La Calidad, Un Concepto Controvertido
La Calidad, Un Concepto Controvertido
La Calidad, Un Concepto Controvertido
A PROPÒSIT DE
«LA QUALITAT EN EDUCACIÓ»
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Resumen
Resum
La qualitat es presenta com un objectiu desitjable, quan la traduïm per allò que és bo i
acceptable. Tanmateix, esdevé una trampa quan serveix de coartada a plantejaments libe-
rals que justifiquen des de la racionalitat la necessitat de quantificar resultats, classificar
situacions i distribuir recursos en funció d’aquestes dades. Reconstruir un nou sentit de
qualitat representa descobrir els usos i abusos que s’estan donant, alhora que clarifica el
sentit del terme qualitat i contesta qüestions com: qualitat en què, per a qui?, qui la defen-
sa?, per a què i per què es defineix?, etc.
Els supòsits anteriors permeten situar l’anàlisi conceptual sobre la qualitat i clarificar el
conjunt d’exigències a les quals pretén donar respostes, alhora que presenta algunes de les
problemàtiques que l’acompanyen.
Abstract
Quality, translated as something that is good and with high levels of acceptance, is a prior
aim. However, it can turn into a trap if it is a liberal approach alibi, that justify the need to
quantify results, classify situations and distribute resources. Rebuilt a new meaning of
qualty does imply the detection of uses and abuses that are taking place. It is also neces-
sary to clarify the real meanings of the word, and to answer questions such as: Quality in
what, and for whom?, Who defines it?, What for and why is it defined?…
This approach lets analyze the concept of quality, as well as clarify the requirements
to answer certain questions, and present some problems that go along with it.
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Sumario
La calidad de las instituciones Algunas problemáticas a considerar
como objetivo
A modo de conclusión
La problemática conceptual
Bibliografía
¿Por qué se plantea la calidad?
El movimiento de las escuelas eficaces
como referencia
La problemática conceptual
La calidad aparece como una de las palabras más utilizadas. Se habla de calidad
de vida, calidad de las instituciones y calidad del trabajo (De Miguel, 1994:265).
San Fabian (1994) habla de una «era cualitativa» de reformas, donde elevar los
rendimientos escolares de los alumnos y las condiciones de trabajo existentes
es una necesidad, y son cada vez más los trabajos que tratan de aplicar a la edu-
1. El presente artículo completa y amplía una aportación anterior (Gairín, 1996: VII: 277-
304).
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cación este concepto de origen ajeno (véase, por ejemplo, los trabajos de English
y Hill, 1995; Franklin, 1995; Galgano, 1995, o del propio MEC, 1997).
Igualmente, se relaciona la calidad con ámbitos tan diversos como la prensa
(Sevillano, 1994), disposición de espacios (Martín, 1994), la estructura orga-
nizativa de los centros (Pérez, 1994), el contexto escolar (Martín, 1994), la
autonomía (Barajas, 1994), la aportación de los profesores de ciencias socia-
les (Domínguez, 1994), la educación infantil (Zabalza, 1996) o el liderazgo
(Alvarez, 1998)2.
De aquí que podamos decir que el término calidad es un término relativo que
puede ser definido desde una perspectiva multidimensional.
La falta de una teoría sobre la calidad y las dificultades para poder llegar a un con-
senso entre las distintas audiencias implicadas impide que se pueda establecer una
definición de este concepto que sea aceptada de forma unánime […].
Lo mismo sucede cuando nos referimos a calidad de la educación. La delimi-
tación de este término al ámbito educativo no ayuda de manera especial a preci-
sar su definición dado que puede ser igualmente abordado partiendo de diversos
enfoques y criterios. Sabemos que no tienen los mismos planteamientos sobre la
calidad de la educación los investigadores que los prácticos, ni tampoco suscri-
ben los mismos criterios quienes diseñan las reformas y aquellos que deben apli-
carlas. Ello significa que, de una parte, cualquier planteamiento justificado sobre
la calidad de la educación puede ser considerado como válido, y de otra, que en todo
proceso de análisis y valoración sobre los fenómenos educativos se debe partir de
la definición operativa que en cada caso concreto se establece sobre la calidad
de la educación. De ahí que para evaluar un aspecto concreto del sistema educa-
tivo debamos partir de los criterios específicos de calidad que se establecen al res-
pecto (De Miguel, 1994: 165).
