Derecho Romano II - Hector Gonzalez Roman
Derecho Romano II - Hector Gonzalez Roman
Derecho Romano II - Hector Gonzalez Roman
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA
DE NUEVO LEÓN
Dr. Luis J. Galán Wong
Rector
Ing. José Antonio González Treviño
Secretario General
Dra. María Elizabeth Cárdenas Cerda
Secretaria Académica
Facultad de Derecho
y Criminología
Lic. Helio E. Ayala Villarreal
Director
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Universidad Autónoma de Nuevo León
Facultad de Derecho y Criminología
Año 2003
5/
Coordinación Editorial:
Samuel Flores Longoria
León Héctor Flores Valdez
Diseño de Portada:
Rodolfo Leal Herrera
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Héctor González Román
Derecho Romano II
Obligaciones, contratos y derecho procesal
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Primera edición: 2003
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Héctor González Román
Derecho Romano II
Obligaciones, contratos y derecho procesal
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Indice
Presentación ........................................................................................... 15
Prólogo .................................................................................................. 19
Primera Unidad
Teoría de las obligaciones
Objetivo 1.1.- En este objetivo el lector analizará los derechos de crédito,
los derechos reales, hará una distinción entre estos dos derechos,
tanto en el Derecho Romano, como en el sistema jurídico mexicano.. ...... 21
Objetivo 1.1.1.- Concepto y Génesis de la Obligación Romana .......... 21
Objetivo 1.1.2. De las Clases o Divisiones de las Obligaciones .......... 25
Objetivo 1.1.3.- Las fuentes de las obligaciones .............................. 33
Objetivo 1.1.4. Los elementos de la obligación ............................... 34
Objetivo 1.2.-En este objetivo estudiaremos los efectos de las obligaciones,
la transmisión de las mismas, entre las cuales tenemos la cesión de
derechos, la cesión de deudas y la subrogación. También veremos las
distintas formas de extinguir las obligaciones, así como el aspecto
patrimonial o no de las obligaciones.. .................................................. 40
Objetivo 1.2.1.- De los efectos de las obligaciones. ......................... 40
Objetivo 1.2.2. De la transmisión de las obligaciones. ..................... 61
Segunda Unidad
De los Contratos .................................................................... 75
Objetivo 2.1.- En este objetivo veremos y comprenderemos que el contrato
es un cúmulo de obligaciones. El alumno comprenderá que el contrato
es la materialización de las obligaciones. También se verán los elementos,
las formas y la clasificación de los contratos. ........................................ 75
Objetivo 2.1.1.- De la importancia de los contratos ......................... 75
Objetivo 2.1.2.- Del desarrollo histórico de
las primeras clases de contratos .......................................... 81
Objetivo 2.1.3. De las clases de contratos ..................................... 86
11 /
Objetivo 2.1.4.- De los contratos formales ...................................... 87
Objetivo 2.1.5.- De los contratos litteris ......................................... 91
Objetivo 2.2.- De los contratos reales ......................................................... 93
Objetivo 2.2.1.- Del mutuum ....................................................... 94
Objetivo 2.2.2.- Del comodato ..................................................... 98
Objetivo 2.2.3- del depósito ....................................................... 100
Objetivo 2.2.4.- De la prenda ..................................................... 103
Objetivo 2.3.- Veremos en este objetivo los contratos consensuales o solo
consensu, las principales clases, su importancia tanto en el derecho
Romano, como en nuestro sistema jurídico del mundo actual. .............. 104
Objetivo 2.3.1.- De los contratos consensuales.- De la venta .......... 104
Objetivo 2.3.2.- Del arrendamiento o alquiler ................................ 107
Objetivo 2.3.3 De la sociedad .................................................... 110
Objetivo 2.3.4- Del mandato ...................................................... 111
Objetivo 2.3.5.- Comentarios personales finales
acerca de los contratos ..................................................... 113
Tercera Unidad
De las otras clases de Contratos
Objetivo 3.1.- En este objetivo veremos otras convenciones
que constituyen verdaderos contratos, mismos que no estaban en
los cuatro grupos de contratos que hemos estado analizando,
como son los contratos innominados y determinados pactos. ............... 115
Objetivo 3.1.1.-de los contratos innominados ............................... 115
Objetivo 3.1.2.- Los Pactos ........................................................ 116
Objetivo 3.1.3.- La donación ...................................................... 118
Objetivo 3.1.4 De la dote y de la donación propter nuptias ............. 120
Objetivo 3.2.- El lector verá y comprenderá en este objetivo que además de
los contratos existieron, los delitos, como forma de obligarse entre los
romanos. También se verán las diversas clases de delitos romanos. ...... 122
Objetivo 3.2.1. De los delitos ..................................................... 122
Objetivo 3.2.2. Del Furtum ........................................................ 123
Objetivo 3.2.3.- De la injuria y del
Damnum injuriae datum de la Ley Aquilia .......................... 124
Objetivo 3.2.4. De la rapiña y del dolus ....................................... 125
Objetivo 3.2.5. Del metus y del fraus creditorum .......................... 126
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Objetivo 3.3. Mediante este objetivo sabremos lo que es un cuasicontrato,
sus distintas clases, y qué papel representan los cuasicontratos en las
fuentes de las obligaciones; veremos también su diferencia con
los contratos. Así mismo sabremos lo que es un cuasidelito, sus clases
y su difenencia con los delitos. Comprenderemos en este objetivo,
que, tanto el cuasicontrato como el cuasidelito, son también
verdaderas fuentes de las obligaciones en nuestro sistema jurídico. ....... 127
Objetivo 3.3.1.- De los cuasicontratos y de la gestión de negocios ... 128
Objetivo 3.3.2. De la tutela y curatela y de la indivisión ................. 130
Objetivo 3.3.3. De la adquisición de una herencia,
del pago de lo indebido y del enriquecimiento sin causa ........ 132
Objetivo 3.3.4.- De los cuasidelitos ............................................. 134
Cuarta Unidad
De las formas de extinción de las Obligaciones
y de las Obligaciones Correales
Objetivo 4.1. En este objetivo veremos las diversas formas por las cuales
se pueden concluir las obligaciones, así como las maneras de dar
cumplimiento a las obligaciones. ...................................................... 137
Objetivo 4.1.1. De las diversas formas de extinción de
las obligaciones ............................................................... 137
Objetivo 4.1.2.- De las formas de extinción ipso jure.- Del pago ...... 138
Objetivo 4.1.3.- De la novación .................................................. 140
Objetivo 4.1.4.- De la aceptilación y del mutuo disentimiento ......... 142
Objetivo 4.1.5.- De la confusión, de la pérdida de la cosa debida
y de la capitis deminutio .................................................. 143
Objetivo 4.2. Después de ver las formas de extinción de las obligaciones
ipso jure, el lector verá ahora las diversas clases que son de forma
exceptionis ope. También se verá en este objetivo las obligaciones
correales o correalidad. ................................................................... 145
Objetivo 4.2.1.- Del pacto de remisión ........................................ 145
Objetivo 4.2.2.- De la compensación ........................................... 146
Objetivo 4.2.3.- De la correalidad ............................................... 147
Objetivo 4.2.4.- De los adpromissores, de los sponsores
y de los fidepromissores y de los fiadores. ........................... 148
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Quinta Unidad
Del Derecho Procesal Romano
Objetivo 5.1. En este objetivo comprenderemos lo que son las acciones,
sabremos que la acción es el punto de partida del Derecho Procesal
en todo el mundo actual. También veremos las principales clases
de acciones en el Derecho Romano. ................................................. 153
Objetivo 5.1.1 Las acciones en general, como protectoras
de los derechos. Los procesos y procedimientos
y sus clases ................................................................... 153
Objetivo 5.1.2.- De la organización judicial. Los jueces
y los magistrados ............................................................ 154
Objetivo 5.1.3.- Del procedimiento de las acciones de la ley. .......... 158
Objetivo 5.2. ........................................................................................ 162
Objetivo 5.2.1. Del procedimiento ordinario .................................. 163
Objetivo 5.2.2.- Los elementos de la fórmula ................................ 164
Objetivo 5.2.3. De los elementos o partes accesorias
de la fórmula .................................................................. 165
Objetivo 5.2.4.- Del procedimiento o etapa
in jure y de la litis contestatio ............................................ 167
Objetivo 5.2.5.- Del procedimiento in juditio ................................ 170
Objetivo 5.2.6.- De los procedimientos especiales:
La cognitio extraordinaria. Y de la representación judicial ....... 174
Objetivo 5.2.7.- Del procedimiento extraordinario .......................... 176
0bjetivo 5.3.- En este objetivo estudiaremos
las diversas clases de acciones ........................................................ 178
Objetivo 5.3.1.- De las acciones en particular ............................... 178
Objetivo 5.3.2.- De la acción reivindicatoria
y de la acción publiciana .................................................. 182
Objetivo 5.3.3. De la acción confesoria, de la acción negatoria
y de la petición de herencia .............................................. 184
Conclusiones ........................................................................................ 187
Resultados ........................................................................................... 189
Sugerencias .......................................................................................... 191
Bibliografía ........................................................................................... 193
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Presentación
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En la segunda unidad el autor hace un estudio detallado sobre los
contratos ya que, indiscutiblemente, son figura de gran importancia,
puesto que son el cúmulo de las obligaciones y se considera constituyen
la materialización de las mismas. La investigación comprende y estudia
de forma rigurosa los elementos, las formas y clasificación de los
contratos, haciendo una explicación de cada una de las clasificaciones,
así como de la importancia que los mismos tienen tanto en el Derecho
Romano, como en nuestro sistema jurídico actual, pues se analiza la
legislación aplicable en el Estado, nuestra ley sustantiva, es decir, el
Código Civil para el Estado Libre y Soberano de Nuevo León.
En la tercera unidad se establecen otra clase de contratos, como son los
innominados, así como determinados pactos, señalando que existieron
entre los romanos, además de los contratos, otras formas de obligarse,
como son los delitos, y sus diversas clases.
Asimismo, se establecen, entre otras fuentes de obligaciones que se
regulan en nuestra legislación actual, los cuasicontratos y sus distintas
clases y se explica su diferencia con los contratos, además de los delitos,
los cuasidelitos, sus clases y la distinción entre ambos.
En la unidad cuarta, se analizan las diversas formas por las cuales se
pueden extinguir, es decir, dar cumplimiento a las obligaciones; se
contemplan en esta unidad las obligaciones correales o de correalidad.
Por último, en la quinta unidad se estudia el Derecho Procesal Romano,
estableciendo las acciones legales que regula nuestra legislación adjetiva
actual y precisando, de una manera acertada, que la acción es el
punto de partida del derecho procesal en todo el mundo actual; se
establecen, asimismo, las principales clases de acciones en el Derecho
Romano.
Estamos seguros que el presente trabajo de investigación del maestro
Héctor González Román será de gran utilidad a los alumnos que
acreditan la disciplina correspondiente, pero será también un acicate
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para que muchos de nuestros maestros publiquen las investigaciones
que han realizado o están realizando en torno a las diversas disciplinas
que comprende nuestro programa académico.
Así pues, en manos de alumnos, maestros y lectores interesados,
dejamos la presente obra: Derecho Romano II. Obligaciones, contratos
y derecho procesal, del Lic. Héctor González Román, que con gran
satisfacción edita nuestra Facultad.
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Prólogo
E sta obra es dedicada, en particular, en forma especial y con mucho cariño a todos
los estudiantes de Derecho que cursan el segundo curso de Derecho Romano. En
nuestra diversa obra de Derecho Romano, subtitulada Su Influencia en la Vida de las
Personas, la Familia, las Cosas y las Sucesiones, dijimos que el Derecho Romano es
para paladares refinados. Ahora debemos agregar, que el estudio del Derecho Romano
además de ser para personas de “paladares refinados”, debe ser para toda persona
que le interese saber el por qué de las cosas, que en nuestro caso es saber el origen
de algunos conceptos jurídicos, así como de diversas instituciones jurídicas que se
han plasmado en nuestras legislaciones hasta nuestros días.
Expresamos en nuestra primera obra que si una persona que no sea abogado, o sin
ser estudiante de Derecho, estudiara tan sólo el Derecho Romano, sabría el origen de
nuestro Derecho y conceptos jurídicos fundamentales, que van inmersos en nuestras
legislaciones. Al estudiar Derecho Romano no solamente sabremos el Derecho imperante
en Roma, sino que, además de Derecho sabremos de cultura, sabremos la historia y
la filosofía de Roma, sabremos de literatura, y, comprenderemos que ha servido de
Derecho Comparado, no sólo en nuestro país, sino en todo el orbe..
Estamos de acuerdo con algunos historiadores que opinan que, en nuestro mundo,
siempre ha existido un imperio que domina a todo el planeta, o territorios conocidos
del mismo. Consideramos, que, desde la tercera etapa del Derecho Romano,
denominada la época clásica del Derecho de Roma, surgió y floreció el brillante imperio
romano. Por lo tanto el imperio romano no fue sino el fruto o producto de este también
glorioso y maravilloso Derecho Romano.
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En la actualidad sabemos, que, el país de los Estados Unidos de América es el
heredero de ese glorioso imperio romano, como en una época también lo fue España,
Francia e Inglaterra. Así como en la época del imperio romano el latín era la lengua
hablada en todo el mundo conocido, o en una gran parte del mismo, así de esa misma
manera está ahora el inglés. También podemos decir, que, la moneda de Roma circulaba
por ese mundo conocido, como ahora circula el dólar.
No solo el Derecho Mexicano tiene sus bases en el Derecho Romano, sino que casi
todos los países se han inspirado en una u otra forma en éste. España fue provincia de
Roma, y, por ende su derecho era el de Roma.
Al conquistarnos España, nos embulle sus costumbres, idioma, modas, religión, sus
leyes y derecho que era el de Roma. Por eso México y los pueblos latinos somos
romanistas.
Así como un estudioso de la Filosofía debe estudiar a Grecia, un estudioso del Derecho
debe estudiar a Roma. Grecia es famosa por sus grandes filósofos, así como Roma por
sus brillantes jurisconsultos.
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Primera Unidad
Teoría de las obligaciones
Cabe mencionar y resaltar, que, toda obligación nace o surge para ser cumplida. Así
tenemos que el principio de la obligatoriedad de los contratos establece, que, todo los
contratos legalmente celebrados, deben de ser puntualmente cumplidos
II.- Los Derechos Reales y los Derechos Personales, como una introducción a las
Obligaciones.- Sabemos, que, como establecimos en el primer tomo de nuestra diversa
obra de Derecho Romano, una de las grandes ramificaciones del derecho, es la que lo
divide en Derecho Real y Derecho Personal. El Derecho Real es la facultad que tiene
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una persona para usar, gozar y disfrutar una cosa, y perseguirla donde quiera que se
encuentre. El Derecho Real es pues, una facultad que se ejerce sobre una cosa.
Ahora bien, como elementos del Derecho Real tenemos; a) El titular del derecho, v.gr.
el propietario; b) El objeto del derecho, es decir, la cosa sobre la cual la facultad
jurídica se ejerce, por ejemplo, aquella de la cual es propietario el dueño. El
derechohabiente puede obtener directamente de la cosa, sin necesidad de subterfugios,
todas las ventajas que ella produzca. En este caso, la relación entre individuo y cosa
es inmediata.
Por otra parte, los elementos del Derecho Personal o de Crédito, son los siguientes:
a) El titular, el cual es llamado derechohabiente, acreedor, o sujeto activo de la relación;
b) El obligado, también llamado deudor, “debitor”, o sujeto pasivo de la relación; c) El
objeto de la obligación, que puede consistir, ya en un hecho positivo, ya en la prestación
de una cosa, o en una abstención. En este caso la relación entre el sujeto activo y el
sujeto pasivo es directa o inmediata. En cambio, la relación existente entre acreedor y
objeto es mediata o indirecta. Dichos sujetos, dentro del juicio, se convierten en: el
acreedor, en demandante o actor; mientras que el deudor pasa a ser el demandado,
reo, acusado, indiciado, etc.
Como una diferencia entre los Derechos Reales y los Derechos Personales, tenemos
que los primeros son absolutos, se aplican “erga omnes”, es decir frente a todo el
mundo, mientras que los segundos son relativos.
En cambio, son derechos relativos aquellos en que existe una persona especialmente
obligada, es decir, especialmente determinada, como Juan Pedro, Pablo, etc. Este es
el caso de los Derechos Personales.
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En cambio, como ya hemos manifestado, el Derecho Personal es la facultad que tiene
una persona, denominada acreedor, para exigir de otra llamada deudor, el cumplimiento
de un hecho, una abstención, o la entrega de una cosa. Así tenemos que el cumplimiento
de un hecho constituye un “hacer”, la abstención es un “no hacer”, y la entrega de
una cosa significa el “dar”. Así tenemos, también, en la definición del Derecho Personal,
las tres clases de obligaciones.
Roma fue un pueblo educado por y para el derecho, fue un pueblo muy celoso en el
cumplimiento de sus deberes u obligaciones. Tan es así, que, en Roma surge la definición
perenne de que “Justitia est constans et perpetua voluntas jus suum cuique tribuendi
“Justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a quien lo suyo conforme a derecho”.
Estimamos que, un pueblo que está educado conforme a derecho, debe de tener un
amplio respeto por las obligaciones, puesto, que, como ya hemos escrito en los
parágrafos que anteceden, las obligaciones constituyen la columna vertebral del derecho.
Por eso, todo pueblo civilizado debe de pugnar por el respeto y el cumplimiento de las
obligaciones. Ello es así, porque si cumpliéramos todos con nuestras obligaciones
viviríamos en un mundo mejor, sin pleitos jurídicos, ni de ninguna especie; y por
ende, tendríamos menos juicios en los juzgados y tribunales.
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Así como una de las formas de designar al derecho es con el nombre de “crédito”, a la
obligación o deuda, es llamada también “débito”. Estos conceptos ocurrían en los
tiempos de Roma y siguen permaneciendo en la actualidad.
En Roma estimaron los jurisconsultos romanos, que, la definición dada en las Instituciones
de Justiniano, era considerada como un lazo que une una persona a otra, entre las cuales
ha sido establecida la obligación; es, por otra parte, un lazo jurídico.
Hemos dejado establecido, que, del término latino “obligatio” surge el vocablo castellano
de “obligación”, conformada ésta de “ob-ligatio”, que significa estar ligado en provecho de
otro. Obligatio viene de ob ligare, que significa ob, por, y ligare, atar. De ahí, que, al definir
los romanos la “obligatio”, sobre todo en el antiguo Derecho Romano, se expresaba la
idea de obligación: “nexum”, de “neclere”, que significa, anudar, encadenar. Para designar
la extinción de la obligación se usó el vocablo “solutio”, que determinaba: “el lazo se ha
desatado”, y también se empleó la palabra “solutium”, con el mismo significado.
Es de resaltar, que, los mismos elementos que existen en el derecho, los encontramos
también en la obligación, desde los tiempos de Roma, consistentes en: a) Sujetos y b)
Objeto, puesto que siempre tienen que existir sujetos y un objeto. Tanto en el derecho,
como en la obligación, encontramos un sujeto activo, que, como ya hemos explicado,
recibe el nombre de acreedor, titular o derechohabiente; también encontramos un
sujeto pasivo, igualmente denominado deudor o debitor. Nada más, que, lo que ocurre
es lo mismo que ya se explicó al hacer referencia a la distinción entre el Derecho
Personal, y la Obligación, consistente en que el punto de partida del Derecho es el
acreedor, y en la Obligación la figura principal lo es la del deudor.
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Nuestro Código Civil para el Estado de Nuevo León, dedica el Libro Cuarto a las
Obligaciones. Sin embargo dicho cuerpo legal no da un concepto acerca de las mismas,
toda vez que empieza directamente con el concepto de los “Contratos”. Si bien nuestro
Código Civil hace un extenso articulado de las Obligaciones, puesto que el Libro
Cuarto, que es el correspondiente al concepto de las Obligaciones, está comprendido
de los artículos 1689 al 2936, fíjense ustedes 1247 artículos destinados a las
Obligaciones, por lo cual nos confirma nuestra opinión acerca de ellas, en el sentido
de la importancia de las obligaciones en la vida de los pueblos.
Ya sabemos de la gran importancia que para el derecho tuvo la brillante figura del gran
emperador Justiniano, mismo que, como vimos en el primer tomo de esta obra,
realizó su obra material en el Código, el Digesto, las Instituciones, una nueva edición
del Código, así como las Novellae Constitutiones. Pues bien, desde la obra de Justiniano
denominada las Instituciones surge la división de las obligaciones, que sigue hasta
estos momentos, en el panorama jurídico, de la división de las obligaciones en: a)
Obligaciones Civiles, y b) Obligaciones naturales. Esta división de las obligaciones
surgió tomando en cuenta la autoridad que las sanciona, así como también atendiendo
a sus fuentes.
Para los jurisconsultos romanos había que precisarse la clase de autoridad que
sancionaban la acción de la obligación y así surge otra pequeña división, o subdivisión
dentro de las obligaciones civiles, que son a),- Las obligaciones civiles, propiamente
dichas, y b) Las obligaciones honorarias o pretorianas.
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b) Obligaciones Honorarias o pretorianas.- Por exclusión, de la definición anterior,
de las Obligaciones Civiles, las Obligaciones honorarias o pretorianas, son las
que han recibido su sanción precisamente de los edictos de los magistrados,
mismos que por tener el “jus honorarium”, son llamadas honorarias, y cuando
son sancionadas por el “pretor”, son entonces llamadas pretorianas.
Los jurisconsultos romanos consideraron a las obligaciones naturales como una situación
intermedia entre las obligaciones morales y las jurídicas, en las cuales la situación
jurídica no cabe ninguna duda, pero no estaban protegidas, para el caso del
incumplimiento, por la actio. Si el deudor hacía un pago a su acreedor, no podía exigir
a éste la devolución del mismo, ya que no se consideraba que hubiese en esta situación
un pago de lo indebido.
Los romanos consideraron, que, las obligaciones naturales no debían ser confundidas
como simples obligaciones morales. Ello acontecía así, puesto que las obligaciones
naturales constituyen un vínculo entre acreedor y deudor, con la diferencia de las
civiles, de que el Derecho Civil no otorga una sanción, derivada de la acción personal,
consistente en el derecho del acreedor para perseguir al deudor en justicia.
Existen dos doctrinas en el Derecho Romano, que explican la división de las obligaciones
en civiles y naturales, que son las siguientes: a) La derivada de la división del jus
civile y el jus naturale, y, b) La doctrina que afirma que las obligaciones naturales no
son las que se basan en el jus naturale, ni en el jus gentium, sino que tienen,
además, una causa civil, que por sí misma podría ser bastante para producir la
obligación, pero que por una razón del jus civile, no se puede conceder una eficacia
plena. En otras palabras, no se hallan protegido por una acción en juicio, pero si se
cumplen, surten todos los efectos de una obligación normal.
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1.- Las obligaciones del esclavo, frente al amo, con un extraño o con otro esclavo.
Esto, porque sabemos que al esclavo no se le concedía capacidad jurídica, y que
conforme al Derecho Civil la esclavitud era considerada como la “muerte civil”.
2.- Las obligaciones contraídas por las personas sujetas a la patria potestad.
3.- Las obligaciones del hijo alieni juris, al celebrar un contrato de mutuo, es decir,
de préstamo.
III.- Efectos de las Obligaciones Naturales.
Entre los romanos, los efectos de las obligaciones naturales, se presentaban de las
siguientes maneras:
a) En los casos de que se hiciera un pago, no obstante ser una obligación natural, no
procedía la restitución, toda vez de que no se trataba de un “pago de lo indebido”,
sino que ello demostraba que había existido una obligación, puesto que si nó se
hubiese considerado que, la persona que recibía el pago, obtenía un “enriquecimiento
sin causa”. Por lo tanto, al acreedor que recibe el pago no puede obligársele a la
restitución de la cosa recibida. Por ese motivo, si se hace un pago proveniente de una
obligación natural, el pago se consideraba como correcto, puesto que se da en
cumplimiento a una obligación, y no como una donación, y, así, de esta manera no
puede alegarse un error en el vicio del consentimiento.
Veamos ahora las causas que los juristas romanos consideraban que traían consigo la
caducidad de una obligación civil: 1.-La capitis deminutio. 2.-La litis contestatio. 3.-
La sentencia de absolución. 4.- La prescripción de treinta años. Veamos ahora cómo
ocurría la caducidad en cada uno de estos casos
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1.- La capitis deminutio.- Existiendo una capitis deminutio en el deudor, posterior a
la celebración de la deuda, ésta quedaba extinguida conforme al Derecho Civil;
ello ocurría así, toda vez que en la capitis deminutio máxima, media y mínima,
según el caso del grado de la misma, quedaba la persona incapacitada o impedida
para la celebración de ciertos y determinados asuntos. Empero, conforme al
Derecho Natural, como el sujeto a la capitis deminutio o incapacitada desde el
punto de vista jurídico, sigue siendo persona. Así, podemos establecer, que,
desde el punto de vista del Derecho Natural, tan persona lo es el sometido a la
capitis deminutio, como la persona que no está sujeta a ella, y, sea en consecuencia
persona con capacidad jurídica. Por lo tanto, como la personalidad del sujeto
persiste, aún revistiendo su persona hasta tratándose de una capitis deminutio
máxima, el deudor queda obligado naturalmente para con su acreedor.
2.- La litis contestatio.- La litis contestatio es la última parte del proceso ordinario o
formulario; es cuando el proceso ordinario está completamente incoado. En Roma
la litis contestatio crea una obligación nueva y muy especial entre las partes,
que, como ya hemos visto, antes del proceso se les designan acreedor o titular
del derecho, por una parte, y, por la otra deudor u obligado pero ya al empezar el
juicio el acreedor se convierte en demandante o actor; mientras que el deudor u
obligado, de la relación jurídica, se convierte en demandado o reo. Por lo tanto,
en la litis contestatio, la obligación que ha sido deducida in juditio, queda, en lo
sucesivo extinguida o paralizada, conforme al Dercho Civil. A pesar de esto
último, es decir, a pesar de que por medio de la litis contestatio la obligación
queda extinguida o paralizada, ello es conforme al Derecho Civil, y, empero,
subsiste como obligación natural.
3.- La sentencia absolutoria.- Aquí, en esta cuestión, referente a la sentencia
absolutoria, obviamente, en el caso de que un demandado o reo, haya obtenido,
en el proceso correspondiente, una sentencia por medio de la cual se le absuelva
de las pretensiones reclamadas por el acreedor, o parte actora, en el juicio, deja
a aquél obligado naturalmente. Esto, claro, suponiendo que ya la sentencia del
juzgador haya causado ejecutoria, es decir, que sea la verdad legal.
Por lo tanto, conforme al Derecho Civil no se le puede cobrar ya la deuda
correspondiente al deudor demandado, pero quedará obligado conforme al Derecho
Natural. En efecto, si verdaderamente existió una deuda, por ejemplo, si Juan le
prestó a Pedro mil pesos, éste debió de pagarle a Juan los mil pesos. Empero, si
por error en el procedimiento no se acompañó la prueba o pruebas inherentes a
la demostración fehaciente del adeudo de los mil pesos, la sentencia tendrá que
ser absolutoria para Pedro. También puede ser que los testigos de Juan por
determinada razón no hayan declarado en forma correcta en su testimonio ante
el Juez, entonces también la sentencia tendrá que ser de absolución para Pedro.
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En cualquier momento, a pesar de la sentencia de absolución que obtuvo Pedro,
éste podrá pagarle a Juan, puesto que, como hemos dejado establecido en
verdad, en realidad se efectuó un préstamo de Juan para con Pedro. Puede
darse el caso, de que, con el correr de los días a Pedro le remuerda la conciencia,
puesto que Juan al facilitarle la cantidad prestada se sacrificó o se privó de
ciertas cosas por hacerle el favor o el servicio al facilitarle en préstamo la suma
correspondiente. En este caso Pedro le paga a Juan los mil pesos que de él
recibió en préstamo. Así tendremos que al pagarle Pedro a Juan la cantidad de
referencia no constituye un pago de lo indebido. Es un pago válido el que Pedro
le hace a Juan, no obstante la sentencia absolutoria a su favor. Aquí, tenemos
que recordar, que, toda obligación surge para ser cumplida y Pedro aunque sea
tarde pero pagó. Constituye otro ejemplo lo siguiente: Sabido es que en una
quiebra los pesos se pagan a tostones, aquí hay que agregar “si bien les va a los
acreedores”, porque en otras quiebras si les pagan los pesos a veinte centavos,
ello es porque los acreedores resultan afortunados. Supongamos que el fallido
después de pagar a sus acreedores, ya a tostón o a veinte centavos por cada
peso debido, se sacara la lotería; o bien, que el deudor estuviese en una situación
de bonanza tal, que le permitiese pagarle a sus acreedores como Dios manda, y
así lo hiciese. Esto sería pagar conforme a los principios más elementales de
justicia y de equidad.
4.- La prescripción de treinta años.- Como tratamos en el primer tomo de esta obra,
en el Derecho Romano, y sobre todo en la tercera época de Roma, es decir, la
correspondiente al inicio del imperio, todas las acciones, con excepción de la
hipotecaria se extinguía con el transcurso de treinta años. Por lo tanto, el acreedor
perdía la sanción de su derecho, consistente en la protección de la autoridad
para exigir el cumplimiento del mismo. No obstante lo anterior, el deudor queda
obligado naturalmente. Supongamos, como ejemplo, que, José le presta a su
amigo Pablo diez mil pesos y José no le cobra a Pablo dicha cantidad ante un
tribunal, precisamente por la amistad y el respeto que le tiene a éste, únicamente
le recuerda de dicho préstamo, y Pablo le dice que le va a pagar, Esto se repite
en varias ocasiones y Pablo le sale con el mismo cuento a José de que ya le va
a pagar los diez mil pesos, pero estos billetes no llegan a José. Así pasa el
tiempo requerido por la ley para hacerse la reclamación judicial, y, por lo tanto,
la deuda prescribe. Ya no se pueden reclamar el préstamo, porque está prescrito.
