La Ética en Las Relaciones Publicas - Stornini
La Ética en Las Relaciones Publicas - Stornini
La Ética en Las Relaciones Publicas - Stornini
Resumen: En este artículo el autor reflexiona acerca de la vinculación de la ética y las Relaciones
Públicas, revisando la discusión sobre el papel de la ética dentro de la profesión. Un tema muy
discutido, en el que se deben tener en cuenta diversas variables como las leyes correspondientes,
las normas básicas de la tarea diaria del comunicador y la orientación filosófica de la persona
que ejerce la profesión. Analiza que los relacionistas públicos muchas veces tienen que recurrir
a su opinión para juzgar si lo que deben hacer para generar vínculos y crear relaciones entre la
organización y sus públicos ‘es correcto o no’, debiendo pregonar los beneficios y perjuicios de
sus actividades de comunicación.
Existen dos palabras griegas que dan sentido al término ética: ethos: (costumbre) y êthos (cua-
dra de animales, carácter o manera de ser). A partir de estos significados, el término ha evolu-
cionado hasta lo que hoy entendemos por ética:
ciencia filosófico-normativa y teórico práctica que estudia los aspectos individuales y socia-
les de la persona, a tenor de la moralidad de los actos humanos; bajo el prisma de la razón
humana, teniendo siempre como fin el bien honesto (honestidad) (Benito, 1991,p. 506)
Kant en su obra Fundamentación de la metafísica de las costumbres definía la ética como ‘una
ciencia que no nos enseña cómo podemos alcanzar la felicidad, sino cómo podemos hacernos
merecedores de ella’ (1980, p.16).
Estas declaraciones son un poco más amplias de lo que nos dice acerca de la ética el Dicciona-
rio de la Real Academia Española, que se refiere a ella únicamente como ‘parte de la filosofía
que trata de la moral y de las obligaciones del hombre’.
Pinto de Olivera y Neva toma los conceptos de ética y comunicación y los une, para llegar a la
conclusión de que ‘la ética de la comunicación social se encamina y define como el proyecto de
una orientación libre y responsable del proceso y del sistema de la información en sí misma y
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Wilcox, Autt, Agee, y Cameron (2001) ofrecen una definición de ética y comunicación de fácil
aplicación al universo de las administraciones. Creen que: la ética hace referencia al sistema
de valores por el que una persona determina qué es lo que está bien, y qué es lo que está mal,
qué es justo o qué es injusto. Se muestra mediante el comportamiento moral en circunstancias
específicas. La conducta de un individuo no sólo se mide en función de su conciencia, sino
también en función de algunas normas de aceptabilidad que se han definido desde el punto de
vista social, profesional o de organización (pág. 61).
En las ciencias de la comunicación debemos hablar de una ética de las Relaciones Públicas, de la
publicidad, del periodismo, de la imagen audiovisual, concretándose en códigos específicos (de
organizaciones profesionales). Sin lugar a dudas, todas estas reglamentaciones están relacionadas
y el profesional del área de comunicación deberá respetar estas normas básicas en su tarea diaria.
Lo que es legal no siempre es ético y lo que es ético no siempre es legal. La discusión sobre el
papel que juega la ética dentro de la profesión de las Relaciones Públicas, es un tema que se
ha discutido y continúa discutiéndose. Se debe tener en cuenta que las leyes, muy pocas veces
abarcan la cantidad de situaciones que se les presenta a los profesionales de las Relaciones
Públicas. También se debe tener en cuenta la orientación filosófica de la persona que ejerce la
profesión, la cual determinará su acción.
La ética hace referencia al sistema de valores por el que una persona determina qué es lo que
está bien, y qué está mal, qué es justo o injusto, la dicotomía entre el bien y el mal, la injusticia
y la justicia, la honradez y la falta de honradez. La pluralidad humana hace al hombre único y
distinto entre iguales y esto se ve reflejado en la actuación profesional, mediante el compor-
tamiento moral de los relacionistas públicos, en circunstancias específicas. La conducta de un
individuo no sólo se mide en función de su conciencia, sino también en función de algunas
normas de aceptabilidad que se ha definido desde el punto de vista social, profesional o de una
organización. En muchos casos los profesionales de las Relaciones Públicas tienen que recurrir
a su opinión para juzgar si lo que deben hacer para generar vínculos y crear relaciones entre
la organización y sus públicos es correcto o no. Los relacionistas públicos deben pregonar los
beneficios y perjuicios de sus actividades de comunicación, y deben tener la tenacidad moral
para decir que sí o que no, porque los efectos a largo plazo de una mala decisión aventajarán
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El aluvión ético
Desde hace unos treinta años, la cuestión de la ética se ha abierto de modo notable en el escena-
rio público, primero en estados Unidos, luego en Europa y más recientemente en Latinoaméri-
ca. La preocupación sobre el tema de la ética se origina en la reacción que tuvo la profesión ante
acontecimientos especiales, que incluyeron casos como las catástrofes marítimas de Amoco
Cádiz y Exxon Valdez, el Insider Trading, actividades secretas de política internacional que, a la
fecha, continúa con los escándalos actuales de Corporate Governance.
