La Evaluacion de La Creatividad Publicitaria
La Evaluacion de La Creatividad Publicitaria
La Evaluacion de La Creatividad Publicitaria
publicitaria
en el ámbito docente
Análisis teórico y proyecto de investigación
Pág.
Resumen/Abstract 7
Palabras clave/Keywords
1. TEMA Y JUSTIFICACIÓN 9
1.1. Interés académico y aportación del estudio 11
3. EXPLORACIÓN 17
3.0. Resumen de la exploración 19
3.1. Creatividad 23
3.2. Publicidad 39
3.3. Creatividad en la publicidad 53
3.4. Docencia 67
3.5. Docencia de la publicidad 83
3.6. Docencia de la creatividad 91
3.7. Docencia de la creatividad publicitaria 97
3.8. Evaluación 107
3.9. Evaluación en la docencia 111
3.10. Evaluación de la creatividad 121
3.11. Evaluación en la publicidad 147
3.12. Evaluación de la creatividad publicitaria 149
4. PROBLEMÁTICA 179
4.1. Enfoque metodológico 183
4.2. Objeto de investigación 193
Bibliografía 207
Anexos i - xxix
5
6
Resumen
En una primera fase se exploran los ámbitos de referencia que afectan al tópico, así como
las conexiones que establecen entre ellos, en la esfera académica y profesional. A continuación
se orientan y discuten los hallazgos de la prospección, se formula una hipótesis y se diseña una
investigación que conduzca a validarla o refutarla.
Abstract
The teaching of advertising creativity deals with several contradictions and gaps. While these
difficulties are common to any knowledge area, here the particular scientific development of
creativity and advertising must be added, as phenomena of enormous social, cultural and economic
impact, seemingly accessible, but largely unknown.
This paper investigates the chance for a systematic evaluation of advertising creativity and
considers the educational prospects of such systematization.
It starts by exploring the benchmark areas related to the topic, as well as the connections
established between them, in the academic and professional fields. Then, it presents an orientation
and discussion of the survey findings, the formulation of an hypothesis, and a research design that
must lead to either its validation or refutation.
7
8
1. Tema y justificación
Tal como concreta el título del estudio, el tema de partida es la evaluación de la creatividad
publicitaria en el ámbito docente. Y su propia formulación indica dos acotaciones de carácter
espacial.
9
La localización geográfica del tema no se determina en el título. Aunque en muchos de
los extremos que se abordarán sean necesarias digresiones internacionales y aunque el tipo
de enseñanza analizada se imparte hoy en todos los continentes, el tema elegido se localiza
principalmente en Europa y, en especial por lo que atañe a cuestiones pedagógicas, en España.
La formulación del título incluye otras dos delimitaciones en el objeto de estudio, estas de
carácter temporal.
En pro del debido rigor se considera necesario averiguar el trabajo de investigación existente y
lograr un mejor conocimiento de los ámbitos para fundamentar adecuadamente un diagnóstico,
previo a cualquier proyecto que de él se derive. En otras palabras, se considera necesaria una
exploración teórica multidisciplinar que defina el estado de la cuestión específica.
En este sentido, la dualidad del tema (concreción /abstracción) se toma como un aliciente. Los
binomios, entendidos a modo de pares opuestos o complementarios, incluyen un reto intelectual y
no en vano han sido asunto de interés permanente en la historia del pensamiento, desde el ápeiron
de Anaximandro hasta la dialógica de Morin. Por otra parte, se intuye una relación sistémica de
los cuatro ámbitos: la docencia necesita evaluación, la evaluación necesita creatividad publicitaria
y la publicidad necesita creatividad. Y, ni dualidad ni sistematicidad son aquí fruto de un artificio
experimental, sino que coinciden en una actividad cotidiana que la conjuga, algo que se entiende
como una oportunidad para que el resultado de la investigación, eminentemente teórica, tenga una
futura traslación práctica.
10
1.1. Interés académico y aportación del estudio
El interés personal por el objeto de estudio surge en 2005, ante la dificultad implícita en convertir
la evaluación informal propia del entorno laboral en la evaluación formal que demanda el entorno
académico. Cuantificar el ejercicio creativo en publicidad hasta convertirlo en una nota que lo
represente, restar subjetividad y hacer comprensible una observación profesional, no son tareas
sencillas. El hecho de que esta dificultad fuera compartida por otros profesores incrementó la
curiosidad y también el debate, con profesores, con publicitarios, con alumnos y ex-alumnos. Todo
ello condujo a reflexiones más complejas que se enriquecieron con la experiencia docente, estudios
de tercer ciclo y la documentación sobre los factores que la evaluación de la creatividad publicitaria
pone en juego.
En mayo del 2008 pude constatar el interés académico, en un marco idóneo: la IV Edición del
Simposium de Profesores Universitarios de Creatividad Publicitaria, celebrada en la Universidad
de Navarra. Allí fue manifiesta la demanda de puentes entre universidad y empresa; la voluntad de
avanzar en investigaciones específicas y de compartir conocimiento dentro del campo; la reflexión
sobre definición y promoción de criterios compartidos. Todo ello sintoniza con el tema que aquí
se plantea.
Esta acogida preliminar constata la posible pertinencia de un estudio sobre el tema. A ello
se puede añadir que en 2012, el centro barcelonés BAU se ha interesado por adaptar los futuros
resultados de la investigación e incorporar la metodología que de él se desprenda en su grado en
Diseño. Tratándose de un ámbito de la comunicación ligado a la actividad publicitaria pero con
cometidos específicos (gráfico, moda, multimedia, interiorismo) se intuye que la necesidad de
mejorar la evaluación de la creatividad es común a otras áreas docentes y tal vez justifique con más
fundamento la decisión de investigarla.
No obstante, la aportación inicial (la que puede contener este documento) es previsiblemente leve
y más bien útil para el trabajo posterior al que debe dar soporte. Durante la revisión bibliográfica
no se ha localizado un marco teórico específico para el objeto de estudio, y aunque esta carencia
contrasta con las diversas necesidades que se han expuesto, sin una proyección práctica, funcional,
en forma de metodología o herramienta verificada para la evaluación académica, su utilidad es
relativa. Queda, esto sí, el enriquecimiento personal y la posible contribución al estatuto científico
de la Publicidad, un espacio de investigación relativamente joven, sobre el que se hablará más
adelante, para el cual puede ser interesante la reunión, actualización y aportación teórica.
11
12
2. Estructura y pregunta de partida
De acuerdo con Quivy y Van Campenhoudt “investigar [rechercher] significa literalmente que
se busca [chercher] algo: investigar es andar camino hacia un conocimiento, y como tal hay que
asumirlo, con todo lo que comporta de vacilación, tanteo e incertidumbre” (1995/1997:29).
A fin de contar con una estructura que sirva de referencia se ha recurrido precisamente a la
pauta metodológica para las ciencias sociales que, en 1995, propusieron los citados autores: Manuel
de recherche en sciences sociales. En la misma línea que Taylor y Bogdan (1984/1994:20-23) su
recomendación es iniciar la tarea fijando un punto de partida transitorio que, en concordancia con
el enfoque cualitativo, debe ser tan flexible como la propia investigación que se inicia: “interrogantes
sólo vagamente formulados” (Taylor y Bogdan,1984/1994:20) o “un punto de partida provisional,
como aquellos campamentos base que montan los alpinistas cuando preparan la escalada de una
cumbre, y que lógicamente abandonan para ir ascendiendo hasta que llega la hora del asalto final”
(Quivy y Van Campenhoudt, 1995/1997:30).
Confiando en que reúne los requisitos de claridad, viabilidad y pertinencia que los mismos
autores detallan (ibíd.: 1995/1997:33-47) se presenta la pregunta de partida para este trabajo:
13
Antes de pasar a la segunda etapa de la estructura (ver Fig. 1) es necesario matizar algunas de
las decisiones tomadas en la pregunta de partida:
c) Por ámbito docente se entiende aquél que incluye enseñanza y aprendizaje, pero
señala intencionadamente al lugar donde ocurre la evaluación (como se verá en el
próximo capítulo)
1. Diccionario de la RAE, Vigésima segunda edición, Real Academia Española, Madrid 2001
14
Figura 1. Estructura de la investigación. Etapas 1 y 2
(Adaptada de Quivy y Van Campenhoudt, 1995/1997:28)
ETAPA 1
Pregunta inicial
ETAPA 2
Exploración
Entrevistas
Lecturas
exploratorias
ETAPA 3
Problemática
ETAPA 4
Modelo de análisis
ETAPA 5
Observación
ETAPA 6
Análisis de la información
ETAPA 7
Conclusiones
15
16
3. Exploración
Las cuatro áreas integradas en el objeto de estudio se abordarán por separado. También se
analizarán las conexiones que establecen entre ellas, a fin de acumular el fundamento teórico
necesario hasta llegar a la cuestión específica que se ha elegido.
Cr
Do Ev
Pu
Figura 2. Identificación y conexión de las cuatro áreas de estudio
De las seis descartadas (Fig. 3), tres carecen de interés para el análisis propuesto y apenas cuentan
con marco teórico propio (creatividad de la evaluación, publicidad de la evaluación y publicidad de
la creatividad). Dos de las conexiones sí han sido objeto de numerosas investigaciones, pero carecen
de la afinidad necesaria con los objetivos de este trabajo: creatividad de la docencia —estudios
pedagógicos sobre creatividad e innovación en la práctica docente (para una introducción ver Smith
y Smith, 1999)— y evaluación de la docencia —evaluación interna/externa de las prácticas docentes
(ver Campbell et al., 2004)—. Por las misma falta de afinidad se descarta una tercera conexión:
publicidad de la docencia —la publicidad utilizada como medio de promoción de los centros de
educación superior2—.
Cr
Do Ev
Pu
Figura 3. Relaciones de las cuatro áreas de estudio que se descartan
2. No se han localizado investigaciones sobre este particular, sin embargo analizar cómo se presenta la Academia ante la
sociedad a través de sus campañas, los diferentes posicionamientos de los centros, los argumentos persuasivos e incluso
los soportes utilizados para canalizarlos parecen tópicos interesantes para futuros trabajos
17
Figura 4. Relaciones de las cuatro áreas que se estudiarán
Cr
Do Ev
Pu
Las seis relaciones restantes (Fig. 4) sí son necesarias para este análisis y se estudiarán tras
abordar las áreas genéricas. Así el recorrido se inicia con la caracterización teórica de la Creatividad,
sigue con el de la Publicidad y profundiza en las peculiaridades de la Creatividad publicitaria.
A continuación se adentra en el estudio teórico de la Docencia, recalando en la Docencia de la
publicidad, de la creatividad y de la creatividad publicitaria. En última instancia se analizan los
estudios sobre Evaluación y más concretamente sobre Evaluación en la docencia; Evaluación de la
creatividad; de la publicidad; y de la creatividad publicitaria. En las tres páginas siguientes se ha
resumido el contenido de estas exploraciones.
De acuerdo con la estructura de investigación que se sigue, esta disección deberá facilitar el
marco teórico adecuado para dar respuesta a las preguntas formuladas.
18
3.0. Resumen de la exploración
CREATIVIDAD (3.1)
PUBLICIDAD (3.2)
Aborda dos asuntos clave para la finalidad del presente estudio: la investigación
y la práctica profesional en publicidad. En cuanto al primero, se hace eco de las
circunstancias que han condicionado el desarrollo del cuerpo teórico y que cabe
tener en cuenta para comprender la investigación en este ámbito: la dicotomía de
interpretaciones sobre el tópico, los objetivos de la investigación, su naturaleza
multidisciplinar o el cuestionamiento de su estatuto científico. Sobre la profesión
publicitaria y su entorno, se plantean consideraciones referidas a responsabilidad,
ética deontológica y corresponsabilidad social; así como el cambio y la adaptación
al contexto tanto de las estructuras empresariales como de los perfiles profesionales.
DOCENCIA (3.4)
19
DOCENCIA DE LA PUBLICIDAD (3.5)
En este apartado confluyen tres de las áreas de estudio definidas y es útil para
analizar: las especificidades de la enseñanza y el aprendizaje de la creatividad
publicitaria; las competencias que le corresponde desarrollar; las asignaturas en las que
se concreta; los objetivos del contenido curricular; y la metodología para alcanzarlos.
Asimismo, se realizan algunas consideraciones en torno al componente lúdico de la
creatividad publicitaria, vinculándolo a la responsabilidad, la ética y la deontología.
Finalmente, se esboza una caracterización del profesorado que imparte estos estudios.
EVALUACIÓN (3.8)
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EVALUACIÓN DE LA CREATIVIDAD (3.10)
Empezando con una visión general sobre los objetivos y función de la evaluación
de la creatividad, este apartado detalla aproximaciones e instrumentos metodológicos
utilizados para este fin: desde los que se destinan a obtener datos objetivables, hasta
los dirigidos a inventariar, sistematizar y explicar las capacidades o competencias
creativas. Asimismo, se subraya la importancia del evaluador en el proceso y su papel
fundamental para evitar que la práctica de evaluación se convierta en inhibidora de
la creatividad. Finalmente se apunta la responsabilidad implícita en toda evaluación.
21
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3.1. Creatividad
Aunque contamos con cientos, quizá miles, de definiciones para creatividad, se conviene con
Klausen en que la mayoría “oscilan entre la vaguedad y el exceso de permisividad por un lado y la
sobre-especificación y el exceso de restricción por el otro”, además, en ellas se utilizan términos que
“son a su vez vagos y, en el mejor de los casos, implícitamente entendidos” (2010:350). Varios textos
se dedican en exclusiva a analizarlas y catalogarlas (Taylor, 1988; Treffinger et al., 1996; Cropley,
1999; Aleinikov et al., 2000; Huidobro, 2002) y dado que no es este el objetivo del presente estudio
se aplaza la definición de la creatividad que se pretende evaluar a apartados posteriores, tras un
recorrido por su concepción e investigación que quizá facilite acotarla apropiadamente.
Tal como señala Sáez, “ningún concepto de envergadura —como la propia noción de
creatividad— surge ex nihilo. En general, este tipo de conceptos constituyen, en realidad, el resultado
de un conjunto muy complejo de sedimentaciones y adherencias semánticas que a menudo se
pierden en el tiempo” (2006:208).
Antes de los primeros accesos científicos a la creatividad, antes de los primeros intentos de
definirla e incluso antes de que manejáramos la idea ya existe un interés por explicar esta capacidad
generativa.
Las doctrinas teleológicas la observan como un fenómeno ajeno, en el que el ser humano sólo
ejerce de contenedor, de recipiente vacío que la divinidad llena de inspiración (Sternberg et al.
2005:352). En esta línea hallamos, por ejemplo, la interpretación platónica según la cual la musa
dicta al poeta. Es la concepción que guió al pensamiento humano durante más de dos mil años, que
ha dejado una huella permanente en nuestra civilización y que sigue conviviendo con el resto de
explicaciones. Tal como escribe Morin: “el desarrollo del conocimiento racional-empírico-técnico
nunca ha anulado el conocimiento simbólico, mítico, mágico o poético” (1999/2001:71). Los demás
sistemas de creencias, como “mecanismos conservadores de la identidad personal y colectiva”
siempre han coexistido con las explicaciones científicas, aún cuando la ciencia ha intentado
imponerse al resto, y aún cuando la ciencia cree que lo ha conseguido (Piscitelli 1997:126).
En la Grecia clásica, la palabra creatividad, su raíz y sus derivados no formaban parte del
vocabulario, en su lugar se usaban términos más próximos a fabricación. En el latín vulgar
de la antigua Roma creator se empleaba como sinónimo de padre o fundador (Tatarkiewicz,
1976/2001:286). Y la narrativa medieval alejaba la creación del alcance y la intervención humana,
seguía reservada a la potestad divina, como el futuro lo estaba a su designio (Reith, 2004:384).
No obstante, este pensamiento impregnado de esencia mística abordó algunas facetas del tema
y tal como indica Ricarte (1998:47) “cualquier estudio sobre la creatividad ha de partir de un
conocimiento —al menos histórico— del fenómeno de la invención”. Esto es: partir de la Grecia
clásica y seguir su recorrido durante el imperio romano, la edad media, el renacimiento y la
ilustración. Para no simplificar más de dos mil años de esfuerzo intelectual en una frase se puede
23
profundizar en la afirmación consultando la obra de Gilford (1972), Koestler (1975), Tatarkiewicz
(1976), Rozet (1981), Mason (2003) y el artículo de García López (2006) donde se citan las tres
primeras.
Los acercamientos desde la filosofía o el arte emplean también términos como inventiva,
imaginación, intuición o ingenio para referirse al fenómeno. Así, “la prenoción de creatividad —es
decir, las coordenadas conceptuales tácitas en las que se asienta ese concepto que ha atravesado la
cultura occidental— constituye, en este sentido, una derivación espuria de elementos muy diversos”
(Sáez, 2006:209).
Se coincide con Ricarte (1998:69-93) en destacar aquí la Teoría española del ingenio, integrada
por obras como Examen de ingenios para las ciencias (1594) de Juan Huarte de San Juan, Filosofía
sagaz y anatomía de ingenios de Esteban Pujasol (1637) o Agudeza y arte de ingenio (1648) y El
Criticón (1651-1657), ambas de Baltasar Gracián. A dicha tradición hispánica se añade la labor
posterior de Ramón y Cajal, cuyas aportaciones al conocimiento del sistema nervioso, a finales
del siglo XVIII, lo han convertido en uno de los padres de la neurociencia moderna. Y sumamos
dos obras más. Una muy anterior de Ramon Llull, Ars Magna (1308), valiosa y referencial tanto
por su concepción potencial de la combinatoria, como por el “esfuerzo por realizar este mito de
la humanidad: la máquina de inventar” (Costa, 2008:14) . Y otra más tardía, de Jaume Balmes: El
criterio (1845) que no aborda específicamente la cuestión del ingenio pero sí se refiere a una fase
crucial del proceso creativo como es la selección3.
Es en los inicios del siglo XIX cuando el Romanticismo introduce la idea de creación, entendida
como capacidad humana para generar novedad artística. También es entonces cuando “se acuña
cierto mito del creador, de la creación y de la creatividad” (García López 2006:44). Tanto el tejido
teleológico como el romántico, “que de alguna manera se mantiene vivo o interesa mantener
vivo” (ibíd.), confeccionan el envoltorio esotérico con el que aún hoy se presenta la creatividad.
De la misma manera que algunos calificativos como locura, excentricidad e incluso patología
acompañarán a la noción en lo sucesivo. Romo (1997:17) y posteriormente otros autores (Obradors,
2006; Runco y Bahleda, 1986; Sternberg,1985) identifican todo este imaginario de leyendas y genios
como Teorías implícitas de la creatividad (ver también10).
En este contexto y de acuerdo con García López “la idea de creatividad va a experimentar un
notable enriquecimiento y cierta transformación por parte del anarquismo” ya que este movimiento
hace que el concepto desborde por primera vez el ámbito artístico a la vez que “deja de tener una
dimensión individualista, de exclusividad y elitista, y empieza a hablarse de creatividad popular”.
Gracias a los movimientos libertarios se incorpora “una componente revolucionaria que se expresa
en la transformación del pasado y el presente con el objeto de crear nuevas perspectivas capaces de
construir el futuro” (2006:44).
3. Como se verá más adelante, tanto la neurociencia y la combinatoria, como la capacidad de selección están relacionadas,
por diferentes razones, con el estudio que aquí se presenta
24
3.1.2. Estudio científico de la creatividad
El estudio de la creatividad se ha organizado desde casi todos los flancos posibles, tantos que
varios autores se deciden a recopilarlos (Veraldi e Veraldi, 1972; Taylor y Getzels, 1975; Landau,
1987; Taylor,1988; Romo, 1997; Runco, 1996 y 2007; Velasco, 2007; Kahl et al., 2009) y a crear
taxonomías que clasifiquen dichos abordajes (Magyari-Beck, 1990; Wehner et al., 1991; Kahl et
al., 2009).
Señalan Sternberg et al. que “las escuelas psicológicas de principios de siglo XX, como el
estructuralismo, funcionalismo o el conductismo, prácticamente no dedicaron esfuerzo alguno
al estudio de la creatividad”. Los hallazgos de la Gestalt en este terreno apenas se limitan a un
aspecto muy concreto, el insight o iluminación (2005:354) y como afirma Rozet “los propios
adeptos de la psicología de la gestalt comprenden la insuficiencia de sus premisas” (1981:43).
Así, la psicodinámica puede considerarse la primera aproximación teórica exhaustiva del siglo
XX. Se alumbra a principio de siglo y tiene como progenitor a Sigmund Freud, quien entiende
la creatividad como una “expresión de los deseos del inconsciente bajo un aspecto públicamente
aceptable” (Sternberg et al 2005:353). Para fundamentar dicha proyección Freud estudió a fondo la
vida de reconocidos creadores, una labor que se ejemplifica en su controvertida monografía sobre
Leonardo da Vinci (1910/1992).
Nótese que las explicaciones freudianas no conceden autoría plena al sujeto consciente, este
tendría una función canalizadora que de alguna manera concuerda con planteamientos teleológicos
anteriores: “El artista no crea sino que en realidad reelabora una reminiscencia a menudo asociada
a un acto onírico o a un recuerdo traumático.” (Sáez 2006:211). Cuando a mediados de los años 50
se revisan las teorías psicoanalíticas, autores como Hartmann o Kris otorgarán “menos importancia
al papel del conflicto intrapsíquico y a la sublimación de impulsos instintivos en la creatividad”
(Martínez Zaragoza, 2001:41) y más a la autonomía del yo para hacer uso de los propios procesos
inconscientes o fantasías y emplearlos conscientemente en el proceso creativo. Kris (1952) denomina
esta acción Regresión adaptativa y en 1958 Kubie señala el potencial creativo de la preconsciencia, el
espacio entre consciencia e inconsciencia (citado por Martínez Zaragoza, 2001:57).
Tal como lo exponen Sternberg et al. (ibíd.) las aportaciones iniciales, cuya importancia
no se reconoció hasta la década de los 70, son excepciones esporádicas. Además, las teorías
psicodinámicas se basaban en estudios de caso, en análisis biográficos de eminencias creativas,
una técnica criticada por las corrientes de pensamiento psicológico dominantes, que desde la
observación empírica detectaban en ella varios errores: reconstruir procesos cognitivos, seleccionar
subjetivamente a determinados autores o interpretar una realidad histórica alejada, cada uno de los
25
cuales desautorizaría las posibles conclusiones de dichos estudios.
Se añade al resumen de Sternberg et al. una reseña de las vanguardias artísticas que convivieron
con el nacimiento de la psicodinámica. Sin afán de desentramar las posibles conexiones entre
unas y otras, y de estas con los avances científicos, sí parecen muy destacables las aportaciones
del surrealismo y su anticipación de formulaciones que posteriormente se han sistematizado o se
han aplicado en técnicas de generación creativa y herramientas de medición. Tal como registran
Rom y Sabaté (2006:70-71) al hilo de la relación vanguardias-publicidad, la cercanía entre los
siguientes ítems es más que evidente: el pensamiento no lógico del dadaísmo y el pensamiento
lateral de De Bono; la escritura automática de los surrealistas (a la que bien podrían añadirse sus
cadáveres exquisitos) y el brainstorming de Osborn; las obras de Picabia y Duchamp con la Sinéctica
de Gordon4.
Las razones por las que el positivismo desautorizaba la metodología psicodinámica, no eran muy
diferentes a las que debilitaban sus propios postulados. Cuando se trataba de analizar a eminencias
creativas: ¿Cómo convencer a Albert Einstein para que se sometiera a pruebas de laboratorio?
más difícil todavía: ¿Cómo resucitar a Miguel Ángel o a Leonardo da Vinci? Los estudios sobre
inteligencia humana lidiaban con problemas similares y todos ellos parecieron encontrar la solución
en la psicometría. El fulgor de cifras, datos, desviaciones, comportamientos estadísticos de este
periodo es comparable al que vivió Europa durante el auge del determinismo a finales de S XVIII.
Como entonces, reflejaba la voluntad de medida y control social, algo especialmente llamativo en
EUA, donde se usaron para evaluar a los inmigrantes que querían entrar en el país, para reclutar a
más de dos millones de soldados en la I Guerra mundial, para filtrar el acceso a puestos de trabajo
y para ordenar el ámbito escolar. “De alguna manera, los tests sirvieron para clasificar y organizar
en distintos ámbitos de la vida” a los norteamericanos (Navas, 1999:1-11). El Test de inteligencia
infantil de William Stern (1912), el Test de Matrices Progresivas de Raven (1938) o la Escala Wechsler
de Inteligencia para Adultos (1939) preceden el giro que dará la investigación de la creatividad.
En este contexto Joy Paul Guilford (1950) dicta una conferencia en la American Psychological
Association, reclamando la atención de la psicología hacia el tópico de la creatividad. Sternberg et
al. destacan la perspicacia del autor al plantear que “la creatividad podía ser estudiada en asuntos
cotidianos utilizando pruebas, lápiz y papel” (2005:354). Al solventar por una parte las dificultades
implícitas en el acceso a eminencias creativas y satisfacer por otra las exigencias de la comunidad
científica, esta propuesta tuvo buena acogida y se extendió.
Formalmente, las pruebas estaban basadas en retos que proponían la búsqueda de diferentes usos
a un objeto mundano. El resultado de los tests arrojaba baremos y estos brindaban la posibilidad de
comparar a las personas en función de su capacidad creativa. Es así como aparece por primera vez
una posible medida de la creatividad a la que seguirán numerosos y diversos tanteos de evaluación.
4. Pensamiento lateral, Brainstorming y Sinéctica se detallan en Aproximaciones instrumentalistas (3.1.2.3). A la vez que
ilustran el débil sustento teórico de dichas aproximaciones, la comparación manifiesta el potencial que contenían las
propuestas vanguardistas: empleadas en un contexto de entrenamiento creativo han servido para aplicaciones que hoy,
con mejor o peor fortuna, son cotidianas en todo el mundo. En este sentido es especialmente significativo el interés del
surrealismo por la publicidad, André Breton (1924) escribía en el Primer manifiesto surrealista que había buscado: “una
aplicación de la poesía a la publicidad (aseguraba que todo terminaría, no con la culminación de un hermoso libro,
sino con la de una bella frase de reclamo en pro del infierno o del cielo)” , lo que posteriormente se ha conocido como
eslogan o claim (ver Abril, 2004)
26
El trabajo de Guilford sustentó el de Torrance, que a su vez resultó en los Torrance Tests of
Creativity (1966 y 1974) —TTC en adelante—. Los TTC se encuentran entre los más utilizados
y “consisten en diversas tareas verbales y figurativas relativamente sencillas” que “pueden
dar puntuaciones en fluidez (número total de respuestas relevantes), flexibilidad (número de
categorías diferentes de respuestas relevantes), originalidad (la rareza estadística de las respuestas)
y elaboración (cantidad de detalle en las respuestas)” (Sternberg et al. 2005:354).
Todas estas transformaciones ayudan a comprender las obras y los autores que Sternberg
et al. (2005) agrupan dentro de Pragmática (a fin de evitar confusiones terminológicas aquí se
reemplaza por el término Instrumentalista). En este grupo se engloban los enfoques que anteponen
el desarrollo de la creatividad a su comprensión. Su frecuente falta de rigor teórico y empírico
presenta el riesgo de reducir la función creativa a su expresión en herramientas prácticas, cuando
no abiertamente comerciales, y de restar importancia a un tratamiento científico de la creatividad
(ibíd.:353).
A continuación se detallan algunos ejemplos de este enfoque que destacan bien por su amplia
divulgación o bien por que se han convertido en referenciales para diversas disciplinas:
5. Sáez propone una serie de metáforas anteriores que son igualmente interesantes si se relacionan con el recorrido que
hemos trazado: “mucho antes la mente había sido un mecanismo de precisión —Descartes—, después una máquina de
vapor con su correspondiente válvula de escape —Freud—” (2006:212)
27
autor Applied imagination: Principles and procedures of creative problem solving (1960). Cincuenta
años después se utiliza en muchos ámbitos para los que no se diseñó (educación, participación
social, diagnóstico clínico) y ha derivado en variaciones y adaptaciones como el Stop and go o la
Secuenciación.
b) Sinéctica: Técnica creada por William J.J. Gordon en 1961 para la mejora en ámbitos
industriales. El autor estudió los procesos que seguían creadores que consideraba insignes, analizó
sus biografías y realizó seguimientos in situ durante el trabajo creativo, todo a fin de identificar el
proceso y poder reproducirlo. Enlaza muy directamente con las teorías psicodinámicas, afirma que
el subconsciente: “es el gran almacén, el archivo donde se encuentran las soluciones más novedosas”
(Marín, 1991:317) y para sacar partido de ellas desde un estado consciente propone recurrir “a
dos estrategias fundamentales: convertir lo extraño en familiar, en algo conocido, y convertir lo
conocido en extraño, en sorprendente” (ibíd.)
c) Propuestas de Edward De Bono: Este autor publicó en 1967 The use of lateral thinking donde
expone la idea de pensamiento lateral, un concepto que pude sintetizarse como la apertura a
soluciones no ortodoxas6. A aquél han seguido más de cincuenta títulos; manuales y métodos en los
que recoge técnicas, pseudoteorías y métodos (Po y 6 sombreros para pensar, entre otros). Quizá se
trate del ejemplo más ilustrativo dentro de este grupo ya que ha convertido sus ideas en una especie
de doctrina vital que se difunde por todo el mundo a través de programas e instituciones propias
como los Clubs del Pensamiento, la Fundación de Bono o el Centro para el Nuevo Pensamiento.
Según Obradors “cabe establecer una distinción entre el cognitivismo clásico o estructural —que
se corresponde básicamente a la obra de Piaget— y el cognitivismo que podríamos denominar
funcional, dedicado al procesamiento de la información” (2007:116) Dado que el primero no se
refiere específicamente a la creatividad, el texto se ceñirá al segundo.
Autores significativos de ambas corrientes como el propio Piaget o Chomsky comparten con
Freud que “los aspectos más importantes de la mente se encuentran debajo de la superficie” y que
“no es posible resolver los misterios del pensamiento limitándose a describir palabras o conductas
manifiestas” (Gardner 1982:45). No obstante, su aproximación es mucho más racional que la
psicodinámica, el cognitivismo intenta comprender las representaciones mentales subyacentes al
pensamiento creativo (Sternberg et al., ibíd.:356) y, en la medida en que entiende la creatividad
como un proceso cognitivo, propone investigarla prolongando los estudios sobre la inteligencia y
sus operaciones básicas, necesarias para la creatividad.
Entre entre 1980 y 1990, Weisberg y Perkins plasman con precisión dicho enfoque en sus
obras. En ellas exponen, por ejemplo, cómo “la creatividad implica esencialmente procesos
cognitivos ordinarios que resultan en productos extraordinarios” (Sternberg et al. 2005:356). Así,
transformaciones analógicas aplicadas a un conocimiento previamente almacenado en la memoria
serían los que conducen al hallazgo creativo. En este supuesto la impronta creativa sería deudora
de una preparación y pericia previas, como señala Marín “la innovación tiene lugar a partir de un
aprendizaje anterior” ya sea propio o tomado de avances ajenos (1995:64).
6. Costa atribuye la concepción original a Paul Souriau, quien a principios de siglo XX «propuso el “pensamiento
marginal”. La misma idea con otro nombre: “Para pensar diferentemente hay que pensar al margen”» (2008:16)
28
para la computación, es sencillo entender que el enfoque cognitivista haya visto en la inteligencia
artificial una oportunidad de experimentación. El propósito del paralelismo es “producir
pensamiento creativo en un ordenador de manera que simule lo que hacen las personas” a través
de programas “basados en la heurística7 para dar con bloques de datos o conceptos y establecer
relaciones ocultas con las variables introducidas” (Sternberg et al. 2005:357). En el campo
de la computación destaca la labor de Boden durante las décadas de los 80 y 90, tanto por sus
recopilaciones retrospectivas como por sus aportaciones a la especialidad.
Los planteamientos expuestos marcan una diferencia fundamental entre esta óptica y el
resto. Tomando la terminología de Landau (1987) el proceso creativo se entiende hasta este
momento como una vía de acceso inspirado hacia la creación que transita por fases conscientes y
subconscientes, y se empareja con métodos generativos no plenamente descifrables ni por el propio
sujeto que los emplea: los métodos de caja negra (Jones, 1981, citado por Ruiz Collantes 2000:20).
En cambio el cognitivismo propone un acceso organizado, exclusivamente consciente, y métodos
de producción de caja transparente (ibíd.), plenamente accesibles y descifrables.
Como explica Obradors (2007:118) el ser humano, al igual que el ordenador, emplearía
simultáneamente diferentes esquemas para resolver problemas. Por ejemplo, desde una óptica
generativista (incluida también en este grupo) el proceso creativo se entiende como el empleo de
una serie de reglas para transformar el estado inicial de una cuestión en un estado final deseado.
En este sentido Ruiz Collantes (2000) propone un programa de ideación dentro del campo de la
creatividad publicitaria que infiere dichas reglas de los resultados —estados finales—. Como se
expondrá, la equiparación del acto creativo a la resolución de problemas enlaza estrechamente con
premisas básicas del presente estudio.
Glaveanu (2010) agrupa las teorías de la creatividad en tres grandes conjuntos, según el sujeto
de estudio que eligen. El primer conjunto, denominado He (Él), englobaría las visiones ya descritas
en las que la creatividad parece reservarse a figuras referenciales o eminentes, dignas de estudio
por su exclusividad o excepcionalidad: misticismo, protocreatividad, conductismo, facciones de
la psicodinámica y psicometría. En el segundo grupo incluye las perspectivas del I (Yo), aquellas,
también tratadas, en las que el sujeto se empodera de capacidad creativa: resto de facciones de la
psicodinámica y psicometría, instrumentalismo y cognitivismo. En tercer y último lugar menciona
las teorías de las que da cuenta este apartado y que se agrupan en torno al We (Nosotros): las que
entienden la creatividad como un “proceso que se estimula de transacciones entre uno mismo y los
7. Se emplea la acepción informática del término. Un ejemplo sencillo de su significado en inteligencia artificial son
los programas antivirus diseñados para filtrar correo electrónico: emplean varias reglas para identificar un correo como
spam. Usadas de forma independiente provocarían errores de clasificación pero integradas ofrecen una solución fiable.
29
otros, entre uno mismo y el entorno” (Stein 1975, citado por Glaveanu ibíd.:83).
En la clasificación de Sternberg et al. (2005) que se está usando como hilo conductor, los autores
se refieren a Aproximaciones desde la Sociopersonalidad y la Sociocognición, a ambas se ha decidido
añadir la Sociointeracción, por considerarla igualmente significativa.
a) Sociopersonalidad
b) Sociocognición
Los tratados que pertenecen a este grupo abren su campo a consideraciones culturales,
históricas y circunstanciales para relacionarlas con el constructo creativo. A través de este prisma,
la existencia o no de una determinada coyuntura o zeitgeist9 como “la diversidad cultural, la
guerra, la posibilidad de acceder a modelos referenciales” (patrones de conducta, de trabajo, de
comportamiento, etc.), “de acceder a medios (tales como el soporte financiero) o el número de
competidores en un dominio” irían ligadas a importantes variaciones estadísticas en la producción
creativa (Simonton, 1984,1988a,1994,1999. Citado por Sternberg et al., ibíd.). Del mismo modo
“comparaciones de un mismo dominio en diferentes culturas, así como estudios antropológicos
de caso han demostrado variaciones en la expresión creativa. Es más, han demostrado que las
culturas se diferencian simplemente en la medida en que otorgan mayor o menor valor a la iniciativa
creativa” (ibíd.).
En este apartado se encuadran algunos planteamientos de Csikszentmihalyi que nos serán útiles
para comprender cómo interactúan Creatividad, Evaluación, Docencia y Publicidad. Tomemos el
8. Es una buena muestra de cómo las investigaciones sobre creatividad se aislan entre sí y acaban produciendo múltiples
terminologías que designan conceptos sumamente similares. También apunta a que “sólo desde la integración de
perspectivas dispares puede nacer una disciplina coherente de la creatología” (Wehner, Csikszentmihalyi y Magyari-
Beck, 1991:270)
9. Del alemán, etimológicamente zeit, tiempo y geist, espíritu. Así, podría traducirse como espíritu del tiempo o de la
época (Diccionario de las lenguas española y alemana, 5ª Edición, Herder). Un concepto que llamó la atención del
romanticismo, que trataron Hegel (1807), Goethe (1827) y que posteriormente se ha considerado en clave creativa (ver
Feldman, 1994; Boring, 1955)
30
ejemplo que expone el propio autor:
Según la misma lógica estructural, la Teoría de la musa mecánica propuesta por Martindale
(1990) asume que la creatividad es predecible y que ocurre en dos procesos complementarios: uno
que incluye “la exploración de estilos, cambiando las reglas y la estructura del dominio10” (Runco,
2007:232), y un segundo en el que “se agotan las oportunidades estilísticas y aparece la necesidad
de cambiar el contenido” (ibíd.).
Los planteamientos de tipo ecológico y sistémico —como los de Gardner (1988), Ford (1996) o
los que se acaban de mencionar— aportan una serie de mejoras en la investigación: contextualizan
y ayudan a comprender cómo tiene lugar la creatividad; “están mejor equipados para investigar
tanto la creatividad histórica” (estudio de creativos insignes, He) “como la cotidiana” (estudios
del I); y desde un punto de vista práctico “abren un nuevo mundo de oportunidades para influir
en el comportamiento creativo” (Glaveanu, 2010:84) que ya no dependería tan directamente
de “habilidades innatas o rasgos de personalidad” (Amabile,1996. Citada por Glaveanu, ibíd.).
En contraposición a este último argumento encontramos la postura de Runco (1999) que en la
contextualización del acto creativo ve una importante distorsión y una inhibición de su esencia
transformadora.
Otra aproximación, bastante más expeditiva, afirma que “el fenómeno de la creatividad podría
sobrevivir a los peores excesos de la humanidad (holocausto nuclear) y prosperar en la ausencia de
personalidad humana (evolución básica). De aquí que el largo y tortuoso camino de la investigación
en creatividad haya terminado por conducirla a la puerta en que está escrito «psicología social»”
(Heinzen,1995:417 y 1994). Esta explicación da cuenta de las limitaciones científicas que tiene la
tendencia a “asignar la causa del comportamiento a las personas más que a las situaciones”: se estaría
accediendo erróneamente al estudio de un fenómeno que en realidad “no nos necesita. Nosotros
[We] necesitamos la creatividad” (ibíd.). Un planteamiento que alcanza rápidamente el ámbito de la
ética ya que si la creatividad es algo que nos sobrepasa, no le afecta nuestro parecer sobre ella, sobre
su proceso ni sobre su resultado; ocurre y es independientemente de nuestro juicio (Kasof,1995).
10. Dominio entendido como sinónimo de campo, tal como lo define Csikszentmihalyi
31
En términos sociales el par responsabilidad/creatividad, asociado al empoderamiento post-
teleológico, expande su dimensión y se amplía a ética/creatividad. La escéptica visión de Kasof y
Heinzen sobre este particular se debe completar con formulaciones implícitas y explícitas desde
la psicología de la creatividad (Guilford, 1950; Torrance,1966,1974; Amabile, 1990; Gardner,
2007; Csikszentmihalyi, 2007; Mumford et al., 2010), y desde otras disciplinas como la pedagogía
(Vygotsky, 1925, 1934a, 1934b; Marina, 2010); la filosofía (Cornell, 1992; Marina,1995; Vigo, 2003);
la sociología (Weber, 1919; Llobet, 2006 ; Villasante, 2006) o la deontología (Bishop, 1949; Quinn,
1963; Aznar, 2005; De la Cuesta, 2005).
c) Sociointeracción
Por otra parte, Glaveanu data a principios del siglo XXI la emergencia de una psicología cultural
de la creatividad. A diferencia de las demás perspectivas descritas no pone en relación sujeto y
contexto, afirma “que no hay relación entre ambos, es más, que estos dos «segmentos» no están
aislados sino que son elementos que se co-constituyen mutuamente” (2010:84). Se contrapone a la
postura cognitivista, que intenta dar una explicación universal a los procesos del pensamiento, y
en palabras de Shweder (1990:1), estudia cómo ‘‘las tradiciones culturales y las prácticas sociales
regulan, expresan, transforman y permutan la psique humana’’. Hablaríamos en este caso de
transacciones que construyen un mundo simbólico (Zittoun, 2007; Valsiner & Rosa, 2007. Citados
por Glaveanu, 2010: 85). Es casi obvio apuntar que esta propuesta entronca con la literatura
semiótica más elemental, aunque el autor no haga ninguna referencia a ella. Sea como sea, la
psicología cultural de la creatividad se ubicaría en la zona G del siguiente cuadro:
PROCESOS CREATIVOS
de
un
Organizaciones
individuo Unidades
Individuos
sociales
interactuando
(P.ej: equipos)
B C D sistemas G
que de actividad que
produce que que producen
que producen producen
producen
Resultados
creativos
construidos
Resultados Resultados socialmente Resultados
creativos creativos creativos
generados influenciados generados
individualmente socialmente socialmente
32
Según el sujeto al que dedican su estudio las perspectivas vistas hasta ahora podrían ubicarse
en la figura 4 como sigue:
Apuntada por Campbell (1960) y retomada por diferentes investigadores a finales de siglo
XX, esta aproximación entiende que “el mismo tipo de mecanismos aplicados al estudio de los
organismos podría aplicarse al estudio de las ideas” (Sternberg et al., 2005:359). En consonancia con
los preceptos darwinianos, Campbell condicionaba el pensamiento creativo a la activación de dos
mecanismos: uno capaz de producir variaciones amplias y frecuentes (un flujo de ideas inductivo
basado en el ensayo/error) y otro con función crítica que aporta criterio para seleccionar. El primero
de los mecanismos (conocido por variación a ciegas) responde a la necesidad que tiene la persona
creativa de poblar al máximo su mundo de ideas con la seguridad de que entre ellas existirá un tanto
por ciento relativamente constante de aciertos. El segundo de los mecanismos (retención selectiva)
se activa en el dominio en el cual trabaja dicha persona, es este dominio el que “o retiene la idea
para el futuro o la deja morir” (ibíd.).
La posterior obra de Simonton (1995, 1998a, 1999) y Cziko (1998) se basa en los mismos
preceptos que la de Campbell. Y a todas ellas, Sternberg (1997, 2003) y Perkins (1998) contraponen
que los creativos eminentes, como buenos conocedores de su dominio, no tienen precisamente
más ideas sino mejores ideas, y por tanto con mayor probabilidad de ser retenidas. La cuestión, en
esencia, apunta a debates muy anteriores sobre el papel del pensamiento convergente y divergente
o sobre la ubicación del insight durante el proceso creativo11.
11. El pensamiento divergente tiene como función expandir conceptos desde un punto de partida (habitualmente en
busca del mayor número de variantes posible) y el divergente sintetizar o asociar en nuevos conceptos. Su importancia
durante el proceso creativo, el momento en que se activa uno u otro, con qué objetivo cuántas veces y en qué orden
son algunos de los temas de debate desde que Guilford (1950) propusiera su diferenciación.
El término insight, que como se ha visto introdujo la Gestalt, designa el momento en que se produce la iluminación
creativa, conocido también como eureka o ¡Ajá! y su existencia estaría incluso en duda para algunos postulados
cognitivistas
12. En el siglo XVII las especulaciones de René Descartes ”sobre el papel de la mente y el cerebro en el control de la
conducta nos proporcionan un buen punto de partida en la historia de la moderna Psicología fisiológica.” (Soriano,
2007:17)
33
Desde finales del S XX, mediante técnicas como la resonancia magnética funcional, se facilita
el trabajo de laboratorio que permite identificar qué zonas del cerebro están implicadas en las
operaciones que este realiza. Así también es posible deducir cómo, cuándo y dónde tienen lugar
muchas de las tareas mentales.
Las implicaciones de estos descubrimientos podrían tener un efecto importante en los estudios
sobre creatividad. A corte de ejemplo, Dietrich entiende que las conclusiones de la neurociencia
deberían “despejar el terreno de perniciosas trazas fósiles que pertenecen a una era ya pasada” (2007;
2010). Basándose en el análisis de diversas premisas, concreta cuatro desmitificaciones:
13. Tal como indica Martínez Zaragoza, la distinción entre ambas se ha usado a menudo desde que Mendelsohn y
Griswold (1964) y Mendelsohn (1976) afirmaron “que las diferencias individuales en el enfoque o concentración de la
atención son la causa de las diferencias en creatividad” (2001:75). Una atención desenfocada, en oposición a la enfocada,
se caracterizaría por una mayor amplitud atencional y sumaría más ítems (internos y externos) a la recepción de
información
14. Bajo esta denominación se incluyen estados como el de vigilia del sueño, divagación, meditación o sobreexcitación,
aquellos inducidos por estupefacientes e incluso los relacionados con patologías como los desordenes bipolares,
autismo o esquizofrenia. Sobre estos últimos, además de la concepción popular que podríamos resumir como mito del
genio loco, existen numerosos estudios que ahondan en su posible relación con la capacidad creativa de los individuos
(ver Simon 1977; González de Rivera, 1978; Holt et al. 2004; Silvia y Kaufman, 2010)
34
Por otra parte la neurociencia cognitiva se ha utilizado para corroborar perspectivas teóricas
y en la medida en que “los estudios empíricos a menudo se refieren sólo a los resultados previos
del mismo subdominio” (Dietrich 2010:845) han alentado la ramificación de pareceres y la
fragmentación que caracteriza el estudio de la creatividad (ver, por ejemplo, Miller, 2007).
Como indican Sternberg et al. (2005:359-360) desde finales de siglo XX se aboga por la
confluencia entre las diferentes perspectivas. A la hipótesis de que “para que ocurra la creatividad
es necesaria la convergencia de múltiples componentes” se adscriben numerosas obras (ibíd.):
Amabile 1983; Csikszentmihalyi, 1988; Gardner, 1993; Gruber y Wallace, 1999; Lubart et al., 2003;
Mumford y Gustafson, 1988; Perkins, 1981; Simonton, 1988a; Sternberg 1985; y Weisberg, 1993.
Una tendencia que perdura en el siglo XXI, a juzgar por obras más recientes que no constan en la
enumeración: Torre, 2008; Runco, 2009; Simonton, 2009; Arden et al., 2010; Kim, 2010; o Montuori,
2011.
