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Secretaría de Jurisprudencia - CSJN

AUTONOMÍA PROVINCIAL - INTERVENTOR FEDERAL

Zavalía, José Luis c/ Santiago del Estero, Provincia de y Estado Nacional s/


amparo
Fecha: 21 de septiembre de 2004
Publicación: Fallos: 327:3852
Votos: Enrique Santiago Petracchi, Augusto César Belluscio, Carlos S. Fayt,
Antonio Boggiano, Juan Carlos Maqueda, E. Raúl Zaffaroni, Elena I.
Highton de Nolasco.

Antecedentes:
José Luis Zavalía, senador nacional por la Provincia de Santiago del Estero, en tal carácter y por su
propio derecho, presentó una acción de amparo contra el Estado Nacional y contra la provincia
referida a fin de que se declare la ilegalidad, ilegitimidad e inconstitucionalidad de la ley 6667,
publicada en el Boletín Oficial de ese Estado provincial el 5 de agosto del corriente año, por la cual
el interventor federal declaró la necesidad de la reforma parcial de la Constitución de la Provincia
de Santiago del Estero y convocó a elecciones para elegir convencionales constituyentes para el 31
de octubre de 2004. En forma paralela y mientras dure la sustanciación del proceso, requiere que
se dicte una medida cautelar por medio de la cual se suspenda el acto comicial hasta tanto se pro-
nuncie el Tribunal de manera definitiva.
La Corte declaró su competencia originaria en los términos del art. 117 de la Constitución Nacio-
nal e hizo lugar a la medida cautelar pedida y en consecuencia suspendió el llamado a elecciones
para convencionales constituyentes dispuesto.

Estándar aplicado por la Corte:


La Corte Suprema destacó que la Constitución Federal de la República se adoptó para su gobierno
como Nación y no para el gobierno particular de las provincias, las cuales según la declaración del
art. 105, tienen derecho a regirse por sus propias instituciones, y elegir por sí mismas sus gober-
nadores, legisladores y demás empleados; es decir, que conservan su soberanía absoluta en todo lo
relativo a los poderes no delegados a la Nación, como lo reconoce el art. 104.
Por ello, una de las más importantes misiones de la Corte consiste en interpretar la Constitución
Nacional de modo que el ejercicio de la autoridad nacional y provincial se desenvuelvan armonio-
samente, evitando interferencias o roces susceptibles de acrecentar los poderes del gobierno central
en detrimento de las facultades provinciales y viceversa, ya que del logro de ese equilibrio debe
resultar la adecuada coexistencia de dos órdenes de gobierno cuyos órganos actuarán en dos órbitas
distintas, debiendo encontrarse sólo para ayudarse.
Así, afirmó que si bien la Constitución Nacional garantiza a las provincias el establecimiento de sus
instituciones y la elección de sus autoridades sin intervención del gobierno federal (arts. 5° y 122),
las sujeta a ellas y a la Nación al sistema representativo y republicano de gobierno (arts. 1° y 5°) y
encomienda a la Corte el asegurarla (art. 116) con el fin de lograr su funcionamiento y el acata-
miento a aquellos principios que todos en conjunto acordaron respetar al concurrir a la sanción de
la Constitución Nacional.
En tal sentido, cuando se denuncia que han sido lesionadas expresas disposiciones constitucionales
que hacen a la esencia de la forma republicana de gobierno y del federalismo, en el sentido que da
a esos términos la Ley Fundamental, y que constituyen los pilares del edificio por ella construido
con el fin irrenunciable de afianzar la justicia, no puede verse en la intervención de la Corte una
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intromisión ni un avasallamiento de las autonomías provinciales, sino la procura de la perfección de


