La Posesion
La Posesion
La Posesion
Estos espíritus no estaban apegados a la tierra, sino que vinieron a decir «adiós» o eran
«visitantes» del mundo de los espíritus para reconfortar o ayudar. Los entes que no habían tenido
una transición exitosa al más allá eran los que causaban problemas afectando a personas de forma
dañina o destructiva a través de la posesión.
Ayudando a estos espíritus posesivos a marcharse, se conseguía eliminar sus efectos devastadores,
a menudo cambiando vidas dramáticamente. Porque la desposesión funciona, sentí la necesidad de
escribir este libro. Puede que lo que vayas a leer te trastorne, pero espero que te ayude al
explicarte lo que tú has estado experimentando en ti mismo o en otros. Ofrecerá la esperanza de
que problemas que hasta ahora parecían insolubles pueden resolverse, y que se pueden encontrar
técnicas para conseguir este objetivo. Al menos puedes ganar una nueva perspectiva para entender
el comportamiento humano.
Lo que se va a revelar también te invita a abrir tu mente a la posibilidad de que la vida sí continúa
después de la muerte —y esta misma creencia puede tener sobre ti un efecto profundo y de largo
alcance.
Comparto mis técnicas terapéuticas con los no profesionales y terapeutas que quieran incluirlas en
su armamentárium. En cierto sentido algunos capítulos podrían ser considerados como manual de
entrenamiento para curadores profesionales.
Los historiales médicos empleados en La Posesión son de una naturaleza tan personal y sensible
que era importante y necesario proteger la intimidad de mis pacientes. Por esta razón, sólo he
ocultado su identidad, reteniendo las cualidades esenciales
que presentaban.
Muchas de las transcripciones literales que ilustran los casos analizados, así como algunos de los
capítulos de este libro, eran repetitivos y confusos. Por tanto, los he editado en interés de la
claridad y concisión.
La mayor parte de los casos que leerás eran casos claros y de fácil solución. Pero uno de ellos
implicaba conexiones entre los dos «personajes», el paciente y el espíritu, que retornaban a una
vida pasada. Sin embargo, no necesitas creer en la reencarnación para beneficiarte de los hallazgos
o técnicas que describiré.
Examinemos ahora el papel que juega la posesión por espíritus en vidas humanas. El capítulo 1 te
introducirá en este fascinante y sorprendente tema.
1. INTRODUCCION A LA POSESION
La enfermera dijo «DOA». «Yo estaba por encima de mi cuerpo en la Sala de Emergencias
mirando hacia abajo. Estaba demasiado ensangrentado. Yo no quería que lo salvaran... un mal
accidente. Oí este aterrorizado grito pidiendo ayuda. Pensé, «A lo mejor puedo salvar a alguien,
a mí no me pueden ayudar aquí». Fui a ayudar.
Había un chico joven... también estaba siendo operado. Era el espíritu gritando, no el cuerpo. El
cuerpo estaba sobre una mesa, pero seis pies por encima ése era el chico... pero él era como yo.
Estaba aterrorizado, así pues, le hablé como a un amigo... y le pedí que me hablara. Finalmente
se tranquilizó... y desde entonces hemos sido amigos.
Ese encuentro tuvo lugar hace cuarenta y seis años. Albert había estado con mi paciente, Howard,
cada día desde entonces-dentro de su cuerpo-como espíritu posesor. Albert salió de su escondite
después de tres años de terapia hipnoanalítica. Tal y como dijo, «¡No pienso hablar contigo! No
necesito tu ayuda».
Fui interrumpida groseramente durante mi iniciación hipnótica por una enfadada y desconocida
voz gutural procedente de Howard. «¡El no necesita tu ayuda!» Con esa afirmación comencé una
terapia intensiva con el espíritu, quien más tarde se identificó como Albert. Después de tres
sesiones se marchó de mala gana con dos camaradas del mundo de los espíritus.
Dos semanas más tarde, Howard irrumpió en mi despacho con una enorme sonrisa en su cara.
Antes de sentarse en la silla reclinatoria me dijo muy excitado: ¡No deseo comer! Por primera vez
en mi vida no me interesa la comida para nada. Te lo creas o no. De hecho, tuve problemas para
encontrar algo que me apeteciera. ¡Y ni siquiera lo terminé! Todo esto es una nueva experiencia.
¡Y en los primeros cuatro días perdí siete libras!
Recostándose un poco en su silla continuó: Realmente estoy seguro de que me libraré de estas
últimas noventa libras y de una vez por todas daré por terminada mi batalla con la obesidad.
Brenda, una mujer negra, alta y sorprendente cercana a los treinta, buscaba alivio a unos dolores
que padecía por casi todo el cuerpo que habían supuesto un reto a especialistas durante años. Bajo
hipnosis —y regresada a la causa de sus dolores—se liberó de su angustia al enterarse que Ann, la
hija pequeña de su mejor amiga, había quedado desfigurada en un reciente y fatal accidente de
coche. Habló con reverencia de su profundo amor y apego a Ann.
Posteriormente relató haber entrado en la habitación del hospital de Ann donde le mantenían con
vida a base de respiración artificial: Quiero entrar sola. Entro... le miro... no se parece a Ann, no
se le parece en absoluto... tan golpeada y aplastada. Su cabeza es tan grande-pero ella es tan
diminuta, tan pequeña. La enfermera dice, «No podemos hacer nada por ella.» Simplemente le
miro. Desearía poder hacer algo. (Llorando). Es tan bonita-era tan bonita, tan mona.
¡Hay que hacer algo por ella! No sé qué hacer. Sólo le miro... rezo...
¡Estoy tan abatida! Quizá... quizá pueda llevarla a... podría mantenerla con vida /Puedo hacer
algo por ella! Me hago cargo. Me ocuparé de todo. Seré la primera en ver su cuerpo... iré de
compras...y la pondré preciosa... y prepararé el funeral... y tendré todo listo para ella... el ataúd...
las flores... volverá a estar preciosa otra vez. (Larga pausa). ¡Está conmigo ahora... está conmigo
y me gusta!
Howard y Brenda son dos de los más de quinientos pacientes poseídos que he tratado durante los
últimos siete años. Vinieron a mi consulta padeciendo la serie de síntomas y problemas
psicológicos y psicosomáticos.
Desde que me di cuenta de este fenómeno, he comprobado que al menos el sesenta por ciento de
mis pacientes estaban poseídos y era esta situación la que les causaba su mal-estar. La mayoría de
estas personas fueron liberadas —mediante técnicas de desposesión— de más de una entidad.
¡Algunos pacientes eran anfitriones inconscientes de hasta cincuenta o más!
La posesión es una condición relativa. Cuando es completa —lo cual es raro— la personalidad
original parece haber desaparecido y es reemplazada por la de la entidad apegada a la tierra.
Normalmente, hay un equilibrio vacilante entre las dos; a veces, el espíritu ejerce sólo una ligera
influencia, mientras que otras veces, él o ella pueden ser extraordinariamente dominantes.
En algunos casos hay una continua lucha interna por el control, repleta de diálogos mentales
¡incluso insultos y órdenes!
Los espíritus que poseyeron a mis pacientes habían sido anteriormente gente de todos los estratos
sociales, quienes —después de la muerte— permanecieron en el mundo físico y se convirtieron en
«personas desplazadas». No habían hecho la transición adecuada entre el nivel de la tierra y «el
otro lado» al morir. A veces años más tarde sin cuerpos de su propiedad, se unían accidentalmente
o deliberadamente con gente cuyas vidas a partir de entonces no serían las mismas. Para estos
espíritus no había nada peor que sentenciarse a sí mismos a residir en los cuerpos de otros
individuos, ya que por este hecho posponían sus posibilidades de entrar en el mundo de los
espíritus al que pertenecían.
Hay otro tipo de espíritus, históricamente llamados demonios o diablos, sobre los que se opina que
nunca han sido seres humanos. Existen estudios documentados sobre sus devastadores y, en
ciertos casos, fatales efectos. La Iglesia Católica toma muy en serio este tipo de posesión y emplea
a sacerdotes especialmente experimentados quienes —después de extensas investigaciones y
preparaciones— ejecutan un exorcismo altamente estructurado, el Ritual Romano. Son muchos los
exorcistas que han sufrido grandes daños físicos, mentales y emocionales, e incluso perdido su
vida, como resultado de estos encuentros.
Afortunadamente —que yo sepa— nunca he tratado a un paciente plagado de demonios. La
posesión por demonios o satánica no se encuentra dentro del alcance de este libro. Para aquellos
que quieran proseguir este tema, hay referencias relevantes en la bibliografía.
De entre mis historiales, os mostraré cómo la gente se convierte en vulnerable a los entes y qué
sucede cuando los espíritus se entremezclan con sus personalidades.
Quizá os preguntéis cómo yo, psicólogo clínico, me vi mezclada en esta psicoterapia carente de
ortodoxia.
2. DE LO NATURAL A LO SUPRANATURAL
El tema de una emisión de una hora de duración era la diferencia entre un psiconeurótico y un
neurótico. Lo estaba escuchando clandestinamente en mi cama muy tarde una noche a la edad de
trece años. Abrió las puertas de todo un mundo nuevo —el mundo del comportamiento aberrante.
¡Estaba fascinada!
Ahí y entonces, a las llpm, decidí convertirme en psicólogo y tratar a personas con estos
desequilibrios.
Mi curiosidad se ve continuamente estimulada por los sondeos a mis pacientes por debajo de la
superficie de sus mentes conscientes. Con la experiencia adquirida al haber realizado más de
veinte mil regresiones hipnóticas a más de mil pacientes, a menudo puedo predecir (a mí misma)
con éxito qué encontraremos con estas exploraciones. Aun y así cada caso es como un complicado
puzzle que hacemos cogiendo al azar una pieza aquí y otra aislada ahí. Cuando la última y más
importante pieza es colocada en su lugar se produce una curación instantánea. A veces el proceso
es rápido y suave. Muchas veces es lento y tedioso según afloran facetas ocultas.
Fui criada en la Costa Oeste en un entorno muy confortable con gran cantidad de estímulos por
parte de mis creativos y enérgicos padres. Mi padre, pintor de retratos y caricaturista, era una
adorable, cálida persona que me animó a estimular mi potencial desde la niñez hasta las últimas
veces que estuvimos juntos antes de su muerte. Me dio el coraje para tener fe y confianza en mí
misma. Con su ayuda emocional e interés aprendí a arriesgarme, lo cual me permitió explorar
dimensiones de la terapia que iban más allá de mi aprendizaje.
Después de dos años de colegio universitario me casé a los veinte y fui madre. Años más tarde,
completé mis estudios como subgraduado, ingresé en el colegio para graduados de la Universidad
de Maryland y finalmente recibí mi doctorado en psicología clínica de la Universidad de Miami en
1969. Mi formación psicológica estaba estrictamente encaminada en la línea del comportamiento,
con gran énfasis en la investigación y un curso práctico de terapia.
Curiosamente, en el colegio universitario y en las universidades en las que estudié, Freud recibía
un escaso reconocimiento por sus contribuciones a nuestro conocimiento de la mente humana y
comportamiento humano. Y no recuerdo haber visto en los textos y clases de mi colegio
universitario y de graduado mención alguna de más de un párrafo a la hipnosis.
Durante mis primeros años como terapeuta trabajé con niños perturbados emocionalmente.
Después de formar parte de la plantilla de una clínica psiquiátrica infantil, monté una consulta
privada, trabajando con niños, parejas y adultos. Comencé a leer sobre nuevas aproximaciones
terapéuticas, e incorporé algunas de estas técnicas y puntos de vista a mi trabajo.
Una dramática solución de un caso de depresión brotó del recuerdo de un intento de aborto. La
mente de mi paciente, como feto en desarrollo, registró que no era querida y que su existencia
misma estaba siendo amenazada. Después de la regresión, su depresión de toda una vida se
evaporó completamente.
Una tarde sucedió algo que cambió el curso de mi vida profesional —aun cuando no me di cuenta
al momento—. Uno de mis pacientes, que sufría problemas sexuales, se encontró a sí mismo, bajo
hipnosis, como sacerdote católico en el siglo diecisiete. Mientras discutíamos la regresión antes de
que se marchara, dejó claro que él creía firmemente en la reencarnación.
Dado que el concepto de vidas anteriores no se me había ocurrido a mí sino como un fascinante y
arcaico punto de vista del Este, estaba intrigada. Pero mucho más cuando llegó para la sesión
siguiente anunciando que ¡estaba completamente curado!
Antes de que pudiera descifrarlo, otra paciente regresó espontáneamente a una «vida anterior», y
también ella más tarde me comunicó estar totalmente liberada de sus síntomas.
El tercer y decisivo caso afectaba a una mujer joven con una obsesión por las serpientes, que
sufría pesadillas con serpientes al menos dos veces por semana, de las cuales se despertaba
chillando. Ya que nuestra investigación bajo hipnosis revelaba que su fobia no procedía de nada
que hubiera experimentado en su vida actual, sino más bien de una previa encarnación —y
sintiéndome algo ridícula— la transporté a un tiempo anterior a su nacimiento.
Ella era particularmente un profundo y excelente sujeto hipnótico. En cuestión de segundos estaba
dando una viva descripción de una antigua ceremonia, probablemente en América Central, con
sacerdotes nativos bailando frente a una pirámide con serpientes venenosas en sus bocas. Las
serpientes representaban todo lo que era maldad y terrorífico, y en un momento dado, cuando los
sacerdotes las arrojaron al suelo, se agitó violentamente —luego se relajó con una sonrisa gloriosa,
mientras los sacerdotes las decapitaban.
Todavía en hipnosis, pero vuelta al presente, negó «creer en todo eso», y parecía bastante agitada.
Le di una sugestión posthipnótica para que olvidara lo que acababa de experimentar. ¡Con este
caso tenemos tanto un paciente como un terapeuta no creyente! Pero también ella volvió a la vez
siguiente muy alegre porque estaba libre de todos los temores que había sufrido.
Con cara radiante, me contó que su marido y ella habían ido de camping por primera vez, y se
había sentido relajada sin experimentar ningún tipo de ansiedad. Añadió, «Lo mejor de todo, ¡mis
pesadillas han desaparecido! ¡Por ahora no he tenido ni una en dos semanas!» Y permaneció libre
de sus síntomas.
Pese a todo seguí sin creer en la reencarnación, pero veía el valor que este tipo de terapia tenía,
que definitivamente consideré como fantasía. Empecé a emplearla con más frecuencia hasta que
con el tiempo se convirtió en una técnica que empleaba regularmente con excelentes resultados.
Mi libro You Have Been Here Before: A Psychologist Deals with Past Lives, trata el tema en
profundidad.
Durante los primeros años, encontré a muchos pacientes deslizándose dentro de otras
personalidades durante el trance hipnótico. Asumí que eran personalidades múltiples y lidié con
ellas como si lo fueran. Sí que era raro que algunos pacientes tuvieran tantas «personalidades»,
algunas simplemente pasaban con rapidez. Recuerdo a una «persona» que empezó hablando con
una voz muy infantil y se identificó como «Susie», ¡y me preguntó si quería saltar a la comba con
ella! Nunca volví a saber más de ella.
Era difícil para mí saber qué estaba ocurriendo con estos pacientes y en especial encajarlo en un
marco teorético de referencia aceptable. Ninguno de estos pacientes parecía beneficiarse de la
investigación de estas «personalidades», con la excepción de sentirse más cómodos con los
distintos aspectos de sus personalidades que, a veces, estaban destrozando sus vidas.
En lugar de sentir que estaban actuando fuera de su propio carácter, empezaron a tomarlo como
otra parte de sí mismos.
Empezaron a luchar un poco mejor con parte de su extraño comportamiento. Pero había poco
cambio en ese comportamiento. Según me fui interesando más en la metafísica, por mi experiencia
con terapia de la vida pasada, me hice con una amplia biblioteca. Muchos de los libros, incluyendo
El Libro Tibetano de los Muertos (EDAF, 1980), mostraban la típica experiencia de la muerte
como muy bella, con el espíritu reuniéndose con la Luz y dejando atrás el cuerpo. La luz, a la que
también se hacía referencia como Luz Blanca o Luz Brillante, aparentaba representar la presencia
de Dios. Algunos libros describían casos donde espíritus —o descarnados— permanecían
apegados a la tierra y a menudo se «unían» a personas vivientes desapercibidas de su presencia.
De esta forma permanecían existiendo en el nivel físico a través de estas personas —trayendo a
menudo grandes miserias y, a veces, ¡incluso la muerte! Según leía estos casos, reflexioné sobre
mi trabajo anterior con pacientes que yo asumía tenían personalidades múltiples y pensé si no
habría estado yo lidiando con espíritus. Quizá entes habían estado hablando a través de mis
pacientes los cuales eran «médiums» involuntarios. Este concepto —posesión— también
explicaba por qué algunas regresiones parecían solaparse cronológicamente. Quizá no eran las
vidas pasadas de los pacientes sino las de espíritus o, si recientes, las últimas vidas de los entes.
Armada con esta nueva perspectiva, empecé a escuchar cuidadosamente cuando mis pacientes
describían sus problemas y comportamientos, para detectar si alguna otra persona podía estar
causando su sufrimiento.
Muchos de mis pacientes de hecho se quejaban de tener otra persona en su interior. «Mi marido
dice que soy dos personas completamente distintas, particularmente antes del periodo» era un
comentario frecuente. Igualmente, común era «¡Ese no soy yo!»
Otros confiaron que «alguien» dentro de ellos indeterminó su resolución de hacer dieta, o dejar de
fumar o beber, etc.
Alguien me dice. «No vas a seguir la dieta. Al mediodía volverás a empezar a comer otra vez.»
«Estos pacientes hablaron de sus conflictos muy abiertamente, porque asumían que estaban
hablando de dos partes diferentes de sus personalidades —que estaban en guerra dentro de sí
mismos. Pero yo empecé a oír y a interpretar estos comentarios como posibles pistas de posesión.
A menudo usando señales con dedos como guía, le pregunté al paciente hipnotizado si había un
espíritu presente. Muchas veces, se levantó el dedo «sí». A veces, después de un titubeo, se
levantaba el dedo «no», pero si yo entonces preguntaba si había alguien que no quería que yo
supiera que él o ella estaba presente, el dedo «sí» descubría al «culpable». También aprendí que
los espíritus podían manipular las señales con los dedos ¡intentando desviarme!
Nuevamente, me encontré en el mismo punto en el que había estado durante varios años
anteriormente con mis primeros casos de regresión espontánea a vidas pasadas: ¡un no creyente
participando en algo que parecía hacer milagros!
Durante este tiempo me acordé de un artículo que había leído en el Baltimore Sun antes de los días
del colegio para graduados. Se narraba un caso chocante de un paciente —esquizofrénico sin
remedio— de uno de los más prestigiosos hospitales mentales del Este. Según lo recordaba, un
domingo su familia le hizo su habitual visita y le llevó a dar un paseo por el campo en coche.
Afortunadamente, tuvo lugar un choque que le causó serios daños. En cuestión de segundos estaba
completamente sana mentalmente —por primera vez en años— ¡y aparentemente se quedó así!
Uniendo esto a lo que estaba sucediendo en mi consulta, empecé a especular con la posibilidad de
que quizá había estado poseída, conducente a un diagnóstico de locura —y más tarde el espíritu
fue por fuerza catapultado de su maltrecho cuerpo.
