Bases Antropológicas de La Logoterapia
Bases Antropológicas de La Logoterapia
Bases Antropológicas de La Logoterapia
Primera Parte
1. Psicología y filosofía
Figura 11
De la misma manera, cuando se ve la imagen de un hombre con todo
lo que tiene de común con el animal en un corte horizontal, como hace la
ciencia positivista y determinista, se podrá saber con gran precisión y —
será muy útil— cuál es la base del hombre, pero nunca se podrá decir
qué es un hombre.
En el libro The Moders and the Moral of Psycotherapy se nos
brinda la siguiente definición de hombre: el hombre no es más que un
mecanismo bioquímico dotado de un sistema de combustión que provee
de energía computadorizada. Como neurólogo, dice Frankl, no tengo
dificultad para aceptar que la computadora es un modelo para el sistema
nervioso. La falla está en el no es más que.2
Es realmente alarmante pensar lo que puede influir en un joven
estudiante, cuando cínicamente se le dice que los valores no son más
1
Viktor E. Frankl. Psicoanálisis y existencialismo. México. Ed. F.C.E. 1950, p. 50.
2
Viktor E. Frankl. El hombre doliente. Barcelona. Ed. Herder. 1987, p.16-17.
que mecanismos de defensa y formaciones relativas, como uno puede
leer en el “Journal of Psychotherapy” en Estados Unidos.3
Frankl no quisiera que se mal comprendiera su propia reacción frente
a esas aseveraciones. Por lo que a él concierne, su propia reacción
sería la siguiente: nunca estaría dispuesto a vivir por causa de una
formación reactiva ni tampoco dispuesto a morir por un mecanismo de
defensa.4
El hombre ciertamente es una computadora, la mejor hasta ahora
inventada; pero restringirlo a ser eso nada más, es lo mismo que decir
que el Quijote o La Divina Comedia no son más que el amontonamiento
de las mismas letras del alfabeto repetidas; si así fuera, se trataría de
una impresora, no de una editora. El hombre es mucho más que una
computadora.5
6
Op. cit., p. 17.
7
Perri Klass. “A Patienent is more than the Sum of Physical Findings” Perri Klass. Discover # 7,
1986.
8
Konrad Lorenz. Decadencia de lo Humano. Barcelona. Ed. Plaza & Janes S.A., 1985.
sienta esta tesis: Puesto que toda la responsabilidad moral del hombre
viene determinada por su escala de valores, es preciso combatir la
presencia errónea y epidémica de que sólo lo calculable y mensurable,
corresponde o pertenece a la realidad. Se ha de explicar de manera
convincente que los acontecimientos de nuestra experiencia subjetiva
poseen un grado de realidad idéntico a todo lo que se puede expresar
con la terminología de las ciencias naturales exactas. 9
Este autor da mucha importancia al ejercicio de las facultades
prospectivas para apreciar formas; sería lo único que puede
proporcionar una fina sensibilidad en la captación de armonías. 10 ¿Será
verdad que la percepción de lo bello y del arte son también fuentes de
verdad?
Así sucede para K. Lorenz, quien en otro lugar (Crítica del
cientificismo) afirma: “La analogía entre los procesos racionales de la
mente, reconocidos como pensamiento científicamente legítimo, incluso
por los cientificistas más radicales, y las facultades ratiomorfas es un
argumento muy convincente para hacernos ver que se han de reconocer
también las facultades cognoscitivas, que indudablemente no son de
naturaleza racional, como fuentes legítimas en el conocimiento
científico”.11 Llama “ratiomorfo” —expresión de Egon Brunswick—, a
esas facultades de la percepción, no sólo por su analogía con los
procesos racionales, sino también por su heterogeneidad
psicofisiológica.12
Volviendo a la exposición del reduccionismo, Frankl cita
expresamente, como un ejemplo de esta reducción científica de
observación de un lado nada más de la realidad, la posición de Konrad
Lorenz que centrándose en su especialidad, no niega ni afirma nada de
las otras; “contra nada tenemos nada en contra”. Así, Konrad Lorenz en
su estudio específico confiesa que no encuentra el principio de finalidad,
pero admite sin embargo la fundamental posibilidad de que exista en
otras dimensiones trascendentes a la ciencia. Lorenz no admite la
9
Op. cit., p. 74.
10
Ibid.
11
Op. cit., p. 80.
12
Ibid.
trascendencia al infinito, en cambio admite la trascendencia de las
dimensiones del hombre, por ejemplo de lo somático a lo espiritual. El
cae en una contradicción. Si admitiera lo primero, entonces sería no sólo
digno del Nobel de ciencias, sino también del Nobel de sabiduría. 13
En una palabra, la reducción de la atención a una línea o parte del
todo sin atender a las demás partes o líneas, es justa y necesaria para la
investigación científica. Pero reducir lo comprobado en esa línea,
identificándolo con el fatídico “no es más que” hace que el todo no sea
más que una parte, una falta de lógica y un desbordar los límites para
excluir todo lo demás que no ha sido demostrado en esa investigación.
