Efectos Toxicos de Los Metales
Efectos Toxicos de Los Metales
Efectos Toxicos de Los Metales
1. INTRODUCCIÓN
El uso que los seres humanos hacen de los metales influye en su transporte a través del
aire, el agua, el suelo y los alimentos, y altera la evolución y la forma bioquímica de los
elementos. Los metales se redistribuyen de manera natural en el ambiente mediante los
ciclos geológicos y biológicos (Fig. 1). El agua de lluvia disuelve las rocas y los minerales y
transporta físicamente el material hasta los arroyos y los ríos, depositando y sustrayendo
constituyentes del terreno adyacente y, finalmente, transportando estas sustancias hasta
el océano, donde precipitan en forma de sedimento o ascienden hasta el agua de lluvia para
ser trasladadas hacia otros lugares de la tierra. Los ciclos biológicos abarcan la
bioconcentración por parte de las plantas y de los animales, así como la incorporación a las
cadenas alimenticias. La actividad industrial del ser humano acorta enormemente la
permanencia de los metales en los minerales, da lugar a la formación de compuestos
nuevos y favorece en gran medida la distribución por todo el mundo mediante emisiones
hacia la tierra, el agua y la atmósfera.
Cuadro 1
La interacción de los metales tóxicos con los metales esenciales se produce cuando el
metabolismo de un metal tóxico es semejante al del elemento esencial. En ocasiones, la
absorción de los metales tóxicos en los pulmones o en el tubo digestivo depende de un
metal esencial, en particular si el tóxico comparte o influye sobre algún mecanismo
homeostático; es el caso del plomo, el calcio y el hierro. Los metales tóxicos pueden afectar
a la función que desempeñan los metales esenciales como cofactores de las enzimas o en
otros procesos metabólicos (p. ej., el plomo obstaculiza la liberación de neurotransmisores
dependiente del calcio).
Las personas que se encuentran en las edades extremas de la vida, tanto los niños como los
ancianos, son más vulnerables a la exposición a una determinada concentración de un
metal que la mayoría de los adultos. En los niños, la vía principal de exposición a muchos
metales tóxicos son los alimentos, y el consumo de calorías por kilo de peso es mayor que
en los adultos. Además, la absorción digestiva de los metales, y en especial del plomo,
también es mayor. La rapidez del crecimiento y de la división celular que experimenta el
cuerpo de los niños ofrece una buena oportunidad para la aparición de los efectos
genotóxicos.
Los hábitos de vida tales como el tabaquismo o el consumo de bebidas alcohólicas influyen
de manera indirecta en la toxicidad. Además de provocar efectos respiratorios, el humo de
los cigarrillos contiene algunos metales tóxicos. El consumo de alcohol afecta
indirectamente a la toxicidad porque altera la dieta y disminuye el aporte de minerales
esenciales.
Existen diversos tipos de interacción entre los metales y las proteínas. El blanco de la
toxicidad puede ser una proteína, y, dentro de ellas, está demostrado que las enzimas son
las más vulnerables. Otra posibilidad es que la proteína desempeñe una función
protectora, disminuyendo la toxicidad de un metal. El ejemplo que mejor se conoce es el
de las metalotioneínas. La unión inespecífica a proteínas tales como la albúmina sérica y la
hemoglobina es importante para el transporte de los metales en el torrente sanguíneo y
para su distribución entre los eritrocitos y el plasma. Asimismo, las proteínas que tienen
una capacidad específica de fijación a los metales intervienen en el transporte
extracelular e intracelular de estos últimos.
4.1. Proteínas específicas de unión a los metales. Las metalotioneínas de bajo peso
molecular (-6000 Da) presentan una gran afinidad por diversos metales esenciales y
no esenciales, como el cadmio, el cobre, el mercurio, la plata y el cinc. Las
metalotioneínas son muy inducibles por numerosos metales y otras sustancias.
- La transferrina es una glucoproteína que capta la mayor parte del hierro férrico
presente en el plasma. El transporte del hierro a través de la membrana
plasmática se produce mediante la endocitosis de la transferrina férrica a través
de la participación de un receptor. Esta proteína también transporta aluminio y
manganeso.
- La ferritina es fundamentalmente una proteína de almacenamiento de hierro
en las células reticuloendoteliales del hígado, el bazo y el hueso. Por su unión a
metales tóxicos tales como el cadmio, el cinc, el berilio y el aluminio, la ferritina
actúa como bioinactivador general de metales.
