Rexistiendo Jose Tombe Mopamopa 23
Rexistiendo Jose Tombe Mopamopa 23
Rexistiendo Jose Tombe Mopamopa 23
RESUMEN:
Diego Castrillón, un año antes de su muerte el 31 de mayo de 2009, así como de su novela
titulada José Tombé, esta ponencia se propone discutir las contradicciones presentes en la
relación entre la sociedad nacional y los pueblos indígenas, analizándolas a través del
contrapunteo constante entre las figuras, siempre ambiguas, de Diego Castrillón, así como la de
su creación literaria, el héroe indígena del suroccidente colombiano, José Tombé. Presentamos
nacional, al mismo tiempo que temen su levantamiento contra la explotación y negación a la que
han sido sometidos. La segunda supone que este sentimiento contradictorio aparece también en la
postura política del mismo Castrillón, como representante de las élites de la región en su papel de
gobernador del Cauca entre 1982 y 1986. Y en la tercera, argumentamos que esta representación
del indígena monumental andino, cuyos territorios han sido arrebatados, está presente tanto en la
1
Este colectivo está integrado por antropólogos, antropólogas y estudiantes de la antropología de la Universidad
Nacional de Colombia y la Universidad Javeriana.
1
novela de José Tombé, como en las tesis racistas de la primera mitad del siglo XX en Colombia,
defendidas por Laureano Gómez, Luis López de Mesa y otros pensadores, tanto liberales, como
conservadores. En suma, las riquezas del territorio colombiano que los indígenas niegan a los
ciudadanos colombianos, están escondidas en las montañas andinas: el suelo fértil de la montaña,
Las antropólogas argentinas Claudia Briones2 y Rita Segato3, con matices diferentes,
han sostenido que la eliminación o incorporación del pasado indígena a las historias
nacionales difiere de un lugar a otro. Briones4 sostiene que las estrategias políticas que la
construcción del Estado-Nación colombiano que desde sus inicios delegó en la iglesia, y
a ser “amparados” por la Ley 89 de 1890. Ésta contemplaba la manera en la que los “salvajes”
se incorporarían como “tribus gentiles” a la vida civil, y sujetas a las leyes de la República6.
2
BRIONES, Claudia. La alteridad del “Cuarto Mundo”. Una deconstrucción antropológica de la diferencia.
Buenos Aires: Ediciones del Sol, 1998.
3
SEGATO, Rita. “Identidades políticas y alteridades históricas: Una crítica a las certezas del pluralismo global”.
Runa 23: 239-275, 1999.
4
BRIONES, Op. Cit.
5
SEGATO, Op. Cit.
6
CORREA, Francois. (1990). "Derechos étnicos, derechos Humanos". En Encrucijadas de Colombia Amerindia.
Bogotá: ICANH, 1990, p. 320.
2
En Colombia, las conflictivas y siempre cambiantes relaciones entre los pueblos
indígenas y el Estado nacional, han estado atravesadas por la puesta en marcha de los planes
de incorporación del país al sistema capitalista, orquestado, apoyado y patrocinado por las
élites locales que, a cambio, usufructuaron los nuevos territorios usurpados y ocupados. A
principios del siglo XIX, el proceso de independencia trajo consigo intensos esfuerzos de
progreso, los pretendidos intentos por lograr la unidad nacional a través de la imposición de
una sola lengua, una sola religión y una sola cultura, desembocaron en cruentos procesos de
despojándolos de sus tierras e impulsando a muchos de ellos a trabajar como mano de obra
barata y obligando, a otros, a huir hacia las montañas para escapar a la persecución política.
Allí, muchos de ellos, lograron reconstruir sus vidas en una tensión constante entre la
integración y la autonomía.
Ahora bien, las diversas estrategias políticas estatales derivadas del intento por
acompañadas por una paralela producción literaria en dónde se les representó de cambiantes
modos. Según el crítico literario Blas Matamoro7, encargado de hacer el prólogo de la novela
“Los Ríos Profundos” del escritor y antropólogo peruano José María Arguedas, el panorama
respecta al indigenismo:
7
MATAMORO, Blas. Prólogo: entre el regionalismo y el boom. En: Los ríos profundos. Barcelona: Losada, 1998.
