Humanismo Militar en El Siglo XVI
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RESUMEN
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the problems of formation of the army and the people in charge, something
which he easily works out looking back at the old Roman army. After his death,
he became a prototype of the perfect soldier that was quickly spread among
his contemporaries. A legend based on his exemplary behaviour ruled by the
maxim to serve and obey.
Key words: Humanism, XVI Century, Sancho de Londoño, military treaty,
Roman army, Speech.
Desde la antigua Grecia, los tratados militares han formado parte del
género de la historia,1 y aunque sus autores no son especialistas del arte
militar,2 se preocupan por distintas cuestiones relacionadas con el ejército y
las prácticas bélicas. El testimonio más importante que la Antigüedad clási-
ca nos ha legado sobre ciencia militares la Epitoma reimilitaris de Vegecio
(h. 390 d. C.),3 obra en la que el autor latino, defensor de la infantería,
teoriza sobre la táctica, la estrategia y la organización militar romana, basán-
dose en la idea de que unos pocos soldados disciplinados son superiores a
muchos.4 En realidad, la estructura militar que describe Vegecio en su Epi-
toma, compendio de otros tratados realizados por autores latinos anteriores
a él (como Catón, Celso o Frontino), resulta del análisis de las diferentes
capacidades militares de Roma a través de los tiempos, en unos momentos
de decadencia del Imperio.
La reflexión militar propiamente dicha no se desarrolla hasta la segunda
mitad del siglo XV5como consecuencia del impacto de los nuevos avances
técnicos y laevolución de las armas de fuego y la artillería.6A este hecho
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hay que añadir la revalorización de los clásicos militares que trae consigo
la llegada del Humanismo, las nuevas vías de pensamiento estratégico pro-
vocadas por el descubrimiento de América7 y las consecuencias del modelo
de ejército que se conforma a partir dela nueva unidad de éste, el Tercio.8
Todos estos cambios van acompañados de una intensa reflexión y
producción de obras militares, centradas no sólo en aspectos bélicos sino
también en la influencia de la guerra sobre la sociedad, la política o la
economía.9 Así, gracias a la labor literaria de los autores humanistas del
momento10 y al contenido de sus tratados militares podemos hablar de un
‘Humanismo militar’ o de un ‘Renacimiento del arte militar en la Península
Ibérica’.En general, este Humanismo militar es un programa consciente
de vuelta a la Antigüedad, tanto en las formas de hacer la guerra por los
ejércitos (con las innovaciones técnicas añadidas) como en los textos de los
teóricos que escriben sobre el tema.
Tras analizar buena parte de la bibliografía existente,11 Esther Merino
defiende en su tesis doctoral12 la existencia de esta rama del Humanismo
y desarrolla sus características fundamentales. Siguiendo sus aportaciones
podemos señalar como rasgos principales de los tratados militares que se
escriben en el Renacimiento los siguientes.
La mayoría de los autores comparten un origen nobiliario-castrense.
Normalmente son veteranos de las distintas campañas emprendidas por la
dinastía de los Austrias quienes exponen sus propias experiencias sobre
la guerra o las utopías que proponen para mejorar, en última instancia, el
ejército y sus resultados. Tras largos periodos de actividad, que en la mayor
parte de los casos les ocupa toda su vida, alcanzan distintos grados en el
escalafón militar. El caso de Sancho de Londoño es representativo de ello,
ya que de piquero llega a ser maestre de campo.
7. Véase A. Espino López, “Las Indias y la tratadística militar hispana de los siglo
XVI y XVII”, Anuario de Estudios Americanos 57, 1 (2000), 295-320.
8. Véase R. Quatrefagues, Los tercios españoles, 1567-1577, Madrid: Ediciones
Ejército, 1983.
9. Quizá el Arte de la guerra de Maquiavelo (1521) sea el ejemplo más represen-
tativo de este fenómeno.