Se deja de lado la visión liberal clásica que veía a la ética como un freno o como un obstáculo
para la eficacia económica. La discusión toma importancia dado que las corporaciones se han
dado cuenta que tienen que poner mayor atención a las demandas sociales y a los intereses de
sus stakeholders.
Todo esto ha llevado a la transición de una ética teórica a una ética aplicada. La conclusión
actual es que la ética es crucial para las Relaciones Públicas dado que su aplicación beneficiará
a la profesión, así como a las empresas que practican dicha actividad.
Adicionalmente, existe evidencia empírica que sugiere que los profesionales de las Relacio-
nes Públicas que basan sus decisiones y recomendaciones a la dirección de las empresas sobre
principios éticos y de responsabilidad social, pueden tener un rol más activo en actividades y
en las decisiones de la administración de éstas. La movilización de los hombres y las mujeres
requiere ante todo una nueva filosofía de la gestión de empresas, un nuevo contrato social en
la firma, que permita ampliar la responsabilidad real de las personas a todos los niveles de la
vida de la organización.
El resultado de esta ansiedad sobre la ética y las Relaciones Públicas ha resultado en un argu-
mento muy válido de los pros y contras de tener un código universal de ética. Muchos escritores
acuerdan, a pesar de sus diferencias, que no solamente las decisiones de tipo ético dan más
oportunidades a los profesionales de participar en las decisiones de la dirección de las empre-
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sas, sino que también ayuda al desarrollo de las Relaciones Públicas como una profesión.
La ética y la responsabilidad social son temas vitales en las Relaciones Públicas, dado que en
su esfuerzo deliberado, planificado y continuo por establecer y mantener una comprensión
mutua, facilitan la comunicación entre la empresa y sus diferentes audiencias clave, incluyendo
a la sociedad en general. Sin ética la empresa moderna está carente de legitimidad y de adhe-
sión; ahora bien la ética reducida a sí misma, sin una política social esperanzada por parte de
la empresa y sin reparto de responsabilidades, resulta impotente y desmovilizadora. Existe el
argumento que el comportamiento ético lo dan, los profesionales, por el sentido de moralidad
y deseo personal y por el querer ser respetados por las diferentes audiencias más que por el
resultado de guías codificadas de ética.
Quizá lo que hace el tema de la ética difícil de abordar desde un punto de vista pragmático
dentro de las Relaciones Públicas es la falta de investigación empírica y escritos teóricos sobre el
tema. Existen muchos educadores que les gustaría ver la adopción de un código de ética univer-
sal. Naturalmente que el problema al que se enfrenta esta situación es el desarrollo de un código
que cubra cada situación problemática moral. Posiblemente dado esta problemática algunos de
los escritores que han cubierto el tema han sido poco específicos en delinear sus componentes.
El incremento en el comercio globalizado apura la necesidad de un código internacional (uni-
versal) de ética para los profesionales de la comunicación. Analizando las funciones de corpo-
raciones transnacionales existen cuatro beneficios sociales que este tipo de empresa proporcio-
na a los países en desarrollo:
Asumiendo que una empresa transnacional es capaz de producir estos beneficios a los países
en desarrollo, la empresa está cumpliendo con su responsabilidad social. Sin embargo, muchas
corporaciones se han enfrentado a críticas relacionadas con temas de soborno y corrupción,
quejas de consumidores, temas ambientales, de seguridad y temas políticos y humanitarios.
Por ejemplo, Nestlé se enfrascó en una controversia alrededor de sus prácticas en países del
tercer mundo, por el mercadeo de los sustitutos de la leche materna. Nestlé respondió de una
manera efectiva y de una manera socialmente responsable; en 1981 apoyando el código de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) para sustitutos de la leche materna, el mismo día que
esta disposición fue publicada, reuniendo a expertos para seguir de cerca el cumplimiento del
código por parte de Nestlé.
Se sugiere, que un código de ética puede ser desarrollado para tener la capacidad de guiar el
comportamiento y tratar de resolver los dilemas morales inherentes (los cuatro tipos de críticas
anteriormente mencionados), así como otro tipo de dilemas que han ocurrido o que potencial-
mente podrían ocurrir.