3
En un primer momento se encuentra el periodo indianista , a finales del siglo XIX,
una América prístina y armoniosa refuerzan la imagen del “buen salvaje” americano que
que parte del “atraso-primitivo” como característica esencial. De esta forma, la noción de
buen salvaje da paso a la categoría de “menor de edad” o “enfermo” que requiere la ayuda
tufillo persistente del primer momento que dota a las comunidades indígenas como
monumentalidad, erige a la figura del indio, a mediados de la década del treinta, como un
factor de progreso que debía ser “integrado a la nación mexicana9”. Este proceso desembocó
una categoría de la situación colonial, indicaría cómo la política indigenista equiparó al indio
no sólo con la idea de atraso, sino que le endilgó a este un papel como operador del retraso de
la sociedad nacional y por ello propuso eliminarlo o hacerlo transitar por el camino de la
8
MATAMOROS, Op. Cit., p. 11.
9
BARRE, Marie Chantal. Ideologías indigenistas y movimientos indios. México: Siglo XXI, 1983.
10
BONFIL BATALLA, Guillermo. “El concepto de indio en América: una categoría de la situación colonial”.
Anales de Antropología 9:105-124, 1972.
4
homogenización y la integración a través del mestizaje, lo que entendemos se ve reflejado en
Por último, Matamoro resalta como tercer periodo el indigenismo social. Este surge a
mediados de siglo XX y se compone de una mirada que entiende a las comunidades indígenas
como encarnación histórica de la explotación económica y dominación política por parte del
Es así como podemos comenzar a ubicar a la novela José Tombé -novela del
periodo, con ciertos matices que podrían llegar a reivindicar la rebelión indígena fruto de la
crítica a la situación de explotación por parte de las élites locales, que el autor resalta como
venganza “primitiva”, en una violencia instintiva por parte de las comunidades indígenas hacia
los terratenientes, lo que permite entender el carácter “moderno” de dicha representación que
nación en la historia narrada por Castrillón. De la mano del líder indígena José Tombé, el
autor payanés relata con gran destreza narrativa la lucha de los pueblos indígenas del Cauca
por su derecho a una vida digna en los territorios usurpados y ocupados históricamente por la
conformada por Pedro Calapsú, y su hija La Chola, ambos, indios terrazgueros en la hacienda
5
de don Hilario, reconocido terrateniente de la región. Este último pide en matrimonio a La
prometerla y ofrecerla a pesar de la relación amorosa que ésta sostiene con otro joven indígena
llamado Claudio Tombé. En un pasaje al respecto, donde sangre y raza se unen en la narración
para mostrar la relación entre el ser indio y el ser dominado, Castrillón narra que Pedro:
“Se sentía culpable de algo muy grave, algo que subyugaba la fuerza de su cuerpo y el impulso de su alma desde
cuando nació indio, y le impedía decir “no” al blanco, bien fuese Hilario u otro cualquiera11”
A pesar de que La Chola iba a ser entregada en matrimonio por la promesa ofrecida
por su padre al patrón, un día cualquiera, Hilario aparece en casa de La Chola e intenta
violarla. En su intento de fuga, Claudio Tombé irrumpe en la casa y se enfrenta con Hilario,
entierro, por lo cual se convierte en el detonante perfecto para la venganza. Castillón rescata
aquí parte de la cosmología indígena andina al explicar las creencias de la gente sobre cómo
las personas a las que no se les somete a los ritos funerarios “obligatorios” se convierten en
11
CASTRILLÓN Arboleda Diego. José Tombé: Novela Folklórica. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, (1973)
[1943], p. 24.
