Folklore Burgales Domingo Hergueta y Martín PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 249

Domingo Hergueta y Martín

FOLKLORE

BURGALES

Editado por la Excma. Diputación provincial

BURGOS.—Establecimiento tipográfico de la Diputación


FOLKLORE BURGALES

RECOGIDO, ORDENADO E ILUSTRADO

POR

DOMINGO HERGUETA Y MARTIN


C. de la Academia de la Historia
y Cronista de la ciudad de Haro

EDITADO POR LA EXCMA. DIPUTACIÓN PROVINCIAL

BURGOS.-1934
Establecimiento tipográfico de la Diputación

m» C.I\iik_4J
R.W«/ ^ ^ t i 3 M
o

guisa de prólogo

Quiero manifestar mi reconocimiento a cuantas per-


sonas han contribuido a la formación de este folklore o
saber del pueblo burgalés, y en la imposibilidad de citar a
todas, me contentaré con las que buenamente acudan a mi
memoria.
En primer lugar nombraré a mi querida e inolvidable
a
madre, D. Margarita Martín de Pedro, natural de Celada
del Camino, en el partido judicial de Burgos, de prodigiosa
memoria, que de niño me enseñaba muchas canciones,
porque era muy aficionada a la música, y aun tocaba la
guitarra, y entre otras "La Tarara", muy antigua en esta
provincia; mi hija política Carmen Erasun Ruiz y sus padres
Julián y Obdulia; Esmeragdo Villaverde y Casilda Manso,
naturales de Villahoz, que me dijeron casi todos los motes
de los pueblos que transcribo; mis amigos burgaleses Juan
José de la Morena, Ayudante de Obras públicas, y Nicolás
Pérez de León, Procurador de los Tribunales, que me pro-
porcionaron los famosos ovillejos sobre los políticos bur-
galeses, como Ignacio Casas y Riaño; Juan Cuñado, ver-
dadero arsenal de curiosidades burgalesas; D. Juan Sanz
García, Párroco de San Pedro de la Fuente, que me ha
recitado muchos de los cantares que van en esta colección
que, con gran devoción, conservaba copiados, por habér-
a
seles oído a su difunta madre D. Juana García; mi dilecto
D. Luciano Huidobro, de Villadiego, Cronista de la pro-
vincia; el conocido ganadero Saturnino Cameno, de Sa-
samón; el honorabilísimo Feliciano Rodríguez, propietario
de Castrojeriz; José García Alia, Director del Banco de
Bilbao en Burgos y Habilitado de los Maestros de esta pro-
vincia que, en colaboración con éstos, me proporcionó
gran número de canciones religiosas que se cantan en esta
tierra que, en parte, he utilizado en este trabajo; Gonzalo
Diez de la Lastra y Díaz Güemes, Archivero municipal de
Burgos; Pedro Villanueva Santiago, vecino muchos años
de Lodoso, aunque nacido en La Nuez de abajo, hombre
curiosísimo, de los más ilustrados que he encontrado en el
pueblo, que tiene la singular virtud de quitar las verrugas
sin más que fijar el pensamiento en ellas, que me ha dado
un traslado del Prefacio de los veintisiete pueblos; Vic-
toria González y González, de Poza de la Sal, aunque ve-
cina de Burgos hace muchos años, la cual me ha contado
muchas de las costumbres de su villa natal, y que aquí se
relatan; Cristeta Simón, de Torresandino; Concepción Rico
del Olmo, de Villasilos; Luz González, de Bocos; Concep-
ción Sevilla Alberdi, de Castrillo del Val; Socorro Monas-
terio, de Villanueva-Argaño; Micaela González, de Ura;
Benita Arnáiz, de Castrojeriz; Victoria Diez, de San Me-
del, etc.
También he de manifestar que he sorprendido, por de-
cirlo así, la musa popular; porque he encontrado los nom-
bres y las producciones de varios vates populares, cosas
muy difíciles, pues casi siempre escapan a la diligencia de
los investigadores, quedando en la condición de anónimos.
Entre ellos mencionaré el renombrado Sidro o Isidoro Pé-
rez, de San Pedro Samuel, autor del citado Prefacio de
los veintisiete pueblos, que puede verse al final del ca-
pítulo n; el pastor de D. Feliciano Rodríguez y D. Fran-
cisco Diez, vecinos de Castrojenz, liamado Juan Pérez y
Pérez (a) Soberano, natural de la misma villa, donde murió
el 1892 dejando como muestra de su ingenio variedad de
;

composiciones, una sobre un juicio que sostuvo y otra so-


bre elecciones. Francisco del Campo y Rebollo, nacido en
Quintanavides en 1828, donde ejerció su oficio de carpin-
tero, y después en Burgos, con bastante fama; con ocasión
de haber trabajado en el Santuario de Santa Casilda, a las
órdenes de D. Bonifacio Hernando, intentó escribir una
novela histórica con el título de El Prado de Valdorros o
la Ermita de Santa Casilda, y cuando la tenía muy ade-
lantada la abandonó; antes escribió en romance una His-
toria de la gloriosa Santa Casilda, que publicó en 1866
y 1893, así como en 1867 escribió el drama El Alcázar de
Toledo o Conversión de Santa Casilda; a raíz de la muer-
te del cabecilla carlista Nicolás Hierro publicó un largo ro-
mance, que por eso no lo insertamos en esta obra, con el
nombre de Sucinta relación de la vida y muerte del parti-
dario carlista de la provincia de Burgos, D. Nicolás
Hierro. Burgos 1871. Imprenta de A. C, en 3.° y 8 hojas
foliadas.
Eugenio Diez Melendo (a) Zorrinches, conocido choco-
latero, que murió hacia el 1890, y autor de varios trabajos
en verso, publicados, como las Vidas de Santa Casilda y
San Amaro, ésta se halla contenida en la Oferta devota al
Peregrino San Amaro, en verso, de 208 quintillas y 5 dé-
cimas y 51 páginas, tamaño 11x8 % centímetros, que pu-
blicó en Valladolid en 1862, Imprenta de D. Juan de la
Cuesta; en 1907 dio a luz, en la imprenta de Agapito Diez,
una Novena al peregrino San Amaro y también el drama
El Castillo de Caraso.
Domingo Salas, pesador del mercado cubierto de Bur-
gos desde el año 1913, bastante fecundo, pues ha publicado
muchas composiciones poéticas, como Coplas de Carna-
val, A las muertes de los Arzobispos de Burgos señores
Muñía y Benlloch, A la Fuente de la Salud, hoy Fuentes
Blancas; en 1912, Batalla de las Navas de Tolosa en el
7.° Centenario y Poesías Históricas, 8 páginas, en la im-
prenta Sucesor de Cariñena. Colaboró en Revista Caste-
llana. También muestran aficiones poéticas sus hijos Fran-
cisco y Teodoro.
Burgalés como los dos anteriores es Eusebio Herce, de
más cultura y corrección, que entre otros versos escribió
Lo mismo que allá en Tardajos, que copiamos en el ca-
pítulo x.
Mucho más poeta que los que aquí citamos es D. Lucas
Abad, autor de los celebérrimos ovillejos políticos burga-
leses de que nos ocupamos en el capítulo ix; su nombre ha
permanecido anónimo hasta el presente.
Antonino Roldan, célebre tendero de Medina de Pomar, y
almacén de chistes y epigramas, algunos bastante verdes;
publicó poesías en el periódico de aquella villa "La Tesla",
y una serie de genialidades en su librito Medina sin fecha.
Completamente desconocido era para mi Andrés Rive-
ras, sastre, establecido en El Espolón, de Burgos, y un día
Concejal de su Ayuntamiento, autor de la composición
poética La conjuración de la rasa canina, bastantemente
bien escrita, cuyo original posee el platero burgalés don
Mariano Sáez, hasta que me lo dio a conocer mi amigo
D. Gonzalo Diez de la Lastra.
Pradoluengo cuenta tres ingenios populares que nos han
dejado alguna muestra de ello: Ángel Zaldo (a) Gazapo,
que insertó varias poesías en los contados números que sa-
lieron de El Pradolonguino; el confitero Chichorrín y el
cafetero y fondista Hostias, muy aficionado a una filosofía
barata y desconcertante, que dio a conocer en un folleto
de contadas páginas.
Antonio Calderón, muerto a últimos del siglo xix de
Párroco en San Quirce de Ríopisuerga, que de estudiante
escribió en verso, entre otras cosas, la Función del Judas
para su villa natal de Villadiego; tengo una idea que la que
se celebraba en Lerma la compuso D. Zoilo Alba, Procu-
rador y en algún tiempo Alcalde de esta villa, y la que se
recitaba en Burgos lo fué por "Personas de genio alegre
amigas del Dr. Berritos" y retocada en 1878 "Por otro que
no les va en zaga". Estas eran las tres Funciones del Ju-
das más renombradas de la provincia, que se celebraban
con grande aparato, y por ello acudían a ellas infinidad de
espectadores.
Higinio Fernández Urbina(a) Zapato, zapatero de Cere-
zo de Riotirón.
Epifanio Arnáiz, de Espinosa del Camino.
Benito Arenas y González, de Villasandino, donde mora
en la actualidad, y es obligado versificador repentista en
los Carnavales y demás espectáculos populares.
Julián López, de Villasante, donde ejecuta lo propio.
Hay algunos pueblos, como Arlanzón, donde las muje-
res tienen una gran facilidad para improvisar coplas, espe-
cialmente en las bodas.
Al lado de los anteriores, me parece que son dignos de
figurar otros tipos muy populares burgaleses, propios de la
naturaleza de este trabajo, algunos recomendables y con
títulos suficientes para que no se olviden y pasen a la pos-
teridad sus nombres. Hay otros que por sus dichos y agu-
dezas, aunque pertenecientes a las últimas escalas sociales,
es conveniente recordar, para conocer la verdadera e ín-
tima vida de una población y para escribir su historia como
a mi me gusta.
El primero que voy a presentar es D. Francisco Oraa,
sobrino del general D. Marcelino Oraa, y Capellán Cas-
trense en la plaza de Burgos; este sacerdote, popularmente
llamado D. Pacho Oraa, era sumamente campechano, y
tan despreocupado que no era raro verle por debajo del
manteo la cabeza de un cordero que había comprado; pero
también era muy caritativo y amigo de repetir casos como
el que voy a contar. Solía ir a cobrar sus mesadas a las
oficinas de su Cuerpo, establecido en el piso primero, iz-
quierda, del número 26 de la calle de Huerto del Rey, lia-
mada la casa de Patino, y el encargado de pagarle le dijo
una vez: "Ustedes, los curas, si que marchan bien", a lo
que contestó con la llaneza en él característica: "Pacho,
Pacho ¿quieres ser tu cura?" a lo que respondió: "Ya lo
creo que quiero, pero no tengo medios para ello".—"Pues
mira, desde mañana te pasas por mi casa y yo te ayudaré".
Así lo hizo aquel militar, a quien el caritativo Capellán le
dio toda la carrera eclesiástica, y después fué párroco de
Valdorros, y obligado a emigrar a Buenos Aires por car-
lista, fué Capellán de aquella Penitenciaría; después se hizo
fraile de San Francisco, llegando a Definidor de la Orden
y muriendo de Visitador de todos los conventos de la mis-
ma en la América latina; tal fué el insigne orador sagrado,
fervoroso religioso y célebre P. Mariano Jimeno, natural
de Calatayud.
Otro personaje muy notado en Burgos, sacerdote ilus-
tradísimo, Profesor del Seminario de San Jerónimo, y que
dio también la carrera eclesiástica a varios seminaristas,
fué D. José María Laviano, a quien oí muchas noticias cu-
riosas de Burgos, publicó un folleto titulado "Republiquita,
quita", y tan extraordinariamente aficionado al arte tau-
rino, que no perdonaba ninguna corrida, y poseía el Arte
de torear de Montes con la nueva suerte de varas del
Señor Zahonero.
Otro Profesor del mismo Seminario fué el famoso don
Robustiano Martínez, ex-fraile de San Pedro de Cárdena,
que en su Cátedra de Moral era graciosísimo. Cuéntase
que en una ocasión que atravesaba el puente de San Pablo,
un soldado echó una flor a una joven que por lo visto no
era una beldad, puesto que el bueno de D. Robustiano le
hizo este reparo: "Porra, porra, no es para tanto".
Muy distintos tipos populares son los que voy a mencio-
nar a continuación, siendo imposible enumerarlos todos
por que forman legión. Uno fué el célebre "Garando", del
cual se dice lo siguiente: Venían de la parte de Villatoro a
Burgos unos cuantos burgaleses de buen humor, después
de haber saboreado una opípara merienda, en una noche tan
sumamente oscura que no se distinguían los dedos de la
mano; por eso, a la entrada de la ciudad, uno de ellos tro-
pezó con el cuerpo de un hombre tendido en el suelo. Alar-
mados, se bajaron para reconocerle y se encontraron con
el conocido "Garando", que tenía, como de costumbre, una
hermosa papalina; instantáneamente se les ocurrió hacer
con él esta pesada broma: Comenzaron a cortarle el pelo,
dejándole un cerquillo como los que usan los frailes fran-
ciscanos, y al mismo tiempo uno de ellos acudió al con-
vento de San Francisco, allí próximo, reclamando un hábito
de la Orden para un difunto; diéronselo y volvió donde sus
compañeros, que rodeaban a "Carando", y entre todos le
vistieron el hábito sin que diese señal de despertarse. Lle-
váronle en tal estado al dicho Convento, ausentándose el
que había llevado el hábito, para no ser conocido, llama-
ron, y al portero que salió a abrirles le dijeron que habían
encontrado aquél fraile en el suelo y que allí lo dejaban por
caridad. Recibido, le echaron sobre una cama, donde pasó
de un tirón toda la noche, y a la mañana siguiente fué a re-
conocerle el Prior, y le preguntó quién era y de dónde ve-
nía. Asustado "Carando" al verse vestido de fraile, con-
testó: "Pregunten en el Hondillo por "Carando"; si allí no
se encuentra, ese soy yo; pero si está allí, no sé quien
soy". Esta misma aventura se cuenta ocurrida el año 1870,
en el convento del Carmen a un tal "Rus", del barrio de
San Esteban, y empedernido borracho.
Famoso fué el sastre Calixto por sus genialidades.
Cuando se estaba tendiendo la vía férrea del Norte se hizo
pasar por Ingeniero, y se llevó por ayudante a otro borra-
chinga llamado "Goyete el del Clarinete"; manejando este
instrumento músico, como si fuera un anteojo, tiraba líneas
que pasaban por ciertas fincas, cuyos dueños, para evitar
cruzara por ellas el ferrocarril, soltaban guita y aun les
convidaban a comer. Más tarde, cuando repitió la suerte él
solo en Espinosa de los Monteros, le salió un poco desigual,
10

pues le conocieron y se ganó una paliza soberana, que le


obligó a ir al hospital. Poco después de la revolución de
septiembre de 1868 hizo ana muy sonada en el Teatro Prin-
cipal de la capital. Acudió a una función, y se colocó en la
fila primera de butacas, vestido con anguarina y una gorra
de pelo bien encasquetada. Al pedirle por fórmula un aco-
modador el billete, creyendo no lo tendría de aquella loca-
lidad, por presentarse como un verdadero paleto, se levan-
tó con muchos humos de la butaca donde estaba muy re-
pantigado, después de haber puesto en el asiento su angua-
rina muy bien doblada, y muy ceremoniosamente para lla-
mar la atención, como la llamó, tomándole alguno por un
guasón, comenzó a registrarse los bolsillos, y en ninguno
lo encontraba, hasta que, dándose una palmada en la fren-
te, recordó lo tenía metido en su gorra de pelo y en una
cartera; en efecto, sacó ésta, y después de desenvolver
trece o catorce vueltas de la correa, entre una infinidad de
papeles, sacó el billlete de la primera fila de butacas, ante
el asombro del acomodador, ya impacientado.
No es posible olvidar a Juanito Garzón, el célebre cice-
rone de la Catedral, que murió en mayo de 1909; de él se
cuentan infinidad de anécdotas que le pasaron con turistas
extranjeros. Enseñaba a unos la capilla del Condestable,
por el tiempo de la fiesta de los difuntos, y vieron una ca-
lavera; preguntaron que de quien era, y muy serio contestó
Garzón, de San Agustín; al llegar a la de la Visitación en-
contraran otra calavera, y al hacerle la misma pregunta,
sin acordarse de lo que había dicho antes, repitió que de
San Agustín, y al hacérselo notar, replicó sin turbarse que
la primera era cuando era chico y la segunda cuando
grande. Otra vez enseñaba en la escalera de la puerta de
la Coronería una especie de jaula, que tenía para colgar
una lámpara, y al preguntarle su destino, contestó que
para encerrar el primer loro que trajo Colón de América.
Aun logré yo alcanzar al popular D. Isidoro Miguel y
Viguri, traductor de un Diccionario de Medicina, que en
— 11

calidad de Médico fué con nuestro ejército a Italia en de-


fensa de Pió IX, y que en sus últimos años era asistente
obligado a la procesión del Corpus en Burgos, en último
lugar, vestido con su casaca roja; tenía la monomanía de
encuadernar, tamaño de 8.°, todas las obras que tenía.
De su tiempo fueron los muy conocidos, el Gobernador
de Burgos, llamado así, porque pregonaba por las calles
de la ciudad: "¡Apañar cuencos y barreñones! [Quien com-
poner!" y a quien también apodaban Matamujeres, por las
varias que tuvo; Luiseta, célebre Veterinario, de quien
nos ocupamos en el capítulo rx, que apesar de sus maneras,
fué por algún tiempo arbitro del Ayuntamiento,' y Mendi-
vil, tan nombrado por nacional como por torero.
Entre las notabilidades burgalesas no han faltado per-
sonas del bello sexo, unas por la industria a que se dedi-
caban, como Petra Pino, la Canaria, quesera; la tía Gila,
que tenía costumbre de poner un Nacimiento en las fiestas
de Navidad y convidar a verlo a las familias de los clientes
de su prestigiosa industria morcillera; la tía Manuela, que
se ponía dentro de un cajón, siempre de espaldas al viento,
que dominaba debajo de los arcos del Consistorio, para
verder pastaflora, chupones y otras golosinas; en esta mis-
ma industria, y en este mismo sitio, la sucedió la Peregri-
na, o sea Victoria González; la Ladis, vendedora ambu-
lante; la Tanis, afamada chacinera; la Cortesana, corta-
dora; la Avelina, pescadera; Concha, la peinadora; Sebas-
tiana, la modista, etc., y otras por otros conceptos, como
la Bruna, vendedora de coplas, como Pierres y Magalona,
Los Doce Pares de Francia, Flores y Blanca Flor, etc.,
que solía acompañar a un ciego, que tocaba mientras ella
cantaba de una manera tan desastrosa, que llamaba la
atención, sobre todo cuando entonaba aquella canción a
pleno pulmón: "¡Alto! ¿Quien vive?—El enemigo.—Cabo
guardia, pégale un tiro.-¡Alto! ¿Quien vive?—España.—
¿Qué gente?—Castellana, Castellana, Castellana. —¡Alto!
¿Quien vive?—España." Una vez, ciertos graciosos conec-
12

taron su voz con un teléfono, para que conocieran en Ma-


drid a esta cantadora; la Arenera, natural de Barbadillo del
Mercado y conocida también por la Ménica, mujer que ven-
día arena por las calles de Burgos, con tan penetrantes vo-
ces, que molestaba hasta a los perros, que la ladraban con
mucha insistencia; la Pesuña, del barrio de San Cosme y
San Damián, mujer que, aunque pequeñita, llevaba grandes
morriones, de la misma manera que la Prisca, la Eduvigís,
la borracha, y el Grajo y la Graja; estos últimos tenían de
notables que aquél llevaba a cuestas a ésta, y cuando re-
tornaban a su casa, después de sus excursiones por los
ventorros, volvían en la misma forma, pero ambos bo-
rrachos.
Allá, por el año 1870, conocí a Gregorio el Ciego, orga-
nista de San Lesmes, en una tertulia que se formaba en la
calle de Santa Águeda, en casa de un Contralto de la Ca-
tedral, y allí pude apreciar su gran sagacidad. Una noche,
al llegar el Gregorio, nadie quiso dirigirle la palabra, para
saber si los conocía, y en efecto, a todos los reconoció por
el tacto; con éste jugaba admirablemente al dominó y a los
naipes. Cuando salíamos juntos de la tertulia, al llegar
frente a la verja de hierro que entonces había al comienzo
de la escalinata de la puerta Sarmental de la Catedral, era
el primero en despedirse de nosotros, que continuábamos
por la calle de la Paloma, y él solo se encaminaba por la
plazuela del Sarmental al Espolón para ir a San Lesmes.
En una ocasión apostó con Antonino Vilumbrales, orga-
nista de la parroquia de Santiago, que lo que tenía de feo
tenía de gracioso, a ver quién de los dos llegaba antes a la
iglesia de San Lesmes desde el Arco de Santa María, y
llegó primero el ciego por todo el Espolón hasta el puente
de las Viudas, tornando por la Cava, mientras el Vilum-
brales fué más derecho por la Plaza Mayor y calle de la
Puebla.
Este Vilumbrales acudía a la misma tertulia, donde con
sus dichos y hechos hacía las delicias de los concurrentes;
_ _ — , 1 3

una noche que había nevado, al salir a la calle hizo como


que se le había caído al suelo una moneda, al observar que
en sitio próximo había parados dos sujetos; encendió una
cerilla y se bajó para buscarla, más al poco tiempo se le-
vantó exclamando en voz alta para que le oyeran: "Ya sa-
bemos donde va una peseta". Entonces nos retiramos cau-
telosamente y vimos poco después que dichos sujetos re-
volvían en vano la nieve para encontrar la peseta imagi-
naria. Otra vez armó una reyerta acalorada entre dos cie-
gos que pedían limosna a la puerta del Carmen, pues sin
darles nada les dijo: "Ahí tenéis, para los dos". Al casarse
su amigo D. Juan Cuñado, le dijo: "Mira, ya sabes como
ando, que no te puedo hacer ningún regalo, pero en cam-
bio te voy a dar un consejo que a mi me ha dado un gran
resultado, y es que no te acuestes ningún día sin rezar un
Padre Nuestro porque la pobrecita de tu mujer no se quede
viuda".
Con el antiguo medidor de granos, el Miliciano, ocurrió
un suceso muy curioso. Fué a pedir la mano de la hija de
una viuda para un hijo suyo, y al hacer la petición le con-
testó la interesada: "Con ese tísico no me caso yo, mejor
me casaría con usted".—"¿Lo dices de veras?" exclamó el
Miliciano, y al contestar ella que sí, la manifestó que la
aceptaba. Volvió donde su hijo, y al saber éste el resultado
de la embajada, dijo: "Pues ahora voy yo a pedir a la ma-
dre, porque quiero enlazar con esa familia". Así lo hizo, y
fué favorecido en su pretensión, casándose con ella, así
como su padre con la hija. No tuvieron hijos estos matri-
monios, pero si los hubieran tenido, se preguntó a un cano-
nista, qué parentesco se origina entre ellos, y no supo res-
ponder.
Conocidísimos han sido Chirola y Nicanor, gaiteros,
que iban con los danzantes en tiempo del Corpus; Cristitos,
ilustrado pertiguero de la Catedral, que publicó una guía
de ésta, y los maleteros Galpa, Tarín y Periquín. Cuén-
tase que enseñando Galpa a unos turistas ingleses el Solar
n
del Cid, al pasar por un ribazo enyerbado para bajar hacia
el Arco de San Martín, les dijo: "Aquí fué donde el Cid dio
las tres voces". Admirados los turistas de que este suceso
no se registrara en su Bedeker, al que requirieron, le pre-
guntaron por aquellas tres voces, y muy seriamente mani-
u
festó que fueron Galpa, Tarín y Periquín*. De este Galpa
cuéntase que un día hallándose en un restaurant-tienda de
vinos de Brioso, local que hoy ocupa el almacén de mue-
bles de Lara, en la Avenida de la Isla, solicitó de un con-
currente llamado Arturo Martín, otro tipo burgalés muy
conocido como músico, que tocaba la bandurria y el violín,
y pintor, como por sus graciosas ocurrencias e imitar ad-
mirablemente el rebuzno del asno, que le leyese una es-
quela que le habían entregado, por si algo de lo en ella
contenido se le olvidaba. Extrañado el Arturo de que no
supiera leer, se lo censuró, añadiendo que si tenía interés
en aprender, en aquel mismo sitio y en pocos días había de
enseñarle la cartilla de primeras letras. Convenidos en ello,
comenzaron las lecciones con notable aprovechamiento por
parte de Galpa, que prontamente conoció las letras y em-
pezó a juntar dos de ellas. Al pasar a unir tres, ya la cosa
le pareció más difícil, y entonces ocurrió que al juntar las
letras p y e sabía bien que se leía pe, pero el maestro le
añadió una z y ya entonces no acertaba a leerlo.—Fíjate
bien, le decía Arturo: la p con la e, pe ¿con la s?—Con
\&3..., con las..., repetía el otro.—Si, hombre, si es sencillo;
si es una cosa que se cría en el río, si sabe muy bien frita,
fíjate, fíjate.—Y con un acento de sinceridad indudable le
dijo Galpa: ¡ya lo sé! ¡ya lo sé! la p con la e, pe, con la 3
¡¡¡BARBO!!! Tarín, o sea Andrés Ortiz, que todavía vivía
en 1902, dio origen a la frase popular "Más vago que Tarín*
porque solía decir que le fastidiaba beber vino porque tenía
que levantar el brazo. Periquín, a quien cantaban el estribi-
llo * Periquín, Periquín—mozo maletero—del ferrocarril";
llamábanle también Perico el Delicado, porque empleaba
frases y palabras tan finas que eran impropias de su oficio.
_____ _ 15

No era así un tal Gervasio, apellidado Barrasviejas, de


la parroquia de Santa Águeda, que acostumbraba a pegar
a su mujer hasta que fué a vivir con el matrimonio una
hermana de ésta, porque entre las dos le podían. Mas como
el Gervasio se quería vengar de su mujer, una noche, cuan-
do estaba dormida, la descalabró la cabeza con una piedra;
tales lesiones la causó que hubo de intervenir la justicia,
ante la que tuvo que comparecer Barrasviejas. El Juez le
increpó llamándole cobarde, miserable y otros dicterios,
que aguantó, y cuando terminó su filípica le replicó: "Se-
ñor Juez, si V . tirase piedras a su tejado ¿podría ninguno
censurarle por ello? Pues yo he hecho lo mismo, porque no
tenía otro tejado que la cabeza de mi mujer". Una vez se
encaró con una mujer, a la que cantó:
La mujer que gasta veinte
Y el marido gana quince,
No diré que usted lo sea
Pero la cuenta lo dice.
Enfadóse, como es natural, la mujer, pero él perjuraba
que no trataba de molestarla; pero la cuenta lo dice, re-
petía.
A Gamellas, que hizo un año de Rey en la función del
Judas, le improvisó el chocolatero Melendo la siguiente
redondilla:
Fuiste Rey, fuiste torero,
Albañil y picador,
Y de toros matador
Te apellida el mundo entero.
Notable cazador fué Patricio, del barrio de San Pedro
de la Fuente, que cuando iba de caza solía llevar una caba-
llería para transportar las piezas logradas con más como-
didad y dos galgos para renovarlos; era afortunadísimo,
pero era también muy hábil, pues hasta venteaba la caza,
y por eso se cansaba menos que otros cazadores.
Román Pampliega Ausín, natural de Mahamud, y tan
16

conocido por Cucala; quedó ciego blanqueando, y se de-


dica a vender décimos de lotería, tiene la costumbre al
despedirse de decir: "Hasta que nos veamos".
Otro tipo popular, ya fallecido, que prestó mucho tiem-
po servicios en la Sociedad de Seguros contra incendios de
casas en Burgos, fué Francisco Brea, depósito de anécdo-
tas, tantas, que decía pasaría a la posteridad por ellas.
Solía decir: "Todos los años que se viven después de los
setenta nos los dan de pitanza". "Del nublado del mediodía
y del Concejo por la tarde, Dios nos libre y nos defienda
y del morral que no lleve la merienda".
No quiero se me olviden Calenturas o Eusebio Gómez;
Caniebla; Luciano Rodrigo (a) Camoto, zapatero, que te-
nía la costumbre de saludar y aun dar la mano a todo el
mundo; aprendió el canto gregoriano y el latín cuando es-
tuvo en el convento de Santo Domingo de Silos, que los re-
cordaba mejor cuanto más borracho se hallaba; Ojorraso,
el cabo de barrenderos; el Quaquaquá, charlatán, que se
ponía encima de una mesa en la Plaza Mayor, donde vendía
polvos para quitar manchas; se le dio este apodo porque
para atraer a la gente daba a entender que se entendía con
los espíritus mediante un lenguaje pintoresco, indescifrable,
lleno de camelos e interjecciones, entre las que repetía el
Qua, Qua, Qua; de éste fué cuñado Juan Valdivielso (a) el
Macabeo, famoso vendedor de fajas en las ferias; el Vein-
tiuno o Arsenio Vecino, que se comió en una ocasión, en la
calle del Cid, donde Quintanilla, seis kilos de callos; el
Rojo hizo lo propio con un celemín de cebada y la paja
correspondiente, y otra vez un cubito lleno de aceitunas
con el envase y todo, para lo que, a prevención, lo quemó
y se bebió las cenizas con vino; el arenero Cardeñita, filó-
sofo a su manera, que replicaba con oportuna ironía a
cuantas cuchufletas se le disparaban de ventanas y balco-
nes, y porfin,el Señor Juan, de Avellanosa del Páramo,
conocido vendedor de periódicos católicos, a quien el P. Ma-
dariaga dedicó un periódico, único, con su mismo nombre,
_____ 17

y el Monja, tartamudo, vendedor de baratijas y aficionado


al dios Baco.
Verdaderas notabilidades burgalesas, de categoría más
elevada que las precedentes, fueron los Alcaldes de la ciu-
dad D. Timoteo Arnáiz, D. Policarpo Casado y D. José
María Fernández Cavada; los Catedráticos del Instituto
D. José Martínez Rives y D. Eduardo Augusto de Bessón;
los magistrales de la Catedral señores Peña, Artiñano y Or-
begozo; los periodistas Metola, Vega de la Iglesia, don
Jacinto Ontañón y D. Juan Albarellos; el abogado D. Za-
carías Casaval; el insigne artista D. Saturnino López; el
notable orador y estilista D. Anselmo Salva; el hermano
cartujo Bernardo Tarín; el jesuíta P. Ignacio María Aram-
buru, etc.
Quiero rematar esta lista con dos singulares personajes,
que yo califico de Los últimos buvgaleses, porque reme-
moraban y asistían a todas las funciones religiosas más tra-
dicionales y antiguas. Me refiero a D. Félix Peña Paredes, el
Ciego, que acompañó siempre, pues vivían juntos, al Notario
eclesiástico D. Nicolás María Laviano, y a quienes la gente
les decía: "San Cosme y San Damián, juntos vienen y juntos
van". Hicieron tan estrecha amistad, a pesar de la incompa-
tibilidad de caracteres, que se dejaron herederos el uno al
otro, y ambos, en último término, su cuantiosa fortuna, a la
Catedral de Burgos. De ésta eran amantísimos; se titulaban
canónigos honorarios de ella; tenían su coro en la capilla de
San Enrique; asistían en ella todos los días a misa y a cuan-
tas festividades se celebraban, y eran tan sabedores de las
ceremonias, cantos y costumbres catedralicias que podían
dar lecciones a los Maestros de ceremonias. El Sr. Laviano
regaló a la imagen de plata de Santa María la Mayor un
gran topacio revestido de plata; costeó, y aun lo dejó con-
signado en su testamento, todas las flores que se suelen
poner al Santísimo el día del Corpus, como antes había
costeado muchos años las que se exhibían en las Flores de
Mayo en la parroquia de San Lorenzo. Juntos viajaban por
18

muchas partes, como Roma, Palestina, Lourdes, Zaragoza,


a cuya Virgen del Pilar raro era el año que no la visitaban.
Lo notable era que el Ciego narraba todo como si lo hu-
biera visto, con un instinto maravilloso. Muchas veces se
le veía solo por las calles cuando iba a esperar, desde su
casa en la calle de Huerto del Rey, número 16, al Palacio
Arzobispal, a su amigo, donde trabajaba como Notario. A
mi mismo me sucedió en su casa, que me convidó a tomar
una copa de licor y me llevó a la cocina, y con la mayor
naturalidad cogió una botella y una copa de su sitio sin
equivocarse y me sirvió perfectamente. Si el sastre de am-
bos, Julián Erasun, se presentaba para probar un traje al
Laviano, advertía el Ciego que él había de "verlo", y en
efecto, puesto para la prueba, pasaba la mano por las pren-
das y señalaba la parte demasiado larga o la que no caía
bien, con juicio tan cabal, que era el asombro del mismo
sastre. En esta rara habilidad o sexto sentido, acaso le lle-
garon a alcanzar otros dos ciegos burgaleses. Uno, Nardo,
que dio origen a la frase popular: "Eres más ciego que
Nardo". Jugaba a la tuta, sin más que dieran una patada
junto a ella, y al complicado juego del pincho romano; una
vez que oyese hablar a una persona no se le olvidaba su
voz jamás. Otro es un hijo del Bibliotecario provincial de
Burgos, D. Matías Martínez Burgos, llamado Fernando,
que juega al dominó y a los naipes, y maneja con sorpren-
dente habilidad la máquina de escribir y el piano.
Termino este prólogo, demasiado largo, con unos inte-
resantísimas observaciones acerca de la música y letra de
las canciones castellanas.
Véase como se expresa D. Gonzalo Castrillo, en su Es-
tudio sobre el canto popular castellano. Palencia 1925, pá-
gina 15. "Es tal la importancia del canto popular castellano
en la música nacional, que yo me atrevo a asegurar que,
entre todos los de las otras regiones peninsulares, es el más
típico y característicamente indígena, el que encierra más
variedad melódica, más riqueza sentimental en sus severos
y hondamente viriles temas, los cuales delatan claramente
el temperamento de raza y el medio ambiente de nuestro
suelo. Está plenamente confirmado que la Iglesia Cristiana
usó desde su fundación el canto popular, especialmente los
cantos himnódicos de origen griego, y que a su vez los
obispos visigóticos compusieron himnos, prosas rimadas,
secuencias, que fué el fundamento del canto religioso po-
pular castellano y que coexistía con el canto profano in-
dígena del que es un vestigio las canciones obscenas de las
Thymelidas o juglarescas gaditanas, según Marcial, y las
prohibiciones del Concilio III del Toledo, canon 22, anate-
matizando la costumbre irreligiosa del pueblo de bailar y
cantar torpemente las vísperas de solemnidades yfiestasde
Santos Los cantos que salieron de la Iglesia y luego se
hicieron populares y litúrgicos se contuvieron en Códices
manuscritos, llegados hasta nosotros con el nombre de
Oficio gótico o muzárabe. De los 37 ejemplares que poseen
nuestros Archivos, más de la mitad pertenecen a Castilla,
dos de ellos, seguramente los más preciosos e interesantes,
están en Silos, y otro en el Archivo de la Catedral de
León."
Por su parte D. Darío Velao, en la conferencia o charla
por "Radio Castilla", de Burgos, que dio el 23 de febrero
de 1934, acerca del tema El canto popular de Castilla es
unidad de la Patria, decía: "Lafijacióndel carácter cas-
tellano, de los límites de Castilla, de la expansión de sus
cantos regionales, son algo muy arduo. La expansión cas-
tellana desde los tiempos en que terminaba la reconquista
árabe para comenzar en la misma vega de Granada el em-
peño de defender por todas partes nuestra idiosincrasia,
nuestra personalidad, nuestro modo de ser, de decir, de pen-
sar, de sentir y de cantar, tan generosamente fué llevado
a término, que podemos decir que no nos hemos reservado
nada. Cuanto teníamos pasó a ser de todos, y como lo dimos
con prodigalidad nunca vista, ahora mismo nos parece que
no nos queda nada. Pero lo cierto y positivo es que Castilla
20 —

tiene entero su tesoro, porque el primoroso troquel con


que lo fabricó queda aun intacto y sigue ahí entre vosotros
que, sin daros cuenta, lo conserváis enterito. Lo que ocu-
rre, es que nuestro oro ha pasado a ser patrimonio de to-
dos, y cuando a nuestras canciones nos referimos, se suele
hablar "de la granadina y de la malagueña y de la muiñeira"
lo mismo que de la jota que se afinca en Aragón y se la
disputan éste y Valencia y Murcia, cuando en realidad es
Castellana puramente, y a Castilla tuvo por cuna. Todo
ello nació y se creó en Castilla, centro del paso de los pue-
blos que por acá desfilaron, y de ella fueron irradiándose
los aires más típicos y mejor asimilados hacia las nuevas
regiones que la Reconquista había ido ganando, hasta pa-
sar a formarse en cada porción de patria una literatura y
un cancionero que llamaban suyo, con exclusión de la lite-
ratura y aun del cancionero de los demás. Hoy nos parece
que Castilla no conserva música y cancionero propios, pero
es que nadie se para a ver que todos los cancioneros y toda
la música de las "llamadas regiones" es música y canción
castellanas, con alguna pequeña excepción, hijas directas
de aquellos cantos y folias que nos trajeron nuestros con-
quistadores y que acabaron por dejar de ser de ellos para
pertenecemos en absoluto, a medida que les absorbimos,
como le ocurrió a la soberbia Roma."
"Burgos conserva sus cantares típicos, que parecen una
lánguida derivación del aurresco de Vasconia, refundido
en la propia canción, la jota castellana, de la que el vasco
tomó su purrusalda."
CAPITULO I
1.—Escritores de cosas y asuntos burgaleses. 2.—Motes
y peculiaridades de algunos pueblos de la pro-
vincia.

1. No es la provincia de Burgos de las más estudiadas de la


Península, pero afortunadamente no ha carecido de diligentes
investigadores, que han dado a conocer mucho de lo que tiene
de notable, como vamos a probar a continuación.
Nos han descrito sus más bellos monumentos Ponz, Isidoro
Bosarte, Rafael Monje, Manuel Assas, Rodrigo Amador de los
Ríos, Vicente Lampérez, Isidro Gil, Eloy García de Quevedo y
Concellón, Julio García de Quevedo, Vicente García y García,
Luciano Huidobro, Domingo Hergueta, los benedictinos de Silos
PP. Serrano, Pinedo y Pérez de Urbel, Diego Lecuna, Narciso
Sentenach, Matías Martínez Burgos y D. Julián Alameda. José
Luis Monteverde dio a conocer la ermita de Santa María de las
Viñas que, por su raro mérito antiguo, es ya defama mundial,
merced a los trabajos, en primer lugar, de Luciano Huidobro, y
después de los señores Orueta y Pérez de Urbel.
A la parte prehistórica se han dedicado Julio Martínez Santa
Olalla, Hernández Pacheco, el jesuíta P. Ibero, el benedictino
P. Saturio González, el catedrático Rodrigo de Sebastián, Mon-
teverde y el ingeniero Sr. Larraz, que nos ha contado sus cue-
vas y cavernas naturales.
A la numismática, los excelentes coleccionistas señores En-
rique González, Tomás Alonso de Armiño, José Luis Montever-
22 • •• > - • • . . . . j i

de (Delegado de Bellas Artes), Nicolás Zapatero y los Monaste-


rios de La Vid, Oña y Silos.
A la sección histórica, además de los muy conocidos Alonso
de Cartagena, Venero, Berganza, Anónimos de Silos y de Cár-
dena, Gil González Dávila, padres franciscanos Hernáez y Ar-
quíñigo, D. Juan Cantón Salazar, el padre agustino Enrique
Flórez; los autores de historias, todavía manuscritas, P. Melchor
Prieto, P. Gaspar Ruiz, P. Bernardo Palacios, P. Gonzalo de
Arriaga, natural de Burgos, Antonio Zapata, José del Barrio Vi-
llamor y Francisco Antonio del Castillo y Pesquera; los padres
benedictinos de Silos, Juan de Castro, Sebastián Vergara, Mario
Ferotin, Roulín y Rafael Alcocer; Francisco Antonio de Castro,
Pedro Orcajo, Manuel Martínez y Sanz, Leocadio Cantón Sa-
lazar, P. Loviano, Manuel Martínez Añibarro y Rives, Celestino
Quintana Herrán, Agustín Villasante, con su Memorial de la
ciudad de Frías, Manuel Villanueva y Arribas, Anselmo Salva,
Aniceto de la Cruz, Felipe Urquijo, Amancio Rodríguez, Rufino
Pereda, con su obra Los Monteros de Espinosa, José Argüeso
Cuesta; el Cronista de la ciudad de Burgos Eloy García de Que-
vedo y Concellón; los PP. J. Enrique Herrera y Camilo María
Abad; D. Silverio Velasco, Obispo de Ticelia y Administrador
Apostólico de Ciudad Rodrigo; José A. de Quintana, que tiene
manuscrita una Historia de Aranda de Duero, más completa que
la del Sr. Velasco; Domingo Hergueta y Martín, Cronista de
Haro y autor de La imprenta en Burgos y su provincia; Juan
Albarellos, con sus Efemérides Burgalesas; Julián García y
Sainz de Baranda y el padre agustino Fr. Lucinio Ruiz, que
en 1931 publicaron sus Escritores Burgaleses, y aquél, además,
Apuntes históricos sobre la ciudad de Medina de Pomar en 1917;
Luciano Huidobro y Serna, incansable y competente arqueólogo
y Cronista de la provincia de Burgos; Teófilo López Mata, labo-
rioso historiador y excelente estilista; el muy erudito Ismael
García Rámila; D. Carlos Ignacio García y García, que al morir
dejó concluida una historia muy detallada de la iglesia de San
Lesmes de Burgos, de la que fué Párroco, así como de la de
Santa María del Campo la tiene escrita D. Primitivo Arroyo, y
_____ _ 23

publicada del Valle de Mena el también Párroco, como el ante*


rior, D. Ángel Ñuño; Gonzalo Diez de la Lastra, que descubrió
la estirpe burgalesa del P. Vitoria; D. Gregorio Betolaza, con
su Iglesia de San Gil de Burgos, y Amancio Blanco, Abogado,
que está preparando una Historia de Belorado mucho más ex-
tensa que los Apuntes Históricos de Belorado, que en 1907 pu-
blicó mi antiguo amigo Hipólito López Bernal.
En la diplomática o documental se han distinguido, después
del P. Berganza, los benedictinos PP. Liciniano Sáez, Dom Fe-
rotin, Agustín Rojo, Luciano Serrano y Dom Alfonso Andrés;
D. Amancio Rodríguez, cuyo códice del Archivo de la Catedral
de Burgos hoy posee D. Francisco Estébanez, D. Gonzalo Gil
Delgado, D. Luciano Huidobro y D. Juan Sanz García.
En el estudio de sus vías romanas, los señores Mauricio Ga-
rran, ingeniero; Coello, Fernández Guerra, Hergueta, Sanjurjo,
Blázquez y Sánchez Albornoz.
En materia musical, después de los insignes Salinas y Ca-
bezón, que recogieron muchas letrillas y cantos populares, Fe-
derico Olmeda, el P. Otaño, Antonio José, Beovide y D. Leoca-
dio Hernández Ascunce.
En lo que se llama saber popular, con la palabra de origen
inglés folklore, referente a leyendas, cuentos, tradiciones, cos-
tumbres, creencias, cantares, romances, canciones, dichos, re-
franes, frases y palabras populares, etc., Narciso Alonso Cortés,
Catedrático del Instituto de Valladolid, que en 1906 publicó Ro-
mances Populares de Castilla; Olmeda, de la música y letra de
cantos regionales; el P. Camilo María Abad, Mis Bárbara y
Aitken, Secretaria de la Sociedad de Folklore de Londres, y el
confeccionador de la presente obra.
2. Muy curioso fuera el averiguar el nombre y situación de
los pueblos desaparecidos y el origen etimológico e histórico de
los existentes, no menos que el de los apodos o motes que mu-
chos llevan. El estudio de este último extremo sería interesante
para el mitografo, que acaso en su fondo encontraría la nota
cómica, burlesca, satírica y hasta rayana en la injuria, que qui-
zás le explicaría esa desunión y diferencia de unos pueblos y re-
24 •• • - - •• ,

giones con otros, que es la característica de nuestra historia


pasada, presente y probablemente venidera.
Los pareados de motes de pueblos que presentamos pa-
rece pueden remontarse a la época juglaresca, pues D. Ra-
món Menéndez Pidal, en su Poesía Juglaresca y Juglares,
Madrid 1924, cita varios similares tomados de un juglar anó-
nimo del siglo xv, y Juan de Lucena, en su Tratado de vita
beata, escrito en 1463, observa la afición de los españoles a
pullas y motes.
Aficionado a esta clase de disciplinas desde mis más tiernos
años, pues en algún tiempo quise formar un cancionero general
de todas las regiones españolas, quiero consignar variados ele-
mentos del saber del pueblo que he podido recoger en mis con-
tinuas excursiones por la provincia de Burgos desde el año 1897,
en que tomé posesión de mi cargo de Inspector técnico del Tim-
bre de la misma.
Empezaré por los motes que se aplican a algunas localidades,
muchas veces con extremada injusticia, por generalizar lo que
sólo fué particular.
En Roa, roba, y en Haza, alza. Por una corruptela del len-
guaje, los pueblos comarcanos llaman a veces a Roa, Roba, y
a sus naturales, Róbenos.

