Obras Cortas Teatrales

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¿Le apetece un dolor de espalda?

Hombre
Mateo: Creo que no es necesario darle más vueltas: Tengo un agarrotamiento aquí en la
espalda, en la zona del cuello, y me vienen mareos, y sudores fríos, y me atacan una especie
de espasmos y pierdo la conciencia por momentos. Y creo que es más que suficiente para
que me firme esa baja médica, doctor. Tenga en cuenta que hago visitas a clientes en el
vehículo de la empresa. Y podría tener una de esas pérdidas de conciencia mientras voy
conduciendo. Y usted sería responsable de lo que me pudiera pasar, doctor. Porque yo estoy
aquí, hoy, y usted me está diciendo que no tengo nada… cuando sí tengo algo. Algo que me
provoca mareos, que me hace perder el conocimiento y que además… duele mucho. Tengo
un dolor continuo, doctor. Es como si recibiera una descarga eléctrica, pero permanente,
zas, zas, zas, todo el rato… Yo no soy médico pero creo que necesitaré unos diez días de
reposo, de “desconexión”, no menos de diez, lo suyo serían doce para curarme bien, a
contar a partir del siete de abril y hasta el veintisiete. (El doctor muestra extrañeza por la
precisión de las fechas). Sí: del lunes próximo al viernes de la semana siguiente, ambos
inclusive. Es que además de doler, de dar mareos y provocar pérdidas de conciencia, esto
que tengo yo: es contagioso. Podría contagiar al resto de compañeros de trabajo. Sería un
drama. Y el primer expuesto, por el rato que llevamos aquí dándole vueltas, es usted,
doctor. ¿Es que le apetece tener un dolor agudo en la espalda, un dolor horrible de descarga
eléctrica que le dejará dormir ni le dejará hacer nada? ¿Le apetece…?

Indicaciones:
Mateo, sin duda, se está comportando como un caradura. Pero como un caradura
simpático. Quiere unas vacaciones a costa de la empresa y no va a salir de la consulta del
médico sin una baja firmada. Ojo: Mateo no es el típico matón de barrio. No está
acostumbrado a hacer este tipo de cosas. Lo hace porque se ha dado cuenta de que, en el
trabajo, sus compañeros sí hacen este tipo de cosas. Y ahora Mateo tiene la presión de su
mujer que le ha preguntado si él va a ser el único tonto que no se aprovechará nunca de la
empresa. Anoche, su mujer llegó a casa con un viaje pagado, sin posibilidad de
cancelación (con los de billetes de avión, hotel, excursiones, etc.). Esto es mucha presión
para Mateo, que se muestra bastante torpe en la consulta del médico.
Por todo lo dicho, el monólogo tiene un aire cómico. Por supuesto, el actor, si lo
necesitara, puede darle otra orientación. El texto la admite. En tal caso, basta pensar que
Mateo no es el último en robar a la empresa sino el primero. Lo que parece torpeza
(señalar exactamente las fechas de la baja) se convierte maestría: es tan dominante la
posición de Mateo que quiere dejársela clara al doctor. Mafia pura, en ese caso.
Quiero unos peces como estos - Hombre
Juan: Quiero unos peces como estos. Exactamente. Uno verde, uno amarillo, uno
naranja, dos azules, y uno marrón. Los quiero de la misma raza -¿se dice raza?- y
de tamaños igual, o al menos muy parecidos. No crea que soy un fanático del
mundo animal submarino, no, soy precisamente lo contrario: detesto los animales,
y en particular los peces. Me parecen tontos. Y sólo a un tonto como mi jefe se le
puede ocurrir tener peces en su despacho. La culpa es de mi jefe, por tener peces
en el despacho. Yo sólo entré con unos colegas a bromear un poco y, jugando
jugando, se rompió el termómetro de la pecera y se esparció el mercurio por el
agua y… Fulminante. Todos muertos en cuestión de segundos. Mire: he
conseguido hacer lo más difícil. He podido vaciar la pecera, la he limpiado y la he
vuelto a llenar. Y todo eso sin que se entere la secretaria de mi jefe, cosa que
tiene mucho mérito. Ahora sólo me queda echar dentro unos peces para que todo
quede como estaba. Y quiero exactamente unos peces iguales a estos: uno verde,
uno amarillo, uno naranja, dos azules y uno marrón. ¿Entiende lo que le digo?
Dígame que sí los tiene, por favor, dígame que los tiene. No me diga que a mi jefe
se le ocurrió comprar especies raras porque me da algo.

Indicaciones:
Hay un gran contraste entre la primera frase y la última. Cuando pronuncia la primera
frase, el tipo tiene que parecer un entendido en peces, un quisquilloso con aires de
superioridad. Nada más lejos de la realidad. El discurso avanza y, al final, cuando
llegamos a la última parte ya sabemos que el tipo es un hombre acobardado, hundido. El
monólogo es de tono ligero, cómico. El tipo no es demasiado inteligente. Es un hombre de
acción. Es un tipo primario, directo. No excluir la posibilidad de que se cabree.
Sólo se me ocurren dos cosas - Hombre
Pedro: He escuchado tu mensaje. (Pensativo) ¿Sabes? Sólo se me ocurren dos
cosas: O te has convertido en la mejor violinista de todos los tiempos o has
abandonado. (Suspira) Llevo rato pensando, Elena, pensando bien lo que voy a
decirte, no quiero equivocarme. Vamos a ver: La última vez que me llamaste fue
hace tres años, un catorce de febrero exactamente -no es que me apunte las
fechas, es que era… un catorce de febrero-. Quedamos y me dijiste aquello. Lo
que más recuerdo es el tono con que me lo dijiste. Un tono, no sabría decir, un
tono… neutro. Dijiste: “Tengo que decirte algo”. Y pam. Me lo soltaste: Querías
llegar a ser la mejor violinista de todos los tiempos y resulta que yo era un
problema porque no te dejaba tiempo. Así de crudo. Pero sin ningún dramatismo,
como si tal cosa. ¡Sí! ¡Ése es el tono! El tono “como si tal cosa”. “Sin más”. Como
quien dice: “Se me ha roto el paraguas, no me sirve, lo tiro” Sin más. Tardé unos
segundos en darme cuenta de que el paraguas era yo. (Recuerda) Pensé que me
llamarías esa misma noche, arrepentida: “¡Pedro, qué tontería te he dicho,
perdona!” (Recuerda con tristeza) Pero, no. No llamaste aquella noche. Ni al día
siguiente. Ni a la semana siguiente. Por qué ibas a llamarme. Te habías librado de
la molestia que te quitaba tiempo para el violín, que es lo único que te llenaba en
la vida. Y hoy vas y me llamas para quedar. (Suspira) Solo se me ocurren dos
cosas: o eres la mejor violinista de la historia o has abandonado. Después de tres
años sin ninguna noticia de ti, la verdad…

Indicaciones:
Pedro esperó durante semanas la llamada de Elena. En las primeras semanas después de
la ruptura, sintió enfado, decepción. Ahora ha pasado mucho tiempo. Esos sentimientos
desaparecieron y no fueron sustituidas por nada porque Pedro fue olvidándola y
rehaciendo su vida. Hoy, la llamada de ella le ha removido. Lo que siente ahora,
principalmente, es tristeza: tristeza porque inevitablemente ha imaginado lo maravillosa
que podría haber sido la relación si hubiera continuado, y tristeza porque ahora ve -o
intuye- que la ruptura, además, no sirvió para nada, puesto que ella tampoco ha triunfado
con el violín. Este ejercicio de pensamiento, puede que resucite en Pedro, poco a poco: el
enfado y decepción que sintió los primeros días, convertidos ahora en una especie de
rencor mezclado con nostalgia.
El actor tendrá que expresar este rencor sin que el discurso parezca simplemente un
reproche. Conviene que se note también la tristeza que lo embarga.

