Econocracia BOCADILLO 1 PDF
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ECONO
CRACIA
Los peligros de dejar
la economía en manos
de los expertos
Joe Earle, Cahal Moran,
Zach Ward-Perkins
Joe Earle, Cahal
Moran, Zach
Ward-Perkins
-
Los autores de este libro son miembros
activos de Repensado la Economía o
Rethinking Economics
(http://www.rethinkeconomics.org), un
movimiento internacional de
estudiantes e investigadores que
buscan transformar los estudios de
economía en las academias para hacer
de sus resultados parte del sentido
común de las sociedades
contemporáneas. Su principio
fundamental es la democratización de
la economía, concebida como una
ciencia social para la mejora de la
vida de las mayorías.
En Econocracia los jóvenes autores
logran asestarle un cross a la
mandíbula a la ortodoxia académica
de la economía que no forma
profesionales sino “entrena” tecnócratas.
Un verdadero manifiesto disruptivo de
una zona reservada para pocos que
ahora es expuesta como un debate
público y urgente.
ECONOCRACIA
ELOGIOS A ECONOCRACIA
La economía se ha convertido en el principio organizador,
en la ideología reinante, e incluso en la nueva religión de
nuestro tiempo. Y este cuerpo de conocimiento es contro-
lado por un sacerdocio selectivo entrenado en un tipo muy
particular de economía, es decir, la economía neoclásica.
En este análisis penetrante, basado en reflexiones teóricas
muy sofisticadas y en un trabajo empírico muy original, los
autores muestran cómo la regla de este sacerdocio y sus discí-
pulos está estrangulando nuestras economías y sociedades
y cómo podemos cambiar esta situación. Es una acusación
abrumadora para la profesión económica que los jóvenes
apenas hayan salido de la universidad para proporcionar
este análisis. Completamente convincente y sobrio.
Ha-Joon Chang, profesor de Economía Política del Desarrollo
en la Universidad de Cambridge y autor de Economics: The
User’s Guide (Economía: la guía del usuario).
https://www.celag.org/
Impreso en
Hecho el depósito de ley
Depósito legal: DC2019000183
ISBN: 978-980-6748-10-1
1. ECONOCRACIA 53
2 . LA ECONOMÍA COMO ADOCTRINAMIENTO 91
3. MÁS ALLÁ DE LA ECONOMÍA NEOCLÁSICA 129
4. LA LUCHA POR EL ALMA DE LA ECONOMÍA 175
5. REDESCUBRIENDO A LA EDUCACIÓN LIBERAL 217
6. LA ECONOMÍA ES PARA TODOS 259
REFERENCIAS 323
PRÓLOGO A LA EDICIÓN EN ESPAÑOL
En 1968 el Banco Central de Suecia, administrador de
los premios Nobel, por su tricentésimo aniversario insti-
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tuyó el mal llamado “Premio Nobel en Economía”, que
en realidad es “Premio del Banco de Suecia en Ciencias
Económicas en memoria de Alfred Nobel”, lo que dio a la
Economía el estatus de emperatriz de las ciencias sociales.
Gunnar Myrdal después de recibir el premio en 1974,
manifestó que el “Nobel” era inapropiado para un área
tan poco científica como la Economía. Myrdal no sólo
atacó la supuesta rigurosidad científica, sino también la
solvencia ética de la ciencia económica. Llamó “objetividad
espuria” al supuesto análisis científico de la Economía, el
cual en realidad esconde particulares visiones del mundo,
valoraciones políticas e intereses. Myrdal también era
un ferviente partidario de la interdisciplinariedad en las
ciencias sociales.
En una muestra de pluralismo, el premio fue compar-
tido con Friedrich von Hayek, referente de la Escuela
Austriaca, considerado por muchos como el padre del
neoliberalismo, y que se encontraba en las antípodas del
pensamiento económico, político y social de Myrdal.
