Antígenos
Antígenos
Antígenos
ANTÍGENOS
Definición de antígenos y sus propiedades:
Un antígeno es cualquier sustancia capaz de unirse a los productos de la respuesta inmunitaria (como los
anticuerpos) y/o al receptor de células linfoides. Dichas sustancias pueden ser de diferente naturaleza
tales como azúcares, lípidos, hormonas, metabolitos intermediarios e incluso pueden ser
macromoléculas como glúcidos, proteínas, fosfolípidos y ácidos nucleicos.
Aunque todos los antígenos se unen a los receptores de los linfocitos o a anticuerpos específicos, no
todos son capaces de activar a las células linfoides e inducir una respuesta inmunitaria. Las sustancias
capaces de estimular o provocar una respuesta inmunitaria son conocidas como inmunógenos.
De lo anterior puede afirmarse que los antígenos tienen dos propiedades: la antigenicidad y la
inmunogenicidad. El primer término se refiere a la capacidad que tienen los antígenos de unirse de
manera específica a los productos de la respuesta inmunitaria (Ej. anticuerpos) y a los receptores de los
linfocitos, mientras que el segundo se refiere a la capacidad de los antígenos de provocar dicha
respuesta. La mayoría de los antígenos tienen ambas propiedades (es decir son capaces de inducir una
respuesta inmunitaria y también son capaces de unirse a los receptores de los linfocitos y a los productos
de la respuesta inmunitaria). Esto es particularmente cierto para antígenos de alto peso molecular como
la mayoría de las macromoléculas; sin embargo, existen antígenos que carecen de inmunogenicidad (no
son capaces de inducir una respuesta inmunitaria), este tipo de antígenos se conocen como haptenos
(Figura 2-1).
Los haptenos son sustancias de bajo peso molecular (como la penicilina) que pueden unirse a los
anticuerpos, y por lo tanto poseen antigenicidad pero no pueden activar a los linfocitos B por sí mismos
(es decir no son inmunógenos). Para que se produzca una respuesta inmunitaria frente a este tipo de
antígenos es necesario unir varias copias del hapteno a una proteína o a un polisacárido; la sustancia de
alto peso molecular (la proteína o el polisacárico) se llama transportador. El complejo hapteno-
transportador, a diferencia del hapteno libre, actúa como inmunógeno
Figura 2-1. Los haptenos carecen de inmunogenicidad. Por ello si se inmuniza un animal con un hapteno como
la penicilina no se genera respuesta inmune. Solo cuando el hapteno se une a un transportador (proteína o
polisacárido) el animal inmunizado generará una respuesta inmunitaria
Las macromoléculas suelen tener muchos determinantes antigénicos o epítopes, algunos de ellos pueden
estar repetidos y cada uno de ellos puede interactuar con un anticuerpo o el receptor de un linfocito. Los
antígenos que poseen múltiples determinantes antigénicos idénticos (dos o más) se conocen como
antígenos multivalentes o polivalentes; este tipo de antígenos puede inducir el agrupamiento de los
receptores de las células linfoides e iniciar el proceso de activación de los linfocitos por sí solos; en
cambio para que un antígeno monovalente (que posee solo una copia de cada epítope) induzca la
activación de una célula linfoide se requiere de estímulos adicionales, que generalmente dependen de los
linfocitos T, como se describirá en el tema 17. Un ejemplo de antígeno monovalente lo representan las
proteínas globulares que poseen una copia única de cada epítope mientras que los polisacáridos y los
ácidos nucleicos, por ser polímeros, poseen muchas copias del mismo epítope.
Debido a que en la mayoría de los antígenos existen varios determinantes antigénicos diferentes, cuando
éstos son inyectados a un animal o a un individuo inmunocompetente inducirá la activación de varios
clones de linfocitos; es decir son capaces de inducir la activación policlonal del sistema inmunitario y en
consecuencia dará origen a una respuesta heterogénea caracterizada por la presencia, en su suero de
varios anticuerpos, cada uno capaz de reconocer solo a un determinante antigénico. El suero del animal
o del individuo inmunizado contendrá todos los anticuerpos producidos por el sistema inmunitario
después de la administración de un inmunógeno y este suero se conoce como antisuero (Figura 2-2). El
estudio in vitro de los anticuerpos y de sus reacciones con los antígenos se llama serología. Existen
diferentes métodos de laboratorio que permiten estudiar los anticuerpos producidos por un individuo
después de la inmunización con un antígeno.