Soy muy normal - Hombre


Sergio: ¿Qué quieres que te diga, la verdad o lo que todo el mundo quiere oír? La
verdad es que… Soy un tío muy normal, no me gusta destacar, aunque pueda
parecer extraño. Ésa es la verdad. Ése es el motivo. Vengo de un planeta en el
que dan conciertos de oboe por la tele. Los mejores, los dan en canales de pago.
Y la gente va a los bares a verlos. Tendrías que ver cómo se ponen los bares en
mi planeta cuando hay un concierto del circuito premium oboísta. Es una locura.
Los días antes y los días después no se habla de otra cosa. Todo el mundo se
atreve opinar, todo el mundo sabe de oboe. Y no parece que vaya a cambiar la
tendencia. Qué va. Va a ir a más. Hay niños que parece que no tengan otra cosa
en la cabeza: oboe, oboe, oboe. No es asignatura obligatoria en los colegios, pero
da igual: vas al recreo y ves niños de aquí para allá con los oboe dale que te pego.
Los padres, para castigar a sus hijos, les quitan el oboe. “Castigado sin oboe todo
el fin de semana”.. Bien que ellos se aseguran tener sus conciertos, sus periódicos
oboístas -eso que no se lo toquen-. Por no hablar de los trajes y vestidos. A veces
parece que todo el mundo vaya vestido con los mismos colores, en mi planeta. Se
ha puesto de moda comprar el uniforme de concierto que llevan los oboístas
famosos. Y eso que cuestan un dineral. Y más ahora que las marcas se dedican a
cambiarlos de año en año. En fin… Oboe, oboe, oboe.
¿Me preguntas por qué elegí el oboe? Porque no sabía lo que quería en la vida, la
verdad. Porque no me gusta destacar. Si es que no tengo personalidad…

Indicaciones:
Sergio es músico y toca en una orquesta, y ya empieza a estar cansado de que todo el
mundo le pregunte por qué eligió un instrumento tan raro como el oboe. En esta
ocasión, ha optado por emplear la ironía. ¿Verdad que nadie pregunta a un chico por qué
eligió el fútbol y no otro deporte? Pues, eso. Para Sergio, el oboe no tiene nada de raro (si
el oboe fuera tan popular como el fútbol nadie le haría la pregunta), lo que pasa es que es
infrecuente.
Sergio no pretende ser borde ni tajante. De hecho, trata de ser simpático, incluso
pedagógico. De ahí que monólogo tenga un tono simpático, gracioso. No obstante, el actor
puede optar, si lo desea, por utilizar este mismo texto con un enfoque más amargo. De
hecho, puede ser un experimento interesante, si se lo permiten, recitar el monólogo dos
veces de las dos maneras.

Nada cambia - Hombre


Los trabajadores de una empresa celebran que les acaba de tocar la lotería. Juan Carlos ha dejado
la fiesta y ha entrado en el despacho del jefe. Tras intercambiar unas palabras, Juan Carlos se
sincera.

JUAN CARLOS: …No, no tiene mérito, se lo habría dicho la semana pasada si me lo


hubiera preguntado, señor, o hace una hora. ¿Le ha gustado oírlo? Se lo repito: No
imagino un director mejor para esta empresa que usted. Para mí, nada cambia. Qué pasa,
los otros… no han sido tan amables… (Mira por la ventana interior del despacho) Qué
cambio. Natalia… pensaba que no se hablaba con nadie y, mírela, no calla; Romero, que
no sonríe nunca… vaya carcajadas; y García, subido encima de la mesa, el tío… Y sólo
hace una hora estaban todos con la vista pegada al teclado, como siempre…
¿Por qué este cambio? (Piensa) No es el alcohol. Están brindando con sidra -sí, con
sidra, compré sidra, es lo único que había en la tienda-. Y me da a mí que tampoco es el
premio, se lo digo yo, no es el premio. ¿Por qué este cambio, entonces? ¿O será que no
han cambiado y solo están exteriorizando lo que llevan dentro, lo que siempre han llevado
dentro? Es eso, sí… ¿Puedo hacerle una pregunta, señor -ya que parece que hoy todo el
mundo se sincera-? ¿Qué le duele más, las cosas que les está oyendo decir de usted o
que no le ofrecieran comprar ningún décimo de la lotería? No me conteste.

(Mira el reloj) Son las doce y aún no hemos hecho los pedidos de extranjero, ni las
entradas de almacén, y falta pasar los albaranes… No, no, no, no tranquilo, ya me ocupo
yo, no se levante. Nadie se va a ir de la empresa. Verá como los
convenzo. Parece que soy el único que sabe que no están bebiendo champán. Y supongo
que tendré que ser yo quien les diga que… no les ha tocado la lotería. Qué despiste,
verdad. ¿No lo sabía? No le miento, soy el encargado de la lotería este mes. Y… se me
olvidó ir a comprarla. En fin… que nada cambia. Siempre he pensado que usted eran un
buen jefe, el mejor jefe posible. ¿Quiere un poco de sidra, señor?

Indicaciones:
La maniobra de Juan Carlos es realmente ruin: Ha cometido un error grave y, en lugar de
subsanarlo, aprovecha para sacar ventaja de él. Lo más honrado en este caso habría sido contar a
sus compañeros que olvidó comprar los boletos de lotería para que detengan rápidamente
esa injustificada celebración. Pero, en lugar de eso, deja a sus compañeros que celebren y va al
despacho del jefe para mostrarle a éste cómo se están burlando de él. La consecuencia lógica es
que el jefe, cuando todo se aclare, penalice a los trabajadores y premie de algún modo a Juan
Carlos.
Se trata de que Juan Carlos no parezca todo lo cínico que es. Pero sí un poco. Juan Carlos se
muestra triste y decepcionado por las sucias burlas de sus compañeros hacia el jefe (sentimientos
que debe de estar experimentando el jefe justo en ese momento) pero un poco alegre porque,
gracias al error, el jefe va a poder tomar las medidas correctoras y justas que debía haber tomado
hace tiempo (sentimiento que experimentará el jefe a partir de ese momento). Juan Carlos trabaja
la empatía. Actúa como consuelo, como apoyo y, en última instancia, como guía emocional del jefe.
Así que se muestra cercano y comprensivo con el jefe; y distanciado de los otros empleados.

Antes de contestar - Hombre


DANI: Antes de que contestes, te voy a contar una cosa: estaba el otro día en
una cafetería sin hacer nada, perdiendo miserablemente el tiempo -era un viernes
por la noche, sí, era un viernes por la noche-, sin ni siquiera fumar –porque ahora
no se puede fumar en los bares-, cuando de repente veo que entra por la puerta
una chica guapísima, con un vestido negro ajustado, tacón alto, rubia, unos
pechos impresionantes… la bomba, vamos, el tipo de chica con la que siempre
has soñado y nunca ves andando por el mundo real, sólo en las revistas, ¿sabes?
Pues bueno, la chica, desde la puerta mismo, busca con la mirada por entre todas
las mesas y, al final, parece que se decide, acaba de entrar, se me acerca y me
pregunta: “¿Eres Carlos?” No soy un aventurero ni un mentiroso, pero en aquel
momento pensé que si dejaba pasar una oportunidad como esa, me arrepentiría
toda la vida, así que le dije: “Sí”. Y me arreó un bofetón que me dejó el tímpano
silbando. Qué hostión me dio. Y estaba la tía insultándome de mala manera
cuando aún pude ver que, en el otro extremo del bar, un tipo se levanta sigiloso,
paga y se marcha discretamente, mirando de reojo nuestra mesa. Quiero la
verdad. La pregunta es muy clara –como ves, no soy un aventurero ni un
mentiroso-, dime: “¿Eres Galadriel3540?”

