Derecho Industrial
Derecho Industrial
Derecho Industrial
Protección Constitucional
Artículo 2 inciso 8
Artículo 129
El Estado garantiza los derechos del autor y del inventor a sus respectivas obras y creaciones
por el tiempo y en las condiciones que la ley solo garantiza así mismo y en igual forma los
nombres marcas diseños y modelos industriales y mercantiles La ley establece el régimen de
cada uno de estos derechos
Análisis
Este es el inciso que la Constitución ha dedicado al derecho del perfeccionamiento espiritual
de la persona a través de la cultura y la creación En este sentido tiene mucha vinculación con
el inciso primero del mismo artículo 2 que menciona el derecho al libre desarrollo y bienestar.
Si bien la satisfacción de las necesidades materiales del individuo es esencial para que dichos
derechos se cumplan es insuficiente por sí misma, parte esencial de la realización humana
consiste en participar de la cultura y en crear lo que en última instancia no es sino
consecuencia de la cultura propia.
Reconoce este derecho de manera particular el Protocolo adicional a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos en materia de derechos económicos sociales y culturales que dice
Protocolo adicional a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos en materia de derechos económicos sociales y culturales artículo 14
2. Entre las medidas que los Estados Partes en el presente Protocolo deben adoptar para
asegurar el pleno ejercicio de este derecho figurarán las necesarias para la conservación el
desarrollo y la difusión de la ciencia la cultura y el arte.
3 Los Estados Partes en el presente Protocolo se comprometen a respetar la indispensable
libertad para la investigación científica y para la actividad creadora.
A continuación dice el inciso que la persona tiene derecho a la propiedad sobre sus creaciones
y sobre el producto La Constitución hace referencia en este punto a los derechos de propiedad
intelectual que son tanto los derechos de autor como la propiedad industria dos campos
inmensos de desarrollo del Derecho y de los derechos de las personas en el mundo moderno.
La propiedad intelectual tiene reglas particulares y distintas a las demás por dos razones los
bienes de los que trata son inmateriales y además su importancia se pierde con el tiempo sea
por decisión de la ley aunque el bien no pierda vigencia en sí mismo por ejemplo una creación
musical o literaria sea porque el desarrollo del conocimiento lo vuelve obsoleto normalmente
una patente o un diseño industrial quedar sin posibilidad de uso en relativamente poco
tiempo por la creación de nuevos procedimientos o por el desarrollo de nuevos
conocimientos.
En la propiedad intelectual en general se distinguen dos aspectos ambos cubiertos por a
protección que se da aquí
Tanto los derechos de autor como la propiedad industrial han sido legislados el año 1996 en
el Perú sustituyendo normas que tenían decenios de vigencia.
Las principales disposiciones de la Ley de Derechos de Autor aprobada por Decreto
Legislativo 822 promulgado el 23 de abril de 1996 son las siguientes:
Decreto Legislativo 822 artículo 3 La protección del derecho de autor recae sobre todas las
obras del ingenio en el ámbito literario o artístico cualquiera que sea su género forma de
expresión mérito o fin.
Los derechos reconocidos en esta ley son independientes de la pro piedad del objeto material
en e cual está incorporada la obra y su goce o ejercicio no están supeditados al requisito del
registro o al cumplimiento de cualquier otra formalidad.
Decreto Legislativo 822 artículo 5 Están comprendidas entre las obras protegidas las
siguientes :
a. Las obras literarias expresadas en forma escrita a través de libros revistas folletos u otros
escritos
b. Las obras literarias expresadas en forma oral tales como las conferencias alocuciones y
sermones o las explicaciones didácticas
c. Las composiciones musicales con letra o sin ella
d. Las obras dramáticas, coreográficas, pantomímicas en general
e. Las obras audiovisuales
f. Las obras de artes plásticas sean o no aplicadas incluidos los bocetos dibujos pinturas
esculturas grabados y litografías
g. Las obras de arquitectura
h. Las obras fotográficas y las expresadas por un procedimiento análogo a la fotografía
i. Las ilustraciones mapas croquis planos bosquejos y obras plásticas relativas a la geografía la
topografía la arquitectura o las ciencias
j. Los lemas y frases en la medida que tengan una forma de expresión literaria o artística con
características de originalidad
k. Los programas de ordenador
Las antologías o compilaciones de obras diversas o de expresiones del folklore y las bases de
datos siempre que dichas colecciones sean originales en razón de la selección coordinación o
disposición de su contenido. Los artículos periodísticos sean o no sobre sucesos de actualidad
los reportajes editoriales y comentarios, en general toda otra producción del intelecto en el
dominio literario o artístico que tenga características de originalidad y sea susceptible de ser
divulgada o reproducida por cualquier medio o procedimiento conocido o por conocerse.
Decreto Legislativo 822 artículo sin perjuicio de los derechos que subsistan sobre la obra
originaria y de la correspondiente autorización son también objeto de protección como obras
derivadas siempre que revistan características de originalidad
a. Las traducciones adaptaciones
b. Las revisiones actualizaciones y anotaciones
c. Los resúmenes y extractos
d. Los arreglos musicales
e. Las demás transformaciones de una obra literaria o artística o de expresiones del folklore
Decreto Legislativo 822 artículo 7 El título de una obra cuando sea original queda protegido
como parte de ella.
La Ley distingue los derechos morales y los patrimoniales del autor Los derechos morales son
perpetuos inalienables inembargables irrenunciables e imprescriptibles y serán ejercidos por
sus herederos a su muerte mientras la obra está en dominio privado salvo disposición legal en
contrario artículo 21 Decreto Legislativo 822 artículo 22 son derechos morales:
a. El derecho de divulgación
b. El derecho de paternidad
c. El derecho de integridad
d. El derecho de modificación o variación
e. El derecho de retiro de la obra del comercio
f. El derecho de acceso
La propia ley define todos los derechos morales y patrimoniales. El tiempo de protección del
derecho patrimonial varía según la naturaleza de la obra si es individual anónima y está
regulado entre los artículos 52 y 56 La regla general es la del artículo 52 que dice el Decreto
Legislativo 822 artículo 52 El derecho patrimonial dura toda la vida del autor y setenta años
después de su fallecimiento cualquiera que sea el país de origen de la obra y se transmite por
causa de muerte de acuerdo a las disposiciones del Código Civil En las obras en colaboración
el período de protección se contará desde la muerte del último coautor.
Una vez vencido el plazo de protección del derecho patrimonial la obra pasa al dominio
público
Decreto Legislativo 822 artículo 57 E vencimiento de los plazos previstos en esta ley implica
la extinción del derecho patrimonial y determina el pase de la obra al dominio público y en
consecuencia al patrimonio cultural común. También forman parte del dominio público las
expresiones del folklore .
En lo que respecta a la Ley de propiedad industrial aprobada mediante Decreto Legislativo
823 promulgado el 23 de Abril de 1996 las principales normas son las siguientes:
Decreto Legislativo 823 artículo 3 La protección reconocida por la presente Ley recae entre
otros sobre los elementos constitutivos de la propiedad industrial que se detallan a
continuación
a. Patentes de invención
b. Certificados de protección
c. Modelos de utilidad
d. Diseños Industriales
e. Secretos industriales
f. Marcas de productos y de servicios
g. Marcas colectivas
h. Marcas de certificación
i. Nombres comerciales
j. Lemas comerciales y
k. Denominaciones de origen
La ley de Propiedad Industrial hace una detallada descripción de todos estos elementos y
establece los procedimientos y condiciones de protección de cada uno de ellos De las normas
generales aplicables tal vez vale la pena destacar en este comentario que el ejercicio de los
derechos de propiedad industrial no se considera actividad monopólica
Decreto Legislativo 823 artículo 5 El ejercicio regular de los derechos de propiedad industrial
no puede ser sancionado como práctica monopólica ni como acto restrictivo de la
competencia
El inciso 8 del artículo 2 de la Constitución que venimos comentando continúa diciendo que el
Estado propicia el acceso a la cultura y fomenta su desarrollo y difusión norma que si bien es
independiente de las anteriores está vinculada con ellas en el sentido que todo lo que se crea
intelectual artística científica o técnicamente tiene que ver con el entorno cultural de la
persona.
