Sarampión: La Enfermedad, Epidemiología, Historia: y Los Programas de Vacunación en El Perú
Sarampión: La Enfermedad, Epidemiología, Historia: y Los Programas de Vacunación en El Perú
Sarampión: La Enfermedad, Epidemiología, Historia: y Los Programas de Vacunación en El Perú
I. Concepto
Sarampión es una enfermedad de origen viral altamente contagiosa, eliminada en gran parte del mundo gracias a la implementación de
programas de vacunación. En la actualidad, aún es capaz de originar brotes particularmente en población susceptible no vacunada
determinando alta carga de morbilidad y mortalidad1y2
El sarampión está considerado entre las infecciones más contagiosas de la infancia. El exantema se inicia habitualmente en la cara, y de forma
centrifuga se disemina a tronco y extremidades. Y aunque la enfermedad determina una fuerte respuesta inmune humoral y celular estimulando
inmunidad específica de por vida, produce a la vez una importante inmunosupresión que dura varias semanas (Tabla 2) aumentando la
susceptibilidad a infecciones secundarias13. Las complicaciones descritas en niños menores incluyen otitis media aguda (5 a 15%), neumonía (5 a
10%), laringitis obstructiva y ocasionalmente diarrea aguda, las que se presentan con mayor frecuencia en países subdesarrollados o en presencia
de desnutrición o inmunodepresión. También se describe como complicación grave la encefalitis post infecciosa en 1 por 1.000 casos, igual valor de
1 por 1.000 casos se reconoce para su letalidad14.
Infectología al Día
Diagnóstico
En la actualidad, el diagnóstico de sarampión debe basarse en tres elementos: manifestaciones clínicas, epidemiología y laboratorio. Por
definición, un caso presuntivo o sospechoso se basa en síntomas debiendo indagarse factores de riesgo epidemiológico como viajes a zonas con
endemia de sarampión (Figura 4); necesariamente un caso sospechoso debe ser sometido a pruebas de laboratorio confirmatorias. La Organización
Mundial de la Salud (OMS) entrega como definición de caso sospechoso a: “cualquier persona con exantema máculopapular generalizado,
fiebre superior a 38ºC, y uno de los siguientes: tos, coriza o conjuntivitis”; agregando además “cualquier persona en que un profesional de la
salud sospeche sarampión”15,16. Sin embargo, la presentación clínica puede ser variable en lactantes menores, pacientes inmunocomprometidos
o individuos previamente vacunados.
Para su confirmación diagnóstica se dispone de pruebas serológicas con mediciones de IgG e IgM específicas17, biología molecular con aplicación
RPC-TR y aislamiento viral. Resulta relevante recalcar que los títulos de IgM, que son confirmatorios de enfermedad, se detectan desde el 3° día
del exantema y se mantienen positivos por 30 a 60 días en la mayoría de los sujetos enfermos y que, para la evaluación de IgG se requiere de la
elevación de cuatro veces el título de ellos entre fase aguda y convalecencia de la enfermedad. La ejecución de RPC, de rápido procesa- miento con
muestras respiratorias, confirma la enfermedad y permite la genotipificación del agente2,18. Estudios con biología molecular y secuenciación han
permitido definir ocho linajes del virus salvaje (A, B, C, D, E, F, G y H) y dentro de ellos reconocer 23 genotipos (A, B1, B2, B3, C1, C2, D1, D2,
D3, D4, D5, D6, D7, D8, D9, D10, E, F, G1, G2, G3, H1, y H2). La genotipificación, herramienta fundamental de la vigilancia epidemiológica
promovida por la OMS, y parte del diagnóstico, permite analizar brotes epidémicos y determinar el origen autóctono o importado de un tipo en
particular19.
