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: 112 - LEN
CONTENIDOS
❚ La novela histórica, entre la ❚ La historia construida desde
realidad y la ficción la ficción
❚ La revolución es un sueño ❚ La novela histórica en la
eterno, de Andrés Rivera literatura universal
❚ Los límites y procedimientos ❚ El manuscrito carmesí, de
del género Antonio Gala
❚ La censura ❚ La historia de los vencidos
8 MEMORIA Y CENSURA
LA NOVELA HISTÓRICA
Miro la mesa en la que apoyé el cuaderno de tapas rojas, y miro, en la mesa, un El orador de la Revolución
tintero con base de piedra, y la vela, gruesa, que alumbra el cuaderno, la mesa y, Juan José Castelli, llamado
creo, mi frente, mi boca y la mano que escribe. Y una silla vacía, del otro lado de la “el orador de la Revolución”,
mesa, entre la vela y yo. luchó por la caída del
¿Qué soy? ¿Un actor que levanta sus ojos de un cuaderno de tapas rojas, y mira la gobierno español para
transparente penumbra de una habitación sin ventanas, de techo alto, y que sugiere, que el poder estuviera en
desde ese escenario, al público que lo contempla, que el invierno llegó a la ciudad? [...] manos del pueblo criollo.
¿Soy un actor que, mudo, mira, desde el escenario, al público que lo contempla, Como narrador de la
y se ríe? (Sea quien sea el que está en el escenario, no habla. Se ríe sin abrir la boca, sin novela de Andrés Rivera,
mover la lengua, y la risa que le sacude el vientre suena como un cajón que se cierra.) Castelli recuerda los hechos
¿De qué ríe el que está en el escenario, sea quien sea el que está en el escenario? fundamentales de su vida,
¿Soy un actor que escribe que se ríe de él y de las vidas que vivió: que se ríe de la antes de morir, solo, pobre y
historia —un escenario tan irreal como el que él, ahora, ocupa— y de los hombres con un tumor en la lengua,
que lo cruzan, de los papeles que encarnan y de los que renuncian a encarnar? ¿De dos años después de haber
las marionetas que proliferan* tenaces en el escenario de la historia, y que mastican derrotado a los españoles en el
ceniza? (Se ríe, sea quien sea el que se ríe, sin abrir la boca, sin mover la lengua, y la Cabildo Abierto de 1810.
risa suena en su vientre como un cajón que se cierra: acaba de escribir marionetas, La novela se organiza en dos
acaba de escribir, por segunda vez, escenario, y marionetas y escenario proponen cuadernos y un apéndice.
una metáfora ultrajada* por el uso y la trivialidad*.) ¿Soy el público que contempla El primero comienza, después
a un actor mudo, y que le devuelve, con las simetrías implacables de un espejo, sus de la Revolución, con un
representaciones; y que, sin embargo, a veces celebra la risa de viejo ventrílocuo* que Castelli que escribe lo que no
le emerge —espasmódica, sigilosa y fría— del centro del cuerpo? Yo, ¿quién soy? puede decir.
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IV
Ángela, por favor, deme zapallo. Puedo masticar zapallo. ¿Lee lo que escribí? Acer-
*
que la vela. ¿Lee? ¿Sí? Zapallo, Ángela. Y una empanada. Y vino. Un vaso de vino. [...]
proliferar: multiplicarse.
ultrajada: humillada. IX
trivialidad: superficialidad, [...] Castelli se pregunta dónde están sus palabras, qué quedó de ellas. La revo-
frivolidad. lución —escribe Castelli, ahora, ahora que le falta tiempo para poner en orden sus
ventrílocuo: persona que tiene papeles y responderse— se hace con palabras. Con muerte. Y se pierde con ellas.
la habilidad de modificar su voz de No sé qué se hizo de mis palabras. Y yo, que maté, tengo miedo. Y no me res-
modo tal que parezca que proviene
pondí, escribe Castelli. Tengo miedo, escribe Castelli. Y escribe miedo con un pulso
de sitios diferentes.
hiede: tiene mal olor. que no tiembla. Y esa palabra —miedo— no es nada, no habla, no es lágrima, no
Suipacha: batalla librada el 7 de identifica, siquiera, ese líquido negro, viscoso, que le sube por el cuerpo, dentro del
noviembre de 1810 en el sur de la cuerpo; en esa ciudad que compra palabras y que las paga. Que las olvida.
actual Bolivia, con triunfo del ejército Mírenme, escribe Castelli. Ustedes me cortaron la lengua. ¿Por qué? Ustedes tienen
patriota rioplatense frente a los miedo a la palabra, escribe Castelli. Y ese miedo se los vi, a ustedes, en la cara. [...]
realistas españoles.
