Resumen Problematica de La Niñez.
Resumen Problematica de La Niñez.
Resumen Problematica de La Niñez.
Mallardi retoma a Fraser y explica que, existe una coexistencia de conflictos marcados por el reconocimiento de las
diferencias (étnicas, de género) y también, por la lucha por la igualdad social, en lo que hace a acceso de aspectos como la
salud, el trabajo, la educación. Es decir, estamos en presencia de injusticias culturales y socioeconómicas, que afectan a
una persona, a un grupo o a una comunidad.
- Son expresiones en las que coexisten aspectos subjetivos y objetivos: se parte del supuesto de la preexistencia del
objeto en relación al sujeto. En el proceso de aprehensión del objeto, el sujeto, reproduce idealmente ese objeto.
En lo que hace al ejercicio profesional, es necesario incluir los aspectos objetivos y subjetivos vinculados a la vida cotidiana
de las personas. Esto nos permitirá realizar una reconstrucción más fiel de la realidad, y al considerar los aspectos
subjetivos, permitirá reconocer e identificar las visiones que el sujeto tiene sobre su situación.
Hay que pensar al niño como un sujeto en crecimiento, que se esta construyendo en situaciones diversas, desiguales y
complejas.
“Infancia y modernidad”
Comienza hablando de como la modernidad barrio el concepto de infancia.
La educación de la niñez fue un punto importante para la concreción de un orden social y cultural, sobre todo para eliminar
la barbarie y el atraso. Se intento crear un concepto de niño como el “germen” de la sociedad del futuro.
Sarmiento consideraba al niño como no portador de derechos y que debía ser disciplinado por los padres y maestros. Pero
al mismo tiempo, lo reconocía como la “bisagra” para el futuro.
La educación Argentina del siglo XIX se debatió entre la pedagogía naturalista de Roseeau y la pedagogía de Pastolazzi.
Durante el siglo XX, la historia de la educación hablaba del surgimiento de los Estados Nación, invisibilizando a las
generaciones de niños que transitaban el colegio o las fábricas.
En la sociedad del siglo XVII y XVIII se produce un nuevo y emergente sentimiento de políticas y prácticas relacionadas al
niño.
La tesis que propone Aries, dice que hay diferencias entre la sociedad tradicional y la moderna, en las cuales la infancia es
un periodo de larga duración y hay una necesidad de prepararse
Los cambios históricos del siglo XVII y XVIII en Francia, se produce una retirada de las calles de las familias y se recluyen
en las casas.
En Inglaterra, los cambios entre el 150 y 1800, que se producen mayormente en las familias de la alta burguesía, se pasa a
un aislamiento de la familia y se produce un traspaso de responsabilidad de la Iglesia a la familia.
En el caso argentino, en 1800 había familias nucleares y extensas, por lo que existe una voluntad de construir familias más
pequeñas. Los debates en torno a la sanción de la Ley 1420, reflejaban la polémica acerca de las concepciones vigentes
de la familia y la ubicación del niño dentro de un orden público y privado. Desde el liberalismo laico, se impulsaba las ideas
y reconocimientos de los menores para la sanción de la ley de educación laica de 1884.
a) Durante el siglo XX (primeras décadas) se da lugar a un reconocimiento del niño y se procede a críticas hacia los
adultos. El niño comienza a ser objeto de miradas disciplinarias, principalmente de la psicología.
b) El segundo periodo, correspondiente a las décadas del siglo ´60 y del ’70, se produce un nuevo imaginario de la
infancia, alimentado por distintas disciplinas, como la psicología y la psicoanalítica. El niño se torna objeto de
mercado, de medios masivos y de política
II) Otro periodo se caracteriza por un borramiento del niño, por una sujeción de la población infantil a la raza, el Estado o la
Nación, mediante políticas represivas. Este nuevo imaginario de infancia fundamentalista permaneció también en los
imaginarios de algunos periodos del siglo XX.
a) El periodo que correspondió a la década del ’30, cuando se produce un nuevo surgimiento del Nazismo. En
nuestro país, la política educativa de los gobiernos conservadores de la década del ’30 estuvo permeada por este
imaginario, en el que la población infantil debía tener una fuerte sujeción al poder del Estado
b) En el periodo de la década del ´70, caracterizado por el periodo de dictaduras militares en América Latina. Los
niños fueron convertidos en botin de guerra, se opero la sustracción de sus identidades y se instalaron diversas
formas de control privado familiar desde el Estado.
Para analizar y captar la perspectiva de los propios actores sociales, es necesario despegarse y alejarse del propio sistema
simbólico, para poder penetrar en la lógica del otro sujeto “social o cultural”. Esto nos lleva a pensar que existen otras
formas de pensamiento y que el nuestro, no es el único.
II
La diversidad nos lleva a ver el hecho de que a eso que nosotros llamamos infancia no representa del mismo modo y no es
vivido de la misma manera por todos los grupos humanos.
El estudio antropológico de diferentes sociedades ha dado cuenta de la complejidad y variedad de las relaciones que
pueden establecerse entre los procesos de crecimiento y desarrollo físico y a la edad social. Los limites etarios representan
una clasificación hecha por cada grupo social y que instituye, que es la infancia, la adolescencia o la adultez.
La niñez comienza cuando es distinguida y recortada a través de conocimientos y reconocimientos de ciertas
características, que al ser leídas como propias de una clase particular de persona, las transforma en una categoría social.