Indicaciones:
Dani ha conocido a una chica en internet, en un foro de temática geek. Los dos han
confraternizado y, por fin, tras unos cuantos meses de chat, han decidido quedar en
persona. Nunca se han visto antes, ni saben que aspecto tiene el otro, ya que ambos usan
avatares de fantasía en el foro (el de la chica es Galadriel3540).
Estamos en el momento de la cita. Dani ha entrado en el bar donde han quedado y ha visto
una chica que coincide con la descripción que le dio Galadriel3540 de sí misma. Se acerca
a ella y le suelta este discurso. Es un discurso en son de paz. Dani no quiere mentiras. Está
escarmentado por una experiencia que tuvo él mismo.
Con este discurso, Dani también quiere resultar simpático y contar un poco de sí mismo y
mostrarse tal como es: natural, cercano, algo tímido, divertido.

Ponte la ropa - Hombre


Irene ha suspendido el trabajo de final de carrera de diseño. No está conforme con la nota
que le ha puesto su profesor, Gabriel. Va a verlo a su despacho.

GABRIEL: Tu trabajo merecía más nota. Te he suspendido porque quería que


vinieras hoy a mi despacho. El día de mañana, cuando presentes un proyecto,
probablemente verás cómo lo rechazan, sin más, porque sí. Los clientes no saben
lo que quieren pero sí saben lo que no quieren: cualquier cosa que no hayan
diseñado ellos. Cuando eso pase, si crees que tu trabajo es el mejor posible, vas a
tener que defenderlo, vas a tener que trabajar duro por él, mucho más que cuando
te sentaste a diseñar. Tendrás que explicar la naturaleza de tu diseño -qué
significa, qué transmite, qué lo hace especial, qué lo hace perfecto para esa
empresa, para ese cliente, para ese momento particular-, y para eso tendrás
conocer bien el porqué de la composición que has elegido, el porqué de la textura,
el porqué de cada color, de cada trazo, tendrás que sumergirte en tu proceso
creativo y vomitar una explicación con palabras, para que el cliente comprenda
que ese diseño que le estás mostrando es el que él habría hecho si hubiera tenido
el talento que tú tienes para dibujar. Tu trabajo no merecía un suspenso. Ni un
aprobado. Merecía un sobresaliente, matrícula de honor, es el mejor proyecto que
he visto en veinte años que llevo dando clase. Sólo tenías que decirme por qué
merecía eso. Sólo quería oirte… hablar. Estás suspendida. Esto no es lo que
tenías que hacer. Ponte la ropa, por favor.

No puedo hacer nada - Hombre


ROBERTO: Te fuiste de esta empresa por tu propia voluntad. Te marchaste por
dinero, ni más ni menos que a la competencia, a la todopoderosa competencia.
Fue un golpe duro para nosotros. Quién iba a pensar que un año después tu
nueva empresa quebraría. ¿Sabes?, tuvimos que ocupar tu puesto. ¿Ves aquel
hombre de allí, el de la camisa blanca? Se llama Javier. Es un buen tipo, trabaja
bien. No es tan bueno como tú, pero trabaja bien. Hay que tener cojones para
venir aquí, joder, Andrés. A ver si lo entiendo: ¿Te falta autoestima o tienes
demasiada? Eres la última persona a la que esperaba ver. Nos ha ido bien sin ti,
¿sabes? ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? No hay plazas vacantes.
Estamos completos. ¿Qué significa esto, que tengo que echar a alguien? ¿Tengo
que despedir a Javier, así, por las buenas, porque el señorito ha vuelto? Sabes
que nunca haría eso. Yo nunca haría esa clase de cosas, pero tú… sí. Tú eres de
otra manera. Es ese carácter tuyo el que puso sobre mi mesa las mejores cifras de
ventas en la historia de esta empresa durante 35 meses seguidos. Lo sé
perfectamente. Y yo, que no soy como tú, te dejé hacer. Sin preguntar. Callando.
Mirando. Y fíjate dónde nos ha llevado tu inercia: a ser el número uno. Somos
líderes del sector, pudiste verlo estando en el otro barco. Pero, con tu perspicacia,
estoy seguro de que pudiste ver también que nuestras cifras no son las de antes.
Han bajado desde que te fuiste. Y eso al consejo de administración le gusta poco.
Pero yo no puedo hacer nada, Andrés. Esta es mi respuesta: No puedo hacer
nada. Ahí está Javier –el de la camisa blanca-. Puedes ir y hablar con él, si
quieres. Cuéntale todo lo que me has dicho a mí, háblale de coraje, de ambición,
dile lo que quieras. Yo no haré nada. Me sentaré aquí, callaré… miraré.

Tu padre era un tipo estupendo - Hombre


GERARDO: (a una niñita en la cuna) ¿Sabes? Tu padre era un tipo estupendo.
Salía mucho con tu padre, yo. Salíamos todo el grupo: a cenar, de bares, al cine, a
ver fútbol, a jugar a fútbol… Era buenísimo jugando a fútbol, tu padre, ¿lo sabías?
Jugaba por la banda, se escapaba de todos, qué bueno era. Joder… Pero lo que
más me gustaba de tu padre era que podías hablar con él, en cualquier momento,
de cualquier cosa. Anda que no pasé horas hablando con tu padre de todo: de
política, de fútbol, de ciencia, de todo.

Y ahora… Ahora… Joder.

Siempre que le llamo me dice que no puede porque… No te lo tomes mal pero…
no puede por ti. Se pasaría las veinticuatro horas del día mirándote. Y se gastaría,
¡se gasta!, todo el dinero en ti: “Necesita una cuna”, la mejor cuna; “Necesita un
humidificador para la habitación”, humidificador; “y luz natural”; Toma luz natural.
Ahí no había ventana, ¿lo sabías? Era todo pared y la hizo agujerear. Por ti.
“Necesita ropita”, y joder qué armario. “Y zapatitos”, ¿de verdad necesitas
zapatitos, criatura? Si casi no sales de la cuna, que sólo gateas. Y un walkie talkie,
¡un walkie talkie!, ¡pero si no hablas! ¡Para qué coño quieres un walkie talkie!

