Le Llamaban Laura

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 5

NO COMPARTIR SIN AUTORIZACIÓN

LE LLAMABAN LAURA.

Marisol Zarceño
Universidad de El Salvador

Puesto que la idea es generar interés de los compañeros y compañeras para que lean el libro
opté más que hacer una disertación de tipo académico, en mencionar los aspectos que me
parecieron a mí más interesantes y que en todo caso me atraparon en la lectura de este libro.
Primeramente, me parece un libro exquisito puesto que tras una combinación de muchos
recursos literarios logran atrapar al lector de una manera casi inmediata. Este libro nos
muestra una visión de la guerra desde una perspectiva muy invisibilizada, me atrevería a
decir casi olvidada y es el papel de los internacionalistas en El Salvador, pero no solamente
hacer mención que hubo personas de carácter extranjero que se sumaron a la lucha en los
años 80, sino, más bien cómo cada una de estas personas sintió y vivió su viaje a este país,
teniendo en cuenta que dejan atrás su modo de vida y vienen a un contexto cultural totalmente
diferente generando contradicciones internas en los sujetos sociales.

Me parece importante mencionar la distinción que Carlos Lara hace entre Historia y la
Memoria: la primera entendida como la historia científica que es construida por profesionales
apoyada en marcos teóricos y metodologías, es decir, a través de la academia y la memoria
que es la forma en que las personas interpretan la historia, son las experiencias y las vivencias
de la gente en comunidad. Este libro me parece un gran aporte hacia la memoria ya que refleja
los sentimientos y las emociones de los personajes, no solamente de Laura sino de todos
aquellos que estuvieron junto con ella luchando en las montañas puesto que a través de
recursos como flashback y fragmentos de entrevistas se nos genera un panorama más amplio
de la guerra.

Se muestra un acercamiento de una forma muy llevadera a algunos de los sucesos más
relevantes acontecidos en los años 80 en El Salvador, pero más allá de eso, nos muestra la
cotidianidad a la que se enfrentaban los combatientes durante este período de guerra, desde
los días más tranquilos, donde se respiraba un ambiente de solidaridad, de tertulia, de
NO COMPARTIR SIN AUTORIZACIÓN

compañerismo, hasta los momentos de bombardeos, enfrentamientos y guindas, dando


cuenta de una reinterpretación de los conceptos de “vida” y “muerte” que son propios de la
guerra; en donde la felicidad se percibe a través de pequeñas expresiones como un baño luego
de tres días de huir, como dar un abrazo a un compañero luego de un bombardeo y la muerte
no es más que parte de la vida, la vida en guerra.
El libro trata del testimonio de Miren Odriozola “Laura”, una internacionalista nacida en País
Vasco, en un contexto social muy turbulento puesto que tuvo que vivir durante la dictadura
de Franco la cual se caracterizó por una fuerte represión y desprecio a todo aquello que no
fuera español, dando como resultado el surgimiento organizaciones que luchaban por la
independencia de Euskal Herria. Bajo esas condiciones Miren vivió su niñez y adolescencia
mostrando interés en el estudio del socialismo y la teoría marxista, y esto la impulsaría
posteriormente a unirse a las organizaciones sociales que la llevarían a Venezuela con la idea
de incorporarse a la lucha nicaragüense a través del Movimiento Comunista, pero fue luego
de ver un documental con su compañero Pako “Juancito” sobre la guerra en El Salvador
donde pudieron observar la crueldad, la represión y la crudeza en la forma de operar del
Ejército Salvadoreño, con el apoyo de EEUU, haciendo que la curiosidad por aquel pequeño
y lejano país se volviera en rabia y deseo de aportar en El Salvador, iniciando sus contactos
con el Movimiento Comunista y su llegada a Nicaragua sería solamente como escala hacia
las montañas de Chalatenango.

Esto se vuelve el inicio de una larga travesía que duraría diez años, desde 1982 hasta 1992,
en donde se forjaron lazos de amistad y solidaridad que perdurarían luego de la guerra. En
este proceso, Miren la vasca se fue convirtiendo en Laura, la salvadoreña, quien
posteriormente sería un bastión en cuanto a la sanidad en los hospitales guerrilleros, parte de
los campamentos que fue fundamental dentro de la lucha puesto que los heridos al recibir un
tratamiento adecuado podrían recuperarse de mejor forma para volver a las armas; este libro
junto con Relatos de Guerra de Felipe Dubón nos muestran la realidad de los hospitales
clandestinos y cómo la creatividad se vuelve recurso importante para sobrevivir. Si pueden
leer ese libro también, se los recomiendo, a mí me gustó mucho.
NO COMPARTIR SIN AUTORIZACIÓN

A pesar de la distancia, el libro nos da la oportunidad de hacer un contraste entre las luchas
de Euskal Herria y las luchas de El Salvador, y uno de los aspectos que es mencionado en
algunos extractos de forma sutil y en otros muy claramente es el de la discusión por las
desigualdades de género, en este sentido, es posible observar cómo tanto en ETA como en el
FMLN se consideraba que el patriarcado era producto del capitalismo y al caer el último, el
primero caería por su propio peso, dando como resultado la reproducción de los roles de
género en la división del trabajo, visto de una forma más clara en los campamentos
guerrilleros ya que los roles como la cocina y la limpieza, eran asignados mayormente a las
mujeres, mientras que los combates a los hombres, claro, hubo excepciones pero esta era la
norma. Laura fue una de las personas que cuestionó fuertemente esto, organizando talleres
de educación sexual dentro del frente, lo que representó una “revolución dentro de la
revolución”, y esto nace con una profunda preocupación al integrarse compañeras cada vez
más jóvenes, desde los 11 o 12 años de edad, viéndose enfrentadas a una realidad cruda y
fría. Esto nos muestra un lado más humano de la organización, con contradicciones, con
miedos, con conflictos internos, pero con un mismo objetivo.