Meyer Fortes señala que no son las fases de maduración biológica sino las relaciones que el individuo establece dentro de
la sociedad y de su grupo domestico, las que delinean y expresan los cambios dentro del ciclo de vida. Es aquí en donde
surge la pregunta sobre el papel de la escolarización como método para recorta y definir etapas de la vida.
Las edades no solo son socialmente recortadas sino también, que a cada grupo etario le corresponden diversas
modalidades de ritualizar su constitución.
En sociedades como la argentina, es necesario articula el abordaje del análisis de las particularidades culturales con el de
la desigualdad social propia de una sociedad dividida en clases. Es por ello que, cuando los antropólogos comienzan a
estudiar a las sociedades, no como unidades aisladas sino insertas en el modo de producción capitalista, las prácticas de
los grupos sociales empiezan a ser explicadas no solo desde prácticas tradicionales sino también con la dimensión
derivada de su posición en la estructura social. En la articulación de estas dos dimensiones, se entiende la complejidad de
los problemas sociales de la infancia, sobre todo si se desea intervenir en las clases populares.
La autora incorpora una 3 dimensión, aquel dado por los estudios de género a las ciencias sociales, no es lo mismo la vida
para una niña que para un niño.
III
Estas 3 dimensiones hacen a la construcción de la infancia como un proceso dinámico y conflictivo. También, la división de
edades no resulta arbitraria sino que son objeto de disputa. Su definición es un acto eminentemente político, en el sentido
que tiene que ver con la distribución de poder entre distintos grupos de la sociedad, dado que las clasificaciones por edad
son también una forma de imponer límites.
Para autores como Donzelot o Meyer, los rasgos que se creen característicos de la infancia son un producto que se
remonta al siglo XVIII. La definición de niñez es el resultado de una puja de poderes e interpretaciones de distintos grupos
sociales que luchan por imponer su visión como legítima y universal.
El problema principal de esta idea occidental de “infancia” es que tiende a homegeneiza una gran variedad de experiencias
de vida de niños, que están atravesadas por la diversidad cultural, la desigualdad social y el género.
Hoy en día, diferentes autores han comenzado a criticar está visión del “Niño”, sobre todo ante el agotamiento de
instituciones como la escuela y la familia.
Es por ello que se torna necesario el aporte de la antropología para la comprensión y valoración de otros puntos de vista
que resulta de igual manera legitima. Es el método etnográfico a través de sus herramientas como la observación
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participante o la entrevista, el que permite visualizar otras prácticas cotidianas, entender la perspectiva de los agentes y
como ellos piensan sienten.
IV
La pregunta que se realiza la autora es ¿para que niños o niñas se están pensando y diseñando políticas?
Es aquí en donde se debe incorporar el dialogo con el otro, a fin de diseñar políticas que no estén sesgadas por la
orientación ideológica o por el sentido común, sino por la realidad de los sujetos sociales involucrados.
Texto V
“La policía de las familias”
Jacques Donzelot
2. La conservación de los hijos
A partir de mediados del siglo XVIII se ve florece una abundante literatura sobre el tema de la conservación de los hijos. Al
principio es asunto de médicos, pero luego la administración y hasta militares se interesan por el tema. Lo que se critica
son las costumbres educativas, es decir: LOS HOSPICIOS, LA CRIANZA DE LOS NIÑOS CON NODRIZAS, LA
EDUCACION ARTIFICIAL DE LOS NIÑOS RICOS. Estas tres técnicas engendraban tanto el empobrecimiento de la
Nación como la decadencia de su elite.
Se le reprocha a la administración de los Hospicios las altas tasas de mortalidad de los menores que recogían, muchos de
ellos morían antes de serle útiles a un Estado que invertía tanto en ellos.
La tasa de mortalidad era tan elevada porque existía una dificultad por parte de la administración de encontrarle nodrizas y
a la mala voluntad e incompetencia de ellas.
El recurso a las nodrizas del campo era una costumbre dominante entre las poblaciones de las ciudades. Las mujeres
recurrían a ellas o bien, porque estaban muy ocupadas a causa del trabajo o bien porque eran lo suficientemente ricas
como para evitarse el trabajo de la crianza. Los pueblos cercanos a las grandes ciudades eran quienes suministraban las
nodrizas a los ricos, y los pobres tenían que ir a buscarlas aun mucho más lejos. Las distancias, la falta de contacto entre
las nodrizas y los padres, y los molestos intermediarios, eran el momento “ideal” para maniobras de abandonos. Sobre todo
porque a las nodrizas les costaba mucho cobrar, a pesar de las penas de cárcel establecidas para los padres. Para evitar
esto, las nodrizas recogían a varios niños a la vez. Aquí es donde intervienen los transportadores/as, que hacían un estudio
de la situación entre todas las mujeres que eran susceptibles de proporcionar a un niño, mediante una comisión, llevaban
a la nodriza, procediendo a lucrativas especulaciones con un niño que se moría de hambre en el camino.
Los ricos, podían comprar la exclusividad de una nodriza pero no su bondad. Es ahí en donde los médicos descubren que
el comportamiento de las nodrizas, impactaba en el comportamiento de sus hijos. Sobre todo se creía que los males eran
transmitidos amamantando. La maldad de las nodrizas podía ser explicado por dos razones: el interés y el odio.
La educación de los hijos ricos fallaba a causa de que era confiada a domésticos que empleaban una mezcla de violencia y
familiaridad, como lo atestigua el uso de la faja.