La obligación prescribió, y, conforme al Derecho Civil, ya no se puede exigir su
cumplimiento. Empero, Pablo queda obligado naturalmente para con José. En
nuestra opinión, tanto en esta situación de la prescripción, como en el caso
anterior de la sentencia absolutoria, tan obligados naturalmente están los deudores,
puesto que si no lo hicieron a tiempo, no obstante la privación que tuvieron que
hacer sus acreedores para facilitarle en préstamo determinadas sumas de dinero,
diremos que después de esas situaciones estarán más obligados para con sus
acreedores, tanto conforme al Derecho Civil como a la Moral.
29 /
Siguiendo al tratadista de Derecho Civil Mexicano Rafael Rojina Villegas, los principales
casos de obligaciones naturales, conforme a la doctrina clásica, son las que a
continuación exponemos:
/ 30
A su vez la doctrina clásica considera que las obligaciones naturales revisten, entre
otros, los siguientes efectos:
Sostenemos, que, en la actualidad, mientras no se diga que una obligación sea natural,
vamos a dar por entendido que estaremos frente a una obligación de carácter civil.
Hurgando en el Código Civil de nuestro Estado encontramos, que, este cuerpo legal ni
siquiera dedica un solo capítulo a las obligaciones naturales, empero en forma indirecta
se refiere a ellas en los siguientes artículos, en la forma que a continuación exponemos.
Cuando se recibe alguna cosa que no se tenía derecho de exigir y que por error ha sido
pagada, se tiene obligación de restituirla. Si lo indebido consiste en una prestación
cumplida, cuando el que la recibe procede de mala fe, debe pagar el precio corriente
de esa prestación; si procede de buena fe debe pagar lo equivalente al enriquecimiento
31 /
recibido (artículo 1780). Igualmente, aquí, cuando el acreedor de una obligación
natural recibe el pago de su deudor, no estaremos en la obligación, ahora, del acreedor
natural de devolver lo que recibió como pago. Ello ocurre así, puesto que, en principio,
la mayoría de las veces, como ya hemos visto, antes de ser una obligación natural lo
fue primeramente obligación civil. Por lo tanto, al ser el pago válido, no estamos ante
el supuesto del artículo 1780 de nuestro Código Civil, y no debe restituirse el pago
recibido por el deudor natural, puesto que no se pagó por error. Se pagó una deuda
existente, aunque sea deuda natural.
Encontramos también que la Ley no concede acción para reclamar lo que se gana en
juego prohibido (artículo 2656). También localizamos, que, el que paga voluntariamente
una deuda procedente de juego prohibido, o por herederos, tiene derecho de reclamar
la devolución del cincuenta por ciento de lo que pagó. El otro cincuenta por ciento no
quedará en poder del ganancioso, sino que se entregará el fisco del Estado artículo
2657).
En los artículos anteriores, 2656 y 2657, nos encontramos con dos situaciones
parecidas y distintas a la vez. En efecto, en el primero de los preceptos mencionados
tenemos el caso, en principio, de que no se ha pagado una deuda procedente de un
juego prohibido, y, en segundo lugar, el vencedor no puede reclamar la cosa que haya
ganado, obviamente desde el punto de vista jurídico. Entonces el ganador del juego
prohibido no podrá reclamar su premio o apuesta ante un juzgado o tribunal. En
consecuencia, tal situación constituye una obligación natural.
/ 32
las bebidas embriagantes al menudeo. En esta situación, al estar Pedro Pablo inmerso
en el contenido del precepto que estamos analizando, el cantinero, el mesero y aún el
dueño de la cantina, si Pedro Pablo no paga su “deuda” el dueño de la cantina, ni
ningún otro podrá exigir su pago en un tribunal. Entonces, en el precepto analizado,
tenemos una auténtica y verdadera obligación natural.
Después de que los jurisconsultos romanos habían observado que las obligaciones
procedían ya de un contrato, o ya de un delito, posteriormente vieron que no eran las
únicas formas de fuentes de las obligaciones, sino que se dieron cuenta que había
determinadas situaciones que se parecían a un contrato, no obstante no serlo. Entonces
los romanos, por su apariencia o semejanza con los contratos, les denominaron
“cuasicontratos”, porque eran “casi” contratos. Igualmente, los jurisconsultos romanos,
observaron, respecto a los delitos, que había también ciertos hechos que sin constituir
delitos, ocasionaban daños iguales o semejantes a los que producían los delitos. Y es,
entonces, cuando surgió la denominación para esas situaciones de denominarlas
“cuasidelitos”, porque eran “casi” delitos. En un principio, el daño causado injustamente,
y, por consecuencia, toda mala acción, toda conducta contraria a derecho, que produce
perjuicio al prójimo, debe obligarse al causante a la restitución correspondiente.
Posteriormente, también, cuando alguien, a través de la voluntad libremente
manifestada, adquiere un compromiso, con relación a otro que también lo acepta,
estará obligado a cumplir lo que prometió.
33 /
la ley para vigilar la actitud de las partes, fijando límites a la libertad de éstas,
estableciendo las prohibiciones y hasta las nulidades correspondientes.
Los sujetos.- Por sujetos entendemos, desde el punto de vista jurídico, a las personas
que intervienen en una relación jurídica, como lo constituye la obligación. Recordemos,
que, en el primer tomo de esta obra de Derecho Romano, tratamos la temática relativa
a las personas, y, analizamos el concepto desde diversos puntos de vista. Desde el
punto de vista jurídico la persona es todo ente o ser capaz de ser titular de derechos
y obligaciones. Así las cosas, el término “sujetos”, es sinónimo del vocablo “personas”
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En toda obligación deben de intervenir, cuando menos, los siguientes sujetos, a saber:
a) Un sujeto activo, y, b) Un sujeto pasivo. También puede darse el caso de un sujeto
activo, frente a la pluralidad de sujetos pasivos, ya un sujeto pasivo por un lado y
varios sujetos activos por otro lado, o bien pluralidad de ambos lados, es decir, varios
sujetos activos y varios sujetos pasivos.
También sabemos que el deudor, sujeto pasivo, es la persona que está obligada a
procurar al acreedor la satisfacción de la prestación, que constituye el objeto de la
obligación.
35 /
De lo anterior desprendemos la posibilidad de que exista un acreedor indeterminado.
Pero por lo que se refiere a la factibilidad de que exista un deudor determinado, aquí
opinamos que no puede darse este caso. En efecto, desde que surge la obligación
debe de estar a cargo de alguna persona o sujeto, por lo tanto, esta persona que se
constituye en el deudor de la obligación tiene que estar plenamente determinado
desde un principio.
Así las cosas, en una relación jurídica tanto el objeto del acreedor, como el objeto del
deudor, lo que se va a estudiar en ambos objetos es la conducta humana. En efecto,
ya en el objeto del derecho, o ya en el del deudor, implica la actitud, o sea los actos de
las personas sujetas a una relación jurídica determinada. Cabe hacer mención aquí,
que hay dos objetos en una situación jurídica, a saber: a) El objeto directo, y, b) El
objeto indirecto.
/ 36
b) El objeto indirecto.- Otro objeto, que también va relacionado en una relación
jurídica, es el indirecto. Veamos ahora nuestra definición del objeto indirecto.
Consideramos que el objeto indirecto, es aquél que está conformado por la cosa,
o conjunto de cosas, sobre las que van a girar tanto la conducta del acreedor,
como la del deudor, ya sea que se trate del ejercicio de un derecho, o en el
cumplimiento de una obligación.
Si bien hemos dicho, que, todo objeto, dentro de una consideración jurídica, representa,
o significa, la conducta o actitud humana, también hemos de decir, lo que a continuación
se explica. Desde otro punto de vista, pero también sin salirnos de la dimensión
jurídica, podemos definir, ahora, el objeto de la obligación, de la siguiente forma. El
objeto de la obligación es la pretensión, o conjunto de prestaciones, a las que las
partes someten su conducta. En otras palabras, el objeto de la obligación es el acto o
conjunto de actos que debe de realizar el sujeto pasivo de la relación jurídica para
liberarse o finiquitar su cumplimiento. La conducta, desde el punto de vista jurídico,
no tan sólo es un actuar o una actuación de las personas, sino que, también puede
consistir, en un no hacer. Y, precisamente ese no hacer, será un no actuar sobre y en
determinada cosa o cosas. Y ese no actuar constituye una abstención. De aquí surgen
tres clases de objetos posibles, de dar, de hacer y de no hacer. Precisamente de estas
tres clases de objetos tenemos las tres clases de obligaciones: obligaciones de dar,
obligaciones de hacer y obligaciones de no hacer. Nuestro Código Civil para el Estado
de Nuevo León trata de las obligaciones de dar, en los artículos del 1905 al 1920, y
de las obligaciones de hacer y de no hacer, en los artículos 1921 y 1922.
En virtud de lo anterior, tenemos que hay dos clases de obligaciones positivas, que
son las obligaciones de dar y las de hacer. Por exclusión, tenemos una clase de
obligación negativa, que es la obligación de no hacer, que, según explicamos, es
aquella obligación consistente en una abstención.
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De lo anterior desprendemos que del verbo romano “praestare”, en español “prestar”,
se va a derivar la palabra “prestación” la cual en su conceptualización tendremos,
además de la procuración de disfrutar de una cosa, que es lo que se desprende del
verbo “praestare”, todo lo que deben de hacer los deudores para dar cumplimiento a
su obligación.Pero, tambíén consideramos, que, inmersas en el concepto de prestación,
no sólo se desprende la obligación de dar, sino que también pueden estar inmersas
las obligaciones de hacer y las de no hacer. Lo anterior, en virtud, de que también
observamos que dentro del concepto de prestación que acabamos de dar, van implícitos
los verbos de “dare” y “facere”. Por lo que de aquí deducimos, que de los tres verbos
romanos dare, praestare y facere, se derivan las tres clases de obligaciones que ya
hemos hecho referencia: de dar, hacer y no hacer. En consecuencia, tendremos dos
obligaciones positivas y una obligación negativa. Las obligaciones positivas son,
obviamente, las de dar y las de hacer. La obligación negativa es la de no hacer.
Por lo tanto, afirmamos, que la prestación envuelve a la obligación, Tanto es así, y nos
da la razón lo que el Código Civil para el Estado de Nuevo León, nos dice en su artículo
1905, que es el primer precepto de los que configuran el capítulo configurativo de las
obligaciones de dar, en los siguientes términos:
Ahora veamos, que, entre las obligaciones que tienen por objeto una prestación positiva,
es decir, las que nosotros designamos como obligaciones positivas, tenemos las
obligaciones de dar, mismas a que hemos hecho referencia en el parágrafo que precede,
es decir las contenidas en el precepto 1905 comentado. Ahora veamos, que, las
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obligaciones positivas de hacer las tenemos tipificadas, o encuadradas, en el artículo
1921 del Código Civil para el Estado de Nuevo León, de la manera que sigue:
“Si el obligado a prestar un hecho, no lo hiciere el acreedor tiene derecho de pedir que
a costa de aquél se ejecute por otro, cuando la substitución sea posible.
“El que estuviere obligado a no hacer alguna cosa, quedará sujeto al pago de daños y
perjuicios en caso de contravención. Si hubiere obra material, podrá exigir el acreedorr
que sea destruida a costa del obligado”.
Definimos a la relación jurídica, como aquella relación que está tutelada por el derecho,
y en cuya virtud el acreedor puede exigir del deudor el cumplimiento de su obligación.
En consecuencia, la relación jurídica constituye el vínculo correcto que liga a los
sujetos de la obligación. En un principio, en el Derecho Romano el ligamento que unía
al deudor para con su acreedor era producido por los efectos del nexum cuando no
cumplía el deudor, y se le atribuía al acreedor el poder de atar o de ligar a su deudor.
En Roma, si el deudor no le paga a su acreedor en el término o plazo convenido, aquél
se convertía en esclavo de éste. El dueño del esclavo, tenía el poder de vida y de
muerte sobre éste. El esclavo se convierte en cosa o bien, susceptible de valorización
pecuniaria. El dueño del esclavo puede hacer todo lo que quiera sobre éste. Cuando
hay varios dueños sobre un esclavo, pueden todos repartirse el cuerpo de aquél. Esto
nos demuestra que los romanos eran muy celosos de sus deberes u obligaciones. Por
eso los romanos fueron un pueblo educado por y para el derecho.
39 /
que la coercibilidad y la coacción son características exclusivas de las normas jurídicas,
por lo tanto ninguna relación, ya sea moral, social o religiosa produce los efectos de la
coercibilidad ni de la coacción.
Así las cosas, tenemos, que, la relación jurídica es el carácter que diferencia a las obligaciones
jurídicas, de las obligaciones morales, toda vez que en éstas no existe la sanción de la
autoridad. Dicho en otras palabras, en las obligaciones morales no tenemos la relación
jurídica. Por lo tanto, como ya hemos expresado, en las obligaciones morales no tenemos
la coercibilidad, y mucho menos la coacción, toda vez,que, como sabemos, ésta es
consecuencia de aquella.
Uno de los efectos para el deudor, cuando no cumplía la obligación, por causa imputable
a éste, consistía en que era responsable de los daños y perjuicios de lo que su
incumplimiento arrojase.
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tampoco a un infans o un impúber “proximus infantiae” Se considera la falta o
culpa como un punto intermedio entre el caso fortuito y el dolo.
Los jurisconsultos romanos distinguían dos tipos de faltas o culpas, a saber: a)
La culpa grave, o culpa lata, y b) La culpa leve o culpa levis.
a) La culpa lata, o culpa grave.- La culpa lata o grave es el tipo de culpa que no
comete un hombre dotado de sus facultades mentales en forma vulgar. Por
lo tanto, representa una falta grave dejar el automóvil abiertas las puertas y
con la llave puesta, y, además, con objetos valiosos adentro del vehículo.
Esto representa una incitación, y hasta una invitación para que se lleven,
bien las cosas que están en el automóvil, o bien que se lleven el mismo
vehículo con todo y los objetos preciados que van adentro.
b) La culpa levis, o culpa leve.- La culpa levis, es la falta que no comete un
buen administrador. En el tipo de culpa leve no se va apreciar con la misma
rigurosidad que para la culpa grave. Aquí tenemos, en términos generales,
el caso de un paterfamilias de una conducta irreprochable, “bonus
paterfamilias”, o buen padre de familia. Se considera culpa levis aquella
imprudencia o negligencia que el buen padre de familia no hubiera cometido.
Se considera también culpa levis si una persona ha demostrado en una
situación determinada, menos diligencia de la que pone en sus propios
asuntos; y, aquí tendremos la culpa levis en términos específicos..
La repercusión de los jurisconsultos romanos en el campo de la culpa, ha sido muy
importante en todo el mundo, y dentro del sistema jurídico mexicano lo tenemos en el
Código Civil para el Distrito Federal de 1884, el cual se refería, en el numeral 1429,
a la culpa leve in abstracto. Dicho numeral del Código Civil de 1884, mismo que
nuestros legisladores tomaron del Derecho Romano puesto que en dicho precepto se
contiene el siguiente principio:
“El obligado a dar alguna cosa, lo está a conservarla con la diferencia propia de un
buen padre de familia y a entregarla, bajo la responsabilidad establecida en el capítulo
IV de este título”.
41 /
La expresión de un “buen padre de familia”, procede del Derecho Romano, y todavía
en la actualidad, la seguimos utilizando en nuestro sistema jurídico mexicano. En
efecto, ciertas situaciones, aunque no se establezca esta expresión de un “buen padre
de familia”, aún cuando no lo exprese la Ley, como explicamos en el parágrafo que
antecede, al analizarlas jurídicamente, volvemos a ella. Por eso, estamos de acuerdo,
y aquí es la ocasión, de mencionar y recordar que “todos los caminos llegan a Roma”.
“La pérdida de la cosa en poder del deudor se presume por culpa suya mientras no se
pruebe lo contrario”.
En nuestro concepto, no podemos concebir nuestro Derecho Mexicano sin tener que
hacer alusión al Derecho Romano. En efecto, tan es así, que, el célebre autor de obras
de Derecho Civil Mexicano Rafael Rojina Villegas, al tratar, en su Compendio de Derecho
Civil, lo relativo a la culpa, nos refiere lo siguiente:
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También, el Derecho Romano toma en cuenta el tipo del diligentísimo padre de familia,
al que se supone la diligencia máxima, y cuando no se observa ésta, aunque se tenga
la media y la mínima, considera que hay culpa levísima.
En relación con esta cuestión, nosotros nos preguntamos, ¿Qué padre de familia no va
a querer lo mejor para sus hijos? Esta cuestión la formularíamos tanto en los tiempos
de Roma, como en los actuales, ya no en el territorio que fue de Roma, sino aquí
mismo en México. Hemos asentado en nuestra diversa obra, tomo I de Derecho
Romano, que los padres mexicanos, inclusive todos los latinos, que nuestra función,
para con los hijos, nunca termina. También hemos afirmado que la misión de los
padres mexicanos y latinos, solo con la muerte termina. Esto a diferencia de los
padres anglosajones, como ocurre en nuestro vecino país de Estados Unidos de América,
donde a temprana edad los hijos “abandonan” a sus padres, para vivir independientes
de ellos, tal vez motivados por éstos, para no vivir atados a ellos y así poder vivir más
liberados Por lo tanto, también nos formularíamos la siguiente interrogación, ¿no será
que los padres estadounidenses son los que “abandonan” a sus hijos, al permitir que
se independicen de ellos? El Derecho Romano se imagina, que, dentro de los buenos
padres de familia hay los diligentísimos, que tienen un cuidado excesivo en la
conservación de sus cosas, y que este tipo de hombre es diligentísimo toda vez que
tiene la diligencia máxima. Esta denominación, servirá para determinar el cuidado
que debe tener el deudor en ciertos contratos que son los unilaterales y gratuitos
hechos a su favor, tales como el comodato, entre otros.
Por otra parte, el Derecho Romano determina, también, que hay una diligencia mínima,
que es aquella que cualquier hombre debe tener, con las precauciones normales.
Cuando no se observa esta clase de diligencia mínima que todo hombre debe de
tener, hay un descuido máximo, una culpa lata o grave. Esto supone la negligencia en
su mayor grado.
Eugéne Petit, nos dice, que, en el Derecho Romano, en principio todo deudor responde
de la culpa grave, que se asemeja al dolo, y, que ninguna convención puede descargar
de esta responsabilidad. En cuanto a la culpa leve, es justo que todos los deudores no
están obligados en el mismo grado de diligencia, y que, por consiguiente unos sufran
las consecuencias de su culpa, mientras otros se libran de ellas. Esta regla de equidad
debía, naturalmente, recibir una aplicación más amplia en las obligaciones de buena
fe que en las obligaciones de derecho estricto. Hay, pues, que distinguir estas dos
clases de obligaciones para precisar la responsabilidad del deudor.
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a) Contratos de derecho estricto.- En los contratos de estricto derecho, el deudor
responde solamente de sus culpas positivas, in committendo y no de sus culpas
negativas, in omittendo.
En estas clases de contratos de derecho estricto si Juan se obligaba a dar al
esclavo José, sería Juan responsable de su muerte si le hubiera inferido una
puñalada, pero no si le hubiese dejado morir de hambre, porque Juan no se
había obligado a alimentar al esclavo José.
b) Contratos de buena fe.- En cambio, en los contratos de buena fe el deudor
respondía en igual forma de las dos clases de culpa: in committendo e in
omittendo. En todo caso respondía de su dolo y de su culpa grave, de tal modo
grave que confinara con el dolo.
Cuando se celebraban contratos en interés de las dos partes, como el contrato de
venta o el contrato de alquiler o arrendamiento, o en interés exclusivo del deudor,
como el comodato, el deudor respondía, además, de la culpa que no cometería un
buen padre de familia; culpa levis in abstracto.
También encontramos, que, sin embargo, algunas veces se trataba con menos rigor al
deudor; simplemente se le exigía la misma diligencia que para sus propios negocios,
“camdem diligentiam quam suis”, y no era responsable más que de culpa que no
hubiera cometido administrándolas, culpa levis in concreto. Tal ocurría cuando
gestionaba su propio negocio al gestionar un negocio ajeno. Tal era para el asociado,
para el copropietario, para el caso de indivisión, para el marido obligado a devolver la
dote de su mujer.
En nuestro sistema jurídico, se define la culpa a través del artículo 1919 del Código
Civil para el Estado de Nuevo León, en los siguientes términos:
Por lo tanto, en México, la definición legal de la culpa nos la da, entre otros Códigos
Civiles, el del Estado de Nuevo León, a través de su artículo 1919.
Por lo tanto, en México, al analizar la definición legal de la culpa, tenemos que para
que ésta acontezca, pueden existir cualquiera de estas dos clases de negligencias:
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a) La negligencia que acontece cuando el obligado ejecuta actos contrarios a la
conservación de la cosa.
b) La negligencia que se da cuando el obligado deja de ejecutar los actos necesarios
para la conservación de la cosa.
En el primer caso, tendremos que hay negligencia cuando un jardinero, cuya función
es cuidar, custodiar, vigilar y procurar que el césped, las plantas, y los árboles a él
encargados crezcan y se conserven en buen estado, si el jardinero destruyese el
césped, las plantas o los árboles tendrá culpa. También habrá culpa si el jardinero les
pusiera más agua o insecticida del debido.
Al analizar el segundo de los casos, tendremos que también habrá culpa cuando el
jardinero no regara el césped, las plantas o los árboles y se le marchitasen los mismos.
En este segundo caso hay culpa por la negligencia o el descuido del jardinero, por no
cumplir con su misión, por no ejecutar o realizar los actos necesarios para la conservación
de las plantas. En efecto, es sabido por todos la importancia que tiene el agua en la
vida de los humanos, los animales y las plantas. Por lo tanto, no darle agua y abono
a las plantas, equivale a no darle agua y alimento a los animales y a los humanos. En
ambos casos indefectiblemente moriremos las plantas, los animales y los humanos.
“Si el obligado a prestar un hecho lo hiciere, el acreedor tiene derecho de pedir que a
costa de aquél se ejecute por otro, cuando la substitución sea posible.
“El que estuviere obligado a no hacer alguna cosa, quedará sujeto al pago de daños y
perjuicios en caso de contravención. Si hubiere obra material, podrá exigir el acreedor
que sea destruida a costa del obligado”.
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B) Teoría de los riesgos.- La teoría de los riesgos consiste en aquella situación que
tiene por objeto determinar quién, del deudor y del acreedor, debe soportar las
consecuencias del incumplimiento de una obligación cuando el mismo resulta
ya de caso fortuito, ya de fuerza mayor.
Este apartado, que, hemos designado bajo el rubro de teoría de los riesgos, también lo
podemos denominar teoría de la inejecución de las obligaciones, porque se da en los
casos en que no se puede dar cabal cumplimiento a las obligaciones, en los casos en
que pereciere la cosa. Eugéne Petit, nos menciona que tres son las causas de inejecución
de las obligaciones el caso fortuito, el dolo y la falta
Debemos decir, que siempre que exista un incumplimiento, es decir, una inejecución
de las obligaciones, el deudor es el causante de ese incumplimiento, salvo excepciones,
como ocurre en el caso de la “mora debitoris”. Al existir ese incumplimiento de las
obligaciones por causa del deudor, para resarcir las consecuencias de ese
incumplimiento, se han establecido los conceptos de daños y de perjuicios.
Artículo 2002.- “Se entiende por daño la pérdida o menoscabo sufrido en el patrimonio
por la falta de cumplimiento de una obligación”.
Vamos a poner un ejemplo para entender estos conceptos de nuestro sistema jurídico
mexicano. Supongamos que usted es empresario(a), contratante de artistas y organiza
una cena-baile en el Club de Leones de Monterrey, A. C., para el día treinta y uno de
diciembre. El Club de Leones, por medio de su representante legal, y usted, firman el
día quince de noviembre el contrato respectivo, por medio del cual dicho club le va a
facilitar a usted las instalaciones y le va a dar el servicio de la cena para cada asistente
a tal evento; en consecuencia corre por cuenta del club el servicio de meseros. Cuando
falta un día para el evento, o sea el treinta de diciembre, o bien el mero día treinta y
uno de diciembre, ¿si el Club de Leones le dijera a usted que no puede cumplir el
contrato celebrado, que pasaría? Pues que el club tendría que pagarle a usted los
daños y perjuicios. Y aquí en este ejemplo ¿qué acciones constituirán los daños y
cuáles los perjuicios?
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en la comunidad y les hace la mitad de su pago, como adelanto a su actuación. En
otras palabras, usted hace diversos y variados gastos en la preparación y para la
realización del evento. Pues bien, todo esto irá en el concepto de los daños, puesto
que ello constituye una pérdida o menoscabo que sufriría su patrimonio, y es motivado
por la falta de cumplimiento de la obligación del Club de Leones. Los perjuicios
estarían representados por todo aquello que usted dejaría de ganar con el desempeño
de su actividad lícita, de la realización de la cena baile. Los perjuicios estarían
significados en el valor total de la venta de todos los boletos, descontándole los gastos
de inversión, obviamente.
Cabe resaltar, que, dentro del Derecho Civil Moderno, los conceptos de caso fortuito y
fuerza mayor, resultan muy importantes, puesto que si ocurren nos van a eximir del
exacto cumplimiento de las obligaciones. Al menos en cuanto a la fecha del vencimiento
de las obligaciones, toda vez que al acontecer alguno de los conceptos del caso fortuito
o la fuerza mayor, al ser invocados estos el juez tendrá que otorgar en justicia un
término de los que comúnmente denominamos “término de gracia”. Este término de
gracia, consiste en un plazo extraordinario, que, cuando ocurren determinadas
circunstancias, a juicio o criterio del juez, se podrán extender ciertos plazos para el
debido cumplimiento de la obligación. Precisamente esas circunstancias o situaciones
especiales, que, en la actualidad, originan este incumplimiento de las obligaciones
son: a)El caso fortuito, y, b) La fuerza mayor.
Pues bien, en la teoría de los riesgos debemos de tomar muy en cuenta esos dos
principios. Respecto al primero de los principios mencionados, es decir, el de la
obligatoriedad o puntualidad de los contratos, tenemos lo siguiente. Una vez que se
ha firmado un contrato cumpliendo con todas sus formalidades, una vez que llegue la
fecha de su vencimiento, debe de ser indefectiblemente cumplido. Aquí vendría, en
nuestra opinión, otro principio: el de “dura lex, sed lex”, toda vez, que, si el contrato
se hace con todas las de la ley, o sea, con todos los requisitos legales, irremediablemente
tiene que ser oportunamente cumplido ese contrato. Aquí, yo les pregunto a mis
alumnos, que, si tomando en cuenta estos principios jurídicos, ¿irremediablemente
tendrá que ser cumplido el contrato, por ser legalmente celebrado? Y, así las cosas,
¿deberá un juez aplicar todo el rigor de la ley, para llegar a los extremos de la ejecución
forzada, y con todas las consecuencias que el incumplimiento del contrato acarrea? Y
la respuesta es, que, así como nada hay absoluto en esta vida, es decir, que, todo
tiene sus excepciones, bueno, o casi todo (por aquello de las excepciones). Por lo
tanto, toda regla, todo principio también tiene sus excepciones.
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En el caso del principio de la obligatoriedad, o de la puntualidad de los contratos,
también encontramos excepciones. La excepción es, precisamente, el principio romano
de que nadie está obligado a lo imposible. Relacionando este valiosísimo principio, al
que ya hemos hecho referencia, nos da la clave para la solución a la problemática
planteada. En efecto, del principio romano “nullum obligatio imposibilitium est”, surgen
como excepciones al principio de la obligatoriedad o puntualidad de los contratos, los
conceptos de caso fortuito y de la fuerza mayor.
Observamos que, en Roma, el caso fortuito estaba inmerso en la fuerza mayor. Por lo
tanto, la fuerza mayor envolvía al caso fortuito. Ahora, en la actualidad, vemos que,
estos conceptos de caso fortuito y fuerza mayor existen, en forma independiente, por
lo que a continuación se explica.
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intermediación de ese país, lógicamente que con la guerra se van a entorpecer, y, por
qué no decirlo, que, se suspenderían los tratos comerciales con dicho país. Así las
cosas, el comerciante mexicano se va a ver inmiscuido en el incumplimiento en todos
sus tratos, donde él se hubiese comprometido a entregar a sus clientes algunas
mercancías extranjeras.
Aquí, vemos que, la definición de casos fortuitos, está inmersa en un artículo que está
dentro del capítulo relativo “al arrendamiento de fincas rústicas”. Según el precepto
transcrito nos menciona que los casos fortuitos pueden ser: a) Casos fortuitos ordinarios,
y, b) Casos fortuitos extraordinarios.
Nuestro Código Civil de Nuevo León, en el precepto a comento, si bien nos habla de
las clases de casos fortuitos, para empezar no nos da una definición de los casos
ordinarios, y, en segundo término, al referirse a los casos fortuitos extraordinarios,
confunde los hechos naturales y los acontecimientos donde interviene la voluntad
humana. Por lo tanto, no concuerda este precepto, con lo que hemos expuesto acerca
de ambos conceptos, puesto que mezcla, en los casos fortuitos “extraordinarios” “el
incendio, guerra, peste, inundación insólita, langosta, terremoto u otro acontecimiento
desacostumbrado y que los contratantes no hayan podido razonablemente prever”.
Por otra parte, el Código Civil para el Estado de Nuevo León, en su artículo 2005,
determina lo siguiente:
“Nadie está obligado al caso fortuito sino cuando ha dado causa o contribuido a él,
cuando ha aceptado expresamente esa responsabilidad, o cuando la ley se la impone”.
