Concepto Dignidad Humana

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INTRODUCCION:
El ser persona implica, entre otros atributos, la capacidad
de poder relacionarse e interactuar con los demás individuos. Ello
en virtud de que la sociedad ha sido creada por el mismo hombre,
quien ha su vez a contribuido a organizarla conforme sus
intereses, es decir, procurando alcanzar su felicidad. En esa
búsqueda de felicidad, el ser humano ha diseñado mecanismos
de defensa que le permitan salvaguardar uno de sus atributos
más preciados: su dignidad.
En este contexto, la idea de protección a la dignidad humana
se introdujo en el Derecho positivo, tanto a nivel internacional
como nacional, sobre todo a consecuencia del movimiento de
defensa de los derechos humanos que tiene verificativo en la
segunda mitad del siglo XX.
A partir de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos[2], así como de los dos Pactos de Naciones Unidas sobre
los derechos civiles y políticos y los derechos económicos,
sociales y culturales, en sus respectivos Preámbulos se reconoce
que la dignidad es inherente a todas las personas y constituye la
base de los derechos fundamentales, por lo que se ha convertido
en el valor básico que fundamenta la construcción de los
derechos de la persona como sujeto libre y partícipe de una
sociedad.
De modo similar a lo que sucede con los citados
instrumentos internacionales, la dignidad humana se ha
incorporado a los ordenamientos jurídicos nacionales de los
Estados, predominantemente en el marco de un reconocimiento
general como principio fundamental, es decir, en los textos de
naturaleza constitucional.
Aún y cuando el concepto de dignidad humana tuvo su inicial
conformación en el cristianismo, con el tiempo también ha ido
adquiriendo un carácter histórico, y por ende, en sectores como
el político y jurídico se le ha vinculado con otros conceptos, como
la autonomía, la libertad y la igualdad, que en su conjunto han
constituido “valores básicos superiores”, que sirven como
referente a la hora de inspirar normas básicas de Derecho, en
específico, aquellas que van a reconocer derechos esenciales de
la persona, tanto en el ámbito nacional como internacional.
Dada la importancia del reconocimiento de la dignidad
humana como fundamento de los derechos en el contexto de la

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norma constitucional y los documentos internacionales, es


preciso establecer una aproximación a su concepto.

Una Aproximación Conceptual a la Dignidad Humana.


Si bien, en la antigüedad existen algunas precedentes que
han servido en la construcción del concepto moderno de la
dignidad, es preciso señalar que su sentido actual, arranca con el
tránsito a la modernidad, esto es, el concepto de dignidad
humana como fundamento de los derechos del hombre, en donde
cada uno de nosotros es poseedor de una dignidad, es decir,
somos dignos.
En este contexto, algunos autores le han
denominan dignidad del hombre ; otros le llaman dignidad
[6]

humana[7]; en cambio, algunos más afirman que se le debe


llamar dignidad de la persona humana[8]; también suele
llamársele dignidad del ser humano[9]. Sin embargo, la
denominación, per se, no es lo más importante, sino lo que
verdaderamente tiene relevancia es su contenido semántico y la
forma a través de la cual debe ser protegida la dignidad.
Partiendo del significado etimológico, el
término dignidad, proveniente del latín dignitas, cuya raíz
es dignus, que significa “excelencia”, “grandeza” donde cabe
agregar que la dignidad que posee cada individuo es un valor
intrínseco, puesto que no depende de factores externos.
Así, la palabra dignidad no sólo
significa grandeza y excelencia, es decir, el portador de esta
cualidad no sólo se distingue y destaca entre los demás, sino
también denota un merecimiento a un cierto tipo de trato.
Por lo anterior, la dignidad se puede definir como “la
excelencia que merece respeto o estima”[11]. Ejemplo de lo
anterior es el caso de una persona que ocupa un alto rango o un
puesto elevado y posee una dignidad, lo que exige a los demás
una respuesta particular, pero esto no le hace acreedor a una
mayor dignidad que el resto, ya que ésta, es igual para todos los
seres humanos, sin importar su condición o puesto que
desempeñe. De ahí que deba existir una relación entre dignidad
humana y los derechos el hombre.
Entonces, inicialmente, podemos entender a la dignidad
como aquel valor inalterable que posee toda persona por el hecho