Un tiro, Castelli, un tiro en la boca que hiede*. Abra el cajón de su mesa, Cas-
escarpada: que tiene una
pendiente pronunciada. telli, allí donde brilla, oscura, la pistola, debajo de la tinta, la pluma y las palabras
¡Santiago! ¡Cierra España!: grito que la pluma pone sobre el papel, tan mudas como su boca que hiede, y empúñe-
de guerra con que los españoles la. ¿Por qué no recoge, Castelli, la pistola que brilla, oscura, en el cajón de su mesa,
se lanzaban a la lucha desde los muda, ahora, como las palabras que pone sobre el papel, y la hunde en su boca, y
tiempos de los moros. aprieta el gatillo, y pone fin al tiempo que le falta y cierra la fuente negra y hedion-
herejes: contrarios a los dogmas de
da de las palabras, el pozo negro y hediondo que aún dicta las palabras que pone
la religión católica.
banal: trivial. sobre el papel, las respuestas que nada responden, la podrida fuente del miedo?
boticario: farmacéutico. La palabra miedo no dice nada de lo que yo veo. No es miedo la palabra. [...]
amartillar: poner el disparador en Aquí estoy, esperándote, dice Castelli con su boca muda, putrefacta. Y Castelli
un arma de fuego. —escribe Castelli, una pistola en el cajón de su mesa, debajo de la tinta, la pluma y el
raídas: deshilachadas. papel en el que se amontonan las palabras que escribe—, Castelli invita a la muerte,
despanzurradores: que
desde la penumbra en la que escribe, y una sonrisa chirría en los dientes que se enfrían,
despanzurran, destripan.
galones: insignias militares. a que avance, como él, sano y entero, vio avanzar a la infantería criolla en Suipacha*,
erguida o encorvada, las bayonetas en alto, los hombres de la infantería criolla —por-
teños, negros, mulatos, paisanos de la pampa, de las sierras cordobesas, de las quebra-
das de Jujuy y Salta y Tucumán—, encorvados o erguidos, con las manos que les suda-
ban apretando el hierro de los fusiles, con la mirada puesta más allá de los hierros de los
fusiles y las bayonetas, con los ojos puestos en esa línea escarpada* donde terminaba el
sol, en esa sombra floja y ondulante que se recuesta al pie de la nieve pálida y dura de
los cerros, y que grita, loca, desesperada, ¡Santiago! ¡Cierra España!* ¡Mueran los here-
jes*! Te llamé ahí, sano y entero, escribe Castelli. Y te llamo desde una pieza a oscuras,
solo, sin banderas, sin palabras, sin los hierros que empujé a la victoria. Vení, escribe
Castelli, en una ciudad de comerciantes, usureros, contrabandistas, frailes y puteríos,
que lo dejó solo, que acobardó a sus compañeros, que los exilió, que los maldijo.
(Compañeros, soy Castelli, escribe Castelli. No me dejen solo, compañeros, en
esta pelea. ¿Dónde están, compañeros? ¿Dónde, que tengo tanto frío?) [...]
Castelli —escribe Castelli—, leé lo que escribís. Y no llorés. Tachá las líneas que escri-
biste entre paréntesis: deberías saber, ya, que estos tiempos no propician la lírica.[...]
Voy a morir, escribe Castelli. Trago una cucharada de dulce de leche, escribe Cas-
telli con la mano que alzó la cuchara cargada con dulce de leche. Y Castelli lee, en una
letra apretada y firme, que traga, todavía, una cucharada de dulce de leche.Y que va
a morir. [...]
Uno no sabe cuándo va a morir; uno debe saber cómo va a morir. Leo lo que
escribí. Mi letra es firme y apretada. Mi pulso no tiembla. No tiembla mi corazón.
Eso es bueno. Eso está bien, doctor Juan José Castelli.
Pero no olvide que su tiempo se termina, y que debe ordenar sus papeles. Escriba,
el pulso firme y sin temblores, bajo una luz que se apaga. Escriba que no le importa
cuándo llegará al fin del camino. Escriba que no le importa eso —saber cuándo
llegará al fin del camino—, con una mano que no tiembla. Escriba que el actor no
miente en el escenario, y que su pulso no tiembla.
Y en el escenario, cuya luz se extingue, el actor escribe: la revolución es un sueño
eterno. Castelli escribe: es hora de comer mi ración de zapallo pisado. [...]
Cuaderno 2
III
Castelli, un cigarro en la mano que tiembla, sentado a una mesa en la que está
abierto un cuaderno de tapas duras y rojas, repasa, con sus ojos desteñidos, ese cuar-
to de paredes sin ventanas.
Apoyada la espalda en el respaldo de la silla, el brazo derecho doblado sobre el
cuaderno abierto de tapas duras y rojas, y el cigarro que humea entre los dedos de la
mano derecha que tiembla, Castelli mira a un hombre que flota en el mar aferrado a
unos maderos que la sal del mar blanquea.[...]
¿Sube a sus labios agrietados la pregunta más banal* que los hombres se hayan
formulado desde que se pusieron de pie? ¿Se preguntó, aferrado a unos maderos que
la sal del mar blanquea, solo bajo un sol blanco e infinito, qué es el tiempo?
¿Piensa, para no dejarse ir hacia abajo, en una ciudad griega y blanca? ¿Era griega
y blanca la ciudad en la que nació? [...] ¿Cómo eran las mujeres de la República de
Venecia? El hombre, aferrado a unos maderos que la sal del mar blanquea, solo bajo
un sol blanco e infinito, ¿fue, alguna vez, joven? [...]
Ese hombre que flotó, aferrado a unos maderos que la sal del mar blanqueaba, y que
no se dejó ir, los ojos abiertos, entre cortinados lisos y cada vez más fríos, al fondo de qué
importa qué, fue mi padre, escribe Castelli, la letra angulosa, frágil, de viejo, el cigarro
que humea sujeto por los dedos índice y medio, que tiemblan, de la mano izquierda.