su funcionamiento, asegurando el acatamiento de aquellos principios superiores que las provincias
han acordado respetar al concurrir al establecimiento de la Constitución Nacional, y que la Nación
debe garantizar.
Manifestó que en el caso, toda vez que se pretende resguardar las garantías previstas en los arts. 5° y
122 de la Constitución Nacional, se debe concluir que la causa corresponde en razón de la materia a
la competencia originaria exclusiva y excluyente prevista en el art. 117 de la Constitución Nacional
ya que el asunto se presenta como de aquéllos reservados a su jurisdicción.
Aclaró que si bien quedan excluidos de la jurisdicción originaria de la Corte Suprema los casos que
requieren para su solución la aplicación de normas de derecho público local y el examen o revisión
en sentido estricto de actos administrativos de las autoridades provinciales, o legislativos de carácter
local, ese principio cede cuando la pretensión se funda exclusivamente en prescripciones consti-
tucionales de carácter nacional, en leyes del Congreso, o en tratados, de tal suerte que la cuestión
federal sea la predominante en la causa.
Afirmó que tal situación se presenta en una causa si en la sentencia definitiva no se entrará en la
revisión en sentido estricto de actos administrativos de “naturaleza” pública local, sino que deberá
examinarse y determinarse si, en el marco de los arts. 5°, 6° y 122 de la Constitución Nacional, y
de acuerdo a la ley 25.881, sancionada por el Congreso de la Nación, a la que cabe atribuirle un
inequívoco carácter federal, el interventor federal en Santiago del Estero tiene facultades para dis-
poner la reforma parcial de la Constitución.
Entendió que las intervenciones no se han instituido para cercenar derechos a los habitantes de las
provincias sino para garantizarlos plenamente en su ejercicio, ni causan cesantía de la personería
jurídica de los estados, que son de existencia necesaria. El hecho de que los interventores no sean
funcionarios legales de las provincias, en cuanto su designación emana del gobierno nacional y sus
atribuciones y responsabilidades se relacionan con el poder que representan y no con los poderes
locales, implica que la función de tales funcionarios federales no puede extenderse más allá de los
límites que les asigna la Constitución y la ley, pero ello no obsta al ejercicio de sus funciones de
representantes necesarios del Estado intervenido, mientras se organizan los poderes locales.
La cesantía temporaria de los poderes intervenidos no significa la destrucción de su personalidad,
cuya representación pública y privada asumen los interventores para cumplir y hacer cumplir las
leyes locales, así como los derechos y las obligaciones de aquél, en virtud de la soberanía nacional
que representan, delegada implícitamente por la Constitución y es en mérito de estas atribuciones
que no se interrumpe en las provincias intervenidas la percepción de sus impuestos, ni su inversión,
ni la ejecución de las obras públicas.
En su opinión, los actos de naturaleza local emanados de los interventores federales no pierden ese
carácter por razón del origen de su investidura, y caen en consecuencia bajo la jurisdicción de los
tribunales locales, sin perjuicio, según el caso, de la inmunidad que cabe reconocerle al interventor
en el ejercicio de sus funciones específicas y en tanto funcionario delegado del gobierno federal.
El interventor federal tiene un doble carácter, y, en consecuencia, también lo tienen los actos que
realiza; representa al gobierno federal, pero es también un representante promiscuo y necesario de
la provincia hasta tanto sean reorganizados los poderes locales, es decir que actúa con una doble
personalidad y realiza actos que gozan de una u otra naturaleza y que pueden ser calificados de
diversa manera.
Entendió que aceptar la radicación de las actuaciones donde se cuestiona la ley local dictada por el
interventor federal que declara la necesidad de la reforma parcial de la Constitución provincial en
la instancia originaria de la Corte Suprema es la única forma de garantizarle al Estado provincial un
juez imparcial, dado que su calidad y preexistencia a la Nación misma impide someterlo a los jueces
federales, a favor de quienes incluso no podría renunciarla cuando la competencia se determina en
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razón de la materia, pues el respeto a su condición de Estado y la presencia de razones institucio-


nales y federales se lo impediría.
Y si bien la acción de amparo de manera general es procedente en los litigios que caen dentro de
la competencia originaria de la Corte -porque de otro modo en tales controversias quedarían sin
protección los derechos de las partes en los procesos contemplados en el actual art. 43 de la Cons-
titución Nacional y por la ley 16.986-, al tratarse la cuestión debatida de un problema atinente a
la determinación de las órbitas de competencia entre los poderes del gobierno federal y los de un
Estado provincial, parece poco compatible el régimen invocado y los mecanismos previstos en la ley
mencionada y la acción declarativa -que también tiene una finalidad preventiva- resulta un medio
plenamente eficaz y suficiente para satisfacer el interés de la actora.
Respecto de las medidas cautelares, señaló que si bien por vía de principio, no proceden respecto
de actos administrativos o legislativos habida cuenta de la presunción de validez que ostentan, tal
doctrina debe ceder cuando se los impugna sobre bases prima facie verosímiles.
Indicó que la finalidad de ese proceso consiste en asegurar la eficacia práctica de la sentencia y la
fundabilidad de la pretensión que constituye su objeto no depende de un conocimiento exhaus-
tivo y profundo de la materia controvertida, sino de un análisis de mera probabilidad acerca de la
existencia del derecho discutido, y ello es lo que permite que el juzgador se expida sin necesidad de
efectuar un estudio acabado de las distintas circunstancias que rodean toda relación jurídica.
A raíz de ello, decidió hacer lugar a la medida cautelar solicitada y suspender el llamado a elecciones
para convencionales constituyentes al entender que de proseguirse el proceso de reforma constitu-
cional ya iniciado con el ejercicio de las facultades preconstituyentes que el actor niega al interven-
tor federal y dictarse una sentencia favorable a esa pretensión, o bien la decisión podría ser ineficaz
frente a los actos ya cumplidos o bien éstos podrían quedar viciados de nulidad, con el consiguiente
trastorno institucional que ello acarrearía y la inútil realización de importantes erogaciones. En
cambio, si la sentencia fuese desfavorable, la temporaria suspensión de aquel proceso no implicaría
ninguna consecuencia negativa.

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