10. Sobre los humanistas militares hispanos véase R. Quatrefagues, “Aux origines
de l’EtatMilitaireCastillan: le Tratado de la perfección del Triunfo Militar (1459)”, en Le
soldat, la stratégie, la mort. Mélanges André Corvisier, París: Economica, 1988.
11. Véase A. Espino López, “La historia militar. Entre la renovación y la tradición”,
Manuscripts 11 (1993), 215-242, artículo en el que el autor esboza el panorama general
de los estudios bibliográficos que se ocupan de la disciplina militar española, centrán-
dose especialmente en el de los siglos XVI y XVII (este apartado se completa con A.
Espino López, “La historiografía hispana sobre la guerra en la época de los Austrias. Un
balance, 1991-2000”, Manuscripts 21 (2003), 161-191).
12. E. Merino Peral, El arte militar en la época moderna: los tratados “de re mili-
tari” en el Renacimiento (1536-1671). Aspectos de un arte español, Madrid: Ministerio
de Defensa, 2002.
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13. Algunos de estos textos pueden ser considerados como escuela del príncipe, ya
que no debe ser ajeno a los príncipes el enriquecimiento de unos conocimientos que
se consideran imprescindibles para el entendimiento y dirección de las guerras que se
suceden en sus territorios.
14. Véase A. Campillo, La fuerza de la razón. Guerra, Estado y Ciencia en los
tratados militares del Renacimiento. De Maquiavelo a Galileo. Murcia: Universidad de
Murcia, 1986.
15. Sobre cuestiones generales del ejército en la época de los Austrias véanse entre
otros G. Parker, “La revolución militar, 1560-1660: ¿un mito?”, en España y los Países
Bajos, 1554-1659, Madrid: Rialp, 1986, pp. 115-143; R. Puddu, Ilsoldatogentiluomo. Aut
orittratod’unasocietàguerriera. La Spagna del Cinquecento, Boloña: IlMulino, 1982; L. A.
Ribot, “El ejército de los Austrias: aportaciones recientes y nuevas perspectivas”, Pedral-
bes 3 (1983), 89-126; y A. Thompson, Guerra y decadencia. Gobierno y administración
en la España de los Austrias, 1560-1620, Barcelona: Crítica, 1981.
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Es decir, los tratadistas militares del siglo XVI convierten esta disciplina
“en un nuevo procedimiento de instrucción militar superior: un manual de
instrucción ilustrado”.17
16. E. Merino Peral, El arte militar…, op. cit., p. 186. Véase ademásJ. Barrios, “La
enseñanza militar española en tiempos de los Austrias”, RevueInternationaled’HistoireM
ilitaire 56 (1984), 95-124.
17. G. Parker, La revolución militar. Las innovaciones militares y el apogeo de Oc-
cidente, 1500-1800, Barcelona: Crítica, 1990, p. 43.
18. Véase E. García Hernán, “Don Sancho de Londoño. Perfil biográfico”, Revista
de Historia Moderna 22 (2004). Esta revista monográfica, con el sobrenombre Ejércitos
en la Edad Moderna, realiza un estudio biográfico pormenorizado del militar español
don Sancho de Londoño.
19. Véase A. Espino, Guerra y cultura en la época moderna, Madrid: Ministerio de
Defensa, 2001.
20. Los ideales del Humanismo militar son representados por Londoño en la unión
del tópico sapientia et fortitudo.
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21. Véase F. J. Gómez, Memoria biográfica de los varones ilustres de La Rioja, Lo-
groño, Imprenta propia, 1884, pp. 95-97.
22. Genealogía de los Londoño:
1. Sancho de Londoño, señor de Briones y comendador de Calatrava = Isabel
de Rojas, hermana de Don Juan de Rojas, I Marqués de Poza, tuvieron a:
1.1. Juan de Londoño y Rojas, señor de Hormilla = Inés de Porras, hija del
señor de Agoncillo, tuvieron a:
1.1.1. Antonio de Londoño, señor de Hormilla = Ana Martínez de Ariz,
natural de Nájera, tuvieron a:
1.1.1.1. Sancho de Londoño, señor de Hormilla.
1.1.1.2. Antonio de Londoño.
23. Enrique García: En los libros parroquiales de Hormilla no consta el año ni el día
en que nació, y sólo se sabe que fue padrino de don Antonio de Londoño, su hermano,
quien también destacó en Lombardía, al amparo de su hermano, con responsabilidades
económicas en Milán como podestá (E. García Hernán, “Don Sancho de Londoño…”,
art. cit., p. 10).