6
Internada en las agrestes montañas del Cauca, luego de huir del abuso sostenido y del
dominio despótico de Hilario, el asesino de su amado, La Chola tiene a su hijo José Tombé,
concebido antes del asesinato de Claudio y fruto del amor entre ambos.
derecho de los pueblos indígenas a la propiedad de sus resguardos y el odio visceral hacia un
hombre blanco que los despojó de sus tierras, sus alimentos e incluso su dignidad, lo cual los
llevó a reconstruir en las montañas del Cauca una vida política que se acercaba
significativamente al feudalismo.
explotación de los pueblos indígenas por parte de los terratenientes “blancos”. Esta causa justa
encabezada por el indio José Tombé, apoyada y reivindicada por el creador de la obra,
aparece, sin embargo, teñida por la motivación que impulsa su lucha: el odio y la venganza
contra el hombre blanco, alimentados desde su infancia por su madre ¿Cómo se revelan y
primera vez algunos años más tarde (1943), muestra las contradicciones de un joven
sólo en una de las regiones de mayor fuerza de la élite hacendataria del país, sino también en
7
medio del flujo de pensadores liberales. La reacción del joven Castrillón contra el dominio
liberal, según él mismo, suponía en él, como en otros jóvenes y amigos de su época, la
que un joven intelectual conservador construyera una novela en la cual el héroe trágico era un
Esta contradicción, sin embargo, debe ser vista a la luz de su propia trayectoria. Al
detallar sus lazos de parentesco en términos de la adscripción política de sus familiares, Diego
Castrillón indica que su padre, Hipólito Castrillón Arboleda, nieto del prócer Castrillón,
compañero de Santander y uno de los fundadores del Partido Liberal, era de filiación política
vez, nieta de Sergio Arboleda, era de filiación política conservadora. La herencia conservadora
de Diego Castrillón, de padre liberal y madre conservadora, fue entonces transmitida por la vía
de su madre.
No obstante, para matizar aún más los intentos de comprensión de la contradicción que
creación y ficción literaria, tampoco sobra decir que el autor mismo se ubica en la línea
política conservadora liderada por Marco Fidel Suárez, cuya defensa de los indígenas, según
Castrillón y escritor del prólogo de su obra. A sus 91 años, Diego Castrillón recuerda:
“Cuando en Bogotá hubo ese choque entre Quintín Lame con el maestro Valencia en 1922, o
1920, se encontró el maestro Valencia con Quintín Lame, en el momento en que el maestro
Valencia estaba haciendo un debate en el congreso contra Quintín Lame, entonces Quintín
8
Lame se presentó donde el maestro y le dice “preste esas cinco, maestro” el maestro le apretó
la mano y lo saludó. Como dos caballeros se trataron”12 . Y añade sobre la relación entre
Suárez y Valencia: “ellos estuvieron enfrentados dentro de sus tesis, de su posición política,
fuertemente enfrentados, pero no más. Marco Fidel Suárez fue el apoyo total de Quintín Lame,
él los entendió plenamente, y yo era partidario de esa parte”13. Así, aun cuando sus posturas
políticas, e incluso su papel como gobernador del departamento del Cauca durante la
influencias del pensamiento liberal promulgado por su padre parecen haberse filtrado también
Según Castrillón, la novela está construida sobre la base de sus propias memorias de
vida infantil y adolescente en la región de las montañas del departamento del Cauca, donde
convivió con familias indígenas cuyas casas y cultivos se encontraban dentro de los límites de
las haciendas de su propia familia. A pesar de la suposición de muchos, según la cual Tombé
sería una representación novelesca de Manuel Quintín Lame, Castrillón reiteraba algunos
meses antes de su muerte que la novela se escribió mucho antes de que el líder indígena páez
lograra algún levantamiento significativo. No obstante, Castrillón escribió más tarde una de las
primeras obras bibliográficas sobre Manuel Quintín Lame. Más aún, Castrillón afirmó conocer
al líder páez, poco después, en el ambiente de debates públicos convocados por el partido
etnohistoriador caucano, Lame disfrutaba de renombre y respeto entre los líderes intelectuales
del partido.
12
COLECTIVO ESTUDIANTIL REXISTIENDO. Entrevista a Diego Castrillón. Popayán, 2008.
13
Op. Cit.