- La ceruloplasmina es una glucoproteína oxidasa plasmática que contiene cobre
y que convierte el hierro ferroso en férrico, el cual se une a la transferrina. Esta
proteína también estimula la captación de hierro mediante un mecanismo
independiente de la transferrina.
4.2. Proteínas de transporte de membrana. El descubrimiento de las proteínas de
transporte que transfieren metales a través de la membrana plasmática y los
orgánulos intracelulares avanza con rapidez. Aunque algunos metales pueden
transportarse en forma de iones libres, a través de los canales del calcio, muchos
otros forman complejos con ligandos endógenos en los sistemas de transporte
destinados al propio ligando.
- Los transportadores de fosfato y sulfato transfieren numerosos oxianiones
metálicos a través de la membrana plasmática. El vanadato y el arsenato son
estructuralmente parecidos al fosfato, mientras que el cromato, el molibdato y
el selenato son semejantes al sulfato.
- Los transportadores de aminoácidos y péptidos y los portadores de solutos
orgánicos también aceptan metales en forma de complejos con moléculas
endógenas como los aminoácidos, los péptidos y el bicarbonato. La captación
celular de cobre o de cinc se produce a través de complejos con histidina. El
metilmercurio forma complejos con la cisteína o con el glutatión. El cinc y el
plomo también pueden ser absorbidos como complejos.
- Otros ejemplos de transportadores de metales son los transportadores de
cationes divalentes y las bombas de membrana activadas por el ATP. El
genoma humano contiene hasta 9000 genes que codifican proteínas de
transporte, de las cuales 2000 intervienen en el transporte de los fármacos y de
otros xenobióticos. Este campo en rápida expansión no está lo suficientemente
desarrollado como para identificar los polimorfismos de estas proteínas
transportadoras.
6.1. Arsénico (As): Los compuestos inorgánicos trivalentes de arsénico más frecuentes
son el trióxido de arsénico, el arsenito sódico y el tricloruro de arsénico. Los
compuestos inorgánicos pentavalentes son el pentóxido de arsénico, el ácido
arsénico y los arsenatos, como el arsenato de plomo y el arsenato de calcio. Los
compuestos orgánicos también pueden ser trivalentes o pentavalentes, y en
ocasiones consisten en formas metiladas como consecuencia de la biometilación por
los microorganismos presentes en el suelo, en el agua dulce y en el agua salada. El
arsénico inorgánico se libera al ambiente a partir de numerosas fuentes
antropógenas, entre las que se encuentran las fundiciones primarias de cobre, cinc y
plomo, las fábricas de vidrio que añaden arsénico a las materias primas y las
industrias químicas. El agua potable suele contener unos pocos microgramos por litro
o menos. En los mariscos, la cantidad de arsénico supera en varias veces la observada
en otros alimentos. Las principales fuentes de exposición laboral al arsénico en
Estados Unidos son la fabricación de pesticidas, herbicidas y otros productos
agrícolas. En las fundiciones, la exposición a los gases y el polvo de arsénico puede
llegar a ser intensa.
6.1.1. Mecanismos de toxicidad. Los compuestos de arsénico más tóxicos son los
trivalentes, mientras que los pentavalentes tienen escaso efecto sobre la
actividad enzimática. El arsénico inhibe la actividad de la succínico
deshidrogenasa y desacopla la fosforilación oxidativa; este proceso estimula
la actividad de la ATPasa mitocondrial. El arsénico inhibe las funciones
energéticas de las mitocondrias por dos vías diferentes: compite con el
fosfato durante la fosforilación oxidativa e inhibe la reducción del NAD
acoplada a la energía. La inhibición de la respiración mitocondrial reduce la
producción de ATP en la célula y aumenta la formación de peróxido de
hidrógeno, el cual puede causar un estrés oxidativo a través de la producción
de especies reactivas del oxígeno.
6.1.2. Toxicología. La ingestión de dosis altas (70 a 180 mg) de arsénico puede
resultar mortal. Los síntomas de la intoxicación aguda consisten en fiebre,
anorexia, hepatomegalia, melanosis, arritmias cardíacas y, finalmente,
insuficiencia cardiovascular. Otras posibles manifestaciones son los síntomas
de las vías respiratorias altas, la neuropatía periférica y los efectos digestivos,
cardiovasculares y hematopoyéticos. La ingestión aguda se sospecha por las
lesiones de las mucosas, consistentes en irritación, formación de vesículas e
incluso descamación. La alteración sensitiva de los nervios periféricos
aparece normalmente entre una y dos semanas después de una exposición
intensa y se debe a una degeneración walleriana de los axones. La anemia y
la leucopenia, y en particular la granulocitopenia, se manifiestan pocos días
después de la exposición y son reversibles.