24. Hay críticos que piensan que nació en Londoño, cerca de Orduña (Vizcaya),
pero según su expediente para la obtención del hábito de la Orden de Santiago no cabe
duda de que nació en la riojana Hormilla.
25. Enrique García: Aunque algún autor ha señalado que son Sancho casó con do-
ña Elvira, y que en 1529 tuvieron un hijo, según unos versos suyos y sobre todo, según
su última voluntad, permaneció soltero y no tuvo hijos (E. García Hernán, “Don Sancho
de Londoño…”, art. cit., p. 10).
26. Véase W. S. Maltby, El gran duque de Alba. Un siglo de España y de Europa,
Madrid: Atalanta, 1983. El duque de Alba forjó escuela militar. Entre los seguidores del
noble podemos destacar al capitán Alonso de Vargas, a Londoño y a Francisco de Val-
dés, oficial que estuvo a las órdenes de don Sancho. En 1578, este último publicó la obra
titulada Diálogo militar, compuesta posiblemente por el riojano, en la que se establece
un diálogo entre los dos primeros (Francisco de Valdés, Diálogo militar del Maestre de
Campo Francisco de Valdés, Madrid: PierresCosin, 1578). Véase a este respecto S. Fer-
nández Conti, “La profesionalización del gobierno de la guerra: don Alonso de Vargas”,
en J. Martínez Millán (ed.), La corte de Felipe II, Madrid: Alianza, 1994, pp. 417-450.
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para controlar las amenazas del Delfín sobre Perpiñán. Al final, el ejército
español fuerza la retirada de los franceses.
En 1544 Carlos V reúne un ejército en Metz y marcha sobre París, por
lo que los franceses tienen que negociar. Ese año Sancho de Londoño es
enviado a Alemania, donde las tropas del Emperador se están enfrentan-
do al ejército protestante de la Liga de Smalkalda. En 1546 se desarrolla
la campaña del Danubio, en la que Carlos consigue el control del sur de
Alemania. En 1547 Londoño participa en la batalla de Mühlberg y, al año
siguiente, es nombrado teniente de la caballería ligera.
En 1552 interviene como capitán de infantería durante dos meses en el
fallido asedio de Metz. Para el riojano, el fracaso y el alto número de bajas
se debe a la mala organización del sitio y a la labor del duque de Guisa, de-
fensor de la ciudad que impide el asalto diseñado por el propio Londoño.
El militar también acude a la guerra de Siena como capitán de infantería del
tercio de Milán, participando en el asalto de Montalcino en 1553.
Al año siguiente, en 1554, se le concede el hábito de la Orden de San-
tiago. Ese mismo año, el capitán de infantería y nuevo señor de Hormilla
regresa a su ciudad natal para solucionar distintos problemas relativos a
su casa originados por la muerte de su padre. Sin embargo, su estancia en
la ciudad riojanano dura mucho. En 1555 vuelve con el duque de Alba a
Flandes, donde es nombrado capitán de la guardia del duque por expreso
deseo de éste, y un año más tarde, en 1556, llega a Nápoles para ayudar a
las tropas del duque de Alba en su invasión de los Estados Pontificios.
