Ojosamarillos PDF
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Inspiración gatuna
Análisis de los textos: Ojos amarillos de Ricardo Mariño y Hay que enseñarle a
tejer al gato de Ema Wolf
(…) el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata
viva,
desde la noche hasta sus ojos de
oro.
Neruda, Pablo, Oda al gato.
Como inspiración de escritores, los gatos al igual que otros animales han sido
protagonistas de muchos cuentos infantiles, convirtiéndose en personajes inolvidables
como el gato con botas o los gatos en Alicia en el país de las maravillas. Ricardo
Mariño y Ema Wolf recuperan esa tradición del cuento popular, del cuento con animales
y hacen al gato el protagonista sus historias en Ojos Amarillos y Hay que enseñarle a
tejer al gato. Veremos, entonces, cómo los autores que elegimos se valen de ciertas
características en torno al gato para construir y narrarnos dos historias: una fantástica,
inspirada en la superstición del gato negro y otra humorística, que se nutre de las más
graciosas características gatunas y otros estereotipos humanos.
Nos encontramos en esta novela corta con todos los ingredientes ideales para
entrar en el mundo de lo fantástico, ya que como afirma Sibers “visiones de pesadilla y
superstición forman la sustancia” (1988: 59) de este género. Para comenzar se presenta
una primera persona singular que dota de verosimilitud a la historia que se va a contar.
El narrador nos genera intriga al afirmar que le ha sido difícil decidirse a escribir los
hechos ocurridos y queremos saber qué hay de secreto, oculto, particular en ellos. Y nos
sitúa en una escena digna de película de suspenso- terror: la oscuridad de la noche, el
miedo, un grito ahogado y una pesadilla.
Así como el mal de ojo era relacionado en la Edad Media a las brujas también en
relación a éstas surge otra superstición: la del gato negro. En esa época, se los
“consideraba mascotas de las brujas y (…) se sospechaba que podían comunicarse con
sus dueñas” e incluso que “eran verdaderas brujas disfrazadas” (Kronzek A. y Kronzek
E., 2001: 141) Pero retomando el relato, aún no sabemos que la mirada es de un gato,
por el momento sólo tenemos noción de lo terrífico del sueño. A la mañana siguiente de
la pesadilla Joaquín va a la panadería y allí se encuentra con las primeras personas que
se preocupan por él y le confiesan que han tenido sueños idénticos. Así se propaga,
como un mal augurio, la sensación de lo siniestro que les provoca tener la noción de que
todos en el pueblo han tenido la misma horrible pesadilla al mismo tiempo. En
consecuencia, aparece la “vacilación en que lectores y personajes hacen pausa ante su
incapacidad de decidirse entre las explicaciones naturales y sobrenaturales de los
hechos” (Todorov en Sibers, 1988: 38) ¿es una simple casualidad que todo el pueblo
haya soñado lo mismo o es una espeluznante premonición?
La atmósfera del pueblo pequeño donde todo lo que sucede toma grandes
dimensiones es propicia para que la superstición del gato negro se desate. Y más aún
con la presencia de un personaje peculiar: Angelito, un estudiante de fenómenos
paranormales, quien afirma que el diablo está entre ellos. Él pone en juego la teoría de
que la razón del sueño compartido es debido a una nube energética y que, además, es un
sueño anticipatorio, lo que genera mayor ansiedad por evitar que se haga realidad.
Cuando al fin Joaquín y el gato se encuentran, la percepción del chico sobre éste
nos genera más dudas y temor. No parece ser un gato común. A los ojos de Joaquín “Era
un gato decididamente raro” que “tenía una mirada increíblemente profunda” con unos
“extraños ojos amarillos que delataban, si no fuera absurdo concebirlo así, un
«pensamiento»” (Mariño, 2010: 50) El hecho de que el gato piense lo dota de un rasgo
humano lo que nos produce la incertidumbre de si no estaría en lo cierto Angelito y en
verdad el gato es un avatar, una personificación de Satán o de una bruja.
