Asunción de Riesgo en El Deporte

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Asunción de riesgo en el deporte

Autor: Sánchez, Estrella

País:

Argentina

Publicación: Revista Jurídica de Daños - Número 14 - Marzo 2016

Fecha: 17-03-2016 Cita: IJ-XCVI-28

Indice Citados

Asunción de Riesgo en el deporte

Abogada Estrella Sánchez[1]

Hemos tratado de hacer un repaso, sobre todo jurisprudencial, de la Regla de Asunción de Riesgo en
el deporte. Ver algunos supuestos para intentar contestarnos cómo funciona hoy y cuál será su
perspectiva a la luz del nuevo código.

A poco que se analizan algunos fallos, se ve que muchas veces ni aún en las situaciones de más
flagrante transgresión a las reglas de juego[2] o al cumplimiento del deber de seguridad,[3] los jueces
aceptan condenar a quien causa un daño en el campo de deporte, tan arraigada está la idea que
quien se expone voluntariamente a un riesgo, consiente, soporta y por lo tanto justifica el daño.

La culpa que se exige, aun cuando en nuestro derecho no existe la graduación[4], es la culpa grave.
Los fallos en los que se obtiene algún tipo de condena hacen referencia a “grosera transgresión”
“acción excesiva”, expresiones que demuestran la reticencia a escarmentar las faltas que no sean
felonas, aunque de ellas se deriven graves consecuencia. Esto es lo que se ve a diario en el
deporte[5].
Con el panorama actual y la sanción del nuevo código, cabe preguntarse: ¿Podremos considerar,
luego de la entrada en vigencia del Código unificado, a la regla de asunción de riesgo como una
causal de justificación del daño?

El art. 1719 dice que la exposición voluntaria a una situación de peligro no justifica ni exime de
responsabilidad…

Es decir que, si las cosas están como anunciamos, con la entrada en vigencia del código la
justificación del daño causado en el deporte por asunción de riesgo, tendrá un alcance muy limitado.

Es que, salvo que se trate de una práctica que por su peligrosidad requiera un verdadero
consentimiento, pareciera que su invocación sería ilegítima (conf. Art. 1.719 en concordancia con el
1720).

La norma pertinente, art. 1.719, contempla como única eximente de responsabilidad, frente al
detrimento causado por exposición a un riesgo, la culpa de la víctima[6] y ahora preguntamos, ¿esa
culpa funcionaría como una fractura del nexo causal?

A su turno, el art. 1720 establece que el consentimiento libre e informado del damnificado libera de
la responsabilidad por daños derivados de la lesión de bienes disponibles, con lo cual se
desprendería, de una primera lectura, que respecto de los indisponibles, como es la vida y la
integridad física, no es válido ningún consentimiento, por informado que sea.

Pero… ¿estarán los jueces, los operadores deportivos y la sociedad toda, a la altura de estos
maravillosos cánones y aplicarán con todo el rigor los presupuestos de la responsabilidad civil a quien
daña en el campo de deporte o seguirán la inercia de gran parte de la jurisprudencia actual, que solo
condena la falta grave?[7]
Es que si, como ahora sucede, hay un estándar de culpa distinta que funciona a favor del dañador[8],
la regla de la asunción de riesgo como justificación del daño, seguirá, de hecho, rigiendo con toda su
vigencia. Aunque no se diga, cuando se sancionan únicamente las faltas alevosas, lo que se hace es
arengarla: “si te arriesgas, debes atenerte a las consecuencias”

Este trabajo es una reflexión sobre los fundados temores a que los magistrados resistan el art.
1719[9] y consideren que sea cual sea el deporte donde se produzca el daño, el caso deberá ser
encuadrado en el art. 1.720.- y que además por la teoría de la disposición relativa de los bienes
indisponibles, y “para que la contratación sea posible”[10], el consentimiento también pueda ser
dado sobre la vida o la integridad: Si esto sucede nada se habrá avanzado.

Es también un modo de bregar porque se aplique la norma del 1.719 sin cortapisas, en los deportes
que no sean violentos o extremos.

De este modo la justicia irá por el carril del ensanchamiento del derecho de daños y ayudará a
conformar una sociedad más cuidadosa de la persona humana y por lo tanto menos dañina a la vez
que evitará dejar sin resarcimiento a tantas víctimas del deporte que hoy no son oídas en los
tribunales.[11]

1. Introducción. Daños sufridos durante la realización de prácticas deportivas encuadre jurídico,


sujetos comprendidos [arriba] -
Cuando se habla de asunción de riesgo, se alude a la problemática que suscitan una serie de
supuestos en los cuales la víctima se expone de manera consciente y voluntaria a un peligro
específico creado por otro.[12]

Si bien no hay uniformidad respecto de los alcances de este instituto, por cuanto, además, las teorías
para justificar el daño en el deporte son innumerables, hay consenso en afirmar que si el juego se
desarrolló dentro de la normalidad el daño sufrido por el deportista estaría justificado por la
asunción de riesgo.-

En la Responsabilidad civil, deben cumplirse cuatro requisitos para que surja el deber de responder:
la antijuridicidad, el daño, el factor de atribución y la relación de causalidad .- Bien sabido es, que la
labilidad de solo uno de ellos invalida el reclamo de quien ha sido dañado.-

Dicho esto, cabe afirmar que, cuando se justifica un daño, el elemento de la responsabilidad que está
ausente es la antijuridicidad, ello así porque la conducta del dañador está tutelada por el
ordenamiento jurídico.-

Hablando de las prácticas deportivas, la asunción del riesgo en el nuevo código no justifica el daño,
en tanto el consentimiento de la víctima sí, ya que excluye la antijuridicidad y por ende el deber de
reparar[13].- Ello provoca que, ab initio, cuando se produce alguna lesión derivada del riesgo propio
de la actividad, (cruzar la calle, viajar en avión o en transporte benévolo, etc.) haya obligación de
indemnizar, la que no existiría si el mismo hecho se produjera a causa de haber consentido la víctima,
exponerse a un peligro extraordinario[14]

Cuando hablamos de asunción de riesgos nos referimos al que toma para si quien participa
activamente en la competencia. La situación del espectador y de todo otro tercero no queda
comprendida y, en todo caso, los albures que eventualmente afrontará son los genéricos propios de
la vida social, ajenos al instituto, de ahí que estas hipótesis queden subsumidas en el régimen
especial consagrado por el art. 51 de la Ley 24.192, modificatoria de la ley 23.184, o en su caso las
normas genéricas de responsabilidad civil.-
Así por ej., el jugador que participó de un partido que luego fue suspendido por incidentes de
violencia, y sufrió un daño en esta instancia, se equipara a un espectador y queda fuera tanto de la
asunción de riesgo como del consentimiento informado.[15]

En el deporte en general y en los de alta peligrosidad más aún, consentir el riesgo es aceptar que
quien decide, por ej. boxear, escalar el Everest, integrar un grupo de caza, etc. asume desplazar la
responsabilidad, si el alea se concreta, de la persona del dañador o de quien tenía en su esfera de
responsabilidad cumplir con el deber de seguridad, a la suya propia.-

Conforme lo dicho, los sujetos comprendidos en “la asunción de riesgo en el deporte” son aquéllos
que participan personalmente de la competencia y que sufren un daño cuando la misma no ha sido
detenida por alguna razón, quedando excluidos los espectadores y operadores del espectáculo en
general, que se rigen por la normativa de la ley 24.192, modificatoria de la 23.184.-

2. La culpa y el dolo en la causación de lesiones [arriba] -

No es condición sine qua non que el juez del encuentro sancione una infracción, o que el árbitro la
haya marcado, para que exista ilicitud.; a su vez, la sanción de la infracción no siempre importa
ilicitud a los fines de la responsabilidad.

Entonces:

- Si la acción del jugador causador del daño, está dentro de lo normal funciona la regla del
consentimiento y por lo tanto no se responde.
- Mucho más en los deportes violentos, donde la regla se aplica con mayor rigurosidad, y donde es
mucho más difícil que proceda la reparación.-

- Para BREBBIA los daños deportivos no han de juzgarse con los parámetros comunes de la culpa,
ahora bien, para ser merecedor de este tratamiento especial, "...el deportista agente del daño debe
de haber actuado al producirse el perjuicio ajustándose inicialmente a lo que disponen las leyes del
juego, ya que si así no lo hubiera hecho, no podría afirmarse que estuviera practicando un
deporte”.[16]

- Quedan descartados, pues, de entrada, como accidentes deportivos, los daños ocasionados
dolosamente durante la competición y también aquéllos realizados al no cumplirse una actividad
específica del deporte de que se trate. Por ejemplo: si un jugador de rugby aprovecha el juego para
golpear intencionalmente a otro jugador, esa lesión no podría ser considerada como un accidente
deportivo"[17].