Me preguntaba si la razón por la cual la terapia con electroshock a veces daba resultados muy
exitosos con pacientes seriamente deprimidos no era el mismo proceso: el espíritu posesor era
sacado del cuerpo del paciente por el shock. Parecía encajar con el creciente campo de
conocimiento acerca de que nuestros cuerpos emiten un campo de fuerza electromagnética.
Los retrocesos de los que se había informado pudieron haber sido causados por no haberse ido el
espíritu al mundo de los espíritus y haberse quedado apegado a la tierra en las proximidades de su
anterior anfitrión, el paciente. Entonces, cuando las vibraciones del paciente volvían a la
normalidad, el espíritu podía ganarse nuevamente la entrada.
Mientras intentaba entender estas cosas, leí en un diario la increíble historia de una mujer italiana
que se despertó de una operación hablando un idioma extranjero que no entendía nadie de su
familia. Más aún, no sólo no reconoció ella a nadie, sino que ¡presentó una personalidad
completamente diferente! Pensando sobre esto, teoricé que un espíritu, el habitante originario del
cuerpo, se había marchado y había sido reemplazado por otro. Para mí éstas eran y serán preguntas
fascinantes.
Mi trabajo con espíritus posesores me ha obligado a volver a mirar mis propias creencias acerca de
la vida después de la muerte y la supervivencia de la consciencia. A través de los años, he
evolucionado de un no creer en —pero fascinada por— lo «supranatural» a un aceptar
intelectualmente los conceptos de la reencarnación y la continuación de la personalidad. Todavía
no estoy completamente convencida de ellos a un nivel emocional y a menudo me encuentro a mí
misma preguntándome y sopesando si no será toda una fantasía. Sin embargo, debo admitirme a
mí misma que ¡la terapia funciona! ¿Por qué? Entonces reconozco los conceptos intelectualmente
como posibles dentro de la realidad. ¡Y así nuevamente!
Mi método actualmente consiste en usar la hipnosis para llegar a la causa del problema, ya sea de
un recuerdo reprimido de un suceso de esta vida, vidas pasadas o de la presencia de uno o más
entes posesivos.
A mis pacientes les explico que no intento demostrar que los espíritus existen o que les están
poseyendo, sino que esta técnica funciona. Incluso añado que yo misma no soy una creyente
completa. Acordamos emplearlo como «hipótesis que funciona».
La mayoría de mis pacientes son de mente muy abierta, e incluso convencidos de que los espíritus
existen y que ellos están poseídos. A veces están mucho más dispuestos a aceptar la idea que yo,
al igual que muchas personas de la audiencia cuando doy una conferencia sobre la posesión. A
menudo, ofrecen de forma voluntaria «evidencias» de sus vidas o de otra persona a la que
conocen.
Veo a los entes poseedores como los verdaderos pacientes. Están sufriendo enormemente, incluso
quizá sin darse cuenta. Prisioneros de hecho, están atrapados en el plano terrenal sintiéndose
exactamente igual que momentos antes de su muerte, que pudo haber tenido lugar hace décadas.
No parecen beneficiarse de ninguna de las actividades positivas o educación que sus anfitriones
han experimentado a lo largo de sus vidas desde la posesión. Más aún, se están privando de estar
en el mundo de los espíritus que les ofrecería una hermosa vida y les permitiría la posibilidad de
progresar espiritualmente.
Mi objetivo terapéutico es ayudar a los espíritus posesivos, al sufrir ellos el mayor de los daños,
incluso si ello significa que mis pacientes deben padecer un poco más mientras trabajamos la
voluntad de los posesores para que abandonen. Si fuera posible el «echarles a patadas», crearía un
enorme problema, ya que nuevamente serían personas desplazadas y quizá se engancharían a otras
personas inesperadas que posiblemente no buscarían ayuda. Esto probablemente conduciría a
suicidios o asesinatos como mucho, y como poca miseria para los poseídos.
La desposesión puede tener resultados inmediatos y duraderos al aportar un completo alivio a los
síntomas. Es una técnica fácil a emplear en casos no complicados. Afortunadamente. no requiere
un entrenamiento sobre salud mental como sucede con el hipnoanálisis (regresión).
A veces, sin embargo, puede ser muy agotador con entes testarudos que clavan sus talones y se
niegan a marchar. En el capítulo 14 compartiré mis ideas de cómo puedes ejecutar una
desposesión sobre ti mismo y otros, e incluiré transcripciones exactas de las desposesiones que
actualmente uso con mis pacientes.
Veamos ahora a través de la historia los diferentes puntos de vista sobre la desposesión y su
resolución.
Maestro, he traído ante ti a mi hijo, que tiene un espíritu mudo...le preguntó a su padre. ¿Desde
cuándo le sobrevino esto? Y le dijo, Desde niño... Jesús censuró al mal espíritu, diciéndole, Tú,
espíritu mudo y sordo, te ordeno, sal de él, y no vuelvas a entrar nunca más, el espíritu lloró,
quedó exhausto, y salió de él: y estaba como un muerto; tanto así que muchos dijeron, Está
muerto. Pero Jesús le tomó de la mano, y le levantó, y él despertó (Marcos 9:17-27).
Estos son sólo tres de los más de veintiséis ejemplos que encontré en la Biblia sobre Jesús
exorcizando espíritus.
Durante el primer período cristiano, la habilidad para expulsar espíritus era considerada como una
señal de auténtico discípulo.
Jesús dio a sus doce discípulos poder contra espíritus impuros, para expulsarles (Mateo 10:1).
Incluso antes del nacimiento de la Cristiandad, los antiguos griegos y romanos tenían creencias
bien fundadas acerca de los llamados muertos y sus efectos sobre las personas.
Un hombre enfermo moribundo es aquél sobre el cual un espíritu maligno ha posado su mirada.
(Homero) Ciertos demonios tiránicos requieren para su regocijo un alma todavía encarnada;
siendo incapaces de satisfacer sus pasiones de otra forma, incitan a la sedición, codicia, guerras
para conquistar, y obtienen así aquello que ansian. (Plutarco) Los demonios son los espíritus de
hombres perversos. (Josefo) Siempre han existido distintos puntos de vista en relación con la
naturaleza de los espíritus posesivos. En algunos casos, las personas creían que eran los muertos.
Otras veces, se especulaba que algunos espíritus nunca habían tenido forma humana, y que eran,
sin embargo, siervos de Satán, o incluso Satán mismo. En este capítulo, examinaremos lo primero.
Ciertas culturas tenían ideas muy definidas acerca de dónde se originaban los espíritus posesores,
y por qué interferían con las vidas de las personas. Los chinos han tenido una tradición de
adoración a sus ancestros que retrocede a más de diez mil años. Desde su punto de vista, una
persona pasa por muchos ciclos, o vidas. Uno debe estar en buenas relaciones con sus ancestros,
ya que continúan existiendo en otro mundo —y, si son enfadados o preocupados, pueden volver
para hacer daño en este mundo.
Los japoneses también han practicado la adoración a sus ancestros y creían en los espíritus
apegados a la tierra. Quizá esto explique la popularidad del culto por el exorcismo Mahikari en
continuo y rápido crecimiento, que tenía en 1970 cuatrocientos mil miembros repartidos por el
mundo. Conocido como la Supra-Religión, de la Verdadera-Luz, mantiene que los espíritus
posesivos causan más del ochenta por ciento de los males humanos, físicos y emocionales. Se dice
que sus exorcismos son capaces de restablecer a la persona poseída, y son miles los tratados a
diario con estas técnicas.
Los antiguos egipcios también creían que los vivos eran afectados por los muertos,
particularmente los espíritus de las personas maltratadas o humilladas en su honor después de
morir.
Las antiguas tumbas son un testimonio de su elaborado sistema de creer que la vida continúa
después de la muerte. Los cuerpos eran momificados para que pudieran ser usados después; los
órganos internos eran preservados con hierbas y ungüentos en vasijas mortuorias con el mismo
fin. Las tumbas eran recipientarias de artículos del hogar, comida, semillas, animales, y sirvientes
para que continuara la forma de vida. Incluso esposas eran selladas vivas en las tumbas para
acompañar a los muertos en sus viajes al infierno.
Una de las filosofías más altamente desarrollada sobre el mundo de los espíritus y su relación con
los vivos proviene de Asia. La antigua religión de la India —basada en los Vedas, escrituras
sagradas—, era la antecesora del moderno Hinduismo y Budismo, que todavía hoy practican
millones de personas.
Los eruditos indios percibían a los humanos como posesores de al menos siete diferentes
«cuerpos» o «vehículos», de los cuales sólo el más bajo es físico. El resto no son físicos y son
invisibles a la vista humana normal. Estos cuerpos corresponden a diferentes planos o niveles de
realidad, y cada cual es más fino —vibrando a una más alta frecuencia— que los que están por
debajo.
El cuerpo más próximo al físico es conocido como el etérico, y es el más denso —en término de
sus vibraciones— de los cuerpos invisibles. En ciertas ocasiones, puede ser visto por aquellos que
poseen visión psíquica— clarividentes—. Su forma es la misma de un cuerpo físico, controla su
salud y se extiende unas cuantas pulgadas más allá de él.
El siguiente vehículo más alto es el astral o emocional, que entrepenetra tanto los cuerpos físicos
como los etéricos, extendiéndose varias pulgadas más allá de ellos, formando un óvalo de luces
coloreadas. Dado que controla los aspectos emocionales de los seres humanos, se le percibe como
en un continuo cambio, resonando a las emociones de la persona.
El cuerpo mental es incluso más fino en sus vibraciones que el astral. También entre penetra a los
otros, y contribuye aura en expansión. Un vehículo mucho más refinado es el cuerpo espiritual.
Residiendo fuera del individuo en el nivel espiritual, es, no obstante parte de nuestro ser.
Las enseñanzas esotéricas discuten cuerpos aún más altos, como el causal (uno de los vehículos
espirituales de más rápida vibración).
La teoría india, basada en las escrituras de eruditos antiguos, es que existe todo un mundo, el nivel
astral, que existe entre el mundo físico y el mundo espiritual más elevado. No es un lugar, sino
más bien un número incalculable de niveles, subniveles y, divisiones de subniveles, que se elevan
en una escala de ascensión gradual, como resultado del aumento de la frecuencia del grado
vibratorio.
El nivel astral inferior es el mundo de los espíritus terrenales. En los niveles más altos del mundo
astral residen los entes espiritualmente desarrollados que se conocen como guías, maestros o
profesores.
Se cree que los seres humanos a menudo «viajan» en sus cuerpos astrales hasta el nivel astral
mientras duermen, en ciertos estados de trance, y deliberadamente, mediante la voluntad de una
parte de sí mismos de abandonar el cuerpo físico. A esto último se le denomina como «proyecto
astral» o «experiencias fuera del cuerpo».
Los Vedas describen la muerte como el desprendimiento del cuerpo humano. El individuo
continúa, viajando hacia más altos niveles de existencia, trayendo consigo recuerdos. Después de
una estancia en el mundo astral, el alma continúa elevándose al nivel mental, nuevamente dejando
atrás un cadáver —la concha astral—. Más tarde, el individuo va a un más elevado nivel astral,
esperando volver a nacer en un cuerpo físico.
Este reciclaje de la verdadera esencia de una persona de un cuerpo físico a otro y la doctrina del
karma —la ley de la causa y el efecto—"son esenciales para la evolución espiritual, según el
sistema Veda. Es a través de la reencarnación que los individuos pueden purificarse para entrar en
el nivel más alto, y reunirse con la divinidad.
Pero todos estos importantes ciclos pueden ser bloqueados si las personas continúan obsesionadas
con deseos terrenales a la hora de su muerte. En este caso, permanecen y están atrapados por las
vibraciones del nivel físico. Vistos en el nivel astral más bajo, están tan próximos al nivel terrenal
como les es posible, intentando fútilmente satisfacer sus vicios y deseos.
Mientras están en este bajo estado, estos entes apegados a la tierra no pueden hacer progresos
espirituales. No pueden ser liberados de sus vehículos inferiores y elevarse a estadios más altos.
A menudo, según la teoría Védica, descarnados ignorantes o maliciosos buscan a seres vivos para
poseerles a fin de continuar la vida terrenal. Pueden acceder al cuerpo porque el cuerpo astral, que
les es visible a ellos en el aura de la persona, tiene algún defecto a través del cual entran. Después
de haberse incorporado, ejercen su control, que es siempre de naturaleza negativa.
Algunos de los dogmas de la antigua tradición Védica resurgieron en el Oeste durante el siglo
diecinueve en dos corrientes, Teosofía y Espiritualismo. Aun cuando mantenían muchas creencias
conflictivas, ambos puntos de vista mantenían firmemente la creencia de la continuidad de la
personalidad del individuo después de la muerte.
Puesto que nuestra investigación tiene que ver con la posesión por espíritus terrenales, es
particularmente interesante la influencia de estos dos movimientos en curadores de distintas partes
del mundo.
Mantenía que sus libros le eran dictados por espíritus de un grado más elevado, transmitido a
través de médiums.
Hoy en día la influencia del Espiritualismo ha conducido a rituales de desposesión utilizados por
curadores, médiums e incluso algunos modernos doctores médicos y psicólogos en Sudamérica.
Durante unas charlas en el Primer Congreso Internacional sobre Terapias Alternativas en Sao
Paulo en 1985, me llevaron a visitar la Federación de Espiritismo de Sao Paulo, que es una
organización albergada en un edificio tipo colegio. Tres mil quinientos médiums, procedentes de
todas las clases sociales—desde sirvientes analfabetos hasta abogados— tratan a quince mil
pacientes por semana —¡sin cobrar!— Dado que los médiums creen que están siendo utilizados
por curadores del mundo de los espíritus, es un artículo de fe no cobrar. Su trabajo consiste
básicamente en apartar espíritus mediante desobsesión (desposesión).
En la Federación me dijeron que uno de cada cinco habitantes de Sao Paulo es un médium. ¡Hay
doce millones de personas viviendo ahí! Sao Paulo no es una excepción; los médiums se dan en
todo Brasil.
En Estados Unidos un primitivo psiquiatra Espiritualista, Cari Wickland, M. D., trabajó durante
treinta años con pacientes con serios trastornos que él creía estaban poseídos por entes apegados a
la tierra. Su mujer, Anna —una médium de trances—permitía a los espíritus posesores que
hablaran a través de un aparato vocal.
Entonces el Dr. Wickland conversaba con ellos —en un intercambio de ida y vuelta— y les
convencía de su condición. Después de educarles sobre la vida que les esperaba, les convencía
para que abandonaran. Con algunos espíritus recalcitrantes tenía que hacer uso de una especie de
terapia a base de electroshock para sacarle de los pacientes a la fuerza.
Pensaba que "un grupo de espíritus serviciales —la Banda Piadosa—le ayudaban para eliminar a
estos entes, y más tarde les orientaban en el otro mundo. Su libro Thirty Years Among the Dead,
publicado por primera vez en 1924, es un clásico en el campo de la terapia de la desposesión. En
él describe su teoría de la enfermedad mental por posesión por espíritus, incluyendo largas
transcripciones de las sesiones que mantenía con los espíritus que hablaban por medio de su
mujer. Sir Arthur Conan Doyle, erudito Espiritual, decía de él y de su libro: «Jamás he conocido a
nadie con tan amplia experiencia sobre invisibles. Ninguna persona interesada en la obsesión o la
curación de la insanidad por medios físicos debería perderse este libro».
Otro gran hombre —Edgar Cayce— trajo la opinión de la posesión por espíritus como causa de
enfermedad a la atención del público. Siendo un joven carente de educación criado en una granja
en Kentucky, Cayce se dio cuenta que podía caer en un trance hipnótico y responder a preguntas
sobre cualquier tema.
Desde 1900 hasta su muerte en 1945, dio más de catorce mil «lecturas» trance. La mayoría eran
para gente enferma a quienes la medicina estándar no había curado.
Aunque despierto era un Cristiano Fundamentalista Sureño experto en la Biblia, en trance, Cayce,
conectaba con lecturas de vidas pasadas y místicas que discutían conceptos del karma,
reencarnación, meditación, la teoría de niveles ascendentes, cuerpos múltiples, posesión por
espíritus, y mucho más.
En sus discursos sobre espíritus terrenales y posesión por espíritus como causa de enfermedad
mental, Cay ce fue más allá que la mayoría de los escritores de este tema, sugiriendo complicadas
causas físico-emocional-mental y espirituales para la posesión.
Las curas que él prescribía para la posesión mientras estaba en trance incluían el uso interno de
oro, aparatos eléctricos de bajo voltaje, ajuste quiropráctico para cerrar la entrada al sistema
nervioso, masaje, reforma dietaria, y un sinfín de otras técnicas naturo páticas y espirituales.
Más recientemente, en 1982, un psiquiatra británico, Arthur Guirdham, M. D., narró sus
descubrimientos en el libro The Psychic Dimensions of Mental Health. Basando sus conclusiones
en su trabajo de más de cuarenta años, creía que toda forma de enfermedad mental seria puede
estar causada por interferencias de los espíritus. Profundamente dedicado a curar a sus pacientes,
sus técnicas son muy parecidas a las de Wickland. El también usa la terapia del electroshock para
desalojar a espíritus posesores testarudos.
Adam Crabtree, terapeuta en práctica y erudito del mesmerismo, también trabaja con los espíritus
posesores. En Múltiple Man: Explorations in Possession and Múltiple Personality, describe su
entendimiento de las condiciones de sus pacientes en términos tanto de posesión por espíritus
terrenales como por múltiples aspectos de la propia personalidad de las personas. Sus técnicas son
más bien del tipo persuasivo, ya que él no usa el electroshock. También trabaja terapéuticamente
con los posesores.
Otro tipo de curador, el shaman, son miles a través del mundo. La tradición shamánica —la
medicina y religión del mundo anterior a la cultura escrita— tiene una historia que se puede seguir
hasta hace cuarenta mil años y se encuentra en todos los continentes. Quizá donde se conoce más
en Estados Unidos es entre hombres y mujeres, medicina de nuestros propios grupos de Nativos
Americanos. Los shamanes basan la mayor parte de su poder en la creencia en espíritus de muchos
tipos, y emplean rituales para extraer a los tipos posesivos negativos.
Recientemente, ya que existe un reconocimiento mayor de su valor como forma de terapia, estos
curanderos han comenzado a enseñar a médicos y psicólogos las técnicas de curación shamánicas.
Admitir como posible las creencias de los Nativos Americanos para curar a los espíritus ha
alcanzado incluso a esa fortaleza de escepticismo académico que es la comunidad antropológica
americana. Uno de los más conocidos expertos antropológicos en shamanismo, Michael Harner,
dejó boquiabiertos a sus colegas y deleitó a sus alumnos creando una sociedad de curación
shamánica. Actualmente viaja por todo el mundo enseñando las técnicas de curación shamánicas.
En la actualidad está aumentando rápidamente el número de trabajadores de salud mental que usan
una variedad de técnicas de desposesión. Conforme su trabajo se da a conocer, otros buscan el
aprendizaje. Aparte de los autores arriba mencionados, existen muchos otros excelentes terapeutas
que a diario liberan a pacientes de problemas emocionales, mentales, físicos y espirituales y
síntomas mendiante la liberación de ignorantes almas perdidas que son las verdaderas receptoras
de la terapia.
