Comparaciones de Marshall Berman y de Herbert Marcuse
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Comparaciones de los libros Todo lo solido se desvanece en el aire de
Marshall Berman y de El hombre unidimensional de Herbert Marcuse
La Primera Fase está considerada desde el siglo XVI al siglo XVIII, la considera una etapa
previa a la revolución francesa. Rousseau y sus ideales aportan a una visión enfocada en los
cambios sociales permanentes que están ocurriendo, y por lo tanto también cambios de
ideales.
La Segunda Fase comienza con el inicio de la Revolución Francesa hasta el final del siglo
XIX. Se genera una conciencia revolucionaria en la cual convergen muchas corrientes e
ideales, por lo cual es una etapa muy contradictoria lo que se va traduciendo en
inestabilidad social. Así empiezan a surgir críticas a estos ideales y valores de la
Modernidad. Berman se centra para esta etapa en el pensamiento de dos autores. Por una
parte el de Marx, el cual según Marcuse plantea que la vida moderna se ha transformado en
una contradicción en sí misma. La tecnología y la industria han permitido a la clase
burguesa tener más riquezas y crear un sistema de dominación y sometimiento de esta
nueva clase, que surge a partir de la misma Modernidad, la clase obrera proletaria. Son
estos lo que a través de la revolución pueden generar el cambio, provocando que la
sociedad burguesa se desvanezca. Por otro lado el autor toma los pensamientos de
Nietzsche, el cual según el autor plantea que la Modernidad se ha vuelto una ironía. Las
leyes morales modernas controlan al individuo, generándole más bien una auto-regulación,
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y destaca el peligro que puede haber en aceptar esta moralidad. De aquí es que Nietzsche
señala que es este “súper-hombre” el que podrá romper con esas barreras morales.
La Tercera Fase contempla el siglo XX. EL autor menciona que los avances, la misma
modernización ha provocado un distanciamiento de la Modernidad de sus raíces. Comienza
a perder su carácter crítico y revolucionario, y por un contexto histórico, se polarizan los
ideales y el ideal de progreso consume a la sociedad. Berman toma como ejemplo el ideal
Futurista, la oda a la máquina y a la guerra y en el cual el ideal de modernización sería la
fusión del hombre y la tecnología. Por otra parte estaría la Ética protestante de Weber, el
cual para el autor genera una crítica a la vida moderna pero estableciendo que no se puede
cambiar, que los sujetos están en una “Jaula de hierro” (Berman, 1982) de la cual con el
tiempo ya no quieren salir.
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dimensión, sin profundidad. Para Marcuse esto genera grandes contradicciones, porque el
problema para él no es que el Arte sea accesible a todos, si no que al serlo se le cambia su
función de transgresión y acusación. Así como el Arte Marcuse señala que el mismo
fenómeno pasa con la Filosofía y con la Sexualidad. En el caso de la sexualidad, al igual
que como en el Arte, el autor presenta la contradicción de la sobre exposición de esta, en
donde el Sexo ya no es algo intimo como tampoco lo es el cuerpo humano, si no que el
cuerpo es visto como un bien de consumo más. Pero al mismo tiempo los medios que sobre
exponen esta Sexualidad presentan un ideal falso y como se presenta en la introducción no
somos capaces de diferenciar entre un ideal y la realidad.
Los dos autores, Marshall Berman y Herbert Marcuse plantean ideas que pueden cruzarse,
o complementarse, o por otro lado tener visiones opuestas. Tanto Marcuse como Berman
hacen una crítica a su contexto social, y como este está siendo entendido en sus respectivas
épocas. Para analizar cómo se llegó a donde están cada uno ambos hace una retrospectiva o
análisis histórico, de ciertos hitos que puedan haber afectado a llegar a estar en el punto en
que están, entendiendo que todo es producto de un proceso; en el caso de los dos textos se
plantea que las características de la sociedad y de los individuos es producto de una
modernización.
Para concluir podemos entender que ambos autores hace un análisis de la sociedad, una
moderna y otra postmoderna, que es dominada por la industria. Y haciendo una unión entre
los dos textos podemos ver como una sociedad que estaba en constante cambio, que
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buscaba sujetarse a ideas y revoluciones para alcanzar un ideal, con esperanza de cambiar
de manera colectiva, va siendo consumida por una sociedad industrial que separa al
colectivo convirtiéndonos, valga la redundancia, en individuos individualistas dominados
por ideales vacíos y planos que ya no se diferencian de la realidad dejándonos en una sola
dimensión, pasando a entender nuestros propios cuerpos como un bien de consumo y donde
las ideas de los sujetos son usadas e incorporadas por la sociedad que los domina. “ La
dominación tiene su propia estética y la dominación democrática tiene su estética
democrática” (Marcuse, 1964: 95), como se expone en la siguiente cita, la sociedad
industrial toma el control ejerciendo una dominación sutil, desde lo que está ya naturalizado
por los individuos, y apelando a los intereses individuales, para complacer sin generar
cambios.
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Bibliografía:
Berman, Marshall (1982). La Modernidad ayer, hoy y mañana. En: Todo lo solido
se desvanece en el aire. Madrid: Siglo XXI de España Editores S.A. (1988)