Guia Español Chile

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Subsector: Lengua Castellana y Comunicación

Curso: 3° Medio Electivo


Profesora: Jenifer Guerrero B.

Guía de Lectura: Español de Chile y sus características.

Nombre: Fecha:

 OBJETIVO: comprender el desarrollo diacrónico del español de chile y las características que se han
desarrollado.
 INSTRUCCUIONES: lea atentamente el siguiente artículo de Ambrosio Rabanales, luego responda las preguntas
que a continuación se presentan.

Ítem I: comprensión lectora. Lea atentamente el siguiente artículo de Ambrosio Rabanales, luego responda las
preguntas que a continuación se presentan.

Ambrosio Rabanales Ortiz


Nació en Santiago, el 11 de julio de 1917 y falleció el 20 de noviembre del 2010. Fue un escritor, lingüista
y gramático chileno.
De 1936 a 1941 estudió Filología Clásica y Filosofía en la Universidad de Chile. También recibió el título de
profesor de castellano y doctor en Filología Románica, a la que accedió con la confección de una tesis
sobre el español de Chile.
Planteaba:
"el estudio de nuestra lengua me parece de una alta importancia. Yo no abogaré jamás por el purismo
exagerado que condena todo lo nuevo en materia de idiomas; creo, por el contrario, que la multitud de
ideas nuevas, que pasan diariamente del comercio literario a la circulación general, exige voces nuevas
que las representen. ¿Hallaremos en el diccionario de Cervantes y de Fray Luis de Granada -no quiero ir
tan lejos-, hallaremos en el diccionario de Iriarte y Moratín medios adecuados, signos lúcidos para
expresar las nociones comunes que flotan hoy día sobre las inteligencias medianamente cultivadas para
expresar el pensamiento social? ¡Nuevas instituciones, nuevas leyes, nuevas costumbres; variadas por
todas partes a nuestros ojos la materia y las formas; y viejas voces, vieja fraseología! Sobre ser
desacordada esa pretensión, porque pugnaría con el primero de los objetos de la lengua, la fácil y clara
transmisión del pensamiento, sería del todo inasequible. Pero se puede ensanchar el lenguaje, se puede
enriquecerlo, se puede acomodarlo a todas las exigencias de la sociedad, y aun a las de la moda, que
ejerce un imperio incontestable sobre la literatura, sin adulterarlo, sin viciar sus construcciones, sin hacer
violencia a su genio".

EL ESPAÑOL DE CHILE: PRESENTE Y FUTURO 135


ONOMAZEIN 5 (2000): 135-141

EL ESPAÑOL DE CHILE: PRESENTE Y FUTURO*

Ambrosio Rabanales
Universidad de Chile
Resumen
Este trabajo tiene como objetivo dar una visión sintética del español que se habla
actualmente en Chile y conjeturar algunas hipótesis sobre su futuro.

El español que se habla en Chile es una variante del español estándar, como lo son las demás hablas hispánicas.
Por eso decimos que hablamos español o castellano, pues, en cuanto sistema, es prácticamente el mismo, sobre
todo en el nivel morfosintáctico, pero tenemos también un vocabulario básico fundamental común, esto es, un
vocabulario patrimonial. En el plano fónico solo diferimos por carecer de dos fonemas: totalmente, del que
representamos con la letra <z>, y casi totalmente, del que representamos con la letra <ll>; el primero sustituido

 Versión sintética, corregida y con algunas adiciones, del artículo “El Español de Chile: situación
actual”, publicado en César Hernández Alonso (coor), Historia y presente del español de
América, Valladolid, Junta de Castilla y León, Pabecal, 1992: 565-587. Página 1
por /s/, y el segundo por /y/. Se trata de los fenómenos conocidos como ‘seseo’ y ‘yeísmo’ respectivamente,
herencia andaluza que compartimos con los canarios. Como la ortografía que se emplea en Chile es oficialmente
la de la Real Academia Española, conservamos en ella los grafemas <z> y <ll>, independientemente de su
pronunciación.

Se sabe que lo que da unidad a la lengua es el sistema, y este –como ya se dijo– es prácticamente el mismo para
todo el mundo hispánico. Las discrepancias caracterizadoras de las distintas hablas ocurren en el nivel de norma,
esto es, en la realización –condicionada por diversos factores– del sistema. Es sabido que toda lengua es
plurinormativa.