Hemos visto que a lo largo de la historia registrada —y probablemente mucho antes— las
personas han creído en la posesión por entes terrenales. Esta creencia ha atravesado todas las
fronteras —en términos tanto de tiempo y estructura social.
Personas no sofisticadas, así como eruditos y grandes filósofos han contraído con este punto de
vista. Ello no prueba su validez, desde luego. Como la reencarnación, la vida después de la
muerte, el alma, y muchos otros conceptos, la posesión por espíritus muy probablemente no puede
ser demostrada.
Para mí, como terapeuta que trabaja con personas con preocupaciones, que no son felices y sufren
—tanto emocional como físicamente— la exposición de una prueba no es una prioridad. ¡Los
resultados lo son! Porque la terapia de la desposesión elimina el dolor y el sufrimiento —desde mi
punto de vista— su uso continuado está justificado.
Mis hallazgos clínicos sugieren que la vida sí continúa después de la muerte biológica. Pacientes
hipnotizados regresados a vidas anteriores se encuentran a sí mismos tan «viejos» justo después de
la muerte del cuerpo como antes. Recuerdos, personalidad, percepciones, emociones, pensamiento
continúan sin parar. Desde luego, la inmortalidad del alma parece estar corroborada por
regresiones a la vida pasada.
Investigadores de la «muerte clínica» o «próximo a la muerte» han informado sobre hallazgos que
básicamente son idénticos a los de mis pacientes regresados. Su material procedía de entrevistas a
cientos de personas que habían muerto y revivido posteriormente. Desde 1975 con el libro del Dr.
Raymond Moody, Vida después de la Vida (EDAF, 1978), ha crecido rápidamente el campo de las
muertes clínicas y experiencias próximas a la muerte, siendo significativo el que los
investigadores estén de acuerdo.
Casi todos relataron una sensación de elevación y flotar. Podían ver con claridad sus cuerpos
debajo de ellos y cualquier otra cosa que estaba sucediendo alrededor. A menudo intentaban
asegurar a sus familias que se encontraban bien y con vida. Con una maravillosa sensación de
libertad, continuaban su elevación y eran atraídos hacia una brillante luz blanca. Se les unían seres
amados que ya habían muerto y a menudo un sabio y confortante espíritu altamente evolucionado
o un guía. Se encontraban a sí mismos en cuerpos perfectos; cualquier defecto había sido
corregido. Si habían sido ciegos, verían perfectamente; si sordos, ahora tenían un oído agudo. Si
sus cuerpos habían quedado mutilados por accidentes de coche, estaban enteros e intactos.
Increíblemente, sus cuerpos espíritu parecían tan reales y sólidos como habían parecido sus
cuerpos físicos anteriormente.
Si la regresión continuaba, narraban experiencias de una rica, plena existencia en otro mundo.
Llegado un momento, con sabios consejeros, revisaban la vida que habían dejado y la veían entera
como si de una película se tratara. (Personas que casi se han ahogado o han escapado de la muerte
por milagro, a menudo narran experiencias similares de haber visto pasar toda su vida por delante
de sus ojos como un destello.) Tenían claro que esta revisión tenía como finalidad permitirles ver
dónde habían pasado pruebas con éxito y dónde habían fallado. Los espíritus consejeros señalaban
lo que aún tenían que aprender para conseguir el progreso espiritual necesario. La siguiente
encarnación estaba planeada en función de este conocimiento.
Las fichas de mis pacientes están repletas de transcripciones de regresiones que ilustran la típica
experiencia con la muerte.
Lo que sigue a continuación procede de un paciente varón de veintiséis años, Joe, que sufría de
depresión, bronquitis crónica, y una más bien rara alergia —cada vez que bebía leche o comía
nueces, desarrollaba a continuación una mucosa espesa en su garganta que aumentaba
enormemente su ya persistente tos.
He peleado durante toda mi vida, pero ahora estoy luchando con personas que quieren y pueden
devolver la pelea... y tengo miedo. No veo muchas pistolas y las que veo no están cargadas...
desde hace semanas sin munición. Me doy cuenta de que el cuchillo que tengo es toda la
protección que me queda —la única forma que puedo devolver la lucha—. Oigo ruidos de pies
que corren y de cascos de caballos...ahora gritos y cornetas... ¡estamos siendo emboscados!
Saltamos y corremos, tratando de atravesar el arroyo. Mis pies se atascan continuamente en las
rocas. Surgen detrás nuestro, disparándonos con rifles, y nos damos la vuelta y luchamos, aunque
la mayoría no tenemos revólveres. Dos soldados saltan sobre mí y me sujetan bajo el agua,
doblando mis brazos hacia atrás hasta que me duele la espalda. Saco mi cabeza del agua y un
chico joven con mirada de odio en su cara empieza a golpearme con la culata de su rifle,
llamándome rata de agua.
Me estoy ahogando y tragando agua. (Larga pausa). Ahora tengo la sensación de estar flotando
como si me estuviera elevando fuera de mi cuerpo, y a la vez veo cómo mi cuerpo flota río abajo
junto con los cuerpos de otros chicos que conozco. Miro alrededor y veo que también ellos se han
elevado de sus cuerpos, y me doy la vuelta y veo a mi abuelo bañado en Luz dorada. Dice, «Venga
muchacho la guerra ha terminado». Otros chicos que conozco también vienen; gente como mi
abuelo en nuestro pueblo. Les dice «Venid todos. La guerra ha terminado también para
vosotros».
Siento una enorme sensación de alivio. Oigo un piano, así como otras voces; una muy, muy
claramente. Esta voz es como un destello, y casi la oigo, pero no del todo. Yo mismo soy casi
como un destello y eso es todo lo que hay. Veo el mundo claramente, pero rápidamente, como si
todo se estuviera moviendo a gran velocidad.
Selecciono las cosas que hice mal. Me están diciendo mis errores y me doy cuenta de ellos sin
sentirme incómodo por ello. Sé que tengo que sobreponerme a la ira y al odio y aprender a ser
menos egoísta.
La mayoría de las experiencias de muerte recordadas por mis pacientes hipnotizados eran tan
sencillas y predecibles como la de Joe. Sin embargo, a veces otras eran bastante diferentes.
En lugar de una suave transición de un mundo a otro, algunos recuerdan haber huido de la Luz
aterrorizados o apartarse de sus parientes que se han ido (en espíritu) o guías. Muchos no se
habían apercibido de su muerte, ya que se sentían vivos, y estaban totalmente confundidos y
asustados, sobre todo cuando no podían impactar a sus supervivientes. Estos individuos
permanecieron apegados a la tierra —ligados al nivel físico— a pesar del hecho de que habían
muerto.
Algunos de estos espíritus de hecho parecían mezclarse con o poseer seres vivientes. Este proceso
se reflejó claramente en la regresión de una joven paciente, Linda, a la que se le estaba tratando de
una depresión tan grave que era un inminente caso de suicidio. Durante el trabajo hipnótico se vio
a sí misma como uno de estos espíritus «desplazados», un varón depresivo. La transcripción
comienza minutos antes de su muerte: Me siento muy deprimido. Me siento preocupado, furioso y
confuso.
Es por mi mujer. Me ha sido infiel. (Llorando). Es preciosa y es una persona muy feliz... y yo no lo
soy... pero es capaz de hacerme sentir bien. Duele que me haya sido infiel. ¡La necesito! He
intentado con todas mis fuerzas ser lo que ella quiere, pero ella no me quiere. (Larga pausa).
Veo un río que está prácticamente seco y hay un puente que lo atraviesa. (Pausa). Ahora estoy
sobre el puente... ya no me quiero quedar aquí. Sencillamente es muy doloroso. Cualquier cosa
sería mejor que esto. No hay nada que me retenga... nada que me obligue en absoluto. Creo que
estoy perdiendo la cabeza. (Pausa). Me subo a la barandilla... salto.
Estoy en el lecho del río. (Larga pausa). Me siento muy raro... mi cuerpo se siente extraño. Puedo
ponerme de pie y puedo ver mi cuerpo en la arena. ¡Pero todavía estoy aquí! ¡Maldita sea! ¡No es
justo! Estoy tan enfadado... no funcionó. ¡No es justo! Estoy asustado. Hay una brillante luz
alrededor mío... y ¡la odio! (Pausa). Quiero irme. Corro por el lecho del río apartándome de mi
cuerpo. Me tropiezo con arbustos y árboles porque ahora está más oscuro. Pero algo no va bien
¡algo no marcha bien!. No lo entiendo. Me doy contra un árbol y lo atravieso. Estoy asustado y
confuso. ¡No me gusta esto en absoluto! Es como estar ciego, tanteando y golpeándote con las
cosas. Me tumbo aquí un rato...
Durante la misma sesión, el hombre, ahora un espíritu, prosiguió recordando su atracción por y
subsiguiente posesión de una chica joven: Me encuentro tan solo. He estado aquí durante mucho
tiempo. Es triste y tengo miedo y estoy enfadado. Da la sensación de que llevo aquí toda una vida.
Oigo a gente; se están divirtiendo. Están en la playa, jugando. Me acerco a ellos, pero me
ignoran. ¿Por qué no pueden ayudarme? ¿Por qué no me quieren ayudar? Me siento tan
miserable y ellos están tan contentos. ¡Me hace enfadar!
Hay una chica joven muy hermosa, que está feliz y preciosa —pero ni siquiera se para a
mirarme— ni siquiera se da cuenta de mi presencia. (Linda agita los puños y luego se muestra
confusa.) Traté de pegarle; No entiendo; no sé qué ocurrió. Es como si estuviera con ella ahora;
soy parte de ella, de alguna forma. Es mucho mejor ahora. Tengo más calor ahora. Ella es muy
feliz y yo aún me siento muy triste, pero puedo sentir lo que ella siente. Me gusta cuando ella se
siente bien. Pero es ella la que se lo está pasando bien —y eso también me pone de mal genio.
(Larga pausa). Ahora ya no se divierte tanto como solía.
Al parecer todos los espíritus van a la Luz tarde o temprano—incluso después de haberse quedado
atascados en el nivel físico durante décadas. Con los suicidas, he averiguado que muchos
permanecían como desencarnados, sintiéndose tan deprimidos como lo estaban antes de sus
muertes hasta que fueron «rescatados» por espíritus ayuda o poseyeron a insospechadas personas
vivientes. No obstante, otros que se mataron a sí mismos fueron inmediatamente hacia la luz.
Una interesante descripción del viaje hacia la Luz fue proporcionada por un paciente deprimido
que revivió cometiendo suicidio en una vida anterior. Después de su muerte, permaneció
vagabundeando en el nivel tierra durante un cierto número de años. Cuando recordó estas
experiencias, le avancé al tiempo en que el espíritu encontró la Luz. Fue hace mucho tiempo.
Estoy confusa... vacilante. Estoy intentando elevar mi nivel de consciencia. Lo intento, pero no
puedo. Veo recuerdos de Luz, pero no la puedo encontrar. La Luz emite destellos, pero no está
aquí. Aparece y desaparece. Voy a la deriva... busco. Sé que la Luz significa algo. Cuando se
aproxima, me siento mejor. Siento paz desde arriba. Sé que me tengo que acercar a ella. Sé que
tengo que hacerlo... tengo que encontrarla. Tengo que hallar esa paz dentro de mí.
Viene... viene. Alguien me está ayudando. Alguien me guía. Alguien me está ayudando a encontrar
mi paz... encontrarme a mí misma...encontrar mi ser interior... encontrar mi destino... mi suerte.
Me uno a la Luz. Entro en la existencia con la luz; pero la Luz no es el final. La Luz es el
principio. Hay mucho más para mí que la Luz.
Hay espíritus más allá de la Luz. Hay más espíritus como yo. Me adentro en la Luz. Algunos
espíritus entran fácilmente. ¡Algunos me pasan tan deprisa! Algunos tienen problemas para
seguir a mi paso. Estoy intentando descubrir algo más acerca de la Luz. ¿Qué hay al otro lado?
¿Qué es lo que hace ir a esta gente... a estos espíritus? ¿Por qué? ¿Qué es? Me encuentro bien
aquí. El frío está desapareciendo... ha desaparecido. Hay calor. Hay ternura... hay paz, pero no
paz total. Hay más paz y felicidad más allá de la Luz. Eso lo puedo ver. Sé que está ahí. Sin
embargo, no es fácil atravesar.
Alguien me está ayudando. Tropiezo y me caigo. ¡Oh! Mi guía me está ayudando. Hay muchos
espíritus. Me comunico con todos estos espíritus. Ahora hay mucha felicidad. Me siento feliz. Me
siento mucho mejor de lo que jamás me he sentido. Siento júbilo. Ya no me siento sola. Pertenezco
a algo.
La Luz está detrás de mí. Es azul... ahora es azul cristal. La Luz todavía brilla detrás mío, pero
todo es azul. Es... es una unidad. Es un principio que jamás podría conocer. Es un estar juntos...
es un compartir. No sé por qué todos comparten conmigo. Y yo estoy empezando a compartir con
ellos.
Estoy abandonando mi dolor. Me están haciendo sentir feliz. Me están dando fuerza, eliminando
mi confusión, guiándome, a través de sus sentidos —sus pensamientos— su experiencia. Ahora ya
ha terminado... ¡ha terminado!
Por las regresiones de mis pacientes, parece que ir a la Luz es una experiencia universal. La Luz
en sí es descrita de varias formas como «Dios», «amor incondicional», «una preciosa luz como el
sol», y por la mayoría como indescriptiblemente bella y maravillosa. Una típica experiencia de
ella es que «hace calor, y me siento protegido. Debe ser Dios. Me siento arrepentido de todo lo
que he hecho».
Otra descripción frecuente viene ejemplificada por lo siguiente: No estoy preparado para
marchar. ¡No! Quiero quedarme con mi amigo. Mi guía me dijo que no sería bueno para mí.
Necesito bendecirle y moverme. Nos fuimos. ¡La Luz es inmensa! Simplemente preciosa. Y es
caliente. De pronto, me siento verdaderamente bien. ¡Me siento verdaderamente feliz! Mi guía se
está riendo conmigo. Estoy diciendo que necesito volver con mi amigo. Él me dice que no es
posible, que tengo cosas que hacer. Todo está bien. No importa lo que hicieras o dijeras. Está
bien. ¡Me encuentro tan bien!
Algunos permanecen decididamente para obtener venganza. Comunicándome con estos espíritus a
través de pacientes hipnotizados, he aprendido que algunas personas estaban tan convencidas,
durante sus propias vidas, de que no había nada después de la muerte, que simplemente se negaron
a ver a miembros de su familia o guías espirituales que vinieron a por ellos. En su lugar, entraron a
la deriva en un estado de confusión e ignorancia que a menudo duraba años.
Cuando se les preguntaba, normalmente negaban estar muertos, diciendo algo parecido a:
«¡Cuando estás muerto, estás muerto! ¡Estoy aquí ahora, así es que no estoy más muerto que tú!»
Bajo hipnosis les retrocedía al tiempo de sus muertes, y entonces les pedía que miraran a sus
propias vidas sin vida, cuerpos físicos, se negaban a ello, o decían estar dormidos o que
pertenecían a otra persona.
A fin de convencer a una entidad particularmente testaruda de que su cuerpo había muerto, la
regresé al momento de su muerte. Declaró con vehemencia, «Estoy durmiendo... estoy durmiendo
sobre una cama de satén. ¡No estoy muerta, lo sabes! ¡No lo estoy! ¡No puedo —no quiero— ver
nada más!» Momentos después, reconoció a unos parientes espíritus, incluyendo a su marido
fallecido y a su amiga íntima. Dijo, «No me vas a decir que estoy muerta. \No estoy muerta\ Ahí
está Betty. Ella está muerta. Quiere que vaya a su casa. Pero no puedo ir con ella porque está
muerta. Betty me está gritando, "¡Estás muerta! ¡Estás muerta!" ¡Pero no! ¡Yo no estoy muerta!»
Después de hablar más con ella acerca de la naturaleza de la muerte, finalmente fue capaz de
aceptar su verdadera condición y voluntariamente partió con su marido y Betty.
Algunas personas estaban en tan profundo estado de con fusión cuando se murieron que
simplemente no se dieron cuenta de que estaban muertas. Esto es particularmente cierto en el caso
de los suicidas. Muchos de ellos, aunque no todos, vagaban sin dirección, haciendo intentos fútiles
para conectar con los vivos. Este era el caso de la persona anteriormente mencionada que se mató
saltando el puente. Ese espíritu podía ver su cuerpo tendido en la arena, pero el hecho de su propia
muerte no le causó impresión alguna en él. Más tarde no podía entender por qué la gente en la
playa no le respondía.
He visto casos de suicidas que sí experimentaban un proceso mortal normal. No obstante, parece
ser que cuando cometen suicidio sólo están posponiendo la ejecución de sus lecciones y retrasando
su progreso espiritual, ya que tendrán que encontrarse a sí mismos en otra situación de prueba, con
el suicidio como opción de fuerza, en alguna vida futura.
La confusión también era común entre gente que experimentaba una súbita, inesperada muerte.
Algunos permanecían donde habían muerto durante horas, meses en algunos casos, incluso años.
Un hombre joven que fue matado en un accidente de coche permaneció en la escena mirando
cómo los médicos metían su cuerpo en una bolsa de plástico, sin entender el significado de lo que
estaba sucediendo. Entonces —sintiéndose solo— vagó al salón del motel donde había estado
actuando como músico, y se quedó petrificado cuando la gente no le podía ver y no le hablaba.
Contándome esto, bromeó, «¡Me sentí como Gaspar, el fantasma misterioso!».
Otro hombre que también murió en un accidente de coche se quedó en el lugar del accidente en un
estado de alucinación durante veinticuatro horas simplemente con la vista clavada en el lugar
donde su coche se había salido de la carretera saltando a un río, antes de, en cierto modo, regresar
a su casa, donde sin éxito intentó comunicar con su familia.
Un jovencito que recibió un tiro en la cara no podía conseguir abandonar su cuerpo desfigurado.
Recuerda: «Estaba confuso, no sabía qué estaba sucediendo. Estaba perdido. No sabía adónde ir.
Sólo recuerdo que la persona que me disparó sencillamente se fue en coche y me dejó ahí».
Otros entes confesaron estar tan avergonzados de sus anteriores hechos que no querían ver a sus
espíritus queridos. A menudo aquellos que habían sido educados en un fuerte ambiente religioso
estaban aterrorizados de ir al infierno. Estos asustados espíritus a menudo se resistían
desesperadamente a las ayudas que aparecían en el momento de su muerte.
Uno rehusó —en reiteradas ocasiones— a ir con su madre al mundo de los espíritus porque tenía
enormes remordimientos por su anterior práctica de la adoración al diablo. Creía que ella nunca le
perdonaría, ya que había sido una firme católica. La desposesión tuvo éxito sólo cuando su madre
finalmente fue capaz de convencerle de que le perdonaba por completo.
Otro espíritu posesor, un joven negro, veterano de guerra, criminal de la calle y drogadicto que
había cometido suicidio, en un principio rehusó marcharse con su madre y tía que vinieron a
buscarle. «Ellas son buenas y yo no puedo ir donde ellas están, porque yo hice cosas malas como
beber y robar y arrollar personas», confesó.
Una joven que creía fuertemente que el infierno era su castigo por cometer suicidio se alejó
tímidamente de los espíritus ayudadores. Finalmente se fue cuando su madre literalmente la
arrastró fuera.