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de contar con capacidad para razonar y decidir, que los otros


entes no poseen.
Con lo anterior, podemos darnos cuenta que todos los seres
humanos somos iguales en la medida en que todos somos
portadores de una dignidad común, y por encima de todas las
diferencias que nos individualizan y nos distinguen unos de los
otros, es decir, todo ser humano[12] posee dignidad sin importar la
condición en que se encuentre.
Aunque también cabe precisar que el uso constante del
concepto de dignidad humana y la contundencia de los
argumentos suele marcar ciertas imprecisiones[13] y con ello se
corre el riesgo de convertirla en una expresión vacía. Esto
significa que en nombre de la dignidad se puede llegar a
soluciones radicalmente contrarias sobre temas fundamentales
que hoy día son de relevancia, ya no sólo para el individuo, sino
para la sociedad misma, entre las que se encuentran las formas
de provocación y manipulación genéticas, el aborto, la
disponibilidad de órganos humanos, los experimentos médicos
con personas y la eutanasia, etc.[14].
Si bien las posturas ideológicas sobre la dignidad son muy
variadas, en el contexto de los Derechos Humanos, y desde una
perspectiva doctrinal, la noción de dignidad constituye el valor de
cada persona, el respeto mínimo de su condición de ser humano,
lo cual impide que su vida o su integridad sea sustituida por otro
valor social[15].
De ahí que la dignidad humana se erige como principio
esencial de los valores de autonomía, de seguridad, de igualdad
y de libertad. Valores estos que fundamentan los distintos tipos
de derechos humanos.
El concepto de dignidad puede abordarse desde dos
ópticas. Por un lado, como una determinada forma de
comportamiento de la persona, precedida por su gravedad y
decoro. Por el otro, como la calidad que se predica de toda
persona, con independencia de cual sea su específica forma de
comportamiento, pues ni tan siquiera una actuación indigna priva
a la persona de su dignidad[16].
En palabras de González Pérez, la dignidad es el rango o la
categoría que corresponde al hombre como ser dotado de
inteligencia y libertad, distinto y superior a todo lo creado, y que

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comparte un tratamiento concorde a todo momento con la


naturaleza humana[17].
En tal virtud, la dignidad humana está dentro del ser de cada
persona, surge en el preciso momento en que ésta empieza a
existir y se convierte en parte de los valores morales del ser
humano. Esos valores serán los que determinarán su conducta, y
al momento de ser el hombre autónomo, podrá decidir haciendo
uso de su libertad.
De lo anterior se desprende que la dignidad, en el contexto
de los Derechos Humanos, es la que posee el hombre al momento
en que inicia su desarrollo vital, consolidándose al convertirse en
persona. De ahí que corresponda a todo ser humano y sea
exclusiva del mismo, traducida en la capacidad de decidir libre y
racionalmente cualquier modelo de conducta, con la consecuente
exigencia de respeto por parte de los demás.

La Dignidad Humana, Valor Fundamental de la Sociedad.


Sin duda, el ser humano se ha caracterizado porque su vida
gira en torno a un ámbito social, por lo que debe establecerse un
orden normativo, económico y social que esté al servicio del
mismo y que le permita a cada hombre cultivar su propia dignidad.
Por eso, la dignidad humana requiere que el hombre actúe según
su conciencia y su libre elección; por lo que los hombres siendo
más conscientes de su propia dignidad, podrán respetarse unos
a otros.
Así, la dignidad humana, en la modernidad, aparece en un
contexto intelectual que ha superado los avatares históricos,
ubicándose en un proceso de humanización y de racionalización
que acompaña a la persona y a la sociedad. Para lo cual, cuando
se hace la reflexión de la dignidad dentro de un ámbito que
corresponde a una sociedad bien ordenada, no se describe la
realidad, sino el deber ser de la misma. De ahí que la dignidad
humana sirva como un referente inicial, un punto de partida y

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también un horizonte final, un punto de llegada, por lo que podría


llamarse un derecho positivo justo
El Ámbito Constitucional de la Dignidad Humana.

La vida en sociedad exige su regulación por parte de las


normas que se han creado para ello. Las normas deben ser
aplicadas de manera igualitaria para todos sus miembros. Por
ello, la igualdad constitucional es definida como “igualdad ante la
ley”.
Afirmación respecto a la cual no existe duda, ya que se ha
analizado la importancia que implica ser portador de una
dignidad, misma que debe serle reconocida de manera igualitaria
a todos los individuos como sujetos partícipes de la misma y que
cuentan con derechos y obligaciones al interior del Estado.
Si bien es cierto que la dignidad es un concepto universal,
que debe ser considerado en todo ordenamiento jurídico interno,
serán los Estados quienes se encarguen de protegerla e incluirla
dentro de su normativa, a fin de hacerla efectiva. Para lo cual
resulta indudable que la ley constitucional es la sede más
adecuada para ello.
En la actualidad existe un gran número de normativas
fundamentales que han incorporado el concepto de dignidad
humana a sus Constituciones. Ejemplo de lo anterior lo es la
Constitución griega, misma que en su Título denominado
“Dignidad Humana”, señala: “El respeto y la protección de la
dignidad humana constituye la obligación primaria del Estado”.
Cabe destacar, que al ser la dignidad un parte importante de
los individuos, será el Estado quien la tendrá que garantizar para
que pueda ser concretada, para que el propio individuo pueda
actuar y realizarse conforme a su dignidad.
La propia Ley Fundamental griega establece: “La soberanía
popular es la base de la forma de gobierno”; en tal virtud, al
considerar que la dignidad humana es parte de la forma de
gobierno, en Grecia se pone de manifiesto que la base
fundamental para dicho Estado es la persona, y que aunado a ello,
el Estado la considera como un elemento que forma parte
esencial de la consolidación de su ordenamiento jurídico.
De igual manera, la Constitución de la República
Portuguesa contiene un apartado que hace alusión a la dignidad,