Castelli, que no sabe que será Castelli, escucha al hombre que se preguntó qué es
el tiempo, aferrado a unos maderos que la sal del mar blanqueaba, decir que, a veces,
ve el destello de un sol blanco e infinito en su plato de comida. Y que lo ve, a veces,
en sus breves sueños de anciano. Es un brillo que no arde, escuchó Castelli, que no
sabe que será Castelli. Perfora cortinas lisas y cada vez más frías, decía el anciano, en
voz baja, y cuando decía eso, reía, apenas, sobre el vaso de vino, y nos miraba como
si nunca nos hubiera visto.
Castelli, que sabe que es Castelli, mira a su padre que, sentado del otro lado de
la mesa, levanta un dedo y repite que se embarcó en Cádiz, joven aún, y que llegó a
Buenos Aires, viejo, tal vez. Fui náufrago y soy boticario*, dice el padre de Castelli,
sentado del otro lado de la mesa, del otro lado del telón de humo que Castelli, con
sus chupadas al cigarro, alza entre los dos.
Castelli escucha a su padre, náufrago y boticario, hablar de una ciudad griega
y blanca, de las paredes y techos blancos de una ciudad griega llamada Nici. De la
República de Venecia. [...] Supo, dice el padre de Castelli, y ríe, apenas, por entre las
hilachas del humo del cigarro que tiembla en la mano izquierda de Castelli, cuando
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el mar lo mecía, aferrado a unos maderos que la sal del mar blanqueaba, que desem-
Los nombres de la historia barcaría en un puerto fangoso y sucio llamado Buenos Aires, y que se casaría con una
Juan José Castelli (1764-1812): muchacha [...] y que la embarazaría ocho veces. [...]
defendió la posición patriota en Castelli, el cigarro que humea en la boca que no tiembla, escucha que el anciano
las sesiones del Cabildo del 22 dice que olvidó muchas cosas, menos una: el destino es una casualidad que se orga-
de mayo de 1810. Fue vocal de
niza. Solamente los malos comediantes desconocen esa verdad tan irrefutable como
la Primera Junta y reprimió la
contrarrevolución de Liniers en el infierno. Palabra de griegos, padres de la tragedia. [...]
Córdoba. En el Alto Perú impuso
un gobierno revolucionario que VII
liberó a los indios de los servicios ¿Qué juré yo, y a quién, ese 25 de mayo oscuro y ventoso, de rodillas, la mano
personales y la esclavitud. Después derecha sobre el hombro de Saavedra?
de la derrota de Huaqui (20-06-
¿Juré, ese día oscuro y ventoso, que galoparía desde Buenos Aires hasta una serra-
1811) fue procesado y encarcelado
por el Triunvirato de Buenos Aires. nía cordobesa, al frente de una partida de hombres furiosos y callados, y que des-
❚ Cornelio Saavedra (1761-1829): montaría, cubierto de polvo, esa mañana helada como el infierno, con el intolerable
presidente de la Primera Junta de presentimiento de que habíamos irrumpido, demasiado temprano, en el escenario
gobierno, apoyado por Castelli, de la historia, y miraría, sin embargo, a Liniers, envueltos él y yo en una niebla hela-
Belgrano y French. da como el infierno, y le escucharía, de pie, arrogante, reír e insultarme, y escucharía,
❚ Santiago de Liniers (1753-
en una niebla helada como el infierno, a los hombres que me acompañaron desde
1810): jefe del movimiento
contrarrevolucionario; fue apresado Buenos Aires, furiosos y callados, amartillar* sus fusiles, y me vería a mí mismo,
y ejecutado por orden de la Junta cubierto de polvo en una niebla helada como el infierno, encender un cigarro, decir
por intentar organizar una fuerza denles aguardiente, y dar la espalda a Liniers que, de pie, arrogante, se reía y me
militar para sofocar la revolución insultaba, e insultaba a los que, con él, se alzaron contra la Revolución, y que en esa
porteña. mañana helada como el infierno, suplicaban [...] que no los mataran?
❚ Mariano Moreno (1778-1811):
¿Juré que no vería, furioso y callado, yo, a quien se llamó el orador de la Revolución,
secretario de la Junta de Buenos
Aires, responsable de los asuntos a las partidas de perros negros, que devoran a los indios que escapan de las minas de
políticos y militares. oro, de sal, de plata; juré que no escucharía el murmullo que viene de las minas de oro,
❚ Hipólito Vieytes (1762-1815): de sal, de plata, de las cocinas y galerías de los señores del Norte, ese murmullo opaco
secretario de gobierno y guerra y fascinado que se desprende de bocas raídas* por una vejez prematura, de una carne
nombrado por la Junta, en expiatoria y condenada al saqueo y al infinito silencio de Dios, y que dibuja el aullido
reemplazo de Mariano Moreno,
del perro negro, como se dibujan los mitos, y detrás, tenaz e inaccesible como los mitos,
desterrado tras la revolución de los
saavedristas de abril de 1811. al patrón de la bestia y del infinito silencio de Dios, y también la carne sacrificada, ras-
❚ El mariscal Vicente Nieto; gada, herida, por los colmillos insaciables; juré que yo no vería, yo que tuve un corazón
el gobernador de Potosí, don docilísimo, los potros del tormento, y los caballos despanzurradores*, y a las damas
Francisco de Paula Sanz; y el que, de pie en altos balcones de ciudades de piedra, tomaban chocolate en cónicas tazas
capitán de marina José de la de plata, y apreciaban la hermosa musculatura de los caballos despanzurradores [...]?
