Drama Notes

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Arthur MILLER, La muerte de un viajante, edición y traducción de Ramón Espejo Romero,

Madrid, Cátedra, 2010, 328 pp. LA MUERTE de un viajante es, como es bien sabido, la obra
reconocida unánimemente como la obra cumbre del teatro de Arthur Miller y, para muchos, la
obra más emblemática del teatro estadounidense del siglo XX, un texto teatral que, como nos
recuerda el autor de la edición crítica recientemente publicada por la editorial Cátedra en su
colección de ‘Letras Universales’, Ramón Espejo, sería convertida desde su aparición en un
auténtico «icono cultural norteamericano» (p. 63). El estreno de la obra en el Morosco Theatre
de Nueva York, el 10 de febrero de 1949, todavía es recordado como uno de los grandes hitos
de la historia del teatro estadounidense porque, a pesar de sus semanas de éxito clamoroso en
su preestreno en Filadelfia –pues era una práctica habitual en los Estados Unidos, en aquel
momento, representar durante unos días fuera de Nueva York para estudiar las reacciones del
público y retocar todo lo necesario antes del gran estreno en Broadway– nadie habría previsto
que la obra de Miller fuese tan aplaudida entre el público como para alcanzar las 800
representaciones y permanecer dos años ininterrumpidos en cartel. Pero es que La muerte de
un viajante también traspasó de inmediato las fronteras de Estados Unidos, y, si ya desde ese
mismo año, se fueron sucediendo montajes en multitud de países, la obra no ha dejado desde
entonces de representarse ni de estudiarse en prácticamente todas las universidades y
escuelas de teatro del mundo como un texto imprescindible del teatro universal
contemporáneo. No cabe duda de que el gran logro de la obra es que, como apunta Ramón
Espejo, «después de sesenta años de haber sido escrita nos siga emocionando e iluminando,
siga despertando el interés de la crítica, de los profesionales del teatro e incluso el de muchos
jóvenes pertenecientes a generaciones a quienes el mundo que retrata Miller empieza a
quedarles algo lejos» (p. 62). Por ello, al encontrarnos ante este magnífico volumen, lo que
resulta sorprendente averiguar es que, hasta este momento, no contáramos en España con
una edición crítica en lengua castellana de esta pieza clave del teatro en lengua inglesa,
PARNASILLO Pygmalion 3, 2011, 231-249 232 no sólo por su importancia dentro de un canon
teatral que traspasa las tradiciones nacionales, sino también porque Miller ha sido un autor
muy representado y admirado en los escenarios españoles; además, su trayectoria como
dramaturgo y como intelectual comprometido fue reconocida en 2002 con uno de los más
prestigiosos galardones de nuestro país, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Hasta
este momento, la única edición crítica española era la edición del experto en Miller Antonio
Rodríguez Celada publicada por la editorial Almar de Salamanca en 1982, una edición con una
buena introducción, pero inevitablemente limitada casi al ámbito universitario por estar
acompañada del texto original en inglés de Death of a Salesman. Por otra parte, la dudosa
calidad de las traducciones que habían circulado en España durante décadas, a saber, la
traducción de 1950 de la editorial bonaerense Losada –una traducción cargada de
americanismos y de giros lingüísticos propios del español hablado en Argentina–, y la varias
veces reeditada traducción de José López Rubio, que era una traducción muy poco fiel al
original por su desvirtuación de ciertas partes de la obra, e incluso por su eliminación de
personajes y parlamentos, había quedado en cierta manera reparada con la traducción de
Jordi Fibla editada por Tusquets en 2002. Pero, en cualquier caso, no podemos sino celebrar
gratamente esta reciente edición en la que una excelente traducción anotada del mismo
Espejo está acompañada de un completísimo prólogo que cumple a la perfección el requisito
de la colección de combinar rigor académico e interés general, y de ampliar un catálogo que
contiene, significativamente, otros títulos esenciales de la dramaturgia contemporánea
estadounidense como son Largo viaje hacia la noche y Aquí está el vendedor de hielo/Hughie
de Eugene O’Neill, Quien teme a Virginia Woolf de Edward Albee, e incluso una obra y un
guión cinematográfico de un autor en plena actividad profesional como es David Mamet, con
la edición de Glengarry Glenn Ross y Casa de Juegos de Catalina Buezo; por ello es
sorprendente que no se hubiese publicado ningún texto de alguno de los dos grandes
dramaturgos de la época dorada de Broadway en los cuarenta, Arthur Miller y Tennessee
Williams. Si, como hemos dicho antes, el gran logro de la obra de Miller es seguir vigente seis
décadas después de su estreno, conviene preguntarse por qué nos sigue interesando a día de
hoy, y la introducción de Ramón Espejo nos ayuda a discernirlo en toda su magnitud. Tras una
detallada descripción de los contextos histórico y teatral, necesarios para tener presente el
escenario en el que aparecería la obra de Miller y comprender las innovaciones que ésta
planteó, Espejo perfi- PARNASILLO Pygmalion 3, 2011, 231-249 233 la también una semblanza
biográfica del artista que resulta igualmente esencial para adentrarse en el trabajo del
dramaturgo, pues ahonda en cuestiones de mucha relevancia, como su condición de
ciudadano americano descendiente de inmigrantes judíos europeos, la infancia transcurrida en
el barrio neoyorquino de Harlem, o en algo tan crucial en su desarrollo vital como sería la ruina
del negocio familiar de confección de abrigos que poseía su padre, Isadore Miller, tras el crack
del 1929. De hecho, la dureza de los años de la Gran Depresión no sería sólo determinante por
forzar al joven Miller a tener que salir al mundo a buscarse la vida (y éste lo haría aceptando
todo tipo de empleos, como conductor de camiones, cantante en una emisora radiofónica,
trabajador portuario o camarero) sino, también, y quizás esto sea más relevante aún, porque
le permitiría constatar el coste espiritual de la crisis económica, sus efectos devastadores en
los afectos y las relaciones familiares y en el modo de ver la vida de toda una sociedad venida a
menos. Toda esta primera parte del pról

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