Él no era así. Lo han cambiado. Tu madre lo ha cambiado. Tu madre –te lo digo


en confianza- no me gusta un pelo. Nunca me ha gustado. Ya se lo dije el primer
día: “Lleva cuidado con Carmen”. Y vaya si me hizo caso. Tu padre era un tío
despreocupado y, míralo ahora, está neurótico, está obsesionado: cunita para la
nena, humidificador para la nena, ventana para la nena, ropitas para la nena,
ochocientos zapatitos para la nena, un walkie talkie para la nena ¡un walkie talkie!
¡Para qué coño quieres un walkie talkie si no hablas! (Un impacto lo calla
súbitamente)

¿Qué has dicho? (Mira a la niña con aterradora sorpresa. La niña no contesta.
Parece que el sonido viene de la cuna) Carmen… ¿Carmen?… ¿Jose?…

(Nota: en el arranque puede parecer que el padre de la niña ha fallecido)

Le defenderé con éxito - Hombre


MAXWELL: Buenas tardes, mi nombre es Maxwell. Soy su abogado. Creo que ya
lo sabe: el fiscal ha solicitado contra usted la pena capital. Lo máximo que puede
obtenerse, a la vista de los hechos, es una cadena perpetua. La fiscalía no acepta
tratos, así que, para conseguir esa cadena perpetua, habrá que pelearla en el
tribunal. Y le soy sincero: las posibilidades de éxito son escasas.
Tiene que saber que yo no soy el primer abogado que le asignan. Antes de que
me eligieran a mí, nombraron a otro abogado de oficio. Rechazó el caso. Luego le
asignaron otro, y otro y otro… Solo yo he querido asumir su defensa. Los
crímenes por los que se le acusa –debe saberlo- han causado una alarma social
sin precedentes en este Estado. En el país entero, diría yo.
También quiero que sepa que le odio. Le odio profundamente por lo que ha hecho.
Para mí, es usted el ser más despreciable de la tierra. Si quiere, puede recusarme,
pero sepa que, entonces, tendrá que comparecer en el juicio sin abogado. Y las
posibilidades de éxito, en esas circunstancias, se reducen a cero.
Estoy casado desde hace diez años con mi mujer, Linda. Tengo dos hijos. El
mayor se llama Martin y el pequeño, Peter. Martin es muy bueno jugando a
beisbol. A Peter le encanta tocar el piano, y lo toca muy bien. Son dos niños
maravillosos. Tienen siete y cinco años. Las mismas edades exactas que tenían
Andrew y Steve, los niños que usted… (no termina la frase)
Si dentro de un año usted es ejecutado en la silla eléctrica, su muerte
proporcionará un ligero alivio a los padres y madres de este Estado. Ligero. Y a
usted lo aliviará completamente. Y yo no quiero concederle ese triunfo. Deseo que
usted se pudra en la cárcel el resto de su vida, que sufra lentamente la miseria de
ese oscuro laberinto tóxico sin final que es la penitenciaría del Estado. La muerte
sería una salida inmerecida. No me impida ayudarle. Haré todo lo posible para
ganar este juicio.

Atacar la cumbre - Hombre


PABLO: (afectado) Llevábamos días esperando que mejorara el tiempo. Por fin,
el jueves 21 el viento aflojó. No era un buen día, pero al menos había dejado de
azotarnos aquel viento huracanado. Y eso nos animó. Las previsiones
meteorológicas para el resto de la semana no eran optimistas, así que se nos
presentaba una oportunidad única, teníamos una pequeña ventana para intentarlo,
era “ahora o nunca”.

Había mucho riesgo, sí. Así que lo hablamos. Lo discutimos los seis. Somos un
equipo, éramos un equipo. Hasta ese momento, habíamos estado de acuerdo en
todo, nunca había estado en una expedición tan cohesionda como ésta pero… en
aquel momento crucial tuvimos opiniones diferentes. No criticaré la capacidad de
nadie. Todos éramos grandes alpinistas, con mucha experiencia a nuestras
espaldas, pero en aquellas circunstancias quedó claro que teníamos maneras
diferentes de entender la aventura. Cinco contra uno. Me quedé solo. Lo lógico
habría sido acatar la decisión del grupo y mantener el bloque pero… pero… los
que conozcan la alta montaña sabrán que, a siete mil metros de altura te estás
jugando la vida y lo justo es que cada uno pueda decidir por sí mismo sobre sí
mismo, así que… optamos por separarnos.

(Triste, nostálgico).

Aún recuerdo sus caras cuando nos separamos. Si estuvieran aquí, podríamos
escuchar su relato pero… no están.

(Detiene la narración un instante, embargado por el recuerdo doloroso)

¿Qué pasó? Me despedí así, con el brazo, y… emprendí el camino de la cumbre


en solitario. Fue una ascensión dura. Llegué a la cima a la una del mediodía -el
primer europeo en alcanzar la cumbre del Kananda sin oxígeno-. Ellos se fueron a
casa. No he vuelto a saber de ellos… No me hablan… Creo que se han enfadado
conmigo…

(Nota: Arranca como una narración trágica pero, en realidad, se trata de una
infantil cuestión de envidia. La gracia está en que, por unos momentos, parezca
que los compañeros murieron al intentar alcanzar la cumbre)

Se acabó el sueño - Hombre


TONY: Mira que me gusta esta piscina… y qué pocas veces me he bañado en
ella. ¿Me puedes prestar atención, cariño? Sé que no te gusta que te hable de mi
trabajo, pero hay algo que tengo que contarte. Ahora. ¿Recuerdas cuando nos
conocimos? Qué noche. Qué fiestas, aquellas. Qué guapa estabas. Llevábamos
rato hablando y, de repente, te dije que no era productor musical y te cambió la
cara: “¿Tú no eres Tony Baldaci?” Casi se te cae la copa al suelo. Te dije: “Sí.
Pero no soy productor musical”. ¿Recuerdas qué te dije?: “Mi trabajo consiste en
convertir los sueños en realidad”. Y tú me contestaste: “Me gustaría
comprobarlo…”.

No soy mago, cariño. Tampoco es suerte. Mi trabajo es sencillo pero laborioso -ha
sido el mismo durante treinta años-: ver tocar muchos grupos en directo, escuchar
muchas maquetas, tener mucha paciencia y, en cuanto detecto un diamante en
bruto, poner dinero sobre la mesa y lanzar la apuesta. La mayoría de las veces he
ganado. Y cuando no he ganado sólo he perdido el dinero de la apuesta. No más.
Porque siempre he mantenido mi dinero al margen. Hasta Jimmie Max. No sé qué
talento artístico le has visto a este chico, cariño, ni en qué estaba pensando yo
para romper la regla y apostarlo todo. Quizá fue tu amenaza –hoy lo siento como
una amenaza, sí-: “O lanzas a este chico al estrellato o me entristeceré mucho”. Y
para lanzarlo al estrellato hacía falta dinero, mucho dinero. Más del que he
gastado jamás. Y ni con esas. Ahora ya tenemos las cifras. Ha sido un desastre.
Hemos cancelado las giras, lo hemos cancelado todo. He dilapidado el dinero de
la compañía… y el mío, el nuestro. Espero que, al menos, no estés triste: Lo he
intentado, cariño. Disfruta ese gintonic, es tuyo; el siguiente… no. No es una
amenaza. Es la realidad.