9
Pero si Tombé no es una representación literaria de Quintín Lame, entonces, ¿cuál es el
Castrillón afirma que los levantamientos del líder páez eran hechos esperando a
José Tombé es, sin duda, la representación del temor blanco al levantamiento indígena, es la
No obstante, Castrillón rechazaba la hipótesis de los mismos indígenas, según la cual, las
tierras que ocupan en el Cauca son suyas por derecho ancestral. Para Castrillón, las
según la cual la toponimia de las comunidades y poblaciones indígenas son de origen quechua
y maya.
indígenas de la región al entregar sus propias tierras, heredadas de sus padres, a las
10
comunidades indígenas del Cauca para la expansión de sus resguardos. Luego, también afirma
como gobernador del departamento del Cauca. Resulta al menos contradictorio que un
representante de las élites de la región, en el partido más represivo de la historia del país, y
cuyos intereses parecen contrarios a los de aquellos líderes y organizaciones indígenas que
los pueblos indígenas de la región. Lo es todavía más si pensamos que dicha movilización, por
lo menos durante los años setenta y ochenta cuando los pueblos indígenas del Cauca lucharon
por la recuperación de sus antiguos títulos de resguardo, estaba motivada por argumentos que
contradecían la hipótesis sostenida por Castrillón según la cual los indígenas de la región no
son originarios de allí. Fue precisamente contra esta tesis que algunos autores como Friede,
Vasco, Bonilla y otros, escribieron trabajos que hoy se suponen referentes obligados de la
la relación entre ambos, delinea las claves para comprender uno de los puntos de clivaje que
estructuran la relación histórica entre los pueblos indígenas y la sociedad nacional: la lucha
por el territorio. El proyecto nacional inconcluso promovido por las élites nacionales y locales,
se ve truncado por la presencia de un indio que imprime atraso y barbarie, que marca con su
territorio ocupado, vivido y trabajado por un otro siempre ajeno, siempre aislado, siempre
11
otro; un territorio signado por el deseo blanco de eliminar la existencia del indio para
alimentar y darle vía libre a la añorada grandeza del desarrollo social, económico y político de
la nación colombiana.
colombiana ha construido en torno a lo indígena. La imagen del indio como un ser sin
sus personajes en el paisaje andino. Un entorno apacible, solamente interrumpido por los
sonidos de los animales y del viento y donde el diario vivir de los indios hace parte de esta
misma naturaleza. Pero además, en el relato permanentemente aparece la imagen del indio
bruscamente interrumpida por el indio enfurecido que trasgrede la tranquilidad del ambiente.
Locura que se manifiesta en la violencia y la traición no sólo contra los blancos, “contenida
por siglos”, sino también contra los suyos. Como en el egoísmo de Pedro Calapsú, que ante la
“Es un arranque de rebeldía que llena de cólera a Pedro Calapsú, el cual levanta su gruesa mano y golpea
brutalmente el rostro de La Chola. Ella vacila, pero evita caer y recibe humildemente el castigo15”
14
CASTRILLÓN, Op. Cit., p. 14.
15
Op. Cit., p. 16,
12
En este fragmento, además, se evidencia otra imagen que aparece de manera recurrente
en José Tombe: la del indio resignado. El indio que ante el sufrimiento por los atropellos del
terraje y los abusos del blanco, encuentra su redención en el silencio, ese que alimenta la
nostalgia de su vida en los páramos. Pero que también se acumula en un odio ancestral, que
Castrillón describe con detalle los sentimientos de angustia, indignación y tristeza que
genera esa situación de subyugación del indio frente al blanco como también la ansiedad que
le genera al indio perder su tierra. Asimismo, visibiliza otra imagen del indio asociada al
trabajo que funciona de manera doble: por una parte, aparece un indio trabajador y, por otra,
un indio que en palabras Hilario aparece como un “indio desgraciao (que) no hace sino joder.
Michel Taussig17 propone que en Colombia la historia de las relaciones entre el blanco
y el indio se ha construido en base a una geografía de sentidos o una topografía moral que se
refiere a las representaciones construidas por unos y otros en el marco de procesos históricos
indio es tanto un ser salvaje, producto de la naturaleza, pero al mismo tiempo poseedor de
16
Op. Cit., p. 20.
