Gálatas. Raúl Silebi
Gálatas. Raúl Silebi
Gálatas. Raúl Silebi
Exposición
Raúl Silebi
Ayudas Prácticas
James E. Giles
INTRODUCCION
LOS GALATAS
Los gálatas eran un grupo de bárbaros conocidos como los celtas. Algunos de los celtas
invadieron a Macedonia y después a Asia Menor en el tercer siglo a. de J.C. Los celtas, que también
eran conocidos como los galos, eran distintos a otro grupo conocido como los galoeuropeos del
oeste. Los celtas eran más conocidos como los galogriegos, del cual vino el nombre gálatas. Los
galogriegos fueron vencidos por Atalo I de Pérgamo y limitados a vivir en la parte norte de Galacia.
Esta parte se conocía como Galacia (más tarde como Galacia del Norte). Sus ciudades principales
eran Ancira (la moderna Ankara) y Tavium. Después de la conquista por los romanos esta región
quedó igual hasta que se convirtió en una provincia del Imperio Romano. En esta provincia se
incluyeron las ciudades más al sur como Listra, Iconio y Derbe (ver el mapa en la pág. 33). Toda la
región, desde el norte hasta el sur, era conocida como Galacia en los tiempos de Pablo.
Los gálatas eran conocidos por su inestabilidad. Eran celosos por un asunto espiritual en el
presente y después fríos por el mismo asunto más tarde.
La narración bíblica dice que Pablo fundó un grupo de iglesias en la región de Galacia del Sur
(o la provincia romana). En su primer viaje misionero Pablo estableció iglesias en la región sur de
Galacia, donde predicó el evangelio en las ciudades de Iconio, Listra y Derbe (Hech. 13, 14). En su
segundo viaje misionero el Apóstol visitó por segunda vez estas ciudades (Hech. 16:1–6) y después
por tercera vez visitó a los hermanos en su tercer viaje misionero (Hech. 18:23). Algunos eruditos
piensan que Hechos 16:6 y 18:23 no se refieren a la visita de Pablo a Galacia del Sur (también
conocida como Galacia, una provincia romana), sino que Pablo fue más al norte donde estaba la
región de Galacia del Norte (que era la Galacia étnica o donde estaba la concentración de los
galogriegos).
El problema que ha traído diferentes opiniones entre los eruditos es determinar a cuáles iglesias
estaba escribiendo el Apóstol. Los destinatarios de la epístola eran los gálatas de la región del norte
(se llama ―teoría de Galacia del Norte‖) o eran los de Galacia del Sur (se llama ―teoría de Galacia
del Sur‖).
Los que creen que Pablo destinó su epístola a Galacia del Norte argumentan que Pablo escribió
esta epístola después de haber fundado iglesias en Galacia del Norte (Hech. 16:6 y 18:23). Cuando
Pablo escribió la epístola ya el concilio en Jerusalén había pasado. Los que promueven este punto
de vista dicen que cuando Pablo escribió el cap. 2:1–10, él tenía en mente el concilio de Jerusalén y
su decisión.
Los eruditos que argumentan la teoría de Galacia del Sur dicen que la epístola fue escrita a las
iglesias de la región del sur que Pablo y sus compañeros establecieron en el primer viaje misionero
(Hech. 13–14). Lo bueno de esta teoría es que se puede decir que Pablo escribió su epístola
temprano o que fue escrita antes del concilio en Jerusalén registrado en Hechos 15. También se
puede concluir que fue escrita después del concilio en Jerusalén. Esta teoría es flexible acerca del
tiempo en el cual fue escrita la epístola. También se puede concluir que Pablo visitó Galacia del
Norte según Hechos 16:6 y 18:23. Es muy difícil concluir que Pablo escribió a la región del norte
según Hechos 16:6 y 18:23 por la simple razón de que en estos pasajes no se menciona que Pablo
haya establecido iglesias en ciudades específicas. Es mejor concluir que Pablo escribió a las iglesias
del sur de Galacia que fueron fundadas por él según Hechos 13–14.
El otro problema que tenemos que considerar brevemente es la cronología de Gálatas 2:1–10
con la narración de Lucas en el libro de Hechos.
Algunos piensan que Gálatas 2:1–10 se refiere a la visita que Pablo hizo para llevar ayuda a los
pobres en Jerusalén según Hechos 11:27–30.
Otros piensan que Gálatas 2:1–10 representa la misma visita que Lucas menciona en Hechos 15.
El autor de este comentario favorece este punto de vista, reconociendo que no hay una solución
fácil y que hay unos buenos argumentos para apoyar el primer enfoque. Algunas de las razones por
las que el autor está de acuerdo con este punto de vista son:
1. Similaridades. Hay varias similaridades entre Gálatas 2:1–10 y Hechos 15. Algunas son:
a. Los lugares. Los dos pasajes incluyen visitas desde Antioquía a Jerusalén.
b. Los participantes son los mismos. Pablo y Bernabé son prominentes en las dos
narraciones.
Un estudio del libro muestra que por lo menos hay tres razones por las que Pablo escribió esta
epístola.
1. La razón más obvia del propósito de escribir esta epístola fue la presencia de las
enseñanzas legalistas. El libro de Hechos testifica que las enseñanzas legalistas seguían al
Apóstol como un grupo de lobos salvajes (Hech. 15:1). Los judaizantes enseñaban a los
convertidos recientes a sujetarse a la circuncisión y a los criterios legalistas como parte de la
salvación.
2. Los legalistas también negaban el apostolado de Pablo. Esta es la razón por la que Pablo se
defiende extensamente.
LA FECHA DE LA EPISTOLA
Los eruditos que siguen la teoría de Galacia del Norte mantienen una fecha algo tardía. Ellos
testifican que la epístola fue escrita en el tercer viaje misionero de Pablo, alrededor del 55 d. de J.C.
(Hech. 20:2, 3).
Los eruditos que mantienen la teoría de Galacia del Sur sostienen que Pablo escribió la epístola
antes del concilio de Jerusalén en Hechos 15 y dicen que la epístola fue escrita alrededor del 46 d.
de. J.C. Esta fecha nos dice que Pablo escribió la epístola después de ir a Jerusalén para llevar
ayuda a los pobres (Hech. 11:27–30). La tercera fecha es la más probable y es después del concilio
de Jerusalén en Hechos 15. La carta se tuvo que haber escrito después del concilio de Jerusalén
alrededor de los años 48 o 49 d. de J.C. Este punto de vista es más consecuente con los diecisiete
años después de la conversión de Pablo según los tres años (1:18) y los catorce años (2:1) que el
Apóstol menciona en su epístola.
1. Esta es una epístola que tiene un mensaje duro, severo y solemne. El Apóstol podía tolerar
muchas cosas pero no el legalismo. Pablo tiene un mensaje severo debido a que el legalismo
desafía los fundamentos del cristianismo. Notemos que la epístola no tiene palabras de
alabanza o gratitud para los gálatas. No hay petición de oración ni se menciona a ninguno de
los gálatas por nombre. Estas características paulinas son mencionadas en las otras epístolas,
pero no aquí.
2. Es una epístola muy emotiva. El corazón del Apóstol es puesto en las manos de los gálatas.
La epístola refleja emociones profundas y sentimientos muy fuertes de parte del Apóstol.
3. Gálatas instruye contra errores que tienen que ver con justificación por la fe.
EL AUTOR
Este es uno de los libros donde no hay mucha controversia en cuanto a su autor. La misma
epístola testifica de su autor. Pablo, como su autor, es mencionado en el principio de la epístola
(1:1) y también al final (5:2). Igualmente, la epístola relata una autobiografía limitada del gran
Apóstol.
BOSQUEJO DE GÁLATAS
1. Introducción, 1:1-9
AYUDAS SUPLEMENTARIAS
Bonnet, L. y Schroeder, A. Comentario del Nuevo Testamento, tomo III. El Paso: Casa Bautista de
Publicaciones / Asociación Bautista Argentina de Publicaciones, 1982.
Colson, Howard P. Gálatas: libertad en Cristo. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1972.
Lacy, G. H. Comentario sobre la epístola a los Gálatas. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones,
1919.
Lenkersdorf, Carlos H. Comentario sobre la epístola a los Gálatas. México: Editorial ―El Escudo‖,
1960.
Mikolaski, Samuel. ―Gálatas‖, en Guthrie, D., Motyer, J. A., Stibbs, A. M. y Wiseman, D. J. Nuevo
Comentario Bíblico. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1977.
Trenchard, Ernesto. Una exposición de la epístola a los Gálatas. Barcelona: Cursos de Estudio
Bíblico, 1964.
GALATAS
TEXTO, EXPOSICION Y AYUDAS PRÁCTICAS
I. LA DEFENSA DE PABLO DE SU AUTORIDAD Y DEL EVANGELIO, 1:1-2:21
1. Introducción, 1:1-9
(1) Saludo, 1:1–5. El apóstol Pablo quiere que sus lectores sepan que él tenía autoridad
apóstolica. Pablo es un apóstol con la misma autoridad que los doce apóstoles que caminaron con
Jesús. Como los apóstoles, Pablo fue comisionado por Jesús (Hech. 9:15; 20:24). Su apostolado no
vino por medio de hombres sino fue recibido directamente por medio de Cristo y Dios Padre. El
ministerio de Pablo está basado en Jesucristo, que vive y no está muerto. La resurrección de Cristo
es mencionada una sola vez en Gálatas y es aquí, para mostrar que el mismo Cristo que comisionó a
los apóstoles también llamó a Pablo (Hech. 9).
Después de haber defendido su autoridad como apóstol, Pablo menciona algunos hermanos en la
fe que estaban en unidad con él en su evangelio y en sus preocupaciones por los gálatas. Los
destinatarios de esta epístola eran las iglesias que estaban en Galacia (ver el argumento en la
Introducción acerca de si Pablo escribió a las iglesias de Galacia del Norte o del Sur).
1:1–3
(1) Los apóstoles son llamados, no por los hombres, sino por Dios.
La palabra griega cáris 5485 (v. 3) es traducida gracia. Tiene la idea de la bondad o el favor
inmerecido que Dios tiene hacia el pecador. El hombre no tiene méritos para agradar a Dios fuera
de Cristo. La paz (v. 3) es el estado de vida que una persona tiene cuando deposita su fe en
Jesucristo. Los originadores de la gracia y la paz son Dios Padre y Jesucristo.
La gracia y la paz de Dios se muestran en la muerte de Cristo (v. 4). Jesús se dio a sí mismo por
nuestros pecados. El énfasis del evangelio no está en lo buena que es la humanidad sino en el
sacrificio de Cristo. En su gracia, él pagó a la justicia de Dios por nuestros pecados. La salvación de
Dios no se puede comprar con obras porque Cristo ya la pagó; el regalo de la salvación es recibido
cuando es aceptado; el resultado de la salvación son las buenas obras. La voluntad de Dios en la
salvación se manifiesta en librarnos de la presente época malvada (v. 4). El tema del evangelio no
es simplemente justificación por la fe sino también santificación. El creyente es salvo para caminar
en santidad, en hacer aquello que agrada a Dios; ésta es la voluntad de Dios. En otras palabras,
Jesucristo rompió las cadenas del pecado. El nos compró para servirle, somos libres para servir a
Dios. Este concepto es diferente al de los judaizantes, que enseñaban la justificación por hacer las
obras legalistas. El hacer el bien en Cristo Jesús (no para ser salvos sino porque somos salvos) es la
voluntad de Dios para el creyente.
La salutación de Pablo concluye con una alabanza: A quien sea la gloria; la alabanza brota de la
verdad mencionada en el v. 4.
(2) El tema principal, 1:6–9. Después de la salutación, el apóstol Pablo menciona el problema
que existía con los gálatas. Después que Pablo había compartido el evangelio de gracia, los
cristianos en Galacia habían aceptado otras enseñanzas que eran contrarias al evangelio apostólico.
Pablo comienza su exhortación (v. 6) con sorpresa de que se hubieran alejado del evangelio. La
palabra griega methístemi 3179 (v. 6) tiene la idea de remover (la misma palabra se usa en Hech. 7:16
donde los huesos de los patriarcas fueron trasladados o removidos). Los gálatas estaban a punto de
dejar el evangelio apostólico para trasladarse a otro. El otro evangelio era una falsificación del
verdadero. La palabra evangelio (euaggélion 2098) significa buenas nuevas y son las que el Apóstol
mencionó en el v. 4. El mensaje de los falsos maestros era de imponer a los cristianos requisitos de
la ley (especialmente la circuncisión) como parte del evangelio.
El apóstol Pablo aclara que hay un solo evangelio (v. 7), pero que algunos tenían en mente hacer
cambiar a los gálatas en sus creencias originales (perturban tiene la idea de levantar una seducción
para estorbar la bendición que los gálatas tenían en el evangelio de gracia). El método de có-mo
hacer esta perturbación era de cambiar el evangelio. Cuando se cambia el contenido del evangelio
(o también la Palabra de Dios en general), la fe es contaminada con otras ideas que no son de Dios.
El cambiar el evangelio es la peor tragedia que puede ocurrir.
Semillero homilético
1:6–9
(2) Universalismo.
(3) Aniquilación.
El apóstol Pablo escribe una exhortación fuerte en base a la gravedad de cambiar el evangelio
(v. 8). Notemos que en la exhortación hay dos cosas: Primera, lo más importante no es el mensajero
sino el mensaje. Los maestros falsos pueden tener una máscara de piedad pero su mensaje es
venenoso. Segunda, no hay otra nueva revelación celestial dada a los hombres para ser salvo. El
autor nos dice que ni un ángel del cielo, para aclarar la realidad que no hay un nuevo evangelio
dado por Dios a los hombres por medio de agentes celestiales. Es interesante que en los tiempos que
vivimos muchos ponen su fe en una persona o en experiencias sin tener en mente el contenido
bíblico. El veredicto apostólico para aquellos que predican un evangelio falso es de maldición. La
palabra anatema (anáthema 331, v. 8) tiene que ver con la maldición divina. El Apóstol usa esta
palabra en Romanos 9:3 donde él desearía ser anatema para la salvación de los judíos. La idea en
Romanos 9:3 es separado de la salvación de Cristo, fuera de la gracia de Dios. Podemos decir que la
palabra anatema tiene la idea de la maldición total de Dios, algo o alguien que es entregado al juicio
divino.
1:10–12
1. Algunos buscan agradar a los hombres con sus actos. Cristo condenó a
tales personas (Mat. 6:1–4).
Algunos podían decir que el evangelio que Pablo predicaba no era de Dios. El Apóstol
argumenta que su evangelio es de Dios. El da dos razones generales: una es el origen del evangelio
y otra la realidad del evangelio en la vida del Apóstol. Antes él perseguía a la iglesia de Cristo con
la meta de destruir el cristianismo, pero Cristo lo salvó para predicar el evangelio.
(1) El origen del evangelio, 1:10–12. El apóstol Pablo se defiende contra algunas acusaciones
de los judaizantes. Según ellos, Pablo agradaba a los hombres con su evangelio. Cuando estaba con
los judíos predicaba la circuncisión y la importancia de cumplir la ley. Pero cuando predicaba a los
gentiles, el Apóstol ponía el énfasis en la libertad. Podemos entender que sus enemigos
interpretaron mal el método del Apóstol para ganar almas. Me hice débil para los débiles, a fin de
ganar a los débiles. A todos he llegado a ser todo... (1 Cor. 9:22). El Apóstol usaba su libertad
como cristiano para ganar almas. El evangelio que fue comisionado por Cristo no fue cambiado. El
Apóstol no era siervo de los hombres sino de Cristo. Su Maestro lo comisionó a predicar un
evangelio para todos los hombres. El deseo intenso de Pablo era agradar a Dios, el mensaje de él era
para agradar a Dios y no a los hombres (1 Tes. 2:4–7). Aquí hay una lección que debemos tener en
mente. Los métodos para compartir el evangelio son muchos y diferentes, pero el contenido del
mensaje es uno y no cambia. Tenemos que ser fieles en compartir el evangelio que no cambia. Los
acusadores de Pablo no podían ver la diferencia entre un método de compartir y el evangelio de
gracia.
El evangelio que el Apóstol predicaba no tiene su origen en fuentes humanas sino que vino de
Dios (v. 12). Como los apóstoles que estaban en Jerusalén habían recibido el evangelio de Cristo,
también Pablo lo recibió directamente por revelación divina (v. 12). Esta verdad es contraria a
algunos que decían que Pablo había recibido el evangelio de los otros apóstoles.
Después de mencionar su vida como perseguidor de la iglesia de Cristo, el Apóstol continúa con
su testimonio en el v. 14. Su persecución estaba vestida con un manto de religiosidad. Pablo, en su
vida pasada, era un devoto del judaísmo y se destacaba en él (la palabra griega prokópto 4298 que se
traduce destacaba en el v. 14 tiene la idea de ―avanzar‖, ―crecer‖. Esta palabra fue también usada en
Luc. 2:52 para describir el crecimiento de Jesús: El avanzó en sabiduría, estatura y gracia). Tanto
fue su amor y celo en el judaísmo que creció más que sus contemporáneos. El Apóstol no solamente
conocía y vivía el AT sino que su celo iba un paso más hacia las tradiciones de los padres (las
tradiciones tenían que ver con la ley oral que fue dada por la escuela de los fariseos. La base de
estas tradiciones eran interpretaciones de la ley mosaica, ver Mat. 15:2, 3, 6; Mar. 7:3, 5, 8, 9, 13).
La vida anterior de Pablo era importante para contrarrestar a los judaizantes que querían
desacreditar al Apóstol. Saulo fue un perseguidor de la iglesia de Cristo y también era un fariseo
que se destacaba entre sus contemporáneos. No fue hasta que Cristo lo confrontó y le encomendó
predicar el evangelio a los gentiles que la vida del Apóstol cambió.
Joya bíblica
El Apóstol explica cómo cambió cuando Jesús se le reveló (vv. 15, 16). Su conversión no fue
por influencia de hombres sino directamente de Dios (la conjunción adversativa de que se traduce
pero en el v. 15, es una de contraste). Su conversión no se puede explicar en una lógica humana,
sino que fue un hecho de Dios. ¿Cómo se puede explicar que un perseguidor y destructor de la
iglesia se haya convertido para unirse a ella? Notemos en los vv. 13 y 14 el énfasis de la primera
persona; el Apóstol comenta lo que era antes de su conversión. El era una persona que quería
agradar a Dios en su religión. En los vv. 15 y 16 el enfoque está en lo que Dios ha hecho por él. Lo
que Dios hizo en Pablo fue por su propio deleite (la palabra dokéo 1380 que se traduce como tuvo a
bien tiene que ver con ―estar contento o satisfecho; deleitarse en‖, comp. 1 Cor. 1:21). En el caso de
Pablo, Dios se agradó de escogerlo como instrumento para su servicio. Hay tres cosas importantes
que Dios hizo por Pablo.
La primera cosa que Dios hizo fue una separación desde el vientre de su madre (v. 15). El verbo
apartar no significa haberlo hecho en un sentido físico, sino que Dios dedicó a Pablo o lo apartó
para un propósito muy especial. El mismo verbo se menciona en Romanos 1:1 y Hechos 13:2. En el
AT esta expresión es mencionada por el profeta Jeremías (Jer. 1:5). También Isaías menciona que
Dios lo separó para predicar a Israel (Isa. 49:1–6). El ser apartado es un hecho de Dios para un
servicio.
La segunda realidad fue que Dios llamó a Pablo cuando él perseguía a la iglesia de Cristo. Este
llamamiento tomó lugar en un contexto histórico. Es un llamamiento de salvación. El Apóstol
recalca que este llamamiento fue por la gracia de Dios. En verdad la gracia de Dios brilló en la vida
de Pablo como un rayo de luz en una noche oscura. La gracia de Dios es la base del amor de Dios
hacia Pablo (la palabra griega cáris 5485 quiere decir amor inmerecido, bondad, misericordia). Esta
palabra aparece en Efesios 2:5–9, en relación con la salvación.
La tercera verdad es que Dios lo comisionó para predicar entre los gentiles (v. 16). Jesús se
reveló a Pablo (es mejor interpretar revelar a su Hijo en mí en el v. 16 en el caso locativo, ―en la
esfera de mí‖, que significa una revelación externa). La palabra revelar (apokalúpto 601) afirma la
idea de que fue una revelación personal. Después que el Apóstol menciona su glorioso encuentro
con Jesús, escribe acerca del propósito de su ministerio, que es predicar a los gentiles. El
llamamiento a la salvación fue acompañado por el llamamiento a servir. Estas tres verdades están
marcadas en cada uno de los hijos de Dios. Nosotros fuimos apartados desde el vientre de nuestras
madres para un trabajo específico en la grey de Dios. Nacimos con talentos y personalidades
diferentes, con el propósito de algún día servir a Dios. Después fuimos llamados para ser salvos. En
nuestra salvación el Espíritu Santo nos da dones espirituales para edificar su iglesia. La salvación
tiene el propósito de proclamar a Cristo a otros. Como Pablo, nosotros también somos muy
especiales a los ojos de Dios y también tenemos un propósito en este mundo.
1:15
Después que el Apóstol menciona brevemente su testimonio, aclara que el evangelio no le vino
a través de comunicación con otra persona. El Apóstol no consultó a nadie acerca de su evangelio
(v. 16b). Tampoco subió a Jerusalén para comparar su evangelio con el de los apóstoles que
caminaron con Jesús (v. 17). Cuando Pablo menciona apóstoles, él tenía en mente a los doce
apóstoles que caminaron con Jesús. La palabra griega apóstolos 652 quiere decir ―uno que se manda
a una misión‖. Esta palabra se puede usar primeramente para los doce que caminaron con Jesús. A
ellos Jesús les dio una autoridad muy especial (Mar. 3:14, 15; 6:30). Los doce eran un grupo muy
especial y necesario para la fundación de la iglesia de Cristo (Ef. 2:20). Había dos requisitos para
ser parte de este grupo. El primero fue haber tenido un compañerismo personal con Jesús en su
ministerio, que se llevó a cabo desde la predicación de Juan el Bautista hasta su ascensión (Hech.
1:21, 22). Segundo, los doce apóstoles eran testigos de la resurrección de Cristo (Luc. 24:45–48; 1
Jn. 1:1–3). Matías tomó el lugar de Judas Iscariote, el que entregó a Jesús (Hech. 1:21–26). El
apóstol Pablo, aunque no era parte de los doce, era apóstol en la misma categoría (Gál. 1:1, 16). El
Señor Jesús lo comisionó para ser apóstol a los gentiles (Gál. 2:8). La Biblia menciona a otros como
apóstoles (Hech. 14:4; 14; 1 Tes. 2:6; Rom. 16:7). Bernabé y Silvano no eran apóstoles de la misma
categoría que los doce que edificaron la fundación de la iglesia (Ef. 2:20). Ellos eran apóstoles en el
sentido de ser mandados como misioneros. El Apóstol tenía en mente a los apóstoles que caminaron
con Jesús.
Semillero homilético
1:12–17
El Apóstol continúa argumentando acerca de su evangelio que le fue dado directamente por
Cristo (v. 17). Después de su conversión, Pablo fue a Arabia (v. 17). Arabia aquí puede ser la
península que se extiende hacia el sur, que incluye el área de Sinaí donde la ley fue dada a Moisés.
Es mejor interpretar Arabia como el desierto cerca de Damasco que era parte de Arabia en el tiempo
de Pablo. El punto entonces es que el Apóstol no consultó a los apóstoles ni fue a Jerusalén, sino
que fue al desierto probablemente a estudiar y pensar en su experiencia. También fue al desierto a
conocer más acerca del evangelio que se le había encomendado. Este viaje a Arabia posiblemente se
llevó a cabo un tiempo después de su conversión (Hech. 9:10–22). Lucas, en Los Hechos, no
menciona esta época en el desierto porque era una etapa del crecimiento espiritual del Apóstol y no
tanto de sus viajes misioneros. Después de un tiempo, Pablo regresó a Damasco (no sabemos cuánto
tiempo estuvo en el desierto. Algunos eruditos piensan correctamente que fue tres años).
La pregunta que hay que hacerse es: ¿Por qué fue Pablo a Jerusalén a ver a Pedro? Su visita no
fue para recibir el evangelio de Pedro, porque este evento se llevó a cabo después de tres años y ya
Pablo estaba predicando el evangelio que Cristo le había dado, después de su conversión. Pablo
tampoco fue a Jerusalén porque tuviera dudas en cuanto a su evangelio o para recibir la aprobación
apostólica. El Apóstol fue a Jerusalén para conocer a Pedro, que era el principal orador entre los
apóstoles (comp. Hech. 2:14–40; 3:11–26; 4:8–20; 5:3–32; 8:20–25). Vemos aquí a dos grandes
hombres con ministerios diferentes pero con un mismo evangelio y un mismo propósito. Pablo
decide ver a Pedro para tener compañerismo. Aquí hay una lección muy importante para los obreros
en la viña del Señor. Aunque tengamos diferentes ministerios, el evangelio es el mismo. Es
necesario humillarse y buscar el compañerismo de otro sabiendo que en la unidad hay fortaleza
(comp. Juan 17:21–26).
En este compañerismo, el apóstol Pablo quería saber más acerca de la vida de Jesús cuando
estaba con los apóstoles en la tierra. Posiblemente fue en esta visita que Pablo aprendió acerca de
cómo Jesús se apareció a Cefas y a los doce apóstoles. (1 Cor. 15:5), y que también se apareció a
más de quinientas personas a la misma vez (1 Cor. 15:6). La palabra griega que Pablo usa en el v.
18 es istoréo 2477 que se traduce entrevistarme. Es la misma palabra que usamos como historia. Esta
palabra es mejor traducida como una narración o informe. En el compañerismo, el apóstol Pablo
quería saber más acerca de Jesús en su encarnación. Los quince días que Pablo estuvo con Pedro fue
tiempo suficiente para conocerlo y conocer más de su Maestro cuando caminó por Israel.
Pablo comenta que en su estadía en Jerusalén no vio a los otros apóstoles excepto a Jacobo (v.
19). Hay tres preguntas que contestar antes de seguir en este comentario. Primero, ¿dónde estaban
los apóstoles? Segundo, ¿era Jacobo un apóstol? Y, tercero ¿cómo se puede correlacionar lo que
escribió Pablo, que no vio a los apóstoles, con Hechos 9:27 donde dice que Bernabé trajo a Pablo a
los apóstoles? (esta es la primera visita de Pablo que se menciona en Hech. 9:26–31). La primera
pregunta se puede contestar suponiendo que los otros apóstoles podían haber estado en una misión
de supervisar otras iglesias de Judea, Galilea o Samaria, como Pedro lo estuvo haciendo en Hechos
9:32–43 cuando visitó a los hermanos en Lida.
La segunda pregunta demanda determinar si Jacobo era un apóstol. Antes de contestar esta
pregunta necesitamos saber quién era Jacobo. El Jacobo aquí era el hermano de Jesús. Jacobo fue
identificado como uno de los cuatro hermanos de Jesús (Mar. 6:3 y comp. con Mat. 13:55).
También Pablo menciona los hermanos de Jesús con los apóstoles (1 Cor. 9:5). Algunos
comentaristas interpretan el v. 19 como que Pablo, aparte de Pedro, no vio a ninguno de los
apóstoles excepto a Jacobo el hermano de Jesús (pero Jacobo no era apóstol). Si esta interpetación
es correcta entonces hay un problema con la narración de Hechos 9:27 que dice que Bernabé... le
llevó a los apóstoles. Notemos que la palabra apóstoles está en el plural y si Jacobo no era apóstol
Pablo sólo vio a Pedro. Es mejor interpretar este versículo afirmando que Jacobo era un apóstol en
el sentido general de la palabra y no como los doce apóstoles. El apóstol Pablo usa en otras
epístolas el sentido general de la palabra (1 Cor. 15:5–7; 1 Tes. 2:6). Cuando Pablo menciona a los
apóstoles probablemente incluye a Silvano y Timoteo que fueron mencionados en 1 Tesalonicenses.
Dado que había apóstoles fuera del círculo de los doce, se proveía la oportunidad para los falsos
apóstoles de ponerse el título de apóstoles (2 Cor. 11:13; Apoc. 2:2). En su primer viaje a Jerusalén
Pablo vio a Pedro y a Jacobo quienes eran considerados como apóstoles en el sentido general de la
palabra. Estos dos siervos forman la palabra plural apóstoles mencionada en Hechos 9:27.
En su defensa, el Apóstol les asegura por medio de un juramento que él está diciendo la verdad
(v. 20). Recordemos que Pablo se está defendiendo de acusaciones falsas que fueron inventadas por
los judaizantes. Específicamente, él está defendiendo su evangelio que no fue transmitido por
medios humanos, sino que fue dado directamente por el Señor. Según Hechos 9:20–22, el apóstol
Pablo estaba predicando el evangelio que le fue encomendado por el Señor después de su bautismo
en agua. Cuando visitó a Pedro y Jacobo, Pablo ya había estado predicando el evangelio por un
largo tiempo.
Pablo continúa su narración en el v. 21 y les explica qué pasó después de su visita a Jerusalén
(aquí se menciona por segunda vez la palabra griega epéita 1899 que se traduce después y tiene que
ver con una progresión cronológica). El Apóstol fue primeramente a Cilicia, que es la región donde
está Tarso. (No fue la intención de Pablo el escribir sus visitas a las regiones de Siria y Cilicia en
manera cronológica, sino en orden de importancia, siendo Siria de más importancia). Según Hechos
9:29, 30, la partida de Pablo de Jerusalén fue motivada por un grupo que estaba contra Pablo y
procuraba matarle. Los hermanos en Jerusalén lo sacaron de la ciudad por el puerto de Cesarea
rumbo a Tarso (región de Cilicia), donde predicó un tiempo hasta que Bernabé lo invitó a venir a
Siria según Hechos 11:19, 20 (Antioquía está en la región de Siria). El Apóstol se quedó como
maestro en Antioquía y fue allí donde por primera vez los discípulos de Cristo se llamaron
cristianos (Hech. 11:20–26). Después de enseñar un tiempo, el Espíritu Santo lo separó con Bernabé
para emprender su primer viaje misionero (Hech. 13:1–3). Lo que el Apóstol insinúa al mencionar
dos regiones lejanas de Jerusalén es su independencia de los apóstoles y de Jerusalén; su ministerio
estuvo totalmente separado de las regiones donde prevalecía el ministerio apostólico de Jerusalén.
La ausencia de Pablo de las regiones de Palestina fue tan prolongada que las iglesias de Judea
no conocían a aquel hombre transformado (v. 22). Las iglesias en Judea fueron formadas por la fuga
de algunos cristianos en Jerusalén hacia Judea por la persecución que se llevó a cabo después de la
muerte de Esteban (Hech. 8:1, 2). Ellos no habían visto a Pablo después de su conversión pero sí
oían que la misma persona que estuvo involucrada en la persecución de Hechos 8 ahora predicaba el
nombre de Jesús que antes asolaba (v. 23). Las iglesias de Judea glorificaban el nombre de Dios al
oír esta noticia. Era un testimonio que exaltaba el poder de Dios (v. 24). El punto que el Apóstol
quería dejar claro es que después de su gran conversión, él no había dado su testimonio alrededor de
Jerusalén, excepto las visitas a esa ciudad que mencionó. El era totalmente independiente de los
apóstoles y de Jerusalén y totalmente dependiente de Cristo.
Semillero homilético
Un comentario loable
1:24
El Apóstol continúa su narración histórica y menciona que después de catorce años él subió a
Jerusalén (v. 1. Aquí se menciona por tercera vez la palabra griega epéita 1899 que se traduce
después). Es lógico asumir que Pablo se refiere a catorce años después de la visita a Jerusalén
mencionada en 1:18. Hay dos razones por que tomar este punto de vista. Primera, la palabra griega
epéita que se traduce después en 1:18 tiene referencia al versículo anterior (v. 17) que incluye la
salvación de Pablo y su viaje a Arabia y Damasco. El después en 2:1 tiene que ver con la visita a
Jerusalén mencionada en 1:18 y no a su salvación remota. Segundo, la palabra griega pálin 3825 (otra
vez) en 2:1 tiene referencia a su visita a Jerusalén y no a su conversión.
Es de importancia escribir un poco acerca de la visita de Pablo a Jerusalén según 2:1. Entre los
eruditos de las Sagradas Escrituras hay un debate en cuanto a esta visita. Sería de ayuda presentar
un esquema de las visitas de Pablo a Jerusalén según Hechos y las que Pablo menciona en Gálatas.
Hechos 15
Hechos 18:22
Hechos 27:17 s.
1
2:1
1
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 25). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
1. Fue para dar testimonio de la experiencia salvadora en el camino a
Damasco (Hech. 9:26).
El argumento entre los eruditos es dónde poner la visita de Pablo a Jerusalén mencionada en
Gálatas 2:1–10 con las cinco referencias mencionadas por Lucas en Hechos. Las dos
interpretaciones más comunes son: Gálatas 2:1–10 es la misma visita mencionada por Lucas en
Hechos 11:27–30 (algunos exponentes de este punto de vista son F. F. Bruce y William Ramsey).
El segundo punto de vista es que Gálatas 2:1–10 es la narración de Lucas en Hechos 15 (algunos
exponentes de este punto de vista son J. B. Lightfoot y A. T. Robertson). En realidad los dos
enfoques tienen sus argumentos fuertes y sus problemas pero es mejor seguir el punto de vista
tradicional, que afirma que Gálatas 2:1–10 es la misma visita en Hechos 15. Algunos de los
argumentos que hacen esta interpretación más fuerte son los siguientes. Los participantes son los
mismos. Pablo y Bernabé son prominentes en Hechos 15 y Gálatas 2. También Pedro y Jacobo
estaban envueltos en este evento. Un problema en relación a los participantes es: ¿Por qué Tito no
es mencionado en Hechos 15? Este problema se puede contestar diciendo que Tito fue incluido con
los otros en Hechos 15:2. Otro argumento que favorece este punto de vista es que el problema es el
mismo. En las dos narraciones el problema era el de la circuncisión de los gentiles convertidos.
Pablo estaba en un conflicto serio con los judaizantes acerca de la circuncisión, lo que llevó al
concilio de Jerusalén en Hechos 15. Finalmente, la cronología apoya este punto de vista. Si
sumamos los tres años de 1:18 con los catorce años en 2:1, el resultado encaja mejor con el tiempo
del concilio en Hechos 15.
Un argumento fuerte que vale la pena mencionar contra el primer punto de vista (Gál. 2:1–10 es
el mismo incidente que Hech. 11:27–30) es que en Hechos 11 Pablo trajo ayuda para los pobres y
sería una falta de cortesía que los apóstoles insistieran a Pablo que recordara a los pobres (Gál.
2:10).
Una pregunta que hay que contestar es: ¿Por qué Pablo solamente menciona aquí dos de sus
cinco visitas a Jerusalén según Hechos? Esta pregunta se puede contestar diciendo que el propósito
de Pablo no era el mencionar todas sus visitas a Jerusalén sino sólo algunas que podían apoyar su
argumento contra los judaizantes.
El Apóstol subió a Jerusalén acompañado por Bernabé y Tito (2:1). Bernabé no era su nombre
original sino José; los apóstoles le pusieron el nombre de Bernabé, que traducido es "hijo de
consolación". Este nombre mostraba su carácter (Hech. 4:36). Bernabé era un levita nacido en
Chipre (Hech. 4:36) y su primo era Marcos (Col. 4:10). No sabemos nada acerca de su conversión,
pero mucho en cuanto a su naturaleza espiritual. Bernabé era un hombre con una naturaleza muy
generosa, y vendió su heredad para ayudar a los pobres (Hech. 4:37). También Bernabé probó en su
vida que en realidad era un hijo de consolación. El tomó a Pablo en el comienzo de su vida cristiana
y lo llevó a los apóstoles en Jerusalén para que tuviesen compañerismo con él. Fue Bernabé quien
también buscó a Pablo para que fuera a Antioquía y ministrara allí por un año (Hech. 11:25, 26). El
ministerio de Bernabé y Pablo creció y después la iglesia de Antioquía los envió a Jerusalén con
una ayuda para los pobres (Hech. 11:29, 30). Después Pablo y Bernabé fueron comisionados por la
iglesia como misioneros (Hech. 13:2–4). Bernabé fue con Pablo en el primer viaje misionero y más
tarde regresaron a Antioquía (Hech. 14:24–28). En Antioquía, la iglesia reconoció el liderazgo de
Pablo. (Lucas mencionaba primero a Pablo y después a Bernabé según Hech. 15:2, 35.) El trabajo
unido de estos dos grandes siervos terminó por una discusión que tuvieron en relación con Marcos,
el primo de Bernabé, antes del segundo viaje misionero (Hech. 15:36–41). Pablo no quería llevarlo
porque Marcos no quiso seguir en el primer viaje misionero y regresó a Jerusalén (Hech. 13:13).
Bernabé quería llevar a Marcos en un programa de discipulado y ánimo, pero Pablo no estuvo de
acuerdo. Entonces Bernabé tomó a Marcos y se fue a Chipre. Pablo partió con Silas en su segundo
viaje misionero. Bernabé tuvo éxito en el discipulado de Marcos. El apóstol Pablo más tarde
reconoció el cambio en Marcos. Personalmente pide que le ayude en su ministerio (Col. 4:10; 2
Tim. 4:11; Flm. 24). Después de esta discusión, Bernabé sale del retrato narrativo de Lucas en
Hechos. Si alguien hubiese escrito un libro acerca de la vida de Bernabé, yo creo que tendría
muchos relatos de personas que testificarían de la influencia que Bernabé tuvo en ellos; el apóstol
Pablo sería uno de ellos. Este desacuerdo no terminó la amistad entre Pablo y Bernabé. En 1
Corintios 9:6 Pablo menciona a Bernabé como colaborador.
Compañeros en el ministerio
(Pablo y Bernabé)
Las experiencias de estos dos siervos del Señor nos dan ejemplo de las
maneras en que podemos experimentar el compañerismo en la obra del
Señor.
4. Ambos llegaron a madurar en la fe, para ser más amplios en aceptar los
puntos de vista de otros (1 Cor. 9:6).
Algunos se pueden preguntar: ¿Quién tuvo la razón, Pablo o Bernabé? La respuesta es que los
dos la tuvieron. El punto de vista de Pablo era expandir el reino de Dios; en este enfoque no hay
mucho tiempo para equipar y animar. El punto de vista de Bernabé era el equipar y animar a los
hijos del reino y ésto toma tiempo. Los dos puntos de vista son correctos y deben ser ejercitados en
las iglesias. Lo bueno de esta discusión fue que Pablo siguió en lo que el Señor le había llamado y
Bernabé siguió en su ministerio. También continuaron como amigos y hermanos en Cristo según 1
Corintios 9:6. Este debe ser un ejemplo cuando hay discusiones entre hermanos; seguir como
amigos y hermanos en el Señor y lo más importante es seguir en la obra donde el Señor les ha
colocado.
Otra persona que Pablo menciona que fue con él a Jerusalén es Tito. El era un gentil
incircunciso (Gál. 2:3). También fue un colaborador con Pablo. Tito era pastor (2 Cor. 8:23; 12:18).
No sabemos cuando Tito se juntó con Pablo en las actividades misioneras. La referencia más
temprana de Tito está en Gálatas 2:1, 3. Una de las epístolas pastorales fue enviada a Tito, que
estaba trabajando como pastor en Creta (vea la epístola de Tito).
El apóstol Pablo explica que subió a Jerusalén de acuerdo a una revelación (v. 2). Algunos
eruditos argumentan que Gálatas 2 no es el mismo incidente que el concilio de Hechos 15, porque
Lucas no menciona nada acerca de esta revelación. Podemos decir que fue posible que el Espíritu
Santo haya podido hablar por medio de los líderes de Antioquía y también por Pablo, como lo había
hecho antes cuando comisionó a Pablo y Bernabé a ir a Jerusalén para llevar ayuda a los pobres
(Hech. 11:17–30; 12:24, 25). El silencio de Hechos 15 acerca de la revelación de Pablo no la niega,
pero sencillamente no fue mencionada por Lucas. Un ejemplo de una exclusión de Lucas es Hechos
9:29, 30 donde Pablo huye de Jerusalén. Aquí no se menciona nada de una revelación pero en
Hechos 22:17–21 Pablo explica que fue por una visión que salió de Jerusalén. De la misma manera
Pablo subió a Jerusalén porque sabía que era la voluntad de Dios (Dios se lo manifestó por medio
de una revelación); aunque Lucas no la menciona, no quiere decir que no ocurrió.
La pregunta en este versículo (2:2) es: ¿Qué quiso decir Pablo cuando escribió: ... no corro ni he
corrido en vano? Pablo no quiso decir que él no estaba seguro de su evangelio y por eso fue a
Jerusalén para recibir una confirmación apostólica. El estaba totalmente convencido del evangelio y
estaba dispuesto a no ceder ni un centímetro de su mensaje (Gál. 2:3–5). Es mejor interpretarlo
como que el Apóstol tenía miedo de que el evangelio que él predicaba fuera mal entendido y
eliminado públicamente por los líderes de Jerusalén. Si ésto sucedía, su evangelio vendría a estar en
la lista negra y los judaizantes ganarían la acreditación para predicar un evangelio contaminado. El
ministerio de Pablo sería perjudicado y todo su trabajo vendría a ser en vano. La unidad del
evangelio sería dividida entre salvación más la ley o salvación más nada. El Apóstol menciona la
misma idea cuando exhorta a los filipenses en cuanto a su carácter cristiano (Fil. 2:16).
Antes del concilio público en Hechos 15, el Apóstol expuso su evangelio previamente. Pablo lo
hizo así para conocer la posición de los líderes en Jerusalén y que ellos también supieran más acerca
del evangelio que él predicaba entre los gentiles. Además el Apóstol quería evitar conversaciones y
decisiones públicas que podían ser de estorbo para la obra entre los gentiles. Algunos podían
preguntarse: ¿Por qué la reunión en privado no es mencionada por Lucas en Hechos 15? Hechos
15:4, 5 nos dice que hubo una reunión en la cual Pablo y Bernabé dieron un informe de su
ministerio y más tarde en los vv. 6–12 comenzó la reunión más formal.
Otra pregunta que se puede hacer en este punto es: ¿Por qué Pablo no resolvió este problema
cuando fue a Jerusalén por primera vez? Posiblemente el problema de los judaizantes no había sido
de una gran oposición en el ministerio temprano de Pablo. También la naturaleza de la primera
visita era de conocer a los apóstoles y saber más acerca de Jesús cuando estuvo en el mundo.
Pablo continúa diciendo que Tito (que era un gentil incircunciso) no fue obligado a ser
circuncidado, mas fue recibido como hermano en la fe. Posiblemente Pablo llevó a Tito para
mostrar lo que el Espíritu Santo estaba haciendo entre los gentiles. Pablo menciona a Tito en este
punto para argumentar contra la pretensión de los judaizantes que querían que los gentiles fuesen
circuncidados para ser salvos. Si la circuncisión es importante, entonces: ¿Por qué Tito no fue
forzado a hacerlo por los de reputación en Jerusalén?
Sería buena idea explicar brevemente qué es la circuncisión. Circuncidar quiere decir "cortar"
circularmente una porción del prepucio. La circuncisión en el AT era una señal del pacto que Dios
tuvo con Abraham (Gén. 17:10, 11). Este rito externo era observado por el pueblo de Dios en el AT
(Gén. 17; Exo. 4; Jos. 5) y debía ser una señal de un cambio interno hecho por Dios (Deut. 10:16;
30:6). En el NT este rito externo no tenía ningún significado en la vida espiritual de una persona
(Rom. 4:10, 11; Gál. 5:6). Sabiendo la influencia tremenda que la circuncisión tenía en el pueblo de
Israel por siglos, podemos entender el celo ferviente que los judaizantes tenían por la ley y la
circuncisión.
Una pregunta que algunos lectores se pueden hacer es: ¿Por qué Pablo animó a Timoteo a
circuncidarse (Hech. 16:3) y también defendió a Tito para que no se circuncidara (Gál. 2:5)? ¿Era
Pablo inconsecuente? La contestación es que Pablo no fue inconsecuente. El caso de Timoteo es
diferente al de Tito. Timoteo se circuncidó para evitar pleitos entre los judíos no salvos en
Jerusalén; Timoteo no quería ser piedra de tropiezo para ellos. Se hizo como ellos para ganarlos
para Cristo. En el caso de Timoteo la circuncisión no era para salvación sino para evitar pleitos,
siendo él en parte judío (Hech. 16:1). El caso de Tito era totalmente diferente. Pablo se opuso a la
enseñanza de que hay que circuncidar a los cristianos gentiles para salvación. Pablo quería mostrar
que los gentiles eran salvos sin la circuncisión. El caso de Tito tenía más que ver con el mensaje de
salvación y la ley.
Los judaizantes, a quienes Pablo se refiere en el cap. 2, eran falsos hermanos. El Apóstol no
estaba diciendo que ellos eran hermanos en la fe sino al contrario, eran hombres que se hacían pasar
como hermanos pero en realidad eran falsos. Estos hombres falsos se infiltraron secretamente (v. 4).
La idea aquí es que estos falsos hermanos eran puestos en las congregaciones por algún grupo de
afuera. Pablo no dice quiénes eran pero los gálatas sabían quiénes eran los responsables.
Posiblemente el grupo que investigaba esta clase de actividad eran ex fariseos o ex sacerdotes
judíos que se llamaban cristianos en Jerusalén. Estos falsos hermanos tenían un lema que era: Si no
os circuncidáis de acuerdo con el rito de Moisés, no podéis ser salvos (Hech. 15:1). Según Pablo,
los falsos hermanos tenían dos objetivos. El primero era de espiar la libertad que los cristianos
gentiles tenían en Cristo. Cuando Pablo menciona la palabra libertad (v. 4), él no se está refiriendo a
una libertad de hacer lo que le venga en gana, sino a una libertad de los ritos y reglamentos de la ley
que eran impuestos por los líderes judíos. El segundo objetivo era de esclavizar a los cristianos más
dé-biles a observar las leyes y ceremonias del AT.
El Apóstol explica que esta clase de enseñanza no fue tolerada ni practicada en su ministerio
para que el evangelio de libertad se siguiera proclamando (v. 5). Algunos eruditos piensan que Tito
sí fue circuncidado. Ellos argumentan que en algunos manuscritos las palabras ni por no aparecen
(en el griego son las palabras hois oude y no aparecen en el texto occidental); la lectura de este
versículo sin las palabras "ni por" tiene el significado de que Tito se circuncidó para no traer
problema. Tito no fue forzado pero aceptó la circuncisión y así el Apóstol y Tito accedieron por un
tiempo. Este punto de vista es inconsecuente con la firmeza de Pablo acerca de su evangelio de
libertad. También el tono de la epístola es totalmente contrario a la idea de la circuncisión para los
gentiles. Es mejor interpretar este versículo como que Tito no se circuncidó.
“Los importantes”
2:6
El Apóstol regresa al concilio de Jerusalén y menciona una de las decisiones que se tomó (v. 7).
Se reconoció que el evangelio dado a Pablo venía de Cristo y se tomó la decisión de que a Pablo se
le había encomendado el evangelio por Cristo para ser predicado a los gentiles (Hech. 15:12) y a
Pedro, que era un líder destacado entre los apóstoles en Jerusalén, el evangelio para los judíos
(Hech. 15:7–11). Cuando Pablo menciona el evangelio para la incIrcuncisión y para la circuncisión,
él no se está refiriendo a que hay dos evangelios, sino que el mismo evangelio se predicase a dos
grupos diferentes. El mismo Espíritu Santo que actuó en Pedro también actuó en Pablo (v. 8). En
otras palabras, el evangelio tenía que ser uno porque el autor es uno y es el mismo Espíritu Santo
que llamó a estos dos grandes siervos a un ministerio diferente. Cuando se dice que Pablo es apóstol
a los gentiles y Pedro a los judíos, no necesariamente se eliminaba la evangelización a los otros
grupos, sino que en general el ministerio de Pablo era para los gentiles y el de Pedro para los judíos.
El Apóstol continúa su defensa contra los judaizantes y menciona a tres personas que los
judaizantes usaban para combatir el evangelio de gracia que Pablo predicaba. Les dice que ellos
(Jacobo, Pedro y Juan) aprobaron el ministerio del apóstol Pablo (v. 9). No sabemos de seguro por
qué Pablo menciona a Jacobo primero. Posiblemente Jacobo llegó a ser el más prominente en la
iglesia de Jerusalén. Pedro y Juan también fueron mencionados. Pablo escribe liberalmente el
nombre de Cefas en vez de Pedro; posiblemente Pablo usaba los dos nombres intercambiadamente.
El Juan que Pablo menciona es probablemente el hijo de Zebedeo (Mat. 10:2–4). Esta es la única
oportunidad en que el nombre Juan es mencionado en las epístolas paulinas. Según el libro de
Hechos, Juan estuvo con Pedro en diferentes ocasiones (Hech. 3:1–4:22; 8:14–25). Estos apóstoles
eran pilares en la obra de Jerusalén. El término columna (v. 9) es simbólico de una persona que
muestra apoyo y defensa (en el sentido de enseñanza) por los suyos. Entre los judíos, la palabra
columna tenía que ver con un gran maestro. Apocalipsis 3:12 menciona la palabra columna para
aquellos que son vencedores. Fueron estos hermanos de gran prestigio en Jerusalén los que dieron la
mano de compañerismo a Pablo y Bernabé. La mano derecha (déxios 1188, "la mano"), tenía que ver
como un acto simbólico que representaba un acuerdo o amistad entre dos grupos o personas. Estos
líderes estaban de acuerdo con el ministerio de Pablo para los gentiles. Lo único que los hermanos
le pidieron fue el recordar a los pobres, lo cual Pablo estaba haciendo. En la reunión no hubo
ninguna indicación de que el evangelio paulino tenía defectos sino al contrario hubo unidad entre
los líderes de Jerusalén y Pablo.
La petición de recordar a los pobres por los líderes de Jerusalén no es mencionada por Lucas en
Hechos. Tenemos que concluir que aunque no fue mencionada por Lucas, esta fue una petición que
los apóstoles hicieron, posiblemente en la reunión privada en Hechos 15:4. Esta petición no
cambiaba nada en el evangelio de Pablo, al contrario lo apoyaba.
Semillero homilético
2:6–10
Conclusión: La aplicación práctica del pasaje hoy en día nos lleva a enfocar a
los grupos étnicos en distintas partes del mundo, que nunca han escuchado el
evangelio. No importa su raza; lo importante es que son personas por las
cuales Cristo murió y Dios quiere que entren en su reino.
Una pregunta que se puede hacer en este punto es: ¿Por qué el Apóstol no incluyó el contenido
del decreto en Hechos 15 en su argumento contra los judaizantes? Tenemos que entender que una
de las cosas que Pablo quería argumentar era su independencia de los apóstoles de Jerusalén y que
su evangelio era dado totalmente por Cristo. Al mencionar el decreto, su evangelio perdía
credibilidad. Es interesante que en 1 Corintios 8, que se refiere a comidas sacrificadas a los ídolos,
el Apóstol tampoco menciona el decreto de Hechos 15 para reforzar su argumento.
c. La exhortación a Pedro según el evangelio, 2:11–21. Hemos visto que el evangelio dado a
Pablo por Cristo en realidad es genuino. Este evangelio fue dado a Pablo por revelación directa y
fue totalmente independiente de la autoridad apóstolica en Jerusalén. También fue por el evangelio
que su vida fue transformada para predicar a los gentiles. El evangelio predicado por Pablo fue
también aceptado por los apóstoles en Jerusalén. Ahora el apóstol Pablo da un ejemplo de la
autoridad de su evangelio y es en ocasión de la confrontación que tuvo con Pedro. Esto pasó
después del concilio de Jerusalén relatado en Hechos 15; Pedro decidió visitar a los hermanos en
Antioquía (v. 11). Fue en esta visita que Pedro fue resistido por Pablo (el verbo griego anthístemi
436
tiene que ver con un ataque inicial del otro lado y así ser resistido. En la mente de Pablo, Pedro
era culpable de un acto original de agresión contra el evangelio de la gracia). Pablo menciona que lo
que Pedro hizo era reprensible. El ser reprendido por Pablo no significa que éste era superior sino
que los hechos de Pedro no eran según el evangelio. El Apóstol explica lo que pasó (v. 12). Pedro
comía con los gentiles (eran gentiles cristianos convertidos por medio del evangelio predicado por
Pablo). Cuando Pedro estaba teniendo compañerismo con ellos, algunos de parte de Jacobo vinieron
a ellos, (posiblemente en el tiempo de la comida también participaban del partimiento del pan y el
vino, para recordar la muerte del Señor). Ciertas personas de parte de Jacobo (v. 12): Estos judíos
eran cristianos, y venían de parte de Jacobo. Este es el mismo Jacobo que Pablo mencionó en 1:19.
Posiblemente fueron a Antioquía para llevar luego un informe a Jacobo. Estos no eran los falsos
hermanos que el apóstol menciona en el v. 4. Pero eran hombres de prestigio en la iglesia en
Jerusalén y por ello Pedro tuvo temor. Estos hombres que venían de parte de Jacobo eran judíos
estrictos que se habían convertido al cristianismo.
Es importante mencionar que a Pedro y a los judíos cristianos, especialmente los de Jerusalén,
no les era cosa fácil dejar atrás una enseñanza que había predominado anteriormente en sus vidas.
La tradición de sus padres era algo que predominaba en su sociedad. Pedro tuvo problemas en la
transición de la ley a la gracia. Un ejemplo clásico de esto fue la visión que Pedro tuvo de parte de
Dios para enseñarle que ya no hay diferencia entre judíos y gentiles (Hech. 10).
Cuando llegaron los de Jerusalén, Pedro se retraía y apartaba, temiendo... (v. 12). Estas
palabras juntas describen a una persona tímida que se aparta cuidadosamente para no ser observada.
El verbo "retraer" (upostéllo 5288) se usaba para cuando un ejército planeaba retirarse para ir a
buscar protección. Por miedo a los de la circuncisión Pedro comenzó a separarse de los hermanos
gentiles. Pablo los menciona como los de la circuncisión (v. 12). La idea aquí es la misma que en el
v. 7, en el cual se menciona que el ministerio de Pedro era para aquellos de la circuncisión o judíos.
Estos hermanos eran judíos cristianos. El temor de Pedro era como en Hechos 11:1, 2 donde los
cristianos judíos conocidos como los de la circuncisión argumentaban con Pedro y le reclamaban su
compañerismo con los gentiles.
Una pregunta que puede estar en algunos de los lectores es: ¿Por qué tenía Pedro temor de estas
personas si el concilio (Hech. 15) claramente había dado a los judíos "luz verde" para el
compañerismo? Simplemente que el decreto de Hechos 15 fue anunciado en teoría y no en práctica.
Lo que le pasó a Pedro fue un error suyo en la práctica. La tensión de la ley predominaba entre los
cristianos judíos en Jerusalén. No fue algo que desapareció totalmente después del decreto. Con su
manera de actuar, Pedro influyó en otros, para hacer lo mismo (los otros judíos eran judíos
cristianos que vivían en Antioquía). Tanta fue su hipocresía que hasta Bernabé lo siguió en sus
hechos (v. 13). El apóstol Pablo llama hipocresía a esta acción de parte de Pedro y sus seguidores,
porque representaban una comedia que no estaba de acuerdo con sus convicciones. Esto sucedió por
un período de tiempo, seguramente durante la estadía de los de la circuncisión.
El apóstol Pablo vio que no andaban rectamente (v. 14; orthopodéo 3716 tiene que ver con seguir
un camino derecho en contraste con una línea torcida). Con su testimonio, ellos se estaban alejando
de la verdad del evangelio. Aquí hay una lección muy importante que tenemos que considerar y es
que a veces sabemos la verdad del evangelio (en teoría) pero por presiones externas actuamos en
forma contraria a la verdad de lo que la palabra nos indica. El saber de la Palabra y el vivirla debe
ser una sola cosa. Pablo exhortó a Pedro cara a cara delante de todos (v. 14). La razón por la que
Pablo lo exhortó en público fue que, como líder, estaba siendo piedra de tropiezo a muchos
hermanos. Esta no fue una ofensa personal, sino que involucraba a muchos hermanos.
Pablo comienza su exhortación con una pregunta (v. 14b). No sabemos de seguro en qué
versículo terminó la exhortación de Pablo. Algunos piensan que terminó en el v. 14, pero es mejor
concluir que su exhortación siguió hasta el final del capítulo. La pregunta de Pablo era: Si Pedro,
que era judío, vivía como gentil, (tenía la libertad de vivir en la manera de los gentiles, como lo
estaba haciendo en Antioquía) ¿cómo podía él obligar a los gentiles a vivir como los judíos? Con su
testimonio, Pedro estaba diciendo a los gentiles que hasta que ellos se conformaran a las prácticas
judías no podían tener compa-ñerismo con él y sus compañeros judíos. En esencia, ésto era una
obligación para que los gentiles se judaizaran.
La respuesta de Pedro no está registrada; él era culpable delante de la acusación de Pablo, pues
sus acciones no eran iguales a sus convicciones.
El apóstol Pablo continúa su argumento basado en la acción de Pedro (vv. 15–21). La refutación
del Apóstol va dirigida a los judíos de nacimiento (incluyendo a Pedro y sus seguidores). Aunque
tuvieron privilegios por ser judíos, ellos tienen que venir a Cristo por la fe como los gentiles. Pablo
menciona un pensamiento que prevalecía entre el judaísmo y era que los judíos de nacimiento eran
parte del pacto de Dios y no los gentiles que eran pecadores por naturaleza (v. 15). Aunque Pablo y
Pedro sabían que al haber nacido judíos tenían una bendición y algunas ventajas en ello, sin
embargo esto no incluía la salvación (v. 16). Las obras de la ley (que eran importantes para los
judaizantes) no traen salvación. La palabra "justificar" en el v. 16 (dikaióo 1344) no tiene que ver con
un cambio ético o hacer que alguien viva una vida santa, sino que es una declaración judicial de
Dios por la cual la persona se cuenta como justa y aceptable delante de Dios. Las obras de la ley no
producen esta justificación. La fe en Cristo trae justificación, sea para judíos o gentiles. La palabra
fe (pístis 4102) tiene que ver con aceptar lo que ella misma acredita como verdad. En este caso es
Jesucristo. Es esta verdad que se cree y domina las vidas y conductas de los cristianos. Lo que Pablo
dice aquí (v. 16) es que los judíos no pueden ser justificados por la ley sino solamente por la fe.
Entonces, ¿por qué dar la impresión a los gentiles de que algo más allá de tener fe en Jesús (como la
ley de los judíos) trae salvación?
El v. 17 es una porción del cap. 2 que no es fácil de entender. Hay dos explicaciones que son las
más lógicas a la luz del contexto. Algunos eruditos sugieren que Pablo estaba contestando una
objeción hipotética que toma dos proposiciones correctas y una conclusión incorrecta.
1. Objeción correcta: Pablo dice que los judíos son justificados en Cristo aparte de la ley.
2. Pablo dice que al abandonar la ley para ser salvo por medio de la fe, los judíos tienen que
reconocer que ellos mismos están en la misma categoría de pecadores como los gentiles (lo cual es
correcto).
Conclusión incorrecta: Entonces Cristo es el servidor o el promotor del pecado. El requiere que
los hombres abandonen la ley para ser justificados. El abandonar la ley de Dios que es buena y
moverse hacia los principios sin la ley es pecar.
El Apóstol trae a luz este pensamiento totalmente equivocado y horrorizado, exclama: ¡De
ninguna manera! (v. 17).
La segunda manera en que se puede explicar este versículo es que Pedro había dejado la ley y
dependía de la fe solamente para ser justificado al tener compañerismo con los gentiles. Después
vaciló y regresó a la ley cuando vio a los judíos de Jerusalén. En esta manera él estaba insinuando
que la ley era necesaria para la salvación. Al regresar a los principios de la ley, en esencia estaba
diciendo que él había pecado por haber dejado la ley judía. Esto implicaba que Cristo estuvo
equivocado (estaba animando el pecar) al presentarse como el único que justifica fuera de la ley.
Cristo engañó a los judíos al enseñarles que no necesitaban la ley; por ello es un servidor del pecado
al animarles a dejar la ley. En esencia Pablo estaba diciendo: nosotros buscamos ser justificados por
Cristo pero nos hicimos pecadores al dejar la ley; entonces, Cristo es el servidor del pecado. La
respuesta es: ¡De ninguna manera! (v. 17).
El Apóstol continúa con el mismo pensamiento del v. 17 y aclara que la culpa no es de Cristo.
Entonces, ¿de quién es la culpa? Es de la misma persona (v. 18). El se incluye, por cortesía a Pedro
y expone su caso como judío. Lo que Pablo dice aquí (v. 18) es: Si yo dejé la ley y vine a Cristo
sólo por la fe y después quiero regresar a aquello que dejé, me hago un transgresor. La palabra
griega parábates 3848, que se traduce transgresor, es más específica que la palabra pecadores en los
vv. 15 y 17. Quiere decir "uno que quebranta la ley", no tanto un estatuto de ella sino el significado
verdadero o la intención de la ley. La razón por la que una persona se hace un transgresor es por el
propósito de la ley. La ley no salva pero confirma que el hombre es pecador (comp. Rom. 6–8).
El apóstol Pablo sigue explicando su relación con la ley cuando vino al conocimiento de Cristo
(v. 19). En el plan redentor de Dios, la ley tenía un trabajo legítimo y era el de mostrar que el
hombre es pecador y señala hacia Cristo. El Apóstol menciona que él ha muerto a la ley. Esto quiere
decir que el propósito de la ley terminó en su vida cuando él aceptó a Jesús. En la analogía de la
muerte, el Apóstol no responde más a ella porque el propósito de la ley no es de salvar. En su vida
nueva Pablo responde a Dios para servirle en espíritu y verdad.
Pablo explica cómo él vive en la nueva vida (v. 20). Lo primero que Pablo dice acerca de esta
nueva vida es que él está juntamente crucificado con Cristo (v. 20). (El tiempo del verbo es
perfecto, que significa una acción en el pasado y que continúa en el presente. También la voz del
verbo es pasiva, que significa "yo no lo hago ahora; ya lo han hecho por mí", lit. se puede traducir,
"yo he sido crucificado y sigo siendo crucificado en Cristo".) El verbo "crucificar" explica por qué
Pablo había muerto a la ley y se identifica con la muerte del Salvador (él tomó nuestros pecados y
no la ley); es la muerte de Cristo la que todo cristiano experimenta (Rom. 6:1–6; 1 Cor. 12:13). El
resultado de esta unidad con Cristo es que no se vive para uno mismo, ya no se vive para tratar de
obtener méritos por observar la ley; pero el vivir, en la vida de Pablo, era que Cristo vivía en él.
Todo lo que el Apóstol hacía en la carne lo vivía agradando a Cristo. La palabra carne no tiene que
ver con la vida de pecado que Pablo menciona en otras epístolas (Rom. 8:8 ss.), sino que tiene la
idea del cuerpo mortal (ver 2 Cor. 10:3). El oxígeno en la nueva vida en Cristo es la fe en el Hijo de
Dios (Pablo usa este título para hacer hincapié en la nueva revelación de Dios en contraste con el
AT). Fue el Hijo de Dios que amó y se entregó a morir en una cruz por Pablo. (El Apóstol usa la
primera persona singular, lo que muestra el afecto profundo que él tenía por su Se-ñor. Esto no
significa que él estaba excluyendo a otros, si así fuese, el caso iría contra sus enseñanzas del cuerpo
de Cristo.)
Pablo explica el propósito de la ley; la ley no tiene nada que ver con la vida eterna. El caminar
con el Señor va más allá que los preceptos externos, es una nueva vida en el espíritu y somos
motivados a servirle por el amor que Jesús nos tiene.
El apóstol Pedro con su conducta de vacilación eliminaba la gracia de Dios. En sus hechos de
apartarse de sus hermanos gentiles, él estaba diciendo que la ley suplementa la justicia alcanzada
por Cristo. El apóstol Pablo comenta que él no ha puesto a un lado la gracia de Dios (v. 21). Si una
persona puede tener justicia delante de Dios por guardar la ley, entonces la muerte de Cristo fue en
vano. Cualquier persona que agregue un requisito más a la muerte de Cristo, en esencia está
diciendo que el sacrificio de Cristo no fue suficiente para la salvación.
Semillero homilético
2:20
1. La cruz hace posible nuestro perdón, porque así Cristo pagó por
nuestros pecados.
En los primeros dos capítulos de la epístola Pablo estableció su argumento acerca del origen
divino de su apostolado y de su evangelio. Ahora Pablo regresa a los gálatas que estaban siendo
influenciados por algunos judaizantes, quienes enseñaban que la salvación completa incluía también
la ley. El Apóstol les escribe cuatro argumentos para confirmar que la justificación no es por las
obras de la ley sino por la fe. Esta porción doctrinal es de mucha importancia para confrontar a
muchos que quieren agregar más requisitos para la salvación, que es solamente por medio de
nuestro Señor Jesús.
La primera pregunta que el Apóstol hace a los gálatas para exhortales acerca de la verdad de que
la justificación es por la fe y no por las obras, es: ¿Cómo recibieron el Espíritu? Pablo comienza su
exhortación en el cap. 3 con un tono algo serio (no les llama hermanos sino que usa un nombre
impersonal, gálatas (v. 1). El Apóstol los llama insensatos (v. 1). Esta palabra tiene el significado
de una persona que puede pensar pero tiene falta de percepción (la palabra griega anóetos 453, que se
traduce insensatos, aparece también en Luc. 24:25; Rom. 1:14; 1 Tim. 6:9; Tito 3:3). Eran como
una persona con miopía; esa persona piensa, pero no puede percibir los objetos que la rodean. Los
gálatas podían pensar pero no podían percibir el evangelio verdadero, que es por la fe.
Semillero homilético
3:1–5
Pablo sigue su admonición con una metáfora (comparación por medio de representaciones). El
Apóstol les pregunta quién los hechizó para no obedecer la verdad. La palabra hechizar (baskáino
940
) tiene que ver con una creencia popular acerca de un poder maligno. La práctica de echar un
conjuro a otra persona era común entre los gentiles. La idea, entonces, es que el Apóstol les
pregunta quién les ha echado un conjuro o hechizo para no obedecer a la verdad del evangelio.
Recordemos que Pablo les habla en una manera figurada para poner énfasis en su punto. Es como
decir: ¿Quién te embrujó para hacer eso? La palabra ―hechizar‖ es usada por Pablo para traer más
luz a su exhortación.
Jesucristo fue presentado claramente por Pablo a los gálatas. Pablo usa la frase preposicional
cuyos ojos (v. 1) para recordarles la manera clara en que fue presentado el mensaje. El verbo
―presentar‖ (prográfo 4270) tiene que ver con el mensaje proclamado por el Apóstol cuando estaba
con ellos. Pablo sólo menciona aquí una parte de todo lo que les dijo, ésto es ―Jesús crucificado‖.
Este era el centro del mensaje de Pablo. Contrario a la ley, es la muerte de Jesús la que trae
salvación a un pecador. No hay una escalera de méritos humanos para ir al cielo, sino sólo la sangre
de Cristo sin agregarle más, es lo que hace que el hombre obtenga salvación. Los mismos ojos de
los gálatas, que vieron el mensaje claro de Pablo, habían sido fascinados para ver (o creer) otro
evangelio.
Pablo hace una pregunta, que regresa al tiempo de su salvación (v. 2). ¿Cómo recibieron el
Espíritu Santo? ¿Fue acaso por las obras de la ley? Si los gálatas en verdad eran salvos, ellos tenían
que responder negativamente. El Espíritu Santo se recibe cuando alguien escucha el mensaje de
salvación y lo cree (Rom. 10:16, 17; 1 Tes. 2:13). La salvación y el recibir el Espíritu Santo es
como una moneda con dos caras, es un evento que pasa en la vida de una persona cuando cree en el
evangelio. Es el Espíritu Santo que da al creyente la prueba de su salvación (Rom. 8:16; 1 Jn. 4:13).
Toda persona que ejercita su fe en Cristo es sellada con el Espíritu de Dios aparte de cualquier obra
(Ef. 1:13, 14).
Padeciendo en vano
3:4
Esta es la pregunta que Pablo hace a los gálatas con respecto a la recepción del Espíritu Santo:
¿Fue por las obras o por fe en el evangelio? Si sus lectores eran cristianos tenían que estar de
acuerdo con Pablo. El Espíritu Santo se recibe por fe cuando una persona cree en Cristo como su
Salvador. En base a la respuesta a la pregunta que Pablo hace en el v. 2 (que debiera ser por fe en
Cristo), el Apóstol les llama insensatos (es la misma palabra griega que mencionó en el v. 1). La
vida cristiana es por medio del poder del Espíritu Santo y continúa en un crecimiento por el poder
de Dios. La vida espiritual de un cristiano viene desde adentro (el corazón) hacia lo externo. Es en
realidad necedad el comenzar en el Espíritu y terminar en la carne. La carne tiene que ver con los
ritos físicos, como el de la circuncisión para obtener el favor de Dios. Este fue el error de los
fariseos que practicaban ritos que eran sólo para la carne. Eso era contrario al caminar de Jesús, que
era en el Espíritu. Es interesante que los dos verbos en el v. 3 (―comenzar‖ y ―terminar‖) son
también mencionados por Pablo en Filipenses 1:6, que dice: Estando convencido de ésto: que el que
en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará (es el mismo verbo en el griego que en Gál.
3:3, que se traduce ―terminar‖) hasta el día de Cristo Jesús. Según Filipenses 1:6 es Dios quien
comienza su obra en el Espíritu y la terminará en el poder del Espíritu, lo cual no deja lugar para
que la carne se gloríe.
La fe de Abraham
El Apóstol regresa a la pregunta hecha en el v. 2 y continúa con el tema del Espíritu (v. 5). En el
v. 2, la pregunta que Pablo hace es desde el punto de vista de los gálatas. Aquí (v. 5), es desde el
punto de vista de Dios. Es Dios quien provee el Espíritu Santo. En Hechos 1:4, Jesús mandó a sus
discípulos que esperaran la promesa del Espíritu Santo que vendría de Dios Padre. Es el Espíritu
Santo que obra maravillas entre vosotros. La palabra maravillas es dúnamis 1411 y tiene el
significado de milagros que el Espíritu hizo en medio de los gálatas como lo testifica Hechos 14:3,
8–11. Esta manifestación del Espíritu Santo es diferente de los frutos internos que son evidentes en
un cristiano cuando se deja controlar por el Espíritu (Gál. 5:22, 23). El Apóstol les pregunta si todas
las manifestaciones del Espíritu Santo fueron hechas por las obras de la ley o por la fe. Fue por el
evangelio de fe que Dios confirmó a los gálatas de su autenticidad con maravillas. Entonces, ¿por
qué regresar a otro mensaje como era el de los judaizantes? Si en realidad los gálatas habían
aceptado a Cristo, por fe tenían que estar de acuerdo con Pablo.
2
2. El evangelio con referencia a las Escrituras, 3:6-18
Con esto en mente, Pablo se refiere al AT para argumentar el principio básico de la salvación
que es por medio de la fe en Cristo. Abraham creyó a Dios. Dios se reveló a Abraham y él depositó
su fe en su palabra. Si estudiamos la vida de Abraham tenemos que llegar a la conclusión de que él
se caracterizaba por su fe en Dios. Dios llamó a Abraham a salir de su tierra para ir a un territorio
extraño, donde Dios le prometió que lo iba a bendecir. Abraham obedeció porque creyó en la
palabra de Dios (Gén. 12:1–4). Dios también prometió un hijo a Abraham en su vejez y además una
gran descendencia. Abraham creyó a Dios (Gén. 15:1–6). Génesis 15:6 específicamente dice que
creyó a Jehovah, y le fue contado por justicia. La de Abraham fue una vida de fe. Pablo cita esta
2
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 43). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
porción de Génesis para mostrar que no fue la ley, ni la circuncisión que justificó a Abraham, sino
su fe en las promesas de Dios. La palabra ―justificar‖ en este contexto tiene que ver con la
aceptación de Abraham por Dios. La base de esta aceptación fue la fe y no la circuncisión.
Un principio básico en la vida de Abraham (v. 7) fue la fe en la palabra de Dios. Los gálatas
tenían que saber que el principio es igual en la nueva dispensación. Todos los que ejercitan su fe,
son los que tienen fe como Abraham, y son ellos los verdaderos hijos de Abraham y no los de la
circuncisión. Pablo no menciona específicamente en el v. 7 el objeto de la fe, solamente dice los que
se basan en la fe. La razón por la que dice fe es que quería dar énfasis al principio de la fe y no a la
revelación. La revelación dada por Dios en los tiempos de Abraham era distinta a la revelación
definitiva del Hijo de Dios.
El Apóstol personifica las Escrituras (la Escritura, habiendo previsto..., v. 8), porque él ve las
Escrituras como si Dios estuviese hablando. Otro ejemplo en que el Apóstol hace ésto es en
Romanos 9:17, cuando dice: Porque la Escritura dice al Faraón... Para Pablo las Escrituras eran las
mismas palabras de Dios. Las Escrituras no hablaron, sino Dios. La Escritura en este punto es la
Palabra de Dios y en la mente de Pablo no hay diferencia. La referencia que Pablo hace de Génesis
15 es con referencia a una promesa que Dios hizo a Abraham acerca de dos cosas. Primero, que los
gentiles serían justificados. La bendición de Dios iría más allá de los judíos. Segundo, la base de
esta bendición es la fe en Jesucristo que nacería de la descendencia de Abraham para salvar a la
humanidad (ver la genealogía en Mat. 1).
El Apóstol concluye su argumento acerca de la importancia de la fe para la salvación (v. 9). Son
los de la fe quienes serán bendecidos junto con Abraham, quien también depositó su fe en Dios.
Otra referencia que el lector puede buscar acerca de la fe de Abraham es Romanos 4:7–12 donde
Pablo da casi el mismo argumento acerca de la fe de Abraham que le fue contada por justicia antes
de la circuncisión. También en Hebreos 11 Abraham fue puesto como uno de los muchos ejemplos
en el AT de personas que tenían fe en Dios.
Es importante explicar un poco acerca de la ley. Cuando Pablo menciona la palabra ley, se está
refiriendo al cuerpo de códigos que Dios dio a Moisés (Exo. 20–23:33). Recordemos que antes que
Dios les diera la ley, Israel era un pueblo que estaba en esclavitud y que fue primeramente redimido
por Dios por medio de la sangre de un cordero (Exo. 12). El pueblo creyó a Dios por medio de su
siervo Moisés, al poner la sangre de un cordero en los postes de la entrada de la casa para que
fuesen salvos de la muerte (Heb. 11:28, 29). Dios redimió a Israel para que como nación le sirviera
(Isa. 43:1). Este gran evento debía ser recordado y celebrado por Israel (Exo. 12:14) hasta que el
Hijo de Dios viniese a este mundo como el Cordero de Dios para dar su sangre por todos. El
entonces sería nuestra pascua eterna (1 Cor. 5:7). Después que el pueblo redimido por Dios salió de
Egipto fue al monte Sinaí, donde recibió los mandamientos de Dios (conocidos como la ley). El
propósito de la ley no fue para salvar al pueblo de Dios, sino para que el pueblo de Dios viviera en
santificación.
Joya bíblica
Porque todos los que se basan en las obras de la ley están bajo
maldición (3:10).
Otros propósitos generales que se encuentran en la ley de Moisés son los siguientes: La ley de
Dios fue dada al pueblo de Israel para mostrar la santidad de Dios. Dios es un Dios santo y para
tener compañerismo con él hay que ser santo (1 Ped. 1:15, 16). La ley también fue dada para
exponer el pecado del hombre. La ley trae a la luz la santidad de Dios y también el pecado del
hombre (Gál. 3:19–22). Otro propósito de la ley es que es nuestro tutor para llevarnos a Cristo
(3:24). La ley fue dada para que la nación redimida de Israel pudiera, como nación, seguir los
principios dados por Dios en unidad (Exo. 19:5–8). La ley también fue dada a Israel para proveer
una provisión temporal para el perdón de sus pecados (Lev. 1—). Como nación redimida de Israel,
la ley les decía lo pecador que es el hombre y lo santo que es Dios; también les daba la provisión
para seguir en un compañerismo con Dios. Moisés recibió de Dios dos ofrendas que deberían ser
instituídas en la nación de Israel para cubrir el pecado de una persona (Lev. 4:1–5:13; 6:24–30). La
ley fue dada para proveer a la nación redimida de Israel el camino de aprender cómo alabar a Dios.
Esto se hacía por medio de los días festivos, donde la nación se unía para recordar a Dios y sus
grandes eventos (Lev. 23).
La ley era buena y tuvo un propósito santo en el programa de Dios (Rom. 7:12). Pero la ley no
fue dada para salvación como algunos judaizantes enseñaban.
Con este transfondo histórico acerca del propósito de la ley, entremos al argumento de Pablo
sobre la doctrina errónea de los judaizantes acerca de que la ley justifica. Después que Pablo
explicó que la justificación delante de Dios es por medio de la fe como fue argumentado en la vida
de Abraham (vv. 6–9), él se dirige al tema de la ley y a aquellos judaizantes que incitaban a las
personas a seguir la ley para salvación. Pablo les dice que al estar bajo la ley es todo al contrario: El
estar en la ley trae maldición (v. 10).
Otra vez Pablo regresa al AT para probar su punto sobre la ley. En los vv. 10–12, Pablo hace
tres referencias al AT para argumentar su punto. La primera referencia que Pablo usa se encuentra
en Deuteronomio 27:26 que dice: ¡Maldito el que no cumpla las palabras de esta ley, poniéndolas
!Y : “¡A é !” Esta parte de Deuteronomio fue la porción de
maldiciones para aquellos que no cumplen los mandamientos de la ley (Deut. 27:11–26). Pablo da
esta referencia para explicar que la ley no justifica, sino que trae maldición para el que la quebranta.
En cualquier tiempo de la vida de una persona, si fallaba en un punto de la ley se hacía un
transgresor (Stg. 2:10). El obedecer toda la ley externamente era muy difícil, pero no imposible.
Pablo fue irreprensible en relación con la ley (Fil. 3:6). Pero en el contexto de Filipenses, Pablo
menciona que la justicia delante de Dios era la fe en Cristo (Fil. 3:9). Pablo seguía la ley
externamente (era irreprensible), pero en su corazón era un pobre pecador (Rom. 7:14–25). Jesús
explicó el problema a los judíos religiosos en el Sermón del monte (Mat. 5–7). Por ejemplo, Jesús
se dirigió a aquellos que decían que no adulteraban (externamente) y les dijo: Pero yo os digo que
todo el que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón (Mat. 5:28).
Podemos decir que la justicia perfecta de Dios no está sólo en lo externo sino en las virtudes
internas. Pablo reconoció este problema en su propia vida, él era pecador (Rom. 7:14–25). Otro
ejemplo que trae a luz el problema interno del hombre fue el del hombre rico que vino a Jesús. El
no fue aceptado en base a los méritos externos en cumplir la ley. El tenía un problema interno y
Jesús lo trajo a la luz. Este problema era el amor al dinero (Luc 18:18–30). Uno de los propósitos de
la ley no era justificar al hombre, pero sí demostrar lo pecadora que es la humanidad y lo santo que
es Dios. Los que se sujetaban bajo la ley iban a confirmar la realidad de la ley, la cual es mostrar la
condición pecaminosa del hombre. Esta condición es la que trae la maldición de Dios.
La ley no trae el favor de Dios para los hombres pero sí lo hace la fe en él. La segunda cita que
Pablo usa es Habacuc 2:4, que dice: He aquí, aquel cuya alma no es recta dentro de sí está
envanecido, pero el justo por su fe vivirá. El contexto histórico en el tiempo de Habacuc era uno de
sufrimiento por la invasión de los babilonios; el justo esperará en la salvación (literal). Pablo toma
el concepto de la fe en un sentido más espiritual. Sea en un contexto histórico o espiritual, es por
medio de la fe que el hombre obtiene o llega a tener una buena relación con Dios y vive delante de
él en este mundo. Esta porción de Habacuc es también mencionada en Romanos 1:17 y Hebreos
10:38 para mostrar la importancia de la fe en Dios.
La liberación de la condenación
3:10–14
Algunos judaizantes podían argumentar que la fe y la ley podían ser combinadas para salvación.
Pablo responde con una cita en Levítico 18:5, que dice: Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis
decretos, los cuales el hombre que los cumpla, por ellos vivirá. Con este versículo en Levítico,
Pablo responde que la rey no se basa en la fe (v. 12) sino que la persona que depende de su justicia
para hacer todo lo que está en la ley a perfección, tiene que vivir en ella. Esto es contrario a la
gracia de Dios. El hombre responde a la gracia por medio de la fe.
Pablo se refiere a una cita en el AT para mostrar que la circunstancia de la muerte de Jesús lo
trajo a una maldición. El Apóstol cita Deuteronomio 21:22, 23 donde se menciona el castigo de
muerte para aquellos que cometen pecados dignos de muerte. Los judíos no crucificaban a una
persona para que muriese, pero el que era digno de muerte, moría apedreado (Deut. 17:5–7).
También las personas que adoraban ídolos deberían ser ejecutadas por medio de la espada (Deut.
13:12–15; Exo. 32:27). La Escritura menciona la ejecución de seres vivos por medio del fuego
(Lev. 20:14 y 21:9). Otro estilo de ejecución mencionado en el AT fue por medio de la horca (Núm.
25:4; 2 Sam. 21:6). El crucificar a una persona viva no era la práctica de los judíos pero sí de los
romanos. Los judíos ejecutaban a un criminal y después de su muerte lo colgaban para exponer su
cuerpo a la sociedad y para mostrar al pueblo la maldición de Dios. El cuerpo no se podía dejar
colgado durante la noche de ese mismo día, sino que debía ser enterrado inmediatamente (Deut.
21:22, 23). Encontramos un ejemplo en el AT en donde Josué capturó a los reyes cananeos, los
mató y colgó en un madero (Jos. 10:26). Concluimos entonces que en la sociedad judía el que era
colgado en un madero representaba la maldición de Dios. Esta es una de las razones por la cual la
crucifixión de Jesús es una piedra de tropiezo para los judíos (1 Cor. 1:23). La mentalidad de los
judíos no podía entender cómo el Mesías era maldito por Dios. Lo que los judíos no entendían es
que Jesús murió no porque él era maldito, sino porque él tomó nuestra maldición del pecado. La
maldición que la ley trae (porque no se puede cumplir en su totalidad) la tomó Cristo. Nuestra
maldición fue tomada por Cristo en el madero.
En el v. 14, Pablo explica el propósito de la redención de Cristo (la preposición hina, que se
traduce para y a fin de, es mencionada dos veces en este versículo y tiene como significado el
propósito de la redención mencionada en el versículo anterior). El primer propósito que Pablo
menciona es que la bendición que fue impartida a Abraham, que fue la justificación por medio de la
fe (ver el v. 6), también sea experimentada por los gentiles. El segundo propósito es el recibir el
Espíritu Santo por medio de la fe. Los judíos y gentiles reciben la bendición del Espíritu Santo, no
por la ley, sino por lo que Jesús hizo en la cruz. Lo que Pablo dice es que la salvación y la
santificación por medio del Espíritu viene no por las obras externas de la ley sino por medio de la
fe.
Aunque algunos de los judaizantes podían estar de acuerdo con Pablo acerca de que Abraham
fue justificado por la fe, ellos podían argumentar que la ley vino más tarde para así cambiar el
método de salvación. La fe pudo haber sido el primer medio para obtener la salvación que después
dio paso a la ley.
Pablo argumenta esta idea en los vv. 15 al 18. El Apóstol se refiere a los gálatas con un tono
más afectuoso y les llama hermanos (v. 15). Es un tono totalmente opuesto al del v. 1, donde les
llama insensatos. Después de captar la atención de los gálatas, Pablo comienza a refutar la
deducción errónea de los judaizantes. Su refutación comienza con una ilustración de la vida
cotidiana (él habla en términos humanos), acerca de un pacto. La palabra pacto es diathéke 1242 y se
puede traducir generalmente como un acuerdo de compromiso. La palabra es usada a veces como
testamento y también como pacto. Sea un testamento o un pacto, la intención de Pablo era mostrar
que cuando ese testamento o pacto era ratificado (cuando es aprobado o confirmado) entonces era
imposible añadirle o invalidarlo. Si ésto era una realidad en la ley antigua de los hombres, mucho
más la era en el pacto que Dios tuvo con Abraham.
La bendición de Abraham
3:14
En los días de Abraham, cuando dos personas querían hacer un pacto entre sí, tomaban unos
animales, los cortaban en dos y hacían dos filas con los pedazos de los animales muertos para que
cada fila estuviese frente a la otra. En medio de las dos filas dejaban un caminito por el que cada
persona caminaba y daba su promesa o pacto. Este rito era sagrado porque era hecho con sangre. En
Génesis 15, Dios hizo un pacto con Abraham; éste pregunta a Dios: ¿Cómo sabré que yo la he de
poseer? (Gén. 15:8.) Dios hizo un pacto con Abraham con el rito conocido en su tiempo. Dice
Génesis 15 que Abraham tomó una becerra, una cabra, una ternera, una tórtola y un palomino y los
partió por la mitad, uno enfrente del otro y esperó a Dios para hacer el pacto. Dios le mandó un
sueño profundo y Jehovah dijo su pacto y pasó a través de los animales. La razón por la que Dios no
quiso que Abraham pasara a través de los animales es que aunque la promesa fue hecha a Abraham
y a su descendencia, Dios mismo se obligaba a hacerlo y nadie lo iba a invalidar por medio de la
muerte. El Dios eterno haría todo lo prometido a Abraham (Gén. 15:1–21). Es imposible que la ley
haya anulado el primer pacto que Dios hizo con Abraham, el hombre que fue justificado por la fe.