Sancho de Londoño alcanza en 1558 el título de maestre de campo del
tercio de Lombardía,27 cargo que Gonzalo Fernández de Córdoba, duque
de Sessa y gobernador de Milán, quiere para su protegido Rodrigo de Be-
navides, a pesar de considerar al riojano como uno de los mejores soldados
con el que cuenta el Imperio. Ese mismo año manifesta su deseo de acudir
a la corte para recibir el apoyo de Felipe II, pretensión que apoya el propio
Gonzalo Fernández de Córdoba. Probablemente acudiera a la Corte, aun-
que no lo sabemos a ciencia cierta. Lo que sí conocemos es que en 1559
estaba de nuevo en Lombardía y que el duque de Sessa le encomienda el
gobierno del presidio de Asti, en el Piamonte italiano, entre los años 1560
y 1564, enfrentándose a numerosas situaciones peligrosas para los intereses
de la corona española, como impedir la entrada de los franceses en Italia o
la difusión del calvinismo por esas tierras.28
Cuando en 1564 deja el duque de Sessa el control de Milán y Gabriel
de la Cueva, duque de Alburquerque, es nombrado nuevo gobernador, la
situación de Londoño cambia radicalmente. Aunque en un principio las
27. Véase J. L. Sánchez Martín, “El Tercio ordinario del estado de Milán o de Lom-
bardía, 1536-1636”, Researching and Dragona 7/17 (2002), 4-27.
28. Véanse a este respecto P. Merlin, Emanuel Filiberto. Un principetrailPiemonte
e l’Europa, Turín: SEI, 1995 y G. Vigo, Un Statonell’impero. La difficiletransizione al
moderno nella Milano di etàspagnola, Milán: Guerini, 1994.
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relaciones entre los dos personajes son cordiales, pronto aumenta la ten-
sión entre ellos porque el maestre de campo no recibe ninguna indicación
sobre lo que debe hacer, perdiendo así y de forma progresiva poder y au-
toridad en su propia jurisdicción. Por ello pide que se acepte su dimisión
para poder jubilarse dignamente. Pero, en lugar de eso, se le destina en
misión diplomática ante los Grisones (1564-1565), actual cantón suizo de
Graubünden.
La misión de Londoño es difícil pero de vital importancia: el riojano
debe conseguir una alianza grisona para evitar así la unión de éstos con
los franceses y garantizar el libre tránsito entre Italia y Alemania.29 Con ello
también se pretende que los Grisones dejen de proteger a numerosos ban-
didos partidarios de la reforma religiosa, para conseguir evitar de esta forma
la difusión de las ideas reformistas por los territorios cercanos del ducado
de Milán bajo el amparo del abundante comercio en dicha zona. A pesar de
los esfuerzos del señor de Hormilla, su misión no tiene éxito. Ante la nega-
tiva de los Grisones a conceder el paso, Londoño propone la intervención
militar en el territorio grisón, pero su posible solución no es escuchada.
Concluida la misión grisona, Sancho de Londoño regresa a Asti, desde
donde se le envía al socorro de Malta en 1565.30 La lentitud en dar una
respuesta a la ofensiva turca provoca una mala organización inicial, incre-
mentada además por condiciones meteorológicas adversas. Meses después
de tener noticias del asedio, las tropas lideradas por Londoño desembar-
can por fin en la isla y, a pesar del lamentable estado de los soldados,
consiguen repeler el ataque turco cosechando una gran victoria, aunque
el militar permanece un año en la isla con la misión de asegurar el lugar.
Transcurrido este tiempo, Londoño regresa a España, pero en otoño de
1566 tiene que partir de nuevo a Milán.
A finales de 1566, el duque de Alba, con quien el riojano intercambia a
menudo cartas, es nombrado comandante en jefe de las tropas destinadas
en los Países Bajos.31Las tropas españolas (con Londoño entre ellas) deben
cruzan los Alpes desde Lombardía antes de que la nieve corte las comunica-
ciones, pero los pasos ya están cerrados, por lo que la misión tiene que re-
trasarse hasta la primavera de 1567. El tercio de Lombardía se une al ejército
de Alba y pronto entra en combate, concretamente en la batalla de Nimega,
que concluye con un gran éxito. A pesar de ello, Londoño es destinado a
29. Véase A. Bombín Pérez, Los caminos del imperio español, Valladolid: Universi-
dad de Valladolid, 1974.
