La Gran Obra FG Fulcanelli
La Gran Obra FG Fulcanelli
La Gran Obra FG Fulcanelli
LA GRAN OBRA
EL ARTE SAGRADO EN LA CIENCIA HERMÉTICA
Un estudio y síntesis conceptual sobre las obras de Fulcanelli El Misterio de las Catedrales
y Las Moradas Filosofales a la luz de las revelaciones del V.M. Samael Aun Weor.
La Alquimia
La alquimia es el arte de las transmutaciones, un arte antiquísimo que da origen al Cristo Sol dentro
del Hombre Autorrealizado. La alquimia, del arábigo Ul-Khemi, es como lo indica el nombre, la química
de la naturaleza. La alquimia trata de las fuerzas más sutiles de la naturaleza y de las diversas
condiciones en que ellas obran. Los alquimistas siempre pretendieron, bajo el velo del lenguaje
utilizado, más o menos artificial, comunicar a los no iniciados la porción del Misterium Mágnum que
era asequible colocar en las manos del egoísta mundo en que habitamos.
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La Gran Obra
La alquimia se estudia bajo tres aspectos diversos, susceptibles de muy distintas interpretaciones, y
son: el cósmico, el humano y el terrestre. El objeto de la alquimia es uno solo: transformar en Oro los
metales groseros. Es así como la alquimia terrestre se refiere a la transmutación que la naturaleza
efectúa con sus propios medios, de los metales viles en el más noble, el Oro. Esto se procesa sin
saltos en las entrañas de la tierra.
“¡La Gran Obra! ¡Pero si está escrita en todos los sitios! Esta expuesta a todas las miradas tan
claramente como es posible hacerlo sin violar el secreto de los adeptos. ¡Blanquead el latón y romped
vuestros libros! Sí, discípulo mío, ahí se encuentra la obra entera. Conquista el Urim de Thummim.
Recoge el fruto del árbol del edot gnóstico. ¡La joya está dentro del loto! ¡Acuérdate y el universo es
tuyo!”
Grillot de Givry.
LA GRAN OBRA
EL ARTE SAGRADO EN LA CIENCIA HERMÉTICA
“La lengua de piedras que habla este arte nuevo es a la vez clara y sublime. Por esto habla al alma de
los más humildes como a la de los más cultos.
¡Qué lengua tan patética! En efecto, que los cantos de un Orlando de Lasso o de un Palestrina, las
obras para órgano de Haendel o de un Frescobaldi, la orquestación de un Beethoven o de un
Cherubini, o lo que es todavía más grande, el sencillo y severo canto gregoriano, que es tal vez el
único canto verdadero, no hacen sino aumentar las emociones que la catedral nos produce por sí
sola… ¡Hay de aquellos que no admiran la arquitectura gótica, o al menos, compadezcámosles como a
unos desheredados del corazón!”
J.F. Colfs.
La explicación del término gótico debe buscarse en su origen cabalístico más que en su raíz literal. El
arte gótico según Fulcanelli, no es más que una deformación de la palabra argótico, cuya homofonía
es perfecta en todas las lenguas, de acuerdo con la ley fonética que rige la cábala tradicional. Explica
Fulcanelli que la catedral es una obra de art goth o argot. Los diccionarios definen el argot como una
lengua particular de todos los individuos que tienen interés en comunicar sus pensamientos sin ser
comprendidos por los que les rodean. Es pues una cábala hablada.
Los argotiers, o sea, los que utilizaban este lenguaje, son descendientes herméticos de los
argonautas, que mandaban a la nave Argos y hablaban la lengua argótica mientras buscaban el
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La Gran Obra
Vellocino de Oro. El argot ha quedado en el lenguaje de una minoría de individuos llamados voyoux,
es decir videntes, y la todavía más expresiva de Hijos del Sol. El arte gótico es, en efecto, el Art Got
o Cot (χο).
La cruz es el jeroglífico alquímico del crisol, al que se llamaba antiguamente en francés cruzol,
crucible, croiset; y en el latín decadente, crisol tenía la raíz cruz, crucis, cruz (del latín crucibulum). Es
en el crisol donde la materia prima, como el mismo Cristo, sufre su pasión; es allí donde muere para
resucitar después, purificada, espiritualizada, transformada. La cruz tiene la huella de los tres clavos,
imagen de las tres purificaciones por el hierro y por el fuego.
El plano de los grandes edificios medievales religiosos, con su adición de un ábside semicircular o
elíptico soldado al coro, adopta la forma del signo hierático egipcio de la cruz ansada, que se lee Ank
y designa la vida universal oculta en las cosas. El equivalente hermético del signo Ank es el emblema
de Venus o Ciprina (gr. impura), el cobre vulgar que algunos, para velar aún más su sentido, han
traducido como bronce y latón. Es el mismo azufre, Lucifer, que en este caso tiene la significación de
estiércol, excremento, basura (“El sabio encontrará nuestra piedra hasta en el estiércol, mientras que
el ignorante no podrá creer que se encuentre en el otro.” El Cosmopolita).
Así, el plano del edificio cristiano revela las cualidades de la materia prima y su preparación por el
signo de la cruz. Esto es, para los alquimistas, lo que tiene por resultado la obtención de la primera
piedra, piedra angular de la Gran Obra, la cual, antes de ser tallada se le daba a menudo a la piedra
bruta, impura, material y grosera, la imagen del diablo. En Notre Dame de París existía un jeroglífico
semejante (bajo la tribuna, en el ángulo del recinto del coro). Era una figura del diablo, que abría una
enorme boca donde apagaban los fieles sus cirios. Esta figura representaba la material inicial de la
Gran Obra, humanizada bajo el aspecto de Lucifer (portador de Luz o estrella de la mañana). Era el
símbolo de la piedra angular, la piedra del rincón, la piedra maestra del rinconcito (maestre perre du
coignet, como la llamaba el pueblo).
Como dice M. Amyraut: “La piedra que los constructores rechazaron ha sido convertida en la piedra
maestra del ángulo, sobre la que descansa toda la estructura del edificio, pero es también escollo y
piedra de escándalo, contra la cual tropiezan para su desgracia”.
Entre los motivos más frecuentes utilizados para la ornamentación del suelo de las catedrales,
conviene citar los laberintos que se trazaban en el suelo, en el punto de intersección de la nave y el
crucero. El laberinto de Chartres, vulgarmente llamado lelieu, el
lugar, está dibujado sobre el pavimento de la nave y se compone de
toda una serie de círculos concéntricos que se repliegan unos con
otros. En su centro veíase antaño el combate de Teseo contra el
Minotauro.
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La Gran Obra
Ariane es una forma de ariagne (araña), por metátesis de la “i”. ¿Acaso nuestra alma no es la araña
que teje nuestro propio cuerpo? Es el imán, la virtud encerrada en el cuerpo que los sabios su
magnesia. Ariadna es la araña mística, escapada de Amiens, que solo dejó sobre el pavimento del
coro la huella de su tela. El más célebre de los laberintos de la antigüedad, el de Cnosos, en Creta,
descubierto en 1902 por el doctor Evans de Oxford, era llamado Absolum. Este nombre se parece
mucho a Absoluto, término que los alquimistas daban a la Piedra Filosofal.
“Para llegar al centro del laberinto, donde está el Minotauro, hay que luchar muchísimo. Hay
innumerables teorías, escuelas de toda especie, organizaciones de todo tipo. Nosotros tenemos que
orientarnos por medio de ese gran laberinto de teorías y de conceptos antitéticos, si es que queremos
de verdad llegar hasta el centro viviente del mismo donde podemos hallar al Minotauro.
Cuando uno ha logrado llegar al centro del laberinto, tiene que ingeniárselas para salir de él. Teseo,
mediante un hilo misterioso, logró salir del extraño laberinto.
Es Lucifer pues, el Hilo de Ariadna que ha de conducirnos hasta la liberación final. Ese Lucifer es la
Piedra Viva, la Piedra Maestra, la Piedra del Rincón de la catedral de Notre Dame.
Ese Macho Cabrío, ese Tiphon Baphomet, ese Lucifer es la energía sexual que hay que utilizar, si es
que queremos realizar la Gran Obra.
¿Por qué ese Lucifer es el Hilo de Ariadna? ¿Por qué es precisamente él quien ha de conducirnos hacia
la liberación final? Lucifer es la reflexión del Logoi Intimo.
Dios no puede tentarnos, nos tientan nuestras propias concupiscencias (así lo enseña Santiago).
Lucifer pues, se vale de nuestras propias concupiscencias, las hace pasar por la pantalla del
entendimiento con el propósito de entrenarnos psicológicamente, de hacernos fuertes.
Lucifer nos conduce de esfera en esfera hasta nuestro Hiram Abbif. Lucifer es pues, el Hilo de Ariadna
que nos lleva hacia nuestro Dios Interior, que nos saca de ese doloroso laberinto de la vida, mediante
el trabajo esotérico.”
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La Gran Obra
LA GRAN OBRA
I. LAS VÍRGENES NEGRAS
Dice Fulcanelli:
“Lo mismo que el alma humana tiene sus
pliegos secretos, así la catedral tiene sus
pasadizos ocultos. Su conjunto, que se
extiende bajo el suelo de la iglesia, constituye
la cripta (Gr. κρυπτος, oculto).
Antaño, las cámaras subterráneas de los
templos servían de morada a las estatuas de
Isis, las cuales se transformaron, cuando la
introducción del cristianismo en Galia, en esas
vírgenes negras a las que, en nuestros días,
venera el pueblo de manera muy particular.
Su simbolismo es, por lo demás, idéntico;
unas y otras muestran en su pedestal la
famosa inscripción: Virgini Pariturae, “A la
Virgen que debe ser Madre”. Una inscripción
análoga es Isidi, Seu Virgini Es Qua Filius
Proditurus Est, “A Isis, o la Virgen de quien
nacerá el Hijo”.
Isis, antes de la concepción, es en la teología
astronómica el atributo que documentos
anteriores al cristianismo designan como Virgo
Paritura, es decir, la tierra antes de su
fecundación, que pronto será animada por los
rayos del Sol.
Las vírgenes negras representan en el
simbolismo hermético la tierra primitiva, la
que el artista debe elegir como sujeto de su
obra. Es la materia prima en su estado
mineral, tal como sale de las capas metalíferas
profundamente enterrada bajo la capa rocosa.
Es, según los textos, una substancia negra,
pesada, quebradiza y friable, que tiene el
aspecto de una piedra y que se puede
desmenuzar como una piedra. Es pues natural
que el jeroglífico humanizado de este mineral
posea su color específico y se le destine, como
morada, los lugares subterráneos de los templos.
La virgen negra de Notre Dame de Puy presenta la figura de un triángulo con su manto. La tela está
adornada con cepas y espigas de trigo (pan y vino eucarísticos) y deja pasar, al nivel del ombligo, la
cabeza del niño coronado con la misma suntuosidad de su madre.
Notre Dame de Confesión, célebre virgen negra de las criptas de Saint Víctor en Marsella (Lam. 1),
constituye un bello ejemplar de la estatuaria antigua, esbelta, magnífica y carnosa. Esta figura, llena
de nobleza, sostiene un cetro con la mano derecha y ciñe su frente con una corona de triple florón.
Otro detalle útil para el hermetista: en el ceremonial prescrito para las procesiones de vírgenes negras
solo se quemaban cirios de color verde.”
El color verde de los cirios utilizados en tales ceremonias nos recuerda al León Verde de la alquimia, el
Íntimo de cada uno.
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La Gran Obra
Paracelso dice: “Trabaja con esta tintura –refiriéndose a la tintura del León Verde- en una retorta, y
verás salir de ella su negrura.” A ello el Maestro Samael agrega: “Esta retorta en la alquimia son
nuestros órganos sexuales. Cuando estemos trabajando con tintura de León Verde, nos asaltan los
tenebrosos del abismo y por eso vemos salir de la retorta su negrura. Pero destilando en la retorta al
fin encontramos un líquido blanco. Este líquido blanco son todos los grados esotéricos de nuestra
columna espinal. Hay que rectificar incesantemente nuestra tintura para obtener el León Verde. Este
León Verde es el bálsamo natural de todos los planetas celestes y tiene el poder de sanar todas las
enfermedades. El León Verde es nuestro ángel interno, nuestro Íntimo.”
De la Virgen
“El Señor me tuvo consigo al principio de sus obras, desde el comienzo, antes de crearse cosa alguna.
Desde la eternidad fui predestinada, y antes de que fuese hecha la tierra. Aún no existían los abismos
y yo había sido ya concebida…”
La virgen es la esencia misma de las cosas, ella es el vaso que contiene el espíritu de las cosas: Vas
Spirituale, la Virgo Singulares, como le llama la iglesia. En el simbolismo de los metales planetarios es
la Luna, que recibe los rayos del sol y los conserva secretamente en su seno. Es la dispensadora de la
sustancia pasiva, a la cual anima el espíritu solar. De la unión de estos dos principios resulta la
materia viva, sometida a las vicisitudes de las leyes de mutación y de continuidad. Y surge entonces
Jesús, el espíritu encarnado, el fuego que toma cuerpo en las cosas, tal como lo conocemos aquí
abajo, Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
Por otra parte, la Biblia nos dice que María, madre de Jesús, era de la rama de Jesé. Ahora bien, la
palabra hebrea Jes significa el fuego, el Sol, la divinidad. Ser de la rama de Jesé equivale a ser de la
rama del Sol, del Fuego. Como la materia tiene su origen en el Fuego Solar, tal como lo acabamos de
ver, el mismo nombre de Jesús se nos presenta en su esplendor original y divino: Fuego, Sol, Dios.