Villasandino,
Ladrón fino.
Sasamón,
Fino ladrón.
Villegas,
Ellos y ellas.
Vil lam orón,
Hasta el cura lo son.
Villaveta,
Hasta los niños de teta.
San Martín con ser francés
Partió la capa con Cristo;
Y vosotros los de Ros
Si Cristo tuviera tres
Le quitaríais las dos.
, ! 25

San Martín con ser francés,


Partió la capa con Cristo:
Vosotros brutos Cascones
Tenéis cuatro y queréis cinco.

Llaman Cascones a los de Torresandino por la famosa torre


de huevos que cascaron; Lobatos, a los de Villafruela; Raposos,
a los de Villovela; Collalbos, a los de Villatuelda; Pelaires, a
los de Tortoles, y de ahí la copla:
En Tortoles los Pelaires
Amigos de cardar lana,
Que se chupan el aceite
Y la cardan con el agua.

Gorretes a los de Mahamud, porque en su iglesia parroquial


de San Miguel le fué impuesta la gorra o birrete cardenalicio
al insigne Cisneros, por estar a la sazón de luto la corte en
la próxima villa de Santa María del Campo. Se les dice tam-
bién «Gorretes, que vendisteis a Cristo por un zoquete»,
porque vendieron a bajo precio el Santo Cristo con la granja
de Villahizán.
A los del barrio de Vega, en Burgos, les llaman Chamarile-
ros porque así aseguran los apellidó Santa Teresa de Jesús, y
a los del barrio de San Gil, Tinosos; a los de Barbadillo del
Mercado, Alambrados, por su señora Doña Lambra, la famosa
esposa de Ruiz Velázquez, causante de la catástrofe de los In-
fantes de Lara, de la cual aun muestran donde estuvieron su pa-
lacio y sus huertos; a los de Barbadillo de Herreros, Herreros o
Fundidores por sus antiguas herrerías, en una de las cuales su-
ponen forjada la célebre espada de Bernardo el Carpió, y Ga-
rachanas, por los muchos que llevan este apellido; a los de
Aldeas, Navas y Hontoria del Pinar, los de las Naciones; a los
de Quintanar de la Sierra, Betos, y a los de Barbadillo del Pez,
Peloteros, por su tráfico en pelotes.
A los de Villanueva Rio-Ubierna, antes Villanueva de los As-
nos, les aplican aquel cantar que les escuece, por la burla que en-
vuelve, y que también lo refieren a Hontanas con otra variante:
26

En Villanueva los Asnos


Suben un burro a la torre,
Y el burro se desespera
Porque la soga no corre.

Suponen que un burro vio una mielga en lo alto de la torre


del lugar y mostró grandes-deseos de comerla, y para ayudarle
en su intento, los del pueblo le ataron una soga al pescuezo y
por medio de una polea tiraron de ella, y cuando el burro subía,
en la mitad de su carrera, se ahorcó; en su agonía hizo grandes
contorsiones, que interpretaron como impaciencias porque no le
subían más de priesa. Para eludir esta burla de los pueblos
limítrofes, lograron que cambiasen de nombre al suyo. Esto nos
trae a la memoria otra fisga que hacen a los de La Parrilla, en
la provincia de Cuenca:

Si vas a La Parrilla
Por tu desgracia,
A la puerta del cura
No digas vacia.

Porque esta última palabra aplicaron a un cadáver que lleva-


ban en unas andas.
También en son de mofa llamaban los de Burgos a los de
Briviesca, Filarmónicos, y éstos a aquéllos Grilleros, y así, al
que tiene una jaula con grillos, le dicen: Pareces de Burgos; Pa-
letos dicen a los de Cornejo; Judíos, a los de Torme y Tapia, y
Rabudos, a los de Orbaneja del Castillo. A estos últimos los
llaman así porque los creen descendientes de judíos, y de cada
100 individuos que nacen en el citado pueblo suponen que uno
nace con apéndice caudal, y que por contárselo a alguno le han
ocasionado la muerte. Es extraño que entre el pueblo corra
como muy válido que los judíos tienen rabo, y por eso, en mu-
chas partes, los apellidan Rabudos. En la Rioja cantan:
Judíos de La Bastida
No vayáis por Briñas a Haro;
Porque os saldrán al camino
Y os podrán cortar el rabo.
, u %

Según nos explicaba, con su habitual gracejo, D. Vicente de


la Fuente, en la Universidad Central, el origen aparente de esta
creencia lo encontraban algunos en las ceremonias que hacían
los judíos en sus sinagogas, levantándose a cada paso de su
asientos, en términos, que la gente se dio a discurrir que lo
ejecutaban porque no les dejaba sentar bien el rabo.
Se les llama a los de Villahoz, Gerberos; a los de Ciadon-
cha Raneros; Borriquetes, a los de Santa María del Campo, a
quienes también cantan:
Santa María del Campo
Lugar famoso
Que echaron al Comisario
Vivo en el pozo.

A los de Zael Embusteros; los de Villamayor de los Montes,


Zalameros; de Villalmanzo, el Garbanzo; Lerma, la que nos
desgobierna; Avellanosa, la Cagosa; Iglesia-Rubia, la Cagu-
rria—sube a la torre—pincha la burra—verás como corre. A los
de Tordómar, Raposos; de Peral de Arlanza, Golondrinos; de
Herrera, Zampaberzas; de Tabanera, Tábanos; de Villahán,
Lameplatos; de Palenzuela, Cebolleros; de Pampliega los Dor-
midos, porque se dejaron llevar de noche el cuerpo de Wamba;
los de Iglesias nacen y los de Pampliega pacen; Villanueva de las
Carretas, pueblo de las tres mentiras: ni es villa, ni es nueva,
ni tiene carretas; estas mentiras se aplican a otros pueblos,
como Villanueva del Conde, en el partido de Miranda de Ebro.
A los de Estépar, Raposos (por los que tienen esculpidos en
su iglesia parroquial) y de Aquitrás', Quintanilla la Porra; Bu-
niel del c ; San Mames y el Hospital del Buey de Burgos y
Suizos; jos de Puentedura, Naoeros;\os de Quintanilla del Agua,
Bautos; los de Tordueles, Codines; los de Covarrubias, Radíe-
les; los de Retuerta, Retorcidos y Zalameros; los de Cuevas de
San Clemente, Raposos; los de Mecerreyes, Mecerreanos, Gui-
letes y Tinosos; los de Ura, Ureños; los de Castroceniza, Cás-
trenos; entre Castro y Ura mantienen un cura; entre Ura y Cas-
tro mantienen un maestro; los de Cebrecos Gallareros.
28 • i 1 1 -

Villavieja, la Pelleja; Vilviestre la Peste, maldito lugar, ni


perros ni gatos no pueden parar; de Villaquirán, Raposos; dicen
los bobos de Villaquirán, que la torta no es pan; dicen los brutos
de Villaldemiro, que más da siendo del mismo trigo.
Los de Cojóbar, Peluchos; los de Modúbar, Ahorcachistes;
los de Sarracín, Cotorreros y Cortapata; los de Saldaña, La-
gañosos; los de Valdorros, ni por juntos ni por solos; los de Co-
gollos, Mostrencos; de Revillarruz, Machuchos.
Para Beatos, Ubierna;
Borrachos, en Celadilla,
Para Brutos, Santibáñez;
Para Animales, Mansilla.

Los de Zumel los conocen por Zumaque, por pedirlo en un


comercio de Burgos, en vez de incienso; los de Lodoso, Mele-
ros; de La Nuez de abajo, Lentejeros; los de Pedrosa de Rio-
Urbel, Palomos; los de Villagonzalo-Pedernales, Gorretes.
Los de Susinos, Mosquitos,
Anguileros, en Manciles;
Raposos, en Las Hormazas.
Y los de Tobar, Mastines.

Los de Mansilla, Zaragullos; los de Marmellar de abajo, Na-


varros; de Arcos, Burros y Panaderos; de Villariezo, Desman-
gaos; de Villoviado, los Soperos; de Rabé de los Escuderos, los
Soperos y los Gallareros; de Solana, los Ricos, y de Castrillo,
los Borricos.
Machuchos, los de Revilla (Cabriada)
Que tienen grande cabeza,
Que azotaban a la cabra
Porque se comió la berza.

En Fontioso, los Hidalgos, y en Huérmeces, los Faroles; los


de Villaute, los Buitres; los de Villahernando, Balleneros.
A los de Villahernando
La mitad del ombligo
Les llevó el galgo.
29

A los de Villanueva de Puerta, Raposos; a los de Navas de


Bureba, Naveros; a los de Barrios de Bureba, Barringos; a los
de Cornudilla, Cornudos; a los de La Parte de Bureba, Parieses.
Cuando sale la luna
Sale el lucero,
Salen los Meapilas
De Villadiego.
Cascajares de la Sierra,
Maldito lugar;
Que ni a perro ni a gato
Dejan parar.
Hontanas y Castellanos,
Iglesias y Tamarón;
Ellos buenos burros crían,
Pero buenos burros son.

De los alrededores de Burgos son los pueblos que se citan


en la siguiente canción, muy popular, que se canta en un tono
semejante al en que se dice la Epístola en las Misas solemnes.
Hontanas lleva la fama;
Castellanos, el pendón;
No hay gente más holgazana
Que Iglesias y Tamarón.
Chivarreros, los de Hornillos;
Capadores, los de Isar;
Asnos, los de Villanueva;
Burros, los de Cañizar.
Judíos, los de Rabé
Que le rompieron un brazo
Al bendito San Baudel
Y le curaban de un pie.
A por pez van a Tardajos
Porque no la hay en Rabé;
Estopas a Frandovinez
Y las cuerdas en Buniel.
Tocan a misa en Tardajos
Y repican en Rabé;
La dicen en Frandovinez
Y la ofician en Buniel.
30

El órgano en Quintanilleja,
El organista en San Mames,
El incienso en Villalbilla,
El incensario en Villalón,
La lumbre en Quintanadueñas
Y en Villatoro el carbón.
Cabia los altos castillos;
Cayuela, en medio las eras;
En Arcos, las Panaderas;
En Villariezo, los molinos
Que muelen con sus ciberas.
Sotragero, Villarmero,
Las Huelgas y el Hospital;
El perrito de San Roque,
San Antón, Villaquirán.
Allí tenían dos ventas,
En la una encerraban cabras
Y en la otra sembraban berzas;
Y azotaban a las cabras
Porque comían las berzas,
Y una que no las comió
Cántara y media de vino pagó.
Pobrecitos de Cogollos,
Que aran con vacas;
Uncen con sogas;
Siembran buen trigo
Y cogen escobas.
De Poza,
Ni aire, ni vino, ni moza.
De Cameno,
Ni gato, ni perro;
Y si bien puede ser,
Ni tampoco mujer.

De Aguilar de Bureba dicen:


Pueblo sin casas;
Monte sin leña;
Hombres sin conciencia
Y mujeres sin vergüenza.

Como este dictado folklórico hay varios paradigmas.


31

Cartagena,
Monte sin leña;
Mar sin pescado;
Mujeres sin vergüenza
Y niño mal criado.
Ni amigo burgalés
Ni cuchillo cordobés.
Amigo burgalés,
Zapato de baldés,
Y caballo de andadura
Poco dura.
Trucha del Nela
Y p. de Mena;
Carne de Butrón
Y villano de Sasamón.
Cañizar y Villorejo
üran campana y ruin concejo.
Pancorvo, Briviesca y Belorado
Patrimonio del diablo.
Cuando pases por Pancorvo
Ponte la capa en el hombro.
Villafranca Montes de Oca
Alta de camas y baja de ropa.
Esgueva,
Quien no sudase que no beba.
El vino y la m.
Por la izquierda.
Lerma, Lerma,
Por fuera mucho,
Por dentro m.
Villalman-zo pa damas,
Lerma pa p.;
Quintanilla la Mata
Todas las brujas.
Quintanilla la Mata
Lugar de bueyes,
Donde se crian chicas
Como claveles.
32 _

Quintanilla la Mata
Dichoso lugar
Donde perros ni gatos
Quieren parar.
Torrepadre, Torrepadre,
Torrepadre, la comadre,
Los perros se mueren de hambre
Y los gatitos de sed.
¡Ay, que mal pueblo es!
Si vas a Miranda
Míralo y vente,
Que si malo es el pueblo
Peor es la gente.
De Tardajos a Rabé
Libéranos Dominé.
Y desde Rabé a Tardajos
No te faltarán trabajos.

Aunque es corto el trecho que separa a ambos pueblos, ad-


quirió triste celebridad por unas muertes violentas ocurridas en
él hace muchos años.
En Gumiel del Mercado
Las hay hermosas,
Las nieblas en los altos
Que no las mozas.
Villarcayo se quema,
Medina llora;
Porque no se ha quemado
La villa toda.

Admirable modo de expresar la rivalidad de las dos poblacio-


nes, que recuerda aquellos cantares.

El Montijo se quema,
La Puebla llora.
¡Adiós Talaverilla,
Te quedas sola!
Benavente se queja,
La Puebla llora.
_ . , , , 33

¡Pobre de La Bañeza,
Se queda sola!
Riocavado se ha muerto;
Barbadillo con la unción;
Pineda está agonizando;
La que canta es Arlanzón.
Adiós, Concha de Pineda,
Hermoso puerto Manquillo
Y pueblo de Villorobe,
Que yo a Arlanzón me retiro.
En Aranda,
Míralo y anda.
Fraile ¿qué hiciste
Que al convento del Veinte viniste?

Convento, situado en otro tiempo, pues está en ruinas, en el


término de Monasterio de la Sierra, del partido de Salas de los
Infantes, en clima muy frío y húmedo, y llamado así, por ser la
vigésima fundación conventual del famoso Conde de Castilla
Fernán-González.

Herramel, Alarcia,
Soto y Garganchón,
Son los cuatro pueblos
De la maldición.
.
CAPITULO II
1.—Coplas referentes a Burgos y a otras poblaciones de
la provincia. 2.—Prefacio de los veintisiete pueblos.

1. Vamos a continuar en este capítulo la materia del ante-


rior, con las coplas que mencionan diversas localidades de la
provincia, debiendo advertir, que en su inmensa mayoría son
inéditas. Los trovadores populares sienten una gran inclinación
a perpetuar los nombres de los pueblos y hasta lo consideran
ingenioso, unas veces para zaherirlos, y otras, las menos, para
alabarlos; en ocasiones se aprovechan de los asuntos más extra-
ños y singulares, como sucede con el famoso Pater noster, del
partido de Arévalo.

Pater noster qui est in coelis,


Constanzana, Miguelele,
Fontiveros, Cantiveros.
Cula, Mamblas y Rasueros;
Lanagamilla y Horcajos,
La Cebolleta y el Ajo,
Hernán Sancho y Algodón,
Kyrie eleyson, Chiste eleyson.

Empezaremos por la capital.


¡Viva Burgos! porque tiene
Una muralla famosa,
Un Consistorio bonito
Y una catedral preciosa.
36

Campana, la de Toledo,
Iglesia, la de León,
Chapiteles, los de Burgos,
Los de la Iglesia Mayor.
Mañana voy a Burgos,
Ven tu si quieres;
Verás y veremos
Los chapiteles.
¡Ay! que llover,
¡Ay! que ha llovido,
Que hasta los chapiteles
Han florecido.
. .
El Papa-Moscas de Burgos
Ha pretendido a la Flora,
Y el Martinillo le dice:
No es para usté esa señora.
El Marmon y la Marmona
Fueron a la catedral,
Y les dijo el Papa-Moscas
Que pareja más igual.
Castillo de Lara
¿Quien te bombeó?
Bocanegra de Burgos, (0
Que pudo más que yo.
Los mozas de San Esteban
Por Vega van a la Plaza
Y pasan por Trascorrales
Por ver lo que corre y pasa. (2)
¡Ya estamos aquí,
Los mozos de San Gil!
De la Flora sale el oro,
De San Gil sale la plata;
De la calle los Herreros,
Sale toda la hojalata.
¡Viva San Gil!
¡Viva su retrato!

(1) Celebre cañón que permaneció muchos años en el castillo de Burgos.


(2) San Esteban, es un barrio alto de Burgos; Vega, el que está al otro lado del río Ar-
lanzón, y Trascorrales, la actual calle de Lain-Calvo.
3?

Los de San Lorenzo


No tienen un cuarto.
Pufo los de San Lorenzo;
Pufo los de Santa Clara,
Y los del barrio Bayona 0)
No han quedado a deber nada.
Somos chicos del barrio Santa Águeda
Y venimos a darle gusto a usted;
Si usted no quiere darnos café
Nos iremos corriendo al Montañés.
¡Viva Santa Águeda!
Las niñas de Saldaña
No comen titos,
Que están acostumbradas
A garbancitos.
Cuando Vulcano vino
A Cantarranillas (2)
A los herreros trajo
Estas coplillas:
Componiendo sartenes
Toda mi vida,
Y con tantas sartenes
No hago tortillas.
Ojitos como los tuyos
No los hay en Gamonal
Ni en Cortes, ni en la Ventilla,
Ni en Burgos con ser ciudad.
Cantan las ranas,
Saltan los peces,
Tocan las castañuelas
los burgaleses.
Preso en la cárcel de Burgos,
Preso en la de Santander,
Preso en la de Villarcayo
Y no me vienes a ver.
Veo que no tienes alma
Ni corazón de mujer.

(1) Santa Águeda.


(2) Hoy calle de San Lorenzo.
38

Preso en la cárcel de Burgos,


Preso en la de Santander,
Preso en la de Barcelona,
Preso por una mujer.
Pepe-Hillo fué cogido
En la plaza del Mercado.
¿Quien le mandaba a Pepillo
Hacer el coco embozado? CU
¡Santo Cristo de Burgos!
Cortinas verdes.
Por debajo del rabo
Mean las liebres.
Mañana me voy a Burgos
Y me meto en el cuartel.
¡Adiós casas de mis padres,
Cuándo las volveré a ver!
San Nicolás de Bari
Todo de piedra,
El patín de Moragas (2)
Lleno de m.
Cavadita se casa
Con Blanca Recio;
Ella por ser marica
Y él por ser necio.
Marianito se casa
Con la Chiquina;
Culón el zapatero
Le hace botinas.
Si en San Francisco dan caldo.
En la Cartuja dan pan
Y en cada casa un ochavo
¿Quien nos manda trabajar?
Burgaleses que bajáis
En el tren para Pampliega
Cuidao con el vino churro
Y con las chicas morenas.

(1) Alude esta copla a una grave cogida que sufrió este célebre torero en la plaza del
Mercado de Burgos, por torear embozado.
(2) D. Inocencio Moragas, popular escribano y hombre de buen humor, que vivió en
Burgos en el primer tercio del siglo xix.
39

Vale más una serrana


Con el pelo enmarañado,
Que doscientas burgalesas
Con el pelo bien rizado.
Aunque me lleven arrastras
A la puerta de la iglesia,
No me casaría yo
Con ninguna burgalesa.
Las modistillas de Burgos
Se quejan y con razón
Porque ninguna se casa
De postineras que son.
El pobre pelele
Se fué a la Ventilla
A echar su cuartillo
En una jarrilla.

Dichos arriedles:
La Ventilla,
Llenar la botilla.
Castañares,
Pasa y no te pares.
Zalduendo,
Pásalo corriendo.
Si te casares, niña,
Cásate en Cortes;
Te darán borriquillo.
Cincha y afrojes;
Venderás acederas,
Venderás berros,
Venderás cadilletes,
Setas al tiempo.
Si te casas en Cortes
Tendrás burra de día,
Mujer de noche.
Cuando a la seta,
Cuando al cardillo,
No te faltará un duro
En el bolsillo.
40

Si te casaras en Cortes
No te faltarán melones,
Sandías y calabazas,
Tomates y pimentones.
Cárdena el Alta en un alto,
Castrillo del Val en un hondo;
San Medel en una vega
Es el que lo rumba todo.
Cárdena no vale un cuarto,
Castrillo no vale un real;
Los mozos de San Medel
Se llevan toda la sal.
Si supiera cantares
Como doctrina,
Me c. en las mozas
De la Ventilla.
Si supiera doctrina
Como cantares,
Me c. en las mozas
De Castañares.
Arlanzón no es Arlanzón
Porque se ha vuelto ciudad.
¿Quién ha visto en Arlanzón
Correr la electricidad?
Uzquiza no vale nada,
Arlanzón vale un real,
Y el pueblo de Villasur
Se lleva toda la sal.
Viva Villasur de Herreros
Y el que la fundó en un hoyo,
Que se crian unas chicas
Como pimpollitos de oro.
El río de Villasur
Es estrecho, pero largo,
Señoritas no hay ninguna,
Pero hay mocitas de garbo.
Matalindo y Cabanas
Son dos lugares,
De Santa Cruz de Juarros
Los arrabales.
, , _ 41

Para adormecer a los niños cantan las madres en los par-


tidos de Baltanás y Lerma esta cantilena melódica:
Soy de Villahán,
Estoy en Tabanera,
Resido en Cobos,
Casado en Royuela,
Muerto en Espinosa,
Enterrado en Villafruela.
Lloran en Toledo,
Cantan en Madrid,
Se sienten las voces
En Valladolid.

De los partidos de Briviesca y Villarcayo son los siguientes


pueblos:
Salas y Solas,
Piérnigas y Rojas,
Penches y Barcina,
Zangandez y La Molina,
Tobera, Ranera, Valderrama
Y Quintaníllabón.
Cuéntalas varón,
Que doce villas son.
Tengo un hambre que no veo,
Parece que me comiera
Al tío Martín, la Bruna
Y al cojo de la Ribera.

Aquéllos eran panaderos de Villahoz y éste su criado.

Sotillo, ya no es Sotillo,
Sotillo ya no es lo que era.
¿Quien ha visto en Sotillo
La calle Real con aceras?
¿Que es aquello que reluce
Por cima de los Lagares?
Es el bendito San Jorge
Que reoga los paladares.
42 _____

No quisiera morirme
Sin que antes viera
San Pedro Regalado
De La Aguilera.
Aranda, Aranda, Arandilla,
Aranda de mi consuelo.
¡Quién estuviera en Aranda
Aunque durmiera en el suelo!
¡Viva Aranda! porque tiene
Los balcones hacia el Duero.
¡Viva la calle de la Miel!
De sastres y zapateros.
Ayer tarde te metí
La porra por la gatera;
Castellanica del Duero,
Porra adentro o porra afuera.

Se refiere esta copla a la costumbre que tienen los mozos


arandinos para declararse; si la pretendida mete dentro la porra
es que acepta las relaciones, pero si la tira afuera, es que no.
En toda la Riberica
No he visto cosa mejor,
Tienes una boquitita
Como un cacho de jamón.

Antiguamente decían en Aranda de Duero de estos amarra-


dores:
No te arrimes a Lipe,
Que huele a sebo;
Ni tampoco te arrimes
Al Cochinero.
A jalapa y a mugre
Huele el Tituelo.
El que quisiera saber
Lo que un arandino vale
Que le tiren del chaleco
O maldigan a su madre.
El castillo de Royales
Se está cayendo;
Valeriano y Perneto
Lo están tuvtendo.

Estos eran dos personajes muy populares que acostumbraban


a tomar el sol al abrigo de los muros del castillo, una legua de
Lerma. Recuerda este cantar los dos siguientes de Extremadura
y el tercero de Sevilla.
El castillo de Alauje
Se está cayendo,
Y una pulga y un piojo
Lo están teniendo.
El castillo de Feria
Se está cayendo,
Y entre cuatro coritos
Lo están cogiendo.
La torre de Sevilla
Se está cayendo;
Santa Justa y Rufina
La están teniendo.
Cuatro cosas tiene Roa
Que no las tiene Madrid;
El Espolón y la Cava,
La Alameda y el Pretil.
A la entrada de Lerma
¿Qué cantaremos?
Que nos saquen los pollos
Que ya venemos.
Tienen fama los pollos y las lechugas de Lerma.
Salí de casa mi padre
Con intención de ver tierra,
Desde Lerma a Villalmanzo
Desde Villalmanzo a Lerma.

Que distan poco más de un kilómetro. Este cantar es para-


digma de otro navarro:
Salí de mi pueblo un día
Con intención de andar tierra,
Y en tres días me planté
Entre Arguedas y Valtierra.
44

A la salida de Lerma,
Camino de Villalmanzo,
Se me perdió la peineta.
¡Válgame Dios que trabajo!
Pinillos y Terradillos,
Santibáñez y Bahabón,
Se juntaron una tarde
Para matar un ratón.
Las mozas de Torrepadre
Gastan mucho perejil,
Un pañuelo en cada bolso
Y la moca en la nariz.
Los mocitos de Pampliega
Tienen que llevar seis fajas,
Porque con una no pueden
Arrastrar las calabazas.
Pampliega, ya no es Pampliega,
Que es una media ciudad,
Con las dos escuelas nuevas
Y la gran Mutualidad.
En el pueblo de Pampliega
No hay más que un chico muy chulo
Y a ese le quiere su madre
Para pesebre pa el burro.
Asómate al Espolón
Y si no a la carretera,
Y verás El Vergueral
Y la ciudad de La Cueva.
Buenos mozos hay en La Horra,
Pero mejor en Sotillo;
Los que se llevan la gala
Son los de Torresandino.
En Villovela está el ramo
Y en Olmedillo la hoja;
Y en Torresandino está
La flor de mozos y mozas.
Torresandino de Esgueva,
Estrechito pero largo;
Señoritas las hay pocas,
Pero mocitas, de largo.
. 45

Torresandino de Esgueva
Que bonito vas a ser,
Con la carretera nueva
Y el puente que van a hacer.

Como se habrá observado, los dos anteriores cantares son


lugares comunes en la poesía popular, como el siguiente:
De Medina sale el sol,
De Villarcayo los rayos,
Y de tu cara salada
Los claveles encarnados.
Torrecilla está en alto,
Zael en vega;
Villamayor del alma
La gala lleva.

En Huerta de arriba cantan:


Que no te peines
Que no has de ir
A San Vitores
Y a Vega sí.
Que no te peines
Que ya no vas
A San Vitores
Y a Vega vas.
¡Viva Pineda la Sierra
Y todas sus arboledas,
Caminito del Reguero
Paseo de las doncellas!
Tres cositas tiene Oña
Que no las tiene Madrid,
El Torrejón y la Rambla
Y la calleja de Ortiz.

Es copla frecuente, como ésta:


Tres cosas tiene Zamora
Que no las tiene Madrid,
Pedro Mato, la Gobierna
Y el paseo San Martín.
46 ,

Santa Casilda bendita,


Hoy mismo vengo de verte,
Y también vengo de ver
Los lagos de San Vicente.
Santa Casilda bendita,
Hija de padre gentil;
Por la gracia de Dios Padre
Bautizada en San Martín.
Por si acaso me caso
Con algún soso,
Toda la sal de Poza
Llevo en el bolso.
El que en esta casa entrare
Tres cosas ha de observar,
Beber mucho, estar poco,
No marcharse sin pagar.

Este anuncio lo vi hace años en una cantina de la estación


de Bercedo, en el ferrocarril de La Robla.

Yo no he visto en Espinosa,
En Medina y Villarcayo,
Ni rosa como esta rosa,
Ni mayo como este mayo.
Dos cosas en Belorado
Nos causan admiración,
El sombrero del Alcalde
Y de la plaza el pilón.
Mira si he corrido tierra
Que he llegado a Sasamón,
He pasado por Villegas
Y he visto a Villamorón.

Esta forma de copla, de que ya se ha hecho mención, se re-


pite mucho en el folklore popular español.

Mira si he corrido tierra


Que he estado en los Peflascones,
En la isla de las Monas
Y en la Fuente Cuadrejones.
47

Mira si he corrido tierra


Que he estado en Montemolín,
En Aldea de Pallares,
En Calzadilla y aquí.
Mira si he corrido tierras
Que he estado en la Raijana,
En el Barranco del Negro
Y en la Ramblita del Agua.
Mira si he corrido tierras
Que he estado en Hiendelaencina,
En San Andrés, en la Toba
Y también en Congostrina.
Mira si he corrido tierras
Que he estado en Carabanchel,
El de Arriba y el de Abajo,
En Getafe y Leganés.
Xa ves si ti corrin térras
Que estando en Santa Lucía
Entrei por porta d'abaixo,
Salin por porta d'arriba.
Mira si he corregut térras
Que so estat a Alcoraxá,
A Balea y a Falset,
Corbera y Benifasá, etc.
i

Villa de Las Quintanillas,


Bien tienes de que alabarte,
Por las múltiples ermitas
Que en tus términos repartes:
San Facundo y Primitivo
De Jesucristo eran pajes;
Nuestra Señora de la O
La que de todos es madre;
San Torcuata en la cantera;
San Vicente entre pajares;
San Miguel entre los huertos;
En viñas San Tocovate;
San Roque en una llanura;
San Sebastián en un valle;
Santiago en un cotorrita
Donde le ventea el aire.
48 .

Soy de Las Quintanillas,


Traigo chinelas;
Soy sobrina del cura,
Puedo traerlas.
Soy de Las Quintanillas,
Traigo huevos a vender,
Me los pagan a once cuartos,
No los doy menos de diez.

Este cantar tiene la siguiente explicación: A una joven de


Las Quintanillas que por vez primera iba a Burgos, la en-
cargaron que vendiese unos huevos y no los diese menos
de diez cuartos la docena, y al primer comprador que le
ofreció once cuartos, le contestó no los podría dar menos
de diez.

Dios no le dé a Castilla,
Lo que le hace falta
A Ciadoncha, Mazuelo y Quintanilla (de la Mata)
Si vas a Las Quintanillas,
Lleva pan en la mantilla;
Encontrarás quien te lo coma,
Pero no quien diga, toma.
Nobilísimos Montorianos,
Que matáis los hijos por criar hospicianos;
Aráis con sogas y hacéis escobas;
Sembráis buen trigo y cogéis zanahorias.
Con los huevos de Cotorro,
Con el vino de Perales
Y los chorizos de Sixto,
Se hacen buenos carnavales.

Así se cantó un año en Las Hormazas, porque a costa de los


nombrados se divertieron algunos.

Quintanilla los Aldeanos


¿Dónde estás que no te veo?
Encima de Villalaín,
Bajo de Villavedeo.
49

En el pueblo de Trespaderne
No hay más que una chica guapa,
Y esa la tiene su padre
En la cuadra con la vaca.
Las mozas de Trespaderne
No quieren a los obreros;
Que quieren a capataces,
Contratistas e ingenieros.
Villarcayo tente tieso,
Que Medina ya cayó;
Santa Cruz está temblando
Del susto que se llevó.

Sin querer recuerdan aquellos cantares:

Montejillo, tente tieso,


Que la Puebla ya cayó,
Y Aljucen está temblando
Del golpe que recibió.
Castillejo, tente firme,
Que el Almendro ya cayó,
Y la Puebla está temblando
Del golpe que recibió.
, En la Abadía está el ramo
Y en la Quintana las hojas,
Y en el pueblo de Villarcayo
La flor de mozos y mozas.
Langa y Berlanga,
Cidones y La Vid,
Tocaban a misa
con un tamboril.
Los de Vivar del Cid
Que no pagan alcabalas
Y andan a pedir.
A la entrada de Miranda
Hay un árbol muy florido;
Del tronco salen las ramas,
Y con ésta me despido.
50 ,

2. Prefacio chistoso, o de los veintisiete pueblos, del vate


popular Isidro Pérez, natural de San Pedro Samuel, del partido
judicial de Burgos.
Montorio y mil veces Montorio,
Pantaleón está a la raya,
A Ruyales no le cuento
Que es tierra muy desastrada.
De allí voy a Los Tremellos
Que está enmedio la cañada;
Como es tierra tan amena
Cria las grandes aliagas;
Tiene una magnífica torre
Que es de tanta elevación
Que todos los que la han visto
La miran con detención.
De allí voy a Las Celadas,
Gente ignorante y muy fata,
Pues creyeron era la Virgen
La abubilla que cantaba;
Cuando andaba por los aires
La abubilla en Las Celadas,
Salieron a recibirla
Y volteaban las campanas.
Desde aquí me voy a Ros,
Gente muy determinada,
Quieren coger una ballena .
Y se les volvió una albarda;
Una vieja setentona
Que apenas podía andar,
También reclamó su parte
.Como todos los demás.
Desde allí me voy a Huérmeces
Donde todos son hidalgos,
Con la hidalguía que tienen
Se ven más anchos que un pavo;
En este pueblo, señores,
Reina mucho el entusiasmo,
Pues no permiten comer
Los criados con los amos,
Y sacan mucho dinero
De patatas y garbanzos.
Paso a Castrillo de Rucios
51

Donde todos son negretes,


Que en echando cuatro tragos
Ya principian a moquetes;
Es pueblo de mucha pesca,
Tiene un río tan crecido
Con la pesca se mantienen
Casi todos los vecinos.
En este pueblo, señores,
También pudo suceder
Que jugaran dos la hacienda
Ninguno quería perder.
De aquí voy a Santibáñez,
Gran torre y buenas campanas,
Pueblo de buenas obreras
Si no fueran holgazanas;
En este pueblo, señores,
Hay gente de mucho trato,
Unos andan a quincalla,
Otros a jarras y platos.
Desde allí voy a Miñón,
Pueblo de mucho gentío,
Con el Alcalde y el Cura
Componen doce vecinos;
Le cruza la carretera
Por medio la población,
Pero lo que más le agrada
Es la muestra del reloj.
De aquí me voy a Mansilla,
Parecen ricos y no lo son,
Porque la hacienda que tienen
No es de ellos, que es de Jalón;
En este pueblo, señores,
Hay labradores muy buenos,
Que a la vuelta de ocho días
Se encuentran de jornaleros.
De aquí me voy a La Nuez,
Pueblo de los colmeneros,
Tienen mucha conocencia
En Burgos con los cereros;
Es pueblo muy industrioso
Para ganar de comer,
Unos venden a tachuelas
Y otros a cera y a miel;
52

En este pueblo, señores,


Se juntaron tres beatos,
Para aumentar las colmenas
A palos mataron un jato.
De aquí me voy a Zumel,
Donde dicen disparates,
Van a Burgos por incienso
Y preguntan por zumaque;
Se han dedicado a pescar
Con las redes y el candil,
Y está esta gente tan fresca
Que no se puede decir.
De aquí me voy a Lodoso,
Que los llaman los meleros,
Y lo ponen para postre
Cuando tienen forasteros;
En este pueblo hay, señores,
Mucha bellota y morón
Y muy cerquita del pueblo
Tenía un borracho el pisón.
De aquí me voy a Pedrosa,
Tiene buena vega y ancha,
Donde cogen mucho trigo
Y también mucha patata;
También tienen un buen páramo,
Que cría aliagas y tombos,
Que cortan por San Miguel
Para guisar los palomos;
En este pueblo, señores,
Una cosa hay que advertir,
Que para ir a San Pedro
Está la huerta de Gil.
De allí voy a Tajadura,
Cerca de Villarmentero,
Donde cogen muchas nueces
Para gente, caballero;
Es pueblo muy económico,
Pues para ahorrarse dinero
Al mismo que hace de guarda
Le ajustan de ganadero.
Me voy a Las Quintanillas,
Que es pueblo de carretera,
En la que hay dos mesones
53

Y en la cuesta la yesera;
Es un pueblo muy bonito
Para pasar la vejez,
En teniendo cuatro cuartos
Otros trabajan por él.
De aquí me voy a Palacios
Y allá en el barrio chiquito
Hay un convento de monjas
Religión de San Benito;
A éstos les llaman pardillos
Desde tiempo inmemorial,
Y el señor que se lo puso,
Que se lo venga a quitar.
Desde aquí me voy a Isar,
Pueblo de los capadores,
Cada uno tiene un chiflito
Y hacen doscientos mil sones;
En la cosecha de vino,
El año que es abundante,
Todo lo viejo lo tiran
Pues con lo nuevo hay bastante.
De allí voy a Villanueva,
Pueblo de las tres mentiras,
Ni es villa, ni nueva, ni es de Árgano,
Aunque ellos mismos lo digan;
A estos les llaman los Buenos,
Fundados en mil razones,
Y los domingos se meten
En las cuadras de los mesones.
De aquí voy a Cañizar,
A estos les llaman los Machos,
Porque de que van a Burgos
Siempre van cargados de ajos;
El apellido del pueblo
Han tratado de mudar,
En vez de decir de los Ajos
Decir que es de Mariscal.
De allí voy a Villorejo,
Un pueblo muy regular,
Do se hallan muchos cangrejos
Sin ir alríoa pescar;
El llamarles los Cangrejos
Hace mucho tiampo ya,
54

Porque en los tratos que hacían


se volvían siempre atrás.
De aquí me voy a Manciles,
Con muchos Raposos ya,
Que suelen dejar mal tasto
Por donde quiera que van.
En este pueblo, señores,
No pueden tener gallinas,
Pues va el raposo y las mata
Al revolver una esquina.
De allí me voy a Susinos,
Donde todos son Mosquitos,
Y cuando hace mucha calma
Pican los grandes y chicos,
Pero si sale el padrastro
Esta gente se retira,
Si quieres saber quien es
Digo que el aire de arriba.
De aquí me voy a Tobar,
Un pueblo que está en dos barrios,
Y se comieron un boche
El herrero y otros varios;
El boche se cayó al río
Y otro día de mañana
Creyendo que era la nutria
Y por pesca la sacaban.
De aquí voy a Las Hormazas,
Un pueblo que está en tres barrios,
Borcos y barrio La Parte
Y el otro barrio Solano;
Los viudos y mozos viejos
Que quieran mujer barata,
En este pueblo dan siete
Por una criba de paja.
De aquí voy a Avellanosa,
Y el apellido es del Páramo,
Porque la vega que tienen
Es terreno muy quebrado;
A estos les llaman los Charros
Y entre ellos así se entienden,
La feria está en la taberna,
Unos compran y otros venden.
De allí me voy a San Pedro,
55

Que los llaman Moscateles,


Pero les faltan las uvas
Que las parras no las tienen;
El ponerles ese apodo
Fué por ir a preguntar
Por zapatos de veinte años
Pa un mozo, de cordobán.
De los veintisiete pueblos
Que contiene este prefacio,
El que los quiera aprender
Tiene que estar muy despacio.
Ninguno lo lleve a mal;
Para todos he tenido,
Lo hago para que pasen
El tiempo muy divertido.
CAPITULO III
1.—Frases, dichos, refranes y algunas palabras pecu-
liares de la provincia.

1. No es fácil sujetarse a un riguroso método de clasifica-


ción en una materia tan vasta y tan compleja como las frases,
dichos, refranes, costumbres, tradiciones y poesías populares
que hemos recogido; pero procuraremos agruparlos de la mejor
manera posible.
Tomar las de Villadiego. Sobre dos substantivos se ha que-
rido hacer recaer la acción de este verbo. Sobre las alforjas que
antiguamente se fabricaban en Villadiego, y siempre han tenido
costumbre de llevar en sus viajes los naturales del país, y sobre
las calzas o chátaras que también de tiempos remotos hacían en
Barruelo, agregado a dicha villa. A estas últimas se inclina la
opinión más acreditada, madre de aquél refrán: «Acordó poner
tierra en medio y tomó calzas de Villadiego», y de la tan cono-
cida composición:

Villadiego era un soldado


De tan noble condición,
'•i»W. u\ :JU \\s\w\-;Que acompañó e hizo lado
A San Pedro en la prisión.
Tuvieron una cuestión
Sobre la virtud del cedro,
Bajó un ángel, dijo a Pedro:
- «Toma tus calzas, no arguyas.»
Pedro por tomar las suyas,
Tomó las de Villadiego.
S8 1 ,— M , .

Pregunta por Pedro en Burgos. La grandeza de esta ciudad


en los tiempos pasados dio origen a esta frase y a la coplilla:
Ea, ea, ea,
Que Burgos no es aldea,
Sino ciudad y buena.