Especialmente desde la caída del muro de Berlín, con
el pretendido “fin de la historia”, termina el pluralismo y se
presenta a la Economía como una ciencia positiva, con la
Teoría del Mercado como teoría general, y con ciertas críticas
inmanentes, aunque no trascendentes, es decir, críticas
desde dentro del paradigma, y no al paradigma en sí mismo.
En este libro, Joe Earle, Cahal Moran and Zach Ward-Per-
kins, representando a un amplio movimiento de estudiantes
de economía insatisfechos con su formación y con los
excesos de la profesión, demuestran que la supuesta
“ciencia” económica es dominada por una sola perspectiva:
la Escuela Neoclásica, y sostienen que, para dar mayores
PPrólog
ECONOCRACIA
sin que alguien esté peor– es un criterio bastante débil,
que ignora totalmente la dimensión de distribución y, en
consecuencia, no puede ser considerado como indicador
de bienestar social.
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La Teoría de Mercado es tan solo un caso particular,
que estudia los bienes-mercancías, apenas una pequeña
parte de los bienes existentes. Excluye a la inmensa mayoría
de bienes que no se intercambian en el mercado y a los
bienes sin precios monetarios. Ni siquiera imagina bienes
intangibles fundamentales para el bienestar social –paz,
justicia, trascendencia, etc.–; y no tiene nada que decir sobre
derechos, es decir, aquellos “bienes” que no se transan,
sino que su provisión debe estar garantizada de forma que
nadie te los pueda arrebatar.
Además, la Teoría legitima los intercambios voluntarios
con información perfecta, porque, tratándose de agentes
“racionales”, una vez realizada la acción ambos quedarán
mejor que antes, es decir, habrá una “mejora paretiana”.
Pese a la pretendida ausencia de juicios de valor, dicho
intercambio libre e informado es considerado eficiente,
justo y, en consecuencia, moral, y no admitiría ninguna
clase de acción colectiva que interrumpa las voluntades
de los dos agentes involucrados.
Para graficar lo errado de estas conclusiones, supon-
gamos que una bella joven se pierde en el desierto y está
a punto de morir de sed. De repente, se encuentra con un
caballero que le propone darle agua, siempre y cuando se
acueste con él. Para la joven, dejarse abusar es menos malo
que morir. Para el “caballero” acostarse con ella es mucho
más valioso que el agua. En consecuencia, se realiza el
“intercambio libre e informado” entre dos “agentes racio-
nales” y ambos lograron una “mejora paretiana”.
Cualquier persona con algo de ética sentirá que esta
situación sería sencillamente intolerable y, de hecho, en
toda sociedad civilizada el “caballero” de nuestra historia
PPrólog
ECONOCRACIA
más eficientes.
El trabajo humano jamás puede ser tratado como
mercancía, porque no es sólo el esfuerzo para la generación
de riqueza, sino además una forma vital de llenar nuestra 21
existencia. No es una herramienta más de acumulación
del capital. Tiene un valor ético, porque no es objeto, es
sujeto, no es un medio de producción, es el fin mismo de
la producción. El salario tampoco puede considerarse
un simple precio, porque es pan, sustento, dignidad y
uno de los fundamentales instrumentos de distribución,
justicia y equidad.
En lugar del desierto, la chica y el caballero de nuestro
ejemplo anterior, imaginen ahora una ciudad, un obrero
desempleado y un empresario desalmado que ofrece un
salario de miseria en un sistema laboral sin regulación
alguna. Para el obrero el ser explotado es menos malo que
el desempleo, para el patrón obviamente es conveniente
contratar trabajadores en esas condiciones. Se realiza el
“intercambio libre e informado” entre los dos “agentes
racionales” y se producirá una “mejora paretiana”, pero,
nuevamente, una situación así revolverá el estómago de
cualquier persona con elemental sentido de justicia, y es
por lo que, en casi todas las sociedades, existen los salarios
mínimos. Esta “intervención” en el “mercado laboral”
generaría “desempleo”, de acuerdo con el “modelo” de
base, cuyas premisas no se cumplen ni remotamente en
la realidad. Pero incluso si fueran ciertas, es necesario
entender que el bien moral es mucho más importante para
la economía, el bienestar y la vida en sociedad que cualquier
mejora de eficiencia y que la explotación laboral sencilla-
mente es inmoral.