Es un salto a priori de lo científicamente demostrado a todo lo demás del
sujeto íntegro. Es la reducción del saber a un método nada más,
excluyendo los otros, con lo cual se realiza una automutilación de la
facultad cognoscitiva del hombre. Entonces se tiene el reduccionismo
clásico: ese proceder se puede comparar con el de un hombre que
mantiene un ojo permanentemente cerrado. 14
Ese reduccionismo lo encuentra Frankl tanto en el psicoanálisis, que
reduce al hombre a un conjunto de instintos en conflicto, como en Adler
que reduce al hombre a complejos de inferioridad frente a la sociedad y
su correspondiente superación, como también al conductismo que
reduce el hombre únicamente a lo cuantificable y directamente
observable. En general, la psiquiatría actual, que se mantiene en lo
psicofísico, se cierra totalmente a los valores humanos: No reparamos
en afirmar, —escribe Frankl— “una psicoterapia, que se con-sidera
libre de valores, es en realidad ciega a los valores. 15 Por eso la
Logoterapia expone una concepción integral del hombre.
Oigamos otra vez a Konrad Lorenz: Hablando de los diversos
organismos cognoscitivos del hombre, el cientificismo se puede definir
de forma simplificada como “la creencia de que únicamente es real lo
que es posible expresar con la terminología de las Ciencias
Exactas y demostrar mediante la mecánica cuantitativa..., único
13
Viktor E. Frankl. El hombre doliente. p. 42.
14
Konrad Lorenz. Op. cit., p. 81.
15
Viktor E. Frankl. Teoría y terapia de las neurosis. Madrid. Ed. Grecos. 1964, p.191.
método cognoscitivo científico y legítimo del hombre”. 16 “El tomar
en consideración el fenómeno subjetivo y sus legitimaciones peculiares,
no es sólo imprescindible en general para nuestro propósito de captar el
mundo exterior con la mayor objetividad posible. También es
especialmente indispensable cuando se necesita comprender al hombre
como sujeto cognitivo. Precisamente el término fenomenología significa
para nosotros ese conocimiento necesario para cualquier intento de
objetivación de la experimentación subjetiva y de las legitimaciones
inherentes a la misma”.17
“El desatender una facultad cognitiva significa renunciar al saber y
esto constituye el atentado más grave que pueda cometer un científico
contra el espíritu que nos guía en la búsqueda de la verdad”. 18
De esta manera, el Dr. Frankl ha ido analizado las distintas
reducciones del mundo, tanto la biológica, mera combustión y oxidación;
como la psicológica, mero conflicto de impulsos e instintos –con su
proceso de desequilibrio y tensión– búsqueda de la identificación y
llegada a la meta de la desaparición de la tensión, y reposo en la
homeostasis, que tampoco da la verdadera imagen integral del hombre
en un humanismo ínmanente. La Logoterapia contiene una concepción
integral del hombre a través del análisis existencial como una explicación
antropológica de la existencia personal.
Capítulo II
16
K. Lorenz Op. cit., p. 74.
17
Op. cit., p. 74-75.
18
Op. cit., p. 80-81.
1.1 En el pensamiento de Frankl sobre el hombre, –dentro de esa
“unidad de opuestos que es la persona”–, el autor distingue tres
dimensiones principales que locaracterizan:
a.- La dimensión somática, o también vital de cuyo estudio se
encarga la biología, en realidad es somático-biológica, en la cual se
percibe con toda certeza que se dan instintos: pero no son éstos los que
“tienen al hombre”, es éste el que los tiene a ellos. Constituye esta
dimensión la base y fundamentos del hombre, de cuyas leyes e
influiencia en la conducta humana, se interesa y explica sobre todo el
psicoanálisis; la base temperamental del hombre.
b.- La demesión psíquica: a la que pertenece el reino de los
sentimientos y la afectividad con todos sus problemas, frustraciones,
complejos, etc. Estas dos dimensiones componen el dinamismo
psicofísico.
c.- La dimensión espiritual, personal, existencial: en la cual el
término “espiritu” se toma sin ninguna connotación teológica ni religiosa.
Freud había dicho alguna vez en su tiempo, para definir
claramente su posición y misión, que la humanidad sabía ya que tenía
espíritu, pero ahora le tocaba a él, tener que recordarle que tiene
instintos. Frankl también se retrata al declarar que la humanidad en los
últimos decenios ha demostrado de sobra que tiene instintos, y que hoy
en día le interesa más bien recordarle que tiene espíritu y que es un ser
espiritual. “Y para cumplir con este objetivo, el análisis existencial (en
cuanto explicación antropológica de la existencia personal) intenta hacer
explícita, –desvelar y revelar– e implícita la imagen del hombre de la
psicoterapia, como si se revelara una fotografía, sacando de la latencia
la auténtica imagen del hombre.19
Las tres dimensiones del ser humano las clasifica como Soma,
Psyche y Logos. La Psyche incluye lo mental.
Hay que hacer notar, por lo demás, que al usar inderentemente
los nombres de Existencia, Persona y Espíritu para designar la tercera
dimensión, no quiere darles el sentido de meros sinónimos, sino que
cada uno de esos términos tiene un matiz correspondiente y peculiar:
19
Viktor E. Frankl. Teoría y terapia de las neurosis. (T.T.N). Ed. Grecos S.A. Madrid. 1964.
persona desde el punto de vista fenomenológico; existencial desde el
punto de vista antropológico; y espíritu desde el punto de vista
ontológico.
