Cenit 1953-29
Cenit 1953-29
Cenit 1953-29
Ayuntamiento de Madrid
iá la Q f t le n á u a l
Enrique Ibsen. poeta y dram aturgo noruego, cuyo 125 aniversario de
su nacim iento celebró recientemente la prensa literaria del mundo, nació
en Skien el 20 de marzo de 1828. Da joven trabajó en una farm acia d3
la que salió para consagrarse a las letras. Viendo la favorable acogida
que hallaron sus primaras com posiciones, publicó, con el pseudónimo de
B rynjold Bjarm e un drama en tres, actos «C atalina» (segunda edición
en Copenhague, en 1875 Ingresó luego pn la universidad, donde f undó
con sus condiscípulos (1815), entre los que se contaban Vinge y Bolsten-
Hausen. un periódico literario semanal, «A ndrim oer», en el que insertó
su prim era sátira («Norma o el honor de un hombre político'»).
Merced a la protección del violinista O. Bull fué nom brado en el
m ismo año director artístico del Teatro de Bergen. En 1852, a fin de
realizar algunos estudios, viajó por Dinam arca y Alemania. Más tarde
pase a dirigir (1857) el Teatro Norske en la entonces Cristianía (Oslo),
e hizo representar allí algunas obras suyas que fueron muy aplaudidas.
En 1863 dió a conocer su primera ccm sdia titulada «La comedia del
am or», poema satírico que le valió una pensión para viajar por el
extranjero.
Vivió en R om a desde 1864 hasta 1868. Obtuvo en 1866 otra .pensión.
Vivió en Dresde hasta 1875 y asistió a la inauguración del Canal de Suez.
Sus primeros dramas — de su producción literaria nos ocupam os
en otro lugar — fueren representados y aplaudidos en los teatros de
Bergen, Oslo, Copenhague y Estocolmo. Por sus dramas posteriores, en
los que m ostró conocim iento profunde del hombre, form a exquisita y
punzante ironía, se elevó al rango de los primeros dram aturgos de su
tiempo. No son menos notables sus poesías líricas.
Fué para la literatura escandinava un pujante renovador. Habiendo
debutado con dramas históricos en contró en el dram a de tendencia
filosófica y social una nueva vía para el teatro moderno. La mayor parte
de sus obras fueron representadas en los mejores teatros del mundo
Ibsen es también poeta, y su poema dram ático «B randt» es la obra más
pujante que haya aparecido dentro del género después de «Fausto»
D efensor apasionado del individualismo, profesó una filosofía amarga
y una concepción quizá demasiado pesimista d.e la vida. Su influencia
fue considerable sobre el teatro contem poráneo.
Sus obras, traducidas a casi todas las lenguas, continúan ejerciendo
una grande influencia.
LAPENSÉE(HINOISEETSONROLE
DANS
LA GRANDE SYNTHÉSE HUMAINE
REVISTA MENSUAL
por P aul G IL L E DE SOCIOLOGIA. CIENCIA
Se tra ta d e un b re v e e s tu d io d e p s ic o Y LITERATURA
lo g ía , e n d o n d e , d e una m anera clara Comisión de Redacción: José
Peirats, Juan Ferrer, Federica
y concisa, q u e d a re fle ja d o el fo n d o m o Montseny.
ral q u e ha c a ra c te riz a d o , desde los tie m Administrador: F. M ontseny, 4,
pos más re m o to s, la filo s o fía d e los p e n rué Belfort, TOULOUSE (Haúte-
Garonne).
sadores ch in o s. Es una exDOsición o b je
Precios de suscripción: Francia,
tiv a q u e ha d e in te re s a r a to d o a q u e l 204 francos trimestre; Exterior,
q u e se c o m p la zca en e s tu d ia r la e v o lu 240 francos.
ción d e l p e n s a m ie n to é tic o a l tra vé s d e Número suelto, 80 francos.
Paqueteros, 15 por 100 de des
los tie m p o s y d e los p u e b lo s .
cuento a partir de cinco ejem
Este o p ú s c u lo , in c lu id o s gastos d e e n plares.
v ío , se sirve a 6 0 fra n co s. P e d id o s a Giros: «C N T», hebdomadaire.
« C E N IT » , 4. rué B e lfo r t, T oulouse C.C.P. 1197-21, 4, rué Belfort,
TOULOUSE <Haute-Garonne).
(H a u te -G a ro n n e ).
Ayuntamiento de Madrid
REVISTA P E S O C l O i Q S I A . C IE N C I A Y I I f ESA TURA
A ñ o III T o u lo u s e , m ayo 1 9 5 3 N .° 2 9
Ayuntamiento de Madrid
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i
IBSEN y la necedad universal qu
ac
E N G O p or m i p a rte una con fia n za m e de espíritus sin p rofu n d id a d en los que la m em oria
d io cre en la in telig en cia , p or elevada reem plaza el ju icio ; y los m á s perspicaces, en g e pr
que sea, n o a co m p a ñ a d a d e u n a vo de
n era l, n o titu b ea n en sa crifica r la verdad a los co n
lu n ta d firm e y d e sen tim ien tos de sir
v en cion a lism os, a los preju icios d e l m om en to, a
piedad hum ana. En cu a n to a los de no
todos los ca p rich o s d e la au toridad. Y el servilism o
sech os que la g ra n P rensa califica pu
ob serva d o en F rancia lo h e co n sta ta d o igu alm ente
de p rín cip es d e l in gen io: académ icos, en el e x tra n jero: en el m u n d o e n te ro los profesores
sorb on ista s, agregad os d e to d o pelaje d e U niversidad se d a n por m isión p rim ord ial la de
y ro p a je , discípulos d e las m ás altas elim in ar a los espíritu s dem asiado independientes. ja
escuelas, te n g o p or ellos un desp recio 1’ es que para escalar la cu m bre d e la jerarqu ía pa
reservado p or el sa b io a los exp lota d ores de la ne socia l el ta le n to im p o rta m en os que la cualidad de co
cedad popular. Se
«b ien -p en sa n t»; d e a h í la ex isten cia d e ta n tos in
Q ue en tre ellos se en cu en tren a lgu n as in teligen telectuales disfra za dos d e patriotas, d e piadosos mí
cias superiores (que son m u y raras) n o lo n ieg o en creyen tes, d e sosten edores excelen tes del o rd e n esta a
m od o alguno. P ero la in m en sa m a y o ría está h ech a blecido. fir
de van id osos ch a rla ta n es, d e fa tu o s superficiales, D esdeñ oso d el arte y d e la cien cia oficial, des- te*
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d eñ oso d e los escritores en boga y d e las u n iver E ste». E stam os m u y lejos ¿ n o es cie rto ? d el p ro
sidades cu biertas d e p erg a m in os d e a r r ib a abajo, totip o in telectu a l ca ro a n u estros gran d es m a n
¿soy yo la op osición d e Ibsen ? darines. In co m p re n sió n d e las m asas, livian d ad de
M en os d e lo que p od ría creerse. El n o ta ta m la élite, n eced a d crap u losa d e estos m ism os p r e
bién el p ap el esen cial d e la voluntad. « Y o n o oso ten didos su periores al pueblo; he aquí lo que Ibsen
reten eros» . .d ice M a d a m a B usk a P etra en «U n h a p erfe cta m e n te sa ca d o a la luz, y que resp on
en em ig o del p u eblo»; « Y o n o o s o » — repite el a r de d em a sia d o a la realidad cotidian a.
m a d or V ick al ca p itá n H orster, despidiéndole. «N o Los p eriodistas vendidos, los d em ócra ta s, a n sio
osam os h a cer o tr a co s a » ..p r o s e g u ir á P eter S to ck sos solam ente d e sus intereses personales y d e los
m a n n al anunciar a su h e rm a n o que los a d m in is de la burguesía, pululan y h orm ig u ea n en n u es
tradores del establecim ien to term a l h a n decid ido tras rep ú blicas co m o gusanos en un queso p u tre
su despido. «N o pod em os h a ce r o tr a c o s a » — in fa cto . L os m a gistra d os, los b u rócratas, in d e b id a
sistirán H ovstad y A slaksen. T am bién el d o cto r, m en te p rov istos d e tod os los m éritos, abundan
preven id o p or estas cob a rd ía s sucesivas p od rá res h o y co m o a yer. D esgraciado el su bordin ado que
pon derles, resu m ien d o la m e n ta lid a d d¡s todos: preten d e ten er ra zón co n tr a ellos o que se im p on e
«U stedes n o osan, ¿n o es v e rd a d ?» a la a te n ció n pú b lica p or sus in iciativas y sus
E Ibsen n o se ilusiona ta m p o co en cu a n to al va ideas. Sé lo que cuesta. En cu a n to a los V icks y a
lo r d e los intelectu ales d e p ro fe sió n . «M ad am a lo s Hills, abu ndan a h o ra sobre to d o c u a n d o los
Busk — asegu ra P etra — tiene, tam bién ella ideas com ercia n tes e industriales, esos rateros que o p e
libres en la in tim id ad . P e ro co m o m is ideas son ran al a b rig o d el có d ig o , se han co n v e rtid o en los
con ocid a s, ella n o o s a rete n e rm e ». H ovstad c o n sostenedores d e la p eor rea cción .
fiesa cín ica m e n te a la h ija del d o c to r que si él Después d e Ibsen los p rop ietarios h a n p ro g r e
defiende a su padre es m ás b ien p o r a m o r h acia sado: A slaksen sería fa scista y n o liberal en nues
ella que p or am or a la ju s tic ia y a 1a verdad; re tra é p o ca . El pueblo m ism o n o h a ca m b ia d o m u
ch azad as sus p reten sion es tra icion a rá a quien p a ch o; este pueblo, que co m p a d e zco con to d a m i a l
recía adm irar. C uando se d ecid e a ser m a estro de
m a, co n tin ú a v o ta n d o por los ch a rla ta n es y lapi
sus h ijo s a fin d e con v ertirles en h om b res libres. d a n d o a sus am igos. A pesar d e su necesidad in
S tock m a n n d ecla ra a E jlif y a M orten : «O s edu con m en su ra b le, su fre ta n to que h a y que p e rd o
caré y o m ism o y n o ten d réis que ap ren der nada, n árselo.
n a d a ». Y con vertid os en h o m b re s libres: «A h ora ,
pequeños, iréis a ca za r al lo b o allá a b a jo , en el L. BARBEDETTE
La filosofía de IBSEN
EORGE Sand, y Dumas hijo, han escrito tradictorias. También las críticas simplistas consideran c o
piezas de tesis. Ibsen compone, si oso de mo humoradas sin importancia, o com o la expresión de
cir, piezas de problemas. Ambos france desalientos pasajeros piezas— «Peer Gynt» y «El pato sal
ses nos recomiendan: «Sé esto» o «sé lo vaje», por ejemplo— que expresan todo un aspecto del
otro». El escandinavo dice solamente: «L o pensamiento de Ibsen, un aspecto tan precioso com o el
que seas, sélo plenamente». Y declara en otro. Esas gentes dejan perder mucho de lo que se les
un poema: «Yo no hago más que plantear da; no comprenden a un pensador si no es privándole de
- ' problemas: mi misión no es solucionarlos». su mitad e inmovilizando la otra mitad en no sé qué pa
Su Rosmer, a la hora de las más altas am rálisis machacona.
biciones y d e las más vastas esperanzas, no Examinemos rápidamente algunos de los problemas que
piensa en conducir a los hombres. «Yo Ibsen se plantea y nos plantea.
quiero solamente despertarlos— dice— ; a ellos corresponde En primer lugar, el más urgente quizás y que ata a tan
actuar seguidamente». tos seres con el nudo d e una angustia continua: el pro
Sin duda, los problemas que Ibsen nos propone, se los blema de la unión del hombre y de la mujer. Vedle plan
propone, y los resuelve para sí mismo. Pero la solución teado en «La dama del mar», en «Casa de muñeca» y en
debe casi variar siempre con cada uno, y las raras y muy «El pato salvaje».
simples variedades morales aplicables a todos los hombres, Ellida, la dama del mar, ha contraído con el circuns
no puedo descubrirlas más que en mí mismo. Las preguntas pecto Wangel, un matrimonio de conveniencias. Su pen
pueden ser planteadas desde el exterior; las respuestas samiento pertenece a un galán misterioso que llegó un día
— no lo olvida nunca—deben venir de dentro. y desapareció después con su barco.
Ibsen es un genio del Norte, tiende a la riqueza comple El prometido de misterio y d e deseo regresa un día y
ja del pensamiento más que a su precisión aparente y. recuerda a Ellida la vieja promesa. Seducida por el sueño
para llegar a una conclusión precisa y segura, no sacrifica, y por el mar, ella va a seguirle. Wangel no trata d e re
com o los dogmáticos latinos, todo un lado del problema. tenerla ni por la fuerza ni con razones. El le dice: «Eres
Según el método de Hegel, que parece traducir filosófica libre, haz lo que quieras y sé sola responsable de tus ac
mente el giro natural del pensamiento germánico, tiende tos». Desde entonces, el galán misterioso cesa de represen
a la tesis tanto com o a la antítesis y, sea provisorio o de tar el infinito d e la libertad: es una precisión com o otra,
finitivo, soñado o afirmado, exige sobre todo la sín una posibilidad tan indiferente com o otra. Y Ellida queda
tesis que no deje perder nada las riquezas más con cerca de Wangel. Pues él ha comprendido que nada es sa-
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grado salvo la espontaneidad de los seres, y no ha recu otros. Nora tiene derecho a ser individualista. Gregorio no
rrido a los convencionalismos sociales o a la mentira de tiene derecho a ser apóstol y reformador. Es a mí mismo que (
los derechos aparentes. tengo el derecho y el deber d e decirme las verdades perso 1
En «Casa de muñeca» es Nora que, dolorosa y valien nales y de dirigirme las reclamaciones del ideal. A partir <
temente, se deshace de la mentira. La verdadera unión no del momento en que hablo a otro hombre, estoy quizás ante tar
puede fundarse más que en la verdad, sobre el pleno y un fantasma, formado de hábitos y de mentira vital. Sólo est
mútuo conocimiento d e dos seres. ¿Cómo aceptaré yo cie tengo el derecho de decir las verdades generales. Estas bas 1
gamente lo que ignoro? Nora huye, pues de la casa de tarán para despertar a los que son capaces de soportar la bei
muñeca, de la jaula d e ardilla o alondra que se le ha vigilancia y no podrán ser oídas por los demás. Y si inquie se
destinado, la verdadera unión es imposible. D e los dos tan por un instante y suscitan una irritación contra mí, serán (
seres que una mentira ha unido exteriormente, uno des un fardo propuesto para todos, cargado sobre nadie, y del que nái
pierta apenas bajo la gran ansia de soledad; el otro sigue el débil se aleja pronto con indiferencia. puf
durmiendo... Todos los problemas se plantean en el espíritu de Ibsen mis
Frágil todavía, sobre iniciación incierta, Nora, que va a de modo tan original y tan genialmente complejo. El pro I
crearse enteramente, debe en principio romper el yugo in blema social no será resuelto ni por la mentira conservadora (
fame y sustraerse por la huida de la compañía asfixiante. ni por la mentira revolucionaria ni por la verdad. La fuente I
Pero he aquí en «El pato salvaje» otro aspecto del pen envenenada que mata a los individuos permite persistir so de
samiento de Ibsen. El fotógrafo Hialmar ignora que su es lamente al grupo. El que la denuncia puede salvar a un C
posa Gina tuvo un amante y que la holgura relativa del ma hombre, pero se convierte con seguridad en el «enemigo del libi
trimonio se debe a esta vieja falta. Gregorio Werlé, inocente pueblo». Las organizaciones sociales, fantasmas nutridos con E
idealista, le entera d e la verdad que, cree él, creará entre la mentira vital son nocivas; no temo ser indiscreto y debo, C
los dos seres una noble y saludable crisis de alma y les per sea a mí mismo o sea a los raros que tal vez me oirán, pro I
mitirá fundar la verdadera unión. Sin embargo, Gina perma clamar toda la verdad antisocial que conozco. C
nece en su inconsciencia supina, estúpidamente inocente. El La verdad religiosa hace también de quien osa procla E
vanidoso Hialmar, que ha poco declamaba frases de satis marla un enemigo del pueblo. Brand, en tanto que se en har
facción, pensando ahora en la actitud que corresponde en gaña, en tanto que trata solamente de derribar una iglesia ver
semejante situación, declama frases duras o dolorosas. Pronto para construir una más grande, cuenta con numerosos par C
la vida volverá a empezar aquí más o menos com o fué, tan tidarios. Cuando, en fin, se confiesa en alta voz que toda gra
superficial y más innoble, con esto y lo otro, horas d e acri iglesia es una mentira, el pueblo le escucha todavía e inclu E
monia y jomadas de odio sordo. Pero la crisis ha matado el sive le sigue por las alturas Pero es la sugestión d e una C
más bello y el más afectuoso de los seres, Hedwidge, la hija hora. La multitud ha seguido a quien tenía la costumbre de E
de Gina. Ante la muerle lamentable Hialmar varia sus decla seguir, pero le ha seguido porque no le había comprendido. ya
maciones. Y el médico Relling explica a Gregorio, entre re- La multitud no ha comprendido que no hay otro objetivo que mía
prochos merecidos, que la mayor parte de los hombres tie el camino; inocentemente cree ir en pos de una Tierra de C
nen necesidad de la «mentira vital» y que es un crimen Promisión. He aquí que bien pronto reclama el precio de esa;
abrirles los ojos. moí
los sacrificios. Y escucha la respuesta con indignación. Y
Sorpréndanse los críticos franceses. Este Ibsen que deseó abandona al apóstol maldito desda que escucha que el sacri E
la verdad como base de todas las relaciones humanas hace, ficio no tiene otro precio que el mismo, que no habrá re C
sin embargo, el elogio de la «mentira vital». Ibsen, ridiculi compensa exterior y que no se sube a la cumbre con la loca la
zando y condenando a Gregorio Werlé, se chancea y se re esperanza de encontrarla materialmente fértil sino para con E
futa a sí mismo. templar más cíelo y más espacio... C
Nada de eso. Nora tiene razón porque actúa sobre sí mis mui
ma. Gregorio no tiene razón porque trata de actuar sobre los HAN RYNER E
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OSWAL.— A tí, por lo menos te conozco. tal común! Porque no tengo tanto miedo de morir..., aun
ELENA.— ¡M e conoces! Y... ¿nada más? que desearía vivir lo más posible.
OSWAL.— Y sé lo que me quieres; por fuerza he de es ELENA.— ¡Sí, sí, Oswaldo, y así será!
tarte agradecido. Además, ¡puedes serme tan útil, ahora que OSW AL.— ¡Pero en esto hay algo horrible!... ¡Volver, por
estoy enfermo!... decirlo así, al estado de la primera infancia..., necesitar uno
ELENA.— ¿Verdad Oswaldo? ¡Oh! Poco me falta para que lo alimenten, necesitar...! ¡Ah! ¡No hay palabras con
bendecir la enfermedad que te trajo a mi lado, porque bien que expresar lo que padezco!
se ve que no te poseo; he de conquistarte. ELENA.— El niño cuenta con su madre para cuidarlo.