- Si por el contrario, la acción del dañador ha sido excesiva, aun cuando no haya infracción cobrada
por el árbitro, habrá de responder por cuanto la regla del consentimiento da paso a la de la
ilicitud”[18].-

- Si el juego estaba detenido no hay aceptación de riesgo, porque justamente, no hay reglas de juego
que evaluar, en estos casos los parámetros que se utilizan para medir el grado de responsabilidad del
dañador prescinden en absoluto de la regla del consentimiento.-

3. La asunción de riesgo en el Derecho de Consumo [arriba] -


En relación a los contratos de consumo hay normas y deberes de seguridad que deben cumplir los
organizadores de eventos deportivos que desplazan la operatividad de la regla de la asunción de
riesgo.[19]-

Al incorporarse a nuestro ordenamiento la ley 24.240 y su posterior reforma integral, a través de la


ley 26.361, se estableció, por primera vez, en forma explícita, el principio de protección del
consumidor, el que empezó a regir en forma imperativa.-

“El orden público que actúa aquí es el llamado orden público de protección, pues la solución es
prevista atendiendo prioritariamente la posición del consumidor”.[20]

La autonomía de la voluntad, en estos casos, se ve limitada por el art. 37 inc 2 de la ley 24.240, la que
como dijimos, fulmina de nulidad las cláusulas abusivas[21], considerándose tales aquellas que
tienden a limitar la responsabilidad del organizador en perjuicio del consumidor.[22]

4. La regla de la aceptación del riesgo frente a cosas o actividades riesgosas en las que no hay
contrato de consumo [arriba] -

Diferente es cuando el daño se produce a causa de una actividad riesgosa, quizá llevada a cabo con
cosas, también riesgosas, en la que no hay contrato de consumo. Es el caso del automovilismo o del
deporte aventura (esquí fuera de pista, por ej.).-

En estos supuestos es en los que funciona en plenitud la regla de la asunción, y es lógico, ya que
quien corre con el albur de ingresar, por ej., a una zona de la montaña, que no ha sido preparada
para esquiar de manera segura, si se lesiona, asuma las consecuencias (art. 1111).-
Es de toda razón, también, que si el concesionario del cerro, siguiendo con el ejemplo, no aprovecha
en lo absoluto ese tramo de la montaña, tampoco pague las consecuencia de los daños que en ella se
produzcan.-

En este orden de ideas, se viene originando un tránsito de la regla de aceptación del riesgo del juego,
a la aceptación del riesgo de la cosa o de la actividad en sí. La doctrina autoral sostiene que: la causal
de justificación de aceptación del riesgo opera fundamentalmente en el campo del riesgo creado, sea
por cosa riesgosa o porque la actividad en sí es altamente potente para producir daños.[23]

Rubio Gallart cita una sentencia de la Audiencia Provincial de León, España, del 11 de noviembre de
2003, en la que se decidió: "Por mucho que quiera extenderse el ámbito de la responsabilidad por
riesgo, no puede llegar a alcanzar a aquellos supuestos en que el riesgo creado es asumido
voluntariamente por quien luego resulta lesionado; no se trata aquí de una actividad peligrosa que
genera riesgos para terceros ajenos a la misma, sino de una fuente de riesgo que se ofrece a la
voluntaria utilización de quienes son libres para someterse o no a ese riesgo"[24]

5. Duvidovich Gallo, Patricia Adriana c/Valle de Las Leñas [arriba] -

La actora se hallaba esquiando en una de las pistas del Complejo Turístico Las Leñas, Minerva,
cuando fue embestida por un snowbordista, sufriendo, a causa del impacto, un esguince de rodilla
que luego fue intervenido quirúrgicamente. Por los daños y perjuicios sufridos, demandó al complejo
las Leñas, por el mal estado de las pistas, entre otras cosas.

La sentencia de primera instancia hizo lugar a la demanda, en tanto la de la Sala A de la Cámara


Nacional de Apelaciones, con voto del Dr. Sebastián Picasso la rechazó[25].-
Se dijo en el fallo de Cámara:

“… la actora contrató con la demandada la provisión de un servicio… existía entre las partes una
relación de consumo…”

“Ya he señalado con anterioridad que esas normas ponen en cabeza del proveedor una obligación de
seguridad de resultado, como consecuencia de lo cual cualquier daño sufrido por el consumidor en el
ámbito de la relación de consumo compromete la responsabilidad objetiva del proveedor….”

“Lo hasta aquí dicho me conduce a abordar el tratamiento de la principal queja de la demandada –
compartida por la citada en garantía-, atinente a que el daño sufrido por la actora tendría su causa en
el hecho de un tercero por el cual no debe responder.(el destacado me pertenece)”

…, “lo fundamental en la causa es descifrar por qué el “snowboardista” chocó con la actora, ya que si
ello se debió a un actuar culposo de aquel, podría configurarse la eximente de responsabilidad
invocada por Valle de Las Leñas…”

“Ahora bien, en el sub lite la actora alegó que el accidente se debió, en realidad, a la existencia de
defectos en el terreno, que habrían determinado la incorrecta trayectoria del tercero”….

“Sin embargo, la actora reconoció expresamente que el montículo en cuestión se hallaba señalizado
con dos cañas cruzadas (fs. 59 vta.”,….
“Es decir que el montículo con el cual supuestamente chocó el tercero antes de impactar a la actora
estaba correctamente señalizado, a punto tal que la propia Sra. D. G. mencionó haberlo podido
sortear con éxito (fs. 59 vta.). Si el “snowboardista” no pudo esquivarlo a su vez, ello se debió,
evidentemente, a su propia negligencia…

Por ello, soy de la opinión de que deben acogerse los agravios formulados sobre este punto por la
demandada y la citada en garantía.”

6. Comentario del fallo. Contradicción entre doctrina y jurisprudencia [arriba] -

Como se ve, la sentencia rechazó la demanda en razón que el accidente habría acontecido por la
negligencia del esnowborder embistente, —no demandado—, y porque la intervención de este
tercero reuniría "los caracteres propios del caso fortuito causando la imposibilidad de cumplimiento
de la obligación de seguridad a cargo de Valle de Las Leñas S.A.".

Conforme el fallo, Las Leñas, abríase eximido de responsabilidad por la eximente de “culpa de un
tercero por quien no debe responder”, a la que el fallo caracteriza como caso fortuito.- (art. 10 ley de
defensa al consumidor)

Dice , a renglón seguido que la culpa del tercero nada tuvo que ver con el pretendido mal estado de
las pistas, y en que, por el contrario, el manchón de tierra y piedras que, en algún sentido, provocó el
choque entre los esquiadores, estaba adecuadamente señalado con unas cañas cruzadas.

Como regla, y el fallo lo reconoce, es obligación del prestador de bienes o servicios asumir los riesgos
que se derivan de los mismos, (arts. 5 y 40 de la ley 24.140), siendo su obligación de seguridad de
resultado.
Véase, que la demanda no es rechazada por justificación del daño, mediante la regla de asunción de
riesgo. Para el fallo de cámara lo que hubo fue una fractura del nexo entre el daño y el
incumplimiento del deber de obligación de seguridad, por culpa de un tercero.

Cabe preguntarse: ¿Puede considerarse al snowbordista un tercero? ¿Es el hecho de que las pistas no
estén en buen estado una Situación imprevisible y de fuerza mayor? Para nosotros, no queda clara ni
la calidad de tercero del snowbordista, ni la situación imprevisible y de fuerza mayor que
representaba para el concesionario el tener en condiciones las pistas.- Menos aún se ve la falta de
culpa por parte del concesionario en la mantención de la pista, ello si como hace la Cámara, en
algunos tramos del fallo, dejamos de ver la obligación del concesionario como de resultado e
investigamos la negligencia.- en efecto:

Parece difícil pensar en un “tercero” cuando quien embistiera a la actora ha pagado un pase que lo
vinculó contractualmente con el concesionario.-

Así, en un caso similar en que el daño fue ocasionado por la tabla de otro esquiador, la Sala “L” de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil con voto del Dr. Lieberman dijo, cuando se refirió a la
propietaria de la tabla de snoward que ocasionó la lesión:

“En cuanto a María Natalia Alonso diré que coincido con el primer sentenciante al analizar su
conducta. Por un lado, es obvio que es responsable presunta de los daños que causó con su cosa
peligrosa (art. 1113, 2° párrafo, 2a. parte, del C. Civil)…. no es un tercero por el que no deba
responder, en el sentido de que pudiera eximirse de pagar íntegramente al dañado por fractura
parcial del nexo causal. En la especie no hubo fractura de nexo causal sino diversas causas de la
obligación indemnizatoria”[26](el destacado me pertenece).-

Como se ve, el concepto de tercero del snowbordista, al decir de la sala L, no es tal.


Volviendo al fallo cuyo voto fundante le correspondiera al Dr. Picasso, el concesionario no cumplió
con el deber de seguridad, menos aún si tenemos en cuenta que son innumerable los accidentes que
se producen porque un esquiador desaprensivo que se desliza en una pista que excede su destreza, o
lo hace a una velocidad descomunal, lesionando a otros.-

Estos son albures que, además de darse con muchísima frecuencia, pueden ser evitados con un
ejercicio de control activo por parte del cerro, que observe estas actitudes imprudentes y las
sanciones, con la suspensión del pase del esquiador, por ej.

Para decirlo de una vez: no veo que el snowbordista tenga calidad de tercero ya que perfeccionó un
contrato de consumo con el concesionario y menos aún que su conducta resulte un hecho
imprevisible y en su caso inevitable para el concesionario.-

Y acá nos podríamos preguntar si no hay, en la parte resolutiva del fallo una contradicción con sus
primeros considerandos, en las que se afirma, sin hesitación, que el deber de seguridad es objetivo.-

Encuentra que el factor es objetivo, y sin embargo, aunque el opus del contrato por parte del
proveedor no se cumplió (la esquiadora debió suspender su práctica a causa de una lesión de la que
fue ajena) hubo de su parte negligencia porque no hizo nada para evitar la causación del daño, dando
cumplimiento a su obligación de seguridad, (situación que en un factor objetivo ni siquiera es
necesario probar) ni aun así se lo condena, con lo cual nuevamente aparece, en el deporte, una
reticencia a sancionar, una especie de regreso a la teoría de la prestación de culpa, en virtud de la
cual solo se condena la grave.- En esta causa, la excusa fue, la culpa del tercero.-

Tampoco coincido, como lo mencionara, con la solución a la que arriba la Cámara respecto de la falta
de reproche en el mantenimiento de las pistas: el hecho se produjo porque en la zona en que
esquiaba la víctima había “manchones de tierra y piedras”, uno de los cuales, al no poder ser evitado
por el snowbordista, produjo la colisión.-
En el mejor de los casos para el concesionario, pudo decretarse la culpa concurrente. El
snowbordista: debió, en todo momento, tener un control absoluto de la tabla de manera que le
permitiera sortear cualquier obstáculo, control que demostró no haberlo tenido.-

Pero también la hubo, y mucho más elocuente, por parte del concesionario, que no cubrió el
manchón de tierra o inhabilitó esa parte de la pista por falta de seguridad.-

Al decir de Celia, WEINGARTEN “… la seguridad es un principio jurídico de igual jerarquía que el deber
general de no dañar, y su aplicación no queda limitada únicamente al campo contractual, pues se
sitúa entre los principios generales del derecho que gobiernan todas las relaciones jurídicas y obliga a
un comportamiento de colaboración en preservación de la seguridad en general, aun sin estar
vinculado en la relación contractual”[27]

Si al decir de la doctrinaria este deber de seguridad funciona implacablemente fuera del ámbito del
consumo, mucho más en este micro sistema, y mucho más aún, en el contexto del esquí, donde la
renta que perciben los concesionarios en la explotación de los centros invernales es colosal.