1.2 El psicoanálisis trabaja con dos primeras dimensiones (Freud,
Adler y Jung) pero olvidan o excluyen la tercera. Frankl añade y tiene
en cuenta sobre todo en su terapia la tercera de una menera especial,
sin dejar de atender, –es Neurólogo– a las dos primeras.
El Logos es la dimensión específicamente humana que da unidad
a la esencia del hombre. Esta concepción del hombre y su unidad
dinámica personal, la caracteristiza o describe no a la manera de
Hartmann en tres planos, tres niveles distintos, tres escalones
superpuestos, sino más bien en la forma de tres círculos concéntricos
centrados en torno a un centro íntimo espiritual, es decir, la persona del
ser humano como núcleo del hombre.20
s
p
e
Figura 2
20
Op. cit.
21
Op. cit.
En una palabra, se puede afirmar que entre lo somático y lo físico
se da una mayor fusión que entre lo psicofísico y lo espiritual, con mayor
distanciamiento ontológico. Aduce Frankl una cita de Max Scheler,
según la cual “la psicología no es sino una biología desde adentro”. 22
1.3 Superior a estos dos modos de enfoque sería un modo
tridimensional, según el cual las tres dimensiones –somáticas, psíquica y
noológicas– forman la totalidad del ser humano unitario y totalitario.
Factores que aunque sean fundamentalmente distintos, y haya que
separarlos, todos se pertenecen unos a otros en el ser hombre y son en
consecuencia antropológicamente inseparables: forman una unidad
total.
“El todo del ser lo consigo sólo por el todo de mi propio ser, es decir
no sólo por un pensar, sino también por el actuar, no sólo por un
conocer, sino por un decidir; no por un saber, sino por el creer que es un
conocer que decide”.23
22
Ibid.
23
Ibid.
humano está saliendo de sí mismo en perfecta fuga de su esencia, de lo
que era, hacia lo que puede ser, haciendose a golpes de decisiones
libres.
Según este concepto de existencia hay que distinguir dos
maneras diferentes se ser.
La Facticidad que se puede definir como un-ser-así-y-no-poder-
ser-de-otra-manera. En cambio la existencia es un-ser-así-y poder-ser-
de-otra-manera. Se trata de un ser facultativo, que tiene una capacidad
de llegar a ser algo más, no en vrtud de una programación previa, como
sucede en las cosas y animales, sino en virtud de sus propias
decisiones. Las cosas son sencillamente. El hombre, aunque en parte
esté programado, en su psicofísico, en parte no; tiene que programarse
a sí mismo en sus decisiones: el hombre existente.
Así a través del análisis existencial humano fenomenológicamente
considerado, tanto como por la experimentación clínica, llega a descubrir
la presencia de una dimensión espiritual, de una fuerza antagónica
potencialmente, no siempre, de la cual surge luego una terapia,
partiendo de lo espiritual, llamada Logoterapia. El hombre es por lo tanto
una unidad de tres aspectos o dimensiones: lo somático corporal, lo
anímico o psíquico y lo personal espiritual.
De estas tres la última es la específicamente humana. Y aunque
estos tres factores sean fundamentalmente distintos, sin embargo se
pertenecen unos a otros: pertenecen en lo que se refiere al ser hombre y
son antropológicamente inseparables.
Las dos primeras constituyen el aspecto psicofísico del hombre.
En él influyen los datos hereditarios: lo impuesto por la naturaleza, y lo
impuesto por el ámbito social –educación–; determinaciones naturales y
sociales.
La psicología moderna se ha detenido principal o únicamente, en
estos aspectos reduccionistas estudiando sus campos y conflictos y sus
fuerzas instintivas. Otras se han extendindo a las influencias sociales.
Pero, teóricamente, se ha prescindido de la dimensión tercera, el
Logos, la persona espiritual, privándose del conocimiento de los
conflictos propios de esta zona; aunque en la práctica el ser humano,
que es el terapeuta, no pueda prescindir de hecho de ese factor olvidado
en la teoría.
La Logoterapia en cambio no sólo atiende a esa dimensión que
debe complementar el estudio de toda conducta humana, sino que le da
énfasis prioritario a esta dimensión, tanto en el estudio de la génesis y
terapia de la neurosis como, sobre todo, al estudiar la nueva clase de
neurosis –las noógenas– y también al estudiar la terapia de los conflictos
todos en general. Por eso la Logoterapia añade a la Psicodinámica la
noodinámica.
24
Ibid.
25
Konrad Lorenz. Decadencia de lo Humano. Plaza & Janes Editores S.A, Barcelona. España.
Primera Edición 1985, p. 77.
La fig. 3 es la fig. 18 tomado de V.E. Frankl. Teoría y Terapia de las Neurosis
(T.T.N). Ed. Grecos S.A. madrid. España. 1964, p. 209.
28
Viktor E. Frankl T.T.N. p. 214.
29
Viktor E. Frankl T.T.N. p. 211-212.
organismo su servicio a la persona; un servicio doble conforme a su
función expresiva y a su función instrumental”. 30
En resumen de esta concepción tridimensional del ser humano se
deduce que lo propiamente humano no puede captarse si no se ingresa
en la dimensión de lo espiritual, en la tercera dimensión.