OSWAL.— Sí, si, sí; todo eso son maneras de hablar. Es OSW AL.— ¡No, nunca! ¡Eso es precisamente lo que no
ndcesürio que te acuerdes de que soy un enfermo y no quiero! No puedo acostumbrarme a la idea de permanecer
puedo ocuparme de otros; bastante tengo en pensar en mí en este estado años y años quizá...; de envejecer, de enca
mismo. necer así. Y entretanto podrías morirte tú y dejarme solo.
ELENA.— Yo tendré paciencia. Porque el médico ha dicho que esto no concluye necesaria
OSWAL.— ¡Y alegría, madre! mente con una muerte inmediata. Supone que es ¡una es
ELENA.— Sí, hijo mío, llevas razón. ¿Logré al fin librarte pecie de reblandecimiento cerebral o algo así. M e parece
de esos remordimientos que te consumían? que la expresión suena armoniosamente. Yo estoy pensando
OSWAL.—Sí, lo has conseguido. Pero ahora, ¿quién me continuamente en telas de terciopelo d e seda, de un matiz
librará de la angustia? cereza..., alguna cosa así, muy suave al tacto.
ELENA.— ¿De la angustia? E LEN A .— ¡Oswaldo!
OSWAL.— Regina lo hubiera logrado con su palabra. OSW AL.— ¡Y m e has quitado a Regina! ¿Por qué no es
ELENA.—¿Por qué hablas de angustia y d e Regina? tará aquí? ¡Ella hubiese venida en m i ayuda!
OSWAL.— ¿Es muy avanzada la noche, madre? ELENA.— ¿Qué quieres decir, alma mía? ¿Hay alguna
ELENA.—Va a amanecer. Ya tiñe-el alba los montes. ¡Y ayuda que yo no esté dispuesta a prestarte?
hará buen día, Oswaldo! Dentro de unos instantes podrás OSWAL.—Cuando recobré los sentidos, después del ac
ver el sol. ceso, el médico me avisó que, si se repetía— y se repetirá— ,
OSWAL.— M e alegro. ¡Hay tantas cosas que pueden ale no habría ya esperanza.
grarme e invitarme a vivir! ELENA.— ¡Y tuvo el valor de decirte eso!
ELENA.— ¡Ya lo creo! OSWAL.— Le obligué yo. L e dije que estaba dispuesto a
OSWAL.— ¡Aunque no pueda trabajar! tomar... Y era cierto. ¿Ves esto, madre?
ELENA.— ¡Oh! No tardarás en poder hacerlo, puesto que ELENA.— ¿Qué es?
ya no tienes esos pensamientos enervadores que te1 consu OSWAL.—Polvos de morfina.
mían y que andaban dando vueltas a todas horas. ELENA.— ¡Oswaldo..., hijo mío!
OSWAL.— Es una gran suerte que hayas disipado todas OSW AL.— He logrado reunir doce papeles.
esas pesadillas. Y ahora que pude salvar este paso, hable ELENA.— ¡Dame esa caja, Oswaldo!
mos, madre. OSWAL.— Todavía no, madre.
ELENA.— Sí, eso es. ELENA.— Yo no sobrevivo a este golpe.
OSWAL.— Ya ves: sale el sol, y lo sabes todo, y se fué OSW AL.— ¡No se ha de poder sobrevivir! Si y o tuviese
la angustia. aquí a Regina le participaría mi resolución... y reclamaría
ELENA.—i¿Que lo sé todo? ¿Qué quieres decir? de ella este postrer auxilio. Estoy seguro de que no m e ne
OSWAL.— Madre, ¿no has dicho que no hay nada en el garía su avuda.
mundo que tú no hicieses por mí si yo te suplicase? ELENA.— ¡Tamás!
ELENA,— Sí, es verdad. OSW AL.— Si me diese el ataque en su presencia, y me
OSWAL.— ¿Y sigues pensándolo? viece tendido, más débil aue un niño, impotente, miserable,
ELENA.— ¡Puedes estar seguro de ello, querido mío, mi sin esperanza..., sin salvación posible...
único hijo! ¿Vivo yo para otra cosa que para tí? ELENA.— Regina no hubiese consentido nunca...
OSWAL.— Sí, sí. Entonces, óyeme. Madre, tú tienes el OSWAL.— Reeina no hubiese vacilado mucho. ¡Era tan
alma bien templada; lo sé. Pues bueno, es menester que hermosamente blanda de corazón!... Y pronto no se hubiera
me escuches con calma y sin interrumpirme. cansado de cuidar a un enfermo así.
ELENA.— Veamos. ¿Qué es eso tan terrible que me has ELENA.— Pues entonces, ¡bendito sea Dios por haberse
de decir? ido Regina!
OSWAL.— No has de alborotarte. ¿Me lo prometes, ma OSW AL.— Sí, madre; de modo que a tí te toca ahora
dre? socorrerme.
ELENA.— Sí, sí, t« lo prometo. ¡Pero habla! ELENA.— ¿A mí?
OSWAL.— Bien. Pues has de saber que esta fatiga... y OSWAL.— ;Y quién sino tú?
esta situación, en que se me hace insoportable la idea del ELENA.— ¡Yo, tu madre!
trabajo, todo eso no es la misma enfermedad. Esa enfer OSW AL.— Precis ámente.
medad que me ha cabido en herencia está... (poniéndose el ELENA.—íY o, que te he dado la vida!
dedo en la frente) está aauí dentro. OSWAL.— No te la nedí. ¿Y qué clase de vida me has
ELENA.— ¡Oswaldo! ¡No... no! dado? ;No la quiero! ¡Vuélvetela a llevar!
OSWAL.— ¡N o grites! No puedo sufrirlo. Sí, sábelo: está ELENA.— ¡Socorro! ¡Socorro!
aquí en acecho. Puede estallar cuando menos se piense. OSWAL.— ¡No me abandones! ¿Dónde vas?
ELENA.— ¡Ah, eso es espantoso!... ELENA.— A llamar al médico, Oswaldo. ¡Déjame salir!
OSWAL.— Pero ten calma... Pues bien, así estoy. OSW AL.— Ni saldrás tú ni entrará aquí nadie.
ELENA.— ¡Todo eso es falso, Oswaldo! ¡Es imposible! ELENA.— ¡Oswaldo! ¡Oswaldo!... ¡Hijo mío!
¡No puede ser! OSWAL.¿Y tienes corazón de madre tú..., tú que puedes
OSWAL.— Allá tuve un acceso. Pasó pronto; pero me verme sufrir esta angustia indecible?
perseguía y enloquecía la angustia y corrí aquí, junto a ti, ELENA.—Aquí tienes mi mano.
lo antes que pude, O SW AL.— ¿Consientes?...
ELENA.— ¿De modo que ésta es la angustia?... ELENA.— Si fuera necesario. Pero no, no sucederá. ¡Eso
OSWAL.— Sí; ¡si sólo Se tratase d e una enfermedad mor no es posible nunca, nunca!
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OSWAL.— Deseémoslo. Y vivamos juntos mientras poda ELENA.— (Mirándole espantada). ¿Qué dices?
mos. Gracias, madre. OSW AL.—{Con voz sorda y débil). ¡El sol!... ¡El sol!...
ELENA.— ¿Te sientes tranquilo ahora? ELENA.— ¿Qué tienes, Oswaldo? (Oswaldo parece| des
OSWAL.— Sí. vanecerse). ¿Qué es esto? (gritando). ¡Oswaldo! ¿Qué tie
ELENA.— No era más que un sueño terrible de tu ima nes? ¡Oswaldo! ¡Oswaldo! ¡Mírame! ¿No me conoces?
ginación, cosa d e pura fantasía. Todas estas sacudidas te OSWAL.— ¡El sol!... ¡El sol!...
han quebrantado. ¡Ahora es necesario que descanses, aquí, ELENA.— ¡N o puedo! ¡N o puedo! (registra precipitada
en casa de tu madre, amor mío! T odo ío que desees lo mente e l bolsillo de Oswaldo). ¡Aquí! (retrocede algunos
tendrás, com o cuando eras pequeñito... ¿Ves? Ha pasado el pasos). ¡No, no, no! ¡Sí!... ¡No, no!
acceso. ¡Ah! ¡Mira qué hermoso día tenemos, qué sol tan O SW A L— ¡El sol!... ¡El sol!...
brillante! Ya verás cóm o vas a ser otro aquí, en tu1 casita.
OSWAL.— (D e repente). Madre, dame el sol. Enrique IB S E N
N el m om ento de escribir estas lineas, Nada más contrapuesto que la misión que le co n
en los círculos intelectuales franceses fían la educación y los hom bres y ese ob jetivo que
se glosa la figura de Rabelais. Es esta él mismo se traza. De muy joven va dan do tumbos
la celebración del 400 aniversario de de convento en convento, d e abadía en abadía. En
la muerte del gran hum anista francés. edad escolar le secuestran los benedictinos. En un
Celebración, si se quiere, a o jo de buen convento va a convertirse en novicio. De los bene
cubero, pues en tratándose de Rabe dictinos pasa a recaudo de los franciscanos que van
lais precisar fechas es hasta cierto a enseñarle las declinaciones del latín y a iniciarle
punto una aventura. No sabemos a inútilm ente en la magia negra de la escolástica.
ciencia cierta cuándo nació ni en qué Más tarde endosa la sotana del curato en Meudon.
estación del año; ocurre lo propio con el lugar de Pero Rabelais n o ha visto en balde la primera
su muerte. luz en la Turena florida ni respirado inútilmente
Celebramos, sin embargo, el 400 aniversario de su el aire de ese bello país, de cuya alegría fuertem en
muerte porque hem os dado en cre.er que ocurrió en te contagiosa quedará saturado su espíritu. No se
abril de 1553. Y creem os también saber que nació contentará co n el latín y se asim ilará el griego y
en Chinon, en la Turena, al borde del Viena, en devorará cuantos infolios caigan en sus manos. Y
1494. En aquel escenario geográfico sitúa el novelis ello con escándalo de benedictinos y franciscanos
ta muy principales escenas en las que se mueven que tienen por sospechoso el griego y en el Índice
y evolucionan sus héroes imaginarios. Ohinon m is la gran herejía de las Humanidades.A la c o h i b i
mo. .por los sím bolos d.g su escudo, e? una especie de ción y a las confiscaciones replicará engullendo li
Edén bíblico, y anda envuelto en las leyendas y de bros com o hará Gargantúa con sus toneladas de
cires tradicionales muy peripuesto de fam as y pri ■manjares.
macías. » Es esta la primera fase de su rebeldía. La segun
Siempre sobre acta de fe parece que em pleó su da se halla en potencia en su temperam ento anti
juventud, entre los dieciséis y los treinta, en la paz ascético. Com o buen hum anista no< podrá resignar
bucólica y en la languidescente de los conventos. se a quedar sepultado bajo la sola cultura libresca.
Lo que es ya seguro es su em plazam iento en la es Le interesa todo empezando por el libre m ovim ien
tación reverdecente del Renacimiento. to en pleno sol y aire. Y a lo que se sabe, la vida
Ha llegado el fin de la Edad Media. La vieja cul de Rabelais n o puede ser más movida y antiesco
tura, la clásica, acaba de sacudirse la m odorra de lástica. Se prodiga en correrías a través de la pro
diez siglos de oscurantism o y vuelve a florecer la vincia, y siente la curiosidad p or todas las m ani
vida por la magia de las form as, las letras y los festaciones de la vida cotidiana: la de los burgue
colores. Las lavas de la erupción barbárica se han ses y la de los mercaderes en sus ferias; la de los
trocado en cenizas fertilizantes. Se va a entablar pescadores de ballenas a lo largo de las costas vas-
el gran diálogo entre la ciencia m onacal, dogm áti cas. Sentía esa misma curiosidad por todos los ofi
ca, escolástica, y el ave Fénix helénico, resucitado cios, artes e invenciones. Se' confunde co n la mul
de aquellas cenizas. El fenóm eno hum anista abarca titud abigarrada de estudiantes, maestres y m onjes
todo el panorama. Leonardo de Vinci, Erasmo de que hierven entorno a la Sorbona. Y escucha aten
Roterdam, Miguel A ngel y Rafael Sanzio son p ro tamente la lengua del pueblo que inyectara el fu
piamente flores de la misma época. turo m édico com o sangre nueva en el cuerpo m o
Rabelais con tará con ellos com o precursores p ró m ificado del idioma d octo u oficial, a la literatura
ximos y será a su vez una entre las tantas m enta anquilosada de los dómines pedantes de las uni
lidades polifacéticas del Renacim iento. El humanis versidades, sus terribles enemigos.
ta abarca la m ayor parte de los conocim ientos hu En 1530. M ontpellier es la Córdoba califal de
m anos y sus creaciones se verifican y expanden en Francia. Otra fase de la rebeldía de Rabelais: no
los órdenes más diversos. le basta con el latín y el griego, ni con el derecho
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y las bellas letras antiguas. Apetece lo concreto, una moral fina e ingeniosa y de una sucia corrup
lo utilitario, lo humanista: adjunta a su bagaje las ción. Donde es malo va más allá de lo peor; donde
ciencias naturales, la botánica, la física, la astro es bueno llega a lo exquisito...»
nom ía — n o la astrología — y, ahí precisamente, Según Chateaubriand «V oltaire no e ra sensible
en el Mediodía francés, en Montpellier, ingresa en sino a las herejías de Rabelais..., pero su profunda
la facultad de medicina. ¡Hasta recibir ahí la licen sátira de la sociedad y del hombre, la alta filosofía
cia y el doctorado. El m on je Rabelais se ha con del cu ra de Meudon, le escapaba...»
vertido, además de moralista, en anatom ista, fisió He aquí el punto de vista de V íctor Hugo: « R a
logo y médico. Estamos ante el predescubrimiento belais, m édico y cura, toma el pulso al Papado.
de la circulación de la sangre (¿W illiam Harvey o Mueve la cabeza y estalla de risa. ¿Es porque ha
Miguel Servet?). encontrado la vida? No, es porque ha presentido la
Rabelais es una avanzadilla de los futuros cam muerte. Y aquél expira en efecto. Mientras Lutero
peones del método inductivo: ascender lógica m en te reform a, Rabelais se mofa. ¿Quién apunta m ejor al
el en ten d im ien to desd e el co n o cim ie n to d e los fe blanco?»
n óm en os, h e ch o s o casos, a la ley o p rin cip io que «U n gran paso h acia adelante -e s c r ib e R odolfo
virtualm en te los con tien e. Exoresa él eso mismo, Rocker en su monumental «N acionalism o y Cultu
a su modo, proclam ando la necesidad de «hacer ra» — lo dió e l gran hum anista francés Fran<;ois
el estudio de los hechos de la naturaleza y del es Rabelais. el cual en su novela «G argantúa» descri
tado humano». b ió una pequeña com unidad de hom bres com pleta
C om o m édico dejará de lado supersticiones y bru mente libres, la fam osa Abadía de Thelem a. e n la
jerías y se atendrá a la sabiduría de Hipócrates. que se había suprim ido toda n oción del poder y se
Entre la medecina árabe y la griega prefiere la ste- había organizado la vida entera de acuerdo con el
gunda. Y en Hótel-Dieu de Lyon sentará plaza de principio único de «¡h a z lo que quieras!»
galeno, alredédor de 1534, fecha esta en que ofrece El propio Rabelais toma vela en el entierro y di
al público las prim icias de su «G argantúa». Es la ce: «Pues seres hum anos honestos, bien educados,
explotación filosófica, sazonada con originalidades sanos y tratables tienen p or naturaleza una incli
de lenguaje e ironías, de una vieja leyenda afinca nación a lo bueno y una repugnancia contra lo ma
dísima en la mentalidad de la Francia provincia lo: en eso consiste su dicha. Pero la servidumbre
na; una em anación de las viejas consejas de ena y la coacción aguijonean la resistencia y la suble
nos y gigantes aue ha d ejado huellas imborrables vación y son la madre de todo mal. Codiciemos del
en el costum brism o y en la cartografía toponím ica m odo m ás vigoroso los frutos prohibidos.»
comarcana. En esta últim a frase se encierra toda la filosofía
Los dóm ines de la Sorbona no tardarán en con pantagruélica o hedonista de Rabelais. Una verda
denar el libro y al autor, y han de obligar a éste dera herejía para un cura sujeto a los votos. El de
a persistir fen su vida errante, m itad por curiosi castidad lo rom pió engendrando hijos co n varias
dad y por necesidad. Teólogos con o sin capucha mujeres. Por la prim era narte, su pensam iento en
le tendrán com o suspecto de herejía o com o após ca ja perfectam ente con el punto de vista humanis
tata. Lo segundo por sus fugas constantes saltando ta: la confianza amplia en la bondad de la condi
las bardas de los conventos, por sus troterías mun ción íntim a del hombre; la convicción en la virtud
danas, tal vez por el menguado rigor con que os benefactora de la educación cuando no está de por
tenta su voto de castidad, ni más ni menos que la m edio la servidumbre y la coacción.
mayoría de los frailes y curas de m isa y olla de su A pesar de las alucinaciones partidistas, aun n e
tiempo. gando. com o niegan algunos, de que tuviera ideas
L a aparición de las sucesivas partes de su obra filosóficas, religiosas, políticas o morales determi
serán otras tantas variaciones sobre el m ism o rit nadas, de que cada lector le haya atribuido las su
m o. Acumulará condenaciones y persecuciones que yas y de oue tenga más im portancia por lo que
obligarán al rebelde a poner tierra de por medio sugiere que por lo que dice, hay algo inconm ovible
o a parapetarse tras algunos mecenas diletantes. en el tem peram ento irreverente de Rabelais: su
Se ha apuntado en su cuenta un supuesto encar aversión fuertem ente expresada y sentida contra
celam iento con m otivo del cuarto libro que tam la m etodología escolástica, con tra el pensamiento
bién condenó la Sorbona. dogm ático y la ciencia hacinada en la cripta de los
La rebeldía de Rabelais, o lo que pod/emos llamar claustros que «bastardeaba los buenos y nobles es-
su revancha, está en los personajes que él mismo DÍritus y corrom pía la flo r de la juventud». Atacó
crea. Son caricaturas de sus perseguidores, y se ha la tiranía escolástica y la ignorancia m onacal, la
sospechado desde el siglo X V I que de su libro hizo injusticia excesivamente form ularia y arbitraria, el
adrede un enigma. No falta quien afirm e que bajo absurdo de las guerras militares o religiosas, y
sus enormes bufonerías disim uló ideas que hubiera aconsejó la educación enciclopédica. Quería resta
sido peligroso presentar abiertamente. Pero n o hay blecer el p rin cip io de que la naturaleza es buena
acuerdo absoluto en esta apreciación. en todas sus m anifestaciones y tendencias.
