los sujetos A más hostiles
tienen una prevalencia mayor de car-diopatía isquémica y de muerte por
infarto de miocardio que los sujetos A menos hostiles, y se ha constatado
una relación directa entre las puntuaciones de distintas escalas que
evalúan la hostilidad y el porcentaje de oclusión coronaria, determinado
angiográficamente. Además, la hostilidad no solo incrementa el riesgo
coronario y complica la evolución de la car-diopatía isquémica en ambos
sexos, sino que también va asociada a la presencia de mayor cantidad de
síntomas médicos, bajas laborales por distintas causas médicas,
trastornos del sueño y consumo de alcohol y de tóxicos (Valdés, 2005).
2.7 Afectividad negativa
El estudio de las distin-tas variables psicológicas que parecen intervenir
en la aparición de síntomas somáticos y disfun-ciones biológicas ha
conducido a la elaboración de construcciones psicológicas de segundo
or-den; es decir, a factores que integran rasgos y variables covariantes,
medidas con distintos ins-trumentos. Una de estas construcciones recibe
el nombre de afectividad negativa, y resume la confluencia de
predisposiciones temperamen-tales y actitudinales (neuroticismo,
irritabilidad, hostilidad, tendencia a la preocupación), varia-bles
psicosociales (soledad, dificultades de re-lación interpersonal) y estados
psicopatológicos predominantes (malestar emocional, ansiedad,
depresión) que sitúan al sujeto en riesgo de dis-función psicológica y
orgánica (Taylor y cols, 1997; Valdés, 2009).
No está claro si la afectividad negativa es una variable psicológica
compleja que antecede a los síntomas y disfunciones corporales o si se
trata de un epifenómeno psicológico del fracaso orgánico global.
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DSM-IV DSM-V
5. El gran debate
Resumen
Este curso ha intentado proporcionar un conocimiento biológico de los procesos adaptativos del
ser humano desde el marco de la biología contemporánea, articulada sobre la teoría de la evolución
de las especies y la teoría general de sistemas. Desde esa perspectiva, el cerebro es un órgano
de conocimiento emocional, que procesa la información que recibe del entorno y regula la
homeostasis del organismo a partir de las conjeturas que establece sobre lo posibles interacciones
que mantendrá con él.
Hemos estudiado que esas apreciaciones o conjeturas reciben el nombre de cogniciones, y deciden
el tipo de activación emocional que experimentará el sujeto en el transcurso de sus experiencias.
Si la cognición cerebral no suscita respuestas emocionales desorganizadoras de los parámetros
fisiológicos decimos que el organismo se adapta. Si en cambio el cerebro hace una cognición
alarmante o desesperanzadora, el organismo se mantiene en estado de activación biológica y se
expone al riesgo de presentar síntomas, disfunciones y enfermedades.
Hemos visto también que la Psicobiología del Estrés ha estudiado los procesos y mecanismos
responsables de la adaptación biológica, y ha inspirado la investigación médica de las últimas tres
décadas.
Si bien sabemos que los procesos de adaptación biológica son muy semejantes en todos los
mamíferos y que son subliminales a la conciencia, ello no ha impedido el estudio de variables
psicológicas y conductuales potencialmente participantes en los procesos adaptativos del ser
humano. En ese sentido nos hemos referido a la introversión, la hostilidad, la hiperemotividad,
etc. Algunas dimensiones de personalidad participan en la interacción del individuo con su entorno,
cualificando la naturaleza de sus respuestas emocionales y fisiológicas. En el curso se han descrito
con cierto detalle esas variables psicológicas intervinientes y sus relaciones con la aparición de
síntomas, disfunciones y enfermedades.
Finalmente, hemos descrito los recursos terapéuticos disponibles para reducir la activación
estresante y tratar los síntomas y disfunciones corporales que resultan de la inadaptación
biológica, y se ha visto que estos recursos tienen una capacidad limitada para cambiar la historia
natural de las enfermedades pero son de indiscutible utilidad para modificar las respuestas
emocionales y restablecer la homeostasis orgánica.
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