Volviendo al estado de conservación de las pistas, hemos de decir que, los manchones de tierra
producen en las tablas una brusca frenada que casi siempre termina en caída, máxime cuando el
grado de destreza es escaso y evidentemente que los esquiadores que se desplazan por la Minerva
no son muy diestros, ya que se trata de una de las pistas más fáciles del cerro.[28]

Vale decir que, si por cualquier motivo no se advierte la magnitud del manchón y se lo contacta,
aunque sea mínimamente, las tablas se frenarán y se producirá la colisión.
Esto pasa muy frecuentemente, y tal, lo acontecido en el caso de autos, no se evita poniendo dos
cañas que señalen el deterioro de la pista.-

Una actitud diligente por parte del concesionario debió ser, acondicionar o cerrar la pista, o un tramo
de ella y no simplemente señalar el problema, ya que los riesgos de accidentes, para el propio
esquiador como para terceros, son muy altos y la prevención muy fácil.-

El ordenamiento jurídico impone al organizador de una actividad generadora de riesgos la función de


velar por el cumplimiento de seguridad en la competición, arbitrando mecanismos de control muy
rigurosos.- Ninguno de estos mecanismos funcionó en la pista Minerva.

6. a. Riesgos normales del deporte vs. Riesgos extraordinarios.

Aclaramos que en el fallo, el rechazo de la acción se debió a la interrupción del nexo causal y no a la
aplicación de la regla de asunción de riesgo, El Dr. Picasso entiende que la causalidad adecuada se dio
entre el daño y el hecho del tercero y no entre el daño y el incumplimiento del deber de seguridad.

Sin embargo, y también lo dijimos, esta interpretación de la eximente tiene que ver con la liviandad
con que se juzgan en la actualidad los casos de accidentes deportivos, por eso, y aun cuando
sabemos que el fallo no recepta la regla de asunción, creímos oportuno reflexionar sobre ella en
ocasión del mismo.

Dice Celia WEINGARTEN, “Si bien los deportistas deben asumir los riesgos inherentes al ejercicio
normal de estas actividades y de las consecuencias que resultan de éste, según el curso normal y
ordinario de las cosas (art. 902, Cód. Civil), el desarrollo de una actividad deportiva no puede ser
esgrimido como eximente para amparar a los organizadores que no implementan las medidas
necesarias a los efectos de resguardar la debida seguridad, exponiendo la vida a mayor riesgo del
generado por la propia actividad”[29]. En el caso que venimos comentando, los riesgos de la propia
actividad, serían por ej. que el esquiador se esguince por una caída propia.

Pero lo sucedido excede los riesgos normales del deporte, es impensable que en el consentimiento
tácito que prestara la víctima al pagar el pase e ingresar al cerro incluyera los daños provenientes de
que otra persona desaprensivamente lo embista sin ninguna intervención de su parte.- Esto es, como
dice el Maestro Iturraspe, contrario a toda lógica.

6. b. Cosa o actividad riesgosa. Pista de esquí en mal estado. Art. 1757 del nuevo código.

Creemos que una pista con manchones de tierra y piedra reúne los caracteres de cosa viciosa y
riesgosa, conforme el estándar del art. 1113 segundo párrafo segundo supuesto, ya que aunque esté
señalizada, lo cual demuestra el vicio, sigue siendo riesgosa, por lo ya dicho. No se nos escapa, que al
momento del dictado de la sentencia la responsabilidad contractual y extracontractual no estaban
unificadas, y que no se ha analizado en profundidad si el caso reunía las condiciones del anterior art.
1.107 para que se le puedan aplicar las normas del 1113 siguientes y concordantes.

Sin perjuicio de ello la jurisprudencia cuenta con numerosos ejemplos en sentido afirmativo, es decir
autorizando la aplicación del art. 1113 a casos como el que nos ocupa.

La sentencia, en orden a la asunción del riesgo afirma que, en el ámbito de la protección al


consumidor, los titulares de la relación de consumo no pueden deslindar su responsabilidad
aduciendo que la víctima habría asumido el riesgo de la actividad o de la cosa.-

Afirma también, que pesa sobre el concesionario del cerro una obligación de seguridad, la que en el
caso cede por la culpa de un tercero que se equipare al caso fortuito (art. 10 ley 24240). Para decirlo
en los términos en que lo hace la Dra. Celia Weingarten, “El daño cae, pues, dentro del ámbito de
responsabilidad del organizador quien tiene una obligación de indemnidad frente a los intervinientes
y público en general, situándose frente a éstos en una posición de garantía de evitación de
daños”[30].

Estas consideraciones parecen no coincidir con la parte resolutiva de la sentencia.-

En el caso Molina, el argumento central de la Cámara, que la Corte Mendocina, acertadamente,


rebate, y especialmente con el voto de la Dra. Kemelmajer de Carlucci, fue que: “El participante había
aceptado correr en una competencia en la que sabía que no se respetaban pautas mínimas de
seguridad en el trazado de la pista y en el control de la carrera, y que dicho conocimiento implicaba
una asunción de riesgos con efectos liberativos para el organizador”.

Se pregunta la autora del comentario: “Pero, ¿conocía la victima la real situación de peligro y/o las
posibles y graves consecuencias que la competencia entrañaría?, el riesgo que éste acepta correr
¿alcanza al de perder la integridad física o la vida?, ¿pudo la victima representarse tal riesgo?”

La CSJN ha sostenido que “la aceptación del riesgo no es por sí misma una causa de exoneración si no
se demuestra una falta de la víctima, es decir que éste ha asumido, con su participación, un rol activo
en la producción del siniestro. La intervención de la víctima, de manera normal y regular, no puede
constituir una causa ajena al riesgo que libere de responsabilidad al organizador”.[31]

A nuestro entender, el fallo que comentamos demuestra una vez más, que mientras la doctrina va
por un lado (obligación de seguridad y cláusulas nulas cuando tienden a limitar la responsabilidad del
proveedor, factor objetivo, el hecho del tercero para exonerar deber reunir los caracteres del caso
fortuito, regla de la asunción de riesgo que solo comprende los normales del deporte de que se trate,
etc.,) la jurisprudencia va por otro muy distinto: la aplica, con muy diversos motivos, como
justificación del daño, aún en el ámbito del consumo, lo cual demuestra, nuevamente, que mucho
hay por andar en este tema.
7. El fallo Bustamante Sierra: un verdadero retroceso en el campo de la Responsabilidad Civil [arriba]
-

El caso[32]: El hecho ocurrió el 3 de septiembre de 1994, durante un partido Sub. 17, entre el
“Taborín Rugby Club” - hoy desaparecido- y el “Tala Rugby Club”, en el cual Bustamante Sierra, en
aquel entonces de 17 años de edad, jugó como hooker, un puesto no habitual para él, ya que se
desempeñaba como tercera línea, 8.

El cambio fue a pedido de los entrenadores, que no tenían la cantidad de jugadores necesarios (15)
para disputar la justa, la que debían disputar para no perder los puntos.

El joven accedió a jugar en una posición que nunca había ocupado y que es altamente riesgosa.

Al disputarse el 3er. Scrum del encuentro, la formación se derrumbó, como consecuencia de la carga
del rival, sin que el pack del Taborín estuviera armado, el actor cayó pesadamente al suelo, lo que le
produjo un traumatismo cervical con consecuencias cuadripléjicas irreversibles.

La jueza de primera instancia hace lugar a la demanda de daños, fallo que fue revocado por la
Cámara quien eximió de responsabilidad al árbitro, por considerar que de su parte no había habido
culpa y, en consecuencia, a las uniones de Córdoba y Argentina (UCR y UAR.)-

Se dijo en el fallo que no hay reproche en que el juez del partido indicara disputar el scrum, que no
transgredió la ley 20 del reglamento, (que obligaba a un scrum simulado, sin empuje, cuando alguno
de los pilares no es el titular), toda vez que el actor conocía la formación pues jugaba como tercera
línea.-
Aplica al caso la eximente de la asunción de riesgo, considerando que el daño está justificado por
haberlo consentido la víctima. En consecuencia rechaza la demanda, como se dijo, también contra las
Uniones.

Este fallo fue confirmado por el Superior Tribunal de Justicia de Córdoba.

La Corte, al resolver el Recurso de Hecho, interpuesto por la actora, dictó sentencia revocando el
fallo[33] y reenviando la causa al tribunal de origen[34] para el dictado de una nueva que respete los
lineamientos de la emitida por la Corte en el Recurso de Hecho.- [35]

7. a. La constitucionalización en el Derecho de Daños:

Cuando los bienes protegidos son la vida o la integridad física, el pensar con sentido constitucional la
decisión que ha de tomar un juez, es requisito de validez. Esta exigencia se ha visto fortalecida luego
que, la reforma constitucional del año 1.994, a través de sus arts. 2 y 75 inc. 22, otorgara a los
tratados internacionales jerarquía constitucional.[36].

No importa si la materia a sentenciar pertenece al derecho privado o público, el diálogo que existe
hoy entre ambas ramas y el bloque constitucionalista obliga a un cambio de mentalidad, como dice
Picasso (Sebastián), “un cambio de paradigma, si se quiere, consistente en comenzar a pensar los
problemas privados en términos de conflictos de derechos fundamentales” [37]

En el fallo que nos ocupa están en juego normas de distinto rango: por un lado la Constitución y los
tratados internacionales, especialmente la Convención Interamericana de los derechos del niño, niña
y adolescente, en un segundo peldaño, el Código Civil y la ley N° 26.061, que, (aunque incorporada a
Córdoba mediante ley 9396 en el año 2.007, esto es, un año después de dictada la sentencia que
comentamos, ya estaba en vigencia en todo el país desde Noviembre del 2005, o sea, antes del
pronunciamiento), en su articulado expresamente se refiere a la obligatoriedad de la Convención y
demás tratados sobre la materia[38] ., y en último término los reglamentos y leyes del juego.