U no de sus más encarnizados enemigos, Calvino, Pocos franceses pueden vanagloriarse de que sus
le acusa de ateo y de libertino. Y desea le sean p ro obras hayan sido divulgadas tanto en vida y en
picias todas las calorías del infierno. Por otra parte muerte del autor. En cuatro sig.los se calcula un
se le h a endosado una leyenda que es toda una au nrcm edio de una edición cada dos años para las de
reola de sensualismo m orboso y de grosería. Evo Rabelais. Y a la distancia de estos cuatro siglos,
ques* aquí la gran difam ación histórica en desdoro el gran hum anista persiste com o un árbol frondoso
de Epicuro, Cátulo y demás hum anistas incom pren- con las raíces hondam ente clavadas en el humus
didos. Los m odernos hedonistas, sin echar los pies fertilizador del Renacim iento, cuajado de frutos
p or alto, h an puesto los puntos sobre las íes. agridulces pero sabrosos, cobijando con su sombra
a las generaciones de idealistas que laboran p or una
«Rabelais —según La Bruyére— es incom pren humanidad m ejor.
sible. Su libro es un enigm a, a pesar de lo que se
diga, inexplicable. Es un m onstruoso conjunto de José P E IR A T S
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8 96 CENIT
form a de pensam iento es m ateria de La sociedad moderna ha sido corrom pida por el
lictiva en este mismo instante, o lo terror. Las actitudes prácticas del Estado, de la
será mañana, tal vez dos días más opinión pública y de las masas, reflejan esa psi
tarde, pero lo será indefectiblemente, cología terrorista. Por reacción o por sugestión el
porque así es de versátil y cruel la terror es la respuesta a cualquier pregunta. Se vi
naturaleza del poder. La estructura del poder mo ve en constante estado de am enaza y, de inm edia
derno se ha sensibilizado de tal manera que sus to, en permanente 'peligro de muerte. Todo rea
tentáculos infinitos captan hasta en estado em juste social es una consecuencia del terror, y toda
brionario las palpitaciones de la rebelión. En estas reacción una form a terrorista de buscar el equi
condiciones, la rebelión adquiere la categoría fla librio. Frente al tumulto revolucionario, terrorista
mígera del sacrilegio y los rebeldes son sometidos en sus m anifestaciones externas, el fascism o es
a proceso de desintegración. P or eso el terror ac una respuesta de la m ism a índole. Se diferencia
tual n o tiene parentesco reconocido coñ las for en los objetivos declarados, n o en la táctica, que
m as históricas de la opresión. E l torm ento y la es siempre la misma: la violencia. Pero la revolu
guillotina eran expresiones previstas, perfectam en ción y el fascism o han demostrado, en nuestro
te aceptadas com o riesgo por los antiguos insurrec tiempo, un m ecanism o de m ás largo alcance que el
tos. ¡Aquellas despectivas sonrisas y aquellas m i previsto p o r sus iniciadores. Ambas m anifestacio
radas orgullosas de los que iban a morir p o r la nes se han constituido, por sí mismas, en institu
causa! Desde las Catacumbas a la Plaza de la Gré- ciones absolutas, en principio y fin. Su naturaleza
ve, pasando p or todas las Bastillas levantadas por es totalitaria y sus m étodos la realizan plenam en
el despotismo, las víctimas se constituian en m ár te. Su triu n fo configura, al instante mismo, la ne
tires inmarcesibles y en semilla de nuevas rebe gación de tod o program a de fondo, o la supervi
liones. Ahora, la víctim a es vaciada de todo con vencia de estructuras laterales de orden económ i
tenido espiritual, despojada de tod a justificación co, cultural y espiritual necesariam ente diferen
ideológica, destruida en el más afrentoso estado tes. El terrorismo, en todas sus manifestaciones,
de descom posición. Su m artirio n o es levadura de es radical y cesariano. Se nutre de absolutos y se
insurrecciones futuras, sino el castigo de una vo expande p or su naturaleza totalitaria. La revolu
luntad superior e infalible, contra la que se estre ción rusa y el nazism o atestiguan esta realidad
llan todas las intenciones de revuelta. irrevocable. Las fuerzas que en 1917 barrieron *1
El totalitarism o m oderno se define por el terror. im perio de los zares fueron barridas-a su vez, lim
Argos gigantesco, su o jo infinito abarca la to piadas constantem ente, a lo largo de infinitas pur
talidad del hom bre, espiado y oerseguido tenaz gas, por el artefacto del terror que ellas mismas
mente, hasta la extenuación y la entrega. La pre pusieron en marcha.
sencia innom brable de esa m irada inquisitiva y Frente a la m áquina terrorista de los bolchevi
fatídica, crea en el espíritu la angustia de lo ine ques, el fascism o es una respuesta reaccionaria. El
xorable, destruyendo la vida en él, porque el mie mied> de las clases altas y medias de Europa f u i
do es una actividad nocturna y el terror de la no su gestor en principio. La m ayoría de edad de la
che su obra más perfecta. Terror y sombra definen contrarevolución fascista con virtió las esperanzas
al estatism o de nuestros días, le prestan su sinies del capitalism o en ceniza y ruina. De la misma
tro prestigio, su implacable apariencia- Su gran m anera que del vago y esperanzado idealism o de
deza sólo es oosible mediante la dim isión incon los primeros terroristas rusos surgió la más pode
dicional y absoluta de la voluntad humana. La so rosa empresa de esclavización de nuestros días, de
ciedad que lo acepta y m antiene se condena a sí las necesidades de estabilidad y seguridad del c a
misma al silencio y a la inanición espiritual. Su vida pitalism o y las clases medias, simbolizadas p or la
discurrirá b ajo el signo catastrófico del terror, úni contrarrevolución fascista, surgió el poder destruc
ca actividad a la que será sometida. Y , com o todo tor y sangriento de Hitler, y sus inm ensos apeti
poderío está íntim am ente im buido de sugestión tos de poderío. Porque el terror es la f o r m a ‘ per
divina, reclam ará víctimas y sacrificios humanes, fecta del poder, su más acabada realización. En
sin saciarse nunca, porque su desarrollo es el re las maneras violentas de presión sobre el pueblo
sultado de su voracidad. No o tro sentido tienen se comprueba- la íntim a estructura del poder. La
los continuos procesos que en el m undo com unista violencia es el poderío en vías de realización y el
se verifican. Responden, en realidad, a un ritual terrorism o la p olítica del poder conquistado. No
propiciatorio, al que son conducidas las víctimas puede ser de otra manera si tenemos en cuenta
en com pleto estado de mansedumbre. Sus resortes que la actividad d el gobierno es históricam ente
hum anos han sido previamente aniquilados, va injusta. L a ' injusticia, que n o puede justificarse
ciados de toda substancia intelectual, despojados ideológicam ente, sacia su frustración ingénita en
de tod o espíritu de rebelión. Sus confesiones son los cam pos de concentración, donde somete a pro
la repetición m onótona del m ea culpa inculcado ceso de deshum anización a millones de hom brea
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Porque necesita, para su tranquilidad, el espec ral pide que n o se le deje volver a Estados Unidos,
táculo de la degradación y la negación del hombre. la Legión N orteam ericana im pide, bajo amenaza
Es la form a de contribución que exige para m an de piquetes y disturbios, la proyección de sus pe
tener, en estado de gloria perpetua, la apariencia lículas. Se prepara el clim a del totalitarism o f o
de su poder realizado. Sin esa característica si m entando el terror. Las gentes temen h acer osten
niestra, el totalitarism o de izquierda o derecha no tación de ideas liberales, se suprinjgn las peque
se diferenciaría del poder tradicional y caduco, en ñas revistas, escritas por el talento, la buena fe y
vías de desaparición o suplantación. ¿C óm o po el espíritu de libertad. Los síntom as de terror siem
dría ser de otra m anera? La capacidad de m im e pre tienen ese mismo com ienzo. Tienden a la res
tism o del poder supera a la de las .propias masas. tricción primeroi, cuando se justifican com o medio
Además, su estructura es m ás dinám ica y m ejor de defensa, y acaban dom inándolo todo y sum er
provista para transformarse. Así vemos la lenta giéndolo todo. El m iedo al com unism o termina
y segura m etam orfosis de la dem ocracia clásica, concediendo la victoria a los m étodos del com u
cada día más próxim a a caer en el abismo del au nismo.
toritarism o sin freno.
* * * Las consecuencias ulteriores de esta victoria, si
se realiza plenam ente, son previsibles, com o lo fu e
Los síntom as más agravados de esta realidad ron las del hitlerism o y lo son todavía las del c o
les encontram os en las tendencias actuales de la m unism o ruso. Este n o deja de testimoniar dia
dem ocracia norteamericana. Entre esta y el super-
riam ente su voluntad de destrucción, incoando
estado soviético se están creando corrientes idó
monstruosos procesos contra sus secuaces de la
neas, produciendo la confusión que perm itirá más víspera, o inaugurando nuevos cam pos de trabajo,
tarde la amalgama. La creciente m ilitarización de
o deportando masas de población. Pero en las ten
la órbita de influencia estadounidense demuestra
en qué medida las prácticas totalitarias van e n dencias actuales que se manifiestan en Norteaméri
raizando en el sistema tradicional de la dem ocra ca ya están contenidas las posibilidades de las c a
cia. La segunda guerra mundial estimuló los ape tástrofes futuras, que adquieren los contornos ael
titos de los militares norteam ericanos. Las conse terror supremo. La guerra, según las derivaciones
cuencias resultantes de la misma — paz armada, de la técnica moderna, es el muro final contra el que
zonas de ocupación, guerra de Corea, extensión del se estrellan las pocas esperanzas de los hombres. El
com unismo a China y agitación en los países colo desenlace del terror político tiene com o telón de
nizados por Francia e Inglaterra— parecen justi fon d o la guerra atómica, última expresión del terror
ficar la necesidad de una prim acía m ilitar y auto humano. En realidad, la creación de la bomba
ritaria en los Estados Unidos y sus zonas de in atóm ica inaugura oficialmente la religión de nues
fluencia. Esta psicosis invade cada d ía m ás la a t tro tiempo. Ese siniestro artefacto culm ina la im
m ósfera del pueblo de la Unión, demasiado suscep ponente sim bología del terror, enriquecida desme
tible al histerismo colectivo que una propaganda suradamente en la práctica constante a lo largo de
m achacona m antiene en estado latente. Los r e todos estos años de revoluciones, guerras y con tra
sultados inm ediatos de esa psicosis fom entada son rrevoluciones. Com o los viejos dioses ceñudos, el dios
la m ediocridad y el miedo. E l m iedo ordena las in supremo de nuestra época es sanguinario y cruel.
vestigaciones ostentcsas, en Hollywood y en la Su prim era presencia exigió el sacrificio de dos ciu
O.N.U. El miedo fom enta suicidios, dimisiones y dades inocentes: Hiroshima y Nagasaki fueron in
encarcelamientos. Fom enta la mediocridad, y to moladas en aras a su poder m ortífero. El estruendo
das las m anifestaciones de la cultura decaen, ad y la sangre derram ada saludaron la nueva religión
quieren opacidad. E l cine en tra en colapso y com o ael terror.
reacción se persigue a Chaplín. El a ttom ey gene
Benito MILLA
El IPEINMMIIEIW® cíeTCISTOI
^ NTRE los grandes maestros del pensa pudia por racionalista; el librepensador le califica
m iento anarquista, León Tolstoi es el de creyente místico; para un conservador, Tolstoi
m_ás con ocido y el m enos conocido al es un revolucionario; para un revolucionario, un
m ism o tiempo. Es mundialmente céle- reaccionario.
bre com o autor de las novelas «L a
guerra y la p a z» y «A n a Karenina». Dado que el pensam iento anarquista si n o fuese
Tolstoi es artista adm irado en nove herético traicionaría su p rop io origen, Tolstoi es
las que, com o las obras de Dostoiews- herético entre los heréticos. Es herético, también,
ki y de Sakespeare, son testim onio de para la m ayoría de los anarquistas. De hecho, un
. la inmensidad y de la espiritualidad partidario de la lucha de clases com o Gallpani ve
grandiosa y tragica de la vida humana. en él un sostenedor de la clase noble decadente- y
un adm irador de la psicología m oderna com o Geor-
ge W oodcock lo califica de espiritualista autori
TOLSTOI, ESPIRITU DEL ORIENTE tario.
D el punto de vista del anarquismo ortodoxo, la
El pensamiento filosófico' y social de Tolstoi es herejía de Tolstoi consiste en tres cosas- en su re
p oco conocido, inclusive de los anarquistas. Tols ligiosidad que se expresa por una crítica despia
toi es un herético por excelencia. El creyente le re dada de la ciencia y en su firme creencia en Dios;
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tiendo el suicidio. «M i vida, ¿vale la pena de ser vi
vida? ¿Cuál es la razón de m i existencia?» Tolstoi Ugi<?sa'eSe^>eraC^ n ' ^ de ac,u* nace S|J .creencia re-
exam ina el problema con un verdadero delirio de
razonamiento. Lo exam ina bajo todos los aspectos «Siempre es la religión quien dirige la ciencia»,
para llegar siempre a una conclusión negativa. dice. Si confrontam os esta frase con la de Stirner
«Las ciencias naturales —concluye— n o podrán citada mas arriba encontram os que se trata de dos
dar nunca una respuesta al problema de la vida». expresiones contradictorias cuyos extremos se to-
C c in .
Tolstoi confronta al que busca la solución del p ro
blem a de la vida por m edio de la ciencia con el ca
so del m olinero y su m olino. La razón de ser del m o
lino es la de producir harina. El m olinero d octo
razona de la siguiente manera: «M i m olino es mo LA RELIGION DE TOLSTOI
vido p or el rio. E l río lo form a el agua. Por conse
cuencia, de la naturaleza del agua depende todo»
Empieza, pues, a estudiar la naturaleza del agua, ¿Cuál es la crencia que ostenta Tolstoi com o res-
estudios que son cada vez m ás detallados, y de este feU^ i d e í s u i S i o rf SPUeStaS’ ^ reSpueSta que
m odo, se aJeja cada vez m ás del m olino, que deja
caer en ruinas. Ocurre lo m ism o a quien busca el PnL p tde T° lstoi es m ística e irracional
significado de la vida p or la investigación científi fm r s u p e r l a t i v o . Se puede tamlbién hablar de
ca. Para llegar a su objetivo tendría que recorrer un racionalism o místico.
todo el infinito de la naturaleza. Igualmente el fí d f fine la fe <?eI siguiente m odo: «...compren-
sico, el biólogo, el historiador y el psicólogo perde- ai que la fe n o puede iluminar cosas invisibles v
rianse en una infinidad de detalles si n o conocie HAn V evelacl ón> n o siend0 esta m ás que
ran una razón prim era com o guía de sus vidas y
estudios. La ciencia presupone un significado de la ^ « e 110 de st*s rasgos m ás caracterís-
í.™ ¿ r t siquiera la relación entre el hom
vida. Esta puede ser útil a la vida de quien conoce bre y Dios: se puede determinar la fe y luego Dios
la razón. Pero nunca podrá descubrir esta razón a L ™ ° 1 0S aníes la fe; la fe n o es siquiera el
quien 110 la conoce. L a ciencia, para ser ciencia, acuerdo con lo que dicen los hombres, p ero es el
debe darse cuenta de esto. De lo contrario lleva a cua^eThom hrd6? sentido de la vida humana por lo
ia humanidad hacia la quim era fantástica.
Una de estas quimeras es, según Tolstoi, la idea fic a r n o s í» ‘ d e VÍVÍr’ n ° d e s a c r i'
de la evolución. Los evolucionistas explican y de Com o hem os visto, la razón es incapaz de d a r con
finen el bien por el progreso de la historia. «El ^ s ig n ific a d o de la vida. La fe n o puede t a r a p é
bien —dicen— es aquello a que nos conduce la evo r i r n t á í i M r a z ó n . Ella es com pletam ente es
lución de la hum anidad». Pero si se les pide definir pontánea. E n sus «Confesiones» intenta describir
el progreso, responden lo contrario: «L a evolución esta espontaneidad de la fe con el siguiente relato-
es el m ovim iento de la historia que lleva a la hu «U n día de prim avera me encontraba solo en un
m anidad h acia el bien». Así explican y definen el
bien por el progreso y el progreso p or el bien. Es úlHm^s ^ eÍ Í ef - ° naba sobre las inquietudes de mis
,uÍ Í ! h ,?s tres anos, en m i busqueda de Dios, en mi
un círculo vicioso, nefasto y peligroso. La quimera con tin u o pasar del goce a la desesperación. E im -
de la evolución puede servir para justificar cual E J1 dábame cuenta de que vivía sola
quier capricho y para legalizar cualquier delito. mente cuando creía en Dios. Cuando pensaba en él
T olstoi evoca la ejecución de un delincuente a la
que había asistido en Francia, justificada por la dedora ^ ardlentefi P! ? Cer P °r la v id a ' A ¡ £ £r£
dedor t o d o se vivificaba y tom aba significado. Pero
necesidad del orden y. del progreso. He aquí com o apenas dejaba de creer la vida terminaba. ¿Qué es
describe Tolstoi su revuelta interior: i? busco todavía?, dice una voz d en tro de mí.
«Cuando vi que la cabeza se separaba del cuerpo, Es él, sm el cual n o se puede vivir. C onocer a Dios
com prendí — 110 con m i razón sino con todo m i ser y vivir es una m ism a cosa. Desde entonces esta
—que ninguna teoría del progreso podría justificar voz n o me ha abandonado.»
esta acción, y com prendí tamlbién que si todos los C om o vemos se trata de una evolución com pleta
hctmjbres del m undo pretendieran su necesidad — mente mastica, solo com prendida p or los iniciados.
respaldados en una de tantas doctrinas inventadas
Pero la fe de Tolstoi que, com o cualquier fe se
desde la creación del m undo hasta hoy— yo segui
basa sobre un valor que está por encim a de la ra
ría creyendo que aquella acción n o es necesaria, que zón, n o es, a pesar de todo, irracional. No se trata
es repulsiva y que, ni la gente ni el progreso pue
den juzgar lo que es bueno y lo que es necesario, del conocim iento de cosas naturales ni sobrenatu
rales; ni se trata del conocim iento del sentido de la
y que nadie puede ser juez fuera de mi y con mi vida, que n o es ni espacial ni tem poral, pero que
ccrazón.»
ilumina a todas las cosas en el espacio v en el
Vemos que el juicio de Tolstoi es conscientemente tiem^po.
subjetivo: n o tiene necesidad de ciencia ni de d oc
El m isticism o de Tolstoi repele toda materializa
trina. T odo cuanto puedan decir éstas es mentira ción del espíritu, es decir, todo el conocim iento a g
si n o corresponde al ju icio que llam a Tolstoi su co nóstico, y se transform a inmediatamente en razón
razón.
practica.