La exposición prolongada al arsénico inorgánico provoca efectos tóxicos
tanto sobre el sistema nervioso central como sobre el sistema nervioso
periférico. La neurotoxicidad suele comenzar con alteraciones sensitivas,
parestesias y dolor muscular con la palpación, seguidos de debilidad que
avanza desde los músculos proximales hacia los distales. La neuropatía
periférica puede ser progresiva, afectar tanto a las neuronas motoras como
a las sensitivas y provocar la desmielinización de las fibras axonales largas. La
afectación hepática se manifiesta inicialmente como ictericia y en ocasiones
evoluciona a cirrosis y ascitís.
6.1.3. Efectos teratógenos y sobre la reproducción. En animales de laboratorio
gestantes, la administración de unas dosis altas de un compuesto inorgánico
de arsénico producía malformaciones en los fetos y en las crías. Sin embargo,
estos efectos no se han observado en los seres humanos sometidos a una
exposición laboral excesiva al arsénico.
6.1.4. Capacidad carcinógena. Existe una asociación causal entre la inhalación de
arsénico y el cáncer de piel y el de pulmón. Otros estudios indican que la
exposición por ingestión ocasiona cáncer en órganos internos. En los seres
humanos, la exposición prolongada al arsénico provoca una serie de
anomalías características en el epitelio cutáneo que van desde la
hiperpigmentación hasta la hiperqueratosis. En las zonas queratósicas
pueden surgir dos tipos de cáncer de piel inducido por el arsénico: los
carcinomas de células basales y los carcinomas de células escamosas.
6.2. Cadmio (Cd): El cadmio se emplea para la galvanización y como cátodo de las pilas
de níquel-cadmio. También se utiliza como pigmento en las pinturas y los plásticos.
El cadmio es un producto secundario de la extracción y de la fundición de cinc y
plomo.
6.2.1. Exposición. La principal fuente de cadmio para la población general la
constituyen los alimentos. Las plantas captan rápidamente el cadmio del
suelo, el agua y los fertilizantes contaminados. Los mejillones, las vieiras y las
ostras pueden ser una fuente importante, pues los mariscos acumulan el
metal presente en el agua mediante péptidos fijadores de cadmio. La carne,
el pescado, la fruta y los cereales también contienen concentraciones
importantes de este metal.
La exposición laboral a humos de cadmio y al cadmio aerotransportado
resulta particularmente peligrosa. Entre las industrias de riesgo se
encuentran la refinería electrolítica del plomo y del cinc y otras industrias
que emplean procesos térmicos. Los cigarrillos constituyen una fuente
importante de cadmio respirable.
6.2.2. Efectos tóxicos agudos. La intoxicación aguda, que se manifiesta por
náuseas, vómitos y dolor abdominal, aparece después de la ingestión de
concentraciones relativamente altas de cadmio. La inhalación de humos de
cadmio o de otros materiales calientes que contengan cadmio produce una
neumonitís química aguda y edema pulmonar.
6.2.3. Efectos tóxicos crónicos. Los principales efectos a largo plazo de la
exposición a concentraciones bajas de cadmio son la enfermedad pulmonar
obstructiva crónica, el enfisema y la nefropatía tubular crónica. También
puede haber consecuencias sobre el aparato cardiovascular y los huesos.
6.2.3.1. Enfermedad pulmonar crónica. Los efectos tóxicos sobre el sistema
respiratorio son proporcionales al tiempo y a la concentración de la
exposición. La enfermedad pulmonar obstructiva se debe a una
bronquitis crónica con fibrosis progresiva de las vías respiratorias
bajas y una afectación alveolar acompañante que conduce a
enfisema, Las manifestaciones consisten en disnea, disminución de
la capacidad vital y aumento del volumen residual.