Por último, en el Ave Regina, la virgen es adecuadamente llamada Raíz (Salve Radix) para señalar que
es el principio y comienzo de todo. “Salve Radix, por la cual la Luz ha brillado por el mundo”.
Finalmente encontramos en la conferencia titulada El Arché, del Maestro Samael, las siguientes
palabras:
“Jesús de Nazareth hace conocer la doctrina del Jesucristo Íntimo de cada uno de nosotros.
Con que esto es Bechua, y Bechua es el Salvador.
La Madre Divina Kundalini, antes de ser fecundada, es la Virgen Negra que está en los sótanos de
todos los monasterios gnósticos. A ella se le honra con velas, con veladoras de color verde, con la
esperanza de que algún día despierte el León Verde, el Fuego.
Pero ya fecundada por el Logos, es la Divina Madre, la Divina Concepción con el niño en sus brazos.
Ese niño que desciende, se hace hijo de la Divina Madre de uno, aguardando el instante de entrar en
nuestro cuerpo para comenzar el proceso de la Gran Obra.
El Salvador de cada uno de nosotros, el Jesucristo Interior, eso es lo que cuenta. Nuestro Bechua
Íntimo, nuestro Salvador, cada uno de nosotros tiene que encontrar su Salvador Interno”.
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II. LA ALQUIMIA
La mujer está relacionada con el arcano dos del tarot, La Sacerdotisa, que representa la sabiduría, la
Ciencia Oculta. Por ello tiene en sus manos dos libros: uno cerrado que representa el esoterismo y
también al mercurio, el ens seminis o sujeto de los sabios, la materia prima de la Gran Obra. Otro
abierto que simboliza a las enseñanzas dadas al vulgo, lo exotérico. Debemos ser valientes y descorrer
el velo de Isis para penetrar en lo oculto.
En alquimia, el Libro Cerrado representa el símbolo general de todos los cuerpos brutos (minerales o
metales) tal como la naturaleza nos los proporciona. El azogue en bruto, el esperma sagrado, es un
libro cerrado, aún no trabajado, el cual necesitamos abrir. El Libro Abierto tiene un sentido
extraordinario, caracterizado por la solución radical del cuerpo metálico, el cual abandona todas sus
impurezas y cede su azufre, es profundamente significativo. Desde otro ángulo el Libro Abierto es el
Libro de la Ley, de la Justicia. Justicia, león, balanza y espada se encuentran asociados íntimamente.
La justicia dentro de nosotros mismos es una parte autónoma y auto consciente del Ser. La justicia
dentro de nosotros debe auto realizarse íntimamente. Minerva, hija de Júpiter, dentro de nosotros
mismos y como parte autónoma y auto conciente del Ser, es la virtud cardinal de la Justicia. Minerva,
diosa de la Sabiduría y señora de la Justicia es la Flor de la Gran Obra, la Rosa Mística.
Continuando con la descripción de la lámina, la escala de nueve peldaños nos recuerda el descenso a
la novena esfera, la Fragua Encendida de Vulcano, donde retemplamos la espada de la voluntad,
símbolo del poder y de la castidad.
La mujer, tocando con su frente las nubes, nos recuerda la oración gnóstica de la cruz: “Oh tú, Luz,
Rosa Divina en la cruz, que das tu fuerza y tu sagrado poder a los que han merecido en la dura
batalla y los conduces por la mística escala que está tendida desde la tierra al cielo, de la materia al
espíritu.”
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La Gran Obra
III. EL ALQUIMISTA
Labor oculta, tarea ingrata y ciclópea, de una amplitud de pesadilla. En el centro de este in pace, un
ser, un sabio para quien ninguna cosa existe ya, vigila, atento y paciente, las fases sucesivas de la
Gran Obra. Tal es el cuadro legendario del alquimista y su laboratorio que nos revela Fulcanelli.
Bien sabemos, como nos enseña el Maestro Samael en sus obras, que la transmutación pertenece al
laboratorio del alquimista, al laboratorio de la naturaleza, y que este laboratorio está dentro de
nosotros mismos, aquí y ahora.
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La Gran Obra
Toda la narración del gran alquimista Fulcanelli hace muy clara alusión al Árbol de la Vida (el viejo
roble) y la fuente maravillosa del agua viva, localizada en nuestros órganos sexuales.
Sobre el trabajo con el AGUA VIVA, leemos en el Mensaje de Navidad para el año 1967 del Maestro
Samael lo siguiente: “Quien quiera trabajar con éxito en el Magisterio del Fuego, no debe derramar
jamás el VASO DE HERMES (No eyacular el semen) porque fracasa en la Gran Obra. El semen es el
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La Gran Obra
habitáculo del fuego. Quien pierde el semen pierde el fuego, y el que pierde el fuego cae en
profundas tinieblas.”
“GUARDA EL FUEGO CONSTANTEMENTE ARDIENDO”, reza la cuarta regla alquimista. Eso significa no
eyacular el licor seminal, el agua viva, para no perder el FUEGO SAGRADO. HAC VIA ITUR AD ASTRA,
“¡esta es la vía que hacia los cielos conduce!” Este es el misterio de la fuente de la eterna juventud.
Hay que comprender la Alquimia como una ciencia cuyo laboratorio encontramos en nuestro propio
cuerpo físico. Este laboratorio debemos descubrirlo en nuestros órganos sexuales, en la médula
espinal y en el cerebro. El coxis es el sótano de la casa del alquimista, en donde se sitúa el hornillo y
el ATANOR. La chimenea no es otra cosa que la columna vertebral, el destilador es el cerebro y el
vaso sellado que debe ser colocado sobre el hornillo son los órganos sexuales, el balón alquimista.
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La Gran Obra
“Así pues, el PHALO, que es el recipiente que contiene la materia prima de la Gran Obra, queda
envuelto por las paredes de la VAGINA y sometido a un calor igual por todos los lados”.
El Maestro Samael habla claramente de la necesidad de protegerse de las influencias extrañas. En una
conferencia titulada Los Siete Radicales del Fuego y el Sello Hermético leemos:
Al no identificarnos con las nimiedades, con las tonterías de este mundo, es obvio que no pueden
extraernos nuestra energía vital, y ésta se acumula en el interior, y como resultado surge el segundo
cuerpo: el astral. Pero si todo el mercurio de la Filosofía Secreta permitimos que nos lo extraigan las
gentes que viven en este mundo tridimensional de Euclides, entonces, ¿con qué elemento vamos a
fabricar o cristalizar el segundo cuerpo, o el tercero o el cuarto?
¿Qué se entiende por Mercurio? La energía sexual. Se la dejan extraer, eso es obvio, y cada vez que
se identifican con una carrera de caballos, se dejan extraer el Mercurio; y cada vez que ustedes se
identifican con el juego de la lotería, se dejan extraer el Mercurio; y cada vez que ustedes se
identifican con un payaso, se dejan extraer el mercurio, etc., etc.
Hay necesidad de crear el Sello Hermético, hay que crear un poder mágico, como elemento que nos
permita no dejarnos extraer el Mercurio. Es posible crear tal poder mágico, si en realidad de verdad
hermanos no nos identificamos con todas esas nimiedades que nos succionan la energía.
Uno debe, todas las mañanas, sellarse herméticamente: no hago sino lo que tengo que hacer, no lo
que los demás quieren que haga; no me voy a identificar con nada en la vida, porque cuando uno se
identifica con algo, resulta siendo un autómata.
Debemos sellarnos, repito, cada mañana, y el sello debe ser total: no identificarse con nada, NO
OLVIDARSE DE SU SER, nunca jamás, porque el SER es lo que cuenta, es lo fundamental.”
Por otra parte, en el libro Tratado de Alquimia Sexual, agrega el Maestro Samael lo siguiente:
“El ascenso del Kundalini es lento y difícil. Cuando el alquimista derrama la materia prima de la Gran
Obra, el FUEGO baja uno o dos cañones según la magnitud de la falta. Nuestro Señor el Cristo me
dijo: “El discípulo no debe dejarse caer porque el discípulo que se deja caer tiene después que luchar
muchísimo para recuperar lo perdido.” Entre las tinieblas del abismo los tenebrosos te atacan para
impedir que tú entres a las cámaras de tu columna vertebral. Cada grado que te ganéis en tu columna
espinal, es una copa que le robas a los tenebrosos del mundo soterrado.”
En síntesis, el alquimista debe proteger su ATANOR de las influencias externas. Las influencias
externas son de dos tipos: las influencias hipnóticas del mundo de MAYA, el mundo material, ilusorio y
de un gran poder hipnótico ante el cual podríamos caer avasallados si nos identificamos con él. Y por
otro lado las influencias de los tenebrosos del mundo soterrado, los que atacan al Iniciado para
hacerlo caer y perder el FUEGO SAGRADO DEL KUNDALINI.
Igualmente, el ATANOR debe entenderse también como el HORNO ALQUIMISTA, es a su vez nuestros
órganos sexuales, el recipiente en el que arde el agua bendita, el MERCURIO DE LOS SABIOS, y la
esposa sacerdotisa, la compañera esotérica con la cual hacemos la GRAN OBRA ALQUIMISTA.
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La Gran Obra
Bernardo Trevisano llama a este compuesto ennegrecido LA PEZ NEGRA, LA SAL QUEMADA, EL
PLOMO FUNDIDO, EL LATÓN NO PURO, LA MAGNESIA Y EL MIRLO DE JUAN. Es el ECLIPSE DE SOL
del que habla Raimundo Lulio (Doctor Iluminatus).
Otros Filósofos le han llamado OCCIDENTE; TINIEBLAS; ECLIPSE; LEPRA; CABEZA DE CUERVO;
MUERTE; MORTIFICACIÓN DEL MERCURIO.
Por esta putrefacción se hace la separación de lo puro y de lo impuro. Los signos de una buena y
verdadera putrefacción son una negrura muy profunda, un olor hediondo, malo e infecto, llamado por
los Filósofos TOXICUM ET VENENUM, olor que no es sensible para el olfato, sino solo para el
entendimiento.
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La Gran Obra
El CUERVO que voló del Arca de NOÉ, es nuestra agua negra que debemos blanquear, es el Mercurio
de la Filosofía Secreta que debemos hacer resplandecer con el Oro del Espíritu.
Esta cabeza de cuervo, madre, corazón y raíz de los otros colores, es el Latón Inmundo, es el residuo
negro, es el bronce de los Filósofos, es el humus, es el azufre negro, es el macho esposo, etc.
Hay que blanquear el Cuervo Negro, hay que transmutar el plomo en oro. “Nuestra Gran Obra no es
otra cosa que una permutación de las naturalezas, una evolución de los elementos.”
El oro puro del Espíritu es el aguardiente vinagre de los Filósofos, la leche virginal que reduce todos
los metales a su materia prima. Es el Mercurio perfecto, el cuervo que voló del Arca de NOÉ, es la
paloma de ESPÍRITU SANTO.”
El CUERVO, de esta manera, representa el primer testimonio de la Obra, es el negro CAOS de donde
surgirá la creación cósmica interior. También es alusivo a la putrefacción o muerte de los agregados
psíquicos que comienzan a disolverse entre la materia prima. El color negro es el color de Saturno, el
plomo de los Sabios. Dicen los Filósofos que al negro o reino de Saturno sigue inmediatamente el
color gris o reino de Júpiter. En otras palabras, el águila sucede al cuervo.
Es necesario un rayo o fuerza de Eros, erotismo, la Magia Sexual, para que estas aguas o gelatina
negra, surja la gelatina blanca o nata del compuesto. Para esto el vaso debe estar herméticamente
cerrado, para que las aguas se pudran y se separe lo espeso de lo sutil. Todo esto es dirigido por
Saturno, la muerte, el Cuervo Negro.
“Si la pareja refina el SACRAMENTO DE LA IGLESIA DE ROMA, es decir EL SACRAMENTO DEL AMOR,
tal substancia negra se vuelve blanca”, dice el Maestro Samael.
Es la materia, o el compuesto del primer orden, el HUEVO SULFATADO que solo exige ya una cocción
graduativa para transformarse primero en Azufre Rojo, después en Elixir y por último en el tercer
período, en MEDICINA UNIVERSAL. “En nuestra obra –afirman los filósofos—basta con el Mercurio.”
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La Gran Obra
“El Mercurio es un licor espiritual, aéreo y raro. El Mercurio es el águila voladora de la Filosofía. El
Mercurio es nuestro caos, el Mercurio es el semen.
El Mercurio es el agua del Caos, es el semen cristónico que se transmuta en el Oro Vivo del Espíritu.
La materia prima de la Gran Obra es el Mercurio de la Filosofía Secreta.
Ese Mercurio es nuestro propio semen cristónico.
Trabajad con este Mercurio, y “aprended a serviros de él, para que marchéis hacia la luz con los ojos
abiertos, y no caigáis como ciegos en el abismo de la perdición”; así engendraréis al Rey coronado
con la diadema roja, al Maestro de transmutaciones metálicas.