M ax Stirner ha dicho: « Y o n o soy el servidor si-, El Dios de T olstoi n o puede definirse con pala
no el soberano del pensam iento». Pero mientras el bras. Este Dios, que es la vida, n o puede describir
yo de Stirner, que es el resultado de la abstracción se sino m ediante la vida misma. Es por esto que
llevada al limite extremo, permanece aun en el abs
• k j-e to lsto i 110 es ni cristiana, ni bramanista,
tracto, el yo de Tolstoi es un problem a viviente, ni budista en el sentido dogm ático de estas religio
una cuestión de desesperación. Stirner se para ante nes. No se trata, p or ejemplo, de saber cóm o h a si
la constatación de la nada que ve detrás del p ro do creado el mundo. El d cgm a de la creación del
pio yo. Para Tolstoi, esa nada que también siente m undo por Dios, según Tolstoi, n o tiene m ayor im
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portancia para la vida de todas las hipótesis cien contradicción siquiera con una sola m anifestación
tíficas sobre este problema. posible de las relaciones reales de la vida humana.
B ajo este aspecto la fe de Tolstoi es racionalista,
La curiosidad de la razón hum ana por lo tempo y es p ropio de su racionalism o expresar la h on esti
ral n o será nunca satisfecha ni por el conocim ien
to de la religión ni por el de la ciencia. Aquélla no dad y la seriedad de su fe mística.
La violencia es nefasta: he aquí una verdad com
cesará de preguntarse: ¿Cuál es la causa, prim era? pletamente subjetiva que n o puede ser dem ostrada
Tolstoi n o se interesa por la llam ada' divinidad por ninguna ciencia lógica. Es una verdad de fe.
de Jesús. El dogm a de la trinidad no le dice com T olstoi descubrió esta verdad ante el suicidio. Es
pletam ente nada. parte integrante del Dios que le incita a vivir y que
De la biblia y de las revelaciones de los sabios del le im pide suprimirse. Tolstoi no acepta esta ver
Asia le interesan las m áximas de vida práctica que dad por encontrarla en el evangelio. Es más bien
n o pertenecen al tiem po ni al espacio pero que dan su fe lo que h a encontrado con ayuda de las pala
una satisfacción a la vida en el espacio y en el bras ya citadas de Jésús, mientras desdeña otras
tiempo. que le parecen insignifiantes. Aquí empieza el ra
En su libro «¿E n qué consiste m i fe?», Tolstoi ex cionalism o de Tolstoi, un racionalism o que va di
pone su interpretación de la fe evangélica. Intenta recto hacia la vida práctica.
sacar del evangelio cuanto le parece esencial. Y «Si la violencia es un m al —dice— debe ser siem
afirma que lo esencial de una religión es lo que la pre un m al». Es un m al aun en el caso de que sea
distingue del m undo espiritual que la circunda. tolerada y ordenada p or las leyes. Com o quiera que
La m ayor parte de las afirm aciones de la biblia, todas las leyes son m antenidas por la fuerza, aque
que la iglesia ha tom ado com o base dogm ática del llas n o tienen razón de existir.
cristianismo, n o son originales. Se encuentran bajo «Las leyes — añade— son órdenes impuestas por
formas diversas en la tradición ¡hebraica y paga los hom bres am parados por la violencia organiza
na. Pero hay en el evangelio dos enseñanzas que, da y m antenidas mediante la brutalidad, la p riva
según Tolstoi, no se encuentran en tradición reli ción de la libertad y la muerte.»
giosa alguna. Jesús las ha enunciado en estas des El Estado, que es la expresión de la vid en cia o r
máximas: «A m a a l p rójim o com o a tí m ism o» y ganizada, es im propio de una sociedad evangélica.
«N o resistas al m al con la violencia». Del m ism o m odo es también inapropiada la iglesia,
La primera sería insuficiente para una concep que es una organización basada en el p oder de los
ción clara y precisa. D eja demasiado m argen a la hom bres y que pretende apoyarse en una religión
interpretación en perjuicio de su valor práctico. que es la m ism a negación de este poder.
La segunda afirm ación, la n o resistencia, da al Si la violencia es dañosa, la propiedad de la tier
amor al prójim o una significación real, concreta y ra, que obliga a los hombres a trabajar en provecho
radical. Es en esta m áxim a de Jesús que encuen ajeno, es igualmente perjudicial. Y un sistem a in
tra Tolstoi la llave de la com prensión de todo lo dustrial que obliga a las m ultitudes a realizar un
esencial en el evangelio. trabajo malsano, peligroso, para regalo m aterial y
espiritual de una m inoría, es incom patible co n la
A la negación de la violencia se adjunta, com o fe contenida en las palabras de Jesús. Y este regalo
consecuencia lógica, la otra m áxim a de Jesús: «A m a
que se nutre con sangre ajena es un delito, aun
a tus enemigos». Tolstoi, a continuación de un es
tratándose de. un lujo espiritual.
tudio lingüístico, interpreta la palabra «enem igo»
en el sentido de enem igo del país, es decir, de ex De esta manera, Tolstoi va de la negación de la
tranjero. La prohibición del juramento, hech a por violencia a la negación del Estado bajo todas las
Jesús, pone en causa a todos los ejércitos vincula form as, a la negación de todas las instituciones eco
dos m oralm ente al juram ento de la bandera. La cé nóm icas fundadas sobre un poder cualquiera; a la
lebre frase «n o ju 2gues si n o quieres sen juzgado» negación del industrialism o y, por consecuencia, de
incapacita a cualquier cristiano p ara participar en la m ism a civilización.
cualquier tribunal. La no-violencia n o puede acep D ado que la libertad de los hom bres n o está en
ta r el derecho de propiedad. Per esto d ijo Jesús: el Poder sin o en Dios, que es la verdad, tod a libe
«A quien ambicione tu cam isa dále tu h ábito». ración que se sirve de la violencia n o puede c o n
La cristianidad n o puede, pues, apelar a la jus seguir su objetivo. La aspiración a la revolución
ticia para reivindicar cualquier derecho. P or otra aparta a los hombres de la verdadera senda de la
parte Tolstoi deduce del evangelio una moralidad liberación.
sexual rigurosa que conduce a la monogamia. La senda justa, racional, lógica y al m ism o tiem
po arm ónica con el significado m ism o de la vida,
es la renuncia a cualquier violencia o com plicidad
co n ella.
L o que se propone Tolstoi en favor de nuestra
EL RACIONALISMO DE TOLSTOI liberación se resume en el siguiente pensam iento de
un autor anón im o citado p o r aquél en su recopila
ción de «Pensadores de la humanidad»:
Tolstoi, de acuerdo con su fe, se lim itaba a pre «S i los hom bres n o creen en la necesidad de res
dicar el am cr al próxim o. Nada hay en esto de ori ponder al m al con el bien, es iporque se les h a acos
gin al y, por lo tanto, n o paga el examen. tumbrado a creer en que sin responder al m al con
La personalidad de Tolstoi no está en su fe sino el m al ningún orden social podría existir.»
en la lógica absoluta con que saca sus consecuen
cias prácticas.
Si la fe n o puede ser una deducción de la razón H . K O E C H L IN
puede, en cam bio, ser constatada por la razón. Lo
que da un significado a la vida no debe estar en (Trad. J. Peirats.)
Ayuntamiento de Madrid
CENIT 901
/ J a c u t a á i n i i n
Jornada primera
CAPITULO I CRUCES. — ¡Me los quitan!... El m arido, el h ijo,
la nietecilla... ¡Me los quitan! Empieza el terror.
B a jo la acción del crim en, la sangre lo arreglará
COMPROMETIDOS todo. Sólo nuestra razón quedará a flote. No habrá
clemencia: ira... Com o lobos se cobrarán de noso
tros. En sus m anos, la palma será guadaña. Rugi
PERSONAS: Cruces, Mínima, Andrea, Nazaria, Re rán vengativos: «¡A la cruz!», león que devoró a
fugio, Attilio, Prudencio, Ariel. Un Im pacien Cristo. Tu abuelo, el justo, calentói la cruz con su
te. Otro Im paciente. (Mujeres y hombres del agonía al m orir m ártir. ¿T e lo dicen ¿Te dicen que
pueblo). lo fusilaron?—
ANDREA (en traje de m archa) — Salud. ¿Quién
está aquí? ¡M áxima! (Besos). Llego sin aliento.
El estudio de A ttilio Huerta —fotóg ra fo que n o CRUCES. — Siéntate.
ejerce—, fren te al m ar. Estancia moderna, grata, ANDREA. — Por poco, el séptim o humo. No va
apacible. Luz discreta. H orizontales cortinas. El el ascensor. El burgués hace m ejor las cosas.
am plio mirador tiene echada la m aciza persiana CRUCES. — ¿Qué novedades?
Hay dos puertas: una a la derecha y otra a la iz ANDREA. — La caída inm inente de la población.
quierda. CRUCES. — ¿Inminente?
ANDREA. — Cuestión de horas.
MINIM A (quitándole el pech o a su hija).— ¡G lo CRUCES. — ¿En qué se conoce?
tona, basta! ¡No h ay marrullerías que valgan! ¡A ANDREA. — E n la derrota ambiente. Y en la sa
la cama! (M ovimiento de alzarse). No, no te riño. tisfacción del contrario. Muchos se h an quitado ya
Corazón mío, bobita: m am á te quiere mucho. la m áscara y nos insultan.
CRUCES. — Bien. Que entren.
CRUCES (arrastrando los pies, enlutada, ceñu ANDREA. — El « n o pasarán» ha, fallado.
da). — Dame la n iñ a y arréglate, que es hora. CRUCES. — ¡T u— nunca se siem bra en balde!
ANDREA. — Com o n o sé perder, m e aconsejo del
MINIMA. — Espero a Attilio. despecho. Suelo n o sentir el d añ o que m e hacen
CRUCES. — El b a rco a nadie espera. De cabeza hasta que añado el que y o mism a m e causo. Es mi
andan todos para tomarlo. m odo de sufrir.
MINIMA. — Menos yo. CRUCES. — Pues sufre.
CRUCES. — No es necesario que lo digas. ANDREA. — ¡Si al m enos no presenciasen nues
MINIMA. — ¡Ay, m i casita!... tra huida! Cuestión de principios. A mí, vieja Cru
CRUCES. — ¡Y a saltó la monja!... Trae, hay que ces, todo esto m e perturba.
arrancártela de los brazos o plegarse a tu tiranía. CRUCES— D eja la form a y preocúpate del fondo.
MINIMA. — De madre. ANDREA. — N o p uedo hacerm e a la idea de haber
CRUCES. — No única, para tu gobierno. Las ma sido aplastados.
dres son la madre. CRUCES. — Que n o es haber sido vencidos.
MINIMA. — Y yo, la m ás feliz de todas. ANDREA. — Eludir la forma... ¡oh. no! L o ver
CRUCES. — ¿Cuál n o te desmintiese? daderamente rem arcable de Napoleón «Badingue»
MINIMA. — ¿Verdad, am or mío? es que, pálido de miedo, se pin taba el rostro para
CRUCES. — ¡Jactanciosa! n o darse a entender de la tropa.
MINIMA. — No la hay m ás linda. CRUCES. — Literatura... literatura...
CRUCES.. — De la infancia adulada, el adulto UN IM PACIENTE (desde la puerta. — ¿Attilio?...
engreído. (Transición). ¿Oyes? Las cinco. CRUCES. — No está. —
MINIMA. — ¡Ven, madre Sentencias! (Sa va di- UN IMPACIENTE (desde la puerta). — ¿lAttilio?...
ciéndole cosas a la niña). dad?
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902 CENIT
CRUCES. — ¿Y a tí te encorre el miedo? quedan por su gusto y otros por no poder irse.
(Aléjase con su con g oja el Impaciente.) Los que viven y mueren de pie, com o el árbol,
ANDREA. — De ayer a h oy llegaron n o sé los esos...
com pañeros y com pañeras com prometidos. Federa MINIMA. — Locos de atar.
ción es otro Babel: la joy a a alcanzar el barco. Ig ANDREA. — Quijotes... Esta h ora es la de S an
noro si vamos a Tierra Santa, y, yendo, si llega cho.
remos. El «Caín» me parece insuficiente. Muchos
no se convencen de nuestra derrota. Todavía an — Debía ser la de Numancia.
dan por ahí evangelizando. Resistencia, tesón, fe, fo r o = ? A ~ iJa’ 'a!'" ¿ Y eI petróleo y los fós-
consignas de otrora. La del mom ento: vivir.
~ Porque n o salgamos propugnan.
O TRO IM PACIENTE (anhelante, desde fuera). — M INIM A. — ¿Que hacer?
¿El com pañero 'Huerta? ATTILIO . — Pitar.
CRUCES. — No.
M IN IM A Madrecita, accede.
IMPACIENTE. — ¡L a puta que...!
(Sale de estampía). CRUCES. — En la m ata estuve y, aunque agos-
ANDREA. — Decídete, vieja. vida 611 m ata sií?°- Dejadme y vivid vuestra
CRUCES. — Y a ¡o estoy... a quedarme.
A TTILIO . — Estorbándolo estás.
ANDREA. — Cuidado con el lobo.
CRUCES. — Alguien m e enterraría. CRUCES. — Pues para no ser vuestra remora,
m e quedo.
A TT ILIO (con Mínima, en plan de viaje). — ¡Hija,
mi vida!... (Tom a a la n iñ a y la besa). A TTILIO . — Si lo anterior ya h a sido, ¿por qué
mirar atras? El pasado, cenizas.
MINIMA. — Profesora...
CRUCES. — ¡No, sangre!... ¡Su sangre!
ANDREA. — Sor Mínima...
ATTILIO . — ¡Está ahogándonos!
MINIMA. — Purificación...
ANDREA. — Conflicto...
A TTILIA. — Mínima, nom bre de guerra. Recuer
d o de la Orden. La vieja desaprobó. ATTILIO . — Vosotras, al puerto. Agregáos a los
CRUCES. — No se hizo mi gusto. c<5.nS Í ? , e,r<?s que marchan. Y o también m e quedo.
MINIMA. — ¡Attilio!...
ANDREA. — ¿Cuál, si la pregunta n o es indis
creta? PRUDENCIO (Con Ariel, R efugio y Nazaria. Su
be A ttilio la persiana del mirador. El sol. herido
CRUCES. — De las tinieblas a la luz, Resurrec pierde la batalla: se retira. U no y o tro a z u l mar
ción.
ANDREA. — Un título de Tolstoi... Acertadísimo. y cielo — en fusión de infinito. Zumba, la colm e
na). — ¡Hala!
ATTILIO . — Dos polos. Mínima la madre y M á ARIEL. — ¡¡Hala!!
x i m a la hija. Y o, el eje.
REFUGIO. — ¡A correr!
MINIMA. — Jáctate.
NAZAR IA . — ¡Cachazudos!
ATTILIO. — Tom a.
A TT ILIO (al enjam bre aglom erado en el um
MINIMA. — ¡Venga acá m i hija!
bral). — Dirigios al puerto y embarcad: mi madre
— Ahora, al puerto. Y tú también. y y o n o salimos.
CRUCES. — i Yo?...
ARIEL. — ¡Agua va!
ATTILIO. — C on nosotros, con todos. REFUGIO. — ¿Qué pasa?
CRUCES. — ¿Y ooo?
PRUDENCIO. — Ven con epigram as ahora.
ATTILIO . — Peligras y n o apecho con la res
N A ZA R IA — ¡Que perdemos el tren!
ponsabilidad de dejarte. Caerías sin remisión. Po¡- MINIMA. — ¡Ay, que los matarán!
m ujer de Huerta y por madre de Huerta. En tal PRUDENCIO. — D alo por hecho.
de resarcirse, a ellos les da igual oue pague uno
u otro. ARIEL- — U n estanco n o les pondrán, m onja.
ATTILIO . — Nos quedamos para que el drama
CRUCES. — Ya se cobraron de tu padre. Tú no de m i padre continúe. (Mujeres y hom bres irrum
h agas c uenta de m í y ponte a salvo.
pen en la estancia. Confusión, horrible pandemó
ATTILIO . — No se dialoga con la Muerte. nium.... "Iiran de Attilio unos y de Mínima otros.
CRUCES. — Aquí la espero.
ATTILIO . — ¡Madre!... La vieja Cruces, inm óvil, abstracta, toda de sí
propia, pende de la puerta solar y en su intros
CRUCES. — Y o n o tem o a! verdugo. pección, en su mutismo, es com o una estatua su
ATTILIO. — Desconoces la realidad.
ANDREA. — Un volcán. gestiva. Pero se anim a por instantes en presencia
MINIMA. — ¡M ujer, recapacita! del astro, ya moribundo, que, a su paso paso, se
oculta, dejando en el azul un rastro deslumbrante
CRUCES. — ¡H e d ich o que no! de sangre...)
ATTTLÍO. — Vamos, razona. T od o fué ya. Caye ARIEL. — ¿Qué miras?
ron los frentes y el enem igo está a las puertas de
casa. Un gentío enorm e se ha volcado acá co n el ^C R U C E S. — El entierro del Sol... La sangre del
ansia de salvarse. Este el preciso m om ento’ torpe
za, temeridad desaprovecharlo. E n breve sólo habrá ARIEL. — Loqueas.
un cam ino expedito: el del matadero. CRUCES. - - Vosotros... ¡de miedo!
MINIMA. — ¡Qué horror! N AZARIA. — ¿¡Acaba!
ATTTLIO. — No h ay m ás salidas: la de hoyi en CRUCES. — Sí, con honor. Y o n o huyo.
el «C aín», si da tiempo. REFUGIO. — ¡V ieja terca!...
ANDREA. — Van a banquetearse. PRUDENCIO. — ¿Quieres quedarte para reli
ATTILIO. — En todas partes. quia?
ANDREA. — Me refiero a. los com pañeros de CRUCES. — Para encender la hoguera... para
com ités, verdaderamente com prometidos. vengarle... ¡aunque me fusilen!...
— ,Por ahi andan celebrando plenos.
ANDREA. — M achacando en h ierro frío. (La sacan a tirón).