Tratamiento
No existe terapia antiviral específica para el sarampión. La indicación de hospitalización debiera estar motivada sólo por el diagnóstico de
complicaciones graves aso- ciadas. Se aconseja medidas de soporte con manejo de la fiebre, hidratación y adecuado apoyo nutricional. La
administración de vitamina A, sugerida por la OMS a fin reducir letalidad, se focaliza principalmente para niños en países en vía de desarrollo o
subdesarrollados (mayor incidencia de hipovitaminosis) la que se debe indicar por dos días consecutivos con dosis de 200.000 UI en mayores de un
año20. A lactantes entre 6 a 12 meses se recomienda 100.00 UI y bajo de 6 meses administrar 50.000 UI. En niños con evidencia clínica de deficiencia
de vitamina A, se recomienda una tercera dosis 2 a 4 semanas después de haber cursado sarampión2,14.
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Prevención
La medida preventiva más relevante es la inmunización con vacuna. La primera vacuna atenuada disponible se desarrolló luego de sucesivos pasajes
en embrión de pollo de la cepa Edmonston, con alto reporte de eventos adversos. Una mayor cantidad de pasajes de atenuación, permitió obtener la
cepa Edmonston B o Schwarz para la licencia de una vacuna en 1965 y finalmente en 1968 se licenció una vacuna con cepa Moraten (aún más atenuada,
del inglés more attenuated). Estas vacunas atenuadas, todas pertenecientes al genotipo A, tienen mutaciones que la diferencian del virus salvaje y
presentan menor tropismo por linfocitos21.
Antes de la introducción de la vacuna, el sarampión era una enfermedad “obligada” en la niñez, de tal manera que a los 20 años de edad más de
90% de la población mundial ya la había tenido. De comportamiento endémico global, causaba epidemias de grandes proporciones cada dos o tres
años, principalmente a fines de invierno, en primavera en regiones de clima templado, y durante todo el año en regiones de clima tropical.
Según cifras de la OMS, en los años 80, el sarampión causaba cerca de 2,6 millones de muertes en el orbe, y luego de intensas campañas de
vacunación, el año 2013 hubo registro de 145.700 muertes por sarampión en todo el mundo, lo que traduce 400 muertes por día y 16 por hora, con
evidente mejoría en cifras de letalidad, pero persistiendo como problema de salud pública aún en numerosos países22. La distribución mundial de
casos reportados a la OMS por distintos países entre 2008 y 2014 se presenta en la Figura 5.
Figura 5. Distribución de
casos de sarampión reportados
por mes en las regiones de la
OMS, 2018-2014, Fuente:
reporte de países a OMS.
La vacunación contra el sarampión ha proporcionado grandes beneficios de salud pública, reduciendo la mortalidad mundial por esta causa en 75%
entre 2000 y 2013. En el año 2013, aproximadamente 84% de la población infantil mundial recibió, a través de los servicios de salud habituales, una
dosis de vacuna contra el sarampión cercano al año de vida. En el 2000, ese porcentaje fue de 73%. Se estima que entre los años 2000 a 2013, la
vacuna contra el sarampión evitó 15,6 millones de muertes, lo que la convierte en una de las mejores inversiones en salud pública.
En América, los brotes recientes de sarampión en los Estados Unidos de América (E.U.A.) y Brasil, a partir de casos importados desde otras regiones
del mundo, sugieren que las tasas de inmunización en algunas áreas han descendido por debajo de los niveles necesarios para prevenir la propagación
de la enfermedad. El sarampión se considera eliminado de las Américas desde 2002 debido a la ausencia de transmisión endémica de la enfermedad23.
Un comité internacional de verificación está compilando datos probatorios para declarar a la región libre del sarampión, lo que haría de las Américas
la primera región del mundo en eliminar la enfermedad, en línea con éxitos similares como la eliminación de la viruela en la década de 1970 y de la
poliomielitis en los 90’, logros que han sido resultado de los esfuerzos regionales por alcanzar altas coberturas de vacunación, a través de programas
regulares de inmunización y campañas masivas de vacunación.
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Sin embargo, la región no ha estado exenta de problemas, a partir de casos importados se originan brotes regionales. La genotipificación de casos
identificada en brotes de Latinoamérica entre 2010 y 2014 se presenta en la Tabla 3. Esta caracterización genética de los virus en circulación es
un componente crítico de vigilancia de laboratorio del sarampión y de los estudios epidemiológicos moleculares. La combinación de análisis
molecular y la investigación de un caso estándar, proporciona una información sensible para describir las rutas de transmisión del virus y para
documentar la interrupción de la transmisión endémica del sarampión. La ausencia de genotipo(s) endémicos es uno de los criterios para verificar la
eliminación del sarampión en un país o región.