17
TAUSSIG, Michael. Shamanism, Colonialism and the Wild Man: a Study in Terror and Healing. Chicago:
Chicago University Press, 1987.
13
Cuando José Tombe, el indio fuerte y agreste irrumpe por primera vez en la novela, el
asombro de los blancos del pueblo se mezcla también con el miedo y el misterio:
“El acontecimiento fue muy sonado porque el alcalde desplegó policías en la persecución del agresor, de
quien nadie volvió a saber. Se afirmó que era José Tombé, el hijo de la Chola Calapsú […] Con todo,
desde entonces comenzó a hablarse de José Tombé con respeto y a rodearlo de una aureola de misterio. Se
llegaron hasta a crear historias fantásticas y, los blancos, instintivamente temerosos, le atribuyeron
Esta topografía moral se nutre en todo momento del espacio que habitan los personajes
en la novela: los indios como parte del monte, del páramo, que cuando bajan al pueblo, donde
habita el blanco, son humillados, hasta que los indios guerrilleros liderados por José Tombé
bajan a asesinar. Pero al final de sus escaramuzas, su huida siempre es hacia el monte, donde
por su conocimiento saben dónde esconderse de los militares y policías blancos que los
persiguen.
de lo misterioso.“¿No ve que los indios semos del monte y ellos no?19” le cuestiona Tombé a
18
CASTRILLÓN, Op. Cit., p. 48.
19
Op. Cit., págs. 64-65.
14
Blancos e indios consideran que sus enemigos siempre son los mismos: Todos los
blancos son los mismos, siempre amenazantes e invensibles20 intuye José Tombé. Pero en la
novela es claro que los personajes, particularmente los indios, escenifican papeles ambiguos
que reflejan las imágenes que el blanco crea sobre ellos. La principal diferencia está entre el
primer y el último personaje que aparece en la novela: Pedro Calapsú y José Tombé. Ambos
marcan además una escisión cronológica en el relato. La primera parte, la del indio resignado
envalentonado, claramente representado en José Tombé. Lo que marca la transición entre una
y otra parte, es el personaje de La Chola Calapsú, aquella india en un inicio vulnerable y frágil
que después de la muerte de Claudio Tombé, su compañero, a manos del patrón Hilario, se
convierte en la mujer resentida y fuerte de la otra mitad del relato. Antes que José Tombé, fue
Pero la lucha de José Tombé también evoluciona en la novela. Las misteriosas mingas
donde todo horizonte de reivindicación se pierde por el deseo animal de asesinar a los blancos.
Este tenaz cambio es impulsado por la traición de Eloy Cuaji, representación del indio
ternura, encierra la maldición por el accionar de su padre. Finalmente, Castrillón nos lleva a un
Tombé y su lucha es el reflejo de la incapacidad innata del indio por controlarse, de su instinto
salvaje y brutal.
20
Op. Cit., p. 154.
15
Esta contradicción se presenta de manera explícita en las tesis de Laureano Gómez y
Luis López de Mesa, sobre la necesidad de eliminar las “razas” indígenas del territorio
colombiano. La razón que estos autores argumentaban para ello era la idea según la cual, tras
haber sido despojados del dominio de sus territorios y sus culturas e imperios monumentales
en la colonia, los indios guardan un odio transgeneracional contra los blancos, contra la nación
región (agrícolas, mineros, y de otros recursos naturales). Este odio y negación se esconden en
grandeza de las montañas: grandeza perdida o desperdiciada en manos del odio indígena que
(por la cual Tombé es derrotado en la novela), sino a través de una actitud desidiosa que
traduce la decisión indígena de entregar al blanco sus riquezas, pero su imposibilidad material
deseo de la “raza indígena” y la espera por un nuevo líder, como Tombé, quien aliente y lidere
21
GOMEZ, Laureano. Interrogantes sobre el progreso de Colombia. Conferencia dictada en el teatro municipal de
Bogotá. Bogotá: Editorial Revista Colombiana (1970) [1928]. Crf. CAVIEDES, Mauricio. (2011). Oro a cambio de
espejo: discurso hegemónico y contra-hegemónico del movimiento indígena en Colombia, 1982-1996. Bogotá: Tesis
Doctoral. Doctorado en Historia. Universidad Nacional de Colombia.