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Del precepto aludido, en dicho cuerpo legal, desprendemos que, ninguna persona
estará obligada al caso fortuito, a menos que haya contribuido a él. Si el obligado da
causa o contribuye a su realización, estaremos ante la culpa por parte del obligado. Y,
en este caso de la culpa, no habrá excepción y el deudor u obligado incurrirá en culpa.
Entonces, el deudor será responsable de los daños y perjuicios que su conducta
acarree. En este caso, el deudor puede aceptar expresamente su responsabilidad,
como dice el precepto a comento, y, en caso negativo el que se considere perjudicado
con la conducta del deudor podrá demandarlo judicialmente.
Otro aspecto derivado del artículo 2005, que se analiza, lo constituye el hecho de que
existen casos en que la misma ley impone la culpa para determinadas personas,
como el comodatario, según reza el diverso artículo 2399 de la siguiente manera:
“Si la cosa perece por caso fortuito, de que el comodatario haya podido garantizarla
empleando la suya propia, o si no pudiendo conservar más que una de las dos, ha
preferido la suya, responde de la pérdida de la otra”.
Aquí tenemos la situación de que, el comodatario teniendo dos cosas, siendo una de
él, y al venirse el caso fortuito, pudiendo salvar sólo una cosa prefiere salvar la suya
propia y no la cosa dada en comodato. Fíjese usted, si yo le doy (presto) en comodato
un libro de Derecho Romano y usted tiene otro libro también de Derecho Romano. Al
ocurrir el caso fortuito, por ejemplo una inundación, el agua se mete a su cuarto donde
tiene sus libros. Usted está por evacuar su casa para buscar refugio en otra parte, y ya
lleva muchas cosas que quiere rescatar, y nada más le cabe lugar en un costal que
lleva, pudiendo llevarse el libro que le di (prestado) en comodato prefiere rescatar su
libro de Derecho Romano y no el mío.
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fortuito o por fuerza mayor antes de que se realice la entrega, el comprador
quedaba obligado al pago del precio, aún cuando no tuviera ya la cosa.
Cosa distinta pasaba en los contratos sinalagmáticos o bilaterales cuando se trataba
del contrato de alquiler o de arrendamiento. En efecto, cuando la cosa dada en locación
perecía, el locatario quedaba liberado del pago del alquiler para el futuro. Por lo tanto,
su obligación ya no tiene causa o motivo y no podía ya procurársele el goce.
La teoría de los riesgos es motivada por el problema de estos al ocurrir ciertas causas
que hacen imposible, ya total, o ya parcial, el incumplimiento de los contratos.
A tal efecto, nuestro artículo 1842 del Código Civil para el Estado de Nuevo León,
referente a los riesgos en las obligaciones no traslativas de dominio, establece lo que
a continuación se transcribe:
I.- Si la cosa se pierde sin culpa del deudor, quedará extinguida la obligación:
II.- Si la cosa se pierde por culpa del deudor, éste queda obligado al resarcimiento
de daños y perjuicios...;
III.- Cuando la cosa se deteriore sin culpa del deudor, éste cumple su obligación
entregando la cosa al acreedor en el estado en que se encuentre al cumplirse
la condición;
IV.- Deteriorándose por culpa del deudor, el acreedor podrá optar entre la resolución
de la obligación o su cumplimiento, con la indemnización de daños y
perjuicios en ambos casos;
V.- Si la cosa se mejora por su naturaleza o por el tiempo, las mejoras ceden a
favor del acreedor;
VI.- Si se mejora a expensas del deudor, no tendrá éste otro derecho que el
concedido al usufructuario”.
Referente a los riesgos en las obligaciones no traslativas de dominio, contenidas en el
artículo 1842, que acabamos de ver, tenemos que el riesgo de la cosa debida, en
caso de pérdida será a cargo del acreedor. Del contenido en dicho precepto deberá
distinguirse si a) El perecimiento acontece estando pendiente la condición resolutoria,
b) Después de que se haya cumplido la condición, y, c) Cuando exista certeza de que
jamás podrá materializarse esa modalidad.
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estando pendiente una condición resolutoria, será el acreedor quien deba de
sufrir la pérdida. Si después se realiza la condición, las consecuencias tendrán
que ser sufridas por el propietario, que por virtud de los efectos retroactivos
de la condición ya cumplida, se toma acreedor a la restitución
b) Después de que se haya cumplido la condición.- Cuando el perecimiento de
la cosa debida acontece después de realizada la condición, el problema deja
de serlo, porque ya se operaron los efectos restitutorios, y, por lo tanto el
acreedor de la devolución, o sea, el dueño, será quien sufra la pérdida.
c) Cuando exista certeza de que jamás podrá realizarse esa modalidad.- Por
último, si la modalidad de la obligación, consistente en la condición a comento,
ya no podrá realizarse, entonces la obligación quedará pura y simple. En
esta situación se aplicará lisa y llanamente el mencionado artículo 1842,
para arrojar el riesgo al acreedor, quien tendrá tal carácter en forma definitiva.
Un principio moderno, que ha dado mucho de qué hablar, entre los jurisconsultos
civilistas modernos, en relación con estos tópicos, es el que se ha llegado a denominar
como “teoría de la imprevisión”, mismo que a continuación explicamos. En la época
medieval, los juristas del Derecho Canónico condenaron todo enriquecimiento obtenido
por uno de los contratantes a expensas del otro, como contrario a la moral cristiana.
Esos juristas canonistas exponían, que, no debían considerar a la lesión extemporánea
del contrato, sino también la que resultara de cambios posteriores en las circunstancias
referentes al mismo.
También sabemos, que, todo principio tiene su excepción. Por lo tanto, el principio de
la obligatoriedad de los contratos o de las obligaciones, debe tener excepciones. Hemos
explicado, que, tenemos como excepciones a este principio, el caso fortuito y la fuerza
mayor.
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la condición económica imperante, siempre y cuando aquellas hayan sido imposibles
de prever, o bien que sean inevitables, toda vez, que, en algunos casos pueden ser
previstas pero no se pueden evitar. Una vez que se dan estas circunstancias, cuando
se cumplen estos requisitos, nos formularemos esta interrogante:¿será posible, que,
el principio de la obligatoriedad de los contratos, se elastice o resortice para modificar
las cláusulas de un contrato, por causas imposibles de prever? Sobre todo, que al ser
cumplido al pie de la letra ¿lleve a la ruina al deudor, por causas imprevistas y de
carácter inusuales?
Por una parte. Borja Soriano, sostiene que, el problema de la imprevisión, como
cualquier otro problema jurídico, puede considerarse desde dos ángulos que no siempre
coinciden: a) Desde el punto de vista del derecho ideal, y b.- Desde el punto de vista
del derecho positivo.
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los contratantes no solo al cumplimiento de lo expresamente pactado, sino también a
las consecuencias que, según su naturaleza, son conformes a la buena fe, al uso o a
la ley”
Por otra parte, el distinguido jurista mexicano Rojina Villegas, nos expone, que, aquí
en México, al igual que el derecho francés, sí existe el mismo cúmulo de elementos
que conforman la facultad del juez, a efecto de que éste pueda modificar los términos
de un contrato, en presencia de la equidad, cuando el cumplimiento “exacto” llevaría
a la desgracia económica del deudor. Opina este autor, que, problema muy distinto es
que, en nuestro país se hayan querido resolver los planteamientos relativos a la
imprevisión, no facultando a los jueces para los casos concretos, sino dando leyes de
emergencia especiales, como por ejemplo las leyes del moratorio, para suspender el
cumplimiento de las obligaciones como consecuencia de la crisis económica que vino
posterior a la revolución; o a las leyes monetarias que han evitado, a través de un
principio general, que los deudores tengan que pagar en la especie convenida, motivadas
también por los trastornos políticos y económicos de México. Si los deudores tuviesen
que pagar en las monedas convenidas, tendrían en ocasiones de crisis un gran perjuicio
y a base de una ley general, desde 1905, se dispuso que el pago se hará siempre en
la moneda circulante. Las leyes de emergencia demuestran también el mismo hecho
en la actualidad. Rojina Villegas concluye su postura, aceptando la teoría de la
imprevisión, al considerar que, en nuestro país se debe aplicar la misma, sobre todo
cuando el deudor no ha incurrido en mora.
Nosotros sustentamos la misma opinión del gran civilista Rafael Rojina Villegas, en el
sentido de, que en nuestro sistema jurídico debería aceptarse que el juez aplicara la
teoría de la imprevisión con las siguientes observaciones: a) Cuando el deudor no
de motivo a la mora o demora, b) Cuando el hecho imprevisible, ya evitable, o ya no
evitable sea tal, de que no afecte a una sola persona, sino cuando afecte a cierta
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comunidad. Sabemos que, en la actualidad, gracias a los adelantos de la ciencia,
podemos saber de la llegada de un huracán o ciclón, y que ya no es “imprevisible” tal
situación, pero que no la podemos evitar. Lo mismo sucede con una inundación,
granizada, helada o nevada. Todos estos hechos, que, constituyen verdaderos y
auténticos casos fortuitos. O bien, cuando ocurre una guerra, una quiebra mercantil,
una epidemia, una guerra, entre otros. Estos últimos acontecimientos configuran el
concepto jurídico de la fuerza mayor. A estos dos conceptos, a los que ya nos hemos
referido, como aquellos elementos que constituyen las excepciones al principio de la
obligatoriedad de los contratos, y que también ya nos hemos referido y explicado,
debemos de agregar un tercero: la imprevisión o teoría de la imprevisión. Y así de esta
manera, deberemos de decir que hay tres formas o excepciones al principio de la
pacta sunt servanda, es decir, del principio de la obligatoriedad de los contratos, y que
son: a) El caso fortuito, b) La fuerza mayor, y, c) La imprevisión, en la forma y términos
antes señalados.
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a) De la mora debitoris- Por mora debitoris entendemos que es aquella mora
cuando el incumplimiento de la obligación es por parte del deudor.
Para que exista la mora del deudor no basta el sólo vencimiento del término
o plazo para constituir al deudor en mora. En efecto, además del vencimiento
del plazo en el que el deudor no cumple se necesita también que el acreedor
le haya exigido el pago, a través de una “interpellatio”, es decir, una
interpelación en forma expresa.
La excepción a la regla anterior, la encontramos en los casos siguientes:
1.- Si lo establece una cláusula expresa en el contrato del cual se deriva la
mora o demora. En latín mora ex contractu.
2.- En el caso de robo, “mora ex re”.
En cuanto a sus efectos, la mora puede revestir los que a continuación se
mencionan
1.- La mora deja los riesgos a cargo del deudor. Esta situación queda
demostrada en la expresión latina siguiente: “mora perpetuat
obligationem”
2.- En los contratos de buena fe, la mora hace exigibles los frutos de la
cosa y hace correr intereses de la suma debida. Estos intereses son
llamados intereses moratorios.
Esta situación, tratándose de los contratos de derecho estricto, no se hacen
exigibles respecto a los frutos sino a partir de la litis contestatio; en cuanto
a los intereses de una suma convenida, no se deben ni “ex mora” ni en “ex
litis contestatio”
b) De la mora creditoris.- Para que exista la mora creditoris es necesario que
exista lo que a continuación se narra. La demora del acreedor exige, al igual
que la demora del deudor dos requisitos esenciales:
1.- Es necesario que el acreedor retarde, injustamente, la materialización
de la obligación por dolo o culpa suya.
2.- Es indispensable que se hayan realizado ofrecimientos de pago valederos.
Estos ofrecimientos pueden ser hechos por toda persona que tenga
derecho de pagar. También, estos ofrecimientos tienen que ser dirigidos
a la persona capaz, o sea, que tenga derecho de recibir el pago.
Aquí, yo les expongo a mis alumnos de la Facultad de Derecho y Criminología, lo
siguiente. En primer término, como que se antoja algo difícil imaginar que pueda
existir un acreedor que incurra en mora creditoris. ¿Qué acreedor no va a querer que
le paguen? Supongamos que una persona llamada Juan celebra un contrato por el
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cual le vende a Pedro una casa-habitación, en la cantidad de cien mil pesos, dicho
contrato se celebra el día quince de junio de un año cualquiera (como dicen las
actrices en México, y demás mujeres que se dedican al arte, cuando se les pregunta
su fecha de su nacimiento, para que no se sepa su edad): dicho contrato se materializará
el quince de julio del mismo año. Así las cosas, el día treinta del mismo mes en que
se celebró el contrato se devalúa el peso mexicano frente al dólar (dollar) estadounidense.
El peso, antes de la devaluación, se cotizaba a diez pesos por un dólar, y el día treinta
de junio se cotiza a veinte pesos por un dólar. Sabemos, que cuando se devalúa
nuestra moneda, y más frente al dólar, las cosas aumentan de valor. Esta situación,
de la devaluación de nuestro peso, nos afecta mucho a todos los mexicanos. Sobre
todo, porque muchos productos los importamos de los Estados Unidos de América.
Luego, de ahí, tenemos que la casa-habitación que le vendió Juan a Pedro, al treinta
de junio, o sea, quince días después de haber firmado estas personas el contrato, que
aquí en México le llamamos de compraventa, y, para los romanos era simplemente
contrato de venta, dicha casa ya no cuesta cien mil pesos. Ahora tenemos que la casa
que le compró Pedro a Juan, quince días después de celebrado el contrato aumentó
su precio al doble, es decir, subió un ciento por ciento de su valor. Llega el quince de
julio, día en que, conforme al contrato Pedro debe pagarle a Juan los cien mil pesos
por la casa. Ahora resulta, que, a Juan ya no le interesa venderle la casa a Pedro, aún
y cuando existe un contrato de por medio. Cuando Pedro va a pagarle a Juan éste se
le esconde, unas veces Juan se niega a salir. Otras veces, cuando Pedro le llama por
teléfono a Juan, o cuando va a la oficina de éste, aquél le dice a su secretaria que le
diga a Pedro que no está, que no ha llegado, incluso que salió de la ciudad y no sabe
cuando regresará. La táctica de Juan es que Pedro no le pague. ¿Por qué no querrá
Juan que le pague Pedro? La respuesta radica en, que, si Pedro le paga a Juan éste
tendrá que entregarle la casa, que es el objeto o cosa vendida. Ante esta panorámica,
Juan, que es el acreedor del precio, incurre en mora creditoris.
2.- Como efectos que origina la realización de la mora creditoris, son los siguientes:
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a) De la mora absoluta.- Estimamos que, en nuestra opinión, hay mora absoluta
cuando el deudor no paga al acreedor en el día a que se haga referencia en
el contrato En el caso de que el acreedor presente su demanda, reclamándole
la actitud negativa del cumplimiento de la obligación a su deudor, habrá
mora absoluta. También consideramos, que, si el deudor no cumplió el día
convenido y paga después habrá, pues, mora relativa, toda vez que aunque
pague todo habrá incumplimiento por el retardo.
b) De la mora relativa.- Opinamos que hay mora relativa o parcial, cuando el
deudor paga parcialmente la deuda, cuando solo da un abono, o sea, una
parte de la misma. Habrá, en este caso, cumplimiento parcial por lo que se
paga, e incumplimiento parcial por lo que no se paga. Por lo que se paga,
obviamente que no hay mora, pero por lo que dejó de pagar habrá, en
consecuencia, mora. Por eso nosotros le llamamos a esta situación “mora
relativa”
En nuestro sistema jurídico mexicano, la mora es regulada por el principio de “dies
interpellat pro homine”. Lo anterior ocurre así, porque toda obligación de dar y de
hacer en la que se fije un plazo determinado para el cumplimiento, se hace exigible
por la simple llegada del día prefijado, sin que sea menester una interpelación judicial
o extrajudicial. Desde el día fijado para el vencimiento de la obligación comenzarán a
ocasionarse los daños y perjuicios moratorios.
Al respecto nuestro Código Civil para el Estado de Nuevo León en su artículo 1998,
dispone lo siguiente:
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cumplimiento de las mismas, siempre y cuando sea de la siguiente forma:
1.-Después de la interpelación judicial, 2.- Ante Notario Público, y, 3.-
Ante dos testigos.
b) Obligaciones de hacer.- Cuando se trate de obligaciones de hacer el cuerpo
legal a comento nos menciona, en su artículo 1998, en relación con el
diverso 1974, que para que el acreedor pueda exigir el cumplimiento de la
obligación, es necesario que transcurra el tiempo necesario para ejecutar el
hecho. Observamos aquí, en el ultimo artículo mencionado, que, dicho
cuerpo legal no aclara si en estas clases de obligaciones, o sea, las de hacer,
deba existir, al igual que en las obligaciones de dar, la interpelación judicial,
ante notario, o ante dos testigos.
Por lo que se refiere a las obligaciones de no hacer el cuerpo legal a comento, no
contiene disposición alguna acerca de éstas, para el caso de que no se hubiese señalado
fecha para el cumplimiento de estas obligaciones.
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esta palabra, es decir, estipular, desde los tiempos de Roma, y, hasta nuestros días,
es sinónimo de contratar.
Existían dos formas que los jurisconsultos romanos tenían para constituir la estipulación
penal, a saber:
1.- Por medio de la estipulación penal se pueden fijar de antemano los daños y
perjuicios, y también los intereses, en el caso del incumplimiento de la obligación.
Aquí tenemos el caso siguiente. Sabemos que cuando se reclaman daños,
intereses y perjuicios, estos tienen que demostrarse en el juicio respectivo. En
cambio, a través de la estipulación penal los conceptos mencionados de daños,
perjuicios o intereses, al ser precisamente fijados de común acuerdo por las
partes, ya no tendrán que demostrarse.
2.- Por medio de esta figura jurídica, se puede obrar en forma preventiva sobre el
ánimo del deudor y compelerlo al cumplimiento voluntario, por temor al pago de
la “poenae”.
3.- A través de la stipulatio poenae se puede hacer válida una obligación, que por
ella misma pudiera ser nula, especialmente en caso de alguna promesa, o bien
por estipulación de un tercero.
Según René Foignet de la estipulación penal se derivaban las consecuencias jurídicas
siguientes:
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1.- Se incurría en la poenae desde el día del vencimiento, por el solo hecho del
incumplimiento de la obligación, sin necesidad de hacer incurrir en mora al
deudor.
2.- También se incurría en la pena si el incumplimiento resultaba del caso fortuito.
3.- Se incurría en la totalidad de la pena en caso de cumplimiento parcial de la
obligación, porque la condición es indivisible.
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como si su amo aún viviera; en este caso la estipulación realizada por el esclavo, es
correcta legalmente, en beneficio del o de los que finalmente, a través de la sentencia
del juez, resulten herederos. Sin embargo, aunque la herencia representa ficticiamente
al de cujus, ciertamente no hay sino hasta la adición o aceptación, persona física
alguna que pueda recoger el beneficio del crédito. Consecuentemente, el esclavo no
podía adquirir por estipulación un derecho de usufructo o de uso. En efecto, el
esclavo no podía adquirir estos derechos, puesto que el usufructo y el uso exigen
un acreedor vivo. Entonces, como la estipulación produce un derecho instantáneo,
no habría nadie para beneficiarse de él.
b) En esta situación, a comento, cuando el esclavo estipula, convierte en acreedor
al amo, aún cuando éste lo ignore, y aún a pesar suyo. Entonces, el amo puede
o no utilizar el crédito que le proporciona la actuación de su esclavo.
Consecuentemente, el amo se aprovecha de la adquisición, a través de la conducta
realizada por su esclavo sacando provecho de la misma. Lo anterior ocurre así,
aún y cuando se tratase de un contrato condicional. Cuando el esclavo pertenecía
a varios patronos, el crédito entonces, era adquirido por cada uno de los dueños
de aquél, en la proporción que éstos tengan sobre el esclavo, en la fecha del
contrato celebrado por el esclavo. Por excepción, ocurre también lo anterior,
cuando el crédito era adquirido por un solo propietario del esclavo, si éste ha
realizado la estipulación por su dueño en forma nominal, o por orden suya.
c) Cuando una persona tiene en usufructo a un esclavo, o que tiene de buena fe un
esclavo ajeno, no adquiere por la intervención de éste, sino sólo los créditos
nacidos de las cosas que le pertenecen “ex re sua”; también cuando provengan
de los trabajos de su esclavo, “ex operis servi”. Los demás créditos son adquiridos
por el dueño del esclavo.
Hemos dejado establecido, que, además de los esclavos, el propietario de éstos,
también podía adquirir bienes, mediante la intervención de un hijo de familia. El hijo
de familia púber tiene la facultad de contratar, toda vez, que, sabemos que en Roma
terminaba la tutela con la pubertad, que entre los varones se daba entre los catorce y
diecisiete años.
No obstante que el hijo púber puede contratar, atendiendo a los principios de la patria
potestad, no tiene nada en propiedad. El hijo, entonces, aún contratando no obtiene
nada en propiedad. El crédito así obtenido por el hijo de familia, es adquirido por su
paterfamilias.
La situación anterior fue modificada por el establecimiento de los peculios, por los
cuales, excepcionalmente, el hijo de familia ya podía administrar los bienes adquiridos,
podía entonces tener su propio patrimonio. Al paterfamilias le quedaba un instrumento
de adquisición al momento en que contrataban sus hijos en su nombre, o con ocasión
del peculio profecticio.
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Cuando el paterfamilias quería dejarle cierta independencia al hijo de familia, y por lo
tanto favorecer la actividad de éste, existía la costumbre de que aquél lo abandonara,
como al esclavo, para el disfrute de ciertos bienes que formaban un peculio profecticio,
“a patre profectum”. Así, el hijo de familia tiene la libre administración sobre este
peculio. Esto no constituye ningún ataque al principio según el cual el paterfammilias
adquiere sobre las personas sometidas a su autoridad.
A principios del reinado de Justiniano ese principio está todavía intacto para los
esclavos, pero para los hijos de familia se ha modificado significativamente. Es a partir
del reinado del emperador Augusto, cuando se admite que los hijos de familia van a
ser propietarios de los bienes que adquieran con ocasión del servicio militar, y que
forman un verdadero patrimonio para ellos con el nombre de peculia castrense.
a) El peculio castrense.- Este peculio está formado por los bienes que el hijo de
familia adquiere con motivo del servicio militar, tales como su sueldo, la parte
que se le atribuye en la repartición del botín, así como las distribuciones de
tierras, las liberalidades que le son hechas por terceros, con motivos de su
cualidad de soldado. El hijo de familia tiene sobre estos bienes los derechos de
un propietario, puede enajenarlos, ya a título oneroso, ya a título gratuito. También
puede llegar a ser, por esta causa, hasta acreedor o deudor de su padre, y puede
ejercitar personalmente las acciones que se deriven de este peculio.
El hijo de familia, en esta circunstancia, es considerado como todo un
paterfamilias, respecto de sus propios bienes.
b) El peculio cuasi-castrense.- Este peculio es instituido por el emperador
Constantino, en el año 320, ya de nuestra era. El peculio cuasi-castrense consiste
en la consideración que se les debe proporcionar a los hijos de familia, que
tienen un oficio en el palacio del emperador, “palatini”, como a los que están en
los campamentos, es decir, que están en la milicia, toda vez que sus bienes los
han formado con los dones y salarios recibidos del emperador, a título de peculio
cuasi-castrense. Tales dones y gracias recibidos del emperador, posteriormente,
se extendieron a las ganancias hechas por los hijos de familia que prestaban sus
servicios en las profesiones liberales, como la de abogado y a los emolumentos
derivados de cualquier función pública.
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c) Los bienes adventicios.- Hemos visto, que, tanto los peculios castrense, como
el cuasi-castrense, estaban reservados a determinadas personas, hijos de familia
que prestaban sus servicios en la milicia, o bien, según hemos asentado, como
“palatini”, es decir, los que tienen un oficio en el palacio del emperador.
Cuando los emperadores establecieron tanto el peculio castrense, como el cuasi-
castrense, no fue su intención de reaccionar contra los efectos inherentes a los
paterfamilias. La voluntad de los emperadores fue otra: la de conceder a sus soldados
y servidores, hijos de familia, la libre disposición de sus bienes obtenidos por sus
servicios al imperio. Ya hemos explicado que esta reforma fue iniciada bajo el emperador
Constantino, pero no fue sino hasta el emperador Justiniano cuando se le da todo el
fulgor necesario. También Constantino había dispuesto que todos los bienes que recibiera
el hijo de familia, dentro de la sucesión materna, le pertenecieran a éste como propios,
y que el paterfamilias no tuviera más que el usufructo. Esta disposición de Constantino,
fue extendida a todos los bienes que obtuviese el hijo de familia a título gratuito por la
vía materna. También pasó, por extensión, a todos los bienes que venían de un
esposo, o bien de un prometido. Por tanto, podemos afirmar que este fue el origen de
la dote profecticia.
Posteriormente Justiniano sometió a la misma regla, no tan sólo los bienes provenientes
de los peculios castrenses, como cuasi-castrenses, sino también todos los bienes que
el hijo de familia tuviera por una causa cualquiera, siempre y cuando no fuera por la
causa de su padre. Todas estas adquisiciones fueron llamadas “bona adventitia”, en
oposición a las que provenían “ex re patris”, y que componen el peculio profecticio en
el cual el paterfamilias conserva sus antiguos derechos.
El Derecho Romano no permite que se pueda llegar a ser propietario por el intermedio
de una persona libre y sui juris. Cuando un ciudadano ha otorgado un mandato a una
persona para adquirir por esta persona la propíedad de una cosa, en el Derecho
Romano ese mandatario no representa al mandante, y cuando aquél reciba la tradición
de la cosa, aún en nombre del mandante, llega a ser, no obstante, único propietario.
En el mandato en Roma, es el mandatario quien se convierte en propietario, al adquirir
alguna cosa, por orden del mandante. Es el mandatario el que se convierte en propietario,
por no admitirse que, a nombre de otra persona ésta se convierta en titular de los
derechos de crédito, sin haber contratado. Esto estaba reglamentado por la regla “nihi
per extraneam personam adquiri posse”, o sea, que, nadie puede por extraños, es
decir por terceros, adquirir la posesión. Lo que sucedía, en el caso del mandato, era
que el mandatario se convertía en propietario, y después, por cuerda separada le
rendía cuentas a su mandante para entregarle lo que aquél había adquirido por éste.
En otras palabras, antes se hacían dos actos en el mandato. Ahora, desde que se
celebra el acto para el cual fue conformado el mandato, el mandatario adquiere la
propiedad para el mandante.
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Los peculios tanto castrense, como cuasi-castrense, así como los bienes adventicios,
constituyen verdaderos y auténticos bienes profecticios que hemos definido
anteriormente.
Por otra parte, en Roma, partiendo de la base de que las obligaciones no eran
transmisibles a los herederos, no podrían a fortiori ser transferidas por el acreedor a
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otra persona por vía de cesión. Esto constituyó una grave molestia para las transacciones
romanas, porque el mandatario no representaba al mandante. Por ello era necesario
transmitir a su persona los créditos que había hecho nacer ejecutando el mandato.
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El cesionario hasta estos momentos no era más que un mandatario, por lo que
resultaban dos situaciones:
1.- Se resolvió que cuando no tuviera las acciones del cedente en cuanto fueran
acciones mandatae, en razón de su muerte, las ejercitara en cuanto fueran
acciones útiles.
2.- El emperador Gordiano por una constitución previene que el deudor no pueda
pagar directamente al cedente, a partir del momento en que el cesionario le
diera a conocer la existencia de la cesión, mediante una litis denuntiatio.
Actualmente la transmisión de las obligaciones son de las siguientes tres formas: A)
Cesión de créditos o de derechos, B) Cesión de deudas o de obligaciones, y C)
Subrogación.
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En términos generales, todos los derechos de crédito pueden ser objeto de la cesión
de derechos. El artículo 1924 establece al respecto:
“El acreedor puede ceder su derecho a un tercero sin el consentimiento del deudor, a
menos que la cesión esté prohibida por la ley, se haya convenido no hacerla o no lo
permita la naturaleza del derecho.
El deudor no puede alegar contra el tercero que el derecho no podía cederse porque así
se había convenido, cuando ese convenio no conste en el título constitutivo del derecho”.
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necesidades y ventajas de la moderna cesión de derechos. Dicha institución es el
denominado mandato en propia causa. Este mandato consistía en que el mandante
facultaba al mandatario para cobrar un crédito, relevándolo de la obligación de rendir
cuentas. Así, de esta forma, el mandatario en realidad era quien cobraba el crédito por
sí mismo y para sí. Y por cuerda separada, rendirle cuentas a su mandante.
“Para que haya substitución de deudor es necesario que el acreedor consienta expresa
o tácitamente”.
El contenido de dicho artículo, no nos da propiamente dicho una definición legal que
pudiéramos considerar acerca de la cesión de deudas. En primer término, nuestro
Código Civil nos da como sinónimo de la cesión de deudas el de “substitución de
deudas”. En segundo término, el referido precepto legal nos dice, únicamente, que lo
que se requiere para la substitución de deudor es el consentimiento, en cualquiera de
sus dos formas: a) Forma expresa, y, b) Forma tácita. Consecuentemente, podemos
definir, legalmente, la cesión de deudas como aquella substitución del deudor en la
que se necesita el consentimiento del acreedor, ya sea en forma expresa o tácita.
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Dentro de la cesión de deudas pueden quedar asumidas deudas futuras, imperfectas
y litigiosas. Lo anterior queda determinado en la conceptualización del artículo 1949
del Código Civil para el Estado de Nuevo León, mismo que determina:
“El deudor substituto queda obligado en los términos en que lo estaba el deudor
primitivo, pero cuando un tercero ha constituido fianza, prenda o hipoteca para garantizar
la deuda, estas garantías cesan con la substitución del deudor, a menos que el tercero
consienta en que continúen”. Ello ocurre así, puesto que las obligaciones secundarias
deben seguir la suerte de la deuda principal cedida.
/ 70
aunque no se le pide la voluntad al deudor. En cambio, la subrogación, puede ser, ya
convencional, ya por ministerio de ley, como es el caso del artículo 1952 a comento.
Aquí, ocurre, lo que nosotros llamamos una subrogación mixta, o sea una mezcla de
ambas clases de subrogaciones, entre la convencional y la legal.