Esta tendencia conjunta hacia la interdisciplina se explica por el acuerdo de los diferentes
acercamientos en tres premisas:
Quizá las dificultades que encuentra cada perspectiva tengan un motivo común. Wehner,
Csikszentmihalyi y Magyari-Beck cierran un estudio retrospectivo sobre la investigación en
creatividad con otro símil zoológico:
35
“Como en la fábula de los ciegos y el elefante, tocamos diferentes partes del
mismo animal y por ellas obtenemos imágenes distorsionadas del conjunto: «El
elefante es como una serpiente» dice el que sólo sostiene su cola; «El elefante es
como una pared» dice el que sólo palpa su costado.” (1991:270)15
El giro propuesto por Dietrich es reemplazar el estudio, delimitado hasta ahora en parcelas
interpretativas, por un estudio de fragmentos específicos e interdisciplinar que apunte a alcanzar
el conocimiento completo. Tal como se procede por ejemplo al abordar la inteligencia: para los
investigadores de esta especialidad el objetivo no es “el mecanismo neuronal del pensamiento; las
investigaciones se centran en la atención, el trabajo de la memoria o la percepción” (2010:845).
Identificar cuántos segmentos y subsegmentos constituyen el todo que denominamos creatividad
para descubrir después cómo interactúan entre ellos.
Un tercer consenso se da en la asunción de que “la creatividad puede ser de múltiples tipos”
(Sternberg et al., 2005:364). Simonton ha agrupado las investigaciones dentro de categorías que
van del extremo de las ciencias blandas al de las ciencias duras. En este espectro clasifica los
tipos de creatividad, que pueden convivir incluso dentro de una misma área específica: “desde
la que es lógica, objetiva, formal y convencional hasta la que es intuitiva, subjetiva, emocional e
individualista” (2009:447). Al hilo de esta clasificación Runco argumenta que la creatividad puede
ser “científica (como en el caso de Einstein), visual y emocional (como en el caso de Picasso) o
incluso cotidiana” (2009:463).
Desde otro prisma y a finales de S XX, varios trabajos distinguieron entre c-creatividad y
C-creatividad. Kaufman y Beghetto (2009) incrementan la distinción hasta 4 tipos, en función
15. La parábola de los seis sabios ciegos y el elefante fue anteriormente reelaborada por Frömm (1956/1998:194) para
explicar el relativismo, según esta perspectiva la verdad o la certeza (sobre la creatividad en este caso) sería tan compleja
que ningún acercamiento humano podría alcanzarla y aunque las interpretaciones sean aparentemente diferentes o
incluso opuestas formarían parte de ella. Mosterín (2007:72) la atribuye originariamente a comunidades jainas y budistas
del siglo III y VI a.c. respectivamente
16. Los ejemplos del autor aluden implícitamente a diferentes técnicas e investigaciones que han intentado explicar o
evaluar el comportamiento creativo. Respectivamente alude al estudio de artistas, al de eminencias, a las simulaciones
por computadora y a los tests psicométricos.
36
de su trascendencia y utilidad. Para ellos la c es la cotidiana o everyday creativity; la mini-c “la
inherente al proceso de aprendizaje”; la Pro-c la que conduce y representa la experiencia profesional
en cualquier área creativa”; y la C la “reservada a las eminencias” (2009:1). Desde una aproximación
más heurística Doyle (2011) identifica hasta 15 tipos diferentes según:
Calificar la creatividad de polimórfica no es algo nuevo (ver Guilford, 1950; Eisner, 1966 y
Gardner 1983), sí lo es que se haya extendido el consenso y en este caso es relevante por la sintonía
entre dicha diferenciación y la necesidad, también detectada, de comprender primero sus diferentes
expresiones para destilar después el fenómeno esencial.
En cuanto al acuerdo de confluencia, como tal, es fácil de asumir: hay que avanzar hacia un
panorama de menor aislamiento disciplinario a sabiendas de que el objeto de estudio es complejo
y multiforme. Se trata pues de un cambio epistemológico que no produce descubrimiento sobre la
creatividad, propone un nuevo camino que conduzca a producirlo. Este sería el avance en realidad,
y los debates de las últimas décadas son igualmente procedimentales: encontrar la manera de
coordinar los trabajos, de categorizar o elegir las disciplinas que pueden confluir, y reflexionar sobre
las implicaciones de seguir trabajando habiendo asumido la complejidad del tópico que se investiga.
37
38
3.2. Publicidad
La práctica publicitaria tiene una naturaleza expansiva. Esto explica que conforme ha ampliado
su radio de acción e influencia hayan ido caducando los intentos por caracterizarla. Caro nos habla
de siete episodios diacrónicos a los que se ajustan otras tantas definiciones (2007:59-69):
39
g) Institución social. La suma de imágenes institucionales (e) generadoras del
lenguaje social dominante (f) termina por crear un constructo de orden superior, que
rebasa con creces el cometido particular de cada empresa. La publicidad se constituye
como institución ubicua que “organiza, en el marco de las actuales sociedades
capitalistas, la cohesión social. Siempre a condición de que sus destinatarios ignoren
en la práctica este papel primordial que hoy cumple” (Caro, 2007:68). En el mismo
sentido se pronuncian tanto Matellart: “la publicidad ya no es lo que era [...] está a
punto de convertirse en un principio de organización de la sociedad entera en torno
a la institución Empresa” (2000:13), como Vergara: “En una sociedad de consumo,
las leyes del mercado constituyen el eje principal no sólo del ámbito económico, sino
también en lo social y cultural. De ahí que la publicidad imponga y genere un conjunto
de nuevos sentidos, valores, formas de pensar e interpretar la realidad, nuevas visiones
del mundo y modelos de comportamiento, lo que sitúa la publicidad como un actor
de primer orden en el plano cultural y de las experiencias de socialización” (2006:164)
Se comparte con Caro y con otros autores (Victoroff, 1983; Ibáñez, 1989; Malmeim, 2009:122;
Leiss, Kline y Sut, 1990:388; Schudson, 1984:5) que este último sería el significado vigente para
el término Publicidad. Es su revestimiento más reciente, bajo el cual acumula los otros seis,
como capas anteriores. De hecho, cohabita alguna de sus representaciones más primitivas —bien
voluntariamente, bien por falta de recursos— con otras más recientes (Malmeim, 2010:133-134)
pero todas contribuyen a dotar de entidad social al fenómeno.
Es igualmente necesario aclarar que el fenómeno publicitario, lejos de estar producido sólo por
agencias de publicidad, se encarna en varios actores. Matellart distingue tres: “el anunciante, la
agencia y el soporte” (2000:15). En clave de funciones Ruiz Collantes habla del Aparato Publicitario,
un “sujeto colectivo que demanda-idea-produce-emite el texto publicitario” (2000:30). Es decir :
uno o varios clientes (demanda); un individuo o departamento creativo (idea), un individuo o
departamento/s que materializan la creatividad (produce), y uno o varios medios de comunicación
(emite). A estos se añaden todos los sujetos que sirven de enlace entre los ya citados: individuos o
departamentos al cargo de compras, de ventas, de marketing, de gestión comercial, administrativa,
de estrategia, de planificación, de distribución, de Relaciones Públicas, de control del proceso, de
estudios previos y posteriores, de atención al cliente, etc.
Si por último sumamos las múltiples interacciones que se producen entre los diferentes actores,
40
y el impacto social, político y económico que supone la actividad, tanto en su proceso como en
su resultado, es más pertinente hablar del Dispositivo Operacional Publicitario que propone Caro:
“conjunto de niveles, acciones y procesos [...] coordinados entre sí e integrados en un conjunto
organizado” (2008:86).
Vistas estas descripciones no es extraño que hoy varios autores propongan abordar el estudio de
la publicidad desde una perspectiva sistémica o compleja (Caro, 2007 y 2008; Torre, 2008; Lowrey,
1998; Rotzoll, Haefner y Hall, 1996; Baños, 2006). Ambas miradas permiten una aproximación más
completa al tópico y dan cuenta también de la acumulación teórica que ha imantado.
Respecto al resto de ámbitos que atañen a este estudio (Creatividad, Docencia y Evaluación)
la publicidad es una práctica mucho más reciente. Este hecho explica que acumule un corpus
teórico menor y menos estructurado que el resto, pero sólo lo explica en parte, se dan cuatro
circunstancias que es necesario considerar para comprender cómo ha sido y en qué punto se
encuentra la investigación en Publicidad.
Tal como se ha enfocado hasta aquí no cabe duda de que la publicidad, como objeto de estudio,
es un tema relevante. Sin embargo, interpretar el fenómeno en sus múltiples facetas demanda una
reflexión sofisticada sobre la publicidad, que interesa y tiene cabida en determinados discursos
científicos; para otros estudios y para la mayoría de la sociedad el asunto es mucho menos
polifacético. “Se ha visto marginada a una consideración como género menor, comunicación carente
de implicaciones intelectuales, arte servil, incluso herramienta de manipulación y engaño” (Andrés,
2010:65).
A la vez, la manera en que se diseñan la mayoría de estudios sobre recepción nos indica que
existe un extendido interés (científico y profesional) en investigar la apariencia de la publicidad,
sin profundizar en la narración o la axiología del texto. Este tipo de investigaciones funcionales se
pueden englobar finalmente dentro de las orientadas a mejorar el negocio (tal como se referirán en
el próximo punto). Se trata de estudios muy habituales a mediados de siglo XX movidos “por el
deseo de legitimar la por entonces naciente actividad publicitaria profesional” (Caro, 2007:57) y que
han seguido llevándose a cabo hasta hoy. De hecho, la profesión publicitaria y el ámbito científico
mantienen una relación peculiar que se especificará en el apartado Docencia de la Publicidad.
Aquí vale para señalar que contribuye a la discordancia en cuanto a su relevancia científica. Quizá
18. Associated Press et al., 2010; Anza y Nielsen, 2008; Haefner, Lowrey y Shavitt, 1998; Zanot,1981, 1984
19. Alwitt y Prabhaker, 1994; Andrews, 1989; Mittal, 1994; Muehling, 1987
41
amparados en su origen como oficio, el aparato y la institución publicitaria se siguen presentando
en sociedad sólo como un producto o como una profesión —ver Pág. 39, punto b y c—, objetos
menos dignos de estudio.
Así, la importante proyección científica asignada a la publicidad, tanto desde diferentes miradas
académicas como en el presente estudio, no se corresponde a otras miradas ni a la percepción más
extendida del mismo. Y —dado que esta proyección se le asigna precisamente por razones sociales—
parece necesario hacer un esfuerzo en la difusión de los hallazgos, promover una alfabetización o
capacitación y educación en publicidad (extrapolada de la educación en comunicación) que permita
interpretar más ampliamente el fenómeno21. Algo que también parece necesario para contribuir a
“un mejor comportamiento futuro como consumidores” (González Herranz, 2001:916).
20. literacy en el original. Según el propio autor debe entenderse como “la habilidad personal de un individuo para
comprender diferentes tipos de signos y sistemas simbólicos, y por otra parte de producir diferentes tipos de mensajes
empleado dichos sistemas simbólicos” (Malmelin, 2010:131). En el caso concreto de la publicidad el autor se refiere a “la
habilidad del consumidor para comprender la publicidad y reconocer varios tipos de fenómeno comercial en los medios
de comunicación” (ibíd.: 132)
21. En esta línea se inscriben varias iniciativas españolas para la educación primaria y secundaria. Aunque ninguna de
ellas lo hace específicamente sobre publicidad incluyen este contenido como necesario en el curriculum escolar y
reivindican un mayor interés por parte de la administración hacia este aspecto. Entre otras:
http://www.educaweb.com
http://www.gabinetecomunicacionyeducacion.com
http://www.aulamedia.org
http://laxarxa.wordpress.com/
http://www.teleduca.org/
http://www.grupocomunicar.com/
http://www.asociacionrec.org/
42
3.2.1.2. Dos objetivos de investigación
Dentro del primer grupo, cuyo objetivo es dotar a la profesión de recursos útiles para su
expansión, hallaríamos la mayoría de acercamientos iniciales al estudio de la publicidad. Sirvan
para ilustrar esta visión las palabras de un pionero del oficio:
Pocos años después de que Hopkins redactara este fragmento en su obra Scientific Advertising
(1923) “los saberes publicitarios [serán] sobre todo cosa de la psicología” (Mattelart 2000:72).
Efectivamente, desde principios de siglo XX, la publicidad halló en ella la posibilidad de conocer
mejor al consumidor y su comportamiento22 . Muestras de su interés son el gran número de
trabajos que promovió y la forma en que integró estos conocimientos: John Watson, fundador del
conductismo, fue responsable de investigaciones en la agencia J. Walter Thompson; mientras las
teorías de Pavlov se asimilaban para fines propagandísticos. Tras estos estudios, que consideraban
“un consumidor pasivo, condicionado en su reflejo” (ibíd.:73) siguió a la estela de la psicología y
de sus avances en motivación (que permiten sofisticar la persuasión aludiendo a pautas superiores
a las de causa-efecto), psicometría (útiles para los estudios de mercados y públicos objetivos)
y psicoanálisis (que abre el paso a argumentos persuasivos relacionados con el subconsciente).
Simultáneamente, para atender a los determinantes sociales y culturales relacionados con el
consumo, la publicidad recurre a la sociología y a la antropología, fomentando estudios sobre
hábitos y estilos de vida que le permitan completar la descripción de sus targets (ibíd.:76 y 79).
A partir de la segunda mitad del siglo XX la industria norteamericana y el modelo de vida que
enarbola viven su época dorada. Se inicia desde entonces una sinergia “entre la investigación-
peritaje y el desarrollo de la estrategia industrial” (Mattelart, 2000:77) que todavía hoy anima
un buen número de trabajos: “El neuromarketing ha provocado un interés fuera de lo común
entre los expertos en marketing y publicidad [...] es una herramienta válida para demostrar, para
hacer tangible, la relación emocional que se establece entre las marcas y los consumidores. Incluso
podría ser válida para comprender como se procesan las imágenes de marca en el cerebro a fin de
convertirlas en favoritas entre los consumidores” (Balanzó y Sabaté, 2007:1).
22. Gracias a los hallazgos de diversas corrientes psicológicas concurrentes, tratadas en los apartados 3.1 y 3.4.
43
críticos sobre publicidad. Son los que conforman el segundo enfoque que hemos referido, aquellos
que la observan como creadora “de un amplio abanico de problemas para la sociedad a la vez que
distorsiona las necesidades y creencias de las personas” (Malmelin, 2009:119). El origen de esta
aproximación radica tanto en los planteamientos antropológicos que destacan el valor simbólico de
la construcción cultural, como en los de la lingüística estructural, orientada a concebir una ciencia
de los signos (Mattelart, 2000:125) y todo ello promueve una mirada que desmitifica “el discurso
publicitario de la modernidad” (ibíd.:126), se abandona aquel análisis textual del mensaje —el de
su dimensión funcional— para hacer una “lectura ideológica [que] descodifica los significados y
escudriña el sentido” (ibíd.).
El hecho es que la crítica se mitigó con relativa rapidez y fueron precisamente la antropología y la
lingüística estructural las que contribuyeron a ello. La “visión antropológica absuelve a la publicidad
[...] Permite una reconciliación con la industria cultural [...] se puede llegar a considerar que todo
es «signo» y que el referente no es más que su sombra proyectada” (Lellouche, 1987; citado por
Mattelart, ibíd.:126). Dando muestras de su inconmensurable capacidad de asimilación, igualmente
característica del modelo capitalista que la emplea como herramienta, para la publicidad los
inconvenientes se convierten en conveniencias: en 1989 una filial de J. Walter Thompson reconocía
“haber producido su campaña para la afeitadora eléctrica Shick gracias al arsenal de la semiología o
«ciencia de los signos» (ibíd.:78). Si bien los planteamientos que defendían estas perspectivas eran
realmente rupturistas y esta línea de investigación ha perdurado “cada vez hay menos obras críticas
en beneficio de una avalancha de textos de uso profesional” (ibíd.:135).
23. De acuerdo con Malmelin, (2009:126) si estas investigaciones —muchas veces dirigidas desde departamentos
de marketing— carecen de reflexiones serias sobre los asuntos subyacentes, muestran en cambio mayor rigor y
fundamento, en sus métodos y procesos, que otras procedentes de entornos científicos
44
ha investigado y conceptualizado desde varios campos diferentes y usando varios acercamientos
y métodos diferentes. Por esta razón la investigación en publicidad se mantiene teóricamente
desarticulada y carente de un set coherente de premisas” (Malmelin, 2009:117)24. El préstamo que
la Publicidad recibe de otras disciplinas, junto a la preeminencia de estudios profesionales, conduce
a que algunos autores duden de que tenga un carácter científico per se, aun reconociendo que se
estructure científicamente. Es el caso de Sánchez Guzmán (1993) y González Martín (1996). Este
último también nos habla de su carácter interdisciplinar y en su Teoría general de la publicidad,
define tres modelos:
“El primer modelo [...] es un modelo económico que explica cómo se entronca
la publicidad en la actividad comercial y mercadotécnica general; el segundo
es un modelo semiótico-comunicacional que desvela cómo el acto económico
que se significa a través del anuncio se convierte en el soporte significante de
un mensaje, transformando el consumo en un modelo activo de comunicación.
El tercer modelo teórico es de naturaleza psicosocial, ya que se ocupa de
predecir el modo como se interpretan los mensajes publicitarios, afectando
a determinadas conductas, tanto individualizadas como colectivas” (1996:65).
Caro recoge esta descripción (2008:84-85) y la reorienta, ya que desde su punto de vista se
trata de una propuesta provisional que analiza la publicidad desde el exterior. “El problema del
enfoque interdisciplinar [...] estriba en que aplica al estudio del fenómeno publicitario aportaciones
provenientes de diversas disciplinas científicas [...], cuando en realidad la postura correcta consiste
en plantear desde la óptica propia del fenómeno publicitario, y con el auxilio de las correspondientes
disciplinas, las cuestiones de índole psicológica, sociológica, semiológica, comunicóloga, etc. que
le conciernen” (2008:85). En el mismo sentido Malmelin concluye que “la diversa naturaleza de
la publicidad solo puede entenderse apropiadamente si se aborda desde diferentes perspectivas
ontológicas” (2009:120).
24. Martínez Pestaña (2002) estudió las tesis sobre publicidad realizadas en España entre 1971 y 2001. El total de las 109
tesis defendidas se dividía en 20 líneas de investigación diferentes. Esto puede explicarse por la juventud de los estudios
y la cantidad de líneas de investigación todavía no exploradas en nuestro país, pero también indica cierta dispersión
teórica y disciplinar. Por otra parte, de las 109 tesis, 39 (35,7 %) investigaron campañas publicitarias, medios publicitarios
y empresas de publicidad, lo cual concuerda con el ya citado interés por la profesión por las cuestiones procedimentales
y la manifestación textual de la publicidad, quizá en detrimento de análisis teóricos que den sustento a la disciplina
45
Recordemos, por ejemplo, que la nomenclatura internacional de la UNESCO25 no otorga a la
Publicidad (ni tampoco a la Comunicación) el estatuto de campo científico, “ni siquiera tiene una
consideración de disciplina. Tan sólo aparece citada como apéndice, con un dudoso estatuto de
actividad de subdisciplina” (Bermejo, 2008:12). Lo mismo sucede en España con la clasificación
de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP), no se incluye en sus áreas temáticas
más que subordinada a las Ciencias Sociales y junto a la Comunicación Audiovisual. Dado que
la mayoría de instituciones deciden en base a estos códigos de clasificación, la irrelevancia que se
asigna a la publicidad crea serias dificultades tanto para acceder “a fondos de investigación [de]
instituciones públicas y privadas” como para “desarrollar actividades académicas que son evaluadas
por instituciones públicas (en forma de acreditaciones, evaluaciones de la actividad investigadora
y concesión de sexenios, etc.)” (ibíd.).
El resultado, achacable también a las tres circunstancia antes expuestas, es que se merma la
producción teórica. Una deficiencia aludida en el punto anterior y reconocida por los propios
investigadores: según Bermejo existe la “necesidad de definir explícitamente [...] la identidad de
lo que es y de lo que no es la Publicidad y su estudio científico” (ibíd.:13); para Malmelin “aún
falta una discusión crítica sobre cuál es la tipología de la publicidad como objeto de estudio y
cómo debería estudiarse [...] carece de asunciones paradigmáticas generales y de bases teóricas
unificadas” (2009:117); y se puede hacer extensivo a lo que ya concluía Taylor sobre publicidad
internacional (2005:13): “es necesario aplicar marcos teóricos más consistentes a la variedad de
tópicos publicitarios”.
Antes que sociedad de consumo somos sociedad. Y antes que científicos, publicistas, estudiantes
o consumidores somos personas. No tiene demasiado sentido que logremos el reconocimiento por
actividades que menguan nuestra esencia social y humana. Este planteamiento enlaza estrechamente
con los de Morin —expuestos en el apartado de Docencia—, es necesario ampliar la visión de los
25. “Nomenclatura propuesta en 1973 y 1974 por las Divisiones de Política Científica y de Estadística de la Ciencia y
Tecnología de la UNESCO y adoptada por la extinta Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica. En 1983, por
Resolución de 23 de septiembre de 1983 (BOE 14 de octubre)” (Bermejo, 2008:12)
46
fenómenos al equilibrio sistémico que mantienen con el resto de elementos y si la conclusión resulta
ingenua u obvia quizá por ello sea más importante no perderla de vista: “El crecimiento de una
sociedad no se puede medir únicamente con el rasero del progreso económico, máxime si dicho
crecimiento pone en contrapunto al hombre con la naturaleza, con los otros hombres y consigo
mismo” (Otálora, 2010:124).
Al cerrar el punto anterior se describía un escenario donde irrumpen cuestiones que trascienden
el ámbito profesional de la publicidad. Apelan al mercado, a la industria cultural, a la de consumo, a
los medios de comunicación, tanto como a las supraestructuras que los definen y ordenan (Brunner,
1992; Otálora 2010,:124). Quizá se debería revisar y reformular la profesión publicitaria en base a lo
expuesto (García-Marzá, 2004; Nos Aldás, 2007, Otálora, 2007; 2010) pero para eso sería necesaria
una reformulación sistémica y en ese supuesto ¿qué papel quedaría reservado a la publicidad? Muy
posiblemente perdería protagonismo. Dicho de otra forma, cuestionar la profesión publicitaria
implica cuestionar la lógica que le asigna centralidad, y viceversa. La complejidad del organismo se
hace todavía más evidente cuando añadimos que todo el aparato publicitario se vería cuestionado
y, con él, la ciencia y la docencia asociadas al mismo. Sin duda muchos actores implicados velan
por la supervivencia de su actividad cuando no ponen en duda sus fundamentos, pero este mirar
hacia otro lado conduce a las cegueras de las que advierte Morin (ver Pág. 71).
Conviene aclarar que esta responsabilidad a la que se alude es la que “rinde cuentas de las
acciones y sus consecuencias, debido a las cuales un agente moral puede ser justamente castigado
(culpado) o recompensado (premiado); la obligación de responder por un acto y de reparar
cualquier daño causado por aquel” (Hyman, 2009:200). Se trata por tanto de una cuestión ética
y, en particular, aquí se alude a lo que Cortina denomina ética de mínimos, aquella que intenta
“modestamente asegurar desde la reflexión, los mínimos normativos” (Cortina, 1986/2009:32),
inscrita entre las éticas deontológicas en tanto que se interesa por las normas. A sabiendas de que en
clave ética cualquier tema puede producir incomodidad, despertar poco interés, o de nuevo, parecer
impertinente, reproducimos la advertencia de la misma autora: “Esta pereza de la razón ética no
suele beneficiar a los débiles” (ibíd.:46) y añadimos que el número de débiles crece en proporción
inversa al de fuertes.26
26. En el año 2000, un 2% de la población mundial poseía el 50% de la riqueza mundial, mientras otro 50% de la población
apenas sumaba el 1% de la riqueza (UNU-WIDER, 2006:1-2)
47
Quizá porque la actividad es a partes iguales presente, visible y económicamente trascendental,
su regulación jurídica ha culminado en una “hiperinflacción legislativa” (Martín y Hernández,
2009:5). Además, la profesión publicitaria consciente de las tentaciones y los riesgos que se le
presentan, hace tiempo que atiende a su responsabilidad, sumando (anticipando, en rigor) a la
legislación sobre su práctica una serie de normas por las que decide autocontrolarse27. Estas quedan
plasmadas en los códigos deontológicos de la profesión que sin duda han contribuido a evitar ciertas
prácticas e indicarían su preocupación por el rigor ético. Sin embargo se conviene en los defectos
y excesos de su aplicación.
27. Castellblanque las divide en dos: normativas impuestas —regulación por organismos, tribunales y leyes— y
autoimpuestas —autorregulación por códigos de conducta— (2001:255)
28. El vigente en España es el de la Asociación para la Autorregulación de la Comunicación Comercial. Ver AACC (2011).
Aunque España ha sido pionera en el desarrollo de legislación y cuenta con una tradición mayor en este ámbito, se
puede considerar un código representativo, en tanto que toma como referencia la panorganización de autocontrol
European Advertising Standards Alliance (EASA) con 23 países europeos entre sus miembros. (Martín y Hernández,
2009:9-10). En el Anexo III se puede observar cómo la estructura del autocontrol en España se ciñe a las directrices
indicadas por la EASA y cómo la autorregulación convive con el sistema legislativo e integra a los diferentes actores
48
en este sentido, no parece necesario justificar que la denominada Responsabilidad Social Corporativa
(RSC), la ecología (en términos de greenwashing29) o el compromiso con las energías sostenibles,
han sido habitualmente comunicadas por el aparato publicitario en forma de oxímoron: una
economía basada en la obsolescencia programada es opuesta al consumo sostenible; un automóvil
jamás podrá ser ecológico; y la industria energética no puede crecer sin que mengüen los recursos.
Decepciona y preocupa que, una vez más30, circunstancias que podrían conducir a otro tipo de
reflexiones y decisiones se hayan empleado como argumento de venta o como reposicionadores de
marca. Suma y sigue para la responsabilidad acumulada; tal como declara Salmon (en Cruz, 2008):
“Desde los años ochenta, la belleza de las empresas, su cosmética, ha tomado una importancia
demasiado desproporcionada en relación con la realidad” .
Así, la profesión publicitaria tiene e identifica una corresponsabilidad social que asume
con más o menos acierto. Desde luego la tarea de definirla no es sencilla y requiere tomar en
consideración muchos aspectos de la actividad, pero esta sólo es una de las dificultades. Tampoco
parece sencillo establecer quién puede emitir un juicio ético sobre el tema y qué facetas competen
a la profesión, al comercio, a los consumidores, a las administraciones públicas (locales, nacionales
e internacionales), etc. Y lo que representa un problema, si cabe más importante, es a quién se
atribuye esta responsabilidad profesional: ¿Dónde se localiza? ¿Quién o qué es el responsable de
qué en publicidad?
Una lista con los responsables de los costes sociales en la expansión de las marcas sería sin duda
extensa. Y a poco que se reflexione sobre ello es evidente que debería incluir desde organismos
y entidades (públicos y privados, locales e internacionales) hasta sujetos individuales, ni unos ni
otros necesariamente próximos a la profesión publicitaria, pero cómplices auxiliares para alcanzar
el objetivo. Si elegimos un ejemplo de menor magnitud —pongamos por caso una campaña de
publicidad exterior para un anunciante local que lanza una nueva colección de moda— la lista será
más corta, pero el aparto31 implica fácilmente a un buen número de actores: cliente, puesto comercial
de la agencia, planificador estratégico, director creativo, director de arte, redactor, diseñador gráfico,
fotógrafo, agencia de modelos, maquillador, estilista, retocador fotográfico, impresor, planificador de
medios, medio o central de compra, autoridades locales que habilitan espacio público, etc. Incluso
en el supuesto de que la campaña la realice un profesional independiente o un equipo más reducido,
no se dejan de ejercer todas estas funciones que las agencias distribuyen en departamentos o cargos.
29. Interpretación del greenvertising (publicidad ecológica) basada en la falacia de asociar formalmente un producto,
servicio o procedimiento con el respeto al medio ambiente cuando este en esencia no lo respeta. Ver también
http://stopgreenwash.org/ y Pacheco, 2009:60-66 y 78
32. Algo que a menudo tampoco es sencillo (patrocinios, acciones de relaciones públicas, de gabinetes de prensa, SEO,
etc.)
49
la publicidad (ver Pág. 40) y hace más sencillo desentenderse del tema. Sea como sea, de acuerdo
con Drumwright y Murphy: “Los líderes industriales, académicos, eticistas, críticos sociales, y
otros pueden no estar de acuerdo en que les conciernan las cuestiones éticas de la publicidad. El
desacuerdo no es el problema; el problema está en obviar el tópico y/o en no ser capaces de entablar
un diálogo colaborativo” (2009:103).
Las relaciones entre publicidad y responsabilidad merecen un estudio más profundo que no
tiene cabida en el presente trabajo pero debe valorarse su importancia, especialmente en lo tocante
a docencia (Pág.79-81).
La empresa publicitaria, como cualquier otra, ha mutado para adaptarse a los cambios del
entorno o para promoverlos. De hecho los siete episodios de Caro con los que se iniciaba este
capítulo (Pág.40) dan a entender cómo se ha ido sofisticando su función a la par que su estructura.
El modelo predominante por aquel entonces es la agencia de servicios plenos que ofrece al
anunciante una alianza estratégica y coordina para él casi todos los aspectos de sus campañas. Este
tándem fue “un motor económico y metodológico importante de donde surgió toda una generación
de profesionales que arrastraron a muchos jóvenes inquietos hacia una vocación con prestigio y, a
menudo, mitificada” (Botey, Curto y Morales, 2006:110). Rienda suelta a la creatividad y sueldos
espectaculares producían un cóctel apetecible incluso para artistas e intelectuales. Sin embargo
en la última década del siglo XX se vive un gran cambio, funcional y estructural, explicable en
gran parte por la “incorporación a la dinámica bursátil de Wall Street. [...] Ya no se trata sólo de
generar el mejor producto creativo posible —aunque en su discurso las agencias lo mantienen—
sino que se debe conseguir aquello que se conoce como «valor al accionista». La rentabilidad, y
aún más, la rentabilidad a corto plazo marcan todas las políticas de la agencia, ya gobernada por
los financieros y no por los publicistas” (ibíd.:111). En medio de una nueva recesión económica los
anunciantes perciben también que se han convierten en un activo —el activo— para las agencias
y el tándem disfunciona. Se sienten menos atendidos, amenazados por la convivencia con cuentas
de la competencia (Mattelart, 2000:22 y 25) y terminan por independizarse de las grandes agencias
en varios ámbitos: incorporando departamentos propios, accediendo directamente a la compra de
33. En 1976 los grupos más importantes tenían entre un 30% y un 60% de su cifra de negocio fuera de EUA. (Mattelart:
200:20, fuente: Advertising Age)
50
espacios publicitarios u optando por trabajar con una o más agencias de menor tamaño34. A pesar
de todo ello y gracias a nuevas fusiones que aumentan la concentración del sector publicitario “el
crecimiento de las redes transnacionales continuó” (ibíd.: 27).
Llegados a principios del nuevo milenio, se publica un libro cuyo título podría resumir la
percepción que el sector tiene de sí mismo: The end of advertising as we know it (Zyman, 2002).
Las razones para el desazón son múltiples. En primer lugar se produce un “salto de lo analógico a
lo digital con la irrupción de Internet y otras nuevas tecnologías” (Bermejo, 2009:9). En términos
de persuasión publicitaria y a grandes rasgos, el problema lo crea el cambio progresivo de una
comunicación abiertamente vertical —del anunciante al consumidor— y propia de la comunicación
de masas, a una comunicación que tiende a la horizontalidad —el anunciante junto al consumidor—.
Esto desconcierta tanto a los anunciantes como a las estructuras publicitarias menos ágiles (Sorrell
en Jones,2009) y, lógicamente, a las agencias con intereses depositados en medios de comunicación
off-line. Agencias que deben ser muchas y poderosas a tenor de “la saturación publicitaria en los
medios convencionales”(ibíd.). Dicha saturación plantería un segundo problema, difícil de resolver
porque es la propia industria publicitaria la que lo alimenta. En tercer lugar el retorno de inversión
para el anunciante es cada vez más difícil de calcular y, cuando se calcula, muestra un descenso
(Zyman, 2002; Malmelin, 2010; Bermejo, 2009; Vogel, 2010:53). Todo ello podría explicar la
progresiva disminución de la inversión35.
Parece extraño que uno de los cimientos de la economía se encuentre en esta situación
(Vogel, 2010:52-53). Algo que aplica también al sector financiero y bancario, que tras insistir en
prácticas contraproducentes ha llegado al colapso y ha cambiado las normas para no tener que
ajustarse a ellas. Por eso interesa entender que quizá se trate del final de la publicidad pero sólo
como la conocimos (Zyman, 2002). El victimismo aparente de la estructura publicitaria contiene
la convicción de que la actividad se recuperará (Bermejo, 2009:15-16; Botey, Curto y Morales,
2006:122) sin necesidad de revisar cuestiones de fondo: “La supuesta muerte de las agencias de
publicidad no es sinónimo de muerte de la publicidad. Los síntomas son, por el contrario, que la
comunicación publicitaria resurge aquí y allá con nuevos ropajes” (Bermejo, 2009:15). Mientras
tanto —y dejando a un lado mercados emergentes como el de China36— tendríamos, por una parte,
las dudas de y sobre la profesión, que ya han acompañado a cambios estructurales anteriores; y, por
otra, el receso de la inversión sumado a la crisis económica y a las obligaciones financieras de las
agencias de publicidad; que da como resultado recortes presupuestarios.
34. En un plano económico inferior al de los clientes y las agencias multinacionales (en cuanto a volumen individual
de negocio) existen PYMEs y profesionales por cuenta propia, que en conjunto representan una parte significativa de
la actividad publicitaria. Atienden cuentas mayormente locales, regionales o nacionales, y establecen colaboraciones
auxiliares con las multinacionales. Se acostumbran a omitir cuando se valora el panorama publicitario, pero bien merecen
ser reseñadas. Dar cuenta de su actividad, peculiaridades e importancia sería un buen objetivo de investigación.
35. Aunque el volumen de inversión es mayor, respecto al PIB, la inversión publicitaria en España disminuyó del 1,93%
(11.665.500.000 €) en 2000, al 1,12% (12.061.000 €) en 2011 (Infoadex, 2001 y 2012). Qué provoca qué, en términos
económicos mundiales, como señala Voegel, es una cuestión abierta: “Si la publicidad causa un crecimiento del PIB o si
el crecimiento del PIB conduce a mayores beneficios corporativos, y por tanto también publicitarios” (2010:62)
36. “Con China como miembro activo de la Organización Mundial del Comercio [...] el frenesí publicitario será aún mayor.
Todas las grandes agencias del mundo ya han abierto oficinas en China, algunas con cientos de empleados” (Plunkett,
2008:27)
51
3.2.2.3. Perfiles profesionales
A la espera de cambios en las estructuras, los citados recortes han afectado especialmente a los
empleados de las agencias, en forma de despidos y de precarización laboral o, quizá más pertinente
para este estudio, becarización y juniorización de los puestos de trabajo. Se contrata “personal más
joven, menos cualificado y, por tanto, más barato” (Corredor y Farfán, 2010:102).
Las figuras de junior y becario no son nuevas, desde hace más de 20 años hacen las veces del
aprendiz en los oficios. Lo nuevo es la prolongación de este status de entrenamiento, el incremento
de responsabilidad asociada a estos puestos, y la consiguiente rentabilidad (económica) sostenida
que significa para las empresas. La demanda de personal más cualificado quizá responda a que las
tareas deben asumirse antes de seguir un periodo de aprendizaje adecuado dentro de las empresas
o a que sólo el personal menos cualificado se siente atraído por las condiciones laborales y las
escasas posibilidades de mejora que ofrece la industria. No obstante, la mayoría de estudios sobre
las necesidades del sector (Skillset y DCMS, 2001; Cook, 2002; Ellis, 2003; Corredor y Farfán, 2010;
Altarriba y Rom, 2008) apuntan a que lo que debe cambiar es la capacitación de los estudiantes
para facilitar su adaptación a las necesidades de la industria. Un ejemplo de algo que se tratará
más adelante: “la enseñanza reglada de Publicidad no aprueba la evaluación del sector profesional”
(Corredor y Farfán, 2010:111).
Para adaptar las estructuras al uso y presencia de los denominados nuevos medios se demandan
habilidades en el entorno multimedia e interactivo propio de internet: páginas web, blogs, redes
sociales, buscadores, etc. (Corredor y Farfán, 2010; Corredor, 2000; Moliné, 2001), y también de
los videojuegos y dispositivos móviles. Por lo demás los perfiles profesionales solicitados siguen
correspondiendo a la división clásica de funciones productivas que se definieron en las agencias
a mediados del siglo pasado: comercial, planificación estratégica y creativa (Faulconbridge et al.,
2011:69; AGEP, 2000, 2001). La formación de la que se ocupa este estudio se orienta hacia el
ejercicio laboral en este último espacio: la creatividad publicitaria.
52
3.3. Creatividad en la publicidad
A él se suma otro rasgo, determinado por el objetivo publicitario. Aunque cada creación tiene
unas metas específicas existe un fin superior y común a todos ellos. Para nombrarlo de forma
suficientemente amplia elegimos lo que en retórica se conoce como adhesión. La creatividad
se añade a la publicidad para aumentar en número o grado la adscripción a la propuesta del
anunciante. Dentro de esta voluntad de adhesión se puede incluir desde el incremento de ventas
de un producto o la contratación de un servicio, hasta la otorgación del voto en unas elecciones
o la aceptación de nuevos valores para un ente (ejército, región turística, compañía petrolera). La
publicidad al servicio de empresas o instituciones —superada la distinción con la propaganda, ver
Pág. 40— cumple siempre esta función y por tanto incluye un objetivo definido que el acto creativo
debe contribuir a alcanzar.37
37. Los argumentos promocionales de las agencias se basan por lo general en las funciones descritas hasta aquí.
Valga como ejemplo la propuesta de Tinkle: “Aportamos valor a nuestros clientes, ya sean compañías, marcas, líderes,
instituciones o causas. Buscamos provocar las reacciones deseadas según sus objetivos” Consultado el 14-4-2012 en:
<http://www.linkedin.com/company/tinkle>
53
Si bien el cometido de este estudio no es caracterizar la creatividad publicitaria, sino su
evaluación en el ámbito docente, es imprescindible definir aquello que se va a evaluar y elegir
posteriormente la metodología más adecuada para hacerlo. Las aportaciones teóricas específicas
sobre el proceso creativo publicitario son por tanto un tema cardinal.
Como se ha visto, a principios de siglo XXI los diferentes estudios nos colocan cerca del incierto
punto de partida, ratificando que sabemos muy poco sobre creatividad (Dietrich 2006:1, Baños,
1999:12; Marín 1995:26). Si a este hecho se añaden las peculiaridades descritas sobre publicidad
es comprensible que la convergencia de ambos tópicos en la creatividad publicitaria incomode
la investigación. En base a ello Klebba y Tierney explican la escasa atención científica que ha
merecido: “por la dificultad de la definición del término [creatividad], por la propia naturaleza del
acto creativo, por la diversidad de los productos creativos y por el complejo entorno que rodea la
creatividad publicitaria” (1995:3).
Roca (2009) y Del Río (2006) analizaron respectivamente los artículos de investigación
publicados en tres revistas anglosajonas de referencia38 entre 1965 y 2007; y en cinco de ellas39
entre 1960 y 2005. La cifras son elocuentes: “de los 880 artículos publicados desde 1972 a 2005 en el
Journal of Advertising sólo un 1,48 por ciento de los artículos [34, en total] estudiaba la creatividad
publicitaria.” (Del Río 2006:41) y, en dicha cabecera, entre 2006 y 2007, se publicaron solamente 2
artículos más sobre el tópico (Roca 2009:17). Sería interesante analizar el período que va de 2007 a
la actualidad y, tal como indicaba Roca en sus conclusiones (2009:29) incluir los trabajos publicados
por revistas referenciales que se publican en español. Aún así, los datos registrados nos valen de
ejemplo para advertir el contraste entre la supuesta centralidad del tema y los esfuerzos que se
dedican a su investigación. Algo que viene a confirmar Pestaña, quien analizó las tesis doctorales
sobre temática publicitaria defendidas en España entre 1971 y 2001: apenas un 6,42 por ciento
—7 de las 109— tomaron como objeto de estudio la creatividad publicitaria, la primera de ellas en
199140 (2004:246).
Agrupar este reducido número de estudios según su metodología o según su objetivo específico
relativiza la validez de los posibles hallazgos ya que los divide en cifras poco significativas. No
obstante es valioso el esfuerzo individual de los autores e igualmente interesante observar cómo
en los temas elegidos se detectan múltiples facetas de la creatividad publicitaria: los rasgos de
la personalidad del creativo publicitario, diferenciando entre redactores y directores de arte, el
producto creativo, el proceso creativo, la ideación, el efecto que tiene un anuncio creativo ante
el consumidor, el briefing creativo, la efectividad de la creatividad campañas de publicidad, las
relaciones entre los departamentos de cuentas y creatividad de una agencia, la relación que se
establece entre creativos y clientes, etc. (Del Río, ibíd.:12; Roca, ibíd.:10-12).
38. Journal of Advertising; Journal of Advertising Research y Journal of Current Issues and Research in Advertising
39. Journal of Advertising Research (de 1960 a 2005); Journal of Advertising (del 1972 a 2005); Current Issues and Research
in Advertising (de 1978 a 2005); International Journal of Advertising (de 1990 a 2005) y AdMap (de 1990 a 2005)
40. Autores y año de defensa: Ricarte Bescós (1991); Angeles Villena (1993); Marcos Molano (1995); Ramiro Castellblanque
(1996); Baños González (2000); Roca Correa (2000); Vázquez Gestal (2000). Enumerados por Correa (2004:246)
54
A fin de organizar las investigaciones se agruparán aquí según el aspecto en el que eligen
centrarse. Se emplea para ello una clasificación común en los estudios sobre creatividad, propuesta
originalmente por Mooney (1954 y 1957, citado por Richards 2007:26) y conocida como las 4 Ps:
person, process, product y place. Esta última P se omite en muchas ocasiones y la agrupación queda
reducida a persona, proceso y producto, en nuestro caso, interesa mantener la variable contexto
(place).
3.3.1.1. Persona
Engloba aquellos estudios orientados a describir las características del creativo publicitario. Tanto
los rasgos de personalidad que quizá sean más propicios para su tarea como asuntos relacionados
con la motivación, los hábitos de trabajo o la interelación con otros sujetos del aparato publicitario.
Estas investigaciones tienen en la psicología su principal disciplina de referencia (ver Págs. 25-
29 y Aguilera, 2011:83-106): desde los primeros estudios biográficos sobre artistas y científicos,
hasta el análisis de rasgos concretos como la tendencia a la transgresión, pasando por las pruebas
psicométricas.
Durante los análisis de personalidad aparecen varios focos de distorsión: en primer lugar,
las investigaciones cuantitativas —principalmente tests— dan cuenta de tareas comparables y
mesurables, por tanto predeterminadas y realizadas en momentos establecidos que no tienen
porqué coincidir con los más adecuados para un mejor rendimiento creativo. Ampliar la casuística
y la fiabilidad implica extender en el tiempo y el espacio una experimentación que poco a poco
se convertiría en inconmensurable. Las investigaciones cualitativas —principalmente entrevistas
y observación— incluyen otros tres obstáculos. El primero viene provocado por el sesgo del
observador que debe destilar de la actividad (proceso) o del resultado (producto) las cualidades
personales que lo han facilitado. Quizá sea esta la única manera de superar los otros dos obstáculos:
(1) que, durante su ejercicio, el creativo puede dedicarse a crear o puede dedicarse a observar
qué cualidades pone en juego (introspección) pero no puede hacer ambas cosas a la vez, generar
y analizar. Si no es posible “construir pensamientos que combinen información proveniente de
distintos módulos mutuamente inaccesibles” entonces el sujeto está reelaborando una información a
posteriori (Martínez y Vicente 2008:103 y 111). Y (2) cuando se trata de autorecuperar información
sobre el proceso puede aparecer un nuevo filtro, lo que en psicología se conoce como resonancia
cognitiva: una modificación inconsciente de la memoria, un “recordar lo que uno quiere recordar”
(Cowdroy y Graaff, 2005:509).41
Los acercamientos focalizados en la persona incluyen también un aspecto que el presente estudio
no puede descuidar: el aprendizaje, el entrenamiento específico en creatividad publicitaria, que las
personas pueden adquirir y que se sumaría a sus cualidades innatas (ver Sasser y Koslow, 2008:12-
13). En este sentido Osborne señala que si diferentes sujetos comparten un abanico de rasgos
psicológicos semejante pero sólo alguno de ellos consigue resultados excepcionales en su aplicación
quizá se deba a que el trabajo creativo implica repetición, “No necesariamente repetición del mismo
objeto o tema específico, sino repetición de la misma actividad, repetición no solo en la búsqueda
de una respuesta a algo sino en [el hecho de] localizar, profundizar, embellecer un problema”
(2003:520).
55
3.3.1.2. Proceso
Como se puede observar, este tipo de formulaciones sujetan gran parte del proceso a actividades
que quedan fuera del control racional. Estas descripciones propias del acceso inspirado contienen
momentos inexplicables que dificultan tanto el control de la dinámica como su replicación.
El proceso creativo publicitario comparte con otros que siempre existe un punto de inicio: tanto
si se lo autoasigna un autor (por ejemplo un escritor que se propone iniciar una novela) como si
el creativo es requerido por otro agente (el caso de la publicidad). Y también un punto final que el
autor establece (por ejemplo da por terminada la novela) o el agente determina. No obstante, en la
rutina publicitaria los acontecimientos deben ceñirse a un calendario y no a la inversa (un escritor
podría dedicar toda la vida a su creación).
Como ocurre con las 4 Ps, la delimitación de etapas en el proceso también es operativa. Ni
están claramente acotadas (es fácil que la denominada preparación se solape a la incubación o
que exista una iluminación inicial), ni tienen porqué producirse en un orden determinado (la
incubación fácilmente conduce de nuevo a la preparación), ni siquiera es necesario transitar por
todas ellas (un proceso podría no finalizarse o la iluminación podría acontecer sin incubación
previa). La decisión de diferenciarlas pretende facilitar su observación y estudio científico. En
cambio si hablamos de creatividad publicitaria veremos que el proceso queda manifiestamente
jalonado por acontecimientos y necesidades que señalan tres etapas. Esto resulta a priori interesante
para caracterizarlas, proyectar las mecánicas de trabajo más indicadas para cada una de ellas y
resaltar las habilidades intelectuales más pertinentes: una posible oportunidad para la enseñanza
y aprendizaje que se analizará más adelante.