En efecto, la vida vegetativa del hombre –dimensión somático-
vital– se puede explicar dentro de esa dimensión, siguiendo el circuito
cerrado causal de la misma. La vida animal se comprende dentro de lo
anímico, pero el ser humano como tal, su “Dasein”, –la existencia
espiritual personal– no cabe en el cuadro de una simple dimensión
psicomática bidimensional. Esto podría hacerse en una proyección en
ese plano bidimensional, pero no con exclusividad de la otra tercera
dimensión, por que caería en la ambigüedad y en la contradicción. 31 Hay,
en efecto, cosas distintas que se proyectan como iguales: círculo cono
cilindro –base idéntica–, pero también se ve que una misma cosa se
proyecta como diversas cosas: círculo y cuadrado.
II. Concepción dimensional del hombre: tres existenciales
30
Ibid.
31
Op. cit., p. 209.
existencialismo, distingue Frankl en la existencia del hombre tres
existenciales, o sea manifestaciones de la persona humana, tres
vivencias fundamentales en ella, que son: espiritualidad, libertad y
responsabilidad.
Las tres son vivencias primigenias de la percepción humana,
captadas no sólo por el conocer, sino principalmente por el actuar, por el
decidirse. Las tres son vivencias primigenias irreductibles a otras o
deducibles de otras.
Más bien se trata en cada caso tanto en lo corporal como en lo
psíquico y anímico de sendas dimensiones del ser humano, pero lo
espiritual no es solo una dimensión, sino la genuina dimensión del ser
humano.32
Un avión puede moverse perfectamente en el suelo, sin embargo
no empieza a ser estrictamente hablando hasta el momento en que se
eleva. Algo semejante ocurre con el hombre: solo cuando puede pasar
del estado de la facticidad psicofísica orgánica y enfrentarse consigo
mismo, empieza a ser hombre en el sentido propio de la palabra: actúa
humanamente.33
1. Espíritu-Espiritualidad
32
Op. cit., p. 219.
33
Ibid.
grapas del tiempo y del espacio, y poder estar donde otro u otros: es el
Bei-sein. “El ser espiritual no está sujeto a la categoría del espacio”. 34
Ese estar en espíritu “presente” en una fiesta de un amigo o duelo no
es una mera frase de excusa, que tantas veces se utiliza; es una
presencia real, más activa y eficaz que la mera presencia física con
ausencia de interés en los demás. No es una presencia óntico-espacial,
sino ontológica. “El espíritu está presente en todo lo que piensa, en todo
lo que “toca” con su punta acerada”.35
34
Viktor E. Frankl. El hombre doliente. p. 107.
35
Ibid.
algo inexplicable, si no se presupone por lo menos tácitamente o
inconscuentemente, la facultad de aprender de algún modo a otro ser.
Otra cosa es cuando se trata del modo cómo esto se realiza. “Una
ontología del conocimiento sólo puede afirmar el hecho: que el ser
espiritual está presente “de algún modo” en otro ser; la facticidad, no el
contenido ni la esencia de esa presencia; pero nada nos dice sobre el
modo. Esta presencia es la condición de otras posibilidades como la
percepción, el pensamiento, el lenguaje; no es un mero resultado, sino
una condición de los mismos, como del recuerdo y la evocación, es decir
esto significa estar presente en lo distante temporal y especialmente.
Refiriéndose a ese desconocimiento del modo, anota Frankl si no
sería más correcto corregir la frase de Sócrates: “Sólo sé que no sé
nada”, por esta otra “no sé como sé algo” acompañada de esta otra de
Einstein: “Lo más incomprensible en relación con el mundo es que sea
comprensible”.36
36
Op. cit., p. 110.
37
Op. cit., p. 111.
Por eso la espiritualidad no se capta directamente en sí misma, sino
en sus actos y decisiones. La conciencia nos pone en la penumbra de la
misma espiritualidad, pero la raíz profunda de la misma es inconsciente.
Por lo tanto, no sólo existe el inconsciente instintivo (Freud), sino
también el espiritual, y así el “Logos” hunde sus raíces en el inconciente.
Esta raíz de la espiritualidad 38 no sólo es irreflejable, sino
necesariamente inconsciente. Es como el punto rojo de la retina, que
todo lo ve, pero no puede verse a sí mismo, o como un telescopio, que
sirve para ver la luna y las estrellas, pero no para ver la tierra donde se
asienta; o como un faro, que, según el refrán oriental, “su base está a
oscuras” o como el cerebro órgano de toda sensación dolorosa centro de
toda la sensibilidad, pero insensible al dolor en sí mismo. De la misma
manera, siguiendo a Max Scheler, la Persona, centro de actos
espirituales, y de toda conciencia, no es por su parte “capaz de
conciencia de sí misma”. 39 Por lo tanto, tampoco puede ser objeto de
análisis. Cuando se habla de análisis existencial, no analizamos la
existencia, sino hacemos análisis sobre la existencia. La existencia
misma sigue siendo un fenómeno primario e irreductible. El Dios
inconsciente, presencia ignorada de Dios.40
“Asimismo, cada uno de sus aspectos fundamentales, como son la
conciencia y la responsabilidad (ser consciente y responsable)
constituye un estado fenomenológico primario del mismo tipo”. 41
Si se comparan otros análisis, psicoanalítico o individual, se ve que
primero presenta, en una última instancia, una limitación del yo en
cuanto a conciencia: el inconsciente no es más que la impulsividad, una
impulsividad reprimida, y pretende liberar esa represión para hacerla
consciente.