CRUCES. — ¡M orirán en la brecha! Unos se
PUYOL
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24 F R IT Z B R U P B A C H E R MARX Y B A K U N IN 17
que vió el com ienzo del m ism o y fué sorprendido por su El curso del congreso y sus eficacias posteriores sobre la
acrecentam iento, quiere ahora condenar a la im potencia esos clase obrera internacional testim onian que las fórm ulas de
pensamientos que antes, cuando n o estaba experimentada M arx habían sido m uy buenas; que había hablado en el sen
todavía su fuerza creyó absolutamente. L o confieso, sé que tido del proletariado, que habían sabido sintetizar opiniones
trancurrirá aún m ucho tiem po antes que el 1789 de Alemania siempre discrepantes. Contribuyó m uchísim o a este éxito la
alboree. ¿Cuándo los alemanes n o han sufrido un retraso sugerencia sobre la acción .política, de la cual d ijo simple
de siglos? Pero ahora, n o estamos en tiemipo de cruzar los m ente que com o simple recu rso h abía de subordinarse a la
brazos y desesperar tímidamente. Si hom bres com o usted a cció n económ ica. La organización de la A sociación Inter
1.0 creen ya más en el futuro de Alemania y n o quieren co n acional de los Trabajadores tuvo com o cim a un Consejo
operar en ello, ¿quién creerá entbnces?, ¿quién actirará? G eneral, com puesto, según las pro,porciones de obreros de
Escribo esta carta en la isla de Rousseau, sita en el lago los diferentes países representados en la A sociación. Los
de Biel. Usted sabe que n o vivo de fantasías y de frases, derechos del Consejo General consistían en facilitar las re
pero me conm uevo m ucho pensando que es justamente hoy, laciones internacionales entre las organizaciones obreras de
sobre tal objeto y en este lugar que le escribo. ¡Oh! Estoy las diferentes naciones, en inform ar continuam ente a Jos
seguro que m i creencia en la victoria de la humanidad sobre obreros de cada país sobre los m ovim ientos de su clase en
curas y tiranos, es la misma fe que aquél gran exilado insu otros países, en efectuar exámenes estadísticos sobre la si
fló en tantos millones de corazones, y la cual aportó c o n tuación de la clase trabajadora, en suscitar conversaciones
sigo hasta aquí. Inmortales, Rousseau y Voltaire, rejuvene sobre cuestiones de general interés en todas las sociedades
cen, y las mentes insignes de la n ación alem ana celebran obreras, en ocasionar, en caso de contiendas internacionales
su resurrección, reina un gran entusiasmo p or el humanism o una acción sem ejante y simultánea de las sociedades asocia
y por el estado cuyo principio ¡al fin! representa el hombre; das, en publicar inform aciones periódicas y en otras tareas.
un odio férvido contra, los curas y su celo arrogante de ensu El Consejo General fué eligido por el Congreso, el que se
ciar todo lo grande y verdadero del hom bre, vuelve a pene reunió una vez cada año. El Congreso fijó la residencia del
trar el mundo. La filosofía jugará aún el paipel que h a ju Consejo General y la fecha del próxim o Congreso. Pero el
gado en Francia tan gloriosamente; y n o la desdice que su C onsejo General tenía facultad para com plem entar el núme
poder y su horror fuese reconocido por los adversarios antes ro de sus miembros y en caso de necesidad m odificar el lu
que por ella misma. Ingenua com o es, n o espera ningún gar del Congreso. Lo. que n o podía era retardar la fech a de
com bate y ninguna persecución, porque considera a todos los la convocatoria. Tan escaso era el núm ero de sus afiliados
hom bres com o seres racionales. Y se dirige a su razón, com o que cada sección tuvo el derecho de enviar un delegado para
si esta fuera su dueño ilimitado. Es com pletam ente lótgico el Congreso General. Las sociedades obreras de los d ife
que nuestros adversarios, que tienen la arrogancia de de rentes países que entraban en la Internacional, guardaban
clarar: «somos irracionales y queremos seguir siéndolo», atoran intacta su organización particular. Ninguna sociedad local
la lucha práctica, la oposición contra la razón, p or medidas independiente era prohibida de entrar, en relaciones direc
n o razonables. Este simple hedho demuestra la superioridad tas con el Consejo General, pero fué m arcado com o una
de la filosofía, .pues los denuestos con tra ella suponen ya la condición previa, necesaria p ara la actividad eficaz del Con
victoria. Voltaire d ijo una vez: «Vous, petits hommes, revétus sejo General que tanto com o fuera posible las sociedades
d'u n p etit emploi, qui vous donne une petite autorité dans cb reia s de los diferentes países se unieran en corppracioneo
un petit pays, vous criez contre la philosophie!». Para el bien centrales.
de Alemania vivimos en la época de Rousseau y de Voltaire
y con ellos entre nosotros, los que son bastante jóvenes para II C O N G R E SO DE L A IN T E R N A C IO N A L
ver los fru tos de nuestro trabajo, verán una gran revolución
y una era en la cual valdrá la «pena haber nacido. Podemos (Lausanne, 2-7 septiembre de 1867)
repetir la frase de Voltaire, sin temor, que esta segunda vez
quedará menos grabada que la prim era entre los aconteci Tam bién en este Congreso encontram os algunos indicios
mientos históricos. ae la gran lucha de ideas dentro de la Internacional. Como
Los franceses son todavía nuestros maestros. A ese res o íL ? P.rim er Congreso, la discusión se extendió, n o tanto
pecto tienen un adelanto de varios siglos. ¡Esta literatura sobie las cuestiones principales co m o sobre particularida
enorme, esta poesía viva y arte de escultura, esta educación des del trabajo p rá ctico d el día. Hablaron sobre crédito v
y espiritualización de todo el pueblo, son estados que cono Bancos Populares, sindicatos, educación integral, religión
cemos solamente de legos! Tenemos que recuperar, tenemos lengua universal, peligro de la form ación de una quinta
que azotar nuestro orgullo m etafísico que n o calienta el m un clase. Sobre la guerra fué tom ada una resolución, que decía
do. Tenemos que aprender, tenemos que trabajar díia y no que solam ente puede ser eliminada por el derrum bam iento
che para llegar a este fin: vivir com o hom bres con los h om - ae la organización actual de la sociedad. De la liberación
política se d ijo que era inseparable de la social y que la iris-
Ayuntamiento de Madrid
61 N iN n sv a a xavw a a ii u v a a i i a a
titución de libertades -políticas es una condición previa de puede vivir en una sociedad organizada según los proyectos
la em ancipación social. Esta última declaración había sido de W eitling. Esto no es una sociedad libre, sino una m anada
presentada para su aprobación por el Congreso por los de de animales, unida por la fuerza, que ven delante sus ojos
legados de Ginebra. Se acusaba a les delegados de París (To- solamente lo m aterial, sin conocim iento de lo espiritual y
lain, Fribourg, etc.) que estaban com prados por Plon-Plon de todos estos supremos placeres del espíritu. En contra de
(príncipe Napoleón). A causa de osa proposición debieron esto, el ccm unism o conUiene elementos muy impqrtantels.
aclarar su posición dudosa y si aceptarían una declaración Contiene los supremos derechos, las exigencias humanas
com pletam ente antibonapartista. Esta declaración significa m ás elevadas, y estas eran las que influenciaban tanto los
ba: El im perio tiene que ser trastocado. ánim os con una fuerza sorprendente. Ahi reside la fuerza
Además, con algún p rin cip io nuevo, establecieron que del com unismo. Representa una cuestión mundial; no puede
el esfuerzo de los pueblos tiene que dirigirse a hacer al Es ser suprim ido por la fuerza y ni siquiera puede ser negado.
tado dueño de los m edios del transporte y circulación para Entre la filosofía y el com unism o existe un género de paren
destruir así el m onopolio de las grandes sociedades. tesco. La filosofía tiene la tarea de impulsar al pueblo a la
En la discusión, el belga De Paepe desarrolló también autoconsciencia. Lo h ace pero solamente teóricamente, den
la idea de la socialización de la tierra y com o fu e desapro tro de la comprensión; el com unismo lo hace en la práctica.
bada su fiscalización m ediante la constitución política exis Así, ambos, en el fondo, son seres inseparables. La filosofía
tente, Marx se opuso enérgicamente contra tal medida. Pero h a llegado a los límites de su capacidad. Su realización puede
en con tró en el Congreso una oposición enérgica en una efectuarse solamente por un amor anim ado por el ser divi
fra cción de los mutualistas. En consecuencia, al n o poderse n o y de una comunidad de hom bres libres, descendientes
llegar a un acuerdo, la decisión fué abandonada hasta el de una igualdad originaria. Y esa puede llenarla solamente
próxim o Congreso que zanjaría la cuestión. el verdadero comunismo.
Unos dias después del II Congreso de la Internacional, Todos los grandes hechos de la historia surgieron siem
fué abierto en G inebra el Congreso de la Liga para la Libertad pre del pueblo: la gran masa de los humildes y oprim idos
y Paz. Era el Congreso de ios restes de los idealistas que h a sido siempre el único terreno existente de que h an salido
aún m ilitaban en la burguesía. Podem os decir que era un tedas las revoluciones que han transform ado el m undo. El
Congreso de la flor y nata de los intelectuales burgueses de hom bre particular, por miuy b ello y m oral quei sea su sen
entonces. En este Congreso encontram os también la mayo tido, 110 puede participar a la verdad si no vive en la com u
ría de los delegados del Congreso de Lausañne de la Inter nidad. Todas las grandes virtudes solamente se h an hecho
nacional y, además, a un hombre que m ás tarde debía ju posibles en la comunidad.
ga r un gran papel en la Internacional: Miguel Bakunín. Estamos en vísperas de un gran cam bio m undial de
im portancia histórica. Y el contenido de la nueva religión,
m archando a la victoria, se ha expresado en las palabras;
MIGUEL BAKUNIN «libertad, igualdad, fraternidad». Bakunín reconoce la fuer
za enorme, práctica y dem oledora del com unismo; y en ver
dad separa muy cuidadosam ente filosofía y comunismo, va
Com o M arx, tam bién Bakunín representa uno de aque riando su semblanza interior.
llos intelectuales a los que el ham bre cultural le había opues
to a su propia clase. Si M arx era el h ijo de un abogado, Durante su estancia en Suiza, Bakunín encontró a W eit
Bakunín era el vástago de una fam ilia rusa aristócrata. ling y a un gran número de obreros comunistas. Le im pre
Tenía cuatro años más que Marx. El círculo de ideas en el sionaron m ucho, y fugazmente, él m ism o pensó e n ser arte
que crecía estaba saturado con la cultura de los enciclope sano y principalm ente carpintero.
distas franceses. No podemos decir que fué educado en esta De esta época viene la carta escrita p ara los «Deutsch-
atm ósfera, crecía en ella. No recibió ninguna educación, si Pranzoesischen Jahnbuecher», la cual reproducimos «in
n o una «creación». T odo lo que el sentido despierta p a ra la extenso»;
autopreservación económ ica, desconcertaba en esta manera
de «creación». Desarrollado en un am biente de holgura, «Petersinel, en el lago de Biel. M ayo 1843.
n o adquiere ningua virtud de ahorrador, ni siquiera calculó «Nuestro am igo M. me h a inform ado' de su carta de
con ella com o elem ento de relación de los hombres. Su 'pa Berlín. En ella parece que usted se h a enfadado sobre Ale
dre había tenido con ta cto con los círculos de los Decabris- mania. Usted ve solamente la fam ilia y al filisteo que ence
tas; aquellos grupos de jóvenes rusos que eran ricos y de rrado dentro de sus cuatro paredes, con todos sus deseos y
origen aristocrático, ¡pero dem ócratas en su sentim iento y pensam ientos n o quiere creer en la prim avera que amanece.
hasta casi socialistas. No solamente dem ostraban su opi Querido amigo, 110 pierda, usted la fe en ningún caso. Pien
nión con palabras, sino que pagaban sus ideas con la vida se que yo, el ruso, el bárbaro, no la abandono. No deje a
y la libertad com o sucedió en el a ñ o 1825. Los decabristas Alemania, y usted que está en m edio del movimiento, usted
Ayuntamiento de Madrid
22 F R IT Z B R U P B A C H E R MARX Y B A K U N IN 19
le parece que se (ha despertado de un largo sueño; y si. no oran los sucesores de aquellas flores del espíritu hum ano de
p u d o expresar exactam ente lo que sería el m añana, tuvo sin la Europa occidental que pujaron con el enciclopedismo
em bargo el presentimiento de un m undo nuevo. El que afecta francés. En la mitad del siglo X V III com enzó a m anifestar
al hombre, antes que los presentim ientos, o sea antes de que se en la aristocracia rusa cierto demasía de fuerza espiri
el trabajo del sulbsconciente haya llegado a una idea clara, tual, inclusive sobre la preservación de su casta. Se apode
com prensiva. Le parecía que la escisión interior ha sido raron de las ideas de los enciclopedistas y h asta en Suiza
vencida, y que ahora, después de los largos combates de su trabajaron por desarrollar la personalidad y por crear la
juventud, vuelve a la madre naturaleza. Gracias a Feuer- toase social para este desarrollo. Estas ideas cayeron en la
baoh, le parecía ver todo claro. Había hallado una nueva inteligencia rusa pletórica de fuerza, sobre un terreno tanto
joya: el santuario de autoconsciencia de la hum anidad. El o más fértil aue ella, com o consecuencia de un industrialis
sentido del individuo engendraba en él. m o que se reduce a varios siglos de com ercio y que n o esta
Las palabras con las cuales se expresó entonces son aun ba esterilizado p or las ideas de los países industriales. Al
muy oscuras Su desarrollo posterior les da un sentido más principio, la em peratriz Catalina II favoreció el m ovim ien
jjreciso. Pero solamente el h ech o que en este tiem po inicia to, hasta oue éste com enzó a ser m ás que un puro enrique
amistad con el hegeliano y revolucionario alemán Ruge, da cim iento del pasatiem po literario. La guerra de Rusia c o n
a sus palabras un sentido que n o parecen tener en el pri tra Napoleón, el saber del liberalism o europeo!, lo quei los
m er m om ento. Desde esta época, fué un luchador por la li aristócratas rusos alcanzaban co m o oficiales en el extran je
bertad contra la realidad existente. En la verdad subrayó ro suscitaron y fortalecieron esos impulsos.
siempre la necesidad del conocim iento de esta realidad y de Fué un m ovim iento verdaderamente organizado que tu
las propias fuerzas. Para él, la revolución consiste en algo vo su remate culm inante en la fracasada rebelión de los de-
¡más que en un camlbio político-económ ico; consiste también cabristas en 1825. Las ideas mismas y la m em oria a los re
en un cam bio interior, religioso. Su religión es la de la presentantes teóricos de estas ideas originaron la aparición
libertad, de la justicia y el amor; la com unión con toda la de todo el m ovim iento que m ás tarde fo rjó la inteligencia
humanidad. aristocrática rusa y esa cultura que rein ó sobre la vida es
Poco a ipocc h alla también los gérmenes del nuevo fu piritual de Rusia durante la época de 1840-1905. Consideran
turo, del nuevo mañana. Aparecen los grem ios socialistas, d o el desarrollo de Bakunin, n o podem os olvidar este hecho.
ante todo en Francia e Inglaterra. Reconoce en el pueblo, La gran capacidad de sacrificio de la intelectualidad rusa
en la clase pobre, el factor que h ace oposición al mundo representa algo, lo que influenció sin duda alguna las ideas
viejo y pide derechos humanos- Prevé tempestades y com de Bakunin p or encim a de la m ayoría de los intelectuales.
bates entre los pueblos. Y e llegar el d ía de la destrucción Esta cultura y la falta de m iseria fueron la base del
del viejo mundo, pero ve también en este espíritu de la des desarrollo psíquico de Bakunin. E n la casa patern a crecía
trucción la fuerza creadora. El amor a las masas económ i com pletam ente libre. Su vida psíquica fué saturada de sen
cam ente revolucionarias, existente toda su vida, nació por sibilidad contra la crueldad y la injusticia. La vida tran
una parte, de la necesidad de una unión del yo co n la hu quilla del cam po d ejó m adurar su fantasía, y una form idable
manidad, y p or otra parte, de la convicción del papel his ansia de aventuras se desarrolló en su carácter.
tórico del pueblo com o destructor de la sociedad dominante. Tal hom bre tuvo necesariam ente que ponerse en oposi
Era la época en que colaboró en las «Deutsohen Jahrbue- ción a la sociedad rusa, según quedó constituida después de
chern », editadas por Arnold Ruge. la derrota de los decabristas. C uando Nicolás I, un déspota
Entretanto había abandonado su estudio en Berlín. Tom ó muy miedoso, propenso por eso a la crueldad, ascendió al
residencia en Dresden, donde Ruge vivió y donde también trono, suprim ió cada actividad libre del, espíritu, n o sola
conocía a Herwegh. Pero cuando no se sintió seguro de co n mente porque era un filisteo sin o tam bién porque esa a cti
secuencia con sus opiniones, fué a Suiza. Allí anudó un vidad parece ocultar un peligro p a ra él. Así era Rusia en los
con tacto íntim o con los círculos de Weitling. Su inclinación años de la prim era juventud de Bakunin: un gran cernen-
a la izquierda se manifiesta aun m ás claramente. Se con lerio espiritual. T od os los intelectuales que n o sufrieron la
vence m ás y m ás de que la filosofía revolucionaria tiene suerte de los decabristas, estaban resignados y m uertos de
que tener a su lado al pueblo. m iedo; y la nueva juventud no había crecido todavía. Es la
generación a la cual Bakunin pertenece la que com pleta
Era justam ente en el tiem po susodicho de los com unis poco a poco las filas de los caídos de 1825.
tas cuando llegó a Zurich. W eitling estuvo también en Suiza.
Sabemos ya, com o se expresó Marx tocante al comunismo El m ism o padre de Bakunin perteneció a los desilusio
de W eitling en el «R heinische Zeitung». Tan to más inte nados e intim idados. Por esto que, com o era costum bre tu
resante será hablar también de las impresiones de Bakunin. estos circuios, envió a su h ijo a la escuela de artillería de
Escribió unos artículos en un periódico suizo; en ellos Petersburgo. Para el espíritu de Bakunin fué un tiem po
se evidencia su posición. Reconoce que no es comunista. No triste. Más tarde, recuerda con un sentim iento de amargura
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estos días y años plenos de aburrim iento. Después de ter
tonces una concepción del desarrollo sobre el y o exterior
m inar su estudio, no sucedió ningún cam bio m ejorable. B a
propio en la sociedad rusa. Al principio vino la alegría del
kunín n o aguantó esta atm ósfera triste, la cual n o pudo descubridor sobre el hecho de que la sociedad rusa n o puede
ofrecer a su espíritu ninguna nutrición y alivio. A los 20 ser otra que la existente. Trataban de com prender en vista
años d ejó el servicio m ilitar
de la posición expresada por Hegel, que fuese la única .po
Era justam ente el tiem po en que de nuevo cierto grupo sible, la única razonable. Esta idea y la persecución de la
de jóvenes com enzaba a desarrollarse reuniéndose en Peters- m ism a n o permite entrar en su conciencia el aspecto revo
burgo y Moscú. Buscaban aquellos en la filosofía la solu lucionario del pensamiento a desarrollar. Al com ienzo que
ción de todos los enigmas de la vida. La Rusia sufriente daron tranquilos y reconciliados con la sociedad rusa, por
creó en ellos un cerebro en el que fueron trabajando sus pro
que les apareció claro su «de dónde». Estaban sosegados por
blemas. Un ím petu fuerte de saber, desprovisto de todo que les apareció evidente que aunque en comunidad miuy
practicism o, anim aba a esos jóvenes de prim era línea, que abstracta form aban un eslabón de la cadena colectiva. No
n o quisieron ver en una existencia, com o la que vivieron
eran los «y o » aislados, sino que se confundían con la tota
b ajo Nicolás, el sentido de la vida. La sobra de fuerza im
lidad de la conciencia rusa en una relación íntima. En ese
posibilitaba abocar en una actividad práctica y se desparra
m om ento tienen la ilusión de haber com prendido el sentido
m aba aquella con energía sobre los problemas abstractos de de la realidad viva. C on ella encuentran un m odo de sal
la vida. La sociedad n o dió a esta juventud ningún ideal de
vación que les libra de su aislam iento anterior: un punto
neroism o. Ninguna colectividad había diseñado para ellos
de apoyo, una creencia y una explicación convincente de su
los cam inos que cada unoi puede transitar, y los poetas de
problema. Desde entonces quisieron representar el .papel de
aquellos tiemipos le ofrecieron solamente el dolor del mun
hom bres verdaderamete rusos. Por estos conceptos, y n o por
do. Y así esta juventud, confiada a sí misma, se sintió ena am or a la realidad rusa, Bakunín fué un hegeliano conser-
jenada de la sociedad en que vivía.
vadOT. Por sus conceptos, Hegel le había unido a ella, y si
Es com prensivo que prim eram ente tuvo que empezar a hubiese existido solamente un rastro de sentim iento revolu
buscar su felicidad en sí misma y su fuerza juvenil se en cion ario en alguna clase de la conciencia popular rusa, Ba
tretuvo en analizar su propio «yo», e n desarrollarlo y cul kunín hubiera llegado a ser en Rusia un socialista o por lo
tivarlo. Su lem a fué el cultivo de1 la personalidad. m enos un social-revolucionario y político.
