textos iniciales
textos iniciales
textos iniciales
Pedro esperó durante semanas la llamada de Elena. En las primeras semanas después de la ruptura, sintió enfado, decepción.
Ahora ha pasado mucho tiempo. Esos sentimientos desaparecieron y no fueron sustituidas por nada porque Pedro fue olvidando
a Elena y rehaciendo su vida. Hoy, la llamada de ella le ha removido. Lo que siente ahora, principalmente, es tristeza: tristeza
porque inevitablemente ha imaginado lo maravillosa que podría haber sido la relación si hubiese continuado, y tristeza porque
ahora ve -o intuye- que la ruptura, además, no sirvió para nada, puesto que ella tampoco ha triunfado con el violín. Este ejercicio
de pensamiento, puede que resucite en Pedro, poco a poco, el enfado y decepción que sintió los primeros días, convertidos
ahora en una especie de rencor mezclado con nostalgia.
El actor tendrá que expresar este rencor sin que el discurso parezca simplemente un reproche. Conviene que se note también la
tristeza que le embarga.
ANILLO DE COMPROMISO
Carlos y Eva están en una cafetería. Llevan años saliendo juntos. Carlos saca una cajita pequeña y la abre para que
Eva contemple con sorpresa el anillo que hay en su interior. Visto desde fuera, parece una petición de matrimonio.
INDICACIONES: Este monólogo permite a la actriz superponer sensaciones aparentemente opuestas o contradictorias, como son
el dolor y el placer (en el comienzo del monólogo). Luego le permite hacer una transición, y evolucionar de la normalidad (la
naturalidad) hacia enfado, hasta llegar casi a la histeria.
¿CÓMICO O SERIO?Probablemente, lo que determine si el monólogo es cómico o serio va a ser la forma en que la actriz
pronuncie la última frase: «¿Era «psicópata»?» Y lo que haga a continuación. La actriz está invitada a explorar diferentes
maneras de terminar el monólogo y comprobar si se modifica la percepción del monólogo entero.
Monólogo indicado para actrices que quieran mostrar un registro físico, enérgico, contundente, no exento sin embargo de
matices y sutilezas.
ME CASÉ
Eva ha vuelto de unas vacaciones con su novio. Han hecho un viaje por Estado Unidos. Va a ver a su madre, María.
María siempre soñó con darle a su hija una preciosa boda con cientos de invitados. Unos rumores llevan días
inquietándola.
Cuando Carol empieza a hablar, el espectador no sabe que Carol está loca, ni tampoco sabe que está siendo juzgada por un
tribunal. Así que, de entrada, a falta de más información, el espectador tomará en serio lo que ella diga (“La culpa la tiene el
sistema educativo”). También tomará en serio los primeros episodios de su relato (“copiar 50”), porque son perfectamente
razonables. Poco a poco, no obstante, el discurso de Carol va dejando de ser razonable, y se vuelve cada vez más raro,
inquietante, hasta que llega a un punto máximo de irracionalidad. Propongo que la actriz siga un recorrido paralelo en lo que se
refiere a la comicidad que aplique a su actuación. Es decir, propongo que empiece con una actuación serena, natural, creíble, y
que, poco a poco, a medida que el discurso va degenerando, su comicidad vaya aumentando, en consonancia con el relato,
hasta llegar a ese clímax en que da a entender que ha agredido a su propio abogado. Después de eso, propongo una bajada
súbita del nivel de comicidad y regresar a la seriedad del inicio con un “Dicen”, “Gracias” sereno, natural, creíble, que complete
el retrato de Carol como lo que es: una persona perfectamente desequilibrada.
EL ALCOHOL ES MUY MALO
Teresa: (Interrumpiendo) Un momento, un momento, un momento… Cuando te
digo «¿Qué tal el fin de semana?» No te estoy diciendo «¿Qué tal el fin de
semana?», ni «¿Lo pasaste bien este fin de semana?» y aún menos «¿Qué
hiciste este fin de semana?» No te equivoques. Lo que te estoy diciendo es: “Te
voy a contar mi fin de semana con todo lujo de detalles y tú me vas a escuchar
tanto si te apetece como si no”, así que, por favor, contesta rápido y sencillo a
mi pregunta retórica de cortesía porque tengo muchas cosas que explicar y nos
quedan sólo diecinueve minutos de desayuno. ¿Has entendido?-Sí-Has
entendido. Ah, no, come, come, no hace falta que hables. Mira, ya hablo yo. Te
cuento. El fin de semana, genial: Despedimos a Samantha. Fuimos a cenar un
grupito del trabajo. Le hicimos una especie de fiesta sorpresa. Luego te señalo
quienes fuimos porque si te digo los nombres te vas a quedar igual. Samantha
es la chica que estaba antes con nosotros. Se ha pedido una baja por
maternidad, pero sin maternidad. Una especie de baja temporal por depresión,
pero no-temporal, sino permanente: Vamos, que se ha ido. Por lo visto se
colapsó. Eso dijo. (Confidente, en voz baja) Discurso típico para que no te
quiten el finiquito. Es que si te vas voluntariamente, no ves ni un céntimo; pero
si es por una cuestión médica… La tía hasta presentó papeles, se lo curró muy
bien…
Bueno, a lo que iba. Que nos presentamos en su casa. Ella no sabía nada. Ni su
marido. Tenías que haber visto que cara puso… Fue en plan despedida de
soltera. La sacamos por la fuerza y nos la llevamos de fiesta. La
emborrachamos. Qué divertido fue. Ya sabes qué hace una cuarentona cuando
la emborrachas: que dice unas tonteríaaaaas… Dijo que a ella el trabajo le
gustaba mucho y estaba deprimida por haber tenido que irse.