Allá nos veremos, en la Pellejería de Burgos. Era esta una


calle que iba desde las trojes del Cabildo hasta la puerta de la
Catedral que lleva el mismo nombre; porque en ella se adoba-
ban y vendían pellejos. Se denominó también calle del Sepulcro
y hoy de Diego Porcelo. Sin duda era uno de los puntos más
céntricos y concurridos de la ciudad, como que se hallaba con-
tiguo al mercado de la Llana.
Pareces el Papa-Moscas. Alelado, con la boca abierta.
Eres como el Martinillo. Puntual, cronométrico, como era
este auxiliar o dependiente del Papa-Moscas cuando daba los
cuartos, que salía de su escondite.
Pareces la novia de Arcos. Se hizo célebre una novia de esta
villa, por lo mucho que tardó en componerse al irse a casar.
Eres como el cura de Hontanas, que no sabía decir misa
más que en su Misal. De este pueblo, del partido judicial de
Castrojeriz, se cuenta que el Arzobispo de Burgos venía obli-
gado a decir misa en su iglesia en las tres Pascuas del año, y
que para librarse de este servicio tuvo necesidad de eximir al
citado pueblo de la carga que anualmente le pagaba en lentejas.
Eres como el herrero de Mazariegos, que machacando se le
olvidó el oficio. Mazariegos es un agregado de Mecerreyes, en
el partido de Lerma.
Todo para la Lorenza. Todo lo paga el delantal de la Mar-
tina. Frases muy usadas en Pampliega, donde las introdujo el
natural de esta villa, y en algún tiempo Notario de ella, D. Her-
minio Braceras. Siendo niño, y en una fiesta onomástica que ce-
lebraban en su casa, viendo que a una amiga de la familia lla-
mada Lorenza la agasajaban con todos los dulces y tortas que
tenían preparados, se indignó, pronunciando la primera frase.
—— • — •—— 59

La segunda se originó de un delantal muy sucio de una domés-


tica así llamada.
En Villaverde-Peñahorada dicen: Cuando veas la niebla
agarrada en las Vecillas, no te faltará aquél día agua en las
costillas. Se hace referencia a la niebla que sale del pozo que
hay en el callejón de dicho pueblo. También repiten: No te va-
yas sin ropa, mira que hay niebla en la sierra.
Villa por villa,
Briviesca en Castilla.

Esta hermosa ciudad, antes villa, fué acaso la primera en Es-


paña fundada por el sistema de tablero de damas, y la que sirvió
de modelo para la erección de la ciudad de Santa Fe, cerca de
Granada, por los Reyes Católicos. Sus naturales, como los de-
más de la Bureba, tienen fama de trabajadores, despejados y
calculistas, y por eso se oye decir: En Briviesca el que no caza
pesca. De Briviesca y tan torpón, pa j. a usted, si señor. Si lo
ha dicho uno de Oña es porque le conviene. En esta región es-
tablece D. Ramón Menéndez Pidal la cuna de la lengua caste-
llana. D. Francisco Fernández y González pretendía que Bri-
viesca significaba cabeza de los vascos; yo me inclino más a
fundada sobre el río Vesga u Oca que baña por el Sur y Oriente
la cuesta de San Juan, donde estuvo situada la anterior ciudad
autrígona de Virovesca.
La más leal a su Rey
De todas sus nobles villas
Es la de Las Quintanillas.

Cartela que se lee en el escudo real que se contempla en la


sala de actos del Ayuntamiento de Las Quintanillas, pintado so-
bre tabla, en memoria de ser declarada villa exenta de Muñó y
Burgos el 27 de enero de 1729.
Ardides de caballeros
Zeballos, para vencellos.

Inscripción que se halla encima de una columna adosada, si-

'? -
6(j , , , , ,

tuada en un ángulo saliente que forma la casa solariega de los


Ceballos, en Melgar de Fernamental, cuya entrada principal se
encuentra protegida por un gran cordón de San Francisco.
Anda, mozo, anda,
De Burgos a Aranda;
Que de Aranda a Extremadura
Yo te llevaré en la muía.

Se da a entender con esto, el poco trabajo que se quería dar


a la muía, pues antiguamente comenzaba la región de Extrema-
dura por la margen izquierda del Duero (Extrema Duri) que pasa
por Aranda. Así tiene perfecta explicación la célebre frase:
Soria pura
Cabeza de Extremadura.

El Espino de Cernégula y el Campo de Lilaila. Famosos si-


tios solitarios, el primero en dicho pueblo, del partido de Se-
daño, y el segundo cerca de Burgos, donde según tradición po-
pular tenían sus juntas nocturnas las brujas.
Eres como el toro de Montorlo. Sin trabas, libre, como lo
era no hace muchos años un toro en citado pueblo, del partido
de Villadiego, que gozaba de plena libertad para pastar en todos
los términos de aquél; mediante una retribución que abonaba su
dueño.
Te pareces al Cristo de Pantorras. Así le dicen al que tiene
gordas las pantorrillas, como la nombrada imagen de Villadiego.
Te pareces al Obispo de Manciles. Se alude a un cura de
este pueblo, de tan buen humor, que él mismo se aplicaba el ca-
lificativo de esta dignidad eclesiástica.
La afición del pueblo a satirizar en cualquier defecto social
se manifiesta, entre otros extremos, por los siguientes: A los de
Villegas les llaman los de las espuelas, porque tienen costumbre
de ir a Villadiego a pie, y sin embargo suelen pasearse por esta
villa con grandes espuelas, como excelentes caballistas. Igual cos-
tumbre tienen los de Villarcayo cuando van a Medina de Pomar.
_ . 61

A los de Valles les atribuyen que cuando están arando en el


campo, en días de grandes nieblas, con simple pareja de burros,
para que crean que son poderosas muías les arrean con las pa-
labras ¡Arre! ¡Generala! ¡Coronela!
De Las Hormazas se cuenta que para elegir Alcalde no tiene
que meter la cabeza por el hueco de una peña.
Preguntaba la Guardia civil a unos pasajeros en una carretera:
¿Qué sabéis del crimen de anoche?—No sabemos nada, sernos
ar andinos—contestaron.
Maestro sea
El que solo patatas comer desea.
Si fío, no cobro;
Si cobro, no tal (por total).
Y si tal,
Un enemigo mortal.
Si doy,
Pierdo el jornal de hoy;
Si fío,
Pierdo lo que es mío;
Si presto,
Para cobrar me ponen mal gesto.
Y para librarme de esto,
Ni doy, ni fío, ni presto.
Ya sale el sol de los lobos
De que la zorra madruga;
El que mucho vino bebe
Con agua se desayuna.
El sol madrugador
Y el cura callejero;
Ni el sol calentará,
Ni el cura será bueno.
La madre perezosa
Que no va a misa,
Ve a sus hijos descalzos
Y sin camisa.
Trabajar para el Concejo,
Darle consejos a un viejo
Y mimar a un fraile,
Todo es aire.
62 — .

Nunca hagas bien a Concejo,


Ni montes en burro viejo.
Con achaque de los gitanos
Roban los paisanos.
Virote, anguarina,
¿Dónde la irás a dejar sino en la cocina?
Al paleto y al gorrión,
Perdigón.
A la mujer y al fraile,
Que les dé el aire.
Bodas y cachetes.
De repente.
Escopeta, muía y mujer,
Tarde o temprano la han de hacer.
Animales de cabeza dura,
La mujer, la oveja y la burra.
La mujer que no cría
¡Que chospos que tira
¡Ay! ¡abuela, abuela!
¿Dónde la pondremos que no la duela?
Madre e hija
En una camisa.
Suegra y nuera
Ni en una talega.
A la sopa, sopas, señor D. Ignacio,
Las sopas arriba y el caldo debajo.
Me voy a la cama que es buen prado,
Que el que no duerme está echado.
La cana
Sale cuando le da la gana.
El diente (caída)
Puede ser de un accidente.
La arruga
Saca de duda.
La arruga y el arrastrar los pies
Señal de vejez es.
Tiene la cabeza más dura
Que la de la burra del tío Pablito.
_ 63

Más vale ser rabo de lechón


Que cabeza de Alcalde.
Dios nos libre de hombre que no habla
Y del perro que no ladra.
Santa Gililaila parió por un dedo,
Podrá ser verdad, pero no lo creo.
El que va al retrere y no pee
Es como el que va a la escuela y no lee.
Con la justicia comerás y beberás,
Pero si la haces, la pagarás.
La vieja escarmentada
Pasa el río arremangada.
Médico viejo, Cirujano mozo
Y Boticario cojo.
Cambiarás de molinero,
Pero no de molandero.
Terrón por terrón,
Carrión, Castro y Sasamón.
Si quieres que el dinero nunca te falte,
Lo primero que tengas no te lo gastes.
Nosotros somos el paño y usted la tijera
Corte usted por donde quiera.

Frase que me han dirigido en varios pueblos donde he prac-


ticado la visita del Timbre del Estado.
En el pueblo de Hoz de Valdivielso, de esta Merindad, hay
una fuente que llaman de Santa María, que el pueblo tiene la
creencia que brota el manantial al conjuro de estas palabras:
Agua de Santa María,
Da de beber a esta niña.
Si la das,
al cielo subirás;
Si no la das,
Por el río bajarás.

Para que se vea que todavía quedan restos de civilizaciones


pasadas, mencionaré a un sujeto de Retuerta que dicen tenía
64

gracia para quitar la gusanera de los ganados domésticos sin


más que recitarles el siguiente ensalmo, que me lo proporcionó
con mucha reserva, sin duda por ser algo pariente mío, pues mi
bisabuelo materno, Matías de Pedro, fué nacido en citado pueblo.
Por la pega mega
Cucarachita y ciega
Que parió unos pegos megos
Cucurachitos y ciegos,
Te conjuro salgas de ese cuerpo
Per Christum Dominum nostrum. Amen.

Y a Pedro Villanueva Santiago, hoy vecino de Burgos en la


calle de San Cosme, y antes de Lodoso, donde le conocí, que
él mismo me asegura tiene la virtud de extirpar las verrugas sin
más que fijar el pensamiento en las personas que las tienen,
como lo ha experimentado en varias, entre ellas el Médico de
Las Quintanillas, D. Santiago Barcenas, que a pesar de no creer
en tal virtud, le quitó dos verrugas que tenía.
Agua y vino
Y m. para el padrino.
Padrino roñoso
¡Ojala que salga el niño potroso!
Padrino cagado,
Si cojo al chiquillo le tiro al tejado.
Quien tiene ovejas
Tiene pellejas.
¿Quiere usted a la señora por esposa?
Que he de hacer, si no hay otra cosa.
Cuanto más viejo el perro
Más le reluce el pelo.
En la casa que hay criados
Hay pregoneros pagados.
Si has comido lentejas
¿De qué te quejas?
El que no lleva dinero
No lleva miedo.
65

San Borrombón le dijo a su abuela


Déjalo andar que música lleva.
Lo que el Médico yerra
Lo cubre la tierra.
No sirvas a quien sirvió,
Ni pidas a quien pidió,
Ni ames a quien amó.
No hay sábado sin sol,
Ni doncella sin amor,
Ni vieja sin dolor.
Solano,
Agua en la mano.
Malo en invierno y peor en verano.
La abeja y la oveja,
Donde ande la reja.
Parentesco putesco
No es parentesco.
Malo de babas
Y peor de barbas.
San Antón te guarde
Y la Magdalena te acompañe.
La lumbre y la levadura
Hacen la mujer aguda.
De que la puerca lava
El sol se anubla.
A la puerta del rezador
No pongas tu trigo al sol,
Y a la del que no reza nada,
Ni el trigo ni la cebada.
Hijos y pollos,
Muchos son pocos.
Labrador, si puedes,
Cava con morisca y ara con bueyes.
La hacienda del hisopo
No dura un soplo.
La hacienda del abad
Según se viene se va.
66

Por la haba verás


La cosecha que cogerás.
El que acadaña.
El mismo se engaña.
El niño que no se rie al mes
Bobito es.
El que larga su hacienda antes de la muerte,
Merece que le den con un canto en los dientes.
El que hizo el cohombro
Que se lo cargue al hombro.
El que quiera ser pobre sin conocerlo,
Mande peones al campo y no vaya a verlos.
El que quiera comer conejo,
Que tenga perro viejo.
El que a los veinte no es valiente,
A los treinta no es prudente,
Ni a los cuarenta no es rico,
Cátale borrico.
Esperando un año bueno
Se murió mi abuelo.
Pascuas de Navidad al sol,
Las de Resurrección al tizón.
La patata y el castrón
En septiembre hace el riñon.
Mientras mi vecina sea boba
¿Quién me manda comprar escoba?
De cien en cien años,
La m. de los caños
Se sube a los campanarios.
En el hospital
Cada uno se queja de su mal.
Quien tiene hijos y ovejas
Nunca le faltan quejas.
Tajada que lleva el gato
Tarde o nunca vuelve al plato.
Mujer, escopeta y potro
No los confíes a otro.
67

Al que mal le quieras,


Con albañiles le veas.
El tío es como la cebolla,
Le quitas una capa y siempre le queda otra.
Para eso se hizo aquél
Y no para colar miel.
Trabajo del común,
Trabajo de ningún.
Parece el hijo de la reina Mora,
Tan pronto ríe, tan pronto llora.
Dos que duermen en un colchón
Son de la misma opinión.
En la mesa y en el juego
Se conoce al caballero.
A donde quiera que vayas
Mandan las sayas.
La mujer que al comer es zalamera,
Si se marcha el marido la sartén bien chichorrea.
Vive en ciudad por mal que te vaya
Y come carnero por caro que valga.
La hebra de Marimoco,
Que cosió siete camisas y le sobró un poco.
Al llegar todos los Santos, sacan la capa los mozos,
Y el día de San Andrés, se embozan hasta los ojos.
San Martín tiene un verano,
Que además de durar poco, no viene todos los anos.
Sacar y no echar,
Buscar y no hallar.
Si quieres ver trabajar
Lleva a un gitano a un pajar.
Mala pata, mala pata,
Tengo un duro y no es de plata.
Velar se debe la vida, de tal suerte,
Que viva quede en la muerte.
Esta es una leyenda que se observa sobre un soberbio escudo
en un palacio que fué del duque de Híjar, en el pueblo de Huér-
meces, que sin querer nos trae a la memoria la de la Casa del
Cordón de Burgos: Un buen morir honra toda la vida, y aquella
sentencia antigua española:
Vida es muerte y muerte es gloria
Cuando es buena la memoria.

No te digo que te vistas, pero ahí tienes la ropa.


Ese sabe nadar y guardar la ropa.
No ve tres sobre un asno.
No ver tres curas en un montón de cal.
Hay más burros que pesebres.
Al hacer favores a burros se peca mortalmente.
El hacer bien a villanos es echar agua en la mar.
Ni para Dios, ni para el diablo.
Hacer de la viga del lagar la mano de un mortero.
Meterse en vidas ajenas.
Quiere ser badil de todas las cocinas.
Es un Cristo viejo.
Tiene más ganas que un gitano de cambiar la burra vieja.
Preguntáronle a un gitano por qué no trabajaba como los
demás paisanos, y contestó: ¡Ay Sr. Cura! porque no me lo
permite el cuerpo.
Acudieron varios gitanos a verse con el Sr. Cura de un pue-
blo de la provincia para tratar si podía enterrar a una gitana, y
le aseguraron que le pagarían su trabajo. Accedió a su petición,
y cuando les pasó la cuenta de cuatro pesetas le objetaron:
¡Quiá, Sr. Cura, cómo se las vamos a pagar si no las valía la
difunta!
Al célebre gitano, el Sr. Francisco, Juez de los mismos en
Burgos, le pregunté en cierta ocasión por qué eran tan vengati-
vos los gitanos, y me replicó con mucho énfasis abriendo los
brazos: ¡Y qué lo vamos a hacer!
Los cuartos antes que la burra.
Ni el día tiene veinticuatro horas ni el duro cinco pesetas.
Si casas una hija, ganas un hijo; si casas un hijo, lo pierdes.
Es muy corriente en los pueblos el siguiente diálogo entre
, 1 69

un sujeto y el padre de la novia: Dicen que se casa su hija de


usted.—Contesta muy solapadamente como si lo ignorase: Eso
se dice.—Entonces replica el otro: Pues si es para bien que sea
pronto y si para mal que no llegue el día.
También es bastante frecuente este cuadro: Entra un indivi-
duo en un local donde están bebiendo vino, y como es natural
le invitan a beber, él se excusa, pero le insisten diciendo: ¡Siquie-
ra una copa de claro!—A lo que contesta: Vaya, por ser claro
lo aceptaré.—Lo gracioso es que lo mismo hubiera aceptado si
le ofrecieran tinto.
En los entierros, al dar el pésame, si es de un adulto suelen
decir: Salud para encomendarle.—Y en algunas partes, si es de
niño: Dios se lo dio, Dios se lo quitó; quede usted con Dios.
Veamos ahora algunas palabras propias de la provincia, sin-
tiendo mucho no tener delante la colección de ellas que reunió
el Catedrático del Instituto de Burgos, D. Rodrigo de Sebastián,
del partido de Salas de los Infantes.
Amular.—Sitio donde sestea el ganado.
Andraos.—Llama la madrastra a los hijos de otra madre.
Argallar.—Voz oída en Burgos.
Atarre.—La baticola que se une a la albarda o silla.
Bola.—Relleno hecho con jamón, chorizo, huevos, perejil,
ajo y pimiento molido, que se fríe primero y se echa después al
puchero del cocido, para servirlo con él.
Borrillos.—Así llaman a los de Castromorca, porque una vez
les hicieron creer que en un cerro se hallaba enterrado un borro
de oro, al que se le veían ya los cuernos.
Cachidiablo, Cachivirrio, Colacho, Tetín o Zaragullo.—Lla-
man al hombre vestido de botarga que lleva en la mano un rabo
de buey con que sacude a la gente o se abre camino, y en al-
gunas partes con la cara tapada, por Pascua de Resurrección o
el Corpus.
Caricarillos.—Hermanos de distinto padre.
Cello.—Aro de hierro que sujeta las tablas de la cuba.
Ciscao.—Manchado, sucio.
Chalambrar o Achalambrar.—Secarse el trigo antes de tiempo.
70 , «-

Chavisque.—Lugar poco decoroso por la gente que en él se


reúne.
Currumacos.—Palabra usada en Villaescusa la Solana.
Entornar.—Dar vuelta un vehículo.
Escaramujear.—Por escaramucear, maniobrar o moverse
mucho.
Esvararse.—Escurrirse o resbalarse.
Fraile de misa y olla.—El que estaba solo destinado para
asistir al coro y servicio del altar, y como no tenía clausura, sus
genialidades dieron gran pávulo a cantares que no he querido
copiar porque los dejan mal parados y a dichos y refranes po-
pulares como aquéllos: A pares como los frailes.—La docena del
fraile.—¿Tengo yo algún fraile escondido?—A libra por barba y
caiga el que caiga. Y a coplas como éstas:

Cuando muere un fraile,


Dicen los demás:
Un fraile menos
Y una ración más.
Tu te metiste
Fraile mosten:
Tu lo quisiste,
Tu te lo ten.

Garruchas o echar garruchas.—Agarrarse o pelearse de bro-


ma para probar las fuerzas solamente.
Gocha.—Cochina.
Hacer favor.—Es dejar bailar el hombre a otro con su pareja.
Incróspido.—En Villalbilla de Burgos, enfermo o con mal
cuerpo.
Insulto.—Dar un accidente.
Jaraíz.—Lagares.
Tire V. un lance.—Invitar a que se coja una tajada.
Marandón.—Persona alta que lleva el vestido desgarbado,
pendón.
Maruendos.—Lo mismo que abrota o desecho de la es-
topa.
Miriñaque o Meriñaque.— Serie de aceros o espartos unidos
que en algún tiempo servían para ahuecar las sayas muje-
riles.
No puede con la Bula.—Sin fuerzas, desfallecido, muerto,
porque a los difuntos acostumbraban a enterrar con una Bula.
No te embobes.—Alelarse, perdiendo tiempo.
Panda o ser una panda.—Palabra usada en Pampliega, que
significa parada, sosa, necia, del griego pandera, instrumento
músico o cosa del dios Pan, y por eso, Rodrigo Caro, dice que
a los necios llaman panderos porque dentro no tienen más que
viento o están vacíos.
Pegarla.—Cambiar inesperadamente de compañero de baile,
dejándole con un palmo de narices.
Perindolo.—Hombre que baila como una perindola o pe-
rinola.
Podeta.—Podadera.
Ropildo.—Con poca ropa.
Tafarada.—Mal olor que proviene de la parte trasera.
Tanganillo o Tílaila.—Morcilla pequeña hecha con tripa de
oveja.
Tampanazo.—El mejor día dá un tampanazo, se muere.
Teñazo.—Cobertizo para la mies.
Tocorros o Zocorros.—Leña de raíces y mochos de árboles.
Trocajeado.—Se dice en tierra de Salas de los Infantes al
campo de trigo o cebada que ha sufrido los efectos de un fuerte
aguacero o granizada.
Vete por la cera.—A primera vista parece que está mal dicho,
por acera; pero en este caso el pueblo lo dice bien con arreglo
a su origen histórico. Sabido es que antiguamente se decía cera
porque no había aceras, sino únicamente regueros de cera, re-
sultado de muchas procesiones, y principalmente de la frecuen-
cia con que se administraba el Viático en cuanto el enfermo te-
nía fiebre, que era acompañado de cofrades y de muchos fieles
que llevaban hachas encendidas, que por ir en procesión dejaban
dos regueros de cera paralelos a las casas. Las aceras comen-
zaron a usarse en España a mediados del siglo xix y su corre-
72 — ' 1 —

lativa cera es muy anterior y empleada por escritores del si-


glo xvn y xvin.
Zarragones o Zarramacos.—Máscaras.
Zorrocloco. - Movimiento de vaivén propio para dormirse.
Zurruquetrear.—Hozar el cerdo para querer salir del cortijo
o pocilga.
CAPITULO IV
1.—Cantares populares.

Al empezar a cantar
Digo primero Jesús;
Que también los escribanos
Hacen primero la cruz.
Música va por la calle,
Las cuerdas son de vencejo;
No se lo digas a nadie,
Salada, que te cortejo.
A tu puerta hemos llegado
Cuatrocientos en cuadrilla;
Si quieres que te cantemos
Baja cuatrocientas sillas.
Una hermana y otra hermana
Vestiditas de algodón;
Mucho quiero a la pequeña,
Pero más a la mayor.
Una hermana y otra hermana
Vestiditas de estameña;
Mucho quiero a la mayor,
Pero más a la pequeña.
Tengo de hacer un castillo
De pesetas columnarias,
Y encima colocaré
A ti y a tus dos hermanas.
Allá arriba en aquel alto
Hay una burra morida;
Vamonos todos a verla,
Que está con la boca abrida.
74

Al que se muere le entierran


Y le cantan la tirana,
Y le llevan a enterrar
Por el campo de Suzana. 0)
El oficio de sillero
Es uu oficio muy chulo,
Porque va de casa en casa,
Señora, ¿la echo a V. un culo?
A la harina, a la harina,
Al trigo, al trigo;
La mujer casadita
Con su marido.
He visto mujeres tontas
Y hombres de mucho talento,
Y vi que hicieron los sabios
Lo que las tontas quisieron.
Hace sol y no quema,
Llueve y no moja;
Hace lo que mi burra,
Come y no engorda.
Un fraile, dos frailes
Que van al coro,
Hacen mucho más bulto
Que un fraile solo.
Cuando me parió mi madre,
Acababa de nacer,
Y a eso de los quince días
Ya tenía medio mes.
Las mujeres que paren
Por la Cuaresma,
Los hijos, son varones,
Las hijas, hembras.
Esto es tan cierto
Como el Ave María
Y el Padre Nuestro.
Esto es tan cierto
Como noventa y nueve
Y una son ciento.

(1) En Barbadillo de Herreros.


75

Esto es tan cierto


Como sacarle un ojo
Y dejarle tuerto.
Esto es tan cierto
Como los sacristanes
Tocan a muerto.
Subirásnos a la torre,
Bajarásnos al portal,
Tocarásnos el pandero,
Sacarásnos a bailar.
Un imposible me mata,
Por imposible me muero;
Un imposible me alcanza
El imposible que quiero.
Yo la vi pasar
Derechita a la pradera;
Yo la vi pasar
¡Ojala que no la viera!
Eres hermosa en extremo,
Hija de un Corregidor;
Siendo tus padres tan ricos,
No te hacen un jubón.
—Ya me lo están haciendo
De la cola de un ratón,
Y si no tenemos harto
De la cola de un lagarto.
Mi tiraste un limón,
Me diste en el pecho;
Todo lo puede el amor,
Que daño no me has hecho.
Al dar la hora el reloj,
Mi corazón se traspasa,
Al ver el tiempo que pasa
Sin acordarme de Dios.
¿Qué es lo que tu tienes,
morena, salada?
¿Qué es lo que tú tienes,
Que siempre estás mala?
¿Qué es lo que tú tienes,
Salada, morena?
%

¿Que es lo que tu tienes


Que siempre estás buena?
María, si vas al huerto.
Trae una rosa, por Dios;
No me la traigas abierta,
Que la quiero con pitón.
¿Dónde vas a por agua
Pimpollo de oro,
Rosa de Alejandría?
—Voy al arroyo.
¿Qué te das en esa cara
Que te reluce la frente?
—Me lavo con agua clara,
De los caños de la fuente.
Gasta la molinera
Ricos collares,
De la harina que roba
De los costales.
Gasta la molinera
Ricas pulseras,
De la harina que roba
De las talegas.
Gasta la molinera
Zapato blanco,
Y el pobre molinero
Anda descalzo.
A mi mujer y a la burra
Las he llevado a la feria;
Por la burra dan cien reales,
Por mi mujer ni una perra.
A mi mujer fui a vender
A la feria de Benavente;
No la quisieron comprar
Porque la faltaba un diente.
Tu llamas burra a la burra,
Porqne rebuzna y cocea,
Y yo por hacer lo mismo,
Le llamo suegra a mi suegra.
77

Dices que te has alabado


Que has estado en Zaragoza;
Pero no te has de alabar
Que te han llevado por loca.
La casa del Sr. Cura
Nunca la vi como ahora;
Balcones sobre balcones
Y el mirador a la moda.
La casa del Sr. Cura
Nunca la vi como ahora;
Las ventanas en sin tiestos
Y el gallinero sin pollas.
El Médico de mi pueblo
Es un hombre de talento;
Que si no respira uno,
Certifica que se ha muerto.
Si quieres ver a una moza
Con la cara colorada,
No tienes más que encajarla
Unas cuantas bofetadas.
No se yo lo que les pasa
Casi a todas las solteras,
Que no ven un hombre feo
En pasando de los treinta.
Ahora ha venido la moda
De patillas y flequillos,
Parecen las señoritas
Igual que los caballitos.
Desde que vino la moda
De la falda-pantalón,
Parecen las señoritas
Un paraguas y un bastón.
Ahora ha venido la moda
De los pañuelitos blancos,
Parecen las labradoras
Palomitas por el campo.
Dicen que está llorando
La molinera,
Porque los sus amores
Van a la guerra.
78

Yo también, madre mía,


Suspiro y lloro,
Porque a la guerra llevan
El bien que adoro.
Dame niña un vaso de agua,
Me estoy muriendo de sed;
Dámelo poquito a poco
Que yo me la beberé.
Yo no vengo por el agua,
Ni tampoco por la sed,
Vengo a decirte, morena,
Que yo te vengo a querer;
Ya se lo he dicho a tu padre,
Niña, a tu madre también,
Lo primero que me han dicho
Si soy un hombre de bien.
Hombre de bien si lo soy,
De mis padres lo heredé;
No tengo ninguna rama
Que me arrastre por el pie.
En el país de las Indias,
Donde más calienta el sol;
Donde nacen las palmeras,
Allí, niña, nací yo.
Para ser una dama
Del todo hermosa,
Ha de tener completas
Las siete cosas:
Delgada de cintura,
Larga de dedos;
La nariz afilada,
Los ojos negros;
La boca pequeñita
Y ancha la frente,
Las cejas arqueadas:
Ya están las siete.
Dicen que el sol es mi novio
Y la luna mi cuñada,
Las estrellas mis sobrinas.
¡Qué familia tan honrada!
Al sol le llaman, Don Carlos;
Y a la luna, Margarita;
79

A los luceros, facciosos,


Y a las estrellas, carlistas.
Hasta la mar ha llegado
Serrana, que eres hermosa;
Estando yo a sus orillas
No se decía otra cosa.
Una vieja fregando
Dijo a un puchero:
¡Ojala te volvieses
Mozo soltero!
Y el puchero la dijo
Con disimulo,
Ahí está el estropajo,
Limpíame el culo.
El anillo de mi dedo
Me lo regaló un sargento;
Por ello le llamo yo,
Anillo de regimiento.
A los guardias civiles
No les des agua;
Porque con el bigote
Manchan la jarra.
Te has echado saya verde
Por ver si te pues casar;
Has de rasgar esa otra
Y moza te quedarás.
Aunque te crezca la envidia,
Los celos y la pasión,
Te tengo de hablar a solas
Siempre que tenga ocasión.
Tienes el tejado bajo,
La chimenea muy alta;
Eso te quiere decir
Que eres pobre y vas muy maja.
No te enamores, buen mozo,
De las sortijas de plata;
Enamórate de aquella
Que en el campo bien trabaja.
No porque seas buen mozo,
Me enamoro de repente;
80

Primero quiero saber


Si vienes de buena gente.
Tienes unos ojos, niña,
Como piedras de molino;
Que parten los corazones
Como granillos de trigo.
Como eres tan buena moza,
Qué bien te caen los pendientes;
Como eres tan resalada
No te faltan pretendientes.
Que bien te está la mantilla,
El sastre que la cortó,
La dama que te la puso
Y el galán que te la dio.
Ya se sienten las cucharas
Y también los tenedores,
Ya se sientan a comer
Los dos ramitos de flores.
Mucho la quiero a mi madre,
Pero más quiero a mi suegra;
Porque me ha criado un hijo
Para que a mi me entretenga.
El Médico me ha encargado
Una muchacha de a treinta;
Yo prefiero dos de a quince,
Que me tiene mejor cuenta.
Catorce gallinas tengo
Y no riñen casi nunca,
Y si serían mujeres
No podrían estar juntas.
Más quisiera ser quinqué
Y por encima pantalla,
Que casarme con un mozo
Que no ha llegado a la talla.
Eres alta como un huevo,
Derecha como una hoz;
Blanca como el chocolate.
¡Buenas noches nos de Dios!
Tienes los morros de vaca,
Las narices de ternera.
81

Si en algo te he ofendido
Perdona, patas de yegua.
Eres hermosa en extremo,
Pero tienes una falta,
Que para tirar de un coche
Las herraduras te faltan.
Eres blanca como leche;
Colorada, como sangre;
Fresca, como la lechuga;
Fuerte, como el vinagre.
Tienes ojos de divina;
Los labios de leche y sangre;
Tienes los cabellos rubios
Como la Virgen del Carmen.
Una blanca vale un duro
Y una morenita cuatro,
Y yo como pobrecito
Me voy a lo más barato.
Desde que te estoy queriendo
Me está dando calentura,
Y luego saben decir
Que el amor todo lo cura.
Todos los enamorados
Tienen pleito con la luna,
La luna por alumbrarlos
Y ellos por andar a oscuras.
Esta noche rondo yo,
Mañana ronde quien quiera;
Esta noche rondo yo
La calle de mi morena.
Arriba, c.ompañeritos,
Abajo, no hay que temer;
Si nos llevan a la cárcel
Nos tendrán que mantener.
Vicente, Vicente,
¿Por dónde has andado,
Que la Dorotea
Por ti ha preguntado?
—Si pregunta, que pregunte.
A mi lo mismo me da;
Los amores que yo tengo
A mi no me han de olvidar.
Por la calle abajo va,
Una ensalada de frailes;
Fray Lechuga, Fray Pepino,
Fray Aceite y Fray Vinagre.
Tengo ganas de que pase
Por mi calle un policía;
Para que lleve a mi suegra,
Que está borracha perdida.
Tengo ganas de que pase
Por mi calle un calderero;
Pa comprar un almirez,
Que estoy harta de mortero.
Tortitas, tortitas,
Hace la Colasa,
Y el Tomasito
Se las amasa.
A la guerra me lleva
Mi bizarría;
Si tuviera dinero
No me expondría.

Es muy parecida a la seguidilla que trae Cervantes en el


a
capítulo xxiv de la 2. parte de su «Don Quijote de la Mancha».
A la guerra me lleva
Mi necesidad;
Si tuviera dinero
No fuera en verdad.

No me atrevo a asegurar cual es más antigua.


En el pueblo
Que no hay Alcalde,
Que no hay justicia,
Que no hay reloj;
Hasta las niñas
De quince abriles
83

Tiran la m.
Por el balcón.
¡Ay de mí,
Si me descuido,
Con un bacín!
Allá me voy yo
Con el pujavante,
Que soy herrador.
Vale más una criada
En el fregador fregando,
Que cincuenta señoritas
Con el su traje de baño.
¡Ay de que la lleva el aire!
¡Ay de que el aire la lleva!
¡Ay de que la lleva el aire!
El aire de mi morena.
Aunque me ves aquí sola
Arrimada a la pared,
No creas que soy escoba,
Ni con ella has de barrer.
Aunque vivo junto al charco,
No me caigo a la laguna,
Y aunque soy hija de pobre,
No tengo envidia a ninguna.
Más quisiera ser escoba
De barrer tus escaleras,
Que casarme con un viudo
Siendo yo moza soltera.
La rosita en el rosal,
Ella sola dice así:
¿Qué me sirve ser hermosa
Si no me cortáis de aquí?
Aunque vives en rincón,
Rosa, no estás olvidada;
Que en los rincones se crían
Las rosas más encarnadas.
Los mocitos de este pueblo
Gastan boina de seis reales;
Las mozas por no ser menos
Picos en los delantales.
84

El ramo de San José


Todos los años florece;
La vergüenza de los hombres
Se ha perdido y no parece.
Si me quieres dímelo
Y si no di que me vaya;
No me tengas al sereno,
Que no soy cántaro de agua.

Estribillos
Venimos de la función
Y hemos comido lentejas
Con orejas de lechón.
Baja Ramón,
Que aquí te espera
La comisión
De las bodegas.
Chun data chun,
Chun data.
En la botica
Ya no hay remedio
Para curarte,
Cara de cielo.
A la botica
No vayas sola
Que el Boticario
Gasta parola.
Yo me voy quinto,
Mi madre llora,
Y a mi morena
La dejo sola.
Y yo la digo
Que no me aguarde,
Que cuando venga
Ya será tarde.
Y ella me dice,
La descarada,
Pa cuando vuelvas
Ya estoy casada.
85

No quiero que a misa vayas,


Ni a la ventana te asomes;
Ni tomes agua bendita
De la mano de los hombres.
La sortija que me diste
Con las tres piedras azules,
Solo la tuve tres días,
Sábado, domingo y lunes.
La sortija que me distes
La cogí y la tiré a un pozo;
Ya no quiero más sortijas
De ningún alabancioso.
Tienes unos ojos, niña,
Pequeños, pero ladrones;
Que de día roban almas
V n & n n í » h o pr>fa-7r»tiae
Y de noche, corazones.
A la una, nací yo;
A las dos, me bautizaron;
A las tres, ya tuve novio;
A las cuatro, me casaron;
A las cinco, caí enferma;
A las seis, me recetaron;
A las siete, a la botica;
A las ocho, tomé un caldo;
A las nueve, ya difunta;
A las diez, me amortajaron;
A las once, misa de entierro;
A las doce, me enterraron.
Tienes unos ojos, niña,
Que si los pones a censo,
No faltará quien te dé
El veinticuatro por ciento.
Al pasar por el atajo
Tropecé el pie del cartero
Y le dije si traía
La ansiada carta que espero.
Casadita, dímelo,
Si te pega tu marido.
—Si me pega o no me pega,
Eso a ti no te lo digo.
86 ,

Viva quien trajo la moda


De los sombreros copalta:
Que a los hombres pequeñitos
Les disimula esa falta.
Al estribillo, madre,
Y al estribillo,
Una pulga saltando
Rompió un ladrillo.
La semana que viene
Vienen los sastres;
Si no vienen el lunes
Vendrán el martes.
Se hace alusión a la costumbre antigua que tenían los sastres
de ir a trabajar a los pueblos determinados días, al revés que
hoy, que van a buscarlos a las ciudades.
En tu puerta planté un guindo
Y en tu ventana un cerezo;
Cuando el guindo traiga guindas
Juntitos las comeremos.
De tu ventana a la mía
Me tirastes un limón;
Me pegastes en el pecho
Y me abriste el corazón.
-
De tu ventana a la mía,
Se pasea un golorito,
Con las patas coloradas
Y el pico de señorito.
A la puerta del molino
Me puse a considerar,
Las vueltas que da la rueda
Y las que tiene que dar.
A la entrada de este pueblo
Hay una piedra redonda,
Donde pican el tabaco
Los mozos que van de ronda.
Tengo celos de las flores
Que crias en tu ventana;
Porque acaricias y besas
Por las tardes y mañanas.
87

Si me quieres de balde
Toda soy tuya;
Pero por el dinero
Cosa ninguna.
Allá arriba, allá arriba,
Junto a Cidones,
Hay una botonera
Que hace botones;
Pero esta botonera
Tiene galbana,
Que hace botón y medio
Cada semana.
Si me quieres, te quiero;
Si me amas, te amo;
Si me olvidas, te olvido;
A todo me hago.
Cansadita vengo, madre,
De subir la cuesta arriba;
Pero vengo enamorada
De ver a Santa Casilda.
Debajo de tu ventana
Me están haciendo un vestido
De color de perejil,
Para que las envidiosas
Se acaben de consumir.
María, si vas al huerto,
Quítate las zapatillas;
Que con la flor del romero
Se te vuelven amarillas,
Pobrecito el arbolito
Que en el campo solo nace,
Que toda la fruta que echa
Se la comen los chavales.
María, que a todos das
Agua del cántaro nuevo,
Y a mí que no me la das,
Vov a la fuente por ello.
Eres como la verbena,
Que en el campo verde nace;
88

Eres como el caramelo,


Que en la boca se deshace.
El paseito de oro
Es muy bonito,
Por donde se pasean
Los señoritos.
Los señoritos llevan
En el zapato
Un letrero que dice:
¡Viva el tabaco!
Los señoritos
No comen peras,
Porque les entra
La cagalera.
Santander, puerto de mar,
Cuántos suspiros me debes;
Cuantas veces he pisado
Las sombras de tus paredes.
Como se pasea la Guardia civil
Por la carretera,
Así me paseo, por ver si te veo,
Con esa morena.
Como se pasea la Guardia civil
Por los arenales,
Así me paseo, por ver si te veo,
Con esa rubiales.
Mi burra está enferma,
No sé si curará;
Tendré que dormir con ella,
Por ver si la hago sudar.
Estando preso en la cárcel,
Un entierro vi pasar;
Era la pobre mi madre
Que la llevan a enterrar.
En el cielo, manda Dios;
En la Merindad, el Alcalde;
En la iglesia, el Sr. Cura;
Pero en mí, no manda nadie.
A la orilla del río
Sembré patatas,
Y salieron cangrejos
Con alpargatas.
A la orilla del río
Sembré piñones,
Y salieron cangrejos
Con pantalones.
¡Para que vas y vienes
Tanto el camino,
Si la molinerita
No te ha querido!
¿Cómo quieres que tenga
Lindos colores,
Si me los han quitado
Los tus amores?
Como quieres que te quiera
Y ponga el amor en tí;
Si eres como la veleta,
Tan pronto allí como aquí.
Estoy queriendo a una vieja
De catorce a quince años,
Y aunque tenga dieciséis,
En un año no reparo.
¿Que haces ahí, mozo viejo,
Que no te casas?
Que te vas arrugando
Como las pasas.
i
Te tienes por buena moza,
Buena moza uo lo eres;
Te tienes por resalada,
¿Dónde está la sal que tienes?
Mi marido fué a las Indias
En busca de un capital;
Trajo mucho que decir
Pero poco que contar.
Manzanita azul y verde
¿Quién te ha quitado el color?
90

No me lo ha quitado nadie,
Que no lo tenía yo.
Manzanita colorada
¿Cómo no te caes al suelo?
Toda mi vida he andado
Por alcanzarte y no puedo.
Madre mía, que desgracia
Que tenemos las mujeres,
Esperando los maridos
Por la noche cuando vienen.
El uno, viene borracho;
El otro, ya viene alegre,
Y el otro viene diciendo:
Palos en estas mujeres.
Llévala de canto en canto,
Llévala de peña en peña;
Que no se moje el zapato
Ni el calado de su media.
Una estrella se ha perdido
Y en el cielo no parece;
Abre, niña, la ventana,
Que en tu cuarto resplandece.
Ya te he dicho que no vayas
A la misa que voy yo;
Ni tu rezas, ni yo rezo,
Ni estamos con devoción.
El domingo, busqué novia;
El lunes, me la entregaron;
El martes, dormí con ella,
Y el miércoles, la di un palo.
El jueves, se puso mala;
El viernes, la confesaron;
El sábado, se murió,
Y el domingo, la enterraron.
Como se mene
La trucha en el agua,
Así se menea
Tu cuerpo, salada.
Como se menea
La trucha en el río;
91

Como se menea
Tu cuerpo y el mío.
Eres, eres, eres, eres,
Eres, eres y serás,
Entre todas las mujeres,
Una como las demás.
Algún día por verte
Dinero daba,
Y ahora por no verte
Vuelvo la cara.
Aunque soy pequeflita
Dice mi padre:
Más vale plata en casa
Que oro en la calle.
Por curiosa que sea
La lavandera,
Siempre tendrá mojada
La delantera.
Una vieja y un viejo
Bailaban juntos;
No hay que tenerles miedo
A los difuntos.
Dice la lavandera:
Este es mi sino,
La cabeza bajada
Y el culo pino.
Como quieres, niña,
Que te venga a ver;
Si vengo del campo
Al anochecer.
Mientras me preparo
Y arreglo el ganado,
Cuando voy a verte
Ya te has retirado.
De tu ventana a la mía
Se pasea una culebra;
Dicen que pica, que pica,
Más pica la mala lengua.
92

En el monte nací yo,


Donde nació la verbena;
Más vale no haber nacido
Para estar en tierra ajena.
A mi mujer y a mi burra
En la cuadra examiné,
Y tenía más talento
La burra que mi mujer.
Tienes los ojitos negros;
Tienes la boquita roja,
Con el pelo ensortijado
Y bonita la persona.
Si vas a Baracaldo,
Baracaldesa,
Llévame la mochila
Que poco pesa.
El demonio a la oreja
Me está diciendo:
No reces cada día,
Sigue durmiendo.
¡Viva María!
¡Viva el Rosario!
¡Viva Santo Domingo
Que lo ha fundado!
Niña, dile a tu madre
Que te empapele;
Que a las empapeladas
Nadie las quiere.
María sé que te amas
Y el apellido no sé;
Cuando pase por tu puerta
María te llamaré.
Cada vez que paso y veo
Que a la ventana no estás,
Voy acortando los pasos
Por ver si te asomarás.
Cada vez que paso y veo
La puerta del camposanto,
Le digo a mi corazón:
Aquí tendrás tu descanso.
93

Para una vez que te dije


Péiname Juana,
Me tiraste los peines
Por la ventana.
Me quisiste, me olvidaste,
Me volviste a querer;
Zapato que yo desecho
No me lo vuelvo a poner.
Quítate de esa ventana
Cara de sardina frita;
Que eres capaz de asustar
A las ánimas benditas.
Canta compañero, canta,
Canta bien y canta fuerte
Que la cama de mi novia
Está en hondo y no lo siente.
- Si está en hondo y no lo siente
Habrás dormido con ella.
—Un día que estuvo mala
Subí con su madre a verla.
Ábreme la puerta,
La puerta de la calle,
Que esta noche vengo
A hablar con tu padre.
Si vienes del baile
¿Con quien has bailado?
Con la mejor chica
Que había en el prado.
Amor mió si te vas,
Me escribes en el camino,
Y si no tienes papel
En el ala un palomino.
San Antonio bendito
Tiene un cerdito;
Que no come ni bebe
Y está gordito.
San Antonio bendito,
Ramo de flores,
A las descoloridas,
Dalas colores,
94

Y a las coloraditas,
Más y mejores.
Pajarito lisonjero,
Que al río vas a beber;
Ya te han quitado la rama
Que te solías poner.
En este pueblo, señores,
Hay tres mozas que rondar,
La Mocosa, la Pirula
Y la Morros de orinaf.
Por la calle abajo van
Las cuatro amigas del alma;
La Tetuda, La Morruda,
La Tuerta y la Maltrazada.
Como quieres que te dé
Lo que no te puedo dar,
La cinta de mi sombrero,
Si no la puedo quitar.
Estudiantes que estudiáis
En libros de Teología
¿Cuál es el ave que mama
Y tiene tetas y cría?
Por la mañana, rocío,
Por la mediodía, el sol,
Por la tarde, los mosquitos,
No dejan hacer labor.
• •
Debajo de tu ventana
Tengo un puchero de miel,
No se lo digas a nadie
Que lo vamos a comer.
Debajo de tu ventana
Tengo un puñal escondido,
Para matar a tu padre
Si no te casas conmigo.
A tu madre la he visto
El as de copas,
A tu padre el caballo
Y a ti la sota.
95

Pimpollito, pimpollito,
Ya te vas volviendo rosa;
Ya se va llegando el tiempo
De decirte alguna cosa.
A la mar tiré un tiro
Y a la arena cayó;
Morena, resalada,
Quien te quiere soy yo.
A la mar que te vayas,
Querido Pepe;
A la mar que te vayas,
Iré por verte.
No me vengas con pinturas,
No me seas pinturera;
Una novia que yo tuve
La dejé por pinturera.
Devuélveles a las rosas
El color que las robastes;
Tu de nada necesitas
Para parecer un ángel.