Nuestro Mercurio se negrea, se enrojece, se blanquea y se reviste de mil colores que se observan en
las cambiantes atmósferas del alquimista.
Hay que cocer, cocer y recocer y no cansarse de ello. Así transmutamos el Mercurio en Oro potable.
Así conseguimos el ligamen de la cruz con el triángulo.
El recipiente debe estar bien cerrado, para evitar que se escape ni siquiera una gota de nuestro
Mercurio Filosófico.
Si la simiente del trigo se arranca de la tierra durante el proceso de la putrefacción, entonces no brota
la espiga y la simiente muere. Así también nuestra simiente no debe ser sacada o arrancada de
nuestra tierra filosófica, porque entonces se perdería la simiente y los universos por florecer y
fracasaríamos en la Gran Obra.
No olvidéis, hermanos gnósticos, que nuestra tierra filosófica es nuestro propio organismo humano.
No arranquéis de la tierra filosófica las simientes eternas.
Existen dos Mercurios: el Mercurio macho y el Mercurio hembra. Estos son los elixires: Blanco y Rojo.
Estos son los polvos de Proyección, con los cuales transmutamos todos nuestros metales en Oro puro.
El Elixir Rojo es el Mercurio macho y el Elixir Blanco es el Mercurio hembra.
Nuestro Mercurio, después de sus constantes transmutaciones, tiene el poder de cambiar nuestros
metales en Oro puro.
Los elixires Blanco y Rojo son los dos Mercurios con los cuales transmutamos todos los metales de
nuestra personalidad en el Oro puro del Espíritu.
Por medio de la unión sexual se verifica la unión de los dos Mercurios. Ese es el secreto para reducir
los metales a su materia prima. Fecundando el Caos surge la vida interna en todo su esplendor.
El Mercurio de la Filosofía Secreta nos convierte en el Rey coronado con la diadema roja. El ligamen
de la cruz con el triangulo se realiza con el Mercurio de la Filosofía Secreta. Las alas de Mercurio nos
convierten en Dioses Omnipotentes del Universo.”
Estas palabras del Maestro Samael nos explican a cabalidad las afirmaciones vertidas por los Filósofos.
A este respecto nos dice Ireneo Filaleteo: “En nuestro Mercurio se encuentra un azufre no solo actual,
sino también activo y verdadero que conserva sin embargo todas las proporciones y la forma del
Mercurio… Gracias a este azufre nuestro Mercurio es hermafrodita o sea que contiene al mismo
tiempo un principio activo y un principio pasivo.” (La Entrada Abierta al Palacio Cerrado del Rey).
Finalmente agregamos que aquel que trabaja su Mercurio, su vidrio líquido o químico como lo llamara
Paracelso, obtendrá el Caduceo de Mercurio, símbolo evidente de la Maestría. Las serpientes nos
recuerdan los canales espermáticos a ambos lados de la columna vertebral y a través de los cuales
pasa el Mercurio volatilizado por la acción del fuego erótico de la pareja.
El bastón donde se enroscan las serpientes es la semblanza de la columna vertebral del adepto, y
cuando se volatiliza el Mercurio por entre las 33 vértebras espinales, adquirimos entonces el triunfo
interior.
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La Gran Obra
En síntesis diremos que el Mercurio es la materia prima de la Gran Obra, es el esperma cocido de
todos los metales. Este Mercurio es el SEMEN ESPERMÁTICO en el cual pueden descomponerse todos
los metales, porque ese es el elemento de donde salen todas las cosas. El es el principio volátil,
nuestro propio Caos, el semen.
Agrega Fulcanelli: “Rozamos aquí el más alto secreto de la Obra, y nos complacería cortar este nudo
gordiano a favor de los aspirantes a la ciencia, si nos estuviera permitido profanar un misterio cuya
revelación pertenece al PADRE DE TODAS LAS LUCES.
Este fuego no es en realidad caliente, sino que es un ESPÍRITU ÍGNEO introducido en un sujeto de la
misma naturaleza de la PIEDRA, y al ser medianamente excitado por el fuego exterior, la calcina, la
disuelve, la sublima y la resuelve en agua seca, tal como dice el Cosmopolita.
Este es un FUEGO SECRETO ENCERRADO EN UN AGUA, que constituye el DISOLVENTE UNIVERSAL.
Como nos explica el Maestro Samael, cuando el Mercurio recibe al Fuego, este es totalmente
azufrado, se convierte en el disolvente alquimista, el ARCHÉ. Bien sabemos que existen tres tipos bien
definidos de Mercurio: 1. el azogue en bruto, o sea el HEXIOHEHARY o esperma sagrado. 2. El ALMA
METÁLICA del esperma, que es el resultado de la transmutación de la libido. Esa alma metálica es
energía creadora que asciende por los cordones ganglionares espinales hasta el cerebro. 3. El tercer
Mercurio es el más elevado, es el que ha sido fecundado por el Azufre, el ARCHÉ. En alquimia, el
Azufre es el fuego sagrado.
Por Medio de este tercer Mercurio o ARCHÉ, es posible transformar los metales viles en metales
superiores. El Mercurio se fija en un cuerpo, en un sitio, y realiza creaciones, hay fabricación de
vehículos existenciales a partir de la calcinación.
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La Gran Obra
La calcinación es una etapa avanzada de la Obra. Esta se realiza cuando el Azufre ha fecundado al
Mercurio y le ha otorgado a éste el color amarillo. Esta fase hace alusión a posteriores trabajos más
refinados que el alquimista lleva a cabo con su esposa.
Este DISOLVENTE, también llamado ALKAEST, viene a ser el ENS SEMINIS fecundado por el ENS
VIRTUTIS del fuego.
La humedad ígnea se le denomina también porque esa agua es el habitáculo del fuego. Ciertamente,
esa AGUA ARDIENTE o FUEGO HÚMEDO es capaz de disolver y coagular los metales viles en metales
sutiles. La humedad ígnea es el KUNDALINI.
El MERCURIO FILOSOFAL es aquel que ha recibido el AZUFRE y por tal motivo se le llama MERCURIO
AZUFRADO.
Es el Rey coronado con la Diadema Roja, el Maestro de Transmutaciones Metálicas. Este es el AVE
FÉNIX que renace de entre sus propias cenizas, es la SALAMANDRA que subsiste entre el fuego, el
Camaleón Universal que se reviste de innumerables colores, el MERCURIO AZUFRADO.
En realidad, el ARCHEUS (ANTIGUO) es el poder formativo de la Naturaleza, el poder que divide a los
elementos y los estructura en partes orgánicas. El ARCHEUS es el principio de la vida, la sustancia
primordial y única.
16
La Gran Obra
De esta figura, el Maestro Samael nos ofrece amplias explicaciones, especialmente en su libro El
Mensaje de Acuario, del cual extraemos estos párrafos:
“El rayo inefable entra en el Alma y se transforma en ella. EL se transforma en ELLA, y ELLA en EL. Lo
divino se humaniza y lo humano se diviniza. ¡ESTAS SON LAS NUPCIAS ETERNAS DEL ALMA Y DEL
CORDERO PASCUAL!
De estas BODAS DE ALQUIMIA, de esta mezcla de amor y paz, resulta eso que llamamos EL HIJO DEL
HOMBRE. El es el resplandeciente y luminoso YO SOY (EL SER), nuestro resplandeciente DRAGÓN DE
LA SABIDURÍA. EL ES el rico tesoro que nos trajo el Adorable…
Al que sabe la palabra da poder. Nadie la pronunció. Nadie la pronunciará, sino sólo aquél que lo tiene
encarnado.
Al banquete del Cordero Pascual asisten los convidados. En la mesa de los Ángeles resplandecen de
gloria aquellos que lo tienen encarnado. EL HIJO DEL HOMBRE resplandece con toda la potencia de su
gloria en el solemne banquete del Cordero Pascual.
En el Banquete del Cordero resplandecen como soles de amor, los rostros inefables de todos aquellos
Santos que lo han Encarnado. El blanco mantel inmaculado está teñido con la sangre real del Cordero
Inmolado.
Si quieres encarnar al Cordero, recuerda a cada instante tu propia miseria. Esa nada y el
reconocimiento de tu propio pecado y miseria, es el medio para que tu Dios que está a la espera, obre
dentro de ti mismo maravillas y prodigios.
El Cordero debe entrar dentro del Espíritu (Intimo) y dentro del Alma, y dentro del cuerpo del
Hombre.
Tu que arrojas tu corona a los pies del Cordero, recuerda que debes edificar tu Templo sobre la
PIEDRA VIVA, para que el Cordero entre a cenar contigo.”
En la misma obra que hemos citado, el Maestro Samael hace referencia a las palabras del Apocalipsis:
“Y delante del trono del Cordero (tanto en el cielo como en el hombre), había un mar de vidrio
semejante al cristal (el ENS SEMINIS). Y en medio del trono, y alrededor del trono (que está arriba y
abajo, en el Universo y en el Hombre), cuatro animales, llenos de ojos adelante y atrás.” (Los cuatro
animales que simbolizan toda la ciencia del Gran Arcano).
“Y el primer animal era semejante a un león (el Fuego Sagrado); y el segundo animal semejante a un
becerro (la Sal, es decir, la materia); y el tercer animal tenía la cara como de Hombre (el Mercurio de
la Filosofía Secreta, el ENS SEMINIS); y el cuarto animal semejante a un águila volando.” (el aire) Ap.
4:6,7
“El Fuego Filosofal –agrega el Maestro- debe buscarse en el ENS SEMINIS. Ese fuego, en sus
principios, no es más que una exhalación seca y terrestre, unida a los vapores seminales. Cuando el
Sacerdote aprende a retirarse del Altar sin gastar ni una sola gota del vino sagrado, entonces esa
exhalación seca y terrestre se transmuta en el rayo terrible del Kundalini. Al llegar a estas alturas,
recibimos la espada flamígera, el ENS SEMINIS fecundado por el Fuego se convierte en Maestro y
Regenerador del Hombre...
[…] El Cordero es UNIDAD MULTIPLE PERFECTA. Hay tantos corderos en el cielo, como hombres en la
tierra. Realmente cada hombre tiene su cordero. El Cordero no es el Septenario Teosófico. EL
CORDERO ES EL RAYO LOGOICO de donde dimana todo el Septenario Teosófico.
17
La Gran Obra
Cuando el Íntimo abre las Siete Iglesias, debe arrojar su corona a los pies del Cordero. El Íntimo es el
Espíritu, la Mónada, el SER.
El Íntimo no es el Cordero. El Íntimo emanó del Cordero. Cuando el iniciado pronuncia la séptima
palabra terrible del Gólgota, entrega su espíritu al Cordero y exclama: “Padre mío: en tus manos
encomiendo mi espíritu”.
Realmente, el Cordero que fue inmolado es digno de tomar el Poder, y Riquezas, y Sabiduría, y
Fortaleza, y Honra, y Gloria y Alabanza. El es el único digno de abrir el Libro y desatar los Sellos.
En los templos de Egipto cuando el recipiendario estaba a punto de sufrir las pruebas de la iniciación,
un sacerdote se acercaba a él y le murmuraba al oído esta frase misteriosa: “acuérdate que Osiris es
un Dios negro”.
18
La Gran Obra
Es el color simbólico de las tinieblas y de las sombras cimerias, el de Satán, a quien se ofrecían rosas
negras, y también el del caos primitivo, donde las semillas de todas las cosas se mezclan y confunden.
Es el sable de la ciencia hermética y el emblema del elemento tierra, de la noche y de la muerte.
En el color BLANCO, lo mismo que en el Génesis el día sucede a la noche, así la luz sucede a la
oscuridad. La luz tiene por signo el color blanco. Al llegar a este grado, aseguran los sabios que su
materia se ha desprendido de toda impureza y ha quedado perfectamente lavada y exactamente
purificada.
Los iniciados vestían de blanco, de igual manera se vestían los nobles. En Egipto los Manes vestían
también de blanco. Path el regenerador, llevaba una ceñida vestidura blanca, para indicar el
renacimiento de los puros, o de los blancos.
En hebreo, la palabra SCHHER caracteriza un color negro de transición, es decir, el profano busca la
iniciación. El Osiris negro que aparece el comienzo del ritual funerario, representa ese estado del alma
que pasa de la noche al día, de la muerte a la vida.
El color ROJO, símbolo del fuego, señala la exaltación, el predominio del espíritu sobre la materia, la
soberanía, el poder y el apostolado. La Piedra Filosofal, obtenida en forma de polvo rojo, volátil y
fusible, se vuelve idónea para transmutar en oro los metales vulgares.
Para dar una idea del alcance que toma el simbolismo de los colores, y en particular de los tres
colores mayores de la Obra, observemos que siempre se representa a la Virgen vestida de azul,
equivalente al negro; a Dios de blanco y al Cristo de rojo.
En Caldea, los zigurats, torres generalmente de tres pisos a cuya categoría correspondió la famosa
Torre de Babel, estaban pintados de tres colores: negro, blanco y rojo púrpura.
LOS REGÍMENES.
Un régimen es la manera de hacer vegetar, de mantener y aumentar la vida que la piedra recibe en el
momento de nacer. Es, pues, un modus operandi. Dice Filaleteo que el régimen de la piedra, es decir,
su cocción, contiene varias repeticiones de una misma manera de operar. La piedra necesita alimentos
para aumentar su fuerza, y este alimento debe ser graduado, es decir, cambiado en cierto momento.
