Historia Del Sombreron

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HISTORIA DEL SOMBRERON

Según las leyendas de Guatemala, El Sombrerón es un hombre de muy poca


estatura que siempre viste de negro, utiliza un cincho grueso y brillante y un par
de botas que dejan un ruido estruendoso a su paso. En la cabeza lleva
un sombrero de grandes proporciones, el cual esconde su mirada y sus
intenciones y al hombro una guitarra.

Se afirma en la tradición oral que El Sombrerón recorre las calles y los barrios de
Guatemala acompañado de cuatro mulas. Su propósito es enamorar a jóvenes
mujeres, especialmente a las de ojos grandes y cabello largo. Las enamora y
atrae interpretando canciones con su dulce voz y los mejores acordes de su
guitarra.

Se dice que este ser concreta su hechizo al amarrar las cuatro mulas frente a la
casa de la joven de la cual se ha enamorado. Las jóvenes al notar la presencia de
El Sombrerón, quedan embrujadas e hipnotizadas por él, quien luego las persigue,
les trenza el cabello, no las deja comer ni dormir.

El final para quienes caen en el hechizo de El Sombrerón es la muerte.

HISTORIA DE LA LLORONA

Una de las leyendas más populares de Guatemala es la leyenda de la


Llorona. Se le describe como una mujer que perdió a sus hijos. Luego se
convirtió en alma en pena que los busca en vano para toda la eternidad,
aterrorizando con su llanto a todo el que la escucha.

Según el mito, la Llorona se aparece vestida de blanco y con el rostro cubierto


por un velo. Camina de forma lenta hasta acercarse a un lugar con agua, en el
cual desaparece.
En una de las versiones de la leyenda, se afirma que el nombre de dicha mujer era
María. Ella pertenecía a la alta sociedad y estaba casada con un hombre
adinerado y bastante mayor que ella. Además, erra costumbre de esta mujer
despilfarrar las riquezas de su esposo y divertirse frecuentemente en fiestas y
eventos sociales. Durante sus años de matrimonio, la pareja tuvo dos hijos.

Inesperadamente, el esposo de María falleció y la riqueza se fue terminando.


Luego de vender sus pertenencias, la mujer no halló forma de seguir alimentando
a sus hijos. Por lo que un día les hizo creer que los llevaría de paseo.

Al llegar al lugar que tenía planeado, arrojó a los menores a un caudaloso


río en el que murieron. La mujer abandonó el lugar, pero el remordimiento la hizo
regresar y tirarse también al río.

Continúa la leyenda afirmando a partir de la medianoche, su alma deambula por


las calles de Guatemala llorando y gritando ¡Aaaay mis hijos! Existen quienes
afirman haberla visto cerca de cualquier lugar en donde haya agua.

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