El día que yo me muera


Tu no vayas a mi entierro;
Pues si ven llorar a un ángel
Creerán que me condeno.
Quien tenga penas, que pene,
Que yo no tengo ninguna;
Porque una pena que tuve
La jugué a la treinta y una.
Aquél pajarito madre
Que canta en la verde oliva,
Dígale V. que no cante,
Que su canto me cautiva.
Micaila, Micaila,
Subila y bajáila;
Ponía una toquilla
Veráis como baila. ;
Que no, que si,
Que tengo novio;
96 ;

Que si, que no,


Se llama Antonio.
Por donde quiera que vayas
Te tengo seguir los pasos,
Y si estás enamorada
No me tengas engañado.
Aunque tu madre te meta en un cofre,
No te faltará quien te ronde de noche;
Aunque tu madre te meta en el arca,
No faltará quien te ronde la casa.
A la mar tiré un tiro,
A la arena pegó;
Confianza en los hombres
Nunca la tuve yo.
A la mar fui por naranjas,
Cosa que la mar no tiene;
Metí la mano en el agua,
La esperanza me mantiene.
Al entrar en este pueblo
Lo primero que se ve;
Es una fuente sin agua
Y un molino sin moler.
Me ha dicho mi madre
Que no coma perdiz;
Porque me hace en las tripas,
Cuchichí, Cuchichí.
Melilla, ya no es Melilla,
Melilla es un matadero,
Donde matan a los mozos
Como si fueran corderos.
Aunque viejo, Chichorrín,
Y le quede poco pelo,
Sus dulces siempre'dirán
Hasta los chupos me dedo.

Este cantar de «Chichorrín», confitero y vate popular de


Pradoluengo, me recuerda otro popular que dice:
Cuando los cantitos gallan
Y cuando los ladridos perran,
97

Tengo los tiesos tan oídos,


Que hasta las tiemblas me piernan.
Cuando rompe la mañana,
Mueve el viento los maizales,
Y brilla la luz temprana
En peñas y barrizales.
Delante de los bueyes
Va el carretero,
Con paso perezoso
Cantando quedo.
Tabernero, tabernero,
Echa vino y no eches agua;
Más vale que cante yo
Que no que cante la rana.
Si te pega tu marido
No te tienes que enfadar;
Te pega porque te quiere,
Porque te quiere pegar.
Mi amante es alto y buen mozo,
No es por alabanza mía,
Que cuando va por la calle
Todo el que le ve, le mira.
Asómate a esa ventana,
Si te quieres asomar;
La cigüeña está en la torre
Si la quieres ordeñar.
De Burgos a Monasterio
Cuatro lugares se hallan;
Gamonal y Villafría,
Rubena y Quintanapalla.
En este pueblo no hay mozos,
Solo hay uno sin cabeza,
Y a este le tiene su madre
Por espantajo en la huerta.
Allá va la despedida,
La que dio Cristo en el soto;
La que no tenga marido,
Que se venga con nosotros.
98

Adiós, que ya me despido,


Como el sol de las paredes,
Que por la tarde se va
Y a la mañanita vuelve.
La despedida le doy,
La despedida y no puedo;
Que despedirme de ti
Es despedirse del cielo.
Allá va la despedida,
La que echó Cristo en Belén;
Con un reqaiescant in pacis,
Réquiem eternam. Amén.

i

CAPITULO V
1.—Bailes y canciones populares.

1. Empezaremos estos bailes y canciones por La Tarara, que


es baile y canción a la vez, muy antiguo y que se conoce en va-
rias provincias de España. Es un baile al agudo o que sus com-
pases son muy rápidos y cuyo nombre procede del estribillo; su
letra se compone de una canción breve, y después de coplas, a
todas las cuales se agrega el estribillo.
TV
Dicen que no me quieres
Por una duda;
Colorada es mi sangre
Como la tuya.
Aire que se va,
La niña a la ribera;
Aire que se va,
Que el ámbole la lleva.
Una vuelta al corro
Con su sal y todo;
Que la chimenea
Toda se menea,
Que se está caendo,
Que ya se cayó.
La laxara, si,
La Tarara no,
La Tarara si
Que la bailo yo.
Ella se menea,
Ella se jalea,
100 _ ,

Ella da una vuelta,


Ella se cayó.
La Tarara si, etc.
Le da vuelta al torno,
Y ella se menea,
Ella zarandea,
La punta del pie.
La Tarara si, etc.
La Tarara tiene
Un grano en el c,
Acudid muchachas
Que ya está maduro.
La Tarara si, etc.
La Tarara tiene
Un delantal blanco,
Que no se la mancha
Aunque fué al barranco.
La Tarara si, etc.
Tiene la Tarara
Un vestido blanco,
Que solo se pone
En el Jueves Santo.
La Tarara si, etc.
Tiene la Tarara
Unas pantorrillas,
Que parecen palos
De colgar morcillas.
La Tarara si, etc.
Tiene la Tarara
Una manteleta,
Que se la ha ganado
Haciendo calceta.
La Tarara si, etc.
Tiene la Tarara
Unos calzoncillos,
Que de arriba a abajo
Todos son bolsillos.
La Tarara si, etc.
Tiene la Tarara
Unos pantalones,
101

Que de arriba a abajo


Todos son botones.
La Tarara si, etc.
Tiene la Tarara
Un dedito malo,
Que no se la cura
Ningún cirujano.
La Tarara si, etc.
Tiene la Tarara
Un ramo de frutas,
Y si se las pido
Me da las maduras.
La Tarara si, etc.
Tiene la Tarara
Un cesto de flores,
Y si sellas pido
Me da las mejores.
La Tarara si, etc.
La Tarara vende vino,
La Tarara vende pan,
La Tarara el aguardiente,
La Tarara el azafrán.
La Tarara si,
La Tarara no;
Taranta mía
De mi corazón.

LA TIRANA
Otra canción antigua, que recuerdo haberla oído a mi madre
de una manera incompleta; es La Tirana muy corriente en el
primer tercio del siglo xix. Era un aire español cuyo movimiento
era pausado y de tres tiempos; su forma métrica eran los can-
tares comunes de cuatro versos octosílabos y asonantados; sin
embargo, también había canciones de Tirana que se componían
del expresado cantar y un estribillo que sólo consta de ocho
versos a modo de seguidillas.
La Tirana de dulces amores,
La que sabe de tiranizar.
102

A las horas del fuerte bochorno


Don Ignacio y Don Diego vendrán,
Jugaremos al truco, retruco;
¡Ay! ¡Qué risas, qué fiestas que habrá!
Porque el sol no nos ponga morenas
Sombreritos hemos de llevar.

EL TREPOLETE

De esta canción y baile a lo llano se ocupó el Sr. Olmeda en


su Cancionero Popular de Burgos; pero de una manera incom-
pleta que yo quiero ahora subsanar. Dice que en los partidos de
Castrojeriz, Lerma y Briviesca llaman a este canto coreográfico
el Trepoletré, y en los de Roa, Aranda y Salas de los Infantes,
la Geringoza o Peringoza, y yo añado, que en los de Burgos y
Villarcayo, el Trepoleté; en el de Lerma, el Tenterenten; en el
de Villadiego, el Trempolentren; en Extremadura, la Ciringon-
cia de un fraile, y antiguamente, la Gerigonza del Fraile; cuya
letra, más pesada que la moderna, nos conservó D. Tomás Se-
garra en su rarísima colección de Poesías Populares, publicadas
en Leipzig, F. A. Brockhaus, 1862.

Baile usted y ande usted por el aire


Que esta es la Gerigonza del Fraile,
Con su Gerigonza.
¡Ay! Que bien que la baila ese mozo.
Dicen cantando
Que a ese mozo le gusta el fandango.
Dejarle solo, dejarle solo. (Queda solo bailando).
¡Ay! Que bien que la baila ese mozo.
Dicen cantando
Que a ese mozo le. gusta el fandango.
Busque compaña. (Busca compañía).
T}ni\n «ct-aA v nnAa <to+ar) r«i~n- e l oit-Q
Baile usted y ande usted por el aire
Que esta es la Gerigonza del Fraile,
Con su Gerigonza.
¡Ay! Que bien que la baila esa moza,
Dicen cantando
Que a esa moza la gusta el fandango.
Dejarla sola, dejarla sola. (Queda sola bailando).
^ ^— » 1 1 i _ !—_ _ 103

Modernamente se ha modificado algo la música y letra de


este baile, haciéndolas de aire más ligero y aun variándolas, se-
gún las localidades. Esta diversión suele utilizarse para pasar
alegremente las veladas o tresnochos, donde los hombres ha-
blan de sus asuntos, las mujeres hilan y las mozas y mozos
cantan y bailan, y también por el día, en los de fiesta, como
pasa en el Valle de Valdivielso, y aun en las ruedas que forman
las muchachas solas en Torresandino. Generalmente se reúnen
gran número de mujeres y de hombres en lugar a propósito, don-
de suelen lucir sus habilidades coreográficas los bailarines, pues
se ha de advertir que éstos bailan solos, una vez una mujer y
otra vez un hombre, como lo indica el cantar, cuyo contenido ha
de seguir o imitar el bailador, so pena de un crédito muy ver-
gonzoso como tal. Para animarles y aun para cansarles, los
cantadores y el que toca algún instrumento, aunque sea unos
hierrillos o formado de cañas a las que hieren con un cuerpo
duro, agregan letrillas y más letrillas.
Puesta una pareja en el centro del local, comienzan todos a
cantar a lo llano una copla de cuatro versos, como ésta:
Y eres hermosa en el dar
Y graciosa en el pedir;
Para todo tienes sal,
Hasta en el mismo dormir.

Y ahora viene el estribillo, que varía según los lugares y se-


gún quede bailando solo hombre o mujer. Cuando queda ésta:
La Gerigonza,
Por lo bien que la baila esta moza
Déjala.sola.

A el|Tenterentén,
Que déjela usted
Sola, sola.

Y al Trempolentrén,
Í Allá va dama
Por usted.
ió4
Al Trepoleté,
Que déjela usted
Sola, sola.

Al Trepoleté,
Que yo quiero bailar con usted.
Déjala>ola, sola,
Sólita, sola.

Esto lo repiten varias veces, entre tanto que se retira el com-


pañero y se prepara la mujer para bailar, siguiendo el compás
de la letra, que acostumbra ser muy vivo.
Que la quiero ver bailar
Danzar y saltar,
Y escaramucear,
Y andar por el aire,
Aire, aire, aire;
Bailar a lo bobo
Y dale que dale,
Y esta es la tonadilla
Que trajo un fraile,
Fraile franciscano,
Francisco fraile.
Que busque uno de su gusto
Que la acompañe.

Busca en efecto uno de su simpatía, y puestos los dos en


medio de la sala, comienza otra vez el baile con la consabida
copla, y después este estribillo, retirándose la dama cuando lo
indique la letra.
A el Trepoleté
Que yo quiero bailar con usted.
Dejádmele solo
A mi perindolo,
Que le quiero ver bailar
Danzar y brincar,
Y escaramucear
Y andar por el aire,
Aire, aire, aire,
Bailar a lo bobo
Y dale que dale.
=- : í ! i 105

Esta es la tonadita
Que trujo un fraile,
Fraile francisco
Francisco fraile,
Que descalzo y desnudo
Va por la calle.
Busca una amiga tuya
Que te acompañe,
Con una jarra de vino
Y una merienda
Para esta tarde.
Afie, añe, añe,
Para esta tarde.

Escogida, suelen cantar al salir la dama:


Ahora, si que ha salido;
Ahora, si sale;
Ahora si que ha salido
La que algo vale.

Las siguientes tonadas y bailes, confieso que no son solo


peculiares del país burgalés; pero hace mucho tiempo que se
cantan y bailan en él.

LAS CARRASQUILLAS

El baile de la Carrasquilla
Es baile muy disimulado,
Que se hinca la rodilla en tierra

Que tómalas allá,


Dáselas a aquel majo
Que yo no quiero más,
Que tómalas allá.
El baile de las Carrasquillas
Es un baile muy disimulado,
Que en hincando la rodilla en tierra
Todo el muedo se queda parado.
Este baile se baila de espaldas:
Mariquita, menea esas faldas;
Mariquita, menea esos brazos,
1ÓÓ - 1 , ,

Y a la media vuelta se dan los abrazos.


En mi tierra no se usa eso,
Que se usa un abrazo y un beso.

Se ha de advertir que solo se acostumbra este baile entre


niñas.
LAS CARBONERILLAS
En Torresandino, durante la Cuaresma, en que está prohibi-
do el baile, acostumbran a subir mozos y mozas al término que
llaman Castillo, donde hay una explanada que sirve de era, y
allí danzan y bailan en rueda las Carbonerillas, agarrados de la
mano; una moza se pone en medio y saca á un mozo, y luego
éste hace lo propio con otra moza después de haber cantado:
¿Dónde son las Carbonerillas?
¿Dónde son las del carbón?
Del orégano, orégano, madre,
Del orégano, orégano, son.
¡Quién dirá que soy casada!
¡Quién dirá que tengo amor!
La viudita, la viudita,
La viudita se quiere cesar
Con el conde, conde de Cabra,
Conde de Cabra, de este lugar.
—Yo no quiero al conde de Cabra,
Conde de Cabra ¡triste de mi!
Yo no quiero al conde de Cabra,
Conde de Cabra ¡si no es a tí!

Entonces el que se ha quedado en el centro, según sea hom-


bre o mujer, pregunta: ¿Me quieren todas o todos? Y contestan
los demás: Todas o todos; y al mismo tiempo echan a correr, y
cuando haya pillado una moza a un mozo o viceversa, vuelven
todos a la rueda.
ENTRADILLAS
En el mismo pueblo se suelen cantar estas Entradillas, unas
veces agarrados y otras en rueda, con el aire del vals.
La primera Entradilla
Que el amor tiene,
to*

Santas y buenas noches


Tengan ustedes.
La segunda se arrima
Más a lo vivo,
Y la dice a su dama:
¿Que tal te ha ido?
- La dama le contesta:
A mi, bien, gracias;
Pero tengo que darte
Las calabazas.
— Las calabazas, niña,
Son forasteras.
—Me han dicho que tienes
Amores fuera.
— Si te lo han dicho, niña,
Te han engañado;
Te han puesto la cabeza
De medio lado.
—A mi no me la ponen
Tan fácilmente,
Que si firme estoy ahora,
Firme estoy siempre.
Cuando vienes a verme
Vienes tan tarde,
Que me estoy desnudando
Para acostarme.
—Si te estás desnudando
Échate a vestir,
Que hartos malos ratos
Paso yo por ti.
- Si pasas malos ratos
Me los perdonas,
Que para eso eres dueño
De mi persona.
—De tu persona, niña,
Ya lo se que soy;
Pero me falta un rato
De conversación.
108

CANCIÓN DEL GURÍ, GURÍ


Esta canción, genuinamente burgalesa, se canta todos los
años por tiempo de Carnaval.
Con el gurí, guri, gurí,
Que lleva la boticaria,
Parece que va diciendo
Del junquillo sale el agua.
Del junquillo sale el agua
Y del agua la frescura,
Y de tu cara salada
Salen rayos de hermosura.
Del junquillo sale el agua,
De Villarcayo las hojas,
Y de la ciudad de Burgos
La flor de mozos y mozas.
Del junquillo sale el agua,
De Medina sale el sol,
De Villarcayo los rayos,
¡Alégrate corazón!
¡Alégrate corazón!
Aunque sea por la tarde,
Corazón que no se alegra
Nunca cría buena sangre.

LOS CARBONEROS
Los carboneros
Por las esquinas
Van pregonando
Carbón de encina.
La confianza,
Leña de roble,
Que la firmeza
No está en los hombres,
Ni en las mujeres,
Que está en el tronco
De los laureles.
No está en el tronco
Ni está en la rama,
Que está en los ojos
De una serrana.
109

De una serrana
Descolorida
Me roba el alma,
También la vida
Y el corazón.
Vamonos todos
A la función.
Y a dos pesetas
Vendo el carbón
Que a siete reales
La compro yo.

Canciones de corro o de rueda


LA PASTORA

Estaba una pastora,


Larán, larán, larito,
Estaba una pastora
Cuidando el rebañito.
Con leche de sus cabras,
Larán, larán, larito,
Con leche de sus cabras
Mandó hacer un quesito.
El queso estaba hecho,
Larán, larán, larito,
El quesp estaba hecho
Se lo comió el gatito.
La pastora enfadada,
Larán, larán, larito,
La pastora enfadada
Mató a su gatito.
Se fué a confesar,
Larán, larán, larito,
Se fué a confesar
Con el Padre Agapito.
Acusóme ¡oh Padre!
Larán, larán, larito,
Acusóme ¡oh Padre!
Que he matado al gatito.
De penitencia te echo,
Larán, larán, larito,
110

De penitencia te echo
Que reces un crédito.
El credo está rezado,
Larán, larán, larito,
El credo está rezado
Y este cuento se ha acabado.

EL MOZO VIEJO
Que haces ahi, mozo viejo
Que no te casas,
Que te vas arrugando
Como las pasas.
Que, resaladita,
Que, dame la mano.
Dámela con firmeza
De enamorado.
Que, resaladita,
Que, dame la mano.
Que salga la madama
Vestida de marinero,
Aunque no tenga dinero
Será carita de cielo.
Que salga ja madama
La dama de mi querer,
Los pollos en la cazuela
Son pocos y saben bien.
Ni son para ti mi vida,
Ni son para ti mi bien, •
Que son para las Elisas
Que los saben componer.
Ese cuerpo, ese talle,
Ese gracioso meneo,
Ese cuerpo tan bonito
Que vale tanto dinero.

LA PAJARA PINTA
Estaba la pájara pinta
Sentadita en el verde limón,
Con el pico picaba la hoja,
Con el pico picaba la flor.
¡Ay mi amor!
¡Ay! ¡ay! cuando veré a mi amor,
111

¡Ay! ¡ay! cuando le veré yo.


Me arrodillo a los píes de mi amante
Fiel y constante.
Dame la mano,
Dame la otra;
Dame un besito
De tu linda boca
Y métete monja.
Daremos la media vuelta;
Daremos vuelta entera;
Daremos un paso atrás;
Pero no, pero no, pero no,
Pero no que me da vergüenza.
Pero sí, pero sí, pero sí,
Amiguita, te quiero a ti.

LA MODISTA
En casa de una modista
Doña Consuelito entró
A que le hagan un vestido
De la moda que sé yo.
Coleta larga;
La flor delante;
Doce bullones,
Doce volantes.
La modistilla
La respondió:
Como usted quiera
Se lo haré yo.
El vestido estaba hecho
Y a casa se lo llevó;
Salió Doña Consuelito
Toda llena de ilusión.
¡Ay! que vestido
Tan elegante,
Poco me importa
Poder pagarle.
De quince duros
Que la importó,
Con real y medio
La despidió.
La modistilla,
112

Triste y llorosa,
Se fué a su casa;
El maridito la dice:
¿Qué te ha pasado?
Con real y medio
Me ha despachado.
Esa mujer está loca;
Pero ¡válgame el Señor!
Al decir estas palabras
Doña Consuelito entró.
Aquí venimos
A complacerte
Con veinte duros
En un billete.
Y lo que sobra
Es para tí,
Para que compres
Un maniquí.

LAS HIJAS DE MERINO

Mamá, si me dejas ir
Un poquito a la Alameda
Con las niñas de Merino
Que tienen buena merienda.
Al tiempo de merendar
Se perdió la más pequeña;
Su padre la fué a buscar
Calle arriba, calle abajo,
Calle de Santo Tomás,
Y se la encontró en la acera
Hablando con un galán
Que estas palabras decía:
«Contigo me he de casar
Aunque me cueste la vida.»
Mi abuelo tiene un peral
Que cría las peras duras
Que tardan en madurar.

Esta canción procede de Vitoria, como lo acredita la familia


y el paseo que se citan, pero en Haro hicieron una variante en
. _ 1 113

la que metieron la familia de Lerín, allí muy conocida, donde la


cantan, como en Burgos, de esta manera:
Mamá si me dejas ir
Un momento a la Alameda
Con las hijas de Lerín
Que llevan buena merienda, etc.
Y en la ramita más alta
Hay una tórtola herida
Que por el pico echa sangre
Y con las alas decía:
«Que tontas son las mujeres
Que de los hombres se fían.»

LA DESPEDIDA
La niña. —Adiós amigas mías
Me voy a retirar.
Las demás.—Espérate un poquito,
Que vamos a jugar.
La niña.— Por hoy no me es posible.
Las demás.—¿Pues, qué tienes que hacer?
La niña.— Lo que mi buena madre
Se sirva disponer.
Me ha dicho que esta tarde
Sin falta esté a las seis,
Y el motivo, las niñas,
No han de saber cual es.
No quiero averiguarlo,
Pues solo es mi deber
A mi madre querida
Al punto obedecer.
Las demás.—Razón tiene esta niña
Y así sin vacilar
Nosotras aplaudimos
Su modo de pensar.
La niña.— A casa voy al punto
Pues es mi obligación;
Un beso quiero daros.
Las demás.—Nosotras a ti dos.
La niña.—Adiós, amigas mías.
Las demás.—Adiós, adiós, adiós.
Por algunas canciones que voy a copiar enseguida, se obser-
114

vara que nuestra poesía popular no está estacionada, sino que


se va renovando merced a otras nuevas que se van infiltrando
en el pueblo por la bondad de su música o de su letra.
*
LA FALDA DE PERCAL
Ahora si que estoy contenta
Con mi falda de percal.
Ahora si que estoy contenta
Y la llevo sin cesar;
Cuando voy a coger flores
Siempre llevo mi faldita;
Cuando voy a coger flores
Y me sirve de cestita.
Trinque, trinquete,
Trinque, trincón.
Si señor,
Mi faldita
.
La falda más bonita.
¡Ay! si señor.
¡Ay! si señor.
Cuando voy a trabajar
Llevo siempre mi faldita;
Cuando voy a trabajar
La llevo recogidita.
Trinque, trinquete,
Trinque, trincón.
Si señor,
Mi faldita
La falda más bonita.
¡Ay! si señor.
¡Ay! si señor.

¡OH MARI! [¡OH MARI!


Mujer de mis encantos,
Divina luz del alma,
Escúchame con calma,
Verás lo que es amor.
Por ti sufriendo vivo;
Sin tí vivir no puedo;
Por tí sufriendo muero;
Esta vida no es vivir.
¡Oh Mari! ¡Oh Mari!
115

Si no puedo lograr mi intención,


Quiero morir.
¡Oh Mari! ¡Oh Mari!
Soñé que me querías,
Qué dulce fué aquel sueño;
Soñé que era tu dueño.
¡Qué triste al despertar!
Soñaba estar despierto
Y el sueño me quitaste;
Mi perdición lograste,
Y no volví a soñar.
¡Oh Mari! ¡Oh Mari!
Si no puedo lograr mi intención
Quiero morir.
¡Oh Mari! ¡Oh Mari!

LA "RAMERA"
Cuando voy a la ramera
Se me olvidan los ramales;
No se me olvida una niña
Que habita en los arrabales.
Tengo de subir al árbol;
Tengo de cortar la flor;
Se la daré a mi morena
Que la ponga en el balcón.
Que la ponga en el balcón,
Que la deje de poner,
Tengo de subir al árbol,
Una flor he de coger.

LA HUÉRFANA
Una tarde de verano,
De las que alumbran los cielos,
« Una linda muchachita
Penetró en el cementerio.
Al verla tan triste y sola,
Sin poderme contener
¿Para quien son esas flores,
Niñita? la pregunté.
Son para mi amada madre,
Respondió con sencillez;
116

Por eso visto de luto


Y está pálida mi tez.
Cuando mi madre moría
A la mar me fui a llorar,
A preguntar a las olas
Si han visto a mi amor pasar.
Las olas enternecidas
Empezaron a bramar,
No llores, niña, no llores,
La Virgen te amparará.
Otra vez enternecidas
Empezaron a bramar
No llores, niña, no llores,
Tu madre en el cielo está.
¿Dónde estás,- madre mía,
Madre mía, dónde estás,
Que te busco en los mortales
Y no te puedo encontrar?
En la tumba de una madre
No hay una flor que se seque,
Mientras que una buena hija
Con sus lágrimas las riegue.
Desde que tus ojos, madre.
Me han cesado de llorar,
Este mundo engañador
Me mira con falsedad.
La otra noche yo soñaba
Que con mi madre dormía,
¡Oh que sueño tan feliz
Que tenía el alma mía!

LA PALOMA
Iba una paloma sola,
Con mucha cola,
Con mucho afán.
Los pichones la dicen:
Paloma, mire que usted sola
Va usted muy mal.
¡Triste de mi!
Dijo el pichón,
Con la paloma
Daría yo la desazón.
._ : 1 117

Canción muy generalizada


Ramón del alma mía,
Del alma mía Ramón;
Si te hubieras casado
Cuando te lo dije yo,
Estarías ahora
Sentadito en el balcón,
Ganando cuatro cuartos
Para un pan de munición.
Pasaron cuatro carros
Cargados de provisión,
Dos para Rubena
Y otros dos para Arlanzon.

LA PURRUSALDA

Si quieres que te cante


La purrusalda;
Quítate la camisa
V quédate en faldas.
Si quieres que te cante
La purrusalda;
Si te pica la mosca
Arráscatela.
Si quieres que te cante
Los Evangelios;
Quítate la camisa
Quédate en cueros.
Mañana voy a Burgos,
Ven tu si quieres;
Verás y veremos
Los chapiteles.
-
Estas son coplas de la canción antigua que siempre han lla-
mado en tierra de Burgos «La Purrusalda», como me aseguran
María Luz González, del pueblo de Bocos; Concepción Sevilla
Alberdi y Florencia Fraguas, de Castrillo del Val. De manera
que hay que poner en cuarentena lo que nos dice D. Federico
Olmeda en su Cancionero Popular de Burgos, página 10: «En
uno de estos viajes tuve noticia del gran éxito obtenido entre la
118 '' •••'••»,• • |

gente popular de Bilbao por una canción de origen muy proba-


blemente castellano y acaso burgalés y que allí apellidaron con
el nombre de «Purrusalda» o «Porrusalda». ¡Cosa rara! Después
que allí la sobrepusieron ese nombre en muchos pueblos de Bur-
gos no se la llama de otro modo; sin duda el cruce de mineros
la han portado y transportado con estas consecuencias: esta
canción va señalada con el número 21 en las canciones «Al
Agudo», y es uno de tantos agudillos castellanos recogidos por
mí en muchos sitios, y especialmente en Villanasur Rio de Oca
(Burgos), de una jovencita que entonces tenía la infantil edad de
86 años, María Yela, la cual la había aprendido cuando real-
mente era pequeña; el texto varía en los distintos sitios, en
Alarcia decían: (Aquí trae la última copla que acabamos de trans-
cribir).»
Ni en Bocos, ni en Castríllo del Val no se recuerdan mineros
que hayan estado en Bilbao, y, sin embargo, el canto y baile de
la Purrusalda se conocen desde hace mucho tiempo con este
nombre; por eso la afirmación que hace Olmeda de que este
nombre lo transportaron dichos mineros es temeraria- e indigna
de creerse; porque es un canto antiguo burgalés, como sospecha
el mismo Olmeda, y aun sostiene que es uno de tantos agudillos
castellanos recogidos por él, y la citada María Yela se lo con-
firma. Purrusalda sí que es una palabra vasca, pues así llaman
en Bilbao a un guisado hecho con patatas, un poco de bacalao y
puerros, de donde se conoce tomó el nombre; pero eso no obsta,
porque en la provincia de Burgos se conservan muchas palabras
del antiguo vascuence, especialmente en nombres geográficos.
En Bilbao tienen una costumbre singular en este baile, y es que
al final el compañero arroja a la mujer al torbellino de los
bailarines.
1
n<.vr.9,íB *KÍ. on:o> , i . .i ) K.J^¿f^i»tí ob mmí m obfirn
LA PANDERETERITA
Pandereterita hermosa,
Panderetera,
No te vayas, si no quieres
Que yo me muera.
m
Estando mi amor ausente
Subió' mi pena a la boca,
Y mientras baila la gente
Estoy toca que te toca.
Y esta es la penita
Que paso por ti,
Los mozos bailando
Me dicen dicen así:
Pandereterita hermosa,
Panderetera,
No te vayas, si no quieres
Que yo me muera.
Pandereterita hermosa,
Sigue bailando,
Porque la mi pandereta
Sigue tocando.
Estando mi amor ausente
Subió la pena a la boca,
Y mientras baila la gente
Ella toca que te toca.
Esta es la penita
Que paso por tí,
Los mozos bailando
Me dicen asi:
Pandereterita hermosa,
Sigue bailando,
Porque la mi pandereta
Sigue tocando.

Al pasar el arroyo,
De Santa Clara, '
Se me cayó el anillo
Dentro del agua,
Por coger el anillo
Cogi un tesoro,
Una Virgen de plata
Y un Cristo de oro;
Una Virgen del Carmen
Y un San Antonio

San Antonio bendito,


Por Dios te pido,
120

Que me des buena suerte


Y un buen marido,
Que no fume tabaco,
Ni beba vino,
Ni se vaya con otra
Si no conmigo.

Casóme mi madre,
Casóme mi madre,
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
Chiquita y bonita,
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
Chiquita y bonita
(Así se repiten los demás
versos con el estribillo)
Con un chico rubio
Que yo no quería.
A la media noche
El picaro se iba;
Le seguí los pasos
Por ver donde iba;
Ya le vi entrar
En ca su querida;
Me puse a escuchar
Por ver que decía,
Y le oí decir:
«Pichona, querida,
Te tengo de dar
Sayas y mantillas,
Y a la otra mujer
Palos y mala vida.»
Me volví a mi casa
Triste y afligida,
Y atranqué la puerta
Con mesas y sillas.
Me puse a cenar,
Cenar no podía;
Me puse a fregar,
Fregar no podía;
Me puse a coser,
Coser no podía;
Me puse a bordar,
Bordar no podía;
121

Me puse al balcón
Por ver si venía,
Ya le vi venir
Por la calle arriba,
Con capa terciada
Y espada ceñida,
Venía diciendo:
«—Ábreme, María,
Que vengo cansado
De ganar la vida.»
«—Tu vienes cansado
De casa tu amiga.»
«—Pícara mujer,
¿Quién te lo decía?»
«—¡Hombre del demonio
Yo que lo sabía!»
Me soltó un cachete,
Me dejó tendida.
Llamé a la justicia
Y al Corregidor.
Dijo; «Adiós, Maria,
Boca de piñón,
Que por tí me llevan
A la Inquisición.»

LA PALOMA BLANCA
Una paloma blanca
Como la nieve,
Va al río a beber agua
Y bañarse quiere.
Palomita blanca,
Reblanca,
¿Dónde está tu nido?
¿Renido?
En un palo verde,
Reverde.
Todo florecido.

¡Tingo! ¡Tingo! ¡Tingo! ¡Tan!


Al que se muere le entierran,
Y ese pago le dan;
El cura no llora
122

Y se ríe el sacristán;
Y la familia afligida
Dice: se fué el que nos daba el pan,
Y el sacristán continúa:
¡Tingo! ¡tingo! ¡tingo! ¡tan!
¡Ay! Pobrecito de mi,
Con qué trabajo me muevo,
Salí de mi casa sano
Y por mi desgracia vuelvo
Rota la cabeza,
Descoyuntados seis dedos,
Siete costillas quebradas;
En mi desventurado cuerpo
Tengo yo más cardenales
Que en Roma los Pontífices han hecho.
Y mi desventurada mujer
Cuando vea como vengo,
Se quedará medio muerta,
Y será mi sentimiento
Que no se muera del todo
Por muchísimos de los tiempos.
Y al que se muere le entierran,
Ese pago le dan;
Y el sacristán continúa:
¡Tingo! ¡tingo! ¡tingo! ¡tan!

LAS AGACHADITAS
Yo tenía una torre
De chocolate,
Y agáchate
Y vuélvete a agachar,
Que las agachaditas
No saben bailar.
Y agáchate
Y vuélvete a agachar,
Que este es el cuento
De nunca acabar.
Y agáchate
Y vuélvete a agachar,
Que las agachaditas
No saben bailar.
123

LA SIRVIENTA
Cuando una muchacha
Tiene quince años
No pueden con ella
Ni padres ni hermanos.
Su padre la riñe
Y ella le contesta
Yo me iré a servir;
Y esta es su respuesta.
Ha cogido su ropita,
Se marchó como enfadada
A casa de Don Pepito
Que preguntan por criada:
Ya baja la dueña,
La comienza a hablar,
La dice si sabe
Coser y bordar.
Ella la contesta
Me podré quedar,
Diez reales al mes
Pienso yo ganar.
Esta se quedó sirviendo
En casa de Don Pepito,
Y a los tres dias que estuvo
Ya le echó cual señorito
Un día en el cuarto,
Con gran disimulo,
Hasta a su criada
La regaló un duro:
La dijo, Dios mió,
Ven acá, salero,
De que te haga falta
Pídeme dinero.
Dichas estas razones
A los tres dias siguientes
Ya le pide esta doncella
Para un vestido y pendientes.
Tres onzas le dio
Aquel buen Pepito
Y ella se compró
124 _________

Su mantón bonito:
Vestida a la moda
Bata y guardasol,
Lindas guarniciones,
Su gran mantillón.
Esta salía a la plaza
Y era una trisle criada
Y más maja que la dueña
Con diez reales que ganaba.
Lo que ésta llevaba
Valía un tesoro:
Peineta a la moda,
Sus anillos de oro.
Llevaba reloj,
Su gran abanico,
Porque lo pagaba
Todo el señorito.
Un sábado por la tarde
Salió un majo a esta doncella,
La dijo que si quería
Se casaria con ella:

Ya lo pensaré
Le dijo al mocito,
Vuelva usted mañana
Por aquí un poquito,
Porque de estas cosas
Diré a mi señor,
Y entonces podré
Darle el sí o el nó.

A la mañana siguiente
Va a su casa muy contento,
Más cuando ella le dio el sí,
En aquél mismo momento
Le habló cara a cara:
—Creo que serás
Mujer muy honrada,
Como las demás.
—Mira Joaquinito
La verdad te digo,
Nadie en este mundo
De mí se ha reído:
125

Si que cuando yo servía,


Ahora te lo contaré,
Con el señorito un día
Una vez me resbalé.
—Vamos, vamos, vamos,
Que en Aragón
Una moza como esta
Dar un resbalón.

>:[
^,V*.-- _--. (i '¡v . < ^

,¡i¡ ;• R l t : ' íi-í.' •


;
CAPITULO VI
1.—Romances populares.

1.—A continuación de los bailes y canciones vienen los ro-


mances como su lugar propio; porque también los romances sé
cantaban, se recitaban, o como se decía en otros tiempos, se re-
zaban; para ello se valían también, como se verá por algunos que
copiamos, de ciertos estribillos o muletillas sonoros y muchas
veces sin sentido, pero que daban armonía y encanto a la ver-
sificación. Por ellos se observará que todavía se conservan en
Castilla, como ya lo comprobaron Duran, Alonso Cortés y otros
en sus colecciones y como yo confirmo, y aun rectifico a D. Juan
Menéndez Pidal, que juzga algunos romances exclusivos de la
región asturiana.

EL INCRÉDULO
Jesucristo salió a caza,
M VA i¿
No salió como solía:
Se ha encontrado con un hombre
De malas melancolías (D.
Le pregunta que si hay Dios,
Le dice que no lo había;
Le pregunta que si hay Virgen,
Lo mismo le respondía.
—Hombre, mira lo que dices,
Que hay Dios y Santa María,
Que te pueden dar la muerte
Como te han dado la vida.
(1) Una versión de Santander dice: «hombre de mala enconia» y otra: «lleno de me-
lancolía».
128

—Yo no le temo a la muerte


Ni menos al que la envía.
A otro día de mañana
La muerte a su casa iba.
—Detente, muerte, detente,
Detente taír solo un día
Pa poderme confesar
Y comulgar en un día.
—No me puedo detener,
Que Dios del cielo me envía,
Para castigar al hombre
Que dijo que Dios no había.
Le daremos a comer
Una culebra entreviva,
Le daremos a beber
Una bala derretida.
(Recitada por Concepción Rico, de Villasilos).

Otra versión comienza: «Saliendo Jesús de caza—Saliendo


como solía—Con una escopeta al hombro—Y un ángel de com-
pañía, etc.» Forma semejante tienen al principio varios roman-
ces, como: «A caza va el cazador—A caza como solía—Lleva
los perros cansados—De subir cuestas arriba.» Olmeda, Can-
cionero Popular de Burgos. «El moro non fué a cazar—Non
cazó como solía, etc.» El Conde Flor. Romancero Asturiano de
D. J. M. Pidal, número XIX. «Camina Don Juan a caza—A caza
como solía, etc.» La Vi-tda, página 80 de los Romances Popu-
lares de Castilla, de Narciso Alonso Cortés. «A cazar iba el rey
moro—A cazar como solía—Porque le encargó la mora—Que le
traiga una cautiva.» Romance del Conde Flor.

EL DUQUE OLIVERO
Cuando los trigos se encañan
Y la espiga echa la flor
El Alcalde de este pueblo
Ha mandado echar un pregón.
El Rey manda pedir gente,
De cada casa un varón;
El Duque que ha oído esto
A la ventana asomó
129

A maldecir a su esposa
Por no tener un varón.
De sus hijas, la pequeña,
Al punto le contestó:
No la maldiga usted, padre,
No la maldiga usted, no.
¡Qué culpa tiene mi madre
De las cosas que hace Dios!
Cómpreme caballo y armas
Y a la guerra me voy yo.
—No vales hija pa guerra,
No vales hija, no, no.
Tienes las manos muy blancas
Muy de hembra y no de varón.
—Cómpreme caballo y armas
Y a la guerra me voy yo,
En donde vea la gente
Los guantes me pondré yo.
Cómpreme caballo y armas
Y a la guerra me voy yo.
—No vales hija pa guerra,
No vales, hija, no, no.
Tienes la cara muy blanca
Muy de hembra y no de varón.
—Cómpreme caballo y armas
Y a la guerra me voy yo,
Con los aires y los soles
Morena me pondré yo.
Cómpreme caballo y armas
Y a la guerra me voy yo.
—Tienes el pelo muy largo
Muy de hembra y no de varón.
—Cómpreme caballo y armas
Y a la guerra me voy yo,
Que donde vea la gente
El pelo me corto yo.
Cómpreme caballo y armas
Y a la guerra me voy yo.
—No vales, hija, pa guerra,
No vales, hija, no, no.
Tienes el pecho abultado
Muy de hembra y no de varón.
—Cómpreme una cinta, padre,
130 -—

Que tenga azul el color,


Para apretarme los pechos
Al lado del corazón.
Ya le ha comprado el caballo
Y a la guerra se marchó,
Y a eso de mitad camino
Se la olvidó lo mejor.
¿Cómo me llamaré, padre?
¿Cómo me llamaré yo?
Llámate el duque Olivero
Que así me he llamado yo.
Ni nadie la ha conocido,
Ni nadie la conoció
Sino que el hijo del Rey
Que de ella se enamoró.
De amores, me muero, madre,
De amores me muero yo.
Los ojos del duque Olivero
Son de hembra y no de varón.
Convídale tu, hijo mío,
A un comercio a mirar;
El caballero si es hembra
A las telitas mirar.
Convídale tu, hijo mío,
A unos baños a bañar,
El caballero si es hembra
No se atreve a desnudar.
Convídale tu, hijo mío,
A un comercio a mirar,
El caballero si es hembra
A las joyas mirará.
¡Qué ricos collares hay
Para gargantas lucir!
¡Qué ricos puñales hay
Para guerras combatir!
(Recitado por la misma, de 21 años).

Comentando Menéndez Pidal, en su Romancero Asturiano,


el romance L de Don Martinos, semejante a este del Duque
Olivero, observa equivocadamente: «En vano buscaremos este
romance en las colecciones castellanas»; pues aunque entonces
fuera verdad, ya no lo fué desde el momento que Narciso Alón-
__ 131

so Cortés publicó en 1906, en sus Romances Populares de Cas-


tilla, tres paradigmas del mismo, con el título de «La Niña gue-
rrero», y tampoco debía ser tan raro cuando se le cita en colec-
ciones portuguesas y catalanas y en el Cancionero general,
de 1511, y aún nosotros hemos recogido también la siguiente
versión que nos ha proporcionado la misma Concepción Rico
del Olmo.

En Sevilla un sevillano—la desgracia le cayó,


De siete hijos que tuvo- ninguno nació varón.
Un día la más pequeña—su inclinación la llevó,
De querer servir al Rey—vestidita de varón.
No vayas hija, no vayas,—que te van a conocer,
Llevas el pelo muy largo—y dirán que eres mujer.
Si llevo el pelo muy largo—madre, me lo corte usted,
Que después de bien cortado—un varón pareceré.
Siete anos peleando—y nadie me conoció,
Al montar en el caballo—la espada se le cayó.
Y al decir maldita sea—y maldita sea yo,
El Rey que lo estaba oyendo—de ella se enamoró.

