Las Hijas de Zelofehad
Las Hijas de Zelofehad
Las Hijas de Zelofehad
Rhoda de Cumming
La historia de estas cinco hermanas valientes está en Números capítulo 27 y
capítulo 36.
En el Medio Oriente de tiempos antiguos las mujeres no tenían derecho de
poseer propiedades. Si un padre, al morir, no dejaba hijo varón sus hijas no
podían heredar sus bienes. Las primeras mujeres que públicamente pidieron
sus derechos al morir su padre fueron las hijas de Zelofehad: Maala, Noa,
Hogla, Milca y Tirsa.
Aquellas cinco huérfanas de la tribu de José se presentaron a la puerta de
reunión del tabernáculo delante de Moisés y el pueblo de Israel, y declararon
que Zelofehad su padre no murió en la rebelión de Coré (Números 16) sino
por otra causa. Ellas expresaron su deseo de perpetuar el nombre de su padre
y pidieron su heredad.
Moisés presentó el caso delante del Señor en oración y Dios le dijo: “Bien dicen
las hijas de Zelofehad, les darás la posesión de la heredad de su padre a ellas.
Cuando alguno muriere sin dejar hijos, traspasaréis su herencia a sus hijas”.
Esta es una “ley de la herencia” y está vigente hoy en muchos países.
Las hermanas hicieron su petición de una manera positiva y responsable
cuando el pueblo de Israel estaba todavía en el desierto y la tierra prometida
aún había sido conquistada. Unidas ellas, mostraron su fe y confianza en Dios
y a la vez indicaron su deseo de honrar el nombre de su padre. Dios aprobó su
petición y desde aquella proclamación muchísimas mujeres han sido
beneficiadas, gracias a aquella ley.
En el capítulo 36 de Números hallamos que unos representantes de la misma
tribu de José se preocuparon pensando que si aquellas mujeres se casaban
con hombres de otras tribus las herencias podrían pasar a esas tribus. El Señor
indicó a Moisés que para evitar eso las hijas de Zelofehad debían casarse
dentro de su tribu, y ellas aceptaron aquella restricción. “Como Jehová mandó
a Moisés, así hicieron las hijas de Zelofehad” (Números 36:10). Como
resultado, una limitación fue añadida a aquella ley para el bien general.
Nosotras, las que hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, ahora
participamos de una herencia espiritual, la herencia de los santos en luz
(Colosenses 1:12) Es una herencia perdurable en los cielos (Hebreos 10:34).
Como las hijas de Zelofehad, debemos vivir de acuerdo con la voluntad de Dios
y gozarnos de nuestra herencia.
Compa