El Amor Puro

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El amor puro: La verdadera señal de todo verdadero discípulo de Jesucristo.

Al enseñar a nuestros hijos el Plan de Salvación, su amor por el Padre Celestial y por el Salvador aumentaba al darse cuenta de
que es un plan de amor. El evangelio de Jesucristo se centra en el amor del Padre y del Salvador por nosotros, y en nuestro amor
por Ellos y en el de los unos por los otros.
El élder Jeffrey R. Holland dijo: “… el primer gran mandamiento de toda la eternidad es amar a Dios con todo
nuestro corazón, alma, mente y fuerza. Ese es el primer gran mandamiento; pero la primera gran verdad de toda la
eternidad es que Dios nos ama con todo Su corazón, alma, mente y fuerza; ese amor es la piedra fundamental de la
eternidad y debe ser la piedra fundamental de nuestra vida diaria”1.
Al ser la piedra fundamental de nuestra vida diaria, el amor puro es un requisito para todo verdadero discípulo de Jesucristo.
El profeta Mormón enseñó:

“Por consiguiente, amados hermanos míos, pedid al Padre con toda la energía de vuestros corazones, que seáis llenos de este amor
que él ha otorgado a todos los que son discípulos verdaderos de su Hijo Jesucristo”2.
Ciertamente, el amor es la verdadera señal de todo verdadero discípulo de Jesucristo.

Los verdaderos discípulos aman prestar servicio. Ellos saben que el servicio es una expresión del amor verdadero y un convenio
que hicieron al ser bautizados3. Independientemente de sus llamamientos en la Iglesia o su papel en la comunidad, ellos sienten un
creciente deseo de amar y de servir al Señor y al prójimo.
Los verdaderos discípulos aman perdonar. Ellos saben que la expiación del Salvador cubre todos los pecados y los errores de cada
uno de nosotros. Saben que el precio que Él pagó es un “precio con todo incluido”. Los impuestos, tarifas, comisiones y cargos
espirituales ligados a los pecados, errores y ofensas están todos cubiertos. Los verdaderos discípulos están prestos a perdonar y
prestos para pedir perdón.
Mis queridos hermanos y hermanas, si les cuesta encontrar la fuerza para perdonar, no piensen en lo que otras personas les han
hecho, sino en lo que el Salvador ha hecho por ustedes, y hallarán paz en las bendiciones redentoras de Su expiación.
Los verdaderos discípulos aman someterse al Señor con paz en el corazón. Son humildes y sumisos porque lo aman; tienen fe para
aceptar plenamente Su voluntad, no solo en lo que Él hace, sino en cómo y cuándo lo hace. Los verdaderos discípulos saben que
las bendiciones reales no siempre son lo que ellos quieren, sino más bien lo que el Señor quiere para ellos.
Los verdaderos discípulos aman al Señor más que al mundo y son firmes e inamovibles en su fe. Permanecen fuertes y firmes en
un mundo cambiante y confuso. Los verdaderos discípulos aman escuchar la voz del Espíritu y de los profetas, y no son
confundidos por las voces del mundo. Los verdaderos discípulos aman “[estar] en lugares santos” 4 y aman hacer santos los lugares
en los que están. Dondequiera que vayan, llevan el amor del Señor y paz al corazón de los demás. Los verdaderos discípulos aman
obedecer los mandamientos del Señor y obedecen porque aman al Señor. Al amar y guardar sus convenios, su corazón se renueva
y su naturaleza misma cambia.
El amor puro es la verdadera señal de todo verdadero discípulo de Jesucristo.