LA ESPOSA INFIEL
Estaba una señorita—de pechitos al balcón,
Tomando la inita, inita—tomando la inita, inó.
Por allí pasó un soldado-que una miradita echó:
Suba, suba, caballero,—dormirá una noche o dos.
Que mi marido está a caza—en los montes de León,
Y para que nunca vuelva—una maldición le echó:
«Cuervos le saquen los ojos,—águilas el corazón
Y los perros con que caza—le arrastren en procesión.»
Estando en estas palabras—su maridito llegó,
Al subir las escaleras—el caballo relinchó.
¿De quién es ese caballo—que en mi cuadra veo yo?
Tuyo, tuyo, maridito,—que te lo he comprado yo
Para que vayas a caza—a los montes de León.
¿De quién es ese capote—que en mi percha veo yo?
Tuyo, tuyo, maridito-que te lo he comprado yo.
¿De quién es esa escopeta—que en un rincón veo yo?
132

Tuya, tuya, maridito—que te la he comprado yo,


Para que vayas a caza—a los montes de León.
¿De quién es ese chiquillo—que en mi cama veo yo?
El chico de la vecina—que aquí en esto se durmió.
¡Que chico, ni que demonio,—que tie más barbas que yo!
La ha cogido de la mano—y a su suegro la llevó.
Solterita, me la ha dado,—casada, se la doy yo;
Para que no sea tan falsa-sólito me estaré yo.
(Recitado por Concepción Rico, de Villasilos.)

Como este romance se ven otros tres en la colección de


Alonso Cortés, que llevan el mismo nombre de La esposa infiel,
recogidos en Los Balbases y Revilla Vallejera, de esta provincia.
No he podido averiguar el significado de la palabra inita, que
bien pudiera ser el fresco, como el racatapld pirula; que niña
tintín, que niña tintón; ¡carabí! ¡carabí! hurí hura; chángala
chún chún. Diez paradigmas hay en el Romancero Popular de la
Montaña, de los Sres. Cossío y Maza Solano.

LA ESPOSA INFIEL
Una señorita en Burgos-asomadita al balcón;
Que ñifla, tintín, que niña, tintón, - asomadita al balcón.
Pasó por allí un caballero—de muy mala intención;
Que niña, tintín, que ñifla, tintón,—de muy mala intención.
Suba, suba, caballero,
Racataplá pirula,-por una noche o dos;
Que niña, tintín, que ñifla, tintón, -por una noche o dos.
Que mi marido está a caza,
Racataplá pirula,—a las indias de León;
Que ñifla, tintín, que ñifla, tintón,—a las indias de León.
Estando en estas palabras—su maridito llegó,
(Se repiten los estribillos).
Ábreme la puerta cielo,—ábreme la puerta sol,
Que te traigo un conejito—de las indias de León.
Al bajar las escaleras-el color se la mudó.
¿Te ha dado calentura—o has dormido con varón?
No me ha dado calentura—ni he dormido con varón;
Lo que siento que he perdido—las llaves del corredor.
___ 1 L- 1 135

—Si aquellas eran de plata -de oro te las traigo yo.


Y al subir por la escalera—el caballo relinchó,
¿De quien es ese caballo—que en mi cuadra siento yo?
Nuestro es maridito mío, —nuestro padre nos lo dio.
Muchas gracias a tu padre,—caballo ya tengo yo,
Y cuando no lo tenía—no me lo daba, no, no.
¿De quien es ese capote—que en mi percha veo yo?
Nuestro es, marido mió,—nuestro padre nos lo dio.
Muchas gracias a tu padre—capote ya tengo yo.
¿De quien son esas polainas—que en mi cuarto veo yo?
Nuestras son, marido mió,—que mi padre nos las dio.
Muchas gracias a tu padre—polainas ya tengo yo.
¿De quien es esa escopeta—que en un rincón veo yo?
Nuestra es, marido mío,—que mi padre nos la dio.
Muchas gracias a tu padre,—que escopeta tengo yo,
Y cuando no la tenía—no me la daba,.no, no.
¿De quien es ese bulto negro—que en mi cama veo yo?
Mi hermanito el más pequeño—que vino aquí y se durmió.
¡Qué hermano ni qué demonio—que lleva más barbas que yo!
Mátame, marido mío,—que ahora lo merezco yo.
Que te mate Dios del cielo—que puede mejor que yo.
(Recitado por Concepción Sevilla Alberdi, de Castrillo del Val,
de 25 años, que cuando niña lo cantaba en rueda en su pueblo.)

LA MUERTA DE SOBREPARTO <»


Aquella señora-^del mandil de seda,
Con la escoba barre—con los ojos riega,
Con la boca dice:—¡Quién fuera doncella!
Sólita va a misa,—sola sale de ella,
Solo su marido—que sale con ella;
Sola hace la cama,—sólita se acuesta,
Solo su marido - se acuesta con ella:
A la media noche—un dolor la diera,
Dolores de parto—que parir quisiera.
Maridito mió—si bien me quisieras

(1) Este romance se canta también en las provincias de Palencia y Santander. En el


«Romancero Popular de la Montaña» hay veinte paradigmas con los títulos de «La suegra
perversa» y «La mala suegra».

i •i
134 —. .

A la madre tuya—a llamarla fueras.


Levántate madre - del dulce dormir
Que la luz del día—ya quiere venir
Y la bella rosa—ya quiere parir.
Si la bella rosa pariera una infanta,
¡Ojala reviente—hasta la garganta!
Si la bella rosa—pariera un varón,
¡Quiera Dios reviente—hasta el corazón!
Maridito mió—si bien me quisieras
A la hermana tuya—a llamarla fueras.
Levántate hermana-del dulce dormir
Que la luz del día—ya quiere venir
Y la bella rosa—ya quiere parir.
Si la bella rosa - pariera una infanta,
¡Quiera Dios reviente—hasta la garganta!
Sí la bella rosa —pariera un varón,
¡Quiera Dios reviente—hasta el corazón!
Mujercita mía—ya vuelvo a venir,
Que la hermana mía-no quiere venir.
Maridito mió—si bien me quisieras
A la madre mía a llamarla fueras.
Levántate suegra-del dulce dormir
Que la luz del día—ya quiere venir
Y la hermosa rosa—ya quiere parir.
Apareja yerno—la muía más fina,
Mientras yo ya cojo - l a mejor gallina;
Apareja yerno—el macho más tordo,
Mientras yo ya cojo—todo el envoltorio.
Montan a caballo - y echaron a andar
Y en medio el camino -oyen clamorear.
¿Dínos pastorcito•- pastor de la aldea,
Dínos por quien tocan -por quien clamorean?
Por una señora—de lejanas tierras
Que ha muerto de parto,—por no haber partera;
Por malas cuñadas—y peores suegras.

Concepción Rico, que me lo recitó, no se acordaba que título


llevaba este romance, y yo le he puesto el que pone Alonso
Cortés a dos semejantes que hay en su colección, recogidos en
las provincias de Burgos y de Palencia. Parecido es el que sigue
que me lo proporcionó Concepción Sevilla, de Castrillo del Val,
que tampoco le dio nombre y cuyo final no lo he visto en otra
versión.
SEMEJANTE
Una casadita - de lejanas tierras
Con la escoba barre—con los ojos riega,
Con la boca dice:—¡Quién fuera soltera!
Sólita va a misa,—sola vuelve de ella,
Sola hace la cama,—sola duerme en ella,
Si no es su marido—que duerme con ella.
Y a la media noche—un dolor la diera,
Dolores de parto,—que parir quisiera.
Maridito mió- si bien me quisieras
A la tuya madre—a llamarla fueras.
Levántate, madre,—del dulce dormir
Que la luz del día—ya quiere venir
Y la bella rosa—ya quiere parir.
Si la bella rosa—pariera un varón,
¡Ojala reviente—hasta el corazón!
Si la bella rosa—pariera una infanta,
¡Quiera Dios reviente—hasta la garganta!
Consuélate esposa—con la Virgen pura,
Mi madre no viene—tiene calentura.
Maridito mío—si bien me quisieras
A la hermana tuya-a llamarla fueras.
Levántate hermana—del dulce dormir
Que la luz del día -ya quiere venir
Y la bella rosa-ya quiere parir.
Si a la luz del día—pariera una infanta,
¡Ojala reviente—hasta !a garganta!
Si a la luz del día—pariera un varón,
¡Ojala reviente—hasta el corazón!
Consuélate esposa—con la Virgen santa,
Mi hermana no viene—ni parece en casa.
Maridito mió-si bien me quisieras
A la madre mía—a llamarla fueras.
Levántese suegra—del dulce dormir
Que la luz del día - ya quiere venir
Y la bella rosa—ya quiere parir.
136

Aguárdate yerno —un poco a la puerta,


Mientras yo preparo—las ricas envueltas;
Mientras tu preparas -la mulita cana,
Yo prepararé -- la bonita pava.
Montan a caballo - y echaron a andar
Y en medio el camino - sienten entornar.
¿Dinos pastorcito—dinos la verdad,
Por quien entornaban—en ese lugar?
Por una casada—de lejanas tierras,
Que ha muerto de parto —por no haber partera;
Por malas cuñadas—y peores suegras.
Allá va su esposo—llorando a su esposa,
La lleven los mozos -y la pongan rosas;
Allá va su madre -llorando a su hija,
La lleven las mozas—y la pongan cintas.
No tengo más hijas—que si las tuviera
No las casaría—en lejanas tierras.

LUMBARDOS <«

Ya se reparten las guerras-entre Francia y Portugal,


Cuando al conde ya le llaman - a la guerra a pelear.
Cuando la condesa oyó esto—no cesaba de llorar.
Un día la dijo el conde: -Condesa, ¿por qué llorar?
Que me han dicho que te llaman—a la guerra a pelear.
Quien te ha dicho eso condesa—te ha dicho la gran verdad;
Si a los siete años no vuelvo—ya tratarás de casar.
Ni a los siete, ni a los ocho,-conde bien seguro vas.
Ya se pasan los siete años—más para ocho ya van.
Un día la dijo el padre:—Inés, ¿tratáis de casar?
No lo quiera Dios del cielo—ni la Santa Trinidad,
Que mientras Lumbardos viva - yo no trato de casar.
Padre mío, padre mío—vuestra bendición me echad,
Yo no vivo sin Lumbardos - que me le voy a buscar.
Hija mía, hija mía,—la de Dios has de llevar,
Comparada con la mía—es más grande y vale más.
Se metió en un cuarto oscuro—y se vistió de tres das,

(1) En el «Romancero Popular de la Montaña», se le llama «La boda estorbada», y al


protagonista el conde de Flores.
137

La gala que lleva abajo- sola, vale un capital;


Perola que lleva encima -es un áspero sayal.
De día va por senderos—de noche por valladar;
A la salida de un monte—y a la entrada de un corral
Los caballos de Lumbardos -• se sentían relinchar.
Otro paso más alante -con un pastor vino a dar.
¿Pa quien guardas pastorcito —un ganado tan leal?
Para Lumbardos, señora,—que mañana va a casar;
Hoy guisaron las terneras -y ayer cocieron el pan.
¡Me dirá este pastorcito—me dirá la gran verdad!
¿Está lejos el palacio?—un paseo corto está.
Siete vueltas dio al palacio -y a Lumbardos no encontrar,
Más al acabar las ocho—con Lumbardos vino a dar.
Buenos días, mi señor,—y guarde su majestad,
Si da usted una limosna—si da usted una caridad.
Echó la mano al bolsillo,—un ochavo la fué a dar:
Para tan grande señor - qué poca limosna da,
Pues en casa de mis padres - seis a ocho suelen dar.
¿Dónde es esta romerita,—tan descortés en hablar?
Soy de Francia, mi señor;—soy de Francia natural;
Lumbardos al oir esto—desmayado cayó atrás;
Ni con vino, ni con agua Lumbardos en sí fué a dar
Sino con dulces palabras—que la su esposa le da.
Ya que volvió en sí Lumbardos,—donde la otra se va:
Dame esos anillos de oro - y esas joyas de cristal;
Dame esos anillos de oro,—que no me puedo casar,
Que mi esposa Doña Inés-ya me ha venido a buscar.
(Recitado por Socorro Monasterio, de Villanueva de Árgano.

DON BARDOS
Don Bardos se fué a la guerra, -nueve meses vino a estar;
Volvió a ver a su mujer que en cinta vino a quedar,
Y al pesito de las ocho—al palacio vino a dar.
Buenas noches tengas, hijo,—buenas noches, buen galán.
¿Dónde está mi espejo, madre,—dónde está mi espejo ya?
¿Por qué espejo preguntas, hijo,—por el de oro o de cristal?
No pregunto por el de oro—ni tampoco el de cristal,
Que pregunto por Marbuena, - y Marbuena ¿dónde está?
La tu Marbuena, querido,—por esos caminos va,
138 — i —— • _

Dando voces y alaridos - como mujer de un truhán;


A mi me ha llamado puta—y a tí hijo de un rufián.
La habrá V. cerrado el vino,—la habrá V. cerrado el pan;
La habrá V. cerrado el peine— pa sus cabellos peinar.
Yo no la he cerrado el vino,—yo no la he cerrado el pan,
Yo no la he cerrado el peine—pa sus cabellos peinar.
Dígame la suya madre,—dígame usted si es verdad.
Peñas y riscos me vuelva, - hijo, si no es la verdad.
Echa paja a su caballo—y cebos al gavilán
Y al pesito de las doce- al palacio vino a dar.
Buen día tenga Don Bardos—albricias puede dar,
Porque ha tenido la infanta -un infante muy galán.
Suba Don Bardos a verla—y en la cama la verá.
Levántate tu Marbuena—si te quieres levantar,
Que si otra vez te lo digo—ha de ser con un puñal.
Las damas que la vestían—todas se vuelven llorar;
La madre que la crió—gotas de sangre llorar,
Y a Marbuena la infeliz, —se la oía exclamar:
«Si estuviera el Rey mi padre - no me dejara marchar;
Pero la Reina, mi madre,—no lo puede remediar.
Adiós, palacio de mi padre,—adiós, palacio real,
Ojos que te vieron ir, - ya no te verán entrar.»
Echa paja a mi caballo—y cebos al gavilán
Y al pesito de las siete—ya caminan, ya se van,
Y en medio del caminito—Marbuena mira pa atrás.
¿Qué mirabas tu Marbuena—qué mirabas para atrás,
A ver si viene tu padre,—tu padre o algún rucial?
Yo no miro a ver si viene—mi padre o ningún rucial,
Las ancas de tu caballo - bien manchaditas están.
Apéate tu Marbuena, - s i te quieres apear,
Darás de mamar al niño,—tomarás mi vino y pan.
Allá arriba hay una ermita,—me quiero reconciliar:
Con ese puñal de acero—tu !a muerte me darás,
Con esa capita negra—la mortaja tu me harás.
Por creerme de mi madre -he perdido hijo y mujer,
La madre como una rosa—y el hijo como un clavel.
Este romance, recitado por Concha Rico del Olmo, de Villa-
silos, lo titulo Don Bardos, como lo podría llamar Marbuena, y
es semejante a los tres que trae Alonso Cortés en su obra citada
—_ — — — — — I 1 „ r 130

con el nombre de Doña Arbola, en los que por cierto figuran los
personajes Bernardo y Balbuena, de los que parece corrupción o
derivación los de nuestro romance.

DOÑA ALBORA
Paseaba Doña Albora—por la su sala regada;
Le dan dolores de parto—que el alma se la acababa.
La picara de su suegra—que oyéndolo se lo está,
Anda, vete, Doña Albora, -anda, vete para allá,
Que si Don Buestro viniere—yo le daré de cenar:
Le daré tu rico vino,—le daré tu blanco pan
Y empanada de conejo—como tu solías dar.
Casa que tiene dos puertas—es muy mala de guardar:
Por una puerta ella sale—Don Buestro por otra entrar.
¿Dónde está el espejo, madre,—donde me suelo mirar?
¿Qué espejo me pides, hijo,—el de oro o el de cristal?
No la pido el espejo de oro—ni tampoco el de cristal,
Que pido a mi Doña Albora—que no me sale a abrazar.
Caminos alante iba,—caminos alante va,
Dando gritos y alaridos—como mujer de un rufián.
Que la cerrabas el vino,—que la cerrabas el pan,
Que la contabas las horas—que contigo había de estar.
No te tengo por hombre, hijo,—si no la vas a matar;
No te tengo por hombre, hijo,—si no por algún rufián.
Coge el caballo de viento,—corre que al galope va,
En el medio del camino —un pajecíto encontrar.
Buenos días Don Buestro,—albricias hay que dar,
Que Doña Albora ha tenido—un infantito galán.
Ni el infantito se críe—ni su madre coma pan.
Ha dao un puntapié a la puerta—que la casa hizo temblar.
Levántate Doña Albora—si te quieres levantar,
Si te lo digo otra vez—ha de ser con un puñal.
La mujer de un jornalero,—ocho días suele estar;
Yo que soy de un caballero—día y medio no cabal.
Levántate Doña Albora—si te quieres levantar,
Tengo un puñal en la mano—y en ti lo quiero estrenar.
Las damas que la vestían—no dejaban de llorar,
Los pajes que la calzaban—no dejan de suspirar.
140 :

Adiós criaos de mis padres -que coméis su blanco pan;


Adiós damas de palacio -que no me volvéis a hablar.
Ya la puso en el caballo,—derechos a casa van
Y en medio del caminito -Doña Albora mira atrás.
¿Por qué miras Doña Albora—por qué miras hacia atrás?
Miro las flores del campo, —teñidas en sangre están.
Otro poco más alante - comeremos vino y pan.
No quiero tu rico vino— tampoco tu blanco pan;
Solo quiero un confesor—que me quiera confesar,
Con la punta de tu espada—la sepultura me harás;
Con la tu capilla parda—la mortaja tu me harás
Y cuando a mi me den tierra—el infantito ha de hablar:
«Vaya V. padre del alma—que la abuela ardiendo está,
Y en terminando con ella—con usted empezarán.
(Recitado por Socorro Monasterio, de Villanueva de Árgano)-

Para que se noten las variaciones de la tradición oral y para


que se convenzan que todavía se conservan los romances en
Castilla, voy a transcribir otros dos de la misma recitadora
Socorro, a pesar de tener ya copiados otros semejantes.
RUBERO
Ya se reparten las guerras—entre Francia y Portugal
Cuando al conde Viejo piden—un hijo por capitán.
El conde que ha oído esto—muy triste a su casa va:
Buenas tardes, mi señora,—y guardes tu majestad,
De tres hijas que has tenido—entre ellas ningún varón,
Y al decir estas palabras—una maldición echó.
Respondiendo la pequeña - y callando la mayor,
Calle V. padre de mi alma -no eche tanta maldición.
Quien se puso a tener hembra—se puso a tener varón:
Déme usted caballo y armas—que a servir al Rey me voy*
No vayas, hija, no vayas,-que te van a conocer,
Tienes los ojos muy garzos—y dirán que eres mujer.
En la tierra que yo vaya-garzos les hay como yo.
Tienes las manos muy blancas—y dirán que mujer sois.
En la tierra donde vaya -me las pondré cara al sol,
Cuando me encuentre entre gente-guantes me los pondré yo.
Tienes los pechos muy altos—y dirán que mujer sois.
141

De ese vestidito verde-hágame V. un jubón


Con una cinta de seda,-ya nielo apretaré yo.
Déme V. caballo y armas—que a servir al Rey me voy.
Al salir de la portada—el caballo relinchó.
Adiós padre y adiós madre,—adiós, hermanas, adiós.
Adiós, adiós mis amigas—que a servir al Rey me voy.
En medio del carninito—con el Rey se fué a encontrar;
Buenas tardes mi señor—y guarde su majestad.
¿No decía el conde Viejo—no tenía hijo que dar?
Pues aunque vengo por él—yo no soy hijo carnal.
Al verla el hijo del Rey—al punto se enamoró:
¡Madre mía! ¡madre mía!—de amores me muero yo,
Que los ojos de Rubero—son de mujer, de hombre no.
Convídale tu, hijo mió,—a la huerta a pasear,
Si Rubero es mujer—mucha fruta ha de cortar.
Tres vueltas dan a la huerta,—ninguna fruta llevar,
Mas al salir de la huerta—tres peritas fué a cortar:
Esta para mi comer,—esta para mi cenar,
Y esta para la mi novia—que la tengo en Portugal.
¡Madre mía! ¡madre mía!—de amores me muero yo,
Que los ojos de Rubero—son de mujer, de hombre no.
Convídale tu, hijo mió,—a los baños a bañar,
Si Rubero es mujer—no se atreve a desnudar.
Esta tarde Ruberito—tienes que ir conmigo a bañar.
Yo no tengo inconveniente—ni inconveniente no habrá,
Soy delicado del baño,—la frescura me hace mal,
Pero por darle a V. gusto—los pies me tengo bañar.
¡Madre mía! ¡madre mía!—de amores me muero yo,
Que los ojos de Rubero—son de mujer, de hombre no.
Convídale tu, hijo mió,—esta noche a acostar,
Si Rubero es mujer—no se atreve a desnudar.
Escribió ella una carta—que sus padres están mal
Y para poderlos ver—le es necesario marchar.
Pero apurado, Rubero,—tuvo al fin que confesar
Que era mujer, y a otro día,—se vinieron a casar.

DON BERNARDO
Ya camina Don Bernardo,—ya camina, ya se vá,
Y su esposa le dice:—¿Para cuándo volverás?
142

Si a los siete años no vuelvo—hija, ya te pues casar.


Pasan meses, pasan años,—Bernardo no vuelve ya,
Su padre la dice un día:—¿Cuándo te vas a casar?
No me lo miente V., padre,—no me lo vuelva a mentar;
Quíteme las ricas sedas—y póngame de sayal,
Vístame de peregrina—que yo me le iré a buscar.
Caminando, caminando,—un pastor vino a encontrar:
¿De quién son estos caballos—que traes a apacentar?
¿De quién son estos caballos—marcados de esa señal?
De Bernardo son, señora,-mañana se va a casar.
Dime, ¿en qué palacio vive?—dime, ¿en qué palacio está?
En el palacio más alto -en el que reluce más.
Siete vueltas dio al palacio,—no encontró por donde entrar,
A las siete de la mañana—con Bernardo ya fué a estar.
¡Déme V. una limosna-por Dios o la caridad!
Metió la mano al bolsillo-y un ochavo la fué a dar.
La limosna que me ha dado—a otro pobre se le dá;
Vaya, vaya, caballero,—tan corto es V. en dar,
En casa del Rey, mi padre,—cuatro ochavos suelen dar.
¿De dónde es la peregrina - tan cortés en el hablar?
De la Francia soy, señor,—de la Francia natural.
¡Dime lo que corre en Francia!—¡dime lo que corre allá!
Una hija tenía un Rey—¿que si se ha casado ya?
Ni se ha casao, ni se casa,—hablando con V. está.
Entonces Don Bernardo—desmayado cayó atrás.
¡Arriba! ¡arriba! Bernardo—¡arriba! no desmayar,
Que los amores primeros—ya te han venido a buscar.
¡Arriba! ¡arriba! Bernardo,—¡arriba! no desmayar,
Que los amores primeros—son muy malos de olvidar.
Pero con rabia la novia—la ha llegado a contestar:
¡Mal haya sea de las mujeres—que a los hombres vienen a buscar!

DELGADINA
Un rey tenía tres hijas,—todas tres como una plata,
La más pequeña de todas—Delgadina se llamaba.
Un día estando comiendo -su padre bien la miraba:
¿Qué me mira V. mi padre,—qué me mira V. a la cara?
Que te tengo mirar hija,—tu has de ser mi enamorada.
143

No lo quiera Dios del cielo—ni la Virgen soberana


Que sea yo mujer suya,—madrastra de mis hermanas.
Eso que ha oído su padre—a Delgadina encerrara:
Cerrarla en un cuarto oscuro—que no haya ni una ventana.
Al pasarse siete años—se abrieron siete ventanas;
Se ha asomado a una de ellas--donde ha visto a sus hermanas
Bordando en hilos de oro—que paseándose estaban.
Hermanas, si sois mis hermanas,—subidme una jarra de agua,
Que el alma tengo en un hilo—y el corazón se me arranca.
Quítate de ahí, Delgadina,—quítate, perra malvada,
Que si mis padres nos vieran—la cabeza nos cortara.
Delgadina se quitó-muy triste y desconsolada;
Estando muerta de sed - se ha asomado a otra ventana,
Por donde ha visto a su padre—sentado en silla de plata.
Padre, si es V. mi padre,—súbame una jarra de agua,
Que el alma tengo en un hilo-y el corazón se me arranca.
Pajecitos, pajecitos,—los de Sevilla a Granada,
A mi hija Delgadina—subidla una jarra de agua.
Aquél que primero suba—ha de ser su enamorada;
Unos suben por balcones —otros suben por ventanas
Y el que primero llegó-Delgadina ya esperaba.
A los pies de Delgadina—hay una fuente que mana
Y la cabeza de su padre—de diablillos rodeada.
(Recitado por Concha Rico, de Villasilos).

LA INFANTICIDA
En la capital de Burgos—y en la calle de la Puebla
Hay una mujer muy guapa—más vale que fuera fea.
Tiene un hijo de tres años—de tres a cuatro no llega;
Todo lo que pasa en casa—a su padre se lo cuenta.
Ya se ha marchado su padre,—ya se ha marchado a la feria,
A vender los ricos paños—y a comprar la rica seda.
De la feria vuelve el padre—y el hijo ya está a la espera,
Le ha montado en su caballo—y hasta casa no le apea.
Se sienta a dexaminarle:—hijo mío, cuenta, cuenta,
Mientras yo no estoy en casa—¿quién es el que en ella entra?
Entra un alférez muy rico,—duerme con madre la siesta;
La da besos, la da abrazos,—como si mujer de él fuera.
Mira, mira, mujer mía,—mira lo que el hijo cuenta.
144

Si te haces caso del hijo -mala vida va a ser esta,


Que es como los pajaritos—que cantan la primavera.
Ya se ha marchado su padre,—ya se ha marchado a la feria,
A vender los ricos paños-y a comprar la rica seda.
Ven hijo mió a peinarte—pa que vayas a la escuela;
De la primera peinada—le ha arrancado la cabeza.
Parla hijo, parla hijo,—parla quien en casa entra.
Yo lo tengo de parlar -en cuanto mi padre venga.
De la segunda peinada—le arrancó viva la lengua.
De la feria viene el padre—el hijo no está a la espera;
¿Dónde está el hijo, mujer,—que hoy no ha salido a la espera?
Unos dicen en la calle—otros dicen en la huerta;
Si estará en casa su tía—o estará en casa su abuela.
Yo le he dado pan y queso—para que vaya a la escuela.
Apéate, maridito,—que tengo una rica cena,
La cabeza de un cabrito,—la lengua de una ternera.
No me apeo, mujer mía,—hasta que el hijo no venga;
Al tanto de porfiarlo—la mesa ya estaba puesta.
Afila cuchillo de oro—para partir la cabeza;
Abajo una boca extraña—como si del cielo fuera:
«Detente, padre, detente,—no parta V. esa cabeza,
Que salió de sus entrañas—Dios quiera que allá no vuelva.»
Entonces la perra ingrata—para el cuarto se metiera,
Como es la llave de torno- al breve le dio la vuelta.
Allí llamó a los demonios—que bajaran a por ella;
Unos dicen vaya en cuartos—y otros dicen vaya entera,
Y otros dicen, vaya, vaya—que el más chiquito la lleva
Y la llevan a quemar—a un monte de mucha leña.

Semejante

EL HIJO PARLANCHÍN
Allá arriba en aquel alto—hay un percal de la Hacienda,
Aquel percal tiene un hijo—la cosa más parlanchuela:
Todo lo que corre y pasa—a su padre se lo cuenta.
Un día estando jugando-con los chicos de la escuela:
Dime, hijo, ¿quién está en casa—cuando yo no estoy en ella?
Mercedes, con mi madrastra—yo no se que hará con ella.
_ _ _ 145

Ven hijo que yo te peine—que te peine la cabeza;


La peinada que le dio—fué cortarle la cabeza:
La puso entre cuatro platos—y a Mercedes se la enseña.
Sube marido a cenar—que te tengo rica cena,
La cabeza de un cabrito,—la lengua de una ternera.
Yo no subo a cenar—hasta que mi hijo no venga.
Ese hijo tuyo está—en casita de su abuela.
Se subió entonces el padre,—pero al ponerse a la mesa
Se oyó una voz en el aire—como si del cielo fuera:
«No coma V., padre mió,—que come su sangre mesma.»

Recitado por Concha Rico del Olmo, de Villasilos, y recuerda


el de Don Alférez, de la colección de D. Juan Menéndez Pidal,
y está en oposición a su parecer de que dicho romance pertene-
ce exclusivamente a la tradición oral de Asturias. Posteriormente
en el Romancero Popular de la Montaña han aparecido cuatro
versiones bajo el título de La Infanticida.

EL NUEVO ABRAHAM
En un lugar junto a Burgos- que se llama Villarcayo,
Tiene un caballero un hijo—muy querido y estimado
Que no comía gallina—ni tampoco bacalao,
Que comía pavos de Indias- que costaban cien ducados.
Un día se fué a jugar- con otros varios muchachos,
Su padre mandó a llamarle—por el Sr. Secretario:
El niño como era humilde iba luego a su mandado.
¿Qué me quiere, padre mió,—qué me quiere, padre amado?
Que tenemos que ir los dos—al monte de los anublados.
Si tenemos que ir los dos- vamos luego caminando.
Iban por la cuesta arriba—el niño iba ya cansado
Ajincado de rodillas—gracias a Dios iba dando.
¿Dónde está ese monte, padre,—monte de los anublados?
Ya está cerca, hijo mió—detrás de aquellos collados.
Iban por el cuesto arriba-cuchillos iba afilando.
¿Por qué lleva, padre mío,—los cuchillos afilados?
Para matarte, hijo mió,—para matarte, hijo amado,
Que está mandado de Dios—que has de morir en mis brazos.
Si está mandado de Dios—cúmplase luego el mandado;
10
146

Las manos me atará atrás- con un cordón encarnado,


Los ojos me ha de vendar- para no verle airado.
Estando en estas palabras - bajó la Virgen del Rosario:
Detente, padre, detente, - no mates a tu hijo amado,
Si tu has ganado la gloria-él también se la ha ganado;
Tu, hijo, por ser obediente,—tu por cumplir mi mandado.

SAN ANTONIO Y LOS PAJARITOS


Divino Antonio, precioso,-suplícale a Dios inmenso
Que por su gracia divina-alumbre mi entendimiento.
Para que mi lengua—refiera el milagro
Que en el huerto obraste—de edad de ocho años.
Desde niño fué criado-con mucho temor de Dios,
De sus padres fué estimado—y del mundo admiración.
Fué caritativo i y perseguidor
De todo enemigo—con mucho rigor.
Su padre era un caballero-cristiano, honrado y prudente,
Que mantenía su casa—con el sudor de su frente.
Y tenía un huerto—en donde cogía
Cosechas y frutos—que el tiempo traía.
Por la mañana un domingo-como siempre acostumbraba
Se marchó su padre a misa—cosa que nunca olvidaba.
Y le dijo: Antonio,—ven aquí, hijo amado,
Escucha, que tengo—que darte un encargo.
Mientras yo me voy a misa—buen cuidado has de tener,
Mira que los pajaritos todo lo echan a perder.
Entran en el huerto, - pican el sembrado;
Por eso te ruego—que tengas cuidado.
Cuando se marchó su padre—a los pájaros llamó
Y en un cuarto de la casa—a todos los encerró.
Venir pajaritos -dejar el sembrado
Que mi padre ha dicho-que tenga cuidado.
Por aquellas cercanías—ningún pájaro quedó
Porque todos acudieron - donde Antonio les mandó.
Lleno de alegría - San Antonio estaba
Y los pajaritos-alegres cantaban.
Al ver venir a su padre-luego les mandó callar
Y en cuanto entró por la puerta-comenzóle a preguntar:
Dime tu, hijo amado,—dime tu, Antoñito,
¿Has cuidado bien-de los pajaritos?
El hijo le contestó:-padre no tenga cuidado
Que para que no hagan mal-todos los tengo encerrados.
147

El padre que vio- milagro tan grande


Al señor Obispo—trató de avisarle.
Acudió el señor Obispo—con mucho acompañamiento,
Quedando todos confusos -al ver tan grande portento.
Abrieron ventanas,—puertas a la par,
Por ver si las aves—querían marchar.
:
Antonio les dijo entonces, señores, nadie se agravie,
Los pájaros no se marchan —mientras que yo no les mande.
Se puso a la puerta y comenzó así:
Vaya, pajaritos, ya podéis salir.
Salgan cigüeñas con orden,—águilas, grullas y garzas,
Avutardas, gavilanes,-lechuzas, mochuelos, grajas.
Salgan los gorriones—tórtolas, perdices,
Salgan las calandrias—y las codornices.
Salga el cuco y el milano,—pava, pastor, andarríos,
Canarios y ruiseñores,—chirlos, garrafos y mirlos.
Salgan verderones—y las calderinas
Y las cogujadas—y las golondrinas.
Al instante que salieron—todas juntitas se ponen
Esperando a San Antonio—para ver lo que dispone.
Antonio les dijo:—no entréis en sembrados,
Marchad por los riscos,—montes y los prados.
Al tiempo de alzar el vuelo—cantan con gran alegría,
Despidiéndose de Antonio-y toda su compañía.
Árbol de grandiosidades,—fuente de la caridad,
Depósito de bondades,—padre de inmensa bondad.
Antonio divino,—por tu intercesión,
Todos merezcamos—la eterna mansión.
(Recitado por Carmen Erasun, de Burgos).

CONTRASTES

Me han dicho que tu te casas—y así lo publica el pueblo,


Algún día han de ser juntos—mi muerte y tu casamiento."
Primera amonestación:—a ti te amonestó el cura,
Será pa llevarme a mi—más pronto a la sepultura.
Segunda amonestación:—yo te puse impedimento
Para que no des a dos—palabra de casamiento.
Tercera amonestación:-yo perdí las esperanzas
De descansar en tus brazos,—hermosa paloma blanca.
El día que tu te cases —te vestirán de encarnado,
Y a mi cuerpo le pondrán—un hábito franciscano.
148

Cuando a ti te estén poniendo- el vestido relumbrante


A mi me estarán poniendo—cuatro velas por delante.
Cuando a ti te estén poniendo—unos anillos de plata
A mi me estarán poniendo—unas tristes alpargatas.
Cuando a ti te estén poniendo—unos anillos de oro
A mi me estarán comiendo—los gusanillos los ojos.
A ti te acompañarán—tus padres y tus parientes
Y a mi me acompañarán - las ánimas solamente.
También irás a comer—con tus padres a la mesa,
Tus padres parecen reyes, tu, hija de una princesa.
Cuando pases por mi puerta—tu, no mires al balcón,
Conténtate con la jaula,—que ya el pájaro voló.
Cuántas veces pasarás—por donde estoy enterrado
Y no serás para decir—Dios te haya perdonado.
Toma esta rama de nogal—y tírala a tu tejado;
Cuando la rama florezca—seré yo tu enamorado.
(Recitado por Florencia Fraguas, de Castrillo del Val)

TRANQUILO
El rey moro tiene un hijo—que Tranquilo se llamaba,
Salió una tarde a paseo,-se enamoró de su hermana.
De mañana, al otro día, - malito cayó en la cama.
Ya sube su padre a verle: -¿qué tienes hijo del alma?
Tengo unas calenturitas-que me las pegó mi hermana.
¿Quieres que te mate un ave—de esas que vuelan por casa?
Quiero una taza de caldo,—que me la suba mi hermana;
Si sube, que suba sola, -que no suba acompañada.
Y al dar la taza de caldo—el muerto resucitaba;
La cogió por la cintura - y a su cama la llevaba.
Mira a ver lo que te haces,-mira que yo soy tu hermana;
Vas a majar una flor—y a manchar un cristal fino
Y luego te voy a poner-en el tribunal divino.
Si eres hermana que seas,-no haber nacido tan guapa.
Estando un día en la mesa-su padre la remiraba.
¿Qué me mira, padre mió.—qué me mira usted la cara?
Hija de mi corazón,—pedazo de mis entrañas,
Que te levanta el vestido—como a una mujer casada.
Llamaron cuatro doctores,-los mejores de Granada;
,—, , , , 149

Unos la toman el pulso -otros le miran la cara,


Otros le dicen al rey: -tiene hidropesía de agua,
Y el último ha declarado:—su hija está embarazada.
A eso de nueve meses—un niño llora en su casa.
No llores, niño chiquito, -no llores hijo del alma,
Que a tu madre le da pena—que no seas de casada.
Y aquí termina la historia -de Tranquilo y de su hermana.

Cogido en Pradoluengo: Se observará que por su parte moral


el asunto de este romance está puesto en tierra de moros y es
muy parecido al caso de Amnon, hijo de David, con su hermana
Tamar, y precisamente Tamar se le llama en el Ronancero Po-
pular de la Montaña, asi como Un Rey Moro en el Cancionero
Popular de Extremadura.

LA LOBA
Estando un pastor un día—remendando la zamarra
Vio venir a siete lobos—por una triste montaña.
En medio de los siete lobos—venía una loba raya
Y le cogió la cordera - de la oveja encencerrada.
—Loba, deja esa cordera—que a ti no te debe nada,
Si te embirlo mis cachorros—te dejarán maltratada.
—Tanto valen tus cachorros—como una morcilla asada,
Que tengo siete colmillos—que son como siete lanzas.
—Arriba, perro rabón,—arriba, perra guardiana,
Si le quitáis la cordera—tenéis la cena doblada:
Siete calderos de leche—y otros tantos de cuajada,
Y si no se la quitáis—llevaréis con la cachava.
Siete leguas la corrieron -por una alta montaña,
Otras siete la corrieron—por unas tierras aradas:
Siete y siete son catorce, —cuando la loba iba cansa,
Al subir un pedrecito—dando vista a una llanada
Dieron con la loba en tierra—la dieron fuerte sotana.
—Tomad, perros, la cordera,—sana y buena como estaba.
—No queremos la cordera—de tu boca embabosada
Que queremos tu pelleja—pa el pastor pa una zamarra;
De tu cabeza, un zurrón-para guardar las cucharas;
El rabo, para manguito;—las orejas, pa polainas;
150 1 1 ,

Los dientes, para una vieja—que pueda roer castañas;


De tus manos sacar guantes -para las buenas muchachas,
Y si sobra algún retal ~pa piangos pa la criada.
(De Cerezo de Riotirón).

LA ZAGALA HERMOSA
Estando con mi rebaño—se acercó a mi un señorito
Haciéndole mil halagos—estas palabras me dijo:
—Zagalita de mi alma --de amor me muero por ti,
Vente conmigo a mi casa—y serás siempre feliz.
¡Ay, zagala, zagala, zagala;
Esos ojos negros a mi me entusiasman!
Tienes un mirar tan dulce—y una risa encantadora
Que debajo de las nubes—para mi gusto no hay otra.
—Entre ovejas he nacido—y entre ellas me he criado,
Con abarcas siempre he ido—corriendo montes y prados.
Y te digo zagalita hermosa
Que ningún zagal te tiente la ropa;
Porque es fácil que algún zagal
De un susto grande te haga llorar.
No consientas zagalita—que el sol a tu rostro cubra,
Desprecia esa triste vida - y conserva tu hermosura.
(De Villasur de Herreros).

EL CONDE MARCELINO
Madrugaba Marcelino - l a mañana de San Juan
A dar agua a sus caballos—a las orillas del mar;
Mientras sus caballos beben -Marcelino echa un cantar.
La reina lo estaba oyendo -desde su palacio real:
Mira hija, como canta—la sirenita del mar.
No es la sirenita, madre,—la sirenita del mar,
Que es el conde Marcelino-con quien me voy a casar.
Hija, si yo lo supiera—lo mandaría matar.
Madre, le he dado palabra—que con él me he de casar.
La madre que ha oido esto -los ha mandado matar
Y después que los vio muertos—les ha mandado enterrar;
Ella en el altar mayor—y él, dos pasos más atrás.
De ella salió una toronja-,de él un rico limonal,
151

Las ramas que se alcanzaban—besos y abrazos se dan


Y las que no se alcanzaban—no hacían más que llorar.
La madre que se ha enterado—las ha mandado cortar,
De ella salió una paloma—de él un águila imperial.
(Recitado por Concha Sevilla, de Gastrillo del Val).

EL MARINERO
Siete años por San Juan hace - que un marinero remaba
Dando voces en el río—que le sacaran del agua.
Se acercó allí el demonio—ya por fin o por desgracia:
Marinero, marinero,—yo te sacaré del agua
Y te mando mis navios—y mis oros y mis platas,
Solo que cuando te mueras—me mandarías tu alma.
Marcha, demonio al infierno,—no te quiero mandar nada,
El alma la mando a Dios—y a la Virgen soberana;
El cuerpo para los peces,—si acaso muero en el agua;
La pelleja al sacristán—para que haga una sotana;
Los huesos al campanero—que repique las campanas.
(Recitado por Luz González, de Bocos).
.
CAPITULO Vil

1.—Leyendas interesantes y costumbres tradicionales.


2.—La célebre canción de El Niño Perdido. 3.—La
vuelta de Egipto.
I
1. Lo más bello, lo más interesante de la historia de un
pueblo son sus leyendas, sus tradiciones y sus costumbres,
como que vienen a constituir la esencia de aquélla; por eso las
incluyo en este folklore, empezando por las que se refieren al
héroe más popular en Castilla y en toda España.
Vamos a contar las tradiciones que hemos recogido sobre e\
terreno, que ilustran y corroboran la realidad histórica de las le-
yendas más famosas de la literatura castellana, o sean: la del
Cid, altamente heroica y la de los Siete Intantes de Lara, quizá
la de mayor grandeza trágica del mundo. Por ellas se desprende
quería memoria ¡de los célebres personajes que en ellas toman
parte se ha perpetuado a través de las generaciones hasta el
siglo xx, a despecho de aquellos críticos que han puesto en duda
su existencia.
En el campo de la Historia no se levanta un hombre de la
grandeza moral y del aura popular de Rodrigo Díaz de Vivar,
tan conocido por el Cid Campeador. Como yo decía en el
a
epitafio que escribí a los restos del Cid y D. Jimena al ser tras-
ladados el 20 de julio de 1921 desde la Casa Ayuntamiento de
Burgos al crucero de su famosa catedral.

Ya descansan sus restos terrenales
En la nave mayor del Santo Templo,
Como guarda sus hechos inmortales
154 _

El libro de la Historia, de alto ejemplo:


En medio de los coros celestiales
Sus almas nobilísimas contemplo,
Y Burgos con España toda entera
Hoy celebran su gloria verdadera.
Que no existe en el mundo un cabaltero
Que comparta su fama tan preclara;
Que en la hueste mejor blanda el acero;
Que a los tronos los mire cara a cara;
Que socorra al gafo y pordiosero;
Que a la Iglesia la quiera y respetara,
Y aun los Reyes, los Grandes y otros dueños
A su lado parecen más pequeños.

