Metáfora Del Jardín

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Metáfora del jardín

Objetivo: Establecer el contexto de la terapia

Suponga que usted es un jardinero que ama su jardín, que le gusta cuidar de sus plantas, y que nadie más que usted
tiene responsabilidad sobre el cuidado de sus plantas. Suponga que las plantas son como las cosas que usted quiere en
su vida… así, ¿cuáles son las plantas de su jardín? ¿Cómo ve las plantas como jardinero? ¿Tienen flores, huelen bien,
están frondosas? ¿Está cuidando las plantas que más quiere como usted las quiere cuidar?… Claro que no siempre dan
las flores en el lugar que usted quieres, en el momento que lo desee; a veces se marchitan a pesar del cuidado; la
cuestión es cómo ve que las está cuidando, ¿qué se interpone en su camino con las plantas, en su quehacer para con
ellas? Quizás está gastando su vida en una planta del jardín. Ya sabe que en los jardines crecen malas hierbas. Imagine
un jardinero que las corta tan pronto las ve, pero las malas hierbas vuelven a aparecer y nuevamente el jardinero se
afana en cortarlas y así, ¿es ésa su experiencia con su problema? Surge…(cualquier problema, ansiedad, depresión o
pensamientos y recuerdos que le hacen sentir mal) y… abandona el cuidado del jardín para ocuparse de ese problema.
No obstante, las malas hierbas, a veces, favorecen el crecimiento de otras plantas, bien porque den espacio para que
otras crezcan, bien porque hagan surcos. Puede que esa planta tenga algún valor para que las otras crezcan. A veces, las
plantas tienen partes que no gustan pero que sirven, como ocurre con el rosal que para dar rosas ha de tener espinas.
¿Qué le sugiere? ¿Puede ver sus plantas y las áreas de su jardín donde aún no hay semillas? Algunas estarán mustias y
otras frondosas. Hábleme de sus plantas y de si las cuida como usted quiere cuidarlas. Dígame si está satisfecho/a con el
cuidado que da a sus plantas, si las cuida de acuerdo con lo que valora en su vida. (…) Es importante que sepamos, los
dos, que yo nunca podré plantar semillas en su jardín, ni decirle qué semillas plantar, y cómo crecerán mejor; que nunca
podré cuidar de sus plantas. Sólo usted podrá hacerlo. Y ahora, le pregunto si, por un minuto, ¿podría dejar de centrarse
en la planta que le molesta, la que le ha traído aquí? ¿Estaría dispuesto/a aun con cualquier pensamiento sobre esta
planta que no quiere hablar de las otras plantas de su jardín, de cómo están, e incluso estaría dispuesto a hacer algo con
ellas, a cuidarlas incluso sin ganas?… Dígame, ¿qué hay entre usted y el cuidado de sus plantas? ¿Qué le impide cuidarlas
ya?….

METÁFORA DE LAS CALLES CON TIENDAS

Objetivo: Ayudar a comprender la experiencia del cliente. Comenzar a clarificar problemas y valores.

Y sí, la vida es como ir por las calles de la ciudad. Vas por unas calles y no por otras, por las razones que sean. Las calles
están repletas de tiendas, de escaparates, de sonidos y de luminosos que te invitan a pararte, a entrar en ellas y a
comprar sus productos. Sin embargo, no es lo mismo caminar por las calles en dirección a lo que uno quiere, que ir por
las calles y no llegar a ningún sitio porque constantemente nos paramos a ver los escaparates y entramos a comprar lo
que allí se nos ofrece. Al cabo del tiempo, uno ve que su vida está al arbitrio de lo que nos ofrecen estas tiendas y parece
que hemos perdido nuestra dirección y no sabemos por donde caminamos, ni qué dirección vamos a tomar al llegar a la
encrucijada….excepto que nuestra elección fuera salir a comprar. Comprar constantemente hace que la vida esté
entrecortada frecuentemente. Y tú, ¿Por qué calles quieres ir? ¿Por las numerosas tiendas que tienes en el camino y
cuyos productos te atrapan aunque no lo quieras? Háblate de tus calles, a dónde te conducen, que tiendas y productos
te atrapan y si te hacen para o cambiar la dirección en la que quieres ir.
¿Cómo te ves dentro de 10 años?

«¿Cómo te imaginas físicamente dentro de 10 años?,

«¿A qué crees que te dedicas?», «¿Qué aficiones tienes?»,

«¿Con quién vives?», «¿Qué amigos tienes?»,

«¿Cómo es la relación con tu familia?»,

«¿Tienes pareja?»

«¿Tienes hijos/as?»,

¿Cuántos?