Córdova: jefes de la represión a
¿Juré, en un día oscuro y ventoso de mayo que, al igual que Vieytes y Ocampo según
los levantamientos del Alto Perú
de 1809 y brutales esclavistas de leí en una carta de Moreno, que respetaron los galones* de los dueños de los perros
indígenas, fusilados por Balcarce negros, me cagaría yo, enviado de la Junta en el ejército del Alto Perú, en las estrechí-
el 15 de diciembre de 1810, bajo simas órdenes de la Junta, y predicaría la reconciliación con los dueños de los perros
órdenes de Castelli y de Moreno. negros, o juré que, absorto, poseído, me tocaría los ojos, la boca, las mejillas, como un
❚ Francisco Ortiz de Ocampo actor que, en el escenario, va más lejos de lo que representa, más lejos que su propia
(1771-1840): comandó un ejército
sombra, y absorto, poseído, furioso y callado, firmaría la orden de muerte para el maris-
para auxiliar a las provincias
interiores, garantizar la elección cal Nieto, para el gobernador Sanz, para el capitán de marina José de la Córdova, para
de los diputados al futuro Congreso todos esos ondeadores de banderas negras y calaveras y tibias en las banderas negras?
General y detener cualquier intento ¿Juré, de rodillas en la sala capitular del Cabildo, que no iría más lejos que mi
contrarrevolucionario de los propia sombra, que nunca diría ellos o nosotros?
grupos realistas. Juré que la Revolución no sería un té servido a las cinco de la tarde. [...]
X
[...]
En la causa que me fue promovida por los señores del Triunvirato, los jueces, abo-
gados y consejeros del contrarrevolucionario Liniers, preguntaron, a los testigos, si
recibí regalos, obsequios en dinero o de otra especie, desde agosto de 1810 a octubre de
1811, en mi condición de representante de la Primera Junta en el ejército del Alto Perú.
Los testigos declararon, hasta donde recuerda el doctor Castelli, que el doctor Castelli
rechazó, en La Paz, un caballo con arneses de oro y otros obsequios de valor [...].
[...]
Aclarado que no soy dueño de moneda alguna —sea de cobre, plata u oro—, ni
de objetos de valor, cotizables en mercado alguno, ni de tierras, detallo lo que cir-
cunstancialmente poseo:
● Un ejemplar del Quijote, regalo de mi padre.
[...]
1. Los tiempos
a. ¿Qué tiempo verbal predomina
a ACTIVID
ADES
● Un estuche de laca negra, con dos pastillas de un veneno de acción rápida, que en la primera parte de la novela: el
preparó mi padre en su laboratorio. Las dos pastillas, por efecto del tiempo transcu- pasado o el presente? ¿Por qué?
rrido desde su preparación, son inofensivas. b. ¿Por qué se usa el condicional
[...] Quien fuera llamado el orador de la Revolución se niega a que ese pedazo de (“se casaría”) en el capítulo VII del
Cuaderno 2?
lengua que se pudre sea objeto de la regocijada curiosidad de sus enemigos, y dispo-
c. También en ese capítulo se usa
ne que su hijo Pedro abandone, ese pedazo de lengua que se pudre, en el monte más el presente: ¿hace referencia al
cercano, para alimento de los caranchos. “ahora” del narrador (el tiempo de la
[...] narración)?
● La pistola con la que maté a la muerte, en una calle de piedra. 2. Las personas gramaticales
[...] a. ¿Por qué les parece que, si la novela
está escrita en primera persona, en el
● Dos cuadernos de tapas rojas: mi hijo Pedro les dará el destino que mejor le plazca.
capítulo III del Cuaderno 2 se pasa a
Salvo los dos cuadernos de tapas rojas, todo lo que aparece en este inventario, sin la tercera?
excepción alguna, deberá repartirse entre los miembros de mi familia, mis amigos [...] b. ¿A qué obedece la inclusión de una
segunda persona en el capítulo IX del
XI Cuaderno 1? ¿Con quién o quiénes
Ángela. Ángela. Por favor, Ángela. dialoga?
3. La vida como un teatro
a. En la novela hay muchas referencias
XII al teatro. Identifíquenlas.
Entre tantas preguntas sin responder, una será respondida: ¿qué revolución com- b. ¿Cómo interpretan la referencia
pensará las penas de los hombres? de Castelli al actor, a las marionetas
y al escenario, en el capítulo III del
Apéndice Cuaderno1?
4. La revolución
[...]
a. Busquen las referencias a la
Muchos años después de finalizada la guerra de la independencia, en 1839, la revolución que hace Castelli.
cabeza de Pedro Castelli, clavada en una pica por las triunfantes tropas del brigadier b. ¿Cuál es el significado de la frase
general Juan Manuel de Rosas, es ofrecida a la contemplación de los habitantes del final (capítulo XII)?
poblado bonaerense de Dolores. La leyenda, que aún circula por esos pagos sureños, 5. El lenguaje
dice que manos femeninas arrancaron, del hierro de la pica, el despojo. Pese a las a. Castelli reflexiona sobre el lenguaje
y su imposibilidad de dar cuenta de la
intensas y prolongadas batidas de los soldados federales, ni la calavera de Pedro Cas-
realidad. Identifíquen las reflexiones
telli ni la mujer fueron halladas. en el texto.
b. ¿Qué sugiere la brevedad del
Andrés Rivera: La revolución es un sueño eterno, Seix Barral, 2005. capítulo XI?
