La Evolución Del Detective en El Género Policíaco
La Evolución Del Detective en El Género Policíaco
La Evolución Del Detective en El Género Policíaco
Esta evolución se produce porque una nueva oleada de autores quiere hacer una
novela policíaca más real, más dinámica, menos intelectual, es decir, menos “racional”.
Y esto es porque esta evolución se encuentra inmersa en una sociedad determinada y
surge como el testimonio de una época[12], la estadounidense, en la que los
delincuentes controlan ciudades, en las que hay muchísima delincuencia urbana, una
sociedad en la que se produce el crack de la Bolsa, en la que se pone en
funcionamiento la ley seca, donde hay grupos de gansters tremendamente poderosos.
Como dice Raymond Chandler:
[...]El realista de esta rama literaria escribe sobre un mundo
en que los pistoleros pueden gobernar naciones y casi
gobernar ciudades, en el que los hoteles, casas de
apartamentos y célebres restaurantes son propiedad de
hombres que hicieron su dinero regentando burdeles; en el
que un astro cinematográfico puede ser el jefe de una
pandilla, y en el que ese hombre simpático que vive dos
puertas más allá, en el mismo piso, es el jefe de una banda
de controladores de apuestas; un mundo en el que un juez
con una bodega repleta de bebidas de contrabando puede
enviar a la cárcel a un hombre por tener una botella de un
litro en el bolsillo; en que el alto cargo municipal puede haber
tolerado el asesinato como instrumento para ganar dinero,
en el que ninguno puede caminar tranquilo por una calle
oscura, porque la ley y el orden son cosas sobre las cuales
hablamos, pero que nos abstenemos de practicar; un mundo
en el que uno puede presenciar un atraco a plena luz del día,
y ver quién lo comete, pero retroceder rápidamente a un
segundo plano, entre la gente, en lugar de decírselo a nadie,
porque los atracadores pueden tener amigos de pistolas
largas, o a la policía no gustarle las declaraciones de uno, y
de cualquier manera el picapleitos de la defensa podrá
insultarle y zarandearle a uno ante el tribunal, en público,
frente a un jurado de retrasados mentales, sin que un juez
político haga algo más que un ademán superficial para
impedirlo[13].
Tanto un tipo de detective como otro atraen por un rasgo único que lo
caracteriza y lo define frente al resto, a pesar de tener características comunes. En un
magnífico artículo, Fernando Savater expone que no entiende “por qué ha de ser
acatado como más verosímil el baqueteado detective de agencia envuelto en su vieja
gabardina, agobiado por la sociedad corrompida pero conservando aún cierto fondo de
nobleza y una enternecedora afición al bourbon o la chanfaina, que el sofisticado
sabueso clásico, con batín y cachimba de espuma de mar, que entorna los ojos
mientras murmura entre dientes «curioso… realmente curioso…»”[34]. No se trata de
decir quién es mejor o más realista, quién es más inteligente o más violento, ya que
todo se reduce a una cuestión: la verosimilitud. Una vez que aceptamos que ese
detective podría existir entra en juego el subjetivismo del lector, ya que, en muchos
casos, se decantará por un tipo de narración u otra en función de quién la protagonice,
ya que en el proceso de la lectura se siente más identificado con un tipo de detective.
Pero esto no quiere decir que las preferencias se encaminen hacia un detective racional
o un detective realista, podemos perfectamente preferir a Holmes antes que
a Rouletabille o Philo Vance, a Marlowe o a Carvalho antes que a Poirot. Elegimos un
tipo de personaje que cuanto más se acerque a una condición mítica más grande será
su poder de seducción, a pesar de que todavía no sepamos definir qué es eso que lo
hace tan maravilloso y que nos atrae tanto de él. En todo caso, el ingenio y el arte del
escritor siempre estarán presentes. Por lo tanto, y como dijo Savater, no hay que
hablar en términos de elección entre un Holmes, Poirot, Guillermo de Baskerville o
un Spade, Marlowe, Archer, sino en leer una buena historia bien contada sin tener que
renunciar a ninguno de ellos.
https://www.um.es/tonosdigital/znum10/estudios/Q-Martin.htm