56
El proceso creativo publicitario, insertado en una estructura productiva, mostraría tres fases:
Jones (citado por Ruiz Collantes, 2000:20) propuso una distinción para la práctica
del diseño que diferencia el intelecto de los diseñadores según si es entendido como
una caja negra “de la cual aparece el misterioso brinco creativo” (1970/1992:46) o
como una caja transparente —glass box en el original— “en el interior de la cual se
puede discernir un proceso racional completamente explicable” (ibíd.). La división es
trasladable a las modalidaes de trabajo en el ámbito de la publicidad y permite localizar
la zona donde las explicaciones teóricas son más insuficientes o inconsistentes.
42. La incertidumbre, la ansiedad y las jornadas extensivas caracterizan la labor de los creativos publicitarios o, cuando
menos, han alimentado el tópico que así la describe (para un estudio de los estados emocionales asociados a cada fase
del proceso creativo ver Torre, 2000)
57
final y un conjunto de reglas de transformación” (ibíd.:17-20).
“Las ideas son como peces. Si quieres pescar pececitos, puedes permanecer
en aguas poco profundas. Pero si quieres pescar un gran pez dorado, tienes
que adentrarte en aguas más profundas. En las profundidades, los peces son
más poderosos y puros. Son enormes y abstractos. Y muy bellos. Yo busco un
tipo particular de pez importante para mí, uno que pueda traducirse al cine.
Pero allá abajo nadan toda clase de peces. Hay peces para los negocios, peces
para el deporte. Hay peces para todo. Todo, cualquier cosa, surge del nivel más
profundo. La física moderna denomina a ese nivel campo unificado. Cuanto más
se expande la conciencia, más se profundiza hacia dicha fuente y mayor es el
pez que puede pescarse”. (Lynch, 2006/2008:11)
Por otra parte, tanto la decisión del publicista como la de quien haya encargado la
tarea, se verían facilitadas por la posibilidad de contrastar el resultado con el problema,
previa y explícitamente definido. No obstante, aunque contamos con la referencia
plasmada en el briefing, validar la respuesta no es sencillo. Son muchas las variables
que coinciden en este punto, esencial para el análisis que estamos realizando y al que
se destina un apartado específico (Págs. 149-161).
Durante las fases se activan dos tipos de procesos intelectuales: divergente y convergente (ver
Pág. 33). En el caso de la creatividad publicitaria es sencillo identificar cuando se procesa uno u
otro observando el tipo de resultado que se persigue.
58
Durante la fase inicial (formulación/reformulación) se trabaja en el briefing con el fin de concretar
la pregunta que se debe responder, e incluso, si esta queda claramente expresada, se estudia y
documenta para ver si es necesario o posible reformularla en otros términos. La acción es por tanto
analítica, racional, lógica, sintetizante o selectiva. Empezar a idear sin objetivo sería como echar a
correr sin saber hacia donde vamos, fijarlo permite realizar un esfuerzo orientado.
Por último (selección/evaluación) se reactivan las habilidades empleadas en la fase inicial pero
en esta ocasión con la finalidad de analizar las alternativas que ha producido la generación de ideas,
seleccionarlas y validarlas, de manera que se inicia de nuevo el proceso convergente que sintetiza
el trabajo en una respuesta.
Siendo x, y, z las tres fases del proceso las operaciones de convergencia y divergencia podrían
representarse así:
Para cerrar esta aproximación al estudio del proceso creativo publicitario es importante señalar
otras dos de sus peculiaridades: la simultaneidad y la recursividad.
En un proceso determinado (1) las tres fases (x, y, z) se organizarían como sigue:
A menudo el equipo creativo trabaja en más de un proyecto y por tanto diferentes procesos
creativos (por ejemplo 1, 2, 3) estaría en marcha simultáneamente:
Aunque es poco frecuente recibir dos encargos a la vez, sí es habitual trabajar simultáneamente
en diversas soluciones alternativas (por ejemplo 1a, 1b, 1c) y que por una u otra razón se cree una
sincronía entre las fases de ambos:
59
Por lo que respecta a la recurrencia, esta es propia de cualquier actividad consagrada a la
creatividad, el proceso creativo es sustancialmente el proceso laboral o artístico del sujeto y por
tanto se inicia y finaliza con cada una de sus producciones (1, 2, 3, etc.):
Igualmente, se distingue una recursividad provocada por un mismo proceso creativo publicitario
(1) que desencadena o inscribe otros (1a, 1b, 1c). Este es el caso cuando una o más ideas llegan a la
etapa de evaluación pero necesitan ser reelaboradas para adecuarse mejor al problema que intentan
resolver o a las diferentes expresiones formales que tendrá la campaña que se proyecta:
No es menos frecuente que alguna de las personas encargadas de decidir sobre la validez de la
respuesta ofertada (sea un agente del equipo de trabajo o de la entidad solicitante) considere que no
es acertada y solicite una nueva propuesta. En este caso el proceso (1) se reinicia pero el motivo es
el mismo. Para desesperación de quienes lo ejecutan, la solicitud de volver a empezar puede llegar
más de una vez (1, 1’, 1’’):
Todo cuanto se ha visto respecto al proceso creativo tiene una clara repercusión docente.
La psicología cognitiva diferencia entre conocimiento declarativo (hechos, conceptos o ideas
almacenados en la memoria a largo plazo), procedimental (información, almacenada también en
la memoria a largo plazo, sobre procesos, tareas y dinámicas que se adquieren con la práctica y
que a menudo se automatizan) y metacognición (capacidad para reflexionar sobre los procesos
de pensamiento)43. Así,“para que el conocimiento y la creatividad sean ricos y complejos, los
estudiantes deben ser capaces de proporcionar retroalimentación metacognitiva, aprendiendo
independientemente a generar y monitorizar lo adecuado y lo válido de los dos tipos de
conocimiento que procesan [declarativo y procedimental]”(Cunliffe, 2008:313). Es decir, además
de crear tienen que ser capaces de saber cómo crean. De hecho, el aprendizaje metacognitivo es tan
fundamental para el alumno como para el profesor: para que alguien pueda aprender es necesario
saber cómo se aprende (ver Crespo, 2000)
43. Definiciones adaptadas del Diccionario de términos clave de ELE (Centro Virtual Cervantes). Consultado el 15-10-
2011 en: http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/default.htm. Ver también: Fernández López, 2004
60
3.3.1.3. Contexto
En estos espacios, fruto de la interelación de actores, se establecen las normas que debe
observar toda creación publicitaria. Unas son de carácter tácito y se basan tanto en los objetivos
de la producción como en la experiencia acumulada por las organizaciones, y otras se dictan
explícitamente desde la legislación o la deontología (ver Pág.161). Para el estudio que estamos
conduciendo el interés de ambas investigaciones reside en que pueden ayudar a desgranar el criterio
profesional de producción y, en gran medida, de evaluación: el entorno marca las reglas del juego
(Ruiz Collantes, 2000:22).
Las agencias y creativos publicitarios diferencian entre los clientes que están dispuestos a
arriesgar más y los que están dispuestos a arriesgar menos en su comunicación, algo que incrementa
o reduce drásticamente el nivel de motivación (Sasser y Koslow, 2008:14) y que aquí nos vale para
entender que las reglas, además de tácitas son flexibles. O para ser más exactos se observan con
mayor o menor rigidez. También nos sirve para poner en cuarentena la concepción (autoconcepción
a veces) del creativo publicitario como trickster. La transgresión en creatividad publicitaria es menor
de lo que quizá se suponga (ver León, 2000) el rupturismo normativo que abandera frecuentemente
la autopromoción de agencias y publicistas podría funcionar como reclamo pero las investigaciones
revelan que “esta ruptura es rara. Más bien parece que no se rompe nada. El proceso creativo
[publicitario] recuerda a los niños que se retan mutuamente para llamar a la puerta del lugareño
viejo y desagradable. El niño que más se acerca es el héroe —el héroe creativo. Ahora bien, si uno
pulsa el timbre y el ogro se arrastra hasta la puerta, es momento de dispersarse o todos estarán
perdidos” (West, Kover y Caruana, 2008:43).
El inconformismo que presentan algunos textos44 publicitarios podría ser indicio de esta mezcla
de inquietudes personales, tendentes a la transgresión creativa que implícitamente se supone al
ejercicio, y la rígida normativa que subordina y asegura esta voluntad, convirtiendo el afán de
revolución en reforma —a lo sumo—. Es así como, a base de malemplearlos, se vacían de significado
conceptos inasumibles por el emisor que manejan sus enunciadores (ver Anexo VI y Caro, 2009b).
44. Texto en el sentido discursivo, tal como se entiende en la retórica clásica (actio) y en análisis del discurso: el “artefacto
comunicativo” (Ruiz Collantes 2000:25), la manifestación comunicativa última, superficial, de valores macroestructurales
y axiológicos que incluye y en los que se asienta
61
Es reseñable el número de investigaciones que se interesan por la creatividad publicitaria en
el entorno on-line (ver Medina, Rom y Canosa, 2009) seguramente movidos por el interés del
aparato en este tópico, pero a efectos del presente análisis se consideran poco relevantes ya que
aluden a hibridaciones y novedades en los medios de comunicación que no afectan esencialmente
al cometido creativo ni modifican las reglas fundamentales del campo. “La estrategia y la creatividad
publicitarias no pueden ser fruto de una performance participativa, son negocio y forman parte del
mundo de los negocios” (Sabaté, Solanas y Martorell 2010:62).
3.3.1.4. Producto
Sin descuidar que la creatividad es esencial en todo el aparato publicitario y que todas sus
facetas son de una u otra manera vinculantes, recordemos el presente estudio aborda una vertiente
concreta: la evaluación de la creatividad publicitaria en el ámbito docente. Y es precisamente en
el producto donde encontramos una oportunidad para ceñir con más precisión la investigación
venidera.
En primer lugar el producto creativo publicitario, como resultado final, supone la existencia
de la persona, del proceso y del contexto. De alguna manera los evidencia, da cuenta de ellos, los
indica. En segundo lugar, el producto, tanto si es un expositor para puntos de venta o un eslogan,
como si es un concepto abstracto o una estrategia a largo plazo, tiene necesariamente una expresión
tangible. Se plasma como texto, boceto o arte final en un soporte que pueda presentarse a quien
lo ha solicitado. Y en tercer lugar es el producto, y no las otras facetas, lo que se somete a juicio o
validación. En el caso de la creatividad publicitaria “los juicios de valor se refieren a la eficacia en
45. El festival de Cannes incorpora desde 2011 una categoría que premia la efectividad de la creatividad publicitaria,
el “impacto medido y probado para el negocio del cliente”. Sin embargo no aclara que peso se otorga en la decisión
a cuestiones tan significativas como la magnitud de la novedad que se comunica o los medios que se han puesto a
disposición de la campaña. Sí se especifica que la selección se realizará asignando un valor del 25% a “la idea”, otro 25%
a “la estrategia” y el 50% a “la efectividad” —sin aclarar los criterios para cada uno de los valores— es decir, en el premio
a la efectividad, la efectividad sólo vale la mitad del premio. (Consultado el 18/3/2012 en: http://www.canneslions.com/
awards/categories_rules.cfm?section_id=101#9-101-424)
46. El mismo autor invita a profundizar sobre el tema consultando la obra de León (1996)
62
el logro de los objetivos o fines” (Klausen, 2010:350) y por tanto es una creatividad “condicionada
a la respuesta” (response-dependent en el original, ibíd.).47
A efectos de docencia y evaluación, respectivamente, se puede sacar partido a otros de sus dos
rasgos: el producto, o parte del que se ha validado, se hace muchas veces público, esto permite
acceder fácilmente a él —autores y proceso pueden resultar inalcanzables—. Y, si bien el producto
creativo publicitario es efímero y coyuntural —desaparece una vez satisfecha (o no) la necesidad
para la que se diseñó— también es archivable, documentable y contrastable.
A las 4 Ps clásicas (persona, proceso, entorno y producto) se añaden otros focos de estudio
cuyas aportaciones no son especialmente significativas ni numerosas. No obstante, se han detectado
dos que en el caso de la creatividad publicitaria tienen posibles repercusiones docentes: presión y
persuasión.
47. Klausen otorga esta cualidad a todo proceso creativo. Para argumentarlo refiere a Casati y Tappolet (1998), a Smith,
Lewis y Johnston (1989) y conecta ambas propuestas con la Teoría de la cualidades secundarias expuesta por Locke (1690)
48. Ver el concepto de guardianes en Csikszentmihalyi (Pág. 31) ; Simonton, 1988b; Sternberg y Lubart, 1999
63
como si se delega —por ejemplo al departamento de cuentas encargado del contacto con el cliente—
es necesaria una descripción argumentada y por tanto se supone, a quienes la hayan producido,
una capacidad de análisis y expresión adecuada. Otro factor relevante para apartados ulteriores.
En este sentido es muy ilustrativa la propuesta de Rom y Sabaté (2006:67) que habla de
protocreatividad y que implícitamente considera embrionarias (proto) concepciones anteriores a
la contemporánea, aunque aquellas no nacieran con este fin ni hayan desaparecido de nuestro
vocabulario. La creatividad habría pasado de ser una faceta de la inteligencia (ver Guilford, 1950)
a un fin en sí misma, un imperativo necesario en publicidad y prácticamente en la mejora de
cualquier acto humano, incluso el de cocinar. Como ocurre en la creatividad publicitaria, ya no es
posible esperar a la inspiración, si esta no llega debe provocarse por medio de herramientas que
la desencadenen. De alguna manera la creatividad se ha convertido por antonomasia en el valor
añadido.
Sumidos en esta dinámica, pasan desapercibidas tanto la cuestión metalingüística que acabamos
de apuntar como la metacognitiva, que se ha tratado anteriormente (ver Martínez y Vicente en
Pág 60) y se recuperará más adelante en términos docentes (ver Morin en Pág. 71). Pero son
estas dos cuestiones las que dificultan el acercamiento a la definición de creatividad, incluso al
de una creatividad aplicada como podría ser la publicitaria49. Temas que quizá corresponderían
a la lingüística y a la filosofía respectivamente y en los que se han visto desplazadas por un buen
número de psicólogos y managers convertidos en los “ideólogos contemporáneos de la creatividad”
(Osborne 2003:508).
Dar cuenta del estado de la cuestión parece un tema clave para la docencia de la materia. Ahora
bien, junto a las dificultades y llegados a este punto del estudio, aparece la necesidad de aproximar
una definición para creatividad publicitaria.
49. Maslow (1962) ya diferenció un tipo de creatividad secundaria (controlada, no festiva y disciplinada). Al igual que
Taylor (1959) quien hablaba de la creatividad a nivel académico y técnico (y añadía el dominio del oficio al poder expansivo
de la ideación)
64
Por ello, sumando lo que se ha analizado y a sabiendas de la ambigüedad que se acumula se
propone la siguiente:
Si lo que se conoce como proceso creativo publicitario pasa por una fase realmente creativa esta
es la intermedia —entre la preparación y la evaluación—, una fase que quizá sea más apropiado
denominar ideación o generación de ideas50. Así, la definición que se propone reivindica un retroceso
terminológico en el tiempo que quizá contribuya a desambigüar el concepto genérico de creatividad,
al destacar para qué se utiliza en este ámbito concreto.51
Por otra parte, la definición subraya otra actividad clave e indisociable del proceso como es
el análisis. De hecho se coloca en primer lugar para señalar que antecede a la ideación —aunque
vuelva a ser necesaria tras esta, durante la evaluación—. También pretende dar importancia a las
restricciones que incluye el briefing (conocidas en publicidad como mandatorios) y que, a diferencia
de lo que ocurre en otros procesos creativos, aquí vienen dadas y son explícitas. La relevancia del
contexto se intenta destacar añadiendo que las restricciones son además externas al proceso y a la
persona que lo conduce, ambientales.
El producto, como síntesis del proceso, se indica y caracteriza por la finalidad de producir
soluciones tangibles que deben responden a un problema de comunicación. Es decir, que deben
ser verificables e inteligibles por una entidad anunciante, ya sea comercial o institucional (en
consonancia con lo expuesto sobre la ya inexistente frontera entre publicidad y propaganda).
Por último se habla de operativa, en alusión a la cooperación del aparato publicitario, que
difumina tanto la responsabilidad como la autoría sobre el producto. El término se adapta de Caro
(2008) quien identifica el aparato publicitario por medio de las siglas DOP, Dispositivo Operacional
Publicitario.
50. Para una aproximación desde las ciencias de los lenguajes y otras disciplinas ver Ruiz Collantes (2000:17-20)
51. En este sentido el título elegido por James Webb Young en 1950 para su obra, A technique for producing ideas (op. cit.),
de acuerdo con la propuesta que se plantea, sigue pareciendo vigente.
65
66
3.4. Docencia
Según Gow and Kember (1993) todos los profesores tienen una forma de enseñar. Sean o no
conscientes de ello, sigan o no un enfoque teórico determinado; la manera en que lo hacen, su
estilo de enseñanza, afecta directamente al aprendizaje que de él se deriva. De esta afirmación se
desprenden tres premisas: (1) Existe investigación científica sobre docencia que puede aportar
contexto teórico a su ejercicio; (2) si diferentes estilos de enseñanza promuevan diferentes tipos de
aprendizaje se podrá valorar cuál es más adecuado a la formación que analizamos y completar su
marco teórico (Snelbecker, 1999:39-41); (3) queda claro que la docencia ocurre independientemente
de su estudio —de hecho es muy anterior a él— y por tanto abre la posibilidad de que el docente
pueda o no reflexionar sobre la tarea que desempeña. Esta última cuestión es significativa para el
tipo de formación que se abordará de nuevo en el apartado Docencia de la publicidad (Pág. 83-90).
La investigación en docencia tiene un recorrido breve pero sumamente productivo, rasgo que
comparte con la investigación en creatividad. A continuación se introducen y relacionan algunas
de las perspectivas más significativas, seleccionadas ya sea porque puedan integrar el marco teórico
de este trabajo o porque ayuden a comprenderlo mejor.
Es en este escenario, a finales del siglo XIX, cuando surgen las primeras aproximaciones
cientifistas a su estudio. Se trata inicialmente de trabajos centrados en la selección y organización
de contenidos docentes, como se recoge en algunos fragmentos de Principios de Psicología (Cattel,
1890) o en Conversaciones con maestros (James, 1899) —citados por Ortega, 2005:44—. Dichas
obras engrosan la bibliografía del modelo tradicional, también denominado normativo, reproductivo
o pasivo, aquel que se basa principalmente en la memorización, en la transmisión de conocimiento
del maestro al aprendiz y que había imperado durante cerca de dos milenios. Según Cerezo, a pesar
del gran número de corrientes contemporáneas que lo han dejado atrás, todavía hoy “se sigue
reproduciendo un modelo que ha mostrado su insuficiencia al concebir la enseñanza más para sí
misma que para apoyar los requerimientos de formación de la sociedad, en lo general, y de cada
una de las personas.” (2005:3).
67
Con la llegada de siglo XX, nace la psicopedagogía y el enfoque científico desplazará la atención
hacia la figura del alumno. La educación funcional de Claparède (1915) es un buen ejemplo de
esta mirada y da cuenta de un principio ampliamente compartido por los investigadores en aquel
momento: “para planificar la intervención educativa es necesario conocer al alumno y tener en
cuenta sus intereses y capacidades” (Ortega, 2005:45).
En los años previos a la primera Guerra Mundial se vivió un auge de la psicometría que es
igualmente relevante para la investigación sobre creatividad (ver Pág.25-29). Una de las principales
tareas de los psicólogos educativos fue elaborar y perfeccionar instrumentos con la finalidad de
evaluar las diferencias individuales de los alumnos. Se diagnosticaban sus capacidades en términos
de normalidad, adaptabilidad o patología y se explicaban por causas derivadas del desarrollo
personal (Coll, 1989). Galton, Castell, Witmer, Binet y Burt son alguno de los autores referenciales
en este ámbito (ver Hernández Rojas, 1998:3-4). Al terminar el conflicto bélico se confía en la
educación una función de concordia y pacificación, se recuperan y extienden por Europa las ideas
que conformarán la Escuela Nueva: enfrentada al modelo tradicional, y de vocación socializadora,
contraria a la memorización, al autoritarismo del profesorado e incluso a la imposición de un
programario. “La función del educador será descubrir las necesidades o el interés de sus alumnos
y los objetos que son capaces de satisfacerlos” (Cerezo, 2005:5). En su línea de pensamiento
encontramos como precursores a Tolstoi, Rosseau, Fröbel y Pestalozzi; y posteriormente a un buen
número de autores todavía hoy referenciales: Decroly, Freinet, o Montessori (ver Palacios, 1978 y
Bernabeu et al., 1997).
3.4.1.1. Conductista
3.4.1.2. Cognitivista
68
en la forma más eficiente y efectiva posible” (Bednar et al., 1991:89) y comparten el recurso de la
simplificación y la estandarización para alcanzarla (Ertmer y Newby, 1993:63).
Para los cognitivistas la instrucción en nuevos contenidos debe referir a esquemas preexistentes
en el alumno, por ello las analogías y las metáforas son recursos habituales. De la misma forma
que el interés por desarrollar las capacidades de síntesis y de establecer relaciones explican
respectivamente el uso de diagramas y mapas conceptuales (Ertmer y Newby, 1993:65).
A mediados de siglo XX, autores como Bloom, Gagné, Ausubel, Anderson y Merrill propusieron
cambian el concepto de aprendizaje por el de tipos de aprendizaje. Reigeluth y Moore (1999:53-58)
unifican las diferentes nomenclaturas que eligieron dichos autores y las sintetizan en cuatro tipos:
- Memorizar información
- Comprender relaciones
- Aplicar habilidades (extrapolar concretando)
- Aplicar habilidades genéricas (extrapolar generalizando)
3.4.1.3. Constructivista
Sin abandonar una óptica centrada en los procesos cognitivos el constructivismo aporta un
cambio significativo en la interpretación de la enseñanza, si para los paradigmas tratados hasta
ahora la realidad es externa al estudiante, el constructivismo la considera una interpretación interna
del alumno (Ertmer y Newby, 1993:66-67). La mirada objetiva es reemplazada por otra subjetiva
de inspiración kantiana: “el conocimiento humano no se recibe pasivamente ni del mundo ni de
nadie, sino que es procesado y construido activamente por el sujeto que conoce”. Incluso durante
“una exposición magistral, pues ésta no puede ser significativa si sus conceptos no encajan ni se
ensartan en los conceptos previos de los alumnos” (Flórez, 1993:235).52 Así, (1) sería fruto de una
construcción operada por el sujeto desde la razón en contraste con un proceso empírico basado
en la experiencia; y (2) si el alumno está modificando su estructura mental entonces “el verdadero
aprendizaje es aquel que contribuye al desarrollo de la persona” (ibíd.). En palabras de Vygotsky: “La
educación no se limita únicamente al hecho de ejercer una influencia en los procesos del desarrollo,
ya que reestructura de modo fundamental todas las funciones del comportamiento” (en Zaporozek
et al., 1982-1984:107, citado por Ivic,1994:7).
Las concepciones previas del mundo que el alumno posee —sobre las que construye— son
herramientas para el aprendizaje pero también barreras que impiden otras interpretaciones (Porlán,
Rivero y Martín, 1997:156). Por esta razón se promueve que los estudiantes aprendan a encontrar
diferentes accesos a los tópicos, que se esfuercen en observarlos desde diferentes ópticas y saquen
el máximo partido de cada una de ellas (Tam, 2000:53) hasta llegar a “comprender realmente las
miradas alternativas”(Bednar et al., 1991:92).
Tal como escriben Porlán, Rivero y Martín: “Existen un tipo de concepciones especialmente
importantes para favorecer la transición de lo simple a lo complejo que son las concepciones sobre
las concepciones o, si se prefiere, el conocimiento sobre el conocimiento” (1997:156). Esta máxima
metacognitiva de la perspectiva pedagógica sistémica y compleja, como el resto de principios que
la caracterizan, queda profusamente ilustrada en la obra de Morin (1977, 1982, 1986, 1999). Aboga
por que las ideas y la realidad —también la académica— “pueden ser consideradas como conjuntos
de sistemas en evolución. Dichos sistemas se pueden describir y analizar atendiendo a los elementos
que los constituyen, al conjunto de interacciones de todo tipo que se establecen entre ellos y a los
cambios que experimentan a través del tiempo” (Porlán, Rivero y Martín, 1997:156). El grado
de interpretación se ubicaría entre la simplificación más reduccionista y la complejidad menos
reduccionista, en función de la “cantidad y calidad de los elementos” (ibíd.) que constituyan el
sistema que se estudia y de sus interacciones.
Morin (1997) entiende que en todo proceso de conocimiento están implícitos el dinamismo y
la rescursividad. Una sistema que Moraes (2007) sintetiza en “operaciones de enlace —conjunción,
inclusión, implicación— y de separación —diferenciación, oposición, selección y exclusión— [...]
el pensamiento complejo crea y recrea a partir de su propio movimiento, de su propio caminar”
(ibíd.:5).
70
Quizá lo más significativo de esta perspectiva sea su confrontación tanto con la herencia
cartesiana —que rechaza el desorden y la imprecisión en pro del orden y la certidumbre— como
con la organización del conocimiento bajo paradigmas acotados que quizá “mutilan el conocimiento
y desfiguran lo real” (Moraes, 2003:2).
En un sentido amplio “el pensamiento complejo de Morin, constituye una crítica a la ciencia
moderna” (Rivero, 2002:1) a la vez que encarna una alternativa al fin de la ciencia53 si “la mayoría de
los fenómenos sociales parecen mostrar esta pauta de delicado equilibrio entre orden y desorden”
(Miceli et al., 2005). Por afinidad con los planteamientos de este autor, y dado que conjuga
específicamente las ciencias de la complejidad con la docencia, se toma como referencial la obra
que escribió por solicitud de la UNESCO: Los siete saberes necesarios para la educación del futuro
(1999). Es difícil resumir más las apenas 143 páginas del tomo, por ello se intenta preservar el texto
original e interpretar en la menor medida posible los siete aspectos que aborda:
Según esta lógica “cuanto más poderosa sea la inteligencia general mayor será su
capacidad para abordar problemas específicos” (ibíd.: 48). Sin embargo la tendencia
científica y docente es hacia la hiperespecialización, y dado que “se nos ha enseñado
a separar, compartimentar, a aislar y no a unir conocimientos, el conjunto de éstos
constituye un rompecabezas ininteligible” (ibíd.:52).
“El ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social e histórico”
(ibíd.:19). Morin afirma que la educación desintegra la compleja unidad de la naturaleza
53. Ver Feyerabend (1975); Weinberg (1992); Horgan (1996); Prigogine (1996)
71
humana y aboga por que esta sea restaurarda. Destaca tres bucles bio-antropológicos
sobre los que reclama atención: (1) cerebro-mente-cultura que entrelazan entre otros
biología, aprendizaje y constructos; (2) razón-afecto-impulso que pone de manifiesto la
fisiología cerebral propuesta por Mac Lean54; y (3) el bucle individuo-especie-sociedad,
según el cual “la evolución verdaderamente humana significa desarrollo conjunto de
la autonomía individual, de la participación comunitaria y del sentido de pertenencia
a la especie humana” (ibíd.:63-67).
e) Enfrentar la incertidumbre
Tal como se ha visto en apartados anteriores y como indica Morin, la ciencia del
siglo XX desvela que junto a la adquisición de certezas se han abierto “innumerables
campos de incertidumbre” (ibíd.:20). La propuesta, como no puede ser de otra
forma, es abandonar de una vez el determinismo para “esperar lo inesperado y poder
afrontarlo”; “enseñar principios de estrategia que permitan hacer frente a los riesgos,
lo inesperado y lo incierto, y modificar su evolución en virtud de la información
adquirida en el camino” (ibíd.:20-21).
54. Según Mac Lean (1970) se distinguen tres zonas en el cerebro humano, cada una representativa de sus etapas
evolutivas: (1) el paleocéfalo, de origen reptil, “compulsivo y estereotipado” (2) el mesocéfalo, de origen mamífero y
emocionalmente expresivo y (3) el neocórtex, el de origen más reciente y base de las habilidades racionales. Sobre
la interdependencia de estos mecanismos véanse las observaciones de Dietrich (2007; 2010) respecto a creatividad,
expuestas en la página 34 y trasladables también a la teoría de Mac Lean.
72
f) Enseñar la comprensión
A efectos del estudio que se conduce, y vistas las peculiaridades de lo tratado hasta este punto,
un marco teórico basado en la complejidad podría ser coherente. En base a ello es conveniente
hacer dos aclaraciones:
En primer lugar, una aproximación desde la complejidad no implica enrevesar los contenidos
sino más bien reenfocarlos, de acuerdo con Bastien55 “la evolución cognitiva no se dirige hacia la
elaboración de conocimientos cada vez más abstractos, si no al contrario, hacia su contextualización”.
Esta base teórica responde a un objetivo de enseñanza claro; a la vez que fundamenta, organiza y
dota de sentido a la actividad docente que pretende alcanzarlo. También posiciona ante la disyuntiva
que plantea Montuori: mientras emerge el interés por un enfoque desde “la complejidad, el caos, y
las contradicciones” también crece “una respuesta beliciosa y autoritaria que excluye cualquier tipo
de creatividad social a base de imponer un orden simple, a menudo a través de chivos expiatorios
y polarizaciones” (2011:225).
55. Citado por Morin (1999/2001:45): BASTIEN, Claude (1992) Le décalage entre logique et connaissance. En Courrier du
CNRS Ciencias Cognitivas. Núm.79 (p. 8-19) Paris: CRNS
73
herramientas para alcanzar objetivos generales y específicos. En el presente trabajo la perspectiva
sistémica y compleja de Morin no se toma como doctrina excluyente sino como guía para el
propósito educativo a la que se sumarían enfoques complementarios y compatibles.
Como se ha dicho en la introducción de este apartado, todos los profesores tienen un estilo de
enseñanza, al margen de que sigan una perspectiva teórica determinada, al margen incluso de que
tengan conciencia de su existencia o interés por las mismas. Dichas prácticas también han sido
objeto de investigación y se han caracterizado, bien con fines documentales, bien para conectarlas o
compararlas con la teoría pedagógica (de lo concreto a lo genérico), o bien para elaborar manuales
más próximos a la experiencia del aula que a los paradigmas de investigación (de lo genérico a lo
concreto).
Biggs y Tang (1999/2007: 15-19) afirman que la eficacia de una enseñanza depende esencialmente
de la concepción que se tenga de ella, y diferencian tres estilos según si se centran en:
De acuerdo con Biggs y Tang, “tras la escuela el nivel puede ser bajo. Los alumnos
podrían tener hoy una orientación menos académica. Este es exactamente el reto para
los profesores, no la excusa para una enseñanza pobre”(ibíd.). Se conviene igualmente
en que “la motivación es producto de una buena enseñanza no su prerequisito” (Biggs,
1999:4)
Para este estilo prima la labor del que enseña, su pericia docente y la aplicación de
recursos y técnicas como fin en sí mismos. Permite avanzar “de la simple transmisión
de información a la transmisión de conceptos y comprensiones” (Biggs y Tang,
1999/2007:17). Se trata de una interpretación habitualmente promovida por directivas
y administraciones universitarias en la selección de personal: “los buenos profesor
son aquellos que tiene muchas competencias docentes” (ibíd.:18 y Biggs 1999:6). No
obstante, esta valoración cuantitativa descuida que la clave está en saber elegir y usar
las competencias adecuadamente. Enfoca a “lo que hago yo el profesor, no a lo que
están aprendiendo ellos los estudiantes” (ibíd.) Así, durante la sobreactuación docente,
quizá se describa una trayectoria errática hacia resultados inconsistentes o, en el mejor
74
de los casos, indefinidos. Algo por lo que el profesor se autoinculpará o será culpado.
El simple hecho de detenernos y observar qué, a quién, cómo y para qué enseñamos, reflexionar
sobre las propias prácticas, es un ejercicios deseable —si no imprescindible— camino de la mejora.
Es un primer paso que incluye el riesgo de dejarnos en el segundo punto expuesto (los medios
como fines en sí mismos) pero el único que puede conducirnos a otro avance, más sustancial.
Sin necesidad de que el docente se adscriba al estructuralismo o a la teoría de la complejidad, ni
pretenda un aprendizaje profundo, habrá afrontado la cuestión, la habrá acotado y habrá escogido
una vía coherente para resolverla.
56. El aprendizaje profundo de Biggs y Tang es similar al aprendizaje auténtico de Vygotsky (1934b) y al aprendizaje
significativo de Ausubel (1963) En los tres casos se trata de una distinción cualitativa y, en síntesis, se refiere al aprendizaje
que supera la comprensión y la memorización para promover el desarrollo cognitivo del estudiante.
75
necesita ser reiterado: no puede haber educación sin aprendizaje.” (Cerezo 2005:2) y “si los alumnos
no aprenden, todas estas técnicas son irrelevantes” (Biggs y Tang, 1999/2007:19).
Existen una serie de comportamientos a promover que son más o menos adecuados en función
de los objetivos curriculares elegidos. Los autores que estamos siguiendo (Biggs,1999:68; Biggs y
Tang, 1999/2007:76-85) proponen diferentes acciones —enunciadas en forma de verbos— para
lograr competencia en dichos objetivos:
- Teorizar
- Generalizar
- Comparar - Formular
o contrastar hipótesis
- Explicar causas - Reflexionar
- Enumerar
- Describir - Analizar
- Relacionar
- Listar
Grado de competencia
- Combinar - Aplicar
- Identificar
- Hacer
- Realizar
algoritmos
procedimientos
simples
76
3.4.5. Concepción de la Universidad
Fernández de Lucio et al. (2000:4) afirman que hoy no se puede hablar de la Universidad sino de
diferentes tipos de universidades con realidades muy dispares: (1) la universidad clásica compagina
docencia e investigación, pero es reconocida por su logros en esta segunda faceta, a la que se
asigna más recursos; en cambio (2) la universidad académica prioriza su actividad docente y destina
más recursos a mejorarla. (3) La universidad social “se arroga un papel activo para la discusión y
resolución de problemas de la sociedad en la cual se inserta” (ibíd.). Por otra parte, con una vocación
más orientada a la empresa, se distinguen (4) la universidad empresarial que asigna “un «valor» de
mercado” a los conocimientos que difunde, que los pone en venta y destina a este fin parte de sus
actividades tanto docentes como de I+D; y (5) la universidad emprendedora que a diferencia de
la última no tiene como objetivo el beneficio monetario sino el potencial que puede aportar a su
entorno socioeconómico, “un recurso que adecuadamente gestionado, le permite desempeñar un
papel más activo en su contexto social” (ibíd.).57
Se conviene con Torrents (2007:32) en que la Universidad no es una organización sino “un
organismo, donde juntos, profesores y alumnos, indagan en problemas no resueltos”, a pesar
de que en algunos centros perviva “el autoritarismo, el centralismo y la idea obtusa de que su
principal función es transmitir conocimientos, preguntas y respuestas correctas, más que asegurar
la comprensión y aplicación o uso activo del conocimiento” (Cerezo, 2007:2).
De acuerdo con Traver, el docente está ante los alumnos para que estos lo eliminen, para que al
terminar la asignatura no sea necesario. Debe tender puentes para proporcionarles ayuda y saber
cuando levarlos para que adquieran autonomía en su aprendizaje (2007).
57. Quizá se podría añadir un sexto tipo de universidades que intentan ubicarse o reubicarse en alguno de los cinco
citados, pero que durante el proceso presenta características más heterogéneas.
58. Memoria inacabada escrita entre 1809 y 1810. Publicada por primera vez en GEBHARDT, Bruno (1896) Wilhem von
Humboldt als Staatsmann. Stuttgart: J. G. Cotta. Edición consultada: De l’organització interna i externa dels establiments
científics superiors a Berlín. Vic: Universitat de Vic. En TORRENTS, Ricard (2007: 33-43)
77
Como alternativa a la voluntad de “verdad como prodigiosa maquinaria destinada a excluir”
que describía Foucault en su lección inaugural del Collège de France (1970:24) parece deseable una
enseñanza que sume generosidad al saber. Universidad y docente no cumplen su función social
si sólo se autolegitiman, si se blinda formalmente y “lo nuevo no está en lo que se dice, sino en
el acontecimiento de su retorno” tras convertirse en un discurso convenientemente restringido y
coaccionado (ibíd.:29).
Este planteamiento enlaza con varios preceptos de Morin que se han detallado y es deudor de
las teorías constructivistas. El profesor ya no es el ‘”bastión de la verdad” ni el “mensajero de la idea
[...] tiene que tomar su lugar de sargento en la batalla del conocimiento y dejar vacío el lugar del
general [...] humildemente reconocer que el docente está expuesto a los mismos peligros que los
alumnos en el campo del error, la diferencia es que, como todo sargento, simplemente ha peleado
mas batallas” (Cerezo 2007:14).
Tal como se desprende de la Declaración mundial sobre la educación superior existe una
convergencia entre los planteamientos expuestos hasta aquí y las directrices de la Organización de
las Naciones Unidas: “Si carece de instituciones de educación superior e investigación adecuadas
que formen a una masa crítica de personas cualificadas y cultas, ningún país podrá garantizar un
auténtico desarrollo endógeno y sostenible” (UNESCO, 1998:preámbulo).
59. Desde el punto de vista ético y de acuerdo con Cortina, aquellas que “se proponen evaluar las acciones humanas
basándose en dos factores: en las «consecuencias» que se siguen de esas acciones, no en posibles valores intrínsecos a
ellas mismas y las en la «utilidad» como criterio para evaluar las consecuencias” (2002:192)
60. Desde las más altas instancias administrativas, en términos de circulación libre de las personas, tratos degradantes,
derecho a la intimidad, discriminación, vivienda o sanidad, y también en el tema que nos ocupa: “La educación tendrá
por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a
las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los
grupos étnicos o religiosos” (Art. 26, Apdo. 2); “Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural
de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten” (Art.
27, Apdo. 1)
78
Uno de los acicates de esta declaración fue el espectacular crecimiento que la educación
había acumulado. Tal como se recoge en sus páginas, entre 1960 y 1995 el número de estudiantes
matriculados en las universidades de todo el mundo se multiplicó por más de seis, pasando de 13
a 82 millones. El fenómeno requería atención a la vez que despertaba preocupación: el crecimiento
había sido desigual y el acceso a la educación era mucho mayor en el Norte que en el Sur, y dentro
del Norte, mucho mayor entre las rentas altas que entre las bajas.
Apenas un año después de emitirse esta declaración se hace pública la Declaración de Bolonia
(1999)61 que regula el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Esta no hace ninguna
referencia a aquella y fija una serie de objetivos que debían alcanzarse antes de 2010:
61. Declaración conjunta de los Ministros Europeos de Educación. Bolonia, 19 de Junio de 1999. Disponible en: http://
www.educacion.es/dctm/boloniaeees/documentos/02que/declaracionbolonia.pdf?documentId=0901e72b8004aa6.
Revisada en posteriores declaraciones (Praga, 2001; Berlín, 2003; Bergen, 2005)
62. Extracto de la página web del Parlamento europeo, consultado el 16-2-2010 en: http://www.europarl.europa.eu/
highlights/es/1001.html
79
Tal como indica Jones, ya desde el Tratado de Maastricht63 se insistía en interpretar la educación
a modo de instrumento económico. El EEES, bajo el pretexto de una Europa económicamente
competitiva dirige la universidad hacia la privatización, el deterioro del servicio público y la
limitación del acceso a la formación (2008).
A su vez, esta orientación se determina desde marcos económicos más amplios como la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) o la Organización Mundial
del Comercio (OMC) que desde hace años abogan por que se libere la educación para que pueda
comercializarse en el mercado. Tal como lo expone Teitelbaum, los Tratados de Libre Comercio
que promueven la OMC y la OECD tienen una consecuencia añadida: “una vez que [los tratados]
se han transformado en normas internacionales de obligatorio cumplimiento, la capacidad de los
procesos políticos democráticos para modificarlas queda drásticamente reducida” (2003:14). En
este sentido es encomiable la perspicacia y la presión ejercida por las asociaciones de estudiantes,
gracias a la cual se logró evitar la presencia del GATS64 en el Grupo de seguimiento de Bolonia.
El caso es que mientras la pobreza sigue siendo “la principal barrera para el acceso a la
educación” (ONU, 2010:21) también se confirman las previsiones de Bell (1973) sobre la centralidad
estructural del conocimiento en la nueva economía: hoy varias empresas educativas cotizan en
la bolsa de valores Nasdaq (Pallan, 2004) y en 2009 la educación privada en el mundo sumó un
volumen de negocio superior a veinte mil millones de dólares65. Como es lógico, este reenfoque
mercantilista “ha cambiado la naturaleza de las universidades y su misión: las ha corporativizado
y compiten por los mercados” (Biggs y Tang, 1999/2007:2-3).
63. Nombre con el que se conoce el Tratado de la Unión Europea, firmado el 7 de febrero de 1992 por los doce países
miembros. Consultado el 1-2-2011 en su versión consolidada (2010): http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do
?uri=OJ:C:2010:083:FULL:ES:PDF
64. GATS-AGCS (Acuerdo General sobre el Tratado de Servicios, 1995) es uno de los acuerdos de mayor alcance de la
Organización Mundial del Comercio (OMC) que apuesta por desmantelar la financiación pública de los servicios sociales
fundamentales.
65. Índice de instituciones de lucro en educación superior 2004 elaborado por el Center of Research in Security Practices
para The Chronice of Higher Education.
80
el proceso de Bolonia. Remite a cuestiones tales como el sistema de becas, que la Universidad tenga
un acceso público y no elitista, a la participación de instituciones no lucrativas, a la participación
de los estudiantes, al respeto de los valores de igualdad y a la defensa de los derechos humanos”
(Fernández-Llebrez, 2010:25).
En 1973, Umberto Eco analizó la posibilidad de que nuestra civilización estuviera dirigiéndose
hacia una nueva Edad Media. Entre otras similitudes, al menos sorprendentes, escribe:
Pocas líneas después de esta observación, aún hoy plausible, Eco cita un fragmento coetáneo
de Furio Colombo (1973):
81
82
3.5. Docencia de la publicidad
El primer curso académico sobre publicidad del que se tiene constancia fue impartido en 1904
por Dill Scott, en la Universidad de Northwestern, EUA(Victoria, 2011:65). En España el inicio de
actividades académicas se atribuye, durante 1915, a Prat Gaballí, “el pionero, el maestro y el técnico
por excelencia de nuestra universidad” (Alvarado y Campo, 2006:13). Será precisamente al poco
de que este último autor publique Publicidad combativa (1953) —en la que expresaba la necesidad
de reglar la enseñanza de la profesión— cuando se fundarán los primeros centros que la atienden:
la Escuela Oficial de Periodismo (1956), la Escuela de la Publicidad del Centro Español de Nuevas
Profesiones (1960) y la Escuela Oficial de Publicidad (1964).
En 1971 se decretó la regulación de los estudios dentro de una facultad común (Ciencias de
la Información) con diferentes ramas para enseñanzas de Publicidad, Periodismo y Ciencias de
la imagen visual y Auditiva. Durante el mismo año se aprueba el decreto por el que se crean dos
facultades en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad Autónoma de Barcelona.
(Victoria, 2011:77). Tras cinco años de aprendizaje, en 1976 se licenciaron los primeros titulados
en Publicidad y Relaciones Públicas.
En la década que va de 1990 a 2000 se multiplican los centros que incorporan la licenciatura
—se pasa de tres a quince— y se renuevan completamente los planes de estudio, en los que se
destina casi una quinta parte de las horas lectivas al estudio de la creatividad publicitaria (ibíd.:
81-85), la revisión afecta también a la duración de la licenciatura que se reduce a cuatro años y a su
organización en cuatrimestres, que supone la duplicación en el número de asignaturas (ibíd.:87).
Esta es, en síntesis, la trayectoria que conduce al nuevo ordenamiento europeo (ver Págs. 78-79).
A finales de la década 2000-2010 la licenciatura en Publicidad y Relaciones Públicas convive, hasta
extinguirse, con los nuevos grados, cuya nomenclatura (ver Anexo II) y prolongación en másters
especializados indica la sofisticación que han alcanzado tanto docencia como empresa en apenas
cincuenta años. Durante la misma década reaparecen las escuelas de publicidad —y de creatividad
publicitaria— pero esta vez como alternativa o complemento a la universidad, ofreciendo un tipo
de formación aplicada menos cercana a la academia y más próxima al ejercicio profesional66.
83
Aunque no es estrictamente el tema que nos interesa, se apunta que organizar la alfabetización
mediática (media literacy) sigue siendo una cuestión pendiente para la legislación educativa que
afecta a estratos educativos pre-universitarios (ver Pág.42 y Muñoz, 2010).
En el texto se describen las capacidades genéricas que deben desarrollar los estudiantes durante
su formación (ANECA, 2005:328):
La ANECA también marca una serie de objetivos de formación específicos para los nuevos
grados (ibíd.: 328-330):
67. Al finalizar el presente estudio se ha tenido noticia de un trabajo que puede ser de mucha utilidad para este apartado
y, en general, para enriquecer la información previa a la investigación que se proyecte. Desafortunadamente todavía no
se ha podido acceder al mismo: ALEGRE, Isam (2009) La enseñanza de la creatividad en los estudios de publicidad de las
universidades españolas. Un análisis de los temarios de las asignaturas de estrategia creativa, redacción creativa, dirección de
arte y creatividad publicitaria. Réplica del estudio 18 de Stuhfaut y Berman (2009) en Estados Unidos. Bellaterra: Universitat
Autònoma de Barcelona. Fecha de lectura desconocida
84
a) Formación en Ciencias Sociales, Humanidades, y Ciencia y Tecnología para
proporcionar una competencia contextual básica de orden transdisciplinar.
3) Creativo/a y diseñador/a
Por lo que respecta a los contenidos de los planes y programas también se dan directrices que
contribuyan a elaborarlos. Teniendo en cuenta que estas recomendaciones debían ser válidas para
conseguir la certificación de los estudios es de suponer que las diferentes centros acreditados las
han observado en sus nuevos diseños.
El reparto del contenido establece un bloque de materias comunes obligatorias que supone el
50% , otro del 10% destinado a materias instrumentales igualmente obligatorias, y el 40% restante
que cada centro asignará a contenidos propios (ibíd.:333). Más adelante veremos que las asignaturas
de creatividad publicitaria se tipifican como obligatorias junto a otras: introductorias al ámbito68;
inglés especializado69; tecnologías de la comunicación; ética y deontología 70 ; planificación de
medios71; técnicas de investigación72; estrategia persuasiva73.