Todos estos criterios son nuevamente los tan temidos
“juicios de valor”, pero, al no considerarlos, no estamos
convirtiendo a la Economía en una ciencia positiva, sino tan
sólo en una ciencia amoral. Nuestros estudiantes también
claman por más ética.
PPrólog
ECONOCRACIA
no debe ser manejada por “políticos”, contradice su propia
definición, y con el mismo argumento deberíamos hacer
autónomos los ministerios de Finanzas Públicas ya que
la política fiscal también es “técnica”. Tecnócratas sin
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legitimidad democrática manejando el principal meca-
nismo de coordinación social, la moneda nacional, es
lo más lejano a la idea de democracia. Bancos centrales
autónomos y exclusivamente orientados al control infla-
cionario sólo se explica por la predominancia del capital
financiero, que es al único que le conviene esta clase de
instituciones y políticas.
Muchos “principios científicos” fueron tan solo
intentos de legitimar la no intervención y minimizar la
política económica activa. Tenemos como ejemplos las
expectativas racionales, la equivalencia ricardiana, o la
neutralidad y superneutralidad del dinero, que en esencia
concluían que las políticas monetarias y fiscales no afec-
taban el sector real, pese a toda la evidencia empírica en
contra. Se trataba de ideología pura, pero ya no en mani-
fiestos, sino en elegantes ecuaciones.
El 80 % de los premios del Banco de Suecia en Ciencias
Económicas en memoria de Alfred Nobel han sido para
americanos e ingleses, lo cual nos habla bastante bien de
dónde se desarrolla la supuesta ciencia económica.
“La” Teoría Económica es frecuentemente, y a lo sumo,
la opinión dominante, la cual responde a visiones, inte-
reses, percepciones y experiencias de grupos y países
dominantes.
La neutralidad científica no existe, peor aún en ciencias
sociales. Todos tenemos nuestras preferencias y juicios de
valor. La honestidad intelectual no consiste en el imposible
de ser neutrales, sino, pese a ello, jamás perder la objeti-
vidad. El temor de tener una Economía más pluralista es
porque se reconoce la ausencia del supuesto positivismo,
que la Economía no es ciencia exacta e incluso, porque se
cuestiona su calidad de ciencia.
PPrólog
ECONOCRACIA
zación, precisamente por los grandes destrozos que la
especulación financiera internacional ha causado en los
países en desarrollo, crisis que frecuentemente no son
consecuencia de acciones directas en los países que las
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sufren, sino que son producto de lo que hacen o dejan de
hacer los demás países e incluso hasta del humor de los
inversionistas internacionales.
James Tobin, quien ganó el Premio Nobel de Economía
en 1981, propuso hace casi 50 años la necesidad de establecer
una tasa a las transacciones financieras internacionales.
La tasa Tobin no sólo tendría efectos en cuanto a disminuir
la volatilidad de dichos flujos, sino que la recaudación
generada podría servir para financiar proyectos de desa-
rrollo. Por supuesto, dada la orientación de la globalización
neoliberal, donde todo está en función del gran capital, esta
propuesta ha sido largamente obviada.
Earle, Moran y Ward-Perkins también critican la
pretendida rigurosidad científica, reflejada en complicados
modelos matemáticos y un lenguaje que ni los mismos
economistas frecuentemente entienden. Parafraseando
a Paul Streeten, esto nos ha conducido a los economistas
a preferir estar equivocados con elegancia y precisión, a
estar vagamente acertados, convirtiendo al reduccionismo
en la tarea central.
La “ciencia económica” empezó a explicarse a sí misma,
no a su objeto de estudio: el ser humano y la sociedad.
