Las Ánforas Tardo-Antiguas en Tarraco
Las Ánforas Tardo-Antiguas en Tarraco
Las Ánforas Tardo-Antiguas en Tarraco
ÍNDICE DE MATERIAS
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 13
I.3. CONTEXTOS.................................................................................................................. 34
2
I.3.22. CALLE APODACA, 7 (APO) .................................................................................... 87
I.3.23. CALLES SANT MAGÍ-REBOLLEDO (REB) ............................................................ 89
I.3.24. CALLE SANT JOSEP, 10 (JOS) ................................................................................ 89
I.3.25. CALLE SANT MIQUEL, 33 (MIQ) ........................................................................... 90
I.3.26. CALLES PERE MARTELL, EIVISSA, MALLORCA (PMA) ..................................... 92
I.3.27. PERI-2 (JAUME I-TABACALERA) (PER)................................................................ 96
I.3.28. NECRÓPOLIS DEL FRANCOLÍ (NEF) ..................................................................... 98
I.3.28.1. NECRÓPOLIS PALEOCRISTIANA (NEF/1) .......................................................... 100
I.3.28.2. ENTERRAMIENTOS DE LA C/ PERE MARTELL (NEF/2).................................... 102
I.3.28.3. ENTERRAMIENTOS DE LAS C/ MALLORCA Y ALGUER (NEF/3) ..................... 103
I.3.28.4. ENTERRAMIENTOS DEL “PARC DE LA CIUTAT” (NEF/4) ................................ 104
I.3.28.5. ENTERRAMIENTOS C/ PRAT DE LA RIBA-RAMÓN Y CAJAL (NEF/5)............. 105
I.3.29. NECRÓPOLIS SEPTENTRIONAL (NES)................................................................... 108
I.3.29.1. NES/1..................................................................................................................... 108
I.3.29.2. NES/2..................................................................................................................... 109
3
II.4.1. EGEO Y ASIA MENOR: LRA 2/KEAY 65 ................................................................ 206
II.4.2. EGEO Y ASIA MENOR: LRA 3/KEAY 54BIS ........................................................... 209
II.4.3. EGEO Y ASIA MENOR: AGORA DE ATENAS M-273 ............................................. 212
II.4.4. EGEO Y ASIA MENOR: CISTERNA DE SAMOS ...................................................... 215
II.4.5. ISAURIA, CILICIA Y NORTE DE SIRIA: LRA 1/KEAY 53....................................... 215
II.4.6. PALESTINA: LRA 4/KEAY 54.................................................................................. 226
II.4.7. PALESTINA: LRA 5/6 (KEAY 66) ............................................................................ 228
4
II.5.10.37. VIL/2-215 ........................................................................................................... 248
II.5.10.38. VIL/2-226 ........................................................................................................... 248
II.5.10.39. VIL/2-229 ........................................................................................................... 248
II.5.10.40. VIL/2-232 ........................................................................................................... 248
II.5.10.41. VIL/2-233 ........................................................................................................... 249
II.5.10.42. VIL/2-234 ........................................................................................................... 249
II.5.10.43. VIL/2-235 ........................................................................................................... 249
II.5.10.44. VIL/2-236 ........................................................................................................... 249
II.5.10.45. VIL/2-241 ........................................................................................................... 249
II.5.10.46. VIL/2-242 ........................................................................................................... 249
II.5.10.47. VIL/2-243 ........................................................................................................... 249
5
PRÓLOGO
El libro de Josep Anton Remolà es un claro reflejo de cuanto dicho y, sin duda alguna,
un extraordinario exponente del grado de madurez científica alcanzado por buena parte de los
profesionales que en Tarragona investigan sobre la antigua Tarraco. Esta obra es la
reelaboración final, optimizada, actualizada y traducida al castellano, de una tesis doctoral (El
comerç marítim durant el Tardo-Imperi: el cas de Tàrraco a través de les àmfores), codirigida
por Josep Maria Nolla y por el autor de estas líneas, y cuya brillante defensa en 1996 le valió la
merecida y unánime calificación de Apto cum Laude.
Conozco al autor desde hace más de quince años, desde sus tiempos de estudiante en la
que después sería la Universitat Rovira i Virgili. Hemos compartido distintas experiencias
profesionales, desde mis primeros años en el Servei d'Arqueologia de la Generalitat de
Catalunya y después en el Taller Escola d'Arqueologia (TED'A) hasta la colaboración, ya en
Italia, en el Proyecto de Investigación sobre Tusculum, en el que Remolà desempeña - desde
1994 - un papel fundamental, y también gracias a la concesión, por parte del CSIC, de una beca
en la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma. Josep Anton Remolà ha combinado
en los últimos diez años su labor científica con su trabajo en una empresa arqueológica. Quiero
destacarlo, no sólo para loar su capacidad operativa, sino para hacer hincapié en su
extraordinaria experiencia en el trabajo de campo y su óptimo conocimiento de la realidad
arqueológica de Tarraco, saberes de los que ha hecho tesoro y que ha sabido utilizar para
reflexionar y teorizar sobre cuestiones tan importantes como los procesos de deposición en
contextos arqueológicos o para tener las ideas muy claras acerca de los objetivos y los límites de
los estudios ceramológicos. El libro que se prologa es, en mi opinión, un claro reflejo de cuanto
dicho.
6
Las ánforas en los contextos estudiados, su relación con otras producciones cerámicas y
otras muchas variables analizadas constituyen, gracias al estudio de Remolà, una radiografía
excepcional de la actividad de una infraestructura urbana fundamental, el puerto, cuyos períodos
de mayor actividad o recesión se hallaban plenamente ligados a los acontecimientos políticos y
a la situación socioeconómica en la que Tarraco se hallaba inmersa. El significativo aumento, a
mediados del siglo V, de producciones anfóricas en los depósitos arqueológicos de la ciudad
sería un reflejo del valor estratégico adquirido por Tarraco, en cuanto capital de la provincia
más occidental del Imperio, tras la penetración de contingentes bárbaros en la península. Esta es
solamente una de las estimulantes conclusiones del presente libro que, estoy convencido de ello,
representa un paso importante en el proceso de comprensión del extraordinario fenómeno
económico que fueron las relaciones comerciales a través del Mediterráneo durante la
antigüedad.
Tan sólo me resta, además de felicitar al autor por este óptimo trabajo, dar las gracias a
José Remesal que acogió con entusiasmo este manuscrito en el seno de la prestigiosa colección
“Instrumenta” publicada por la Universitat de Barcelona y agradecer a los sucesivos directores
del Museu Nacional Arqueològic de Tarragona, Josep M. Carreté y Francesc Tarrats, su
colaboración en esta empresa. Desde la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma
(CSIC) no podíamos dejar de sumarnos con satisfacción a esta iniciativa.
7
INTRODUCCIÓN
Este trabajo1 se enmarca en el interés despertado en los últimos años por el período
tardo-antiguo de Tarraco (Hispania Tarraconensis) del que son un resultado palpable los
diversos estudios realizados en las últimas décadas2. En las líneas que siguen nos hemos
planteado afrontar el problema del aprovisionamiento externo de Tarraco, capital de una de las
provincias del extremo occidental del Mediterráneo (Fig. 1), entre los siglos IV y VII dC,
utilizando para ello un tipo de información muy frecuente en el registro arqueológico: las
ánforas.
1 Fruto, en parte, de la tesis doctoral (Remolà 1996) leída en la Universitat Autònoma de Barcelona en 1996 y
dirigida por el Dr. Xavier Dupré Raventós (EEHA en Roma, CSIC) y el Prof. Josep Maria Nolla Brufau (Universitat
de Girona). Como tal este trabajo es deudor de las becas predoctorales concedidas por la Universitat Autònoma de
Barcelona (Erasmus), para realizar una estancia de tres meses en la University of Southampton (England, 1990), y la
Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma (CSIC), institución de la que fui becario durante el año 1995.
También me siento especialmente vinculado a los compañeros y colegas del Taller-Escola D’Arqueologia (1987-
1990), de CODEX, de la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, del CEIPAC (en especial a su
director, J. Remesal) y del Museu Nacional d’Arqueologia de Tarragona (MNAT). Finalmente, quiero agradecer a X.
Dupré, J. Remesal y C.A. Pociña la lectura previa del original y sus oportunas indicaciones así como a R. Solé y M.
Palacios por su comprensión y colaboración.
2 Keay 1984, Aquilué 1992, Remolà 1996 y Macias 1999, entre otros.
3 Los materiales procedentes de excavaciones arqueológicas realizadas en Tarragona con anterioridad a la década de
los 80 de este siglo plantean graves problemas por la ausencia de método estratigráfico o por un uso inapropiado del
mismo. Este problema afecta, en mayor o menor medida, a todas las excavaciones cuyos materiales anfóricos fueron
utilizados por S.J. Keay (1984). Especialmente desafortunados fueron el vaciado de las fossae del anfiteatro en los
años 40 y 50 (depósito T/8 de S.J. Keay), las excavaciones de inicios de los setenta en las plazas del Fòrum y del
Rovellat (T/4) o la excavación de la torre de l’Audiència (T/6), una potente estratigrafía formada entre finales del
siglo V dC y, al menos, mediados del VII dC. En las excavaciones realizadas con posterioridad, que sirven de base
fundamental a este trabajo, este problema se reduce sensiblemente, aunque no se hayan podido sustraer
completamente a la dinámica poco favorable que, en la mayoría de los casos, plantea la arqueología urbana de
urgencia. Esta circunstancia dificulta la “legibilidad” estratigráfica de algunas intervenciones.
8
• Reflexión sobre el consumo y los modelos de aprovisionamiento externo de
Tarraco entre los siglos IV y VII dC, combinando la documentación estrictamente
arqueológica con la obtenida a partir del estudio de las ánforas (capítulo IV).
En lo referente a la terminología utilizada, tal vez sea oportuno una breve descripción de
los conceptos más usuales. Por “categoría cerámica” entendemos grupos funcionales genéricos
como “vajilla fina” (objetos destinados al servicio de mesa), “cerámica común” (relacionados
con el almacenaje, manipulación y tratamiento de alimentos y otras sustancias) y “ánfora”
(contenedor de transporte marítimo). Cada categoría está formada por distintas “clases
cerámicas”, entendidas como producciones identificadas y definidas (TS Africana D, Late
Roman C, común africana, etc.) y éstas, a su vez, por tipos/formas (Cuadro 2). Para la
clasificación tipológica hemos seguido, preferentemente aunque no de forma exclusiva, las
tipologías de S.J. Keay para las ánforas africanas e hispánicas y de J. Riley para las ánforas
orientales. El problema planteado por la clasificación de fragmentos carentes de una
caracterización tipológica previa se ha resuelto mediante una denominación alfabética (ánfora
tardía A, B, etc.). Prescindimos de aquellas variables morfológicas observadas en piezas
excesivamente fragmentadas o escasamente representadas, aunque las incluimos con la
esperanza de una ulterior acomodación tipológica.
Para referirnos a las áreas productivas hemos optado por usar denominaciones
geográficas antiguas con el único propósito de ubicar espacialmente unas regiones productivas
que, a pesar de no ajustarse necesariamente a ninguna división administrativa, se aproximan
más a la realidad coetánea (Cuadro 3). Respecto al sistema de cuantificación de los materiales,
hemos optado por seguir el criterio del número mínimo de individuos (NE), como método más
utilizado y tal vez menos malo de los conocidos4. Siempre que nos ha sido posible hemos
intentado relacionar el número estimado de ejemplares anfóricos con el correspondiente a las
otras categorías de material cerámico (vajilla fina, generalmente importada, y cerámica común,
mayoritariamente de producción local o regional). Obviamente, somos conscientes del escaso
valor estadístico de las relaciones porcentuales que se establecen. Únicamente, determinados
contextos, con una muestra suficientemente amplia y un proceso de formación lo más próximo
posible a la situación de mercado (vertederos domésticos) pueden ofrecer aproximaciones
mínimamente significativas.
4 Cifra que resulta del número de bordes distintos ponderado por la presencia de otros fragmentos tipológicamente
significativos (asas, fondos y fragmentos de pared suficientemente indicativos de tipos concretos).
5 Contextos de igual tipología y cronología (pongamos, por ejemplo, un vertedero) pueden tener composiciones
diversas en función de la capacidad y calidad de consumo del grupo humano que interviene en su formación.
9
ALB Yacimiento de les Albardes (El Vendrell, provincia de Tarragona)
ANG Plaza dels Àngels
APO Calle Apodaca, 7
AUD Torre de l’Audiència y Antiga Audiència
AUG Calle Sant Auguri, 9
CAR Colegio de Arquitectos
CIK Bóveda K del circo
CLA Claustro de la Catedral
CLS Yacimiento de la Solana (Cubelles, provincia de Barcelona)
COM Calle d’En Comte, 12-14
FOR Plaza del Fòrum
GAS Calle Gasòmetre, 32
JOS Calle Sant Josep, 10
M15 Calle Pere Martell, 15
MER Calle Merceria, 11
MIQ Calle Sant Miquel, 33
MI5 Calle Sant Miquel, 5
MIS Calle Misser Sitges, 8-12
MNAT Fondos del Museu Nacional Arquelògic de Tarragona
MUN Villa romana de Els Munts (Altafulla, provincia de Tarragona)
NEF Necrópolis del Francolí
NES Necrópolis septentrional
PAL Plaza del Pallol
PMA Calles Pere Martell, Mallorca, Eivissa y Jaume I
PCE Centro Comercial “Parc Central”
PER Plan Especial de Reforma Interior 2 (Jaume I-Tabacalera)
PRE Bóveda del Pretori
REB Calle Sant Magí-Rebolledo
ROV Plaza Rovellat
SCR Calle Santes Creus, 5-9
SIT Calle Puig d’En Sitges, 8-12
STE Antic Hospital de Santa Tecla
TA5 Calle Alguer, 5
TRI Calle Trinquet Vell, 4
T12 Calle Trinquet Vell, 12
VIL Calles Vila-roma, Cuirateries y Natzaret
Cuadro 1. Abreviaturas topográficas referidas a Tarraco y entorno geográfico más próximo.
10
ILU/1 Mataró, Niveles de amortización del Cardo Maximus de Iluro.
EMP/1 Sant Martí d’Empúries, Plaza Mayor de Sant Martí d’Empúries.
EMP/2 Sant Martí d’Empúries, Carretera de Sant Martí d’Empúries (Fase IVb).
EMP/3 Sant Martí d’Empúries, Carretera de Sant Martí d’Empúries (Fase V).
EMP/4 Sant Martí d’Empúries, Plaza pequeña de Sant Martí d’Empúries.
EMP/5 Sant Martí d’Empúries, Carretera de Sant Martí d’Empúries (Fase VI).
MAR/1 Marsella, La Bourse/Période 1 (Aire 2, Couches 2095/2097 y 2696).
MAR/2 Marsella, Rue du Bon-Jésus/Puits 225 (Fase 1/2).
MAR/3 Marsella, La Bourse/Période 1 (Sondage 6/7).
MAR/4 Marsella, La Bourse/Période 3 (Sondage 10).
MAR/5 Marsella, La Bourse/Période 2 (Sondage 6).
MAR/6 Marsella, La Bourse/Période 4 (Sondage 10).
MAR/7 Marsella, Cap Titol/Puits 7002.
MAR/8 Marsella, La Bourse/Période 3 (Sondage 6).
MAR/9 Marsella, La Bourse/Période 5 (Sondage 10).
MAR/10 Marsella, La Bourse/Période 2B (Aire 2, Couches 1099a, 2524-2526 y 2843).
MAR/11 Marsella, La Bourse/Période 4A (Sondage 6).
MAR/12 Marsella, La Bourse/Période 4B (Sondage 6).
MAR/13 Marsella, La Bourse/Période 3 (Aire 2, Couche 2372).
MAR/14 Marsella, Place Jules Verne/JV4 (US 29, 35, 76 y 78).
ARL/1 Arles, Barrio de l’esplanade, fase 6A.
ARL/2 Arles, Barrio de l’esplanade, fase 6B.
TOU/1 Toulon, Besagne, sondeo 15 (fosa A).
ANT/T4 San Antonino di Perti, fase T4.
ANT/T3 San Antonino di Perti, fase T3.
ANT/T2 San Antonino di Perti, fase T2.
ANT/T1 San Antonino di Perti, fase T1.
ROM/1 Roma, Magna Mater (Ambiente O).
ROM/2 Roma, Edificio portuario del Lungotevere Testaccio (UE 201=215, 205 y 106).
ROM/3 Roma, Schola Praeconum I.
ROM/4 Roma, Magna Mater (Ambiente P).
ROM/5 Roma, Edificio portuario del Lungotevere Testaccio (UE 105, 104, 103, 102, …).
ROM/6 Roma, Domus de Gaudentius (Celio).
ROM/7 Roma, Schola Praeconum II.
ROM/8 Roma, Crypta Balbi.
OST/1 Ostia, niveles de abandono del ambiente XVI (estrato I=Ostia IV).
CAR/1 Cartago, Centurias A y B, sondeo IIIA (IV y V), sondeo IVA (IIC y III).
CAR/2 Cartago, Avenida de Habib Bourguiba (Misión Británica).
CAR/3 Cartago, Centurias A y B, sondeo IB (VB y VC) (Misión Italiana).
CAR/4 Cartago, Avenida de Habib Bourguiba (Misión Británica).
CAR/5 Cartago, Intersección del Decumanus VI y la muralla Teodosina.
CAR/6 Cartago, Depósito XXVII, Cisterna 1977.1 (Lower fill: P3F-L 213-218).
CAR/7 Cartago, Avenida de Habib Bourguiba (Misión Británica).
CAR/8 Cartago, Centurias A y B, sondeo IB (VI y VII) (Misión Italiana).
CAR/9 Cartago, Avenida de Habib Bourguiba (Misión Británica).
CAR/10 Cartago, Centurias A y B, sondeo IB (VIII), sondeo IIIA (VI).
CAR/11 Cartago, Avenida de Habib Bourguiba (Misión Británica).
CAR/12 Cartago, Avenida de Habib Bourguiba (Misión Británica).
CAR/13 Cartago, Avenida de Habib Bourguiba (Misión Británica).
CAR/14 Cartago, Depósito XXIX, Cisterna 1977.2 (Lower levels: M1Q-K 242, 248).
CAR/15 Cartago, Depósito XXX, Cistern 1977.3 (Lower levels: M2M-E 156 e inferiores).
CAR/16 Cartago, Centurias A y B, sondeo IB (IXA-B), sond. IIIA (VII), sond. IVA (V-VI).
CAR/17 Cartago, Avenida de Habib Bourguiba (Misión Británica).
CAR/18 Cartago, Avenida de Habib Bourguiba (Misión Británica).
CNO/1 Cartagena, nivel de abandono del mercado (fase 8.1), UE 4379 y 4380.
CNO/2 Cartagena, rellenos constructivos de la primera mitad del siglo VI dC (fase 9.2).
CNO/3 Cartagena, niveles de colmatación del segundo cuarto del siglo VI (fase 9.1).
CNO/4 Cartagena, rellenos de la fase fundacional del barrio bizantino (fase 10.5).
CNO/5 Cartagena, pavimentos del barrio bizantino (fase 10.3).
CNO/6 Cartagena, nivel de destrucción del barrio bizantino (c. 620/625 dC).
BEN/1 Benalúa, site 42.4.
BEN/2 Benalúa, site 42.3.
Cuadro 3. Algunos de los principales contextos de referencia (capítulo III).
11
Figura 1: Mapa del Mediterráneo con indicación de las principales referencias geográficas
usadas.
12
I. TARRACO (SIGLOS IV-VII DC): DEPÓSITOS ARQUEOLÓGICOS
I.1. INTRODUCCIÓN
6 Una síntesis sobre la ciudad en época antigua puede encontrarse en Alföldy 1991, traducción actualizada del texto
escrito en 1972 y publicado en RE, Suppl. XV, Munich, 1978, páginas 570-644 y Aquilué et alii 1999 (con
bibliografía actualizada). Para el período tardo-antiguo véase, también, el recientemente publicado volumen Del
romà al romànic (AAVV 1999).
7 Entre los ríos Gaià y Francolí se abre una llanura costera de desarrollo semicircular (Camp de Tarragona) de unos
1200 Km2 limitada por las últimas estribaciones de la cordillera prelitoral catalana con alturas superiores a los 850
metros. El Camp de Tarragona es el extremo meridional del corredor prelitoral que une esta comarca natural con el
nordeste de Catalunya. La comunicación hacia el sur se establece por el punto donde la cordillera prelitoral se une
con el mar (L'Hospitalet), mientras que la penetración hacia las llanuras interiores de Catalunya se realiza siguiendo
el cauce del río Francolí. El frente costero sólo cuenta con dos puntos con ciertas condiciones de puerto natural
(Tarragona y Salou), pero únicamente el primero de ellos ofrecía unas buenas aptitudes defensivas naturales, una
particularidad atractiva en una situación bélica como la que llevó a los romanos a Tarraco hacia el 218 aC.
8 Ermita de la Salut (45 m), Castells (121 m), Ermitans (90 m), Llorito (120 m) y Oliva (123 m).
9 De hecho, la documentación textual de época moderna y contemporánea se refiere con este topónimo a todo el
espacio existente entre el centro nuclear de la ciudad, cuyo perímetro hasta el siglo XIX no iba más allá de la muralla
de Sant Joan (actual Rambla Nova), y el puerto, incluyendo toda el área residencial intramuros de la ciudad romana
que nosotros consideramos como una unidad independiente. Así pues, utilizamos la denominación “Marina” con un
sentido restrictivo para referirnos a la llanura costera que contornea el puerto hasta la desembocadura del río
Francolí. También las denominaciones utilizadas para los montículos, de cuyo uso toponímico no tenemos
constancia, tiene, como único objetivo facilitar las descripciones topográficas.
10 Esta última actualmente desaparecida como consecuencia de su aprovechamiento como cantera para la ampliación
del puerto entre finales del siglo XVIII e inicios del XIX (Sánchez 1995). En la elevación de la Marina, todavía
perceptible en la actualidad, y extendiéndose hacia la vertiente occidental, se han localizado restos de un poblado
ibérico activo desde el siglo V aC hasta la consolidación de la presencia romana en Tarraco (Adserias et alii 1993,
1994 y 1995).
11 Esta depresión natural ha sido, al menos desde época medieval, el eje de comunicación entre la ciudad alta y el
barrio portuario (Recasens 1975: 38), una función fosilizada en la línea que forman las actuales calles de l'Unió y
Apodaca. Posibles evidencias arqueológicas de este antiguo cauce se han localizado en las excavaciones de la calle
Apodaca, 7 (Macias et alii 1997) y en la Rambla Nova (Díaz 1996).
13
en el sector afectado por el ensanche meridional del siglo XIX, etc.). Al pie de los citados
montículos se abre una pequeña bahía que se extiende hacia el oeste para unirse con las terrazas
aluviales del margen izquierdo del río.
Tras el desembarco, en el 218 aC, el ejército romano establece una base militar en la
cima de la parte alta dominando la bahía portuaria y el asentamiento indígena. La evolución
urbana de época tardo-republicana nos es escasamente conocida. Es posible que la cinta
muraria, inicialmente ceñida a la cúspide de la parte alta, se amplíe en el tercer cuarto del siglo
II aC hasta abrazar dentro de un mismo circuito la parte baja (Aquilué/Dupré 1986, Hauschild
1988, Aquilué et alii 1991)14. Parece, aunque no contamos todavía con argumentos
suficientemente sólidos, que a partir de la segunda mitad del siglo II aC se consolida un proceso
de “transgresión” más allá de los límites establecidos para los núcleos indígena y romano de
finales del siglo III y primera mitad del II aC, que tiene distintos frentes de empuje tendentes
siempre a la convergencia en un único continuo urbano. Este desarrollo urbanístico, que se
consolidará en la centuria siguiente, es el reflejo de una dinámica ascendente que fue
políticamente reconocida en la segunda mitad del siglo I aC con la concesión del estatuto de
colonia y la capitalidad de la Hispania Citerior (Alföldy 1991: 35-36).
12 Es cierto que existían otros montículos, hacia el interior, con un potencial defensivo igual o superior pero sin la
ventaja de una bahía suficientemente apta para funciones portuarias a poco mas de un kilómetro y medio del punto
más alto. Una aptitud a la que, aunque de forma contradictoria, se refieren los autores antiguos (Eratóstenes y
Artemidoros, citados en Estrabón III, 4, 7; Livio XXII, 22, 2).
13 Para el período pre-romano de Tarragona véase, entre otros Adserias et alii 1993, 1994 y 1995, Miró 1988,
Aquilué/Dupré 1986 y Ruiz de Arbulo 1991. Los hallazgos arqueológicos más destacables se han producido en
distintos solares de la calle Caputxins, que contornea la parte superior del espolón de la Marina, y la manzana de
casas limitada por las calles Pere Martell, Eivissa, Jaume I y Mallorca, al pié de la vertiente occidental del mismo
montículo.
14 La restitución del trazado meridional de la muralla continúa siendo una de las cuestiones por resolver. El trazado
del circuito de murallas de la parte baja nos es imprecisamente conocido a partir de las descripciones de Pons d’Icart
(1572), los dibujos de Anton van Wyngaerde (1563), las excavaciones de J. Serra Vilaró en el foro de la colonia
(Serra 1932) y otros hallazgos muy puntuales e insuficientemente documentados. A partir de esta base y
considerando el comportamiento topográfico de la ciudad, la hipótesis más ampliamente aceptada sitúa el cierre
meridional sobre los montículos de la Marina y del Puerto, cerca del foro de la colonia (Aquilué/Dupré 1986,
Aquilué et alii 1991), lo que supone una superficie total amurallada de aproximadamente 60 Ha. Esta propuesta deja
fuera de las murallas el puerto y el barrio adyacente siguiendo, salvando las distancias, el planteamiento de las
fortificaciones modernas de la ciudad hasta el sitio de 1811. Sobre la muralla todavía conservada en la parte alta de la
ciudad véanse los distintos trabajos publicados por Th. Hauschild (especialmente Hauschild 1988).
14
Figura 2: Plano del siglo XVII con indicación de las principales unidades topográficas.
15
En el montículo de la Marina se construyó, en la primera mitad del siglo I aC, el foro de
la colonia, probablemente una monumentalización de un espacio público ya existente en época
tardo-republicana15. También en el siglo I dC la escarpada pendiente del montículo de la
Marina se aprovechó para la construcción de la cavea del teatro (Mar/Roca/Ruiz de Arbulo
1993). Esta actividad constructiva está también documentada a través de otras fuentes como, por
ejemplo, la solicitud por parte de una embajada hispánica en el 15 dC para erigir un templo a
Augusto (Tácito, Ann. I, 78), todavía no documentado arqueológicamente pero que aparece
representado en emisiones monetales de Tarraco. Probablemente se alzó en la parte baja de la
ciudad, formando parte del foro de la colonia, de donde procede toda la epigrafía y estatuaria
relacionada con el culto imperial (Aquilué et alii 1999: 32).
Sin embargo, el período de mayor intensidad urbanística se extiende entre los decenios
finales del siglo I e inicios del siglo II dC. A finales del siglo I dC, la vertiente meridional de la
parte alta de la ciudad es monumentalizada con la construcción de un gran complejo público
ordenado en terrazas que incluye un recinto de culto (2 Ha), en la cima, una gran plaza (5,5 Ha)
rodeada de criptopórticos y por un amplio podio (plaza de representación), y el circo (4 Ha).
Todo este conjunto se ha puesto en relación con el ceremonial que anualmente reunía a los
notables de la provincia (concilium provinciae Hispaniae citerioris) para proceder a la elección
del flamen que debía presidir las ceremonias del culto imperial16. También a inicios del siglo II
dC se construyó, por iniciativa de un flamen provinciae Hispaniae citerioris, el anfiteatro, que
aprovechaba parcialmente la pendiente oriental para apoyar la cavea (TED’A 1990). Una
intensa actividad que tuvo, también, su reflejo en la parte baja, en torno al puerto, donde las
recientes excavaciones en la zona afectada por el Plan Especial de Reforma Interior-2 (Jaume I-
Tabacalera) (PER)17 ponen de manifiesto una profunda remodelación de este sector suburbano
en época julio-claudia avanzada/flavia inicial (Remolà/Vilaseca, en prensa;
Adserias/Pociña/Remolà, en prensa).
En este período (siglos I y II dC), la trama urbana se extiende y consolida por todo el
perímetro amurallado, y más allá. Observando la configuración del relieve -mucho menos
alterado en el siglo I dC-, no podemos evitar establecer una relación entre los grandes recintos
monumentales de la parte alta, ordenados en terrazas según un mismo eje de simetría, el puerto
y el resto de la ciudad. Toda la elevación, no sólo la parte alta, debía ordenarse en terrazas
creando una escenografía escalonada que, con el puerto en primer termino, conduciría la mirada
hacia la cúspide presidida por el templo (Fig. 2). Durante el siglo II dC, además de la lógica
renovación del tejido urbano evidenciada arqueológicamente, tenemos constancia de la
restauración del templo de Augusto y de la remodelación de una de las bóvedas del circo
(Aquilué 1992: 1005). A partir de finales del siglo II dC no se documentan epígrafes dedicados
por el concilium provinciae, substituidos por estatuas dedicadas a los emperadores de la nueva
dinastía instaurada por Septimio Severo (Aquilué et alii 1999: 39).
15 Los restos de un ambiente porticado excavados por J. Serra Vilaró entre 1926 y 1930 fueron interpretados como el
núcleo del foro bajo de la ciudad (Serra 1932). Una posterior lectura de las estructuras documentadas permitió
identificar “…el conjunto porticado como una gran basílica forense (…) El área del forum debería entonces situarse
en dirección suroeste, sobre la actual calle del Gasómetro.” (Mar/Ruiz de Arbulo 1987: 43). La basílica jurídica del
foro de la colonia se data en época augustea, aunque la existencia de una plaza pública parece remontarse al período
tardo-republicano. En este mismo punto se erigió, en el siglo XII, la iglesia de Sant Fructuós, a la que se añadió un
convento de Capuchinos (siglo XVI) que fue arrasado en el siglo XVII, construyéndose posteriormente un fortín
(Fortí Reial) para el control de la zona portuaria.
16 Para este tema pueden consultarse TED’A 1989 y 1989a, las distintas contribuciones reunidas en Mar 1993 o, más
recientemente, Aquilué et alii 1999 y Pociña/Remolà (en prensa).
17 La mayor parte de las excavaciones, iniciadas en 1994, están en fase más o menos avanzada de estudio.
Desgraciadamente, las intervenciones que han aportado los datos más significativos son las de ejecución más reciente
y no disponemos, en este momento, de un análisis del material recuperado y, por tanto, todas las dataciones que se
apuntan son absolutamente preliminares y sujetas a ulteriores precisiones. Para el período alto-imperial se documenta
una densa trama suburbana en la que coexisten naves de almacenamiento portuario, domus suburbanas de una cierta
entidad y monumentos funerarios flanqueando alguna de las diversas vías identificadas.
16
En el siglo III dC, se reforma el anfiteatro (221 dC), como conmemora la inscripción
que culmina el podium (TED’A 1990), y el teatro y área aneja se destinan a otros usos
(Mar/Roca/Ruiz de Arbulo 1993). En el 259 dC, en el marco de la persecución valeriana contra
los cristianos, la arena de este edificio lúdico fue el escenario del martirio del obispo Fructuoso
y sus diáconos Augurio y Eulogio. Muy poco tiempo después, bajo el imperio de Galieno (c.
260 dC), tribus francas cruzan los Pirineos y penetran hasta llegar a Tarraco, donde una parte de
ellos consiguió barcos con los que dirigirse al norte de África, mientras otros permanecieron
durante un período de doce años como nos recuerdan autores posteriores como Eutropio18,
Aurelio Victor19, Eusebio-Hieron20 o Orosio21. Las excavaciones en curso en una parte del
suburbio portuario (PERI-2) indican para este período una brusca interrupción de la dinámica
urbana cuya relación con los acontecimientos narrados por los citados escritores resulta
atrayente. Sin embargo, el estado preliminar de los trabajos en curso nos obligan a una cierta
prudencia. A finales del siglo III e inicios del IV dC corresponden ciertas evidencias de
abandono e inutilización de algunos servicios públicos (red de saneamiento). Este es el caso del
colector que seguía, aproximadamente, el cauce de la antigua torrentera que cruzaba
longitudinalmente la vertiente meridional (APO).
A finales del siglo III dC, Diocleciano reorganiza la administración territorial con la
transformación de las provincias en unidades menores y la creación de entes superiores
(diocesis) que agrupaban diversas provincias (Arce 1982). A partir de Constantino, las diócesis
se integraron en entidades mayores, las praefecturae. Con la creación de nuevas provincias
(Gallaecia y Carthaginiensis, primero, e Insulae Balearum, posteriormente), la Tarraconensis
pierde más de la mitad de su extensión territorial precedente y pierde la capitalidad de la
Diocesis Hispaniarum (creada entre el 284 y el 288 dC) en favor de Emerita Augusta.
Para el siglo IV dC, la documentación arqueológica indica que una parte de la red de
saneamiento de la parte baja intramuros22 de la ciudad se encontraba inutilizada por potentes
capas de sedimentos23. En la segunda mitad del siglo IV dC se data la colmatación de distintos
tramos de cloaca y los niveles de destrucción de los ámbitos identificados en las excavaciones
realizadas en el número 32 de la calle Gasòmetre (Macias et elii 1997), próximo al foro de la
colonia, en cuyos niveles de derrumbe se halló un conjunto monetal de la segunda mitad del
siglo IV dC (monedas emitidas entre el 333 y el 361 dC) (Aquilué 1992), similar al hallado en
el también cercano teatro (posterior al 360 dC) (Mar/Roca/Ruiz de Arbulo 1993). También se
constata el expolio del equipamiento urbano y la amortización de edificios tanto en la parte baja
intramuros como, de forma más evidente, en el área más próxima al puerto. Junto a estas
evidencias de alteración del pulso urbano, contamos con documentación epigráfica referida a la
18 Germani usque ad Hispanias penetraverunt et civitatem nobilem Tarraconem expugnaverunt (8, 8, 2).
19 Gallienus rem Romanam quasi naufragio dedit…adeo uti…Francorum gentes, direpta Gallia, Hispaniam
possiderent, vastato ac paene direpto Tarraconensium oppido, nactisque in tempore navigiis, pars in usque Africam
permearet (De Caes. 33, 3).
20 Germanis Hispanias optinentibus Tarracon expugnata est (Chron. ad. a. 264).
21 Exstant adhuc per diversas provincias in magnarum urbium ruinis parvae et pauperes sedes, signa miseriarum et
nominum indicia servantes, ex quibus nos quoque in Hispania Tarraconem nostram ad consolationem miseriae
recentis ostendimus (VII, 22, 8). Inruptae sunt Hispaniae, caedes vastationesque passae sunt: nihil quidem novum,
hoc enim nunc per biennium illud, quod hostilis gladius saevis sustinere a barbaris, quod per docentos quondam
annos passae fuerant a Romanis, quod etiam sub Gallieno imperatore per annos propemodum duocecim Germanis
exceperunt (VII, 41, 2). Sobre el sentido retórico y la intencionalidad de Orosio véase Arce 1988: 58.
22 Escasos son los datos relativos a la zona residencial intramuros, un espacio profundamente alterado durante los
trabajos de urbanización del ensanche meridional de la ciudad a partir de la segunda mitad del siglo XIX. A este
factor, que comportó el profundo rebaje de extensas zonas de la parte baja intramuros, hay que añadir una escasa
renovación de un tejido urbano reciente -lo que comporta un limitado número de intervenciones arqueológicas- y la
intensa actividad agrícola desarrollada en esta zona entre época medieval y moderna. Una actividad agrícola que
refleja perfectamente la panorámica de la ciudad dibujada en 1563 por A. van Wyngaerde (Kagan 1986).
23 Para esta cuestión véase Macias et alii 1997.
17
erección, por orden de Diocleciano y Maximiano, de una Porticus Iouiae [¿Basilicae?]24 y a la
reconstrucción, a finales del III-IV dC, de las Thermae Montanae a cargo de un praeses25. A
finales del siglo IV (391-395 dC), Paulino cita Tarraco, Barcino y Caesaraugusta como
ejemplos para rebatir la imagen crítica expresada por su amigo Ausonio.
Los recintos de la parte alta y el circo no aportan indicios claros de transformación hasta
un momento indeterminado de la primera mitad del siglo V, cuando las evidencias
arqueológicas (expoliación de la decoración marmórea, formación de potentes vertederos,
construcción de estructuras ajenas a la función original, etc.) indican un gradual proceso de
modificación del urbanismo existente con el fin de adaptarlo a nuevos usos o a nuevas formas
de expresar arquitectónicamente funciones similares. En los últimos años del siglo IV dC, las
ciudades fueron conminadas por la autoridad imperial a construir o reconstruir las murallas
(muros vel novos debere facere vel firmius veteres renovare) y para ello se autorizaba el uso de
materiales procedentes del derribo de los templos (ex demolitione templorum)26. La existencia
de leyes destinadas a evitar el expolio de los edificios públicos con finalidades constructivas
sugiere que se trataba de una medida dirigida a contrarrestar una situación de excepcionalidad27.
Ya en la primera mitad del siglo V, una ley contenida en el Codex Theodosianus (16.10.25, 435
dC) ordena la destrucción de los templos paganos y su purificación mediante el signo de la cruz
(Arce 1982: 138). En el caso de Tarraco, las pruebas estratigráficamente más fiables relativas al
expolio y transformación de los recintos públicos de la parte alta se sitúan a partir del segundo
cuarto del siglo V dC. Sin embargo, no es posible descartar que el proceso se iniciase con
anterioridad pero, en todo caso, dentro del siglo V dC.
18
otros usos, especialmente agrícolas29. Esta posibilidad apuntaría hacia una ruptura del continuo
urbano en la que emergen las tendencias generales apuntadas anteriormente, es decir, la
“supervivencia” de las áreas funcionalmente más aptas. La cima, formada por terrazas
delimitadas por imponentes estructuras arquitectónicas y circunscrita por un potente circuito de
murallas en gran parte todavía conservado en la actualidad, recuperaría su originaria función
defensiva, una condición que mantuvo en época medieval como centro nuclear de la ciudad. El
suburbio formado alrededor del puerto aprovecharía las ventajas que brinda un equipamiento de
este tipo, la intersección de las vías que se dirigen hacia el sur y el interior, y la proximidad de
las fértiles terrazas del río30.
La división oficial y definitiva del Imperio en dos partes (395 dC) y la penetración y
asentamiento de contingentes bárbaros en diversas regiones occidentales (409 dC)31
contribuyen a la creación de un nuevo escenario geopolítico para el extremo occidental del
Mediterráneo. Poco antes de que vándalos, suevos y alanos atravesaran los Pirineos, Tarraco
fue elegida como residencia de Máximo, efímero augusto de la diocesis Hispaniarum por
designio de Gerontius, aunque no tengamos constancia de que este hecho se hiciera finalmente
efectivo (Jones 1964: 187, Arce 1982: 161). El motivo para esta elección era, según Arce, “…la
posibilidad de una más rápida comunicación con el mediodía galo, que era el siguiente objetivo
de Gerontius.” (Arce 1982: 161). Una estrategia equivocada que provocó una decisiva
intervención del emperador legítimo, Honorio, que derivó en el mantenimiento de la
Tarraconense dentro de la órbita del Imperio romano de occidente. En el 414 dC, Constancio,
comes et magister militum Honorii, obliga a los visigodos a abandonar la Narbonense y cruzar
los Pirineos32 estableciendo su corte en Barcino (415 dC). Al año siguiente se establece un
pacto entre visigodos y Honorio, a través de Constancio, por el que los primeros se
comprometen a luchar, en el nombre de Roma, contra los bárbaros asentados en el resto de la
península a cambio del suministro de vituallas33.
29 Una “ruralización” que se constata, en diversos momentos del período tardo-antiguo, en otras ciudades
occidentales. Sobre el tema de las transformaciones de la ciudad clásica véanse, entre otros muchos: Brogiolo 1983,
1987, 1989 y 1993, Ward-Perkins 1984, La Rocca 1986 y 1992 y Wickham 1988.
30 Esta imagen de la ciudad tardía articulada en dos centros nucleares, la cima y el suburbio portuario, se aproxima a
la configuración de Tarragona entre época medieval y el siglo XIX cuando ambos núcleos vuelven a confluir en un
único continuo urbano.
31 Para esta cuestión véanse los trabajos de J. Arce (1982 y 1988).
32 Orosio VII, 43, 1: Anno ab Urbe condita MCLXVIII Constantius comes apud Arelatem Galliae urbem consistens,
magna rerum gerendarum industria Gothos a Narbona expulit atque abire in Hispaniam coegit interdicto praecipue
atque intercluso omni commeatu navium et peregrinorum usu commerciorum.
33 El desplazamiento y asentamiento de nuevos grupos humanos en el Occidente mediterráneo comportaba graves
problemas de aprovisionamiento (Evenit his, ut adsolet gentibus necdum bene loco fundatis, penuria famis, Jordanes
Get. XXVI) que el estado romano supo aprovechar en su favor. En este sentido, C.E.V. Nixon escribía que
“Acceptance of the need to sustain a large migrating people helps us to understand the pre-gallic history of the
Visigoths.” (Nixon 1992: 94). Por citar sólo un ejemplo, Graciano, ante la ofensiva de los godos al mando de
Fridigerno, opta por pactar …pacemque et victualia illis concedens, cum ipsis inito foedere fecit (Get. XXVII).
34 Véase García 1989: 49-73.
35 Cargo creado en época de Constantino que “…tenía prácticamente el mismo rango que el vicarius, que colaboraba
con él en el gobierno con misiones específicas de control de los propios gobernadores” (Arce 1982: 54).
Posteriormente asumió un carácter claramente militar. Para A.H.M. Jones, el cargo de comes Hispaniarum “…was
created to command a newly formed army group of Spain; the first recorded occupant of the post was Asterius, who
in 420 intervened in the war between the Vandals and the Sueves.” (Jones 1964: 192).
36 Sucesor de Constantino en el cargo de magister utriusque militae que tuvo un papel politico relevante y se
sospecha que pudo ser el promotor de la proclamación del usurpador Juan (Jones 1964: 176).
19
1989: 51). Una presencia de altos mandos del ejército que se reproducirá a mediados del siglo V
para hacer frente a las revueltas que se producían en la provincia37.
La fase final de la ciudad tardo-antigua es uno de los períodos menos conocidos. Los
pocos datos epigráficos y textuales40 a los que podemos dar un cierto contenido “urbanístico”
son el epitafio del obispo Sergio (555 dC), donde se relatan la restauración de la basílica y la
construcción de un cenobio cercano a la ciudad41, la carta (c. 620 dC) del rey Sisebuto
recriminando al obispo Eusebio su afición por los espectáculos públicos con fieras y el teatro
(Epistolae Wisigoticae, 7) y el llamado “Oracional de Verona” (Liber Orationum de
festiuitatibus) atribuido a Tarraco y datado a inicios del siglo VIII (700-710 dC). Según una
reciente interpretación (Godoy/Gros 1994), en este documento litúrgico sería posible identificar
cuatro edificios religiosos (Sant Fructuós, Sant Pere, la Catedral y ¿Sant Hipòlit?)42. Las
evidencias arqueológicas, escasas, continúan presentes tanto en la parte alta como en las
cercanías del puerto, aunque todavía no podemos definir con suficiente precisión su significado.
En el siglo VI dC se datan la basílica del anfiteatro (TED’A 1990) y un notable edificio adosado
al muro de cierre oriental del recinto de culto de la parte alta (CAR), que ha sido interpretado
como parte del episcopium (Aquilué 1993).
37 “…the movement has spread to northern Spain, where two successive magistri militum [Asturio y Merobaudes]
operated against the Bacaude of Tarraconensis in 441 and 443, and in 454 roman goverment employed the Visigoths
to suppress them.” (Jones 1964: 812).
38 La última inscripción imperial localizada en Tarraco está dedicada a los emperadores León y Antemio (468/472
dC) (RIT 100): B(…) F (…) S (…) dd(ominorum) nn(ostrorum) Leonis et Anthemi Augg(ustorum).
39 En un momento impreciso entre el 470 y el 475 dC, Heldefredo incorpora Tarraco, y otras ciudades del litoral, al
dominio militar visigodo (AAVV 1999: 36). L.A. García sitúa la conquista de la Tarraconense entre los años 472 y
473 dC (García 1989: 73).
40 Especialmente se refieren a la presencia y actividades de los obispos Juan (469/470-519/520 dC) (RIT 938),
Sergio (c. 535-555 dC) (RIT 939), Tranquilino (560-580 dC), Artemio (c. 589-599 dC), Asiático (599 dC -…?),
Eusebio (c. 610-632 dC), Audax (633 dC), Protasio (c. 638-646 dC), etc.
41 …hic quiescit in tumulo Sergi(u)s pontifex sanctus qui sacri labentia restaurans culmina templi haud procul ab
urbe construxit cenobium sanctis… (RIT 939).
42 Otras interpretaciones pueden hallarse en Serra 1936 y Arbeloa 1989.
20
Para algunos autores43, la ocupación musulmana en el primer cuarto del siglo VIII dC
no fue más que el epitafio para una ciudad que de esta categoría probablemente sólo conservaba
el nombre44. El final de la Tarraco tardo-antigua se relaciona con este acontecimiento y la
salida de la ciudad del obispo Próspero quien, siguiendo la reconstrucción de J. Serra Vilaró
(1943), abandonó la ciudad acompañado por sus discípulos Justino, Procopio, Pantaleón,
Marcial y Jorge en dirección hacia Italia ante la llegada de los árabes en el 713/714 dC, para J.
Serra Vilaró (1943), o por diferencias políticas en el 717/718 dC, según J.M. Recasens (1973).
Las fuentes andalusies se refieren a Tarragona como una balda, un reducido asentamiento que
daría paso a una posterior ocupación de carácter estrictamente militar (Bonet 1994). Las fuentes
posteriores, próximas a los primeros momentos de la restauración de la sede metropolitana en el
siglo XII, se refieren a los 390 años de despoblamiento de la ciudad (Bula de Urbano II, 1091) o
al paisaje ruinoso entre malezas y árboles silvestres (Orderic Vidal, 1130) (Bonet 1994: 213 y
216). Las fuentes islámicas, más retóricas y literarias, no desmienten esta percepción45. Así
pues, el solar ocupado antiguamente por la capital de la provincia Tarraconensis no podía
recibir a finales del siglo XI/inicios del XII el apelativo de ciudad, poniéndose incluso en duda,
de forma tendenciosa, la existencia de un establecimiento humano previo a la restauración de la
sede metropolitana.
43 “… si de ciutat en conservava el nom només que per la presència d'un duc i d'un bisbe (…) haurem de convenir
que els conqueridors, en l'euforia del saqueig, poca cosa pogueren destruir. Per això ens decantem a creure que, al
cap de vall, la destrucció fou més de prestigi -car de fet Tarragona deixava de ser ciutat per uns quants segles- que
material.” (Recasens 1973: 212).
44 Se hace difícil establecer qué debemos entender por “ciudad” en esta época, más allá de la asimilación formal
entre sede episcopal y ciuitas o entre ciudad y recinto amurallado. Desde una perspectiva jurídica, Urbs equivale a
espacio circunscrito por murallas (Urbis appellatio muris finitur, Dig. 50.16.2; Nam urbs ipsa moenia sunt, escribe
Isidoro de Sevilla en sus Etymologiarum, XV.2 De aedificiis publicis), diverso de la ciuitas (Ciuitas est hominum
multitudo societatiis vinculo adunata, dicta a ciuitus, id est ab ipsis incolis urbis, Etymologiarum XV.2). Desde una
perspectiva funcional y socioeconómica, es complicado determinar cuales de las siete premisas (lugar central,
administración local autónoma o semi-autónoma. obras públicas, base económica diversificada, predominio del
trabajo adulto no agrícola, desarrollo de una jerarquía social y población sustancial) que según P. Arthur (1991)
definen a una ciudad en este período pueden aplicarse a Tarraco. J. Durliat, refiriéndose a las ciudades proto-
bizantinas, define como elemento caracterizador de la ciudad “…la domination des campagnes placées sous son
autorité, puisque la ville accapare les fonctions de défense, de communication avec le monde extérieur, de relais de
pouvoir central, de centre pour la culture et les loisirs ainsi que de direction administrative pour le plat-pays, qui
formait avec elle le tout organique appelé cité.” (1990: 3). Un tema ampliamente debatido desde una perspectiva
altomedieval por Hodges (1982), Ward-Perkins (1983), Wickham (1988 y 1994) y Barnish (1989), entre otros.
45 El geógrafo musulmán Idrisi señala que “…ahora está poblada, pero en tiempos anteriores estuvo desierta, porqué
estaba entre los territorios de los musulmanes y cristianos.” (Bonet 1994: 225).
21
I.2. CARACTERIZACIÓN DE LOS DEPÓSITOS
La parte alta de la ciudad (Fig. 4), espacio público, primero militar y posteriormente
(época flavia) administrativo y cultual, mantiene todavía en la actualidad, una personalidad
propia definida por su posición culminante, la permanencia del circuito de murallas tardo-
republicano y la perduración del urbanismo romano dentro de la actual trama. A partir de estos
tres rasgos, la parte alta se divide en cuatro grandes sectores heredados del urbanismo alto-
imperial: recinto de culto, plaza de representación, circo y espacios existentes entre estos
recintos y la muralla.
La parte baja intramuros es el espacio urbano más desconocido, donde sólo ha sido
posible documentar, con un mínimo de precisión, parte del recinto foral y pequeños retazos del
área residencial46. La intensa urbanización que sufre a partir de finales del siglo XIX, el uso
como cantera para las obras del puerto (1790-1829) del extremo suroeste (montículo del Puerto)
y una escasa renovación de un tejido urbano relativamente reciente son algunos de los
principales factores que coadyuvan a esta situación. Los límites son la fachada del circo, al
norte, y el trazado hipotético de un recinto amurallado que, según la hipótesis más aceptada,
dejaría fuera el teatro, construido en la ladera del montículo de la Marina, el puerto y el barrio
adyacente47. Esta delimitación vendría corroborada por la posición de las áreas funerarias
siempre al exterior de este recinto.
La parte baja extramuros queda definida por la presencia del puerto, cercano a la
desembocadura del río y al sistema de accesos a la ciudad. En este privilegiado espacio
suburbano coexistirían equipamientos y dependencias portuarias, domus suburbanas, áreas de
enterramiento, jardines y huertos, vertederos, etc. De toda esta larga lista, hasta 1995 sólo se
tenía un conocimiento muy desigual, irregular y extremadamente limitado48. Esta situación,
como hemos visto, ha cambiado substancialmente a partir de los resultados obtenidos,
especialmente, en las excavaciones arqueológicas de urgencia en la zona afectada por el PERI-2
(PER). En este sector se incluyen, también, el área excavada por J. Serra Vilaró a finales de los
años 20 e inicios de los 30 (Necrópolis Paleocristiana), el solar ocupado por el complejo
comercial “Parc Central” y las distintas excavaciones en las calles Pere Martell, Eivissa,
Mallorca, Ramón y Cajal, etc.
46 Recientes intervenciones arqueológicas han venido a aportar un poco más de luz a la configuración urbana de este
espacio. Por un lado, ha sido posible definir el extremo meridional del foro de la colonia (Macias, en prensa)
modificando la propuesta hasta ese momento vigente de restitución de este espacio público (Mar/Ruiz de Arbulo
1987) e identificar pequeños tramos viarios que permiten restituir la centuriación de la ciudad a partir del modulo de
uno por dos actus (Macias, en prensa).
47 El lienzo occidental enlazaría la fachada del circo con el montículo de la Marina, El lienzo oriental partiría del
otro extremo de la fachada del circo descendiendo por la vertiente meridional hasta llegar al montículo del Puerto. El
cierre meridional, cuyo trazado hipotético se ha establecido sobre criterios fundamentalmente orográficos, uniría los
montículos del Puerto y la Marina.
48 La excepción más notable fueron las excavaciones realizadas durante los años 20 y 30 de este siglo por J. Serra
Vilaró en la fábrica de Tabacos (Necrópolis Paleocristiana).
22
Figura 3: Principales unidades topográficas sobre la trama urbana actual.
23
El suburbio oriental está definido por el trazado de la via Augusta, diversas evidencias
funerarias de época tardo-republicana y alto-imperial, el anfiteatro, una serie de domus
suburbanas escasamente conocidas y la basílica cristiana que en el siglo VI dC se erige en la
arena del anfiteatro (TED’A 1987, Arbeloa 1989b). Los únicos depósitos arqueológicos
adscribibles claramente al período tardo-antiguo proceden de las excavaciones del interior de las
fossae del anfiteatro, cuyos materiales arqueológicos han sido analizados por Keay 1984,
TED’A 1990 y Aquilué 1992. La última gran unidad topográfica corresponde a los
enterramientos localizados en la ladera de la montaña de l’Oliva orientada hacia la ciudad. Esta
área de enterramientos localizada en 1991 ha aportado aproximadamente medio millar de
enterramientos datables entre finales del siglo III y el VI/VII dC (NES).
49 En general, el material, muy heterogéneo, se presenta fuertemente fragmentado y con elevados niveles de
residualidad manifiesta. Es el caso, por ejemplo, de los rellenos de las trincheras de expoliación del siglo XII
excavadas en la pendiente septentrional del Palatino (Roma), donde el material residual supera el 99 % del total
(Ricci/Marletta/Augenti 1992).
50 Un concepto próximo a lo que A.A. Joyce y S. Johannessen denominan “primary refuse disposal” entendido
como “…the discard of material at its location of use.” (1993: 138).
51 Sobre este tema, desde una óptica etnográfica, véase Rothschild et alii 1993.
24
caracterización general similar: material muy escaso, elevada residualidad y
fragmentación, heterogeneidad, etc.
25
como coadyuvantes en el proceso de eliminación, facilitando el desplazamiento y
alejamiento de unos residuos que, en gran parte, finalizaban su recorrido en
acumulaciones de agua donde difícilmente podemos seguir su rastro, cuando no
eran ellas mismas las destinatarias directas de los vertidos. Finalmente, incluso el
mismo contenido de los vertederos puede haber sido “usado”, directa o
indirectamente, como material de relleno en procesos de regularización y
terraplenamiento. En la utilización directa los vertidos se direccionan hacia los
puntos que requieren una aportación de materiales. En el segundo caso, los vertidos
son desplazados con posterioridad a su deposición primaria, perdiendo así parte de
la coherencia formativa original. Es un tipo de depósito caracterizado por un
notable volumen de material cerámico con diversos grados de fragmentación que,
en muchos casos, permiten la reconstrucción completa de los perfiles. La
residualidad manifiesta es baja, pero no otro tipo de residualidad, menos evidente,
producto de los distintos períodos de amortización de los objetos. Es, por lo tanto, y
a pesar de las alteraciones producidas por los diversos factores que intervienen en
su formación (selección previa, actividades de reaprovechamiento de materiales,
etc.), uno de los mejores indicios arqueológicos para conocer el consumo de un
determinado grupo humano.
55 Aunque no existen argumentos concluyentes a favor, no podemos excluir que en la selección intervinieran
factores de carácter práctico como la facilidad de eliminación de los residuos ocasionados por el contenido previo del
ánfora.
26
Figura 4: Localización de los contextos de la parte alta: recinto de culto.
27
I.3. CONTEXTOS
La cronología del posible vertedero (estratos E-F) viene dada por la presencia de una
moneda de Honorio (395-423 dC) y por las cerámicas africanas, publicadas por C.R. Rüger
(1968) y revisadas por X. Aquilué (1992). La presencia de las formas de TS Africana D
Lamboglia 51 y 51A, Hayes 53B, 60, 61, 65.1, 73, 79, 81, 91B, etc. (Aquilué 1992: 787-790)
parece acomodarse a una cronología de primera mitad del siglo V dC, posiblemente el segundo
cuarto de esta centuria. El repertorio tipológico de la cerámica de cocina africana no parece
alejarse del que caracteriza contextos de mediados del siglo V como el vertedero de Vila-roma.
No hemos tenido oportunidad de analizar directamente los materiales, por lo que nos
limitamos a identificar algunos de los tipos anfóricos publicados por C.H. Rüger (1968). Se
trata, concretamente, de tipos africanos (¿Keay 36?), sudhispánicos (Keay 16A y 19A-B),
posiblemente tarraconenses (Keay 68/91) y orientales (LRA 4)58. Una muestra reducida y,
probablemente, parcial que no permite mayores precisiones que la mera constatación de la
coexistencia de los mencionados tipos.
56 El estrato F “Se distingue por la aparición de abundantes restos de cerámica.” y está separado del sucesivo (estrato
E) “…por una superficie ennegrecida con restos de carbón, cenizas y tierra calcinada.” (Sánchez 1969: 281).
57 Este estrato se caracterizaba por una “…capa de polvo amarillo fino, que debe corresponder a otra etapa de
trabajo de piedra de ‘soldo’, cerca de aquel lugar.” (Sánchez 1969: 281). X. Aquilué, atendiendo a la similitud de las
cerámicas africanas, propone la atribución de los estratos D y E-F a un mismo nivel arqueológico, asimilación ya
insinuada por el propio excavador (Sánchez 1969: 291), a pesar de que su descripción parece indicar la existencia de
dos actividades distintas (vertedero: estratos E-F; relleno constructivo: estrato D).