Aunque se trate de un tópico de investigación alejado del que nos mueve, sería interesante
analizar la transversalidad con la que se están impartiendo estos contenidos. Como hemos visto
en apartados anteriores, en la operativa del aparato publicitario se entrecruzan a diario y el
conocimiento específico de cada uno se antoja tan imprescindible como el de la relación entre
ellos, por especializada que finalmente sea la tarea del futuro graduado.
3.5.3. Profesorado
No ha sido posible localizar información centralizada y reciente sobre las características de los
profesores que imparten docencia en los grados de Publicidad y Relaciones Públicas. Tal como
indican Martín y Hernández, tampoco está normalizada la información sobre “las características
68. Tal como las denomina la ANECA: Fundamentos y procesos de la comunicación y de la información; Fundamentos,
estructuras y organización de la comunicación publicitaria y de las relaciones públicas; Fundamentos de la comunicación
corporativa; e Interacción del entorno sociocultural y su evolución con la comunicación (2005:334-340)
72. Técnicas de investigación aplicadas a la comunicación publicitaria y de las relaciones públicas (ibíd.)
73. Fundamentos y técnicas de la estrategia de la comunicación (especialmente publicitaria y de las relaciones públicas)
(ibíd.)
86
psico y sociolaborales de éstos. Así, se desconoce cómo son —en cuanto a sexo, edad, estructura
familiar o formación— y cómo trabajan” (2010:26).
Por otra parte, la estructura docente de estos estudios es similar a la de cualquier otra facultad,
ya sea pública o privada. El último censo oficial recoge datos de 2006-2007 y fue elaborado por el
Ministerio de Ciencia e Innovación, según este, el total de docentes en Comunicación Audiovisual
y Publicidad era de 428 y se distribuían profesional por áreas de conocimiento y categorías en:
32 catedráticos, 131 titulares, 10 titulares de escuelas universitarias, 248 profesores asociados, 42
profesores ayudantes, 5 de otras categorías (Valcárcel, 2003:120). Una aproximación a la distribución
por sexos arroja un 28,3% de mujeres y un 71,7 de hombres, la media de edad se estima en 43 años
para los hombres y 38 para las mujeres (Martín y Hernández, 2010:42 y 35), y el tiempo medio
trabajado en la universidad rondaría los once años (ibíd.:43).
La academia requiere personal docente que esté activo en el mundo empresarial y que pueda
impartir determinadas materias aplicadas. Son los que hemos denominado profesores asociados y
conviven con profesores titulares y catedráticos, que también imparten estas asignaturas pero que
generalmente se ocupan de las relacionadas con otros ámbitos de conocimiento (sociología, ciencias
de la comunicación, idiomas, deontología, etc.) con más bagaje teórico. La figura profesional del
profesor asociado se establece74 desde 2001 como sigue: “serán contratados, con carácter temporal,
y con dedicación a tiempo parcial, entre especialistas de reconocida competencia que acrediten
ejercer su actividad profesional fuera de la Universidad”.
Del análisis realizado hasta aquí se deducen tres cuestiones importantes en relación a este
colectivo: (1) la trayectoria de los estudios es relativamente corta comparada con otras carreras que
tienen más tradición universitaria. De 1976 a esta parte las diferentes promociones habrán incluido
a personas que se habrán orientado a la docencia, con mayor o menor prontitud pero en todo caso
parece bastante excepcional un perfil que acumule experiencia profesional y experiencia docente
o en investigación; (2) el entredicho en que se encuentra la condición académica de los estudios
(expuesta en la Pág. 45) tampoco facilitaría el camino para hibridar ambas actividades, y (3) las
propias características del desempeño profesional —en cuanto a dedicación, horarios e incluso
desplazamientos— puede ser un obstáculo para contar con profesores expertos profesionalmente.
“Los profesores asociados ofrecen una oportunidad clara para vincular de modo profundo
y fecundo la Universidad con la empresa y la sociedad “ (Martínez-Otero, 2010:6) y resultan
especialmente interesantes para la docencia de la creatividad publicitaria. A fin de conocer
mejor a quienes ocupan estos puestos se ha intentado reunir información sobre ellos. Martín y
Hernández (2010:30) revisan las cifras del MICINN (2008) y eliminan de la lista a los funcionarios
de universidades sin licenciatura de Publicidad con lo cual, a enero de 2009, estiman que el total
de profesores es de 188, de ellos 102 funcionarios (54%) y 86 asociados (46%).
74. Ley orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades. Título IX, Capítulo I, Sección I, Artículo 53. (2001, Diciembre
24) Boletín Oficial del Estado
87
Si los datos apuntan a la precariedad laboral de dichos empleados también desvelan otra cuestión,
al recordar que se trata de “especialistas de reconocida competencia”: el estudio de honorarios
elaborado por la Asociación Española de Agencias de Publicidad (AEAP)75en 2009 establecía que
el sueldo —por jornada laboral— de un Director creativo debía rondar los 1.430 euros. Aunque se
trate de cifras orientativas parece bastante claro que en la motivación de estos profesores no deben
primar razones económicas y, ya que se les supone cierta realización profesional, el atractivo por
esta función complementaria debe ser en esencia docente. Esto explicaría a su vez que, al margen
de la remuneración, exista cierta insatisfacción en dicho colectivo por “el horario de clases, sobre el
que no siempre hay consulta oportuna, y el arbitrario reparto de asignaturas, en el que los criterios
educativos a menudo brillan por su ausencia” (Martínez-Otero, 2010:45).
En el caso de los profesores asociados, compensar las capacidades profesionales con una
adecuada formación pedagógica emergería como un reto y una cuestión fundamental. Tanto en
cuestiones administrativas e institucionales (normativas, ordenamiento, directrices) como en las
que atañen estrictamente a su cometido educativo (objetivos, metodología, herramientas, etc.)
También se ha descrito, y aquí es especialmente relevante, que el contexto no parece el más propicio
para corregir esta circunstancia77.
75. El estudio promedia los resultados facilitados por 22 agencias socias de la AEAP.
Consultado el 18-3-2012 en: http://www.agenciasaeacp.es/publicaciones/docs/Honorarios.pdf
76. “Un elemento esencial para las instituciones de enseñanza superior es una enérgica política de formación del
personal [...] Deberían tomarse medidas adecuadas en materia de investigación, así como de actualización y mejora de
sus competencias pedagógicas mediante programas adecuados de formación del personal” (Art.9, Apdo. d, punto 5)
77. “Donde está el gran talón de Aquiles de la Universidad española es en la escasa financiación pública que tiene. Esto
no sólo contrastaría en una situación de normalidad, sino que en un momento de cambio todavía es peor, pues desde
el Proceso de Bolonia se insta a los Gobiernos a que, o destinan más dinero, o la reforma es inviable. Y, en nuestro caso,
la frase más común es la de implantar la reforma a coste cero” (Fernández-Llebrez 2010:23)
88
3.5.4. Entorno docente y entorno laboral
Otro factor que quizá indique cierta vocación en la decisión de dedicarse a la docencia es la
inercia contraria a la del desencuentro entre los dos espacios: “existe una distancia palpable entre
lo que ofrece la universidad y lo que demanda la profesión” (Baños 2006:8).
La crítica más frecuente que reciben las facultades de Publicidad es que no consiguen formar
adecuadamente a los graduados y “las carencias de los recién licenciados atañen a aspectos claves del
negocio publicitario: creatividad, planificación estratégica y disciplinas digitales. Adicionalmente,
se critica la falta de una visión global e integrada de los procesos de trabajo en las empresas
anunciantes (sobre todo, en el área de marketing)” (Corredor y Farfán, 2010:111). Por extensión
esta es la crítica que recibe la Universidad cuando se dice que está desconectada del mundo del
trabajo (ver Alonso, Fernández y Nyssen, 2008; Allen y Weert, 2007).
A menudo este tipo de demandas tienen algo de paradójico. Parecen reclamar una experiencia
laboral que, lógicamente, no es de esperar en alguien que se inicia en el entorno laboral. “Los
empleadores siguen posicionando el saber útil y necesario para el desempeño del trabajo en un
plano próximo al del aprendizaje a través de la experiencia laboral” (Alonso, Fernández y Nyssen,
2008:151). Y, a la vez que los mismos empleadores reconocen la precariedad en su oferta laboral
(ibíd.:146) reclaman de la formación que aumente el compromiso y el sacrificio entre los futuros
trabajadores (ibíd.:147).
78. La Asociación Europea de Universidades señala que “la empleabilidad no consiste en la producción a demanda de
titulados superiores como si fueran pedidos de empresarios” (EUA, 2003:51), más bien “tiene que marchar paralela a una
educación para la responsabilidad como ciudadano, es decir, la obligación de desarrollarse como persona y ser capaz de
asumir responsabilidades sociales” (Proyecto Tuning, 2003:38)
89
otras cosas, facilitar alternativas más aptas y no sujetas al cortoplacismo de una empleabilidad que,
por ejemplo, en publicidad ha demandado características muy diferentes durante las tres últimas
décadas (Montero et al., 2011:161-175; Corredor y Farfán, 2010:111). Dado que hoy se imparten
las clases pero no sabemos “cómo serán dentro de cinco años los oficios en la mayor parte de los
campos de actividad profesional” (Renaut 2002/2008:93), el alumno es el principal beneficiario
de un conocimiento más profundo y entrelazado, a la vez que se estará capacitando para afrontar
un futuro incierto en el que sus destrezas instrumentales serán tan valiosas como su pericia para
manejarse en la ambigüedad.
Desde hace años, la mayoría de análisis apuntan en sus conclusiones hacia la complementariedad
de los ámbitos docente y profesional de la publicidad y a lo fructífera que podría ser su cooperación
(Fernández de Lucio et al., 2000; CDIEM, 2002; Alonso, Fernández y Nyssen, 2008; Altarriba
y Rom, 2008; Rabikowska 2009; Jiménez, Polo y Jódar, 2010). Pero las reticencias deben ser
importantes cuando no se está avanzando en este sentido: “Son palpables las carencias en el ámbito
de la comunicación entre todos los actores implicados” y además no se dispone de “mecanismos
consolidados para el intercambio y discusión de perspectivas entre actores” (Alonso, Fernández y
Nyssen, 2008:150 y153). La situación parece más bien estancada y semejante a la de 1974:
90
3.6. Docencia de la creatividad
La intersección de estas dos áreas provoca una pregunta inmediata: ¿Es posible enseñar
creatividad? Dado que se trata de una facultad humana, lo que es posible es enseñar a comprenderla
y a desarrollarla. “En una conferencia organizada por la Universidad de Utah en 1959 se nombró
un comité que indicó que al menos seis proyectos de investigación demostraron que, con
procedimientos adecuados, la productividad creativa puede desarrollarse. Desde entonces nadie
ha podido desmentir este punto de vista” (Baños, 2003:160)79. Partiendo de esta ratificación quizá
sería más conveniente orientar la cuestión a su finalidad: ¿Por qué o para qué enseñar creatividad?
En el próximo apartado se concretará una docencia de la creatividad, quizá sea esta la única
manera de que su enseñanza y aprendizaje sean posibles: entendiéndola como creatividad aplicada
–aquí publicitaria–. Entretanto, en este apartado, todavía muy genérico respecto al tema de análisis,
sólo se pretende esbozar un terreno teórico que, tras su inspección inicial, se presenta como valioso.
Por una parte, como ya se apuntó en las primeras páginas, se descarta ahondar en la creatividad
para la práctica docente80. Y por otra, dado que la creatividad se está analizando como contenido
vehicular, tampoco sería preciso referirnos a aquella enseñanza que pretende incentivar una actitud
creativa entre los alumnos con la finalidad de estimular o fomentar la facultad en sí. Sin embargo,
es difícil establecer el límite ya que el ejercicio creativo, incluso entendido como entrenamiento,
conduce a un producto creativo y a una evaluación más o menos informal del producto o de la
persona que se ejercita.
Se conviene con Corbalán et al. (2003:30) en que la obra de Mayer (1986) contiene una completa
síntesis histórica de cómo ha evolucionado la concepción de la creatividad —en cuanto a destreza
que es posible adquirir y por tanto enseñar—. En un pasaje de la misma el autor resume el proceso
79. Otras constataciones en: Torrance y Torrance, 1973; O’Neil, Abedi y Spielberg, 1994:253-255 y Kerry, 2007
80. No obstante se anota que es un tópico relevante para la investigación pedagógica, con un foco amplio que va
desde la creatividad de profesores en su ejercicio docente o la de los centros educativos donde tiene lugar, hasta la
creatividad en la gobernanza de los mismos e incluso en las políticas educativas gubernamentales locales, nacionales e
internacionales (ver CIDUI, 2011)
91
subrayando los principales tópicos de cada decenio:
En las próximas líneas se esboza y prolonga hasta hoy, la descripción por ámbitos de aplicación.
3.6.1.1. Pedagógica
Diversos escritos de Vigotsky aludían al tema (1934a) pero será a partir de 1960, con el
despliegue de sistemas para medir el coeficiente creativo, cuando los estudios se multiplicarán
(ver Pág.26). Asoma entonces la convicción de que la creatividad debe ser cultivada durante la
infancia y se investiga cómo la confluencia de una serie de factores favorece su estímulo y desarrollo
—detección de rasgos en la personalidad, contexto en el que se crea, desinhibidores, etc.—(ver
Thomas, 2007). De hecho, las conclusiones científicas más tempranas apuntaban a que el período
de desarrollo en la capacidad creativa terminaba en la infancia y aunque varios estudios posteriores
han contradicho este supuesto (Chapman y Mudar, 2013) funcionó como acicate para incidir en
las primeras fases del ciclo formativo. Así, la pedagogía infantil de la creatividad prolonga hoy una
tradición occidental que, más recientemente, se ha ampliado a países asiáticos, especialmente a
China (ver Hui y Yuen, 2010; Cheng, 2011). Los tópicos que aborda son tan específicos como la
relación entre dibujo y expresión creativa (Oken-Wright, 1998; Clay, 2001; Baghban, 2007) o las
peculiaridades creativas de los estudiantes superdotados81.
En España destaca por su rigor el trabajo que coordinaron Marín y Torre (1991) sobre la
aplicación educativa de la creática, entendida como el “conjunto de métodos, técnicas, estrategias
y/o ejercicios que desarrollan las aptitudes y estimulan las actitudes creativas de las persona a través
de grupos o individualmente” (Torre, 1995:101).
Sin embargo, todas estas aportaciones parecen topar con un escollo común. Tanto en “la
tradición judeocristiana como en la grecolatina la creatividad se sitúa, por norma general, en el
contexto moralmente ambiguo de la transgresión” (Sáez, 1999:211) y —de nuevo— aparecen las
reglas del juego, aunque aquí lo hacen de manera implícita: los procedimientos de los profesores
tienden a promover cierta obediencia, buenos hábitos y, de alguna manera, un pensamiento
tradicional. La propia idiosincrásica de maestros y centros moldearía —limitaría— la creatividad
infantil y su valoración (ver Torrance y Safter, 1986; Saracho, 2012:35-36). En esta línea hay autores
que abogan por dejar más espacio al juego y menos al reglamento (ver Russell y Greenberg,
2008). Quizá así el escollo se hace más pequeño pero en todo caso la tensión entre producción y
81. En 2006 la University of Connecticut, University of Virginia y la Yale University se asociaron al Centro de Investigación
de la Superdotación y el Talento (NRC/GT), fundado en 1990: < http://www.gifted.uconn.edu/>. Ver también Renzulli
(1986); Treffinger et al. (2002).; Peña (2007). Quizá se podría entrever el interés último de muchas investigaciones en
creatividad infantil cuando se observa cuán prolíficas son sobre superdotación.
92
reproducción (ver Vigotsky, 1934a) sería común a cualquier tipo de docencia creativa. Siempre
existe un límite a partir del cual ambas actividades entran en conflicto, el punto en que el juego
creativo niega las reglas docentes o las reglas docentes niegan el juego creativo.
Sea como sea, la hibridación entre pedagogía y estímulo de la creatividad sigue siendo un
espacio con importante actividad científica que se extiende desde la educación infantil hasta la
enseñanza superior. De hecho, la ordenación del EEES da a la creatividad un rango instrumental
pero sistémico, de manera que la convierte en competencia transversal (Martínez Suárez y González
Fontao, 2009:102-103). Valgan los siguientes ejemplos como muestras de las variopintas técnicas
con las que la universidad intenta fomentarla: creación de escenarios ficticios para estudios de
Enfermería (Robertson, 2002); Aprendizaje Basado en Problemas—ABP o PBL— para estudiantes
de Derecho (Locke & McDermid, 2005); o la herramienta de Gowin aplicada a la docencia de
Ciencias exactas (Chrobak y Prieto, 2010).
La creatividad es un contenido vehicular para estos estudios, tanto en bachillerato, en los ciclos
formativos de grado medio y superior, como en educación superior.
Tal como lo expone Azar “La didáctica magna de Comenio (1640) es la obra que resume su
pensamiento [el de Comenio] sobre la educación y el arte. Se considera el más antiguo intento de
dar orden a sus modelos formativos” (2007:71). Su enseñanza pasó de los gremios medievales a las
academias renacentistas y tras el empuje a la auto-expresión que le dio la Escuela Nueva (ver Pág.68)
quedo fijada como curricular en la enseñanza infantil (ibíd.:72-81). La literatura sobre docencia y
creatividad en este ámbito se remonta a la obra de Dewey en la que conjugó sus aportaciones a la
creatividad con pragmatismo en pedagogía (1899) y estética (1934). Se prolonga hasta hoy con hitos
remarcables, como el que marcó en Europa la Escuela Operativa Italiana, centrada en la relación
entre procesos cognitivos, cibernética, arte y didáctica (ver Juanola,1997; Parini, 2002) y obras
referenciales como la de Gardner (1982).
En España resalta por sus aportaciones metodológicas el trabajo de Díaz (1986) y la prolífica
obra sobre educación artística infantil de Cabanellas, en la cual relaciona creatividad, procesos
perceptivos y estrategias cognitivas (ver Cabanellas y Eslava, 2007). Más próximo al tópico del
presente estudio se encuentra el trabajo de Obradors (2007) en el que conecta la práctica creativa en
cine y en publicidad, sus técnicas y recursos (para una propuesta de método creativo en audiovisual
y publicidad ver Moreno, 2000).
Este breve recorrido basta para observar que confluyen aquí aproximaciones de muy diversa
índole, desde la estética (Abad, 2003), la neurociencia (García-Ramos et al., 2009) o la antropología
(Beuys y Bodenmann-Ritter, 1972) y sobre tópicos tan dispares como la fotografía, la danza, la
música o el audiovisual. Se trata de enseñanzas donde la capacitación técnica es fundamental,
pero que se deben en gran medida al estímulo de la creatividad y que —en el sentido romántico
del término— coparon durante mucho tiempo este tipo de producciones, para las cuales la
improvisación, la expresividad y la generación de ideas resultan imprescindibles.
El ámbito se incluye por su relevancia y conexión con el tema de análisis. Recordemos que
la actividad publicitaria se genera en empresas e instituciones, donde determinados actores
asumen la función de interactuar con su proveedor publicitario. Esto implica que deberán tener
93
conocimientos, siquiera elementales, de creatividad publicitaria, a la vez que justifica que diversas
enseñanzas superiores en ciencias empresariales, económicas, políticas y en marketing incluyan
dentro de sus planes asignaturas introductorias al tema.
Para cerrar esta aproximación es necesario destacar la importancia que a finales de siglo XX
adquirió la práctica del coaching o acompañamiento, a la que varios autores han ido adaptando sus
propuestas (ver Goleman, Boyatzis y McKee, 2002/2009; Miedaner, 2000; 2010). A medio camino
entre la psicología positiva y el coaching el título de algunos capítulos en la obra de Corrie (2009)
es ilustrativo de esta extendida tendencia: “Honorar tu auténtico Yo” (Cap. 4), “Tener el coraje de
vivir” (Cap. 7), “Desarrollar tu creatividad” (Cap. 18), “Cómo mantener una relación feliz y sana
con tu cuerpo” (Cap. 24). Y en cierto modo sirven para avanzar al siguiente ámbito.
3.6.1.4. Cotidiana
82. Su formulación original más semejante se debe a la psicología de la Gestalt (ver Dunker, 1935)
94
Antes de cerrar este apartado es necesario mencionar los ámbitos de la psicología, la filosofía y
la sociología que, tal como se ha ido observando en páginas anteriores, toman la creatividad como
objeto de investigación y, en consonancia, la incluyen como contenido vehicular, generalmente en
términos menos poiéticos. Es precisamente de estas disciplinas de donde se toman —con más o
menos rigor— muchos de los argumentos para las citadas obras divulgativas83.
Asimismo se anota que existen diversos estudios en los que se intenta dilucidar cuál es el perfil
de alumno universitario más propenso a incrementar su capacidad creativa (ver Limiñana, Corbalán
y Sánchez-López, 2010) y otros destinados a valorar el éxito de la creática aplicada a la educación
superior (ver Pérez-Fabello y Campos, 2007; López y Navarro, 2010). Los resultados acostumbran
a ser positivos pero nunca concluyentes. Eso sí, anuncian a un tema que nos ocupará más adelante:
la dificultad de evaluar la creatividad, incluso para aquellos que la imparten como materia o tienen
la misión de estimularla (ver Cowan, 2006).
95
96
3.7. Docencia de la creatividad publicitaria
Para empezar es útil conocer las competencias que el Libro Blanco (ANECA, 2005) atribuye al
grado de Publicidad y que de una u otra forma deben desarrollar las materias en las asignaturas de
creatividad publicitaria.
Entre las profesionales (saber hacer) la “capacidad y habilidad para dar forma creativa al
mensaje” principalmente en “la realización de las piezas publicitarias básicas y la supervisión de su
producción definitiva”; “capacidad y habilidad para la creación y desarrollo de elementos gráficos,
imágenes, símbolos o textos”; y “capacidad y habilidad para identificar, valorar, gestionar y proteger
los activos intangibles de la empresa, añadiendo valor a sus productos y servicios y reforzando la
reputación de la misma” (ibíd.:366).
Incluidas como competencias específicas se relacionan, para todos los perfiles profesionales
asociados a la titulación, la “capacidad de perspicacia, de ingenio y creatividad que permita
hallar soluciones eficaces a problemas inéditos”; “capacidad de análisis, de síntesis y juicio crítico.
Saber objetivar las tareas y relacionar las causas y los efectos”; “preparación para asumir el riesgo,
desarrollando la capacidad desde pensar a decidir”; “saber gestionar el tiempo, con habilidad
para la organización y temporización de las tareas”; y “capacidad para actuar en libertad y con
responsabilidad, asumiendo referentes éticos, valores y principios consistentes.” (ibíd.:367)
Entre los contenidos comunes obligatorios del grado en Publicidad y Relaciones Públicas se
incluyó una materia con el nombre de Creatividad e innovación en comunicación, especialmente
publicitaria y de las relaciones públicas, a la que se asignaban 26 créditos (650-780 horas), y con la
siguiente propuesta de distribución: teoría (15%), práctica (20%), trabajo personal (40%), tutorías
(5%) y evaluación (20%).
97
Los créditos asignados a esta materia se han distribuido de diferentes maneras en los centros que
imparten el grado. Tras consultar planes y programas (ver Anexo IV), y a fin de aclarar mejor en
qué asignaturas básicas u obligatorias se distribuyen dichos créditos, podemos estableces 4 grupos:
98
En síntesis se puede decir que es frecuente cursar una asignatura eminentemente teórica en
primero y concentrar la formación en creatividad publicitaria durante el tercer y cuarto curso.
En la misma línea, es tan factible como necesario que las asignaturas de creatividad se
particularicen al impartirse en otras facultades. Es el caso de Turismo, Comunicación Audiovisual,
Ciencias Empresariales, Marketing y Dirección Comercial o Diseño, que a menudo las incluyen
en su plan de estudios.
La meta en este caso es poner en marcha las habilidades creativas fijando con precisión el punto
de partida del proceso —definiendo y comprendiendo bien el problema a resolver— y observando,
durante el mismo, un proceder organizado, guiado por la estrategia —que se determine o venga
dada—.
84. Fundación universitaria ESERP (2005); Universitat de Vic (2006 a 2008); Universitat Pompeu Fabra (2008 a 2010);
Univesitat Oberta de Catalunya (2007 a 2012); y escuela BAU adscrita a la Universidad de Vic (20011 a 2012)
85. Se modifica la enumeración del original para distribuirla en orden decreciente, atendiendo a los baremos que asigna
la ANECA (ibíd.) y que se incluyen entre paréntesis al final de cada punto. 99
Ambos puntos se refieren a la capacidad de plasmar las ideas en productos tangibles, utilizando
texto, imagen o/y sonido —sean bocetos o artes finales, en este aspecto cada centro considera si
el alumno debe ser capaz de hacerlo por sí mismo o de esbozar el proyecto que posteriormente
desarrollará su pareja o su departamento de arte—. En otros casos puede referirse a la habilidad de
materializar una idea central (eje de comunicación o concepto de campaña) en diferentes medios o
soportes, en el sentido más amplio: desde una aplicación para cuña de radio o para marquesinas de
publicidad exterior, hasta un banner, una acción promocional en punto de venta o un story-board
para spot audiovisual.
Este objetivo redunda en los anteriores pero suma la necesidad de “soluciones eficaces”, en clara
referencia a la adecuación de la respuesta creativa respecto a la pregunta formulada en el briefing.
Estos tres objetivos responden, sin duda, a la necesidad de una capacitación actualizada y son
un buen ejemplo de la voluntad académica por no perder el pulso de la actividad profesional. A
diferencia de otras metas, estas se exponen de manera precisa y redundante, con el consiguiente
riesgo de quedar, paradójicamente, desfasadas. En concreto, el primer objetivo hace referencia a la
búsqueda y detección de espacios susceptibles de contener publicidad y que quizá no hayan sido
explorados (una tendencia del sector que queda patente en acciones más o menos afortunadas
como la publicidad de guerrilla, el gamevertising, uso de la realidad aumentada, emplazamiento de
producto, esponsorización, etc.). Los dos puntos siguientes (i, j) se refieren a lo que se conoce como
100
publicidad 2.0 o aquella que se desarrolle en el ámbito de internet, telefonía y dispositivos móviles.
Aparece una referencia explícita a las relaciones públicas, que sólo se menciona en otra ocasión:
En este último hito se subraya por una parte la importancia de saber contextualizar la actividad
(bien podrían valer los episodios propuestos por Caro, analizados en la Pág 39) y, por otra, saber
conectar la comunicación persuasiva con disciplinas afines, tales como retórica, marketing, ciencias
de la comunicación, sociología, psicología, propaganda política, etc.
Es difícil deducir la metodología específica que se sigue en cada centro para alcanzar los
objetivos. Los departamentos guían la acción didáctica en este aspecto y finalmente los profesores
toman decisiones procedimentales en función de su experiencia profesional y docente. Sea como
sea, en base a la experiencia personal y al citado estudio de los programas (ver Anexo IV) se puede
apreciar una estrategia generalizable que distribuye entre primer y segundo curso los contenidos
teóricos y entre tercero y cuarto los prácticos.
En el ámbito teórico, las clases acostumbrarían a ser magistrales y en ellas se abordarían varias de
las cuestiones que hemos ido tratando durante el análisis que nos ocupa: definición de creatividad,
evolución de su estudio científico, definición de creatividad publicitaria, historia de la creatividad
publicitaria, rol de la creatividad y los creativos dentro del aparato publicitario, terminología técnica
del campo, estudio del proceso creativo, herramientas para la generación de ideas —habitualmente
métodos de caja negra (ver Pág. 57)— y análisis de casos.
Las asignaturas relacionadas con creatividad se orientan, por contenidos, a una área específica
dentro de la actividad laboral publicitaria. Tal como se describe en uno de los cuatro perfiles
profesionales diferenciados por la ANECA:
101
Creativo/a y diseñador/a: Profesional especializado en creatividad publicitaria
en todo tipo de soportes, desde la conceptualización y visualización de la idea
publicitaria hasta su adecuación e integración en el medio. Se puede identificar
las especialidades de: director creativo, director de arte, redactor y web master
(creatividad de la estructura de la web). La tarea de ejecutar hasta el arte final y
controlar la producción física de soportes también corresponde a los expertos
en producción y tráfico. (ANECA, 2005:332)
La definición empieza englobando dos tareas dentro del tándem creativo que ya hemos
mencionado copy y arte. Aunque posiblemente, tanto uno como otro, requerirán durante el
grado una formación optativa que los especialice en cada una de las áreas, y aunque el término
“diseñador/a” sea restringido respecto a la función laboral —o, sencillamente, la aclaración no sea
necesaria— la descripción enumera adecuadamente las habilidades profesionales para estos puestos.
Se añade que, por una parte, es frecuente que en el entorno laboral las funciones no estén
claramente definidas/asignadas o que la misma persona deba ejercer más de una; y, por otra, que
las rutinas de trabajo incluyen y promueven un intercambio de pareceres casi constante entre
los ámbitos. Ambos hechos aconsejarían una preparación suficientemente amplia en las sub-
especialidades, a fin de que dicho intercambio sea operativo y fructífero.
De la misma forma, recordemos que muchas de las asignaturas están incluidas en los planes de
estudios como básicas u obligatorias. Esto significa que, sea cual sea la orientación profesional del
alumno86 debe cursarlas.
Para aquellos alumnos que se orientan hacia otras áreas, el conocimiento de la creatividad es
imprescindible: su esencialidad dentro del aparato publicitario ha quedado descrita en apartados
anteriores y parece un acierto que todos los egresados dominen la materia. No obstante, su nivel de
motivación hacia la asignatura sería relativo. En cambio, para los alumnos que sí se orientan hacia
la producción creativa, iniciar el curso es constatar su alto nivel de motivación. Muchos de ellos
reconocen haber esperado durante años (especialmente los dos primeros del grado) para acceder a
esta formación. Les atrae el reto, alimentar su curiosidad y poner a prueba su capacidad para hallar
soluciones notorias. Para ellos será especialmente valiosa la instrucción, tanto como conocer las
rutinas laborales y las reglas del campo, y quizá desmitifiquen una actividad que, como hemos visto,
no se interpreta con suficiente precisión desde fuera de la disciplina.
Hay algo lúdico en cualquier acto creativo, en la transgresión de una vanguardia artística como
en el flirtear con formulaciones químicas. Incluso en los casos en los que la creatividad queda
acotada por restricciones (si es que alguna vez no lo está). De acuerdo con Ruiz Collantes “la
ausencia de reglas no define una creatividad específicamente humana, que puede ser interpretada
como tal por los diferentes individuos [...]. La ausencia de reglas, por el contrario, lo único que
define es un caos al que el hombre es incapaz de dotar de sentido” (2000:22). Así la transgresión
contendría la propuesta de nuevas reglas, y al hilo de esta idea afloran otras no menos sorprendentes
86. Además del mencionado (Creativo/a y diseñador/a), los otros tres perfiles profesionales que dibuja la ANECA son:
“(1) Director/a de comunicación, investigador/a y consultor/a estratégico en publicidad y relaciones públicas; (2)
Investigadores/as, Planificadores/as y Compradores de medios; (y 4) Gestor/a de comunicación corporativa.
102
como que la imitación es imprescindible para que la creatividad sea aceptada dentro de un campo
(Osborne, 2003:511) o que la novedad como valor referenciado, convierte la copia en la máxima
innovación (Marina, 1992/2008:218). El ingenio es una paradoja pragmática —esto casaría bien con
la recursividad creativa— y, por extensión, “tal vez haya que pensar que el hombre es esencialmente
paradójico” (ibíd.:220).
Lo primero que hay que decidir es si se quiere o no solucionar el problema que se plantea o si
este se está planteando en los términos adecuados. Los publicistas y las agencias deciden si aceptan
o no un encargo y este llega, con no poca frecuencia, con la solicitud explícita de omitir información
relevante (por ejemplo, efectos secundarios de un fármaco); con presupuestos cuestionables
(discriminación de targets); o con estrategias dudosas (generalmente referidas a fidelización y
contratación de servicios). Estar atento a estas cuestiones es igualmente imprescindible para los
estudiantes.
Al final del proceso, cuando se valida una solución para el problema planteado por el briefing,
es necesario que el autor se haga unas cuantas preguntas. ¿Qué valor se está añadiendo al producto,
marca, institución o servicio? ¿Es necesario para responder con acierto al briefing? Ni legal ni
deontológicamente: ¿Hay alguna alternativa más adecuada desde el punto de vista ético? (ver
Marinas, 2009). Las respuestas válidas a un briefing pueden ser innumerables —por esta razón
hay espacio para la creatividad (Ruiz Collantes, 2000:16)— y, sin duda, desde un punto de vista
ético, algunas son más pertinentes que otras. Crear un anuncio puede ser divertido, la satisfacción
en hallar una solución notoria puede ser mayúscula, pero todo ello debe ocurrir dentro de unos
parámetros. Y la educación en creatividad publicitaria debe explicar completamente e insertar
la función específica dentro del aparato, no aislar ni descuidar factores importantes del proceso,
también, de creación.
103
y sin garantías pero a partir del cual se construyen los siguientes (ver Martín y Hernández, 2009:7).
En este sentido es esperanzadora la conclusión de la ANECA que, para diseñar sus directrices
sobre los grados, consultó a alumnos, profesores, gestores universitarios y profesionales de la
comunicación. Al preguntarles sobre los conocimientos disciplinares que debían contener los
estudios adaptados al EEES los encuestados otorgaron “una alta importancia a la ética y deontología
profesional. Parece ser esta una percepción de importancia compartida para todos los perfiles
profesionales, ya que no obtiene las puntuaciones más altas dentro de cada una de ellos, pero sí la
más homogénea” (ANECA, 2005:277). Es igualmente interesante observar que este conocimiento
disciplinar tienen relevancia cuando se puntúa para el perfil de “Creativo/a y diseñador/a” (ver
Anexo V).
3.7.5. Profesorado
Todo ello revierte en una mejora pedagógica de la materia, sin embargo “muy pocos creativos
104
son capaces de describir con precisión el proceso que siguen para crear, y los publicitarios no van a
ser una excepción” (Baños 2006:8). Un creativo experto sabe lo que funciona pero no tiene porqué
haber analizado ni sistematizado este saber, como tampoco tiene porqué contar con habilidades
para transmitirlo. Los centros deberían prestar especial atención a esta circunstancia.
Por una parte, la pericia profesional no implica una capacitación docente. El concepto artesano,
de aprendiz inscrito en un entorno laboral junto al maestro, no es directamente trasladable al
ámbito académico y en todo caso las prácticas curriculares en empresas ya cumplirían esta función.
En las asignaturas que nos ocupan tal vez se trate de identificar las claves de la profesión para
poder trasladarlas de forma sistemática, contribuyendo al constructo científico acorde con el grado
universitario de la publicidad. El caso es que entre lo desconocido y lo obvio existe un camino de
aprendizaje, pero con la experiencia se automatiza tanto la planificación como la evaluación de
las acciones. Es necesario que los profesionales que a la vez son profesores universitarios analicen
sus propias prácticas laborales y desarrollen habilidades y recursos que les permitan estructurar y
compartir su conocimiento con los alumnos. Todo esto supone un tiempo y dedicación del que a
menudo no se dispone.87
Por último, conviene recordar que, si bien la actividad es estrictamente publicitaria, se pone
en juego una cualidad humana fundamental —la creatividad— y que una retroalimentación
incompleta puede tener repercusiones personales importantes. Es relativamente fácil provocar
una sensación de culpa o fracaso ante un error que no se indica o argumenta claramente, mientras
que una explicación completa y dialógica abunda en el desarrollo de la responsabilidad sobre la
producción, independientemente de si esta es adecuada o no. Asimismo, un fracaso, o un suspenso
para el caso, que no se justifique tiene poco o ningún valor formativo y lo mismo ocurre con
un aprobado o con una matrícula de honor. Por todo ello, la búsqueda de una metodología con
evaluación formativa parece primordial.
87. Además, el sistema del EEES demanda un mayor número de horas de tutoría y de contacto con los estudiantes. La
cada vez más escasa disponibilidad de los docentes, sean o no asociados, repercute negativamente en la calidad de la
pedagogía, en la capacitación y en el ejercicio. Por otra parte, se retrocede en un tema que ya en 2005 parecía conflictivo:
“mientras no se aporten los recursos adicionales necesarios, resultará imposible contratar a personal nuevo a quien
encomendar la carga adicional de trabajo de docencia, tutoría y exámenes” (EUA, 2005: 55)
105
106
3.8. Evaluación
Etimológicamente el término valor proviene del latín (valor,-ōris) y de esta raíz derivan
valer, valiente, valentía. También valía y valorar que a través del francés (évaluer) introducen la
palabra evaluación89, “ligada a nociones tales como las de selección y preferencia” (Ferrater Mora,
1941/1954,Vol.2:868).
En este apartado se parte de una definición amplia, no exclusivamente pedagógica, que permita
concretar más adelante el concepto de evaluación que nos ocupará. De acuerdo con Stufflebeam
(2007:9) tomamos la que propuso el Joint Commettee:
Sin embargo será una de las definiciones descartadas la que nos sirva para discutir tres cuestiones
importantes. Se trata de la publicada por la UNESCO:
En segundo lugar, la definición original de la UNESCO reza: “evaluation is the systematic and
objective assessment”. El sustantivo assessment se utiliza a menudo en inglés como sinónimo de
evaluation pero tiene connotaciones muy diferentes (Hurteau, Houle y Mongiat, 2009), es por
ello que más arriba se ha traducido como calificación. Utilizar el término assessment para definir
la palabra evaluación implica un posicionamiento respecto al acto de evaluar, pues supone un
resultado alfanumérico y discreto (en lugar de un valor reflexivo o explicativo al que aludiría
enjuiciamiento en la definición del Joint Comette).
Así, el simple hecho de que, en los idiomas occidentales, un mismo vocablo cuente con semejante
campo semántico91 revela cuán común y profusa debe ser la actividad. A veces, elegir uno u otro
apenas matiza la acción (estimar vs. apreciar), otras señala actividades muy dispares en forma y
fondo (revisar vs. dictaminar). En buena lógica, la evaluación (como núcleo semántico) se adapta
89. Corominas y Pascual (1954-1957/1999, Vol. 2:831) y Vigésima segunda edición del Diccionario de la Real Academia
Española, Madrid 2001
90. “Concepción compartida y construida por las personas en su mutua interacción, utilizada como un recurso cotidiano
para interpretar el significado de los elementos en la vida social y cultural” (Seale, 2004:glosario)
91. En español: juzgar, apreciar, puntuar, comparar, valorar, revisar, seleccionar (Issacs, 1996:3) y también examinar,
estimar, chequear, diagnosticar, medir, observar, controlar, clasificar, cotejar, dictaminar, calibrar, etc.
107
a los ámbitos en que se desempeña con sinónimos que quizá desambiguan su función.
Decíamos que su empleo es profuso y esto es así hasta el punto de que la vida en sociedad
sería hoy impensable sin una evaluación frenética, quizá igualmente desapercibida92. Apuntan
Stufflebeam y Shinkfield que por ella se guían y dinamizan: escuelas, universidades, planes de
estudio, sí, pero también programas de investigación, sus conclusiones y teorías, bibliotecas, museos,
hospitales, médicos, programas de vacunación, de ayuda humanitaria y cooperación, tribunales,
abogados, jueces, proyectos de construcción, cadenas de producción industrial, servicios de
telecomunicaciones, servicios postales, agencias de gobierno y redes de transporte, códigos de
circulación, parques y servicios de recreo, cultivos agrícolas, explotaciones ganaderas, políticas de
medio ambiente, políticas de prevención y control, planes de defensa territorial, control de fronteras,
etc. Es necesario evaluar para controlar, para lograr “fiabilidad, eficacia, rentabilidad, eficiencia,
seguridad, cese de uso”(2007:4) también en asuntos tan mundanos como la altura de una silla, la
caducidad de un lata de sardinas o la llegada de un tren.
Sin embargo, no siempre ha sido así. El azar [chance] fue hasta 1800 “una mera palabra sin
significado —como mucho una noción vulgar que denotaba fortuna o incluso descontrol” (Hacking
1990:xiii), acepciones ambas que todavía conserva. A las doctrinas teleológicas en las que se
inscribía se les sumó un creciente determinismo cuando urgió predecir y estimar el resultado de
transacciones comerciales y operaciones dinerarias. Utilidad y valor habían ido siempre de la mano
pero ahora reforzarán su vínculo en el terreno económico —y, por otras razones, en el filosófico
donde culminarán con el utilitarismo— (ver González Jurado, 2003). “Con el desarrollo de la
producción y de las relaciones de producción los hombres comienzan a establecer nuevas y más
variadas relaciones entre sí, y sobre esta base surgen diferentes tipos de actividad valorativa: ética,
estética, religiosa, etc.” (ibíd.:4).
De este modo, la palabra riesgo tamizada por la evaluación, se empezó a utilizar a mediados de
siglo XVII para cuantificar probabilidades de acontecimientos en un periodo dado de tiempo. Aun
cuando eran estimaciones poco fiables, estaban manejando los aconteceres de un modo distinto:
ya no se trataba de que “algo fuera a ocurrir, sino de que algo podía ocurrir” (Reith 2004:389). Esta
voluntad humana por tomar el control no tardaría en hacerse más evidente. A finales de S XVIII
el mundo quedó explicado de nuevo, esta vez en términos de causalidad, normalidad y excepción.
Pero provisionalmente.
92. El pensar no puede aislarse de otras actividades psíquicas, en particular de la valoración (ver McCracken, 1950). Algo
que sería ampliable a la semiosis que nos relaciona con la realidad por la interpretación (ver, por ejemplo, Eco, 1973)
108
Apenas se empezaba a celebrar la victoria intelectual cuando un cuerpo microscópico se encargó
de recordarnos que el azar es anterior a los dados93. El físico alemán Werner Heisenberg formuló
en 1927 las relaciones agrupadas en el principio de incertidumbre o Unbestimmheitsprinzip.
De acuerdo con dicho principio, resultaba imposible mesurar la posición y la velocidad de una
partícula, un hallazgo del que se derivaron otros dos: la imposibilidad de medir con precisión
estados presentes y la de predecir con exactitud acontecimientos futuros (Ferrater y Mora 1964,Vol.
1:923-925). La evaluación fiable queda en entredicho. Y este fue solamente el principio de una
serie de constataciones en la misma línea —mecánica cuántica, teoría del caos, relatividad— que
pronto rebasaron el ámbito de la física. Cada prefijo que hemos añadido a la modernidad (post,
tardo, hiper) nos ha dejado más cerca de un presente escurridizo y un futuro insondable: “Cuanto
más conocimiento acumulamos, menos certezas tenemos” (Reith 2004:394). A la vez que nuestra
actividad socioeconómica, obsesionada por el control, nos ha convertido en el mayor productor
de nuevos riesgos e incertidumbres —y en su consumidor—94.
Algunas de ellas se omiten en la definición del Joint Cometee que se ha elegido como punto de
partida pero se incluyen en la caracterización de evaluación utilitaria95 que ofrece González Jurado:
93. En 1897, la revista Cosmopolis publicó Un coup de dés jamais n’abolira le hasard (Una tirada de dados nunca abolirá el
azar), poema de Stéphane Mallarmé al que alude Hacking (1990:215). Se incluye en Stéphane Mallarmé. Poesía (2007).
Buenos Aires: Leviatán
94. Son numerosos los autores que relacionan este con otros temas centrales para las humanidades y las ciencias sociales.
El cuerpo teórico constituye en algunos casos auténticos modelos interpretativos del mundo contemporáneo: sociedad
del riesgo (Beck 1986, 1998, 2007; Luhmann 1990, 1991,1998), perspectiva sistémica y compleja (Morin 1977, 1980, 1982,
1986, 1994), modernidad líquida (Bauman 2000, 2005, 2006) o hipermodernidad (Lipovetsky y Serroy 2010), entre otros
95. Tal como la entiende la autora, diferente a la que se emplearía en valoraciones de carácter ético o estético (para estas
últimas ver Ferrater Mora, 1941/1954,Vol.2: 512 y 867-872)
109
110
3.9. Evaluación en la docencia
Tal como explica Gimeno Sacristán —cuya obra (1996) nos servirá para hilvanar las próximas
secciones—existe una necesidad social e institucional, anterior a la estrictamente docente, que la
función evaluativa debe satisfacer. “En los manuales clásicos de didáctica general, que se ocupan
de ordenar los problemas relevantes de la enseñanza, hasta prácticamente 1970 el tema de la
evaluación pasa bastante inadvertido” en la práctica se trataba de realizar exámenes para poder
medir a los alumnos. Es el trabajo de investigación y teórico que se ha venido realizando desde aquel
entonces (ver Pág. 26-27) el que ha convertido la evaluación en la fase final de un ciclo educativo
“razonablemente planificado, desarrollado y analizado” (ibíd.:335)
Al igual que ocurre con el estilo docente (ver Pág. 74-75) todos los profesores tienen un estilo
de evaluación. También en este caso, queda inscrito en un sistema académico común que entiende
la educación como un proceso lineal, que parte de unos objetivos y cuyo fin sería alcanzarlos. Se
trata por tanto de un proceso orientado97, instrumental (Martínez y Gros, 1987:14) que necesita
ser verificado, que demanda evaluación.
96. Para una introducción a lo que se ha denominado evaluación de la enseñanza ver Cano (1998)
97. “El concepto de educación deriva del latín duco, es decir ‘guiar desde el frente’ [...] educar hace referencia pues, al acto
de acompañar a una persona, “ir delante mostrando el camino” (Ballano, 2009:162). Por otra parte: “Docencia: práctica y
ejercicio del docente”; “Docente: Que enseña”; y “Enseñar: indicar, dar señas de algo” —Del latín vulgar insignare, señalar—
(Vigésima segunda edición DRAE, 2001)
111
3.9.2. Transformaciones de la práctica
Las primeras evaluaciones de las que se tiene constancia impregnan su concepción actual. Es
en la universidad medieval “donde cristaliza primeramente como práctica educativa (la disputatio:
exposición y debate de un alumno con sus profesores)” (ibíd.:337): Posteriormente se empleará la
escritura para la demostración constante del aprendizaje, en consonancia con el carácter competitivo
propio de la enseñanza jesuítica y “como una de las espinas dorsales del sistema didáctico que
tendrá una fuerte impronta en los métodos pedagógicos modernos” (ibíd.). En la medida en que se
universaliza la educación, el maestro va perdiendo la posibilidad de sostener una relación continua
y personal con el estudiante y así se extiende la práctica de la evaluación, como acicate para este y
sistema de control para aquel.