II. DELITOS CONTRA LA PROPIEDAD
INDUSTRIAL
Sí el Perú se encuentra inmerso en una economía social de mercado, cuyo desarrollo no puede
canalizarse únicamente en la realización de las actividades "primarias", resulta indispensable
que el Estado promueva, fomente, el acceso de los individuos a estas nuevas tecnologías, cuya
aplicación puede permitir el despegue definitivo de nuestra economía, por ende, atraer
mayores capitales, inversión, a su vez genera mayores fuentes de trabajo, esencial en la lucha
contra la pobreza.
En resumidas cuentas, las producciones intelectuales que aparecen a través de una serie de
inventos, patentes, marcas, diseños industriales, etc., merecen una protección jurídica
consolidada, que encontramos no sólo en nuestra legislación positiva, sino también en el
marco de la Comunidad Andina y a nivel internacional.
DEFINICIÓN DE PROPIEDAD INDUSTRIAL
Nuestro CC, clasifica a los derechos patrimoniales de autor, de inventor, de patentes, nombre,
marcas y otros, como bienes muebles, tal como se desprende del inc. 6) del artículo 886°.
Asimismo, el mismo Código Sustantivo en su artículo 884° establece que las propiedades
incorporales (tales como los derechos de propiedad industrial) se rigen por su legislación
especial, la cual en el caso de la propiedad industrial está conformada por normas
internacionales, comunitarias y nacionales, conforme veremos más adelante.
PEÑA CABRERA, señala sobre el tópico, lo siguiente: la propiedad industrial como parte del
derecho industrial, es un derecho que se otorga a una persona natural o jurídica, para que
haga uso exclusivo de explotación y de beneficio de uno o más de los elementos que
constituyen la propiedad industrial, siempre que se cumplan con las normas jurídicas
establecidas por el Estado.
Los delitos contra la «propiedad industrial», de igual forma que aquellos injustos que atentan
la «propiedad intelectual», han sido glosados en capitulaciones diversas del Título Vil del CP,
al margen del resto de titulaciones que se refieren a la tutela del patrimonio (Título V), strictu
sensú hablando y de aquellos que lesionan la confianza y la buena fe en los negocios (Título
VI).
Mientras que los primeros hacen alusión a las diversas formas de ataque antijurídico, sobre el
«patrimonio», desde una consideración individual, conforme a medios de desapropiación
(apoderamiento); los segundos, si bien también suponen un ataque al patrimonio desde un
marco individualista. En cambio, las figuras delictivas cobijadas en el Título Vil, responden a
otra naturaleza del bien jurídico, al contar una sustantividad material singular, respondiendo
a una dimensión diversa del patrimonio, no como una típica del derecho real, entre el objeto y
su titular, sino la vinculación más íntima de una obra intelectual con su creador.
Definitivamente, los derechos intelectuales y sobre todo, los derechos de propiedad industrial,
cumplen una función socioeconómica y socio cultural muy importante dentro de la economía
de un país, como se dijo en la capitulación anterior, lo que daría lugar a una perspectiva
«sistémica», del interés jurídico -objeto de tutela-, empero, parece no haber sido ésta la
orientación política criminal del legislador nacional, pues consideramos que doto al bien
jurídico de una visión personalista, sin que ello quepa negar que la realización material de
estos injustos, provoquen perjuicios al orden socioeconómico.
En el CP español de 1995, se inclinó por sistematizar estos delitos en el rubro de los delitos
contra el «Orden Socioeconómico», tal como se desprende de la Sección Segunda del Capítulo
XI del Título XIII del Libro.
A decir de MESTRE DELGADO, todos estos delitos cumplen una misma función
socioeconómica que es la que da sentido de unidad a esta regulación multiforme: conformar
las reglas esenciales que posibilitan la participación y competencia empresarial en el sistema
vigente de economía de mercado142. Es de recibo que el Estado debe garantizar que los
agentes económicos puedan desarrollar sus actividades en un marco de pleno respeto hacia
las invenciones, diseños industriales y marcas, en el sentido de que ejerza la coacción penal
cuando se perturben dichas participaciones, mediando las conductas apropiatorias
(usurpatorias) de estos elementos, de acuerdo a las tipificaciones penales en cuestión.
Desde otra posición, se dice en la doctrina, que sin perjuicio de encontrar un bien jurídico
mediato (o raí/o legis), con una dimensión socioeconómica, el objeto jurídico inmediato
tutelado es de naturaleza individual, y puede reconducirse (según la opinión dominante), a la
idea del «monopolio legal o derecho de exclusividad que constituye el contenido jurídico de
todas y cada una de las modalidades de propiedad industrial sin perjuicio de que esta
caracterización genérica deba ser concretada en cada caso a la vista de los diversos objetos
que puedan resultar amparados por un título de propiedad industrial».
Para VALLE MUÑIZ, el bien jurídico protegido debe identificarse con el derecho de uso o
explotación exclusiva de los objetos amparados por un título de propiedad industrial
previamente inscrito en la Oficina Española de Patentes y Marcas. Lo penalmente relevante,
por tanto, será el ataque a esa exclusividad de que goza el titular o cesionario de los derechos
de propiedad industrial, lo que permite fortalecer las normas de la libre competencia en el
comercio, reforzando sus propias posiciones en el misma y evitando confusiones de agentes y
productos; por lo que dicho autor, reconoce un carácter individual al bien jurídico protegido.
Ahora bien, estas concepciones de monopolio legal o derecho de exclusividad tienen plena
aplicación cuando hablamos de las patentes (como se examinará más adelante); sin embargo,
en el caso de las marcas y demás signos distintivos existe una corriente que concibe a estos
derechos como "bienes inmateriales". En tal sentido, Llobregat señala que "en la actualidad
reacepta el concepto de "derechos de propiedad" en sentido amplio como derechos de uso,
disposición y explotación, que presentan características de universalidad, exclusividad y
transmisibilidad. Dentro de esta categoría se incluyen no sólo los derechos de propiedad sobre
bienes muebles e inmuebles, sino asimismo los derechos sobre bienes inmateriales...". Ambas
concepciones son perfectamente válidas y complementarias, pues al hablar de los signos
distintivos como bienes inmateriales, también hacemos referencia a un derecho exclusivo a
favor de su titular.
En el caso del derecho positivo vigente, en definitiva el objeto de tutela de forma directa es de
naturaleza «individual», al constituir objeto de amparo penal, los derechos inherentes a las
patentes de invención, diseños industriales u otros productos, cuya titularidad es reconocida a
determinadas personas (natural o jurídica), siempre y cuando se encuentren inscritos en el
registro respectivo (Oficina de Patentes e Invenciones)147; y de forma indirecta, de menor
incidencia, el funcionamiento socioeconómico del mercado industrial, conforme a las reglas de
una economía social de mercado. De formas específica, todos los derechos inherentes a la
inscripción del título en el registro, que han de verse afectados cuando se cometen las
conductas que se detallan en los artículos concerniente a la presente capitulación.