Pues bien, queridos hermanos y hermanas, ¿no es eso lo que hizo el Salvador? Por supuesto, en una perspectiva eterna y mucho
más amplia. En medio de Su dolor más extremo, aquella noche en el huerto, Él era el que necesitaba ayuda mientras sufría de una
forma que ni siquiera podemos imaginar ni comprender. Pero, al final, Él se olvidó de Sí mismo y oró por nosotros hasta que pagó
el precio completo. ¿Cómo pudo hacerlo? Gracias a Su amor puro por el Padre, que lo envió, y por nosotros. Él amaba al Padre y
nos amaba a nosotros más que a Sí mismo.
Pagó por algo que Él no había hecho; pagó por pecados que Él no había cometido. ¿Por qué? Por amor puro. Habiendo pagado el
precio completo, Él podía ofrecernos las bendiciones de aquello por lo que pagó, si nos arrepentíamos. ¿Por qué lo ofreció? Una
vez más, y siempre, amor puro.
El amor puro es la verdadera señal de todo verdadero discípulo de Jesucristo.
El presidente Thomas S. Monson dijo: “Ruego que empecemos hoy, este mismo día, a expresar amor a
todos los hijos de Dios, ya sean nuestros familiares, nuestros amigos, personas que sean solo conocidas
o totalmente extrañas. Al levantarnos cada mañana, estemos resueltos a responder con amor y bondad
a cualquier cosa que nos pueda salir al paso”5.
Hermanos y hermanas, el evangelio de Jesucristo es un evangelio de amor. El mayor mandamiento trata del amor. Para mí, todo es
cuestión de amor. El amor del Padre, que sacrificó a Su hijo por nosotros. El amor del Salvador, que sacrificó todo por nosotros.
El amor de una madre o de un padre que darían cualquier cosa por sus hijos. El amor de aquellos que prestan servicio en silencio y
que la mayoría de nosotros no conocemos, pero a quienes el Señor conoce bien. El amor de quienes lo perdonan todo y siempre.
El amor de los que dan más de lo que reciben.
Amo a mi Padre Celestial; amo a mi Salvador; amo el Evangelio; amo esta Iglesia; amo a mi familia; amo esta vida maravillosa.
Para mí, todo es cuestión de amor.
Que este día en que recordamos la resurrección del Salvador sea un día de renovación espiritual para cada uno de nosotros. Que
este día sea el comienzo de una vida llena de amor, “la piedra fundamental de nuestra vida diaria”.
Que nuestro corazón se llene del amor puro de Cristo, la verdadera señal de todo verdadero discípulo de Jesucristo. Es mi oración,
en el nombre de Jesucristo. Amén.
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1
1. Jeffrey R. Holland, “Jehová hará mañana maravillas entre vosotros”, Liahona, mayo de 2016, pág. 126.
2. Moroni 7:48.
3. Véase Mosíah 18:10.
4. Doctrina y Convenios 45:32.
5. Thomas S. Monson, “El amor: La esencia del Evangelio”, Liahona, mayo de 2014, pág. 94.

El amor: La esencia del Evangelio Por el presidente Thomas S. Monson


Mis amados hermanos y hermanas, cuando nuestro Salvador ministró entre los hombres, un abogado inquisitivo le preguntó:
“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?”.

Mateo registra que Jesús respondió:


“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente.
“Éste es el primero y grande mandamiento.
“Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”1.
Marcos concluye el relato con las palabras del Salvador: “No hay otro mandamiento mayor que éstos”2.
No podemos amar verdaderamente a Dios si no amamos a nuestros compañeros de viaje en este trayecto mortal. Del mismo modo,
no podemos amar completamente a nuestro prójimo si no amamos a Dios, el Padre de todos nosotros. El apóstol Juan nos dice: “Y
nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano”3. Somos hijos de nuestro Padre
Celestial, engendrados en espíritu y, como tales, somos hermanos y hermanas. Si tenemos presente esta verdad, el amar a todos los
hijos de Dios se hará más fácil.
De hecho, el amor es la esencia misma del Evangelio, y Jesucristo es nuestro Ejemplo. Su vida fue un legado de amor: sanó al
enfermo, elevó al oprimido y salvó al pecador. Al final, la multitud enfurecida le quitó la vida; y sin embargo, desde la colina del
Gólgota resuenan las palabras: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”4, la expresión máxima de compasión y amor en
la tierra.
Hay muchos atributos que son manifestaciones de amor, tales como la bondad, la paciencia, la abnegación, la comprensión y el
perdón. En todas nuestras asociaciones, éstos y otros atributos similares servirán para que los demás vean el amor en nuestro
corazón.
Por lo general, nuestro amor se manifestará en nuestras interacciones cotidianas mutuas. La más importante será la capacidad que
tengamos para reconocer la necesidad de una persona y luego hacer algo al respecto. Siempre he atesorado el sentimiento que se
expresa en este corto poema:

Cada día de nuestra vida se nos presentan oportunidades para demostrar amor y bondad a las personas que están a nuestro
alrededor. El presidente Spencer W. Kimball dijo: “Debemos recordar que esos seres humanos que
encontramos en los estacionamientos, en las oficinas, en los ascensores y en otros lugares son parte de
la humanidad que Dios nos ha dado para que amáramos y sirviéramos. Poco nos beneficiaría hablar
de la hermandad de la humanidad si no podemos contemplar a todos los que nos rodean como
nuestros hermanos”6.
A menudo, las oportunidades para demostrar nuestro amor llegan inesperadamente.
A mi mente acuden las palabras de la Escritura: “…la caridad es el amor puro de Cristo… y a quien la posea en el postrer día, le
irá bien”8.
Hermanos y hermanas, algunas de las oportunidades más grandes para demostrar nuestro amor estarán dentro de las paredes de
nuestro propio hogar. El amor debería ser el núcleo de la vida familiar, y sin embargo, a veces no lo es; quizás haya mucha
impaciencia, discusión, peleas y lágrimas. Con tristeza , el presidente Gordon B. Hinckley dijo: “¿Por qué aquéllos
que amamos más son tan a menudo el blanco de nuestras duras palabras? ¿Por qué a veces hablamos
con palabras mordaces e hirientes?”9. Las respuestas a estas preguntas quizás sean diferentes para cada uno de
nosotros, pero lo que sí es cierto es que las razones no importan. Si deseamos cumplir el mandamiento de amarnos los unos a los
otros, debemos tratarnos con bondad y respeto.
Naturalmente, habrá ocasiones en que será necesario aplicar disciplina. Sin embargo, recordemos el consejo que se encuentra en
Doctrina y Convenios, o sea, que cuando tengamos que reprender a otro, demostremos después mayor amor10.
Espero que siempre nos esforcemos por ser considerados y sensibles a las ideas, sentimientos y situaciones de las personas que
están a nuestro alrededor; no denigremos ni ridiculicemos; más bien, seamos caritativos y alentadores. Debemos tener cuidado de
no destruir la confianza de otra persona por medio de palabras o acciones descuidadas.
El perdón debe ir de la mano con el amor. En nuestra familia, al igual que con nuestras amistades, es posible que haya
sentimientos heridos y desacuerdos. Vuelvo a repetir, realmente no importa cuán pequeño fue el asunto; no se puede y no se debe
permitir que se convierta en una llaga que se infecte y que al final destruya. El reprochar mantiene abiertas las heridas; únicamente
el perdón sana.
Mientras la escuchaba, vino a mi mente la triste declaración de John Greenleaf Whittier: “De todas las palabras, habladas o
escritas, son éstas las más tristes: ‘¡Podría haber sido! ’”11. Hermanos y hermanas, si tratamos a los demás con amor y bondadosa
consideración, evitaremos esa clase de remordimientos.

2
El amor se expresa en muchas maneras reconocibles: una sonrisa, un saludo, un comentario amable, un cumplido. Hay otras
expresiones que son más sutiles, como demostrar interés en las actividades de otra persona, enseñar un principio con bondad y
paciencia, visitar a alguien que esté enfermo o confinado en el hogar. Esas palabras y acciones, y muchas otras, pueden comunicar
amor.
Dale Carnegie, un destacado autor y catedrático norteamericano, pensaba que cada persona llevaba en su interior “el poder para
aumentar la suma total de [la] felicidad del mundo … al brindar algunas palabras de sincero agradecimiento a alguien que se
sienta solo o desanimado”. Él dijo: “Tal vez ustedes olviden para mañana las palabras amables que digan hoy, pero el que las
reciba quizás las atesore toda una vida”12.
Ruego que empecemos hoy, este mismo día, a expresar amor a todos los hijos de Dios, ya sean nuestros familiares, nuestros
amigos, personas que sean sólo conocidas o totalmente extrañas. Al levantarnos cada mañana, estemos resueltos a responder con
amor y bondad a cualquier cosa que nos pueda salir al paso.
Mis hermanos y hermanas, el amor de Dios por nosotros es más grande de lo que nadie se pueda imaginar. Debido a ese amor, Él
envió a Su Hijo, quien nos amó lo suficiente para dar Su vida por nosotros, para que tuviésemos la vida eterna. A medida que
lleguemos a comprender ese don incomparable, nuestro corazón se llenará de amor por nuestro Padre Eterno, por nuestro
Salvador, y por toda la humanidad. Que así sea, es mi ferviente oración, en el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.