En el extremo más pobre, lo que se critican son las irregularidades en la administración de los hospicios, y los pocos
beneficios que el Estado obtiene de la crianza de una población en la que ha invertido: la falta de una ECONOMIA
SOCIAL. Para el extremo más rico, se critica la organización del cuerpo, al que se le atribuye solo un uso derrochador por
el refinamiento: la ausencia de la ECONOMIA DEL CUERPO.
El desplazamiento de campesinos a la ciudad provoco la saturación de las ciudades y el vacio del campo. El pensamiento
social y medico del siglo XVIII estaba dirigido hacia los domésticos.
Los hombres se precipitaban hacia la condición de domésticos en la ciudad para librarse del peso del servicio militar. Los
burgueses, en vez de quedarse en el campo, toman la vida de la ciudad y traen consigo a los domésticos. Estos, contraen
matrimonios y traen hijos al mundo que no pueden costear librándolos al cuidado del Estado. Las mujeres pobres del
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campo no encuentran con quien casarse y se vuelcan al mundo de la crianza o comienzan a trabajar como criadas en la
ciudad. Ahí, segadas por el lujo, intentaran hacer todo lo posible por tener lo mismo que sus jefes, librándose a la
prostitución.
Conservar a los hijos va a significar poner fin a los daños causados por la domesticidad y promover otras formas de
educación que contrarresten los malos efectos que los domésticos tienen sobre los niños, como también, obligar a los
domésticos a que eduquen a sus hijos. Pero si en todas partes, el mal es el mismo, LA DOMESTICIDAD, el remedio será
distinto para los ricos y los pobres.
Esta revalorización de las tareas educativas se basa en dos puntos: uno orientado hacia la difusión de la medicina
doméstica, sustrayendo a los hijos de burgueses de la mala influencia de los domésticos; y otro, encaminado a controlar la
reproducción de los pobres, y el coste social de ésta.
Desde el último tercio del siglo XVIII hasta finales del siglo XIX, los médicos han desarrollado una serie de obras literarias
para las familias burguesas, sobre crianza, educación y la medicación de los niños.
Durante el siglo XIX, se produce el establecimiento de un médico de familia, que estuviese dentro de la unidad familiar. Al
mismo tiempo, esto posibilitaba una alianza entre el médico y la mujer. Un papel complementario entre ambos, en el cual,
el médico prescribe y la mujer ejecuta. Se intentaba que la mujer cumpliera el rol de “enfermera domestica”. Esto va a
ayudar a desterrar las costumbres de las viejas sabias y de las enseñanzas religiosas y el hábito de internado.
Hasta mediados del siglo XVIII, la medicina se desintereso de los niños y de las mujeres. Ese era un terreno que les
correspondía a las “viejas sabias”, que ayudaban durante el parto, el embarazo y las enfermedades de los niños. La
conquista de este mercado por la medicina implico una destrucción del imperio de las viejas sabias.
Las obras literarias del siglo XVIII y XIX repetían las alabanzas a la lactancia materna, y se oponían al fajamiento, a las
historias que las viejas y las nodrizas contaban a los niños y bregaban por la creación de un espacio reservado para el niño
pero siempre bajo la mirada omnipresente de la madre. Lo que se intentaba era, liberar al máximo al niño de las tensiones
y facilitarle el desarrollo de fuerzas que le protegieran de los males físicos, morales, sexuales, etc.
Estos cambios en el gobierno de los niños se hacían para su higiene pero también para el tratamiento de las
enfermedades, ya que los domésticos educaban a los niños con el “principio de la mínima molestia”, es por ello que el
médico se vuelve el aliado dentro de la casa, con una madre capaz de controlar el oscurantismo de los domésticos.
Dicha alianza genera, la hegemonía del médico por sobre las costumbres de las viejas y le concede a las mujeres un
nuevo poder en la esfera domestica, algo capaz de socavar la autoridad paterna.
Esto le da a la madre un estatuto social, algo que servirá de apoyo para las principales corrientes feministas del siglo XIX.
Los defectos que se le achacan a la educación en el ámbito privado se trasladan también al público, dada la rigidez y rigor
de los sistemas de educación pública, el amontonamiento, etc. Se señala la importancia de la génesis de las primeras
asociaciones de padres de alumnos en el siglo XIX, y con esto, el inicio de la educación mixta familiar y escolar.
Esto solo era válido para las familias acomodadas, las que tienen domésticos, aquellas en las que las mujeres pueden
dedicarse a la organización de su casa. Para las familias populares, las intervenciones eran otras. No se podía cimentar
la intervención en la difusión de libros o en la alianza médico/madre, porque, en el primer caso reinaba el analfabetismo, y
en el segundo caso, la familia no podía pagar un médico de familia. Cabe aclarar que los problemas eran totalmente
distintos. Si bien la preocupación era la conservación de los hijos, para las familias populares se intentaba frenar las
libertades tomadas, controlar el concubinato y demás uniones, evitar el vagabundeo, etc. Lo que se establece es la
vigilancia directa.
Para los indeseables del orden familiar, los hospitales generales, los conventos y los hospicios sirven de base estratégica
para toda una serie de intervenciones correctivas sobre la vida familiar.
Al Estado le molestaba el despilfarro de fuerzas, a la familia los jóvenes adulterinos. Estos lugares eran la base estratégica
para las intervenciones de corte FILANTROPICO.