Vayamos a ver si es que el consentimiento del perjudicado, importa en estos casos una causal
de «atipicidad penal».
III. Código civil y los derechos intelectuales
Art 18 protección de los derechos de autor e inventor
Los derechos del autor o del inventor, cualquiera sea la forma o modo de expresión de su
obra, gozan de protección jurídica de conformidad con la ley de la materia
Estamos ante una norma genérica, que como tal revela una problemática que se traduce en
dos aspectos fundamentales.
El primero de ellos está referido a la necesidad de sancionar estos derechos en el Libro I del
Código Civil: Derecho de las Personas, aun cuando las instituciones comprendidas en él, por su
complejidad, deban estar reguladas en forma específica.
Entre las teorías sobre la naturaleza jurídica de las creaciones intelectuales, tenemos:
En todo caso vamos a centramos en la propiedad intelectual y si ésta puede ser considerada
como una verdadera propiedad.
A diferencia de la propiedad en sentido estricto, la propiedad intelectual se divide en dos
aspectos diferenciados dentro de los que podemos distinguir dos paquetes de atributos. Estos
marcan una diferencia notoria con la propiedad común y corriente y explica la remisión a la
legislación especial de la materia.
Por un lado, el creador de la idea protegida por propiedad intelectual tiene los llamados
derechos o atributos morales, que implican, entre otras cosas, que se le reconozca como el
autor o creador y que la obra (entendida como idea) no pueda ser modificada sin su
consentimiento. Este derecho es perpetuo, al nivel que dura incluso más allá de la muerte del
creador, y no es disponible. En lo perpetuo la propiedad intelectual se asemeja a la civil, en lo
no disponible se aleja de la misma, pues es inherente a la propiedad la posibilidad de disponer
de la misma. Además, la obra no podría ser publicada bajo otro nombre o ser modificada sin
su consentimiento. Sin embargo, este derecho moral no puede ser dispuesto o vendid, no
podrá venderle la autoría a un tercero para que éste aparezca públicamente como el autor del
libro mismo.
Sin embargo, los derechos morales no son igualmente fuertes en toda creación. En las marcas
y signos distintivos en general, el derecho moral virtualmente no existe al nivel que no
sabemos quién fue el creador de expresiones como Coca Cola, Kodak o Guess. En cambio en el
derecho de autor, como en una pintura, una novela, una composición musical o una escultura,
el derecho moral es muy claro y fuerte y se aplica en toda su extensión.
La patente se encuentra en una situación intermedia, pues se le reconoce al inventor la autoría
de su creación, pero el carácter moral no resulta tan fuerte como en el derecho de autor.
Esta especial característica del derecho moral explica porque el artículo 18 del Código Civil,
ubicado en el Libro de Personas, y más específicamente en la parte que regula los derechos de
la personalidad, hace mención a la propiedad intelectual. y es que los derechos morales se
asemejan más a un derecho de la personalidad, antes que a un derecho de la propiedad. Así,
los remedios que corresponde aplicar se asemejan a los que usamos de ordinario para
proteger derechos como la intimidad o el derecho a la imagen o a la voz, que los remedios que
usamos cuando alguien usurpa nuestra casa o nos despoja de un libro.
El segundo conjunto de atributos son los patrimoniales y son precisamente los que permiten
al creador cobrar por el uso o disfrute de su creación, impidiendo el uso por terceros que no
han cumplido con obtener su autorización.
A diferencia de los derechos morales los patrimoniales son disponibles, un inventor puede
ceder a una persona el derecho a utilizar su idea. La autoría permanece a pesar que se
disponga del disfrute.
Es este aspecto de la propiedad intelectual el que la asemeja más a la propiedad civil y que
quizás explique la preocupación del codificador de incluir un artículo expreso de remisión
sobre el particular para evitar confusiones. Sin embargo, debe hacerse una salvedad
importante: mientras la propiedad civil es perpetua, los derechos patrimoniales de propiedad
intelectual no lo son, con la excepción de los signos distintivos (marcas, lemas comerciales,
nombres comerciales, siempre que se usen y renueve el registro). Así, los derechos
patrimoniales de autor pasan a ser del dominio público, es decir libremente utilizables por
todos 50 años después de la muerte del autor. Hoy los descendientes de Cervantes no pueden
cobrar derecho alguno por la publicación de El Quijote. Cualquiera que lo desee puede
publicar dicha obra sin buscar autorización de nadie. Por su lado las patentes pasan al
dominio público a los 20 años de su inscripción.
Esto quiere decir que vencidos esos plazos se vuelven bienes comunes o "de uso público" y
cualquiera que lo desee puede usarlas incluso sin permiso del titular de los derechos morales,
siempre, claro está que los derechos morales sean respetados. Así, los derechos morales, si
bien distintos a la propiedad clásica en el hecho de que no son disponibles y que se asemejan
más a los derechos de la personalidad, tienen de la propiedad clásica su carácter perpetuo,
aunque es, evidentemente, una perpetuidad de otra naturaleza. En cambio los derechos
patrimoniales se diferencian de la propiedad clásica por su carácter netamente temporal, pero
se asemejan en su carácter disponible por el titular.
Si analizamos el mundo descubrimos que lo usual es que existe propiedad civil solo sobre
bienes de consumo no rival. Pero esa es solo una de las coordenadas que explican la definición
de los derechos de propiedad. La segunda se refiere a la existencia de costos de exclusión.
Establecer derechos de exclusión esenciales para el funcionamiento de la propiedad, puede
ser algo muy costoso y lo es más para determinados bienes. Por ejemplo, es costoso excluir a
los demás del uso del aire, lo que también explica su carácter de bien de uso público.
Nuevamente los costos de exclusión suelen ser bajos en los típicos bienes sujetos a la
propiedad clásica, como una casa o un libro. Lo que ocurre es que en los bienes que pueden
ser identificados y que tienen un límite físico identificable, crear mecanismos de exclusión
como registros, acciones judiciales y defensa posesoria es relativamente sencillo.
En términos generales, la propiedad intelectual -en especial los derechos de autor y las
patentes de invención, y en menor medida los signos distintivos- no cumple con estas dos
características señaladas, especialmente como consecuencia de su carácter incorporal o
inmaterial.
El resultado final es que el uso del derecho derivado del derecho de autor no excluye el uso de
otros, y es costoso poner en vigencia mecanismos para que dicha exclusión llegue a funcionar.
Lo mismo pasa con una patente. La fórmula de un medicamento podría ser usada por varios al
mismo tiempo, sin que unos excluyan a otros.
Por otra parte, los costos de exclusión en la propiedad intelectual suelen ser muy altos, ello es
consecuencia precisamente de su carácter incorporal. Si quiero defender mi casa, basta
construir una cerca. Es un tipo de derecho que puede ser reproducido al infinito y por tanto el
control sobre el mismo es realmente difícil.
Generalidades
El artículo 2011 del Código Civil regula la función y la facultad calificadora del registrador.
Erróneamente se suele sostener que el artículo bajo comentario recoge exclusivamente el
principio de legalidad, cuando en realidad lo que hace la forma es incorporar este principio
como parte de la función calificadora. Cabe aquí precisar que, en estricto, la calificación no es
un principio ni un presupuesto técnico. La calificación es un proceso que se efectúa
aplicándose los principios registrales, los cuales constituyen la base y los límites a partir de
los cuales el registrador comprueba la legalidad del título y su compatibilidad con los
antecedentes registrales.