La legislación citada, considera niño a la persona menor de 18 años.- Vale decir que, a la fecha del
suceso que motivó el fallo, José Guillermo Bustamante Sierra, lo era.- y en ese caso, tal como vimos,
la Convención del niño niña y adolescente debió haber sido la base del pronunciamiento. No solo por
la jerarquía en la aplicación de las leyes, sino también por ese dialogo que se impone, al resolver un
conflicto privado con el bloque constitucional.

Del propio articulado de la convención surge el mandato, cuando en el art. 1º dice que el estándar
jurídico del “interés superior del niño”, apunta a dos finalidades básicas: es una pauta de decisión
ante un conflicto de intereses y también constituye un criterio para la intervención institucional
destinada a proteger al niño”, para establecer luego que, los estados deben garantizar los derechos
del niño declarados en la convención (respeto a la vida, integridad, libertad, protección espiritual y
material para un desarrollo integral).

Pues bien, de todo esto la Cámara y el Superior tribunal no se anotician, limitándose a analizar
(incorrectamente), en sendos fallos, algunas reglas del juego y muy deficitariamente, los art. 902 y
909 del CC.

Y sucede que al no pensar con criterio constitucional, omitieron referirse al “Interés Superior del
Niño y del Adolescente”, en virtud del cual toda la sociedad tiene el deber de cuidar la integridad
física de los niños, niñas y adolescentes.

Este principio, que es un pilar de nuestra legislación fue abiertamente vulnerado cuando la Cámara le
reprocha al actor que fue su culpa la causante del daño.-
Mostró un gran desprecio por la Convención en cuanto nos impone el deber de velar por la salud de
nuestros niños, niñas y adolescentes, y veremos luego, que asimismo vulneró el derecho a las
garantías judiciales establecido en el artículo 8.1, en relación con los artículos 19 y 1.1, todos de la
misma Convención Americana.-

7. b. La involución del derecho de daños:

La moderna concepción de la Responsabilidad Civil centra su óptica en la víctima[39], en la actualidad


existe preponderantemente una tendencia a ensanchar las bases de la responsabilidad civil: se
extiende tanto la legitimación pasiva como la activa, se amplía el concepto de antijuridicidad, se
hacen imputaciones o atribuciones antes desconocidas (sin culpabilidad, objetivas o a título de riesgo
creado), se vinculan consecuencias más lejanas al hecho generador, se reconocen como daños
reparables menoscabos o lesiones que antes no eran tenidas en cuenta (daño psicológico, lesión
estética, daño al proyecto de vida, etc.). Se mira especialmente a la víctima, el dañado, que es el
hombre simple, el económicamente débil, el más vulnerable. La responsabilidad como deuda pasa a
ser responsabilidad como crédito. [40]

El fallo contradice esta concepción, y muestra en sus considerandos un conservadurismo y falta de


respeto hacia el niño y su interés superior, elocuente.

En un fallo ejemplar, la Corte sigue los lineamientos de Mosset Iturraspe, se afana en la búsqueda de
un dañador responsable, en lugar de contentarse con reprochar al damnificado por su propio obrar,
fallo que, por otro lado se hace eco de los tratados internaciones, y la más avanzada doctrina en
materia de derechos del niño, niña y adolecente [41].-

8. Asunción de Riesgo y consentimiento del daño en el Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación.
Ubicación Metodológica. Naturaleza jurídica [arriba] -
El Código Civil y Comercial de la Nación (CCCN), en el Libro III, título V, “Otras Fuentes de las
Obligaciones”, incluye, en el Capítulo I, todo lo relativo a la “Responsabilidad Civil”.

Dentro de este gran tema, la Sección Tercera, que es la que nos ocupa, se refiere a “La función
Resarcitoria”.

Esta sección, comienza con el art. 1716 el “deber de reparar”, al que le sigue, el 1717
“antijuridicidad”, luego el 1718, que se ocupa de la “legítima defensa, el estado de necesidad y el
ejercicio regular de un derecho”, todas ellas causales de justificación, siguiéndoles luego, los arts.
1.719, y 1.720, asunción de riesgo y consentimiento del daño, respectivamente.

Entendemos que, estos últimos nombrados, por su ubicación, inmediatamente después de los arts.
1.717 y 1.718, que se refieren, como dijimos, a antijuridicidad, y causales de justificación, deben ser
considerados, en cuanto a su naturaleza jurídica, aunque no lo compartamos[42], “causales de
justificación del daño”,[43]

9. El deber de seguridad del proveedor de bienes o servicios y los deportes muy peligrosos [arriba] -

La doctrina distingue, como advirtiéramos ut supra, entre los deportes inofensivos, como son el
básquet el vóley, etc. y los que son considerados violentos o extremos, entre los que suelen nombrar,
el barranquismo o canyoning[44] Bunge e-jumping[45], actividades aéreas como paracaidismo,
parasailing, ala delta, parapente, globos, escalada en hielo, escalada en roca, Puenting,
snowboarding, rasquinball, etc. Todos ellos requieren cierta dosis de exigencia física y sobre todo,
mental.[46]
Son actividades que se practican en época de ocio cuando se lo hace en forma amateur o como un
verdadero deporte, cuando quien lo ejercita es un profesional. Son extremos por la dificultad que
implican, en general, y entusiasman solo a una minoría, jóvenes audaces, que de ninguna manera
representan a las masas.[47]-

Norma Silvestre[48], distingue a su vez el deporte profesional del turismo aventura, afirmando que,
mientras el primero es practicado por deportistas profesionales que conocen perfectamente sus
riesgos, el segundo, turismo aventura, lo realizan viajeros que, sin ninguna preparación previa se
arrojan a experiencias altamente peligrosas.-

¿En qué situación se encontrarían, luego de la entrada en vigencia del nuevo Código, estos
aventureros que en sus vacaciones contratan servicios de los nombrados, y en la práctica de alguno
de los “deporte aventura” se lesionen?

Parecería que el ámbito de aplicación sería el art. 1720, ya que esta no es una situación cotidiana de
la vida, en la que se presenta un riesgo que se asume sin consentir las consecuencias, este es, más
bien, un escenario en el que la víctima, sabedora del riesgo importante que va a correr, se expone. (A
esquiar fuera de pista, a escalar una montaña sin guía, a practicar rafting en un río con importantes
rápidos, etc.)

Pues bien, nos parece que aun cuando el consentimiento de sufrir lesiones e incluso la muerte fuera
válido, porque se sorteó el obstáculo que representa la última parte del art. 1720 cuando autoriza
consentir, únicamente, sobre bienes disponibles, la venia dada por la víctima difícilmente reunirá los
requisitos para validar la exoneración del proveedor.-

La situación ya ha sido analizada, pero vale la pena repasarla a la luz del nuevo art. 1.720.-
Se trata de contratos de consumo en los que la actividad deportiva se realiza en situación de peligro,
actividad riesgosa (raftin, por ej.) o con utilización de cosas riesgosas (práctica de aladeltismo,
karting, vuelo, etc.)

Hay ya, dos provincias, al menos, en el país, que han regulado estas actividades, (Chubut y Mendoza),
enmarcándolas dentro del factor de atribución riesgo.- (antiguo 1.113, nuevo 1.757)

La doctrina, al referirse a los daños producidos en deportes peligroso cuando existe relación de
consumo ha dicho que [49] …” habrá asunción de riesgos por la víctima, cuando el daño venga
generado por uno de los riesgos típicos y específicos de la actividad y por ello previsibles ab initio, ya
que pueden acaecer normalmente (son estadísticamente previsibles), aun mediante una conducta
adecuada por parte del prestador u organizador de la actividad (sin culpa)”. [50]

Para afirmar, refiriéndose a las regulaciones antes mencionadas de las Pcías. De Chubut y Mendoza,
que están equivocadas, por aplicar al proveedor las normas del art. 1113.-

Se dijo que “Ello es injusto para el proveedor del servicio, ya que cumpliendo con todas las normas
de seguridad, y sin conducta culpable alguna, los riesgos típicos y específicos de la actividad pueden
desencadenarse y producir daños al participante”[51]

Coincidimos con la solución adoptada por las Pcías. De Mendoza y Santa Cruz en cuanto aplicaron a
los proveedores las normas del art. 1113 del CC. Esto es, responsabilidad por riesgo creado. Es que, si
el proveedor va a desarrollar una actividad altamente lucrativa, con la que introduce peligros, raftin,
sky, snopy, etc. deberá garantizar indemnidad por los riesgos propios, normales y por lo tanto
previsibles.- Así lo marca el art. 5 de la ley 24240 y el nuevo art. 1757 cuando consagra.,
positivamente, ahora, la responsabilidad objetiva por actividad riesgosa.-
Dichas normas, se complementan con la del art. 1.722 en cuanto establece que la eximición de
responsabilidad en los factores objetivos surge cuando se fractura el nexo causal y no como pretende
la articulista antes nombrada, cuando se actúa con diligencia.-

En efecto, entre los argumentos esgrimidos en contra de la solución que adoptan Mendoza y Santa
Cruz (dan paso a la ilicitud del daño, por riesgo creado, o lo que es lo mismo, la asunción de riesgo no
opera como causal de justificación) está el que la solución es “injusta para el proveedor del servicio,
ya que cumpliendo con todas las normas de seguridad, y sin conducta culpable alguna, los riesgos
típicos y específicos de la actividad pueden desencadenarse y producir daños al participante”.-

Entendemos que la confusión parte de no distinguir, acabadamente, los factores objetivos de los que
no lo son. El riesgo creado, es precisamente uno de los objetivos, en cuyo ámbito, la culpa o la
diligencia puesta por el proveedor son indiferentes. Este, solo se eximirá de responsabilidad si
acredita el caso fortuito, la culpa exclusiva de la víctima o de un tercero por quien no se debe
responder, que actúan como verdaderas fracturas del nexo causal.-

Dicho de otro modo: si como en el caso que estamos comentando, el factor es objetivo por actividad
riesgosa (art. 1.757) nada importa que la actitud del empresario haya sido diligente.- No alcanza para
exonerarlo.-

Si el daño era previsible, siendo su obligación de resultado, si no cumple con el opus responde. Si por
el contrario era imprevisible o inevitable, el casus funciona como eximente.-

Nuevamente se ve la confusión, entre los factores objetivos y los subjetivos cuando se expresa:
“Consideramos que el legislador de 2012 ha visto la necesidad de la incorporación de estas figuras,
porque en la actualidad contrataciones como las que tratamos en este trabajo carecerían de
viabilidad, ya que en ellas, con frecuencia, y sin defecto alguno en la organización, o en la
información, o en la fabricación o funcionamiento de las cosas o elementos que se utilizan, es decir,
sin conducta negligente del proveedor del servicio, el hecho causante del daño igualmente puede
acaecer”[52].
Hoy parece indiscutible que el deber de seguridad es objetivo (ver en este trabajo el comentario al
fallo Duvidovich. Gallo) por eso, encontramos inconveniente insistir con la culpa, diligencia, cuidado,
etc. Del proveedor, que son todos conceptos, que, como se dijo, pertenecen al campo de la culpa.-

Los factores objetivos surgieron como un modo de dar satisfacción a la víctima, justamente, en los
supuestos donde el actuar diligente o inimputable del victimario la dejaba sin reparación, (riesgo,
garantía equidad, son solo algunos ejemplos de lo que estamos diciendo) por eso son objetivos.