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En estas relaciones Estado/familia cobran un lugar fundamental los hospicios. En el siglo XVIII, se inventa un dispositivo
llamado “el torno”, que tenía como finalidad aunar el respeto por la vida y el honor de la familia.
Se trataba de una cilindro que gira sobre su eje y en el que un lado de la superficie lateral está abierto; el lado cerrado da a
la calle y en sus proximidades hay un timbre. Si la mujer quería abandonar al recién nacido, tocaba timbre y el cilindro
giraba, dejando el lado abierto hacia el exterior, donde era depositado el recién nacido. De esta manera ingresaba el niño
al hospicio.
El primer torno comienza a funcionar en Rouen en 1758. En 1811, es un sistema que se generaliza pero tiempo después
será eliminado, sobre todo porque se producía un aumento considerable de niños abandonados. Lo que los
administradores de los hospicios descubrieron es que muchos de los niños abandonados eran, en realidad, hijos legítimos.
Se descubrió también que muchas madres abandonaban a sus hijos para recuperarlos tiempo después en complicidad de
las nodrizas y los mensajeros.
Lo que se realiza en 1830 aproximadamente es la idea de reemplazar la acogida hospitalaria por un sistema de ayuda a
domicilio a la madre, en donde se le pagaba a la madre el salario pagado por el hospicio a una nodriza y remplazar el
sistema del torno por el del sistema abierto.
La consecuencia de esta acción fue que se consolido un derecho legítimo, tanto para aquellas madres viudas como para
aquellas madres pobres que quisieran conservar a su hijo, como así, para la madre obrera. Nacen las “AYUDAS
FAMILIARES” a comienzos del siglo XX.
Para 1860, en Paris nace la primera sociedad protectora de la infancia, con el objetivo de asegurar el control médico de los
niños entregados a las nodrizas, perfeccionar la educación, los métodos de vigilancia y educación de las familias populares
Estas sociedades llegan a la conclusión que los niños mejores tratados medicamente son aquellos que dependen de las
asistencias.
Se contribuye al nacimiento de la madre de familia popular. Más que madre, es nodriza, pero es alguien cualificado por
el Estado. Continua con la doble dimensión de su estatuto: la remuneración colectiva y la vigilancia médico estatal.
Para finales del siglo XVIII, las asociaciones filantrópicas y religiosas propusieron ayudar a las clases populares, moralizar
sus comportamientos, haciendo converger sus esfuerzos en la restauración de LA FAMILIA, como una manera de
economizar la asistencia.
Restaurar el matrimonio, es en primera fase, el papel de las sociedades de patronato, sobre todo, porque las parejas que
vivían en concubinato llegaba a la mitad de las uniones.
El matrimonio solo valía si era acompañado de una acción transformadora del modo de vida obrero.
Las sociedades de patronato solo tenían poder de llegada hacia las mujeres, pero era complejo con los hombres. Para
ellos, el matrimonio estaba asociado a la adquisición de un “estado” a través de “la dote”
La “dote” en realidad era la contribución que la mujer hacia por su mantenimiento y el de sus hijos. Las mujeres sin dote
quedaban fuera de la posibilidad de casarse y tener una familia. La dote era proporcionada por la familia, las
municipalidades o los cuerpos de oficio.
Las mujeres pobres que no pueden aportar la dote lo hacen mediante el trabajo domestico. Esto permitía introducir en la
vida obrera, la higiene, la alimentación y la regulación de la conducta masculina.
Para la segunda mitad del siglo XIX, el feminismo emancipador y la filantropía moralizadora luchaban contra los prostíbulos
y la policía de costumbres, y luego, con los conventos y las enseñanzas retrogradas de las mujeres.
Lo que sucedía era que muchas mujeres eran explotadas por sus maridos, ya que ellos no conseguían trabaja o era muy
mal remunerado. La mujer, además de trabajar en la fábrica, se dedicaba a prostituirse.
Pero también sucedía que las mujeres decidían entrar en un convento con el fin de conseguir la dote. Es por ello la
proliferación de instituciones religiosas durante mediados del siglo XIX.
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Lo que denunciaban las feministas y la filantropía era que estas soluciones provocaban el decaimiento físico y moral de las
personas pobres. Una de las denuncias era que las mujeres que pasan su vida en el convento, tienen pocas posibilidades
de casarse por que los hombres no quieren casarse con “esas monjas”.
La educación era fundamental para que la mujer tenga firmeza en el carácter. Había que prepararlas para la vida familiar,
crear carreras específicas, tener un trabajo remunerado y evitar así, que las obreras caigan en la prostitución.
La entrada de la mujer al mercado laboral provocaba era “competencia domestica”. Si el hombre mejoraba su posición
en el trabajo, la mujer podía dedicarse a la domesticidad, o bien, hacia tareas administrativas o asistenciales.
Las estrategias de familiarización de las capas populares en la segunda mitad del siglo XIX se apoyan fuertemente en la
mujer y en las herramientas como la instrucción primaria, la enseñanza de higiene domestica, las guarderías, el reposo
dominical y LA VIVIENDA SOCIAL. De esta manera, la mujer saca al hombre del bar y el vicio.
La vivienda social aparece a finales del siglo XIX y su exponente mayor son las casas baratas.
Se hace de la vivienda un lugar sanitario y los higienistas se preocupan por la disposición interna de la vivienda para
asegurar la vigilancia. Otro punto importante era el tamaño, debía ser pequeña, como para que ningún extraño pudiese
habitarla y lo suficientemente grande como para que los padres dispusieran de una habitacion separada de la de los hijos.