La calificación es el examen que el registrador hace del título y de sus antecedentes para
determinar si el mismo puede o no acceder al Registro.
La calificación es un filtro por el que deben pasar los actos y contratos en forma previa a la
inscripción de los derechos que de estos emanan. Calificar es examinar, es evaluar y es
confrontar. Se examinan los documentos en su forma externa (aspecto formal). Se evalúan los
derechos contenidos en el acto o contrato y su validez (aspecto sustantivo); y se confronta el
título con los antecedentes que obran en el Registro. Bien señala Antonio Pau Pedrón al
referirse a la calificación, que "este control se desarrolla en una doble dirección: el documento
que accede al Registro y la coherencia del documento con los antecedentes registrales". Solo
así se entiende el papel gravitante que desempeña el registrador en el proceso de calificación,
ya que de ello dependerá si el derecho se inscribe o no.
2. Alcances de la calificación
En cuanto al título, el análisis debe comprender: (i) el aspecto formal, inherente al título
mismo y (ii) el aspecto sustantivo, referido a la validez o eficacia del acto o contrato contenido
en el título.
Respecto a lo primero -el aspecto formal-, el título debe haberse extendido cumpliéndose con
todas las solemnidades y requisitos de forma que exigen el Código Civil, la Ley del Notariado
y, en su caso, las leyes específicas.
d) Comprobar que el acto o derecho inscribible, así como los documentos que conforman
el título, se ajustan a las disposiciones legales sobre la materia y cumplen los requisitos
establecidos en dichas normas;
f) Verificar la capacidad de los otorgantes por lo que resulte del título, de la partida
registral vinculada al acto materia de inscripción y complementariamente de sus respectivos
antecedentes; así como de las partidas del Registro Personal, Registro de Testamentos y
Registro de Sucesiones Intestadas debiendo limitarse a la verificación de los actos que son
objeto de inscripción en ellos;
g) Verificar la representación invocada por los otorgantes por lo que resulte del título, de
la partida registral vinculada al acto materia de inscripción, y de las partidas del Registro de
Personas Jurídicas y del Registro de Mandatos y Poderes, si estuviera inscrita la
representación, solo en relación a los actos que son objeto de inscripción en dichos Registros;
Comentario
1. El principio de legitimación
Este principio registral es también conocido como de "credibilidad general del asiento",
conforme al cual el asiento produce todos sus efectos mientras no sea declarado inexacto o
inválido.
El asiento registral, en tanto medio de prueba especial de la propiedad y de los otros derechos
reales, hace que al titular registre sea suficiente la presentación de la certificación registral
que acredite su existencia y vigencia para ser tenido como tal.
Las causal es de nulidad según el artículo 219 Código Civil son las siguientes: "1. Cuando falta
la manifestación de voluntad del agente. 2. Cuando se haya practicado por persona
absolutamente incapaz, salvo lo dispuesto en el artículo 1358. 3. Cuando su objeto es física o
jurídicamente imposible o cuando sea indeterminable. 4. Cuando su fin sea ilícito. 5. Cuando
adolezca de simulación absoluta. 6. Cuando no revista la forma prescrita bajo sanción de
nulidad. 7. Cuando la ley lo declara nulo. 8. En el caso del artículo V del Título Preliminar,
salvo que la ley establezca sanción diversa".
Un problema que no pudo ser resuelto de manera categórica bajo la normativa anterior era el
referente a los "asientos apócrifos", es decir, aquellos asientos extendidos sin la existencia de
título sustentatorio o fuera de un procedimiento registral regular.
Este principio puede definirse como "aquel (...) en virtud del cual el tercero que adquiere en
base a la legitimación dispositiva del titular registral es mantenido en la adquisición a non
domino que realiza, una vez que ha inscrito su derecho, con los demás requisitos exigidos por
la ley".
La buena fe del tercero se presume mientras no se pruebe que conocía la inexactitud del
Registro".
De otro lado, la Ley N° 26366 de 16 de octubre de 1994 que creó el Sistema Nacional de los
Registros Públicos, estableció como una de sus garantías "la seguridad jurídica de los
derechos de quienes se amparan en la fe del Registro" (inciso c, artículo 3).
A nivel registral, este principio ha sido tratado en el Reglamento General de los Registros
Públicos de 2001, artículo VIII de su Título Preliminar: "La inexactitud de
los asientos registrales por nulidad, anulación, resolución o rescisión del acto que los origina,
no perjudicará al tercero registral que a título oneroso y de buena fe hubiere contratado sobre
la base de aquéllos, siempre que las causas de dicha inexactitud no consten en los asientos
registrales", y en el Reglamento del Registro de Sociedades del mismo año, artículo IV de su
Título Preliminar: "La inexactitud o invalidez de los asientos de inscripción del Registro no
perjudicará al tercero que de buena fe hubiere celebrado actos jurídicos sobre la base de los
mismos, siempre que las causas de dicha inexactitud o invalidez no consten en los asientos
registrales".
Constituye antecedente legislativo inmediato el artículo 1 052 del Código Civil de 1936 que,
ubicado en el Libro de Derechos Reales, establecía: "Los actos que se ejecuten o los contratos
que se otorguen por persona que en el Registro aparezca con derecho para ello, una vez
inscritos no se invalidarán en cuanto a los que con ella hubiesen contratado por título oneroso
aunque se anule el derecho del otorgante en virtud de título anterior no inscrito o de causas
que no resulten claramente del mismo Registro".
Una observación que debe hacerse a la regulación actual es que el artículo 2014 del Código
Civil está configurado para ser aplicado esencialmente en los Registros de bienes; sin
embargo, de acuerdo al marco normativo, debe ser aplicado a todos los Registros existentes
sin excepción, incluido los Registros de Personas Jurídicas y Naturales, pese a su diferente
naturaleza.
A fin de desplegar los efectos benéficos de este principio registral en favor de los terceros
adquirentes, el artículo 2014 del Código Civil establece una serie de requisitos, los mismos
que procederemos a analizar brevemente y que a su vez permitirán definir sus alcances en
nuestro ordenamiento jurídico.
Para Octavio Manzano Solano, el tracto sucesivo "es considerado como uno de los principios
más importantes del sistema registral de publicidad. Contribuye decisivamente a una mejor
formación del contenido registral, sobre el que va a actuar la cognoscibilidad legal, esencia de
la publicidad jurídica registral, al demandar la identidad personal y real en la correlación
título inscribible-Registro y al ordenar sucesivamente los asientos dentro de cada folio
(partida), sobre la base de un nexo causal entre la titularidad registral del transferente y la del
adquirente que inscribe".
Aun cuando no compartimos la posición de reducir el principio de tracto sucesivo a una mera
técnica operativa de inscripción, ya que este constituye uno de los pilares del sistema
registral, no deja de ser cierto que, tal como lo indica el citado tratadista, se materializa
mediante la vinculación o encadenamiento de los derechos inscritos.
Según este principio, para que se pueda inscribir el derecho que se adquiere, se requiere la
previa inscripción del derecho de quien transmite. Si el derecho del transmitente no aparece
inscrito en el Registro, la inscripción solicitada debe denegarse.
Haya su vez dos aspectos conceptuales que subyacen en el principio de tracto sucesivo: (i) la
identidad y (ii) la continuidad. El primero se manifiesta en la conexión que debe existir entre
el derecho que se invoca y el que figura inscrito en el Registro. El segundo, se advierte en cada
asiento de inscripción que se efectúa y que sumado a los anteriores derechos registrados,
constituye una cadena absolutamente coherente.