58 En el estrato inmediatamente sucesivo (estrato D) se documentan los tipos Keay 35A y LRA 1 (Kellia 169).
28
I.3.2. PARTE ALTA: RECINTO DE CULTO: ANTIC HOSPITAL DE SANTA TECLA (STE)
La evidencia más antigua corresponde a un canal excavado en la roca (UE 265) que es
posteriormente afectado por una gran trinchera (c. 3,20 m de anchura y entre 0,80 y 1,15 m de
profundidad) también excavada en la roca (Fig. 5). Esta trinchera, documentada en otros puntos
de la parte alta (un tramo de 21 metros se localizó en el claustro y jardín de la catedral),
correspondería a la cimentación de un gran edificio anterior a época flavia o a un primer
replanteo del recinto que se construye en ese momento60. Con la construcción del recinto de
culto flavio se relacionan la cimentación en opus caementicium de la columnata del pórtico y
diversos niveles de relleno constructivo que cubren también la trinchera antes citada.
Desmontadas las estructuras del recinto alto-imperial y alterados los niveles de relleno
constructivo se formó, a mediados del siglo V, un potente vertedero (STE/1) que fue afectado
por la construcción en el siglo XII del hospital, del que se documentaron algunos de los muros
de cimentación y sus respectivas trincheras constructivas. El relleno de estas trincheras (STE/2)
estaba formado, fundamentalmente, por materiales procedentes de la remoción de los distintos
niveles del vertedero tardo-antiguo. Las evidencias posteriores corresponden a la reforma del
hospital en el siglo XV y a la privatización del edificio hospitalario a partir de finales del siglo
XVI.
El vertedero tardo-antiguo (STE/1) estaba formado por diversos niveles de vertido que
pudieron ser individualizados estratigráficamente en el sondeo 200 (FST-234, 244, 232, 214,
217, 218 y 219) de la intervención llevada a cabo en 1989 por el TED’A (Fig. 5).
Contrariamente, en otros dos sondeos (FST-108 y HST-109), sin relación física directa con los
anteriores ni entre ellos, se identificó un único nivel. Considerando estas circunstancias hemos
realizado, además del estudio conjunto (STE/1), un análisis por separado de los cinco
principales grupos de vertidos (STE/1A-E), con un especial detenimiento en la secuencia del
sondeo 200 (STE/1A-C).
59 Previamente se realizaron dos intervenciones puntuales (1982 y 1983) dirigidas por A. Pàmies y X. Dupré
(Dupré/Pàmies 1989) la primera, y X. Dupré y T. Hauschild la segunda (Dupré/Hauschild 1984). La intervención de
mayor envergadura (FST-89) se realizó el año 1989 (TED'A), siendo seguida un año después (HST-90) por otra de
alcance más reducido (Dasca/Pujante 1991) (Fig. 5). Finalmente, en 1995, se desarrolló la última, hasta el momento,
intervención arqueológica (TST) en el subsuelo de este edificio (CODEX 1995a). Para más información véase,
TED’A 1990a y Dupré 1995. Sobre el hospital medieval véase Companys/Virgili 1995.
60 Desgraciadamente, ésta y otras excavaciones realizadas por el TED’A permanecen inéditas por causas ajenas a la
voluntad de los que fueron responsables de esta institución. Los niveles que colmatan esta unidad negativa se datan
en la primera mitad/mediados del siglo V dC lo que supone una previa extracción, al menos parcial, de los rellenos
constructivos alto-imperiales para fines que en este momento no podemos precisar.
29
Figura 5: Planta esquemática y sección del vertedero STE (a partir de Dupré 1995).
30
I.3.2.1. STE/1
Predomina la vajilla fina (c. 40%) seguida por una presencia casi paritaria de las otras
dos categorías (c. 30%)63. En la categoría de vajilla fina se constata un claro predominio de las
producciones africanas (78,39%), con una especial incidencia de la TSA D. A mucha distancia
quedan las producciones sudgálicas (18,20%), hispánicas (2,91%) y orientales (0,24%). Por lo
que se refiere a la cerámica común se detecta un claro predominio de las producciones reducidas
respecto a las elaboradas en ambiente oxidante.
CATEGORÍA STE/1A (%) STE/1B (%) STE/1C (%) STE/1D (%) STE/1/E (%) STE/1 (%)
Vajilla fina 15 (32,60) 29 (21,96) 267 (44,87) 39 (32,23) 62 (46,96) 410 (40,63)
Cer. común 21 (45,65) 41 (31,06) 164 (27,56) 46 (38,01) 35 (26,51) 305 (30,22)
Ánfora 10 (21,73) 62 (46,96) 164 (27,56) 36 (29,75) 35 (26,51) 294 (29,13)
TOTAL 46 132 595 121 132 1009
Cuadro 4. STE/1.
Casi el 60% de los individuos anfóricos estimados proviene de la parte occidental del
Mediterráneo mientras que el resto se distribuye casi equitativamente entre la parte oriental (c.
20%) y las de origen no determinado (c. 20%). Tres son las zonas que nutren este componente
occidental: un 54,59% corresponde al área africana, un 41,95% a Hispania y un 3,44% a la
Península Itálica. El componente oriental está formado por contenedores procedentes del área
sirio-palestina (72,41%) y, en mucha menor proporción, de la zona septentrional de Asia Menor
e islas del Egeo (27,58%).
31
CLASE TIPO STE/1A STE/1B STE/1C STE/1D STE/1/E STE/1
TSA A/D ¿Hayes 31? 1 1
TSA C Hayes 50 12 12
TSA C Hayes 84 1 1
TSA C Indeter. 1 1 2
TSA D Hayes 50 3 1 4
TSA D Hayes 53B 4 4
TSA D Hayes 58 1 1
TSA D Hayes 59.9 1 5 1 1 8
TSA D Hayes 61 2 2 5 1 18 28
TSA D Hayes 61A 2 3 5 10
TSA D Hayes 61B 3 4 25 32
TSA D Hayes 61B/87A 24 1 25
TSA D Hayes 62 1 1 1 2 5
TSA D Hayes 62/63 2 2
TSA D Hayes 63 4 1 5
TSA D Hayes 64 5 5
TSA D Hayes 67 5 4 9
TSA D Hayes 73 1 1 8 2 2 14
TSA D Hayes 76 3 4 2 9
TSA D Hayes 80A/B 14 2 3 19
TSA D Hayes 80/81 10 1 3 14
TSA D Hayes 81A/B 6 4 3 13
TSA D Hayes 87A 1 1
TSA D Hayes 91A/B 2 2 55 12 71
TSA D Indeter. 8 1 9
TSA D Lamb. 9 2 2
TSA D Waagé 9, 831 4 4
TSA Indeter. Hayes 50 3 8 11
TSA Indeter. ¿Hayes 50/80A? 1 1
TSA Indeter. Hayes 81 1 1
DSP64 Rigoir 1 1 1
DSP Rigoir 15 1 1
DSP Rigoir 18 1 2 6 3 2 14
DSP Rigoir 2 1 1 2 1 5
DSP Rigoir 2/3 2 1 3
DSP Rigoir 24 1 1
DSP Rigoir 26 1 1
DSP Rigoir 29 1 1
DSP Rigoir 3 2 1 3
DSP Rigoir 35 1 1
DSP Rigoir 4 1 1
DSP Rigoir 6 10 1 11
DSP Rigoir 6/15 1 1
DSP Rigoir 8 3 3
DSP Rigoir 9 1 1
DSP Indeter. 17 3 20
TS Lucente Lamb. 1/3 3 2 5
TS Lucente Indeter. 1 1 2
LR C65 Hayes 3 var. 1 1
TS Hispánica Tardía Drag. 37 Tardía 2 1 3
TS Hispánica Tardía Indeter. 2 2
TS Indeter. 1 1
Cerámica Pintada 4 2 1 7
TOTAL 15 29 267 39 62 412
Cuadro 5. STE/1.
32
PARTE NE (%) DIÓCESIS NE (%) PROVINCIA NE (%)
Occidente 174 (59,18) Africa 95 (32,31) AFR/BYZ-ZEU 91 (30,95)
Oriente 58 (19,72) Hispania 73 (24,82) AFR/TRI 4 (1,36)
Indeterm. 62 (21,08) Suburbicaria 6 (2,04) HIS/BAE 34 (13,56)
TOTAL 294 Asiana 16 (5,44) HIS/BAE-LUS 6 (2,04)
Oriens 42 (14,28) HIS/LUS 24 (8,16)
Indeterm. 62 (21,08) ¿HIS/TAR? 9 (3,06)
SUB/LUC-SIC 4 (1,36)
SUB/TUS 2 (0,68)
ASI/IND 8 (2,72)
ASI/INS 8 (2,72)
ORI/CYP-SYR 34 (11,56)
ORI/PAL 8 (2,72)
IND 62 (21,08)
Cuadro 6. STE/1.
Un análisis por grupos de las ánforas africanas permite observar como las últimas
versiones de los tipos Africano I y II representan poco más del 4% del total estimado de ánforas
africanas. Aproximadamente una cuarta parte de las ánforas africanas se adscribe al llamado
grupo de contenedores cilíndricos de medianas y pequeñas dimensiones (Keay 25, 27 y 26F),
mientras que un poco más de la mitad se integran en el grupo de contenedores de grandes
dimensiones, con una especial incidencia del tipo Keay 35, el contenedor africano más
característico de mediados del siglo V dC. La clasificación de tres fragmentos dentro de los
tipos Keay 61 y 62, procedentes de los niveles superiores del vertedero, tiene un carácter
absolutamente dudoso que no permite cuestionar la datación de siglo VI dC para estos tipos
anfóricos. Finalmente, dentro de las producciones africanas, junto a tres ejemplares del tipo
Keay 2466, se localizaron trece fragmentos de borde de difícil catalogación tipológica, bien por
su estado de fragmentación o bien por la falta de un referente tipológico convincente.
Respecto a la parte oriental, destaca la elevada atestación del tipo LRA 1 (Kellia 169)
con un 58% del total estimado de ánforas orientales. En el caso del vertedero de Vila-roma, este
predominio corresponde al tipo LRA 4. Otra divergencia entre ambos vertederos es la
significativa distancia que separa los índices de presencia del tipo LRA 3 que, en el caso del
Antic Hospital de Santa Tecla, se sitúa en torno al 14% mientras que en el de Vila-roma
representa el 33%. Los fragmentos atribuidos, aunque con dudas, al tipo LRA 2 no parecen
contravenir la datación de un tipo que se considera característico de contextos de cronología
posterior67.
66 Destacan dos fragmentos de pared con cristogramas incisos antes de la cocción (STE/1-81 y 82) (Fig. 53.3-4).
Cristogramas similares sobre este mismo tipo se documentan también en ejemplares del vertedero de Vila-roma
(VIL/2) (Figs. 50.1 y 53.5).
67 También hemos constatado la presencia de un fragmento posiblemente clasificable dentro del tipo LRA 5 (Fig.
95.18) en los niveles superiores del vertedero (STE/1C). El carácter dudoso de esta atribución explica su ausencia en
los cuadros correspondientes.
33
TIPO STE/1A STE/1B STE/1C STE/1D STE/1E STE/1
Keay Sim. 3B 1 1 2
Keay 6-7 1 1 2
Keay 25B 1 1 2
Keay 25C 1 1 2
Keay 25G 1 1
Keay 25P 2 2
Keay 25Y 1 1
¿Keay 25Y? 2 2 4
¿Keay 25? 1 1
Keay 26F 2 1 3
Keay 27 2 5 1 1 8
Keay 35A 4 1 5
Keay 35B 1 15 1 3 19
Keay 36 1 1 6 8
Keay 41 2 4 2 8
Keay 59 1 1
¿Keay 61? 1 1 2
¿Keay 62? 1 1
Keay 85 1 1 2
Keay 11B 1 1
Keay 24 1 2 1 1 3
STE/1-73 1 1
STE/1-75 1 1
AFR/IND 2 5 2 2 10
Keay 13A 1 6 1 3 2 12
Keay 13C-D 1 2 6 2 1 13
Keay 19A-B 6 8 1 1 14
Keay 23 1 1 2 1 5
Keay 16B-C 4 2 6
¿Keay 19C? 1 1
Keay 21 2 8 1 2 13
Keay 68/91 2 3 4 9
Keay 52 1 3 4
Ánfora de Empoli 2 2
LRA 3 1 3 5 1 1 8
¿LRA 2? 1 1 1
Agora de Atenas M-273 1 5 1 1 7
LRA 1 1 4 21 4 5 34
LRA 4 1 4 3 1 1 8
Tipo tardío A 2 4 1 2 8
Tipo tardío G 2 2
Tipo tardío H 1 1 2
Tipo tardío C 1 1 1 3
Tipo tardío E 1 1
Tipo tardío F 2 2
STE/1-123 1 1
STE/1-214 3 1 2
STE/1-223 1 1
STE/1-219 1 1
IND 2 5 24 7 2 39
TOTAL 10 62 164 36 35 294
Cuadro 7. STE/1.
34
En el grupo de ánforas de origen no determinado se constata la presencia recurrente de
determinados tipos, especialmente del tipo tardío A (VLR 8.198) que, con un 12% sobre el total
de ánforas indeterminadas, se confirma como una de las ánforas tardías características de los
contextos de mediados del siglo V dC. Del resto, nueve ejemplares (14%) se adscriben a tipos
también documentados en el vertedero de Vila-roma.
Tal vez sea útil aprovechar la identificación de diversos niveles de vertido para intentar
vislumbrar modificaciones en las relaciones porcentuales entre las distintas áreas productoras
documentadas. La secuencia estratigráfica nos permite establecer una cronología relativa que,
de más antiguo a más moderno, se indica con los caracteres A-C añadidos a la sigla general
STE/1. Hemos dejado fuera de este análisis los contextos STE/1D y E ya que no mantienen una
relación física directa con la secuencia de vertidos identificada en el sondeo FST-200. Los
vertidos más antiguos (STE/1A), con una elevada residualidad manifiesta (en torno al 20%),
aportan una muestra tan reducida que su valoración plantea más problemas que resultados.
Consecuentemente, la comparación más rentable es la que puede obtenerse de relacionar los
datos de los conjuntos de vertidos STE/1B y C. Las tendencias más significativas detectadas son
las siguientes:
• Respecto a las ánforas hispánicas se observan tendencias opuestas para los tipos
Keay 13A, que disminuye significativamente su presencia, y 13C-D. En el resto de
tipos no se observan comportamientos especialmente significativos a excepción, tal
vez, del tipo lusitano Keay 21, ampliamente documentado en STE/1C.
35
PARTE STE/1A STE/1B (%) STE/1C (%) STE/1D (%) STE/1E (%)
Occidente 5 35 (56,45) 85 (51,83) 18 (50) 20 (57,14)
Oriente 3 12 (19,35) 34 (20,73) 8 (22,22) 9 (25,71)
Indeterminada 2 15 (24,19) 45 (27,43) 10 (27,77) 6 (17,14)
DIÓCESIS STE/1A STE/1B STE/1C STE/1D STE/1E
Africa 2 16 (25,80) 56 (34, 14) 12 (33,33) 11 (31,42)
Hispania 3 18 (29,03) 24 (14,63) 6 (16,16) 9 (25,71)
Suburbicaria 1 (1,61) 5 (3,04)
Asiana 1 4 (6,45) 10 (6,09) 3 (8,33) 3 (8,57)
Oriens 2 8 (12,90) 24 (14,63) 5 (13,88) 6 (17,14)
Indeterminada 2 15 (24,19) 45 (27,43) 10 (27,77) 6 (17,14)
TOTAL 10 62 164 36 35
Cuadro 8. STE/1.
I.3.2.3. STE/2
Como ya decíamos, la construcción del edificio hospitalario a finales del siglo XII
afectó el vertedero de época tardo-antigua. Las tierras que rellenaban las trincheras
constructivas de los muros del hospital (FST-211/212/221) procedían, precisamente, de la
remoción de este vertedero. A partir del origen primario de estos depósitos hemos considerado
conveniente incluir el análisis de las ánforas halladas, a pesar de que la identificación del origen
de las tierras no evita que se trate de depósitos secundarios afectados por factores post-
deposicionales68. Este hecho nos exime de realizar un análisis detallado de un contexto que
proporciona resultados similares a los de STE/1. La similitud con STE/1C es especialmente alta,
un dato que podría confirmar una mayor afectación de los niveles más recientes del vertedero.
68 De hecho, esta incidencia se constata tanto en la presencia de materiales cerámicos, escasos, contemporáneos al
momento de construcción del edificio medieval como en la alteración sugerida, por ejemplo, por una mayor
fragmentación de las piezas. Los fragmentos de cronología posterior (siglo VI dC), como el tipo Keay 62A,
indicarían una posible continuidad del vertedero tardo-antiguo seccionada por los trabajos de construcción del
hospital medieval.
36
TIPO NE TIPO NE
Keay 25 1 Keay 13C-D 1
Keay 27 3 Keay 19A-B 3
Keay 35A 1 Keay 21 4
Keay 35B 4 LRA 3 1
Keay 36 1 Agora de Atenas M-273 2
Keay 62A 1 LRA 1 4
Keay 1 1 LRA 4 4
Keay 11B 1 Tipo tardío A 1
Keay 24 1 Tipo tardío C 1
AFR/IND 1 IND 4
Keay 13A 2
Cuadro 10. STE/2.
El segundo contexto (MER/2) procede de un nivel de tierra de color oscuro con piedras
y restos de material constructivo y decorativo de época alto-imperial. La localización de TS
Africana D Hayes 87A, 91C, 99, 104A y Waagé 9.859, TS Africana C5 símil Hayes 84 y LR C
Hayes 3B sugieren un horizonte cerámico de primera mitad del siglo VI dC. Como en el caso
anterior, la residualidad manifiesta es escasa y el grado de fragmentación elevado. Contrastando
con la relación porcentual del depósito anterior, en éste predomina la cerámica común (69,14%)
seguida por la cerámica fina (21,27%) y las ánforas (9,57%) (Piñol 1993).
69 De este muro se conservaban cinco hiladas de sillares revestidos con placas de mármol blanco y una moldura
corrida en la base. Por la cara interior se le adosaba un núcleo de opus caementicium.
70 El único elemento cronológicamente significativo es un fragmento de TS Africana D.
71 Un fragmento de TS Africana D Hayes 91C y un borde de Keay 61C.
37
Figura 6: Localización de los contextos de la parte alta: plaza de representación.
38
Con relación a las ánforas, constatamos la presencia de los tipos africanos Keay sim.
3B, 57C y ¿62?. Exceptuando el primero de ellos, residual en este contexto, el resto de los tipos
son coherentes con una cronología de primera mitad del siglo VI dC. El componente
sudhispánico está formado por los tres tipos más característicos del siglo V dC (Keay 13C-D,
19A-B y 23). Aunque no podemos excluir una posible residualidad dada la naturaleza formativa
del contexto, la presencia de contenedores sudhispánicos en Tarraco hasta un momento
indeterminado del siglo VI dC parece cada vez más probable72. La presencia oriental se limita a
los tipos LRA 1, 3 y 4.
72 Véanse, por ejemplo, los casos del vertedero de la Antiga Audiència (AUD/1B, finales del siglo V dC), donde las
ánforas sudhispánicas superan el 23% del total estimado de individuos anfóricos, y los niveles de amortización de la
calle Sant Miquel, 33 (MIQ).
73 Esta escalinata se documentó arqueológicamente en 1994 en una excavación en el número 44 de la calle Major
dirigida por M. Güell (1994). Se conservaban ocho escalones en piedra de Santa Tecla correspondientes al tramo
inferior de la escalinata. Los tres primeros escalones aparecieron cubiertos por un posible vertedero (UE 233)
formado en un momento indeterminado de la primera mitad del siglo V dC. Desgraciadamente no nos ha sido posible
localizar los materiales correspondientes a esta unidad estratigráfica. El cuarto escalón estaba cubierto por un nivel
(UE 221=? 111), datado por el excavador en la segunda mitad del siglo V dC, sobre el que se extendía un pavimento
de tierra compactada (UE 110). Tanto el pavimento como el resto de los escalones eran cubiertos por un estrato (UE
220=? 108) datado en la primera mitad del siglo VI dC.
74 Distribución similar a la que se detecta en el relleno constructivo de finales del siglo V/inicios del VI dC
identificado en la sede del Colegio de Arquitectos de Tarragona (CAR) o en el vertedero de finales del siglo V dC de
la Antiga Audiència (AUD/1B).
39
Con relación a las ánforas, se observa un predominio de las ánforas occidentales
(52,38%), la mayor parte de las cuales de origen africano, seguidas de las procedentes del
Mediterráneo oriental (23,80%) y las de origen incierto (23,80%). Destaca la presencia de
contenedores africanos característicos del siglo VI dC como son los tipos Keay 55, 61 y 62. La
aportación hispánica, posiblemente residual, se reduce a un único ejemplar del tipo Keay 23.
Respecto al otro extremo del Mediterráneo, se constata la presencia de los tipos más
característicos del siglo V dC (LRA 1, 2, 3 y 4).
75 Dirigida por J. A. Remolà y X. Dupré. Un resumen de la intervención puede hallarse en Remolà/Dupré 1987 y
TED’A 1989. Anteriormente se había realizado una excavación dirigida por F. Tarrats.
40
formas Hayes 87B/109 var., 101 y 105 (Macias 1999: 192). La secuencia se completaba con
diversas estructuras de habitación de época medieval, moderna y contemporánea que habían
alterado, en menor o mayor medida, las evidencias de época tardo-antigua.
I.3.5.1. VIL/1
CATEGORÍA NE
Vajilla fina 5
Cerámica común 12
Ánfora 8
TOTAL 25
Cuadro 12. VIL/1.
I.3.5.2 VIL/2
76 No es ni mucho menos descartable que el origen de este rebaje pueda relacionarse con un curso irregular de agua
que erosionó los rellenos constructivos alto-imperiales.
41
descartar una eventual continuidad dentro del tercer cuarto del siglo V dC. Por este motivo
preferimos otorgar una cronología amplia de mediados del siglo V para la formación del
vertedero. Existen, además, determinados tipos tanto de cerámica fina (Hayes 94, 99, 91C, etc.)
como anfóricos (Keay 61 y 62, por ejemplo) que, a raíz de recientes trabajos, deberían
considerarse intrusiones que indicarían una posible frecuentación de la zona en un momento
posterior (siglo VI dC)77. Aunque esta circunstancia debe ser tenida en cuenta, no disminuye el
valor de este depósito como muestra del consumo de la ciudad en el segundo cuarto/mediados
del siglo V dC.
CATEGORÍA NE (%)
Vajilla fina 340 (27,28)
Cerámica común 446 (35,79)
Ánfora 460 (36,91)
TOTAL 1246
Cuadro 14. VIL/2.
77 Por lo que se refiere a la TS Africana, este componente intrusivo puede cifrarse en torno al 5-10% del total
estimado de ejemplares de esta producción.
42
La distribución porcentual78 por categorías señala un ligero predominio de las ánforas
(37%) respecto a la cerámica común (35,79%) y a la vajilla fina (27,28%), una relación
ciertamente particular incluso comparándola con la de vertederos de cronología similar donde
este papel dominante es ejercido por la vajilla fina (véase por ejemplo STE/1). Sólo en los
primeros vertidos sistemáticos de la escombrera del Antic Hospital de Santa Tecla (STE/1B) se
da una relación porcentual de tendencia similar (47% para las ánforas, 31% para la cerámica
común y 22% para la cerámica fina).
Por lo que se refiere a las ánforas africanas (41,42% del total estimado de ejemplares
occidentales), observamos que las derivaciones tardías de los tipos Africano I y II
(fundamentalmente el tipo Keay sim. 3B) se sitúan en torno al 16%, un porcentaje muy superior
al que documentamos en STE/1, mientras que el grupo de contenedores cilíndricos de pequeñas
y medianas dimensiones (Keay 25, 26F y 27) ronda el 30% del total de ánforas africanas, cinco
puntos por encima del obtenido en STE/1. Un comportamiento similar, pero inverso, se constata
en el grupo de grandes contenedores cilíndricos (fundamentalmente, los tipos Keay 35 y 41)
donde el porcentaje (45%) está cinco puntos por debajo del obtenido en STE/1 (50%). Una
diferencia que se vería incrementada eliminando de este grupo los tipos anfóricos intrusivos
(Keay 56-57, 61 y 62). Finalmente, hemos de señalar la presencia de un número estimado de
cinco ejemplares del tipo Keay 24 (probablemente tripolitano) que presentan cristogramas
incisos antes de la cocción, de características similares a los localizados sobre el mismo tipo en
el vertedero STE/1 (Figs. 50.1 y 53.5).
78 Como puede observarse las cuantificaciones no coinciden con las publicadas en la monografía correspondiente
(TED’A 1989). Esto se debe a que en la referida publicación no se incluían los materiales obtenidos en la
intervención llevada al cabo en 1986 (UE 206 y 306). Con la voluntad de obtener una muestra lo más extensa posible
presentamos conjuntamente los materiales de 1986 y 1987.
79 En la composición anfórica de los vertederos de esta cronología incidieron, sin duda, procesos de selección previa
que alejaron de estos depósitos ánforas cuya morfología era apta para otros usos (especialmente funerarios). Entre la
segunda mitad del siglo IV y la primera del siglo V dC, las ánforas africanas constituyen uno de los contenedores
funerarios más habituales en las necrópolis que se extienden por los suburbios de la ciudad. De hecho, en algún caso
(Keay 24 y 13A), hemos podido constatar que las ánforas habían llegado al vertedero después de un intento frustrado
de seccionarlas para su reutilización.
43
ampliamente documentados en VIL/2 (Keay 13A, 13C-D, 19A-B y 16B-C y 21). El resto de la
aportación hispánica (15,85%) corresponde al tipo Keay 68/91, de origen presuntamente
tarraconense. Las ánforas orientales, el 25% del total estimado de ejemplares, están
representados por los tipos LRA 4 (Zemer 51), 3 y 1 (Kellia 169). Es de destacar la elevada
presencia de los tipos LRA 4 y 3 que superan al que, en otros contextos de la misma cronología,
es el contenedor anfórico oriental mejor representado (LRA 1). Respecto al tipo LRA 2,
documentado a partir de la segunda mitad/finales del siglo V dC, se mantienen las dudas sobre
su posible carácter intrusivo. Finalmente, sólo uno de los tipos de origen indeterminado (Tipo
tardío A) supera el 1% del total de ánforas. El resto, en muchos casos de difícil tipificación por
su alto grado de fragmentación, presenta valores muy bajos.
44
I.3.6. PARTE ALTA: PLAZA DE REPRESENTACIÓN: TORRE DE L’AUDIÈNCIA Y
ANTIGA AUDIÈNCIA (AUD)
80 Seguimos la división en tres cuerpos propuesta en Dupré/Carreté 1993. La torre de l’Audiència (cuerpo A) es la
sede del Colegio de Abogados, mientras que el resto del edificio romano, ocupado por la Audiencia Provincial
durante el siglo XIX y parte del XX (actualmente es la sede de la facultad de derecho de la Universitat Rovira i
Virgili), fue dividida en dos cuerpos (B y C).
81 En esta misma institución se conserva una Memoria sobre el descubrimiento y rehabilitación de la Torre Romana
de los Abogados donde el autor, E. Yxart, describe las actuaciones llevadas a cabo desde la compra del inmueble
hasta la inauguración de la sede colegial en el mes de noviembre de 1982.
82Además de este método de excavación inadecuado parece que también se produjo una selección previa de los
materiales como pudieron constatar tanto X. Aquilué (1992: 388) como S.J. Keay (1984: 18).
83 En la publicación de los materiales anfóricos (Remolà 1993a) se analizaron conjuntamente los materiales
procedentes de los niveles de época tardo-antigua atendiendo, fundamentalmente, a la proximidad cronológica
(segunda mitad del siglo V dC) y a la necesidad de contar con una muestra lo más amplia posible. Una posterior
revisión nos ha aconsejado un tratamiento diferenciado de los dos depósitos, un planteamiento ya aplicado por X.
Aquilué (1992 y 1993a).
45
1042
1045 Nivel de sedimentación lenta
1038 1066 1068 1064
1063 1069 Nivel con restos de combustión
1071 1072 1073 Nivel de sedimentación con AUD/1B
1056 evidencias de combustión (475-
1075B 1075 Nivel de tierras rubefactadas 500 dC)
1076
1077B 1077 Nivel de sedimentación lenta
1084 1085
1089
1090 Relleno constructivo del edificio
altoimperial
Cuadro 18. AUD/1 (a partir de Dupré/Carreté 1993).
Entre mediados del siglo XVI y finales del XVIII (fase III), un período bien
documentado arqueológica y textualmente, los cuerpos B y C, a los que se añaden nuevas
dependencias, se convierten en la sede del “Pes de la Farina” (pesaje oficial del grano),
funcionalidad a la que corresponden un gran silo y un molino (Dupré/Carreté 1993: 84-85). A
principios del siglo XIX (fases II y I) se construye la Audiencia Provincial con una fachada
neoclásica que engloba tanto los restos del edificio romano como las nuevas estructuras
construidas en la fase precedente.
46
Figura 7: Planta esquemática del edificio romano de la Antiga Audiència (AUD) (a partir de
Dupré/Carreté 1993).
47
I.3.6.1 AUD/1A
Con esta denominación nos referimos a los distintos niveles asociados a actividades de
amortización y expolio del edificio alto-imperial (UE 1080=1087, 1081=1088, 1084=1085,
1086 y 1089). Sobre la superficie irregular del relleno constructivo, una vez extraído el
pavimento, se sedimentaron una serie de niveles físicamente heterogéneos que se caracterizaban
por la presencia de elementos arquitectónicos y decorativos desplazados o deteriorados
(Dupré/Carreté 1993: 31-33). Esta base compositiva se completaba con un reducido conjunto de
materiales cerámicos de época tardo-antigua que podríamos relacionar con el uso de este
espacio como vertedero esporádico, una actividad que, como veremos, se consolida
posteriormente (AUD/1B).
CATEGORÍA NE (%)
Vajilla fina 40 (22,72)
Cerámica común 117 (66,47)
Ánfora 19 (10,79)
TOTAL 176
Cuadro 19. AUD/1A.
48
PARTE NE (%) DIÓCESIS NE (%) PROVINCIA NE TIPO NE
Occidente 11 (57,89) Africa 4 (21,05) AFR/BYZ-ZEU 3 ¿Keay 7? 1
Oriente 6 (31,57) Hispania 6 (31,57) AFR/MAC? 1 Keay 35B 1
Indeterm. 2 (10,52) Suburbicaria 1 (5,26) SUB/LUC-SIC 1 ¿Keay 1B? 1
TOTAL 19 Oriens 6 (31,57) HIS/BAE 6 AUD/1A-4 1
Indeterm. 2 (10,52) ORI/CYP-SYR 2 Keay 13A 1
ORI/PAL 4 Keay 19A-B 4
IND 2 Keay 23 1
Keay 52 1
LRA 1 2
LRA 4 4
Tipo tardío A 1
IND 1
Cuadro 21. AUD/1A.
I.3.6.2. AUD/1B
La relación porcentual entre las distintas categorías cerámicas (vajilla fina, cerámica
común y ánforas), similar a la detectada en AUD/1A y AUD/2, es de 19,89%, 74,01% y 6,06%,
constituyendo, por ahora, uno de los mejores contextos para aproximarnos a la evolución del
panorama que habíamos visto para mediados del siglo V dC (STE y VIL). A la vista de las
cifras es inevitable destacar la notable reducción porcentual de las ánforas con relación a las
otras dos clases cerámicas. A modo de recordatorio, baste mencionar que la correlación
porcentual en STE/1 y VIL/2 era de 40,63%, 30,22%, 29,13% y 27,28%, 35,79% y 36,91%,
respectivamente. En definitiva, los objetos y contenedores importados reducen su presencia
respecto a la cerámica común, de origen, primordialmente, local o regional.
La categoría de vajilla fina está dominada por las producciones africanas (60,36%) con
un repertorio tipológico muy diversificado (únicamente los tipos Hayes 81, 87A y 91 superan el
10%). La presencia oriental se reduce a platos de la forma Hayes 3 en LR C (8,12%). Las clases
restantes, DSP y TS Hispánica tardía, representan respectivamente el 19,82% y el 5,40%.
CATEGORÍA NE (%)
Vajilla fina 111 (19,89)
Cerámica común 413 (74,01)
Ánfora 34 (6,06)
TOTAL 558
Cuadro 22. AUD/1B.
49
CLASE TIPO NE CLASE TIPO NE
TSA D Lamb. 52 B 1 TSA D Hayes 99 1
TSA D Hayes 58 B 2 TSA D Hayes 12/110 1
TSA D Hayes 59, 9 4 TSA D Atlante LIII, 2 1
TSA D Hayes 67 5 TSA D Indeterminada 1
TSA D Hayes 76, 1-3 2 TSA indeterm. Hayes 84 2
TSA D Hayes 87 A 6 LR C Hayes 3 9
TSA D Hayes 87 B 3 DPS Rigoir 1 8
TSA D Hayes 86, 1 2 DPS Rigoir 3A 1
TSA D Hayes 80 A 1 DPS Rigoir 6B 1
TSA D Hayes 81 7 DPS Rigoir 18 9
TSA D Hayes 80 B/99 1 DPS Rigoir 30 1
TSA D Hayes 91 A/B 1 DPS Rigoir 1 1
TSA D Hayes 91 8 DPS Indeterminada 1
TSA D Hayes 12, 1 1 TS Lucente Indeterminada 1
TSA D Indeterminada 7 TSH tardía Drag. 37 tardía 6
TSA D Hayes 79 3 TS Indeterminada Indeterminada 3
TSA D Atlante XL, 9 1 Cerámica vidriada Forma abierta 1
TSA D Hayes 86, 1 1 Cerámica vidriada Forma cerrada 2
TSA D Hayes 87 A 4 TOTAL 111
TSA D Hayes 91 C 1
Cuadro 23. AUD/1B (a partir de Aquilué 1993a: Cuadro IV, 128).
Las derivaciones tardías de los tipos Africano I y II, presentes en contextos de mediados
del siglo V dC, han desaparecido lo que indica, junto a otros datos, que su eventual presencia en
contextos posteriores al tercer cuarto del siglo V dC debe ser atribuida a fenómenos de
residualidad. Predominan los llamados contenedores cilíndricos de grandes dimensiones (tipos
35, 55A, 57B y 62A) con el 63,63%. El tipo mejor representado es la forma Keay 35A,
verdadera dominadora del repertorio tipológico africano del siglo V dC, que aparece junto a los
tipos 55A, 57B y 62A, característicos del siglo VI dC, como se puede observar, por ejemplo, en
AUD/2, donde el tipo 62 representa más de la mitad del total estimado de ejemplares anfóricos.
50
Figura 8: Secciones esquemáticas de los niveles de vertedero de la Antiga Audiència (a partir de
Aquilué 1992 y Dupré/Carreté 1993).
51
PARTE NE (%) DIÓCESIS NE (%) PROVINCIA NE
Occidente 18 (52,94) Africa 11 (32,35) AFR/BYZ-ZEU 9
Oriente 11 (32,35) Hispania 7 (20,58) AFR/MAC 1
Indeterm. 5 (14,70) Asiana 3 (8,82) AFR/TRI 1
TOTAL 34 Oriens 8 (23,52) HIS/BAE-LUS 7
Indeterm. 5 (14,70) ASI/IND 1
ASI/INS 2
ORI/CYP-SYR 2
ORI/PAL 6
IND 5
Cuadro 24. AUD/1B.
TIPO NE TIPO NE
TIPO NE
¿Keay 25B? 1 Keay 1B 1
LRA 3 1
Keay 25G 1 Keay 24 1
LRA 2 1
Keay 35A 3 ¿Keay 13A? 1
¿Agora de Atenas M-273? 1
¿Keay 39? 1 Keay 13C-D 2
LRA 1 2
Keay 55A 1 Keay 19A-B 1
LRA 4 6
Keay 57B 1 Keay 23 2
Tipo tardío A 1
Keay 62A 1 Keay 21 1
AUD/1B-36 1
IND 3
Cuadro 25. AUD/1B.
I.3.6.3. AUD/2
Más tarde, X. Aquilué (1992: 283-329) llevó a cabo un análisis sistemático de la escasa
documentación disponible y propuso una interpretación sensiblemente diversa de la anterior. En
primer lugar, no existía un pavimento de opus signinum que sellase el depósito85 y, en segundo
lugar, se trataba probablemente de un vertedero que se fue formando gradualmente sobre el
plano inclinado de las escaleras del cuerpo A (Aquilué 1992: 422-424). A la luz de los
resultados obtenidos en la excavación del cuerpo B (Dupré/Carreté 1993), esta hipótesis
adquiere mayor verosimilitud. Ciertamente, el segmento de vertedero localizado en las
excavaciones de la Antiga Audiència (AUD/1B) tendría continuidad a través de la puerta que
comunicaba los cuerpos A y B, formando una gran área de vertido de desechos domésticos que
se habrían depositado entre finales del siglo V y un momento indeterminado del VII dC.
84 En palabras de X. Aquilué, el estudio debe ser “…conjunto y global…ya que su análisis parcial no permite
restituir ninguna secuencia estratigráfica clara ni ninguna diferenciación cronológica o tipológica…” (1992: 416).
85 El pavimento, extraído durante la reforma de la sede del Colegio de Abogados, era de cemento y no puede
ponerse en relación estratigráfica con las capas de donde procedían los materiales de época tardo-antigua. De hecho,
la mayor parte de los materiales estudiados por S.J. Keay y X. Aquilué proceden de capas situadas a partir de -2,30
metros por debajo del citado pavimento (coincidiendo, aproximadamente, con la cota superior conservada de los
restos de los cuerpos A y B. Los niveles situados entre el pavimento y la cota -2,30 metros correspondían a una
estratificación de época moderna y contemporánea (Aquilué 1992: 347).
52
En cuanto al material cerámico86, los datos obtenidos confirman las tendencias
observadas en los depósitos precedentes: las categorías formadas por material
predominantemente importado (cerámica fina y ánforas) muestran unos valores sensiblemente
inferiores a los documentados en contextos de mediados del siglo V dC. Dominan las
producciones de cerámica común (66%), frente al 25% para la vajilla fina y al cerca del 9% para
las ánforas. La ordenación de la TS Africana87 (más del 90% de la vajilla fina)88 en función de
la cronología de producción indica que las formas propias del siglo V dC (más un 4,41% que
aparecen tanto en la segunda mitad de este siglo como en la primera del siguiente) representan
un 12,5 % (principalmente, las formas Hayes 61, 87A, 80/81 y 91A/B). El 64,89%
corresponden a formas características del siglo VI dC (Hayes 91C, 93, 94, 99, 104A y B), al que
se podría añadir el 4,96% que puede adscribirse tanto a este siglo como a la segunda mitad del
anterior. Finalmente, un 11,40% de la TS Africana se sitúa dentro de la primera mitad del siglo
VII dC (Hayes 91D, 101, 104C y 109) o, incluso, más allá. Con estos datos, parece intuirse una
especial frecuentación de uso en un período que, grosso modo, podemos situar en el siglo VI
dC. A una conclusión similar se puede llegar analizando las ánforas y la cerámica común.
CATEGORÍA NE (%)
Vajilla fina 544 (25,31)
Cerámica común 1416 (65,89)
Ánfora 189 (8,79)
TOTAL 2149
Cuadro 26. AUD/2 (Keay 1984, Aquilué 1992, Macias 1999).
86 Datos extraídos de Keay 1984 (ánforas), Aquilué 1992 (cerámica africana) y Macias 1999 (cerámica común).
87 La ordenación del material en siete grupos de profundidad relativa fue infructuosa.
88 Dos fragmentos de LR C (Hayes 3) y una escasa presencia de DSP y TS Hispánica tardía (Aquilué 1992: 246).
53
Centrándonos en las ánforas, el dominio del componente occidental es manifiesto
(86%), con cerca del 90% de ánforas africanas, el 68% de las cuales correspondientes al tipo
Keay 62, el contenedor anfórico africano más característico del siglo VI dC. Tanto las formas
propias del siglo V dC (fundamentalmente los tipos Keay 25 y 35) como parte del casi 10% de
ánforas sudhispánicas podrían relacionarse con los primeros momentos de formación del
vertedero o con fenómenos de residualidad difícilmente valorables y cuantificables. Con
relación a las ánforas orientales destaca la presencia consolidada del tipo LRA 1, el mejor
documentado, tanto en la variante de siglo V dC (Kellia 169) como, especialmente, en su
versión tardía (variante Kellia 164). Es significativa, también, la localización de un fragmento
del llamado “tipo de la cisterna de Samos” (Keay 67), identificado en contextos mediterráneos a
partir de mediados del siglo VI dC. También es reseñable la escasa presencia de ánforas
indeterminadas que contribuye a reforzar la ya constatada tendencia a la simplificación del
panorama tipológico y, tal vez, productivo, respecto a la situación que hemos visto para
mediados del siglo V dC.
54
I.3.7. PARTE ALTA: PLAZA DE REPRESENTACIÓN: PLAZA DEL PALLOL (PAL)
TSA D NE ÁNFORA NE
Hayes 59, 9 3 Keay 25E 1
Hayes 104A 2 Keay 56B 1
Hayes 105, 3-6 2 Keay 61C 1
Hayes 91C 2 Keay 62A 1
Hayes 91D 1 Keay 62N 1
Hayes 91 2 Keay 85 1
Hayes 99 1 Keay 13C/19 1
Indeterminada 2 LRA 1 1
Indeterminada LRA 4 1
TOTAL 15 TOTAL 9
Cuadro 30. PAL (a partir de Aquilué 1992: 279 y Keay 1984).
89 Realizada el año 1973 y dirigida por P.M. Berges. La única documentación disponible es la contenida en las
etiquetas que acompañan los materiales arqueológicos depositados en el museo. Esta información sirvió de base a
S.J. Keay (1984: 19 y 670) y X. Aquilué (1992: 270-279) para sus respectivas restituciones hipotéticas de la
secuencia estratigráfica.
90 X. Aquilué interpreta este estrato como un nivel de amortización o abandono (1992: 271), mientras que S.J. Keay
se refiere a él como “…a dumping of rubbish in the forum area some time after the sixth century AD” (1984: 19). La
cronología propuesta por X. Aquilué se basa fundamentalmente en la presencia de los tipos Hayes 91D y 105,3-6 que
no se documentan con anterioridad a finales del siglo VI/inicios del VII dC (Aquilué 1992: 273-274).
91 Realizada por CODEX y dirigida por J.M. Puche. Se ejecutó en dos fases (diciembre de 1996 y abril-mayo de
1997) lo que dificultó las ya de por sí difíciles condiciones en las que tuvo que realizarse la excavación.
92 Calle documentada ya en el siglo XII que ha recibido distintos nombres: calle D’En Scart (siglos XIII-XVI), dels
Ortolans (siglo XVI) y el actual (d’En Compte, del Comte o d’En Comte), derivado posiblemente del nombre de uno
de los hortelanos (Francesc Comte) que habitó en esta calle en el siglo XVI (Palma 1956: 92-94).
55
Sobre el nivel geológico regularizado se alzó el muro del podio93. Los rellenos
constructivos asociados a este muro eran cubiertos por un nivel de pavimentación (UE 469),
formado por una fina película de arcillas compactadas, asociado a un hogar y una posible
estructura extremadamente deteriorada (posterior a inicios del siglo V dC)94. Un recorte de
función indeterminada seccionaba la secuencia estratigráfica precedente y era colmatado por las
UE 470 y 468 con una cronología aproximada de finales del siglo V o inicios del VI dC95.
Todas estas evidencias eran cubiertas por dos posibles niveles de relleno constructivo (UE
464=491), asociados a dos nuevos muros perpendiculares al podio, cuya cronología podría
situarse a inicios del siglo VI dC96. En la primera mitad del siglo VI dC se produce una nueva
aportación de tierras (UE 459=490=477)97 relacionada con un nuevo nivel de pavimento (UE
458) sobre el que se localizaron diversas evidencias de fuego.
CATEGORÍA NE (%)
Vajilla fina 7 (13,20)
Cerámica común 33 (62,26)
Ánfora 13 (24,52
TOTAL 53
Cuadro 31. COM/1.
93 Paramento de opus quadratum que combina hiladas de bloques dispuestos horizontalmente, una de ellas
moldurada, con ortostatos verticales y núcleo interior de opus caementicium.
94 Ánforas LRA 1 y 4 y TS Africana C Hayes 45A.
95 En la UE 468 se localizó, entre otros materiales, un fragmento de TS Africana C5 de la forma Hayes 84. Una
composición similar se constata en el vertedero de la Antiga Audiència (AUD/1B) datado en el último cuarto del
siglo V dC (Aquilué 1993). De la UE 470 procede un fragmento de ánfora africana Keay 35B (Fig. 38.14).
96 TS Africana D de las formas Hayes 93 var. y ánforas Keay 21 y LRA 1, 3 y 4.
97 TS Africana D de las formas Hayes 87B y 93B/87C.
56
I.3.9. PARTE ALTA: PLAZA DE REPRESENTACIÓN: PATIO DE LA TORRE DEL
PRETORI
Excavación que afectó parte del subsuelo del edificio de acceso que flanqueaba el
ángulo sudeste de la plaza de representación98 (Fig. 6). Los materiales correspondientes a esta
excavación no han podido ser localizados (Aquilué 1992: 787) lo que resta interés a una, por
otro lado interesante, secuencia estratigráfica99: sobre los rellenos constructivos (estratos F-H)
del edificio alto-imperial se localizó un posible vertedero (estrato E)100 posterior a finales del
siglo IV dC, cubierto por un nivel de cenizas (estrato D) sobre el que se extendía un estrato (C)
caracterizado por “…una extraordinaria abundancia de tejas y ladrillos, que da la impresión de
un desescombro subsiguiente a un desplome de las techumbres.”101. En este último nivel se
excavaron las fosas correspondientes a cinco enterramientos102 (dos con cubierta de tegulae). El
siguiente nivel (estrato B) estaba separado del anterior por una fina capa de color amarillento y
se caracterizaba por material constructivo que podría corresponder a la remodelación del
edificio ya en época medieval.
Entre 1971 y 1973 se llevó a cabo el rebaje de la bóveda que, por debajo de la plaza del
Rei, atraviesa parte del límite meridional de la plaza de representación (Fig. 6). Los materiales
de esta excavación, prácticamente indocumentada, fueron estudiados por S.J. Keay (1984: 19-
20, 670-671). Prescindiendo de los materiales sin procedencia o con referencias excesivamente
ambiguas, nos centraremos en los que se recuperaron en la llamada “zona centro”, agrupando
los fragmentos anfóricos en función del nivel arbitrario establecido durante los trabajos de
excavación103. Con estas premisas, sólo diez de los aproximadamente cien fragmentos de ánfora
identificados por S.J. Keay (1984) pueden ser ubicados en los niveles propuestos por su
excavador.
98 Realizada el año 1962 y dirigida por A. Balil (1969). Otros hallazgos en la vecina plaza del Rei, fuera de contexto
arqueológico, han sido recogidos por X. Aquilué (1992: 786-787) y S.J. Keay (1984: 19-20, 670-671).
99 El mismo A. Balil hace referencia a que, por exigencias de las obras de restauración, no fue posible “…inventariar
y numerar el material…” (1969: nota 29).
100 “Su principal diferencia es la abundancia de cerámica, extraordinaria, y el color negro de sus tierras.” (Balil
1969: 31).
101 En este mismo estrato aparecieron también, “… tres tégulas superpuestas, muy bien conservadas (…) que se
tratase de un pequeño almacenillo de reaprovechamiento.” (Balil 1969: 31).
102 En la publicación de 1969 A. Balil hacía referencia a un capítulo dedicado “…a esta pequeña necrópolis
tardía…” que, por motivos que desconocemos, no fue finalmente incluido. Indicios funerarios en la parte alta
también se han localizado en la plaza del Fòrum (Aquilué 1992) y la calle Mare de Déu de la Mercè 7-11 (LAUT
1992).
103 Dividida, según las referencias conservadas, en tres niveles de profundidad relativa: -3,50 m, -4,00 m, -4,50 m y
-5,00 m (que aquí hemos denominado respectivamente A, B, C y D). Todo parece indicar que P.M. Berges
prescindió de la excavación estratigráfica para aplicar un método de excavación por niveles arbitrarios a
profundidades regulares de 0,50 metros, un sistema que ya había seguido, por ejemplo, en la torre de l’Audiència
(AUD/2).
57
NUMERO TIPO NIVEL
T/7/46 Keay 25 A
47 Keay 4 A
49 Keay 57C A
67, 79 Keay 54 B
69 Keay 25 B
73, 82 Keay 19 B
74 Keay 27B C
¿75? Keay 36B C
Cuadro 33. PRE.
Esta plaza, surgida a inicios del siglo XX en el entorno del ángulo noroeste de la plaza
de representación (Fig. 6), ha sido objeto de diversas intervenciones arqueológicas que han
puesto de manifiesto una notable e intensa actividad constructiva tanto de época alto-imperial
como tardo-antigua. Para la creación de la plaza contemporánea se demolieron las hileras de
casas que, desde época medieval, habían formado las desaparecidas calles de Santa Teresa y
Tras Carniceries, cuya medianera era el propio muro de cierre del criptopórtico de la plaza alto-
imperial. En las proximidades se crearon, también en este siglo, las plazas de l’Arc de Sant
Bernat, del Rovellat y dels Àngels en un proceso de esponjamiento urbano de una de las zonas
de mayor densidad de la parte alta.
En 1921, poco después del descubrimiento y parcial desmontaje del muro de cierre, A.
del Arco excavó dos trincheras paralelas planteadas en el interior del criptopórtico104. De la
gran cantidad de materiales exhumados, reconocibles en los montones de tierra mostrados por
una fotografía de la época, nada ingresó en el Museo. En 1952, durante los trabajos de
construcción del mercado municipal, situado en uno de los extremos de la plaza, se constató la
presencia de diversas estructuras, posible continuación de las documentadas en las vecinas
plazas dels Àngels y del Rovellat (Sánchez 1958 y 1990).
104 Recientemente, con la inestimable colaboración de nuestro colega J. Massó (MNAT), se ha localizado
documentación inédita relativa a las excavaciones de 1921 que ha permitido, junto a las fotografías de la época
(Cortés/Gabriel 1985: 158, lám. 1), precisar la situación y alcance de los sondeos realizados (Pociña/Remolà, en
prensa).
105 La recuperación del diario de excavaciones (“MUSEO ARQUEOLÓGICO, Prospecciones Arqueológicas en
ARCO DE SAN BERNARDO y PLAZA DEL ROVELLAT (Tarragona)”) redactado por Ll. Papiol y de una serie de
plantas y secciones del mismo autor permiten restituir con mayor aproximación la procedencia de los materiales.
106 S.J. Keay identifica alfabéticamente los diversos depósitos (lo que él denomina loci) individualizados por el
excavador, a partir de las referencias que acompañaban los materiales depositados en el Museo (1984: 665-667). Los
loci “A” y “B” (T/4/1-3 y T/4/4-14, 124-130 y 169-170) se refieren a materiales descontextualizados que no
tomaremos en consideración. Los restantes, a excepción de los contextos “V”, “ZH”, “ZI”, “ZL”, “ZN”
(correspondientes a la excavación de la plaza del Rovellat) y “S” (T/4/160, no identificable), han sido asimilados a la
restitución que en estos momentos parece más verosímil. Los depósitos “J” y ““ZD” (T/4/120-123 y 203), aunque
procedentes de la plaza del Fòrum, corresponden a la fase previa de delimitación del muro de sillares. Tampoco se
han tomado en consideración los depósitos “L”, producto del desplome del perfil (T/4/132-135), “T” y “ZA”
58
Hemos intentado relacionar las ánforas publicadas por S.J. Keay con la cerámica
africana estudiada por el mismo X. Aquilué (1992: 117-143), siguiendo su propia restitución de
la secuencia estratigráfica a partir de la escasa documentación disponible en ese momento107.
Las fases 1 y 2 de X. Aquilué corresponden, en realidad, a una misma actividad asociada a la
construcción de las estructuras alto-imperiales. La fase 3 agrupa un conjunto heterogéneo de
niveles108, con un alto contenido en subproductos del expolio de las estructuras precedentes,
que se forman sobre la superficie de los rellenos constructivos de las fases 1 y 2 (FOR/1). Según
X. Aquilué, la formación de estos estratos tardíos debe situarse a partir de la vajilla fina a
mediados o segunda mitad del siglo V dC. En los sondeos ID y IVA aparecieron, aunque sin
una relación estratigráfica clara, un mínimo de cinco inhumaciones, una actividad funeraria que,
de forma muy puntual, también se documenta en otros puntos de la parte alta109. La fase 4
correspondía a un posible pavimento de “arena del Médol” relacionado con una serie de
habitaciones que podemos datar ya dentro del siglo VI dC110. A la fase 5 se atribuyen una serie
de estratos, formados en un momento posterior al siglo VI dC, que amortizarían tanto las
habitaciones como una serie de depósitos construidos en el interior del criptopórtico (FOR/2).
Finalmente, la fase 6 agrupa toda la secuencia estratigráfica posterior.
Sobre el pavimento de una de las cisternas (sondeo 1100), al que se accedía a través de
dos tramos de escaleras adosados al muro interior del criptopórtico112, se disponía una fina capa
de limos (UE 1121), producto del abandono de la cisterna, cubierta por un pavimento de piedra
del Mèdol triturada (UE 1120)113. Un nivel formado básicamente por arenas (UE 1119)114
cubría este suelo y preparaba una nueva línea de pavimentación (UE 1118), de características
(T/4/161-164 y 191-192), agrupación de materiales procedentes de todo el sondeo y de una fosa séptica de época
moderna, y “ZG” (T/4/210) y “ZJ” (T/4/213-216), de posición estratigráfica poco clara.
107 Los estratos fueron numerados por X. Aquilué en función de su profundidad relativa. Respecto a la cronología
nos referiremos, si no se indica lo contrario, a la propuesta por este autor (1992).
108 Corte I=E-III; cortes Ia y b=E-VI; corte Ic=E-III, IV y V; corte Id=E-II; corte IV=E-IV; corte IVa=E-II, III y IV
y corte IVb=E-III, IV y V.
109 Edificio del Pretori (PRE) (Balil 1969) y C/ Mare de Déu de la Mercè 7-11 (LAUT 1992).
110 De este nivel, el único fragmento cronológicamente significativo corresponde a la forma Hayes 94 en TS
Africana D, lo que sitúa su formación dentro del siglo VI dC. No tenemos constancia de que existan materiales
anfóricos procedentes de este estrato.
111 Esta intervención, auspiciada por el Museu d’Historia y llevada a cabo por CODEX, fue dirigida por C.A.
Pociña, I. Peña, J.A. Remolà y C. Salom.
112 Una de estas escaleras ya fue parcialmente visualizada en las excavaciones de 1921 como hemos podido
comprobar arqueológicamente y se aprecia en las fotografías de la época.
113 El material cronológicamente significativo se reduce a un fragmento de LRA 1.
114 Ánforas LRA 1 y 4 y Keay 13C-D.
59
similares a 1120, cubierta por los estratos 1113115 (asociado a un posible nivel de circulación,
UE 1112), 1107 y 1106, sin materiales cronológicamente significativos.
En el sondeo 1200, sobre un nivel limoso similar a 1121 (UE 1203)116 se disponían,
sucesivamente, un potente relleno (UE 1202) (FOR/3) datable en el siglo VII dC, con abundante
material constructivo, y un nivel de sedimentación lenta (1201) datado a partir del siglo VII dC
con una perduración hasta época medieval por la presencia de formas en cerámica reducida
características de este período117. La secuencia estratigráfica y estructural posterior corresponde
a las sucesivas viviendas que, desde época medieval, han aprovechado los muros alto-imperiales
como fachada (muro interior) y muro de cierre (muro exterior).
Finalmente, el sector 3000 se correspondía con el extremo septentrional del brazo este
del criptopórtico, en contacto con el sector 1000. Sobre las estructuras parcialmente
desmontadas de esta parte del recinto alto-imperial, se formaron los estratos 3051 y 3050,
caracterizados por una elevada presencia de fragmentos de sillares118. Por encima se disponían
dos niveles de relleno (UE 3042 y 3023)119, probablemente relacionados con la construcción de
dos nuevos muros, y un posible vertedero doméstico (UE 3019)120 excavado en el estrato 3023.
Todas estas evidencias estaban cubiertas por dos niveles de tierra oscura que se forman, de
forma progresiva, entre los siglos VII y XII (UE 3011 y 3040)121.
115 Datable, aparentemente, en la segunda mitad del siglo V dC por el hallazgo de TS Africana C5 de la forma
Hayes 84 y TS Africana D Hayes 87A.