Sus cualidades sobresalientes y las hazañas que realizó fue-


ron embellecidas y adornadas por la musa popular, en términos,
que cuesta gran trabajo a la crítica depurar todos los hechos
que se le atribuyen, y hasta han causado la desesperación de
algunos historiadores que no pudiendo desembarazarse y orien-
tarse en el laberinto de tantas tradiciones, han llegado hasta a
dudar de su existencia.
Esta se halla comprobada: por la firma del héroe estampada
en varios documentos públicos; por el monumento levantado por
la ciudad de Burgos, precisamente sobre el solar de la casa en
que nació el año de 1026, según se dice en la leyenda que lleva
aquél; por los restos de la iglesia de San Martín, donde fué
bautizado, y a la que dejó varios donativos; por la iglesia de
Santa Águeda, todavía levantada, testigo de su celebrada Jura;
a
por sus restos y los de su mujer D. Jimena, guardados al pre-
sente debajo del crucero de la catedral de Burgos; por los sepul-
cros que tuvieron durante muchos años en el monasterio de San
Pedro de Cárdena; por la carta de arras del año 1074, conser-
vada en el archivo de la catedral burgense; por la calle del Cid
en Burgos; por las Crónicas árabes y cristianas; por la inmensa
literatura que se le ha consagrado, y por las siguientes tradicio-
nes que no he visto mencionadas en los romances y en la Cró-
nica del Famoso Cavallero Cid Rui Díaz Campeador, de San
Pedro de Cárdena.
.— . — 155

Si vais por la ribera del río Ubierna, y principalmente por


Quintanilla Morocisla y Vivar del Cid, que hoy forman el muni-
cipio de Quintanilla-Vivar, os dirán, que siendo Rodrigo Díaz
muchacho, era sumamente travieso, y sus fechorías llegaron a
indignar y encolerizar en grado tal a su madre que, con la sana
intención de deshacerse de su hijo le ordenó fuese por yerba
desde Vivar, donde vivía, a un prado próximo a la orilla del ci-
tado río, a la sazón que en el mismo moraba una terrible cule-
bra, espanto de la comarca. El pequeño obedeció a su madre, y
sin amilanarse, cogió un saco y una hoz y se encaminó al men-
cionado prado, donde al poco tiempo se encontró con la culebra:
ésta se lanzó sobre el rapaz, quien sereno y animoso, no sólo la
hizo frente, sino con un golpe de hoz la cortó la cabeza y luego
la hizo trozos, que metió en el talego de la yerba, y se lo llevó
todo a su madre, que quedó asombrada de tamaña hazaña a se-
mejante edad. No para aquí la leyenda; pues añade, que desde
entonces, no se ha encontrado culebra de ninguna especie por
aquél contorno; hecho que me confirmaron los que me la conta-
ron en Quintanilla Morocisla.
Esta leyenda tiene un punto de contacto con una singular
conseja que comenzó a circular a los pocos años de fallecer el
Campeador, y de que ya se hizo eco Sandoval cuando escribía:
«Cuentan que Rodrigo Díaz era natural de Vivar, que es una
pobre aldea, cerca de Burgos, y que era de gente humilde, hasta
decir que era hijo de un molinero y otros disparates semejantes
que se sacaron de hablillas y cantares y romances de aquellos
tiempos.» Aunque los padres de Rodrigo se sabe fueron perso-
nas nobles, Diego Lainez, descendiente de Diego Porcelos y de
a
Lain Calvo, y D. Teresa Rodríguez, hija de Rodrigo Alvarez,
a
Conde y Gobernador de Asturias, o D. Teresa Núñez, hija del
Conde D. Nuñiz Alvarez de Amaya, como cuentan la citada
Crónica del Cid y el P. Mariana; sin embargo, el afán de hacer
hijo del pueblo tan simpático personaje, propagó pronto la espe-
cie de que Diego Lainez le tuvo en una molinera; y así, el
Poema de Mío Cid, escrito hacia el año 1200, en la edición ano-
tada por D. Ramón Menéndez Pidal, Madrid 1900, en los ver-
168 . , ,

sos 3.378 a 80, entre los insultos que dirige al Cid, Asur Gonzá-
lez, en las Cortes de Toledo cuenta:
¿Quien nos darie nueuas de myo Cid el de Bivar?
¡Fose a rio d'ovirna los molinos picar
e prender maquilas, commo lo suele far!

o cual consigna la referida Crónica, poniendo palabras semejan-


tes en boca de Garci Ordóñez, tío de los Condes de Cardón,
dirigidas al Cid «e vayase para el rio de Ouierna, donde es na-
tural e adobe sos molinos, ca menester lo aura ayna.»
También os contarán en Quintanilla Morocisla y Vivar cómo,
contendiendo ambos lugares sobre sus términos jurisdiccionales,
remitieron la decisión del litigio al arbitrio de que el término de
Vivar alcanzase hasta el punto en qne lanzase una gran piedra
Rodrigo Díaz. Este cogió dicha piedra, y desde Vivar, la arrojó
con tal violencia en dirección de Quintanilla, que se temió diera
contra la ermita de San Roque, que había en la actual carretera
próxima a Morocisla y distante más de un kilómetro de Vivar,
y entonces cuentan que el Cid exclamó:

Detente canto
No pegues contra el Santo
Y que si sería por derribar
Quintanilla sería de Vivar.

a cuyas palabras se detuvo en las inmediaciones del templo. Lo


cierto es que los términos de ambos pueblos pasaban por dicha
ermita, y que en una plazoleta allí cercana, que llaman Peñacid,
os muestran hincada en la tierra una peña que apellidan del
Cid, como de un quintal de peso, que lleva unos huecos como
los que tienen las bolas para jugar a los bolos.
Este poder maravilloso del Cid sobre la naturaleza se ase-
meja al que el Señor ha concedido a ciertos siervos suyos teni-
dos por santos; y en efecto, a aquel se le considera en España,
según frase de Sandoval, por muy siervo de Dios. En la cate-
dral de Salamanca muestran un crucifijo de madera de una tercia
de largo, que se dice llevaba en las batallas; en éstas entraba
1 157

siempre invocando a ¡Santa María!; en el Poema del Cid se le


presenta como hombre de oración, muy religioso y favorecido
por San Lázaro, a consecuencia del acto insigne de caridad que
llevó a cabo con un leproso; según tradición conservada por el
P. Palacios en su manuscrito Historia de la ciudad de Burgos,
escrita en 1729, tanto él como Fernán-González pertenecieron
a la Cofradía de la Inmaculada, establecida en la iglesia de Santa
Águeda de esta ciudad, y aun el P. Berganza asegura que Fe-
lipe II solicitó su canonización del Romano Pontífice por medio
de su embajador Hurtado de Mendoza.
Otros hechos extraordinarios se atribuyen a este guerrero
esclarecido. Entre Basconcillos del Tozo y Arcellares, del par-
tido de Villadiego, enseñan los naturales del país una hondonada
donde dicen está «la patada del Cid»; muestran una señal en la
roca, donde unos dicen se arrodilló Babieca, el famoso caballo
que utilizó el Cid por espacio de cuarenta años y fué enterrado
a la entrada del monasterio de Cárdena, y otros que dejó mar-
cados los cascos y su amo la punta de la lanza. Por la acción
del tiempo o de los elementos las señales son vagas e impreci-
sas. La tradición asegura que referida hondonada servía de re-
fugio a una culebra de tan descomunales proporciones que,
cuando acostumbraba a ir a beber agua al molino de Barrio Pa-
nizares, distante media legua, la cola permanecía todavía en la
misma hondonada; el Cid, no obstante, se atrevió a combatir
con este reptil y lo mató, y al querer rematarlo con su lanza,
haciendo un gran esfuerzo, el caballo dio una rodillada en la
roca.
Parecida conseja tienen en San Martín de las Ollas, Merin-
dad de Valdeporres, con unas pegadas o marcas de cuatro he-
rraduras en una roca, que suponen los del país las dejó fijadas
el caballo del Cid al dar el salto formidable desde allí hasta
La Lora.
Entre Ages y Atapuerca, hacia la parte del mediodía, se ex-
tiende un terreno que denominan el «Campo de la Matanza»,
por la sangrienta batalla en 1054, entre Fernando I de Castilla y
su hermano D. García de Navarra, que costó a éste monarca la
158

vida y cuyas entrañas se cree enterraron delante de la iglesia de


Ages. Pues bien, en esta batalla supone el pueblo que el Cid
llevó de unos montes inmediatos un terrible pedrusco, que aun
hoy se contempla en medio del campo.
Y en fin, el cuento recogido y publicado por D. Víctor Bala-
guer, en su obra En Burgos, de labios de un octogenario, mozo
de espuela al servicio de los monjes de Fresdelval, es también
curioso. Todos los años el día de Difuntos, a la media noche, el
Cid, armado de todas armas sobre su caballo encabestrado,
sube lentamente por la cuesta que da acceso a la meseta alfon-
brada que se extiende al Oriente de las ruinas de dicho monas-
terio. Ya en la meseta, se dirige hacia el cabezo, donde remata
por la parte del mediodía, y desde allí lanza escrutadora mirada
hacia Burgos y sus alrededores. Enseguida, virando su caballo
y aplicándole la espuela, se arroja a vertiginosa carrera a lo
largo de dos o tres kilómetros de la meseta, que recorre en va-
rías direcciones, y cuando ya están fatigados caballo y caballero
se asoma de nuevo al citado cabezo, y asegurado de que aun
permanece su Burgos, su Vivar y sus tierras de Castilla, lanza
su postrera mirada sobre la ciudad y pausadamente deshace su
camino, baja la cuesta de Los Grillos y en uno de sus recodos
desaparecen de repente corcel y jinete hasta el año venidero.
No es tan viva en el país la tradición de los Infantes de Lara,
antes al contrario, se ha debilitado tanto, que apenas ya quedan
rastros de ella, y se ha adulterado y bastardeado con las capri-
chosas y fantásticas creaciones de Matos Fragoso, Duque de
Rivas, Manuel Fernández y González y Vicente García y García
que se han infiltrado en el pueblo. Para contrarrestar esta falsa
corriente y dar nueva savia a la auténtica leyenda, el que esto
escribe, reprodujo en El Eco de la Sierra, periódico que se pu-
blicó en Salas de los Infantes la Estoria del noble cauallero
el conde fernan gonzalez con la muerte de los siete infan-
tes de lara, impresa en letra gótica en Toledo el 11 de enero
de 1511.
Realmente D. Ramón Menéndez Pidal, en su admirable libro
La Leyenda de los Infantes de Lara, ha recogido sobre el terre-
. — —_ 159

no todo lo que se conserva de la leyenda de los mismos, que hoy


día se reduce a lo siguiente:
En Burgos, al cubo de Doña Lambra, el último al poniente
del paseo de los Cubos, donde la tradición supone que se arrojó
la despechada burebana para evitar que fuera apedreada y que-
mada, a que fué condenada por la horrible traición que cometió
con Gonzalo Gustios y sus siete hijos los Infantes de Lara; a
ello, parece la movió además el tener su palacio cercano entre
dicho cubo y la puerta de San Martín, así como los historiadores
piensan que Gonzalo Gustios tenía su palacio cerca de la actual
parroquia de San Lorenzo, en la antigua Normal de Maestros,
hoy escuela de niños; y otros juzgan que es de Mudarra, el gran
vengador de los Infantes, el sepulcro que trasladó el Cardenal
Aguirre desde Arlanza al claustro de la catedral de Burgos.
En Salas de los Infantes y en la iglesia de Santa María, en
el presbiterio, al lado del Evangelio, se encuentran las cabezas
de los siete Infantes de Lara y de su ayo Ñuño Salido, que los
cuerpos se hallan sepultados en San Millán de Suso, según se
acredita minuciosa y autorizadamente en tres reconocimientos
que se hicieron; el primero el 12 de diciembre de 1579, autoriza-
do por el escribano de la villa Miguel Redondo, con asistencia
a
de los señores D. Pedro de Tobar y D. María de Recalde, mar-
queses de Berlanga, y que es el primer documento auténtico que
existe sobre dichos Infantes; el segundo, el 9 de octubre de 1846,
que le autorizó el escribano de número y Juzgado de Salas don
Valentín Ayllón, por el que se acredita que están allí las cabezas
de los siete Infantes de Lara y de Ñuño Salido, y además, las
de Gonzalo Gustios, su padre, y la de Mudarra González, su
hermano bastardo; el tercero, el 9 de julio de 1924, ya en tiem-
po del cardenal Benüoch, ante cuya presencia lo autorizó el No-
tario de la localidad, y fueron colocados les restos en una urna
mucho más decorosa que las que los guardaba, con aparato y
festejos.
También se conservan como recuerdo las paredes del palacio
de los Siete Infantes, construido por su padre con una sala para
cada uno, y en el cual oía caer todos los días las siete fatídicas
160

piedras que le recordaban las sangrientas muertes de sus hijos;


son de piedra sillería y llegan a una altura máxima de unos siete
metros a la parte del mediodía, formando todas un paralelógramo
de unos 64 metros de largo por unos 60 de ancho de N. a S. La
entrada principal la tenía hacia el oriente, en un lienzo que ha
desaparecido, pues se ha de advertir que un señor, administrador
del Duque de Frías, dueño del edificio, llamado Molinero, se
apropió de la plazuela que había en esta parte y tiró, en línea
recta, una pared nueva desde la torre del homenaje, de unos 16
metros de altura, que se conservó hasta cerca del año 1890, en
el ángulo saliente del palacio que formaban los muros del norte
y este hasta el otro saliente del palacio constituido por los mu-
ros del este y del sur, donde parece por las ruinas que aun per-
manecen, que en algún tiempo se levantó un torreón frontero a\
anterior. Cerca de este torreón del sur, y a la parte de adentro,
se nota el arranque de un arco, y tocando con él, una ventana,
con la circunstancia que su vano solo penetra hasta la mitad de
este muro sur que, como los demás, es de T30 metros de grueso,
y después el vano sube por la pared hasta el remate de éste como
si hubiera servido de chimenea. De este edificio ruinoso solo se
conserva típico, para apreciar su antigüedad, una serie de aber-
turas, saeteras o buitreras en la parte inferior de los muros, que
acaso antes, cuando los rodeaba un foso, aparecerían más altas,
y dos entradas o puertas que se distinguen, una en el ángulo de'
sur con el poniente y otra en el del poniente con el norte, que
afectan en el interior un arco de transición del románico al gótico,
que no van más allá del siglo xn y ambas tapiadas. Este palacio
lo vendió el Duque de Frías el 5 de mayo de 1880, ante el Nota-
rio de Madrid D. Eulogio Barbero y Quintero, a D. Pedro Alvarez
Carvallo, de quien lo heredó su sobrina, casada con D. Amos
Salvador; en 13 de octubre de 1880 se inscribió esta escritura en
el Registro de la Propiedad del Ayuntamiento de Salas de los
Infantes, al tomo 12. folio 177. con estos linderos.

Un palacio, panera y huerta arruinados y un prado cercado de


piedra en Salas de los Infantes, que lindan: el Palacio por este
plazuela, sur el prado y huerta, oeste huerta de Los Linos y norte
161

calle Real (hoy carretera de Salas a Quintanar de la Sierra). La


huerta linda por norte y este ruinas del Palacio y sur el prado;
éste linda por norte con la huerta, sur con Manuel Munero, este
cañada a otros prados y oeste prado de Los Lirios.
En el mismo Salas, un kilómetro al oriente, hay otra memoria
de Doña Lambra o Alambra, que consiste en las señales de unas
herraduras que el pueblo cree fueron marcadas por el caballo de
Doña Lambra cuando era perseguida por sus enemigos, que para
librarse de ellos dio un bote tan formidable que no paró hasta
sepultarse con su señora en las tranquilas aguas de la Laguna
Negra: modernamente se han hecho por los pastores más pega-
das o señales de herradura, pero las más antiguas están más al
oriente de la peña viva que apenas levanta del suelo, donde se
hallan trazadas.
En CastrovMo todavía se alza al cielo el castillo que un día
fué de Ñuño Salido, que tanto figura en la leyenda.
Conócese a los de Barbadillo del Mercado con el nombre de
Alambrados, porque en este pueblo vivió y moró la famosa
Doña Lambra, causa de la gran tragedia de los Infantes de Lara;
la tradición, todavía subsistente, cuenta que hacia la parte del po-
niente de este pueblo y en una situación sumamente pintoresca
que domina las vegas del Arlanza y del Pedroso, que allí juntan
sus raudales, se alzaba el palacio de Doña Lambra, en el término
que llaman El Magurrero y próximo al Morro de la Nevera, donde
hoy se halla una tenada partida y muestras en el suelo de ci-
mientos. La posición del palacio hace verosímil el episodio de
haber visto desde él Doña Lambra bañarse al menor de los Infan-
tes, pues se ve perfectamente al poniente del mismo el cauce
molinar o del Magurrero, derivado del río Pedroso, en cuyo cauce
tuvo que bañarse Gonzalo Al mediodía del cerro que sirve de
fundamento al palacio y en un terreno feraz y de regadío, a la
margen derecha del Arlanza, se encuentran los que llaman Huer-
tos de Doña Lambra, porque suponen fueron propiedad suya.
En la sala de sesiones del Ayuntamiento de Lara de los In-
fantes o de Jurisdicción de Lara, recuerdo haber visto pendientes
de sus paredes los retratos pintados de los Infantes de Lara y de
162 — i

los demás personajes de la Leyenda incluso Almanzor y su hija


Aaja. Son cuadros de tamaño mediano, pero de pintura moderna,
lo más de últimos del siglo xvín; tengo idea que sustituyeron a
los antiguos, según me contaron, y que tienen todos la misma
factura y colorido.
Aunque la moderna civilización tiende a hacer tabla rasa de
todo lo antiguo, sin embargo, hay todavía bastantes poblaciones
en esta provincia que conservan con cariño las costumbres y tra-
diciones de sus antepasados. Otras en cambio, han desaparecido,
como la que voy a referir acerca de las circunstancias y el lugar
o sitio donde enterraban en Burgos a los ajusticiados, que era en
el campo, en un terreno sostenido por una pared de manipostería,
encima y al poniente entre los conventos de la Trinidad y San
Francisco, tomado de un curioso documento que me ha dejado mi
amigo D. Juan Cuñado, tan enterado de muchas antiguallas bur-
galesas, que dice así: « f En el día nueve metieron en capilla a
Nicolasa, natural y vecina del lugar de Cascajares, esto en el
9 de mayo de 1832, y en el día once del mismo mes y Año a las
doce del día fué Víctima por haber muerto a una hermana e hija
de sus pechos; y a las tres de la tarde la bajaron del cadalso y la
metieron en las andas, y enseguida la llevaron al Arco que llaman
(1)
de Margarita y la metieron los pies en el río y la envolvieron
en un cuero de un buey, y la dejaron en el mismo río hasta las
seis de su tarde, y después la llevaron los Cofrades, que es la
Caridad, al convento de San Francisco y allí la cantaron su Vigi
lia, y desde allí la sacaron y la sepultaron en el campo, donde
unos árboles, encima de entre la Trinidad y Nuestro Padre San
Francisco.—Lo hizo Román Peña, rubricado —Rueguen a Dios
por ella. Amén.»
Poza de la Sal se distingue mucho por su apego a la tradición.
El día de San Blas, todos los años renuevan en esta villa una
costumbre originalísima y bastante extendida en la provincia, que
creo yo se remonta a la época de las aficiones belicosas de las

(1) O sea la esgueva que por las huertas de San Francisco atravesaba la muralla a la
calle de Lain-Calvo.
_ _ 163

mujeres cántabras y beronas Por la mañana celebran la festividad


del Santo en su ermita con una gran función religiosa, a que con-
curre el pueblo con su Ayuntamiento, y a la que llevan las galli-
nas, palomas y conejos que han de ser sacrificados aquella tarde.
Estos animales, que si pueden ser gallinas no se escogen de otra
clase, han sido llevados el día anterior por las calles de la villa
suspendidos de palos de tres metros de largos, y suelen ser re-
galos que hacen los novios a las novias para tener una gran me-
rienda entre todos ellos. A la tarde, después de los actos religio-
sos celebrados en la ermita de San Blas, situada en las eras sale
a una de éstas, entre vivas del pueblo, el Ayuntamiento en Cor
poración, acompañado antiguamente de un individuo que tocaba
la gaita y el tamboril, y modernamente de gaitero u otra clase de
músico. Las gallinas o los otros animales, puestos en su lugar,
se hallan en la misma era pendientes de su respectivo palo con
la cinta o cordón que regala cada mozo; al lado de cada palo se
coloca una moza vestida con el traje típico pozano. Este consiste
en zapato negro, media blanca, los bajos mejores que pueda,
saya de bayeta encarnada, corpino escotado con franja de ter-
ciopelo negro de cuatro dedos de ancho; pañuelos de seda de
colores con flecos que caen por los lados hasta la saya y peina-
do rematado en un gran moño con su agujón.
En cuanto empieza a tocar la música ha de comenzar la moza
a saltar a la pata coja alrededor de su gallina al compás de lo
que llaman el Escarrete, te, te, te, te, que todos entonan, y no
puede cesar en este movimiento, que suele durar ocho o diez
minutos, ni cambiar de pie, so pena de ser silbada hasta que
termine la música. Entonces quitan la gallina del palo y la suje-
tan al suelo de la era para que no se mueva; el novio o allegado
de la moza, previa una salutación al Ayuntamiento, descubrién-
dose, entrega a ésta una espada para que cercene la cabeza del
animal. Ella, después de hacer una inclinación de cabeza al
Ayuntamiento, tira con la espada un golpe al cuello de la ga-
llina, y si a los tres golpes o antes logra separar la cabeza del
tronco, se la aplaude, y si no se la silba por el numeroso público
que presencia esta escena. Mientras dura, pues suele haber
164 — _ ^ _ _ _

diez o doce gallinas, parte del público suele subirse a lo alto de


las peñas allí cercanas para cascar y comer los clásicos piñones.
Termina esta fiesta llevando otra vez en los palos las víctimas
sacrificadas a la casa donde han de ser aderezadas para la me-
rienda, con un baile y con el ágape, que todo dura hasta las
doce de la noche.
También tienen costumbre los mozos de esta villa, el día de
Santa Águeda, de teñirse los rostros de hollín completamente y
con un rabo de buey de distinto color en cada mozo recorren
las calles pidiendo a las mozas y casadas para el baile y la me-
rienda que tienen aquel día; a las que no les dan nada les untan
con el hollín que llevan en un bote, y a las que les dan, para
que otros mozos no las vuelvan a pedir las entregan como res-
guardo, del rabo que lleva cada uno, un poquito de pelo envuelto
en un papel.
Por Carnaval acostumbran, aun los mejor acomodados, a
vestir el traje antiguo pozano, que es muy semejante al de los
serranos, pues consiste en sombrero de fieltro, calzón y chaque-
tilla cortos adornados con botones o monedas de plata, medias
de lana y abarcas.
Ya se va perdiendo en la provincia la costumbre que algunos
todavía recuerdan haber visto en Castrojeriz, Gamonal, Castri-
11o del Val, etc., de matar con espada y los ojos vendados el
gallo suspendido de una cuerda. Sin embargo, en varios pueblos
de la Sierra de la Demanda, como Canales de la Sierra, el día
de San Juan, ponen unos gallos vivos atados por las patas pen-
dientes de una cuerda y los mozos a caballo tiran a descabe-
zarlos con la mano, y al que ha logrado apoderarse de tres ca-
bezas le dan un buen premio.
Esta fiesta del gallo estaba muy generalizada y variaban sus
circunstancias según las regiones; así en el Valle de Valdivielso
entre varias mozas mataban un gallo, para lo cual todas, menos
la última que le daba la muerte, suavemente le tocaba en el
cuello; en otras partes las mozas espadaban al gallo pendiente
de una cuerda, y cuando iban a darle el golpe, con aquellas pa-
labras: «Allá va gallo, si te pillo te mato»; los mozos que soste-
_ 165

nían los extremos de la cuerda la imprimían continuas oscilacio-


nes para que no le acertaran, hasta que al fin le daban muerte;
antes, cada moza, según marchaba contra el animal, le dirigía
algún cantar como estos:

Esta mañana temprano


Antes de salir el alba
Ese maldito de gallo
Se ha puesto a la ventana.
Se ha puesto a la ventana,
De la ventana a la silla,
No me tengo de ir de aquí
Por verte las pantorrillas.
Las pantorrillas son blancas
Y también son encarnadas,
Pero no han de ser para ti
Aunque vienes de madrugada.
Con la licencia de Dios
Y la del Sr. Alcalde
Hemos de matar el gallo
En sin meternos con nadie.
Gallito que estás colgado
Tienes las plumas de seda,
Y has de venir a a morir
tí A i J
En manos de estas doncellas.
Ya se te ha acabado ¡oh gallo!
El dormir con las gallinas
Y el cantar por la mañana
Saludando al nuevo día.

En otras partes enterraban el gallo dejándole la cabeza fuera,


y los mozos, vendados los ojos y después de darles varias vuel-
tas sobre sí mismos para que perdiesen la pista, eran los encar-
gados de descabezarle. En Castrillo del Val el que. hacía de Rey
se presentaba a la autoridad de esta manera:

Señores, yo soy el Rey,


Con mucho garbo y con sal,
Vengo a dar las buenas tardes
Primero a la autoridad.
m — i - —^—. , ,

Buenas tardes, caballeros,


Sabrán que yo soy el Rey,
Pido la cresta del gallo
Como lo manda la ley.
En Castrillo de Murcia, del partido de Castrojeriz, se con-
serva otra costumbre, allí exclusiva y que tiene a todas luces un
sabor gentilicio. El día del Corpus, y en su octava, disfrazan a
un sujeto de botarga que llaman Colacho, que lleva la cara ta-
pada y un rabo de buey en la mano. Todo el mundo tiene dere-
cho a llenarle de los mayores improperios, injurias e insultos,
pero él así mismo, lo tiene de arrear un pie de paliza soberano
al que coge por su cuenta. No para en esto la broma, cuando
todos están reunidos en misa, entra el Colacho en la iglesia sal-
tando por entre las sepulturas y las mujeres, a las que pega con
la cola hasta el Presbiterio. Allí se queda parado y va remedan-
do las ceremonias que se hacen en la misa, tan burlescamente,
que algún párroco se ha querido oponer, aunque inútilmente, a
esta costumbre pagana, porque verdaderamente parece restos
de los juegos de escarnio o burlas de la Edad Media, por la pa-
rodia burlesca de los oficios eclesiásticos que hacían los zaharro-
nes o remedadores. Para que se comprenda mejor que es un
resto del paganismo no desterrado en el siglo xx, todas las mu-
jeres que han dado a luz aquel año, colocan a sus hijos habidos
en él encima de un colchón a las puertas de sus casas con inten-
ción de que el Colacho, salte por encima de cada uno, como lo
hace, sin duda, para conjurarle de algún maleficio.
En la villa de Torresandino hacían antiguamente, pues ya
ha caído en desuso, el día de Domingo de Resurrección, un
paso, por la mañana, a la puerta de la iglesia, delante de las
imágenes de la Virgen del Rosario y de Cristo muerto, vestido
de morado y colorado. Los personajes que hablaban en verso
eran: Judas, Simón Cirineo, los doce apóstoles y un chico ves-
tido de Nazareno que apuntaba su papel a los demás. Los repre-
sentantes eran mozos del pueblo vestidos con trajes de distintos
colores; el que hacía de Judas lo llevaba de amarillo y verde, y
los otros apóstoles unos azules y otros colorados y por igual el
___ i—_^ 167

coleto, pantalón corto y medias y peinado con la raya enmedio.


A estos mozos los había lavado el Sr. Cura párroco los pies el
día de Jueves Santo y por el trabajo de la representación les
daban rosquillas.
Para muestra del paso o auto, reproduciré los siguientes frag-
mentos.

Judas
Yo soy Judas Iscariote
Aquel aleve y traidor,
Por la ambición del dinero
A su maestro vendió.
Yo muero desesperado
Y confieso mi traición,
Treinta dineros me dieron:
Tomadlos, que no los quiero. (Los tira).
Yo me ahorcaré de un árbol
Para pagar mi traición;
Mi alma la lleve el diablo
Porque bien la mereció.
El infierno y el demonio,
El mayor de todos yo.

Simón Cirineo
Yo soy Simón Cirineo,
Mi Maestro me ha nombrado
A llevar la cruz a cuestas
De Cristo pesadumbrado.
Los judíos le prendieron
Pero Judas le vendió;
Pilatos ha sentenciado
A muerte a Nuestro Señor.
No llores, Virgen María,
No llores, por nuestro amor,
Que antes que pasen dos horas
Os veréis juntos los dos.

Ya que hemos mencionado a Judas, nos trae a la memoria la


famosa función que todos los años se celebraba por Pascua de
168 1 •

Resurrección, después con intermitencias de varios años, y ya


casi abandonada, pues la última que recuerdo fué en Castrillo
del Val en 1923, en la que el que hacía de Juez (Baltasar de las
Heras) terminó así:
Y con esto me despido
De todos en general
Diciendo de corazón
¡Viva Castrillo del Val!

Entre las poblaciones que con más aparato se celebraba la


Función del Judas por Pascua de Resurrección, se contaban Bur-
gos, Lerma, Villadiego, Belorado y Castrillo del Val.
Para que se tenga alguna idea de ella, pues era semejante en
todas partes, tomaré algunas notas de un folleto impreso en
Burgos en 1878, en la imprenta de Cariñena, en 8.° y con 51
páginas, cuya portada dice: «Célebre función crítico-burlesca de
Judas Iscariote, su prendimiento, presentación al Tribunal, pre-
gón de azotamiento, sermón, acusación, defensa, sentencia y
ejecución, capaz de hacer reir a un muerto, por personas de ge-
nio alegre, amigas del Dr. Berritos, y dado a la prensa con al-
gún retoque por otro que no les va en zaga.» El prólogo dice
así: «Función del Judas. Una de las más populares y que mayor
aceptación ha obtenido en esta capital, Burgos, es la ya antigua
y célebre del Judas que tiene lugar en la Pascua de Resurrección;
lo prueba de una manera incuestionable, la gran afluencia a ella
de personas de la población y forasteros, que no solo de los
pueblos de la provincia sino de las limítrofes han acudido a ella
siempre que se celebra, el gran aparato con que se verifican sus
escenas crítico-burlescas y el ser festivos los días en que tiene
lugar. Lo severo que representa la Semana Santa en que la
Cristiandad celebra el aniversario de la muerte del Redentor del
género humano, recuerda la vil traición de Judas Iscariote, dis-
cípulo amado del Redentor, de venderle a los judíos, escribas y
fariseos por treinta dineros. Anatematizar el feo delito de trai-
ción, ridiculizando al autor con una crítica joco-burlesca bien
traída es el objeto de la función de que trata este folleto, que no
, . •• _ 169

(,)
puede leerse sin reirse, ni verse sin escosíillarse. De su ejecu-
ción se encargan los jalmeros y tejedores de los barrios de San
Esteban y Vega con otros agregados.»
Aunque esta función es muy antigua la letra de este folleto,
que está en verso (décimas, pareados, romance) tiene algunos
retoques modernos como se indica en la portada.

Presentación de Judas al Tribunal por el Capitán


de Miñones
CAPITÁN. —Aquí tenéis, señor Juez,
El que se había escapado.
¡Y cuánto nos ha costado
Para verle de coger!
Lástima no hay que tener
De este perro perdiguero,
Porque sin ser carbonero
A la sierra se marchaba
A comer la carne asada
Y a robarnos el dinero.
JUEZ.—(Dirigiéndose a Judas):
¿Eres tu el que te escapabas
Por no sufrir el castigo?
Me las pagarás te digo
Tus acciones depravadas.
¿Con que no hay más que escaparse?
¿Con que no hay más que escurrirse,
Deslizarse, escabullirse,
Tomar el pito y largarse?
Ya puede V. figurarse
Lo que será de su piel:
Juróle por mi dosel,
Juróle por Víctor Hugo
Que visitará el verdugo
Su redondo ojarapel.

Estos cuatro últimos versos han sustituido a los siguientes:


Después de que tenga bien calientes
Las espaldas, el espinazo y las nalgas

(1) Por descostillarse.


\tb . ,

No nos sacará la lengua


Ni nos hará bribonadas.

Tomaban parte en esta función, los Cadenas, o sean las tro-


pas que defienden a Judas, con armas diversas y vestidos con
casaca de haldilla larga, calzón y medias de distinto color, de-
mostrando poco orden y menos disciplina; los Miñones, tropas
reales de infantería, que llevaban alpargata valenciana con lazos
encarnados, media blanca, calzón negro, chaqueta, gorro cata-
lán, manta morellana al hombro, canana y carabina, con su es-
cuadra de gastadores, con mandil blanco y gran gorra de pelo;
los Turcos, tropa de caballería, disfrazados con media blanca,
pantalón ancho encarnado, chaqueta, barba y turbante con me-
dia luna. Unos y otros con sus correspondientes jefes, cornetas
y tambores, y todos mandados por el Rey y Príncipes. El Tribu-
nal que ha de juzgar a Judas estaba compuesto de Juez, con su
vara de justicia, Fiscal, Defensor, Escribano y Alguacil, vestidos
de calzón y media negra, frac lo más raro posible, chupa, un
paño de manos por corbata, gran cuello, anteojos de buen ta-
maño, peluca de lino, tricornio y espadín; el Juez con vuelillos
en la bocamanga y el Escribano con su proceso debajo del brazo.
En cuanto a otras prácticas, creencias, supersticiones y cos-
tumbres populares religiosas existentes en esta provincia, son
tantas y tan curiosas, que solo con ellas podría formarse un libro.
Todos los recien casados, lo mismo en Aranda de Duero que
en Roa, acostumbran rezar una salve a las respectivas patronas
de estas poblaciones, Nuestra Señora de las Viñas y Nuestra
Señora de la Vega. A este propósito, recuerdo que en Torre-
sandino todas las bodas, con los novios, padrinos y convidados,
han de acudir indefectiblemente a la era que se ha formado en
el solar de su antiguo castillo, porque dicen que si no se sigue
esta práctica se suelen divorciar los matrimonios, pues así asegu-
ran que aconteció a uno. En esta villa, después de dicha la misa,
el día de Jueves Santo, suelen concurrir a casa del Sr. Cura
párroco los Concejales y otros convidados a beber la limonada,
llamada también zurracapote en otras partes, compuesta de vino,
J 1 _ _ _ _ _ 1 7 1

limón, canela y azúcar. El Viernes Santo, los mismos Conceja-


les adoran la Cruz, besando los pies y manos de un Santo Cru-
cifijo, yendo descalzos con calcetines blancos.
Es creencia muy generalizada en la provincia que durante la
procesión del Santo Entierro no deben dejarse durmiendo en sus
camas a los niños, sino llevarles a que la presencien. Al pre-
guntar yo en Burgos a unas mujeres de pueblo en qué se funda-
ban para tener esta creencia, solo me contestaron que en haber
oído a sus antepasados que si tal hacían las brujas correrían por
los pelos de las cabezas de los pequeños. No tienen otro funda-
mento las creencias de que al que hubiere comido carne de gato
no se le puede dar la Extremaunción, y el difunto que a las vein-
ticuatro horas tiene las carnes blandas pide pronto otro difunto
en la familia.
En cierto pueblo del partido de Salas de los Infantes todos
los años acostumbran subastar el hacer de Jesús Nazareno en la
Semana Santa, y al mejor postor le suelen tratar tan cruelmente
que le hacen verter sangre, ni más ni menos que los famosos
disciplinantes o picados de San Vicente de la Sonsierra, en la
Rioja.
En Roa, el Domingo de Resurrección sacan por la mañana
en procesión a las imágenes de la Virgen María y el Niño Jesús,
y las dan tres vueltas por la Plaza Mayor en sentido contrario, y
a la tercera se encuentran y se paran, y entonces el pueblo canta
entre otras coplas:
¡Aleluya! ¡Aleluya!
Reina del cielo
Que ha resucitado
Vuestro consuelo.
Con el rostro de Pascua
Viene este día
A recibir a Cristo
Santa María.

En la misma villa, durante el mes de noviembre, los cofrades


de las Animas, todos los días al ponerse el sol, se juntan con
luengas capas y recorren las calles de la villa, precedidos de un
172 1 _.

pendón, tocando unas campanillas y una tambora con sonido


lúgubre y marchan con tal silencio, que aunque encuentren
miembros de sus familias no les saludan. En cambio, los cofra-
des de San Antón, el día de este Santo, a 17 de enero, marchan
alegres hacia su ermita, armados de una cuchara y detrás del
caldero que conduce el condumio que han de consumir después
de festejar al Santo.
El 7 de diciembre, fiesta de Nuestra Señora de las Angustias,
en Villatuelda adornan la imagen de esta Virgen con rosquillas,
que después rifan y su importe lo dedican a su culto.
Una cosa análoga hacen con una gran rosca que ponen a
San Vítores, el 26 de agosto, en la ermita que tiene dedicada
cerca de Oña.
En Vivar, Quintanilla Morocisla y Gamonal, al comenzar las
procesiones, siempre han tendido los mozos en el suelo los pen-
dones y con las dos manos los levantan a pulso.
Creencia originalísima fué la que oí de labios de una mujer
de Barrio de Muñó, llamada Gregoria Orenes; se hallaba con-
vencida de que la Virgen María no había nacido de San Joaquín
y Santa Ana, sino del fondo del mar, y que al fin en una nube
fué transportada al cielo; apoyábase en la riqueza que hay en el
fondo de los mares, especialmente en perlas y corales y en que
la imagen de la Virgen del Pilar está dibujada en la cabeza de
los besugos.
Para anunciar las muertes o los entierros acostumbran en
Castrojeriz, según los fallecidos pertenezcan a una u otra cofra-
día, vestirse cierto sujeto con traje y gorro de distinto color, y
va por la calle tocando una campanilla y contestando a todo el
que le pregunta quién es el muerto; tengo idea que cuando éste
es de la cofradía de la Vera-Cruz la anunciadora es una mujer
tocada con su mantilla.
En Roa, si el difunto es de la cofradía de las Animas, le acom-
pañan en el entierro con una tambora cubierta con un paño ne-
gro que redoblan de un modo fúnebre.
En Castrojeriz también llevan en la procesión del Corpus las
tres tamboras de cada barrio de la villa, que han estado tocando
— 173

los tres días anteriores en que ha sido expuesto el Santísimo en


cada barrio, pero cada tambora en el suyo. Asimismo tienen la
devoción de hacer el ofrecimiento de las tres Ave-Marías de
esta manera:
Recibid Virgen María
Estas tres Ave-Marías
Que vuestra esclava os envía.
La primera, por los que están en la agonía,
La segunda, por los que están en pecado mortal,
La tercera, por los que andan en peligros de la tierra
Y en las aguas de la mar.

Antes de hacerse la última reforma de los gigantones y gi-


gantillas de la ciudad de Burgos, en el año 1899, era costumbre
el día del Corpus, después de terminada la procesión, de dar en
la Plaza Mayor, mientras danzaban los gigantones y los danzan-
tes, las mochadas. Consistían éstas en los golpes que daban con
sus cabezas de cartón el gigantillo y la gigantilla, a toda clase de
sujetos, especialmente aldeanos que encontrasen descuidados o
distraídos, al compás de aquellos versos:
Currucu, currucu, muchachillas,
Que os cogen las gigantillas,
Que os cogen a la descuidada
Y os dan una fuerte mochada.
Tilán, tilán, tin, burro,
El demoño danimal,
De las tres cargas de trigo
No me ha dejado ni un pan.

En el baile de los gigantones cantaban a su compás:


Los gigantones, madre,
El día del Señor,
Como están tan cansados
Hacen el arrimón.
¡Alajú! ¡alajú! gigantones,
Menead con sal los talones
A compás, con gracia y contento,
A salud del Ayuntamiento.
174 — ,

Los gigantones, madre,


El día del Señor,
Corren, saltan, grandones,
Bailan alrededor.
La gigantilla es hembra
Del Alcalde Mayor;
Pero todos por dentro
Paecen como un farol.

Las mochadas eran un símbolo de la caída en la herejía de


los incautos, pues la misma gigantilla con su figura rara repre-
sentaba y aun tenía cara de hereje; del gigantillo salía un loba-
nillo que figuraba la cabeza de Calvino, así como de la del mis-
mo la de Lutero. Los gigantones siempre han representado las
diversas razas humanas que con su presencia querían alegrar el
triunfo del día del Señor.
Tienen en esta provincia todos los Domingos de Cuaresma la
piadosa costumbre de salir las mozas por la mañana a pedir de
puerta en puerta huevos, roscas rosquillas, etc.. cuya colecta
vendida la invierten en velas para alumbrar el monumento de Se-
mana Santa, o como en Castrillo del Val, a la Virgen del Rosario.
En unos pueblos no cantan, pero en otros sí. variadas letrillas re-
ligiosas como las siguientes:

Hoy es el primer domingo


Que venimos a tu casa
A ver si nos das limosna
Para la Semana Santa.
Ei que limosna nos diere
Dios le dé salud y gracia
Y lo que más le convenga
Pa salvación de su alma.
El día de San José—cuando el sol alboreaba
Hacen la fiesta los santos—en la celestial morada,
Con ricas cadenas de oro-y cirugiles de plata.
Todos son a contemplar-el bien que María alcanza,
Que ha parido al Verbo Eterno-vestido de carne humana.
Y San José la decía: ¡oh mi querida y amada!
No durmiendo con varón-¿Cómo te has hecho preñada?
_ i 175

Y la Virgen le contesta—con parecidas palabras:


«Cuando el ángel San Gabriel—vino a traer la embajada
Me dejó en prenda de amor—la joya más estimada,
La que no cogió en el mundo - y se encerró en mis entrañas.
Al cabo de nueve meses—le ruego a mi Dios que salga;
Que esta es mi prenda divina,—que esta es mi prenda sagrada;
Por eso me llaman Reina.—por eso azucena blanca.»
Era la zarza que ardía,—era fuego y no quemaba;
Para subir a los cielos—su dulce vuelo levanta,
Que es María la paloma,—María llena de gracia;
Entre todas las mujeres—escogida eres sin mancha.