No perm anecieron indiferentes ante los asuntos sociales
y políticos, p ero p o r lo m enos al p rin cip io n o dieron a estas Pasó bastante tiempo, antes que toda sensación, sentir,
cuestiones ninguna im portancia especial. Buscaban la sal pensar y querer de Bakunín se apoyaran en el sistema de
vación de su descom posición interior y de sus dolores inte Hegel. E n el círculo de los amiges se discutió y propagó to-
riores, en la filosofía de Fiohte. Esperaban del conocim iento c.o el sistema. Plantado el último jalón polém ico se activa
d e su p rop io interior y de su p ropio intelecto el cam ino de el fuerte impulso! de expansión de Bakunín. Cuando el pro
la felicidad; detestaban el m undo exterior, se rem ontaban en ceso espiritual de cristalización está en su apogeo, Bakunín
especulaciones, desarrollaban cada vez m ás una separación llega a un punto muerto. Se siente insatisfecho de la resolu
del y o y de la realidad y con esto sintieron que la vida espi ción de Hegel. Y llega a la convicción de que sin un camibio
ritual era pobre en este «ynzucht» (unión consanguínea) d¿ del ambiente, su vida recaerá en la sima, pues todavía le
pequeño circulo y al final languidecían, p or esto deseaban faltaba una noción cabal de la realidad rusa, la cual era
1*-, entrada en un estadio m ayor, m ás rico y más cerca de más que la simple trabazón de concepciones dada por la fi
la realidad cual la concebían sus som brías fantasías. losofía de Hegel. Más aún, n o se siente capaz de satisfacer
su deseo y hacerse útil; y, además, esperaba que el estudio
El deseo de una sociedad amplia, con actividad1 exterior,
en el extranjero pudiera hacerle un hombre vivo, verdade
les a-ferra. Mientras que en la ép oca del cultivo de la per
ram ente espiritual. L o que sucedió y aportó un gran prove
sonalidad colocan a Fichte en el centro de su interés, deben
cho, n o solam ente p ara sí mismo, sino también para su país
la m áxim a influencia de este estudio a Hegel, el filósofo de
y el am biente en que se desarrolló. Con estos pensamientos,
la historia, el filósofo, 110 del alm a ci6l Tjomtore iparticul&r. tué a Berlín en el verano de 1840.
sin o de la sociedad que los jóvenes abandonan.
Cuando llega a Berlín, había ya vencido la primera im
Esta influencia tiene que estar com prendida en el am
biente descrito. Quieren liberarse del «r a p io yo y n o en presión de Hegel. Vió en la realidad n o sólo lo razonable y
cuentran la relación con la realidad. Y por raro que nos lo creado p or la historia, sino también el material para el
aparezca a nosotros ahora, Hegel les abría el cam ino de futuro. Y com o germ en de futuro, a la realidad dirigió la
esta realidad. Les dem ostraba esta realidad com o algo que mirada de su consciencia. Com o en Marx, y a causa de la
era necesario a la naturaleza y com o algo que se desarro influencia de Feuerbach, tam bién este proceso se aceleró en
llaría siempre más y más. Les d ió una form a de reconcilia Bakunín. Y se percibe que la realidad es n o solamente el
ción com prensiva con la realidad rusa, y por él veían en- íesumen del pasado, sino también el germen del futuro Y
Feuerbach iluminó en él este germen del futuro. Con esto,
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la cuna» y de los cargos de la economía doméstica, «del im grandes problemas sociales consiste en asegurar a cada mu-
productivo trabajo de la cocina».
jer la posibilidad de una maternidad feliz; la legislación so
D e acuerdo con el mismo autor; antes el niño constituía
viética, en lo que a la familia se refiere, está de hecho su
«una pesada carga y una maldición para la familia pobre».
bordinada a esta última». El cuidado de los hijos debe in
Hoy el Estado acuerda a la madre una anualidad de dos mil teresar en igual medida a ambos padres. El marido que
rublos, durante cinco años, del séptimo al noveno hijo. Esta abancona su familia es obligado a contribuir al manteni
suma es aumentada en los subsiguientes nacimientos. Para miento de los hijos hasta la edad de 18 años, integrando
las familias con muchos hijos, el Estado contribuyó con 822 «un cuarto del salario, si hay un solo hijo; una tercera par
millones d e rublos en 1938; con 1.225 millones en 1940; con te si hay dos; la mitad para tres hijos o más». Quien inten
4.410 millones desda 1936 hasta 1941. Las madres, salvo la
ta sustraerse a sus obligaciones, es castigado con prisión
ayuda material, reciben en las universidades populares los hasta dos años.
conocimientos pedagógicos necesarios. En los coljozes se dic * * *
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Como conclusión, el deán de Canterbury escribe: «El nocido por su acción en la educación sexual, el doctor
sexo juega un papel más importante en la vida rusa que Norman Haire, reconoce cuanto ha cambiado en este sen
en cualquier otra parte del mundo, donde el capitalismo tido la situación en la U.R.S.S. D ice en la introducción
es quien requiere la explotación de la mitad más débil de de su libro: «Everyday Sex problems» (ed. Fr. Muller, Lon
nuestra especie. La coeducación, la actividad sana, la mi dres, 1949) que precisamente una revolución com o la que
sión creadora, el trabajo que tiende hacia una finalidad tuvo lugar en Rusia, no implica da un modo necesario la
que todo lo absorbe, todo esto, combinado con una inde adopción de todas las reformas sociales. Algunas de ellas
pendencia económica, sitúa al sexo en la escala natural y se realizaron paralelamente con la Revolución, pareciendo
ser sus 'lógicas i>onsecuencias; inseparables. Pero, agnega
sana.»
Después d e semejantes testimonios, se podría creer que el doctor Haire, «en los diez o doce años, el péndulo os
en «la sexta parte del mundo» la ciencia eugenésica es ciló, volviendo a la otra extremidad, de manera que las
practicada paralelamente con las demás ¡transformaciones condiciones actuales son peores bajo el régimen soviético
sociales de la U.R.S.S. Pues «una nueva ética conyugal», que bajo el régimen zarista. Presupongo que existen mo
una «nueva educación» no puede ser completa sin la ini tivos que justifican la derogación de las leyes que auto
ciación de los padres en los «misterios» genésicos. Sin una rizaban el aborto, la renuncia a la difusión de las infor
educación sexual integral, no se pueden alejar los peligros maciones y de las facilidades anticoncepcionales, com o asi
que perpetúan las generaciones heredadas de las genera mismo la restauración de muy severos castigos aplicados
a los .homosexuales masculinos». (La revista « L ’ Unique,
ciones sometidas a un régimen de explotación del trabajo
en beneficio de algunos privilegiados. Un paso importan diciembre de 1949, de donde reproducimos estas líneas,
te hacia la educación integral son los cursos preparatorios agrega que también la obtención del divorcio llegó a ser
reservados a las madres. Estos cursos no tienen que ser más difícil en la U.R.S.S.)
limitados a los problemas biogenéticos (la concepción, el ¿Por qué el Dr. Haire hace alto, igual que otros de sus
nacimiento y la crianza del niño), sino hacerlas extensivas colegas, en la mitad del camino? «Hasta ahora— dice— no
a todas las realidades físicas, psíquicas, intelectuales, m o he podido descubrir los motivos de este cambio de acti
rales, a las que ignora la mayor parte de las mujeres, aun tud. Esto no es de mi incumbencia, y no debo criticar a
en los países de vieja tradición cultural. Solamente la mu la Rusia soviética»... A pesar de sus avanzadas opiniones
jer despejada puede ser compañera igual a su marido y en la educación sexual integral, este m édico se abstiene
orientadora, compenetrada de amor y comprensión, de los de criticar los errores y debilidades a los que— tal como
hijos. A través de éstos se prepara el porvenir pacífico y se expresa él mismo— «hablando sinceramente, no los com
prendo... Hago mención a Rusia, solamente para demos
armonioso de la humanidad.
* * *
trar claramente que una revolución política o económica
no pude realizar inevitablemente las reformas sexuales que
Corresponde exponer ahora algunas comprobaciones de yo, y, posiblemente el lector, eremos dignas de ser desea
una doctora norteamericana, Mjargaret Sanger, que—todo das»...
lo contrario del clérigo Johnson, sugestionado más bien Así, pues, el médico Haire ¡no puede «descubrir los mo
por el mandato bíblico dti «crece.! y multiplicaos»— se tivos de este cambio de actitud»! ¿Pero cóm o puede un
ocupó de la limitación de los nacimientos en la U.R.S.S. médico tratar una enfermedad si no conooe su causa o
(en «The Birth Control Revieiw», de donde su artículo ha no se. esfuerza en descubrirla? Los problemas de la me
sido reproducido en « L ’ en dehors», julio-agosto de 1935). dicina social, entre los cuales se cuenta también la educa
Visitó dispensarios, hospitales, clínicas y otras instituciones ción sexual, se hallan en relación directa con el régimen
destinadas a la protección de la maternidad, en Leningra- social-económico y politico. No ,es necesario ser marxista,
do, Moscú, Odesa, Stalingrado, etc. Por todas partes, de leninista o stalinista para descubrir esta verdad general
rechos iguales para ambos sexos. «Pero cuando comienza mente humana. Todos esos «cambios d e actitud» en la
el embarazo, dicha igualdad cesa. La mujer se convierte U.R.S.S. tienen una simplei explicación, una causa dema
en protegida del Estado... La madre y el niño se encuen siado evidente para no ser descubierta por médicos auda
tran bajo el cuidado y protección del gobierno raí una ces en reformas de educación sexual, pero tímidos cuando
medida que, quizá, no ha sido aplicada nunca en el curso se trata de «política». La causa radica en el régimen mis
de la historia». mo, fundado por el fanatismo de un partido único y ab
Por lo visto, la doctora Sanger se interesa del hecho mé solutista, por la fuerza armada de. un gobierno totalitario,
dico, clínico y no de su significación social-económica y, rodeado de una burocracia nrivilegiada y de una policía
especialmente, política. En aquel tiempo no existían obje inquisitorial, con poder ilimitado sobre todos los «ciudada
ciones religiosas contra la limitación de los nacimientos. nos» desde la cuna hasta el sepulcro. La causa, en una
«N o se discute el derecho de la mujer de conocer los mé palabra, reside en la ausencia de toda libertad. Hasta la
todos anticoncepcionales». No por motivos de salud, por minoría que gobierna el inmenso conglomerado d e pueblos
motivos eugenésicos o económicos, com o en América. Este sometidos a la tiranía del Estado, incluso sus propios «go
derecho «se acuerda a la mujer com o un derecho humano bernantes». arbitrarios v oportunistas, no son libres. Son
elemental»... Después de una serie de detalles acerca de esclavos de su sed de Poder, de las pasiones que van más
la práctica del aborto en el hospital, bajo el control ofi allá de las normas de una existencia pacífica, creadora,
cial (solamente en Moscú, cien mil casos anuales), la d oc sana... Son esclavos del Poder político. Pero no son tam
tora cree que es necesario dar preferencia a los medios bién irresponsables. Otros médicos, más consecuentes, li
preventivos, «para poner freno al aborto»... «Las informa bres del fetichismo de la autoridad, ya comenzaron a ocu
ciones sobre la limitación de los nacimientos forman parte parse de esta grave enfermedad de los delincuentes po
del servicio social del gobierno». Pues, teóricamente, no líticos (1), de los criminales de Estado que se creen prote
existen trabas legales, pero práclicamente «los productos gidos por las leyes hechas e impuestas también por ellos,
anticoncepcionales son raros y de mala calidad» (y en este para ejercer su todopoderoso terror, su «infalibilidad», y
sentido «América del Norte es superior a la U.R.S.S.») La satisfaoer todos sus deseos y pasiones por la sumisión cie
doctora Sanger es objetiva cuando se refiere a las realida ga de sus partidarios y, especialmente, por el trabajo for-
des social-políticas, píTO cree, con ingenuidad, que «des
pués de la realización de los planes sociales y económicos
de la Rusia soviética, ni el aborto ni los medios preven (1) «Autoridad y delincuencia en el Estado moderno»,
tivos serán necesarios o deseados». enfoque criminológico del problema del Poder, por el doc
Quince años más tarde, un sexólogo eminente, muy c o tor Alex Comfort. Londres, 1950.
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LA A P A R IC IO N D E ESPA Ñ A
? n la g e o g r a fía d e l m u n d o
A existencia de España, com o todas las cosas
‘ uvo fu principio, y com o todas las cosas para entrar en su casa vaciando un tronco, y esto fué el
también, tendrá su fin. primer vajtdo /de la navegación.
Si diéramos un paseo a gran altura con Su ignorancia lo hizo atrevido sin duda, pero sus fracasos
los medios actuales de transporte aéreo so- ffnrarneníp >' Prudenle- V empegó se-
haL-aqUIell? . n,ación> nos Parecería que nada tonces S“ Pnm' ra dÍECip1¡na mental, virgen hasta en
había cambiado, y que, siempre, habían es
tado las cosas como ahora.
e a ™ ' M S F V arte in,cipiente da ,a éPoca de las
Cóm odo es este supuesto, y muchos se dad k e / st,e Sol° punt0 ha ocupado infini-
obscuro d , In ! f t rran- 3 P° r no ,neterse en el laberinto íe r n t t Z ™a, 35 de k acluaIidad- legándose a supo-
d f h n t a r e n t o n c e s quien enseñaba y quien aprendía a
barreras í e n í s d T T l V n° atravesar la* innumerables
rían é r Daso mtelrro« antes. que les obstrui- m íeriales más Y 1 P’ r ^ '° S muro^ a tu ra le s. o sobre
í, i • ’ cambio, el ansia de saber la inonie ™ v Í 1 rudimentarios, com o piedras, cuernos, hue-
tud del «siempre más allá» ha dado alas a ciertos hombre. sos y materias duras.
¿Qué pasaba entonces en España, en ese territorio inmen
d i ti.m po y le han pedido cuentas de su pasado Y aunque so para unos centenares o unos miles de seres pegados a
hace cien anos no se sabía nada de España anterior a los la tierra por la inexistencia de caminos, de ideas d fo r ie n -
fénicos, la ciencia ha logrado en un sigFo de Iñ N u g a ció n mente pOS,bllldades V quizás dé deseos? Pues, segura-
resto del m undo'6" 5? “ ‘ “ i C'¡marcas Peninsulares y en el’ .PaSa nada’ pues no <lca España siquiera era
de mund]°, enterarse de lo ocurrido desde los pobres sencillamente una extensión más de la tierra que nacía eri
actual no Uen ?dea f,C pelÍRros de que el hombre x oyr r r d; la . fut,ura España aPa« á « en T a% 2
fj j i e >dea, y ha hecho pasar ante los grafía del i-mundo, sin dejar más signo que la presencia de
oíos idm
r os d e los estudiosos el complicado panorama animales
de las in que ya no existen, de que el hombre habitaba en
cuevas porque no había casas ni siquiera grupos huma
S S 63 SUC6SÍVaS’ desde 61 W O ^ L t a la £ nos, y que solamente había un rudimento de arte único
punto de unión entre los hombres com o maestros y discípu-
1„ BnÍrep' l i5¡UÍSÍéram0S resumir en unas cuantas cuartillas toda
¿ ISt^ . pero esto es imposible. El hombre, todavía en de progreso. " g S° SÍ« " ° ^ confraternidad y d e S
tiempos geológicos no era, física ni moralmente com o es
Es imposible, com o hemos dicho, hacer acopio de ditos
inventando 'e ^ f u e s ^ H vlvi,end° en las cavernas naturales, para restablecer la historia de los hombres a base de datos
C n - r a s Pv l / , T ’ . deSCubr,endo el n,etai’ Echando con
veeetaí BC ( ,ueK° sus cuevas, comiendo crudos los D rivíle^H , qulzas fuera me]°r crear una ficción, y plumas
getales espontáneos antes que aprender a cultivarlos v privilegiadas que escribieran «La novela del hombre nri-
mitivo» partiendo del ambiente y del esfuerzo n ecta rio
cT abaV 7 e; !“ Came de ,OS a" ima,e* con los q ue 1u- que las grandes imaginaciones conciben que fué preciso
su arte inchííenfe f CU3VaS’ en iaS <>ue de¡ó huellas de para proyectar luz a la obscuridad en que los m i l l o n « d e
lagos v Tl S ! ’ j l° - C,Ue construir sus chozas sobre los anos rodean tiempos tan remotos. de
lagos y al borde de los ríos sobre estacas para evitar los
leafuéeSnrer.'íaS • V i® ambición de los otros hombres y d
le fue preciso inventar la forma d e andar sobre las agrias clee sabios
sIbiosOSdé°d,Va
Ud V ÍgnÍfif
dedicados a estos" estudios,
' 0S Í ante0S
quedeaseguran
una comunidad
oue 1a
aparición de los primeros hombres no data menos de medio
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millón de años o sea de 15.000 a 20.000 generaciones, qu * cimiento de España sobre la geografía del mundo todo lo
son otros tantos abuelos de la generación actual, cifra im valía.
presionante incluso reducida en este cálculo por genera Apenas descansábamos; nos alimentábamos, aun en plena
ciones. labor, con comprimidos, que, en abundancia llevábamos en
Todo hace suponer que la vegetación era espontánea y los bolsillos de las batas de tela refractaria a todos los me
frondosa, pues de otra manera se hubiera truncado la vida dios nocivos y peligrosos. La pantalla y los altoparlantes no
humana, y que las temperaturas no serian rigurosas. Con és paraban con presteza inaudita.
tos y otros medios se podría reconstruir el cuadro y pro T odo marchaba bien; íbamos a dominar la prehistoria de
yectar mucha luz sobre el misterio. finitivamente con el auxilio de nuestra máquina prodigio
Un hecho muy glorioso para aquellas remotas generacio sa, y podríamos conocer la vida de miles de generaciones
nes fué la invención del dibujo y en parte la escultura y antepasadas. Nuestra fama sería inmensa y nuestro provecho
la talla, que ya hemos mencionado, pero insistimos, porque cuantiosísimo.