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La novela histórica cuenta un hecho verídico, es decir, hace referencia a un hecho que
efectivamente ha ocurrido y que la historia ha documentado. Por eso exige al escritor la
búsqueda de material y una investigación rigurosa sobre el hecho histórico; es esta docu-
mentación la que diferencia a la novela histórica de otras clases de novelas. Desde esta
perspectiva, cabe preguntarse entonces: ¿qué diferencia a la novela histórica del relato
testimonial, si en ambos el lector busca una garantía de verdad sobre los hechos que se
narran? La diferencia fundamental radica en que, si el objetivo del relato testimonial es
el de indagar y denunciar la verdad sobre el hecho, la novela histórica es, básicamente,
una novela, es decir, una ficción. Por eso se puede afirmar que no reconstruye el pasado
sino que construye una visión del pasado, propia del autor. En consecuencia, si bien ofre-
ce una mirada verosímil sobre determinada época histórica y sobre su sistema de valores y
creencias, no se despoja, como lo hace el relato testimonial, de componentes imaginarios.
De ese modo, la época histórica —suele elegirse una época lejana en el tiempo— se
Juan josé Castelli. convierte en el escenario de hechos verídicos cuyos protagonistas toman características
ficcionales e interactúan con otros personajes inventados por el escritor.
que aparece en el libro de Historia. propuso conceder el derecho de voto a los indígenas. ¿Qué
¿Qué diferencias encuentran? rasgo particular presenta esta información histórica en la
2. Observen la información y el modo en que se novela, en boca del personaje y narrador?
presentan los personajes y los hechos históricos en 4. ¿Se puede afirmar que en la novela se entrecruza la vida
ambos casos. ¿Qué diferencias encuentran entre el relato privada y la vida pública de Castelli como si se tratara de
histórico no ficcional y la novela? sujetos diferentes? Fundamenten su respuesta.
3. Como vocal de la Junta de Mayo, Castelli apoyó la 5. ¿Por qué habrá elegido Rivera las frases de Perón y de
política de Mariano Moreno. Hizo ejecutar a Santiago Lenin como epígrafes?
de Liniers en Córdoba, por lo que fue severamente 6. Propongan un ejemplo tomado de la novela que
represente la oposición entre realidad y ficción.
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Canción de Alicia La dictadura militar que tomó el poder en la Argentina el 24 de marzo de 1976 impuso
La letra de la canción sugiere lo que el terror, los secuestros, la violencia y la muerte. Los controles y la vigilancia, las inter-
ocurría en el país durante la última venciones en las universidades y la prohibición de determinadas lecturas fueron algunas
dictadura militar: de las medidas con las que se intentó eliminar toda voz de oposición al régimen. A su vez,
“No cuentes lo que viste en los
se buscó desviar la atención pública de estos hechos con la persuasión de la “plata dulce”
jardines/
el sueño acabó/ y avivando el fervor patriótico mediante el Mundial de Fútbol y la invasión a las Malvinas.
ya no hay morsas ni tortugas/ De ese modo, se intentó imponer el olvido.
[...] Ambas imposiciones, la censura y el olvido, moldearon la memoria social de los argen-
’Los inocentes son los culpables’, tinos y amordazaron su palabra. “El silencio es salud”, “Hay que olvidar, no saber” se
dice su Señoría/ constituyeron en las consignas de una época en la que muchos optaron por refugiarse en
el rey de espadas”.
un silencio al que consideraban garantía de seguridad y de supervivencia. Un ejemplo de
esta situación se encuentra en la película Tiempo de revancha (1981), de Adolfo Arista-
rain, en la que el protagonista, en una escena crucial, se corta la lengua con una navaja,
harto de vivir silenciando y ocultando la verdad de ciertos hechos.
Los agentes de la cultura, reprimidos y aislados, se vieron obligados a adoptar lengua-
jes diferentes y nuevas formas de expresión para poder transgredir la censura y hacerse oír.
El rock, que fue severamente controlado —fueron prohibidas 242 canciones—, denuncia-
ba en sus letras la difícil situación del país a través de un lenguaje metafórico. Ejemplo de
ello es la “Canción de Alicia”, incluida en el disco Bicicleta del grupo Serú Girán, liderado
por Charly García.
La crítica y la literatura recurrieron a la metáfora y al doble sentido para burlar las
prohibiciones. Por ejemplo, la revista clandestina Barrilete, de Roberto Santoro, circuló
como un conjunto de poemas anónimos y comentarios literarios que cuestionaba al régi-
men. La revista Humor exhibió audazmente en sus páginas no sólo caricaturas y chistes
atrevidos, sino también informes periodísticos serios, por ejemplo, acerca de la censura y
el exilio de los intelectuales. Además, tuvo un papel importante la revista Punto de vista,
La revista Punto de vista continúa dirigida por Beatriz Sarlo, que circulaba fundamentalmente entre un público universita-
publicándose, y se destaca por tratar rio. Esta publicación permitió sostener durante aquel período la cultura en crisis del país.
temas referidos a la literatura, las artes
Sus ensayos y comentarios se mantuvieron unidos por un mismo hilo conductor: la denun-
y la política.
cia. Temas tan diversos como las enfermedades mentales o la situación de los indígenas
en los Estados Unidos funcionaban como textos —o pretextos— para reflexionar sobre la
situación de marginalidad que sufrían algunos argentinos, ya que podía resultar peligroso
o provocar la censura hablar del tema en forma directa.