La aparente similitud de estas prácticas primerizas con las actuales apuntaría a que la posterior
sofisticación de teorías, metodologías y técnicas asociadas a la evaluación no han conseguido
emanciparla de “otras políticas y de otras ideas: selección, jerarquización, control de conducta,
etc.” (ibíd.).
La calificación del rendimiento individual fue la que se observó hasta principios de siglo XX.
Permite decidir si se aprueba las distintas partes o el conjunto de una asignatura. Se considera que el
profesor es la autoridad experta y competente para sancionar y la evaluación se expresa con la cifra
que este considera más adecuada dentro de la gradación posible. Empleando la misma mecánica
se superan o no un curso, un ciclo formativo y la suma de estos. “Es preciso reconocer, frente a
declaraciones de intención y pretensiones de cientificidad diversa, que los profesores realizan la
evaluación sin grandes complicaciones de planteamiento, de elaboración de pruebas o sofisticadas
formas de puntuar”.
Esta práctica evaluativa queda inicialmente sintetizada en la obra de Tyler (1949) se fundamenta
en supuestos curriculares y responde a una visión conductista del aprendizaje. La educación se
debe traducir en cambios de conducta observables “por medio de técnicas objetivas de evaluación”.
98. Se ha puesto título a cada una de las transformaciones propuestas por el autor. Cuando no se indica lo contrario
durante su descripción, los textos entrecomillados se localizan en Gimeno Sacristán, 1996:338-343
112
Así, “la evaluación tiene por objeto descubrir hasta qué punto las experiencias de aprendizaje,
tales como se las proyectó, producen realmente los resultados apetecidos [...] debe juzgar la
conducta de los alumnos, ya que la modificación de las pautas de conducta es precisamente uno de
los fines que la educación persigue” (Tyler, 1949/1986:108-109) y “ todo testimonio válido acerca de
las pautas que procuran los objetivos de la educación constituye un método idóneo de evaluación”
(ibíd.:110).
Las exigencias metodológicas del conductismo restaban tiempo y espacio para poder contactar
con y atender a los alumnos. De alguna forma homogeneizaba un fenómeno heterogéneo, con
particularidades individuales relevantes, tanto para la pedagogía como para la evaluación. Por otra
parte la formulación teórica no tenía fácil traslación a la práctica y la supuesta objetividad de juicio
quedaba supeditada a la subjetividad en la formulación de objetivos curriculares.
A raíz de que todos estos cambios confluyen, Gimeno Sacristán propone una definición para la
práctica evaluativa que se deriva. Dada su similitud, y atendiendo a la condición referencial de la
segunda, quizá sea más adecuado citar la de Stufflebeam et al.:
Los métodos y técnicas para llevarla a término, son múltiples y en ocasiones se complementan
(ver Elton y Johnston, 2002), siempre, claro está, en la medida en que se disponga de la capacitación
y el tiempo necesarios para emplearlos.
113
Sea como sea, se amplia la idea de evaluación —numérica, puntual, aislada— a la de valoración,
“en el sentido de que implica no sólo la identificación del grado en el que un estudiante posee
un cierto rasgo o el nivel en el que su conducta se ha modificado, sino que también se valora
la adecuación de los resultados obtenidos a los criterios u objetivos deseables”. Valores e ideales
educativos pasan a ser la referencia para la decisión, que por contraposición a los principios
positivistas se entiende como imperfecta e imposible de objetivar en ninguna de sus facetas. Por
otra parte, manejar valores e ideales aproxima la cuestión de la evaluación al terreno de la ética.
Pasar de una valoración más o menos extensa y detallada, atenta a las muchas facetas docentes
que se pueden observar en ella, a una cifra entre 0 y 1099, es una simplificación. Propia de cualquier
veredicto. Incluso si —excepcionalmente— la nota se acompaña de un informe o una breve
explicación o justificación, ya sea escrita u oral: ¿Qué queda fuera de esa evaluación? ¿Es válida
para el profesor? ¿Es válida para el alumno? Como quiera que sea parece conveniente asumir que,
además de imperfecta y no objetivable, la evaluación, tras este proceso de simplificación, se convierte
también en incompleta.
No obstante, tal como apunta Gimeno Sacristán, “todo lo que entra dentro de lo que se denomina
evaluación informal juega un importante papel en los procesos de enseñanza y en la recolección
de informaciones que acabarán proyectándose en la evaluación formalmente realizada y plasmada
en calificaciones” (1996:344). El autor se refiere a “observaciones y apreciaciones obtenidas de
forma natural en el transcurso de la interacción en la clase” (ibíd.), que en el caso de los talleres o
materias aplicadas son habituales, rara vez expresadas verbalmente y configuradoras de una especie
de evaluación continua, esté o no sistematizada.
En este sentido interesa destacar el debate entre Cronbach100 (1963) y Scriven (1967) acerca
de la distinción entre dos tipos de evaluación, ya corrientes en aquel momento: la sumativa y la
formativa, por las que, respectivamente, apostaban. La discusión de fondo (métodos cuantitativos
vs. cualitativos) provoco una escisión aún patente que se acostumbra a zanjar (ver Hattie 2003:7)
como lo hiciera el propio Scriven (1967:43): una no es más valiosa que otra, sencillamente se trata
de elegir cuando es más adecuado utilizarlas. El hecho es que una es prescriptiva y otra facultativa,
pero a través de diferentes recursos, y en función del objetivo y del tiempo de retroalimentación
del que se disponga o se destine, tendrán una función u otra (ver Hattie y Timperley, 2007; Clarke,
Timperley y Hattie, 2003; Hattie, 2003). A raíz de esta disyuntiva, que podríamos resumir en
calificar vs. valorar —o mejor: calificar y valorar— nace una propuesta que reenfoca la cuestión
al enlazarla con la necesidad de dar prioridad a lo que hace el alumno en lugar de a lo que hace el
profesor (ver Pág. 75 y Morales, 2008). Brown lo expone así:
99. Valga también un porcentaje, un valor alfanumérico, una palabra o cualquier otro artefacto fácilmente trasladable y
publicable. Posiblemente Foucault convendría en que “la mentalidad dominante de control deriva en que la evaluación
de los alumnos se realiza cada vez más con el fin de expresarse hacia fuera de la relación pedagógica” (Gimeno Sacristán,
1996:344)
De manera sucinta, se trata de tomar por un lado la necesidad de extraer un resultado y por otro
el interés que la propia evaluación despierta en el estudiante (¿Cómo me van a evaluar? ¿Qué tengo
que hacer? y a menudo ¿Qué tengo que hacer para aprobar?)101 y convertir el contenido y método
de evaluación en el eje alrededor del cual pivotará todo el currículum de la materia que se imparte.
Si la evaluación docente, como cualquier otro tipo de valoración, incluye el acto de comparar es
interesante ver cuál es la referencia que se toma. Esta puede ser de dos tipos (adaptado de McDonald
et alt. 1995/2000:41-72):
b) Heteroreferencia
Recuperamos en este punto los planteamientos de Biggs y Tang (1999/2007) que se han
expuesto en la Pág. 74-75 y que conducen a la convergencia con lo que Biggs había denominado
anteriormente alineación constructiva (1996). Recordemos los tres componentes que pone en línea
dicho sistema: (1) lo que el estudiante debe aprender (2) la enseñanza para involucrar al estudiante
en lo que debe aprender y (3) la evaluación sobre cuán bien lo ha aprendido.
101. “Para el profesor la evaluación sumativa está al final de la secuencia de eventos que ocurren durante la enseñanza-
aprendizaje, pero para el estudiante está al principio” (Biggs y Tang, 1999/2007:169)
115
comprender... lo que ya se sabe.” (Asinsten, 2006:7).
Si “fuera de las instituciones educativas la evaluación criterial [standard model] se asume siempre
que alguien enseña algo a otra persona” (Biggs y Tang 1999/2007:177) ¿Por qué no trasladar esta
lógica a la Academia, para evaluar no cuánto se sabe sino cuán bien se sabe? Para ello proponen
emplear la taxonomía SOLO102 que Biggs y Collins habían desarrollado con anterioridad (1982),
un modelo que puede adaptarse a contenidos particulares (ver Fig.7) y enriquecerse con otras
taxonomías como la de Bloom (1956) o sus revisiones (ver Anderson y Krathwohl, 2000).
La cuestión entonces sería (1) definir claramente que resultado se intenta obtener con la
enseñanza (2) planear actividades de aprendizaje basadas en los conocimientos previos que, a
través de la conceptualización, puedan recrearse en nuevos escenarios, y (3) diseñar un criterio de
evaluación que garantice el retorno (feedback) al estudiante, es decir, una evaluación netamente
formativa que mantenga en primer plano lo que hace al alumno (Biggs y Tang, 1999/2007:163).
Objetivos curriculares
Expresados como verbos que los
estudiantes deben conjugar [enact]
Actividades de A Actividades de
aprendizaje- La mejor comprensión que evaluación
-enseñanza razonablemente cabría esperar:
Verbos como hipotetizar, aplicar a
Diseñadas para dominios “alejados”, Evaluar cuán bien
incentivar actos que generar, relacionar con principios, etc. actúan los sujetos,
se indican mediante indicado mediante
verbos. B verbos dentro del
Compresión altamente satisfactoria: contexto pertinente
Verbos como explicar, resolver,
Las actividades comprender ideas principales,
pueden ser: analizar, comparar, etc. El nivel más alto de
- Controladas respuesta,
por el profesor claramente
- Controiladas C manifestado, se
por iguales Aprendizaje bastante satisfactorio convierte en la
- Autocontroladas a nivel declarativo: calificación final
según encajen mejor Verbos como elaborar, clasificar, (A, B, C o D)
con el contexto abarcar tópicos de a a n, etc.
D
Comprensión a un nivel que puede
otorgar el aprobado:
Verbos de nivel bajo. También
inadecuados pero salvables intentos de
alcanzar niveles más altos.
102. Structure of the Observed Learning Outcome, también conocido por sus siglas en español como EROA, Estructura del
Resultado de Aprendizaje Observado.
116
3.9.5. Condición y orientación de los instrumentos
A fin de contar con el rigor académico pertinente los instrumentos de evaluación deberían
reunir una serie de requisitos. Tal como los enumera Camilloni (1998: 68-76)103:
Además de cumplir con los requisitos de verificación, la evaluación puede definirse al observar
qué se evalúa, cuándo se evalúa y quién evalúa. Como hemos visto en la Pág. 109, estas tres
orientaciones corresponderían respectivamente al objeto, momento y evaluador.
117
Ketele (1984:29-32) diferencia entre instrumentos de evaluación pertinentes para valorar el
proceso — portafolios, entrevistas, observaciones documentadas, registros de aprendizaje diarios,
autoevaluación, informes de entrevistas sobre proyectos, productos/muestras realizados y la
expresión o el pensar en voz alta del propio alumno— e instrumentos para valorar el resultado/
producto —pruebas de ensayo con respuesta abierta o cerrada, los proyectos, las carpetas de trabajos,
muestras, investigaciones, productos de expresión artística y test estandarizados múltiple choice—104.
En la misma línea destaca el modelo CIPP— Context, Input, Process, Product— de Stufflebeam
(2003) que abarca las distintas orientaciones y sobre el que se profundizará más adelante.
Ketele (ibíd.) establece también dos grupos según los momentos en que se evalúa. Así la
“evaluación clásica puntual empírica” (ibíd.:31) tendería a ubicarse al terminar el proceso de
enseñanza-aprendizaje, a modo de prueba final —exámenes escritos u orales—es común que en
ellas no estén “establecidos claramente los criterios de evaluación” (ibíd.) o cuando menos, que estos
no sean explícitos. Por otra parte la evaluación que se desempeña durante el proceso de formación
—conocida como evaluación continua— acostumbra a emplear instrumentos que permitan una
“observación libre, sistemática y provocada” (ibíd.) Si bien Ketele no los menciona existen un tipo
de evaluaciones que se realizan al inicio del proceso y que darían cuenta del estado inicial en los
aspectos que interese conocer para comprender la capacitación previa individuo, del grupo o su
grado de heterogeneidad —según se trate de conocer la competencia performativa o dinámica
serían más convenientes los instrumentos mencionados para producto o proceso—.
Se han propuesto vías para aminorar las carencias en la evaluación asociadas al sistema educativo
tradicional, entre ellas las observadas desde el aprendizaje cooperativo (ver Garcia, Traver y
Candela, 2001). Estos y otros autores (Barr y Tagg, 1995; Morales, 2008) comparten lo dicho en la
Pág. 77: el profesor debería tender puentes para proporcionar ayuda a los estudiante y saber cuándo
levarlos para que adquieran autonomía en su aprendizaje. En este sentido se entiende que en última
instancia la evaluación es responsabilidad del docente, pero eso no significa que le pertenezca y aún
menos que su utilidad le sea exclusiva. Así se promueve el desplazamiento intencionado y formativo
de dicha responsabilidad por medio de prácticas internas habituales como la autoevaluación o la
evaluación entre iguales y la evaluación externa (desempeñada por actores de otros grupos, de
otros centros o de entidades no docentes). Todas ellas disponen los instrumentos en función de
quién evalúa, y cambiando la estructura de poder se orientan cuatro cambios relacionados: el rol del
profesor, el rol del estudiante, la función del contenido y la función de la evaluación (Weimer, 2002).
104. Destaca en este aspecto la necesidad de evaluar por competencias, motivada en gran medida por la adaptación al
118 EEES, que podría ubicarse en este grupo (ver: Barberá, 2003; Tena, 2009; EvalTrends, 2011)
119
120
3.10. Evaluación de la creatividad
Si en el ámbito de la docencia el apriorismo era ¿Se puede enseñar creatividad? aquí es otro: ¿Se
puede medir la creatividad? La respuesta provisional que se acepta para la primera pregunta es que
podemos enseñar a comprenderla y a desarrollarla (ver Pág. 91). Partiendo de esta premisa quizá
se pueda evaluar su comprensión y su grado de desarrollo. Pero incluso reconduciéndolo a esta
magnitud, la evaluación de la creatividad se presenta como una tarea problemática, y así lo advierte
prácticamente cualquier trabajo relacionado con la cuestión105 . Los motivos de esta dificultad
enlazan con los que se han tratado en apartados anteriores.
De esta suma quizá resulta: que se niegue la posibilidad de acotar ni medir la creatividad
(Callahan, 1991; Khatena, 1982); que se dediquen muchos menos esfuerzos a su evaluación que a
otras facetas (Martínez Pestaña, 2004:245); que se constate una importante heterogeneidad entre los
estudios realizados (Hocevar, Bachelor, 1989); y que estos se caractericen por una frecuente falta de
rigor en metodologías, técnicas y resultados (O’Neil, Abedi y Spielberg, 1994:248-249). Todo ello
en contraste, una vez más, con la supuesta centralidad del valor creativo en la educación (genérica
y aplicada) y en tantos otros ámbitos no docentes que estiman su presencia (ver Pág. 91-92) pero
descuidan su evaluación.
105. Ver, como ejemplo: Abedi y Spielberg, 1994:248; Marín, 1995:171; O’Neil, Houtz y Krug, 1995: 269-270; Plucker y
Runco, 1998:36; Corbalán et al., 2002: 33; Treffinger et al., 2002:x; Martínez Zaragoza, 2003:73; Cowdroy y Graaff, 2005:507
121
3.10.1. Objetivos y funciones
Además de en los ámbitos de docencia, desde educación primaria hasta superior —descritos en
las páginas 91 a 95— para los que la creatividad es un contenido curricular más o menos explícito, la
evaluación de la creatividad tiene lugar especialmente en los ámbitos de las ciencias empresariales,
las económicas, la psicología y la sociología. El objetivo en el primer grupo es pedagógico; en
el segundo de indicación de crecimiento/innovación, y de colección científica o antropológica.
Las metas de los estudios son, entre otras, valorar aspectos del proceso creativo; rasgos de las
personas creativas; cualidades de los productos creativos; y factores del entono que conducen a
una performance creativa. Más adelante se organizarán aproximaciones y herramientas por sus
objetivos, este subapartado se concentra en aquello que mueve a evaluar la creatividad y a la función
que cumplen dichas evaluaciones.
Como es razonable que ocurra en cualquier evaluación rigurosa, parece existir consenso en
la necesidad de fijar con qué objetivo se mide la creatividad (OECD/JRC, 2008:20). Por lo que
respecta a la docencia podría existir la voluntad de medir progreso —desarrollo de la capacidad
creativa— y por tanto estaríamos hablando de una evaluación casi siempre autoreferenciada en los
propios individuos (enfocada así permitiría alinear objetivos, proceso educativo y evaluación, tal
como lo plantean Biggs y Tang). Por otra parte, al igual que la evaluación de la inteligencia, permite
tanto establecer los valores referenciales de partida como clasificar o seleccionar al colectivo y a sus
individuos (evaluaciones iniciales heteroreferenciadas).
Vemos que la creatividad se evalúa para diferentes fines. Sin embargo podríamos decir que todos
son de carácter socio-económico. O cultural, pero enfocados también a cierta idea de progreso o
innovación que desvelaría un interés de nuevo socio-económico. Incluso en la evaluación de la
creatividad artística, si aceptamos que se produce dentro de una industria cultural o de un sistema
de enseñanza orientado al mundo laboral/comercial.
Como se ha visto en las Págs. 26 y 68, el ánimo inicial de la psicometría no fue otro y las
herramientas que creó todavía siguen utilizándose y sofisticándose. Guilford, en 1950, al abogar
por el estudio y la medición de la creatividad, se preguntaba: “¿Por qué no producimos un
número mayor de genios creativos, en el marco de la supuestamente ilustrada y moderna práctica
educativa?” (1950:444). Parece que esta inquietud productiva sigue viva cuando se alerta de que “los
sistemas educativos no proveen a los jóvenes de las herramientas adecuadas para una economía
basada en el conocimiento” (Villalba 2009:5). Esta última frase se recoge en la introducción al
libro de ponencias y comunicaciones de la conferencia internacional que tuvo por lema ¿Puede
medirse la creatividad? (Villalba, 2009). Organizada por la UE coincidiendo con el Año Europeo
de la Creatividad y la Innovación106, los tópicos de la conferencia son diversos y ambiciosos: medir
122
la creatividad científica (Stierna, 2009), crear un índice de creatividad/innovación para Europa
(Kern, 2009; Hollanders, 2009); relacionar la clase creativa y el crecimiento económico regional
(Boschma, 2009) y una jornada de sesiones destinada a la medición de la creatividad individual107
con aportaciones de Todd Lubart, Mark Runco y David Cropley, entre otros. Este repentino interés
de la UE por la evaluación de la creatividad se explica al leer el comunicado que emitía la propia
unión un año atrás: “Europa necesita potenciar su capacidad en creatividad e innovación tanto por
razones sociales como económicas”. (EC, 2008:2)
Destaca este tipo de evaluación cuyo objetivo es medir la creatividad de colectivos y zonas
geográficas. Posiblemente el promotor de esta idea —heredada de aproximaciones ecológicas al
estudio de la creatividad— sea Florida (2002, 2004) quien mantiene que el éxito económico de los
centros urbanos se asocia al monto de personas creativas que son capaces de atraer. Su estudio se
extiende a la creación de índices creativos basados en las 3 Ts: Tecnología —índice de innovación,
índice de alta tecnología—, Tolerancia — literalmente: índice de gays, índice de bohemios, índice
de inmigrantes— y Talento —índice de personas que integran la clase creativa—. De hecho la
creatividad como nueva fuente de la riqueza ha sido insistentemente postulada por Florida (ibíd.)
y sus índices permitirían categorizar no ya a las personas si no también a las ciudades, a los países e
incluso a los continentes. En 2009 se celebró en Madrid el I Congreso de Ciudades Creativas108 y, en
la misma línea de evaluación geográfica y grupal, se encuentra el proyecto de tres estados de EUA
—Oklahoma, California, Massachusetts— para acordar índices con los que evaluar la creatividad
conjunta de sus estudiantes (ver Robelen, 2012).
Dejando a un lado el tipo de fines que mueven a la evaluación, en el propio acto de evaluar
sistemáticamente, en el proceso y en la aparición de resultados también se detectan otras funciones
—ya programadas, ya espontáneas— que podrían incidir positivamente en evaluadores, evaluados
y en las herramientas desarrolladas a tal efecto. De acuerdo con Vega y Ventosa (1993:149-151) se
podrían ampliar a:
123
c) Función adaptativa o retroalimentadora: la información que se desprende,
la observación de las mecánicas, la dialógica que provoca conduciría a “una
adaptación dinámica constante” de la evaluación –metodológicamente– en vistas
a la consolidación, corrección o eliminación de sus diferentes elementos y estadios
(ibíd.:150)
Tal como explica Villalba (2008:19-21), Haensly y Torrance (1990) identificaron más de 200
instrumentos para la medición de diferentes aspectos de la creatividad. Por su parte, Hocevar y
Bachelor (1989:53-58) revisaron la medición de la creatividad y agruparon las herramientas en
9 categorías: pruebas de pensamiento divergente; inventarios de la actitud e interés; inventarios
de personalidad; inventarios biográficos; clasificaciones realizadas por profesores, compañeros
y supervisores; juicio sobre productos; eminencia —en el sentido de excelencia creativa—;
autoevaluación o autoinformes de actividades y logros creativos; y una última categoría en la que
incluían el resto. Houtz y Krug (1995) inspeccionaron de nuevo la especialidad y utilizaron la
clasificación de Hocevar (1981), para agruparlos. En estas organizaciones se detectan también
dificultades ya que se centran en las características/mecánicas de las herramientas y como hemos
visto la finalidad de una evaluación es determinante. Quizá sea más práctico aquí emplear esta
última lógica para distinguirlos.
124
De acuerdo con Treffinger et al. (2002:x) se tiende a englobar las herramientas en dos categorías,
que —en parte— concuerdan con las de metodologías cuantitativas y cualitativas. Sin embargo,
también se observa que la tendencia contemporánea a investigar la creatividad desde la convergencia
disciplinaria y a aceptarla como un fenómeno polifacético (ver Págs. 35-37) se ha reflejado en su
evaluación, concretamente en su hibridación metodológica y técnica, y en la necesidad de recolectar
datos sobre más de un aspecto involucrado en el proceso creativo (ver Hennessey y Amabile,
1988:235 y Villalba 2008:17).
Con las salvedades expuestas, los recursos se podrían agrupar en aquellos (1) destinados a
mesurar, que proporcionan coeficientes aptos para tratarse estadísticamente, y (2) aquellos
destinados a evaluar, a “hacer inventario” de las capacidades, a organizarlas y sintetizarlas de forma
comprensible (Ver Treffinger et al., 2002:x)
Catalogar los tests desarrollados es una tarea ardua, tal como demuestran la exhaustiva relación
que publicaron Kaltsounis y Honeywell (1980) o los más de 255 instrumentos que identificaron
Torrance y Goff (1990). Asumiendo que la relación no es completa sino orientativa, en este apartado
se dará cuenta de los más relevantes para la docencia, y remitimos al detallado trabajo de Marín
(1995:77-131) donde se analizan primero los de autores americanos109:
b) Test de Torrance: conocido como Torrance Test of Creative Thought y por sus
siglas como TTCT, fue registrado en 1966 y se ha revisado y modificado en cuatro
ocasiones, en 1974, 1984, 1990, y 1998. Se inspira en el trabajo de Guilford pero
en sus primeras versiones reduce el amplio abanico de aquel a cuatro factores de
observación: “Fluidez (cantidad de respuestas); Flexibilidad (número de categorías
utilizadas); [...] Originalidad (puntúan las respuestas estadísticamente infrecuentes)”
y en los test gráficos la Elaboración (se valora el detalle que enriquezca el acabado)
(Marín, 1995:91). Además Torrance fue el autor, en 1966, de los populares tests
Thinking Creativily with Words (TCW) y de un cuestionario sobre producto creativo
que consta de 100 ítems. La puntuación del TTC, por sujeto y formulario, se realiza en
109. Ver también la descripción de 72 herramientas (donde se incluyen varias de las citadas por Marín) que ofrece el
Center of Creative Learning. De allí se han obtenido algunos detalles técnicos y procedimentales que se mencionan
en la explicación de las pruebas. Consultado el 2-8-2010 en: http://www.creativelearning.com/creative-problem-
solving/3/42-assessing-creativity-index.html
125
aproximadamente 20 minutos110. Aunque su uso es habitual en todo tipo de muestras
quizá sería importante recordar que inicialmente fue diseñado para niños de primaria
f) Test de Getzels y Jackson. Integrado por cinco pruebas: asociación de palabras; uso
de objetos; figuras ocultas; fábulas; y construcción de problemas
h) Test del Mosaico de Barron: se muestran cuadrados de distintos colores para que
el evaluado componga con ellos mosaicos en los que se refleje gusto y personalidad.
El autor también ha diseñado un cuestionario para valorar la independencia de juicio
respecto al grupo
j) Test de Juicio estético sobre dibujos. Se engloban aquí los de varios autores, entre
ellos: Graves, Horn, o Meyer y Lewerenz
Entre los desarrollados por autores españoles, Marín (ibíd., 98-125) destaca los siguientes :
Test de Martínez Beltrán (inspirado en el TTC y destinado a medir exclusivamente la fluidez y la
flexibilidad); Test de creatividad escolar de Fernández Pózar (integrado por seis pruebas que adaptan
varias de las vistas en la enumeración anterior); Tests de Rivas Martínez (Test de Asociaciones
Raras o TAR —inspirado en el RAT de Mendick— y el Test de Viñetas o TdV) Prueba de Ricardo
Marín (creada por el propio autor de la enumeración y basado en el trabajo de Torrance, consta de
pruebas verbales y gráficas); Test de Aptitudes Mentales Diferenciales de García Yagüe; Test MPS de
Pelechano; Test de consecuencias de Fortéa; y TAEC de Saturnino de la Torre.
110. La evaluación de un programa de desarrollo de la creatividad, en la que se utilizó el TTCT como herramienta, se
puede ver en Prieto et al., 2002
126
A la enumeración de Marín se debe añadir la herramienta desarrollada desde finales de siglo XX
por Corbalán, Martínez Zaragoza, Donolo, Monreal, Tejerina y Limiñana. Juntos han gestado el Test
CREA, “un instrumento para la medida de la creatividad a través de un indicador cognitivo” que,
entre otras, se probó con una muestra de 2.223 sujetos pertenecientes tanto a población española
como argentina, un número sustancialmente superior al de los muestreos habituales (Martínez
Zaragoza, 2003:71). “La manera en que el test CREA aspira a poder apreciar la capacidad creativa
de un sujeto en relación a otros, [... es] proponiendo la evaluación de una tarea que parece más
bien actuar como precursor de la creatividad [...] la elaboración de preguntas sobre un estímulo
determinado” (Corbalán y Limiñana, 2010:201). El manual de la herramienta (Corbalán et al.,
2003) constituye también una interesante introducción a la historia, al estudio de la creatividad y
a las métodos para su evaluación.
a) Las personas creativas tienden a mostrar un CI más alto que la media, en general
por encima de 120
Hayes reflexiona acerca de este tema desde un prisma procedimental —aludiendo a las
trayectorias y oportunidades de los sujetos— que pondría en jaque muchos estudios comparativos
entre CI y CC. Tal como lo formuló en su Teoría de la Calificación:
Hayes no está solo, las voces contrarias a los estudios psicométricos son muchas y generalmente
basadas en argumentos antipositivistas. Sternberg et al. (2005:355) enumeran ventajas e
inconvenientes tradicionalmente asociados a los tests para evaluar la creatividad. A su favor tienen
que “facilitan la investigación, proveyendo un aparato sintético, fácil de administrar, puntuable
objetivamente” y trasladable a la cotidianeidad. En contra se los considera excesivamente puntuales
respecto a un ejercicio mucho más extenso que podría dar mejor cuenta del potencial creativo del
127
sujeto; y, por otra parte: “ninguna puntuación en fluidez, flexibilidad, originalidad o elaboración
puede capturar el concepto de la creatividad” (ibíd.). Este defecto alude al debate en que sigue
enzarzada la disciplina sobre la propia definición del fenómeno y el criterio por el cuál se podría
afirmar que algo o alguien es creativo, así, basarse en la rareza estadística de una respuesta sería
sólo una de las muchas posibilidades para discernir.
En la creación y el uso de los tests se centran también buena parte de las críticas. Cuando los
tests posibilitan respuestas abiertas el mejor método para evaluarlas sería el interjuicio experto,
pero esto significa basar la decisión en diferentes instancias subjetivas: un criterio para elegir al
jurado, el criterio del jurado al valorar las respuestas y, de nuevo, las teorías implícitas sobre lo
que es o no es creativo. Con todo ello el margen de error en la medición puede incrementarse
notablemente (O’Neil, Abedi y Spielberg, 1994:248). El próximo punto se ocupa de este asunto, pero
a las críticas señaladas hasta aquí se sumarían las dudas asociadas a que: exista una restricción en
el rango de puntuaciones, al nivel de dificultad del vocabulario en las instrucciones que da el test
a los evaluados, a los diferentes grados de motivación entre los individuos que completan el test, y
a la sustancial heterogeneidad en el bagaje cultural de los mismos (Michael y Wright, 1989:33-40)
Con los matices indicados anteriormente, las evaluaciones destinadas a hacer inventario tienen
una voluntad explicativa, pretenden reflejar cómo es la creatividad o el producto creativo más que
cuánto se ha creado o cuánto vale la creación. Si se trata de describir y observar cualidades será
necesario detectarlas en aquello que se observa y, como se ha apuntado en el apartado anterior,
esto nos conduce a otra de las preguntas clave para la evaluación de la creatividad: ¿cuál debe ser
el criterio de evaluación? (Siddiqui, 2008:231).
111. Cuando no se indica lo contrario en la enumeración, los textos entrecomillados se localizan en este fragmento. Ver
también Miles y Huberman (1994) para el análisis de datos cualitativos
112. Para una introducción al pensamiento deductivo e inductivo ver Sebeok y Umiker-Sebeok, 1979/1980
128
d) Experiencia: como aproximación fenomenológica se interesa por comprender
aquello que se estudia en el marco de referencia que le es propio, “experimentar la
realidad tal como otros la experimentan”
El proceder cualitativo parece encajar bien con las necesidades del diagnostico en creatividad
(ver Chahuán-Jiménez 190-191). Una perspectiva holística es adecuada para un fenómeno
multifacético, la apertura puede contribuir a desmitificar la creatividad y atributos como
comprensión y relevancia podrían albergar las múltiples expresiones del fenómeno. Sin duda,
otro de los argumentos favorables se encuentra en su versatilidad metodológica si “la compleja y
multidimensional naturaleza de la creatividad no puede ser capturada con eficacia y comprehensión
por un sólo instrumento o proceder analítico” (Treffinger et al., 2002:xi).
Una evaluación coherente con este principio quizá deba ampararse en más de un recurso, y
recopilar datos cualitativos y cuantitativos. Así, es habitual —en la evaluación de la creatividad,
como en otros ámbitos de las ciencias sociales— complementar unos y otros. “Por ejemplo pre- y
post-test pueden ser utilizados como parte del diseño de evaluación [cualitativa]” (ibíd.) y de la
misma manera una observación cualitativa parece casi imprescindible para elegir y definir los
parámetros/conceptos/indicadores por los que se puntuará o clasificará a los evaluados en un test.
Por otra parte, como hemos visto, en la evaluación pedagógica esta convergencia se hace evidente
al traducir la evaluación (sea del tipo que sea) en un valor alfanumérico, en una letra, una cifra,
una palabra que exprese la creatividad del sujeto. Un reto o una utopía, según se mire, pero una
obligación, se mire como se mire.
129
Balchin (2005) presenta una experiencia concreta que ilustra la hibridación que se viene
mencionando. Dentro del área metropolitana de Londres, se solicitó a quince profesores (jefes
de departamento de Diseño y Tecnología en educación secundaria) que seleccionaran productos
elaborados por los estudiantes. Eligieron siete a los que el propio Balchin añadió tres más. Se
dio a los profesores 30 minutos para examinar cada uno de ellos, después en grupos reducidos
se evaluaron siguiendo el criterio definido en la herramienta CFP. Esta herramienta cuenta con
siete indicadores (destilados de un exhaustivo listado de cualidades por la investigación sobre
producto y diversas pruebas piloto) que deben puntuarse del 0 al 12 y que atañen al concepto
creativo (singularidad; asociación de ideas; grado de riesgo; potencial) y a la calidad del producto
acabado (manejabilidad; elaboración; y atractivo). “Sin embargo, los números no son críticos para
este ejercicio, debido a que el evaluador tendrá su propia escala de juicio y marcos de referencia. Las
puntuaciones por lo tanto, no tienen ningún significado como números, sino que sólo ayudan al
evaluador a familiarizarse con los criterios; y reflejan la manera en que los procesos individuales de
pensamiento se puede modificar al magnificar la atención sobre el proceso creativo” (ibíd.:3). Los 6
grupos en los que se dividió a los profesores mostraron un consenso en su valoración de 83,3%. sin
embargo, también se apreció que cuanto más singular es el producto más disminuye la capacidad
de los grupos para ponerse de acuerdo sobre la creatividad del mismo (ibíd.).
Tal como anotan Plucker y Runco: si bien se ha producido un desplazamiento de “la perspectiva
psicométrica hacia enfoques postmodernos [...], prácticamente todos los estudios actuales sobre
creatividad se basan en metodologías que o bien son psicométricas en naturaleza o se desarrollaron
en respuesta a debilidades percibidas en la medición de la creatividad” (1998:36). En las conclusiones
del documento invitaban a no olvidar este hecho y a emplear la combinación de herramientas más
adecuada para cada investigación (ibíd.:39)
En lo tocante a pedagogía es importante tener presente las tendencias ya expuestas en las que
cambia la concepción de la enseñanza y el aprendizaje. Ello repercute en las visiones y prácticas
sobre la evaluación, concebida como una acción que se extiende más allá de la medición de
resultados e incluye la reflexión sobre el desarrollo de los procesos que conducen a ellos, el
conocimiento de las causas que pueden estar facilitando o dificultando estos procesos, y la búsqueda
de estrategias que ayuden a mejorarlos.
Para evaluar la creatividad de una persona (de un grupo, o una región) hay que definir qué se
está evaluando o como mínimo contar con una serie de facetas propias de aquello que se intenta
capturar. Por inducción se localizan y caracterizan —o a la inversa, por deducción— indicadores
que sintetizan, con mayor o menor precisión, dichas facetas. A su vez, los indicadores acostumbran
a disponerse en baterías (escalas multifocales).
Guilford —en las conclusiones de su ya clásico texto para The American Psychologist, (1950:454)
y en consonancia con el modelo estructural del intelecto (SOI) que venía elaborando (1967)— ya
asociaba una serie de rasgos al comportamiento creativo: “sensibilidad a los problemas, fluidez de
ideación, flexibilidad en la disposición, novedad en la ideación, habilidad para sintetizar, habilidad
para analizar, habilidad para reorganizar o redefinir, amplitud de estructura ideacional, y habilidad
para evaluar”, más otros que aparecen previamente en el texto: “motivación” (451 y 454), “capacidad
para afrontar la complejidad” y “resistencia ante la confusión” (453). Pero su conjetura va más allá
al suponer que quizá “la actividad involucre una combinación” de varias habilidades. Con lo que
“la concepción factorial de la personalidad conduce a una nueva forma de pensar la creatividad
y la producción creativa” (454). Y así ha sido, tal como se ha visto en apartados anteriores: hoy
se confirma un amplio consenso en torno a la concepción intervinculada y polifacética de la
creatividad.
130
El trabajo de Guilford prosiguió, fue reelaborando y refinando los atributos creativos y a la tarea
se sumaron investigaciones de otros autores, entre las que destaca la de Torrance (1966, 1974, 1977).
Sobre esta es frecuente citar los cuatro rasgos con que trabajó inicialmente pero desde la versión
de 1990 el test mide cinco:
d) Abstracción para titular: habilidad para ir más allá del simple etiquetado (se
basa en la concepción de que la creatividad requiere abstracción de pensamiento)
A aquellas dos lista de atributos siguieron infinidad de relaciones y se constata un buen número
de estudios destinados a identificarlas, clasificarlas, valorarlas o compararlas (Mackinnon, 1965;
Barron 1963; Gough,1979; Barron y Harrington,1981; Eysenck, 1993; Amabile, 1983, 1996;
Sternberg y Lubart, 1995). López Martínez y Navarro (2010:151) estudian diferentes propuestas y
distinguiendo tres grupos de rasgos:
En este punto interesa retroceder a lo anotado respecto al cambio que se realizó en el test de
Torrance. Tal como explica Kim (2006:4-5), la variable que se eliminó fue Flexibilidad (entendida
como aquella que permite producir variedad de ideas y establecer diferentes acercamientos al
estímulo) y el motivo de la supresión fue su “alta correlación con la variable Fluidez” (ibíd.:5). En su
lugar se añadieron los puntos d) y e), referidos a la abstracción y resistencia. De esta modificación se
pueden extraer varias conclusiones. La primera, quizá la más evidente, es que las herramientas para
la evaluación creativa deben ser dinámicas y modificables, para adaptarse o, como es el caso, para
corregir posibles errores en su diseño original. En segundo lugar, la razón por la que fue eliminado
el parámetro da cuenta de la importante dificultad que supone emplear términos para designar
atributos o habilidades sumamente abstractas. Inicialmente se trata de una dificultad semántica113,
y a renglón seguido se añaden tres lastres de subjetividad: el asociado a la elección del término,
el asociado a la interpretación del mismo por parte de el/los sujeto/s evaluados y el asociado a la
interpretación de el/los evaluador/es al enjuiciarlo o puntuarlo.
113. Recordemos la frase de Klausen con la que se iniciaba el presente trabajo de investigación: los términos que se
utilizan para definir la creatividad “son a su vez vagos y, en el mejor de los casos, implícitamente entendidos” (2010:350).
Si las habilidades de un individuo creativo incluyen la originalidad y la fluidez, ¿qué se puede considerar original?
¿y fluido?.
131
Retomando el tema desde otro ángulo, hay que suponer que alguien incluyó el término
Flexibilidad en la primera versión del test. Según Kim, fue el propio Torrance quien lo hizo, tras
“extraerlos de los factores de pensamiento divergente que encontró en el trabajo de Guilford”
(ibíd.). De hecho, una de las ventajas del test de Torrance sobre el de Guilford era precisamente
que reducía el número de variables y facilitaba el uso de la herramienta. La siguiente pregunta
bien podría ser quién o quiénes y cómo habían establecido aquellas variables que uso Guilford.
“La crítica metodológica reprochaba a Guilford su precipitada aceptación de factores en base
a juicios subjetivos y concordancias con sus datos que, en realidad, podían ser debidos a la
casualidad” (Kirchner, Torres y Forns, 1998:33). Es decir, que los dos modelos que podríamos
considerar referenciales —sin duda los más populares—, que se han adaptado, replicado, matizado
posteriormente en la caracterización y la evaluación de rasgos característicos de la personalidad
creativa quizá se sustenten en principios poco consistentes, subjetivos o, cuando menos, poco
consensuados.
Si es posible establecer parámetros válidos y fiables, desde luego no parece una tarea sencilla.
La aproximación cualitativa tiene mucho que decir sobre este aspecto —y hay que señalar que su
uso era muy poco habitual cuando Guilford formuló su modelo—. Pero por otra parte la necesidad
de resultados apremia: es necesario configurar criterios para tomar decisiones y desarrollar las
investigaciones, aunque sea asumiendo la imperfección que contienen y perseverando en su
revisión.
Tampoco sería descabellado considerar la influencia que tienen las ampliamente difundidas
explicaciones sobre los rasgos de la personalidad creativa en el propio comportamiento de la persona
a la que se intenta evaluar, en cuanto a que la predispone. En palabras de Kasof, “el quehacer
creativo, por definición, es un comportamiento que satisface tanto un criterio objetivo —la
originalidad— como un criterio subjetivo —evaluación positiva— [...] Sin embargo, el enfoque
dominante han sido disposicional y por lo tanto no permite explicar, en principio, variaciones en
la conducta creativa ni a lo largo del tiempo ni en situaciones determinadas” (2008:44-45).
b) Creativity Classification System CCS: ha sido uno de los más utilizados desde
finales de siglo XX. Gestado, junto a la teoría que lo sustenta, por Kirschenbaum,
toma en consideración dominio, campo e individuo (tal como se han definido en la
132
páginas 30 y 31) para escudriñar fortalezas y limitaciones en el pensamiento creativo
y la solución de problemas (ver Kirschenbaum, 1998)
Para terminar, entre las muchas clasificaciones que se han consultado, parece especialmente
adecuada para el análisis que se realiza la que elaboró Amabile (1996) al abordar el tema de la
motivación como característica de la persona creativa. No tanto por la relevancia del rasgo como
por la división de subcomponentes que propone en los parámetros:
Componentes Subcomponentes
133
a la conducta [proceso] y al individuo que lo origina” (Varela, Olea y San Martín, 1991:98). Aún
enfocándolo así no se elude la necesidad de contar con una definición o unos parámetros que
permitan discernir aquello que es creativo de aquello que no lo es. Por esta razón, las evaluaciones
que se orientan hacia esta faceta han procedido como las que se orientan hacia la valoración de
rasgos creativos personales: induciendo o deduciendo los aspectos que caracterizan la producción,
que al ser plurales se expresan también en escalas multifoco.
Novedad y utilidad son las dos variables fundamentales en la evaluación de los productos
creativos (Treffinger,1980; Amabile,1985; O’Quinn y Besemer, 1999; Treffinger et al., 2002;
Jackson, 2005; Klausen, 2010). El axioma de Plucker y Beghetto es rotundo al respecto: “aquello
que es novedoso pero no tiene utilidad, mérito o significación es simplemente nuevo, no creativo.
Igualmente, aquello que es útil pero no es novedoso, único u original es simplemente útil, no
creativo” (2004:157). Klausen añade que esta “definición estándar omite un elemento importante
[...] Un producto creativo, además de ser novel y adecuado, debe haberse producido con una
determinada intención. Si hay algo que se produce por azar y pasa a ser de gran utilidad, no se
considerará creativo”115 (2010:357).
No obstante, y más allá del sesgo subjetivo, las propiedades deben definirse con la extensión y
precisión necesarias. Si se alude a su significado implícito se estaría intentando concretar (evaluar)
un valor muy difuso (creatividad) por parámetros que también lo son (novedad). Reconocer la
novedad , la singularidad o la excepcionalidad es relativamente sencillo, ocurre algo parecido a lo
que a mediados de siglo XIX explicaba Balmes sobre el talento: “el talento consiste muchas veces
en ver una relación que está patente y en la cual nadie atina. Ella en sí no es difícil, y la prueba
está en que tan pronto como alguno la descubre y la señala con el dedo diciendo: «mirad», todos
la ven sin esfuerzo, y hasta se admiran de no haberla advertido” (Balmes, 1845/1916:123). Lo
realmente difícil sería pedir a esas personas que definieran talento. Lo mismo ocurre con muchas
de las variables que intentan desentrañar los valores creativos de un producto, no existen —quizá
no pueden pronunciarse— definiciones suficientemente, amplias, precisas ni constantes. Veamos
un caso concreto en el que se intentan sistematizar su valores.
a) Novedad
115. Tal como el mismo autor reconoce, esta premisa evidencia la solidaridad entre las diferentes instancias creativas (4
Ps): aunque el producto sea “el portador principal de la creatividad, su relación con el creador y el proceso siguen siendo
esenciales” (ibíd.) lo que se viene designando como persona y proceso dentro de un entorno
116. Los autores, a los que se sigue para tratar las definiciones de novedad y utilidad desarrollan su análisis delimitándolo
al ámbito del diseño. Se ha elegido su aproximación por afinidad con el tópico que aquí se estudia y por considerar que
prácticamente todas sus observaciones son trasladables a muchos otros espacios creativos
134
coincidente117. Sarkar y Chakrabarti, analizan cinco métodos para evaluar la novedad
de un producto creativo —todos desarrollados entre 2002 y 2006— identifican sus
defectos/contradicciones y a partir de ello intentan perfeccionarlos, apoyándose en la
metodología FBS (Functnion, Behaviour y Structure) facetas que ellos mismos habían
contribuido a definir como sigue :
1. Función: descripciones de lo que hace un sistema
2. Comportamiento: descripciones de cómo lo hace
3. Estructura: elementos e interfícies con los que el sistema y su entorno
más inmediato se construyen
A este aportan un nuevo —tal vez novedoso— modelo que contrastado con cada
faceta del anterior (FBS) permitiría ver en qué grado un producto cumple los atributos
de función, comportamiento y estructura y por tanto cómo y cuán novedoso es. Este
nuevo modelo lo bautizan SAPPhIRE, acrónimo en inglés de los siete parámetros
que considera: fenómeno, cambio de estado, efecto, acción, insumo/entrada, órganos/
propiedades de las partes, y partes118. En el Anexo VIII pueden observarse un ejemplo
de los pasos propuestos para aplicar el método.
b) Utilidad
117. Tomado en un sentido absoluto, los autores reconocen que esto sería prácticamente imposible, “En ausencia de tal
base de conocimientos, la evaluación de la novedad y la creatividad de los productos sólo depende del conocimiento
experto” (ibíd.:17), entendiendo que acumula más experiencia (ver Pág. 139)
135
utilidad en el diseño de un producto creativo, los autores presentan uno, basándose
en un dispositivo afín desarrollado por Shah y Vargas-Hernandez en 2003.
Empiezan por entender que la única manera de valorar la utilidad es a través del
uso real del producto, léase de emplearlo y observar su empleo. Y si “un fármaco que
puede salvar vidas es más útil que un bolígrafo o un videojuego” (ibíd.:12) entonces se
deben establecer categorías de utilidad; de la misma manera que si un producto tiene
más vida útil será más útil y será necesario considerar su duración. A partir de estas
premisas proponen tres parámetros de catalogación:
Cada método de evaluación tiene peculiaridades y es más o menos rigurosos o complejo. Las
razones por las que se ha profundizado en que presentan Sarkar y Chakrabarti son múltiples.
En primer lugar da cuenta de que, aún siendo extrapolable, un buen método de evaluación
de productos creativos (como quizá ocurra con las personas creativas) no puede plantearse fuera
de la especialidad sin perder fiabilidad. Una vez más, se manifiesta la necesidad de observar la
creatividad en un ámbito concreto de aplicación. La ambigüedad de la terminología y la invalidez
de los resultados parece crecer conforme disminuye la especificidad del campo en que se observa
la evaluación.
