Miércoles de Ceniza Dirida Por Un Fiel Laico

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MIÉRCOLES DE CENIZA

CELEBRACIÓN LITÚRGICA

PARA SER CONDUCIDA POR UN LAICO

ALGUNOS ELEMENTOS A TENER EN CUENTA

Por el carácter extraordinario de esta celebración presidida por un laico, es


importante tener en cuenta algunos elementos:

El laico deberá ser designado para este servicio por el


párroco para así poder llevar cabo la celebración.

Es ordinariamente el sacerdote o el diácono quien


bendice la ceniza y la entrega a quien o quien(es) ha
designado para animar la celebración.

Los laicos no tienen la potestad de bendecir, ni de


imponer las manos.

Durante la Cuaresma el canto del Aleluya no se debe


cantar, ni ningún canto que en su contenido lo incluya,
aunque sea un canto litúrgico.

El lavado de manos después de imponer la ceniza no es


un gesto ritual, sino que se hace por la necesidad de
continuar con las manos limpias, hágase de forma normal
sin que se asemeje al sacerdote. Téngase a mano agua,
jabón y un paño.

La ceniza colóquese en una mesita con su debido mantel


frente al altar de forma que todo esté bien dispuesto y la
ceniza se destaque como un signo de la celebración y no
se tenga en un rincón o bien en un bolso guardada.

Es recomendable que durante la imposición de la ceniza se cante o recite el


salmo 50, por su carácter penitencial. Sin embargo, pueden emplearse otros
cantos.
MIERCOLES DE CENIZA

INTRODUCCIÓN

Canto o silencio

La celebración puede iniciarse en silencio o con un canto adecuado.


Podrían cantarse las letanías de los santos.

Signación

El animador se signa junto con toda la asamblea.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Monición

El animador u otro de los presentes, puede hacer una monición que


introduzca la celebración:

«Conviértanse y crean en el Evangelio», ésa es la invitación


que Jesús nos hace hoy a través de la Iglesia.Convertirse
quiere decir volverse hacia Dios. Supone más un dirigirse
hacia Alguien que llama que un desprenderse del egoísmo y
optar por una nueva concepción de la vida. Para acoger un
mensaje, hay que elevar ante todo los ojos hacia el
mensajero.

Por este motivo, Jesús hizo una llamada a la conversión en el


momento en que iba a anunciar a los hombres la Buena
Nueva del Reino de Dios, y Pedro reitera esa misma llamada
el día de Pentecostés. La conversión, a la que somos
invitados, consistirá, ante todo en una intensificación de
nuestra relación personal con Jesús.
Oración colecta

El animador invita a orar, y todos harán silencio por breves momentos.


Luego hace la siguiente oración con las manos juntas.

Padre bueno,

Concédenos poder inaugurar con este ayuno santo la vigilancia propia

de nuestro combate cristiano,

para que el vigor que comunica

a nuestro ser la austeridad de la Cuaresma

afirme nuestra fortaleza

en la lucha cotidiana contra el mal

y en el progreso de la virtud.

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

CELEBRACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS

El animador o, preferiblemente, otro(s) laico(s) que se encuentre(n)


presente(s) proclama(n) las lecturas, incluido el Evangelio.

Monición.

El llamamiento que hace el profeta Joel al pueblo de Dios para


una celebración comunitaria de penitencia y su alusión a la
conversión íntima nos dispondrán a escuchar la invitación de
San Pablo, que nos pide "por Cristo, que nos dejemos
reconciliar con Dios», pues «ahora es el día de la salvación».

Al ver seguidamente en Jesús con qué espíritu se debe hacer


la limosna, la oración y el ayuno, descubriremos que no es la
Iglesia quien ha elaborado las diversas modalidades de
penitencia, sino que las ha recibido de su Señor.
Del libro del profeta Joel (2, 12-18)

Dice el Señor todopoderoso: Conviértanse a mí de todo corazón: con


ayuno, con llanto, con luto. Rasguen los corazones no las vestiduras:
Conviértanse al Señor Dios suyo; porque es compasivo y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad, y se arrepiente de las amenazas. Quizá se
convierta y se arrepienta y nos deje todavía la bendición, la ofrenda, la
libación del Señor nuestro Dios. Toquen la trompeta en Sión, proclamen el
ayuno, convoquen la reunión; congreguen al pueblo, santifiquen la
asamblea, reúnan a los ancianos, congreguen a muchachos y niños de
pecho. Salga el esposo de la alcoba; la esposa del tálamo. Entre el atrio y
el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo: «Perdona,
Señor, perdona a tu pueblo, no entregues tu heredad al oprobio; no la
dominen los gentiles, no se diga entre las naciones: «¿Dónde está su
Dios?» Que el Señor sienta celo por su tierra y perdone a su pueblo.
Palabra de Dios.

Palabra de Dios.
Salmo 50

R. Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,

por tu inmensa compasión borra mi culpa.

Lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.

Pues yo reconozco mi culpa,

tengo siempre presente mi pecado.

Contra ti, contra ti sólo pequé. R.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,

renuévame por dentro con espíritu firme;

no me arrojes lejos de tu rostro,

no me quites tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación,

afiánzame con espíritu generoso.