Pablo continúa con un paréntesis para explicar más el alcance que las promesas de Dios
tuvieron para Abraham (v. 16). Algunos podían decir que las promesas a Abraham se hicieron
durante el tiempo antes de la ley y que no tienen nada que ver con el presente. Pablo explica que las
promesas que fueron hechas a Abraham y a su simiente eran superiores a las de la ley, porque
estaban centradas en Cristo. Pablo usa la palabra descendencia (spérma 4690) la que mayormente
tiene el sentido colectivo. Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo usa la palabra descendencia con un
significado singular, para mostrar que el Mesías saldría de la descendencia de Abraham y es por
Cristo que la bendición vendría por la fe y no por medio de la ley. Las promesas a Abraham no
fueron para el tiempo antes de la ley, sino que son eternas por medio de la descendencia de
Abraham, que es Cristo Jesús.
3:15–18
1. Porque la promesa por medio de Abraham fue dada 430 años antes de la
ley, v. 17.
Pablo continúa y explica por qué la ley no cambia la promesa que fue dada por la fe (v. 18). El
Apóstol explica que si la herencia era por la ley, entonces ya no era bajo la promesa. La promesa y
la ley son opuestas en su naturaleza y no se pueden unir ni mezclar. La herencia fue dada por Dios
como un regalo incondicional para aquellos que creen. Este principio era contrario a los judaizantes
y su concepto de la ley. La salvación de Dios ha sido por gracia por medio de la fe.
Algunos judaizantes algo indignados podían decir que si la ley no puede dar el Espíritu Santo
(vv. 1–5), ni traer justificación (vv. 6–9), ni tampoco puede eliminar el principio de la fe (vv. 15–
18), si trae maldición (vv. 10–12); entonces, ¿para qué sirve la ley?
Pablo explica que la ley fue dada por causa de las transgresiones (v. 19). La palabra dada tiene
que ver con que la ley fue añadida en el programa histórico de la humanidad con un propósito. La
ley fue como una lupa. El pecado ha estado con el hombre desde que Adán y Eva pecaron, pero con
la ley las transgresiones contra Dios son traídas a la luz o mostradas claramente a los ojos del
hombre. La ley prohíbe las transgresiones contra Dios y las aumenta en la conciencia del hombre.
El mismo pensamiento acera del propósito de la ley se encuentra en Romanos 4:15, que dice:
Porque la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión. La ley trae a la luz los
estatutos de Dios y también muestra la transgresión. Sin la ley, entonces, no hay mandamientos que
prohíban el pecar. El lector puede leer Romanos 5:12–21 donde Pablo también menciona el
propósito de la ley. El propósito de la ley vino al pueblo de Israel mucho después de la promesa que
fue dada por Dios a Abraham y a su descendencia. Terminó cuando vino la descendencia. El
convenio de la ley pasó, pero los principios básicos siguen a través de los tiempos. Jesús mencionó
estos principios eternos en Mateo 22:34–40, que son el amar a Dios sobre todas las cosas y al
prójimo. Cuando Pablo menciona la descendencia, él se está refieriendo a Cristo a través del cual
Dios había prometido a Abraham que vendrían las bendiciones (Gén. 12:3).
3:19
El resto del v. 19 y el 20 es muy difícil de interpretar. El resto del v. 19 dice: ...y esta ley fue
promulgada por medio de ángeles, por mano de un mediador. Algunas versiones de la Biblia no
tienen esta ley. Entonces la pregunta que se puede hacer aquí es: ¿a qué se estaba refiriendo Pablo?
No se puede estar refiriendo a la promesa, porque si fuese así no tiene ningún sentido. Sería mejor
interpretar esta porción como que Pablo se está refiriendo a la ley. La RVA correctamente incluye
las palabras esta ley para darle un significado más claro. Esta interpretación tiene validez según el
contexto. Pablo estaba mostrando el propósito de la ley. Lo primero que el Apóstol menciona es que
la ley trae transgresión. En segundo lugar, Pablo dice que el convenio de la ley es temporal.
Después, argumenta la inferioridad de la ley. La ley fue administrada por medio de ángeles. La
actividad ángelica en dar la ley es sobreentendida en otros pasajes bíblicos. En Deuteronomio 33:2,
Moisés dijo: Jehovah vino de Sinaí y de Seír les resplandeció. Apareció desde los montes de Parán
y vino con miríadas de santos (la palabra santos en la LXX aparece como ángeles). En el gran
sermón de Esteban delante de los judíos, él dice ésto acerca de la ley: ¡Vosotros que habéis recibido
la ley por disposición de los ángeles, y no la guardasteis! (Hech. 7:53.) Otras citas que apoyan la
idea de ángeles que adminis- traron la dádiva de la ley son el Salmo 68:17 y Hebreos 2:2. La ley no
solamente fue administrada por los ángeles sino también fue dada por medio de un mediador que
fue Moisés para que él diera la ley al pueblo de Dios, contrario a la promesa que se dio a Abraham
directamente por Dios.
Los judaizantes podían hacer otra pregunta para tratar de invalidar el argumento de Pablo. Ellos
podían decir: Entonces, ¿la ley es mala porque está en oposición a la gracia, que es el único camino
para la salvación? Pablo responde con una pregunta retórica: Por consecuencia, ¿es la ley contraria
a las promesas de Dios? (v. 21). Pablo trata de pensar cómo los judaizantes iban a argumentar su
proposición sobre la fe en las promesas de Dios y hace esta pregunta para aclarar su punto sobre la
ley. La contestación a esta pregunta retórica es un no. Dios dio la ley y la promesa, y cada una de
estas verdades tiene un propósito. Si la ley pudiera vivificar (esta palabra tiene que ver con la vida
espiritual) entonces la justicia (justificación) sería por la ley. Si ésto fuera verdad entonces Cristo
murió en vano. Pero la Escritura por medio de la ley encerró a todo hombre como pecador (v. 22).
La palabra encerró es sugkléio 4788 y tiene que ver con un encarcelamiento sin escape. Pablo dijo:
...pero cuando vino el mandamiento, el pecado revivió; y yo morí (Rom. 7:9). La ley en sí es buena
y no hay mal en ella, pero el problema no es la ley, sino el hombre. El es pecador y la ley trae esta
verdad a la luz. La ley encierra al hombre sin escape, pero Cristo libra al hombre de la maldición.
Esta es la promesa que es por medio de la fe para todos los que creen. La ley tiene su propósito y es
importante para que la promesa de Dios por medio de Jesucristo brille en la situación pecaminosa
del hombre. El hombre tiene que reconocer que es pecador (este es el propósito de la ley según esta
porción) y después por la fe aceptar la promesa de Dios, que es por medio de Jesús.
El apóstol Pablo continua explicando el propósito de la ley en el v. 23. Pablo comenta que ...
antes que viniese la fe... En la mente de Pablo era la fe cristiana la que vendría después de la ley. La
palabra fe en este versículo tiene el artículo definido la, que tiene ver con una fe en particular, y era
la fe que vendría después de la ley. Según la cronología bíblica, es la fe cristiana la que vino
después de la dispensación de la ley. Los cristianos, como Abraham, ejercitan la fe; pero la
diferencia está en la revelación. Pablo se está refiriendo a la nueva revelación de Dios que es por
medio de Jesucristo. Pablo comenta más acerca de la revelación última de Dios en Gálatas 4:4.
Antes que viniese la revelación del Hijo de Dios, la ley sirvió en su propósito. La ley confinó a
aquellos que estaban bajo ella. El ser custodiados es la palabra griega frouréo 5432, que tiene el
significado de mirar con un ojo de protección. También se puede traducir como ―guardar‖, para
prevenir un escape. La palabra custodiados con reservados tiene el mismo significado. La ley no
pudo retener el pecado ni tuvo el poder para traer la justicia. La ley nos condena a la realidad de que
somos pecadores. Es como la persona que quebranta la ley en una sociedad; por esa ley, el
delincuente es encerrado en su culpabilidad. Históricamante los judíos aceptaron la ley de Dios por
medio de Moisés y estuvieron encerrados en ella hasta la venida de Cristo. Cuando la persona
deposita su fe en Cristo es libre de la maldición de la ley.
El Apóstol pinta otro cuadro para mostrar el propósito de la ley. La ley es nuestro tutor (v. 24).
La palabra tutor es paidagogós 3807. Este término se usaba para mostrar la tarea que un esclavo
desempeñaba en familias romanas y griegas. El esclavo era el tutor de un niño entre los seis y
dieciséis años. El esclavo era como un supervisor de las acciones del niño y lo acompañaba en toda
ocasión cuando salía de casa. Muchas veces el tutor era un esclavo de alta estima y le confiaban la
supervisión moral del niño. El tutor no era un instructor, no era un maestro de escuela. El tutor
disciplinaba al niño para que hiciera su tarea y obedeciera. El tutor estaba ligado a la vida del niño
hasta que éste llegaba a ser un adulto, momento en el cual el tutor terminaba su tarea de disciplinar
o instruir al niño. De este concepto paulino podemos deducir dos cosas. Primero que la ley como un
tutor es inferior en naturaleza a la promesa de Cristo Jesús. Segundo, la ley como tutor encerraba
una disciplina para algo mejor, en este caso Cristo. El propósito de la ley fue llevarnos a Cristo para
que seamos justificados por la fe. Es interesante que el templo y los sacrificios del AT señalaban a
Cristo. El autor de los Hebreos corrobora esta verdad (Heb. 8–10).
Pablo explica que en estado presente en Cristo ya no hay necesidad de un tutor (v. 25). La ley
fue temporal y cumplió su tarea de mostrarnos la necesidad moral y espiritual de un salvador.
3:19–29
I. El propósito de la ley.
1. Los ángeles.
2. Los profetas.
Toda persona llega a ser un hijo de Dios cuando deposita su fe en Cristo (v. 26). Cuando Pablo
menciona todos, él se está refiriendo a que judíos y gentiles pueden gozar de una relación muy
personal con Dios. El ser hijo de Dios tiene la idea de libertad, de hijos maduros que gozan la
libertad como hijos y no más bajo la supervisión cercana de un tutor. Los romanos tenían una
ceremonia que llamaban toga virilis. Por ella se demostraba que el niño había llegado a la edad de
madurez (que era entre los 14 y 17 años) y se convertía en un ciudadano romano con todos los
privilegios. Como hijos de Dios en Cristo Jesús, las personas tenían un privilegio que la ley no les
podía dar.
Esta relación muy especial con Dios no viene naturalmente por ser hombre. Algunas personas
piensan que todos los hombres son criaturas y así hijos de Dios. Pablo explica que los hijos de Dios
son aquellos que son bautizados en Cristo (v. 27). La palabra baptízo 907 no se puede interpretar
aquí como el bautismo en agua. Si Pablo está hablando de un bautismo en agua entonces está yendo
contra su argumento de que la salvación en Cristo es aparte de cualquier rito. El uso paulino del
bautismo es casi siempre el no literal. Es mejor interpretar la palabra ―bautismo‖ aquí en el sentido
espiritual. La posición espiritual como hijos de Dios está basada en la unidad que un cristiano tiene
en Cristo Jesús. Esta unidad viene por medio del Espíritu Santo. Pablo menciona en 1 Corintios
12:13 que por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en un solo cuerpo, tanto judíos como
griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un solo Espíritu. El Espíritu
Santo es el que une a todos los creyentes con Cristo. Es en esta posición espiritual (cuando una
persona cree en Cristo) que el creyente es revestido con la justicia y la personalidad de Cristo y no
de la ley. Cuando esto pasa en el creyente, él quiere agradar a Dios no para ser recompensado sino
por su nueva naturaleza.
En la posición espiritual de un creyente no hay diferencia de raza, sexo o posición social (v. 28).
Esto era contrario al pensamiento de los judíos que creían que los gentiles y las mujeres eran
inferiores al hombre judío. El evangelio de fe en Cristo Jesús es para todos.
3:26, 27
Todos aquellos que creen en Cristo también forman parte de la descendencia de Abraham (v.
29). Fue por la descendencia de Abraham que vino el Mesías (vv. 16, 19). Un creyente es parte de
la descendencia porque está en Cristo y es heredero de la promesa. Aunque los creyentes tengan
parte en la promesa de Dios en Cristo Jesús, la simiente física de Abraham, que son los judíos,
tendrán como nación parte de las bendiciones que fueron profetizadas en el AT (ver Rom. 11:25–
36). La promesa para aquellos que creen no incluye la tierra que Dios prometió a Abraham (Gén.
12:1; 13:14, 15; 17:8) sino que tiene referencia a las bendiciones espirituales para aquellos que
como Abraham creyeron en Dios (Gén. 15:6; Rom. 4:3–11).
Semillero homilético
El poder transformador del evangelio
3:28, 29
Conclusión: Todavía nos queda mucho terreno para llegar al ideal que Pablo
nos da en este pasaje. Aún existen los prejuicios nacionales, raciales, sociales
y de género.
El Apóstol comienza a ilustrar la inmadurez espiritual de aquellos que viven bajo la ley (4:1, 2).
Pablo escribe acerca de un niño que es un heredero pero que por su inmadurez como niño no tiene
el poder de hacer decisiones, no tiene libertad. Aunque potencialmente es el heredero de todo, el
niño es como uno de los esclavos, sin ningún poder para ejercitar la libertad como un adulto. El
niño estaba bajo la tutela de guardianes. La palabra griega epítropos 2012 es diferente a tutor,
mencionada en 3:24, 25. El significado aquí era el del guardián de un niño huérfano. Esta persona
era un representante legal del niño. Era uno que cuidaba al niño. La otra palabra que Pablo usa es
mayordomos (oikonómos 3623) y se usaba para un siervo al que se daba la tarea de administrador de
la propiedad del niño. La palabra mayordomo en castellano viene del latín maior (mayor) y domus
(casa). Es un criado principal que gobierna una casa. Es mejor interpretar esta palabra como un
administrador de una propiedad. Estos cargos de los siervos eran impuestos por el padre por un
tiempo limitado, generalmente hasta que el niño llegara a ser un adulto y ciudadano.
La aplicación de la ilustración en el versículo anterior es: De igual modo nosotros también... (v.
3). Como el heredero en un tiempo era un niño debajo de tutores de igual modo nosotros también,
cuando éramos niños... Esta frase no quiere decir inmadurez en el sentido de crecimiento sino en un
período donde la herencia no es totalmente experimentada por estar bajo la ley.
El Apóstol continúa en el v. 3 con una exhortación que ha causado mucha controversia entre los
eruditos de la Biblia. ¿Qué quiso decir Pablo con éramos esclavos sujetos a los principios
elementales del mundo? Algunos eruditos de la Biblia interpretan este pasaje como que los
rudimentos del mundo son los elementos físicos, como la tierra, el mar, el fuego y las estrellas. Esto
señala a la astrología. Otros lo interpretan como que está hablando de demonios. Es mejor
interpretar esta porción como que Pablo se está refiriendo a la esclavitud de los rudimentos del
judaísmo (la palabra stoicéion 4747 tiene que ver con rudimentos básicos como el aprender el
alfabeto, o lo fundamental de algo). Se refiere a las cosas externas del judaísmo o de otra religión
que el hombre trata de hacer para agradar a Dios. Estos ritos no traen salvación sino esclavitud. En
Colosenses 2:8, Pablo menciona el concepto de elementos básicos de las religiones: Mirad que
nadie os lleve cautivos por medio de filosofías y vanas sutilezas, conforme a la tradición de
hombres, conforme a los principios elementales del mundo, y no conforme a Cristo. Pablo les
exhorta a no dejar la salvación por medio de la fe para regresar a elementos básicos del judaísmo
que solamente traen esclavitud. En Cristo Jesús los rudimentos de cualquier religión (que pueden
ser filosofías de hombres) son eliminados; no hay nada que tome el lugar de una relación personal
con Cristo.
La intervención de Dios trajo esperanza y libertad para los hombres (v. 4). Todos los hombres
están bajo la maldición del pecado (Rom. 3:23) y la ley trae a la luz esta verdad. Dios en su tiempo
mandó a su Hijo, nacido de mujer. Esto indica su nacimiento virginal (Mat. 1:18). También Jesús
nació bajo la ley. La referencia aquí es que Jesús nació como judío y que él cumplió la ley
perfectamente (Mat. 5:17) y murió para pagar su maldición (Gál. 3:13).
Dios envió a Jesús por dos razones generales (v. 5). La primera fue para que redimiese a los que
estaban bajo la ley. Pablo no incluye el sacrificio de Cristo por toda la humanidad (2 Ped. 2:1)
porque la referencia aquí es la esclavitud que trae la ley. Cristo libró a aquellos que estaban bajo la
esclavitud de la ley. En Gálatas 3:13, Pablo usa la palabra redimir en relación con la maldición de la
ley. Aquí usa la palabra redimir en relación con la esclavitud que trae la ley. Segundo, Cristo
rompió las cadenas de esclavitud de la ley para llevarlos a una relación superior, que es la adopción
de hijos, una adopción con privilegios completos. Aunque Pablo se está refiriendo a la ley, el
concepto es igual para los judíos y gentiles. El pecado del hombre trae maldición y esclavitud y fue
Cristo quien murió para librarnos de la maldición y la esclavitud para hacernos hijos de Dios.
Hace años conocí el caso de una pareja joven que tenía una niña linda de
dos años de edad. Los abuelos de la niña eran gente rica. Pero por
dificultades matrimoniales la pareja joven se divorció. La niña quedó bajo la
custodia de la madre, y el padre desapareció de la escena familiar. Ni visitaba
ni llamaba en los días de cumpleaños ni festivos. Posteriormente la madre de
la niña y los abuelos ricos perecieron cuando se estrelló el avión privado en
que viajaban. Inmediatamente apareció el padre de la niña, y manifestó
mucho amor y deseo de ser guardián de su hija. Su interés se debió al hecho
de que la niña ya quedaba heredera de una fortuna, y no podría manejarla
sino hasta después de varios años, cuando llegara a ser mayor de edad. El
padre, que anteriormente había mostrado poco interés en asuntos académicos,
se matriculó en la universidad y estudió abogacía. Logró ante los jueces la
custodia de la hija y disfrutó de su fortuna hasta que la joven llegó a la edad
de administrar sus bienes.
Pablo dice que antes de conocer a Cristo éramos como hijos ricos pero
sin la capacidad de disfrutar de la herencia. Pero al aceptar a Cristo, ya
tenemos la libertad de disfrutar de esta riqueza.
Hemos visto que Dios fue el que envió a Cristo (v. 4); también Cristo murió para librarnos de la
maldición del pecado (la ley muestra lo pecadores que somos, v. 5). Ahora Pablo menciona la
tercera persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, que también tiene parte en la salvación del hombre
(v. 6). La razón por la cual Dios mandó el Espíritu Santo a nuestros corazones es porque somos
hijos de Dios (la partícula griega hoti está en un sentido causal y se traduce porque o por. Esto no
quiere decir que primero somos hijos de Dios y después en un período de tiempo viene el Espíritu
Santo. Si así fuera, entonces Pablo se contradice con lo que mencionó en 3:2. Pero cuando una
persona se convierte (es hijo de Dios), Dios le da el Espíritu Santo. Pablo menciona al Espíritu de
su Hijo. Este título no aparece en otra parte del NT; pero algunos de los versículos paralelos que
tienen la misma idea son Filipenses 1:19 y Romanos 8:9. En estas referencias podemos ver que el
apóstol Pablo no hace distinción entre el Espíritu Santo y el Espíritu de Cristo. Podemos deducir
que Pablo se refiere al Espíritu Santo, que es la tercera persona de la Trinidad. El Espíritu Santo que
viene a la vida del creyente : “A P .” El mismo Espíritu nos da testimonio de que
somos hijos de Dios y con él, podemos clamar Abba, Padre (comp. Rom. 8:15, 16). La palabra
Abba es un diminutivo arameo que se puede traducir "papito". Jesús usó esta expresión cuando se
refería a su Padre celestial (Mar. 14:36). Como hijos de Dios también podemos usar esta expresión.
Pablo resume lo que ha dicho anteriormente (v. 7). En la ley hay esclavitud pero en el evangelio
hay libertad. Como hijos, fue señalado por nuestro Padre Dios que somos herederos de todas las
bendiciones espirituales. Esta posición en Cristo no fue por nuestros méritos, sino por el sacrificio
de Cristo en la cruz.
Semillero homilético
4:4
IV. Dios escogió el tiempo propicio y el lugar preciso para traer a su Hijo
al mundo.
Conclusión: El mundo estaba preparado para el Mesías. Fue ―la plenitud del
tiempo‖.
Semillero homilético
De millonario a mendigo
4:8–10
El Apóstol regresa de un argumento formal a una petición a los gálatas: no regresar a la ley que
esclaviza de la misma manera que las religiones paganas, a las cuales ellos antes servían.
Pablo se refiere a los cristianos que habían sido paganos, para mostrarles lo erróneo que es el
regresar a una religión de esclavitud (v. 8). Antes, los gálatas habían sido paganos que servían a
otros dioses que en realidad no eran tales (1 Cor. 12:2). Los dioses de los gentiles eran ídolos que
los llevaban a una adoración a demonios (Deut. 32:17; 1 Cor. 10:20, 21). Satanás y sus demonios
buscan la adoración de los hombres en diferentes maneras. Los gentiles eran ignorantes a esta
verdad y creían en sus dioses.
Luego que llegaron al conocimiento del Dios verdadero, sus vendas fueron removidas y vieron
el error tan grande en que habían estado (v. 9). Pablo aclara que la iniciativa para la salvación no es
de los hombres, sino de Dios. La fe en Cristo los ha traído a una posición sublime y sería locura
dejar esta posición en Cristo para regresar a una religión pagana. En la religión judía, se aplica el
mismo principio. La posición de libertad en Cristo es superior a los rudimentos impuestos por la
ley. El Apóstol hace una pregunta para aquellos que querían regresar a una antigua religión (Pablo
tenía en mente a los judaizantes que querían imponer la ley). Sería una locura también dejar la
posición de libertad en Cristo para ser esclavizados en la religión de los judaizantes que en realidad
está en bancarrota.
El Apóstol menciona algunas cosas que posiblemente los gálatas estaban practicando o a punto
de practicar, como requisitos que envolvían el paquete del judaísmo (v. 10). ¿Cómo sería posible
haber dejado las bendiciones celestiales por ritos externos que no tienen nada que ver con las
riquezas espirituales? Los días se refiere a los días sagrados en el judaísmo, el sábado era uno de
ellos (Rom. 14:5). Los meses eran aquellas celebraciones que caían en el ciclo de los meses, como
la luna nueva mencionada en Números 28:11–15. Las estaciones eran aquellas celebraciones que
duraban más de un día. Eran las fiestas como la de los tabernáculos, la pascua, etc. Los años tenía
que ver con el año de jubileo (Lev. 25:11). Pablo no estaba contra la práctica de estos días festivos,
pero sí en que se impusieran estas actividades como parte de la salvación y así parte del
cristianismo.
Pablo refleja una preocupación por las iglesias de Galacia (v. 11). El Apóstol temía por los
gálatas que él hubiese trabajado en vano. La palabra ―trabajar‖ es kopáo 2872 y se traduce lit. ―haber
trabajado hasta el punto de agotamiento total.‖ Toda la labor que Pablo puso para llevarles el
evangelio sería en vano. La palabra vano es eiké (ver 3:4). No podemos deducir en este versículo
que Pablo estaba diciendo que ellos podían perder la salvación si regresaban al judaísmo. La
teología paulina acerca de la salvación va en contra de perder la salvación. En Romanos 8:35–39, el
Apóstol comenta que nadie nos puede separar del amor de Cristo. También confiamos en que el
trabajo redentor de Cristo será perfeccionado hasta el día de Jesucristo (Fil. 1:6). Pablo se refería
aquí a su labor entre ellos, la que sería en vano en el sentido de que su mensaje no fue aceptado en
sus corazones genuinamente. Seguramente, no recibieron el mensaje de gracia que fue predicado
por Pablo. No es posible que después de haber probado el Espíritu Santo de Dios quisieran regresar
a cosas externas de una religión. Si este es el deseo de los gálatas entonces hay algo mal en sus
vidas espirituales y la labor de Pablo fue en vano. Notemos que Pablo no está diciendo que su labor
fue en vano en el sentido real, pero la posibilidad estaba allí.
Con un tono de súplica, Pablo ruega a los hermanos que sean como él. El testimonio de Pablo
fue uno que no buscaba los ritos externos para la salvación, como él mismo lo dice: Sabiendo que
ningún hombre es justificado por las obras de la ley, sino por medio de la fe en Jesucristo, hemos
creído nosotros también en Cristo Jesús (2:16). Pablo había sido un hombre celoso en el judaísmo
(1:14), pero cuando Cristo lo salvó, él reconoció que lo externo no tenía nada que ver con la
salvación (Fil. 3:5–7). Pablo caminaba en el evangelio de libertad. Este fue el testimonio de Pablo
cuando estuvo con los gálatas. El se hizo como ellos en el sentido que no los judaizó y después les
expuso el evangelio. Fue a ellos y se puso en el mismo nivel de ellos para ganarlos para Cristo. Este
era el método de Pablo para evangelizar (1 Cor. 9:19–22).
La última parte del v. 12 que dice: No me habéis hecho ningún agravio, es mejor incorporarla
con el v. 13. Los gálatas no le habían hecho ningún mal a Pablo, al contrario, lo recibieron con amor
y compasión por una enfermedad del cuerpo. Fue en esa circunstancia que el Apóstol fue a Galacia
y les predicó el evangelio. Entre el Apóstol y los gálatas había existido una relación muy especial y
sincera y Pablo apela a esta relación para mostarles que lo que ha compartido no es con motivos
egoístas sino para su bien. No sabemos de seguro cuál fue la enfermedad en el cuerpo del Apóstol
que lo hizo ir a Galacia. Hay varias interpretaciones. Algunos piensan que fue malaria. Otros que
fue el producto del abuso físico que sufrió en Listra (Hech. 14:9; 2 Tim. 3:11). Otros comentaristas
piensan que la enfermedad de Pablo tuvo que ver con el aguijón en la carne (2 Cor. 12:7). Sabemos
por estos pasajes que Pablo sufrió en la carne, pero no podemos concluir si estas referencias están
relacionadas con la enfermedad del cuerpo mencionada en Gálatas. Es mejor interpretar esta
enfermedad en el contexto de Gálatas. En el v. 15 se nos dice que era un problema de sus ojos. Uno
de los problemas del Apóstol parece haber sido que no podía ver muy bien (6:11). Posiblemente era
una forma de oftalmía. Podemos decir que Pablo tuvo una enfermedad en los ojos que era muy
molesta.
La apariencia del Apóstol no era muy agradable cuando fue a Galacia. Los gálatas pudieron
haber despreciado y rechazado a Pablo por su apariencia pero no fue así. Ellos lo recibieron como
un ángel de Dios, como a Cristo Jesús (v. 14). Ellos lo recibieron como se recibe a un ángel con
gozo y respeto y aun más como a Cristo Jesús. Ellos recibieron a Pablo como mensajero del
evangelio y creyeron su mensaje sin ninguna reserva. Es interesante ver como en una circunstancia
difícil en la vida del Apóstol, Dios se manifestó en una manera muy especial.
Pablo les pregunta dónde está ese gozo y el agradecimiento profundo que tenían por él cuando
les predicó el evangelio (v. 15). Tanto era el agradecimiento y amor que los gálatas sentían por
Pablo, que ellos darían sus propios ojos a Pablo para que él viera mejor. Ahora se habían hecho
enemigos de Pablo por haberles dicho la verdad (v. 16). Era tanta su inconsistencia que el amor y
aprecio que tenían por el Apóstol ahora se había convertido en enemistad. Ellos estaban dejando el
mensaje genuino y al mensajero para seguir a unos engañadores con sus falsas doctrinas.
Los judaizantes tenían celo por los gálatas pero no era para el bien (v. 17). La palabra griega que
se traduce celo es zélos y significa ―estar celoso, ser envidioso; poner el corazón en, esforzarse por;
tener o mostrar gran interés en‖. La palabra celo en sí no es mala pero el contexto indica a qué clase
de celo se está refiriendo el autor. El celo de los judaizantes era negativo. Ellos querían apartar a los
gálatas de Pablo y en realidad del mismo Jesucristo. A los ojos de Pablo, el aceptar estos ritos
externos era un desligamiento de Cristo (5:4). El pensamiento paulino de aquello que los
judaizantes estaban haciendo en separar a los gálatas para ellos era el mismo que en 2 Corintios
11:2 donde él da la metáfora de un matrimonio. La acción de los judaizantes se podía comparar a
una persona que seduce a la novia para separarla de su novio o de su prometido. Pablo aclara que es
bueno mostrar celo, pero que sea bueno, la clase de celo que el Apóstol les mostró cuando estaba
con ellos (v. 18). No como los judaizantes que tan pronto Pablo les dio la espalda vinieron, los
3
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 56). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
cortejaron y los separaron del Apóstol. Las gálatas debían siempre mostrar esta clase de actitud que
les fue enseñada en el evangelio y no solamente en la presencia del Apóstol.
Joya bíblica
... por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea
formado en vosotros (4:19).
No sabemos de seguro por qué Pablo no podía visitar a los gálatas en este punto (v. 20) pero él
comparte el deseo que tenía de verlos y de cambiar de tono. El cambiar de tono no quiere decir que
él iba a cambiar de opinión acerca de su evangelio ni modificar sus argumentos. Pero es mejor
interpretarlo como que si estuviese presente su estilo hubiese sido diferente. El hubiese hecho
preguntas para saber más del problema. Aunque no puede estar con ellos Pablo expresa su sorpresa
en cuanto a la decisión de regresar a la esclavitud de la ley.
Sin ninguna introducción, Pablo regresa al argumento de la gracia y la ley. Posiblemente Pablo
se dirige a los judaizantes y a las personas que cayeron en la red de la exégesis judía. Pablo les hace
una pregunta a aquellos que demandaban estar bajo la ley y a los que querían estar bajo la ley (v.
21). Aquellos que desean ser encarcelados por la ley, ¿no has oído lo que la ley dice? Si quieren
caminar por la ley (la ley de Moisés) entonces escuchen lo que la ley enseña.
Pablo comienza con una parte de la vida de Abraham en la cual los judaizantes basaban la
mayor parte de su argumento (v. 22). Abraham tuvo dos hijos. El primer hijo se llamó Ismael y
nació de una esclava egipcia que se llamó Agar, la esclava de Sarai, esposa de Abraham (Gén. 16).
Después de un tiempo, Sara tuvo un hijo que fue prometido por Dios a Abraham. Isaac nació de
Sara que era libre (Gén. 21). El hijo de la esclava nació con un nacimiento normal según la carne en
el v. 23. Pero el hijo de Sara nació según la promesa de Dios. Dios, a través de un milagro, permitió
que Sara y Abraham en su vejez tuvieran un hijo (comp. Rom. 4:18–21).
Después de narrar este evento histórico, Pablo lo usa como una alegoría para mostrar un
contraste entre la ley que esclaviza y la promesa que es libre (v. 24). La palabra alegoría es
allegoréo 238, que es una interpretación de un documento en lo cual algo particular o escondido es
introducido en el significado del texto. Notemos que Pablo no niega el contenido histórico de la
Escritura pero da un significado adicional o escondido de la historia sagrada. Algunos maestros de
la Biblia que creen en la interpretación alegórica de la Biblia usan este pasaje como apoyo para
alegorizar. Estos maestros siguen los pasos de Orígenes en el segundo siglo después de Cristo.
También Agustín fue influenciado por el concepto alegórico de Orígenes. El problema de
interpretar la Biblia alegóricamente es que su historia es de un significado mínimo y el significado
escondido es de más importancia. Pablo alegorizó las esposas de Abraham y sus hijos pero no
eliminó el contexto histórico. Las dos mujeres son dos pactos. El primero proviene del monte Sinaí
donde la ley fue dada al pueblo de Israel. Lo que Pablo quería decir es que Agar era una esclava y la
ley que fue recibida por Israel también esclaviza. Como el hijo de Agar fue esclavo, los hijos de la
ley serán también esclavos.
Pablo continúa su alegoría de un pacto que es Agar y el monte Sinaí donde la ley fue recibida
por Moisés (v. 25). Del monte Sinaí, Pablo se refiere a la Jerusalén física donde la ley era observada
y enseñada por los religiosos y posiblemente los judaizantes se referían a Jerusalén como el centro
de la religión verdadera.
en esclavitud libre
Ismael, el Isaac, el
sobrenatural
Judaísmo Cristianismo
Pablo escribe una cita de Isaías 54:1 en el v. 27. Cuando Isaías escribió esta porción, Israel
estaba en la cautividad en Babilonia. Estas palabras fueron parte de una profecía para confortar a
Israel en su cautividad y tenía que ver con la restauración futura de Israel (Isa. 54–56). Pablo
escribe este versículo de Isaías para mostrar que aunque Israel en la cautividad no tenía sus hijos,
sin embargo Dios le da una promesa de regocijo la cual era su restauración futura. También a Sara,
que no tenía hijos, Dios le dio una promesa de regocijo y era que daría a luz un hijo, Isaac (Gén.
21:6). Fue por la descendencia de Isaac que se originó el pueblo de Israel y Jesucristo se encarnó
como judío y por medio de él hay muchos hijos (judíos y gentiles) que son parte de la promesa de
Dios.
Pablo compara el nacimiento de Isaac con el del cristiano (v. 28). Isaac experimentó un
nacimiento sobrenatural, así también los cristianos experimentan un nacimiento que es un milagro
de Dios (Juan 3:3, 5). Como Isaac, los cristianos son hijos de la promesa y de la bendición de Dios.
En el v. 29 el Apóstol continúa aplicando su alegoría que comenzó en el v. 22. Ismael persiguió
a Isaac cuando se le hizo un banquete en el día que fue destetado. Ismael se burlaba de Isaac.
Posiblemente Ismael pensaba que él era el heredero de los bienes de su padre porque era el mayor y
se burlaba de su hermano menor. La tensión entre Ismael (los árabes) e Isaac (los judíos) permanece
hasta hoy. Pablo lo aplica a la persecución que había en su tiempo entre los judaizantes que
exaltaban la ley que traía la esclavitud y los hijos de la promesa que eran nacidos según el poder del
Espíritu. Pablo regresa a la ocasión cuando Ismael se burló de Isaac y pregunta qué dijo la Escritura
acerca de este incidente (v. 30). Pablo cita lo que Sara le dijo a Abraham: Echa a la esclava y a su
hijo, porque jamás será heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre (comp. Gén. 21:10).
No había campo para que Ismael se conviertiera en un coheredero con Isaac. Dios permitió la
petición de Sara (Gén. 21:10, 12). Esto les recuerda a los lectores en Galacia que el observar la ley
no trae una herencia en la familia de Dios. Hay una separación en el sentido que no tienen la
herencia en común entre la religión externa y el nacimiento interno que es por el Espíritu.
Pablo concluye su argumento entre Ismael e Isaac diciendo que los cristianos no son los hijos de
la esclava y no tienen nada que ver con la esclavitud sino son hijos de la libre o de la promesa y
herederos de Dios (Rom. 8:17).
Paralelos y contrastes
Perseguidor Perseguido
Ira Misericordia
Rechazo Herencia
Condenación Salvación
Parte del v. 1 resume el cap. 4 donde se menciona el tema de la libertad. También el mismo
pensamiento sirve para introducir esta porción de mantenerse firme en libertad. Cristo es el gran
libertador de la esclavitud del pecado. Pablo pide a los gá-latas que se mantengan firmes en el
sentido de su fe en el evangelio que fue proclamado por el Apóstol. El mismo pensamiento está en 1
Corintios 16:13, donde Pablo recuerda a los corintios: Vigilidad, estad firmes en la fe; sed valientes
y esforzaos (comp. Fil 1:27; 4:1; 1 Tes. 3:8; 2 Tes. 2:15). También el Apóstol les exhorta a no tomar
de nuevo el yugo de la esclavitud con el cual los judaizantes querían atraparlos para esclavizarlos en
el judaísmo. Los gálatas habían sido libres de una religión pagana o judía (si eran judíos); ¿para qué
regresar al yugo de una esclavitud que una religión trae? Las cosas externas no tienen nada que ver
con la libertad del Espíritu. Pedro recordó a los lí-deres de Jerusalén en el concilio de Hechos 15:10
acerca del yugo del judaísmo cuando dijo: Ahora, pues, ¿por qué ponéis a prueba a Dios,
colocando sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos
podido llevar?
El Apóstol toma la doctrina clave de los judaizantes que era la circuncisión para exhortar a los
gálatas a no circuncidarse (v. 2). Pablo no quería decir aquí que si ellos hacían este acto
automáticamente perdían la salvación. El Apóstol les dice que si se circuncidan para obtener favor
con Dios, ellos están escogiendo un camino falso donde los ritos externos son practicados para
agradar a Dios. Si este es el caso, de nada les sirve el sacrificio vicario de Cristo. Una cosa es hacer
buenas obras en Cristo pero es otra cosa hacer obras como parte de la salvación.
Libertad o esclavitud
5:1–12
La obligación de la ley arruina la gracia y es más, la persona que se somete al yugo de la ley
tiene que vivir en ella (v. 3). Pablo testifica que todo hombre que se circuncida tiene que guardar
toda la ley. La palabra declaro es martúromai 3143, que se puede traducir como juntarse como
testigo. También se traduce ―protestar contra algo.‖ El significado aquí es que Pablo protesta
severamente a que todo hombre que toma el yugo de la circuncisión está obligado a seguir toda la
ley. Santiago concuerda con Pablo cuando dice: Porque cualquiera que guarda toda la ley pero
ofende en un solo punto se ha hecho culpable de todo (Stg. 2:10). Una persona que decide ser
justificada por la ley tiene que seguirla perfectamente toda su vida y si en un caso quebrantare un
punto de la ley es culpable de toda la ley. Alguien puede decir entonces: ¿Por qué Dios dio la ley
que nadie puede seguir? Tenemos que tener en mente que el propósito de la ley no fue de salvar al
hombre sino de mostrar lo pecador que él es. Esta es la razón por la que Pablo se opone
rotundamente a las enseñanzas de los judaizantes.
Cuando una persona confía en la ley y piensa que su labor en ella trae salvación entonces es
desligada de Cristo (v. 4). La palabra griega dkatargéo 2673 tiene el significado de eliminar o hacerlo
inválido. Esta palabra aparece en Romanos 7:2 donde la mujer casada queda libre de la ley del
marido (comp. Rom. 7:6). Lo que Pablo dice es que el hombre que busca la justificación por la ley
no está viviendo en la esfera de Cristo. Así que el sacrificio perfecto de Cristo no es suficiente para
la salvación. El hacer las obras de la ley basados en méritos de esfuerzos humanos, no deja cabida
para la gracia (que es el regalo inmerecido de Dios por medio de Jesucristo). Pablo no está hablando
de perder la salvación sino del método de salvación que los gálatas estaban escogiendo. Los que
enseñan que hay que hacer algo más que el solamente aceptar a Cristo están en realidad diciendo
que el sacrificio de Cristo no fue completo y así se divorcian del sacrificio completo y también de la
gracia de Dios. El cristiano hace buenas obras pero no para salvación sino porque ama a Cristo y
tiene el Espíritu Santo.
El contraste con las enseñanzas legalistas era el caminar por el Espíritu (v. 5). Los cristianos
(Pablo usa nosotros para referirse a todos los que participan en la esfera de Cristo) esperan con gran
anticipación, por fe, la esperanza de la justicia. Es importante ver que la fe está en contraste con la
ley. La circuncisión está basada en la carne pero la fe está basada en la esfera del Espíritu. La fe
espera en la esperanza de justicia. Pablo no quiere decir la justicia que fue imputada cuando una
persona cree en Cristo sino cuando la justicia de Dios sea completamente realizada en su venida
(comp. 1 Ped. 1:3, 4, 13). Es cuando, en la venida de Cristo, el creyente será totalmente conformado
a la voluntad perfecta de Dios. Será entonces cuando la justicia interna que comenzó en la salvación
se manifestará por completo en esa segunda venida de Cristo. Podemos decir que hay tres cosas que
continúan en el cristiano cuando acepta a Cristo y son: La vida cristiana es vivida en el poder del
Espíritu Santo; el cristiano ejercita su fe en Cristo y tiene la esperanza en la glorifiación futura de su
vida en vez de la ansiedad que ocurre porque no hay seguridad de la salvación.
Joya bíblica
Pablo usa la imagen de una carrera para describir la vida cristiana (v. 7). Esta imagen de una
carrera era una de las ilustraciones más favoritas del apóstol Pablo. Para él es una carrera que
demanda seguir las reglas y disciplina para poder terminar y así obtener un galardón (1 Cor. 9:24–
27; Gál. 2:2; Fil. 3:13, 14; 2 Tim. 4:7). Los gálatas estaban corriendo la carrera espiritual muy bien.
Cuando Pablo los dejó, ellos estaban siguiendo el evangelio que se les encomendó pero enseguida
que el Apóstol se fue, vinieron los maestros falsos para estorbarlos. La palabra griega egkópto 1465,
que se traduce estorbó, era una palabra que se usaba en el ejército antiguo y tenía el significado de
poner un estorbo o de destruir una carretera o camino. En el contexto que Pablo usa esta palabra es
cuando un corredor ilegalmente se pone al frente del otro para causar un tropiezo. Por causa de este
estorbo algunos de los gálatas habían caído a otra clase de evangelio y otros estaban a punto de ser
tropezados. Pablo hace una pregunta retórica (¿Quién os estorbó...) para hacerlos pensar en el error
en que habían caído.
Pablo se dirige a la autenticidad de los maestros falsos y menciona tres cosas muy importantes
acerca de ellos. La primera cosa que los maestros falsos tienen es que su doctrina no proviene de
Dios, quien llamó a los gálatas (v. 8). Fue Dios que los llamó por medio de Jesucristo (Gál. 1:6). La
salvación es una obra totalmente hecha por Dios cuando mandó a su hijo a morir por los pecados
del hombre (Rom. 8:28–30). El poner las obras u otras cosas en el regalo de Dios pone al hombre
como parte con Dios en el hacer la salvación y el sacrificio de Cristo no es perfecto ni completo. La
segunda característica de los maestros falsos fue mencionada en el versículo anterior (v. 7) y es que
son piedra de tropiezo para los creyentes. Ellos son estorbo en la carrera cristiana con su falsa
doctrina.
También los maestros falsos son como la levadura que tiene una influencia negativa en la
congregación (v. 9). La levadura es una substancia que se usaba en la masa del pan para ser
leudado. La levadura se usa en la Biblia como ilustración positiva. Jesús usó la ilustración de la
levadura para ilustrar el reino de Dios (Mat. 13:33; Luc. 13:21). La levadura también se usaba para
ilustrar las enseñanzas falsas que creaba y el efecto negativo que producía. Un poco de levadura
puede contaminar toda la masa. Así también las enseñanzas falsas. Un poco de falsedad cambia el
significado del mensaje y puede influenciar el modo de pensar de mucha gente. Jesús usó la
ilustración de la levadura para referirse a las enseñanzas de los fariseos (Mat. 16:6, 12).
El Apóstol confía en Cristo en cuanto a los gálatas. Había esperanza en que los gálatas
regresaran a su sentido espiritual y recapacitaran en el evangelio que fue predicado por el Apóstol
(v. 10). En cuanto a el que os inquieta llevará su castigo (v. 10): Pablo usa el singular porque
posiblemente había una persona que era la figura principal entre otros maestros falsos. Cualquiera
que fuera esta persona, él llevaría la sentencia de Dios. Lo mismo dijo Pablo a los profetas falsos
que infiltraron la iglesia de Corinto: ... cuyo fin será conforme a sus obras (2 Cor. 11:15).
Pensando en el celo de los judaizantes por la circuncisión que obscurecía el evangelio de gracia,
el Apóstol les habla rudamente (v. 12). Si ellos estaban tan entusiasmados acerca de la circuncisión
entonces por qué no ir al extremo y castrarse. Para algunos esta expresión de Pablo no suena muy
bonita. Pero el Apóstol estaba defendiendo a sus hijos en la fe, a la iglesia que le había costado
mucho. Su celo por la obra de Cristo era grande. Aquí podemos ver un ejemplo muy bueno para
nosotros y es que los líderes de la iglesia de Cristo no deben tolerar las herejías.
Joya bíblica
Más bien, servíos los unos a los otros por medio del amor, porque
toda la ley se ha resumido en un solo precepto: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo (5:13, 14).
Si los gálatas querían seguir a través de un guía en su caminar en la vida espiritual, ese guía es
el amor. En el amor se cumple toda la ley (v. 14). Pablo cita Levítico 19:18b. El amor no hace el
mal a su prójimo, por ésto toda la ley se cumple en el amor. Jesús citó Levítico 19:18b como el
segundo mandamiento junto con el primero que fue el amar a Dios sobre todas las cosas y que se
encuentra en Deuteronomio 6:4 (Mar. 12:28–31). El amor es el cumplimiento del espíritu de la ley y
es el amor de Dios que el cristiano experimenta en su relación personal con Cristo. El Apóstol
explica más acerca del amor del cristiano en el cumplimiento de la ley en Romanos 13:8–10. El
cristiano que es salvo por gracia sin ningún mérito recibe el Espíritu de Dios y trabaja y ama a su
prójimo porque tiene el amor de Dios. Este es el cumplimiento de la ley en la nueva dispensación de
la gracia.
Esta es la clase de amor que las iglesias en Galacia debían estar experimentando. Las palabras
os mordéis y os coméis (v. 15) tienen que ver con animales salvajes que peleaban hasta morir. No
sabemos de seguro la razón de estos pleitos. Posiblemente, eran pleitos parecidos a los de Corinto
por sus carnalidades (1 Cor. 1:10–12; 3:1–4). Los pleitos podían ser por parte de los judaizantes y
sus seguidores. Esto no es el ejemplo de hermandad cristiana, al contrario se estaban destruyendo
unos a otros.
La respuesta al testimonio que estaban dando en la carne era caminar en el Espíritu (v. 16).
Pablo había dicho a los cristianos de Galacia que por fe habían recibido el Espíritu Santo (Gál. 3:2,
5), ahora les dice que anden por el poder del Espíritu Santo. Andad está en el tiempo presente que
indica algo continuo o un estilo de vida que es habitual. El camino del Espíritu es uno de libertad y
de amor. El contraste al caminar en el Espíritu es el satisfacer la carne.
Pablo explica la necesidad de caminar en el espíritu (v. 17). Los deseos de la carne son contra el
Espíritu. Todo cristiano tiene dos naturalezas, la pecaminosa que recibimos de Adán y la espiritual
que recibimos de Dios cuando se cree, y viene por el Espíritu Santo (2 Ped. 1:4). Estas dos
naturalezas se oponen en deseo y propósito. La carnal quiere satisfacer sus deseos carnales. La
espiritual quiere agradar a Dios. El apóstol Pablo mencionó estas dos naturalezas en conflicto en su
propia vida (Rom. 7:7–25, el Apóstol se refiere a la naturaleza espiritual como el deseo interno de
hacer el bien). Para el cristiano, hacer lo que la naturaleza espiritual pide es experimentar la vida
que tiene en Cristo (Rom. 8:2). El cristiano es libre pero su libertad es limitada a no hacer lo malo.
Una libertad disciplinada
5:13–15
En vez de pensar en la libertad como licencia para dar rienda suelta a las
personas, Pablo recalca que es para actuar con responsabilidad.
2. Debemos utilizar la libertad para servir con amor, vv. 13b, 14.
Pablo resume su argumento y concluye que el cristiano debe ser guiado por el Espíritu Santo y
no está bajo la ley (v. 18). El Apóstol está diciendo que la vida en el Espíritu no es legalismo ni da
licencia para vivir una vida en la carne. El vivir en el Espíritu no significa que la persona sea pasiva
sino dejar que el Espíritu la guíe. La respuesta al Espíritu se puede interpretar en tres palabras que
aparecen en esta epístola y son: Andad, guiados, vivimos (Gál. 5:16, 18, 25).
El caminar en la carne es evidente por sus frutos (v. 19). Cuando Pablo menciona la palabra
evidentes no necesariamente se está refiriendo a los pecados cometidos en público donde se puedan
ver, sino que todos estos hechos son producto de la naturaleza pecaminosa del hombre. No sabemos
de seguro si el Apóstol escribió esta lista de pecados en orden de gravedad. Al leer esta lista
podemos ver que hay cuatro divisiones obvias. Los primeros tres pecados son violaciones a la
moralidad sexual. Los siguientes dos pecados mencionados en el v. 20 tienen que ver con el
dominio de la religión. Los siguientes ocho pecados mencionados en los vv. 20, 21 tienen que ver
con la relación con otros humanos. Finalmente, los pecados que tienen que ver con el alcohol en el
v. 21.
El Apóstol continúa con los pecados de la religión. El primero es idolatría (v. 20). La palabra es
eidololatría 1495 y tiene que ver con la alabanza a las criaturas en vez de al Creador. En los tiempos
de Pablo, los gentiles alababan a otros dioses que no eran como el Dios viviente. Una parte de las
obras de la carne es poner personas o cosas arriba del Dios viviente, esto es idolatría. En Colosenses
3:5, Pablo menciona la avaricia como idolatría por la simple razón de que el objeto que se desea
intensamente se convierte en el objeto de alabanza. La segunda palabra que tiene que ver con los
pecados de la religión es hechicería. En el griego es farmakéia 5331 y se traduce lit. como
―farmacia‖. En los tiempos antiguos, cuando se alababan los poderes malignos, esto se acompañaba
con el uso de drogas que creaban un trance. El significado de la palabra entonces es negativo y es el
uso de drogas para la brujería o en ritos paganos. Las drogas no solamente eran tomadas por los
participantes sino también se usaban para crear algún tipo de brujería. En Exodo 7:22, la LXX
menciona la palabra farmakéia para describir a los hechiceros en la corte del faraón. Otras
referencias en el NT a esta palabra son: Apocalipsis 9:21; 18:23; 21:8; 22:15.
Después de mencionar los pecados de la religión, el Apóstol menciona ocho pecados contra el
prójimo o pecados sociales (comenzando con el v. 20 hasta el v. 21). El primer pecado es
enemistades. La palabra es écthra 2189 y tiene que ver con enemistad y hostilidad. Esta enemistad u
hostilidad puede ser entre individuos o entre comunidades políticas, raciales y religiosas. Las
enemistades son promovidas por el odio que alguien tiene por otra persona. El resultado del odio
son los pleitos (éris 2054). El pleito está opuesto a la paz y posiblemente los gálatas estaban
experimentando algunos pleitos en sus iglesias. Una de las preocupaciones de Pablo era mantener
los pleitos fuera de las iglesias (1 Cor. 1:11; 3:3). Los pleitos entre cristianos destruyen las iglesias.
La tercera palabra es celo (zélos 2205) y no tiene el significado de un celo positivo por las cosas de
Dios sino por la clase de celo que es pecaminoso y egoísta. El contexto de un pasaje puede
determinar de qué clase de celo está hablando el autor. La siguiente palabra es ira (thumos 2372) y
tiene que ver con iras incontrolables como cuando una persona se enoja tanto que hace cosas fuera
de lo común. También se usa cuando una persona tiene un celo negativo que actúa sin pensar. La
quinta palabra es contiendas (erithéia 2052). Esta palabra se puede entender como ambiciones
egoístas que traen rivalidades. Es cuando sólo se piensa en el grande ―yo‖ y no en los demás y se
usa a las otras personas como escalones para que el ―yo‖ suba a cuenta de los otros. La siguiente
palabra es disensiones (dicotasía 1370) y tiene el significado de divisiones o disensiones. Esta
palabra fue usada por Pablo en Romanos 16:17 donde él les advierte contra los falsos maestros que
causan divisiones con sus falsas doctrinas. El significado aquí es personas que causan divisiones o
disensiones. La siguiente palabra es partidismos (áiresis 139) y tiene el significado similar a las
divisiones o disensiones. Esta palabra tiene el significado de riñas sobre temas o personalidades que
traen una división peligrosa en un grupo. También tiene el significado de herejía que es contraria a
las enseñanzas apostólicas (2 Ped. 2:1). La misma palabra aparece en 1 Corintios 11:19. En los
partidismos se ve cuales son los verdaderos cristianos y cuáles son los herejes. La palabra envidia
en el v. 21 es de la misma categoría que la palabra celo mencionada en el versículo anterior y no es
una descripción nueva de la carne. En el griego es fthónos 5355 y tiene el significado de un deseo
negativo de ambición a poseer lo que pertenece a otra persona. La palabra homicidio no aparece en
algunos buenos manuscritos. La RVA omite homicidio porque sigue estos manuscritos (ver la nota
de RVA). En todo caso, esta palabra no cambia nada en el contexto.
Las dos últimas palabras que el Apóstol menciona son con relación al tomar bebidas
alcohólicas. La primera palabra es borracheras (méthe 3178) y tiene que ver con el tomar bebidas
alcohólicas de una manera excesiva. La segunda palabra es orgías (kómos 2970) y tenía que ver más
con las orgías que caracterizaban los cultos paganos. Las borracheras y las orgías estaban
relacionadas en algunos cultos paganos y también lo están en el presente. Cuando una persona se
embriaga se desmoraliza y queda totalmente controlado por el pecado.
Esta lista de los frutos de la carne no es exhaustiva, pero es representativa. Por esta razón el
Apóstol dice: Y cosas semejantes a éstas (v. 21). Pablo hubiera podido seguir con la lista de
pecados pero con lo dicho era suficiente para mostrar como la carne se opone al Espíritu. Después
de concluír con los frutos de la carne, Pablo les exhorta como ya lo había hecho antes a no seguir en
estos pasos (v. 21b). Y les advierte que los que practican tales cosas no entrarán en el reino de los
cielos. La pregunta que se puede hacer aquí es: ¿Está Pablo enseñando que la salvación se pierde?
Si notamos el tiempo del verbo ―hacer‖ en el griego, está en el tiempo presente y se puede traducir
―el que continúa practicando estas cosas‖. Lo que Pablo está diciendo es que cuando una persona no
cambia después de aceptar a Cristo y continúa con su estilo de vida anterior practicando
continuamente los frutos de la carne, en realidad no ha aceptado el regalo de Dios y no es digno de
su reino. Si asumimos que un cristiano pierde la salvación cuando cae en estos pecados, entonces
caería todo el argumento de Pablo contra los judaizantes. Especialmente el cap. 3, donde el Apóstol
argumenta que la fe de Abraham le fue contada como justicia.
Pablo continúa el contraste entre los frutos de la carne y el del Espíritu. Este contraste comenzó
en el v. 19. Ahora, el Apóstol comienza a explicar el fruto del Espíritu Santo. Hasta este punto
Pablo ha hablado de las obras de la ley que no pueden justificar a un pecador (2:16; 3:2, 5, 6).
Ahora menciona las obras que vienen por el Espíritu de Dios y son producto del mismo Espíritu
Santo y no del hombre. Esta lista del fruto del Espísritu Santo se puede dividir en la siguiente
manera. Las primeras tres verdades tienen que ver con el cristiano en una relación con su Dios. La
segunda parte de las virtudes tienen que ver con el cristiano en relación con otros en su vida social.
Finalmente, la tercera parte de virtudes tiene que ver con el cristiano en su relación consigo mismo.
Pablo comienza con las primeras tres verdades que tienen que ver con la relación con Dios (v.
22). La palabra fruto está en singular. Las manifestaciones de la carne que están en plural son
contrarias al fruto del Espíritu que está en singular. La razón por la que Pablo menciona la palabra
fruto es que como un racimo de uvas, todos los frutos son parte de una sola unidad y todas estas
virtudes deben estar en unidad en la vida de un creyente. El fruto del Espíritu es la evidencia de la
llenura del Espíritu Santo (1 Cor. 12). La Biblia menciona muchas veces el concepto de frutos. La
palabra se menciona 106 veces en el AT y 70 veces en el NT. El creyente da frutos no por su propio
esfuerzo pero por el poder de Dios que está basado en una relación entre el cristiano y Dios (Juan
15:1–17).
La primera virtud es amor (agápe 26). Es la primera virtud que el Apóstol menciona porque es el
fundamento para las otras virtudes. Dios es amor y ama al mundo (1 Jn. 4:8; Juan 3:16). Fue por el
amor no egoísta de Jesús que él vino a morir por la humanidad y debe ser el amor que el creyente
debe manifestar cuando está lleno del Espíritu Santo. La segunda virtud es gozo (cará 5479) y tiene
que ver con un gozo interno que es profundo y permanente, que fue prometido para aquellos que
permanecieran en Cristo (Juan 15:11). El gozo del Señor es completo y no hay ninguna
circunstancia humana que pueda quitar este gozo excepto el mismo cristiano cuando permite que
Satanás se lo arrebate. La tercera virtud es paz (eiréne 1515). El gozo es un río de alegría que corre de
nuestro corazón y que fluye por tener una relación correcta con Dios. La paz tiene que ver con la
tranquilidad de mente que viene por la relación salvadora con Cristo. Como el gozo, la paz no
depende de lo externo sino de Dios que trabaja todo para el bien (Rom. 8:28). Dios tiene un
propósito y está en control de todas las cosas. Este es el testimonio que el Espíritu Santo nos da
respecto a nuestro Dios y esto trae paz. La condición de paz que un cristiano tiene con Dios (Rom.
5:1) es afirmada por el Espíritu Santo en su corazón cuando el cristiano está lleno del Espíritu
Santo.
Semillero homilético
Caminando en el Espíritu
5:16–26
Introducción: Pablo afirma que el cristiano vive con más felicidad porque
tiene la paz en el corazón y un sentido de satisfacción en la vida, sin tener el
remordimiento de conciencia por las prácticas de mundanalidad que dejan a
uno vacío y solo. Si uno camina en el Espíritu tendrá los siguientes
resultados:
III. Así su vida producirá los frutos del Espíritu Santo, v. 22–24.
La segunda clase de virtudes que tienen que ver con el prójimo y están fortificadas por el amor,
gozo y paz son las siguientes: Paciencia (makrothumía 3115) que tiene que ver con una tolerancia o
un sufrimiento prolongado que aguanta heridas que son infligidas por otros (v. 22). El Señor nos ha
exhortado a que tengamos paciencia para con otros cuando nos dice: Vestíos... de paciencia (Col.
3:12). La virtud de la paciencia es necesaria en el discipulado de los nuevos convertidos al
evangelio. El que tiene paciencia sabe sufrir y esperar por la liberación de Jehovah. La siguiente
palabra es benignidad (crestótes 5544) y significa tener bondad, como la bondad de Dios para los
hombres. La palabra no tiene el significado de ser débil o tener falta de convicciones sino de ser de
genio apacible. Es una persona que muestra benevolencia a otros. El apóstol Pablo pinta un cuadro
de benignidad que él tuvo por los tesalonicenses cuando los visitó: Más bien, entre vosotros fuimos
tiernos, como la nodriza que cría y cuida a sus propios hijos (1 Tes. 2:7). La siguiente palabra que
tiene que ver con la relación con el prójimo es bondad (agathosúne 19). Esta palabra tiene dos
significados. Uno es ser justo en alma y segundo, una acción que impulsa a hacer el bien a los otros
sin que se lo merezcan. Es mejor traducir la palabra bondad como hacer el bien. Pablo les exhorta
más adelante en la epístola a hacer bondades o el bien: Por lo tanto, mientras tengamos
oportunidad, hagamos el bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe (6:10).
Las tres últimas virtudes tienen que ver con el hombre cristiano en relación consigo mismo. La
primera virtud es fe (pístis 4102). Esta palabra puede tener el significado de fe o confianza en Dios
pero es mejor traducida como fiel en el sentido de que la persona es de confianza por su fidelidad.
El significado de fe en el sentido de creer (no necesariamente en la salvación pero como un don de
fe) es mencionada en los dones espirituales (1 Cor. 12:9; Rom. 12:3, 6). La palabra fe en el contexto
es parte del fruto del Espíritu Santo y es la clase de fidelidad en las cosas de Dios que demostró
Jesús en su ministerio (Fil. 2:7–9). También se puede ilustrar esta virtud en la parábola de nuestro
Se-ñor Jesús acerca del siervo fiel (Luc. 16:10–12). La segunda palabra es mansedumbre (praútes
4240
) que se encuentra en el v. 23. Esta palabra se usaba cuando un animal salvaje era domado.
Pensemos en el caballo salvaje que tiene su propia voluntad cuando es salvaje, pero cuando es
domado entonces hace la voluntad de su jinete. Moralmente, el cristiano es domado por el Espíritu
Santo y es manso en que es controlado por Dios y no hace lo que la carne quiere sino la volundad
de Cristo. Es un cristiano que es sumiso a la palabra de Dios (Stg. 1:21). Un ejemplo clásico de una
persona mansa fue Moisés que no intervino en los problemas de Israel con enojo sino con el control
total de Dios (Núm. 12:3). El manso tiene un temperamento espiritual y acepta la voluntad de Dios
en su vida. La siguiente palabra es dominio propio (egkráteia 1466). Es el control personal hacia los
deseos carnales. Este dominio propio no viene sin el poder de Dios. Esta palabra se menciona dos
veces más en el NT (Hech. 24:25; 2 Ped. 1:6). El cristiano que manifiesta el fruto del Espíritu no
está bajo una ley. La ley no tiene nada que ver con estas virtudes que son buenas. La naturaleza de
la ley es mostrar el aspecto pecador del hombre. El fruto del Espíritu no cae en el aspecto
pecaminoso del hombre y por esto no tiene nada que ver con la ley. Estas virtudes no pueden ser
reguladas por la ley. El Apóstol lo expresa más claramente cuando dice: La ley no ha sido puesta
para el justo, sino para los rebeldes (1 Tim. 1:9).
Joya bíblica
Dado que el creyente tiene una nueva vida en Cristo, debe caminar según esta nueva vida. La
vida antigua de la carne y la ley ya pasaron con el sacrificio de Cristo, ahora está por delante la
nueva vida del Espíritu (v. 25). El vivir en el Espíritu es la raíz o el corazón de la vida cristiana. El
andar en el Espíritu es la manifestación de esa vida espiritual. El fruto del Espíritu es la evidencia
del carácter espiritual del cristiano. El Espíritu da vida nueva y el cristiano debe mostrar esa nueva
vida en el caminar en este mundo.
El Apóstol menciona algunos problemas que los gálatas estaban experimentando para
desanimarlos de estas clases de acciones y animarlos a caminar en el Espíritu (v. 26). La palabra
vanidosos (kenódoxos 2755) tiene que ver con alguien que se gloría por algo en que no hay por qué
gloriarse. Pablo menciona esta palabra en Filipenses 2:3 para exhortales a no hacer nada por
vanagloria. La vanagloria viene cuando hacemos algo para exaltar el yo y no a Cristo. El verbo
―irritar‖ (prokaléo 4292) tiene que ver con llamar a alguien para un debate o para un desafío en un
evento atlético. Posiblemente el Apóstol se estaba refiriendo a debates teológicos que no traían
bendiciones sino irritación. Los gálatas se desafiaban unos a otros a estos debates teológicos.
Cuando se argumentan asuntos bíblicos en la carne se llega a la irritación, pero cuando se hace con
el fruto del Espíritu trae bendición. Otra vez Pablo menciona la envidia, que fue mencionada en los
frutos de la carne en el v. 21. La envidia trae divisiones y pleitos. El Apóstol quería mantener la
unidad y paz en las iglesias. Estas tres verdades negativas que los gálatas estaban experimentando
son manifestaciones típicas en una religión que camina en las obras de la carne y no en el poder del
Espíritu que manifiesta el fruto del Espíritu. Es de suma importancia que cualquiera organización
cristiana se guarde de este mal. Un cristiano puede caer en esta tragedia espiritual. Esto pasa cuando
hacemos la labor cristiana en la carne y no en el Espíritu y hay iglesias que están sufriendo por este
mal.
El Apóstol ya ha mencionado el contraste que hay entre las obras de la carne y el fruto del
Espíritu Santo y concluye que hay que andar en el Espíritu. Pero, ¿qué significa andar en el fruto del
Espíritu? Algunos podían interpretarlo de una manera mística. Podían razonar que eran experiencias
personales que alguien podía tener y no tenían nada que ver con relaciones con otras personas.
Pablo escribe esta porción para argumentar todo lo contrario. El fruto del Espíritu tiene mucho que
ver con el caminar en este mundo y también con el trato que manifestamos hacia los demás.
La restauración
6:1
Pablo comienza esta porción con el caso hipotético de un cristiano que es sorprendido en una
falta (v. 1). Es mejor traducir el verbo enredado (prolanbáno 4301) como que la persona fue atrapada
por el pecado. Tiene la idea de alguien que está corriendo del pecado pero siendo el pecado más
rápido, éste lo alcanzó y lo atrapó. Tenemos la idea de alguien que trató de huir del pecado pero fue
atrapado. ¿Cómo podían los legalistas responder a esta persona? Podemos leer en otras referencias
la actitud del legalismo a alguien en pecado (Juan 8:3–5; Hech. 21:27–29). Contrario al hombre
espiritual, el legalismo no tiene misericordia ni trata que haya restauración. Después de plantearles
el problema hipotético, Pablo dice a los gálatas que ellos siendo espirituales deben restaurar a esa
persona. La palabra espiritual significa alguien cuya vida y conducta está gobernada por el Espíritu
Santo. Bíblicamente, el que debe exhortar es el espiritual y no el legalista. La palabra ―restaurar‖
(katartízo 2675) era usada en el griego secular para poner un hueso dislocado en su lugar. En el NT se
usaba para componer una red de pescar. El restaurar a un cristiano en pecado es traerlo a un
arrepentimiento y a una nueva relación con Cristo. Esta es la meta de una confrontación. El
espiritual que va a restaurar al hermano debe hacerlo con un espíritu de mansedumbre. La palabra
mansedumbre es la misma que Pablo menciona en 5:23. Esta palabra tiene que ver con el control de
Cristo. Es interesante que Pablo usa esta palabra como una necesidad para aquel que confronta a
algún hermano en la fe que ha caído. Muchas veces los cristianos confrontan en la carne, con una
actitud de vanagloria, de irritación (5:26). Esta clase de confrontación no cabe en el reino de Dios
pero si exhortamos con un espíritu controlado por la persona del Espíritu Santo, la confrontación va
a ser para restauración. En una exhortación o confrontación siempre puede entrar el mal del orgullo.
¿Vamos a confrontar a alguien que ha caído en una falta donde nosotros nunca caeremos? Es una
arrogancia que opaca a Dios y su misericordia. El problema del orgullo se resuelve cuando
pensamos que nosotros podemos también caer cuando somos tentados. Cuando estemos
convencidos de esta verdad tendremos misericordia. Las personas más misericordiosas son aquellas
que han pasado por la misma experiencia.
6:3, 4
El legalismo o la religión pone carga tras carga sobre una persona. Jesús dijo de los líderes del
judaísmo en su tiempo: Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de
los hombres; pero ellos mismos no las quieren mover ni aun con el dedo (Mat. 23:4). Contrario al
legalismo, el hombre espiritual debe ayudar a su hermano en sus conflictos contra las tentaciones
(v. 2). Las cargas tienen que ver con tentaciones y opresiones de esta vida. El Apóstol regresa al
concepto del amor que es la ley de Cristo (Mar. 12:30, 31; Juan 13:34). Es en el amor que se
cumple la ley de Cristo. Si los gálatas querían ponerse cargas, entonces ¿por qué no ayudarse unos a
otros en amor?
La responsabilidad de ayudarse el uno al otro con sus cargas puede ser eliminada por personas
que creen ser algo (v. 3). Es la clase de vanagloria que Pablo mencionó en el v. 1. Como los
fariseos, sus deseos no derivan de la justicia de Dios que viene cuando hay humillación (Mat. 5:3–
8) sino por su propia justicia que no tiene nada que ver con el reino de Dios. En los ojos de Dios
nuestra justicia no es nada pero lo es todo cuando recibimos la justicia de Cristo. Estas personas se
engañan a sí mismas. Todo aquel que piensa que por sus buenas obras, aparte de Cristo, está
agradando a Dios se engaña él mismo. Son aquellos que creen ser algo por sus propios méritos que
no tienen mucha tolerancia por las cargas de los otros.
6:1, 5
3. Debemos llevar la carga que nadie más puede llevar, v. 5, ―una carga
menos pesada‖ en el griego.
El remedio de creerse algo es poner a prueba su labor (v. 4). El ácido que prueba la labor del
cristiano es la ley de Cristo que es el amor. Es el amor de Dios que fluye en el corazón del creyente.
Si la labor es digna, entonces el cristiano se puede gloriar por su propia obra. El gloriarse no es en el
sentido de lo que la persona ha hecho por Dios, sino de lo que Dios ha hecho por medio de él. Pablo
dijo que de lo que él tenía que gloriarse era aquello que Cristo había hecho por medio de él (Rom.
15:17, 18). El cristiano no debe comparar su labor con la de otros. El comparar su labor con la de
otros puede ser dañino en el sentido de que se piense que se está actuando mejor que el otro y así
vanagloriarse. También puede ser negativo en el sentido de que esté haciendo menos que el otro y
de esa manera se deprima. Lo mejor es evaluar su obra delante del Señor sin compararla con otras.
El éxito de una labor es cómo fue hecha, con el amor de Dios o en la carne.
Cada cristiano es responsable de llevar su propia carga (v. 5). Viendo la palabra carga y
comparándola con el v. 2 parece que hay una contradicción. El v. 2 dice que sobrellevemos los unos
las cargas de los otros. El v. 5 afirma que cada uno lleve su propia carga. Esta aparente
contradicción se puede aclarar por la palabra carga en el griego. En el v. 2 cargas es báros 922 y
tiene el significado de una carga pesada que es muy difícil de llevar. En algún tiempo de nuestra
vida vendrán tentaciones o problemas que serán muy difíciles. Por esta razón, como creyentes
tenemos que estar dispuestos a buscar ayuda y que los hermanos nos ayuden. La palabra griega en
el v. 5 es fortíon 5413 y tiene el significado de un paquete pequeño que un soldado romano llevaba
cuando marchaba. El significado en este versículo es que todo cristiano tiene una responsabilidad
con Dios que no puede compartir con otros. Jesús dijo: Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga
(Mat. 11:30).
El Apóstol menciona el asunto del apoyo físico de un cristiano que enseña la palabra de Dios (v.
6). Posiblemente, los judaizantes estaban desanimando a algunos a no ayudar en las necesidades
físicas a aquellos que dedicaban todo su tiempo a la administración de la palabra de Dios. Lo que
dice Pablo aquí es el mismo principio mencionado por Jesús cuando dijo: Porque el obrero es digno
de su salario (Luc. 10:7). Otros estudiosos de la Biblia interpretan este pasaje diciendo que Pablo
no se está refiriendo al asunto de apoyo físico sino de compañerismo. La palabra griega para
―compartir‖ es koinonéo 2842 y tiene que ver con compañerismo. El contexto también apoya este
punto de vista. Entre los cristianos debe haber un compañerismo que estimule el compartir en la
palabra de Dios.
En el contexto de andar en el Espíritu en una manera práctica Pablo escribe dos verdades
universales (v. 7). La primera es que Dios no puede ser burlado. Los gá-latas no deben seguir
siendo engañados por los falsos maestros en pensar que hay cosas externas que pueden traer
justificación. Pero Dios, que ve lo que hay en el corazón del hombre, no puede ser burlado. La
palabra burlado (mukterízo 3456) lit. tiene el significado de alzar la nariz a alguien con arrogancia y
también tiene la idea de burla. Es una persona que piensa que es muy piadosa pero su corazón dice
otra cosa. La persona se vanagloría con su religión. Ningún hombre puede vanagloriarse delante de
Dios ni burlarse. La Biblia dice que Dios sabe todas las cosas del hombre, sean externas o internas
(Sal. 139:16; Heb. 4:13). El segundo principio en el andar en el Espíritu o en la carne es que lo que
el hombre siembre, eso mismo cosechará. Cada sembrador decide qué clase de cosecha tendrá. No
se pueden sembrar mangos y esperar manzanas. El mismo principio se aplica en el reino espiritual.
Hay dos campos donde el creyente puede sembrar, en la carne o en el espí-ritu. Si siembra en la
carne recogerá los frutos de la carne pero si siembra en el Espíritu tendrá una siega espiritual.
Joya bíblica
Pablo explica más acerca de la carne y del Espíritu (v. 8). El que siembra para su carne, de la
carne cosechará corrupción. En esta epístola, el Apóstol ha mencionado la palabra carne muchas
veces para mostrar que el pecado está muy relacionado con la carne y la ley que lo condena. Los
judaizantes querían poner la justificación en el campo de la carne con sus mandamientos externos.
Pero en realidad en la carne no hay esperanza de agradar a Dios, sino que la carne esclaviza al
creyente a su poder, que en verdad es débil para agradar a Dios (Gál. 5:19–21; 6:1). La palabra
corrupción es pthorá 5356 y tiene el significado de una degeneración, de ir de mal en peor. Esta
palabra a veces se usaba para describir una comida que era buena para comer, pero a través del
tiempo se pudría. Las obras de la carne son corruptibles y llevan al hombre a una pudrición
espiritual y sus frutos no son agradables a Dios. Contrario al sembrar en la carne, es el sembrar en el
Espíritu. La salvación comienza en el reino del Espíritu (3:2, 3), se anda en el poder del Espíritu
(5:16) y se llega al cielo por el poder del Espíritu (6:8). La vida eterna se recibe cuando una persona
cree y se experimenta cuando anda en el Espíritu (manifiesta el fruto del Espíritu). También la vida
eterna será segada por completo para aquellos que fueron salvos por la fe en el Espíritu.
Algunos comentaristas consideran que en esta porción Pablo está hablando de sostener
materialmente a los que se dedican todo el tiempo a enseñar el evangelio. El sembrar en la carne
quiere decir que gastan el dinero o las cosas materiales para causas carnales en vez de usarlas para
el evangelio. Pero el que invierte en el Espíritu segará galardones espirituales en el cielo. Pablo no
está hablando del carácter cristiano sino de suplir las necesidades materiales.
Pablo anima a los que andan en el Espí-ritu a no cansarse de hacer el bien (v. 9). La palabra
―cansarse‖ (egkakéo 1573) tiene que ver con un agotamiento que lleva a la persona a dejar su labor.
Es importante pensar y confiar en que el que trabaja segará bendiciones en esta tierra y
posteriormente galardones en la vida venidera (2 Jn. 8; 1 Cor. 3:8). Pablo sabía lo que era seguir en
la labor del Señor sin desmayar cuando dijo: Sin embargo, no estimo que mi vida sea de ningún
valor ni preciosa para mí mismo, con tal que acabe mi carrera y el ministerio que recibí del Señor
Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios (Hech. 20:24).
El Apóstol explica que el cristiano tiene la responsabilidad de hacer el bien para con todos (v.
10). La palabra oportunidad (kairós 2540) tiene que ver con tiempo en el v. 9 y con oportunidad en el
v. 10, una oportunidad es cuando el tiempo es correcto para algo. La idea aquí tiene que ver con
oportunidades en su totalidad que vienen al cristiano en el andar de esta vida. Se puede decir en
otras palabras que mientras el cristiano tenga la oportunidad de hacer el bien debe hacerlo. La idea
aquí no es que de vez en cuando haya una oportunidad de hacer el bien y el cristiano lo haga, sino
que en la vida del cristiano hay muchas oportunidades para servir. El hacer el bien envuelve las
buenas obras que pueden ser de ayuda económica a cualquier labor social que involucre lo bueno.
El hacer el bien no es para una gratificación personal sino para servir a la humanidad (a todos) y
especialmente a los cristianos. Pablo menciona la comunidad cristiana como la familia de la fe. La
familia tiene la idea de hermanos y hermanas en la fe que comparten el mismo nacimiento espiritual
(2 Ped. 1:1). La responsabilidad de hacer el bien cae aún más en aquellos de la familia de Dios.
Posiblemente, Pablo tenía en mente el apoyo material para los hermanos cristianos en Jerusalén.
Pablo no quería desanimar a los gálatas en ayudar a los hermanos en Jerusalén por la confrontación
que él tenía con los judaizantes.
6:6–10
Al cerrar su epístola, otra vez el Apóstol menciona los temas de más importancia que él
mencionó a través de la epístola. Podemos decir entonces que en su conclusión, el Apóstol hace un
resumen de algunos temas mencionados y cita algunos asuntos que eran de suma importancia para
él.
En este punto el gran Apóstol toma la pluma de mano del escriba y él mismo escribe el resto de
la epístola (v. 11). Esta era una práctica que Pablo seguía algunas veces (1 Cor. 16:21; Col. 4:18; 2
Tes. 3:17). El Apóstol escribió el resto de esta epístola con grandes letras. Hay varias
interpretaciones acerca de lo que Pablo quizo decir. Lutero y Calvino interpretaron las grandes
letras como lo extenso que era la epístola, las muchas letras que se tomó para escribirla. Otros
piensan que fue la mano de Pablo que estaba disfigurada por el mucho trabajo que hacía. Otros
eruditos dicen que Pablo escribió con letras grandes para dar énfasis a su argumento resumido en
esta porción. Es mejor interpretar lo dicho por Pablo como que él sufría de los ojos. Por esta razón
el Apóstol necesitaba un escriba. Podemos entender más acerca de este problema en la referencia
del aguijón en mi carne en 2 Corintios 12:7. Posiblemente este aguijón era una enfermedad en los
ojos. Otra referencia más clara es 4:15 donde Pablo los visitó por causa de una enfermedad y ellos
hubiesen querido darle sus propios ojos si fuese posible. No sabemos de seguro cuál es la
interpretación correcta pero las dos últimas tienen más lógica según el contexto general de la
epístola.
4
Pablo regresa a sus adversarios, los judaizantes, para prevenir a los gálatas de lo que ellos
estaban tratando de hacer y por qué lo estaban haciendo (v. 12). La doctrina de los judaizantes era
externa y el deseo de ellos era impresionar a otros externamente. La palabra para visto bueno es
emprosopéo 2146 y tiene la idea de hipocresía. Ellos no estaban tan preocupados en agradar a Dios
con su justicia interna sino en impresionar a otros por medio del legalismo. Esto es hipocresía,
cuando una persona se llama cristiano pero su deseo es agradar e impresionar a otros y no a Dios.
Jesús dijo acerca de este error: Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser
vistos por ellos. De lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos
(Mat. 6:1). Ellos querían agradar a la carne. La carne (sárx 4561) es mencionada por Pablo a través
de la epístola y la idea es que en la carne no hay algo bueno para agradar a Dios sino en el Espíritu.
Por esto la circuncisión, que era de suma importancia para los judaizantes, no tiene nada que ver en
el cristianismo. No solamente había hipocresía en querer agradar a los hombres, sino que también
huían de la persecución que la cruz trae en el judaísmo. El problema no era tanto Cristo, pues el
judaísmo podía decir que fue un maestro. Pero, ¿qué podían decir de la cruz? Como se mencionó
anteriormente, la cruz fue donde Cristo murió para salvar al pecador de todos sus pecados o para
pagar por completo la justicia de Dios. El hombre no se puede salvar por obras externas sino por
gracia por medio de la muerte de Cristo. Esto era muy difícil de aceptar por los judaizantes y aún
más difícil que su religión no sirve para nada o mucho sino para postrarse ante el Salvador. Al
contrario, el judaísmo persiguió al cristianismo como testifica el libro de Hechos. Estos falsos
maestros querían evitar la persecución de sus hermanos, los judíos.
4
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 72). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
También los judaizantes eran tan celosos de que todos se pusieran el yugo del legalismo que ni
ellos mismos pueden seguirlos (v. 13). Pedro testificó sobre el yugo del judaísmo cuando dijo:
Ahora, pues, ¿por qué ponéis a prueba a Dios, colocando sobre el cuello de los discípulos un yugo
que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? (Hech. 15:10). La razón de judaizar a los
gálatas externamente es que ellos pudieran seguir el camino de gloriarse en los ritos externos que no
tienen nada que ver con Dios.
Gloriándonos en la cruz
6:14
Contrario a los judaizantes, el Apóstol declara que su gloria está en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo (v. 14). La palabra gloriarme es kaucáomai 2744 y quiere decir una clase de gloria que
hace una buena demostración. En este caso sería la circuncisión que muestra externamente una
buena demostración para el hombre pero no para Dios. Pablo se gloriaba en la cruz, porque el
Salvador murió para librarlo del sistema malo del mundo. La palabra mundo es kósmos 2889 y tiene
que ver con el orden del sistema maligno en el que reina Satanás (Juan 12:31; 14:30; 1 Cor. 2:6, 8;
Ef. 2:2). La idea es que el creyente está crucificado al mundo y el mundo al creyente y tiene que ver
con que los dos están muertos el uno al otro. El cristiano es un ciudadano del reino celestial y no del
sistema maligno del mundo (Fil. 3:20, 21). Esto no quiere decir que un cristiano no puede ser
influido por el mundo sino que en Cristo el sistema del mundo no tiene poder ni autoridad sobre el
cristiano porque él está en Cristo. El poder del Espíritu Santo está en el creyente para vencer al
mundo, como testifica el apóstol Juan: Porque todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo (1 Jn.
5:4).
A la luz de que el creyente está muerto para el mundo y que él vive para Cristo, no hay ningún
rito que pueda servir para poner al creyente en una mejor relación con Cristo (v. 15). El resumen de
Pablo es que ni la circuncisión ni la incircuncisión valen nada. Pero el poder que la cruz representa
(la muerte de Cristo) hace que un pecador sin esperanza, o un religioso con falsas esperanzas, sea
una nueva criatura. Jesús dijo a Nicodemo: De cierto, de cierto te digo que a menos que uno nazca
de nuevo, no puede ver el reino de Dios (Juan 3:3). La vida antigua o en la carne no se puede
arreglar porque no tiene nada bueno para agradar y servir a Dios (Rom. 7:18). Por esta razón es
importante que el hombre tenga una nueva naturaleza o una creación nueva para tener un
compañerismo con Dios y gozar las bendiciones espirituales. Pablo dijo que esta creación sólo era
hecha en el poder de Cristo (2 Cor. 5:17).
El Apóstol invita a todo aquel que no conoce a Jesús como su Salvador a caminar en la nueva
regla del evangelio de la gracia. Posiblemente el Apóstol tenía en mente a los judaizantes (v. 16).
Ellos podían tener una relación personal por medio de Jesucristo si solamente comenzaban a
caminar en la nueva revelación de Dios que es espiritual. Para los hermanos que andan en el
evangelio, hay paz en el sentido de tener una nueva relación con Dios y la misericordia de Dios en
ellos. Ya no están bajo la maldición de Dios, sino que están cubiertos por el manto de su
misericordia.
La segunda parte del v. 16 plantea un problema. El problema es: ¿Qué quiso decir Pablo con el
Israel de Dios? Algunos eruditos creen que la iglesia es Israel y que no hay una futura restauración
de Israel como nación. Todas las promesas y bendiciones que Dios prometió a Israel en el AT ya no
son para Israel sino para la iglesia que es el Israel de Dios en un sentido espiritual. Este versículo no
apoya la posición de que Israel es la iglesia por las si- guientes razones: Primera, el Apóstol está
mencionando dos grupos, ellos y el Israel de Dios. Si la iglesia es Israel entonces ¿quiénes son
ellos? Segunda, la palabra Israel casi siempre tiene en mente el significado de judíos y sería algo
extraño que el Apóstol usara la palabra para referirse a gentiles. Tercera, en otras referencias, el
apóstol Pablo se refiere a dos clases de judíos, los creyentes y los que no son creyentes (Rom. 9:6).
Algunos interpretan el Israel de Dios como un grupo que no es parte de la iglesia de Cristo.
Según el contexto, la paz es para ellos, los que andan en el evangelio. La misericordia es para aquel
grupo de judíos (Israel de Dios) que todavía no ha aceptado el evangelio pero que posiblemente
acepte a Cristo y venga a ser uno con los del primer grupo.
Es mejor interpretar el Israel de Dios como un grupo de la iglesia de Cristo, los judíos
cristianos. Las razones que apoyan esta interpretración son las siguientes: La conjunción y tiene que
ver con enlazar dos grupos: ellos y el Israel de Dios. Cuando Pablo menciona a Israel él casi
siempre tenía en mente al grupo étnico de los judíos. En el contexto parece que Pablo está
condenando todo lo que tiene que ver con Israel, parece que Pablo estaba contra el judaísmo. En su
conclusión, el Apóstol no quiere ser mal entendido. El quería mostrar su amor para sus hermanos en
la carne, los judíos, que eran cristianos. El verdadero Israel, en la dispensación de la gracia, son los
judíos que vienen al conocimiento de Cristo. Esto no quiere decir que Dios no tiene un programa
futuro para la nación de Israel. Otra razón por la cual posiblemente Pablo mencionó a los judíos
cristianos es para que los gentiles no tomaran una mala actitud contra los judíos, se volvieran
orgullosos y rompieran el compañerismo con los hermanos judíos.
El apostolado de Pablo y su mensaje habían sido puestos en duda por los judaizantes. Pablo les
pide que no le molesten más y les recuerda que él tiene las marcas de Jesús en su cuerpo (v. 17). La
palabra marcas (stígma 4742) tiene que ver con una marca de propiedad que se ponía a un animal o a
un esclavo. Contrario a los judaizantes que llevaban la marca de la circuncisión, Pablo llevaba en su
cuerpo las cicatrices de las persecuciones que padeció por el nombre de Cristo (1 Cor. 4:11; 2 Cor.
