Leccion Inaugural-Roland Barthes
Leccion Inaugural-Roland Barthes
Leccion Inaugural-Roland Barthes
(fragmento)
Roland Barthes
Resulta de buen tono en la actualidad impugnar la oposición entre las ciencias y las
letras en la medida en que unas relaciones cada vez más numerosas –ya sea de
modelo o de metodo- vinculan a estas dos regiones y borran a menudo sus
fronteras, y es posible que esta oposición aparezca un día como un: mito histórico.
Pero desde la perspectiva del lenguaje –que aquí es la nuestra, esta oposición es
pertinente; por lo demás, lo que ella pone de relieve no es forzosamente lo real y la
1
fantasía, la objetividad y la subjetividad, lo Verdadero y lo Bello, sino solamente,
unos diferentes lugares de la palabra. Según el discurso de la ciencia -o según un
cierto discurso de la ciencia- el saber es un enunciado; en la escritura, es una
enunciación. El enunciado, objeto ordinario de la lingüística, es dado como el pro-
ducto de una ausencia del enunciador. La enunciación, a su vez, al exponer el lugar
y la energía del sujeto, es decir, su carencia (que no es su ausencia) apunta a lo
real mismo del lenguaje; reconoce que el lenguaje es un inmenso halo de implica-
ciones, efectos, resonancias, vueltas, revueltas, contenciones; asume la tarea
dehacer escuchar a un sujeto a la vez insistente e irreparable, desconocido y sin
embargo reconocido según una inquietante familiaridad: las palabras ya no son
concebidas ilusoriamente como simples instrumentos, sino lanzadas como proyec-
ciones, explosiones, vibraciones, maquinarías, sabores; la escritura convierte al
saber en una fiesta.
2
Ninguna "historia de la literatura" (si es que aún deban escribirse) podría ser justa
si se contentara como en el pasado con encadenar las escuelas sin marcar el corte
que entonces pone al desnudo un nuevo profetismo: el de la escritura. "Cambiar la
lengua” expresión mallarmeana, es concomitante con "Cambiar el mundo",
expresión marxista: existe una escucha política de Mallarmé de los que lo siguieron
y aún lo siguen.
De allí se deriva una cierta ética del lenguaje literario, que debe ser afirmada dado
que está siendo impugnada. Se le reprocha a menudo al escritor, al intelectual, no
escribir la lengua de "todo el mundo". Pero es bueno que los hombres, dentro de un
mismo idioma el francés para nosotros, tengan varias lenguas. Si yo fuese
legislador suposición aberrante para alguien que, etimológicamente hablando, es
“anarquista”, lejos de imponer una unificación del francés, sea burguesa o popular,
alentaría por el contrario el aprendizaje simultáneo de diversas lenguas francesas,
de funciones diferentes, igualmente promovidas. Dante discute muy seriamente
para decidir en qué lengua escribirá el Convivio: ¿en latín o en toscano? No es en
absoluto por razones políticas o polémicas por las que eligió la lengua vulgar, sino
al considerar la apropiación de una y otra lengua a su materia: ambas lenguas
como para nosotros el francés clásico y el moderno, el francés escrito y el hablado
constituyen así una reserva en la cual se siente libre de abrevar según la verdad
del deseo. Esta libertad es un lujo que toda sociedad debería procurar a sus
ciudadanos: que haya tantos lenguajes como deseos; proposición utópica puesto
que ninguna sociedad esta todavía dispuesta a aceptar que existan diversos deseos.
Que una lengua, la que fuere, no reprima a otra; que el sujeto por venir conozca
sin remordimientos, sin represiones, el goce de tener a su disposición dos
instancias de lenguaje, que hable una u otra según las perversiones y no según la
Ley.
3
del poder y de su cultura. Es preciso comportarse como si esta riesgosa
eventualidad no existiera... Pero pienso igualmente que después es menester
percibir hasta qué punto se ha sido utilizado, eventualmente, por el poder. Y
entonces, si nuestra sinceridad o nuestra necesidad han sido sometidas o
manipuladas, pienso que es absolutamente necesario tener el coraje de abjurar."
Selección: V.G.