Estos factores son el tiempo en que se realiza el sistema y la generación a que pertenecen los hablantes, el lugar
de dicha realización, el nivel sociocultural del hablante (más culto o más inculto), la actitud que se adopta al
hablar (más formal o más informal), la actividad que realiza el que habla y su sexo.
El factor tiempo apunta al hecho de que toda lengua cambia día a día, y así algunos términos son sustituidos por
otros, como botica por farmacia, mercería por ferretería, góndola por micro; o desaparecen completamente,
como biógrafo por cine, carro por tranvía, y una buena cantidad de nombres de las monedas en el habla informal,
siempre más expuesta a cambios, como chaucha ‘moneda de 20 centavos’, pito ‘moneda de 1 peso’, media suela
‘billete de 50 pesos’, escudo ‘billete de mil pesos’, molido ‘dinero sencillo’, etc.
En el plano fonológico, desde nuestra independencia solo se puede observar un aumento paulatino del yeísmo
(yama ‘llama’), fuera de la aspiración de la /s/ ante consonante (casta /’kahta/, esperar /ehpe’rar/), su pérdida
cada vez mayor en posición final de una palabra (lo niño ‘los niños’, tre año ‘tres años’), y la aparición de una
variante del fonema que representamos con la letra <ch>, pronunciada más o menos como la <sh> del inglés:
shileno ‘chileno’, shoshera ‘chochera’.

Según el lugar de realización, fuera de existir un común denominador a lo largo de todo el país, lo que favorece la
mutua comprensión debida a la fuerza homogeneizadora del habla de la capital, principal centro de irradiación
cultural, hay igualmente variación regional, y tanto, que, desde el punto de vista lingüístico, se han señalado
cuatro zonas (nortina, central, sureña y Chiloé), siendo la más relevante la chilota por el carácter arcaico de su
lengua (aún se dice truje por traje).
Factor determinante de esta zonificación es el vocabulario; así, mientras en la zona nortina se habla de la cucarda,
el pichel, la batea, andar calato, en la zona central estas expresiones corresponden al hibisco, el jarro, la arteza y
andar en pelota, respectivamente. En la zona sureña, en cambio, proliferan las voces de origen mapuche, poco
conocidas, o desconocidas, en la zona central, como mucre, mutre o mutro ‘aspero al gusto’; colloy, collofe
‘cochayuyo’, y en Chiloé, voces como colle ‘color café oscuro’, murque ‘harina tostada’, queldón ‘maqui’, collulla
‘araña pequeña’.

En el nivel fónico, las diferencias son sobre todo de entonación, en tanto que no hay mayor variación en el plano
morfonsintáctico. En cuanto al factor nivel sociocultural, es claro que la gente culta no habla igual que la gente
inculta, y que entre estos dos extremos hay una variedad de matices; si se combina este factor con el de la
actitud, formal e informal, también con matices intermedios, se pueden distinguir cuatro variantes normativas
fundamentales de habla: culta formal, culta informal, inculta formal e inculta informal.
Mientras en situaciones formales el hablante culto dice bofetada, barriga, orinar, etc., en situaciones informales
dice charchazo, guata, hacer pichí, respectivamente. Por su parte, el hablante inculto con frecuencia recurre a la
coa, jerga de los delincuentes chilenos, y dice choriar por robar, tira por policía civil, cana por cárcel, cantar por
confesar, curioso por el juez que lo interroga, etc.
Las jergas se dan en todas las actividades grupales que realizan los hablantes, sean oficios, profesiones,
actividades estudiantiles, etc., jergas que actúan como distintivo de grupo y, por lo mismo, tienen fuerza de
cohesión.
El habla informal, y sobre todo inculta, se caracteriza, además, por un lenguaje en que abundan las expresiones
groseras (tabúes) de carácter sexual y escatológico, habla que alcanza al nivel de educación secundaria y
universitaria. Característica es también la muletilla güevón en este nivel.