La atadura obsesiva era otra de las razones que obligaban a algunos entes a permanecer sujetos a
la tierra. Padres que permanecían para «ayudar» a sus hijos según iban creciendo; maridos que
permanecían por verdadera preocupación afectuosa por sus mujeres. Pero por muy buenas que
fueran las intenciones, la atadura de los espíritus siempre causaba serios problemas: los padres
superprotectores retrasaban el crecimiento y desarrollo de sus hijos porque les afectaban con sus
temores; los esposos amantes se preocupaban mucho cuando el superviviente viudo se volvía a
casar y a menudo y deliberadamente creaban problemas con los nuevos matrimonios.
En un caso, el espíritu de un joven permaneció cerca de su hermano más pequeño que le había
idolatrado a fin de poder «ayudarle». Como el ente había sido un adicto a la marihuana, el
hermano vivo comenzó a usar la droga —y en poco tiempo estaba usando otras también.
Otro espíritu, una madre cuya hija había muerto, era reacia a abandonar a mi paciente, una chica
de diecisiete años, porque la chica la recordaba a su propia hija desaparecida.
Pero los motivos de los entes posesores no eran siempre benignos —a menudo eran maliciosos—
¡incluso vengativos!
Varios de mis pacientes estaban plagados por espíritus de personas que les habían sido hostiles en
vida. Muchos habían sido asediados por entes viciosos que nunca conocieron. ¡Algunos de hecho
eran atormentados por espíritus que odiaban a los otros espíritus que ya poseían a los pacientes!
Una paciente mujer de mediana edad estaba poseída por varios entes, entre los cuales había dos
hermanas. Quedó claro que la hermana mayor habitaba mi paciente sencillamente porque estaba
siguiendo a su hermana en un obsesivo esfuerzo por controlarla. Cuando la hermana menor se
marchó con sus seres amados, el ente finalmente se marchó, para alivio de mi paciente.
Al igual que existen individuos cuyas vidas revolotean obteniendo venganza, existen espíritus del
mismo tipo. Si habían sido asesinados o sentían que les habían perjudicado, permanecían después
de la muerte para deliberadamente dañar a sus «malefactores».
Como gente viviente, sus vibraciones eran inferiores que la mayoría y, como criminales y adictos,
era fácil para ellos permanecer apegados a la tierra. Algunos incluso tenían intenciones de matar a
la persona que poseían. Veréis un ejemplo de esto en los casos de Peter y Barbara en los capítulos
9 y 10.
Los espíritus también permanecían frecuentemente ligados al nivel terrenal porque estaban
obsesionados con un lugar, normalmente su antigua casa o tierra. En un enigmático caso, una
entidad femenina poseyó a mi paciente de niña, cuando su familia edificó su casa sobre terreno
que había sido la vista de la antigua casa del espíritu, hace más de ochenta años. La entidad
vengativa primero había intentado expulsar su rabia sobre el padre y la madre de la niña. Pero
como las auras de los padres eran demasiado fuertes, mi paciente, entonces una criatura de siete
años, se convirtió en su víctima. Desde el momento de la posesión en adelante, la personalidad de
la niña cambió drásticamente; se convirtió en una persona extremadamente tímida y especialmente
temerosa de hablar en público.
En su regresión, encontramos que la entidad posesora había sido colgada públicamente por asesina
ante la exaltada multitud.
Su último recuerdo era el de «un mar de caras hostiles». Este miserable espíritu había llevado las
emociones de esa traumática experiencia a la niña que poseyó. Cuando finalmente se marchó, mi
paciente quedó inmediatamente liberada de su desarbolado antiguo temor y dio una charla en su
iglesia sin ningún tipo de ansiedad.
Una de las más fuertes ataduras que apegan a los espíritus al mundo físico era la adicción al
alcohol, drogas, sexo, fumar, incluso comida. Si una persona moría en las garras de una tal
adicción, la sensación más imperiosa después de la muerte era la sustancia adictiva o la sensación.
El espíritu permanecía ciego al abandono, buscando solamente cumplir la necesidad. Los espíritus
guías o familiares eran ignorados, la Luz brillante pasaba inadvertida.
He tratado a muchos de tales pacientes adictos. Espíritus adictos tendían a apiñarse alrededor de
adictos vivos y los lugares que frecuentaban, intentando experimentar nuevamente lo que una vez
fue el tema dominante de sus vidas. De hecho, sí llegan a experimentarlo otra vez después de
poseer al individuo.
Los pacientes adictos a las drogas, incluyendo el alcohol, normalmente abrían la puerta a la
posesión al ser primero indulgentes con las drogas y así atraer a los espíritus adictos. Pero en otros
casos, sencillamente estaban en el sitio inoportuno en el momento inoportuno, en un bar o en una
fiesta que por su naturaleza ya había atraído a espíritus a la espera de ser consentidos.
Cuando un proyecto importante no se completa, a menudo hay una necesidad por terminarlo. Esto
puede continuar tras la muerte, a menudo ligando a espíritus al mundo material. Frustrados en sus
vanos intentos por finalizar su trabajo, estas entidades pueden eventualmente poseer a otros para
vivir —y trabajar—experimentadamente a través de ellos. Entonces los poseídos sienten la
inexplicable necesidad de hacer cosas por las cuales antes no sentían ningún interés.
Sin importar qué necesidades están desesperadamente intentando cumplir, los espíritus apegados a
la tierra están inmensamente frustrados, confusos y descontentos; no pueden encontrar paz o
satisfacción duradera mientras habitan los cuerpos de otras personas. Verdaderamente son almas
perdidas que no saben que se están haciendo daño a sí mismas.
Su influencia sobre las vidas y los comportamientos de sus desconocedores anfitriones es siempre
negativa, ¡a veces fatal! En el próximo capítulo se mostrará cómo los espíritus atrapados
en el nivel tierra afectan a sus víctimas. Aprenderás acerca de la gama de síntomas y problemas
causados por la posesión.
Si fueron anestesiados, o drogados por alcohol, sustancias prescritas o ilegales antes de que
murieran, permanecen «espaciales» y «fuera de ello» en tanto permanezcan vinculados a la tierra.
Entes posesores que cometieron suicidio continúan sintiéndose desolados al margen de lo que
experimenten sus anfitriones. Permanecen miserablemente deprimidos.
GRADO DE POSESION
La posesión en sí misma puede ir desde ser prácticamente total, en cuyo caso el habitante original
es reemplazado casi del todo, a una mucho menor influencia. Algunos de los factores que
determinan la extensión de la influencia son la fuerza intrínseca del individuo en comparación a la
del espíritu posesor, y condiciones que debilitan al poseído como estrés, abuso de drogas,
enfermedad, etc.
Cuanto más renuncie el poseído a controlar su consciencia, mayor será la influencia de sus
posesores. Si los poseídos beben, particularmente si se emborrachan, están inconscientemente
dando el control a las entidades. Las amnesias son ejemplos de total —aunque temporal—
rendición de la consciencia. Por ello otros dicen «Es una persona completamente distinta cuando
está borracho». ¡Lo es! Su rol había sido reducido a cero durante aquel tiempo.
Uno de los factores más importantes en la posesión es cuando tiene lugar. Una gran mayoría de
mis pacientes fueron poseídos cuando eran niños pequeños, en especial durante hospitalizaciones
para operaciones como amigdalectomías, o durante serias enfermedades. Recoger a un espíritu a
una tierna edad y crecer con él «a bordo» hacía prácticamente imposible para las personas
poseídas discenir entre los límites de sus propias personalidades y las de sus posesores. Oigo
quejas como «Siempre he tenido un genio violento» y «Mi madre me decía que tenía dolores de
cabeza desde que aprendí a andar». Cuando la posesión tiene lugar en los primeros años, a
menudo el poseído tiene miedo de que los espíritus se marchen, temiendo que «No quedará nada»
o «No sabré quién soy» o «Estaré solo».
La posesión debilita el aura del niño y crea una vulnerabilidad para una mayor posesión. Mis
hallazgos indican que las personas poseídas a una edad temprana están poseídas de forma múltiple
cuando adultos —cada entidad indeterminando adicionalmente la integridad y protección del aura.
Por otro lado, si la posesión tiene lugar cuando los individuos son mayores, las diferencias de
«antes y después» se pueden establecer de forma más clara. En estos casos, los pacientes hacen
comentarios como «No he vuelto a ser igual desde el accidente» o «Siempre fui un niño feliz y
popular en el bachillerato, luego, hace tres años, comencé a retraerme y me hundí en estos malos
humores». Especialmente comunes son comentarios como «Ese no soy yo», «Nunca haría tal cosa
—pero lo hice», «Mi marido dice que soy como dos personas diferentes», o «Creo que tengo una
personalidad múltiple».
En la mayoría de los casos, hay una mezcla de las personalidades y la incidencia de la posesión se
percibe muy vagamente, cuando se percibe.
Cuando las personas son poseídas por espíritus del sexo opuesto, parece ser que su sistema
hormonal se ve afectado —siempre de -forma negativa.
La posesión por espíritus del sexo opuesto deriva en tensión y distancia entre relaciones maritales
o de pareja. ¡A menudo, a los posesores les disgustan las esposas, o incluso les odian! Ya
que los poseídos aceptan estas emociones como suyas, la destrucción prosigue, destrozando
relaciones. En uno de mis casos, una paciente femenina seriamente poseída por un colérico joven
drogadicto se convirtió en desmesuradamente hostil con su marido.
Las entidades del sexo opuesto a menudo son la causa de una gran parte de la confusión acerca de
la identidad sexual. La homosexualidad, transexualidad y travestismo son resultados extremos de
este tipo de posesión.
Escala de efectos
SINTOMAS FISICOS
Parece ser que los espíritus traen una impronta de sus cuerpos físicos, exacta a cuando murieron.
Esto afecta al organismo vivo de los poseídos. De acuerdo con la teoría esotérica, los cuerpos
astrales más inferiores de los espíritus se entremezclan con los cuerpos etéricos de los vivos,
resultando una mezcla de dos. Esto crea una muestra para los cuerpos físicos y manifestaciones
posteriores de algunas de las características físicas anteriores de los posesores.
Así pues, la posesión puede derivar en síntomas físicos de todo tipo, entre los cuales: dolores, más
frecuentemente dolores de cabeza, incluyendo jaquecas, SPM con edema (retención de agua);
agujetas; falta de energía o agotamiento; insomnio, obesidad con hipertensión derivada; asma y
alergias, etc.
Una paciente femenina, Sally, sufría destellos de ardor que habían aparecido de forma repentina,
aun cuado su menopausia había comenzado hacía años. Estaba tan trastornada que tenía que
cambiarse de camisón y mudar las sábanas varias veces durante la noche debido a su abundante
sudor ación. Incluso peor, tuvo que dejar de dormir con su marido, ya que él generaba demasiado
calor adicional. Descubrimos que recientemente había recogido a un espíritu menopáusico el cual,
afortunadamente, al ser descubierta su verdadera condición, abandonó sin dilación. ¡Sally se vio
librada inmediatamente de sus síntomas, para regocijo de su marido!
Otra paciente femenina contó que su ciática, que estaba padeciendo desde hacía más de quince
años, había desaparecido después de una desposesión. No se descubrió la identidad del espíritu
posesor, por ello sólo podemos suponer que él o ella era una persona con ciática.
Un dolor de nuca crónico y una depresión fueron completamente eliminados cuando el espíritu
que se había colgado a sí mismo en prisión fue transportado al mundo de los espíritus por sus seres
queridos. Mi paciente se sintió confortable, física y emocionalmente, por primera vez en años.
Algunos pacientes se quejaron de sentirse «ebrios» con resaca o borrachos, sin razón aparente.
Sólo después de desposesiones exitosas se dieron cuenta de quién había sido responsable—y
fueron finalmente liberados de estos síntomas.
La posesión por un espíritu que ha muerto como persona de edad a menudo deriva en síntomas
comunes a la gente mayor, como visión borrosa, malestar y dolores, y cansancio generalizado.
Una mujer de unos veinte años buscó ayuda médica durante varios años a raíz de un intenso dolor
abdominal y sensación de decrepitud y vejez. No quedó liberada de estos síntomas hasta que
realizamos una desposesión. El posesor era el antiguo propietario de su casa, que había muerto en
el dormitorio de mi paciente —y suyo— de cáncer en el intestino a la edad de veintisiete años.
Conforme he advertido antes, es imprescindible consultar al médico de cabecera cuando notes un
problema físico. La desposesión no debe ser el sustituto a un buen cuidado médico.
PROBLEMAS MENTALES
Muchos de los problemas mentales son el resultado de la intervención de los espíritus. El que más
prevalece es la falta de concentración «emborronándose» como dijo un paciente. Otro dijo, «Mi
mente se toma pequeños descansos como si pegara un salto momentáneo», y «Una parte se cierra,
se queda en blanco». Problemas de memoria, como olvidarse de algo que se ha dicho o hecho,
perder salidas en la autopista, etc., son típicos.
La razón por la cual el olvidar es un problema es que hay dos o más personas habitando el mismo
cuerpo, todos «a lo suyo» de vez en cuando. El espíritu posesor puede decidir que quiere helado, y
el paciente «regresa» con su mano puesta en la puerta del frigorífico y no puede recordar por qué
lo está abriendo.
Esto, desde luego, depende de cómo estén interactuando los dos. Si uno releva y el otro
desaparece, es cuando se experimenta ese tipo de comportamiento. En otros casos, los
pensamientos de la mente del espíritu son recogidos y ejecutados por el poseído sin ruptura en la
conciencia.
Algunos pacientes comentaron que solían tener aptitudes en ciertas materias como matemáticas o
deletreo, y después eran un desastre en las mismas. Un ejemplo extremo de cómo los espíritus
interfirieron en el funcionamiento mental es el caso de Tony, relatado en el capítulo 7. Veréis
cómo fue casi expulsado del colegio universitario después de un comienzo brillante.
PROBLEMAS EMOCIONALES
Las emociones siempre se ven afectadas cuando hay una desposesión. Ansiedad, temores y fobias
fueron en muchos casos rastreadas hasta los posesores, aun cuando los pacientes normalmente
asumen, la responsabilidad de las reacciones. A menudo oí comentarios como «¡Siempre me gustó
conducir, pero ahora cuando me acerco a la autopista, me vuelvo loco!» o «He estado esperando
esta sesión toda la semana, pero según venía, casi me mareo y ¡por poco no me salgo de la sala de
espera! ¡Este no puedo ser yo!» Una conversación con los espíritus temerosos desvelaba quiénes
eran verdaderamente los ansiosos.
Las fobias están frecuentemente relacionadas muy lógicamente a las actuales circunstancias de la
experiencia previa de la muerte, que los entes recuerdan vivamente. Cuando las personas a las que
poseen se encuentran en situaciones similares, todos los temores originales retornan y los
poseídos, sintiéndolos, asumen que son ellos mismos reaccionando, sin darse cuenta que están
poseídos.
Este era el caso de un paciente particularmente sensible, Lynn, un físico muy conocido, que no
podía entender qué le había sucedido. Durante siete años, inmediatamente después de una cirugía
electiva, era incapaz de conducir su coche por sentir miedo. Si era otro el que conducía,
desaparecía su ansiedad, salvo que condujeran por la vecina autopista costera, en lo alto, por
encima del agua. Esta situación le resultaba extremadamente confusa, ya que una de sus anteriores
alegrías en la vida había sido correr carreras de coches.
Bajo hipnosis se convirtió con facilidad en un joven espíritu quien, suicida por un romance roto,
había lanzado impulsivamente su coche desde esa misma autopista. Estaba aterrorizada según caía
hacia el océano. Su cuerpo fue llevado al mismo hospital en el que se encontraba Lynn. El
espíritu, disgustándole el frío del depósito de cadáveres y sintiéndose confuso y asustado, vagó
hacia un piso superior entrando en la habitación de Lynn, donde rápidamente la poseyó.
Aun cuando intentábamos liberar a un espíritu asustado de un paciente que asumía estar poseído,
todavía le resultaba difícil experimentar pánico y negar que no fuera suyo. Cuanto más creía el
paciente que pertenecía a la entidad, más rápidamente podía controlarlo.
A menudo se rastreaban depresiones a espíritus que no se daban cuenta de que estaban muertos.
Según lo explicado en el capítulo 5, algunos de los que se suicidaban permanecían ligados al
mundo físico porque estaban aterrorizados de ir al infierno.
Muchos continuaban tan deprimidos que no veían a sus espíritus ayuda y a sus seres queridos.
Porque aún eran suicidas, ¡imponían verdaderos peligros a la vida misma de los poseídos!
Regresiones a vidas pasadas mostraban que a veces entes dementes habían conducido a sus
anfitriones al suicido.
El aura se debilita por el uso continuado de la droga, permitiendo una fácil posesión por aún otros
más en busca de un muñeco, un facilón, o un «pelele», como han sido descritos por sus posesores.
Dado que la personalidad original está invadida por los espíritus adictos, la terapia resulta difícil,
las entidades desde luego no motivan el ser ayudadas. En su ignorancia, no quieren dejar «lo
bueno». ¡Afortunadamente, en casos excepcionales he podido ayudar a algunos pacientes a
liberarse de su esclavitud—incluso en una o dos sesiones—! Normalmente, sin embargo, es una
larga lucha durante la cual el paciente a menudo sucumbe y abandona el tratamiento.
Este tipo de posesión puede ser peligrosa para la vida —una fatal sobredosis o accidente de coche.
Muchos de mis pacientes han escapado de la muerte de milagro, según se ilustra con el siguiente
ejemplo. Glen, un agente de cambio y bolsa en su cincuentena, buscó ayuda porque durante veinte
años había estado sufriendo de insomnio. Conversaciones posteriores revelaron un serio problema
de bebida que había comenzado cuatro años antes. Después de unas cuantas sesiones, destapamos
a una entidad alcohólica, John, que le había poseído durante una hospitalización hacía cuatro años.
Aparentemente se marchó con su ser querido después de una desposesión sin complicaciones.
Unos cuantos días más tarde Glen llamó para una cita de emergencia, explicándole urgentemente a
mi secretaria que no podía esperar a su siguiente cita programada.
Según entró en mi despacho al día siguiente, tenía un aspecto terrible. Después de caer colapsado
en la silla reclinatoria, se descolgó con lo siguiente: «Dormí durante toda la noche por primera vez
en veinte años la noche después de nuestra cita.
¡Pero cuando me desperté por la mañana, me sentí enfermo! casi no podía bajar a la cocina para
prepararme el café. ¡Mi cabeza me estaba matando! ¡No me lo podía creer! Sobre el mostrador de
la cocina estaba el vodka. ¡Un litro entero vacío! La noche anterior estaba sin abrir. Debí
bebérmela entera. Ahí —junto a la botella— había un cuarto entero de requesón comido, no
quedaba ni una cucharada. Verdaderamente me aterroricé. ¡De milagro que no estaba muerto!
Gracias a Dios, me comí el requesón. Y —sabes— no recuerdo nada».
Bajo hipnosis, quedó claro que John se había ido al más allá, pero que sólo había abandonado el
aura del Glen temporalmente. Según declaró «Fui descubierto y me sentí acorralado». Admitió
que la desposesión le había trastornado profundamente. No tardó mucho en volver a deslizarse en
el cuerpo de Glen.
«El estaba durmiendo, pero yo no. ¡Todo lo que quería era una bebida! ¡Estaba aterrado! Bajé a la
cocina y me bebí el vodka. Luego pensé "Podría matarnos". Así pues, me comí el requesón».