Tal situación ocurre también, con la disposición contenida en el Código Civil para el
Estado de Nuevo León, al tratar en el capítulo I, Título Cuarto, del Libro Cuarto, al
disponer en su artículo 1966, que:
71 /
“El acreedor está obligado a aceptar el pago hecho por un tercero; pero no está obligado
a subrogarle en sus derechos, fuera de los casos previstos por los artículos 1952 y
1953”.
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por él; el tercero subrogante sólo podrá obtener el monto del pago que efectuó y
este es un efecto reconocido generalmente por los tratadistas;
6.- La cesión de créditos impone el cumplimiento de la forma y de las acciones
publicitarias de notificación al deudor y de la fecha cierta para que produzca
efectos. La subrogación no está sujeta a tales requisitos.
Por nuestra parte, cabe destacar que, ni Rafael Rojina Villegas, ni Manuel Bejarano
Sánchez, hacen mención alguna a los elementos subjetivos que intervienen en la
subrogación, es decir los sujetos, al menos no lo hacen en una forma expresa y
determinante.
73 /
Como utilidad, la subrogación presenta las siguientes situaciones benéficas:
El acreedor primitivo, que recibe el pago de la deuda del tercero, según dijimos, se ve
desinteresado por el hecho de que le han satisfecho su crédito. En efecto, como al
acreedor original le han cubierto su crédito, éste se ve eliminado del panorama jurídico.
Se le ha cubierto un crédito, que probablemente su deudor no hubiese podido pagarle,
y, gracias a la intervención del tercero lo obtiene.
Por otra parte, también para el deudor reviste utilidad la subrogación. En efecto, para
el obligado supone la desaparición del mapa jurídico, es decir, del panorama jurídico,
de un acreedor “obstinado”, por otro más consciente y sensible. Para el deudor, el
hecho de la subrogación representa la misma situación, no gana ni pierde. En efecto,
para el deudor significa la misma situación: él debe de pagar su deuda, nada más que
a distinta persona, precisamente, a quien, tal vez, le salvó de una situación presente.
Pero nada más presente, porque de que tiene que pagar, tiene que pagar.
Podemos decir como conclusión que consideramos a la subrogación, como una forma
de transmisión de las obligaciones, cuando se cambia el elemento activo, o sea, el
acreedor. Empero consideramos a la subrogación como una forma cuasicontractual,
de la transmisión de las obligaciones, que se da por ministerio de ley, porque es raro
que se de por convenio. Sería raro que a un deudor le interesaría realizar un convenio
para tal fin. Y, si hubiere un convenio entre subrogante y subrogado, debería de tomarse
en cuenta para la transmisión de la obligación, por este medio, a los elementos de la
obligación respectiva, como es el deudor, y no a un elemento nuevo como sería el
subrogante, mismo que va a ser el nuevo acreedor. También podemos decir que la
subrogación equivale al derecho de repetir o de repetición. Toda vez que después de
pagar el subrogante por el deudor se convierte, ahora, en nuevo acreedor de éste,
puesto que el acreedor primitivo ya desapareció del panorama jurídico.
/ 74
Segunda Unidad
De los Contratos
75 /
ciertos gastos extras que ello implica, la pena de verse compelido por la ley para ello.
Los romanos fueron un pueblo educado por y para el derecho, y, por eso mismo fueron
muy celosos en el cumplimiento de sus obligaciones.
Para los romanos representaba una infamia no cumplir a tiempo con sus deberes, y, en
consecuencia, eran mal vistos todos los deudores morosos. Tan es así, que hasta morir
con deudas, y, no dejar un testamento, era causa de infamia. Por eso el albacea, como
representante legal de la sucesión testamentaria, y, en general todos los herederos, tenían
que pagar las deudas del autor de la herencia, denominado jurídicamente “de cujus”
Por el otro lado, si nosotros fuéramos los dueños del establecimiento expendedor de la
fruta, y vendiéramos unos kilogramos de manzanas: ¿en qué momento tenderemos
derecho al pago del precio de la fruta que vendemos? Obviamente, que, nuestro
derecho a recibir el pago del precio de las manzanas que vendemos, será después de
entregar la fruta respectiva al comprador. Esto lo podemos aplicar a todas las clases de
mercancías que quisiéramos comprar, o tal vez vender.
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En estos sencillos ejemplos observamos, que, celebramos a diario verdaderos y
auténticos contratos de compraventa, desde cigarros, cerillos, chicles, dulces, pan,
leche, tortillas, etc. Lo anterior lo hacemos todos los días, tal vez, sin darnos cuenta,
de que, celebramos verdaderos y auténticos contratos. Aunque estos contratos sean
de naturaleza oral o verbal. Fíjense ustedes que estos, llamémosles, pequeños” contratos,
tienen, en verdad una auténtica fuerza obligatoria. De no darle fuerza obligatoria a un
contrato verbal, tendríamos que salir todos los días cargando un “costal de contratos”,
una bolsa o un portafolio lleno de contratos. Habríamos de portar un contrato para
comprar tomate, cebolla, o cualquier fruta o legumbre, otro contrato por si quisiéramos
comprar cigarros, cerillos, otro más para dulces, chicles o cualquiera otra golosina,
etc. Pero, ello no ocurre así, toda vez que estos contratos que a diario los celebramos,
son contratos que el Derecho Romano denomina contratos de venta, y, que nuestro
Derecho Mexicano los conceptúa como contratos de compraventa; y, por consiguiente,
tienen plena validez. De estos modestos ejemplos, nos damos cuenta que, un contrato
se nutre de una o varias obligaciones., y, de que, no todos los contratos tienen que
celebrarse en forma escrita.
Por eso, una vez que, entendamos las obligaciones, podemos, entonces, pasar al
estudio de los contratos. O dicho de otra manera, para comprender los contratos
debemos, primeramente, saber lo relativo a las obligaciones, y, que ya hemos estudiado
mediante la unidad que antecede.
Por lo tanto, definimos el convenio, como el acto jurídico celebrado, cuando menos, entre
dos personas, con la finalidad de producir los efectos de las obligaciones, los cuales son,
como ya hemos expuesto, la creación, la transmisión, la modificación y la extinción de
derechos y obligaciones. También sabemos, que, el convenio puede ser visto bajo los
siguientes dos ángulos: a) Convenio lato sensu, y b) Convenio strictu sensu.
a) Convenio lato sensu.- Al convenio lato sensu, le corresponden todos los cuatro
efectos de las obligaciones ya referidos, o sea, la creación, la transmisión, la
modificación y la extinción de derechos y obligaciones.
b) Convenio strictu sensu.- El convenio strictu sensu, es el acto jurídico celebrado
por dos o más personas, con la intención de producir ya una modificación, o ya
una extinción de derechos y obligaciones. Por lo tanto, el convenio strictu sensu
está conformado por los efectos de las obligaciones consistentes en la modificación
y la extinción de derechos y obligaciones.
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También podemos decir que el convenio lato sensu se divide en: a) El convenio strictu
sensu, y b) El contrato.
Artículo 1689.- “Convenio es el acuerdo de dos o más personas para crear, transmitir,
modificar o extinguir obligaciones”.
Artículo 1690.- “Los convenios que producen o transfieren las obligaciones y derechos
toman el nombre de contratos”.
Con las anteriores definiciones legales en nuestro sistema jurídico, podemos afirmar
que el contrato, es, pues, un convenio restringido. Por eso expusimos que lato sensu,
al convenio le corresponde la creación, la transmisión, la modificación o la extinción
de derechos y de obligaciones, y, que strictu sensu el convenio modifica o extingue
derechos y obligaciones. Y, consecuentemente derivamos del contenido del artículo
1690, a comento, que el contrato en el Derecho Mexicano es un convenio con efectos
restringidos, puesto que nada más tiene dos de los cuatros efectos de las obligaciones
de los que tiene el convenio.
De lo anterior desprendemos, que, el convenio lato sensu está compuesto por los
cuatro efectos de las obligaciones: la creación, la transmisión, la modificación y la
extinción de derechos y obligaciones. En cambio, al contrato le corresponden solamente
dos efectos: la creación y la transmisión. Al convenio strictu sensu le corresponden
los efectos de la modificación y de la extinción.
De aquí, nosotros consideramos, que, podemos dividir los efectos de las obligaciones
en: a) Positivos, b) Negativos, y c) Neutros.
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Nosotros consideramos neutro al efecto de las obligaciones, consistente en la
modificación, puesto que al modificarse un contrato, tanto se puede cambiar para un
efecto positivo, como puede ser la creación o extinción; o bien,.se puede modificar
una obligación para dar por terminados o extinguidos, ciertos derechos y obligaciones.
Los jurisconsultos romanos consideraban, que, cuando dos o más personas se ponían
de acuerdo en tal o cual cosa, existía desde ese mismo momento un pacto o convención.
Por lo tanto, definimos al pacto como un acuerdo de voluntades entre dos o más personas.
En cambio. El contrato era, para los romanos, un acuerdo de voluntades que se
representaba en forma determinada; pero este acuerdo de voluntades se coloca en la
clase de los contratos por una disposición excepcional, a pesar de su carencia de formas.
En tal virtud, no hay que confundir, en el Derecho Romano, el contrato con el pacto.
Lo anterior es así, puesto que no hay que olvidar que el pacto es, en Roma, sinónimo
de convención; y, una convención no puede dar nacimiento a todos los efectos de las
obligaciones, ya analizadas.
Estas formalidades consistían en palabras solemnes, que deberían expresar las partes
para formular sus acuerdos; podían consistir en menciones o palabras escritas, o en la
remisión de una cosa de una parte a la otra.
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Mexicano, todo acuerdo de voluntades constituye un contrato, y, por lo tanto
engendra derechos y obligaciones. En el sistema jurídico mexicano, pacto y
contrato son términos sinónimos; cosa distinta era en el Derecho Romano.
b) Contrato y transmisión de propiedad.- En el Derecho Romano el contrato originaba
únicamente obligaciones. En Roma, para que se transfiriera la propiedad, como
consecuencia de un contrato, era necesario para que el deudor cumpliera,que se
realizara a través de la mancipatio, de la in jure cesio, o de la traditio. Por eso,
para los romanos, vender y enajenar eran dos procesos distintos, toda vez que la
venta hacía al comprador acreedor de la cosa vendida, y, no pasaba a ser propietario
de la misma, sino por los efectos, ya de la mancipatio, ya de la in jure cessio, o
ya de la traditio. En cambio, en el sistema jurídico mexicano, a través de un
contrato se pueden producir tanto los derechos de crédito como los derechos
reales. De esta manera, la venta transfiere por sí misma la propiedad de la cosa
vendida al comprador, de modo que se la confunde con la enajenación. No
existe ningún otro requisito, más que el sólo consentimiento de las partes,
Recordemos, que, en el primer tomo de esta obra, explicamos los requisitos a
los que estaban sometidos los diversos modos de adquirir la propiedad, de la
mancipatio, de la injure cesio y de la traditio, consistentes en diversas formalidades
y solemnidades, cosas que no existen en el Derecho Mexicano.
Observamos, que, en el Derecho Romano, en un principio, todos los contratos fueron
formales, o sea, solemnes. Se aplicaba la regla de que el pacto no era obligatorio, en
forma absoluta.
a) Contratos verbis.- Los contratos verbis, son aquellos contratos que se forman
mediante el uso de determinadas palabras solemnes. Entre los principales
contratos verbis tenemos: 1.- La estipulación, 2.- La dictio dotis, y, 3.- El
jusjurandum libertis.
b) Contratos litteris.- Los contratos litteris, son aquellos contratos en que para su
validez se requiere de menciones o palabras escritas. En un momento
determinado, todos los contratos pueden reunir esta característica, es decir, que
conste de menciones o de palabras escritas.
c) Contratos re o reales.- Los contratos re, también son llamados reales. Aquí,
debemos recordar que los romanos utilizaban el vocablo “res”, para designar lo
que nosotros llamamos cosa. La palabra “reales”, es un derivado del vocablo
“res”, que significa cosa.
Por lo tanto, los contratos reales son los contratos en que, para su perfección,
basta la simple entrega de la cosa. Entre los principales contratos reales están:
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1.- El mutuum, o préstamo de consumo. 2.- El comodato, o préstamo de uso.
3.- El depósito. 4.- La prenda.
d) Contratos consensuales.- Los contratos consensuales eran llamados por los
romanos contratos “solo consensu”. Estos son los contratos que se perfeccionan
mediante el simple consentimiento de las partes. Entre los principales contratos
consensuales o solo consensu, están los siguientes:
1.- El contrato de venta. 2.- El contrato de arrendamiento. 3.- El contrato de
sociedad. 4.- El contrato de mandato.
Cabe resaltar, que, el nexum, al igual que los contratos verbis y litteris, son las tres
principales clases de contratos formales, conforme al Derecho Romano. Por contratos
formales entendemos aquellos contratos que para su validez requieren de cierta forma
reglamentada en una ley
Así pues, el nexum era un contrato formal. Veamos, ahora, las características y forma
de la constitución de esta clase de contrato. En el nexum se utilizaba el librepens, la
presencia de las dos partes y la presencia de cinco testigos. Hasta aquí, el nexum se
parece a la mancipatio, solo que las palabras que debían de pronunciarse eran diferentes.
Recordemos, que, la mancipatio fue objeto del curso primero de Derecho Romano, y,
que era una forma de adquirir la propiedad atendiendo al Derecho Civil, que se llevaba
a cabo mediante los requisitos precisamente acabados de mencionar.
Fíjense ustedes que el nexum, que constituye la primera forma de contratar, tenía por
causa únicamente el préstamo de dinero. De ahí que, en Roma, los únicos acreedores,
en un principio, lo constituían los que se derivaban de una operación económica, es
decir, pecuniaria. El nexum, constituye para los romanos el contrato por “excelencia”,
y al que consideran en un primerísimo lugar.
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diversos pueblos emplearon, para sus transacciones, comerciales y de cualquier otro
tipo, los metales preciosos. Roma no fue la excepción.
De ahí, que, tenemos que en Roma, para celebrar el contrato del nexum, se empleaban
los metales preciosos. La cantidad utilizada para el préstamo, se pesaba en una
balanza a través de un librepens. Esta operación era impregnada por una característica
religiosa, ante la presencia de cinco testigos. Dichos testigos tenían que ser ciudadanos
romanos y púberos. No fue sino hasta la aparición de la moneda de plata, que ya no
se tuvo que pesar el metal precioso prestado. De ahí, en adelante, nada más se
cuentan las monedas, a fin que en el mismo número de las prestadas se devuelvan.
Según el gran historiador Tito Livio, durante la primera etapa del Derecho Romano, y
principios de la segunda, las numerosas luchas suscitadas entre los patricios y los
plebeyos, fueron, precisamente, por las deudas y por los excesos cometidos por los
acreedores, sobre los deudores “nexi”. Ello dio lugar, en el año 428 de la fundación de
Roma, a la Ley Paelelia Papiria”, para interceder a favor de los “nexi”, o deudores.
Tito Livio, no tan sólo fue un gran historiador en general, sino que, precisamente fue un
destacado investigador de la historia de Roma, desde sus orígenes hasta el año 9 antes
de Jesucristo, ocho años antes de la muerte del gran historiador. Ahora bien, Tito Livio,
nos narra en la ley Paelelia Papiria, que fue para los plebeyos una nueva esperanza de
una libertad futura. A través de esta ley, se determinó libres a los ciudadanos que eran
nexi en el momento de su promulgación. También, a través de esta ley se prohibió
encadenar a los deudores, decidiéndose que no podrían ya comprometer sus personas
en provecho del acreedor, sino únicamente sus bienes. Esta fue la causa por la que el
nexum fue decayendo poco a poco, hasta terminar en el desuso.
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al descuidarse estas ceremonias religiosas, tomó un nombre más apropiado a su
función, la cual era dar un fortalecimiento a la convención de las partes, y, el resultado
fue la “stipulatio”.
Nos damos cuenta, que, el empleo de la estipulación fue tan fácil, para contratar, que
se utilizó también en los casos donde intervenían extranjeros. Entonces, la sponsio
quedó reservada, en forma especial para los ciudadanos romanos.
Fíjense ustedes, que todos los ciudadanos romanos acostumbraban llevar un registro,
denominado “codex”, en el cual plasmaban las actividades de su vida privada. Cuando,
a través del nexum, se hacía un préstamo, el mismo era inscrito en el codex. En
nuestra opinión, si consideramos que Juan le prestaba a Pedro mil pesos, el día cinco
de enero, de tal año Juan tendría que inscribir en su codex que en esa fecha realizaba
un préstamo a Pedro por la cantidad antes dicha, y que había sido entregado pecunia
expensa. Por su parte Pedro, tenía que inscribir, en su respectivo registro (codex) que
el día cinco de enero del mismo año recibió en calidad de préstamo la cantidad de mil
pesos, por parte de Juan.
Con posterioridad al nexum, vinieron los contratos que eran acompañados con la
simple entrega de la cosa para ser válidos, y, así surgieron el muttum, el comodato, el
depósito y la prenda, o contrato de “pignus”
Por lo que respecta a los contratos solo consenso o consensuales, en un principio, sólo se
empleó el cambio al contado. Se aceptó la validez del contrato mutuum, denominado
también como contrato de préstamo de consumo, configurado mediante la simple entrega
de una cantidad de dinero, o bien de cosas genéricas, por el prestamista al prestatario,
aún sin que se cubrieran los requisitos y formalidades del nexum.
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Poco tiempo después se simplificaron más las cosas. No fue ya necesario la translación
de las cosas para darle validez al contrato. Simplemente fue suficiente la entrega de la
cosa para que existiera el contrato.
Precisamente, los contratos a que hemos hecho referencia, como son el mutuum, el
comodato, el depósito y la prenda, se denominaron contratos “reales”. Se les llamó
reales a esta clase de contratos, porque eran válidos, simplemente, por la tradición de
la cosa objeto de la transacción correspondiente, sin la rigurosidad, que, según vimos
en el primer curso de Derecho Romano, eran llevadas mediante la mancipatio y la in
jure cesio, que eran formas de adquirir la propiedad, atendiendo al Derecho Civil.
También, se les denominó reales, por derivarse de “res”, que significa cosa.
Uno de dichos pactos al ser sancionados por el pretor, se les denominó pactos
pretorianos. Tenemos como pactos pretorianos: el pacto de constituto, el pacto de
juramento, el pacto de hipoteca y las recepta.
Tiempo después, en el Bajo Imperio, otros pactos son llamados legítimos, y son: el
pacto de dote, que fue bajo el imperio de Teodosio II, en el año 428, el de donación y
el de compromiso, formulados en el imperio de Justiniano.
Como una cuarta afectación al formulismo, tenemos que, en una época no datada, se
determinó que un pacto sinalagmático fuera obligatorio, y, se transformara en contrato
por el cumplimiento voluntario de su obligación por una de las partes. A partir del
cumplimento voluntario de una de las partes contratantes, la otra parte podía ser
obligada a dar la prestación que había prometido, o bien a devolver lo que hubiera
recibido. Esta clase de contratos se denominaron “contratos innominados”, que significa
sin nombre, el no nombrado o no denominado, porque no entraban en ninguna de la
clasificación antigua de los contratos.
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respectivamente: doy una cosa para que me des otra, doy una cosa para que hagas
alguna cosa, hago algo para que tu me des, y, hago para que tu hagas.
a) Nexum
b) Contratos verbis (1.-Estipulación. 2.-
A) Contratos Jusjurandum liberti, y, 3.-dictio dotis)
formales
c) Contratos litteris
(1.-Transcriptitium nomen a re in
personam. 2.-Transcriptitium nomen a
persona in personam).
a) Do ut des
b) Do ut facias
II.- Contratos
innominados c) Facio ut des
d) Facio ut facias
1.- Constituto
a) Pactos 2.- Juramento
III.-Pactos pretorianos 3.- Hipoteca
sancionados
4.- Recepta
en forma
excepcional 1.- Donación
b) Pactos
legítimos 2.- Dote
3.- Compromiso
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Objetivo 2.1.3. De las clases de contratos
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Otros ejemplos de contratos sinalagmáticos imperfectos, además del comodato,
tenemos el depósito, la prenda y el mandato. En cambio, ejemplos de contratos
sinalagmáticos perfectos están la venta, el alquiler y la sociedad.
En un tercer ángulo los contratos romanos se clasifican en: a) Contratos de buena fe,
y, b) Contratos de derecho estricto.
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Ya hemos mencionado que el nexum fue la primera forma de contratar, y, por ende, la
primera forma de obligarse, hablando en términos legales; también, que, la primera
forma de contratar consistió en el préstamo de dinero.
Fíjense ustedes, estimados lectores, que, en las primeras monedas que se emitieron
llevaban la efigie de un toro o de un carnero, llamados “pecus”, y de ahí el vocablo
“pecunia”, que significa moneda o dinero. En consecuencia, lo pecuniario, es, todo
aquello que es apreciable, o susceptible de ser apreciado en dinero; por lo que, dentro
del vocablo pecunia o pecuniario, van implícitos todos los bienes.
Por lo tanto, los romanos utilizaban el contrato del nexum, en virtud de que la pesada
de la balanza era ficticia, para realizar toda clase de contratos que tuvieran como
motivo una cierta cantidad de dinero. La utilización del nexum fue tan estricta, toda
vez que se permitía el uso de la manus injectio sin previo juicio.
II.- Los contratos verbis.- Entendemos por contratos verbis aquellos contratos que se
perfeccionaban, o sea, que son válidos mediante el empleo de ciertas palabras
sacramentales.
Las tres clases principales de contratos verbis, son: 1.- La estipulación, 2.- La dictio
dotis, y, 3.- El jusjurandum liberti. Ya hemos mencionado, que, las tres clases de
contratos verbis son, a su vez, clases de contratos unilaterales y de estricto derecho.
1.- La estipulación.- Entendemos por estipulación aquel contrato verbis que era perfecto
por medio de una interrogación que era formulada por el acreedor, acompañada por la
respuesta del deudor; la respuesta del deudor tenía que ser congruente a la pregunta
formulada por el acreedor. Por ejemplo, el acreedor formula lo siguiente: “¿prometes
entregarme cien sestercios?” Entonces el deudor contestaba: “lo prometo”.
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En la estipulación se derivan dos elementos personales: a.- El estipulante, y, b)
El promitente. Veamos el papel de estos.
Una vez que se origina la estipulación, que, como dijimos, fue derivada de la sponsio,
se dejó, en un principio, la sponsio para los ciudadanos romanos; en cambio, la
estipulación fue utilizada por los extranjeros. Lo anterior, en virtud, de que, el verbo
spondere fue reservado únicamente para los ciudadanos romanos. Aunque después
fue permitido, indistintamente echar mano de la estipulación, tanto por los extranjeros,
como por los ciudadanos romanos.
Es importante señalar, que, los romanos tenían la costumbre de que, cuando realizaban
una estipulación, redactaban un escrito denominado “instrumentum” o “cautio”. Es
en el instrumentum que se relataba, en primer lugar, el objeto del contrato, y, que
constituía lo que a su vez se llamaba “praefatio”, después seguían las formalidades de
rigor, para finalizar con los nombres y los sellos de los testigos llamados “signatores”.
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Tres son las características del contrato de la estipulación, a saber:
Como utilidad de la estipulación, encontramos, que, era el contrato más usado entre
los romanos. Ello obedece a que su carácter abstracto la hacía propia para crear un
lazo obligatorio, entre dos personas no importando cual fuera la naturaleza del acto
jurídico que se realizase. La estipulación también era útil para sancionar todo tipo de
convención entre las partes contratantes.
Consideramos nosotros, que, es muy importante la estipulación, no tan sólo entre los
romanos, sino también para el mundo moderno. En efecto, en nuestro sistema jurídico
mexicano, utilizamos el verbo estipular como sinónimo de contratar. Por eso es muy
frecuente, aún en la actualidad, la siguiente expresión: ¿qué estipularon las partes en
el contrato de compraventa? O bien: ¿qué estipuló el arrendador en la cláusula segunda
del contrato de arrendamiento? También: ¿qué estipularon los socios en las cláusulas
tercera y cuarto del contrato de sociedad?
La dictio dotis era el contrato verbis que tenía por objeto la constitución de una dote.
Recordemos, que, por dote entendemos la aportación que la mujer, o un tercero,
hacen al futuro marido, por y en virtud del matrimonio. Dentro del término tercero,
podía figurar bien el padre de la novia, o bien cualquier miembro de su familia.
Eugéne Petit, en su libro de Derecho Romano, al tratar acerca “De los demás contratos
verbales”, nos expone que: “ no se conoce la forma en que se realizaba la dictio dotis”.
Sin embargo, junto a esta expresión agrega que: “Se sabe que el que constituía la dote
se obligaba sin interrogación previa. Pero se ignora en que términos tenía que formular
su compromiso”. Por su parte el diverso autor de Derecho Romano René Foignet
expresa en su obra, al tratar sobre la dictio dotis, que: “era el constituyente el primero
en hablar, del modo siguiente: Digo que la dote es de mil, el futuro respondía: acepto”.
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3.- Del jusjurandum liberti.
Sabemos que el jusjurandum liberti era un contrato por medio del cual el esclavo,
cuando iba a ser manumitido se comprometía, bajo forma de juramento, a prestar
ciertos servicios a su patrono. El juramento, por medio del cual se llevaba a cabo este
contrato verbis, consistía, más que nada, en un compromiso religioso del esclavo para
con su amo. Esto se hacía para seguridad del dueño del esclavo.
El juramento, dentro del jusjurandum liberti, que hacía el esclavo a punto de ser
manumitido, luego tenía que ser renovado posteriormente a la manumisión, para que
así, de esta manera, el esclavo después de manumitido contrajera una obligación de
carácter civil, y, por lo tanto, exigible ante la autoridad.
a) Los adversaria.- Los adversaria, o libros borradores, eran conformados por los
registros en los que los romanos anotaban sus operaciones diarias, en el orden
con que se iban desarrollando. Estos libros borradores, que forman los llamados
“adversaria”, corresponden en la actualidad al libro diario, y, que, por lo general,
en forma mensual, transcribía al codex el resultado de los adversaria.
b) El codex.- Este registro codex podía ser de dos clases; 1.- El codex accepti, y 2.-
El codex expensi.
Ambos codex eran libros de caja, en los cuales cada ciudadano romano anotaba en
forma periódica, generalmente cada mes, todas las operaciones tanto de salida como
de entrada de dinero, conforme a los datos arrojados del adversaria.
1.- El codex accepti.- Se le denomina codex aceptum, por derivarse del vocablo
“acceptum”, que significa ingresos; por lo tanto era el libro, o bien una página de
un libro, correspondiente para la anotación de la entrada del dinero.
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2.- El codex expensi.- Esta diversa clase de codex es denominada “expensi”, por
derivarse del vocablo “expensum”, que son los gastos; en consecuencia, era el
libro, o bien una página de un libro, concerniente a la anotación de la salida del
dinero.
En los contratos litteris, bastaba para producir la obligación, que, el acreedor suscribiera
en su codex el nombre del deudor que consentía en ello, asentándose la cantidad de
dinero recibida por éste, misma que había sido pesada. En esto consistía la “nomen
transcriptitium”, o nómina transcriptitia.
Podemos citar como una utilidad del contrato litteris, que servía para transformar una
obligación preexistente, contraída por otra forma de obligarse. Por lo tanto, el contrato
litteris servía como un instrumento de novación.
El contrato litteris tenía más ventajas que la estipulación, entre las cuales destaca el
hecho de no exigir la presencia de las partes.
Por lo que respecta al deudor, éste también hacía unos asentamientos en su propio
codex, nada más que a la inversa del acreedor. Esto servía de mucho, en un momento
determinado, para la demostración del contrato.
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A través del codex se podía originar una obligación enteramente nueva. Tal era el caso
de una donación o de una constitución de dote. En estos casos, el acreedor tenía que
inscribir en el exponsum que había gastado una cantidad determinada de dinero. Esta
operación era puramente ficticia, que anulaba por medio de una inscripción correlativa
en el acceptum. Todo esto, a fin de que en el libro de caja quedara exacto.
a) Pertenece al campo del Derecho Civil. Por lo tanto, los peregrinos no pueden
aprovecharse de este tipo de contrato.
b) Es unilateral.
c) Es de derecho estricto.
d) Su objeto consiste siempre en una cantidad determinada de dinero.
Otra de las formas de obligarse litteris consistía en escritos sobre hojas llamadas: a)
Chirographa, y, b) Syngraphae.
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se perfeccionan con la simple entrega de la cosa. Así mismo veremos como principales
clases de contratos reales el mutuum, el comodato, el depósito y la prenda.
Definimos al mutuum o préstamo de consumo, como aquel contrato verbis por medio
del cual una persona, denominada mutuante, transfiere la propiedad de cosas
apreciables en cuanto al peso, al número o a la medida, a otra persona llamada
mutuatario, con la obligación de éste de restituirlas en determinada fecha.
Para que se de el contrato de mutuum, es necesario que exista la datio, es decir, que
las cosas prestadas salgan del patrimonio del prestamista, a fin de entrar en el patrimonio
del prestatario.
Según la opinión más aceptada el contrato de mutuum pasó por las siguientes tres
etapas históricas:
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Primera etapa.- El contrato de mutuum era realizado, regularmente, a través del nexum,
utilizando el cobre y la balanza.
Segunda etapa.- Se aceptó, que, cuando las formalidades del nexum no eran cubiertas,
habiendo simple tradición de las cosas genéricas prestadas, el que las recibía estaba
obligado a restituirlas, ya no en virtud de un contrato, sino en virtud de un cuasicontrato,
basado en la idea de que nadie puede enriquecerse a costa de otro.
Tercera etapa.- Hacia fines de la República, y, en una época incierta, se terminó por
aceptar que era suficiente la tradición, de las cosas genéricas dadas en el mutuum,
para perfeccionar este contrato.