Para la psicología individual, la neurosis no es más que una limitación
del yo en cuanto responsabilidad. Ambas reducen su horizonte científico:
en un caso, se limita a la conciencia, en el otro a la responsabilidad.
38
Viktor E. Frankl T.T.N. p. 221.
39
Op. cit., p. 220.
40
Viktor E. Frankl. La presencia Ignorada de Dios. Ed. Herder. Barcelona. p. 29.
41
Op. cit., p. 29.
Pues bien, reflexionando sobre los fundamentos radicales en el ser
humano, se ve que la conciencia y la responsabilidad constituyen
precisamente los hechos fundamentales de la existencia humana. Ser
hombre equivale a ser consciente y responsable.42
De ahí las dos palabras semejantes en varias lenguas para designar
la conciencia y la responabilidad: Bewustsein y Gewiessen; consciencia
y conciencia.
“La espiritualidad de la conciencia mediante una autorreflexión
perfecta, no solamente no es posible (es inconsciente), sino que
tampoco es deseable que lo sea; ya que no es la misión del espíritu
contemplarse a sí mismo”. 43 Lo que ve no puede ser visto, dice la
sabiduría oriental, –lo que oye no puede ser oído y lo que piensa no
puede ser pensado a la vez–. De esta manera aparece claro que la
reflexión no recae sobre el protofenómeno, sino sobre el
deuterofenómeno, no sobre mi yo, sino sobre algo mío: mi pensamiento,
mi sentimiento, mi ilusión espiritual, mi idea, mi vivencia, no sobre un
análisis de la Existencia abismal, sino con respecto a la existencia o
sobre la existencia.
Confirmando la idea de Frankl ya muy bien dijo Balmes en su libro El
Criterio: “El espíritu humano no ha sido hecho para contemplarse a sí
mismo, y el castigo de semejantes intentos han sido las tinieblas”.
Más bien es propio de la esencia humana ordenarse, ser ordenado y
proyectarse hacia algo o hacia alguien, un ideal, un valor, una persona.
La persona es como una flecha lanzada hacia fuera para realizarse,
relizando valores y personas, pues el cambio del hombre hacia sí mismo
pasa a través del mundo: el hombre no se encuentra a sí mismo, sino en
el otro.44
Cuado la Logoterapia habla de la espiritualidad, no cae en el
espiritualismo, que sería otra manera de reducir el hombre a una
dimensión, –la espiritual–, sino que tiene en cuenta los instintos y las
frustraciones, y, como terapia, tampoco excluye otras terapias ya sean
de tipo psicoanalistas o conductista.
42
Ibid.
43
Viktor E. Frankl T.T.N. p.221.
44
Ibid.
La persona, la “existencia” y lo “espiritual” tienen distinto matiz, según
se acerque o enfoque este algo “superior” con un enfoque
fenomenológico, antropológico u ontológico y sólo una psicología de
orientación noológica será capaz de apelar a la persona-existencial-
espiritual; y de poner en juego frente a la enfermedad psicofísica-
órganica la virtud de aquella fuerza antogónica, peculiar de lo espiritual. 45
45
El hombre doliente. p. 181.
b.- En segundo lugar plantea el problema, diciendo que no
depende o es cuestión de “Determinismo e Indeterminismo”. Sino más
bien de Determismo y Pandeterminismo.46
46
Viktor E. Frankl. Psicoterapia y humanismo. FCE.1987, p. 56.
47
Viktor E. Frankl. Homo Patiens. Ed. Platín. Buenos Aires. 1995, p. 68.
48
Viktor E. Frankl. Psicoterapia al alcance de todos. Herder. Barcelona. 1983, p.142.
determinismo, que sólo bajo condiciones tóxicas, puede ser
experimentada?49
¿Será necesario intoxicarse, drogarse para borrar la ilusión de la
libertad? Es más fácil admitir que la droga cause y no que anule la
ilusión y el engaño de la percepción.
b.- Esa vivencia de la libertad no es ciertamente una libertad
absoluta y total; sería la omnipotencia. Está en cambio marcada y
circunscrita por los límites que le trazan los determinismos que la
circundan; es limitada.
Precisamente ahí radica la novedad y originalidad de la definición
de Frankl: la libertad es la capacidad que tiene la persona espiritual de
tomar una actitud u otra frente a los determinismos o condicionamientos
impuestos, ya sea por la herencia ya sea por la sociedad. Esta
concepción admite los condicionamientos; pero estos no son
necesitantes y dominadores; dejan un campo y ámbito para la libertad.
49
Op. cit., p. 143.
50
Viktor E. Frankl. El hombre doliente. p. 78.
desenmascaraban y los santos también se manifestaban. El hambre era
igual para todos, pero los hombres se diferneciaban. Como reza el título
de un Bestseller: “No es cuestión de calorías”. 51
Aquí se puede ver en última instancia que la conducta humana no
está dictada por los instintos, sino por una decisión que hace el hombre.