Dice Fulcanelli:
“Ante todo, dadle leche. El régimen a base de carne, más sustancioso, vendrá después. Y no olvidéis
separar los excrementos después de cada digestión, pues vuestra piedra podría infectarse… Seguid,
pues, el orden de la naturaleza y obedecedla con la mayor fidelidad que os sea posible. Y
comprenderéis de qué manera conviene efectuar la cocción cuando hayáis adquirido un conocimiento
del régimen.”
“La tierra es negra, el agua es blanca, el aire se vuelve amarillento cuanto más se acerca al sol, el éter
es completamente rojo. También la muerte, según se dice, es negra. La vida está llena de luz, cuanto
más pura es la luz, más se aproxima a la naturaleza angélica, y los ángeles son puros espíritus de
fuego.”
Para conocer con mayor profundidad lo referente a los colores y regimenes de la Obra, nos referimos
al Tratado de Alquimia Sexual del V.M. Samael:
“Entre el negro de la piedra se esconde la blancura de la Luz. Esta primera fase de la piedra pertenece
al estado de putrefacción. Después la piedra se enrojece, se licua y se coagula antes de la verdadera
blancura. Innumerables colores aparecen en nuestra piedra filosofal antes de resplandecer. Después
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La Gran Obra
del color blanco, aparece el color grisáceo, este viene a ser la ceniza. Esta es la Sal de la alquimia. La
Sal se divide en Sal Fija y Sal Volátil.
Más tarde, después de siete destilaciones, aparece el Rey coronado con la diadema roja. El alquimista
tiene que surcar el lomo maligno de APESI, la serpiente tentadora del Edén.
El alquimista tiene que arrancarle el fuego al diablo. El alquimista tiene que arrancarle la blancura
inmaculada a las tinieblas. Tenéis que practicar Magia Sexual con la mujer para que vuestra Piedra
Negra resplandezca con el fuego y se haga luego blanca, inmaculada y pura. HAY QUE COCER,
COCER Y RECOCER Y NO CANSARSE DE ELLO.”
Explica también el M. Samael que la materia prima debe vivir el vía crucis, el dolor, el sacrificio y la
renuncia que lo llevará a la purificación. La primera etapa está simbolizada por el CUERVO NEGRO, el
color negro, Saturno, pues, como él mismo dice: “el Iniciado habrá de entrar en un franco trabajo de
muerte, tendrá que eliminar, destruir, desintegrar los elementos inhumanos que lleva en su cuerpo
astral, y eso es muerte, es podredumbre, hasta conseguir el color blanco que es fundamental.”
El color blanco está simbolizado por la PALOMA BLANCA. Por ellos a los Iniciados en Egipto se les
ponía el BA, o sea, la vestidura de lino blanco, para representar la castidad, la pureza.
Después, el tercer símbolo es el AGUILA AMARILLA, y recibe el Iniciado en este estadio el derecho de
utilizar la túnica amarilla. Finalmente recibe el púrpura o rojo, el FAISÁN ROJO que representa las
aguas fecundadas por el Azufre, por el FUEGO.
Cuando las aguas son fecundadas por el fuego, inician su ascenso a lo largo de la espina dorsal.
Entonces se dice que el Iniciado ha despertado el Kundalini, el Fuego.
Sobre el RÉGIMEN, los alquimistas dicen que la buena marcha de la Obra depende en gran manera
del régimen del fuego que se aplica. Obviamente no se trata del fuego vulgar sino del fuego sexual.
Dicen que debemos trabajar el Mercurio con un fuego constante, aéreo, no violento. Esto lo podemos
leer en el libro de la Filosofía Natural de los Metales de Bernardo Trevisano.
Algunos alquimistas hablaron, al referirse al régimen del fuego que era conveniente utilizar, lo
siguiente: “Es bueno comenzar la Obra en invierno, es decir, con fuego lento; reforzarla en verano, o
sea, aumentar más tarde el fuego en el trabajo; y recoger los frutos en otoño, para conquistar la
maestría más tarde.”
En el Tratado de Alquimia de Artefius, donde habla de los regimenes del fuego, leemos: “Es bueno
disolver en invierno (trabajar lentamente al principio para ver el color negro), cocer en primavera
(doblar el fuego para fecundar el Mercurio) y coagular en verano (fijar el Oro cuando la mezcla de
Mercurio y Azufre está debidamente refinada).”
Por grados del fuego no debe entenderse el aumento o disminución de la temperatura, sino el
aumento del FUEGO SECRETO de la materia mediante una digestión: a medida que la materia se hace
más fija, su fuego aumenta por grados que se miden por el color que toma esa materia. En este
sentido, afirman los Filósofos, se puede hablar de siete grados: el de Mercurio; el de Saturno; el de
Júpiter; el de la Luna; el de Venus; el de Marte; y el del Sol, a cada uno de los cuales corresponde su
color y metal.
Finalizamos transcribiendo las palabras del M. Samael sobre la evolución de los colores, de su
conferencia titulada El Arché:
“-Maestro Samael, ¿qué son los colores blanco y rojo que tanto aparecen en los textos de alquimia?
20
La Gran Obra
Son los colores que presenta el Mercurio cuando uno está purificando los cuerpos en el crisol. ¿Cuál
crisol? Pues el crisol sexual. Así, da un color negro primero, un color blanco después, luego prosigue
con el amarillo y culmina con el rojo. Ese es el simbolismo de los Reyes Magos, uno es blanco, otro es
negro y el otro es amarillo. Falta el rojo, el rojo falta para que todos ellos, los Reyes, puedan
levantarse.
La estrella que los guía es precisamente Stella Maris, que nos guía en el trabajo, es la que hace todo
el trabajo.
Obviamente si alguno quiere, digamos, convertir el cuerpo astral en un vehículo de oro puro, tiene
que dedicarse a eliminar el Mercurio Seco. Claro que todos los yoes sumergidos en el plano astral
surgen con una fuerza terrible, espeluznante, horrorosa, y se procesan dentro de su corrupción y
aunque los demonios atacan violentamente, se deben desintegrar.
Cuando ocurre esto se dice que uno ha entrado en el reino de Saturno, ha comenzado el trabajo de
fuego, de fuego negro, que corresponde a Saturno.
Cuando todos esos elementos comienzan a ser destruidos y desintegrados, el Mercurio del cuerpo
astral comienza a blanquearse. Pero, aunque ya se han destruido la mayoría de esos elementos
indeseables, el color blanco sólo cubre superficialmente el cuerpo astral. Luego hay que continuar el
trabajo con el mismo cuerpo astral, trabajando con el Mercurio astral, eliminando de este Mercurio el
Mercurio Seco y se llega de esta manera a poseer el color amarillo, el color amarillo de los grandes
misterios.
Cuando ya es de Oro puro, lo traga la Divina Madre Kundalini y se recibe la púrpura, la púrpura de los
Reyes.
Veamos, pues, los colores: negro, blanco, amarillo y luego la púrpura que equivale al rojo. El mismo
proceso se da para el cuerpo mental y para el causal.
No podría verificarse la resurrección del Cristo en el corazón del hombre, en tanto no estén esos
cuerpos todos convertidos en vehículos de Oro puro, que penetrándose y compenetrándose sin
confundirse, formen el famoso TO SOMA HELIAKON, el Cuerpo de Oro del Hombre Solar.
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La Gran Obra
Dice Fulcanelli:
El Mercurio es el principio volátil, representado por las aves. Lo encontramos en el agua en estado
visible, líquido; y en el aire en su estado oculto y gaseoso. En el organismo el Mercurio se manifiesta a
través del semen, en la sangre, en la médula, en el humor acuoso, los huesos, los músculos, etc.
La Sal es la sustancia de todas las cosas, el principio y el fin de todo lo existente. Ella obra sobre el
Azufre y el Mercurio y éstos la hacen volátil como ellos. La Sal, en compensación, los coagula y los
fija. La Sal, diluida en un licor adecuado, disuelve a su vez cosas sólidas y les da consistencia. La Sal
disuelve nuestros metales para elaborar con ellos el NIÑO DE ORO de la Alquimia Sexual.
La Tierra contiene al Fuego y el Agua contiene al Aire. Nuestra simiente contiene al Fuego y al Aire. El
éxito del alquimista está en unir el Aire con el Fuego. El Fuego, al ser separado de la Tierra, necesita
que el Aire lo mantenga vivo, entonces los cuatro elementos logran su estabilidad.
Precisamente para cristalizar la creación en el plano físico, fue necesario atrapar el Fuego en la Tierra
y el Aire en el Agua.
Para mayor claridad del papel de los cuatro elementos en las dos naturalezas, extraemos de la
conferencia “Alquimia Develada”, una recopilación gnóstica del Centro de Capacitación S.A.W. de
México 1986, el siguiente cuadro explicativo:
MATERIA PRIMERA
Única e Indestructible
FUEGO: AIRE:
Oculto, sutil Oculto, gaseoso
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La Gran Obra
Sobre las naturalezas propias del Mercurio y del Azufre, lo volátil y lo fijo, así como de las diferentes
representaciones que han recibido por parte de los Filósofos, detallaremos más adelante en el aparte
correspondiente a la unión de ambos elementos.
Si agregamos ahora las palabras del M. Samael de su obra Tratado de Alquimia Sexual:
“Todas las transmutaciones tátwicas son alquimia sexual. Todas estas transmutaciones tátwicas se
verifican en nuestro laboratorio orgánico cuando estamos practicando Magia Sexual…
El miembro viril en estado de erección hace aumentar el semen en los vasos de nuestras glándulas
sexuales. Así es como el calor del sexo actúa transmutando nuestra tierra individual en agua pura, es
decir, en semen cristónico.
Al refrenar el impulso sexual, esta agua se transmuta en los sutilísimos vapores seminales que
ascienden por nuestros dos cordones ganglionares hasta el cáliz del cerebro.
Después de cierto tiempo de digestión, las corrientes solares y lunares de nuestros vapores seminales
hacen contacto cerca del TRIVENI, sobre el hueso sacro, para que brote el Fuego Sagrado del
Kundalini.
Así es como Pritvi (Tierra) se convierte en Apas (Agua). Así es como Apas se transforma en Vayu
(Aire). Así es como Vayu se transmuta en Tejas (Fuego). Así es como nos hacemos maestros en
tatwas…”
El atanor contiene aceite, pues es obvio que la mujer nos concede sus energías para que, al mezclarse
con las nuestras en el acto de la sublimación sin eyaculación, fabriquemos la Piedra Filosofal, el Cristo
Intimo, envuelto y protegido con el To Soma Heliakón. Las mechas aluden a la cantidad de fuego que
utiliza el gnóstico practicante de la alquimia. En un principio, el fuego debe ser lento, con el propósito
de que el proceso interior del estudiante no se precipite y pueda evitar cometer errores que más tarde
serían incorregibles.
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La Gran Obra
“El Huevo Filosófico –dicen los Filósofos- contiene el germen del que nacen todas las cosas. El calor
de la incubación había de mantenerse en un atanor y horno alquímico a menudo representado y
construido en forma de torre almenada para proteger el huevo, depositado entre sus muros.”
La PIEDRA designa, en general, todo lo que es fijo y no se evapora mediante el fuego. La expresión
“Piedra de los Filósofos” suele designar la materia de la Gran Obra, expresión que no hay que
confundir con la de “Piedra Filosofal”, que designa el magisterio perfecto de los Filósofos.
“Comprended, pues, hermano mío, lo que dicen los sabios, al observar que conducen
sus águilas para devorar al León… Más, para perfeccionar nuestra obra, se necesitan
al menos SIETE ÁGUILAS, e incluso deberían emplearse hasta nueve. Y nuestro
Mercurio Filosófico es el PÁJARO DE HERMES, al cual se da también el nombre de
OCA o CISNE, y a veces el de FAISÁN.”
Filaleteo, Intruitus
A fin de señalar la violencia del combate que precede a nuestra conjunción, los sabios simbolizaron las
dos naturalezas con el ÁGUILA y el LEÓN, iguales en fuerza, pero de complexión contraria.
El León representa la fuerza terrestre y fija, mientras que el águila expresa la fuerza aérea y volátil.
Luego de la lucha, al perder el águila sus alas y el león su melena, ambos antagonistas no forman
más que un solo cuerpo, de cantidad intermedia y de sustancia homogénea, el MERCURIO
ANIMADO.”
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La Gran Obra
El ÁGUILA, nos dicen los Filósofos, equivale al Mercurio después de la sublimación. Se le llama así por
su volatilidad y porque, al igual que el águila devora otros pájaros, el Mercurio sublimado todo lo
devora reduciéndolo a su primera materia.
El LEÓN designa lo fijo o materia capaz de resistir la acción del Fuego. Dice Basilio Valentín:
“Atormentad al León hasta que desee su muerte. Haced lo mismo con el Águila hasta que llore.
Recoged las lágrimas del águila y la sangre del león y mezcladlas juntas en el vaso filosófico.” Todo
esto significa la disolución de la materia y su volatilización.
Es conveniente recordar el símbolo del Dragón, que con dos cabezas representa la unión de las dos
materias: Azufre y Mercurio. Nicolás Flamel dice al respecto: “Se simboliza a las dos materias con la
forma del Dragón debido a la fuerza y violencia que tienen ambas en su naturaleza.” Esto nos da una
idea de la pujanza del Fuego Sexual y del Mercurio de los Sabios.