A principios de este año, según reporte OPS/OMS, se habían confirmado 147 casos de sarampión en cuatro países de América. De ese total,
121 casos fueron en los E.U.A., vinculados principalmente al brote que empezó en diciembre pasado en Disneylandia, California; un solo caso
en México también se vinculó a ese brote y de los restantes casos, 21 tuvieron lugar en Brasil y cuatro en Canadá. Los casos en Brasil forman
parte de un brote más grande que comenzó a principios de 2013 y que ha enfermado a más de 700 personas en 31 municipios. Entre 2011 y mayo
de 2015 (antes de los casos confirmados en Chile), la región registró un total de 4.357 casos de sarampión; cuyos casos iniciales obedecen a
importación con diseminación posterior en susceptibles (Figura 6).
En Chile existe información sobre epidemias de sarampión desde 1899, ya que, a fines de ese año, comenzó en Santiago para luego extenderse
en el país una de las epidemias más letales de esta enfermedad y que continuó hasta el año 1900. Según relata el profesor Puga Borne “fue la más
tremenda experiencia que tuvimos en esa época, pues la epidemia nos ha llevado una generación entera”24. Si se observa la tendencia de los
casos de sarampión desde mediados de siglo a la fecha, se puede dividir este período en dos fases: antes de la introducción de la vacuna en los
esquemas nacionales de inmunización y posterior a su introducción a partir de 1964. El número de casos, tasas de incidencia y letalidad de
sarampión en Chile desde 1939 se presentan, con el valor de corresponder a una serie histórica, en la Tabla 4.
Período pre vacuna (1839-1963): Los casos se mantienen en valores que oscilan en rangos de 1.000 a 10.000 casos anuales. A partir de 1958,
los casos se duplican y las tasas son cuatro veces superiores a lo observado hasta el momento. La misma tendencia se observa en las muertes,
alcanzando su máximo en 1962 con un total de 2.465 muertes y una tasa de letalidad de 6,6%. Entre 1951 y 1963 se observan brotes que se
sucedían cada 4 ó 5 años y la letalidad varía proporcionalmente con el número de casos.
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Tabla 4. Número de casos, tasa de incidencia (x 100.000 habitantes) y letalidad por sarampión. Chile 1939-2015
Año n de casos Tasa n de muertes Letalidad Año n de casos Tasa n de muertes Letalidad
1939 2.625 72,2 370 7,4 1979 34.390 313,3 154 0,4
Figura 7. Tasa de incidencia de sarampión por 100.000 habitantes. Chile 1939-2014, asociado a inclusión de la vacuna en el PAI-PNI y campañas de vacunación. Fuente:
Anuarios de Enfermedades de Notificación Obligatoria. Boletín Epidemiológico Ministerio de Salud.
Figura 8. Tasa de letalidad de sarampión. Chile 1939-2014. Fuente: Anuarios de Enfermedades de Notificación Obligatoria. Boletín Epidemiológico Ministerio de Salud.
1983 a 1985 12 meses y revacunación a los 18 meses para los niños vacunados 1 dosis
antes de los 12 meses de edad
edad con una dosis. Teniendo en cuenta estos antecedentes podríamos concluir con cierto grado de seguridad que la administración de media dosis
de vacuna no ocurrió durante un período tan extenso como de 10 años. Así entonces, la situación de menor seropositividad asignada a la cohorte
de chilenos nacidos entre 1971 a 1981 que los identifica como población susceptible de riesgo actual, puede deberse a otras razones. En revisiones
de la literatura internacional, no se encontraron resultados sobre eficacia de la vacuna cuando se administra una dosis menor a la recomendada por
el fabricante. Lo que si se documenta es la pérdida de la eficacia en las siguientes situaciones 28:
1. Termo-estabilidad: Antes de 1980 todas las vacunas sarampión disponibles eran termolábiles. De acuerdo a recomendaciones de la OMS, para
que una vacuna sarampión sea eficaz, no debe perder más de 1 log 10 después de la exposición durante una semana a 37ºC o a una temperatura
más elevada.