Se dé cuenta él o no, él decide, ya sea a favor o en contra de los
instintos. Es decir, sea cual fuere la medida o proporción en que se deje
determinar por ellos, siempre él es quien decide. El determinismo
absoluto no existe, como quedará patente por las siguientes
observaciones.
2. Lo mismo hay que afirmar sobre la independencia frente a la
herencia o, lo que es lo mismo, el no determinismo total hereditario.
La ciencia sería de la investigación sobre la transmisión
hereditaría ha demostrado, en este punto, que el hombre es libre
también frente a sus predisposiones heredadas. Es clásica la conclusión
de un estudio del Dr. Langer sobre mellizos univitelinos (por lo tanto con
predisposición idéntica por ser idénticos los genes) y cuya vida estudió
el Doctor desde el nacimiento hasta la edad madura. Uno de ellos
resultó un criminal refinado y el otro criminalista igualmente astuto y
refinado. La característica común de ambos era la astucia perspicaz y el
refinamiento, pero mientras en uno éstos se plasman en la comisión del
crimen, en el otro lo hacen en el estudio del mismo. Por eso aquí se
cumple lo que había dicho Goethe: “No hay ninguna virtud que no
pueda convertirse en vicio ni vicio que no pueda convertirse en virtud”. 52
También lo confirma con el testimonio de una psicóloga que
constata su identidad de gustos con su hermana melliza: vestidos,
música... hombres. No existe más que una diferencia entre ellas, la una
es psicóloga, la otra es neurótica.53
51
Viktor E. Frankl. Psicoterapia y humanismo. p. 51.
52
Viktor E. Frankl. El hombre doliente. p. 146-147.
53
Ibid.
Este condicionamiento o determinismo no es el determinante fatal
de la conducta humana. Ciertamente el hombre es influido fuertemente
por estos tres condicionamientos expuestos, pero el que dice la última
palabra es la decisión libre del individuo; ésta actúa superándolos a la
altura de la persona en un sentido o en otro. Se ha referido
anteriormente el “test” imaginario propuesto por Freud para llegar a un
igualitarismo por una necesidad común (comer, hambre), que no resultó
en los campos nazis de concentración y que demuestra la autonomía
humana frente a los instintos, como es el de la conservación. Pero
también vale para distanciar a uno del ambiente o sociedad, que domina
y esclaviza. El hombre en verdad no es independiente de los instintos y
condiciones sociales, pero siempre puede tomar una actitud propia
frente a ellos, constructiva o demoledora.
“Aparecieron los canallas que robaban el alimento cuando podían
y el hombre que visitaba a sus compañeros en la celda repartiendo el
pedazo de pan negro que recibió. Entre estos honrados como personas
y aun santos podemos citar el caso del Padre Maximiliano Kolbe, que
se ofreció a salir al frente de fusilamiento respondiendo al nombre de
otro prisionero padre de familia de siete hijos y dio la vida en lugar de
él”.54
Idéntica comprobación aparece referida en el American Journal
of Psychiatry 1954 respecto al testimonio de los soldados americanos
presos en el cautiverio norcoreano. “Hubo entre ellos bastantes
ejemplos de una conducta extremadamente altruista como tambíén de
las formas más primitivas de luchar por la supevivencia”. 55
En esos ambientes hostiles no sólo deja de darse en algunos
“una recesión”, como se interpretaba psicoanalíticamente, sino que se
da una auténtica progresión humana, moral y, aun a veces, religiosa la
que ha brotado en más de un recluso por causa de la prisión, una
relación inconsciente y reprimida hacia Dios, la que no debe
infravolorarse como una religión de las trincheras (o “Fox Hole Religion”
en América) que aparece en situaciones de peligro. Cree Frankl que la
54
Op. cit., p. 78.
55
Viktor E. Frankl T.T.N. p. 186, nota al pie de pág. # 8.
religión, que no se tiene hasta que le sale a uno al paso la adversidad,
es preferible a aquella que sólo se tiene mientras le van bien las cosas,
llamadas “bussines-man religion”.
Esta concepción de la libertad humana pone delante dos
consecuencias relativas a la educación. La meta final de la educación
como la de la misma terapia o psicoterapia obliga a tener en cuenta
primordialmente este poder libre del espíritu con su capacidad de
reaccionar frente a los síntomas de diferentes maneras.
En segundo lugar, la propia educación consistirá en desarrollar
esta capacidad de decisión, para que sea la propia persona la que
aprenda a tomar decisiones positivas, racionales y correctas. El lema
para la juventud será en términos existencialistas: Tú serás lo que te
hagas.
Ahora bien, esta voluntad de tomar posición y decisión no puede
reducirse a una categoría instintiva, así como tampoco el deber puede
reducirse a un mero querer. Por eso se ha añadido a la decisión las
características de racional, correcta y también responsable.
Así se llega a la consideración del tercer existencial humano, que
es la responsabilidad.