Mateo 22:36–39.
Marcos 12:31.
1 Juan 4:21.
Lucas 23:34.
Anónimo, citado por Richard L. Evans en “The Quality of Kindness”, Improvement Era, mayo de 1960, pág. 340.
Las Enseñanzas de Spencer W. Kimball, ed. Edward L. Kimball, 1982, pág. 483.
Véase “Injured Boy Flown to Safety”, Daily Sitka Sentinel (Alaska), 22 de octubre de 1981.
Moroni 7:47.
Véase de Gordon B. Hinckley, “Que el amor sea la estrella guía de vuestra vida”, Liahona, julio de 1989, pág. 80.
Véase Doctrina y Convenios 121:43.
“Maud Muller”, The Complete Poetical Works of Whittier, (1878), pág. 206; cursiva agregada.
Dale Carnegie, en, por ejemplo: Larry Chang, Wisdom for the Soul, (2006), pág. 54

AMOR.
Ver CARIDAD, CONDESCENDENCIA DE DIOS, GRACIA DE DIOS, ODIO, MISERICORDIA, SERVICIO. Hay muchos
atributos y sentimientos abarcados en cl amor del evangelio; devoción, adoración, reverencia, ternura, misericordia, compasión,
condescendencia, gracia, servicio, solicitud, gratitud, bondad. La mayor manifestación de amor se encuentra en la expiación
infinita y eterna. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a ser Hijo Unigénito, para que todo aquél que en él cree,
no se pierda mas tenga vicio eterna." (Juan 3:76; D. Y C. 34:3.) Tan infinito e ilimitado es el amor de Dios, que se manifiesta en la
creación y redención de todas las cosas, y Juan coronó sus propias enseñanzas sobre el amor diciendo, "Dios es amor" (1 Juan
4:7,21), es decir, él personifica la plenitud del amor perfecto. La mayor manifestación de amor por parte del hombre, se ve en su
devoción a Dios (Deut. 6:4,9.), luego en su actitud hacia sus semejantes. (Mat. 22:34,40) Pero el amor a Dios se halla únicamente
entre los que aman a sus semejantes. "Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a
su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: Él que
ama a Dios, ame también a su hermano." (1 Juan 4:20,21.) El amor siempre está asociado con el servicio. "Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, alma, mente y fuerza; y en el nombre de Jesucristo lo servirás. Amarás a tu prójimo corno a ti
mismo." (D. Y C. 59:5,6.) Si me amas me servirás y guardarás todos mis mandamientos." (D. Y C. 42:29; Juan 14:15.) "El que me
ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis
palabras." (Juan 14:23,24; D. Y C. 130:3.) "Y esto es el amor, que andemos según sus mandamientos." (2 Juan 6.) El amor es el
fundamento de la paz y justicia en esta vida y de la salvación en la vida venidera. (1 Cor. 2:9; 8:3; 1 Juan 3:14; D. Y C. 76:116.)
La fe opera por el amor. (Gál. 5:6.) Se reconoce a los santos por el amor que muestran los unos por los otros (Juan 13:34,35) y la
ausencia del amor entre los hombres es una de las señales de la gran apostasía. (Mat. 24:12.) El amor es particularmente
importante para la unidad familiar. "Amarás a tu esposa con todo tu corazón, y te allegarás a ella y a ninguna otra." (D. Y C.
42:22; Efe. 5:25, 28, 33; Col. 3:19.) Los miembros de la Iglesia que guardan los mandamientos tienen esta promesa: "¿Quién nos
separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro o espada? . . ..Antes, en
todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquél que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la
vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo ni ninguna otra cosa creada
nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro." (Rom. 8:35.39.)