116 La datación de estas evidencias estratigráficas, indicativas del abandono de la función original de estas cisternas,
es ciertamente compleja por la escasez de materiales. Si consideramos separadamente los dos estratos (1121 y 1203),
el primero se caracteriza por materiales que, de forma amplia, pueden situarse en el siglo V dC (ánforas Keay 21 y
41 y LRA 1 y 3), mientras el segundo debería datarse a partir del último cuarto del siglo VI dC por la presencia de
TS Africana D de las formas Hayes 99C y 105. Sin embargo, atendiendo a la similitud de posición y composición no
podemos descartar que la cronología global del abandono corresponda a este último momento, especialmente si
consideramos la presencia en la UE 1121 de un posible, aunque dudoso, fragmento anfórico asimilable a los spatheia
de reducidas dimensiones característicos del siglo VII dC (Keay 26G). Esta eventualidad, que no podemos confirmar,
modificaría las dataciones propuestas para la secuencia estratigráfica posterior del sondeo 1100, caracterizada por
una muestra muy reducida que, en este caso, deberían considerarse mayoritariamente residuales. Es interesante
constatar que la cronología de siglo VII dC coincide con la obtenida en el estudio de los materiales procedentes de
los niveles de amortización recuperados en la excavación de 1971 (FOR/2).
117 TS Africana D de las formas Hayes 91C?, 97 y 105? y ánforas Keay 62 y LRA 1, junto a cerámicas comunes
que podrían llevar la formación de este estrato a un momento indeterminado del siglo XII.
118 En la UE 3051 se localizó un fragmento de Keay 61D y un posible fragmento de ánfora globular que sitúan la
formación de este estrato a partir del siglo VII dC.
119 Un fragmento de pié alto en TS Africana D, ánforas LRA 1, 2 y 4 y Keay 24.
120 TS Africana D 103A y ánforas LRA 1 y 4 y un posible fragmento de spatheion de reducidas dimensiones (Keay
26G).
121 Junto a cerámicas de cocción reducida, de posible cronología medieval, se localizaron TS Africana D Hayes
91D, 93 y 109, ánforas globulares (una de ellas, muy fragmentaria, es similar a PER/22-6) (Fig. 46.3 y 4) y LRA 1 y
4.
60
I.3.11.1. FOR/1
CATEGORÍA NE (%)
Vajilla fina 19 (13,47)
Cerámica común 103 (73,04)
Ánfora 19 (13,47)
TOTAL 141
Cuadro 34. FOR/1 (a partir de Keay 1984, Aquilué 1992 y Macias 1999).
122 Por lo que se refiere a las ánforas orientales, a partir de los dibujos publicados por S.J. Keay (1984) se detecta la
presencia de las variantes características del siglo V dC.
61
I.3.11.2. FOR/2
La relación porcentual por categorías es, como en el caso anterior, poco indicativa por
la escasa representatividad de la muestra y la elevada residualidad. Tanto los tipos africanos
Keay 3, 7, 25, 35 y 36 como los de origen hispánico deben considerarse plenamente residuales
en un contexto de esta cronología124, una apreciación que podría hacerse extensible a parte del
material anfórico restante, incluyendo algunas variantes del tipo Keay 62 (predomina la variante
A).
CATEGORÍA NE (%)
Vajilla fina 27 (18,62)
Cerámica común 96 (66,20)
Ánfora 22 (15,17)
TOTAL 145
Cuadro 37. FOR/2 (a partir de Keay 1984, Aquilué 1992 y Macias 1999).
123 Junto a tipos característicos del siglo V y, especialmente, del VI dC como son las formas Hayes 93B?, 94, 99 y
104A.
124 Con relación al tipo Keay 45, las únicas referencias cronológicas aportadas por S.J. Keay (1984: 260) proceden,
precisamente de este depósito (con los problemas ya planteados) y de la Necrópolis Paleocristiana (NEF/1).
62
I.3.11.3. FOR/3
Este potente relleno (UE 1202), localizado en el interior de uno de los depósitos del
criptopórtico, contenía un volumen reducido de material cerámico. La vajilla fina se reduce a un
fragmento de TS Africana D Hayes 91 y a uno de LR C Hayes 3B. El número de ánforas no es
muy superior (8 ejemplares estimados), y sólo podemos reseñar la presencia de un fragmento
asimilable al tipo Keay 61/8A (¿?) (Fig. 44.10), similar al localizado en las excavaciones del
PERI-2 (Fig. 44.9), un contenedor que se considera característico del siglo VII dC (Murialdo
1995: 439, fig. 3.4-5), así como un fragmento formalmente parecido a Murialdo 1996, fig. 3.2
(Fig. 36.12), junto a los tipos Keay 35B y LRA 1. Un repertorio tipológico que nos situaría en
un momento del siglo VII dC o posterior, una cronología similar a la obtenida en FOR/2.
I.3.11.4. FOR/4
CATEGORÍA NE (%)
Vajilla fina 156 (16,01)
Cerámica común 753 (77,31)
Ánfora 65 (6,67)
TOTAL 974
Cuadro 40. TRI.
63
Figura 9: Localización de los contextos de la parte alta: circo.
64
A partir de una observación preliminar de la vajilla fina, X. Aquilué proponía una
cronología de segunda mitad del siglo V dC (Hayes 61.21, 63, 67, 76, 80, 81, 87A, 91A/B y
110) (Aquilué 1992: 800-801). La relación entre las tres principales categorías cerámicas indica
un sólido predominio de la cerámica común (77%) respecto a la vajilla fina (16%) y ánforas
(7%). Esta distribución se aleja sensiblemente de la que hemos venido observando en contextos
de mediados del siglo V dC y es ciertamente próxima a la situación detectada a partir de finales
del siglo V dC (AUD/1B, 74%- 20%-6%; AUD/1A, 66%-23%-11%).
65
I.3.13. PARTE ALTA: CIRCO: C/ TRINQUET VELL, 12 (T12)
I.3.13.1. T12/1
Por lo que se refiere a las ánforas, el repertorio tipológico estaba formado por formas
características de momentos precedentes (Keay 4, 6 y, posiblemente, 35B), junto a ánforas
propias del siglo VI dC o más tardías, como son los tipos Keay 61A/D128 y 62A. Es de destacar,
también, la presencia de los tipos Keay 56B y 57B (¿?), contenedores africanos que se difunden,
junto con el tipo 62, en el siglo VI dC. Como ya hemos podido ver en otros depósitos de
cronología similar, el componente africano muestra un claro predominio respecto a otras
producciones tanto occidentales como orientales, cuya contemporaneidad respecto al momento
125 Excavación dirigida per J. Massó a quien agradecemos la información facilitada. Una breve nota sobre los
resultados obtenidos se puede encontrar en Dupré et alii 1988: 16 y Massó/Dupré 1993.
126 Actualmente conservada en el Museo Sefardí de Toledo (López 1986: 54). La función es dudosa: pileta de
abluciones sinagogales, sarcófago infantil u osario. La inscripción, acompañada por dos pavos en los extremos y una
menorah flanqueada por un sófar (cuerno sagrado) y un árbol de la vida en el centro, dice: (traducción del hebreo)
“Paz sobre Israel y sobre nosotros y sobre nuestros hijos”/”Pax Fides”/ (inscripción en griego muy deteriorada).
127 Sin un análisis detallado del conjunto de materiales, la cronología parece situarse a inicios del siglo II dC.
Destaca la presencia de cerámica común africana de los tipos Ostia III-267 y III-332, TS Sudgálica, TS Africana A,
ánfora “rodia”, ánfora bética Dressel 20, etc. Dentro de esta misma UE se encontraban fragmentos de DSP y TS
Africana D que, dada la homogeneidad del estrato, deben considerarse intrusiones procedentes del nivel superior (UE
102), en el que los incluimos.
128 Los fragmentos del tipo 61A (Fig. 44.2 y 6) se aproximan a las variantes que en San Antonino di Perti se
consideran características del siglo VII dC (Murialdo 1995: 439).
66
de formación del depósito es difícil de establecer. Esta dificultad afecta, especialmente, las
producciones sudhispánicas cuya continuidad en momentos posteriores al siglo V dC se está
insinuando.
I.3.13.2. T12/2
El nivel de colmatación (UE 106) de la cloaca que cruza la bóveda central (¿siglo VI
dC?) es el resultado de la sedimentación de ocho capas sucesivas que sólo fueron
individualizadas en un pequeño sondeo. Los materiales no manifiestamente residuales tienen, en
general, períodos de producción dentro del siglo VI dC (TS Africana D Hayes 91.28, 95, 96,
103B y 104A y LR C Hayes 3C y 5B). Dada la naturaleza formativa del depósito, las relaciones
porcentuales no tienen ningún interés estadístico. Se constata la presencia de formas anfóricas
características del siglo VI dC (Keay 55A, 56B y 62A y Q), junto a formas propias del siglo V
dC (Keay 25, 35 y 41), un repertorio similar al documentado en T12/1.
67
I.3.14. PARTE ALTA: CIRCO: BÓVEDA K DEL CIRCO (CIK)
La bóveda K del circo, situada cerca del punto de contacto del tramo de graderío
meridional con el extremo curvo oriental (Fig. 9), fue excavada en extensión en 1987 por el
TED’A129. Privados de la documentación completa de la excavación, nos limitamos a analizar
los materiales procedentes de los niveles asociados con la reocupación de la bóveda en época
tardo-antigua130. En ésta y en otras bóvedas se detectan evidencias estratigráficas posteriores a
finales del siglo IV dC que se depositan encima de la superficie del relleno constructivo del
edificio lúdico (Dupré et alii 1988).
El total de ánforas recuperado es tan escaso que sólo podemos constatar la coexistencia
de los tipos expresados en el cuadro correspondiente. Únicamente se documentan tipos
africanos adscribibles al grupo de contenedores cilíndricos de pequeñas y medianas dimensiones
(Keay 25 y 26F), junto con parte del repertorio hispánico habitual (13A, 19A-B, 16B-C, 23 y
68/91) y un ejemplar de ánfora de Empoli. A pesar de la poca validez cuantitativa, hemos de
hacer notar la ausencia de las ánforas orientales que caracterizan el panorama anfórico a partir
del siglo V dC.
129 Las particulares circunstancias que acompañaron el final del TED’A son la causa de las dificultades de acceso a
la documentación de diversas intervenciones arqueológicas dirigidas por esta institución.
130 Posiblemente destinada a bajos para actividades agrícolas, artesanales o comerciales de la vivienda que ocupaba,
normalmente, la parte superior de la bóveda. Esta funcionalidad es, al menos, la que han mantenido gran parte de las
bóvedas del circo desde época medieval hasta nuestros días. En la vecina bóveda M se localizó, por citar un ejemplo,
un interesante obrador de botones de hueso datado en la segunda mitad del siglo XVIII-inicios del XIX. Fue posible
identificar las áreas de trabajo, los encajes para la maquinaria y el vertedero -dentro de la misma bóveda- donde se
arrojaban los despojos sobrantes y los productos defectuosos o rotos.
131 Existen también niveles correspondientes al siglo V dC (UE 128 y 135) que no hemos incluido por la escasez de
materiales.
68
I.3.15. PARTE ALTA: CIRCO: PLAZA DELS SEDASSOS (SED)
Excavación de urgencia realizada en 1998 al pie del podio del tramo septentrional de
gradería del circo132 (Fig. 9). Con la construcción del edificio lúdico, a finales del siglo I dC, se
relacionan una cloaca, que atravesaba el graderío septentrional, el muro del podio y una serie de
aportaciones de tierra que preparaban el nivel de circulación de la arena (situado a 46,60/46,80
msnm). A un momento impreciso corresponden una serie de rebajes que alteran la
horizontalidad de la arena y que son rellenados y cubiertos por la UE 1014 asociada a la
construcción del muro 1046. Este estrato ha sido interpretado como un nivel de regularización
que eleva la cota de la arena hasta los 47,15 msnm. La secuencia posterior se relaciona con la
reocupación de este espacio en época medieval (rebajes, pavimentos de cal, etc.) y moderno-
contemporánea.
CATEGORÍA NE (%)
Vajilla fina 15 (21,42)
Cerámica común 37 (52,85)
Ánfora 18 (25,71)
TOTAL 70
Cuadro 47. SED.
132 Dirección a cargo de Moisés Díaz. Para más información véase CODEX 1999.
69
Figura 10: Localización de los contextos de la parte alta: espacio exterior.
70
I.3.16. PARTE ALTA: ÁREA EXTERIOR: C/ PUIG D’EN SITGES, 8-12 (SIT)
La cronología debe deducirse del repertorio anfórico recuperado dada la falta de otras
formas cerámicas suficientemente indicativas. La presencia de ánforas características del siglo
V dC (Keay 25, 35A, 24 y 13A y LRA 1, 4 y 2, esta última con dudas) y la ausencia de aquellas
propias del siglo VI dC (Keay 55, 56, 57, 62, etc.) sugieren un momento indeterminado de la
segunda mitad del siglo V dC. La escasez de vajilla fina comporta una relación porcentual entre
categorías ciertamente anómala, paralela al reducido interés cuantitativo de la muestra.
CATEGORÍA NE
Vajilla fina 4
Cerámica común 16
Ánfora 9
TOTAL 29
Cuadro 49. SIT (a partir de Foguet 1989).
PARTE NE DIÓCESIS NE
TIPO NE
Occidente 6 Africa 5
Keay 25C 1
Oriente 3 Hispania 1
¿Keay 25? 1
TOTAL 9 Asiana 1
Keay 35A 1
Oriens 2
AFR/IND 1
Keay 24 1
Keay 13A 1
LRA 2 1
LRA 1 1
LRA 4 1
Cuadro 50. SIT (a partir de Foguet 1989).
133 Dirigida per G. Foguet, a quien agradecemos las facilidades prestadas. Para más información véase Foguet 1989.
134 Como corresponde a uno de los puntos más elevados de la parte alta, los fenómenos erosivos comportan una
escasa sedimentación estratigráfica. Sólo tenemos constancia de la localización de un posible nivel de regularización
de época tardo-antigua (siglos V-VII dC: UE 107=207=319) en el solar número 6 de la calle Arc de Sant Llorenç
(LAUT 1991). No obstante, según el propio excavador, la fiabilidad estratigráfica es escasa.
71
I.3.17. PARTE ALTA: ÁREA EXTERIOR: SEDE DEL COLEGIO OFICIAL DE
ARQUITECTOS, C/ SANT LLORENÇ 20-22 (CAR)
Excavación de urgencia llevada a cabo en los números 20-22 de la calle Sant Llorenç,
situada en la parte alta de la ciudad (Fig. 10), aunque de hecho, los resultados más significativos
se obtuvieron en el solar más septentrional (numero 22), conocido también como antigua casa
del Ardiaca de Sant Llorenç135. Respecto a la topografía antigua, este sector de la ciudad, de
aproximadamente 690 m2, se inscribe en el espacio existente entre el muro de cierre oriental del
recinto de culto alto-imperial y el paramento interior de la muralla tardo-republicana. A partir
del siglo XII, el extremo septentrional de este sector se vinculó a la iglesia de Sant Llorenç, una
situación que explica la construcción, en el siglo XIV, de la casa del Ardiaca de esta iglesia, un
uso que mantendrá hasta la supresión de esta dignidad en 1768 (Aquilué 1993: 16-17). El
extremo meridional (número 20, antigua casa del canonge Bonaventura Canals) debió estar
relacionado con el Antic Hospital de Santa Tecla, situado al oeste de este solar. Tras el traslado
del hospital a finales del siglo XVI se abrió un callejón comunicando las calles de les Coques y
de Sant Llorenç (Aquilué 1993: 26-27).
A inicios del siglo VI dC, se produce una intensa remodelación de todo este espacio con
la construcción de un edificio de sillares adosado a la cara exterior del muro alto-imperial y la
posible apertura de una calle que uniría el interior del antiguo recinto de culto con el área
exterior. Del edificio construido en este momento se identificó el ángulo meridional formado
por tres naves de idéntica modulación (5,40 x 12,10) adosadas al muro alto-imperial137. El
edificio limitaría, por su costado meridional, con el posible vial abierto desmontando
parcialmente el muro de cierre del recinto de culto. Para X. Aquilué (1993: 114-123), este
edificio podría haber formado parte del palacio episcopal (episcopium) de la sede metropolitana
de Tarraco. Por la cronología propuesta, la erección del edificio coincidiría con el mandato del
obispo Juan (470-520 dC).
135 Para más información véanse los diversos trabajos de X. Aquilué (1984, 1988, 1992 y 1993).
136 En 1984 se excavaron dos trincheras en el numero 22, tres sondeos en el número 20 y otro en el corredor que
conducía hacia la calle de les Mosques (Aquilué 1984 y 1993). En 1986 se llevó a cabo una excavación en extensión
del numero 22 estructurada en cinco sectores, tres de los cuales (I, III y IV), perpendiculares al muro de cierre alto-
imperial, reportaron los resultados más significativos (Aquilué 1988 y 1993). Finalmente, en 1987 se excavaron dos
pequeños sectores (TED'A 1990a y Aquilué 1993).
137 Si admitimos que la nave más septentrional (apenas insinuada) tenía la misma modulación que las otras dos, en
el tramo de muro alto-imperial restante existe espacio para completar la planta de esta tercera nave. No podemos
descartar que se diese un esquema similar en el tramo septentrional del muro alto-imperial que flanquea la exedra
donde, hipotéticamente, se situaba la basílica cristiana.
72
El contexto seleccionado (CAR) se asocia con la construcción del edificio visigodo. Se
trata concretamente de diversas unidades estratigráficas (UE 2015, 2020, 2099, 2115, 2125 y
2153) aportadas para la regularización del espacio seleccionado para la erección del nuevo
edificio. Los rellenos constructivos estaban formados por tierras de coloración oscura, de escasa
consistencia, con escombros (tegulae, imbrices, fragmentos de mármol, etc.) y residuos
domésticos. Como es habitual en este tipo de contextos el nivel de residualidad es muy elevado
(en torno al 32% en la categoría de vajilla fina) y el grado de fragmentación elevado.
X. Aquilué situó la formación de este nivel constructivo entre finales del siglo V e
inicios del VI (475-525 dC). Aunque, reconsiderando la cronología de algunas de las formas de
TS Africana, nos parece más apropiado situar el momento de formación de este estrato dentro
de la primera mitad del siglo VI (500-550 dC). Coexisten en él materiales característicos del
siglo IV dC (Hayes 58B y 59, 9), de la primera (Hayes 76, 80, 91A/B, etc.) y de la segunda
mitad (Hayes 87A y 12/102) del siglo V dC, con formas más recientes (Hayes 91C, 99, 104A y
¿104B?) que, en este momento, se consideran propias del siglo VI dC, aunque no se pueda
excluir un inicio ligeramente anterior para alguna de ellas. A pesar de la poca idoneidad de este
tipo de depósitos y la ya endémica poca representatividad cuantitativa, la distribución
porcentual por categorías cerámicas indica un significativo predominio de la cerámica común
(63%) respecto a las ánforas (13%) y a la vajilla fina (23%). La cerámica fina está dominada por
producciones originarias del norte de África con casi un 75% del total estimado de ejemplares.
CATEGORÍA NE (%)
Vajilla fina 65 (23,46)
Cerámica común 175 (63,17)
Ánfora 37 (13,35)
TOTAL 277
Cuadro 51. CAR (a partir de Aquilué 1992 y 1993).
73
PARTE NE (%) DIÓCESIS NE PROVINCIA NE TIPO NE
Occidente 16 (43,24) Africa 8 AFR/BYZ-ZEU 8 ¿Keay Sim. 3? 1
Oriente 11 (29,7 2) Hispania 8 HIS/BAE 8 ¿Keay 25K? 1
Indeterm. 10 (27,02) Oriens 9 ORI/CYP-SYR 6 ¿Keay 33? 1
TOTAL 37 Asiana 2 ORI/PAL 3 Keay 35 2
Indeterm. 10 ASI/INS 2 Keay 57B 3
IND 10 Keay 13C-D 1
Keay 19A-B 6
Keay 16B-C 1
LRA 1 6
LRA 4 3
LRA 2 1
Agora de Atenas M-273 1
IND 10
Cuadro 53. CAR (a partir de Aquilué 1984, 1988 y 1993).
CATEGORÍA NE (%)
Vajilla fina 40 (31,74)
Cerámica común 45 (35,71)
Ánfora 41 (32,53)
TOTAL 126
Cuadro 54. SCR (a partir de TED'A 1989b).
138 Dirigida por el TED’A (1987) fue objeto de un artículo monográfico (TED'A 1989b). Un análisis más detallado
de las cerámicas africanas puede encontrase en Aquilué 1992: 52-68.
139 Podría ponerse en relación con los trabajos de nivelación asociados a la monumentalización de la parte alta en
época flavia. Estratos de características similares se han documentado en las excavaciones de la sede del Colegio
Oficial de Arquitectos (CAR) (Aquilué1993) y de la plaza dels Àngels (ANG).
74
Las ánforas occidentales representan el 70% del total estimado. El resto se distribuye,
casi equitativamente, entre ánforas orientales (17%) e indeterminadas (12%). Este dominio
occidental se basa en aportaciones del norte de África (55%) y de sur de Hispania (41%). Las
derivaciones tardías de los tipos africano I y II (¿Keay 4 y 6?) deben considerarse residuales en
un contexto de la segunda mitad del siglo V dC, una apreciación que podría hacerse extensible a
una parte del grupo de contenedores cilíndricos (Keay 25B y P?). El resto de los ejemplares
africanos corresponden a grandes contenedores cilíndricos característicos del siglo V dC (Keay
35A-B y 41)140. De dudosa debe calificarse la adscripción de dos fragmentos (SCR-13 y SCR-
15) a los tipos Keay 61B (Keay 1984: fig. 132.6) y 85, respectivamente141.
El componente hispánico está absolutamente dominado por las ánforas procedentes del
extremo meridional de la península. Están presentes la mayor parte de los tipos que caracterizan
el siglo V dC, a excepción del tipo Keay 16B-C cuya continuidad en Tarraco más allá de la
primera mitad/mediados del siglo V dC nos parece poco probable. Respecto al ejemplar de
origen presuntamente tarraconense (Keay 68/91), su presencia en contextos de la segunda mitad
del siglo V dC, aunque puede ser residual, es plenamente coherente con la cronología propuesta
para este tipo (segunda mitad del siglo IV-mediados del siglo V dC). La relación de ánforas
occidentales concluye con un más que dudoso ejemplar del tipo Keay 52.
140 Este último tipo, con cuatro ejemplares, es el ánfora africana mejor documentada, aunque dos de los fragmentos
(SCR-12 y 14) presentan soluciones morfológicas peculiares. Especialmente dudosa es la clasificación del fragmento
SCR-12 ya que, además, no presenta la pasta característica del tipo Keay 41. La morfología del fragmento SCR-14
(Fig. 43.7) se aparta ostensiblemente del modelo tipológico aunque la caracterización técnica aparente es similar a la
que normalmente presenta el tipo 41.
141 En el segundo caso por la presencia de una cara exterior acanalada que disminuye la sección claramente
triangular que presenta el tipo 85. En cuanto al primero, de ser cierta su clasificación dentro del tipo 61B, la
cronología del contexto se distanciaría de la que mayoritariamente se admite para el tipo 61, al menos por lo que se
refiere a las variantes A y C para las que M. Bonifay y D. Piéri (1995: 105-106) proponen una cronología de finales
del siglo VI-VII dC.
75
I.3.19. PARTE ALTA: ÁREA EXTERIOR: PLAZA DEL ROVELLAT (ROV)
I.3.19.1. ROV/1
142 De los 43 “loci” definidos por S.J. Keay (1984: 665-667), cinco corresponden realmente a la excavación de la
plaza del Rovellat (“V”, “ZH”, “ZI”, “ZL” y “ZN”), mientras que un sexto (“S”: fragmento T/4/160, no identificable)
no se puede atribuir con seguridad a ninguna de las dos excavaciones.
143 T/4/212 (Grupo L de Aquilué) y T/4/171 (Grupo C de Aquilué). A partir de la publicación sólo es posible
determinar cuales son los fragmentos no significativos (asas, fondos y paredes) procedentes de esta excavación y
cuales proceden de la plaza del Fòrum. Per lo tanto, el número de fragmentos de ánfora no representa ni tan sólo el
76
un borde del tipo Keay 62M (Keay 1984: 331, fig. 154.3). Lamentablemente, el escaso grado de
fiabilidad impide extraer conclusiones más allá de la mera constatación.
I.3.19.2. ROV/2
total de los recuperados. Este hecho se señala con un asterisco. Existe, también, un fragmento de ánfora (T/4/229)
procedente del depósito “ZN” de S.J. Keay (“III (?). Encima tierra negra. 10/3/71”) (Keay 1984, 667), posiblemente
adscribible a la fase constructiva de las estructuras tardo-antiguas, que no ha podido ser identificado en el texto.
144 En este “contexto” se incluyen los fragmentos de ánfora T/4/211, T/4/220-223 (Grupo E de Aquilué). Los
números 211, 221 y 223 corresponden, respectivamente, a un borde, una asa y un fragmento de pared (Keay 1984:
527), que no han podido ser identificados en la publicación.
145 Excavación de urgencia dirigida por el autor.
146 Excavación de urgencia dirigida per M. Güell (1993). A la fase tardo-antigua corresponde la construcción de un
muro, perpendicular al muro de cierre de la plaza de representación, que definía dos ámbitos, en uno de los cuales se
apreciaban las improntas de tres dolia. Un dato más en favor de la creación en época tardo-antigua de una nueva
ordenación urbanística del espacio existente al este del muro de cierre de la plaza de representación.
77
presentados, el valor estadístico es más que dudoso. Sin embargo, la naturaleza del depósito ha
permitido recuperar un número significativo de fragmentos tipológicamente identificables.
CATEGORÍA NE (%)
Vajilla fina 16 (32)
Cerámica común 16 (32)
Ánfora 18 (36)
TOTAL 50
Cuadro 58. ANG (cerámica común: Macias 1999).
A nivel anfórico, están presentes algunos de los tipos que habitualmente caracterizan el
siglo V dC. Nos referimos a los contenedores cilíndricos norteafricanos Keay 35B y Keay 26F,
los tipos sudhispánicos Keay 13A, 13C-D, 19A-B, 23 y 21 y las ánforas orientales LRA 1, 3 y 4
(variantes de siglo V dC). Sin olvidar tipos que, aunque de forma minoritaria, aparecen
habitualmente en contextos de esta cronología (Keay 24 y Tipo tardío A). Desde el punto de
vista estrictamente tipológico, es de destacar un perfil parcialmente completo del Tipo tardío A
(VLR 8.198) (Fig. 87.1).
78
Figura 11: Parte baja intramuros.
79
I.3.21. PARTE BAJA INTRAMUROS: C/ GASÒMETRE, 32 (GAS)
Excavaciones arqueológicas de urgencia en este solar, situado a los pies del limite
meridional del foro de la colonia147, han permitido documentar los restos de una plaza
vinculada urbanísticamente con el citado recinto público (Fig. 11). Esta plaza, a la que se abrían
cuatro ambientes situados en el lado norte, era atravesada por un colector al que se entregaban
seis pequeñas cloacas. El área se abandona en la segunda mitad del siglo IV dC como ponen de
manifiesto los niveles de amortización y derrumbe de los cuatro ámbitos (GAS/2) y los
sedimentos que colmataban tanto el colector como las cloacas (GAS/1).
147 Excavación dirigida por J.M. Macias (CODEX) en 1995. Este contexto, junto a otros del siglo IV dC de
Tarragona y entorno, han sido incluidos en Macias et alii 1997, articulo al que nos remitimos para una información
más detallada.
80
PARTE NE (%) DIÓCESIS NE
TIPO NE
Occidente 14 (58,33) Africa 9
Keay 3A 1
Oriente 1 (4,16) Hispania 5
Keay 3B 1
Indeterm. 9 (37,5) Asiana 1
Keay 5 1
TOTAL 24 Indeterm. 9
Keay 7 4
Keay 1B 2
Keay 23 5
Agora de Atenas F 65-66 1
IND 9
Cuadro 61. GAS/2 (a partir de Macias et alii 1997).
Las evidencias más antiguas (siglo II aC) corresponden a una serie de niveles muy
alterados en el extremo meridional del solar. Es de destacar el hallazgo de una estructura
cuadrangular de arcilla de unos 0,60 m de lado, posiblemente relacionada con dos muros que la
circunscribían. También en época tardo-republicana se datan una serie de ámbitos de carácter
probablemente doméstico que, de forma discontinua, se documentan en otros puntos del solar.
Pero, sin lugar a dudas, el elemento más destacable es un tramo de unos 30 metros lineales de
un colector, de cerca de dos metros de luz, que recorría el cauce de la antigua torrentera. Una
estructura, ya visualizada en otros puntos de la ciudad, que desde prácticamente la fachada del
circo cruzaba la ciudad para desembocar en la zona portuaria (Aleu 1983).
A mediados del siglo I aC se construye un gran edificio de sillares cuya última reforma
se data en la primera mitad del siglo I dC. A finales de este siglo I dC se desmonta el edificio de
sillares y se erige un nuevo edificio con cimentaciones y alzados en opus caementicium
relacionado con un mosaico fuertemente degradado. Ambas edificaciones exceden los límites
del solar y es, por tanto, imposible determinar sus dimensiones, entidad y funcionalidad.
148 Excavación desarrollada por CODEX en distintas fases durante el año 1994 (CODEX 1994).
149 El análisis de todas las categorías cerámicas de este contexto se incluye en Macias et alii 1997.
81
Las evidencias cronológicas posteriores se reducen a un nivel indeterminado, con
escaso material arqueológico, datado en el siglo VI dC e infraestructuras sanitarias de época
moderna y contemporánea. Secuencias estratigráficas de época tardo-antigua se han
documentado en puntos cercanos como el número 5 de la calle Sant Miquel (MI5)150, Sant
Miquel 33 (MIQ), Rebolledo (REB) o el mismo teatro151.
CATEGORÍA NE (%)
Vajilla fina 65 (13,65)
Cerámica común 378 (79,41)
Ánfora 33 (6,93)
TOTAL 476
Cuadro 62. APO (a partir de Macias et alii 1997).
La mayor parte de las ánforas es de origen occidental (c. 81%), con una sensible
aportación africana (c. 74%), seguida del sur de Hispania (c. 19%) y la Etrúria marítima (7%).
Como es de esperar en un contexto de esta cronología, predominan los tipos Africano I y II
(Keay 3A y B, 6 y 7/25B)152, especialmente este último. Al área africana corresponden,
también, cuatro ejemplares del tipo mauritano Keay 1B. La parte occidental se completa con
una aportación hispánica (Beltrán 68 y Keay 16 y 23) e itálica (ánfora de Empoli) (Fig. 70.2).
Este tipo se documenta en otros contextos del siglo IV dC (CIK y PMA) y mediados del V dC
(STE/1). El resto de las ánforas es de origen indeterminado o han sido excluidas del computo
general por su aparente residualidad.
150 Sobre niveles de época tardo-republicana y augustea de difícil interpretación se alzaron, en el siglo I dC, los
muros en opus vittatum de dos naves, una de las cuales parcialmente reutilizada en época tardía como habitación. Los
niveles correspondientes a la amortización de esta ultima estructura se datan en el siglo VI dC (CODEX 1996).
151 En el siglo III dC se detecta la construcción de nuevas estructuras que aprovechan los restos de la fase alto-
imperial de la zona aneja al teatro. Las últimas evidencias estratigráficamente identificadas corresponden al siglo IV
dC (Mar/Roca/Ruiz de Arbulo 1993).
152 La fragmentación dificulta discernir entre el tipo Keay 7 (Africana IID) y algunos ejemplares del tipo 25B.
82
I.3.23. PARTE BAJA EXTRAMUROS: C/ SANT MAGÍ-REBOLLEDO (REB)
La fiabilidad del contexto es ciertamente escasa pero ha sido, hasta hace pocos años,
uno de los pocos contextos tardíos de la parte baja de la ciudad, junto con el teatro romano
(Mar/Roca/Ruiz de Arbulo 1993)155. Algunas de las ánforas analizadas por S.J. Keay procedían
de la excavación de la llamada “habitación I” (Keay 1984: 20-21, 673)156. Se identificaron los
tipos Keay 6, 1B, 25B, 25L y 23, un conjunto que grosso modo puede situarse a
mediados/segunda mitad del siglo IV dC.
CATEGORÍA NE
Vajilla fina 7
Cerámica común 36
Ánfora 10
TOTAL 53
Cuadro 64. JOS.
153 En el Archivo del MNAT se conserva un manuscrito con el titulo Prospecciones arqueológicas en la calle
Rebolledo, núm. 3, redactado por Ll. Papiol (y probablemente corregido por P.M. Berges), donde se hace una breve
descripción de las excavaciones. Parece que ni S.J. Keay (“details of the stratigraphy are unkown”, Keay 1984: 20)
ni X. Aquilué (“la falta de cualquier referencia estratigráfica y de documentación”, Aquilué 1992: 786) tuvieron
acceso a esta documentación.
154 El conocimiento que tenemos actualmente del comportamiento crono-estratigráfico de esta zona no permite
excluir una relación entre las estructuras y estos niveles tardíos, como sucede en otros puntos cercanos. Esto
coincidiría con las anotaciones que acompañan el ya citado informe donde se indica que “los muros y habitaciones
pertenecen al siglo III dJC”. Se señala, también, que en el sondeo V, al pie de uno de los muros apareció “Terra
Sigillata Clara” sin que quede claro ni la producción concreta ni la relación estratigráfica.
155 Recientes excavaciones de urgencia, han modificado sustancialmente este panorama (C/ Apodaca 7, Sant Miquel
5, Sant Miquel 33, Nou de Sant Pau 1, PERI-2, etc.). Todos ellos con evidencias más o menos definidas de actividad
constructiva y de hábitat durante los siglos IV-VI dC y más allá.
156 Corresponde a las ánforas T/5/2-6, conservadas con la referencia “I. de 0,90 m hasta 1,15 m. De toda la
habitación, al 7 de octubre de 1970” (Keay 1984: 673). Otras ánforas procedentes de esta excavación, sin referencias
concretas, son: dos ejemplares del tipo Keay 33, uno del tipo 16B, uno del tipo 25K y otro del tipo 25I.
157 Realizada por CODEX entre abril y mayo de 1997. Para más información véase CODEX 1997.
83
PARTE NE (%) DIÓCESIS NE TIPO NE
Occidente 6 (60) Africa 2 Keay 25B 1
Indeterm. 2 (20) Hispania 3 Keay 24 1
TOTAL 10 Suburbicaria 1 Keay 13A 1
Oriens 2 ¿Keay 19? 1
Indeterm. 2 Keay 16 1
Keay 52 1
LRA 2 1
LRA 3 1
IND 2
Cuadro 65. JOS.
En este solar, situado en las proximidades del puerto y al suroeste del teatro (Fig. 12), se
practicaron en 1996 excavaciones arqueológicas de urgencia158 que, en una primera fase de
delimitación, permitieron identificar un mosaico que pavimentaba uno de los ámbitos de un
complejo termal. Sobre este mosaico se extendía una capa de cenizas (UE 211) cubierta,
sucesivamente, por tres niveles de colmatación o derrumbe (UE 210, 209 y 203) que podemos
datar en torno a mediados/segunda mitad del siglo VI dC. La similitud física y funcional de las
UE 203, 209 y 210, así como el hecho de haber constatado la presencia de fragmentos de una
misma pieza en los dos últimos nos permiten plantear un análisis conjunto de esta reducida
muestra (MIQ). En este contexto (UE 203-209-210), las ánforas aparecen asociadas a TS
Africana de las formas Hayes 91C, 94, 99B, y 104A, B y C lo que nos lleva a situar el momento
de formación a mediados/segunda mitad del siglo VI dC.
Predomina la cerámica común y de cocina (c. 53%), seguida de la cerámica fina (c.
33%). Las ánforas, con ocho ejemplares estimados, representan aproximadamente el 13%.
Destaca la presencia de ánforas africanas del tipo Keay 55 junto a contenedores orientales de los
tipos LRA 1, 3 y 4. Ciertamente interesante es un fragmento muy próximo al tipo Keay 13C-D
(Fig. 60.2). La configuración del borde se asemeja a las variantes 13C-D, con un surco interior
poco marcado y una acentuada tendencia a la verticalidad.
CATEGORÍA NE (%)
Vajilla fina 20 (33,33)
Cerámica común 32 (53,33)
Ánfora 8 (13,33)
TOTAL 60
Cuadro 66. MIQ.
PARTE NE DIÓCESIS NE
TIPO NE
Occidente 3 Africa 2
¿Keay 55? 1
Oriente 4 Hispania 1
¿Keay 55B? 1
Indeterm. 1 Oriens 3
Keay 13C 1
TOTAL 8 Asiana 1
LRA 1 2
Indeterm. 1
LRA 3 1
LRA 4 1
IND 1
Cuadro 67. MIQ.
158 Excavación realizada por CODEX y dirigida por J.M. Macias en 1996. UE 203: Nivel con abundantes piedras y
restos de mortero de cal descompuesto. UE 209: Nivel de consistencia arenosa con manchas de mortero. UE 210:
Nivel de consistencia muy arcillosa con abundantes manchas de cenizas y restos de mortero.
84
Figura 12: Parte baja extramuros.
85
I.3.26. PARTE BAJA EXTRAMUROS: C/ PERE MARTELL-EIVISSA-MALLORCA (PMA)
En época julio-claudia se produce una intensa transformación del espacio que comporta
el arrasamiento de las evidencias preexistentes y la construcción de diversas unidades
estructurales distribuidas en terrazas. En la terraza inferior se sitúa un patio porticado de planta
cuadrangular, pavimentado con grandes losas de piedra y un pozo en uno de los extremos. Un
sistema de escaleras conectaba esta terraza con la situada a un nivel superior donde una serie de
habitaciones se distribuyen alrededor de una gran cisterna (32 x 1,5 metros). Esta actividad
constructiva comporta la canalización de un torrente orientado noreste/suroeste. Más al norte, se
documentó un posible espacio abierto, con una serie de cloacas y un pequeño estanque, y un
posible vial con diversas pavimentaciones datadas entre finales del siglo I aC y el I dC.
159 En 1981, bajo la dirección de F. Tarrats y E. Tarré. En 1989, bajo la dirección de M. Adserias y E. Ramón. En
1990, bajo la dirección de M. Adserias y E. Ramón. En 1990, bajo la dirección de M. Adserias y E. Ramón. Entre
1991 y 1993, bajo la dirección de E. Ramón y L. Burés (CODEX).
160 Más información relativa a los resultados de la excavación pueden encontrarse en las distintas memorias de
excavación (inéditas) y en las publicaciones realizadas hasta el momento (Adserias et alii 1993, 1994 y 1995).
161 Actividad funeraria extensamente documentada en diversos puntos de la zona como (véase el apartado dedicado
a la necrópolis del Francolí, NEF).
86
Los depósitos seleccionados (UE 78, 131, 144 y 170)162, pertenecientes a la fase de
finales del siglo IV-inicios del V dC, reúnen una cierta coherencia cronológica e, incluso,
formativa que permiten proponer un análisis conjunto (PMA). Se trata, probablemente, de un
proceso de formación dilatado que se extiende entre la segunda mitad del siglo IV dC e inicios
del siguiente163, con un volumen importante de material residual. La presencia de TS Africana
C (Lamb. 40bis) y tipos característicos de la segunda mitad del siglo IV dC y de la primera del
siguiente en TS Africana D (Hayes 59.9, 61, 67, 73, 76 y 91A/B), así como una elevada
presencia de cerámica común africana (Lamb. 9A, Ostia III-267, Ostia III-180, Atlante
CVIII.10, Ostia II-302, III-332, I-261, III-170, I-262, III-324, IV-59 y III-312), así lo parecen
indicar.
Una cronología que no es, aparentemente, contradictoria con la sugerida por las ánforas
recuperadas. La relación entre categorías cerámicas es favorable a la cerámica común con casi
un 68%, le siguen las ánforas (c. 18%) y la vajilla fina (c. 14%). Por lo que se refiere a esta
última categoría, predominan las producciones africanas con cerca del 65% del total estimado
de ejemplares, seguidas de las elaboradas en el sur de Francia (c. 28%) e Hispania (c. 5%).
Las ánforas occidentales predominan de forma manifiesta, con un 74% del total
estimado de ejemplares. La parte restante corresponde, básicamente, a producciones de origen
indeterminado (20%), mientras que las ánforas orientales están escasamente representadas (6%).
Este predominio occidental se basa en una elevada presencia de contenedores sudhispánicos (c.
62%) propios del siglo IV y parte del V dC (Keay 19 y 13A). Sólo el tipo Beltrán 68 no se
documenta en contextos de pleno siglo V dC. La variante A del tipo Keay 13 (Dressel 23),
predominante en este contexto, parece perder esta posición dominante de forma gradual durante
el siglo V dC en favor de las variantes C-D. La adscripción al tipo 13C-D de determinados
fragmentos localizados en este depósito (Fig. 59.14, 16 y 18) se ha realizado atendiendo más a
criterios técnicos que morfológicos.
162 Se han excluido las UE 135=136 que, a pesar de ser estratigráficamente similares a la UE 131, presentan un
porcentaje muy elevado de material manifiestamente residual. Hemos prescindido, también, de las UE 153 y
157=158, con material escaso y poco significativo, especialmente a nivel anfórico.
163 Sólo se pudo identificar un posible pavimento (UE 140) de tierra compactada que era cubierto por el nivel de
derrumbe UE 140. Sobre el pavimento se localizó un ejemplar casi completo de ánfora del tipo Beltrán 68.
87
PARTE NE (%) DIÓCESIS NE (%) PROVINCIA NE
Occidente 37 (74) Africa 14 (28) AFR/BYZ-ZEU 14
Oriente 3 (6) Hispania 23 (46) HIS/BAE 21
Indeterm. 10 (20) Asiana 2 (4) HIS/LUS 1
TOTAL 50 Oriens 1 (2) ¿HIS/TAR? 1
IND 10 (20) ASI/IND 1
¿ASI/INS? 1
ORI/PAL 1
IND 10
Cuadro 69. PMA
88
Figura 13: PERI-2 (Jaume I-Tabacalera) con indicación de PER/22 y PER/30 (plano base
CODEX).
89
I.3.27. PARTE BAJA EXTRAMUROS: PERI-2 (PER)
Posiblemente en la segunda mitad del siglo III dC, se detecta el abandono brusco de, al
menos, una de las domus y el arrasamiento, prácticamente hasta el nivel de cimentación, de las
naves de almacenamiento hasta el momento identificadas. Tras un período para el que no se han
detectado evidencias claras de ocupación, se constata una profunda reurbanización del espacio
(segunda mitad del siglo IV/inicios del V dC) con nuevas construcciones y la modificación de la
trama viaria precedente. Las vías principales se mantienen en uso, aunque parcialmente
ocupadas por las nuevas edificaciones, mientras que la vía perpendicular mejor conocida
desaparece. Las evidencias de ocupación continúan hasta un momento indeterminado del siglo
VII dC, cuando parece iniciarse la formación de un potente nivel de sedimentación lenta que
cubre toda el área.
Hasta el momento sólo nos ha sido posible analizar una pequeña muestra de los niveles
del siglo VII dC localizados en la parcela 22 (Macias/Remolà, en prensa)165 (PER/22). Se trata
de cinco niveles estratigráficos asociados a un posible vertedero y tres estratos correspondientes
al nivel de derrumbe y cubrimiento de los baños privados de la domus localizada en esta
parcela. En ninguno de estos niveles se ha constatado la presencia de TS Africana o de cualquier
otra clase cerámica no residual que pueda ser incluida dentro de la categoría de cerámica fina.
164 El número de parcela se indica junto al código relativo a la intervención (parcela 22 del PERI-2: PER/22). La
envergadura de las intervenciones arqueológicas más recientes, algunas de ellas en fase de ejecución, nos obligan a
una descripción genérica y preliminar. Un avance de los trabajos pueden hallarse en Remolà/Vilaseca (en prensa) y
Adserias/Pociña/Remolà (en prensa).
165 La excavación, actualmente en curso, de los niveles de colmatación de una gran estructura rectangular (15,5 x
3,60 metros) de sillares en la parcela 30 (PER/30) está aportando un ingente volumen de materiales anfóricos que, en
este momento, podemos situar entre un momento avanzado del siglo VI y el VII dC. En este depósito arqueológico,
formado casi exclusivamente por fragmentos de ánfora, destaca la presencia del tipo tardío B, el más ampliamente
representado, junto a ánforas africanas (escasas) Keay 62, orientales LRA 1, 2, 4, 5 y 6 y baleáricas (?) Keay 79.
90
La cronología se basa, por lo tanto, en las ánforas y en la cerámica común166. Respecto a esta
última categoría, es de destacar la presencia de cerámicas orientales, algunas de las cuales
(Cooking Pot Ware 3B) están ampliamente documentadas en contextos de mediados/segunda
mitad del siglo VII dC (Hayes 1992: 100, figs. 43, 45 y 51.30; Fulford/Peacock1984).
A un momento cronológico posterior corresponden dos fragmentos del tipo Cartago 58,
de origen tunecino168 (Fig. 46.6). Es una ánfora de perfil cilíndrico y borde definido por un
ligero engrosamiento del labio cuya presencia con valores significativos en el castrum de San
Antonino di Perti, con una máxima incidencia en la fase T2 (mediados/segunda mitad del siglo
VII dC), indica que se trata de un contenedor cuyo período de máxima difusión debe situarse
entre finales del siglo VI y mediados del siglo VII dC (Murialdo 1996: 224). Este tipo fue
identificado en Cartago en niveles posteriores al 530 dC (Peacock 1984: 133, fig. 41, núm. 84-
6).
Mucha más compleja es la adscripción de uno de los fragmentos localizados a los tipos
Keay 61 o Keay 8A (Fig. 44.9). La presencia de un resalte exterior marcado nos aproximaría al
tipo 61A/D, mientras que la sección netamente redondeada y diferenciada del labio es
característica del tipo 8A. La cronología del tipo 61A/D se sitúa actualmente a partir de finales
del siglo VI/inicios del siglo VII dC, siendo habitual en el siglo VII dC. El tipo 8A, interpretado
por S.J. Keay como una de las variantes tardías del tipo Africano II, es, en realidad, una de las
últimas versiones de las ánforas cilíndricas norteafricanas con una cronología de segunda mitad
del siglo VII dC tanto en San Antonino di Perti (Murialdo 1995: 441) como en Marsella
(Bonifay/Piéri 1995) y Roma (Saguì 1993 y 1995). Un fragmento de borde, engrosado
exteriormente, de sección rectangular, ligeramente exvasado y con resalte externo, es asimilable
a un tipo todavía poco definido al cual se adscriben diversos ejemplares de San Antonino di
Perti (Murialdo 1995: fig. 2.10). Un grupo particular es el constituido por las llamadas ánforas
globulares de fondo umbilicado, al que, con dudas, podrían adscribirse un perfil superior (Fig.
46.3) y un fragmento de borde (Fig. 46.5). Es un grupo todavía escasamente vertebrado que
agrupa bajo un criterio de orden morfológico un modelo específico de ánfora que hace su
aparición en el siglo VII dC.
Por lo que se refiere a las ánforas de origen oriental169, podemos señalar la presencia de
los tipos LRA 1, 2, 4 y 5. Todos ellos en versiones características de los siglos VI y VII dC
(Hayes 1992). Por lo que se refiere a la LRA 1 (Fig. 82.2), están representadas las variantes
tardías (Kellia 164 y tardía), con aristas muy marcadas en el cuerpo. Del ánfora egea LRA 2,
hasta el momento, sólo hemos podido documentar fragmentos de pared que presentan la
característica franja de estrías profundas ligeramente ondulantes. Con relación al área palestina,
los ejemplares del tipo LRA 4B y C (Fig. 86.11) documentados corresponden a las versiones
más tardías, de cuerpo alargado y borde casi vertical, que se difunden entre finales del siglo VI
y durante el VII dC.
91
Los fragmentos adscribibles al tipo LRA 5 (Fig. 86.13-14) presentan características
propias de las variantes que se difunden a partir de finales del siglo VI dC (tipo 8 de Saraçhane,
Hayes 1992) como son la presencia de acrescencias arcillosas en el cuello y borde (similares a
las que se documentan en el tipo LRA 4) y la banda de estrías en los hombros profundamente
marcadas. Desde el punto de vista técnico, y siempre a partir de un análisis meramente
macroscópico, se observan dos tipos de pasta claramente diferenciados. Uno de ellos se
caracteriza por una consistencia arenosa y tonalidades entre beige y anaranjado. El segundo tipo
es macroscópicamente idéntico a la pasta que, de forma mayoritaria, define la LRA 4. Para
finalizar este apartado dedicado a las ánforas orientales, tenemos que señalar la presencia de un
fragmento morfológicamente asimilable al tipo 67 de S.J. Keay (Fig. 76.8), más conocido como
tipo de la cisterna de Samos (Arthur 1990). Mantenemos, sin embargo, cierta prevención en la
adscripción de nuestro fragmento per consideraciones de orden técnico.
170 Para una visión de la problemática general y un estado de la cuestión véase TED'A 1987, así como los distintos
trabajos de J. Serra Vilaró y M.D. del Amo (v. Bibliografía). Los límites de este indefinido sector funerario vendrían
marcados, grosso modo, por el trazado hipotético de la vía Augusta al norte, el cauce del río Francolí al oeste y el
puerto y el barrio portuario al sur (TED'A 1987: Làm. X). El límite oriental podría ponerse en relación con el trazado
hipotético del cierre meridional de la muralla (Aquilué/Dupré 1986).
171 La intensa urbanización de esta zona durante los años 60 y 70 -un período privado de control arqueológico
efectivo- produjo la desaparición de extensos sectores de este espacio suburbial. Sólo en unos pocos casos la
desaparición fue precedida por una mínima documentación que debemos al esfuerzo particular de determinadas
personas. Excavaciones recientes en los pocos espacios que permanecían inalterados (C/ Pere Martell, 15) han puesto
todavía más de manifiesto la magnitud de la pérdida.
172 Datación obtenida, fundamentalmente, a partir de las ánforas y de las pocas evidencias epigráficas conservadas
in situ (RIT 491).
92
Figura 14: Principales concentraciones funerarias identificadas.
93
Hasta el momento parecen perfilarse dos concentraciones principales todavía poco
definidas: la Necrópolis Paleocristiana excavada por J. Serra Vilaró y los numerosos
enterramientos localizados en torno a las calles Pere Martell, Ramón y Cajal, Prat de la Riba y
Alguer. A estas áreas se añaden diversas evidencias funerarias de carácter aparentemente aislado
que de forma puntual se han venido documentando en zonas próximas como, por ejemplo, en la
parcela 31 del PERI-2 y en el número 15 de la calle Pere Martell (M15) (García/Remolà, en
prensa). Viendo el comportamiento de esta última zona, no parece tan claro que la
generalización de la actividad funeraria se haya producido en detrimento de otros usos
(residencial) como se ha venido aceptando de forma generalizada. Áreas funerarias claramente
delimitadas coexisten durante el siglo IV/V dC con domus suburbanas como se observa en la
parcela 31 del PERI-2 (Adserias/Pociña/Remolà, en prensa; García/Remolà, en prensa).
Con este nombre se conoce el área de enterramientos excavada entre 1926 y 1933 por J.
Serra Vilaró en los terrenos destinados a la construcción de la Fábrica de Tabacos175 (Fig. 14).
Una parte de las ánforas recuperadas durante los trabajos de excavación de los más de 2000
enterramientos identificados fue estudiada por S.J. Keay (1984: 21-24, 673-676), de donde
proceden los datos que incluimos en este apartado. Posteriormente, M.D. del Amo propone la
siguiente seriación crono-tipológica de las distintas zonas identificadas (1979: 263-264): área al
norte de la basílica, áreas norte y oeste de la necrópolis (donde se acentúa la densidad de
enterramientos en ánfora y cubierta de tegulae a doble vertiente)176 e interior del recinto
basilical.
173 Las excavaciones de urgencia desarrolladas entre 1994 y 1995 aportaron una amplia secuencia que abarcaba
desde época tardo-republicana hasta un momento avanzado del período tardo-antiguo. La mayor parte de las
evidencias documentadas corresponden a los siglos IV-VI dC. En el siglo IV dC se sitúa la construcción de una villa
suburbana situada al sur del vial que, al menos desde época augustea, sigue el cauce del río Francolí hacia el interior.
A inicios del siglo V dC (TS Africana D Hayes 58B, 59, 61A, 67, 76 y 91A) se erigen los edificios de mayor entidad:
una basílica con atrio, áreas de almacenaje y producción y estructuras de difícil interpretación. La basílica, cuyo
subsuelo estaba densamente ocupado por enterramientos, continúa en uso hasta, por lo menos, el siglo VI dC (López
1997).
174 Únicamente se recogen los hallazgos más significativos donde exista constancia de la presencia de ánforas. Las
denominaciones utilizadas se refieren a los puntos de localización respecto a la trama urbana actual sin ninguna
relación con la vertebración real de las necrópolis de Tarraco, una cuestión que nos es, en gran medida, desconocida
(TED'A 1987, Remolà/Macias 1999).
175 Los resultados de las excavaciones eran periódicamente publicados (Serra 1928, 1929 y 1935) y completados
con síntesis parciales acerca de determinadas cuestiones (Serra 1944 y 1948). Posteriormente, M.D. del Amo realizó
una revisión de la documentación existente (1979, 1981 y 1989).
176 Por tipología funeraria sería equiparable a las áreas de enterramientos de la esquina de las calles Prat de la Riba
y Ramón y Cajal (NEF/5) y del Parc de la Ciutat (NEF/4).
94
La datación es compleja y varía en función de las diversas fuentes utilizadas. Las
inscripciones recuperadas se datan entre los siglos V y VI dC (Amo 1979: 283)177, los mosaicos
se sitúan entre finales del siglo IV y la primera mitad del V dC (Amo 1979: 258), los sarcófagos
corresponden estilísticamente a los siglos III-primera mitad del V dC (Amo 1979: 258-259), las
últimas emisiones monetales no van más allá de inicios del siglo V dC y, finalmente, tanto la TS
Africana estudiada por X. Aquilué (1992: 709-712)178 como las ánforas (Amo 1979: 251; Keay
1984: 24) se adscriben mayoritariamente al siglo IV y la primera mitad del V dC. Únicamente la
basílica tendría una continuidad más allá del siglo V dC, a partir tanto de la secuencia crono-
estratigráfica restituida por M.D. del Amo como de algunos materiales sin un contexto
arqueológico claro179.
La mayor parte de las ánforas estudiadas por S.J. Keay (180 ejemplares de tipología
identificable)180, procede de lo que M.D. del Amo denomina “nivel medio” (mediados del siglo
IV-mediados del V dC)181. El predominio de las ánforas occidentales es abrumador con más del
95% de los ejemplares estimados, de las que aproximadamente el 78% es de origen africano y el
resto sudhispánico (c. 21%). La presencia oriental (LRA 4) es prácticamente irrelevante y el
número de ejemplares de origen no determinado es también reducido. Aproximadamente el 23%
de las ánforas africanas se asimila a los tipos Africano I y II y derivaciones tardías, mientras que
poco más del 34% corresponde al grupo de contenedores cilíndricos de medianas dimensiones y
cerca del 27% al de grandes dimensiones. El 15% restante está formado por ánforas
procedentes, posiblemente, de la Tripolitania (Keay 24).
177 Sólo de una de las inscripciones localizada in situ (RIT 948: Alföldy 1975) puede precisarse la cronología (503
dC).
178 Un 2,55% inicia su producción en un momento posterior a mediados del siglo V dC y sólo el 0,28% puede
datarse con posterioridad a mediados del siglo VI dC. La ausencia de referencias precisas sobre la procedencia de
este material impide determinar su hipotética relación con los banquetes funerarios y el descenso de esta practica a
partir de un momento indeterminado de la primera mitad del siglo V dC (Aquilué 1992: 714). Respecto a este tema,
el estudio de las cerámicas relacionadas con las mensae de la necrópolis de Cornus (Cerdeña) indica un predominio
de las producciones con una cronología entre la segunda mitad del siglo IV y la primera del V dC.
179 A modo de ejemplo podemos citar un fragmento de “Late Roman Unguentarium” con marca (siglos VI-VII dC)
que recientemente tuvimos oportunidad de localizar en los fondos del MNAT procedente de las excavaciones de la
Necrópolis Paleocristiana.
180 Según J. Sánchez Real, el total de ánforas recuperado en las excavaciones de J. Serra Vilaró superaba el millar
(Sánchez 1973: 196). Desconocemos en qué basa esta apreciación.
181 En el cuadro correspondiente se aprecian desviaciones entre la cuantificación reflejada en la tabla V de S.J. Keay
(1984: 612) y los datos que se indican en los apartados dedicados a determinados tipos. Para evitar confusiones
innecesarias utilizamos las cantidades expresadas en el cuadro.
95
TIPO NE TIPO NE TIPO NE TIPO NE
Keay 3 5 Keay 34 1 Keay 59 2 Keay 22 1
Keay Sim. 3 14 Keay 35 7 Keay 77 2 Keay 23 8
Keay 4 7 Keay 36 1 Keay 90 1 Keay 23bis 1
Keay 5bis 1 Keay 37 2 Keay 1 2 Keay 30bis 1
Keay 6 3 Keay 38 2 Keay 10 1 Keay 78 1
Keay 7 1 Keay 39 1 Keay 11 1 Keay 68 1
Keay 25 29 Keay 42 8 Keay 24 16 Keay 91 1
Keay 27 15 Keay 43 2 Keay 13 4 LRA 4 2
Keay 28 1 Keay 44 1 Keay 14 1 Keay 47 2
Keay 29 1 Keay 45 1 Keay 17 1 Keay 49 1
Keay 30 1 Keay 46 1 Keay 19 10 Keay 76 1
Keay 31 1 Keay 50 1 Keay 19C 7 Keay 84 1
Keay 32 1 Keay 51 1 Keay 20 1 Keay 88 1
Cuadro 72. NEF/1 (a partir de Keay 1984: 612-613).