Se buscaba la intimidad, pero se priorizaba la vigilancia disimulada de los padres sobre sus hijos.
El tema:
El propósito del texto es estudiar la niñez y su relación con el control social en el Buenos Aires de principios de siglo.
Intenta abordar el estudio de la “INFANCIA ABANDONADA” a través de discursos de carácter científico que circularon a
fines del siglo XIX y principio del XX. Estos discursos fueron las bases para los sistemas de exclusión y de prácticas
sociales destinadas a encauzar los resultados no deseados por la elite.
El niño se convirtió en causa de inversión y políticas por parte del Estado, dicha intervención se producía a través del
crecimiento de los aparatos benéficos que ayudaban a mantener el orden social.
Durante las primeras 3 décadas del siglo XXX (1900/1930), el discurso sobre el niño se vinculan a diferentes saberes y
disciplinas. El autor toma específicamente para el análisis institucional el Asilo de Huérfanos de la Sociedad de
Beneficencia.
El aumento del abandono y la creciente presencia de niños en la calle generaron temores en el interior de un discurso que
depositaba en el los niños el futuro de la nación. El proyecto de nación llamaba a ajustar los resultados impredecibles,
aquellas acciones y conductas que podrían alterar el orden social. El futuro del niño está relacionado al futuro obrero, hasta
el futuro de la raza, siempre asociado con un modelo de comportamiento socialmente valido. De no ser así, el niño también
sería el futuro, pero el futuro delincuente, criminal etc. Durante este periodo se construye la figura jurídica del “menor
abandonado”, a través de la Ley de Patronato de Menores de 1919, legitimando una práctica que venía desde antes, que
era el encierro del niño-menor. El Estado define una política hacia la niñez, que es el de confinar al niño en instituciones
benéficas públicas o privadas, con el permiso de los padres o tutores.
El espacio asilar es el lugar para el cuidado del niño-menor y puede ser inserto en un dispositivo disciplinado y contenedor
del crecimiento urbano. El desborde demográfico y social obliga a la articulación de un sistema más racional de
beneficencia, con claro fines sociales.
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El discurso en torno del niño de principios del siglo XX, giraba en torno a los principios de la FILANTROPIA
ASISTENCIAL, LA FILANTROPIA HIGIENISTA, LA CRIMINOLOGIA, EL DERECHO Y LA EDUCACION.
El niño de los sectores populares es aquel que se convierte en foco y objeto de análisis y estudios científicos. La infancia
abandonada y delincuente se transforma en motivos de vigilancia y cuidado.
Son ellos los destinatarios de políticas y prácticas desarrolladas a través del concepto higienista y de los estudios
positivistas y moralizadores que intentan preservar la sanidad del cuerpo. El niño se transforma en un elemento de
observación por parte de distintas personas, instituciones y saberes, tanto del Estado y de instituciones públicas, como
también de las privadas.
Con el crecimiento demográfico crece la necesidad de crear mecanismo de control social y por lo tanto, debe de ser
atendido como el derivado del desarrollo y crecimiento económico a tras del Modelo Agroexportador, la incorporación de
nuestro país al mercado mundial, la ola de inmigrantes europeos, la rápida urbanización, originaria en los sectores
dominantes la urgencia de diseñar estrategias que apuntaban a la homogeneización de la población.
La inmigración aluvional comenzó a transformarse en el pilar problemático de la modernización por lo que los sectores
dominantes debían delinear estrategias para incorporar la fuerza de trabajo foránea. La principal problemática era como
incorporar al mercado laboral a una masa de inmigrantes que no iban a poder satisfacer las expectativas con las que
habían llegado a nuestro país y que se evidenciaba en sus negativas a nacionalizarse.
Por este motivo, el principal foco de políticas de control durante principios del siglo XX fueron los INMIGRANTES, que se
asentaban en los sectores populares.
A pesar de que los conflictos eran llevados adelante por hombres, los principales destinatarios de la labor benéfica fueron
los niños primero, y las mujeres después.
La sociedad de Beneficencia se encuentra calificada dentro de lo que se conoce como beneficencia oficial: era el Estado el
principal benefactor y proveedor principal de los recursos (El estado subvencionaba la actividad de la sociedad de
beneficencia)
La racionalidad implícita en las propuestas de control a través del control de los hijos de inmigrantes converge en el
llamado “Discurso integracionista de Nación” y con una valoración positiva del extranjero. Dicha racionalidad estuvo
alimentada por el gran número de niños en la calle. El niño ya era un elemento visible e identificable, pero iban a
permanecer en la categoría de NIÑO siempre y cuando se mantuviese dentro de las pautas y el control propuesto por la
elite, de no ser así se transformaba en un MENOR y se lo ingresaba a las prácticas legales.
El pensamiento positivista de Ramos Mejía y de Agustín Álvarez se movía entre el determinismo biológico y el
determinismo social.
La herencia biológica de los inmigrantes solo puede ser compensada por correctivos sociales.
El pensamiento liberal de la época realiza un desplazamiento conceptual hacia el niño. Del europeo, ya no se esperaban
las luces de la cultura, sino la mansedumbre y la fidelidad a sus patrones.
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A través de la educación de los niños extranjeros, se puede homogeneizar y también revalorizar lo negativo del origen
racial y la mezcla poblacional. El crisol de razas argentino solo puede funcional si se le adiciona una cierta dosis de
educación que cristalice la nacionalidad argentina.