¿En qué trabajaras?

¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?»

«¿Eres feliz?»,

«¿De qué te sientes más orgulloso/a?»

Ejercicio 2: El epitafio

Este ejercicio en la identificación de la propia misión consiste en escribir nuestro epitafio.

Cuando ya no estemos, ¿Qué recordarán de nosotros? Imagina tu propio entierro. A él asisten cinco personas (familiares
o amigos) que te conocen bien. Escúchalos.

¿Qué están diciendo de ti?

¿Cómo te recuerdan?

¿Por qué te echan de menos?

Una variante del mismo ejercicio es la del “abuelo centenario”. Estás soplando las velas de la tarta con la que celebras
haber llegado a los 100 años.

¿Qué felicitaciones recibes y por qué?


La metáfora del Autobús
Una metáfora para entender lo que son los valores y cómo la evitación nos puede hacer renunciar a ellos
es la del “autobús de pasajeros”.
“Imagínate que eres el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Los pasajeros son pensamientos, sentimientos, recuerdos y
todas esas cosas que uno tiene en su vida. Es un autobús con una única puerta de entrada, y sólo de entrada. Algunos de los pasajeros
son muy desagradables y con una apariencia peligrosa.
Mientras conduces el autobús algunos pasajeros comienzan a amenazarte diciéndote lo que tienes que hacer, dónde tienes que ir, ahora
gira a la derecha, ahora vete más rápido, etc., incluso te insultan y desaniman, eres un mal conductor, un fracasado, nadie te quiere…
Tú te sientes muy mal y haces casi todo lo que te piden para que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así te dejen
conducir tranquilo.
Pero algunos días te cansas de sus amenazas, y quieres echarlos del autobús, pero no puedes y discutes y te enfrentas con ellos. Sin
darte cuenta, la primera cosa que has hecho es parar, has dejado de conducir y ahora no estás yendo a ninguna parte. Y además los
pasajeros son muy fuertes, resisten y no puedes bajarlos del autobús. Así que resignado vuelves a su asiento y conduces por donde
ellos mandan para aplacarlos.
De esta forma, para que no le molesten y no sentirse mal empiezas a hacer todo lo que le dicen y a dirigir el autobús por dónde le
dicen para no tener que discutir con ellos ni verlos. Haces lo que te ordenan y cada vez lo haces antes, pensando en sacarlos de tu vida.
Muy pronto, casi sin darte cuenta, ellos ni siquiera tendrán que decirle “gire a la izquierda”, sino que girarás a la izquierda para evitar
que los pasajeros se echen sobre ti y te amenacen.
Así, sin tardar mucho, empezarás a justificar sus decisiones de modo que casi crees que ellos no están ya en el autobús y
convenciéndote de que está llevando el autobús por la única dirección posible. El poder de estos pasajeros se basa en amenazas del
tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que nos mires, y te sentirás mal”. Pero eso es todo lo que pueden hacer.
Es verdad que cuando aparecen estos pasajeros, pensamientos y sentimientos muy negativos, parece que pueden hacer mucho daño, y
por eso aceptas el trato y haces lo que le dicen para que le dejen tranquilo y se vayan al final del autobús donde no les puedas ver.
¡Intentando mantener el control de los pasajeros, en realidad has perdido la dirección del autobús! Ellos no giran el volante, ni
manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar. El conductor eres tú.“

Esta metáfora permite tomar perspectiva de cómo nuestros pensamientos negativos pueden llegar a inundarlo todo y ponerse al frente
de nuestro camino, planes e incluso haciendo que nos detengamos.
Perder el trabajo, o incluso temer que uno lo vaya a perder, genera ansiedad, baja autoestima, incluso depresión y sobre todo, una
enorme infelicidad. Para muchos, perder el trabajo es perder la identidad, pero como indican los expertos, una sociedad no es más feliz
por ser más rica.
Siempre habrá personas buscando trabajo. Y siempre habrá personas que encontrarán trabajo.
Las cifras son alarmantes y nos pueden hundir más, ya que nos provocan desánimo y baja autoestima y hacen que se apodere de
nosotros un sentimiento de desánimo, pero ¿puedes cambiar estas cifras?, ¿te ayuda o sirve esa información para seguir adelante? Si la
respuesta es “No”, ¿para qué invertir tu energía en eso?
Tenemos una energía limitada, y sobre todo, en estos momentos, debemos saber gestionarla, ya que ni dormirás igual de bien, ni te
levantarás al día siguiente con ganas o una actitud positiva.
¿Has pensado ya cómo vas a invertir tu energía?

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