Muchos de los intelectuales que permanecieron en el país fueron detenidos, secuestrados o
bien continúan desaparecidos. Los cuentos del libro Absurdos, de Antonio Di Benedetto, fueron
compuestos en un calabozo de la Unidad 9 de La Plata, donde el autor pasó dieciocho meses
detenido por la dictadura militar. Como rompían todos sus papeles, Di Benedetto encontró un
modo de burlar el control en las cartas a su amiga, la escultora Adelma Petroni, quien lo recuer-
da así: “Me mandaba cartas donde me decía: ‘Anoche tuve un sueño muy lindo, voy a contárte-
lo’. Y transcribía el texto del cuento con letra microscópica (había que leerlo con lupa)”.
La historieta El Eternauta fue dibujada Peor destino sufrió Héctor Oesterheld, el guionista de la reconocida historieta El Etern-
por Francisco Solano y Alberto Breccia auta. Los personajes de la historieta son héroes cotidianos y locales que deben luchar por su
en distintas épocas. Actualmente, es
supervivencia ante una invasión extraterrestre. Desde fines de la década del ’60, Oesterheld
considerada un clásico del género.
había expuesto claramente una comprometida actitud política a través de su arte, motivo por
el cual fue secuestrado junto a sus cuatro hijas. Todos ellos permanecen desaparecidos.
La narrativa escrita durante la dictadura militar constituyó un intento de expresar, a Páginas prohibidas
través de la metáfora o la alegoría, la condena al régimen desde la posición de marginali- Muchos libros fueron prohibidos
dad y/o exilio del escritor. Este exilio fue real en algunos casos —muchos autores aban- en la Argentina durante la
donaron el país y continuaron su obra desde el extranjero—, e interior en otros —escrito- dictadura, por ejemplo:
La consagración de la primavera, de
res que, si bien permanecían en la Argentina, no se sentían parte de ella ante la magnitud
Alejo Carpentier; El Principito, de
de los horrores que ocurrían—. El beso de la mujer araña, de Manuel Puig (1932-1990), Antoine de Saint-Exupéry; Último
publicada en 1976, cuya historia transcurre en la celda de una cárcel, puede leerse como round y Queremos tanto a Glenda,
una alegoría del país bajo la dictadura. Lo mismo ocurre con la novela De dioses, hombre- de Julio Cortázar; Desde el jardín,
citos y policías (1979), de Humberto Constantini (1924-1987). de Jerzy Kosinsky; Pantaleón y
Muchos autores se plantearon la posibilidad de cubrir los espacios silenciados y de pen- las visitadoras, de Mario Vargas
Llosa; El beso de la mujer araña, de
sar la identidad del sujeto en relación con la historia. “¿Hay una historia?”, se pregunta el
Manuel Puig; Gracias por el fuego
personaje de Respiración artificial (1980) —la novela de Ricardo Piglia (1941)—, cuando se y El cumpleaños de Juan Ángel, de
observa a sí mismo en una fotografía a la edad de tres meses y en brazos de su madre. En ese Mario Benedetti.
relato, su historia se entrecruza con la historia argentina desde la Independencia. La censura también alcanzó a
Significativamente, una buena parte de la narrativa escrita durante el Proceso presen- la literatura infantil y prohibió
ta rasgos comunes. Uno de ellos es la representación dolorosa del cuerpo, que puede ser arbitrariamente muchos libros,
especialmente si se consideraba
víctima de abusos, como en la novela La vida entera (1981), de Juan Martini (1944), o de
que ponían en cuestión los valores
torturas, como en el caso de la novela Conversación al sur (1981), de Marta Traba (1930- tradicionales de la familia y
1983); otro, la representación de la voz de quienes están al margen del poder y desafían de la religión.
la vigilancia y el control.
Las novelas Lo imborrable (1993), de Juan José Saer (1937-2005); Villa (1995), de Luis
Gusmán(1944); El fin de la historia (1996),de Liliana Heker (1943); Cruzar la noche (1998),
de Alicia Barberis (1957); Dos veces junio (2002), de Martín Kohan (1967); El viejo soldado
(2002), de Héctor Tizón (1929), escritas y publicadas con posterioridad a la dictadura, reali-
zan una mirada retrospectiva a la violencia política y, en especial, al terrorismo de Estado que
signó la segunda mitad de los ‘70. Sin ser totalmente “novelas históricas” ni “relatos testimo-
niales”, se construyen como ficciones que intentan recuperar la memoria social e histórica.
En ellas se cruza, entonces, la representación narrativa propia de la ficción con otros modos
de representación como el de la novela histórica o el relato testimonial. ¿Cuál era la finalidad
de construir un relato que oscilara entre la ficción y la verdad de los hechos? No era para poner
en duda lo acontecido, sino para generar la reflexión acerca de las causas y consecuencias de
lo que efectivamente ocurrió; esto es, para comprender una realidad que parecía de ficción.
121
CONEXIONES El manuscrito carmesí narra las memorias de Abu Abd Allah, más conocido como Boabdil.
Se trata del rey que debió entregar Granada, el último reino musulmán en España, a los
Reyes Católicos. En el fragmento que sigue se narra el encuentro de Boabdil, ya preso,
y el capitán don Gonzalo Fernández de Córdoba, que también es andaluz pero cristiano.
Boabdil lo había conocido muchos años antes, cuando había llegado al reino como
embajador cristiano para reclamar a su padre los antiguos compromisos de vasallaje. El
padre de Boabdil le había ofrecido hospitalidad, pero se había negado a pagar tributos a
los reyes de Castilla.