En cuarto y último lugar, algunas cualidades que cristalizan en el trabajo de Sarkar y Chakrabarti
se confirman como constantes a tener muy presentes en el diseño de herramientas. Y no es menos
llamativo que muchas de ellas correspondan precisamente a los criterios de novedad y utilidad
119. El método, al entender que novedad y utilidad son igualmente indispensables, ofrece la posibilidad de calcular así
la creatividad de un producto: Creatividad (C) = Novedad (N) x Utilidad (U) (ibíd.:16)
136
que acabamos de observar. La metaevaluación (estrechamente relacionada con el análisis que se
conduce) se detecta como necesidad y oportunidad para su posterior elaboración, verificación y
aplicación.
120. Siete de los localizados fueron desarrollados concretamente para la evaluación de creatividad publicitaria y por
tanto se aplaza su revisión al apartado correspondiente (Págs. 146-147). Para ordenar la clasificación en el presente sub-
apartado se sigue la reseña de Aguilera (2011: 164-165) y se completa con datos no contemplados en ella.
137
d) Creative Product Semantic Scale (CPSS): el modelo que confeccionaron
Besemer y O’Quin (1986, 1989) toma como referente teórico el CPAM que Besemer
estaba desarrollando simultáneamente (ver Besemer y Treffinger, 1981) y su
principal fuente de documentación es la revisión de la literatura científica existente
sobre el tópico. La CPSS utiliza escalas del tipo Likert y está ideada para que la usen
evaluadores no necesariamente expertos en el campo de examen. De hecho es esta su
cualidad distintiva respecto a las desarrolladas anteriormente. Tal como explican las
autoras (Besemer y O’Quin, 1986) su intención es precisamente trasladar la evaluación
del producto creativo a entornos más cotidianos, que desde una mirada no científica ni
especializada aportarían información sobre aquello que se evalúa. Las investigaciones
que se conducen utilizando este método son versátiles transculturalmente y pueden
brindar información orientada a la mejora del producto, especialmente en el periodo
en que este se está gestando, siempre a partir de los juicios emitidos por sus actuales o
futuros destinatarios (ibíd.). Cuenta con una versión reducida en la que se han restado
subparámetros, pero se mantienen los parámetros principales (los del CPAM: novedad,
resolución, elaboración y síntesis). La versión reducida se empleó en el ámbito de la
creatividad publicitaria (ver White y Smith, 2001) para establecer diferencias de juicio
creativo entre emisores y receptores
138
de una exposición sobre diseño contemporáneo en el New York Museum of Modern
Art (ver Antonelli, 2005; Antonelli y Larson, 2007/2008) se trasladó, en términos
retóricos, al ámbito de la docencia en diseño (ver Howell, 2010). Los seis parámetros
que se emplean son: forma y significado; función y significado; innovación; impacto
cultural; proceso; y necesidad. Mediante su uso, los alumnos de diseño industrial de
la Brigham Young University (Utah, EUA) fueron capaces de enjuiciar las narrativas
persuasivas de producciones propias y ajenas, así como su valor social. En el apartado
que se destina a evaluación de la creatividad publicitaria se expondrá otra aplicación
de preceptos retóricos a la evaluación de productos (Pág.165)
Los datos que proceden del análisis productivo y biográfico de eminencias científicas y artísticas
como se han descrito en las páginas 30 y 31 (Gardner, 1982; Csikszentmihalyi, 1996; Amabile,
1996; Simonton, 2004) o de los autoinformes (ver subapartados siguientes) son también fuentes
de información que se utilizan para establecer o confirmar las características que definen o han
definido tanto personalidades como productos creativos. Lo mismo ocurre con el propio proceso
consensual de expertos que se aborda en el siguiente apartado. Vale como ejemplo la experiencia
de Varela, Olea y San Martín, cuando explican que en su estudio prefijaron ocho parámetros122
y después realizaron una evaluación de productos creativos basadas en ella. Surge de nuevo el
problema de predisponer unas categorías, en lugar de detectarlas apropiadamente en productos de
referencia y testear después aquellos que se quiere evaluar. Sin embargo el octavo parámetro que
solicitaron fue una puntuación de la creatividad según el criterio propio, sin atender a los otros siete.
Con ello el propio estudio facilita la posibilidad de una investigación posterior, si se pide al grupo de
expertos que “realicen tareas de agrupamiento y disimilaridad entre estímulos respecto a su criterio
particular de creatividad [para] inducir el significado de las dimensiones de evaluación emergente
a partir de la teoría sobre el tema y los resultados unidimensionales encontrados” (1991:107)
Cuando la creatividad que se evalúa es una creatividad aplicada, dentro de una disciplina o
campo específico, profesional o científico, se supone que existen expertos que quizá dispongan de
una información o experiencia valiosa para ponderar. Así, “un producto o respuesta es creativo en la
medida en que los observadores apropiados acuerdan consensuadamente que es creativo” (Balchin,
2006:175) o, en los términos de Klausen: “x es creativo = x provoca, bajo las condiciones adecuadas,
ante la audiencia apropiada una impresión de creatividad” (2010:354). Si bien esta creencia
podría estar contradiciendo el planteamiento cualitativo —dado que se antepone el juicio de una
minoría— es precisamente desde una óptica cualitativa que esta minoría puede ser la depositaría de
información/experiencia completa y reconocida, a menudo por la mayoría. Compensar su parecer
con fuentes menos autorizadas sería una buena manera de equilibrar la valoración a la vez que
quizá iluminaría nuevos aspectos del tema que se quiera evaluar.
Otro tipo de consenso bien diferente que puede ser interesante para la evaluación de la
creatividad —y este sí concuerda con el paradigma— es la evaluación creativa realizada entre iguales
(por parejas, en grupo, entre grupos) o por personas familiarizadas con la actividad/producto que
139
se evalúa y que no tienen porqué ser profesionales ni especialistas (usuarios, aficionados, actores
de campos afines o próximos al que se evalúa).
Cuando se opta por una evaluación consensuada es importante tener en cuenta las características
de quienes evalúan y de quienes serán evaluados, una vez más por lo que respecta a la confección,
expresión y explicación del criterio a manejar: “Un grupo de expertos puede explorar productos y
decidir sobre ellos pero los ítems seleccionados como «creativos» podrían escogerse de manera más
o menos arbitraria. Muy posiblemente, la gradación resultante sería poco confiable y complicaría
mucho la interpretación de los resultados” (Villalba 2008:32).
Por otra parte, puede ocurrir entre los estudiantes y es frecuente fuera del área académica:“los
constructos cognitivos de alto-orden [como la creatividad] tienen una apariencia más atractiva,
pero su utilidad está ligada a la claridad y la fidelidad con que se definan y al proceso con que se
evalúen” (Williams, 1999:411). En este sentido Plucker y Runco sugieren que cuando las personas
se embarcan en una actividad creativa “sus pensamientos y acciones se guían por definiciones
personales de la creatividad y creencias sobre cómo estimularla y evaluarla que podrían ser muy
diferentes a las teorías desarrolladas por los expertos en creatividad”(1998:37). Así, podría producir
cierta distorsión evaluativa el hecho de que los conceptos y parámetros no tengan definiciones
exactas y comprensibles para quienes los van a utilizar. En consonancia, la metodología y las
herramientas deben encajar adecuadamente “con las teorías implícitas de las personas que los
usan”, dado que se trata de “instrumentos de investigación particularmente sensibles a cuestiones
transculturales y de especialización disciplinar” (Kerr, 2009:255)
3.10.4.4. Autoinformes
Esta fuente es significativa cuando se pueden presenciar los procesos de evaluación —en un aula,
por ejemplo—. Desde la observación sistemática hasta la participante variará la implicación del
evaluador pero, incluso a riesgo de que la propia observación interfiera o altere el proceso creativo
no se debería desperdiciar una vía de información tan valiosa. La riqueza de esta fuente radica en
140
que permite observar ejercicios individuales, por parejas o en grupo; en diferentes fases del proceso
creativo (análisis de problemas, generación de ideas, selección de opciones, etc.); trabajando a
distintos ritmos (prácticas a corto plazo que requieren respuestas casi inmediatas o a medio plazo
que permiten planificar y distribuir tareas); y todo ello en diferentes momentos (de la sesión, del
curso o del ciclo).
3.10.4.6. Autoevaluación
Cuando Pérez Luna afirma que “la evaluación cualitativa en esencia es autoevaluación”
(1999:10) está desplazando la cuestión al terreno epistemológico. Parece bastante claro que al
aceptar la subjetividad en el proceder se acepta también la importancia de interpretaciones y juicios
propios, por más que se intenten dejar de lado, cualquier reflexión en este sentido conduce a la
autoevaluación. Por otra parte, evaluar sería “un problema de conciencia crítica y autocrítica que
trasciende el universo simbólico establecido” (ibíd.) La autoevaluación es una práctica que redefine
las relaciones de poder entre evaluador y evaluado.
En este sentido es innegable que el propio creador estima su creación al margen de los juicios
externos, por lo que podríamos decir que la autoevaluación es intrínseca al proceso creativo: “la
aprobación del público, el beneficio económico, o los elogios de los colegas son irrelevantes si
el individuo no está satisfecho”. Asimismo la “actividad de verificación se produce siempre que
el individuo evalúa el progreso que ha hecho en aras de resolver un problema y decide si seguir
adelante, cambiar de dirección, reunir más recursos, desarrollar nuevas habilidades, empezar de
nuevo, o abandonar el proyecto” (Kirschenbaum:1998:24).
141
c) Aumenta la responsabilidad: implica monitorizar la propia tarea en busca de
referencias y acostumbra a verse impulsada por una alta motivación
El enlace de esta práctica con las propuestas que alientan una evaluación formativa (ver Pág.
114) es estrecho. También concuerda con la importancia nuclear del criterio en la evaluación de la
creatividad, en al medida que podría estimular su desarrollo, y facilitaría tanto la retroalimentación
como la aparición de referentes con los que observar el proceso (tanto de evaluación como de
aprendizaje).
Sin embargo, como indican Silvia y Phillips, en varios experimentos se concluye que la
autoevaluación perjudica la creatividad. “Este hallazgo es coherente con las teorías de pensamiento
divergente en las que se afirma que la producción de ideas se deriva de la cognición expansiva
[Runco, 1991]. Reducir el foco de atención a la propia performance constriñe la amplitud de
pensamiento y por tanto reduce la creatividad” (2004:1014) Para evitar esta simultaneidad imposible
que se ha mencionado en otros capítulos parece recomendable postergar la autoevaluación,
aún a riesgo de perder fidelidad en los datos que el sujeto proporcione. Sea como sea, “subyace
una continuidad conceptual entre creatividad y otros aspectos de la motivación cognitiva más
profusamente estudiados, tales como la autoadministración de prejuicios y la autoregulación”
(ibíd.:1015). Y se conviene con los autores al destacar que los ejercicios de autoevaluación estimulan
un pensamiento convergente, muy necesario en otras fases del proceso creativo.
142
3.10.4.7. El CIPP como ejemplo de herramienta holística
Tal como concluye Beghetto el evaluador juega un papel clave en el transcurso del proceso,
y de él depende que el propio acto de evaluar coarte en el evaluado lo que se quiere medir u
observar: su creatividad. Por tanto no es la evaluación en sí, sino la manera en que desarrolle, lo
que puede convertirla en un inhibidor (Beghetto, 2005:262). La premisa del autor coincide con lo
señalado por otros estudios donde se afirma que la evaluación puede incluso motivar a los evaluados
(Collins y Amabile, 1999; Fasko, 2001; Nickerson, 1999; Sternberg y Lubart, 1991; Runco, 2003;
Tighe, Picariello, y Amabile, 2003). Las cuatro medidas que se proponen para conseguir el giro
en positivo afectan especialmente a las prácticas destinadas inventariar la creatividad y refieren al
ámbito docente:
123. Ver Stufflebeam et al. (1971); Stufflebeam (2003); y Stufflebeam y Shinkfield (2007)
143
detalladas. La obtención de notas sobresalientes puede convertirse en el objetivo que
relegue a un segundo plano el aprendizaje que conduce a ellas; de la misma forma
que los resultados más bajos, sin una explicación adecuada y propuestas de mejora,
tampoco cumplirían con el cometido docente. En este último caso y “dado que la
expresión creativa tiene una motivación intrínseca, puede minarse cuando se da
demasiado énfasis a las puntuaciones”(Beghetto, ibíd.)
Corresponde hacer una breve referencia a la responsabilidad que implica todo juicio de valor.
Y si es manifiesta en cualquier evaluación, cuando se trata de mesurar o inventariar la creatividad
aún tiene una relevancia más especial. “Aquellas ideas, creaciones o productos que sean contrarios
a los valores de la colectividad que los sanciona, pueden ser originales, novedosos, ingeniosos,
sorprendentes, pero no necesariamente creativos”. La comunidad, el campo de aplicación y los
individuos que tienen la facultad de sancionar deberían ser un “filtro y control de calidad de las
ideas para que estas sean calificadas o no de creativas. Y en esos filtros o criterios hay componentes
axiológicos, ideológicos, éticos, además de técnicos” (Torre, 1995b:2-3).
144
que transgredir la ética y desentenderse de las responsabilidades es factible en la impunidad. La
legislación es sólo una expresión reguladora de la ética social, el debate es anterior y necesario.
Aprender a responder de las propias creaciones es en gran medida aprender a responder de los
propios actos, y a tomar consciencia de ellos. La idea de contingencia que propuso May (1976)es
casi palpable cuando se conjuga la libertad creativa con la existencia de límites. Alguna de estas
restricciones son fácilmente asequibles (por ejemplo las que marca la utilidad de un producto) pero,
por su propia naturaleza, los límites éticos —al pensarlos, observarlos— son mucho más esquivos.
May define el fenómeno creativo como “un encuentro entre individuos intensamente conscientes
y el mundo, del que nace una nueva existencia” (ibíd.:56). Toda creatividad que se evalúa a diario
tiene una dimensión transformadora y su suma es lo que constituye el espacio que habitamos tal
como lo conocemos. Desde esta óptica, la ética y la responsabilidad deberían ser dos parámetros
preeminentes para la profesión audiovisual, los estudios de química farmacéutica, los fabricantes
de juguetes, las enseñanza relacionadas con el diseño, la administración pública, para la actividad
publicitaria, o para cualquier otra en el que la evaluación de la innovación y la creatividad sea
valiosa y vaya seguida de una importante repercusión social.
145
146
3.11. Evaluación en la publicidad
Inicialmente se pensó que la intersección entre estos dos ámbitos podría ser de interés para el
presente estudio. No obstante, alcanzado este punto se ha decidido no profundizar en ella por tres
razones:
En segundo lugar, la peculiaridad quizá más propia de la actividad es la que motiva gran parte
del presente trabajo: “la creatividad es una misión de toda la industria publicitaria, su raison d’être”
(Koslow, Sasser y Riordan, 2003:96), y dada la nuclearidad del tema se dedica a la evaluación de la
creatividad publicitaria —también en el entorno empresarial— el próximo capítulo.
En tercer lugar, se descarta abordar aquí el tópico desde una óptica externa, en la que se
englobaría la sanción que hacen de la publicidad las empresas, la sociedad y las instituciones:
a) Por una parte se sobreentiende que tanto entidades públicas como privadas
recurren a la publicidad de forma regular. El simple hecho de que la publicidad esté
enmarcada en el sector Servicios a Empresas ya indica su carácter auxiliar y supeditado
a la actividad principal de cada una de aquellas (Castillo, González y Salido, 1992:51).
La cooperación entre ambos —el sector publicitario y el resto de áreas de actividad,
también cultural, manufacturera, cooperativa, etc.— es tan intensa que estas últimas
terminan por integrarse en el aparato publicitario como anunciantes. Así, cabe pensar
que la evaluación empresarial sobre la actividad es positiva. Tanto como parece serlo
para el grueso de la población cuando se trata de valorar su rol en la activación de la
esfera económica (Mujika, 2003:60-63)
147
148
3.12. Evaluación de la creatividad publicitaria
En la página 109 se han destacado las seis facetas que Tejada (1991:88) observa en toda
evaluación. Añadimos dos que serán útiles para avanzar:
Si bien es cierto que la intersección de estos tres ámbitos (evaluación, creatividad y publicidad)
señala que el camino de análisis está finalizando hay que recordar que en la pregunta inicial se
determina un entorno concreto de aplicación, el docente. La salvedad es importante en tanto que
la creatividad publicitaria se evalúa en muchos otros espacios y con diferentes finalidades.
Aunque existen trabajos académicos y no académicos sobre el particular, tratan una cuestión
específica y por tanto no parecen tan abundantes como en otros apartados que se han inspeccionado.
Si esto es así, nos encontramos en un espacio que presenta posibilidades para la investigación y en el
que quizá las aportaciones puedan ser más valiosas. Por otra parte, y debido a la informalidad de las
evaluaciones sobre producto creativo que se realizan en muchos momentos del proceso publicitario,
se recurrirá a informaciones y testimonios que en consonancia adquieren un tono más prosaico y
cuyo sustento teórico o empírico es más débil, sin embargo parecen necesarios para completar la
comprensión del tópico.
En adelante, y para facilitar la exposición se emplean tres términos que es necesario aclarar. Se
hablará de (1) cliente en un sentido amplio, englobando aquí a empresas comerciales e instituciones
que pueden tener las más variadas características, misiones y dimensiones (desde un ministerio
público hasta una empresa privada multinacional, pasando por un comercio de barrio o incluso
una empresa de publicidad que ha subcontratado servicios a un proveedor auxiliar). La reducción
es operativa y se hace a fin de no complicar innecesariamente la dinámica que interesa observar
pero, como es lógico, la envergadura de cada uno de ellos o de sus rutinas de trabajo repercute en
la cadena de decisiones que se tomarán. (2) Asimismo, se empleará el término agencia pero debe
entenderse en un sentido igualmente amplio: profesionales independientes que pueden contar o
149
no con una red de colaboradores propia; estudios de diseño, que emplean un equipo reducido;
multinacionales o delegaciones locales de multinacionales publicitarias. Según sea el caso los actores
pueden asumir una o varias de las tareas de evaluación, realizarlas en solitario o en equipo. Por
último, se emplea (3) campaña para designar al producto creativo publicitario, por entender que
es su apariencia más común, pero cuanto se dice es trasladable a otro tipo de textos como brand
content, acciones de relaciones públicas, publicity, piezas destinadas a completar una campaña o a
darle extensión y continuidad en soportes. En la medida que los objetivos descritos en el briefing
tengan más o menos amplitud el proceso será más o menos complejo y los momentos en que se
produzca una evaluación de la creatividad serán más o menos frecuentes (la figura 10 incluye
un supuesto de mínimos que toda producción debería superar antes, durante y después de su
desarrollo).
Como se verá en los siguientes subapartados, el producto (campaña) es sobre el que giran la
mayoría de evaluaciones publicitarias. Es el caso cuando el cliente ejerce de evaluador.
Del Río (2007:16-20) recoge diversos testimonios profesionales y basa en preceptos teóricos su
premisa: cliente y agencia deben funcionar como socios. Deben dejar atrás la estructura solicitante-
colaborador, trabajar en estrecha colaboración, aproximarse, intercambiar tanta información como
sea posible, e ir de la mano cuando se trate de evaluar la producción creativa: (Del Río, 2007:16-20)
Tal como se puede apreciar en la figura 10 la agencia participa o está presente en casi todos los
momentos en que se evalúa una campaña. En cambio el cliente acostumbra estar ausente durante el
proceso de gestación (el más activo para la agencia), de manera que la presentación de la campaña se
convierte en el acontecimiento de sanción por antonomasia (ver 6 en Fig. 10). Como se ha expuesto
en la Pág. 63, el cliente recibe en ese momento una propuesta, quizá embrionaria pero tangible,
para solucionar su problema de comunicación: el producto creativo ha tomado forma pública por
primera vez fuera de la agencia. Si la evaluación por su parte es positiva le seguirán opcionalmente
un test previo, las modificaciones y el desarrollo de la campaña definitiva. Si por el contrario el
cliente no aprueba la campaña es posible que la agencia deba empezar de nuevo (volviendo al punto
4 de la Fig. 10), algo que podría ocurrir en más de una ocasión e iría incrementando la presión que
el calendario imprime sobre el proceso.
Es posible que el cliente evalúe una segunda vez la campaña que ya ha aprobado para asegurar
que las modificaciones acordadas se han realizado con acierto y rara vez volverá a hacerlo hasta
que —opcionalmente— evalúe los resultados de la campaña en el post-test (ver 14 en Fig. 10) o en
una reunión específica para conocer los resultados referidos a eficacia o retorno de la inversión.
Veíamos líneas atrás que la figura del cliente puede tener muchas expresiones. Esto condiciona
también el tipo de evaluación que se realiza. Desde la decisión personal, hasta el consenso
150
Figura 10. Cronología de la evaluación
de la creatividad publicitariaen el entorno profesional
Campañas realizadas,
2 Cliente reputación creativa, Selección de prooveedor
o/y campaña presentada creativo
al concurso del cliente
(Elaboración propia a partir de: Aznar, 1974; Aaker y Mayers, 1985; McNamara, 1990; Jones, 1999)
151
departamental cada sujeto que evalúa, o forma parte del grupo evaluador, pone en juego su criterio
subjetivo. Cuanto mayor sea la estructura prevista por el anunciante para cumplir esta función
más probable es que la evaluación se prolongue y más posible es que el veredicto sea heterogéneo.
(Del Río, 2007:24) En todo caso las referencias con que se evalúa (los parámetros) son el briefing
y la competencia. Para que se conviertan en referentes válidos es necesario (1) que el problema
y las condiciones fijadas en el briefing por parte del cliente sean efectivamente lo que tienen en
cuenta las personas autorizadas para evaluar la campaña, algo que no siempre ocurre, ya sea porque
las circunstancias han cambiado, o porque no se concretó o no se expresó adecuadamente en
el documento de partida (esto redundaría en la necesidad de trabajar en equipo con la agencia
y mantener actualizados los datos que puedan suponer cualquier cambio de orientación); (2)
que se tenga información precisa y actualizada sobre los competidores, cuyas necesidades de
comunicación, supuestamente similares, podrían anticipar el lanzamiento de una campaña también
similar.
La casuística es numerosa, lo que se quiere señalar aquí con los supuestos que se han expuesto
es que la evaluación más o menos intensa, más o menos plural y cualquier variable que la altere
incide directamente en el producto creativo, ya sea para validarlo, modificarlo o invalidarlo.
La deliberación en este particular se podría considerar un juicio de expertos en cuanto a que las
personas —que estamos representando en la figura de cliente— o bien han recibido una formación
que les capacita para hacer este tipo de evaluaciones o bien cuentan con una experiencia que les
sirve de orientación. Pero esto no es siempre así, lo cual justificaría la aparición de libros destinados
precisamente a asesorar sobre la evaluación del producto creativo (ver IPA 2005, 2006). En este
sentido es destacable, por su especificidad, la obra de Moliné (2005), con dos capítulos exclusivos
para este particular (La sorpresa y El control) y otros donde explica cómo elaborar un briefing o
cómo diagnosticar la propia marca. También proporciona una check list de 10 ítems que vale como
ejemplo de lo que inquieta o debería inquietar a un anunciante cuando debe evaluar un producto
creativo124:
124. Se han conservado las cursivas originales y se ha omitido la explicación que el autor da sobre cada pregunta.
Consultado el 15-6-2012 en: http://www.moline-consulting.com/checklist/cheklist-10-juzgar.htm
152
3.12.1.2. Evaluación que realiza la agencia
Dado que la profesión exige una tarea específicamente creativa será necesario reclutar personal
dedicado exclusivamente a ella y, por tanto, la evaluación creativa centrada en la persona toma
importancia en las agencias125. Además de las cuestiones relacionadas con la selección de personal
que son comunes a las de cualquier otra profesión, las peculiaridades del trabajo creativo podrían
privilegiar los rasgos del candidato: “contrariamente a lo que se establece en la literatura sobre
formación de equipos de trabajo en las empresas, en las agencias de publicidad, a la hora de
contratar a la plantilla, las habilidades y conocimientos quedan en segundo lugar tras el talento y
la personalidad”(Etayo y Del Río, 2008:213). No obstante y, casi con toda seguridad, la selección
basada en el talento o la personalidad se realizaría entre candidatos que puedan acreditar su
capacitación, y eso conduce de nuevo a la evaluación centrada en el producto creativo (como filtro
previo a otras consideraciones).
La misma lógica es aplicable a los trabajos existentes sobre el contexto y persona que se han
destinado a averiguar cómo las decisiones administrativas y directivas que toman las agencias
facilitan o dificultan la labor del personal y departamentos creativos. Del Río (2007:33-35) destaca
cuatro obras útiles para comprender estas sinergias y orientarlas hacia la mejora: Fletcher (1990,
1994); McNamara (1990); De los Ángeles (1996). Sin afán de restar importancia a los numerosos
aspectos personales o de interacción que sin duda influyen (ver Wintringham,1971; Amabile,
1988,1998; Williams y Yang, 1999; Hackley, 2000; Kratzer, Leenders y van Engelen, 2004; Napier y
Nilsson, 2006), parece claro que todas las recomendaciones se orientan principalmente a facilitar
la tarea creativa (proceso). Y que, en las agencias, incluso desde un punto de vista sistémico, se
intentan establecer las mejores condiciones para garantizar la existencia y la calidad del producto
creativo (como síntesis de su misión empresarial).Veamos, bajo este prisma, y a modo de ejemplo,
el decálogo de actuación directiva que propone quien fuera Presidente de McCann-Erikson
Worldwide y de Young&Rubicam:
125. Algunas investigaciones orientadas a detectar los rasgos que podrían caracterizar a la persona creativa se han
tratado en la Pág. 31, un estudio más específico sobre el perfil del creativo publicitario basado en preceptos teóricos
generales puede verse en De los Ángeles (1996, Cap. VII, 109-130)
153
Al marcado enfoque hacia la producción creativa de semejantes recomendaciones se suma que
dentro de una agencia se destina mucho más tiempo a evaluar el producto creativo que a la persona,
el proceso, o el contexto.
En los aproximadamente 15 o 20 días en que se idea cualquier campaña —“uno siempre sueña
con plazos de 45 días” (Nicollas Holander en Del Río, 2007:29)— se descartan muchas opciones y
finalmente se eligen unas pocas para ser desarrolladas en profundidad, quizá sea una la elegida, pero
por lo general el día de presentación se acerca y hay que presentar la campaña al cliente, hay que
prepararla presentación, hay que informar al departamento de medios para que pueda diseñar un
plan adecuado, hay que comer y dormir de tanto en cuanto: “en general, casi todas las noches hay
gente aquí trabajando para algún proyecto, incluso los sábados” (Toni Segarra en Del Río, 2007:57).
También es posible que el cliente quiera llevar a acabo una evaluación pre-test de la campaña
en la que la agencia quizá pueda tener representación y, que en todo caso, como veremos más
adelante, supondrá una nueva sanción sobre la campaña (punto 8, Fig. 10). Igualmente, la agencia
podría estar interesada en realizar una verificación del contenido para asegurar que se ciñe a la
deontología de la profesión (punto 11, Fig. 10). De ambos juicios —opcionales y realizados fuera
de la agencia: pre-test y asesoramiento deontológico— se derivaran otros tantos a realizar en la
agencia a fin de valorar los ajustes necesarios para la mejor expresión final de la campaña. Llegados
aquí esta se lanza y, a excepción de los comentarios que suscite entre colegas o compañeros de
trabajo, círculo de amistades y demás, se empezará a trabajar en un nuevo proyecto. No obstante
las campañas se evaluarán de nuevo si el cliente realiza un post-test (punto 14, Fig. 10) y, ya en
última instancia, dentro de la agencia (punto 18, Fig. 10) para decidir si el producto se incorpora
su material autopromocional (currículo), evaluación esta por comparación y susceptible de muchos
matices.
Para describir los parámetros con los que se evalúa dentro de las agencias hubiera sido
interesante contar con un registro de las valoraciones dadas y recibidas durante los veinte años que
he ejercido como publicista. Desafortunadamente apenas hace cuatro que pensé en redactar estas
líneas y menos de uno que he detectado su interés: para fijar la terminología que se emplea, y para
engrosar el léxico de todos los que consideramos que novedad o atractivo son palabras ambiguas.
Sería valioso conocer la suma total de veces que se han escuchado o pronunciado palabras y
frases como: “le falta un punto” o “hay que estirarlo un poco más”, y en positivo: “funciona”, “el arte
es redondo”. “Falta caña”, “sobra caña”, e incluso “le daría un pelín más de caña al final del copy, pero
sin que se coma el claim”. La cantidad de veces que un cliente ha pedido una campaña “moderna
pero clásica” utilizando todo tipo de sinónimos imaginables. El número de “falla el concepto” con
la certeza de que la persona que lo afirmaba y la persona que lo aceptaba estaban de acuerdo en
que fallaba el concepto pero ninguna de las dos era capaz de concretarlo más, no era necesario o
sencillamente no había tiempo para hacerlo. La valoración se daba por válida y acto seguido se
empezaban a buscar soluciones a un problema que no se había especificado. Pasados unos días
y reunidas de nuevo se podía descubrir que aquel acuerdo era sólo aparente y que cada persona
interpretó de forma diferente lo que había que hacer. Esto no ocurre sólo en el entorno profesional
publicitario, pero es interesante dejar constancia del fenómeno dado que afecta muy directamente
al tema que nos ocupa y, aunque tampoco es empíricamente demostrable, cualquier creativo de
cualquier agencia lo reconocerá inmediatamente, como reconocerá que sólo en contadas ocasiones
la evaluación se hace con el detalle y el tiempo necesario. Ocasiones que recuerda por excepcionales
y porque acostumbran a señalar instantes de aprendizaje.
La jerga va cambiando, pero se podría decir que es muy necesaria para comprender y ser
comprendido en el entorno profesional, anglicismos incluidos. Muestras de lo expuesto se pueden
encontrar en algunas publicaciones del sector —por ejemplo en la tira cómica Creatas y ejecutas,
de Daniel Solana, que durante las décadas entre 1980 y 2000 incluyó la revista Anuncios126 (ver
Anexo IX)—; en declaraciones como las que se trascriben en el próximo apartado, dedicado a la
evaluación de jurados; y en testimonios de publicistas, como el que incluye este fragmento:
Con semejante imprecisión resulta difícil imaginar que las agencias muestren interés por
estudios científicos que han intentado desambiguar parámetros o traducirlos a términos quizá más
precisos pero inexistentes en el vocabulario laboral. El hecho de hablar distintos idiomas es motivo
de desavenencias entre academia y profesión (que se suman a todo lo expuesto en la Págs. 41-42)
pero incluso la posibilidad de aproximar posiciones cuando se trata de mejorar el conocimiento
mutuo se antoja remota: “De las treinta y cuatro personas con las que se estableció contacto a
través del correo postal, sólo dos directores creativos ejecutivos respondieron y aceptaron colaborar
en el proyecto. Durante el contacto telefónico, veintitrés profesionales declinaron la invitación
por razones de trabajo y alegando que no disponían de tiempo. Los nueve directivos restantes
accedieron a participar en el proyecto.”. (Etayo y Del Río, 2008:201).
155
Para cerrar este subapartado y teniendo en cuenta la escasa información que se ha podido
localizar para fundamentar adecuadamente este apartado —y, en general, para enriquecer el análisis
que se conduce— hubiera sido interesante consultar la tesis que Del Río defendió el 6-11-2002 en
la Universidad de Navarra: El entorno de trabajo de la Agencia Publicitaria y su influencia en la
producción de la creatividad. Sin embargo, y debido a los obstáculos para su consulta que ha puesto
el centro donde se deposita127, se ha tenido que recurrir a la obra que el autor publicó (2007) y que
tal vez contenga parte de los hallazgos presentados en aquella.
Cuando las campañas se han aprobado y se han desarrollado aparece otro espacio donde se
evalúan: los festivales de publicidad (ver punto 15, Fig. 10). Son una referencia para los clientes (que
verían reconocida su acertada elección de agencia cuando esta consigue premios con las campañas
que ha elaborado para él); para las agencias (como espacio de reconocimiento, intercambio y
encuentro sectorial); y para los estudiantes (que quizá sueñan con subir a recoger un premio en un
futuro o tienen la oportunidad de poner rostro al creativo que ha firmado determinada campaña)
(ver Del Río, 2007:49-56).
Para los festivales, y para las ciudades que los albergan, se trata de un negocio, basta con ver los
precios fijados para participar en una de las muchas categorías en las que se divide la producción
para ser seleccionada. En Cannes 2012 oscilaban entre 375 y 1.434€ por pieza y categoría, a lo que se
debe sumar los costes de inscripción de delegados (mínimo 1.750€ por persona), los de preparación
de cada candidatura, gastos de desplazamiento, etc.128. De alguna manera los precios funcionan
como filtro para las agencias más modestas o que operan en países con menor inversión publicitaria,
que rara vez pueden optar a participar en festivales que no sean locales y por tanto más asequibles.
Así, la publicidad de referencia mundial es sumamente elitista, no tan sólo por onerosa, también
por tratarse de una selección de piezas a concurso, que previamente habían sido seleccionadas por
las agencias que las habían postulado, entre todas las que habían producido durante aquel año.
Una muestra muy poco representativa, o para ser más exactos, representativa sólo de una pequeña
parte de la publicidad que producen sólo las grandes agencias y sólo para grandes anunciantes, que
además es posteriormente seleccionada por un jurado con miembros de agencias multinacionales
norteamericanas o con sede central en EUA. Como en el baloncesto, la mejor jugada de la NBA
es difícilmente reproducible en los millones de encuentros que se juegan en todo el mundo, y si
ocurriera pasaría desapercibida.
Por otra parte, cabría esperar que los procesos de selección en los festivales fueran un referente
para la investigación, dado que si allí se evalúa y se premia la mejor publicidad del año (Cannes,
New York Festivals, Clio, ADCE, London International Advertising Awards, etc.), entonces es de
127. En vista de que el trabajo no estaba disponible en ningún repositorio en línea, el servicio bibliotecario de la Universitat
Pompeu Fabra cursó una solicitud de consulta a la Universidad de Navarra. En respuesta se recibió el siguiente mensaje:
“Cuando un usuario solicita consultar una tesis doctoral posterior a 1987, y que no se encuentran depositadas en la
Biblioteca sino en Oficinas Generales, debe ponerse en contacto con el Secretario de la Comisión de Doctorado quien
le facilitará el contacto con el autor de la tesis. Generalmente, el autor deja un ejemplar propio, o si no debe enviar una
autorización indicando que permite consultar su tesis en la propia Universidad. Pasos necesarios: 1.Solicitar al Secretario
de la Comisión de Doctorado o al Oficial Mayor los datos de contacto del autor de la tesis. 2. Contactar con el autor de
la tesis para: a. Que el propio autor le deje un ejemplar. b. Que el autor envíe una autorización firmada al Secretario de la
Comisión de Doctorado o al Oficial Mayor que permita a la Universidad mostrar la tesis. 3.Acudir a las Oficinas Generales
del Edificio Central y consultarla allí mismo (No sale de allí)”. No dejan de decepcionar los casos que ilustran la ya citada
falta de generosidad cuando se trata de compartir conocimiento. ¿Para qué se investiga? ¿Para quién se investiga? (ver
Pág. 78)
Parece que no es así, o al menos no explícitamente. Sin embargo, lo poco que se sabe sí permite
concluir que: (1) la técnica de evaluación elegida es la deliberación entre jueces expertos129 —
excepto en contadas ocasiones en las que se considera al público objetivo— y (2) el proceso es una
auténtica escenificación de los procesos de caja negra: una serie de personas entran en una sala, allí
se aislan durante un período de tiempo más o menos indefinido, sin posibilidad de ser observados,
y salen de aquella sala con un veredicto. No se ha podido localizar ninguna base de participación
en la que conste un criterio claro y detallado de evaluación. Cuando este se expone resulta ser una
mera enumeración de los parámetros que apenas habla de metodología ni de ponderación. Valgan
como ejemplo los criterios de juicio que se expone en el festival de Cannes, empezando por el
genérico del concurso:
“PROMO & ACTIVATION LIONS: Cada entrada recibirá 4 puntos que conforman
el total de votos y estas marcas se ponderarán del modo siguiente: Creatividad
30%; Estrategia 20%; Ejecución 20%; Resultados 30%”. (ibíd.)
129. Formar parte de un jurado es un logro importante para un publicista y se incluye en los currículums como muestra
de reconocimiento profesional. Para los festivales, contar con una composición de jueces reputados es una manera de
dar credibilidad a los premios y de confeccionar una lista de nombres (siempre pública) que garantizaría la calidad de
la evaluación. Así, una persona que integre el jurado de un festival sería reconocido y seleccionado como juez por otros
festivales, en el trazo colectivo de un círculo vicioso o virtuoso, según se mire.
157
Así podemos añadir una última conclusión: (3) los parámetros de evaluación son diferentes
para cada festival e incluso lo son entre las categorías de un mismo festival (tanto en valores como
en especificidad, número y ponderación).
A fin de averiguar algo más de lo que ocurre dentro de las salas de juicio se recogen algunos
comentarios al respecto, emitidos por profesionales que han sido miembros del jurado en la
edición 2012 de Cannes. Ros ilumina sobre los parámetros que no se especifican en las bases para
la categoría Branded Content & Entertainment Lions:
“El criterio que nos hemos marcado [observaba primero] si [la campaña] era
relevante para las personas, el segundo si era relevante para la marca, el tercero
si era nuevo, el cuarto si estaba clara una intención de resultados, outcome, y el
quinto es si entretiene o ayuda, entertains or helps” (Ros, 2012)
Vega, jurado en Titanium & Integrated Lions, habla de los parámetros que se utilizaron en su
categoría. Curiosamente sólo hay uno —frescura, riesgo— que corresponda con los que publica el
propio festival (reproducido cuatro párrafos atrás):
“Ideas de tres tipos: tecnología que realmente le sirva a la gente, [...] ideas que
sean totalmente lo contrario [...] hay mucha gente haciendo comunicación que
no tiene acceso a la tecnología [...] y el tercero [...] me parece importante rescatar
el valor en términos de valentía [...] en esta era de que ‘vamos a testear’ y ´vamos
a chequear todo’, que exista la espontaneidad y los cojones” (Vega, 2012)
“Cuando más del 50% del jurado son americanos es más que probable que
Estados Unidos gane el 50% de los premios, no es un tema de manipulación, es
como es la cultura: todos tenemos la cultura de ellos, ellos no tienen la nuestra”
(ibíd.)
El tema parece ser significativo porque Moro (jurado en la categoría Film Lions) también se
refiere a él:
“Paré la votación para explicar quiénes eran Estrella Morente y Luis Rojas Marcos,
en un documental de 22 minutos que no les interesa. Desgraciadamente, si
fuera Mick Jagger hablando con Madonna todos nos quedaríamos viéndolo
pero vuelvo a esa cosa local [...] transmitir una emoción con un personaje que
no conoces [...] es imposible” (Moro, 2012)
“Todo tiene una grandísima calidad de producción, unos conceptos muy , muy
fuertes y luego un jurado que ha sido maravilloso, pero durísimo, durísimo, que
yo creo que también es como hay que ser, por esos standards de, oye, estamos
en Cannes, esto es otra liga. Ser short-list es algo que tiene que ser considerado
como premio130 [...] Se ha pasado [a short-list–] sólo un 6,5% del trabajo inscrito,
leones de oro y plata hay doce u once” (ibíd.)
130. La selección en los festivales que reciben tantas candidaturas (más de 400 entradas en el caso del que habla Moro)
acostumbra a pasar varios filtros, además de los requisitos de inscripción y el pago por la entrada de cada pieza en cada
categoría, de todos los candidatos inscritos (long-list) se seleccionan los que pueden optar a premio, se confecciona y se
hace pública una lista previa (short-list) y de ella salen los galardonados. Tal como indica Moro, ser short-list en Cannes es
158 algo que también se incluye en el currículum
Y en referencia a la eliminación en la long-list de una de las campañas españolas añade:
“Ya está muy hecho, las cámaras subjetivas, los niños, no sobrevive nada [...] Es la
exigencia de un festival con unos estándares muy, muy altos, altísimos, altísimos”.
Quedamos a la espera de saber cuáles son esos estándares tan elevados, mientras tanto lo que
sí podemos ratificar es la importancia de los aspectos culturales en una evaluación que depende
del consenso entre expertos, algo que ya se ha anotado al tratar las evaluaciones cualitativas de
los productos creativos y que parece igualmente relevante cuando el producto es publicitario (ver
también White y Smith, 2001:33).
De todas las evaluaciones que vamos a encontrar en el ámbito profesional, la más rigurosa, la que
cuenta con más fundamento teórico y metodológico, y también la de mayor bagaje experimental es
la que se realiza para conocer la evaluación del público objetivo (o no objetivo) sobre el producto
creativo. Además, la opinión del consumidor es relevante para el cliente y (tal vez) para la agencia,
ya que ambos, supuestamente, ya conocen sus propios e informales criterios implícitos, pero
necesitan contrastarlos con los del receptor de la campaña.
Los estudios se llevan a cabo en dos momentos: antes de lanzar la campaña (pre-test, indicado
en el punto 7 de la Fig. 10) para recoger la sanción del destinatario, acto seguido cliente y agencia
valoran si debe ser o no prescriptiva y hasta qué extremo; y después de lanzarla (post-test, indicado
en 13 de la Fig. 10) con el objetivo de sondear la eficacia de la campaña finalizada. Formalmente
son muy semejantes a los que se realizan para valorar los efectos de la publicidad (ver Evaluación
social, en Pág. 162). En buena parte emplean técnicas psicométricas de las que ya se ha hablado en
varios apartados de este trabajo. Y parece que la neurociencia proveerá de más recursos: “Uno de
los campos más activos del neuromarketing tiene que ver con el estudio de los procesos cerebrales
para hacer más efectivas las campañas, y ello involucra no sólo la investigación y redefinición de
las principales variables del mix, como la publicidad, las promociones [...] sino también el diseño
de la estrategia de medios más adecuada para cada caso” (Braidot, 2010:24; ver también Balanzó
y Sabaté, 2007).
Que el anunciante encargue exámenes previos al lanzamiento de una campaña podría levantar
sospechas sobre la confianza que este deposita en su agencia y, de hecho, parece que las levanta
(Del Río, 2007:22 -24). Sin embargo, desde la óptica del cliente este tipo de investigaciones “permite
averiguar hasta qué punto nuestro anuncio es bueno. Y qué podemos hacer para mejorarlo, en
caso de encontrar defectos susceptibles de ser corregidos” (García Uceda, 2001:265). Esta misma
función es la que le otorgaría la agencia, con alguna salvedad: “El pre-test como medida absoluta de
predicción de la eficacia no tiene valor, pero sí que conviene a veces analizar algún aspecto concreto
del proyecto” (Moliné: 2005). En la misma línea se expresa Bassat: “la investigación es como un farol
al que puedes acercarte para que te ilumine, pero hay gente que se agarra al farol para no caerse.
Está claro que los pre-test deben servir para ayudar en la toma de decisiones, pero, si te agarras a
sus resultados a toda costa, solo darán lugar a cosas grises, al aprobado justo...” (2007:10) Y rozando
la caricatura: “Habéis tenido que batallar contra el veredicto de las amas de casa de menos de
cincuenta años. «Demasiado etéreo», «overpromising», «angustiante», «poco GRP», «escasamente
impactante», «exceso de magrebidad», «poco calificativo a nivel de tone and manner», «el plano de
envase de producto no es lo suficientemente atribuible” (Beigbeder, 2000/2002:205). Quizá todo
ello permita comprender mejor que De los Ángeles califique a los departamentos creativos como
“activos defensores de la anti-evaluación” (1996:47).
159
En cualquier caso, el protagonismo lo toma el receptor del producto creativo. Nótese que hasta
aquí había estado ausente —excepto por su caracterización psico-demográfica en el briefing, o por la
construcción que de él se haga el cliente, o el creativo publicitario en términos de narrativa (ver Eco,
1979)—. Este tipo de evaluaciones se acostumbra a delegar en terceros (agencias especializadas en
la investigación de mercado) y según García Uceda deben evaluar el producto creativo publicitario
usando cuatro parámetros de: atención, comprensión, verosimilitud y memorización. (ibíd.:267-268)
Las técnicas de pre-test y post-test son de orden cuantitativo y cualitativo. En el primer grupo
se emplean pruebas de laboratorio y la herramienta más común son las encuestas ómnibus y los
paneles. Se emplean para medir la creatividad de los productos relacionándola con el recuerdo,
espontáneo o sugerido, de marca o campaña (ibíd.:271 y 274). En el grupo de las cualitativas se
encuentran las de uso más frecuente, dado que en general interesa obtener información detallada y
profunda (ibíd.:268). Las herramientas son propias de técnicas de observación, experimentación e
investigación motivacional: test de conceptos, test de expresiones creativas, test de alternativas, test
de elementos creativos aislados y entrevistas en grupo (ibíd.:268-275), liking, tests sobre portfolio
o folder, test sobre revistas falsas, test sobre revistas experimentales, laboratorios ambulantes
equipados con salas de televisión, test del primer escalón, Day After Recall (DAR), test de
reconocimiento visual y test de reconocimiento verbal, entre otras (Sánchez Franco, 1999:229-
234). Con ellas se pretende verificar la correcta elección de campaña y por ello se acostumbran a
comparar las alternativas conceptuales y textuales (incluso las que ya se han descartado) e identificar
los valores positivos y negativos que identifica el destinatario final.
Respecto a los estudios y las creencias sobre los efectos de la creatividad en publicidad, Heath
y Feldwick hacen un apunte interesante referido a la incorrecta alineación de preceptos y sistemas
de evaluación:
Los autores sugieren que tanto los anunciantes como los investigadores deberían adoptar una
perspectiva más crítica para librarse de esta constricción filosófica. La finalidad sería cuestionar la
creencia implícita que construye el modelo más común que los autores denominan IP (Information
Processing). Este modelo es el que se asume y transmite tanto en la academia como en la profesión
(ver Hall y Maclay, 1991; Meyers-Levy y Malaviya,1999) y se fundamenta en los siguientes
principios:
a) Para que un anuncio sea eficaz, debe comunicar un mensaje claro (es decir,
describible verbalmente) sobre el producto o servicio
160
d) El papel desempeñado por la creatividad y los elementos emocionales es el de
apoyar esta comunicación, ya sea mediante el fomento del atractivo de la publicidad,
que se transfiere a la marca, o incrementando la atención, lo cual ayuda a recordar el
mensaje clave
Quizá la frase de García Uceda sintetice bien este parecer, cuando afirma que la publicidad debe
dirigir al consumidor mensajes “con argumentos significativos, creíbles, y estimulantes a través de
lenguajes comprensibles, novedosos y sorpresivos” (2001:265). Como se ha apuntado anteriormente,
los medios convencionales siguen sumando las mayores cantidad de inversión publicitaria: 58,1%
destinado a televisión y prensa, frente al 16,3% destinado a internet (Infoadex, 2012:9). Aún
así, es posible que los autores estén descuidando el cambio de paradigma o la permeabilización
de los preceptos —sobre todo en cuanto a la dirección de la comunicación— que podría haber
acompañado al empleo comercial de medios en línea e interactivos (de los que son usuarios asiduos
y por primera vez, los nuevos directivos de publicidad publicitarios, marketing y comunicación).