En el plano fónico del habla culta informal es habitual la pérdida de la /d/ entre vocales (cansa[d]o, quema[d]o,
aburri[d]o) y en posición final de palabra (verda[d], realida[d], virtu[d], y la asimilación de /r/ a la consonante
siguiente (Cal.lo por Carlos, canne por carne), de /b/ (summarino por submarino), de /s/ (il.la por isla, cinne por
cisne). Se agrega a esto la tendencia a simplificar los grupos consonánticos, para lo cual se procede a veces a la
refundición (refalar por resbalar, rajuño por rasguño, juja[d]o por juzgado); la frecuente pronunciación del grupo
[tr] con la /r/ asibilada, como en inglés (tiatro [= teatro], otro); tendencia a abreviar algunas voces (tele[visión],
[telé]fono, micro[bús], [omni]bús, peni[tenciaría]); adición sistemática de /g/ ante /u/ en diptongo (güevo por
huevo, guaso por huaso, güincha por huincha); asimilación (intrínsico por intrínseco, viciversa por viceversa);
disimilación (comisería por comisaría, bacenica por bacinica, pantomina por pantomima, peremne por perenne);

 Versión sintética, corregida y con algunas adiciones, del artículo “El Español de Chile: situación
actual”, publicado en César Hernández Alonso (coor), Historia y presente del español de
América, Valladolid, Junta de Castilla y León, Pabecal, 1992: 565-587. Página 2
tendencia a evitar el hiato (amoniaco por amoníaco, linia por línea, quiubo por qué hubo, forma habitual de
saludo; almuada por almohada, alcol por alcohol).
Dentro del mismo plano fónico, el habla inculta informal es sin duda la que más se aleja del español estándar. En
general, la pronunciación es más laxa, y difiere más de la forma escrita considerada culta. Con frecuencia, en este
nivel de habla se produce la confusión entre /l/ y /r/ ante consonante (sorda[d]o por soldado, cardo por caldo) y
al final de una palabra (comel por comer, salil por salir, calol por calor); también la sustitución de /p/ por /k/ ante
/t/ (acectar por aceptar, Concección por Concepción), la acumulación de cambios fónicos en una misma palabra
(triato por teatro, mei por maíz); la vocalización de algunas consonantes en posición preconsonántica (paire por
padre, caule por cable, pauto por pacto). El habla inculta informal, junto con el habla culta informal, son las que
más representan la herencia andaluza en el español de Chile.
Aquello en que más repara un hablante cuando quiere caracterizar su lengua, es en el vocabulario. El léxico del
español de Chile está formado a lo menos por voces 1) peninsulares, 2) criollas, 3) indígenas, 4) mestizas y 5)
extranjeras.

1. De las peninsulares, la mayoría son patrimoniales, comunes a todo el mundo hispánico (agua, sol, bueno,
comer, bien, los artículos y todos los elementos de relación, y como muletillas: e [e:], digamos, o sea, entonces,
¿verdad?, ¿no (es) cierto?, ¿ya?; otras –los arcaísmos– prácticamente han dejado de tener vigencia en el español
ejemplar actual (botar ‘arrojar’, ‘desechar’; alcuza ‘vinagreras’; fierro ‘hierro’; pararse ‘ponerse de pie’, etc.) y
otras son neologismos (astronauta, anticoncepcional, televisor). Con frecuencia, entre dos o más sinónimos
peninsulares, en Chile se usa sólo uno de ellos (peluquero frente a barbero, vela frente a candela, durazno
frente a melocotón).
Entre las voces de este grupo hay representantes de muy diversas áreas lingüísticas, como gal leguismos y
portuguesismos (bosta, corpiño, chubasco), leones i smos (verija ‘ingle’, rengo ‘cojo’, zuncho ‘abrazadera metálica
o plástica’), andalucismos (barrial ‘barrizal’, pollera ‘falda de mujer’, prometer ‘asegurar’, escupidera ‘orinal’) y
hasta gi tani smos (chunga ‘broma’: “hablar en chunga”), etc.

2. Las voces criollas son términos del español ejemplar que en Chile se emplean con un significado diferente,
como roto ‘de nivel sociocultural bajo’, volantín ‘cometa’, ampolleta ‘bombilla’, roble ‘Nothofagus obliqua’ (y no
‘Quercus robur’) y las numerosas formas participiales en –a con el significado de ‘acción de…’ (limpiada, repasada
‘repaso’, leída ‘lectura’, construidas por lo general con la expresión echar una), y también se trata de compuestos
y derivados originados en Chile (o sentidos como chilenos) con estructura hispánica a partir de bases
peninsulares, como coche-cuna, palo blanco ‘testaferro’, rotoso ‘desharrapado’, espinudo ‘espinoso’, habiloso
‘habilidoso’, no más ‘solamente’ (“Ayer no más recibí la carta”), y con valor enfático (“Pase no más”); al tiro
‘inmediatamente’ (“Voy al tiro”), ya ‘sí, bueno’ (“–¿Vamos al cine? –Ya”), expresiones estas dos últimas que
permiten identificar a los chilenos en cualquier parte del mundo (como che a los rioplatenses).