CARIDAD.
Ver AMOR, CRISTO, DADIVA, ESPERANZA, FE, PERFECCION, PLAN DE BIENESTAR, SOCIEDAD DE SOCORRO,
SALVACION. Por encima de todos los atributos de santidad y perfección la caridad es la más deseable. La caridad es mayor que
el amor, mucho mayor; es amor sempiterno, amor perfecto, el amor puro de Cristo que persevera hasta el fin. Es amor tan
centrado en la rectitud, que quien lo posee no tiene otro deseo u objetivo salvo el bienestar eterno de su alma y del alma de quien
lo rodea. (2 Ne. 26:30; Moro. 7:47; 8:25-26.) "Y sobre todo, vestíos con el vínculo de la caridad, como con un manto, que es
vínculo de la perfección y la paz." (D&C 88:125, Col. 3:14.) "Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor;" dijo Pedro a los
Santos, "porque el amor cubrirá multitud de pecados." (1 Red. 4:8.) La caridad es la reina de las virtudes, "el propósito de este
mandamiento" (1 Tira 1:5); "Y ahora permanece en la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor." (1
3
Cor. 13:13.) La caridad es una cualidad esencial en los ministros de Cristo (D&C 4:5), Nadie puede ayudar al Señor si no la posee
(D&C 12:8;18:19); y a los santos de Dios se les da mandamiento de buscarla y obtenerla. (D&C 121:45; 124:116; 2 No. 33:7-9;
Alma 7:24; 1 Con 16:14; 1 Tira 4:12; 2 Tira 2:22; Tito 2:2; 2 Red. 1:7.) La caridad es un don del Espíritu que se debe obtener para
poder ganar la propia salvación. "Por tanto, debe haber fe", escribe Moroni, "y si debe haber fe, también debe haber esperanza; y
si debe haber esperanza, debe haber caridad también. Y a menos que tengáis caridad, de ningún modo podréis ser salvos en el
reino de Dios; ni podréis ser salvos en el reino de Dios si no tenéis fe; ni tampoco, si no tenéis esperanza." (Moro. 10:20-21.)
El Señor le dijo a Moroni "La fe, la esperanza y la caridad conducen a mí, la fuente de toda justicia," y Moroni respondió al Señor
(siendo por supuesto inspirado por el Espíritu Santo): "Y además, recuerdo que tú has amado al inundo, orín al grado de dar tu
vida por el inundo, a fin de volverla a tomar, con objeto de preparar un lugar para los hijos de los hombres. Y ahora se que este
autor que has tenido por los hijos tic tos hombres es la caridad; por tonto, a menos que los hombres tengan caridad, no pueden
heredar ese lugar q«e has preparado en las mansiones de tu Padre." (Eter 12:28, 33-4.) Cuando escribieron sobre la caridad, tanto
Mormón como Pablo usaron un lenguaje similar. O usaron las mismas palabras ya escritas por algún profeta de la antigüedad, o cl
Espíritu Santo les reveló las mismas verdades en casi el mismo lenguaje. Mormón dijo lo siguiente: "Porque si no, su fe y su
esperanza son vanas, porque nadie es acepto a Dios sino los mansos y humildes de corazón; y si un hombre es manso y humilde
de corazón, y confiesa por el poder del Espíritu Santo que Jesús es el Cristo, es menester que tenga caridad; porque si no tiene
caridad, no es nada; por tanto, es necesario que tenga caridad. Y la caridad es sufrida y es benigna, y no tiene envidia, ni se
envanece, no busca lo suyo, no se irrita fácilmente, 110 piensa cl mal, no se regocija en la iniquidad, sino se regocija en la verdad;
todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Por tanto, amados hermanos míos, si no tenéis caridad, no sois nada,
porque la caridad nunca deja de ser. Allegaos, pues, a la caridad, que es mayor que todo, porque todas las cosas han de perecer.
Pero la caridad es el amor puro de Cristo, y permanece para siempre; y a quien la posea en el postrer día, le irá bien. Por
consiguiente, amados hermanos míos, pedid al Padre con toda la energía de vuestros corazones, que seáis llenos de este amor que
é1 ha otorgado a todos los arce son discípulos verdaderos tic s« Hijo, Jesucristo; que lleguéis a ser hijos de Dios; que cuando él
aparezca, seamos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es; que tengamos esa esperanza; que podamos ser purificados así
como él es puro. Amén." (Moroni 7:44. )