La pastilla - Hombre

BOXER: ¡Apaga la luz, corre la cortina! Escúchame bien: No he tomado la


pastilla. Calla, calla, escúchame: Esta mañana no he ido a la toma. Es todo
mentira. He estado investigando, no hubo ninguna explosión, ningún meteorito. Es
mentira, todo mentira. Jamás hubo una brecha en la atmósfera. Se lo inventaron.
El aire está perfectamente bien. La pastilla no sirve para nada. Es todo un
montaje. Quieren controlarnos. La gente tiene miedo, y el miedo paraliza. Eso es
lo que han conseguido. Quieren que creamos que nuestra vida depende de esa
pastilla. Y no es verdad. La pastilla sólo sirve para mantenernos sumisos,
paralizados. Mientras creamos que la pastilla no salva la vida cada mañana, les
pertenecemos, ¿no te das cuenta? Piénsalo: ¿Por qué tenemos que tragarnos la
pastilla delante de un funcionario? ¿Por qué no podemos tomarla en casa? ¿Por
nuestro bien? ¿Por si alguno decide acabar con su vida no tomando la pastilla?
Muy bien. ¿Sabes que le pasará al que haga eso? ¿Sabes qué le pasará? Nada.
Seguirá igual, porque este aire no mata. Esta mañana no he ido a la toma, llevo
casi dos días sin pastilla… y… mírame, estoy bien. No soy un superhombre. Soy
la prueba clara de que todos podemos vivir sin pastilla… Porque esto no ha sido
más que una invención del Gobierno.

Hay que acabar con este engaño. Mañana iré a la ceremonia del Quinto
Aniversario. Sí, sé cómo entrar, lo tengo todo calculado. Iré hasta la escalinata y,
en el momento de la ofrenda, con todas las televisiones allí, lo proclamaré, haré
que todo el mundo lo sepa. Y pondré fin a esta mentira.

Sé lo que me pasará después. Llevan todo el día buscándome… para matarme.


Estoy teniendo suerte. Nadie consigue escapar durante tanto tiempo -por eso
nadie sobrevive si no toma la pastilla-. Tranquila, aquí no se les ocurrirá buscar,
aquí no. Estoy a salvo, estás a salvo. Déjame pasar la noche. Sólo esta noche,
mañana me iré. Déjame, por favor. Podemos elegir. El aire está limpio, no les
necesitamos, somos libres. Cuelga el teléfono. Por favor,
cuélgalo. Puedes hacerlo.

El color de los ojos - Hombre


SERGIO: (evitando la mirada de ella) Sé dónde está enterrada tu hermana. (Sergio
quisiera terminar de hablar en este momento, pero ella le sigue interrogando con la
mirada) He contestado a tu pregunta: Sí, sé dónde está enterrada tu hermana. (Haciendo
un esfuerzo, la mira a la cara) ¿No es suficiente? ¿Tengo que decirte dónde?. Te voy a
ser sincero -como siempre-: Me molesta tu pregunta. Me recuerda a las comprobaciones
que se hacen cuando olvidas la contraseña del correo electrónico: “¿A qué colegio fuiste
de pequeño?”, “¿Cuál es el nombre de tu mascota?”… “¿Dónde está enterrada la
hermana de tu mujer?”
(Directo) ¿A qué viene esto, Sandra? ¿Me estás poniendo a prueba? ¿Tan mal estamos?
Creo que antes se preguntaba: (cerrando los ojos) “Cariño, ¿de qué color son mis ojos?”
Y si fallabas (abre los ojos), la habías cagado. Me parece rarísimo que haya personas que
no recuerden el color de los ojos de su pareja. Pero… si existe esa pregunta será porque
eso pasa. Tus ojos son ojos azules -te lo digo aunque no me lo hayas preguntado-. Un
azul intenso, vivo. Demasiado llamativos para pillarme con eso, ¿no?

¿Sabes? Me gusta tener esos ojos cerca, son los ojos más bonitos del mundo, pero no
porque sean bonitos sino porque son los tuyos. Me gusta tenerte cerca. Recuerdo cuando
me hablaste por primera vez de tu hermana. Recuerdo el día en que me contaste lo del
accidente. Valoro mucho que lo hicieras porque luego he visto que es algo de lo que te
cuesta hablar. También me contaste en qué cementerio está enterrada. ¿Te acuerdas?
Fue el día que estrenamos esta casa. Estábamos sentados ahí. La echabas de menos y
me lo contaste todo. No has olvidado ese día, y yo tampoco.

Contesto a la pregunta que sí me has hecho, Sandra: Tu hermana está enterrada en el


cementerio de San Carlos. En la sección C, exactamente, fila 12, número 3. (A ella le
sorprende que él conozca tanto detalle) Lo recuerdo bien porque fui a llevarle flores el 1
de noviembre, por todos los santos, hace tres años, cuando tú no pudiste ir porque
estabas de viaje en Chicago, ¿te acuerdas? Haz memoria. Me llamaste por la noche –en
Chicago era mediodía, creo- y me pediste que le llevara flores. Me lo suplicaste. Para ti
era muy importante que tu hermana tuviera flores nuevas ese día. No hacía falta que
suplicaras, cariño. Salté de la cama y fui corriendo al cementerio. Doscientos kilómetros.
Llegué de madrugada. Salté la verja. Recorrí el cementerio a oscuras con una linterna. Y
le dejé las flores. ¿Te suena? Te llamé luego para contártelo. Tú casi habías olvidado que
me habías pedido eso. Estabas tan ocupada con la feria, las reuniones, los clientes… que
no pensaste más en tu hermana, ni en mí. ¿Te acuerdas..? Te supo mal, te sentiste fatal,
y a mí me encantó… porque significaba que te habías quedado tranquila, porque
confiabas en mí. ¿Te acuerdas ahora? ¿Te vas acordando?

Pues, sí. Resulta que sí sé dónde está enterrada tu hermana. Mírame. Mírame, por favor,
no gires la cara. Se empieza haciendo eso y se acaba olvidando el color de los ojos de
quien tienes a tu lado…

Brecha de seguridad - Hombre


MIGUEL: Es cierto que el pasado 22 de noviembre descubrí una brecha en el
sistema de seguridad de Adelca Suministros y no dije nada. Es cierto. ¿Cuál es el
crimen? ¿Callar? ¿Tenía que haberles avisado? Hoy ya no existe esa brecha.
También es cierto, por ejemplo, que un mes antes, el 22 de octubre, a las cuatro
de la tarde, observé que la “secretaria de presidencia” tenía una larga carrera en la
media… y no dije nada. ¿Tenía que haberla avisado? Al día siguiente vino a
trabajar con unas medias perfectas.
Señores, si lo que están haciendo es acusarme de la desaparición “mágica” de
esos cinco millones sólo porque soy el responsable de informática de esta
empresa, entonces aprovecharé para introducirles una idea revolucionaria en el
disco duro de sus cabezas: La informática no es algo exclusivo de los
informáticos. Todos utilizamos ordenadores en Adelca Suministros: los del
departamento de compras, los del departamento de ventas, los chicos del
almacén, los operarios de montaje, los encargados de envíos… el camarero de la
cafetería de abajo utiliza un ordenador para anotar y servir los pedidos. Incluso los
trabajadores de la limpieza llevan un diario informatizado de sus labores. Todo en
esta empresa está informatizado: las cámaras de seguridad, el aire acondicionado,
la luz, las persianas, las cámaras de seguridad, los humidificadores, las cámaras
de seguridad… Fui contratado hace cinco años con el objetivo de dotar a esta
empresa de unos altos niveles de modernidad. Y estoy orgulloso del trabajo que
he hecho hasta el momento. He sido meticuloso y exigente, sobrepasando con
mucho lo que ustedes me pidieron… y aquello por lo que me han pagado. Y les
diré algo más: puede que, movido por ese casi enfermizo celo profesional que me
llevó a detectar –como ustedes han observado- una minúscula brecha de
seguridad en el flujo de transacciones bancarias, quizá, accidentalmente, pude ver
también cómo se abría otra brecha, en un tejido de licra -concretamente-, por
culpa del forcejeo torpe de un sexagenario cuyo despacho tiene unas vistas
magníficas a esta ciudad que tanto lo respeta y admira. Pude eliminar el riesgo
que suponía aquella brecha de seguridad y, de algún modo, creo que también
podría eliminar el de ésta otra. Es una habilidad al alcance de un informático
experto -ésta sí: ni de un operario de ventas, ni de un mozo de almacén, ni de un
camarero, ni de un trabajador de la limpieza: sólo de un técnico muy experto- que
conozca tan perfectamente la configuración informática de esta empresa como si
la hubiera diseñado. Si ustedes quieren, en menos de una hora, habrán sido
borradas todas las imágenes captadas estos dos últimos meses. Incluídas éstas.
Cuando digo “éstas” me refiero a las que está grabando esa cámara de seguridad
de ahí, una cámara de alta resolución con sensor CCD Super Had, equipada con
micrófono, por supuesto. Adelca Suministros tiene los más altos niveles de
modernidad, esa ha sido mi preocupación estos cinco años. Y lo seguirá siendo.
¿Verdad que sí?