Señor, me abrirás los labios,

y mi boca proclamará su alabanza. R.

De la 2ª carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5,20-6,2)

Hermanos: Somos embajadores de Cristo, siendo Dios el que por medio


nuestro los exhorta; se lo pedimos por Cristo: déjense reconciliar con
Dios. El cual, por nosotros hizo pecado al que no conocía el pecado, para
que por él llegáramos a ser justicia de Dios. Los exhortamos a no echar
en saco roto la gracia de Dios. Porque él dice: «En el tiempo de la gracia
te escucho ¡en el día de la salvación te ayudo» Pues miren: Ahora es el
tiempo de la gracia; ahora es el día de la salvación.

Palabra de Dios.
Verso antes del evangelio

No endurezcáis hoy vuestro corazón;

escucha la voz del Señor.

Escuchen la Palabra del Señor, según el Evangelio de san


Mateo (6, 1-6. 16-18)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuídense de no practicar


su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos, de lo
contrario, no tendrán recompensa del Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por
delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles con el
fin de ser honrados por los hombres; les aseguro que ya han recibido su
paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano
izquierda lo que hace tu derecha ¡así tu limosna quedará en secreto, y tu
Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recen no sean como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de
pie en las sinagogas y en las esquinas para que los vea la gente. Les
aseguro que ya han recibido su paga. Cuando tú vayas a rezar entra en tu
cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu
Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunen no anden cabizbajos, como los farsantes que desfiguran
su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Les aseguro que ya han
recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y
lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre que
está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te
recompensará.»

Palabra del Señor.

Meditación.

La Cuaresma nos llama a la conversión, no al culto


meramente externo que de nada sirve si no hay una actitud
sincera de cambio. Somos invitados a una conversión interior.

Conversión y penitencia son conceptos íntimamente unidos.


La ceniza que hoy se impone sobre nuestra frente significa
precisamente eso: una muestra de que reconocemos que en
el mundo hay muchas cosas que no marchan bien, y que
asumimos conscientemente nuestra parte en todo desorden
humano.

No son sólo mis pecados personales los que tengo presentes,


es la humanidad entera, con todas sus injusticias, con todas
sus crueldades, lo que me impulsa a pensar en la necesidad
de convertirme a Dios y de purificar mi interior.

Lo importante es el corazón, no lo externo, recordemos lo que


dijo Jesús que no es lo que entra lo que contamina sino lo que
sale del corazón. Por eso hemos de sentir la profundidad del
texto de Joel que acabamos de escuchar, escrito con motivo
de una calamidad que azotó Judea hacia el año 400 antes de
Cristo y que nos dice: “desgarren sus corazones y no sus
vestiduras”. Por eso con toda claridad nos advierte san Mateo:
“Estén atentos a no practicar la justicia delante de los
hombres para que los vean”.

IMPOSICIÓN DE LA CENIZA

El animador y, si es el caso, otros laicos, impone(n) la ceniza a los


presentes diciendo a cada uno:

Conviértete y cree en el Evangelio.

O bien:

Acuérdate que polvo eres y en polvo te has de convertir.

Puede entonarse un canto apropiado o bien puede repetirse el salmo


50 por su carácter penitencial, pero hágase lentamente de forma que
se pueda reflexionar en su contenido.

PLEGARIA COMÚN

El animador de la celebración, con las manos juntas, invita a la oración


con estas palabras:

Hermanos:

Pidamos confiadamente a Dios, Padre misericordioso, para que, por la


penitencia y la escucha de su Palabra, vivamos en santidad y justicia
todos nuestros días. Digámosle:

Santifica, Señor, a tu pueblo.

U otra invocación adecuada.

Otro laico, o el mismo animador, hace las preces.

Padre santo, que nos diste a Cristo como pastor de nuestras vidas,
ayuda a los pastores y a los pueblos a ellos confiados, para que no falte
nunca al rebaño la solicitud de sus pastores ni falte a los pastores la
obediencia de su rebaño. R.

Dirige, Señor, el sentir de los pueblos y la mente de sus gobernantes por


los caminos de tu voluntad, para que procuren con empeño el bien
común. R.

Tú que creaste a todos los hombres a imagen tuya, haz que sintamos
horror de las injusticias y desigualdades entre los hombres. R.

Llama a tu amistad y a tu verdad a los que viven alejados de ti, y a


nosotros enséñanos cómo podemos ayudarlos. R.

Pueden añadirse algunas intenciones libres.

A continuación, el animador, con las manos juntas dice:

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre


diciendo: Padre nuestro…

Oración

El animador, con las manos juntas, concluye la Oración Común


diciendo:

Dios, que conviertes a ti los corazones de los creyentes,

escucha nuestras súplicas:

Concédenos abandonar los senderos del error

para seguir a Cristo tu Hijo,

por el camino que conduce a la vida;

para que fieles a las promesas del bautismo,

vivamos coherentemente con nuestra fe,

testimoniando con valor la verdad de tu Palabra.

Por Cristo nuestro Señor.

Se finaliza diciendo: “ El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y


nos lleve a la vida eterna.” Amén

Canto de envío

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