La forma de organización militarizada del frente, representó una fuerte contradicción para
muchos internacionalistas, en especial todos aquellos que venían de luchar contra la dictadura
de Franco generando cierto clima de incomodidad, además hubo mucho descontento con la
asignación de roles, haciendo que muchos fueran abandonando los campamentos a lo largo
de los años 80, esto me parece pertinente traerlo a mención ya que, los factores étnicos se
han dejado de lado al hablar de los movimientos revolucionarios salvadoreños de los 70 a la
actualidad, pero las diferencias étnicas, así como las de género también tienen un papel
determinante en la configuración social.

Después de seis años lejos, Laura vuelve por un lapso a su tierra natal y encuentra un contexto
totalmente diferente a cuando se fue: las luchas sociales estaban mermando y muchos de los
que fueron participes se encontraban en cargos públicos por lo que el ambiente era superfluo
y banal. En ese momento Laura descubre que aquellas tierras de ultramar se volvieron su
hogar, que en aquellas noches frías en la montaña, había más calor del que podía sentir en
NO COMPARTIR SIN AUTORIZACIÓN

cualquier otro lugar; en ese momento Laura descubre que su lugar era del otro lado del océano
junto a sus compañeros y compañeras, la vida de guerra, se había vuelto su vida.

A finales de la década de los 80, el conflicto se fue encrudeciendo cada vez más y entre
atentados, masacres, enfrentamientos y la ofensiva hasta el tope, se dio cuenta que ambos
bandos estaban en iguales condiciones, que la Fuerza Armada no cedería y tampoco el
FMLN, estaban condenados a un “empate interminable”, como lo llamó Michael Krammer
y en 1992, tras la firma de los Acuerdos de Paz, una mujer mitad vasca, mitad salvadoreña
lloraba de felicidad.

Esta felicidad duraría poco tiempo ya que la posguerra significó un nuevo reto para todos lo
que habían combatido en las montañas: implicaba un nuevo estilo de vida en el cual muchos
no pudieron encajar. Toda la solidaridad de los campamentos, fue quedando atrás y hubo que
insertarse en el mundo laboral neoliberal que se avecinaba. Laura no perdió las esperanzas y
junto con otras compañeras internacionalistas siguieron luchando, esta vez a través de las
ONG, gestionando proyectos en beneficio de las repoblaciones. Mientras tanto, el FMLN
todavía se configuraba como partido político en un largo estira y encoje de posturas donde
las diferencias ideológicas eran cada vez más notorias, Laura decide en 1994 regresar a su
tierra natal.

Para el año 2009, pudo ver con un océano de por medio, como después de tanto tiempo el
FMLN llega al poder a través de la vía electoral y viene nuevamente a El Salvador, donde se
percibía un aire de esperanza y de alegría pero también se tenían muchos retos por delante,
es así como inicia una nueva lucha, ahora desde el sector oficial.

En el año 2014 Laura regresa una vez más a El Salvador, con la esperanza que el gobierno
del FMLN se prolongara por un período presidencial más, y después de un tenso y agotador
tiempo de campaña, tras la segunda vuelta, los observadores de la ONU otorgan la victoria
al FMLN, dejando a Laura con la sensación que tantos años de lucha estaban dando
resultados, pero con la esperanza que la ilusión que se sentía en El Salvador, llegaría también
un día a Euskal Herria.
NO COMPARTIR SIN AUTORIZACIÓN

Existen personas que nacen con pasiones para ser diferentes cosas: bailarines, poetas,
académicos, escritores, científicos… Laura es lo que Max Weber llamaría un líder
carismático, es una luchadora de nacimiento que se convirtió en fuente de apoyo y fortaleza
para muchos compañeros durante el combate tal como lo manifiesta del aquí presente
compañero Jacinto en una entrevista. Laura se unió a la lucha y al igual que muchos otros
internacionalistas, la volvieron suya, hicieron de este país, su país; hicieron de esta gente, su
gente y quisiera terminar con una cita de la internacionalista navarra Begoña García, quién
fue parte del ERP y fue asesinada por 6 disparos mientras tenía 7 meses de embarazo con 24
años de edad y respondía al sobrenombre “Alba”; este mensaje fue encontrado en un casete
en Nicaragua donde ella explicaba a sus padres la decisión de incorporarse a la lucha armada
y cito “soy feliz con lo que estoy haciendo, soy consciente, pero es que mi vida ha dejado de
ser mi propiedad. Mi decisión está tomada. Para lo que sea necesario, allí estoy... No puedo
decir que esta tierra no es mi tierra, esta lucha no es mi lucha. La lucha no tiene fronteras, y
donde haya injusticia hay que combatirla”. Buenos días.

También podría gustarte