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el cual señala: “Portugal es una República soberana, basada en la


dignidad de la persona”, con lo que se pone de manifiesto que
este país busca garantizar los derechos fundamentales de cada
ciudadano a través de la protección de su dignidad, para que de
esta forma la Comunidad pueda desarrollarse.
La Constitución Federal de la Confederación Suiza contiene
un artículo que lleva por título “Dignidad Humana”, donde se
enuncia: “La dignité humaine doit être respetée et protegée”.
Dicha disposición garantiza el respeto y la protección de la
dignidad, lo que le da facultad a cada individuo de poder
desarrollarse y actuar en la sociedad sin temor a que se vea
violentada su dignidad. Incluye, además, dentro del Capítulo
Segundo –Droits Fondamentaux, Citoyenneté et Buts Sociaux– los
derechos fundamentales que van a complementar a la dignidad,
por lo que todo individuo gozará de derechos que le permiten
actuar libremente.
Así mismo, cabe hacer mención especial a las
Constituciones de Alemania y España, mismas que han elaborado
un entramado normativo que pone a la dignidad humana como
piedra angular de sus respectivas constituciones.
Por lo que respecta a la Constitución española, la primera
manifestación que realiza al iniciar su articulado se encuentra en
su Preámbulo, puesto que se “[...] proclama la voluntad de:
garantizar la convivencia democrática de la Constitución y de las
leyes conforme a un orden económico y social justo y dentro del
Estado de Derecho, proteger a los españoles en el ejercicio de los
derechos humanos sus culturas y tradiciones, lenguas e
instituciones de los hombres [...] promover el progreso de la
cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad
de vida”[49].
La Constitución ibérica comprende cinco capítulos en los
que se incorporan cuarenta y cinco artículos. El Título I –“De los
Derechos y Deberes Fundamentales”– está integrado y tiene por
objeto regular los derechos y deberes fundamentales. En
principio, se declara, en el Artículo 10.1, que “[…] la dignidad de
la persona, los derechos que le son inherentes, el desarrollo libre
de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los
demás, son las bases del orden político y de la paz social,
calidades y derechos que deberán interpretarse conforme a la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y acuerdos

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internacionales suscritos por España”[50]. Cabe precisar que la


Constitución española considera, como parte de su
ordenamiento, los documentos convencionales internacionales,
mismos que refuerzan las garantías que se le otorgan a sus
habitantes.
La lectura detenida del Artículo 10.1. deja en claro que la
dignidad de la persona es el principio donde se ponen de
manifiesto los derechos inviolables del ser humano,
fundamentados, precisamente, en su dignidad. En consecuencia,
el respeto a los derechos de los demás no es sino la resultante
obligada de la afirmación primigenia, esto es, la dignidad es el
patrimonio común de todos y cada uno de los seres humanos, sin
excepción alguna[51].
Por lo que también cabe señalar que a la hora de definir los
fundamentos del orden político y la paz social, destaca,
primeramente y como elemento principal, el respeto a los
derechos de los demás. En tal virtud, dicho ordenamiento ha
propugnado siempre el respeto a la dignidad de todos y cada de
los hombres y mujeres.
En el Artículo 15 se consagran otros derechos que sirven de
complemento a la dignidad, estos son el derecho a la vida y a la
integridad física y moral; el derecho a la libertad y la seguridad[52];
el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar[53]. Lo cual
implica que el Estado español busca brindar protección a la
dignidad del ser humano, no sólo en el ámbito individual, sino
también en lo social, y para que esto pueda ser posible, considera
necesario el respecto recíproco entre los individuos de la
sociedad. Ahora bien, dicho documento no limita la dignidad,
pues sólo se dedica a brindarle protección y un amplio desarrollo,
siendo ésta materializable a través de las libertades que le brinda
al individuo el Estado.
En este contexto, la libertad, como derecho inherente a
cada individuo, permite desarrollar la personalidad, siendo esto
lo que lo hacer ser digno, tal como lo prevé
la Grundgesetz alemana. Es la libertad el valor más preciado que
tiene cada ser humano.
Cabe destacar, que ha sido la Ley Fundamental de Bonn[54] –
Grundgesetz o GG– la primera Constitución Europea que ha
colocado, a la cabeza del texto constitucional el concepto de
dignidad[55]. El Artículo 1º, como dispositivo de apertura