Capítulo III
56
Viktor E. Frankl. La presencia Ignorada de Dios. Herder. Barcelona. 1984.
causadas, pero están causadas por el que las elige. 57 Pero no todo lo
causado es motivado. Si alguien está cortando rodajas de cebolla,
puede ser que llore. Estas lágrimas tienen una causa. Pero no tienen
ningún fundamento ni motivo. Si se hace montañismo y se llega a una
altitud de tres mil metros, experimentamos la sensación de opresión y
ansiedad. Esto puede proceder de una causa o de un motivo. La falta de
oxígeno puede ser la causa; pero también puede suceder que el
montañero este mal equipado o escasamente entrenado y entonces se
tiene un motivo para la opresión, y la ansiedad tendrá una razón. 58 La
confusión de ambas cosas tiene lugar cuando se concibe al hombre
como un sistema cerrado, en el cual tan sólo se tienen en cuenta las
fuerzas que empujan y no los motivos que atraen. Entonces el ser
humano queda codificado, despersonalizado. La carencia de esta
diferenciación es la raíz del pandeterminismo.
La razón y el sentido apuntan a objetos intensionales: son el
logos, al cual tiende la psique. Si la psicología ha de ser merecedora de
su nombre debe reconocer las realidades tanto del logos como de la
psique.
Si se suprime lo carcterístico del hombre, su relación especíifica
con los valores y significados; si las razones y los valores se sustituyen
por procesos condicionantes; son entonces “los persuasores ocultos” los
que realizan el condicionamiento, los que manipulan al hombre y
viceversa; si alguien ha de manipular a seres humanos, ha de
codificardos primero y, a este fin , adoctrinardos con arreglo al
pandeterminismo. Escribe Skinner: “tan sólo despojado al hombre
autónomo podemos transformar las auténticas causas del
comportamiento humano, desde lo inaccesible a lo manipulable”. 59 Y
añade: pertenece a la misma naturaleza del a análisis experimental de la
conducta humana el hecho de sustituir al hombre autónomo en las
funciones previamente adjudicadas a él y transferirlas una por una al
control ambiental.
57
Viktor E. Frankl. Psicoterapia y humanismo. p. 51.
58
Op. cit., p. 56.
59
S. Skinner. Más allá de la libertad y la dignidad. Ed. Fontanela Barcelona, 1973. p. 274.
Este análisis, es decir, el de la conducta ambiental, deja cada vez
más funciones que desempeñar al hombre autónomo. El análisis
científico de la conducta humana desmantela al hombre autónomo y
reintegra el control al ambiente.60
Ahí se tiene una descripción escandalosamente reduccionista a la
que Frankl responde: En primer lugar, niega que los procesos
condicionales sean verdaderas causas del comportamiento humano; que
la causa auténtica sea algo inaccesible siempre que no se niegue la
calidad humana al comportamiento del hombre sobre una base
apriorística; fianalmente que la calidad humana no puede revelarse si no
reconociendo que la auténtica “causa” de un determinado
comportamiento humano individual, no es una causa sino una razón.61
A lo cual se podría añadir que el hombre, junto a la dimensión
psicológica y psicosocial, se completa con una dimensión espiritual en
libertad; llamar a esa imagen del hombre homúnculo, es no sólo un
chiste desgraciado, sino una torpeza de lenguaje pervertido. Un autor –
Ludwig von Bertalanffy– añade que el concepto del hombre como
robot fue una fuerza poderosa motivacional en sí misma. Fue la base de
la ingeniería conductista en la publicidad y la propaganda comercial,
económica y política.62
Todo individuo vive dentro de una trama social, que lo envuelve como
un nuevo ambiente o clima. Por una parte, su vida está condicionada al
organismo social; por otra, se le educa simultáneamente con miras a la
comunidad, hasta el punto de que se puede hablar de una causalidad
social, que moldea al individuo o pretende hacerlo; y de una finalidad
social; pero, teniendo siempre en cuenta que las leyes sociológicas no
determinan nunca al individuo ni eliminan su libertad y tienen que pasar
por una zona de libertad individual antes de poder manifestarse en el
individuo mismo y en su conducta; y frente a ellas siempre retiene un
margen de libertad, una posibilidad de acción, como la conservaba
también frente a los condicionamientos biológicos y psicológicos. 66 Por
otro lado, en lo que atañe a la finalidad, no se puede admitir la teoría del
anális individual, según la cual solamente es valioso lo que sirve o
aprovecha a la comunidad. Esto sólo conduciría a un empobrecimiento
de los valores de la existencia humana. En efecto, además de lo útil
existen otros valores vivenciales, como la contemplación, la sociedad,
los valores de actitud y la dignidad humana.
Este factor social de la vida humana puede concebirse como la base
o la meta de la vida, puede también considerarse como verdadero
destino, como algo que escapa a la voluntad humana, la presiona
constantemente y la reta al combate para no dejarse aprisionar por él.
Sería en este sentido otro elemento fatal en el hombre, junto al destino
biológico y psicológico. El Doctor Frankl es un testigo vivo y fehaciente
de lo que el hombre en este siglo ha tenido que hacer bajo la acción de
las condiciones o presiones sociales. “Las reclusiones en los campos de
concentración y las abundantes experiencias psicológicas realizadas en
ellos, permitieron trazar el cuadro patológico de la llamada enfermedad
de las alambradas y las consecuencias de la guerra de nervios. Pero
también al mismo tiempo la vida de masas en esos campos, es lo que
más ha contribuido a enriquecer las investigaciones de la psicopatología
de las masas”.67
Por eso la Logoterapia con su lógica implacable encuentra en el
análisis existencial de la persona espiritual humana, dos características
o propiedades específicas de suma importancia para la terapia.
3.1 Autotrascendencia
66
Op. cit., p. 146.