La infancia de los niños de los sectores populares se torno el objeto de estudio, principalmente, alimentado por el discurso
científico europeo del siglo XIX que tenía su origen en la medicina
En nuestro país, el discurso positivista de José Ingeniero proponía un mecanismo más institucionalizado de nacionalización
que supere lo represivo, apuntando a la educación y al mejoramiento de las conductas de vida.
Este programa debía contener estrategias destinadas a distinguir lo normal de lo patológico, ya que la cultura europea con
la cual venían los inmigrantes tenía pliegues de degeneramiento.
El proyecto integracionista se mezcla con el discurso positivista y da lugar a una interpretación médica de lo social, como lo
fue la Higiene Pública y la Criminología.
El discurso positivista veía en el niño la solución al cosmopolitismo provocado por la inmigración y el desencanto que le
había provocado a la elite el no recibir a inmigrantes europeos cultos.
Ramos Mejía consideraba a los niños como los depositarios de la futura nacionalidad, hablaba de la integración indirecta
de los inmigrantes a través de sus hijos.
El niño, en el discurso positivista del siglo XX posee un status diferenciado del adulto. Arias propone la existencia de un
nuevo concepto moderno de infancia, asociado de forma directa con el surgimiento del sistema educativo público.
El espacio asilar
El niño debía ser controlado en su condición de ser incompleto, en su calidad de depositario del porvenir de la nación. Más
aún si pertenecía a los sectores pobres. Fue el espacio asilar la materialización institucional más completa de esta idea, el
recurso optimo para aquellos niños que lograban escapar a la moralización del Estado en forma indirecta a trasvés de la
mujer-madre y de las instituciones hospitalarias, o en forma directa a través de la escuela. Era el espacio más completo,
pues en él se podían controlar las enfermedades como la sexualidad misma. Podía clasificarse y observarse en detalle
cómo se concretaba la tarea que el Estado delegaba en las familias, si estas no las llevasen a cabo como corresponde.
También en el asilo se cumplía con la escolarización y se enseñaba un oficio. De esta manera, se lograba la incorporación
a la sociedad de aquellos individuos de difícil integración en el futuro por encontrarse en “PELIGRO MATERIAL, FISICO Y
MORAL”.
La noción de controlar y medir, se encontró presente en la Sociedad de Beneficencia desde la supresión del torno libre.
Para la clasificación de los niños, en 1926 se constituyo una dependencia llamada “Registro General de Niños”.
Por el Registro General de Niños ingresaban en calidad de asilados aquellos menores que superaran los 18 meses. Los
menores ingresaban a través de la Oficina de Recepción, donde la familia podría entregar al niño temporariamente por
imposibilidad de cuidarlo, sin perder la patria potestad. Hasta los dos años de edad los niños ingresaban por la Casa de los
Expósitos, sin importar el género. De la Casa de Expósitos eran derivados al Instituto Mercedes Lasalla y Riglos y
pertenecían allí desde los 2 a los 7 años. Pasada esta edad los niños son divididos en género. Pasado el límite de los 7
años de edad los niños circulaban hacia el Asilo General Martín Rodríguez y las niñas a la Casa de Huérfanas Crescencia
Boado de Garrigós. De esta manera llegaban los niños al Asilo de Huérfanos a la edad de 10 años y pertenecían allí hasta
los 18 años.
El autor se pregunta cuál es el producto final que se esperaba cuando un menor pasaba por este sistema institucional y
llegaba al mencionado Asilo de Huérfanos.
Cada institución previa al Asilo, se articulaba una con la otra. En ocasiones, había fallas en este sistema, lo que derivaba
en quejas del rector del Asilo de Huérfanos.
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de los sectores populares urbanos los que interesan. Son ellos los que preocuparon al Estado como distintos sectores de la
sociedad civil.
La niñez era llamada desvalida, abandonada o en peligro moral. Existía una concepción moderna de infancia
estrechamente ligada al desarrollo de un dispositivo educativo y prácticas vinculadas al ascenso del capitalismo, lo que
hace comprensible que la mayor parte del discurso científico se refiriera al niño perteneciente a lo que podríamos
denominar los sectores populares. Sandra Carli habla de una “sensibilidad por la infancia” que se traduce en la
percepción de la misma, ya sea por el Estado como por la sociedad civil.
Es interesante analizar aquellos discursos que permitieron las prácticas de encierro, legitimada a través de la Ley de
Patronato. En ella se referida al encierro de los niños y se justifica en los comportamientos no deseados en la niñez. La
acción de encerrar o internarse se legitimaba en el intento de neutralizar a quien se consideraba “socialmente peligroso”,
aquellos niños calificados dentro del abandono material y moral o en peligro de estarlo.
Para el discurso que provenía de la Criminalistica, las ciudades eran el escenario natural de la MALA VIDA que se
expandía, a través de su crecimiento caótico y desordenado. Por ello había que cuidar al niño del contagio de lo que las
ciudades provocaban.
Se consideraba un problema a aquellos niños que no estuviesen escolarizados, que escapaban a la homogeneización y
moralización realizada en las escuelas. En el discurso de Ramos Mejía se cristalizaba su preocupación por la cantidad
creciente de niños en la calle, pero no cualquier niño, sino el niño de los sectores populares relacionado con la figura de
abandono y la delincuencia.
De la infancia a la minoridad
El trabajo de los menores en la vía pública y su relación con la delincuencia fue el centro de la escena, en particular con la
figura jurídica el abandono.