Perdimos la capacidad crítica y nos convencimos de que
poseemos muchas más repuestas de las que realmente
tenemos. El punto positivo es que solemos equivocarnos
con gran solvencia y seguridad.
Earle, Moran y Ward-Perkins proponen correctamente
que los arreglos institucionales son elecciones políticas, más
que consecuencia de fuerzas económicas fundamentales.
Por ejemplo, ¿por qué se privatiza el conocimiento y
se consumen libremente bienes ambientales globales?
Técnicamente se debería hacer exactamente lo contrario:
PPrólog
ECONOCRACIA
en una inmensa cantidad de créditos hipotecarios que
generaron una gran especulación inmobiliaria. El banco
mismo buscaba al cliente, valoraba la casa y le prestaba
incluso para el coche y los muebles.
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Los préstamos se daban con base en contratos de adhe-
sión, es decir, contratos con el predominio absoluto de
la voluntad del banco, donde el ciudadano simplemente
firmaba, y con cláusulas tan abusivas que literalmente el
banco podía cambiar todos los términos del contrato sin
tener que avisarle al cliente. Es decir, no era un contrato,
era simplemente sometimiento.
Cuando estalla la burbuja inmobiliaria y llega la crisis,
ese deudor de buena fe no puede pagar el crédito porque
se quedó sin empleo, por lo que es obligado a entregar su
casa al banco. Estos son los famosos desahucios, que se
producían por centenas diariamente y ocasionaban uno
de cada tres suicidios en España. Además, la casa para
entonces valía mucho menos y no alcanzaba a cubrir la
deuda pendiente, y así la familia se quedaba sin casa y
endeudada para toda la vida.
Lo anterior, en primer lugar, es inmoral. El riesgo debe
ser, sobre todo, del capital. Este es otro de los tan temidos
“juicios de valor”, supuestamente inexistentes en la “técnica”
económica, cuando, en la realidad es exactamente lo que
hicieron, de forma tremendamente injusta, e incluso, anti-
técnicamente al decidir que todo el riesgo recae sobre los
hogares. Pero, además, es economía boba. Por la codicia y
el abuso se llegó al peor de los mundos: familias sin casas
y bancos repletos de casas vacías.
Econocracia también es un clamor por más democracia.
La forma en que se toman las decisiones económicas es incom-
patible con la democracia liberal. No son opciones elegidas,
y frecuentemente ni siquiera conocidas por los ciudadanos.
En Latinoamérica no importaba lo que se eligiera en las
urnas, sino lo que dijeran tecnócratas que jugaban un rol
PPrólog
Rafael Correa
Lovaina la Nueva, Bélgica
Septiembre de 2018
ECONOCRACIA
29
PRÓLOGO A LA EDICIÓN EN INGLÉS
Escribo este prólogo inmediatamente después de la
reforma en la que el Reino Unido votó a favor de abandonar 31
la Unión Europea. Ese voto del público en general fue en
contra del consejo de los economistas profesionales, la gran
mayoría de los cuales creían que los costos económicos
de la salida serían altos. Si alguna vez hubo una batalla
entre “econocracia” y “democracia”, fue esta. También está
bastante claro quién ganó. Sólo el tiempo dirá si hubo más
sabiduría entre la multitud que entre los expertos. Pero,
por lo menos, este episodio pone al desnudo la distancia
que la profesión económica necesita recorrer para ganarse
la cabeza, por no hablar de los corazones.
Tal vez eso no debería ser una sorpresa. Los últimos
años han sido testigos de una crisis económica y financiera
tan grande como cualquier otra en la vida de cualquier
persona. Es una crisis cuyas réplicas se siguen sintiendo,
cuyas heridas siguen sangrando. Parte del enorme daño
colateral de esa crisis ha sido sentido, no sin razón, por
la profesión económica. De hecho, no sería exagerado
decir que la crisis financiera ha engendrado una crisis en la
economía y las finanzas. En el fondo, se trataba tanto de una
crisis analítica como de una crisis económica y financiera.