6.2.3.2. Nefrotoxicidad. El cadmio es tóxico para las células de los túbulos y
de los glomérulos renales, altera la función de ambas estructuras y
da lugar a proteinuria. La formación de complejos de cadmio y
tioneína hace posible que se acumule en los riñones una cierta
cantidad de este metal sin que se produzcan efectos tóxicos
evidentes. Se cree que el cadmio unido a la metalotioneína de los
tejidos es atóxico. Sin embargo, cuando supera una concentración
crítica se vuelve tóxico.
6.2.3.3. Otros efectos tóxicos. El cadmio afecta al metabolismo del calcio, y
es probable que las anomalías óseas asociadas, consistentes en dolor
óseo, osteomalacia y osteoporosis, guarden relación con la pérdida
de calcio, Algunos estudios epidemiológicos indican que el cadmio
podría ser una causa de hipertensión arterial idiopática. Es posible
que el origen de la disminución de la contractilidad miocárdica
inducida por el cadmio esté en las mitocondrias cardíacas. Otros
estudios epidemiológicos han identificado una relación entre los
trastornos de la conducta y la disminución de la inteligencia en los
niños y los adultos expuestos al cadmio.
6.3. Plomo (Pb): El plomo es un metal tóxico ubicuo que se puede detectar prácticamente
en todas las fases inertes del ambiente y en todos los sistemas biológicos.
6.3.1. Exposición. La principal vía de exposición para la población general son los
alimentos, y entre las fuentes ambientales están las pinturas a base de plomo
utilizadas en las viviendas antiguas, el agua potable contaminada, el aire
procedente de las emisiones industriales que contienen plomo, los gestos de
llevarse la mano a la boca en los niños pequeños que viven en ambientes
contaminados, la cerámica plomada y el polvo de plomo que los obreros se
llevan a casa a través del calzado o de la ropa.
6.3.2. Efectos tóxicos. En el Cuadro 2 se muestran los efectos tóxicos del plomo y
la concentración sanguínea mínima a la cual es probable que se produzcan.
Cuadro 2
Cuadro 3
Mecanismos de los efectos del plomo sobre el sistema nervioso
Efectos morfológicos (desarrollo neurológico)
Deterioro de la programación sincronizada de las conexiones
intercelulares.
Interferencia con las moléculas de adhesión neuronal.
Alteración de la migración de las neuronas durante el
desarrollo.
Efectos farmacológicos (funcionales)
Interfiere la función neurotransmisora.
Desorganización del metabolismo del calcio
Bloquea en la membrana los canales de calcio dependientes de
voltaje.
Sustituye al calcio de la bomba ATP de calcio y sodio.
Compite por la captación en la mitocondria.
Se fija los receptores de calcio de segundo mensajero (p. ej.,
calmodulina, proteína cinasa C).
En este grupo se incluyen ocho metales aceptados generalmente como esenciales: cobalto,
cobre, hierro, magnesio, manganeso, molibdeno, selenio y cinc. Todos ellos pueden
producir cierta toxicidad organotropa (Cuadro 4).
Cuadro 4
7.1. Cobre (Cu): Para la población general, las posibles fuentes de una exposición excesiva
al cobre son los alimentos y el agua potable. Las exposiciones laborales se producen
por metales sólidos en la industria minera y por gases de cobre en los trabajadores de
las fundiciones, los soldadores y otras actividades afines.
7.1.1. Efectos tóxicos. En el ser humano, la ingestión de agua potable con una
concentración de cobre mayor de 3 mg/L producirá síntomas digestivos tales
como náuseas, vómitos y diarrea. La ingestión de grandes cantidades de sales
de cobre, con mayor frecuencia sulfato de cobre, provoca una necrosis
hepática y muerte. Los estudios epidemiológicos no han encontrado relación
alguna entre la exposición al cobre y el cáncer. Es posible que las personas
que presentan un déficit de glucosa-6 -fosfato sean más vulnerables a los
efectos hematológicos del cobre.
7.1.1.1. Enfermedad de Wilson. La enfermedad de Wilson se caracteriza por
la acumulación excesiva de cobre en el hígado, el cerebro, los riñones
y las córneas. En la sangre se observa un descenso de la
ceruloplasmina y una elevación del cobre libre. La excreción urinaria
de cobre es alta. Las alteraciones clínicas del sistema nervioso, el
hígado, los riñones y la córnea se deben al depósito de cobre. Esta
enfermedad también se denomina degeneración hepatolenticular.