No regañaré a su hijo - MUJER


Andrea está sirviendo mesas en un restaurante y lleva rato soportando las impertinencias
de un niño maleducado sin que su madre haga nada. Cuando finalmente oye a la madre
decirle al niño: “Si no te portas bien vendrá y te reñirá y te pegará” no puede evitar
acercarse a la mesa.
ANDREA: No señora, yo no regañaré a su hijo, ni le pegaré. (Al niño) No, niño, yo
no te regañaré, ni te pondré una mano encima. Mi trabajo aquí –estoy hablando
con usted ahora, señora- es servir mesas, no educar niños. Con el debido respeto,
señora, creo que ese trabajo le corresponde a usted; no “educar niños”, en
general, claro, sólo educar al suyo. No tiene porqué educar a esos dos, por
ejemplo. ¿Ve esos dos hermanos? Vienen a menudo: llegan con sus padres, se
sientan, comen y, cuando han terminado, se van. No tiene usted que tomarse la
molestia de ir allí a decirle a los críos que en un restaurante, cuando se está con
gente, no se grita, que en un restaurante no se juega con los cubiertos, no se tira
la comida al suelo y no se corretea por entre las mesas. No tiene que hacerlo. No
porque los niños ya estén callados –¿los ve, señora?-, no porqué estén callados,
quietos y comiendo su comida civilizadamente con los cubiertos, no, sino porque
no son sus hijos. Este niño –hola, niño- este niño, que yo sepa, no es hijo mío. Así
que no voy a ser yo quien le diga que en un restaurante no se grita, no se tira la
comida al suelo y no se corretea por entre las mesas. Y, por supuesto, no voy a
regañarle, y -aún menos- pegarle. No me corresponde. Lo que me corresponde
hacer –y por ello me pagan- es tratar que mis clientes estén bien. Así que, si la
próxima vez que vienen a este restaurante se quedan… te quedas fuera –y ahora
estoy hablando contigo, niño- porque súbitamente se han reservado todas las
mesas y no queda ni una sola libre, no pienses que la gente de esta ciudad ha
conspirado para dejarte sin comer: la conspiración la tienes en casa y tú formas
parte de ella. Yo no regaño ni pego. Como ve, señora (a la señora), he hablado
con el niño educadamente.

Cumpleaños feliz - Hombre


En los últimos meses, poco a poco, casi sin darse cuenta, Lucas se ha ido distanciado de su
pareja. Al final del día, Lucas se acerca a ella y le empieza a cantar, despacio, con
intimidad, el “Cumpleaños feliz”.

LUCAS: Cumpleaños feliz, cumpleaños fe… (La falta de reacción de ella hace
que a Lucas se le muera la canción en los labios) Es… ¿mañana? (No hay
respuesta)Fue… ¿ayer? (No hay respuesta) . Mis padres me enseñaron de
pequeño que si no sabía una cosa, tenía que preguntar, sin avergonzarme.
¿Cuándo ha sido? Llevo días dándole vueltas, como dos semanas, créeme. Si te
lo preguntaba mal. Si no te lo preguntaba… mal, ya ves. No quise llamar a Laura,
ni a Estela, para que no pensaran que… para que no creyeran que había olvi…
¿Sabes qué he llegado a hacer, Delia? Me abrí una cuenta en facebook –sí, en
facebook, yo-… porque sabía que en facebook te avisan de los aniversarios y todo
eso, pero no… no pude entrar en tu cuenta porque para entrar en una cuenta
tienen que… agregarte, ¿se dice ‘agregarte’?, tienen que… aceptarte como amigo,
bueno, tú lo sabrás mejor que yo… Y mi cuenta era anónima… Creo que le di a la
tecla de preguntar si querías ser mi amiga y creo que me ignoraste o me dijiste
que no, yo qué sé -bien hecho-… y yo no insistí, no te dije que era yo porque no
quería que supieras que estaba intentando adivinar, recordar el día de tu cum…
porque me pareció ridículo eso de preguntarte si querías ser mi amiga. Sería como
volver a empezar. Qué tontería, verdad. (No hay respuesta) ¿Verdad…?

ME CASÉ - MUJER

Eva ha vuelto de unas vacaciones con su novio. Han hecho un viaje por Estado
Unidos. Va a ver a su madre, María. María siempre soñó con darle a su hija una
preciosa boda con cientos de invitados. Unos rumores llevan días inquietándola.

EVA: Sí, mami, esos rumores son ciertos: me casé. No te avisé porque ni siquiera
yo sabía que me iba a casar. Ni Pedro tampoco. Simplemente, surgió. Salimos del
casino, fuimos a dar una vuelta en limusina y… sí, mami, en limusina, es que
ganamos en el casino. Gané yo. Pedro jugó a cartas, a dados, a la ruleta, a todo…
como una hora o dos, y al final le dije: “Ey, la última ficha para mí”, la metí en la
máquina tragaperras, le di a la palanca –como en las películas, zas, zas- y, joder,
se encendió una luz roja, sonó una alarma, como si fuera una sirena de la policía y
empezó a caer dinero -no he dicho joder, mami, he dicho jolín…-. “Ostras”. Pensé:
“Ostras, me la he cargado”. Pero no. Era el premio gordo de la noche. No
habíamos recogido todo el dinero que ya teníamos a tres o cuatro tíos
ofreciéndonos toda clase lujos: espectáculos, suites, limusinas, cenas de lujo, de
todo.

Tomamos una limusina y nos fuimos a dar una vuelta. Champán, caviar. Y en
estas que vimos una capilla, en una calle perdida, con luces de neón y eso, y
dijimos “¿…Qué, vamos?” Y fuimos. Entramos. Nos casamos. Y salimos. Nos
casó Elvis Presley, mami. El testigo fue una señora gorda que pasaba por la calle.
La invitamos a caviar. Y luego nos fuimos a dormir. A una suite.

Por la mañana, cuando nos levantamos, los dos pensábamos que lo habíamos
soñado. Pero no, no lo habíamos soñado (muestra el anillo que lleva en el
dedo) Y… ostras, qué feliz me sentí. Te llamé corriendo. Y fue cuando tú me
echaste esa bronca impresionante por “llamarte tan tarde”. Claro, la diferencia
horaria. Ni se me ocurrió pensar en eso. Y, joder, no veas cómo lloré. Siento
haberte despertado. Joder. He dicho joder, sí, creo que he dicho joder, mami.
Mamá. Joder…

TOMATE EL CAFÉ CON CALMA - MUJER

Bueno ¿qué? ¿por qué me miras con esa cara? Tarde o temprano tenía que decírtelo
¿no? No me puedo creer que esa cara de sorpresa sea sincera. Además tengo la
sensación de que tarde o temprano tenía que decírtelo ¿no? Y que tu sabes que lo iba a
hacer. Bueno, ya está, ya lo he dicho y no sabes lo a gusto que me he quedado ¡en
serio! A pesar de que me estés mirando con esa cara que tanto me desconcierta y que
me hace sentir como una extraterrestre.