182 M.D. del Amo manifiesta que “…, puede apuntarse que la Necrópolis de Pere Martell podría corresponder a la
primera fase de la Necrópolis de S. Fructuoso, que en su mayor parte es más tardía, dada la poca distancia que las
separa, aunque, al parecer, entre ambas existe una zona en la que no hay indicios de enterramiento.” (1973: 171).
183 Realizada entre los meses de marzo y abril de 1998 por CODEX y dirigida por M. García.
96
Sobre los escasos restos conservados del pavimento se apreciaban los coronamientos en
opus signinum que indicaban la presencia de sepulturas en el subsuelo. La parte posterior del
solar limita con el “Parc de la Ciutat”, un parque público en el que ya se habían localizado
distintas evidencias funerarias y residenciales de época antigua (NEF/4)184.
Ya en época medieval, esta zona quedaba definida por la acequia mayor (“Rec Major”),
que cruzaba la calle Pere Martell a la altura del número 7185, y el santuario de Santa Maria
Magdalena de Bell-lloc, destruido, como otros santuarios extraurbanos de la ciudad, en el
segundo cuarto del siglo XVII (“Guerra dels Segadors”). La ubicación concreta ha sido una
incógnita hasta el hallazgo, precisamente en el número 15 de la calle Pere Martell, de cinco
pilares y una área de enterramientos de época medieval/moderna que interpretamos como parte
del santuario de Santa Maria Magdalena de Bell-lloc (García/Remola, en prensa)186.
A esta zona se refieren las noticias recogidas por J. Sánchez Real (1973) sobre el
hallazgo, entre finales del siglo XIX y los años 50 de este siglo, de diversos enterramientos de
época romana (Fig. 14). Sólo una pequeña parte pudo ser mínimamente documentada187.
Concretamente nos referimos a un conjunto de enterramientos seccionados por una máquina
retro-excavadora durante la excavación de las cimentaciones del edificio proyectado en el
número 5 de la calle Alguer188. La cronología propuesta por J. Sánchez Real, sobre la base del
repertorio anfórico, se sitúa entre los siglos II y IV dC. Sin embargo, una revisión de los
ejemplares publicados permite situar estos enterramientos entre la segunda mitad del siglo IV y
la primera del V dC. Además de los enterramientos se documentaron diversas estructuras
precedentes que, sin duda, formaban parte de la densa trama suburbana detectada en otros
puntos cercanos189.
184 En el sector 3, el más próximo al número 15, fue posible identificar dos recintos funerarios de características
similares. Un recinto funerario similar, en un relativo buen estado de conservación, se ha localizado recientemente en
el PERI-2/parcelas 31-32.
185 Agradecemos a R. Gabriel esta información.
186 Una discusión sobre las distintas propuestas de localización puede encontrarse en TED’A 1987: 24-26). Hasta
este momento, la hipótesis más aceptada situaba el santuario cerca de la Necrópolis Paleocristiana.
187 Entre ellas una que se refiere a un posible tramo de vía localizado en las rasas de cimentación de la fachada de
los edificios 3-7 de la calle Mallorca (Sánchez 1973: 180).
188 Otros enterramientos, ninguno de ellos en ánfora, fueron identificados durante los trabajos de construcción del
edificio de los números 3-7 de la calle Mallorca (Sánchez 1973: 178-187).
189 Números 11-13, 4 (Sánchez 1973: 203-205) y 9 (CODEX 1994) de la calle Alguer y entre la calle Jaume I y la
plaza de toros (Sánchez 1973: 204-207).
97
Nueve de las ánforas aparecidas procedentes de esta zona fueron estudiadas por S.J.
Keay (1984: 25-26) sin que podamos identificar las que proceden concretamente de este solar.
A partir de los dibujos publicados por J. Sánchez Real se constata la presencia de los tipos Keay
35A (¿?) (un ejemplar), 41 (2), 19 (1) y 4 (3), una asociación que sitúa estos enterramientos
entre los siglos IV y V dC.
190 Realizada por CODEX en el mes de octubre de 1998. Para más información véase CODEX 1998b.
191 Respecto a la clasificación tipológica propuesta en TED’A 1987, se debería reconsiderar la clasificación del
ánfora del enterramiento 26 dentro del tipo 62, así como la tipología de las ánforas de los enterramientos 27 (más
próxima al tipo 39 que al 25B) y 52 (la adscripción al tipo LRA 1 debería calificarse de muy dudosa).
98
PARTE NE (%) DIÓCESIS NE (%)
TIPO NE
Occidente 63 (98,43) Africa 57 (89,06)
Keay Sim. 3B 4
Oriente 1 (1,56) Hispania 6 (9,37)
Keay 4 6
TOTAL 64 Oriens 1 (1,56)
Keay 6 1
Keay 25 3
Keay 27 2
Keay 35 2
Keay 39 1
Keay 24 2
AFR/IND 36
Keay 19 4
Keay 23 2
¿LRA 1? 1
Cuadro 76. NEF/4 (a partir de TED'A 1987).
En 1993 se llevó a cabo una excavación de urgencia en el patio interior del edificio que
ocupa la esquina de las calles Prat de la Riba y Ramón y Cajal192 (Fig. 14). Los responsables de
la excavación han datado esta área de enterramientos entre finales del siglo III/inicios del IV y
mediados del siglo V dC. Los 220 enterramientos excavados, orientados mayoritariamente NE-
SW (87,27%) con la cabeza mirando al este y ordenados en hileras paralelas orientadas NW-SE,
se extendían por una superficie aproximada de 1200 m2. La separación entre las distintas hileras
facilitaba la circulación interna.
192 Dirigida per A. Vilaseca y G. Foguet. Un primer avance de los resultados fue publicado en Foguet/Vilaseca
1995. Se observaran algunas discrepancias entre los datos publicados por estos autores y los que presentamos aquí,
fruto de una ulterior revisión de los materiales.
99
TIPO DE ENTERRAMIENTO NUM (%)
Contenedor anfórico 169 (76,81)
Cubierta de tegulae a doble vertiente 32 (14,54)
Cubierta mixta ánforas/tegulae 8 (3,63)
Caja de losas 3 (1,36)
Ataúd de madera 1 (0,45)
Cubierta de tegulae horizontales 1 (0,45)
Indeterminado 6 (2,72)
TOTAL 220
Cuadro 78. NEF/5 (a partir de Foguet/Vilaseca 1995).
100
TUMBA ÁNFORA 1 ÁNFORA 2 ÁNFORA 3 ÁNFORA 4 ÁNFORA 5
4 ¿Keay Sim. 3A? ¿Keay 19C? AFR AFR
6 Keay 35B Keay 24 IND
12 Keay 35B NEF/5-12.2
16 Keay 27 ¿Keay 25G?
18 ¿Keay Sim. 3A? Keay 4 ¿Keay 25?
19 Keay 19A-B Keay 36
21 Keay 25B ¿Keay 24? AFR
25 Keay 4 Keay 24 Keay 22
42 ¿Keay 25? NEF/5-42.3? AFR
47 Keay 4 Keay 25B
82 Keay 4 ¿Keay 4? ¿Keay 27? ¿Keay 13A?
91 ¿Keay 4? ¿Keay 25Q?
94 Keay 4 Keay 27
95 Keay 4 ¿Keay 25B? Keay 27 Keay 35B Keay 36
96 Keay 24 ¿Keay 4? AFR
97 ¿Keay 5bis? Keay 35B
101A Keay 4 Keay 36 Keay 24
101B Keay 19A-B NEF/5-42.3
110 Keay 25Q Keay 25Q ¿Keay 25X?
111 Keay 4 Keay 24
115 ¿Keay 4? Keay 4 AFR IND
116 ¿Keay 4? Keay 35B
122 Keay 35B ¿Keay 43?
123 Keay 25P Keay 68
134 Keay 36 Keay 13A
141 Keay 4 Keay 27
145 ¿Keay 11? Keay 24
146 Keay 35B ¿Keay 11?
152 ¿Keay 25Y? ¿Keay 24?
154 ¿Keay 4? Keay 24 AFR
156 Keay 19A-B Keay 9
161 Keay 36 Keay 24
168 ¿Keay 4? ¿Keay 5bis?
177 ¿Keay 4? Keay 24
179 ¿Keay 5bis? Keay 36 ¿Keay 19C?
183 ¿Keay 25B? Keay 24
184 ¿Keay 4? Keay 23
185 Keay 22 Keay 30bis AFR
186 ¿Keay 4? Keay 24
189 ¿Keay 4? Keay 25A
195 Keay 27 ¿Keay 24?
197 ¿Keay 25C? ¿Keay 19C?
198 Keay 23 NEF/5-198.1
214 Keay 4 ¿Keay 5bis? ¿Keay 68?
216 ¿Tripolitana I? ¿Keay 9?
225 ¿Keay 5bis? Keay 41
228 ¿Tripolitana I? ¿Keay 4?
230 Keay 35B Keay 23
Cuadro 81. NEF/5, asociación de ánforas en una misma tumba (a partir de TED'A 1987).
101
I.3.29. SECTOR SEPTENTRIONAL EXTRAMUROS: NECRÓPOLIS SEPTENTRIONAL
(NES)
I.3.29.1. NES/1
193 La mayor parte de las intervenciones han sido realizadas por CODEX Los resultados han sido objeto de diversas
publicaciones preliminares donde puede hallarse una descripción más amplia (Benet et alii 1992, Remolà et alii 1994
y Macias/Remolà 1995).
194 Este paso natural circunda Tarraco por el interior y diversos autores han planteado una hipotética relación con el
trazado de la via Herculea (Arbeloa 1987: 158; TED'A 1989c: 125-126).
195 En 1995 se localizaron, en excavaciones de urgencia realizadas por CODEX (dirigidas por E. Ramón) en la calle
Sant Auguri, 9 (AUG), un mausoleo y diversos enterramientos (Adserias et alii, en prensa).
196 La cronología inicial se basa, fundamentalmente, en los materiales localizados en un pequeño depósito funerario
del que formaban parte un plato en TS Africana A2 de la forma Hayes 14B, tres tazas de cerámica común africana
(tipo Hayes 131) y tres lucernas de las formas Deneuve VII y VIII (Benet et alii 1992: 79). Los enterramientos
aparentemente más antiguos presentan orientaciones predominantes W-E con la cabeza al Oeste.
197 Dos de los ejemplares clasificados en el tipo Keay 4 (Fig. 19.4 y 7) presentan incisiones ante cocturam: un
posible elemento vegetal estilizado y el numeral “VI”. Manacorda publica dos marcas lejanamente similares (O y P)
en ánforas africanas (1977: 206-211).
102
PARTE NE (%) DIÓCESIS NE (%) PROVINCIA NE TIPO NE
Occidente 30 (69,76) Africa 25 (58,13) AFR/BYZ-ZEU 11 Keay 4 4
Oriente 1 (2,32) Hispania 5 (11,62) AFR/TRI 1 Keay 5 1
Indeterm. 12 (27,90) Oriens 1 (2,32) AFR/IND 13 ¿Keay 25? 1
TOTAL 43 Indeterm. 12 (27,90) HIS/BAE-LUS 5 Keay 25C 1
ORI/PAL 1 Keay 27 1
IND 12 ¿Keay 25B? 2
Keay 41 1
¿Tripolitana I? 1
AFR/IND 13
Keay 23 1
HIS/IND 4
LRA 4 1
NES/1-17 1
IND 11
Cuadro 83. NES/1.
I.3.29.2. NES/2
103
II. ÁNFORAS TARDO-ANTIGUAS
A pesar de todo, hemos considerado conveniente aplicar este sistema de ordenación con
el fin de racionalizar la comparación entre zonas productivas diversas. Cuando se valora, por
ejemplo, la incidencia relativa de las ánforas africanas y orientales en un determinado contexto
se está estableciendo una comparación entre una de las diócesis occidentales productoras de
ánforas y la totalidad de las áreas productoras de la pars oriental del Imperio. Aunque pudiera
parecerlo, no creo que se trate, dada la naturaleza de los datos, de una mera cuestión
terminológica.
198 Destacamos los trabajos desarrollados en Roma, Nápoles, Marsella, San Antonino di Perti y Cartago por lo que
se refiere a la parte occidental del Mediterráneo.
104
II.1. Occidente: Africa (Figs. 15-53)
Esta trayectoria política subyace de forma más o menos manifiesta en las diversas
propuestas de periodización tipológica de las ánforas de esta procedencia. Aunque algunos
expresan de forma clara una posible relación entre la formación del Reino vándalo y cambios
tipológicos en los contenedores (Freed 1995: 179), la posición mayoritaria se inclina por
considerar una eventual relación indirecta basada en una también hipotética reorganización de la
producción agrícola que comportaría una traslación de los centros de elaboración de ánforas199.
No es este ni el lugar ni el momento de entrar a dilucidar cuestiones que por su propia
naturaleza deben resolverse desde las áreas productivas.
199 A esta conclusión parecen conducir los resultados de las prospecciones realizadas en la región del Sahel (Túnez
central) donde se aprecia una tendencia a la concentración de los centros productores de ánforas en el interior
(Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989 y 1990): “…at some time in the first half of the 5th century ceramic production
underwent a radical change and the potteries around the towns [ubicadas en la franja costera] were replaced with
potteries on rural estates away from the coast.” (Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989: 200).
200 Fabric 1 (Keay 1984: 447-448): Color normalmente entre rojo oscuro y rojo morado, bastante dura y en las
fracturas se aprecia una tendencia a la laminación. “Composition and inclusions (frequency/rounding): 1) Opaque
grey to transparent quartz crystalls (Up to 0,25 mm crystalls were quite common/rounded, although occasionally
subangular); 2) Opaque orange quartz crystalls (rather less common/rounded); 3) Small white cavities or lime
reaction rings (the occasional appearance in most varieties of the fabric); 4) Small clay pellets (rare); 5) Specks of
muscovite mica (rare/rounded).”. Véase también la descripción del grupo 2.1/Cartago-Nabeul (Peacock 1984a: 14-
16, Fulford/Peacock 1994: 44). La fabric 2.2 se diferencia de la anterior en el color: “…is usually red, orange-red or
buff (10YR 6/6, 10Y/R 7/4 or 2.5YR 5/6)”; y en la presencia de un revestimiento exterior de color blanquecino: “The
white skin, too thin to be a slip, (…) recent work has shown that a red-firing clay containing lime can be given a
white skin by using salt or sea-water in the preparation.”. A partir del análisis petrográfico de nueve fragmentos
procedentes de Cartago, J. Freed relaciona, por orden de frecuencia, las inclusiones más habituales (1995: 165):
Glassy quartz grains (desert sand?), white limestone, red and black iron ore, grog (from reused ceramics), mica
(extremely rare, “If mica is present in any significant quantity, the fabric is not North African”).
201 Fabric 3 (Keay 1984: 450): Frecuentemente presenta un color rojo/rosado, dura y una fractura similar a la fabric
1. “Composition and inclusions (frequency/rounding): 1) Opaque grey to transparent quartz crystalls
(frequent/rounded); 2) Opaque orangey quartz crystals (moderate/rounded); 3) Fragments of calcite (rare/angular);
4) White/yellow lime fragments and limestone reaction rims (extremely common); 5) Lesser black minerals including
ironstone (rare/subangular); 6) Lesser minerals (rare/subangular).”. Véase también la descripción del grupo 2.6
(Peacock 1984a: 17-18, Peacock/Williams 1986: 154, Fulford/Peacock 1994: 44).
202 Concretamente en la zona costera del Sahel, costa meridional del Sebkhet Sidi El Hani, zona interior del Sahel
(Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1990), región de Ksour Essaf y zona de Leptis Minor (Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg
1989).
105
• Túnez septentrional
HRI 2: a unos 300 metros del anterior. Se localizaron fragmentos de los tipos Africano
IA (45,2%, Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989: fig. 14.1), Keay 5 (8,8%, 1989: fig.
14.3-5; marcas CM y CAF), 6 (4,2%, 1989: fig. 14.7) y “59” (3,8%, 1989: fig. 14.9
y 11).
Aioune ech Chekaf: La mayor parte de los fragmentos son adscribibles al tipo Keay
7/25B (Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1990: fig. 3.1 y 7). Se documentaron, también,
ejemplares clasificables, con dudas, dentro de los tipos Africano IIA, ¿Keay 35A?,
62A, 62B, 62D, 62G, 62N, 62Q, ¿57B? y 61C. Aunque la cronología se sitúa entre
los siglos III y IV dC, la presencia de los tipos 35, 57, 61 y 62 extiende la datación
final hasta los siglos V-VI dC.
Henchir Mbarek: A dos kilómetros al oeste de Aioune ech Chekaf (finales del siglo III-
mediados del V dC). Predominan los fragmentos asimilables al tipo Keay 7/25B.
106
También están presentes los tipos Africano IIA (Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1990:
fig. 3.10), Keay 25 var. (1990: fig. 3.13) y 40 (1990: fig. 3.9 y 11).
Tarfayat: A cinco kilómetros al suroeste de Aioune ech Chekaf y a dos de la costa del
Sebkhet (finales del siglo III-mediados del V dC). Predominan los fragmentos
relacionados con el tipo Keay 7/25B (Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1990).
Leptis Minor: Al noroeste del actual pueblo de Lamta. Posibles centros productores en
Dahar Slima (tipos Africano IA y IID; marcas LEPMI, BSCD, HONOR, SECVN,
SVP, MARI), la necrópolis púnica (tipos Africano IA y IID) y en torno al anfiteatro
(fallos de horno no identificados) (Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989).
Henchir ech Chekaf: A tres kilómetros de Ksour Essaf, al sur de la carretera de El Djem,
se localiza una concentración de fragmentos de ánfora y fallos de horno en una área
de aproximadamente 400 m2 (segunda mitad del siglo V-¿inicios del VII dC?).
Dividido por los responsables de la prospección en dos áreas, en la primera se
localizaron fragmentos de TS Africana D (formas Hayes 99, 10 y 105) junto a
ánforas Keay 62A (53,3%, Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989: fig. 7.1-3), ¿62O?
(6,5%, Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989: fig. 7.5) y ¿57B? (11,2%, 1989: fig. 7.4).
En el área 2 se recuperó TS Africana D (entre otras, las formas Hayes 99 y 106) y
ánforas Keay 62A (38,9%, Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989), ¿62O? (18,8%) y
¿57B? (18,5%).
Ras Aïed: Concentración de fragmentos cerámicos y fallos de horno en una área de 150
metros. Destaca la presencia de TS Africana D Hayes 99 y 106 (segunda mitad del
siglo V-¿inicios del VII dC?) y ánforas de los tipos Keay 62A (58,2%,
Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989: fig. 9.1-2), 62D (5,5%, 1989: fig. 9.4) y ¿62G?
(4,9%, 1989: fig. 9.5).
203 Los fragmentos recuperados en este centro productivo y en los de Chtiouine, Ras Aïed y Henchir ech Chekaf
presentan una pasta diversa de la que, generalmente, caracteriza las producciones de Túnez central. Esta
circunstancia se ha relacionado con una cronología más tardía de estos centros productores: “…a fabric which is red
in colour (2.5 YR 6/6) sometimes with a white outer surface. It appears to be much finer and lacks the caracteristic
white specks. Under the microscope it is distintive with a scatter of rounded or subrounded grains of quartz and very
rare limestone, up to about 0,5 mm across, set in a groundmass of clay with much finer quartz (c. 0,1 mm). As will be
argued below, these sites are significantly later than the others.” (Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989: 182).
107
Bir Abbad: Concentración de fragmentos cerámicos en una extensión aproximada de 30
metros (siglos II-III dC). Destaca la presencia de ánforas del tipo Keay 4 (23,9%,
1989: fig. 11.2-3) y Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989: fig. 11.1 y 4 (63,2%;
Peacock/Bejaoui/ Ben Lazreg 1989).
Para los siglos IV y V dC existen, también, otras áreas productoras africanas detectadas
en Tarraco. Además de la Mauritania Caesariensis, origen del tipo Keay 1 (Mauritana 30),
cuya presencia en contextos de siglo IV-inicios del V dC es escasa pero constante204, contamos
con, posiblemente, los últimos contenedores tripolitanos hasta el momento identificados. Nos
referimos al tipo Keay 24, para el que su tipificador proponía “…a north African origen is
probable (excluding Libya and Tunisia).” (Keay 1984: 184). Aunque no disponemos de
argumentos concluyentes, pensamos que es el continuador de los contenedores tripolitanos
“clásicos” (I, II y III) entre un momento avanzado del siglo IV y el V dC.
204 No incluimos el tipo Keay 1 en este trabajo, aunque está presente en algunos de los contextos analizados
correspondientes al siglo IV dC (APO y GAS/2).
108
Figura 15: Principales tipos africanos, Keay 3 (1), 7 (2), 25B (3), 25G (4), 26F (5), 27B (6), 35B
(7) y 36B (8).
Figura 16: Principales tipos africanos, Keay 41 (1), 55A (2), 61A (3), 62A (4), 1B (5), 26G (6)
y 24A (7).
109
II.1.1. Africana I/Keay 3 (Figs. 15.1 y 17.1-9)
El área de origen se sitúa en Túnez central y septentrional (¿?), con centros productores
identificados en la región del Sahel, Túnez central (Byzacena), como se desprende de los
topónimos (Leptis Minor, Hadrumentum, Thaenae,…) hallados en marcas de los tipos Keay 3A
y B (Keay 1984: 108; Peacock 1986) y de las prospecciones realizadas en Salakta, Acholla,
Leptis Minor, HR1 y 2, El Mokaïda y otros puntos del Sahel (Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg
1989 y 1990). La localización de fragmentos de este tipo en los alrededores del centro productor
de Ariana se ha aducido como argumento a favor de una extensión hacia el norte de la área de
producción (Panella 1982: 174).
110
Figura 17: Keay sim. 3A (1-3) y 3B (4-9) y 4 (10).
111
II.1.2. Africana II/Keay 4, 5, 5bis, 6 y 7 (Fig. 17.10-25)
Incluimos en este apartado lo que podríamos considerar las versiones más tardías del
tipo Africano II. Prescindiendo de los ejemplares procedentes de áreas de enterramiento, de
difícil acotación cronológica, los fragmentos recuperados en contextos datables dentro del siglo
V dC son tan escasos que su presencia parece responder a fenómenos de residualidad. Se trata
en todos los casos de ejemplares que comparten características morfológicas de los tipos 6 y 7
de S.J. Keay.
Es un contenedor de cuerpo cilíndrico con una altura media en torno al metro (98/117
cm), un diámetro máximo entre 33 y 39 cm y una capacidad aproximada de 56-68 litros. La
relación entre la tara (17,2-19,5 kilos) y el peso neto es de 1:3,5 (Zevi/Tchernia 1969: 177). El
cuello es normalmente troncocónico, las asas “a nastro con profilo ad orechia” y fondo
culminado por un pivote apuntado y macizo. El borde varía en función de cada tipo o variante.
211 Existe un paralelo similar procedente del mausoleo B de Sabratha (Panella 1972: 98, fig. 64).
112
Las marcas referidas a topónimos como Leptis Minor, Hadrumentum, Sullecthum y,
probablemente, Thenae y Neapolis (Zevi/Tchernia 1969, Manacorda 1977: 194, Panella 1982:
175, Keay 1984: 122-123) y la referencia a fragmentos vitrificados hallados en Thaenae, junto a
los tipos Africano I y Keay 25 (Panella 1973: 579), señalan Túnez central (Byzacena) como el
área principal de producción212. Más recientemente, se ha constatado la presencia del tipo 5 en
los centros productores de HRI 2 y Acholla (zona costera) y Henchir el Guellal (interior). El
tipo 4 se relaciona con el taller de Bir Abbad (interior) y el tipo 6 ha sido documentado en HRI
2. Ejemplares del tipo Africano II se constatan también en Salakta y Leptis Minor (zona
costera). Fragmentos de clasificación dudosa (¿Keay 7/25B?) fueron producidos en Aioune ech
Chekaf, Henchir Mbarek y Tarfayat (costa) (Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989 y 1990).
Técnicamente, estos tipos se documentan en las fabrics 1 y 4 de S.J. Keay, en especial en la
primera de ellas.
Documentado en Ostia en un estrato de finales del siglo II/inicios del III dC, el tipo
Africano II mantiene su presencia durante los siglos III y IV dC, con una especial incidencia en
los niveles de segundo cuarto del siglo III dC (Panella 1973: 584). En Tarraco, los tipos 5, 6 y,
especialmente, 7 están presentes en contextos de finales del siglo III/primera mitad del IV dC
(APO) y segunda mitad del IV dC (GAS/2). En Cartago, fragmentos correspondientes a las
versiones más tardías están presentes en contextos de segunda mitad del siglo IV y primera
mitad del V dC (CAR/1) (Panella 1982: 181). La continuidad del tipo 4 (Africana IIA) durante
el siglo IV y parte del V dC, puesta en duda por D. Manacorda (1977: 161), parece posible si
consideramos su coexistencia en un mismo enterramiento junto a los tipos Keay 25, 27, 35 y 36
(NEF/5-47, NEF/5-91, NEF/5-91 y NEF/4-42). Esta apreciación puede hacerse extensible a los
tipos Keay 5bis (¿?) y 6 (asociado al tipo 35B, NEF/4-28). En los vertederos de mediados del
siglo V dC localizados en la parte alta, la presencia de los tipos 6 y 7 (la versión más tardía,
según Peacock/Williams 1986: 155) es muy escasa y no sabemos hasta que punto puede
responder a fenómenos de residualidad.
212 La posible producción en Neapolis indicaría una extensión hacia Túnez septentrional.
213 En el pecio Planier 7 (Marsella) (Panella 1982: 176, S.J. Keay 1984: 123). Recientemente, la muestra se ha
incrementado con la recuperación de 13 ejemplares en el pecio Cabrera III con evidencias de revestimiento resinoso
interno (Cabrera III 1992: 143); dos ejemplares contenían una gran cantidad de huesos de oliva y otro, recuperado en
1979, conservaba restos de espinas de pescado. En el pecio Plemmirio B (Siracusa, 200-250 dC), el 80% del
cargamento (aproximadamente 200 ánforas) correspondía al tipo Africano IIA (Keay 5) que presentaban “…internal
resinous linings, and so may have contained a fish product rather than olive oil.” (Gibbins/Parker 1986: 267).
214 Esta diversidad de indicios era, para C. Panella, una posible muestra de especialización tipológica: “E possibile
ad esempio che ciascuno dei quattro tipi individuati trasportasse una merce diversa.” (Panella 1982: 176).
113
Figura 18: Keay 4.
114
II.1.3. Keay 8B
S.J. Keay organiza este complejo grupo en un tipo (25) dividido en cuatro subtipos y 31
variantes. El tipo 27 fue individualizado215, a pesar de no mostrar un margen de variabilidad
morfológica superior al de algunos subtipos y variantes del tipo 25. El número 26 se reservó
para un heterogéneo grupo de contenedores cilíndricos de pequeñas dimensiones. Incluimos en
este apartado la variante 26F que, a pesar de sus menores dimensiones, tiene una notable
relación morfológica y cronológica con algunas variantes del tipo 25. Es un contenedor de
cuerpo cilíndrico, frecuentemente apuntado, cuello diferenciado cilíndrico o troncocónico y asas
de sección y disposición variables. La diversidad morfológica del perfil superior ha sido el
principal criterio de ordenación tipológica (Manacorda 1977, Keay 1984). Para simplificar la
compleja diversidad tipológica y adaptarla a los resultados obtenidos hemos optado por
proponer una asimilación entre distintos tipos y variantes216:
215 Para M. Bonifay y D. Piéri, el tipo 27 debe adscribirse, junto al tipo 36, dentro de su “première génération
d'amphores cylindriques de grande dimension”. Aunque, en general, la altura y diámetro máximo de los ejemplares
que conocemos (Keay 1984: fig. 26) son ligeramente superiores a los del tipo 25, incluimos el tipo 27 en este
apartado por su morfología general (forma cilíndrica alargada) y proximidad cronológica.
216 Se excluyen las variantes no constatadas en este trabajo y aquellas definidas a partir de una muestra
excesivamente reducida. J. Freed propone una reorganización del tipo 25 en dos grandes grupos, formados cada uno
de ellos por nueve variantes, en función de la disposición del borde. En el grupo A, la unión entre el borde y el cuello
está marcada por una inflexión hacia el exterior (“a corolla”), mientras que en el grupo B el cuello “…flows directly
into the rim.” (Freed 1995: 181-182).
115
• Keay 25B (Subtipo 1, variante A/Subtipo 1, variante B (Ostia IV: figs. 138-
141)/Subtipo 2, variante D/Keay 27, variante A). Borde definido por un ligero
exvasamiento del cuello. Las asas se unen al cuello, por debajo del borde, y a los
hombros. La similitud con algunos fragmentos del tipo 7, indicio de una estrecha
relación entre ambos (Keay 1984: fig. 46.8-10), dificulta, en algunos casos, la
atribución a uno u otro tipo217. La morfología del borde es similar a la del tipo
Keay 39, un contenedor cilíndrico de grandes dimensiones (Figs. 26-27 y 35.1).
• Keay 25G (Subtipo 2, variante G219 (Ostia IV, figs. 147-148, “labbro pendulo a
corolla”)/Subtipo 2, variante H/Subtipo 2, variante I/Subtipo 3, variante J). Máxima
proyección del borde hacia el exterior. El principal criterio de distinción entre las
variantes C y G es, pues, el grado de inflexión del borde. Un criterio que, en
ejemplares muy fragmentarios, es de difícil aplicación (Figs. 28.7-8 y 29.1-3).
217 Una dificultad admitida por el propio S.J. Keay. En algunos casos se ha optado por clasificar determinados
fragmentos como Keay 7/25B.
218 Un ejemplar de esta variante localizado en el pecio Dramont E mide 116 cm de altura con un diámetro máximo
de 19,3 cm (9,5 Kg de peso y una capacidad máxima de 12,5 l). Otro ejemplar tiene una altura de 103,7 y un
diámetro máximo de 19,4 cm (8,1 Kg y 11,6 l) (Santamaria 1995: 50). Este mismo autor sitúa el diámetro máximo de
los contenedores cilíndricos de medianas dimensiones entre 18,2 y 19,6 cm (Santamaria 1995: 49).
219 Exceptuando uno de los fragmentos publicados por S.J. Keay (1994: fig. 80.2), que parece más próximo al tipo
25X.
116
• Keay 26F. Como ya decíamos, con esta denominación nos referimos
exclusivamente a un grupo de contenedores morfológicamente similares a las
variantes C y G del tipo 25 pero de dimensiones menores220. La distinción se hace,
en ejemplares muy fragmentarios, muy compleja221. Se conoce un ejemplar de
Canosa con la fórmula ΧΜΓ pintada en el cuello (Volpe 1985: 216) y otro con
trazos de pintura recuperado en las excavaciones del Palatino de Roma (Pensabene
1981: fig. 28.50) (Figs. 31.1-7 y 35.4-8).
• Keay 27. Borde formado por una ligera inflexión de las paredes del cuello que
culmina en un moderado engrosamiento222. La característica más destacada de este
tipo o variante es la posición de las asas arrancando directamente del extremo
superior del borde (variante 27B) (Figs. 31.8-9 y 32-34.1-4). Sólo un fragmento
puede ser clasificado dentro de la variante 27A (Fig. 34.5).
220 “Type XXVI represents a range of containers sharing the fabric and morphology of certain varieties of Type
XXV amphorae, but which are consistently smaller” (Keay 1984: 212). Los ejemplares del pecio Dramont E se han
dividido en dos series: una de reducido tamaño (altura: 81,9-84 cm; diámetro máximo: 13-13,8 cm; peso: 3,3-3,85
Kg; volumen: 3,25-3,85 l) y otra de mayores dimensiones (diámetro máximo entre 17 y 17,8 cm) (Santamaria 1995:
54-55).
221 El cargamento del pecio Dramont E muestra claramente la diversidad de módulos de capacidad que comparten
una solución morfológica similar (Joncheray 1975: Planche II).
222 El ejemplar M15-1 tiene una altura de 119,5 cm y un diámetro máximo de 19,7 cm. Otro ejemplar, publicado por
S.J. Keay tiene una altura máxima de 115 cm y un diámetro de 29,1 cm (Keay 1984: 470).
117
Respecto al contenido, los datos son escasos: conservas de pescado223, productos
distintos al aceite, olivas o derivados del fruto224. Un perfil inferior del tipo 26F localizado en el
vertedero de Vila-roma contenía restos de sardina Pilchardus (Morales/Roselló 1989) (Fig.
35.4). A pesar de estas evidencias puntuales, el argumento del potencial productivo del área de
origen sugiere el aceite como contenido más habitual de este grupo (Panella 1982: 178, Keay
1984: 193).
El momento álgido de la producción del tipo Keay 25 puede situarse entre mediados del
siglo IV y mediados del siglo V dC. La variante 25B, la más próxima morfológicamente al tipo
Africano IID (Keay 7), parece ser una de las primeras versiones mientras que las variantes de
borde exvasado (“a corolla”) (Keay 25G), ya documentadas a finales del siglo IV/inicios del V
dC en Roma (ROM/2, 375-425 dC), parecen adquirir una posición de predominio a mediados
del siglo V dC. En Marsella, la única variante documentada en contextos de mediados del siglo
V dC es la Keay 25G (Bonifay/Piéri 1995: 95). El cargamento del pecio Dramont E, datado en
el segundo cuarto del siglo V dC225, estaba formado por ejemplares de los tipos 25C/G, 26F y
35A-B.
El tipo 26F está presente en un contexto ostiense de finales del siglo IV/inicios del V dC
(OST/1) (Panella 1982: 180) y en depósitos de inicios del siglo V dC de Arles (Bonifay/Piéri
1995: 97). En Marsella, donde se observa una tendencia a la disminución gradual del tamaño y a
la simplificación del borde a lo largo del siglo V dC, está especialmente bien representado en
contextos de mediados del siglo V dC (Bonifay/Piéri 1995: 97).
El tipo 27 está presente en áreas de enterramiento datadas, grosso modo, entre el siglo
IV y mediados del V dC, niveles de finales del siglo IV/inicios del V dC (PMA) y en vertederos
de mediados y segunda mitad del siglo V dC (VIL/2, STE/1, TRI). Una cronología coincidente
con la obtenida en Marsella, donde este tipo se data a mediados del siglo V dC (Bonifay/Piéri
1995: 98). Su presencia en contextos del siglo VI dC puede considerarse residual (AUD/2).
223 Ejemplar de la variante 25B con restos de espinas y crustáceos en el pecio de La Pointe de la Luque (Liou 1973:
579).
224 “La quasi totalité des spatheia [26F] de petit et grand modèles, les deux amphores Keay XXV et les fonds
appartenant à l’un ou l’autre de ces types d’amphores renfermaient encore, au moment de leur découverte, des
noyaux d’olives.” (Santamaria 1995: 122). Ejemplares de Marsella y otros puntos del litoral francés presentan
revestimiento resinoso interior (Bonifay/Piéri 1995: 95-97).
225 Las monedas más recientes se datan, con certeza, entre el 406 y el 409 dC, aunque es posible que existan
emisiones posteriores (413-424 dC y 425-455 dC). Se han recuperado, también, TS Africana D de las formas Hayes
50B, 61B, 64 y 65 y ánforas de los tipos Keay 39, 23 y 52 y LRA 4 (Santamaria 1995: 79-97 y 113-116).
226 Como procedentes de la torre de l’Audiència (AUD/2, básicamente siglo VI dC), S.J. Keay publica un único
ejemplar adscribible a su tipo 26F (Keay 1984: fig. 90.11), el resto podría asimilarse de forma genérica al tipo 26G y
similares.
118
Figura 26: Keay 25B.
119
II.1.5. Keay 26G/spatheia de reducidas dimensiones (Figs. 16.6 y 46.1-2)
227 Una altura media en torno a los 40 cm y un diámetro máximo de 10 cm (Scorpan 1977: 282, Panella 1982: 179,
Arthur/Peduto 1986, Pergola/Vismara 1989: 81).
228 Otras denominaciones aplicadas a estos contenedores: “spatheia di piccole dimensioni”, “spatheia tardifs de très
petite dimension”, etc.
229 Sería asimilable a la variante G de S.J. Keay, especialmente a los fragmentos ilustrados en su figura 90.15-17
(1984).
230 “Una valutazione minero-petrografica condotta su 26 frammenti siginificativi rinvenuti a S. Antonino, ad
impasto ferrico o più o meno carbonatico, ha confermato la provinienza nordafricana di tutti i campioni.” (Antonino
1992: 310). Tres muestras de la domus de Gaudentius corresponden al grupo I, caracterizado por la presencia de
“quarzo eolico con piccoli calcari e granuli di calce accessori” (Pacetti/Sfrecola 1989: 501-503). Otras siete
muestras correspondían al grupo II (“quarzo eolico con molti calcari e calcarenite”). Véase también Saguì 1998a.
231 “Quasi certamente è stato imitato in diverse regioni del bacino del Mediterraneo…” (Pacetti/Sfrecola 1989:
493). Una opinión compartida por Pergola/Vismara 1989: 78-81.
232 Se trata de dos ejemplares casi enteros (MNAT-11360 y 6529) que según el Registro de entrada de objetos
arqueológicos desde la publicación del Catálogo (Angel del Arco Molinero) proceden de las excavaciones de J.
Serra Vilaró en el foro de la colonia y de un solar de la calle de Reding, respectivamente. En opinión de J. Massó,
conservador del MNAT, se trata probablemente de materiales ingresados durante la guerra civil que fueron
inventariados por Ventura a partir de 1939.
120
Las escasas y ambiguas evidencias no permiten, en este momento, apuntar un contenido
habitual233. En cuanto a la cronología, se considera un tipo propio del siglo VII dC. En Marsella
se documenta de forma esporádica en contextos de finales del siglo VI-inicios del VII dC
(Bonifay/Piéri 1995: 97). En el depósito de finales del siglo VII dC de la Crypta Balbi (ROM/8)
es el tipo “assolutamente prevalente” (Saguì 1998a: 312). En San Antonino di Perti (Liguria)
“… sono presenti prevalentemente nei livelli di VII secolo delle fasi T1-3,…” (Murialdo 1995:
443)234. En Piscino, localidad cercana a Vibo Valentia (Bruttium), representa el 84% de las
ánforas localizadas en contextos de la segunda mitad del siglo VII dC (Arthur/Peduto 1986;
Arthur 1989: 82-83). Está presente también en el nivel de destrucción (c. 684 dC) de la iglesia
de Ostrakine (norte del Sinaí) junto a los tipos Keay 25B, 55A, 56C, 61, 62A, ánforas de fondo
umbilicado y LRA 1 tardía, 2, 4C, 5, 6 y 7, Kellia 172, etc. (Arthur/Oren 1998). En Tarraco, la
mayor parte de los ejemplares conocidos hasta el momento proceden del depósito de la torre de
l’Audiència (AUD/2) y de la plaza del Fòrum (FOR). La escasez de depósitos correspondientes
al siglo VI avanzado/VII dC no permite establecer la representatividad de este tipo.
233 “L'elevata incidenza in vari contesti lascia peraltro supporre che potesse trattarsi di un genere (olio, olive,
unguenti?) alla portata anche di strati sociali non privilegiati, destinato ad un uso diretto dal contenitore nel quale
veniva trasportato. In alternativa, considerando anche le loro dimensioni e diffusione, si potrebbe ipotizzare un uso
per sostenze idonee alla conservazione di alimenti,…” (Murialdo 1995: 444).
234 En torno al 37% de la fase T4 y un 24% en las fases T1-3 (siglo VII dC pleno y avanzado).
235 En el pecio Dramont E (Santamaria 1995), los ejemplares de la variante Keay 35A tienen un peso en torno a los
20 kilos, un volumen que varía entre los 70 (Bonifay 1987: 300) y 78 litros, diámetros máximos entre 33,8 cm y 41,3
cm y una altura de 107 cm. Un ejemplar de la variante 35B (99,5 cm de altura y diámetro máximo de 34,2 cm) tiene
un peso de 16,7 Kg y un volumen de 56,5 litros. Otros ejemplares tienen en torno al metro y un diámetro máximo
entre 33, 4 y 40,5
236 Contrariamente, se excluyen del tipo 35 ejemplares de morfología similar como son los tipos 30, 32, 33 y 34.
237 Esta variabilidad se observa, por ejemplo en los distintos ejemplares del tipo Keay 35A y B localizados en el
pecio Dramont E (Santamaria 1995).
238 Dos trazos similares se documentan en pivotes cilíndricos del tipo Keay 35 del pecio Dramont E (Santamaria
1995: Pl. III, 15, 20 y 23). En un pivote cónico (similar, por ejemplo, a VIL/5-51) se aprecian tres trazos (Pl. IV, 76).
También se han constatado ejemplares con un sólo trazo vertical (Pl. III, 11, 12, 14, 18 y 69)
239 Grafitti similares se constatan en pivotes cónicos del pecio Dramont E (Santamaria 1995: Pl. IV, 119, 131 y
146). En Marsella también se documentan “V” y “X” incisas ante cocturam en pivotes de este tipo (Bonifay 1998:
98).
240 Un grafitto con un cierto grado de similitud se documenta en un ánfora del tipo Keay 35 del pecio Dramont E
(Santamaria 1995: Pl. III, 64).
241 No podemos afirmar que este fragmento corresponda al tipo 35. Grafitti parecidos en pivotes del tipo Keay 35
del pecio Dramont E (Santamaria 1995: Pl. III, 97 y IV, 36, 37 y 84).
242 Un pivote (Fig. 48.3), muy probablemente adscribible al tipo Keay 35, muestra un grafitto en dos registros: E
(retrógrada) S y cuatro trazos entrecruzados. Es, también, el caso del grafitto de la figura 47.5, de adscripción
tipológica dudosa, similar al documentado en un pivote del tipo Keay 35 del pecio Dramont E (Santamaria 1995: Pl.
IV, 153).
121
líneas ondulantes (Figs. 36.11 y 37.14), trazos oblicuos (Fig. 36.10) y marcas circulares (Fig.
39.3)243.
Con relación al contenido principal, las propuestas oscilan entre el aceite, basándose en
el argumento de la zona de producción, y un producto de carácter no oleaginoso, basándose la
presencia de un recubrimiento interno resinoso en ejemplares de la variante 35B localizados en
la zona francesa (Bonifay/Piéri 1995: 98). En el pecio Dramont E menos del 3% de los
ejemplares de la variante 35A mostraban indicios de resinado interno. Contrariamente, el 88%
de los ejemplares de la variante 35B del mismo pecio presentaban evidencias de resina, lo que
sugiere contenidos distintos al aceite (Santamaria 1995: 42 y 122)244.
243 Marcas similares (normalmente círculos) se aprecian sobre ánforas africanas de Ostia (Manacorda 1977: 206-
211).
244 Una de las ánforas contenía conservas de cerdo. Para las demás, C. Santamaria se inclina por las salsamenta, en
detrimento del vino (Santamaria 1995: 122).
122
Figura 36: Keay 35A (1-7) y 35B (8-12).
123
II.1.7. Keay 36/Beltrán 63 (Figs. 15.8 y 40-41)
Para S.J. Keay la cronología de este tipo debía situarse entre inicios/mediados del siglo
V dC e inicios del siguiente (Keay 1984: 245). La evidencia que presentamos sugiere que se
trata de un tipo con un período de máxima difusión similar a la de los tipos Keay 35 y 41
(primera mitad/mediados del siglo V dC), pero con una incidencia cuantitativa sensiblemente
más baja. Sólo tiene una presencia relativamente relevante en los dos grandes vertederos de
mediados del siglo V dC de la parte alta, aunque con valores que no llegan al 3% del total
estimado de contenedores anfóricos.
II.1.8. Keay 39
Tipo identificado por S.J. Keay a partir de cuatro fragmentos (1984: 250) y
morfológicamente próximo al tipo 25B, aunque de mayores dimensiones. En piezas muy
fragmentarias resulta complejo discernir entre uno u otro tipo. La propuesta de un origen
africano se basa tanto en esta proximidad tipológica como, especialmente, en la caracterización
técnica (asimilable a la fabric 1 de S.J. Keay). La única información sobre el contenido habitual
viene dada por el potencial productivo del área de origen. La mayoría de los ejemplares
identificados proceden de zonas de necrópolis con una cronología de máxima frecuentación
entre mediados del siglo IV y primera mitad del V dC (NEF/1, NEF/4, NEF/5). El ejemplar, de
dudosa adscripción tipológica, del vertedero de l’Antiga Audiència (AUD/1B, 475-500 dC)
podría responder a fenómenos de residualidad.
245 Fabric 1 de S.J. Keay (1984). A nivel visual, los ejemplares que hemos podido examinar presentan una elevada
homogeneidad, con pastas de tonalidades claras y superficies externas recubiertas por una fina película de color
amarillento adherente y consistente.
246 Estos datos no coinciden con la propuesta de P. Reynolds que sitúa el momento de máxima difusión del tipo 36 a
partir del 450 dC (Reynolds 1995: 51).
124
Figura 40: Keay 36B.
125
II.1.9. Keay 41 (Figs. 16.1 y 42-43.1-10)
S.J. Keay estableció dos tipos (40 y 41) con la suficiente afinidad morfológica como
para poder ser considerados conjuntamente (1984: 250-255, figs. 108 y 109). Es un contenedor
cilíndrico con una altura entorno al metro y unos 40 cm de diámetro máximo (Bass/Doorninck
1971: 36, Keay 1984: 252). Su adscripción al grupo de contenedores cilíndricos de grandes
dimensiones no ofrece dudas observando el posible ejemplar localizado en el pecio de Yassi
Ada (Bass/Doorninck 1971: fig. 29). El borde está formado por un engrosamiento exterior de
sección cuadrangular o triangular que coincide con una depresión de la cara interna. El cuello
tiene un perfil ligeramente troncocónico. Las asas, de sección oval, se unen al cuello y a los
hombros. El fondo culmina en un pivote poco prominente. Todos los pivotes adscribibles a este
tipo (Fig. 43.9-11), excepto uno, presentan grafitti ante cocturam similares (dos trazos oblicuos
y X) a las observadas en fondos del tipo 35 (v. supra).
La mayor parte de los ejemplares examinados del tipo 41 presentan una pasta
característica que no hemos podido observar en otros tipos de origen africano. La elevada
densidad de inclusiones de cal, aflorando en la superficie, de cristales de cuarzo y de otras
partículas no identificadas, junto a la presencia de minúsculos agujeros producto, posiblemente,
de la desaparición de materia durante la cocción, le confieren un aspecto “poroso” muy
característico247. A pesar de estas peculiaridades no existen dudas razonables sobre el origen
africano de este tipo. Es posible que hubiera sido producido en Henchir Mbarek (Byzacena,
finales del siglo III-mediados del V dC) (Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989 y 1990).
Presente en las tipologías de M. Almagro (1955), C. Scorpan (1977: II.7) y S.J. Keay
(1984: 289-293). Este último autor divide los 21 ejemplares analizados en dos variantes a partir
de la solución del borde. Se trata de un contenedor de cuerpo cilíndrico de cerca de un metro de
altura y unos 35 cm de diámetro máximo (Keay 1984: 470). Sobre un cuello marcadamente
cilíndrico se dispone un borde ligeramente engrosado interiormente caracterizado por un resalte
que recorre la cara interna (variante A). La variante B, mucho menos representada, presenta un
borde similar, ligeramente exvasado, sobre un cuello más desarrollado249. Las asas, de sección
oval, se unen al cuello, por debajo del borde, y a los hombros. Es frecuente la presencia de una
banda horizontal de estrías en el cuello, a la altura del arranque superior de las asas.
247 Esta peculiaridad no fue observada por S.J. Keay o no la consideró significativa (1984: 252). Cinco de los
ejemplares del tipo 41 examinados por S.J. Keay presentaban pastas asimilables a la fabric 1, mientras que los tres
restantes correspondían a la fabric 4. En el tipo 40 se dan las fabrics 1, en seis casos, y 3, en dos casos.
248 “Les rares fragments de cette forme découverts à Marseille proviennent de contextes de la deuxième moitié du
Ve s. ou du début du VIe s.” (Bonifay/Piéri 1995: 100).
249 Ambas variantes están representadas en el pecio de La Palud (Long/Volpe 1996: 1243).
126
La mayoría de los ejemplares se adscriben a la norteafricana fabric 1 de S.J. Keay. Pasta
de color marrón rojizo, de aspecto laminado y superficie externa recubierta por una fina película
adherente y consistente de color crema/amarillento. En un caso (AUD/1B-5), la ausencia
puntual y deliberada de este revestimiento forma una decoración de franjas horizontales. No se
ha documentado en los centros productores conocidos de Túnez central (Peacock/Bejaoui/Ben
Lazreg 1989 y 1990) ni tenemos constancia de su localización en otros puntos del norte de
África. Considerando su origen africano se ha propuesto el aceite como contenido habitual
(Keay 1984: 290). Algunos ejemplares examinados por M. Bonifay y D. Piéri presentan restos
de resina (Bonifay/Piéri 1995: 102), una característica que no se da en el pecio de La Palud
(Long/Volpe 1996:1244).
En opinión de S.J. Keay, no se documenta en Catalunya antes de finales del siglo V dC,
una propuesta plenamente coincidente con los resultados que hemos obtenido. El contexto más
antiguo donde se documenta su presencia se forma en el último cuarto del siglo V dC
(AUD/1B). Formaría, pues, parte del grupo de grandes contenedores cilíndricos norteafricanos
que surgen a finales del siglo V/inicios del VI dC (56, 57, 62, etc.) para caracterizar, con índices
de frecuencia variables, el siglo VI dC250. En Cartago se documenta, básicamente, en contextos
del siglo VI dC (Keay 1984: 293). Tanto en el vertedero de la torre de l’Audiència (AUD/2,
básicamente siglo VI dC) como en Marsella (Bonifay/Piéri 1995: 100) tiene una incidencia muy
escasa, una situación que puede hacerse extensible a los tipos 56 y 57. Un comportamiento muy
distinto del que tiene el tipo 62, verdadero dominador anfórico del siglo VI dC. Su ausencia en
niveles del siglo VII dC de San Antonino di Perti sugiere que la producción no sobrepasa el
siglo VI dC (Murialdo 1995).
La caracterización técnica de ambos es similar a la que presentan los tipos 35, 55 y 62,
entre otros. A partir de los trabajos de prospección se ha sugerido la región de Nabeul como
principal área de producción (Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989 y 1990). El área de origen
sugiere que el aceite pueda haber sido el contenido habitual. En Tarraco, se documenta por
primera vez de forma clara a finales del siglo V dC (AUD/1B, 475-500 dC)252, para continuar
presente, de forma minoritaria, durante el siglo VI dC (T12/1, T12/2, CAR, AUD/2). En
Marsella se han obtenido resultados, a nivel cronológico, similares (Bonifay/Piéri 1995: 100).
250 En el pecio de La Palud, datado a mediados/segunda mitad del siglo VI dC, se documentan los tipos 55, 62A y
62Q, junto a TS Africana D Hayes 78?, 88, 99, 103B y 104A y LR C Hayes 3C (Long/Volpe 1996: 1260).
251 Un ejemplar del tipo 57 mide 112 cm de altura y 40 cm de diámetro máximo (Keay 1984: 471).
252 La presencia de un ejemplar en el vertedero de Vila-roma (VIL/2, 425-475 dC) podría tener un carácter
intrusivo.
127
Figura 42: Keay 41.
128
II.1.12. Keay 59
Tipo definido por S.J. Keay a partir de siete ejemplares (Keay 1984: 300-302). Ánfora
de cuerpo cilíndrico, cuello alto y borde formado por un engrosamiento exterior de sección
rectangular proyectado horizontalmente253. Las asas, de sección oval, se unen al cuello y a los
hombros. El fondo culmina en un pivote macizo. Las características técnicas indican un origen
norteafricano254. Fragmentos presuntamente asimilables a este tipo se han localizado en centros
productores de la costa del Sahel (HRI 2, Catacumbas de Salakta y Salakta)
(Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989 y 1990). En Tarraco aparece en áreas de enterramiento del
siglo IV/primera mitad del V dC (NEF/1 y NEF/2) y en vertederos de mediados/segunda mitad
del V (VIL/2 y STE/1). Su presencia en contextos del siglo VI dC (AUD/2) tendría un carácter
residual.
Tipo recogido en la clasificación de M. Beltrán (1970, tipo 60) y ordenado por S.J.
Keay en cinco variantes en función de la resolución del perfil superior (1984: 303-309). En los
depósitos que hemos analizado se documentan diversos fragmentos asimilables, con dudas en
algunos casos, a tres de estas variantes (A, B y C). Se trata de un contenedor cilíndrico de
grandes dimensiones255, cuello alto de perfil cónico o cilíndrico y borde ligeramente exvasado
formado por un engrosamiento exterior de sección cuadrangular. Las asas, de sección oval, se
unen al cuello y a los hombros. El fondo, similar al de los tipos 62 y 8A, se caracteriza por un
resalte en la parte inferior del pivote.
253 Un ejemplar mide 95 cm de altura, con un diámetro máximo de 36,5 cm (Keay 1984: 471).
254 Fabrics 1 (42,8%), 3 (42,7%) y 4 (14,2%).
255 Un ejemplar de la variante A tiene una altura de 112 cm y un diámetro máximo de 37 cm y otro de la variante B
mide un metro y tiene un diámetro máximo de 41 cm (Keay 1984: 303-304).
256 “La forma del corpo, le dimensioni ed il piede a puntale pieno con anello ispessito comportano uno stretto
collegamento con le anfore Keay LXI-LXII, delle quali sembra costituire una evoluzione tardiva” (Murialdo 1995:
441). “Très proche morphologiquement du type précédent [61A], cette amphore s’en distingue cependant par son
129
• Sim. Keay 61. Bajo esta denominación se recogen aquellos fragmentos
aparentemente relacionados con el tipo Keay 61. Es el caso de un fragmento de
borde ligeramente exvasado (Fig. 44.11) con engrosamiento exterior de sección
rectangular y resalte exterior, asimilable a la fig. 2.10 del castrum de San Antonino
di Perti (Murialdo 1995).
El tipo 62 (Beltrán 59) de la tipología de S.J. Keay (1984: 309-350, figs. 134-163) es el
contenedor africano más característico del siglo VI y parte del VII dC. La mayoría de los
ejemplares utilizados para definir las múltiples variantes que presenta este tipo proceden del
vertedero de la torre de l’Audiència (AUD/2, básicamente siglo VI dC), donde es el tipo más
ampliamente representado. Trabajos posteriores han permitido clarificar un panorama
ciertamente complejo (Bonifay/Piéri 1995, Murialdo 1995), estableciendo una nueva propuesta
de seriación crono-tipológica. Algunas de las variantes muestran una fuerte personalidad (A, Q
y V), mientras que otras presentan diferencias mínimas que, en algunos casos, podrían sugerir
un tratamiento conjunto.
bandeau très large mais très peu proéminent, affectant le plus souvent un profil légerèment sinueux, et séparé du col
par un simple ressaut au dessin parfois irrégulier…” (Bonifay/Piéri 1995: 106).
257 La mayor parte de los ejemplares analizados (85,7%) por S.J. Keay se adscriben a la fabric 1; el resto
corresponde, fundamentalmente, a la fabric 3 (Túnez central) (1984: 305).
258 A finales del siglo VII (c. 684 dC), el tejado de la iglesia de Ostrakine (norte del Sinaí) cayó sobre al menos 163
ánforas de los tipos Keay 25B, 55A, 56C, 61, 62A, 26G, ánforas de fondo umbilicado y LRA 1 tardía, 2, 4C, 5, 6 y 7,
Kellia 172, etc. Destrucción datada a partir de monedas de oro de Heraclio (613-641 dC) y Constantino IV (668-685
dC) y relacionada con la campaña del califa omeya Marwan ibn al-Hakan en el año 684 dC (Arthur/Oren 1998).
259 Los fragmentos T12/3 y 6 (Fig. 44.2 y 6) corresponden a variantes consideradas como características de la fase
del siglo VII dC de San Antonino di Perti (Murialdo 1995: 439).
260 Un ejemplar de la isla de Cullera (València) mide 106 cm de altura con un diámetro máximo de 39,1 cm (Keay
1984: 319).
130
generalmente oval, se unen al cuello y a los hombros. El fondo culmina en un pivote macizo y
resaltado, característico de las versiones más tardías del grupo de contenedores cilíndricos de
grandes dimensiones (Keay 60, 61, 62, 8A y Bonifay 1986, fig. 12.55). Junto a esporádicas
franjas de estrías sobre el cuello (Fig. 44.13) se conocen algunos graffiti anteriores y posteriores
a la cocción261. Destacamos la localización de un fragmento de fondo (Fig. 45.19), relacionado
probablemente con un fragmento de borde de la variante 62A (Fig. 45.10), que presenta un
posible numeral inciso antes de la cocción262.