Los pacientes con enfermedad de Wilson presentan una anomalía en
la excreción biliar de cobre, lo cual parece ser la causa fundamental
de la sobrecarga de este metal. Es posible revertir el trastorno del
metabolismo del cobre mediante un trasplante hepático, lo cual
confirma que el origen del defecto se encuentra en el hígado. El
tratamiento con quelantes consigue la mejoría clínica.
7.2. Hierro (Fe): La homeostasis del hierro es compleja y en ella participan principalmente
la absorción, los depósitos y las pérdidas. Por regla general, en el tubo digestivo se
absorbe entre el 2 y el 15 % del hierro, mientras que la eliminación supone únicamente
cerca de un 0.01% al día. Durante los períodos de mayor necesidad de hierro (la
infancia, el embarazo y cuando se producen hemorragias), la absorción digestiva
aumenta notablemente, El hierro absorbido se une a la transferrina plasmática, que lo
transporta hacia sus depósitos en la hemoglobina, la mioglobina, las enzimas que
contienen hierro y las proteínas de depósito del hierro, como la ferritina y la
hemosiderina. En condiciones normales, el exceso de hierro ingerido se excreta, y una
parte queda en las células intestinales desprendidas, en la bilis y en la orina, e incluso
en el sudor, las uñas y el pelo, aunque en cantidades más pequeñas.
7.2.1. Efectos tóxicos. La intoxicación aguda por hierro suele ser secundaria a la
ingestión, accidental o intencionada, de medicamentos que contienen
hierro. La ingestión de más de 0.5 g de hierro o de 2.5 g de sulfato ferroso
provoca efectos tóxicos graves. Entre 1 y 6 horas después de la exposición
oral aparecen vómitos, seguidos de signos de shock y acidosis metabólica,
hepatopatía y trastornos de la coagulación en los dos días siguientes. Los
efectos tardíos consisten en insuficiencia renal y cirrosis hepática. Se cree
que el primer mecanismo de la toxicidad es la afectación aguda de las células
de la mucosa y la absorción directa de los iones ferrosos hacia la circulación,
lo cual lesiona las células del endotelio capilar del hígado.
Un problema más frecuente es la toxicidad crónica por hierro o la sobrecarga
de hierro en los adultos. Las tres causas principales de la acumulación de
hierro en el organismo son:
1) La hemocromatosis congénita secundaria a una absorción anormal del
hierro en el tubo digestivo.
2) Un aporte excesivo de hierro en la dieta.
3) Las transfusiones de sangre frecuentes en algunas anemias resistentes al
tratamiento (siderosis transfusional).
7.3. Cinc (Zn): El cinc es un metal esencial desde el punto de vista nutricional. La exposición
excesiva al cinc es relativamente infrecuente. Este metal está presente en la mayoría
de los alimentos, en el agua y en el aire, y su contenido es más elevado en las sustancias
que están en contacto con cobre galvanizado o con las tuberías de plástico. Los
mariscos, las carnes, los cereales, los derivados lácteos, las nueces y las legumbres son
ricos en cinc. Incluso los vegetales en crecimiento absorben el cinc del suelo.
7.3.1. Esencialidad y metabolismo. Existen más de 200 metaloenzimas repartidas
en seis categorías (oxidorreductasas, transferasas, hidrolasas, liasas,
isomerasas y li- gasas) que necesitan el cinc como cofacton Este metal
estimula la síntesis de metalotioneína, un factor que regula su absorción y
almacenamiento. El cinc se quela con cisteína, con histidina o con ambas,
formando «dedos de cinc» que se fijan a regiones específicas del ADN y a
diferentes factores de la transcripción, como los receptores de las hormonas
esteroideas y las polimerasas. Además, el cinc estabiliza las membranas
mediante su unión a los ligandos de membrana que protegen la geometría
estructural de los componentes proteicos y lipidíeos. Éste es un metal
esencial para el desarrollo y el funcionamiento normales del sistema
nervioso.
7.3.2. Efectos tóxicos. Se han descrito molestias digestivas y diarrea tras la
ingestión de bebidas envasadas en latas galvanizadas o por el uso de
utensilios galvanizados.
La fiebre por humo metálico secundaria a la inhalación de gases de cinc
recién formados aparece entre 4 y 8 horas después de la exposición.
Normalmente se observan escalofríos y fiebre, sudoración profusa y
debilidad. Los episodios suelen durar entre 24 y 48 horas, y son más
frecuentes los lunes o después de las vacaciones. La patogenia se ha
atribuido a la liberación de pirógenos endógenos tras la lisis celular.