Nuevamente se ven plasmadas las mismas ideas que se tuvo en la Edad Media
donde se gestó la superstición sobre el gato. Como suele pasar con las supersticiones
conllevan ciertos rituales para combatirlas y en este caso los integrantes del pueblo,
impulsados por Angelito, realizan una ceremonia al parecer exorcista con velas negras,
unas extrañas figuras talladas por Angelito y la repetición de ciertas palabras dictadas
por él mismo.
Así, Joaquín perseguido por los vecinos deja escapar al gato y termina en la
vereda de su casa rodeado por la gente del pueblo, en su ritual. Su madre lo rescata y
desesperados huyen a Alberti, a la casa de los abuelos paternos del niño. Pero, como
todo cuento de terror-suspenso ¡no está todo dicho! y cuando creemos que Joaquín ya
está a salvo, ¡el maldito gato! se cuela en la casa tras el padre del chico que ha llegado,
luego de leer la nota de su esposa avisándole a dónde se habían ido. En consecuencia, se
replica en la historia los hechos narrados en la pesadilla, que se convierte en
premonición y nos preguntamos ¿morirá Joaquín a causa del gato como en el sueño?
Como hemos visto, Ricardo Mariño en Ojos amarillos logra producir, siguiendo
a Siebers, el efecto siniestro del relato fantástico “representando la pauta acusadora de la
superstición” (1989: 59) de la figura del gato negro. Efecto que perturba no sólo a los
personajes de la nouevelle sino también a sus lectores.
El estereotipo y el gato
Otras características en este cuento son las recomendaciones que nos recuerdan a
esos programas de Utilísima donde enseñan las cosas más inverosímiles y hasta a veces
absurdas. A esto se suman los estereotipados consejos de madre o maestra. Incluso se
rompe con la máxima de calidad, de acuerdo a la teoría de las máximas
conversacionales (Grice en Valls, 2003:45), cuando la narradora nos brinda información
sin tener las pruebas suficientes: “escuché por ahí que los gatos zurdos son los más
hábiles para el tejido. No puedo asegurarlo. Nunca conocí un gato zurdo” o se basa en
las experiencias de su prima Aída, que son exageradas y fuente de poca fiabilidad: “es el
caso de mi prima Aída, que en Pascua (a los gatos) los regala como huevos” y “si el
gato es amarillo mostaza -como los de mi prima Aída- yo no le compraría lana roja”
(Wolf, 2010:10, 8 y 14)
En el cuento aparecen también frases hechas como: “una persona que todavía no
aprendió a sonarse puede aprender el punto Santa Clara” (Wolf, 2010: 24). Y también
utiliza la estructura de frases rígidas vaciándolas, como ya habíamos visto, con un
contenido absurdo y así hace un listado de posibles formas de convencer al gato de que
teja, que comienza con un "es una pena que un gato como vos no sepa tejer" y se va
intensificando a medida que va perdiendo la paciencia y la diplomacia y como una
madre con su hijo termina gritando: “¡tejé o te mato!” (Wolf, 2010, 17) y la
pedagogía… se va al tacho.
Conclusiones generales
Fuente:
Wolf, Ema. (2010) Hay que enseñarle a tejer al gato. Buenos Aires, Sudamericana.
Bibliografía:
Freud, Sigmund. (1997), “Lo siniestro” en sus Obras Completas. Buenos Aires, Losada.
Kronzek, Elizabeth y Kronzek, Allan Zola. (2001), El diccionario del mago. Conoce
todas las claves del universo de Harry Potter. Barcelona, Ediciones B, S. A.
Lluch, Gemma coord. (2007), Invención de una tradición literaria. De la narrativa oral
a la literatura para niños. Cuenca, Ediciones de la Universidad De Castilla- La
Mancha.
Valls Tusón, Amparo. (1997), Capítulo 3: “¿Qué quiere decir «conversar»?” en Análisis
de la conversación. Barcelona, Editorial Ariel.
Wolf, Ema, Conversación abierta con Ema Wolf. Invitada especial del foro de
Imaginaria y EducaRed. N° 170 | LECTURAS | 21 de diciembre de 2005. Disponible en
http://www.imaginaria.com.ar/17/0/wolf.htm