2. También podemos ver referencias a este término en los movimientos de renovación peda-
gógica que mediante «El Proyecto de 100 medidas» buscan realizar en la práctica una escue-
la de calidad (Temes de Renovació Pedagògica, núm. 9, enero de 1993, p. 17).
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que no todos los objetivos educativos son cuantificables, algunos son perso-
nales e intangibles (cambio en actitudes, experiencias emotivas…) y puede ser
que las escalas de valoración no sean las que uno considere positivas para si o
con las que esté de acuerdo.
También si se considera lo que reconocen diferentes autores respecto a la
amplitud, ambigüedad y usos del término:
En realidad, calidad significa cosas diferentes para distintos observadores y
grupos de interés, no todos comparten las mismas percepciones de las prioridades
para un cambio (OCDE, 1991: 21).
Significados de calidad.
Utilización Significado Ejemplo
Atributos (específicos) Descriptivo Cualidades o características
o esencia definidora definitorias de un alumno,
(colectivo) profesor…
La calidad de un profesor
reside en…
Grado de excelencia Normativo Hablar de una «escuela
o valor relativo mediocre» supone tener
un referente e identificar
la situación de la realidad
respecto a él.
Lo bueno o excelente Normativo Escuela de calidad o profesor
de calidad pueden denotar
explícitamente lo bueno
o excelente.
Rasgos o juicios Descriptivo Considerar que un profesor
no cuantificados o normativo es aceptable puede ser
el resultado de un juicio
subjetivo, basado más en
lo cualitativo que en lo
cuantitativo.
A pesar de ello no podemos señalar que hay total univocidad pues, sin dejar
de considerar la importancia de la clasificación efectuada, quedaría pendiente
la resolución de preguntas como:
Sentido estático del movimiento de las escuelas eficaces frente a un sentido diná-
mico de los modelos de gestión de calidad. Mientras el primer movimiento se cen-
tra en resultados y estándars más o menos predeterminados y establecidos a partir
de variables, el modelo de gestión de calidad parte, por el contrario, de la realidad
del centro y su contexto, que por definición son siempre diversos.
Si bien el liderazgo en el movimiento de las escuelas eficaces se define como
claro, de fuerte estilo personal y jerarquizado, en el segundo se da importancia al
liderazgo horizontal y al compromiso y responsabilidad de todos en el resultado.
El movimiento de escuelas eficaces da importancia a los resultados académi-
cos que se plantean como objetivos incuestionables; los modelos de gestión de
calidad, por el contrario, dan tanta importancia a los procesos como a los resul-
tados.
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La escuela influye mucho menos en la educación total del niño de lo que han
supuesto profesores y padres… Lo que el niño trae a la escuela es más importan-
te que lo que pasa en el aula a la hora de determinar el tipo de persona que será
(1975: 44).
Es en este contexto desde donde deben interpretarse gran parte de las críti-
cas que se le han hecho y que son recogidas por Barry McDonald (1992: 101)
y Beare, Caldwell y Millikan (1992: 36-37).
Para el primer autor citado, el movimiento debe ubicarse en una ideología
conservadora al compartir:
5. Además, se plantean otras problemáticas como: la influencia que tiene en los resultados
globales el cambio de la población (diferente edad, cambio de alumnos…), la invariabilidad
de los parámetros frente a la viabilidad de la educación, dificultades técnicas (cómo influ-
ye el grado de comparación en los exámenes), la ocultación que hacen los promedios del
posible avance de grupos débiles, etc. (OCDE, 1991: 56-61).