Es importante precisar que el requisito (inscripción del derecho de donde emana) no supone
necesariamente que el derecho del transmitente esté inscrito con anterioridad a la solicitud
de inscripción del título del adquiriente. Puede no haber
estado inscrito, pero sí será menester que se inscriba en forma simultánea al derecho del
adquirente.
Objeto. Tiene que haber coincidencia en la descripción del inmueble (aunque más propio sería
hablar de "bien" para no excluir a los bienes muebles inscritos) entre lo que dice el folio
(partida) y el documento.
El principio del tracto sucesivo está ubicado en el Título de las Disposiciones Generales del
Libro de los Registros Públicos del Código Civil. Por lo tanto, se asume que debería ser de
aplicación para todos los Registros y no solo para los que se refieren a bienes.
La existencia y los alcances de los derechos reales relativos a obras intelectuales, artísticas o
industriales se rigen por lo dispuesto en los tratados y leyes especiales; y si estos no
fueran aplicables, por la ley del lugar donde dichos derechos se hayan registrado.
La ley local establece los requisitos para el reconocimiento y ejercicio de tales derechos.
Situemos el ámbito de aplicación del artículo bajo comentario en el contexto de las creaciones
del espíritu, de la inteligencia del hombre, de los conocimientos y las nuevas ideas que forman
parte en gran medida del comercio, y cuyo valor reside en la cantidad y calidad de innovación
que incorporen al sistema inmaterial que acompaña a las sociedades y al Derecho, el cual por
su parte, asignará titularidades y derechos exclusivos (monopolios) al autor o creador de la
obra con el fin de alentar la creatividad intelectual y la producción de nuevas obras
1. Derechos reales relativos a obras intelectuales, artísticas o industriales
Se debe tener en cuenta, desde una lectura concordada, que los bienes incorporales han sido
enunciados en el inciso 6 del artículo 886 del C.C. de 1984, como bienes muebles.
Así por ejemplo, vinculando el artículo bajo comentario con el artículo 3 del Decreto
Legislativo 822, Ley sobre Derecho de Autor, se observa que la protección del derecho de
autor, su goce y ejercicio no están supeditados al requisito del registro o al cumplimiento de
cualquier otra formalidad.
En cambio, en los artículos 6, 7, 8, 10 Y 13 del Decreto Legislativo 823, Ley de Propiedad
Industrial, se condiciona el ejercicio de los derechos sobre los elementos constitutivos de
la propiedad industrial a su inscripción en los Registros de Propiedad Industrial del
lNDECOPI.
Entre las categorías que requieren la inscripción en el Registro encontraríamos el caso de las
patentes, que representan el derecho que se le otorga al creador de una invención para
facultarlo a excluir a terceros por un periodo de tiempo -en el caso del Perú por 20 años desde
la fecha de solicitud de la patente- del beneficio que la reportaría la explotación de su
invención.
Se trata ciertamente de un monopolio creado por la ley para el titular o tenedor del derecho,
que busca servir de incentivo a la inversión efectuada en la investigación y el desarrollo, la
habilidad inventiva y la utilización de tecnología
Entre los tratados que resultan vinculantes para el Perú sobre bienes incorporales podemos
enunciar a los siguientes: Tratados de Montevideo de 1889 (Tratado sobre Propiedad
Literaria y Artística; Tratado sobre Patente de Invención; Tratado de Marcas de Comercio y
de Fábrica); Tratado de La Habana o Código Bustamante de 1928; Convenio de París para
la Protección de la Propiedad Industrial aprobado por Resolución Legislativa 26375; Convenio
de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas; Acuerdo sobre Aspectos de los
Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC), aprobado por
Resolución Legislativa 26407.
A nivel del Derecho Comunitario andino podemos tener en cuenta como antecedente, en
primer lugar, a la Decisión 344 de la Comisión del Acuerdo de Cartagena, Régimen Común
sobre Propiedad Industrial para los Países Andinos (derogada por la Decisión 486) ya
continuación de ella, a los instrumentos vigentes, a saber: Decisión 345 sobre Régimen
Común de Protección a los Derechos de los Obtentores de Variedades Vegetales, Decisión 351
sobre Régimen Común sobre Derecho de Autor y Derechos Conexos, Decisión 391 sobre
Acceso a los Recursos Genéticos (publicada en la Gaceta Oficial el17 de julio de 1996),
Decisión 486 sobre Régimen Común de la Propiedad Industrial (publicada en la Gaceta Oficial
de la Comunidad Andina el 19 de setiembre de 2000).
Los instrumentos de fuente internacional sobre bienes incorporales ofrecen por lo general
normas materiales tales como la de tratamiento nacional, no discriminación, territorialidad,
derechos de prioridad, eliminación de barreras, pero también normas conflictuales que
utilizan, en algunos casos, el factor de conexión
Lex loei proteetionis (ley del país para cuyo territorio se quiera hacer valer o proteger un
derecho de propiedad intelectual o industrial).Es decir, la ley para la cual se reclama la
existencia de un derecho, la decisión sobre su concesión o no, la extensión y el modo de su
tutela; pero a la vez, la ley que debe decidir en qué caso un derecho ha sido o no lesionado, y
las responsabilidades generadas por la lesión. De manera tal que la existencia y la protección
de los derechos resultan amalgamados por la Lex loei proteetionis. Ciertamente que la Lex loei
proteetionis no deberá ser confundida con la Lex ton (ley del tribunal que conoce el caso
concreto), aunque algunas veces coincidan.
3. La ley de donde dichos derechos se hayan registrado
De ahí que las referencias a estos últimos en el Título 111 del Libro X del C.C. podría
interpretarse como una remisión fuera de lugar a un cuerpo normativo al cual se dirigió -sin
lugar a dudas- el operador del Derecho de manera previa, y se podría señalar que sin
resultados positivos; por lo cual, apelando al desarrollo del método conflictual no le queda
más que ingresar al Libro X del C.C., tapándose con la correspondiente estación con el primer
párrafo del artículo 2093, que lo deriva nuevamente al camino transitado ex ante (de
búsqueda del tratado o ley uniforme especial), sin resultados efectivos para la solución de la
controversia.
De igual forma, resulta también discutible que el factor de conexión enunciado al final del
primer párrafo del artículo en comentario, que residual mente debería servir para resolver el
caso concreto -en defecto de tratado o ley uniforme-, deje al margen de la regulación a
aquellos derechos reales sobre bienes incorporales para los cuales la inscripción en el
Registro no tiene efectos constitutivos.
En ese sentido el criterio del Registro para condicionar el nacimiento y explotación podría ser
resultar válido solo para algunos bienes incorporales. Existen adicional mente otros derechos
de propiedad industrial o intelectual que no resultan susceptibles de registro (know how,
trade secrets) que se valen de mecanismos contractuales o extracontractuales, por lo cual
frente a lo limitado del factor de conexión del final del primer párrafo del artículo 2093 se
justificaría una ampliación de los factores de conexión, algunos de los cuales serán enunciados
posteriormente en la sección nota extensiva, dentro del presente comentario.
A partir de ello, se puede colegir que no cabe hablar de un derecho de propiedad intelectual
que adquirido en un Estado reclame su existencia y continuidad a través de las fronteras
nacionales (otros países). Siguiendo a Virgos, el derecho de propiedad existe de país en país,
limitado a su territorio. Así por ejemplo. un titular puede gozar y ser beneficiario de diversos
derechos (de marca, patente, autor): uno en cada país que lo conceda, que se concentran sobre
la misma obra (creación o signo) cierto, pero no de un único derecho (de marca, patente,
autor, etc.) con validez universal.
En suma, cada Estado concede un derecho para su territorio.
