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RESEÑA de El Acto Creativo

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RESEÑA.

Referencia bibliográfica.

 Max Neef, Manfred. El acto creativo. Bogotá – 1992.

Sin duda, a todos alguna vez nos ha dado la impresión de que el mundo se cae a pedazos,
pero que sigue girando a pesar de todas sus negativas ocurrencias y de empeorar cada vez
más. Pocas son las personas que llegan a plantearse la pregunta expuesta, aquella que nos
plantea el autor de esta conferencia, Manfred Max Neef. ¿Cómo hemos llegado a
construir este tipo de mundo? Y, ¿Por qué razón? Su discurso responde a esta cuestión y
también nos invita a realizar introspección para que nosotros mismos respondamos esta
pregunta desde el espacio que ocupamos en este planeta.

“Estamos viviendo una especie de mega-crisis. Sabemos que es una situación muy difícil de
aprehender y de describir, pero sabemos que está ahí. Al constatar este hecho un mundo
que empeora en tontos aspectos y que crea tantas ansiedades y angustias, nos
enfrentamos inevitablemente a una pregunta: ¿Por qué hemos creado este tipo de
mundo? La búsqueda de una respuesta me ha preocupado por mucho tiempo, tanto desde
mi sitial de economista y científico como desde el de músico, o sea como persona
comprometida en la creación con el mundo del arte.”

En el mundo a diario suceden todo tipo de atrocidades e injusticias que harían enfermar a
cualquier persona que se enterara de ellas en su totalidad. Muchos son testigos aislados e
indiferentes debido al estilo de vida imperante en la sociedad, que ubica a algunos en una
posición cómoda y a otros en la miseria total. El autor sostiene: “Cientos de miles de
personas mueren de hambre y esto se transforma en una fría información estadística,
porque seguimos comiendo, seguimos durmiendo y seguimos viviendo nuestra
cotidianidad.”

¿Cómo hemos llegado a este punto? Bueno, de hecho, no ha sido casualidad, y para el
autor, la primera razón que da respuesta a esta pregunta es nuestra inteligencia. Somos
seres inteligentes, con capacidad de corregir y modificar nuestro entorno a través de
acciones, las cuales son locales porque son llevadas a cabo desde un ser individual,
motivadas por deseos o preocupaciones. Inteligencia más capacidad física, generan un
cambio en el lugar donde se encuentra la persona. Por lo tanto, nuestro modo de
proceder no se basa en una totalidad, si no tan solo en un fragmento, aquel que
percibimos desde nuestra existencia individual. Con respecto a lo anterior, Max Neef
comenta:

“Todo ser inteligente, por el hecho de serlo, al enfrentar un problema en su entorno se


dedica a corregirlo, nunca a adaptarse a él. Esto quiere decir que somos seres inteligentes
con capacidad de manipulación física. La combinación de inteligencia con capacidad de
manipulación física, da como resultado material un entorno adaptado a nuestros deseos y
necesidades. Toda acción, como lo es el hecho de corregir el entorno, es por definición una
acción local. Toda acción es local, y por ese hecho mi percepción es local, y sólo percibo
aquello sobre lo cual estoy actuando en directo. A lo que apunto es a que cuando
combinamos inteligencia y capacidad de manipulación, en términos de acción, dejamos de
percibir totalidades y sólo percibimos fragmentos, y ahí comienza, la primera parte de un
posible peligro.”

Aquí también se habla de un aspecto importante en el desarrollo de las sociedades, y es


que este pensamiento fragmentado se empezó a consolidar desde la revolución científica.
Fue el modelo de pensamiento adoptado y legitimado por los individuos de esa época,
que ha derivado en su perduración hasta el día de hoy y con mayor intensidad. El mundo
de hoy en día está hecho para individuos, no para colectivos.

El autor nos da un ejemplo real muy interesante. Habla de que hace 400 años cuando se
gestó dicha revolución, los individuos de ese contexto tendían a integrar todos los ámbitos
sociales en su núcleo familiar (trabajo, diversión, enseñanza, salud, etc.) mientras que el
ser humano contemporáneo tiene un lugar específico para desarrollar cada actividad,
dando prueba de que la fragmentación a la que hace referencia el texto se ha expandido a
niveles nunca antes vistos. ¿Las consecuencias? La pérdida de la “capacidad primitiva de
captar totalidades”.
Resulta bastante irónico el hecho de que mientras más conocimiento adquirimos, también
aumenta el caos que arrasa nuestro planeta y sus problemas crecen. A pesar de tanta
ciencia, tecnología y conceptos de los que disponemos, el contexto de un mundo
catastrófico se hace cada vez más notorio.

Dejando de lado el tema de la inteligencia y sus efectos en nuestra vida diaria, pasamos a
otro punto planteado por el hacedor de este escrito, la diferencia entre describir-explicar y
comprender. Según él, comprender es un acto mucho más profundo y va ligado a la
iluminación personal.