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Pero las propuestas neoliberales en España no sólo están presentes sino que
se propugnan como receta fundamental del quehacer educativo. Baste al respecto
analizar, por ejemplo, la conferencia de la actual ministra de Educación (Aguirre,
1997) en el Club Siglo XXI de Madrid y al análisis que de su política hace
Viñao (1998).
Revertir el proceso exige moverse tanto en el campo de las propuestas polí-
ticas como en el campo del cambio cultural. Es preciso potenciar un nuevo
sentido común: democrático, de los derechos, de la ciudadanía y de la igualdad.
Como dice la reseña firmada por Josep María Cuenca (1997) del libro de
Álvarez Puga (1996):
En sustancia, lo que Puga ha llevado a cabo con este libro es una descripción crí-
tica y documentada de lo que hay: un presente derechizado que esclaviza lo huma-
no en favor de lo mercantil, a cuyo servicio colaboran —lo quieran o no— las
democracias nominales del planeta y la omnipresente industria mediática. Y esa
descripción resulta sensata y genéricamente aceptable.
Cuando las metas son ambiguas, las teorías ordinarias sobre la toma de decisiones
se vuelven problemáticas. Cuando el poder es ambiguo, las teorías racionales del
orden y del control social son problemáticas. Cuando la experiencia es ambigua, las
teorías de aprendizaje ordinarias se hacen problemáticas. Cuando el éxito es ambi-
guo, las teorías habituales sobre la motivación y satisfacción del personal se vuel-
ven problemáticas (Cohen y March, 1974: 195).
Esta concordancia refuerza la opinión según la cual, en los países occidentales, los
indicadores de procesos transcienden las fronteras culturales, en particular desde el
punto de vista de las funciones, lo que no resuelve la dificultad de medir el fenó-
meno. No es posible elaborar un instrumento de encuesta fiable a partir de indi-
cadores, pero se puede recurrir a la observación o a jueces para comparar los
diferentes factores, y así medirlos (Hopkins, 1994: 180).
[…] a la gente sentirse mejor con respecto a lo que hace, con lo que es más probable
que trabaje más duro […] Seguramente en muchos centros habrá que crearles o
definirles su propia cultura, tarea esta que realizarían empresas dedicadas a la comu-
nicación en las organizaciones (Iñiguez, 1997: 16).
Hay que denunciar la creencia de que las desigualdades educativas son un proble-
ma de minorías desfavorecidas, digamos del 15% de la población escolar. Con ello
se asume tranquilamente que todos los que componen el 85% restante, la corrien-
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A modo de conclusión
La presentación de las problemáticas presentadas no nos debe llevar a entender
la dificultad real de buscar y aplicar la calidad en los procesos educativos. Antes
bien, intenta poner en evidencia la complejidad del tema y alertar de algunas
dificultades, particularmente del lenguaje y prácticas que se derivan de enfoques
neoliberales.
La situación planteada exige una toma de posición comprometida que, par-
tiendo de análisis rigurosos de la realidad y de los hechos educativos, se com-
prometa personal y profesionalmente en la defensa de un modelo educativo
en el que, además de conocer críticamente los contenidos culturales aporta-
dos por generaciones anteriores, se desarrollen actitudes comprometidas con
el logro de una sociedad más justa y solidaria.
Este compromiso con el cambio se debe acompañar del mecanismo de auto-
revisión que impida que las buenas intenciones de acción se perviertan modi-
ficando las intenciones iniciales.
Aunque existe ya un alto consenso sobre cuáles son los factores que pro-
porcionan calidad a la escuela, actualmente lo prioritario quizá no sea tanto
el definir qué es importante para esa calidad como delimitar el modo de
actuar para conseguir los resultados esperados; en definitiva, la gestión de la
calidad.
Todo ello debe llevar necesariamente a una nueva reconceptualización de
la escuela y del papel que en ella han de jugar los diferentes protagonistas; en
definitiva, convertir la institución educativa en algo más que una organización
de prestación de servicios o, lo que es lo mismo, en una organización que educa
y que posibilita el crecimiento personal e institucional.
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