El GRIFO, animal mitológico que aparece en el motivo que nos interesa, es un animal fabuloso con
cabeza y pecho de águila y el resto del cuerpo como un león. Es el símbolo de las dos naturalezas: fija
(León) y volátil (Águila), o sea, el azufre fijo y el Mercurio volátil. Este animal representa entonces el
producto de las dos naturalezas unidas conformando otra naturaleza coherente, indivisible y poderosa.
Este disolvente, también llamado ALKAEST, viene a ser el ENS SEMINIS fecundado por el ENS
VIRTUTIS del Fuego. Es por medio de este desposorio real que podemos disolver los metales viles o
yoes defectos y reducirlos a cenizas en el horno alquimista.
25
La Gran Obra
Un elemento fundamental en el grabado, así lo señala Fulcanelli, es el que ostenta el escudo, la rama
de roble. El roble posee un simbolismo idéntico al manzano, y de este último el M. Samael habla
profundamente en su obra Rosa Ígnea y nos dice que simboliza la FUERZA SEXUAL, agregando que:
“el manzano es la flor encarnada que la bestia devora. El manzano es el Cordero y es el cerdo de la
pasión animal.”
Esa rama de roble representa el Fuego de la Naturaleza que hace vegetar y crecer las cosas, es el
Disolvente Universal.
Otro aspecto que es importante comentar es la frase alquimista que dice que hay que saber extraer el
IMÁN del vientre de ARIES.
Sabemos que el IMÁN es también llamado NUESTRO ACERO. Es el título con el que los alquimistas
designan al Mercurio, para esconder la clave regia de los profanos y profanadores y para demostrar
que allí está la fuerza y el poder. Aries es el signo zodiacal que, según los autores, corresponde a la
fase alquímica de la CALCINACIÓN.
Añadimos finalmente algunas frases más del libro Rosa Ígnea del M. Samael respecto al simbolismo
del Cordero:
“La sangre del Cordero es el vino de luz del alquimista. La sangre del Cordero es tu semen.
Llena el cáliz, hermano mío, con la sangre del Cordero, para que se convierta en Santo Grial y tu
mente se cristifique.”
“Cuando uno no posee un Vaso Hermético, hay que conseguirlo para trabajar en la Gran Obra.
Muchas veces los códigos morales y los prejuicios y los temores constituyen un gran obstáculo para la
adquisición del Vaso Hermético.
El Vaso Hermético destruido, dañado, no le sirve al alquimista para su trabajo en la Gran Obra.
El Vaso Hermético es el YONI FEMENINO, tú los sabes.
En la sabia conexión del Lingam Generador con el Yoni femenino se encuentra la llave de todo poder.
Quienes derraman el Mercurio, no logran generar Electricidad Sexual Trascendente y fracasan en la
Gran Obra.
Derramar el Vaso Hermético equivale a paralizar todas las actividades del Misterio Veinticuatro.
El néctar de la Inmortalidad está contenido en el Santo Grial.
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La Gran Obra
El León Verde
El León Rojo
No es otra cosa que la misma materia o León Verde, llevada por determinados procesamientos a esta
calidad especial que caracteriza al ORO HERMÉTICO o LEÓN ROJO. Esto movió a Basilio Valentín a
darnos el siguiente consejo: “Disuelve y alimenta al verdadero León con la sangre del León Verde,
pues la sangre fija del León Rojo está hecha de sangre volátil del Verde, porque ambos son de la
misma naturaleza.”
“En todo caso es claro que la Gran Obra corresponde, ya dijéramos, a estadios más avanzados en este
camino, ¿no? Sobre todo, pues, ustedes están, dijéramos, elaborando el Fuego, PREPARANDO EL
FUEGO.
Algún día habrán ustedes conseguido la preparación completa del Fuego; entonces será cuando
podrán comenzar ya la Gran Obra.
Hablando desde el punto de vista alquimista, diría que ustedes (y me refiero a los hermanos que
están trabajando en la Forja de los Cíclopes) poseen lo que podríamos llamar en alquimia, el León
Verde. Obviamente, cuando empiecen a trabajar en la Gran Obra, ya tendrán entonces el León Rojo.
Pero, ¿qué se entiende por León Verde en la alquimia? EL FUEGO INCIPIENTE, sin desarrollo interior.
Y, ¿qué se entiende el alquimia por el León Rojo? EL FUEGO YA TOTALMENTE DESARROLLADO; el
azufre dijéramos, que simboliza el Fuego, ya completamente mezclado con el Mercurio, y que
cristaliza al fin.
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La Gran Obra
Es claro que sólo mediante el fuego desarrollado, sólo mediante esos poderes simbolizados por el
León Rojo, puede uno llegar a la transmutación alquímica del Fuego Rojo, puede uno llegar a
convertir los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser, en Oro Puro. Pero esos son estadios del
desarrollo interior, ya muy avanzados. Confórmense ustedes con el trabajo personal con el León
Verde, y estarán preparando sus fuegos para la Gran Obra.”
También en su libro Alquimia Sexual, el Maestro enseña que el León Rojo es el Oro Potable, el
Kundalini, el Fuego Sagrado que es necesario cocer y recocer tres veces para obtener la tintura
perfecta del Sol, el Fuego del cuerpo astral.
Dice también que el León Verde es el ÍNTIMO de cada cual, y que cuando estamos trabajando con
tintura de León Verde, nos asaltan los tenebrosos del abismo, y por eso vemos salir de la retorta su
negrura. Ya sabemos que quien va en busca de los leones Rojo y Verde, debe descender muchas
veces al abismo y ascender de nuevo.
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La Gran Obra
“Los griegos, instruidos por los hierofantes egipcios, representaban así también la Piedra Filosófica,
con uno o varios toros, como se ve también en la fábula del MINOTAURO CRETENSE.
El nacimiento segundo es un problema absolutamente sexual. El sagrado TORO APIS entre los
egipcios, debía ser joven, sano y fuerte para simbolizar la Piedra Filosofal.
Igual significación alquímica tuvieron los toros que Hércules robó a Gerión; el mismo símbolo está
incluido en la leyenda de los sagrados BUEYES DEL SOL que pacían tranquilos en la isla de Sicilia y
que fueron robados por Mercurio.
No todos los toros eran negros o blancos, pues algunos eran rojos como los de Gerión y como los
sacrificados por el sacerdote israelita, porque la Piedra Filosofal en cierto momento es roja y esto lo
saben bien todos los verdaderos alquimistas.”
“El famoso Buey Apis, tan adorado en los Misterios Egipcios, era el creador y el fiscal de la almas. El
BUEY APIS simbólicamente fue consagrado a Isis porque de hecho se halla relacionado con la Vaca
Sagrada, la Madre Divina, Isis, a quien ningún mortal ha levantado el velo.
Apis era el símbolo de la Luna, tanto a causa de sus cuernos en forma de creciente lunar, cuanto
porque, salvo el plenilunio, este astro tiene siempre una parte tenebrosa indicada por el negro de la
piel y otra resplandeciente, simbolizada por la mancha blanca.
APIS es la Materia Filosofal, el ENS SEMINIS, esa substancia semisólida, semilíquida, ese VITRIOL de
los alquimistas medievales.”
No obstante a aparente diferencia entre ambos alquimistas con respecto al simbolismo del Toro, el M.
Samael siempre mencionó la necesidad de transformar la Luna en Sol, pues dentro del Ens Seminis se
halla encerrado el Ens Virtutis del Fuego.
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La Gran Obra
XVIII. LA COHOBACIÓN
La absorción de los fijo por lo volátil se efectúa lenta y trabajosamente, para lograrla hay que repetir a
menudo la afusión del agua sobre la tierra, del espíritu sobre el cuerpo. Y sólo mediante esta técnica –
larga y fastidiosa- se llega a extraer la SAL OCULTA del LEON ROJO, con la ayuda del espíritu del
LEON VERDE.
El corcel de Notre-Dame es igual al Pegaso alado de la fábula (raíz fuente). Como él, arroja al suelo a
sus jinetes, llámense Perseo o Belerofonte. Es él quien transporta a Perseo por los aires hasta la
morada de las Hespérides, y hace brotar, de una coz, la fuente Hipocrene en el monte Helicón, fuente
que, según se dice, fue descubierta por Cadmo.”
“Separar la tierra del fuego, lo sutil de lo espeso, suavemente, con gran industria. El sube de la tierra
al cielo, u enseguida vuelve a bajar sobre la tierra, y recoge la fuerza de las cosas superiores e
inferiores. Así tendrás todas las glorias de mundo, por eso toda oscuridad se alejará de ti.”
“En este trabajo de alquimia, las sustancias espirituales se vuelven corpóreas, y las sustancias
corpóreas se vuelven espirituales.
Este es nuestro sagrado magisterio del Fuego.”
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La Gran Obra
De acuerdo con Fulcanelli en Las Moradas Filosofales, de la unión consumada de las dos naturalezas y
según ciertas reglas secretas que posteriormente el M. Samael nos vendría a develar, surge la doble
naturaleza, materia mixta que los sabios han llamado “andrógino” o “su hermafrodita” o el “espejo del
arte”, sustancia, dice el alquimista, a la vez positiva y negativa, que contiene su propio agente y que
es la base y el fundamento de la Gran Obra.
Entonces sabemos que el acontecimiento que marca el verdadero inicio de la Gran Obra es el
advenimiento del Fuego, que se produce de la unión del Azufre y del Mercurio filosófico. Por esta
razón es el ESPEJO el símbolo del inicio de la Obra. Importante aquí citar las palabras de Basilio
Valentín en su TESTAMENTUM:
“El cuerpo entero del Vitriolo debe reconocerse únicamente mediante un ESPEJO DE
LA CIENCIA FILOSÓFICA… Es un espejo en el que se ve brillar y aparecer nuestro
Mercurio, nuestro Sol, nuestra Luna…”
Finalmente, cada uno de los atributos del SER está representado en el Cuerno de la Abundancia,
como explica Fulcanelli.
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La Gran Obra
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La Gran Obra
“Esta agua coagulada, en forma de masa pétrea, es el Alkaest y el Disolvente Universal, el AGUA DE
SERPIENTES, el ALMA METÁLICA DEL ESPERMA SAGRADO, el Mercurio de la Filosofía Secreta,
resultante maravilloso de la transmutación sexual.
Los sabios se mostraron siempre muy reservados con relación al Mercurio Filosófico, cuyas fases
sucesivas el operador inteligente puede dirigir a su gusto.
El ALMA METÁLICA del esperma es el Hermes, el Mercurio Tintóreo que lleva en si mismo el ORO
MÍSTICO, de la misma manera que San Cristóbal lleva a Jesús y el Cordero su propio vellón.”
En esta lamina se nos presenta como principal elemento el REBIS hermético o naturaleza doble
ampliamente comentada en este trabajo, que se ve sometido al Régimen de Saturno que pasaremos a
explicar de acuerdo con los comentarios del M. Samael.
El RÉGIMEN corresponde al grado de temperatura o poder del fuego, aplicado al huevo filosófico
durante la cocción. Se dice que se aplican siete regimenes a dicha cocción, y el que nos interesa en
este momento corresponde a la esfera de Saturno.
“FERMENTATIO LAPIDIS IN ELIXIR”; hay que fermentar la piedra para construir el elixir.
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La Gran Obra
El anciano no es otro que nuestro MERCURIO, agente secreto del cual muchos bajorrelieves nos han
revelado la naturaleza, el modo de actuar, los materiales y el tiempo de preparación. En cuanto al
Palacio, representa el ORO VIVO o FILOSÓFICO, ORO VIL despreciado por el ignorante, oculto bajo
los harapos que lo ocultan de los ojos, aunque sea preciosísimo para el que conoce su valor.
Debemos ver en este motivo una variante de los leones verde y rojo en su sentido alegórico; del
DISOLVENTE y del CUERPO A DISOLVER. En efecto, el anciano, que los textos identifican con
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La Gran Obra
Saturno, el cual se dice devoraba a sus hijos, estaba antaño pintado de verde, mientras que el interior
visible del Palacio presenta una coronación purpúrea.”
Como dice Fulcanelli, vemos en esta lámina el mismo simbolismo de los leones verde y rojo, esto es,
lo que se refiere al Mercurio en estado incipiente, sin que haya sido fecundado por el Azufre,
simbolizado por el color verde y por el anciano; y al fuego desarrollado completamente, de coloración
roja, simbolizado por el Palacio.
Es por esto que esta lámina representa el primer paso en la práctica, la revelación de ese agente
capaz de reducir todos los metales vulgares a su primera materia, o, como dicen los alquimistas, dar
vida a los metales muertos.
Es, en otras palabras, el paso del Mercurio a una calidad ígnea que le da el Azufre y que le permite
operar sobre la naturaleza de los demás metales. En el sendero de la Iniciación, como se ha dicho,
llega un momento en que se produce el despertar maravilloso del Fuego, momento que marca el
verdadero comienzo de las operaciones de la Gran Obra, y que se alegoriza bellamente en esta
lámina.