ANTONIO GALA
Nació en Córdoba (España) en
El manuscrito carmesí
1936. Es poeta, dramaturgo, El Guardia entró precediendo a una figura encapuchada y encapotada de negro hasta
periodista y novelista. Obtuvo los pies. Cuando se descubrió, vi a don Gonzalo. No lo esperaba tan pronto, aunque era
el Premio Planeta en 1990 por ya noche cerrada. Así que, con la sorpresa, no pude evitar que me besara las manos.
su primera novela, — ¿Qué hacéis? —exclamé.
El manuscrito carmesí. A esta — Ya lo veis, señor, manifestaros mi respeto.
obra le han seguido: La pasión Hasta ese momento, empeñado en tantos pormenores y accidentes que me exce-
turca (1993), llevada al cine por dían a diario, no había encontrado el tiempo —o acaso no deseaba encontrarlo—
Vicente Aranda, Águila bicéfala para reflexionar sobre la magnitud de lo que sucedía. Y, de improviso, ante el gesto
(1994) y La regla de tres (1996). más compasivo que devoto de don Gonzalo, se me impuso. Me pasó a mí lo que
Gala trata en casi todas sus supongo que le pasa a alguien cuyo joven hijo ha muerto: se ocupa de los trámites y
obras temas históricos, más de las recepciones, y de que esté a su hora la comida, y atendidos los huéspedes; hasta
para iluminar el presente que que llega el pariente que más quiso a su hijo, y en ese instante todo el tamaño de la
para conocer el pasado. pérdida se manifiesta, y recuerda de golpe la luminosa infancia del niño que nunca
iba a morir, y sus dulces ojos y su dulce esperanza, y toma cuenta que ha ocurrido
lo que nadie hubiese pensado y que él sigue vivo todavía, y se derrumba llorando en
brazos del pariente. Tuve que sacar fuerzas de flaqueza para no caer en los de don
Gonzalo. Logré esbozar una pobre sonrisa y abrí los míos en signo de impotencia, y,
sin saber qué hacer con los brazos extendidos, le indiqué una jamuga*. Él aguardó de
pie a que yo me sentara, y se sentó en el diván cerca de mí.
—No represento a nadie, señor; no hablo en nombre de nadie. Agradezco que
hayáis autorizado mi visita, que no tiene fundamento alguno, ni otro propósito
que el de expresaros afecto.
Sentí un picor en la garganta; tragué saliva un par de veces para que desapareciera.
Algo ascendía tras de mis pómulos, y me avergonzó que los ojos se me llenaran de agua;
tenía que evitar que resbalara. Desvié la cabeza hacia otro lado. Dejé pasar un tiempo.
— ¿Puedo ofreceros algo de comer o de beber? —le pregunté, una vez recuperado.
—Ya me habéis ofrecido lo que vine a buscar y lo que pronosticaba; la lección
de vuestra impavidez*. El triunfo no es la mejor medida de los hombres, y menos
de los reyes.
—Me conforta oíroslo decir. Creo que no se le ha ocurrido a nadie, y seguro
que a nadie se le ocurrirá nunca juzgarme como vos me juzgáis. Si es que no se
trata de una adulación o de una cortesía.
—No habría venido hasta aquí, tan a escondidas para halagaros sólo. Ni me
importa lo que escriban quienes escribirán estos sucesos que nosotros vivimos.
Ellos vendrán después; traerán limpias las manos, y con ellas dibujarán un cuadro *
comprensible, y una frontera insalvable entre nosotros dos. Y contarán, con lauda- jamuga: silla con patas curvas.
torias o amargas frases, según su bando, cómo por fin se arruinó esa frontera. Las impavidez: imperturbabilidad.
crónicas conviene que las comprendan los pueblos y los niños: tienen que ser muy enaltecedor: que alaba, honra.
simples, y enaltecedoras* de lo que les beneficie enaltecer. El malo es el que pierde, in articulo mortis: después de
muerto.
y el bueno es el que gana. El que gana es siempre además el que cuenta la historia. El Zagal: tío de Boabdil que quería
—En ese caso, don Gonzalo, yo no me hago ilusiones; los dos bandos coinci- apoderarse de Granada.
dirán en una cosa: para uno y para otro, el malo seré yo. El malo es el que autoriza
con su sello el desastre, el que abandona, el que se va.
—Pero yo sé lo que no sabrán otros: todos los vuestros, de uno en uno, os han
abandonado de antemano; se han ido en busca del sol nuevo; os han dejado solo.
Yo los he visto en Santa Fe, señor: cuanto más ricos, antes; cuánto más poderosos,
más sumisos. Fiables en Granada no quedan sino los que no tienen nada que per-
der más que la vida, y ni ésos. Delante de la tienda de mis reyes, han tropezado
unos con otros con las prisas; se han arrebatado unos a otros la palabra; han inten-
tado venderos siempre que les supusiese una ventaja; han firmado su contrato de
alquiler con el nuevo amo de la casa antes aun de que el antiguo la desalojara.
—Lo sé, lo sé; pero la historia la van a contar ellos.
—Perdonadme lo que os voy a decir, si es que os duele: con un pueblo como el que
vos tenéis nada se puede hacer; sólo castigarlo como a un niño sin darle explicaciones, o
distraerlo como a un niño, para que no moleste, sin darle explicaciones.