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constitucional, expresa un rasgo esencial del nuevo


ordenamiento democrático y del Estado de Derecho que viene a
constituir una reacción a las violaciones de los Derechos
Humanos por el régimen nacionalsocialista[56].
La Ley Fundamental de Bonn es enfática “[…] la dignidad
del hombre es intangible y constituye un deber de todas las
autoridades del Estado su respeto y protección”[57]. Así también,
en el apartado segundo del Artículo 1º, se añade que “[…]
conforme a ello, el pueblo alemán reconoce los inviolables e
inalienables derechos del hombre como fundamento de toda
comunidad humana, de la paz y de la justicia en el mundo”.
En dicha normativa, la dignidad de la persona ha sido
elevada a una categoría especial, esto es, de ella se desprenden
el resto de los derechos que le corresponde a cada persona,
motivo por el cual su inviolabilidad está garantizada.
La dignidad del hombre ya no es sólo una declaración ética,
sino que se acepta como un valor jurídico, es decir, una norma
jurídico-positiva[58]. Dicha aceptación se ve reforzada por lo
mencionado en el artículo 79.3[59] de dicha Ley, que cierra toda
posibilidad de reforma constitucional y protege la dignidad de la
persona, salvaguardando la esfera más personal de cada
individuo, entendida aquella como el derecho originario de todo
ser humano.
Considerando lo anterior, en el Artículo 1.1. de
la Grundgesetz, se nos muestra a la persona de una manera
estática, es decir, tal cual es; mientras el Artículo 2.1. G.G,
menciona la manera en cómo se concibe a la persona, es decir,
tal como actúa. Con lo cual se aprecia que el Artículo 2.1.
G.G[60] tiene una idea esencial del Artículo 1.1. GG como motivo y
núcleo: la garantía del libre desarrollo de la personalidad,
responde en última instancia a la dignidad de la persona, con lo
cual se aprecia que el Artículo 2.1. GG no permite que se vea
afectada la libertad personal.
Por ello, la Ley Fundamental no muestra a la dignidad
humana como una obligación del Estado frente a una necesidad
material, pues lo que intenta proteger es la garantía de la dignidad
de aquellas agresiones que pueda sufrir el ser humano, como
pueden ser humillaciones, estigmatizaciones, persecuciones,
etc.

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En tal virtud, es una obligación del Estado respetar la


dignidad de la persona, pues lejos de ser arbitrariamente tratado
el individuo, busca que le sea garantizada su existencia material,
lo que lo hace ser persona, así, el ejercicio de su libre voluntad le
va a permitir autodeterminarse.
El Estado está obligado ha respetar la dignidad del ser
humano cuando la persona esté actuando, y al realizarse en la
medida de sus posibilidades, y no deberá emitir juicio alguno de
valor concluyente y negativo sobre el individuo.
Claramente se puede notar cómo la Ley Fundamental, en su
Artículo 1.1. es precisa al decir que lo más importante para el
Estado es el respeto de la dignidad de cada persona; de igual
manera, es también responsabilidad de cada persona que
entienda su dignidad: para poder otorgar a la persona una
protección adecuada de su dignidad, ésta va depender de la
capacidad abstracta y potencial del ser humano para realizarse
como tal[61].
Con base en el Artículo 1.1. la Grundgesetz considera digna
a toda persona, al margen de su grado moral de desarrollo, por lo
que el Estado tiene la obligación de proteger la dignidad de la
persona, como también es responsabilidad de la persona
mantenerla dentro del grado moral que posee. Al menos
idealmente, toda persona está capacitada para una
autorrealización moral.
De lo anteriormente se concluye que el ordenamiento
constitucional germano tiene como prioridad el respeto de la
dignidad de la persona.
Asimismo, debe recordarse que cuando el hombre es
partícipe de una sociedad, se encuentra sometido a constantes
agresiones en su personalidad, y así como él es libre de actuar y
decidir debe buscar la manera de ejercer su libertad y no abusar
de ella. La Ley Fundamental, en su Artículo 2.1 reconoce que cada
persona es libre para actuar de manera autónoma, es decir,
puede hacer lo que mejor le convenga siempre y cuando vaya de
acuerdo a su naturaleza racional y no afecte a terceros.
En conclusión, en Alemania la dignidad es un valor moral de
la persona, y ha sido elevado a la categoría de derecho
fundamental.

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La Dignidad Humana, Fundamento de los Valores Superiores.


