Poem As Quinto

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Corderito.

Gabriela Mistral.

Corderito mío,
suavidad callada:
mi pecho es tu gruta
de musgo afelpada.

Carnecita blanca,
tajada de luna:
lo he olvidado todo
por hacerme cuna.

Me olvidé del mundo


y de mí no siento
más que el pecho vivo
con que te sustento.

Y sé de mí sólo
que en mí te recuestas.
Tu fiesta, hijo mío,
apagó las fiestas.

1
Apegado a mí.
Gabriela Mistral.

Velloncito de mi carne,
que en mis entrañas tejí,
velloncito friolento,
¡duérmete apegado a mí!

La perdiz duerme en el trébol


escuchándole latir:
no te turben mis alientos,
¡duérmete apegado a mí!

Hierbecita temblorosa
asombrada de vivir,
no te sueltes de mi pecho:
¡duérmete apegado a mí!

Yo que todo lo he perdido


ahora tiemblo hasta al dormir.
No resbales de mi brazo:
¡duérmete apegado a mí!

2
Balada.
Gabriela Mistral.

Él pasó con otra;


yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!

Él va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!

El besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!

El irá con otra


por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiera callar.)
¡Y él irá con otra
por la eternidad!

3
Caricia.
Gabriela Mistral.

Madre, madre, tú me besas,


pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar...

Si la abeja se entra al lirio,


no se siente su aletear.
Cuando escondes a tu hijito
ni se le oye respirar...

Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo
a tus ojos asomar...

El estanque copia todo


lo que tú mirando estás;
pero tú en las niñas tienes
a tu hijo y nada más.

Los ojitos que me diste


me los tengo de gastar
en seguirte por los valles,
por el cielo y por el mar...

4
Dame la mano.
Gabriela Mistral.

Dame la mano y danzaremos;


dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más...

El mismo verso cantaremos,


al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.

Te llamas Rosa y yo Esperanza;


pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina y nada más...

5
Manitas.
Gabriela Mistral.

Manitas de los niños,


manitas pedigüeñas,
de los valles del mundo
sois dueñas.

Manitas de los niños


que al granado se tienden,
por vosotros las frutas
se encienden.

Y los panales llenos


de su carga se ofenden.
¡Y los hombres que pasan
no entienden!

Manitas blancas, hechas


como de suave harina,
la espiga por tocaros
se inclina.

Manitas extendidas,
piñón, caracolitos,
bendito quien os colme,
¡bendito!

Benditos los que oyendo


que parecéis un grito,
os devuelvan al mundo:
¡benditos!

6
Con tal que te duermas.
Gabriela Mistral.

La rosa colorada
cogida ayer;
el fuego y la canela
que llaman clavel;

el pan horneado
de anís con miel,
y el pez de la redoma
que la hace arder:

todito tuyo
hijito de mujer,
con tal que quieras
dormirte de una vez.

La rosa, digo:
digo el clavel.
La fruta, digo,
y digo que la miel;

y el pez de luces
y más y más también,
¡con tal que duermas
hasta el amanecer!

7
Obrerito.
Gabriela Mistral.

Madre, cuando sea grande,


¡ay..., qué mozo el que tendrás!
Te levantaré en mis brazos,
como el zonda al herbazal.

O te acostaré en las parvas


o te cargaré hasta el mar
o te subiré las cuestas
o te dejaré al umbral.

¿Y qué casal ha de hacerte


tu niñito, tu titán,
y qué sombra tan amante
sus aleros van a dar?

Yo te regaré una huerta


y tu falda he de cansar
con las frutas y las frutas
que son mil y que son más.

O mejor te haré tapices


con la juncia de trenzar;
o mejor tendré un molino
que te hable haciendo el pan.

Cuenta, cuenta las ventanas


y las puertas del casal;
cuenta, cuenta maravillas
si las puedes tú contar...

8
Piececitos.
Gabriela Mistral.

Piececitos de niño,
azulosos de frío,
¡cómo os ven y no os cubren,
Dios mío!

¡Piececitos heridos
por los guijarros todos,
ultrajados de nieves
y lodos!

El hombre ciego ignora


que por donde pasáis,
una flor de luz viva
dejáis;

que allí donde ponéis


la plantita sangrante,
el nardo nace más
fragante.

Sed, puesto que marcháis


por los caminos rectos,
heroicos como sois
perfectos.

Piececitos de niño,
dos joyitas sufrientes,
¡cómo pasan sin veros
las gentes!

9
Vergüenza.
Gabriela Mistral.

Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa


como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje al río.

Tengo vergüenza de mi boca triste,


de mi voz rota y mis rodillas rudas;
ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.

Ninguna piedra en el camino hallaste


más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.

Yo callaré para que no conozcan


mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
en la tremolación que hay en mi mano...

Es noche y baja a la hierba el rocío;


mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana al descender al río
lo que besaste llevará hermosura!

10
Táctica y estrategia.
Mario Benedetti.

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple

mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

11
Corazón y coraza.
Mario Benedetti.

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía


porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera


pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.