4:10, 11; 6:5, 9; 11:24, 25). Muchas de las persecuciones que Pablo sufrió fueron causadas por los
judíos que no querían que Pablo predicase la cruz de Cristo. Como cristianos debemos
preguntarnos, todos los días, si nuestras cicatrices están en nuestros cuerpos, mentes o
circunstancias por causa de complacer la carne o por causa del evangelio de Cristo.
Las últimas palabras del Apóstol son importantes (v. 18). Les llama hermanos para mostrarles el
amor que él tiene por ellos. Aunque él tuvo que hablarles muy fuerte, en su corazón había un
sentimiento muy cariñoso hacia ellos. También el Apóstol menciona las palabras gracia de nues-
tro Señor Jesucristo que debería ser el lema que debe permanecer en ellos (comp. 1:3).
Semillero homilético
6:17
EFESIOS
Exposición
Stanley Stamps
Ayudas Prácticas
Oscar Pereira
INTRODUCCION
EFESIOS: LA GLORIA DE DIOS EN LA IGLESIA
PROLOGO
La epístola a los Efesios es la exposición más elocuente sobre la obra que hizo Dios en Cristo
Jesús en beneficio de la humanidad pecadora. En ella el apóstol Pablo sube hasta la cumbre de la
alabanza con palabras elocuentes que revelan un concepto claro y panorámico del propósito eterno
de Dios realizado en Cristo Jesús. Este propósito se está llevando a cabo por medio de la iglesia, la
cual es el cuerpo de Jesús, la cabeza de ella.
El autor provoca con su pluma ágil sentimientos de éxtasis al conducir al lector por lugares
celestiales, o sea por esferas espirituales. Con la misma destreza trae al lector de regreso a la tierra,
a la realidad de la vida actual. Como artista, dibuja magníficos cuadros de la gracia divina
manifestada en Jesús y hecha realidad por medio de la fe en nosotros, los creyentes.
Vale la pena detenernos un poco para examinar este discurso fecundo y elocuente emitido a
todos los santos y fieles en Cristo Jesús en todos los lugares y para todos los tiempos. Pero antes,
conviene que consideremos algunos asuntos pertinentes a esta epístola, tales como el autor, los
destinatarios, las condiciones que originaron la carta y algunas de las características de ella.
AUTOR
Esta epístola indudablemente fue escrita por el apóstol Pablo. Siguiendo el estilo de las cartas de
aquella época, el autor se identifica al comienzo como Pablo, apóstol de Jesucristo (1:1). Emplea su
propio nombre otra vez en 3:1 como identificación. Se refiere a su persona como prisionero de
Cristo Jesús (3:1), prisionero en el Señor (4:1) y embajador en cadenas (6:20). Alude así a la
condición actual en que se encuentra en Roma. A la vez, se refiere en forma figurativa a su ánimo
espiritual, como prisionero encadenado por Jesús, opuesto al estado anterior como un individuo
encadenado por el pecado y sujeto a Satanás.
La epístola a los Efesios pertenece a un grupo de cuatro cartas que Pablo escribió mientras
estuvo encarcelado en Roma, probablemente entre los años 62 y 63. Estas son Efesios, Filipenses,
Colosenses y Filemón. Según lo que aprendemos por Hechos 28:16 y 30, Pablo había sido
conducido como prisionero a Roma para apelar su caso ante el César. Vivía allí en una casa
alquilada que le servía como cárcel durante dos años. Así que esta carta tuvo su origen en una cárcel
romana y fue el producto literario del apreciado Apóstol a los gentiles. Es paulina en estilo y muy
parecida a la epístola a los Colosenses.
DESTINATARIOS
Según el texto, los destinatarios fueron los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso
(1:1b). Esto nos presenta con un problema, pues hay evidencia contundente de que la carta original
no fuera escrita exclusivamente a la iglesia en Efeso. El contenido de la propia carta crea esta duda.
En primer lugar, ella carece de los saludos íntimos y los mensajes personales que caracterizan los
demás escritos de Pablo. W. Barclay opina que Efesios es la carta más impersonal que escribió
Pablo.
En segundo lugar, Pablo da la impresión (1:15) de sólo haber conocido a los destinatarios por
referencia y que ellos probablemente desconocieron muchos de los antecedentes del ministerio de él
(3:2). Esto, a pesar de que Pablo estuvo en Efeso por lo menos en dos ocasiones. La primera vez fue
cuando pasó por allí en su segundo viaje misionero (Hech. 18:19, 20). En otra ocasión tuvo contacto
con los ancianos de la iglesia de Efeso mientras se detuvo temporalmente en Mileto. Este puerto
servía a Efeso, la ciudad principal del área, que se hallaba a pocos km. hacia el interior, alejado de
la costa insalubre. Esta visita fue al final de su último viaje misionero, porque se encaminaba hacia
Jerusalén y su eventual encarcelamiento y juicio. La breve visita se destaca por la intimidad del
encuentro y la intensidad de los sentimientos expresados (Hech. 20:17–38). Por estas razones, nos
parece muy raro que a Pablo le hubiera faltado la cortesía de saludar personalmente a los
compañeros íntimos de la obra en Efeso. Allí es donde había permanecido más tiempo que en
cualquier otra ciudad que visitara en sus viajes misioneros.
Nos parece correcto deducir que la epístola no fue escrita originalmente con los santos y fieles...
que están en Efeso específicamente en mente. Siendo este el caso, uno se pregunta: ¿Para quiénes,
pues, fue escrita?
Lo más probable es que los destinatarios originales fueron los santos de la iglesia en Laodicea,
ciudad próxima a Colosas, que se menciona en la epístola a los Colosenses: Cuando esta carta haya
sido leída entre vosotros, haced que se lea también en la iglesia de los laodicenses; y la de
Laodicea leedla también vosotros (Col. 4:16). Esto nos da a entender que a la vez que escribe a los
colosenses, Pablo escribe una a los laodicenses. Las dos misivas fueron llevadas a sus destinos
respectivos en manos de Tíquico a quien se menciona en 6:21, 22, y en Colosenses 4:7–9.
Acompañando a Tíquico va Onésimo portando una preciosa carta de libertad espiritual a su amo
Filemón, a quien había perjudicado, habiéndole robado antes de conocer a Cristo por medio de
Pablo en la prisión en Roma.
El criterio aceptado por la mayoría de los estudiosos de la Biblia es que esta epístola fue escrita
como una carta circular. Similar a la carta a los colosenses, debiera ésta ser leída primero en una
iglesia y luego en otra (Col. 4:16). De esta manera circulaban las dos cartas entre todas las
congregaciones del valle del río Lico, en donde se hallaban las ciudades de Colosas y Laodicea, y
también la de Efeso. Estas ciudades pertenecían a la provincia romana de Asia que hoy en día forma
parte de Turquía.
Es muy probable que una copia de esta carta sin destinatario definido fuese hecha
específicamente para la iglesia en Efeso. Posteriormente ésta fue copiada y circulaba entre las
congregaciones vecinas, lográndose conservar algunas copias. De igual manera, fueron conservadas
copias del manuscrito original sin destinatario nombrado, dejándonos con este dilema. No obstante
estos problemas, fueron afortunadas las iglesias que recibieron esta epístola, obra maestra del
pensamiento espiritual del apóstol Pablo.
Otro testimonio a favor de este argumento referente a la falta de un destinatario específico de la
epístola es que no se menciona ningún problema moral ni doctrinal que el autor tenga que
considerar. No hay conflicto que resolver, ni individuo que corregir. Esto deja en libertad al autor
para afirmar la grandeza de la obra de Dios en la redención por medio de Cristo, la unidad de la
iglesia con él como cabeza, la unidad de toda la humanidad por fe en Cristo y la belleza de la vida
bajo el dominio de Cristo. Con ella, el autor da testimonio afirmativo del evangelio en contraste con
el gnosticismo incipiente en esa época y de las religiones paganas prevalecientes en Efeso y en el
valle del río Lico.
Esta carta es la obra maestra del Apóstol a los gentiles; es como una sinfonía majestuosa que
armoniza varios conceptos grandes. Pero, como en una pieza musical, siempre se puede sentir la
vibración de un tema específico que se entreteje por toda la obra. El tema fundamental de esta
epístola es: La gloria de Dios en la iglesia. Pablo presenta a Dios como el arquitecto divino y a
Cristo como el fundador y constructor de la iglesia. Si es así, podemos decir que Pablo es el mejor
intérprete de la iglesia de Cristo, y esta epístola es uno de sus mejores tratados. Este intrépido
embajador de Cristo se dedicaba a establecer iglesias en Asia y Europa. Las confirmaba en la fe y la
doctrina de Cristo por medio de visitas personales y correspondencia (Hech. 15:41; 16:5). Se
preocupaba por el crecimiento y bienestar de ellas. Esta carta es evidencia de esta preocupación
pastoral.
Cristo había anunciado su plan de edificar su iglesia sobre la roca de la fe de los creyentes en él
(Mat. 16:16). Aunque la Biblia no nos dicta el momento preciso cuando tuvo lugar este
acontecimiento, bien podríamos concluir que la iglesia de Cristo se iba formando de los apóstoles y
demás discípulos entre la ascensión de Cristo y el día de Pentecostés, culminándose en ese día
glorioso. Los 120 creyentes reunidos en el aposento alto constituyeron el núcleo de esta iglesia en
formación. La venida del Espíritu Santo sobre ellos fue el sello de autenticación tanto de la fe como
del mensaje y la misión de la iglesia.
Estamos seguros de dos hechos, entre otros: la intención divina de establecer la iglesia y la
venida del Espíritu Santo sobre ella. Este último acontecimiento sucedió en el día de Pentecostés, la
fiesta en que los judíos fieles adoraban a Dios con las primicias de sus cosechas. Pocos días después
de haber ascendido Jesús, él cumplió la promesa que había hecho a sus discípulos de enviarles el
Espíritu Santo y capacitarlos para testificar de él en todo el mundo (Juan 14:15–18; 16:7–15 y
Hech. 1:5 y 8). El cumplimiento de esta promesa se relata en Hechos 2, cuando vino el Espíritu
Santo sobre la iglesia reunida en Jerusalén durante una de las fiestas más concurridas de los judíos.
Estaban presentes en la ciudad miles y miles de los fieles procedentes de todo el mundo conocido
de aquel tiempo.
Nos parece que el acontecimiento más importante y espectacular en esa ocasión fue 3.000 almas
de entre la multitud que oyó en su propio idioma el evangelio proclamado, creyeron en Cristo,
fueron bautizados y se juntaron al pequeño grupo con que comenzó la iglesia. En esta ocasión la
iglesia diseñada por Dios, edificada y gobernada por Cristo y saturada con y movilizada por el
poder del Espíritu Santo, tomó cuerpo e inició su marcha al través del mundo y la historia.
Sus primeros éxitos se registraron en Jerusalén y Judea. Pero allí se quedó porque los primeros
líderes todavía no habían comprendido el propósito misionero de la iglesia, que era alcanzar a todas
las naciones (grupos étnicos) con el misterio del evangelio de salvación por medio de la fe en
Jesucristo. No salieron de los límites fronterizos de Jerusalén y Judea hasta que Dios permitió que
una ola de persecución azotara a la tierna iglesia cristiana. Esta provocó una dispersión rápida de los
creyentes a diferentes partes. Hizo que los creyentes recién convertidos, pero llenos del Espíritu
Santo, hablasen de Cristo, su vida, muerte y resurrección dondequiera que fueran, con el resultado
consecuente de la salvación de almas arrepentidas. Por ejemplo, Felipe en el desierto de Gaza con el
etíope y en Samaria; Pedro, en Cesarea con un oficial del ejército romano, después de haber sido
convencido por el Espíritu Santo de que Dios no hace distinciones y que el evangelio era para el
oficial romano al igual que para el judío; y los creyentes que llegaron a Antioquía de Siria, donde
un gran número de gentiles creyó también en Cristo. La iglesia joven estaba saliendo
paulatinamente del molde cerrado y estrecho del mundo del judaísmo. Estaba mudándose de un
capullo que la restringía, tomando una forma madura que se movía con libertad como la bella
mariposa que apenas se libra de su capullo.
Antioquía fue la base de lanzamiento de la primera empresa misionera hacia países lejanos, de
la cual Pablo fue uno de los socios principales. Este hombre que antes había participado en la
persecución de la iglesia, que encarcelaba a los creyentes y aprobaba su muerte, se había convertido
en un seguidor de Cristo de manera singular y espectacular (Hech. 9:1–19). Siendo una persona
preparada en la Palabra del Señor, o sea lo que conocemos como el AT y los escritos tradicionales
de los judíos, al convertirse a la fe en Cristo llegó a ser el mejor intérprete de su evangelio. Siendo
fariseo y ex discípulo de Gamaliel, el respetado maestro de Jerusalén, Pablo pudo defenderse con
agilidad y astucia contra los argumentos de los mismos fariseos entre quienes había militado en otro
tiempo. Siendo también ciudadano romano por nacimiento él pudo movilizarse con facilidad por el
imperio romano y aprovecharse de los derechos que correspondían a un ciudadano.
Pablo se valía de estas ventajas a medida que avanzaba a través de Asia, Macedonia, Acaya y
ahora en Roma, predicando el evangelio, estableciendo y confirmando iglesias en los mayores
centros poblados del Imperio Romano. Había cumplido bien y fielmente la misión con la cual había
sido encargado aquel día cuando el Cristo resucitado se le apareció en el camino para darle un
nuevo rumbo en la vida. Hasta inclusive había logrado su ambición de anunciar el evangelio en
Roma en la propia casa de César, después de haberlo proclamado ante los gobernadores importantes
en Judea. Había acabado la jornada. El final de la carrera estaba a la vista. Sus días sobre la tierra
eran contados. Había tiempo para meditar, orar y reflexionar.
De repente recibió noticias de las iglesias en Asia. Es probable que Epáfras acababa de llegar de
Colosas con noticias de la iglesia de ese lugar (Col. 1:7, 8). Esto hizo que Pablo escribiera a esa
iglesia que no había conocido personalmente. Eleva una oración de gratitud al Señor por los
hermanos (Col. 1:3–14), afirmando la esperanza que os está guardada en los cielos. Afirma la
doctrina de Cristo y estimula la fe de los creyentes (Col. 1:15–29). Puesto que había recibido
noticias de los colosenses por medio de Epáfras, el Apóstol aprovechó para enviarles una carta de
regreso. Había mucho movimiento entre Roma y las provincias debido al sistema de caminos que el
gobierno había construido para el fácil movimiento de sus ejércitos, las autoridades consulares y el
comercio, y debido al régimen de paz que predominaba en aquella época.
Puesto que Pablo estuvo preso en un lugar de Roma, los creyentes que llegaron allí fácilmente
podrían comunicarse con él. Uno de ellos fue Tíquico, que ahora regresaba a Colosas junto con
Onésimo. Conmovido por las noticias recibidas de Colosas y la preocupación pastoral que él sentía
por ellos, les escribe. Aprovecha la misma ocasión del viaje de Tíquico y el mismo sentido de
urgencia para escribir a otras iglesias vecinas del valle del río Lico, incluyendo la de Laodicea (Col.
4:7–9, Ef. 6:21, 22).
CARACTERISTICAS DE LA EPISTOLA
Parece que el Apóstol quiere aclarar y solidificar a la vez el concepto de la iglesia de Cristo
como el verdadero reflejo del propósito divino. En Efesios Pablo concentra toda su teología para
afirmar una vez por todas la primacía de la iglesia bajo el señorío de Jesucristo. Nos hace ver cuál
ha sido el propósito eterno de Dios, cómo lo logró en Cristo Jesús y cómo lo está manifestando en
el mundo actual por medio de la iglesia. Es un vistazo completo que nos presenta en forma de
panorama el plan divino concebido en la mente de Dios en lugares celestiales desde antes del
comienzo. Traza el desarrollo de este plan por medio de Cristo Jesús. Presenta la iglesia como una
nueva humanidad y la agencia escogida para comunicar a los gentiles el mensaje de salvación por fe
en Cristo. También describe a la iglesia como el pueblo de Dios y la morada del Espíritu Santo. Está
siendo preparada como una iglesia gloriosa que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante
(5:27) para la venida de Cristo en gloria, cuando ésta será recibida como su esposa ideal. ¡Qué
pensamientos tan grandes y profundos!
La epístola a los Efesios presenta la gloria de Dios en la iglesia como cuerpo del cual Cristo es
la cabeza. El doctor B. H. Carroll dice que se enfatiza la relación de Cristo con la iglesia,
haciéndose más énfasis en la iglesia que en la persona de Cristo. En cambio, Colosenses enfatiza la
grandeza de Cristo en relación con el Padre. Las dos cartas son complementarias y a veces
paralelas. En muchos casos lo que dice Pablo en la una, lo repite en la otra. Hasta los vocabularios
son similares. Se afirma que hay por lo menos 32 versículos paralelos entre Efesios y Colosenses.
Este hecho fortifica la idea de que Pablo, después de haber escrito a los colosenses, decidió escribir
una carta que circulara entre las demás iglesias del área, siendo Efeso la ciudad principal. El quiere
confirmarles en la gloriosa tarea de vivir victoriosamente sobre la tierra para lo que es, ha sido y
siempre será el propósito de Dios: su gloria eterna.
Esta gloria ha sido revelada en Cristo y se ha manifestado en la iglesia, la cual Pablo describe
como cuerpo (1:22, 23), edificio o templo (2:19–22), esposa (5:22–31) y finalmente como ejército
vigilante y vencedor (6:10–18). Además, el doctor Carroll sugiere que en esta epístola se encuentran
los tres grandes sentidos neotestamentarios de la palabra iglesia: La iglesia concebida en la mente
de Dios como una unidad, todos los escogidos; la iglesia como una institución; y la iglesia como
una congregación particular.
Sin duda esta epístola es el ―manifiesto de la iglesia‖. Estamos de acuerdo con lo que dice
Barclay en su comentario sobre Efesios: ―Nadie tuvo jamás una visión tan grande de Cristo como la
que lo conciba centro único en el cual todas la desuniones de la vida se resuelven en unidad. Nadie
jamás tuvo una visión más grande de la iglesia que la que ve en ésta el instrumento de Dios para la
reconciliación universal.‖
Dicho todo esto, estamos listos para embarcar en la nave que nos levantará hasta lo más alto del
pensamiento paulino y nos hará explorar hasta lo más profundo de su concepto de la gloria de Dios.
Pero, no antes de orar juntos con el anciano Apóstol a los gentiles:
Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y
revelación en el pleno conocimiento de él; habiendo sido iluminados los ojos de vuestro
entendimiento, para que conozcáis cuál es la esperanza a que os ha llamado, cuáles las riquezas de
la gloria de su herencia en los santos, y cuál la inmensurable grandeza de su poder para con
nosotros los que creemos, conforme a la operación del dominio de su fuerza (1:17–19).
BOSQUEJO DE EFESIOS
AYUDAS SUPLEMENTARIAS
Barclay, William. El Nuevo Testamento Comentado, tomo 10, Gálatas y Efesios. Buenos Aires:
Ediciones La Aurora, 1984.
Bonnet, L. y Schroeder, A. Comentario del Nuevo Testamento, Epístolas de Pablo, tomo 3. El Paso,
Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1970.
Erdman, Carlos R. La Epístola a los Efesios, Una Exposición. Grand Rapids, Michigan: T.E.L.L.,
1966.
Martin, Alfred. ―Efesios‖ en Comentario Bíblico Moody (redactado por Everett F. Harrison). El
Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1987.
Martin, Ralph P. ―Efesios‖ en Nuevo Comentario Bíblico (redactado por Guthrie, D. y otros). El
Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1977.
Morgan, Campbell. Los Grandes Capítulos de la Biblia, Tomo II. San José, Costa Rica: Editorial
Caribe, 1958.
Smith, J. A. ―Epístola a los Efesios‖ en Comentario Expositivo sobre el Nuevo Testamento, Tomo V
(redactado por Alvah Hovey). El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1973.
Smith, Hoke. Efesios, el Propósito Eterno de Dios, El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones,
1976.
Stott, John R. W. La Nueva Humanidad. El Mensaje de Efesios. Downers Grove, Illinois; Ediciones
Certeza, 1979.
Tolbert, Malcolm O. Efesios; El Nuevo Pueblo de Dios. El Paso, Texas: Casa Bautista de
Publicaciones, 1979.
Vaughan, Curtis. Efesios: Comentario Bíblico. Miami, Florida: Editorial Vida, 1987.
Wickham, Pablo. La Biblia y Su Mensaje, Efesios a Colosenses. Barcelona, España: Unión Bíblica
de España, 1982.
EFESIOS
TEXTO, EXPOSICION Y AYUDAS PRÁCTICAS
El único título que se atreve atribuir es el de apóstol, aunque bien podría haber usado otros,
como alude en Filipenses 3:5. En cambio, prefiere identificarse sencillamente como apóstol y
considera todos los demás títulos que podría usar como pérdida a causa de Cristo (Fil. 3:7). El
único privilegio que Pablo estimaba de valor fue el de ser apóstol de Jesucristo. Lo consideraba un
alto honor y defendía tenazmente su apostolado al escribir a los cristianos de Corinto en sus dos
cartas (1 Cor. caps. 4 y 9 y 2 Cor. 10).
Con esta expresión, indica a quién pertenece como apóstol y de quién proviene su autoridad:
Jesucristo. Señala, además, que fue hecho apóstol por voluntad divina y no humana. La palabra
apóstol (apóstolos 652) significa uno que ha sido enviado o despachado con un mensaje. Un apóstol,
pues, es un mensajero. Este término tiene el significado de ―representante con la comisión y
autoridad de actuar en el nombre y de parte de aquel quien lo ha enviado; no es simplemente uno
que entrega un mensaje y nada más‖ (Bratcher y Nida, A T ’ H k P ’ L
the Ephesians, p. 3).
Respecto a esto, Pablo conocía bien la práctica del Sanedrín, la corte de los judíos. Al llegar éste
a una decisíon, despachaba a un apóstolos (mensajero) para transmitir el mensaje al interesado y
verificar su cumplimiento. Esto lo hacía con la plena autoridad y respaldo del Sanedrín mismo. Así
que, al identificarse como apóstol de Jesucristo, Pablo está declarando a los que leen esta carta que
ha sido enviado con la autoridad de Cristo y que el mensaje que transmite tiene urgencia divina.
Joya bíblica
Pablo se consideraba apóstol con una satisfacción humilde. Se refería a sí mismo como apóstol
no con jactancia, sino contándolo como un privilegio de ser mensajero al mando de Jesús. Al decir
por la voluntad de Dios, enfatiza que él fue escogido y colocado en el ministerio apostólico por
Dios mismo y no por elección propia, ni por la de otros seres humanos (ver 1 Tim. 1:12).
En seguida, identifica a los destinatarios de la carta: A los santos y fieles en Cristo Jesús que
están en Efeso. El texto en el idioma original en que fue escrito esta carta, el griego, dice lit.: A los
santos que están en Efeso y fieles en Cristo Jesús. Nos parece que a Pablo le gustaba reiterar sus
pensamientos con expresiones dobles y paralelas, casi como lo hallamos en los Salmos. Menciona
tanto el estado como la condición espiritual de los destinatarios. Estos fueron primeramente santos
(ágios 39 y 40) apartados por Dios y consagrados a su servicio. Esto se refiere al estado espiritual en
que se hallaron por la gracia de Dios y desde el punto de vista de Dios. La palabra santos se refiere
al hecho inicial y el estado actual del creyente como apartado por Dios y consagrado continuamente
a su servicio. Como dicen Bonnet y Schroeder: ―Santos es la designación del carácter de los
cristianos como miembros del pueblo de Dios y de su destino final.‖
En segundo lugar, se refiere a la condición espiritual activa de los destinatarios desde el punto
de vista de los hombres como fieles en Cristo Jesús. Los fieles (pistós 4103) son los que han puesto
su fe en él como Salvador y lo demuestran a través de su vida. Todo creyente es un santo, apartado,
hecho santo por la obra y gracia de Dios, e íntimamente relacionado con él por medio de la fe activa
en Cristo Jesús que se manifiesta en una lealtad de servicio activo. Estas dos son características
esenciales de los seguidores de Jesús y, por consiguiente, de los destinatarios de esta carta.
A la vez, es probable que esta epístola fuese escrita como una carta circular. Bien podría ser ésta
la epístola perdida a los laodicenses mencionada en Colosenses 4:16. Esta es una buena posibilidad,
puesto que Pablo no había visitado Laodicea tampoco, y faltan menciones de personas conocidas,
saludos y recados personales.
Aunque nos pueda quedar un poco de duda en cuanto al lugar geográfico específico, no cabe
duda alguna con respecto a la esfera espiritual donde se encontraban los lectores: en Cristo Jesús.
Esta expresión se refiere al hecho de que los lectores son salvos por fe en Cristo Jesús, la que los ha
unido a él en una unión vital y santificadora. El hecho que son santos y fieles depende de su fe en
Cristo.
Después del saludo, Pablo pronuncia una bendición doble sobre los que reciben la epístola:
Gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo (v. 2). Gracia y paz
es una bendición compuesta de los mejores sentimientos que Pablo podría sentir y los más altos
deseos que podría tener para los creyentes. Refleja las raíces judeocristianas de la fe. Gracia (cáris
5485
) es una expresión que refleja la cultura griega y es la esencia de la fe cristiana; y paz (eiréne
1515
) fue el saludo tradicional entre los judíos y es una expresión que refleja la condición que es el
resultado de la fe de los creyentes.
La gracia es la obra bondadosa de Dios en Cristo Jesús, un favor amoroso en beneficio del
hombre, aunque no lo merezca. La paz es el resultado de ésta. Según Vaughan, paz es la
consecuencia de haber experimentado el favor de Dios. Significa no sólo la ausencia de conflicto,
sino la presencia de bendiciones positivas.
Las dos palabras siempre van unidas y siempre se encuentran en este orden en los escritos de
Pablo. La gracia produce paz y no viceversa; la paz procede de la gracia. La una es la obra y la otra
es el resultado. Las dos juntas en el saludo apostólico constituyen una doble bendición, reuniendo
así lo mejor de los dos mundos en que vivía la comunidad cristiana: el grecocristiano y el
judeocristiano. Según Barclay, gracia significa ―encanto‖ y siempre se refiere a un don, algo
recibido. Se refiere al origen y la calidad de la vida cristiana. La vida cristiana tiene su fuente en
Dios y produce un encanto inmensurable en la vida del que cree.
Ambos, la gracia y la paz, son de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Uniendo a
estas dos personas de la divinidad de esta manera, el Apóstol presupone una relación íntima y única
entre ellas, que son de la misma esencia. Así, la doble bendición de la gracia y la paz provienen
igualmente del Padre y del Hijo.
Habiendo expresado este breve saludo, el apóstol se eleva a las alturas celestiales con un cántico
de alabanza que no tiene igual en las Escrituras. Prorrumpe en una declaración elocuente sobre el
maravilloso y eterno propósito de Dios. Esta declaración consiste en un himno de alabanza (vv. 3–
14) y una acción de gracias con un rogativo pastoral (vv. 15–23). El tema de esta meditación
devocional podría ser: La gloria de Dios en la iglesia.
Parado en la cima de sumo gozo y admiración, Pablo con una sola mirada vislumbra hacia atrás
hasta la eternidad infinita y hacia adelante hasta la eternidad venidera. Señala en una sola alocución
el panorama admirable del propósito divino de proveer en Cristo Jesús una salvación completa,
gratuita y eterna para toda la humanidad. Expresa sus sentimientos profundos en una oración larga,
que en el griego se extiende desde el v. 3 hasta el 14. En la RVA esta oración larga ha sido dividida
en siete oraciones más breves.
Comienza con una doxología que celebra las múltiples bendiciones de Dios en Cristo Jesús para
con nosotros: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido en
Cristo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales (v. 3). Esta declaración es como un
5
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 92). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
resumen de todo lo que sigue. Emplea tres formas de la misma palabra (eulogéo 2127) para dar
énfasis sobre la grandeza de estas bendiciones.
Con esta declaración Pablo indica que Dios debe ser alabado, o merece ser alabado por lo que
ha hecho a través de la historia, culminando en la persona y la obra de Jesucristo. Establece la
relación íntima que existe entre Dios y Jesús. Indica que Dios es a la vez ―el Padre de Jesucristo
(quien es nuestro Señor) y su Dios‖ (Bratcher y Nida, p. 9). Señala que Dios mismo es el autor de
todas las bendiciones espirituales que son nuestras en Cristo. Estas bendiciones son de carácter
espiritual y no deben ser confundidas con bendiciones materiales. Bonnet dice que ―bendecir a Dios
es alabarle, glorificarle en un sentimiento de adoración, de reconocimiento, de amor‖.
En lugares celestiales (v. 3) puede referirse a la esfera de las operaciones divinas, donde mora
Dios por la eternidad en contraste con lo terrenal. Dios en consejo celestial decidió hacer todo lo
que la Biblia nos revela que hizo. A la vez, puede entenderse por esta expresión que el creyente en
Cristo ya es ciudadano del cielo y que las bendiciones espirituales en lugares celestiales pueden
referirse a la cualidad de las bendiciones que disfrutamos aun en esta vida por medio de Jesucristo.
La expresión bendición espiritual indica que las bendiciones provienen del Espíritu.
Es interesante notar que la expresión en lugares celestiales se halla solamente en esta epístola
(1:3, 20; 2:6; 3:10 y 6:12). ¿Será que la bendición espiritual en los lugares celestiales describe la
experiencia presente del creyente en compañerismo con los demás cristianos que forman la iglesia?
¿Podrá esto sugerir que la Iglesia como la conocemos en la tierra es un anticipo ideal de cómo ha de
ser en la eternidad?
Semillero homilético
1:1, 2
Conclusión: Estas son las marcas de una iglesia apostólica según Efesios.
¿Muestra su iglesia evidencias de estas marcas apostólicas? Su iglesia debe y
puede adquirir, o hacer más notables, tales marcas de fidelidad a la Palabra
apostólica del Espíritu Santo.
El autor procede a enumerar estas bendiciones por medio de un himno de alabanza. Señala
claramente la obra del Padre, del Hijo y del Espíritu por medio de una estrofa cada uno, seguido con
el refrán para la alabanza de su gloria (vv. 6, 12, 14). Señala el pasado, el presente y el futuro de la
salvación que tiene el creyente en Cristo.
La primera estrofa de este himno de alabanza se halla en los vv. 4–6, donde señala lo que ha
hecho Dios. Nos escogió en él desde antes de la fundación del mundo (v. 4). Esto habla de un acto
soberano del Dios eterno quien no conoce límites ni de tiempo ni de espacio. Efectuando el
propósito eterno y divino en la elección, Dios inició una cascada de bendiciones espirituales en
lugares celestiales. Esta primera bendición consiste en la elección divina: Dios nos escogió para sí
en Cristo. La elección es un hecho. Fue objetivo y con un propósito definido. Este acto corresponde
a la amorosa voluntad de Dios manifestada en Cristo Jesús y es para la salvación del escogido. No
depende de la capacidad para escoger de los escogidos, ni de los méritos que estos tuviesen. En
cambio fue una expresión independiente de la libre voluntad divina. La elección constituye la base
de todas las demás bendiciones espirituales.
Con la palabra escogió (eklégomai 1586) Pablo comienza a definir quiénes son los que componen
la verdadera iglesia de Cristo, el pueblo escogido de Dios. Aunque la palabra iglesia (ekklesía 1577)
no aparece hasta el v. 22, el autor va gradualmente descubriendo palabra por palabra el propósito
divino al formar en la iglesia a un pueblo particular para rendirle a Dios la gloria. Es importante
recordar esta palabra y otras en forma acumulativa para comprender lo significativo de la iglesia en
el propósito de Dios.
¿Quiénes son los bendecidos? Son los elegidos en Cristo; nosotros los creyentes, tanto los judíos
como los gentiles. Nos escogió en él aclara los objetos de la elección divina y el medio por el cual
se realizó. Nos se refiere a todo el pueblo de Dios, los cristianos. Hemos sido escogidos en Cristo,
el Mesías, el ungido de Dios. En él es una expresión favorita de Pablo y aparece más de veinte
veces en esta epístola y expresa la relación especial que existe entre el creyente y Cristo. Es una
unión íntima y mutua. Las bendiciones espirituales se fundamentan en él y dependen de una
relación vital. Dios es el gestor de las bendiciones espirituales, Cristo el mediador y nosotros los
beneficiarios.
En la expresión desde antes de la fundación del mundo, Pablo manifiesta el carácter eterno de
Dios, y su soberanía y poder para tomar decisiones. Dios es eterno y no conoce límite de tiempo.
Por esto, esta frase señala que la decisión fue tomada por el Dios soberano antes de la creación,
sabiendo bien todas las implicaciones y consecuencias, los resultados y también el veredicto final
de tal decisión. Nuestra salvación en Cristo Jesús es el resultado de una decisión que data desde la
prehistoria humana. Es tan segura como Dios es eterno: En quien no hay ni cambio ni sombra de
variación (Stg. 1:17).
La razón de esta elección se expresa con la frase para que fuésemos santos y sin mancha delante
de él. Esta expresión nos recuerda las palabras de Dios al pueblo de Israel: Porque tú eres un pueblo
santo para Jehovah tu Dios; Jehovah tu Dios te ha escogido para que le seas un pueblo especial,
más que todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra (Deut. 7:6). Nuestra elección ha sido
con el propósito de poner a los elegidos aparte del resto del mundo y dotarlos de cualidades
espirituales que los distinguen de éste e identificarlos como pertenecientes a Dios.
Sin mancha nos hace recordar la condición perfecta que debía tener un animal traído para el
sacrificio. Estas palabras también aparecen en 5:27 con referencia a la iglesia. Así, podemos
concluir que los elegidos han sido escogidos para formar la iglesia de Cristo. Los que forman parte
de este cuerpo selecto tienen que ser santos y sin mancha delante de él. Dios nos ha elegido en
Cristo con un propósito muy especial y la única forma de ser santo y sin mancha es estar ―en
Cristo‖.
celestial
Ahora, más de veinte años después, sabemos que los cristianos nunca
dejaron de reunirse para adorar a Dios, incluso durante el clímax de la
"revolución cultural". La Biblia, aunque mutilada y escasa, y la oración, no
dejaron de palpitar en el corazón de la fe en reuniones secretas. Mao murió,
la política ha sufrido fuertes cambios, y desde 1979 unas 300 iglesias locales
adoran a Dios con permiso estatal. La misión de la iglesia continúa siendo
difícil, pero un hermano chino afirma que "la iglesia evangélica ha crecido
allí casi cincuenta veces. En 1950 había casi un millón de evangélicos... Hoy
el Centro de Investigación de la Iglesia China calcula que hay cerca de
cincuenta millones de creyentes".
Habiendo señalado la bendición de la elección divina, el Apóstol procede a explicar cómo Dios
la hizo: En amor nos predestinó por medio de Jesucristo para adopción como hijos suyos, según el
beneplácito de su voluntad (v. 5). Utiliza dos términos descriptivos del proceso, predestinó y
adopción; y otros dos para describir la motivación divina, amor y beneplácito de su voluntad.
Tanto la RVA como la RVR incluyen las palabras en amor como parte del v. 5, mientras otras
versiones las toman como parte del v. 4. Según Bratcher y Nida el sentido puede ser interpretado
igualmente junto con lo que precede o junto con lo que sigue. Si se interpreta con lo que precede
podrá significar amor humano, o el amor mutuo de los cristianos. Si se toma con lo que sigue, el
significado tiene que ver con el amor de Dios. Bonnet y Schroeder lo toman junto con lo que sigue:
Habiéndonos predestinado en amor para la adopción. Puesto que no había divisiones de versículos
en el texto original, nos quedamos con este problema, aunque de ningún modo se quita valor del
mensaje que Pablo quiere transmitir.
Es más razonable que en amor se refiere al amor divino que se revelaba en todo el hecho
descrito. Dios estaba mostrando su amor al ejercer su soberanía al predestinarnos para la adopción
como hijos.
La herencia
1:5
La adopción
El propósito de Dios fue destinarnos como hijos suyos, adoptándonos por medio de Jesucristo en
el nuevo nacimiento. La expresión para adopción como hijos suyos traduce el verbo uiothesía 5206,
que representa un proceso legal característico del derecho romano. En este proceso el hijo de un
padre podría ser adoptado por la familia de otro como hijo con todos los derechos y privilegios de
un hijo natural. Hasta las deudas de la antigua familia se cancelaban y el hijo adoptivo se convertía
en heredero legítimo del padre adoptivo. Hijos suyos traduce la forma reflexiva que significa para sí
mismo, como hijos propios.
La primera estrofa del himno de alabanza celebrando la obra del Padre llega a su final con el
coro: Para la alabanza de la gloria de su gracia (v. 6). El Apóstol declara que todo lo que ha hecho
Dios merece el elogio del hombre. Pablo canta loores o alabanzas a la magnificencia de Dios.
Celebra la bienaventuranza de la bondad y el favor gratuito o gracia concedido en el Amado (Jesús).
De esta manera vemos que el plan de Dios desde antes del comienzo ha sido formar un pueblo
particular que cumpla con este gran propósito. En Cristo Jesús él ha elegido a este pueblo especial,
lo ha bendecido en manera particular y lo ha preparado específicamente para su alabanza y su
gloria. Sólo Dios es digno de nuestra alabanza y merece nuestra adoración por quien es y lo que nos
ha hecho. La alabanza es una expresión de adoración a Dios, y la adoración a Dios es la primera
responsabilidad del hombre. El fin principal del hombre es glorificar a Dios. Este es el sentido de
este estribillo que se repite en los vv. 12 y 14.
La frase que nos dio gratuitamente en el Amado se refiere a la gracia que es la obra de Dios en
Jesucristo en nuestro beneficio. Expresa la generosidad de esta obra y señala el medio divino por el
cual fue manifestada en el Amado, o sea Cristo. El título el Amado se halla sólo aquí en el NT. Este
traduce agapáo 25 que significa amor. Nos recuerda la relación íntima que existe entre el Padre y el
Hijo. De esta manera comprendemos que la obra de gracia del Padre consiste en habernos escogido
en Cristo desde antes del comienzo del mundo, predestinándonos en amor para ser adoptados como
hijos por medio de Jesucristo. Este pensamiento provoca al apóstol Pablo a elevarse con una
alabanza gloriosa.
La segunda estrofa de este himno de alabanza (vv.7–12) se refiere a la obra del Amado. Con
respecto a ésta W. O. Carver sugiere que en este punto el pensamiento de la epístola señala ―la
mayordomía de la historia por medio de la obra redentora del Hijo Amado‖. Esta obra de Jesús se
describe con varias expresiones que merecen nuestra atención.
La estrofa comienza con en él (v. 7), que se refiere a el Amado, o sea aquel quien es la fuente de
nuestras bendiciones. Este es Jesús, el Hijo de Dios ya mencionado en vv. 5 y 6. La condición
necesaria para gozarse de ellas es estar en él. Continúa se-ñalando que tenemos redención por
medio de su sangre. Es decir, en el Amado nosotros (todos los creyentes en Jesús, inclusive)
poseemos redención por su muerte en la cruz. La redención es nuestra posesión por la muerte de
Jesús.
La palabra traducida redención (apolútrosis 629) señala el resultado del acto libertador de Jesús
al derramar su sangre. Se refiere tanto a lo que hizo Jesús, como al resultado de ello. Según
Bratcher y Nida la palabra hace énfasis en el resultado de la acción de liberación de Jesús. Por ello,
nuestra redención es una posesión experimentada, procurada para nosotros y experimentada por
nosotros por medio de su sangre. La palabra redención, como adopción, es un término legal y se
refiere a un aspecto externo de nuestra salvación. Jesús cumplió todos los requisitos necesarios para
nuestro rescate.
Semillero homilético
1:3–14
(1) Hecha posible por la sangre expiatoria de Jesucristo (v. 7a; ver
Heb. 9:22 y Juan 8:36).
1. Lo que sólo Dios sabe y puede hacer para salvar al hombre, es dado
a conocer a los hombres (v. 9; ver 6:19c).
Conclusión: Como bien señala el autor del comentario expositivo, los vv. 3–
14 son "un himno de alabanza". La alabanza áurea para Dios es la de la
iglesia de los sellados con el Espíritu Santo. No se alaba con legitimidad a
Dios en "comunión" con el público electrónico de un programa
extemporáneo de televisión; la alabanza auténtica es la expresión "en vivo y
en directo" hacia el Señor, por la iglesia de carne y hueso en un lugar de la
tierra (ver 1 Cor. 14:23).
En vista de esto, pues, nuestra redención es el precio de nuestro rescate pagado por Jesús,
librándonos de la esclavitud del pecado. Este precio fue su sangre. No se debe pensar que Jesús tuvo
que pagar esto a alguien como Satanás, sino que es lo que le costó librarnos de las garras de
Satanás.
En el NT la sangre es un símbolo bíblico que representa la muerte de Jesús sobre la cruz. Esta
idea también se encuentra en Levítico 17:11: Porque la vida del cuerpo está en la sangre, la cual os
he dado sobre el altar para hacer expiación por vuestras personas. Jesús dio su sangre para expiar
nuestros pecados. Esto recuerda lo que dice Hebreos 9:22b: Sin derramamiento de sangre no hay
perdón.
La medida de esta redención está expresada con la frase según las riquezas de su gracia. Esto
significa que la gracia de Dios es abundante, amplia y más que suficiente, y que no depende de los
méritos de los hombres. Es inmensurable e inmerecida.
La alabanza
Esta gracia divina es la que hizo sobreabundar con nosotros en toda sabiduría y entendimiento
(v.8). Pablo trata de comunicar el sentido profuso con que Dios nos ha proporcionado los
componentes intelectuales y prácticos necesarios para una vida correcta y una conducta apropiada
de acuerdo a su propósito. Hizo sobreabundar sugiere una cantidad prodigiosa, con profusión, o
rebosante. La consecuencia de esta gracia divina obrando en nosotros resulta en toda sabiduría y
entendimiento que nos capacita ―para comprender algo del propósito de Dios para el universo‖
(Vaughan). Sabiduría (sofía 4678) y entendimiento (frónesis 5428) son palabras que nos hacen
recordar la preocupación con la filosofía en el mundo griego en que vivía la comunidad cristiana de
aquel tiempo. Pero Pablo señala que la fuente de ello (sabiduría y entendimiento) no es humana,
sino divina.
Por sabiduría podemos entender conocimiento, ―el objeto de la mente que busca, de la mente
que cuestiona, de los alcances del pensamiento humano‖ (Barclay). Conoce la sustancia y penetra al
corazón de las cosas. Es conocimiento intelectual; mientras entendimiento significa prudencia,
discernimiento, sabiduría práctica. Podríamos decir que el sabio conoce, mientras que el prudente
sabe por qué. El entendimiento es la aplicación prudente de lo conocido. Se trata del qué y el porqué
del propósito de Dios. Barclay resume este pensamiento de la siguiente manera: ―Pablo afirma que
Jesús nos trajo sofía: el conocimiento de las cosas eternas, el conocimiento intelectual que satisface
la mente; y que nos trajo fronesis: el conocimiento práctico que nos capacita para tratar y resolver
diariamente los problemas de nuestra vida diaria.‖
Con la sabiduría y el entendimiento Cristo nos ha capacitado para comprender las verdades
últimas de la eternidad y resolver los problemas de cada día. De esta manera somos habilitados por
él para comprender su próposito.
Con esto llegamos al corazón de esta epístola. Además de esto, es quizás el pasaje más difícil de
entender, como dicen Bratcher y Nida: ―Es éste uno de esos pasajes de Pablo difíciles de entender
porque la inmensidad del pensamiento hace que los términos sean un poco vagos, a fuerza de
generalizarlos.‖ El autor expresa verdades eternas y profundas con palabras sencillas que a la vez
vibran con sentido. En los vv. 9 y 10 Pablo expone la tesis de este tratado circular: La unidad de
todas las cosas en Cristo para la gloria eterna de Dios. Lo que no había sido posible a través de la
historia antigua, ni con el pueblo de Israel, en Cristo ha sido logrado de acuerdo con el plan que
Dios se había propuesto. Esto es lo que Pablo está celebrando y explicando en esta carta. A la vez,
amplifica las implicaciones de todo ello a manera de aplicación.
La expresión él nos ha dado a conocer (v. 9) indica lo que Dios nos ha revelado; Dios nos ha
permitido saber el contenido de algo muy importante. Pablo reconoce este algo importante como el
misterio de su voluntad. Este misterio encierra el propó-sito eterno de la voluntad divina que ha sido
revelado en Cristo. No es algún secreto escondido y oscuro, dado a conocer sólo a los iniciados
como en las religiones secretas y de misterio del Medio Oriente de aquel tiempo. Al contrario, es la
verdad divina que, hasta ahora, ha sido revelada en Cristo y ha de ser divulgada por todos lados y
para toda gente. Para Pablo lo maravilloso es que Dios nos lo ha dado a conocer, nos lo ha
permitido saber.
Según el uso de la palabra misterio (mustérion 3466) se refiere a lo que era secreto y que podría
ser conocido solamente por medio de revelación. De modo que el misterio de la voluntad de Dios
antes fue un secreto, escondido del conocimiento popular y sólo dado a conocer por revelación a los
profetas y patriarcas, y ésto aun parcialmente. Ahora, este misterio ha sido dado a conocer de
manera general en Cristo Jesús. Ya no es un secreto guardado; es un hecho, una verdad expuesta y
divulgada como Pablo explica más adelante (3:3–9).
Esto, la revelación del misterio, Dios lo hizo a manera de plan para el cumplimiento de los
tiempos (v. 10). Desde antes de la creación Dios había venido desarrollando un plan específico a
través de la historia; al comienzo por medio de la primera familia, Adán y Eva, luego con Abraham
y sus descendientes; y por último por medio del pueblo de Israel, pero sin lograr el objetivo de su
gloria. Este plan secreto ahora ha sido dado a conocer en Cristo para toda la humanidad. Algunas
versiones como la RVR incluyen en el v. 9 las palabras según el beneplácito... mientras otras
contienen la frase se propuso en sí mismo (ver nota de RVA). La revelación de este plan
corresponde a la bondad del corazón de Dios. El plan de Dios expresa su voluntad y refleja su
propósito que ahora alcanzan en Cristo su perfecta expresión.
Aquí hay un pequeño giro en el pensamiento del autor entre lo que dice en el v. 9 y en el v. 10.
El uno se refiere a lo hecho ya en el pasado reciente, mientras que el otro mira hacia adelante y
anticipa el cumplimiento de los tiempos. Identifica a Cristo como aquel alrededor de quien este plan
ha de ejecutarse. Mas bien, es él quien lo ha de dirigir. Cristo, como el ―custodio de los tiempos‖ y
―el gran administrador‖ de la casa del Padre, ―conducirá toda la operación a una meta fijada y
fechada por la misma presciente sabiduría de Dios‖ (Moule). Así entendemos el cumplimiento de
los tiempos, que traduce una expresión que significa administración, mayordomía o dispensación.
Cristo es el administrador o el mayordomo de la historia, la que ahora halla su plenitud y logra su
último destino en él. Con el cumplimiento de los tiempos en Cristo como cabeza, el último destino
del universo queda en las manos de él y ha sido encomendado a los cristianos, los que forman su
iglesia. Dios es Dios de la creación y de la historia, del presente y del futuro, y en Cristo ha de ser
glorificado por medio de su iglesia.
El cumplimiento de los tiempos habla de cuando fuese apropiado el tiempo, sea este pasado,
presente o futuro. De la manera que Cristo vino cuando fue apropiado el tiempo, así será cuando
venga por segunda vez. Con la venida de él toda administración previa se acabará en el sentido que
han alcanzado en él su clímax.
La cruz de Cristo no fue el fin del plan divino, sino el inicio del plan eterno revelado y puesto al
alcance de toda la humanidad. Así que, este plan ―se extiende más allá de la cruz hasta el propósito
último de Dios en el sentido absoluto‖ (Summers). La cruz y la tumba vacía marcan el fin de una
administración anterior y señalan el inicio de una nueva administración que se proyecta hacia el
futuro. Mientras tanto, este plan ha sido puesto en acción por Dios por medio de la iglesia (v. 22)
con Jesucristo a la cabeza. Esta sigue adelante hasta la venida de Cristo en el futuro cuando todo
será culminado. Con Cristo al frente, la iglesia sigue su marcha a través de la historia actual rumbo
a su destino último que ha de alcanzar con la venida gloriosa de su Señor. Así podemos entender la
expresión para el cumplimiento de los tiempos.
El autor inspirado continúa expresando una verdad profunda con las palabras que en Cristo sean
reunidas bajo una cabeza todas las cosas. Esta verdad habla de la unidad y la reconciliación en
Cristo. Sean reunidas... todas las cosas significa ser resumidas o recopiladas en Cristo. De acuerdo
con Summers, la idea es lo mismo que sucede después de una batalla cuando el capitán recoge a los
diferentes integrantes de su ejército. Es decir, en Cristo todos los aspectos esparcidos del universo
entero serán reunidos bajo una sola administración, tanto lo celestial como lo terrenal. Con Dios
esto ya es una realidad actual; el cristiano sólo debe esperar el futuro cuando todo esto sea
manifestado en victoria y gloria.
El ideal de Dios de juntar todas las cosas en Cristo no se refiere a una redención universal en la
cual todos hayan de lograr la salvación. Más bien, se refiere a recuperar bajo la administración de
una sola autoridad la armonía y la concordia que habían sido interrumpidas por la rebelión entre los
seres angelicales y por la entrada del pecado al mundo terrestre y humano con todas sus tristes
consecuencias. Cristo, como Señor de la iglesia, es también el soberano del universo. Como dice
Stott: ―Pablo parece estar refiriéndose a la renovación cósmica, aquella rengeneración del universo,
aquella liberación de la creación que gime que ya había mencionado en Romanos.‖
Así, la reunificación de todas las cosas tanto en el cielo como en la tierra bajo Cristo como
cabeza contempla también la reconciliación entre los judíos y los gentiles en la iglesia.
Descubrimos esta idea en los pronombres usados en los vv. 11, 12 y 13 donde se refiere a nosotros
(los judíos creyentes) y vosotros (los gentiles creyentes). Pero antes de explorar esta idea,
continuamos con la estrofa que recuenta la maravillosa obra de Cristo (vv. 11 y 12).
Ya hemos descubierto que en Cristo tenemos una redención maravillosa y que en él nos ha sido
revelado el misterio bondadoso de las edades que Dios se había propuesto. En él, es decir en Cristo,
quien es la Cabeza unificadora recibimos herencia como hijos adoptivos (v. 5). Esta idea traduce
kleróo 2820, que se halla solamente aquí en el NT. Significa ser escogido como (su) heredad o
porción y se deriva del concepto en el AT (Deut. 9:29; 32:9, 10; Sal. 74:2) de las tribus de Israel
que fueron escogidas por Jehovah para ser su pueblo.
Esta idea está reforzada con el pensamiento que sigue, habiendo sido predestinados. La
herencia (porción) ha sido definida y determinada de antemano y nosotros hemos sido demarcados
como sus recipientes. Los límites y las condiciones habían sido predeterminadas en el consejo
celestial antes de la creación del mundo. Los que responden de acuerdo a lo que ya ha sido
determinado son los que se gozan de esta herencia y son ya la porción escogida de Dios, aunque en
parte, hasta que se realice plenamente este plan divino cuando venga Cristo en el cumplimiento
definitivo de los tiempos.
Aquel que realiza se refiere a Dios, quien hace todo de acuerdo al propósito que determinó en
Cristo (v. 9). Dios propone y dispone; hizo planes y los lleva al cabo. Nuestra condición como
herencia y herederos depende del cumplimiento último y absoluto de todo lo que Dios ya propuso y
ahora se esta llevando a cabo en Cristo por medio de la iglesia. Todo esto Dios lo realiza conforme
al consejo de su voluntad. Esta expresión contiene dos palabras neotestamentarias básicas
relacionadas con la voluntad de Dios: consejo (boulé 1012) y voluntad (thélema 2307). ―La primera
lleva la idea de un plan; la segunda lleva la idea de un deseo‖ (Summers). En resumen, todo lo
logrado en Cristo es la realización de un plan divino y la satisfacción de un deseo santo. Podríamos
llamar a esto el libre albedrío de Dios. Todo ha sido hecho por un ser autónomo que hace todo de
acuerdo con un plan que él propuso llevar a cabo y porque él quiso hacerlo con un fin específico. A
continuación veremos este fin.
Este fin contempla a dos grupos de personas. En primer lugar, Pablo habla de nosotros, que
primero hemos esperado en Cristo (v. 12). Se refiere a los de extracción judía que habían oído el
evangelio y creído en Jesús como el Mesías prometido a quien había esperado tantos siglos el
pueblo judío. Ellos vieron cumplidas en Jesús sus esperanzas mesiánicas. Este grupo incluye a los
que fueron añadidos a la iglesia en el día de Pentecostés y durante la primera etapa de la extensión
de ella en toda Judea y Samaria. A ellos vino primero el evangelio y Pablo reconoce que sobre ellos
descansa la responsabilidad de transmitirlo también a los gentiles para la gloria de Dios (3:3–13).
Termina aquí la segunda estrofa del himno (vv. 7–12) que relata la obra redentora de Jesús con
el refrán para que nosotros... seamos para la alabanza de su gloria. Este refrán se halla también en
los vv. 6 y 14. La alabanza de Dios es el primer deber del ser humano, y fue el propósito principal
del pueblo de Israel. La gloria de Dios es el motivo y el objeto de esta adoración. Relacionando esta
doxología con la obra redentora de Cristo, Pablo la eleva al mismo nivel de la obra soberana de
Dios (vv. 3–6).
Algunos piensan que este estribillo formaba parte de algún himno cantado entre las
congregaciones de Asia y Roma. Otros escritores sugieren que debe haber formado parte de la
liturgia u orden del culto de la iglesia del primer siglo. Sea así o no, nadie dudará que da expresión
elocuente y profunda al sentimiento del autor y provee al lector de Efeso, Asia y aun de hoy mismo
un vehículo bello para rendir su alabanza a Dios.
A continuación el Apóstol elogia la obra del Espíritu Santo y señala su papel salvífico como
tercera persona de la Trinidad. Aunque el término Trinidad no se halla mencionada como tal, es el
consenso de los estudiosos de la Biblia que este pasaje nos presenta uno de los enfoques más claros
de la Trinidad: su composición, su relación mutua y su obra complementaria. La obra de Jesús
depende de la del Espíritu Santo y viceversa. Esto se ilustra en el v. 13: ...habiendo creído en él
[Jesús], fuisteis sellados con el Espíritu Santo...
La tercera estrofa del canto de alabanza comienza con la expresión en él también vosotros... En
él ubica al creyente en Cristo, designa su estado espiritual y una nueva relación estrecha y vital de
fe. Hasta aquí hemos encontrado esta expresión por lo menos diez veces en una forma u otra (vv. 1,
3, 4, 6, 7, 9, 10, 11, 12 y 13). Habla de la condición esencial y el requisito indispensable para la vida
cristiana, esto es, estar en Cristo Jesús. Fuera de él no hay vida. Pero ahora observamos que esta
relación se extiende al segundo grupo mencionado arriba, más allá de los judíos.
También vosotros se refiere a los recipientes de esta carta. Estos son los creyentes que vivían en
Laodicea, Efeso y otras ciudades del valle del río Lico: los gentiles. Esta frase implica el alcance
universal e inclusivo del evangelio. Además de los judíos, los gentiles pueden ser salvos también.
Pablo indica la manera en que éstos habían sido salvos. Habían oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación y habían creído en él. La palabra de verdad es el evangelio. Jesús
dijo: Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Juan 8:32). También dijo: Santifícalos en la
verdad; tu palabra es verdad (Juan 17:17). Los gentiles habían recibido el evangelio de la salvación
al oír la palabra libertadora de Cristo. Habían creído esta buena noticia. Tal como Pablo escribió a
los cristianos en Roma: La fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo (Rom. 10:17); así fue
con aquellos a quienes Pablo escribe ahora. El evangelio había sido proclamado en esa zona y
muchos habitantes creyeron y fueron libertados por esta palabra de verdad.
Dos verdades se destacan en el pensamiento siguiente: Fuisteis sellados con el Espíritu Santo
que había sido prometido. La primera es que al ser salvos por creer en Cristo recibieron al Espíritu
Santo. La segunda es que esto había sido conforme a lo prometido por Cristo. Jesús dijo a sus
apóstoles: He aquí yo enviaré el cumplimiento de la promesa de mi Padre sobre vosotros (Luc.
24:49a). Esta promesa se reitera en Hechos 1:8 cuando dice: Pero recibiréis poder cuando el
Espíritu Santo haya venido sobre vosotros y se cumple en los acontecimientos en el día de
Pentecostés (Hech. 2). Pablo reconoce que los creyentes que recibieran esta carta daban evidencia
de la presencia del Espíritu Santo en sus vidas, de acuerdo con la promesa de Cristo.
F. B. Meyer opina que ―el Espíritu Santo es la promesa especial del Padre a aquellos que
pertenecen al Hijo por medio de una fe viva‖. Dios cumple sus promesas. La promesa del Espíritu
Santo imprime en el creyente en Cristo la imagen de Cristo en quien cree, marcándolo,
identificándolo como suyo, apartándolo del mundo y separándolo para el cielo. Ser sellado con el
Espíritu Santo es ser declarado como uno que pertenece a Dios. Con razón dice Pablo: Si alguno no
tiene el Espíritu de Cristo, no es de él (Rom. 8:9b).
El sello usado en el tiempo del Apóstol significa una marca de identidad, de autenticación, de
propiedad. Fue la costumbre de un monarca o una persona de autoridad fijar su sello sobre
documentos y artículos de valor. Mateo nos da un ejemplo de esta práctica cuando menciona que
Pilato mandó sellar la tumba de Cristo (Mat. 27:66). En círculos legales y diplomáticos de hoy en
día el sello oficial se usa de la misma manera. Pensar en ser sellados con el Espíritu Santo significa
que hemos sido identificados y autenticados como pertenecientes a Dios por fe en Cristo. La
presencia del Espíritu en los creyentes es la garantía de este hecho.
No debemos pensar que ser sellados con el Espíritu Santo es algo aparte de y en adición a la
experiencia de la redención. Al contrario, debemos considerarlo como una prima o un depósito en
anticipación de todo que ha de ser cumplido en nosotros por la gracia de Dios. El ser sellados con el
Espíritu Santo es el mero comienzo en nosotros de aquella obra buena que siendo la obra de Dios ha
de ser perfeccionada en Cristo Jesús en su debido tiempo (Rom. 8:23). Coincide con el hecho de
creer y es las primicias de la presencia divina en nosotros en la persona del Espíritu Santo. El hecho
de ser sellados con el Espíritu Santo al creer en Cristo cumple la promesa hecha por Jesús en Juan
14 y Hechos 1:8 y es el anticipo de lo que ha de ser en el futuro.
Esta idea se amplía con las palabras quien es la garantía de nuestra herencia para la redención
de lo adquirido (v. 14a). La persona del Espíritu en nosotros es el depósito divino como anticipo de
aquella plena herencia que hemos de recibir en su debido orden y tiempo. El hecho de ser sellados
con el Espíritu Santo por ser creyentes es como el primer pago o el anticipo que se deposita para
asegurar la compra de algo. Este asegura la intención del comprador de pagar por completo lo que
así ha separado. La palabra garantía (arrabón 728) se traduce en otras versiones con la palabra arras
que es un término legal y comercial que representa un depósito o pago inicial. Es como un anticipo
de nuestra herencia para la redención de lo adquirido.
El uso de la palabra nuestra es inclusivo tanto de los judíos como de los gentiles, todos reunidos
en Cristo por una fe común y salvadora. El propósito divino siempre había sido que todos se
gozaran de la salvación. Compare el v. 11, donde dice: En él también recibimos herencia, con el v.
13 donde dice: En él también vosotros... Ambos se incluyen en la herencia de Dios. Herencia es un
concepto que nos hace recordar de la tierra prometida al pueblo de Israel, que aquí representa lo que
Dios tiene preparado para dar a los que creen en él.
El haber sido sellados con el Espíritu es la garantía que el creyente tiene de que algún día
recibirá plena y completamente la herencia que Dios le ha preparado. Lo que ahora tenemos es sólo
un anticipo de lo que hemos de tener y conocer eventualmente, pero es un anticipo seguro.
El Apóstol termina con la frase que ya ha usado dos veces y que parece ser un refrán que canta
la alabanza de la gloria de Dios por la obra complementaria del Espí-ritu Santo. El pensamiento
grande respecto a la obra maravillosa de Dios en Cristo es un motivo de alabanza. Así termina este
pasaje majestuoso dando la gloria debida a Dios quien nos eligió en su amor, nos redimió por su
gracia y nos identificó con su Espíritu.
Lo que no logró hacer el pueblo de Israel se está realizando por medio de la iglesia que advierte
su misión (v. 10). El propósito de Dios para Israel fue que publicara sus alabanzas (Isa. 43:21).
Para la alabanza de su gloria (v. 14) expresa este propósito divino para el pueblo de Dios. Para
esto existe la iglesia. Alabarle es dar la gloria debida a su persona y su nombre. Stott lo expresa
elocuentemente: ―La gloria de Dios es la revelación de Dios, y la gloria de su gracia es su
autorrevelación como Dios de gracia. Vivir para alabanza de la gloria de su gracia es adorarlo con
nuestras palabras y obras como el Dios de gracia. También significa hacer que otros lo vean y lo
alaben.‖
Pablo había comenzado bendiciendo a Dios y termina alabándolo. Lo que se halla entre estas
dos acciones encierra la verdad asombrosa de que pertenecemos a Dios por su amor, que figuramos
en su propó-sito eterno por su gracia y que tenemos la seguridad de una herencia gloriosa. Así
termina un pasaje que incluye en su pensamiento una estructura trinitria, o sea la participación de
las personas de la Trinidad en la obra de la redención. Lane habla de la cooperación mutua en la
reconciliación de los hombres de parte de las tres personas de la Trinidad: La determinación de
parte del Padre de reconciliar a los hombres consigo (vv 3–6), la redención lograda por medio de lo
que hizo el Hijo (vv. 7–12) y la aplicación de esta obra a nosotros por el Espíritu (vv. 13–14).
Después de alabar a Dios tan elocuentemente, el Apóstol procede a elevar una acción de gracias
(vv.15, 16) y una plegaria (vv. 16–23) a favor de los efesios. Una parte importante en las epístolas
de Pablo son las oraciones que expresan profundos sentimientos y encierran grandes verdades. Esta
intercesión no es una excepción. Comienza haciendo referencia a lo que provoca la oración: había
recibido noticias de los hermanos de Asia.
Por esta razón (v. 15) relaciona lo que sigue a lo que se ha dicho en los versículos anteriores.
Podría expresarse con la frase ―por causa de todo lo que Dios ha hecho‖ (Bratcher y Nida). Se
refiere a lo que acaba de expresar respecto a las bendiciones de Dios en Cristo. Estas ocasionan que
él sienta una profunda gratitud, habiendo oído de la fe que tenéis en el Señor Jesús y de vuestro
amor para con todos los santos. Esta frase sugiere que Pablo acaba de recibir noticias desde Efeso o
del sector del río Lico en Asia. Estas noticias le dieron motivo de regocijarse y le movieron a
escribirles la presente carta en la cual da gracias a Dios, la fuente de toda bendición. Menciona dos
razones por las que dar gracias: La fe que tenéis en el Señor Jesús y el amor para con todos los
santos. Estas les identifican como miembros de la familia de Dios. La fe que tenéis en el Señor
Jesús es lo que les une a esta familia y se expresa por medio de una fidelidad absoluta al Se-ñor. El
amor para con todos los santos resulta de esa fe. Aquí, todos los santos identifica a los creyentes en
Cristo como una gente apartada por Dios y para su servicio. Los santos son los fieles creyentes en el
Señor.
Podemos sentir algo del corazón de pastor que Pablo tenía, alegrándose de la fidelidad de los
creyentes y del amor fraternal que ellos manifiestan. Estas cosas son evidencias de su crecimiento
espiritual. Fe y amor son dos características complementarias y esenciales de la vida cristiana.
Como pastor que era, Pablo se regocija en el crecimiento de los hermanos. Fue una oración de
gratitud.
En una ocasión este autor tuvo la oportunidad de visitar una iglesia donde hacía más de treinta
años había sido miembro. Durante el breve espacio entre la hora de la escuela bíblica dominical y la
hora del culto de adoración se encontró en el pasillo con una ancianita que le abrazó y le dijo con
emoción: ―He estado orando por ti todos los días desde que saliste de aquí para ir a la universidad
para prepararte para el ministerio.‖ ¿Quién no quisiera tener un ejército de intercesores como ella
orando por él todos los días? Pablo fue el intercesor por excelencia.
Recordándoos... significa hacer mención de ellos en sus oraciones. Los nombra cada vez que
ora. El cuerpo de Pablo estuvo en prisión; sus viajes misioneros habían terminado. Sin embargo, su
misión no había acabado. Aun en sus prisiones él llevó a cabo un ministerio activo de testimonio,
consejos e intercesión. El viejo guerrero de Cristo continuó su lucha, utilizando el arma más
poderosa que tuviera a su alcance, la oración.
La sustancia de esta oración consiste en una petición específica a favor de los receptores (vv.
17–20). Se dirige al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria (v. 17). Este es un título
de respeto y reverencia y reconoce que toda oración válida se conduce a través de la persona de
Jesús. Padre de gloria reconoce que Dios ―es el Padre que posee gloria (esplendor), el Padre cuya
gloria es una de sus características‖ (Vaughan). En la oración pide para los lectores que Dios les dé
espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de él (v. 17). Los traductores han
puesto espíritu con minúscula. Algunos piensan que significa una actitud de mente o disposición y
por esto sugiere una actitud mental mediante la cual puedan comprender la verdad divina.
Otros comentaristas opinan que es más probable que la mención del espíritu se refiere al mismo
Espíritu Santo, el espíritu que da Dios. Si este es el caso, podemos notar otra vez que este versículo
tiene una estructura trinitaria. A la vez, reconoce al Espíritu de Dios como la fuente de sabiduría y
quien nos da a conocer plenamente a Dios.
El deseo fervoroso de Pablo para los efesios es que conozcan en verdad quién es Dios como se
revela en Jesucristo. Pide una cosa en particular con dos características, o sea el espíritu que se
caracteriza por sabiduría y que revela pleno conocimiento de Dios. Para sabiduría Pablo emplea la
palabra sofía 4678, que aquí significa ―la sabiduría de las cosas profundas de Dios‖ (Barclay).
La idea de revelación (apokálupsis 602) conlleva la idea de dar a conocer o descubrir algo o
alguien antes no conocido. Aquí significa que ellos puedan descubrir nuevos conocimientos para
conocer más y más de la verdad divina revelada en Cristo Jesús. Pablo reconoce que el verdadero
conocimiento de Dios viene del Espíritu y resulta en un cambio de vida. Por esto, ora que Dios los
haga sabios en las cosas espirituales, y que ellos tengan pleno conocimiento de él. Sin la ayuda del
Espíritu no es posible conocer a Cristo. Esta no es una experiencia secundaria o de poca
importancia. Es el resultado y la extensión de una experiencia primaria, la de creer en Cristo (v. 13)
y de ser sellado con el Espí-ritu Santo (v. 14b). Teniendo al Espíritu Santo como garantía de una
herencia eterna nos lleva a un conocimiento más pleno y completo de Cristo cada día.
Esta no es una oración frívola. Con toda sinceridad Pablo pide los más ricos tesoros espirituales
para los efesios. A continuación el Apóstol señala la manera que el objeto de esta oración sea
posible: Habiendo sido iluminados los ojos de vuestro entendimiento (v. 18a). La palabra
entendimiento se usa en la RVA en vez de la palabra literal que es corazón (kardía 2588; ver la nota
de RVA). Se habla de todo el entendimiento, todas las ―facultades interiores, a la vez de afectos,
pensamiento y voluntad, de modo que sobre todo el ‗hombre interior‘ brille la sonrisa del ‗Padre de
Gloria‘ ‖ (Moule).
Semillero homilético
1:15–23
I. Contiene teología.
2. Se dirige a Dios como el Padre de gloria (v. 17b; ver Mat. 6:9 y Ef.
3:14).
2. Da gracias por el amor universal entre los creyentes (v. 15b: este
amor evita ser exclusivista o sectario).
Con el Espíritu viene iluminación espiritual; con el crecimiento espiritual entendemos mejor las
cosas de Dios. Ahora Pablo hace tres peticiones en particular que representan tres dimensiones de
esta nueva experiencia espiritual con Dios. El Apóstol ora: Para que conozcais... y a continuación
especifica tres elementos de este conocimiento, cada uno iniciado con la palabra ―cuál‖.
Cuál es la esperanza a que os ha llamado, es el primer objetivo pedido. Esperanza (elpis 1680)
puede tener un significado objetivo con respecto a las cosas anticipadas. En el caso del creyente
éstas son las cosas que se esperan como consecuencia o resultado de la redención, tal como la
herencia que recibimos en Cristo (1:11). También la palabra puede tener un significado subjetivo
como una actitud expectativa. Vaughan sugiere que en el caso actual hay una combinación de los
dos sentidos, que es a la vez una esperanza objetiva consecuente de nuestra relación con Dios en
Cristo y una actitud consciente del corazón que espera en Dios. Esta esperanza nace en el hecho de
nuestra vocación cristiana, habiendo sidos llamados por Dios. El nos ha llamado a algo y este
―algo‖ es la expectación del creyente que ha respondido al llamamiento de Dios. Esta idea se
expresa otra vez en 4:4.
El segundo elemento grande del pleno conocimiento de él es cuáles las riquezas de la gloria de
su herencia en los santos. Para entender mejor esta frase debemos dividirla en tres partes: Cuáles
las riquezas, de la gloria de su herencia, en los santos. Ya hemos visto estos conceptos en la
primera parte del cap. 1. El pensamiento central de esta breve porción es la gloria de su herencia.
Riquezas (plóutos 4149) es una palabra calificativa y en los santos ubica la gloria de su herencia
riquísima en los creyentes. Riquezas se menciona en el v. 7, donde se habla de la gracia. Aquí se
habla de la gloria maravillosa de Dios en abundancia rebosante. La gloria de Dios es su resplandor.
Esta expresión se halla repetida en los vv. 6, 12 y 14. Herencia también se menciona en v. 14.
Surge la pregunta: ¿De quiénes son esas riquezas de tal herencia gloriosa? ¿Son de los santos
para quienes Dios tiene reservada una herencia gloriosa? O ¿son de Dios para quien los santos son
la preciosa posesión adquirida y que constituyen esta herencia riquísima y gloriosa? El texto
permite ambas interpretaciones, pero me inclino hacia la segunda. En otras palabras, Pablo está
orando que los creyentes puedan lograr comprender qué grande es la estima que Dios ha puesto en
los santos creyentes en él por fe en Cristo Jesús.
El tercer elemento de esta petición se halla en las palabras cuál la inmensurable grandeza de su
poder para con nosotros que creemos, conforme a la operación del dominio de su fuerza (v. 19).
Pablo desea que conozcan cuán grande es el poder de Dios. Usa palabras superlativas para expresar
esa grandeza. El poder de Dios para con nosotros los creyentes es extraordinario e indescriptible.
Excede el pequeño concepto humano. Debido a esta dificultad, Pablo emplea casi todas las palabras
que puede para enfatizar esta potencia tan grande.
En primer lugar habla de la inmensurable grandeza de este poder. La palabra poder (dúnamis
1411
) significa energía. De esta misma palabra tenemos las palabras ―dínamo‖ y ―dinamita‖. Sugiere
una potencia enorme que describe con las palabras inmensurable y grandeza. Inmensurable quiere
decir superabundante, que excede toda imaginación y que va más allá de la esperanza. La palabra
griega que usa para grandeza es mégethos 3174 que da en nuestro idioma de hoy la palabra
―megatón‖. Es un término que se usa para valorar la potencia de las bombas atómicas.
Este poder es el recurso que Dios ha puesto al alcance del creyente conforme a la operación del
dominio de su fuerza. La palabra operación (enérgeia 1753) significa fuerza o energía en acción. A la
vez, dominio (krátos 2904) sugiere potencia o imperio, significando el alcance de esta fuerza, que
desde luego ha de ser ilimitada. Otro término que utiliza es fuerza (iscús 2479) que significa a la vez
potencia o fortaleza, un baluarte potente. En otras palabras, este poder de que habla y que quiere
que conozcan los lectores de esta epístola en su magnitud es una fuerza indescriptible, incalculable
e ilimitada siempre en acción en beneficio de los que creen en Cristo. El énfasis es para que sepan
bien que el poder de Dios es infinito, seguro y efectivo.
Para que los creyentes de Efeso conozcan mejor este poder grandísimo Pablo procede a citar
tres ejemplos de la operación en los versículos siguientes (vv. 20–23). Estos están en forma de
cuatro acciones sucesivas: (1) lo resucitó de entre los muertos; (2) le hizo sentar a su diestra en
lugares celestiales; (3) todas las cosas las sometió Dios bajo sus pies y (4) le puso a él por cabeza
sobre todas las cosas para la iglesia.
Pablo afirma que el soberano y omnipotente Dios demostró terminantemente este gran poder en
el acto de la resurrección de Jesús de entre los muertos. Aunque fue increíble para muchos, este fue
un hecho testificado por gran número de sus discí-pulos y que constituye el objeto de fe de los que
creen en él para su salvación. Creer en la resurrección de Cristo es clave en la fe cristiana. Aquí,
Pablo señala a este hecho como el eje pivotal del evangelio, lo cual anhela que los creyentes de
Efeso puedan comprender plenamente. Puesto que la muerte de Jesús puso fin a una etapa triste de
la historia humana —el dominio del pecado y la muerte— fue necesaria la resurrección para dar
comienzo a una nueva etapa de vida y esperanza por la gracia de Dios.
Complementando el hecho de sentarse a la diestra de Dios está el de someter todas las cosas...
bajo sus pies (v. 22). En el v. 10 el autor ya mencionó que todas las cosas fuesen reunidas bajo una
cabeza, Cristo. Todas las cosas se refiere a la totalidad del universo terrenal y celestial. Sobre este
dominio universal, es decir las potencias tanto buenas (angelicales) como malas (satánicas) está
Jesús como cabeza absoluta.
Ahora, Pablo intoduce el organismo que Cristo encabeza, sobre y por medio del cual ejerce su
dominio, la iglesia. Esta idea está introducida por medio de una cuarta acción: Y le puso a él por
cabeza sobre todas las cosa para la iglesia (v. 22b). La cabeza de cualquier organismo lo controla y
da coordinación. Cristo como cabeza gobierna y coordina la iglesia. Esta palabra aparece hasta aquí,
pero se sobreentiende en todo el texto anterior. La palabra iglesia (ekklesía 1577) significa asamblea
o concurrencia y aquí toma un nuevo sentido, reuniendo a todos los creyentes en él como
comunidad universal de fe congregados en un solo cuerpo bajo una sola cabeza. La cual es su
cuerpo, la plenitud de aquel que todo lo llena en todo (v. 23). El cuerpo complementa la cabeza.
Cristo reina por medio de la iglesia, y ella es la expresión de su influencia en el mundo. El actúa por
medio de ella.
La palabra cuerpo se usa como una figura metafórica para la iglesia. Le da el sentido de un
organismo que tiene vida, carácter y propósito. Subraya el hecho de la unidad de la iglesia como un
cuerpo compuesto de varios y diferentes miembros, cada uno cooperando armoniosamente como
una sola unidad. Como tal, es la plenitud de aquel que todo lo llena en todo.
Cristo llena con abundancia a la iglesia para todas sus necesidades y para cada oportunidad. Así
también la iglesia, representada como el cuerpo del Cristo resucitado, exaltado y soberano sobre
todo, se goza de cada uno de estos beneficios como un anticipo en la tierra de su reinado celestial.
La figura de la iglesia como un cuerpo pone énfasis en una relación orgánica, vital y
complementaria. La iglesia no existiría sin Cristo y si no existiera la iglesia, en vano vivió, murió y
resucitó Jesús. La relación mutua e íntima que existe entre cabeza y cuerpo ilustra la
interdependencia e interacción vital de su existencia. Este concepto enfatiza la importancia de la
iglesia pero como subordinada al Señor.
Con este precepto doctrinal Pablo termina su intercesión a favor de la iglesia. Su deseo es que
los creyentes puedan tener una comprensión amplia y profunda con respecto a quién es Dios y qué
ha hecho para ellos en Cristo Jesús, a quien ha puesto sobre todo el universo y en particular como
soberano sobre la iglesia. Así logramos percibir el glorioso panorama espiritual del propósito de
Dios desde antes del comienzo del tiempo y proyectándose hacia la eternidad venidera. Pablo
introduce lo que este autor considera como el tema central de la epístola: ―La iglesia: expresión
máxima del propósito divino‖; o, por decirlo de otro modo: ―La gloria de Dios en la iglesia.‖
Pablo ahora dirige la atención a los creyentes gentiles que forman las iglesias a las cuales
escribe con la expresión en cuanto a vosotros (v.1a). Con lo que ha dicho en la primera parte de esta
epístola como base y trasfondo, procede a describir el proceso divino que los ha traído hasta este
punto admirable. En la manera típica de Pablo, los primeros siete versículos del texto en
consideración constituyen una sola oración larga y compleja en el original. La RVR (1960) la divide
en dos oraciones y la RVA lo hace con cuatro oraciones para ayudar al lector a comprender el
verdadero significado. Hay dos pensamientos clave en los vv. 1 al 7: Estabais muertos (v. 1) y
Dios... nos dio vida (vv. 4, 5).
Comienza señalando con una metáfora su estado antes de creer en Cristo como estábais muertos
en vuestros delitos y pecados (v. 1b). Estas palabras indican una condición anterior y continua.
Describen su condición como muertos, que aquí significa no la muerte física, sino la muerte
espiritual en cuanto a su capacidad de responder a Dios. Quiere decir, estar separados o alienados de
Dios. La muerte espiritual se refiere a un estado de rebeldía en el cual el rebelde se ha separado de
la única fuente de vida y está bajo condenación.
La causa de esta muerte espiritual se describe como vuestros delitos y pecados. Delitos
(paráptoma 3900) significa pasos equivocados o faltas cometidas como actos de la voluntad. Barclay
dice: ―El término significa literalmente resbalón o caída. Se usa para describir al hombre que pierde
el camino o se extravía, o de aquel que no logra adquirir la verdad o se aleja de ella.‖ La segunda
palabra que Pablo usa para definir la causa de la muerte espiritual es pecado (amartía 266) que
significa ―errar o perder el blanco‖ como en el tiro al blanco. Pecar significa no alcanzar la meta
deseada. Incluye los errores intelectuales y los fracasos morales. Las dos palabras son prácticamente
sinónimas y usadas juntamente enfatizan la condición triste y desesperante del pecador.
Los delitos y pecados representan las malas obras del viejo hombre en que los lectores antes se
ocupaban. El autor usa dos expresiones para describir cómo se ocupaban de ellas. En los cuales
anduvisteis en otro tiempo (v. 2a) es la primera y se refiere a la conducta moral habitual de ellos, o
como diríamos hoy en día, su estilo de vida. ―Es un hebraísmo originalmente relacionado con la
figura de la vida como una senda en que uno anda‖ (Vaughan). Incluye las actitudes, relaciones,
acciones y metas de uno.
Este estilo de vida rebelde era conforme a la corriente de este mundo y al príncipe de la
potestad del aire (v. 2b). Es decir, la vida desobediente y pecaminosa de los gentiles seguía las
normas pecaminosas de su edad y las costumbres malas de este mundo. Además, estaba bajo la
influencia de Satanás, el gobernador del reino del error. Según Bonnet y Schroeder, la expresión
―príncipe de la potestad del aire‖ se encuentra sólo aquí y se usa para ―designar el imperio del
demonio‖. Esta expresión refleja el sentir de la época de Pablo que creía que el aire estaba tan
plagado de demonios malignos.
Pablo describe a éste mismo príncipe como el espíritu que ahora actúa en los hijos de
desobediencia (v. 2c). Es un espíritu maligno que ejerce su influencia sobre los que viven en el
pecado y se caracterizan por una rebeldía contra Dios. Con esta expresión Pablo señala a Satanás
como el que reina sobre los demonios y otros agentes de la maldad. Aun Jesús lo describe en Juan
16:11 como el príncipe de este mundo. Este mismo espíritu es el que está actuando en la vida de los
hijos de desobediencia. De esta manera Pablo da a entender que la influencia de Satanás se
manifiesta en las actividades pecaminosas y corruptas de la humanidad de hoy en día. Estos son los
que no reconocen a Dios ni lo obedecen. El que influye en el mundo para que reine la maldad, el
crimen, las guerras, la corrupción moral, las enfermedades sociales, la destrucción, la
desintegración del hogar y todos los demás males que pudiéramos mencionar es Satanás. Los
sujetos de él son los ladrones, los estafadores, los mentirosos, los homicidas, los inmorales, y así
una lista sin fin.
El cuadro pintado no es nada agradable, pero no se detiene allí. Lo amplía a continuación (v. 3)
para hacerlo universal. En los vv. 1 y 2 habla de vosotros (los gentiles) pero en el v. 3 habla de
nosotros (los judíos). La expresión en otro tiempo todos nosotros vivimos entre ellos... incluye a los
judíos entre los muertos en... delitos y pecados y, más específicamente, los hijos de desobediencia.
La conducta de éstos antes de conocer a Cristo no era nada bueno ni recomendable.
El autor emplea dos expresiones para describir este estado pecaminoso y perdido. La primera de
estas es vivimos... en las pasiones de nuestra carne (v. 3a). Las pasiones (epithumía 1939) son los
deseos malos o los impulsos naturales del hombre carnal. Otra palabra que expresa la misma idea es
concupiscencias. La segunda expresión caracteriza esta vida como haciendo la voluntad de la carne
y de la mente (v. 3b). Esta vida anterior estaba sujeta a los impulsos y deseos naturales del cuerpo
físico y gobernada por los malos pensamientos. Fue una vida controlada en cuerpo y mente por los
impulsos bajos de la naturaleza. La vida habitual obedecía a los deseos de la naturaleza pecaminosa
y los pensamientos pecaminosos.
La consecuencia de este estado moral se describe con la expresión por naturaleza éramos hijos
de ira (v. 3c). Según Vaughn ―la ira de Dios representa la hostilidad divina a todo lo que es malo‖.
Por naturaleza implica que esta sentencia divina se debe más a lo que uno es y no solamente a lo
que uno hace como pecador. Las obras malas del pecado provienen de una condición natural del ser
humano sin Cristo. Los pecados no hacen al pecador; el pecador hace pecados, malas obras. Con las
palabras como los demás Pablo incluye a los judíos en esta acusación como sujetos a las influencias
malignas de Satanás y por consecuencia los objetos de la ira de Dios.
Comienza con una descripción de la naturaleza de Dios: Pero Dios, quien es rico en
misericordia, a causa de su gran amor con que nos amó... (v. 4). Así Pablo introduce a Dios en el v.
4, quien es el sujeto del verbo principal dio vida en el v. 5. Menciona dos características de Dios, su
misericordia y su amor. En contraste con lo que ofrece el hombre pecador, el autor presenta a Dios
como rico en misericordia a causa de su gran amor. Rico en misericordia sugiere la circunstancia o
razón por la que Dios nos dio vida.
Este es el sentido del conjunto de palabras que componen los vv. 4 y 5. El resultado de esta
misericordia y amor se da en el v. 5, donde también se menciona la condición del pecador, estando
nosotros muertos en delitos ante la operación de estas cualidades de Dios. Esta condición o estado
moral se describe con la palabra muertos dando énfasis a la total incapacidad del hombre y la
separación de éste de Dios por causa de sus delitos. A la vez, enfatiza el gran poder de Dios que
operó cuando nos dio vida juntamente con Cristo. Es el mismo poder de la resurrección de Cristo
que resulta en nuestra salvación. Pablo une nuestra salvación con la resurrección de Jesús. Motivado
por la misericordia y el amor, Dios obró nuestra salvación por medio de y junto con la resurrección
de Jesús. El mismo poder que operó para levantar a Jesús de la muerte ha operado en nosotros para
vivificarnos juntamente con él.
Las palabras nos dio vida juntamente con Cristo interpretan una expresión griega compuesta por
Pablo que significa ―nos vivificó juntamente con Cristo‖. Según Taylor este verbo compuesto fue
acuñado por Pablo para dar ―más énfasis a que la salvación es el resultado de la unión con Cristo.
La resurrección de Cristo no es nada más la seguridad de la regeneración espiritual; también es el
medio de la regeneración‖. Esta fue la obra de Dios en el Espíritu Santo, la regeneración espiritual
de los pecadores muertos. La muerte espiritual responde positivamente al Espíritu de Dios quien
obró en la resurrección de Cristo, dándonos vida espiritual. Pablo inserta aquí una exclamación:
¡Por gracia sois salvos!, anticipando el pensamiento que trata más extensamente más adelante.