Ciertamente que, en defecto de norma expresa sobre competencia jurisdiccional, para los
derechos reales sobre bienes incorporales podría acudirse residualmente, entre otras citas, al
inciso 2 del referido artículo, aunque en rigor el mismo resulta aplicable a la ejecución de
obligaciones en el territorio de la República, a contratos celebrados o hechos realizados en el
territorio peruano y respecto a acciones civiles derivadas de delitos o faltas perpetradas o
cuyos resultados se produzcan en el Perú.
En todo caso, creemos que si se ha pergeñado al final del primer párrafo del artículo bajo
comentario un factor de conexión que se sostiene sobre la inscripción registral, correspondía
haber incorporado antes -en el Título 1I del Libro X del C.C.- reglas de competencia
jurisdiccional peruana (exclusiva) sobre derechos reales relativos a bienes incorporales
que han sido válidamente inscritos en nuestro territorio o sobre derechos sometidos a
Registro peruano.
De igual forma correspondería ponderar una precisión, en el sentido que los derechos de los
pueblos interesados de los países andinos y amazónicos, sobre los recursos naturales en sus
tierras, conocimientos tradicionales, conservación de la diversidad biológica, uso sostenible
de sus recursos y variedades vegetales tienen el carácter de normas de aplicación inmediata.
El fundamento de los «Derechos de Autor», nos dice, Rodríguez Arias, está presente en una
doble necesidad: la necesidad de todos los hombres de tener acceso y disfrutar de los frutos
del saber humano y la necesidad correlativa que existe de estimular la investigación y el
ingenio recompensando por ello a los investigadores, escritores, artistas, inventores, etc.' Al
constituir los derechos de autor un derecho inherente a la «personalidad humana», adquieren
reconocimiento de protección internacional, tal como se afirma en el artículo 270° de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos: "Toda persona tiene derecho a tomar parte
libremente en la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en
los beneficios que de él resulten. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses
morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias
o artísticas de que sea autora".
No se puede decir que los «derechos intelectuales» pertenecen al Estado, al estar ligados
indisolublemente a la personalidad de su autor. Por ello se afirma la aparición de una
«paternidad» y no de una «propiedad»; fue así que el legislador consideró adecuado glosar
una titulación especialmente dedicada a los derechos intelectuales, que tanto por su
naturaleza como por su esencia, son distintos a los derechos reales, que son objeto de tutela
por los injustos de hurto, robo, apropiación ¡lícita y estafa8. No es posible sin más una
apropiación de una obra intelectual, de un libro que compila una serie de posiciones
doctrinales, por ejemplo; en este caso, si nos referimos al soporte material, el hurto de un
libro, que recoge dicha creación intelectual, siempre que tenga un valor superior a una RMV.
Lastimosamente, debemos decir que el Perú, en la actualidad, existe toda una la industria del
«plagio y de la piratería», no obstante la promulgación de la Ley N° 28086, "Ley de
Democratización del Libro y de Fomento de la Lectura" y su reglamento aprobado mediante
Decreto Supremo N° 008- 2004-ED, que permitió exonerar de una serie de impuestos -tanto al
autor como al editor-, además del establecimiento de una serie de beneficios tributarios. Son
miles los ejemplares de obras literarias que son vendidos al público en el comercio
ambulatorio; los discos compactos, en cantidades multiplicadoras, con toda impunidad, son
adquiridos por los transeúntes, sin que las autoridades competentes hayan tomado hasta el
momento medidas en realidad eficaces; v. gr., operativos periódicos de las instituciones
comprometidas (PNP, MP y el INDECOPI), los cuales no han resultado suficientes para poder
reducir drásticamente dicha criminalidad, en primer lugar, porque siempre estos individuos
reciben la información de que van a ser intervenidos, no se sabe de dónde se filtra la
información; y en segundo lugar, porque no se ataca la matriz, es decir, donde se reproducen
las copias, los ejemplares ¡lícitos, donde operan los responsables de mayor envergadura. Los
intervenidos, son sólo, proveedores, los intermediarios entre el público consumidor y los
productores del material ilegal. Ya es hora de que las autoridades mencionadas adopten
estrategias de política de persecución idóneas para enfrentar esta delincuencia, que tanto
daño produce a la industria nacional, a todos aquellos que lícitamente intervienen en la
producción de una obra, que ven mermadas injustamente sus ganancias, ante la aparición de
estos inescrupulosos, que a toda luz del día ofertan sus productos al público.
El Derecho penal, por tanto, asume un rol preponderante ante este tipo de comportamientos
«socialmente negativos», y ello no supone de ningún modo ir contra los principios de
subsidiariedad, de fragmentariedad y de ultima ratio, en tanto los derechos de autor cuentan
con consagración constitucional, tal como se desprende del apartado 8 del artículo 2 de la Ley
Fundamental y, quedar en evidencia que el resto de parcelas del ordenamiento jurídico se
muestran como ineficaces para combatir estas conductas dañosas. Existiendo, por ende, un
bien jurídico digno y merecedor de «tutela penal».
Por cierto que debe tratarse de obras que hayan sido concretizadas. Llevadas a la realidad,
escribe RAMÍREZ CRUZ18; por lo que las ideas que no han sido exteriorizadas en un
manuscrito, en un afiche, en un folleto, etc., no adquieren reconocimiento legal. Los artículos
8o y 9o literal a) del Decreta Legislativo N° 822 y el artículo 7o de la Decisión N° 351 limitan la
protección otorgada por ambas normas a la forma en la cual las ideas del autor o autores son
expresadas, excluyendo a las ideas en ellas contenidas. En otras palabras, las ideas no son
objeto de protección jurídica, en tanto no se materialicen mediante una forma de expresión
concreta. La protección del derecho de autor recae sobre toda obra del ingenio humano con
prescindencia del género, forma de expresión, mérito o finalidad. Por ende, no será materia de
análisis al momento de determinar la comisión de un delito contra los derechos de autor el
valor científico, cultural, artístico e incluso moral de una obra.
Asimismo debe diferenciarse la obra como tal de su soporte material. En tal sentido
Antequera señala que la distinción entre la obra (corpus misti- cum) y el soporte (corpus
mechanicum) es lo que hace concluir, y así lo han consagrado expresamente muchas
legislaciones, que los derechos morales y patrimoniales son independientes de la propiedad
del objeto físico que contiene la creación, de manera que quien adquiere este último no tiene,
por ese sólo título, ningún derecho de explotación sobre la obra.
En cuanto a la naturaleza jurídica, la teoría de la personalidad cala perfectamente con los
«derechos morales», empero encuentra dificultad argumentativa en lo que a los «derechos
patrimoniales», pues estos últimos pueden ser objeto de cesión, transmisión por herencia,
donación, etc. El artículo 8 de la Ley de Derechos de Autor dispone que el autor de una obra
tiene por el sólo hecho de la creación la titularidad originaria de un derecho exclusivo y
oponible a terceros, que comprende, a su vez, los derechos de orden moral y patrimonial
determinados en la presente ley.
En opinión de LA TORRE, la teoría de la propiedad intelectual es la primera que con rigor trata
de explicar la naturaleza jurídica de la obra de creación y lo hace con el acierto que le atribuye
la solidez metodológica amparada por el ordenamiento jurídico y los precedentes
históricos32. A nuestro entender dicha postura teórica amolda de una forma más completa la
complejidad de los derechos de autor, que no se reducen a una creación en puridad
intelectual, pues la originalidad puede estar también en una lema comercial o en un eslogan
que no requiere de mayor esfuerzo cognitivo-racional, así como a la normatividad aplicable,
de común idea con la CPE33
A decir de PEÑA CABRERA, definitivamente ha quedado demostrado que el bien jurídico que
se protege con este grupo de delitos no es exclusivamente el patrimonial ni estrictamente el
moral, la doctrina penal moderna es clara y rotunda al refundir lo patrimonial y lo moral.