Los estudios epidemiológicos realizados con trabajadores de las refinerías no
han encontrado indicios de que exista una relación entre el cinc y el cáncer.
8. METALES EMPLEADOS EN TRATAMIENTOS MÉDICOS
Los metales que se utilizan para tratar diversas enfermedades humanas son el aluminio, el
bismuto, el oro, el litio y el platino, y cualquiera de ellos puede provocar efectos tóxicos
(Cuadro 4).
8.1. Aluminio (Al): Todos los compuestos de aluminio contienen aluminio trivalente. Este
ión trivalente se une firmemente a los ligandos donantes de oxígeno tales como el
citrato y el fosfato. La exposición humana al aluminio se produce a través de los
alimentos, del agua potable y de productos farmacéuticos.
8.1.1. Efectos tóxicos. En los seres humanos, los órganos afectados son los
pulmones, los huesos y el sistema nervioso central. El aluminio también es
tóxico durante el desarrollo de los animales. El aluminio procedente de la
lluvia ácida daña las branquias de los peces y puede causarles la muerte.
8.1.1.1. Efectos tóxicos pulmonares y óseos. La exposición laboral al polvo
de aluminio provoca fibrosis pulmonar en los seres humanos. El
consumo excesivo de antiácidos que contienen aluminio se ha
asociado a osteomalacia en personas por lo demás sanas, lo cual se
atribuye a la obstaculización de la absorción de fosfato en el
intestino. También se observa osteomalacia en pacientes urémicos
que están expuestos al aluminio presente en el líquido de diálisis. En
estos pacientes, la osteomalacia puede ser un efecto directo del
aluminio sobre la mineralización ósea, pues su concentración en el
hueso es elevada.
8.1.1.2. Neurotoxicidad. En los animales, los efectos del aluminio son
notablemente diferentes dependiendo de las especies y del
momento de la vida en que se encuentren. En las especies sensibles
al aluminio, como los gatos y los conejos, el aumento de este metal
provoca alteraciones sutiles de la conducta, como defectos del
aprendizaje y de la memoria, y disfunción motora. Tales anomalías
evolucionan a temblor, incoordinación, debilidad y ataxia. Estos
síntomas se siguen de crisis focales y muerte en las tres o cuatro
semanas posteriores a la exposición inicial.
8.1.2. Síndromes de demencia humana.
8.1.2.1. Demencia de la diálisis. En pacientes sometidos a hemodiálisis de
larga evolución por una insuficiencia renal crónica se ha descrito un
síndrome neurológico que es progresivo y mortal. Entre tres y siete
años después de comenzar el tratamiento con diálisis aparece un
trastorno del habla seguido de demencia, convulsiones y mioclonías
cuya causa es una intoxicación por aluminio. Estos pacientes
presentan un elevado contenido de aluminio en el cerebro, el
músculo y el hueso. El síndrome se puede prevenir evitando el uso
de captadores de fosfato orales que contengan aluminio y vigilando
el aluminio en el dializado. El tratamiento con quelantes puede
lentificar o detener la evolución de la demencia.
8.1.2.2. Enfermedad de Alzheimer. Durante decenios se ha especulado con
la existencia de una posible relación entre el aluminio y la
enfermedad de Alzheimer. El elevado contenido de aluminio en el
cerebro de los pacientes que sufren esta demencia podría ser una
consecuencia y no una causa de la enfermedad. Es posible que la
reducción de la barrera hematoencefálica en estos pacientes permita
que entre más aluminio en el cerebro. Las conclusiones de los
estudios epidemiológicos sobre la trascendencia del aluminio en la
enfermedad de Alzheimer son contradictorias.
8.2. Litio (Li): El litio (carbonato) se utiliza para el tratamiento de la depresión. Este
elemento está presente en muchas plantas y tejidos animales. Tiene algunas
aplicaciones industriales en aleaciones y como agente catalítico, además de como
lubricante. El hidruro de litio produce hidrógeno al entrar en contacto con el agua, y se
emplea en la fabricación de tubos electrónicos, en cerámica y para la síntesis de
sustancias químicas.
8.2.1. Toxicodnética. Los compuestos de litio se absorben fácilmente en el tubo
digestivo. Se distribuyen por todo el agua del organismo, alcanzando
concentraciones más altas en el riñón, la glándula tiroides y el hueso. La
excreción se realiza principalmente a través de los riñones, reabsorbiéndose
el 80% de la cantidad filtrada. El litio puede sustituir al sodio o al potasio en
diversos sistemas de transporte.