Primer requisito.- Como primer requisito para la existencia del mutuum, era necesario,
que hubiere una transferencia de la propiedad de las cosas que se prestaban. Esto era
indispensable, toda vez que el mutuatario o prestatario debía de estar capacitado para
consumir las cosas prestadas. De ahí la denominación que también le asignamos a
este contrato como de préstamo de consumo.
Tercer requisito.- Como tercero y último requisito tenemos, que, era indispensable
que quien recibiera las cosas objeto del contrato de mutuum, que es el accipiens, se
obligara a devolverlas no en especie, sino en género, o sea, no las cosas mismas que
hubiera recibido el mutuatario, sino otras equivalentes.
El mutuatario tiene que devolver las cosas recibidas en préstamo, aunque no se haya
beneficiado con ellas. En efecto, puede ser que el mutuatario no haya utilizado las
cosas recibidas en calidad de préstamo, porque las mismas hayan perecido ya sea
por caso fortuito, o bien por el curso natural del tiempo como en el caso de las cosas
comestibles que son consumibles, pero que no se hayan consumido.
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mutuum. Ello es así, toda vez que si una persona pide prestadas las cosas genéricas
a que hemos hecho referencia, es para obtener de ellas determinado uso o provecho y
no para devolverlas o restituirlas inmediatamente.
Ahora bien, ¿cuál era la tasa de los intereses fijados o permitidos legalmente en
Roma? Esta respuesta resulta muy ambigua, puesto que hay que preguntarnos también
en que época queremos situarnos o colocarnos para tal fin. En la época de la Ley de
las XII Tablas, la tasa de los réditos se designaba con el nombre de unciarium foenus.
El interés permitido por dicha ley fue de un ocho y un tercio por ciento, es decir un
ocho punto treinta y tres por ciento (8.33%) anual.
Nos damos cuenta, que, después con el tiempo esta palabra de “usurae”, en español
usura, o de la usura, degeneraría para denotar o significar cuando una persona cobra
intereses indebidos, es decir, más de los permitidos por la ley. Hoy en día la usura es
considerada un delito por el Código Penal para el Estado de Nuevo León.
Por otra parte, nuestro Código Civil para el Estado de Nuevo León, determina dos
clases de mutuo, a saber: a) Mutuo simple, y b) Mutuo con interés.
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a) Del mutuo simple.- Dicho ordenamiento legal, a través del artículo 2278, al
tratar lo correspondiente al mutuo simple, nos expone lo siguiente:
“El mutuo es un contrato por el cual el mutuante se obliga a transferir la propiedad
de una suma de dinero o de otras cosas fungibles al mutuatario, quien se obliga
a devolver otro tanto de la misma especie y calidad”.
b) Del muto con interés.- Al tratar lo relativo al denominado mutuo con interés, el
cuerpo legal a comento, nos dice lo siguiente:
Artículo 2287.- “Es permitido estipular interés por el mutuo, ya consista en dinero,
ya en géneros”.
Artículo 2289.- El interés legal será del nueve por ciento anual... El interés legal
moratorio será del doce por ciento anual... El interés convencional será el que acuerden
las partes sin que deba ser igual o mayor al costo porcentual promedio publicado por
el Banco de México, en el Diario Oficial de la Federación, en la fecha próxima anterior
al día en que se acuerde, tanto si el pago deba hacerse en dinero o en especie... El
interés convencional moratorio será el que acuerden las partes, sin que deba exceder
el costo porcentual promedio publicado por el Banco de México, en el Diario Oficial de
la Federación, en la fecha anterior al día del acuerdo, incrementado con un diez por
ciento de su propio valor... Se consideran ilícitos, nulos de pleno derecho, y se tendrán
por no pactados, los acuerdos en oposición a lo preceptuado en este artículo”.
De lo anterior notamos que tanto para el interés legal simple, como para el interés
legal moratorio la tasa será fija, al nueve y al doce por ciento, respectivamente.
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Este artículo 2289, a comento, ha sido objeto de varias reformas. Ello obedece a las
situaciones criticas de la economía mexicana, en las cuales hemos tenido varias
inflaciones, incluyéndose la inflación galopante. Es verdad, que, tenemos varios sexenios
de gobiernos gubernamentales que nos han mantenido con una inflación galopante.
En virtud de ello, sería atentatorio a los principios de justicia y de equidad, que, si
usted, estimado lector, prestara una mercancía con valor actual de cien mil pesos y
que para cuando se la vayan a pagar tiene un valor de doscientos mil pesos, y que por
no podérsele entregar la misma, se tome en cuenta la cantidad de cien mil pesos para
pagarle. Lo justo sería que le paguen a usted tomando en consideración que lo que
usted entregó, y se privó de ello para que otro lo usase, vale lo doble, es decir doscientos
mil pesos, puesto que para que usted comprase otra mercancía igual le costaría esta
cantidad. A esto habría que añadirse la tasa de interés autorizada por el Banco de
México. Por ejemplo, se prestó una tonelada de aguacate y otra tonelada de manzana,
que deben entregarse en una fecha determinada, al vencimiento o se paga la tonelada
de aguacate y la de manzana, o bien se paga la cantidad, correspondiente al valor de
la mercancía al día del pago, que en lugar de cien mil pesos, al momento del
cumplimiento del contrato tienen un valor de doscientos mil pesos.
/ 98
a) El comodante.- La persona denominada comodante es aquella que presta la
cosa, en forma gratuita al comodatario.
b) El comodatario.- El comodatario es la persona a quien le prestan la cosa en
forma gratuita, a fin de que la utilice, conservándola y custodiándola, para
devolverla al comodante en la fecha o tiempo convenido.
El contrato de comodato reviste las siguientes características jurídicas:
99 /
para que el comodatario haga uso de la cosa prestada. Eso constituiría lo que
aquí, en México, le llamamos que no se puede ser “limosnero y con garrote”.
Si suponemos que el comodatario hubiese erogado alguna cantidad extraordinaria
para la conservación de la cosa, éste puede usar del derecho de retención, o sea, no
entregar la cosa dada en comodato, mientras el comodante no le restituya lo que él
por su parte pagó. Este pago pudo haber sido realizado por el comodatario, tal vez,
para evitarle gastos mayores al comodante.
En nuestro sistema jurídico, el Código Civil para el Estado de Nuevo León, nos da la
definición legal del contrato a estudio de la siguiente forma:
Artículo 2391.- “El comodato es un contrato por el cual uno de los contratantes se
obliga a conceder gratuitamente el uso de una cosa no fungible, y el otro contrae la
obligación de restituirla individualmente”.
/ 100
de alquiler, o bien en un contrato innominado. Ello era así, toda vez que lo que
inspiraba tanto en el depósito, como en el comodato, es un espíritu de servicio;
es el hecho de hacer un favor a un amigo, a un vecino, o simplemente a cualquier
prójimo.
El contrato de depósito se perfecciona, como todo contrato real, con la simple tradición
de la cosa hecha por el depositante al depositario. Por esto, el depositario se constituye
en simple detentador de la cosa.
En esto se parece el depósito al comodato, toda vez que en este contrato, también el
comodatario se convertía en un detentador de la cosa que le daban como préstamo de
uso.
101 /
En el Derecho Romano, el depósito sólo podía configurarse sobre cosas muebles,
consideradas in specie. Las cosas que podían ser objeto de este contrato podían o no
ser consumibles por el uso, toda vez que el depositario no tenía derecho de usarlas, ni
de beneficiarse de ellas. La misión del depositario es guardar y custodiar dichas
cosas, y entregarlas a quien confió en él depositándoselas.
Nuestro Código Civil para el Estado de Nuevo León nos define el depósito, a través del
artículo 2410, en los siguientes términos:
De dicho precepto advertimos, que, como diferencia entre el Derecho Romano y nuestro
sistema jurídico actual, en éste se admite la posibilidad de que el depósito recaiga
sobre bienes inmuebles, además de los muebles. En cambio, en el Derecho Romano
únicamente podían ser objeto de este contrato los bienes muebles.
El diverso precepto 2411 del ordenamiento legal invocado, nos expone lo siguiente:
“Salvo pacto en contrario, el depositario tiene derecho a exigir retribución por el depósito,
la cual se arreglará en los términos del contrato y, en su defecto, a los usos del lugar
en que se constituya el depósito”.
De este artículo encontramos una diferencia con el Derecho Romano, al admitir que la
regla general es que el depositario tiene derecho a una retribución por el servicio
prestado, por el hecho de recibir una cosa y guardarle y después restituirla. Mientras
que en el Derecho Romano este contrato era de naturaleza gratuita.
El Código Civil para el Estado de Nuevo León, nos define legalmente el secuestro, en
los siguientes términos:
/ 102
Artículo 2433.- “El secuestro es el depósito de una cosa litigiosa en poder de un
tercero, hasta que se decida a quien debe entregarse”.
103 /
c) Era un contrato accesorio, puesto que, como dijimos, se hacía para garantizar el
cumplimiento de una obligación principal.
El Código Civil para el Estado de Nuevo León, nos define el término del contrato de
prenda, de la siguiente forma:
Artículo 2748.- “La prenda es un contrato real constituido sobre un bien mueble enajenable
para garantizar el cumplimiento de una obligación y su preferencia en el pago”.
“Para que se tenga por constituida la prenda, deberá ser entregada al acreedor, real o
jurídicamente”.
Dos son los sujetos que presenta el contrato de venta, a saber: a) Por una parte el
vendedor, y B) Por otra parte el comprador.
/ 104
Nuestro sistema jurídico actual a esta situación de juris no la designa como contrato
de venta, sino bajo el rubro de contrato de compraventa, y mismo contrato que el
Código Civil para el Estado de Nuevo León lo define de la siguiente manera:
Por ser la venta un contrato consensual requiere para su validez del acuerdo sobre la
cosa vendida y sobre el precio, que constituyen el objeto mismo de dicho contrato, y
conforman sus elementos esenciales.
No se requiere que la venta se celebre por escrito, si esto se hiciere, es nada más para
su prueba, como es el hecho de las arras. Los romanos acostumbraban dar arras en
determinadas situaciones, como en el caso de la venta. Las arras consistían en una
cantidad de dinero o un objeto precioso, como podía ser un anillo, que ligue a las
partes en su obligación, En este contrato, por lo general era el comprador quien
entregaba las arras, como testimonio del contrato.
Ahora bien, ¿qué cosas eran susceptibles de la venta? Las cosas que podían ser
objeto de la venta son todas aquellas que están dentro del patrimonio de los particulares.
Ello ocurría así, puesto que en el derecho Romano la venta no operaba por sí misma
la transferencia de la propiedad, puesto que tenía que hacerse el procedimiento de la
mancipatio, de la in jure cesio, o bien de una tradición, consecutivamente a la venta.
En cambio, en la actualidad, en el sistema jurídico mexicano, la venta misma transfiere
al comprador la propiedad de la cosa vendida.
105 /
1.- Debe de ser en dinero acuñado.- El precio, para que la venta sea válida, debe de
constituir un equivalente que el comprador entregue al vendedor, consistente en
una cantidad de dinero pecunia numerata. Si el precio no consiste en dinero,
entonces no será venta, será otro tipo de contrato, como pudiera ser un contrato
innominado, y, por lo tanto no sería el de venta. En la actualidad, en nuestro
sistema jurídico, puede darse el caso de que a veces se pague el precio, parte en
dinero y parte en especie o con el valor de otra cosa, considerándose que el
contrato será de venta cuando la parte de numerario sea igual o mayor que la
que se pague con el valor de otra cosa. Si la parte en numerario fuere inferior, el
contrato será de permuta (artículo 2144 del Código Civil para el Estado de
Nuevo León).
2.- Tiene que ser cierto.- El precio de la venta tiene que ser cierto, o sea que esté
determinado, o susceptible de serlo. Si en un contrato se olvida establecer o
especificar una cantidad determinada el contrato no será válido. Ello resulta así,
puesto que entonces, cada parte en su posición, y, como decimos en México,
cada parte jalaría para su propio santo, es decir, cada parte trataría de sacarle la
mayor ventaja a esta situación. El vendedor aprovechándose de esta situación
diría que el precio del objeto es más caro; por su parte el comprador diría que el
precio es más barato.
3.- Debe de ser serio.- El precio debe de ser serio, verum. Este requisito del precio
consiste en que el mismo debe de ser equivalente al valor en el comercio. Por lo
tanto si es insignificante el precio con su valor en el comercio, es decir, si se da
un precio muy ínfimo a su valor. En esta situación la venta no será válida. Se
podía pedir la rescisión del contrato de venta, si el precio de la cosa vendida era
por debajo de la mitad del valor real. Los comentaristas llamaron a esto “lesión
de ultramitad”.
Como obligaciones del vendedor tenemos las siguientes:
a) Transmitir al comprador todos los derechos que pudiera tener sobre la cosa,
comenzando por la posesión de la misma.
b) Responder de la evicción al comprador. No era suficiente la transmisión de la
posesión de la cosa vendida. Se requería que la posesión fuese libre y duradera.
Hay evicción cuando un tercero viene con un derecho más efectivo que el
comprador, basado en una resolución judicial con naturaleza de cosa juzgada, y,
en esa virtud, desposee al comprador. No resulta justo que al comprador lo
desposean de la cosa comprada, por causas o razones del vendedor, que le son
ajenas al comprador. Si ello ocurriese el vendedor debe de indemnizar al comprador
de buena fe, pagándole o restituyéndole los daños ocasionados a éste. La
corrección, es decir, el cumplimiento de la cuestión jurídica de la evicción
constituye la diversa figura jurídica del saneamiento, la cual incluye el pago de
daños, perjuicios e intereses.
/ 106
c) Responder al comprador sobre los vicios ocultos de la cosa vendida. En un
principio, acorde al Derecho Civil, únicamente el vendedor garantizaba al
comprador de los vicios que expresamente se los hubiese manifestado
expresamente. Pero, posteriormente, existieron numerosas disputas, como en
las ventas públicas de esclavos y de animales. Para evitar esto los ediles curules,
que eran magistrados encargados de la policía de los mercados, tuvieron que
decretar que los vendedores fueran responsables por los vicios o defectos ocultos
de las cosas vendidas, independientemente de cualquier manifestación expresa.
En esa virtud se crearon dos acciones: la actio redhibitoria y la actio quanti
minoris. Precisamente la actio redhibitoria es la acción para reclamar los vicios
ocultos de la cosa, y la actio quanti minoris, para que se hiciese una reducción
en el precio de la cosa vendida, motivada por los vicios o defectos ocultos.
Como obligaciones del comprador están las siguientes:
107 /
Con la consolidación de estos dos elementos personales se formaba el nombre del
contrato de arrendamiento en el derecho Romano, toda vez, que a este contrato se le
designaba bajo el nombre de locatio-conductio rerum
/ 108
por constituir una nueva conductio, es decir un nuevo arrendamiento, una
recontratación del arrendamiento. En virtud de que cuando no se hace nuevo contrato
de arrendamiento la situación queda renovada por el término de un año.
3.- Por la voluntad de una sola de las partes, en aquellos casos de no haberse fijado
término alguno para la conclusión del contrato.
4.- Por la pérdida de la cosa dada en arrendamiento.
b) Arrendamiento o alquiler de obra
Pertenecen a esta clase los servicios que proporcionan las personas que ejercen las
profesiones liberales, entre las cuales tenemos a los maestros de todas las materias,
los médicos, los abogados, entre otros.
c) Alquiler de servicios
Locatio operis llamaban los romanos, lo que pudiera ser denominado actualmente
como alquiler de servicios.
El arrendamiento no puede exceder de diez años para las fincas destinadas a habitación;
de cuarenta para las fincas destinadas al comercio y de cincuenta años para las fincas
destinadas al ejercicio de una industria”.
109 /
Por otra parte el diverso precepto 2293 del ordenamiento legal a comento, nos ordena:
/ 110
Tanto las ganancias, como las pérdidas, que se obtengan de la sociedad debe de ser
común entre las partes contratantes. Para el caso de que no exista un acuerdo específico
esas pérdidas o ganancias deben de ser repartidas por igual, por presumirse que
todos los asociados contribuyeron por igual.
111 /
ser en forma expresa o tácita. El mandante aceptaba en forma tácita cuando se
daba cuenta de que alguien realizaba un acto determinado a su cuenta y en su
interés. A este respecto hay una expresión latina muy apropiada que reza: “qui
tacet cum loqui potuit et debuit, consentire videtur”, que en español significa:
“el que calla, aunque pudiera y debiera hablar, parece dar su consentimiento”.
Por su parte el mandatario aceptaba de manera tácita cuando comenzaba a
ejercer el mandato.
b) El mandato pertenecía a la clase de contratos sinalagmáticos imperfectos, y, en
consecuencia de buena fe. El mandante tenía que indemnizar al mandatario las
erogaciones eventuales necesarias. En cambio el mandatario no podía reclamar
una remuneración por su intervención, toda vez que el mandato romano, según
dijimos en la definición, era gratuito. Así, que, si en el derecho Romano se fijaba
una remuneración para el mandatario, entonces no era contrato de mandato,
sino una locatio-conductio.
c) El mandato se celebraba intuitu personae, como vimos en la sociedad; esto en
atención a la confianza que el mandante le consideraba al mandatario.
d) El mandato era un contrato gratuito; tal como lo vimos en la misma definicipon.
Existió la costumbre, en Roma, de considerar la relación entre abogados y médicos como
un mandato, en virtud de que estos profesionistas no querían ser tratados como locatores
y bajo las mismas reglas de los obreros. Ello fue el antecedente del mandato remunerado
“El mandato es un contrato en el que el mandatario se obliga a ejecutar por cuenta del
mandante actos jurídicos que éste le encarga”.
Por otra parte, advertimos que en la actualidad, a diferencia del Derecho Romano, el
contrato de mandato por excepción será gratuito, al disponer el ordenamiento legal
invocado, en su artículo 2443, lo siguiente:
/ 112
Objetivo 2.3.5.- Comentarios personales finales acerca de los contratos
Consideramos que el contrato es un conjunto o cúmulo de obligaciones. Las partes
que conforman un contrato son llamadas “cláusulas”. Todas las cláusulas de un contrato
están nutridas de obligaciones. Sostenemos que quien sabe obligaciones sabe
contratos. Por eso hemos afirmado también que las obligaciones constituyen la columna
vertebral del Derecho.
Los contratos son, pues, la materialización de las obligaciones. Los contratos son las
obligaciones puestas en marcha, en acción.
Es decir, que, por lo tanto, por lo que respecta a los sujetos son los mismos tanto en
el derecho Personal como en la Obligación, es decir tiene que existir el acreedor por
una parte y el deudor por otra.
No hemos encontrado algún autor que nos establezca en forma concreta la distinción
entre el derecho Personal y la Obligación. Nosotros proponemos dicha distinción como
sigue. En el derecho personal, o de Crédito, el punto de partida o ángulo en que nos
colocamos es el “acreedor”, quien representa la figura o personaje principal; en cambio,
113 /
en la Obligación la figura primordial lo constituye el “deudor”, el cual configura el
ángulo opuesto. Tan se asemejan, pues, estos dos conceptos jurídicos, que en las
definiciones tanto del Derecho Personal como de la Obligación, las comenzamos en el
primero con el acreedor como figura principal, y en la Obligación mediante el deudor.
El Código Civil para el Estado de Nuevo León no define lo que es una obligación. Dicho
cuerpo legal está dividido en cuatro partes denominadas “libros”. Cada libro está
dividido, a su vez, por “títulos”. Cada título está comprendido por varios capítulos. Y
por último, cada capítulo está integrado por artículos.
Toca al último de los libros de dicho código, es decir el cuarto, tratar acerca de las
Obligaciones, y, como excepción, este cuarto libro reviste tres partes. El libro cuarto
se titula “de las obligaciones”, y su primera parte se denomina “de las obligaciones en
general”, la segunda parte se llama “de las diversas especies de contratos”. La tercera
y última de las partes se denomina “de la concurrencia y prelación de los créditos”. En
su primer capítulo del título primero del libro cuarto titulado, como hemos mencionado,
“de las obligaciones en general”el primer capítulo comienza con el artículo 1689, y
corresponde a los contratos, y la tercera parte concluye con el artículo 2936
Fíjense ustedes, el código civil a comento dedica un total de 1247 artículos dedicados
a las obligaciones, sin embargo en ninguno de ellos define lo que es la obligación, por
lo cual hay que recurrir a la doctrina para ello.
Por el hecho de que dicho cuerpo legal le dedique un considerable número de artículos
a las obligaciones, solamente mil doscientos cuarenta y siete, desprendemos la
importancia que revisten las obligaciones en nuestra comunidad.
/ 114
Tercera Unidad
De las otras clases de Contratos
Por otra parte los contratos innominados se diferenciaban de los contratos existentes
por sus distintas consecuencias procesales, en las cuales el Derecho Romano separaba
el principio de la “especialidad de la acción”.
a) El cambio.- El cambio es el acto por medio del cual una parte debe dar una datio
a la otra quien se obliga a la vez a darle algo.
El cambio se diferencia de la venta, en lo siguiente:
1.- La venta es válida con el solo acuerdo de las partes. Mientras que el cambio
exige, para su validez, que una de las partes transmita la propiedad a la otra
parte.
115 /
2.- En el contrato de venta una sola parte estaba obligada a transmitir la
propiedad; la otra parte únicamente estaba obligada a recibir la propiedad
mediante el pago del precio. En el cambio, cada una de las partes estaban
igualmente obligadas a transmitir la propiedad de una cosa a la otra.
b) El aestimatum.- Existe aestimatum cuando una persona le entregaba mercancía
a otra, por lo general un comerciante, para ser vendidas, con la obligación de
devolverlas después de cierto tiempo, en caso de no ser vendidas. Este contrato
no era venta, ni mandato, ni alquiler, ni depósito irregular. Si bien, este contrato
era parecido a estos últimos mencionados. En México le llamamos a esta situación
“venta a consignación”.
c) El precario.- El “precarium”, precario, era cuando una persona otorgaba el uso de
una cosa a otra persona que se lo ha rogado, en forma gratuita, con la obligación
de devolverla en cuanto se lo reclamara.
El precario se aplicó, en un principio, a fundos de tierra, también se aplicó a
cosas muebles y cosas incorporales., como las servidumbres.
A) Los pactos aislados.- Los pactos aislados eran aquellos que se realizaban solos, es
decir que se presentaban sin ir acompañados a un contrato.
Ya hemos comentado que, en Roma, la regla era de que el pacto no era obligatorio. A
esto los romanos le llamaban “pacto nudo”, porque estaba despojado de todo efecto
jurídico. Sin embargo, el pacto nudo engendraba, por lo menos, una obligación natural.
Sin embargo, en algunos casos, el pacto estaba sancionado por alguna acción. A esta
clase de pactos se les denominaba “pacta vestita”, es decir, pactos vestidos, en
contraposición a los pactos nuda.
Como pactos nudos tenemos los contratos innominados antes del cumplimiento de
una de las partes, y los pactos unilaterales como la promesa de donación y la promesa
de dote, que fueron pactos vestidos por la gracia imperial.
En virtud de la fuente de donde provenían los pactos podían ser: 1.- Pactos pretorianos.
2.- Pactos legítimos.
1.- Los pactos pretorianos.- Bajo el nombre de pactos pretorianos se les llamó a los
pactos que estaban sancionados por el pretor
/ 116
Como principales pactos pretorianos tenemos los siguientes: a) El pacto de juramento,
y b) El pacto de constituto.
Tal parece, que, el cambio de elemento en el constituto lo fue el hecho de variar, o sea,
de ampliar el término o plazo para que la deuda fuese pagada, y, así, de esa forma,
darle mayor oportunidad al deudor.
B) Los pactos adjuntos.- Los denominados pactos adjuntos eran aquellos que se
añadían a un contrato, bien fuera para aumentar, o bien para disminuir las obligaciones
que resultara de éste.
117 /
Como pactos hechos in continenti, tenemos los siguientes: a) Contratos de buena fe,
y, b) Contratos de derecho estricto.
La donación era un contrato por el cual una persona llamada donante, hacer entrega a
otra denominada donatario de una cosa, transfiriéndole la propiedad. En consecuencia,
en virtud de la donación, el donatario adquiere una cosa corporal.
En la donación hay una transferencia de una cosa a título de dádiva, “dono datio”. En
ella existe un espíritu de generosidad, “cum animo donandi” de una persona hacia
otra.
Existen dos figuras personales que intervienen en el contrato de donación, que son las
siguientes: a) El donante, y b) El donatario.
/ 118
de propiedad de una cosa. El donatario se enriquece, al aumentar su patrimonio
mediante el desprendimiento de una cosa hecha por el donante.
La donación tuvo la característica, durante mucho tiempo, que era un pacto no
obligatorio. Para los casos en que el donatario no cumplía con su obligación, el donatario
no tenía ninguna acción para obligarle a ello.
El Código Civil para el Estado de Nuevo León, a través de su artículo 2226, nos da la
definición legal de la donación, de la siguiente manera:
“Donación es un contrato por el que una persona transfiere a otra, gratuitamente, una
parte o la totalidad de sus bienes presentes”
En Roma, existió una ley denominada “Cincia”, la cual estaba destinada a la protección
del donante, así como a la familia de éste, contra las donaciones exageradas. Esta ley
era también de las llamadas “imperfectas”, toda vez que prohibiendo las donaciones
superiores a determinada cantidad no determinaba su nulidad. Por lo tanto, el donante
no tenía acción alguna para reclamar lo donado.
Como excepciones de la ley Cincia, estaban las donaciones hechas entre ascendientes
y descendientes interparentes et liberos, decretadas por Antonino Pío. Posteriormente,
y, a principios del siglo IV vino otra institución a perfeccionar las disposiciones de la
ley Cincia. Esta fue llamada régimen de la insinuación.
Otra finalidad de la institución de la insinuación fue para que los terceros, como lo son
los acreedores del donante pudieran estar en posibilidades de saber que sus deudores
estaban desprendiéndose de sus bienes, sin obtener nada a cambio. En esta situación
los acreedores del donante tenían en contra del donante para anular la donación tanto
la acción Pauliana, como la “querela inofficiosae donationis”.
a) Por ingratitud.
119 /
“Las donaciones legalmente hechas por una persona que al tiempo de otorgarlas no
tenía hijos, pueden ser revocadas por el donante cuando le hayan sobrevenido hijos
que han nacido con todas las condiciones que sobre viabilidad exige el artículo 337.
Si dentro del mencionado plazo naciere un hijo póstumo del donante, la donación se
tendrá por revocada en su totalidad”.
Esta clase de donación, mortis causa, tenía lugar en aquellos casos en que pudiera
haber algún peligro que tuviese por consecuencia la muerte del donante, se hacía
perfecta en el momento mismo de su fallecimiento, y se revocaba si moría antes el
donatario. Igualmente, era causa de revocación, si desaparece el peligro específico.
/ 120
El régimen de la dote, en el matrimonio, durante la época imperial, sustituyó
completamente a la manus, misma que terminó cayendo en desuso.
a) Dote profecticia.- Esta clase de dote era la otorgada por el padre, o bien por otro
ascendiente paterno
b) Dote adventicia.- La dote adventicia es la que existe en todos los demás casos
diversos a la dote profecticia. Es decir, acontece por exclusión de la dote profecticia,
en los casos de que intervenga cualesquiera otro familiar u otra persona.
B) De las donaciones propter nuptias
Durante el período clásico las donaciones propter nupcias fueron desconocidas. Sin
embargo, en esa época, ya era costumbre el hecho de que el novio hiciera a su novia,
su futura esposa, ciertos regalos. Regalos mismos que si no se efectuaba la boda eran
revocables.
Se determinó, que, al igual que la dote, la donación ante nuptias podía ser aumentada
durante el matrimonio. Lo anterior lo dispuso Justino, y Justiniano lo completó al
disponer que la donación, en virtud del matrimonio podría ser tanto antes como
después de él.
121 /
Objetivo 3.2.- El lector verá y comprenderá en este objetivo que además
de los contratos, existieron los delitos, como forma de obligarse
entre los romanos. También se verán las diversas clases de delitos
romanos.
El concepto del delito era algo distinto para el Derecho Romano, que para el Derecho
Mexicano actual. En la actualidad, en nuestro sistema jurídico, se ha definido al delito
como toda acción y omisión sancionada por las leyes penales.
En Roma hacían la distinción de delitos, según las clases existentes: a) Delitos públicos,
y, b) Delitos privados.
a) Delitos públicos.- Los delitos públicos eran los que ponían en inminente peligro
a toda la comunidad, en consecuencia constituyen un agravio al orden público.
Esta clase de delitos se perseguían de oficio o a petición de los particulares
ofendidos y eran reprimidos con penas corporales, tales como la decapitación,
“el lanzamiento desde la roca Tarpeya”, el “ahorcamiento en el arbor infelix”,
entre otros. Sus orígenes fueron militares y religiosos.
b) Delitos privados.- Los delitos privados eran los que afectaban a los intereses
particulares y únicamente podían ser perseguidos por las víctimas del delito.
Daban lugar a una multa privada a favor de la víctima. Evolucionaron desde la
venganza privada, pasaron por la ley del talión, hasta la composición de los
tribunales, en el cual es el Estado el que impone las sanciones correspondientes.
Es en la época imperial donde se sintió la necesidad de castigar de una manera más
rígida ciertos delitos privados. Es así, que, en ciertas situaciones se permitió a la
víctima accionar contra el delincuente, bien la acción ordinaria, o bien una persecución
criminal con la imposición de determinadas penas.
a.- Delitos civiles.- Esta clase de delitos eran los regulados por el Derecho civil. Los
delitos civiles, a su vez, se dividen en: 1.- El furtum. 2.- La injuria. 3.- El
damnum injuria datum de la ley Aquilia.
/ 122
b) Delitos pretorianos.- Los delitos pretorianos eran los que habían sido establecidos
por el derecho pretoriano. Entre estos tenemos los siguientes: 1.- La rapíña. 2.-
La injuria. 3.- El metus. 4.- El fraus creditorum.