estas artes que no responden a una necesidad material sino Lias pantallas sobre las que se proyectaban sucesivamente
intelectual y especulativa, fué un sentimiento brillantemen los acontecimientos de las diversas épocas pasadas eran ad
te superado desde la edad temprana de la humanidad, que mirables y admiradas; unas veces aparecían en ellas mate
demostró ampliamente la dualidad del hombre evidenciada rializadas y dinamizadas las escenas vacilantes de la vida
desde su aparición sobre la tierra en los dos conceptos de de nuestros remotos antecesores; otras, los aspectos de di
materia y espíritu. latados territorios vacíos y erizados de interrogantes nos si
Ese elemento nuevo de comprensión y anhelo de cultura tuaban sobre el bosque de las inquietudeds que ofrece su
abrió amplios cauces para el progreso humano, y los hom lenta gestación.
bres primitivos, hasta entonces dominados por el instinto y Adelantábamos eficazmente en sentido inverso del curso
las pasiones, empezaron a meditar sobre el bien y el mal, normal del tiempo, y estábamos satisfechos de los resulta
cuyo hecho constituye la base de todas las civilizaciones dos obtenidos.
subsiguientes. Un día nos disponíamos a seguir el curso invertido de
Quizás entonces nacieron dos cohesiones: la de la familia los milenarios para observar el ritmo constructivo de la ci
y la del grupo de familia o pueblo, bases indispensables' vilización, y al dar la orden de puesta en marcha de la
para el planteamiento y solución de todo problema de co máquina prodigiosa, el asombro nos dejó atónitos; el apa
lectividad. rato funcionaba al revés. Era el mecánico, que, en vez de
Felices ellos, porque no tenían fronteras y podían despla tirar de la palanca la empujó, y este simple movimiento
zarse libremente en busca de la fecundidad y la dulzura de de contramarcha operó en nosotros com o una descarga
la Naturaleza; acampando en montes, laderas, valles o lla eléctrica de alta tensión, pero al mismo tiempo, nos hizo
nos, según les conviniera, en la busca continua del menor notar la existencia de otra faceta del experimento con la
esfuerzo y máximo rendimiento del trabajo, rudimentaria que no contábamos y que era más importante todavía que
mente agrícola, cazador y pesquero. el esclarecimiento del pasado, pues era, nada menos, que la
Todo esto no es suposición, sino afirmación. Ahí e:tán revelación del porvenir.
los utensilios y los enterramientos envueltos en la caliza in No pudimos ni protestar de la equivocación o acaso he
crustante de las cuevas. Los restos de las primeras chozas cho consciente del mecánico y quedamos inmóviles en el
sobre lagos y deltas. Los pueblos construidos con piedra asiento viendo pasar en sentido normal lo que ya habíamos
seca en laderas y cumbres. Los restos de comidas y fuego visto en sentido inverso.
evidenciados en mil emplazamientos. Podemos, pues, inten Pero, ¿qué pasará— dijimos— cuando lleguemos a la ac
tar la «Novela prehistórica» con cierta seguridad de acierto, tualidad? Pues, lo natural, nos contestó la máquina por me
con alguna arquitectura ósea para que se tenga en pie... dio d e los avisos sonoros de que estaba dotada especial
Sin embargo, antes de lanzarnos, hemos de tener presente mente para las respuestas, las aclaraciones y las réplicas.
que han sido dos las teorías más extendidas respecto a las Que veréis el porvenir con todos sus progresos y detalles,
inclinaciones fundamentales de la humanidad naciente: la que es mucho más interesante y útil mil veces que conocer
pacífica y la bélica, la de la ayuda mutua y la del com lo pasado...
bate y la expoliación. Autores eminentes se han pronuncia Y, efectivamente, vivimos nuevamente la prehistoria y la
d o en uno u otro sentido, mientras otros, no menos eminen historia antigua seguidas de la historia moderna, y en el
tes, han sostenido ambos puntos de vista simultáneamente. registro de los siglos apareció el número X, y el XVIII, y
D e todas maneras, podemos pensar que en aquellas épocas el XIX, y finalmente el siglo actual, cuando, sin saber por
eran restringidas ambas tendencias en razón de lo escaso qué y sin un motivo explicable. Se paró la máquina, preci
del número de actuantes, quedando tanto el amor com o el samente en el momento que en la pantalla se dibujaba una
odio circunscritos en reducidos horizontes. enorme interrogante, no recuerdo a propósito de qué acon
tecimiento.
o o o
Acudimos presurosos a todos los medios, empujamos to
Estas consideraciones no nos satisfacieron y construimos das las palancas; deseábamos afirmaciones o por lo menos
mentalmente un laboratorio gigantesco para dominar el sugerencias sobre el porvenir, y, nada, la máquina se ne
tiempo y escrutar el pasado con imparcialidad y detalle, y gaba a funcionar.
he aquí los resultados: H ubo consulta de técnicos y todos fueron del mismo pa
En los laboratorios titulados «L a sagacidad científica», que recer; dentro de un siglo— dijeron— podrá funcionar la má
ocupaban extensión enorme de terreno, donde se realizaba quina. Y lo peor era que en la pantalla quedaba fija una
un trabajo intenso y constante por miles d e expertos, se des enorme interrogante de color dudoso, que llegaba del suelo
cubrió, entre otros, «el secreto del tiem po», cuya máquina al techo. Seguramente era ella el molivo a que se debía el
visora, anotadora, fotográfica, de proyección y sonora, era sensible accidente. La interrogante siempre es una suspen
accionada por un potente motor superatómico, consiguién sión indefinida de las nobles actividades de la humanidad.
dose remontar todo el tiempo pasado y obtener testimonios Romper la interrogante es la misión de la ciencia y el pro
fieles de todo cuanto había ocurrido sobre la tierra; labor, que greso.
siendo tan extensa necesitaba un tiempo, considerable tam
bién, para ser observada, estudiada y resumida. Ver el na A lb e r to CARSI
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caciquismo, por su índole y por sus viciosos procederes, im que tenga más sombreros que las fábricas de Leza y más
plica la paralización de fuerzas que a la salud nacional im condecoraciones que un via crucis.
porta mucho que estén activas.— Rafael Salillas. Y nota bien que no dijeron Alcalde Montera, diminutivan-
do de Monterilla, modo despreciativo, usual en los cortesa
a a o
nos orgullosos siempre que han de tratar de las cosas y de
las personas de los lugareños paganos, antes plebe y ahora
¡Miradle! D e un jumento sobre el lomo masa inerte de la sociedad.
D e recorrer acaba su distrito, Entretanto que la gente d e letras se ocupa del distintivo
Donde al verle llegar, un solo grito capital de los Alcaldes, la moda caprichosa que todo lo lleva
Ha rasgado los aires: — ¡E ce homo! por delante, com o el espíritu reformador del siglo, hizo en
nuestras provincias un pronunciamiento general contra las
D e un título conoce al mayordomo monteras. Así debía de suceder a la fe. Las cabezas cons
Y le apoya el gobierno por escrito; titucionales no eran razón que continuasen cubriéndose con
Toda su ciencia es ciencia d e garito el aparato que cobijara las testas del servilismo. A la som
Con algunas nociones de hipódromo. bra del árbol d e la libertad progresaron los sombreros, y las
fanáticas monteras fueron a esconderse avergonzadas con los
Mañana le veréis en la tribuna señoríos y los diezmos, con las vinculaciones y santas her
Discutiendo las leyes o el catastro, mandades.
Y aplaudiréis su plática importuna. Coincidencia fué que oriundo el régimen constitucional de
Andalucía vino también por Sierra Morena la inundación de
De! cielo del poder vendrá a ser astro... calañeses, gachos, chambergos y de chozo (1) que tan pron
Y quizá, si le ayuda la fortuna, to com o los sarracenos, se apoderaron d e Castilla, sin dejar
Llegue a vender cerillas en el Rastro. cabeza con montera.
Manuel del Palacio■ Deducirás de aquí, lector benévolo, que hoy puede caer
bajo el dictado de Alcalde Monterilla todo mandarín muni
OOO cipal, simple y testarudo, ora le cubra un pavero, un tres
candiles o un copudo sombrero, ora vista al modelo del úl
Don Juan López y Pérez, merced a las artes de Iscariote, ha timo figurín de París.
derrotado por tres votos a don Juan Pérez y López, brillante Tan variados y multiformes son en nuestros días los Al
resultado que atribuye exclusivamente a su prestigio entre caldes Monterillas com o los rateros de corte y loS esbirros
aquellos honrados habitantes; y no crean ustedes que exage de policía. Si entre político y naturalista me propusiera ha
ro si les digo que don Juan López y Pérez, electo diputado, cer una clasificación botánica lineana del reino alcaldesco
parece otro hombre. Le he visto en la calle y m e ha im monterillal verían ustes cuántos órdenes, géneros, especies y
presionado mucho su presencia: derecho, circunspecto, serio, variedades. A pintarlos todos era cuestión de alquilar con
con gabán nuevo gris y guantes de color de caña, marcha ventos para formar galerías y museos...
el hombre con aire decidido, mirando a los transeúntes con Si veis a una lugareña oronda de vanidad que grita a otra
cierta benevolencia compasiva y protectora, com o quien tie vecina: «¡T ú pagarás la desvergüenza!», tened por seguro
ne la conciencia de su superioridad y la cabeza rellena de que es la alcaldesa la que habla.
ideas salvadoras de la sociedad... El joven labriego a quien llaman de usted los ancianos
En su casa también es otro hombre don Juan; y a no da de su misma clase, o es alcalde en la actualidad o lo ha
importancia alguna a la opinión de su mujer y de su sue sido en años precedentes.
gra, que antes nunca se atrevió a contradecirla; les ha per Cuando entre los niños que juegan en la plaza oigáis a
dido el miedo, y el otro día que la suegra le d ijo con su uno que exclama ofendido: «¡Mira que se lo he de decir a
acostumbrada amabilidad: «Juanito, ¿y qué vas a hablar tú mi padre!», aquél es hijo del alcalde.
en el Congreso?», la contestó con desabrimiento y dignidad: La zagala que a pesar de su desgraciada figura sale la
«Señora, hará usted bien en meterse en sus enaguas y no primera a bañar y recibe el primer mayo de los mozalbetes,
en lo que no le importa». Ayer recibió una cocinera y le cuéntala por hija de su merced.
dijo: «Advierto a usted, para que no lo olvide, que cuando ¿Ves aquel gañán que con imperio exige de otro labra
hable usted de mí, diga usted siempre: «Su Señoría». dor que le haga lado para pasar con la yunta sin detenerse?
Por supuesto que se muda del cuarto tercero al principal. Criado del alcalde sin falta.
Y se ha hecho tarjetas com o ésta: «JUAN LOPEZ Y PEREZ, Aquel forastero viajante, que cerca del pueblo y a la vista
diputado a Cortes, Negros, 9, pral.» del guarda entra con desenfado a coger uvas de las viñas,
Otro detalle que demuestra lo poseído que don Juan está es huésped del alcalde y lobo de su camada.
de su misión parlamentaria. No se habla en su presencia de Si ves un cerdo andar suelto por do quiera, que en Iodos
cosa alguna sin que añada tranquilamente: «D e eso habrá los portales entra sin recelo, y que tiene una gordura extra
que tratar en las Cortes. Ya tengo yo mi idea». ordinaria, cree a pie juntillas que es el cochino de San An
Lo malo será que no podrá explanar sus ideas, porque en tón o el marrano del alcalde.— Fermín Caballero.
la primera legislatura se preparará para la segunda, y en
cuanto empiece la segunda le darán un destino bueno... por O O O
que si no, ¡ay de don Peregrín y del partido liberal, y hasta
del sistema representativo!— Carlos Frontaura. M i personaje pertenece, en suma, al grupo de secretarios
O O O de ayuntamientos de los lugares, que son los más malos, los
Entiéndase en esta tierra de conejos y gazapos por Alcal
de Monterilla un alcalde zote, sin carrera literaria, que ne
cesita asesor para actuar en negocios graves, que obra a ton (1) Sombrero «calañés>>, hecho en Calaña, provincia de
tas y a locas cuando le guía su instinto zopenco o que cede Huelva£ sombrero de copa baja con alas anchas u levan
i las inspiraciones de un mentor petulante o enredador; un tadas; chambergos, sombreros redondos a lo Schomberg; de
alcalde labriego más o menos burdo. Y com o esta rudeza se chozo, en formas del techo de pajas de las cabañas; e l ga
ha creído propia de los alcaldes campesinos de chupa y ga cho, sombrero bajo, en forma de ancho embudo; el pavero,
rrote que ordinariamente usaban montera, se dió él apodo de alas muy anchas y rectas; e l tres candiles, el sombrero de
de Alcalde Monterilla al que hace alcaldadas d e patán, aun tres picos.
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más venales, lus más tiranos y los más opresores de los hom tt o a
El U O DE C H E H I T E E l TRIUDFO D EL I O I D I I W I D O
PINAMOS, com o muchos o:ros más autorizados decreto liquida el sistema feudal y entrega tn venta, por
que nosotros, que el mundo político y social parte del gobierno, las tierras sometidas a los campesinos
se desenvuelve hoy dentro del totalitarismo, (felahes).
con características, consistentes: por una par Hechos brutales que demuestran el avance del totalita
te, en el debilitamiento de !a comunidad, rismo los encontramos por todas las naciones,, con o sin enor
com o factor de creador voluntarioso, y por me industrialismo, con las debidas características, de acuer
otro, el crecimiento monstruoso del Estado, do a las idiosincrasias nacionales o conveniencias políticas.
la centralización en sus engranajes de la vida En Rusia, atea y antisemita, ahora; clerical, profundamente
pública y la actividad cultural y artística de religiosa y militar la España franquista.
la humanidad. En este estudio nos abocaremos a grandes rasgos, a la
El totalitarismo, bajo formas democráticas o feudales, se situación de Chile, no perdiendo la objetividad de que el
impone sobre los pueblos. Ejemplo del primero, Estados Uni totalitarismo es un odioso fenómeno mundial d e esta hora
dos de Norteamérica, cuyo gobierno mantiene control rígido trágica que viven los hombres.
del comercio de importación y exportación, dirige, compra, Chile es el país austral de la América del Sur, que se
vende o regala, un porcentaje de sus colosales producciones extiende por un lado a los bordes del Océano Pacífico, la
industriales. miendo sus costas un oleaje pródigamente generoso en ma
El segundo, Egipto, con la presencia de Naguib, que por risco y pesca altamente nutritiva y variada. Del mar se alza
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Los catorc» años de administración radical (1938-1952) son ingerencia en el movimiento obrero organizado con vistas a
catorce años de desdichado fracaso. El pueblo, desengañado, copar totalmente la banca.
defraudado de tanta palabrería vacía y de presenciar la dis Ofreció a los dirigentes de la naciente central nada menos
gregación de los partidos d e izquierda envueltos en el es que un ministerio, el de Trabajo, que fué aceptado con re
cándalo y la vergüenza, fué creando lentamente una aureola gocijante satisfacción de todos. Por la misma fecha que se
mesiánica en tom o a la sanguinaria personalidad de Ibáñez. desarrollo el Congreso obrero, Perón visitó Chile y el pueblo
Estos hechos nos recuerdan una frase de Luce Fabbri: «El se volcó a las calles para exteriorizar su regocijo y admira
fascismo surge como respuesta al anhelo de emancipación ción a Ibáñez y a Perón. La presencia del tirano argentino
de las masas». El triunfo d e Perón se facilita porque los par fué objeto de vivas manifestaciones de aprecio. Una semana
tidos democráticos yacían desacreditados y así en Chile y más tarde, ido Perón, se efectuaron nuevas elecciones, para
eri tantos lugares. Además el ex tirano les recordaba una nombrar diputados y senadores. El ibañismo obtuvo el 50
época de abundancia de trabajo. La monstruosidad de sus por ciento de los bancos de diputados. Se hicieron vagas acu
crímenes perdía sus dimensiones reales ante esta considera saciones de fraude por parte del gobierno en los comicios,
ción económica. Y el pueblo, frente al desastroso panorama pero no pasó de ahí; la visita de Perón coincidió con la cam
del país, sólo estimaba a decir: «El país necesita una mano paña electoral, e instó al pueblo a votar por los candidatos
militar que imponga orden y dé trabajo». ¡bañistas. Fué ello una cínica intervención en casa ajena.
No deseando retornar al dominio de los partidos tradiciona También en tal ocasión se suscribió una acta entre ambos
les, ya que de ellos tenía amarga y triste experiencia, a Ibá- gobernantes, por la que se comprometen solemnemente a
ñez lo consideraban su única salvación, aunque significaba firmar un tratado en el plazo de veinte días por la creación
dictadura y multiplicación de los tentáculos opresivos del de la unión económica Chile-Argentina, que consideraría prin
Estado. cipalmente: eliminación gradual de los derechos de aduanas,
El pueblo apoya a Ibáñez por una actitud de repudio a impuestos, márgenes de cambios, tasas excesivas. Comercio y
sus antiguos amos por sostener una actitud en contra, acto producción d e complementación. «Esta unión se hallará abier
de protesta, quizás de funestas consecuencias. ta a la adhesión de los demás pueblos hermanos».
El actual panorama d e Chile que también se manifiesta Es de temer que dicha unión ansíe expansión territorial,
en otras naciones, constituye un fenómeno social muy inte de preferencia económica y política sobre los demás pueblos
resante que nos permite analizarlo, aunque sea brevemente y del continente. Es una característica bélica y agresiva, la
encontrar similitud con otras naciones. Pensando en que los que distingue a los regímenes totalitarios, y el peronismo en
países desembocan en el totalitarismo por diferentes sen vía su propaganda de hegemonía por todos los caminos de
das: sufragio universal, práctica democrática, levantamiento América, encubierta en su antiyanquismo d e última hora
militar o del pueblo. Pues es de reconocer que el totalitaris mientras en el interior de la Argentina el pensar es una
mo es la tendencia política y económica que se está impo infamia y se gesta un chauvinismo rabioso, grosero y pre
niendo en el mundo, de manera hasta ahora incontenible. Si potente, que causa preocupación en la prensa del continente,
ayer el pueblo vivía bajo la opresión de los tiranos y estos menos en Bolivia, que es parte de la naciente cadena de ti
últimos escalaban el poder sostenidos por las bayonetas de ranías que dirige Buenos Aires.
sus esbirros, mostrándose en tales ocasiones el pueblo con Por las declaraciones de Ibáñez deducimos que desarro
trario a las tiranías, hoy ya no sucede de la misma manera. llará un plan de nacionalizaciones (estatización) de las in
Tenemos ejemplos, en que son los pueblos los que en las dustrias vitales del país, labor comenzada por anteriores ad
urnas del sufragio eligen sus propios tiranos. Chile con Ibá- ministraciones, considerándose preferentemente petróleo, c o
ñez; Getulio Vargas en el Brasil. Derrocados por elementos bre, salitre, cuya significación es la absorción d e la propie
militares, volvieron al poder a petición d e las multitudes. dad por el Estado y por ende una'violenta y controlada es
Perón reelegido en 1951. Retom o en Bolivia al régimen de clavización de los trabajadores, planteándose entonces las re.