De forma resumida, diremos que si bien los injustos que atacan a los «Derechos intelectuales»,
previstos en los artículos 216° bis 220° del CP, revelan un doble plano: patrimonial y moral,
debe ser el primero de los mencionados el que otorga legitimidad a la intervención del
Derecho penal en este ámbito de la criminalidad, sin que ello suponga una merma en la tutela
de los derechos morales, simplemente aquellos cuentan con una eficaz protección en la Ley
sobre Derechos de Autor - Decreto Legislativo N° 822. Para PEÑA CABRERA, en nuestro
derecho positivo lo tutelado son los derechos de autor, entendido como las facultades
personales y patrimoniales que jurídicamente corresponden al autor sobre su creación39.
Vale precisar, de todos modos, que sujeto pasivo perjudicado por estos injustos no
necesariamente será el autor de la obra, puede ser un tercero (editor).
Si bien hemos convenido, en la tutela de un bien jurídico individual, debe mencionarse que la
protección de los Derechos de Autor, desborda en algunos casos un plano estrictamente
individualista, para recoger un interés de carácter «general», sin que ello incida en el
reconocimiento de un bien jurídico «supraindividual».
OBJETO MATERIAL
Conforme hemos explicitado al inicio del estudio de la presente titulación, la tutela del
Derecho penal se orienta a toda creación intelectual producto del ingenio humano, según la
definición lata que se ha recogido en la Ley sobre los derechos de autor. No. obstante,
debemos distinguir el «bien jurídico protegido» de aquel objeto sobre el cual recae la
conducta constitutiva de tipicidad penal, en el sentido de que la naturaleza de los derechos
intelectuales sea en principio «inmaterial», no quiere decir, que las modalidades típicas se
concreticen en una afectación directa de la creación intelectiva. Debe distinguirse, anota
GONZÁLEZ RUS, entre el derecho de autor en sí mismo, que es lo protegido en estos
preceptos, y que afecta al aspecto de creación intelectual, y el derecho sobre el elemento
material en el que se plasma la obra (corpus mechanicum), que corresponde a quien lo
adquiere, y que puede ser objeto de otros comportamientos delictivos.
La calidad de «obra» (objeto), requiere, para su reconocimiento legal, de que ésta adquiera
divulgación y así ser conocida por terceros. Las obras inéditas que quedan dormidas en los
anaqueles del autor no son susceptibles de amparo legal.
Del tenor literal del artículo 7o del Dec. Leg. N° 822, toman lugar los siguientes elementos:
creatividad intelectual, que puede manifestarse a partir de las diversas expresiones que se
han compilado en la Ley43, luego deben ser originales, es decir, que estén revestidas de
ciertas particularidades, que la diferencien de las demás; debe encerrar una idea, describir
situaciones, desarrollar un tópico, por lo que deben contar con una estructura, con una
composición armónica de sus elementos integrantes. Es original todo aquello que no es plagio.
Finalmente, debe ser susceptible de ser divulgada al público, para ello debe tomar un cuerpo
físico, un soporte material que permita que la obra pueda ser distribuida a los consumidores.
Una creación intelectual, por ejemplo, una novela que ha sido escrita por un determinado
autor, pero que nunca fue divulgada no es objeto de amparo legal, a menos que un tercero que
ha recibido la misma, por la confianza depositada por el autor, la divulga sin su autorización;
se estaría incurriendo en el inc. a) del artículo 218° del CP, y sólo la inscribe la obra en el
Registro de Autor del INDECOPI, incurre en la agravante descrita en el inc. 3 del articulado
precitado.
Dicho lo anterior, la divulgación de la obra presupone a su vez que ésta sea materializada. El
contacto material de las ideas con los medios expresivos, como el lienzo (medio expresivo) se
convierte en obra artística cuando en el mismo se plasman ideas, sensaciones y emociones, y
se plasman de una manera determinada, porque esa forma es otro elemento de igual
importancia a la hora de otorgar protección que el de la propia idea o el de su conjugación
para materializarla.
BIEN JURÍDICO
El bien jurídico tutelado sería en todo caso los derechos inherentes a la calidad de «autor»,
«traductor», «adaptado», «compilador» o «arreglador», en cuanto a la obra a ser divulgada,
cuente con todas las propiedades inherentes a dichas condiciones, en lo que concierne al
nombre, a su estructura composición originaria, así como la forma de cómo se ha convenido
su publicación; v. gr., una obra que consta en varios volúmenes, tomos, cuando según la
convención contractual era de que su divulgación fuese en conjunto.
Sujeto activo
El agente del delito sólo podrá serlo el «Editor». De conformidad con el inc. 10) del artículo 2o
de la LDA, «Editor», es toda persona natural o jurídica que mediante contrato con el autor o su
derechohabiente se obliga a asegurar la publicación y difusión de la obra por su propia cuenta.
Si es una persona natural, no hay problema alguno, la imputación jurídico-penal recae
directamente sobre su responsable al igual que en una EIRL.
Sujeto pasivo
Cualquier persona natural en calidad de autor. El autor es la única persona que tiene derecho
a divulgar su obra, sólo a él le corresponde determinar cuándo se considera que su obra es lo
suficientemente satisfactoria como para comunicarla y someterla al juicio del público48.
MODALIDADES DELICTIVAS
Todos los comportamientos típicos que se han glosado en el artículo 216°, requieren como
presupuesto esencial de configuración típica que la obra haya sido «publicada». En definitiva,
sólo al autor, dígase a los coautores cuentan con la potestad de decidir cuando su obra ha de
ser conocida al público.
Así tenemos las siguientes modalidades delictivas de este delito según el artículo 216 de
nuestro código penal:
40. Desde la perspectiva del Derecho Comercial en general y del Derecho Societario en
particular, las acciones cumplen tres funciones, en virtud de las cuales éstas pueden ser
definidas de tres maneras distintas:
En este contexto, las funciones que cumplen las acciones, determinadas en los incisos a) y
c), nos indican que la vinculación del titular a la propiedad sobre la participación accionaria,
no solamente redundará en los derechos políticos sobre la gestión de la empresa, es decir en
la condición del accionista como componente de la sociedad comercial, sino que incidirá
directamente sobre la titularidad de determinados valores económicos que forman parte del
patrimonio de la persona; por lo que la intervención en la esfera de la propiedad del titular de
una acción societaria significará la vulneración del atributo constitucional de la propiedad, tal
y como está recogido en el artículo 70 de la Carta Fundamental.
En las creaciones industriales los derechos de exclusiva tienen una importancia incontestable
porque representan el mejor compromiso entre los intereses particulares y egoístas del
creador, y los intereses de la generalidad. De no garantizarse el beneficio económico sobre la
explotación de sus propias creaciones industriales el inventor o creador podría perder interés
en la investigación tecnológica y científica, con lo que la sociedad se vería seriamente
perjudicada. Por ello se le concede un derecho de exclusiva temporal —patente— dentro del
cual podrá gozar de los resultados económicos de la explotación de su creación.