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Los niños en la calle eran vistos como criminales en potencia. Principalmente el llamado “canillita”, que era el paradigma de
niño pobre, oficio considerado la antesala del crimen.
Otro temar era que los niños callejeros se transformaran en agitadores sociales, principalmente anarquistas.
Entre los posibles peligros a los que se encontraba expuesto el menor en la calle estaba el sexual. Adamas, los niños en la
calle aprendían los “vicios, y la mala vida” todo lo que hacía a la degeneración social.
En la calle el menor se encontraba en peligro o en estado de peligro.
En este marco, aparece la figura del MENOR EN PELIGRO, figura con la cual se asociaba a aquella infancia que no se ha
beneficiado de todos los cuidados de crianza y educación deseables, y por otro lado, la INFANCIA PELIGROSA, la
delincuencia.
A principios del siglo XX se asiste a la construcción socio penal de la infancia, al concepto de “ESTADO PELIGROSO”
como profilaxis del delito, a las reformas jurídicas sobre la minoridad delincuente que confiere amplias facultades a los
jueces y permiten al Estado ejercer la patria potestad cuando se cree que la familia no ha cumplido con el rol que el Estado
ha delegado en ella. La figura jurídica del abandono queda sellada en la ley 10.904 sobre Patronato de Menores que dio al
Estado la posibilidad de ejercer la patria potestad.
Dicha ley también institucionalizaba una práctica anterior a ella: el encierro masivo de los niños. En el periodo estudiado
proliferaron instituciones de encierra, como los asilos y orfanatos para niños de las familias de los sectores populares.
Tenía como finalidad la fijación a un aparato de producción y de saber. Se intentaba evitar un futuro criminal y también se
deseaba conseguir un trabajador virtuoso.
La mirada imperante era la de los disciplinadores, de los médicos, policías, criminólogos, educadores, filántropos y
políticos. El niño es el gran ausente. La delincuencia se situaba en el campo de lo patológico.
La idea principal era inculcar los valores que pertenecían a la elite por que sentían que existía un riesgo sobre todo ante
una sociedad cambiante donde las ideologías extranjeras, los pobres urbanos y los extranjeros eran vistos como una
amenaza.
Antecedentes:
El siglo XX ha sido testigo del proceso de reconocimiento y protección de los derechos de los niños, cuya máxima
expresión es la Convención de los derechos del Niño aprobada por las Naciones Unidad en 1989. Anteriormente a la
convención, ya desde principios de siglo se venía dando una tendencia de reconocer principios de alcance universal para
proteger a los niños. En 1924, la Sociedad de Naciones Unidas adopta la Declaración de Ginebra y en 1959 la Asamblea
General adopta la Declaración de derechos del niño.
Este perfeccionamiento de los instrumentos de protección se inscribe dentro de la corriente de derechos humanos, que se
expresa a través de la adopción de herramientas jurídicas con creciente poder vinculante y el afianzamiento de no
discriminación.
El logro de los movimientos de protección de los derechos humanos en este siglo es el reconocimiento que todas las
personas, incluida los niños, gozan de los derechos consagrados para los seres humanos, y que es deber del Estado
promover y garantizar su efectividad.
El niño es titular de derechos fundamentales que las constituciones, los instrumentos internacionales y las leyes reconocen
a todas las personas, y goza además de protección específica a sus derechos que se encuentran en instrumentos
especiales y también en diversos instrumentos generales de derechos humanos, tanto de alcance universal como regional.
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Al celebrarse los 20 años de la Declaración de 1959, se conmemoro el Año Internacional del Niño, oportunidad que se
aprovecho para formular la Convención sobre los Derechos del Niño. La Asamblea General de las Naciones Unidad aprobó
el 29 de Noviembre de 1989 la CDN. Derechos para el segmento de población que va de 0 a 18 años incompletos.
La infancia y los Derechos Humanos
También durante el siglo XX se avanzo en el concepto de Derechos humanos a tras de la adopción de distintos pactos
internacionales sobre derechos sociales, culturales y económicos, que se complementaron a los derechos civiles y
políticos.
Los derechos humanos orientan y limitan el accionar del Estado y sus organismos, les imponen deberes y obligaciones.
La CDN viene a ser un instrumento destinado a reafirmar a los niños como personas humanas, en toda la aceptación y sin
limitaciones.
En una región como América Latina con importantes aéreas de derechos insatisfechos que se reflejan en fuertes índices de
pobreza en la población infantil y escasa participación de los niños en los asuntos de su interés, la CDN presenta un
esquema de compresión de la relación entre el Estado, las políticas sociales y el niño.
La CDN opera como un ordenador de las relaciones entre la infancia, el Estado y la familia, que se estructura a partir del
reconocimiento de derechos y deberes recíprocos. La CDN es respetuosa de la relación niño-familia, limitando la
intervención tutelar del Estado a una última instancia, cuando supone que han fallado los esfuerzos de la familia y los
programas sociales.
Al interior de un sistema jurídico nacional, las disposiciones relativas a los derechos de los niños, incorporadas a aquel por
medio de la ratificación de la CDN y por normas de fuentes nacionales, cumples los siguientes objetivos:
- reafirmar a las niñas y niños como personas humanas, que tienen iguales derechos que todas las personas
- especificar estos derechos para las particularidades de la vida y estado de desarrollo de la infancia
-establecer derechos propios de la niñez
Características de la CDN
Una de las características es la integralidad que abarca todas las dimensiones de la vida y desarrollo de las niñas y los
niños.