Recalca que la salvación viene de una fuente fuera del hombre y no corresponde a ningún mérito ni
valor que tuviese. Tanto la resurrección de Jesús como la regeneración de nuestras almas es obra de
la gracia de Dios, la que se manifiesta por medio de su misericordia y amor. Uno de los temas
favoritos del apóstol Pablo es la gracia y no se cansa de mencionarla (ver 1:2, 7, 8). Todo lo que
Dios hace y el creyente recibe es por gracia.
Clave en esta nueva relación y estado del creyente es la expresión juntamente con Cristo Jesús.
Para dar más énfasis a esta relación La Biblia de las Américas interpreta estas acciones de la
siguiente manera: ―Con él nos resucitó y con él nos sentó.‖ Donde está Jesús, allí está el creyente
gozándose de la victoria y los beneficios logrados por él. En los lugares celestiales sugiere que
espiritualmente ya disfrutamos del cielo. En un sentido podemos decir que el cielo ha venido a
nosotros en Cristo quien mora en nosotros. Y esto a pesar de las limitaciones temporales y
terrenales que aún experimentamos en este cuerpo físico.
Las palabras que siguen (v. 7) son una explicación de la razón divina y del propósito eterno de
Dios en la obra salvadora que hizo en Cristo Jesús. Resume lo que Pablo ha descrito tan
elocuentemente en la primera división de esta carta (1:3–14). Para mostrar señala propósito y
podría ser interpretado como ―con el fin de demostrar‖ o ―como evidencia de‖. Se refiere a las tres
acciones mencionadas en vv. 5 y 6, las cuales darán evidencia de o demostrarán en las edades
venideras las superabundantes riquezas de su gracia, por su bondad hacia nosotros en Cristo Jesús
(v. 7).
Semillero homilético
2:1–10
(1) Una conducta rebelde contra Dios por estar bajo el señorío de
lo demoníaco (v. 2).
(2) Una conducta impulsada por bajos deseos sensuales según una
voluntad carnal envilecida (v. 3a).
(1) Juntamente con Cristo sufrieron el justo castigo por los delitos
(v. 5a; 1:7; Cristo murió por asumir la culpa de los que estaban
muertos en sus delitos y pecados).
(2) Juntamente con Cristo los creyentes han vencido la muerte (v.
6a).
3. Vida donada por gracia y recibida por medio de la fe (vv. 5b, 8, 9).
(2) Si es por gracia no puede ser por obras (v. 9b; Rom. 11:6).
(3) Si es por las obras no puede ser por la fe (vv. 8a, 9a; Gál. 3:10–
12; Rom. 4:4, 5).
2. La iglesia actúa las buenas obras para llevar adelante el plan del
reino de Dios bajo el señorío de su cabeza, Jesucristo (v. 10a, b;
1:20–23).
La voluntad de Dios siempre ha sido hacernos el bien. Esto lo ha hecho en Jesús. Cada nuevo
creyente es un trofeo glorioso que exhibe esta bondad divina que nos vivifica (da vida), nos resucita
y nos sienta en victoria y gloria juntamente con Cristo. El avance misionero del evangelio aumenta
la perspectiva de esta exposición maravillosa.
Uno de los pasajes bíblicos más queridos y que a la vez sirve como base para la evangelización
es el que sigue: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don
de Dios. No es por obras, para que nadie se gloríe (vv. 8, 9). Con estas palabras Pablo resume todo
lo que ha dicho hasta este punto, señalando que la salvación es la obra soberana de Dios y sólo
depende de la fe del pecador para hacerla suya. No depende de nada más que el ser humano pueda
hacer. Moule llama a este pasaje ―esa gran formula de bendición‖. La gracia es la provisión que
Dios ha hecho para la salvación del pecador, pues la situación de éste es tan grave. La fe, y nada
sino la fe, es lo que corresponde al pecador como respuesta a la gracia de Dios, pues es la única
condición que Dios acepta. La gracia es la fuente divina de la salvación y la fe es el medio por el
cual se efectúa.
Cuatro palabras se destacan en el v. 8: gracia, salvos, fe y don. Por gracia (cáris 5485)
entendemos la merced, el favor y bondad amorosa de Dios; mientras fe (pístis 4102) es aquella
confianza que cree en esta gracia. La salvación es el resultado de estas dos, gracia y fe, y viene
como un don gratuito de parte de Dios y no por ningún mérito o esfuerzo del pecador. Las palabras
traducidas sois salvos también pueden ser traducidas habeis sido salvados, porque la estructura
verbal en el griego da a entender un hecho consumado pero en que el beneficiario continúa y
continuará gozando de sus beneficios.
Esto no de vosotros a primera vista sugiere la fe, como parece lógico y correcto pensar que aun
la fe proviene de Dios. La mayoría de los comentarios concluyen sugiriendo que ―esto‖ se refiere a
toda la obra salvadora, ―salvos por gracia por medio de la fe‖, como don de Dios. Pablo añade no es
por obras, para que nadie se gloríe. La obra salvadora de Dios, dada la condición desesperada del
pecador, no deja lugar para la jactancia ni el orgullo. Enfáticamente el Apóstol ha repetido y esto no
de vosotros y no es por obras para demostrar que la salvación no viene como resultado de los
esfuerzos ni méritos humanos. Sólo hay que creer, tener fe, confiar en Dios.
Cualquier obra, mérito, esfuerzo humano, o aun cualquier jactancia anula la gracia y niega la fe;
deja la obra salvadora completa y adecuada de Dios en Cristo expuesta a dudas y abusos; da lugar a
muchas doctrinas y prácticas equivocadas que sugieren que el hombre tiene que hacer su parte.
Tenemos el caso clásico de los gá-latas que cayeron víctimas de los judaizantes que insistían que
era necesario circuncidarse para ser salvo, además de creer. Este peligro se extiende en nuestro
tiempo hasta aquellos que insisten en que hay que tener otra experiencia posterior a convertirse a
Cristo, como ―una segunda obra de gracia‖ para ser verdaderamente salvo. Insisten en que hay que
tener tal o cual experiencia (hablar en lenguas, p. ej.) para dar evidencia de haber recibido al
Espíritu Santo. Los que insisten en esto se escudan detrás de una interpretación equivocada de la
obra del Espíritu Santo en la salvación. El gloriarse de lo que uno hace o podría hacer para salvarse
disminuye la importancia de la gracia de Dios, rebaja el sacrificio de Cristo y pone al hombre en un
plano similar al de Satanás quien quiso imponerse en el lugar de Cristo y abolir la obra de Dios.
El autor inspirado concluye explicando el propósito de todo esto en el v. 10. Este versículo ―es
para corroborar la gran verdad de los vv. 8 y 9, y para dar razón de ella‖ (Vaughan). No es por
obras que uno se salva, sino para hacer buenas obras que uno es salvo. En primer lugar, señala que
somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús. Hechura (póiema 4161) significa ―cosa que es
hecha‖ o sea obra de las manos, en este caso de Dios. Como tal, hemos sido creados en Cristo Jesús
o sea hechos en él. El alma salva es de creación divina. Pablo describe esta idea en otra epístola más
ampliamente cuando dice: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Cor. 5:17). El propósito divino es hacer del hombre
pecador una nueva criatura completamente de su agrado y que hace las obras que a él le agradan.
Que Dios nos ha hecho lo que somos depende de una nueva relación en Cristo con un propósito más
elevado. Este propósito se define como las buenas obras que Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas en lugar de las malas obras de Satanás mencionadas en los vv. 1–3.
El hombre viejo bajo la influencia de Satanás y sujeto al estilo de vida de esta edad no podría
hacer las buenas obras que agradarán a Dios. Nada menos que una nueva creación hecha al estilo de
Jesús podría satisfacer este propósito eterno y lograr la voluntad de Dios. Dios ha hecho (preparó
de antemano) las provisiones necesarias para un nuevo estilo de vida (para que anduviésemos en
ellas). La palabra ―andar‖ en el v. 10 es la misma que se usa en el v. 2 al referirse al andar en los
delitos y pecados en otro tiempo, antes de creer en Cristo. Las buenas obras ―no son meros
accesorios de la vida cristiana, sino parte del plan eterno de Dios para su pueblo‖ (Vaughan). Como
las obras malas formaron parte de la vida anterior del pecador, las buenas obras forman parte
íntegra de la vida nueva del creyente. Como antes anduvo el pecador conforme a la corriente de
este mundo ahora el creyente anda en una nueva manera de vida.
Así termina Pablo el ciclo de la transformación de la muerte a la vida, de las obras malas a las
obras buenas. Vemos el cuadro completo de lo que era uno antes de Cristo, lo que hizo Dios en él,
el resultado de ésto en aquel que cree, y el porqué de todo esto. De esta manera Pablo acaba de
describir la obra de Dios al convertir a una humanidad pecadora en una nueva comunidad salvada
por su gracia.
El autor prosigue describiendo esta nueva comunidad en Cristo como una comunidad
completamente reconciliada con Dios. Lo hace en tres párrafos: el primero (vv. 11–13) que recuerda
lo que fueron los gentiles antes de conocer a Cristo y ahora lo que son en él y presenta la obra
salvadora de Jesús. El segundo (vv. 14–18) presenta la obra pacificadora de Jesús, lo que hizo él
para derrumbar todo obstáculo entre los gentiles y los judíos. El tercero (vv. 19–22) explica el
glorioso resultado de esta pacificación y presenta a Jesús en su capacidad de edificador.
La expresión por tanto (v. 11) conecta los pensamientos que siguen con lo que acaba de
expresar respecto a la obra salvadora de Cristo. Usando ésta como fundamento, llama a los lectores
gentiles a recordar su pasado no tan halagador: Acor- daos de que en otro tiempo vosotros, los
gentiles en la carne, érais llamados incircuncisión por los de la llamada circuncisión que es hecha
con mano en la carne (v. 11). Pablo llama la atención de sus lectores al hecho de que antes eran
considerados por los judíos, los fariseos en particular, como inferiores a ellos porque no habían
recibido el rito de la circuncisión y por esto fueron llamados despectivamente los de la
incircuncisión. Este hecho fue el motivo de una gran discriminación contra los gentiles en la mente
de los judíos, quienes consideraban despectivamente a los gentiles como incircuncisos, inmundos y
fuera del alcance de la gracia de Dios.
La incircuncisión era como una ―cortina de la carne‖, una muralla, un estorbo que separaba a los
gentiles de los judíos. Los gentiles en la carne se refiere a su condición natural como no judíos.
Gentiles es éthnos 1484, que significa ―las naciones‖ o sea las otras naciones que no conocieron a
Jehovah como Dios. Estas eran consideradas como paganas y aborrecidas por los judíos. Antes de la
venida de Cristo este aborrecimiento fue tal que los judíos consideraban que los gentiles ―habían
sido creados por Dios para ser combustible para el fuego del infierno. Dios sólo amaba a Israel de
entre todas las naciones que había hecho‖ (Barclay). ¡Tan lejos estuvieron de la verdad! La única
diferencia entre los judíos y los gentiles fue una cosa hecha con mano en la carne pero que había
recibido un significado desproporcionado.
A continuación Pablo menciona la condición espiritual anterior de los efesios. La describe con
tres frases: (1) Sin Cristo, (2) apartados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la
promesa, y (3) estando sin esperanza y sin Dios en el mundo (v. 12).
Al decir que estaban sin Cristo señala que los gentiles no conocían a Jesús ni sabían nada acerca
de la promesa de Dios de enviar al Mesías al mundo. La palabra Cristo es Cristós 5547, que es
sinónima con la palabra hebrea para Mesías y las dos significan el ―ungido de Dios‖, el Hijo
prometido de Dios. Tanto la condición de pertenecer a la incircuncisión, lo que les aislaba de las
promesas de Dios, como su condición natural como seres humanos caídos en el pecado los
calificaban como sin Cristo. La consecuencia de esta condición fue que no tenían ninguno de los
beneficios que son el resultado de conocer a Jesucristo y de su obra salvadora. Además de no contar
con la señal en la carne (la circuncisión) que les identificara como pertenecientes al pueblo de Dios
(según el pensar de los judíos), los gentiles (desdichados sin Cristo) no tenían salvación.
Pablo agrega a esta situación la de estar apartados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los
pactos de la promesa (v. 12b). Esta es una expresión doble que enfatiza el hecho de que los gentiles
no fueron del pueblo de Dios ni fueron contemplados dentro de su promesa en la cual se amparaban
los judíos. De esta manera Pablo describe el estado perdido de los gentiles. Al no pertenecer los
gentiles al pueblo escogido de Dios ni conocer nada de la promesa que éste tenía, fueron
considerados como enajenados o desposeídos de la ciudadanía de Israel. No se gozaron de los
privilegios que pensaban tener los judíos. La palabra griega que se traduce apartados significa
alguien que es un extranjero o que es separado de los demás, en este caso, de los judíos. Ajenos
(xénos 3581) se puede traducir ―extranjeros‖ y significa que no fueron incluidos en la promesa de
Dios con el pueblo escogido. Israel fue el pueblo de los pactos. La palabra ―pacto‖ (diathéke 1242)
quiere decir acuerdo, contrato o promesa. La promesa se refiere a la que hizo Dios directamente con
Abraham (Gén. 17:1, 2) y había repetido a Isaac y su descendencia en varias ocasiones. Esta
promesa abarcaba a la descendencia de Abraham y la identificaba con Jehovah. Los gentiles no
fueron contemplados en esta relación íntima y vital.
Como resultado de estar sin Cristo, desposeídos espiritualmente y ajenos a la promesa de Dios
los gentiles estaban sin esperanza y sin Dios en el mundo. Aparte de Cristo no había remedio en el
mundo para ellos. Esta es la tercera frase que Pablo usa para describir la situación desesperante de
los gentiles. No les quedó ninguna salida ni aliento y estaban sin el Dios verdadero que les podría
ayudar. Como paganos tenían sus propios dioses pero éstos no tuvieron ningún poder para salvarlos.
La expresión sin Dios traduce athéos que también nos da la palabra ―ateo‖. Aunque tuvieron
muchos dioses, éstos no eran el Dios verdadero. El resultado fue que aunque tenían muchos dioses
no conocieron al verdadero Dios. Quedaron desprovistos absolutamente de Dios.
La esperanza
El padre de todos los dioses, Zeus, regaló a un piadoso rey una caja
preciosa y terrible: la Caja de Pandora, llamada así por su relación con la hija
del rey que tenía ese nombre. El honor del rey quedó sujeto al hecho de no
abrir jamás dicha caja. Un día, la princesa, no pudiendo contener su
curiosidad, entró en la cámara secreta y la abrió. Su espanto fue grande,
porque de la caja salían monstruos indeseables como: la mentira, el odio, la
deslealtad, el adulterio, el rencor, la venganza, la gula, etc. En otras palabras,
de allí salieron todos los males que aquejan a la humanidad. Aclaremos aquí
que la palabra pandora significa "todos los dones"; por lo tanto todos los
dones de Zeus son sólo males. Sigamos con el mito: Horrorizada, Pandora
tapó de nuevo la caja o el don divino. Pero adentro quedó algo, un solo mal,
el menor: Elpís.
Con éste término Pablo afirma, con entusiasmo, la esperanza cristiana: ...
para que conozcáis cuál es la esperanza (elpís) a que os ha llamado... (Ef.
1:18). Y más adelante presenta la fortísima prueba del sentido positivo de
dicha esperanza cristiana: Por gracia sois salvos (2:5); porque somos
hechura de Dios, creados en Cristo Jesús... (2:10). Podemos afirmar,
entonces, que la esperanza cristiana es radicalmente distinta a "la esperanza"
de la mayoría de los contemporáneos de Pablo. También es así de distinta
respecto de ciertas filosofías contemporáneas nuestras. La esperanza cristiana
no es una doctrina de lo absolutamente abstracto y futuro; es relativamente
concreta y presente. Se da la mano con la fe que hoy podemos poner en
Jesús; se hace evidente en la vivencia de regeneración del pecador actual; se
da la mano con el amor real con el que amamos al prójimo y al hermano en la
fe de Jesús (1 Jn. 3:14). Un teólogo lo expresa así: "Ya, pero todavía no." La
esperanza tiene su razón de ser desde el presente de gracia y fe con Jesucristo
(Ef. 1:13, 14).
Teniendo presente este recordatorio triste, Pablo procede a señalar en el v. 13 que aquel estado
lamentable había sido cambiado en Cristo: Pero ahora en Cristo Jesús. Antes estaban fuera de
Cristo, ahora están en Cristo Jesús: Expresión favorita de Pablo que usa para señalar el lugar actual
donde está el que cree. Significa que el creyente vive por fe en unión con Cristo en contraste con la
situación anterior de estar sin Cristo, muy lejos de Dios y fuera de comunión con él. Los que antes
estaban lejos ya han sido acercados por la sangre de Cristo (ver Isa. 57:19). La clave reconciliadora
es la sangre de
Semillero homilético
Jesús reconcilia
2:11–18
I. Cómo se daba la hostilidad entre los pueblos (vv. 11, 12, 14b, 15a).
Cristo. Podemos entender que la expresión ―ser acercado‖ significa ser atraído a, reunido con, o
reconciliado con. En otras palabras, la sangre de Cristo obra para quitar de en medio nuestro estado
pecaminoso y demoler todos los obstáculos que nos han separado de Dios en el pasado.
La frase la sangre de Cristo es una referencia a la muerte de Jesús en la cruz para conseguir
para todos los que creen en él la remisión de sus pecados. Esta obra vicaria quitó lo que nos
separaba de Dios y nos acercó de nuevo en una magna obra reconciliadora. Solamente de esta
manera ha sido posible que el gentil, tanto como el judío, sea salvo. Comenzamos así a darnos
cuenta de cómo Dios ha estado preparando una nueva comunidad espiritual y santa en Cristo.
Hemos visto a Jesús en esta porción como el agente reconciliador entre Dios y los gentiles que
estábamos lejos de él.
Pablo describe la obra pacificadora de Jesús en la porción que contiene los vv. 14 al 18. En estos
identifica a Jesús como nuestra paz quien de ambos nos hizo uno (v. 14). Cristo unificó a los dos
pueblos antagónicos, gentil y judío, en uno solo. Moule describe esta acción de la siguiente manera:
―Pagano y fariseo nos abraza- mos, pues Dios nos ha abrazado a ambos en su amado Hijo.‖ La
palabra nuestra incluye a ambos en la reconciliación uniendo en paz a los dos enemigos.
4. Martin Luther King, mucho menos blanco que Gandhi, proclamó, vivió
y murió por la paz en justicia entre negros y blancos; su sueño por una
nueva tierra prometida lo puso en práctica sobre la base del principio
evangélico de la "no violencia". El era cristiano.
Los cinco tuvieron que ver, en alguna manera, con Jesús. Meditemos en
cada caso... pero, sobre todo, traigamos al corazón a Jesucristo, para ofrecerle
nuestras vidas como "instrumentos de paz".
Jesús no sólo es el mediador de la paz, El es la sustancia de esta paz. Esta verdad se expresa en
la frase que sigue: El derribó en su carne la barrera de división, es decir, la hostilidad (v. 14b). El
mismo efectuó esta paz por medio de su muerte vicaria en la cruz ofreciéndose a sí mismo. La
acción de derribar significa destruir, quebrantar o desatar. Aquí se refiere a que Jesús en su
encarnación y su muerte había destruido la barrera de división que separaba a la humanidad de
Dios. El mismo se acercó a la humanidad por medio de la encarnación y venció toda oposición del
enemigo por su muerte y resurrección.
Es posible que el autor haya tenido en mente la pared que separaba, en el área del templo de
Jerusalén, el atrio o patio exterior de los gentiles de los atrios o patios interiores de los judíos
(Bratcher y Nida, p. 55). Esta pared midió 1.6 m. de alto y, según Josefo, a cada trecho había avisos
para que los gentiles no pasasen. Era una barrera que representaba la hostilidad que sentían los
judíos hacia los gentiles. Representaba también en la mente de Pablo la enemistad que había
existido en el hombre rebelde hacia el Dios justo. Jesús derrumbó figurativamente esta barrera con
su muerte. Lit. fue destruida cuando el ejército romano tomó la ciudad de Jerusalén en el año 70 d.
de J.C. y tiró abajo toda la estructura del templo de los judíos.
En nuestra propia época, el mundo entero se quedó a la expectativa y observaba con regocijo
cuando en el año 1989 los alemanes orientales derribaron ladrillo por ladrillo y alambre por alambre
el infame muro de Berlín que dividía en dos aquella ciudad por más de cuarenta años, Berlín
Oriental y Berlín Occidental. Semejante acontecimiento histórico queda muy pequeño ante lo que
logró Jesús al quitar de en medio toda pared de división que no sólo nos separa al uno del otro sino
que también nos separa de Dios.
Otra acción pacificadora de Jesús se expresa con la frase y abolió la ley de los mandamientos
formulados en ordenanzas... (v. 15a). Esta acción se refiere también a lo que hizo en su carne o sea
en su crucifixión (v. 14), la cual derribó completamente la barrera divisoria. El había preparado el
camino por medio de una vida perfecta y de sus enseñanzas superiores y preceptos más elevados.
Culminó éstas con su muerte en la cruz. Por ella anuló lo que para el judío fue el baluarte de su
religión, la ley de los mandamientos formulada en ordenanzas.
En el tiempo de Jesús la ley de Moisés había sido expandida hasta incluir más de 500
ordenanzas y reglas que hacían imposible que uno las cumpliera. Jesús dejó sin efecto la ley de los
judíos en cuanto a los cristianos. En cambio, dio un nuevo mandamiento, el del amor hacia el
prójimo basado en el amor de Dios (Juan 13:34). El sustituyó en lugar del legalismo un principio
más alto, el del amor. El sistema de leyes tendía a separar al hombre de Dios en vez de acercarlo y
dividía los hombres entre sí. En cambio, el nuevo sistema implantado por Jesús tiende a juntarlos en
el amor de Dios. El resultado de esto es la unidad, para crear en sí mismo de los dos hombres
(gentil y judío) un solo hombre nuevo (v. 15b). La muerte de Jesús sirvió para juntar al pueblo judío
y las naciones gentiles en un solo pueblo con Dios. En un solo hecho Jesús hizo posible la
reconciliación entre toda la humanidad y Dios. Pablo habla de esto como crear en sí mismo... un
solo hombre nuevo, es decir una nueva comunidad, un nuevo pueblo. Así, hizo la paz.
La muerte de Cristo en la cruz fue la que logró la reconciliación e hizo la paz. Este es el sentido
del v. 16 que dice: También reconcilió con Dios... por medio de la cruz. Esta reconciliación fue
hecha a ambos en un solo cuerpo. Ambos se refiere a los dos partidos de la humanidad, los judíos y
los gentiles, antes enemigos. Un solo cuerpo se refiere al concepto de la iglesia ya mencionado en
1:22b, 23a (la iglesia, la cual es su cuerpo). El objetivo de esta reconciliación fue formar la iglesia
en un solo cuerpo y la manera de lograrlo fue dando muerte en ella a la enemistad. En la iglesia los
que antes fueron enemigos ahora son amigos. Por medio de su muerte Cristo puso fin a la enemistad
que existía hacia Dios de parte de la vieja humanidad y simultáneamente estableció el reino de la
paz mediante la reconciliación. De esta manera creó una nueva humanidad.
La salvación
Cabe notar aquí que en los vv. 17 y 18 tenemos una referencia clara a las tres personas de la
Trinidad, Jesús, el Padre y el Espíritu. Hallamos otra referencia similar en los vv. 21 y 22 con el
énfasis sobre la obra de Cristo Jesús en las palabras en él.
Pablo concluye su reflexión sobre la nueva comunidad en Cristo con una serie de figuras que
describen a los creyentes como conciudadanos, familia y edificio (vv. 19–22). Las palabras por lo
tanto (v. 19a) relacionan lo que sigue con lo que acaba de decir con respecto a la obra redentora,
reconciliadora y unificadora de Jesús. Presenta ahora la obra edificadora de Jesús.
Semillero homilético
2:19–22
III. La ve como el edificio de Dios (vv. 20–22; ver 1 Cor. 3:9, 10).
3. En Cristo, este edificio viviente crece de modo ordenado (v. 21a; ver
1 Cor. 3:10, 11).
A estos que antes fueron excluidos Pablo les otorga la ciudadanía espiritual en Cristo,
llamándolos conciudadanos de los santos. Gozan de todos los derechos y privilegios como
―legales‖ igual que cualquier otro. Ya no son solamente tolerados, son ciudadanos plenos. Ejemplo
de esta condición sería algún latinoamericano que hubiera logrado ir a los Estados Unidos de
América ilegalmente para trabajar. Este pudiera acogerse de la amnistía que se declaró en 1989, y
conseguir una documentación provisional que le concediese ciertos privilegios limitados. Con el
paso del tiempo y después de algunos trámites este residente temporal podría lograr nacionalizarse,
haciéndose ciudadano legítimo de su país adoptivo. Pablo declara que nosotros somos ciudadanos
legítimos del reino de Dios.
Difícilmente podría un gentil hacerse ciudadano del pueblo escogido de Dios (Israel), pero
ahora en Cristo éstos tienen plena ciudadanía con los demás santos. Santos (ágios 39 y 40) en este
contexto se refiere a los santos escogidos (1:4) de entre los judíos y los gentiles que han sido
apartados en Cristo para la gloria de Dios. Así, los creyentes son identificados como pertenecientes
al nuevo pueblo de Dios formado en Cristo; no son más ni judíos ni gentiles.
La expresión miembros de la familia de Dios enfoca una relación aún más íntima y estrecha.
Pablo Bessón, en su traducción El Nuevo Testamento de Nuestro Señor Jesucristo traduce esta idea
con la expresión domésticos de Dios. Esta idea da a entender el domicilio particular del ciudadano.
Pertenecemos a la familia de Dios por derecho de haber sido escogidos para adopción como hijos
suyos (1:5) y por esto cohabitamos con los demás miembros de la familia con iguales privilegios
como hermanos en Cristo. Esta relación de ciudadanía y familiaridad enfatiza la paz que tenemos
con Dios en Cristo Jesús.
Joya bíblica
La figura de una edificación se introduce en el v. 20. Pablo comienza diciendo: Habéis sido
edificados. Estas palabras traducen una sola en el griego que podría ser traducida con la palabra
sobreedificados (Lacueva, Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español). Da a entender la nueva
situación de los lectores: miembros plenos del reino y de la familia de Dios. Se refiere al resultado
de haber sido salvados y reconciliados por Jesús; y ahora hemos sido situados efectivamente como
parte integral del nuevo edificio que se está levantando por Dios para ser un templo santo en el
6
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 136). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
Señor (v. 21). El autor inspirado utiliza dos figuras del oficio de la construcción para relacionar a
los creyentes íntegramente con esta edificación: el fundamento y la piedra angular.
Indica que esta edificación ha sido hecha sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas
(v. 20). Esto significa que la edificación se funde en las enseñanzas de éstos, no como fundamento
propio, sino las enseñanzas que éstos habían dado acerca de Jesús, quien en 1 Corintios 3:11 es
identificado como el único fundamento. Moule sugiere que esta figura significa ―el fundamento que
consiste de ellos, por cuanto su doctrina es la base de vuestra fe‖. Es decir, que ellos fueron los
maestros inspirados y portadores de la autoridad divina. Ellos fueron los que fraguaron el concepto
del fundamento de la iglesia, el cual es Jesús.
Los apóstoles, sin duda, fueron aquellos que Jesús comisionó y que la iglesia primitiva
reconoció como tales. Había también en la iglesia del primer siglo un grupo especial de personas
que tenían la capacidad espiritual de profetizar (3:4; 4:11). Estos fueron los que, en adición a los
apóstoles, testificaron a las iglesias del período inmediatamente después del día de Pentecostés de
Jesús y de su obra de gracia. Con referencia a esto Moule dice: ―Es asunto bien claro que el
‗profeta‘ cristiano ocupó un lugar de impresionante importancia en la iglesia primitiva, segundo,
pero sólo segundo al apóstol, aparentemente, en que no era necesariamente ‗un testigo de la
resurrección‘, y en que no ocupaba un lugar prominente en el gobierno.‖ Ellos pusieron las bases
doctrinales tomando a Cristo, su obra y sus enseñanzas como fuente principal y lo que contiene el
AT como trasfondo y respaldo autoritativo.
La segunda figura tomada de la construcción es la de la piedra angular (v. 20). Una vez puesto
el fundamento, el constructor procede a poner la piedra del ángulo de la cual todo lo demás del
edificio parte y toma su forma. En nuestro tiempo los albañiles usan bloques de concreto o ladrillos
de arcilla cocida. Colocan uno de estos en la esquina principal y a veces como parte del
fundamento, y de allí comienzan a tirar cuerdas para guiarlos al colocar los demás. Cuando es un
edificio público o un templo, a veces se celebra la ocasión de colocar este bloque o piedra como el
inicio oficial de la construcción. Pablo señala a Jesús como esta piedra o bloque principal que
funciona como el punto céntrico del cual toda la edificación se alínea y toma su forma.
Al decir habéis sido edificados (v. 20a) Pablo ubica a los creyentes como integrantes de este
edificio y los relaciona íntimamente con Jesucristo al decir en el v. 21: En él todo el edificio, bien
ensamblado, va creciendo hasta ser un templo santo en el Señor. Pedro llama a los creyentes
piedras vivas (1 Ped. 2:5), idea que está implícita en los vv. 20 y 21. Estas piedras vivas están
unificadas orgánicamente en él en un edificio bien ensamblado. Estas palabras sugieren la firmeza y
estabilidad para permanecer de este edificio, teniendo un buen fundamento en la enseñanza de los
apóstoles y profetas, con Cristo como la piedra principal y unificadora y los creyentes salvos por la
fe en él como las piedras integrantes. Recuerdan las palabras de Jesús mismo cuando dijo: Sobre
esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (ver Mat.
16:18a).
Hay dos características que tiene este edificio. Está bien ensamblado; no hay ningún punto débil
ni material falso en él, pues, todo ha sido seleccionado, preparado e inspeccionado por el Maestro
Constructor quien supervisa la colocación de cada pieza en su debido lugar. La segunda
característica es que va creciendo. Cada vez que una nueva alma se convierte al Señor ésta se
incorpora en el edificio espiritual en construcción como parte integral de él. Estas dos frases hablan
de la unidad y del crecimiento de la iglesia, a las cuales alude este pasaje. La unidad de la iglesia en
Cristo es un factor esencial de la naturaleza de ella. Igualmente, la naturaleza de la iglesia es crecer.
Como dice Stott: ―La unidad y el crecimiento de la iglesia van unidos, y Jesucristo es el secreto de
ambos.‖
El objetivo de este edificio se revela en la frase que sigue: Hasta ser un templo santo en el
Señor (v. 21). Tiene una misión sagrada, la de servir como templo santo para morada de Dios (v.
22). Esto evoca el significado que el templo tenía para los judíos, simbolizando la presencia de Dios
en su medio, aunque bien sabían que Dios no se reduce para caber en un edificio hecho con manos,
ni se limita a un lugar. Pero como el templo en Jerusalén fue el lugar donde la gloria (shekinah) de
Dios se hizo presente en el santuario interior, la gloria de Dios ha de hacerse sentir en el nuevo
edificio espiritual que representa la iglesia. Las tres personas de la divina trinidad coinciden en la
construcción de la iglesia (v. 22) de igual manera que lo hacen en la salvación del alma de cada
creyente. El arquitecto es Dios, el constructor maestro es Jesús, y el residente principal es el
Espíritu Santo, y nosotros los creyentes somos los participantes y beneficiarios de todo esto para la
alabanza de la gloria de Dios.
Con mucha destreza Pablo describe la obra maravillosa de Dios en Jesucristo al redimir y
habilitar a los gentiles, igual que a los judíos, para que formasen parte de la obra maestra que está
levantando en la iglesia. Esta ha de ser la morada terrenal de Dios por medio del Espíritu Santo
quien vive en el corazón de cada creyente. Este es el sentido de la declaración con la cual concluye
esta parte de la epístola: En él también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en
el Espíritu (v. 22). Pablo declara que en Cristo los gentiles y los judíos creyentes están siendo
unidos en una nueva comunidad espiritual, con una ciudadanía celestial y eterna, y como familia
selecta para servir de morada permanente de Dios en el Espíritu. Dios vive en su iglesia por medio
del Espíritu Santo quien ha sido dado como sello de garantía (1:13b, 14) a cada uno que cree en
Jesús. La tarea de la iglesia como morada de Dios es reflejar su gloria en la vida de los santos que la
forman y que han sido redimidos por fe en Jesús y viven por el Espíritu.
Así concluimos que la iglesia de Cristo es la máxima expresión de la gloria de Dios en la tierra
y la será en el cielo cuando Cristo venga para llevarla al lugar que está preparando para que donde
yo esté, vosotros también estéis (Juan 14:3b). Juan también captó el significado de esta promesa en
su visión del cielo nuevo y la tierra nueva donde vislumbra: He aquí el tabernáculo de Dios está
con los hombres, y él habitará con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos
como su Dios (Apoc. 21:3). Este tabernáculo es la iglesia, la obra maestra de Dios en Jesús. Aun
con sus defectos y deficiencias humanas, la iglesia sigue siendo la obra de Cristo y la morada de
Dios en la presencia del Espíritu Santo en cada creyente y en el conjunto de todos los creyentes
santos y salvos por la fe en Jesús.
Este capítulo contiene una oración interrumpida (vv. 1 y 14–21) y un paréntesis (vv. 2–13),
provocado por el recuerdo de vosotros los gentiles. Es el testimonio de Pablo con respecto al
ministerio particular que él tuvo entre y a favor de ellos.
Las palabras por esta razón conectan lo que piensa decir y hacer en favor de ellos con el
pensamiento que acaba de elaborar con relación a la obra de gracia de Cristo y los gentiles (vv. 11–
22) y especialmente con lo dicho en los últimos versículos del cap. 2 (2:19–22). La misma frase se
usa al comienzo del v. 14, al regresar Pablo a la oración, con el trasfondo del pensamiento
parentético que ahora elabora.
Momentáneamente, el autor cambia el enfoque de la epístola que hasta este punto señala a los
gentiles. ―Ahora, abruptamente, distrae su atención de ellos mismos para situarla sobre él‖ (Stott).
Ya que había explicado (cap. 2) el alcance del evangelio hacia los gentiles y los múltiples aspectos
de ello, se detiene para decirles que a él le había tocado la buena fortuna de ser el portador de tan
gloriosa noticia.
La porción que contiene los vv. 2 al 13 nos da un vistazo íntimo de Pablo como el mensajero
escogido de Dios para los gentiles y el mensaje precioso que él portaba. En primer lugar, Pablo
consideraba su ministerio particular como la administración de la gracia de Dios que le había sido
conferida (v. 2). Había recibido ésta por re- velación directa (v. 3) que le fue dada a conocer por el
Espíritu Santo (v. 5). El mensaje recibido fue este misterio (v. 3), el misterio de Cristo (v. 4), lo que
él expone con un a saber en el v. 6. Este pasaje se caracteriza por un vocabulario poderoso que
comunica el alto concepto que él mismo tenía de su ministerio y mensaje.
El autor se identifica por nombre y con una descripción de su estado físico y espiritual: Yo
Pablo, prisionero de Cristo Jesús (v. 1). No hay duda de que quien escribe es Pablo. Aquí y en 1:1
usa su nombre. Dos veces, también se identifica como prisionero, en 3:1 y 4:1. Al escribir estos
pensamientos él se encuentra en una prisión romana, encadenado a un soldado que lo guardaba día
y noche. Aguardaba la oporunidad de defenderse ante la autoridad máxima, el César. Estaba allí
debido a su propia apelación (Hech. 25:10–12). Aunque físicamente estaba bajo la autoridad
romana, él sabía que estaba bajo una autoridad más alta, la de Cristo Jesús, no la del César. Lo que
más le importaba era el hecho que él, Pablo, estaba en esta condición porque había llevado el
evangelio a los gentiles y no por algún delito que había cometido contra Roma (ver Hech. 25:7, 8).
La acusación original contra Pablo se halla en Hechos 21:28. Fue de carácter religioso y no
civil. La prisión física que resultó y que ahora guardaba fue inconsecuente con su verdadera
relación con Cristo. Esta se describe con las frases prisionero de Cristo Jesús, a favor de vosotros
los gentiles (v. 1). La palabra que emplea aquí para prisionero (désmios 1198) significa lit. que estaba
preso y da la impresión que estaba encadenado. La palabra désmios proviene del sustantivo desmós
que significa ―ligaduras‖, palabra que se usa para referirse a ―prisiones‖. Por esta razón, ha de
entenderse en forma literal.
Los gentiles fueron los beneficiarios principales de esta relación que llevaba Pablo con Cristo.
No los culpa, ni los acusa, sino quiere hacerlos conscientes de que lo que él estaba experimentando
redundaba en bien de ellos por el evangelio que él les había llevado. Fue por haber hecho esa cosa
precisa, predicar el evangelio entre los gentiles, que Pablo ahora sufre prisiones. El Apóstol
reconoce que esta fue la obra que Cristo le había asignado al prenderlo por causa del evangelio. Fue
por haber cumplido esta comitiva que se halla ahora en la situación en que se encuentra.
Al contemplar esta verdad que siempre le conmovía, Pablo se olvida de la intercesión que
apenas comenzaba y se pierde en una digresión larga, profunda e íntima (vv. 2–13). Abre su
corazón con respecto al ministerio que Dios le había dado, el misterio que le había sido revelado y
su mayordomía de los dos. Vaughan sugiere que esta sección (3:1–13) es ―la sección más
intensamente personal de la epístola a los Efesios‖. Sus pensamientos alcanzan una admiración
profunda de lo que le había sido encomendado.
Efeso
Otra característica del estilo literario del autor es el uso de oraciones largas y estructuras
gramaticales complicadas. Esta porción (vv. 2–13) consiste de dos de éstas, vv. 2–7 y 8–13 en el
texto griego y en muchas versiones antiguas como la de Pablo Besson, la de Bonnet y Schroeder y
en la RVR-1960. Las versiones modernas han tratado de facilitar la lectura dividiendo el discurso en
frases y oraciones más fáciles de manejar. Así lo ha hecho la RVA.
El vocabulario que usa Pablo, también merece mención. El movimiento cristiano del primer
siglo, como en los siglos sucesivos ha tenido que confrontar a otras religiones y más que todo, un
sincretismo religioso que tiende a mezclar conceptos religiosos diversos. El gnosticismo había
comenzado a influir en la filosofía de la gente del valle del río Lico donde abundaban las religiones
orientales. Pablo era consciente de estas tendencias peligrosas y trata de alertar a los lectores de las
cartas que envía a este sector (Colosenses y Efesios). Por esta razón él toma ciertas palabras clave
que usaban esas sectas y las emplea con una aplicación netamente cristiana. Habla de la revelación
que él había recibido de Dios, en contraste con las que pregonaban los profetas de tantas religiones
extrañas. Otra palabra que usa con sentido cristiano es misterio al referirse al mismo como el
secreto de Dios dado a conocer a los gentiles en Cristo y el evangelio, que ―ahora debe de ser
expuesto públicamente para que penetre al mundo‖ (Lane).
Dicho esto, pasemos ahora a examinar este famoso y profundo paréntesis. Este nos da un
vistazo de cómo conceptualizaba Pablo su ministerio. No es una jactancia egoísta, sino es una
exposición reverente de lo que él mismo consideraba un encargo divino y un privilegio sagrado. El
señala tres aspectos de su ministerio: una dádiva de Dios que administrar (vv. 2–6), un servicio que
rendir (vv. 7–12), y un sacrificio personal en bien de los gentiles (v. 13).
Las palabras sin duda habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me ha sido
conferida en vuestro beneficio (v. 2) suponen que algunos de los lectores de esta carta no conocían a
Pablo directamente y probablemente no tuvieron ningún conocimiento de su ministerio. A pesar del
largo ministerio que tuvo en la ciudad de Efeso y el hecho que fue bien conocido en esa región, si
esta carta fuese escrita para circular entre otras iglesias habría muchos que sabían de segunda mano
del ministerio especial de Pablo. De manera que Pablo se sintió en la necesidad de dar una
explicación de su misión a los gentiles.
Todo esto, la administración de la gracia dada por Dios, fue para el beneficio de los gentiles.
Pablo fue el principal portador del evangelio a los gentiles; para esto había sido llamado
instrumento escogido para llevar mi nombre ante los gentiles (Hech. 9:15). Así como había sido
escogido y llamado, fue fiel al cumplir la comisión sagrada. En la expresión que abarca el v. 2
podemos palpar algo del sentimiento tierno y la satisfacción que tenía al desempeñar su labor
misionera entre los gentiles. A continuación elabora este concepto (vv. 3–11).
Semillero homilético
3:1–12
(1) Pablo fue hecho diácono o servidor, de pura gracia (v. 7).
(2) Por medio de él los pecadores tienen libre acceso a Dios con
mucha confianza (v. 12a).
(1) Fue dada a conocer a Pablo por revelación especial (v. 3a).
(1) No fue entregada antes a los filósofos (v. 5a; ver 1 Cor. 1:19 y
sigs.).
El Apóstol afirma en v. 3 que por reve- lación me fue dado a conocer este misterio. Aquí
tenemos dos palabras que describen cómo la recibió y el contenido de esa gracia mencionada en v.
2. Estas son revelación (apokálupsis 602) y misterio (mustérion 5466). Este misterio se refiere
directamente a la gracia de Dios que me ha sido conferida en vuestro beneficio (v. 2). Por
revelación, puede ser una referencia a la experiencia que tuvo en Damasco y luego en el desierto.
No fue una fabricación de su mente, ni fue el resultado del tiempo que había pasado con los otros
apóstoles; le fue revelado directamente por Aquel que lo llamó. Pablo no lo buscó, ni lo había
descubierto por coincidencia. Tampoco fue porque Pablo fuese alguien especial, sino que fue un
acto soberano de Dios en el desarrollo de su plan eterno para darse a conocer a todas las naciones.
Bien podría haber recibido esta revelación durante el tiempo que pasó en el desierto después de su
conversión. Este retiro al desierto (Gál. 1:16, 17) fue un tiempo contemplativo; le dio una
oportunidad de reflexionar y meditar, de tener comunión con Dios. Hay que recordar que Saulo de
Tarso (Pablo) fue un hombre preparado, instruido en las Escrituras. Este conocimiento de las
Escrituras en una mente fecunda y completamente entregada al Espíritu Santo pudo captar cuál era
la intención divina al detenerlo en el camino a Damasco. No obstante, el apóstol a los gentiles
reiteraba que él había recibido tanto el llamamiento como el mensaje del evangelio para los gentiles
por revelación directa de Dios.
Revelación es una traducción de apokálupsis 602 que significa quitar el velo para dar a conocer o
exponer algo que de otro modo no podría ser conocido. Esta revelación fue por intervención divina,
dando a conocer el ministerio singular que fue el propósito y la voluntad de Dios para Pablo. El
misterio fue el contenido de ella. Pablo fue el instrumento escogido a quien Dios había revelado el
misterio divino y por medio de quien Dios lo hacía saber a los gentiles.
El contenido de esta revelación fue este misterio que elabora específicamente en el v. 6. Según
el Nuevo Léxico Griego Español del Nuevo Testamento (McKibben, Stockwell y Rivas) misterio
significa ―verdad divina que se va revelando‖. No es algo oscuro, perplejo, ni difícil de comprender,
sino algo que fue antes escondido y desconocido, pero ahora ha sido dado para conocimiento de
todos. Se distingue este misterio revelado de los ―misterios‖ de muchas religiones prevalecientes en
el tiempo de Pablo y los efesios. Se refiere a algo que Dios había guardado en su corazón desde la
eternidad hasta el momento dado en que lo hizo conocer primero en la vida de Jesús y luego en el
ministerio de Pablo. Este misterio consiste en la incorporación al mismo cuerpo a los gentiles junto
con los judíos como coherederos en Cristo Jesús (v. 6) por medio de la iglesia (v. 10), verdad que
Pablo ahora proclama. Esta verdad que fue escondida en el tiempo pasado, hasta ahora se está
dando a conocer. Pablo fue testigo de primera mano de este hecho histórico-espiritual.
La palabra misterio, según Stott, es ―cla-ve para nuestra comprensión del apóstol Pablo‖. Señala
que en el idioma griego la palabra mustérion 5466 significa un ―secreto‖ que ya no está celosamente
guardado sino está a la vista. En cambio, en el cas-tellano es algo inexplicable y hasta
incomprensible. Por esta razón es importante interpretar la palabra según el uso de Pablo y no según
el significado común.
La expresión como antes lo he escrito brevemente es una referencia a algo que ya mencionó
antes en la misma carta, probablemente lo que dice en 1:9 y ss. Varios comentaristas opinan que no
es necesario entender que se refiere a otra carta escrita antes, sino que es una refe-rencia a algo
mencionado temprano en esta misma carta. Sugiere en el v. 4 que leyéndolo de nuevo los lectores
captarían lo que él mismo comprendía con respecto a este misterio de Cristo que él ahora tiene el
privilegio y la responsabilidad de proclamar. De esta manera los destinatarios po-drían discernir
cómo Pablo percibió no sólo su llamamiento, sino también el mensaje de su misión. Tres veces en
esta porción menciona el misterio (vv. 3, 4 y 5), el cual explica en v. 6.
Antes de explicar en qué consiste este misterio Pablo da a entender que el contenido en otras
generaciones (v. 5) no había sido dado a conocer en su plenitud a los hombres. Es decir que en
otros tiempos ya pasados los hijos de los hombres, o sea el género humano, no había podido co-
nocer plenamente lo que había sido re-velado... por el Espíritu... a los apóstoles y profetas, y que
Pablo ahora procede a anunciar. Estos últimos (apóstoles y profetas) constituyeron las columnas de
la iglesia del primer siglo y fueron los pró-ceres del avance misionero. Los apóstoles fueron
aquellos que habían estado con Jesús, que habían visto al Cristo resucitado. Fueron los primeros
misioneros, a quienes Cristo envió al mundo con el evangelio. Los profetas fueron creyentes en
Cristo que aunque no fuesen testigos de su muerte y resurrección, habían sido capacitados por el
Espíritu para proclamar la palabra de Dios. Fueron los predicadores de la iglesia primitiva. Pablo les
da el calificativo de santos, refiriéndose a la condición de estar apartados o consagrados para el
servicio de Dios. De esta manera el Apóstol refleja un elevado concepto de los siervos de Dios.
La palabra como en el v. 5 sirve para hacer un contraste entre lo que no habían podido conocer
los de otras generaciones y lo que ahora se revela por el Espíritu Santo.
El contenido de este misterio revelado, aclarado y ahora comunicado consiste en que los
gentiles han sido incluidos en el plan divino al igual que los judíos (v. 6). El mismo cuerpo es una
obvia referencia a la iglesia. En esto consiste el misterio, el mensaje que ahora Pablo tiene el
privilegio y la satisfacción de proclamar, ―lo que no reveló ni el AT ni Jesús‖ (Stott). Pablo usa tres
expresiones compuestas para describir esta nueva condición: coherederos (sugklerónomos 4789),
incorporados (súsomos 4954) y copartícipes (summétocos 4830). Cada una de estas palabras en el
griego comienza con el prefijo sun que denota que hay algo en común entre aquellos a quienes se
refiere. Tienen mucho en común: la misma herencia, el mismo cuerpo y la misma promesa, lo que
Moule llama ―los caudales espirituales de un Padre común‖. Esta declaración triple enfatiza que los
gentiles ahora comparten completa e igualmente con los judíos todos los beneficios del evangelio,
sin tener que hacerse judíos por la misma puerta de la justificación por la sola fe (Wickham).
Todas estas bendiciones fueron hechas posibles como resultado de la proclamación del
evangelio del cual Pablo llegó a ser ministro (v. 7). El poder y el alcance universal del maravilloso
evangelio está manifestado en esta triple bendición. Pablo mencionó la herencia del creyente en
1:11: En él recibimos herencia. La idea de ser incorporados en el mismo cuerpo está mencionada
en 2:16 como el resultado de la obra reconciliadora de la cruz de Cristo. Copartícipes de la promesa
es una referencia a lo que se menciona en 2:12, 13. Todo esto, pues, es lo que Pablo llama ―este
misterio‖, lo que Stott describe en resumen como ―la unión completa de judíos y gentiles unos con
otros a través de la unión de ambos con Cristo‖.
A continuación el Apóstol declara que él llegó a ser ministro (v. 7) de éste. La palabra ministro
(diákonos 1249) significa ―servidor‖. El llegó a ser ministro del misterio conforme a la dádiva de la
gracia de Dios. Dadiva (doreá 1431) es un don, un regalo, y en este caso algo gratuito, un gran favor.
El nombramiento de Pablo para este ministerio fue obra de la gracia divina y no el resultado de
alguna consideración de favoritismo ni de mérito intelectual o político. A pesar de lo que le había
costado en sufrimiento, sacrificios y persecución, se sentía muy afortunado y agradecido. Además,
reconoce que este nombramiento al ministerio había venido de Dios según la acción de su poder.
Esta es una referencia al hecho de que su llamamiento a este servicio especial fue el resultado de la
actuación del poder divino en su vida y que él lo ejercería de la misma manera, como acción de su
poder. Es posible que tuviera en mente la experiencia en el camino hacia Damasco que resultó en
un cambio radical y drástico en su vida y en el rumbo de ella. Pablo se halla sumamente
maravillado por este hecho.
No sólo se quedó maravillado. Se sintió humillado por el mismo hecho, porque se daba cuenta
de lo indigno que era para tal responsabilidad (v. 8). Se considera menos que el menor de todos los
santos al lado de los demás santos y de la grandeza de la gracia de Dios y de la riqueza del
evangelio que le había sido encomendado. Stott sugiere que esta expresión puede ser un juego ―con
el significado de su nombre. Porque su apodo romano ‗Paulus‘ es en latín ‗pequeño‘ y la tradición
dice que era un hombre pequeño de estatura‖. No hay en esta declaración nada de orgullo, tampoco
de humildad fingida. Refleja una sinceridad y gratitud profundas de que Dios lo hubiera tomado en
cuenta para tan elevada misión, la que describe como una gracia (don) que le había sido conferida.
Enfoca su misión otra vez como la de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables
riquezas de Cristo. Anunciar el evangelio traduce euaggelízo 2097, que significa ―anunciar buenas
nuevas‖, la misma que nos da la palabra evangelizar. Describe este evangelio con la expresión las
inescrutables riquezas de Cristo. Estas son las que acaba de enumerar en la primera parte de la
epístola y las considera insondables y sublimes. Esta expresión enfatiza la plenitud y abundancia de
los beneficios que tenemos por fe en Cristo. Son inagotables e interminables.
Su misión no fue sólo anunciar entre los gentiles el evangelio, incluía también el deber de
aclarar a todos (v. 9) el sentido de éste. Aclarar (fotízo 5461) significa echar luz sobre algo; en otras
palabras, iluminar o esclarecer. Su tarea fue hacer más fácil de comprender cuál es la
administración del misterio ahora revelado. Enfatiza otra vez en este versículo lo que había
mencionado en 1:3–14 y en 3:2–6 como el próposito divino desde la eternidad. Este próposito
guardado en lo íntimo del corazón de Dios, quien creó todas las cosas, ahora es de conocimiento
amplio y de fácil comprensión para todos. Pablo autentica su evangelio como procedente del
creador de todas las cosas.
Pablo refleja un alto concepto de la iglesia. Esta ha sido designada como el vehículo por el cual
sean dadas a conocer ante el universo entero las más elevadas y sublimes intenciones divinas. La
iglesia como cuerpo de Cristo figura prominentemente en el propósito eterno (v. 11) realizado en
Cristo Jesús. Ella existe para ser el escaparate que exhibe la sabiduría de Dios ante el mundo y
particularmente aquellos poderes destructivos que se oponen a los propósitos de Dios.
Además, podemos apreciar la posición favorable del creyente y los beneficios que goza por
medio de fe en él (v. 12). En él es una expresión favorita de Pablo. Esta y en Cristo aparecen
repetidas veces en esta epístola. No se cansa de expresarla porque ubica al creyente como en Cristo
por fe y describe la fuente de los beneficios que él da. Esta situación favorecida del creyente le hace
acreedor de un beneficio doble: libertad y acceso a Dios. Este beneficio representa la eliminación de
cualquier restricción u obstáculo que antes impedía a los hombres relacionarse con Dios. En el
idioma original los sustantivos traducidos libertad y acceso tienen un solo artículo que implica una
sola acción, la que podemos entender como acceso libre o franco a Dios. El creyente puede
presentarse con audacia en la presencia de Dios con toda confianza. Esto es ejercer el sacerdocio del
creyente. Las restricciones antiguas ya no existen en Cristo. Los obstáculos de la ley y de los
rituales de los judíos han sido demolidos.
Semillero homilético
3:10–13
Introducción: Hay personas que buscan tesoros que han estado escondidos
por muchos años en cuevas, montañas y en barcos hundidos en las
profundidades del mar. Muchos buscan durante años sin encontrar el tesoro.
En cambio, Pablo se refiere a un tesoro que cada persona puede tener con
seguridad. Es el tesoro de una salvación eterna.
Las tres palabras clave de este versículo son libertad (parresía 3954), acceso (prosagogé 4318) y
confianza (pepóithesis 4006) y dan fuerza al concepto del estado nuevo y cambiado del cristiano por
medio de la fe en él. Hay una apertura sin límites y una seguridad continua entre Dios y el hombre
que cree. En Cristo tenemos ventajas y privilegios que sin él no se pueden tener. Este es el punto
que Pablo ha querido hacer con esta digresión de la oración que empezó en el v. 1. Gracias a Dios
por ésta, porque pone en claro una doctrina importante en cuanto a nuestra relación con Dios, el
sacerdocio del creyente. Además, nos ayuda a comprender mejor el ministerio singular de Pablo.
Habiendo dicho esto y con un por tanto (v. 13), el apóstol a los gentiles llega a la conclusión de
este paréntesis con una palabra de consuelo para los que recibieron esta carta. Los alienta con un
ruego: Os pido que no os desaniméis por mis tribulaciones a vuestro favor, pues ellas son vuestra
gloria. Los efesios no deben desmayar o afligirse por lo que Pablo experimenta. La palabra
―tribulación‖ (thlípsis 2347) significa ―aflicción o angustia‖ y describe lo que el Apóstol está
sufriendo por causa del evangelio para el bien de ellos. Este sufrimiento fue el sacrificio personal de
Pablo en beneficio de los lectores. Por esta razón deben sentirse honrados y orgullosos por lo que
Pablo padece en su favor. Estas tribulaciones pierden importancia a la luz de la gloria que es de la
iglesia como resultado del evangelio que Pablo les ha comunicado a pesar de muchas pruebas.
De esta manera termina la digresión que hizo de la oración que apenas comenzó en el v. 1. A
partir del v. 14 vuelve a ella y nos deja escrita una de las intercesiones más profundas. Comienza de
nuevo con la frase por esta razón (v. 14), dando a entender que semejante idea como la de la misión
que tenía y el mensaje que comunicaba le lleva a sus rodillas para orar por la iglesia. Al recordar a
los que han sido alcanzados por este ministerio y su mensaje, incluyendo a los gentiles, ora por ellos
y la tarea que les corresponde. No es una oración ligera ni pasajera. Es un pensamiento profundo
que a la vez sube a la cumbre de la intercesión. Pablo hace uso del libre acceso a Dios que acaba de
mencionar en el v.12 y audazmente pide por los creyentes. No pide pequeñeces. Sus peticiones son
para bendiciones espirituales que no tienen medida material. Esta oración es considerada por
muchos como la más sublime, trascendente y majestuosa de las oraciones que se encuentran en las
epístolas de Pablo. Es una oración pastoral a favor de los efesios en particular, y la iglesia en
general que había señalado en el v. 10 como la responsable de dar a conocer la multiforme sabiduría
de Dios.
Pablo comienza la oración con la frase doblo mis rodillas ante el Padre (v. 14). El lector puede
imaginarse al valiente guerrero espiritual ocupando su puesto de batalla. Con las cadenas que le
unen con el guardia romano que le vigila, el Apóstol se pone de rodillas y eleva su corazón en
plegarias. La costumbre de los judíos era orar puestos en pie. La expresión doblo mis rodillas
enfatiza más la actitud solemne y urgente con que Pablo ora que la posición física en que se halla.
Con actitud humilde y voz urgente se dirige hacia el Padre e intercede por la iglesia. Toda oración
debe ser dirigida al Padre celestial. Así nos enseñó a orar Jesús y así lo hizo Pablo. No hay
necesidad de intermediarios y el que ora va directamente a Dios, a quien describe como de quien
toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra (v. 15).
El Padre da su nombre a los que le pertenecen, tanto aquellos en el cielo como en la tierra. Estos
son identificados como familia, que en este texto significa de la misma paternidad, el mismo clan, la
misma tribu. Toda familia incluye a los hijos nacidos de él y que lo consideran Padre, tanto los que
están en los cielos, como los que están en la tierra. Pablo usa ese término para designar ―familias
espirituales, la de los ángeles, la de los israelitas fieles, la de los gentiles llamados a la fe‖ (Bonnet y
Schroeder). Padre (patér 3962) tiene la misma raíz que la que se traduce como familia (patriá 3965), o
sea ―patria‖. El Apóstol emplea un juego de palabras para enfatizar la íntima relación que existe
entre Dios y los que son sus hijos por adopción en Cristo y el absoluto derecho que tienen estos de
acercarse a él. Pablo tiene todo derecho de dirigirse al Padre por sus hermanos. Además, funda su
petición en una fuente inagotable, conforme a las riquezas de su gloria (v. 16). Esta es la tercera
vez que Pablo menciona las riquezas de Dios. En 1:7 habla de las riquezas de su gracia; en 1:18
menciona las riquezas de la gloria de su herencia. En esta ocasión menciona las riquezas de su
gloria. Bratcher y Nida indican que la frase significa ―recursos espirituales o bendiciones del cielo‖.
Estos son inagotables, lo que le da confianza al dirigirse a Dios.
En la oración Pablo hace tres peticiones en forma progresiva, cada una dependiendo de la que le
antecede. Los comentarios difieren en cuanto a si hay tres o cuatro peticiones. Stott señala que son
cuatro: fortalecidos con poder, arraigados y fundamentados en amor, conocer el amor de Cristo y
llenos de toda la plenitud de Dios. Vaughan sugiere que la estructura gramatical del griego con
respecto a la conjunción griega jina (para que) designa las tres peticiones como ―para tener poder
interior‖ (vv.16, 17a), ―para tener comprensión‖ (vv.17b–19a), y ―para tener la plenitud de Dios‖ (v.
19b).
He optado por otra división tomando como base las referencias a las personas de la Trinidad, de
manera que la primera petición se halla en el v. 16 y se pide poder en el hombre interior por el
Espíritu. La segunda petición incluye los vv. 17, 18 y 19a y tiene que ver con la presencia amorosa
de Cristo en el creyente y las múltiples dimensiones de este amor. La última petición está en el v.
19b, y se relaciona con la llenura del creyente de la plenitud de Dios. Esta es la bendición múltiple
que pide Pablo por sus hermanos. Es un modelo de perfección espiritual y una meta digna de
aspirarse. Es una oración que eleva a los sujetos de ella (los cristianos) hacia el trono de gracia con
las mejores intenciones. Pablo pide que Dios colme a la iglesia con las más ricas y sublimes
bendiciones para que ésta pueda ser lo que debe ser. Examinemos estas peticiones.
La primera petición (v. 16) es poder espiritual. Creo que podríamos cambiar el orden de las
frases que componen el v. 16 para leer de la siguiente manera (sin violar el sentido): ―A fin de que
os conceda ser fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior, conforme a las riquezas
de su gloria.‖ Esta última frase, conforme a las riquezas de su gloria se refiere a la fuente o sea el
recurso inagotable de donde ha de venir lo que pide. Ora que la iglesia sea fortalecida en el ser
interior con potencia proveniente del Espíritu de Cristo, quien reside en el interior del creyente. La
palabra traducida fortalecidos (krataióo 2901) significa ―ser vigorizado o corroborado‖. El agente
vigorizante o corroborador es el poder (dúnamis 1411) de Dios mismo en la presencia y la persona
del Espíritu Santo residente en los creyentes desde el momento de su nacimiento espiritual. El poder
de la iglesia es el Espíritu de Dios quien está presente en cada creyente y actúa y opera por medio
de ellos que son la iglesia. La presencia del Espíritu Santo en la iglesia la vigoriza, activa su poder y
renueva continuamente sus fuerzas. Dios fortalece a la iglesia con su poder de caudal inagotable por
medio de su Espíritu quien radica en el hombre interior. No es una presencia ni potencia superficial.
Es el vivo Espíritu de Cristo ―interiorizado‖ dentro del creyente y por ende, de la iglesia.
Pablo no pide que la iglesia reciba al Espíritu como un acto complementario a su conversión,
sino que ella (los creyentes) sea continuamente corroborada y fortalecida por este Espíritu ya
presente en ella ante la desafiante tarea que tiene, la que acaba de señalar en la porción anterior.
La segunda petición de Pablo por la iglesia tiene que ver con la presencia amorosa de Cristo en
el creyente y las múltiples dimensiones de este amor. Tiene dos aspectos: Que Cristo habite en sus
corazones por la fe y que los creyentes firmemente establecidos en amor puedan ser capaces de
comprender todas las dimensiones de este amor de Cristo y puedan conocer el amor de Cristo.
La cláusula para que Cristo habite en vuestros corazones por medio de la fe (v. 17) quiere decir
que Cristo haga su morada permanente en los corazones de los creyentes, que él tome posesión de
los corazones de los que tienen fe en él. Si el corazón del hombre es el asiento de sus sentimientos y
pasiones, el corazón del creyente debe de ser el asiento o trono permanente de Cristo. Esto es
posible solamente por fe en Cristo. No es que Cristo no esté en ellos todavía, sino que este Cristo en
quien han creído sea entronizado como Señor en sus corazones por la fe, que sea el ocupante
predominante de estos corazones. Por fe en Cristo creemos y somos salvos, por fe recibimos al
Espí-ritu Santo, y por fe cedemos nuestros corazones para que Cristo ocupe esta sede de nuestra
conciencia y centro operacional de nuestro ser.
Simultáneamente con esta petición que la sede de nuestras pasiones y sentimientos sea ocupada
por Cristo, el Apóstol pide que los creyentes sean afianzados y bien fundamentados en amor. Stott
sugiere que el deseo de Pablo era que los creyentes fueran fortalecidos para amar porque el amor es
la virtud preeminente. De modo que (v. 17) se refiere al resultado esperado de la residencia
permanente de Cristo en los corazones de los cristianos, y este resultado es que la presencia de
Cristo en los hermanos produzca el amor y ayude a éstos a ponerlo en práctica. Arraigados y
fundamentados (v. 17) forman una metáfora tomada de la experiencia cotidiana de la gente. La
primera palabra, arraigados (rizóo 4492), se refiere a las raíces de una planta bien sembrada, y la
otra, fundamentados (themelióo 2311) implica la buena base que un constructor pone para que la casa
que edifica permanezca en pie.
Como las raíces de una planta y la base de un edificio están normalmente escondidas de la vista
y dan firmeza a lo que soportan, el amor en los cristianos es el elemento esencial para la estabilidad
de éstos como iglesia. Este no es un amor superficial, es un amor que proviene del corazón propio
de Dios y está transmitido al creyente por fe en Jesús quien es la expresión máxima de este amor
divino (Juan 3:16). Con él en el corazón por medio de la fe, el amor de Cristo será la tierra fértil y
firme en la cual las raíces y los cimientos del creyente y la iglesia se establecen. De este modo no
serán movidos. Además, tendrán suficiente poder para asirse de o agarrar este amor
multidimensional (v. 18). Este es el sentido de la cláusula seáis plenamente capaces de comprender.
Con Cristo en el corazón y las bases plantadas en el amor, el creyente será plenamente capaz o
estará en óptimas condiciones de comprender todas las dimensiones del amor de Cristo y de
conocer verdaderamente este amor. El poder del Espíritu y la presencia de Cristo en el creyente lo
habilitan para amar en verdad y lo capacitan para profundizar todas las implicaciones de este amor y
para tener un conocimiento íntimo del amor de Cristo. Pablo describe este amor con términos de
medida como anchura, longitud, altura y profundidad de tal manera que da a entender que es
inmensurable e infinito. Aunque podemos medir cosas materiales, el tiempo y el espacio, el amor de
Cristo está más allá de las capacidades humanas para ser medido. Esto requiere la ayuda divina en
la forma de la presencia de Cristo y el poder del Espíritu, en compañía con todos los santos. Junto
con todos los santos se refiere a todos los creyentes que forman la iglesia de Cristo, e implica que
esta capacidad espiritual se desarrolla en compañía con los redimidos, quienes han sido separados
del mundo y apartados para con Dios. El ideal cristiano no se puede realizar en aislamiento. La vida
del creyente no se vive fuera de contacto con otros creyentes que mutuamente se abastecen en el
mismo caudal de bendiciones espirituales. La experiencia cristiana se comparte con los demás que
se benefician mutuamente. Como es imposible ser cristiano sin pertenecer al cuerpo de Cristo, es
imposible vivir una vida cristiana sin tener contacto íntimo con y ser parte integral de una iglesia
local formada de creyentes obedientes a Cristo en un lugar dado.
―La quinta dimensión‖ (Vaughan) del amor de Cristo se expresa con las palabras que sobrepasa
todo conocimiento (v. 19). Este amor es tan inmenso que ni las medidas materiales ni la capacidad
mental del hombre pueden sondearlo. No hay facultad humana, ni mental ni intuitiva, que pueda
comprenderlo. Pablo desea que los efesios experimenten la presencia de Cristo, aprendan a amar y
dejen que Cristo ame a través y por medio de ellos.
La tercera parte de la intercesión de Pablo para la iglesia es para que seáis llenos de toda la
plenitud de Dios (v. 19b). El deseo ardiente del Apóstol para la iglesia es que sea tan llena de todas
las cualidades, las características y la pura naturaleza de Dios que sea el reflejo de él en el mundo.
Será una llenura que llegue hasta el tope, sin faltar ni sobrar y una de la que los demás se darán
cuenta. Con el poder espiritual que proviene de la presencia del Espíritu en el hombre interior y el
amor que resulta de la habitación de Cristo en el corazón del creyente, la llenura de la plenitud de
Dios es el resultado que tiene que seguir. No podrá ser de otro modo, porque tener a Cristo es tener
al Espíritu Santo, y tener a éstos es tener a Dios en todo sentido. Los tres existen en la iglesia en
unión y trabajan a través de ella en armonía para la expansión del evangelio en todo el mundo.
Esta oración paulina está a la par de la doxología hallada en 1:3–14 y es para la iglesia lo que la
oración de Cristo fue para sus discípulos (Juan 17), una intercesión para confirmarla, estimularla y
fortalecerla. Termina con una recomendación y una bendición. Pablo encomienda a los hermanos a
aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o
pensamos (v. 20). Ora al Dios poderoso que todo lo puede. No duda de la voluntad de Dios ni de su
capacidad de colmar a su iglesia de toda bendición espiritual. Estas no tienen límites, y hasta
sobrepasan cualquier solicitud y aun nuestros mayores sueños. Lo único que lo condiciona es el
poder que actúa en nosotros (v. 20). Este poder proviene del Espíritu, quien actua en nosotros y que
se activa con nuestra fe y capacidad de creer en Dios. Nuestro Dios es grande y poderoso sin lugar a
duda alguna. ¿Hasta dónde podemos arriesgarnos? A este Dios a quien Pablo llama ―Padre‖ se
dirige audaz y confiadamente. ¡Si así fuesen nuestras oraciones!
Semillero homilético
3:17–19
No creemos que sea forzar el texto bíblico el ver en este lugar el amor de
Cristo compararado con el templo de la "fecunda" diosa madre de la vida
natural. Procedamos a constatarlo:
1. La anchura.
2. La longitud.
(2) Su duración: Todas las edades, hasta más allá de los siglos de la
historia (1:10a; 3:21; ver Juan 3:16: ...vida eterna).
3. La profundidad.
4. La altura.
(1) El Amado se exalta, con los creyentes, desde el Hades hasta los
lugares celestiales.
(2) Por amor redentor descendió hasta los infiernos, pero fue
exaltado por encima de todos los cielos (4:10b; ver Heb. 12:2; Fil.
2:8–11; los cielos es una figura de lenguaje para indicar la visión
cósmica que los contemporáneos tenían: a. el cielo de los pájaros;
b. el cielo de los astros; y c. el cielo trascendente, angélico y
divino. Note la expresión: por encima de todos los cielos).
Conclusión: Los creyentes, gentiles y judíos, son los que Dios amó primero
(1 Jn. 4:19) y son aceptos en el Amado (Ef. 1:6). Pablo advierte que en el
hecho de la conversión a Cristo la iglesia apenas se inicia en el conocimiento
del misterio del amor de Cristo. Por eso dobla sus rodillas para pedir
crecimiento en tal ministerio. Dice que las dimensiones de ese amor
sobrepasan las dimensiones del templo de Diana; más aún, ese amor
sobrepasa las dimensiones de una catedral del tamaño del universo creado.
Cabe una nota adicional con respecto a esta oración. No tiene absolutamente nada que ver con
lo material. Todo es de carácter espiritual. Usar esta oración como modelo podría librarnos de una
mentalidad materialista y mundana en nuestras peticiones y testimonios. Sería como buscar
primeramente el reino de Dios y su justicia. Lo demás vendría como añadidura. Nada nos faltará.
7
Al llegar al final de esta oración, que es una doxología, llegamos al clímax de la epístola. Es la
cumbre del pensamiento paulino sobre nuestra redención y la iglesia expresado ya en los primeros
tres capítulos. En resumen, ellos nos aseguran de que Dios es capaz de llevar a cabo sus planes.
Pero, gloria a Dios, estos planes nos incluyen.
Prorrumpe del corazón de Pablo un canto de alabanza. Este canto, a él sea la gloria en la iglesia
y en Cristo Jesús (v. 21), expresa el sentimiento más elocuente y sublime del Apóstol y refleja la
comprensión máxima que había conceptualizado sobre qué es la naturaleza de la iglesia, cuál es su
tarea y quién es su Señor. El esplendor, la refulgencia y la magnificencia de Dios deben de ser
expresados en la iglesia con Cristo como su cabeza en toda la tierra por cada generación en todas las
etapas de la historia hasta que venga Cristo. Esta es una orden muy grande; pero es el propósito
eterno de Dios: la gloria de Dios en la iglesia. Pablo bendice a Dios por la visión clara y brillante
que había captado de la iglesia como Dios la conceptualiza.
¡Qué conclusión tan emocionante para la primera parte de esta epístola! Pablo ha expresado su
tesis doctrinal sobre la maravillosa obra redentora de Dios en Cristo y la misión de la iglesia de
difundir este mensaje. Esta sirve como base para hacer las aplicaciones prácticas en la segunda y
última parte de la epístola, caps. 4–6.
7
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 146). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
sexológica.
Salid del templo de Diana!, dice Pablo a los efesios. ¡Entrad en el templo
del amor de Cristo! ¡Salid de la prisión de la religión natural! ¡Entrad en la
libertad de la religión revelada en Cristo! ¡Mirad lo que Dios ha hecho en el
plano de la revelación a sus apóstoles y profetas! ¡Fijaos en el amor de
Cristo: Sobrepasa todo conocimiento! Pues, es como un templo de
dimensiones infinitas. El amor de Dios en Cristo no brota ni siquiera de las
más sublimes fuentes de la naturaleza creada (como son el amor eros, o el
amor mater). No se justifica de modo alguno en la sicología de la
maternidad. El hecho de Cristo Jesús vino del Dios SANTO. Jesucristo es
Dios humillado en forma de Hijo (Heb. 1:2); la maternidad cristológica es
una etapa mediadora; la meta es poder decir: Este es mi Hijo amado... A él
oíd (Mat. 17:2–5).
Con la majestuosa oración al final del cap. 3 Pablo concluye la exposición doctrinal que hace en
esta epístola. La siguiente parte refleja un giro de énfasis para tocar algunas aplicaciones prácticas y
éticas. Al igual que hizo el autor en otras epístolas, ésta contiene dos divisiones principales. La
primera parte es un enfoque doctrinal o teológico de la enseñanza que quiere impartir con respecto a
la iglesia. La segunda parte, basada en esta enseñanza, es una exhortación a una conducta ética y
práctica dentro de la iglesia, la nueva comunidad cristiana. Una teología, por buena y correcta que
sea, no tiene sentido si no hay una aplicación lógica en la vida del creyente o si no se pone en
práctica. Pablo ha manifestado el ideal de la iglesia como la expresión máxima de la gloria de Dios
en la tierra al través de la historia subsecuente. Ahora, habla de la vida y el comportamiento de la
iglesia.
Hay que recordar que cuando el Apóstol escribió esta carta no la dividió con capítulos y
versículos. La escribió tal como escribimos una carta en nuestro día, pasando de un pensamiento a
otro en forma lógica y progresiva. Aun, el uso de puntuación y párrafos no fue tan desarrollado en
el tiempo de Pablo como lo es ahora. Por esta razón, los estudiosos de la Biblia han señalado
primero las divisiones de capítulos y versículos y luego los párrafos. La RVA procura reunir los
pensamientos del autor en porciones breves conforme al movimiento del pensamiento que se
expresa. Se han agrupado en párrafos los versículos en el orden que tratan del mismo tema.
Además, los redactores de esta versión han facilitado la comprensión procurando usar oraciones
cortas que captan el mismo sentido que quiso dar el autor en lugar de algunas de las oraciones
extensas que aparecen en el idioma griego.
La continuidad del pensamiento del escritor y la conexión que existe entre los pá-rrafos se
señalan con el uso de frases como por eso, por tanto, por lo demás u otra expresión que sirve como
conjunción. Por esta razón, hay que entender cualquier porción como parte del todo y a la luz de lo
que se dice antes y después, y del sentido general de toda la epístola.
Si bien en la primera parte de la epístola Pablo trata del propósito eterno de Dios de reunir en
Cristo todas las cosas, el autor procede ahora a hacer un llamado a la fidelidad de parte de los
creyentes. Esta fidelidad será expresada por medio de una conducta digna como respuesta a la
vocación cristiana (4:1–6). La fidelidad de los miembros de la iglesia es esencial para que haya
unidad en el cuerpo.
Con un por eso Pablo señala todo lo que ha dicho hasta este punto como base para lo que sigue.
El sentido de lo que dice a continuación depende del concepto espiritual expresado antes en los
caps. 1–3. Otra vez se identifica con el título prisionero en el Señor (v. 1). Emplea la misma palabra
que usó en 3:1, con la diferencia que aquí (4:1) es prisionero en el Señor y en aquel es prisionero de
Cristo Jesús. Bonnet y Schroeder llaman la atención al uso en el griego del artículo definido el con
la palabra prisionero que lit. debe leerse el prisionero. Sugieren ellos que Pablo usa esta expresión
―a fin de dar a entender que tiene derecho a ese título doloroso en un sentido especial, que él es por
excelencia ‗el prisionero en el Señor‘‖. De esta manera el Apóstol llama la atención a su condición
para inspirar a sus lectores. Tanto la situación física como la actitud mental y espiritual de Pablo
bajo las condiciones en que se hallaba le daban un nuevo grado de autoridad para exhortar a sus
hermanos. En verdad él fue un prisionero en el servicio del Señor. Su ministerio consagrado
trasciende las cadenas que le amarran.
Habiendo establecido así su autoridad, el autor procede a exhortar a sus lectores: Os exhorto a
que andéis como es digno del llamamiento con que fuisteis llamados. En este versículo corto usa
tres formas distintas de la misma palabra, ―llamar‖ con una cuarta forma en mente. A saber:
parakaléo 3870 (llamar), klésis 2821 (llamamiento), kauléo 2564 (fuisteis llamados), y la cuarta
insinuada es ekklesía 1577 (iglesia, 3:21). Este uso repetido al estilo paulino establece el hecho de la
vocación cristiana, que es la respuesta humana al llamamiento divino. El llamado cristiano es una
vocación sagrada que compete a cada creyente todos los días. Corresponde a la respuesta individual
al llamado de Jesús en Lucas 9:23: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome
su cruz cada día y sígame.
La idea de exhortar es la misma de suplicar, rogar o llamar. Pablo exhorta a los cristianos de
Asia con respecto a su conducta cristiana. No tiene ningún sentido negativo de acusar o regañar
como algunos equivocadamente piensan cuando usan las palabras exhortar o exhortación. Por lo
que dice a continuación la exhortación de Pablo tiene que ver con la conducta cristiana en respuesta
a la vocación divina. El implora a los creyentes a que andéis como es digno del llamamiento (v. 1b).
Ya hemos visto el concepto de ―andar‖ en 2:2 y 10, y lo encontraremos más adelante en este
capítulo y en el cap. 5. Como vimos antes, tiene que ver con el estilo de vida del cristiano, cómo
vive éste y qué hace. Este estilo de vida debe alcanzar la medida elevada del llamamiento a que
responde. No sólo tiene que ver con ¿quiénes son los llamados?, tiene que ver también con ¿quién
ha llamado? Aquí está en juego no sólo el creyente, sino aquel de quien los cristianos toman su
nombre, Cristo. La conducta cristiana debe alcanzar la altura de la persona que nos ha amado,
escogido, redimido y unido, Dios mismo.
Además, esta conducta y el llamamiento a que responde tienen que ver con la iglesia. Los
llamados son los miembros de la iglesia y el que hizo el llamamiento es Cristo, la cabeza de la
iglesia. No sólo es la conducta del creyente individual y por separado, sino es la conducta de cada
creyente como parte integral del cuerpo que ya describió. El andar cristiano en el mundo es el único
testimonio que éste puede ver de la iglesia en su medio. La conducta cristiana, por buena o mala que
sea, es lo que el mundo ve de la iglesia. Pablo exhorta a los creyentes de Efeso y de Asia a que su
comportamiento cristiano esté a la altura de la vocación cristiana que profesan.
A continuación, el Apóstol nos da una receta para ello (vv. 2–4). Esta receta contiene dos pares
de ingredientes íntimamente relacionados: Con toda humildad y mansedumbre y con paciencia,
soportándoos los unos a los otros en amor (v. 2). El elemento que une o consolida estos cuatro
ingredientes en uno es el esfuerzo diligente de guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de paz
(v. 3).
La naturaleza nos da una ilustración apropiada de esto. Cerca de la ciudad de Tela, en Honduras,
está el reconocido parque botánico llamado Lancetilla, donde se han reunido muestras de plantas y
árboles tropicales de todo el mundo. Al visitar este bello lugar los guías conducen a las visitas por
los senderos entre los árboles y plantas señalándoles las características de las muchas plantas, y
explicando el uso de sus variados productos. Entre las plantas hay un árbol mirística originario de la
India que produce dos condimentos distintos dentro de la misma cáscara, la nuez moscada y la
macis. Nacen y crecen juntas dentro del mismo ambiente pero son distintas. La una es la semilla y
la otra es el arilo, o sea una membrana que se forma alrededor de la nuez misma, ambos dentro de la
cáscara de la fruta del árbol. Las cocineras expertas en la confección de pasteles y otros bocaditos
sabrosos saben que cada uno de estos condimentos tiene su propio sabor y que se puede usar por
separado. Saben también que sin condimentos la comida es simple. Se agrega un condimento y el
sabor cambia. Con más condimentos el sabor es exquisito.
Consideremos ahora estos ingredientes que dan buen gusto a la iglesia en el mundo donde se
desarrolla. Con toda humildad y mansedumbre, con paciencia son los primeros ingredientes de este
―andar digno‖ o el comportamiento cristiano. La palabra toda significa ―sumo‖ o ―completo‖ y aquí
pone énfasis sobre la importancia de humildad y mansedumbre completas. Estas son las virtudes
cristianas básicas. La humildad (tapeinofrosúne 5012) describe la actitud de una justa estimación de
sí mismo sin orgullo ni arrogancia en relación con los hermanos. Estima a los demás de igual valor
y derecho delante de Dios. Jesús es nuestro ejemplo de la humildad. Como dice Stott ―hasta la
venida de Jesucristo no se conoció la humildad verdadera.‖ La humildad va acompañada de la
mansedumbre (praútes 4240) que es la dulzura de espíritu. Tiene que ver con la gentileza con que
uno se trata con otros y está vinculada con la humildad.
Este andar cristiano no sólo refleja un carácter o actitud cambiada de uno que antes fuera
impulsivo, impudente y orgulloso, también representa un esfuerzo positivo. Este esfuerzo resulta en
una unidad corporal caracterizada por la paz (v. 3). Procurando con diligencia describe la búsqueda
afanosa y el esfuerzo constante de lograr el objetivo de la unidad espiritual. Guardar la unidad del
Espíritu equivale a conservar la unidad. Se supone que la iglesia como un cuerpo ya representa una
unidad corporal y espiritual. Ya hay unidad en Cristo y por el Espíritu. Ahora, compete a cada
individuo y a todos en unión preservar esta unidad. Esta unidad depende del aporte de cada
miembro y es el resultado del comportamiento apropiado de cada uno.
No está hablando de una unidad ecuménica organizacional y visible como algunos piensan. Está
hablando de la unidad que viene de ser los discípulos de Cristo unidos a él y de este modo juntados
el uno al otro por el mismo Espíritu. El deseo ferviente de Pablo es el mismo que Jesús expresó en
su oración pastoral (Juan 17). El oró al Padre: Guárdalos en tu nombre que me has dado, para que
sean una cosa, así como nosotros lo somos (Juan 17:11). Esta unidad depende de la paternidad de
Dios, la obra de su gracia en Cristo Jesús, y la fe única que nos relaciona con Dios en Cristo por
medio de la salvación y sellada por el Espíritu. No depende de ninguna estructura filosófica, política
ni ecuménica que los hombres puedan negociar.
Esta unidad se mantiene en el vínculo de la paz. Vínculo (súndesmos 4886) es el ligamento que
junta o consolida. Nuestra paz con Dios por fe en Cristo se manifiesta en paz con y entre los
hermanos en la iglesia. La paz espiritual es el pegamento que junta a todos en la unidad espiritual y
tiene que ser conservada con todo ahínco.
A continuación Pablo expone las bases del andar digno al cual el creyente ha sido llamado y la
unidad del Espíritu que la iglesia debe preservar. Lo hace usando una fórmula bien ordenada
alrededor de la esencia de la Trinidad (vv. 4–6). Quizá estos versículos forman parte de un credo o
fórmula bautismal antigua. Si es así, tenemos otro coro posiblemente usado en la iglesia en el
tiempo de Pablo como aquel que mencionamos en 1:3–14. O bien cantado o recitado, es una
confesión que expresa la esencia de la fe cristiana. Se la puede comparar con la confesión judía
(Shema) que se halla en Deuteronomio 6:4: Escucha, Israel: Jehovah nuestro Dios, Jehovah uno es.
Lane así la identifica y dice que ―la confesión de la iglesia, la cual forma un contrapunto exacto a la
confesión de Israel, amplifica el ‗shema‘ para hablar del único Espíritu, el único Señor, el único
Padre‖.
En forma progresiva y ascendente el Apóstol habla luego del único Señor (hay un solo Señor),
la única manera de pertenecer a él (una sola fe) y la forma en que uno se identifica con él (un solo
bautismo). El único Señor de la iglesia es Jesucristo (1:20–23) y como tal es el objeto de nuestra fe.
Los cristianos que forman la iglesia son los que han recibido el mensaje de Jesús y le han
reconocido por fe como Señor. Aquí fe representa por un lado el único mensaje cristiano, o sea el
evangelio apostólico, y por otro lado la única respuesta del creyente a ello. Fe, pues, equivale a
creer y lo que se cree; el acto de creer y el objeto creído. Esta fe se simboliza en el acto del
bautismo en agua en obediencia a Jesús. Representada en forma gráfica por la inmersión habla de la
realidad espiritual de haberse sumergido por fe en Cristo. El bautismo es el acto o rito público en el
cual uno toma el paso inicial de seguir a Cristo. Es el testimonio público del resultado de la fe en el
Señor y de la decisión de pertenercer a él. Hemos sido bautizados en el nombre de Cristo porque
hemos oído su mensaje y hemos creído en él como Señor.
Con la expresión un solo Dios y Padre de todos (v. 6a) Pablo llega al clímax de esta lista de
unidades espirituales. Dios es único (Deut. 6:4b) y esta verdad era repetida muchísimas veces por
los judíos devotos. Ahora vale la pena afirmarla de nuevo, pero con un nuevo sentido. No sólo es el
Dios soberano de los judíos, es también el Dios de los gentiles creyentes. Además es el Padre de
todos. La paternidad de Dios se extiende a incluir a los gentiles creyentes al igual que incluye a los
judíos creyentes que lo reconocen como soberano y han sido adoptados por él como hijos (1:5).
Esta idea sugiere otra figura que usa Pablo para describir a la iglesia, la familia de Dios (2:19).
El autor concluye esta afirmación de fe señalando las dimensiones de la relación de Dios con su
iglesia. Lo hace con tres frases preposicionales: sobre todos, a través de todos y en todos (v. 6b). La
primera de estas se refiere a Dios como la autoridad máxima que reina sobre todos (¡Jehovah
reina!, Sal. 97:1a). Como el Dios creador, reina soberano sobre toda la creación. Como Padre
amante, es él quien da orden y unidad a su familia. La segunda frase, a través de todos, representa
la ―inmanencia de Dios, de su presencia que penetra, controla y sustenta todas las cosas‖
(Vaughan). La influencia de Dios se expresa a través de todos y en todo lugar. El obra a través de
todos sus hijos. La iglesia es su esfera de acción y los que componen la iglesia son los instrumentos
de Dios por los cuales él opera. Finalmente, en todos indica que Dios mora en los creyentes por su
Espíritu en una relación personal e íntima. Es esta presencia divina la que da a los creyentes una
cohesión indestructible por pertenecer a Cristo por la fe y ser vivificados por su Espíritu. La unidad
de la iglesia toma las características de la unicidad del Dios trino que adora y sirve.