2. La vacuna sarampión liofilizada pierde su actividad una vez reconstituida. La disminución de la actividad es de 50% al cabo de 1 h a 37ºC, 70% al
cabo de tres horas entre 22ºC y 23ºC, y puede ser inactivada a 35-37ºC, al cabo de 2 a 7 h.
3. Si se conserva a +4ºC la vacuna reconstituida, mantiene una actividad superior a 1.000 DICT durante al menos 24 h. La pérdida de actividad se
estima en 0,015 log DICT50 por hora. Sin embargo, no es aconsejable el
Campañas de vacunación
Independiente de las coberturas alcanzadas y dada la necesidad de asegurar una población inmune, además de la
administración de vacuna según programa, con posterioridad a la última epidemia de sarampión ocurrida en Chile entre
los años 1988 y 1989, se han realizado grandes esfuerzos por disminuir las tasas endémicas de sarampión, realizándose
hasta la fecha dos campañas masivas de vacunación o de “puesta al día”. Las coberturas de vacunación alcanzadas en estas
dos primeras campañas fueron de 99,6% (1992) y 100% (1996), siendo vacunados niños y niñas bajo 15 años de edad.
La Primera Campaña Nacional de vacunación antisa- rampión concentrada en diez días, se efectuó entre el 6 al 16 de
abril de 1992, focalizada en los niños de 9 meses a los 14 años 11 meses30. El éxito de esta primera Campaña nacional se
debió a la planificación de ella, que incluyó:
• Creación de una Comisión Nacional para la coor- dinación de acciones de capacitación y promoción, adecuación
de recursos humanos, financieros, cadena de frío, transporte, insumos, elaboración de informa- ción, su análisis y
evaluación.
• Elaboración de un plan de actividades coordinadas con los Servicios de Salud y liderado por el Departamento de
Epidemiología del MINSAL.
• Inclusión de un Plan de Comunicación Social, basado en avisos de televisión con la participación de anima- dores
infantiles de gran prestigio de diversos canales nacionales de televisión, comunicación radial, prensa,
Todos elementos que a más de 20 años nos parecen relevantes de considerar para mejorar las coberturas de va- cunación de enfermedades
inmunoprevenibles en el país. En el año 1996 se repitió la vacunación masiva focalizada en los niños mayores de 1 año y menores de 15
años, dado nuevamente por acúmulo de susceptibles, sumados los niños no vacunados y los vacunados no inmunizados por presencia de
anticuerpos maternos, por respuesta inadecuada a la vacunación u otros factores. Esta segunda Campaña Nacional basada en la expe- riencia
de la primera, logró una cobertura de 100% de la población objetivo. Los resultados operacionales de la primera y segunda Campaña
Nacional de vacunación anti-sarampión determinaron que no se presentaran más casos de sarampión en niños, teniendo como base una
vigilancia epidemiológica constante de casos, con base de exámenes de laboratorio en todos los casos con
exantemas febriles.
Las campañas de vacunación de “seguimiento”, son
un componente esencial de la estrategia para erradicar el sarampión, y sugerencia de la OMS para mantener el estado de eliminación de la
enfermedad. Estas campañas están dirigidas a todos los niños y niñas de 1 a 4 años 11 meses y 29 días de edad, aunque ya estén vacunados o
hayan tenido la enfermedad. Hasta el momento se han realizado tres campañas de “vacunación de seguimiento”, a saber: en el año 2001, donde se
alcanzó una cobertura de 99%; en el año 2005, donde se logró una cobertura de 93,2% y en el año 2010-2011 alcanzando una cobertura de 75,2%
según cifras reportadas desde el nivel central.