El alcohol es muy malo, niña. El trabajo es una mierda, ya lo irás viendo. Uh…,
aún me da vueltas la cabeza. Es que bebimos mucho. Mario terminó con un
sombrero de cowboy en la cabeza. Irene acabó descalza y con una carrera en
las medias. Chema y Jose, subiéndose a una farola. Sandra, Bea y yo, cantando
“Over the rainbow” a todo trapo –vaya panorama-, y Samantha diciendo que yo
era una harpía y no me soportaba ni me había soportado nunca…
Indicaciones:
Samantha dejó el trabajo porque acabó harta de Teresa. La sustituta de Samantha va a descubrir ahora en qué clase sitio se ha
metido.
Teresa realmente es una harpía, pero aún no lo sabe. El interés de este monólogo está ahí: en mostrar una Teresa
disparatadamente tóxica pero, al mismo tiempo, tan ingenua como para no darse cuenta de que la gente no la soporta.
EL COMPÁS 35
CAROLINA: Fallé en el 35. Sí. Es verdad. Fallé en el 35. ¿Eso es todo
lo que tienes que decirme en este momento? Sé que significa poco
para ti pero… ¿has visto qué ha pasado después de la actuación?
¿Te has fijado en esa gente que se ha acercado a hablarme?
(Bajando la voz, como si revelara un secreto) Me estaban felicitando.
¿Qué es eso? ¿Felicitar? (Ella misma responde) Es algo muy raro.
Unos dicen: “Qué bien lo has hecho”, otros: “Me ha encantado”, hay
quien te confiesa que se ha emocionado escuchándote, y algunos
incluso llegan a reconocer que te envidian por tocar así el piano. No
les cuentes que la partitura está dividida en compases, que la pieza
entera está sujeta a una tonalidad, a un tempo, y que tiene que
interpretarse con total exactitud, siguiendo escrupulosamente unas
reglas. Simplemente, les ha gustado… porque no ha sonado mal, no
ha sonado nada mal, ha sonado bien, ha sonado muy bien… Y si, en
ese momento, cuando me están felicitando, se me ocurre decirles
que he fallado en el compás 35… me responden que no, que he
tocado perfecto. Y con el tiempo aprendes a no discutirlo… Porque
discutirlo es como poner en duda su sensibilidad, es como decirles
que no entienden sus propios sentimientos, sabes. Y todos tenemos
sentimientos. “Fallaste en el 35”. ¿Eso es todo lo que tienes que
decirme? Muy bien. Mañana, en clase, lo trabajaremos. Tocaré mil
veces para ti esa partitura intentando acercarme a la perfección.
Hoy, para ellos, he tocado perfecto. Esta noche, par mí, era
perfecta… hasta que he hablado contigo.
Indicaciones:
Carolina es una estudiante de piano. Trabaja duramente para progresar. Esta noche ha tocado en público, en un local. Al
terminar la actuación, todo el mundo la ha felicitado. Su profesor de piano, no. Su profesor le ha hecho saber que ha cometido
un error en el compás número 35. Y esto ha dolido a Carolina. Ella sabe perfectamente cuáles son los standares de calidad de su
profesor, y es perfectamente consciente de que ha cometido un pequeño error en el compás 35. Carolina se exige mucho a sí
misma. Pero en ese momento esperaba un trato más cálido, más humano. Esa noche era importante para ella. Han ido a verla
amigos, familiares… Quizá pensaba que su profesor era también un amigo más. Y, con este comentario, el profesor ha marcado
distancias. De ahí, la decepción.
Variación:
Si se opta por construir una Carolina fuerte, entonces el monólogo adquiere cierta dosis de resentimiento explícito.
SEÑORITA
Gloria lleva media hora encerrada en un ascensor y, no obstante, se la ve extraordinariamente tranquila, feliz. Habla por
teléfono con dulzura, sin borrársele la sonrisa de los labios, como si estuviera contándole intimidades a una amiga. Mientras
habla, se abrocha lentamente los últimos botones de la blusa.