• Keay 62A. Es la variante más usual en contextos de siglo VI dC. Los fragmentos
adscritos a esta variante presentan un borde exvasado o perpendicular y un labio
desarrollado con engrosamiento exterior más o menos prominente de sección
triangular o cuadrangular. Considerando el posible carácter intrusivo de los
fragmentos recuperados en el vertedero de Vila-roma (VIL/2, 425-475 dC), la
primera constatación de la presencia de esta variante en Tarraco se produce en un
contexto de finales del siglo V (AUD/1B, 475-500 dC)263. Para el siglo VI dC, el
depósito de la torre de l’Audiència (AUD/2), publicado por S.J. Keay (contexto
T/6), muestra claramente la expansión y variabilidad de esta variante. Los
materiales que hemos analizado proceden de contextos datados en el siglo
VI/primera mitad del VII dC, donde se asocia a TS Africana D Hayes 104A y
12/102 (T12/1), Hayes 96, 103B y 104A (T12/2) y Hayes 99C, 106 y 109 (COM/1).
En Marsella aparece en contextos del siglo VI dC, en asociación con las formas
Hayes 91C y 99 en TS Africana D (Bonifay/Piéri 1995: 103) (Figs. 44.12-15 y
45.1-14 y 19)264.
• Keay 62V. Esta variante nos parece claramente ajena al tipo 62. Los ejemplares
utilizados por S.J. Keay para definirla proceden de las excavaciones del Tinell
(Barcelona, contexto B/3), con una amplia cronología de segunda mitad del siglo
IV-inicios del V dC (1984: 29, 335, fig. 155.13-14). Los dos ejemplares atribuidos,
con dudas, a esta variante proceden de contextos de finales del siglo IV/inicios del
V dC (PMA) y mediados del siglo V (VIL/2). Es una ánfora de borde exvasado
261 Véase la relación de graffiti post cocturam sobre fragmentos de la torre de l’Audiència (Keay 1984: 347). Un
ejemplar inédito de Tarraco presenta un cristograma ante cocturam en el cuello, similar a los documentados en el
pecio de La Palud (Long/Volpe 1996: figs. 10 y 11).
262 Agradezco a J. Remesal y A. Aguilera las indicaciones facilitadas.
263 El fragmento en cuestión muestra, sin embargo, un borde más corto y un labio con un menor desarrollo.
264 Presente en el nivel de destrucción (c. 684 dC) de la iglesia de Ostrakine (norte del Sinaí) junto a los tipos Keay
25B, 55A, 56C, 61, 26G, ánforas de fondo umbilicado y LRA 1 tardía, 2, 4C, 5, 6 y 7, Kellia 172, etc. (Arthur/Oren
1998). Queda, pues, por concretar el momento final de este tipo.
265 Aunque en el pecio de La Palud (mediados/segunda mitad del siglo VI dC) aparecen asociadas ambas variantes
junto al tipo Keay 55A (Long/Volpe 1996).
266 Tres de las muestras de la Domus de Gaudentius (Roma) se adscriben a lo que denominan subgrupo II.b,
caracterizado por la presencia de “quarzo eolico con molti calcari e calcarenite” en una “massa di fondo
carbonatico-ferrica” (Pacetti/Sfrecola 1989: 501-503). A este grupo (Zeugitana sud-occidental, Byzacena
septentrional y Mauritania Caesarensis) se adscriben, también, las muestras del tipo Keay 1 y 26. En Marsella, la
pasta de esta variante “… est généralement de couleur brun-orangé, assez tendre, sableuse, avec des inclusions de
quarz et de calcite.” (Bonifay/Piéri 1995). Es posible que estas descripciones se correspondan a la pasta “arenosa”
(“sandy fabric”) que presentan también los ejemplares de Tarraco (T12).
131
culminado por un ligero engrosamiento exterior de sección redondeada (Fig. 45.17-
18).
II.1.15. Keay 85
Tipo definido por S.J. Keay a partir de cinco ejemplares (Keay 1984: 376-378). Se trata
de una ánfora de cuello troncocónico y borde formado por un acentuado engrosamiento de
sección triangular. La morfología del borde ha dado pie a algunos autores a proponer una
relación entre los tipos Keay 85 y 35 (Bonifay/Piéri 1995: 98). En el ambiente Q del edificio
portuario del lungotevere Testaccio (LUN/1) se localizaron trece ejemplares completos que
habían sido cubiertos por un aluvión a finales del siglo IV/inicios del V dC
(Sorrenti/Meneghini/Incitti 1985: 588). La evidencia tarraconense, aunque muy escasa (STE/1,
VIL/2, SCR, MIS, AUD/2), sugiere una presencia de este tipo entre mediados/segunda mitad
del siglo V y un momento indeterminado del VI dC.
Este tipo, identificado en Cartago en niveles posteriores al 530 (Peacock 1984: 133, fig.
41, núm. 84-6) y de origen tunecino269, presenta un perfil cilíndrico y borde definido por un
ligero engrosamiento del labio. Su presencia, con valores significativos, en San Antonino di
Perti, con una máxima incidencia en la fase T2 (mediados/segunda mitad del siglo VII dC),
indica que se trata de un contenedor cuyo período de máxima difusión debe situarse entre
finales del siglo VI y mediados del siglo VII dC (Murialdo 1996: 224). Sólo hemos
documentado dos fragmentos en los niveles de mediados/segunda mitad del siglo VII dC de la
parcela 22 del PERI-2 (PER/22).
267 Ninguno de los ejemplares de los tipos 55 y 62 del pecio de La Palud muestran indicios de resinado interior
(Long/Volpe 1996). Por contra, los ejemplares de Marsella y del pecio de Filicudi Porto conservan restos de resina
en la superficie interna (Bonifay/Piéri 1995: 103).
268 No se documenta, por ejemplo, en el castrum de San Antonino di Perti (Liguria) (Murialdo 1995 y 1996).
269 Formas similares se han localizado en superficie en El Mokaïda (Peacock/Bejaoui/Ben Lazreg 1989: 189-190).
132
Figura 44: Keay 57 (1), 61A (2-6), 61C (7-8), 61/8A (9-10), Sim. 61/Murialdo 1995, fig. 2.10
(11) y 62A (12-16).
Figura 46: Keay 26G (1-2), globulares de fondo umbilicado (3-5), Cartago 58 (6), incisiones
ante (7-11) y post cocturam (12-14) y restos de pintura (15) sobre ánfora africana.
133
II.1.17. Ánforas globulares de fondo umbilicado (Fig. 46.3-5)
Las ánforas africanas de cuerpo globular reflejan según G. Murialdo, una radical
transformación en las actividades productivas y en las modalidades de transporte de los
productos africanos que tiene lugar en el siglo VII dC con el progresivo abandono de las ánforas
cilíndricas de grandes dimensiones y la adopción de un modelo globular de probable derivación
oriental (Murialdo 1996: 229). La perduración de este modelo tipológico en el siglo VIII dC se
constata tanto en Marsella como en Roma y Ostia. En Marsella la aparición de este tipo se sitúa
ya dentro de la segunda mitad del siglo VII dC y en el nivel de destrucción (c. 684 dC) de la
iglesia de Ostrakine (norte del Sinaí) (Arthur/Oren 1998).
270 Además de Cartagena (Ramallo/Ruiz/Berrocal 1996 y 1997), ánforas de perfil globular se han documentado en
Sanitja (Menorca) asociadas al tipo Keay 62 (Rita 1992).
271 Morfológicamente similar a un ejemplar del depósito de finales del siglo VII dC de la Crypta Balbi (ROM/8),
“…simile ad un tipo che nei livelli di VII secolo a Cartagine raggiunge almeno il 50% delle presenze anforarie, e
per il quale è stata ipotizzata una produzione locale.” (Saguì 1998a: 315).
272 Un ejemplar de la variante 24A publicado por S.J. Keay tiene una altura de 94,5 cm y un diámetro máximo de 38
cm (Keay 1984: 469).
273 S. J. Keay publica un ejemplar que culmina en un fondo redondeado “with no affixed foot” (Keay 1984: 179, fig.
32).
134
Esta heterogeneidad en la morfología del borde contrasta con una caracterización
técnica extraordinariamente homogénea274 que, por lo que sabemos en este momento, no se da
en ningún otro tipo del siglo V dC. La pasta es de color beige-anaranjado (es frecuente una
bicromía), dura y con abundantes inclusiones de tamaño reducido. La superficie exterior
presenta una tonalidad gris más o menos acentuada. Uno de los aspectos más interesantes del
conjunto analizado es la presencia de cristogramas incisos sobre los hombros antes de la
cocción. Los fragmentos proceden de dos vertederos domésticos de mediados del siglo V dC
relativamente distanciados (VIL/2 y STE/1) (Fig. 53.3-5). La impresión o incisión de motivos
religiosos sobre las ánforas durante el proceso de elaboración se ha constatado en otros
contenedores como, por ejemplo, las menorah impresas sobre algunos ejemplares del tipo
suditálico Keay 52.
S.J. Keay propuso, como probable, un origen africano (excluyendo Libia y Túnez)
aunque con argumentos aparentemente contradictorios275. La extraordinaria similitud (aparente)
con la pasta que caracteriza algunos ejemplares del tipo Tripolitano II localizados en las
excavaciones del PERI-2 (PER/22)276 así como un cierto “parentesco” morfológico (dejando de
lado la disposición de las asas) nos inducen a pensar que el tipo 24 es un contenedor tripolitano
que substituye durante el siglo IV dC a los tipos propios de momentos precedentes277. A pesar
de la falta de indicios para establecer el contenido habitual, el origen y la morfología general
(próxima al grupo de contenedores cilíndricos de grandes dimensiones norteafricanos) sugieren
el aceite como posible producto contenido.
S.J. Keay proponía una cronología de inicios del siglo IV-mediados del V dC (Keay
1984: 184) que coincide, grosso modo, con los datos que hemos obtenido. Es frecuente en las
áreas de enterramiento situadas en las proximidades del río Francolí (NEF/1, NEF/4 y NEF/5),
especialmente activas entre la segunda mitad del siglo IV y mediados del V dC y, en menor
medida, en los vertederos de mediados/finales del siglo V dC de la parte alta (VIL/2, STE/1,
TRI y AUD/1B), sugieren que la aparición de este tipo puede situarse a mediados del siglo IV
dC continuando presente, en Tarraco, hasta un momento avanzado del siglo V dC. No podemos
finalizar este apartado sin hacer notar la escasa identificación de este tipo más allá del nordeste
peninsular278. Por lo que sabemos no se ha constatado su presencia en ciudades como Marsella
y Roma, donde los trabajos sobre las ánforas tardías tienen un gran desarrollo. Tenemos
constancia de su presencia en Iluro (ILU/1, Cerdà et alii 1997), Valentia (Reynolds 1995: 84),
Barcino y Emporiae (Keay 1984: fig. 76.3 y 6).
274 Fabric 8 de S.J. Keay (1984: 453): “Light pink/orange is the most frequent, with some esamples tending towards
buff and occasionally a reduced grey colour. Hard but a little crumbly on breaking. A well elutriated clay, which
exhibited a hackly fracture and occasionally a laminar texture reminiscent of fabric 4. Composition and inclusions
(frequency/rounding): 1) Opaque to transparent quartz crystals (common/subangular); 2) Clay pellets
(rare/subangular); 3) Lime inclusions (moderate to common/rounded); 4) Black minerals (rare to
moderate/subangular to angular); 5) Orangey crystals (rare/rounded); 6) Mica (rare)”.
275 “on the basis of the shape and fabric (similar to that of types XXII, XXIII, XXIIIBis) a north African origin is
probable…” (Keay 1984: 184). Los tipos 22, 23 y 23Bis son, también para él, de origen sudhispánico. P. Reynolds,
probablemente siguiendo a S.J. Keay, indica una similitud con las pastas de los tipos 22 y 23 y sugiere una posible
“…connection with fish-sauce production is possible (in Morocco?).” (Reynolds 1995: 84).
276 Uno de los ejemplares no presenta el característico borde articulado “a doble escalón”, aunque el resto de los
elementos morfológicos, incluyendo la posición de las asas en los hombros, son idénticos.
277 En Gargaresh, cerca de Trípoli, se localizó un centro productor de ánforas Tripolitana I y II (Panella 1973: 564).
Las formas Tripolitana I, II y III tienen elementos morfológicos comunes y una cronología que, según el tipo, va
desde época augustea hasta finales del siglo IV dC (Panella 1982a).
278 Es significativa su ausencia en una reciente monografía sobre las ánforas tardo-antiguas y alto-medievales (Villa
1994).
135
Figura 50: Keay 24A.
136
II.2. Occidente: Hispania
Para la primera mitad del siglo IV dC se constata un claro predominio de las ánforas
africanas (c. 75%) con una presencia reducida (en torno al 15%) de ánforas sudhispánicas (tipos
Keay 16 y 23, con un claro predominio de este último). En la segunda mitad del siglo IV dC
este porcentaje se incrementa hasta representar poco más del 20%. Las ánforas sudhispánicas
mejor representadas continúan siendo los tipos Keay 23 y 16, aunque también se constata la
presencia de los tipos 13A y 19 (Macias et alii 1997). Para el período que, grosso modo,
podemos situar entre un momento avanzado del siglo IV e inicios del V dC, la base documental
es escasa. No obstante, podemos constatar la presencia de todos los tipos sudhispánicos citados
(Keay 13A y C-D/Dressel 23, 16B-C/ Almagro 50, 19/Almagro 51A-B y 23/Almagro 51C y
Beltrán 68), con porcentuales muy elevadas (entre el 40 y el 50% del total estimado de ánforas).
• Tendencia progresiva del tipo 13C-D que coincide con una tendencia regresiva de
la variante 13A. El tipo Keay 13C-D predomina respecto a la variante A en todos
los contextos del siglo V dC analizados y sólo (hasta el momento) posibles
derivaciones tardías de este tipo aparecen en contextos adscribibles al siglo VI dC
con un escaso nivel de residualidad.
• El tipo 19A-B tiene un comportamiento aparentemente estable durante los decenios
centrales del siglo V dC, tal vez con una moderada tendencia progresiva.
• Los tipos restantes no manifiestan tendencia claras, aunque el análisis de contextos
de cronología posterior sugiere un comportamiento claramente recesivo.
279 Véanse los numerosos trabajos sobre el tema y, en especial, a los publicados por Almagro (1955), Beltrán
(1970), Parker (1977), Remesal (1983, 1986, 1989 y 1991), Rodríguez (1979, 1980 y 1984), Edmonson (1987), Keay
(1984), Alarcão/Mayet (1990), Mayet/Schmitt/Tavares da Silva (1996), Bernal (1996, 1998a y b), Berni (1998), etc.
280 Hemos optado por seguir la tipología propuesta por S.J. Keay (1984) por su proximidad cronológica y
geográfica.
137
Figura 54: Principales tipos sudhispánicos, Beltrán 68 (1), Keay 13A (2), 13C-D (3), 19B (4),
16B-C (5), 23 (6), 21 (7), 78 (8), e itálicos, ánfora de Empoli (9) y Keay 52 (10).
138
En general, durante la segunda mitad del siglo V dC se constata en Tarraco un
comportamiento recesivo de las ánforas hispánicas, coincidiendo, también, con una reducción
en el porcentaje de ánforas minoritarias de origen indeterminado. De hecho, sólo hemos podido
constatar, con una cierta fiabilidad, la continuidad, más allá de finales del siglo V dC, de los
tipos 13C-D y 19A-B. Esta continuidad, observada también en un contexto de finales del V-
inicios del VI dC de Emporiae (EMP/3) (Llinàs 1997), no puede ocultar, sin embargo, la
significativa reducción en el porcentaje de ánforas sudhispánicas, e hispánicas en general, en
contextos tarraconenses posteriores al siglo V dC. Aún en el supuesto de considerar como no
residual todo el material anfórico sudhispánico procedente de contextos del siglo VI dC, las
porcentuales obtenidas continuarían indicando una clara reducción porcentual relativa, respecto
a períodos precedentes.
El tipo Beltrán 68, documentado en el pecio de Cabrera III (mediados del siglo III dC),
está, hasta el momento, muy poco representado en Tarraco, como pocos son, también, los
contextos publicados correspondientes a los siglos III y IV dC281. La presencia de un ejemplar
completo en un contexto formado a finales del siglo IV/inicios del V dC (PMA) debería
relacionarse con el momento final de difusión de este tipo. Se trata de un envase de cuerpo
piriforme, parcialmente acanalado, pié diferenciado y hueco y asas de cinta unidas a la base del
borde y a los hombros. El borde esta formado por un engrosamiento externo de sección
rectangular. Para D. Bernal es una ánfora destinada al transporte del vino bético entre mediados
del siglo III y finales del IV dC (Bernal 1996 y 1998).
281 Sobre esta cuestión véase Macias et alii 1997, donde se analizaban los escasos contextos del siglo IV dC
disponibles en ese momento.
282 Posible evolución de las ánforas Dressel 20 de pequeñas dimensiones (parva) del siglo III dC (Berni 1998: 57).
283 Existen otras tres variantes (B, D y E) y otros dos tipos (14 y 17) que hemos considerado o bien asimilables a
alguna de las dos primeras variantes o bien variaciones excesivamente particulares como para recibir, en este
momento, la calificación de variante o tipo diferenciado.
284 Existen, también, soluciones minoritarias y particulares como las que se incluyen en la variante 13C y los tipos
14 y 17 (este último con una caracterización técnica similar al tipo 13C-D). En una reciente publicación sobre las
ánforas de aceite bético en Catalunya, P. Berni (1998) propone una nueva subdivisión del tipo Dressel 23 en cuatro
variantes: a (= Keay 13A), b (= Keay 13B), c (= Tejarillo II, algunas Keay 13C, Keay 14) y d (= la mayor parte de la
variante 13C, Keay 18).
285 La altura oscila entre los 46 y 54 cm y el diámetro máximo entre 33 y 37 cm (Keay 1984: 468).
139
Figura 55: Beltrán 68 (1) y Keay 13A (2-7).
140
La relación morfológica, ya observada por M. Beltrán (1970: 514-517), los análisis
petrográficos (Peacock/Williams 1986: 140) y, en especial, su localización en centros
productores de la Bética son indicios suficientemente sólidos para establecer el área productiva
en los valles del Guadalquivir y del Genil (Remesal 1983 y 1989). En el centro productor del
Tejarillo fueron elaborados los tipos Dressel 20, Dressel 23, Tejarillo I, II y III (Remesal 1983).
El tipo Tejarillo II podría considerarse una variante del tipo Keay 13A, con el que comparte, a
juzgar por lo observado en Tarraco, una caracterización técnica similar. El área de producción y
la relación con el tipo Dressel 20 son los principales argumentos para proponer el aceite como
contenido habitual. Otros indicios son la presencia de tituli picti referidos al aceite o a las olivas
en ejemplares de la variante A localizados en Roma (CIL XV, 4803A y B, 4804: Olivas
colombares, olivas sa[li]tas).
La variante Keay 13A presenta, en general, un borde de sección triangular más o menos
prominente y acentuada (Figs. 55.2-7 y 56-57.1-9). En algunos ejemplares, el borde,
ligeramente reentrante, adquiere una sección de tendencia marcadamente rectangular (Figs.
56.7-10 y 57.1-3). Las asas, de sección redondeada, se unen a los hombros y al cuello justo por
debajo del borde o, más raramente, directamente al borde. Sólo hemos documentado un sello en
cartela in planta pedis defectuosamente impreso in ansa (Fig. 56.5)286.
La pasta, muy homogénea, es de color rosado o rojizo, con una presencia escasa o
moderada de inclusiones (cuarzo transparente y mica) que le confiere un aspecto macroscópico
depurado287. De forma mayoritaria, presenta una fina película de tonalidad beige-amarillenta
que reviste la superficie externa.
La cronología inicial de esta variante se ha situado entre mediados del siglo III (Keay
1984: 142) y finales del siglo III/inicios del IV dC (Berni 1998: 57). En Tarraco, hasta el
momento, no ha sido documentada de forma clara en contextos anteriores al siglo IV dC.
También en el siglo IV dC se datan las ánforas de este tipo reutilizadas como material
constructivo en las bóvedas del circo de Majencio en la vía Appia (principios del siglo IV dC) y
de la iglesia de San Gereón en Colonia (mediados del siglo IV dC) (Remesal 1983: 129,
Rodríguez 1984: 167). Aunque todavía bien representada, esta variante parece entrar en una fase
regresiva a partir de mediados del siglo V dC cuando se ve superada por la variante C-D, de más
larga perduración.
141
Figura 58: Keay 13C-D.
142
La pasta es de color predominantemente beige con gran variedad de tonalidades y se
caracteriza por la notable presencia de partículas de origen y dimensiones variables288. La
superficie externa también aparece revestida por una fina película de coloración clara, mucho
menos consistente que en el caso del tipo 13A.
El tipo Keay 19, variantes A y B/Almagro 51A-B presenta una configuración técnica
similar, como ya hemos mencionado, a la variante C-D del tipo 13. A partir del material
tarraconense, se observa una al menos aparente identidad técnica y morfológica entre las
variantes 19A y B. De hecho, el principal criterio de distinción entre una y otra es el diámetro
de la boca. Excluimos de este apartado la variante 19C, formal y técnicamente diversa, que
tratamos separadamente289. Tipo identificado por M. Almagro (1955) y redefinido por S.J.
Keay en tres variantes (A, B y C) en función del diámetro del borde y de la solución formal del
borde.
La similitud aparente entre las pastas de los tipos 19A-B y 13C-D, confirmada por los
análisis petrológicos (Keay 1984: 456), sugiere un origen próximo, posiblemente dentro de la
Baetica. En relación al contenido, el hallazgo de restos de Scomber Golias en el interior de
ejemplares recuperados en el pecio del Gisement des Catalans (Keay 1984: 160) indica su
destinación preferencial al transporte de conservas de pescado.
288 Fabric 13 de S.J. Keay (1984: 456): “Dull orange to brown/buff, with an orange/buff being most common:
occasionally … the fabrics exhibited a light buff to yellow colour. Hard. Well elutriated clay exhibiting a
rough/hackly fracture and at times the laminar texture of fabric 4 and some Dressel 20 fabrics. Composition and
inclusions (frequency/rounding): 1) Calcite crystals (moderate/rounded and platelike); 2) Grey to transparent quartz
crystals (moderate/angular); 3) Iron ore? (common/rounded and elongated); 4) Clay pellets (rare/irregular); 5)
Lime inclusions and reaction rims (rare/irregular); 6) Mica (rare although common on some examples/subangular to
rounded); 7) Lesser minerals (very rare)”. Peacock, D.P.S./Williams (1986:140): “Very thick, rough sandy fabric,
usually buff (7.5YR 7/4), light reddish-brown (2.5YR 6/4) or grey (7.5YR N6/) in colour. Inclusions: quartz, quarzite,
potash and some plagioclase flespar, together with fragments of quarzite sandstone, chert, limestone, quartz-mica-
schist and flecks of mica”.
289 Esta apreciación no coincide con los datos publicados por S.J. Keay, quien señala que todos los ejemplares del
tipo 19 comparten una misma caracterización técnica (fabric 13) (1984: 160). No obstante, en el apartado dedicado a
la descripción de la fabric 13 se indica que está presente en todos los ejemplares de las variantes A y B, sin
mencionar la tercera variante.
290 La altura se sitúa en torno a los 71/93 cm y el diámetro máximo entre 22 y 30 cm (Keay 1984: 157-158, 469).
143
Figura 61: Keay 19A-B.
144
Aunque se ha propuesto una cronología inicial de finales del siglo III/inicios del IV dC
(Keay 1984: 168), en Tarraco no se documenta hasta la segunda mitad del siglo IV dC. A
finales del siglo IV/inicios del V dC (PMA), el tipo 19A-B representa, aproximadamente, el
18% del total estimado de ánforas. La consistente presencia en vertederos domésticos de
mediados del siglo V dC (entre el 5% y el 7% sobre el total de ejemplares), la localización, no
susceptible de ser calificada como residual, en niveles de la segunda mitad del siglo V dC y la
esporádica presencia en depósitos de cronología posterior indican que este tipo está presente en
Tarraco al menos hasta finales del siglo V dC. Para el siglo VI dC, la muestra, más reducida y
menos fiable, no permite descartar su carácter residual. En Marsella y Roma se constata su
presencia en contextos de mediados del siglo V dC, estando ausente en depósitos de cronología
posterior.
291 Para un estado de la cuestión véase Alarcão/Mayet 1990 y Mayet/Schmitt/Tavares da Silva 1996.
292 Hemos excluido la variante Keay 16A por su práctica ausencia de los contextos de época tardo-antigua
analizados.
293 La altura oscila entre 76 cm y un metro y el diámetro máximo entre 24 y 36 cm (Keay 1984: 469, Alarcão/Mayet
1990).
294 ANCE, LEVGEN, OLYNT, Q.E.TAVRI, AEMHEL, ANGE, ANNGENIALIS, PARALI, etc. Para una relación
de sellos véanse, además de Keay (1984: 150-151), Edmonson (1987), Alarcão/Mayet (1990), Cabrera III (1992) y
Mayet/Schmitt/Tavares da Silva (1996).
295 Fabric 16 de S.J. Keay (1984: 455-456): “Invariably a dark buff/ochre to a pinkish orange. Very hard. Very
smoth with the clay exhibiting a finely elutriated clay matrix; occasional laminar cracks. Composition and inclusions
(frequency/rounding): 1) Transparent quartz crystals (rare/subangular); 2) Iron ore? (rare/rounded); 3)
Foraminifera (rare); 4) Calcite crystals (rare to moderate/subangular); 5) Mica specks”. Peacock/Williams (1986:
133): “Hard, rough sandy fabric, light reddish-brown (2.5YR 6/4) in colour. Inclusions: frequent quartz grains,
flecks of muscovite mica and some potash felspar”.
145
Figura 63: Keay 16B-C.
146
Las evidencias productivas se localizan tanto en el Algarve como en los valles del Sado
y del Tajo (Alarcão/Mayet 1990, Mayet/Schmitt/Tavares da Silva 1996: 17):
• Quinta do Rouxinol (Tajo): producción de los tipos Keay 16-22 y 23 durante los
siglos III y IV dC (Duarte 1990).
• Porto dos Cacos (Tajo): tipos Dressel 14, Dressel 30, Lusitana 9 y Keay 16-22 y 23
(Cordeiro 1990). En el nivel de colmatación del horno 2 se localizaron TS Africana
D Hayes 61A, 67 y 73B (primera mitad del siglo V dC) y ánforas Keay 16-22 y 23.
• Enchurrasqueira (Sado) (Dias Diogo/Faria 1990).
• Herdade do Pinheiro (Sado) (Fabião/Carvalho 1990).
• Quinta da Alegria (Sado) (Fabião/Carvalho 1990).
• Martinhal (Algarve): tipos Keay 16, 19C y 23. En el nivel de uso del horno III se
localizó un fragmento de TS Africana D Hayes 61A (Tavares da Silva et alii 1990).
Respecto al contenido, tanto las evidencias físicas (pecios de Cabrera III, Randello,
Port- Vendres I, Planier 7, etc.)296 como el potencial productivo del área de origen no dejan
lugar a dudas sobre su utilización en el transporte de salazones lusitanos. A partir de un
momento impreciso de los siglos II/III dC, el tipo Dressel 14 deja de ser producido y es
substituido por nuevos envases destinados al mismo contenido. La variante Keay 16A se
documenta ya en la primera mitad/mediados del siglo III dC en Ostia (OST/1) (Panella 1973:
605), Capo Ognina (210/215 dC) (Kapitän 1972), Cabrera III (c. 257 dC) (Cabrera III 1992),
etc. La variante 16B-C, de amplia difusión durante el siglo IV dC, continúa presente en Tarraco
en la primera mitad del siglo V dC (VIL/2, STE/, SCR, etc.)297.
Este tipo fue definido por S.J. Keay a partir de dos ejemplares procedentes de Emporiae
(Keay 1984: 168-169, fig. 22.2). Posteriormente, el estudio de los materiales anfóricos del
vertedero de Vila-roma (VIL/2) incrementó substancialmente la muestra (Remolà/Abelló 1989:
304, fig. 8.194-197). La estructura general del contenedor se aproxima a los tipos Keay 19A-B
y 19C (Almagro 51A-B). Es un contenedor de cuerpo piriforme298, cuello troncocónico y borde
engrosado exteriormente con una leve tendencia al exvasamiento. La cara externa está
caracterizada por un suave acanalado que le confiere un aspecto sinuoso. Especialmente
particulares son las asas realzadas, de sección entre oval y redondeada, que se unen al cuello,
por debajo del borde, y a los hombros. El fondo está culminado por un pivote macizo apuntado.
296 En el pecio Cabrera III se localizaron ánforas con la superficie interna recubierta de resina y conteniendo espinas
de pescado (Cabrera III 1992: 132). El pecio de Randello (Sicilia), datado en el primer cuarto del siglo IV dC (Parker
1989), proporcionó entre 40 y 50 ánforas del tipo Keay 22, con revestimiento interior resinoso y restos de Sardina
Pilchardus enteras (108/176 mm) (Wheeler/Locker 1985). En Port Vendres I y Planier 7 se localizaron restos de
Sardina Pilchardus y Pectunculus pilosus, respectivamente (Etienne 1990: 17)
297 Para F. Mayet su presencia en contextos del siglo V dC tendría un carácter residual (1990: 32), una opinión que
no comparten C. Fabião y A. Carvalho (1990: 53) ni la evidencia tarraconense que presentamos. En el pecio de
l’Anse Gerbal (Port-Vendres), datado por A. Tchernia a inicios del siglo V dC, aparecen ánforas de este tipo
(Zevi/Tchernia 1969: 199).
298 Una altura aproximada de 80/90 cm y un diámetro máximo de 25,4 cm (Keay 1984: 469, Spanu 1997).
299 Correspondería a la fabric 2.b de S.J. Keay (1984: 448-449): El color oscila entre “deep red to orange (…) Hard
to medium hard (…)”. Las características restantes son similares a las de la fabric 1, de origen norteafricano, “…
except with a higher tone of mica.”. Según J. Freed, “If mica is present in any significant quantity, the fabric is not
North African.” (1995: 165).
147
Atendiendo a la caracterización técnica, S.J. Keay proponía un origen norteafricano (Keay
1984: 168-169)300 que no hemos podido verificar en las piezas que hemos analizado. Pensamos
que resulta más verosímil un origen lusitano. Morfológicamente se aproxima claramente a las
ánforas clasificadas como Almagro 51A-B variante C (Keay 19C) o Almagro 51A-B de borde
moldurado procedentes de los centros productores de Quinta da Alegria y Herdade do Pinheiro
(Valle del Sado, Portugal), ambos con una actividad de producción entre los siglos I y mediados
del siglo V dC (Mayet/Schmitt/Tavares da Silva 1996: figs. 56.198-200 y 51.171-172). El
origen, la propia morfología y su asociación con cargamentos de ánforas que conservaban en su
interior restos de conservas de pescado (pecio A de cala Reale, Spanu 1997) indican que éste
sería el contenido habitual.
El tipo Keay 78, contenedor de cuerpo cilíndrico o ligeramente piriforme, cuello corto y
borde formado por una inflexión vertical y un moderado engrosamiento exterior de las paredes.
Las asas, de sección oval, se unen al borde y a los hombros. El fondo culmina en un pequeño
puntal macizo. Este tipo, identificado por S.J. Keay (1984: 369) y para el que propuso un origen
tunecino (fabric 1), ha sido atribuido en los últimos años al área lusitana. De hecho, todos los
ejemplares que hemos tenido la ocasión de analizar presentan una pasta de color
predominantemente marrón, con tendencia a la exfoliación y con inclusión de partículas de
cuarzo y, especialmente, mica (similar a la que presentan los tipos 16B-C, 19C y 21). Poco tiene
que ver esta descripción con las pastas características del área norteafricana. Se ha constatado su
producción en el momento final de actividad (primera mitad del siglo V dC) del taller de
Herdade do Pinheiro (valle del Sado) (Etienne/Mayet 1993-94: 207, Mayet/Schmitt/Tavares da
Silva 1996: 23). Como sucede para los otros tipos lusitanos, las conservas de pescado parece el
contenido más probable.
S.J. Keay situó este tipo entre los siglos IV y V dC. Para R. Etienne y F. Mayet este tipo
“…accompagne les productions lusitaniennes les plus tardives, au IVe et dans la première
moitié du Ve siècle.” (1993-1994: 206-207). Una apreciación corroborada por los datos
obtenidos tanto en Tarraco (VIL/2) como en el taller de Herdade do Pinheiro.
300 Ni uno sólo de los fragmentos que hemos atribuido a este tipo presenta una pasta que pueda ser asimilable a la
que presentan las ánforas de origen africano. No es posible incluir, pues, la fabric 2b dentro de lo que S.J. Keay
denomina “related to northern Tunisian” (Keay 1984: 448).
148
Figura 64: Keay 21 (1-14) y 78 (15-16).
149
II.2.7. Baetica/Lusitania: Keay 23 (Figs. 54.6 y 65-66)
El tipo Keay 23/Almagro 51C (“Lusitanian Garum IV”, Edmonson 1987) es una ánfora
de cuerpo piriforme301, cuello corto y estrecho culminado por un borde engrosado. Las asas, de
sección oval, se unen al borde y a los hombros y el fondo culmina en un pequeño pivote macizo.
Técnicamente, hemos podido constatar una elevada heterogeneidad difícil de sistematizar. No
obstante, diversos ejemplares procedentes, fundamentalmente, de contextos del siglo V dC
presentan pastas similares -siempre a nivel macroscópico- a las identificadas para los tipos 13C-
D y 19A-B (fabric 14a de S.J. Keay)302. Unos ejemplares que, normalmente, presentan una
acanaladura más o menos pronunciada en la cara interna del borde (Fig. 66.7-9). Un segundo
grupo presenta pastas similares a las de los tipos Keay 16B-C, 19C, 21 y 78 (fabric 14b), lo que
sugiere un origen lusitano. Existen, finalmente, ejemplares cuya pasta no se acomoda a ninguna
de las dos caracterizaciones precedentes.
301 La altura se sitúa en torno a los 60/70 cm y el diámetro máximo sobre los 20/30 cm (Fig. 65.2-4).
302 Fabrics 10 (5,5%), 14a (66,6), 14b (16,6%), 15 (11,1%). Fabric 14a (1984: 456-457): “This varied from a deep
light orange to a light. Hard, although a little crumbly upon breaking. A finely elutriated clay with a distinctive
hackly fracture; occasional air holes and laminar cracks. Composition and inclusions (frequency/rounding): 1)
Opaque to transparent quartz crystals (moderate to common/subangular and rounded); 2) Opaque orange quartz
crystals (rare to moderate/rounded); 3) Clay pellets or pieces of clay temper (moderate/irregular); 4) Particles of
lime (rare to moderate/irregular); 5) Black plate-like mineral (rare to moderate/rounded and occasionally angular);
6) Lesser minerals (rare/various)”. La fabric 14b difiere de la anterior, fundamentalmente, en el color (“invariably
ochre to dirty orange”) y la presencia de cristales de calcita (“rare/rounded”) y, especialmente, mica (“extremely
common”).
303 Según D. Bernal, se trata de un tipo diferenciado, aunque próximo, que denomina Baelo I (Bernal 1996 y
1998a). En nuestro caso la no adscripción de nuestro fragmento al tipo Beltrán 68 se basa tanto en consideraciones
técnicas (no coincide con las pastas que conocemos del tipo Beltrán 68) como morfológicas (sección del asa).
150
Figura 65: Keay 25B (1) y 23 (2-4).
151
Presenta una caracterización macroscópica similar, en algunos casos, a la de algunos
ejemplares de los tipos Keay 16B-C, 78 y 21304. La heterogeneidad técnica, indicio de una
diversidad de centros productivos, no cuestiona un origen primordialmente lusitano305. El área
de producción y la morfología general sugieren su uso para el transporte de salazones.
Relativamente frecuente en áreas de enterramiento especialmente activas en el siglo IV/inicios
del V dC (NEF/1 y 5), está muy poco representada en Tarraco en contextos del siglo V dC.
El tipo 91A-B, definido a partir de tres ejemplares, dos de los cuales procedentes de la
Necrópolis Paleocristiana (NEF/1), corresponde a un pequeño contenedor de cuerpo piriforme
con un cuello cilíndrico culminado por un borde poco desarrollado de sección redondeada y
asas de sección de tendencia oval unidas al borde y a los hombros (Keay 1984: 382-384, fig.
176). La diferencia entre una y otra variante se basa en la mayor amplitud tanto del cuerpo
como del borde de la variante B.
304 A pesar de esta aparente similitud macroscópica, el tipo 21 se caracteriza por una menor tendencia a la
exfoliación y la presencia habitual de un revestimiento exterior de color gris o marronáceo. Algunos ejemplares
presentan, así mismo, una pasta de coloración rojiza que no hemos podido constatar en los otros tipos.
305 Ejemplares morfológicamente similares se han localizado en el centro productor de Martinhal (v. Keay 16)
(Tavares da Silva et alii 1990), así como en el presunto centro productor de S. João da Venda (Fabião/Arruda 1990).
306 “…can be assigned to an origin within the modern Provincia de Barcelona in Catalunya. Finer localisation is
difficult, although similarity to kiln samples from Caldes de Montbui (Valles Central) points to an origin in the
hinterland of Barcino …” (Keay 1984: 458). El autor hace referencia, también, a un posible centro prductor de época
tardoantigua localizado en la villa romana de la Salut (Sabadell, provincia de Barcelona), de donde procede un
ejemplar de ánfora que asocia con esta producción tardía (Keay 1984: 41-42).
307 Véanse también Remolà/Piñol 1998 y Carreras/Berni 1998.
308 No podemos olvidar la cierta afinidad morfológica -que no técnica- con modelos tipológicos del sur de Hispania.
Fragmentos clasificados como Almagro 51A-B del centro productor de Martinhal (Sagres, Portugal) son algunos de
los que provisionalmente se incluyen dentro del tipo genérico Keay 68/91 (Tavares da Silva et alii 1990).
152
de nuevos situados en emplazamientos distintos a los de época alto-imperial, posiblemente
conectados con un cambio en la propiedad de las tierras insinuada por la variedad de formas
elaboradas (Keay 1984: 401).
El grupo más numeroso (que denominaremos Keay 68/91A) se caracteriza por un cuello
generalmente troncocónico culminado por un borde de perfil sinuoso con niveles de concavidad
variables y un engrosamiento redondeado del labio más o menos pronunciado (Figs. 68.4-9 y
69.1-3). Las asas, de sección aproximadamente oval, se unen al borde a la altura de la
sinuosidad que conecta éste con el cuello. Uno de los ejemplares (Fig. 67.9) se asocia a un
pivote macizo de perfil marcadamente apuntado (Fig. 69.15).
La variante B (Fig. 68.4-5) se caracteriza por un borde recto, con una concavidad
interna, culminado por un engrosamiento del labio más o menos prominente que se proyecta
hacia el exterior. Las asas, de sección oval, se unen al cuello, justo por debajo del borde, y a los
hombros309. Formalmente, las variantes A y B son similares, siendo uno de los criterios de
distinción la posición del arranque superior de las asas. Es indudable, también, la proximidad
morfológica al tipo Keay 19C (Keay 1984: figs. 65-66), a pesar de que, según este autor, la
pasta que caracteriza la variante C del tipo 19 es idéntica a la que presentan las otras variantes
(fabric 13; Keay 1984, 156-168), una particularidad que no nos ha sido posible comprobar entre
el material que hemos podido analizar310. Uno de los fragmentos (Fig. 68.4) se asocia a un
pivote hueco (Fig. 69.14) La variante Keay 68/91C (Fig. 68.6-8) se caracteriza por un borde
recto, ligeramente exvasado, que culmina con un engrosamiento exterior más o menos
pronunciado del labio. Las asas, de sección oval, se unen a la base del borde y a los hombros.
153
La variante D (Fig. 68.9-11) presenta como particularidad más remarcable un labio
horizontal formado por un engrosamiento interior y exterior que distingue esta variante del
resto. Las asas, de sección oval aplanada, se unen al borde, justo por debajo del labio, y a los
hombros. La variante E (Fig. 68.12-14) se aproxima ostensiblemente a uno de los fragmentos
que sirve a S.J. Keay para definir su tipo 68 (Keay 1984: fig. 164.9). Se caracteriza por una
concavidad interna y por un acentuado bisel en la cara superior del labio. El resto de las
características son similares a las ya descritas para las variantes precedentes. Uno de los
ejemplares (Fig. 68.12) presenta un pivote muy deformado por una reutilización posterior (Fig.
69.12).
Incluimos, también, una serie de fragmentos (Fig. 69.6-10) técnicamente similares cuyo
grado de fragmentación y escasa representatividad aconseja no atribuirlos a ninguna de las
variantes precedentes ni proponer otras sobre una muestra tan reducida. Debemos destacar, un
fragmento de borde engrosado exteriormente, de sección redondeada con la cara interna
cóncava y un ligero resalte cerca del punto de unión con el cuello (Fig. 69.6).
Desde un punto de vista cronológico, este tipo está presente en contextos de siglo IV y
de la primera mitad/mediados del siglo V dC (VIL/2, STE/1, TRI, SCR, CIK, NEF/5). Su
continuidad más allá de mediados del siglo V dC es, actualmente, dudosa312. Respecto al
contenido no disponemos de indicios que puedan ir más allá del recurso al tópico de la
ampliamente documentada producción excedentaria de vino en época alto-imperial en la
presunta zona de origen.
311 El color “… varied from deep orange/ochre to a dirty buff colour, with a reduced core occasionally visible (…)
Hard, although sometimes crumbly upon breaking (…) The clay was well elutriated, although coarser in some
samples; the fracture was invariably hackly.”. Composition and inclusions (frequency/rounding): 1) Grey to
transparent quartz crystals (moderate to common, rounded), 2) Orange quartz crystals (rare to moderate, rounded),
3) Calcite particles (moderate to common, rounded to subangular), 4) Mica specks (common), 5) Metamorphic rock
fragments (?) (moderate, irregular) (Keay 1984, 457-458).
312 El ejemplar de la Torre de l’Audiència (AUD/2) podría responder a fenómenos de residualidad.
154
Figura 68: Keay 68/91A (1-3), B (4-5), C (6-8), D (9-11) y E (12-14).
155
II.2.10. ¿Balearica?: Keay 79
“Although the small size of these vessels strictly disqualifies them as amphorae, it is felt
their wide distribution and the fact that they occasionally bore tituli picti, merit their inclusion
in this study.” (Keay 1984: 369). P. Reynolds propone un origen baleárico (1995: 63) para esta
pequeña ánfora (altura c. 36 cm y diámetro máximo c. 25 cm) de cuerpo globular, cuello alto
que se ensancha a la altura del arranque superior de unas asas de sección oval. El borde está
indicado por un ligero exvasamiento de las paredes. Una de las particularidades de este tipo es
la presencia habitual de incisiones (franjas horizontales, bandas de punteado, líneas onduladas,
etc.). S.J. Keay identifica dos variantes en función de la presencia de una (A) o dos asas (B). La
pasta, bien depurada, es de color marrón claro o anaranjado con escasas inclusiones visibles313.
La localización de diversos fragmentos en el vertedero de la torre de l’Audiència (AUD/2,
básicamente siglo VI dC) y en contextos de los siglos VI y VII dC de Pollentia, Cartago (Keay
1984: 374, fig. 170, T/6) y Castellu (Córcega) (Pergola/Vismara 1989: 84) indican que se trata
de una producción propia de los siglos VI-VII dC314. Está también presente entre los materiales
recuperados en las excavaciones de la parcela 30 del PERI-2 (v. PER/30), junto a ánforas del
tipo tardío B, LRA 1, 2, 4, 5 y 6, etc.
La atribución del tipo Keay 52 a la Italia meridional y Sicilia (Arthur 1989a) se ha visto
confirmada por la localización de diversos centros productores (Andronico 1991,
Gasparetti/Giovanni 1991). Se añadía así a la llamada ánfora de Empoli (Italia central y
septentrional), hasta ese momento único contenedor anfórico itálico de época tardía. Ambos
tipos tienen una presencia poco más que testimonial en los contextos tardíos tarraconenses.
Podríamos decir que las ánforas itálicas cumplen para la costa tirrénica una función similar a la
de las ánforas hispánicas para la costa oriental de la Península Ibérica ya que ambos ponen de
manifiesto la existencia de circuitos distributivos de pequeño y medio alcance.
II.3.1. Centro y norte de la Península Itálica: Ánfora de Empoli (Figs. 54.9 y 70.1-4)
313 Fabric 32 (Keay 1984: 465): “Light buff to light pink/orange, hard, a very finely elutriated clay with smooth
fracture; composition and inclusions: mica specks (rare), calcareous particles (rare, irregular), dark inclusions
(rare, irregular)”.
314 Un fragmento procedente del vertedero de Vila-roma (mediados del siglo V dC) podría tener un carácter
intrusivo (Fig. 95.12).
315 Un ejemplar casi completo localizado en el área de enterramientos del número 15 de la calle Pere Martell (Fig.
70.1) mide cerca del medio metro y un diámetro máximo de 23 cm.
316 “…si veda CAMBI 1989, p. 565 in cui si ipotizza, ma senza argomenti convincenti, la possibilità che alcuni
contenitori di questo tipo compaiano nella classificazione dal Keay relativa alla anfore rinvenute in Catalogna.”
(Villa 1994: 360). F. Cambi se refería, probablemente, a un fragmento de la torre de l'Audiència (AUD/2) (Keay
1984: 372, fig. 171.8).
156
El inicio de la producción se sitúa en el siglo II dC, aunque el momento de máxima
difusión se extiende entre mediados del siglo IV y mediados del V dC. En Ostia, donde se
identificó por primera vez (Ostia IV, 265), está presente en estratos de época tardo-severiana
(Panella 1973). Se ha documentado en los niveles de uso y abandono (mediados del siglo V dC)
de la villa marítima de Torre Tagliata (Orbetello) (Ciampoltrini/Rendini 1990). En Tarraco se
documenta en contextos de finales del siglo III/primera mitad del IV dC (APO), de finales del
siglo IV/inicios del V dC (CIK) y de mediados del siglo V dC (STE/1).
Tipo identificado por S.J. Keay (1984: 267-268, fig. 114.3-6), aunque la forma ya era
conocida con anterioridad (Whitehouse et alii 1982: “orlo sagomato a spigolo”). Se trata de un
pequeño contenedor de cuerpo piriforme, cuello largo y cilíndrico y base plana317. El borde, de
sección predominantemente triangular, presenta frecuentemente un pequeño resalte exterior. Las
asas, de sección redondeada, se unen al cuello y a los hombros. El cuerpo puede presentar un
ligero acanalado. Se han documentado diversos sellos in ansa, de carácter generalmente
religioso (Menorah318, Chi-rho319 y Asellus320) (Carignani/Pacetti 1989), y tituli picti
(Bonifay/Piéri 1995). M. Bonifay y D. Piéri han propuesto tres subtipos (1995: 115, fig. 12):
317 Algunos de los ejemplares conocidos miden entre 45 y 48 cm de altura y entre 23 y 25 cm de diámetro máximo
(Keay 1984: 470, Arthur 1989a: 140). Según F. Pacetti, la altura media se sitúa en los 60 cm (Pacetti 1998: 187).
318 Tres de ellos procedentes del asentamiento judío de Bova Marina y otros tres de Roma. Según P. Arthur, los
sellos indican un vínculo particular entre productores y consumidores de una cierta comunidad religiosa (1989a: 138-
139).
319 Todos ellos procedentes de Roma.
320 Para P. Berni este fragmento, procedente de la Schola Praeconum (ROM/3), corresponde al tipo Dressel 23
(Berni 1998: 58).
321 “Impasto con granuli di scisti cristallini medio-grandi, arenaria, feldespati (plagioclasio ed ortoclasio), molte
mica (muscovite e biotite), molt microfauna con massa di fondo carbonatica” (Arthur 1989a: 135). Fabric 16 de S.J.
Keay (1984: 458-459): “Light buff to orange. Hard Smooth. Composition and inclusions (frequency/rounding): 1)
Opaque quartz crystals (rare to moderate/rounded); 2) Calcite fragments (rare/rounded and platelike); 3) Brown
crystals (rare/angular) 4) Metamorphic rock fragments (rare to moderate/subangular); 5) Lime particles (moderate);
6) Mica (moderate)”. Análisis petrográfico de dos fragmentos de Vibo Valentia (CZ): “1) colore de giallo chiaro a
grigiastro (Mus. 10YR 8/2-8/4, 7/1), duro, a frattura irregolare, con numerosissimi inclusi piccoli, medi e grandi di
quarzo subangolare, piccoli di calcite, piccoli e medi di mica e foraminifere. 2) colore de giallo chiaro a rosato
(Mus. 10YR 8/4; 5YR 7/6), duro, a frattura netta, generalmente alquanto depurato, con pocchi inclusi piccoli e medi
di mica e piccoli di quarzo subangolare.” Gasparetti/Giovanni (1991: 876). Véase, también, Capelli 1998.
157
Figura 70: Ánfora de Empoli (1-4), Keay 52 (5-8) y Crypta Balbi 2? (9).
158
La identificación del área de origen ha contribuido decisivamente a consolidar la
propuesta del vino como contenido habitual322. Una propuesta basada, también, en las
reducidas dimensiones del tipo (Arthur 1989a), la cromatografía de gases sobre ejemplares de la
Schola Praeconum indicando la presencia de residuos de vino (Rothschild-Boros 1981: 86;
Whitehouse et alii 1985: 200-203) y el revestimiento resinoso interno de algunos ejemplares
(Arthur 1989a: 135; Bonifay/Piéri 1995: 115).
La aparición del tipo 52 podría situarse a inicios del siglo IV dC, aunque sólo se difunde
de forma significativa a partir de la segunda mitad del siglo IV dC (Pacetti 1998: 190). En
Roma, destino preferencial, empieza a detectarse en contextos de finales del siglo IV dC
(ROM/1: 7,3%, ROM/2) para incrementar progresivamente sus índices de presencia durante la
primera mitad del siglo V dC (ROM/4: 17,5%). Esta tendencia se consolida a lo largo de la
segunda mitad del siglo V y durante el VI dC. Los elevados porcentajes obtenidos en el
contexto de siglo VII dC de la Crypta Balbi (ROM/8) indican que la producción itálica, con
formas evolucionadas (Keay 52 tardía y Crypta Balbi 1 y 2)323 se mantiene activa durante este
período324. Fuera de Italia, sólo muestra valores significativos en contextos de la primera mitad
del siglo V dC de la Bourse de Marsella (MAR/1)325. En Tarraco tiene una escasa incidencia en
contextos de los siglos V (VIL/2, STE/1, SCR, AUD/1A) y VI dC (AUD/2).
II.4. Oriente326
Junto a los trabajos de C. Thomas (1959) y H.S. Robinson (1959), podemos destacar las
propuestas de ordenación tipológica surgidas en el estudio de las ánforas del área istro-póntica a
cargo de investigadores como A. Radulescu (1973 y 1976), C. Scorpan (1977) y G. Kuzmanov
(1973 y 1978). Hacia la segunda mitad de esta década e inicios de la siguiente ven la luz los
trabajos de J.A. Riley sobre las ánforas de Caesarea (1975), Berenice (1979) y Cartago (1981 y
1982). La ordenación tipológica (Late Roman Amphora) propuesta para las ánforas de Cartago
continúa siendo la de más amplia aceptación actualmente. A este mismo momento corresponden
los trabajos de M. Egloff (1977) y A. Zemer (1978). A partir de esta base, S.J. Keay renumera
los tipos y establece diversas variantes (1984), una propuesta que no ha tenido excesiva
aceptación entre los investigadores extrapeninsulares. El repertorio tipológico establecido por
J.A Riley se completa con la identificación de nuevos tipos (“Samos Cistern Type”, Arthur
1990) y la aparición de nuevas propuestas de articulación crono-tipológica (Hayes 1992,
Bonifay/Piéri 1995). Hemos agrupado los tipos en función de las distintas áreas de producción
hasta el momento identificadas: Egeo y Asia Menor (LRA 2, 3, Agora de Atenas M-273 y tipo
de la Cisterna de Samos); Isauria, Cilicia y norte de Siria (LRA 1); y Palestina (LRA 4, 5 y 6)
(Fig. 71.1-8).
322 Referencias al vino de Bruttium en la Expositio Totius Mundi et Gentium (LIII). “Altrettanto significativa è la
corrispondenza tra i dati di scavo che registrano i primi consistenti arrivi di queste anfore sul mercato capitolino
nella seconda metà del IV secolo e le informazioni ricavabili dalle fonti letterarie e giuridiche che documentano per
tutto il IV secolo e oltre vendite di vina fiscalia, dirette presumibilmente dal rationalis vinorum, i cui proventi
confluivano nell’arca vinaria.” (Pacetti 1998: 189).
323 Un posible fragmento del tipo Crypta Balbi 2 (Fig. 70.9) se ha localizado, en posición secundaria, en las
excavaciones de la plaza del Fòrum (1997/1998). “Negli esemplari della Crypta Balbi l’argilla, di un tipico colore
marrone-rossastro, è invece molto ricca di inclusi piuttosto grandi, prevalentemente biancastri, e di mica, e la
superficie è frequentemente caratterizzata da lisciature eseguite a stecca. D’altra parte la forma, ben caratterizzata,
con anse a sezione circolare costantemente impostate sull’orlo triangulare, breve collo più o meno distinto e tipico
fondo “a bottone” mi sembra trovare per il momento confronti sicuri solo in ambiente italico [Sicilia
nororiental?],…” (Saguì 1998a: 321).
324 Para esta fase avanzada se conocen derivaciones tardías (Villa 1994: 365) con una caracterización petrológica
similar (Arthur 1989a).
325 Es el tercer tipo mejor documentado (24 ejemplares) en el período 1 de la Bourse (MAR/1), mientras que no se
constata en contextos de finales del siglo VI y VII dC (para más información véase Bonifay/Piéri 1995: 115-116).
326 Seguimos la propuesta de ordenación tipológica contenida en Remolà/Uscatescu 1998.
159
Figura 71: Principales tipos orientales, LRA 2 (1), LRA 3 (2), Agora de Atenas M-273 (3),
cisterna de Samos (4), LRA 1 (Kellia 169), LRA 1 tardía (6), LRA 4A (7) y LRA 4C (8), e
indeterminados, A (9), B (10) y C (11).
160
FINALES DEL SIGLO IV-INICIOS DEL V dC
Egeo Keay 12; Agora de Atenas M-273
Asia Menor LRA 3
Palestina LRA 4, variante Zemer 53
Isauria, Cilicia y norte de Siria LRA 1, variante Kellia 169
MEDIADOS DEL SIGLO V dC
Egeo Agora de Atenas M-273; ¿LRA 2?
Asia Menor LRA 3
Palestina LRA 4, variante Zemer 53
Isauria, Cilicia y norte de Siria LRA 1, variante Kellia 169
FINALES DEL SIGLO V-MEDIADOS DEL VI dC
Egeo LRA 2
Palestina LRA 4, variante Zemer 51; ¿LRA 5?
Isauria, Cilicia y norte de Siria LRA 1, variante Kellia 164
SEGUNDA MITAD DEL SIGLO VI-VII dC
Egeo LRA 2; tipo de la cisterna de Samos
Palestina LRA 4, variante Zemer 51; LRA 5 y 6
Isauria, Cilicia y norte de Siria LRA 1, variante Kellia 164; LRA 1 tardía
Cuadro 87.
II.4.1. Egeo y Asia Menor: Late Roman Amphora 2/Keay 65 (Figs. 71.1 y 72.1-4)
Para P. Arthur es verosímil pensar que fueron utilizadas para exportar el vino de la isla
de Chios (Arthur 1994: 435), una propuesta avalada por la presencia de ejemplares con la
superficie interior recubierta de resina329.
327 Riley 1976, véase también Riley 1979 y 1981. Otras referencias tipológicas: British Bi, Scorpan VIIA (variantes
1, 2 y 3), Caesarea 6, Beltrán 77, etc.
328 Altura en torno a los 50/60 cm, diámetro máximo sobre los 40 cm y, aproximadamente, 28 litros de capacidad,
(Steckner 1989: 66).
329 Ejemplares del pecio de Nesebar también conservan evidencias de resina (Bouzek/Kordac 1963: 258). De las
120 ánforas procedentes del pecio de Yassi Ada analizadas, 69 contenían evidencias de vid y 31 (dos de ellas con el
grafito ΕΛΕ, abreviatura de Ελαιαι?: olivas) de olivas (Doorninck 1989). Ejemplares localizados en Tomis
contenían resina y otros elementos minerales y vegetales “… but this probably represents re-use.” (Riley 1979: 219).
161
Figura 72: LRA 2 (1-4) y 3 (5-11).
162
La pasta observada en los fragmentos localizados en Tarraco es de color rojizo,
frecuentemente con una franja de tono beige hacia la cara interna, con abundantes inclusiones
calizas que, en muchos casos, afloran en la superficie330. El exterior está normalmente
recubierto por una tenue película de color blanco o crema. La elevada presencia de ejemplares
de este tipo en la zona istro-pontica motivó que le fuera atribuida su producción (Scorpan 1977:
274). La propuesta inicial de un origen en el centro productor de Oltina (Rumania) fue
cuestionada por los análisis petrográficos (Williams 1982: 102). Evidencias ciertas de
producción se identificaron posteriormente en las islas de Chios (Arthur 1989: 82) y Kounoupi
(Argólida), este ultimo centro productivo activo hasta el siglo VII dC (Megaw/Jones 1983:
246).