Muchos de los códigos actuales, en existencia, no contemplan las responsabilidades particula-
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res de las corporaciones transnacionales; sin embargo, a pesar de las debilidades en los códigos
de ética, éstos tienen cuatro valiosas funciones:
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Uno de los problemas más significativos que mina el éxito del funcionamiento de muchos
de los programas corporativos de ética es el hecho que muchos de estos programas son muy
generales y breves en los detalles, y no están equipados para manejar problemas complejos. Se
dice, que los códigos voluntarios de ética son generalmente poco efectivos porque no existe un
mecanismo de penalidades y que los códigos son solamente tan buenos como la gente que está
dispuesta a seguirlos. Mucha de la crítica se enfoca hacia códigos de las asociaciones profesio-
nales. La mayoría de los códigos están llenos de `retórica sin ningún significado´.
Al final, los profesionales de las Relaciones Públicas se conducen de acuerdo a principios éticos
porque `creen en ellos mismos y desean el respeto de otros´. Un comportamiento ético no es el
resultado de seguir códigos, es más que nada el sentido personal de moralidad de los profesio-
nales de la comunicación.
En un estudio realizado por la consultora KMPG en los Estados Unidos para examinar los va-
lores éticos y morales de los profesionales, se utilizó la premisa principal de que ‘las Relaciones
Públicas nunca serán más éticas que el nivel de la moralidad básica de la gente que las conduce’.
Se encontró que la estructura de los valores morales de los profesionales de Relaciones Públicas
está basada en moralidad socio-económica, moralidad religiosa, moralidad básica, moralidad
puritánica, moralidad de responsabilidad social básica y moralidad financiera.
Lisby, Greg, en Regulating the Practique of Public Relation in communication and the Law, sos-
tienen que algunas corporaciones han manejado el problema citado en la encuesta, asumiendo
que los códigos de ética son generalmente poco efectivos y que estos deben ir acompañados de
mecanismos de penalización. Por ejemplo, General Dynamics instituyó un programa de ética
muy detallado enfocado a situaciones de antimonopolio, contribuciones políticas, negocios
internacionales, información interna y recursos corporativos. La posibilidad de sanciones por
cometer infracciones era fundamental para el programa, incluyendo la posibilidad de sancio-
nes, por cometer infracciones, incluía penalidades desde advertencias hasta despidos y juicios
legales por infracciones. En términos de las asociaciones profesionales, PRSA desarrolló en
1950 su primer intento de principios y su código de estándares profesionales en 1959. Entre
1952 y 1985, 168 casos fueron investigados con solamente 10 casos resultando en sanciones
(2001, p.67).
Uno de los principales beneficios de la toma de decisiones éticas y de responsabilidad social por
parte de los relacionistas públicos es una mayor credibilidad y más oportunidades de participar
en las decisiones de políticas corporativas.
En la revista Bearing Point,(2006, Nº 2, p.17) Jill Fraser, llevó a cabo un estudio para probar la
hipótesis que existe una relación positiva entre las recomendaciones de responsabilidad social
de los profesionales y su participación en las decisiones de políticas corporativas. Se preguntó
a un centenar de miembros listados en distintas organizaciones que nuclean Relacionistas Pú-
blicos “si estaban conscientes de situaciones donde las relaciones públicas hayan recomendado
cambios en lo que hacía la organización o de propuestas para satisfacer la responsabilidad
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social de la empresa con la sociedad” (p. 7). También se preguntó si era más importante la res-
ponsabilidad cliente/empleador o la responsabilidad hacia la sociedad. Se hicieron otra serie de
preguntas enfocadas hacia la credibilidad de las Relaciones Públicas en relación con otro tipo
de profesiones, así como la posibilidad de cómo se podría mejorar la credibilidad.
A través del estudio se encontró una relación estadística significativa entre recomendaciones
de actividades de responsabilidad social y en una mayor participación en la toma de decisiones
de políticas corporativas.