22
CAVIEDES, Op. Cit.
16
El levantamiento liderado por Tombé finaliza en una derrota dramática y ridícula al
mismo tiempo, en la cual, los indígenas rebeldes se toman el control del pueblo de los blancos
y, tras embriagarse, son derrotados por el ejército y la policía. Tombé pierde el control de sus
Pero este fracaso se anuncia en la contradicción vivida por Tombé entre la vida
indígena y la vida como líder de un mundo arrebatado a los blancos. Tombé vive esta
ambigüedad en cada momento de su vida: está presente en las mujeres a las que ama y que le
aman, en su posición como líder. También está presente en su derrota final, y en su propio
nacimiento, como hijo de una madre indígena violentada por el hacendado déspota, bajo cuyo
de la vida indígena, del discurso político indígena, la memoria de sus líderes, la división
interna de las organizaciones indígenas y la relación de amor y odio entre estas organizaciones
Desde esa perspectiva, la novela puede ser entendida como un reflejo en un momento
muy temprano, una visión casi premonitoria, de las divisiones internas que afectan
históricamente al movimiento indígena: tanto las rupturas internas por el control del liderazgo,
como el debate sobre si incorporarse al poder blanco o conservar un poder autónomo indígena,
aquí que la novela de José Tombé no sólo fue escrita antes de los levantamientos de Lame,
17
sino mucho antes de la creación del CRIC y AICO, dos de las principales organizaciones
por Tombé. Es, pues, uno de los elementos centrales del análisis sobre los movimientos
indígenas y la manera en que eran vistos por las élites de la región en la década de 1940. Una
oscilación constante que se mueve entre la ambigüedad de los indígenas por articularse a la
sociedad nacional y ser aceptados por ella, a la vez que desean huir de ella.
¿Puede ser vista la derrota indígena como parte del miedo elitista al levantamiento
Un hecho actual que nos permite evidenciar esta relación y la ambivalencia en las
imágenes que las élites y la sociedad en general han construido sobre lo indígena, fue la
“recuperación” que las comunidades indígenas del norte del Cauca hicieron del cerro de Berlín
en los primeros días de julio de este año. Después de este hecho y el desalojo de los soldados
que custodiaban el cerro, las manifestaciones racistas en los medios de comunicación y entre
varios sectores sociales explotaron de forma abrumadora. Casi todos coincidían en defender la
“legitimidad” del Estado para permanecer en el cerro a costa del derecho legítimo de los
18
conflicto armado. Sin embargo la defensa del Estado y sus soldados estuvo cargada de
opiniones que retrataban a los indígenas como “salvajes”, “primitivos”, violentos y demás.
Referencias
Bibliográficas:
BARRE, Marie Chantal. Ideologías indigenistas y movimientos indios. México: Siglo XXI, 1983.
BONILLA Victor Daniel. Historia Política de los peces. Bogotá: Ediciones Colombia nuestra,
1982.
CASTRILLÓN Arboleda Diego. José Tombé: Novela Folklórica. Bogotá: Instituto Colombiano
19
FRIEDE, Juan. El indio en lucha por la tierra. Bogotá: Editorial Punta de Lanza, (1976) [1944].
MATAMORO, Blas. Prólogo: entre el regionalismo y el boom. En: Los ríos profundos.
SEGATO, Rita. “Identidades políticas y alteridades históricas: Una crítica a las certezas del
TAUSSIG, Michael. Shamanism, Colonialism and the Wild Man: a Study in Terror and Healing.
VASCO, Luis Guillermo. Entre selva y paramo. Viviendo y pensando la lucha india. ICANH.
Bogota, 2002.
Fuentes Orales:
Popayán, 2008.
20