Se trata de reparar el daño que ha causado a la sociedad quien introdujo en ella factores de riesgo,
tienen carácter social y miran a la persona de la víctima más que a la del victimario.

Al decir de Celia, WEINGARTEN “… la seguridad es un principio jurídico de igual jerarquía que el deber
general de no dañar, y su aplicación no queda limitada únicamente al campo contractual, pues se
sitúa entre los principios generales del derecho que gobiernan todas las relaciones jurídicas y obliga a
un comportamiento de colaboración en preservación de la seguridad en general, aun sin estar
vinculado en la relación contractual” [53]

10. El juego armónico de los arts. 1719 y 1720 del CCCN [arriba] -

Art. 1719. … Asunción de riesgos: “La exposición voluntaria por parte de la víctima a una situación de
peligro no justifica el hecho dañoso ni exime de responsabilidad a menos que, por las características
del caso, ella pueda calificarse como un hecho del damnificado que interrumpe total o parcialmente
el nexo causal”...
Art. 1720: Consentimiento del damnificado: “Sin perjuicio de disposiciones especiales, el
consentimiento libre e informado del damnificado, en la medida en que no constituya una cláusula
abusiva, libera de la responsabilidad por los daños derivados de la lesión de bienes disponibles”.

Entendemos que la norma del art. 1.719 se refiere, a los riesgos de la vida común que no por
conocidos son aceptados como causa de justificación del daño.-

Reseñamos una serie de actos de la cotidianeidad que exponen a riesgos comunes, tales como,
tomar un micro, cruzar la calle, viajar en avión, o en el auto de un amigo que, por cortesía acepta
trasladarnos.-

Respecto de estos actos, aun cuando hay consentimiento, éste “no justifica el hecho dañoso ni exime
de responsabilidad” a menos que, se trate de culpa exclusiva de la víctima.- Ej. Una persona hace
dedo y pese a notar que el conductor está ebrio y se desliza zigzagueante y a alta velocidad sube
igual. Es probable que si hay un accidente y la víctima reclama la indemnización de las lesiones, el
conductor, le oponga, con éxito, la culpa, al menos concurrente, su propia culpa (art. 1111). Pero si
por el contrario nade indica que el conductor a quien le hizo dedo tendría un accidente, el consentir
que lo lleve, no justifica, dice la norma, los daños que pudiera sufrir a causa de la colisión. Esto es lo
que sucede, tomando como ej. el transporte benévolo, en el ámbito del mencionado, art. 1.719.

En el 1720, por el contrario, estamos frente a una situación en la que la víctima consiente, en forma
expresa o tácita, someterse a una situación de peligro que no es de la vida cotidiana.- Tirarse en
paracaídas, por ej. Si lo hace a conciencia de los riesgos y con el consentimiento informado
acabadamente prestado, y en la práctica sufre daños, el proveedor se eximirá de responsabilidad (al
menos respecto de los bienes disponibles).-

Se desprende de lo dicho que no hay una diferencia esencial entre ambos institutos, la asunción de
riesgo y el consentimiento del damnificado que reglan los arts. 1.719 y 1.720 respectivamente,[54] y
que, en materia de deporte uno de los problemas que habrá de resolver la jurisprudencia será: cuales
entran dentro de la normativa del art. 1719 y cuales en el 1720, o si, como muchos advierten ya,
todos quedarán comprendidos en la última norma.-

La doctrina ha aplicado, pacíficamente, la norma del 1.720 a los casos de ablación de órganos,
prácticas médicas, sobre todo las que implican riesgo quirúrgicos serios etc., pero resulta que, con la
actual redacción, esta norma, podría hacerse extensiva también, a otros casos, y en lo que interesa
para este trabajo, a las prácticas deportivas que impliquen violencia o riesgo, esas por lo menos.-

La Dra. Kemelmajer de Carlucci, tuvo oportunidad de referirse al tema en el caso Molina, sentenciado
en Mendoza y en cuyo voto planteara que el consentimiento informado (en las prácticas peligrosas,
ahí se trataba de automovilismo) no puede incluir situaciones extraordinarias o que no fueron
previstas por la víctima.[55]-

En igual sentido, la Dra. Silvestre expresa que:” La cláusula es válida sólo cuando el daño no exceda el
límite del riesgo propio del deporte. No lo es, cuando se produce un daño adicional, que es lo
irrenunciable, lo que no cae dentro de la esfera de riesgo propio y excede lo previsible. “[56]

Esta es una de las pautas, pero… ¿qué pasa con los bienes indisponibles?-

Bueres en su Código comentado dice que: “cuando la víctima consiente el daño sufrido, ello
constituye una causal de justificación, eliminando toda nota de antijuridicidad y provocando el
irremediable rechazo de cualquier pretensión indemnizatoria”…[57]

Acá cabría una primera digresión: a nuestro entender “el consentimiento libre e informado del
damnificado…” al que se refiere la norma no es sobre los daños que puedan sobrevenir, tal como lo
explicáramos in extenso, el consentimiento se refiere a aceptar las condiciones y reglas en que se
desarrollará la práctica.-
Sigue diciendo Bueres, en el comentario de la norma, que consentir será ´posible “siempre y cuando,
los bienes sean de libre disposición…Debe ser disponible, de contenido patrimonial. Cuando esté
involucrada la vida, integridad física o psíquica de quien lo presta (excepción en el consentimiento
para la disposición de los derechos personalísimos debe ser admitido solamente si no es beneficioso
para la persona y si no es contrario a la ley, a la moral o las buenas costumbres), estamos en
presencia de bienes indisponibles, por lo que no será válido ningún consentimiento".[58]

En igual sentido, la Cámara 2ª en lo Civil y Comercial de La Plata resolvió: "No empece a la atribución
de responsabilidad en espectáculos deportivos de carreras de caballos que se sostenga que la víctima
–en el caso una de las jocketas participantes de una carrera– ha aceptado y aun que ha prestado de
algún modo su consentimiento a la posibilidad de recibir lesiones, pues cuando los daños son
padecidos en la persona física resulta insuficiente y contrario a principios éticos y jurídicos vigentes
disponer sobre esos bienes por estar fuera del comercio y ser de interés público".[59]

La norma es clara en su redacción “solo podrá consentir, sobre bienes disponibles”. Pareciera, que
quedan fuera de esta posibilidad, es decir la que el dañador se exima de resarcir porque la víctima
consintió las consecuencias de la práctica deportiva, todos los daños causados a la persona, por ser
bienes indisponibles.

Pareciera que, tratándose la vida y la integridad física de bienes indisponibles, liberar sin más al
victimario no es una alternativa.-

Sin embargo, parte de la doctrina entiende que si quien se expuso voluntariamente al peligro, fue
debidamente informado de tales riesgos el proveedor no deberá responder, ya que, aseguran, no
otra interpretación se puede dar al fundamento del Proyecto cuando dice que “de lo contrario
muchos vínculos contractuales no serían posibles…” [60]
11. El consentimiento informado [arriba] -

El nuevo Código establece en el art. 1720 que el consentimiento libre e informado del damnificado,
en la medida que no constituya una cláusula abusiva, libera de responsabilidad por los daños
derivados de la lesión de bienes disponibles, no distinguiendo, al menos en su articulado, entre los
contratos de consumo y los que no lo son, ni entre los deportes violentos o de alto riesgo y los otros.-

Conforme el nuevo ordenamiento, lo que habrá de investigarse en profundidad para considerar el


consentimiento de la víctima, es si conocía acabadamente los riesgos a que se exponía, el modo en
que operaba la actividad a la que se iba a someter, en suma, si contaba el dañador con un verdadero
consentimiento informado.

La regla dice que para que el consentimiento, sea válido debe reunir los siguientes requisitos:

- No debe tratarse de una cláusula abusiva.- En este sentido recoge la doctrina que ya imperante.-

- El damnificado debe haber recibido información acabada de los riesgos, las consecuencias para el
caso de que se concreten, el modo en que habrá de llevarse a cabo la práctica sobre la que está
prestando su consentimiento.-

- Que el consentimiento haya sido dado comprendiéndose en qué consistía el riesgo.

- Que el proveedor requiera información sobre el estado de salud psicofísica del turista, (art. 5 de la
24.240)
- Que se le interrogue sobre la preparación que tiene en la práctica del deporte de que se trate.

- Que el proveedor verifique que el usuario actuará racionalmente, entre otros.

Estas condiciones, han cambiado con el tiempo y hoy resulta impensable hablar de aceptación de
riesgo si quien lo ha dado es un incapaz, o alguien que no había sido informado acabadamente sobre
los que asumía, o si el consentimiento fue otorgado más allá de los límites de disponibilidad que
impone el ordenamiento jurídico, etc.