En síntesis, esta lámina nos presenta la fase de la CONJUNCIÓN de las dos naturalezas, el azufre y el
mercurio, el FUEGO SEXUAL y el AGUA SEMINAL, mezcla paulatina que se realiza en el interior del
adepto a través del trabajo alquímico sexual. Esta unión se produce por medio de una “sal metálica e
incombustible”, la Tierra Filosofal, que les da corporeidad y permite disolver las cosas sólidas y los
metales.
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La Gran Obra
Sobre el duro combate al que se entregan los dos principios, sabemos que éstos, al igual que el
Cristo, deben resucitar en un cuerpo nuevo, claro, glorioso y espiritualizado, para lo cual les es preciso
ascender juntos su calvario, soportar los tormentos del fuego y morir en lenta agonía al final de una
dura batalla.
Las violentas tormentas y las grandes tempestades nos recuerdan al Omeyokan de los nahuas (Yoalli
Ehekatl), verdadera matriz de los mundos donde “sólo hay viento y tinieblas”, es el CAOS de donde
surgen las creaciones. Recordemos que así como es arriba es abajo.
El AGUA PÓNTICA de la que nos habla esta figura es otro de los nombre dados al Mercurio por los
sabios. Es una palabra que proviene del latín “pomexicis”, piedra volcánica poderosa que se conoce
como la piedra pómez. En sí misma el AGUA PÓNTICA es el agua que no moja las manos, el “acetum
acerrimum” o vinagre muy agrio mediante el cual, dicen los filósofos, se extrae de la cabeza del
cuervo (putrefacción) la verdadera “leche de la virgen” o mercurio, y el “elixir” o Piedra Filosofal para
la multiplicación.
Otra señal que nos muestra la relación de este motivo con el combate entre las dos naturalezas, es la
que ofrecen los vitrales del rosetón central de Notre Dame, que representan fielmente este medallón y
en los cuales se aprecia la coloración de los niños en disputa: uno es de color verde y el otro de un
gris violeta.
Terminando con las explicaciones concernientes al pórtico central de la Catedral de Notre Dame de
París, Fulcanelli nos explica de la siguiente forma lo relacionado con el doceavo y último medallón:
“Un guerrero deja caer su espada y se detiene, sobrecogido, ante un árbol al pie del cual aparece un
CORDERO y el árbol muestra tres enormes frutos redondos y, entre sus ramas, aparece la silueta de
un pájaro.”
El guerrero representa al iniciado, al adepto que busca cumplir con la penosa labor de Heracles, y se
ha encontrado con el Cordero, símbolo de la “sustancia adecuada” o MERCURIO AZUFRADO, la
materia preparada para redimir los pecados del mundo, el AGNUS DEI. Es la misma representación del
Vellocino de Oro y el ARBOL de los preciosos frutos del Jardín de las Hespérides.
Bien sabemos que una vez que se restaura el Fuego mediante el despertar del Kundalini, resta dar a
éste un impulso cada vez mayor, un refinamiento superior para que vaya cristalizando en los demás
cuerpos. En estos momentos, la labor apenas empieza, por ello cita Fulcanelli, a propósito de este
último medallón, al Cosmopolita:
“Después (el adepto) sólo tendrá que imitar a Saturno, el cual tomó diez partes de
esta agua, y seguidamente cogió el fruto del árbol solar y lo puso en esta agua.
Porque esta agua es el agua de vida, que tiene el poder de mejorar los frutos de este
árbol, de manera que, en lo sucesivo, no habrá ya necesidad de plantarlo ni de
injertarlo; porque ella podrá ahora, con su solo olor, dar a los otros seis árboles su
misma naturaleza.”
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La Gran Obra
La concordancia de mutación de los planetas metálicos entre sí aparece pues señalada, en el pórtico
de Notre Dame de la manera más formal. El motivo central simboliza el Sol, los florones de los
extremos representan a Saturno y a la Luna, después vienen, respectivamente, Júpiter y Mercurio, y
por último, a los lados del Sol, Marte y Venus.
La hilera que parece unir la circunferencia de los rosetones está formada por una sucesión de cuatro
cruces y tres báculos, uno de los cuales es de espiral sencilla, y los otros de doble voluta. La
circunstancia de que uno de los espacios, el de la izquierda, permanezca vacío, acaba de demostrar
que se quiso dar al conjunto un sentido simbólico y no puramente ornamental.
Las cuatro cruces representan, al igual que en la notación espagírica, los metales imperfectos; los
báculos de doble espiral, los metales perfectos, y el báculo sencillo, el Mercurio, semimetal o
semiperfecto.”
En alquimia, se nos explica, los metales pueden simbolizar tanto los elementos psicológicos que es
necesario desintegrar así como los colores de la obra. El arte enseña que en el trabajo debemos ver el
color plateado que representa el Mercurio, después debemos ver el negro de Saturno. Más tarde el
gris relacionado con Júpiter, luego el blanco de la Luna y en progresión aparecerá el color verde de
Venus, luego el amarillo naranja de Marte y finalmente el amarillo oro del Sol.
El Maestro Samael nos explica en su obra titulada Los Planetas Metálicos de la Alquimia lo siguiente:
“Si observamos detenidamente el orden de los mundos, vemos que el Sol está en el centro, él es el
que da vida a todos los planetas del sistema solar. Es mediante la alquimia sexual que se pueden
hacer transformaciones maravillosas. Ante todo, es bueno saber que estos planetas tienen sus
exponentes en nuestro propio sistema seminal y dentro de nuestro propio organismo aquí y ahora.
Saturno, el Anciano de los Días, mediante la alquimia sexual se convierte dentro de nosotros mismos
en la Luna, el niño de belleza inefable. ¿Por qué? Porque los dos extremos se corresponden exacta y
mutuamente.
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La Gran Obra
Marte se debe convertir en Venus. Ese Marte belicoso y terrible que todos cargamos en nuestras
propias profundidades, ese Marte guerrero y peleador, debe transformarse en la Venus del amor.
Y al fin queda en Sol como centro, dando vida a toda nuestra constitución interior. Estos planetas
metálicos, pues, están en nuestro caos metálico también, es decir, en el sistema seminal, en el Ens
Seminis.
Asombra sobremanera mis caros hermanos, como la alquimia produce en nosotros las permutaciones
de los planetas metálicos, la transformación de los metales de uno en otro, los cambios radicales que
originan una nueva criatura, trascendente y trascendental. ¿Cómo sería o de qué manera podrían
realizarse esas permutaciones metálicas dentro de nosotros mismos? Obviamente, sin el fuego
sagrado de la alquimia, sin el Sahaja Maithuna resultaría absolutamente imposible realizar cambios de
esta índole.
Otra connotación dada a los metales es la referente a los cuerpos internos. El Maestro Samael nos
habla de ésta en su obra Tratado de Alquimia Sexual, en el capítulo VI cuando escribe: “Los metales
son nuestros cuerpos internos que deben cristificarse con los elixires blanco y rojo.”
Nos explica como el primer metal que se transmuta en oro es el cuerpo físico, mediante la
restauración del fuego de Kundalini, y seguidamente se continúa el trabajo con el cuerpo etérico,
astral y mental. Del cuerpo físico extraemos el cuerpo de la Liberación; del cuerpo etérico extraemos
el cuerpo de Oro, que viene a compenetrar el cuerpo de la Liberación. Del cuerpo astral extraemos el
Niño de Oro de la Alquimia, que viene a reemplazar el cuerpo astral. Y del cuerpo mental extraemos la
Mente Cristo, que viene a reemplazar al cuerpo mental.
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La Gran Obra
humo de la llama, y lograr la VOLATILIZACIÓN, simbolizada por las palomas, del Mercurio Filosófico.
Tal como nos explica el Maestro Samael, esta fase de DISOLUCIÓN consiste en separar los sutil de lo
espeso, a fin de que el Mercurio pueda refinarse y fusionarse perfectamente con el Azufre, dando
origen a una materia única y excelente. En lo que se refiere a la SUBLIMACIÓN, ésta consiste en
refinar el acto sexual con la finalidad de obtener un trabajo de orden superior.
Esta lámina está estrechamente relacionada con la siguiente.
Cuando el Mercurio, (elemento fijo) se mezcla con el Azufre (elemento volátil), entonces penetramos
en el anfiteatro de las grandes realizaciones. Lo que hay que disolver es el Mercurio Seco, es decir, las
cristalizaciones negativas del ens seminis que advienen a nosotros cuando derramamos el licor
seminal. Este mercurio seco le da fuerza a cada agregado psicológico que llevamos dentro de nuestro
interior. Así mismo debemos separarnos del azufre venenoso que está representado en nosotros por
el fuego erótico, pleno de lujuria abominable.
El estudiante gnóstico debe coagular las virtudes en su interior. Tales virtudes son el fruto de la
profunda muerte mística en nosotros. Hay que coagular el oro en los cuerpos, decía el Maestro
Samael. Esto no es posible si antes no eliminamos el óxido que cargamos dentro. Este óxido
permanente es el resultado de nuestras bajas pasiones que no permiten que se fije el oro
transmutado. Durante todo el trabajo podemos sintetizar el esfuerzo del alquimista en esas dos
palabras: DISOLVER Y COAGULAR.”
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La Gran Obra
Los sabios, sabedores de que esta condensación del espíritu universal sólo podía producirse de noche,
a favor de las tinieblas, del cielo puro y del aire tranquilo, en la estación de la primavera terrestre, le
dieron el nombre de ROCIO DE MAYO.”
Algunos autores consideran que este Rocío de la Mañana, recogido en un tiempo adecuado, es la
materia prima de la Gran Obra y que en él se encuentra depositado el Espíritu Universal de la
Naturaleza. Otros filósofos dan este nombre a su Agua Mercurial sublimada en vapores en el vaso,
cuando vuelve a caer en el fondo en forma de rocío. Según Filaleteo, su rocío es su agua mercurial al
salir de la putrefacción.
Los baños alegóricos que nos mencionan los viejos alquimistas no vienen a ser más que llamados a la
transmutación. Se refieren a las múltiples uniones de la pareja alquimista para llegar a fecundar el
mercurio con el fuego.
Sobre la alegoría del baño del Rey, se dice que éste es un compuesto de “leche de virgen” y “mercurio
filosófico” en el que la materia prima es bañada en la fase del REBIS. Claramente se entiende que se
utiliza un lenguaje simbólico que hace referencia a la labor de la sublimación de la pareja.
Continuando con Fulcanelli este agrega: “En este Rocío de Mayo (Maya, Madre de Hermes), humedad
vivificadora del mes de María, la Virgen Madre, que se extrae fácilmente de un cuerpo particular,
abyecto, despreciado, se encuentra el más alto secreto de la obra, el VERBUM DIMISSUM de
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La Gran Obra
Trevisano, LA PALABRA PERDIDA de los francmasones medievales, la que todas las hermandades
secretas y herméticas esperaban descubrir de nuevo, y cuya búsqueda constituía el fin de sus trabajos
y la razón de su existencia.”
Definitivamente, como dice Fulcanelli, topamos con el Secretum Secretorum de los alquimistas, sobre
el cual todos juraron guardar el más absoluto silencio (de ahí las palabras de Fulcanelli cuando dice
“Quisiéramos decir más sobre este tema de extraordinaria importancia, pero existen límites
infranqueables...), mas es gracias a las enseñanzas del Maestro Samael que hemos podido llegar a
conocer este Misterium Magnum.
Sobre este tema profundizaremos más adelante en las explicaciones correspondientes a la lámina
XXXVII, El Rocío de los Filósofos.
Estas láminas correspondientes al Pilar de San Marcelo, encierran un conocimiento muy profundo en
cada uno de los símbolos que nos permiten observar, símbolos que trataremos de entender a la luz de
las explicaciones de Fulcanelli y de la gnosis.
Ubicándonos en el zócalo cúbico, en su lado derecho (lámina XXX-B), encontramos dos roeles en
relieve, de forma maciza y circular que vienen a representar las NATURALEZAS METÁLICAS (Sujeto y
Disolvente), con las cuales se inicia la Obra.
En la cara principal (XXX-A), las naturalezas aparecen representadas en forma de rosas de pétalos
soldados. Esta transformación indica que han sido debidamente sublimadas, purificadas, y que han
tomado una forma homogénea.
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La Gran Obra
En el lado izquierdo (XXX-C), los roeles se convierten en rosetas, como flores decorativas, pero con su
cáliz visible, lo cual indica que han adquirido cualidades que les permiten manifestar su principio
seminal.
Dirigiéndonos ahora al nicho es donde encontramos las explicaciones adicionales a la información que
nos proporciona el zócalo. En el nicho encontramos la unión de ambas materias en un solo
compuesto. Ese elemento es la SAL DE LOS FILÓSOFOS. Aparece entonces el Rey coronado en gloria,
que nace del Fuego.
En el nicho y principalmente en la lámina XXX-B, podemos ver únicamente la cabeza de este Rey,
emergiendo de las llamas purificadoras. Como nos explica Fulcanelli, gracias a un libro escrito en 1640
su autor dice que el Rey lleva una triple corona, que lamentablemente ahora es imposible de
reconocer.
De este mismo nicho y de entre las llamas emerge el dragón, símbolo viviente del poder del fuego,
que parece surgir del Rey, representando con esto la elevación de los principios puros del compuesto
filosófico. El animal estira sus poderosas garras para sujetar el atanor.