330 Esta elevada presencia de cal se observa entre las ánforas producidas en el centro productor de la isla de
Kounoupi en la Argólida (Megaw/Jones 1983: 246, Munn 1985: 342) (Remolà/Uscatescu 1998: 554). “The fabric is
very distinctive, ranging from a light brown to buff (2.5YR 6/6 to 10YR 7/4) with many mica particles (especially
noticeable on the inside surface) and lumps of lime (some to about 2 mm2) which often rupture the surface. The
exterior is usually buff.” (Riley 1979: 217).“This is a fine-grained reddish (2.5YR 6/6) ware becoming buff (10YR
7/4) towards the outer surface, which is generally smooth when undecorated. Scattered white limestone fragments,
up to 3 mm across, are readily visible and minute grains of mica can sometimes be seen with great difficulty. Thin
sectioning reveals a red-brown optically anisotropic groundmass cointaining a scatter of sub-angular quartz grains
ranging from 0,07 to 0,3 mm across. Rare flecks of muscovite and probably biotite mica are also present. The
limestone is cryptocrystalline with very occasional traces of fossil, and there are some fragments of chert,
plagioclase felspar and metamorphic quarzite.” (Peacock 1984: 20). Fabric 21 de S.J. Keay (1984: 461): Invariably
a pinkish orange. Very hard. A very finely elutriated clay, with a smooth fracture and occasional air holes and
laminar cracks. Composition and inclusions (frequency/rounding): 1) White lime specks (generally 0,25 mm, but
occasionally up to 2 mm) (very common/rounded and subangular); 2) Dull white quarzite (up to 3,5 mm) lumps
(moderate/irregular); 3) Mica specks (rare); 4) Opaque quartz fragments (rare/rounded); 5) Black minerals
(rare/rounded).
331 En VIL/2 y AUD/1B, fundamentalmente. La presencia de intrusiones de cronología posterior en el vertedero de
Vila-roma (VIL/2) no permite garantizar su presencia en contextos de mediados del siglo V dC, a pesar de que, en
opinión de A. Uscatescu, las características que presentan los fragmentos localizados son perfectamente compatibles
con una datación de siglo V dC. De todas maneras, su presencia en el vertedero de la Antiga Audiència (AUD/1B)
confirma la llegada de ánforas de esta tipología a Tarraco a finales del siglo V dC. Los fragmentos localizados en los
vertederos del Antic Hospital de Santa Tecla (STE/1, 425-475 dC) y de la calle Trinquet Vell 4 (TRI, 450-500 dC),
son de adscripción tipológica dudosa.
332 A esta variante correspondería el ejemplar casi entero que publica S.J. Keay procedente de la Torre de
l’Audiència (AUD/2) (Keay 1984: fig. 165). En los restantes contextos que hemos examinado, primordialmente del
siglo V dC, todos los ejemplares presentan bandas de estrías horizontales.
163
II.4.2. Egeo y Asia Menor: Late Roman Amphora 3/Keay 54bis (Figs. 71.2, 72.5-11 y 73-
74)
Con una versión monoansada presente en los mercados occidentales desde finales del
siglo I dC (Robinson 1959; Lang 1955: 277-278), este tipo, datado a partir de finales del siglo
IV dC, fue identificado por J.A. Riley con el número 3 de su propuesta tipológica para los
materiales anfóricos de Cartago (Riley 1976 y 1981)333. Posteriormente, se incorpora con el
número 54bis a la tipología de S.J. Keay quien divide este tipo en tres variantes en función,
fundamentalmente, de la sección del borde (Keay 1984: 286-289, tipos 54bis A, B y C). Más
recientemente, M. Bonifay y D. Piéri ha distinguido dos variantes (Bonifay/Piéri 1995: 111, fig.
8.57-58), la segunda de las cuales (asimilable al tipo Agora de Atenas M-373)334 se
corresponde con la forma habitual en contextos del siglo V dC de Tarraco. Se trata de un
contenedor de pequeñas dimensiones335, cuerpo piriforme, cuello alto y estrecho y borde apenas
insinuado por un engrosamiento exterior de sección variable. Las asas, de sección oval, se
abrazan al cuello en una solución ciertamente particular. El fondo se resuelve mediante un
pivote estrecho cuyo extremo presenta una sección triangular más o menos acentuada y el
interior normalmente hueco.
Con relación al contenido, podemos señalar los análisis de muestras procedentes de las
excavaciones en la Schola Praeconum de Roma, que sugieren la presencia de una “lipid
substance” tal vez relacionada con el aceite de Sésamo utilizado en la elaboración de ungüentos
(Rothschild-Boros 1981: 83). En Marsella y en Roma se han hallado ejemplares con la
superficie interior resinada que indicarían un contenido distinto al aceite (Bonifay 1987: 279,
Sorrenti/Meneghini/Incitti 1985: 590).
333 Otras denominaciones: British Biv, Agora de Atenas M-307, 335, 373, Kuzmanov VIII, Beltrán 81, Scorpan VI,
etc.
334 Robinson 1959, Pl. 40.
335 Altura media entre 54 y 60 cm, diámetro máximo alrededor de los 20 cm (Scorpan 1977: 272) y 12 litros de
capacidad (Bonifay 1987: 300).
336 Fabric 17 de S.J. Keay (1984: 459). “This ware is highly distinctive as itis usually thin and deep red-brown (5YR
5/4 or 2.5YR 5/4) with a distinct lamination imparted by an abundance of mica. Thin sectioning reveals a
groundmass of anisotropic red-brown clay with scatter of fine quartz grains (0,05 mm across). In it are set abundant
larger (0,1 mm) quartz grains, fragments of metamorphic quartzite and rarer quartz-muscovite-schist. Flecks of
muscovite and biotite mica are scattered liberally throughout.” (Peacock 1984a: 22).
164
Figura 73: LRA 3.
165
En Cartago este tipo mantiene su presencia hasta un momento incierto de mediados del
siglo VI dC, cuando inicia una franca regresión (CAR/14). A partir de los resultados obtenidos
por la misión británica, el momento álgido se puede situar en el último cuarto del siglo V
(CAR/7). En Roma se documenta dentro del siglo V dC en ROM/4 (430-475 dC) (Carignani et
alii 1986: 39) y en ROM/3 (430-440 dC). En Marsella el comportamiento es similar al
detectado en Tarraco: frecuente en el siglo V dC, rara en contextos de la primera mitad del siglo
VI dC y ausente a finales de este siglo (Bonifay/Piéri 1995: 111). Aunque existe, sin embargo,
una variante tardía (tipo Saraçhane 3C, finales del siglo VI-VII dC) (Hayes 1992: 63) que no
hemos documentado en Tarraco ni en ningún otro contexto occidental.
II.4.3. Egeo y Asia Menor: Agora de Atenas M-273 (Figs. 71.3 y 75-76.1-7)
Aunque este tipo no fue incluido por S.J. Keay en su tipología (1984), su presencia en
Tarraco en contextos del siglo V dC está plenamente constatada (Remolà/Abelló 1989).
Identificado a partir de materiales procedentes del Agora de Atenas (Robinson 1959: 109, lám.
29), forma parte, también, de las tipologías de C. Scorpan (1977: 271, tipo III.1) y Saraçhane
(tipo 2, Hayes 1992). Esta denominación se aplica a un contenedor de forma aproximadamente
ovoide337, cuello cilíndrico (en algunos casos con la cara interior cóncava) y borde poco
prominente formado por un ligero engrosamiento externo de la pared. Las asas, de sección oval,
se unen al cuello y al hombro. El fondo culmina en un pivote macizo.
Tanto los ejemplares del Agora de Atenas y Canosa (Volpe 1985) como los recuperados
en Tarraco presentan incisiones y tituli picti indicando la capacidad del contenedor338. Uno de
ellos ha sido interpretado como las letras ξ λ ο ε (las dos últimas nexadas) (Fig. 76.6). La
ξ correspondería a la abreviatura de ξεσται (Lang 1976), mientras que las restantes serían
numerales (¿35,5 ξεσται?). Otro, localizado en el vertedero de Vila-roma, conserva restos de un
titulus pictus indicativo, probablemente, de la capacidad (¿3... xestai?) (Fig. 75.1). La pasta,
bien depurada, tiene una coloración beige/marrón rojizo y presenta inclusiones de cal y mica.
Aunque no se disponen todavía de indicios claros sobre el área de producción, se acepta un
origen en las islas del Egeo. Sobre su contenido habitual, sólo la identificación de un
revestimiento resinoso interno en ejemplares de Marsella indicaría un contenido distinto al
aceite, posiblemente vino (Bonifay 1987: 282).
337 El ejemplar de Canosa tiene una altura de 61 cm, 36 cm de diámetro máximo y 32 litros (43,5 xestai) de
capacidad (una relación entre tara y peso de 1/3,1-3,2) (Volpe 1985: 224). Otro ejemplar tenía una capacidad de 27
litros (37,5 xestai). Los ejemplares del pecio Yassi Ada tienen una altura en torno a los 66 cm y una capacidad que
oscila entre los 31 y 40 litros (Bass/Doorninck 1971: 34).
338 Una lectura preliminar de los tituli picti ha sido realizada por I. Canós, a quien agradecemos su colaboración.
339 Datado por los autores en el siglo IV dC, aunque la presencia de TS Africana D de la forma Hayes 73 sugiere
una cronología de primera mitad del siglo V dC.
166
Figura 75: Agora de Atenas M-273.
Figura 76: Agora de Atenas M-273 (1-7) y Tipo de la cisterna de Samos (8-9).
167
II.4.4. Egeo y Asia Menor: Ánfora tipo cisterna de Samos (Figs. 71.4 y 76.8-9)
II.4.5. Isauria, Cilicia y norte de Siria: Late Roman Amphora 1/Keay 53 (Figs. 71.5-6 y 77-
82)
Es, probablemente, uno de los tipos anfóricos de época tardo-antigua de más amplia
difusión temporal y geográfica342. La inclusión en una extensa serie de estudios de carácter
local y regional y la larga perduración del tipo han derivado en una imagen profundamente
confusa que, paradójicamente, tiende a asociarse a tipos minoritarios343. Hemos optado por
seguir la propuesta de J.A. Riley para las ánforas orientales de Cartago (1979 y 1980), aunque
también es frecuente el uso de la denominación Keay 53. Atendiendo a la evidencia obtenida en
Tarraco, tres son las variantes principales consideradas: LRA 1 (variante Kellia 169)344, LRA 1
(variante Kellia 164) y LRA 1 tardía.
340 Parece que existen dos versiones de capacidad (Isler 1969). Las de mayores dimensiones tienen entre 60 y 70 cm
de altura y 35-38 cm de diámetro máximo. Las de dimensiones más reducidas, grupo al que correspondería el
ejemplar de la Figura 76.90 (52,13+ de altura y 26,25 cm de diámetro), tienen una altura entre 50 y 60 cm y un
diámetro máximo entre 18 y 27 cm.
341 “…un'argilla dura, ruvida e sabbiosa, rosso chiaro (di colore tra Munsell 2.5 YR 6/6 e 5/8), con frequenti
granuli di quarzo (grandezza media 0,30 mm) e lamine di mica, principalmente muscovite, assieme ad alcuni granuli
de potassio e felspato plagioclase, e un po' di calcare, amphibole e quarzite…” (Arthur 1990: 284). Fabric 35 de S.J.
Keay (1984: 446).
342 “The commonest amphora type thoughout the eastern Mediterranean in Early Christian contexts” (Hayes 1992:
64). Véanse, entre otros, Riley 1979 y 1981 (con mapa de dispersión de hallazgos), Keay 1984, Peacock/Williams
1986 y Pacetti 1986. Para un mapa de distribución actualizado véase Pacetti 1995: 274-279.
343 Por ejemplo, M. Bonifay y D. Piéri organizan el tipo utilizando denominaciones que pueden prestarse a
confusión: su LRA 1a equivale a la variante Kellia 169 y no al tipo LRA 1a de Riley (1995: 108). Otras
denominaciones: Ballana 6, Agora de Atenas M-333, Beltrán 82, British Bii, Caesarea 5, Benghazi/Cartago LRA 1,
Peacock/Williams class 44, Keay 53, Radulescu 10, Scorpan VIIIB, Zemer 66, Saraçhane 5, etc.
344 La denominación de las variantes es la utilizada por M. Egloff en Kellia (Egloff 1977).
168
• LRA 1 (Kellia 169) (Figs. 71.5 y 77-81)
345 Como ya hemos indicado, M. Bonifay y D. Piéri (1995: 108, fig. 6.41-43) se refieren a esta variante como LRA
1a, una denominación que se presta a equívocos ya que no coincide con el tipo LRA 1a definido por J.A. Riley en
Berenice (Riley 1979: 216).
346 Una altura aproximada de 50-60 cm y 20-26 litros de capacidad (Pensabene 1981: 190-191, Bonifay 1987: 300,
Bonifay/Piéri 1995: 108).
347 Podría corresponder a lo que M. Bonifay y D. Piéri denominan LRA 1 similis, que coexiste con las variantes
Kellia 169 y 164 en contextos de finales del siglo V/inicios del VI dC, constituyendo el indicio de “…une période de
transition entre la fin (ou du moins de l’importation) de la forme LRA 1a et l’evolution finale de la lignée
caractérisée par la forme LRA 1b [Kellia 164]” (Bonifay/Piéri 1995: 109, fig. 7.50 y 51).
348 La referencia cronológica más antigua (c. 400 dC) es la presencia en el depósito A de Kellia (Egloff 1977).
349 No es posible mantener la hipótesis de S.J. Keay sobre la difusión más tardía de este tipo en las ciudades
costeras catalanas (“end of the fifth century”) (Keay 1984: 278). En Cartago se documenta en un contexto datado
entre 350 y 425 dC (CAR/1).
350 Entre 46 y 58 cm de altura y una capacidad entre 10 y 20 litros (Zemer 1978: 76, Bonifay 1987: 300,
Pergola/Vismara 1989: 81, Bonifay/Piéri 1995: 108). Similar al tipo Agora de Atenas M-333 (principios del siglo VI
dC) (Robinson 1959) y al ejemplar entero localizado en el pecio de La Palud (mediados/segunda mitad del siglo VI
dC) (Long/Volpe 1996: fig. 22). Correspondería a la variante LRA 1b,1 de Bonifay/Piéri (1995: fig. 6.44-46)
351 En el vertedero de la Antiga Audiència (AUD/1B, 475-500 dC) se recuperó un fragmento (Fig. 82.1) que insinúa
características propias de la variante Kellia 164 (disposición del cuello y diámetro de borde superior).
352 Entre 3,5 y 10 litros (Bass 1982: 163, Steckner 1989: 58). J.A. Riley publica dos ejemplares completos
procedentes de Benghazi (1979: fig. 90, 346-347, plate XXXV). En el complejo eclesiástico de las termas de Samos -
construido en la segunda mitad del siglo VI dC, reconstruido bajo Justino II (565-578 dC) y destruido por Constante
II (641-668 dC)- se localizaron 120 ejemplares del tipo LRA 1a almacenados en una habitación (Steckner 1989: 58).
353 Por citar algunos ejemplos (Keay 1984): T/6/557, T/6/625, T/6/627 (fig. 116), T/6/626, T/6/142 (fig. 117),
T/6/575, T/6/475 (fig. 118). En Cartago es un tipo frecuente a inicios del siglo VI dC (5,2% del total de objetos
169
• LRA 1 tardía (Figs. 71.6 y 82.3)
Las características formales más destacadas de esta versión propia del siglo VII
dC son la acentuación del estriado del cuerpo, la molduración externa del borde y la
ausencia de la protuberancia en la base. A esta variante corresponde probablemente el
ejemplar casi completo localizado en la necrópolis septentrional (NES/2-2)354. Una
morfología similar muestran los ejemplares del depósito 30 de Saraçhane (c. 655-70 dC)
(Hayes 1992: 100-105, fig. 47.156 y 157)355 y del nivel de finales del siglo VII dC de la
Crypta Balbi (ROM/8) (Saguì 1998a: fig. 9.2)356. Ejemplares similares están presentes
en el nivel de destrucción (c. 684 dC) de la iglesia de Ostrakine (norte del Sinaí) junto a
los tipos orientales LRA 2, 4C, 5, 6 y 7, Kellia 172, etc. (Arthur/Oren 1998).
Con relación a los frecuentes tituli picti en tinta roja sobre el cuello y los hombros de la
variante Kellia 169, reseñamos los más destacables, muchos de ellos excesivamente
fragmentarios o deteriorados como para poder garantizar las lecturas propuestas357:
• Fórmulas cristianas: ΧΜΓ (posible abreviatura de Χριστο[ς] Μαριας γεννα) (Lang 1976,
Pensabene 1981, Whitehouse et alii 1985) (Fig. 77.2 y 4). Titulus pictus fragmentario sobre
el cuello, interpretado por P. Bádenas (1989: 321) como …ου χαρις (en favor o en
beneficio de…). Para I. Canós, dada la cronología y la posible existencia de una Σ
semilunar y una Τ (uncial) delante de ου, podría tratarse de la fórmula cristiana
ΧΡΙΣΤΟΥ ΧΑΡΙΣ (Fig. 80.5). Se aprecian restos de una segunda línea ilegible. Algunos
ejemplares de Roma presentan cruces simples, griegas y monogramáticas (Pensabene 1981:
191, Whitehouse et alii 1985: 191).
• Titulus pictus dispuesto en dos registros sobre el cuello y el hombro (Fig. 77.5). En
el primer registro, en dos líneas, podría leerse, según I. Canós, θε (¿abreviatura de
θεµατα, conservas?, Lang 1976), y πα (¿abreviatura de πασσον, vino resinado?).
La anotación θε, frecuente en Tarraco (Keay 1984: figs. 115.2 y 116.9), es también
interpretada como una fórmula cristiana (Pensabene 1981: 191, Whitehouse et alii
1985: 191). En el segundo registro podría leerse ξ λ ε (¿35 xestai?).
• Titulus pictus de disposición similar al anterior (Fig. 80.7). Según I. Canós, en el
registro superior se leería πα (¿πασσον?) y ελ (¿abreviatura de ελαιον, aceite?).
Observando el esquema de otros fragmentos es posible que la segunda línea pueda
interpretarse como un indicativo de capacidad, lo que evitaría la aparente
contradicción entre contenidos distintos.
• Titulus pictus fragmentario sobre el hombro (Fig. 77.1) que P. Bádenas (1989: 322)
interpreta como una indicación de tara στ{α}θ{µος} λ{ιτραι} δ' (…tara 4
litrai…). En nuestra opinión es posible que se trate de una anotación de capacidad
expresada en xestai (¿37 xestai?).
cerámicos del depósito VII) (Riley 1981: 120). A esta variante corresponden los dos ejemplares completos
publicados en Peacock 1984 (fig. 34.1 y 2), procedentes de contextos de los siglos VI y VII dC.
354 Altura superior a los 45,52 cm y diámetro máximo en torno a 24,67 cm. Unas dimensiones similares a las
documentadas en los ejemplares del pecio de Yassi Ada (terminus post quem de 625/626 dC). La variante YA I, la
más numerosa y próxima a nuestro ejemplar, tiene una altura media entre 43,1 y 46 cm, un diámetro máximo entre
20 y 21,9, un peso que oscila entre 3,166 y 3,571 Kg y una capacidad máxima de 6,179/8,575 litros (Alfen 1996).
355 Junto a monedas cuya emisión más reciente se sitúa en el reinado de Constante II (641-668 dC), cerámica de
cocina del tipo Ware 3B (siglos VI-VII dC), TS Africana Hayes 109 (siglo VII dC), ánforas Saraçhane 3 (LRA 3), 4
(finales del VI-VII dC), 6 (LRA 4), 8 (LRA 5, siglos VI-VII dC), 10 (imitación de la LRA 2 tardía, siglo VII dC), 15,
18 (siglo VII dC), 19 (finales del siglo VI-VII dC), 20, 24 (finales del siglo VI-VII dC), 25 (finales del siglo VI-VII
dC), 27 (siglo VII dC o posterior), y 31 (finales del siglo VI-VII dC).
356 Moneda de Teodeberto (546-548 dC) y TS Africana D, formas Hayes 91C, 99, 105 y 109.
357 Agradecemos a I. Canós su colaboración. Véase, también, el apartado dedicado a la epigrafía anfórica.
170
• Titulus pictus (Fig. 78.3) sobre el hombro interpretado como σ θ λ.
• Titulus pictus fragmentario (Fig. 80.17) en el que, en opinión de P. Bádenas (1989:
322), podría leerse µ, abreviatura de µοδιος.
• Titulus pictus fragmentario (Fig. 80.10) que, para P. Bádenas (1989: 322),
contendría una abreviatura de (µ)οδιος, el numeral ξ y el indicador de litrai λ.
Según I. Canós, la lectura sería β ζ Α.
• Otros: Titulus pictus sobre un fragmento de pared (Fig. 80.8) que, según P. Bádenas (1989:
321), se refiere a un “…trenzado de fibra de mijo 35” (γερ<ρ>ον απο ινος µελινου λε).
Lectura aceptada por I. Canós aunque sugiere que el acento de la última línea podría leerse
como Σ.
• Titulus pictus en el hombro y cuerpo del contenedor (Fig. 81.1). Según la lectura de
I. Canós, las dos líneas sobre el hombro corresponderían a γ ν/υ ζ y τ ι. En la parte
posterior se aprecia una Ν y otros trazos no identificables. En la parte posterior se
observa una posible cruz simple (ejemplos similares en Pensabene 1981: fig. 18.40).
• Tituli picti fragmentados y deteriorados con las anotaciones θ τ ε (Fig. 81.4), µ λ ι
(Fig. 80.13), γ nexada con otro carácter no conservado (Fig. 81.2), ∆? (Fig. 81.5),
υ ∆ (Fig. 80.16), Ι Η esta última nexada con un carácter no conservado (Fig. 81.3),
χ (Fig. 81.13), ∆ y otro carácter ilegible (Fig. 80.12), Α (Fig. 80.14), tres caracteres
de los que sólo es legible el último µ (Fig. 80.11), Ε semilunar y δ (Fig. 80.15), Ι ∆
(Fig. 81.10), ε λ (Fig. 81.9), ¿ΕΥΣ? (Fig. 80.9).
358 En uno de los ejemplares se observaba la impronta de una hoja que quedó adherida a la cara interna del hombro,
a la altura del arranque inferior de la asa (Fig. 78.1). Fabric 18 de S.J. Keay (1984: 459): “Off-white to yellow colour.
Hard Hackly. Composition and inclusions (frequency/rounding): 1) Opaque to grey quartz crystals (rare/
subangular)' 2) Calcite crystals (rare/rounded); 3) Black ferromagnesian minerals (extremely common/rounded); 4)
Iron ore (rare/subangular)”. “The ‘normal’ ware is sandy and gritty and ranges from a buff to an orange colour (c.
5YR 6/6), containing many grey grits and occasional quartz like lumps. There are often many white and grey grits on
the surface, which often has a pinkish cream (c. 7.5YR 8/4) wash.” “The other fabric…is a gritty yellowy cream (c.
2.5Y 8/4) containing grey grits.” (Riley 1979: 212). “This ware is cream-buff (7.5YR 7/4), sometimes with a dark
grey core or inner surface, and contains much medium-grained sand composed largely of rounded limestone and
darker grains with a few flecks of white mica. In thin section, the groundmass, composed of buff optically anisotropic
clay, contains a scatter of quartz grains ranging up to c. 0,05 mm across. The sand, which may have been
deliberately added as temper, comprises between 0,3 and 0,7 mm across. The fossils are rarely identifiable, with the
exception of certain foraminifera and possibly bryozoan or pelecypod remains. The dark, ferromagnesian component
of the sand consists largely of serpentine fragments, which have an unusual brown colour owing to heating and
perhaps weathering, together with a colourless clinopyroxene. Occasional fragments of lava are present; accoessory
minerals include brown and green hornblende, garnet, epidote, andesine felspar and black iron ores.” (Peacock
1984: 20).
359 “The presence in large amounts of both diopside and enstatine, together with the comparative lack of other
minerals, especially zircon, suggests derivation from peridotite, an ultra-basic rock. The distribution of ultra-basic
rocks in the eastern Mediterranean area is fairly limited. Small outcrops occur on Cyprus, Lesbos and Eubea, while
larger tracts are to be found in south-west Asia Minor and northern Syria.” (Williams 1979: 181).
360 F. Pacetti identifica este tipo con las seriolae que Isidoro de Sevilla (Etymol. 20, 6, 5-6) denomina Cilicises,
“…prodotte in serie e contraddistinte da una struttura squadrata (orcarum ordo directus), destinate al trasporto del
171
centros productores podrían situarse en Rodas y Datça, en la península de Cnido (Pacetti 1995:
273). Según J.-Y. Empereur y M. Picon (1989), una elevada densidad de posibles centros
productores se extendería por las costas del golfo de Iskenderun. Sintetizando, los principales
argumentos para ubicar la producción de este tipo son:
Como ya decíamos, es uno de los tipos (variante Kellia 169) más ampliamente
documentados en los contextos tardo-antiguos de Tarraco, con porcentajes para el siglo V dC
que oscilan entre el 6% y el 12% del total estimado de ejemplares anfóricos, un comportamiento
similar al constatado en Marsella (MAR/1, donde es el ánfora mejor documentada) y en Cartago
(CAR/3). Aunque menos precisos, los datos disponibles indican su continuidad (Kellia 164 y
LRA 1 tardía) en el mercado tarraconense durante los siglos VI y VII dC (AUD/2, MIQ,
PER/22 y PER/30), sin que la desigual muestra analizada permita establecer ritmos y
frecuencias relativas.
vino (vasa fictile vini), la cui invenzione egli attribuisce alla Siria (apud Syriam primum excogitatum) …” (1995:
274)
361 S. Demesticha et D. Michaelides, The excavation of a Late Roman 1 Amphora Kiln in Paphos, Cyprus a
Bibliothèque d'Archéologie et Histoire (BAH), Beirut (en prensa). Agradezco a Alexandra Uscatescu esta
información.
362 No se indica explícitamente la presencia de fallos de horno que permitan afirmar que se trata realmente de
vertederos asociados a centros productores. En una publicación anterior (Empereur/Picon 1987: fig. 21) se indican
los siguientes “centros productores”: Ismeler, Olympos, Phaselis, Pege, Side, Syedra, Elaioussa-Sébastè, Soles (2),
Tarsos, Antioquía de Pyramos, Magarsos, Aigeai, Alexandria, Rhosos, Antioquía, Seleucia de Pieria y las islas de
Rodas y Chipre (Kourion y Amanthus). Excepto el de Tarsos, el resto están situados cerca de la línea de costa, cerca
de recintos portuarios.
363 En este último supuesto surge el problema de explicar su presencia, en cantidades significativas, en Cartago,
centro de una importante zona productora de aceite. Los diversos autores que han tratado este tema recurren al
argumento de una mayor calidad del aceite sirio (Riley 1981: 120, Peacock 1984: 119 y Pergola/Vismara 1989: 81).
172
Figura 77: LRA 1 (Kellia 169).
173
II.4.6. Palestina: Late Roman Amphora 4/Keay 54 (Figs. 71.7-8 y 83-86.1-12)
Como en el caso anterior, es uno de los tipos que mejor caracterizan el componente
oriental de las ánforas tardo-antiguas. Aunque ya había sido identificado (tipo 54) por M.
Almagro (1955), no fue tipificado con detenimiento hasta el estudio de J.A. Riley sobre los
materiales de Cartago (1979, 1981 y 1982)364. Posteriormente, S.J. Keay divide el tipo en seis
variantes en función de la configuración morfológica del perfil superior (1984: 278-281).
Preferimos considerar la morfología general del recipiente, mucho más ajustada a las
posibilidades reales de definición cronológica. Siguiendo este criterio son tres las variantes
básicas de este tipo: LRA 4A, LRA 4B y LRA 4C (Remolà/Uscatescu 1998: 555-556).
Esta variante propia del siglo VI dC, pero ya presente a finales del siglo V dC,
tiene un perfil cilíndrico y alargado con una suave transición entre el cuerpo y el borde.
El fondo presenta una base de soporte apuntada o plana. La altura oscila entre los 70 y
100 cm y el diámetro máximo se sitúa en torno a los 25/30 cm. Tanto la banda de estrías
como las asas se distancian del borde respecto a la variante anterior. Uno de los
fragmentos (Fig. 86.11) se asemeja a los documentados en el depósito de finales del
siglo VII dC de la Crypta Balbi (ROM/8) (Saguì 1998a: fig. 9.6).
Esta variante caracteriza el siglo VII dC, aunque inicia su producción con
anterioridad (finales del siglo VI dC). Se acentúa el alargamiento del cuerpo y se
suavizan los hombros hasta casi convertirse en una suave línea continua365. El borde se
simplifica notablemente, desaparece (en general) la banda de estrías a la altura de las
asas y el fondo adquiere una sección claramente apuntada. Ejemplares similares están
presentes en el nivel de destrucción (c. 684 dC) de la iglesia de Ostrakine (norte del
Sinaí) junto a los tipos orientales LRA 1 tardía, 2, 5, 6 y 7, Kellia 172, etc. (Arthur/Oren
1998). El ejemplar casi completo de la necrópolis septentrional (Fig. 86.10)
correspondería a esta variante más tardía.
364 Para una relación actualizada de los hallazgos véanse Pacetti 1995: 282-284 y Pacetti 1986.
365 El ejemplar NES/2-3 mide un poco más de 64 cm (en torno a los 70 cm) con un diámetro máximo de 25,82 cm.
174
No se conocen marcas y los tituli picti son raros. Además de los trazos en tinta roja
presentes en algunos ejemplares del vertedero de Vila-roma (Fig. 86.6-9) podemos citar los
fragmentos localizados en Roma, en las excavaciones del edificio portuario del lungotevere
Testaccio (ROM/5) (Sorrenti/Meneghini/Incitti 1985: 589)366 y de la Schola Praeconum
(ROM/3) (Pensabene 1981: fig. 21.44), y en el Macellum de Gerasa (Uscatescu 1996: 174)367.
La pasta es de color marrón con distintas tonalidades entre el rojizo y el ocre, bastante dura. Las
inclusiones identificables más habituales son los cristales de cuarzo368. En algunos casos hemos
podido apreciar la presencia de nódulos de arcilla y restos de malacología triturada369.
Actualmente, el origen egipcio sugerido, entre otros, por M. Egloff (1977: 117) y
Empereur/Picon (1986: 108, 1898: 243) parece poco probable370, como también lo es la
propuesta de una producción en Classe (Ravenna) (Maioli/Stoppioni 1989: 571). Descartadas,
de forma más o menos categórica, las propuestas anteriores, existen argumentos suficientemente
sólidos para afirmar que el núcleo de la producción se sitúa en la región de Gaza (Palestina). Al
horno localizado en Ashqelon hay que añadir once posibles centros productores en la región
situada entre Nahal Lakhish, Haluza, Be'er Sheva y el mar, preferentemente en la franja costera
al norte de Gaza (Israel 1995: 106)371. Una evidencia que debe ponerse en relación con los
diversos asentamientos dedicados a la producción de vino, todavía activos en época bizantina,
localizados en el Neguev y la extraordinaria reputación del vino de Gaza durante este período
(Mayerson 1986 y 1992)372.
366 Un fragmento de la UE 103 presenta un titulus pictus en tinta roja fragmentario (…]λγ[…).
367 En este último caso con pintura blanca.
368 Fabric 19 de S.J. Keay (1984: 460). “This ware is of a fairly uniform buff (5YR 5/6) colour with few visible
inclusions. Thin sectioning reveals a slightly anisotropic groundmass of brown clay, in which are set abundant
angular and subangular grains of quartz and occasional plagioclase felspar. The sand is well-sortde (0,05-0,1 mm
across). Scattered sparsely throughout are larger grains of quartz and more rarely plagioclase felspar of the order of
0,3 mm across. They are often rounded and sometimes distincly oval. Also present are a few fragments of
microcrystalline limestone with indistinct fossil remains. They vary from sub-angular ro rounded and range up to 0,5
mm across. Fragments of fossil shell (?) can be seen occasionally and range up to 0,75 mm. One of the most
distinctive features in thin section is the invariable presence of accessory heavy minerals, particularly tourmaline
and zircon.” (Peacock 1984a: 24).
369 Una circunstancia también observada en materiales de Cartago (Peacock 1984).
370 F. Pacetti continúa defendiendo que una parte de la producción, dirigida a un mercado eminentemente local, es
de origen egipcio (Mareotide) (1995: 280).
371 “…and possibly at Ashdod and as far South as el-Arish, and a minor production may also have occurred in
Egypt” (Arthur/Oren 1998: 201).
372 Los papiros y ostraca nos informan de diversos contenidos, incluidos sólidos, para las ánforas de Gaza (Gazitia)
y Askalon (Askalônia) como, por ejemplo, vino (predominante), conservas de pescado, queso, etc. (Mayerson 1992:
79).
373 Cassiodorus (Variae 12, 12), Sidonius Apollinaris (Carmina, 17, 15-16), Gregorio de Tours (Historia
Francorum, 7, 29; In confessorum, 65), Corippus (In Laudem Iustini, 3.879, 98-9), Isidoro de Sevilla (Etymol., 20, 3,
7), Venentius Fortunatus (Vita S. Martini, 11, 81-2). El vino de la región (vinum optimum) es citado también en la
Totius Orbis Descriptio, 29.
374 Ejemplares de Saraçhane (Hayes 1992: 64) y algunos de los hallados en Marsella (Bonifay/Piéri 1995: 112).
375 A partir del análisis de fragmentos procedentes de la Schola Praeconum (Rothschild-Boros 1981: 86). Como
sucede en otros casos, el problema de la reutilización de los contenedores impide valorar el alcance real de este dato.
376 Clasificación errónea de ejemplares de otro tipo que contenían restos de pescado (Zemer 1978: 61).
175
n'ont pas servi à transporter le même type de denrée,…” (1989: 29). En una publicación
posterior se atribuye esta diversidad a motivos cronológicos (Bonifay/Piéri 1995: 112).
Aunque parece que existía una producción de alcance regional desde el siglo III dC
(Zemer 1978: 61)377, su difusión por el Mediterráneo occidental no se inicia hasta finales del
siglo IV/inicios del V dC. La variante LRA 4A está ya presente en Cartago a finales del siglo
IV-primera mitad del V dC (CAR/2) (Fulford/Peacock 1984). A mediados del siglo V dC tiene
una elevada representación tanto en Cartago (CAR/6, 430-475 dC) como en Roma (ROM/4,
430-475 dC) y Tarraco (VIL/2, 425-475 dC) donde representa en torno al 7-9% del total
estimado de ejemplares anfóricos. La variante 4B está bien representada en el vertedero de la
Torre de l’Audiència (AUD/2, especialmente siglo VI dC) y en otros contextos de Cartago
(CAR/14, 575-600 dC) (Riley 1981: 70-71, fig. 8) y Marsella (Bonifay/Piéri 1995: 112) En
Tarraco, la variante más tardía está presente tanto en contextos del siglo VII dC del PERI-2
(Fig. 86.11) como en el sector de cronología más reciente de la necrópolis septentrional
(NES/2). El ejemplar NES/2-3 (Fig. 86.10) es similar a los localizados en el depósito 30 (c. 655-
70 dC) de Saraçhane (Hayes 1992: 64-65, fig. 22.4), en el depósito 152 (c. 684 dC) de la iglesia
de Ostrakine (norte del Sinaí) (Arthur/Oren 1998: fig. 8.4) y en el depósito XXIX (primera
mitad del siglo VII dC) de las excavaciones de la Universidad de Michigan en Cartago
(CAR/14) (Riley 1981a: 102, fig. 8.71).
II.4.7. Palestina: Late Roman Amphora 5/6 (Keay 66) (Fig. 86.13-15)
En los ejemplares atribuibles al tipo LRA 5 que hemos tenido ocasión de examinar en
Tarraco se observan dos tipos de pasta claramente diferenciados. Uno de ellos se caracteriza por
una consistencia arenosa, tonalidades entre beige y anaranjado, abundantes inclusiones de
dimensiones reducidas (especialmente partículas de cal) y un revestimiento exterior de color
beige-amarillento consistente y adherente. El segundo tipo de pasta es macroscópicamente
idéntico a la pasta que, de forma mayoritaria, define la LRA 4. Morfológicamente muestran las
características propias de las variantes que se difunden a partir de finales del siglo VI dC (Hayes
1992), como son un borde poco prominente, más o menos diferenciado del cuerpo (Fig. 86.13 y
377 Ánforas de tipología similar, pero pasta diversa, se documentan en el vertedero de mediados del siglo I dC del
pasaje Cobos (Tarragona) y en el relleno flavio de una de las cisternas de Empúries. Agradecemos a F. Tarrats y J.M.
Nolla las repectivas informaciones. Podría tratarse de un fenómeno parecido al del tipo LRA 3, cuya versión
monoansada ya se documenta en Occidente, en valores muy reducidos, desde el siglo I dC (Lang 1955).
378 Sobre el origen de éste y otros tipos orientales presentes en Kellia véase Ballet/Picon 1987.
379 Un contenedor cuya descripción se corresponde con el tipo LRA 5/6 podría identificarse, según algunos autores
(Vitto 1986: 48), con el havith citado en el Talmud y destinado a contener una extensa variedad de productos
alimenticios tanto líquidos como sólidos (aceite, higos secos, trigo, judías, nueces, cebada, etc.). Esta polivalencia
contrasta con una cita, recogida por el mismo autor, donde se resalta la clara diferencia entre los contenedores de
aceite y vino: “‘Does one not have to fear that the potter might do the opposite (i.e. that he might give more jars for
oil than for wine)? The error is impossible since one distinguishes easily between those intended for oil and those
intended for wine’ (Jerusalem Talmud, Shebiith 5.7)” (Vitto 1986: 48).
176
14), acrescencias arcillosas en el cuello y borde (similares a las que se documentan en el tipo
LRA 4)380 y banda de estrías profundas en los hombros.
En Tarraco, este tipo no se documenta de forma clara en contextos del siglo V dC.
Sobre su presencia en el siglo VI-inicios del VII dC, la única evidencia hasta ahora existente era
un fragmento identificado en el depósito de la torre de l'Audiència (AUD/2) (tipo 66, Keay
1984: 357-358, fig. 166.14). En Marsella no aparece hasta el último tercio del siglo V dC
(MAR/5 y 6) para convertirse, junto a la forma LRA 4, en el tipo oriental predominante en
contextos a partir de finales del siglo VI dC (MAR/10 y 14) (Bonifay/Piéri 1995: 112). En
Roma se documenta desde, posiblemente, mediados del siglo V dC (ROM/3) (Whitehouse et
alii 1982) y está presente en el contexto de finales del siglo VII dC de la Crypta Balbi (ROM/8),
donde es el tipo de ánfora oriental predominante (Saguì/Ricci/Romei 1997: 36).
Respecto al tipo LRA 6, J. Hayes (1992: 65) distingue dos variantes en función del
borde: tipos Saraçhane 7A (borde netamente articulado, principalmente del siglo V dC) y B
(borde simple, finales del siglo VI-VII dC). Esta última variante está presente en el nivel de
destrucción de finales del siglo VII de la ya citada iglesia de Ostrakine (norte del Sinaí)
(Arthur/Oren 1998). El área de producción se sitúa en la Palestina septentrional, muy
probablemente en los alrededores de Bet She’an/Keisan (Hayes 1992: 65). La pasta es de color
grisáceo con un núcleo frecuentemente rojizo y muestra una gran profusión de inclusiones. Las
paredes, de escaso espesor, muestran una superficie exterior suavemente acanalada. En Tarraco
sólo tenemos constancia de su presencia en el depósito de la parcela 30 del PERI-2 (PER/30),
datado a partir de un momento avanzado del siglo VI dC, junto a los tipos tardío B, LRA 1
(Kellia 164), LRA 2, Keay 79, etc. El tipo continúa siendo habitual en Palestina durante el
período Omeya (Hayes 1992: 65).
380 Una particularidad también observada en ejemplares del Macellum de Gerasa (Uscatescu 1996: 172).
177
Figura 83: LRA 4A (Zemer 53).
Figura 85: LRA 4A (Zemer 53) (1-6, 12) y 4B (Zemer 51) (7-11).
Figura 86: LRA 4A (Zemer 53) (1-9), LRA 4C (10-12) y LRA 5 (13-15).
178
II.5. Tipos indeterminados (IND) (Figs. 71.9-11 y 87-91)
Técnicamente, existe una gran uniformidad aparente384 con pastas, bien depuradas, que
presentan coloraciones que fluctúan entre beige y marrón, con tonalidades anaranjadas385. Se
aprecian inclusiones de cal (en algunos casos aflorando en la superficie) y mica, generalmente
en proporciones muy bajas. Respecto al área de origen poco podemos decir. Tiene un cierto aire
de familia con el tipo LRA 2 y presenta los ya mencionados tituli picti en griego, similares a los
documentados en ánforas orientales. Del contenido tampoco sabemos mucho más. Tan sólo la
presencia de un revestimiento resinoso interno en algunos de los fragmentos localizados en
Marsella excluiría el aceite.
Es un tipo característico del siglo V dC con valores que en Tarraco se sitúan en torno al
2% del total estimado de ánforas. Ejemplares de este tipo se documentan, también, en las
excavaciones de la Bourse de Marsella (MAR/1: segundo cuarto/mediados del siglo V dC)
(Bonifay 1987, 284, fig. 9.35), en Génova (Bruno 1996: 326, fig. 10.17 y 18) y en la UE 2021
(primera mitad/mediados del siglo V dC) de la villa romana de Puig Rodon (Baix Empordà)
(Nolla/Casas 1990: 208-209, fig. 17)386.
381 Excluyendo el fragmento de la figura 94.6, que actualmente no nos parece asimilable a este tipo.
382 Sobre este tipo véase, además de los trabajos ya citados, Remolà 1993. P. Reynolds denomina a este tipo LRA
2v asimilándolo a la forma 34 de Cartago (Fulford/Peacock 1984) (Reynolds 1995: 283). Sin una comprobación más
consistente resulta forzado establecer identificaciones que la escasa similitud formal no permite asegurar.
Morfológicamente se aproxima más a la forma 32 de Cartago, documentada en un contexto de finales del siglo V dC
(CAR/7, 475-500 dC).
383 La altura del ejemplar mejor conservado (Fig. 87.1) supera los 45 cm y el diámetro máximo se sitúa en torno a
los 26 cm. El diámetro interior medio del borde es ligeramente superior a los 6 cm.
384 El análisis de cuatro muestras por florescencia de rayos-X indica una elevada homogeneidad con niveles de
similitud máximos en el diagrama de Ward (Remolà/Rius/Larrechi 1993).
385 “Pâte chamois à strates brun foncé, très fine et compacte, légère, avec de nombreuses petits inclusions noires,
quelques inclusions blanques; surface chamois uo beige-orangé, douce au toucher, très légèrement micacée.”
(Bonifay 1987: 284).
386 Información facilitada por J.M. Nolla y J. Casas. También podría corresponder a este tipo un fragmento de borde
recuperado en las prospecciones de la Val Pescara (Verrocchio 1998: fig. 25.3).
179
Figura 87: Tipo tardío A.
180
II.5.2. Ánfora tardía Tipo B (Figs. 71.10 y 89)
Este tipo está adquiriendo en Tarraco una inesperada difusión en contextos de siglo VI
avanzado-VII dC. El primer ejemplar que tuvimos la ocasión de examinar (CLS) procedía de las
excavaciones del yacimiento de la Solana (Cubelles, provincia de Barcelona), un asentamiento
tardío (siglos VI-VII dC)387 cercano a la costa y a una pequeña necrópolis388. Se trataba de un
pequeño contenedor389 de cuerpo aproximadamente cilíndrico (similar a la LRA 1-Kellia 164 y
tardía, pero con hombros menos marcados)390, fondo plano umbilicado, cuerpo suavemente
acanalado y borde de sección normalmente triangular. En este momento parecen perfilarse tres
variantes a partir de la solución del perfil superior: (B1) cuello cilíndrico y borde engrosado al
exterior de sección triangular con un pequeño resalte en la base (diámetro interior medio de 8,1
cm), (B2) cuello menos marcado y borde simple de sección triangular (diámetro interior medio
de 10,4 cm) y (B3) borde simple de sección redondeada al que se unen los arranques superiores
de las asas. En las dos primera variantes las asas, de sección ovalada, se unen al cuello por
debajo del borde y a los hombros (existen individuos similares con arranques en el borde). Las
marcas de torneado son, normalmente (variante B1), muy marcadas en el cuello y en la base.
387 TS Africana D formas Hayes 87C, 91D, 94, 104C, 105 y 106 y ánforas LRA 1 y 4, Keay 41, 62A, 62Q, etc.
(Morer/Rigo/Barrasetas 1997).
388 Excavación dirigida por E. Barrasetas. Un primer avance de los resultados en Morer/Rigo/Barrasetas 1997 y
Barrasetas/Járrega 1997. Se identificaron diversos depósitos con evidencias de haber contenido vino.
389 El ejemplar de la Solana tenía poco más de 45 cm de altura, 28,2 cm de diámetro máximo y 9,2 cm de diámetro
interior del borde.
390 Muy similar al ejemplar casi entero (48 cm de altura y 30 cm de diámetro máximo) que, procedente de la torre
de l’Audiència (AUD/2, básicamente siglo VI dC), publica S.J. Keay dentro de su tipo 53C (1984: fig. 119.1,
T/6/648). El borde de este ejemplar se aleja de la configuración habitual en el tipo LRA 1. Incluimos, también, un
perfil superior (Fig. 89.5), procedente del depósito AUD/1B (finales del siglo V dC), que, con dudas, incluimos en
este apartado.
391 En curso de excavación en el momento de redactar estas líneas, todos los datos que avanzamos son
absolutamente preliminares y susceptibles de ulteriores modificaciones. La funcionalidad hidráulica del edificio,
relacionado con un manantial, sugiere que los contenedores anfóricos, en su inmensa mayoría de pequeñas
dimensiones y fondo redondeado o plano, habían llegado allí durante su reutilización para el acarreo de agua. La
práctica ausencia de cerámica fina (principalmente platos y cuencos) y el hecho que la poca cerámica común
recuperada corresponda a formas cerradas da mayor credibilidad a esta hipótesis.
392 Esto ha permitido constatar una amplia variabilidad morfológica del perfil superior y la existencia de jarras
monoansadas con una caracterización técnica aparente muy similar.
393 La mayoría de fragmentos muestran indicios de resina que excluiría el aceite como contenido habitual.
181
para este período394. En favor de un origen hispánico podemos aducir la existencia de formas
cerradas de cerámica común, con idénticas características técnicas, un hecho que podría sugerir
un posible ámbito de difusión eminentemente regional, una hipótesis que deberá ser
comprobada.
394 Formalmente, su morfología general se aproxima a lo que V. Verrochio denomina “simili alle Keay LII”, de las
que se han recuperado un buen número en las prospecciones de la Val Pescara: “Si tratta di anfore di piccole
dimensioni con orlo estroflesso ed appuntito, con diametro variabile fra 8 e 11 cm, corpo presumibilmente ovoide,
fondo piatto e concavo, spesso umbonato. Le anse sono variamente sagomate, spesso con lievi solcature”
(Verrocchio 1998: 667, figs. 23 y 24.1-12). Sin embargo la caracterización técnica parece claramente distinta: “Gli
impasti sono piuttosto omogenei, in prevalenza di colore beige-camoscio, a volte con sfumature rosate, duri e
compatti, a frattura quasi netta e ben depurati, con inclusi raramente visibili ad occhio nudo.” (Verrocchio 1998:
668). También existen diferencias en la resolución del fondo, que en este caso es más estrecho. Algunos ejemplares
presentan decoraciones ondulantes lo que sugiere al autor un origen regional, “o quanto meno adriatica”, para un
tipo que se difunde entre los siglos V y VI dC formando parte de la “familia de las Keay 52” que caracteriza el
panorama productivo itálico de época tardía.
395 En el ambiente U del edificio portuario del Lungotevere Testaccio (LUN/2, básicamente mediados/segunda
mitad del siglo V dC) (Sorrenti/Meneghini/Incitti 1985: 590-591, fig. 314.59-60). M. Incitti agrupa los tipos tardíos
C y D bajo una misma denominación (102 II A 60) al considerar que son parte del proceso evolutivo de un único
tipo. Ciertamente tienen una cierta similitud técnica y soluciones formales parecidas.
396 Podría corresponder a las formas indeterminadas 39 y 40 del período 1 de la Bourse de Marsella (segundo cuarto
del siglo V dC) (Bonifay 1987: 285-286).
397 También hemos tenido ocasión de observar un ejemplar adscribible a este tipo procedente de las excavaciones en
Classe en los almacenes de la Sopraintendenza en Ravenna (publicado en Stoppioni 1983: 146, fig. 8.38) y otro en el
Museo delle Navi (Roma), procedente del fondo marino de la entrada al puerto de Claudio en Ostia (n. 37735).
398 “…presenza costante, in diversi contesti di Roma datati al tardo V secolo [Celio, Basilica Hilariana], di
un’anfora (Figg. 11-12) attestata in quantita decisamente modeste (…) Si tratta di un recipiente contraddistinto da
un piccolo orlo variabile nell’articolazione, ma per lo più a sezione triangolare, e da un’imbocatura molto stretta da
cui ha origine un corto collo troncoconico sul quale si impostano le anse a bastoncello puittosto massicce. Il corpo
allungato e tendente a restringersi verso il basso, termina con un fondo piano dal profilo internamente concavo.”
(Pacetti 1998: 203-204). Puede observarse una estrecha similitud entre el ejemplar de nuestra figura 90.4 y el
localizado en la Basílica Hilariana (Pacetti 1998: fig. 11). Este mismo autor indica una presencia inferior al 1% y su
presencia en la taberna P de la Magna Mater (ROM/4) y en la Fonte Giuturna (Pacetti 1998: nota 59).
399 La disposición y sección de las asas, el fondo plano y el borde simple de sección triangular. Véase, por ejemplo,
Sorrenti/Meneghini/Incitti 1995, fig. 312.26 y Saguì 1998a: fig.10.
400 Los ejemplares de Roma presentan una arcilla “de color arancio, con piccoli inclusi bianchi e micacei e, de
maggiori dimensione, grigi e neri” (Sorrenti/Meneghini/Incitti 1995: 590), mientras que los de Marsella tienen una
“Pâte orange, dure, compacte et lourde, avec de grosses et petites inclusions noires, quelques grosses inclusions
blanches; surface orange granuleuse, inclusions apparentes.” (Bonifay 1987: 286).
182
Figura 89: Tipo tardío B.
183
II.5.4. Ánfora tardía Tipo D (Figs. 71.11 y 90.4-5)
Como en el caso anterior, este tipo fue observado tanto en Tarraco (Remolà/Abelló
1989: 309, fig. 167, 8.220), como en Roma y Benalúa401. Se trata de un pequeño contenedor de
perfil ovalado, fondo anular, cuello aproximadamente troncocónico y borde simple formado por
una ligera inflexión hacia el exterior de las paredes402. El cuerpo presenta una superficie
exterior ligeramente acanalada. La disposición de las asas, de sección redondeada, es similar a
la descrita para el tipo C. También la caracterización técnica aparente es semejante: pasta muy
dura, entre beige anaranjado y marrón rojizo y con numerosas inclusiones de reducido tamaño
(cuarzo y cal, esta última aflorando frecuentemente en superficie).
Sólo identificado a partir de dos fragmentos del Antic Hospital de Santa Tecla (STE/1-
211 y 212, 425-475 dC). Se trataría de un contenedor de cuello cilíndrico culminado por un
borde formado por un moderado engrosamiento de sección redondeada (diámetro interior medio
de 8,4 cm). Las asas, de sección oval, se unen al cuello y a los hombros. La pasta es similar a la
que presentan algunos ejemplares del tipo lusitano Keay 21: coloración marrón anaranjada,
elevada presencia de partículas de mica y superficie exterior de tonalidad más clara.
401 En el ambiente U del edificio portuario del Lungotevere Testaccio se localizaron cuatro ejemplares cubiertos por
un aluvión datado a finales del siglo IV dC (Sorrenti/Meneghini/Incitti 1985: 590-591). También está presente en el
depósito 42.4 (primera mitad del siglo VI dC) de Benalúa (Reynolds 1995: 84).
402 Incluimos un ejemplar completo (Fig. 90.4) procedente de la villa romana de Els Munts (Altafulla, Tarragona) y
expuesto en la sala de Cultura Material del MNAT. Las dimensiones son: 45,7 cm de altura, 24,8 cm de diámetro
máximo y 6,6 cm de diámetro interior del borde.
184
II.5.8. Ánfora tardía Tipo H (Fig. 91.6-7)
Dos fragmentos correspondientes a una ánfora de cuello cilíndrico y borde formado por
un repliegue hacia el exterior de las paredes del cuello (diámetro interior medio: 11,6 cm).
Atendiendo a la pasta, muy semejante a la que presenta una parte de la producción de los tipos
Keay 61, 62 y 26G (color beige y aspecto poroso), podrían atribuirse al área africana. Un
ejemplar con sección de borde similar está presente entre los materiales (mediados/segunda
mitad del siglo V dC, básicamente) del edificio portuario del Lungotevere Testaccio de Roma
(Sorrenti/ Meneghini/Incitti 1985: fig. 311.17). La solución de borde “replegado” se documenta
también en ejemplares del tipo Keay 62 de San Antonino di Perti (Antonino 1988: tav. VIII.15).
La cronología puede situarse, a nivel meramente preliminar, entre mediados del siglo V y
mediados del VI dC.
185
II.5.10.3. VIL/2-48 (Fig. 92.4)
Posible variante del tipo africano Keay 55 con el que comparte un borde vertical
engrosado con una concavidad en la cara interna del labio (diámetro interior de 10,4 cm)
(Remolà 1993: fig. 111.23). Las asas, de sección oval, se unen al cuello y, probablemente, a los
hombros. Una datación de finales del siglo V-VI dC parece verosímil.
Borde simple de labio ligeramente exvasado (diámetro interior de 8,4 cm) (Remolà
1993: fig. 114.38). Pasta compacta de color beige con inclusiones identificables de cal y cuarzo.
La cronología podría situarse en este momento entre los siglos V y VI dC.
Borde de sección sinuosa con la inflexión de base muy marcada (diámetro interior de
11,6 cm). Pasta de color marrón, micácea y con el núcleo gris, similar a la que presentan los
ejemplares del tipo Keay 21 lo que podría ser un indicio para establecer su origen. Una datación
de siglo IV-primera mitad del V dC parece verosímil.
186
II.5.10.10. NEF/5-12.2 y 3 (Fig. 92.11)
Perfil superior de cuello bajo y borde indiferenciado que se abre hacia el exterior
(diámetro interior de 6,4 cm). El inicio de esta inflexión se indica exteriormente por un pequeño
resalte. La pasta es dura, de color marrón y sin inclusiones identificables. La presencia en un
enterramiento del sector más antiguo de la necrópolis septentrional sugiere una cronología de
siglo IV-inicios del V dC.
187
II.5.10.15. PMA-29 (Fig. 93.4)
Perfil superior de cuello cilíndrico que se abre hacia el exterior hasta culminar en un
borde engrosado exteriormente de sección sinuosa (diámetro interior de 7,4 cm). La pasta es de
color marrón con una elevada inclusión de partículas de cal, cuarzo y no identificables. La
presencia en el vertedero de mediados del siglo V dC del Antic Hospital de Santa Tecla es el
único indicio cronológico.
188
II.5.10.22. STE/1-219 (Fig. 93.12)
Borde de perfil sinuoso y labio triangular (diámetro interior de 7,6 cm). Pasta de color
rojizo con inclusión de partículas de cuarzo y cal. La superficie externa presenta un
revestimiento de color granate. Como en los casos anteriores, podría datarse en el siglo V dC.
Borde engrosado al exterior y concavidad interna (diámetro interior de 9,4 cm). Pasta de
color rojizo y marcadamente micácea. Como en los casos anteriores, podría datarse en el siglo V
dC.
189
II.5.10.30. TRI-61 (Fig. 94.5)
403 Concretamente se asimilaría a la versión de borde de sección triangular, minoritaria respecto a la variante con
resalte (“orlo sagomato a spigolo”).
190
II.5.10.35. VIL/2-213 (Fig. 94.10)
Perfil superior procedente del vertedero de Vila-roma (Remolà/Abelló 1989: 307, fig.
167, 8.213). El cuello está formado por el gradual cierre de las paredes sobre las que se dispone
un borde engrosado al exterior de sección redondeada (diámetro interior de 5 cm). Las asas, de
sección circular, se unen al cuello y a unos hombros poco pronunciados. La disposición de las
asas se aproxima a la de los tipos tardíos C y D y a algunos ejemplares del tipo Keay 52
(Carignani/Pacetti 1989: fig. 4). La pasta, de color beige-anaranjado, presenta inclusiones de
cristales de cuarzo y partículas de mica. La superficie externa está recubierta por una fina
película de color gris. Como en los casos anteriores, la cronología puede situarse en el siglo V
dC.
191
II.5.10.41. VIL/2-233 (Fig. 95.3)
192
Figura 91: Tipos tardíos F (1-2), G (3-5), H (6-7) y K (8-10).
Figura 95: Fragmentos indeterminados, incisiones ante (10-12) y post cocturam (13-17), trazo
de pintura (18) y sello (19).