Semillero homilético
4:1–6
Introducción: Según la epístola a los Efesios, el carácter cristiano es una
novedad ética en el mundo. La novedad radica en que la motivación de la
conducta es la alabanza de la gloria de su gracia (1:6, 12). Con plena
propiedad de lenguaje afirmamos que es en virtud del llamamiento
("vocación" significa también "llamamiento") celestial, o divino, que un
cristiano posee y pone en actividad social . Consideremos esto de "las
virtudes de la vocación celestial":
3. La paciencia (4:2b).
f. Para los creyentes hay un mismo y único bautismo (v. 5c; ver
Ef. 1:13; 4:30; 1 Cor. 12:12; Rom. 6:3, 4).
Conclusión: ...Que andéis como es digno del llamamiento (vocación) con que
fuisteis llamados. Esa dignidad, hemos visto, se recibe por gracia (como la
vocación misma). Pero se adquiere por la iniciativa personal y grupal de los
miembros de la iglesia.
En medio de hablar de la unidad de la iglesia el autor cambia de tema. Pasa de hablar de todos
(v. 6) a hablar de cada uno en el v. 7, de hablar de la unidad de la iglesia a hablar de la diversidad
de los miembros. Señala la particularidad de cada miembro, especialmente con respecto a lo que ha
recibido de Dios para servirlo y ser una bendición para la iglesia. Se refiere primero a lo que cada
uno ha recibido para este fin (v. 7). Lo identifica como una gracia que le ha sido conferida. Cada
uno, cada creyente sin excepción, ha sido el recipiente de alguna gracia de parte de Cristo. Cristo es
el que la confiere. Lo conferido es la gracia que entendemos mejor como alguna capacidad o algo
especial y apropiado conforme a la medida de la dádiva de Cristo. La palabra gracia es la misma
que se encuentra en 2:3, 7 y 8 y se refiere a un acto de la bondad y generosidad divinas. Es una
dotación de acuerdo con la capacidad y la voluntad del dador y no del recipiente. Esta ha sido
conferida de acuerdo con el servicio o los ministerios que cada uno ha de realizar.
En los vv. 7–10 el Apóstol describe al Cristo ascendido como el dador de dones y lo compara
con el Dios triunfante subiendo al monte Sinaí. Pablo cita una versión antigua del Salmo 68:18, que
según Lane (p. 16) fue una traducción al arameo hallada en el Targum, versión aramea de las
Escrituras que usaban los hebreos. Esto puede explicar en parte la diferencia entre la lectura en 4:8
y la del Salmo 68:18. Con esta cita presenta a Cristo como el rey que asciende: Subiendo a lo alto,
llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres. El Salmo 68 presenta a Dios como un rey que
ha sido victorioso en la conquista de su enemigo y que regresa a su reino llevando los cautivos y
tomando el botín de guerra (tributo) de los súbditos. En cambio, Cristo ascendió llevando consigo a
un gran séquito de almas cautivas de su gracia que había libertado del cautivero del pecado. En vez
de tomar tributo, repartió dones a los hombres.
David ben Gurión, padre del Israel moderno, que a los sesenta años de
edad aprendió griego para leer a Platón, afirmó: "... nosotros tenemos la
Biblia, que no es nada inferior a Platón... creo que la hora actual necesita
mucha espiritualidad; es demasiado materialista..." Según él, "se trata de
combinar los altos valores éticos, sin los cuales no puede existir ninguna
sociedad humana". ¡Que la iglesia reaccione con eficacia éticoespiritual!
Este mismo que descendió es el que ascendió victorioso y glorioso a los cielos para llenarlo
todo (v. 10). Su misión en la tierra cumplida, Cristo volvió al cielo que había abandonado por un
tiempo y fue exaltado para tomar de nuevo el lugar y la gloria que son suyos. Al hacer esto, Cristo
equipó a su iglesia con los dones que ella necesitaba para cumplir la tarea que se le había dejado.
Con el equipamiento de la iglesia Cristo asumió de nuevo su lugar debido en los cielos. Ahora, la
iglesia así equipada y auxiliada por el Espíritu Santo puede cumplir su misión y servirlo hasta que él
venga otra vez.
Los vv. 11–13 nos dan una idea de las provisiones que Cristo hizo para dotar a la iglesia con el
liderazgo específico que necesitaba. Pablo menciona cuatro oficios o cargos que ejercían miembros
de la iglesia debidamente dotados. Los dones del v. 8 que Cristo dio a su iglesia son estos hombres
equipados para cargos dentro de la iglesia. Además de mencionar estos cargos (v. 11), señala cuál
fue su propósito (v. 12) y la meta que esto tenía (v. 13).
El mismo (v. 11) se refiere al Cristo ascendido y glorificado que confirió a cada uno una gracia
(v. 7), o sea una capacidad espiritual. Este Cristo ascendido por encima de todas las cosas
constituyó a unos para ciertas funciones o ministerios dentro de su iglesia. El verbo constituyó
(dídomi 1325) equivale a ―dar‖. Coincide con dadiva en el v. 7 y dones en el v. 8. Otra vez vemos el
énfasis de Pablo en que estos ministerios son obra de la gracia de Dios.
El primer cargo en la iglesia fue aquel de los apóstoles, un grupo pequeño, pero muy
significativo. Estos fueron en primera instancia los doce, incluyendo a Matías, nombrado en lugar
de Judas y fueron escogidos, entrenados y enviados por Cristo. Además, Pablo y varios otros fueron
identificados como apóstoles: Bernabé, Hechos 14:14, 17; Jacobo, 1 Corintios 15:7 y Gálatas 1:19;
Silvano, 1 Tesalonicenses 2:6; Andrónico y Junias, Romanos 16:7. Todos tenían dos cosas en
común, habían visto al Cristo resucitado y habían recibido su comisión directamente de él (ver
Hech. 1:21, 22). Estos daban testimonio de Cristo e instruyeron a los primeros creyentes en las
enseñanzas de él (Hech. 2:42; 6:4). Fueron los primeros maestros de la iglesia del primer siglo. Sus
enseñanzas dieron sustancia a la fe de los creyentes y por consiguiente contribuyeron a la formación
del cuerpo doctrinal de la iglesia. Aunque pocos, ellos tuvieron la autoridad y la responsabilidad de
guiar la formación de la iglesia naciente.
El segundo cargo en la iglesia primitiva fue el de los profetas. Los profetas fueron aquellas
personas inspiradas que no sólo predijeron acontecimientos que Dios les reveló; ellos dieron
expresión contemporánea a la voluntad de Dios. Fueron ambulantes e itinerantes entre las iglesias.
Similares a los profetas del AT, los del NT fueron los voceros de Dios que habían recibido su
palabra por revelación y que hablaban bajo la impresión del Espíritu Santo. Estos son mencionados
en 3:5 junto con los apóstoles como aquellos que durante la vida formativa de la iglesia concretaron
la revelación divina como dada en Cristo Jesús y dieron orden a las enseñanzas de ella. Fueron
hombres y mujeres santos escogidos por Dios para hablar en su nombre bajo el impulso del Espíritu
Santo. Su papel, igual al de los apóstoles fue durante los años formativos de la iglesia mientras ésta
todavía no tenía los escritos que ahora componen el NT.
Estos dos oficios parecen haber sido limitados a la primera generación de cristianos. Poco a
poco disminuyeron en importancia e influencia y eventualmente desaparecieron de las páginas
históricas de la temprana iglesia. Al comienzo de la iglesia del primer siglo funcionaban los
primeros dos, pero gradualmente y con el paso de la historia fueron desapareciendo.
W. Barclay señala tres razones para esto en cuanto a los profetas. Fueron perseguidos y entre los
primeros en morir por su fe, se convirtieron en problemas para la iglesia, y este ministerio
fácilmente se prestaba al abuso. Otra explicación parece tener validez, también. Estos dos cargos
cumplieron su misión inicial al establecer la iglesia y solidificar su doctrina durante el primer siglo
antes que existieran los escritos del NT. Hecho esto, surgió la necesidad de otros oficios que
perpetuaran lo que ellos habían comenzado.
Semillero homilético
4:7–16
4. Es el don del soberano del universo (v. 10b: para llenarlo todo).
2. Cristo mismo constituyó a algunos como profetas (v. 11b). Esto fue
un servicio necesario en la etapa en que se estaba formando la palabra
escrita de Jesucristo (el NT); los profetas comunicaban mensajes de
Dios, para edificación y para advertencias orientadoras de los
hermanos (ver Hech. 2:17; 21:9; 1 Cor. 14:22b, 24, 29–32).
A continuación Pablo los menciona: a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros. Los
evangelistas fueron los que anunciaban las buenas nuevas o sea el evangelio. Estos también iban de
un lugar a otro, particularmente a lugares nuevos donde no había sido anunciado el evangelio.
Equivaldrían en función a los misioneros de nuestro tiempo. Al usar la palabra evangelistas, Pablo
enfoca la función que cumplían, la de ser portadores del evangelio. En este sentido serían apóstoles
de segunda instancia, enviados con el encargo de anunciar las buenas nuevas de salvación. Fueron
evangelistas que buscaban nuevos horizontes e iban abriendo brecha en el mundo que no conoció el
evangelio.
Pablo completa esta breve lista con un oficio de función doble, el de pastores y maestros. El
hecho que hay sólo un artículo definido en este texto en el griego ―implica que la misma persona ha
de desempeñar ambas funciones‖ (Bratcher y Nida). Entendemos este oficio como uno que tiene
doble responsabilidad (pastores-maestros), la de cuidar el rebaño como pastor y la de instruirlo en
la verdad divina como maestro. El cuidado pastoral de la iglesia incluye la enseñanza. El pastor
debe ser un buen discipulador de su rebaño. Esta función implica una estabilidad en cierto lugar,
firme y fijo, en vez de ser itinerante. Puesto que las iglesias en diversos lugares iban creciendo y sus
miembros representaban diferentes necesidades espirituales, el papel de pastor-maestro iba
aumentando en importancia. Su tarea fue la de defender al rebaño de los enemigos y de las doctrinas
dañinas, y de instruir a su grey en la doctrina pura del evangelio recibido de los apóstoles y profetas.
No debemos pensar que la lista del v. 11 es exhaustiva ni restrictiva en cuanto a los dones dados
a la iglesia. Acaso menciona a cuatro de entre un total de más de 20 que Pablo menciona aquí y en
otros dos lugares (Rom. 12:6–8 y 1 Cor. 12:8–10, 28). Aquí ha sido selectivo para señalar a
aquellos que aseguraran la consolidación de la iglesia y los que contribuyesen a su extensión. Aun
así, podemos ver que hay una diversidad de las capacidades espirituales que el Señor dio a su iglesia
en medio de la unidad espiritual que ella representa por fe en él.
La razón de esta provisión divina para la iglesia se expresa muy claramente en los vv. 12 y 13.
Tiene una finalidad doble: A fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio y para la
edificación del cuerpo de Cristo. El ha dotado a algunos en particular para que éstos capaciten a
todos en general. El efecto de esto se hace sentir directamente en la vida de los santos y en el
crecimiento de la iglesia. Todos los santos (miembros de la iglesia) deben ser equipados para algún
aspecto de la obra del ministerio, o sea, para el servicio cristiano. Además, este servicio de parte de
miembros equipados resultará en la edificación o el crecimiento del cuerpo de Cristo.
La palabra capacitar (katartismós 2677) significa hacer apto o perfeccionar. Barclay dice que
viene de un verbo que tiene dos usos en los documentos del tiempo de Pablo. En primer lugar se usa
con relación a un procedimiento quirúrgico para atender a un miembro del cuerpo que ha sido
fracturado. También se usa en el área política para señalar un acuerdo entre diferentes facciones del
gobierno para asegurar su buena marcha. En el NT se refiere al hecho de remendar las redes (Mar.
1:19) y a una amonestación para corregir algún miembro que haya cometido un error que afecta la
armonía (Gal. 6:1). En el v. 12 se trata de la tarea de hacer que los miembros que habían salido de
una vida equivocada sean acondicionados y equipados adecuadamente para servir al Señor. ¡Qué
trabajo tan importante!
Estos conducen hacia la madurez espiritual que es la segunda faceta de la meta. Hombre de
plena madurez quiere decir una persona completa en todo sentido, una persona cabal. El ideal de la
iglesia como un solo organismo es avanzar hacia una madurez espiritual cada vez más completa. No
se refiere aquí al crecimiento espiritual del individuo, sino aquella madurez corporal de todo el
cuerpo. Esta madurez no se mide con reglas ni criterios humanos, sino la estatura de la plenitud de
Cristo. Estatura aquí traduce elikía 2244, que se usa para pedir o calcular la edad de alguien. Usada
aquí en relación con la plenitud de Cristo implica una medida enorme e incalculable. La plenitud de
Cristo ha sido mencionada en 1:10, 23 y 3:19, y se refiere a la abundancia y las riquezas de las
cualidades de carácter que hay en él que son perfectas, inagotables e inmensurables.
Además de la unidad y madurez espirituales, el efecto de la obra de gracia de Cristo en la vida
de su iglesia resulta en la estabilidad doctrinal. Este es el enfoque del v. 14. La madurez espiritual
del v. 13 se contrasta con el niño fluctuante en el v. 14. La frase para que ya no seamos niños es un
advertencia contra la inmadurez. Esta falta de madurez se ilustra con una experiencia común de la
naturaleza, sacudidos a la deriva y llevados a dondequiera por todo viento de doctrina. Como el
niño que no ha logrado una madurez es inestable, así son aquellos creyentes que no demuestran una
madurez espiritual; son fluctuantes y víctimas fáciles de las maniobras de los maestros del error, en
este caso, los maestros del gnosticismo que se habían infiltrado en la iglesia. Pablo usa una
ilustración gráfica de unos botecitos sueltos en un mar agitado y sacudido por vientos huracanados
que los ponen en peligro. Se refiere a aquellos que no tienen convicciones firmes. En cambio, tienen
conceptos e ideas errados y egoístas y son fácilmente influidos por cualquier doctrina novedosa.
El autor usa otra expresión gráfica para enfatizar el peligro de la inestabilidad doctrinal. Es por
estrategema de hombres que para engañar, emplean con astucia las artimañas del error.
Estrategema (kubéia 2940) viene de la práctica de jugar a los dados y significa astucia o artimaña.
Artima-ñas (methodéia 3180) quiere decir artificios o asechanzas. La idea es que los maestros del
error son muy ágiles y sutiles en los métodos que usan para disfrazar su doctrina mala y para
engañar a los desprevenidos. Uno de los propósitos de los diferentes oficios (ministerios) en la
iglesia es precisamente conducirla hacia una estabilidad doctrinal.
Ante semejante peligro de ser arrastrados por doctrinas equivocadas y de ser seducidos por los
maestros engañosos, el Apóstol sugiere un solución: seguir la verdad con amor (v. 15a). La verdad
del evangelio de Cristo junto con la cualidad más alta, el amor, deben ser el afán del cuerpo de
Cristo. La verdad y el amor son esenciales para que la iglesia crezca en todo hacia aquél que es la
cabeza: Cristo (v. 15b). La verdad (el evangelio) es la sustancia y el amor es el ambiente que
contribuye al crecimiento espiritual. La verdad sin amor no es suficiente; el amor sin verdad es
decepción. Doctrina sin amor llega a ser rígida, y amor sin doctrina sana resulta insípido. Unidos los
dos contribuyen a un crecimiento sano. La meta de este crecimiento es ser perfectamente como
Cristo en todo sentido de la palabra, porque él es la cabeza del cuerpo. En él la iglesia llega al ideal
de unidad y madurez espirituales, estabilidad doctrinal y crecimiento pleno.
El autor usa una metáfora (v. 16) para describir la unidad del cuerpo con Cristo como la cabeza
y el funcionamiento de éste como la iglesia. De parte de él todo el cuerpo hace énfasis en que el
cuerpo depende de la cabeza y recibe el poder y la dirección que necesita para su existencia. Los
miembros debidamente juntados (concertado y entrelazado por la cohesión) también aportan al
cuerpo los elementos necesarios para su desarrollo. Esto es una referencia al empleo apropiado de
los dones con que han sidos dotados. Para esto cada miembro, cada órgano, cada parte del cuerpo es
importante y tiene que estar en su lugar debidamente unido y entretejido con los demás, y cada uno
contribuyendo a esta unión lo que le corresponde para que pueda funcionar y crecer sanamente.
Mientras los miembros no estén unidos, no estarán en posición de recibir de Cristo la provisión que
él da para mantener el funcionamiento y el crecimiento de todo el cuerpo. Tampoco pueden
contribuir lo que potencialmente ofrecen. El amor es aquella fuerza unificadora. En Cristo y en
amor parece ser la formula del éxito de la iglesia.
8
(2) La conducta moral de la iglesia como nuevo hombre en Cristo, 4:17–5:5. Con esta
descripción de la unidad del cuerpo Pablo termina la exhortación a la iglesia a un andar digno del
llamamiento que obedece. Pasa ahora a considerar el tema de la nueva vida que tiene en Cristo. La
unidad de la iglesia (vv. 1–16) depende esencialmente de la calidad de la vida de los miembros
8
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 163). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
(4:17–5:5). La primera parte trata de la armonía en el cumplimiento de las diversas
responsabilidades dentro de la iglesia, mientras la segunda enfatiza la importancia de una conducta
moral y correcta de parte de todos los miembros, especialmente con relación al mundo. Un andar
digno (v. 1) del hombre cristiano resultará en una conducta cambiada (v. 17) y esta conducta será
distinta de la de los no creyentes. La sección que sigue introduce un nuevo énfasis en la epístola
sobre el comportamiento de los cristianos, en forma de un contraste entre ellos y los gentiles
incrédulos.
La mente renovada
Comienza con las palabras: Esto digo e insisto en el Señor. Así, Pablo se dirige a los efesios con
insistencia, invocando su autoridad como Apóstol junto con la del nombre del Señor Jesús (en el
Señor) para implorarles que no continúen conduciéndose como los gentiles (vv. 17, 18). Las
palabras que no os conduzcáis más hablan de una conducta que refuerza la exhortación del v. 1: A
que os andéis como es digno. La palabra conduzcáis usa una forma del mismo verbo que se traduce
en v. 1 con andéis. Esta misma expresión se halla en 2:2 y 10 y la encontraremos de nuevo en 5:2, 8
y 15. En cada lugar se refiere a la conducta del individuo, o su comportamiento personal. El autor
hace hincapié sobre un estilo de vida completamente cambiado. Indica que éste debe ser
radicalmente diferente de aquel de los inconversos. Esta exhortación tiene tres divisiones: una
exhortación general (vv. 17–24), algunas cualidades que el creyente debe cultivar en lugar de
aquellas que son del viejo hombre (vv. 25–32) y una serie de recomendaciones (5:1–5).
En la exhortación general (vv. 17–24) Pablo describe la conducta de los gentiles sin Cristo que
los creyentes deben evitar. Esta conducta incluye la vanidad de la mente, el entendimiento
entenebrecido, la alienación de Dios, la ignorancia, la dureza de corazón, la sensibilidad perdida, la
sensualidad y toda clase de impureza. Esta lista es un catálogo progresivo y feo de las faltas y
errores de la vida de aquellos que no tienen a Cristo. Resultan en la confusión (vanidad de la mente
y entendimiento entenebrecido), el enajenamiento (alejados de Dios e ignorancia), y la callosidad
(sensibilidad perdida, sensualidad e impureza). Así fue la vida anterior de los lectores de esta carta
(2:1–3) que recientemente habían salido del paganismo al convertirse en cristianos. Suena muy
parecida a la descripción de la conducta de los impíos que Pablo hace en Romanos 1:18–31. Tal
estilo de vida ya no conviene más al creyente.
La vanidad de sus mentes (v. 17) significa una mente que abriga pensamientos vacíos, sin valor
e indignos. Vanidad es igual a presunción, vanagloria o fatuidad. Mente (nóus 3563) significa
también sentido o entendimiento, o sea la facultad intelectual del ser humano. Andar en la vanidad
de la mente es estar sin sentido moral ni espiritual. Tiene un resultado trágico, un entendimiento
opacado o entenebrecido que produce pensamientos cada vez más bajos y actitudes inmorales. Van
junto con esta confusión intelectual la ignorancia y la dureza de corazón que alejan a uno del ideal
que Dios ha diseñado para la humanidad. La vida de Dios (v. 18) es la vida que Dios da. La
ignorancia es la consecuencia de una mente vacía y envanecida y de un corazón sin sensibilidad
moral. La fatuidad de la mente y la terquedad del corazón producen una vida que no conoce a Dios
ni da cabida a sus cosas.
Así es la descripción de la conducta de los gentiles que Pablo amonesta a los efesios a
abandonar definitivamente, porque resulta en la pérdida de toda sensibilidad moral y conduce a un
fin vergonzoso (v. 19). No hay sentido ni conciencia de moralidad. Al contrario, y peor aún, hay un
abandono completo a la disolución y la desvergüenza. Se entregaron a la sensualidad para cometer
ávidamente toda clase de impurezas expresa la inclinación insaciable y con avaricia hacia una
conducta muy baja de lascivia y libertinaje.
La clase de vida que todo esto describe (vv. 17–19), la cual Pablo condena (v. 17), no es la que
uno aprende como cristiano (v. 20). Es ajena a las enseñanzas de la iglesia: Pero vosotros no habéis
aprendido así a Cristo (v. 20) indica que al recibir a Cristo en la experiencia de la conversión lo
habían creído a él como Maestro y sus enseñanzas como la verdad (v. 21). Las enseñanzas del
Maestro son diametralmente opuestas a las de los gentiles que anteriormente ellos habían seguido.
La mención de esto sugiere que en las iglesias que recibieron esta carta se habían introducido ciertas
nociones de los gnósticos que fomentaban un desenfreno moral. Ellos enseñaban que lo que uno
hacía en el cuerpo no era de alguna consecuencia para el espíritu, que la vida moral no tenía nada
que ver con la vida espiritual.
Pablo quiere aclarar el asunto, señalando que tal comportamiento no cabe ni en la vida
individual ni en la de la iglesia. El conocimiento a Cristo como Salvador (como objeto conocido)
proscribe tales pensamientos y actos ya mencionados. Conocer a Cristo es ser un discípulo atento
para oír sus enseñanzas y ávido para seguir sus instrucciones, y no vivir como los gentiles. La
verdad de Cristo (v. 21) en la vida de uno y uno en Cristo excluyen la conducta disuelta que
caracterizaba a los gentiles inconversos (vv. 18 y 19). El haber oído a Cristo y sido instruidos en él
es haber sido enseñados en la verdad. Con la expresión si en verdad le habéis oido y habéis sido
enseñados en él (v. 21) Pablo no está sugiriendo que no habían oído a Cristo y sido enseñados en él,
y que así estuvieran desprovistos de la verdad. Al contrario, está afirmando con cierta ironía que sí
lo habían oído y habían sido enseñados en él y por esto tenían mayor razón de no hacer las cosas
vergonzosas. Podríamos decir enfáticamente: Puesto que sí han oído y han sido enseñados en él
tienen la verdad. Siendo poseedores de la verdad como creyentes en Cristo ellos tienen mayores
razones por las que abandonar una conducta contradictoria a la fe que profesan y que, más bien,
caracteriza la de los gentiles.
En vista de este dilema espiritual, el conflicto entre la antigua manera de vivir y la nueva vida
que poseen en Cristo, Pablo sugiere tres acciones (vv. 22–24) que describen lo que sucede cuando
alguien se convierte al Señor: abandonar la vieja forma de vida, renovar la mente en el espíritu y
adoptar un nuevo y verdadero estilo de vida apropiado para el nuevo hombre en Cristo. La primera
acción tiene que ver con vuestra antigua manera de vivir. Con respecto a ella, Pablo emplea una
metáfora que sugiere la acción de quitarse la vieja ropa para poder ponerse la nueva. Despojaos del
viejo hombre sugiere la acción de rechazar o deshechar lo viejo que no sirve, en este caso el viejo
hombre viciado por los deseos engañosos. Viciado quiere decir corrupto. Esta corrupción se
alimenta de los deseos engañosos, la codicia y la concupiscencia seductora. La relación que tiene el
nuevo hombre en Cristo resulta en un despojo del viejo hombre sin Cristo junto con todos los vicios
y la corrupción que éste tuvo.
Además, los regenerados demostrarán una nueva disposición mental y espiritual: Pero renovaos
en el espíritu de vuestra mente (v. 23). Esto representa más que un sencillo cambio de parecer,
representa un cambio profundo de corazón. Es una completa renovación intelectual y espiritual.
Representa no sólo un cambio del modo de pensar, es un cambio del contenido de los pensamientos.
Esta es la segunda acción de los que conocen a Cristo, que han oído y han sido enseñados en él; una
renovación espiritual de todas las facultades intelectuales. Sería como un lavado positivo del
cerebro que antes estuvo ocupado con pensamientos bajos y vacíos, sustituyendo en lugar de ellos
pensamientos dignos y elevados que edifican a la persona y glorifican a Dios. La mente del creyente
debe ser la sede de pensamientos constructivos que iluminan y no oscurecen.
La tercera acción es opuesta a la que mencionó en el v. 22. Habiéndose despojado de los
harapos del viejo hombre, sigue el hecho de vestirse de nuevo. El despojarse del viejo hombre y
vestirse del nuevo hombre es el acto decisivo y terminante de cambio espiritual. Es un acto acabado.
En cambio, la renovación de la mente en el espíritu debe ser comprendida como una experiencia
continua, de acuerdo con el verbo que expresa en tiempo presente el hecho de estar renovándose.
Todo esto habla de una renovación espiritual. Este hombre nuevo ha sido creado a la semejanza de
Dios en justicia y santidad de verdad (v. 24). El creyente así renovado por la regeneración ya es una
nueva criatura con las características principales de Dios, la justicia y la santidad. El nuevo hombre
es obra de Dios, verdaderamente justo y santo, el resultado de la obra creadora de Dios y no de uno
mismo. Donde antes andaban en la rebeldía y la corrupción, ahora caminan en la justicia y la
santidad. Estos son el fruto de haber abrazado la verdad en Cristo y están en contraste con los frutos
de una vida sin Cristo.
Pablo pasa ahora a mencionar algunas cualidades que el creyente debe cultivar en lugar de
aquellas que son del viejo hombre (vv. 25–32). Señala algunas cosas del viejo hombre que no
convienen en la vida del creyente, tales como la mentira, el enojo, el robo y la obscenidad (vv. 25–
29). Hay otra lista en el v. 31. No constituyen una lista completa, pero son suficientes para destacar
el comportamiento que el creyente debe dejar. En cambio, destaca la clase de comportamiento que
conviene, como la verdad, la cordura, el trabajo honesto, la limpieza en el hablar (vv. 25–30) y otras
tres cualidades selectas que menciona en el v. 32 que sí son propias del nuevo hombre.
Con el despojo del viejo hombre uno también se despoja de la mentira. Habiendo dejado en el
v. 25 traduce una forma del mismo verbo usado en el v. 22 para despojaos. En otras palabras, la
mentira que fue un atavío del viejo hombre ya no lo es del nuevo. Mentira (pséudos 5579) significa
seudo o falso. De modo que la imitación superficial y la falsedad no deben formar parte del carácter
del cristiano. En cambio, los creyentes deben ser conocidos como aquellos que siempre hablan la
verdad sin engaño y decepción tanto entre los hermanos como con los del mundo. Esta es una cita
de Zacarías 8:16. El contexto de hablar la verdad es la propia iglesia. Esto es lo que implica al decir
que somos miembros los unos de los otros. Esta última frase es una alusión a la composición de la
iglesia como un cuerpo físico que depende de la unión entre los miembros y el funcionamiento
armonioso de éstos. La mentira rompe la unidad de la iglesia. Pablo menciona este pecado en
primer lugar posiblemente porque es la falta humana más prevaleciente y más fácil de cometer.
Oí a un pastor decir en una ocasión: ―Nosotros, los... (usó aquí el término popular para los
naturales de ese país), pedimos algo prestado, sabiendo que no tenemos intención de devolverlo.
Esperamos hasta que el dueño venga a reclamarlo.‖ El cristiano debe ser conocido como una
persona honesta que habla la verdad y cumple su palabra, incluyendo lo prestado, en vez de ser
mentirosa.
Otra característica viciada de la que hay que tener cuidado es el enojo. Al decir enojaos, pero no
pequéis (v. 26a) Pablo reconoce que el enojo puede ser una reacción natural en la vida de todos y
que uno puede enojarse con justificación. Pero aquí condiciona esta reacción tan natural con la
advertencia de no permitir que el enojo conduzca al pecado. El enojarse sin causa, airarse con
vehemencia o venganza, el llenarse de rabia y el desquite conducen al pecado, y esto debe evitarse.
Es posible enojarse con cordura y justicia, pero el enojo incontrolado abre la puerta a una sucesión
de males. Pablo brinda dos sugerencias para no dejar que el enojo nos domine. La primera es no se
ponga el sol sobre vuestro enojo (v. 26a). Quizá este dicho es un adagio de su tiempo para recordar
que no es saludable prolongar el enojo y peor es acostarse a dormir con ello. Los científicos
médicos han comprobado que el enojo incontrolado contribuye a la alta presión y muchas
enfermedades cardíacas. Además, esta actitud de vivir enojado no da lugar al perdón. El cristiano
debe ser presto en perdonar las ofensas de su prójimo. Si no, uno está abrazando algo peligroso para
su vida espiritual, el enojo no perdonado.
La otra recomendación es ni deis lugar al diablo (v. 27). El enojo es como una puerta abierta
por la que, si uno no tiene cuidado, Satanás entra sigilosamente como huésped indeseable y provoca
caos y vergüenza para el cristiano descuidado. El dar rienda suelta al enojo es dar lugar al diablo
quien es un calumniador y adversario.
Otro atavío repugnante de la vida antigua es el robo. En su lugar, el Apóstol insta a que cada
uno debe trabajar honesta y diligentemente para ganarse la vida. Esta composición sugiere que el
robo es el hijo de la pereza. La indigencia económica con frecuencia es el producto de la pereza y
contribuye a una ética muy baja que conduce al hurto. Hay muchas maneras de robar además de ser
ladrón o atracador, tales como el ―tortuguismo‖, los brazos cruzados, los descansos o recreos
indebidos durante el horario de trabajo, el hacerse chapucero, el despilfarro de los bienes ajenos, y
mucho más. El cristiano no vive de lo ajeno, sino se esfuerza para trabajar cumplidamente. Da pena
cuando se oye de un hermano que uno haya recomendado que no rindió honestamente en el trabajo.
Al contrario, alegra saber que ciertos empresarios buscan a los creyentes por poder confiar en ellos
en hacer bien y honestamente su trabajo.
En el v. 28 Pablo agrega un valor más a la buena ética del trabajo honesto, y es que resulta ésto
en la capacidad humanitaria cristiana de tener qué compartir con el que tenga necesidad (v. 28).
Posiblemente Pablo está recordando el ministerio que había tenido hacia la iglesia de Jerusalén al
recibir ofrendas para ayudar a los necesitados (1 Cor. 16:1–3).
Semillero homilético
4:17–32
Pablo dice que una misma persona puede presentarnos un doble retrato
moral con sus respectivos títulos: El viejo hombre y El nuevo hombre.
Dice, además, que el fotógrafo es Dios, y que los presenta así: Elimina el
retrato viejo y crea un nuevo retrato. Contemplemos, pues, "los dos
retratos de un mismo hombre":
I. Retrato del viejo hombre (vv. 17–19, 22, 25a, 26b, 27, 28a, 29a, 31).
1. Rasgos mentales.
2. Rasgos sensoriales.
(1) Carencia de sensibilidad moral (v. 19a).
3. Rasgos sociales.
(3) Gusto por los chismes y la malicia, bajo el señorío del diablo
(v. 27).
II. Retrato del nuevo hombre (vv. 20, 21, 23, 24, 25b, 26a, 27, 28b, 29b,
30, 31, 32).
1. Rasgos mentales.
(1) Una mente enseñada por la verdad que está en Jesús y cuyo
modelo es el carácter de Cristo (vv. 20, 21 ver Mat. 11:29).
2. Rasgos sensoriales.
3. Rasgos sociales.
(4) Rechazo del robo y hábito del trabajo abnegado que provee
para la generosidad con el necesitado (v. 28b).
(5) Práctica de un lenguaje limpio, inteligente y generoso con el
interlocutor (v. 29b).
4. Rasgos espirituales.
Pablo continúa esta sección de consejos prácticos para los hermanos de las cercanías de Efeso
con una serie de recomendaciones (5:1–5). Las palabras conectivas por tanto (v. 1) toman en cuenta
lo que ha dicho en los vv. 17–32, y señalan hacia lo que ahora quiere recomendar. La primera
recomendación es afirmativa y consta de dos imperativos. El primer imperativo es sed imitadores
de Dios como hijos amados (v. 1). Esto llama la atención al hecho ya asentado en 1:5, 6: Dios es
nuestro Padre y nosotros somos sus hijos amados. Somos el objeto del amor de Dios. Puesto que
existe esta relación paternal y amorosa, ésta debe determinar el modelo de vida que debemos imitar.
La palabra ―imitar‖ (mimetés 3402) viene de una expresión del teatro para los mimos, pero significa
más que imitar los movimientos físicos. Aquí incluye expresar en carne propia el carácter y el
espíritu del modelo imitado. Como en la vida actual, el niñito normalmente desea ser como su
padre, y el padre bueno desea que su hijo crezca en ser como él, así deben ser los hijos de Dios.
El segundo imperativo es andad en amor, como Cristo también nos amó y se entregó por
nosotros (v. 2). Como hijos amados imitando a Dios la naturaleza de nuestra conducta debe ser el
amor, aquel amor agápe que no conoce ningún límite ni precio. Dado que somos el objeto del amor
de Cristo y la razón de su muerte debemos aprender cómo andar en amor como acción habitual.
Pablo cita el ejemplo del amor de Cristo que lo llevó a entregarse a sí mismo por nosotros como
ofrenda y sacrificio en olor fragrante a Dios. El amor encarnado y ejemplificado en Cristo agradó a
Dios en gran manera. La muerte vicaria y expiatoria de Cristo fue como una ofrenda voluntaria por
nosotros y un sacrificio agradable a Dios. Las palabras olor fragrante se encuentran también en
Filipenses 4:18 y Levítico 4:31 y se refieren a los sacrifios como algo agradable a Dios. Así que
nuestro comportamiento debe de ser como una ofrenda de amor de uno mismo y un sacrificio que
agrada a Dios.
Joya bíblica
"¿Ves ese Rey de los Scitas ó de los Sármatas que lleva la diadema en la
frente? Si quieres conocerlo bien y saber su verdadero precio, despójale de
esa venda y encontrarás debajo muchos vicios. Pero, ¿á qué hablar de los
demás? Si quieres apreciarte tú mismo, prescinde de tu dinero, casas y
dignidad, y en seguida mírate por dentro: no te conformes con lo que digan
de ti los demás" (Epístola LXXX de Séneca en "Epístolas Morales", edición
muy antigua).
Pero cuando son denunciadas, todas las cosas son puestas en evidencia
por la luz; pues lo que hace que todo sea visible es la luz. Por eso dice:
Después de recomendar una vida modelada según el modelo ideal, Dios, y un comportamiento
de autosacrificio continuo en el amor, Pablo menciona varias actitudes y acciones que deben ser
evitadas (vv. 3, 4). Son inapropriadas porque representan una autoindulgencia. Tienen que ver con
la vida moral de los gentiles, como la inmoralidad sexual y toda impureza o avaricia. Estas ni
siquiera deben ser mencionadas más en la compañía de los cristianos. La inmoralidad sexual
(pornéia 4202) significa la fornicación y cualquier relación sexual ilícita e inapropriada. La impureza
(akatharsía 167) equivale a la perversidad tanto de pensamientos como de actos. En conexión con
estos actos sexuales desenfrenados Pablo menciona la avaricia (pleonexía 4124), que posiblemente se
refiere a los deseos lujuriosos y disolutos. Estas cosas abundaban en el ambiente social de donde
habían salido los cristianos de Efeso. Ellos practicaban esta clase de vida anteriormente (2:2, 3) y
por esta razón Pablo les recuerda que no se nombren más entre vosotros. Apela al hecho que ellos
son santos y entre los santos estas cosas ni se hablan ni se hacen. Es un llamado a la pureza moral y
la santidad.
El autor agrega algunas cosas que no son apropiadas, como la conducta indecente que es sucia,
vulgar y ofensiva; tonterías o sea necedades; y bromas groseras que son chistes pornográficos que
chocan la sensibilidad y el pudor de uno. Estas cosas no son apropiadas en la vida del cristiano e
impiden la actitud que sí debe ocupar la mente y el tiempo del creyente, acciones de gracias. Las
indulgencias sexuales y la autogratificación son características de la vida pagana, y están en
contraposición con la actitud de sacrificio y gratitud que debe ocupar al creyente en Cristo. El
cristiano tiene su mente en otras cosas mucho más altas y muchas razones por las que dar gracias,
incluyendo el sexo debidamente disfrutado dentro del contexto que Dios ordenó. Por esta razón el
sexo no debe ser el objeto de bromas ni chistes imprudentes. Pablo no está condenando el sexo
como algo malo; pero sí está condenando los pensamientos malos, las actitudes incorrectas y los
deseos sexuales desordenados. El sexo, por ser don de Dios al hombre para el bien de la humanidad,
ha sido victimizado lastimosamente por Satanás y rebajado a lo más vano en cualquier ambiente
que no disfruta del conocimiento de Cristo. Son los actos dentro de este contexto pervertido que
Pablo censura.
El Apóstol concluye con una declaración oportuna y bien sabida (v. 5). Se trata de que el que
continúa cometiendo actos inmorales, impuros y licenciosos no puede tener herencia en el reino de
Cristo y de Dios. Además, los deseos licenciosos los describe como avaricia, la que para Pablo
equivale a la idolatría. Es posible convertir al sexo en un dios para adorarlo. Las religiones paganas
de los tiempos bíblicos incluyeron muchas prácticas y orgías sexuales. Fue por esta razón que
Jehovah acusaba de fornicación a su pueblo rebelde que se volvió a la idolatría. La disolución moral
acompañaba la idolatría. Así que la obsesión sexual fácilmente se puede identificar como idolatría.
Continuar en esta práctica y otras parecidas es evidencia de que uno no ha conocido a Cristo, y
el que no conoce a Cristo, no puede tener herencia en él. De esta manera Pablo traza la línea de
demarcación entre los que son de Cristo y aquellos que son del mundo gentil (4:17). Ha presentado
una aplicación práctica y ética de la doctrina de la santidad de los que pertenecen a Cristo. Los que
no siguen una vida santa y obediente no tendrán parte en la herencia real preparada para los que
están en Cristo. El reino de Cristo y de Dios es un solo reino porque los dos son uno (Juan 10:30).
Este reino es el dominio santo donde el poder y la autoridad divinos se sienten y son obedecidos.
Por esta razón las cosas inmundas mencionadas no tienen parte en este reino presente, ni en el
futuro.
(1) La vida ejemplar de los hijos de luz, 5:6–21. Esta división comienza alertando a los
hermanos que nadie os engañe con vanas palabras (v. 6). Advierte que hay el peligro de quienes
quisieran presionarlos a seguir la corriente popular haciéndolos creer en mentiras. Engañar significa
hacer caer en un error y es sinónimo con mentir. Vanas palabras son palabras huecas que carecen
de verdad y que atrapan a los incautos, especialmente a aquellas personas tímidas e inestables en su
fe. Es muy probable que el Apóstol está refiriéndose a algunos hermanos que habían sido influidos
por los gnósticos que enseñaban actitudes y prácticas inmorales. Un concepto de moda en aquel
tiempo, como en el nuestro, es que hay una distinción antibíblica entre la satisfacción de los apetitos
del cuerpo, que para ellos era algo completamente normal y natural, y los goces del espíritu en su
búsqueda de Dios.
La razón de esta advertencia tiene que ver con una consecuencia más grave, porque a causa de
estas cosas viene la ira de Dios. Estas cosas tienen su antecedente en las prácticas vergonzosas que
se mencionan en los vv. 3 y 4, que son las mismas que los maestros falsos querían justificar. La ira
de Dios (v. 6 y 2:3) expresa el repudio de Dios y su jucio y castigo contra tal comportamiento y
aquellos que lo ejecutan. La expresión hijos de desobediencia se encuentra también en 2:2. Es una
expresión de origen hebreo que significa ―los desobedientes‖. Son los que conocen la ley de Dios y
la desobedecen voluntariamente.
Con firmeza Pablo manda no seáis partícipes con ellos (v. 7). Partícipes (summétocos 4830) es la
misma palabra que en 3:6 se traduce con copartícipes. Es una amonestación de no tener nada que
ver con ellos (los hijos de desobediencia) ni con lo que hacen. La razón por la que no deben hacerlo
es obvia (v. 8). Hacía poco, los que leían esta carta habían vivido como aquellos pero ahora han
sido cambiados. Pablo contrasta su condición anterior con la presente: En otro tiempo érais
tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Tinieblas (skótos 4655) representa la oscuridad, la vida anterior
sin Cristo, y luz (fós 5457) caracteriza la nueva vida en Cristo, quien es la luz del mundo. Los que han
salido de las tinieblas a la luz no deben volver atrás. Afirma que los creyentes son luz en el Se-ñor y
tienen la responsabilidad de andar en luz. Pablo los exhorta enfáticamente: ¡Andad como hijos de
luz! y no como hijos de desobediencia (v. 6). Su conducta debe ser un reflejo de la luz del evangelio
y no de la oscuridad del pecado. El andar de uno está en relación directa con la luz que tiene. Estos
habían recibido la luz de Cristo. Su comportamiento debe ejemplificar este hecho y no incluir cosas
de las tinieblas.
Otra responsabilidad del creyente es dar evidencia de esa luz en su vida. El autor usa dos
metáforas: fruto y luz. El fruto de la luz (v. 9a) consiste de tres cualidades éticas: bondad, justicia y
verdad (v. 9b). Fruto (karpós 2590) en este contexto se refiere al resultado que produce la luz, y es
una forma de la misma palabra que usaba Jesús en Juan 15:2 cuando hablaba de la vid verdadera.
La idea es que la luz produce fruto apropiado en la vida de un creyente. La luz trae una buena
cosecha. Donde se carece de luz no hay fruto; donde hay luz, hay fruto abundante (toda) y de buena
calidad. La bondad (agathosúne 19) es todo lo que es bueno, benigno o benevolente. Otro sentido de
bondad es caridad. Es lo opuesto absoluto de la maldad y la malicia. La justicia (dikaiosúne 1343) es
la rectitud, la equidad, y sugiere lo que es correcto y equitativo, sin error o falla. La verdad (alétheia
225
) es la veracidad, la certeza, la honestidad y aun la sinceridad.
La mayoría de las versiones, incluyendo la RVA, favorecen fruto de la la luz por representar el
mejor texto en el griego de este versículo. Sin embargo, la RVR-1960 lo traduce ―fruto del Espíritu‖
porque unos manuscritos así lo tienen, debido a lo parecido de este versículo con Gálatas 5:22 (ver
la nota de RVA).
La vida que resulta en estas cualidades será una que comprueba (saborea) las cosas que agradan
a Dios. Este es el sentido de lo que dice en v. 10: Aprobad lo que es agradable al Señor. El que
anda en luz y su vida produce estas cualidades disfrutará de las cosas que complacen a Dios y por
ende no provocará la ira de Dios (v. 6). La fórmula para agradar a Dios se halla en los vv. 9–11. La
cosecha de luz en la vida cristiana es una que contrasta con la cosecha infructuosa y estéril de las
tinieblas (v. 11). Pablo amonesta que el hijo de luz no debe tener ninguna participación en las
infructuosas obras de las tinieblas. Las obras de la oscuridad son ocultas, corruptas y dañinas. El
creyente no debe participar en ellas. Es más, debe huír de ellas y aun denunciarlas. La palabra
traducida denunciadlas (elégco 1651) también quiere decir redargüir, corregir y reprender. La
Versión Popular traduce esta idea con ―sáquenla a la luz‖ y la RVR usa el término ―reprendedlas‖.
Hay que exponer a la luz la conducta inmoral y corrupta, no sólo para condenarla, sino también para
advertir del peligro y la destrucción que arrastra. Además, cabe incluir en esta denuncia a los que
enseñan tales doctrinas corruptas, los que engañan con vanas palabras (v. 6). La obligación del
creyente es advertir a los que no conocen a Cristo de las consecuencias de continuar en la oscuridad
y las obras malas que se hacen en ella, siguiendo filosofías equivocadas. La luz del cristianismo
señala y expone las obras malas y las enseñanzas torcidas de las tinieblas para corregirlas y
purificarlas con el poder revelador y limpiador que viene de la verdadera luz del mundo.
5:8–14
Pablo hace un contraste entre la luz y las tinieblas. Sabemos que la luz
ilumina y purifica, mientras las tinieblas producen el menoscabo y el
desarrollo de los microbios. La mayoría de los trabajadores del mundo
trabajan de día, cuando hay luz, porque pueden rendir más. En cambio, la
mayoría de los crímenes se cometen durante la noche. Los clubes nocturnos y
otros lugares de diversión carnal atienden a la mayoría de los clientes de
noche. Pablo dice que los frutos de la luz son bondad, justicia y verdad.
Después, dice que ni quiere mencionar los frutos de las tinieblas, pero
podemos saber que está refiriéndose a la maldad y los vicios que producen el
engaño, la injusticia y la mentira.
Pablo apela a que seamos hijos de luz, para arrojar la luz del evangelio a
todas las personas que andan en las tinieblas. Cristo es la luz del mundo, pero
tenemos que esparcir esa luz por medio de nuestro testimonio y vida.
En medio de su pensamiento con respecto al efecto de la luz sobre las obras infructuosas de las
tinieblas al ser estas expuestas (vv. 11 y 13), Pablo incluye un pensamiento parentético (v. 12). Dice
que da vergüenza aun mencionar lo que ellos hacen en secreto. Algo que da vergüenza significa
una abominación o algo que se repudia. Son tan detestables esas cosas hechas a escondidas que
Pablo se siente avergonzado de mencionarlas. Lo que hacen en secreto se refiere a las obras de las
tinieblas que uno hace en privado o bajo la sombra de la noche cuando no puede ser detectado ni
visto por nadie. Jesús habló de esta clase de conducta en Juan 3:19 y 20: Y ésta es la condenación:
que la luz ha venido al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras
eran malas. Porque todo aquel que practica lo malo aborrece la luz, y no viene a la luz, para que
sus obras no sean censuradas.
Una vez denunciadas y así expuestas a la luz, por abominables y secretas que sean, todas las
obras de maldad están a la vista, bajo el escrutinio y la influencia de la luz que las alumbra.
Expuestas a los rayos correctivos y sujetas al poder purificador de la luz que las alumbra el
verdadero carácter de ellas está revelado. Están visibles y transparentes. De igual manera, Pablo
podría estar referiéndose a las doctrinas malas (vanas palabras) que se habían infiltrado en la
iglesia, que al ser denun- ciadas quedan expuestos sus errores a la luz de la verdad de Cristo. Los
errores doctrinales producen errores graves en la conducta privada, y muchas veces son la razón de
la falta de ética y moralidad en la vida de muchos. Estas también deben ser expuestas a la luz y
escrutinio de la verdad en Cristo.
El autor concluye esta porción citando un refrán (v. 14) que fue aparentemente bien conocido en
aquella epoca. Algunos comentarios sostienen que viene de Isaías 61:1, y bien podría haber sido
inspirado por ese versículo. Robertson observa que es una adaptación libre de Isaías 29:19 y 61:1, lo
que me parece muy probable. Otros sugieren que fue una estrofa de un himno bautismal aludiendo a
lo que representa el bautismo, la resurrección de entre los muertos del alma regenerada por Cristo,
cuya luz ha resplandecido en ellos. Es un cuadro apto de la experiencia de la salvación y bien podría
servir como parte del formulario que se pronuncia en el momento de bautizar a un nuevo creyente.
Se sugiere que fue un himno cantado en la iglesia al celebrar el día de la resurrección y fue como
una invitación a los incrédulos presentes en la congregación.
Los hijos de luz no sólo deben ser vigilantes y evitar las obras de las tinieblas, tienen la
responsabilidad de denunciarlas y exponerlas a la luz limpiadora y salvadora del evangelio. Después
de esta advertencia, el autor pasa a dar algunos consejos pertinentes. El primer consejo tiene que ver
con un comportamiento prudente (v. 15): Mirad, pues, con cuidado, cómo os comportáis es un
llamado a la prudencia en cómo viven los cristianos. Mirar es función de los ojos. Aquí parece que
Pablo tiene en mente los ojos del intelecto. El cuidado requiere todas las facultades mentales como
físicas. El cristiano debe ser muy cuidadoso y sensato en cuanto a su comportamiento. La vida santa
requiere inteligencia y responsabilidad, prudencia y sensibilidad. Se contrasta con la de los
imprudentes, o sea los necios, que no se comportan con inteligencia ni responsabilidad. El necio
niega a Dios y vive aparte de su mando. Como consecuencia, se corrompe y hace cosas
abominables (Sal. 14:1), sustituyendo dioses falsos y siguiendo enseñanzas equivocadas.
El cristiano no debe ser así. Al contrario, vive sabiamente redimiendo el tiempo, sabiendo que
los días son malos. La palabra redimiendo (exagorázo 1805) significa el pago completo del rescate, el
precio necesario para conseguir plena posesión. Tiempo (kairós 2540) se refiere a la oportunidad
específica que uno tiene y no tanto a un lapso de tiempo marcado por calendario o reloj. La idea es
utilizar bien y hasta lo máximo cada oportunidad que uno tiene para hacer el bien y servir al Señor.
La nota de la RVA sugiere una lectura opcional, aprovechando el momento oportuno, que da a
entender que el cristiano sabio aprovecha el momento preciso para sacar el mejor provecho posible
de cada oportunidad que se le presenta. Lo que motiva este vivir con provecho en el tiempo presente
es que los días son malos. ―Los tiempos son malos‖ es una expresión muy trillada en la actualidad
debido a la situación sociopolítica que vivimos. La corrupción, la inmoralidad y la criminalidad
abundan. Hay desesperación, frustración y caos en todos lados. Parece que la situación va de mal en
peor. Hay más que suficiente evidencia que nos convence que los días son malos. Por esta razón el
creyente debe tratar de vivir una vida sana y santa, hacer el bien que puede, utilizar cada
oportunidad que tiene de vivir como verdadero hijo de luz, produciendo el fruto de la luz en su vida.
Dos desafíos
5:15, 16
(2) Porque el tiempo puede ser corto para testificar a otros. Pablo
esperaba la segunda venida de Cristo y el fin del mundo dentro de
poco tiempo, durante su propia vida. Por eso, sintió la compulsión
de obrar en forma diligente.
(3) Porque las fuerzas del mal son poderosas y pueden causar
enfriamiento en el cristiano. Por las tentaciones muchos que
expresaron un interés en el evangelio se enfriaron y abandonaron
el camino con el tiempo.
En el v. 17 Pablo amonesta a los creyentes que no sean insensatos, sino comprended cuál es la
voluntad del Señor. El cristiano sensato aprenderá qué quiere Dios que haga y lo que agrada a Dios.
Procurará con ahínco hacerlo, porque hacerlo requiere esfuerzo diligente. El sabio conocerá y hará
la voluntad de Dios para andar como Dios quiere que ande y hacer lo que a él le agrade. Es posible
conocer la voluntad de Dios y andar como hijo de luz haciendo el fruto de la luz.
El autor cita un ejemplo de la falta de inteligencia al no buscar la voluntad de Dios, el abuso del
vino que embriaga. El desenfreno al tomar mucho vino produce un descontrol de uno mismo, la
embriaguez, y un comportamiento lamentable. Tal abuso está condenado en Proverbios 23:29–35.
Es bien sabido que la intemperancia en el uso de las bebidas alcohólicos resulta en fuerzas
violentas, acciones criminales, deseos carnales, actitudes antisociales, trastornos emocionales,
pérdida racional y el olvido de Dios. Tales cosas no son compatibles con la fe cristiana y atentan
contra el testimonio del creyente. Además de la consideración de los resultados vergonzosos de la
embriaguez, es posible que Pablo está asociando la intemperancia en el uso del vino con algunas
prácticas religiosas en ciertas religiones paganas de esa época. Por esta razón fue apropiado que él
advirtiera a los efesios y otros que leyeran esta epístola que tuviesen cuidado de no emboracharse
ingiriendo el vino como sus vecinos que lo hacían para entrar en comunión con los dioses paganos.
Los rituales de ciertas religiones paganas incluían la borrachera y orgías para lograr una
experiencia extática y el contacto con los espíritus de sus dioses. Aún en nuestro tiempo y medio
hay ciertos grupos, especialmente entre ciertas tribus indígenas y los de la cultura tipo hippie que
usan elementos estupefacientes y alucinógenos en sus prácticas religiosas. Pablo advierte contra tal
práctica (la borrachera) desde el punto de vista práctico porque no conviene y desde el punto de
vista espiritual porque contradice el testimonio cristiano. Siendo este el caso, este mandato tiene una
relación íntima con la advertencia hallada en el v. 6 en cuanto a las vanas palabras de los consejeros
engañosos y la aludida conducta licenciosa mencionada en el v. 11. Tanto la intemperancia como la
inmoralidad son el resultado de la insensatez en el comportamiento de uno y no caben en la vida
cristiana. Pablo advierte al creyente tierno y débil de los peligros de caer víctimas de enseñanzas
religiosas que conducen a prácticas dañinas y vergonzosas.
En contraste con éstas, Pablo enseña a los creyentes dónde y cómo hallar el verdadero secreto
del andar cristiano prudente, limpio y obediente: Sed llenos del Espíritu (v. 18). No sólo es
imperativo que los cristianos no se embriaguen llenándose de vino, es imperativo que se llenen de
algo más. Este ―algo más‖ es el Espíritu Santo. Este produce una ―embriaguez‖ completamente
diferente y constructiva. En vez de estar bajo la influencia del alcohol, los creyentes deben estar
bajo la influencia del Espíritu Santo continuamente. Su vida estará bajo el control de esta presencia
divina y santa. En este estado hay fuerza espiritual, gozo racional, cordura, deseos limpios y
ordenados, repudio a la maldad, conciencia de lo correcto y la inclinación hacia la voluntad de Dios.
Esta exhortación fue dada a toda la iglesia en forma imperativa, no como una opción y no al
individuo solo. La estructura gramatical de este versículo es tal que nos da a entender que el deber
de toda la iglesia es ser llena del Espíritu en forma progresiva y constante, no una vez no más, ni
por ocasiones esporádicas. Esta llenura viene a los creyentes como el objeto llenado y no como el
sujeto que procura ser llenado. Tenemos que desear y permitir que el Espíritu nos llene y no hacerlo
el objeto de un esfuerzo humano o de una búsqueda como para apropiarse uno de él.
Con esta metáfora comparativa Pablo quiere demostrar que como el vino posee y domina al que
lo ingiere, así el Espíritu posee y controla la vida de los que lo permiten llenar. No creo que se debe
tomar esta ilustración como una licencia para ―embriagarse‖ en el espíritu (humano) a tal grado que
uno pierda el control o esté fuera de sí. La presencia del Espíritu no causa una intemperancia en el
comportamiento ni la disolución del carácter. Los que hablan de embriagarse del Espíritu dan lugar
a un concepto equivocado de la llenura del Espíritu Santo. Hay espíritus que producen ebriedad y
relajo emocional que no son de Dios. Hay que cuidarse de ellos con la misma diligencia que uno se
cuida contra los espíritus intoxicantes del alcohol. Nótese que Pablo no dice que seamos
embriagados (intoxicados al punto de perder el control) sino que seamos llenos del Espíritu. Donde
está el Espíritu en control habrá orden, armonía y paz. El desorden, las divisiones y la intranquilidad
del alma resultan, más bien, donde se carece del Espíritu. El ambiente y la vida de la iglesia deben
ser completamente infundidos e influidos por el Espíritu.
Como la luz produce una cosecha agradable en la iglesia y sus miembros, el Espíritu da amplia
evidencia de su presencia. Es muy probable que Pablo tiene en mente la conducta de los creyentes
dentro del contexto de la adoración pública. En estas ocasiones había comunión entre los hermanos
presentes, indicada aquí con la expresión hablando entre vosotros. Había una conversación santa
que alternaba entre exhortacion mutua y testimonios que inspiraban incorporando éstos algunas
expresiones de los salmos, himnos y canciones que expresaban el sentido de su fe y alegría.
Cantar era también parte de la expresión espontánea de su fe y lo hacían como parte de sus
servicios religiosos. Como Bonnett y Schroeder comentan, ―todo gozo del Espíritu divino, llegado a
cierto grado, se expresa por el canto‖. La iglesia del primer siglo fue una iglesia que cantaba. Sin
duda, no hacían falta instrumentos de cuerda y tambores para acompañarlos. Como en los tiempos
bíblicos cantaban los salmos al compás de varios instrumentos, así lo hacemos hoy en día al cantar.
Pablo menciona tres tipos musicales: salmos (los del AT), himnos y canciones espirituales
(composiciones cristianas que daban expresión a su fe y sentimiento fervoroso). Estos coinciden
con la práctica de nuestro tiempo de también cantar salmos, coros, cánticos, canciones alegres e
himnos más solemnes, usando una variedad de instrumentos y estilos de interpretación. Cada uno
llena una necesidad específica como parte del culto para mantener un balance entre la alabanza
subjetiva y una adoración objetiva.
Cantando y alabando al Señor en vues- tros corazones son formas de expresar el gozo que
prorrumpe de los corazones llenos del Espíritu. La adoración verdadera dará lugar a exteriorizar
este gozo. El gozo nace en el corazón regenerado y es acompañado por la gratitud, que también
surge del corazón del creyente agradecido. En vuestros corazones también podrá significar la
sinceridad con que uno canta y alaba. Es parecido a con todo el corazón.
Otra evidencia de la plenitud del Espíritu en la iglesia es la oración que expresa la gratitud.
Pablo lo expresa así: Dando gracias siempre por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro
Señor Jesucristo (v. 20). En esta frase corta nos da cinco elementos esenciales para la oración que
agrada a Dios. En primer lugar la gratitud, dando gracias. El corazón sincero será un corazón
agradecido. Siempre expresa el contexto temporal de esta actitud como perpetua, todo el tiempo y
en todos los tiempos, sin límites. Por todo es inclusivo y habla de cualquier cosa bajo cualquier
circunstancia. Aunque no entendamos algunas cosas que nos suceden en el momento dado,
debemos reconocer que Dios está consciente y obrando su voluntad aun en la adversidad, y
debemos darle gracias. La gratitud es positiva y optimista, capaz de ver la mano de Dios en todo.
Otro elemento importante tiene que ver con a quién va dirigida nuestra acción de gracias, al
Dios y Padre como el creador, sustentador y gobernador de todo. Dirigir la oración a otro o por
medio de otro es un error, especialmente para el creyente que ya tiene pleno acceso al trono de la
gracia (Heb. 4:16) y ha sido enseñado por Cristo a orar al Padre (Mat. 6:6, 9). No hay que invocar
ninguna fórmula trinitaria (―en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo‖) como algunos
suelen hacer para iniciar la oración ni antes de leer un pasaje bíblico. Tenemos permiso de
dirigirnos directamente a él y pleno acceso a su trono.
El último elemento de la buena oración tiene que ver con la autoridad que tenemos de dirigirnos
al Padre: En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. El nos ha autorizado a pedir en su nombre
(Juan 14:13, 14; 15:16; 16:23). En él tenemos nuestra identidad que nos da derecho a pedir en su
nombre sagrado. No pedimos en nuestro propio nombre, ni menos en nuestros méritos. El es quien
ha abierto el camino al Padre, ha quitado el muro que antes nos separaba de él y nos ha hecho
aceptos delante de Dios. La oración correcta se hace en el nombre único y exclusivo de nuestro
Señor Jesucristo. El y solamente él es nuestro intercesor (Rom. 8:34).
Finalmente, tenemos otra evidencia del Espíritu. Esta es una actitud de sumisión mutua entre los
hermanos (v. 21). Esta idea introduce un nuevo concepto cristiano, contrario al popular de los
gentiles. Esta actitud considera a los demás y sus necesidades como más importantes que uno
mismo. Es el hecho de subordinarse a otros en vez se elevarse sobre ellos. La sumisión y la
consideración mutuas desplazan la soberbia, la rudeza, el egoísmo y la terquedad con respecto a las
opiniones o preferencias propias. Esta sumisión está templada por una reverencia a Cristo y es el
producto de la llenura del Espíritu Santo. Esta actitud de sumisión mutua en el amor fraterno y el
temor santo de Cristo contribuye a la unidad de la iglesia y facilita el funcionamiento armonioso de
todos los miembros en el ejercicio de sus responsabilidades sagradas. Es la prueba suprema de
andar cristianamente y de ser llenos del Espíritu. Por ser tan importante, quizá es lo más difícil de
poner en práctica. Atenta contra el egoísmo personal y la importancia personal. Requiere una
actitud de humildad y bondad que no es natural en muchos.
Algunos comentarios incluyen el v. 21 como parte del tema que próximamente se tocará en esta
epístola, el de las relaciones interfamiliares e interpersonales. Bien cabe allí, pero también está
relacionado con estar lleno del Espíritu Santo como una de las muchas evidencias de ello. La
sumisión mutua es parte del comportamiento y de la identidad de los hijos de luz.
(2) Virtudes cristianas en la vida doméstica, 5:22–6:9. Aparentemente Pablo usa lo que
expresa en el v. 21 como un eje sobre el cual hacer una transición de una aplicación general al
comportamiento cristiano hacia el comportamiento cristiano en las relaciones domésticas. Estas
representan las relaciones clave de la vida cotidiana y ejemplifican la iglesia descrita antes como
una familia (2:19). La sujeción mutua en la iglesia halla su mejor expresión en el ideal familiar. Hay
dos instituciones divinas: La familia, instituida por Dios al comienzo de la historia humana; y la
iglesia, instituida por él en Cristo al comienzo de la historia cristiana. Las dos siguen el mismo
modelo en cuanto a las relaciones internas. El Apóstol continúa la comparación entre el estilo de
vida cristiano con el de los paganos con una mirada a la familia cristiana. Esta también debe
manifestarse diferente en el medio pagano en donde se desarrolla. Para este efecto describe una
serie de relaciones que deben existir en el hogar cristiano que deben ser diferentes de aquellas de los
incrédulos.
En toda institución o relación humana el orden de las relaciones es un camino de doble vía, la
una de autoridad y la otra de sujeción. Pablo respeta el orden establecido por Dios en la naturaleza
para aplicar la verdad de la sujeción mutua. Es muy importante tomar esta porción como parte de
todo el contexto de la epístola y no como un comentario aislado sobre la familia. Como ejemplo
cardinal de la sujeción mutua cristiana y su papel como evidencia de ser llenos del Espíritu, Pablo
compara la familia y la iglesia en cuanto a sus relaciones esenciales. Lo hace utilizando seis pares
de relaciones: esposas a esposos, esposos a esposas; hijos a padres, padres a hijos; obrero al patrón,
patrón al obrero.
Apela primero a que las casadas estén sujetas a sus propios esposos como al Señor (v. 22). Es
lo único que requiere de ellas. Las casadas son las mujeres en su papel u oficio como esposas. Lit.
las palabras que forman este versículo en el griego no contienen un verbo y se leerían así: ―Las
casadas a sus propios esposos como al Señor.‖ Uno tiene que mirar más adelante (v. 24) o hacia
atrás (v. 21) para hallar el verbo que da sentido a esta expresión. En cada caso el verbo es alguna
forma del verbo sujetar o estar sujeto. La acción que este verbo implica es la de subordinarse bajo o
sujetarse a la autoridad de otro, en este caso las esposas a la de los esposos. Es el hecho de renunciar
los derechos de uno a otro, de la esposa al esposo. La sumisión de la esposa cristiana a su esposo
halla su sentido en la misma manera que la esposa creyente se sujeta a Cristo como su Señor. Para
entenderlo mejor, podríamos parafrasear este versículo para decir: ―Las casadas estén sujetas a sus
propios esposos como ellas mismas están sujetas al Señor.‖
Vaughan señala que esta sumisión tiene tres condiciones: el amor, la voluntad y el deber
cristiano. El amor generoso del esposo provee el ambiente que evoca y garantiza la sumisión de la
esposa. La buena voluntad de la esposa es la respuesta de ella a la autoridad benigna que él ejerce
sobre ella. La esposa cristiana, consciente de la relación que tiene con Cristo como Señor de su
vida, se somete a su esposo en amor recíproco, reconociéndolo como el que Dios le ha dado como
compañero y protector para que mutuamente se complementen.
La sumisión de la esposa al esposo se debe porque el esposo es cabeza de la esposa, así como
Cristo es la cabeza de la iglesia, y él mismo es salvador de su cuerpo (v. 23). En primer lugar
podemos ver esto como una interpretación lógica del orden establecido por Dios en la formación de
la primera pareja. Toda institución u organización tiene una sola cabeza o autoridad principal; en el
caso de la familia es el esposo. Esta es una autoridad delegada o una responsabilidad ordenada por
Dios y nadie debe cambiarla o abrogarla. A la vez no es una autoridad despótica para dominar o
explotar, sino es una responsabilidad sagrada que ha sido otorgada por Dios para ordenar la familia
y así gobernar la sociedad. En segundo lugar esta sumisión en el matrimonio ilustra la relación
íntima y vital entre Cristo como cabeza de la iglesia y la iglesia como su cuerpo. Esta relación halla
su máxima expresión en la obra salvadora de Cristo en favor de la iglesia. Cristo como cabeza
también es salvador. En él la iglesia realiza su existencia y halla sentido. De igual manera, en el
orden divino de la creación, la mujer se halla realizada en la unión conyugal con su esposo.
Pablo considera ahora el segundo par de relaciones, de esposo a esposa. Es interesante notar que
dedica más espacio a esta relación que a cualquier otra. ¿Será porque la responsabilidad del esposo
es la más grande? Tiene mucho que decir en cuanto a la responsabilidad del hombre, pero nada en
cuanto a sus derechos. Comienza con una recomendación fuerte para los esposos: Amad a vuestras
esposas (v. 25a). Es el mismo amor que da de sí mismo para beneficio del amado. Esto introduce el
concepto cristiano del amor agápe en el matrimonio, en constraste con el amor filéo y éros del
matrimonio mundano. Para ilustrar qué clase de amor el esposo debe demostrar a su esposa, Pablo
lo compara con el amor de Cristo por su iglesia.
Joya bíblica
Comienza con un consejo a los esposos y termina con una emocionante descripción de la
iglesia. Usa el amor de Cristo como modelo: Así como también Cristo amó a la iglesia y se entregó
a sí mismo por ella (v. 25b). De hecho, es un amor sumisivo: Así como Cristo se negó a sí mismo y
fue sacrificado para redimir a su iglesia, el hombre se entrega en amor para el bien de su esposa.
Este amor gobierna las actitudes y las acciones del esposo hacia su cónyuge y desplaza cualquier
tendencia áspera, egoísta o caprichosa.
9
Para ilustrar el tipo de amor que los esposos deben mostrar a sus esposas el Apóstol emplea
cinco formas verbales para describir el amor de Cristo por su iglesia: la amó, se entregó, la
santificó, la purificó, y se la presentó. Es un amor completo e inclusivo. La razón de este amor
sacrificial de Cristo hacia su iglesia fue su santificación: A fin de santificarla, habiéndola purificado
en el lavamiento del agua por la palabra (v. 26). La santificación de la iglesia, por un lado, fue el
hecho de consagrarla, apartándola del resto del mundo para un propósito sagrado. Este hecho, por
otro lado, fue el resultado del proceso purificador en el lavamiento del agua por la palabra. En la
santificación y el lavamiento tenemos dos acciones complementarias. La santificación de la iglesia
es hacerla santa, mientras su purificación podrá referirse al perdón de los pecados, que acompaña a
la regeneración y se simboliza en el bautismo. Stott sugiere que la referencia al lavamiento pueda
ser una referencia al baño nupcial practicado por la novia antes de la boda en aquella época. El
lavamiento (v. 26) es una alusión al bautismo en agua como respuesta a una decisión tomada al oír
el evangelio.
Semillero homilético
5:22–6:9
9
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 176). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
2. Cristo es el modelo de marido afectuoso (vv. 25, 28).
(1) Ama a la iglesia; no siente por ella una pasión egoísta (v. 25b).
(3) Así ama Cristo a la iglesia; así debe amar el esposo cristiano
(vv. 25a, 28a).
(3) Así ha sido Cristo como novio y como esposo de la iglesia; así
deben ser el novio y el esposo cristianos (v. 28).
(1) Cristo desea que tomen su papel laboral con justicia, respeto y
sinceridad (v. 5).
La expresión porque somos miembros de su cuerpo (v. 30) se refiere a que los creyentes
pertenecen al cuerpo de Cristo, la iglesia, la que a la vez es aludida aquí como su novia amada. Este
amor es tan poderoso que el novio está dispuesto a separarse de su padre y de su madre para unirse
a su esposa (v. 32). Como alguien ha dicho ―casados se puede escribir casa dos‖. La atracción
conyugal es más fuerte que los vínculos paternales. El amor que el esposo siente hacia su novia es
más poderoso que el amor para los padres y resulta en una unión íntegra. Y serán los dos una sola
carne es una cita que recuerda lo que sucedió en Edén (Gén. 2:24) y lo que ratificó Jesús (Mat.
19:5). Describe la unidad que caracteriza al matrimonio y que a la vez se usa para señalar la íntima
y vital unión de la iglesia en Cristo y el amor que él tiene por ella.
Esta unión entre hombre y mujer lleva al Apóstol a describirla como un gran misterio (v. 32).
Esta es la quinta vez de seis que emplea esta palabra en esta epístola. En 3:3, 4 y 9 habla del
misterio en Cristo que le fue revelado con respecto a la iglesia y su misión sagrada. Ahora, al
contemplar la unidad íntima del matrimonio, Pablo halla en ella una analogía para describir la unión
de la iglesia con Cristo. Para él (y nosotros) esto sí es un gran misterio; pero no es un secreto
escondido, es una verdad que ha sido revelada. De esta manera Pablo concluye la comparación
entre la iglesia y el matrimonio.
Termina esta porción reiterando el deber matrimonial entre los esposos con una recomendación
final a los dos en el v. 33: Por tanto se refiere a lo dicho hasta aquí con respecto al amor de Cristo
para la iglesia como modelo del amor que cada esposo debe tener a su propia esposa y la sumisión
respetuosa de la esposa hacia su esposo. Aunque el papel de cada cónyuge es distinto, hay una
igualdad de responsabilidad mutua y complementaria para cada uno. De esta manera contribuyen a
la armonía y unión familiar y fortalecen la unidad de la iglesia. Más que todo, honran a Dios.
El deber incuestionable de los hijos cristianos es obedecer a sus padres: Hijos, obedeced en el
Señor, a vuestros padres, porque esto es justo (6:1). Además de ser propio y lógico en el orden
establecido por Dios, es apropiado como hijos cristianos obedecer a sus padres para practicar así el
principio de la sumisión que fue dado en 5:21. Expresa la fe que tienen en Cristo y demuestra el
amor que ésta produce. Es más, esto es justo. Es natural esperar la obediencia de los hijos porque es
correcto en cualquier sociedad que estos obedezcan a sus padres. Este principio forma parte de la
ley de Dios dada en lo que conocemos como los diez mandamientos (Exo. 20:12; Deut. 5:16). El
Apóstol lo cita en los vv. 2 y 3, añadiendo el comentario que es el primer mandamiento con
promesa. La obediencia cumple el mandato de Dios que dice: Honra a tu padre y a tu madre.
Honrar significa respetar y considerar a los padres en amor, y se manifesta en la obediencia. El
mejor ejemplo de esto que tenemos se halla en Lucas 2:51, que dice de Jesús: estaba sujeto a ellos.
El niño Jesús obedecía a José y María. De todo lo que puede hacer el hijo, no hay nada que iguale a
la obediencia.
Pablo tiene también un consejo oportuno para los padres con respecto a como tratan a sus hijos
y el ejemplo que deben ser delante de ellos (v. 4). El Apóstol aborda el tema del trato paternal
primero desde un punto de vista negativo. Dice: No provoquéis a ira a vuestros hijos (v. 4a). Pablo
estuvo bien consciente de la ley romana que concedió al padre el derecho de vida o muerte sobre
sus hijos (ver el comentario sobre 1:5). En esta porción in- troduce una ética cristiana en la arena
del hogar. Los padres en su trato con los hijos deben cuidarse de ser ásperos y rígidos al grado que
hagan que los hijos se enojen o llenen de ira. ―Provocar a ira‖ también significa causar
exasperación. Los padres no deben conducirse despóticamente con sus hijos y descargar sobre ellos
sus frustraciones y hostilidades. Un trato que sea inconsistente y cruel de parte del padre confunde a
los hijos, causa problemas emocionales y despierta resentimientos. Trae consecuencias lamentables,
especialmente para la unidad de la familia y aun de la iglesia. Uno de los problemas más graves de
nuestra época es el del abuso físico y emocional de los niños de parte de los padres.
El aspecto positivo de este consejo tiene que ver con la crianza de los hijos en la disciplina y la
instrucción del Señor (v. 4b). Aquí significa más la enseñanza verbal o formación que el padre da al
hijo continuamente y no tanto el castigo que le dispensa. El padre cristiano como cabeza y guía
espiritual de la familia instruirá a su hijo cristiano en las cosas del Señor y en su Palabra, siendo
guiado por el contenido de la fe mutua que abrazan y por el mismo Espíritu que los guía.
Las relaciones domésticas no se limitan a las matrimoniales y filiales. Incluyen las relaciones
laborales entre trabajadores y patrones. En la época neotestamentaria habían dos instituciones
humanas que existían dentro del marco del hogar: La esclavitud o servidumbre y la industria
hogareña que dependía de la primera. A partir del v. 5 el Apóstol elabora una serie de
recomendaciones para los trabajadores cristianos. Consisten principalmente de dos acciones;
obedecer y servir.
Siervos es dóulos 1401, que algunos traducen como esclavos. La esclavitud prevalecía en los
tiempos bíblicos porque la ética cristiana todavía no se hacía sentir como en los últimos dos o tres
siglos. Los esclavos fueron hombres, mujeres y niños de las ciudades y naciones conquistadas por
los ejércitos invasores y llevados para ser vendidos a la esclavitud. Llegaron a ser propiedad del que
los comprara. Los niños nacidos en esta condición se criaron como esclavos para servir a su amo.
Además, hijos e hijas que el padre no quería tener fueron rechazados y condenados a ser vendidos
como esclavos. A veces las personas que adeudaban grandes cantidades que no podían pagar fueron
vendidas a la esclavitud para satisfacer la deuda. Fue una institución inhumana caracterizada por la
humillación, la brutalidad y otros abusos, tanto de parte del amo como de parte del esclavo listo e
inescrupuloso. Estos representaban un alto porcentaje de la población en algunos lugares del
Imperio Romano. Algunas veces los esclavos gozaban de un buen trato y hasta fueron apreciados y
considerados con confianza. Ejemplo de esto es el caso de Onésimo, esclavo inútil de Filemón que
aparentemente había robado a su amo y fue capturado y encarcelado en Roma. Fue allí que conoció
a Pablo y fue convertido al evangelio. Al lograr su libertad regresó al hogar de su dueño, portando
una preciosa carta de recomendación. Es probable que acompañó a Tíquico, el portador de la carta
que estamos estudiando y otras para las iglesias vecinas.
Entre los creyentes del primer siglo había muchos que fueron sirvientes o esclavos. Algunos
atendían los quehaceres domésticos, otros trabajaban en la producción agrícola o industrial que
generalmente estaba vinculada con el hogar. Algunos siervos ocupaban puestos de confianza como
mayordomos y maestros. Todos estos representaban la fuerza laboral de su época. En nuestro
medio, ya que la esclavitud está abolida, estos representarían a la clase trabajadora, los empleados
de empresas, tanto públicas como privadas. Por esta razón tenemos que comprender ―empleados‖ o
―trabajadores‖ en lugar de siervos o esclavos. Para ellos y éstos Pablo tiene una exhortación
cristiana. Les dice: Siervos, obedeced a los que son vuestros amos en la tierra (v. 5). Pablo no
recomendó ninguna acción que agitara el orden o fomentara la rebelión. En cambio les instruye a
continuar obedeciendo sin interrupción a sus amos terrenales en el mismo espíritu de sumisión
expuesto en 5:21. La palabra ―obedecer‖ es la misma empleada en el v. 1 con respecto a los hijos.
Legal y moralmente los siervos estaban sujetos a los amos. Estos tenían autoridad de vida o muerte
sobre la vida de sus esclavos, un derecho que estaba garantizado por la ley romana. Obedecer fue el
deber incuestionable e invariable de un esclavo.
Los que son vuestros amos en la tierra, según la nota de RVA significa los que son vuestros
señores según la carne. Esta frase representa la condición temporal de la relación amosiervo que se
expresa como autoridadsumisión. El creyente sabe que esta situación es provisional y reconoce que
él tiene a un Amo más allá de esta tierra a quien está sujeto espiritualmente y a quien sirve.
Al deber de obedecer Pablo añade tres condiciones: con temor y temblor, con sinceridad del
corazón y como al Señor. La primera de estas habla del respeto y la solicitud del trabajador
responsable que se afana por cumplir lo que se le pide hacer y desea hacerlo bien. Esta es la actitud
cristiana hacia el trabajo en contraste con una actitud no cristiana que trabaja más por temor a las
exigencias y regaños del patrón. Otra condición que caracteriza al trabajador cristiano es la
sinceridad de corazón, que significa la sencillez y la integridad. El trabajador cristiano siempre
trabaja de buena gana, con entusiasmo y honradez, y no fingiendo, aun cuando las condiciones sean
adversas. La tercera condición sirve como una motivación cristiana, como al Señor, como esclavos
del Señor, tal como Pablo se sentía (Rom. 1:1; 1 Cor. 9:19). Todo lo que haga el cristiano debe ser
influido por la nueva relación que tiene ahora en Cristo. Considera al trabajo responsable y bien
hecho como un tributo al Señor. Su vida es consagrada a Jesús, por esto su trabajo también es
consagrado. Esto es parte de su testimonio, especialmente delante de un amo incrédulo.
En el v. 6, Pablo amplía lo que quiere decir, instando a los siervos a que obedezcan y trabajen
conscientemente todo el tiempo, no sólo cuando esté presente y mirando el amo, para impresionarlo
y así engañarlo. En cambio, deben ser conscientes, constantes y cumplidos en el trabajo como
siervos del Señor y como su deber cristiano delante de sus amos. El motivo supremo de esta
obediencia es agradar a Dios: haciendo la voluntad de Dios con ánimo (v. 6). El obrero cristiano
fiel, obediente y de buen ánimo hace la voluntad de Dios de buena voluntad (v. 7) y no por
obligación. El obrero cristiano se caracteriza por su ánimo voluntario y sirve como que el trabajo
que está haciendo lo hace para el Señor y no como que lo está haciendo para los hombres. Sabe bien
que su recompensa no es de este mundo, el reconocimiento de los hombres; sino que recibirá en la
eternidad una recompensa aún mayor de parte del Señor a quien obedece y sirve y de quien el amo a
quien sirve en la tierra es solamente una figura. Con estos preceptos Pablo describe una ética
cristiana del trabajo radicalmente distinta del concepto popular sostenido en su tiempo (y también
en el nuestro).
Joya bíblica
La justificación del argumento de Pablo es que ambos, el amo y el obrero, tienen el mismo
Señor y amo celestial, Jesucristo. Además, delante de él, el alma del siervo es tan preciosa como la
del amo. Con Dios no hay favoritos ni inferiores. Los dos son el producto espiritual del mismo
evangelio, salvados por la misma sangre. La misma gracia basta para salvar al siervo como al amo.
Sin embargo, preguntamos: ¿Cómo deben ser las relaciones dado el caso que no sea creyente una
parte, ya sea esposa o esposo, hijo o padre, siervo o amo? El que es creyente tiene mayor razón
todavía de acatar esta enseñanza de Pablo. Una actitud contraria o una ética menos elevado será
contradictoria con la fe que profesa y manchará el testimonio del cristiano. El ideal cristiano sigue
siendo la pauta aunque las condiciones no sean ideales.
Con esta nota Pablo concluye la sección que trata las relaciones domésticas y sociales de los
creyentes. Estas demandan una ética elevada y un comportamiento ejemplar. Así demostrarán que
son llenos del Espíritu (5:18), imitadores de Dios (5:1), y que están andando de una manera digna
de la vocación cristiana (4:1).
(1) Fortalecidos en el Señor contra el diablo, 6:10–12. Al comienzo de este estudio indicamos
que el tema de esta epístola es: La gloria de Dios en la iglesia. Desde el primer capítulo hemos
visto cómo Dios ha tenido un propósito eterno que se cumplió en la vida y ministerio de Cristo,
particularmente en su muerte y resurrección. Hemos palpado cómo este propósito divino alcanza
hasta nosotros, reuniéndonos en Cristo en un solo cuerpo, la iglesia. Sabemos por la historia bíblica
que desde la creación ha habido una contienda de parte de Satanás contra Dios y su propósito. Los
campos de batalla se ven en el Edén, en el desierto durante el éxodo, en medio del pueblo de Israel
y aún en el palacio del rey David. Satanás hizo todo lo que pudo para destruir y frustrar el plan de
Dios. Máximo, trató de destruirlo en la persona de Jesús por medio de la furia del rey Herodes, las
tentaciones en el desierto, la debilidad de los apóstoles, en Getsemaní y aun en la cruz. Pero Satanás
no pudo contra Dios; Cristo fue victorioso. Como resultado estableció su iglesia y la comisionó
como su representante personal para extender su reino en la tierra. Siendo este el caso, la iglesia
está continuamente bajo un asalto diabólico sin tregua. Por esto, necesita ser consciente del peligro
y debe mantenerse preparada en el Señor para poder vencer en la lucha que libra Satanás contra ella.
Con la expresión por lo demás (v. 10) Pablo señala que está llegando a la conclusión y al clímax
de la epístola. Antes de terminarla quiere llamar la atención de sus lectores al peligro que asecha a
la iglesia de Cristo y a cada uno de ellos como creyentes. Para esto se basa en la obra maravillosa de
Dios que abarca la eternidad pasada y se extiende a la eternidad futura. Toma en cuenta la obra
redentora de Cristo en favor del hombre pecador, incluyendo hasta los gentiles. No ignora la
presencia y el poder del Espíritu Santo operando en los creyentes en una vida cambiada. Incluye la
unidad de la iglesia en medio de la diversidad de los que la componen, y recuerda la vida
radicalmente diferente de los creyentes. Ahora, alerta a esta iglesia y a los creyentes a tomar
medidas preparatorias y preventivas para defenderse en la lucha contra el adversario que se opone a
todo lo que Dios ha hecho en Cristo y su iglesia desde antes del comienzo del tiempo.
Pablo llama a los creyentes a fortificarse en dos sentidos, primero en el Señor y luego en el
poder de su fuerza (v. 10). A pesar de la perfecta salvación del creyente, la preciosa unidad de la
iglesia y la bella armonía de la familia, todos estos estarán siempre expuestos a las amenazas del
maligno y en peligro de un combate mortal. Requiere preparación para confrontar al enemigo y
poder para resistir sus asaltos. Tanto el creyente como la iglesia serán el blanco constante de los
ataques de Satanás. Para estar preparado para esta eventualidad inminente el cristiano necesita una
defensa adecuada y una fuente de fuerza confiable.
Pablo los urge diciendo: Fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza (v. 10). Esto
significa robustecerse en Cristo y tomar su energía de él. Es decir que el creyente debe hacerse
fuerte en Cristo, porque aparte de él no tiene fuerza. La fuente de nuestro poder es el Señor mismo.
Para estar debidamente preparados para el combate con Satanás, los creyentes tienen que escudarse
en el Señor como forteleza segura y depender de él como la fuente única de fuerza. Pablo usa una
variedad de palabras con casi el mismo significado pero con suficiente diferencia para dar más
énfasis a lo que quiere decir. En el v. 10 hallamos la forma verbal fortaleceos (ponerse en forma
espiritual), el sustantivo poder (aquel poder inherente y activo en Dios) y también fuerza (la
habilidad de Dios de actuar). Combinados en esta declaración enfatizan que el cristiano debe
depender absolutamente de Dios y su poder. La primera necesidad para la contienda es el poder que
proviene de Dios.
Otra parte de la fórmula para ser vencedores como soldados cristianos es la vestidura apropiada.
De igual manera que Dios es la fuente de poder para el cristiano en la contienda contra Satanás, él
ha provisto la armadura necesaria. Pablo instruye a los creyentes: Vestíos de toda la armadura de
Dios (v. 11a). El cristiano debe estar preparado en todo tiempo. Al decir vestíos Pablo implica que
el creyente debe vestirse de una vez y luego mantenerse siempre preparado. Toda la armadura de
Dios significa la armadura completa de Dios. No es un armamento ordinario porque es de Dios; ni
es opcional, porque cada pieza complementa a la otra y cumple una función importante. Será
descrita en más detalle en los vv. 13–17.