67
Op. cit., p. 147.
No se trata aquí de la trascendencia de la persona humana sobre las
dimensiones inferiores ni mucho menos de la trascendencia absoluta
que está por encima de la persona, sino de aquella capacidad de la
persona humana que, no solamente no está cerrada en sí misma, sino
que está en apertura permanente hacia algo que está fuera de sí misma:
el mundo de los demás, un valor por realizar, o una persona por
encontrar con el amor.
La autotrascendencia está definida por Frankl: “La autotrascendencia
hacia algo o alguien, fuera de sí mismo; hacia un sentido por realizar, o
una persona que sale al encuentro en el amor”. 68
El hombre se trasciende a sí mismo y al mundo circundante por su
espiritualidad. Y, al hacer esto, se levanta por encima del nivel de lo
somático y psíquico –que son el aspecto objetivo– y entra en el marco
de lo genuinamente humano, lo noético, que es el aspecto subjetivo de
su espiritualidad.
Según esto, ser hombre significa un ser orientado hacia otros,
apuntando hacia algo distinto de sí mismo: un valor o una persona. En
todo caso, el ser humano lo es auténticamente en la medida en que
exista al servicio de una causa o de un amor. La esencia de la existencia
humana reside en esta capacidad de autotrascenderse y “comprendo
con este nombre que el ser-hombre es llamado a estar saliendo de sí
mismo y por encima de sí mismo, orientado hacia algo que ya no es él
mismo, hacia algo o hacia alguien, hacia un sentido que quiere
realizarlo, satisfacerlo o hacia otro ser humano, que lo encuentra en el
amor”.69
70
Viktor E. Frankl. El hombre doliente. p. 210.
71
Ibid.
72
Viktor E. Frankl. Psicoterapia y humanismo. p. 73.
73
Op. cit., p. 74.
la proporción y medida en que se entrega a la tarea de un ideal o valor,
tarea o persona olvidándose de sí misma. Lo ilustra Frankl con el
ejemplo del niño que es sorprendido en toda su ingenua espontaneidad
por la cámara fotográfica en oposición a la pose afectada de una artista,
que se enfrenta ante ella con la intención de ser fotografiada. El olvido
de sí mismo del niño nos muestra mucho más su identidad de niño que
la fotografía rebuscada de la artista, que refleja más bien el esfuerzo que
hace ante la cámara.74
“Y si alguen me demostrara que un chimpancé es capaz de realizar
algo, que lo consideráramos específicamente humano, estoy dispuesto
a reconocer que ese chimpancé, es ese momento y durante su acción,
es un hombre”.75
En efecto, frente a la característica cerrazón del animal en su mundo,
está la apertura de la persona; pero ambas cosas –cerrazón y apertura–
se hacen compatibles en el hombre: el claustro de lo psicosomático y la
dimensión de la persona noética con su apertura. Idéntico fenómeno
sucede con la libertad humana y sus determinismos: éstos tienen lugar
en la zona psicosomática, la libertad en cambio a nivel noológico. De
esta manera, al hombre se le puede aplicar la frase “unidad a pesar de
la diversidad”, y también “libertad a pesar de sus determismos”. 76
La importancia de admitir esta autotrascendencia del ser humano,
contrasta con las ideas bizarras y descaminadas de hoy sobre la propia
realización y la enorme devaluación de la palabra personalidad, que se
centra en una quimérica realización centrípeta que fija la atención en sí
misma, como si estuviera dentro de uno mismo. La Logoterapia, en
cambio, pone de relieve que la persona se realiza autotrascendiéndose y
realizando valores y a otras personas. La realidad es que el hombre se
realiza en la medida y proporción en que se olvida o prescinde de sí
mismo.77
74
Viktor E. Frankl. Der Mensch auf der Suche nach Sinn. Herderbücherei. Stuttgart. 1959, p.
75. (traducción libre del autor).
75
Viktor E. Frankl. El hombre doliente. p. 210.
76
Viktor E. Frankl. Psicoterapia y humanismo. p. 50.
77
Viktor E. Frankl. Der Mensch auf der Suche nach Sinn. Herderbücherei. Stuttgart. 1959, p.
75. (traducción libre del autor).
De tal manera que, cuando uno menos piensa en sí mismo, en su
propia relización y fija su atención más en la realización de valores,
antes logrará la meta de la propia realización. El hombre se realiza,
realizando valores o personas.
Con no poca ironía y alusión velada al dicho del evangelio “El que
encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la
encontrará”. (Mt. 10,39), pregunta ¿acaso los santos no lo fueron
inconscientemente? Recuerda, al mismo tiempo, la citada expresión de
que el cambio hacia sí mismo pasa por los otros, “no encontrándose en
sí mismo, sino en los otros”, no acepta tan fácilmente al apotegma de
Descartes: “pienso, luego existo”. Ya que todo pensar es pensar en
algo; un acto intencional, que se dirige a un objeto del pensamiento.
Cree que la frase más exacta sería: “pienso, luego existe algo”.78
Concluye: si el acto de pensar se escapa a la intervención reflexiva,
cuándo más sucederá con el sujeto pensante; es decir, la persona
espiritual de donde arrancan los actos espirituales.
3.5 Autodistanciamiento
82
Ibid.