Y esta no es la primera vez. Lo mismo ocurrió después
de la Gran Depresión de la década de 1930. En aquel
entonces, un error intelectual catastrófico dio lugar a un
error político catastrófico, con consecuencias económicas
catastróficas. Es posible que la crisis de esta época no
haya desgarrado el tejido económico y social con tanta
violencia como la de los años treinta. Pero también se
debe a errores intelectuales y políticos. Fue necesario el
liderazgo de Keynes para diagnosticar y remediar esos
errores después de la Gran Depresión, estableciéndose
como el economista más influyente del siglo XX. La crisis
ofreció la oportunidad de dar un gran salto adelante. Al
menos hasta ahora, la crisis actual aún no ha dado lugar a
PPrólog
ECONOCRACIA
simplemente es demasiado grande para que puedan sopor-
tarlo, dado el grado de incertidumbre y fragilidad que los
rodea. En segundo lugar, desproporcionado porque estos
marcos colocaban un excesivo poder político en manos de 33
los tecnócratas que lo ejercían. Esto es lo que los autores
llaman “econocracia”. Su argumento es que esta econocracia
ha sido demasiado estrecha en su enfoque técnico y dema-
siado amplia en su impacto social. Al evaluar la potencia
de esta crítica, es importante separar sus oligoelementos.
Parte de la crítica es técnica. Los modelos económicos
convencionales han sacrificado demasiado realismo en aras
de la pureza matemática. Sus diversas suposiciones simpli-
ficadoras han servido a fines estéticos más que prácticos.
Como profesión, la economía se ha convertido en un mono-
cultivo metodológico. Y esa falta de diversidad intelectual le
costó mucho a la profesión cuando el monocultivo fracasó
espectacularmente durante la crisis. Este monocultivo, se
argumenta, también ha reducido el currículo de economía
en las universidades. Esto ha generado un enfoque cada
vez mayor en la gimnasia matemática de la optimización de
modelos y muy poca atención en los aeróbicos cotidianos
de cómo funciona la economía. Acompañando esto ha
existido descuido de las disciplinas que colindan e iluminan
la economía: historia económica, filosofía moral, dinero y
banca, incertidumbre radical, expectativas no racionales.
En resumen, abandono de las mismas cosas que hacen que
la economía sea interesante e importante.
Mi opinión personal es que es un policía justo. De
hecho, creo que este elemento particular de la crítica ya
no es una fuente de grandes problemas, excepto dentro de
algunas camarillas académicas. Y desde la crisis, aunque el
progreso no ha sido rápido, se ha hecho mucho. Parte del
impulso para el cambio ha provenido de una red mundial
de universidades, reunidas bajo el paraguas de Repen-
sando la Economía. Yo mismo he apoyado los esfuerzos
de los estudiantes para ampliar y profundizar el plan
PPrólog
ECONOCRACIA
Creo que esta crítica tiene una fuerza considerable. A
modo de ejemplo, he examinado la complejidad lingüística
de las propias comunicaciones del Banco de Inglaterra,
incluidas mis propias intervenciones. Éstas se sitúan muy
35
por encima de los niveles de un periódico de gran formato
y muy por encima de los niveles de un tabloide. En otras
palabras, la gran mayoría de las comunicaciones del Banco
se pierden para la gran mayoría del público. Los diversos
informes sobre los costes económicos de la salida del Reino
Unido de la UE muy probablemente cayeron en el mismo
obstáculo. Están escritos, en su mayoría, por la élite para
la élite. Sin embargo, no existe una tensión inherente entre
la destreza técnica y la simple comunicación. Hay pocas
actividades técnicamente más complejas que el pronóstico
del tiempo. Esto implica tomar grandes volúmenes de datos
y procesarlos a través de modelos altamente complejos
utilizando tecnología de información de alto rendimiento
casi en tiempo real. Sin embargo, los resultados de este
proceso deben ser fácilmente accesibles para todos, utili-
zando palabras y gráficos sencillos. Los meteorólogos se
aseguran de que así sea. En la actualidad, los economistas
suelen carecer de esas mismas aptitudes.