Mientras tanto, Pablo explica la razón de este estado de preparación: Para que podáis hacer
frente a las intrigas del diablo (v. 11b). Hay un enemigo formidable, identificado aquí como el
diablo, el acusador o calumniador que siempre está en pie de guerra, agitando y molestando. El
diablo es identificado en la Biblia como Satanás, el detractor o adversario. No hay cómo evitarlo.
Hacer frente significa aquella actitud de preparación constante que el soldado mantiene para estar
firme frente al enemigo para resistirlo. Este enemigo es sutil y astuto; sabe usar muchos métodos
para enredar a los creyentes y derrotar a la iglesia. La palabra intrigas (methodéia 3180) significa
engaño o decepción. Al cristiano le compete estar siempre preparado y listo para hacer frente al
diablo, contando con el poder del Señor y vestido con la armadura que Dios provee.
La guerra que hace el diablo no es una guerra convencional, sino es una lucha subversiva en
terrenos tramposos con tácticas cada vez novedosas. Pablo explica esto en el v. 12a: Porque nuestra
lucha no es contra sangre ni carne. La palabra lucha (pále 3823) aparece solamente aquí en el NT y
significa un tipo de combate cuerpo a cuerpo que no termina hasta que uno de los combatientes esté
vencido o herido mortalmente. En este caso, el asaltante no es un adversario humano que se pude
ver y sentir, ni físico como la carne propia del creyente que por su cuenta le da suficientes
problemas. Además, no es un sólo combatiente, son muchos. Pablo los describe como principados...
autoridades... gobernantes de estas tinieblas... espíritus de maldad en lugares celestiales. Como
que un enemigo físico y humano no fuese suficiente, esta lucha monta un ejército asombroso de
enemigos contra el creyente y contra la iglesia. Esta lista repite algunas fuerzas mencionadas en 2:2
con adiciones y alude a las tinieblas mencionadas en 5:8 y 11.
Pablo describe un reino espiritual organizado y operando en una esfera aparte del mundo natural
que el cristiano conoce y en el cual se desarrolla la iglesia. Los términos usados para describir esta
esfera y sus huestes implican una jerarquía antagonista bien organizada. Cada término está
precedido por la palabra contra, dando a entender que cada uno representa una categoría de
actividad demoníaca o nivel de autoridad diferente. Estas no son clases diferentes de enemigos, sino
fuerzas contra Dios y su pueblo. Son las fuerzas bajo el control de su jefe, Satanás, estructurado de
tal modo que cada categoría describe diferentes aspectos de una estrategia global, como rango,
autoridad, control y estación de batalla.
Principado (arcé 746) es la jurisdicción de un príncipe, que aquí incluye a Satanás y todos sus
subalternos. Las autoridades (exousía 1849) son potencias que tienen poder e influencia sobre alguna
jurisdicción específica. El tercer rango son los gobernantes de estas tinieblas, los dominadores del
mundo de las tinieblas o los poderes cósmicos de las tinieblas que gobiernan en este mundo
pecador. Estos serán aquellos demonios que se han infiltrado en muchos sistemas políticos y
humanistas aun de nuestro tiempo que pretenden dominar el sistema mundial y consolidarlo bajo un
solo y nuevo orden sociopolítico. Ejemplo de esto es el movimiento contemporáneo de la Nueva
Era.
La cuarta categoría se compone de los espíritus de maldad en lugares celestiales. Estos son las
hordas de espíritus malignos que habitan y actúan en el mundo invisible. Lugares celestiales no es
sinónimo aquí con el cielo, sino representa aquella esfera o mundo espiritual que trasciende lo físico
y temporal. Con mayor razón tenemos que tener cuidado y estar prevenidos los cristianos que
estamos gozándonos de toda bendición espiritual en los lugares celestiales (1:3b). Las huestes
antagónicas y diabólicas han invadido la esfera donde se desarrolla la vida espiritual del creyente y
donde habita la iglesia universal e invisible de Cristo, y están librando un combate tenaz contra
nosotros, la iglesia.
(2) Debidamente armados y vigilantes para el combate, 6:13–18. En vista de tal realidad,
Pablo ordena a la iglesia en general y a los creyentes en particular que tomen toda la armadura de
Dios (v. 13a). Es un mandato de tomar las armas que Dios nos ha provisto para defendernos.
Nuestro Dios no nos ha olvidado ni abandonado. El ha provisto precisamente el armamento
completo y adecuado para nuestra defensa y el creyente tiene que emplear cada pieza, sin faltar
ninguna. Nótese que entre el armamento la mayoría es de carácter defensivo y solamente hay una
que se puede calificar como ofensiva. Y ésta se emplea también para la protección y no sólo para la
agresión. En esta armadura el cristiano tiene todo lo que necesita para cuidarse contra el diablo y
resistirlo. Pablo explica que la razón de esta armadura es para que podáis resistir en el día malo, y
después de haberlo logrado todo, quedar firmes (v. 13b). Aquí hay dos deberes del cristiano
debidamente armado: Resistir los asaltos diabólicos y permanecer firmes.
El día malo representa las veces cuando parece que hay más tentaciones, pruebas y crisis
espirituales que en cualquier otro tiempo, cuando Satanás parece atacarnos con más furia. Son
ocasiones como estas cuando hay que resistir con más diligencia. Pablo agrega que habiendo
logrado éxito en tales ocasiones, venciendo a los asaltantes, hay que mantenerse siempre en pie,
alertas y preparados (quedar firmes). El cristiano vencedor nunca baja la guardia porque en el
momento menos esperado el enemigo vuelve. Nunca nos deja en paz, aunque cada victoria sobre él
lo deja debilitado. La victoria no está en el haber resistido al diablo una vez, sino en permanecer
firmes contra cualquier otra eventual agresión.
Pablo instruye a los cristianos acerca de cómo vestirse para permanecer firmes ante el enemigo
y sus huestes. El estado de preparación que él describe requiere que el creyente esté debidamente
uniformado y equipado. Hay seis partes que se debe poner o tomar para estar preparado, que son: el
cinturón, la coraza, el calzado, el escudo, el casco y la espada. Cada parte cumple con una función
estratégica en la protección del soldado. El apóstol Pablo estuvo muy familiarizado con la
vestimenta y armadura de un soldado romano porque estaba vigilado día y noche por soldados que
tomaron turno para guardarlo. Cada prenda o pieza que Pablo menciona la usa como figura dándole
un significado espiritual.
Ceñidos con el cinturón de la verdad (v. 14a) alude al hecho de fajarse bien con un cinto ancho
de cuero que servía para ajustar la túnica, proteger la parte posterior del cuerpo (los lomos) y
sostener la vaina que portaba la espada. El cinturón también dejaba libres las manos para otras
cosas. Verdad aquí representa la sinceridad o integridad con que vive el cristiano. También podrá
significar la fe del creyente en Cristo quien es la verdad (Juan 14:6) y la verdad de la Palabra de
Dios (Juan 17:17) en el creyente que le protegen contra cualquier mentira o engaño que el diablo
intente usar en su contra.
Después del cinturón el soldado cristiano se pone la coraza de justicia (v. 14b). La coraza era la
armadura que protegía el busto y fue hecha de cuero, metal o madera. Cubría el pecho y a veces la
espalda donde se encuentran el corazón y otras partes vitales del cuerpo. En este contexto, la coraza
es la justicia perfecta de Dios en Cristo Jesús que protege al cristiano al haberlo justificado de sus
pecados; ya no hay ninguna condenación contra él (Rom. 8:1, 33, 34). Cuando venga el
calumniador con sus acusaciones, la coraza de justicia es la defensa del creyente (Rom. 3:24; 5:1,
9). La justicia de Dios como una coraza cubre y protege las áreas vitales de la vida espiritual del
creyente.
Semillero homilético
6:10–20
Introducción: Según el NT, la iglesia es la vanguardia del reino de Dios, en
guerra contra el reino de las tinieblas. Pablo termina la epístola a los Efesios
con una magistral instrucción militar para la iglesia de Efeso. Se trata de
instrucciones y reglas para la milicia de los cristianos que están en plena
batalla campal, una verdadera "guerra mundial" iniciada por Satanás. Pablo
instruye sobre la naturaleza de la guerra y la estrategia en la batalla.
(1) Se requiere la armadura completa (vv. 11a, 13a ver Isa. 59:16 y
sigs.).
a. El cinturón de la verdad.
d. El escudo de la fe.
e. El casco de la salvación.
(3) Armas de ofensiva (vv. 15, 17b, 20).
Un soldado tenía que tener libertad para moverse. Por esto los pies tenían que estar bien
calzados. En el caso de los soldados romanos, generalmente llevaban puestas sandalias con suelas
de cuero grueso y correas que se amarraban alrededor de los tobillos. Estas facilitaban el
movimiento rápido y la agilidad, además de proteger los pies. El calzado del creyente es la
preparación para proclamar el evangelio de paz (v. 15). Los cristianos tienen que estar preparados
con el evangelio de paz y prestos para anunciarlo. La paz interior que viene de conocer a Cristo y
estar reconciliados con Dios produce en los creyentes el deseo de llevarla a los que no la tienen. El
calzado es la prenda misionera de los cristianos y bien podría representar la verdadera ofensiva de
esta contienda contra Satanás.
Pablo introduce la próxima parte: y sobre todo que puede entenderse ―además de todo esto‖. El
resto de la armadura sin la parte que ahora menciona no sería eficaz. El escudo, generalmente hecho
de madera cubierta de cuero, era grande y liviano para maniobrarlo fácilmente. Servía para
interceptar y apagar los dardos cubiertos de una sustancia inflamble y evitar ser alcanzados por
ellos. Era necesario en el combate. De esta misma manera, el escudo de la fe sirve al creyente
cuando arrecia la batalla y el enemigo comienza a asaltarlo con armas destructivas. Los dardos de
fuego fueron usados para incendiar las puertas y los edificios, y aun la ropa de las personas. El
maligno es cruel y pertinaz en su asalto contra el cristiano y procura destruirlo de cualquier modo.
El escudo de la fe es una confianza absoluta en Cristo, nuestro adalid. Es el único armamento
indicado para la defensa en tales asaltos.
Concluyendo la lista Pablo advierte: Tomad también el casco de la salvación y la espada del
Espíritu, que es la palabra de Dios (v. 17). El uniforme sería incompleto sin el casco que protege la
cabeza, y el armamento insuficiente sin la espada. Con la cabeza descubierta el soldado es
vulnerable a los golpes que le propina el enemigo. Pablo urge al creyente a aceptar y llevar puesta la
salvación como un casco protector. Hay que confiar en la gracia salvadora de Cristo y no dudarla.
El que duda de su salvación o se siente incierto de ella será como un soldado que no ha llevado su
casco, expuesto a los golpes que da el diablo. El casco era hecho de algún metal que podría resistir
y amortiguar los golpes. La salvación que tiene el creyente en Cristo es una protección que puede
resistir los golpes de duda e incertidumbre del adversario.
La única arma ofensiva que Pablo menciona es la espada, pero ésta basta. Las espadas
empleadas por los soldados romanos estaban hechas de metales templados y afilados, fuertes y
cortantes. Pablo compara la Palabra de Dios con una espada, pero no es una espada común y co-
rriente. Es la espada que el Espíritu suministra al creyente. La Palabra de Dios en las manos del
creyente es el arma que el Espíritu le ha dado para ser usada como una espada filosa cuando es
atacado por el diablo. Ante ella Satanás huye como hizo cuando Jesús usaba la Palabra de Dios
durante las tentaciones en el desierto (Mat. 4:1–11). Tres veces dijo Jesús escrito está. La Biblia es
la única arma ofensiva que necesitan el cristiano y la iglesia para hacer correr a Satanás y sus
huestes. No necesitamos otro libro, ni argumentos humanos, ni ideas brillantes; solamente la Biblia,
la Palabra autoritativa de Dios. A la vez, la Biblia es una arma defensiva, porque en ella hay una
reserva inagotable de consejos y consuelos para sostenernos en el calor de la batalla. Para ser eficaz
en cualquier situación, tiene que ser tomada y usada por el creyente.
Todavía falta algo más, la oración. Hay dos cosas necesarias en esta batalla espiritual: el
armamento apropiado y la oración. El soldado, por más que esté equipado y entrenado, si no se
mantiene en contacto con su comandante no va a poder luchar bien. La oración es el medio de
comunicación del cristiano con su alto comandante, Dios. Por ella recibimos dirección y consejos, y
por ella comunicamos necesidades y problemas. Pablo señala dos características de esta
comunicación espiritual. Primero dice: Orando en todo tiempo en el Espíritu con toda oración y
ruego (v. 18a). Esta manera enfática de Pablo acentúa la importancia de la oración. En todo tiempo
en el Espíritu significa constantemente y en cualquier circunstancia con la ayuda del Espíritu Santo.
Hay veces en que es difícil orar o no sabemos exactamente cómo orar o para qué pedir. El Espíritu
interviene y nos ayuda. Pablo emplea dos términos casi sinónimos aquí, pero uno, oración, es más
general, mientras el otro, ruego, es más específico como petición.
Otra característica de la oración se expresa con las palabras: vigilando con toda perseverancia y
ruego por todos los santos (v. 18b). Esto describe la constancia e intensidad de la oración. Vigilar
implica mantenerse atento y no descuidarse. Cuando las cosas van bien es fácil descuidar la oración,
pero cuando arrecia la batalla, todos oran. El objeto de esta oración no es uno mismo en su pequeña
estación de batalla, sino todos los santos que están ocupando sus puestos fielmente y necesitan el
apoyo de la oración intercesora para que no haya brecha en la línea de defensa. Ningún soldado
batalla a solas, hay otros compañeros cercanos y lejanos, algunos conocidos y muchos
desconocidos, pero todos necesitan de las oraciones de sus hermanos.
(3) Una petición personal del Apóstol, 6:19, 20. Consciente de la situación precaria en que se
encuentra y de la eficacia de la oración, el embajador en cadenas (v. 20) solicita que oren por él
también (v. 19). Es una petición personal para su ministerio. Pablo siente la necesidad de la ayuda
de Dios y del mensaje de Dios apropiado para las oportunidades que se le presentan. No pide nada
más. Reconoce que este mensaje tiene que venir de Dios con convicción y claridad, para dar a
conocer con confianza el misterio del evangelio. Quería aprovechar bien las oportunidades que
tenía como embajador en cadenas. No estaba conmiserándose de sí mismo; más bien, contaba su
condición de prisionero como una comisión especial para evangelizar. Para esto quería las oraciones
de los hermanos del área de Efeso y el río Lico, a fin de que por ello yo hable con valentía, como
debo hablar. El consideraba que hablar el evangelio era su deber. Por esto, quería valentía para
hacerlo (ver Hech. 28:30, 31). En el calor del combate no debemos olvidar orar, sino que debemos
hacerlo con más razón porque hay otros hermanos que necesitan de nuestras oraciones.
CONCLUSIÓN: ASUNTOS PERSONALES Y CONCLUSIÓN DE LA EPÍSTOLA, 6:21–24
Llegamos a la conclusión de esta epístola. Pablo tiene algunos asuntos personales que expresar,
como siempre era su costumbre. Primero, escribe una nota con respecto a su salud y condición
física. Dice que Tíquico les informará. Tíquico probablemente era el portador de la epístola (Col.
4:7), y Pablo lo considera un hermano amado y fiel ministro en el Señor (v. 21). Aparentemente fue
conocido por los hermanos de las iglesias que recibirían las cartas que portaba. Había sido un
colaborador en la obra, posiblemente en Roma. Pablo menciona a Tíquico otra vez en 2 Timoteo
4:12, donde dice: A Tíquico envié a Efeso. ¿Será esta una referencia a la misión de llevar esta carta?
Pablo reitera el propósito de mandar a Tíquico para informar a los hermanos de su situación y para
que él anime vuestros corazones (v. 22). Las noticias del encarcelamiento de Pablo en Roma habían
llegado a oídos de la iglesia en Efeso y ellos habían expresado su preocupación por él.
Pablo termina la epístola con una bendición compuesta de las palabras paz, amor y fe. Paz, el
saludo tradicional entre los judíos, viene de una relación íntima con Dios. Amor es la expresión
habitual de los creyentes en Cristo y la fe es el don de Dios, sin el cual no hay cómo conocerlo. Esta
bendición viene de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo (v. 23). Pablo reconoce así la fuente
verdadera de toda bendición. La última palabra que expresa es gracia, el saludo cristiano. En esta
bendición Pablo expresa su deseo de que el favor bondadoso de Dios sea con todos los que aman a
nuestro Señor Jesucristo con amor incorruptible (v. 24). Se refiere a la comunidad cristiana, la
iglesia verdadera que ama a Cristo con un amor que nunca perece ni se contamina con la corrupción
del mundo, un amor santo, puro y duradero.
Así, llegamos a la conclusión de esta epístola. Nos ha llevado hasta la cumbre más elevada del
pensamiento del Apóstol que prorrumpe en admiración y gratitud por el privilegio de conocer y ser
mensajero del maravilloso misterio del propósito eterno de Dios, la gloria de Dios en la iglesia.
FILIPENSES
Exposición
Samuel Escobar
Ayudas Prácticas
Ananías P. González
INTRODUCCION
AUTOR Y CIRCUNSTANCIAS
Según el texto de las primeras líneas de esta carta su autor es el apóstol Pablo, quien al
momento de escribir estaba acompañado de Timoteo, su discípulo y compañero en la tarea
misionera de anunciar el evangelio y establecer iglesias. La carta va dirigida a los santos en Cristo
Jesús que están en Filipos. El propio Pablo había sido quien predicó por primera vez el evangelio
en Filipos (Hech. 16:12–40), y al salir de esa ciudad dejó ya una iglesia formada (Hech. 16:40).
Esta fundación de la iglesia tuvo lugar aprox. entre los años 49 y 52 de nuestra era. Entre los
estudiosos existe un consenso mayoritario que acepta como auténtica la afirmación de la carta de
que Pablo es el autor, y no ha habido razones de peso para poner en duda ese dato. Además, los
temas y el estilo reflejan algunas de las notas características del resto de la literatura paulina.
10
En cambio no hay completo acuerdo respecto al lugar desde el cual fue escrita la carta. Pablo
afirma que escribe desde una prisión (1:7, 13, 17), en la cual se encuentra por la causa del
evangelio. Algunos pasajes de la carta hacen pensar que al escribirla el autor estaba en peligro de
muerte inminente (1:21–24), quizás como resultado de un proceso judicial, pero no hay
indicaciones precisas sobre el lugar donde se encuentra. Por otra parte, en el texto de la carta se
mencionan una serie de viajes entre Filipos y el lugar donde está Pablo cuando escribe, de manera
que podemos reconstruir los acontecimientos de la siguiente manera. Hasta Filipos habían llegado
noticias acerca de la prisión de Pablo y los filipenses le enviaron una ofrenda o regalo con
Epafrodito (2:25; 4:18). En el curso de su visita a Pablo, Epafrodito se enfermó y la noticia de su
dolencia llegó hasta los filipenses (2:26). Luego Epafrodito a su vez se enteró de la preocupación de
los filipenses por su salud, y ello llegó a causarle angustia (2:26). Al escribirse la carta Epafrodito
está a punto de viajar hacia Filipos, y tanto él como Pablo tienen un fuerte sentido de urgencia
respecto a ese viaje (2:25, 28). Pablo también tiene planes de enviar a Timoteo hacia Filipos, en
cuanto se aclare su propia situación (2:23), en lo que evidentemente aparece como una visita
pastoral (2:19, 20). Pablo mismo espera viajar para visitar a los filipenses, si es que llega a salir en
libertad.
¿Dónde entonces fue escrita la carta? ¿En qué ciudad estaba la prisión desde la cual Pablo
escribió? El Apóstol estuvo preso muchas veces (2 Cor. 11:23) y tenemos en Hechos el relato de
tres encarcelamientos: uno en la misma ciudad de Filipos al inicio de la obra misionera allí (Hech.
16:23–40), otro en Cesarea (Hech. 21:32–26:32) y otro en Roma (Hech. 28:16–31), que realmente
es continuación del anterior. Hay básicamente tres hipótesis respecto al lugar desde el cual se
escribió la carta, y ellas también tienen que ver con la fecha. La teoría más antigua sostiene que
Pablo escribió esta carta a los filipenses desde la prisión en Roma, tomando en cuenta las
referencias al Pretorio (1:13) y a la casa del César (4:22). Sin embargo el peligro de muerte al que
la carta hace referencia, y la situación difícil que atraviesa el autor, no parecen armonizar con el
relato de Lucas (Hech. 28:30, 31), según el cual en su prisión en Roma Pablo disfrutaba de una
relativa comodidad y no hay evidencia de un inmediato peligro de muerte. Nada quita que las
circunstancias pudiesen haber empeorado como resultado de un cambio político.
La segunda hipótesis sostiene que la carta se escribió en Cesarea, mientras Pablo esperaba el
resultado de su apelación al César (Hech. 25:12; 26:32). Sin embargo, el tiempo que duró la prisión
del Apóstol en Cesarea, según los datos de Hechos, no habría permitido todos los viajes e informes
a los cuales la carta hace referencia. Tampoco había allí una comunidad cristiana numerosa como la
que se puede presuponer por las alusiones de Pablo al comienzo de la carta (1:12–14).
10
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 194). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
La tercera hipótesis señala a Efeso como el lugar de la prisión, pero para ésta no hay evidencia
histórica. El libro de Hechos, que cuenta detalladamente el relato de un prolongado período de
ministerio de Pablo en Efeso, no dice nada sobre un encarcelamiento en esa ciudad. Tampoco los
otros escritos de Pablo lo mencionan. La hipótesis acerca de Efeso se basa fundamentalmente en
inferencias de pasajes como 1 Corintios 15:32.
Siguiendo el criterio de varios estudiosos evangélicos nos parece que aunque no hay seguridad
absoluta, existen bases más sólidas para la idea de que la carta se escribió desde Roma, ya que
además de las razones señaladas arriba, Roma tenía ya una comunidad cristiana numerosa y la
duración del cautiverio habría permitido todos los viajes que la carta menciona. Además, las
referencias al probable veredicto como algo definitivo (1:20; 2:17; 3:11) sugieren que se trata de la
apelación final al César, mencionada en Hechos (25:10–12; 26:32), y no únicamente de un juicio
ante una autoridad provincial. Si la carta se escribió desde Roma la fecha sería tardía, entre los años
60 a 62.
El tono y lenguaje de esta epístola muestran una relación de afecto mutuo y profundo entre el
autor y sus destinatarios. Ello se ve confirmado por el material que encontramos en Hechos 16
sobre la forma en que entró el evangelio en la ciudad de Filipos, y las referencias igualmente
cariñosas en otras epístolas paulinas (2 Cor. 8:1–5; Rom. 15:26, 27), donde el Apóstol nombra a
toda la provincia de Macedonia, que incluye a Filipos y Tesalónica. Esta es una de las pocas iglesias
en las cuales aparentemente no había los graves problemas morales o doctrinales que enfrentaban
otras comunidades. El tono general de la carta es más bien el de un desafío a que los filipenses sigan
siendo excelentes y crezcan hacia la madurez.
La clave del contenido de esta carta es cristológica. El propio autor afirma que su vida gira
alrededor de la lealtad a Cristo, que su anhelo es crecer en semejanza a Cristo y participar tanto de
las victorias como de los sufrimientos de Cristo. Al mismo tiempo, su descripción de los
destinatarios se basa en que éstos tienen una relación particular y personal con Cristo a la cual el
autor puede apelar cuando les pide que vivan conforme a ciertos valores fundamentales. Toda esta
cristología de la vida misma y de la práctica se relaciona con una visión de Cristo que alcanza su
máxima expresión en el hermoso himno cristológico (2:6–11), uno de los pasajes bíblicos más
completos y también más ricos en contenido respecto a la persona de Jesucristo.
En vista de lo anterior resulta sorprendente que en medio de un lenguaje tan diáfano y afectivo
aparezcan de pronto las referencias a los perros a partir de 3:2. Este contraste es uno de los
argumentos que lleva a algunos estudiosos a dudar de la autenticidad de esta sección, o a verla
como una adición posterior, resultado de un trabajo editorial en el cual quizá se reunieron dos o más
cartas del Apóstol. Se aduce también que los oponentes de Pablo a los cuales se refiere en el cap. 3
son diferentes a los que menciona en el cap. 1, que la nota de agradecimiento de 4:10–23 aparece
muy tarde en el material de la epístola, y que el tono de la esperanza escatológica de Pablo en 3:20,
21 es diferente al de 1:23 y que éste último sería un desarrollo posterior del pensamiento paulino.
Los comentaristas que adoptan una postura crítica (Comblin, Havener) no tienen dificultad en
separar estos versículos del resto de la epístola y postulan en realidad la existencia de tres cartas que
disponen de la siguiente manera: A) 4:10–20, B) 1:1–3:1a , 4:4–7 y 21–23, y C) 3:1b–4:3 y 8, 9.
Estudiosos evangélicos como F. F. Bruce y Ralph Martin creen que aun reconociendo el cambio
de estilo es posible ver la carta como una totalidad integrada. Las objeciones a la unidad de la carta
que se han mencionado responden a un punto de vista, y para cada una de ellas hay respuesta
razonable desde otro punto de vista. El material a partir de 3:1b se puede ver como parte de la
argumentación que explica la urgencia de enviar a Timoteo y Epafrodito a Filipos, los oponentes
mencionados en diferentes partes de la epístola son realmente diferentes y de allí el tono y temas
diferentes adoptados por el Apóstol; en 1:3 y 5 ya hay expresiones de gratitud de Pablo hacia los
filipenses. Los cambios en la escatología de Pablo a los que se refieren los críticos demandan un
estudio más detenido, pero de ninguna manera son irrefutables.
En este comentario adoptamos la perspectiva de que la carta puede verse como un todo unitario,
cuyas diferentes partes reflejan diferentes facetas de la personalidad y estilo del Apóstol,
correspondientes a sus diferentes estados de ánimo y a diferentes necesidades pastorales de sus
destinatarios. Es más, cuando se observa con detenimiento el contenido y tono de la totalidad de la
epístola se percibe mejor la situación pastoral a la cual Pablo responde. La iglesia de Filipos está
amenazada por la presencia de algunos misioneros judaizantes cuyo énfasis en la circuncisión y
cuya arrogancia espiritual (3:2, 3) parecerían vincularlos con los enemigos de Pablo en Corinto (2
Cor. caps. 10–13). Promovían una religiosidad basada en prácticas externas, pero cuyo móvil último
era la ambición material (3:18, 19). Su influencia parece haber hecho surgir en la iglesia de Filipos
un sector que sostenía cierto perfeccionismo espiritual de tipo individualista en el cual no cabía la
idea de sufrimiento, sacrificio o limitación ni tampoco la de solidaridad con los hermanos. Era algo
semejante al espiritualismo triunfalista y unilateral de lo que se conoce hoy en día como la ―teología
de la prosperidad‖.
Así pues, Pablo y sus compañeros entraron a Filipos por expresa indicación del Espíritu Santo.
Varios estudiosos opinan que el varón macedonio que Pablo vio en sueños era precisamente Lucas.
A partir de Hechos 16:10 el relato pasa a la primera persona plural, indicando que Lucas se ha
unido al grupo. Los acontecimientos de las intensas y dramáticas jornadas que narra este capítulo
dejan su marca decisiva en la actitud y la conducta de esta iglesia, la cual iba a ocupar un lugar muy
especial en el afecto del Apóstol. En contraste con otras iglesias, los filipenses no se negaron a
participar financieramente en la misión paulina, y lo hicieron con generosidad (Fil 4:10–16). En el
relato lucano, las personas que resultan afectadas por el evangelio constituyen una variedad
representativa de diferentes estratos sociales, y el impacto de su conversión afecta también la
estructura de la cual forman parte, de manera que se puede decir que toda la ciudad es tocada por el
impacto de este singular comienzo.
El relato de Lucas nos presenta a los misioneros Pablo y Silas usando como punto de contacto la
colonia judía o judaizada, es decir el lugar de oración en un día de reposo junto al río (Hech. 16:13).
Allí Lidia, una comerciante pudiente y piadosa, de origen gentil, se entregó al Señor, y ofreció su
casa para que sirviese de alojamiento a los evangelistas, proveyendo de esa manera una base para la
misión (vv.15, 40). La ―casa‖ (óikos 3624, raíz griega de la cual deriva la palabra economía) de Lidia
no era únicamente su lugar de habitación sino su centro de trabajo, el local de su empresa, y la
palabra incluía tanto a los familiares cercanos como a la familia extendida y los esclavos que
trabajaban para ella. El comentarista Tidball señala que Lidia es la primera de 40 personas que se
mencionan en el NT como sostenedores o posibles sostenedores de Pablo. Este ejemplo de
generosidad llegó a ser una marca distintiva de esa iglesia, según se lee claramente en esta epístola a
los Filipenses (4:15–19) y en otras (2 Cor. 8:1–7).
Según el relato de Hechos, después de la conversión de Lidia, Pablo curó a una esclava poseída
por un espíritu, y él y Silas tuvieron que enfrentar la consiguiente persecución de aquellos cuyos
intereses económicos habían sido afectados. En la cárcel mostraron su espíritu de contentamiento
aun en medio del dolor (Hech 16:17–25), tema que también aparece en forma destacada en esta
epístola. El celo evangelizador y el testimonio de Pablo y Silas llevaron a la conversión del
carcelero, cuya actitud también es transformada, de manera que deja de ser el simple funcionario
endurecido. Al salir de la cárcel para proseguir su viaje, los misioneros muestran una clara
conciencia de las realidades urbanas, civiles y políticas, y de la manera en que pueden afectar su
propio trabajo y la vida de las jóvenes iglesias (Hech. 16:35–40). Referencias a la mencionada
conciencia ciudadana, tan importante para los filipenses, aparecen en el propio vocabulario de la
epístola, bien como exhortación ética (1:27) o como analogía de verdades espirituales (3:20).
En esta epístola aparecen con toda claridad elementos claves del mensaje apostólico que se
pueden considerar característicos de la práctica misionera y de la enseñanza de Pablo. No se debe
olvidar nunca que las epístolas paulinas no son fundamentalmente documentos escritos como
ensayos teológicos. Son más bien correspondencia misionera, escrita por un apóstol que cruzaba
fronteras para anunciar el evangelio y fundar iglesias, y dirigida a los miembros creyentes de estas
iglesias. Así en Filipenses hay varias referencias a la práctica misionera de Pablo, sus colaboradores
y aun sus rivales. La enseñanza del Apóstol en varios puntos de la epístola está directamente
derivada de la práctica misionera a la que hace referencia.
Hay un núcleo cristológico fundamental que como se ha señalado alcanza su máxima expresión
en el himno del cap. 2, pero que aparece también en varias referencias a la espiritualidad personal
del Apóstol y a cuestiones de comportamiento y de moral. Por medio de esas referencias percibimos
una visión del ser humano que sirve de base para diseñar el concepto de la vida cristiana del ser
redimido, en la dinámica de sus relaciones. Hay varias referencias éticas en las cuales la fe en
aspectos fundamentales del evangelio y de la relación con Cristo es el basamento de la exhortación
a un tipo de actitud en la vida y de práctica cotidiana basado en el modelo de Cristo mismo.
La epístola refleja una relación cordial y fraterna muy estrecha entre el Apóstol y los creyentes a
quienes escribe. Como en otras epístolas atribuídas a sus últimos años, aquí Pablo no tiene
inhibiciones de referirse al mutuo afecto especial que lo une a los filipenses, y a sus propios
sentimientos, como un elemento que contribuye a darle fuerza a su enseñanza. Por este medio
tenemos un retrato personal y espiritual de cuerpo entero de este gran misionero. La base afectiva a
la cual hacemos referencia es la infraestructura espiritual sobre la cual se da el proceso del
discipulado. Los misioneros, Pablo y sus colaboradores, encarnan una vivencia de la fe, de la cual
se deriva el modelo de vida al cual llaman a sus discípulos. Es posible relacionar esto claramente
con la imitación como un elemento importante de la espiritualidad cristológica de los propios
apóstoles.
Otra nota singular en esta epístola es el desafío al crecimiento para una comunidad que había
alcanzado cierto grado de madurez, pero evidentemente necesitaba progresar en muchos aspectos.
El movimiento general de la acción es dinámico y esperanzado mirando hacia el frente, pese a las
referencias a pruebas y sufrimientos tanto en quien escribe como en los destinatarios. Parte
fundamental de esta mirada esperanzada hacia el futuro es el llamado a la alegría —al gozo y
regocijo— en el cual insiste el Apóstol. Se ejemplifica en su propio gozo, al cual hay varias
referencias, a pesar de las condiciones de prisionero en las cuales se encuentra.
BOSQUEJO DE FILIPENSES
I. EL MISIONERO Y SUS DISCIPULOS, 1:1-11
AYUDAS SUPLEMENTARIAS
Comblin, José. Filipenses, Comentario Bíblico Ecuménico. Traducción por Juan Pedro Schaad.
Buenos Aires: La Aurora, 1988.
Legasse, Simon. La Carta a los filipenses. La carta a Filemón. Estella (Navarra): Editorial Verbo
Divino, 1988.
Martin, Ralph P. Philippians. The New Century Bible Commentary. Grand Rapids - London:
Eerdmans - Marshall, Morgan Scott, 1976.
Martin, Ralph P. Carmen Christi. Philippians 2:5–11 in Recent Interpretation and in the Setting of
Early Christian Worship Cambridge: University Press, 1967.
Motyer, J. Alec. El mensaje de Filipenses: Jesucristo, nuestro regocijo. Traducción por Jorge S.
Somoza. Grand Rapids: Ediciones Hebrón-Editorial Portavoz, 1992.
Tidball, Derek The Social Context of the New Testament. A Sociological Analysis. Grand Rapids:
Zondervan, 1984.
Weingärtner, Lindolfo. Em diálogo com a Bíblia. Filipenses. Belo Horizonte: Missao Editora, 1992.
FILIPENSES
TEXTO, EXPOSICION Y AYUDAS PRÁCTICAS
Siguiendo las fórmulas literarias de su tiempo Pablo inicia su carta con una referencia a sí
mismo como el autor e incluye a Timoteo, quien al momento de escribir lo está acompañando, y
quien también había formado parte del equipo misionero que inició la predicación del evangelio en
Filipos. En otras cartas Pablo se presenta a sí mismo como ―apóstol‖, pero aquí el término que usa,
siervos de Cristo Jesús (lit. ―esclavos‖) le permite incluir a Timoteo. Además concuerda con el
espíritu de humildad que es un tema que predomina en la carta, y coincide con el hecho de que en
Filipos aparentemente no se discute la autoridad apostólica de Pablo.
La ciudad de Filipos
Estaba situada sobre la famosa Vía Ignacia, a unos 14 km. de la costa del
Mar Egeo. Antiguamente su nombre había sido "Ciudad de las Fuentes". Fue
más tarde que el rey Filipo, o Felipe, de Macedonia, padre de Alejandro el
Grande, hizo en ella muchas mejoras. Y fue en su honor que se le puso el
nombre de Filipos.
La carta va dirigida a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos. Para Pablo, todos
los creyentes están llamados a la santidad y son hechos ―santos‖ por su relación con Cristo. La
enseñanza sobre santidad tiene sus raíces en el AT que insiste en la santidad de Dios (Isa. 6:3) y en
el hecho de que el pueblo que pertenece a Dios está también llamado a ser santo (Lev. 11:44; 19:2;
20:26), es decir a llevar un estilo de vida en obediencia a las demandas de Dios. Ese estilo distintivo
es señal de una conciencia de pertenecer a Dios, y de estar por ello separado o apartado para vivir
conforme al propósito divino. En el NT se describe de la misma manera la relación entre el creyente
y Cristo. Esta relación transforma a la persona humana y le asigna una misión en el mundo, para la
cual ha sido apartada. La expresión en Cristo que Pablo utiliza con mucha frecuencia se refiere
precisamente a esa relación básica de salvación gracias a la obra de Cristo y, en consecuencia, de
pertenencia a Cristo. Es la relación para la cual el lenguaje de Jesús en Juan 15 utiliza la metáfora
de la vid y los pámpanos. Por eso también acierta Dios Habla Hoy cuando da como equivalente de
la frase ―en Cristo‖ la expresión ―estar unido a Cristo‖. Estar así en Cristo es entonces lo que define
la esencia de la vida cristiana. La otra expresión en el Señor, que Pablo utiliza nueve veces en esta
epístola, se refiere también a esta relación, pero carga el énfasis en las consecuencias de esta
relación en la vida diaria (ver comentario a 1:14).
La referencia a todos los creyentes de Filipos viene antes de la frase con los obispos y diáconos.
En la carta hay referencias específicas a los líderes de la congregación, sin embargo todos los santos
están ―con‖ ellos y no ―bajo‖ ellos. Ya que se trata de una congregación mayormente gentil Pablo
no usa aquí la expresión equivalente ―ancianos‖ (presbúteros 4245), de raíz judía. En este punto es
importante recordar que en el NT no hay ninguna indicación de que para Jesús o los apóstoles haya
habido una idea de jerarquía institucionalizada, con la cual actualmente se asocian las palabras
―obispos y diáconos‖ en algunas iglesias. Lit. las palabras se refieren más bien a la función, y como
señala la nota de RVA, una traducción alternativa sería simplemente ―con los que presiden y los que
sirven‖.
Semillero homilético
1:1
I. Siervos de Cristo.
Ellos son santos por su estrecha relación con el santo Dios. No son
difuntos. Son personas vivas que están "en Cristo".
En las tres secciones que siguen Pablo va a mostrar cómo él recuerda a los filipenses (v. 3), lo
que siente hacia ellos (v. 7) y el contenido de su oración por ellos (v. 9), ofreciéndonos así un
retrato ejemplar de la actitud fundamental de un auténtico misionero. En las largas horas de la
prisión, el Apóstol recuerda la iglesia que fundó en Filipos, y puede hacer memoria de personas y
rostros que invariablemente lo mueven a gratitud: cada vez que me acuerdo de vosotros (v. 3) y a
seguir orando por ellos con gozo y entusiasmo en cada oración. Esta memoria que anima, edifica y
sostiene al misionero es más que el resultado de una simpatía afectiva. Pablo siente a los filipenses
como compañeros de su labor y describe su relación con ellos usando un término de rico contenido
teológico, vuestra participación en el evangelio. La palabra que aquí se traduce como
―participación‖ es koinonía 2842, que otras versiones traducen ―comunión‖, es decir una relación de
afecto y mutua pertenencia que deriva de la fe común en las buenas nuevas de Jesucristo.
1:2
1. Gracia a vosotros...
2. Paz a vosotros. La palabra paz era usada comúnmente por los hebreos
u orientales en el saludo. Pablo no la usa únicamente como saludo de
protocolo. El anhelaba que la paz llenase sus corazones, como él mismo lo
había experimentado en medio de las pruebas. Significando paz del alma, del
corazón, de la conciencia. Paz que proviene de Dios nuestro Padre. Paz que
llega a través de Cristo.
Esta mutua pertenencia por la fe no es obra humana sino iniciativa divina (2:13) y se ha
mantenido constante desde el primer día hasta ahora. El relato de Hechos recalca la iniciativa
divina al narrar la conversión de Lidia, la primera creyente de Filipos, cuyo corazón abrió el Señor
para que estuviese atenta a lo que Pablo decía (Hech. 16:14). De esta manera, la referencia a la
fidelidad de los filipenses desde aquel día inicial va acompañada de la certeza respecto a la fidelidad
de Dios. La convicción respecto a la fidelidad de el que en vosotros comenzó la buena obra, lleva a
Pablo a afirmar con toda seguridad que esa obra llegará a buen término. La nota de plenitud o
completamiento se expresa aquí en la traducción perfeccionará para el griego epiteléo 2005, cuya
riqueza de significado puede también traducirse ―la irá llevando a buen fin‖, como lo hace Dios
Habla Hoy. Esa plenitud se relaciona en este versículo con un tema que se repite de diversas
maneras a lo largo de la carta: el día de Cristo Jesús. El autor parece dar por sentado que sus
lectores entienden el término, de manera que no lo explica aquí. Pero hay toda una visión de la
historia que ve el pasado, presente y futuro, y la propia vida, desde la perspectiva divina. Aquí
como en todo su pensamiento Pablo refleja lo mucho que él depende de la herencia judía del AT
dinamizada por la realidad de
Jesucristo. Para el AT Dios está en el comienzo mismo de la vida y de la historia humana, del
universo y de la creación y sigue activo para completar su obra (Isa. 48:12 ss.). Pablo ha tomado
esta visión de la historia y la conecta con la venida de Cristo, quien aparece ―en la plenitud del
tiempo‖. Ese Cristo, cuya obra va a ser magistralmente presentada en el cap. 2, es quien en el último
día se manifestará como Señor y juez final y definitivo. El tiempo actual es tiempo de misión, con
sus victorias y sus peripecias pero se vive a la luz de ese día final al cual Pablo alude repetidas
veces y de diferentes maneras (1 Cor. 3:13; 4:1–5; 2 Tes. 1:10). Aquí Pablo puede aplicar esa visión
al caso particular de los filipenses. Ha recordado el pasado, los comienzos de su vida como
creyentes, refiriéndose al primer día, y ahora afirma su confianza en la victoria final del último día,
garantizada por la acción de Dios mismo.
Semillero homilético
Oportunidades de agradecer
1:3–8
Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros (v. 3).
Otra razón para esta carta fue el conflicto entre Evodia y Síntique
(4:2). Pablo ora por ellas. Los conflictos surgen en nuestras iglesias
también y ésta es oportunidad de agradecer.
Joya bíblica
Pablo pasa ahora a reafirmar sus muestras de afecto por los filipenses al mismo tiempo que
afirma cómo la memoria de ellos lo ha sostenido en la prisión. El sentir del v. 7 traduce el griego
fronéo 5426, importante término que Pablo usa unas diez veces en esta carta (ver comentario en 2:5).
Su cariño hacia los filipenses se ha ido construyendo como respuesta a las muestras específicas de
amor fraterno que ellos le han hecho llegar (ver 4:15, 16) de manera que reafirma esa mutua
pertenencia y dependencia de la gracia. Ellos han participado tanto de su sufrimiento como
prisionero, como de su tarea misionera que no ha parado pese a su condición de tal. Aun desde su
celda está ocupado tanto en un trabajo de proclamación apologética, defensa, como en el de
discipulado y consolidación, confirmación del evangelio. El recuerdo de esta militancia común,
hace que sin inhibiciones el Apóstol ponga a Dios como testigo para describir la añoranza que
siente por ellos y que brota de un amor profundo mediado por Cristo Jesús. Esta es la que
podríamos llamar una rica base afectiva sobre la cual son posibles tanto la tarea discipuladora como
el nuevo desafío a un mayor crecimiento y abundancia. ¡Qué lejos está el Apóstol del frío
profesionalismo de tantos ministros del evangelio y de la distancia social que suele separar a
misioneros de nacionales!
Semillero homilético
1:9–11
Introducción: Todo pastor tiene sueños que desea ver hechos realidad. Tiene
anhelos por los que clama al Señor en oración. San Pablo era un hombre de
oración. Todas sus epístolas lo revelan. En este caso él tiene cuatro anhelos
para la iglesia que él amaba.
Y ésta es mi oración: Que vuestro amor abunde aun más y más... (v. 9).
Pablo no pide que la iglesia lo ame a él más y más. Ella ya le había
demostrado su amor (4:16; 2 Cor. 11:9). El desea que el amor entre los
hermanos fluya constantemente. En un mundo de rencor y odios la iglesia
se debe caracterizar por un abundante y evidente amor fraternal (Juan
13:34, 35).
Y ésta es mi oración... llenos del fruto de justicia... (v. 11). Implica mucho
esta frase. Incluye, no solamente, la idea de ganar a otros. Nótese la
palabra llenos, rebosando, en abundancia. Jesús declaró en Juan 15:8 que
Dios el Padre es glorificado de esta forma. Cristo, realmente, es la fuente,
el origen y el medio de una vida llena de frutos (Juan 15:5). Pablo no
estaba satisfecho con la vida pura e irreprensible de sus hermanos; él
deseaba que fueran llenos de las gracias cristianas y que todo lo que
anhelaba para ellos, pudiera ser para gloria y alabanza de Dios.
1:10
Sin ofensa. Sin ser causa de tropiezo. Transparente. Vivir de tal manera que
al llegar al día final no lleven la culpa de haber sido la causa por la cual
otros tropezaron y cayeron.
La sección que sigue conecta con la anterior en forma muy propia del estilo paulino. Lo que
enseña a sus discípulos, y espera de ellos, es lo que él mismo practica y ha visto realizarse en su
propia vida: la unión indivisible entre práctica y teoría.
En las epístolas de Pablo hay muchas referencias a sus sufrimientos y sus prisiones, pero cuando
se las considera con detenimiento se percibe en el estilo que el móvil no es cierto masoquismo
vanidoso. Ese es en particular el caso en esta sección en la cual la referencia a su prisión lleva una
nota de regocijo y gratitud a Dios, y hasta de entusiasmo misionero. El v. 12 resume el efecto de sus
peripecias: han redundado más bien para el adelanto del evangelio. Por un lado se ha hecho
evidente que él no está en prisión como un delincuente común o un agitador social, sino por la
causa de Cristo (v. 13), como un embajador en cadenas (Ef. 6:20). De ello han tomado nota aun
personas del Pretorio, término tomado del latín (praetorium), y que se refiere a la guardia especial o
cuerpo de elite, encargada de cuidar la seguridad del emperador o los gobernadores. Entre todos los
demás nos da a entender que la prisión de Pablo ha llegado a ser algo así como una cosa pública,
bien conocida.
Por otro lado, y quizás precisamente al ver la indoblegable actitud de Pablo y la fuerza de su
testimonio, la mayoría de los hermanos han tomado ánimo en el Señor y se han atrevido a predicar
sin temor (v. 14). Que la prisión y el sufrimiento del misionero venga a ser fuente de valor y
estímulo para la acción de los discípulos es algo que demuestra el cambio de perspectiva que brota
de la relación con Cristo. Aquí aparece por primera vez la expresión en el Señor, que en esta
epístola Pablo usa más veces que en ninguna otra, para referirse a una variedad de acciones y
actitudes vinculadas a la relación fundamental con Cristo (2:19, 24; 3:1; 4:1, 2, 4, 10). Las
expectativas y los planes respecto al futuro, la alegría por la riqueza de las relaciones fraternales, la
resolución de las diferencias entre los hermanos, todo es posible gracias a esa relación con el Señor.
Augusto César hizo de Filipos una colonia romana, adoptando todas las
costumbres, estilos y leyes que imperaban en Roma. Aún el idioma era
romano. Al derecho de ser ciudadano romano se tenía acceso por haber
nacido en Roma o en una de sus colonias. La ciudadanía también se
conseguía por honores militares, o se compraba (ver Hech. 22:28). Hechos
16:20, 21 denota el orgullo que este derecho confería a quien lo ostentaba.
Pero, además, proporcionaba ventajas en la vida social, por la exención de
ciertos impuestos, derechos civiles tales como ser castigado con azotes o ser
detenido por la autoridad sin haber sido juzgado (ver Hech. 16:37–40 y
22:25–29). Podían, además, ejercer el derecho de ser juzgados en Roma
misma o apelar al César (ver 25:10–12). Una ventaja importante de ser
ciudadano romano era la posibilidad de viajar y desplazarse por todo el
Imperio sin dificultad y amparado por la ley romana.
En este punto Pablo hace algo así como un pequeño paréntesis penoso. Sus sufrimientos no son
causados sólo por los enemigos de fuera de la comunidad cristiana, sino también por rivales de
dentro. Como para que no tengamos falsas ilusiones o visiones de color de rosa sobre la iglesia
primitiva nos encontramos con esta referencia a predicadores que predican a Cristo por envidia y
contienda (comp. con 2:3). A éstos Pablo atribuye la intención de añadir mayor aflicción a lo que él
ya sufre como prisionero. Sin embargo, así como sus cadenas han tenido un efecto beneficioso
desde el punto de vista de la misión, así también él busca el lado positivo de esta rivalidad interna, y
afirma su regocijo ante el hecho de que de todas maneras Cristo es anunciado, sea por pretexto o
sea de verdad (v. 18). Nótese que la RVA hace primero referencia a los que predican por amor (v.
16) y en segundo lugar a los que lo hacen por contención (v. 17). En este aspecto, y a diferencia de
otras traducciones, sigue el orden de los manuscritos más antiguos ahora disponibles que
corresponde mejor al estado de ánimo de Pablo que el texto comunica.
Semillero homilético
1:12–26
1. Victorias en la adversidad.
Quiero que sepáis... (v. 12a). Los filipenses debían saber que el
avance del evangelio no se había detenido. Las adversidades, como
dice el Salmo 76, el Dios Soberano las había usado para bien.
... las cosas que me han sucedido... (v. 12a). En cada evento ocurrido
desde su salida de Filipos narrados a partir del cap. 20 de Hechos
hasta su estada en Roma, la mano del Señor estuvo con él. El mira
hacia atrás y ve triunfos tras triunfos para el evangelio.
Dios le había enseñado que cada oposición es una oportunidad y que aun
la cárcel era una puerta abierta.
... en todo el Pretorio... (v. 13). Toda la guardia imperial. Cada seis
horas dos soldados diferentes ¡Todos sabrían de Cristo! ¡El evangelio
no se detenía... ni se detiene por la adversidad!
... a todos los demás (v. 13). Por dos años (Hech. 28:30) Pablo
discipuló a laicos, a líderes y aun a autoridades civiles.
Hay algo sin embargo que es causa de mayor alegría, y es la esperanza de su liberación. El
Apóstol parece tener base para pensar que su causa judicial, quizá su apelación ante el César, va a
tener un resultado positivo. Este sentir lo atribuye tanto a las oraciones de los filipenses como a un
apoyo y convicción que viene por obra del Espíritu de Jesucristo. Para Pablo cada fase de la misión
cristiana es posible sólo por la acción del Espíritu. Ya hicimos referencia a la dirección del Espíritu
en la misión para la entrada en Filipos (ver Introducción). La conversión de personas a Jesucristo es
por acción del Espíritu (comp. Hech. 16:14 con 2 Cor. 3:17 y 4:5, 6). Como en la sección anterior
aquí también Pablo hace referencia al tiempo y a la fidelidad de Dios para no pasar vergüenza sino
más bien tener plena confianza. No es sólo optimismo humano sino seguridad de que lo que
acontezca con su cuerpo, su propia vida o su propia muerte, servirá de instrumento para exaltar a
Cristo. Pablo está poseído de un realismo optimista, porque aunque la muerte parece rondar en el
curso de la epístola y hay varias referencias a ella, lo que está claro es que el Apóstol no le tiene
ningún temor; para él es como una serpiente o un escorpión que ya no tienen su aguijón letal (1 Cor.
15:55–57).
La referencia a sus prisiones y el posible desenlace de su situación como preso del Señor lleva a
Pablo a escribir con el corazón en la mano, sacando a luz la riqueza de las convicciones íntimas que
dan sentido a su vida. Si la vida está entregada a Cristo y se vive para su gloria, la muerte no es una
amenaza ni causa terror (v. 21). Notemos los dos términos de este versículo clásico que ha inspirado
a tantos: para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Esta es la fibra de la que están hechos los
pioneros de Cristo en todas las épocas. No se trata de una actitud de resignación, sino primero de
una afirmación gozosa de plenitud de vida en Cristo, desde la cual la muerte se ve con una
perspectiva diferente, como una ganancia. Cabe preguntarse: ¿Qué clase de ganancia? ¿En qué
sentido se estaría ganando algo? Si una persona ya está ―en Cristo‖ y goza de las bendiciones de esa
relación que da sentido a su vida, la muerte no significa el fin de esa relación sino más bien la
entrada en la plenitud de la misma. El hilo del pensamiento conecta naturalmente con la afirmación
del versículo que sigue. Para Pablo hay una seguridad de que la muerte es só-lo una partida que
conduce a estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor (v. 23).
Sin embargo, Pablo expresa un tremendo deseo de seguir viviendo una vida útil y fructífera,
especialmente al servicio de aquellas personas que quiere, como los filipenses (vv. 22, 24). De allí
viene su dilema, sintiéndose como tironeado desde direcciones opuestas por ambos anhelos. Esta
seguridad final y esta orientación bá-sica de la vida están claras para él. Contra ese trasfondo, sin
embargo, afirma su convicción presente de que Dios le va a conceder más tiempo para ministrar
entre los filipenses (v. 25). Y una vez más, sin inhibiciones ni falsas modestias, expresa su
convicción de que su presencia va a beneficiar mucho a los filipenses (v. 26). La presencia y la
ausencia del Apóstol entre los filipenses va a ser un elemento muy importante de su razonamiento
en la sección que sigue.
Semillero homilético
Para mí el vivir es Cristo
1:21
Introducción: ¿Qué es Cristo para ti, mi hermano? ¿Qué es Cristo para ti,
hermana, esposa, amiga, madre? ¿Qué es para ti Cristo, tú que eres padre,
esposo, consejero, jefe de familia? Para el apóstol Pablo:
1:21
Vivir y morir
1:21–24
Introducción: ¡Qué cerca una cosa de la otra! ¡Qué linda es la vida! Sólo
anhelamos vivir y vivir en plenitud. Esto sólo es posible cuando se está "en
Cristo". En cambio, de la muerte no queremos ni pensar ni hablar. Sólo
pensamos en vivir. Pero morir es una realidad que toda persona debe
enfrentar. Más aún, la muerte es parte de la vida misma. Dios ha puesto
eternidad en nuestro ser y la muerte es parte de esa eternidad.
El cielo es un lugar preparado para los que están preparados (Juan 14:1).
Esta larga sección constituye el meollo de la epístola. Dentro de ella ocupa un papel central el
himno cristológico (2:5–11), pero es importante captar la unidad de todo el pasaje. Esta se advierte
si colocamos en columnas paralelas los versículos con los cuales se inicia y se completa esta
sección:
1:27, 28 2:12–18
En medio de estos dos pasajes que recalcan algunos temas comunes está la referencia a Cristo,
que le sirve como centro y eje, de manera que tenemos una sincronía típica del estilo de Pablo.
11
1. La agenda de la iglesia: unidad y testimonio, 1:27-30
La presente traducción (RVA) ofrece una versión diferente y más clara de la exhortación del
Apóstol en el v. 27: procurad que vuestra conducta como ciudadanos sea digna del evangelio. En
la palabra griega polítes 4177, que significa ciudadanía, encontramos la raíz pólis 4172, que
efectivamente hace referencia a la ciudad. El verbo politéuomai 4176 se traduce lit. ―conducirse como
ciudadano‖. Como se ha señalado en la Introducción, los filipenses eran muy conscientes de su
ciudadanía y de los privilegios y responsabilidades que ella implicaba en vista de la situación
especial de que disfrutaba Filipos como colonia romana. Esta es la imagen que Pablo usa ahora para
referirse a las altas exigencias éticas del evangelio, la calidad de vida a la cual llama la fe en Cristo.
Recurre de nuevo a esta familia de palabras en 3:20. Los valores del evangelio no se viven en la
soledad de un convento en el desierto sino en medio mismo de la ciudad.
Queda claro entonces que la aceptación del evangelio no convierte a las personas en seres
antisociales a quienes no les importa lo que pasa en el mundo que los rodea. Las demandas éticas
del evangelio se expresan en una conducta ciudadana ejemplar, aunque en este pasaje Pablo no
entre en detalles respecto al contenido de esa conducta. El relato de Hechos ofrece una interesante
ilustración de este punto en la conducta de Pablo durante su misión en Filipos. La conversión de la
muchacha adivina trajo como consecuencia un disturbio violento en la ciudad y el encarcelamiento
de Pablo y Silas, seguido de la conversión del carcelero (Hech. 16:16–34). Luego de dicha
conversión los jueces mandaron unos guardias a ordenar la liberación de Pablo y Silas, pero el
Apóstol se negó a salir de la cárcel. Adujo que las cosas no se habían hecho conforme a la ley,
deslindó responsabilidades y protestó porque se habían violado sus derechos de ciudadano romano
(Hech. 16:37) El incidente terminó cuando los jueces admitieron su error y se disculparon ante
Pablo y Silas, yendo personalmente a liberarlos (Hech. 16:38, 39). Todo hace pensar que Pablo
actuó teniendo en cuenta la situación legal de la iglesia que quedaba en Filipos, ya que no era bueno
que tuviese como antecedente policial el haber sido fundada por un agitador y promotor de
disturbios. La práctica del misionero refleja aquí sensibilidad pastoral y también clara conciencia de
cómo conducirse como ciudadano. Hay un tono paternal en la referencia a que no es necesaria la
presencia del Apóstol para que los filipenses se porten bien. Desde la distancia espera saber que
están firmes en la lucha (ver comentario a 2:12).
11
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 210). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
El tema del conflicto conecta con el contraste que establece 2:15 entre la calidad de vida propia
de la iglesia que es como la luz y la sociedad ambiente que es como las tinieblas. En 1:27, 28 la
referencia al contraste es menos explícita pero igualmente clara y utiliza las ideas de salvación y
perdición. El cristiano sabe que está en medio de una batalla pero no se debe dejar asustar o
intimidar por los adversarios. Para poder enfrentar al mundo hostil el Apóstol aconseja por un lado
el cultivo de la unidad: firmes en un mismo espíritu. Por otro lado enseña que es necesaria la
disposición a sufrir por causa de Cristo, tomando el sufrimiento como un privilegio. Y aquí regresa
a su propia práctica, a su propio sufrimiento y valentía en el conflicto. El término griego aquí
traducido conflicto es agón 73, del cual deriva la palabra agonía, que no quiere decir únicamente los
estertores previos a la muerte, sino como el filósofo español Miguel de Unamuno destacaba, la vida
misma como un continuo combate. Esa vida de Pablo como una verdadera lucha los filipenses
pudieron verla cuando él y sus colaboradores llegaron por primera vez a Filipos, y ahora a la
distancia oirán noticias por Epafrodito y por la propia carta que les envía. Esa es la agenda que el
Apóstol propone: unidad interna y testimonio valiente hacia afuera.
La RVA ha preferido traducir que penséis de la misma manera en vez del clásico "sintiendo una
misma cosa" (RVR-1960). La raíz griega fronéo 5426 permite ambas versiones. Esta palabra aparece
diez veces en la epístola, algunas veces en lugares clave como en 2:5. Hace referencia a "una
combinación de actividad intelectual y afectiva que afecta la cabeza y el corazón y que conduce a
un curso de acción positiva" (Martin). Tanto el aspecto afectivo como el intelectual son importantes
en la vida cristiana y las separaciones que suelen hacerse son muchas veces artificiales. Hay iglesias
donde el centro del ministerio es la transmisión de conocimientos e ideas. Hay otras en las cuales
todo va dirigido a conmover los sentimientos. En esta epístola, Pablo no se limita a una fría
transmisión de pensamientos o contenidos intelectuales sino que su acción pastoral está cargada de
afecto, y va dirigida también a las emociones de sus lectores. De estas dos fuentes, la intelectual y la
afectiva, él espera que brote una forma de conducta diferente. Sin embargo su convicción final es
que Dios mismo es quien convence, enseña y ayuda a obedecer (2:13).
El sentir y pensar común se cultivan de manera intencional, evitando la tentación de actuar por
rivalidad o por vanagloria. El meollo de esta exhortación va contra el individualismo en el cual cada
uno hace lo que le viene en gana o lo que le parece mejor. Se trata de un principio sencillo pero fácil
de olvidar, que es el de tener siempre en cuenta a los demás. El consejo del Apóstol llega a lo que
algunos podrían considerar como una exageración, que es la de llegar a ser humilde al punto de
pensar que el otro puede ser mejor que yo mismo. Las palabras aclaratorias solamente y también en
el v. 4 no están en el griego. El sentido claro de la exhortación es el de vivir tomando siempre en
cuenta a los demás. El contexto al cual va dirigida la carta es el de una iglesia local. En nuestra
experiencia pastoral hemos encontrado que hay muchas actividades dentro de la propia iglesia que
son motivadas, a veces, por la rivalidad o la vanagloria y llevan a conflictos, duplicaciones de
esfuerzos y competencia destructiva. Hay congregaciones donde se sabe que hay personas, familias
o grupos rivales, que a veces toman iniciativas sólo para "llevar la contra" a otros, o para demostrar
su superioridad. Una acción pastoral sanadora puede ser la de tomar conciencia de estas situaciones
y procurar mediar y propiciar el diálogo, a fin de evitar el desperdicio de recursos o la confusión.
Semillero homilético
La unidad en la iglesia
2:1–4
Conclusión: En una iglesia donde hay amor hay unidad y todos desean
glorificar a Cristo: 1) No hay rivalidad ni envidias (v. 3); 2) Hay humildad y
mansedumbre; 3) Todos procuran no su propio bien sino el de los demás (v.
4); 4) Y ¡Jesucristo es Señor!
Desde el punto de vista de la obra misionera en un país o una región cabe también una
aplicación del consejo de Pablo. La historia de la iglesia en varios países latinoamericanos muestra
que, a veces, la rivalidad o la vanagloria denominacional han sido la motivación de esfuerzos
evangelizadores o misioneros. El resultado negativo se aprecia a largo plazo en casos de
duplicación innecesaria de esfuerzos, desperdicio de recursos humanos o materiales, y escándalo
para el testimonio evangélico. Pero también la historia de la iglesia tiene ejemplos de misioneros y
líderes que trabajaron en organizaciones y proyectos de consulta, cooperación e intercambio de
información y evitaron los males antes mencionados. Las escuelas misioneras que ponen énfasis en
la "competitividad" con criterio más comercial que bí-blico harían bien en escuchar al Apóstol. Los
misioneros latinoamericanos del futuro tienen aquí una importante lección apostólica que aprender.
3. Cristo: modelo de vida y misión, 2:5-11.
Este párrafo es uno de los pasajes más hermosos y ricos en contenido en los escritos de Pablo.
También es uno de los pasajes más controvertidos, y es importante tener en cuenta que Pablo no
conocía todos los debates teológicos de los siglos siguientes acerca de la persona de Cristo. Por ello
la interpretación de estos versículos debe tomar muy en cuenta el lugar que ocupan en la carta, el
texto mismo, el vocabulario y el estilo de la propia epístola. El ritmo poético del texto en el original
griego, el paralelismo antitético con que se suceden las frases y oraciones, el cuidado con que se
han escogido las palabras, hacen pensar que se trata de un himno que se cantaba en la iglesia
primitiva aun antes de Pablo, y que el Apóstol lo cita porque el contenido de estas estrofas conecta
de la manera más natural con la enseñanza que él quiere trasmitir. Hay también estudiosos que
piensan que Pablo mismo compuso el himno, aunque por varias razones técnicas es más probable
que él se haya servido de un poema ya existente. Ya que estas líneas han dado lugar a mucha
controversia y a ricas elaboraciones teológicas, es importante recordar el contexto dentro del cual
Pablo lo cita. No es que él se haya sentado como teólogo académico a escribir una cristología para
la posteridad. Lo que está ofreciendo es consejo pastoral a una iglesia local y para dar base a ese
consejo recurre al himno. En el apóstol Pablo, la teología no es un ejercicio académico sino que está
al servicio de la vida de la iglesia y de la acción pastoral. Además, en el caso de haber sido de veras
un himno, anterior a Pablo o compuesto por él, este pasaje tiene como finalidad la adoración más
que la especulación y se cita en un contexto misionero y pastoral.
La frase que introduce la cita (v. 5) reitera el tema del v. 2 y presenta a Cristo como el modelo
de la actitud que Pablo espera que caracterice a los filipenses. Sin embargo, no se trata sólo de
proponer un modelo de conducta. Nótese que la primera parte (vv. 6–8) se refiere a actitudes que
pueden servir como modelo y que los seres humanos pueden imitar, pero la segunda parte (vv. 9–
11) se refiere específicamente al señorío de Jesucristo, donde la imitación no cabe. La actitud de la
cual Jesucristo es un ejemplo sólo puede ser imitada por el ser humano si la vida está sometida a ese
señorío de Jesucristo, y todo en última instancia es obra de Dios mismo (v. 13) quien opera en los
humanos.
Semillero homilético
2:5–11
I. Su existencia eterna.
1. Su existencia eterna implica identidad con Dios (v. 6); Juan 10:30.
2. Su existencia eterna implica igualdad con Dios (v. 6); Isaías 9:6;
Juan 5:18.
II. Su encarnación humana.
Es el camino que recorrió dejando la gloria del cielo junto al Padre para
entrar a este mundo de calamidades.
Este himno que algunos llaman "el salmo de Cristo" resume la historia de la salvación. Para
efectos de predicación o enseñanza se acostumbra dividirlo en tres estrofas que corresponden a la
preexistencia de Jesús (v. 6), su encarnación y muerte (vv. 7, 8) y luego su exaltación (vv. 9–11).
No hay razón que impida esta división con propósito homilético o pedagógico. Sin embargo, al
prestar atención a la estructura morfológica y sintáctica no se encuentra con tanta claridad esa nítida
división en tres estrofas. Parece más adecuado dividir el himno en dos partes, una (vv. 6–8) cuyo
sujeto es él (v. 6, se refiere al pronombre relativo "el cual" [Dios Habla Hoy]) es decir Jesucristo el
preexistente; y la segunda parte (vv. 9–11), que tiene a Dios (v. 9) como sujeto de la oración
principal. Cada parte a su vez está dividida en tres, de manera que tenemos seis partes en verso,
cada una de ellas con tres líneas, o quizás con dos líneas que se cantaban antifonalmente. Estas seis
partes coinciden casi completamente con la división en versículos, en el formato poético en que se
han dispuesto en nuestra traducción.
Lo que el texto dice es que Jesucristo antes de revelarse en forma humana, tuvo una existencia
divina. La idea de que dicha existencia era gloriosa y privilegiada tiene paralelos en otros escritos
de Pablo (2 Cor. 8:9) donde también se vincula con la disposición al abandono de los privilegios y
la gloria. En otros escritos Pablo hace referencia a esta preexistencia de Cristo, presentándolo como
agente de la creación (1 Cor. 8:6; Col. 1:16, 17). Habiéndose afirmado esta igualdad con Dios, la
fuerza del pasaje, sin embargo, está en que Jesucristo no consideró el ser igual a Dios como algo a
que aferrarse. Aferrarse traduce bien el sentido del griego arpagmós 725 que no da la idea de que
Jesucristo quería apoderarse de la naturaleza divina o usurparla, sino que teniéndola ya, con toda su
gloria y esplendor, estaba dispuesto a renunciar a ella. Esa es la actitud de desprendimiento en
medio mismo de su grandeza divina a la cual Pablo llama la atención de sus lectores.
El v. 7 hace referencia a la kenosis (de kenóo 2758), la acción por medio de la cual Jesucristo se
despojó a sí mismo y tomó la forma humana. Recordemos que el contenido del texto no tiene como
intención dar respuesta clara a las preguntas teoló-gicas planteadas por los debates posteriores
acerca de la persona de Cristo. La mención específica del despojamiento o vaciamiento a fin de
asumir la condición humana no entra en detalles sobre la naturaleza y alcances exactos de ese
despojamiento. Esta línea no dice que Jesucristo haya renunciado a su naturaleza divina, sino que
despojándose de la gloria implícita en esa naturaleza ha adoptado las características de un siervo y
la condición humana. Lo que sí señala con claridad es la humillación que estaba involucrada en el
hecho de adoptar la forma de siervo y de ir obedientemente hasta la muerte, en una de las formas
más vergonzosas de muerte en esa época: la de cruz. Nótese la sincronía entre las dos expresiones
forma de Dios (v. 6), y forma de siervo (v. 7), recordando que no se trata de una "apariencia"
únicamente sino de un verdadero asumir la condición de hombre. El descenso ha sido verdadero y
ha culminado en la humillación final de la muerte en la cruz. Todo esto es un acto de obediencia a
la voluntad de Dios, a la cual Jesucristo se sometió. Esta disposición a despojarse a sí mismo por los
demás es precisamente lo que Pablo está proponiendo paradigmáticamente como la manera de
pensar que debiera caracterizar también a los filipenses. Si se presta atención a las raíces griegas, se
puede advertir que la kenosis (v. 7) de Jesús, quien se despoja a sí mismo, contrasta con la
vanagloria (kenodoxía 2754, v. 3) que lleva a rivalidades destructivas en la iglesia.
2:9, 11
En este himno muchos estudiosos han encontrado paralelos del AT, especialmente de pasajes de
los cantos del siervo sufriente en Isaías 52 y 53, donde también se encuentran las nociones de
gloria, renuncia, humillación y exaltación. Los sermones de Pedro y Pablo en el libro de Hechos
ofrecen ejemplos del uso de pasajes del AT para explicar o iluminar la persona y la obra de Cristo, y
no es raro encontrar el mismo recurso en otros escritos de Pablo. Para algunos en este pasaje hay
una intención de establecer un contraste evidente con la historia de Adán, aquel primer ser humano
que cedió a la tentación de usurpar el derecho de Dios y que por eso tuvo una humillante caída. La
referencia a ese contraste cabe si se piensa en el uso que hace Pablo de las figuras de Adán y de
Cristo. Cristo es el segundo Adán (Rom. 5:12–21), gracias al cual el ser humano es restituído a la
comunión con Dios. Sin embargo, es importante recordar que aquí en esta epístola, la evocación de
la obra de Jesucristo tiene por objeto que los filipenses aprendan a vivir dentro de la comunidad
modelo que debe ser la iglesia, con el mismo desprendimiento, consideración por los demás,
obediencia a Dios y disposición al sacrificio que caracterizaron a su Maestro y Señor.
Joya bíblica
Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están
en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra (2:10).
De modo que es una frase conectiva que ayuda a seguir el hilo del argumento paulino. Fue así
como actuó Jesucristo, así que en vista de ello se espera que los filipenses se esfuercen en mirar a
Jesucristo y cultivar un estilo de vida inspirado por él. Las estrofas del himno, lo mismo que el hilo
del discurso del Apóstol, invitan en primer lugar a la contemplación, a mirar, a considerar (Heb.
12:1–3). Un himno, como una poesía, es fundamentalmente lenguaje de contemplación y alabanza
más que de comunicación de conceptos. Esta contemplación de Jesús es una parte importante de la
vida espiritual a la cual la espiritualidad evangélica no siempre presta suficiente atención. Algunos
de nosotros podemos recordar cuadros hermosos de Jesucristo que contemplábamos domingo tras
domingo en nuestro salón de escuela dominical: Jesús abrazando a niños de todas las razas, el buen
pastor arriesgándose al borde del abismo para salvar a la oveja perdida, Jesús vigoroso y varonil
sacando a los mercaderes del templo, Jesús sosteniendo una lámpara y llamando de noche a la
puerta. Esa contemplación dejó su marca haciéndonos percibir la obra, el ejemplo y las demandas
del Maestro. Los buenos predicadores, escritores o músicos también consiguen a veces recrear las
escenas de la vida o la pasión de Jesús para nuestra contemplación.
Una vez dicho lo anterior, sin embargo, hay que recordar que además de la contemplación debe
haber actividad: ocupaos en vuestra salvación (v. 12b). Nótese todos los otros verbos imperativos
que desafían a la acción: completad mi gozo (2:2), no hagáis... (v. 3), hacedlo todo (2:14). Esta
actividad, sin embargo, no es un activismo carnal o humano, sino una respuesta a la iniciativa de
Dios mismo que brota de nosotros con temor y temblor. La grandeza conmovedora de la obra de
Cristo a nuestro favor despierta en nosotros un sentido profundo de temor reverencial como el que
tuvo Isaías al ver la visión del Dios vivo (Isa. 6:4), o como el que experimentaron las mujeres la
mañana de la resurrección (Mar. 16:8). Aun dentro del mismo hilo del pensamiento viene entonces
la verdad complementaria a la cual llama la atención el v. 13. Se reitera esa acción de Dios desde
sus inicios en el primer día hasta la plenitud del día de Jesucristo (1:5, 6). Se trata de una acción que
no sólo crea la convicción que puede venir del escuchar su palabra, el querer, sino la disposición
más íntima y decidida que culmina en el hacer. En resumen: la riqueza espiritual interior viene de la
contemplación de Jesús, del esfuerzo humano por vivir de acuerdo a la salvación que Cristo ha
dado, y de la gratitud que reconoce y espera la acción de Dios en la propia vida. El propio Pablo va
a mostrar más adelante cómo encarna este mensaje en su propia vida y experiencia (3:7–16).
Semillero homilético
La esencia de Dios
2:13
Introducción: No sólo nos alcanzó para salvación sino que su presencia viva
por su Espíritu en nosotros trabaja maravillosamente. Pablo habla en este
versículo de seis facetas importantes de Dios:
La figura que describe la misión del cristiano como luz tiene un rico trasfondo tanto en el AT (p.
ej. Dan. 12:3) como en las enseñanzas de Jesús (Mat. 5:14–16). El término griego fostér 5458, que
usa aquí Pablo, se usa también en la versión griega de Génesis 1:14–19, donde las lumbreras han
sido creadas con el propósito específico de alumbrar, no otra es su razón de ser. Para poder ser luz,
los filipenses tienen que vivir reteniendo la palabra de vida. Aquí retener puede leerse en dos
sentidos que no se oponen y que pueden complementarse. Por un lado el de agarrarse de la Palabra
y mantenerse asido a ella, y por otro el de sostener en alto la Palabra para que pueda ser vista por
todos, en este caso vista en la vida de los creyentes. La fidelidad al evangelio demanda el esfuerzo
de aferrarse a él y mantenerlo en su pureza e integridad, lo cual implica una conciencia teológica y
docente. Tal vez ese sentido de fidelidad hasta el fin se compagina mejor con la referencia
escatológica de Pablo que sigue en la segunda parte del v. 16.
Los escritores de los primeros siglos reconocen el poderoso impacto que tuvo la calidad de vida
de la iglesia sobre la sociedad grecorromana. "Mirad cómo se aman" es la frase que se atribuye a
quienes trataban de explicar al atractivo que ejercía la iglesia pese a su sencillez. En los comienzos
de la obra evangélica en América Latina el factor de la unidad y el amor mutuo de los creyentes
también ha sido un atractivo poderoso, pese a su condición de minoría perseguida.
Joya bíblica
En la sección que sigue Pablo da parte a sus lectores acerca de su plan de acción pastoral y
misionero. Como ya se ha visto en el propio caso de la evangelización de Filipos, en su práctica
misionera el Apóstol acostumbraba desplazarse con un grupo de colaboradores, posiblemente más
jóvenes que él y en una relación de aprendices con el maestro. En estos vv. 19–30 anuncia una vez
más su próxima visita a Filipos (comp. v. 24 con las alusiones en 1:27 y 2:12), pero ante la
imposibilidad de ir en el momento enviará a sus colaboradores, ya que tiene un fuerte sentido de
urgencia por hacer algo frente a la problemátia pastoral que se ha planteado en dicha iglesia (vv. 23,
28). La sección nos ofrece un breve retrato de Timoteo y Epafrodito, nos permite ver la naturaleza
de la relación con ellos y el tipo de ministerio que realizaban.
Sin teléfono ni correo expreso, la mejor forma de encontrar respuesta a la ansiedad pastoral que
Pablo siente por los filipenses será el envío de un mensajero personal especialmente autorizado. El
párrafo ofrece una descripción de Timoteo como un hombre de confianza, con tres notas ricas en
sugerencias. En primer lugar, se trataba de alguien que había llegado a ser como un hijo para Pablo:
como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio (v. 22). El Apóstol acostumbraba referirse a
la relación filial con sus colaboradores y discípulos (1 Cor. 4:14; Film 10; Gál. 4:19; 1 Tes 2:11).
Había conocido a Timoteo justamente antes de su visita a Filipos (Hech. 16:1–5), y desde entonces
se estableció entre ambos una relación só-lida. En segundo lugar, Timoteo tiene un interés genuino
por los filipenses y una disposición o ánimo a ponerse al servicio de ellos. Esta cualidad de interés
en los otros y desinterés personal, y de entrega sin reservas a la tarea, constituye para Pablo la
marca distintiva de un verdadero misionero, como se puede ver en la descripción de sí mismo que
ofrece en 1 Tesalonicenses 2 y en 2 Corintios 12:14, 15. En tercer lugar, la fidelidad de Timoteo al
evangelio está probada, tanto que Pablo lo asocia consigo en el saludo de la carta (1:1) y lo respalda
ahora con esta recomendación especial. En el v. 21 hay una nota de contraste que es como un
paréntesis con cierto tono de queja sobre todos los otros colaboradores que Pablo tiene cerca. Es
difícil decir si el Apóstol se refiere al exceso de ocupaciones de los demás compañeros o hermanos,
o a la falta de dedicación específica a Jesucristo. Con un fuerte sentido de urgencia Pablo sólo
esperará a que su propia situación se aclare o a que Timoteo le ayude en algunas tareas
impostergables, pero tiene prisa en enviarlo y en ir él mismo en cuanto pueda.
Semillero homilético
2:19–24
II. Dios utiliza al cristiano de buen ánimo: Pues no tengo a nadie que se
interese... con tanto ánimo y sinceridad... (v. 20).
III. Dios utiliza al cristiano con interés en otros: Pues no tengo a nadie que
se interese por vosotros con tanto ánimo... (vv. 20–23).
Semillero homilético
¿Quién es un cristiano?
2:25, 30
Pablo es el único que utiliza este término cuatro veces en sus epístolas.
Colaborador significa uno que trabaja a la par o conjuntamente con otro.
Joya bíblica
Toda esta sección de los vv. 19–30 es una de esos "planes de viaje" que Pablo suele ubicar al
final de sus epístolas, y que podría terminar lógicamente con la reiteración de consejos en 3:1a, que
tiene el tono de un resumen final. Esto hace pensar a algunos estudiosos que aquí estamos llegando
al final de una carta, y que 3:1b, sería la introducción a otra carta. Esta hipótesis podría favorecer la
idea de que la sección siguiente (3:2 ss.) es un agregado posterior, tal vez tomado de otra carta de
Pablo. Sin embargo, aunque hay una cierta ruptura en el hilo del pensamiento, por otra parte no hay
que forzar al texto para encontrar relaciones entre los temas de la próxima sección y el resto de la
epístola (ver Introducción).
Por lo demás, hermanos míos es la traducción del griego to loipon adelfoi que a veces servía
como fórmula de despedida (ver 2 Cor. 13:11). Junto con la exhortación regocijaos en el Señor bien
puede ser una frase con la cual se intenta resumir lo dicho hasta ahora, y de esta manera 3:1a sería
la frase que cierra el capítulo anterior. De ser así, 3:1b viene a ser lógicamente una introducción a la
sección que sigue. ¿A qué se refiere entonces la expresión las mismas cosas? En 2:18 la invitación a
regocijarse es parte de una exhortación general a la unidad y la firmeza en la fe (2:14–18). El
sentido de 3:1b sería entonces que Pablo aclara que los próximos párrafos con sus advertencias
contras los falsos misioneros tienen la misma intención pastoral que lo que ha escrito hasta ahora.
Otros comentaristas creen que la expresión las mismas cosas se refiere a enseñanza que Pablo envió
por medio de otra carta que desconocemos. El recurso didáctico que usa Pablo es un ataque a los
falsos misioneros, pero también, por contraste, una clarificación de la verdadera fe cristiana y de las
características de su propia militancia espiritual y su práctica misionera.
Joya bíblica
En el original hay juegos de palabras que no son de fácil traducción, pero la clave es la tercera
frase, los que mutilan el cuerpo, que claramente identifica a los judaizantes que insistían en la
circuncisión como requisito para la salvación y la entrada en la iglesia. Pablo aceptaba la
circuncisión como costumbre judía que era señal del pacto. No se oponía a que los judíos que
habían llegado a creer en Cristo mantuvieran la costumbre de la circuncisión en sus familias. De
hecho, el relato de Hechos acerca de su encuentro con Timoteo afirma que lo hizo circuncidar
(Hech. 16:3), ya que aunque su madre era judía su padre era griego y no habían cumplido con ese
requisito de la Ley. Lo que evidentemente enfurecía al Apóstol era la obra insidiosa de misioneros
enviados por un sector de la iglesia de Jerusalén, que querían obligar a los creyentes gentiles de las
iglesias que él iba fundando a que se circuncidasen también. Al hacerlo alegaban que el evangelio
de Pablo era incompleto, y es evidente que también criticaban su conducta personal y sus métodos
misioneros. De ahí que Pablo utilice el término katatomé 2699, que en el v. 2 se traduce como los que
mutilan el cuerpo. La palabra para circuncisión es peritomé 4061, y como dice la nota de RVA, se
trata de un juego de palabras.
El Apóstol no para mientes en usar también para los falsos misioneros el término perros, lo cual
podría tener un sentido irónico. Los judíos más celosos se referían a los gentiles como "perros", en
forma despreciativa, debido a que consideraban inmundos a dichos animales (Mat. 15:26; Apoc.
22:15). Sin duda que los judaizantes hacían gala de su limpieza, y aquí Pablo recurre a la ironía al
aplicarles el término. Los filipenses son exhortados también a cuidarse de esos malos obreros. La
palabra obreros traduce el griego ergátes 2040 , término que aparece también en 2 Corintios 11:13
con un adjetivo diferente: obreros fraudulentos, y que probablemente se refiere a los mismos rivales
de Pablo. Se trata de personas que trabajan con gran celo y diligencia, pero en una obra destructora,
porque están atentando contra lo fundamental del evangelio.
Es importante recordar que Pablo también usaba el término "circuncisión" como un sustantivo
colectivo para referirse a los judíos, sin ninguna connotación negativa (Gál. 2:7–9). Yendo más allá,
en el v. 3 pasa a describir lo que considera más importante, la auténtica circuncisión que agrada a
Dios, en contraste con la mutilación que predicaban los malos obreros (comp. Rom. 2:25–29). La
describe con tres notas que bosquejan lo esencial del mensaje paulino en general. Primero, servimos
a Dios en espíritu, es decir no prestando atención a legalismos literalistas, una actitud que se
preocupaba sólo de la letra muerta de la ley. Escribiendo a los corintios, Pablo contrasta dos tipos
de servicio a Dios y afirma que el de los apóstoles es un ministerio no de la letra sino del Espíritu:
Porque la letra mata, pero el Espíritu vivifica (2 Cor. 3:6). Segundo, nos gloriamos en Cristo Jesús,
especialmente en el hecho de que la cruz de Cristo que es escándalo para los judíos es el único
camino para acercarse a Dios (Gál. 6:14). Tercero, no confiamos en la carne, es decir no busca la
salvación por medio de sus propias obras humanas, ni sirve a Dios tratando de acumular méritos
para salvarse, temas que desarrolla en las epístola a los Gálatas y a los Romanos. En resumen, la
verdadera circuncisión es aquella que Cristo obra (Col. 2:6–11) en el corazón del ser humano, en
contraste con el mero ritual externo entendido en sentido legalista. Así pues, el antídoto contra la
obra de los malos obreros es permanecer afirmados en lo esencial del evangelio, en una relación con
Cristo acerca de la cual Pablo ofrece su testimonio personal.
3:3–16
Si bien era importante para Pablo establecer sus credenciales judías frente a los misioneros
judaizantes, la verdadera intención de esa lista de credenciales era mostrar que para él la fe en
Cristo había obrado un cambio radical de perspectiva. Por eso hay que notar la fuerza que tiene en
este punto la conjunción adversativa pero. Ella introduce una apasionada profesión de fe en Cristo
que lo ha llevado a considerar como de poco o ningún valor toda la grandeza humana que
caracterizaba su vida anterior. Esta es una de las descripciones más claras y radicales de Pablo
acerca de la revolución espiritual que le trajo su encuentro con Cristo. Nada en el libro de Hechos o
en los escritos de Pablo indica que éste haya conocido a Jesús durante su ministerio terrenal. El
encuentro del camino de Damasco fue sin duda una experiencia del Jesús resucitado, acerca de la
cual no se entra en algunos detalles, aunque se narra tres veces (Hech. 9:1–19; 22:6–16; 26:12–18).
Eso sí, tanto el tono de los relatos de Hechos como otras referencias de Pablo a esa experiencia
(Gál. 1:14–16) destacan su carácter definitorio. Para describir el contraste Pablo utiliza aquí la idea
de ganancia y pérdida, como si al poner en una balanza todo lo que fue en el mundo judío, su nueva
experiencia sobrepasaría con creces todo ese peso.
El razonamiento de este párrafo (vv. 7–9) culmina en unas líneas (v. 9) en las cuales Pablo
articula con toda claridad la doctrina de la justificación tal como la entiende en su propia actitud y
en su propia vida: sin pretender una justicia mía, derivada de la ley, sino la que es por la fe en
Cristo, la justicia que proviene de Dios por la fe. Ese es precisamente el meollo del contraste entre
Pablo y los falsos misioneros a los que está criticando. Con su insistencia en las marcas exteriores
de una religiosidad legalista los falsos misioneros predicaban un evangelio de justicia por medio de
las obras humanas. Pablo había descartado ese camino de justificación (comp. Gál. 2:16). El
enunciado teológico de este v. 9 va precedido de una declaración apasionada de su entrega a Cristo:
Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a
Cristo Jesús mi Señor. Esa entrega y ese entusiasmo por Cristo no se reducen a una explosión de
sentimentalismo, porque como resultado de su fe Pablo ha tenido que renunciar a toda grandeza
humana y adoptar un estilo de vida peligroso y heroico. Ha habido un costo, pero en el tono y estilo
de este pá-rrafo no hay nada de queja, sino más bien un sentido de privilegio. Esa es la fuerza de la
imagen que usa, aunque las traducciones modernas suavizan la fuerza del contraste paulino, quizá
por cuestión de buen gusto. La expresión lo tengo por basura puede traducirse lit. "lo considero
como estiércol".