1.- Si el ladrón era encontrado en flagrante delito, “fur manifestus”, era castigado
con la pena de muerte. En cambio, si era libre se convertía en esclavo de la
víctima del robo.
2.- El ladrón no manifiesto, es decir, que no era capturado en flagrante delito, era
sancionado con una pena equivalente al doble del valor del objeto robado.
Había dos clases de acciones resultantes del robo:
1.- Una acción de indemnización denominada “actio rei persecutoria”, para indemnizar
el perjuicio ocasionado.
2.- Una acción penal llamada “actio furti” para conseguir un castigo para el ladrón y
un enriquecimiento para la víctima del robo.
La acctio furti se podía ejercitar únicamente contra el ladrón o sus cómplices, pero no
contra sus herederos. Ello era así, puesto que el principio consistía en que la pena era
personal. De esto nos damos cuenta, que, ya desde los tiempos de Roma la pena era
personal, sin embargo vemos que a través de la historia, sin ir más lejos, en nuestro
país, las penas eran trascendentales, aplicándolas a familiares de los que cometían
los delitos.
123 /
Sin embargo, por lo que corresponde a la restitución de la cosa, tenemos lo que se llamó
conditio furtiva, la cual era una acción personal de derecho estricto, por medio de la cual
el dueño de una cosa robada podía perseguir al ladrón o sus herederos, a fin de obligarlos
a restituirle el objeto robado. Aquí, si se podía ir en contra de los familiares del ladrón, a
diferencia de la actio furti, pero solamente para la restitución de la cosa robada.
Para ser restituida la cosa robada a su legítimo propietario, éste tenía las siguientes
acciones: a) La acción ad exhibendum, b) La acción denominada rei vindicatio, y c)
La acción llamada condictio furtiva.
Por lo tanto, las anteriores acciones constituían, verdaderas y auténticas acciones rei
persecutorias resultantes del furtum, mismas que se distinguían de la actio furti por lo
siguiente: a) Estas acciones tendían a la reparación de un perjuicio y no a un castigo,
como la actio furti, b) Correspondían sólo al propietario y no a cualquier persona
interesada, c) Se podían ejercitar contra los herederos del ladrón, cosa que no se daba
en la actio furti, y d) No podían ser ejercitadas en forma acumulativa, sino de manera
alternativa; contrariamente, posteriormente de haberse ejercitado una de las acciones
rei persecutoriae, se podía ejercitar la acción penal, o viceversa, toda vez que no
tendían a la misma finalidad.
Por último, por lo que respecta a este tema, debemos decir, que, la regla para sancionar
el valor de lo robado era con el valor más alto que tuviera el objeto entre la fecha del
robo y el ejercicio de la acción.
El concepto de injuria era tomado en los dos siguientes aspectos: a) Lato sensu, o
aspecto amplio, y, b)Strictu sensu, o aspecto estricto.
/ 124
La denominada Ley Aquilia, más que una auténtica ley fue un plebiscito, y no se sabe
a ciencia cierta la fecha de esta ley, pero se supone que fue cercana a la ley Hortensia.
Dicha ley Aquilia se formaba con tres capítulos:
La rapiña era el delito de robo cometido con violencia. Este delito fue sancionado por
el pretor Terencio Lúculo hacia el año 678 de Roma, equivalente al año 75 o 76 a
través de la inserción de una infamante “actio vi bonorum raptorum”, en su edicto
anual; castigándose con una multa privada de cuatro veces el valor de la cosa, si se
ejercía esta acción dentro de un año, y con el valor mismo de la cosa si se ejercía
después de un año. El robo acompañado de violencia, la fecha mencionada, era más
castigado que el robo o furtum simple, se sancionaba como furtum nec manifestum,
toda vez que en caso de rapiña, resultaba casi imposible capturar al ladrón antes de
que ocultara el botín.
La actio vi bonorum raptorum era una acción mixta, de reparación del daño por un
tanto del valor del objeto robado y penal por tres veces más dicha cantidad.
B) El dolo.
El dolo era una maquinación fraudulenta realizada por una persona para que otra persona
incurriera en error e intimidarla a ejecutar un acto ya fuera material o ya jurídico.
El que castigó el dolo como delito fue el pretor Aquilio Galo en el año 688, mediante
la actio de dolo. Antes de esta fecha, el sentir popular era de que no existía necesidad
para semejante represión, por lo que enseguida se expone. Se pensó que en el caso
de dolo era una actitud o un juego de una persona contra un imbécil cuya imbecilidad
o estupidez no valía la pena proteger, o bien porque el formulismo primitivo pareciera
una salvaguarda bastante contra el fraude.
125 /
La acción de dolo era completada por la exceptio de dolo correspondiente, y tenía
estas características: a) Era subsidiaria, b) Era arbitraria, c) Era personal, d) Era
infamante, y e) Era penal.
El metus era el temor que inspiraba una persona a otra, a través de un medio violento
para obligarla a contraer una obligación.
Por lo tanto el metus constituye uno de los vicios del consentimiento, mismo que en
el Derecho mexicano se le denomina violencia. En el Derecho Romano se le designaba
por su efecto mismo y no por la causa que lo constituía.
La actio quod metus causa, al igual que la acción de dolo, era penal y arbitraria. Podía
ejercitarse, aún, contra los herederos del causante, también contra el adquirente de
buena fe de la cosa.
/ 126
A efecto de sancionar el fraus creditorum, que viene siendo la especie de fraude del
deudor en contra de sus acreedores, el pretor estableció, en un principio, al acreedor
un interdicto fraudatorio, del cual se sabe muy poco.
En el Derecho Romano, la institución del fraus creditorum era considerada como uno
de los delitos privados, en virtud de que el corpus iuris así la consideraba, fijando a
este respecto la tradición romanística.
Encontramos que la acción pauliana no era infamante, ni daba lugar a una multa
privada. En esa virtud, resulta dudosa la clasificación de dicha acción pauliana como
una clase de delito de naturaleza privada.
127 /
objetivo, que, tanto el cuasicontrato como el cuasidelito, son
también verdaderas fuentes de las obligaciones en nuestro
sistema jurídico.
Ya hemos señalado que los romanos observaron que con los contratos y los delitos no
se agotaban las fuentes de las obligaciones, por eso vieron que había casos en que sin
ser contratos, sin embargo tenían una similitud con ellos. Es a esta situación, referentes
a los cuasicontratos que nos toca ahora hacer el estudio y análisis correspondiente.
Los cuasicontratos representan situaciones jurídicas parecidas a los contratos por ser
lícitos y engendrar obligaciones, sin embargo diferían de ellos por carecer de
consentimiento, puesto que sólo hay la manifestación unilateral de voluntad.
Entre las principales clases de cuasicontratos citados por Eugéne Petit, basándose en
las Instituciones de Justiniano, tenemos las siguientes: a) La gestión de negocios, b)
La tutela y la curatela, c) La indivisión, d) La aceptación de una herencia, y e)
El pago de lo indebido.
El distinguido autor de Derecho Romano, Guillermo Florís Margadant, nos expone que
los casos más conocidos de cuasicontratos eran los siguientes:
1.- La aceptación de una herencia, que podía crear deberes del heredero a favor de
legatarios o fideicomisarios.
2.- La aceptación de un legado que podía crear deberes del legatario a favor de un
fideicomisario.
3.- La copropiedad nacida de circunstancias ajenas a un acuerdo de las voluntades
de los copropietarios, como cuando nace de un legado, herencia o donación, o
de la commixtio. Creaba relaciones jurídicas que Justiniano también catalogó
entre los cuasicontratos.
4.- La aceptación de la tutela, que creaba deberes a cargo del tutor y a favor del
incapaz. Como éste ni siquiera podía dar un consentimiento válido, era evidente
que equivalía a un cuasicontrato.
5.- La tenencia de ciertos objetos (como un testamento), que obliga a mostrarlos a
otros interesados debe ser sancionada por la actio ad exhibendum.
El también brillante autor de la materia de Derecho Romano, René Foignet, nos
menciona, al respecto, que los cuasicontratos tenían dos fuentes principales: a)
La gestión de negocios, y b)La teoría del enriquecimiento sin causa.
/ 128
II.- De la gestion de negocios
Consideramos que hay gestión de negocios cuando una persona administra o ejecuta
los negocios de otra, sin existir de por medio un mandato, pero que existe una relación
análoga a éste.
Dos elementos personales que intervienen en esta figura jurídica, son los siguientes:
a) El gerente, y b) El dueño.
“El que sin mandato y sin estar obligado a ello se encarga de un asunto de otro, debe
obrar conforme a los intereses del dueño del negocio”.
La gestión de negocios constituye una excepción al principio de que nadie puede vulnerar
la esfera jurídica de una persona, es decir, que ninguna persona puede interferir en los
asuntos jurídicos de otra. Ello, lógicamente cuando no se tenga autorización a ello.
Esta institución jurídica surge, tanto en Roma como aquí, como un espíritu de servicio,
a fin de evitar un daño inminente a ciertas personas ligadas por nexos de amistad o de
vecindad, que se encuentran ausentes, cuando alguien interviene a favor de éstos, sin
haber recibido autorización al respecto.
Debemos señalar, que, el gestor una vez iniciada la gestión, debía continuarla hasta el
momento en que el dueño del negocio pudiera intervenir personalmente.
Artículo 1799.- “ El gestor, tan pronto como sea posible, debe dar aviso de su gestión
al dueño y esperar su decisión, a menos que haya peligro en la demora.
Si no fuere posible dar ese aviso, el gestor debe continuar su gestión hasta que
concluya el asunto”.
Si el dueño del negocio se da cuenta de las actuaciones del gestor y lo deja continuar
con la gestión, se convierte en un contrato de mandato. Dicho mandato será expreso,
si el dueño lo autoriza para tal fin; será mandato tácito, si el dueño sin autorizarlo deja
que el gestor continúe con su actuación.
129 /
El dueño del negocio no podía recoger únicamente los resultados favorables de la
gestio, repeliendo los demás. Es decir, si el dueño de la gestio acepta, la acepta con
todas sus consecuencias.
El gestor o gerente tenía derecho a reclamarle al dueño una indemnización por los
gastos realizados, mediante una “actio negotiorum gestorum contraria”. En cambio, el
dueño del negocio podía reclamarle al gestor que le rindiera cuentas y le entregara lo
que hubiera obtenido como resultado de su gestión. El dueño, además, podía reclamar
los daños y perjuicios sufridos, en el caso de que el gestor no se hubiere comportado
con el cuidado normal de un buen padre de familia; por lo que podía reclamarle,
además, las faltas en que incurriese por su torpeza o negligencia. Estas reclamaciones
eran ejercitadas por el dueño a través de la “actio negotiorum gestorum directa”. Tanto
la actio negotiorum contraria, como la actio negotiorum gestorum directa eran acciones
de buena fe.
El dueño del negocio estaba obligado a indemnizar al gerente de los gastos realizados,
siempre y cuando dichos gastos hubiesen sido útiles en el momento en que se hicieron.
Esta situación es diferente con el mandato, en el cual el mandante debe restituir al
mandatario todos los gastos hubiesen sido útiles o no.
Por eso consideramos que, tanto la tutela, como la curatela, constituyen verdaderas
clases de cuasicontratos. Ello ocurre así, aunque el tutor no ha contratado con el
pupilo para que, así él se convirtiera en un mandatario de éste.
Sin embargo, una vez que una persona acepta convertirse en tutor está obligado a
rendirle cuentas a su pupilo de las funciones de su administración. Esto ocurre tanto
en una tutela testamentaria, en una tutela legítima o en una tutela deferida por el
magistrado, que en la actualidad le llamamos dativa.
El pupilo, por su parte debe indemnizarle a su tutor de todos los gastos realizados
para el buen funcionamiento de la tutela.
B) De la indivisión
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En el Derecho Romano existe el concepto de indivisión en aquellos casos en que
varias personas son copropietarias por indiviso de ciertas cosas, o bien de un conjunto
de bienes; este estado de indivisión o de comunidad crea entre esas personas
determinadas obligaciones.
Por lo tanto, ninguna de las personas que conforman la comunidad está obligada a
permanecer en la indivisión. Todos los que conforman la comunidad deben tener un
mismo interés. En dicha comunidad, la obligación de dividir puede ser en forma amistosa.
También los copropietarios, cuando se trata de una sucesión indivisa entre coherederos,
tenían la acción familiae erciscundae. Corresponde a esta acción ser la más antigua,
por remontarse a la Ley de las XII Tablas.
Las dos acciones mencionadas son de buena fe, y, en ellas el juez estaba facultado a
dos potestades, que son las siguientes:
1.- El juez estaba facultado a decretar adjudicaciones, o sea, atribuir a cada uno de
los comunitarios la propiedad exclusiva de los bienes colocados en el lote de
éstos. El adjudicado es considerado como adquiriendo de los demás sus partes
indivisas, y obtenía la cosa en el estado en que se encontraba, si estaba gravada,
sujeta a los derechos reales correspondientes.
2.- El juez estaba facultado a condenar a ciertas prestaciones personales cada una
de las partes para con las demás. Se incluía el hecho de pagar cierta cantidad de
dinero a título de compensación.
También, puede que surjan diversas obligaciones entre copropietarios en el devenir de
la indivisión, toda vez que puede haber una gestión de negocios comunes. Aquí
tenemos la situación del que ha percibido los frutos de un fundo indiviso, está obligado
a rendir cuentas a los demás de sus partes, pero también tiene derecho a una
indemnización por los gastos necesarios que han sido útiles que ha realizado en
interés general para toda la comunidad, o sea para todos los copropietarios.
131 /
Objetivo 3.3.3. De la adquisición de una herencia, del pago de lo
indebido y del enriquecimiento sin causa
I.- De la adquisición de una herencia.
La adquisición de una herencia es otra de las situaciones jurídicas que las Instituciones
de Justiniano consideraba también como obligaciones cuasicontractuales, toda vez
que en los casos de existir un testamento el heredero adquiere una sucesión de pleno
derecho.
Al aceptarse una herencia, en los casos de que una persona era heredera voluntaria,
o bien en el caso del heredero necesario, se encontraban obligados a cumplir los
legados que estuviesen inmersos en los respectivos testamentos.
En los casos de los legados había una verdadera obligación cuasicontractual, puesto
que el heredero de la sucesión romana no había contratado con los legatarios. Sin
embargo estaba obligado por una acción de estricto derecho denominada actio ex
testamento.
Sabemos que la cuestión de las sucesiones y testamentos surgió en Roma para que
las deudas del de cujus no quedaran sin ser pagadas. Sabemos también, que, el
pueblo romano al ser un pueblo educado por y para el derecho, era un pueblo muy
celoso de sus deudas u obligaciones.
Era una vergüenza para los romanos morir sin haber dejado un testamento. El romano
que moría sin haber formulado su testamento estaba tachado de infamia. La infamia
no tan solo era para el difunto, sino para toda la familia.
Los herederos primero tenían que pagar las deudas dejadas por el autor de la sucesión,
y después proceder a repartirse la herencia dejada. El heredero es considerado como
un continuador de la persona fallecida, y, por eso está obligado a pagar dichas deudas.
Y, es por este motivo, primordialmente, que hay, indiscutiblemente una obligación de
carácter cuasicontractual para el heredero y el legatario.
El pago de lo indebido es aquella situación cuando una persona paga por error algo
que cree deber, pero que no debe, por lo tanto, el que recibe el pago está obligado a
devolver lo que recibió.
/ 132
obligación para que una pagara. Por lo tanto, el pago indebido realizado es independiente
de toda obligación.
Nosotros consideramos que el pago de lo indebido puede darse de las siguientes dos maneras:
A) Pago de lo indebido absoluto o total, y b) Pago de lo indebido relativo o parcial.
La obligación que resultaba del enriquecimiento sin causa estaba reprochada por la
condictio sine causa. Las principales clases de condictio sine causa, eran las siguientes:
133 /
a) La condictio ob rem dati, también llamada condictio causa data causa non
secuta.- Esta clase de condictio era dada cuando se había hecho una datio en
relación a una prestación equivalente, misma que no se ejecutó. Por lo tanto, era
dada a los contratos innominados.
b) La condictio furtiva.- Esta condictio es la derivada del furtum.
c) La condictio indebiti.- Es la condictio derivada del pago de lo indebido.
d) La condictio ob turpem vel injustum causam.- Es la otorgada en caso de
enajenación de una cosa con fines ilícitos o inmorales.
e) La condictio sine causa.- Tal como equivale a su traducción, debe entenderse en
el sentido estricto de una condición sin causa.
El Derecho Romano consideró la distinción entre el que se enriquecía ilegítimamente,
de dos clases: a) De buena fe, y b) De mala fe.
Artículo 1779.- “El que sin causa se enriquece en detrimento de otro, está obligado a
indemnizarlo de su empobrecimiento en la medida que él se ha enriquecido”.
Artículo 1780.- “Cuando se reciba alguna cosa que no se tenía derecho de exigir y
que por error ha sido indebidamente pagada, se tiene obligación de restituirla.
/ 134
En el sistema jurídico mexicano, la diferencia entre un delito y un cuasidelito, radica
en la intención de perjudicar. En el derecho mexicano, el delito lleva la intención de
causar un daño por parte del sujeto activo; en cambio, en el cuasidelito no existe
dicha voluntad.
Al tratar los delitos de culpa, nuestro Código Penal para el Estado Libre y Soberano de
Nuevo León, se expresa de la siguiente forma:
Artículo 28.- “Obra con culpa quien realiza el hecho legalmente descrito, por
inobservancia del deber de cuidado que le incumbe de acuerdo con las circunstancias
y sus condiciones personales, como imprevisión, negligencia, impericia, falta de
reflexión o de cuidado. Así mismo en el caso de representarse el hecho como posible
y se conduce en la confianza de poder evitarlo”.
a) Positum vel suspenso.- Esta clase de cuasidelito ocurría cuando se había colocado,
“positum”, o colgado, “suspensum”, sobre la vía pública un objeto que podría
causar un daño. En esta situación cualquier ciudadano romano podía denunciar
el peligro y recibía como recompensa una multa privada de diez mil sestercios.
b) Effisum et dejectum.- Esto sucedía cuando un líquido era arrojado, “effusum”, o
bien un objeto sólido caído “dejectum”,desde un edificio sobre la vía pública,
causaba algún daño, el habitante principal de dicho edificio tenía que responder
por el doble del valor del daño causado. En nuestra opinión, este es el antecedente
en Estados Unidos de América, de que, cuando una persona se resbala o se cae
provocada por una cáscara de plátano, o cualquier objeto sólido o líquido, al ir
caminando en la banqueta, se demanda al propietario o inquilino de la casa por
la cual se transita en la banqueta. Por cierto que la demanda es por sumas muy
considerables.
c) Robos y daños ocasionados en algunos hoteles, naves y establos.- En estos
casos, si el responsable era esclavo del barquero, del hotelero o del dueño de un
establo, al respectivo propietario le correspondía pagar la indemnización, además
de la multa privada. Sin embargo, el dueño del esclavo, podía preferir por el
abandono noxal. Si en vez de ser esclavo era una persona libre el empleado, su
propietario respondía en forma eventual basado en la Ley Aquilia. La causa de
135 /
esta responsabilidad, era en virtud de la torpeza por la que el dueño seleccionó
a su personal. Si no era aplicable la Ley Aquilia, entonces el culpable respondía.
El dueño del hotel, nave o establo, en el caso de no ser esclavo su empleado,
respondía del doble de la valorización del daño sufrido. En este caso respondía el
dueño no por tratarse de un delito, sino por ser un cuasidelito, por el hecho de
que uno de sus clientes sufriera un daño en el local de su propiedad.
d) Del caso en que el juez hacía suyo el juicio.- Constituía un cuasidelito el hecho
de que un juez dictara una sentencia en forma injusta, se supone que el juez
obró de mala fe. Aunque también dicha sentencia indebida pudiera haber sido
por la ignorancia del juez. Entonces, este cuasidelito, en un principio, se basaba
en la culpa “imperitia” del juez, y esta figura se propagó posteriormente a la
situación del dolo judicial.
/ 136
Cuarta Unidad
De las formas de extinción
de las Obligaciones
y de las Obligaciones Correales
Objetivo 4.1. En este objetivo veremos las diversas formas por las cuales
se pueden concluir las obligaciones, así como las maneras de dar
cumplimiento a las obligaciones.
137 /
Formas generales.- Esta forma de extinción de las obligaciones se aplicaban a
todas las obligaciones indistintamente. Eran generales, entre otros: 1.- El pago.
2.- La dación en pago. 3.- La novación. 4.- El pacto de devolución.
c) Formas de extinción ipso jure y exceptionis ope. Las formas de extinción ipso
jure son aquellas que tenían como efecto terminar la obligación de pleno en
forma real, es decir de derecho. El deudor tenía este medio de defensa desde un
principio. Como formas ipso jure están: 1.- El pago. 2.- La novación. 3.- La
acceptilatio. 4.- La depensilatio.- 5.- La aes et libram. 6.- La confusión.- 7.- La
pérdida de la cosa debida. 8.- Por último estaba la capitis deminutio.
Formas de extinción exceptionis ope.- Esta clase de extinción son las que admiten
una excepción, pero sin eliminar la deuda y concedían al deudor demandado evitar
una condena. Era necesario que el pretor en su fórmula insertara por excepción para
que el deudor fuera absuelto por el juez. Como clases de exceptionis ope tenemos: 1.-
La compensación. 2.- El pacto de non petendo o de devolución. 3.- El juramento. 4.-
El plazo extintivo. 5.- La prescripción.
Para referirse al pago los romanos utilizaron el vocablo “solutio”. El pago o solutio, era
el cumplimiento de una obligación, independientemente ya tenga por objeto una datio,
ya un hecho.
Idéntica definición acerca del pago nos la da el Código Civil para el Estado de Nuevo
León, a través de su artículo 1956, en los siguientes términos:
Nuestro Código Civil considera como sinónimo de pago el cumplimiento, lo cual nos
parece correcto. Consideramos que el pago no tan sólo es el cumplimiento de una
deuda, sino el fiel o puntual cumplimiento de la misma. El pago, es pues, la ejecución
o materialización de la obligación. Puede consistir en la entrega de dinero o de cualquier
cosa; también puede consistir en la realización o ejecución de un hecho o en una
abstención.
/ 138
También debemos decir, que, igualmente, el acreedor está obligado a recibir la datio o
el hecho, porque podría darse el caso de que si el acreedor se niega a recibir el dinero
adeudado o a que le entreguen la cosa debida o a que le ejecuten el hecho, éste podría
decir que el deudor no le ha pagado. Esto podría ocurrir, por ejemplo, cuando al
acreedor no le interesara enajenar una cosa, con la finalidad de que si no le paga el
inminente adquirente no tenga su derecho correspondiente. Para evitar esto, existen,
lo que ya hemos comentado, las diligencias de consignación de pago.
Hemos dicho, que, toda obligación nace para ser cumplida, es decir, pagada. Pues
bien, una vez que se realiza el pago la obligación se muere, es decir se extingue.
Cuando el pago es realizado no puede existir ya la obligación, porque ya no tiene
objeto. La obligación queda extinguida ipso jure, de pleno derecho. Una vez que la
obligación se cumple se extinguen también todos los accesorios, mismos que no eran
sino la garantía de su cumplimiento, puesto que ya no tienen razón de ser. Dichos
accesorios pueden consistir entre otros: a) Prenda. b) Hipoteca, c) Afianzamiento,
d) Intereses, e) Cláusula penal.
El pago podía realizarse por el deudor o por cualquiera otra persona que estuviese
interesada en la deuda, como podía ser bien un codeudor, o bien un fiador. El acreedor
no podía rehusar el pago realizado por otra persona, sino únicamente cuando dicho
acreedor tuviere interés en ello. Lo anterior es el caso de una obligación de hacer,
contratada intuitu personae, en consideración a la persona, como por ejemplo si se
contrata a un violinista o pianista famoso, que su ejecución no la podemos hacer
nosotros, ni cualquiera otra persona. También tenemos el caso cuando se contrata a
un profesionista, que, lo contratamos debido a su experiencia profesional, por su
talento, por su honradez, etc.
Al respecto el Código Civil para el Estado de Nuevo León, dispone lo que a continuación
transcribimos:
Artículo 1959.- “La obligación de prestar algún servicio se puede cumplir por un
tercero, salvo el caso en que se hubiere establecido, por pacto expreso, que la cumpla
personalmente el mismo obligado, o cuando se hubieren elegido sus conocimientos
especiales o sus cualidades personales”.
Artículo 1960.- “El pago puede ser hecho por el mismo deudor, por sus representantes
o por cualquiera otra persona que tenga interés jurídico en el cumplimiento de la
obligación”.
Observamos, que, en Roma, eran distintas las exigencias para quien pagaba que para
quien recibía. En efecto, tenemos que para una obligación de dare, el que pagaba
tenía que ser propietario de la cosa que pagaba y capaz de enajenar dicha cosa. Por lo
contrario el pago tenía que hacerse bien al acreedor, o bien a su apoderado.
139 /
También el mismo ordenamiento legal que hemos mencionado, mediante el artículo
1967, nos expresa lo siguiente:
Existe el principio de que el acreedor no puede ser obligado a que le entreguen distinta
cosa a la que fue debida. Sin embargo existe el diverso concepto jurídico de la dación
en pago. Estamos ante el caso de la dación en pago cuando el acreedor acepta que el
deudor le entregue en pago cosa distinta a la prometida. La dación en pago equivale a
una donación en pago y produce el mismo efecto que el pago, extingue ipso jure la
obligación, es decir, de pleno derecho. Los romanos la llamaban datio in solutio,
puesto que, como ya habíamos indicado, solutio es pago. Recordemos que la datio es
todo lo que el deudor debe dar para cumplir con su obligación, en otras palabras la
datio es la prestación.
Nuestro Código Civil para el Estado de Nuevo León, se refiere a la dación en pago, pero
no la designa con dicho nombre, sino que del artículo 1957 desprendemos que la
considera como cesión de pago, en los siguientes términos:
“El deudor puede ceder sus bienes a los acreedores en pago de sus deudas. Esta
cesión, salvo pacto en contrario, solo libera, a aquél de responsabilidad por el importe
líquido de los bienes cedidos. Los convenios que sobre el efecto de la cesión se
celebren entre el deudor y sus acreedores, se sujetarán a lo dispuesto en el título
relativo a la concurrencia y prelación de los créditos”.
En el pago, el acreedor no está obligado a recibir parcialidades, toda vez, que, los
romanos consideraron que recibir una parte de la cosa debida era recibir cosa distinta
a la debida. Por ejemplo, si usted lector, debe mil pesos y abona quinientos, con ello
no paga usted su deuda. Debemos de pagar la totalidad para saldar la deuda, si
pagamos novecientos noventa y nueve pesos, tampoco con eso pagamos la deuda. A
lo anterior no obsta, que, el acreedor acepte que se le pague en parcialidades, o sea,
en abonos. En este caso entra el refrán conocido en México de que “más vale pájaro
en mano que cientos volando”, que, aplicado al ejemplo que dimos diríamos: “más
vale quinientos pesos en mano que quinientos volando”.
/ 140
La novación es una forma de extinguir una obligación mediante la configuración de
una nueva obligación. En consecuencia la obligación nueva sustituye a la primera.
Podemos entonces deducir, que, la novación es una figura jurídica que produce un
doble efecto, puesto que extingue una deuda y hace nacer otra. Dicho en otras palabras
se muere una obligación para hacer nacer otra.
Durante el imperio romano se requerían las siguientes tres condiciones para que
tuviese lugar la novación: a) La identidad de la cosa, b) La estipulación, y c) Un
elemento nuevo.
El Código Civil del Estado de Nuevo León recoge el concepto jurídico de la novación en
su artículo 2107, en los siguientes términos:
141 /
“Hay novación de contrato cuando las partes en él interesadas lo alteran
substancialmente substituyendo una obligación nueva a la antigua”.
La aceptilación era el acto jurídico por medio del cual el acreedor declaraba que el
deudor le había entregado todo lo que se había comprometido, sin llegar a ocurrir tal
situación. Por lo tanto, la aceptilación equivalía a la remisión de la deuda.
En consecuencia, la aceptilación era un pago en forma ficticia, que los romanos llamaban
imaginaria solutio. En la aceptilación no se le paga en forma real al acreedor, sino que
éste se considera como si le hubieren pagado.
1.- La forma de aceptilacion nacida per aes et libram.- Esta forma de dar por concluida
una obligación era la derivada del nexum. Esta aceptilación se daba mediante la
presencia del acreedor y del deudor, de cinco testigos y del librepens.
2.- La forma de aceptilación verbis.- La aceptilación verbis se constituía mediante
determinadas palabras sacramentales. Como su nombre lo indica solamente
servía para extinguir las obligaciones contraídas en forma verbal. Era la que se
formaba con la interrogación formulada por el acreedor a la cual respondía
aceptando el deudor.
3.- La aceptilación litteris.- Esta forma de aceptilación configuraba una extinción de
una obligación creada litteris, a través de un asiento en forma contraria a la
inscrita en los codex. Se expresaba en el codex que se había recibido acceptum
cierta cantidad que era debida por determinada persona.
B) del mutuo disentimiento.
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Si una obligación es formada verbis, de la misma manera podía extinguirse verbis. Si
las obligaciones verbis se creaban mediante una estipulación, en esa misma forma
también se podían extinguir, es decir, mediante una estipulación.
Ya sabemos que los contratos consensuales son sinalagmáticos, puesto que la voluntad
de las partes origina obligaciones para las dos partes. El mutuo disentimiento produce
el resultado contrario, toda vez que produce, entonces, la liberación para los dos
partes
El Código Civil para el Estado de Nuevo León en su artículo 2100 recoge esta figura
jurídica que data desde la época de los romanos, en los términos que a continuación
se expone:
“La obligación se extingue por confusión cuando las cualidades de acreedor y deudor
se reúnen en una misma persona. La obligación renace si la confusión cesa”.