12
Viceversa.
Mario Benedetti,

Tengo miedo de verte


necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte

tengo ganas de hallarte


preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte

tengo urgencia de oírte


alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte

o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

13
No te salves.
Mario Benedetti.

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

Pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

14
El hombre imaginario.
Nicanor Parra.

El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios


penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes tardes imaginarias


sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios

Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario

Y en las noches de luna imaginaria


sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario.

15
Arte poética.
Vicente Huidobro.

Que el verso sea como una llave.


Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema ;

Sólo para nosotros


Viven todas las cosas bajo el Sol.
El Poeta es un pequeño Dios.

16
El día de tu santo.
Jesús Aníbal Niño.

El día de tu santo
te hicieron regalos muy valiosos:
un perfume extranjero, una sortija,
un lapicero de oro, unos patines,
unos tenis Nike y una bicicleta.
Yo solamente te pude traer,
En una caja antigua de color rapé,
un montón de semillas de naranjo,
de pino, de cedro, de araucaria,
de bellísima, de caobo y de amarillo.
Esas semillas son pacientes
y esperan su lugar y su tiempo.
Yo no tenía dinero para comprarte algo lujoso.
Yo simplemente quise regalarte un bosque.

17
No busques más tu cuaderno de geografía.
Jesús Aníbal Niño.

No busques mas tu cuaderno de geografía.


Yo lo saqué de tu morral.
No quisiste ir a matiné conmigo,
el domingo pasado.
Mis amigos me contaron
que estabas en compañía de Bermúdez,
el grandote que practica la lucha libre.
Me contaron que estabas muy linda,
y que te reias a cada rato.
No busques mas tu cuaderno de geografía.
Ahora que está lloviendo,
asómate a la ventana,
y verás pasar ochenta barquitos de papel.
No busques mas tu cuaderno de geografía.

18
Ayer por la tarde.
Jesús Aníbal Niño.

Ayer por la tarde,


como te lo había prometido,
jugué el mejor partido de fútbol de mi vida.
En el primer tiempo
hice un gol a los quince minutos.
A loa treinta y siete hice otro.
En el segundo tiempo,
a los siete minutos,
José Villegas,
el que cuando canta dice
que le nacen mariposas en el pensamiento,
fusiló a nuestro arquero
con un taponazo sobre el ángulo izquierdo.
A los diez y nueve minutos y quince segundos,
David. ql que quiere ser aviador,
empató el partido
con un lindo gol de cabeza.
A los cuarenta y cuatro minutos,
al estilo Castañito,
hice el gol más lindo del mundo.
Mi equipo gano por el marcador de dos a tres,
pero yo sentí que había perdido
por que tu no viniste.
Me derrotaron los golpes que me hizo tu ausencia.

19
Cuando llegue del colegio.
Jesús Aníbal Niño.

Cuando llegue del colegio,


me quite los zapatos,
dejé en el suelo la maleta
donde cargo útiles y libros,
me senté en el viejo sofá
que me gusta tanto,
llamé a mi gato para acariciarlo,
no quise almorzar ni hablar con nadie,
y le sostuve la mirada al retrato de Zico
que tengo pegado en la pared.
Más allá de la ventana pasó un color tan rápido
que sólo alcancé a ver un pedazo de pájaro o de mariposa
Saqué del bolsillo de la camisa una hoja de cuaderno
donde ella había escrito su nombre.
Es trigueña, de trenzas, se llama Alejandra, se ríe lindo,
y tiene nueve años como yo.
Estudia en quinto A,
y al recordarla sentí un corrientazo por dentro
como si me empezara a dolor el estómago del corazón.

20
Me contaron.
Jesús Aníbal Niño.

Me contaron que ayer cortaron el árbol


Que crecía frente a tu casa
Para poner, en cambio,
Un aparato de la empresa de teléfonos.
Creo que los alambres se hubieran podido colocar
En las fuertes ramas de tu acacia,
Pero parece que no quisieron correr el riesgo
De que alguien, al levantar el auricular,
Escuchara la voz de un gorrión triste
Que averigua por una flor que desapareció hace días
Y que vestía pétalos morados, cáliz del color de la luna,
Y que se adornaba con un dorado sombrero de polen.
El gorrión ofrece recompensa.

21
Como no me vas a querer.
Jesús Aníbal Niño.

Como no me vas a querer


Si soy un bombero heroico
Que acaba de salvar un gato
Al que se le incendiaban
Seis de sus siete vidas
Como no me vas a querer
Si soy el capitán de la nave
Que se posa suavemente
En una América del sur
De un planeta lejano.
Como no me vas a querer
Si acabo de ganar
Por amplio margen
La vuelta a Colombia en bicicleta
Y el tour de Francia,
Y definitivamente
Como no me vas a querer
Si soy capaz de soñar, todos los sueños,
Incluso el más lindo de todos:
Soñar que tú me amas.

22
Poema 12.
Pablo Neruda.

Para mi corazón basta tu pecho,


para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.


Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento


como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.


Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.

23

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