Después de tranquilizar a John, se intentó otra desposesión. En esta ocasión me aseguré de que
estaba bien asido a su mujer muerta y finalmente partió con ella. ¡Funcionó! Desde ese momento
Glen perdió todo deseo por el vodka.
AFICION A FUMAR
Al contrario del abuso de la droga, la adicción a la nicotina no causa tanto debilitamiento del aura
y no distorsiona en gran medida la consciencia. Los efectos son menos destructivos mental y
emocionalmente, pero causan bajas en la salud de los individuos. He tratado a personas que se han
quejado de incipientes enfisemas o la amenaza de cáncer de garganta, que tienen todos los motivos
para dejar de fumar, pero no pueden.
Los entes adictos no se preocupan en absoluto de la salud de sus anfitriones. Creen que
encontrarán otro idiota si el anfitrión muere. ¡Qué desahogo para los pacientes cuando las
desposesiones han sido exitosas! Encuentran inmediatamente no sólo el deseo de dejar de fumar,
sino también libres de síntomas de abstinencia.
Uno de los problemas más multi determinados con los terapeutas (médicos o psicológicos) tratan a
diario es peso en exceso u obesidad.
Obviamente, la posesión es solamente una de las muchas causas de esta preocupación nacional en
aumento. He tenido pacientes que han encontrado a entidades en la raíz de sus problemas con el
control de peso. No sólo había espíritus responsables del aumento de peso, sino que no estaban
interesados en hacer dieta y de hecho decididos a no poner fin a su placer de comer todo lo que
querían. A veces nuestras pistas estaban claras porque el aumento de peso tenía lugar rápidamente
a continuación de una situación en la que la posesión era especialmente factible: después de una
operación, la muerte de un ser querido, etc.
Sylvia, una deliciosa mujer de unos cuarenta años, está llena de júbilo cuando su largo y obsesivo
deseo por los dulces —la cruz de su crónica lucha por el peso— desapareció después de nuestra
primera sesión durante la cual yo había realizado una desposesión generalizada. Al principio de
nuestra segunda reunión explicó, «Los dulces no me interesan para nada. ¡No me lo puedo creer!
No te haces una idea de cómo dominaba mi vida. Sólo pensaba en comer algo dulce —y cuando lo
hacía no me satisfacía— tenía que ejercer todo el control que podía juntar. «Y he sido así desde
que puedo recordar! Ahora ni siquiera pienso en ello.» ¡Los espíritus traen sus deseos con ellos! El
deseo por el chocolate desapareció con el suegro fallecido de mi paciente que le había estado
poseyendo desde su muerte.
Su familia le conocía como «chocohólico». Otra paciente me contó que la mañana que se
comprometió a sí misma a empezar una dieta, una voz dentro de ella dijo, «¡No voy a dejar que
hagas dieta! ¡Olvídalo! Corre de mi cuenta.» La entidad posesora, que le había dominado durante
muchos años, partió cuando se convenció que podía comer todo lo que quisiera en el mundo de los
espíritus. La necesidad de comer de más desapareció con ella.
PROBLEMAS DE RELACIONES
Las relaciones sufren verdaderamente como resultado de la posesión porque hay un inesperado
«ménage á trois» —o más—implicados. Un niño desagradable puede estar albergando a un
espíritu vicioso cuyos valores son diferentes a los de la familia del niño. Un marido podría estar
relacionándose con un espíritu masculino posesor de su mujer. Un cambio de papeles entre
compañeros o parejas involucradas a menudo deriva en una atracción sexual errática. Incluso las
relaciones entre empleado y empleador pueden verse afectadas por la misma rarazón, que queda
ilustrada en el caso-estudio de Anne en el capítulo 8.
PROBLEMAS SEXUALES
Dado que muchos espíritus eran mayores cuando murieron, las personas que poseyeron a menudo
experimentaban síntomas de envejecimiento, incluyendo una notoria disminución de su apetencia
sexual.
Descuelgues sexuales son parte del repertorio que muchas entidades traen consigo. Sus propios
problemas y proclividades se manifiestan cuando los poseídos están comprometidos en el sexo.
¡En algunos casos, incluso se le prohibe al poseído, acercarse a su pareja! Este era el caso de
Paolo, sobre quien leeréis en el capítulo 11.
Una de las causas de la homosexualidad es la posesión por espíritus del sexo opuesto. Si la
posesión tuvo lugar antes de la pubertad, el desarrollo sexual se veía desde entonces
desorganizado y el poseído crecía creyendo que él deseaba parejas sexuales del mismo sexo,
cuando eran los entes los que estaban haciendo la elección. Todo paciente homosexual al que he
hecho una desposesión tenía al menos una entidad excesivamente dominante del sexo opuesto que
estaba determinando la preferencia sexual. A menudo estos pacientes contaban sentirse como
«atrapados» en cuerpos del sexo equivocado.
Este capítulo te ha proporcionado una visión de cómo las vidas de los individuos pueden ser
secuestrados por espíritus posesores. Por los casos y viñetas anteriores puedes ver que los efectos
de la posesión pueden ser desastrosos y, a veces, fatales.
Los siguientes cinco capítulos —cada uno un caso-estudio completo— dan una visión profunda de
no sólo los devastadores resultados de la posesión, sino también de cómo sucedió en un principio.
Verás cómo la terapia de la desposesión benefició a esas pobres personas sufridoras —los
poseídos y posesores.
Estos casos fueron seleccionados de mis ficheros con cientos de pacientes, para proporcionarte un
entendimiento de la angustia que proviene de la posesión, de las personas mismas que fueron —en
la mayoría de los casos— las conscientemente involuntarias e insospechadas víctimas de los
espíritus.
7. CASO-ESTUDIO – TONY
TONY ENTRO DUBITATIVAMENTE EN MI DESPACHO, SUS ANCHAS ESPALDAS caídas
como si cargara con un peso abrumador. Se hundió en la silla, pareciendo estar exhausto, a pesar
de tener un cuerpo joven y musculoso. Si hubiera tenido una expresión diferente, hubiera sido el
retrato de la salud. De hecho, era lo suficientemente guapo como para ser un actor de cine.
Arreglado cuidadosamente, espeso pelo negro, rizado, enmarcaba una robusta cara que reflejaba
su herencia italiana. Frunciendo el ceño y buscando la forma correcta de expresar sus
sentimientos, comenzó: «¡Toda mi vida ha cambiado y tengo miedo! ¡Solía ser un estudiante-A y
ahora actualmente estoy suspendiendo-mis notas son equivalentes a veintes y treintas! Me estoy
expulsando del colegio universitario. ¡Todo mi futuro se está yendo por el sumidero! No sé qué
está sucediendo.»
Explicó que durante los últimos cuatro meses le había sido imposible concentrarse e incluso
recordar temas que acababa de leer. Peor aún, le resultaba difícil entender a sus profesores, cuando
anteriormente él había estado fascinado con la materia y era el primero de su clase. Quería ser
médico. Ahora, se preguntaba si estaría haciendo un trabajo manual toda su vida.
El Dr. Adams, oncólogo y amigo de la familia, había estado ayudando a Tony a decidir una
especialidad médica. Había mucha relación entre los dos y, por su descripción, el Dr. Adams daba
la impresión de ser un médico infrecuente. Tenía la habilidad de ver auras y «leer» a las personas
con intuición precisa.
También tenía unas fuertes habilidades curatorias, que empleaba silenciosamente mientras tocaba
a las personas durante exploraciones físicas. Tony confesó que su amigo había mostrado gran
preocupación por él durante este período de cuatro meses y que le había dado ánimos para que
buscara ayuda.
«Tony, hay una solución para cada problema. Cuando vemos humo, sabemos que hay un fuego en
alguna parte. Nuestro trabajo es encontrar el fuego-y apagarlo. ¿Puedes recordar exactamente
cuando empezó este problema?» «No sé qué lo causó. ¡Un día era diferente! Pensé que era el
estrés de tener sólo unos pocos meses por delante para graduarme y preocuparme por si sería
admitido en un colegio médico.
Además, estaba toda la presión extra de exámenes e informes. Parecía ser que todos tenían la
misma fecha tope.» Añadió que estaba teniendo problemas con su novia. «¡La cosa más pequeña
hace que explote! Estoy irritable con ella la mayor parte del tiempo. No entiendo esto-nos
llevábamos divinamente antes. Sí, desde luego hacía pequeñas cosas que eran molestas, pero
sencillamente las ignoraba-no me afectaban.
Ahora, temo estar reventando esta relación-o lo haré, si esto sigue así.» Después de revisar unas
cuantas áreas más de su vida, decidí que era mi oportunidad para abordar el tema de la posesión
por espíritus. Las pistas parecían señalar en esa dirección; la repentina forma de hacer mella sus
síntomas, el comportamiento anómalo y los problemas mentales; Su incapacidad para concentrar,
comprender y recordar. ¡Sonaba a espíritus cuyas edades o desarrollo mental hubieran evitado su
admisión al colegio universitario! Le dije a Tony que pensaba en la posibilidad de que tuviera una
o más entidades con él que estaban complicándole la vida. Aceptó la idea inmediatamente y
accedió a la desposesión.
Le preparé para hipnosis, respondí a varias preguntas, y le cubrí con la manta floreada que uso
para los pacientes conforme él se estiraba en la silla que ahora estaba reclinada.
Después de obtener una idea básica de cómo estaba él respondiendo a la hipnosis, me dirigí a
cualquiera de las entidades que pudieran estar con él. Repentinamente, su cuerpo se puso rígido,
su cara se contorsionó, y comenzó a moverse. Cuando les informé que sus seres queridos habían
venido para ayudarles y luego les dije que se marcharan con ellos al mundo de los espíritus,
esperaba ver los cambios habituales indicativos de que se habían marchado. En vez de ello, su
cuerpo y su cara registraron incluso más temor. Supuse que alguien estaba tremendamente
asustado y necesitaba ayuda extra.
«Dime qué es lo que percibes, Tony.» «Veo a una joven, quizá de unos doce años. La vi una vez
en un accidente. Quiere irse con una mujer mayor que ha venido a buscarla... pero tiene miedo-no
sabe qué le espera.»
Entonces hablé directamente a la niña y le hice un retrato del mundo de los espíritus y de las
amigas que tendría, y su perfecto cuerpo espiritual.
«No quiere abandonarme a mí.» «Dile que no quieres que se quede contigo.» Hubo un largo
silencio, y luego su cuerpo se relajó y sonrió ampliamente. Le realicé sugerencias hipnóticas para
que saliera del trance, y le pregunté qué había sucedido. «Al principio estaba verdaderamente
furioso, y dije mentalmente, «¡Lárgate de aquí ahora! ¡Márchate!» Y sentí un «¡No!, ¡No lo haré!»
Fue automático. Y luego le hablé como lo haría a un niño, «Tienes que marcharte. Será bueno para
ti.» Luego sentí que ella lo aceptaba y se marchaba. Y me sentí como ligero y verdaderamente
bien. Me siento como si quisiera proseguir y comenzar el colegio otra vez-quiero ponerme al día
ahora.»
Tony. Oigo... un ruido. Es como un golpe, y creo que puede ser un accidente de coche, pero no oí
el chirriar de las ruedas. Oigo a esta chica diciendo, «Oh, ¡Dios mío!, ¡Dios mío! ¡Ayúdame!
¡Ayúdame! Y me doy la vuelta y miro hacia afuera... y veo a alguien que corre atravesando la
calle, adelante y hacia atrás. Así es que me levanto y corro al vestíbulo... y le pido a la secretaria
que llame a la patrulla de carretera y que les diga que hay un accidente... y llame a una
ambulancia también. Corro afuera. Está lloviendo. Corro dando la vuelta al edificio hacia la
calle... y todavía veo a la niña que corre hacia delante y hacia atrás. Me paro en la calle para
asegurarme que no vienen coches... y pasa un camión por delante mío, y luego cruzo. Veo a dos
personas ahí paradas... un hombre en el lado izquierdo, y una mujer mayor en el derecho... y hay
un cuerpo en la calle.
Al principio parecía como si fuera una anciana... y un hombre está arrodillado ahora... y hay
sangre alrededor de su cabeza en el pavimento. Ando... y pienso que debería acudir a ayudarla.
Pero no quiero moverla. Y entonces me siento verdaderamente asustado... No quiero ver... No
quiero ver qué aspecto tiene... porque vi la sangre... y vi que estaba justo alrededor de su cabeza.
Pero quiero ir a ayudar a la chica. ¡Me siento como si yo debiera hacer algo! Así es que cruzo y
me siento ahí y le miro... y veo como viene la ambulancia... y me marcho. Me siento aliviado de
que otro está ahí para ayudar. Y camino hacia el edificio... Pasan unos cuantos minutos... y luego
vuelvo a salir afuera y permanezco al otro lado de la calle... y veo como levantan a la niña. ¡Me
fijo en sus piernas, colgando, y me siento terriblemente afectado! Le pusieron en la camilla y toda
la sangre sobre ella se secó verdaderamente deprisa. (Larga pausa).
Convencí fácilmente al espíritu que quedaba para que se marchara, en especial después de
ofrecerle un juvenil, sano cuerpo que atendería a sus necesidades durante su permanencia en el
mundo de los espíritus.
Una vez fuera de la hipnosis, Tony se estiró y luego narró, «Salió verdaderamente deprisa. Al
principio, no me gustaba su personalidad-estaba amargada y furiosa. Pero escuchó
cuidadosamente lo que tú le decías, y podía sentir cómo cambiaba.
¡Había estado conmigo más de cinco años! Apuesto a que es ella la que se las ha estado haciendo
pasar canutas a mi novia.
Estaba trastornada cuando le dijiste que había muerto, y sentí lástima por ella. Pero cuando vio a
su marido venir a por ella, se sintió verdaderamente feliz, y se marchó inmediatamente.
¡Eso estuvo bien!»
Los dos teníamos la sensación de haber cumplido con nuestra respectiva tarea, y quedamos de
acuerdo en que el problema parecía haber quedado resuelto. Tony dejó la consulta como un joven
mucho más contento y aliviado.
No supe nada de Tony durante meses, lo que no era sorprendente, porque yo pensaba que
habíamos apagado los fuegos tal y como esperábamos. También sabía que los exámenes finales
estaban encima y que se encontraría apurado de tiempo. De hecho, era muy buena señal que no
hubiera llamado para otra cita. Sugería que ya no necesitaba mi ayuda.
Varios meses después, empecé una terapia con uno de los padres de Tony y tuve la oportunidad de
preguntarle por él.
«¡Es como de la noche al día! ¡Está fenomenal desde su visita a este sitio!»
Decidí que el caso de Tony sería de particular interés porque pudo resolver su problema en sólo
una sesión-lo que es bastante infrecuente. Además, había otros aspectos únicos que serían de gran
ayuda para los lectores; el hecho de que había recogido a dos espíritus tan fácilmente, básicamente
por su simpatía hacia ellos, y que los dos pudieran dejarle y volver a su capricho.
Decidí llamarle para saber personalmente de sus progresos. Después de intercambiar llamadas
durante un mes a los contestadores de ambos, por fin contactamos una tarde.
«¡Es increíble! Te vi un viernes y tenía una clase de anatomía al martes siguiente y casi no tenía
tiempo para estudiar, metí el trabajo de dos semanas en un fin de semana y el lunes, y me salió
francamente bien-una B. Es la mejor marca que he sacado desde que el problema comenzó. Estoy
sorprendido de cuanto puedo leer y concentrarme ahora. Es estupendo poder estudiar otra vez.»
«Tony, ¿hay algún rastro del problema?
«A veces presiento que va a ocurrir, no muy frecuentemente, y lo paro. Es como si lo empujara
fuera. Cada vez soy mejor haciendo eso.»
Cuando le pregunté por sus exámenes, me dijo muy orgulloso que se había graduado hacía cinco
días. «Lo mejor es que ahora sé que tengo el potencial para conseguirlo.»
Le felicité y le dije lo contenta que estaba de que hubiera salvado los obstáculos. Añadí, «Tony,
estoy preocupada por el hecho de que pudieras tener una pizca del problema. Podría ser que una
de las entidades no se hubiera marchado hacia la Luz, sino que está en tu proximidad y puede
acceder a ti de vez en cuando. Creo sería bueno para ti que vinieras para otra sesión
próximamente, especialmente dado que en otoño estarás bajo presión en el colegio médico.
Acordó pedir otra cita y comentó que ya no estaba irritable con su novia y que no saltaba por
cualquier cosa. «¿Te acuerdas de la anciana que murió en la cama de al lado en el hospital cuando
yo estaba en el bachiller? Desde que se marchó, no ha habido más explosiones, y me siento
pacífico.»
«Estoy segura que te previne, Tony, no tomar ninguna droga o alcohol. Al parecer recoges a los
espíritus con gran facilidad, como un imán. Dado que quieres ser médico, tienes que asegurarte
de estar protegido, ya que pueden gravitar hacia ti, queriendo tu ayuda. Toma precauciones extra
con la Luz Blanca.»
«Si tomo una cerveza, lo hago en casa. El verano pasado estaba tomando un vino con el Dr.
Adams y su mujer, y él dijo que podía ver como mi aura se reducía, se encogía conforme bebía. El
otro día me dijo que había estado verdaderamente preocupado por mí. Ahora está muy contento. Y
lo de los espíritus no le sorprendió en absoluto.»
«¿Habías visto a los espíritus en tu áura o cuerpo antes?»
«No. Pero cuando la muchacha murió, no salió fuera más de unos segundos, porque él sabía que
había cometido suicidio en una vida pasada. Se dio cuenta de que estaba muerta y que se aferraría
a algo-así que se metió adentro otra vez. Sentía no poder ayudarla y necesitaba protegerse a sí
mismo.»
«Tú también tienes que protegerte a ti mismo» afirmé, presintiendo que no sería la última vez que
este joven viera a los espíritus.
«Ahora les es mucho más difícil entrar en mi persona. La semana pasada pasé con el coche por
delante de un accidente, vi una ambulancia y a una persona tendida en la carretera. Pensé en lo que
tú dijiste y en lo que el Dr. Adams me había contado también. Imaginé la Luz Blanca rodeándome.
Sentí la más extraña sensación de algo intentando penetrarme-pero parando, no pudiendo
hacerlo.»
Le dije que estaba muy contenta de que se hubiera acordado de hacerlo y le recordé que debía
hacerlo a diario, no sólo presenciando una tragedia.
«Sí, siento cuando entran, y creo una energía, y les empujo hacia fuera. No penetran lo suficiente
como para afectarme. ¡No quiero volver a pasar por eso nunca más! Casi me destrozaron antes.»
Estábamos concluyendo nuestra conversación cuando Tony interpuso que él notaba que ahora era
más perceptivo a otras personas, aun cuando él entendía «la energía que estaban apagando.»
Tony es también más perceptivo de sí mismo. Ahora se da cuenta de algunos aspectos muy
importantes del comportamiento humano y espiritual que le ayudarían a ser un buen, sensible y
efectivo curado.
8. CASO-ESTUDIO – ANNE
«¡INCLUSO SUEÑO QUE MI JEFE ESTA INTENTANDO
MATAR-ME!» dijo Anne a los cinco minutos de nuestra primera
sesión.
Una atractiva pelirroja de unos treinta años, obviamente angustiada,
temiendo que las cosas hubieran llegado demasiado lejos.