Introducción

Pablo enseñó la importancia de caridad Aconsejó a los santos corintios que obtuvieran la caridad y la procuraran, así como otros
dones espirituales. Pablo enseñó que el don de profecía es mayor que el don de lenguas y se da a los miembros de la Iglesia para
que puedan fortalecer a otras personas espiritualmente.
El presidente Thomas S. Monson nos recordó: “El objetivo de la enseñanza del Evangelio… no es ‘verter
información’ en las mentes de los miembros de la clase… El objetivo es inspirar a la persona a pensar, sentir y
luego hacer algo para vivir los principios del Evangelio” (en Conference Report, octubre de 1970, pág. 107).
1 Corintios 13
Con frecuencia te molesta o te irrita el comportamiento de uno de tus hermanos.
Un compañero de clase es grosero contigo, así que piensas que se justifica que tú también seas grosero con él.
Tienes envidia de los talentos y los logros de un amigo.
A veces te resulta fácil chismear y hablar mal de otras personas de tu cuórum del sacerdocio o de tu clase de las Mujeres
Jóvenes.
¿Qué efectos dañinos pueden resultar de esas actitudes o esos comportamientos?
Al estudiar 1 Corintios 13, invite a los alumnos a buscar verdades que les pueden ayudar a evitar actitudes o comportamientos que
perturben su propia felicidad y las relaciones positivas con otras personas.
Recuerde a los alumnos que los santos de Corinto estaban comportándose en maneras que conducían a la
contención y a divisiones en la Iglesia. En su epístola, Pablo enseñó que los dones espirituales se dan para el
beneficio de todos y para ayudar a los miembros de la Iglesia a servirse y fortalecerse mutuamente. Pablo aconsejó
a los santos que procuraran “los mejores dones” (1 Corintios 12:7–31).
Invite a un alumno a leer en voz alta 1 Corintios 13:1–3,
1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo caridad, vengo a ser como metal que resuena o
címbalo que retiñe.
2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviese toda la fe, de tal
manera que trasladase los montes, y no tengo caridad, nada soy.
3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser
quemado, y no tengo caridad, de nada me sirve.
Explique que las frases “metal que resuena” y “címbalo que retiñe” en el versículo 1 se refieren a instrumentos que hacen sonidos
fuertes. En el contexto del 1, esas frases pueden indicar hablar palabras que se tornan vacías o que no tienen sentido cuando el que
las habla no está motivado por la caridad.
¿Por qué crees que somos nada si no tenemos caridad?

Explique que la caridad es más que un acto de generosidad y más que morir por la verdad).

4
Lo que es la caridad o lo que hace
Lo que no es la caridad o lo que no hace
Explique que Pablo describió las cualidades y las características de la caridad para ayudar a los santos corintios a entender mejor
ese don.
1 Corintios 13:4–8
4 La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia, la caridad no se jacta, no se envanece;
5 no se comporta indebidamente, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal;
6 no se regocija en la maldad, sino que se regocija en la verdad;
7 todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8 La caridad nunca deja de ser; mas las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y el conocimiento
se acabará;
¿Quién encaja en la descripción de todos esos atributos de la caridad? (Jesucristo).
Recuerde a los alumnos que el profeta Mormón enseñó que “la caridad es el amor puro de Cristo” (Moroni 7:47). Explique que la
caridad se puede describir de dos maneras importantes: (1) El amor de Cristo por nosotros (2) y el amor semejante al de Cristo que
nosotros tenemos por los demás..
¿Qué piensas que quiere decir en el versículo 8 que “la caridad nunca deja de ser”?
Pida a un alumno que lea la siguiente declaración del élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles:
Elder Jeffrey R. Holland
“La verdadera caridad quedó demostrada en forma perfecta y pura en el inagotable y supremo amor
expiatorio de Cristo por nosotros… Ésa es la caridad —Su amor puro por nosotros— sin la cual no
seríamos nada, no tendríamos esperanza y seríamos hombres y mujeres de lo más desahuciados…
“La vida tiene una porción de temores y fracasos. A veces las cosas se quedan cortas; a veces las
personas nos fallan, nuestra economía, nuestros negocios o nuestros gobiernos nos fallan. Pero una hay
una cosa en el tiempo y en la eternidad que nunca deja de ser: el amor puro de Cristo” (Christ and the
New Covenant, 1997, pág. 337).
¿Cómo puede ser útil recordar que el amor puro de Cristo nunca deja de ser?
Según lo que hemos aprendido en 1 Corintios 13:4–8, ¿qué nos ocurre cuando obtenemos el don de la caridad?

1 Corintios 13:13
13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y la caridad, estas tres; pero la mayor de ellas es la caridad.

La caridad es el mayor don del Espíritu.


¿Qué relación existe entre la fe, la esperanza y la caridad? (La fe conduce a la esperanza, y la esperanza conduce a la caridad).

¿Qué podemos hacer para “[seguir] la caridad” u obtener el don de la caridad?


Invite a un alumno a leer Moroni 7:48

48 Por consiguiente, amados hermanos míos, pedid al Padre con toda la energía de vuestros corazones,
que seáis llenos de este amor que él ha otorgado a todos los que son discípulos verdaderos de su Hijo
Jesucristo; para que lleguéis a ser hijos de Dios; para que cuando él aparezca, seamos semejantes a él,
porque lo veremos tal como es; para que tengamos esta esperanza; para que seamos purificados así como
él es puro. Amén.
¿En qué forma el tener caridad puede mejorar nuestras relaciones con familiares, amigos y compañeros?
¿Puedes describir una ocasión en la que has visto la caridad en la forma en que alguien te ha tratado a ti o a otras personas?

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