Joya bíblica
Conocer a Cristo Jesús mi Señor se ha vuelto el principio que guía la vida de Pablo. Para él
conocer es más que una actividad intelectual, es decir es más que agregar nuevas ideas acerca de
Cristo al almacén de su memoria. Conocer ha empezado por entregarse a Cristo, arriesgando todo
en ese acto de fe. En el camino a Damasco, Pablo descubrió que al perseguir a la iglesia, a quienes
creían en Jesús, había estado persiguiendo al mismo Jesús (Hech. 9:5, 6, 17). Al pasar a ser él
mismo parte de esa comunidad perseguida pudo conocer a Jesús, y por eso insiste en la pertenencia
mutua que caracteriza a la iglesia, y en la participación común en las mismas ideas y en las mismas
tareas. El misionero y teólogo Juan A. Mackay decía que a Jesús no se le puede conocer desde el
balcón de la admiración o la curiosidad intelectual, sino desde el camino, cuando se le sigue: "No
puede haber conocimiento verdadero de las cosas últimas, es decir de Dios y del hombre, del deber
y el destino, que no haya nacido de un serio interés y se haya perfeccionado en una entrega y
adhesión; lo cual equivale a decir que la verdad religiosa se obtiene solamente en el Camino" (J. A.
Mackay, Prefacio a la teología cristiana).
Además, conocer es entregarse a Cristo como Señor, es decir tomar en serio sus mandamientos
y su ejemplo. Ese ha sido el razonamiento que Pablo dirigió a los filipenses en 2:1–4. Si es que hay
una relación con Cristo, debe haber un estilo de vida correspondiente. Hemos visto que ello afecta
no sólo el pensar sino también el sentir y la voluntad. Lo que ahora está argumentando el Apóstol es
que la realidad de su propia vida se caracteriza por esa entrega total. Ello significa una renuncia a
cualquier pretensión de agradar a Dios por medio de prácticas religiosas o por el recurso a los
propios méritos y privilegios, aparte de la fe en la obra de Cristo. Significa también una gozosa
aceptación del medio provisto por Dios mismo para la salvación, la justicia que proviene de Dios
por la fe.
12
3. El misionero de Cristo: ejemplo de crecimiento, 3:10-16
Toda esta epístola es un llamado a avanzar y crecer en la vida cristiana. En esta sección, Pablo
expresa su actitud fundamental de discípulo inquieto, quizá mayor en años pero siempre joven en su
anhelo de subir a nuevas alturas. Habiendo dado cuenta de la riqueza que ha encontrado en Cristo,
que vale más que toda su propia grandeza humana anterior, ahora pasa a aclarar que todavía tiene
mucho camino que recorrer: no ha llegado a la perfección. El vocabulario del v. 15, los que hemos
alcanzado la madurez, traduce el griego teléiosis 5050, que era usado por los partidarios del
gnosticismo, una herejía que se estaba infiltrando en las iglesias del NT. Los gnósticos afirmaban
tener un conocimiento especial (gnosis) de las cosas divinas y pretendían haber alcanzado un alto
grado de superioridad espiritual: se gloriaban de "ser perfectos". También despreciaban la realidad
material y negaban una resurrección futura transfiriéndolo todo a la experiencia presente. Por ello, a
veces junto a su proclamada superioridad espiritual se daba un cierto libertinaje moral. Frente a ese
perfeccionismo gnóstico, Pablo coloca en contraste su actitud humilde y realista, la de una
verdadera madurez cristiana. Es importante ver aquí la íntima relación entre la cristología de Pablo
y su espiritualidad. Un aspecto de esa espiritualidad es la contemplación y la unión con Cristo. Así
como el himno en 2:6–11 destacaba la humillación de Jesús y luego su glorificación, en este pasaje
la espiritualidad de Pablo se expresa con referencia a los mismos términos.
12
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 231). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
Semillero homilético
3:9–11
II. La meta de una identificación mayor a Cristo: Y ser hallado en él... (v.
9).
Prosigo
3:12
Otro aspecto de la espiritualidad es el de una santidad activa como la expresa ahora el párrafo
que sigue y que refleja la vocación cristiana más profunda de Pablo, utilizando la figura del atleta en
el estadio. Primero, no se trata de un esfuerzo por ganar la salvación, sino de una respuesta a la
iniciativa divina a ver si alcanzo aquello para lo cual fui también alcanzado (v. 12), lit. "a ver si
llego a agarrar como he sido agarrado". Esto tiene un hermoso paralelo en 1 Corintios 13:12:
entonces conoceré plenamente, así como fui conocido, y está claramente en la misma línea del v. 9
que insiste en la justicia que viene de Dios y que no es hazaña humana. Segundo, no hay
triunfalismo sino un reconocimiento de imperfección e inacabamiento: No quiero decir que ya lo
haya alcanzado, ni que haya llegado a la perfección. Creerse perfecto sería una falsa pretensión que
el Apóstol insiste en evitar (v. 13a). Tercero, aunque no hay triunfalismo tampoco hay pasividad.
Nótese los verbos activos: prosigo (v. 12), una cosa hago (v. 13 b), prosigo a la meta (v. 14), y
también el sentido profundo de dedicación: olvidando y extendiéndome (13b). Cuarto, así como la
actividad disciplinada y dedicada del atleta va en pos de la meta para alcanzar los laureles
olímpicos, el premio que quiere recibir Pablo en su carrera es la culminación de lo que llama el
supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Se trata de un llamamiento que es iniciativa divina,
lit. como dice la nota de RVA, viene "desde arriba".
El hilo del discurso termina ahora (vv. 15, 16) con una frase que tiene la intención de resumir
todo lo anterior y a la luz de ello exhortar a los lectores a mantenerse firmes en la postura alcanzada.
Está aquello que se ha logrado, la madurez, que consiste en una espiritualidad realista y activa.
Tomando el término que usaban los perfeccionistas Pablo le infunde nuevo contenido, e invita a los
filipenses a que como señal de su madurez, compartan también la santa inquietud de la cual él
mismo es un vivo ejemplo. El quisiera ver a los filipenses unidos en este nivel de vida espiritual, y
los exhorta a estar abiertos a lo que Dios pueda seguirles enseñando.
Luego de haber descrito su propia experiencia descubriendo las honduras más íntimas de su
intención espiritual, Pablo se propone a sí mismo como ejemplo que los filipenses deben imitar.
Todo pastor consciente sabe que sus propias acciones y actitudes se vuelven tarde o temprano un
ejemplo que la iglesia sigue. La única forma de crecer y avanzar en la vida espiritual es mediante la
enseñanza bíblica sólida que va ilustrada con las vidas de personas que se constituyen en ejemplos,
lecciones vivientes. El buen líder es el que puede decir "hagan como yo hago". En el ministerio de
Jesús encontramos la misma actitud que claramente señala al propio ejemplo (Juan 13:15).
Después de esta referencia de Pablo a sí mismo y como mostrando un abierto contraste, pasa a
describir a algunas personas que constituían un pésimo ejemplo, y respecto a las cuales formula una
firme advertencia, con profunda tristeza lo digo llorando. La descripción es contundente en sus
cuatro elementos. Son enemigos de la cruz de Cristo, es decir tienen un tipo de conducta o mensaje
que atenta contra uno de los elementos centrales del evangelio. Es la misma acusación que Pablo
lanza contra los judaizantes en Gálatas 5:10–12 y 6:12, y contra los falsos misioneros en el v. 2. El
fin de ellos será la perdición, pensando posiblemente en el juicio de Cristo al cual ha hecho
referencia antes (2:16) y hará referencia en el versículo siguiente. Las frases siguientes se refieren
de diferentes maneras al materialismo crudo de los gnósticos libertinos, su dios es su estómago.
Estómago puede ser sustituído por "apetitos", ya que el griego koilía 2836 puede traducirse así y no
se refiere únicamente a la gula (Dios Habla Hoy aquí y en Rom. 16:18). Su gloria se halla en su
vergüenza parece referirse al libertinaje que hacía gala de libertad como en 1 Corintios 5:2, pero
que para el Apóstol era vergonzoso. Esto lo complementa bien la referencia a la obsesión con el
placer, ganancia o gloria que parecía ser el móvil de estas personas: piensan solamente en lo
terrenal.
¿Son los muchos que andan por ahí (v. 18) los mismos misioneros judaizantes a quienes Pablo
atacaba en el v. 2? Algunas de las características señaladas aquí, como p. ej. el desprecio a la cruz
de Cristo, coinciden con lo que caracterizaba a los misioneros judaizantes. Pero la tendencia
gnóstica era diferente a la judaizante, si bien algunas notas que destaca Pablo en su enseñanza tiene
respuestas pertinentes para ambas. Las advertencias paulinas tienen resonancia y vigencia hasta
nuestra época. Recordemos, p. ej., que el consumismo que es posible para ciertos sectores sociales
en América Latina, explica por qué las ideas de cruz y sacrificio son tan difíciles de aceptar en
ciertos sectores. En esas circunstancias, muchos prefieren una teología de la prosperidad en la cual
no hay interés en el sufrimiento, una teología de gloria sin cruz. O podemos pensar en aquellos
cristianos latinoamericanos que se consideran socialmente radicales y que quieren cambiar el
mundo, pero que han abandonado la castidad, la vida disciplinada, la fidelidad matrimonial, porque
son "virtudes burguesas". En nuestra práctica pastoral nos ha tocado tratar, por ejemplo, con
personas que se glorían de su vida promiscua y desordenada como si fuesen marca de superioridad
intelectual y de libertad espiritual.
En contraste con el materialismo de los malos ejemplos que los filipenses deben evitar, Pablo
describe su actitud como la conciencia de tener una lealtad final a Jesucristo. Aquí usa la palabra
políteuma 4175, ciudadanía, a cuya raíz hicimos referencia ya en 1:27, pero ahora le da un nuevo
significado al unirla a los cielos. Los filipenses que se sentían tan orgullosos de pertenecer a una
colonia romana privilegiada, cuyos títulos de ciudadanía se guardaban en la misma Roma, son
invitados a pensar en otra patria, la celestial, con el mismo sentido de privilegio y lealtad. Como
filipenses ellos eran una colonia, una presencia de Roma en Filipos. Así los creyentes han de ser
una presencia de la ciudad celestial en medio mismo de la ciudad terrena. Recordemos que esta vida
como ciudadanos del cielo no significa el retiro del mundo, o el desprecio del cuerpo y la vida
material, como si no fuésemos también ciudadanos de una ciudad terrena (1:27).
Ahora la exhortación culmina y se resume, así que, significa "en consecuencia", es decir en
vista de todo lo que acaba de afirmar. Luego usa el apelativo cargado de afecto hacia ellos, amados
y queridos. Este segundo término significa lit. "añorados" y su raíz griega es la que así se tradujo en
1:8. La razón del afecto y la añoranza se especifica: es que los filipenses significan mucho para
Pablo, son su gozo, sus amigos cuyo recuerdo lo llena de alegría; y también son su corona, la
prueba de que sus trabajos apostólicos no han sido en vano. Con ese vocabulario cargado de afecto
Pablo ha preparado el camino a fin de dar el consejo culminante: estad firmes en el Señor.
La intención pastoral de las líneas que siguen en esta próxima sección esta muy clara. Como las
cartas a las iglesias se leían en público, aquí hay una exhortación tanto a toda la congregación que
escuchará la lectura de la carta, como a dos hermanas notables de la iglesia que están distanciadas
por un problema de rivalidad, y a un hermano que tiene una posición de liderazgo pastoral. Además,
el vocabulario del v. 3 y lo que parece una referencia casual aclaratoria, encierran una rica gama de
significados particularmente importantes en nuestra época.
Para la exhortación, Pablo adopta un tono de súplica y de ruego que se reitera, ya que el verbo
se repite para cada una de las dos personas nombradas: Ruego a Evodia y ruego a Síntique. Pide a
estas dos mujeres evidentemente destacadas que se pongan de acuerdo en el Señor, forma muy
adecuada y dinámica de traducir to auto fronein, expresión verbal que tal como vimos en 2:2, puede
traducirse por igual como "sentir" o "pensar". No hay ninguna indicación de que la diferencia entre
estas dos hermanas tuviese que ver con los falsos maestros contra los cuales Pablo advierte en el
capítulo anterior. La oración que sigue no es de fácil traducción, ya que el vocativo al cual se
incluye en el ruego, a ti también, puede traducirse como aquí fiel compañero, o podría ser el
nombre propio Sicigo, que también significaba "compañero fiel" (Dios Habla Hoy). Evidentemente
se trataba de una persona que tenía una responsabilidad pastoral, y a quien Pablo podía pedir que
ayudase como mediador entre las mencionadas hermanas.
Pablo ofrece unas frases aclaratorias sobre Evodia y Síntique, recordando el hecho de que
habían colaborado tanto con él como con uno de sus ayudantes llamado Clemente. El verbo que
describe la acción de estas mujeres es sunathléo 4866 y Pablo lo usa sólo en esta epístola, en 1:27 y
aquí. Lucharon junto conmigo traduce algo de la fuerza del verbo que hace referencia a una lucha
penosa, a muerte, como la de los gladiadores en el coliseo. En 1:27 el verbo se refiere a toda la
iglesia de Filipos que ha permanecido firme y solidaria ante las persecuciones. El uso del mismo
verbo en este pasaje para referirse a la labor de Evodia y Síntique muestra el aprecio especial de
Pablo por la labor que cumplieron estas mujeres, tanto es así, que usa un término mucho más
vigoroso que el que usa para referirse a Clemente. En la larga lista de saludos del cap. 16 de
Romanos encontramos muchos otros nombres de mujeres que colaboraron con Pablo en su tarea
apostólica. Es evidente que el Apóstol no tenía ningún problema con el ministerio de la mujer, y
cualquiera que conozca la historia de las misiones cristianas sabe que la historia se ha repetido siglo
tras siglo. A la luz de esta práctica de Pablo hay que leer cualquier otro de sus escritos sobre el tema
de la mujer en la iglesia. Esta lección es sumamente importante en nuestra época en que se ha
redescubierto el valor del ministerio de la mujer en la iglesia y la misión, y se empieza a reconocer
su importancia y su trascendencia, aunque hay todavía quienes quisieran silenciarlo o relegarlo a un
segundo plano.
La mención de las dos hermanas lleva a Pablo a pensar en otros que trabajaron a su lado
(sunergós 4904) como Clemente y varios más que deja sin nombrar en el v. 2, pero para los cuales
utiliza un comentario muy elocuente: cuyos nombres están en el libro de la vida. En el AT
encontramos antecedentes de esta imagen del libro de la vida como manera de referirse a la relación
con Dios, la salvación o perdición, la vida o la muerte, en pasajes como Exodo 32:31–33 y el Salmo
69:28. Jesús usa una expresión paralela en sus instrucciones misioneras específicas, donde exhorta a
sus apóstoles o enviados a regocijarse por el hecho fundamental de su relación con Dios y Cristo,
más que por sus victorias en la misión: regocijarse de que vuestros nombres están inscritos en los
cielos (Luc. 10:20).
Ya que estas mujeres habían desempeñado un papel tan importante en el comienzo de la obra en
Filipos, era urgente que superaran sus diferencias y alcanzasen entre sí la misma armonía que debía
caracterizar a toda la iglesia. Si los mayores y los líderes en las iglesias no dan ejemplo de
reconciliación, armonía y unanimidad, mal pueden esperar que haya paz entre los hermanos
comunes y corrientes. La experiencia pastoral nos ha mostrado que inclusive grandes siervos de
Dios pueden llegar a desacuerdos que dividen congregaciones y arruinan vidas. Esto aumenta la
seriedad y pertinencia de la enseñanza de esta epístola.
Joya bíblica
Abre esta sección una invitación al regocijo en los mismos términos que ya hemos visto en 3:1,
regocijaos en el Señor. Se trata de una alegría que tiene raíz profunda porque proviene de la
relación con Cristo, y en ese sentido no depende sólo de las circunstancias favorables. Nótese el
énfasis renovado, con el uso de la palabra siempre y la reiteración explícita otra vez lo digo, frase
que en griego está en futuro, como si dijese "les he dicho y se los volveré a decir". En la sección
siguiente, al dar testimonio de su propia actitud, Pablo muestra un ejemplo de lo que quiere decir.
Junto con el regocijo debe haber una forma de ser semejante a la de Cristo que sea reconocida por
los demás seres humanos. Amabilidad traduce epieikés 1933, variante de la palabra que en 1
Corintios 10:1 se traduce como "ternura", en referencia a Cristo. La palabra tiene además el sentido
de paciencia y también el de comprensión para con la situación de los demás y misericordia al
juzgarlos. En consecuencia, aunque los otros no siempre sean correctos con nosotros, y aunque nos
hagan sufrir, les mostraremos amabilidad. Todos los hombres indica que no se trata de una
amabilidad en las relaciones dentro de la comunidad cristiana, sino también en el mundo. Se trata
entonces de una actitud y una manera de tratar a los extraños que llegue a ganarse su respeto. ¡El
Señor está cerca! es una frase relativa al tiempo, en sentido escatológico, afirmando que se acerca
el día del Señor. La visión de un Dios que tiene la última palabra y que vindicará a los suyos es un
aliciente para cultivar la amabilidad pese a las dificultades.
La estructura de las líneas que siguen puede ser vista a través del concepto de la paz. Primero
como una actitud que abandona las preocupaciones (v. 6), luego como una bendición y promesa que
viene de Dios (v. 7) y finalmente como una afirmación en cuanto a Dios mismo (v. 9). Pablo
exhorta contra la tendencia tan humana de afanarse o preocuparse demasiado: Por nada estéis
afanosos, lo cual nos recuerda exhortaciones de Jesús en Mateo 6:25 ss. y Lucas 12:22 ss. A quien
tiene motivos de ansiedad este imperativo puede parecerle imposible de obedecer, pero notemos que
la solución no es un quietismo artificial sino una oración intensa que disipa la ansiedad. En el griego
hay cuatro términos que aparecen en el siguiente orden: proseucé 4335, que se refiere a la oración en
sentido general, déesis 1162, que indica un ruego con fuerte sentido de necesidad, eucaristía 2169, es
decir acción de gracias o expresión de gratitud y áitema 155, que sería una petición muy específica.
Tal es la riqueza de la oración que el propio Apóstol practicaba y que puede servirnos como una
guía para crecer en su ejercicio. La promesa es que en respuesta a la oración se puede recibir la paz
de Dios, una paz que se experimenta aunque no se alcance a entender, que toca la cabeza y el
corazón. El término guardará proviene del vocabulario militar y se refiere a la actividad de los
centinelas que cuidaban la tranquilidad de la ciudad, con cuya actividad los filipenses estarían muy
familiarizados. Nos recuerda pasajes del AT como Isaías 26:3. Como todo don de Dios es operativo
por medio de su Hijo, en Cristo Jesús.
Joya bíblica
Una vez más, el párrafo va a completarse con una frase que busca resumir el hilo del
pensamiento, igual que en 3:1. La lista de virtudes que se van a mencionar en el v. 8 es parecida en
su contenido y estructura a ciertas listas de máximas éticas de procedencia estoica. Hay quienes
piensan que Pablo está citando un escrito con el cual sus lectores habrían estado familiarizados, y
que consistiría en una especie de norma mínima de virtudes que cualquiera admitiría como
deseables. Pablo estaría entonces señalando el mínimo que era de esperarse y sobre el cual habría
que agregar lo específicamente cristiano. Es importante que leamos este versículo a la luz de su
contexto en el v. 9, y de toda la epístola. Se trata de un discurso puesto en forma positiva y que
abarca un horizonte inmenso. Es una invitación a llenar la mente y el corazón con toda
manifestación de virtud. La fuerza de la enseñanza se nota en la reiteración de la palabra todo que
se repite frente a cada una de las virtudes que se enuncian: lo verdadero, por contraste con lo irreal
o falso; lo honorable por contraste con lo vulgar. Pablo generalmente usa lo justo (díkaios 1342) en
un sentido especial, pero aquí sería lo correcto (como en 1:7). Lo puro se refiere al campo de las
motivaciones, aunque a veces se usa en relación con pureza sexual. Lo amable, (prosfilés 4375) que
no aparece en las listas comunes, siendo éste el único lugar del NT donde se menciona, y lo de buen
nombre, en el sentido de buena reputación. Pablo ha sido selectivo al escoger lo que presenta en su
lista, y termina resumiendo para incluir todo aquello en lo que hay virtud (areté 703) o que merece
alabanza o aprobación divina.
Joya bíblica
En esta sección es muy clara y evidente la íntima relación entre teoría y práctica misionera
característica del Apóstol, quien al agradecer a los filipenses por su generosa participación en la
misión, revela su propia actitud ante las necesidades materiales y su práctica personal. Las lecciones
que encierran estos párrafos, junto con las que Pablo desarrolla en 2 Corintios caps. 8 y 9, son el
fundamento de una mayordomía bíblica bien entendida, pero esas lecciones sólo son aplicables
cuando van conectadas con una práctica ejemplar a la cual puede remitirse el maestro. El lector
atento habrá percibido que ésta ha sido una nota constante de la epístola hasta aquí. Los misioneros,
pastores y maestros de hoy sólo alcanzarán a ver la aplicabilidad de esta enseñanza, si es que al
darla a las iglesias ellos pueden demostrar con su propio ejemplo lo que enseñan.
Como ya hemos visto al comentar 2:25, Epafrodito había sido el portador de una ofrenda de los
filipenses para Pablo. Aquí en el v.10 éste expresa el inmenso regocijo en el Señor que le trajo la
ofrenda, reconociendo el móvil de afecto del cual había surgido: se ha renovado vuestra
preocupación para conmigo. Agrega además una nota de confianza en el sentido de que no se
trataba de un gesto momentáneo, sino de un afecto permanente que sólo hasta esa ocasión pudo
manifestarse: os faltaba la oportunidad. No es ni el monto de la ofrenda ni lo oportuno de su
llegada lo que cuenta más en la gratitud de Pablo, sino el amor fraterno del cual esa ofrenda es
evidencia. Por eso aclara que no es que esté llorando miserias, como diríamos hoy en día. No quiere
ser malentendido, no es que esté pasando apuros (13a).
Semillero homilético
4:11–13
Hacer todo en la fuerza que él da. Pero los que esperan en Jehovah
renovarán sus fuerzas (Isa. 40:31).
Conclusión: Hay dos bienes que todo ser necesita. Ambos son dádivas del
cielo y de ambos estamos necesitados:
Algunos estudiosos ponen énfasis en el término al fin (v. 10), que parecería una expresión de
reproche, como cuando decimos "por fin te acordaste". De allí podría deducirse que en el fondo
Pablo no está dando gracias y se podría leer todo el pasaje con una óptica de sospecha. Nos
inclinamos más bien a pensar que leyendo este texto en el contexto de toda la epístola, y del resto
del NT, podemos encontrar mejores claves para una lectura. Al salir de Filipos, donde los hermanos
le habían apoyado financieramente, Pablo fue a Tesalónica (Hech. 17:1–9). Fuese por la pobreza de
los hermanos de allí o por la propia flexibilidad de su estrategia misionera, decidió sostenerse
trabajando noche y día, y no recibir apoyo, para no ser gravoso (1 Tes. 2:9). Sin embargo, parece
que los filipenses le mandaron ayuda (v. 16). Más adelante, mientras recogía la gran colecta para los
pobres de Judea (2 Cor. caps. 8 y 9), trató de no recibir nada para sí mismo y trabajar en su oficio, a
fin de evitar que se lo acusase de malversación de fondos (2 Cor. 8:16–24). En ocasión de su viaje a
Jerusalén con la ofrenda cayó en manos de los judíos, y habiendo apelado a César fue a dar a Roma
como prisionero. Es ahí donde debe haberle llegado la ofrenda que los filipenses mandaron por
medio de Epafrodito, y entonces tiene sentido su referencia a que había llegado la oportunidad (v.
10).
El verdadero sentido de estas líneas se entiende si el no lo digo del v. 11 se relaciona con el sin
embargo del v. 14. En medio de estos dos términos está la referencia a la actitud de contentamiento
básico ante la vida que es característica del Apóstol: he aprendido a contentarme con lo que tengo.
En este sentido, es un contraste con aquellos malos ejemplos de quienes se puede decir que su dios
es su estómago y que piensan solamente en lo terrenal (3:19). El contentamiento (autárkeia 841) no
es simplemente resignación ante la pobreza, ni tampoco una forma de ascetismo que adopta la
pobreza como estilo de vida. Es una actitud de plena libertad ante los bienes materiales, de manera
que cuando abundan se los acepta y cuando escasean se aprende a vivir sin ellos: Sé vivir en la
pobreza y sé vivir en la abundancia. Lo que sigue explicita con más detalle esta actitud, que es
resultado de un largo aprendizaje, un secreto que el Apóstol ha aprendido, de manera que puede
hacer frente tanto a la hartura como al hambre, tanto a la abundancia como a la necesidad.
Olor fragante
El v. 14 da comienzo a la idea que se desarrolla en el resto del párrafo. Si bien Pablo sabe
contentarse en toda circunstancia, no obstante fue bueno también que los filipenses le hubiesen
enviado una ofrenda: hicisteis bien. El vocabulario que sigue en esta frase tiene como antecedente la
idea de participación por la mutua pertenencia a Cristo que ya hemos visto en 1:5 y en 3:10. La
solidaridad de los filipenses con Pablo, que él describe como participar conmigo en mi tribulación,
arraiga en un espíritu de solidaridad profunda por la común unión en Cristo, y se expresa en forma
tangible en la ofrenda. Esto lleva a Pablo a recordar que los filipenses manifestaron esa solidaridad
desde el comienzo del evangelio. La expresión comienzo podría referirse a la llegada del evangelio
a Filipos, o al comienzo de la fase europea de la misión paulina, en la provincia de Macedonia, para
la cual Filipos fue el punto de entrada. Tesalónica era la otra ciudad de la región macedónica a la
cual el NT hace referencia, y hasta allí había llegado también la generosidad de los filipenses una y
otra vez.
Joya bíblica
Los vv. 17 y 18 agregan una nueva nota característica de lo que podríamos llamar el "modelo
filipense de mayordomía". Pablo aclara una vez más, como en el v. 11, que su intención al estimular
la mayordomía filipense no es buscar más donativos para sí mismo. El ejercicio de la generosidad
filipense es un fruto espiritual del cual lleva cuenta Dios mismo. Eso no impide que el Apóstol
disfrute de la plenitud de lo que le han enviado por medio de Epafrodito y exprese así su gratitud a
Dios: tengo abundancia. Estoy lleno. Utiliza ahora figuras que provienen del AT para darle sentido
a lo que los filipenses han hecho: un sacrificio aceptable y agradable a Dios. Las notas de este
modelo de mayordomía filipense son entonces tres: brota de un profundo sentido de comunión en
Cristo, se manifiesta desde el comienzo mismo de la vida cristiana, se ejercita con una actitud de
ofrenda a Dios mismo y no sólo de solidaridad humana.
Estas notas de la mayordomía de los filipenses coinciden con lo que Pablo dice respecto a ellos
en 2 Corintios 8:1–5, donde los pone como ejemplo para los corintios. Allí afirma Pablo que los
macedonios (es decir los filipenses y los tesalonicenses), habían sido generosos a pesar de su
extrema pobreza, y de que pasaban por grande prueba de tribulación. Habían dado una ofrenda para
los pobres de Judea yendo aun más allá de sus fuerzas. El secreto de esta generosidad estaba en que
se dieron primeramente ellos mismos al Señor y a nosotros. En este pasaje de 2 Corintios se agrega
una característica más de la mayordomía filipense a las tres que mencionamos antes. Era una
mayordomía que se ejercía a pesar de la pobreza y en espíritu de verdadero sacrificio.
El privilegio de dar
4:19
Esta lección tiene especial importancia para América Latina, donde muchas iglesias son pobres,
y se puede observar un fenómeno parecido al de Filipos en el siglo primero. Los más pobres suelen
ser los más generosos, y es necesario enseñar que la fe en Cristo se expresa en una entrega total, y
que cuando una persona, sea rica o pobre, se entrega de veras al Señor, le entregará también sus
bienes, y será solidaria con la causa misionera y con otros más pobres que ellos. Esto sólo lo pueden
enseñar con éxito aquellos misioneros, pastores y maestros cuya práctica diaria tenga las mismas
notas de contentamiento, libertad, entrega sin reservas a Dios y flexibilidad en la estrategia
misionera que Pablo revela en este pasaje. El fundamento es la fe en ese Dios en cuyas manos Pablo
encomienda a sus lectores en la parte final de esta sección. Mi Dios, pues, suplirá toda necesidad
vuestra, refuerza el sentido general del texto anterior, porque Pablo ha probado en su propia
experiencia la fidelidad y las riquezas de Dios, y puede escribir acerca de él con ese posesivo mi,
que denota una intimidad especial. Basado en esa fe puede encomendar a los filipenses en las
manos de ese mismo Dios, sabiendo que les proveerá de su abundancia. Una vez más califica la
referencia a Dios con la expresión en Cristo Jesús y termina con una doxología apropiada.
El saludo final tiene elementos reiterativos que se encuadran dentro del espíritu general de la
carta. Como ha insistido en la mutua pertenencia entre creyentes, quiere que su saludo sea recibido
por todos los santos. A su vez, asocia consigo a todos los hermanos que lo acompañan, no
necesariamente en la prisión, pero posiblemente que lo visitaban y servían a sus necesidades. La
insistencia de Pablo en este punto, aun en el vocabulario de sus saludos finales, muestra que la
lección de solidaridad y participación común es fundamental en su concepto de lo que es la iglesia.
De alguna manera la lección necesitaba recalcarse, porque la acción disociadora de los judaizantes y
el individualismo egoísta de los perfeccionistas gnósticos atentaban contra la comunión que era
indispensable para la misión en un ambiente hostil.
Al repetir el saludo vuelve a utilizar el término santos, con el cual empezó la carta, y menciona
a los que pertenecen a la casa del César, que como dice la nota de RVA podrían ser personas al
servicio del emperador, con las cuales Pablo llegó a relacionarse. Esta sería una prueba de que la
carta se escribió en Roma, aunque se sabe que podía haber estacionadas en otras ciudades del
imperio personas que habían estado al servicio del emperador y a quienes se identificaría con esa
expresión. La bendición final regresa al mismo estilo de la salutación inicial de la carta. Hay una
referencia a la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el don de Dios que hace posible la salvación y la
vida cristiana. La expresión vuestro espíritu, así en forma colectiva, concuerda una vez más con la
idea de mutua pertenencia y solidaridad que se ha repetido de diversas maneras a lo largo del texto.
Como observa la nota de RVA, algunos mss. tienen al final la expresión "con todos vosotros" y
terminan con un "Amen".
COLOSENSES
Exposición
Juan Carlos Cevallos
Ayudas Prácticas
Germán Núñez
INTRODUCCION
ASPECTOS GENERALES
La ciudad de Colosas se hallaba situada en el valle del río Lico, tributario del Meandro, en la
antigua Frigia, la actual Turquía (Asia Menor). Colosas había sido una ciudad próspera, pero
cuando Pablo escribió estaba en decadencia. Hierápolis y Laodicea habían absorbido su comercio.
En esta ciudad existía una comunidad cristiana considerable. Filemón tenía una congregación en
su casa (Film. 2). Posiblemente el pastor de la comunidad colosense era Epafras (1:7), o si no era
tal, había tenido gran influencia. Lo cierto es que Pablo no había comenzado esta congregación
(1:4–8; 2:1). Posiblemente la iglesia se formó cuando Pablo se hallaba en su larga estadía en Efeso,
ciudad que estaba a unos 176 km. al oeste. Aunque puede ser la iglesia menos importante en el
trabajo de Pablo, en esta carta se dan las declaraciones más significativas con respecto a Cristo.
Desde comienzos del siglo II la iglesia ha sostenido que Pablo es el autor de esta carta, tal como
se afirma en 1:1 y en 4:18. Fue en el siglo XIX que se empezó a dudar de la autenticidad de Pablo
como autor de esta carta, por la escuela de Baur. Sin embargo hay un gran número de eruditos que
defienden que Pablo es el autor. El argumento quedaría resumido así: Las ideas desarro-lladas son
las del apóstol Pablo, sólo que presentadas bajo un prisma que las adapta a una situación particular.
El lenguaje es realmente de él, un vocabulario bastante desarrollado debido al tema que trata. Se
han encontrado 34 hapax- legómena (palabras que aparecen una sola vez en el texto bíblico).
Esta carta forma parte de las llamadas ―Epístolas de la cautividad‖, a saber: Efesios, Filipenses,
Filemón y Colosenses. Parece que Efesios, Filemón y Colosenses fueron escritas al mismo tiempo o
muy cercana la una de la otra. También es cierto que Tíquico y Onésimo llevaban las epístolas a
Filemón y a la iglesia de Colosas (4:7–9). Además Tíquico fue el portador de la carta a los Efesios.
Posiblemente Pablo la escribió desde su cautiverio en Roma entre los años 61 y 63. Hay otras
posibilidades del lugar y fecha: Efeso en el 50, Cesarea entre el 58 y el 60 (una discusión amplia la
encontrará en la Introducción al Nuevo Testamento, por Harrison). La posición de que fue escrita en
Roma es la que ha tenido más respaldo.
LA HEREJIA DE COLOSAS
Posiblemente Epafras había dado a Pablo no sólo noticias sobre la riqueza de la vida cristiana
(1:8), sino también sobre una peligrosa herejía que se estaba metiendo entre los colosenses. No era
una división en la iglesia o alguna enseñanza que se desarrollaba oponiéndose a ella, era un intento
de combinar el cristianismo con otras creencias. ¿Cuál era esta herejía? Tratar de poner una etiqueta
particular a la herejía de Colosas sería poco serio. Pablo no la define claramente sino que da algunos
elementos que la conforman, como podemos inferir de ciertas conclusiones en que concuerdan la
mayoría de los especialistas.
Resumiendo la amplia exposición de Lightfoot se puede afirmar que hay dos elementos en la
herejía: La substitución de seres creados, como los ángeles, por la verdadera cabeza de la creación,
Jesucristo, quien es la plenitud; y un error práctico que se deriva del primero: Dar prioridad a los
preceptos ceremoniales y ascéticos como el fundamento de una enseñanza ética. Pablo afirma que el
único cimiento de la doctrina cristiana es un concepto correcto tocante a Cristo, y que la única ética
aceptada es la que se halla edificada sobre los valores del reino de Dios al que hemos sido
trasladados.
Es necesario en este punto dedicar un pequeño párrafo para dar algunas características del
gnosticismo a fin de hacer una evaluación más completa de la ―herejía colosense‖.
Sus presupuestos básicos eran: La materia era mala en sí misma, lo del espíritu es bueno. Esto
conducía a afirmar que solamente Dios es bueno y que por lo tanto él no podía crear la materia que
es mala. Surgió entonces una serie de enseñanzas para explicar la existencia de la materia que es
mala: La presencia de emanaciones, eones, espíritus y ángeles que eran intermediarios entre Dios y
el hombre. La premisa de que la materia es mala condujo a ciertas implicaciones éticas: El
ascetismo como la única salida al pecado, o también el libertinaje total que no afectaba al espíritu
sino a la carne que es mala.
Veamos algunas clarificaciones que hace Pablo en cuanto a ciertos errores de los colosenses:
Poderes angélicos. Muchos concuerdan en decir que los principios elementales del mundo
(2:20), se trataban de ―espíritus de las estrellas‖ o ―poderes angélicos demoníacos‖. La astrología
estaba ya desarrollada, y se creía que cada ser humano nace bajo la influencia de un astro y que su
destino está ya trazado. Los ángeles jugaban un papel de importancia y existía una jerarquía de
mediadores, que entre otras cosas eran también creadores. Para conseguir la reconciliación con
Dios, no era suficiente venerar a Cristo sino también a estos seres angélicos. Según estas
enseñanzas Jesús no se había podido liberar ni a sí mismo, menos a sus mensajeros, del poder de las
fuerzas cósmicas y sucumbió al destino trazado por ellas. La prisión de Pablo era una muestra de
que las estrellas se habían impuesto sobre el destino del cristianismo. Pablo responde que Jesucristo
es la plenitud (pléroma 4138) y que no se necesita de nada más.
Resumiendo: Se puede decir que la ―herejía colosense‖ era el haber desplazado a Cristo de su
preeminencia en todo. Los herejes de Colosas, al igual que muchos ahora, no pretendían hacer a un
lado a Jesucristo, sino suplementarlo, pues el cristianismo estaba bien para aquellos que apenas
estaban iniciándose; el cristianismo era solamente la primera escala del conocimiento, pero una
escala muy elemental e incompleta. Por todo esto la epístola a los Colosenses es eminentemente
cristológica.
La comunidad de los colosenses estaba formada principalmente por gentiles (1:21–27; 2:13),
pero no se puede negar que había gran influencia judía. Josefo relata que Antíoco el Grande trasladó
dos mil familias judías desde Babilonia hasta Lidia y Frigia.
TEOLOGIA DE LA CARTA
El argumento teológico de Pablo arranca no como una refutación de las doctrinas falsas o un
ataque a estas doctrinas erradas; de hecho, como ya se ha mencionado, se refiere a las herejías en
términos generales. Sin embargo Pablo coloca cada cosa en su lugar y a Cristo como la médula de
todo el mensaje cristiano.
El paganismo estaba influenciando a los colosenses al decir que ciertos poderes angélicos
estaban dominando el mundo, como intermediarios entre él y Dios mismo (2:8, 20). Cada uno de
estos poderes tenía parte de la plenitud de la deidad (2:9; ver 1:19); además eran la causa de la
creación (1:15–17). Las implicaciones posteriores de esto conducían a la búsqueda de ciertos
conocimientos (gnosis 1108) de todos estos ―elementos‖, para lo cual había de someterse a cierto
ascetismo.
Frente a esto Pablo sostiene que Cristo es el único, el autosuficiente. Su plenitud no era
compartida con nadie, al contrario él es la plenitud (1:19; 2:3, 9). Además que por su muerte en la
cruz él había vencido a todos los poderes que se creían controladores del universo.
Esta carta eminentemente cristológica se halla rodeada en forma insistente por una soteriología
cosmológica. Es decir que del Cristo personal pasa a ser el Cristo universal, cabeza de la iglesia y
de todo principado (1:18; 2:10). No solamente tiene un mensaje cristológico, sino que también trae
otros temas entrelazados como el del evangelio, la sabiduría de Dios, el misterio escondido que se
halla ahora revelado en Cristo, nuestra esperanza de gloria (1:27).
La iglesia también es tratada, pero no como el cuerpo de Cristo que está funcionando, sino como
el cuerpo que tiene por cabeza a Cristo.
Hay otro tema teológico que se debe destacar, la tensión entre ―arriba y abajo‖, que puede estar
reemplazada por la tensión escatológica del ―ya y todavía no‖ del reino. Este reino ya está aquí
(1:13), pero todavía hay una esperanza reservada para nosotros (1:5).
Esta carta fue para los colosenses —y lo es para nosotros— una presentación de Cristo en su
función de Señor del universo, un kúrios 2962 que reclama la preeminencia en la vida de todos los
creyentes.
Cuando se leen las dos cartas, inmediatamente salta a la vista que estas dos se hallan muy
relacionadas. ¿Qué tipo de relación existe entre las dos? La opinión general de los eruditos es que
Colosenses fue escrita antes que Efesios.
Este asunto ha sido fuertemente debatido. Podemos sacar algunos apuntes interesantes que nos
ayudarán a ampliar nuestro estudio; además, usaremos las dos cartas para explicar determinados
puntos.
Unos sesenta versículos de Colosenses (las dos terceras partes) encuentran su paralelo de
lenguaje o de pensamiento en Efesios. Esto no es novedoso, pues un autor puede dar cualquier uso a
su material, y si piensa que es de valor lo puede repetir cuantas veces sea necesario, ya sea
textualmente o dando las ideas generales. (Hendriksen hace un buen análisis sobre estas relaciones
en su comentario sobre Efesios, en donde incluye una amplia comparación entre las dos cartas.)
Lo más sobresaliente no son las semejanzas sino las diferencias. Y esto también es lógico, pues
fueron escritas por la misma persona y en el mismo tiempo, pero en contextos diferentes, para
congregaciones diferentes y con propósitos diferentes. Así, por ejemplo, Colosenses es fuertemente
polémica pues está combatiendo una herejía; Efesios es de un tono más pacífico, pues no se
desenvuelve en una atmósfera de conflicto sino de calma y alabanza, pues es doxoló-gica.
Colosenses es más provincialista o parroquial, es decir habla a un problema local; Efesios es una
carta universal. Colosenses exalta a Cristo como la cabeza de todo; Efesios exalta a Cristo en su
relación con la iglesia.
Podemos concluir que pese a las semejanzas (lógicas por ser el mismo autor), las diferencias son
tantas y los enfoques tan distantes que no podríamos atrevernos a decir que apenas son diferentes
ediciones o solamente ampliaciones. Son dos cartas escritas por el mismo Pablo a dos iglesias
totalmente diferentes.
BOSQUEJO DE COLOSENSES
13
I. INTRODUCCION, 1:1-11
1. Saludo, 1:1, 2
3. Petición, 1:9-11
13
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 248). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
2. Implicaciones prácticas, 2:16-19
AYUDAS SUPLEMENTARIAS
Bonnet, Luis y Schroeder, Alfredo, Comentario del Nuevo Testamento. Tomo 3. El Paso: Casa
Bautista de Publicaciones, 1970.
Comentario Bíblico Moody. Nuevo Testamento. Redactado por Everett Harrison. El Paso: Casa
Bautista de Publicaciones, 1987.
Nuevo Comentario Bíblico. Editores: Tito Fafasuli, Federico Mariotti, Abdías Mora y José Tomás
Poe. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1977.
Sanger, Harold S. Colosenses: ¡Cristo la Plenitud! El Paso, Casa Bautista de Publicaciones, 1973.
I. INTRODUCCION, 1:1-11
Colosenses es como cualquier otra carta. Está formada por un saludo, un cuerpo y una
despedida. El saludo o introducción es bastante largo, algunos inclusive sostienen que esta
introducción va hasta 2:5. Así, el comentarista Lohse sostiene que en esta introducción tenemos el
saludo (1:1, 2), el buen estado en que se halla la comunidad (1:3–8), una petición con un himno
(1:9–20), aplicaciones a la comunidad (1:21–23) y algo acerca del ministerio del Apóstol (1:24–
2:5). Por razones de simplificación nosotros hemos dividido esta larga introducción; la trataremos
hasta 1:11. De allí en adelante la estudiaremos como parte del cuerpo o el tema de la carta.
1. Saludo 1:1, 2
Aquí nos enfrentamos al primer desafío de la carta. Un saludo pastoral que merecería una
atención aparte; veremos los puntos fundamentales. Pablo, una personalidad apasionante que invita
a un estudio aparte, escribe no como un ―hermano de la iglesia‖, está escribiendo como un ―ministro
eclesiástico‖, conocido como tal y también por los colaboradores de él, en este caso el hermano
Timoteo. Pablo aclara y especifica el derecho que tiene para escribir la carta: Su autoridad radica en
que él es apóstol.
Avanzando un poco nos dice que él es apóstol... por la voluntad de Dios, un sentido de
vocación y llamado que predominó en Pablo y que ya se está poniendo a un lado en nuestra época
de profesionalismo. Pablo siempre estuvo consciente de su llamamiento y bajo esta convicción
realizó todo su ministerio. No era apóstol por capacidad, conveniencia o necesidad de empleo o
posición, era apóstol por la voluntad de Dios (Rom. 1:1). En el saludo está incluido su discípulo
Timoteo, otra personalidad que merece nuestro estudio. Timoteo no es apóstol, es hermano, título
diferente pero no menos importante. Hace énfasis en una relación de creyentes, que también tiene
con toda la iglesia (v. 2), a quienes posiblemente no había visto antes.
Saludo: "Gracia"
1:2
Los colosenses son santos y fieles: dos calificativos que no significaban ninguna característica
especial, apenas son sinónimos de creyentes. Santos hace sobresalir la idea de que son apartados
para Jesu-cristo, es decir que como creyentes deben vivir de acuerdo con esta santidad; lo mismo se
puede decir de fieles: Creyentes que deben manifestar su condición de tales en el mundo. Con este
título nos unimos a aquel pueblo fiel descrito en el AT (Exo. 19:5, 6). Pablo dice que este estado no
es por nuestro esfuerzo, sino solamente en Cristo.
Su saludo termina uniendo la fórmula griega (gozo = cáiro 5463) que lo ha cristianizado (gracia
= cáris 5485), con el saludo hebreo shalom, traducido paz (eiréne 1515). Estas cosas no son subjetivas
sino que la gracia se convierte en amistad con Dios, la paz es la tranquilidad, una posesión de los
dones divinos. La gracia no es un mero sentimiento de Dios, sino un regalo de Dios por medio de
Jesucristo; la paz no es un estado de ánimo, una paz del espíritu, sino paz objetiva, algo que
podemos ver y que debemos hacer (Mat. 5:9).
Los siguientes versículos se pueden dividir en dos secciones: la primera en la que Pablo da
gracias a Dios (1:3–8), y la segunda en la que Pablo no cesa de orar y pedir (1:9–11); una acción de
gracias y una petición.
Estos versículos no son presentados como una serie de conceptos o definiciones, sino que fluyen
dependiendo el uno del otro. Son una especie de grada, cada idea se va desarrollando en la
siguiente.
Semillero homilético
1:1, 2
Las acciones de gracias van dirigidas al Padre, el autor de la gracia y la paz, el autor de todo,
quien nos ha dado todo (1 Cor. 3:7). Pero también no es el Dios que tiene a Jesucristo como ―un
dios‖, sino que Jesucristo, la segunda persona de la trinidad, es el Señor, el dueño de todo. Es a Dios
a quien se dirige su oración por medio de Jesucristo el Señor; esta es la ―fórmula‖ de las oraciones
en las primeras comunidades cristianas. Esta oración se realiza ya que habían recibido buenos
informes de parte de Epafras de lo que estaba sucediendo. Pablo era realista: Hay cosas buenas pero
también hay cosas malas y hay que decir las dos sin temor ni vergüenza.
Inmediatamente Pablo considera lo que algunos han llamado las ―virtudes teologales‖ del
cristiano: amor, fe y esperanza; aquí las presenta de una manera diferente. Las dos primeras son una
unidad y la tercera no se expresa como virtud, sino como la causa para las dos primeras. La fe y el
amor están fundamentados en la esperanza (Heb. 6:19).
La fe de los colosenses no era solamente ―fe‖, sino fe en Cristo Jesús (v. 4a). Esta fe no se
limita a lo que uno cree o quiere obedecer y se sujeta, sino que es una forma de vivir. Cristo es la
esfera en la que se ejercita la fe; es una unión vital con Cristo. Por eso Pablo no usa la forma común
de ―creer en (eis) Cristo‖ o hacia Cristo, sino ―creer en (en) Cristo‖ o dentro de Cristo. La fe en
Cristo es una forma de vivir (1 Tes. 1:3). Por eso el segundo elemento de la trilogía que estamos
considerando es el amor. La fe solamente actúa en el amor (Gál. 5:6). Tenemos que desterrar de
nuestra mente la fe etérea e irreal. La fe verdadera es la que se ve, principalmente en el amor, el
amor que se tiene hacia los hermanos. De esta manera se puede decir que el vínculo entre los
creyentes no son meros sentimientos o cosas ―espirituales‖; el vínculo entre los creyentes es el amor
que se refleja en hechos. En el v. 4 Pablo ha entrado ya en un primer aspecto de la vida comunitaria
de una congregación: el amor objetivo.
1:5–7
1. Oírlo.
2. Fructificar en él.
El evangelio no puede ser resumido en una frase y Pablo no pretende hacerlo, apenas da ciertas
cualidades. Ya hemos dicho que es verdad, en su esencia es verdadero, real, no fantasioso. Luego lo
describe diciendo que este evangelio ha llegado a ser parte de los colosenses, que está presente en el
interior de cada creyente. Estamos hablando de un evangelio dinámico, tan dinámico que está
llevando fruto y creciendo. Debemos pensar aquí que nos está hablando del evangelio, más tarde en
el v. 10, donde se usan estas mismas palabras, nos habla de las personas. Primeramente, y antes de
pensar en ellas dando fruto y creciendo, debemos pensar que es el evangelio mismo el que da el
fruto y crece. No olvidemos que primero es Dios el que actúa y él mismo es el que da el
crecimiento.
Pablo nos habla de dos ―ambientes‖ en donde el evangelio ha actuado: en todo el mundo y entre
vosotros (v. 6). El primero no es tanto un sitio geográfico; está hablando de este siglo presente en
donde Satanás es el que gobierna. Es en este mundo donde ha penetrado el evangelio, que fuera de
la iglesia se mueve poderosamente. Otro ámbito de su obra es el grupo de creyentes. El evangelio
no es solamente un mensaje para el no creyente, es el mensaje para el creyente en donde crece y
lleva fruto.
Esta acción de gracias termina mencionando a la tercera persona de la Trinidad. Los colosenses
se aman en el Espíritu (v. 8), el único que puede producir un verdadero amor entre los creyentes
(Gál. 5:22). Nuevamente no es un amor basado en simpatía y conocimiento, sino un amor que nace
del Espíritu Santo.
1:10
1. Agradándole en todo.
3. Petición, 1:9-11
Lo primero que llama la atención es la repetición del verbo orar (vv. 3, 9). Pablo oraba, esta es
la lección mayor del pasaje. Al recorrer las líneas del pasaje se ve cómo deben ser nuestras
oraciones por nuestras iglesias de hoy. Algunos piensan que aquí hay solamente repeticiones de
formalismo, pero sin duda estamos frente a un modelo de oración.
En la oración de Pablo hay dos propósitos: ser llenos de la voluntad de Dios y andar como Dios
se merece. La primera parte está saturada de términos que parecen abstractos, pero no lo son. Seáis
llenos implica un control sobre el individuo (Ef. 5:18). Este control debe ser del conocimiento
(epígnosis 1922, ―sobreconocimiento‖), que es una palabra clave de esta carta, y que se usa en 1:9,
10; 2:2 y 3:10. Este es un conocimiento más profundo y completo en contraste con el simple
conocimiento que algunos se habían puesto como meta y propósito de su vida. Este
―sobreconocimiento‖, que no era un mero discernir conceptual, sino un conocimiento personal de
Dios, brota del trato experimental con una persona más que con un concepto (Grossi). Estamos
hablando de conocer la voluntad de Dios. Esto es más que hablar y pedir a Dios, es que estemos
atentos al mensaje que él tiene para nosotros. Este tema lo desarrolla Pablo en otros pasajes como
Romanos 12:1, 2; Efesios 5:17; 6:6; Gálatas 4:12 y 1 Tesalonicenses 4:3; 5:18.
Además, el conocimiento debe estar saturado de sabiduría (sofía 4678). Esta es otra palabra clave
de Colosenses: 1:9, 29; 2:3; 3:16 y 4:5). Esta sabiduría se revela en Jesucristo y también la plena
comprensión o inteligencia. La voluntad de Dios no es algo místico e inexplicable sino algo que
puede ser razonado. Todo esto es espiritual, es decir controlado y guiado por el Espíritu Santo. No
se trata de una sabiduría y comprensión humanas, es algo que se origina en el Espíritu Santo (1 Cor.
2:6–16).
El segundo propósito es que andéis como es digno del Señor (v. 10). El tema del andar es
prominente en el NT, enseñando que la vida del cristiano no es solamente agradable a Dios en ―las
cosas de la iglesia‖, sino en todo. Nuestra vida en forma completa debe serle agradable; el creyente
que anda en la voluntad de Dios lo muestra en su comportamiento en el diario vivir, principalmente
fuera de la comunidad cristiana congregada para adorar. Esto es precisamente lo que nos dice a
continuación: de manera que produzcáis fruto. Esto no es solamente ganar personas para Cristo,
sino sobre todo y antes que nada es hacer toda buena obra. El creyente que está caminando
dignamente hace buenas obras y deja ver a las personas que el Espíritu Santo y Jesucristo están
obrando en él (Juan 15:1–17; Gál. 5:22), y también está creciendo en el conocimiento de Dios, es
decir en una relación personal con él.
Finalmente no nos exige sólo a nosotros, sino que Dios ha hecho ya mucho y nos da las
herramientas para salir adelante: fortalecido con todo poder (v. 11), es decir dejando que el poder
del Espíritu Santo fluya en nuestra vida (Ef. 1:19–23). Este poder que tenemos opera según su
gloria, es decir según la suma de todas las perfecciones divinas (Ef. 3:14–21). Dios nos ha dado
toda la capacidad; dependerá de nosotros que produzca perseverancia (upomoné 5281), la capacidad
de salir triunfante en los conflictos y paciencia (makrothumía 3115), el espíritu que espera lo mejor
aunque esté en conflicto. Y por último vivir con gozo (cará 5479); no nos demanda entonces un
sufrimiento estoico.
II. SALVACION EN CRISTO, 1:12-2:10
Luego de la larga introducción que ha incluido los saludos pertinentes, las acciones de gracias y
finalmente las peticiones, el autor comienza a desarrollar el tema de la carta. ¡Qué mejor manera de
iniciar la discusión que afirmar la salvación que tenemos en Cristo! De ella nos va a hablar en forma
detallada, empezando con una descripción del acto salvífico en sí mismo, en donde encontramos
enclavado uno de los himnos cristológicos más importantes del NT. Luego trata sobre su
compromiso con la salvación y los salvados para terminar esta sección en 2:6–10 con ciertas
implicaciones prácticas de todo el acto salvífico.
Se debe haber notado que nos hemos apartado de la puntuación de RVA y hemos preferido
seguir la puntuación del Nuevo Testamento griego de SBU. Hemos incluido la frase con gozo en el
v. 11, porque allí se completa la simetría en las cuatro frases preposicionales en el griego, que están
modificando a la forma verbal que seáis fortalecidos, a saber: con todo poder, conforme a su
gloriosa potencia, para toda perseverancia y paciencia y con gozo.
Una nueva forma con un participio inicia este párrafo. Es la misma palabra con que comienza el
v. 3, damos gracias. La mejor forma de explicarnos un acto de salvación por gracia y solamente por
gracia es empezando con una palabra de gratitud hacia el Padre. Esta gratitud es básica y
fundamentalmente porque nos hizo aptos. La palabra usada aquí (ikanóo 2427) sólo aparece además
en 2 Corintios 3:6, en donde se traduce nos capacitó, lo que aclara el sentido de este pasaje. La
gratitud al Padre es debido a la capacitación que nos ha dado para recibir la herencia. Doble gracia:
capacitación para recibir y la herencia misma (note que hemos preferido nos en lugar de os la
variante textual que nos ofrece la nota de RVA). La terminología usada aquí tiene un corte
veterotestamentario, para referirse a lo que recibimos. Sin duda, esta herencia colectiva hace
referencia al ámbito del más allá de la salvación, por la connotación que tiene la palabra luz en el
contexto (ver Ef. 1:18).
Semillero homilético
1:3–14
Su estructura también ha sido muy debatida. El comentarista Lohmeyr propone una estructura
que me parece muy reconciliadora: dos estrofas de siete esticos cada una y una declaración de tres
esticos a manera de introducción.
Notamos entonces que el himno tiene una declaración para luego cantar a Jesu-cristo como
mediador de la creación, luego otra declaración y un nuevo cántico a Jesu-cristo como mediador de
la redención. Este es un himno cristológico-cósmico, es decir que estamos frente a un Cristo que es
el redentor pero también a un Cristo que está actuando en el mundo aquí y ahora. Hay un equilibrio
perfecto entre los dos conceptos. Pablo, al usarlo aquí, pretende afirmar el valor cosmológico de
Cristo frente al sistema que habían levantado los colosenses, poniendo al Salvador a un lado o
compartiendo su puesto con alguien o algo más. Este himno constituye el centro de toda la carta y
es un reflejo de toda su teología.
Me parece importante seguir en este punto a D. Senior quien ve en el himno cuatro aspectos de
la cristología cósmica: El himno da al Cristo resucitado un papel central en toda la creación. La
conexión que se establece entre el señorío de Cristo sobre el cosmos y su señorío sobre la iglesia es
preponderante. El énfasis está en la reconciliación universal mediante la muerte y la resurrección de
Jesús. El señorío cósmico de Cristo conduce no sólo simple o primariamente a una naturaleza
renovada, sino también a una humanidad renovada. Podemos afirmar que estos cuatro aspectos
abren la puerta para una teología bíblica misionológica de Pablo, que constituye una de las
inquietudes de nuestro continente que se despierta a la tarea misionera mundial.
Esto nos conduce a la segunda frase. La obra del Padre no solamente ha sido la de sacarnos, sino
también la de meternos. En el original es fuerte el énfasis con las dos preposiciones opuestas: Nos
saca desde adentro (ek) para trasladarnos hacia adentro (eis). La vida del cristiano no es solamente
abandonar algo, sino también comprometerse en algo. Regresemos al texto. El traslado que ha
sucedido en el creyente es de una tiranía hacia el reino. La figura que se tiene en mente con la
palabra ―trasladar‖ es la costumbre que se tenía en los reinos orientales de llevar cautivos a un
grupo de personas para que se encontraran más controladas en otro reino.
El reino es posiblemente el tema central del NT. El reino de Dios, descrito ahora como reino de
su Hijo amado (v. 13), se refiere aquí al reino de Cristo y no al reino de Dios por el énfasis
cristológico de la epístola. No es un reino de ángeles o de sencillas criaturas, es el reino del Hijo. La
traducción literal de esta última parte sería ―el Hijo de su amor‖, es decir en quien ha depositado su
amor tan especial.
Aquí debemos hacer un alto para mencionar algo más sobre el reino. Permí-tanos mencionar un
concepto desarrollado por René Padilla quien dice que reino es ―el poder de Dios en acción entre
los hombres por medio de una persona y su ministerio‖. Este fue el mensaje anunciado en el AT,
fue el contenido del evangelio que llegó en Jesucristo, que se manifestó visiblemente en sus
milagros y en sus reprensiones a los demonios como símbolo de que su poder ahora ya está
actuando en el mundo. El reino de Dios ha irrumpido en la historia y demanda de nosotros tener un
real compromiso que nos traerá conflicto con los valores del mundo. Finalmente nos recalca que
este traslado ya sucedió, no debemos esperar solamente un fin escatológico para disfrutar y vivir en
el reino. Sí, estamos esperando su cumplimiento pleno, pero ahora ya estamos viviendo en el reino.
Como alguien ha dicho, tenemos que vivir el ―todavía no‖ del reino en el ―ya‖ del reino.
La tercera frase de esta primera declaración nos habla en forma concreta de la obra de Cristo. El
cómo es que podemos disfrutar del traslado descrito en el v. 13; lo tenemos, es una declaración de
certeza, sólo por la obra del Hijo. La figura de cautividad continúa; ya no es un asunto de historia,
ahora el énfasis con la redención es el ser filántropo o movido a misericordia. Se ha pagado un
rescate para lograr la libertad. El esclavo o cautivo no puede negociar su libertad, de allí que él
necesita una intervención externa para solucionar el problema. Esta frase no da ninguna ocasión
para discutir sobre la persona a quien se paga el rescate. Entrar en ese punto sería intrascendente,
debido a que inmediatamente se dice en qué consiste esta redención por medio del uso de una frase
apositiva. La redención, entonces, es el perdón de los pecados, eso es lo céntrico; no queremos
decir que son sinónimos, sino que en las dos tenemos la obra de Cristo en beneficio nuestro.
La declaración ha terminado, es el momento de pasar a ver la primera estrofa del himno que nos
habla de una exaltación al mediador de la creación. Las dos primeras líneas (v. 15) nos dicen quién
es este mediador: El es la imagen y él es el primogénito. Analicemos estas frases.
La primera es un rompimiento del sistema lógico: él es imagen de algo que no se puede ver; lo
lógico es que él fuera la imagen de algo que se puede ver. Muchos consideran a Dios como un ser
distante, pero Pablo nos dice que se ha acercado a la creación en su imagen: Jesucristo. Esto quiere
decir que Jesucristo es la verdadera y máxima revelación del Padre (Juan 1:18); el rostro invisible
de Dios se hizo ver a los ojos de los hombres en el rostro de Jesús. El mismo Jesús dijo a Felipe: El
que me ha visto, ha visto al Padre (Juan 14:9). Pero el concepto de imagen (eikón 1504) entre los
judíos estaba relacionado también con el concepto de sabiduría como una dimensión mediadora que
tomaba rasgos personales. Ella se personificaba y era la imagen de Dios. Remitimos al lector a los
libros de sabiduría del AT. La expresión imagen es frecuentemente usada para explicar lo que es el
lógos (Juan 1:1) en las obras de Filón.
Hay que notar también el uso del tiempo presente él es, no fue, ni será sino es, hablándonos de
un Cristo preexistente, un Cristo eterno que ahora ha llegado a la creación.
La siguiente línea nos presenta un problema. Algunos ven aquí a Jesucristo como el primer ser
creado, pero no es así. Gramaticalmente no se trata de un genitivo de origen (Col. 1:18) o de
posesión, sino de un genitivo de referencia, que se podría traducir así: ―Primogénito con referencia
a toda la creación.‖ Pero también para entender esta frase debemos verla a la luz del AT. El
primogénito no era necesariamente el primer nacido, sino más bien era un título con ciertos
privilegios que se daba a un hijo. El era el representante del padre de familia, el que recibía todo y
el responsable de administrar los bienes del padre. Esto se ve muy claramente ilustrado en la
historia de Jacob y Esaú, y cómo el segundo perdió su primogenitura o sus privilegios. La palabra
primogénito (protótokos 4416) a más de hablarnos de prioridad o de ser el primero, también hace
referencia a su soberanía sobre toda la creación. Entonces Jesucristo no es el primer creado, sino el
que está sobre toda la creación.
Las líneas siguientes nos dan las dos razones por las que él tiene esta primogenitura de la
creación (v. 16a-e). En él (en auto) fueron creadas todas las cosas: significa que todas las leyes y
propósitos que guiaron la creación residen en él (Lightfoot). La palabra eterna, aquel que es la
imagen, el Cristo, es el punto de reunión de toda la creación. No hay un solo elemento que escape
de su soberanía. Si hablamos de cosas que están en nuestro contorno, él es el creador; si hablamos
de cosas que están fuera de nuestra realidad presente, él es el creador, de lo que vemos y de lo que
no vemos. Luego pone en la lista de lo que ha sido creado ―en Cristo‖ a una jerarquía angélica (ver
el uso que se da a estas palabras en pasajes paralelos como Ef. 1:21 y 6:12); también es la
interpretación aceptada por la mayoría de los eruditos y además es la terminología seguida en la
angelología judía.
No debemos buscar aquí ninguna explicación fantástica sobre lo que es cada uno de estos
ángeles. Sólo se reconoce que estos seres espirituales, en quienes parece que los colosenses
confiaban, no son potencias metafísicas independientes en el sentido del dualismo. Están
destinadas, a priori, a ser sometidas a Cristo.
1:15–23
La siguiente línea de la declaración sigue afirmando más acerca de Jesús. Hay un uso enfático
del pronombre con el verbo, acentuando la personalidad y declarando su preexistencia. Finalmente
dice que en él todas las cosas subsisten (v. 17), es decir que él es el que pone armonía y unidad a la
creación, eso que hace a la creación algo organizado. Ya no se puede decir más. Aquí tenemos una
declaración completa de lo que es Jesucristo, lo que origina la segunda estrofa del himno, indicando
las implicaciones para el objeto de la redención.
El es el Señor de la iglesia, y esto lo dice con la frase él es la cabeza del cuerpo (v. 18).
Nuevamente él es enfático. De una manera muy especial él tiene autoridad sobre la iglesia.
La palabra principio (arcé 746) tiene algunas implicaciones. Primero se debe notar el uso del
enfático él es. Este título principio es otra manera de describir la encarnación de Cristo, siempre en
la relación que tiene con la iglesia. Hay otros pasajes donde se describe a Jesús con este término:
Hechos 3:14; 5:31; 1 Corintios 15:20, 23. Este título es un absoluto que no admite nada antes de él.
Nuevamente se usa el término primogénito (lit. primogénito salido desde los muertos). Esta
frase se usa también en Apocalipsis 1:5, en donde se menciona a Jesucristo como el soberano de
toda la tierra. La primogenitura de entre los muertos, su resurrección, está vinculada íntimamente
con ser la cabeza (Ef. 1:19–23). Su resurrección no tiene paralelo, no porque no ha habido otras
resurrecciones, sino que él es el único que resucitó para no volver a morir; de allí que es
primogénito.
La línea siguiente en el poema, v. 19, nos conduce a una nueva cumbre en el cántico, una nueva
conclusión. Todo lo que se ha dicho aquí es cierto, y se resume en una nueva frase rica en palabras
profundas. Se debe decir que la palabra Padre no se halla en el original, pero es necesario ponerla
para dar sentido a lo que se quiere expresar. Jesús es el máximo agrado o complacencia del Padre
(Mar. 1:11). Agradó sólo se usa como el buen propósito de Dios, y el propósito del Padre fue que en
Jesús habitara la plenitud. El verbo ―habitar‖ (katoikéo 2730) significa morar para siempre, es decir
que aquí se niega de raíz que Dios estuvo solamente un tiempo en Jesús. En él estaba, está y estará
habitando la plenitud de Dios. Esta última palabra (pleróma 4138), también es un término teológico
técnico que implica la totalidad de la divinidad, como también en 2:9. Se ha discutido mucho este
término, pero podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Pablo lo utilizaba como la plenitud de
la naturaleza divina que reside en Cristo de tal modo que nada de la deidad le falta. Siguiendo al
comentarista M. Barth, se puede decir que el término hace referencia al concepto bíblico de la
presencia de Dios manifiesta en el mundo.
La grandiosidad de Jesús no es que se contentó quedando como la plenitud, sino que siendo tal
decidió Dios reconciliar todas cosas (2 Cor. 5:19). Lo que hizo Dios en Jesucristo es cambiar la
hostilidad y enemistad por el amor, amistad y obediencia. Lo que estamos afirmando es que no fue
Dios el que se reconcilió, siempre es el hombre quien debe ser reconciliado con Dios. Dios sólo es
el que toma la iniciativa. El único camino para esto era la sangre de la cruz, no había otra alternativa
para hacer la paz. Jesucristo tenía que pagar el precio de la redención para hacernos libres; nuestra
esclavitud al pecado es tal que solamente un precio de esta magnitud puede ser el camino de la paz.
Con estos versículos vienen muchos conceptos que están involucrados: redención, reconciliación,
propiciación, justificación. Todo es obra de Dios, y de Cristo la plenitud de la deidad.
Semillero homilético
1:15–22
Conclusión:
Podríamos resumir este himno con esta frase de Erasmo: ―La creación del mundo fue un trabajo
de poder pero la redención del mundo fue un trabajo de misericordia.‖
Como corolario al himno existe una aplicación muy personal para la iglesia de los colosenses en
los vv. 21–23. A veces pensamos que la obra de reconciliación es tan amplia que nos olvidamos que
es también muy particular, se aplica a cada individuo. Esta reconciliación implica no sólo una buena
noticia sino que también tiene un propósito moral; el evangelio, el mensaje de reconciliación es un
llamamiento a una vida diferente. Hay un fuerte énfasis en el uso de las frases en otro tiempo con
ahora; apartados y enemigos con ahora os ha reconciliado; malas obras con santos, sin mancha e
irreprensibles.
1:21
Así es la paz que viene al pecador cuando por fe descansa en que Cristo
pagó la deuda de los pecados mediante su sangre que derramó en la cruz.
Bendito sea el Salvador. Si usted recibe a Jesús como el que pagó por
usted, también quedará tranquilo, ahora y cuando sea juzgado, porque la
Escritura dice: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo.
La razón de que esto sucederá es que sencillamente van a permanecer, no es una condición.
RVA es correcta en poner como primera opción de traducción la frase por cuanto, en lugar de a
condición (v. 23). No quiere decir que el creyente no deba vigilar su fundamentación, pues es su
deber hacerlo si ha experimentado la reconciliación. Pero no todo queda en las bendiciones que
tenemos, sino que el pensamiento se orienta a la esperanza del evangelio, esperanza que a los
colosenses les dice que debe ser perseverada, y que ya la había hallado en él.
Finalmente, para cerrar el círculo —que se comenzó con la proclamación del reino de su Hijo,
se siguió trazando hablándonos de la obra de Cristo en la creación y en la iglesia y se aplicó
inmediatamente de una manera personal por medio de la reconciliación en Cristo— termina
diciendo que hay una esperanza en este evangelio. Pero como si Pablo no se pudiera detener en un
evangelio que permanece encerrado en uno, lanza el desafío misionero, un evangelio abierto para
todos.
Todo este pasaje nos ha hablado del señorío cósmico de Jesús, como cabeza y mediador de la
creación. En la actualidad esto no es otra cosa que la libertad personal del creyente y el progresivo
influjo del reino de Dios en nuestras sociedades.
Esta división comienza con una especie de título: Pablo llegó a ser ministro del evangelio. RVA
ha tenido que aumentar la palabra evangelio para explicar con precisión a qué se refiere y tratar el v.
23b como una unidad aparte. El Apóstol desea hacer sobresalir el compromiso que él tiene con la
tarea de predicar el evangelio. La descripción que se da a sí mismo es de ministro (diákonos 1249),
que sería mejor traducir como servidor. Nuevamente Pablo se cuida de quedar como servidor de
algo que podríamos decir es etéreo, nada demostrable. Por eso usa inmediatamente en el v. 25 la
misma expresión de servidor (ministro), pero ahora de la iglesia pues esto sí se puede ver y de esto
precisamente nos va a hablar. El tuvo un compromiso con el mensaje de salvación para la iglesia y
para el mundo.
Pablo no se podía atrever a pedir a los colosenses algo que él no podía hacer. Ya en el v. 11 les
había dicho que tuvieran perseverancia y paciencia en medio de los conflictos; ahora él puede decir
que vive así. No era un gozarse en los padecimientos, sino en que estos padecimientos eran por los
colosenses, de ninguna manera era un sufrimiento para la salvación. Pablo jamás podía decir que la
expiación de Cristo fue incompleta, que sus sufrimientos no fueron suficientes para traer la
salvación; afirmar esto sería ir en contra de las enseñanzas de todo el NT. Para entender este pasaje
es necesario ir haciendo algunas aclaraciones aparte de la ya indicada.
1:24
con sus picos sacaban las espinas y enjugaban la sangre con sus alas.
Autor desconocido
Es importante pensar en las palabras que se usan. No está hablando de la pasión de Cristo: RVA
bien traduce tribulaciones. No está haciendo mención a su muerte expiatoria y vicaria en la cruz.
Esto sencillamente se refiere a que Cristo durante su ministerio no experimentó toda clase de
sufrimiento, y esto es lógico. Pablo, teniendo un ministerio más extenso en tiempo que el de nuestro
Señor Jesucristo, pasó por una mayor cantidad y diversidad de sufrimientos. Es en este sentido, y
sólo en este, que Pablo completó las tribulaciones de Cristo (v. 24). Esta idea no es ajena a Pablo,
la podemos ver en Romanos 8:17. Aun más: Nosotros estamos llamados a seguir completando estas
tribulaciones (2 Cor. 1:6, 7). En ninguna parte de la Biblia hay base para afirmar que ya no vamos a
sufrir, todo lo contrario, Pablo decía en Hech. 14:22: Es preciso que a través de muchas
tribulaciones entremos en el reino de Dios. Tampoco quiere decir que debemos buscar las
tribulaciones, ellas vendrán solas si somos fieles a las demandas que nos hace el evangelio y a las
demandas que nos impone el vivir bajo el reino de Dios.
Hay otro concepto que debe ser tratado aquí, así tendremos más claro este pasaje: es lo que el
comentarista Lohse llama ―el servicio vicario‖. Es decir, que cuando nos comprometemos con la
salvación como lo hizo Pablo, vendrá un deseo de que nuestro trabajo y tribulaciones sean para que
otros no pasen por lo mismo y poder consolar así a los creyentes (2 Cor. 1:5–7). Hay un paralelismo
entre mi propia carne, el cuerpo de Pablo, y el cuerpo de Cristo. Una vez más Pablo se apropia en
su causa, en el aquí y ahora de lo que está pasando con la iglesia. No es solamente una
preocupación ―espiritual‖ sino que llegó hasta las últimas consecuencias.
Semillero homilético
1:24–29
Conclusión:
1:28
El pasaje termina diciendo que ―el compromiso por la salvación‖ no es fácil. Pablo había
trabajado hasta el cansancio. La palabra usada aquí (esforzándome, agnízomai 75) significa hasta
quedar agotado. La proclamación de Cristo exige todo lo que tenemos, toda nuestra fuerza. De esta
palabra se deriva nuestro vocablo ―agonía‖. Pero no estamos solos en esta tarea, nuestro esfuerzo es
posible solamente por el poder que se tiene en Jesucristo. Dios nos ha puesto una meta muy grande:
nos exige a todos el trabajo hasta la agonía, pero nos da todo su poder para cumplir la meta.
Este pasaje es una fuerte lección que nos da Pablo para que como obreros de Dios nuestro
compromiso no solamente sea con el mensaje, sino también con los receptores del mensaje. Es un
desafío a comprometerse con personas. Este compromiso Pablo lo ve de tres maneras. Primera, él
tiene un gran conflicto por los colosenses y por los de Laodicea, gente a la que él no conoce pero
por quienes siente una gran agonía (nuevamente se usa aquí la misma palabra de 1:29, en referencia
al compromiso con la tarea de compartir). El conflicto o agonía, la preocupación de Pablo, es en dos
direcciones: La obra y las personas, no se puede separar las dos cosas. No podemos aceptar la
indiferencia como una manera de vida (Songer). Ser creyente significa preocuparse por lo que está
sucediendo con nuestro prójimo, creyentes y no creyentes; el mundo está esperando nuestra
preocupación por él.
14
Además de que las personas que son objeto de su preocupación le son desconocidas, el deseo
de Pablo por ellos es que sean reanimados, es decir que tengan ánimo al saber que en un mundo de
soledad no se hallan solos: Pablo está con ellos. Además de esta reanimación ellos recibirán estas
cuatro cosas: unidad, que lit. quiere decir entretejidos o bien compactados. También están unidos en
amor, el vínculo perfecto. Tienen un bien común: Toda la riqueza, que está descrita como la plena
certidumbre de entendimiento, frases similares a las que usa en 1 Tesalonicenses 1:5, es decir la
certeza que el evangelio, el mensaje que llegó hasta ellos, es ciertísimo. Finalmente tienen un
propó-sito único: conocer más de Jesucristo. La tarea que está por delante es conocer más el
misterio que había mencionado en 1:26, 27 y también en 1 Timoteo 3:16. No es solamente
conocimiento superficial sino profundo (en el original se usa la preposición epi para dar énfasis).
Al final del v. 2 existe un problema textual con once variantes según el texto de SBU, siendo el
más acertado el que aparece en RVA, pero sin la palabra ―mismo‖ que es una interpretación de los
revisores. El texto es sencillo: el misterio de Dios, Cristo. No hay mayor duda sobre esto. Si en 1:27
14
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 264). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
se indica que las riquezas son algo que se orienta hacia la eternidad, la esperanza de gloria, ahora se
dice que estos tesoros son grandes verdades divinas (conocimiento) pero sobre todo sabiduría, o sea
la posibilidad de poder aplicar estos conocimientos a la vida diaria.
Regresemos a los tesoros: Si se decía que el mensaje es para todos (1:28), ese ―todos‖ ahora se
refiere al alcance de lo que es y tiene Jesucristo. A él no le hace falta nada. Estos tesoros están
ocultos en Cristo, es decir que solamente se puede llegar a ellos en una relación personal e íntima
con el Señor. Es algo así como que los tesoros están escondidos para uso de los creyentes. La otra
manera como Pablo ve este compromiso es advirtiéndoles que hay gente que querrá engañarles,
pero si están cimentados en Cristo podrán salir adelante (2:4).
La carta va llegando ya al tema de ―la herejía colosense‖. Pablo era consciente de que había
muchos lobos que estaban disfrazados de ovejas, personas que procuraban desviar a los creyentes
por medio de falsos argumentos. En ninguna parte del NT tenemos base para que no argumentemos,
debemos estar listos a dar ―razones de nuestra fe‖. Sí, tenemos varios llamados a no usar palabras
huecas, quedarnos en discusiones de palabras y usar razonamientos falsos (lit. que están a un lado
de la lógica). Debemos estar atentos para no caer en razonamientos fuera de lógica que son usados
con tanta frecuencia por los grupos sectarios. La última manera como el Apóstol se siente
comprometido es por la unión total que existe con ellos, vista de dos maneras. Está ausente
físicamente, esto es una certeza, pero con la misma fuerza contrastante él se encuentra en espíritu,
es decir mentalmente, sintiendo lo mismo que ellos están sintiendo. Esta presencia en espíritu es su
gozo al ―ver‖ que los colosenses, pese a los problemas que enfrentan, tienen características que son
dignas de imitar. Por ejemplo, el buen orden que ellos tienen, posiblemente en el desarrollo de su
vida; también el conocimiento, el cumplimiento de sus responsabilidades dentro de la comunidad y
el fundamento de la fe, una fe que estaba bien cimentada hacia Cristo. No era una fe en las estrellas
o las filosofías, era una fe en el Cristo del himno del cap. 1, fe hacia el Cristo como el misterio
ahora revelado, fe hacia el Cristo que posee todos los tesoros. Una fe en este evangelio no puede ser
consumida pese a los ataques de los grupos que quieren desplazar a Jesús a un segundo plano o que
quieren compartir su señorío con otros dioses o cosas.
2:3
Ahora bien, cuando las divinas Escrituras dicen que en Cristo están
escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, podemos
imaginar cuánto más abarca esta sabiduría, siendo él el resplandor de la
gloria de Dios. Esto incluye lo antes dicho e infinitamente más, el pleno
conocimiento de Dios (Mat. 11:27), todo lo que reserva el pasado, el presente
y el futuro hasta la eternidad, todo lo existente en el universo, en los cielos de
los cielos y en las honduras del Hades; todo lo que esconde las profundidades
de la conciencia humana, todos los arcanos de la vida y los secretos que
escapan al genio humano para que el pecador obtenga la reconciliación con
Dios, mantenga comunicación con él y disfrute plenamente de la beatitud en
el tiempo y en la eternidad en armonía con el Creador. Sí, Cristo es la Divina
Sabiduría.
La epístola hasta aquí ha sido un trabajo de teología puro, salpicada con una serie de mensajes
de consolación y ánimo, pero no nos ha dicho qué es lo que tenemos que hacer cada día. La
pregunta que nos planteamos es: ¿Qué tiene que ver que Jesús sea el Cristo y que él tenga señorío
sobre todo, además que Pablo se haya comprometido con el mensaje de salvación y con los
salvados? La respuesta la tenemos en esta sección, que es introducida por la frase por tanto; es la
consecuencia de todo lo que se ha dicho hasta aquí. El párrafo está divido por el uso de dos
imperativos: en el v. 6 andad y en el v. 8 mirad.
Tratemos el primer imperativo. El andar o caminar es una forma muy común para señalarnos
cómo es nuestro comportamiento y ya se usó en 1:10. Allí se decía que nuestro comportamiento
debe ser de acuerdo a lo que es el Señor y con el propósito de agradarle; ahora el énfasis es andad
en él. No es simplemente andar ―con él‖ sino rodeado de él. Esto trae algunas implicaciones: La
vida cristiana no puede ser estática, en la vida cristiana uno tiene que actuar. En Romanos 6:4 se
dice que tenemos que andar en novedad de vida; esta novedad de vida, el andar en Cristo, es
comportarse de acuerdo con el poder del Espíritu Santo que actúa en nosotros (Gál. 5:16); nuestro
andar es hacer buenas obras (Rom. 2:10), y ser guiados por la luz (Ef. 5:8); andar en Cristo es
imitarlo en todo (1 Jn. 2:6).
2:4
"Bueno, dijeron todos, qué privilegio tan grande, cómo los honraríamos."
Pero otro atinó a preguntar: "¿Y si se apareciera Jesús el rabí de Galilea?"
Enmudecieron al instante y luego prorrumpieron: "¡Tendríamos que caer
prosternados de hinojos, y de rodillas adorarle!" Es que él es el divino
Maestro.
En este pasaje el mandato de andar en Cristo tiene tres directrices para poder cumplirlo
cabalmente. Aparte del modelo que tenemos en Cristo, debemos recordar el modelo que tenemos
para nosotros de nosotros mismos. El ejemplo es cómo recibimos a Cristo. Esto nos traslada a un
momento histórico en nuestra vida, aquel momento en que nacimos de nuevo. Lo principal que
sucedió (por parte del hombre y por la gracia de Dios) fue el arrepentimiento, y que por fe fuimos
abrazados a una relación eterna con Jesucristo, una relación que significó pasar de muerte a vida y a
una dependencia total o sujeción al señorío de Cristo. El momento en que nos ―convertimos a Dios
desde los ídolos‖, este mismo momento debe convertirse en un motor para que nuestro cambio de
vida siga siendo de la misma magnitud de lo que fue cuando recibimos a Cristo. El término recibido
(paralambáno 3880) es un tanto diferente al usado en Juan 1:12 (lambáno 2983), implica tomar más
firmemente (por ejemplo en Juan 19:16b).
Es necesario que nos detengamos en los tres nombres que hacen diferentes énfasis en cuanto al
Hijo de Dios. El es el Cristo, el Mesías anunciado en el AT, no es alguien que vino en forma
intempestiva sino que vino anunciado por mucho tiempo. También es Jesús el Salvador; y
finalmente, pero no por esto menos importante, es el Señor. Hemos recibido a Cristo Jesús el Señor
en un solo acto. Desterremos la idea de que le hemos invitado para que sea el Salvador y que luego
lo invitaremos para que sea el Señor. El es el Señor y Salvador.
La segunda directriz está dada en el griego en forma de tres participios: arraigados (rizóo 4492),
es decir que tenemos que echar raíces en lo más profundo, en Cristo con todas las implicaciones que
hay en esta figura. Sobreedificados (epoikodoméo 2026), no podemos contentarnos con ser lo que
somos, es nuestra responsabilidad edificar sobre el fundamento de Cristo (1 Cor. 3:10–14). Esto
último es lo fundamental: Ser arraigado y sobreedificado tiene que ser en Cristo. Si nuestra vida de
creyente comenzó en Cristo, el continuar nuestro andar cristiano tiene que seguir siendo en Cristo.
Cristo debe ser el centro de nuestra vida. El tercer participio es confirmados (bebaióo 950). Este
término significa hacer una cosa sólida, que no se puede mover y firmemente asegurada; la fe, como
sugiere Lightfoot, es el cemento de la construcción. La vida del creyente no es solamente un asunto
de fe para el momento de recibir a Jesús, sino que debe ser algo de todos los días, nuestros actos
deben ser de fe en fe o traduciendo lit. Romanos 1:17: ―Saliendo de fe y entrando a la fe‖; de allí
que uno puede ser inmaduro en la fe (Rom. 14:1), pero también puede crecer en la fe (2 Cor. 10:15),
ser firme en la fe (1 Cor. 15:58) y también que todos nuestros actos broten de la fe (Rom. 14:23).
Estas enseñanzas no son solamente dadas por Pablo, sino que posiblemente ya Epafras lo había
hecho. Pablo estaba confirmando las enseñanzas pastorales.
Algo que es interesante notar son los tiempos de los participios griegos, pues esto nos dará a
entender en una manera más clara el mensaje de Pablo. Arraigados es un perfecto, es decir una
acción que ya sucedió en el pasado pero que tiene sus resultados e implicaciones en el presente;
sobreedificados y confirmados son un par de participios presentes, o sea acciones que se realizan en
forma continua y progresiva; finalmente abundando en acciones de gracias es también un tiempo
presente, señalando con esto que debe ser una actitud permanente.
Llegamos al segundo imperativo de este párrafo (v. 8). Debemos ―mirar‖ con atención lo que
está sucediendo alrededor nuestro. La construcción que se usa aquí implica que no se trata de un
posible problema, sino que es algo real y peligroso. El uso del indefinido por Pablo no implica una
generalización, al contrario. Según la opinión de varios eruditos se dice que Pablo usaba el
indefinido (tis) para indicar que él conocía bien a la persona pero no deseaba usar su nombre.
La advertencia es tal que usa una palabra muy gráfica, sulagogéo 4812, lit. significa ―que lo
lleven como una presa para devorarlo‖, o también como un prisionero o botín de guerra para hacerle
que trabaje en las cosas más viles sin ninguna posibilidad de reclamo.
Los instrumentos para llevar al creyente como presa, son las filosofías y las vanas sutilezas. Sin
duda que aquí no se trata de lo que hoy entendemos por filosofía: el estudio de los principios que
rigen la vida o la desvelación cognoscitiva del mundo en el sentido de la tradición griego clásica. En
los tiempos de Pablo era un término que se usaba muchas veces para ocultar un sincretismo
religioso-mágico-supersticioso, en donde el factor iluminativo de esta ―religión‖ era prominente. De
allí que se define a esta filosofía como vanas sutilezas, es decir que aparentemente era algo muy
profundo y atractivo, pero en el fondo no era nada, no tenía raíces profundas, luego no se puede
edificar nada sólido sobre ella. Al final produce una gran desesperación por estar fundamentada en
el vacío, todo lo opuesto a lo descrito en el v. 7.