“Si este mundo está como está, tal vez se debe a que estamos viviendo un mundo que
necesita ser comprendido, más que ser conocido. Pero nosotros insistimos en acumular
más conocimientos sobre él y rehuimos todo esfuerzo por comprender. ¿Por qué digo que
describir y explicar es distinto de comprender? Él describir y el explicar es parte del
conocimiento, y el conocimiento es el reino de la ciencia. El comprender, en cambio, es
algo mucho más profundo, y no tiene que ver con la ciencia, sino más bien con la
percepción profunda, o sea con la capacidad de iluminación. “

Él pone un ejemplo que al parecer ha usado en varias ocasiones, y es que una persona
puede tener cientos de estudios y diplomas referentes, por ejemplo en este caso, al amor,
pero no podrá comprender del todo el amor hasta enamorarse, lo cual es muy cierto. Lo
teórico no sirve de nada hasta que no se aplique en lo práctico, y las mejores enseñanzas
se dan de forma empírica.

“Lo que estoy diciendo es que sólo podemos comprender aquello de lo cual somos capaces
de formar parte y poner en práctica. Aquello con lo cual somos capaces de integrarnos.
Aquello que somos capaces de penetrar en profundidad. De ahí entonces que difícilmente
podemos comprender un mundo del que, para estudiarlo nos hemos separado del
propósito, del que acumulamos todos los conocimientos posibles pero no podemos
comprender. Estamos convencidos de que “yo estoy aquí” y fuera hay una cosa que se
llama naturaleza. O yo estoy aquí, mientras afuera, por allá, hay enfermedad. Mientras
prevalezca ese tipo de actitud, los predicamentos del mundo actual inevitablemente
empeoraran.”

La capacitación, desde el punto de vista del autor, no es algo malo del todo, solo que
simplemente nos enseña cómo hacer y hasta ahí llega, no pasa. Mientras que la
comprensión está más ligada con ser. En palabras del texto, la educación adoctrina y el
acto de comprender nos hace integrarnos profundamente para darnos cuenta de cada
detalle y asimilarlo en cada fibra de nuestro organismo.

En cierto punto del texto, Manfred Max Neef nos habla sobre el silencio. A lo largo del
tiempo el silencio ha ido perdiendo valor. La forma de comunicación más sencilla pero a la
vez más profunda se ha devaluado y hoy en día se hace cualquier cosa por evitarlo. Las
características más arraigadas a nuestros ser no pueden ser expresadas con lenguaje
escrito o hablado, requieren de sensibilidad para ser percibidas.

“La capacitación, la educación como lo impartimos, no es holístico. Es fragmentado, por lo


sencilla razón de que la hocemos a través del lenguaje hablado o escrito. Y con esto acabo
de plantear algo nuevo que los atributos más esenciales de las cosas no se pueden explicar
a través del lenguaje hablado. Ni siquiera el poeta no tas puede decir. Puede hacernos
intuir realidades. Y cuando el poeta no las puede decir y quiere comunicarlas, a lo que
induce es al silencio. Porque a través del silencio si las podemos captar. El silencio es la
otra forma, la forma no utilizado de nuestro lenguaje total. Y me atrevería a agregar que
el atributo más bello que tiene el lenguaje, es que le da sentido al silencio.”

Es ya un pensamiento colectivo muy fuerte el hecho de que en la vida hay que tener las
metas claras y un camino trazado a seguir, no obstante, el autor nos invita a eliminar esta
idea implantada en nuestras mentes. Argumenta que si tenemos un camino fijo solo nos
vamos a preocupar por llegar a él lo más rápido posible dejando de darle importancia al
recorrido y a sus detalles, que son los que le dan sentido a la existencia. Respecto a esto el
autor dice que: “… resulta que la verdad es exactamente al revés: toda persona que sabe
exactamente a dónde va, es precisamente la que nunca descubrirá nada. El que sabe a
dónde va sólo tiene dos obsesiones: el punto de partida y el de llegada. Todo lo que hay en
medio es un estorbo que debe superar lo antes posible. No está “capacitado” para
comprender que toda la aventura de la vida, toda la posibilidad de descubrimiento está
justamente en ese estorbo, en lo que se percibe como estorbo…”

La conclusión a la que llega el texto es que no debemos tener un camino fijo trazado,
debemos dejar que nos lleve la corriente y “derivar” pero siempre en “estado de alerta”
sin pasar por alto cualquier detalle o eventualidad que sin darnos cuenta puedan llevarnos
al final de nuestra ruta, simplemente para comenzar otra. Así como Alexander Fleming
que descubrió la penicilina porque no tenía ni idea de qué camino seguir. Un error le
mostró la dirección correcta, un error que en caso de haber ignorado por fijarse en su
objetivo, lo hubiera llevado a nada.

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