2. Otra canción entonaban titulada El Niño Perdido, extendida


en toda España, que por ello y por ser muy linda me extraña se
haya escapado a la diligencia de coleccionistas como Inzenga,
Rodríguez Marín, Ballesteros. Calleja, Olmeda, etc., y eso que es
notable por su letra como por su música, que es una ritmopea
con reminiscencias de canto gregoriano y dejos de pastorela, que
se canta a dos voces, con aire más reposado la copla y más mo-
vido el estribillo o seguidilla. Sobre el mismo asunto compuso un
romance Alonso de Ledesma en sus Conceptos Espirituales, que
ocupa el número 276 del Romancero y Cancionero Sagrados de
la Biblioteca de Ribadeneyra, y también con el mismo título pu-
blicó otro Fernán Caballero en sus Cuentos y poesías populares
andaluces, y últimamente D. Bonifacio Gil García en su Cancio-
nero Popular de Extremadura ha insertado la música y la letra
de esta linda canción religiosa. Pero a todas estas versiones pre-
ferimos la que damos a continuación, porque es más completa,
como que contiene las variaciones recogidas en otras provincias
de la Península y porque en su fondo se revela más perfecta-
mente el concepto que tiene formado el pueblo del Niño-Dios y
de la Virgen Maria.
Cuando San José y la Virgen
Se volvían ya del Templo
En la mitad del camino
Al niño echaron de menos.
San José decía:
Ya irá con su madre;
176

La Virgen decía:
Ya irá con su padre.
Que desconsuelo sería
Al verse solo y tan tarde,
Se ha arrimado a una puerta
No le ha respondido nadie.
Si usted bien supiera
Quien era este Niño,
Abriera la puerta
Con mucho cariño.
A ca un rico fué a parar
Y le echaron los alanos;
Los alanos muy humildes
Le hacían dos mil halagos.
Yo os aprometo
Aunque soy muchacho
Darles el castigo
Según han obrado.
—Madre, a la puerta hay un Niño 0)
Más hermoso que el sol bello,
Parece que tiene frío (2)
Pues el pobre viene en cueros. (3)
Anda, dile que entre, (4)
Se calentará
Porque en este pueblo (5)
Ya no hay caridad. (6)

(1) Por este verso comienzan en algunas partes la canción.


Var. Allá fuera llama un Niño.
A tu puerta llama un Niño.
Madre, a la puerta está un Niño.
(2) Var. Es verdad que tiene frío.
Dicen que no tiene frío.
Llora porque tiene frío.
Preciso que tenga frío.
Yo creo que tenga frío.
(3) Var. Más cierto es que viene en cueros.
Y el pobrecito está en cueros.
Porque viene casi en cueros.
(4) Var. Ve, dile que suba.
(5) Var. Porque en esta tierra.
(6) Var. Ni la hay, ni la ha habido,
Ni nunca la habrá;
Y aquél que la tiene
No la quiere dar
Aun hay caridad.
177

Entra el Niño muy cortés


Y dando los buenos días,
Jesús sea en esta casa
Porque dentro de ella habita.
Dice la patrona:
—Siéntate, hijo mío,
Que vienes descalzo
Y hace mucho frío.
Entra el Niño y se calienta
Y después de calentado 0)
Le pregunta la patrona
En qué patria se ha criado (2)
Mi padre es del cielo
Y yo de la tierra;
Mi madre desciende
De lejanas tierras. (3)
Niño, si quieres cenar
Se guisará de contado,
Te compondremos la cena (*'
Como a hijo regalado. (5)
Le respondió el Niño:
— Eso no señora,
Que tengo una madre
Que el cielo la adora.

(11 Var. Caliente y bien calentado.


(2) Var. De qué patria o qué reinado.
De qué tierra, de qué Estado.
(3) Var. E l Niño responde:
Yo nací en Belén,
Mi padre del cielo
Mi madre también.
Mi padre del cielo
Mi madre también.
Yo vine a la tierra
Para padecer.
Mi madre es del cielo,
Yo nací en la tierra,
Mi padre desciende
De diversa tierra.
Mi madre es, señora,
De lejanas tierras,
Mí padre del cielo.
Yo bajé a la tierra.
Y el Niño responde:
Yo soy de Belem,
Mi padre y mi madre
Y abuelos también.
(4) Var. Y te tendremos en casa
Y cenarás con nosotros.
(5) Var. Y serás muy estimado.
12
178

Más estando ellos cenando d)


Las lágrimas se le caen.
—Díme Niño ¿por qué lloras?
—Por ver la cena que hay. (2)
Mi madre de pena (3)
No podrá comer,
Aunque tenga ganas
No tendrá con qué.
-Mucho quieres a tu madre.
—Si, señora, que la quiero,
Tres días que no la he visto
Tres mil años se me han hecho.
Si usted me dijera
Donde la encontrara
De rodillas fuera
Hasta que la hallara.
—Vete a hacer la cama al Niño
En mi alcoba y con primor (4)
Dice el Niño: No señora,
Que mi cama es un rincón.
Mi cama en el suelo
Desde que nací,
Hasta que me muera 15
Ha de ser así.

(1) Var. Estando cenando el niño.


(2) Var. Porque he perdido a mi madre.
(3) Var. Mi madre de pena
No podrá cenar,
Aunque tenga hambre
No tendría pan.
Mi madre de pena
No podrá comer
Y aunque tenga gana
No sabrá de qué.
Y porque mi madre, etc.
(4) Var. —Criada, dale a este niño
Una cama con primor.
—No me la haga usted, señora,
Que mi cama es un rincón.
—Hazle la cama a este Niño.
—Haced la cama a este Niño
Con sábanas y colchón.
(5) Var. Hasta que en cruz muera.
179

Al resplandecer la aurora U)
El Niño se levantó
Y le dijo a la patrona
Que se quedara con Dios.
Yo me voy al Templo
Que aquella es mi casa
Donde han de ir todos
2
A darme alabanzas. ( )
Anda con Dios, Niño hermoso, (3)
De tí quedo enamorada;
Quiera Dios encuentres pronto W
A tu madre idolatrada.
Y si no la encuentras
Vuélvete a mi casa.
—Ya vendré, señora, (5i
A daros las gracias.
La Virgen buscaba al Niño (6)
Por las calles y las plazas
Y a todos los que veía (?)
Por su hijo preguntaba.

(1) Var. A otro día de mañana.


Apenas rompió la aurora.
A la mañana siguiente
El niño se levantó
Y después de despedirse
De este modo se explicó:
A todos les dice
El Niño Jesús:
Me voy al Calvario
Donde está mi cruz.
(2) Var. A darme las gracias.
Si alguno viniese
Por mi preguntando
Dígale que estoy
En el Templo hablando.
(3) Var. Vete con Dios, Niño hermoso.
(4) Var. Quiera Dios encuentres hoy.
(5) Var. Ya vendré algún día.
(6) Var. La madre busca a su hijo.
Salen los dos a buscarle.
(7) Var. Y a todos cuantos se encuentran.
Y a todo aquél que se encuentran
Le dicen estas palabras:
San José, María
Y Santa Isabel
Iban por las calles
De Jerusalen
Preguntando a todos
Donde está su bien;
Todos les contestan
Que no saben de él.
180

Decid si habéis visto


Al sol de los soles.
Al que nos alumbra
Con sus resplandores.
—Dadnos señora las señas
Por si acaso lo encontramos.
—Es blanco como la nieve,
Como la aurora encarnado.
Tiene unos cabellos
Como el sol dorados;
Sus labios y boca
Son flores del año. U)
Por aquí pasó ese Niño
Según las señas nos dais,
Al templo se encaminó,
Id allá y lo hallareis.
Dios os pague, hijos,
Esa buena nueva,
Que ya encontró alivio
El alma en su pena.
Partió la Aurora divina,
Al templo se encaminó,
Y entre todos los doctores
Al sol de justicia halló.
Ruega por nosotros
¡Oh Virgen María!
Por vuestros dolores
Y vuestra alegría.

3. Cantan también esta canción muy extendida.


Camina la Virgen pura
De Egipto para Belén,
En compañía de su Hijo
Y su esposo San José.
En medio del caminito
Pidió el Niño de beber.
—No pidas agua, mi Niño,
No pidas agua mi bien,

(1) Var. Sus labios hermosos


Parecen carmín,
Y todo es tan bello
Como un serafín.
181

Que vienen los ríos turbios


Y no se puede beber.
Vayamos más adelante
Que hay un lindo narangel
Cargadito de naranjas
Que más no puede tener
Y es nn ciego el que lo guarda
Es un ciego que no vé.
— Ciego, dame una naranja
Para el niño entretener.
—Cójala señora mía,
Coja las que ha menester.
La Virgen como es tan buena
No ha cogido más que tres,
Una se la díó a su Niño,
Otra le dio a San José,
Y otra se quedó en la mano
Para la Virgen oler.
Cogía de una en una,
Florecen de tres en tres,
Las que cogía la Virgen
Se quedaban en su ser,
Y las que cogía el Niño
Volvían a florecer.
Apenas marchó la Virgen
El ciego comenzó a ver.
¿Quién ha sido esa Señora
Que a mí me ha hecho tanto bien?
Si no es la Virgen María
Otra no ha podido ser.
!

.
CAPITULO Vlí!
1.—Canciones y coplas religiosas.

Es costumbre piadosa y altamente poética la que tienen en


todas las parroquias de la provincia de cantar las mozas las
flores de Mayo, así como de recitar las niñas sentidas letrillas
ofreciendo flores a la Madre del Amor Hermoso; como asimismo
la que tiene el pueblo en todo el año, y especialmente en algunas
festividades, de entonar coplas y cantares a su excelsa patrona
la Bienaventurada Virgen María. De unas y otras composiciones
poseo una abundante colección que no reproduzco porque resul-
taría este libro muy voluminoso y porque la mayoría son conoci-
das en otras provincias y algunas son de vates conocidos, como
los Franciscanos de Baena, que compusieron hacia el 1855 el
famoso himno A la Inmaculada, el P. Jesuíta Ramón García,
excelente trovador mariano y el P. Camilo María Abad, de la
misma Compañía; Márquez, Hue, Fernández Ladrera, etc. Sin
embargo, hago excepción de algunas muy populares y muy bellas
en la forma y sentidas en el fondo.

HIMNO O GOZOS A MARÍA INMACULADA


Coro
¡Salve! ¡Salve! ¡Cantaban María!
Que es más pura que tu solo Dios;
Y en el cielo una voz repetía:
¡Más que tu! ¡Solo Dios, solo Dios!
a
ESTROFA 1.
Con torrentes de luz que te inundan
Los Arcángeles besan tu pie,
184

Las estrellas tu frente circundan


Y hasta Dios complacido te ve;
Pues llamándote pura y sin mancha
De rodillas los mundos están,
Y tu espíritu arroba y ensancha
Tanta fe, tanto amor, tanto afán.
a
ESTROFA 2.

¡Ay! Bendito el Señor que en la tierra


Pura y limpia te pudo formar,
Como forma el diamante la sierra.
Como cuaja las perlas el mar.
Y al mirarte entre el ser y la nada
Modelando tu cuerpo exclamo:
«Desde el vientre será Inmaculada
Si del suyo nacer debo yo».
a
ESTROFA 3 .

Porqué tu, Madre-Virgen y pura,


Del que dijo ¡Haya luz! y hubo luz,
Y a tus pechos bebió tu ternura,
Y a tus brazos cayó de la cruz,
No pudiste llevarle en tu seno
Si en tu seno triunfó Satanás.
¡Tú, la Madre de Dios, en el cieno!
¿Y era Dios y lo quiso? ¡Jamás!
a
ESTROFA 4 .

Que a tus plantas rodó la cabeza


De Satán, como rueda el alud,
Y en tu ser natural la pureza
De ley fué, como en Dios la virtud.
Invocándola España en sus glorias
Dio feliz a dos mundos la ley,
Y voló de victoria en victoria
Y de cada español hizo un Rey.
é a
ESTROFA 5.

Por tu nombre en Lepanto vencía,


Por tu fe dióla un mundo Colón,
Y en Otumba, Granada y Pavía
Inmortal fué por tí su pendón.
Que al sentir de montaña en montaña
Las tormentas de noche rugir,
185

Se te ve protegiendo tu España
De la luna en el disco salir
a
ESTROFA 6 .

¡Flores, flores... que el tiempo ya viene!


Y en su trono de luz y a sus pies
Querubines y Arcángeles tiene
Más que espigas y granos la mies.
Flores, flores las nubes derramen
De la Virgen sin mancha en honor,
Y su Reina los cielos la llamen
Y los hombres su Madre y su Amor.
a
ESTROFA 7 .

Ella pide virtudes por palmas


Corazones por templo y altar,
Para luz de sus ojos las almas
Que pretende su amor cautivar.
Y en las iras de Dios las esconde
Y le grita al sonar la explosión:
«Son mis hijas ¡Piedad!» Y él responde:
«Son sus hijas ¡Piedad y perdón!

LETRILLAS AL PURÍSIMO CORAZÓN DE MARÍA


Es tu corazón María
Fuente de todo consuelo
Del mortal, sol de alegría,
Del ángel, mar de ambrosía,
Y cielo del mismo cielo.
Purísimo manantial
De la gracia y del amor,
Más sabroso que el panal
Que da vida celestial
Al justo y al pecador.
Diamante de visos cien
En cuyo centro precioso
Labró su templo glorioso
Y para el hombre un Edén
El Dios Todopoderoso.
Es el poderoso imán
Que a Dios atrajo a este suelo,
186

Rechaza siempre a Satán,


Y al feliz hijo de Adán
Eleva del suelo al cielo
Es tu corazón sagrado
De toda gracia trasunto,
De la gloria fiel dechado,
De gracia y gloria conjunto,
Solo Dios te ha aventajado.
¿Quién te puede sondear
Mar sin fondo y sin orillas?
¿Quién tu grandeza abarcar
Si eres Corazón sin par
Compendio de maravillas?
Feliz sin comparación,
¡Oh Señora y Madre mía!
Aquél que de noche y día
Ve abierto tu Corazón
Y en su gloria se extasía.
El es, mi cielo de amores,
En este valle de llanto
Mi blando lecho de flores,
Aquí canto tus loores
Y mi eterna dicha canto.

!OH MARÍA!
Coro
¡Oh Maria, Madre mia!
¡Oh consuelo del mortal!
Amparadme y guiadme
A la patria celestial.

Con el Ángel de María—las grandezas celebrad


Transportados de alegría-sus finezas publicad.
Salve, júbilo del cielo—del Excelso dulce imán,
Salve, hechizo de este suelo—triunfadora de Satán.
Quien a ti ferviente clama—halla alivio en el penar
Pues tu nombre luz derrama—gozo y bálsamo sin par.
De tus gracias tesorera—te nombró tu Redentor,
Con tal madre y medianera—nada temas pecador
Pues te llamo con fe viva—muestra ¡oh Madre! tu bondad
mi
A mi vuelve compasiva -esos ojos de piedad,
Jardín halle de dulzttras-eu mi pecho el Hacedor.
En él broten flores puras—frutos de tu santo amor.
Hijo fiel, quisiera amarte—y por tí solo vivir
Y por premio de ensalzarte-ensalzándote morir.
Del eterno las riquezas-por tí logré disfrutar
Y contigo sus finezas—mil y mil siglos gozar.

VENID Y VAMOS TODOS


Coro
Venid y vamos todos
Con flores a porfía,
Con flores a María
Que Madre nuestra es.
De nuevo aquí nos tienes-purísima doncella,
Más que la luna bella—postrados a tus pies.
A ofrecerte venimos—flores del bajo suelo:
Con cuanto amor y anhelo—Señora tu lo ves.
Por ellas te rogamos—si candidas te placen
Las que en la gloria nacen—en cambio tu nos des.
También te presentamos -como más gratos dones
Rendidos corazones—que tu ya los posees.
No nos dejes un punto—que el alma pobrecilla
Cual frágil navecilla—sin tí diera al través.
Tu poderosa mano-defiéndanos, Señora,
Y siempre desde ahora - a nuestro lado estés.

DULCÍSIMA V I R G E N
Coro
Dulcísima Virgen
Del cielo delicia,
La flor que te ofrezco
Recibe propicia.
Benéfico hiere—lumínico rayo
Del sol que engalana—las flores de Mayo;
Los prados semejan—amenos jardines
Sembrados de rosas—y suaves jazmines
Y apenas se abren-y el cáliz asoma
Regala el ambiente-balsámico aroma
188

Así en su manera—brotando en el suelo


Al dueño bendicen-que habita en el cielo
¡Oh candidas flores-de troncos lozanos!
De ofrenda, servidme—venid a mis manos.
Mostrad ahora juntas—mayor lozanía
Que va a recibiros-la Virgen María
Y el alma y vosotras - yo, pobre aunque soy
Con todas mis ansias—rendido te doy
Mi afecto sencillo—recibe, Señora,
Mi frente en el polvo—te ensalza y te adora.
Piadoso tu oído—mis voces atienda
Y admita amoroso—tu seno mi ofrenda.
Tu rostro divino -mi vista descubra
Y en tanto ¡oh felice! tu manto me cubra.

MAYOS A LA VIRGEN
A cantar el Mayo -Señora venimos
Y para cantarlo—licencia pedimos.
Usted que nos oye—no nos dice nada
Señal que tenemos—la licencia dada.
Ya estamos a treinta—del abril cumplido,
Alegraos damas—que Mayo ha venido.
Ya ha venido Mayo -bienvenido sea
Regando cañadas—casando doncellas.
Ya llegó la noche—Sea enhorabuena
De cantarte el Mayo—Regalada prenda.
Paso a retratarte—pero aquí mi lengua
Proseguir no sabe—y a cantar no acierta.
No hay pluma que sirva—al pintor poeta,
Ni pincel que copie - tu gentil belleza.
Tienes tu cabeza—chiquita y bonita,
Parece de oro-una naranjita.
Tu pelo es madeja—del oro más fino
Que envidian los rayos—del sol purpurino.
Tu frente espaciosa—es campo de guerra
Donde Cupidillo—plantó su bandera.
Esas tus dos cejas—un poquito arqueadas
Son arcos del cielo—y el cielo es tu cara.
Tienes unos ojos—luceros del alba
Que alumbran el cielo—de mis esperanzas.
Son esas pestañas - puntas de alfileres
Que los corazones—transpasarlos quieren.
189

Tu nariz aguda—como fina espada


Los más duros pechos—sin sentir traspasa.
Esas tus mejillas—blancas, coloradas
Son, niña, azucenas-con rosas mezcladas.
Esas tus orejas—no gastan pendientes,
Aunque no te adornes—te siguen las gentes.
Esos tus dos labios—son dos coralitos
Ya esconden, ya enseñan—tus dientes bonitos.
Tu boca es chiquita—graciosa, risueña
Con dientes menudos que parecen perlas.
Ese hoyo pequeño—que hay en tu barbilla
Es la sepultura - para el alma mía.
Tienes la garganta—tan clara, tan bella
Que hasta lo que bebes—se clarea en ella.
Tu pecho, Señora—es arca cerrada
Donde prisionera—se encuentra mi alma.
Tienes unos brazos—tan bien torneados
No los tuvo Eva-mejor acabados.
Son esas tus palmas - tan maravillosas
Que en flores convierten-todo cuanto tocan.
Esos tus diez dedos - cargados de anillos
Son de mis prisiones-cadenas y grillos.
Tu cintura es junco—criado en el agua
Todos van a verla—como es tan delgada.
Esas tus dos piernas—forman dos columnas
Donde se sostienen -el sol y la luna.
Tienes unos pies - como mariposas
Que por donde pasas -florecen las rosas.
Zapatito negro -con media calada:
Tan bella es la niña-como recatada.

SALVE A LA VIRGEN DEL ARROYAL


.
¡Oh Reina de los pinares!-¡Oh bellísima serrrana!
Lucero del firmamento—estrella de la mañana
¡Oh Reina de los pinares—María del Arroyal!
Eres toda la hermosura—de la corte celestial.
Esa preciosa corona—es de oro y plata muy bella
Tiene un rótulo que dice:—Reina del cielo y la tierrra.
Esas tus hermosas cejas—son dos arcos de los cielos
Esos tus divinos ojos—son dos brillantes luceros.
Con esa divina cara—y ese risueño semblante
Hasta el hombre más impío -le enamoras al instante.
190

!Oh Virgen del Arroyal-a quien da culto este pueblo


Haced que sus moradores—os gocemos en el cielo.
Dulcísima bella aurora—patrona y Señora nuestra
María del Arroyal—hermosa y clara azucena
Que en vuestro vientre virginal—encarnó la omnipotencia
Para redención del mundo—siendo pura, casta y tersa
Dadnos a todos la gracia y perseverancia en ella
Para veros y gozaros—por siempre en la gloria eterna.

A LA VIRGEN DE ESCUDEROS
(Santa María del Campo)

¡Oh Virgen de Escuderos!—a Dios suplicad


Me libre por siempre—de culpa mortal.
Es mal el pecado—de tal gravedad
Que ni aun el infierno—lo puede igualar.
Encierra el pecado—ponzoña infernal
Que prende a las almas—y muerte las da.
Las puertas del cielo—jamás se abrirán
Al hombre que sigue—la senda del mal.
Los males que afligen - al triste mortal
No siendo pecado—servirle podrán.
Odiad, pues, cristianos—al monstruo fatal,
Legitimo engendro—del fiero batan.
No digas torpezas,—no seas procaz,
Contigo y con otro—se casto y formal.

DESPEDIDA A LA MISMA VIRGEN


Adiós, Virgen amada-purísima María
Llevad el alma mía—de vuestra gracia en pos;
Adiós os repetimos—¡Oh Virgen sacra y pura
Modelo de ternura—adiós, adiós, adiós.
¡Oh Virgen amorosa!—con maternal cariño
A tu querido Niño-las almas presentad.
Y así ¡oh madre mía!-de nuestro Dios amado
Para nuestro pecado—el perdón alcanzad.
Mirad, cuan humillados-a tus pies, Madre mía,
Se encuentran este día-tus hijos con fervor,
Y en vos, Madre, confian-vuestras glorias cantando
Sus ecos elevando-al trono del Señor.
191

AL NACIMIENTO DEL HIJO DE MARÍA


1
Pa donde caminan -quisiera saber
Un hombre de noche con una mujer;
Si la lleva hurtada—es de imaginar
Antes de las doce—a Belén llegar.
2
Iban caminando—en conversación
Diciendo palabras-de consolación;
Son palabras dulces—dignas de escuchar.
Antes de las doce—a Belén llegar.
3
Iban caminando—en el camino encontraron
Unos pasajeros-y los preguntaron
Si para Belén-hay mucho que andar.
Antes de las doce—a Belén llegar.
4
Iban caminando - en el camino encontraron
Un pobre portal—muy desamparado
Hicieron convenio—para descansar.
Antes de las doce—a Belén llegar.
5
Acuéstate esposo-que vendrás cansado
Que por mí no tengas - pena ni cuidado
Que en siendo la hora—yo te he de avisar.
Antes de las doce-a Belén llegar.
6
Allí nació el Niño—en aquel pesebre
Llenito de paja—y nada de albergue
Como Rey del cielo -de gracia y poder
Toditos los reyes—le vienen a ver.

A LA VIRGEN DEL CARMEN


Gloria, gloria, a la Virgen del Carmen
Que su amparo nos da paternal
Y nos mira con ojos de madre
Demostrando cariño sin par.
192

Ensalcemos a Madre tan digna


Y digamos con tono triunfal:
¡Viva! ¡viva! la Virgen María
Esperanza y salud del mortal.
Tu eres, dulce esperanza,
Del pecador, salvación;
Tu eres iris de bonanza
En borrasca y tentación.
Tú el refugio y consuelo
Del peregrino mortal,
En el viaje para el cielo
Eres gracia celestial.

No quiero copiar otras muchas canciones a la Virgen María


y a su Hijo Jesús, que se cantan en esta provincia, porque son
también peculiares a otras, y termino este capítulo con coplas
alusivas a las diversas advocaciones provinciales de la Santí-
sima Virgen.
Viva Gamonal que tiene
Casas en la carretera,
Viva Gamonal que tiene
La Virgen de las Candelas. :

Morena la Virgen de Haro,


Morena la del Pilar,
Para morena y graciosa
La Virgen de Gamonal.
Es la Virgen de las Viñas
Madre de los arandinos,
Dadnos agua, gran Señora,
Que se nos secan los trigos.
La Virgen de las Viñas
Tiene un racimo,
Las uvas que se esgranan
Las coge el Niño.
La Virgen de los Dolores
Tiene losaos llorosos,
Y la Virgen de las Viñas
Los tiene alegres y hermosos.
¿Qué es aquéllo que reluce
Que parece oro y plata?
. 193

Es la Virgen de las Viñas


Que la sacan de su casa.
Adiós, Virgen de las Viñas,
Que te vas quedando sola,
Ahí te quedas con tu Hijo
Blanco como una paloma.
La Virgen de la Vega (de Roa)
La morenita,
A la orilla del monte
Tiene la ermita.
La Virgen de la Vega
Tiene un perrito
Que la barre, la friega,
La vapor vino
Y la saca la berza
Del pucherillo.
Ya suben a San Vítores
Por los empedróos arriba.
Ha salido a*recibirle
Nuestra Señora la Antigua.
Levanta el vuelo, paloma,
De esa mesa de nogal
Y llevante en procesión
Los mozos de Quintanar (de la Sierra).
La Virgen de la Cuadra
Tienejla.ermita
Entre Zumel y Miñón,
La Nuez y Mansilla.
Salga la pompa de Ibeas,
La gala de Mozoncillo;
Patones de San Millán
Con los locos de Castrillo (del Val).

Necesita explicación este cantar. En primer lugar, la pompa


que aquí se indica no la trae el Diccionario de la Academia de la
Lengua, y significa la cruz parroquial con una manga o paño
ahuecado, en forma cilindrica, colocado en su tercera parte infe-
rior, que suele llevarse en procesiones y entierros. En esta copla
se alude a la procesión que hacen los mencionados pueblos, pró-
13
194

ximos a Burgos, a la ermita de Nuestra Señora del Cerro, en la


romería que celebran tradicionalmente el 9 de mayo de cada año
en Cueva de Juarros, de la que dista doscientos metros.
La Virgen de Congosto (Villahoz)
Y la de Madrigal
Como son hermanitas
Se van a visitar.
En Torresandino cantan
Virgen Santa de los Valles,
Tu que tienes el poder
Abre la puerta del cielo
Para que empiece a llover.
La Virgen de los Valles
La morenita
Entre cuestas y valles
Tiene la ermita.
La Virgen de los Valles
Tiene una polla
Llena de cascabeles
Hasta la cola.
Voy al Carmen
Y a la romería,
Voy al Carmen
Con mucha alegría.
Agua, señora,
Que los campos se secan
La gente llora,
Los niños de la escuela
Y nuestras madres te suplicamos
Que nos den pan y agua
Y no lloramos.
Virgen de la Aparecida
¿Dende estás que no te veo?
Encima Villalaín,
Bajo de Villavedeo.
¿Qué es aquello que reluce
Detrás de los candeleros?
Es la Virgen de las Viñas
Que está por agua a los cielos.
195

Hasta los niflos de pecho


Con su lengua tiernecita
Dicen con el corazón:
¡Agua, Virgen de las Viñas!
Las puertas ya están abiertas
Del divino palomar.
Salga la paloma blanca
Que a esa vengo yo a esperar.
Adiós, iglesia sagrada,
Y los santos que hay adentro
Y la Virgen de las Viñas
Y el Santísimo Sacramento.
¡Oh Virgen de Montesclaros!
¿Donde estás que no te veo?
Legua y media de Reínosa
Cerca de los Carabeos.
¡Oh Virgen de Montesclaros! (Ubierna)
Los campos se están secando,
No nos dejes perecer
Que el remedio está en tus manos.
¡Válgame Santa Centola
Y la Virgen de la Cuadra;
Abogadas de borrachos
Que por los caminos andan.
San Martín está en Mansilla,
Y San Vicente en La Nuez,
San C istóbal en Lodoso,
Nuestra Señora en Zumel.
Ya le tengo en la cuna
Y considero
Qué será de mi niño
Si yo me muero.
¡Virgen del Carmen!
Amparadle, si muere
Su pobre madre.
A la guerra van los quintos
A que las balas los maten,
¡Líbrelos tu escapulario
Sagrada Virgen del Carmen!
196

Al cielo he mirado
Y en él he visto
Que la luna es María
Y el sol es Cristo.
La Virgen de los Dolores
La llevo siempre en el pecho,
Y cuando me da un dolor
La saco y la doy un beso.
A la Virgen del Carmen
Quiero y adoro;
Porque saca las ánimas
Del Purgatorio.
Morena es la Virgen de Haro,
Morena la de Escuderos,
Para morena y graciosa
La Virgen de los Gerberos.
Es el amor de la Virgen
Una cosa tan hermosa,
Que no hay astros en los cielos
Ni en los jardines hay rosas.
CAPITULO IX
1. —Las doce palabras dichas y torneadas. 2. —Sem-
blanzas de políticos burgaleses. 3.—Los diez man-
damientos santos. 4.—Los mandamientos de Espa-
ña son diez. 5.—Los mandamientos del pobre son
seis. 6.—Los mandamientos del zapatero son cinco.
7.—La semana del zapatero. 8.--Las doce horas.
9.--Relo¡ de durmientes. lO.-Letanía de la soltero-
na. ll.--Sacramentos cantados. 12.-Bendición del
molinero. 13.--Albada para cantar a los recién
casados.

1. Las doce palabras dichas y torneadas.


De la famosa y universal relación, recitado, canto, cuento,
oración, juego, ejercicio religioso, tema doctrinal, recuerdo his-
tórico, conjuro, o como quiera llamarse (pues de todo ello tiene
en sus diversas versiones), de las doce palabras dichas y tor-
neadas, y aún mejor retorneadas, he recogido tres versiones en
la provincia de Burgos, donde es bastante conocida.
Se han publicado ya diez españolas: una conquense, recogida
por Aurelio M. Espinosa (Origen oriental y desarrollo histórico
del cuento de las doce palabras retorneadas. Revista de Filología
Española, octubre-diciembre de 1930); otra asturiana, por A. Lla-
no (Del folklore asturiano. Madrid 1922); tres andaluzas (Archi-
vio 11 y Biblioteca de las tradiciones populares españolas II);
a
una en Belorado, por la Sra. D. Bárbara Aitken, del Instituto
Antropológico de Londres, con otros cuatro cuentos, en 1928;
198 , ¡

tres versiones de Huesca, Horchel (Alcarria) y Pinilla (Madrid),


a
por D. María Goyri de Menéndez Pidal, y otra por D. Bonifacio
Gil, con su música, en 1931, extremeña {Cancionero Popular de
Extremadura, Tomo 1.°).
Indudablemente esta relación está generalizada en casi toda
España y yo por lo menos sé que se canta en Madrid, Jadraque
(Guadalajara), Villasilos (partido de Castrojeriz) y Lodoso (par-
tido de Burgos), donde precisamente las he tomado, en tiempo
de Navidad y primeros días del año. Pero hay que extender mu-
cho más su radio de acción: se conocen ya ochenta y tres para-
digmas de la tradición antigua y moderna de Europa, y la más
antigua es la tradicional o cuento pelvi de Góskt-i Friáñó, que
viene al parecer de fuentes sasanidas, porque ya está menciona-
da en los antiguos textos zendos y posteriormente en los cuentos
zoroástricos, islámicos y judíos, con otras clases y números de
preguntas, pues las hay de diez y de trece palabras.
España, con toda su magnífica civilización, y envuelta en su
folklore popular, la transportó a América, y en efecto, se han
encontrado dos versiones en Puerto Rico, una en Méjico por el
citado Espinosa y siete en Chile por Vicuña Cifuentes y por Ra-
món A. Laval. Las coleccionadas en España son de las mejores,
y se han observado en ellas reminiscencias hebreas y árabes; las
suelen acompañar de una cantilena especial, de sabor arcaico,
que entonan delante de los Nacimientos en el tiempo de la Navi-
dad hasta Reyes. Las que transcribimos en un latín algo maca-
rrónico contiene tres respuestas que no se hallan en ninguna otra
versión; en la quinta palabra, Las cinco piedras de David de
a
que se hace mención en el Libro 1.° de Samuel, 2. parte, núme-
ro 17, v.° 40, con estas palabras: «Y cogiendo el cayado que lle-
vaba siempre en la mano escogió del torrente cinco guijarros
bien lisos, metióselos en su zurrón de pastor que traía consigo,
tomó la honda en su mano y fuese en busca del filisteo»; en la
sexta: «Positae clericae carrera de Galilae, que indudablemente
aluden a los seis primeros y más notables Apóstoles, que fueron
Pedro, Andrés, Santiago, Juan, Felipe y Bartolomé, todos ellos
galileos, aunque también lo fueran los restantes, excepto Judas
— ' [ ' ——' 199

Iscariote, que era de la Judea, y en la séptima Siete dones por-


tugués.
A ninguna de las tres versiones que hemos recogido precede
el cuento que a continuación copiamos, y que según Espinosa
sólo se encuentra en el veinticinco por ciento de todas las ver-
siones. Cuéntase que a un pobre viejo que iba por un camino
se le apareció el Malo, que le dijo: —Dime las doce palabras
retorneadas.—Y al contestar que no las sabía le amenazó con
las siguientes: —Si para las doce de la noche no las sabes te
llevo.—Al poco tiempo se le apareció San José en forma de un
viejo, que al observar la tristeza que le dominaba y al saber la
causa de ella por el mismo interesado, le manifestó que no tuvie-
se ningún miedo, que no le pasaría nada. Para más animarle le
invitó que fueran juntos, primero a cenar, y después a un pajar
a dormir. Accedió, y cuando ya estaba dormido el viejo cami-
nante, apareció el Malo y le preguntó: —¿Las sabes ya?—Como
San José estaba acostado al lado del viejo le contestó por
él: —Sí.—Y se las relató, terminando con ésta que añadió:
Doce he dicho y trece aguarda,
Revienta ladrón, que San José lo guarda.
Con lo que desapareció y dejó libre al viejo.
He aquí la primera versión:
De las doce palabras dichas y torneadas
¿Dime la una? La una
La que parió en Belén Virgen y pura.
De las doce palabras dichas y torneadas
¿Dime las dos? Las dos de Moisés, la una
La que parió en Belén Virgen y pura.
De las doce palabras dichas y torneadas
¿Dime las tres? Las tres Marías,
Las dos de Moisés, la una
La que parió en Belén Virgen y pura.
De las doce palabras dichas y torneadas
¿Dime las cuatro? Los cuatro Evangelistas,
Las tres Marías, las dos de Moisés, la una
La que parió en Belén Virgen y pura.
De las doce palabras dichas y torneadas
¿Dime las cinco? Las cinco llagas,
200

Los cuatro Evangelistas, las tres Marías,


Las dos de Moisés, la una
La que parió en Belén Virgen y pura.
De las doce palabras dichas y torneadas
¿Dime las seis? Las seis candelarias,
Las cinco llagas, los cuatro Evangelistas,
Las tres Marías, las dos de Moisés, la una
La que parió en Belén Virgen y pura.
De las doce palabras dichas y torneadas
¿Dime las siete? Los siete gozos,
Las seis candelarias, las cinco llagas,
Los cuatro Evangelistas, las tres Marías,
Las dos tablas de Moisés, la una
La que parió en Belén Virgen y pura.
De las doce palabras dichas y torneadas
¿Dime las ocho? Los ocho coros U)
Los siete gozos, las seis candelarias,
Las cinco llagas, los cuatro Evangelistas,
Las tres Marías, las dos de Moisés, la una
La que parió en Belén Virgen y pura.
De las doce palabras dichas y torneadas
¿Dime las nueve? Los nueve meses,
Los ocho coros, los siete gozos,
Las seis candelarias, las cinco llagas,
Los cuatro Evangelistas, las tres Marías,
Las dos tablas de Moisés, la una
La que parió en Belén Virgen y pura.
De las doce palabras dichas y torneadas
¿Dime las diez? Los diez Mandamientos,
Los nueve meses, los ocho coros,
Los siete gozos, las seis candelarias,
Las cinco llagas, los cuatro Evangelistas,
Las tres Marías, las dos de Moisés, la una
La que parió en Belén Virgen y pura.
De las doce palabras dichas y torneadas
¿Dime las once? Las once mil vírgenes,
Los diez Mandamientos, los nueve meses,
Los ocho coros, los siete gozos,
Las seis candelarias, las cinco llagas,
Los cuatro Evangelistas, las tres Marías,

(1) Ni son ocho coros, ni ocho gozos como en otras versiones, sino ocho bienaven-
turanzas.
, — 1 1 201

Las dos tablas de Moisés, la una


La que parió en Belén Virgen y pura.
De las doce palabras dichas y torneadas
¿Dime las doce? Los doce Apóstoles,
Las once mil vírgenes, los diez mandamientos,
Los nueve meses, los ocho coros,
Los siete gozos, las seis candelarias,
Las cinco llagas, los cuatro Evangelistas,
Las tres Marías, las dos de Moisés, la una
La que parió en Belén Virgen y pura.

Las trece suelen ser en España, o al menos en la provincia


de Burgos, Las trece lunas que parecen vienen a ser el año gre-
goriano (Recitadas por Concepción Rico del Olmo, de Villasilos).
Véanse dos versiones en latín:
Unus, Christus filium est,
Dos, tabulae de Moisés,
Tres, Patriarchae
Abraham, Isaac, Jacobes,
Cuatro de Evangelichae,
Cinco, lapidae de David,
Seis, positae clericae
Carrera de Galilae,
Siete, Sacramentae,
Ocho, Beatitudinae,
Nueve, chorus angelorum,
Diez, mandata Dei,
Once, mille virginorum,
Doce, Apostolorum.
(Recitados por la misma y por Teodora Santamaría, de Villegas).

Una, Cristus unus filium est,


Dos, Tabula Moisés,
Tres, Patriarchae,
Abraham, Isaac, Jacobet,
Cuatro, de Evangelitae,
Cinco, David lapides,
Seis, seis clerichae positae,
Carrora de Galilae,
Siete, siete dones portugués,
Ocho, chorus angelorum
Nueve, novem menses,
202 1 ,

Diez, mandata Dei,


Once, mille virginorum,
Doce, Duodecin Apostolorum.
(Recitadas por Pedro Villanueva, de Lodoso.)

Espinosa ha visto cinco versiones latinas medioevales y afir-


ma que fueron conocidas en los monasterios y escuelas de aquella
Edad e imitadas hasta en versiones enteramente paganas, como
en la famosa versión bretona El druida y el niño, de Barzaz
Breiz, y que la forma más corriente es esta:
Unus es Deus.
Dúo sunt testamenta.
Tres sunt Patriarchae.
Quator, Evangelichae.
Quinqué, Iibri Moisés.
Sex sunt hidriae posita in cena Galilae.
Septem, sacramento.
Octo, beatitudine.
Novem, angelortim chori.
Decem, mandata Dei,
Undecim, stellae a Josepho visae.
Duodecim apostoli.

No debe extrañar que el latín haya llegado a las últimas ca-


pas sociales cuando las tres cuartas partes de las palabras caste-
llanas proceden de aquella lengua y cuando los eclesiásticos han
logrado popularizar muchas procedentes o derivadas de otras
latinas y frases y dichos y hasta cantares como estos:
Si Aristóteles supiera
Aliquid de cantimploris
No es regular que dijera
Motus est causa caloris.
Sacristán que vendes cera
Y no tienes colmenar,
Rapaverum rapaverae
Rapaveium del altar.
La sotana y el manteo
Resalada te daré,
Pero en tocante al dinero
Libéranos Dominé.
, , 1 „ 2 o3

Como prueba de nuestras afirmaciones pondremos unos ejem-


plos curiosos y bastante conocidos. Así Inri, castellanizado, es
derivado de las primeras letras de Jesús Nazarenus, Rex Iude-
orum; de la misma manera que Recle, o sea la licencia que se
concedía a los individuos de los cabildos eclesiásticos de Reccesit
cum licentia Episcopi; y Saligia, de las primeras letras de los
pecados capitales dichos en la lengua de Lacio y de ahí la frase:
«Ut sit pia tua vita, tu semper saligia vitas», esto es: «para tener
una vida santa evita los pecados capitales». Cadáver, se forma
de la primera sílaba de caro, data, vermibus; carne dada a los
gusanos. Alquiler, de alius qui locatio domus aliena; uno que ha-
bita en casa ajena. Adefesios, de las Epístolas de San Pablo
ad Efesios. Busilis, de in diebus illis, Galimatías, del taco o con-
fusión que se armó un abogado con el gallo de Matías. Nerli,
aplicada a un banquete tiene la siguiente explicación: la N, Non
sunt ¡oquali ñeque sermones; esto es, que al principio de él hay
profundo silencio; la E, Exiit sermo inter frates, que comienza el
palique comensal; la R, Repletis sint omnes, ya llena la tripa;
la L, Loquebantur variis linguis, hablar por los codos; la I, Iban
qui poterant, iban los que podían o con media curda.
Hasta para hacer juegos, solitarios, combinaciones y acertijos
con naipes se ha utilizado el latín, como en las conocidísimas
palabras Mutus, Dedit, Nomen, Cocis. Populea, Virga, Pacem,
Regina, Ferebat, y dando a la a el valor de 1, a la e de 2 y a
la i de 3, para acertar los tres naipes que cogieron tres sujetos;
se suelen emplear las palabras Aperi, Primate, Magister, Femi-
na, Vispane, Vispena.
2. Semblanzas de políticos burgalesas.
Celebérrimos fueron estos ovillejos que aparecieron hace ya
unos sesenta años y que eran unas semblanzas satíricas de polí-
ticos burgaleses de la época, que llamaron extraordinariamente
la atención, no sólo por la belleza de la forma, sino por la habili-
dad del autor en buscar la parte flaca de cada personaje con
incomparable acierto. De ahí que se propagasen profusamente
en copias manuscritas y que se imitasen y parodiasen en oville-
jos y en otras formas literarias, pero ya sin la sal ática de las
204 i i ____;

semblanzas primeras, antes al contrario, llenas de groserías y


procacidades, que se hacen impublicables, y que costaron una
paliza a D. Anselmo Salva y un acto de conciliación a D. Primi-
tivo González del Alba por suponerles indebidamente ser auto-
res de algunas de ellas. Se referían estas últimas semblanzas a
Mariano Hernando, marido de la Tubau; Federico Martínez del
Campo, Zacarías Casaval, Federico Fernández Izquierdo, Anto-
lín Gutiérrez Mariscal, Primitivo Fernández, Zacarías Ruiz Lló-
rente, Saturnino Nieto, Hipólito Goiri, Estanislao Sevilla y Se-
veriano Bruyel, y también se hicieron populares.
Mucho trabajo costó el encontrar al autor de las primitivas
semblanzas por lo encubierto en que quedó, pero el verdadero
rastro me lo dio, hace ya treinta años, D. Bernardo Porres, al
indicarme que los referidos ovillejos habían salido del Seminario
de San Jerónimo, plantel siempre de inspirados poetas. En efec-
to, después he sabido por conducto fidedigno que lo fué D. Lu-
cas Abad, tío de D. Lorenzo Abad, Lectoral de la Catedral de
Burgos, que, seminarista del citado Seminario un tiempo, marchó
después a la República Argentina, donde fundó El Sí de las Ni-
ñas, el primer periódico que apareció en Bahía Blanca y que duró
bastantes años, sostenido casi exclusivamente por él, donde pu-
blicó numerosas poesías, una muy notable sobre las cualidades
que había de poseer la que fuera su esposa, y por una de esas
inconsecuencias muy propias de los poetas se casó con una hija
de un cónsul italiano llamada Carlota Pezana, que no era preci-
samente un modelo de belleza, de la que tuvo varios hijos, Re-
gresó a Burgos, hace unos años, pero al poco tiempo volvió a
Bahía Blanca y ya no tenemos más noticias de este ingenio. Su
hermano D. Felipe, muerto a mediados de febrero de 1930, con-
servaba en su poder, en Quintanavides, de donde proceden
estos Abades, muchos periódicos con poesías del Lucas Abad,
que serían dignas de coleccionarse y de darlas al público porque
los mencionados ovillejos son verdadero modelo de poesía satí-
rica y para que no se pierdan voy a transcribirlos, una vez que
son ya del dominio público y que han pasado a la Historia, por
haber fallecido los que figuraron en ellos.
205

TIPOS BURGALESES

i
UNION LIBERAL

Tontería y presunción
Marrón.
Más bruto que mi caballo
Gallo.
Novelista el más fatal
Casaval.
Mísera unión liberal
Que tienes por partidarios
A los tres estrafalarios
Marrón, Gallo y Casaval.