Esta mayor participación en decisiones de políticas corporativas también ilustra una fuerte
credibilidad de la gerencia hacia las Relaciones Públicas. El valor del estudio fue mostrar que
el preocuparse por acciones de responsabilidad social por parte de los profesionales de las Re-
laciones Públicas define al concepto como una profesión donde se estrechan las relaciones
en la toma de decisiones corporativas y mejoran la credibilidad hacia la profesión. 65% de
los que respondieron el estudio comentaron que la responsabilidad hacia la sociedad era más
importante que la responsabilidad cliente/empleador, de hecho, se veían como la conciencia
corporativa. En este sentido, los profesionales de las Relaciones Públicas, por lo menos a los que
se encuestó, ven su propósito como consejeros en oposición al rol de apoyo y mediación que se
le adjudica a la gente de Relaciones Públicas (Fraser, 2006, p.27). Las Relaciones Públicas son
un elemento crítico de la función gerencial. Las relaciones públicas son una función esencial
dada su contribución a largo plazo en la dirección estratégica de la empresa. En particular, las
Relaciones Públicas son parte del proceso de planeación, en el sentido que habilita la comuni-
cación y construye relaciones con audiencias clave que pueden apoyar o inhibir la misión de
la organización.
Como resultado de la capacidad de las Relaciones Públicas de facilitar las comunicaciones con
las audiencias clave y de su papel intrínseco dentro de la función gerencial, éstas tienen la
responsabilidad singular de actuar de acuerdo a consideraciones sociales y éticas. De hecho,
el adherirse a los requerimientos de esta responsabilidad es la única manera por la cual las
Relaciones Públicas pueden considerarse como un elemento importante en el sistema de co-
municación global.
Si las Relaciones Públicas se practican de acuerdo a los principios de dirección estratégica,
responsabilidad social y del modelo simétrico de dos vías, serán un elemento importante del
sistema global de comunicación, facilitando la comunicación simétrica y permitiendo la edifi-
cación de las relaciones entre las organizaciones y sus públicos, así como desarrollar políticas
de responsabilidad hacia esos públicos.
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empleador. Lo anterior impone una responsabilidad aún mayor sobre los profesionales, dado
que las responsabilidades de consejero son más amplias en el sentido de tener que preocuparse
por públicos más amplios y más grandes.
A pesar de que tanto el papel de consejero como el de apoyo y mediación debe llevarse a cabo
dentro de los límites de la verdad, buen gusto y legales, el consejero debe también practicar den-
tro de los límites morales de y con consideración ética hacia todos los públicos involucrados.
Es por esto que su propósito se convierte, de mayor manera, en un factor sobre el cual debe
decidir el consejero. Es el movimiento hacia el profesionalismo del campo de las relaciones
públicas que ha llevado a la preocupación sobre los principios de la ética.
De manera similar se conectan las preocupaciones sobre la ética con el desarrollo de la profe-
sión. La función de las relaciones públicas han buscado el satisfacer sus aspiraciones ejercitan-
do una fuerza moral y ética, así como una habilidad técnica y de esta manera desarrolla una
identidad y una disciplina profesional propia.
¿Son las Relaciones Públicas una actividad eminentemente moral? ¿O sólo una serie de diferen-
tes técnicas que se pueden aplicar para conseguir un determinado fin y, por ello, una práctica
neutral éticamente hablando? Nadie discute que esta actividad posee un aspecto técnico y ar-
tístico, pero no es menos cierto que ella supone la transmisión de un mensaje, en el cual hay
una intención por parte del comunicador corporativo de inducir una determinada respuesta
favorable del público (principalmente a través de los medios de comunicación social), hacia su
organización.
Es decir, no sólo busca informar objetivamente, sino también alcanzar una determinada res-
puesta. Si esta lo requiere, el mensaje podría eventualmente ser falso, o serlo parcialmente.
Además, el modo en que se transmite el mensaje puede ser éticamente incorrecto, en la medida
que sea engañoso. El qué y el cómo se informa nunca es híbrido y sus consecuencias pueden
ser importantes no sólo para la comunidad, sino también para la empresa. Cuando ésta se en-
cuentra ante situaciones de crisis de credibilidad, en que su imagen corporativa está seriamente
dañada, no pocas veces se cae en la tentación de superar esta situación transmitiendo mensajes
falsos o engañosos.
A veces se piensa que cuando está en juego el prestigio o la supervivencia de la empresa o de
la institución contratante se puede desfigurar la verdad, entendiendo este proceder como un
mal menor.
Pero la dimensión ética de las Relaciones Públicas es intrínseca y no extrínseca, es decir, es in-
herente a ella, es parte de su estructura. ¿Por qué? Podemos distinguir dos aspectos.
Primero, la ética del Relacionista Público, cada una de cuyas actuaciones repercute favorable o
desfavorablemente en la institución. Él es, en cierto sentido, su rostro visible. Su credibilidad,
su transparencia y su honestidad representan, en gran medida, a la entidad en la cual trabaja
sin que se le pueda disociar de su labor profesional.