Figura 2-2. Los antígenos inducen una respuesta inmunitaria heterogénea. Debido a la naturaleza compleja
de los antígenos, cuando se inyecta un antígeno que posee varios determinantes antigénicos (al menos dos
epítopes diferentes) éste inducirá la activación de varios clones de linfocitos induciendo la formación de varios
anticuerpos, los cuales pueden detectarse en el suero del individuo inyectado
Un determinante antigénico o epítope puede estar presente en cualquier tipo de compuesto incluyendo
proteínas, glúcidos, lípidos y ácidos nucleicos. En las proteínas la presencia de un determinante
antigénico puede depender de la estructura primaria de la proteína es decir de la secuencia de
aminoácidos; en otros casos la presencia de un determinante antigénico depende de la conformación o
disposición espacial de la proteína; es decir, depende de la estructura terciaria de la proteína. Cuando un
determinante antigénico está formado por varios aminoácidos adyacentes se llama determinante lineal o
continuo (Figura 2-3A), por lo general, este tipo de determinante es poco accesible en la proteína nativa
y se pone de manifiesto cuando la proteína es procesada o desnaturalizada. Al contrario, los
determinantes tridimensionales, conformacionales o discontinuos están formados por aminoácidos
situados en zonas distantes de la estructura primaria pero que se yuxtaponen en el espacio cuando la
proteína se encuentra plegada (Figura 2-3B). Además una proteína puede sufrir modificaciones gracias a
diferentes reacciones bioquímicas (fosforilación, glucosilación, acetilación, proteólisis); dichas
modificaciones pueden generar nuevos epítopes, este tipo de epítopes se denominan determinantes
neoantigénicos (Figura 2-3C).
Figura 2-3. Naturaleza de los determinantes antigénicos. En una proteína los determinantes antigénicos pueden
depender de la secuencia de aminoácidos o de su estructura primaria de una proteína (A) o del plegamiento de la
proteína o de su estructura terciaria (B) así mismo, los epítopes pueden generarse después que la proteína sufre
alguna modificación (C)
Se ha demostrado que los antígenos timodependientes cuentan, al menos, con dos determinantes
antigénicos diferentes, uno capaz de interactuar y estimular a los linfocitos T denominado determinante
inmunogénico y otro capaz de estimular a los linfocito B y reaccionar con los anticuerpos formados,
llamado determinante hapténico.
Reacciones cruzadas
Cuando dos o más antígenos comparten uno o más determinantes antigénicos o poseen epítopes de
estructura similar, algunos anticuerpos producidos contra uno de los dos antígenos pueden reaccionan
con el (los) otro(s) antígeno(s) que ocasionó la producción de dichos anticuerpos dando lugar a una
reacción cruzada. En este caso, la reacción antígeno-anticuerpo ocurre entre un antígeno y los
anticuerpos inducidos por otro antígeno. En otras palabras, en una reacción cruzada un anticuerpo
reacciona con un antígeno diferente al que indujo su formación y secreción, siempre y cuando ese
antígeno posea uno o más epítopes idénticos o similares. En la reacción cruzada intervienen dos tipos de
antígeno: antígeno homólogo y el antígeno heterólogo (Figura 2-5).
Figura 2-5. Una reacción cruzada ocurre entre dos o más antígenos que comparten al menos, un epítope o
determinante antígeno. Suponga dos antígenos diferentes que comparte uno o más epitopes (A). Si se inyecta el
Ag1 a un animal inmunocompetente, este responderá inmunológicamente produciendo anticuerpos que pueden
detectarse en su suero (antisuero); como el Ag1 induce una respuesta inmunitaria en el conejo, el Ag1 es el
antígeno homólogo de la reacción cruzada (B). Si el Ag2 (que posee determinantes antigénicos similares o iguales
al Ag1) se pone en contacto con el antisuero procedente del animal inmunizado, éste reaccionará con el antisuero
a pesar de no haber inducido la respuesta inmunitaria; por ello el Ag2 es el antígeno heterólogo de la reacción
cruzada (C)
El antígeno homólogo de una reacción cruzada es el antígeno que induce la producción de los
anticuerpos en el individuo inmunizado, por lo que reacciona específicamente con ellos mientras que el
antígeno heterólogo es el antígeno que en una reacción cruzada reacciona con los anticuerpos sin inducir
la producción de dichos anticuerpos.