En relación al ámbito jurídico, la convención pudo zanjar, en la comunidad internacional, la brecha ideológica que ha
separado los derechos civiles y políticos, de los económicos, sociales y culturales. La Convención tiene una serie de
disposiciones destinadas a reconocer y garantizar los derechos del niño a la sobrevivencia, el desarrollo, la protección y la
participación, derechos que están completamente integrados, esto es, inseparables.
Estos derechos son interdependientes por lo que se exige su satisfacción conjunta. Para ello, su cumplimiento satisfactorio
debe evaluarse cualquier situación de vulnerabilidad, amenaza o restricción de derechos.
De este carácter integral e interdependiente se deriva la necesidad de la protección integral, que es a lo que aspiran los
nuevos códigos de infancia y adolescencia luego de que la Convención entrara en vigencia.
Otra característica del enfoque de derechos humanos aplicable a la infancia, es el de construir una nueva concepción del
niño, del sus relaciones con la familia, el estado y la sociedad. Esta nueva concepción se basa en el reconocimiento del
niño como sujeto de derechos.
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La CDN NO define a los niñas/as por sus necesidades o carencias, por lo que les falta para ser adultos o lo que impide su
desarrollo. Por el contrario, al niño se le considera y define según sus atributos y sus derechos ante el Estado, la familia y
la sociedad.
Ser niño, no es ser menos adulto, la niñez no es una etapa de preparación para la vida adulta. Sino que es una forma de
ser persona y tiene el mismo valor que cualquier otra etapa de la vida. La infancia es concebida como una etapa de
desarrollo afectivo y progresivo de la autonomía, personal, social y jurídica.
La CDN deja de lado la imagen de niño objeto de representación, protección y control de los padres o el Estado. Se
separa de la tradición jurídica de menores basadas en la incapacidad, y reafirma el carácter de sujetos de derecho que se
desprende de su carácter de persona humana.
Sin embargo, esto presenta una paradoja, si bien el niño es portador de derechos y se le reconoce la capacidad para
ejercerlos por sí mismos, el ordenamiento jurídico no le brinda una autonomía plena, por el hecho de que no ha desarrollo
su madurez.
La CDN propone una manera en su artículo N° 5 de resolver esta situación normativa y fáctica, al disponer que el
ejercicio de los derechos del niño es progresivo en virtud de “la evolución de sus facultades”, y será tarea de los padres y
organismos impartir la dirección necesaria para que el niño ejerza los derechos reconocidos por la convención. Al Estado
le corresponde respetar los derechos y los deberes de los padres, asumiendo el principio de NO INJERENCIA
ARBITRARIA DEL ESTADO.
La CDN no hablara ya de NECESIDADES sino de DERECHOS. Este cambio de óptica opera a nivel del Estado. Ya no se
verá al niño como un mero receptor de la asistencia social, el es concebido como un sujeto de derechos frente al estado y
a la sociedad.
La Convención se estructura a partir de ciertos principios: interés superior del niño, la no discriminación, la efectividad y la
autonomía y participación.
- Interés superior del niño: todas las instituciones públicas o privadas de bienestar social, tribunales, autoridades u
órganos legislativos, atenderán el “interés superior del niño” como una consideración primordial. Este principio se
especifica y complementa con el derecho del niño a expresar su opinión o punto de vista.
El interese superior del niño alude a la satisfacción de sus derechos y nunca se puede aducir un interés del niño superior a
la vigencia efectiva de sus derechos.
Ni el interés de los padres, ni el del Estado puede ser considerado en adelante el único interés relevante para la
satisfacción de los derechos de la infancia: ellos tienen derecho a que su interés se considere prioritariamente en el diseño
de las políticas, en su ejecución, en los mecanismos de asignación de recursos y de resolución de conflictos.
- Principio de la no discriminación: Este principio tiene una doble expresión en la CDN. En primer lugar, ella es en si
misma un tratado contra la discriminación, ya que pretende asegurar que la infancia y la juventud tengan la titularidad de
los derechos que le corresponde.
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En segundo lugar, es que la no discriminación exige una igualitaria protección de los derechos de la infancia, atendiendo a
sus particularidades. Todas las niñas y niños ya sea condición tienen derecho a no ser discriminados en sus derechos de
sobrevivencia, desarrollo, protección y participación.
El Estado está obligado a garantizar la igual consideración y respeto de todos los niños/As, adoptando todas las medidas
para darles efectividad y protección a sus derechos, lo que necesariamente exigirá establecer políticas de protección y
compensación respecto de la infancia que se encuentra en situación de mayor vulnerabilidad.
- Efectividad de los derechos. La protección efectiva: La declaración es un compromiso de los Estados a adoptar
“todas las medidas administrativas, legislativas y de otra índole para dar efectividad a los derechos reconocidos en la
presente Convención.
El desafío central que pretende vencer la CDN es pasar del mero reconocimiento de derechos y su proclamación, a la
protección efectiva de ellos, a su satisfacción real.
El reconocimiento de los derechos de las niñas y niños debe influir en distintas áreas de la actividad de los Estados
Partes: las políticas públicas, la legislación y en el ámbito de las relaciones sociales cotidianas.
En el ámbito de las políticas públicas, se debe de dar prioridad a la infancia estableciendo mecanismos para promover el
desarrollo de las niñas y los niños y amortiguar las restricciones económicas o sociales.