30. Véase M. Fontenay, “Malta autemps de Charles Quint et Philippe II: un enjeu
de la politiqueEspagnole en Méditerranée”, en E. BelenguerCebriá (coord.), Actas del
Congreso Felipe II y el Mediterráneo, vol. IV. La monarquía y los reinos (II), Madrid: So-
ciedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 1999,
pp. 276-291. Para un conocimiento general de la situación del Mediterráneo en esta
época véase F. Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe
II, Méjico: Fondo de Cultura Económica, 2001.
31. Véase G. Parker, España y la rebelión de Flandes, Madrid: Nerea, 1989.
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44. Sancho de Londoño: Habiendo yo militado tantos años con el Imperio de vues-
tra Señoría en las más arduas y altas empresas que en el mundo se han ofrecido (Sancho
de Londoño, Discurso sobre la…, op. cit., p. 5).
45. Sancho de Londoño: No siempre he tenido salud, y la memoria forzada pocas
veces administra lo que hombre desea, especialmente tan flaca como la mía (Sancho de
Londoño, Discurso sobre la…, op. cit., p. 59).
46. Sancho de Londoño: Quien pues todo lo dicho ordenó y guio, con lo demás
que después de su felicísima llegada, de no menos momento se ha hecho, facilísima-
mente podría reducir la cosa militar a mejor estado, que nunca ella debajo de otro
caudillo se vio sin parecer de nadie. Pero la grandeza y multitud de los demás negocios
tocantes a la quietud, seguridad y buen gobierno de tantos y tan amplios estados, no
deben permitir que vuestra Señoría se pueda ocupar en la reducción de tan necesaria
disciplina (Sancho de Londoño, Discurso sobre la…, op. cit., pp. 5-6).
47. Sancho de Londoño, Discurso sobre la…, op. cit., p. 5.
48. Ibídem, p. 59.
49. Ibídem, p. 59.
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50. Véase J. Simón Díaz, El libro español antiguo: análisis de su estructura, Kassel:
Reichemberger, 1983.
51. Sancho de Londoño, Discurso sobre la…, op. cit., p. 6.
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a. Delitos.
b. Regulación de las penas en bandos.
1.9. Ejército:
a. Descripción del ejército romano.
b. Lugar donde se debe batallar.
c. Lugar donde se debe acampar y forma del asentamiento.
d. Descripción de las fortificaciones.
e. Comparación de los escalafones del ejército romano con los
del español.
f. Beneficios de la batalla: catarsis del ejército.
1.10. Estatutos del ejército:
a. Descripción de los vicios del ejército.
b. Enumeración de las normas por las que se debe regir el
ejército.
1.11. Conclusiones para alcanzar la buena disciplina militar:
a. Obediencia a los estatutos.
b. Temor de los desobedientes a los castigos.
c. Amor de los oficiales por sus subordinados.
d. Beneficios de adoctrinar y no corregir.
1.12. Alusión al promotor de la obra y fecha de composición.
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sobre todas las otras artes ejercitaron la militar, dificilísima de aprender y facilísima de
olvidar (Sancho de Londoño, Discurso sobre la…, op. cit., p. 58).
54. Sancho de Londoño, Discurso sobre la…, op. cit., p. 29.
55. Sancho de Londoño: Catón mayor, aunque siendo cónsul, fue singular capitán
de ejércitos romanos, mas creyó que aprovecharía en su república introduciendo la
buena disciplina militar, y dejándola escrita porque las cosas que gobernando y com-
batiendo fuertemente en la guerra se hacen, no duran más de una edad (Sancho de
Londoño, Discurso sobre la…, op. cit., p. 58).