Sería fácil sugerir que la redención radica en una mejor
comprensión de la economía por parte del público. Y sin
duda tienen un papel que desempeñar. Pero también serán
importantes los programas que mejoren la comprensión
del público por parte de los economistas. Esto puede
incluir, por ejemplo, buscar formas de involucrar a la
profesión en proyectos prácticos dentro de empresas
u organizaciones benéficas, poniendo sus habilidades
a trabajar en primera línea en situaciones del mundo
real. Por ejemplo, la organización benéfica que ayudé a
cofundar, Pro Bono Economics (Economía Ad Honorem),
hace precisamente eso.
El tercer y último elemento de la crítica es el vínculo
entre la economía y la política, entre lo técnico y lo social.
PPrólog
ECONOCRACIA
tico, tiene para mí un papel clave en la toma de decisiones
que redundan en el interés a largo plazo de la sociedad, sin
las limitaciones de los ciclos políticos y las oleadas popu-
listas. Por ello, la independencia operativa en la fijación
37
de los tipos de interés se considera, casi universalmente,
como la mejor práctica entre los bancos centrales.
Las instituciones tecnocráticas desempeñan un papel
importante en la infraestructura de las políticas. Es por
ello que históricamente se ha determinado que son un
ingrediente clave, a veces la clave, para el éxito nacional.
Sin embargo, cuando estos actos de autoridad política
delegada ocurren, vienen con una gran responsabilidad
para los tecnócratas no electos que están a cargo. Estos
tecnócratas, incluido yo mismo, estamos ahí por la gracia
de Dios o, en su defecto, de una comisión parlamentaria.
Esto significa que las instituciones tecnocráticas requieren
el consentimiento continuo, no sólo del Parlamento, sino
del público en general. En las últimas dos décadas se
han dado grandes pasos adelante en ese frente en las
instituciones públicas, incluido el Banco de Inglaterra.
Estas instituciones han estado sujetas a grados de escru-
tinio público previamente inimaginables, a través de
informes, actas, transcripciones, discursos, compare-
cencias parlamentarias y similares. Esto es poco menos
que una revolución en la transparencia y la rendición de
cuentas. Y ha sido esencial.
Pero, ¿podría y debería hacerse más para mejorar la
rendición de cuentas y la transparencia, en particular ante
el público en general? Debe ser así. La confianza en las
instituciones públicas se ha visto mermada, en algunos
casos de manera significativa, por la crisis. Reparar esa
abolladura requerirá más que un rápido rociado de la
carrocería. Exigirá que esas instituciones busquen nuevas
y más amplias formas de involucrarse, explicar y educar
sobre sus acciones e intenciones. Lo que es igualmente
importante, requerirá nuevos y más amplios medios
PPrólog
Andrew Haldane
Economista Jefe del Banco de Inglaterra
Julio de 2016
AGRADECIMIENTOS
Este libro es un intento de expresar los argumentos
de un movimiento de estudiantes de economía de todo
39
el mundo; por lo tanto, en primer lugar, nos gustaría dar
las gracias a los miembros de ese movimiento estudiantil
y reconocer todo el arduo trabajo realizado por los estu-
diantes de todo el mundo en la campaña por una mejor
educación económica. Hemos intentado aquí articular sus
preocupaciones y frustraciones sobre el estado actual de la
economía moderna; lo difícil fue construir el movimiento
que permitió que ese mensaje se expresara.
También quisiéramos dar las gracias a algunas
personas en particular por sus aportes a este proceso.