Semillero homilético
2:1–10
1. Declaración de la lucha, v. 1.
Inmediatamente tenemos las tres razones por las que estas filosofías son huecas y dañinas. La
primera es que apenas son tradiciones de hombres, poniendo en contraste fuerte lo expuesto hasta
aquí y lo que tratará en el v. 10: enseñanzas de hombres versus enseñanzas de Dios. Conzelmann
hace notar que el término tradición (parádosis 3862) no solamente se refiere al entendimiento judío
(podríamos decir ahora que es en el mismo sentido del concepto de autoridad eclesiástica basada en
la tradición que reclama la iglesia popular), sino que tiene también conceptos de raíces gnósticas,
que significaba la mediación de cierta sabiduría secreta de los iniciados acompañado también por la
práctica de ciertos cultos. De todas maneras los dos conceptos que son destacados implican que lo
que se pretende que sea la norma de los creyentes solamente tiene su origen en los hombres.
La segunda razón por la que debemos tener cuidado es que tienen un orígen demoníaco. Así lo
explica Padilla cuando afirma que atrás del materialismo caracterizante de nuestra sociedad de
consumo están los poderes de destrucción. El mundo es un sistema en donde el mal se ha
organizado para luchar contra el señorío de Cristo. Este mundo o los principios elementales del
mundo tienen esta característica, no por el poder que dicen tener en sí mismos, sino por la conexión
que Satanás les ha dado. Así Satanás es el dios de esta edad (2 Cor. 4:4; ver Juan 12:31), sus
huestes están gobernando el mundo (1 Cor. 2:6 VP) y están luchando aquí y ahora contra los
creyentes (Ef. 6:12). Hemos descuidado que esta visión demonológica está muy presente en el
mundo, la obra de Jesu-cristo se hace completamente entendible solamente bajo estas
consideraciones. Estos principios elementales del mundo esclavizan al hombre a través de las
estructuras y sistemas que le oprimen. La idolatría demoníaca es combatida en 1 Corintios 10:20, y
según el comentarista Barrett tiene dos causas: primera, quita a Dios la verdadera gloria que le
corresponde; segunda, porque el hombre está adorando ídolos-demonios, es decir que busca una
relación íntima de dependencia con estos poderes espirituales.
La última razón es a manera de corolario: No podemos dejarnos llevar cautivos por estas
filosofías porque no se fundamentan en Cristo. Los valores de Cristo son diferentes y lo son
sencillamente por lo siguiente: El modo como Pablo ve a la herejía colosense resulta de la tentación
constante que tenemos que ceder ante la impresión que nos deja el mundo, por su grandeza, por su
visibilidad y la aparente eternidad para un hombre finito, pero al que Dios le ha dado la posibilidad
de pensar más allá de su finitud.
Así es como se llega al v. 10, recalcando primero que Cristo está sobre todo principado y
autoridad, haciendo alusión por tercera vez a poderes espirituales y demoníacos que han
incursionado en el mundo para pretender desplazar a Cristo. No hay nada en la creación que no
dependa directamente de Jesucristo. Teniendo esta aclaración en mente, el texto afirma que este
Dios tan grande e infinito, que no acepta compartir su señorío con nadie, está en nosotros y es más,
nosotros estamos completos. No nos hace falta nada, todo lo tenemos en Cristo. Se usa aquí una
forma de la palabra pleróma (pleróo 4137) mencionada en 1:19 y 2:9. El sentido del tiempo usado en
esta frase verbal implica que la experiencia en Cristo es ya un hecho. Hemos sido hechos
participantes de la naturaleza divina. Sin una relación con Dios somos incompletos. Dios creó al
hombre para ser así y mientras el hombre no haya nacido de nuevo tendrá una espiritualidad
incompleta, porque está fuera de una relación adecuada con Dios. Es moralmente incompleto
porque su dinámica ética no es la del poder del Espíritu Santo. Es mentalmente incompleto porque
no puede entender las cosas espirituales. Só-lo por el milagro de la regeneración llega a ser
completo, no perfecto, sino completo para poder ejercer las capacidades que Dios le ha dado.
Luego que se ha descrito lo que es la salvación en Cristo, Pablo pasa en la segunda parte del
libro a describir lo que es la vida en Cristo. Nuestra posesión en Cristo, nuestra posición en Cristo y
las implicaciones.
La frase dominante nuevamente es en él; veremos tres grandes posesiones que tenemos en
Cristo.
15
Fuimos circuncidados (v. 11). Pablo usa la figura de la circuncisión ya que esta era bastante
entendible. Originalmente la circuncisión tenía implicaciones profundas; era quitarse las impurezas
corporales y así llegar a una consagración total a Dios. Así lo explica claramente el mismo Pablo en
Romanos 2:25–29. La circuncisión colocaba a la persona dentro del pacto de Dios, de allí que tenía
una connotación espiritual más que física. Este mensaje no es nuevo. Ya Deuteronomio 10:16
demanda la circuncisión del corazón. En Deuteronomio 30:6 tenemos la esperanza que será Dios el
que circuncidará el corazón como medio para restaurar las relaciones con él. El profeta Jeremías
toma nuevamente el mensaje y llama incircunciso a Israel pero al mismo tiempo hace un
llamamiento: Circuncidaos para Jehovah (Jer. 4:4).
Estos pasajes citados son lo suficientemente claros para que podamos afirmar que Pablo está
hablando de una triple posesión que hay en Cristo. La circuncisión de nuestro corazón no fue hecha
de manos; pertenece a una dimensión no física, a la dimensión del Espíritu Santo. Mediante esta
circuncisión el creyente pasa a ser parte del pacto; la circuncisión del corazón no nos despoja de una
parte pequeña del cuerpo, sino que nos despoja del poder del pecado, ya el pecado no se
enseñoreará de nosotros. Ya no estamos en esclavitud del pecado. No quiere decir que ya no
pecamos o que ha sido quitada la naturaleza de pecado; significa que ahora ya tenemos la victoria
de Cristo, que él nos ha liberado.
La circuncisión de los corazones no es impuesta por los hombres o por la ley, es la circuncisión
de Cristo y tiene su origen en él. El mismo Cristo que tiene preeminencia es quien nos ha
circuncidado el corazón. Debemos ser enfáticos, el hombre no es el que circuncida el corazón; es un
don de Dios.
Fuimos resucitados (v. 12). El verbo principal de este versículo es fuisteis resucitados. Pablo
no desea hacer mucho énfasis en la sepultura, esto lo explicará más tarde en 2:20–3:4. Aunque la
centralidad es la resurrección, por lógica es necesario antes morir. La figura aquí es la de enterrar y
desenterrar a un muerto. Pensemos que tanto el v. 11 como este y los siguientes no hablan en forma
15
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 287). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
literal, pues es imposible circuncidar literalmente el corazón; de igual manera el bautismo lit. no nos
ha sepultado.
Aquí hay dos posibilidades de interpretación: Que se tome el bautismo en agua con el
significado del resto del NT, un simbolismo de que hemos muerto y hemos resucitado, también
como simbolismo de una identificación total con Cristo; la otra posibilidad es la de relacionar este
bautismo mencionado aquí con el bautismo del Espíritu Santo descrito en 1 Corintios 12:13, como
el hecho que ha experimentado todo creyente por medio del cual somos introducidos en el cuerpo
de Cristo. Esta última interpretación puede hacer un poco más entendible el pasaje. En el bautismo
del Espíritu Santo fue sepultado y fue resucitado con Cristo. De esta manera evitamos caer en la
interpretación que sostiene que por el bautismo por agua somos sepultados al pecado y resucitados a
una nueva vida, lo que se separa de las enseñanzas neotestamentarias en cuanto a la salvación por la
fe y por gracia.
Por medio del bautismo del Espíritu Santo hemos sido sepultados y sobre todo se nos ha
resucitado; el pasaje sigue afirmando que este ser sepultados y resucitar solamente se logra por
medio de la fe, es decir que nos está hablando del acto salvífico en sí mismo, no del simbolismo del
rito bautismal. Esta salvación, seamos enfáticos, es por medio de la fe, no por causa de la fe, ya que
ella sirve de vínculo para relacionarnos con él. Literalmente nuestro versículo se debe traducir: ―Por
medio de la fe del poder de Dios‖, destacando lo que ya se ha mencionado, que la salvación es por
el poder de Dios. Es por acción de Dios mismo que el hombre tiene fe, es un poder tal que resucitó
a Cristo y como dice Efesios 1:19–23 este poder es para los creyentes. Resumamos esta posición en
Cristo: Fuimos resucitados, también se nos ha dado fe, poder y todo esto al ser bautizados en el
Espíritu Santo y ser parte de la iglesia.
Una última posesión que tenemos en Cristo: Nos ha dado vida juntamente con él (vv. 13–15).
El enfoque ahora es un tanto diferente: al cambiar el término ―resucitar‖ con ―dar vida con‖ se
quiere indicar algo más que el hecho de una resurrección espiritual, sobre todo en la proyección de
disfrutar de una vida abundante que tenemos en Cristo. El verbo ―dar vida‖ ya tiene en el griego la
preposición con (sun), e inmediatamente se usa la misma preposición para traducir con él. Este uso
doble de con sin duda quiere señalarnos que hemos recibido vida por nuestra identificación con él,
pero también que nuestra vida la compartimos con él. Hay dos dones grandes: la vida y Cristo
mismo.
Estos dones aparecen como más grandes al leer la frase que antecede a lo explicado: Estabais
muertos, lit. erais cadáveres, inútiles e ineficaces espiritualmente; nada podíamos hacer, sin
embargo Dios nos dio vida. Se describe esta muerte en dos campos: En las transgresiones o las
violaciones de los mandamientos de Dios (delitos); esto es una abierta rebeldía contra él. Y la otra,
la incircuncisión de vuestra carne o estar alejados del pacto y las promesas de Dios, un estado de
―enajenación de Dios‖ (Dargan). Posiblemente al usar los términos incircuncisión de vuestra carne
nos quiere insinuar el origen gentil de muchos miembros de la iglesia. La misma indicación nos
puede dar el uso reiterativo (3 veces) del pronombre ―vosotros‖ en esta primera parte, para retornar
a la primera persona en forma inmediata.
2:12
La forma como Dios nos dio vida fue por el perdón de las transgresiones. El no nos dejó
muertos, ni nos dio vida quedándonos como éramos, sino que cuando fuimos perdonados entonces
nos dio vida. La palabra perdonándonos (carízomai 5483) está relacionada con el término gracia, es
decir que se destaca la idea de la gratuidad. También esta palabra conlleva el significado de
cancelar una atadura. El creyente antes estaba atado a la muerte por su transgresión pero Dios ha
soltado este lazo y ahora está vivo. Implicamos que el perdón alcanza no sólo las transgresiones
pasadas sino las que lastimosamente vendrán. La redención es un acto que se realiza de una sola vez
y para siempre, siendo la base para un perdón continuo para los hijos de Dios.
Segundo: Dios levantó el acta y la cargó a la cuenta de Cristo (v. 14b). Ahora Pablo nos lleva
hasta la cruz. Era costumbre poner en la cruz un acta en la que se exponían las culpas por las que el
crucificado estaba muriendo. Es así que Dios tomó el acta con nuestras transgresiones que nos
inculpaban —y que debían ir en ―nuestra crucifixión por nuestros propios pecados‖— y la quitó y la
clavó en la cruz de Cristo. La idea es que fue un hecho que se realizó en el pasado pero sus efectos
perduran hasta hoy. El Salvador fue clavado en la cruz y juntamente con él nuestras culpas que nos
condenan. Estas fueron crucificadas pero no conocen resurrección. El se hizo maldición por
nosotros.
Tercero: antes de entrar al texto es necesario hacer una aclaración. En la RVA se ha supuesto
que el sujeto de todos los verbos usados aquí es Dios: dio vida, anuló y ha quitado (v. 13). La
palabra no aparece en el original, es necesario suplirla. Pero al llegar al v. 15 tenemos que hacer un
cambio de sujeto, ya no es ―Dios Padre‖. Pablo pasa inconscientemente de un sujeto a otro, ahora es
Cristo el que hace la acción. Como dice el comentarista Lightfoot, es un cambio enérgico y muy
llamativo.
Semillero homilético
2:11–17
Conclusión:
2. La ley es como el espejo que muestra las feas manchas del pecado, sin
poder quitarlas; pero la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo
pecado (1 Jn. 1:7).
El primer modificante a esta acción de triunfo indica que esta exhibición se pudo realizar en
virtud de que Cristo ya había despojado a los principados y autoridades (lit. significa quitar los
vestidos o quitar el poder que hace daño). Así el evangelio se convierte en la buena noticia del
triunfo de Jesús sobre los poderes de este mundo. Cristo despojó de autoridad a los poderes que los
colosenses pretendían adorar.
Nuevamente tenemos aquí un pasaje conclusivo introducido con las palabras por tanto. Estamos
frente a las implicaciones prácticas que se desprenden de lo enseñado en el párrafo anterior sobre
nuestras posesiones en Cristo. Por lo que ha hecho Cristo y por lo que tenemos en él, Pablo nos
habla de dos privilegios que tienen los creyentes. Notemos que se puede dividir el párrafo en dos
partes, cada una de las cuales comienza con la misma palabra: nadie (vv. 16, 18).
La victoria de Cristo a nuestro favor
2:15
Así muchos cristianos pareciendo ignorar que las fuerzas satánicas fueron
derrotadas vergonzosamente en el Gólgota, continúan luchando en sus
propias fuerzas, y a menudo mordiendo el polvo de la derrota
innecesariamente. Vengan y tomen el triunfo por fe en Cristo y canten
victoria.
El primer privilegio es que nadie nos puede juzgar por cosas meramente externas. Dios ya ha
hecho todo, no nos queda a nosotros ningún acto religioso externo para alcanzar la salvación o la
santificación. Nosotros, como los colosenses, nos enfrentamos a personas que están prestas a
rotularnos negativamente por ciertas cosas que hacemos o que no hacemos. Para ellos son asuntos
importantísimos, pero para Dios apenas merecen atención, salvo que sean en función de amor para
evitar algún tropiezo (Rom. 14; 1 Cor. 8:1–13; 10:23–11:1). Como creyentes debemos hacer oídos
sordos a quienes pretenden ponerse en calidad de jueces.
Pablo pasa a dar una pequeña lista de las cosas más comunes en que algunos creyentes un tanto
ascéticos caen en críticas. La divide en dos grupos, comida y bebida. Posiblemente se refiera a
reglas ceremoniales relacionadas con la limpieza de los alimentos pensando que eso es lo
importante. Igual que ahora, mucha gente pensaba entonces que había alimentos y bebidas más o
menos santos. Podemos incluir aquí asuntos tales como el ayuno usado como instrumento de
santificación o de presión a Dios para lograr algo. El problema es que muchas veces nos
concentramos en pequeñas reglas de asuntos superficiales antes que en lo esencial. Es necesario
tratar aquí dos advertencias: Primera, que esto no nos da licencia para ser despreocupados en cuanto
al tipo de alimentos y bebidas que podemos consumir. Dios nos ha dado inteligencia para que
hagamos un buen uso de las cosas que él mismo ha creado para nuestra vida. Segunda, no estamos
llamados a juzgar a quienes participen de ciertas prácticas, como por ejemplo el caso del ayuno ya
citado. El no juzgar es de dos vías, tanto para el que lo hace como para el que no lo hace.
El segundo grupo incluye: días de fiesta, lunas nuevas y sábados. Pablo estaba pensando en la
importancia que se daba a ciertos días para hacer ciertas celebraciones, o de apartar un día especial
para algún servicio pensando que esto es una señal de santidad o como medio para hacerlo. Esto
también nos lleva a nuestros días cuando vemos a la cristiandad que se acuerda que es cristiana en
días especiales como Navidad, Cuaresma, Semana Santa, etc.; luego nuevamente se olvidan que el
cristianismo es un asunto de 365 días al año.
Hay también aquí la necesidad de hacer una observación: el mandato es no ponernos en un
pedestal de superioridad frente a quienes hacen esto. Esto no significa que no estamos llamados a
enseñar con humildad y amor.
La razón de ser para esto está expuesta en el v. 17 como un corolario a lo que ya se dijo en
cuanto a Cristo. Las prácticas relacionadas con el cristianismo genuino no son malas en sí mismas,
solamente son incompletas pues apenas son una sombra. Cuando se dice que es de lo porvenir, no
nos proyecta necesariamente a un futuro lejano, sino que siguiendo la tónica de la tensión
escatológica del reino de Dios nos proyecta a un futuro que ya está presente.
A renglón seguido Pablo hace el contraste: Estas cosas son la sombra, pero el ―cuerpo‖ o la
realidad es Cristo mismo. La pregunta que surge es: ¿Para qué hacer las cosas que se relacionan con
la sombra, si ya tenemos en Cristo la plenitud de todo? El desafío ético que encontramos en estos
versículos es que nuestro comportamiento no puede ser moldeado por el ascetismo o las
celebraciones culturales, sino que debe ser moldeado por la presencia de Cristo a quien debemos
imitar.
El segundo privilegio nos dice que no hay ninguna persona que tenga el derecho a quitarnos el
premio, en virtud de lo que Cristo ha hecho por nosotros. El lenguaje que está usando ahora se
relaciona con las competencias atléticas, en las cuales hay un árbitro que está observando que todos
cumplan correctamente en su competencia. Había personas que se colocaban a sí mismas como
árbitros para pretender descalificar a algunos creyentes. Pablo da tres razones por las que ellos no
tienen autoridad para hacerlo. La primera es una traducción difícil, pues tenemos que dar al
participio griego usado aquí un significado poco frecuente en el NT: fingiendo humildad (―tomando
placer en la humildad‖), es decir que ellos se sentían orgullosos de ser humildes, lo cual como
sabemos no tiene ningún sentido. Esta falsa humildad se halla relacionada con el culto que daban a
los ángeles. Tenemos que recordar que uno de los problemas de los colosenses era adorar a
personajes intermedios entre el hombre y Dios. Parece que la razón es que ellos se sentían muy poca
cosa para adorar a Dios directamente y veían como piadoso el usar intermediarios, una falsa
justificación. Por la obra de Cristo nosotros tenemos libre entrada a Dios.
La tercera razón es que estaban hinchados de nada, creían ser algo sin ser nada, engañándose a
sí mismos. Todo su problema radicaba en que su pretendida espiritualidad por la que querían ser
jueces se originaba en una mente que todavía era gobernada por el pecado.
Hay una frase que se repite en esta sección como en ninguna otra parte del NT, a saber: con
Cristo (v.20; 3:3) y con él (3:4). En el original la preposición con (sun) en 3:1, se encuentra como
parte del verbo y se halla traducida como habéis resucitado con. En Efesios 2:6 se ha traducido el
mismo verbo como juntamente con... nos resucitó. La preposición sun se puede traducir también
como junto con. Se usa mayormente para personas y está implicando una estrecha relación de
compañerismo. Pablo sin duda desea hacer sobresalir lo que tenemos como fruto de nuestra unión
con Cristo.
Nuestra posición con Cristo está descrita de dos maneras. En el texto original estas dos maneras
(2:20 y 3:1) se hallan expresadas a través de dos oraciones condicionales, que bien se ha traducido
en RVA con siendo. Esto hace pensar que el Espíritu Santo por intermedio de Pablo estaba
asumiendo la realidad de estas dos premisas: hemos muerto y hemos sido resucitados con Cristo. El
resto de la discusión girará alrededor de estas dos declaraciones verdaderas.
Hemos muerto con Cristo (2:20–23). La forma verbal usada aquí implica una acción que ya
sucedió en el pasado. No fue un proceso, sino que se realizó en un momento específico; fue un
momento de crisis. Pablo no usa nunca, cuando se refiere a la muerte al pecado (Rom. 6:2), a sí
mismo (2 Cor. 5:14, 15), a la ley (Rom. 7:6; Gál. 2:19), o al mundo, una forma verbal que indique
cambio progresivo, siempre usa la forma puntual. Es importante también notar el uso de la forma
compuesta del verbo apócresis 671, que hace énfasis en la separación. Esta realidad de la muerte con
Cristo aconteció en el instante de conversión; allí se entra en una unión real con Cristo y se
identifica con él en el acto de su cruz. Convertirse en cristiano es morir con Cristo.
Todo esto quiere decir que, como lo explica el mismo Pablo en Romanos 6:1–11, no debemos
vivir ―una vida sin vida‖, sino que hemos pasado a una forma de vivir en donde el poder del pecado
ha sido cortado (Rom. 6:11).
Semillero homilético
2:18–23
Los principios elementales del mundo (v. 20), recordando lo que se dijo bajo 2:8, son según el
contexto una serie de enseñanzas que se hallan relacionadas con cosas materiales y externas. Pablo
exhorta a no sumergirse nuevamente en la atmósfera donde las cosas materiales gobiernan, sino que
vivamos en la atmósfera del Espíritu. El contraste es entre el creyente que ha muerto a los valores
del mundo, y el hombre no regenerado que tiene un estilo de vida de acuerdo a estos valores del
mundo, estando sometido al control de los poderes espirituales del mundo.
Luego de haber descrito lo que implica estar muerto con Cristo, Pablo hace una pregunta en
tono de reclamo. Si se está separado del mundo, ¿cómo es que se actúa como si se fuera del mundo?
¿Cuál es la excusa para haber retrocedido? No se pueden mezclar las dos cosas; esto es
inconcebible. No podemos seguir viviendo según los valores que el mundo nos da, por más buenos
que parezcan ser. Un grupo de gnósticos había pensado que el mejor camino para vivir en santidad
es hacer énfasis en reglas y ritos externos. La palabra ordenanzas (dógma 1378, v. 20), implica una
norma legal que hace más énfasis en la norma en sí misma que en ninguna otra cosa. Aquí se
incluye lo mencionado en 2:8 y 14. La vida cristiana se había convertido en una de reglas y leyes,
en lugar de una vida en la que se goce de la compañía con Cristo (Gál. 4:3, 9). La vida de Jesús está
llena de ilustraciones sobre su enseñanza en este aspecto (p. ej., Mat. 15:1–20).
Inmediatamente se dan algunos ejemplos de los ―dogmas‖. Las enseñanzas rabínicas muestran
que Pablo no exagera; él usó no solamente el espíritu de las falsas ense-ñanzas, sino también las
formas de estos ―dogmas‖. No parece que se está haciendo distinción en diferentes mandatos y que
se está pensando en mandatos específicos y detallados. Se refiere a prohibiciones relacionadas con
el ascetismo, y revelan una creciente severidad. El énfasis que hay está sobre la repetición del
negativo.
Inmediatamente Pablo nos quiere dar algunas razones por las que estos preceptos son de poco
valor. La primera es que son destinadas a perecer con el uso (v. 22a), apuntan (eis) hacia la
destrucción; es decir que dan valor a las cosas que perecerán, a las cosas transitorias, pero no a lo
que es eterno. De allí que es inútil hacer de estas cosas que pasarán un principio fundamental de la
moralidad. Es el mismo argumento dado por Jesucristo a lo largo de los Evangelios. Se debe indicar
que la interpretación de esta frase no es sencilla, hemos dado la más aceptada por los eruditos. La
sutileza de la expresión en el original no se puede reproducir en las traducciones.
La segunda razón que tenemos es que apenas son mandamientos y... doctrinas de hombres (v.
22b). Pablo da un fuerte énfasis en esta frase: No se trata de mandamientos dados por Dios, apenas
de hombres sin autoridad (2:8). Estos ―dogmas‖ no sólo han sido dados como correctivos de
conducta, sino también como enseñanzas doctrinales. Los mandamientos describen la fuente de
autoridad y las enseñanzas el medio de comunicación. El comentarista Lightfoot hace una triple
comparación de lo que dice Pablo aquí y lo que dice Jesús en Mateo 15:1–20 y Marcos 7:1–23. (1)
Los dos argumentan en manera semejante contra fastidiosas ordenanzas relacionadas con el
alimento que se corrompe. (2) Los dos insisten sobre lo intrascendente de estas cosas en sí mismas.
En Marcos 7:19 se hace énfasis en las palabras del Señor que prácticamente declara limpio todo
alimento. (3) Los dos relacionan estas ordenanzas con las prácticas condenadas en la denuncia
profética de Isaías 29:13.
Finalmente una tercera razón (v. 23), es que estas cosas no tienen un valor práctico y real. La
construcción de la frase tienen reputación de ser sabias, no quiere decir que realmente sirven, sino
que ―dicen que tiene valor‖. Es una frase irónica, pero no es la realidad. Son cosas de muy dudoso
buen resultado. Pablo hace un contraste entre lo que se dice que sirve en cuanto a estas reglas y
mandatos, y lo que definitivamente no sirve.
Dicen que estos mandatos tienen reputación en algunas cosas: ¿Cuáles son? Veamos
nuevamente la ironía del apóstol Pablo: cierta religiosidad, o supuesta religión. Posiblemente el
error de los colosenses era cierto culto mistérico o el sincretismo de ideas populares —de religión
popular— con el mensaje cristiano. Era ostentación de devoción, observancia religiosa impuesta
sobre uno mismo, pero no por Cristo. La humildad es una virtud frecuentemente adulterada (2:18).
Finalmente, duro trato del cuerpo, o sea la práctica de una exagerada mortificación del cuerpo:
Ayunos, vigilias, flagelación, falso ascetismo, cosas que por lo general causan impresión de piedad.
Jesucristo habla de estas cosas en Mateo 6:2, 3 y Pablo en 1 Corintios 13:3. Al tener apariencia de
piedad la herejía es más seductora para alguna gente.
En la última parte del versículo Pablo nos da la regla para evaluar las enseñanzas que se quiere
imponer: ¿Tiene valor para combatir la sensualidad? ¿Qué de los apetitos de la carne? Por
sensualidad (sárx 4562) se entiende aquí la vida del hombre en cuanto no se halla en correcta
relación con Dios. La respuesta a estas preguntas es obvia: No, no tiene valor. Hay otra posible
interpretación al traducir esta frase: ―No tiene valor ninguno, sirve para cebar el amor propio‖
(Nueva Biblia Española). Esto quiere decir que para lo único que sirve esta serie de dogmas es para
despertar los apetitos carnales. Cualquiera de las dos interpretaciones llevan a la misma conclusión:
Si los ―dogmas‖ son simplemente ceremonias, sacrificios personales, o cúlticos, restricciones y
reglas y más reglas, son moralmente impotentes. Sólo el poder de Cristo resucitado es eficaz contra
estos apetitos.
Mandamientos humanos
2:21–23
"No hay fin en cuanto a los hombres se ponen a inventar tiranías para las
conciencias; cada día nuevas leyes se añaden a las antiguas, cada día salen
nuevos decretos. Y con qué elegancia de lenguaje Pablo nos muestra en esas
tradiciones humanas un laberinto donde las conciencias se extravían"
(Calvino, citado en Bonnet y Schroeder).
Hemos sido resucitados con Cristo (3:1–4). En esta otra sección Pablo comienza la segunda
parte de esta división. Por un lado hemos muerto con Cristo, pero gracias a él, no solamente
estamos identificados con su cruz, sino que también estamos identificados con su resurrección.
Recordemos que la frase con que comienza el cap. 3 es una certeza, no se trata solamente de una
posibilidad, es una frase paralela a 2:20. La muerte y resurrección nuestra son dos hechos que se
realizaron en un punto del pasado, y que se hallan simbolizados en el bautismo. Es importante notar
que el pasaje paralelo a este lo tenemos en Romanos 6:4 y 5, y que allí se enfoca más a una
resurrección escatológica, mientras que en Colosenses es una realidad presente, nuestra vida eterna
ya ha comenzado. La forma del verbo usado en este primer versículo es un pasivo, ya que un
muerto no puede resucitar, sino que tiene que ser resucitado. A un muerto en sus pecados solamente
Dios lo puede resucitar. Los mandatos que vamos a ver inmediatamente están relacionados con
hechos éticos en el estado de resurrección. Esta resurrección que se ha experimentado no solamente
debe cambiar la conducta del creyente, sino también los conceptos intelectuales. Ha sido trasladado
al reino de Dios (1:13). Hay nuevos valores que dominan al creyente, valores que no están
relacionados con los dogmas ascéticos tan discutidos, sino aquellos que no perecen.
En virtud de lo que ha pasado, se debe buscar las cosas de arriba. ¿Se quiere enseñar que el
creyente debe andar con la mente en las nubes? No, de ninguna manera. Las cosas de arriba (ta áno
507
), no es sino lo que tiene origen en Dios mismo (Mat. 6:20, 33; Fil. 3:14, 20; Gál. 4:26). Esta
frase se debe entender a la luz de las prácticas religiosas que se describieron antes, que se oponen a
la presencia de un Cristo victorioso, el que está sentado a la diestra de Dios. El contraste es fuerte:
por un lado la enseñanza de los hombres y por otro la de Cristo glorificado y exaltado. La expresión
tomada del Salmo 110:1 indica la posición que ocupa Jesús por su señorío y por su victoria total. La
diestra de Dios es el lugar de santidad, de intercesión y de poder. La figura de Cristo se torna
nuevamente central. Se debe cesar nuestra concentración de energías y nuestros pensamientos en
ordenanzas mundanas, y concentrarnos en nuestra nueva vida, en la cual Cristo es la estrella polar.
Nuestro ejemplo es el Cristo de gloria.
En el v. 2 se repite la expresión de arriba, para dar el énfasis. No solamente hay que buscar lo
de arriba, sino que hay que ocupar la mente en ello (Fil. 4:8, 9). La palabra usada aquí implica el
pensamiento sobrio y las aspiraciones que determinan las acciones.
El entendimiento correcto de las cosas de Dios demanda que nuestra mente se esté renovando
(Rom. 12:2), lo que producirá que las acciones sean relevantes para el aquí y el ahora, y que los
mandamientos de Dios no sean cosas frías que se limiten a lo de la tierra, cosas que no trasciendan,
religión fría y vana. Buscar lo de arriba no demanda apartarse del mundo; al contrario, tenemos que
permanecer para dar sabor al mundo con los valores de arriba. Las cosas de la tierra son los
mandamientos de la religión humana que no transforman a nadie.
Finalmente Pablo enseñará dos cosas que se tienen con Cristo, una de ellas en el presente (v. 3)
y la otra en el futuro (v. 4).
Lo que tenemos con Cristo ahora, tiene una base en el pasado: habéis muerto. Por un momento
nos hace retroceder a 2:20, tenemos que haber muerto para poder resucitar. Hace un cambio brusco
y una mezcla extraña: muerte y vida, la paradoja del creyente. El verbo que se ha traducido como
está escondido (krúpto 2928) está en tiempo perfecto, lo que significa que el estar escondidos fue una
acción que se realizó en el pasado, pero tiene sus resultados en el presente, o sus efectos
permanentemente.
Dado que hemos muerto con Cristo, ahora la vida abundante que se puede disfrutar con él está
muy segura, en su compañía y dentro de Dios. No hay sitio más seguro y mejor. La vida vieja ha
llegado al fin y ahora la vida (en el original se halla el artículo para determinarla mejor) plena y
satisfactoria con Cristo se ha manifestado. No se trata de solamente la vida biológica (bíos 979) sino
de la vida integral y completa (zoé 2222). La vida en su plenitud está escondida del mundo, no es
visible al ojo natural, no es plenamente comprendida por las facultades del intelecto humano.
El cristiano tiene también promesas para el futuro. En el original no hay ninguna conjunción
como y o pero, para iniciar el v. 4; sino que entra directamente con cuando, lo que indica el énfasis
que Pablo quiere dar haciendo sobresalir una unión muy íntima con lo que antecede. Es un
recordatorio para animar al creyente que tiene que vivir en forma diferente porque ha resucitado.
Semillero homilético
3:1–15
(1) Benignidad.
(2) Humildad.
(4) Mansedumbre.
(5) Paciencia.
(6) Amor.
Los latinoamericanos hemos sido puestos bajo dos extremos en nuestra perspectiva de la vida
cristiana. Por un lado, hemos vivido muchos años, desde el comienzo de la conquista, bajo el
símbolo de la muerte; se nos ha presentado un Cristo crucificado que no demanda una ética
diferente en nuestras vidas. Por otro lado, se nos ha presentado también la imagen de solamente el
Cristo resucitado, un cristianismo triunfalista. Este pasaje nos presenta la perspectiva completa. Así
como lo cóncavo y convexo en un círculo, así la muerte y la resurrección no se pueden separar. Es
necesario que todo creyente pase por la muerte de la cruz antes de llegar a la resurrección. Es
indispensable pasar por ―nuestro viernes santo‖ antes de llegar a ―nuestro domingo de
resurrección‖. La resurrección nos enseña la necesidad de identificarnos con la cruz de Cristo. No
podemos evitar este camino para disfrutar la gloria de la resurrección.
16
4. Implicaciones morales, 3:5-11
El primer grupo de implicaciones, que hemos llamado morales, son introducidas por las
palabras por lo tanto (ver 2:6, 16 y 3:12). Estas implicaciones morales están presentadas de una
manera negativa, enumera algunos pecados específicos que deben ser desterrados del creyente.
Comienza por estas implicaciones éticas para hacernos pensar que aunque hay libertad en Cristo,
también estamos sometidos a preceptos firmes y no cambiables. Dividamos el pasaje en tres partes.
La primera parte (vv. 5 y 6) es un mandato sobre ciertos pecados y la actitud que tiene Dios
sobre ellos. El mandato es tajante. En 2:13 nos describía nuestra situación antes de ser creyentes
como muertos (nekrós 3498), ahora con ese mismo énfasis nos dice que debemos matar (nekróo 3499)
el pecado. Pablo nos lleva desde la muerte a una vida en Cristo en donde tenemos que matar al
pecado, siempre desde la perspectiva de estar en Cristo y con Cristo.
Una traducción literal diría así: ―Matad los miembros que están sobre la tierra.‖ Pablo usa el
término miembros 3196 como los instrumentos para cometer pecados (Rom. 6:12, 13). Nos dice
también a qué clase de miembros debemos matar: Los que están en la tierra o mejor dicho los que
se guían por los valores que da este mundo. Hemos sido trasladados al reino de Dios y por lo tanto
nuestros valores deben ser diferentes. Se debe insistir que esta lista es sólo a manera de ejemplo y
no pretende ser exhaustiva. Trataremos de definir brevemente cada uno de los pecados. Fornicación
(pornéia 4202) es inmoralidad sexual, relaciones sexuales fuera de matrimonio; también se aplica a
todo acto pornográfico. Impureza (akatharsía 167) añade al pecado anterior un carácter de perversión
(Rom. 1:24). Pablo fue más allá del acto exterior, llegó al centro mismo de las acciones. Las
16
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 293). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
siguientes palabras se refieren a sentimientos que no se pueden gobernar (Rom. 1:26, 27),
relacionados también con la sexualidad mal usada. Al término deseo (epithumía 1939) añade malos
(Juan 8:44), porque la palabra deseo no siempre tiene una connotación mala. Aquí no sólo se refiere
a lo sexual, en forma general es todo deseo malo. Finalmente trata la avaricia (pleonexía 4124). Esta
palabra significa sencillamente deseo de tener más. Dios ordenó que se debe pedir por las
necesidades de cada uno, pero el deseo de tener más allá de nuestras necesidades es pecado, es
idolatría (eidodolatría 1495). No podemos servir a Jesucristo y al dios de las posesiones (Mat. 6:24).
Estos pecados están colocados al mismo nivel y debemos ―matarlos‖ con el mismo énfasis:
Actos sexuales fuera del matrimonio, deseos desordenados, sentimientos de hacer el mal y el deseo
de tener más allá de nuestras necesidades.
Frente a estos pecados Dios actúa de una sola manera: con ira. La ira de Dios (v. 6) no es un
cambio de sentimientos de parte de él, pues nuestro Padre no está sujeto a variaciones
temperamentales. La ira de Dios no es una perturbación de su espíritu, sino un juicio por el cual se
promueve el castigo sobre el pecado (Agustín). Tampoco la ira es contraria al amor, es una forma
que toma el amor hacia lo que se opone a Dios. También se debe notar en el texto que la ira está
viniendo (se usa el presente), no se trata de un evento futuro, ya está presente.
La frase sobre los rebeldes (v. 6), tiene un problema textual; no hay suficiente evidencia externa
para sostener su inclusión. Si se lo omite (respaldado por varias autoridades como Westcott y Hort y
Lightfoot entre otros), el v. 7 en su parte final se deberá traducir cuando vivíais en estos (pecados).
Esta observación no hace a un lado la enseñanza que aquí se expone, pues en Efesios 5:6 se incluye
esta frase sin ningún problema.
La segunda parte (vv. 7 y 8) nos habla del pasado. Por un lado afirma que los colosenses
habían ya superado una etapa, antes vivían en esos pecados, antes eso era lo normal. Pablo nos
quiere decir que no nos gloriemos al compararnos con aquellos que cometen estos pecados, porque
nosotros también éramos así. Pablo usa el enfático ahora para que pensemos en nuestra nueva
posesión y posición en Cristo. En esta lista podemos ver una acumulación creciente de pecados que
se refieren a nuestra actitud interna.
La ira (orgé 3709) es una actitud de rechazo (se sobreentiende frente a cosas buenas que nos
suceden); el enojo (thumós 2372) es una pasión hirviente (Dargan); la malicia (kakía 2549) ya es
actuar, es hacer cosas de categoría inferior a lo que Dios nos demanda (Mat. 6:33, 34), es la maldad
que existe entre los hombres; la blasfemia (blasfemía 988) significa hacer una cosa injuriosa, se
traduce como blasfemia cuando es contra Dios y calumnia cuando es contra los hombres;
finalmente las palabras groseras (aiscrología 148), en un lenguaje ofensivo, generalmente se refiere
a expresiones en forma deshonesta y vulgar sobre alguna cosa.
La tercera parte (vv. 9–11) nos lleva más directamente al plano de las relaciones. Se ha dicho
que la novedad del cristianismo no es el contenido moral diferente en forma exclusiva; la novedad
sobre todo es la fundamentación de nuestras exigencias éticas: Jesús. Estamos frente a ciertas
demandas dentro de una comunidad de creyentes, el ―círculo‖ (la iglesia) desde donde se plantean
las exigencias éticas: esa es la otra novedad.
3:5–7
Nuestro texto dice que hay que hacer morir la carne. Si no muere la
carne, muere el espíritu.
El pasaje empieza con un mandato que no se debe añadir a la lista anterior, donde solamente
encajaría con ―mentiras‖, pero aquí evidentemente cambia de tema. Pablo ordenó que no nos
mintamos, que seamos auténticos. Y da dos razones: nos ―hemos desnudado‖ o quitado el ropaje
exterior, con todas las cosas desagradables que este ropaje lleva y nos hemos puesto uno nuevo, que
no es un trabajo terminado sino que cada día va renovándose nuevamente. Hay dos metas: llegar a
una identificación plena con las cosas divinas y que seamos una fiel imagen de nuestro Dios,
imagen que ha sido distorsionada con el pecado.
Esto nos conduce a una idea que está flotando: la transformación del creyente es algo interno,
tenemos una nueva naturaleza; pero también es algo externo pues debemos tener nuevas prácticas.
No solamente tenemos que ser buenos, sino que también parecer buenos.
En una comunidad donde no hay mentira sino que existe una transformación externa e interna,
hay una verdadera unidad que reflejará a Cristo mismo quien es todo, además de que Cristo está en
todos sin ninguna distinción. La iglesia o el ―círculo‖ desde donde proclamamos las exigencias
éticas, se caracteriza porque las divisiones del viejo hombre han sido superadas, no es una
esperanza sino un hecho. Padilla afirma que aunque somos de grupos diferentes ahora pertenecemos
a una tercera raza (1 Cor. 10:32). La comunión que hay en la iglesia que está aferrada a Cristo como
cabeza es mucho más que una comunión espiritual.
En Cristo están unidos los que están separados en el mundo por su raza (griego ni judío);
separados por sus prejuicios religiosos (circuncisión ni incircuncisión); separados por el nivel
cultural (bárbaro ni escita; los bárbaros eran considerados como gente inculta y los escitas como
mucho más incultos y ―salvajes‖, los dos eran proscritos por la ―sociedad culta‖); separados por su
clase social (esclavo ni libre).
Estamos frente al último pasaje que comienza con por tanto, lo que nos indica que es la
conclusión de lo que ya se ha dicho. Se ha hablado de la posición y posesiones en Cristo, y en el
párrafo anterior de las implicaciones personales llegando a introducirse en las relaciones dentro del
cuerpo de Cristo. Ahora presentará lo que sucede cuando el cristiano se relaciona con la sociedad en
general.
El ser un creyente no significa aislamiento del mundo; todo lo contrario, debemos proyectarnos
hacia el mundo y sus necesidades.
Esta sección se dividirá para su mejor comprensión en tres partes. La primera nos habla de una
conducta marcadamente diferente a la conducta anterior. Si en el párrafo anterior se hablaba más en
sentido negativo ahora se dice qué es lo que se debe hacer. Antes era: haced morir (3:5), dejad (3:8)
y no mintáis (3:9); ahora es vestíos (3:12 y 14). Se debe señalar que el verbo ―vestir‖ no se halla en
el original pero es necesario suplirlo en el v. 14 para dar mejor sentido a la redacción.
El primer párrafo que se desarrolla bajo vestíos tiene a su vez dos partes. Podemos decir que una
es una lista de las nuevas ―prendas‖ que debemos tener, y esto por una razón especial; y la otra la
forma como debemos usar estas ―prendas‖ cuando hay problemas, teniendo un ejemplo digno de
imitar.
Comienza el párrafo dándonos una apelación a una conducta diferente. Con escogidos de Dios
(v. 12) destaca que la salvación no es por el esfuerzo humano, sino solamente por el acto lleno de
gracia de un Dios misericordioso. Ya Pablo había escrito a los tesalonicenses en el mismo sentido
(1 Tes. 1:4) y luego les aclara el asunto al decir que ellos fueron elegidos por Dios con un propósito
especial: glorificarle (2 Tes. 2:13, 14). Nuestro comportamiento debe ser diferente porque también
somos santos, es decir que Dios nos ha apartado para una vida diferente y también somos el objeto
del amor de Dios. Estas tres cosas nos deben motivar o ser el motor para que nuestra conducta sea
diferente.
La paciencia
3:12
A un impaciente
Anónimo
La lista de nuestro ―vestido‖ empieza con algo muy interno, debemos estar llenos de profunda
compasión. Aquí Pablo hace uso de la idea de los antiguos por la que se pensaba que las vísceras
eran el asiento de las emociones. Entonces nos dice que debemos tener una compasión (splágcnon
4698
) que se origina en el fondo de nuestro ser. Esto es similar a lo que sintió Jesucristo cuando fue
movido a misericordia al ver a los hombres como ovejas sin pastor (Mat. 9:35–38).
Benignidad (crestótes 5544) es dulzura, que seamos fáciles de llevar. Humildad (tapeinofrosúne
5012
), que sea verdadera, una humildad que comienza en nuestra relación con Dios (1 Ped. 5:6), y
que no debe ser falsa como se ha descrito en 2:18 y 23. Mansedumbre (praútes 4340), esa fuerza bajo
el control del Espíritu Santo, solamente así puede ser bien utilizada. Paciencia (makrothumía 3115),
tener la tolerancia para soportar los problemas mientras seguimos viviendo; no es aguantar por
aguantar, sino aguantar luchando.
El v. 13 nos dice cómo es la forma en que debemos llevar las prendas de nuestro nuevo vestido.
Aquí se hace énfasis en las relaciones personales. Los valores mencionados no tienen ningún valor
si no se los pone en práctica relacionándose con otras personas: los unos a los otros (v. 13a). El
soportar significaba estar dispuesto a sufrir por otras personas, pero no en el sentido de buscar que
le hagan daño en forma pasiva, sino que debemos estar listos a sufrir por otros mientras procuramos
ser de ayuda o estamos tratando de enseñarles algo. No es un mandato para algunos solamente, no
hay excepciones. De la mano con esto va el acto mismo de perdonar; no podemos ayudar a otros si
no estamos listos a perdonar. El segundo los unos a los otros es una palabra en el original que tiene
una connotación más profunda y reflexiva (eautoú 1438) que la primera (allélon 240). Siendo parte de
una comunidad de seres humanos, siempre va a ser un problema el relacionarnos, de allí es que
debemos estar listos a cumplir lo que se ha descrito.
Sócrates y la calumnia
3:13
—No señor.
—No señor.
—¿Qué harás? ¿No harás nada?
Para que no olvidemos la preeminencia de Cristo en nuestras relaciones sociales, Pablo nos
recuerda que en él tenemos el ejemplo: así como el Señor (la mejor lectura en el texto original), el
dueño de todo, el que está sobre toda la creación nos perdonó, asimismo es nuestra responsabilidad
perdonar. Perdón no es estar dispuesto a pasar por alto lo que otros hacen en contra de nosotros.
Este está acompa-ñado siempre de ―soportarnos‖ (v. 13a), es decir el enseñar acerca del señorío de
Cristo. Nuestro modelo en las relaciones interpersonales en el ―aquí‖ es lo que hizo Dios en el
―allá‖, en la eternidad y cómo esto se hizo historia en la muerte de Cristo. No es un modelo fácil de
seguir, pero es nuestro modelo.
Hay una prenda en nuestra nueva vestimenta que tiene importancia sobre el resto por lo que
Pablo la trata aparte: el amor (v. 14). Con esta palabra lo que se quiere indicar es que el vestido del
creyente no es solamente una lista de virtudes que están bien almacenadas, es sobre todo y antes que
nada un amor con el cual nos vinculamos con los demás. El amor no es estático, el amor es acción,
es relacionarse, es hacer. Solamente cuando lo entendamos así podremos decir que es un lazo de
unión perfecta.
Como una parte final del párrafo, nos habla ahora de la situación de nuestro fuero interno: la paz
(v. 15). En una Amé-rica Latina convulsionada, donde la paz apenas es un lema político o una
pantalla para ganar popularidad, es difícil comprender este término en su pleno significado. Lo
cierto es que primero es una paz de Cristo, el autor de todo y el que todo lo sustenta; no es la paz de
los sepulcros ni la ausencia de guerra, que es lo mejor que el hombre puede ofrecer. La paz de
Cristo es un estado del individuo por el cual se puede relacionar con Dios y con los hombres en
forma libre. Es la paz que sobrepasa el entendimiento humano (Fil. 4:7), es la paz que solamente
Dios puede dar. Por otro lado la paz es declarar la guerra al pecado, a Satanás y toda su nefasta
influencia aquí en la tierra. La paz es la certeza de estar en la voluntad de Dios y esto es posible
solamente por lo que Cristo hizo en la cruz (Ef. 2:14–22; Col. 1:20). Esta paz que el creyente debe
tener o que debe gobernar, la tenemos que ejercitar en la comunidad, convirtiendo así a la iglesia en
un ejemplo de paz para el mundo.
El párrafo termina con lo que se ha venido explicando ya antes: nuestra vida debe ser de acción
de gracias hacia nuestro Dios por lo que él es, por lo que él ha hecho y por lo que nos ha dado.
Otro gran párrafo de esta división lo encontramos desde 3:16 a 4:1. Estas no son
amonestaciones aisladas, sino una parte de la división desde 3:12 a 4:6. Este pasaje es una sola
unidad igual que el pasaje paralelo de Efesios 5:18–6:9. Debemos hacer una comparación entre los
dos. En Efesios 5:18 el mandato es sed llenos del Espíritu; aquí en Colosenses es la palabra...
habite... en vosotros. El resultado de la llenura del Espíritu Santo está expresado en Efesios por
cuatro participios griegos: hablando... cantando... dando gracias y sometiéndoos (5:19–21). Aquí
en Colosenses también hay participios griegos: enseñándoos y amonestándoos... cantando... dando
gracias. Aquí el paralelismo se corta, pues Colosenses no usa un cuarto participio, sino que entra
directamente a las aplicaciones de sometiéndoos. Este análisis rápido nos lleva a la conclusión de
que los términos sed llenos del Espíritu y la palabra de Cristo habite abundantemente son
correspondientes. Podemos inferir también que la llenura del Espíritu Santo, el control de él sobre
nuestras vidas, se logra solamente cuando la palabra de Cristo ha hecho su morada en nuestras
vidas. Este habitar no es solamente aprenderla de memoria, es mucho más que eso, es que ella y el
poder que tiene por sí misma actúe en nosotros produciendo los cuatro resultados aquí
mencionados. La llenura del Espíritu Santo no se refleja en cosas extraordinarias y sorprendentes;
los dos pasajes nos enseñan que el control del Espíritu Santo y la palabra de Cristo se ven en nuestra
manera de hablar, que tiene que estar saturada de sabiduría divina; en ese cántico de alabanza que
existe en el corazón de cada creyente por haber sido redimido; en una vida de acción de gracias, que
se transforma en hacer las cosas de tal manera que la gente vea a Jesús en todos nuestros actos, pues
eso significa hacer las cosas en su nombre; por último es una vida de sujeción unos a otros. No
pensemos entonces que los resultados de la morada de la Palabra de Cristo se van a ver en cosas
―espirituales‖; los resultados se ven en la vida diaria cuando nos estamos relacionando con otros
hombres.
Semillero homilético
3:16, 17
Dentro del contexto señalado tenemos que tratar los versículos que siguen. No son
mandamientos separados, son dependientes de lo anterior como ya se explicó. En el libro de Efesios
se trata en forma más extensa esta lista de mandamientos. Nos limitaremos a lo esencial.
La ―sujeción‖ es la parte clave que trata el pasaje. Muchos han pensado que esta palabra está
fuera de contexto a fines del siglo XX. En este párrafo encontramos una forma literaria un tanto
especial que los técnicos llaman ―preceptos del hogar‖. Esta forma literaria es bastante común en el
NT, y se usó como un esfuerzo de la iglesia del primer siglo de establecerse en el contexto de la
vida diaria.
Salta a la vista que estos preceptos están dirigidos primero al que está sujeto (esposa antes que
esposo, hijos antes que padres, esclavos antes que amos); por lo general se procedía al contrario.
Nos da un vuelco radical, se trata al subordinado como una persona aparte, cosa que es totalmente
ajena al espíritu del primer siglo. Pablo le da al sujeto subordinado una responsabilidad moral.
Por otro lado la palabra ―sujeción‖ no hace justicia al original upostásso, pues sujeción lleva la
idea de ―arrojarse y dejarse pasar por encima‖; ―sumisión‖ hace énfasis en la pasividad. Quizás
―subordinación‖ explicaría mejor el sentido de aceptar una orden en forma voluntaria. Después que
se ha dado este mandamiento de ―subordinación‖, estos preceptos invierten la relación y llaman
ahora a la ―autoridad‖ a otra clase de subordinación (en el pasaje paralelo de Efesios hay un
llamado a subordinarse todos, Ef. 5:21); amor, no irritar a los hijos y ser justos. Estos conceptos
eran totalmente extraños exigiéndoles a los que se suponía estaban en un nivel superior. Pablo hace
énfasis en estos llamados porque los otros se sobreentendían en el primer siglo.
Concluyendo esto decimos que el llamado a sujeción nunca es absoluto, siempre está
modificado por ciertos valores fundamentales: en el Señor (vv. 18 y 20) y temiendo a Dios (v. 22).
La referencia siempre es Dios y lo que él espera de nosotros. Los llamados a la parte de autoridad
también se hallan modificados por ciertas palabras: no os amarguéis contra ellas, no ser violentos,
ásperos y amargos (v. 19); para que no se desanimen, el padre debe ser un facilitador de las
capacidades de su hijo (v. 21); ser justo, se tiene que cumplir con los elementos básicos de justicia
en relación con el empleado, nuevo en ese entonces y totalmente nuevo ahora (4:1).
Semillero homilético
3:18–21
Las relaciones del creyente que está en Cristo y que ha recibido tanto de Cristo son totalmente
revolucionarias en un medio donde se impone el más fuerte y el más violento, donde el sueño del
mundo es tener poder para poder mandar. Los valores del reino de Dios son totalmente diferentes de
los del mundo: es un reino al revés con relación a lo que al mundo le agrada.
El último párrafo de esta división (4:2–6) nos habla de dos cosas: la oración y nuestra forma de
conducirnos. Nuestras relaciones sociales están muy relacionadas con estas cosas.
Pablo empezó su carta hablándonos de su oración por los colosenses; ahora, casi al final de la
carta, retoma el asunto de la oración como céntrico. Empieza con un mandato: perseverad (4:2),
esto es mucho más que un acto repetido, significa hacerlo con agresividad y persistencia. Nuestra
oración no debe ser monótona y fría, sino que debe estar llena de motivaciones muy concretas. Así
nos dice que debe ser vigilando, es decir que tiene que ser la respuesta a lo que está pasando a
nuestro contorno. La oración no puede ser solamente vanas repeticiones llenas de formalismo con la
frase ―mágica‖, ―en el nombre de Jesús, amén‖. La oración nace de una relación vigilante y viva
con nuestro Dios y con nuestro prójimo. Esta relación da como resultado primero el ser grato con
Dios, por lo que él nos ha dado. Una de las cosas que él nos ha dado es el privilegio de la oración
misma, el privilegio de poder acercarnos de una manera muy especial al trono de su gracia en el
nombre de Jesús. Acerquémonos habitualmente a Dios de una manera correcta: Como dice James
Crane: Con un corazón sin lealtades divididas y en plena certidumbre de que Dios está allí
escuchándonos.
Semillero homilético
3:22–4:1
2. Ordena tratar con justicia porque ellos también tienen patrón en los
cielos, v. 1b.
Las oraciones que encontramos en la Biblia y como condición de que sean un vínculo perfecto
entre Dios y nosotros tienen propósitos específicos. El primero es uno que redundará en nuestro
beneficio: La oración es un elemento fundamental y básico para lograr un crecimiento normal en
nuestra vida como creyentes. Este cambio que podemos obtener a su vez tiene como propósito que
nos convirtamos en instrumentos de cambio en beneficio de otros (Crane).
La oración debe ocupar un lugar importante para que exista fruto espiritual permanente en vidas
y circunstancias fuera de nosotros mismos. Pablo pide que se hagan oraciones intercesoras. Se
pueden citar varios ejemplos de la Biblia como oraciones que algunos hicieron para cambiar las
situaciones de terceros (Hech. 12:5–17; 2 Cor. 1:8–11).
Semillero homilético
Preeminencia en la oración y en aspectos de la vida
4:2–6
Conclusión:
En esta relación viva de la oración se deben hacer peticiones concretas como las que aquí se
presentan: Que Dios abra las puertas para llegar con el mensaje de Cristo a sitios y personas que no
han experimentado el nuevo nacimiento, a personas que todavía tienen a Cristo como un misterio
oculto (4:3). Nuestra tarea misionera debe estar precedida por la oración viva. Aunque hay
dificultades como las que Pablo menciona, pues estaba preso por causa del evangelio, es necesario
que Dios siga abriendo las puertas para que se continúe con la tarea. La otra petición concreta es
orar para que Dios dé la capacidad para poder presentar con claridad el mensaje. La idea que
permanece aquí es que podamos llevar el mensaje del evangelio por medio de nuestra voz y por los
hechos, de tal manera que la gente pueda ver cómo se ilumina el mensaje y puedan adueñarse de las
promesas de nuestro Dios. Nos recuerda la frase de Pablo cuando dijo: Porque me es impuesta
necesidad; pues ¡ay de mí si no anuncio el evangelio! (1 Cor. 9:16.) No es algo optativo; para esto
se requiere el respaldo de las oraciones.
4:5
Hay luego unas recomendaciones finales (4:5, 6). Estamos aquí para dar testimonio de lo que
Cristo ha hecho en nosotros; debemos buscar entonces la manera más sabia para que nuestro
testimonio sea realmente impactante. Este quiere decir que el tiempo es corto, por lo cual es
necesario que lo usemos como fieles mayordomos, rescatándolo de cosas huecas y vanas para
usarlo en cosas que sean realmente provechosas.
Si tenemos esta necesidad de participar con otros, hemos de ser vigilantes para que usemos un
vocabulario adecuado, conociendo que Dios nos demandará de toda palabra ociosa que
pronunciemos. Si seguimos el mandato de 3:16 y ss., entonces y solamente cuando dependamos del
control del Espíritu Santo y la palabra de Cristo habita en nosotros, sabremos responder a cada uno
con sabiduría. Solamente así podremos hablar las palabras que son buenas para edificación de los
que nos oyen (Ef. 4:29, 30).
Estos saludos y despedidas muchas veces los consideramos como un mero formalismo, un
asunto protocolar y nada más. Nos parece que aquí podemos encontrar algunas ideas que son dignas
de ser mencionadas.
Pablo no solamente quería dar una serie de instrucciones, sino que también quería compartir con
los colosenses las cosas que le estaban sucediendo, dando una tónica de carácter personal y humano
a la carta. La comunión real y práctica entre los cristianos verdaderos y maduros es la de dar y
recibir. Con el propósito de compartir lo que a él le estaba pasando, junto con su grupo misionero,
envía a Tíquico, a quien lo califica de tres maneras: hermano amado, que dice cuál es la relación
con Pablo; fiel ministro, que nos hace ver la relación con la iglesia; y consiervo (o colaborador) en
el Señor, que resalta a un hombre que es humilde pero que trabaja hombro a hombro con Pablo. El
Apóstol tenía dos propósitos: información y dar consolación o ánimo (v. 8).
El otro personaje es Onésimo, el esclavo que se había convertido en la prisión y ahora regresaba
a donde su amo Filemón, ya no como siervo, sino como hermano. El también es fiel, que habla de
su relación con Dios, y amado, que habla de su relación con Pablo. Además es parte de esa
congregación. Pablo insiste que ellos serán los que les comunicarán lo que ellos estaban
experimentando.
Hay cinco personajes en este pasaje, muchos de ellos bastante conocidos. Aristarco era un
compañero de todo el trabajo de Pablo y ahora prisionero con él. Marcos, aquel muchacho que en
un comienzo no era apto para el trabajo, pero que ahora es recomendado y más tarde será solicitado
(2 Tim. 4:11). A Jesús el justo no se lo menciona en otra parte del NT. Ellos también son
colaboradores, pero más que nada han sido consuelo y sostén para Pablo. Sus características se
deben a que son lo que son ―en virtud del reino de Dios‖ (esta sería una mejor traducción).
4:7–18
4. Salutaciones para vincularlos más al Cristo preeminente, vv. 10, 11, 14,
15.
Esta lucha de Epafras, que también era siervo (esclavo) de Cristo, es con el propósito de
interceder para que los colosenses, los de Laodicea y los de Hierápolis fueran firmes, alcanzaran
madurez y comprobaran cuál era la voluntad de Dios para sus vidas.
... Y Demas
4:14
Permítame terminar haciendo una recapitulación del texto parafraseando a José Miguez Bonino.
Cuando Colosenses habla de Jesús quiere decir algunas cosas: Cristo murió y resucitó, todos
nosotros resucitamos, las potestades y dominios han sido derrotados, Cristo resucitó para nuestra
justificación, nosotros hemos resucitado con él, el Señor está presente. Colosenses nos desafía:
Vivamos la presencia activa del Señor Jesucristo, el preeminente.
FILEMON
Exposición
Ayudas Prácticas
Mario Martínez
INTRODUCCION
LA VERDADERA TRANSFORMACION SOCIAL
De las cartas personales de Pablo con carácter estrictamente privado ésta es la única que ha
sobrevivido, pues no dudamos que Pablo escribiría muchas otras, pero que en la providencia divina
no han llegado hasta nosotros.
Esta epístola completa el cuadro de nuestro conocimiento de Pablo. Hemos pensado de él com
17
o el predicador, el polemista, el teólogo y como una autoridad en asuntos religiosos y
doctrinales; aquí lo vemos como el amigo que escribe a favor de otro amigo.
A veces se ha dicho que esta carta defiende la esclavitud porque no se dice en ella nada acerca
de si Pablo aprobara o no dicha institución, y hasta parece que la aprobara. El comentarista
Lightfoot sugiere que Pablo debió pronunciarse abiertamente en contra de tan odiosa situación
humana; y sin embargo, no lo hizo.
Cuando menos tres condiciones debemos reconocer como razones por las cuales Pablo no
combate la esclavitud abiertamente en esta carta.
1. Porque toda la sociedad de su día estaba erigida sobre este sistema. La esclavitud era una
parte integral del mundo antiguo. Aristóteles decía que en el orden natural de las cosas, algunos
hombres debían ser esclavos, otros cortadores de madera, otros acarreadores de agua para servir a la
clase más alta de los hombres. Sencillamente era imposible imaginar una sociedad sin esclavos.
Como en el día de hoy se nos hace difícil imaginar una oficina de negocios sin por lo menos una
secretaria.
2. Porque si Pablo hubiese emprendido un ataque contra tan básico sistema y arrastrado a los
esclavos, cristianos o no, a una rebelión, el cristianismo habría sido considerado como un
movimiento subersivo del orden público. Esa clasificación habría sido mortalmente sancionada por
el estado y la sociedad. El cristianismo habría perdido su oportunidad de existir y de obtener los
grandiosos logros de los cuales ha sido capaz, inclusive sobre la esclavitud misma.
MOTIVO DE LA CARTA
Un joven esclavo, llamado Onésimo, escapó de la casa de Filemón y de alguna manera llegó
hasta Roma. Parece que no era cristiano en el momento de la fuga, pero cuando llegó a Roma se
puso en contacto con Pablo y así, bajo la influencia del Apóstol se hizo cristiano. En ese momento
la cuestión de la relación con su amo adquirió una forma completamente nueva. La cuestión era:
¿Volvería a su amo, corriendo el riesgo de sufrir la pena impuesta a un esclavo fugitivo
17
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 306). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
manteniendo la profesión de su nueva fe? Pablo y el esclavo parece que convinieron que éste era el
camino más apropiado, y en un esfuerzo para obtener clemencia, Pablo escribió su carta a Filemón.
LUGAR Y FECHA
Sin lugar a dudas la carta de Pablo a Filemón fue escrita desde la ciudad de Roma cuando Pablo
se encontraba preso, probablemente entre los años 59 a 61 d. de J.C. Se mantiene, por los
estudiantes de la Biblia, que esta carta juntamente con Efesios, Filipenses y Colosenses pertenecen
al mismo grupo de cartas y que todas fueron escritas más o menos en ese mismo período.
La epístola fue llevada a su destinatario por el mismo Onésimo, quien posiblemente viajó
juntamente con Tíquico, quien a su vez era portador de otras cartas escritas por el Apóstol.
BOSQUEJO DE FILEMÓN
AYUDAS SUPLEMENTARIAS
Barclay, William. El Nuevo Testamento. Tomo 12. Buenos Aires: La Aurora, 1973.
Bonnet, Luis y Schroeder, Alfredo. Comentario del Nuevo Testamento. Tomo 4. El Paso: Casa
Bautista de Publicaciones, 1982.
Canclini, Arnoldo. Filemón, 2 Pedro, Judas. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1989.
Comentario Bíblico Moody. Redactado por Everett Harrison. El Paso: Casa Bautista de
Publicaciones, 1987.
Wesley, John, Clarke, Adam, Henry, Matthew. One Volume Commentary. Grand Rapids: Baker
Book House, 1957.
FILEMON
TEXTO, EXPOSICION Y AYUDAS PRÁCTICAS
La mención del hermano Timoteo es una cortesía de Pablo y no es remoto que durante la
estancia de ambos en Efeso, Timoteo fuera conocido por los hermanos a quienes va dirigida la
carta.
(1) Filemón era un gentil que vivía en la ciudad de Colosas (Col. 4:9, 17). (2) Por la estrecha
conexión entre los nombres de Apia y Arquipo es posible que ella fuera su esposa y éste el hijo de
ambos. (3) Filemón era un convertido por el ministerio de Pablo (vv. 8, 9). (4) La iglesia se reunía
en su casa (v. 2). (5) Era un hombre caritativo y dado a la hospitalidad para con otros (vv. 5, 6). (6)
Pablo lo tenía en gran estima, pues lo llama amado y colaborador nuestro (v. 1).
La libertad de la esclavitud, como toda otra libertad, tiene que nacer del
corazón de hombres inspirados por Cristo. Bajo esta compulsión, la
esclavitud al final de cuentas tiene que morir.
Apia (v 2) como hemos sugerido posiblemente era la esposa de Filemón y Pablo dirige su carta
a ella también, pues sin duda habría de ejercer enorme influencia en la decisión de su esposo sobre
el motivo de la carta. Como dice la nota de la RVA algunos manuscritos antiguos dicen a la amada
y sobre esa base algunas versiones traducen el giro como la amada hermana. Es lo mismo que
cualquier pastor escribiría al referirse a la esposa de un hermano miembro de su iglesia: ―Saludos
para us- ted y la amada hermana...‖ La influencia que una esposa cristiana puede tener sobre las
decisiones de su esposo es de incalculable valor.
En cuanto a Arquipo hay dos posibilidades. Algunos creen que era hijo de Filemón y Apia,
mientras otros piensan que pudo haber sido el pastor de la iglesia a la cual estaba asociado Filemón.
Al mencionarlo, Pablo está preparando el terreno para que todos den la bienvenida a Onésimo.
Semillero homilético
v. 4
Introducción. En este pasaje encontramos las tres partes que constituyen una
oración: acción de gracias, intercesión y petición. En realidad, estos
elementos se dan incidentalmente en la plática de Pablo a Filemón. Sin duda,
para Filemón fue una agradable sorpresa saber que el gran Apóstol le
recordaba habitualmente en sus oraciones. De alguna manera, muchos
cristianos están siendo ayudados, aun sin saberlo, por las oraciones de otros.
1. Es nuestro deber cristiano interceder los unos por los otros. Es así
que se demuestra la verdadera comunión.
3. La oración sin intercesión es egoísta. Puede ser que por esto muchas
de nuestras oraciones no sean contestadas.
III. Las peticiones personales
La iglesia que está en tu casa (v. 2). La casa de Filemón se encontraba en Colosas, ciudad de
Frigia. Otra traducción podría ser, ―el grupo de cristianos que se reúne en tu casa‖. Es posible que la
misma iglesia tuviera que usar varios hogares para celebrar sus reuniones. Durante los primeros tres
siglos de nuestra era no hubo edificios destinados exclusivamente a la adoración a Dios y los
hogares de muchos creyentes sirvieron de albergue a los cristianos que circundaban la casa de
alguno que tenía a bien ofrecerla para tal fin. Otros ejemplos fueron Priscila y Aquila (Rom. 16:5);
Ninfa en Laodicea (Col. 4:15); Gayo (Rom. 16:23).
El aparente uso incidental de la forma personal y posesiva mi Dios (v. 4) expresa que Pablo
mantiene presente en su pensamiento el pacto de fidelidad debido a Dios. Es una confesión de
gracias por las bendiciones recibidas y por las relaciones fraternales que puede sostener con otros
cristianos. Es motivo de felicidad y encanto el darnos cuenta como los hombres buenos tienen el
privilegio de venir delante de Dios con sus oraciones y peticiones como mi Dios.
Semillero homilético
vv. 5, 6
1. El hombre glorifica a Dios cuando llega a ser lo que Dios quiere que
sea.
Pablo da gracias a Dios y recuerda en sus oraciones al patrón de Onésimo por el amor y la fe
que tiene en su corazón. La frase puede ser tomada de dos maneras: (1) Por el amor y la fe que
Filemón expresa hacia los que le rodean; (2) por el amor y la fe que tiene hacia Dios. Si optaramos
por esta segunda forma se estaría produciendo una figura de quiasmo igual que en Gálatas 4:4, 5.
En ambas maneras estamos frente al hecho de que nuestra actitud hacia Dios incide decisivamente
en la actitud y acción hacia las personas que nos rodean.
William Barclay dice que la expresión la comunión de tu fe es difícil porque el griego koinonía
tes pisteós tiene tres posibles significados. (1) Koinonía puede significar un compartir en; que bien
puede ser el compañerismo o sociedad en un negocio. (2) Koinonía puede significar compañerismo,
y en este caso sería compañerismo cristiano. (3) Koinonía puede significar el acto de participar, con
lo cual hace referencia a la caridad, a la generosidad cristiana. Nos parece que la suma de estos tres
usos nos ayudan a comprender y explicar mejor la idea de este bello versículo.
Lo que Pablo y sus compañeros de prisión habían oído probablemente por intermedio de
Epafras les daba consuelo y esperanza de que el esclavo que ahora volvía arrepentido fuera bien
recibido. El término confortados (v. 7, paráklesis 3874) significa compasión, simpatía, misericordia,
esto es, el afecto directo hacia otras personas (como en Col. 3:12), pero en los tres usos de esta
palabra en la epístola (7, 12, 20) es evidente que el significado es el de un profundo sentimiento de
compasión, la que como dice Oesterley ―es una emoción receptiva tanto como una emoción
expresiva‖. La base de este profundo sentimiento hacia los santos es el amor que Filemón posee
hacia Dios por medio de Cristo Jesús.
La expresión oh hermano (v. 7) es muy enfática. Habla del sentimiento del Apóstol hacia
Filemón tanto como el colocarse ambos como hijos de un mismo Padre. Además es una adecuada
preparación para la intercesión que a continuación va a expresar.
En la Reina-Valera de 1909 rezaba ―han sido recreadas las entrañas de los santos‖, que era una
traducción literal. En los días de Pablo se sostenía que en las vísceras se encontraba el asiento de los
afectos humanos. Hoy día, equivale a nuestro término simbólico corazón. Los santos, esto es los
que constituían la iglesia, han sido confortados por medio del testimonio y actuaciones de Filemón.
Vale la pena recordar aquí que la palabra santos en el contexto de la palabra griega indica los que
han sido separados para el servicio a Dios.
Antes de dejar este punto en su construcción exegética es digno de tomar en cuenta que en el
fondo de las palabras del Apóstol hay un sentido de amor y de comprensión capaces de inspirar a
cualquier patrón, administrador o encargado de personal a ofrecer las mejores oportunidades a
quienes trabajan bajo sus órdenes.
En este pasaje Pablo hace una cuidadosa intercesión en favor de Onésimo. A la vez que
consideramos los elementos de su súplica, bien podemos descubrir algunos principios
fundamentales que constituyen, al ser aplicados en el mundo contemporáneo, la verdadera
transformación de aquellos que por su ubicación en la esfera social les corresponde trabajar bajo las
órdenes de otra persona.
Pablo insinúa que por su autoridad apostólica y por sus relaciones de padre espiritual (v. 9),
puede pedir de Filemón lo que moralmente conviene, o mandarle lo que debía hacer en este caso. Es
como si Pablo estuviese diciendo: ―Tengo el derecho de hablar para pedirte algo.‖ Sin embargo dice
que no lo hace sobre ninguna de esas posibilidades; no habla como un Apóstol, sino como un amigo
que suplica un favor de otro amigo.
En ciertas versiones la palabra traducida por anciano (v. 9, presbútes 4246) o viejo, se traduce por
embajador. Traduciendo así tratan de evitar la connotación de que Pablo era ya un viejecito. W.
Barclay nos ayuda en este punto al recordarnos que en los días de Pablo se usaba la palabra
presbútes para referirse a las personas que contaban entre los cuarenta y nueve y los cincuenta y
cinco años de edad. Sin embargo, hay que recordar que la palabra ―embajador‖ es presbeúto cuya
diferencia con presbútes es muy leve. Esta palabra presbeúto se encuentra en Efesios 6:20 donde
Pablo dice soy embajador en cadenas. Dodd sugiere la posibilidad que en el caso de la carta a
Filemón, Pablo equivocó la ortografía o que el error se produjo en la copia y transmisión de los
manuscritos. Como quiera que sea, debemos recordar lo que Pablo ha dicho en el versículo anterior,
que no se vale de su autoridad apostólica para ordenar a Filemón, sino que le recuerda que el pedido
es de alguien que ha estado dedicado al servicio de Cristo y que ya tiene algunos años de hacerlo y
por lo tanto ahora se encuentra cansado y apelando a una autoridad moral para su petición.
Intercedo ante ti en cuanto a mi hijo Onésimo, a quien he engendrado en mis prisiones (v. 10).
Nótese que Pablo no presenta ninguna excusa a favor de Oné-simo. Admite que era alguien que no
servía para mucho y un flojo de carácter, pero también observemos el afecto con el cual lo llama mi
hijo espiritual. Refleja algo de lo que la gracia de Dios había hecho por el Apóstol mismo. El que
había sido un puntilloso fariseo, un exclusivista judío, ahora habla a favor de un gentil y no de un
gentil libre, sino de un esclavo sin valor para la sociedad romana como de un hijo. Es impresionante
leer en Colosenses 4:9: Le envío con Onésimo, el fiel y amado hermano, quien es uno de vosotros
(comp. Col. 1:2).
El nombre Onésimo se deriva de un verbo que libremente arreglado quiere decir ―góceme yo de
ti‖. Fue su encuentro con Cristo el que le llevó a transformar su filosofía para la vida, le cambió de
ser un fugitivo, sin motivos para gozarse e inútil, en un hombre que buscaba la vindicación de sí
mismo y el correlacionar su nueva profesión de fe con la vida práctica.
En otro tiempo él te fue inútil, pero ahora es útil, tanto para ti como para mí (v. 11). Es
probable que cuando Filemón recordaba el nombre de Onésimo su mente le sugería a un
energúmeno indigno. Pablo, en un gracioso y hábil juego de palabras, dice que Onésimo es útil a
Filemón y a él. He aquí el juego de palabras de Pablo: ―El cual, Onésimo (útil) en otro tiempo te fue
inútil (no te fue Onésimo), mas ahora a ti y a mí es útil (nos es Onésimo).‖
Semillero homilético
De inútil a útil
v. 11
Con tal recomendación no es difícil imaginar la prestancia y el nuevo concepto de servicio que
aprendió Onésimo. Sin duda estaba dispuesto a dar a Filemón el mismo cuidado y atención en
servicios que voluntariamente había prestado a Pablo.
Te lo vuelvo a enviar (v. 12). Implica que lo está enviando físicamente, pero también que está
poniendo en las manos de Filemón el destino y la vida misma de Onésimo. A él que es mi propio
corazón, según la traducción de Moffat sería: ―Separándome de mi propio corazón.‖ Devolver a
Onésimo era para Pablo separarse de algo muy apreciado para él. Onésimo había llegado a ser parte
de su misma vida.
La ley romana daba a los amos completo poder sobre la vida y muerte de
sus esclavos. Un esclavo no podía tener propiedades; él mismo era una
propiedad. Aun si hubiera podido adquirir bienes, legalmente todo pertenecía
a su amo. No existía el matrimonio entre los esclavos, solamente la
cohabitación. Las parejas se unían o separaban a voluntad de los amos.
Los esclavos que huían eran encadenados o los dejaban morir como una
lección para ofensores potenciales. Si un propietario de esclavos era
asesinado, cada esclavo en esa casa era declarado responsable. En el tiempo
en que Pablo escribió la carta a Filemón, Pedanius Secundus había sido
asesinado por un esclavo, y todos los cuatrocientos restantes fueron
ejecutados, considerados culpables por no prevenir la muerte de su amo.
Pablo no solamente enviaba a Onésimo, éste iba de retorno por su propia voluntad. Tenemos
aquí algo realmente extraordinario: Un esclavo, un ladrón que retorna por su propia voluntad a su
patrón del cual huyó sin saber la clase de recepción que recibiría. Recordemos que según las leyes
de la época se imponía que Onésimo debía volver a su amo y que éste podía hacer con su esclavo lo
que bien le pareciera, desde someterlo a severos castigos hasta quitarle la vida. Si bien las leyes
imponían un gran sacrificio para Pablo al separarse de una parte de sí mismo, demandaba un valor y
un riesgo no menor de parte de Onésimo. Sin embargo, su nuevo concepto de la vida y su nuevo
concepto de relaciones interpersonales le urgían a volver a la casa de Filemón.
Yo deseaba reternerlo conmigo (v. 13), no era solamente un deseo egoísta por parte de Pablo,
pues declara que tenía propósitos definidos hacia Onésimo. Lo necesitaba, requería sus servicios;
había cosas que Onésimo podía hacer para Pablo que ninguna otra persona podía haber hecho.
Pablo siempre aclaró el motivo por el cual se encontraba en la prisión y lo consideró como el
resultado de su apostolado por el evangelio, como bien lo dijo: Mis prisiones por la causa de Cristo
han sido conocidas... (Fil. 1:13).
A pesar del deseo claramente revelado de Pablo de retener a Onésimo, no lo haría sin el
consentimiento de Filemón. En efecto dice, sin tu consentimiento no quise hacer nad ” (v. 14). Es
interesante hacer una comparación entre los verbos yo deseaba del v. 13 y no quise del v. 14. Al
analizarlos encontramos que Pablo quiere decir: ―Yo hubiera querido retener a Onésimo conmigo,
pero tuve escrúpulos y así resolví definitivamente enviártelo.‖ El primero de los verbos indica
deseo, el segundo determinación y resolución.
Verdaderamente libre
La libertad de la esclavitud era posible por diferentes medios. Había
esclavos a quienes se les alquilaba una parte de tierra para que la cultivaran;
cuando obtenían ganancias podían comprar su libertad. Al mismo tiempo que
el amo daba libertad a un esclavo, con la paga compraba otro y aparte obtenía
ganacias. Los esclavos confiables eran dejados en libertad al volverse viejos
o enfermar. En otras circunstancias, la libertad era ganada por un servicio
dedicado. En ocasiones, el amo en su lecho de muerte concedía la libertad a
algunos esclavos en su último gesto de nobleza.
La pregunta que se hace con más frecuencia es: ¿Por qué el Nuevo
Testamento no condenó la esclavitud? Algunos contestan que los cristianos
primitivos esperaban el regreso inminente de Cristo y consideraban que no
era necesario desafiar la institución de la esclavitud. Los esclavos eran
atraídos por la nueva religión ya que en ella adquirían un nuevo sentido de
dignidad y autoestima. Al pertenecer al cuerpo de Cristo, el esclavo
consideraba que su posición quedaba en plano secundario. En Cristo, el
esclavo era libre.
Se han dado varias razones del porqué Pablo no debía proceder en contraposición al deber
cristiano ni sin el consentimiento de Filemón: (1) Porque la ley romana imponía graves castigos
para aquellos que recibían o retenían a esclavos fugitivos (comp. Rom. 13:1, 2, 5, 7). (2) Para que
no pareciera que se quedaba con algo que pertenecía a Filemón perjudicándole, y por lo cual
Filemón, quizá, se hubiera quejado. (3) Porque Onésimo mismo resolvió retornar, con el objeto de
demostrar en forma concluyente que no había aceptado la religión cristiana para evadir la autoridad
de su amo legal. (4) Para que el evangelio no fuera calumniado y acusado de que bajo su pretexto
los esclavos podían separarse con impunidad de sus amos (ver 1 Cor. 7:20–22).
Para que tu bondad no fuera como por obligación, sino de buena voluntad (v. 14).
Probablemente el término obligación se refiera a que Pablo podría haber mantenido a Onésimo con
él y justificar su proceder en la convicción de que Filemón aprobaría tal conducta. Sin embargo, no
lo hace, actúa como todo un honesto caballero cristiano, entrega lo que no le pertenece y debe
devolver.
Semillero homilético
v. 16
Para que lo recibas ahora para siempre (v. 15). La palabra ―recibir‖ (apéco 568) se relaciona
con el acto de recibir en la mano en forma de pago una suma de dinero. Filemón había perdido un
esclavo, pero ahora recibe más que un esclavo, recibe a un hermano amado... tanto en la carne
como en el Señor (v. 16). Eso es recibir muchísimo más que cualquier cantidad de dinero. Aunque
Pablo no hace un pedido formal de libertad para Onésimo, ni siquiera porque ahora es un cristiano,
sí sugiere que las relaciones entre el obrero y el patrón deben ser radicalmente modificadas. Ya que
por las leyes terrenales Onésimo es una parte de la carne (familia) de Filemón, las relaciones entre
ambos ahora deben ser distintas por cuanto tienen a un Amo común quien es el Señor de ambos.
Si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo (v. 17), como a un amigo íntimo, como
a uno con igualdad de intereses, objetivos y esperanzas en el evangelio. Pablo, por así decirlo,
arriesga su amistad con Filemón al hacer suya la situación de Onésimo. El precio que un hombre
debe pagar con tal de mejorar las relaciones entre otros hombres no se puede cuantificar; por ello
son un imperativo categórico las palabras del Maestro: nadie tiene mayor amor que éste, que uno
ponga su vida por sus amigos (Juan 15:13).
5. Dios puede cambiar las situaciones adversas de nuestra vida para llevar
adelante su propio plan.
6. Los esclavos del tiempo de Pablo y los obreros de hoy en día reciben la
enseñanza de que en las relaciones obrero-patronales debe privar un alto
sentido de responsabilidad y honestidad en toda la extensión de la
palabra.
7. Las acciones que los cristianos realizan deben tener su motivación más
importante en el amor.
Algunos eruditos han sugerido la posibilidad de que Pablo hubiera heredado la fortuna de la
familia y que con ella pudo respaldar las demandas económicas. La idea se fortalece por el hecho de
que como prisionero de Roma y encadenado a un guardia romano, viviendo en una casa privada,
personalmente podía responder económicamente, pues tales condiciones y modo de vida era
concedido por los romanos sólo a aquellos que probaran que podían pagar puntualmente (R. L.
Smith). El hecho de que Pablo se hiciese cargo de responder por los daños causados por Onésimo,
dio a éste, lo mismo que a los obreros de todos los tiempos, la gran enseñanza de que en las
relaciones entre obreros y patrones debe privar un alto sentido de responsabilidad y honestidad en
toda la extensión de las palabras.
18
IV. UN DIRIGENTE RARO, vv. 20-25
Sí, hermano, yo quisiera tener este beneficio de ti en el Señor (v. 20). Una expresión muy
enfática con la cual Pablo se identifica estrechamente con la causa de Onésimo. Además hace
referencia a lo dicho en el v. 7. En otras palabras, concederle la petición sería de gran aliento para
Pablo en sus actuales circunstancias desfavorables y constituiría un estímulo para renovar sus
esfuerzos en presentar a Cristo.
Las palabras sabiendo que harás aun más de lo que digo (v. 21) son una velada expresión de
que Pablo esperaba que Filemón liberara completamente a Onésimo y, sin tratar de violentar la
hermenéutica bíblica, diríamos que presenta la base para el derrocamiento de una de las
instituciones más odiosas de la humanidad.
¡Qué dirigente más raro! ¿verdad? Primero no espera sacar beneficios personales, luego espera
que sus seguidores hagan más de lo que pide. Como si fuera poco, desea cuando menos tres cosas
más:
1. Prepárame... alojamiento (v. 22) Desea estar con el pueblo. La práctica de la hospitalidad
no fue cosa extraña en el NT; al contrario, fue animada como una gran virtud (Rom. 12:13; 1 Tim.
3:2; Tito 1:8; Heb. 13:2 y 1 Ped. 4:9). Pablo esperaba y deseaba que en respuesta a las oraciones de
la iglesia que se reunía en la casa de Filemón podría visitarles. Si tal deseo se cumplió o no es difícil
saberlo.
2. Te saludan... mis colaboradores (vv. 23, 24). Desea ser totalmente honesto. Epafras, pastor
de la iglesia en Colosas que por esos días visitaba a Pablo, es designado como mi compañero de
prisiones por Cristo Jesús. Aristarco también es llamdo prisionero conmigo (Col. 4:10), mientras
que aquí se le denomina como parte de los colaboradores del Apóstol. Uno se pregunta acerca del
porqué de este juego de posiciones. La explicación es que a los amigos de Pablo que lo visitaban en
la ciudad de Roma, se les permitía acompañarlo y vivir con él, con la condición que se sometieran a
las mismas restricciones, guardia militar y demás.
Semillero homilético
18
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 322). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
VI. La elevación a una nueva relación, v. 16.
Otros compañeros a quienes Pablo desea dar crédito por sus labores y ser honesto para con ellos
son: Marcos, posiblemente el mismo que era primo de Bernabé (Col. 4:10), el compañero de Pablo
en el primer viaje misionero. Demas es también mencionado en Colosenses 4:14 y 2 Timoteo 4:10.
Lucas, el autor del Evangelio que lleva su nombre y del libro de Hechos, quien fuera médico y
compañero fiel del Apóstol (2 Tim. 4:11).
3. La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu (v. 25). Desea lo mejor para todos.
Es la bendición pastoral de Pablo para todos sus amigos y expresa el deseo de que la gracia de
Cristo abunde en la vida de aquellos que han sido salvos por la fe en Jesucristo.
CONCLUSION
El valor social de la epístola de Pablo a Filemón consiste en que presenta la actitud del cristiano
hacia las relaciones obrero-patronales y hacia todas las instituciones no cristianas.
3. Que Cristo es la fuerza transformadora más efectiva en el corazón del hombre que el mundo
ha conocido jamás.
Unos cincuenta años después de que Pablo escribiera la carta a Filemón, Ignacio, el obispo de la
iglesia cristiana en Antioquía, era llevado a Roma donde habría de sufrir el martirio por su fe.
Durante su viaje escribió una carta a la iglesia de Efeso. En esa carta hace mención extensa del
obispo de Efeso, cuyo nombre es Onésimo. Como alguien ha dicho, no estamos seguros de que
Onésimo el obispo sea el Onésimo de esta carta, pero ¿por qué no?
19
19
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 337). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
20
20
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-<1997).
(1. ed.)
(página 110). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.