Villarroel, con Paz Estensoro. Y más atrás recordamos a Hitler clamaciones obreras v de empleados, ya no al burgués, sino
que sube al poder en 1933 por voluntad de trece millones directamente al Estado-patrón.
de votantes. La vida no conoce condiciones inmutables de ninguna es
Permítasenos la siguiente frase aunque parezca contradic pecie; todo se va consumiendo por las llamas del tiempo,
toria: hoy ya no son los tiranos los violentos, sino que exis por la acción inconsciente o voluntariosa de los hombres.
ten multitudes ciegas con espíritu violento que engendran Aun los regímenes que semejan fuerzas colosales, pétreas y
gobiernos totalitarios. eternas, perecen. Internamente, por sobre su fachada avasa
Ibáñez fué y es aclamado por el pueblo y no por la banca, llante y potente, llevan los gérmenes de su propia descom
la industria y el comercio que, unidos o separados, sostenían posición y ruina. Las tiranías, aun las más fieras y sangui
en otrora a los gobiernos de fuerza. Se llega a tal extremo narias, no son una excepción. El espíritu humano que lucha
de sin razón que elementos ayer persguidos por Ibáñz hoy y constantemente se renueva, aplasta y rompe las cadenas,
lo apoyan a rabiar. pese a que brillen bien alto el filo d e las bayonetas. Es ma
En el mes de febrero se efectuó en Santiago de Chile un ravilloso. cóm o el hombre, a través de su historia, hace luz
congreso para formación de una central única de los trabaja en las tinieblas políticas y religiosas y avanza creador, mul-
dores, asistiendo 2.235 delegados de todo el país, en repre tifacético, por las innúmeras rutas de la vida. Es en ese es
sentación de un millón de obreros. N o hubo inconveniente píritu constructivo que confiamos en estas agitadas jomadas,
para abolir el timo del Estado.
en darle de inmediato vida, en cuyo Secretariado quedaron
varios comunistas y representantes d e los demás partidos
políticos. El ibañismo pretendió crear una central para tener V íc to r F U E N T E A L B A S A A V E D ^ A
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VALOR DOCUMENTAL
d e la c in e m a to g ra fía g e o g r á fic a
ACE cincuenta años el film había escasamen «La geografía— ha dicho Sir Halford Mackinder hace al
te empezado a impresionar al público. Su gunos años— es la ciencia cuya principal función consiste
marios temas de la pantalla se realizaban en trazar la interacción del hombre en la sociedad y es
en Francia, en los EE. UU. y en Gran Bre pecialmente de su entorno, variable localmente». Con esta
taña en insuficiente cantidad pero con bas definición el cine es el más preciado servidor de la geo
tante regularidad para revelar que una nue grafía.
va industria y una nueva forma de diver Es inútil plantearse hoy si el cine constituye un arte.
sión había nacido. La primera curiosidad Sin embargo, en sus dos principales manifestaciones, la
del público consistía en el movimiento, mis presentación de actualidades y documentales y la presen
mo. Precursores com o George Albert Smith, tación de films arguméntales, el cine ofrece un medio úni
quien hace algunos años mostróme sus primeros datos de co al hombre, capaz de moldear sus capacidades técnicas
cuando empezó su tarea cinematográfica en Brighton, en en su propia expresión de vida y carácter. Ofrece una ajus
1897, empezaron a convertir los peniques en libras simple tada observación del pueblo, de la vida real o del actor
mente porque el público que se había retirado del frente interpretando un fingido carácter. Mediante el drama, nos
marítimo de Brighton sentía curiosidad de volverlo a con brinda la elocuencia del diálogo. Mediante el ballet, puede
templar en la pantalla. En otras palabras, quería ensayar interpretar movimientos significativos y el arie de la mímica.
la experiencia de la vida misma contra la ilusión producida Puede llevar por primera vez en la historia el íntimo arte
por el artificio de la máquina. del actor o actriz ante los ojos y los oídos de 'hombres y
Precursores com o R. W . Paul, en Inglaterra, que envió mujeres de países extranjeros simultáneamente. Puede re
a su cameraman Harry Shore a Portugal, España y Egipto forzar su acción mediante el mocionant ac'ojnpañaminío
en 1896, y en Francia, la familia Lumiére, que envió a sus de la música. Puede emplear para los propósitos artísticos
operadores a Moscú, en mayo del mismo año para filmar la las fuentes de sonidos naturales. Y sobre todo, puede lle
coronación del zar Nicolás II, cumplieron el gran secvicio var hasta el público, junto al semblante humano, nuestro
de registrar en imágenes animadas escenas de Ja vida en común semblante con sus principales variaciones raciales,
varios países. Las registraron para satisfacer la curiosidad con sus miles de expresiones de vitalidad y de emoción.
de unos hombres sobre el género de vida de los hombres En todos estos aspectos el artista que utiliza el film como
de otros pueblos. Hoy, la imagen de gran parte del mundo su medio de interpretación descubre constantemente cuali
es de común conocimiento; vemos incontables films que re dades que podemos llamar indígenas. Inclusive en los pri
flejan con más o menos precisión la idiosincrasia de los meros tiempos, el cine de ciertos países empezó a revelar
pueblos remotos y los ambientes en que se mueven. En los marcadas características nacionales. El primer film ameri
catálogos cinematográficos británicos, liberalmente publica cano fué hecho en 1903 («T he great train r"pbbery»). El
dos alrededor d e 1898, figuran descripciones viajeras con estilo e inventiva franceses aparecen en las películas de M é-
escenas de Constantinopla, Japón, Filipinas, India y Norte liés y Max Linder. La sencillez tranquila, decencia y humor
del Bom eo, al lado de vistas convencionales sobre París y temperamental de la clase media inglesa se reflejan en mu
los Alpes suizos. chas cintas de Cecil Hepworth, tales com o «Rescued by ri-
Estas supervivientes colecciones de breves escenas, de in ver» (1905). A medida que crece el film en extensión y es
conmensurable valor, carecen de la significación artística tatura, com o medio de expresión, sus cualidades naciona
que había de constituir más tarde la técnica del film. Iban les son más aparentes. He aquí un arte en embrión que,
a transformarse en arte interpretativo cuando, veinte años perfectamente envasado, puede llevar la expresión de un
después, el explorador americano Robert Flaherty descubrió pueblo a otro pueblo y construir una red de> comunica
(Jue podría expresar mejor su amor hacia los fraternos es ciones entre todos estos pueblos.
quimales de Hudson Bay a través de sus maravillosamente A mediados de 1920 el film ha alcanzado la primera eta
observados estudios sobre ellos mediante la película anima pa de su evolución com o arte. Fué lograda al principio y
da. Flaherty fué hacia las nieves com o simple explorador y conjuntamente por Francia, Inglaterra y los Estados Uni
regresó convertido en artista. Había descubierto los prime dos, por Suecia e Italia y, finalmente, por Alemania y la
ros secretos interpretativos del verdadero pueblo mediante Unión Soviética. Entonces, en el crisol de Hollywood, 'em
la selección de sus movimientos inconscientes y la silenciosa pezaron a llover los promotores europeos, llevando con ellos
revelación de la personalidad en su medio ambiente. las características de sus múltiples orígenes, y efectuaron
Sin embargo, hay aquí un contraste entre el cine com o varias curiosas mixturas antes de sucumbir bajo una sola
mera técnica, capaz de satisfacer cierta curiosidad elemen „ marca nacional: la cinta hollywoodense que nos parece hoy
tal, captando superficialidades de la escena extranjera, pero un producto cien por cien americano. Sin embargo, muchas
con pocas ventajas intrínsecas aparte las de la novedad y cintas de H ollywood se hallan entretejidas con hilos na
complejidad de la primitiva técnica, y el cine com o arte cionales de Alemania, Francia, Inglaterra, Irlanda, Escan-
interpretativo en el que el artista, penetrando a través de dinavia, Italia, Hungría y los países eslavos. Es interesante
la superficie de la vida del país, propio o ajeno, emplea la ver las cualidades que los emigrantes han aportado a mu
técnica para arrojar luz fresca sobre la esencia de la vida, chas d e las producciones americanas. Aparecen en muchas
afectado de influencias geográficas. películas de directores com o Emest Lubitsch, quien aban
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pueblos se habituaron a la cinematografía y establecieron
donó Alemania por Hollywood en 1923; William DW erle, esta industria posiblemente por la simple razón de que el
que también llegó temprano a America e inclusive trank público reclama ver películas basadas en el propio país y
Kapra, que llegó de niño a Los Angeles procedente de su habladas en su propia lengua. Pero sus películas retrataban
solamente la superficie de su vida nacional quizas porque
Sl Una Hsta' de países de los que los promotores cinemato no surgieron nunca artistas capaces de serlo. Otros países
gráficos han sido por algún tiempo origín a n osles det' r- han invitado a directores extranjeros al objeto de ser asis
países en los cuales un profundo espíritu nacional ha sido tidos en el desarrollo de sus industrias. Los canadienses
marcado durante los peridos clave de la producción cine deben a John Grierson la fundación del «Canadian Docu-
matográfica— podría ser constituida incluyendo l o s Estados mentary Movement», cuyos films han conquistado una repu
Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania, Suecia y tación mundial. Varios europeos, especialmente ingleses, han
Rusia Soviética. Sólo Gran Bretaña por ejemplo, pudo pro cooperado en el desarrollo de las documentales hindúes.
ducir películas tales com o «North Sea» (Harry Watt) Otro importante movimiento, procedente de Inglaterra, es
«Brief encaunter» (David Lean); sólo Francia «L e jour se el «Colonial Film Unit» cuyo objeto es no solamente la
léve» (Marcel Carné) o « F a r r e b i q u e » (Georges Rouquier», producción de películas para las colonias sino capacitar a
sólo Rusia «Tierra» (Alejandro Dovzhenko) u «Octubre» (Ser- aquellos pueblos hasta convertirlos en sus propios producto
res. Visité recientemente úna de las escuelas de la «C olo
8 tEn Oriente, 'india y Japón han establecido hace mucho nial Film Unit» en Chipre. Había estudiantes de vanas par
tiempo sus industrias cinemáticas, pero las películas produ tes de Africa y del mismo país. Una escuela similar fun
cidas allí son casi enteramente para la exhibición local y cionaba con personal de las Indias Occidentales. Otro do-
no han contribuido artísticamente a la expansión del ci cumentario inglés exhibía un nombramiento, respaldado por
nema mundial. Ciertamente, los films japoneses e indosta- la UNESCO en Indonesia, para entrenar a los técnicos in
nicos tienen interés para el estudio de la vida de esos países,
dígenas de aquel país. _
pero dudo que hayan manifestado la vitalidad y .a verda La exploración es la esencia de tales especialidades cine
dera expresión artística de la vida indostamca y japonesa, máticas; por lo tanto, essiempre la vida humana y su fon
excepto en uno o dos ejemplos aislados tales el film indos- do lejano lo llamado a ser explorado. No nos refeumos a
tánico «Kalpana» y los japoneses «Rashomon» y «La vida exploradores en el viejo y estrecho sentido de la palabra. Cuan
de O ’ Haru», que muestran el primer signo impresionante, d o se trata de artistas com o R oben Flaherty, sus tomas de
deseado entre nosotros, en Occidente, de un arte cinema vista tienen doble valor. Este siente un gran amor paia _
tográfico indígena. . . , . , las sencillas poblaciones que viven ajenas a las luchas de -
En Egipto, una pequeña pero floreciente industria ha nuestra civilización. Estimó su dignidad, sus excelentemen-
existido por muchos años que ha realizado películas con des te desarrolladas tradiciones, la relación directa entre su vida
tino a los países de lengua árabe. Industrias del mismo ca y el ambiente, en el inclemente Artico o en los soleados
rácter se hallan establecidas y se desarrollan en ciertos paí mares del Sur. Y desde su muerte, en 1951, no ha surgido
ses latinoamericanos, en España, Portugal, Finlandia y en nadie capaz de rivalizar con él. Pero ha habido otros no
menor encala en Suiza. La producción cinematográfica cre tables exploradores de la cinecámara: Herbert Pontmg y
ce rápidamente en la Unión Soviética y en varios países hoy F.S. Smythe. Los films que han conseguido éstos con sus
bajo la influencia de Moscú: Polonia, Hungría Rumania, exploraciones son de gran valor etnológico y geográfico. In
Bulgaria, Checoeslovaquia, Alemania Oriental, China y C o clusive los cineamateurs de la expedición del «Kon-Tiki»
rea del Norte. Aunque en escala secundaria, y para fines produjeron un film que lleva atestadas muchas salas en va
domésticos, ocurre lo propio en Grecia, Turquía y Filipinas. rias partes del mundo para contemplar las aventuras de
A esta lista hay que agregar la importante industria pro aquellos intrépidos navegantes a través del Pacífico.
tegida por el Estado, de films documentales del Cañada y, Todos estos espectadores-reconocen las cualidades de ob
en menor proporción, en Australia y Nueva Zelanda. Algu servación que la cámara tomavistas engendra en los pre
nos países como Noruega, Holanda y Bélgica realizan un parados para agudizar su visualidad para servicio propio y
pequeño número de films documentales pero raramente in que saben emplearla con la máxima sensibilidad. Su trabajo
tentan la producción de películas notables. ya ha realizado una grande y viviente película del mundo
Parece, sin embargo, que cierlos países, sea por su par tal com o nuestra generación lo ha explorado. Cada año se
ticipación en la invención cinematográfica o porque poseen nutre más y más nuestro gran archivo cinematográfico. Se
un sentido natural para el desarrollo de sus cualidades ar- trata de una herencia única, tanto para nosotros com o para
tísticas, han contribuido al verdadero desarrollo del cine y nuestros descendientes.
han expresado también su vitalidad nacional y sentimiento R oger M A N V E L L
emocional en muchos trabajos de filmación artística. Otros
NUESTRA S E C C IO N L IT E R A R IA
> f
“ l¿ a Q J id a // L&á /¿ ib toé
Se insertarán en esta sección mensual lite ra ria criticas sobre aquellas obras que vayan a p a -
ciendo. escritas en los idiomas corrientes o tradu cid as, de las cuales hagan lle g a r los autores
o editores, dos ejem plares gratuitos a la R edacción d e C E N IT , 4 . rué B e lfo rt, Toulouse ( H . - G . )
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paralelamente a la im portancia del m ovim iento cree un m undo en el que hom bres y m ujeres p a r
objecionista. Y es quizá en razón a esta correla ticipen al bienestar com ún. Los fundam entos de
ción que algunos elementos no aciertan a discer este m ovim iento se encuentran en la creencia y en
nir las reales intenciones de la Internacional de la solidaridad del género humano, en el respeto a
Resistentes a la Guerra. la vida y a la personalidad».
¡NO MAS GUERRAS!, repetía un slogan acre Fué en 1923 que la expresión resistencia a la
ditado desde primera hora por los precursores que guerra fué adoptada p o r la internacional. El
iban a intentar la reunión de cuantos rehusaban W .R.I., llegado a su madurez, precisa de estos ob
o se disponían a negar su participación a la gue jetivos: el resistente proseguirá su obra y tratará
rra y en la preparación de las mismas, Y le de realizarla en la medida de lo posible.
«PACCO» que fué la tentativa, en adelante adop- R evuelta y desafío convergieron a partir de en
taríase el nombre de Resistencia a la Guerra. Ru- tonces en. todo intento de resistencia, para am
nham Brown, alm a de esta generación, precisó el pliar las posibilidades de instauración de la justi
espíritu de la misma: «El g rito de paz, existiendo cia y la libertad.
ánim o de lucha, queda desprovisto de sentido. La D erribar las barreras geográficas, económ icas y
resistencia a la guerra es la antítesils m ism a de sociales que im piden la libre expansión de los p u e
una sociedad de paz. Los m iem bros de una socie blos entre sí. Tales son las razones de ser del
dad de paz tienen tendencia natural a sostener la W. R. I.
guerra. Habiendo colocado ante ellos la paz co Tarea inmensa, grandiosa, p ero ¿qué persona
m o ideal, n o pueden com prom eterse en una lucha de elevados sentimientos rehusará a ella al com
con sus com patriotas cuando estos son presa de prender el trágico destino hacia el cual parece
la fiebre guerrera». navegar el m undo, carente de individualidades ca
Otra cosa es el resistente a la guerra, el cual paces de renunciar a la dom inación violenta so
n o satisfecho con no querer participar a ningún bre sus semejantes?
género de éstas lleva su em peño a luchar por la Hay que edificar un m undo en el que, descartada
abolición de las causas de las mismas. la injusticia social, ofrezca a los seres la- libertad
La objeción de conciencia es un m edio que con en una eclosión de fraternidad hum ana.-
duce a la abolición del intento de guerra. El resis Rehusar a toda cooperación con la violencia
tente a ésta ias considera todas bajo una sola fo r arañada y situar la esperanza de la propia causa
ma. Defiende la idea, que anim a a cuantos se nie en el plano individual, sin apartam iento de la a c
gan a ser soldados y lucha por la liberación de ción colectiva, tal es la razón de ser del objetor
estos idealistas. de conciencia resistente a la guerra.
«Eso no es la paz que buscan —escribirá Ru-
nham Brown— , sino la revolución, una revolu
ción de ideas que instaure un orden social nuevo y HEM DAY
Société Générale d'lmpression, 61, rué des Amidorniers.— Toulouse (H te-G ne.)— Le Gérant ; Etienne GU1LLEMAXJ.
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de aif ar tf de h&i¿
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F ilH M a ria fo EL P R O L E T A R IA D O
Th M m fo (M ó m íM MILITANTE
S > in c fitd 1 iS m 9 (O rig e n d e l S in d ic a lis m o )
P o r A n se lm o L O R E N Z O . Dos
gastos d e e n v ío . 2 5 0 francos.
Pedidos a « CNT »
4. rué Belfort, TOULOUSE
C.C.P. 1197-21 — Toulouse
“ La C .N .T . en la R e v o lu c ió n E s p a ñ o la ”
por José REIRATS
M a te ria s c o n te n id a s en e l s e g u n d o to m o :
C a p ítu lo X V I. — E S P A Ñ A A N T E EL M U N D O .
C a p ítu lo X V I I. — V ID A O R G A N IC A Y U N I D A D S IN D IC A L .
C a p ítu lo X V I II . — L A S O M B R A D E L K R E M L IN .
C a p itu lo X IX . — EL M I L A G R O DE LAS IN D U S T R IA S D E G U E R R A .
C a p ítu lo X X I. — L O S S A N G R IE N T O S S U C E S O S DE M A Y O .
C a p itu lo X X I II . — OCASO P O L IT IC O DE LA C .N .T .
C a p it u lo X X I V . — IR O N IA S D E U N P R IM E R A N IV E R S A R IO .
C a p ítu lo X X V I. — L A C R IS IS D E L P A R T ID O S O C IA L IS T A .
P re c io d e l e je m p la r: 7 0 0 francos
D ie z p o r c ie n to d e d e s c u e n to a p a r tir d e cin co e je m p la re s . P e d i
dos a « C N T » , H e b d o m a d a ire . C .C .P . 1 1 9 7 - 2 1 . T O U L O U S E ( H .- G .) .
80 frs
Ayuntamiento de Madrid