En el ámbito del Derecho, la dignidad humana no sólo
significa superioridad de los seres humanos sobre los animales,
sino que es, siguiendo a Peces-Barba, la dignidad humana será
un fundamento de la ética pública de la modernidad, siendo
el prius de los valores políticos y jurídicos y de los principios y los
derechos que se derivan de esos valores[19].
Por ello, hay quienes apuntan que la dignidad humana es el
principio guía del Estado, dado que se presenta en dos sentidos,
por un lado, el individuo queda libre de ofensas y humillaciones –
negativa–; mientras que, por el otro, le permite llevar a cabo el
libre desarrollo de su propia personalidad y actuación –positiva–
[20]
.
Esto es, en strictu sensu, la dignidad únicamente pertenece
a los individuos, en virtud de que se presenta en la persona como
sujeto individual único e irrepetible, con una naturaleza racional
y, especialmente, con imperativos morales absolutos e
incondicionales[21].
En palabras de Kant, la dignidad constituye un valor para el
que no se puede ofrecer ningún equivalente, esto es, la dignidad
posee un carácter absoluto porque no permite la negociación, La
dignidad de la persona supera cualquier cosa que tenga un
precio, y es el valor irremplazable de un ser con el que nunca se
puede negociar[22].
Añade Kant “la dignidad es el atributo de un ser racional que
no obedece a ninguna otra ley que la que él mismo se da” [23]. Por
lo tanto, “la autonomía es el fundamento de la dignidad de la
naturaleza humana o de toda naturaleza racional”[24], de ahí que
el hombre tenga dignidad, no precio. Bajo tal perspectiva se
entiende su Teoría del Imperativo Categórico como regla moral
de actuación, pues indica al ser humano: “obra de tal modo que te
relaciones con la humanidad, tanto en tu persona como en la de
cualquier otro, siempre como un fin y no como un medio”[25].

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Por ello, la naturaleza humana y la persona humana son


realidades complementarias, donde todos los hombres somos
iguales. Partiendo de la idea de persona, ésta se puede
concebir como un ser libre en su comportamiento y en su
capacidad de elección de los fines y metas que se proponga; un
ser que dispone de conocimiento, especialmente en el campo
de los valores y que actúa y decide en función de convicciones
íntimas que no afectan las prerrogativas y libertades de otras
personas, en tanto sujeto de derechos y obligaciones.

a) Valores Básicos Superiores de la Dignidad.


Al convertirse la dignidad en un valor fundamental, no sólo
para el individuo sino también para la sociedad, los juristas la han
consideran como el pilar principal de toda convivencia gregaria,
siendo en el ámbito de la doctrina donde se puede comprender lo
que significa ser persona, portadora de dignidad.
Ello en virtud de que la dignidad humana “[…] constituye
una expresión del máximo respeto y valor que debe otorgarse al
ser humano en virtud de su condición humana”[26].
Por tal motivo, la dignidad humana se erige como principio
de los valores de autonomía, de seguridad, de igualdad y de
libertad. Valores que fundamentan los distintos tipos de derechos
humanos. De ahí que “[…] la dignidad humana sea el fundamento
y la razón de la necesidad de esos valores superiores, es la raíz
última de todo [...] su inclusión entre los valores superiores no es
metodológicamente correcta, puesto que éstos son los caminos
para ser real y efectiva la dignidad humana”[27].
En consecuencia, la dignidad se convierte en el atributo “de
un ser racional que no obedece a ninguna otra ley que la que él
mismo se da”, como afirma Kant. Por lo tanto, la autonomía sirve
como fundamento de la dignidad de la naturaleza humana o de
toda naturaleza racional. Así, “cuando algo tiene precio, en un
lugar puede colocarse algo diferente como equivalente; en
cambio, aquello que está por encima de todo precio y, por tanto,

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no tiene ningún equivalente, posee dignidad”, y la “persona no


puede ser tratada como un medio sino que tiene que ser en todo
momento utilizada al mismo tiempo como fin; en ello consiste la
dignidad”[28].
Por lo que la idea de la dignidad humana, o valor atribuido a
cada persona humana, no puede ser sustituida por ninguna otra.
Sin embargo, sus limitaciones pueden verse en los propios
valores básicos que la erigen, como lo son la autonomía, la
seguridad, la libertad o, inclusive, igualdad.
En este contexto, la dignidad humana se constituye como el
sustrato y el punto de partida de todos los derechos humanos que
se diferencian a partir de ella, y a la vez actúa como un punto de
vista que da perspectiva a los diferentes derechos humanos lo
que permite entenderlos e interpretarlos[29].
Partiendo de la esencia del hombre, considerándola como
“aquello por lo que una cosa es lo que es”[30], esto es, lo que
determina al ser de una manera y no de otra, en lo que respecta
al hombre, su esencia es lo que determina su modo de ser. De ella
se deriva una serie de propiedades fundamentales que tienen los
entes que son participes de una misma esencia [31]. Las personas
entienden porque tienen una naturaleza racional, pero, además
de que poseen raciocinio, también cuentan con un espíritu, el cual
les ayudará a ser dueños de sus actos, conscientes de sí y con
una finalidad que será trascendente en el tiempo[32].
Cada individuo de la especie humana es persona, es decir,
un sujeto único dueño de sí mismo, de sus actos, consciente de sí
y con una finalidad que constantemente busca y trata de cumplir.
Siendo esto alcanzar el logro de su felicidad anhelada.
Esto es, al ser la persona dueña de sus actos, se percibe la
existencia de valores en ella misma, puesto que no surgen del
espacio, ni se dan de los propios sentidos, sino que simplemente
captamos y develamos a partir de la dimensión espiritual con la
que cuenta cada uno de los hombres. Los valores no se pueden
tocar, ni oler, ni mucho menos ver, pues son como una sustancia