Las reacciones cruzadas permiten explicar la patogenia de varias enfermedades; por ejemplo, se admite
que la lesión del tejido cardiaco de pacientes con fiebre reumática (una enfermedad posestreptocócica de
carácter inflamatorio) depende de la reacción cruzada entre los anticuerpos producidos frente a
Streptococcus pyogenes y los antígenos heterólogos presentes en el tejido cardiaco del individuo.
Algunas cepas de estreptococos del grupo A contienen antígenos de membrana que tienen reacción
cruzada con antígenos de tejido cardiaco humano; por ello los anticuerpos producidos contra la bacteria
también reaccionan con ciertos antígenos propios presentes en el tejido cardiaco, generando lesión
tisular que estimula el proceso inflamatorio.
En un futuro se podrá emplear el fenómeno de inmunidad cruzada con el fin de inducir una inmunidad
específica contra determinado germen. Existen seis tipos de bacilos Haemophilus influenzae, uno de los
cuales, el tipo B es responsable de infecciones que ocasionan meningitis y epiglotitis en los niños,
afecciones que tienen un alto porcentaje de mortalidad. Epidemiológicamente, se sabe que estas
enfermedades no se presentan en el recién nacido ni en los adultos. En los primeros porque reciben de la
madre anticuerpos contra este germen y en adultos porque el 95 % presentan anticuerpos contra el
Haemophilus sin que ellos hayan padecido la infección. Este curioso fenómeno de tener anticuerpos
contra un microorganismo con el cual no se ha tenido contacto se explica por la presencia de
determinantes antigénicos similares entre Haemophilus y otros gérmenes no patógenos. Staphylococcus
aureus y algunas cepas de Escherichia coli poseen en su membrana derivados del ácido teicoico,
sustancia presente igualmente en Haemophilus influenzae. Una infección con algunos de los gérmenes
mencionados que tienen poca o ninguna patogenicidad, es suficiente para inducir la producción de
anticuerpos que pueden reaccionar cruzadamente contra Haemophilus y en consecuencia defendernos de
la infección por este germen.
inmunogenicidad debe incluir los factores relativos a la sustancia, factores relativos al anfitrión e incluso
factores relacionados con la forma en que se administra el antígeno.
Por ello el carácter extraño depende de la procedencia del antígeno. El término xenoantígeno hace
referencia a aquellos antígenos que proceden de especies diferentes al anfitrión como las proteínas
pertenecientes a los microorganismos que causan enfermedades en los humanos. Los aloantígenos son
antígenos que proceden de individuos que pertenecen a la misma especie que el anfitrión pero que
difieren desde el punto de vista genético como por ejemplo los antígenos de grupo sanguíneo. Los
autoantígenos, son antígenos que proceden del anfitrión y que en circunstancias excepcionales induce
una respuesta inmunitaria. De los tres (xenoantígenos, aloantígenos y autoantígenos) los inmunogénicos
más potentes son los xenoantígenos gracias a su carácter extraño.
Peso molecular: hay una correlación directa entre el peso molecular y la inmunogenicidad de una
sustancia; cuanto mayor sea el peso molecular (tamaño) de una sustancia mayor será su
inmunogenicidad.
Naturaleza química y composición: los mejores inmunógenos son las sustancias de naturaleza proteica.
Los carbohidratos y lípidos tienen una inmunogenicidad variable que depende en gran medida de su
tamaño y composición. Los polímeros compuestos de un solo azúcar o de un solo aminoácido
(homopolímeros) inducen una respuesta inmunitaria débil mientras que los copolímeros son buenos
inmunogénos. Por otra parte, las proteínas con aminoácidos aromáticos como la fenilalanina y el
triptófano son más inmunógenas que aquellas que no poseen en su estructura este tipo de aminoácidos.
A nivel de las especies también puede observarse esto, los polisacáridos generan respuestas inmunes
muy potentes en humanos y ratones pero no en conejos.
Edad, estado nutritivo y las inmunodeficiencias: un individuo con un sistema inmunitario inmaduro,
envejecido o deprimido responde débilmente o no responde frente a un antígeno mientras que ese mismo
antígeno es capaz de generar una respuesta inmunitaria satisfactoria en individuos con edades
intermedias, bien nutridos y libres de inmunodeficiencias.