143 /
Como se ve nuestro sistema jurídico actual se refiere a la confusión en idénticos
términos que el Derecho Romano. El Código Civil para el Estado de Nuevo León trata
lo mismo, en sus artículos del 2100 al 2102, que los romanos en lo que respecta al
concepto jurídico de la confusión.
Una forma de liberación de la obligación era cuando la cosa debida por el deudor era
cierta y se perdía por caso fortuito, sin que el obligado hubiese incurrido en mora. Esto
obedecía, en principio, puesto que una obligación no podía existir sin objeto.
a) Para el caso de que la obligación tenga por objeto cosa in genere; aquí la pérdida
de las cosas que el deudor tenía destinado para pagar, no lo libera de la obligación.
Ello ocurre así, puesto que puede pagar la obligación entregando cosas diversas
de la misma especie.
b) En el caso contrario al anterior, o sea de que la obligación tenga como objeto un
cuerpo cierto, la pérdida de la cosa debida exonera al deudor de su cumplimiento
si la misma es resultado de un caso fortuito o de fuerza mayor.
C) De la capitis deminutio
Las deudas que no tenían una fuente de carácter delictual, atento al Derecho Civil, se
podían extinguir mediante la capitis deminutio. Ello ocurría así, toda vez, que, la
capitis deminutio afectaba a la personalidad jurídica del individuo, la cual se desvanecía.
/ 144
Objetivo 4.2. Después de ver las formas de extinción de las obligaciones
ipso jure, el lector verá ahora las diversas clases que son de forma
exceptionis ope. También se verá en este objetivo las obligaciones
correales o correalidad.
El Código Civil para el Estado de Nuevo León, a través de su artículo 2103, al referirse
al la remisión de la deuda dispone:
El pacto de remisión no sólo podía ser de manera expresa, sino que también podía ser
de manera tácita. Esta última situación, por ejemplo, se daba cuando el acreedor le
hacía entrega del documento justificativo de su acción y mismo que era la prueba de
su crédito.
Esta forma de extinción mediante el pacto de remisión era aplicable a toda clase de
obligación, incluyéndose las naturales. Si un acreedor tiene varios codeudores y deseaba
hacer remisión únicamente a uno de ellos, no podía utilizar la aceptilación, toda vez
que la aceptilacíón extinguía la obligación con todos los deudores.
Idéntica situación es recogida por el Código Civil para el Estado de Nuevo León, en su
artpículo 2105, en la forma siguiente:
“Habiendo varios fiadores solidarios, el perdón que fuere concedido solamente a alguno
de ellos, en la parte relativa a su responsabilidad, no aprovecha a los otros”.
Por eso, si quería el acreedor que nada más fuese uno de los deudores los beneficiados
con su perdón, para ello utilizaba el pacto de remisión. Sin embargo, como una
excepción a esta regla, tenemos que si dos deudores son asociados, entonces el pacto
145 /
de remisión hecho a uno de ellos beneficiaba al otro. En este caso su efecto era tan
amplio como una aceptilación.
Antes del emperador Marco Aurelio, la compensación se daba en los siguientes tres
casos: a) Del emptor bonorum, b)Del argentarius, y c) De los contratos de buena fe.
La excepción ipso jure resulta antitética de la excepción ope. Esto significa que la
compensación se volvió un medio de defensa propiamente dicho, y podía invocarse
después de la litis contestatio.
/ 146
El Código Civil para el Estado de Nuevo León recoge el concepto jurídico del Derecho
Romano, en su artículo 2079, y 2080 de la forma siguiente:
“El efecto de la compensación es extinguir por ministerio de la ley las dos deudas,
hasta la cantidad que importe la menor”.
147 /
cuentas. Dicho acto jurídico se podía realizar en forma inmediata junto al contrato
principal, o bien posteriormente
En las relaciones entre el acreedor y sus deudores correales, el primero podía exigir la
totalidad de lo debido a cualquiera de los deudores. Si uno de los deudores pagaba, la
obligación de los demás deudores quedaba extinguida, o bien con el solo hecho de
dirigirse judicialmente el acreedor contra uno solo de los deudores.
Dentro de las relaciones de los deudores correales entre sí tenemos, que, no otorgaba
ningún recurso en beneficio del deudor que hubiere pagado, contra sus codeudores
correales. Empero, el deudor que paga tiene contra sus codeudores correales la acción
que nace del mandato o de la sociedad. Además, tiene la facultad de exigir del acreedor
la cesión de sus.acciones, para hacerlas efectivas a sus codeudores.
En estas situaciones los romanos consideraban que del lado activo hay duo o plures
rei stipulandi o credendi, y del lado pasivo duo o plures rei promittendi o debendi. Los
comentaristas han extraído un texto donde se encuentra el vocablo conreus o correus,
de donde han surgido las expresiones de obligación correal o solidaria, y correalidad o
solidaridad. La correalidad constituye el antecedente de la división actual de las
obligaciones mancomunadas y solidarias.
/ 148
El adpromissor es la persona que se compromete en forma accesoria con el promitente
principal, a fin de garantizar al acreedor el cumplimiento de la obligación. Al igual que
el adstipulator, la intervención del adpromissor está constituida en un contrato accesorio.
Constituye una garantía personal, que es la preferida, desde un principio, por los
jurisconsultos romanos. La garantía personal se realizaba por “satisdatio”, consistente
en el compromiso de varios adpromissores.
Así como de la estipulación surgió la figura del estipulante, de esa misma manera
surgió de la sponsio la del sponsor.
Los sponsores y los fidepromissores estaban regulados por las mismas reglas en los
siguientes términos:
149 /
d) Tanto los sponsores como los fidepromissores, son deudores personales, de
naturaleza accesoria, y son mandatarios del deudor principal.
Por una ley Furia, a fines del siglo VI, con efectos solamente en lo que hoy es Italia,
revestía los siguientes principios:
a) Tanto los sponssores como los fidepromissores que estuvieran vivos se repartían
la deuda del obligado principal, en su término.
b) Los sponssores y los fidepromissores quedaban liberados al cabo de un “bienio”,
es decir, dos años. Esto constituía una verdadera excepción al principio de que
las acciones civiles eran de naturaleza perpetua.
III.- De los fiadores
Los “fidejussoribus”, son los fiadores. El término fidejussoribus se deriva del vocablo
“fidejussio”, que es la fianza. Todo el contenido de este objetivo constituye el origen
del concepto jurídico de la fianza.
La condición jurídica del fiador, estribaba en el hecho de que prometía idem la misma
cosa prometida por el obligado principal. Por lo mismo, se desprendía que estaba el
fiador en la misma condición que el deudor correus, es decir, correal.
En virtud de que la situación del fiador era la misma del deudor correal, se derivan
además las siguientes condiciones:
/ 150
A fin de menguar tales condiciones rigurosas, se otorgaron los siguientes beneficios al
fiador: a) Beneficio de cesión de acciones, b) Beneficio de división, y, c) Beneficio de
excusión.
El origen de la deuda del fiador no es por una obligación de él mismo, sino por cuenta
de otro. Entonces, cuando el fiador ha pagado, no resulta equitativo que la obligación
quede a su cargo. En esa virtud, el fiador debe de contar con un recurso en contra del
obligado principal, quien es el único interesado en el asunto.
151 /
Por lo anteriormente expuesto, el beneficio de excusión también fue denominado por
los juristas romanos como beneficio de orden o de discusión..
Las causas por las cuales se puede extinguir la fianza, son las siguientes a) Vía
directa, y, b) Causa de consecuencia.
“La fianza es un contrato por el cual una persona se compromete con el acreedor a
pagar por el deudor, si éste no lo hace”.
/ 152
Quinta Unidad
Del Derecho Procesal Romano
A través del estudio de ciertas acciones los juristas de la época clásica dieron su perfil
a ciertos derechos subjetivos. Se dice que el Derecho Romano no constituye un conjunto
de derechos individuales o subjetivos, sino de derechos procesales o acciones y los
juristas romanos estudiaron ambos como si fuese una unidad. Nosotros consideramos
a la acción como el derecho puesto en ejercicio, es decir en movimiento.
Cuando otras personas no ejecutan ciertos actos que se necesitan jurídicamente para
el ejercicio de ciertas facultades, algunos pretenden intentar la violencia para materializar
sus derechos. Sin embargo, desde el emperador Augusto, ya se castigaba penalmente
hacerse justicia con su propia mano. Marco Aurelio agregó una sanción civil a las
situaciones penales, consistente en la pérdida del derecho para cuya realización hubiera
153 /
alguien tratado de imponerla en forma violenta. Este principio es recogido por el artículo
17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Así pues, notamos que el punto de partida para reclamar nuestros derechos, es la
figura jurídica de la acción. La acción puede ser estudiada bajo dos aspectos: a)
Aspecto lato sensu, y, b) Aspecto strictu sensu.
a) Aspecto lato sensu.- Bajo este aspecto la acción es toda manifestación que
hacemos ante la autoridad judicial con la intención de que se nos reconozca.
determinado derecho. En consecuencia, consideramos que este aspecto de la
acción está relacionado con el Derecho Subjetivo.
b) Aspecto lato sensu.- En esta forma de acción, entendemos por la misma, la
pretensión de un derecho conforme al orden jurídico establecido. Este aspecto
de la acción lo consideramos relacionado con el Derecho Objetivo.
Las principales clases de acciones o procedimientos en el Derecho Romano, son las
siguientes: a) Las acciones de la ley, b) El procedimiento ordinario también llamado
formulario, y c) El procedimiento extraordinario.
a) In jure.- En el primer proceso, que era llamado “in jure”, se hacía ante la presencia
del magistrado, se examinaba el panorama jurídico del caso.
b) In juditio.- El segundo proceso era denominado “in juditio”, porque se hacía ante
un juez, quien se encargaba de la comprobación de los hechos y de dictar la
sentencia.
Esta situación permaneció sin interrupción durante más de diez siglos, y concluyó
hasta la época de la decadencia del imperio romano. En Roma no estaba
/ 154
cuidadosamente establecida la separación de las autoridades administrativas y judiciales
propiamente dichas. En nuestros días sabemos que se lleva muy cuidadosamente la
separación entre las autoridades administrativas y judiciales. A las autoridades
administrativas, las llamamos ahora como de procuración de la justicia. En Roma, la
administración de la justicia de naturaleza civil, en principio, constituía un atributo de
la más alta magistratura que perteneció a los reyes y posteriormente a los cónsules
No se podía llegar a una sentencia sin la combinación del judex y del pretor. Empero,
en el procedimiento formulario el pretor frecuentemente investigaba y determinaba
ciertos asuntos personalmente sin que interviniese el judex. La participación de la
autoridad pública se limitaba a ejercer presión a fin de que el demandado aceptara el
arbitraje de un judex privatus. En el procedimiento formulario dicha autoridad vigilaba
que se expusiera debidamente la situación jurídica ante el árbitro indicándole las
reglas y la sentencia respectiva.
Una cosa que nos llama sobremanera la atención es el hecho de, que, tanto los
magistrados como los jueces no necesariamente tenían que ser juristas. A las personas
que designaban como jueces y magistrados era como un reconocimiento a su trayectoria
y buen comportamiento como ciudadano. Por lo tanto, nada más tres cosas eran
155 /
exigidas a los jueces y magistrados; honradez, sentido común y buena voluntad. Ello
a fin de dejarse orientar por jurisconsultos, pero sin que fuera para los jueces una
obligación a seguir los consejos de aquellos.
Igualmente nos llama la atención de que las listas de los ciudadanos autorizados para
fungir como jueces ascendía a varios miles, con la característica de que cada juez sólo
juzgaba una mínima cantidad de procesos. Se cuenta que antes de los Gracos
únicamente los senadores formaban parte de esas listas. Posteriormente, ningún
senador formaba parte de dichas listas. Ello gracias a las conquistas de los demócratas.
En la época de Sila, cuando restableció el poder senatorial se crearon nuevamente,
esencialmente con senadores. A partir del año 70 A. de J.C. la ley fijó la manera en
que los jueces debían repartirse, en forma equitativa, tanto ente los senadores como
con la clase de los “equites”.
Observamos una cosa muy importante en el Derecho Romano, la cual se explica a continuación.
Bajo la palabra magistrado se incluye todo funcionario superior. En cambio el pretor era sólo un
magistrado entre muchos. Mientras que el judex era un simple particular.
/ 156
Por otra parte, en el procedimiento extraordinario juzgan los mismos magistrados, por
lo que no hay jueces privados. Empero, los magistrados podían encargarles a los
“judices pedanei” ciertos asuntos de menor envergadura, quienes eran magistrados
de investidura inferior.
En conclusión, los jueces eran verdaderos mandatarios tanto de los magistrados como
de las partes, al mismo tiempo.
157 /
efecto, había otras potestades que no se desprendían del imperium ni de la
jurisdictio, sino que provenían de una ley, de una constitución o de un
senadoconsulto. Como ejemplo de esta potestad estaba el derecho de designar
tutores y autorizar la venta de un inmueble rústico cuyo propietario era un menor.
A) Generalidades
Las legis actiones o acciones de la ley, eran aquellos medios de poner en actividad el
contenido de la Ley de las XII Tablas, formados tanto de palabras como de hechos
estrictamente determinados, delante del magistrado, para poner fin a un proceso.
El proceso de las legis actiones estaba constituido por un excesivo número de vocablos
que las partes tenían que pronunciar. El tribunal era como un teatro de la justicia,
como acabamos de expresar en el parágrafo anterior. Los papeles de las partes estaban
previamente regulados, donde el actor que representara mal su papel era sancionado
con la pérdida del proceso.
Los días fastos eran los únicos en que se podían celebrar las acciones de la ley, a
excepción de la pignoris capio, que también podía ser practicada en los días nefastos
y aún con la ausencia del magistrado
/ 158
c) La función del magistrado era nula. Ello era así, toda vez que aunque presidía el
procedimiento, no podía variar absolutamente nada.
Existieron cinco tipos de acciones de la ley: a) La actio sacramenti, b) La judicis
postulatio, c) La condictio, d) La manus injectio, y e) La condemnatio.
B) La actio sacramenti
Ya estaba regulada desde la Ley de las XII Tablas el procedimiento de la actio sacramenti
o sacramentum. Podemos definir la actio sacramenti, como aquella acción de la ley
por medio de la cual las partes hacen una apuesta en efectivo y la suma de la parte
que pierde el proceso es consagrada al culto. Dicha apuesta es denominada
“sacramentum”, y era entregada a los pontífices. y servía para el reconocimiento tanto
de derechos reales como personales. Por esta razón a esta acción también se le puede
denominar “apuesta sacramental”. Veamos a continuación los requisitos de su
procedimiento.
159 /
La parte a quien se le atribuía el objeto daba una caución para garantizar la
restitución del tanto del objeto como de sus frutos, en su caso.
f) Acto seguido el magistrado seleccionaba al juez. Selección que, en un principio,
se hacía en forma inmediata, y mediante la Ley Pisaria se obligó a los
contendientes a suspender el procedimiento por treinta días para que el magistrado
seleccionara al juez.
g) Una vez nombrado el juez, las partes debían comparecer ante él en los siguientes
tres días, “comperendinatio”.
C) la judicis postulatio
D) La condictio.
/ 160
c) El juramento que otorgaba el actor al demandado permitía concluir el
procedimiento en forma muy rápida.
E) La manus injectio.
La manus injectio era aplicada en los casos en que el deudor no cumpliera ya con una
sentencia, ya con un deber plenamente establecido por una autoridad; el acreedor
llevaba al deudor a la presencia del pretor y expresaba una serie de palabras rituales,
juntamente con ciertos gestos. Posteriormente, el acreedor se podía llevar al deudor a
su cárcel privada, o bien, podemos afirmar, para que este le hiciera determinados
servicios a aquél.
No obstante lo anterior, había una forma por medio de la cual se podía evitar el
procedimiento anterior. Ello era a través de la intervención del “vindex”. El vindex es
una persona que se hace cargo de la deuda, y, gracias a su intervención el deudor
queda libre. Si la deuda no se paga interviniendo un vindex, se verificaba un nuevo
proceso, ahora entre el acreedor y éste. Si se perdía el proceso el vindex era condenado
a pagar el doble de lo que debía el deudor, por obstaculizar la justicia.
En el año 428 de Roma la Ley Petelia Papiria estableció dos atenuaciones a los
principios rigurosos que imponía la manus injectio, a saber:
a) Esta ley suprimió los nervi y los compedes salvo en los casos de que el deudor
no pagase, y además hubiese cometido algún delito.
b) La Ley Petelia Papiria suprimió el derecho de matar o de vender al deudor como
esclavo, reemplazando este derecho por el de tenerlo en forma indefinida en
161 /
prisión, en su casa, o que le prestara ciertos servicios, hasta que por su trabajo
quedara saldada la deuda.
F) La pignoris capio
La deuda que daba origen a la pignoris capio, podía ser tanto de carácter militar, fiscal
o sagrado. En estos casos el acreedor podía introducirse a la casa del deudor,
pronunciando ciertas palabras rituales, podía sacar algunos objetos, en señal de pignus,
es decir de prenda..
Una vez que el acreedor tomaba como pignus ciertos bienes del deudor, éste podía
rescatarlos mediante el pago de la deuda, mediante el término “pignora luera”. Que
significa liberar la deuda.
Ahora, permítasenos hacer unas observaciones de las legis actiones, en general. Estas
acciones eran orales, aunadas al contacto en forma directa que tenían las partes y el
juez. Todos estos “ingredientes” nos permitirían estimar que había celeridad en las
mismas. Sin embargo, cabe resaltar, que, el procedimiento de las legis actiones no
era accesible, puesto que no era rápido, pues ya hemos visto, que, por ejemplo, en la
manus injectio después de la condena del deudor a pagar su deuda había sesenta
días antes de que pudiera ser ejecutada la misma. Esos sesenta días estaban repartidos
en tres tiempos de veinte en veinte días. Y esto era si no había un vindex que interviniera
por el deudor.
Objetivo 5.2.
Después de haber visto, en el objetivo que antecede, el primer procedimiento que
existió en Roma, en este objetivo veremos y estudiaremos ahora los restantes dos
procedimientos, uno llamado ordinario u formulario y el otro denominado procedimiento
extraordinario, y sabremos que le decían formulario por derivarse de una fórmula. Así
mismo sabremos todo lo relativo a la fórmula, así como sus elementos.
/ 162
Objetivo 5.2.1. Del procedimiento ordinario
El procedimiento ordinario constituye el segundo de las clases de procedimientos
romanos. Aparece después de las acciones de la ley,y, se considera que probablemente
tiene su origen fuera de Roma. El procedimiento ordinario fue establecido por el praetor
peregrinus, hacia el año 242 a. C., quien impartía justicia en negocios de extranjeros
y ciudadanos romanos, y en asuntos de extranjeros entre sí.
163 /
C) Los contendientes manifestaban sus pretensiones al magistrado, sin que hubiera
ningún formulismo, ni en cuanto a palabras, ni en cuanto a gestos. Esto a
diferencia de las acciones de la ley, donde recordaremos que había mucha
formalidad y solemnidad, y que las partes tenían que representar o “actuar”
muy bien su papel.
Cuando el juez condenaba en forma dolosa o descuidaba su función, se daba contra él
una actio in factum, donde entonces él era el demandado. De ahí viene la expresión
“judex qui litem suam fecit”, que significa: “juez que hace suyo el litigio”.
/ 164
sino que alargaba una institución del jus civile a nuevas áreas. En estas
situaciones se podía echar mano de una intentio combinada con una ficción.
4.- Intentio in rem.- Es la clase de intentio que se daba cuando la acción es
real. Servía para otorgar eficacia a un derecho real. Aquí no figuraba el nombre
del demandado
5.- Intentio in personam.- Esta intentio era cuando se daba a la potestad de
exigir a una persona cierta, determinada conducta. Aquí el nombre del
demandado sí se señalaba.
6.- Intentio certa.- Era la intentio que se basaba en una cosa cierta o suma
determinada.
7.- Intentio incerta.- Consistía esta intentio en una prestación de una cosa o de
algo indeterminado.
d) La adjudicatio.- La adjudicatio era la parte de la fórmula en que se daba la
facultad al juez por parte del pretor, para atribuir la propiedad de un bien a una
de las partes. Esta situación era en verdad en forma extraordinaria, toda vez que
el papel ordinario de un juez es decidir o reconocer ya un derecho, ya varios
derechos, siempre y cuando sean preexistentes.
e) La condemnatio.- Esta parte de la fórmula estaba íntimamente ligada a la intentio.
Por ella el pretor le otorgaba facultad al juez para absolver o condenar al
demandado. Sin embargo, la condemnatio pecuniaria no pudo haber existido
antes del año 337 a. de J:C. fecha en que se hizo costumbre la acuñación de
las monedas.
165 /
1.- Las excepciones perentorias.- Las primeras son las excepciones que
destruyen la eficacia de la acción.
2.- Las excepciones dilatorias.- Estas clases de excepciones solamente posponen
la eficacia de la acción, sin destruirla.
La excepción se parece al medio de defensa, en que ambos se invocan por
el demandado para evitar que sea condenado.
Ahora bien, como diferencia entre excepción y defensa tenemos que ésta es
la negación en forma directa de la intentio, por ejemplo, cuando el demandado
dice que no debe lo reclamado. En cambio, la excepción es un modo indirecto
del demandado, a fin de impedir una condena. En otras palabras, la excepción
equivale a un “rodeo”, aún y cuando no negare la existencia de los hechos
narrados en la intentio. El demandado a pesar que acepta deber lo reclamado
arguye ciertas circunstancias que lo eximen de su cumplimiento.
b) Las replicationes, duplicationes y triplicationes.- La replicatio, o simplemente
réplica, consistía en la contestación a la excepción inmersa en la fórmula a favor
del actor. La dúplica era la contestación a la réplica, es decir, la contestación a la
contestación de la demanda, puesto que las excepciones se contienen en la
littis contestatio. Posteriormente a la duplicatio, el demandante podía oponer la
tríplica, es decir, la contestación a la contestación de la contestación de la
excepción o de la demanda.
c) Las praescriptiones.- La praescriptio es la parte que va a la cabeza o al inicio de
la fórmula. Este vocablo viene del término “scribere”, que se traduce como
escribir y “prae”, que significa antes. Existían dos clases de praescriptiones: 1.-
Las que eran a favor del actor denominadas praescritiones pro actore. 2.- Aquellas
que eran a favor del demandado, llamadas praescriptiones pro reo.
1.- Praescriptiones pro actore.- Estas clases de prescripciones tenían como objeto
circunscribir el pleito, a fin de limitar el efecto extintivo de la litis contestatio,
o sea, en cuanto al efecto novatorio de la misma, al objeto exacto de la
reclamación actual del actor.
2.- Praescriptiones pro reo.- Estas prescripciones eran verdaderas excepciones,
sin otra diferencia que el lugar que guardaban en la fórmula. Iban a la
cabeza, o sea, al inicio, de la fórmula, en vez de ir posterior a la intentio.
Podemos citar como vía de ejemplo la praescriptio longi temporis, de mucha
importancia, toda vez que a través de ésta el término praescriptio, figura
que fue en su origen de derecho adjetivo posteriormente nos llegó como la
famosa “prescripción”, que es un concepto del derecho sustantivo.
/ 166
Objetivo 5.2.4.- Del procedimiento o etapa in jure y de la litis contestatio
I.- La in jus vocatio, o sea, la notificación, en el procedimiento ordinario, es un acto
privado que estaba a cargo del demandante. El actor “invitaba” al demandado a que le
acompañara ante el magistrado. El sujeto pasivo podía aceptar ipso facto, o bien podía
solicitar que se difiriera la comparecencia por unos días. En este último caso, el
demandado otorgaba un vindex, es decir, un fiador, a fin de garantizar su oportuna
comparecencia.
Ahora bien, ¿cuáles eran los casos en los que el pretor podía abstenerse de entregar la
fórmula? Ello ocurría en las siguientes situaciones:
167 /
con tal de eludir el juicio. En estas situaciones, el juicio no podía seguir su curso
normal, y el reo tenía, entonces, un medio muy cómodo para eludir toda demanda. El
pretor, para evitar dicha situación, acordó a favor del actor la “missio in possessionem”,
o sea, el poner al demandante en posesión de los bienes del indefensus. Esto habría
de resolver al demandado a no colocarse como indefensus. Posteriormente, el actor
embargante, después de plazos muy largos podía poner a la venta los bienes que
tenía en posesión.
Podemos ennumerar los efectos que tenía la litis contestatio de la siguiente manera:
1.- La litis contestatio tenía un efecto novatorio. La cuestión toral de la litis contestatio
es que convierte el prístino derecho del actor en uno nuevo, toda vez que origina
entre las partes una nueva y especial obligación, en virtud, de que, como ya se
ha mencionado, producía un efecto novatorio, extinguiendo la obligación primitiva.
De ahí en adelante, en caso de que la sentencia sea condenatoria para el
demandado, lo que va a obligar a éste, es el efecto de la sentencia. El demandado
queda obligado por la obligación contenida en la sentencia y no por la obligación
original en sí.
/ 168
2.- La litis contestatio precisaba la cuantía de las prestaciones exigidas, que podía
cambiar con el tiempo, tal como en el caso de un rebaño que con el tiempo se
acreceuta.
3.- A partir de la litis contestatio, en muchas ocasiones, el demandado tenía el riesgo
de ser sentenciado al doble del valor de la cosa reclamada.
4.- Por medio de la litis contestatio se hacían transmisibles las acciones personales
mediante herencia, tales como la actio injuriarum, que era la acción por lesiones
al honor.
5.-Desde la litis contestatio, el poseedor de buena fe no tenía derecho a los frutos.
6.- Por lo que hace al poseedor de mala fe, respondía desde la litis contestatio, del
caso fortuito.
Con el efecto novatorio se daba pauta al principio “bis de eadem re ne sit actio”,
consistente en que “no debe concederse dos veces una acción respecto de la misma
controversia”. Este principio opera cuando hay un segundo juicio, siempre y cuando
se den los siguientes requisitos
1.- Plus petitio re.- Era cuando el acreedor demandaba dos mil sestercios y el
deudor debía mil sestercios.
2.- Plus petitio loco.- Se daba cuando el actor exigía que le entregaran mercancía en
Roma, y el demandado debería de entregarla en Venecia.
3.- Plus petitio causa.- Era cuando el sujeto pasivo podía cumplir con su obligación
entregando uno u otro objeto y el sujeto activo exigía el valor de uno de los
objetos, cuando la elección le correspondía al deudor y no al acreedor.
4.- Plus petitio tempore.- Esta clase de plus petitio ocurría cuando el sujeto activo
demandaba anticipadamente la deuda que aún no se vencía.
169 /
Objetivo 5.2.5.- Del procedimiento in juditio
Hemos dejado establecido, que, el procedimiento ordinario era también denominado
procedimiento formulario, puesto que se basaba en una fórmula que era entregada por
el magistrado a las partes; que el procedimiento formulario tenía dos etapas: la etapa
in jure y la etapa in juditio. Hemos también asentado que, la primer etapa del
procedimiento formulario: la in jure, concluía con la litis contestatio.
Pues bien, una vez que terminaba la primera etapa del procedimiento ordinario o
formulario, que era la in jure, mediante la litis contestatio, con la misma se iniciaba la
segunda etapa: la in juditio.
La función del juez era la de actuar en forma estricta a las instrucciones de la fórmula,
misma que contenía el objeto del juicio y se indicaba sus facultades detalladamente.
Una vez que concluía el procedimiento el juez dictaba su sentencia, que podía ser ya
condenatoria, ya absolutoria. En caso de que el juez condenaba contra el espíritu del
derecho, es decir, dolosamente, procedía contra él una acción in factum, con el carácter
de demandado, de ahí surgió la expresión “judex qui litem suam fecit”, que en español
significa “juez que hace suyo el negocio”.
Se le llama officium a la facultad que tiene el juez para llevar a cabo su función. En la
segunda etapa del Derecho Romano, en la República, sobresalen los judicia y los
arbitria. Se les llamaba judicia a los procesos que estaban a cargo de un judex, sobre
asuntos en los cuales se reclamaba una cosa cierta o una cantidad determinada en
dinero, limitándose a certificar si la cosa era o no debida. Los arbitria eran los procesos
que estaba indeterminada la intención del demandante, en los cuales intervenían uno
o varios árbitros. Por lo tanto, el officium de los árbitros era más extenso, puesto que
además de decidir de que la intención del actor era fundada tenía que precisar lo que
era debido.
/ 170
1.- Que el pleito aconteciera en Roma o dentro de una milla.
2.- Que en el asunto intervengan ciudadanos romanos.
3.- Que en el negocio interviniera un juez único, “unum judex”.
b) Judicium imperio continens.- Si no se integraban los tres requisitos anteriores
entonces el judicium era imperio continens, consistente en que la instancia
tenía como base el imperium del magistrado.
En la época clásica el Derecho Romano no se contaba con un sistema de pruebas
tasadas, ni con un sistema libre. Lo que imperaba era un sistema mixto de ambos
principios. El judex no podía exigir el desahogo de pruebas adicionales a las ofrecidas
por las partes.
Entre las principales clases de pruebas recogidas por el derecho Romano, se encuentran
las siguientes:
a) El juramento.- Esta clase de prueba no era decisiva, toda vez que el juez tenía la
potestad para otorgarle al juramento el valor que él quisiera.
b) Prueba documental.- Las partes podían presentar determinados documentos,
“instrumenta”. Estos documentos podían ser tanto públicos como privados. En
un principio, tiene más veracidad la prueba testimonial frente a la documental,
pero con el tiempo ésta aumenta, en detrimento de la testimonial.
c) La confesional, “confessio”.- Consideramos que la prueba confesional es la
manifestación de una de las partes, en detrimento de sus propias intenciones,
y, que por lo tanto, constituye el reconocimiento del derecho del contrario. A la
prueba confesional frecuentemente se le estimaba como la reina de las pruebas.
d) La testimonial.- Los testigos, “testes”, eran ofrecidos y presentados tanto por el
actor como por el demandado. Esta prueba era la preferida en la época clásica.