La circulación del virus sarampión en el mundo, con casos y muertes, actualmente afecta a unos 160 países, y
dada su alta contagiosidad, la falta de programas que garanticen coberturas de vacunación que idealmente se
aproximen a 100% en los niños, a los que se suman las falsas creencias del eventual daño que producirían, mantiene
la vigencia de alerta en los sistemas de salud pública32. Se suma el hecho que la vacuna no garantiza per se la
inmunización absoluta, por respuesta inmu- nológica individual, eventual presencia de anticuerpos maternos,
problemas en cadena de frío u otras causas, dejando anualmente un grupo de susceptibles a incluir en campañas
recurrentes de vacunación. La particular visión de algunos padres que retardan o niegan la inmunización de hijos
susceptibles, hoy en día se encuentra en el tapete de discusión ya que de todas formas impacta en la salud pública de
los distintos países y nos obliga a reforzar la entrega de información con base científica, e incluyendo conceptos éticos
y legales33.
Un mero análisis de los años 2010 a 2013 de las coberturas con vacuna tresvírica colocada al año de edad en
nuestro país, muestra que no se han vacunado en estos tres años, un total de 60.047 niños, sumando 5% de niños
vacunados y no inmunizados en este período de un
total de 94.726 niños susceptibles de hacer sarampión. Sumado otra importante cantidad de susceptibles nacidos en
2014, refuerzan la necesidad de contar este año con una exitosa campaña de revacunación programada por el MINSAL
para octubre de 2015, con meta ideal de superar una cobertura de 95% de los niños población objetivo.
En la situación actual con brote de sarampión presente en la Región Metropolitana, debemos insistir en seguir las
indicaciones incluidas en la normativa vigente34, a fin mantener una oportuna notificación de casos –responsabi- lidad del
médico tratante– implementar el estudio con las tomas de muestra respiratoria por aspirado nasofaríngeo y de sangre
recomendadas para ser derivadas al ISP, dejando al nivel central la coordinación de las acciones de bloqueo con
vacunación de contactos y administración de inmunoglobulina normal (IM) a quienes no pueden recibir vacuna
(menores de un año, mujeres embarazadas y pacientes inmunocomprometidos).
De igual forma, tener presente las recomendaciones entregadas a viajeros definidos como susceptibles 35 que indica
vacunar a las personas nacidas entre 1971 y 1981 que viajan al exterior sin antecedente de haber cursado la enfermedad
o de haber recibido dos dosis de vacuna después del año de edad; lactantes entre 6 meses y 11 meses 29 días (quienes
igual deben luego recibir vacuna según programa vigente) y menores entre 1 y 6 años de edad que tienen sólo una dosis
administrada.
Comentarios finales
Los casos registrados actualmente en el país que suman nueve en la Región Metropolitana al 14 de julio de 2015,
nos ofrece una gran oportunidad para promover con argumentos científicos y operacionales, la protección que ofrecen
las vacunas a las personas.
Las propuestas de acciones para el control y erradica- ción del sarampión se resumen en:
• Mantener informada a la población sobre la seguridad
que ofrecen las vacunas en las personas.
• Analizar las coberturas de vacunaciones en forma
sistemática por comunas y Servicios de Salud.
Los costos ya invertidos en vacunaciones realizadas por décadas, a través de programas sistemáticos y Cam- pañas Nacionales periódicas,
ameritan abordar con una planificación y política, el control del sarampión y otras enfermedades inmuno-prevenibles, basándose en evi- dencia
científica en Salud Pública, de la cual Chile tiene una historia en la cual respaldar acciones que beneficien a la población. Ello además se
encuentra enunciado en el Objetivo Estratégico 1 de las Metas de la década 2011- 2020 “Reducir la carga sanitaria de las Enfermedades
Transmisibles y contribuir a disminuir el impacto social y económico”36.
Resumen
Sarampión una de las más importantes enfermedades inmuno-prevenibles, se mantiene como foco de preocu- pación en el mundo, con
elevada carga de morbilidad y mortalidad. Particularmente en América, región declarada libre de esta enfermedad en 2010 por la OMS, se siguen
identificando casos importados que originan brotes de diferente magnitud en personas susceptibles, habitualmen- te no vacunados, situación
recientemente diagnosticada en Santiago, ciudad capital de Chile. En esta revisión, se presenta características del agente etiológico, de la
enfermedad, aspectos epidemiológicos con foco en datos históricos nacionales, el impacto de los programas de va- cunación, la ocurrencia de
brotes en Chile, para contribuir al conocimiento y enfrentamiento de este siempre presente problema de salud pública.
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