Sea como sea, parece plausible que esta óptica esté impregnando la valoración creativa publicitaria,
especialmente en los estudios anteriores y posteriores al lanzamiento de campañas.
Como hemos visto, los post-test (punto 13 de la Fig. 10) de campaña se conducen con dos
finalidades: valorar la eficacia y, a menudo contemplada dentro de esta, valorar el recuerdo de
marca o de campaña entre la audiencia. Estos dos objetivos son sin duda fundamentales en toda
comunicación persuasiva ya que darían cuenta del éxito conseguido por la campaña. Es decir,
confirmarían o desmentirían si aquella respuesta que cliente, agencia o público objetivo, validaron
respondió adecuadamente a la pregunta formulada en el briefing.
Si el resultado del post-test es positivo hay acuerdo en que la campaña ha sido un éxito. Si
es negativo o poco concluyente hay muchos argumentos para ponerlo en duda: fase estratégica
en que se encuentra el conjunto de acciones para la marca, acciones que la competencia haya
realizado simultáneamente, factores imponderables del tipo climatología, situación económica y
otros acontecimientos imprevistos, etc. Es también el momento en que el cliente quizá lamenta
no haber arriesgado más con su campaña, o el momento en que decide renovar su confianza en la
agencia o buscar otra.
Los tests previos y posteriores requieren una inversión de tiempo y dinero que a veces los hace
inviables. Si la campaña no tiene envergadura se realizan pruebas informales o se confía en la
intuición y la experiencia de los actores implicados: cliente y agencia. Por otra parte, si existe la
necesidad de lanzar la campaña (por cuestiones de flujo comunicativo, estacionalidad del producto
o actividad de la competencia) su eficiencia se valora a posteriori y de manera informal en función
del incremento de ventas.
En paralelo a todas las evaluaciones descritas también ocurren las que conducen los organismos
de autocontrol (ver Pág. 161, y puntos 11 y 16 de Fig. 10) y que se centran en el texto definitivo o
en el boceto previo a su lanzamiento. La Asociación para la Autoregulación de la Comunicación
Comercial (Autocontrol) es el organismo que asume este papel en España, y su servicio de Copy
Advice permitiría evaluar y detectar posibles infracciones en el mensaje. El juicio no es vinculante y
por tanto la modificación dependería siempre de la decisión que el cliente tome sobre aquél. Aún así,
dado el riesgo judicial que implica infringir la legislación (suspensión de la campaña, rectificación
161
pública, sanciones económicas, etc.) es habitual observarla. Durante los últimos años se detecta
un incremento muy significativo131 de campañas que aseguran la superación de este filtro antes de
hacerse públicas, en especial aquellas que tienen como objeto la promoción de productos y servicios
sujetos a múltiples restricciones o recomendaciones deontológicas, tales como productos infantiles,
bebidas alcohólicas, alimentos o fármacos.
Aunque este tipo de evaluación observa parámetros muy diferentes a los que se han expuesto
hasta ahora 132 se centra en los contenidos textuales que conforman la parte explícita del
producto creativo publicitario y su examen puede implicar importantes modificaciones, incluso
la invalidación completa. Desafortunadamente este es el principal motivo por el cual se lleva a
cabo dicha evaluación, cuando quizá la reflexión deontológica podría animar una reflexión ética
de mayor calaje, acorde con la repercusión social — individual y conjunta— de las campañas
publicitarias.
Por otra parte, existe un tipo de investigaciones de carácter psico-social cuyo objeto de estudio
es medir o evaluar la sanción del destinatario. Aunque su cometido inicial pueda ser más o menos
crítico tenderían a proponer vías de mejora o directamente a legitimar la práctica profesional.
Veámoslas a continuación.
Se diferencian aquí los trabajos que abordan la evaluación de la creatividad publicitaria con la
finalidad de averiguar hasta que punto la población, a la que van dirigidas las campañas de clientes
y agencias, se muestra hostil o favorable a la publicidad.
131. En 1996 (año en que se inicia el servicio) Autocontrol recibió apenas 2 consultas previas y se contaron 27 casos
que siguieron la vía judicial (a demanda de afectados particulares, asociaciones de consumidores, competidores u
organismos judiciales que actúan de oficio). En 2010 supervisó 6.336 solicitudes previas y se contaron 143 causas contra
anunciantes. Por otra parte el número de sanciones positivas que realiza Autocontrol es cada vez mayor, con lo que cabe
suponer que la profesión está incrementando su conocimiento sobre las disposiciones deontológicas e incorpora los
filtros en su propio proceder (Autocontrol, 2012:2-7).
132. Como ejemplo de una evaluación bien diferente sobre el producto creativo publicitario es interesante acceder a
la página web de Autocontrol donde se publican las resoluciones de reclamaciones que recibe y las mediaciones que
realiza durante la emisión de las campañas. Consultado el 18-5-2012 en: http://www.autocontrol.es/reclamaciones_
casos.shtml
162
Las investigaciones sobre opinión, actitud y creencias respecto a la publicidad a menudo van
más allá del análisis de campañas concretas. No obstante, se puede comprobar que también en este
caso el producto creativo o la suma de estos es el soporte al que refiere la investigación, y desde él
se observan otras facetas del contexto que apuntan a la profesión y a su dimensión social.
Las primeras prospecciones de este tipo se realizaron a mitad de siglo XX. Tal es el caso de
la conducida por Galup en 1940 (citado por Mujika, 2003:55-56). El autor tomó una muestra de
5.000 estadounidenses en la que estaba diferenciada una representación de profesores de enseñanza
media. En el cuestionario se incluyeron tópicos como “el efecto sobre los precios, la capacidad
de influir en la adquisición de productos no necesarios, el nivel de veracidad en la publicidad, la
calidad de los productos anunciados y la necesidad de regulación de la publicidad” (ibíd.). En plena
depresión del 39, la población se mostró desfavorable, especialmente el colectivo de profesores.
Las investigaciones que siguieron —Borden en 1942, The Association of National Advertisers en
1942 y 1945, el Comitee on Consumer Relations in Advertising en 1947, Sandage en1949 (ibíd.:56-
57)— ampliaron los cuestionarios con preguntas sobre los beneficios divulgativos y económicos
que aportaba la publicidad a la sociedad y esto hizo que los resultados ofrecieran una percepción
negativa en algunos aspectos —“incremento en los precios de los productos” y “la exageración, la
repetición, la agresividad y el mal gusto” (ibíd.:57)— y se valorara la función social de las campañas
en los términos de las preguntas añadidas —motor económico y fuente de información (ibíd.)—
Mujika sigue un recorrido histórico de este tipo de investigaciones que va de estos primeros
experimentos en la década de 1940 y transcurre por los 57 que considera más destacables entre
los que se han conducido hasta 1996 (ibíd.:60-124). Las conclusiones de estos diferentes trabajos
permiten generalizar diversos datos:
a)Existe un amplio consenso a lo largo del tiempo respecto a los efectos positivos
de la publicidad como estimulante económico
g) Se califica la publicidad como algo simple que insulta la inteligencia del receptor
h) Los ítems que mayor número de veces se han propuesto en los cuestionarios son:
falta de veracidad; la publicidad es de mal gusto u ofensiva; la publicidad es exagerada;
la publicidad es irritante; necesidad de mayor regulación publicitaria.
La misma autora presenta una herramienta de medición, la Escala del sentimiento del
consumidor ante la publicidad. Tras contrastarla con herramientas anteriores se valora como
instrumento “conceptualmente evolucionado [...] de carácter más amplio en su planteamiento [...]
que enriquece sus fundamentos y desarrolla sus dimensiones [...]contempla diversos enfoques—
empresariales, sociológicos, psicológicos, actitudinales, marketing y consumeristas [... y] sugiere
ser metodológicamente superior a otras previas” (ibíd. 2003:195). Tomando una muestra
163
pseudoaleatória, entre consumidores mayores de 18 años en el ámbito de España, se proponen
10.800 cuestionarios, se cumplimentan 2.300 y se consideran válidos 1.708 (ibíd. 145). Tras el
trabajo de campo y su análisis las conclusiones de Mujika (ibíd.:196-197) se pueden resumir en:
d) El perfil prototipo de ciudadano pro-publicidad es: hombre, joven, con alto nivel
de formación, estudiante y residente en una población de más de 20.000 habitantes.
En la medida en que la publicidad opera mediante productos creativos, esta sería una
aproximación a la evaluación parametrizada que de ellos hacen los jueces, no expertos ni
especializados pero sí experimentados, en la recepción de estos productos. Quizá la distinción más
llamativa es la bipolaridad que los encuestados asumen, diferenciando su condición de ciudadanos y
su faceta de consumidores. Dado que la función publicitaria se guía por una misión comercial, quizá
los publicistas también disociarían su condición ciudadana y no encuentran razones para privilegiar
las cuestiones sociales, más que cuando estas contribuyen a optimizar su misión comercial (ver
Pág 48-49). El producto creativo en sí queda de esta manera exculpado de posibles incidencias
colaterales y se inscribe en un sistema emergente (ver Pág. 189) en el que la dualidad asumida por
emisores y receptores es perentoria.
A fin de evaluar las distintas facetas del fenómeno creativo publicitario se han desarrollado
instrumentos específicos o se han adaptado de recursos gestados para medir otras esferas de
expresión en base a constructos teóricos y metodologías que pudieran caracterizarla de forma
genérica (creatividad no aplicada, como los que se han visto en las Págs. 137-139). Por la facilidades
de acceso que representa y por su centralidad —expuestas ya en diversas ocasiones y verificada
también en el presente capítulo— son más numerosos los estudios que se centran en el análisis del
producto. Entre ellos se han localizado:
164
que la cantidad conducirá a la calidad (ver Gross,1967; 1972) sin embargo también
considera que debe existir un número óptimo de producciones a partir del cuál la
evaluación tendrá valor. Todo su sistema tiene escaso valor cualitativo y difícilmente
facilitaría el juicio de los textos. En cambio puede ser útil para departamentos que
se encarguen de la planificación de medios o diseños estratégicos en términos de
marketing. El análisis que Lilien, Kotler y Sridhar (1992) realizan sobre el modelo de
Gross muestra los tres recursos (expresados como fórmulas) con los que el matemático
considera que se debe proceder: el primero destinado a sistematizar la generación
de diferentes propuestas teniendo en cuenta el coste que esta labor representa para
la agencia; el segundo destinado a seleccionar entre la muestra inicial, por medio de
pre-tests donde se puntúan las alternativas y tras los cuales se calcula su desviación
estadística, ; y el tercero la determinación de los costes donde se consideran cuestiones
como la rentabilidad esperada del producto o los costes de generación y de selección
133. Ver concepciones darwinanas de la producción creativa expuestas en la Pág. 33 y Simonton, 1995.
165
(que se deduce de los grados de probabilidad y especificidad que presenta); (3) grado
de recurrencia del mismo comento en la cadena semántica; (4) grado de adscripción del
comento respecto a las entidades semántica intermedias (que como en la característica
2, se deduce de los grados de probabilidad, especificidad e intensidad); (5) grado de
adscripción positivo de los comentos complementarios al comento principal; (6) grado
de adscripción negativo de los comentos complementarios al comento principal; y (7)
grado de accesibilidad y comprensión que hay entre el tópico inicial y el final, teniendo
en cuenta el de las entidades intermedias. El autor presenta diferentes ejemplos para
ilustrar los parámetros de cara a que el profesional pueda emplearlos en la toma de
decisiones sobre su producción, el docente pueda utilizarlos para valorar el trabajo de
los alumnos o los alumnos puedan usarlos para verificar su producción. La gran ventaja
de entender el proceso de ideación publicitario en términos de caja transparente (ver
Pág. 57) es que la evaluación remite a procesos lógicos y sistematizados, por tanto
es más precisa y el propio creador o evaluador se convierte en juez competente en
la medida en que domina esta metodología (sería un requisito previo para poder
evaluar). Así, el alumno/profesional puede incrementar su autonomía de trabajo, pero
debe ser también capaz de traducir a términos comunes sus planteamientos, para
poder argumentar las soluciones, juzgarlas o debatirlas con compañeros/clientes que
desconozcan el método
166
b) Modelo de Runco y Charles aplicado a la creatividad publicitaria: Koslow,
Sasser y Riordan llevaron a cabo un estudio (2003) sobre la percepción de producto
creativo que se mantiene dentro de las agencias publicitarias —distinguiendo entre
creativos y ejecutivos de cuentas—. Partiendo de la propuesta de Runco y Charles
(1993) en la que se establecía un par imprescindible para todo producto creativo:
originalidad-pertinencia la contrastaron con la literatura existente, realizaron un
exhaustivo análisis cuantitativo —significativamente superior al de la mayoría de
estudios revisados en el presente trabajo: 912 campañas testeadas en una muestra
de 323 profesionales— y un análisis cualitativo de factores subjetivos de percepción
basado en tres parámetros: estrategia, originalidad y grado artístico (Koslow, Sasser y
Riordan, 2003:97-103). Como en el estudio de White y Smith, el parámetro originalidad
fue el que mostró mayor acuerdo —algo que habían concluido anteriormente Runco
y Charles (1993) y Amabile (1996)—; el grado artístico fue el parámetro que mostró
más dispersión en ambos ámbitos; y las máximas puntuaciones las obtuvieron los
productos que también puntuaron alto en estrategia y originalidad, esto fue así tanto
para creativos como para ejecutivos de cuentas. A pesar de los citados hallazgos, los
autores afirman que “para los investigadores interesados en la creatividad publicitaria
es frustrante confirmar que lo que se ha sospecha desde hace tiempo: las percepciones
sobre creatividad difieren dependiendo de a quién se solicitan” (Koslow, Sasser y
Riordan, 2003:108) y añaden que, si difieren incluso entre áreas de trabajo dentro
de una misma agencia, se restringe en sobremanera el diseño de herramientas para
la evaluación, con lo que “la falta de progreso en la investigación sobre creatividad
publicitaria no debería sorprender a nadie” (ibíd.)
En esta primera fase, prospectiva, no se ha contactado con los centros y profesores para averiguar
cómo evalúan a sus alumnos. Las razones son dos: (1) sin un diseño metodológico desconocemos
si esto será realmente necesario y servirá a la investigación que se proyecte (2) desborda las
posibilidades actuales de investigación por una mera cuestión de tiempo.
167
incluyen asignaturas de creatividad publicitaria en sus planes de estudio. Entre estos, 14 facultades
especifican cómo se evalúa en las asignaturas de creatividad publicitaria, en 12 casos no se facilita
esta información y en 1 caso el acceso a la misma es restringido. El total de asignaturas que muestran
su sistema de evaluación (todas pertenecientes a los citados 14 centros) es de 31. Tras analizar la
información obtenida se puede concluir que:
De manera aproximada se podría decir que las asignaturas de creatividad publicitaria siguen
una evaluación continua sobre la producción individual y grupal, que generalmente culmina con
un trabajo o examen final. Esto parece coherente con la misión que la ANECA asigna a la materia
(ver Pág. 84) y con su naturaleza eminentemente aplicada.
Respecto a los parámetros de la evaluación, los actores que la desempeñan o las técnicas que
utilizan, no se ha podido recabar información. Sin duda sería interesante investigar estos extremos
con más detalle, dado el importante vínculo que establecen con la acción de evaluar.
Por otra parte, cabe decir que todas las premisas que sí se han podio deducir encajan con el
proceder del que han dado cuenta, en conversaciones informales, tanto profesores con quienes
he compartido asignaturas de creatividad publicitaria134, como profesores que ejercen en otras
universidades. Durante las mismas se ha constatado también otro proceder común que se refleja
en los programas consultados: si se habla de trabajos/prácticas/proyectos, presumiblemente
la evaluación se realiza sobre las piezas que los alumnos entregan y por tanto se trata de una
evaluación centrada en el producto.
134. Fundación universitaria ESERP (2005); Universitat de Vic (2006 a 2008); Universitat Pompeu Fabra (2008 a 2010);
Univesitat Oberta de Catalunya (2007 a 2012); y escuela BAU adscrita a la Universidad de Vic (20011 a 2012)
168
Este último es un tema fundamental. Como propone Biggs en la alineación constructiva
aplicada a la docencia (ver Pág. 76), determinar qué queremos enseñar determina qué debemos
evaluar. Si sintetizamos lo descrito hasta este momento las asignaturas de creatividad publicitaria
deben desarrollar o incrementar las capacidades que permitan generar soluciones adecuadas. Y las
soluciones son productos más o menos tangibles. Así, el seguimiento de los alumnos que parecen
hacer los profesores respondería a un objetivo previo: verificar, por el producto, si el alumnado
incrementa su capacitación.
Ahora bien, no olvidemos, que las demás instancias de la creatividad —Las 4 Ps que hemos
ampliado hasta 6 Ps en las Págs. 55-63—están estrechamente ligadas al producto: persona (el
sujeto y sus características como individuo), proceso (entendido como proceso cognitivo y también
como método de trabajo), contexto (entorno, en el sentido más amplio), persuasión (impresión
interpersonal que convence a los demás de que algo es creativo), y presión. Es necesario tenerlas
en cuenta, en la medida en que el ejercicio docente no se reduce a una capacitación técnica y en la
medida en que siquiera la capacitación técnica es posible atendiendo exclusivamente al producto.
Con la salvedad anterior (que se reflejará en diferentes apartados posteriores) las ventajas de
centrar la evaluación docente sobre el producto son muchas y valiosas. A modo de ejemplo:
En el caso de la publicidad, evaluar el producto tiene también ventajas quizá obvias pero muy
útiles para la docencia. Tres de ellas:
169
para bien o para mal— nos rodea. Si no hay más de uno dentro del aula —poco
probable— bastará con mirar por la ventana. Y si de la observación crítica obtenemos
la experiencia que nos capacita para evaluar mejor, una buena manera de avanzar
en esta vía es trabajar también con productos ajenos. Mientras leemos el periódico
podemos detenernos en un anuncio: ¿Cuál debe ser el problema que quiere resolver?
¿En qué acierta? ¿En qué no? ¿Cómo podríamos mejorarla? ¿Qué recursos utiliza?
¿Es notoria? ¿Por qué? ¿A qué target se dirige? No en vano, una de las actividades más
comunes en los programas de las asignaturas inspeccionadas es el análisis de casos.
Más adelante se detectarán otras ventajas. Sin embargo, será la persona la que finalmente
reciba la evaluación (un suspenso, un aprobado, un excelente). Por mucho que estemos juzgando
productos, a través de ellos evaluamos la habilidad, el acierto, la capacitación. Y las personas
son material sensible, será conveniente tenerlo muy presente durante el proceso de enseñanza-
aprendizaje y tanto en la evaluación del profesor como en la que realiza el propio alumno sobre
sus producciones.
De la misma manera se debe observar una dualidad en la evaluación del producto que funciona
de manera bien diferente en la esfera de evaluación profesional. Como se verá más adelante el punto
de que parten los alumnos puede ser muy dispar —en cuanto a soltura y en cuanto motivación— y
es necesario detectar el mérito (progreso) en los productos aunque no alcancen completamente
los objetivos de valor (aciertos). Los errores preceden al aprendizaje (ver Sternberg, 2002) y el
aprendizaje es la única razón de ser de la enseñanza (Cerezo, 2005:2), así que en la universidad
puede bastar con intentarlo, mientras que en la agencia hay que conseguirlo.
Para valorar deben preexistir unos valores, para mesurar una mesura. Y como se ha visto, en
lugar de un acuerdo universal existe un debate continuo sobre las categorías y subcategorías que
deben contemplarse para tasar un producto creativo (algo que aplica también a las aproximaciones
que enfocan a la persona, al proceso o al contexto). Una sospecha razonable sería que el problema
quizá no resida tan solo en la evaluación, si no también en el objeto evaluado, lo cual nos remonta
a una ausencia anterior de criterio: qué es creativo y qué no lo es.
En este sentido, la evaluación docente que nos ocupa cuenta con la ventaja de estar observando
el fruto de una creatividad aplicada. De acuerdo con Costa, “en general, lo que entendemos por
«creatividad» resulta ser, simplemente, una actividad aplicada que llamamos creatividad variacional,
donde lo esencial permanece” (Costa, 2008:15). Así, los términos novedad y utilidad podrían
domesticarse, quedar restringidos o al menos reglados. Día tras día, las agencias, sus clientes y
los jurados de los festivales son capaces de aprobar y distinguir una entre múltiples posibilidades.
Desafortunadamente, y como también se ha visto, este criterio, si existe, no es explícito y alcanza
cotas de ambigüedad sorprendentes.
Ante semejante panorama cualquier conjetura sobre el criterio que están utilizando los
profesores sería completamente infundada y requeriría un estudio específico, siquiera para orientar
uno los extremos que se presenta como fundamental en el presente estudio.
170
Por otra parte, de la información procesada en las páginas anteriores siguen dos premisas que
quizá sí aporten alguna clave antes de dejar este apartado: (1) existe un buen número de estudios
que se pueden tomar como punto de partida para elaborar un criterio de evaluación basada en el
producto, aunque sólo sea para sintonizar con la tendencia generalizada y quizá más próxima al
espacio profesional al que se orienta la asignatura, y (2) cualquier criterio docente para evaluar el
producto creativo debe sumar a los parámetros que rigen en la esfera profesional, los necesarios para
la enseñanza y aprendizaje de las personas, en concordancia con una misión social que trasciende
la parcela del mercado económico.
Un exceso de prácticas puede conducir al abandono. Y una falta de variedad puede ser poco
instructiva. Por ambas razones muchos profesores optan por realizar ejercicios de diferente
duración: a corto plazo, por ejemplo uno o varios durante el transcurso de una sesión en el aula
(lo cual también estimularía la capacidad de dar respuesta rápida, de conducir microprocesos
creativos, algo común en el trabajo de agencia) y a medio plazo, planteados en el aula y desarrollados
durante una o dos semanas (este tipo de prácticas son valiosas para el alumno porque señalan la
necesidad de organizarse y la utilidad de la metodología operativa, a la vez que permiten al profesor
monitorizar el proceso y enriquecer así la evaluación del producto). Empleando ambas velocidades
se puede cubrir un buen espectro de ejercicios. Por último, quizá lo expuesto también explica que
muchas de las asignaturas que se han inspeccionado requieran a los alumnos un trabajo final,
previsiblemente de más envergadura que las prácticas de corto y medio plazo.
Todo ello incide directamente en la evaluación. Una planificación del curso basada en prácticas
con diferentes plazos puede solucionar parte del problema pero si estas prácticas, si esta evaluación
continua, no van acompañadas de una valoración adecuada, de una evaluación formativa, tampoco
se estará logrando el objetivo de la asignatura, en ella hacer debe conducir a saber hacer.
El dilema de fondo es dar amplitud a la evaluación (tomar el mayor número de muestras posible)
o darle profundidad (observar las muestras con detalle). Si se opta por equilibradas entonces la
pregunta con la que se abría este subapartado —¿Es preferible que se ejerciten mucho o que se
ejerciten a fondo?— quizá se podría responder: la cantidad de ejercicio adecuada es la que deja
tiempo suficiente para averiguar si se está alcanzando el estado de forma deseado.
Se entiende que este factor tiene importancia para la evaluación en la medida en que los alumnos
que coinciden en las asignaturas de creatividad publicitaria pueden estar más o menos interesados
en la especialidad. Como hemos visto en la Pág. 86 — y parece acertado— la ANECA decidió que
esta materia debía considerarse obligatoria en el recorrido curricular de todos los alumnos que
quieran graduarse en Publicidad y Relaciones Públicas. Sin embargo la pericia de un estudiante
que se oriente hacia el ejercicio creativo debe ser mayor que la de un estudiante que se orienta
(por ejemplo) a la planificación de medios. En este sentido quizá el criterio de evaluación debería
observarse con la flexibilidad necesaria a fin de que se adquieran unos mínimos comunes y se
intensifique la exigencia en aquellos alumnos que así lo requieran (enlazando con el punto anterior,
idear un cuarto tipo de prácticas, opcionales, sería una buena alternativa metodológica).
Por otra parte los alumnos que sí tienen la intención de dedicarse profesionalmente a la
creatividad publicitaria mostrarían, además de mayor motivación, cierta soltura en la producción
creativa, que quizá hayan obtenido por la curiosidad y el interés que les guía hacia este ámbito. Sin
duda, la omnipresencia de textos publicitarios facilita —incluso promueve— una aproximación
temprana a la especialidad. En algunos casos es sorprendente el grado de acierto inicial que
muestran algunos alumnos. Sin embargo este acierto procedería de un criterio implícito que el
alumno quizá comparta con el profesor —y con la profesión— pero que ambos deben descifrar y
conocer para que adquiera valor académico y pase de intuición subjetiva a criterio argumentable.
Una evaluación formativa de las producciones tendría un papel preponderante si se quiere alcanzar
este objetivo docente. De la misma forma que las personas que muestren más dificultades o menos
interés en la materia obtendrían de la retroalimentación evaluativa los ingredientes básicos para
que sus producciones sean al menos correctas (adecuadas a las reglas del campo) y para que en un
futuro, y desde otros departamentos, su interlocución con el personal creativo pueda ser fructífera.
Como se ha dicho en la Pág.105: un suspenso que no se justifique tiene poco o ningún valor
formativo y lo mismo ocurre con un aprobado o con una matrícula de honor. En cambio, el juicio
sobre el producto creativo —correctamente inscrito en la función publicitaria que cumple— delimita
la evaluación a esta modalidad específica. Sin que se puedan confundir en él sanciones sobre la
capacidad creativa de la persona, que podría ser poco o nada creativa en el terreno publicitario
pero excepcional en otros campos.
Para ello es igualmente necesario proporcionar a los alumnos una idea clara de lo que están
haciendo y de para qué sirve.
172
3.12.3.5. Comprender el objetivo y el producto de la ideación
Es posible que los alumnos que cursan la asignatura ya tengan suficientes conocimientos sobre la
disciplina y sepan identificar cuál es la función de la creatividad para la publicidad. Sin embargo van
a adentrarse en una asignatura en la que esta función se pone en marcha y se experimenta. En este
sentido es necesario tener muy claro cuál es y cuál no es el cometido de la creatividad publicitaria.
Esto otorga un rumbo a la asignatura, permite reflexionar sobre las incertidumbres en la esencia de
la creatividad (terminológicas pero también individuales y sociales), pero, sobre todo fija el objetivo
último de la enseñanza, del aprendizaje y de la evaluación.
La evaluación que deberá realizar el alumno sobre producciones propias y ajenas quizá no
coincida con el del profesor y abre un debate sobre criterios que bien puede arrancar de la propuesta
de definición que se ha hecho páginas atrás. Entendiendo la creatividad publicitaria como:
La propia definición insiste en las fases del proceso creativo (análisis e ideación), en la existencia
de un problema previo, en la relevancia del producto creativo (soluciones tangibles), en las reglas del
juego (restricciones explícitas y externas) y en su finalidad (producir soluciones tangibles). El concepto
de ideación daría cuenta de la faceta novedad y soluciones a la de utilidad.
Alguna de las reglas del juego, que sin duda contribuirán a establecer el criterio, emergen del
propio problema de comunicación y son fácilmente contrastables con el briefing.
Por una parte encontramos las referidas a lo que podríamos llamar pertinencia o concordancia
del producto que se sostiene en cuestiones como: (1) conveniencia: el grado en que la idea soluciona,
abre una vía de solución o redefine en positivo el problema inicial —recordémoslo, por brillante que
sea una respuesta, si no es adecuada no nos vale—; (2) coherencia estratégica: el grado de encaje del
producto con la estrategia de la marca y el resto de acciones comerciales que esta tiene en marcha; y
(3) el grado de adecuación del mensaje respecto a su target, sobre todo en su expresión (ver Lakoff,
1987, 2004) y en los medios que utiliza para llegar hasta él.
No menos importantes son los requisitos de viabilidad que debe reunir el fruto de la ideación.
Hay que observar si la propuesta es factible en varios aspectos: (1)económico: ¿Es realizable con
el presupuesto asignado?; (2) temporal: ¿Hay suficiente tiempo para desarrollarla?; (3) autoría:
¿Lo que se propone es asumible por el emisor? En cuanto a contenido pero también en cuanto a
infraestructura o efectos.
Un tercer grupo que podría completar los requisitos, apuntaría a las propiedades retóricas
y comunicativas del mensaje, como producto, en términos de: (1) notoriedad respecto al resto
de mensajes, una de las cualidades más difíciles de definir, aunque posiblemente se perciba con
rapidez, (ver Pág. 134); (2) permanencia: qué posibilidades de recuerdo se intuyen en él y con que
elementos se consigue; (3) emotividad: grado de seducción, invitación, contundencia, diversión,
etc. que incluye; (4) vigencia, o en qué medida mantendrá un buen grado de notoriedad pasadas
semanas, meses, años; (5) síntesis y realización: es importante que la idea se pueda transmitir con
precisión y que contenga los valores conceptuales que se han elegido para dar respuesta al problema
de comunicación, una suma que a menudo no es sencillo resolver; (6) versatilidad: el grado de
adaptabilidad a diferentes medios y soportes que presenta y también su seminalidad —un buen
producto creativo quizá sea reproductor y reproducible—.
173
Evidentemente se trata de una parametrización de las muchas posibles, a modo ilustrativo, que
recoge los aspectos más relevantes identificados hasta aquí para definir un producto creativo y
concuerda con la tríada que Smith y Yang (2004) exponen en su Teoría General de la Creatividad
Publicitaria: divergencia (en el sentido de novedad, ver subfactores en Fig.11), relevancia y eficacia.
Aunque no se ha podido constatar la práctica en los diferentes centros cabe suponer que el
profesor delega en alguna ocasión su potestad de evaluar (ver Pág. 118). Las posibilidades en este
aspecto son múltiples y pueden convertir la tarea en una fuente de aprendizaje, hasta el punto de que
quizá sea interesante contar con diferentes sistemas de juicio durante el transcurso de la asignatura
(ver fig 8 en Pág. 118)
Por una parte encontramos en la autoevaluación un gran potencial para desarrollar el juicio
autoreferenciado, pero también se puede recurrir a otras sanciones y observar en ellas criterios
más o menos explícitos. La evaluación de la creación de productos creativos publicitarios puede
traspasarse puntualmente a un anunciante para quien los alumnos hayan desarrollado una campaña
ficticia. Su parecer daría cuenta de las cuestiones que prioriza y que pueden ser diferentes a las que
tenga la agencia de publicidad encargada de su comunicación. La propia agencia (o un profesional
de la creatividad publicitaria) puede emitir un juicio experto del que tomar nuevas referencias para
considerar la adecuación de las producciones.
“Las cualidades creativas muchas veces se contemplan como una ocupación solitaria” (Sternberg,
2002:14) pero como hemos visto el trabajo por parejas es algo muy frecuente en el entorno
profesional y los compañeros de curso pueden también desempeñar el papel de evaluadores: con
ellos se comparte la experiencia, el trayecto y la implicación en las prácticas que se proponen, de
manera que la evaluación entre iguales es en muchas facetas enriquecedora. Las evaluaciones entre
alumnos incluyen tanto las que se realizan por parejas, como las de grupos que consensuan una
ponderación de ejercicios individuales o de ejercicios de otros grupos. Incluso las que puedan
realizar alumnos de otros cursos.
Otras oportunidades se presentan en la ponderación que pueda emitir una muestra de los
destinatarios finales de los mensajes (tal vez esta podría tomar forma de pre-test o post-test de
campaña); en las evaluaciones realizadas por profesores de otras asignaturas relacionadas con las
que nos ocupan (si actúan en grupo pueden emular la evaluación por consenso de expertos).
Por lo que respecta a la dureza o suavidad en el juicio, tal como señala Sternberg, hay que
entender que esta es “la parte emocionalmente más difícil del proceso [creativo], cuando
uno se siente más incierto e inseguro” (1996/1998:104) pero tampoco hay que olvidar que la
condescendencia es relativa en la situación profesional que se emula. Como solución útil, para
equilibrar ambos extremos, quizá la mejor solución sea sustentar las valoraciones en el rigor de un
criterio consensuado, conocido por los participante y adecuadamente alineado a los objetivos de
la asignatura.
174
Figura 11. Determinantes de la divergencia
(Adaptado de Smith y Yang 2004:38-39)
175
3.12.3.7. Autopsia del error
En el ámbito profesional se dedica poco tiempo a analizar los productos erróneos. Cuando
se detecta uno se aparta para que deje paso al acierto. No obstante, estos desperdicios pueden ser
sumamente útiles para el aprendizaje y la enseñanza (ver Sternberg 2002:13).
Por una parte permiten detectar qué es lo que falla, dialogar sobre porqué falla y considerar
diferentes vías para subsanarlo. En cada una de estas acciones se inscribe la revisión del criterio
y por tanto es posible que este se pueda desarrollar a través de aquellos. Una práctica interesante
que se puede proponer a los alumnos es la producción creativa intencionadamente errónea; se
antoja como una buena forma de establecer los límites de la ideación, de observarlos a base de
transgredirlos. En cualquier caso, la pedagogía basada en la incorrección es propia de la evaluación
formativa, que no se limita a señalar los errores sino que los dota de significado, lejos de apuntar
exclusivamente al acierto como aquello digno de mención (tal como se ha visto en el apartado
dedicado a diferenciar entre el mérito y el valor de las producciones y en la Pág. 170).
Es muy difícil acertar sin equivocarse antes, y para equivocarse hay que arriesgar. De modo que
sin una buena dosis de riesgo y error será difícil obtener un producto creativo adecuado.
En esta misma línea es interesante la propuesta de Seguí (2005, 2007) en la que disecciona
infinidad de funciones asociadas a la acción de borrar durante un proyecto —ocultar, deshacer,
infiltrar, aposentar, pegar, cambiar, o suprimir, entre otras—. A la vez que propone un instructivo
recorrido inverso a partir del producto final, que desvele todas las ocasiones en que se ha suprimido,
corregido o reemplazado algo hasta llegar a la forma original del proyecto o concepto. Este recorrido
no sería más que un rastreo de las evaluaciones que se han realizado y de las elecciones que se han
ido tomando por el camino. Se conviene con el autor en que “borrar indica haber madurado con
respecto a algo” (2007:17) y que las aulas se deben entender como “escenarios donde borrar sin
miedo” (ibíd.:19).
Como se ha dicho en la Pág. 105, es relativamente fácil provocar una sensación de culpa o fracaso
ante un error que no se indica o argumenta claramente, mientras que una explicación completa y
dialógica abunda en el desarrollo de la responsabilidad sobre la producción, independientemente
de si esta es adecuada o no.
176
177
178
4. Problemática
La investigación se encuentra todavía en una fase embrionaria, pero alcanzado este punto ya
hay cosas que se saben y otras que, al menos, se sabe que no se saben (Quivy y Van Campenhoudt,
1995/1997:95).
Una valoración autocrítica —previa y necesaria— es que quizá la curiosidad y el interés que
han suscitado varios tópicos explorados, ha llevado a destinar tiempo y esfuerzo a contenidos que
ahora no parecen pertinentes. En cambio, se ha profundizado menos en otros que sí lo son. Esto
implicará volver atrás y realizar nuevas prospecciones, más específicas y orientadas, que solventen
las carencias. En concreto, se considera débil el sustento teórico obtenido para el ámbito de la
evaluación, donde deben existir trabajos que permitan enlazarla mejor con la metodología docente;
se ha dado poca voz a posturas contrarias a alguno de los preceptos que se van a elegir como
estructurales (evaluación por indicadores, evaluación enfocada en producto, por ejemplo); En la
misma línea de enfoque contrapuesto se ha profundizado poco en los estudios que priman el análisis
del contexto al del producto creativo (enfoques sociales y ambientales); han quedado pendientes de
consulta Torre (2006); y los trabajos de Del Río (2002) y de Alegre (2009) —citados respectivamente
en las Págs. 156 y 84— ambos podrían ayudar a referenciar mejor la evaluación de la creatividad
publicitaria en el ámbito profesional y universitario. En este aspecto parece igualmente necesario
proyectar entrevistas exploratorias y formales en ambos ámbitos para contrastar varias valoraciones
subjetivas basadas en la propia experiencia.
179
tema de estudio hacia una formulación hipotética. Esta es la función del presente apartado: localizar
los argumentos pertinentes para avanzar el punto de inicio, dar cuenta de las citadas carencias y
acotar el proyecto de investigación (ver Fig.12 y Quivy y Van Campenhoudt, 1995/1997:100). Con
tal ánimo, se recupera la pregunta de partida:
180
Figura 12. Estructura de la investigación. Etapa 3
(Adaptada de Quivy y Van Campenhoudt, 1995/1997:28)
ETAPA 1
Pregunta inicial
ETAPA 2
Exploración
Entrevistas
Lecturas
exploratorias
ETAPA 3
Problemática
ETAPA 4
Modelo de análisis
ETAPA 5
Observación
ETAPA 6
Análisis de la información
ETAPA 7
Conclusiones
181
182
4.1. Enfoque metodológico
“Escoger una problemática es escoger una orientación teórica, una relación determinada con
el objeto de estudio” (Quivy y Van Campenhoudt, 1995/1997:99), teniendo en cuenta que este
posicionamiento debe estar en relación con la pregunta inicial y situado en contexto histórico y
social que le es propio (ibíd.)
Alguno de los preceptos teóricos identificados durante la exploración eran conocidos y otros se
han descubierto en su transcurso, lo cual justificará que en algunos casos se continúe profundizando
en las menos familiares a la vez que se desarrolle el propio estudio (bajo la convicción de que no
es necesario dominarlas en toda su extensión sino conocerlas en conjunto e indagarlas a fondo en
aquellos particulares que la propia investigación demande). El caso es que unas y otras han tomado
sentido a medida que se han conocido mejor cuáles son —y cómo se articulan respecto a ella— las
instancias de la evaluación de la creatividad publicitaria en la universidad.
En concordancia con uno de los objetivos iniciales de la prospección, y con las salvedades
reseñadas, se ha conseguido identificar e integrar las principales facetas (ámbitos) de la cuestión, que
se desconocían, se habían observado por separado o incompletamente. En base a esta certificación
se toma la primera decisión operativa, que afecta a la manera en que se organizarán las 12 áreas de
prospección: dejamos atrás el esquema relacional de ámbitos que se ha tomado como guía durante
la exploración y se resitúan los diferentes entornos de la siguiente manera:
Leyenda:
La evaluación (Ev) englobada en la Docencia (Do)
en su intersección con
La creatividad (Cr) englobada en la Publicidad (Pu)
da lugar a
La evaluación en el ámbito docente de la creatividad publicitaria (EvDoCrPu)
Esta decisión se toma para abordar con mayor fundamento y de manera ordenada las 2 áreas
que desde ahora se consideran primordiales (1) publicidad y (2) docencia. En su interior (tal
como muestra la Fig. 13) se inscriben respectivamente las otras tres: (3) la evaluación, con lo
cual obtenemos la hibridación evaluación docente pero dando prioridad al espacio de enseñanza-
aprendizaje en que se realiza la sanción/inventario; y (4) la creatividad, con lo cual obtenemos
183
la hibridación creatividad publicitaria pero priorizando el ámbito donde la cualidad creativa se
desarrolla. Será a partir de la intersección de estas áreas y sus hibridaciones donde encontramos
el tópico que motiva el presente análisis: (5) la evaluación en el ámbito docente de la creatividad
publicitaria (ver Fig. 13).
De hecho, y desde el inicio, estas posibles contradicciones a las que aluden Quivy y Van
Campenhoudt han sido un acicate para el proyecto. Ha interesado convivir con ellas, sin “reducir
esa complejidad originaria a sus componentes simples” (Caro,1999:5) porque se toma la indefinición
y la complejidad no como obstáculos que sortear sino como características esenciales que contienen
oportunidades. Además, la posibilidad de prolongar intencionadamente el debate sobre la
incertidumbre es de por sí interesante tan pronto como se entiende que la Universidad no es —o
no debería ser—una organización sino un organismo, donde juntos, profesores y alumnos, indagan
en problemas no resueltos (Torrents, 2007:33). Y es así como la propuesta no se ciñe a este trabajo
sino que apela a trasladar también al aula los interrogantes que están abiertos en la investigación;
para estimular la enseñanza y el aprendizaje, entendiendo que discutir el asunto es tratar un tema
fundamental de la asignatura y promover actitudes analíticas, críticas y flexibles que, como se ha
visto, concuerdan con el propio desarrollo creativo.
Esto no significa que no se aspire a la certidumbre. Como sostiene Atlan, “[si] la pureza cristalina
de la racionalidad es una apariencia engañosa […] el postulado recíproco es falso: el error o el
delirio no es portador de un germen de mayor racionalidad” (1986/1991:45). Se trata de un binomio
indisociable (que no de una dicotomía) y quien se haya adentrado en un camino de conocimiento,
ya sea como aprendiz, como investigador o como profesor, sabe que la claridad y la ambigüedad
son desde el principio sus inseparables compañeras de viaje.
184
Pero esta es sólo la valoración teórica que favorece el análisis. Tal como explica Reynoso (2006:4)
las ciencias de la complejidad han sido criticadas por su falta de concreción e inaplicabilidad; han
sido tildadas de operación de relaciones públicas, de fábrica de divos o de “bluff que pretende
resucitar una ciencia moribunda”. El mismo Reynoso se encarga de desmenuzar un buen número
de errores e incoherencias en las obras de Morin y vapulea la mayoría de los textos que las
reinterpretan.
Habrá ocasión para valorar los defectos de la investigación que se proyecta, también en el traslado
de preceptos teóricos. Por el momento, y confiando en que su afirmación sea al menos aproximada,
convenimos con Morin en que la clave está en aliarse con el problema, en encontrar la forma de
que “la ignorancia, la incertidumbre, y la confusión se conviertan en virtudes” (Morin,1983: 29).
Por coherencia con la realidad que se observa —compleja y sistémica—, en consonancia con la
intención del análisis —esencialmente dialógica— este estudio se entrelaza con las propuestas del
autor francés. Ideas fundamentales como la necesidad de contextualizar y conectar el conocimiento
entroncan con la voluntad que se ha ido plasmando. No obstante será necesario localizar trabajos
del ámbito (además de los que ha firmado Caro y que trataremos más adelante) en que se hayan
utilizado como referente metodológico para contrastar la aplicación práctica de dichas ciencias en
la investigación social.
Es posible que este posicionamiento contraste vivamente con la óptica positivista y cartesiana
que, como se ha visto, guía determinadas acciones en alguno de los ámbitos que se abarcan. Aún así
parece factible, quizá enriquecedor y posiblemente necesario el contraste que puede ocasionar dicha
confrontación dialógica (Quivy y Van Campenhoudt, ibíd.). No hay que olvidar que “trabajamos
con supuestos teóricos amplios y «blandos», frente a la conveniencia de adaptarlos a concretos y
verosímiles” (Martínez Zaragoza, 2001:2).
Por último, como se verá, la adscripción teórica no es doctrinal sino referencial y permeable a
propuestas concretas originales de otros enfoques (constructivismo y cognitivismo principalmente)
siempre que contribuyan a comprender las tres facetas más significativas: publicidad (y creatividad
dentro de ella); docencia (con evaluación dentro de ella) y evaluación en el ámbito docente de la
creatividad publicitaria como objeto específico. Veámoslas cuál es el enfoque para cada una de ellas.
Las primeras (mejorar el negocio) dan cuenta de la visión desde el marketing, las técnicas y la
estructura empresarial propias del aparato publicitario, e ilustran lo que ocurre en esta esfera, la
publicidad aplicada, y será necesario tenerlas presentes al abordar el estudio de una asignatura
que se orienta a emular el ejercicio profesional. Se comparte con las segundas (emancipar a los
ciudadanos) una visión crítica de la publicidad, sobre todo en cuanto al modelo de sociedad
que promueve o encarna, óptica que queda reflejada en la obra de Mattelart (1994) y se habrá
intuido como compartida en capítulos anteriores. Pero el caso es que ninguna de ellas atiende
específicamente a la docencia ni a la evaluación de la publicidad.
185
La carencia teórica es por tanto la de una tercera línea, científica, rigurosa y, sobre todo, acorde
con la esencia actual de la publicidad. Necesidad que sin duda percibió anteriormente Antonio
Caro y que ya se intuye en el título del trabajo que publicó en 2007: Fundamentos epistemológicos y
metodológicos para un estudio científico de la publicidad135. Esta obra se toma aquí como referencia
por las razones expuestas, porque se elabora con la intención de “que ayude a los investigadores a
desprenderse del punto de vista necesariamente reductivo e interesado que es propio de la industria
publicitaria; y proponiendo, en segundo lugar, un método de investigación científica que pueda
proporcionarles una guía operativa en consonancia con la complejidad del fenómeno” (Caro,
2007:1)
1. Su visión de lo que venimos llamando aparato publicitario (ver Pág. 41) a raíz de
la propuesta de Ruiz Collantes, un “sujeto colectivo que demanda-idea-produce-emite
el texto publicitario” (2000:30) y que Caro denomina DOP, por Dispositivo Operacional
Publicitario (Caro, 2008)
3. Las ciencias de la complejidad pueden ser una buen paradigma desde el cual
abordar esta nueva realidad publicitaria (lo cual encaja con la decisión respecto a la
obra de Morin quer se ha tomado anteriormente)
“La postura correcta consiste en plantear desde la óptica propia del fenómeno
publicitario, y con el auxilio de las correspondientes disciplinas, las cuestiones
de índole psicológica, sociológica, semiológica, comunicóloga, etc. que le
conciernen” (Caro, 2008:4)
135. El autor indica como precedente inmediato a su propuesta la desarrollada por González Martín en su Teoría general
de la publicidad (1996). Asimismo, Caro (2008:82) destaca la antigüedad del tema: ”Hace ya bastantes años, José Luis León
proclamaba en voz alta dicha carencia con un titular llamativo que sigue siendo esencialmente válido en la actualidad:
Para una teoría de la publicidad o sólo sé que no sabemos cómo funciona la publicidad (1985, Nueva Publicidad Núm.17/18,
Madrid (p.67-69) ”
186
En consonancia con esta mirada desde dentro que propone Caro, y tras la prospección de los
ámbitos Publicidad y Creatividad, se ha decidido abordar la creatividad en una de sus expresiones
particulares, primando la función vehicular que cumple para la Publicidad.