Si sigues moviendo así la cucharita, el café va a tener que tomarse una biodramina...
bueno, como parece que no te has enterado voy a repetirlo ¿vale? Me siento tonta. Voy
¿eh? TE QUIERO. Tu cara de asombro aumenta, ¿estaré a punto de arrancarte una
frase? ¿una palabra? ¿media? ¡que se yo!¡un suspiro...!

Voy de nuevo, ahora con dulzura: Te quiero... empiezas a sonrojarte, estás sudando,
seguramente tus manos tiemblan, tus piernas flaquean ¿me equivoco? Tu corazón está
la tiendo a mil por hora: pum-pum, pum-pum, deja la cucharita de una vez, pum-pum,
pum-pum...

La verdad es que esta es una de las situaciones que me gustaría estar en cualquier otro
sitio menos aquí ¡tierra, tragame! Vamos, que si la tierra tuviera que tragarse a todos
las tontas como yo esto se quedaría más desierto que Avila un lunes por la noche.

¡Vale! Está bien: te quiero, i love you, je´taime, Ti amo... ¿cómo era en alemán? Siempre
se me olvida.... ¡cielos! He metido la pata ¿no? La he metido hasta el fondo... ¡que
tonta!. ¡Dios, Dios, Dios...! lo siento... soy la mezcla perfecta entre nervios y torpeza

Por lo menos te he hecho sonreir, ¿no? Lo siento, lo siento mucho de verdad. Vamonos
de aquí, Vamos al cine, o a dar un paseo o a mirar la vitrina de zara y vamos a darnos
cuenta de que el mundo está hecho para anoréxicos... pero sin prisa.. tomate el café
con calma...

Monólogo cómico: San Valentín - MUJER

Hace poco ha sido San Valentín. Ah, ¿pero tú no te habías enterado? Sí, hombre,
sí, si a todo el mundo le gusta San Valentín…San Valentín, San Valentín…san
tontín diría yo.

En primer lugar, si no tienes pareja, te recuerda que estás más sola que la una. Si
te apetece ir a comer a un restaurante para quitarte las penas, todo lo tienen para
dos: la “ensalada exótica para enamorados”, la “paella amorosa”, la torta de la
fidelidad”, y cómo no, el “postre especial de San Valentín”, si hasta te hacen
compartir la copa con dos pitillos! Oye, mira, los pitillos lo dejamos para luego…
Pero si no tienes ni un peso para ir a un restaurante, como yo (y seis millones más
de colombianos), pero te apetece comerte una pasta…sólo tienen en forma de
corazoncito!! De verdad quieres que me coma esto?? No tienes mejor una en
forma de …

Pero si tienes pareja todavía es peor!! Quién se acuerda de San Valentín? Corrijo,
qué hombre se acuerda de San Valentín?? Porque nosotras sí que nos
acordamos, si, tenemos una señal universal, lo vamos diciendo con esta señal
oculta “mañana es San Valentín, mañana es San Valentín”. Y hacemos
apuestas… “qué apuestas a que mi marido me lleva a cenar a un restaurante
súper caro”. Y la otra “qué te apuestas a que el mío me trae un ramo de rosas al
trabajo”. Y otra, “qué te apuestas a que el mío me regala una joya”. MENTIRA!!
TODO ES MENTIRA!! La primera le hace la cena a su marido y le pide a la vecina
la factura del restaurante. La segunda se compra las rosas, y se hace tarjetita y
todo, y la tercera se compra la joya, falsa claro, porque hay que ahorrar.

Andar por la montaña - MUJER

El otro día fui a caminar por la montaña. No, no, me han oído bien. ¡FUI A
CAMINAR POR LA MONTAÑA! Seguramente a ustedes esta información les da
igual, pero los que me conocen habrán tenido tal sorpresa que se habrán caído de
la silla y se habrán roto la cabeza. ¡Lo siento!

Pues sí, ahora me he vuelto deportista. Ando, medito, corro…en fin, hago toda
clase de ejercicio.

Así que me puse mis leggins, mi camiseta y mi gorra y empecé a andar. Las llaves
en una mano, y el celuar en la otra, por si me coge una lipotomia y tengo que
llamar a una ambulancia. ¿Y saben qué descubro? A parte de que se me ha
quedado el agua. Hacer ejercicio vale, pero tengo una imagen que mantener, y ni
muerta me pongo una cangurera, aunque sea para el agua. Antes bebo de los
charcos. ¿Qué pasa? Mi perro lo hace y está bien.

Y les cuento, descubrí que la gente en la montaña se vuelve más…AMABLE! En


serio! Miren, primero me crucé con una chica que, si la viera por la ciudad no me
daría ni la hora. Toda su ropa conjugaba, con su gorra con cristales de Swarovsky,
sus pendientes de perlas y su cangurera (eh, ella sí puede llevar una, porque es
de Chanel). Es tan fifi. que su ADN está programado para no sudar! Pues, me
mira, ¡ME MIRA!, me sonríe, ¡ME SONRÍE! y…y esto es muy fuerte…¡ME DICE
HOLA! Del susto, me tropiezo, me caigo de cabeza y el celular al piso! Sí, ya lo sé,
si hubiera llevado la cangurera…

Total, que con un morado en la rodilla y el celular dañado, seguí caminando.


Luego me crucé con una parejita, muy lindos ellos. Estos no eran tan subidos, no.
¿Qué cómo lo sé? Porque su ropa se la habían regalado con unas pizzas.
Domino’s ponía. ¿Qué? ¿Domyos? Ok, se pasaron, no?

Pues iban corriendo y resoplando. A la vez, claro. Estaban sudando a chorros y


casi les salía espuma por la boca, pero los dos ¡los dos! me saludaron. Y claro,
esperan que les contestes. ¡Pero si casi no puedo ni respirar! ¡Y no los conozco de
nada, Pero no me gusta quedar mal con nadie, así que hago un esfuerzo y saludo.
Pero no con un movimiento de cabeza, así. No, no, eso no vale en la montaña.
Tienes que decir HO-LA, con todas las letras.

Yo ya estaba muy cansada, tanta subida y bajada. ¿Quién hizo esa montaña?
Pues en esas se pierde mi perro. Y pienso ¡Cielos! La gente verá a mi perro
paseándose solo, y pensarán: ¿quién lo ha dejado escapar? Y cuando llegas tú
hecha polvo, sin aliento, y con cara de preocupada, piensas que te van a ver como
una desgraciada. ¡Pero en la montaña noo! ¡Aquí no pasa nada! Todos dejan de
correr en seco y se ponen a buscar a tu perro. Incluso la chica, que tiene alergia a
los perros. Y si lo encuentran, ¡te lo guardan! ¡tardes lo que tardes! Sí, sí, te lo
juro. Sacan una manta de su cangurera, y se tumban ahí, a esperar que tú llegues.
Y cuando apareces tú, sacando los pulmones por la boca, ¡ni siquiera te miran
mal! ¡incluso te dan palmaditas en la espalda!