Estaba a punto de sacrificar su sueldo para aliviarse a la tremenda
tensión laboral.
Su atuendo casual —vaqueros desgastados y camiseta de
suave color verde— contrastaban con la rigidez de su cuerpo.
Cuando se echó hacia delante en su silla, su barbilla comenzó a
temblar a pesar de sus esfuerzos para mantener el control. Los
ojos se llenaron de lágrimas según explicaba, «he invertido doce
años en la compañía y he realizado una buena tarea-como jefe
de proyectos. Ahora tengo categoría de sénior y soy respetada
por todos, excepto Bill, mi jefe. Desde hace más de un año su
comportamiento es del todo inaceptable. Quiere poder sobre
mí-controlarme. Me niego a dejarle».
Describió un forcejeo que llegó hasta el punto en que ella
finalmente le dijo que iba a abandonar la compañía. «Pero eso
sólo empeoró las cosas», dijo. «Reaccionó de una manera tan
fuerte que su jefe, oyendo las voces de Bill, sugirió que quizá
sería mejor para él trabajar en otro departamento. ¡Pero Bill no
quiso ni oír hablar del tema!»
Buscando un pañuelo, Anne añadió, «he trabajado para él
durante dos años. Los primeros seis meses estuvieron bien-una
verdadera amistad. Ese es el problema. Tiene que saber todo
sobre mí. Creo que está celoso de mis posibilidades y del éxito
en mi vida personal. Entonces, las cartas cambiaron muy
rápidamente.»
«Anne, ¿cómo ven sus compañeros esta relación?»
«Hablan de él constantemente y me dicen que tengo razón70
que él me atormenta. Me ha quitado la mayoría de mis responsabilidades.
Me ha convertido en una secretaria —sólo me dice
que escriba menos en el PC (ordenador personal) sin pedir
siquiera antecedentes. Poco a poco, ha ido picoteando mi propia
estima.»
Ahora lloraba abiertamente, «¡Verdaderamente he sufrido!»
Sugerí que se recostara y se relajara y, cuando estaba más
calmada, le pregunté por su vida en casa. Finalmente sonrió.
«¡Tengo un marido maravilloso! Ha sido una gran ayuda en este
tema. Cualquier cosa que yo decida está bien para él. Incluso
está de acuerdo en vender la casa, si es necesario, para que yo
no tenga que trabajar durante un año o lo que sea hasta que
consiga rehacerme.»
Pensando si la reacción hacia Bill sería un reflejo de una
relación previa con su padre, le pregunté por él.
«Siempre me he llevado bien con mi padre. Estamos muy
unidos.» Luego resumió sus relaciones pasadas con hombres, y
me pareció que esta situación con Bill era única.
Quería saber si era consciente de mi trabajo con vidas pasadas,
ya que supuse que las raíces de su problema retrocedían
a otra vida. «¿Por qué me elegiste a mí como tu terapeuta?»
«He buscado mucho durante los últimos seis meses —y pensé
si nos conocimos antes— sabes, en una vida anterior. Tú
trabajaste con Grace, una amiga mía, y ella pensó que podías
ayudarme. ¿Crees que es posible que Bill y yo hayamos estado
juntos antes?
«Anne, cuando tenemos una relación con alguien, hemos
estado con ellos muchas veces antes, especialmente si es intensa.
Tú has estado con tu marido quizá cientos de veces, en distintos
papeles, incluso como hombre. Tú puedes haber sido su padre,
y él tu hija. Se puede saber mucho de lo que habéis hecho juntos
antes, por la calidad de la relación actual. Si es armónica, puedes
estar bastante segura, de que al menos en las últimas veces que
estuvisteis juntos, tuvisteis buenas relaciones. Si hay conflicto,
como sucede con Bill, entonces habéis tenido problemas, incluso
71
mucho peor. ¡Bill y tú habéis peleado antes! Tendremos que
volver a ese tiempo para ayudarte a librarte de la carga que
tienes con él; entonces él ya no tendrá motivos para meterse
contigo.»
Dado que Anne parecía estar incapacitada para colaborar
con su relación con Bill, que no cuadraba con su manifiesta
competencia y logros, decidí mencionar el tema de la posesión.
Ella era consciente de que yo realizaba terapia de la vida pasada,
pero podía no tener conocimiento de mi trabajo con espíritus.
Sin embargo, yo quería realizar mi trabajo de comprobación
mental en primer lugar.
«¿Cómo estás de memoria y concentración?» Su respuesta
a esto sería importante.
«No solía tener problemas de memoria. Era conocida por
mi perfecta memoria. Ha ido empeorando progresivamente durante
este año pasado, pero noté cambios incluso hace tres años.
Y desde que dejé de fumar el año pasado, he tenido un verdadero
problema para concentrarme. Los cigarrillos solían relajarme.
»
Le pregunté acerca de hospitalizaciones, operaciones quirúrgicas,
o accidentes.
«Fui golpeada por un coche cuando tenía casi tres años y
estuve en coma durante unos cuantos meses. Luego, hace cuatro
años, me herí de nuevo en un accidente de coche. Todavía voy
a recuperación por ello. Por lo demás, nunca he estado en el
hospital.»
Me deslicé en el tema de la posesión por espíritus y mi
trabajo en este campo y noté que su barbilla volvía a temblar.
«¿Qué sientes ahora mismo?»
«¡Notó cómo late mi corazón!» contestó, y empezaron a
correr lágrimas por su cara.
Estaba preparada para la hipnosis! Una entidad estaba preocupada
y podía haber tomado contacto con él o con ella inmediatamente.
Sólo para estar segura de que no era la misma Anne
reaccionando, decidí seguir mi secuencia habitual y extraer una
72
guía base haciéndole una grabación relajatoria.
Le eduqué un poco acerca de la hipnosis y le sugerí que
colocara la silla en posición reclinatoria, cerrara los ojos, y
comenzara a concentrarse en su respiración. Entonces le di
sugerencias hipnóticas positivas y relajantes que grabé para que
ella escuchara al irse durmiendo por la noche. Parecía maravillosamente
relajada, su cabeza cayendo sobre su hombro.
Después de poner la cinta de la otra cara, grabé la desposesión.
Segundos después de dirigirme a cualquiera de los espíritus
que pudiera haber estado en ella, noté un claro cambio de
una expresión de éxtasis a otra de total agitación —una reacción
«violenta». ¡Ahí estaba mi evidencia! Su llorar era tan fuerte
que casi abandoné la grabación. Sin embargo, invité a los seres
queridos de los espíritus, como hago habitualmente, y presencié
cómo la entidad se tranquilizaba. Continué y al poco observé
como la tensión de su cuerpo cesaba abruptamente. Terminé la
desposesión y la saqué del trance.
«El no se quería marchar», contó ella, empezando a llorar
suavemente. «No sé por qué, pero me siento triste.»
«¿De qué otra cosa te has dado cuenta?»
«Siento un revolotear aquí.» Señaló su pecho. «Cuando él
no se siente amenazado, todo se calma.»
«¿Puedes decir quién es él?»
«Un hombre. Por algún motivo estoy segura de que es un
hombre. Sin embargo, no sé quién es.»
Dado que él probablemente no se había marchado, le pedí
a ella que cerrara sus ojos otra vez, y que controlara las reacciones
que sentía según yo hablaba específicamente a ese espíritu.
Le caían lágrimas por la cara mientras yo indicaba lo duro
que era para un hombre estar atrapado en un cuerpo femenino.
Luego le invité a irse con su ser querido, quizá su madre, al
mundo de los espíritus donde él estaría en su propio fuerte y
sano cuerpo masculino.
Viendo que Anne estaba nuevamente relajada, conduje la
73
desposesión a su término.
«Esta vez ¿pudiste sentir que él se iba?»
«Creo que se marchó con su madre. Cuando mencionaste
que quizá su madre estaba aquí por él, pude sentir un cambio.
Mi cuerpo se sintió tranquilo de pronto.»
«Puede ser que él se marchara. Si no, esperemos que lo haga
cuando pongas la cinta de la desposesión. Si no lo hace, trabajaré
más con él en tu próxima sesión. Pon las dos caras de la
cinta a diario. Usa la cara de la desposesión cuando estés más
alerta, como pronto por la mañana antes del trabajo o al principio
de la tarde. La otra cara, que he etiquetado «sugerencias
para dormir», puedes ponerla según te vas durmiendo. Incluso
si no escuchas lo que estoy diciendo, tu mente subconsciente
nunca duerme y está absorbiendo todas las sugerencias.»
Miré el reloj y vi que todavía nos quedaban cuarenta minutos
de la doble sesión. «Tenemos tiempo para hacer una regresión
para averiguar si tú has estado con Bill anteriormente. Si
es así, veremos si puedes recordar el suceso que está causando
la tensión entre vosotros. Lo chocante es que si lo recuerdas, él
puede tener un cambio de opinión. He visto cómo eso ha
ocurrido antes. Debe haber un eslabón telepático entre las
personas que da lugar a una reacción automática. Cuando
experimentas la vida pasada, no solamente te curas, sino que
puede que a él también, incluso sin que tenga conocimiento
de la regresión.»
«Eso sería maravilloso! Crees que puedo recordar una previa
reencarnación?»
«No es difícil-si lo intentas! Intentarlo se cruza en el camino.
Sólo tienes que saber que es tan fácil como recordar algo que
ocurrió ayer. Si sigues mis directrices, hoy obtendremos algo que
merezca la pena-aunque sólo sea practicar.»
Le di instrucciones de cómo informar sobre lo que le viniera
a la mente bajo hipnosis y respondí a unas cuantas preguntas
acerca de cómo era una regresión. Luego induje la hipnosis y le
di unas cuantas sugerencias para regresar a ese momento particu74
lar en el que ella y Bill habían estado juntos antes de que ello
surtiera un efecto en ella ahora.
Después de una cierta vacilación, describió una escena bucólica:
un camino de tierra bordeado de árboles con campo a
ambos lados. Una joven pareja caminaba de la mano. Ella pensó
que sería a finales de 1800 o principios de 1900 por las ropas y
el carruaje que vio. Dijo que le parecía que las personas se
gustaban y que disfrutaban de su salida. Le empujé adelante en
el tiempo. Dijo, sin ningún tipo de emoción, que la relación
había concluido. Sabiendo por experiencia que algo traumático
había sucedido que ella no quería recordar, le di sugerencias
para que se sobrepusiera a la resistencia.
«Están discutiendo... agitan las manos... golpeándole a él!»
«Dime más sobre ello.»
«Es bastante violento. Ella está gritando. El la está tirando
a ella al suelo. Ella llora. (Larga pausa). Mi mente está en
blanco. ¡Se han marchado!»
En ese momento, decidí usar otra táctica que a veces he
usado como comodín cuando ha sido necesario. «Relátame tu
sueño otra vez: el de cuando Bill te mataba.»
«Hay algunos árboles y una biblioteca en un pueblo pequeño...
y una pareja. (Pausa). ¡La misma pareja!... ¡El me mató!
¡El me mató!
Se cubrió la cara con las manos y sofocó fuertes gemidos y
quejidos. «Con sus manos desnudas. ¡Oh, Dios mío! ¡No quiero
saber nada más!»
Apelé a la parte de ella que quería ser curada y le ayudé a
sobreponerse a sus penas con sugerencias reafirmantes.
«Están luchando con él, intentando pararle. Ahora tiene
algo en su mano... y me está golpeando con ello ¡una y otra
vez!» Temblaba violentamente según recordaba su muerte. Súbitamente
paró-todo el tormento había desaparecido. «Se ha
terminado.» (Larga pausa). «Me siento muy ligera... y ahora
siento que estoy flotando hacia arriba.»
«Mira hacia abajo y cuéntame lo que ves.»
75
«Veo a la chica ahí tendida.»
«¿Y él?»
«Está casi contento. Algunas señoras están intentando ayudarme...
pero ha terminado. El simplemente está ahí de pie.»
Dándome cuenta de que ella debía recordar el motivo de la
discusión, le regresé al inicio de la pelea —antes de que él le
tocara.
«Me está acusando de algo.»
«¿Qué?»
«De estar con otro hombre. (Larga pausa). ¡Este otro hombre!
¡El que está en mi cuerpo! Abrió los ojos, sacándose a sí
misma abruptamente del trance, y se sentó. «Eso es lo que es!»
Puesto que necesitas aclarar todo lo que había aprendido,
decidí no trabajar más con el espíritu por el momento. Quería
saber qué sentía —había pasado por mucho en una sola sesión—
y siendo la primera!
«¡Me siento distinta! ¡Fuerte!» Una preciosa sonrisa iluminó
su cara. ¡Menudo triángulo tuvimos!
Casi no reconocí a Anne cuando fui a llamarla a la sala de
espera para su segunda sesión. Era el retrato de una profesional,
vestida con estilo con un buen traje. Su maquillaje ponía los
retoques a la apariencia de conjunto de un perfecto atavío.
Entró decidida en mi despacho, sonriendo agradablemente.
«Estoy mucho mejor. ¡No me lo puedo creer! Mi marido
incluso se dio cuenta de que mi conducción es diferente. Solía
ser un conductor agresivo, pero ahora estoy mucho más relajada.
»
«Bueno Anne, ¿qué hay del trabajo?»
«Debido a la fiesta, sólo he ido mediodía, pero la forma de
dirigirme a mi jefe es diferente. Cambió inmediatamente. De
hecho Bill se acercó a mí y me habló de una manera mucho más
sociable. Noté que me miraba con cara sorprendida.
«Me siento distinta hacia mí misma. Tengo mucha más energía
y estoy poniendo mucho más esfuerzo.»
76
Le pregunté si creía que el espíritu se había marchado.
Asintió y respondió que estaba bastante segura de que sí. Después
de una pausa, comento que había sentido un acaloramiento
cuando hice esa pregunta, y luego se dio cuenta de que en mi
despacho no hacía calor.
Presentí que su reacción era seguramente la entidad manifestándose
parcialmente debido a mi pregunta. Quizá estaba
reviviendo su muerte, que podía haber supuesto fuego. Decidí
revisarlo. Compartí mis sospechas con ella, y la coloqué bajo
hipnosis para explorar su relación en la misma vida pasada que
habíamos tocado la última vez.
Recordó que ella y el hombre estaban enamorados. Habían
hablado de hacer el amor, pero decidieron fugarse juntos primero.
Después de planear su «fuga» con risas, planearon robar
una caja fuerte... la caja de Bill. «Ibamos a robar su dinero-cogerlo
y marchar.»
Entrando a escondidas en un edificio durante la noche, su
amigo fue a encender un cartucho de dinamita, mientras que
ella se escondía afuera entre los arbustos. Hubo una fuerte
explosión y ella vio como el edificio se incendiaba. «¡Algo salió
mal!» Con gran agitación y lágrimas corriendo por su cara y
cuello, Anne continuó, «¡El murió en la explosión! Vinieron
muchas personas corriendo para apagar el fuego, y yo me uní a
ellas, pero tuve que enmascarar mis emociones.»
Después de continuar la regresión algunos minutos más a un
momento en el que no estaba tan preocupada, la volví al presente,
luego le pedí que hablara en voz alta al espíritu y le dijera
con palabras propias que quería que se marchara ahora mismo.
Llorando mucho, lo hizo y luego «confesó» que él se había
quedado porque ella quería que así lo hiciera. El se marchó
diciéndole que creía que ya era hora de que se marchara.
Le pregunté cómo se encontraba.
«Le echo de menos», bisbiseó.
Anne salió de la hipnosis con mis sugerencias para sentirse
bien en todos los sentidos, completamente despierta y alerta.
77
Aunque con los ojos llorosos, sonrió cansada.
Entonces, con mirada perpleja, preguntó, ¿Cómo puede ser
él un espíritu ahora? Fue hace mucho tiempo. Permanecen tanto
tiempo aquí los espíritus?
Le contesté que sólo él podía responder a esa pregunta.
Añadí, «Probablemente se reencarnó. Después de su última
muerte permaneció apegado a la tierra y fue atraído hacia ti por
tus lazos a la vida pasada.»
Fijamos su próxima cita para dos días después y se marchó,
diciendo que se encontraba mucho mejor.
Mientras revisaba mis notas antes de ir a la sala de espera
en busca de Anne, sentí que habíamos hecho un tremendo
progreso en nuestras dos citas. Si su mejora había continuado,
sugeriría que ésta fuera nuestra última cita. Anne había venido
por un problema específico, y si quedaba resuelto, no habría
necesidad de más ayuda.
Una ojeada me dijo que mi optimismo había sido prematuro.
Tirada en la silla, meneó la cabeza, «¡No sé que me está
sucediendo! Me encontraba tan animada después de nuestra
primera sesión.»
«¿Estás teniendo problemas con tu jefe?»
«No, eso va fenomenal! Aún cuando me ha dado muchos
motivos para estar preocupada, no me molesta en absoluto!»
Siguió explicando que se había encontrado bien hasta esa
misma mañana. Se despertó después de una de sus mejores
noches de sueño desde hacía tiempo. Cuando llevaba levantada
unas cuantas horas, no podía ver tan bien, y cada vez fue a peor.
Se encontró tan mareada que casi se desmaya y devuelve. Después
de llamar diciendo que se encontraba enferma, se volvió a
acostar, levantándose al mediodía para ir al trabajo porque tenía
que terminar un proyecto que había que entregar. En la oficina
no se podía concentrar. Después de una hora intentando forzarse
a sí misma, se dio por vencida y se fue a casa. Se fue direc78
tamente a la cama y durmió hasta que llegó la hora de salir para
nuestra cita. Comentó, «Según conducíamos hasta tu despacho
me mareé nuevamente.» «¿Conducías tú?»
«Sí.»
«¿Por qué no dejaste que tu marido te relevara?»
«Estaba sola.»
«Pensé que habías dicho "nosotros"».
«¿Lo dije? Por qué habré dicho eso?»
«¿Habías sentido esos mareos antes?»
«He tenido dos jaquecas en mi vida, una hace once años y
la otra hace ocho. Empezaron exactamente de la misma manera
que me encontraba esta mañana. Las dos veces tuve tanto dolor
que creía se me iba a abrir la cabeza. Nada que pudiera hacer
o tomar me aliviaba. Incluso perdí mi visión periférica. Tenía
miedo de que me fuera a dar ese dolor también esta vez. Gracias
a Dios no me dio.»
Cuando estaba bajo hipnosis, le regresé al suceso responsable
de su mareo. Recordó una vida anterior como hombre en la
cual había sidó un alto militar español. Había habido un levantamiento
político, y él y sus seguidores habían sido capturados.
Por su posición, fue exiliado a una isla remota. Después de
permanecer ahí por largo tiempo, viviendo con el temor de que
sus enemigos vinieran a por él, vio un barco aproximándose a
la isla.
En este momento de la regresión, ella empezó a trastornarse
y se deslizó viviendo el suceso en lugar de limitarse a narrar los
detalles.
Mientras un pequeño grupo de hombres —un capitán y sus
marineros— se acercaban a la cueva en la que vivía, se alarmó
mucho, sabiendo que le matarían si no les daba cierta información
vital.
«Estamos hablando en voz muy alta el uno al otro. Quieren
algo pero no se lo voy a dar. El que está al mando está ordenándoles
que se maten. (Ella estaba a punto de perder el con79
trol, al volver a experimentar el pánico de él). Me golpearon
detrás de la cabeza con la culata de una pistola y cargó al suelo.