193
II.6. Epigrafía anfórica
Con relación a las ánforas africanas, sólo podemos reseñar un sello en cartela
rectangular (N.CT) impreso sobre el cuello de un ejemplar del tipo Keay 25C406. Otro sello,
sobre un fragmento de ánfora indeterminada, es de compleja lectura por su defectuosa impresión
(Fig. 95.19 y 96.4). Conocemos también algunas marcas anepígrafas impresas sobre ánforas
africanas de los tipos Keay 25B, 27B y Keay 35B407.
Finalmente, podemos destacar un grupo muy fragmentario de tituli picti sobre tipos
anfóricos orientales409. En este caso, las dificultades de lectura e interpretación son todavía
mayores. Recogemos únicamente aquellos cuyo estado de conservación permite aventurar
hipótesis mínimamente verosímiles sobre su significado410.
194
Catálogo
2. Sello circular impreso in labro: ROCATI. Conocemos un sello similar sobre una
variante del tipo Beltrán 68 (Baelo I) procedente de la factoría de salazones de El
Majuelo (Almuñecar) (Bernal 1996 y 1998a). Ánfora sudhispánica tipo Keay 19C
(Figs. 67.3 y 96.2).
3. Sello en cartela rectangular impreso in collo: N.CT. Ánfora africana tipo Keay 25C
(Figs. 28.6 y 96.3).
4. Sello sin cartela visible in ansa. Impresión defectuosa. Ánfora indeterminada (Figs.
95.19 y 96.3).
5. Marca anepígrafa in labro. Ejemplos similares sobre ánforas de los tipos Africano I y
II (Manacorda 1977: 207-211, tipo A) y 25C (Manacorda 1977: tav. XXIII.156).
Ánfora africana tipo Keay 25B (Figs. 65.1 y 96.5).
6. Marca anepígrafa in ansa. Ánfora africana tipo Keay 27B (Figs. 32.5 y 96.6).
7. Marca anepígrafa in collo. Ejemplos similares sobre ánforas de los tipos Africano I y
II de Ostia (Manacorda 1977: 207, tipos C y D). Ánfora africana tipo 35B (Figs. 39.2 y
96.7).
8. Grafito ante cocturam in collo. Trazo vertical. Ejemplos similares son frecuentes en
pivotes del tipo Keay 35 del pecio Dramont E (siglo V dC) (Santamaria 1995: Pls.
III.11-14, 18 y 69, IV.95 y V.73). Ánfora africana tipo Keay 4 (Figs. 20.3 y 96.8).
9. Grafito ante cocturam in pede. Ejemplos similares en pivotes del tipo Keay 35 del
pecio Dramont E (siglo V dC) (Santamaria 1995: Pls. III.15, 20 y 23 y IV.86). Dos
trazos oblicuos (¿?) fragmentados. Ánfora africana tipo Keay 41 (Figs. 43.10 y 96.9).
10. Grafito ante cocturam in pede. Tres trazos oblicuos. Un ejemplo similar se
documenta en un pivote del tipo Keay 35 del pecio Dramont E (siglo V dC) (Santamaria
1995: Pl. IV.76). Ánfora africana tipo Keay 35 (¿?) (Figs. 48.2 y 96.10).
11. Grafito ante cocturam in pede. Tres trazos oblicuos. Ánfora africana tipo Keay 35
(¿?) (Figs. 48.4 y 96.11).
12. Grafito ante cocturam in pede. Trazo en “V” (numeral 5). Ejemplos similares en
pivotes del tipo Keay 35 del pecio Dramont E (siglo V dC) (Santamaria 1995: Pls.
IV.119, 131 y 146 y V.103). Ánfora africana tipo Keay 35 (¿?) (Figs. 48.8 y 96.12).
13. Grafito ante cocturam in pede. Dos trazos entrecruzados en “X” (numeral 10).
Ejemplos similares en pivotes del tipo Keay 35 del pecio Dramont E (siglo V dC)
(Santamaria 1995: Pls. III.97 y IV.36, 37 y 84). Ánfora africana tipo Keay 41 (Figs.
43.11 y 96.13).
14. Grafito ante cocturam in campana. Dos trazos entrecruzados en “X”. Ánfora
indeterminada tipo tardío D (Figs. 90.4 y 96.14).
15. Grafito ante cocturam in pede (¿?). Dos trazos entrecruzados en “X”. Ánfora
africana (Figs. 46.11 y 96.15).
195
16. Grafito ante cocturam in pede (¿?). Dos trazos entrecruzados en “X” (¿?)
fragmentados. Ánfora africana Keay 41 (Figs. 43.9 y 96.16).
17. Grafito ante cocturam in pede. Dos trazos unidos en forma de “Y” (¿“X”
deficientemente trazada?). Un grafito lejanamente parecido se documenta sobre un
pivote del tipo Keay 35 del pecio Dramont E (siglo V dC) (Santamaria 1995: Pl. III.64).
Ánfora africana tipo Keay 35 (¿?) (Figs. 48.9 y 97.1).
18. Grafito ante cocturam in pede. Dos trazos formando una “T” invertida (numeral
100). Ánfora africana tipo Keay 27B (Figs. 31.9 y 97.2).
19. Grafito ante cocturam in pede. Tres trazos formando una “A” invertida sobre un
trazo vertical (¿numeral 15 o 30?). Ánfora africana tipo Keay 35 (¿?) (Figs. 48.1 y
97.3).
20. Grafito ante cocturam in collo. Trazo oblicuo coronado por otro semicircular
formando una especie de “P” (fragmentado) (¿numeral 101?). Ánfora africana tipo
Keay 36B (Figs. 40.2 y 97.4).
21. Grafito ante cocturam in pede. Dos trazos formando una “P” invertida. Ánfora
bética tipo Keay 19A-B (¿?) (Figs. 62.10 y 97.5)
22. Grafito ante cocturam in pede en dos registros. En el superior, cuatro trazos
formando una “E” retrógrada y otro en forma de “S”; en el inferior, cuatro trazos
entrecruzados en forma de aspa. Keay 35 (¿?) (Figs. 48.3 y 97.6).
23. Grafito ante cocturam in collo. Un trazo en forma de “S”. Ejemplos similares en
pivotes del tipo Keay 35 del pecio Dramont E (siglo V dC) (Santamaria 1995: Pl. IV.27,
87 y 105). Ánfora africana tipo Keay 4 (Figs. 18.8 y 97.7).
24. Grafito ante cocturam in collo. Dos trazos formando una especie de “P” retrógrada.
Ánfora africana tipo Keay 36B (Figs. 40.1 y 97.8).
25. Grafito ante cocturam in pede. Trazo ligeramente oblicuo flanqueado por cinco
pequeños trazos formando una especie de racimo. Un grafito similar se documenta en
un pivote del tipo Keay 35 del pecio Dramont E (siglo V dC) (Santamaria 1995: Pl.
IV.153). Ánfora africana (Figs. 47.5 y 97.9).
26. Grafito sobre un fragmento de pared (¿?). Trazo ligeramente oblicuo flanqueado por
tres pequeños trazos formando una especie de racimo (fragmentado). Un ejemplo
similar en un fragmento de ánfora africana de Ostia (Panella 1973: tav. XXVII.218).
Ánfora africana (Figs. 46.9 y 97.10).
27. Grafito sobre un fragmento de pared (¿?). Tres trazos oblicuos entrecruzados
formando una especie de “A” (fragmentado). Ánfora africana (Figs. 46.10 y 97.11).
28. Grafito sobre un fragmento de pared (¿?). Tres trazos oblicuos entrecruzados (¿?)
(fragmentado). Ánfora africana (Figs. 46.7 y 97.12).
196
29. Grafito ante cocturam in collo. Un motivo similar, en forma de marca anepígrafa, se
documenta en un fondo de ánfora africana de Ostia (Manacorda 1977: 209-210, tipo P,
tav. XXIV.161). Un trazo en forma de hoja de tres pétalos con pedúnculo. Ánfora
africana tipo Keay 4 (Figs. 19.4 y 97.13).
30. Grafito ante cocturam in pede. Dos trazos en forma de “C” retrógrada, uno en forma
de “N” y otro en forma de “P”, los tres primeros sobre un trazo horizontal (¿numeral?).
Ánfora africana tipo Keay 62A (Figs. 45.19 y 97.14).
31. Cristograma inciso ante cocturam in campana. Cruces monogramáticas incisas ante
cocturam en el cuello de distintos ejemplares del tipo Keay 62 localizados en el pecio
La Palud 1 (mediados/segunda mitad del siglo VI dC (Long/Volpe 1996: figs. 10 y
11.2). Ánfora tripolitana (¿?) tipo Keay 24A (Figs. 50.1 y 98.1).
35. Grafito post cocturam in campana. Un trazo en forma de “V”. Ánfora lusitana tipo
Keay 16B-C (Figs. 63.1 y 99.1).
36. Grafito post cocturam in collo. Un trazo en forma de “V” seguido de otro vertical.
Ánfora africana tipo Keay 4 (Figs. 19.7 y 99.2).
37. Grafito post cocturam en un fragmento de pared (fragmentado). Dos trazos dobles
formando una cruz simple (¿”X”?). Ánfora africana (Figs. 46.14 y 99.3).
39. Grafito post cocturam in pede (fragmentado). Dos trazos verticales unidos por otros
dos en ángulo. Ánfora indeterminada (Figs. 95.10 y 99.5).
40. Grafito post cocturam en un fragmento de pared (fragmentado). Dos trazos oblicuos
unidos y otros cuatro cortos en paralelo. Ánfora indeterminada (Figs. 95.15 y 99.6).
42. Grafito post cocturam en un fragmento de pared: LECNTI. Ánfora africana (Figs.
46.12 y 99.8).
197
45. Titulus pictus en tinta roja in collo/campana. En opinión de P. Bádenas (1989: 321),
podría interpretarse como …ου χαρις (“en favor o en beneficio de ...”). Para I. Canós,
la posible presencia de una Σ semilunar y una Τ uncial delante de ου podría indicar una
posible fórmula cristiana (ΧΡΙΣΤΟΥ ΧΑΡΙΣ)411. Ánfora oriental tipo LRA 1-Kellia
169 (Figs. 77.5 y 100.3).
46. Titulus pictus en tinta roja dispuesto en dos registros in collo e in collo/campana.
Según I. Canós, el registro dispuesto en el cuello, en dos lineas, podría leerse θε (linea
superior) abreviatura de θεµατα (¿conservas?, como propone M. Lang 1976: 73), y πα
(linea inferior), abreviatura de πασσον (vino resinado, Lang 1976: 72). La anotación
θε, frecuente en Tarraco (Keay 1984: figs. 115.2 y 116.9), se interpreta también como
una fórmula cristiana (Pensabene 1981: 191, Whitehouse et alii 1985: 191, fig. 14.32).
En el segundo registro podría leerse ξ λ ε (¿35 xestai?)412. Ánfora oriental tipo LRA 1-
Kellia 169 (Figs. 77.5 y 100.4).
47. Titulus pictus en tinta roja dispuesto en dos líneas in collo. En opinión de I. Canós,
en la línea superior podría leerse πα (πασσον) y la inferior ελ (¿abreviatura de
ελαι(ον)?, aceite, Lang 1976: 73). Observando el esquema de otros fragmentos, es
posible que la segunda línea pueda interpretarse como un indicativo de capacidad, lo
que evitaría la aparente contradicción entre contenidos distintos. Ánfora oriental tipo
LRA 1-Kellia 169 (Figs. 80.7 y 100.5).
48. Titulus pictus en tinta roja in campana. Cruz simple (véase núm. 59 de esta
relación). Ejemplos similares pueden encontrarse en Pensabene 1981: fig. 18.40. Ánfora
oriental tipo LRA 1-Kellia 169 (Figs 81.1 y 100.6).
49. Titulus pictus en tinta roja in collo/campana. Para P. Bádenas (1989: 322), se
trataría de una indicación de tara: στ{α}θ{µος} λ{ιτραι} δ' (…tara 4 litrai…)413. En
nuestra opinión, podría tratarse de una anotación de capacidad expresada en ξεσται
(¿37 xestai?). Ánfora oriental tipo LRA 1-Kellia 169 (Figs. 77.1 y 101.1).
50. Titulus pictus en tinta roja en un fragmento de pared (¿campana?). Para I. Canós,
podría tratarse de las letras ξ λ ο ε, las dos últimas nexadas. La ξ correspondería a la
abreviatura de ξεσται (Lang 1976: 56-57), mientras que el resto serían numerales
(¿35,5 xestai?). Ánfora oriental tipo Agora de Atenas M-273 (Figs. 76.6 y 101.2).
51. Titulus pictus en tinta roja in collo. Letras χ λ, la última fragmentada, indicando la
capacidad del recipiente en xestai. Ánfora oriental tipo Agora de Atenas M-273 (Figs.
75.1 y 101.3).
52. Titulus pictus en tinta roja in collo. Capacidad del recipiente indicada en ξεσται.
Ánfora oriental tipo Agora de Atenas M-273 (Figs. 75.2 y 101.4).
411 Agradecemos a Isabel Canós la lectura e interpretación de algunos de los tituli picti.
412 Resulta complejo determinar el valor aplicable al sextarius (xestes). Según M. Lang, “Xestes is defined as a sixth
(sextarius) of Roman chous (congius) and thus the equivalent of two kotyles or heminai. The standard xestes of the
first two centuries of our era seems to have been 0.546 l. (…) In the third and following centuries the most frequent
xestes is one which is larger by one-third, i. e., 0.728 l. (…) This is presumably the xestes known as the Hellenic oil
xestes (Metrolog. Script., I, 208, 213; called Alexandrine, I, 264) which had 24 ounces or two litrai (654 gm.). As
long as wine is being measured, two litrai require a capacity of 0.654 l., which is larger than old xestes by only one-
fifth.” (Lang 1976: 57). P. Pensabene se inclina por el sextarius sirio, con un valor de 0,674 l. (Whitehouse et alii
1985: 191).
413 Sobre las distintas formas de indicar la tara véase Lang 1976: 65.
198
53. Titulus pictus en tinta roja sobre un fragmento de pared. Para P. Bádenas (1989:
322-323), se trata de una abreviatura de (µ)οδιος414, seguida del numeral ξ y el
indicador de libra λ. Según I. Canós, la lectura sería β ζ Α. Un titulus pictus similar
procedente del Ilôt de l’Amirauté (Cartago) es interpretado como una indicación de
capacidad en sextarii (Davies 1984: fig. 51.54). Ánfora oriental tipo LRA 1-Kellia 169
(Figs. 80.10 y 102.1).
54. Titulus pictus en tinta roja sobre un fragmento de pared. Para P. Bádenas (1989:
321), el depictus se refiere a un γερ<ρ>ονα πο ινος µελινου λε (…trenzado de fibra
de mijo 25)415, una lectura aceptada por I. Canós, quien sugiere que el acento de la
última línea podría leerse Σ. Ánfora oriental tipo LRA 1-Kellia 169 (Figs. 80.8 y 102.2).
55. Titulus pictus en tinta roja sobre un fragmento de pared. Según I. Canós, se
conservan restos de las letras ε λ. Ánfora oriental tipo LRA 1-Kellia 169 (Figs. 81.9 y
102.3).
56. Titulus pictus en tinta roja sobre un fragmento de pared. Según I. Canós, se
conservan restos de las letras ¿ΕΥΣ?. Ánfora oriental tipo LRA 1-Kellia 169 (Figs. 80.9
y 102.4).
57. Titulus pictus en tinta roja sobre un fragmento de pared. Según I. Canós, se
conservan restos de la letra ¿∆?. Ánfora oriental tipo LRA 1-Kellia 169 (Figs. 81.5 y
102.5).
58. Titulus pictus en tinta roja sobre un fragmento de pared: ¿…NTI?. Ánfora oriental
tipo LRA 4A (Figs. 86.8 y 102.6).
59. Titulus pictus en tinta roja en dos líneas in campana. Según I. Canós, la línea
superior podría leerse γ ν/υ ζ y τ ι. En la parte posterior se observa una cruz simple
(véase núm. 48 de esta relación). Ánfora oriental tipo LRA 1-Kellia 169 (Figs. 81.1 y
102.7).
414 “The next most frequent measure used in our capacity notations of the Roman period is the modius, always
abbreviated to the first two letters...” (Lang 1976: 57). Entre los ejemplares del Agora de Atenas examinados por M.
Lang que utilizan este tipo de medida se detectan evidencias de dos modii diferentes: “The first is the regular Roman
equivalent of the Greek hekteus (8 choinikes or 32 kotyles) which is defined (Metrolog. Script., I, 203, 205, 258) as
both 16 sextarii and one-third of a Roman cubic foot, i. e., 8.736 l. (...) The second modius is the Cypriote modius,
which is said (Metrolog. Script., I, 261, 272) to contain 17 and a fraction xestai.” (Lang 1976: 57-58).
415 Véase Lang 1976: 73.
199
Figura 96: Sellos (1-4), marcas anepígrafas (5-7) y grafitos ante cocturam (8-16).
Figura 98: Cristogramas incisos sobre fragmentos del tipo tripolitano (¿?) Keay 24.
Figura 100: Tituli picti sobre fragmentos del tipo oriental LRA 1 (Kellia 169).
Figura 101: Tituli picti sobre fragmentos de los tipos orientales LRA 1-Kellia 169 (1) y Agora
de Atenas M-273 (2-4).
Figura 102: Tituli picti sobre fragmentos de los tipos orientales LRA 1-Kellia 169 (1-5 y 7) y
LRA 4A (6).
200
III. ALGUNOS DE LOS PRINCIPALES CONTEXTOS DE REFERENCIA
III.1.1 (ILU/1) Niveles de amortización del Cardo Maximo de Iluro (Revilla et alii 1997 y
Cerdà et alii 1997: 121-205) con un importante conjunto de materiales de mediados del siglo V
dC junto a otros de cronología tanto anterior (finales del siglo IV/inicios del V dC) como
posterior (inicios/primera mitad del VI dC). Predominio de las monedas emitidas entre los años
337 y 361 dC. La última emisión corresponde a inicios del siglo V dC. TS Africana D (71,62%
del total de vajilla fina) de las formas Hayes 50B, 58A y B, 59.9, 60, 61, 67, 67/71, 73A y B,
79, 80A y B, 81, 87A, 91A/B, 93A, 94 y 104A y Lamb. 9A. DSP y TS Lucente (20,93%) de las
formas Rigoir 1, 3a, 6a, 6b, 15, 18 y 30 y Lamb. 1/3 y 3, TS Hispánica tardía (2,33%) y Late
Roman D (0,46%). Las ánforas representan el 11,64%.
III.2.1 (EMP/1) Plaza Mayor de Sant Martí d’Empúries (Aquilué 1997). Vertedero (UE 5121,
5128, 5167 y 5168) datado en la primera mitad del siglo V dC. TS Africana D (Hayes 58B.9,
61, 63, 67, 80A, 81A, 91A/B), DSP (Rigoir 1, 6A y 18), Lucente (Lamb. 1/3, sim. 9B y 14) y
TS Hispánica tardía 37.
201
TIPO TIPO TIPO
Keay 25B Keay 35B LRA 3
Keay 25P Keay 16 LRA 4
Keay 25 Keay 19 ¿LRA 2?
Keay 26F Keay 78 Tipo tardío A416
Keay 27 Keay 52 IND
Keay 27B LRA 1
Cuadro 91: EMP/1.
III.2.2. (EMP/2) Carretera de Sant Martí d’Empúries (Fase IVb) (Llinàs 1997). Vertedero
datado entre finales del siglo V e inicios del VI dC. TS Africana D de las formas Hayes 59, 64,
80A, 81B, 87A, 87B, 91 indet., 91B, 91C, 94, 99 y Atlante XLVI.9-10 y DSP de los tipos
Rigoir 1, 4, 6 y 8.
III.2.3. (EMP/3) Carretera de Sant Martí d’Empúries (Fase V). Niveles de terraplenamiento
datados en el segundo cuarto avanzado-mediados del siglo VI dC. TS Africana D de las formas
Hayes 58, 59, 60, 61 indet., 61A, 61B, 67, 69, 73, 80A, 80B, 87 indet., 87A, 87B, 87C, 91
indet., 91A/B, 91C, 91D (considerada intrusiva), 93 indet., 93A, 93B, 94 indet., 94B, 97, 99,
103A, 103B, 104A, 104B y Atlante XLVI.9-10 y DSP de los tipos Rigoir 2/3A, 4, 6, 8, 9, 15 y
18.
202
III.2.4. (EMP/4) Plaza pequeña de Sant Martí d’Empúries. Niveles constructivos (UE 1046,
1066 y 1072) datados en la primera mitad del siglo VI dC. TS Africana D (Hayes 91A/B, 93B y
103A), DSP (Rigoir 18) y Lucente (Lamb. 33). Ánforas Keay 25H, 27B, 35B y 62 y LRA 1, 4,
3 y ¿2?.
III.2.5. (EMP/5) Carretera de Sant Martí d’Empúries (Fase VI). Relleno de un pozo datado con
posterioridad al 600 dC. TS Africana de las formas Hayes 104C y 109. Ánforas africanas de los
tipos Keay 35A, 61D y 62A.
III.3.2. (MAR/2) Rue du Bon-Jésus/Puits 225 (Fase 1/2). Vertedero datado en el tercer cuarto
del siglo V. Monedas de la segunda mitad del siglo IV/inicios del V dC. TS Africana C5,
formas Hayes 74 y 84, TS Africana D Hayes 61 (variante tardía), 64, 81, 91A-B y 12/102, Late
Roman C Hayes 1D y lucernas africanas Atlante X.
417 Bonifay 1987, Bonifay/Congès/Leguilloux 1989 y Bonifay/Piéri 1995. Véase, también, el reciente trabajo
dirigido por M. Bonifay, M.-B. Carre y Y. Rigoir (1998), cuyos resultados no hemos podido incluir.
203
TIPO NE TIPO NE TIPO NE
Keay 3 2 AFR 9 Agora de Atenas M-273 4
Keay 8B 4 ¿Keay 1? 1 Agora de Atenas M-334 1
Keay 25 2 Keay 13 3 LRA 1 23
Keay 26 11 Keay 19 1 LRA 4 6
Keay 35B 3 Keay 23 1 LRA 5 1
Keay 36 1 Keay 52 9 IND 13
¿Keay 90? 1 LRA 3 13
Cuadro 98: MAR/2.
III.3.3. (MAR/3) La Bourse/Période 1 (Sondage 6/7). Vertedero datado a mediados del siglo V
dC. TS Africana C5 y D, formas Hayes 61B y 12/102.
III.3.4. (MAR/4) La Bourse/Période 3 (Sondage 10). Vertedero datado en la segunda mitad del
siglo V dC. Monedas de Valentiniano III, TS Africana C5, TS Africana D de las formas Hayes
61B, 64, 80, 81, 87B, 91A-B, 12/102 y Fulford 37.
204
III.3.5. (MAR/5) La Bourse/Période 2 (Sondage 6). Vertedero datado entre el último cuarto del
siglo V y el primero del siglo VI dC. Monedas de la segunda mitad del siglo V e inicios del VI
dC. TS Africana C5, tipo Hayes 84, y TS Africana D de las formas Hayes 61B, 64, 87B, 87C,
91B, 104A y Fulford 39 y Late Roman C de la forma Hayes 3.
III.3.6. (MAR/6) La Bourse/Période 4 (Sondage 10). Vertedero del último cuarto del siglo V y
el primero del siglo VI dC. TS Africana C5 de las formas Hayes 84 y 85, TS Africana D de las
formas Hayes 61B, 64, 81, 87B, 91A-B, 104A, 12/102 y Fulford 35 y 37, Late Roman C de la
forma Hayes 3H y lucernas africanas Atlante X.
III.3.7. (MAR/7) Cap Titol/Puits 7002. Relleno datado, con dudas, en el primer cuarto del siglo
VI dC. Monedas de la segunda mitad del siglo V e inicios del siglo VI dC. TS Africana C5,
forma Hayes 84, TS Africana D de las formas Hayes 61B, 76, 81A, 12/102 y lucernas africanas
Atlante VIII y X.
205
PARTE NE (%) DIÓCESIS NE (%) TIPO NE
Occidente 10 (58,82) Africa 9 (52,94) Keay 25 1
Oriente 5 (29,41) Suburbicaria 1 (5,88) Keay 26 1
Indeterm. 2 (11,76) Asiana 1 (5,88) Keay 61 1
TOTAL 17 Oriens 4 (23,52) Keay 62Q 2
Indeterm. 2 (11,76) Keay 55-56 1
AFR 3
Keay 52 1
LRA 3 1
LRA 1 (Kellia 169) 2
LRA 5 2
IND 2
Cuadro 103: MAR/7.
III.3.9. (MAR/9) La Bourse/Période 5 (Sondage 10). Niveles de uso (¿?) del siglo VI dC. TS
Africana D de las formas Hayes 99 y 103 y Late Roman C de la forma Hayes 3F.
206
III.3.10. (MAR/10) La Bourse/Période 2B (Aire 2, Couches 1099a, 2524-2526 y 2843). Posible
vertedero datado entre la segunda mitad del siglo VI e inicios del VII dC. Monedas de
Teodeberto (c. 546-548 dC). TS Africana D (Hayes 91C y D, 99, 105 y 109), Late Roman C
(Hayes 10) y lucernas africanas Hayes IIB.
III.3.12. (MAR/12) La Bourse/Période 4B (Sondage 6). Vertedero datado entre finales del siglo
VI e inicios del VII dC. TS Africana D de las formas Hayes 90B, 98, 99, 104B, 104C y 105.
207
III.3.13. (MAR/13) La Bourse/Periode 3 (Aire 2, Couche 2372). Nivel de derrumbe (¿?) datado
en el siglo VII dC (¿?). Moneda merovingia de Bayeux (670-680 dC). TS Africana D Hayes 105
y 109, Late Roman C Hayes 10 y lucernas africanas Hayes IIB.
III.3.14. (MAR/14) Place Jules Verne/JV4 (US 29, 35, 76 y 78). Niveles de uso (¿?) datados
entre el último cuarto del siglo VII e inicios del VIII dC (¿?). TS Africana D de las formas
Hayes 87C, 90, 91C, 98, 99C, 105, 106 y 109, Late Roman C Hayes 10B, Saraçhane cooking
ware 3B y lucernas africanas Atlante X.
208
III.4. Arles (ARL)
III.4.1. (ARL/1) Barrio de l’Esplanade, fase 6A418. Rellenos constructivos datados a finales del
siglo IV o inicios del V dC. TS Africana D de las formas Hayes 59A y 67 y cerámica Lucente
Lamboglia 10A y 24/45.
III.4.2. (ARL/2) Barrio de l’Esplanade, fase 6B. Vertedero datado en el primer cuarto del siglo
V dC. Moneda de Honorio, TS Africana D (Hayes 59, 61, 61B, 64.4, 67, 73A, 91 y 91B),
cerámica Lucente (Lamboglia 1, 1/3, 14/26, 2 y 14), DSP (Rigoir 1 y 6) y lucernas africanas
Hayes I.
209
III.5. Toulon (TOU)
III.5.1. (TOU/1) Besagne, sondeo 15 (fosa A)419. Posible vertedero datado en la primera mitad
del siglo VI dC. TS Africana D de las formas Hayes 58A, 59, 61A, 61B, 67, 67/71, 76B, 80A,
81B, 87B, 89B, 91A/B, 91, 94, 94B, 99B y 99 (Reynolds 1995: 306-307).
III.6.1. (ANT/T4) San Antonino di Perti, fase T4. Relleno constructivo datado entre finales del
siglo VI e inicios del VII dC. TS Africana D de las formas Hayes 99C (Atlante LI.8), 80B/99,
100, 91D, 101, 94, 93/107, 104B y 105 y Fulford 1 y 2.
210
III.6.2. (ANT/T3) San Antonino di Perti, fase T3. Rellenos constructivos (¿?) datados con
posterioridad al 610 dC. TS Africana D de las formas Hayes 99C (Atlante LI.8), 100, 91D,
93/107, 109 y 105 y Fulford 1 y 1/2.
III.6.3. (ANT/T2) San Antonino di Perti, fase T2. Niveles de uso (¿?) datados entre el 610 y c.
650 dC421. TS Africana D de las formas Hayes 99C (Atlante LI.8), 100, 91D, 101, 109 y 105 y
Fulford 1, 2 y 2/4.
III.6.4. (ANT/T1) San Antonino di Perti, fase T1422. Niveles de uso (¿?) datados c. 650 dC. TS
Africana D Hayes 99C (Atlante LI.8), 80B/99, 100, 105, 101, 109, 104B y 105 y Fulford 8.
421 “Gli edifici, datati da monete di Foca (610-610) ed Eraclio (610-641)…” (Murialdo 1995: 433-444).
422 Se incluyen los ejemplares que en Antonino 1992 se atribuyen a la fase 1/3.
211
III.7. Roma (ROM)
III.7.1. (ROM/1) Magna Mater423 (Ambiente O). Vertedero datado en la segunda mitad del
siglo IV dC.
III.7.2. (ROM/2) Edificio portuario del Lungotevere Testaccio (UE 201=215, 205 y 106)424.
Nivel de abandono (¿?) datado entre el último cuarto del siglo IV y el primero del siglo V dC.
Monedas de Graciano (367-375 dC) y Arcadio/Honorio/Teodosio II (383-392 dC). TS Africana
D de las formas Hayes 58B, 50A, 50B, 59, 61 y 91A/B. Predominio del tipo africano Keay 26F
(“spatheia con orlo a corolla”). Presencia de tipos africanos (Keay 25B, MRA 1 y Keay 1A y
B), orientales (LRA 3 y 4 y Keay 12), sudhispánicos (Keay 19 y 23) e itálicos (Keay 52).
III.7.3. (ROM/3) Schola Praeconum I. Vertedero datado en el tercer cuarto del siglo V dC.
Monedas de Valentiniano III (425-455 dC)425. TS Africana D de las formas Hayes 59B, 61A y
B, 63, 64, 67, 70v, 76, 78, 80A y B, 81A y B, 84, 85B, 87A, 91A (Whitehouse et alii 1982)426.
423 La excavación de diversos ambientes abiertos a la via Tecta, delante del templo de la Magna Mater, puso al
descubierto una interesante secuencia de época tardo-antigua. Los datos relativos a esta intervención proceden de
Carignani et alii 1986 y Carignani/Pacetti 1989 y 1989a.
424 Sorrenti/Meneghini/Incitti 1985.
425 Whitehouse 1977 y Whitehouse et alii 1982.
426 TS Africana D de las formas Hayes 80B, 91A, 64, 67, 61, 76, 80A, 63, 81A, 85B, 87A, 59B, 50B/80, 53, 56,
61A, 69?, 70v, 78, 81B, 84, 12/102, 91B, 92, 91C?, 103, 104 y Fulford 16 (según Reynolds 1995: 329). Esta nueva
clasificación indica la presencia minoritaria de formas datadas en el siglo VI dC.
212
III.7.4. (ROM/4) Magna Mater (Ambiente P)427. Nivel de abandono datado a mediados del
siglo V. Monedas de finales del siglo IV e inicios del V (430-450 dC). TS Africana C3 (Hayes
50, 53B, 71, 72 y 75), TS Africana C4 (Hayes 73 y 74), TS Africana C5 (Hayes 84), TS
Africana D (Hayes 58B, 59, 61, 63, 64, 67, 67/71, 80-81,91, 94, 99A, 12/102, 12/110, 110, 97,
87, 88, 103B y 104A)428. El 49,4% de las ánforas corresponden a la parte oriental (africanas,
hispánicas e itálicas con un 29%, 2,9% y 17,5%, respectivamente). El resto se reparte entre
orientales (28,6%, tipos LRA 1-Kellia 169, 3 y 4), indeterminadas (15,5%) y residuales (2,5%).
III.7.5. (ROM/5) Edificio portuario del Lungotevere Testaccio (UE 105, 104, 103, 102, 213-
214, 98). Posible vertedero datado a mediados del siglo V dC. La localización de una ánfora del
tipo de la cisterna de Samos entre los últimos vertidos sugiere que esta actividad se prolonga
hasta el siglo VI dC. Monedas de Arcadio (383-408 dC) y Honorio (402-408 dC). TS africana D
de las formas 50B, 58B, 61, 80A, 81, 67 y 91A/B. Predominio del tipo Keay 25. También se
constata la presencia de los tipos Keay 26F e I, 35A, 36, 57B, 61, 62, 62Q, 85, 47, 58, LRA 1, 3
y 4, cisterna de Samos, Keay 52, Yassi Ada B-I, Scorpan 15 y los tipos tardíos C y D. Un
repertorio tipológico que, a nivel anfórico, parece más propio del siglo VI dC.
III.7.6. (ROM/6) Domus de Gaudentius (Celio). Niveles de abandono datados entre finales del
siglo V y la primera mitad del VI dC429. TS Africana C (Hayes 52B, 57, 74, 53B, 82A, 84), C/E
(Hayes 58A) y D (Hayes 59B, 61A y B, 93A y B, 106, 81, 86, 87B, 88, 91A, 91C, 97, 99A y B,
103A, 104A y B y Atlante LII.6, LII.8 y LII.11).
213
III.7.7. (ROM/7) Schola Praeconum II. Posible vertedero datado, con dudas, en la primera
mitad del siglo VI dC (Whitehouse et alii 1985). TS Africana Hayes 105?, 99A, ¿106? y
91D431.
III.7.8. (ROM/8) Crypta Balbi. Vertedero datado en los últimos decenios del siglo VII dC
(Saguì 1998a). Monedas de Foca (602-610 dC), Heraclio (610-641 dC), Constante II (641-668
dC), Constantino IV (668-685 dC) y Justiniano II (685-695 dC). TS Africana D de las formas
Hayes 91D, 99C, 105/106, 106 y 109, LR D (Hayes 9) y LR Unguentaria. Ánforas Keay 26G,
61/62, 52, “50” (San Antonino 1988, tav. IX.3-6), LRA 1, 2, 3, 4, 5 y 7, tipo de la cisterna de
Samos y tipos Crypta Balbi 1 y 2. Poco más del 50% de las ánforas son de origen africano.
III.8.1. (OST/1) Niveles de abandono del ambiente XVI (estrato I=Ostia IV) datados a finales
del siglo IV o principios del V dC. TS Africana D de las formas Hayes 50 y 52 y lucernas
africanas Atlante VIII y XIII.
431 c. 520/530 dC a partir de la evidencia numismática; c. 600 dC sobre la base de la clasificación como Hayes 105
de un fragmento de TS Africana (Whitehouse et alii 1985), atribución cuestionada por P. Reynolds (1995: 331). Este
último autor propone una cronología de primer cuarto del siglo VI dC.
432 Anselmino et alii 1986 y Panella 1986a.
214
III.9. Cartago (CAR)
III.9.1. (CAR/1) Centurias A y B, sondeo IIIA (fases IV y V), sondeo IVA (fases IIC y III)
(Misión italiana). Niveles datados entre la segunda mitad del siglo IV e inicios del V dC.
Predominio de la TS Africana D de las formas Hayes 59 y 61A. Ánforas mauritanas (13,3% del
total de borde, fondos y asas), tripolitanas (1,7%), tunecinas (38,3%), itálicas (MRA 1, 6,7%),
orientales (LRA 1 y 3, 1,7% y 5% respectivamente), indeterminadas (18,3) y residuales
(15%)433.
III.9.3. (CAR/3) Centurias A y B, sondeo IB (fases VB y VC) (Misión Italiana). Niveles datados
en la primera mitad del siglo V dC435. Predominio de la TS Africana D de las formas Hayes 59
y 61A. Las ánforas tunecinas representan el 32% del total de bordes/fondos/asas. Le siguen los
tipos orientales LRA 1 (6,1%) y 4 (5,1%), itálicos (MRA 1, 5,1%), orientales LRA 3 (3%), 5
(2,1%) y Keay 12 (3,1%), mauritanas (2%), indeterminadas (16,5%) y residuales (24,7%).
III.9.4 (CAR/4) Avenida de Habib Bourguiba (Misión Británica). Grupo estratigráfico datado c.
450 dC. Predominan las ánforas africanas (52,65% del peso total), seguidas de los tipos
orientales, LRA 1 (6,67%), 5 (4,64%), 3 (2,10%), 4 (1,71%) y 2 (0,22%), e indeterminados
(31,97%).
215
III.9.6. (CAR/6) Depósito XXVII, Cisterna 1977.1 (Lower fill: P3F-L 213-218)436. Nivel de
relleno con un predominio de materiales datados a mediados del siglo V dC, a pesar de que las
monedas (la más reciente corresponde al año 602 dC) llevan la formación de este estrato a la
primera mitad del siglo VII dC. TS Africana D de las formas Hayes, 67, 76, 80, 81, 85 y 91A-B.
III.9.7. (CAR/7) Avenida de Habib Bourguiba (Misión Británica). Grupo estratigráfico datado
en el último cuarto del siglo V dC. Predominio de las ánforas africanas (51,57% del peso
anfórico total), seguidas de las orientales, LRA 1 (10,65%), 3 (6,18%), 5 (5,19%), 4 (1,23%) y
2, (0,46%) e indeterminadas (24,69%).
III.9.8. (CAR/8) Centurias A y B, sondeo IB (fases VI y VII) (Misión Italiana). Niveles datados
en el último cuarto del siglo V dC. TS Africana de los tipos 91, 67, 80, 93B, 94, 97, 99, 12/102
y, tal vez, 103. Ánforas tunecinas (28,1% del total de bordes/fondos/asas), mauritanas (1,1%),
orientales, LRA 1 (10,2%), 5 (3,4%), 4 (2,3%), 3 (1,1%) y Keay 12 (1,1%), indeterminadas
(43,2%) y residuales (10,2%).
III.9.9. (CAR/9) Avenida de Habib Bourguiba (Misión Británica). Grupo estratigráfico datado
c. 500 dC. Dominan las ánforas africanas (47,37% del peso total), seguidas de las orientales,
LRA 1 (13,69%), 3 (4,07%), 5 (2,41%), 2 (0,92%) y 4 (0,82%), e indeterminadas (30,69%).
III.9.10. (CAR/10) Centurias A y B, sondeo IB (fase VIII), sondeo IIIA (fase VI). Niveles
datados entre el 500 y el 535 dC. TS Africana 93B, 103A, 104A, 94, 96, 98B, 99A-B, 12/102,
110, 90A y Atlante XL.1-2. Predominio de las ánforas africanas (24,7%), seguidas de las
orientales LRA 1 (22,2%), 4 (11,1%), 3 (3,7%), 5 (1,2%) y Keay 12 (1,2%), indeterminadas
(19,8%) y residuales (16%)437.
436 Excavación realizada por la Universidad de Michigan en el área comprendida entre la avenida de Habib
Bourghiba y la línea del TGM. En la campaña de 1975 se excavaron los niveles constructivos y de expolio de la casa
de los Aurigas Griegos (Humphrey 1976). En 1976 los trabajos de excavación se centraron en la secuencia
estratigráfica tardo-antigua que amortizaba el complejo eclesiástico al sur de la basílica (Humphrey 1978).
Finalmente, en 1977 se excavaron los niveles de relleno de diversas cisternas (Humphrey 1981). Además de la
citadas monografías, véanse también Riley 1981 y 1982
437 Parece que este momento es el de “...maggiore presenza di queste anfore [orientales] a Cartagine è da porre
senza dubbio tra la fine del V e la prima metà del VI (cioè nella tarda età vandala). (…) alla flessione massima delle
216
III.9.11. (CAR/11) Avenida de Habib Bourguiba (Misión Británica). Grupo estratigráfico
datado entre el 525 y el 535 dC. Dominio de las ánforas africanas (57,20% sobre el peso total),
seguidas de las orientales LRA 1 (19,68%), 3 (3,47%), 2 (1,54%), 5 (1,24%) y 4 (0,57%) e
indeterminadas (16,26%).
III.9.14. (CAR/14) Depósito XXIX, Cisterna 1977.2 (Lower levels: M1Q-K 242, 248). Nivel de
relleno datado sobre la base de las monedas (la más reciente de los años 606-607 dC) en la
primera mitad del siglo VII dC, aunque la mayor parte del material cerámico corresponde al
último cuarto del siglo VI dC. TS Africana D de las formas Hayes 64/80A, 90, 91, 93, 94, 99,
100, 101, 103, 104, 104C y 107.
III.9.15. (CAR/15) Depósito XXX, Cistern 1977.3 (Lower levels: M2M-E 156 E inferiores).
Relleno datado c. ¿575? dC. La moneda más reciente corresponde a los años 548-565 dC. TS
Africana de las formas Hayes 23, 59-61, 67, 80, 81, 86, 87, 91, 94 y 101. Ánforas orientales
LRA 1, 3, 3, 4, 5 y 6 e indeterminadas.
III.9.16. (CAR/16) Centurias A y B, sondeo IB (fases IXA y B), sondeo IIIA (fase VII), sondeo
IVA (fases V y VI). Niveles datados entre la segunda mitad del siglo VI y el primer cuarto del
VII dC. TS Africana D de las formas Hayes 99, 104-104A, 99C, 101/102, 102, 104B, 104C,
106. Predominio de las ánforas orientales LRA 1 (27,7% del total de bordes/fondos/asas), 5
(4,9%), 3 (2,7%), 4 (1,5%) y 7 (0,2%), junto a contenedores africanos (19%), indeterminados
(38,5%) y residuales (5,7%).
presenze africane tra la fine del V e la prima metà del VI corrisponde il picco più alto raggiunto in questo stesso
ambito cronologico dagli indici dei contenitori orientali.” (Anselmino et alii 1986: 178-179).
217
III.9.17. (CAR/17) Avenida de Habib Bourguiba (Misión Británica). Grupo estratigráfico
datado c. 600 dC. Predominio africano (53,28% del peso total) respecto a las producciones
orientales, LRA 1 (18,90%), 3 (2,87%), 2 (1,96%), 5 (0,92%) y 4 (0,64%), e indeterminadas
(21,39%).
III.10.1. (CNO/1) Teatro de Cartagena. Nivel de abandono del mercado (fase 8.1): UE 4379 y
4380. Datado a inicios del siglo VI dC. TS Africana D de las formas Hayes 80B, 89, 93A, 99A-
B y 104A. LRA 1 y Keay 41.
III.10.4. (CNO/4) Teatro de Cartagena. Rellenos de la fase fundacional del barrio bizantino
(fase 10.5). Datados en la segunda mitad del siglo VI dC (550-570 dC). TS Africana D de las
formas Hayes 103, 105, 107 y 99C. Ánforas Keay 27439, 26G, 61D, 62E y LRA 1 (¿Kellia
164?).
III.10.5. (CNO/5) Teatro de Cartagena. Pavimentos y niveles preparatorios del último momento
del barrio bizantino (fase 10.3): UE 4301, 4307, 4354 y 4364. Datados en la segunda mitad del
siglo VI-inicios del VII dC. TS africana D de las formas Hayes 99C, 104C, 105, 93/108 y 109.
Ánforas Keay 61/62, 26G, 32 (o similar) y LRA 1 (Kellia 164 o tardía).
III.10.6. (CNO/6) Teatro de Cartagena. Nivel de destrucción del barrio bizantino. Datado c.
620/625 dC. TS africana D de las formas Hayes 99C, 80B//99, 91D, 94, 101, 103104C, 105,
93/108 y 109. Lucernas africanas del tipo Hayes IIB. Ánforas africanas (71,9% del total de
ejemplares) Keay 26G, 32 (o similar), 61A/D, 60, 61/8A, Cartago 62440, Bonifay 1986, fig.
12.55441, y orientales (24,4%) sim. LRA 1 tardía, 4 y ánforas globulares de fondo umbilicado.
III.11.1. (BEN/1) Site 42.4442. Niveles indeterminados datados en la primera mitad del siglo VI
dC. TS Africana D (88,29% del total de bordes de vajilla fina) predominen les formes Hayes
218
87B, 91C, 93B, 94B, 99, 101, 103B, 104A y 104B. LR C Hayes 3F y 3G? y LR D Hayes 2, 5 y
9A-B (11,01%). El total de bordes de ánfora es de 6,22%, frente al 59,36% correspondiente a la
cerámica común y el 34,41% a la vajilla fina.
III.11.2. (BEN/2) Site 42.3443. Vertedero datado en la primera mitad del siglo VI dC.
219
IV. CONCLUSIONES
Sin embargo, para poder hablar con propiedad de consumo e intercambio deberíamos
estar en condiciones de resolver muchas de las incógnitas que plantea la interpretación del
documento arqueológico en general y de la llamada cultura material en particular. Deberíamos
disponer de aproximaciones precisas relativas a la cuantificación444, datación, áreas de
procedencia, contenido, módulos de capacidad, etc., y, aún así, no resultaría una tarea fácil. El
tratamiento y la interpretación de los “documentos arqueológicos”, en continuo crecimiento y
permanente revisión, ofrecen muchos inconvenientes que, desgraciadamente, otras fuentes, sin
duda más aptas (aunque escasas, heterogéneas y de controvertida interpretación) no pueden
paliar. Textos como la Expositio Totius Mundi et Gentium (c. 359 dC), tan frecuentemente
citado al hablar de la economía del siglo IV dC, no dejan de tener un notable contenido
laudatorio y retórico en el que las distintas regiones aparecen “clasificadas” en suficientes y
exportadoras (Hispania, Africa, etc.), autosuficientes (por ejemplo, Tesalia) y deficitarias
(Grecia)445.
220
En general, para las ánforas occidentales de este periodo se constata un predominio del
aceite y las conservas de pescado como contenidos principales (pero también vino, itálico y
¿tarraconense?). De Oriente proceden, mayoritariamente, vinos de calidad, ungüentos, aceites y
otros productos alimenticios difíciles de determinar. Los módulos de capacidad también son
distintos: predominio de los contenedores de medianas y grandes dimensiones en Occidente y
ánforas de pequeñas dimensiones en Oriente. No sabemos hasta que punto puede establecerse
una relación entre el transporte de productos de subsistencia, mayoritariamente occidentales, y
productos de calidad, de origen primordialmente oriental.
La datación es, posiblemente, uno de los aspectos en los que más se ha avanzado en los
últimos años. En este progreso ha tenido un papel fundamental el trabajo de S.J. Keay (1984), a
pesar de la posterior modificación en las cronologías de determinados tipos (en especial las
producciones africanas más tardías). Existen, sin embargo, grandes lagunas y dataciones
excesivamente laxas que hacen de las ánforas un indicador cronológico poco apto y que
dificultan una correcta articulación crono-tipológica.
Seguidamente, exponemos de forma diacrónica los principales resultados para cada uno
de los grandes períodos analizados, sin profundizar en cuestiones estrictamente crono-
tipológicas que pueden hallarse en el capitulo precedente. Tampoco entramos en detallar con
detenimiento los datos relativos a la topografía urbana que no tengan una relación más o menos
directa con el tema.
448 Para una visión general de la historia económica de este período a través de los bienes y los intercambios, véase
la síntesis realizada por C. Panella (1993).
449 “Entre principios del siglo IV y mediados del V dC, existe una importación a gran escala a las ciudades costeras,
de aceite africano y bético y en menor grado, de vino del Mediterráneo Oriental. Esto viene emparejado a la
autosuficiencia de las uillae y a su creciente aislamiento de los mercados urbanos” (Keay 1987: 386). Esta propuesta
de “ruptura” entre la ciudad y su territorio no se refleja con claridad en la documentación arqueológica disponible
actualmente. La mayor parte de las uillae del entorno más próximo a Tarraco se mantienen activas en los siglos IV y
V dC y reciben también productos importados que indican una continuidad de los intercambios entre la ciudad y su
territorio. Lo que si parece cada vez más claro es que ya no puede mantenerse la tradicional contraposición entre las
“lujosas villas residenciales” de los siglos IV y V dC y los “asentamientos pequeños y sencillos” de los siglos I y II
dC (Keay 1987: 384-386). La villa romana de Els Munts era, hasta hace poco tiempo, el máximo exponente de las
grandes villas residenciales tardías del ager tarraconensis. Sin embargo, recientes intervenciones arqueológicas han
permitido datar el momento de mayor esplendor en época alto-imperial (Tarrats et alii 1998). Un comportamiento
similar parecen seguir las villas romanas de Cal.lípolis (Macias/Tuset 1996) y La Llosa. Su continuidad más allá del
siglo III dC tiene un carácter más productivo que residencial.
221
IV.1. Siglos I-III dC
Para el siglo III dC, la evidencia arqueológica aporta tanto indicios de continuidad
(parte alta, circo, anfiteatro, etc.) como de modificación en el densamente urbanizado suburbio
portuario (PERI-2). Con la inseguridad propia del estado preliminar de los trabajos, podemos
apuntar la existencia de indicios de una profunda transformación: abandono precipitado de
diversos ámbitos residenciales - donde se localizaron in situ los objetos (incluyendo los
metálicos) de uso doméstico (PER/31) -, niveles de incendio más o menos generalizados
(PER/30 y 31) y la formación de potentes estratos de derrumbe de los edificios de la fase alto-
imperial (PER/22, 30 y 31). Con todas las prevenciones que aconseja el estado actual de los
trabajos, no podemos pasar por alto las referencias textuales a una penetración bárbara que, bajo
el imperio de Galieno (c. 260 dC), llegó hasta Tarraco, desde cuyo puerto una parte de ellos se
dirigió hacia África, mientras que el resto permaneció durante un período de doce años454.
222
afrontando empresas mucho menos arriesgadas como las uillae del entorno455 o el mismo barrio
portuario situado extramuros, en una zona abierta y de difícil defensa. En el interior del recinto
amurallado no se han detectado, hasta el momento, evidencias claras de transformación durante
este periodo. Con relación a la circulación y consumo de bienes transportados en ánfora durante
el siglo III dC no disponemos, en este momento, de contextos suficientemente representativos
por lo que sería temerario proponer una caracterización genérica456.
IV.2. Siglo IV dC
Hasta qué punto pueden considerarse estas evidencias indicativas de una situación de
“crisis” y cual es su origen, naturaleza y alcance siguen todavía siendo objeto de debate
(Macias et alii 1997). Con relación a la parte alta, no existen evidencias de transformación de
los recintos monumentales de época flavia por lo que podemos suponer una continuidad de uso
o, por lo menos, el mantenimiento de su integridad arquitectónica más o menos deteriorada y
reformada después de un largo período de existencia. Pero no todos los indicios apuntan a una
pérdida de calidad urbana. El circo y el anfiteatro (remodelado a inicios del siglo III dC) se
mantenían en uso, se construyó una Porticus Iouiae [¿Basilicae?] (Alföldy 1975: RIT 91;
286/293 dC) y se reconstruyeron (finales del siglo III-IV dC), por iniciativa del praeses, las
Thermae Montanae como conmemora una inscripción dedicada por un curator rei publicae
Tarraconensis (Alföldy 1975: RIT 155). También en un momento avanzado del siglo IV dC se
detectan síntomas de recuperación de la actividad urbanística de la parte del barrio portuario
puesto al descubierto durante los trabajos de excavación en el PERI-2 (PER).
455 En la villa romana de Els Munts (Altafulla, Tarragonès), la más suntuosa de las identificadas en el entorno de
Tarraco, sufre a inicios de la segunda mitad del siglo III dC un gran incendio que destruye parte del sector
residencial (Tarrats/Ramón/Macias 1997, Tarrats et alii 1998).
456 El período que va desde finales del siglo II hasta inicios del IV dC fue, en opinión de S.J. Keay, un momento de
predominio de las ánforas tunecinas (el 80% del total de ánforas identificables). El resto estaba formado por ánforas
mauritanas, tripolitanas y béticas. Esta situación indicaba que “…these imports were a considered response by local
authorities to difficulties in obtaining a surplus of oil and other commodities from country estates.” (Keay 1984:
433).
457 Niveles de amortización y colmatación con una elevada residualidad.
223
CERÁMICA FINA ÁNFORAS
TSA C, Hayes 41, 45A, 48, 49, 50A y 70 Norteafricanas, Africana I y II
TSA D, Hayes 58B, 59, 61, 67 y 91A/B Mauritana, Keay 1B
DSP, Rigoir 3 Tripolitanas, II y III
TS Lucente, Lamboglia 2/37, 1/3 y 14 Hispánicas, Keay 16 y 23 y Beltrán 68
TSH tardía, Drag. 37 tardía Itálica, Ánfora de Empoli
Oriental, Agora de Atenas F 65-66
Cuadro 132458: Siglo IV dC.
En el depósito PMA (finales del siglo IV-inicios del V dC), con una relación entre
categorías cerámicas (vajilla fina, cerámica común y ánforas) del 14-68-18%, se detecta el
predominio del componente hispánico con cerca del 62% del total de ánforas occidentales
(Cuadro 133 y Gráficos 1-2). El resto corresponde a ánforas africanas (38%), cada vez más
presentes en el registro arqueológico tarraconense459. La presencia oriental, de la que destaca la
documentación por primera vez de formas características de momentos posteriores (LRA 4 y, tal
vez, 3), se sitúa en el 6%. En este contexto, junto a los tipos ya reseñados para el siglo IV dC, se
detecta la presencia de tipos africanos (Keay 25B, C y P, 27 y 35) y sudhispánicos (Keay 13A y
C-D, 16B-C, 19A-B y 23) que se difunden a partir de la segunda mitad del siglo IV dC.
VAJILLA
ÁNFORAS
CERÁMICA
COMÚN
Gráfico 1: Categorías cerámicas en PMA (375-425 dC).
458 En los cuadros sólo se incluyen los tipos que hemos documentado con un cierto grado de fiabilidad. Se excluyen
formas cuya presencia en los distintos períodos no está plenamente contrastada.
459 “Le esportazioni della Proconsolare aumentano nel corso del IV secolo e diventano ancora più consistenti nel
momento in cui, con la fondazione di Costantinopoli (l’II maggio del 330 d.C.), il grano egiziano, anch’esso fino a
quel momento diretto prevalentemente a Roma, viene dirottato sulla nova capitale.” (Panella 1993: 635).
224
90
80
70
60 PMA
50
CIK
40
30
20
10
0
AFR HIS SUB ASI ORI IND
Gráfico 2: Áreas de procedencia a finales del siglo IV-inicios del V dC.
IV.3. Siglo V dC
El siglo V dC en Tarraco tiene muy poco que ver con un momento de recesión en el
que un reducido contingente humano se habría refugiado tras las imponentes estructuras
monumentales de la parte alta, abandonando lo que antes había sido la parte residencial de la
ciudad460. Una imagen “decadente” en la que los recintos arquitectónicos expoliados y
desmontados dejan paso a una ocupación doméstica evidenciada, primordialmente, por
vertederos y niveles de expolio y terraplenamiento asociados a estructuras de menor entidad
constructiva. Desde nuestro punto de vista, Tarraco muestra a partir de finales del siglo
IV/inicios del V dC una gran vitalidad que le permite plantear la transformación de un gran
espacio surgido en un contexto histórico muy distinto y completamente alejado de la situación
existente en el siglo V dC. Una actividad constructiva que utiliza como cantera las ya
probablemente ruinosas estructuras alto-imperiales, circunstancia que ha contribuido
decisivamente a crear esta imagen “decadente” que, de forma más o menos inconsciente,
subyace entre arqueólogos de formación eminentemente clásica461.
460 “La decadencia de los edificios públicos y privados y el empequeñecimiento de las áreas habitadas de ciudades
como Tarraco, Baetulo, Iluro y Emporiae durante el Bajo Imperio, indican que las ciudades perdieron este papel
secundario y gradualmente dejaron de ser los mercados de las zonas rurales” (Keay 1987: 386) o “Tarragona, por
ejemplo, quedó reducida a un pequeño núcleo de población, tras los confines de la ciudad alta” (Keay 1987: 387,
nota 22). Una visión que contrasta con la ofrecida pocos años después por el TED’A: “Una ciutat que manté el seu
port actiu i obert, que participa en les relacions comercials i econòmiques que s’establien amb totes les àrees
productives contemporànies de la Mediterrània, tant occidental com oriental. Una ciutat que es troba dins de la
koiné política, cultural i ideològica imperant, que no es troba aïllada ni tancada als canvis i als corrents
‘internacionals’ de l’època.” (TED’A 1989: 432).
461 El contraste entre el imponente muro de sillares del podio de la plaza de representación y las endebles
estructuras construidas en época tardo-antigua (calle d’En Comte 12-14, COM) ejemplifica perfectamente esta
distorsionada visión del pasado. Una imagen derivada de la pobreza técnica constructiva propia de este período, con
abandono progresivo del opus caementicium y uso masivo de opus incertum, piedras irregulares ligadas con mortero
de cal o arcilla y material constructivo reutilizado.
225
recesión ni la posible continuidad siguiendo un modelo de ocupación más disperso y menos
continuo, similar al que se intuye en el suburbio portuario.
462 Los interesantes depósitos del siglo V dC localizados recientemente en la parte baja extramuros no han podido
ser incorporados.
463 Pocos datos arqueológicos tenemos sobre estos edificios religiosos que, sin duda, existían ya en el segundo
cuarto del siglo V dC, como indican las referencias a una iglesia, un monasterio, un secretarium, etc., junto a la
mención a un pretorio, residencia del comes Hispaniarum (Amengual 1987 y 1994). Aunque no se pueda afirmar en
este momento, parte de estas edificaciones es verosímil que se ubicaran en la parte alta, “cristianizando” unos
recintos de marcado sentido pagano. En las excavaciones de la actual sede del Colegio de Arquitectos (CAR) (Fig.
10) se documentaron distintos ámbitos adosados al muro de cierre del recinto superior y datados entre finales del
siglo V e inicios del VI dC que han sido interpretados como parte del episcopium (Aquilué 1993).