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inmaterial, siendo ésta una limitación que impone la naturaleza a


la persona respecto a los valores, pero lo que no impide de modo
alguno es que se reconozca en su existencia objetiva (en sí) a
estos valores morales[33]. Siendo los valores parte del ser ideal del
hombre, tienen una existencia objetiva que los excluye de la
conciencia que los capta. Por ello, solamente existen y están allí,
y el hombre penetra en ellos a partir de su dimensión espiritual.
Pues éstos serán los que lo obliguen adecuar su conducta a ellos,
y lo llevarán a la permanente búsqueda de su perfección[34].
Bajo esta perspectiva, el humanismo[35] fundamenta el
valor de la persona humana en dos cuestiones; primero, la
persona es un individuo; y, segundo, la persona tiene una
dimensión moral. En la primera encontramos cómo la
individualidad del hombre es lo que determina que cada uno de
nosotros sea único e irrepetible. Pues esto es lo que le da valor a
cada ser humano, siendo ese un valor único, incalculable e
inaccesible.
El valor moral que le da el humanismo al individuo, es por el
hecho de que cada hombre vive bajo su propia responsabilidad
moral[36]. Así, cada uno de nosotros está frente a los valores y la
responsabilidad de hacerlos cumplir dependerá de nosotros
mismos, puesto que nadie los puede realizar por nosotros, ni
mucho menos cumplirlos bajo nuestra responsabilidad.
La dignidad del hombre es, entonces, originalmente un
valor moral y toda persona está capacitada para su
autorrealización. Es por ello que el Estado está obligado a
protegerla en el marco de sus posibilidades[37].
Al ser los valores morales captados por el hombre a partir
de su dimensión espiritual, lo obliga, le exige, adecuar su
conducta a ellos, razón por la cual el ser humano constantemente
debe estar en busca de su perfección.
Así, la dignidad de la persona constituye un “ prius”
respecto de todo ordenamiento jurídico-positivo, por lo que los
derechos que le son inherentes constituyen el fundamento de
toda comunidad humana. De donde se establece que el hombre

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no existe para el Estado, sino que el Estado es el que existe para


el hombre[38].

Los Documentos Convencionales Internacionales

La dignidad humana es un valor distintivo de la especie humana,


de donde dimanan otros valores y derechos fundamentales, tanto
para el individuo como para la colectividad. En tal virtud, todo ser
humano debe ser respetado y protegido en su dignidad y no se
debe atentar contra ella[69].
Bajo esta perspectiva, la dignidad humana ha sido incluida
no sólo en sede normativa interna, sino también en varios
documentos jurídicos convencionales[70], pues la Comunidad
Internacional también ha hecho manifiesta su preocupación por
incluir a la dignidad como valor inserto en el ordenamiento
jurídico internacional. Así, la dignidad deviene de ser un mero
valor –o principio, en el mejor de los casos– a precepto de
naturaleza vinculante[71].
Cabe destacar que cada Estado, para adoptar un tratado
en su ordenamiento interno, debe regular dicho procedimiento en
su ordenamiento nacional. Así, en el caso de la Constitución
Mexicana, se especifica por el Artículo 133, mismo que determina
“[...] todos los tratados que estén de acuerdo con la misma,
celebrados y que se celebren por el Presidente de la República
con aprobación del Senado serán Ley Suprema de toda la Unión
[...]”[72].
Por lo cual, se debe tener presente que al momento que un
Estado forma parte de un tratado, debe respetarlo y hacerlo
cumplir ad intra de su colectividad[73].
A continuación, se examinarán los instrumentos
internacionales que han incluido en su texto el concepto de
dignidad humana.

A). La Carta de las Naciones Unidas.