Finalmente, a cada lado del atanor, por debajo de las garras del dragón, aparecen las cinco unidades
que representan a la quintaesencia, que comprende los tres principios y las dos naturalezas, más su
totalización en el número diez, “en el que todo fine y se termina”.
“En las vértebras, alas y cola del animal –dice Fulcanelli- se hallaban varias franjas adornadas con
círculos llenos que se tocan con un punto en su circunferencia.” Estos círculos áuricos son la
representación alquimista del Rey de los Metales, el Oro, simbolizando así que el dragón es capaz de
realizar dichas transmutaciones.
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La Gran Obra
izquierdo, una nube violeta sobre campo de plata, y tres flechas de este mismo color, con plumas de
oro y apuntando al abismo. En la punta derecha tres serpientes de plata sobre campo de sinople.
Este bello emblema es tanto más importante para nosotros cuanto que revela los secretos relativos a
la extracción del Mercurio y a su conjunción con el Azufre, puntos oscuros de la práctica, sobre los
cuales han preferido todos los autores guardar un silencio religioso.”
Prácticamente todos los símbolos del escudo hacen alusión a un trabajo de tipo sexual. En él
encontramos, por ejemplo, las serpientes, el matraz y las espigas de trigo que nos recuerdan el
trabajo con la simiente. Así mismo podemos comprender en los símbolos que componen el escudo, la
necesidad del sacrificio conciente y de los padecimientos voluntarios, único medio posible para
despertar el Fuego. Las flechas que señalan hacia el abismo se refieren a la necesidad de refinar el
trabajo en la novena esfera, y finalmente sobra decir que si apelamos al lenguaje numérico,
encontraremos muchas correspondencias con los números 3, 7 y 9.
Entramos ahora al estudio de los jeroglíficos alquímicos propios de la Catedral de Amiens. Ante estos,
Fulcanelli inicia sus explicaciones por el llamado “Pórtico del Salvador” con el siguiente comentario
sobre el Fuego de Rueda:
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La Gran Obra
Es así como podemos descubrir en las fachadas de las catedrales góticas, la sucesión de los colores de
la obra, desde el color negro, simbolizado por la ausencia de luz, pasando por el color intermedio o
blanco, hasta llegar a la perfección simbolizada por el color rojo de la luz rubicunda.
Agrega Fulcanelli a las explicaciones: “El rosetón central, en la edad media, se llamaba “ROTA”, LA
RUEDA. Los decoradores medievales trataron de reflejar en sus rosetones los movimientos de la
materia excitada por el fuego elemental.”
Otra característica aún más clara de las propiedades de esta sustancia aparecía, según nos dice el
alquimista, en algunos rosetones como una figura radiada de seis puntas llamada ESTRELLA DE LOS
MAGOS, reproducción del Sello de Salomón, que nos recuerda la Estrella de Belén. Esta estrella viene
a ser el símbolo del Logos Solar, su triángulo superior representa al Azufre y el inferior al Mercurio.
Este signo es el astro que guía al alquimista y le anuncia el nacimiento del Salvador Interior.
“Un personaje de cabeza descubierta, imberbe y tonsurado, clérigo o monje, vestido con un traje que
le llega a la mitad de las piernas, provisto de capucho. Arroja a un lado las botas y parece alejarse de
una vieja iglesuca.
Expresa la terminación de la Obra. La iglesia es más bien un atanor, y su campanario, que contradice
las reglas más elementales de la arquitectura, el horno secreto que encierra el huevo filosofal. Este
horno está provisto de aberturas a través de las cuales observa el artífice las fases del trabajo.
Estas razones nos hacen pensar que el motivo de Amiens es fruto del simbolismo hermético y
representa la COCCIÓN; así como el aparato ad hoc. El alquimista señala con la mano derecha el saco
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La Gran Obra
En síntesis, esta lámina expresa trabajos que deben ser realizados en el Laboratorium Oratorium del
Tercer Logos. Más amplias explicaciones de este trabajo se encuentran en la lámina V de este
material.
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La Gran Obra
Este gallo, por muy volátil que sea, puede convertirse en el FENIX. Antes, empero, debe tomar el
estado de fijeza provisional que caracteriza el símbolo del raposo, nuestra zorra hermética.
Es importante saber, antes de emprender la práctica, que EL MERCURIO CONTIENE EN SI TODO LO
NECESARIO PARA EL TRABAJO.
“¡Bendito sea el Altísimo –exclama Geber- que creó este Mercurio y le dio una naturaleza
a la cual nada puede resistirse! Pues sin él, por mucho que hiciesen los alquimistas, su
labor sería inútil.”
Esta agua seca, que no es otra cosa que la energía sexual, las aguas de vida o Mercurio, puede llegar
a fijarse gracias a la acción del fuego largo y constante, durante el acto mágico de la pareja
alquimista. Así, como dice Fulcanelli, “el agua se ha convertido en tierra (sal) y el mercurio en azufre.”
Todos estos procesos de la acción del fuego sobre las aguas se explican en la alquimia cuando se
habla de la necesidad de que la zorra adquiera la complexión, las alas y la cola del gallo, o sea, de
que los elementos fijos se volatilicen y que los volátiles se fijen, trabajo que se realiza a través de
varias reiteraciones de la misma técnica de exposición al fuego.
Entonces, como dice Fulcanelli, “el gallo, atributo de San Pedro, PIEDRA VERDADERA y fluyente sobre
la que descansa el edificio cristiano, EL GALLO HABRÁ CANTADO TRES VECES. Pues él es el primer
apóstol, quien posee las dos llaves enlazadas, de la solución y de la coagulación (Solve et Coagula), es
el símbolo de la piedra volátil que el fuego convierte en fija y densa al precipitarla. Nadie ignora que
San Pedro fue crucificado CABEZA ABAJO.”
Estas son las tres reiteraciones u operaciones sucesivas, representadas por los tres cantos del gallo,
haciendo clara referencia a las tres purificaciones del Mercurio, o tres calcinaciones por el hierro y por
el fuego. Como dice el Maestro Samael, “Todo este trabajo de la Gran Obra consiste en la preparación
del Mercurio.”
Estas tres calcinaciones se corresponden con los trabajos de la primera y la segunda montañas y
parte de la tercera, hasta llegar a la resurrección del Cristo en uno, representada por el Ave Fénix. El
símbolo de estas tres calcinaciones del Mercurio lo encontramos así mismo en los tres clavos de la
cruz del Cristo.
Por esto dice el Maestro Samael: “Así como Moisés levantó la serpiente sobre la vara, y ella se
convirtió en la vara misma, así también, lo que necesitamos es levantar la vara dentro de nosotros
mismos. EL HIJO DE LA VARA ES EL CRISTO INTIMO.”
Finalmente, sobre el simbolismo del apóstol Pedro, sabemos que es completamente sexual, sin
embargo preferimos de nuevo citar al Maestro Samael: “Pedro, el amado discípulo de nuestro señor el
Cristo, tiene como evangelio al Gran Arcano, a los Misterios del Sexo”; y sus dos llaves, las llaves del
reino, una de oro y otra de plata, hacen referencia al Mercurio y al Azufre, elementos que deben ser
conciliados mediante la Sal sublimada.
“El segundo trébol de cuatro hojas, colocado inmediatamente debajo de aquél, nos muestra unos
árboles muertos, con sus nudosas ramas torcidas y entrelazadas, bajo un firmamento deteriorado,
pero en el que se distinguen todavía las imágenes del Sol y de la Luna y de algunas estrellas.
Ese tema hace referencia a las materias primas del Gran Arte, planetas metálicos a los que el fuego,
nos dicen los filósofos, ha causado la muerte, y a los que la fusión ha hecho inertes, sin poder
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La Gran Obra
Este texto es claro, pero, ¿preferís el lenguaje simbólico? Haymon nos da un ejemplo cuando
dice:
“Para obtener el primer agente, hay que trasladarse a la parte posterior del mundo,
donde se oye el retumbar del trueno, soplar el viento, caer el granizo y la lluvia; allí se
encontrará la cosa, si uno la busca.”
Flamel escribe:
“Hay una piedra oculta, escondida y enterrada en lo más profundo de una fuente, la cual
es vil, abyecta y en modo alguno apreciada; y esta cubierta de fiemo y de excrementos, a
la cual, aunque no sea más que una, se le dan toda clase de nombres.”
Se refiere el texto al proceso de la REINCRUDACIÓN, que consiste en regresar a la vida los metales
que han sido trabajados, procedimiento que se lleva a cabo gracias al Mercurio, entendiéndose como
el regreso a la novena esfera.
La incógnita que plantea Fulcanelli sobre el agente secreto mediante el cual se lleva a cabo esta
reincrudación o recrudecimiento, se nos presenta en el lenguaje velado con que nos habla el gran
alquimista.
El CAOS METÁLICO no es otra cosa que la NEBULOSA o ARCHE del que el Maestro Samael nos ha
hablado.
“En el Arché del Microcosmos, de donde salen los cuerpos superiores existenciales del Ser, hay Sal,
Azufre y Mercurio, y en el Arché del Macrocosmos también hay Sal, Azufre y Mercurio.
De la Nebulosa, del Arché Macrocósmico, de allí, salen las unidades cósmicas, los mundos. Aquí abajo
es igual que arriba, para que los mundos salgan se necesita la nebulosa, y para que eso suceda se
necesita la materia prima que es el Arché, que es una mezcla de Sal, Azufre y Mercurio, y de ella
surge, como allá arriba los mundos, los cuerpos superiores existenciales del Ser. Lo que GADU hizo en
el Macrocosmos, nosotros lo tenemos que hacer aquí en pequeño, porque tal como es arriba es abajo.
Así es como vienen a surgir los cuerpos superiores existenciales del Ser.”
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La Gran Obra
Esta es la piedra oculta, abyecta y vil de que nos habla Nicolás Flamel. Es el CAOS DE LOS SABIOS, en
el cual, como nos agrega Fulcanelli en Las Moradas Filosofales, los cuatro elementos están
encerrados, pero confusos y desordenados. Es nuestro anciano y el Padre de los Metales. “La materia
preparada, la cual contiene todos los elementos necesarios para nuestra obra, no es más que una
tierra fecundada en la que reina aún alguna confusión; una sustancia que tiene en sí luz esparcida,
que el arte debe reunir y aislar imitando al Creador. Es preciso que mortifiquemos y descompongamos
esta tierra, lo que equivale a matar el Grifo y a pescar el pez, a separar el fuego de la tierra, lo sutil de
lo espeso, “suavemente, con gran habilidad y prudencia”, según enseña Hermes en su Tabla de
Esmeralda.”
Trabajad de día si así os place, pero no os echéis la culpa si vuestros esfuerzos acaban siempre en
fracaso. La diosa Isis es la madre de todas las cosas, es la dispensadora de la Revelación y de la
Iniciación. Y la Virgen es representada de pies sobre la media luna y siempre vestida de azul, color
simbólico del astro de la noche.”
“POST TENEBRAS LUX. No lo olvidemos. La luz sale de las tinieblas; está difusa en la oscuridad, en la
negrura, como el día en la noche.
De la oscuridad, del CAOS, fueron extraídas la luz y sus radiaciones reunidas, y si el día de la creación,
el Espíritu Divino se movía sobre las aguas del abismo –SPIRITUS DOMINI FEREBATUR SUPER
AQUAS-, este espíritu invisible no podía ser al principio distinguido de la masa acuosa y se confundía
con ella.”
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La Gran Obra
Ya que lo que deseamos provocar en nuestro propio interior es una generación, nos vemos
necesitados de la ayuda de la naturaleza y para ello es necesario permitirle que aplique sus leyes.
En este momento resulta oportuno citar las palabras del Maestro Samael, de su conferencia El Diablo
y Lucifer:
“... en el esoterismo gnóstico aparece una mujer, una virgen, una inefable divina vestida con túnica
azul, que simboliza la noche, parada sobre la luna; hay que saber entender; esta luna representa al
sephirote Jesod, ellos significa, la fuerza sexual, y en cuanto a la túnica de ese color, representa la
noche en que se desarrollan los grandes misterios de la vida y de la muerte.
Me limitaré a decir –continúa diciendo el Maestro- que solamente en la noche se trabaja con la
energía creadora del Tercer Logos, jamás he mentido, es decir, el trabajo en el Laboratorium
Oratorium del Espíritu Santo, se debe hacer en las horas nocturnas; el Sahaja Maithuna, hablando en
otros términos, sólo debe practicarse en las tinieblas de la noche, porque el día, el Sol, es el opuesto
de la generación...
Quien quiera buscar la luz debe pedírsela al Logos, que está detrás del Sol que nos ilumina, en la
noche profunda, eso es obvio.
... De manera que por disposición de los mismos órganos de la naturaleza, la fecundación se realiza
siempre en las tinieblas. Así también el sabio debe trabajar entre la oscuridad y el silencio augusto del
pensamiento, para poder un día llegar a la autorrealización íntima del Ser. La noche, eso es lo que nos
indica esa virgen de la Inmaculada Concepción parada sobre la Luna y vestida con la túnica azul.”
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La Gran Obra
Además del simbolismo propiamente del Santiago Interior, sabemos, por las referencias tanto de
Fulcanelli como del Maestro Samael, la importancia y significado del Camino de Santiago.