El mismo autor destaca —lógicamente— la necesidad de saber lo que estamos estudiando y para
ello se recupera la definición operativa de creatividad publicitaria que se ha propuesto y justificado
en la Pág. 65:
Quizá en ella se encuentre uno de las aportaciones más satisfactorias del análisis. Por obvio
que parezca, al desambigüar la creatividad en su aplicación publicitaria también se especifica su
finalidad y el debate se puede ampliar a un espectro más acorde, desde el valor instrumental hasta
la repercusión social. Así cabe reflexionar sobre premisas como:
Por otra parte, recuperamos el inquietante asunto relacionado con la definición de la creatividad
(como fenómeno o capacidad genérica) que ha interferido, y previsiblemente interferirá, en el
transcurso de la investigación que se conduce. El abuso del término y el imperativo creativo puede
conducir a la desesperación:
“Hace unos años sugerí que todo el mundo y de una vez evitara el término
creatividad. Propuse esto porque el término se utiliza de muchas maneras, y sin
embargo tiene un alto grado de incertidumbre. No sugerí que todas las formas
de la palabra se evitaran, sólo la creatividad como sustantivo. En realidad sólo
estaba pidiendo más precisión, y por lo tanto sugerí que siempre se utilizara
[...] como un adjetivo, como se usa en arte creativo, productos creativos,
comportamiento creativo, pensamiento creativo, genios creativos, épocas
creativas, y así sucesivamente” (Runco, 2007:376)
Será por tanto sobre esta definición propuesta, inscrita en la publicidad, como institución social,
sobre la que el presente estudio valora una evaluación sistematizada.
Al buscar mayor sustento teórico para esta relación creatividad/publicidad, parece que “existe
muy poca investigación sistemática que ayude a comprender, evaluar, o implementar la creatividad
187
publicitaria” (Smith y Yang, 2004:48), dato que contrasta vivamente con la cantidad de trabajos
que estudian la creatividad como fenómeno o capacidad genérica. Así lo afirman Smith y Yang
en su Teoría general de la creatividad en publicidad, y así se ha podio verificar en la exploración
documental. De forma que no se ha localizado ningún marco teórico más consistente que el
propuesto por Caro y servirá también de guía en el aspecto creativo de creatividad.
Como referencia última, si se tuviera que elegir una mirada de las expuestas entre las páginas
23 y 37 se optaría por la confluyente (sobre todo por coherencia con la elección de las ciencias de
la complejidad para tratar la publicidad) pero se parte de la base que este estudio necesita estar al
corriente de la historia de la investigación en creatividad, de las distintas aproximaciones y de las
nuevas aportaciones científicas y no científicas. El hecho de que sea un contenido vehicular, y a la
vez el objeto de la evaluación que se propone sistematizar, lo hacen imperativo.
Dicho esto, hay una serie de constataciones que guiarán el tratamiento de la creatividad, que
afectan tanto a su conceptualización como a su uso en publicidad y que quizá puedan sumarse a
las desmitificaciones provenientes de la neurociencia y apuntadas en la página 34:
2. Por mucho que se ensalce su rol de motor económico (ver Págs. 163-164) el
punto al que ha llegado la comercialización por vía de la creatividad nos acerca a
cierto ridículo colectivo. “Los expertos en marketing nos dicen que las ventas están
más relacionadas con la presentación estética del producto que con ninguna otra de
sus propiedades intrínsecas. Desde luego se trata de algo obvio desde hace tiempo [...]
pero las industrias creativas convierten un hecho del que deberíamos avergonzarnos
en un valor positivo —precisamente porque es creativo—” (Osborne, 2003:509). No
es otra la tesis de fondo que plantean Caro, Marinas, Imberd, Eguizábal, Enrique,
Alonso y López desde un enfoque semiótico en De la mercancía al signo/mercancía
(ver Caro, 2009b) Y quizá sí, ya estemos cerca de que la indumentaria importe más
que la especie, pero parece aconsejable orientar la acción investigadora y docente para
que estas reflexiones puedan provocar reacciones
188
Para terminar se debe aludir a la responsabilidad compartida y acumulada de la que se ha
hablado en diferentes apartados de la prospección (ver por ejemplo Págs. 47-50). Compartida y
acumulada también por parte de la docencia en esta especialidad, en cuanto a actor integrante del
aparato publicitario. La difuminación —por no decir ausencia— de responsables queda clara en el
planteamiento de Caro (2008, 87-88) cuando expone la correspondencia operacional en publicidad,
la repartición de funciones:
“Se trata por consiguiente de efectos implícitos que resultan de la actividad publicitaria, pero que
no por ello dejan de ser menos operativos. [...] una teoría de la publicidad en el sentido estricto del
termino [...] no puede limitarse en ningún caso a reformular en términos teóricos los componentes
del sistema publicitario profesional. Ya que aquello equivaldría en la práctica a legitimar desde la
teoría este sistema profesional y sus prácticas” (ibíd.:88).
Otro puntal de enfoque teórico, consonante con los postulados de Morin, y que se enraíza en
el cognitivismo y el estructuralismo es el que se sintetiza en el Paradigma del aprendizaje (Barr y
Tang,1995) y se completa con las obra de Biggs y Collins (1982), Biggs y Tang (1999) y Biggs (1999).
De él se destilan tres premisas básicas:
136. Aquel sistema de elementos que se organiza espontáneamente, sin leyes explícitas y que da lugar a un
comportamiento inteligente que podría ser independiente de sus elementos integrantes. Ejemplos comunes de sistemas
emergentes son los hormigueros, el cerebro humano o las ciudades (ver Johnston, 2001). Una propuesta explicativa del
fenómeno creativo como sistema emergente, y no exclusivo del ser humano, se puede ver en Moraes, 2006.
189
1. El estilo docente que cumple plenamente con su función es aquel que se centra
en lo que hace el alumno y que tiene como objetivo un aprendizaje llámese profundo
(Biggs y Tang, 1999), auténtico (Vygotsky,1934b), significativo (Ausubel,1963), o
autenticativo (Cowdroy y Graff, 2005). Con diferentes matices se trata siempre de
un aprendizaje no superficial, que supera la comprensión y la memorización, que
promueve el desarrollo cognitivo del estudiante. Una vez determinado este fin se
disponen los medios
Practicas cualitativas sobre la evaluación que sintonizan con el enfoque docente por el que se
aboga son la evaluación formativa (Pág. 114), la evaluación orientada (Pág. 116), o la autoevaluación
(Pág. 141). El modelo ideal asignaría inicialmente la labor de evaluación al profesor, a fin de atender
los aspectos clave de la formación, pero se iría desplazando con la evolución del curso hacia los
estudiantes. La dinámica de este traspaso se entiende claramente en el gráfico propuesto por Jorba,
Martí y Parés reproducido en la Pág. 118). Es un tránsito desde el juicio hasta la negociación e
incluye un desplazamiento de responsabilidad, explícito en el sistema de evaluación e implícito en
el proceso de apredizaje.
En este espacio de confluencia se emplearán las perspectivas citadas en los dos apartados
anteriores (representadas en Caro, Morin, y Biggs, Tang y Barr). La idea no es, en absoluto, la
de construir una superteoría (Quivy y Van Campenhoudt, 1995/1997:100), ni recorrer estas
aproximaciones de manera global sino que se toman como referentes que podrían proporcionar
cierto marco teórico a un espacio que por las peculiaridades de su docencia no lo tiene.
190
enunciado, es el elemento más objetivable e inteligible. A esta afirmación se suman otras ventajas
ya detalladas (Pág. 62) que supone elegir la instancia de producto —en el sentido de resultado
manifiesto y tangible— para enfocar la evaluación de la creatividad publicitaria. En definitiva, “crear
es provocar algo” (Klausen 20120:351).
A favor de esta elección se añade la omnipresencia de productos creativos, algo que permite
a los alumnos continuar haciéndose preguntas (ver Pág.169) una vez terminado el curso. Dado
que seguirán conviviendo con aquello que ha sido objeto de evaluación, para responderlas sólo
necesitarán haber desarrollado un criterio y, empleándolo, su mirada a la publicidad que nos rodea
se convierte en una mirada crítica, analítica, de alguna manera más experta, que observa el qué, y
puede inferir el cómo y el por qué.
En todo caso, y sea cual sea la metodología docente que se elija o la importancia que se otorgue a
la revisión procedimental, se debería evitar a toda costa una evaluación de la creatividad publicitaria
con argumentos velados o incompletos. En su lugar se aboga por aquella que garantice el retorno
adecuado al estudiante y contribuya al citado conocimiento significativo. “Lo obvio necesita ser
reiterado: no puede haber educación sin aprendizaje.” (Cerezo 2005:2) a lo que se podría añadir: no
puede haber educación sin evaluación; tanto por su condición prescriptiva como por el potencial
curricular que alberga.
Por otra parte, los profesores de las asignaturas de creatividad publicitaria aplicada acostumbran
a ser profesionales en activo. En la medida en que esto es así, conviven a diario con realidades o
encarnan unas circunstancias que no pueden quedar fuera de programa: la presión; el cortoplacismo;
la precariedad laboral —bien experimentada, bien observada— las contradicciones socioculturales
que provoca o institucionaliza la profesión (ver Pág. 47); incluso el distanciamiento palpable —y
paradójico en este caso— respecto a la esfera académica (ver Págs. 89-90) que tal vez también
se dé respecto a la del anunciante e incluso respecto a la del destinatario de la publicidad (ver
Beigbeder, 2000) . Todo ello podría conducir a que el profesor se convierta en un agente que está
controlando el campo (ver Bourdieu, 1970;1994) y legitimando determinadas prácticas. Si bien estas
se deben observar y dar a conocer —por ejemplo como constructoras del criterio de evaluación que
posiblemente se manejará en la asignatura— no es en absoluto necesario convenir con ellas ni con
su razón de ser. Una vez más, la posibilidad de compartir con los alumnos la potestad evaluadora,
las dudas sobre el cometido de la tarea que están aprendiendo, y en definitiva cualquier otra cuestión
191
que aproxime posiciones en lugar de establecer jerarquías, es beneficiosa. No tan solo por la riqueza
que contiene el intercambio sino porque apunta a una concepción de la docencia y la evaluación
que podría desbloquear la contradicción que progresivamente ha ido atrapando a la Universidad
(ver Pág. 77 a 81 y Llovet, 2011; Eco 2004).
Respecto a los alumnos se sintetiza lo expuesto en páginas anteriores: aunque en este caso
se trate de una asignatura que con frecuencia emula el entorno profesional, de ningún modo,
un estudiante —universitario o no— es un sujeto que sólo alcanza el reconocimiento social al
convertirse en trabajador. La condición humana de ambos, como la de un recién nacido o un
anciano, es la que caracteriza su condición de actor social. El trabajo es sólo una faceta de la vida
en sociedad y la calidad de la formación en este aspecto será indisociable de la que reciba para su
pleno desarrollo en el resto. Es más, se entiende que la mejora de la profesión sólo se consigue por
la incorporación de sujetos cuyo conocimiento y capacidad de interpretación crítica se extienda a
las circunstancias que rodean el mundo laboral.
192
4.2. Objeto de investigación
nos encontramos en disposición de responderla. No tan sólo se considera que es posible (y quizá
útil) sino que se sostiene que la actividad es particularmente propicia a la sistematización.
Por una parte su propia naturaleza es sistémica. La prospección realizada indica que incluso
en su expresión más simple se trata de un fenómeno en el que existe una actividad orientada a
obtener un fin determinado. Implica a un ente que actúa sobre otro para extraer un resultado. A
partir de aquí puede aumentar su complejidad: si existe más de un ente evaluador —evaluación por
consenso, por ejemplo—; si la acción tiene un referente —criterio, norma— con el que se contrasta
el ente evaluado para extraer el resultado; si se encadenen diferentes actuaciones para conseguir el
resultado —evaluación continua—; etc. Asimismo, el proceso se inscribe en una línea de tiempo
que es igualmente descriptible (inicio, proceso y final). Por otra parte, y como también se ha visto
(Pág. 114) el hecho de que la evaluación esté inscrita en el ámbito docente implica que existe la
necesidad de contar con este resultado para poder calificar al alumno lo cual amplía el número
137. Diccionario de la RAE, Vigésima segunda edición, Real Academia Española, Madrid 2001
193
de actores implicados, a la vez que caracterizaría el proceso de evaluación como un subsistema,
imprescindible para el sistema de enseñanza-aprendizaje.
No obstante la pregunta de partida tenía otra intención en la medida en que habla de sistematizar,
es decir de armonizar diferentes partes con una intención y de una manera determinada. Algo
que no tiene porqué ocurrir en un sistema informal, supongamos por ejemplo que se puntúa por
azar y al inicio del curso. O tomemos otro supuesto, quizá más plausible, en el que no se utiliza
el mismo proceso sistémico para todos los alumnos sino que unos son evaluados en base a una
interpretación subjetiva de su habilidad y en cambio otros se califican promediando exactamente
todas las puntuaciones que han obtenido durante el curso.
Aquí es donde se detecta la diferencia fundamental y esto nos sirve para matizar la pregunta
inicial. Lo que se cuestiona es (1) si la evaluación puede estructurarse de una forma lógica en base
a un modelo previamente diseñado; (2) si este modelo se observa también de forma sistemática, y
(3) un componente que se hereda de la exploración teórica: si se cuenta con un criterio explícito
(juicio de expertos, por ejemplo) que permita observar diferentes aspectos de aquello que se evalúa.
Es más, ya que en el apartado anterior se ha aclarado la conveniencia de evaluar el producto creativo
publicitario, la pregunta podría reformularse en estos términos:
En el ámbito docente ¿Qué estructura y qué criterio serían válidos para sistematizar
la evaluación de productos creativos publicitarios?
Se observa que en la reformulación se imprime un rigor docente que diferenciaría esta voluntad
de evaluación de aquella que no tiende a ser formal ni explícita. Es decir, añade una orientación
pedagógica del acto para la que presupone cierta capacitación técnica, en consonancia también a
lo que se ha señalado como deseable en todo proceso de enseñanza-aprendizaje.
194
Dejamos la cuestión en este punto para atender las demás facetas. En el apartado correspondiente
se formulará una hipótesis más completa, que incluya el resto de aspectos significativos. Intentemos
detectarlos a continuación respondiendo a las demás preguntas:
Los principales beneficiarios (dado que en ellos se centra la acción docente) serían los alumnos:
futuros profesionales con una tarea, potencialmente, de largo alcance. Por tanto, si se contribuyera
a mejorar su quehacer, el beneficio social sería más amplio ya que incluiría a la profesión y a los
destinatarios.
Al menos el ánimo puede apuntar a esta dirección, tal vez ingenua pero coherente con el
contexto al que se aspira. En cambio sería insostenible en el seno de una enseñanza limitada a la
replica, una enseñanza que obvie su cometido crítico, el desplazamiento de responsabilidades y la
transparencia de un conocimiento dialógico, cooperativo y menos jerarquizado. En este sentido
las propuestas de Morin (1999) son esperanzadoras y se basan precisamente en la observación de
los errores del pasado. Cambiar la docencia de la creatividad publicitaria no cambiará el mundo
pero puede contribuir o no a ello.
Evidentemente, todos estos beneficios están sujetos a las condiciones descritas y a otra que es
previa a todas ellas: que el sistema de evaluación haya sido convenientemente diseñado y verificado.
En otras palabras, dependen de la validez y la confiabilidad que alcance tanto la investigación que
se conduce como sus resultados.
195
4.2.3. ¿Cuáles serían los beneficios?
Además de los mencionados como posibles desde un punto de vista amplio (social y académico-
institucional), destaca un posible beneficio individual para el alumno. El que obtiene cuando
adquiere un criterio adecuado y propio, que está estrechamente ligado al sistema de evaluación
que se idea en estas páginas y más concretamente enraíza en la parametrización de la evaluación
del producto creativo publicitario.
En primera instancia se entiende que dominar las reglas del campo, y por tanto capacitarse para
el desempeño laboral es el beneficio más evidente (y se alinea con los prescritos por la ANECA, ver
Pág. 84). No obstante, a ello se añaden una serie de provechos que quizá interese observar.
Incorporar un criterio implica haber madurado respecto a un punto de partida; capacita para
responsabilizarse de las producciones propias (por extensión de los actos propios); desarrolla
una mirada crítica respecto a la producción propia y ajena; aporta fundamento discursivo (se
incrementa la capacidad de persuasión descrita en la Pág. 63); confiere autonomía de trabajo
(y aumenta la autoestima); desarrolla pericia dialógica; conecta con preceptos metacognitivos
y habilita auto-observación; confiere metodología y estructura al proceder; etc. Todo ello daría
cuenta del ansiado aprendizaje profundo. Algo que —por otro lado— podría ser observable para
el profesor, en los debates y análisis de casos que se conduzcan durante el curso; en el progreso
que evidencian las producciones de los alumnos; en las presentaciones orales de los alumnos; en
su desempeño individual, grupal y colectivo; etc.
196
los parámetros y manejar el criterio de evaluación de forma frecuente y dialógica
resta presión (ver Pág. 143) ya que el elemento por el cual se evalúa también es una
herramienta con la que alumnos y profesor se familiarizan
Como ya se ha apuntado es imprescindible una investigación previa (como la que se inicia aquí),
la verificación de una metodología que permita el desarrollo del sistema y sus herramientas; así
como el fácil acceso a todas estas instancias138.
Una vez finalizado el proceso, las condiciones óptimas requerirían un reenfoque estructural que
tal vez podría afectar de manera inasumible al centro. A otro nivel, el profesor podría encontrar
dificultades para capacitarse en la reconducción de la práctica evaluadora (sobre todo por las
cuestiones de disponibildad que se han expuesto).
También es posible que no se topara con estos impedimentos pero, en todo caso y en un supuesto
de mínimos: si se desvincula de su función superior en cuanto a propuesta docente y se aísla alguna
de las herramientas de evaluación que puedan generarse —por ejemplo la que sirva como criterio
parametrizado para la evaluación del producto creativo publicitario— sería sencillo emplearlas y
adaptarlas a casi cualquier proyecto docente que cumpla con los mínimos que cabe esperar en un
entorno universitario. De esta premisa se deducen algunas de las condiciones que deberían reunir el
método y los instrumentos que se desarrollen, deben ser flexibles, inteligibles y aplicables (además
de válidos y confiables, ver Pág. 117).
138. La accesibilidad, tanto de la investigación como de sus resultados se da por sentada, siempre con la idea de descartar
cualquier tipo de apropiación o restricción y en sintonía con el proceder teórico al que se adscribe el presente trabajo,
proclive a un proceso abierto, asequible, promotor del y receptivo al retorno.
197
El segundo elemento necesario tiene una función operativa, lo constituirían los instrumentos
básicos para poder aplicar la sistematización. Responde a la necesidad de plasmar un criterio que
debería referenciar tanto la producción de los alumnos como la evaluación del profesor. En este
sentido, cualquier decisión sobre cómo parametrizar la evaluación del producto creativo en el
ámbito docente sólo se puede plantear en términos de voluntad (dada la explícita incertidumbre e
imprecisión que se ha documentado en las Págs.137-139). Lo que también parece bastante razonable
es que el mero ejercicio conlleva una observación fidedigna de aquello que se quiere evaluar, a la
vez que reclama una dedicación importante por parte de la investigación inicial y posteriormente
por parte de los centros y los profesores que emprendan la tarea. Más teniendo en cuenta que los
parámetros en este caso deben estar correctamente alineados con los objetivos docentes y con los
propios de la profesión.
El tercer elemento enumerado tiene una función reguladora. Tanto en la gestación como en el
empleo posterior del programa, dado que su función es evaluar cabe hablar de evaluar un programa
de evaluación, metaevaluar.
Aquí se produce un encaje teórico interesante con los planteamientos cualitativos de Taylor
y Bogdan (1984/1994:20-23) que se han detallado en la Pág. 128. Tanto para el desarrollo de
los elementos y la generación de herramientas como para su posterior control, será necesaria
una aproximación acorde a la que proponen dichos autores: inductiva y holística; presencial y
fenomenológica; abierta, comprensiva y humanista; válida metodológicamente; relevante y versátil.
La sintonía con las premisas de Morin y Caro son igualmente evidentes.
La cuestión final remite ya al diseño de investigación que se esboza en los siguientes apartados.
Por el momento, tal y como recomiendan Quivy y Van Campenhoudt, se ha logrado establecer “una
determinada perspectiva teórica y un objeto de investigación concreto o, si se quiere, una mirada
y el objeto de esta mirada” (1995/1997:99).
198
199
200
5. Hipótesis provisional
Tras la exploración, el enfoque y la discusión del objeto de estudio, se procede a sintetizar el
objetivo de la investigación en la siguiente hipótesis de trabajo:
h.2) La docencia debe aspirar a una evaluación rigurosa que tienda a la objetividad
(se requiere)
h.7) La evaluación docente en este particular debe contribuir a que los alumnos
conozcan el proceso; desarrollen un criterio propio, y amplíen responsabilidad y
autonomía sobre su producción creativa publicitaria (todos los aspectos)
201
202
6. Orientación al modelo de análisis
La posibilidad de confirmar o refutar la hipótesis depende en gran medida de cómo se enfoque.
Desde una mirada utilitarista es muy posible que se considere que la evaluación no debe ser de
ninguna manera. Es decir, puede ser como se quiera siempre y cuando garantice un resultado
trasladable y publicable. Así la formulación que se acaba de ver quedaría inhabilitada.
Como se ha expuesto anteriormente esta no es la visión que se tiene aquí del tópico. En adaptar
la que ha guiado este trabajo se está otorgando a la universidad una misión humanista, social y
técnica/profesional que va mucho más allá de una capacitación superficial o aparente. Es en este
caso cuando la evaluación debe ser de una manera y no de otra. No porque sea la correcta sino
porque es la pertinente.
La puntualización justifica que el modelo de análisis ideado se sustente en gran medida en esta
variable explicativa (deber ser) e indica que se deberá contraponer a variables de control que le
otorguen consistencia. En otras palabras, se considera necesario un contraste con otros modelos de
evaluación alternativos al que se está tomando como referencial (ver Quivy y Van Campenhoudt
1995/1997:144).
Por otra parte se ha tenido muy en cuenta la capacidad de investigación de la que se dispone.
Hay al menos tres factores que la menguan: la inexperiencia, la falta de recursos y la premura. Las
dos primeras no necesitan más explicación si se entiende que este estudio se conduce, al menos
por el momento, de forma individual y se está compaginando con el ejercicio docente y profesional
(ambos serán de suma utilidad para el proyecto pues se inscriben en el campo de estudio, pero
limitan la dedicación). La premura viene dada por la extinción del programa de doctorado pre-
bolonia en el que se inscribe esta investigación. Por todo ello se plantea como un programa básico,
modesto si se quiere, pero asumible en las condiciones expuestas.
203
Figura 14. Estructura de la investigación. Etapa 4
(Adaptada de Quivy y Van Campenhoudt, 1995/1997:28)
ETAPA 1
Pregunta inicial
ETAPA 2
Exploración
Entrevistas
Lecturas
exploratorias
ETAPA 3
Problemática
ETAPA 4
Modelo de análisis
ETAPA 5
Observación
ETAPA 6
Análisis de la información
ETAPA 7
Conclusiones
204
El modelo de análisis se encuentra todavía en un punto muy embrionario, pero distingue
ya entre dos elementos que integran el proyecto. Ambos se consideran necesarios para poner a
prueba la hipótesis y para obtener recursos durante el proceso que, validada o no aquella, puedan
convertirse, al menos, en puntos de partida para futuras investigaciones.
Se podría decir que el primer elemento tiene una función esencialmente pedagógica y el segundo
cubriría las necesidades de la asignatura en cuanto a materia aplicada y referenciada en el entorno
profesional. Ambas facetas de la investigación recurrirán a la triangulación y son complementarias,
por lo que se prevé que en diferentes fases puedan nutrirse mutuamente de información y hallazgos.
205
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239
Anexos
Pág.
ii ANEXO I
Ejemplos valor añadido de 1957
iv ANEXO II
Centros universitarios con docencia
y asignaturas relacionadas con el análisis
xiv ANEXO IV
Planes de estudios de centros
con grado en Publicidad y RR.PP.
xvi ANEXO V
Puntuación media asignada a los conocimientos
disciplinares para el grado en Publicidad y RR.PP.
xviii ANEXO VI
Ejemplos revolución/reforma
xx ANEXO VII
Ejemplo de programa de evaluación CIPP
xxii ANEXO IX
Comic de Daniel Solana
xiii ANEXO X
Sistemas de evaluación en las asignaturas
de creatividad publicitaria
i
Anexo I
ii
Consultado el 27/5/2011 en:
http://vintageads.tumblr.com/post/9795820702/soft-weve-by-scott-1957
iii
Anexo II
Observaciones:
- Incluye universidades públicas y privadas
- Incluye grados oficiales (no programas de master y doctorado ni títulos propios)
- Incluye asignaturas obligatorias o troncales y optativas (indicadas como OP)
- No se consideran las asignaturas relacionadas con estrategia creativa
- Que una materia no conste (indicada como NO) puede ser debido aún no hayan sido
desplegada por la universidad en cuestión o a que la denominación de la asignatura no
sea suficinetemente explicita para entender que los contenidos estan relacionados con la
creatividad publicitaria o con la ética-deontología.
iv
ESERP y Staffordshire University Universidad de Alicante
Grado en Publicidad y Relaciones Públicas Grado en Publicidad y elaciones Públicas
Creatividad Publicitaria Básica Fundamentos de la creatividad
Métodos y Formas de la Comunicación Deontología de la publicidad y de las
Persuasiva relaciones públicas
Creatividad Publicitaria Avanzada
Ética y Deontología de la Comunicación Universidad de Cádiz
Grado en Publicidad y elaciones Públicas
ESIC Bussiness and Marketing School Creatividad Publicitaria
Grado Oficial en Comunicación y Relaciones Ética y Deontología de la Publicidad y las
Públicas RR.PP.
Creatividad en la Elaboración del Mensaje
Publicitario Universidad de Málaga
Ética Empresarial Grado en Públicidad y Relaciones Públicas
Creatividad Publicitaria
Universidad Antonio de Nebrija No incluye asignaturas de ética/deontología
Grado en Publicidad
Creatividad publicitaria Universidad de Navarra
Ética y autorregulación de la comunicación Grado en Públicidad y Relaciones Públicas
Creatividad
Universitat Autònoma de Barcelona Generación de ideas
Publicidad y Relaciones Públicas Ética I
Creatividad Pulicitaria Ética II
Creatividad en Publicidad y Relaciones Deontología publicitaria
Públicas
Procesos y Técnicas Creativas Universidad de Valladolid
Creatividad Audiovisual (OP) Grado en Publicidad y Relaciones Públicas
Creatividad Gráfica (OP) Ideas, métodos y estrategias creativas
Book Creativo (OP) Procesos de creación del mensaje
publicitario
Universidad Camilo José Cela Ética y Deontología de la Comunicación y
Grado en Públicidad y Relaciones Públicas de los consumidores
Creatividad Responsabilidad Social corporativa e
Creatividad Publicitaria institucional
Ética y Deontología: Responsabilidad Social
Corporativa Universitat de Vic
Grado en Publicidad y Relaciones Públicas
Universidad Católica San Antonio UCAM Creativitat Publicitària I
Grado en Publicidad y Relaciones Públicas Creativitat II (OP)
Creatividad en Comunicación Ética Profesional
Ética Fundamental
Ética Aplicada y Bioética Universidade de Vigo
Deontología y Legislación de la Grado en Publicidad y Relaciones Públicas
Comunicación Creatividad publicitaria
Deontología de la comunicación
Universidad Complutense de Madrid
Grado en Publicidad y Relaciones Públicas Universidad del País Vasco
El Proceso de Creación Publicitaria Grado en Publicidad y Relaciones Públicas
Creatividad en los Medios No Técnicas de Creación Audiovisual
Convencionales (OP) Creatividad
Creación y Diseño Digital Multimedia(OP) Creatividad II (OP)
Ética y Deontología Profesional Etica de la Publicidad (OP)
Ética de las Organizaciones (OP)
v
Universidad Europea de Madrid Ética de la Comunicación II
Grado en Comunicación Publicitaria
Técnicas de creación Universidad Rey Juan Carlos
Laboratorio de creatividad en entonos Grado en Publicidad y Relaciones Públicas
gráficos Creatividad en la elaboración del mensaje
Laboratorio de creación y desarrollo visual publicitario
Laboratorio de creatividad en entornos Principios Jurídicos Básicos: Deontología
multimedia Profesional e Igualdad
Ética y deontología profesional
Universitat Rovira i Virgili
Universidad Francisco de Vitoria Grado en Publicidad y Relaciones Públicas
Grado en Publicidad Escritura Creativa (OP)
Pensamiento creativo e innovación No incluye asignaturas de ética/deontología
Creatividad publicitaria
Técnicas de creación asistidas por Unviersidad San Jorge
ordenador Grado en Publicidad y elaciones Públicas
Creación de mensajes publicitarios Taller de creatividad publicitaria
Educación para la responsabilidad social Ética y deontología de la publicidad y las
Ética y deontología profesional relaciones públicas
vi
Procesos de ideación y narrativa
audiovisual Universidad de Extremadura
Pensamiento y ética social Grado en Comunicación Audiovisual
Comunicación, deontología y derecho Creatividad y Diseño Visual (OP)
Ética y Deontología de la Comunicación
Universidad Antonio de Nebrija Audiovisual
Grado en Comunicación Audiovisual
No incluye asignaturas de creatividad Universidad de La Rioja
Ética y autorregulación de la comunicación Grado en comunicación
Creatividad Publicitaria Básica
Universitat Autònoma de Barcelona Creatividad Publicitaria Avanzada (OP)
Comunicación Audiovisual Ética y Deontología de la Comunicación
No incluye asignaturas de creatividad
No incluye asignaturas de ética/deontología Universidad de Granada
Grado en Comunicación Audiovisual
Universidad Camilo José Cela No incluye asignaturas de creatividad
Grado en Comunicación audiovisual No incluye asignaturas de ética/deontología
No incluye asignaturas de creatividad
Ética y Deontología: Responsabilidad Social Universitat de les Illes Balears
Corporativa Grado en Comunicación Audiovisual
No incluye asignaturas de creatividad
Universidad Católica San Antonio UCAM Ética de la Comunicación
Grado en Comunicación Audiovisual
Creatividad en Comunicación Universidad del País Vasco
Ética Fundamental Grado en Comunicación Audiovisual
Ética Aplicada y Bioética Técnicas de Creación Audiovisual
Deontología y Legislación de la Procesos de Creación Audiovisual
Comunicación No incluye asignaturas de ética/deontología
vii
Universidad de Sevilla Universitat Rovira i Virgili
Grado en Comunicación Audiovisual Grado en Comunicación Audiovisual
Escritura Creativa (OP) Creatividad publicitaria (OP)
No incluye asignaturas de ética/deontología Escritura Creativa (OP)
No incluye asignaturas de ética/deontología
Universitat de València
Grado en Comunicación Audiovisual Universidad San Jorge
Ideación y producción radiofónica Grado en Comunicación Audiovisual
Ideación y producción televisiva No incluye asignaturas de creatividad
No incluye asignaturas de ética/deontología Ética y deontología de la imagen
viii
Innovación en comunicación Creatividad en formatos audiovisuales
Ética de la comunicación Laboratorio de creatividad en entonos
gráficos
Escuela Politécnica de Gandia (adscrita a Laboratorio de creación y desarrollo visual
Universitat Politècnica de València) Grado en Laboratorio de creatividad en entornos
Comunicacion Audiovisual Y Publicidad multimedia
Ideación de formatos audiovisuales Ética y Legislación profesional
Guión y procesos de ideación (OP) Ética y deontología profesional
No incluye asignaturas de ética/deontología Principios Jurídicos Básicos: Deontología
Profesional e Igualdad
ESIC Bussiness and Marketing School
Grado en Publicidad y Relaciones Públicas + Universidad Europea de Madrid
Titulado superior en Marketing Doble Grado en Comunicación Publicitaria +
Creatividad en la Elaboración del Mensaje Comunicación Audiovisual y Multimedia
Publicitario Pensamiento creativo
Principios Jurídicos Básicos: Deontología Taller de creatividad
Profesional e Igualdad Creatividad en formatos audiovisuales
Técnicas de creación
ESIC Bussiness and Marketing School Laboratorio de creatividad en entonos
Grado en Comunicación y RRPP + Título gráficos
Superior en Marketing Laboratorio de creación y desarrollo visual
Creativididad Publicitaría Laboratorio de creatividad en entornos
No incluye asignaturas de ética/deontología multimedia
Ética y legislación profesional
Universidad a Distancia de Madrid
Centro de Iniciativas Profesionales y Grado Universidad Europea de Madrid
en Periodismo + experto en comunicación, Triple Grado en Periodismo + Comunicación
publicidad y relaciones públicas Audiovisual y Multimedia + Comunicación
No incluye asignaturas de creatividad publicitaria
Deontología Periodística Técnicas de creación
Pensamiento Creativo
Universidad Antonio de Nebrija Taller de Creatividad
Doble Grado en Comunicación Audiovisual y Laboratorio de creatividad en entornos
Publicidad multimedia
Creatividad publicitaria Laboratorio de creación y desarrollo visual
Ética y autorregulación de la comunicación Ética y deontología profesional
ix
Universidad Francisco de Vitoria Ética
Doble Titulación de Grado en Comunicación Deontología profesional
Audiovisual y Grado en Publicidad
Pensamiento creativo e innovación IED Istituto Europeo di Design
Taller de creación audiovisual Grado en Diseño Gráfico
Creatividad publicitaria Creatividad Publicitaria
Técnicas de creación asistidas por Creatividad Digital
ordenador Creatividad en Medios
Creación de mensajes publicitarios No incluye asignaturas de ética/deontología
Educación para la responsabilidad social
Ética y deontología profesional Universidad Antonio de Nebrija
Grado en Marketing y Comunicación
Universidad Rey Juan Carlos Estratégica
Doble Grado en Periodismo y Comunicación No incluye asignaturas de creatividad
Audiovisual No incluye asignaturas de ética/deontología
Diseño y Creación Multimedia
Creación y producción Radiofónica Universitat Oberta de Catalunya
No incluye asignaturas de ética/deontología Grado en Comunicación
Pensamiento creativo
Creatividad publicitaria I (OP)
Creatividad publicitaria II (OP)
No incluye asignaturas de ética/deontología
4. Otros grados relacionados
Universidad Camilo José Cela
Bau Escola Superior de Disseny (adscrita a Doble grado en Grado en Publicidad y RRPP +
Universitat de Vic) Protocolo y Organización de Eventos
Grado en diseño Creatividad
Taller de Creatividad Creatividad Publicitaria
Teoría Publicitaria / Téc. Creativas (OP) Ética y Deontología: Responsabilidad Social
No incluye asignaturas de ética/deontología Corporativa
x
Universidad de Deusto
Grado en Comunicación
No incluye asignaturas de creatividad
Formación en Valores y opciones de la
persona
Formación Ética
xi
Anexo III
Deontología y autocontrol
de la publicidad en España
xii
Correspondencia entre el sistema español de autocontrol publicitario
(AACC, 2011) y las directrices propuestas por la EASA
Fuente: elaboración propia a partir de (2008) Guía EASA para crear un Organismo
de Autorregulación. European Advertising Standard Alliance.
xiii
Anexo IV
Elaboración propia.
URLs consultadas el 23-3-2012
Ámbito: España
Observaciones:
- Incluye universidades públicas y privadas
- Incluye grados oficiales (no programas de master y doctorado ni títulos propios)
- Incluye asignaturas obligatorias o troncales y optativas
xiv
Universidad de Málaga < http : / / w w w. u r j c . e s / e s tu d i o s / g r a d o /
<http://www.infouma.uma.es/estudios/ publicidad_rrpp/publicidad_rrpp.html>
cienciassociales/publicidadrrpp.html>
Universidad San Jorge
Universidad de Murcia <http://usj.es/estudios/oficiales/grados/
<http://www.um.es/web/comunicacion/ publicidad>
contenido/estudios/grados/publicidad/plan/
asignaturas> Universidad San Pablo
<http://www.uspceu.es/pages/admision/
Universidad Católica San Antonio qu e - e s tu d i ar / f a c u lt a d - hu m an i d a d e s -
<http://www.ucam.edu/estudios/grados/ comunicacion/grado-publicidad-y-relaciones-
publicidad-presencial/plan-de-estudios> publicas/presentacion.html>
Universidad de Vigo
< http : / / we b s . uv i go. e s / v i c prof / i n d e x .
php?option=com_content&task=view&id=1
527&Itemid=572>
xv
Anexo V
xvi
Puntuación media asignada
a los conocimientos disciplinares en la titulación de Publicidad y RR.PP.
Comparativa entre los asignados para todas las orientaciones de perfil profesional
y los asignados al perfil ”Creativo/a y diseñador/a”
Barras grises superpuestas (numeración en blanco): puntuación para el perfil ”Creativo/a y diseñador/a”.
Resto de barras (numeración en negro): puntuación para todos los perfiles. (Ver figura anterior)
Las flechas negras indican las 5 puntuaciones más altas asignada al perfil ”Creativo/a y diseñador/a”.
Las flechas blancas indican las 5 puntuaciones más bajas asignada al perfil ”Creativo/a y diseñador/a”.
xvii
Anexo VI
Agencia: BBDO
Anunciante: Springfield
“La conquista de las mujeres”
2007
xviii
Agencia: Ogilvy & Mather
Anunciante: Egaro
“Shopping revolution”
2007
xix
Anexo VII
xx
Anexo VIII
xxi
Anexo IX
Comic de Daniel Solana
Anuncios, Noviembre 2006 Núm. 126 especial 25º aniversario (p.189)
xxii
Anexo X
Sistemas de evaluación
en las asignaturas de creatividad publicitaria
Observaciones:
- Incluye universidades públicas y privadas
- Incluye grados oficiales (no programas de master y doctorado ni títulos propios)
- Incluye asignaturas obligatorias o troncales y optativas
- Que una guía de la asignatura no conste puede ser debido aún no hayan sido desplegada por
la universidad en cuestión o a que la denominación de la asignatura no sea suficinetemente
explicita para entender que los contenidos estan relacionados con la creatividad publicitaria
xxiii
Qualsevol treball dels estudiants haurà de formativa en un 10%.
complir els requisits mínims d’un exercici acadè-
mic: estructura adient, correcció normativa i su- Segona convocatòria:
ficiència redaccional. Es valorarà el lliurament
puntual i la qualitat de les presentacions.t L’alumne que consti com a NO PRESENTAT
______________________________________ no tindrà dret a presentar-se en segona convo-
catòria i, per tant, tindrà l’assignatura suspesa. Te-
nen dret de recuperació en segona convocatòria
Universitat de Vic els alumnes que no tinguin superada la mitjana
<http://www.uvic.es/es/estudi/publicitat-i- del Bloc General de l’assignatura o la Unitat For-
relacions-publiques> mativa.
BLOC GENERAL DE L’ASSIGNATURA:
Per recuperar el Bloc General de l’assignatura,
No consta l’alumne/a haurà de repetir l’examen final, que
______________________________________ continuarà tenint el valor del 65% del total de
l’assignatura.
UNITAT FORMATIVA:
Universitat Ramon Llull / Blanquerna
“El relat persuasiu: Plataformes d’expressió
<http://www.blanquerna.url.edu/web/interior. creatives”.
aspx?alias=fcc.estudis-grau.publicitat-relacions- La recuperació consisteix a presentar indi-
publiques.pla-estudis&idf=4&id=1756> vidualment l’exercici que indiqui el professor
de la Unitat Formativa en la forma i contingut
i que serà lliurat el dia de l’examen del Bloc Ge-
Creatividad I neral de l’assignatura en segona convocatòria.
Continuarà tenint el valor del 35% del total de
Primera convocatòria: l’assignatura.
xxiv
1. La realización de una prueba de examen
al final del cuatrimestre que equivale al 50% de Fundamentos de la creatividad
la nota final. Esta prueba final podrá plantear al
estudiante preguntas teóricas y cuestiones de re-
flexión práctica a partir de lo expuesto en clase y EVALUACIÓN CONTINUA Asistencia. La asis-
de lo trabajado en la misma. tencia a las clases prácticas es obligatoria, al me-
2. La parte práctica de la materia supondrá nos en un 80% de las mismas (10%)
el otro 50% de la nota. Dicho 50% se organiza EVALUACIÓN CONTINUA Prácticas Elabora-
en base a los porcentajes fijados en la siguiente ción de prácticas dirigidas. (50%)
tabla [...] EVALUACIÓN CONTINUA Presentaciones:
Como puede verse en total consta de 11 ejer- Exposiciones orales de las prácticas, donde se
cicios. Aquel alumno que no entregue/participe tendrá en cuenta la amenidad en la forma de
en 3 de los 11 proyectos se considerará que no presentación a la clase y pertinencia de la pro-
está siguiendo la materia de forma continua y puesta, del trabajo final. (10%)
será expulsado del este sistema de evaluación, EXAMEN FINALPrueba final: Prueba final so-
pasando a ser evaluado por el sistema de eva- bre los conocimientos teóricos de la asignatura
luación final. (30%)
3. La nota final de un alumno que se evalúe
mediante este sistema será la suma entre el resul-
tado obtenido en el examen final (un máximo de Lenguaje publicitario
5 puntos) y el obtenido en los ejercicios prácticos
derivados de las diferentes actividades formati- EVALUACIÓN CONTINUA Asistencia y partici-
vas detalladas en la tabla precedente (un máxi- pación en las sesiones prácticas ( 20%)
mo de 5 puntos). EVALUACIÓN CONTINUA Portafolios o cua-
debe tener al menos un 2,5 en cada una de derno de práctica ( 30%)
las partes. Si con fecha previa a la elaboración EVALUACIÓN CONTINUA Pruebas teórico-
del examen el estudiante tuviera una calificación prácticas escritas (50%)
menor al 2,5 en los ejercicios prácticos, éste podrá
renunciar a dicha nota y optar por evaluarse me- Estrategia creativa y conceptualización
diante el sistema de evaluación final.
Con carácter general los profesores podrán
Modalidad A- Prueba escrita (objetiva o de
calificar con un cero un ejercicio práctico de los
desarrollo): 50% de la calificación final.
descritos en la tabla anterior siempre que concu-
- Informes (individuales o en grupo), trabajos
rra alguno de los siguientes factores:
basados en la resolución de problemas, el estudio
- Se entregue fuera del plazo establecido
de casos, realización de proyectos: 50% de la ca-
- Se entregue sin el formato y enfoque de con-
lificación final.
tenido fijado por los profesores.
Por tanto entregarlo fuera de plazo o no
Modalidad B o de evaluación continua:
acorde a los requisitos del encargo podrá suponer
- Participación proactiva: 30%
un cero directo en el ejercicio.
- Resolución probl./análisis de casos: 30%
- El texto contenga faltas de ortografía y/o
- Realización de informes, trabajos o proyec-
errores de escritura.
tos (individuales o en grupo): 40%
______________________________________
Creatividad para la comunicacion publicitaria
y RR.PP.
Universidad de Cádiz
No consta programa <http://www.uca.es/ccsociales/portal.do?TR=A
______________________________________ &IDR=1&identificador=1755>
xxv
Creatividad publicitaria Prueba escrita
Los alumnos deberán realizar una prueba
escrita individual al final del curso, en la que de-
El alumnado será sometido a una prueba
berán demostrar el conocimiento y dominio de
teórica (examen) y a una prueba práctica (elabo-
los conceptos teóricos del programa, así como la
ración de una campaña creativa) para valorar la
adquisición de las destrezas específicas vincula-
asimilación y comprensión de los contenidos teó-
das con el ejercicio práctico y profesional de la
ricos de la asignatura. Estas pruebas supondrán
creatividad publicitaria.
el 70% de la nota final y se obtendrá haciendo
la media entre ambas. El restante 30% resultará
Trabajo práctico Obligatorio
de hacer la media entre las notas de los trabajos
Además, los alumnos deberán realizar en
prácticos que se encargarán al alumnado a lo lar-
grupo (NUNCA INDIVIDUALMENTE) un trabajo
go del cuatrimestre en las horas lectivas corres-
final de curso de carácter obligatorio que consis-
pondientes a los créditos prácticos. No se podra
tirá en la concepción y construcción de la cam-
aprobar la asignatura si no se han aprobado el
paña publicitaria de un producto, servicio o idea.
examen y la campaña.
Las instrucciones para la correcta realización de
esta actividad de evaluación serán facilitadas y
Procesos de creación publicitaria explicadas a los alumnos con la suficiente ante-
lación. La asistencia a clase, las tutorías, la partici-
Idem que Craetividad publicitaria pación en debates y foros presenciales o virtuales
serán valoradas y evaluadas por el profesor.
Presentacións/exposicións :15%
Creatividad Publicitaria Traballos de aula: 35%
xxvi
Probas de resposta curta: 50% y otras actividades.
xxvii
Creatividad en la elaboracion del mensaje - Trabajo de campo, 12,5%
publicitario - Trabajos y talleres, 35%
grado-publicidad-y-relaciones-publicas/
______________________________________
presentacion.html>
Universidad Oberta de Catalunya
Pensamiento creativo
< h t t p : / / w w w. u o c . e d u / e s t u d i s / g r a u s /
La adquisición de las competencias y los comunicacio/pla_estudis/estructura/index.
conocimientos establecidos se valorará en dos html>
bloques: teoría y práctica.
Para poder superar la asignatura, en cada
uno de los bloques deberá obtener una puntua- Pensament creatiu
ción superior a 5.
Los porcentajes de valor de las distintas Aquesta assignatura es pot superar per una
componentes de la evaluación continua son los doble via: d’una banda a partir de l’avaluació
siguientes: contínua (AC), i d’altra banda, mitjançant la
- Exámenes y pruebas parciales, 40% realització d’un examen final (presencial) (EX).
- Prácticas, 12,5% La fórmula d’acreditació de l’assignatura és la
xxviii
següent: AC o EX.
Creativitat publicitària I
Creativitat publicitària II
xxix