56. Sancho de Londoño, Discurso sobre la…, op. cit., p. 58.
57. Ibídem, p. 59.
58. Sancho de Londoño: Metello en África al ejército, que gobernando Alvino
había sido vencido, de tal manera que redujo a la disciplina que con él sojuzgó a los
que antes lo habían sojuzgado. Y Cayo Mario a las legiones silanas, que los cimbros
habían desbaratado en Galia disciplinó, así que con ellas mismas venció, no solamente
los cimbros, pero a una grandísima multitud de teutones (Sancho de Londoño, Discurso
sobre la…, op. cit., p. 57).
59. Sancho de Londoño: Puédense los lugares altos así mismo cerca de fosos y
vallados, más fácilmente que los llanos, o menos altos. Hay en esto muchos ejemplos,
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65. Sancho de Londoño: Ni podrá alegar aquella ley hecha en Roma en tiempo
de Cicerón, contra los que jugasen a juegos ociosos, en los cuales no juega la virtud y
fortaleza del ánimo, ni la fuerza ni destreza del cuerpo, sino la fortuna y el engaño: ni
otra ley de los egipcios, por la cual ninguno de los tales jugadores podía acusar a otro
ni atestiguar contra el manifiesto que fuese pecado (Sancho de Londoño, Discurso sobre
la…, op. cit., p. 43).
66. Sancho de Londoño: Pero la observancia de la buena disciplina militar no se
debe fundar en sólo temor, aunque diga Salustio que el Imperio fácilmente se retiene y
sustenta con aquellas artes que se ganó (Sancho de Londoño, Discurso sobre la…, op.
cit., p. 55).
67. Sancho de Londoño, Discurso sobre la…, op. cit., p. 29.
68. Ibídem, pp. 41-42.
69. Ibídem, pp. 32-34.
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– Bari: Laterza, 1998; A. Sanz Cabrerizo, “La noción de intertextualidad hoy”, Revista de
Literatura 114 (1995), pp. 341-362; y J. Still y M. Worton (eds.), Intertextuality: theories
and practice, Manchester: Manchester UniversityPress, 1995.
78. Sancho de Londoño, Discurso sobre la…, op. cit., p. 52.
79. Homero, Ilíada, libro IV, vv. 427-431: ὣςτότ’ ἐπασσύτεραιΔαναῶν
κίνυντοφάλαγγες / νωλεμέωςπόλεμονδέ· κέλευεδὲοἷσινἕκαστος / ἡγεμόνων· οἳδ’
ἄλλοιἀκὴνἴσαν, οὐδέκεφαίης / τόσσονλαὸνἕπεσθαιἔχοντ’ ἐνστήθεσιναὐδήν, /
σιγῇδειδιότεςσημάντορας·
80. Sancho de Londoño, Discurso sobre la…, op. cit., p. 52.
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5. CONCLUSIONES
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forma parte del ejército que conduce el duque de Alba a los Países Bajos
en 1567. En 1568 escribe, por mandato del Duque, suDiscurso sobre la
forma de reducir la disciplina militar a mejor y antiguo estado, publicado
en Bruselas en 1589. Entre las razones que impulsan a Londoño a poner
por escrito sus conocimientos y experiencias se encuentra el deseo de
cumplir la orden de su superior y evitar así que todos sus conocimientos
se pierdan con su muerte, que le llegados años más tarde tras dejar entre
sus contemporáneos una leyenda de perfecto soldado por los fundamentos
ideológicos que rigen su vida.
Por todo ello, el Discurso de Londoño ejemplifica de manera concreta
las características señaladas anteriormente, sin olvidar nunca los dos pilares
en los que basa su carrera (servir y obedecer). Buen conocedor de la cultura
antigua, no duda en ningún momento en retrotraerse al mundo romano
para encontrar en él el mejor y antiguo estado del ejército, incluyendoentre
sus páginas, además,traducciones ad sententiam detres pasajes de La Ilíada
de Homero que nos ayudan a comprender las ideas que sobre la traducción
hay en este momento. Así, el análisis pormenorizado de esta obraayuda a
comprender las circunstancias y condiciones del Humanismo militar, ofre-
ciendo la visión del mundo y de la vida cultural de un período histórico en
el que se generaliza la redacción de este tipo de tratados.
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