En la República Argentina el tema del consentimiento lo reglamentan las provincias por ser una
cuestión procedimental, hay pocas que regulen acabadamente el turismo aventura, sobre todo,
como lo mencionáramos, en la exigencia al proveedor de servicio que informe acabadamente los
riesgos que representa la práctica del deporte al que se dedica, con estadísticas sobre infortunios,
exigencias de preparación física y adiestramiento previo, cuestiones relativas a la salud entre otras.-

Hoy, se ve, con preocupación que las empresas, lejos de tomar recaudos e ilustrar acabadamente, se
ufanan de lo seguras que son estas prácticas, que volar está al alcance de todos, que cualquiera
escala una montaña.-

Para decirlo de una vez: el consentimiento que le hacen firmar al usuario, en la inmensa mayoría de
los casos, es nulo, al igual que las cláusulas eximentes de responsabilidad (art. 37 de la ley 24.240).-

Si el consentimiento es suficiente, la información contenida, permitirá al usuario tomar una decisión


informada, y para el caso de duda desistir del servicio.
Un caso jurisprudencial, cuya doctrina compartimos, tuvo lugar cuando la víctima, practicando
canopy[61] en un centro invernal, sufrió un accidente.

Se dijo allí que…” en el caso se analiza la responsabilidad emergente de daños sufridos al practicar un
esparcimiento que la propia demandada califica de “inofensiva y divertida”... “Estando a lo sucedido
en el caso, podrá ser divertida pero a veces no es inofensiva… “a primera vista parece que los
participantes asumen y aceptan riesgos. Mas, estando a la publicidad no lo habría. Y, si los hay no
han sido informados… la información... no pasa de generalidades imprecisas y no alcanzan a calificar
como verdadera información de riesgos”[62].

Vale decir que: el consentimiento, como ya lo hemos mencionado, pocas veces calificará de
suficiente, y sin el no hay eximición de responsabilidad.-

11. a. Algunos casos de publicidad engañosa:

“Saltar al vacío ya no es sólo para intrépidos. Cada vez más popular y accesible, esta práctica es
considerada hoy como el deporte aéreo más seguro. Lo más parecido a volar al alcance de todos”
(Diario La Nación 1/7/07) “¿Sabías que vos también podes subir al Aconcagua? Sí, nosotros podemos
ayudarte a transformar tus sueños de aventura en realidad” (Diario la Nación 22/2/09).[63]

Estos anuncios que la autora de la nota, Dra. Silvestre, con gran meticulosidad transcribe,
demuestran que quien monta un negocio alrededor de la adrenalina y el peligro jamás va a advertir
de ellos a sus potenciales clientes. Es impensable que ante el miedo y las dudas que cualquier mortal
siente al enfrentar estos deportes extremos, el proveedor abunde en detalles sobre posibles lesiones
e incluso la muerte.
Dice la Dra. Garrido Cordobera: “En nuestros días el desarrollo de la actividad turística se ha
convertido en una consolidada fuente de recursos y su expansión en una genuina política de Estado.
El fenómeno del turismo como actividad profesional ha sido fruto de una evolución y respuesta a una
creciente demanda, tanto interna como internacional, con los más diversos fines, entre los que se
encuentra inclusive el estrictamente vacacional.”[64]

A su turno, la Organización Mundial del Turismo fija en un 15% anual el crecimiento de esta fracción
de servicios, la que ha ido creciendo, año tras año.

En la región, que se caracteriza por un paisaje acorde al turismo aventura, sobre todo en Ecuador, y
Argentina., el turismo internacional ve una industria en crecimiento cada vez más atractiva.-

Frente a este panorama, al problema ya dicho, acerca de la gran diferencia que existe entre un
deportista profesional y quien practica turismo aventura, uno entrenado el otro profano, hay que
sumarle otro: en la inmensa mayoría de los casos el consentimiento será deficiente, y esto solo
obstaculizará la aplicación del art. 1.720, haciendo renacer en todo su esplendor y sin cortapisas, la
teoría de la responsabilidad civil.-

11. b. ¿Implica la asunción de riesgo, el consentimiento con la producción del daño?

La doctrina ha aceptado pacíficamente que, el objeto del consentimiento que presta la víctima no es
al resultado dañoso, sino a la acción arriesgada. [65]

¿Ahora bien, esto es válido también para la regla del consentimiento del daño del art. 1720?
¿Cuál es el límite que el nuevo Código establece respecto de dicha regla?

¿Es que en los deportes violentos o extremos todo riesgo ha de ser aceptado como consentimiento
anticipado del daño que eventualmente se produzca?

¿Es dable diferenciar el conocimiento del riesgo que se va a correr como hecho hipotético y
potencial, de la asunción o aceptación concreta del daño que del riesgo pueda derivarse? [66]

La doctrina aclara que “La diferencia esencial entre aceptación de riesgo y el consentimiento de la
víctima o perjudicado radica en que en la asunción de riesgos no existe una aceptación de un daño
actual, sino de la exposición a ese daño”[67]

O sea, una cosa es el riesgo hipotético de que el accionar de otro jugador me dañe, lo cual consiento,
y otra muy distinta es decir, frente a este daño concreto consiento en eximir de responsabilidad al
dañador.-

Es que como dice el maestro Mosset Iturraspe, [68] “El Derecho, como instrumento regulador de los
comportamientos sociales, no puede estar ausente en el ordenamiento persiguiendo el bien común,
y muchas veces ese bien común está reñido con un consentimiento desaprensivo, inconsciente, que
lleva a arriesgar bienes irremplazables como son la integridad física o la vida”.-

En la XXII Jornadas de Derecho Civil, V Congreso de Derecho Civil, se dijo, al respecto que:
“1. La asunción de riesgos genéricos de la vida moderna no implica relevar de responsabilidad al
eventual dañador. La “SOCIEDAD DE RIESGOS” no autoriza su invocación como eximente frente al
daño producido.

2. En materia de riesgos, como principio general, ASUMIR EL RIESGO NO SIGNIFICA ASUMIR EL


DAÑO.” [69]

12. Pautas de Interpretación [arriba] -

Respecto de la interpretación de los arts. 1.719 y 1.720 vienen al caso las palabras de los Redactores
del nuevo Código en el Título Preliminar, al hablar del art. 1ero. Sobre interpretación. Allí se dijo:

“En aquellos supuestos controvertidos, se tomaron decisiones que no estuvieron orientadas por las
impresiones personales de los integrantes, sino por los valores representados en el bloque de
constitucionalidad y las decisiones legislativas o jurisprudenciales ya adoptadas en la República
Argentina.

Todos los tratados internacionales suscriptos por el país y que resultan obligatorios deben ser
tenidos en cuenta para decidir un caso. Esa es la función que tienen como fuente de derecho referida
en el artículo primero. Pero además, cuando se interpreta una norma, tienen especial relevancia los
tratados de derechos humanos, porque tienen un contenido valorativo que se considera relevante
para el sistema. Esta es la función que tienen en materia hermenéutica a la que se refiere el artículo
segundo”[70].

Y en relación a cómo ha de interpretarse el art. 1720, en cuanto a la validez de un consentimiento


que sea dado sobre la vida o la integridad física hemos de coincidir en que el artículo establece que el
límite a la validez del consentimiento está dado por el hecho de que el mismo recaiga sobre bienes
disponibles.- Hasta aquí la exégesis de la norma y la intención del legislador: proteger los bienes
indisponibles.

El derecho privado y el derecho público fueron, históricamente, ramas separadas que constituían
compartimentos estancos pero esto ya no es así.

Los redactores del nuevo Código han expresado con claridad que el bloque, que forma la
Constitución con los tratados Internacionales, es parte íntima y fundamental del derecho privado.
Hoy cada conflicto individual ha de resolverse como si se tratara de una cuestión en la que se
comprometen derechos fundamentales, donde las normas forman parte de un sistema mayor en
cuya base se encuentra este bloque constitucional, que ha de servir de parámetro para
interpretarlas.-

Este diálogo de fuentes ha imbuido todo el derecho, desde la protección del niño niña y adolescente,
pasando por el medio ambiente, y en general el Código unificado todo, el que más que nunca deberá
interpretarse conforme los principios rectores de los tratados de derechos humanos de los que
somos signatarios.

12 a. La Convención Interamericana de Derechos Humanos.

Sabemos que ninguna legislación local puede reconvenir la normativa de la Convención


Interamericana de derechos humanos, también llamada Pacto de San José de Costa Rica y en
consecuencia, sabemos también que, a la hora de interpretar y aplicar el art. 1720, los jueces no
podrán soslaya su letra, que en orden a la disponibilidad de la vida o la integridad física expresa:

…” Ninguna disposición de la presente Convención puede ser interpretada en el sentido de:


a) permitir a alguno de los Estados Partes, grupo o persona, suprimir el goce y ejercicio de los
derechos y libertades reconocidos en la Convención o limitarlos en mayor medida que la prevista en
ella; Consagrando, en su Art. 4, la protección a la vida, en el 5, a la integridad, y en el 25 a la
protección judicial cuando se vulneren estos derechos.”[71]

13. Conclusiones [arriba] -

La transformación que ha sufrido la regla de la asunción de riesgo en el deporte, a partir de la


sanción de la ley de defensa al consumidor y del imperio del bloque constitucionalista, ha sido
rotunda.

Esta crisis se ha visto coronada con la promulgación del nuevo Código Civil y Comercial Unificado, el
que, una vez vigente, y por imperio de los arts. 1719 y 1720, convertirá en ley, la regla según la cual,
la “Asunción de riesgo” no puede justificar ningún daño de la vida común.-

A su turno, y respecto de los riesgos extraordinarios, el art. 1720, contempla, además de los casos
típicos de praxis médica y ablación de órganos, los de turismo aventura y prácticas deportivas
peligrosas, dentro de lo que el nuevo código ha dado en llamar, “Consentimiento del Damnificado”.-

Acerca de dicho consentimiento, hay un límite férreo que prohíbe otorgarlo sobre bienes
indisponibles, tales, la integridad física y la vida, (conforme última parte del art. 1720 y Pacto de San
José de Costa Rica, entre otros).-

Ello mediante, las empresas o instituciones deportivas, cuando intenten exonerarse, formularán
cláusulas, que en la mayoría de los casos, nacerán sentenciadas a muerte, si de derechos
indisponibles se trata (art. 1720), máxime si estamos frente a un contrato de consumo (art. 37 ley
24240).

