Edgar Allan Poe, El Poder Del Detalle PDF
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La obra de Poe pronto saltó fronteras y cosechó un público ávido de sus narraciones
en el extranjero. Rusia no fue una excepción: las primeras traducciones del «Loco Edgar»,
como allí se le conocía, comenzaron a aparecer en revistas rusas ya a finales de la
década de 1830. Uno de los grandes paladines de Poe en Rusia fue Fiodor Dostoievski,
que presentó el escritor a sus compatriotas lectores de la revista Wremia en 1861,
con ocasión de la publicación de tres de sus narraciones: «El corazón delator»,
«El gato negro» y «El diablo en el campanario».
Se han publicado ya dos o tres relatos llosa y un sorprendente realismo. Más aún, Poe presenta relatos un viaje a la luna, y su narración
de Edgar Poe en revistas rusas. Aquí una característica singular que lo distingue de todo escri- minuto a minuto del viaje imaginado es
presentamos tres más a nuestros lec- tor, y es el vigor de su imaginación. No es que su fantasía tan completa y específica, que involun-
tores. ¡Qué extraño escritor, cuánto exceda la de de los demás poetas, sino que su imaginación tariamente se sucumbe a la ilusión de
talento el de Edgar Poe! Difícilmente está dotada de una cualidad que, con tal magnitud, no hemos su realidad. De la misma manera, una
puede su obra calificarse como pura- encontrado en nadie más, a saber, el poder de los detalles. vez contó en un periódico americano
mente fantástica y, aunque entrara en Intenten ustedes mismos, por ejemplo, dar forma en su la historia de un globo que había cru-
esta categoría, lo fantástico en ella es mente a algo que no es muy habitual o que nunca antes haya zado el océano desde Europa hasta el
meramente externo, si se puede decir ocurrido, que sólo se concibe como posible, y se darán Nuevo Mundo, y su relato era tan deta-
así. En su obra se admite, por ejemplo, cuenta de lo vaga y escurridiza que se presenta esa imagen llado, tan exacto, tan lleno de ocurren-
que una momia egipcia que yace desde ante el ojo de su mente. O captarán más o menos los trazos cias inesperadas y accidentales, en
hace cinco mil años en una pirámide, generales de esa imagen interior, o se concentrarán en uno resumen, tan realista y verdadero que,
recobre la vida con la ayuda del galva- u otro rasgo fragmentario, particular. Pero Edgar Poe pre- al menos durante un par de horas, todo
nismo. O se plantea que un hombre senta el cuadro completo de los acontecimientos imagina- el mundo estuvo convencido de los
muerto, de nuevo por medio del galva- dos con todos sus detalles y con una plasticidad tan pode- hechos relatados y sólo la investiga-
nismo, nos hable del estado de su espí- rosa que no se puede sino creer en la realidad o en la ción posterior demostró que era una
ritu, y así una y otra vez. Pero la sola posibilidad de un hecho que, en realidad, no ha ocurrido absoluta invención. El mismo poder de
asunción de estas cosas no hace que nunca ni podría ocurrir jamás. Así, describe en uno de sus imaginación o, mejor dicho, el poder
una historia sea realmente fantástica. de componer un conjunto, caracteriza
Poe se limita a suponer la posibilidad sus cuentos sobre la carta robada, el
aparente de un acontecimiento sobre- asesinato cometido por un orangután,
natural, aunque siempre demuestra el tesoro descubierto, etc.
lógicamente esta posibilidad, y a veces Se ha comparado muchas veces a
lo hace con una habilidad sorpren- Poe con Hoffmann. Como ya hemos
dente; una vez establecida esta premi- dicho, creemos que esa comparación
sa, procede, en todo el resto, de mane- es falsa. Hoffmann es un poeta mucho
ra bastante realista. En esto se distingue mayor, ya que posee un ideal. Y por
esencialmente del empleo de lo fantás- más que en ocasiones sea un ideal
tico que hace, por ejemplo, Hoffmann. equivocado, sigue siendo un ideal de
Este último personifica las fuerzas de la pureza y de la inherente belleza huma-
naturaleza en imágenes, introduce en na. Este ideal se encuentra encarnado
sus cuentos brujas y espectros, y busca incluso con más frecuencia en las crea-
sus ideales en mundos totalmente ale- ciones no fantásticas de Hoffmann,
jados de lo terrestre; no sólo asume que como «Meister Martin», o en la en-
ese mundo misterioso y mágico es cantadora, deliciosa «Salvator Rosa»,
superior, sino que parece creer en su por no decir nada de su obra maestra
existencia real. No así Edgar Poe. No «Kater Murr». En Hoffmann un hu-
tendría que llamársele fantástico, sino mor auténtico y maduro, un realismo
caprichoso. ¡Qué raros son los deva- potente y cierta malicia, se funden en
neos de su imaginación y, al mismo un fuerte anhelo de belleza bajo la bri-
tiempo, qué audaces! Elige por norma llante luz del ideal. Lo fantástico en
la realidad más extravagante, coloca a Poe, comparado con esto, parece extra-
su protagonista en la situación psicoló- ñamente «material», si se me permi-
gica o superficial más extraordinaria y, te la expresión. Incluso su imaginación
entonces, describe el estado íntimo de más desatada lo revela como un autén-
Ilustración de Harry Clarke para el cuento «El entierro
esa persona con penetración maravi- prematuro», 1919 tico americano.