Sin embargo, tal como ha establecido este Colegiado en consolidada jurisprudencia, el
concepto constitucional de propiedad difiere y, más aún, amplía los contenidos que le confiere
el derecho civil. Así, mientras que en este último el objeto de la propiedad son las cosas u
objetos materiales susceptibles de valoración, para el derecho constitucional la propiedad no
queda “enclaustrada” en el marco del dominio y de los derechos reales, sino que abarca y se
extiende a la pluralidad in totum de los bienes materiales e inmateriales que integran el
patrimonio de una persona y que, por ende, son susceptibles de apreciación económica (STC
0008-2003-AI/TC, fundamento 26)
“2. Derecho a la propiedad privada y confiscación
3. Para resolver el caso de autos debe recordarse que el artículo 21° de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos reconoce el derecho a la propiedad privada,
estableciendo que: a) toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes (materiales e
inmateriales); b) tales uso y goce se pueden subordinar, por mandato de una ley, al interés
social; c) se puede privar a una persona de sus bienes por razones de “utilidad pública o de
interés social y en los casos y según las formas establecidas por la ley”; y d) dicha privación se
hará mediante el pago de una justa indemnización”. (Exp. N.º 05614-2007-PA/TC)
También se reconoce a bienes inmateriales los culturales :
28. De este modo, la identidad cultural de los grupos sociales y, de las personas en general, se
construye a partir de un conjunto de percepciones de carácter objetivo- subjetivo, respecto a
una serie elementos culturales y de representación. Estos elementos y practicas sociales
caracterizan a los grupos humanos, definiéndolos, individualizándolos y diferenciándolos de
otros grupos, y generando entre ellos lazos de pertenencia. Pueden ser de diversa índole:
lingüísticos, religiosos, políticos, históricos, (identificación con un pasado común), costumbres
ancestrales, paisajes naturales monumentos históricos restos arqueológicos, monumentos de
importancia arquitectónica, producción material e inmaterial, entre otras posibilidades por
agotar. En cuanto expresión de la cultura de un pueblo, los elementos que forman su cultura,
así como sus prácticas ancestrales y, en general, el patrimonio cultural de los pueblos, puede
también ser tutelados como expresión del derecho a la identidad cultural, en la medida que
representan la vida cotidiana mantenida a través del tiempo que refleja la historia y las
aspiraciones de un grupo o una comunidad.
el Gobierno Regional tenga la facultad de declarar patrimonio cultural a algún bien material o
inmaterial. En ese sentido añade que el inciso “i” del artículo 47 de la Ley Orgánica de
Gobiernos Regionales señala como función específica de éstos “… conservar y proteger el
patrimonio cultural…así como promover la declaración por los organismos competentes de
los bienes culturales no reconocidos que se encuentren en la región…”, facultad que recae
específicamente en el Instituto Nacional de Cultura, Biblioteca Nacional y el Archivo General
de la Nación, según sea el caso, instituciones que conforman el Gobierno Central y no el
Regional. (EXP. Nº 0006-2008-PI/TC)
En el caso de los signos distintivos no se protege el bien inmaterial porque represente valores
artísticos, estéticos o innovativos, sino porque constituye un símbolo que encierra una
información de gran valor comercial en cuanto al origen, calidad y reputación de
determinados bienes y servicios. En efecto, la marca no se protege en tanto signo gráfico o
sonoro perceptible por los sentidos, pues más allá de su valor estético o creativo —que podrá
ser protegido por otras vías— lo que se protege en la marca es esa correspondencia
establecida entre un signo y determinados productos o servicios designados con él. Ya en otro
lugar hemos sostenido que las marcas son un adecuado vehículo para promover la libertad de
empresa, la libre competencia y la defensa de los intereses de los consumidores.
Bienes Inmateriales de la Propiedad Industrial, sus particularidades.
2.1- Sistema de patentes
El sistema de patentes tiene como meta garantizar al padre o madre de una invención un
monopolio exclusivo de explotación sobre su invención, durante un tiempo determinado por
la ley. Puesto en otras palabras, ninguna otra persona debe ejercer actos de explotación sobre
la invención patentada, durante un lapso legal especificado, a no ser que cuente con la
autorización del inventor. Este es un criterio unánime de la doctrina. Ahora bien, la dificultad
se encuentra en establecer lo que se debe entender por invención, circunstancia que, por otra
parte, constituye uno de nuestros puntos de análisis.
La doctrina es prácticamente infértil sobre este tema. Sin embargo, Hermenegildo Baylos, con
su particular estilo y perspicacia, explica: "Podríamos definirla como la idea que tiene una
persona sobre cómo combinar y disponer una materia o energías determinadas para que,
mediante la utilización de fuerzas naturales, se obtenga un resultado que sirva para satisfacer
una necesidad humana, originando la solución de un problema técnico..." "La invención no se
apoya, por consiguiente, en nada material ni físico". Así las cosas, la invención es
fundamentalmente una idea que, necesariamente, implica y conduce a un conocimiento, ya
que para obtener la solución a un problema técnico se deben poseer, previamente,
conocimientos utilizables para la consecución del fin, siendo la invención el conocimiento a
emplear para solución del problema o el logro del fin.
En otras palabras, la invención, al ser conocida, adquiere el grado de conocimiento útil, ya sea
para su inventor o para los terceros. La invención, pues, tiene una estructura profunda de
"más conocimiento".
Todo lo antes dicho compele a afirmar y admitir que la patente protege tecnología; mejor
todavía, conocimiento útil para la consecución de un fin, consistente en la satisfacción de una
o varias necesidades.
Pero no toda tecnología es patentable. Para que ello suceda es menester que cumpla con
ciertos requisitos de carácter universal, que pasamos a mentar someramente: 1) novedad, en
el sentido de que la invención (léase tecnología) no debe haber sido divulgada o conocida
antes de la solicitud de patentamiento, salvo ciertas excepciones contempladas en la ley; 2)
aplicación industrial, esto es, que la invención debe ser aplicable, más no necesariamente
aplicada, en el sector industrial; 3) la invención debe superar el estado de la técnica o no ser
un conocimiento obvio para cualquier persona versada en la materia. Sin embargo, que siendo
la técnica la materialización de un conocimiento aplicable para obtención de un fin, lo que en
realidad se supera no es la técnica sino el cúmulo de conocimientos utilizados o utilizables
para resolver un determinado problemas
Dicho de otra forma, se supera la tecnología común (grado común de conocimiento para una
persona versada en la materia) empleada para resolver un problema, obteniéndose con la
invención mejores resultados. Pero la superación del estado de la técnica no es requisito sine
qua non, pues es plausible que la necesidad existente no haya sido satisfecha antes y, como
consecuencia, no haber existido una tecnología empleada o empleable.
Conclusiones
¿Por qué protegemos la propiedad intelectual? La razón es muy sencilla: lo hacemos para
incentivar la creatividad. Para ello creamos una especie de "propiedad artificial" pues no
reúne los requisitos clásicos de la propiedad. Así vamos contra la lógica económica que marca
la naturaleza de las cosas para crear incentivos para que las personas inviertan tiempo y
recursos en generar creaciones útiles para todos. Se fuerza un derecho de exclusiva, costoso
de ejecutar y difícil de poner en práctica, solo para crear esos incentivos.
Esto explica por qué tenemos que sujetar este tipo de derechos a normas distintas. Explica
además, por qué no pueden ser derechos perpetuos. Si la idea no es proteger en sí mismo un
bien sin consumo rival, sino los incentivos para crear, no es necesario darle al creador un
monopolio o privilegio perpetuo sobre su ideal. Basta darle los incentivos a crear. Vencido
dicho plazo el bien pasa a dominio público, donde conseguirá el uso más deseable desde el
punto de vista social-económico, es decir el uso libre por todos.