(Larga pausa). Estoy mareado... muy mareado. Estoy perdiendo
el conocimiento... todo lo que veo es rojo. Es mi sangre. Me
siento verdaderamente cansado... se limitan a pegarme. (Larga
pausa). Veo a la persona en el suelo. (Larga pausa). Ya no me
siento cansado... ya no me siento parte de eso.»
Ahora que ya había lidiado con el suceso que probablemente
había causado el anterior problema de la jaqueca y asociaba el
mareo, decidí averiguar quién era el «nosotros». El haberse ido
de la lengua era un chivatazo de que había alguien más con ella.
También era posible que la entidad con la que habíamos estado
trabajando durante las dos últimas sesiones no se hubieran
marchado.
Todavía estaba profundamente hipnotizada y disfrutaba estar
en la Luz siguiendo la muerte que había revivido. Le pregunté
qué quería decir con «nosotros».
«Hay otros conmigo. Me controlan. Están muy preocupados
porque tú les puedes hacer marchar. Son muy fuertes, y ahora
están enfadados contigo porque yo sé que están conmigo.»
La regresé al momento en que se unieron a ella. Recordó
estar en una mesa de operaciones cuando era niña, después de
ser golpeada por un coche.
«Algo cortante, de metal, me ha cortado. Me duele la parte
de atrás de la cabeza. Los médicos están temerosos. Respiro con
dificultad. Esto dura un rato. Caigo más y más. Me duelen los
brazos. Es difícil respirar... mi pecho es muy pesado y me duele
la pierna... caigo más profundamente. Tengo dificultades para
respirar. Siento como si apenas estuviera viva... Eso sucede
cuando otra persona viene con una vieja, oscura y arrugada cara.
Son tres. Toman el control. Me siento muy caliente cuando ellos
toman el control. Hacen que mi cuerpo se sienta a gusto. Hacen
que el dolor se vaya.»
«¿Estabas de acuerdo en que ellos tomarán las riendas?»
80
«No, simplemente vinieron. Dos mujeres y un hombre. El
hombre es muy viejo y está muy cansado.»
Hablé directamente con ellos, diciéndoles que su trabajo
había terminado. Habían salvado la vida de la pequeña-hacía
treinta y un años-pero ahora ya estaba bien. Ellos tenían que
pensar en su propio bienestar e irse con sus seres queridos que
habían venido a buscarles. Los tres se marcharon en cuestión
de segundos.
Una vez fuera de la hipnosis, Anne explicó que había estado
corriendo a través de la calle frente a su casa para reunirse con
su madre cuando le golpeó el coche. Le llevaron al hospital y
estuvo en coma durante unos cuantos meses-no se esperaba que
viviera. A sus padres les dijeron que si sobrevivía, nunca sería
normal, no podría comunicarse con nadie, y probablemente
tendría que vivir en el Hospital Infantil el resto de su vida.
Anne hizo una mueca mientras dijo, «Quizá no solamente
me ayudaron a salir de ese estado sino también a desarrollarme
normalmente. ¡Tenían buenas intenciones!»
La última y cuarta sesión de Anne tuvo lugar cinco días
después. Casi entró a mi despacho de un salto, estaba radiante.
Las cosas le iban extraordinariamente bien en el trabajo. Su jefe
se desvivía por explicarle las cosas y era mucho más flexible. Le
sorprendía qué ya no hablaba de él a sus espaldas. Si otros le
criticaban ella les hacía callar automáticamente. Decía que todo
lo que había sucedido antes —la depresión, pensamientos de
marchar y vender la casa— eran ahora como un sueño que se
iba desvaneciendo. De hecho, se había sentido verdaderamente
bien desde la última sesión. Tenía mucha mas energía, lo cual
veía como un verdadero beneficio.
Le sugerí que sería de gran ayuda para ella explorar su
relación con Bill, dado que eso había sido su carta de presentación
a mi despacho. Yo sentía que en realidad no sabíamos
mucho sobre qué eran el uno para el otro-sólo que él le había
matado a ella. Asintió y con una sonrisa de culpabilidad dijo,
«Tengo verdadera curiosidad por saber cómo se enteró del otro
81
hombre.»
Le regresé al momento en que Bill descubrió su relación con
su amante.
«La noche de la explosión... algunos caballos se acercan con
un carruaje. Es Bill. Me pregunta qué ha sucedido. La casa está
ardiendo. El está gritando. «¿Qué sucedió?» La gente corre
intentando apagar el fuego. Ahora él está corriendo dando órdenes
a la gente y me estoy sintiendo verdaderamente mal...
creo que encontraron el cuerpo. Sí, lo creímos todos. Yo lo estoy
mirando también. El está mirando a la caja fuerte. Está abierta
y está mirando a ver que falta. Mira a todos los que están en la
habitación. Se percata de mí. Siempre confió en mí. (Larga
pausa). Yo era como una hermana para él. Crecimos en la
misma familia. (Llora). Por eso confiaba tanto en mí. Nos criaron
juntos. Me está mirando sospechosamente. Le cuesta creerlo,
sin embargo, pero no obstante hay suficiente duda.»
Le pregunto que está sintiendo.
«Nunca debí traicionarle. El confiaba en mí», contestó, llorando
mucho.
Siguió con la regresión, describiendo como él había cuidado
de ella y le había protegido —arropándola con su devoción.
Después del incendio ella se quiso mudar a otra ciudad pero él
le negó su permiso. En otra ocasión, después, ella se le enfrentó
según salían de la iglesia un domingo, diciéndole que se marchara
definitivamente. El discutió con ella. Ella estaba firme. El
se volvió irracional, hasta el punto de «volverse loco» y terminó
por atacarla. Revivió su muerte otra vez, añadiendo que se dio
cuenta de que no quería vivir mientras él le pegaba. Escapó de
su culpa y de la trampa en la que creía encontrarse al salir de
su cuerpo.
Según concluiamos la sesión, Anne comentó, «He pensado
que por qué no esperé a que pasara en lugar de acudir buscando
ayuda. El va estar ausente durante tres meses para montar otra
oficina de ventas en Japón —y se marcha dentro de dos semanas
nada más! Si yo hubiera esperado, nada de esto hubiera suce82
dido, porque la presión hubiera desaparecido.»
«Anne, he llegado a la conclusión de que todo el mundo
busca ayuda en el preciso momento en que es mejor. ¡No hay
accidentes! Si hubieras esperado, cuatro almas perdidas continuarían
apresadas aquí en el plano terrenal, y Bill y tú no
hubieráis llegado a vuestra paz, que probablemente es una de
tus razones de ser de esta vida. Te has curado a ti misma
espiritualmente, y le has ayudado a él. Me pregunto si no había
seres altamente involucrados, tus guías, que te inspiraron a darte
una oportunidad de ser liberada no sólo de las posesiones, sino
también de los recuerdos negativos del pasado.»
Aparentemente el problema estaba resuelto, y las dos acordamos
que esta sería la última vez que estaríamos juntas, a no
ser que surgiera otra cosa.
83
9. CASO-ESTUDIO – PETER
ESTE ES UNO DE MIS CASOS MAS FASCINANTES DE posesión,
quizá porque no fue de fácil y rápida solución. Como resultado,
el caso demuestra plenamente la intrigante conjugación de las
personalidades de los espíritus posesores y sus problemas con
los de los pacientes poseídos. Además el caso de Peter es particularmente
interesante por el número, persistencia y variedad
de espíritus que encontraron alojamiento temporal en él.
Conocí a Peter por primera vez cuando vino a mi despacho
a principios de otoño de 1983, había sido mencionada por un
amigo que sabía de mi trabajo. Iba en busca de consejo psicológico-
con idea de explorar una vida pasada-como medio para
lidiar con sus múltiples problemas personales.
Peter era un hombre alto, musculoso de treinta y cinco años,
con bigote, pelo negro y ojos oscuros. De golpe me dio la
sensación de una persona que sufría de abatimiento, temor y
culpabilidad. Tenía el aire de un animal atrapado y sus ojos
evitaban los míos cuidadosamente, moviéndose rápidamente por
el despacho.
Según escuchaba los detalles de su vida durante nuestras
primeras y escasas sesiones, quedó claro que cada área era un
caos.
Analista de computadores Peter había subido rápidamente
los peldaños desde un puesto en la plantilla hasta vice-presidente.
A pesar de su éxito rápido, sus problemas emocionales y de
personalidad estaban minando su confianza en sí mismo, amenazando
su carrera. Se describió a sí mismo como un «manojo
de nervios». En especial sentía ansiedad y temía a los grupos.
Esto constituía un problema porque tenía que dar charlas periódicas
a altos ejecutivos de su compañía y de otras.
Habló de que frecuentemente padecía serios ataques de
ansiedad antes de las reuniones, y en una ocasión —en un pánico
84
ciego salió corriendo de una sala llena de ejecutivos. Describió
otros varios ataques de ansiedad que había padecido mientras
conducía entre el tráfico en horas punta en San Francisco, durante
los cuales de hecho tuvo que echarse a un lado de la calle
por miedo a marearse. Estos ataques eran una manifestación de
la amplia gama de síntomas físicos, desde palpitaciones y sudores
hasta náuseas y mareos.
Peter habló de que muchas veces había falseado su horario
para evitar las temidas charlas, sabiendo todo el tiempo que se
estaba privando de oportunidades para avanzar, así como fallar
en sus obligaciones y responsabilidades para con sus patrones.
Otras veces, sin embargo, funcionaba brillantemente en reuniones
importantes, hablando y comportándose con total seguridad
y aplomo. Cuando le pedí que me explicara por qué era tan
errático, se sintió totalmente perdido.
Otro problema le preocupaba incluso mucho más. Tenía una
creciente imposibilidad para concentrarse y recordar detalles, y
aseguró que su memoria se había reducido en un cincuenta por
ciento. A menudo perdía el hilo de las conversaciones y no podía
tener la mente fija en su trabajo o leyendo más de cinco minutos
seguidos. Para poner las cosas peor, muchas tardes le era imposible
recordar fragmentos enteros del día; a ratos horas enteras
estaría completamente en blanco. Podía dar cuenta de ellas sólo
mediante referencias a los registros diarios o preguntando a sus
compañeros qué habían hecho.
Porque aumentaban sus temores de fallar, Peter había empezado
a dilatar su trabajo, y estaba convencido de que si seguía
así terminaría loco.
Por si fuera poco estaba también crónicamente incapacitado
para llevarse bien con las mujeres. Iba por su tercer matrimonio.
que estaba fallando por momentos. Su mujer, Betty, ya no le
atraía sexualmente aunque él alegaba que era físicamente bella.
Estaba aterrorizado pensando que quizá era un homosexual
reprimido. Al mismo tiempo, estaba fanáticamente celoso de
85
Betty y se resentía del interés que los hombres tomaban por ella
cuando iban a fiestas. A menudo le acusaba de flirtear, y esto
a veces conducía a desagradables confrontaciones casi físicas.
Después se sentía culpable y lleno de remordimientos.
Conforme Peter se sentía más a gusto conmigo, admitió que
estaba preocupado por la bebida. La bebida en exceso había
constituido la mayor parte de su vida durante años. Bebía prácticamente
todos los días y veía la bebida como un verdadero
desahogo de sus temores y ansiedades.
Aunque procedente de una familia de clase media con un
banquero por padre, Peter siempre había preferido beber entre
trabajadores en los peores establecimientos. Mientras bebía,
su habitual naturaleza agradable se tornaba en amarga.
Se ponía extremadamente sarcástico y daba lugar a peleas de
bar.
Por lo que yo he aprendido de la relación entre la bebida y
la entrada de espíritus, mis sospechas cada vez eran mayores de
la posibilidad de la posesión como causante de sus problemas.
También, anoté cuidadosamente la rara dualidad que concurría
en la mayor parte de sus experiencias problemáticas de la vida.
Quería a su mujer, pero no se sentía atraído por ella y la
maltrataba. Era compasivo y adorable, pero tenía un temperamento
terrible y ocasionalmente la tomaba con animalitos inocentes,
compañeros de juegos, amigos y amantes. Era altamente
competente en su trabajo, pero se sentía falto de ingenio e
indigno.
Además de estos sugerentes rasgos de personalidad y síntomas,
Peter había tenido varias experiencias distintivas que parecían
ser serias pruebas para sostener la hipótesis de la posesión.
He aprendido que las personas muy sensibles son especialmente
propensas a la posesión, y de niño había padecido varias
experiencias físicas. En el primer curso predijo el ataque de un
perro que de hecho tuvo lugar unos días después. Años después
tuvo la premonición del suicidio de una tía favorita.
Peter admitió sentirse a menudo gobernado por dos perso86
nalidades diferentes, una benigna y otra maligna. Desde su niñez
tenía pesadillas de un hombre embrujado y demoníaco que le
miraba.
Recordó que a lo largo de su vida en el deporte, cada vez
que tenía la oportunidad de un gran éxito, se autolesionaba. Se
había herido la rodilla seriamente cuando intentaba entrar en el
equipo de football del colegio universitario. En el bachillerato,
una lesión de ligamentos de la espalda le habían apartado del
campeonato de boxeo del estado.
Frecuentemente, cuando estaba hablando con alguien, tenía
la sensación de que otro ser estaba hablando por medio de él.
Incluso a veces sentía que en realidad no estaba ocupando su
cuerpo sino como si se «hubiera echado hacia atrás y a la izquierda
de mi cabeza como a un pie.»
Esa sensación me trajo a la memoria inmediatamente comentarios
similares de otros pacientes que luego resultó habían
estado poseídos.
Durante nuestra tercera sesión sugerí que utilizáramos la
hipnosis para ver si había espíritus poseedores. Peter parecía
alarmado ante la posibilidad, a pesar de mi cuidadosa explicación
del concepto de la posesión y la importancia que una
desposesión podía tener. Dubitativamente accedió a intentarlo.
Resultó ser un sujeto hipnótico excelente. Entro rápida y
fácilmente en estado hipnótico y acepto mi sistema de comunicación
por signos con los dedos. Una comprobación mediante
señales con los dedos indicó inmediatamente que sí tenía un
cierto número de espíritus con él —seis o más— y cuando pregunté
si alguno había estado con él desde la niñez, el dedo «sí»
se levantó.
Efectué una sencilla desposesión, después de la cual sus
señales con los dedos dejaron ver que al menos tres entidades
aún permanecían. Le pedí que me dejara hablar con las entidades
remanentes y me aproximé como solía hacerlo habitualmente:
87
«¿Por qué os estáis imponiendo en la vida de este hombre,
causándole problemas, cuando sabéis que habéis pasado por el
cambio llamado «muerte» y que deberíais estar progresando en
vuestras propias vidas de espíritus?» pregunté.
Llegaron dos respuestas diferentes, bastante claras de tono.
Una era algo que había oído muchas veces antes de entidades
posesivas: «Tengo miedo», bisbiseó una voz temblorosa. «No sé
qué me va a suceder. No quiero marcharme.»
Pero la otra respuesta me sorprendió con su breve pero seco
sarcasmo. «¡Y qué!» De repente me di cuenta de que Peter y
yo teníamos nuestro trabajo cortado.
Hice una pausa y a continuación realicé nuevamente mi
procedimiento estándar de desposesión, explicando detalladamente
la naturaleza de la experiencia espiritual, el aprendizaje
y curación que tendría lugar en el reino espiritual, y luego
invocando a amigos íntimos o familiares para que nos ayudaran.
Antes de sacar a Peter del trance hipnótico, realicé una
comprobación rápida con las señales de los dedos para buscar
entidades. Resultó negativa; según su subconsciente no había
más espíritus en su aura o cuerpo.
Una vez fuera del trance dijo que se sentía relajado y refrescado.
Comentó que tenía la clara sensación de que una de
las entidades había sido muy fuerte. Se marchó sintiéndose muy
optimista.
Al principio de nuestra siguiente sesión, una semana después,
Peter declaró sentirse mucho mejor. Aún sufría de ansiedad,
pero menos agudamente, y su relación con su mujer parecía
haber mejorado en cierto sentido.
Pareció disgustado cuando le sugerí que realizáramos otra
comprobación de espíritus. Expliqué que a menudo las entidades
parecían haberse marchado al primer intento y que a veces otras
«salían de su escondite» sólo gradualmente.
Rápidamente entró en trance y, tal y como había sospechado,
las señales con los dedos indicaron que desde luego había
88
más con él.
En esta ocasión, establecí contacto rápidamente con uno que
dio a conocer su nombre claramente como Joseph Biddle y sabía
exactamente por qué estaba con Peter: «Le odio y le voy a hacer
pagar por lo que él me ha hecho a mí.»
«Te estás haciendo daño a ti mismo también», repliqué.
«No me importa. Merece la pena si le puedo hacer pagar.»
Le pedí a Joseph que regresara al momento de su muerte.
Contó que estaba solo en un hospital de Kansas. Estaba furioso
cuando murió. Al parecer se había casado con una mujer más
joven que le había dado un hijo, pero se había escapado con el
niño. Había llevado el dolor de esa experiencia el resto de su
vida y sentía especial amargura por los bebés.
Le pedí a Joseph que se pasara al momento en que su
espíritu abandonó su cuerpo. Contó ver su cadáver acabado
tendido en la cama, permaneciendo junto a él por algún tiempo,
y luego moverse por los corredores del hospital.
«Veo a un bebé diminuto, un recién nacido. Pienso que
quizá es mi bebé. Y sé que puedo hacerle pagar al bebé por
haberme abandonado. Me uno al bebé. Desde entonces he estado
con él.»
Inmediatamente supe que ésta era una entidad muy importante
en la vida de Peter, y podía explicar sus iras periódicas y
crueldades.
Pacientemente le expliqué a Joseph el riesgo de su situación
espiritual: de qué manera estaba prolongando su propia miseria
así como inflingiendo miseria sobre un ser humano que nada
tenía que ver con sus problemas. Llamé a espíritus amigos para
que vinieran a guiarle. Joseph pronto vio a su hermana y partió
con ella.
Antes de sacar a Peter de la hipnosis pude tomar contacto
con un espíritu más. Al contrario de Joseph Bidde, éste estaba
confuso sobre quién había sido o qué estaba haciendo con Peter
—de hecho, estaba confuso, casi estupefacto.
89
«Venga, vamos a echar un trago», repetía alegremente la
entidad, «Vamos a Rocky's a divertirnos un poco.»
Me enteré que había sido operador de maquinaria pesada
en su anterior vida, con un claro gusto por la botella. Aparentemente
había estado con Peter desde su niñez. Lo último que
podía recordar de su vida era que estaba manejando un tractor
Gaterpillar en un terreno de edificación.
Hubo que animarla bastante para que se marchara.
Cuando Peter estaba fuera de la hipnosis, discutimos los
últimos descubrimientos. Estaba muy seguro de que Joseph
Biddle había ejercido una gran influencia sobre su vida. Recordó
sus tempranas imágenes en sueños de un viejo hostil. Estaba
menos seguro acerca del operador del Caterpillar. Acordamos
que quizá esa entidad podía explicar lo de su bebida y su fascinación
por el rudo estilo obrero. Abandonó esa sesión sintiéndose
esperanzado y entusiasta.
Sin embargo, en nuestra siguiente sesión el operador de grúa
apareció de inmediato cuando Peter entró en trance.
«Todavía estás aquí. Cómo te llamas» pregunté.