8.2.2. Efectos tóxicos. Desde el punto de vista industrial, ni el propio metal ni sus
sales, salvo el hidruro de litio resultan peligrosos. El hidruro de litio es
altamente corrosivo y puede provocar quemaduras en la piel por la
formación de hidróxidos.
La aplicación terapéutica del carbonato de litio produce respuestas tóxicas
infrecuentes. Estas respuestas consisten en temblor neuromuscular y ataxia,
episodios de desmayo, convulsiones, disartria, coma, sed intensa, arritmias
cardíacas, hipertensión arterial, colapso circulatorio, anorexia, náuseas,
vómitos, albuminuria y glucosuria. Las secuelas a largo plazo de la
intoxicación aguda por litio abarcan trastornos de la memoria, trastornos de
la atención y de las funciones ejecutivas, y defectos visuales y espaciales.
La exposición prolongada puede provocar nefrotoxicidad crónica y nefritis
intersticial aun cuando la concentración de litio permanezca dentro de los
límites terapéuticos.
8.3. Platino (Pt): Por su uso en los convertidores catalíticos, el platino se encuentra en el
polvo de los arcenes allí donde la densidad del tráfico rodado es alta.
8.3.1. Efectos alergénicos de las sales de platino. El platino en sí mismo suele ser
inocuo, si bien puede provocar dermatitis alérgica en personas sensibles. Las
alteraciones cutáneas son más frecuentes entre los dedos de las manos y en
la fosa antecubital. Después de la exposición al polvo de platino se han
observado síntomas de dificultad respiratoria que van desde irritación hasta
un síndrome asmático con tos, sibilancias y disnea. Los efectos cutáneos y
respiratorios se denominan platinosis, y se limitan principalmente a personas
que tienen antecedentes de exposición industrial a compuestos solubles
tales como el cloroplatinato sódico. La sensibilización a las sales de platino
puede persistir durante años una vez interrumpida la exposición.
8.3.2. Efectos antitumorales de los complejos de platino. El cis-diclorodiamina
platino (II) (o cisplatino) y diversos análogos inhiben la división celular y
tienen además propiedades antibacterianas. Estos compuestos reaccionan
selectivamente con regiones químicas específicas de las proteínas y de los
ácidos nucleicos. También provocan efectos tóxicos neuromusculares y
nefrotoxicidad. Los complejos de platino, y en particular el cisplatino, son
antitumorales eficaces y se utilizan clínicamente para el tratamiento de los
cánceres de la cabeza y el cuello, de determinados linfomas y de los tumores
tesficulares y de ovario. En dosis terapéuticamente eficaces, estos complejos
producen una inhibición intensa y persistente de la síntesis del ADN, y una
inhibición escasa de la síntesis de proteínas y del ARN. La actividad de la ADN
polimerasa y el transporte de los precursores del ADN a través de las
membranas plasmáticas no se ven afectados.
8.3.3. Nefrotoxicidad. El cisplatino daña las células de los túbulos renales
proxinales y distales principalmente en la región corticomedular, donde se
alcanza la máxima concentración de platino. El efecto sobre las células
tubulares parece estar directamente relacionado con la dosis. Los estudios
experimentales indican que la administración previa de subnitrato de
bismuto, un potente inductor de la metalotioneína en el riñón, disminuye la
nefrotoxicidad del cisplatino sin obstaculizar su efecto anticanceroso.
9. CONCLUSIONES
- Las personas que se encuentran en las edades extremas de la vida (los niños
pequeños y los ancianos) son más vulnerables a la exposición a una determinada
concentración de un metal que la mayoría de los adultos.
- Los metales que provocan reacciones inmunitarias son el mercurio, el oro, el platino,
el berilio, el cromo y el níquel.
- La complejación consiste en la formación de un complejo entre un ion metálico y un
donante de electrones, cargado o no, que se denomina ligando.
- La quelación se produce cuando el ligando bidentado forma una estructura anular
constituida por el ión metálico unido a los dos átomos de ligando.
- Las interacciones entre metales y proteínas abarcan la fijación a numerosas enzimas,
las metalotioneínas, a proteínas como la albúmina sérica y la hemoglobina, y a
proteínas específicas portadoras de metales que participan en el transporte de los
metales a través de la membrana.
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