La idea de crear un organismo internacional universal
surge durante la Segunda Guerra Mundial. Los líderes mundiales
se reunieron en San Francisco con la intención de poner fin a la
guerra que prevalecía en aquellos tiempos, y consideraron que
era momento de crear un mecanismo que fomentando el dialogo

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intergubernamental previniera conflictos bélicos para que


pudiera prevalecer la paz y la seguridad en el mundo[74].
Así, la Carta de las Naciones Unidas[75], en su Preámbulo,
enuncia “[…] la fe de los derechos fundamentales del hombre, en
la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de
derechos del hombres y mujeres”[76]. Por lo que la inclusión del
concepto de dignidad humana en la Carta constituyó una feliz y
trascendente innovación en el Derecho Internacional positivo.
Para lo cual, en el futuro, la noción de la dignidad, aunque incluida
en el Preámbulo de la Carta, sin efecto jurídico vinculante, ha
incidido en la interpretación y el sentido de numerosos
instrumentos internacionales[77].
El Artículo 1º declara, como propósito de la cooperación
internacional, “el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos
humanos y a las libertades fundamentales de todos”. Su Artículo
55-c dispone: ”[...] la organización promoverá el respeto universal
de los derechos humanos y a las libertades fundamentales de
todos”. Y en su artículo 62-2 se señala, como función del Consejo
Económico y Social, la de “hacer recomendaciones con el objeto
de promover el respeto a los derechos humanos y a las libertades
fundamentales de todos, y a la efectividad de tales derechos y
libertades”.
Durante los primeros años de vigencia de la Carta de
Naciones Unidas se hizo evidente una seria deficiencia en su
texto, ya que no contenía disposiciones específicas de derechos
humanos –aún y cuando en su Preámbulo hacia referencia a los
mismos–, pues el problema que se mantenía era si realmente
dicha documento convencional imponía obligaciones jurídicas de
comportamiento a los Estados miembros en materia de derechos
humanos[78].
Una vez que se llegó a la conclusión de que dicha Carta no
contenía una enumeración, menos aún, una definición de
derechos humanos y libertades fundamentales, fue necesaria la
creación de un órgano[79] encargado de regular los vacíos que
contenía la Carta de las Naciones Unidas. Tal ente fue la Comisión
de Derechos Humanos, misma que se dio a la tarea de redactar
un texto de alcance mundial que contuviera un catálogo de
Derechos Humanos, de esa forma, nació la Declaración Universal
de los Derechos Humanos.

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B) La Declaración Universal de los Derechos Humanos.


En 1946 se crea la Comisión de Derechos Humanos de la
Organización de las Naciones Unidas, encomendándosele la
redacción de una Carta Internacional de Derechos. En 1948, la
Asamblea General adopta lo que sería la Declaración Universal
de los Derechos Humanos[80], misma que se convirtió en un
documento de interés internacional, puesto que varios Estados
comenzaron a “adherirse” a ella[81].
La Declaración se funda en la consideración ética de que
el Estado, la sociedad y los particulares están obligados a
respetar a los demás como personas.
De esta forma, la dignidad humana se eleva a mandato ético-
jurídico del cual se derivan distintos valores, los cuales serían
tutelados por los Derechos Humanos. Por lo que la primera
enunciación a la dignidad se estipula en su Preámbulo, señalando
que “[…] la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen como
base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los
derechos iguales e inalienables […]”.
Para lo cual, la Declaración clasifica los valores en
individuales y colectivos, es decir, considera al ser humano en su
dimensión particular y como miembro integrante de un grupo
social. Siendo los valores jurídicos relativos a la igualdad, la
libertad, y la seguridad jurídica, los que se encuentran
expresados bajo la forma de Derechos Humanos.
Los derechos protegidos por la Declaración son, entre
otros, el reconocimiento de la igualdad en dignidad, pues se
afirma que “todos los seres humanos nacen libres e iguales
en dignidad y derechos, dotados como están de razón y
conciencia, deben comportase fraternalmente los unos y los
otros”[82].
La lectura del artículo anterior clarifica que la dignidad y la
sana convivencia son la base fundamental para que pueda existir
una sociedad en armonía, y se pueda lograr el pleno respeto de la
persona. Así, de la dignidad humana se desprenden otros valores
inherentes al individuo.
Esto es así puesto que la Comunidad Internacional ha
reconocido que los derechos económicos, sociales y culturales
están íntimamente relacionados con las prerrogativas civiles y
políticas. En tal virtud, en 1951, la Asamblea General de la ONU,
acordó que el sistema para llevarlos a la práctica tenía que ser

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distinto, y que los derechos económicos, sociales y culturales


debían conseguirse progresivamente, mientras que los civiles y
políticos debían asegurarse inmediatamente. Por tal motivo, la
propia Asamblea General, órgano plenario de las Naciones
Unidas, decidió redactar dos instrumentos convencionales que
serían adoptados conjuntamente el 16 de diciembre de 1966, y
que se abrirían para su firma por parte de los Estados en la misma
fecha.
Las negociaciones de ambos tratados se prolongaron
durante quince años esencialmente debido a la falta de consenso.
Finalmente, mediante una Resolución de la Asamblea General de
la Naciones Unidas[83], se adoptan tanto el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales. Ello significó un notable
avance, en particular para aquellos derechos que incorporaron
las necesidades mínimas del ser humano en el aspecto
económico, social y cultural, las cuales traducen exigencias
éticas derivadas de la vida de la persona en sociedad[84].