—Quizá la obligación manda educar primero.
—A nadie se le educa in articulo mortis*. Vos recibisteis, con el trono, un pueblo
sentenciado. Y habéis logrado diferir la sentencia y suavizarla para que hiera menos.
Vuestro pueblo no entiende que se pueda perseguir algo, durante cien años, sin
descanso; por eso el triunfo final ha sido vuestro. Vuestra grandeza personal, señor,
consiste precisamente en lo que acaso se os reproche: en haber conseguido un ser ya
necesario. Habéis luchado en estos meses últimos para que todo continúe lo mismo
que hasta ahora, pero sin vos de ahora en adelante. Y además cargaréis con la ingrata
y borrosa responsabilidad que la Historia necesita volcar sobre unos hombros úni-
cos.
[...]
—Por esa majestuosa resignación es por lo que estoy aquí. Vuestro tío El
Zagal* será siempre El Valiente. A vos os ha tocado la peor parte, y la última.
Perdéis cuanto tuvisteis; salís de vuestra Alhambra dando un portazo que se oirá
en el mundo, y es por esa generosidad justamente por lo que seréis injustamente
acusado. Que el débil es el fuerte lo sabremos muy pocos.
—Conviene que sea así. Es difícil apoyarse en la virtud de la docilidad cuando
desde niño le inculcaron a uno la rebeldía. En todo caso, la trama en que me he visto
envuelto es tan espesa que ni yo mismo soy
capaz de decir dónde comienza la culpa y
de quién es. Todo se me ha ido acumu-
lando encima de un modo indescifrable.
Acaso la vida me dé tiempo para des-
embrollar esta madeja; pero ahora no lo
tengo: puede que sea mejor...
[...]
123
La novela histórica se configuró como género en el siglo XIX a través de la obra del El retrato de Boabdil
escocés Walter Scott (1771-1832). Nació como expresión artística del nacionalismo de los Don Francisco Fernández de
románticos y de su nostalgia ante los cambios brutales de costumbres y valores que impuso Córdoba, abad de Rute y autor
el ascenso de la burguesía en el mundo. Por ese motivo, en la novela histórica del Roman- del manuscrito titulado “Casa
de Córdova, origen i fundación
ticismo el pasado representa una especie de refugio o evasión y, al mismo tiempo, se lo
i antigüedades desta cibdad”, lo
presenta como época ideal que critica el presente en el que se escribe la obra. Así ocurre en describe así: “Moro de razonable
Los novios (1823), de Alejandro Manzoni, considerada una obra maestra del género. En estatura, buena trabazón de
ella se narra la vida en Milán bajo la tiranía española durante el siglo XVII, para criticar de miembros, rostro alargado,
manera velada la dominación austríaca que sufría Italia en la época de Manzoni. moreno; cabello, barba i ojos
En esta línea se inscriben también las novelas históricas hispanoamericanas, muchas negros, grandes, con muestras de
melancolía”.
de las cuales narran los hechos de grandes dictadores latinoamericanos. Por ejemplo, La
fiesta del chivo, del peruano Mario Vargas Llosa, se centra en la figura del general domini-
cano Rafael Leónidas Trujillo.
125
TALLER DE ESCRITURA
Protagonistas de la Historia b. Escriban un diálogo entre dos personajes
a. Ubiquen a alguna persona que haya vivido de cerca históricos. Ambos pueden ser de países o momentos
un hecho histórico importante (la caída o la muerte históricos diferentes: Einstein con Cristóbal Colón, o
de Perón, la muerte de Evita, la guerra de Malvinas, San Martín con Napoleón, por ejemplo.
la noche de los bastones largos, la explosión de la
embajada de Israel o de la AMIA, por ejemplo) o un Lo cotidiano y lo siniestro
acontecimiento de trascendencia que haya afectado a. Lean el siguiente fragmento de la ponencia
a un gran sector de la población (una inundación, un “El lector y el escritor bajo las dictaduras en América
terremoto, una guerra, etcétera). Latina”, que Julio Cortázar envió al Congreso del PEN
b. Pídanle que narre el hecho. Hagan las preguntas Club realizado en Estocolmo en junio de 1978:
que consideren necesarias para conocer en detalle “El año pasado publiqué en España un libro de
los acontecimientos (cómo se enteró, qué ocurrió, cuentos, que debía ser editado simultáneamente en
quiénes fueron los protagonistas, etcétera) y tomen Argentina. El así llamado gobierno de mi país hizo
nota. saber al editor que el libro sólo podría aparecer si yo
c. A partir de sus notas escriban un relato en primera aceptaba la supresión de dos relatos que consideraba
persona, tal como lo haría un testigo de los hechos en agresivos para el régimen. Uno de ellos se limitaba a
una autobiografía. contar, sin la menor alusión política, la historia de un
hombre que desaparece bruscamente en el curso de
La literatura hace posible lo imposible un trámite en una oficina de Buenos Aires”.
a. Busquen información sobre personajes históricos b. Escriban un cuento (puede ser fantástico) en el
en enciclopedias o en libros de Historia. Elijan un que ocurra algo similar: una persona desaparece en la
hecho en el que hayan participado o algún dato escuela, en un museo, en una oficina pública, como
curioso (enfermedad, obsesión, mascota, costumbre). metáfora del terrorismo de Estado.
A partir de los datos obtenidos, escriban un relato
que los tenga como protagonistas.
ITINERARIOS DE LECTURA