Este camino, largo y peligroso, es un camino simbólico que precisa de una “vigilancia sin tregua del
recipiente, la materia y el fuego”. Consiste en la preparación delicada de la materia prima o Mercurio,
que ha sido velada tras la peregrinación alegórica a la ciudad de Compostela, la tierra misma del
sujeto filosófico.
“Pues bien, utilizando la VÍA SECA, representada por el camino terrestre que sigue, al partir, nuestro
peregrino (el Mercurio en su preparación), se consigue exaltar poco a poco la virtud difusa y latente,
transformando en actividad lo que no era sino potencia.
La operación está terminada cuando aparece en la superficie una estrella brillante, formada por rayos
que emanan de un centro único, prototipo de las grandes rosas (rosetones) de nuestras catedrales
góticas.”
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La Gran Obra
Finalmente transcribimos las palabras del Maestro Samael sobre el simbólico camino:
“Nicolás Flamel, el gran alquimista medieval, tuvo a Santiago de Compostela como Patrón de la Gran
Obra. En el Camino de Santiago de Compostela hay una calle que llaman “de Santiago”, y también allí
hay una caverna que le llaman “la cueva de la salud”. Por la época en que la gente hace
peregrinaciones hacia donde está Santiago de Compostela, por esa misma época se reúnen los
alquimistas (en tal cueva), los que están trabajando en la Gran Obra.
Así pues, mientras las gentes están rindiendo un culto (exotérico digamos) a Santiago de Compostela,
los alquimistas y cabalistas están reunidos en mística asamblea para estudiar la cábala, la alquimia, y
todos los misterios de la Gran Obra. Vean ustedes los dos aspectos (exotérico y esotérico) del
cristianismo. Indudablemente, todo esto nos invita a la reflexión.”
Como nos explica Fulcanelli el mito de Tristán de Leonis lleva, en su combate contra Morlot, al que
finalmente mata, la significación alquímica del combate de las naturalezas o cuerpos químicos, Azufre
y Mercurio, para llegar a integrarse en el compuesto o DISOLVENTE SECRETO.
Históricamente este combate alquímico ha dado lugar a numerosas representaciones del mismo;
Cadmo, clavando la serpiente en un tronco; Apolo, matando con sus flechas al monstruo Pitón; Jason,
matando al dragón de Colquida; Horus, combatiendo al Tiphon; Hércules, cortando las cabezas de la
Hidra; y Perseo las de la Gorgona; o San Miguel, San Jorge y San Marcelo, abatiendo al dragón; el
mismo combate de la zorra y el gallo de los motivos de Parísw, etc.
Este disolvente (ARCHE) posee la propiedad de rejuvenecer o recrudecer los metales a su primera
materia, es decir, a su estado primitivo, representado por los filósofos con el rejuvenecimiento del
Rey, y personificado en este motivo por Tristán, sobrino del Rey Marc.
En el motivo, Tristán e Isolda aparecen mayormente destacados que el Rey, quien está oculto entre la
fronda del árbol del cual nace la piedra. Esto es así porque el compuesto, representado por los
personajes de Tristán e Isolda, adquiere mayor grado de superioridad en su refinamiento, que la
prima materia que lo originó, representada por el Rey Marc.
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La Gran Obra
Aunque ya hemos hablado del Vaso de la Gran Obra anteriormente, es bueno citar algunos conceptos
más en este momento.
El Vaso o MATRAZ representa el horno interior en el que la materia filosofal es sometida a la acción
del fuego. Como bien sabemos, ese vaso no es otra cosa que la mujer, quien en su unión con el varón
en la Magia Sexual, sellan herméticamente dicho aparato para proceder a la sublimación mediante el
fuego.
Finalmente agregamos a estas explicaciones que en sí misma la palabra VASO proviene del griego, “el
cuerpo”, y es una palabra que a su vez deviene de otra cuyo significado es EL UTERO.
Esta vasija es también llamada, en lenguaje oculto EL HUEVO FILOSÓFICO o LEÓN VERDE,
entendiéndose por el término “huevo” el compuesto colocado en un vaso adecuado y dispuesto a
sufrir las transformaciones por acción del fuego.
En los trabajos de purificación, este simbólico vaso aparece convertido en fino ALABASTRO
(ALABASTRUM: albo astro). Este Alabastro o Vaso de Alabastro Fino representa, como nos enseña el
Maestro Samael, al Maestro Resurrecto o Mercurio ya purificado.
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La Gran Obra
Offerus (nombre original del gigante), preguntó al niño: “¿Por qué te haces tan pesado? Me parece
como si transportara al mundo.” El niño le respondió: “No solamente transportas el mundo, sino a
Aquel que hizo el mundo, Yo Soy el Cristo, Tu Dios y Señor.”
Y desde entonces fue conocido por Cristóbal, y recorrió la tierra para enseñar la Palabra de Cristo.
Como nos explica Fulcanelli, la característica más valiosa, desde el punto de vista hermético, de este
motivo es que el artista que lo realizó, colocó al gigante con los pies dentro del agua y lo vistió con un
lienzo ceñido por un ancho cinturón al nivel del abdomen. Este cinturón es lo que le da a San Cristóbal
su carácter hermético.
El cinturón de Offerus aparece hilvanado a rayas entrecruzadas, semejantes a las que presenta la
superficie del disolvente cuando ha sido canónicamente preparado. Tal es el signo que todos los
filósofos admiten para señalar, exteriormente, la virtud, la perfección y la extraordinaria pureza
intrínseca a su sustancia mercurial.
El trabajo del arte consiste en animar este Mercurio hasta que aparezca revestido del indicado signo;
LA ESTRELLA DE LOS MAGOS.
Hablan los filósofos con claridad cuando dicen que el Mercurio, una vez efectuada la Disolución, lleva
al Niño, el HIJO DEL SOL, el pequeño Rey, como una verdadera Madre, ya que, efectivamente, EL
ORO RENACE EN SU SENO. “El viento –que es el Mercurio alado y volátil- lo ha llevado en su vientre”
nos dice Hermes en su Tabla de Esmeralda.”
En relación a este maravilloso emblema, encontramos en la conferencia titulada “La Gran Obra” del
Maestro Samael lo siguiente:
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La Gran Obra
“¿Saben ustedes qué es el San Cristóbal? CRISTO-BAL, CRISTO-VA: el hombre que lleva el Cristo
dentro, el Cristificado.
CRISTÓFORO (CRISOFO) deviene de una raíz que es símil de San Cristóbal; de aquel que lleva
(adentro) el Oro Naciente.
Tal ORO NACIENTE resulta, pues, del ascenso del Mercurio de la Filosofía Secreta. Tal Mercurio es el
Ens Seminis.
CRISTOFORO (CRISOFO), aquel que ya logró, dijéramos, lo FIJO por lo VOLÁTIL. Lo FIJO es el
Sulfato, el Azufre, mejor dijéramos, de la Filosofía Secreta (El Fuego). Lo VOLATIL significa,
dijéramos, el MERCURIO ESPIRITUAL. El Azufre está representado por el águila. El Azufre es el Fuego,
la Divina Madre Kundalini, y lo Volátil es el Mercurio, o sea, el Tercer Logos.
Cuando ya la Divina Madre Kundalini (la Serpiente) ha sido tragada por el Águila, que es el Tercer
Logos, entonces es la Serpiente Emplumada de los misterios; entonces tenemos al San Cristóbal: el
hombre que carga al Cristo adentro.
Eso es lo que necesitamos, que cada uno de nosotros se convierta en un San Cristóbal...”
Para finalizar, sabemos por medio de Fulcanelli, que de acuerdo a la cábala fonética, y conforme a la
doctrina hermética, se dice Cristóbal en vez de Crisofo: que lleva el Oro. Según Aristóteles, el Mercurio
tiene por color emblemático el gris o el violeta, lo cual explica el color gris de las estatuas de San
Cristóbal.
El propio Jasón estaba representado al pie de un roble pero esta parte de la composición, sin duda
poco adherente, se despegó del resto.”
Este pellejo o Vellocino de Oro se presenta aquí en sus dos aspectos, que sin embargo poseen una
misma naturaleza. Es la representación de la materia o Mercurio, en este caso simbolizada por el
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La Gran Obra
Roble, y también aparece la materia en su forma de resultado final, llamada Piedra Filosofal, o Piedra
que Lleva el Sol, simbolizada en la imagen por el Cordero.
Es por esta razón que existe una estrecha afinidad que une al Roble con el Cordero; a San Cristóbal
con el Niño Rey, al Buen Pastor con la Oveja.
Como se explicó en la lámina IX, sobre la preparación del Disolvente Universal, es la imagen del
Cordero la que en aquel motivo nos da la clave. Es este Cordero en su representación del Mercurio o
Materia Prima que le permite, en su preparación, llegar a convertirse en el Mercurio Azufrado o
Disolvente Universal.
Es por ello que los Filósofos han dicho que extraen su ACERO del vientre de ARIES, Acero al que
también llaman su IMÁN. Este Acero o Imán no es otra cosa que el Mercurio, Materia Prima de la Gran
Obra. Bien sabemos que ambas sustancias, la Materia Prima o Energía Seminal y el Disolvente
Universal o Mercurio Azufrado, la energía fecundada por el Fuego del Kundalini, se diferencian
únicamente por su pureza, calidad de fijación y su madurez.
“El enigma (de esta credencia del siglo XVI) se compone de dos
términos: RERE y RER, que parecen desprovistos de todo sentido y se
repiten tres veces sobre el fondo cóncavo del nicho.
En otras palabras diremos que una vez que se ha logrado reunir las
cualidades fijas del Azufre y las volátiles del Mercurio por medio de la
Sal, este MERCURIO AZUFRADO o AZUFRE MERCURIAL, que no es
otro que el ARCHE, debe llegar al estado de la multiplicación,
adquiriendo las virtudes propias de la PIEDRA FILOSOFAL, para
posteriormente, mediante mayores trabajos representados por la
tercera reiteración, lograr el peldaño de la Proyección, cuando la
Piedra (el Cristo Íntimo revestido con sus Cuerpos de Oro) puede
llegar a proyectar su fuerza en cualquier plano de manifestación.
“RERE equivale a REBIS, RE, hablativo del nombre latino RES, significa
cosa, considerada en su materia, y RERE sería la suma de RE, una cosa, más RE, otra cosa; podemos
traducirla como dos cosas en una, o bien, una cosa doble.
RERE o REBIS sería una materia seca, ORO FILOSÓFICO; y una materia húmeda, MERCURIO
FILOSÓFICO.
Ahora, las letras RER contienen un secreto de capital importancia y que hace referencia al Vaso de la
Obra. RER sirve para cocer, para unir radicalmente, para provocar las transformaciones del compuesto
RERE.
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La Gran Obra
R, que es la mitad de RE, significaría una mitad de cosa, de materia. RER equivale, pues, a una
materia aumentada con la mitad de otra o de la suya propia.
Buscad ante todo RER, es decir, EL VASO. RERE os será, después, fácilmente cognoscible.”
Como nos dice Fulcanelli, es necesario conseguir primero el principio RER, esto es, complementar el
trabajo con la pareja, complementar el laboratorio alquimista de tal manera que la pareja, en la
práctica de la Magia Sexual, encuentre en sí misma el complemento necesario para elaborar el
compuesto a partir del principio RERE. Ese Vaso tan necesario para llevar a cabo la cocción de los
principios y disolverlos para luego volverlos a coagular hasta que adquieran la textura definitiva y su
fijeza a través de la Sal.
Para ello, como ya bastante lo ha recalcado el Maestro Samael, el VASO debe estar herméticamente
cerrado, para que el Fuego sea constante.
Es la fórmula tradicional que encontramos a menudo en los tímpanos de los pórticos románicos. Jesús
aparece sentado, con la mano izquierda apoyada en un libro y la derecha en ademán de bendecir, y
separado de los cuatro animales que le sirven de acompañamiento por la elipse llamada Almendra
Mística.”
También es importante recordar, a propósito de esta imagen, la cita que hiciéramos en las
explicaciones de la lámina IX, extraídas del libro El Mensaje de Acuario del Maestro Samael:
“Y delante del trono del Cordero (tanto en el cielo como en el hombre), había un mar de vidrio
semejante al cristal (el Ens Seminis). Y en medio del Trono (que está arriba y abajo, en el Universo y
en el Hombre), cuatro animales, llenos de ojos adelante y atrás.” (Los cuatro animales que simbolizan
toda la ciencia del Gran Arcano).
“Y el primer animal era semejante a un León (el Fuego Sagrado); y el segundo animal semejante a un
becerro (la Sal, es decir, la Materia); y el tercer animal tenía la cara como de hombre (el Mercurio de
la Filosofía Secreta, el Ens Seminis); y el cuarto animal semejante a un águila volando (el aire).” (Cita
del Maestro Samael sobre el Apocalipsis de San Juan, Cap. 4:6,7)
En síntesis, este tímpano representa a los cuatro elementos de la naturaleza, que al final de cuentas
se reúnen en la imagen del Cristo, materia o compuesto refinado hasta ser convertido en la PIEDRA
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La Gran Obra
FILOSOFAL. Este Cristo es el CORDERO, el AGNUS DEI que quita los pecados del mundo mediante el
Fuego, pues es el único elemento capaz de reducir a todos los demás metales hasta su materia prima.
Hasta aquí los comentarios y explicaciones a la obra de Fulcanelli, El Misterio de las Catedrales.
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