Agradecemos especialmente a Louis James por su ines-
timable ayuda en algunas de las investigaciones para este
proyecto y a Cleo Chevalier por ayudarnos a presentar
esa investigación con lucidez. La corrección de Gail
Matthews debe ser acreditada por lo que esperamos sea
un escrito coherente; cualquier problema que quede es
culpa nuestra. También nos gustaría agradecer a Will
Horwitz, Gemma Wearing, Emma Hamilton, Yuan Yang,
Rafe Martyn, Ben Glover, Andrew McGettigan, Victoria
Chick, Ha-Joon Chang, Daniel Chandler, Jonathan Aldred,
Claire Jones, Cameron Murray y Philip Pilkington por
sus comentarios tan detallados y constructivos. Esa larga
lista es aún demasiado corta para resumir completa-
mente a todos los que han contribuido con este libro,
queremos agradecerles a todos por sus aportes en el
proceso. Gracias también a Diane Coyle, Martin Wolf,
Diane Elson, Pat Devine, Anne Booth y todos los demás
que tan amablemente accedieron a ser entrevistados
(algunos permanecerán en el anonimato), y a Aashish
Velkar por responder a nuestro llamado a la opinión
de un historiador en el Capítulo 4. También queremos
AAgradecimiento
ECONOCRACIA
41
INTRODUCCIÓN
ECONOCRACIA
nuestro segundo año en la universidad comenzamos una
campaña para reformar la educación económica. Mientras
estábamos memorizando y regurgitando modelos econó-
micos abstractos para los exámenes de opción múltiple, la
45
crisis de la Eurozona estaba en su apogeo, con Grecia e Italia
al borde del desastre. Esto no fue mencionado en nuestras
conferencias y lo que estábamos aprendiendo no parecía
tener ninguna relevancia para entenderlo. El elefante en
la habitación era difícil de ignorar.
Esto fue a principios de 2013. Poco sabíamos, pero
otros estudiantes estaban comenzando campañas simi-
lares en todo el mundo y con el tiempo nos conectamos
con ellos en una red llamada Repensado la Economía.
Sorprendentemente, lo que nos unió a través de diferentes
continentes e idiomas fue el sentimiento compartido de que
había un profundo malestar en el corazón de la economía y
que, como resultado, se nos estaba vendiendo poco como
estudiantes y como ciudadanos. Mientras se suponía que
estábamos en el camino de convertirnos en economistas,
también podíamos ver la economía con los ojos de personas
de fuera. Vimos que las ramificaciones de esta educación
defectuosa se extendían mucho más allá de los confines de
las aulas universitarias. Nos dimos cuenta de que un título
en economía era una puerta de entrada a muchas posiciones
importantes en la sociedad, tanto si te preparaba para ellas
adecuadamente como si no.
Desde este punto de vista podemos ver que todas las
personas que se sienten excluidas de la economía tienen
un argumento importante. Cuando alguien dice “simple-
mente no entiendo economía” o “la economía no es para mí”
están resaltando una de las características que definen a la
sociedad en el mundo moderno. Hemos acuñado el término
econocracia para describir el tipo de sistema político que
se ha extendido por gran parte del mundo hoy en día. Una
econocracia tiene todas las instituciones formales de una
IIntroducció
ECONOCRACIA
se convierten en reguladores, funcionarios, consultores,
periodistas y economistas tradicionales. Estas personas
son los expertos económicos de la sociedad y confiamos
en ellos para gestionar la economía en nuestro nombre. 47
Actualmente están siendo entrenados (no educados)
para hablar un idioma que nadie más puede entender
y para encajar incuestionablemente en un sistema en el
que tienen una autoridad considerable, mientras que los
ciudadanos no lo hacen. Están imbuidos de la confianza
de que es posible tener el conocimiento y las herramientas
para entender, medir y gestionar la economía sin la inter-
vención del público.
Y, sin embargo, los problemas de la educación
económica significan que muchos de los problemas más
importantes a los que se enfrenta el mundo hoy en día,
como la catástrofe ambiental, la creciente desigualdad
y las crisis financieras, están ausentes de la mayoría de
los planes de estudios o se enseñan de una manera que
simplifica enormemente su profundidad y complejidad.