3. Los términos indígenas (nombres de animales y plantas, especialmente, y de algunos objetos de la cultura
material, lo mismo que una gran cantidad de topónimos a lo largo de todo el país), proceden en su mayoría, como
se sabe, de la época de la conquista y, sobre todo, de la colonia, y han sido tomados de diversas lenguas del
Nuevo Mundo, como el arahuaco, que proporcionó las primeras voces americanas de que se tuvo noticia en
España (ají, maíz, maní [se conoce cacahuete, pero no se usa], tuna, canoa, cacique), el c a r ibe (loro, chancaca,
butaca), el náhuat l (tomate, chocolate, chicle, tiza), el tupí -guaraní (jaguar, petunia, maraca ‘instrumento
musical’), y las más importantes en nuestro caso: el quechua (callampa [la que ha sustituido casi enteramente a
hongo, restringido al lenguaje técnico], choclo, poroto, cóndor, papa, guagua ‘bebé’ y numerosos topónimos), el
aimara (choclo, quirquincho, palta [se conoce aguacate, pero no se usa], y otras que pueden ser igualmente del
quechua) y sobre todo el mapuche (charquicán ‘un guiso’, copihue ‘una planta’, cholg(u)a ‘un Mytilus’, diuca ‘un
ave canora’ y numerosos topónimos).

4. Las voces mestizas son derivados y compuestos chilenos con estructura hispánica, de bases indígenas, como
colchagüino ‘de la provincia de Colchagua’, temucano ‘de la ciudad de Temuco’, iquiqueño ‘de la ciudad de
Iquique’, apequenarse (del map. Pequeñ “Strix cunicularia” Mol., ave rapaz) ‘envalentonarse’, enguatarse (del
map. wata [de aquí guata] ‘la panza’) ‘ahitarse’, en el caso de los derivados, o una combinación de voces
indígenas e hispánicas en el caso de los compuestos, como choro (del quechua ch’uru) zapato ‘un Mytilus grande
y de valvas negras’, locro (del quechua, íd.) falso ‘un guiso’ y muchos otros.

5. Los extranjerismos , la gran mayoría de uso internacional, pertenecen a muy diversas lenguas de los cinco
continentes, y en muchos casos nos han llegado junto con la lengua española, pues han contribuido a configurar
el español ejemplar, como ocurre con muchas voces griegas (tecnicismos en su mayoría), árabes (con el artículo al
o su variante a, incorporados muchas veces: alcohol, almohada, azúcar, aceite), hebreas (amén, aleluya), per sas
(talismán, tambor), germánicas (guerra, espuela, ropa), francesas (jardín, cofre, monje), i tal ianas (piano, tenor,
fachada), chinas (charol, té), japonesas (biombo), turcas (diván, quiosco), malayo-polinésicas (cacatúa, orangután,
tabú), dravídicas (pagoda, paria, catre, a través del portugués). Posteriormente, el vocabulario del español de