En efecto, además de los valladares que habrá de sortear la convención predispuesta para no ser
declarada nula por sí, deberá resistir, también, los embates que acarreará, en el consentimiento
informado, el hecho que haya sido precedido de publicidad engañosa, la que, como en muchos casos
se vio, es regla.

Advertimos, al analizar este instituto que, en el mejor de los supuestos, se ingresa al deporte sin la
información mínima que permita tomar una decisión seria sobre los riesgos a correr, y en muchos
otros, el asentimiento es, como mencionamos, el resultado de engaños.-

Entendemos que aún, cuando sea legítimo, esto solo autoriza a eximir la reparación de los bienes
disponibles, pero, como dice el maestro Mosset Iturraspe, la vida no lo es, y nadie puede,
válidamente, aceptar sufrir daños en su persona, ya que por su naturaleza, el ser humano es
refractario al dolor.-

Pese a lo dicho, y probado, la regla de la asunción de riesgo, goza de una prosapia centenaria que la
sigue erigiendo en causal de justificación. Así pudimos recorrer una jurisprudencia que, a contra
mano de la tendencia abarcativa que viene desarrollando la teoría de la responsabilidad civil,
rápidamente exonera al dañador, justificándolo por la asunción de riesgo.-

Señalamos que hay razones suficientes para aplicarle, a quien causa un daño en el deporte, el criterio
de culpa que consagra el art. 512 del C.C. sin cortapisa, también para revisar el deber de seguridad
del prestador de servicios y aplicarlo con toda la severidad que se desprende de los arts. 1.722 y
concordantes del nuevo Código, y 5 de la ley 24.240.-
Estamos convencidos que es necesario dejar de lado esta regla cuando se juzgan daños causados en
el deporte sobre bienes indisponibles. Estos casos deberán ser analizados como otros cualesquiera
de la responsabilidad civil, sin partir del preconcepto que el consentimiento de la víctima excluyó la
antijuridicidad y sin vivificar, la ya extinta, teoría de prestación de culpas.-

La víctima ha sido puesta en el centro de la escena en el microsistema del consumo y en el CCCN


todo, su protección genera conflictos privados que han de resolverse como derechos fundamentales
que no admiten renunciamientos. Hoy el nuevo Código impone esta directriz, de la que todos los
operadores del derecho habremos de hacernos cargo.

Dice el maestro Mosset Iturraspe sobre la asunción de riesgo: “El derecho de la responsabilidad debe
reaccionar frente a una sociedad de masas. Frente a un vivir, actuar, traficar signados por la
dañosidad y al hecho de que, por lo general, la víctima es el hombre simple, el económicamente
débil, se debe rechazar toda tesis que tienda a desprotegerla, a dejarla librada a la desgracia o
infortunio. En lugar de afanarse en la búsqueda de un dañador responsable, la aceptación del riesgo
se contenta con reprochar al damnificado por su propio obrar”.

“Aceptar riesgos de dañosidad, admitir un perjuicio que se sufre en el cuerpo, la salud o en los
sentimientos, en los bienes, en los derechos o relaciones jurídicas, es algo insólito, no puede
sostenerse razonablemente que sufre un daño quien quiere sufrirlo, no es normal, no puede
suponerse ni presumirse, pues el daño es una desgracia, y la naturaleza humana es refractaria a los
sufrimientos”[72]

Bibliografía [arriba] -
(s.f.).

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Weingarten, C. (s.f.). Comentario al fallo Molina del Superior Tribunal de Mendoza.

Notas [arriba] -
[1] Abogada egresada de la Univ. Nacional de La Plata, Especialista en Derecho de Daños, de la UBA,
Profesora por concurso de la Cátedra de Obligaciones y Responsabilidad Civil de la Universidad
Nacional del Comahue. Dirección de Contacto: estrellasanchez56arrobahotmail.com

[2] Bustamante sierra y otros “Cámara 1ª de Apelaciones en lo Civil y Comercial Córdoba B.S., J. G. v.
Unión Cordobesa Expte. Nro. 827840/36" CNFed., Sala II Civil y Com., del 14-7-78, “Gallipoli de
Llanes, Stella M. c/Gobierno Nacional (Fuerza Aérea Argentina)” (publicado en E. D. 85-259).-

[3] CNFed., Sala II Civil y Com., del 14-7-78, “Gallipoli de Llanes, Stella M. c/Gobierno Nacional
(Fuerza Aérea Argentina)” (publicado en E. D. 85-259).-

[4] Zachariae Nota al art. 512 del Código C civil.

[5] La violencia en la Práctica de los Deportes. Mosset Iturraspe. Pág. 183

[6] Art. 1719 del Nuevo Código Civil y Comercial Unificado,

[7] 20 Tesis de política, Enrique A. Dussel 2.006. Tesis 19 “derecho natural, derecho vigente y lucha
por los nuevos derechos, pág. 106 año 2006 Dussel Enrique A,

[8] Bustamante sierra y otros “Cámara 1ª de Apelaciones en lo Civil y Comercial Córdoba B.S., J. G. v.
Unión Cordobesa Expte. Nro. 827840/36"

[9] Enrique S Dussel, conceptos vertidos en la tesis N° 19 de la obra citada.

[10] Fundamentos del Código.

[11] Remito al análisis jurisprudencial desarrollado a lo largo del presente trabajo.-

[12] Revista de Derecho de Daños, año 2010 T 2 Juan Manuel Prevot, Pág. 94. Conf. MEDINA ALCOZ,
María, “La asunción del riesgo por parte de la víctima. Riesgos taurinos y deportivos”, Dikynson,
Madrid, 2004, p. 23.

[13] “Hay una diferencia esencial entre aceptación de riesgo y el consentimiento de la víctima o
perjudicado y radica en que en la asunción de riesgos no existe una aceptación de un daño actual,
sino de la exposición a ese daño”, TRIGO REPRESAS, Félix A. y LÓPEZ MESA, Marcelo, Tratado de la
responsabilidad civil, t. I, p. 966.

[14] RSD 129-2, JUBA 7, Sum. B2002209.

[15] Tratamiento Jurídico de las lesiones deportivas en el Código Penal Peruano periodo 1991-2010
Tony Rolando Changaray Segura, pág. 62

[16] BREBBIA, R. A., "La responsabilidad en los accidentes deportivos", ps. 16 y sigs., Ed. Abeledo
Perrot, Buenos Aires, 1962

[17] Brebbia, R, A. Obra citada.

[18] BREBBIA, R. A., Obra citada.


[19] No me estoy refiriendo al cumplimiento por parte del organizador de la seguridad a la que se
refiere el art. 51 de la ley 23184, sino más bien a la seguridad que debe brindarle al deportista
individual o grupal cuando realiza su práctica, por ej. en una pista de esquí.

[20] Gonzales Sozzo, Obra citada. Lorenzetti, Ricardo, Las normas fundamentales de Derecho
Privado, Rubinzal-Culzoni Santa Fe1995:234-235,

[21] La ley de defensa del consumidor en la jurisprudencia de las provincias del noroeste por Esteban
Javier Arias Cáu pág.5

[22] “La definición de cláusulas abusivas -en los términos del art. 37 de la ley 24.240 de defensa del
consumidor (Adla, LIII-D, 4125)-

[23] Mosset Iturraspe, Jorge, Responsabilidad por daños, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, t. II, p.158

[24] (RUBIO GALLART, Enric, "La responsabilidad civil derivada de daños en atracciones de Feria. y
parques temáticos", p. 65, Editorial Bosch, Barcelona, año 2012).

[25] Duvidovich Gallo, Patricia Adriana c. Valle de Las Leñas S.A. y otro s/daños y perjuicios Cita
Online: AR/DOC/4895/2012

[26] Expte n° 17.436/06 (69.725) - Juzg. 19 - “M., J. J. c/ Catedral Alta Patagonia S.A s/ daños y
perjuicios Acuerdo los Señores Jueces de la Sala “L” de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil
del voto del Dr. Liberman.

[27] WEINGARTEN, Celia, "Responsabilidad por los espectáculos públicos y/o deportivos", Revista de
Derecho de Daños, Responsabilidad Contractual I, Ed. Rubinzal Culzoni. : Weingarten, Celia,
Publicado en: LL Gran Cuyo2007 (febrero), 27

Fallo comentado: Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Mendoza (S.C. Mendoza) ~


2006/02/27 ~ Molina, Hugo c. Consejo Municipal de Deportes y otros Cita Online: AR/DOC/134/2007

[28] Todo lo dicho, surge de la lectura de la sentencia.

[29] WEINGARTEN, Celia, en comentario al fallo “Molina del Superior Tribunal de Mendoza, ya citado.

[30] WEINGARTEN, Celia. Comentario ya citado.

[31] CSJN, 30/5/2006, "Cohen, Eleazar c. Pcía. de Río Negro y otros". JA ej. del 29/11/2006. También
la Corte, en oportunidad de ocuparse de casos de contrato de transporte benévolo, dijo que el riesgo
que acepta la víctima no alcanza al de perder la integridad física o la vida (Fallos: 315:1570 (JA 1994-I,
síntesis); 319:736 (JA-III-síntesis, causa M 520 L XXXV, "Melnik de Quintana, Mirna E. y otro v. Carafi,
Juan M. y otros", del 23/10/2001 y voto en disidencia de los Dres. Nazareno, Moliné O'Connor y
López en Fallos 322:3062 (JA 2002-IV-síntesis).