Número e intervalo entre las dosis: después de la primera administración de un antígeno los anticuerpos
son de clase IgM y se encuentran en concentraciones bajas, después de la segunda administración los
anticuerpos que predominan son de clase IgG y su concentración es más elevada. Con cada
administración del antígeno la concentración de anticuerpos y la memoria inmunológica aumenta hasta
alcanzar un nivel adecuado que protege al individuo. Para cada sistema antígeno/anfitrión debe
determinarse las condiciones más adecuadas que induzcan el nivel de protección requerido.
Uso de adyuvantes: los adyuvantes son productos de origen biológico que incrementan la
inmunogenicidad de un antígeno. Los adyuvantes evitan la degradación de los antígenos y dan origen a
un depósito desde el cual se libera lentamente el antígeno y con ello prolongan el estímulo antigénico,
además inducen la formación de granulomas donde se reúnen las células que participan en las reacciones
inmunitarias. Pueden incrementar las señales que necesitan las células linfoides favoreciendo el
desarrollo de la respuesta frente a los antígenos. Debido a que los adyuvantes incrementan el poder
inmunógeno de un antígeno frecuentemente son añadidos a las vacunas; entre los adyuvantes más
comúnmente usados para estimular la respuesta inmune en humanos se mencionan las sales de sulfato de
aluminio y potasio (o alumbre) y preparaciones que contienen bacterias tales como Bordetella pertusis y
Mycobacterium spp (Cuadro 2-1).
Los superantígenos
Son proteínas de origen bacteriano o viral que se unen a las moléculas del complejo mayor de
histocompatibilidad y al receptor para antígeno del linfocito T de una manera muy distinta a la que lo
hacen los antígenos convencionales (Figura 2-6). La interacción entre el recetor del linfocito T, la
molécula del complejo mayor de histocompatibilidad y el superantígeno genera una señal de activación
tan potente que provoca la activación y proliferación de hasta el 30% de los linfocitos T. Estos linfocitos
T activados secretan gran cantidad de citocinas lo que explica la fisiopatología de las enfermedades
causadas por microorganismos que expresan superantígenos.
Antígenos como toxinas producidas por Staphylococcus aureus (una bacteria que causa intoxicación
alimentaria) y S. pyogenes (causa más frecuente de faringitis bacteriana), inducen la activación de
numerosos clones de linfocitos T, con la consiguiente producción de grandes cantidades de citocinas que
inducen fiebre, diarrea e hipotensión lo que conduce al desarrollo de choque (schock) tóxico que
compromete seriamente la vida del paciente.
Figura 2-6. Superantígenos, los inmunoestimulantes más potentes. Durante el reconocimiento antigénico los
linfocitos T interactúan con complejos formados por péptidos y moléculas del complejo mayor de
histocompatibilidad expresados en la membrana plasmática de las células presentadoras de antígeno. Sin embargo
existen algunos antígenos de origen bacteriano o viral que son reconocidos por el receptor de las células T de un
modo diferente; tales antígeno no forman complejos con moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad
sino más bien se unen “con el exterior” de las proteínas del CPH. CPA= célula presentadora de antígeno. CPH=
complejo mayor de histocompatibilidad. RCT= receptor de las células T
Antígenos secuestrados
Este término hace referencia a antígenos propios que por su ubicación anatómica no son accesibles al
sistema inmunitario en el período durante el cual se induce tolerancia a los antígenos propios. A manera
de ejemplo puede mencionarse las proteínas del cristalino, del sistema nervioso central, los testículos o
la tiroides. Estos antígenos, normalmente “atrapados” son inaccesibles al sistema inmunitario; no
obstante, durante ciertas circunstancias como traumatismo o procesos inflamatorios intensos pueden
„liberarse” y dar origen a una respuesta inmunitaria que comprometería la salud del individuo.
Antígeno recombinante
Un antígeno recombinante es aquel producido gracias a la tecnología del ADN recombinante. Para ello
la secuencia del gen que codifica el antígeno se inserta en un plásmido y este se utiliza para transformar
a una bacteria; posteriormente, el microorganismo produce in vitro el antígeno de interés. Algunas
pruebas de laboratorio para la detección de anticuerpos anti-Trypanosoma cruzi (protozoario, agente
etiológico de la tripanosomiasis americana o enfermedad de Chagas) usan este tipo de antígenos.
También, gracias a la tecnología del ADN recombinante ha sido posible preparar la vacuna contra la
hepatitis usando el antígeno de superficie del virus de la hepatistis B.