«Lou, creo.»
«¿Pero por qué estás aún aquí con Peter?»
«Me deja beber. Puede ser divertido, y puedo hacerle ir a
los sitios de mi tipo.»
«¿Qué tipo de sitios?»
Ya sabes, un lugar que tiene en él hombres de verdad que
saben beber y no un montón de camisas embutidas.»
«¿Has estado con Peter durante mucho tiempo, no es así?»
«Sí, supongo que sí.»
«¿Pero tú sabes que debes marcharte, no?»
«¿Por qué?»
Le expliqué la situación porque él estaba evidentemente
confuso y creía que aún estaba vivo en su propio cuerpo.
Nuevamente, le llevé al momento de su muerte en su última
vida. Describió un accidente en el cual el Caterpillar rodó
sobre él.
90
«Moriste en ese accidente.»
«¿Sí?», replicó incrédulo.
«¿Qué sucedió después de eso?»
Yo vi a un niño pequeño jugando en un jardín trasero.
Parecía bastante agradable y amistoso. Y yo me sentía solo-y
perdido. Así es que me acerqué a él.
Finalmente le quedó claro a Lou lo que había sucedido de
verdad. Dijo que sentía el daño que le había causado a Peter y
preguntó cómo podía seguir adelante. Le dije que mirara alrededor
para ver si veía a alguien conocido. Vio a su mujer, de la
que creía que había muerto odiándole por la bebida. Dándose
cuenta que ella le había perdonado, se marchó feliz. Esta vez
tuve la sensación de que se había ido para siempre.
Tenía la esperanza de que hubiéramos llegado a la raíz de
los problemas de Peter y así se lo dije.
Sonrió débilmente. «Así lo espero yo también», dijo, «pero
algo raro sucedió cuando salía de la hipnosis esta vez. Algo
dentro de mí, alguna parte de mí, pareció reírse. No podía decir
si era sólo mi imaginación o qué. Pero parecía decir, «Te he
engañado otra vez, todavía no te has dado cuenta de que estoy
aquí.»
Peter se marchó preguntándose si conseguiría ayuda desde
este ángulo. Cuando se fue, me quedé preguntándome si seguiría
el tratamiento lo suficiente como para alcanzar la cura que era
posible.
En nuestra siguiente sesión se sonrió al decirme lo mucho
mejor que se había sentido durante esa semana-especialmente
porque no había tenido ningún deseo de beber. Frunciendo el
ceño dijo que su carencia de apetencia sexual por su mujer
estaba causando estragos en su matrimonio. Rápidamente sugerí
la hipnosis y, después de tanta práctica, Peter cayó rápidamente
en un profundo trance.
Al principio, cuando pregunté si había espíritus presentes,
sus señales con los dedos indicaron un «no», pero cuando pre91
gunté si algunos se estaban «escondiendo» un «sí» surgió como
respuesta.
«¿Puedo hablar contigo?», pregunté.
«No está preparada para hablar contigo, tiene miedo», dijo
Peter en una somnoliente monotonía.
«Entonces háblame de ella.»
«Es rubia, bonita, pero tímida y callada. Está muy sola. No
sabe por qué es tan desgraciada; pensó que le gustaría estar
conmigo, pero no le gusta hacer el amor con mi mujer. ¡Lo
odia!»
«¿Sabes cuánto tiempo ha estado contigo?»
«Creo que no.»
«Quizá hable conmigo.»
Peter estaba callado, y yo esperé. Después de un minuto
pregunté, «¿Está dispuesta a hablar conmigo ahora la mujer que
está con Peter?»
«Sí, estoy aquí», surgió la voz de Peter, más suave, más
vacilante, casi femenina.
«¿Cuál es tu nombre?»
«Laurie. ¿Pero, por qué estoy aquí?»
«Eso es lo que estamos intentando averiguar, Laurie.»
Mientras le preguntaba con suavidad, pude descubrir que
esta entidad había conocido a Peter en una fiesta, hacía cinco
años, poco antes de conocer a su actual mujer.
Se había sentido atraída inmediatamente hacia él, a causa
de su naturaleza dominante y agresiva. Recordó haberle visto
entrar en una fiesta con una chica de cada brazo. Después, se
obligó a sí misma a caminar hasta él, y presentarse, y estuvieron
media hora hablando juntos.
Ella murió en un accidente de coche que tuvo de regreso de
la fiesta, cuando iba a su casa.
Le expliqué con cuidado a Laurie que al quedarse con Peter
estaba retrasando su propio regreso, el de ella misma, a la vez
que le causaba un daño inmenso a él.
92
Dijo: «No me había dado cuenta de eso. Lo siento.»
«Por ese motivo, debes marcharte. Será mucho mejor para
los dos.»
«Pero no me puedo ir. ¿Adonde podría ir? Es muy solitario.
»
Iba a seguir intentando persuadirle cuando Peter dijo: «No
se irá. No quiere escuchar lo que le vas a decir. No te va a
escuchar más.»
Intenté comunicarme con ella más tiempo, inútilmente.
Cuando salió de la hipnosis, Peter se acordó que había
conocido a Laurie. Estaba asombrado de que un encuentro tan
corto le hubiera llevado a su posesión. Pero también recordó
que poco después de haber conocido a Laurie, sus sentimientos
hacia las mujeres habían experimentado un cambio gradual y
sutil.
Nos encontramos ahora con el problema de cómo convencer
a Laurie para que se marche. Peter también dijo que a medida
que salía del trance, había vuelto a sentir la presencia de una
personalidad fuerte y malévola, que se estaba mofando de
nosotros.
Durante las semanas que siguieron, nuestras sesiones dejaron
mucho que desear. Intentamos en varias ocasiones, y sin
éxito, atraer a las entidades. Peter tampoco sentía una sensación
extraordinaria de presencias extrañas, tanto bajo hipnosis, como
en su vida cotidiana.
La relación sexual con su mujer había mejorado. Las cosas
le iban bien en el trabajo, y seguía sin sentir deseos de alcohol.
Durante estas sesiones, trabajó mucho sobre sus sentimientos
interiores de inutilidad, culpabilidad, e inseguridad. Pero por
lo general, parecía que las cosas le iban tan bien que yo estaba
comenzando a creer que ya no albergaba espíritus. Quizá le
habían abandonado espontáneamente, por sí mismos. En la
creencia de que sus problemas residuales podrían remediarse
con las herramientas habituales de la psico-terapia, comencé a
93
explorar sus primeras relaciones con su padre y su madre.
No obstante, seguimos utilizando durante cada sesión un
periodo de hipnosis con carácter rutinario, con la esperanza de
restablecer contacto con Laurie, y cotejar la presencia de otras
posibles entidades.
Entonces, en nuestra primera sesión en diciembre, conseguimos
casi sin sospecharlo una entrada.
En los primeros minutos del trance hipnótico, la voz de Peter
cambió imperceptiblemente de tono. «¿Todavía no sabe que
estoy aquí, verdad?, dijo con deleitación.
Reconocí inmediatamente la misma voz burlona que había
oído meses antes.
«¿Cuánto tiempo ha estado con Peter», le pregunté, con la
esperanza de una respuesta.
«Lo suficiente como para conocerle bien, algo más de cuatro
años.»
«¿Por qué se ha quedado con él tanto tiempo cuando sabe
que lo único que consigue es hacerle daño, y hacérselo a Vd.
mismo? En estos últimos meses ha tenido muchas oportunidades
de marcharse.»
«No me querrían. He hecho algunas cosas malas. Si me fuera
allí, tendría que cambiar.»
«Pero en cualquier caso tiene que cambiar. No puede permanecer
aquí. Mire a su alrededor. A lo mejor hay alguien que
conoció alguna vez, y que ha venido a buscarle. ¿Ve esa Luz?»
«He visto la Luz muchas veces y he visto a mi madre cerca
de ella. Pero siempre huyo. No quiero enfrentarme con ella, y
tengo miedo de lo que me puedan hacer.»
«No harían nada que le hiriese.»
«No lo sé.»
Aunque me daba cuenta de que no llegaría a ningún sitio
con este enfoque, me animó pensar, no obstante, que había
establecido un diálogo con esta entidad tan recalcitrante. Le pedí
que retrocediese al último período de su vida. Me dijo que había
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vivido en San Francisco con su madre a principios de siglo.
«Mi nombre es David», dijo. «No recuerdo de qué vivía,
pero sí sé que practicaba la magia negra, y que llegué a tener
mucho poder. Dirigía un grupo de adoradores de Satán. Mi
madre nunca lo supo. Pero si lo supiera me odiaría eternamente.
Yo he destrozado muchas vidas.»
«Se le puede ayudar después en el mundo espiritual», le dije,
«pero ahora debemos parar la destrucción de otras vidas. Progrese
en el tiempo. Permítase recordar su muerte.»
¡La tierra se está moviendo, es un terremoto! Acaba de caer algo
sobre mi cabeza, parte de un edificio. ¡Estoy sepultado por los
ladrillos! Contemplo mi cuerpo sin vida y quiero regresar dentro de
él. Siento que me han robado la vida. (Una pausa larga).
Vi la Luz, la misma que he visto muchas veces desde entonces, y
oí voces de personas que venían a por mí. Pero tuve miedo y les di la
espalda.
Lo siguiente que recuerdo es que me encontraba con un hombre
cuyo trabajo consistía en limpiar las calles. Me uní a él para
permanecer vivo, aunque no fue una elección muy buena, y el trabajo
era horrible. Este hombre murió de muerte natural, prematuramente.
Después, me uní a muchas, muchas personas. Me di cuenta de que
podía unirme a ellos y separarme cuando quisiera. Era interesante.
Cuando me sentía aburrido o deprimido, sencillamente me marchaba,
y buscaba otra persona a la que pudiera unirme.
Hice muy desgraciadas a la mayoría de estas personas. A algunas
les di poder, otras se interesaron mucho por lo oculto, pero todas
caían en depresiones, y entonces no me gustaba permanecer mucho
junto a ellas.
«¿Cómo se juntó a Peter», pregunté.
«Estaba bebiendo en un bar de San Francisco. Aunque se
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encontraba en compañía de algunos amigos, se le notaba retraído
y desgraciado. Me di cuenta de que era débil, y que sería
fácil juntarse a él. De hecho ya había conocido a Satán.»
Cuando Peter y yo comentamos lo que se había revelado
bajo hipnosis, de repente agachó la cabeza avergonzado, y me
contó que durante la adolescencia le habían intrigado las ciencias
ocultas, y que había leído varios libros sobre rituales satánicos.
Dijo que conservaba desde hacía años una estatuilla de yeso
pintada representando un Satanás con patas de cabra y barbudo.
Aunque la figurilla solía trastornarle emocionalmente, nunca se
había decidido a tirarla.
En la sesión siguiente pude ponerme en contacto con David
casi inmediatamente, y le pregunté: «¿Quiere permanecer en
este círculo sin fin, sintiéndose desgraciado y causando pena a
otras personas, cuando sabe que puede acabarse?»
«Todavía tengo miedo», dijo receloso.
Insistí en que no había nada que temer, y que cualquier
cambio sería un cambio hacia la felicidad y la alegría.
«¡Pero me odian!»
«Todo ese odio y esa vergüenza son sólo suyos, todo está
dentro de usted. Su madre le ama. Mire a su alrededor, a lo
mejor se encuentra aquí ahora.»
Pasaron algunos segundos, «Sí, está aquí. Quiere que me
vaya con ella y me perdona. Me voy a ir. Adiós.»
Con esas palabras, David, la entidad torturada, se marchó.
Tanto Peter como yo nos sentimos muy optimistas al final
de esa sesión. Al poner juntas las piezas del rompecabezas podía
hablar de la época en que se le había unido David, aumentando
los sentimientos de inseguridad y autodesprecio.
A lo largo de las semanas siguientes continuó aumentando
la autoestima de Peter. Sentía una confianza renovada en sí
mismo, y se dio cuenta de que era capaz de frecuentar y trabajar
con gente en su trabajo sin demasiada ansiedad. La relación con
su mujer mejoraba, y también su memoria.
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Durante nuestras sesiones seguimos utilizando la hipnosis
para controlar la posible presencia de entidades. Sin embargo,
las señales de dedos indicaban repetidamente que no había ninguna,
de manera que utilizaba el resto del tiempo de la hipnosis
para alimentarla con sugerencias positivas para su autoestima
mejorada.
A finales de enero, Peter se presentó para su sesión en un
estado de nervios y de incomodidad grandes. Estaba a punto de
sufrir un ataque de angustia que había comenzado justo antes
de salir de casa, para venir a verme. A medida que se acercaba
al edificio donde se encuentra mi despacho, se sintió preso de
un miedo que iba en aumento, e incluso podía oír una voz dentro
de él que le rogaba que regresara a casa. Durante el corto
trayecto, se le atascó la nariz, como si tuviera un fuerte catarro.
Tuvo que hacer gala de toda su fuerza de voluntad para entrar
en mi despacho, y permanecer allí.
Inmediatamente le puse en trance, pensando que quizá David
había recuperado su terreno. Las señales digitales indicaron
que en efecto se encontraba presente una entidad masculina, y
que necesitaba ayuda. Pero en vez de David, resultó ser un
espíritu superficial y bromista llamado Eddie Vineburg, quien
dijo tener veintisiete años y haberse unido a Peter en un bar de
Sacramento en 1978.
Al principio Eddie se negó a admitir que estuviese muerto.
Cuando le pregunté cómo se sentía cuando le llamaban «Peter»,
me contestó jovialmente: «Soy un cantante de rock, y la gente
puede llamarme como quiera mientras oiga mi música y pague
por escucharla.» ¡También se las arregló para señalar que pensaba
que yo era una «fresca» y que no le importaría salir
conmigo!
Resultó que en efecto había sido un modesto cantante que
había tocado en bares y clubs pequeños en Sacramento. Había
muerto quemado en un accidente de coche en 1978 justo antes
de unirse a Peter. Había quedado atrapado en el coche, y lo
último que recordaba de esa etapa de su vida era que tragaba
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un humo denso que le quemaba la nariz y la garganta.
Después del accidente se quedó cerca, contemplando su
cuerpo muerto. Pero el shock que sufrió al ver cómo los camilleros
retiraban su cuerpo calcinado en una ambulancia le obligó
a marcharse.
«Entonces me sentí muy solo y perdido, y me dirigí al bar
donde había estado bebiendo antes del accidente. Pero nadie
me hablaba, y ni siquiera pude atraer la mirada de ninguna de
las mujeres que había allí. ¡Me sentí como Gaspar, el fantasma
amistoso!»
Cuando vio por primera vez a Peter acodado en la barra,
Eddie pensó que parecía una «auténtica ganga», ya que estaba
tan callado y retraído. Pensó asimismo que podría unírsele fácilmente.
La soledad le impulsó a hacerlo.
Le pregunté a Eddie si se encontraba preparado para seguir
adelante, y me dijo que lo estaba. Cuando le pregunté si veía
allí a alguien que pudiera acompañarle, reconoció el espíritu de
una tía, llamada Sylvia, y entonces se fue.
Al salir del trance, Peter se sintió bien, y se habían disipado
todos los restos de su incipiente ataque de ansiedad. También
había desaparecido de manera increíble el atasco de nariz. Recordó
haber padecido un ligero cambio de personalidad en 1978,
cuando sintió un repentino interés por bandas de música y canciones
que antes no tenía. También se convirtió en un mujeriego,
y desarrolló un talento inédito para atraer a las mujeres y
llevárselas rápidamente a la cama.
En la sesión siguiente, cuatro días después, Peter me informó
que profesionalmente las cosas le iban muy bien, y que su
autoconfianza estaba en un punto alto. Sin embargo, los problemas
sexuales con su mujer habían resurgido repentinamente
como una venganza. Se había dado cuenta de que no sentía
ningún deseo sexual hacia ella, de hecho le repugnaba la idea
de hacer el amor. Cada vez que su mujer le tocaba, se incomodaba,
y ella se quejaba que incluso mientras dormía la rechazaba.
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Cuando se encontraba bajo la hipnosis, las señales digitales
de Peter demostraron que, como yo bien sospechaba, había una
entidad femenina dentro. Resultó ser Laurie, la joven que había
muerto en el accidente de coche.
«¿Por qué sigues con Peter?»
«Me siento atrapada y tengo miedo. No sé a dónde ir. Aquí
resulta todo muy solitario porque todo el mundo se ha ido.
Pero no puedo soportar que tenga relaciones sexuales con
Betty.»
«¿Estás preparada para irte ahora?»
«Sí.»
«Mira a tu alrededor. ¿Ves a alguien que venga a por ti?
Hay alguien aquí.»
«Hay una mujer mayor, una amiga de mi madre. Es una...
solía ayudar en los partos.»
«¿Una partera?»
«Sí.»
«¿Qué te está diciendo?»
«Me dice: "Venga, niña, es hora de marcharse ya. Deja de
estar tan triste. Ha llegado.el momento de comenzar un nuevo
día." Me marcho con ella ahora.»
Puesto que las señales digitales de Peter me indicaban que
ya no había más espíritus con él, le saqué del trance.
Me indicó que había experimentado la inmensa alegría de
Laurie cuando se marchó finalmente. Añadió que se había sentido
abandonada por todos los espíritus que se habían ido. Era
la única compañía que había conocido.
Peter se sintió profundamente aliviado, como si le hubieran
quitado un gran peso de encima. ¡Estaba convencido de que por
fin era libre! Pero a estas alturas yo ya había aprendido a adoptar
con él la actitud de «ya veremos».
A lo largo de varias sesiones después de la marcha de Laurie,
Peter me informó que su relación sexual con Betty seguía mejorando.
Conservaba intactas y fuertes su autoconfianza y su
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actividad profesional. El problema de la bebida también había
desaparecido. Era el momento de acabar del tratamiento, pues
había conseguido sus propósitos.
El complicado caso de Peter demuestra las complejidades
de la relación entre un ser humano vivo y los espíritus que
permanecen atados a la tierra. Su propia vida anterior como
miembro de una secta satánica le había creado un profundo
complejo de culpabilidad, que le hacía vulnerable a la posesión.
Las sucesivas entidades parásitas, empezando por el margo Joseph
Biddle, sencillamente le debilitaban aún más, aumentando
su vulnerabilidad. El hecho de que a los cinco años se le hubiera
unido el espíritu del alcohólico Lou sólo empeoraba la situación,
porque después —a través de la bebida— Peter abría continuamente
su aura a más posesiones.
Resultaba una presa fácil para los espíritus muy atormentados.
Se consumía de amargura, de temor, y de odio hacia sí
mismo. A medida que le iban poseyendo y amargando, se sentía
más incapaz para enfrentarse con la vida, profesional y personalmente.
Al final, los espíritus poseedores podían actuar fuera
de sus personalidades y atravesar directamente su conducta,
mientras que su propia personalidad quedaba progresivamente
aplastada y arrinconada.
Para Peter, el camino de regreso a la salud espiritual y
psicológica fue difícil y penoso. Comenzó con el desalojo de un
solo espíritu. Con las desposesiones sucesivas, su propio espíritu
se hizo más fuerte y mejor definido. Su regresión a la vida de
satanista le ayudó a desprenderse del profundo odio que sentía
hacia sí mismo, y de la proclividad subconsciente para la
posesión.
Liberado finalmente de todos los espíritus poseedores, Peter
encontró a su auténtica persona, y dio grandes pasos en su
camino espiritual.