Por otra parte, las Relaciones Públicas están orientadas hacia la sociedad, tienen que ver con
personas que pueden verse perjudicadas o beneficiadas por una actuación puntual. Desde esta
perspectiva, el Relacionista Público no sólo debe poseer una serie de habilidades o destrezas,
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como capacidad comunicativa (empatía, buena expresión oral, excelente redacción, buena
memoria emotiva y colectiva), capacidad analítica (pensamiento analítico, creatividad), capa-
cidad organizativa (pensamiento lógico, pensamiento relacional), capacidad para solucionar
problemas (decisión, pragmatismo), capacidad de trabajar en equipo (liderazgo) o capacidad
de gestión, sino, además, una serie de virtudes intelectuales y morales que se traduzcan en una
responsabilidad ética. Es decir, el relacionista público debe estar consciente de la responsabili-
dad que asume con los destinatarios y receptores de los mensajes, y prever el impacto de ellos
en la sociedad.
Un código deontológico no es una especie vademécum, al cual puede acudir el relacionista pú-
blico cada vez que se le presenta un dilema ético. En él no encontrará recetas, pero sí principios
y directrices de acción que iluminen su labor profesional. Los códigos deontológicos son una
especie de decantación de la reflexión moral acerca de los deberes y derechos de una profesión,
ya que allí se establecen las normas morales mínimas exigibles a esa actividad.
A los relacionistas públicos las normas deontológicas de la profesión les ayudarán a ejercer
dignamente su trabajo. Es cierto también que estos códigos no concluyen con el tema de la
ética. Pero a pesar de las deficiencias, la existencia de los mismos generalmente en asociaciones
profesionales, suponen un paso adelante en el afianzamiento de la ética. Por ello, se deben des-
tacar códigos como el del Consejo Profesional de Relaciones Públicas de la República Argentina,
el de la Public Relations Society of America (PRSA), que cuentan con normativa deontológica
desde hace muchos años, aunque no tengan potestad para impedir que las personas ejerzan
la profesión sin un título que los acredite, así como de amonestar a aquellos profesionales que
no están asociados.
Si se tiene en cuenta que las Relaciones Públicas no están totalmente profesionalizadas, que aún
nos falta mucho camino por recorrer en el plano ético, pero que se está avanzando, y que nues-
tra sociedad exige dimensiones de información con conciencia ciudadana, convendría realizar
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una reflexión sobre dónde estamos y hacia donde debemos dirigirnos en el terreno ético.
Cutlip y Center en su obra Effective Public Relations (2001) consideran que las Relaciones Pú-
blicas y la comunicación no podrán alcanzar su status profesional mientras no se acabe con el
problema del intrusismo y sólo sean autentico profesionales, perfectamente formados, los que
ejerzan la profesión (p. 197).
Para finalizar, podemos recordar las palabras de Grunig y Hunt en su libro Dirección de Rela-
ciones Públicas (2000) que reconocen que se está en las primeras fases de la profesionalización
y que se hacen progresos. En este sentido aseguran que: “sólo cuando la mayoría de los profe-
sionales actúen de forma ética, quedará claro cuando otros no lo hagan. Solo entonces aquellos
que no las practican (las relaciones públicas) reconocerán que éstas constituyen una profesión
ética” (p. 197).
Referencias Bibliográficas
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Lisby, Greg, (2001). Regulating the Practique of Public Relation en communication and the Law.
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Pérez Galdós Benito. (2000). Nazarin. Madrid: Edición digital Biblioteca Miguel de Cervantes.
Edición original: Imprenta La Guirnalda (1895).
Summary: In this article the author reflects about entailment of ethics and public relations,
reviewing the discussion on the role of ethics within the profession. This subject, that has been
intensively discussed, implies several variables like present legislation, the norms that rules
the daily activity of communicators and the philosophical direction of the person who exerts
the profession. The author analyzes that public relations people often must apply their own
perspective to judge whether actions to generate bonds and to create relations between the
organization and her public ‘are right or not’, having to announce the benefits and damages of
their activities of communication.
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Resumo: Neste artigo o autor reflexiona a respeito da vinculação da ética e as relações públicas,
revisando a discussão sobre o papel da ética na profissão. Um tema muito discutido, no que
se devem de ter em conta variáveis como as leis correspondentes, as normas básicas da tarefa
diária do comunicador e a orientação filosófica da pessoa que exerce a profissão. Analisa que
os relacionistas públicos muitas vezes têm que recorrer sua opinião para julgar se o que devem
fazer para gerar vínculos e criar relações entre a organização e seus públicos ‘é correto ou não’,
devendo pregar os benefícios e prejuízos de suas atividades de comunicação.
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