Durante el imperio de Constantino surgió la regla de “testis unus, testus nullus”.
Esta regla no se imperaba en la etapa ordinaria. No por el hecho de que una
parte aportara más testigos el juez se veía obligado a darle la razón a dicha parte,
toda vez que se decía que “el juez debía pesar (y nosotros le agregamos que
también “pensar”) y no contar”. Por eso durante el imperio de Adriano se
estableció que mejor era “fijarse más en el testigo que en el testimonio”. Los
testigos eran interrogados por la parte contraria a los que los presentaban, o bien
por sus representantes. Una persona no estaba civilmente obligada a presentarse
de testigo. Empero la persona que ha intervenido ya como testigo en determinado
acto jurídico, como por ejemplo en una mancipatio o en un documento testatio
171 /
si se rehusara a testificar sobre dichos asuntos, ante el juez, entonces dicho
testigo es declarado “improbus intestabilisque”. Esta situación, de ser declarado
“improbus intestabilisque” le imposibilitaba volver a ser testigo, así como a
solicitar testigos.
e) La pericial.- Desde los tiempos del emperador Adriano el juez valoraba más la
mayoría de peritajes u opiniones de los juristas a quienes se les concedía el jus
publice respondendi. Esta era la prueba pericial de derecho.- También la había
de hecho, toda vez que se admitía las periciales de los grafólogos, de los médicos,
de los agrimensores.
Una vez desahogadas las pruebas ofrecidas y admitidas, las partes presentaban en
forma oral sus alegatos. En los alegatos se daba la opinión sobre las pruebas aportadas
relacionándolas con sus pretensiones y se atacaba las pruebas de la contraria.
Al demandante que obtenía sentencia favorable, se le concedía una actio iudicati, por
medio de la cual podía exigir en forma material lo que la misma sentencia le otorgaba
en teoría. Si el demandado era quien obtenía la sentencia favorable, se le concedía
una exceptio iudicati, para protegerse de posibles futuras reclamaciones.
Estimamos que lo anterior es el origen del famoso principio general de derecho “non
bis in idem”, es decir, que “nadie puede ser juzgado dos veces por lo mismo”.
Una vez que se daba la sentencia podían ocurrir cualquiera de las siguientes situaciones:
a) Las partes podían cumplir con la sentencia, a este efecto la ley les concedía, por
lo general, un término de treinta días.
b) Si la parte que pierde el juicio no cumple con lo ordenado en la sentencia procede
la ejecución forzosa, en la forma que a continuación se explica. Primeramente
venía la manus injectio o la pignoris capio. En un principio, según hemos dejado
asentado, el hecho de no pagar las deudas era una de las causas que originaban
la esclavitud en el pueblo romano, a través de la manus injectio. Posteriormente,
por medio de la pignoris capio, los bienes responden por las deudas de carácter
civil. Como un paso intermedio entre estos dos sistemas jurídicos, el pretor
concedía al acreedor a llevarse al deudor para que liquidara su deuda con su
/ 172
trabajo, y ya no con el fin de venderlo o de matarlo. Con el paso del tiempo, es
un hecho muy significativo, que, la ejecución de la sentencia va dirigida más
contra los bienes del obligado en la sentencia, que sobre la persona sentenciada
misma. Quien ganaba el juicio, se convertía entonces en acreedor por efecto de
la sentencia y podía ejercitar la actio judicatio, por medio de la cual si el deudor
no confesaba su deuda se le condenaba al doble.
Como actualmente nadie puede ser aprisionado por deudas meramente civiles,
conforme al artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, se ha llegado a establecer “que no hay mejor defensa que la
insolvencia”.
En Roma, si una persona moría con deudas se demandaba a los sucesores del
deudor, tal y como acontece hoy en día en nuestro sistema jurídico. Con la
salvedad de que en el pueblo romano esto representaba una infamia, tanto para
el de cujus, como para la familia de éste. A ello obedecía también que para los
romanos era muy vergonzoso morir sin haber formulado un testamento, no tanto
por la situación de cómo se iban a repartir sus bienes los herederos, sino por el
hecho de morir con deudas. Los romanos no querían vivir con deudas y menos
morir con ellas, puesto que eran muy celosos de sus deberes, y fue por eso en
lo que se fijaron primero para establecer la institución de las sucesiones.
En términos generales, el sistema jurídico romano se balanceaba del lado del
acreedor más de lo que hoy en día se lleva a cabo en los sistemas jurídicos
modernos. Por eso es muy común escuchar en todas las esferas sociales, que,
tal parece que hoy en día, tienen más derecho los delincuentes y los deudores
morosos que los que cumplimos cabalmente con los ordenamientos legales.
Ni en el Derecho Romano, ni en toda la antigüedad se encuentran instituciones
jurídicas como la suspensión de pagos, la cual constituye un verdadero soporte
para evitar una inminente quiebra. Empero conceptos jurídicos como la espera y
la quita las encontramos en el Corpus Juris otorgadas al deudor por parte de la
mayoría de sus acreedores.
La célebre expresión “donde no hay nada hasta César pierde su derecho”, era
utilizada cuando el deudor no tenía bien alguno, y nosotros consideramos que
de ahí se deriva la moderna frase a que hemos hecho referencia de que “no hay
mejor defensa que la insolvencia”. Obvio es, que, estas expresiones son en
tratándose de asuntos civiles. Empero, en Roma, la desilusión de los acreedores
en ciertos casos desembocaban en verdaderos asuntos penales, tal y como
igualmente acontece en el sistema jurídico mexicano actual.
c) Otra de las cosas que podían suscitarse posterior a la sentencia, era la
impugnación de la misma. Mediante veto de los tribunos o por intercessio de los
cónsules, en la época de la República, se podía pedir la no ejecución de la
173 /
sentencia. Sin embargo, estos recursos resultaban inoperantes respecto de las
sentencias absolutorias. Entre la segunda y tercera etapas del Derecho Romano,
es decir entre el fin de la República y el advenimiento del imperio, existieron los
siguientes recursos: 1.- La in integrum restitutio, 2.- La revocatio in duplum, y,
3.- La apellatio
1.- La in integrum restitutio.- El recurso de la in integrum restitutio, era de
carácter extraordinario, puesto que nada más operaba en casos excepcionales,
cuando una de las partes había sido víctima de algún vicio del consentimiento,
tales como dolo, error, violencia, o bien cuando hubiera de por medio un
falso testimonio.
2.- La revocatio in duplum.- Esta clase de recurso acontecía cuando el demandado
condenado estimaba que había sido condenado en forma ilegal podía pedir
su nulidad. Sin embargo, si dicha petición era mal fundada, entonces producía
para el demandado una condena al doble.
3.- La apellatio.- Cualquiera de las partes que hubiera tenido una sentencia
adversa a sus pretensiones podía exigir la intercessio de un magistrado
superior, “apellare magistratum”. La parte que se consideraba afectada en
sus intereses debe dirigirse al magistrado que le entregó la fórmula. Si era el
pretor el que había dado su parecer considerado incorrecto por la parte que
perdía se dirigía ante el prefecto del pretorio. En esta época el emperador
juzga en último término. La apelación produce efectos suspensivos, puesto
que detiene la ejecución de la sentencia. El juez de la apelación puede
confirmar o anular la sentencia original, a través de una nueva. Aún, después
de esta nueva y segunda sentencia puede existir otra apelación, hasta llegar
al último grado de jurisdicción.
d) Podía darse el caso de que quien perdiera el juicio negase la existencia de la
sentencia en sí, tal es el caso del juez incompetente. En la situación de la
incompetencia del juez el perjudicado podía oponer a la actio judicati la “exceptio
non judicatum esse”, la excepción de que no hubo sentencia.
También, podía ocurrir que la persona que perdiese el juicio por una sentencia
injusta, cumpliera la misma, y posteriormente intentaba una “actio in factum”
en contra del juez. Dicha situación, era considerada un cuasidelito para el juez,
en virtud de la expresión de que había hecho suyo el juicio, y se le reclamaba
una indemnización. Esta situación es semejante a lo que nuestro sistema jurídico
actual denomina recurso de responsabilidad.
/ 174
I.- De los procedimientos especiales. La cognitio extraordinaria.-
Los principales casos de cognitio extraordinaria eran aquellos que versaban sobre las
cuestiones siguientes:
a) Cumplimiento de fideicomisos;
b) Disputa de alimentos; y,
c) Controversias sobre honorarios de abogados, médicos y maestros.
En la cognitio extraodinaria, la sentencia emitida por el magistrado se denomina
“decretum”- La condena contenida en el decretum no era necesariamente pecuniaria,,
sino que era inherente con la misma cosa objeto del proceso.. En estos casos el
magistrado sostenía la ejecución del decretum, a través de su imperium mediante la
manu militari o con ciertas prendas.
175 /
y los curadores.
/ 176
a) Fórmula.- Dentro del procedimiento extraordinario ya no hubo fórmula. Ello,
obviamente, debido a que ya no era necesaria la fórmula, toda vez que las partes
comparecían directamente ante el magistrado y él mismo ventilaba el asunto,
fijando las reglas del mismo y dictaba la sentencia correspondiente.
b) Juez privado.- Con el procedimiento extraordinario no hubo ya necesidad de
enviar el asunto a un juez privado. El procedimiento tanto se iniciaba como
concluía delante del magistrado, empero éste podía encargar el asunto a los
llamados “juez datus” o “judex pedaneus”-
c) Litis contestatio.- Por lo que respecta a la litis contestatio, ésta permanece en el
procedimiento extraordinario, aunque con menor intensidad. La litis contestatio
tiene lugar al tiempo en que las partes emiten sus conclusiones al magistrado.
Actualmente se dice que el asunto guarda estado.
En el procedimiento extraordinario, la litis contestatio continuó produciendo los
mismos resultados. En tiempos de Justiniano, empero, se le suprimieron sus
efectos extintivos de la obligación primitiva.
d) Pruebas.- Respecto a las pruebas o medios de convicción aportados por las
partes, son los mismos medios empleados en el procedimiento ordinario con la
peculiaridad de una depreciación hacia la prueba testimonial. Durante el regimen
del emperador Constantino no se tomaba en cuenta la prueba testimonial en
forma singular, “testus unus, testus nullus”.
e) Condena.- En el procedimiento extraordinario en la condena hay una afección
sobre la cosa misma, objeto del pleito, y ya no era sólo pecuniaria. La sentencia
es en forma escrita y es leída públicamente. Justiniano, a través de una
Constitución del año 530, determina que la instancia no podía durar más de
tres años.
Tenemos como denominador común en las representaciones del cognitor y del
procurator, el hecho de que, la actio judicati se originaba en la persona del cognitor o
del procurator, que debían de traspasarla a su mandante.
a) Los procuratores que tenían un mandato cierto, que no había sido revocado.
Esta clase de procuratores deducían su derecho judicialmente y estaban
dispensados de la cautio de rato.
b) Los demás procuratores, que dejaban subsistente el derecho de su mandante.
Estos procuratores sí prestaban la cautio de ratio.
177 /
0bjetivo 5.3.- En este objetivo estudiaremos las diversas clases de
acciones, muchas de las cuáles seguimos utilizando en la
actualidad, hasta seguimos empleando los mismos términos
latinos con los que se les denominaban. Sabremos que las
distintas clases de acciones, que son verdaderos y auténticos
procedimientos, tienen su origen en el Derecho Romano.
Seguimos utilizando estas acciones, no obstante que muchas de
ellas tienen más de dos mil años de existencia. Por eso podemos
afirmar que en todas formas, jurídicamente hablando, nos sigue
rigiendo el Derecho Romano. Por ser numerosas las acciones y
por razones prácticas, conforme al objetivo de esta obra,
únicamente se analizarán lo relativo a las acciones reales civiles.
I.- Una de las principales clasificaciones de las acciones es aquella que las divide en;
a) Acciones in rem, es decir, reales, y, b) Acciones in personam, o personales.
/ 178
3.- Tratándose de una acción real el demandado debía de otorgar al demandante una
caución que oscilaba entre los diversos sistemas de procedimiento. Esta caución
no figuraba en las acciones personales.
4.- Las acciones reales eran de naturaleza arbitraria. Las acciones personales eran
solamente personales por excepción.
II.- Otra de las principales clasificaciones de las acciones del Derecho Romano era
aquella que dividía a las acciones en: a) Acciones civiles, y b) Acciones honorarias.
a) Acciones civiles.- Las acciones civiles son aquellas, que, como su nombre refiere,
son originadas por el Derecho Civil.
b) Acciones honorarias.- Las acciones honorarias son, igualmente, denominadas
pretorianas y también, como su nombre lo indica, las acciones honorarias o
pretorianas son aquellas que son creadas por el pretor o el magistrado.
Observamos que las dos grandes e importantes clasificaciones de acciones se
conjugaban entre sí, y así tenemos la siguiente clasificación:
179 /
b) Otorgar una acción ficticia.
c) Originar una acción in factum.
d) Originar entre las partes una estipulación, como en el caso de la cautio
usufructuaria.
III.- Una tercera clasificación consistía en la división de las acciones en: a) Acciones
directas, b) Acciones ficticias, y c) Acciones útiles.
a) Acciones directas.- Las acciones directas son aquellas que cubrían todos los
requisitos indispensables para su ejercicio.
b) Acciones útiles.- Las acciones útiles eran aquellas que se otorgaban por una
extensión de la acción directa que tenían una utilidad eficiente. Estas acciones
se empleaban en el caso de que no se cubriera uno de los requisitos
indispensables de las acciones directas.
c) Acciones ficticias- Estas clases de acciones eran las que se otorgaban, al igual que
las acciones útiles, por una extensión de la acción directa consistente en una
ficción, mediante la cual se creía realizada el requisito de ejercicio de la acción
directa
Las acciones ficticias eran de tres clases:
a) Las acciones que suponían materializado un hecho que no lo estaba. Tal es el
caso de la acción publiciana, que se suponía terminado el plazo de la usucapion.
b) Aquellas acciones en las cuales se suponía no materializado un hecho
realizado. Es decir, son acciones contrarias a las del apartado que antecede.
Tal es el caso del acreedor del adrogado, que podía actuar a través de una
acción ficticia, mediante la cual se suponía no materializada la adrogación.
c) Las acciones por medio de las cuales se suponía que el sujeto activo gozaba
de una situación que en realidad no gozaba. Tal era el caso de que el actor
de la petitio hereditatis possessoria, se suponía que era heredero.
IV.- Una cuarta gran clasificación de las acciones consistía en dividirlas en: a) Acciones
in jus, y b) Acciones in factum.
a) Acciones in jus.- Estas clase de acciones eran aquellas que tenían por objeto
sancionar un derecho regulado por el Derecho Civil.
b) Acciones in factum.- En cambio, las acciones in factum eran las creadas por el
pretor, a fin de sancionar un derecho no reconocido por el Derecho Civil. Es
decir, las acciones in factum son todo lo contrario a las acciones in jus.
En su origen las acciones civiles eran in jus, mientras que las acciones pretorianas
eran in factum. En forma excepcional, las acciones pretorianas eran in jus en los
/ 180
siguientes dos casos: 1.- Cuando era ficticia. 2.- Cuando implicaba cambio de nombres.
a) Las acciones de derecho estricto.- Estas acciones eran cuando el juez quedaba
compelido a los términos mismos del contrato. El juez debía someterse a los
términos del contrato de manera rigurosa y estaba impedido de utilizar los
principios de equidad.
b) Las acciones de buena fe.- En cambio, las acciones de buena fe eran aquellas
que posibilitaban al juez una gran libertad de apreciación pudiendo echar mano
de los principios de equidad y de buena fe.
VI.- Como sexta clasificación de las acciones tenemos: a) Las acciones arbitrarias, b)
Las acciones no arbitrarias.
a) Las acciones arbitrarias.- Estas clases de acciones se caracterizan por una fórmula
que comprende la cláusula arbitraria, por medio de la cual se le faculta al juez a
incitar al demandado a realizarle al demandante la restitución o a la exhibición
del objeto demandado. Si el demandado complacía dicha exhortación del juez,
era absuelto de la reclamación. Si no complacía la exhortación el demandado era
condenado a una suma determinada por el actor, bajo juramento.
b) Las acciones no arbitrarias.- Las acciones arbitrarias, como su nombre lo indica,
eran las contrarias a las anteriores, y, por lo tanto, eran aquellas que no
comprendían la cláusula arbitraria. Consecuentemente, en las acciones no
arbitrarias el juez no estaba facultado para exhortar al demandado a restituirle o
a exhibirle al demandante el objeto demandado.
Hemos dejado asentado que las acciones reales eran de naturaleza arbitraria; en
cambio, únicamente determinadas acciones personales no eran arbitrarias. Este era el
caso de las siguientes clases de acciones:
181 /
VII.- Una séptima clasificación están representadas por lasa acciones “in aequum et
bonum conceptae”, mismas que se agrupan de la siguiente manera:
/ 182
a) El poseedor.
b) El simple detentador.
c) Los poseedores ficticios, “ficti posesores”. Los ficti posesores eran aquellas
personas que se estimaban poseedores aunque materialmente no tenían la cosa en
posesión. Estos poseedores eran de dos clases: 1.- Las personas que dejaban de
poseer por dolo, a fin de evitarse la reivindicación. 2.- Los sujetos que para disfrazar
al verdadero poseedor y facilitarle llegar pacíficamente a la usucapion, se ostentaban
como si fueran los auténticos poseedores sin serlo.
Cuando una persona posee la propiedad, o bien la posesión, de otro constituye un ataque
al derecho de este último. Esto constituye el interés del desposeído para accionar o poner
en movimiento el engranaje judicial, al hacer uso de la acción reivindicadora.
Por lo que respecta a los medios de convicción utilizados en esta acción, el demandante,
al afirmar su derecho de propiedad, debe de justificar su acción probando que era
propietario al momento de la litis contestatio.
Las cosas que recaen sobre la rei vindicatio, son aquellas cosas susceptibles de
propiedad privada, tanto muebles como inmuebles. La rei vindicatio, como su nombre
lo indica, era una acción real; por lo tanto era arbitraria, civil e in jus. Por ser arbitraria
la acción rei vindicatio, sus efectos consisten en que el juez debe de declarar a quien
le asiste el derecho, y, posteriormente determinar las consecuencias de esa declaración.
La acción publiciana es aquella acción por medio de la cual la persona que había
perdido la posesión de una cosa que estuviera próxima a adquirir a través de la
usucapion, antes de terminar el plazo de ésta podía hacerse poner nuevamente en
posesión de la misma cosa.
Esta acción toma su nombre del pretor llamado Publio, que estableció una acción in
rem ficticia, que además era de carácter arbitrario, civil, y, por lo tanto, in jus, puesto
que era ficticia. Dicha ficción consistía en suponer cumplido el término de la usucapion,
cuando en realidad no lo estaba.
a) El propietario bonitario.
b) El mismo propietario quiritario, cuando hubiere tenido la posesión de la cosa y la
hubiere perdido.
c) El que hubiere adquirido la cosa de buena fe, a non domino.
183 /
Como características principales de la acción publiciana, encontramos las siguientes:
a) Primeramente, y tal como hemos visto, para poder ser ejercitada la acción
publiciana, se requiere que el actor se hubiese encontrado en vías de usucapir,
antes de la pérdida de la posesión.
b) Otra característica notable de la acción publiciana, consistía en que era más fácil
de ejercitar que la reivindicatoria. Dicha facilidad estribaba en que el demandante
no tenía que demostrar su derecho de propiedad.
Al ejercitarse la acción publiciana, en caso de aparecer un propietario, éste tiene más
derecho que el del poseedor de buena fe, es decir del que ejercita esta acción, toda
vez que éste no puede vencer al legítimo propietario. Lo anterior ocurre así, puesto
que la acción publiciana no podía ejercitarse, por razones obvias, en contra del propietario
quiritario. El propietario obstaculiza el éxito de la acción publiciana. Podemos por así
decir, que, la acción publiciana se “estrella”, frente al propietario quiritario. También,
“pocarísticamente” hablando diremos, que, propietario “mata” actor publiciano.
/ 184
c) Que el demandado pague el perjuicio ocasionado, en su caso, por la oposición a
que el demandante hiciera uso de tal derecho, a fin de que no hubiese habido
juicio.
II.- Acción negatoria
El demandante es, entonces, el propietario del fundo que se supone deba ser el
sirviente, y, por lo tanto, está casi siempre en posesión de la cosa sobre la cual niega
que el demandado tenga derecho a la servidumbre.
La petición de herencia es aquella acción mediante la cual todo aquel que se consideraba
heredero pedía que se le reconociera judicialmente su título de tal, a fin de ponerse en
posesión de una sucesión o de un cierto bien hereditario. Por lo tanto, la petición de
herencia constituye la sanción del derecho del heredero.
185 /
b.-También la petición de herencia pertenece a la clasificación de acciones civiles, y,
en consecuencia, de naturaleza in jus. En esto también se parece la petición de
herencia a la acción reivindicatoria.
c) La petición de herencia recae sobre una universalidad jurídica. En cambio, la rei
vindicatio tiene como objeto solamente un determinado bien.
d) En la petición de herencia se determina en el demandante la cualidad de heredero.
En esto se diferencia con la rei vindicatio, la cual tiene como objeto el derecho de
propiedad.
El promovente, de la acción de petición de herencia, lo único que debe demostrar para
obtener sentencia satisfactoria a sus intereses, es demostrar su condición de heredero.
En primer lugar, debe ejercitarla la persona que se considere heredero y que no esté
en posesión de la sucesión, o bien en caso de que únicamente posea una parte. Es
decir, esta acción la puede promover aquella persona que está excluida dentro de un
juicio hereditario.
/ 186
Conclusiones
187 /
QUINTA.-Los romanos fueron un pueblo educado por y para el derecho y las obligaciones.
El pueblo romano era muy celoso de sus obligaciones. El hecho de que el paterfamilias,
o cualquier persona sui juris, no cumpliese con sus obligaciones era considerado una
infamia, que equivalía a una deshonra, una mancha.
SEXTA.- Tan celosos eran los romanos de sus obligaciones que el paterfamilias no
quería morir teniendo deudas, puesto que la infamia que ello arrojaba implicaba no
solo el nombre de él, sino el de toda su familia. A ello obedece, precisamente, el
origen de las sucesiones jurídicas. En efecto, las sucesiones más que como derecho
de los herederos, surgieron, originalmente, para evitar la infamia, en lo que se pudiera,
pagando éstos las deudas del autor de la herencia. Es decir, las sucesiones, antes que
ser considerada como derechos, son consideradas como verdaderas y auténticas
obligaciones por los romanos.
SÉPTIMA.- Casi todos los conceptos jurídicos tratados por el sistema jurídico mexicano
actual, son herencia del maravilloso y extraordinario Derecho Romano. Muy pocos
conceptos jurídicos estudiados por el Derecho Romano escapan de los Códigos Civiles
Mexicanos. Así, unos de los raros conceptos jurídicos que el Código Civil para el
Estado de Nuevo León vigente, no fueron contemplados por los romanos, lo constituye
el de la figura juridica de la teoría de la imprevisión. Aun y cuando el Derecho Romano
no contempló la figura jurídica de la teoría de la imprevisión, ella tiene un alto contendio
de principios que, precisamente, se derivan del mismo Derecho Romano, al igual que
del Derecho Romano-canónico.
/ 188
Resultados
QUINTO.-.- Casi todos los conceptos jurídicos tratados por el sistema jurídico mexicano
actual, son herencia del maravilloso y extraordinario Derecho Romano. Muy pocos
conceptos jurídicos estudiados por el Derecho Romano escapan de los Códigos Civiles
Mexicanos. Así, unos de los raros conceptos jurídicos que el Código Civil para el
Estado de Nuevo León vigente, no fueron contemplados por los romanos, lo constituye
189 /
el de la figura juridica de la teoría de la imprevisión. Aun y cuando el Derecho Romano
no contempló la figura jurídica de la teoría de la imprevisión, ella tiene un alto contenido
de principios que, precisamente, se derivan del mismo Derecho Romano, al igual que
del Derecho Romano-canónico.
/ 190
Sugerencias
CUARTA.- Que todos tengamos orden y disciplina en nuestros actos, que seamos
más responsables, que cumplamos con nuestras obligaciones, para que al igual que
los romanos obtengamos el progreso de nuestra comunidad.
QUINTA.- Que siempre recordemos que por el hecho de vivir en sociedad, todos
necesitamos de todos.Requerimos de la colabnoración de todos para seguir adelante
luchando por la consecución de la libertad en todas sus áreas, de la paz, del derecho,
del orden, de la seguridad, de la justicia y del bien común.
SEXTA.- Que no exista una sola Facultad o Escuela de Derecho del mundo donde no
se imparta la cátedra de Derecho Romano, por constituir éste el fundamento y la base
del derecho actual. Además de esto, de que, sería muy penoso que una persona que
sin ser abogada, o estudiante de derecho, supiera más de los motivos, orígenes y
antecedentes de las principales instituciones jurídicas de nuestro derecho actual.
191 /
/ 192
Bibliografía
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Quinta Edición.- México, D.F., 1966.-
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13.- García Máynez, Eduardo.- Introducción al Estudio del Derecho.- Editorial
Porrúa, S.A.- Novena Edición.- México, 1980.-
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Editorial Esfinge, S.A.- Quinta Edición.- México, 1980.-
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La Pacificación de los Chichimecas.(1548-1597) Fondo de Cultura
Económica.- México, D.F., 1997.
/ 194
Facultad de Derecho y Criminología de la U ANL
UANL
Integrantes de las Comisiones
Comisión Académica
Titulares
Lic. Helio E. Ayala Villarreal
Dr. Francisco J. Gorjón Gómez
Lic. Leopoldo Peña Garza
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Lic. Lázaro Salinas Guerra
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Dr. Germán Cisneros Farías
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Comisión Editorial
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Catálogo de P ublicaciones
Publicaciones
FFacultad
acultad de Derecho y Criminología,
Universidad Autónoma de Nuevo León.
Lista de publicaciones
editadas por la Facultad.
Facultad.
DERECHO
CUADERNOS
CONMEMORATIVOS
Núm. 1
Fernando de Jesús Canales Clariond.
Hacia un genuino estado de Derecho.
Núm. 2
Agustín Basave Fernández del Valle.
La dimensión jurídica del hombre.
Núm. 3
Olga Sánchez Cordero.
Controversia Constitucional. Concepto de autoridad intermedia.
Caso: Ayuntamiento de Aguilillas.
Núm. 4
El abogado frente al Derecho. Textos y documentos.
Juana García Aragón, compiladora.
Núm. 5
Academia Mexicana de Derecho del Trabajo
y de la Previsión Social. Delegación Nuevo León.
La legislación laboral mexicana.
Su posible revisión, análisis y propuestas.
Núm. 6
José Santos González Suárez.
Reformas a los artículos 16 y 19 Constitucionales.
201 /
Núm. 7
Efrén Vázquez.
Hans Kelsen, jurista del siglo XX.
Homenaje en el XXVI aniversario de su fallecimiento.
Núm. 8
Pedro Ojeda Paullada.
Tendencias actuales del Derecho Burocrático.
Alcances, evolución, conceptos y perspectivas.
Núm. 9
Raúl Rangel Frías.
Homenaje. Benemérito de Nuevo León.
En el 6o. aniversario de su deceso.
Núm. 10
José Francisco Becerril Mendoza
Derecho de Huelga.
Núm. 11
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El impacto de Alfonso Reyes en América Latina.
Núm. 12
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La problemática de la investigación jurídica en la actualidad.
Núm. 13
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Relaciones laborales actuales y futuras.
Núm. 14
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El Colegio de Criminología, UANL, Relación histórica y vivencias.
Núm. 15
Ana María del Carmen Márquez Rodríguez.
La Facultad de Ciencias de la Comunicación, orígenes y evolución.
Núm. 16
El Municipio de Marín, Nuevo León
y Lic. José Alejandro de Treviño y Gutiérrez.
Homenaje
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Homenaje.
Núm. 18
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Homenaje.
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Núm. 20
Alejandro Sánchez Hernández.
El Tribunal Fiscal de la Federación, estructura y funcionamiento.
Núm. 21
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Núm. 23
Genaro David Góngora Pimentel .
Poder Judicial Federal,
Orígenes, desarrollo, estado actual y futuro.
Núm. 24
Jorge A. Treviño Martínez
Simplificación del Derecho,
Tendencias del nuevo milenio
Núm. 25
Angela Stelzer de Canales
La Función Social del DIF
en Nuevo León
Núm. 26
Dr. Agustín Basave Fernández del Valle
Estructura y sentido de la Judicatura
función y misión del juez.
203 /
Núm. 27
H. Congreso de Nuevo León LXVIII Legislatura
Homenaje a la Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales, UANL.
175 aniversario
Núm. 28
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Reformas a la Ley de Amparo
Núm. 29
La Primera Cátedra de Derecho Civil en Nuevo León.
El Seminario Conciliar de Monterrey
EDICIONES DE LA
DIVISIÓN DE POSGRADO
LIBROS.
Varios
Octavio Paz. Homenaje
Varios
Héctor S. Maldonado
y El Derecho del trabajo
/ 204
Jorge A. Pedraza Salinas
Catálogo de Tesis.
Varios
Lic. Pedro Treviño García. Homenaje.
En Búsqueda de la Trascendencia
Homenaje al Maestro
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Justicia y Seguridad.
Propuestas planteadas por Vicente Fox Quezada.
Presidente Electo de México.
COEDICIONES
/ 206
FASCÍCULOS
PUBLICACIONES PERIÓDICAS.
207 /
Francisco Cifuentes Dávila
Entre la Vida y la violencia
/ 208
DERECHO ROMANO II
OBLIGACIONES, CONTRATOS
Y DERECHO PROCESAL
209 /