En fin, todo muy raro. No sé si será el aire puro de la montaña o que todos llevan
una cangurera…¡tendré que comprarme una!
El idioma Inglés - MUJER

¿Que quieren que les diga?, el inglés podrá ser el idioma internacional y tener
mucho prestigio y todo lo que ustedes quieran…, pero lo confieso, a mi me deja
fría, no lo entiendo. Y no es que no lo haya estudiado, que lo he estudiado, -no sé
si lo que a mi de pequeña me enseñaban era inglés o mandarín, también es
verdad-, pero a clase yo iba y nos lo explicaban. Si yo le sigo poniendo dedicación
y empeño, pero no hay manera… Hablan muy raro, no se les entiende nada. Y
claro si tienes un profesor español no sé que pasa que lo entinedes todo, pero es
salir por ahí al extranjero y como que no.

Yo comprendo que los anglosajones son un pueblo muy belicoso, han conquistado
mucho a punta de fusil, pero vamos, que para dar las gracias tengan que mentar
al ejercito… Si, no me miren así, claro, no les han explicado bien el significado de
las palabras. No pasa nada que para eso ya estoy yo. Los ingleses son muy pillos,
pero a mi no me engañan, aunque haya estudiado en la escuela pública… Vamos
a ver, thank you -como por otra parte cualquier persona avezada sabe- significa…
tanque tú. Sí, esto es así, tan extraño como cierto. Que claro, no es que yo quiera
meterme donde no me llaman, pero un idioma un poco serio no comete estos
deslices belicistas.

Las mujeres y el baño. - MUJER

¡Uf! Vengo agotada, es que ayer salí de fiesta. Algo que por muy divertido que
parezca se convierte en toda una odisea. Para empezar llegas al lugar de siempre
con tus amigos de siempre para encontrarte; con lo de siempre. Hasta la música,
es la de siempre. Entre la gente que ves hay de todo un poco: Tenemos al típico
que se dedica a buscar las monedas que se te caen por la noche, al que se ha
tragado la última película de Travolta y la de Fama e intenta por todos los medios
imitarla, y peor aun al espécimen que se sienta en los sofás (más aburrido que la
repetición de Medico de Familia) y que cuando le miran pone una cara de
diversión total.
Entonces visto lo visto te vas a la barra a ver si el camarero tiene algo interesante
y coqueteas un poco. Porque es patético como ligan los hombres … De entrada se
acercan a ti diciéndote:

-Oye perdona.

Perdona por qué. Que se les pasa por la cabeza que ya te están pidiendo perdón.
Y bueno tenemos de todo ¿eh? El que acaba de romper con su novia que se te
acerca

–Estoy muy solo, mi novia me ha dejado. Lo que te faltaba a ti ¿qué pasa que
tienes cara de ONG?

Ahora, cuando te giras ves a un chico guapo, alto, que te clava su mirada. Y te
sonríe. Y le sonríes. Y te guiña un ojo. Y tu sonríes. Y viene hacía aquí.

-Perdona

-siiii

-Me presentas a tu amiga?

¡Genial! La noche va genial.

Así que como soy muy filosófica, quisiera aclararles a los hombres esa pregunta
que no les deja dormir por las noches ¿Por qué las mujeres vamos juntas al baño?
Como tu amiga se ha ido con el chico guapo, no tienes otro remedio que ir tu sola.
Y vas allí cruzando todo el lugar como si fueras por la selva (porque todo el mundo
sabe que los baños siempre están al fondo) Cuando por fin llegas te encuentras
una cola de unas cinco personas y comienzas a bailar de una forma un tanto
extraña, primero para no aburrirte y segundo para que no te hagas. Y siempre esta
la típica que tiene ganas de hablar.

Bueno, por fin llegas y cuando estas dentro lo primero que ves es una charca de
agua, llamémoslo así, con un juguillo de pisadas.

Primer problema ¿dónde dejas el bolso? Como no ha venido nadie contigo pues te
lo cuelgas al cuello.

Segundo, la puerta. Nunca tiene pasador. Tú necesitas intimidad así que apoyas
la cabeza para que no entre nadie.

Y allí estas tu con el bolso al cuello y la cabeza apoyada en la puerta. Pues no


puedes hacer 1 con tanto trajín! Recurres al viejo truco de abrir la llave, pero…está
fuera! te atreves a salir??! Al final creas tu propio sonido…¡ y se apaga la luz que
también está fuera!

Encima no hay papel a si que metes la mano en el bolso como puedes para coger
el klinex. Total que te has hecho un ocho. Así que queridos míos no pregunten
más porque las mujeres vamos juntas al baño.

Paco Bárcenas: es un amigo y colaborador de esta web tiene mucha experiencia


en la escritura cómica, puedes ver diferentes artículos suyos en esta web y
también puedes ver videos de sus trabajos en http://queascodetele.com
O en esta misma página en la sección de Monólogos Express.

Mar Egea: Es un escritor teatral con bastante experiencia en el medio, ha escrito


tanto obras dramáticas como cómicas es un apersona seria y muy profesional si
quieres ver algunos de sus trabajos puedes descargarlos en su sitio web
oficial. http://www.marc-egea.com
Gaditano Guionista: Amigo de esta web que ofrece sus textos a quien quiera
interpretarlos a cambio de una parte de los benefícios. Podéis ver algunos de sus
textos aquí donde también encontraréis su dirección para poneros en contacto con
el.
Monólogo cómico de ejemplo: “Las películas de terror”

Esther González: Es una escritora a tiempo parcial con facilidad para la comedia.
Si queréis que genere material original para vosotros solo tenéis que poneros en
contacto con ella y llegar a un acuerdo. Si quieres conocerla un poco más puede
visitar su diario cómico en
facebook: https://estonoesunblogdemoda.blogspot.es También puedes
contactarla a traves de su email: estergonzalez@icab.cat
Podéis ver un texto suyo de ejemplo aquí mismo: Monólogo de Esther: “San
Valentín”

Aquí otro ejemplo más: Monólogo cómico: Andar por la montaña

Y otro más: Monólogo Cómico: “Los huevos de la felicidad”

Conteni2creativos: Es una empresa amiga que se dedica profesionalmente a la


escritura de guiónes y textos cómicos. Unos verdadaderos mercenários del
teclado que trabajan con algunos monólogistas muy conocidos. Si queréis saber
más sobre ellos podéis visitar su web: http://conteni2creativos.com/
Tabíen nos dejaron unMonólogo cómico para mostrar su trabajo: Monólogo “Los
modernos”.

Elio: Este guionista también se ofrece como mercerario del chiste para todo aquel
que quiera contratar sus servicios. Si queréis poneros en contacto con él aquí os
dejo su e-mail: elioturmell@hotmail.com y también su página se
facebook: https://www.facebook.com/elioturmell
Si queréis ver una muestra de su trabajo pulsad en este enlace: Monólogo de Elio:
“El inglés”.

Neftalí Navarro Fdez Neftalí nos deja su monólogo para compartirlo con todos
nosotros, espero que os guste: Catamarán de la Muerte.

Hugo Dominguez nos ha dejado un Monólogo Cómico para haceros disfrutar. Si


queréis poneros en contacto con él podés mandarle un mensaje a esta
dirección: hugo.dominguez@hotmail.com
Y aquí podéis leer su monólogo: Amante de los animales VS ¿Amantes de los
animales?

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