[32] “Cámara 1ª de Apelaciones en lo Civil y Comercial Córdoba B.S., J. G. v. Unión Cordobesa Expte.
Nro. 827840/36"

[33] En noviembre del 2012: La CSJN dejó sin efecto la sentencia que había rechazado la demanda y
responsabilizó por el accidente al árbitro, a la UCR y a la UAR
[34] En el caso, Superior Tribunal de Justicia de Córdoba

[35] Recurso de hecho ante la C.S.J.N. “B: S: J: G. c/ Unió Cordobesa de Rugby u otros s/ Daños y
Perjuicios”. En este sentido, es dable señalar que, cuando se trata de un menor de edad, quien
acepta los riesgos inherentes a la práctica deportiva no es el menor, sino sus padres; y que, los
riesgos aceptados por éstos se limitan a los que conocían o debían conocer de acuerdo a lo previsto
por el Reglamento de la actividad deportiva. Ello es así, ya que sólo siendo conscientes de las
probabilidades del daño y su entidad podía existir de su parte una verdadera asunción del riesgo. En
consecuencia, no es posible sostener que los padres del menor asumieron el riesgo de que no se
aplicara la previsión reglamentaria que ordenaba realizar un "scrum simulado" en los casos en los
cuales los jugadores de la primera línea no se encontraban debidamente prepara-dos".

82. Tutelan el derecho a la salud: arts. 33, 41,42 Cons. Nac., Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales: art.12, El Derecho a la integridad corporal: arts. 18 y 33 de la
Const. Nacional. Convención Americana Sobre los Derechos Humanos: art. 5.1., Convención
Interamericana sobre los Derechos del niño niña y adolescente, entre otros.

83 Picasso, Sebastián, “La culpa de la víctima en las relaciones de consumo. Precisiones de la Corte
Suprema”. Publicado en LA LEY 2998-C, 562.

84. Cabe destacar, que en el año 2011, la Pcía. de córdoba promulga su propia ley de protección de
los derechos del niño, niña o adolescente, ley N° 9944, Decreto Promulgatorio del Poder Ejecutivo,
N°763/2011

[39] Ripert señala que en el derecho moderno la justicia posa los ojos del lado de la víctima: “Prefiero
pensar que la justicia sigue siendo ciega, pero que ello no impide que tenga el oído atento a los
reclamos de la víctima” (citado por Alterini, Atilio “Los factores objetivos de la responsabilidad civil”,
en Vallespinos, Carlos G, Responsabilidad civil” 1997, p.125.-

[40]Lorenzetti, Ricardo, “La responsabilidad civil” en LL del 27/11/2002, p.1. Alterini, Atilio “Informe
sobre la responsabilidad civil en el Proyecto del Código Civil de 1988, en LL 1999-C-853

[41] Bruñol, M. C. (3-2003). El interés Superior del Niño. Bueres, A. J. (s.f.). "Código Civil y Normas
Complementarias. Análisis Doctrinario y Jurisprudencial. Ed. Hammurabi-Depalma. Cavallo, G. A.
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Constitucionales. Mosset Iturraspe, J. 13. 13 s.f. "La aceptación de los riesgos. Retroceso en la
responsabilidad civil por actos ilícitos". Rubinzal Culzoni. Zermatten, J. (Informe de trabajo 3-2003). El
Interés Superior del niño. Del Análisis Literal al Alcance Filosófico.

[42] Es la postura que hemos adoptado a lo largo de todo el trabajo: en el deporte no debería haber
daño justificado sino simplemente “daño resarcible” conforme la teoría general de la responsabilidad
civil y el concepto de culpa que deriva del art. 512. Del C.C.

[43] Conf. Norma O. Silvestre, Asunción de riesgos y consentimiento del damnificado en el Proyecto
de Código. A propósito del “turismo aventura “Revista La Ley. DIRECTOR: JORGE HORACIO ALTERINI
BUENOS AIRES, argentina - viernes 22 DE noviembre DE 2013 Tomo La Ley 2013-F
[44] Se practica en cursos de río muy angosto, combinando natación y canotaje.

[45] Definición existente en ley de Río Negro Nº 3883/04: Salto al vacío donde el participante está
sujeto por una cuerda elástica, que en su otro extremo está anclada a una estructura sólida. Citada
por Norma Silvestre en el trabajo referenciado.

[46] Wikipedia, “La Enciclopedia Libre” art. Sobre deporte extremo.

[47] Wikipedia. Definición de deporte extremo.

[48] Silvestre Norma, publicación en la Revista la Ley, ya citada.- trabajo “El turismo de aventura.
Algunos aspectos jurídicos”, RC y S, La Ley, 2008; también SILVESTRE, Norma - LIPSCHITZ, Mirna-
NORIEGA, Gabriel, “La responsabilidad por accidentes en el turismo aventura”, ponencia expuesta en
Conferencia Internacional de IFTTA (Asociación de Abogados especializados en Derecho del Turismo),
San Pablo, Brasil, octubre 2011 y conferencia en el Congreso Internacional de Derecho Turístico y
Medio Ambiente, mayo de 2013, Tuxpán, Veracruz México.

[49] SILVESTRE, Norma O., “El turismo de aventura. Algunos aspectos jurídicos”, RC y S, 2008.

[50] MEDINA ALCOZ, en ob. cit. pp. 40/41, dice que “en la asunción de riesgo, el daño aparece ligado
a una conducta de la víctima que lo sufre cuando se expone de forma consciente a un peligro típico y
específico, sin estar obligada a ello... nos aproximamos a este concepto referido a una constelación
de situaciones en las que el daño sufrido por la víctima se imputa a su conducta consciente y no
culposa, y que consiste en la exposición a un riesgo actualizado, sin la intervención culpable de su
creador”

[51] ORTI VALLEJO, Antonio, “La responsabilidad civil en la práctica de actividades de ocio
peligrosas”, en Tratado de la Responsabilidad Civil. Coordinador REGLERO CAMPOS, Fernando, p.
1630. Thompson-Aranzadi S.A., Navarra, 2006; 1630, CITADO por la Dra. Norma Silvestre, en el ya
referido art. De LA LEY, dice Orti Vallejo sobre las actividades de ocio peligrosas, que los que
participan en estas actividades buscan el peligro, porque en eso consiste la diversión... No estamos
ante un mero sujeto pasivo de la acción sino ante un protagonista;

[52] Silvestre Norma O. Artículo publicado en La ley, ya citado.

[53] (7) WEINGARTEN, Celia, "Responsabilidad por los espectáculos públicos y/o deportivos", Revista
de Derecho de Daños, Responsabilidad Contractual I, Ed. Rubinzal Culzoni. : Weingarten, Celia,
Publicado en: LL Gran Cuyo2007 (febrero), 27 Fallo comentado: Suprema Corte de Justicia de la
Provincia de Mendoza (Mendoza) ~ 2006/02/27 ~ Molina, Hugo c. Consejo Municipal de Deportes y
otros Cita Online: AR/DOC/134/2007

[54] “Quiere decir que no hay una diferencia de esencia u ontológica en las expresiones “asunción de
riesgos” y “consentimiento del damnificado”, ya que ambas genéricamente se ubican en el ámbito
del consentimiento tácito o expreso del damnificado” Norma Silvestre, Publicación ya citada…

[55] Fallo comentado: Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Mendoza (Mendoza) ~


2006/02/27 ~ Molina, Hugo c. Consejo Municipal de Deportes y otros Cita Online: AR/DOC/134/2007

[56] Silvestre, Norma Trabajo ya citado.


[57] Código Civil y Comercial de la Nación, analizado, comparado y concordado, dirección Alberto J.
Bueres, T 2, comentario al art. 1720.

[58] Código dirigido por el Dr. Bueres, ya citado.

[59] Cámara 2ª en lo Civil y Comercial de La Plata, sala 3, 18/9/08, D. Y. B. c/ fisco de la Provincia de


Buenos Aires s/ daños y perjuicios, JUBA Sum. B355008

[60] Código Civil y Comercial de la Nación, analizado, comparado y concordado, T° II pág. 163, 1era.
Impresión, 2.015, Dirigido por Alberto J. Bueres. Norma O Silvestre, artículo citado pág. 2

[61] Se coloca un cable entre dos árboles y el usuario se desliza mediante un sistema de roldanas.-

[62] Ver “CNA en lo Civil “Z. L. c. Nieves del Chapeco S.A. s/daños y perjuicios”, 06/02/2012”.

[63] Citados por Norma O. Silvestre, Asunción de riesgos y consentimiento del damnificado en el
Proyecto de Código. A propósito del “turismo aventura “Revista La Ley. DIRECTOR: JORGE HORACIO
ALTERINI BUENOS AIRES, argentina - viernes 22 DE noviembre DE 2013 Tomo La Ley 2013-F

[64] La protección del consumidor turista Autor: Garrido Cordobera, Lidia M. R. Publicado en: LA LEY
14/06/2012, 14/06/2012, 1 - LA LEY2012-C, 1337 Cita Online: AR/DOC/2468/2012

[65] MEDINA ALCOZ, ob. cit. pp. 24/26.

[66] Sobre "aceptación del riesgo" y la diferencia con el mero conocimiento del riesgo que se corre
puede consultarse Mazeaud - Tvsc, Tratado de la Responsabilidad Civil, t II, voL II, N9 1485 y ss., ps.
77 y ss.,

[67] TRIGO REPRESAS, Félix A. y LÓPEZ MESA, Marcelo, Tratado de la responsabilidad civil, t. I, p. 966.

[68] Mosset Iturraspe, Estudio de la Responsabilidad por Daño T II. Reimpresión, pág. 196 121. XXII
Jornadas Nacionales de Derecho Civil V Congreso Nacional de Derecho Civil Comisión de Derecho
Interdisciplinario. Derechos del Consumidor.

[70] ”Fundamentos del código civil y comercial de la Nación.- Ricardo Luis Lorenzetti, como
Presidente, y Elena Highton de Nolasco y Aída Kemelmajer de Carlucci1.2. Consensos y decisiones
valorativas

[71] Artículo 30. Alcance de las Restricciones .CONVENCION AMERICANA SOBRE DERECHOS
HUMANOS, ya citada.

[72] Mosset Iturraspe, Jorge “La aceptación de los riesgos. Retroceso en la responsabilidad civil por
actos ilícitos”, en “Estudios sobre responsabilidad por daños”, t. I Ed. Rubinzal – Culzoni, p. 115.

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