C). El Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos.


El Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y
Políticos[85] incorpora más prerrogativas que las reconocidas por
la propia Declaración Universal de 1948. Entre otras, garantiza
prerrogativas individuales que no se mencionan expresamente en
aquella, como la libertad de no ser encarcelado por deudas, el
derecho de todas las personas privadas de su libertad a recibir
un trato humanitario y con respeto a sudignidad como derecho
inherente a la persona humana.
La protección específica de la dignidad se
consagra expressis verbis en el artículo 10º, que a la letra dice:
“Toda persona privada de su libertad será tratada humanamente
y con respeto a la dignidad inherente al ser humano”[86].
Otros derechos previstos son el derecho la vida, (artículo
6º); así como el reconocimiento a su personalidad jurídica
(artículo 16º); la protección para que no sea objeto de injerencias
arbitrarias o ilegales en su vida privada (artículo17º); y, la
igualdad de todas las personas ante la ley (artículo 26º). Todos
ellos derivados de la dignidad personal.
Queda clara, pues, la mención que se hace a la dignidad del
ser humano y la protección que debe tener por parte de los

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Estados parte del tratado, no importando la situación en que se


encuentre cada individuo.

D). El Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales


y Culturales.
Este documento[87] contiene una serie más amplia y
específica de derechos que la Declaración Universal, tales como
la obligación de los Estados de proporcionar a sus habitantes un
nivel de vida adecuado y el derecho de gozar de los más altos
niveles posibles de salud física y mental.
Ya en el Preámbulo se enuncia: “[...] la paz en el mundo
tiene por base el reconocimiento de la dignidad inherente a todos
los miembros de la familia humana […]”[88].
El Pacto tiene la particularidad de no obligar a los Estados
parte a concretar de inmediato los derechos consignados (a
diferencia de lo que prescribe el Pacto de los Derechos Civiles
y Políticos); sólo se dispone que los Estados deberán tomar las
medidas necesarias en la máxima capacidad de sus recursos
disponibles para alcanzar progresivamente la completa
realización de esos derechos.
Siendo un documento que fundamentalmente busca
garantizar la calidad de vida en una sociedad, y uno de los medios
en el que se basa la dignidad es el trabajo, no sólo se humaniza la
naturaleza, sino que el hombre se humaniza a sí mismo, es decir,
desarrolla y eleva sus potencialidades creativas. El trabajo es
fuente del desarrollo del hombre, mismo que preserva y despliega
a la humanidad, debiendo ser reconocido y garantizado en
condiciones de igualdad y con respeto a la dignidad del
trabajador.

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CONCLUSIONES:

La dignidad humana es un valor fundamental e inalterable, aún y


cuando puede ser interpretado por la persona de manera diversa,
su fundamento radica en que todo ser con capacidad para
razonar y decidir se hace acreedor a ella, es decir, a todo ser
humano le corresponde.
Esto es, la dignidad se encuentra presente en los seres
racionales, misma que se constituye como un fin en sí mismo, y
nunca como un medio que permita satisfacer bienes ajenos.
Aunado a ello, la dignidad humana, nos conmina a juzgar y
tratar a nuestros semejantes por lo que hacen (acciones
voluntarias) y no por lo que son ( por propiedades y
circunstancias accidentales tales como el sexo, la raza, etc.), de
ahí que la dignidad esté basada en nuestra condición de seres
libres, escultores de nosotros mismos, capaces de tener lo que
deseamos y ser lo que queremos[89].
Si bien, bajo la perspectiva jurídica aún no se ha llegado a
un concepto preciso sobre la dignidad, dada su relevancia, se le
ha incorporado a los ordenamientos constitucionales y
documentos convencionales, puesto que de ella, según el
consenso mayoritario, se desprenden los principales derechos
fundamentales.
Finalmente, la dignidad, como esencia de la existencia

humana, hace posible la realización de la persona en todos sus

aspectos. Fin último del hombre es buscar los medios más

eficaces y adecuados para lograr su realización material.

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20

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- Hernández, Héctor, Valor y Derecho, Buenos


Aires, Abeledo Perrot, 1997.

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22

INDICE:

CARATULA…………………………………………………………..1

INTRODUCCION…………………………………………………….2

UNA APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA DIGNIDAD HUMANA………3

LA DIGNIDAD HUMANA, VALOR FUNDAMENTAL DE LA SOCIEDAD………5

EL ÁMBITO CONSTITUCIONAL DE LA DIGNIDAD HUMANA…………………6

LA DIGNIDAD HUMANA, FUNDAMENTO DE LOS VALORES

SUPERIORES………………………………………………………………………….11

LOS DOCUMENTOS CONVENCIONALES INTERNACIONALES…………….15

CONCLUSIONES:…………………………………………………….20

BIBLIOGRAFIA:………………………………………………………..21

INDICE…………………………………………………………………..23

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