El resultado de esta educación es que nosotros, como la
próxima generación de expertos económicos, estamos muy
3 John Lanchester (2015), Cómo hablar de dinero. Londres: Faber & Faber, pp. XIII-XIV.
La economía es para todos, precisamente porque afecta
a todos. Por lo tanto, es demasiado importante dejarlo en
manos de los expertos.
La brecha entre los expertos y los ciudadanos no se
ha creado a propósito. Los expertos económicos no son
parte de una oscura cábala que dirige la sociedad entre
bastidores. En cambio, el estado en que nos encontramos
es el resultado de un conjunto particular de circunstancias
históricas. En este libro mostramos cómo la historia de la
economía como disciplina, los acontecimientos políticos
del siglo XX y las reformas de la educación superior se
ECONOCRACIA
han combinado para crear un mundo en el que la toma de
decisiones económicas se delega en expertos que no están
capacitados para ello. No se trata de culpar a nadie; se
trata de reconocer la situación en la que nos encontramos
49
y de que todos asumamos la responsabilidad de abordarla.
En este libro abrimos la disciplina de la economía acadé-
mica al escrutinio, criticándola fuertemente en ocasiones.
Sin embargo, también reconocemos que la disciplina tiene
mucho que ofrecer y es una parte vital del cambio que
queremos ver. Creemos que es importante que la gente sepa
más sobre cómo piensan los expertos económicos sobre el
mundo, cómo funcionan (y no funcionan) sus herramientas
y dónde su experiencia es limitada. Al comprender mejor el
conocimiento que sustenta nuestra comprensión social de
la economía, los ciudadanos pueden empezar a relacionarse
con expertos y políticos en pie de igualdad, examinando
sus argumentos económicos y haciéndolos responsables.
Y lo que es más importante, establecimos una visión
positiva de cómo la economía académica podría convertirse
en un puente, no una barrera, para aumentar la participación
pública en la discusión económica y la toma de decisiones. En
Repensado la Economía nuestros objetivos son reformar
la educación económica para que los expertos del mañana
estén mejor preparados para entender la economía y
comprometerse con la sociedad. También intentamos
democratizar la economía porque creemos que en su
núcleo debe haber un debate público sobre cómo organizar
la sociedad. Hay un papel importante para los expertos
aquí, pero este papel es como un humilde consejero y no
como una figura de autoridad independiente.
La generación de Albert Camus tuvo que evitar que “el
mundo se destruyera a sí mismo” en una guerra nuclear.
Nuestra generación tiene una variedad de amenazas
existenciales, desde el colapso financiero hasta el calen-
tamiento global y la inseguridad alimentaria y energética.
IIntroducció
Repensar la economía
Los autores de este libro son todos miembros activos de
Repensado la Economía (RE). En el momento de redactar
el presente informe, las ER estaban integradas por más de
40 grupos de 13 países. Este libro es nuestra interpretación
de la historia y los argumentos del movimiento estudiantil
para reformar la economía y presenta las voces de estu-
diantes de todo el mundo. Sin embargo, no podíamos
esperar hablar en nombre del movimiento en su totalidad.
Algunos miembros de la ER considerarán que nuestros
argumentos son demasiado audaces, mientras que otros
querrán que vayan más allá.
Nuestro movimiento llama a una mayor apertura, diver-
sidad, compromiso y reflexión en la economía y por lo tanto
tiene un lugar para todos estos puntos de vista. Esperamos
que este libro refleje esos principios y que al hacerlo sea
parte del cambio que queremos ver. ¡Gracias por leer este
libro y no dejar la economía a los expertos! Si quieres saber
más sobre Repensado la Economía o involucrarte, toda la
información relevante está disponible en: http://www.
rethinkeconomics.org.
ECONOCRACIA
51
COLECCIÓN:
ECONOMÍA Y
DESARROLLO