226
VAJILLA
ÁNFORAS
CERÁMICA
COMÚN
Gráfico 3: Categorías cerámicas en VIL/2 (425-475 dC).
45
40
35
30
VIL/2
25
20 STE/1
15 TRI
10
0
AFR HIS SUB ASI ORI IND
Gráfico 4: Áreas de procedencia a mediados/segunda mitad del siglo V dC.
464 Relación entre categorías cerámicas del 41-30-29% en STE/1, 27-36-37% en VIL/2 y 32-32-36% en ANG.
465 Faltos de un soporte numismático suficientemente fiable y de dataciones absolutas, todas las cronologías
propuestas tienen un carácter aproximativo, sujeto a las repetidas - y en algunos casos recurrentes - revisiones en la
datación de diversas producciones cerámicas. A este inconveniente hay que añadir la dificultad de evaluar la
incidencia de fenómenos tan mal conocidos como las pautas de uso y amortización de los objetos. No nos queda otro
remedio, en este momento, que asumir éstas y otras deficiencias inherentes al documento arqueológico.
227
En los decenios centrales del siglo V dC, el panorama anfórico466 se presenta altamente
diversificado con un predominio consistente de las producciones occidentales (africanas e
hispánicas, fundamentalmente) respecto a las orientales, cuya comparecencia, con valores
significativos, pone de manifiesto - por si existía alguna duda- la inserción de Tarraco en la red
general de distribución del Mediterráneo occidental de este periodo467. Unos datos que
contrastan con la reducida presencia oriental en contextos de pleno siglo IV y de finales del IV-
inicios del V dC468.
466 Relación entre ánforas occidentales, orientales e indeterminadas: VIL (61-25-14%) y STE (59-20-21%). Aunque
los vertederos son los depósitos arqueológicos más adecuados para aproximarnos al consumo, no podemos olvidar
las alteraciones producidas por una selección previa de los materiales. Un factor que afecta a los metales pero
también a objetos cerámicos susceptibles de reutilización o reciclaje. En este caso, es posible que ánforas,
especialmente africanas, que deberían haber llegado al vertedero son reconducidas para otros usos como, por
ejemplo, el funerario. De hecho, hemos constatado indicios de este fenómeno en ánforas fragmentadas durante el
intento de seccionarlas.
467 Para S.J. Keay, “The evidence from elsewhere in the Mediterranean supports these figures, demosntrating a
powerful upsurge in the presence of east Mediterranean amphorae on sites in the western Mediterranean during the
later fifth century AD” (Keay 1984: 429). Un hecho que pone en relación con la disolución del Imperio romano de
Occidente y un hipotético intento por parte de los comerciantes orientales de aprovechar la falta de un control
central. Como se desprende de los datos obtenidos para Tarraco, la presencia oriental está plenamente consolidada a
mediados del siglo V dC, como sucede en otros puntos del Mediterráneo (Marsella, Roma y Cartago). Tampoco se
observa una progresión significativa del componente oriental a partir del último cuarto del siglo V dC.
468 Relación entre ánforas occidentales, orientales e indeterminadas: GAS/2 (58-4-37%,), APO (82-0-18%) y PMA
(74-6-20%).
469“…in tutti i siti del Mediterraneo occidentale (…) si registra il primato del vasellame fine da mensa dell’odierna
Tunisia, (…), e una forte presenza di derrate africane (olio, conserve di pesce) affiancate dai vini egei e
mediorientali e su alcuni mercati da quelli del territorio del Bruttii e della Sicilia.” (Panella 1993: 648). A lo que
podríamos añadir la presencia de ánforas béticas y lusitanas en otros mercados occidentales.
470 Una tendencia recesiva para el grupo de contenedores de pequeñas y medianas dimensiones y progresiva para
los contenedores cilíndricos de grandes dimensiones.
471 El momento inicial resulta difícil de establecer. Su significativa presencia en las necrópolis del Francolí (NEF),
especialmente activas entre mediados del siglo IV y la primera mitad del siglo V dC, puede sugerir una aparición en
la segunda mitad/finales del siglo IV dC. Fuera de Tarraco, es un tipo poco a nada documentado, aunque siempre
resulta arriesgado valorar unas presencias o ausencias que una más extensa documentación arqueológica puede
desmentir. En Iluro se constata en un contexto de inicios del siglo VI dC (ILU/1) respondiendo, tal vez, a fenómenos
de residualidad. También está presente en Barcino, Emporiae (Keay 1984: fig. 76.3 y 6) y Valentia (Reynolds 1995:
84). Sin embargo, y a pesar de la intensa actividad arqueológica desarrollada, no tenemos constancia de su
localización en Marsella, Roma o en otros centros urbanos del Mediterráneo occidental.
472 En un depósito datado a inicios del siglo VI dC (ILU/1) localizado en Iluro (actual Mataró), las ánforas
hispánicas representan el 29%. En un contexto ampuritano de la primera mitad del siglo V dC (EMP/1) las ánforas
hispánicas no superan el 6%.
228
Trasladándonos al otro extremo del Mediterráneo, observamos un predominio constante
de la diócesis Oriens, principalmente la zona de Chipre y Antioquía y Palestina. Son las
regiones de origen de los tipos LRA 1 (variante Kellia 169) y 4 (variante Zemer 53), los más
ampliamente documentados, en sus distintas versiones, a lo largo de la mayor parte del período
tardo-antiguo473. Los datos obtenidos, poco clarificadores, parecen indicar su presencia en
Tarraco a partir de finales del siglo IV/inicios del V dC, una cronología similar a la obtenida en
otros puntos del Mediterráneo occidental (Marsella, Roma, Cartago, etc.). A mediados del siglo
V dC se observan comportamientos dispares entre los vertederos de Vila-roma (VIL/2) y del
Antic Hospital de Santa Tecla (STE/1). En el primero (VIL/2), prevalecen las ánforas orientales
originarias del área palestina (LRA 4A, 61% del total de ánforas orientales), mientras que en el
segundo (STE/1) predominan los contenedores procedentes de la zona de Antioquía y Chipre
(LRA 1-Kellia 169, 72%). Esta diferencia de comportamientos, además de dificultar el
tratamiento genérico de un muestreo reducido, muestra la diversidad de consumos que se da en
un mismo centro urbano en función de la actividad y nivel adquisitivo del grupo humano que
interviene en la formación de un determinado vertedero474.
El componente oriental se completa con ánforas originarias del Egeo y Asia Menor. Es
el caso del tipo LRA 3, un pequeño contenedor cuya versión monoansada (Agora de Atenas
F65-65) está ya presente en los mercados occidentales en época alto-imperial. Durante el siglo
V dC experimenta una difusión significativa para extinguirse de forma gradual del mercado
tarraconense durante el siglo VI dC (¿primera mitad?). El área egea está representada por el tipo
Agora de Atenas M-273, un contenedor característico del siglo V dC y que posiblemente
perdura durante parte del siglo VI dC. Más compleja es la datación de otro tipo egeo (LRA 2),
cuya presencia en Tarraco a mediados del siglo V dC no podemos afirmar por los problemas
que plantea el principal depósito de referencia (VIL/2).
473 Entre el 61% y el 73% del total de ánforas orientales (STE/1, VIL/2, AUD/1B y AUD/2).
474A modo de ejemplo podemos citar el Monte Testaccio en Roma, en el que la relación porcentual entre categorías
cerámicas no refleja, ni mucho menos, la diversidad del consumo de la ciudad pues todos los materiales se refieren a
un único producto: el aceite; el vertedero de la intersección del Decumanus VI con la muralla Teodosiana de Cartago
(CAR/5) donde el carácter anómalo del contexto, a nivel anfórico (predominio claro de envases vinarios orientales),
se explica por la proximidad del teatro y del odeon: “The proximity of the site to the theatre and Odeon may help to
account for the excess of wine containers” (Neuru 1980: 203); o los niveles de colmatación de la posible fontana de
la parcela 30 del PERI-2 (PER/30), formado casi únicamente por ánforas de pequeñas dimensiones y fondo plano o
umbilicado.
475 Relación entre categorías cerámicas: SCR (32-35-32%), TRI (16-77-7%), AUD/1A (23-66-11%) y AUD/1B (20-
74-6%). Relación entre ánforas occidentales, orientales e indeterminadas: SCR (71-17-12%), TRI (58-23-18%),
AUD/1A (58-32-10%), AUD/1B (53-32-15%).
476 Relación entre categorías cerámicas: 25-66-9%. En MIQ, con una muestra excesivamente reducida, se observa
una relación del 33-53-13%.
229
CERÁMICA FINA ÁNFORAS
TSA D, Hayes 12/110, 67, 76, 79, 80A?, 81, 86, Norteafricanas, Keay ¿25B?, ¿25G?, ¿25P?,
80B/99, 87A-B, 91A-C, 99, 102, Atlante XL.9, ¿27?, 35A, 35B, ¿39?, 41, 55A, ¿56B?, 57B,
XL.1-2 y LIII.2, Fulford 35 ¿59?, ¿85?, 62Q y 62A
TSA C, Hayes 84, 86 Hispánicas, Keay 13A, 13B-C, 19A-B, 21, 23 y
¿68/91?
TSH tardía, Drag. 37 tardía ¿Tripolitana?, ¿Keay 24?
DSP, Rigoir 1, 3, 6B,18, 30 Itálica, Keay 52
LR C, Hayes 3C Orientales, LRA 1 (Kellia 169), 1 (¿Kellia 164?),
4A, ¿4B? y ¿5? y ¿Agora de Atenas M-273?
Tipos tardíos A, C, E, G, H y K
Cuadro 135: Finales del siglo V dC.
ÁNFORAS VAJILLA
CERÁMICA
COMÚN
50
45
40
35
30 AUD/1B
25 CAR
20
MIS
15
10
5
0
AFR HIS SUB ASI ORI IND
230
En Emporiae, en la primera mitad del siglo V dC (EMP/1), se aprecia un predominio
(49%) de las ánforas occidentales, de las que cerca del 93% son de origen africano, y una
consistente presencia de producciones orientales (31%) e indeterminadas (20%). En Marsella, la
situación a mediados del siglo V dC (MAR/1, 2 y 3) muestra una relación aproximadamente
paritaria entre ánforas occidentales y orientales477. En MAR/1 (segundo cuarto del siglo V dC)
es de destacar la elevada presencia de ánforas itálicas del tipo Keay 52 (42% del total de ánforas
occidentales), junto a una escasa incidencia del componente sudhispánico (5%). El componente
oriental en este depósito se sustenta sobre una significativa comparecencia de los tipos LRA 1 y
3 que, en conjunto, representan casi el 82% de las ánforas orientales.
IV.4. Siglo VI dC
A partir del último cuarto del siglo V dC, Tarraco y la Tarraconensis se incorporan al
reino visigodo tras la desaparición del Imperio romano de occidente. El traslado definitivo de la
corte visigoda a Toledo (573 dC) habría significado la pérdida de protagonismo político para el
extremo nordeste de la antigua Tarraconensis. No sabemos hasta que punto el aparente
descenso de las importaciones que caracteriza el siglo VI dC puede ponerse en relación con esta
hipotética pérdida de peso geopolítico. Las evidencias arqueológicas en la parte alta se reducen
a un vertedero (AUD/2, básicamente siglo VI dC) formado en el cuerpo inferior de una de las
torres de acceso a la antigua plaza de representación, diversos niveles constructivos y de
amortización de estructuras construidas en época tardo-antigua (MER/2, FOR/4, ROV/2, T12/1,
T12/2, CAR, MIS y la torre de Minerva478) y enterramientos en la plaza del Fòrum (FOR), el
Pretori (PRE) y la calle Mare de Déu de la Mercè 7-11.
477 Relación entre ánforas occidentales, orientales e indeterminadas: MAR/1 (35-42-23%), MAR/2 (44-44-12%) y
MAR/3 (45-41-14%).
478 El nivel que cegaba la cámara interior de la torre romana de Minerva fue datado por Th. Hauschild a inicios del
siglo V dC (Hauschild 1988: 21). Una posterior revisión de los materiales sitúa la formación del citado estrato de
colmatación entre finales del siglo V y la primera mitad del VI dC (Macias 1999: 230).
479 Puede ser el caso de los niveles arqueológicos que amortizan la fontana monumental de la parcela 30 del PERI-2
(PER/30), aunque, en este momento, no podemos excluir una cronología posterior, ya dentro del siglo VII dC.
231
respecto a las relaciones porcentuales detectadas a mediados del siglo V dC (Cuadro 136 y
Gráficos 7-8). El resto se reparte entre vajilla fina (25%) y cerámica común (66%). Tendencias
similares parecen observarse en otros contextos de finales del siglo V (AUD/1B) y siglo VI dC
(MIQ), lo que nos induce a pensar en una reducción relativa de las ánforas, aproximándose a la
situación que habíamos visto para mediados del siglo V dC.
VAJILLA
ÁNFORAS
CERÁMICA
COMÚN
IND
ORI
ASI
SUB
HIS
AFR
232
En la línea interpretativa propuesta precedentemente, este aparente “retorno” a la
situación del siglo IV dC podría reflejar la hipotética pérdida del carácter estratégico que había
tenido durante gran parte del siglo V dC. Otras posibles causas que se podrían aducir son
problemas en la demanda o la oferta480 o una modificación de la relación entre ciudad y
territorio, ambas también difíciles de argumentar en este momento.
Una de las cuestiones que la laxa cronología de AUD/2 impide concretar es el momento
en el que dejan de estar presentes las ánforas sudhispánicas en el mercado tarraconense.
Actualmente la continuidad en la presencia de ánforas sudhispánicas en Tarraco hasta finales
del siglo V no ofrece excesivas dudas, como se puede observar en AUD/1B, donde representan
cerca del 39% del total de ánforas occidentales. Es posible que se mantuvieran, aunque con
valores progresivamente más reducidos, hasta inicios/primera mitad del siglo VI dC. Esta
perdurabilidad no se constata en otros puntos extrapeninsulares, en los que, tras una exigua
presencia en contextos de primera mitad/mediados del siglo V dC484, dejan de documentarse, y
si lo hacen se atribuye a fenómenos de residualidad. Este presunto carácter residual no puede
tampoco excluirse de forma concluyente en el caso de Tarraco, lo que nos obliga a una cierta
prudencia. Con la desaparición de las ánforas de origen hispánico, el panorama anfórico de
Tarraco y el nordeste de la Tarraconensis se aproxima mucho más al que se aprecia en otros
puntos del Mediterráneo noroccidental.
480 Respecto a la cerámica africana de la torre de l’Audiència (AUD/2), X. Aquilué sugiere que “…los grandes
platos que poseen una decoración estampada, principalmente del estilo E (ii) y con representaciones humanas,
presentan sus superficies interiores totalmente erosionadas, fruto de un gran desgaste o de una utilización
prolongadísima en el tiempo (…) Creemos que debemos relacionar este fenómeno con un interés en la conservación
y uso de este tipo de platos decorados (interés motivado precisamente por su decoración) provocado, tal vez, por la
carestía o la escasa oferta de los mismos.” (Aquilué 1992: 419).
481 En opinión de S.J. Keay, esta elevada presencia africana en el nordeste peninsular, no constatada en ninguna otra
región occidental, responde a la tentativa “…de los vándalos, de aprovecharse de los grandes recursos agrícolas del
África proconsular y Byzacena.” (Keay 1987: 387). En Emporiae, en un contexto, cuantitativamente poco
significativo, datado entre finales del siglo V e inicios del VI dC (EMP/2) las ánforas occidentales representan el
100% del total estimado de ánforas con una elevada presencia africana (67%). El resto corresponde a contenedores
sudhispánicos (33%).
482 Relación entre ánforas occidentales, orientales e indeterminadas en AUD/2: 86-12-3%. Se observa, también, un
escaso porcentaje (3%) de ánforas indeterminadas. Parece que la diversidad de producciones minoritarias que
caracteriza el siglo V dC se reduce substancialmente.
483 Un cambio tipológico similar parece observarse en la TS Africana D con la aparición del gran plato Hayes 104 y
el bol Hayes 99.
484 En contextos de Marsella datados entre mediados del siglo V e inicios del VI dC (MAR/1-5) representa entre el
4% y el 20% del total de ánforas occidentales. En depósitos de cronología posterior no se constata la presencia de
ánforas hispánicas.
233
Durante el siglo VI dC, las ánforas orientales continúan presentes en el mercado
tarraconense, aunque no podemos hablar de un “fuerte incremento en el volumen del vino del
Mediterráneo Oriental” (Keay 1987: 387). La ausencia de una muestra suficientemente amplia
para el siglo VI dC impide caracterizar con precisión el proceso evolutivo de los tipos orientales
presentes en Tarraco. Entre finales del siglo V e inicios del VI dC, junto a las variantes propias
del siglo V dC de los tipos más ampliamente documentados (LRA 1-Kellia 169 y 4-Zemer 53),
se constata la presencia de nuevas versiones (LRA 1-Kellia 164 y 4-Zemer 51 o LRA 4B) que,
gradualmente, substituyen a las precedentes durante el siglo VI dC. Existen también variantes
más tardías (LRA 1 tardía y LRA 4C) que corresponden al momento final de difusión de estos
tipos (¿segunda mitad avanzada del siglo VI-VII dC?).
En Cartago, los primeros treinta años de dominio bizantino del norte de África (c. 535-
560 dC) se han definido como un momento de renovación del tejido urbanístico (reconstrucción
del puerto circular, remodelación de las fortificaciones, etc.) (Panella 1986: 263-265). Durante
este período, los resultados obtenidos por la misión británica (CAR/11, 12 y 13) indican un
incremento de las ánforas locales en detrimento de las importaciones orientales. A partir de
finales del siglo VI dC, esta situación parece cambiar con relación a un posible “…decline in
agrarian productivity with a slight drop in the proportion of imported vessels as a whole.”
(Fulford 1984: 261). Tanto la decadencia de Cartago como el descenso en las exportaciones
africanas entre finales del siglo VI y VII dC han sido puestos en relación, a nivel hipotético, con
la gradual desintegración del exarcado africano y, especialmente, de su vinculación orgánica
con Constantinopolis (Wickham 1988b: 114)488.
485 El carácter sesgado de este depósito, donde son prácticamente omnipresentes las ánforas de pequeñas
dimensiones (básicamente orientales), desvirtúa la dimensión real de este tipo.
486 Relación entre ánforas occidentales, orientales e indeterminadas: 61-24-15% y 59-36-5%, respectivamente.
487 Relación entre ánforas occidentales, orientales e indeterminadas: 52-30-18%, 45-32-24% y 57-34-9%,
respectivamente.
488 “La fine della produzione di ceramica su vasta scala nel Mediterraneo in generale ci deve rivelare non tanto
l’interruzione del commercio internazionale (che è solo un aspetto del fenomeno), ma piuttosto il crollo delle
strutture statali nell’Ovest o, a Bizancio, la loro drastica trasformazione e semplificazione verso la metà del VII
secolo.” (Wickham 1988b: 114).
234
IV.5. Siglo VII dC
A finales del siglo XI/inicios del XII la antigua Tarraco no merecía, a los ojos de los
contemporáneos, el apelativo de ciudad489. Esta pérdida del carácter urbano se relaciona con la
incorporación de la ciudad al territorio controlado por los árabes a inicios del siglo VIII dC y la
huida del último obispo hacia Italia acompañado de sus discípulos (Serra 1943). La basílica de
la Necrópolis Paleocristiana continúa en uso, probablemente, durante el siglo VII dC490, una
apreciación que podría hacerse extensible, aunque sin argumentos objetivos, al grupo basilical
catedralicio, a la basílica del anfiteatro y al hipotético edificio de culto de la plaza del Rovellat
(ROV). Una vigencia de la arquitectura religiosa ya indicada en el llamado Oracional de Verona
(Liber Orationum de festiuitatibus), atribuido a Tarraco y datado a inicios del siglo VIII (c.
700-710 dC), donde se alude, según C. Godoy y M.S. Gros (1994), a cuatro edificios religiosos
en activo (Sant Fructuós, Sant Pere, la Catedral y ¿Sant Hipòlit?).
489 Poco antes de la restauración de la sede metropolitana, una bula de Urbano II (1091) se refiere a los 390 años de
despoblado de la ciudad. En los primeros momentos de la ocupación cristiana, un contemporáneo de los hechos,
Orderic Vidal afirmaba que la ciudad estaba llena de derrumbes, maleza y árboles silvestres (fuentes recogidas en
Bonet 1994).
490 Así lo parece indicar el estudio el estudio de los bronces: “Las agujas de tocado, pinjantes, apliques y broches de
cinturón estudiados nos aseguran una utilización del cementerio tarraconense hasta bien entrado el S. VII (640-688
d.C. piezas 6 y 7)…” (Amo 1994: 176).
491 Se trataba de un potente nivel de coloración oscura que cubría un muro paralelo a la calle Civaderia. La
presencia de un fragmento de TS Africana Hayes 105 sitúa la formación de este estrato a partir del siglo VII dC
(López 1993).
235
En el suburbio portuario, los niveles más recientes, en algunos casos de amortización de
edificios precedentes, se datan entre mediados/segunda mitad del siglo VII dC (PER/22). De
aquí proceden la mayor parte de los materiales más tardíos incluidos en este trabajo.
Desgraciadamente, el estado inicial de las excavaciones no permite mayores precisiones. Con
este panorama, resulta temerario cualquier intento de definir tanto la situación de la ciudad
como del aprovisionamiento externo, más allá de constatar la continuidad de ocupación, tanto
en la parte alta como en el barrio portuario, y la llegada de contenedores anfóricos hasta la
segunda mitad del siglo VII dC. Para esta fase final del siglo VII dC podemos apuntar una
práctica ausencia de vajilla fina lo que reduce el panorama cerámico a la cerámica común y las
ánforas, en una relación que todavía no estamos en condiciones de determinar492.
Las evidencias de ocupación para este período, hasta el momento sólo localizadas con
una cierta extensión en el suburbio portuario, próximo al grupo eclesial de la Necrópolis
Paleocristiana y del “Parc Central”, ponen de manifiesto la vitalidad de este espacio suburbano
que podría haber asumido el carácter de núcleo preferencial de ocupación. La presencia las
instalaciones portuarias (cataplus), la fertilidad de las terrazas del río y la confluencia de las
vías de comunicación que se dirigían hacia Barcino, Ilerda y Dertosa, son algunas de las
ventajas de un espacio más fácilmente adaptable a las necesidades del nuevo urbanismo surgido
en época tardo-antigua. Nada parece indicar que la población de Tarraco fuera capaz, en este
momento y especialmente en el siglo VII dC, de mantener unidos en un mismo continuo urbano
el suburbio portuario y la parte alta. Es posible que esta última hubiese sido ocupada por los
órganos del poder político y religioso y su entorno social más próximo. El resto de la población,
o parte de ella, habría preferido concentrarse en las proximidades del puerto. Asistimos, pues, a
los últimos momentos del dominio visigodo, período en el que Tarraco, a pesar de la
ruralización de espacios antaño residenciales, mantiene una cierta centralidad sobre su área de
influencia más inmediata.
492 En el depósito de finales del siglo VII dC de la Crypta Balbi (ROM/8), la cerámica común y las ánforas
representan el 49% y el 47%. El 4% restante se reparte entre cerámica fina y lucernas (Saguì 1998: 307, fig. 2).
493 Sin ir más lejos, a mediados de los años 80, S.J. Keay afirmaba que “de la mitad al fin del siglo VI, no hay
ánforas importadas del Mediterráneo Oriental o Africa”, lo que le llevaba a proponer que “la costa de Hispania, al
norte de la provincia bizantina de Spania, estuvo aislada de las principales corrientes comerciales del Mediterráneo
Occidental y desvió el vino oriental disponible, hacia áreas controladas por los bizantinos.” (Keay 1987: 394).
236
Para este período resultan fundamentales los datos obtenidos en San Antonino di Perti
(ANT/T4-T1), Roma (ROM/8) y Marsella (MAR/13 y 14), indicios tangibles de la continuidad
de la red de intercambios hasta el siglo VII dC, aunque con unas pautas sensiblemente diversas
a las de momentos precedentes494. Las tendencias detectadas en estos contextos occidentales de
referencia señalan un predominio de las producciones occidentales respecto a las orientales e
indeterminadas495.
100%
80%
60%
ÁNFORAS
CERÁMICA COMÚN
40%
VAJILLA
20%
0%
375-425 425-475 500-650?
494 Tanto el tipo de la cisterna de Samos como los spatheia de reducidas dimensiones (Keay 26G) han sido
presentados como evidencias físicas del “directional trade” (Wickham 1988: 193) o “tied trade” (Whittaker 1983).
Según P. Arthur, “I luoghi di rinvenimento dell’anfora Samos cistern type in Occidente sembrano indicare che le
principali città roccaforti bizantine furono beneficiari di questo scambio (…) è forse più facile immaginare che le
derrate contenute in queste anfore abbiano raggiunto i loro punti di consumo in seguito a direttive ufficiali, como
potrebbe essere suggerito anche per i piccoli spatheia nordafricani…” (Arthur 1990: 290).
495 Relación entre ánforas occidentales, orientales e indeterminadas: MAR/13 (72-22-6%), MAR/14 (62-28-13%),
ANT/4 (84-16%), ANT/T2 (69-31%), ANT/T1 (58-42%), ROM/8 (poco más del 50% de las ánforas son de origen
africano, una cifra que unida a la significativa presencia de ánforas suditálicas y sicilianas indica una preeminencia
de las ánforas occidentales respecto a las orientales). En depósitos del siglo VII dC de Cartago (CAR/17 y 18) se
detecta también un predominio de las ánforas de origen africano.
237
la desaparición de las ánforas hispánicas, una reducción de la presencia oriental (¿?) y la
irrupción de una nueva serie de contenedores africanos. En el segundo cuarto del siglo VI dC,
Bizancio toma bajo su control la Península itálica, el sudeste de Hispania (Spania) y el norte de
África. Las últimas posesiones peninsulares de la provincia bizantina de Spania se incorporan al
reino visigodo de Toledo hacia el 623-625 dC. Tras una rápida progresión, los árabes arrebatan
a Bizancio los ricos territorios que se extienden entre Egipto y Siria (segundo cuarto del siglo
VII dC) y, poco después (finales del siglo VII dC), el norte de África. A pesar de que la llegada
de ánforas norteafricanas y orientales a Tarraco no se interrumpe hasta mediados del siglo VII
dC, el volumen parece reducirse progresivamente. Bajo el dominio visigodo, la ciudad parece
perder gradualmente su carácter urbano para ofrecer una imagen dual con dos núcleos
preferenciales: la parte alta, donde se concentraría el poder militar y eclesiástico, y el suburbio
portuario. La llegada de los árabes no haría más que precipitar una situación de crisis urbana
iniciada con antelación.
100%
90%
80%
IND
70%
60% ORI
50% ASI
40% HIS
30% AFR
20%
10%
0%
375-425 425-475 500-650?
Gráfico 10: Áreas de procedencia por períodos.
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ÍNDICE DE FUENTES
A.- Literarias
Artemidoros: 20
Aurelio Victor, De Caes. 33, 3: 23
Consencio, Ep. 11: 26
Epistolae Wisigoticae 7: 26
Eratóstenes: 20
Estrabon III, 4, 7: 20
Eusebio-Hieron, Chron. ad. a. 264: 23
Eutropio 8, 8, 2: 23
Expositio totius mundi et gentium 53: 204
Expositio totius mundi et gentium 59: 289
Isidoro de Sevilla, Etymologiarum XV, 2, De aedificiis publicis: 27
Jordanes, Get. XXVI: 25
Jordanes, Get. XXVII: 25
Liber Orationum de festiuitatibus (Oracional de Verona): 26
Orosio VII, 22, 8: 23
Orosio VII, 41, 2: 23
Orosio VII, 43, 1: 25
Tito Livio XXII, 22, 2: 20
B.- Jurídicas
Cth. 10.1.1: 24
Cth. 10.1.14: 24
Cth. 10.1.19: 24
Cth. 10.1.37: 24
Cth. 10.1.43: 24
Cth. 15.1.34: 24
Cth. 15.1.36: 24
Cth. 15.I, De operibus publicus: 24
Cth. 16.10.15: 24
Cth. 16.10.25: 24
Dig. 50, 16, 2: 27
C. Epigráficas
276
ÍNDICE TOPOGRÁFICO496
Acholla (Ras Bou Tria): 113, 118, 121, Cala Reale A (Isla de Asinara, Cerdeña),
132 pecio: 190
África: 23, 27, 56, 79, 81, 97, 112-115, Canosa: 132, 212
155, 291, 297, 300, 302, 303, 306, 307 Capo Ognina, pecio: 189
Africa Proconsularis: 112 Carminiello ai Mannesi (Nápoles): 215
Ager tarraconensis: 290 Cartagena (CNO): 158, 159, 168, 286
Agora de Atenas: 212, 219, 255, 260 Cartago (CAR): 97, 100, 111, 112, 113,
Aigeai: 219 121, 130, 155, 161, 201, 204, 206, 208,
Aioune ech Chekaf: 113, 114, 121, 146, 209, 212, 215, 216, 219, 226, 227, 228,
159, 161 229, 234, 283-286, 297, 298, 303, 306
Aiuone es Soltane: 114, 146, 161 Cartago, avenida Habib Bourghiba
Albardes, villa romana de Les: 132 (CAR/2, 4, 7, 9, 11, 12, 13, 17 y 18): 212,
Alexandria: 219 228, 229, 234, 255, 283-286, 303, 306
Algarve: 189, 192 Cartago, avenida Habib
Amanthus: 219 Bourghiba/TGM (CAR/6, 14 y 15): 212,
Amathonte: 219 228, 284-285
Annaba (Algeria), pecio: 121 Cartago, centurias A y B (CAR/1, 3, 8, 10
Anse Gerbal (Port-Vendres), pecio: 189 y 16): 121, 216, 219, 283-286, 303
Antioquía: 218, 219, 298 Cartago, Decumanus VI/muralla Teodo-
Antioquía de Pyramos: 219 siana (CAR/5): 229, 283, 298
Ariana: 113, 118, 132 Cartago, Ilôt de l’Amirauté: 260
Arles (ARL): 133, 277 Castellu (Córcega): 201
Arles, barrio de l’Esplanade: 277 Centcelles (Constantí), villa romana de:
Arno, río: 201 291
Ashqelon: 227 Chios: 206, 208
Asia Menor: 37, 204, 209, 219, 298 Chipre: 218, 219, 298
Baetica: 26, 39, 50, 174, 180, 184, 297 Chtiouine: 114, 115, 159, 161
Balears: 23, 201, 300 Cilicia: 204, 215, 219
Barcelonès, comarca del: 198 Classe (Ravenna): 215, 227, 238
Barcino: 24, 25, 26, 169, 297, 305 Cnido: 219
Be'er Sheva: 227 Constantinopolis-Bizancio: 26, 303, 307
Bellavista (río Genil): 180, 255, 256 Cullera (València): 160
Benalúa (BEN): 241, 287 Dahar Slima: 114
Berenice (Benghazi): 204, 216 Dertosa: 305
Bet She’an/Keisan: 229 Djebeniana: 113
Bir Abbad: 115, 121 Dramont E, pecio: 131, 132, 133, 145,
Bova Marina: 202 146, 256, 257, 289
Brescia: 304 Egeo: 37, 204, 208, 209, 212, 298
Byzacena: 112, 118, 121, 132, 154, 160, Egipto: 209, 218, 227, 307
302 Eivissa (Balears): 291
Cabrera III (Mallorca), pecio: 121, 176, El Djem: 114
189, 192 Elaioussa-Sébastè: 219
Caesarea: 204 Emporiae (EMP): 158, 169, 176, 187, 189,
.
Cal lípolis (Vila-seca), villa romana de: 226, 228, 269-271, 297, 300, 302
290, 291 Enchurrasqueira (Sado): 189, 192
Euboea: 219
277
Gargaresh: 169 Marsella, Bon-Jésus (MAR/2): 212, 271,
Gaza: 227 272, 300, 302
Genil, río: 180 Marsella, La Bourse (MAR/1, 3, 4, 5, 6,
Génova: 234 8, 9, 10, 11, 12 y 13): 174, 204, 212, 219,
Gerasa, macellum de: 227, 229 228, 229, 234, 238, 271-276, 300, 302, 303,
Gisement des Catalans, pecio: 184 306
Guadalquivir, río: 180 Marsella, Cap Titol (MAR/7): 273
Hadrumentum: 118, 121 Marsella, place Jules Verne (MAR/14):
Haluza: 227 276, 306
Hamadet Ahmed Saïd: 115 Martinhal (Algarve): 189, 192, 196
Henchir Ben Hassine: 113 Mauritania Caesariensis: 115, 160
Henchir ech Chekaf: 114, 161 Menandro, valle del: 209
Henchir ech Choggaf: 113 Monte Testaccio: 298
Henchir el Guellal, Zegalass: 114, 121 Moro (Torredembarra), villa romana de
Henchir Krechrem: 114, 161 El: 291
Henchir Mbarek: 114, 121, 132, 154 Munts (Altafulla), villa romana de Els:
Herdade do Pinheiro (Algarve): 189, 190, 132, 241, 290, 291, 292
192 Nabeul: 112, 144, 155, 159
Hispania: 13, 20, 22, 23, 25, 27, 37, 81, 88, Nahal Lakhish: 227
93, 196, 174, 176, 289, 290, 291, 295, 305, Nápoles: 111, 215
306, 307 Naxos: 202
HRI 1: 113, 118, 132 Neapolis: 121
HRI 2:113, 118, 121, 158 Neguev: 227
Ilerda: 305 Oltina (Rumania): 208
Iluro (ILU): 132, 169, 197, 255, 269, 294, Olympos: 219
297 Ostia (OST): 111, 113, 118, 120, 121, 130,
Isauria: 204 146, 168, 189, 192, 202, 255, 256, 257,
Iskenderun, golfo de: 219 258, 282
Ismeler: 219 Ostrakine (Sinaí), iglesia de: 145, 159,
Italia: 27, 201, 204, 300, 304 160, 168, 217, 226, 228, 229
Kellia: 215, 216, 228 Otranto, hornos de: 168
Kounoupi (Argólida): 208 Palestina: 37, 97, 204, 227, 228, 229, 298
Kourion: 219 Palud 1, pecio de La: 154, 155, 160, 161,
Ksour Essaf: 112, 114 216, 258
La Chebba: 113 Paphos: 219
La Pointe de la Luque, pecio: 133 Pege: 219
Lamta: 114 Pellaro: 202
Lazzaro Vecchio: 202 Phaselis: 219
Leptis Minor: 112, 114, 118, 121 Planier 7 (Marsella), pecio: 121, 189
Leptis Minor, anfiteatro de: 114 Plemmirio B (Siracusa), pecio: 118, 121
Leptis Minor, necrópolis púnica de: 114 Pollentia: 201
Lesbos: 218, 219 Porto dos Cacos (Tajo): 189, 192
Llosa (Cambrils), villa romana de La: Port-Vendres I, pecio: 189
290, 291 Puig Rodon, villa de: 234
Lusitania: 39, 50, 174, 297 Quinta da Alegria (Sado): 189, 190, 192
Magarsos: 219 Quinta do Lago (Algarve): 192
Majuelo, El (Almuñecar): 192, 256 Quinta do Rouxinol (Tajo): 189, 192
Mokaïda, El: 97, 115, 118, 161 Randello (Sicilia), pecio: 189
Mar Negro: 208 Ras Aïed: 114, 161
Maresme, comarca del: 198 Ras Salakta (Sullecthum): 113, 118
Marsella (MAR): 97, 111, 121, 130, 133, Ravenna: 212, 227, 238
145, 146, 151, 154, 155, 159, 160, 161, Rhosos: 219
168, 169, 174, 187, 202, 204, 208, 209, Rodas: 219
212, 216, 219, 227, 228, 229, 234, 238, Roma (ROM): 25, 30, 97, 111, 132, 133,
271-276, 297, 298, 300, 302, 306 159, 160, 168, 169, 174, 180, 187, 202,
204, 209, 212, 215, 217, 227, 228, 229,
278
238, 241, 242, 280-282, 290, 293, 297, 298, Tarraco:
300, 303, 306 Anfiteatro: 13, 22, 23, 26, 28, 30,
Roma, Basílica Hilariana (Celio): 238 31, 291, 292, 300
Roma, Celio: 238, 281 Anfiteatro, basílica del: 27, 30,
Roma, Circo de Majencio: 180 300, 304
Roma, Crypta Balbi (ROM/8): 145, 168, Àngels, plaza dels (ANG): 64, 80,
204, 215, 217, 226, 229, 282, 305, 306 83, 84, 133, 190, 295, 296
Roma, Fonte Giuturna: 238 Àngels, prolongación de la plaza
Roma, Gaudentius, domus (ROM/6): 144, dels: 83
160, 281 Antic Hospital de Santa tecla
Roma, Lungotevere Testaccio (ROM/2 y (STE/1 y 2): 35-43, 45, 49, 55, 78,
5): 161, 227, 238, 241, 242, 280, 281 88, 118, 133, 146, 151, 154, 158,
Roma, Magna Mater, Ambiente O 161, 169, 174, 189, 190, 198, 202,
(ROM/1): 204, 280 204, 208, 238, 241, 242, 245, 246,
Roma, Magna Mater, Ambiente P 295, 296, 297, 298
(ROM/4): 204, 212, 228, 238, 242, 281 Antiga Audiència (AUD/1) y
Roma, Ospedale Militare del Celio: 281 Torre de l’Audiència (AUD/2):
Roma, Palatino: 30, 132, 255 31, 45, 51-60, 61, 62, 63, 71, 78,
Roma, Schola Praeconum (ROM/3 y 7): 130, 133, 145, 146, 151, 154, 155,
202, 204, 209, 212, 227, 229, 280, 282, 303 158, 159, 160, 161, 169, 190, 196,
S. Bartolomeu de Castro Marim 198, 201, 204, 208, 209, 215, 216,
(Algarve): 192 219, 228, 229, 237, 243, 298, 300,
S. João da Venda: 196 301, 302, 303, 304
Sado, valle del: 189, 190, 192 Apodaca, 7, calle (APO): 19, 23,
Sahel: 112, 118, 132, 146, 158, 161 87-88, 89, 115, 118, 120, 121, 133,
Salakta, Catacumbas de: 113, 132, 158, 202, 292, 297
159, 161 Arc de Sant Bernat, plaza de l’:
Salakta: 113, 118, 121, 158 64
Samos: 215 Arc de Sant Llorenç, 6, calle: 77
Samos, termas de: 216 Baixada de Misericordia: 69
San antonino di Perti (ANT): 72, 97, 111, Bisbe de Vic, torre del: 52
144, 145, 155, 158, 159, 161, 208, 242, Canonge Maya, torre del: 52
278-279, 306 Cantera del puerto: 19, 20, 28
San Gereón (Colonia): 180 Caputxins, calle: 20
Sanitja (Menorca): 168 Catedral: 27, 34, 35, 304
Sant Martí d’Empúries, carretera de: Circo: 22, 24, 28, 51, 69, 72, 74,
158, 270, 271 75, 87, 291, 292
Sant Martí d’Empúries, plaza Mayor de: Circo, bóveda K del (CIK): 74,
269 88, 133, 198, 202, 243
Sant Martí d’Empúries, plaza pequeña Civaderia, calle: 304
de: 271 Claustro de la catedral (CLA):
Santa Maria del Mar, necrópolis de 34, 35, 151
(Barcino): 100 Cobos, pasaje: 228
Saraçhane: 212, 215, 217, 227, 228, 229 Colegio Oficial de Arquitectos-
Sebkhet Sidi El Hani: 112 calle Sant Llorenç (CAR): 27, 45,
Sebkhet: 114 78-80, 121, 146, 155, 295, 300
Seleucia de Pieria: 219 Comte, 12-14, calle d’En (COM):
Setúbal: 192 61-62, 160, 294, 304
Sicilia: 189, 201, 202, 204, 297, 300, 306 Coques, calle de les: 78
Side: 219 Ecclesia: 26
Siria: 204, 219, 307 Episcopium: 27, 78, 295
Solana, yacimiento de la (CLS): 237 Foro de la colonia: 20, 22, 23, 28,
Soles: 219 86, 96, 144, 291
Syedra: 219 Fortuny, 12, calle: 292
Tajo, valle del: 189, 192
Tarfayat: 114, 121
279
Fòrum, plaza del (FOR): 13, 63, 133, 146, 161, 176, 187, 244, 245,
64-69, 82, 83, 145, 151, 196, 204, 291, 292, 293, 297
300, 304 Pere Martell, Ramón y Cajal,
Francolí, río: 19, 20, 92, 96, 98, Pare Palau, calles (NEF/2): 102-
100, 151, 169 103, 154, 158
Gasòmetre, 32, calle (GAS): 23, PERI-2, Jaume I-Tabacalera
86-87, 115, 118, 121, 291, 292, 297 (PER): 22, 23, 24, 27, 28, 69, 89,
Major, 44, calle: 45 96-98, 100, 103, 161, 169, 201,
Mallorca y Alguer, calles 208, 219, 228, 229, 237, 291, 292,
(NEF/3): 100, 103, 154 294, 298, 300, 303, 305
Mare de Déu de la Merçè, 7-11, Pla de Sant Miquel: 304
calle: 63, 65, 300 Plaza de representación: 22, 28,
Marina: 19, 28, 98 43, 45, 46, 47, 51, 61, 63, 64, 65,
Marina, montículo de la: 19, 20, 66, 69, 72, 80, 82, 83, 294, 295,
22, 28, 87, 89, 92 300
Merceria, 11, calle (MER): 43, Porticus Iouiae [¿Basilicae?]: 24,
161, 242, 300 292
Minerva, torre de: 300 Praetorium: 26, 295
Misser Sitges, 8-12, calle (MIS): Prat de la Riba-Ramón y Cajal,
45-46, 151, 154, 161, 300 calles (NEF/5): 100, 105-107, 120,
Monasterium: 26, 295 121, 146, 151, 154, 169, 196, 198,
Mur Vell: 69 244
Muralla: 20, 25, 28, 77, 78, 80, 82, Pretori, bóveda del (PRE): 63, 65,
83, 87, 96, 98 300
Necrópolis del Francolí (NEF): Pretori, patio de la torre del: 63
26, 92, 98-107, 151, 244, 297 Puerto, montículo del: 19, 20, 28
Necrópolis Paleocristiana Puerto: 19, 20, 22, 24, 25, 26, 27,
(NEF/1): 28, 68, 96, 100-102, 103, 28, 89, 90, 92, 96, 98, 291, 292,
118, 120, 151, 154, 158, 168, 169, 300, 305
180, 196, 300, 304, 305 Puig d’En Sitges, 8-12, calle
Necrópolis septentrional-Mas (SIT): 77, 146
Rimbau (NES): 30, 108-109, 120, Rec Major: 92, 103
154, 215, 217, 226, 228, 244, 300, Recinto de culto: 22, 27, 28, 34,
303 35, 37, 45, 77, 78
Nou de Sant Pau, 1, calle: 89 Rei, plaza del: 63
Oliva, montaña de l’: 19, 28, 30, Rovellat, plaza del (ROV): 13, 64,
108 66, 82-83, 300, 304
Olivera, portal de N’: 69 Sant Auguri, 9, calle (AUG): 108
Pallol, plaza del (PAL): 61 Sant Fructuós, iglesia de: 22, 27,
Parc Central, basílica del (PCE): 304
26, 28, 100, 300, 305 ¿Sant Hipòlit?, iglesia de: 27, 304
Parc de la Ciutat (NEF/4): 100, Sant Joan, muralla de: 19
102, 103, 104-105, 121, 151, 169 Sant Josep, 10, calle (JOS): 89-90
Parc de la Ciutat, edificio romano Sant Llorenç, iglesia de: 78
del: 291 Sant Magí-Rebolledo, calles,
Parte alta: 19, 20, 22, 24, 26, 27, (REB): 88, 89
28, 35, 45, 63, 64, 65, 77, 78, 80, Sant Miquel, 33, calle (MIQ): 45,
82, 87, 108, 121, 146, 151, 169, 88, 89, 90, 219, 298, 301
241, 291, 292, 294, 295, 300, 304, Sant Miquel, 5, calle (MI5): 88,
305, 306, 307 89
Parte baja: 20, 22, 23, 24, 28, 89, Sant Pere, iglesia de: 27, 304
197, 292, 294, 295 Santa Maria Magdalena del Bell-
Pere Martell, 15, calle (M15): 98, lloc, santuario de: 92, 103
100, 102, 103, 201 Santa Teresa, calle: 64
Pere Martell, Eivissa, Mallorca,
calles (PMA): 20, 28, 88, 92-94,
280
Santes Creus, 5-9, calle de (SCR): Zona portuaria: 19, 22, 23, 24, 25,
80-81, 146, 154, 161, 189, 190, 28, 87, 89, 90, 96, 237, 291, 292,
198, 204, 242, 245, 298 294, 295, 300, 305, 306, 307
Secretarium: 26, 295 Tarraconense: 25, 26, 27, 174, 197, 291,
Sedassos, plaza dels (SED): 75, 300, 302
237 Tarragonès, comarca del: 198
Suburbio oriental: 28, 30 Tarsos: 219
Teatro: 22, 23, 26, 28, 88, 89, 90, Thaenae: 113, 118, 121, 132
96 Tinell (Barcino): 161
Templo de Augusto: 22 Toledo: 26, 72, 300, 307
Thermae Montanae: 24, 292 Tomis: 206
Torre de l’Audiència (AUD/2): Torre Tagliata (Orbetello): 202
véase Antiga Audiència (AUD/1) Toulon (TOU): 278
Tras Carniceries, calle: 64 Trípoli: 169
Trinquet Vell, 12, calle (T12): 72- Túnez: 130, 169
73, 146, 154, 155, 159, 160, 161, Túnez central: 112, 113-115, 118, 121,
300 132, 155, 159
Trinquet Vell, 4, calle (TRI): 69, Túnez septentrional: 112, 113, 118, 121,
71, 133, 146, 154, 161, 169, 190, 132, 144, 159
198, 208, 238, 241, 242, 245, 246, Turquía: 209, 215, 218
247, 298 Turris Libisonis: 201
Vía Augusta: 30, 98 Utica: 144, 159
Vía Hercúlea: 108 Val Pescara: 234, 238
Vila-roma, Cuirateries y Valentia: 169, 297
Natzaret, calles (VIL): 31, 34, 37, Vallès Occidental, comarca del: 198
39, 41, 46-50, 55, 118, 130, 132, Ventimiglia: 201
133, 146, 151, 154, 155, 158, 160, Verona: 290
161, 169, 187, 189, 190, 197, 198, Vibo Valentia: 145, 202
201, 204, 208, 209, 212, 227, 228, Yassi Ada, pecios: 154, 206, 212, 217
234, 238, 241, 242, 243, 247, 248, Yonga: 130
249, 255, 295, 296, 297, 298 Zeugitana: 112, 132, 160
281
ÍNDICE TIPOLÓGICO497
Africana I/Keay 3 y similar al tipo 3: 39, Keay 1/Mauritana 30: 54, 86, 88, 89, 115,
41, 43, 45, 49, 56, 68, 71, 79, 81, 83, 86, 280, 283, 284, 292, 297
88, 93, 101, 104, 105, 106, 113, 114, 115, Keay 8A: (véase Keay 61 y 8A)
118, 121, 132, 256, 292 Keay 8B: 130
Africana II/Keay 4, 5, 5bis, 6 y 7: 39, 41, Keay 12: 93, 280, 283, 284, 285
49, 54, 56, 68, 71, 72, 81, 86, 88, 89, 93, Keay 13/Dressel 23: 176-184, 202, 255
101, 104, 105, 106, 108, 113, 114, 115, Keay 13A: 39, 41, 49, 50, 54, 56, 74, 77,
120-121, 130, 132, 133, 168, 242, 256, 257, 84, 89, 93, 174, 176, 180, 184, 256, 293
258, 292 Keay 13B: 176, 180
Agora de Atenas F65-66: 86, 298 Keay 13C-D: 39, 41, 45, 50, 54, 56, 61, 66,
Agora de Atenas M-273: 79, 204, 212, 79, 84, 90, 93, 144, 174, 176, 180, 184,
255, 259, 260, 298 192, 244, 248, 293
Agora de Atenas M-333: 215, 216 Keay 13E: 176
Agora de Atenas M-373: 209 Keay 14: 176
Ánfora de Empoli: 39, 74, 88, 103, 201 Keay 16A: 34, 88, 89, 187, 189, 292
Ánforas globulares de fondo umbilicado: Keay 16B-C/Almagro 50: 39, 50, 69, 74,
62, 66, 69, 97, 145, 159, 160, 168, 286 79, 81, 88, 89, 174, 187, 189, 190, 192,
Baelo I: 192, 256 196, 247, 258, 292, 293
Ballana 6: 215 Keay 17: 176
Ballana 13: 209 Keay 19A-B/Almagro 51A-B: 34, 39, 45,
Beltrán 59: 159 50, 54, 61, 74, 79, 84, 89, 93, 104, 106,
Beltrán 60: 158 144, 174, 176, 180, 184-187, 189, 192, 244,
Beltrán 61: 155 257, 280, 293
Beltrán 63: 151 Keay 19C/Almagro 51A-B: 104, 106, 174,
Beltrán 68: 88, 93, 174, 176, 192, 256 189, 190, 192, 196, 197, 255, 256
Beltrán 72: 190 Keay 21: 39, 41, 50, 56, 62, 66, 69, 84,
Beltrán 77: 206 174, 187, 189-190, 192, 196, 241
Beltrán 81: 209 Keay 22: 169, 187, 189
Beltrán 82: 215 Keay 23/Almagro 51C: 39, 45, 46, 54, 56,
Bonifay 1986, fig. 12.55: 160, 286 74, 84, 86, 88, 89, 106, 169, 174, 180, 189,
British Bi: 206 190, 192, 196, 280, 292, 293
British Bii: 215 Keay 23bis: 169
British Biv: 209 Keay 24: 39, 49, 66, 69, 77, 84, 89, 101,
Caesarea 5: 215 104, 106, 115, 168-169, 258, 297
Caesarea 6: 206 Keay 25, 26F y 27: 39, 41, 49, 60, 68, 71,
Cartago 32: 234 73, 74, 77, 86, 88, 93, 101, 104, 106, 108,
Cartago 34: 234 113, 114, 121, 130-133, 297
Cartago 58: 97, 161, 305 Keay 25: 244, 281
Cartago 62: 286 Keay 25B: 81, 89, 93, 104, 113, 120, 131,
Cisterna de Samos (Keay 67): 60, 98, 109, 132, 133, 145, 151, 159, 160, 255, 256,
204, 215, 242, 244, 281, 282, 305, 306 280, 293
Crypta Balbi 1: 204, 282 Keay 25C: 93, 131, 133, 255, 256, 293
Crypta Balbi 2: 204, 238, 282 Keay 25E: 61, 132
Dressel 14: 189 Keay 25G: 43, 113, 131, 133
Dressel 20: 176, 180, 255 Keay 25H: 271
Dressel 30: 189 Keay 25I: 89
282
Keay 25K: 79, 89, 196 155, 159-161, 168, 237, 242, 244, 258, 271,
Keay 25L: 89 281, 282, 286, 302
Keay 25P: 81, 93, 131, 132, 293 Keay 62Q/Albenga 11-12: 71, 113, 155,
Keay 25X: 131 160-161, 237, 281
Keay 25Y: 131, 133 Keay 68/91: 34, 39, 50, 74, 88, 174, 196-
Keay 26: 285 198, 297
Keay 26C: 144 Keay 68/91A: 197
Keay 26F: 74, 84, 113, 132, 133, 280, 281, Keay 68/91B: 197
297 Keay 68/91C: 197
Keay 26G (Spatheia de reducidas Keay 68/91D: 198
dimensiones): 66, 133, 144-145, 159, 242, Keay 68/91E: 198
282, 286, 305, 306 Keay 68/91F: 198
Keay 26H: 144 Keay 68/91G: 198
Keay 26I: 144, 281 Keay 77: 93
Keay 27: 103, 132, 133, 151, 255, 256, Keay 78: 174, 187, 190, 192, 196
257, 271, 286, 293 Keay 79: 201, 229, 237, 285, 300
Keay 30: 145 Keay 85: 61, 81, 161, 281
Keay 32: 145 Keay 86: 196
Keay “32”: 286 Keay 91A-B: 196
Keay 33: 79, 89, 145 Kellia 164: 60, 97, 215, 216, 219, 229, 237,
Keay 34: 145 286, 303, 305
Keay 35: 39, 41, 49, 54, 56, 60, 62, 68, 69, Kellia 169: 34, 215, 216, 217, 281, 298,
71, 72, 73, 75, 77, 81, 84, 93, 104, 113, 303
114, 121, 133, 145-146, 151, 154, 155, 161, Kellia 172: 145, 159, 160, 217, 226
243, 255, 256, 257, 271, 281, 293, 297 LRA 1/Keay 53: 39, 41, 45, 46, 47, 50, 54,
Keay 36: 34, 41, 68, 121, 151, 257, 281, 56, 60, 61, 62, 65, 66, 69, 71, 77, 79, 84,
297 90, 93, 97, 109, 145, 159, 160, 201, 204,
Keay 39: 104, 151, 168 215-219, 226, 229, 237, 255, 258, 259, 260,
Keay 40: 114, 154 271, 281, 282, 283, 284, 285, 286, 298,
Keay 41: 41, 49, 66, 69, 71, 73, 75, 81, 300, 303, 305
108, 151, 154, 256, 257, 286, 297 LRA 2/Keay 65: 39, 46, 50, 66, 71, 75, 77,
Keay 45: 68 79, 89, 97, 145, 159, 160, 201, 204, 206,
Keay 47: 281 208, 217, 226, 229, 234, 237, 271, 282,
Keay “50” (San Antonino 1988, tav. 283, 284, 285, 286, 298, 303, 305
IX.3-6): 282 LRA 3/Keay 54bis: 39, 43, 45, 46, 47, 50,
Keay 52: 39, 71, 81, 89, 169, 201, 202, 62, 66, 69, 84, 89, 90, 93, 204, 209, 212,
204, 238, 247, 248, 280, 281, 282, 300 228, 242, 244, 271, 280, 281, 282, 283,
Keay 55: 46, 90, 146, 154-155, 161, 243, 284, 285, 286, 293, 298, 300, 303
302 LRA 4/Keay 54: 34, 39, 41, 45, 46, 47, 50,
Keay 55A: 56, 73, 145, 159, 160 54, 56, 61, 62, 66, 69, 71, 75, 77, 79, 84,
Keay 56-57: 49, 67, 146, 155, 302 90, 93, 97, 98, 101, 104, 108, 109, 145,
Keay 56B: 61, 71, 72, 73, 113 159, 160, 201, 204, 217, 226-228, 229, 237,
Keay 56C: 145, 159, 160 255, 260, 271, 280, 281, 282, 283, 284,
Keay 57B: 56, 72, 79, 114, 281 285, 286, 293, 298, 303, 305
Keay 57C: 45 LRA 5/6 (Keay 66): 39, 71, 97, 98, 145,
Keay 58: 281 159, 160, 201, 204, 217, 226, 228-229, 237,
Keay 59: 113, 158 282, 283, 284, 285, 286, 305
Keay 60: 286 LRA 7: 145, 159, 160, 217, 226, 282, 283,
Keay 61 y 8A: 39, 43, 46, 48, 49, 61, 63, 285, 286
66, 67, 69, 71, 72, 81, 97, 113, 115, 120, Lusitana 9: 189
130, 144, 145, 158-159, 160, 237, 242, 271, Lusitanian Garum II: 187
281, 282, 286 Lusitanian Garum IV: 192
Keay 62: 39, 42, 45, 46, 48, 49, 56, 60, 61, MRA 1: 280, 283
62, 63, 66, 67, 68, 71, 72, 73, 75, 83, 93, Peacock/Williams class 21: 187
97, 104, 113, 114, 115, 120, 144, 145, 146, Peacock/Williams class 44: 215
Radulescu 10: 215
283
Saraçhane 2: 212 Scorpan VIII: 215
Saraçhane 3: 212, 217 Tejarillo I: 180
Saraçhane 6: 217 Tejarillo II: 176, 180
Saraçhane 7: 229 Tejarillo III: 180
Saraçhane 8: 98, 217, 228, 229 Tipo tardío A: 41, 43, 50, 56, 84, 234, 247,
Saraçhane 9: 206 298
Saraçhane 10: 217 Tipo tardío B: 201, 229, 237-238, 303
Saraçhane 15: 217 Tipo tardío C: 238, 241, 248, 281, 298
Saraçhane 16/17: 215 Tipo tardío D: 238, 241, 248, 256, 281,
Saraçhane 18: 217 298
Saraçhane 19: 217 Tipo tardío E: 241, 298
Saraçhane 20: 217 Tipo tardío F: 241, 298
Saraçhane 24: 217 Tipo tardío G: 241, 298
Saraçhane 25: 217 Tipo tardío H: 242, 298
Saraçhane 27: 217 Tipo tardío K: 242, 298
Saraçhane 31: 217 Tripolitanas I, II y III: 115, 169
Scorpan 15: 281 Zemer 51: 50, 226, 303
Scorpan II: 154 Zemer 53: 226, 284, 303
Scorpan III: 212, 215 Zemer 66: 215
Scorpan VI: 209
Scorpan VII: 206
284