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Chile se ha incrementado con términos de casi todas estas mismas lenguas y de otras, como el inglés, sin duda la
más influyente de las lenguas modernas (boom [bum] ‘impacto’, ‘auge repentino’; cóctel, estándar, ¡aló!,
interjección con que se inicia o restablece la comunicación teléfonica [“¡Aló!, ¿con quién hablo?”], y a veces
también cualquier tipo de comunicación [“¡Aló!, ¿no hay nadie aquí?”], y las numerosas voces del lenguaje
deportivo, como fútbol, box, tenis, hándicap; del lenguaje de la computación, como e-mail ‘correo electrónico’,
software ‘soporte lógico’, chat ‘conversación a través de la computadora’; del comercio, como dumping,
marketing ‘mercadotecnia’, rating ‘medición de audiencia’, etc.), el japonés (yudo, karate, harakiri), el alemán
(berlín ‘pastel relleno con mermelada’, kuchen, schop ‘vaso de cerveza de barril’), lenguas africanas (cachimba,
chimpancé, milonga), indias (nirvana, yoga, gurú ‘guía espiritual’) y tantas otras. Cuando se conoce la lengua de
origen, se procura reproducir lo mejor posible la pronunciación del original.
Los ejemplos dados corresponden a préstamos, pero los hay también de calcos, como disco larga duración (ing.
“long play”), reunión en la cumbre (ingl. “summit conference”), cortina de hierro (ingl. “iron curtain”), jardín
infantil (al. “Kindergarten”), etc., algunos de los cuales, como en otros casos, han desplazado a los préstamos
correspondientes o bien compiten abiertamente con ellos.
Importa señalar que, fuera de las voces peninsulares patrimoniales, en los demás aportes léxicos no ocurren
elementos de relación.
Se advierte asimismo que en varias áreas (sobre todo en las tabúes) la mujer mayor presenta por lo general un
vocabulario activo claramente diferenciado con respecto al hombre.
No es fácil predecir el futuro de nuestra manera de hablar: seguirá, naturalmente, evolucionando, mostrándose
como más conservadora el habla culta formal, la que, en general, se atiene a la forma literaria, tanto en el nivel
fónico (apegada al grafema) como morfosintáctico y léxico. En este último nivel seguirán proliferando los
anglicismos en la medida en que los anglosajones lideren el campo de la ciencia y de la tecnología, especialmente
la informática.

Como en toda lengua, aparecerán nuevas voces y desaparecerán otras. En el campo de la morfosintaxis se irá
imponiendo la concordancia del artículo con el nombre de un oficio, profesión o cargo (la ministra, la abogada, la
carabinera, la dirigenta). Continuarán los fenómenos conocidos como queísmo (supresión de la palabra de y
alguna otra preposición necesarias gramaticalmente, ante que: estoy convencido que…) y dequeísmo (uso
gramaticalmente innecesario de la palabra de antes de que: creo de que), y el empleo errático de las
preposiciones, amén de la proliferación del diminutivo (arribita, abajito, ayayaicito). Continuará considerándose
como “vulgar” el uso del pronombre vo[h] en lugar de tú, pero solo como informales las formas verbales
correspondientes que se construyen con tú (prestái “prestas”, prestíh, “prestes”, comíh “comes”, comái “comas”,
subíh “subes”, subái “subas”. En cuanto a la pronunciación, seguirá escuchándose, entre otras cosas, la /b/ como
labiodental, sobre todo cuando se escribe con <v>.

Tanto el habla culta informal como el habla inculta continuarán presentando los mismos fenómenos más arriba
indicados, dominados por factores más emotivos que racionales.
La juventud, si no estudia y lee más, seguirá caracterizándose por su desinterés por la lengua, lo que se traduce en
pobreza de vocabulario, atentados contra la morfosintaxis y pronunciación muy informal.
Finalmente, la prensa, oral y escrita, tiene, en materia de lenguaje, una responsabilidad que, en general, no ha
asumido, pues son frecuentes en ella las desviaciones de la norma culta que se detectan.
Su mal ejemplo no permite augurar un mejor futuro para el español que se habla en Chile.

Ítem de desarrollo II: preguntas de desarrollo. Cuide su redacción y ortografía al responder cada pregunta.

a) Estrategias de comprensión lectora: responda las siguientes preguntas aplicando las estrategias de
comprensión lectora que le solicitan.
1. ¿Cuál es la idea principal del texto? Señale la tesis planteada por el autor.
2. Realice un cuadro comparativo sobre los temas planteados en el texto.
3. Explique cuál es el propósito del autor al realizar este estudio.

b) Preguntas de contenidos
1. Cuál es la diferencia entre las voces peninsulares y las criollas.
2. Señale y explique las características del español de chile.
3. Explique la variables lingüísticas que el autor menciona y ejemplifique cada una de ellas.

c) Organizadores gráficos.
1. Realice un mapa conceptual del texto rescatando y definiendo los conceptos propuestos por el
autor.

 Versión sintética, corregida y con algunas adiciones, del artículo “El Español de Chile: situación
actual”, publicado en César Hernández Alonso (coor), Historia y presente del español de
América, Valladolid, Junta de Castilla y León, Pabecal, 1992: 565-587. Página 4

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