2
MODERADOS

Pide y coge con afán


San Millán.
Aunque bobo mete baza
Maza.
Lleva chalecos a pares
Nevares.
Ahí tenéis tres ejemplares
De la gente moderada.
¡Vaya una terna salada!
San Millán, Maza y Nevares.

3
PROGRESISTAS

Vinagre, hiél y alquitrán


Don Julián.
Gran facha/pero muy nulo
Ángulo.
Político de barbecho
Morquecho.
206

No extrañéis esté deshecho


El partido progresista,
Pues pasan en él revista
Julián, Ángulo y Morquecho.

4
DEMÓCRATAS

Preside por lo formal


Corral.
Asesor de gran mollera
Llera.
Les calza, pule y aprieta
Luiseta.
Que ésta es gente de chaveta
Queda de hecho demostrado
Con decir que su calzado
Corre a cargo de Luiseta.

5
TRADICIONALISTAS

Quiere figurar entre ellos


Albarellos.
Le aventaja en lo cuquito
Don Benito.
Aspirante de tramoya
Bedoya.
Esta terna original
En su pasmosa inocencia
Se extasía con frecuencia
Con la nómina oficial.

Tiene cara de lagarto


Yarto.
Como la piedra de duro
Arturo.
El más animal por cierto
Filiberto
207

Bien se puede dar un cuarto


Y si me apuran un real
Por no ver rocines cual
Filiberto, Arturo y Yarto.

Tiene barbas de cepillo


Barbadillo.
Toca bien el violón
Sixto Antón.
La mayor calle es angosta
Para Acosta.
Que se vayan por la posta
Pues no hacen falta maldita
Los tres monos de levita
Antón, Barbadillo, Acosta.

He de advertir que estos dos últimos ovillejos no se hallaban


comprendidos en las copias de los Tipos Burgaleses o Semblan-
zas de Políticos Burgaleses que a mi poder han llegado, pero les
he incorporado a los mismos por referirse a individuos que figu-
raron en la política burgalesa y porque considero que su corte,
factura y composición me parecen de la misma mano que la de
los otros y aún son más personalísimos y de más intención
satírica.
3. Los diez mandamientos santos:
Los diez mandamientos santos
Vengo a cantarte, paloma,
Tan sólo por darte gusto
Y me tengas en memoria.
En el primer mandamiento
La primer cosa es amar:
Te tengo en el pensamiento
Y no te puedo olvidar.
El segundo no jurar: yo juré
Más de dos mil juramentos
Sólo por hablar contigo
Dos palabras en secreto.
El tercero es oir misa:
208

Nunca estoy con devoción,


Siempre estoy pensando en tí
Prenda de mi corazón.
El cuarto no faltar: y yo falté
A mis padres el respeto
Sólo por estar contigo
Dos horitas al sereno.
El quinto es no matar:
A nadie he matado yo;
Señores, yo soy el muerto
Y ella es la que me mató.
Dama que sales al balcón
Y luego te metes dentro,
Haces pecar a los hombres
En el sexto mandamiento.
El séptimo no hurtar:
Yo nada he hurtado a nadie;
Sólo hurtaría una niña
Si me la dieran sus padres.
El octavo no levantar
Falso testimonio a nadie:
Pero a mi me le levanta
Una niña de esta calle.
El noveno no desear:
No deseo mal a nadie;
Solo deseo a una niña
Si me la dieran sus padres.
El décimo no codiciar:
Yo no vivo codiciando;
Que lo que codicio yo
Es un matrimonio santo.
Estos diez mandamientos
Sólo se encierran en dos:
Nos iremos a la Iglesia
Nos casaremos los dos.

4. Los mandamientos de España son diez:


El primero. Ya no mandan Duques ni caballeros.
El segundo. Anda revuelto todo el mundo.
El tercero. La España se queda sin dinero.
El cuarto. La tropa desnuda y sin un cuarto.
El quinto. Roban las Iglesias y juran a Cristo.
El seis. Todos mandan menos el Rey.
209

El siete. Cada día las contribuciones más fuertes.


El ocho. No dejan carnero ni vivo ni mocho.
El nueve. Todos falan y ninguno se mueve.
El diez. A cualquier zapatero le hacen Juez.
Estos mandamientos se encierran en dos: los unos a que sí y
los otros a que no; el dinero se han llevado y la España se perdió.
5. Los mandamientos del pobre son seis:
El primero. No tener ningún dinero.
El segundo. Andar por el mundo.
El tercero. Mala capa y peor sombrero.
El cuarto. No tener un cuarto.
El quinto. No tener para tinto.
El sexto. Todo lo que dan me lo como presto.
Estos mandamientos se encierran en dos, en matar piojos y
pulgas por amor de Dios.
6. Los mandamientos del zapatero son cinco:
El primero. Ir por material sin dinero.
El segundo. Engañar al mundo.
El tercero. Entre suela y suela meter cascos de sombrero.
El cuarto. Mentir por lo alto.
El quinto. Lo que vale cuatro llevar cinco.
Estos mandamientos se encierran en tres, entre cáñamo, cera
y pez.
7. La semana del zapatero.
Todos los zapateros
Tienen costumbre
De coger churripampla
lodos los lunes;
Martes, galbana;
Miércoles, mala gana;
Jueves, tormenta;
Viernes, mala venta;
Sábado, rabiando,
Domingo, trabajando,
Y por la tarde churripampliando.
8. Las doce horas.
A la una, nací yo;
A las dos, me bautizaron;
14
210

A las tres, me enamoré;


A las cuatro, me casaron;
A las cinco, tuve un hijo;
A las seis, le bautizaron;
A las siete, se murió;
A las ocho, le enterraron;
A las nueve el señor Cura;
A las diez, el Sacristán; •

A las once, las campanas;


Y a las doce el tornear.

Reloj de durmientes:
Una hora duerme el gallo;
Dos, el caballo;
Tres, el Santo;
Cuatro, el que no es tanto;
Cinco, el peregrino;
Seis, el teatino;
Siete, el caminante;
Ocho, el estudiante;
Nueve, el caballero;
Diez, el majadero;
Once, el muchacho;
Doce, el borracho. i

10. Letanía de la solterona:


San Vicente, cásame prontamente.
San Nicanor, con un doctor.
San Apolinar, que sea militar.
San Amador, que soy la hermana mayor.
San Isidoro, que sea rubio como el oro.
San Filomeno, aunque sea moreno.
Santa Rita, que venga aprisita.
San Qabino, que tenga buen destino.
San Gabriel, que me sea fiel.
San Fructuoso, que sea cariñoso.
San Saturnino, que no pruebe el vino.
San Ciriaco, que aborrezca el tabaco.

11. Sacramentos cantados:


Si quieres que te digamos
Los Sacramentos cantados
211

Incorpórate en la cama
Que ahora voy a principiarlos.
El primero es el Bautismo,
Bien sé que estás bautizada
En la pila del bautismo
Para ser buena cristiana.
Segundo, Confirmación,
Bien sé que estás confirmada
En las iglesias de Roma,
Para ser mi enamorada.
El tercero es Penitencia,
Bien sé que la he de cumplir,
El confesor me ha mandado
Que no me aparte de tí.
El cuarto es Comunión,
Que es cosa muy excelente
Que al que la recibe en gracia
Dios le perdona su muerte.
El quinto es Extremaución,
El sexto, es de ordenar,
Y el séptimo, Matrimonio,
Que es el que vengo a buscar.

12. Bendición del molinero:


Bendecícote saco;
Un celemín te saco;
Te vuelvo a bendecir,
Si como eres de pobre
Fueras de rico,
Otro celeminico.
13. Albada para cantar a los recién casados:
Esta costumbre antes muy generalizada en los pueblos de
esta provincia se va ya debilitando, y por si acaso se extingue,
copio la siguiente como modelo.
Para empezar a cantar
Señores, licencia pido,
No me digan a la entrada
Que yo he sido el atrevido.
Con licencia de la novia
Porque sin ella no puedo,
Voy a cantar una albada
Que la sirva de consuelo.
212

Felices noches les damos


A todos los de esta casa,
A los novios los primeros
Que las celebren en gracia.
Esta mañana temprano
A eso que rayaba el sol
Habéis marchado a la Iglesia
A hacer vuestra confesión.
Después tocaron a Misa
Y a casa os habéis bajado,
Y vuestros queridos padres
La bendición os han dado.
Marchasteis para la'Iglesia
De nobleza acompañados,
Y todos vuestros parientes
Os han ido acompañando.
Allí salió a recibiros
Aquel Ministro de Dios
Con todos sus ornamentos
Para la consagración.
Primera vez os pregunta
Aquel Ministro,de Dios
Si tenéis alguna cosa
Que sepáis entre los dos;
Y con la voz muy humilde
Respondisteis: No Señor.
Lo mismo dijo la gente
Que allí presente se halló.
Segunda vez os pregunta
Aquel Ministro sagrado
Si os queréis por esposos
O por amables casados,
Respondisteis: Si señor,
Nos queremos y otorgamos;
Y al mismo tiempo el padrino
Las arras os ha entregado,
Luego que las cogisteis
Quedasteis aprisionados
Con cadenas y con grillos,
Con puntillas y candados.
Os ha cogido las manos
Aquel Ministro de Dios
Hasta llegar a la grada
213

De la Capilla Mayor:
Sobre la mano derecha
De rodillas os dejó,
Y aquel Ministro de Cristo
A la Sacristía entró.
Saliendo ya revestido
En la grada se postró
Para celebrar la Misa
Que es sacrificio de Dios.
Después de tocar al Sanctus
Os leventásteis los dos
Y os fuisteis a arrodillar
Al pie del altar mayor;
Al mismo tiempo el padrino
A la grada se acercó.
Y aquella sagrada banda
A los dos os la cruzó.
De los siete Sacramentos
Que tiene la Iglesia Santa,
Habéis recibido tres
Sábado por la mañana,
El primero, Penitencia;
El segundo, Comunión;
El tercero, Matrimonio,
Sea pa servir a Dios.
Ya se concluye la Misa
Y a los cielos se subió,
Y el párroco de este pueblo
Os echó la bendición.
Ya se concluyó la Misa
Y a casa os habéis bajado
Y todos vuestros parientes
Os han ido acompañando.
Nada ha dicho su Merced
De este matrimonio honrado:
Son hijos de buenos padres,
Por eso los han juntado.
El mutuo consentimiento
De sus padres han logrado
Que la ley tiene dispuestos
Para poder ser casados.
Doncella, fuiste a Misa
Pisando palmas y flores,
214

Te volviste casadita
Al lado de estos señores.
Doncella fuiste a Misa
Pisando palmas y lirios,
Te volviste casadita
Al lado de tu marido.
Me han dicho que te has casado,
El parabién vengo a darte,
Te lo dan mis compañeros
Y yo también de mi parte.
Al padrino y la madrina
Les debéis de dar las gracias,
Que os han puesto en el camino
De la buenaventuranza,
Y a vuestros queridos padres
También se las debéis dar
Que os han prestado la gracia
Para poderos casar.
Yo al novio le encargo mucho
Que la tenga bien tenida
Que la han tenido sus padres
En el corazón metida.
La albada se ha concluido,
Esta va por despedida
Dándoles la enhorabuena
Al padrino y la madrina.
Todas las flores se sequen,
Florezca la del romero;
Viva y reviva la fama
De los novios los primeros.
Todas las flores se sequen,
Florezca la de la endrina,
Viva y reviva la fama
Del padrino y la madrina.
Todas las flores se sequen,
Florezca la del laurel,
Viva y reviva la fama
Del señor Cura también.
Todas las flores se sequen.
Florezca la de la mora,
Viva y reviva la fama
De la gente de la boda.
Todas las flores se sequen,
2ÍÍ

Florezca la del rosal.


Viva y reviva la fama
De todos en general.
La albada se ha concluido
Y nosotros ya nos vamos,
Y una gran prosperidad
A todos les deseamos.
CAPITULO X
l . - E l Papamoscas. 2.-Humorada antigua. 3.-Ment¡-
ras. 4.—Marza. 5.—Explicación de las cartas de la
baraja. 6.—Lo mismo que allá en Tardajos 7.—Tra-
balengua 8.—Cantos de ronda 9.—Rascacina.
10.—Canción antigua.—Apártate, bella mora.

1. El Papamoscas
Hay cosas en Burgos
Dignas de admirar
Que envidia la Corte
Y el mismo Escorial.
Lo más renombrado
De nuestra ciudad
Es el Papamoscas
De la Catedral.
Si bajas a Burgos
No dejes de ir,
Que yo te aseguro
Que te has de reír;
Es un hombre viejo
Que está en un rincón
Y que abre la boca
Cuando da el reloj:
Si entras por la puerta
Puerta principal,
Enfrente la pila
Te lo encontrarás.
No es el Papamoscas
Quién arriba está,
Sino el que mirando
Se suele embobar.
218

2. Humorada antigua
Los chicos de Burgos
Son buenos muchachos
Y la mayor parte
Son unos borrachos;
Unos son de tinto,
Otros de aguardiente.
Y la mayoría
Lo son de clarete.

Contestación
Todos los chicos de Burgos
Son unos buenos muchachos,
Pero tienen un defecto
Que son un poco borrachos.
Si son borrachos que sean
A nadie le importa nada
Ellos pagan lo que deben
Al terminar la semana.
Los sábados y domingos
Borrachera de costumbre,
Y el lunes por la mañana
Al trabajo nadie acude.

3. Mentiras
Por un camino va un hombre
Muerto de hambre y merendando,
Se encontró con un ciruelo
Cargadito de manzanas;
Tirar cantos, tirar cantos,
Y caían avellanas.
Salió el hombre de las peras
Que eran suyas las castañas.
Le cascó el golondrillo,
Le hizo sangrar de un tobillo,
Le puso un pañuelo a las muelas
Pa que no sangrara de ellas.
¿Quién le ha mandauo a V. entrar
En naranjales ajenos,
219

Sabiendo que tienen dueño


Y no se pueden tocar?
A una venta fué a parar;
El ventero está de parto;
La ventera se fué a arar;
Los bueyes traía a cuestas;
El arado a apacentar;
Los platos barren y friegan
Las escobas al vasar;
Los perros a poner huevos;
Las gallinas a ladrar;
Las cabras van al concejo
Las mozas al chaparral.
El milano de la sierra
Cuando baja a trabajar
Baja una arroba de abarcas,
Una tórdiga de sal
Una vara de manteca
Un azumbre de sayal.
Ahora que estamos despacio
Voy a contar mil mentiras:
Por el mar corren las liebres:
Por el monte las anguilas
Por los rastrojos los peces
Los cogen con angarillas.
Por los rastrojos los peces
Los cogen con almireces;
Los meten en una torre;
Hay un río que no corre
Por causa de unos zapatos;
He visto un arañagatos
Pelearse contra un turco;
He visto sacar de un surco
Trigo para toda España;
Y hasta tejer un araña
Con las patas de un cochino;
He visto andar un molino
Con el viento de una bota;
He visto una capa rota
Cosida con dos espartos,
La sostenía un lagarto
La remendaba un ratón;
He visto una procesión
De tábanos y mosquitos;
220

Y una vieja dando gritos


Que se le quema su casa
Y yo como buen vecino
Con petróleo fui a apargarla.

4. Marza
Esta noche entraba Marzo
Desde media noche abajo;
Con el Ángel de la Guarda
Que nos'libre y nos defienda,
:

Y nos^dé salud y gracia.


Sale Marzo y entra Abril;
Florido le vi venir.
Sale Abril y entraba Mayo
Con las flores relumbrando.
¡Mes de Mayo, mes de'Mayo!
Cuando los'grandes calores;
Cuando las cebadas granan;
Los caballos corren, corren;
Cuando los enamorados
Andan en busca de amores:
Unos le'sirven con rosas,
Otros con rosas y flores,
Y otros con palabras dulces
Que'roban los corazones.
Sale Mayo entra San Juan
Cuando grana bien el pan.
Sale San Juan y entra Julio
Con las hoces en el puño.
Sale Julio y entra Agosto
Con las cañas en el rostro.
Sale Agosto entra Septiembre
¡Oh que lindo mes es este
Que se coge pan y vino!
¡Si durara para siempre!
Si para'siempre durara,
Pan y vino no faltara.
De Septiembre viene Octubre;
Cuando se lava'la lana
Y se le marcha la mugre.
Sale Octubre, entra Noviembre;
El mejor para las bodas
221

Que vale el vino barato


Las machorras están gordas.
Sale Noviembre, entra Diciembre:
¡Oh! que lindo mes es éste
Que tiene dos noches buenas
El día de San Silvestre
Y el día del Nacimiento
Que es el veinticinco siempre.
Sale Diciembre, entra Enero;
Cuando los crueles fríos,
Cuando las grandes nevadas
Que suelen crecer los ríos.
Sale Enero, entra Febrero;
El mes cortito del aflo:
Tiene veintiocho días
Con San Blas y San Matías.
Por San Matías
Igualan las noches con los días,
Cantan las gullorías
Y pega el sol en las umbrías.

Explicación de las cartas de la baraja


(Recuerda algo Las Doce Palabras Dichas y Torneadas.)

Tu que juegas a los naipes


Nunca pienses en ganar,
Piensa en las cosas de Dios
Y verás como te va.
Al principiar en el juego
Yo considero en el as
Que no hay más que un solo Dios
Y en él no puede haber más.
En el dos, yo considero
Aquella blanca belleza,
Quedando el Verbo encarnado
Solo hay dos naturalezas.
En el tres, yo considero
Esta si que es cierta y clara,
Las tres divinas personas
De la Trinidad Sagrada.
En el cuatro, considero
En los que ven desde lejos,
Cosa que manda la Iglesia
Rezar los cuatro Evangelios.
222

En el cinco, considero
Y siempre considerando
Las cinco llagas de Cristo
De pies, manos y costado.
En el seis, yo considero
Como carta más hermosa
La Muerte y Pasión de Cristo
Afligida y dolorosa.
En el siete, considero
Contemplo con alegría
La Muerte y Pasión de Cristo
y Dolores de María.
En el ocho, considero
Que en el arca de Noé
Aquellas ocho personas
Que se salvaron con él.
En el nueve, considero
Cuando la Virgen María
Estuvo los nueve meses
Preñada y con alegría.
En la sota, considero
Aquella mala mujer
Que de la fruta vedada
A Adán se la dio a comer.
En el caballo, contemplo
Corrido y avergonzado
Y privado de la gracia
Adán cayó en el pecado.
En el Rey, yo considero
Contemplo cual podía ser
Siendo el Rey de cielo y tierra
Ha venido a padecer.
Las cartas de la baraja
Ya te las tengo explicadas,
Y la Pasión de Jesús
No dejes de contemplarla.

6. Lo mismo que allá en Tardajos


Desde la sierra Demanda
Veo a los de Villabrutanda
Que pasan muchos trabajos,
Lo mismo que allá en Tardajos.
223

Pescadores de cangrejos
Que hacéis la vida en el río
Pero que llegando el frío
Vais cubiertos con andrajos,
Lo mismo que allá en Tardajos.
Y los pobres carreteros
Si han de ir a Quintanilla
Habrán de subir primero
Al Alto de Villalbilla,
Subiendo y bajando vargas
Con vuestras pesadas cargas,
Empleando todo un día
Para hallaros a dos yardas
Del punto de la partida.
¿Remedios pa vuestro mal?
Al punto lo voy a dar:
Id a tocara rebato,
Que se alborote la gente
Desde el joven al más viejo
Y se reúna el concejo
Exigiendo el presidente
Que se empieceu los trabajos
Del puente,
Lo mismo que allá en Tardajos.

7. Trabalengua
En Santo Domingo entré
Por Pedro Crespo Calvo pregunté,
Y me dijo una señora:
¿Por qué Pedro pregunta usted;
Por el de arriba, por el de abajo
O por el del arrabal?
Porque hay tres Pedros Crespos Calvos
Carpinteros del lugar;
Porque hay tres Pedros Crespos Calvos
Que no quieren trabajar.

8. Cantos de ronda
Sigue la ronda, majito:
Contigo la seguiré
Y el puerto de Guadarrama
Contigo le pasaré.
224

Y después de haber pisado


La hermosura de la nieve
La digo a la mi morena
La digo que si me quiere.
La digo que si me quiere
Que no me tenga olvidado;
Que el tiempo que paro aquí
Hago falta en otro lado.
—Si haces falta en otro lado
Ya te puedes caminar;
Por ahora, dueño mío,
Yo no me quiero casar.

9. Rascacina
La tendré en el corazón
Mientras en el mundo viva
¡Oh! quién fuera buey o vaca
U otro animal mayor
Para dir a beber agua
A los morros de mi amor.

10. Canción antigua


En las montaflaras de Cataluñara
Y en la Coruñara y en el Ferrol
Hay un conventoro de religiosaras
Si son facciosaras yo no lo soy.
Yo tengo un duroro y un medio duroro
Y una pesetara para gastar,
También un cochere con siete mularas
Y un delantero para pasear.
Vamonos niñara hacia la plazara
Porque en la plazara hay un festín
Si festín habera mi pecho cantara
Y adiós señora me voy sin tí.

11. Apórtate mora bella


Apártate, mora bella,
Apártate, mora linda,
Que va a beber mi caballo
De este agua cristalina.
Si quieres venir conmigo
Pá España te traería.
225

¿Y los pañuelos que lavo


Dónde yo los dejaría?
Los de seda y los de hilo
Para mi caballería
Y los que no valgan nada
Por las corrientes se irían.
Y mi honra, caballero,
¿Dónde yo la dejaría?
En la punta de mi espada
Y en mi corazón cautiva.
La ha montado en el caballo
Para España la traía
Y en el medio del camino
La morita se reía
¿De qué se ríe la mora?
¿De qué se ríe la linda?
Si te ríes del caballo
Te ríes de quien le guía.
No me río del caballo
Tampoco de quien lo guía,
Que me río de esta patria
Que también es patria mia.
¿Cómo se llaman tus padres?
Mi padre se llama Oliva
Y un hermanito que tengo
Se llama José María.
¡Válgame Dios de los cielos
Y también Santa María!
Pensaba traer una mora
Y traigo una hermana mía.
Ábrame las puertas, padre,
Ventanas y celosías,
Que ya traigo aquel tesoro
Que cantaba noche y día.
Le ha preguntado su padre
Que con los moros ¿qué hacía?
A mi los montos, padre,
Ellos mucho me querían,
Me tenían pa guardar
Los pollos y las gallinas.
(Recitado por Petra González, de Melgar de Fernamental.)

15
CAPITULO XI
HIMNOS VARIOS
1.—Al Sagrado Corazón de Jesús. 2.—Al mismo. 3.—A
Cristo Jesús. 4.—A la Virgen del Pilar. 5.—A Santa
María la Mayor de Burgos. 6.—De la V. O. T. de
San Francisco. 7.—Misional Español del Centenario
de San Francisco Javier. 8.—A San Lesmes, Abad,
patrón de Burgos. 9.—Al Valle de Valdivielso.
10.—A Briviesca. 11.—A Belorado. 12.—A Castilla.
13.—A Burgos.

1. Himno al Sagrado Corazón de Jesús


Dueño de mi vida—vida de mi amor,
Ábreme la herida-de tu corazón.
Corazón divino —dulce cual la miel
Tu eres el camino-para el alma fiel.
Tu abrasas el hielo,—tu endulzas la hiél
Tu eres el consuelo—para el alma fiel.
Corazón divino—¡qué dulzura dan
De tu sangre el vino—de tu carne el pan!
Tu eres la esperanza -del que va a vivir,
Tu eres el remedio—del que va a morir.
Corazón divino -Jesús, guíame;
Si yerro el camino, -enderézame.
Yo soy tu vasallo,—Tu serás mi juez:
Cuando a mi me juzgues, -compadécete.
228

2. Al mismo
CORO

Corazón Santo
Tu reinarás,
Tu nuestro encanto
Siempre serás.
ESTROFAS
a
1. .
Jesüs amable,—Jesús piadoso,
Dueño amoroso,—Dios de bondad.
Vengo a tus plantas—si tu me dejas
Humildes quejas—a presentar.
;;b .1 ,U .¥ o¡ &U — ,Q i . * r>< U D Q M
a

,;
2
i. J \ - . 2
Divino pecho—donde se inflama
La dulce llama-de caridad.
Por qué latienes-ahí encerrada
Y no abrasada—la tierra está.
. . .
a
3.
Venid cristianos—y acá en el suelo
Como en el cielo—se ve adorar
También nosotros—adoraremos
Y ensalzaremos—al Dios de paz.
a
4.
Sagrado fuego—y amor ardiente
Como consiente—tal frialdad.
¡Ay! a lo menos—la triste España
No ya su saña—sufra de hoy más.
a
5.
Arroja en ella—tu hermoso fuego
Y todo luego—se inflamará
No ves que el mundo—vive aterido
Y endurecido—en la impiedad.
a
6.
A ella obligada—con tu empeñada
Palabra dada—Señor estás.
En ella has dicho- que triunfarías
Y reinarías—de la impiedad.
229

3. Himno a Cristo Jesús


CORO

Cantemos al amor de los amores.


Cantemos al Señor.
¡Dios está aquí! Venid adoradores,
Adoremos a Cristo Redentor.
¡Gloria a Cristo Jesús! Cielos y tierra:
Bendecid al Señor.
Honor y gloria a Tí—Rey de la gloria.
Amor por siempre a Tí—Dios del amor.
ESTROFAS
a
1.
¡Oh luz de nuestras almas!
¡Oh Rey de las victorias!
¡Oh Vida de la vida
Y Amor de todo amor!
¡A Ti, Señor, cantamos,
¡Oh Dios de nuestras glorias!
Tu nombre bendecimos
¡Oh Cristo Redentor!
a
2.
¿Quién como Tu, Dios nuestro?
Tu reinas y tu imperas:
Aquí te siente el alma:
La fe te adora aquí.
¡Señor de los ejércitos!
Bendice tus banderas.
¡Amor de los que triunfan!
Condúcelas a Tí.

4. Himno a la Virgen del Pilar


Música de Juan B. Lamber» y letra de Jardiel

Virgen Santa—Madre mía,


Luz hermosa,—claro día;
Que la tierra—aragonesa
Te dignaste—visitar;
Este pueblo—que te adora
De tu amor—favor implora
230

Y te aclama—y tejbendice
Abrazado—a*tu Pilar.
Pilar sagrado,
Faro esplendente,
Rico presente
De caridad:
Pilar bendito
Trono de gloria,
Tu a la victoria
Nos llevarás
Cantad, cantad, himnos deshonor y alabanza
Cantad, cantad, a la Virgen del Pilar.

5. Himno a Santa María la Mayor de Burgos


G. Vedia

CORO

¡Salve Reina, Blasón y Corona


De este de granito poema inmortal!
¡Salve, Santa María, Patrona
De nuestra gloriosa sin par Catedral!
ESTROFAS
a
'I
Tu siempre has sido Guía
De rutas de victorias,
Fulgor de nuestras glorias
Savia de nuestra fe.
Tu has visto, augusta Reina,
Cien fervorosas greyes
De pueblos y de reyes
Postrarse ante tu pie.
a
2.
En su infinito anhelo
El Burgos legendario
Labró un gran relicario
Y puso en él su amor;
Y como guardadora
De su arrogancia tanta
Puso a su Madre Santa
María la Mayor.
— ' ' ' - m, 1— — , ¡ se 231
a
3.
Igual que nuestros padres
Te amamos y queremos,
E igual que ellos, te haremos
Altar y trono aquí.
Las perlas y rubíes
Serán los corazones,
Pues tales son los dones
Más gratos para Tí.
¡Salve Reina, Blasón y Corona
De este de granito poema inmortal!
¡Salve, Santa María, Patrona
De nuestra gloriosa sin par Catedral!

6. Himno oficial de la V. O . T. de San Francisco en España


Letra del R. P. F. Pumarega y música del maestro Busca de Sagastizábal

CORO

Las huellas del Caudillo enamorado


Sigamos con fervor.
¡Vamos tras él! Su voz ha resonado;
Tremolemos la insignia del amor.
Su sendero es de luz: Fieles Terciarios
A Francisco seguid:
¡Honor y bendición al Padre amante!
¡Honor y bendición al Serafín!
iiH A
ESTROFAS
a
1.
En redes amorosas te viste prisionero
«Amor» fué tu divisa, tu lema y tu ideal,
Incendios respirando, trazaste el fiel sendero
Que muestra a los amantes divino manantial
Coro (Las huellas, etc.).
a
2.
Tu corazón ardiente a Dios ha cautivado,
Y sus divinos ojos con gozo en tí fijó,
Y al verte en tales llamas, dejástele hechizado
Y con flamante dardo tu cuerpo traspasó.
Coro (Las huellas, etc.).
232

a
3.
Divinamente herido te vieron los mortales
Y fueron a pedirte lecciones de tu amor;
Inmensas muchedumbres siguiéronte leales
Y a todos abrasaste con tu copioso ardor.
Coro (Las huellas, etc.).
a
4.
Tus ansias imitando seráficas legiones
Luchamos por el triunfo de Cristo y de su Cruz,
Iluminar queremos los pueblos y naciones
Con célicos fulgores de salvadora luz.
Coro (Las huellas, etc.).
a
5.
Al cielo los humanos no tienden la mirada,
Y en goces transitorios han puesto su afición;
Por eso hoy emprendemos seráfica cruzada,
Pidiéndote ¡oh Francisco! amparo y protección.
Coro (Las huellas, etc.).
a
6.
Desprecio a lo divino, error e indiferencia
Dominan por doquiera la incauta sociedad.
¡Francisco! tus ardores defiende con clemencia
Y sálvese por ellos la ciega humanidad.
Coro (Las huellas, etc.)

7. Himno Misional Español del Centenario


de San Francisco Javier
Letra de Gaspar G . Pintado.--Música de José María Beovide
CORO
Mirad la bandera -que eleva en España
Javier, que a las Indias—a Cristo acompaña;
Su fe predicando—más limpia que el sol;
Javier nos convida—venid, misioneros, venid,
Juremos por Cristo—luchar los primeros,
Pues Rey se ha llamado—del pueblo español.
ESTROFA
En las sombras de la muerte
Los infieles nos esperan,
Para ver antes que mueran
De la Cruz el resplandor.
233

Acudamos a salvarlos
Con las aguas de la vida
Que derrama de su herida
El Divino Redentor.

8. Himno a San Lesmes, A b a d , patrón de Burgos


CORO

!Oh prez de la Iglesia


Glorioso Patrón!
Que nunca nos falte
{ (bis)
Tu fiel protección

ESTROFAS

a
1.
Venimos, creyentes,
Al píe de tu altar:
Queriendo fervientes
Tu gloria ensalzar, (bis)
a
2.
En horas de duelo
De angustia y dolor,
Obtennos del cielo
Cristiano fervor, (bis)
a
3.
Que Dios por tu ruego
Nos libre de mal:
Y otorgúenos luego
La gloria inmortal, (bis)

9. Himno al Valle de Valdivielso


(Sobre canciones populares del Valle)

Letra de Gaspar G . Pintado, S. J.-Música de Antonio José

CORO

Mi Valle semeja
Divino vergel,
Y el cielo refleja
Sus gracias en él.
234

¡Gloria a Dios, que en Valdivielso


Saber excelso
Quiso estampar!
Ved al Arte y a la Historia
Su pura gloria
Aquí ostentar.
La feraz naturaleza
Desplegar sus galas quiso
Y con toda su belleza
Forma aquí su paraíso.
¡Gloria a Dios que en Valdivielso
Saber excelso
Quiso estampar!
Ved al Arte y a la Historia
Su pura gloria
Aquí ostentar.
Mi Valle semeja
Divino vergel,
Y el cielo refleja
Sus gracias en él.

(ESTROFAS A SOLO)

I
Manso el Ebro se dilata
Entre viñas y pomares
Cual espejo que retrata
Las mansiones seculares.
En antiguos torreones,
En hogares y castillos,
Ved escudos y blasones
De prelados y caudillos.
Ved la Iglesia soberana
Que en sus templos medievales
Aquí triunfa y se engalana
Con primores celestiales.
(Coro)

II
Viva el alma de Castilla
Como reina de este Valle
235

Tan señora, tan sencilla


Que los mundos avasalle.
Sea siempre su tesoro
De estos campos la riqueza,
Y ame siempre~más que el oro
De suestirpe'Ja nobleza.
Viva siempre laboriosa
Gobernando sus hogares,
Y que se abra como rosa
Para Dios en los altares.

(Coro)

10. Himno oficial a Briviesca


Estrenado el 16 de agosto de 1929, con asistencia de sus autores.

Letra de Fr. Justo Pérez de Urbel, O . B. •- Música: del maestro Rafael Calleja

INTRODUCCIÓN

Estruendos, gritos y acordes:


La ronda pasa,
Pasa cantando
De casa en casa.
Briviesca tiembla de gozo,
La copla estalla,
Lleva los ecos
De la rondalla
Lará, lará, la...
Cantemos de la Patria
La canción,
Resuene con su nombre
Nuestra voz.
Lará, lará, la...
¡Briviesca, tierra madre,
Bella flor
Y nido del amor!
TENOR SOLO

I
De toda España, Castilla
Solar de gloria y honor,
De Castilla, la Bureba
Y en Briviesca está el amor.
236

El corazón es mi tierra
Deslumbrante brilla en él,
La hermosura de Briviesca
Como espléndido joyel.
Relicario de arte,
Cuna de hidalguía,
De la fe baluarte.
¡Dulce Patria mía!
Inexhausta fuente
De virilidad,
Defensora ardiente
De la libertad.

TODOS

Suene el himno de Briviesca


Como toque de clarín,
Que levante nuestras almas
A un glorioso porvenir.
Aunque salga de mi tierra
Ella va en mi corazón,
Sus tesoros de alegría
La nobleza y el valor.

II
Ciudad vieja y ciudad nueva,
El celta nombre te dio,
Más después de tantos siglos
Juvenil es tu vigor.
Bautismo bello de gloria
Las piedras tienen en tí;
Tus alcores y llanuras
Consagraron héroes mil.
Briviesca adorada,
Hogar de heroísmo,
Tierra consagrada
Por el patriotismo;
Tu nombre decora
La gesta sin par,
De la Infanta Mora
De Ruy de Vivar.
Suene el himno de Briviesca, etc.
237

III
Son bellas tus arboledas
Refugio de amor y paz:
En ellas dejó Casilda
Su aroma de santidad.
Tu plaza vasta semeja
El más risueño jardín,
Cuando tus hijas la inundan
Con su encanto juvenil.
Mujer briviescana,
Rosa peregrina,
Virtud castellana
Belleza divina;
Buena como el trigo
De nuestro trigal;
Yo adoro y bendigo
Tu gracia inmortal.
TODOS

Suene el himno de Briviesca


Como toque de clarín,
Que levante nuestras almas
A un glorioso porvenir.
En tí anhelo, ciudad mía,
Cuando muera, descansar,
Al amparo de la Virgen
Tu patrona celestial.
FINAL

Las aguas del Oca


Caminan al mar,
Así hacia Briviesca
Mis anhelos van.

11. Himno a Belorado


Esfrenado oficialmente el 18 de septiembre de 1930
Letra de Paulino Páramo. - Música de Domingo Villar

Como un coro de trompas y atabales


Que enardezcan el pecho al resonar,
El himno triunfador beliforano
Nos pongamos fervientes a cantar.
238

Que los aires benditos de esta tierra


Lleven lejos la cálida canción
E inunden los rincones de la patria
Del anhelo y la fe de esta región.
¡Sus!, levantemos los corazones,
Giren los ojos donde está Dios,
Y que en las bocas siempre florezcan
Los luminares de la ilusión.
Tierra fértil que cantas y que rezas
Y conviertes tus campos en edén,
Haz que nunca te falten las miradas
De tu Reina, la Virgen de Belén.
Cielo alegre que amparas y cobijas
Cantando a la esperanza nuestro hogar,
Enciende en nuestras santas barbecheras
La luz de la abundancia y de la paz.
En tu seno de alientos inmortales
Donde duermen la espada y el laurel,
Nutrióse aquel cerebro portentoso
Del latino Raimundo de Miguel
Gloria a la tierra de Belorado,
Juntos labremos su porvenir,
Con nuestros pechos beliforanos
Por siempre te hemos de bendecir.
¡Salve! ¡salve! ¡salve!
Tierra bendita de mi ilusión
¡Salve! ¡salve! ¡salve!
Tuya es mi vida y mi corazón.
¡Viva Belorado, viva!

12. Himno a Castilla


Letra y música de Antonio José

¡Madre Castilla, guíanos tú!


Será este siempre nuestro grito,
Y tu has de ser la luz
Que al mundo todo
Inunde de amor y paz.
En un abrazo inmenso
Y con la frente erguida
Unidos cantaremos
La gloria de Castilla.
239

Flores, luz y espigas


La fecunda tierra con gozo dará
Y hasta el sol haremos llegar
El brío y la alegría del trabajo.
Vuelve a ser viva antorcha de luz,
Aurora que ilumine al mundo;
Y nuestro grito sea¡siempre
¡Madre Castilla, guíanos tú!

13, Himno a Burgos


Letra de Marciana Zurita y música de Rafael Calleja

Cantemos unidos la insigne grandeza


De nuestra Castilla, de nuestro solar;
Sus piedras sagradas que son fortaleza,
Y escuela y alcázar y trono y altar.
Cantemos a Burgos, tesoro bendito
Que España venera con honda emoción;
Robusto poema tallado en granito
Cual timbre glorioso de nuestro blasón.
Aprendamos todos juntos
A cantar a nuestra tierra,
A leer en su pasado
Y a labrar su porvenir;
A ofrendarle los cariños
Que ardorosa el alma encierra,
Y a dejar bien cimentado
Su potente resurgir.
Cantemos al campo que austero refleja
La enseña arrogante del pueblo español,
Con sus amapolas de sangre bermeja
Y sus cebadales bañados de sol.
Cantemos al campo fraterno y amigo
Que colma con creces de amor nuestro afán*
Que guarda en sus eras el oro del trigo
Y lleva a las casas el oro del pan.
Aprendamos todos' juntos
A estudiar en nuestro suelo
Lo que debe ser ahora
Y lo que ha de ser después,
240

Y anhelantes encendamos
En la paz de nuestro cielo
La divina y blanca aurora
Del mañana burgalés.
Tierra sagrada donde yo nací,
Suelo bendito donde moriré;
Yo te prometo consagrarme a ti
Y dedicarte mis cariños
Mis cariños más fervientes,
Mis cariños y mi fe.
¡Salve tierra adorada
De mis mayores!
¡Salve tierra sagrada
De mis amores!
¡Salve! ¡salve! ¡salve!

FIN
ÍNDICE DE CAPÍTULOS

Página

A GUISA DE PRÓLOGO 3
CAPITULO I.—1. Escritores de cosas y asuntos burga-
leses.—2. Motes y peculiaridades de algunos pueblos
de la provincia 21
CAPITULO II.—1. Coplas referentes a Burgos y a otras
poblaciones de la provincia.—2. Prefacio de los vein-
tisiete pueblos 35
CAPITULO III.—1. Frases, dichos, refranes y algunas
palabras peculiares de la provincia 57
CAPITULO IV.—1. Cantares populares 73
CAPITULO V.—1. Bailes y canciones populares 99
CAPITULO VI.—1. Romances populares 127
CAPITULO VIL—1. Leyendas interesantes y costumbres
tradicionales.—2. La célebre canción de El Niño Per-
dido. -3. La vuelta de Egipto 153
CAPITULO VIII—1. Canciones y coplas religiosas 183
CAPITULO IX.—1. Las doce palabras dichas y tornea-
das.—2. Semblanzas de políticos burgaleses.—3. Los
diez mandamientos santos.—4. Los mandamientos de
España son diez.—5. Los mandamientos del pobre son
seis.—6. Los mandamientos del zapatero son cinco.—
7. La semana del zapatero.—8. Las doce horas.—
9. Reloj de durmientes.—10. Letanía déla solterona.—
11. Sacramentos cantados.—12. Bendición del moli-
nero.—13. Albada para cantar a los recién casados .. 197
CAPITULO X.—1. El Papamoscas— 2. Humorada anti-
gua.—3. Mentiras.—4. Marza.—5. Explicación de las
cartas de la baraja.—6. Lo mismo que allá en Tarda-
16
Páginas

jos.—7. Trabalengua.— 8. Cantos de ronda.—9. Ras-


cacina.—10. Canción antigua.—11. Apártate, bella
mora 217
CAPITULO XI— Himnos varios—1. Al Sagrado Corazón
de Jesús.—2. Al mismo.—3. A Cristo Jesús.—4. A la
Virgen del Pilar.—5. A Santa María la Mayor de Bur-
gos.—6. De la V. O. T. de San Francisco.—7. Misio-
nal del Centenario de San Francisco Javier.—8. A
San Lesmes, Abad, patrón de Burgos.—9. Al Valle
de Valdivielso.—10. A Briviesca.—11. A Belorado.—
1
""'5™'
227

... ....

, 1 , i , • .'
. .
' .
. . ,
b

I
índice de erratas

Página Línea Dice Debe decir

4 33 Isidoro Isidro
26 24 Paletos Paletos
60 28 Satirizar en cualquier . . . Satirizar cualquier
90 35 mene menea
92 29 te amas te llamas
112 y 113 Al citar una variante de la canción Las Hijas de Merino, se dis-
locó ésta, pues íntegra es así:
Mamá, si me dejas ir
Un momento a la Alameda
Con las hijas de Merino
Que tienen buena merienda.
Al tiempo de merendar
Se perdió la más pequeña;
Su padre la fué a buscar
Calle arriba, calle abajo,
Calle de Santo Tomás,
Y se la encontró en la acera
Hablando con un galán
Que estas palabras decía:
«Contigo me he de casar
Aunque me cueste la vida.»
Mi abuelo tiene un peral
Que cría las peras duras
Que tardan en madurar;
Y en la ramita más alta
Hay una tórtola herida
Que por el pico echa sangre
Y con las alas decía:
«¡Qué tontas son las mujeres
Que de los hombres se fían!»
132 23 a 27 Los versos de estas líneas debían guardar el mismo orden
que los anteriores.
137 2 Perola Pero la
143 21 esperaba expiraba
178 21 en el suelo es el suelo
217 6 Apártate, bella mora . . . . 11.-Apártate, bella mora
217 25 Puerta principal Puerta Principal
i iLi

00

i ma

También podría gustarte