Derecho Penal Parte Gneral
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Derecho Penal Parte Gneral
Derecho Penal 1
Cátedra: Lic. Héctor Eduardo Berducido Mendoza.
DOCUMENTO NO. 1
EL CONCEPTO DE DELITO
ELEMENTOS Y ESTRUCTURA DEL CONCEPTO DE
DELITO
La teoría general del delito se ocupa de las características comunes que debe tener
cualquier hecho para ser considerado delito, sea este en el caso concreto una estafa, un
homicidio o una malversación de caudales públicos.
Hay características que son comunes a todos los delitos y otras por las que se
diferencian los tipos delictivos unos de otros; un asesinato es otra cosa que una estafa o
un hurto; cada uno de estos delitos presenta peculiaridades distintas y tiene asignadas,
en principio, penas de distinta gravedad. Sin embargo, tanto el asesinato, como el hurto
o la estafa tienen unas características que son comunes a todos los delitos y que
constituyen la esencia del concepto general de delito. El estudio de estas características
comunes corresponde a la teoría general del delito, es decir, a la parte general del
derecho penal; el estudio de las concretas figuras delictivas, de las particularidades
específicas del hurto, de la violación, de la estafa, etc., corresponde al estudio de la parte
especial del Derecho Penal.
EL CONCEPTO DE DELITO.
La primera tarea a la que se enfrenta la teoría general del delito es la de dar un concepto
de delito que contenga todas las características comunes que debe tener un hecho para
ser considerado como tal y ser sancionada la conducta, en consecuencia, con una pena,
la cual puede variar entre la gama de penas que el Estado tiene contemplado. Para ello,
se debe partir del derecho penal positivo. Todo intento de definir el delito al margen del
derecho penal vigente es situarse fuera del ámbito de lo jurídico, para hacer filosofía,
religión o moral. Desde el punto de vista jurídico, la doctrina ha calificado de delito,
como toda conducta que el legislador sanciona con una pena. Esto es una consecuencia
del principio "nullum crimen sine lege" que rige el moderno derecho penal y que
concretamente impide considerar delito toda conducta que no caiga en los marcos de la
ley penal que ha sufrido la sanción del Estado.
El concepto de delito como conducta castigada por la ley con una pena es, sin embargo,
un concepto puramente formal que nada dice sobre los elementos que debe tener esa
conducta para ser castigada por la ley con una pena. Son delitos o faltas las acciones y
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omisiones voluntarias penadas por la ley, dice la legislación, con alguna mayor
precisión se dice ahora por otras legislaciones más modernas que, son delitos o faltas
las acciones u omisiones dolosas o culposas penadas por la ley. En ambas definiciones
se añaden unos elementos ("voluntarias", "dolosas" o "culposas") que el legislador de
otras latitudes ha exigido en la legislación penal de otros países para considerar una
acción u omisión como delito o falta. Pero tampoco en estas definiciones se describen
expresamente todos los elementos necesarios para considerar que una acción u omisión
sean delito o falta. Ciertamente no son ya simples definiciones formales del delito, por
cuanto añaden algunas características que son necesarias para considerar la existencia
de un delito; pero no se mencionan, sin embargo, otras que, como veremos en su
momento, y tal y como se desprende del examen global del propio artículo en el Código
Penal, son también necesaria para completar el concepto de delito.-
Pero, como enseguida veremos, estas características son solo una parte de las
características comunes a todos los delitos. Corresponden al jurista, a la ciencia del
derecho penal, elaborar ese concepto del delito en el que estén presentes todas las
características generales comunes a todos los delitos en particular. Para ello hay que
partir de lo que el derecho penal positivo considera como delito; no solo de la
definición general de delito contenida en el Código, sino de todos los preceptos
legales que se refieren al delito, deduciendo las características generales comunes a
todo delito. Esto es lo que ha hecho la ciencia del derecho penal, sobre todo la
alemana y por su influencia en nuestro país la española y la latinoamericana, en los
últimos ochenta años y esto es lo que vamos a hacer nosotros ahora.-
Tras un minucioso análisis del derecho penal positivo, la ciencia del derecho penal ha
llegado a la conclusión de que el concepto del delito, sus características comunes,
responden a una doble perspectiva que, simplificando un poco, se presenta como un
juicio de desvalor que recae sobre un hecho o acto humano y como un juicio de desvalor
que deberá soportar y que se hace sobre el autor de ese hecho. Al primer juicio de
desvalor se le llama injusto o Antijuridicidad, al segundo culpabilidad. Injusto o
Antijuridicidad, es por la desaprobación del acto que hace la sociedad en general; y el
juicio de culpabilidad es el calificativo de la conducta juzgada y la atribución de dicho
acto a su autor.
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distribuyendo luego los diversos componentes del delito. En la primera se incluye la
acción u omisión, los medios y formas en que se realiza, sus objetos y sujetos, la
relación causal y psicológica entre ellas y el resultado.
Esta distinción sistemática tiene también un valor práctico importante. Para imponer,
por ej., Una medida de seguridad o de corrección (internar a un enfermo mental que ha
cometido un delito en el Hospital de Higiene mental o lo que conocemos como
manicomio) es suficiente con la comisión del hecho prohibido, antijurídico, aunque su
autor no sea culpable; ó que al autor no se le pueda sancionar penalmente por lo
sucedido. Pues bien, para imponer una pena es, sin embargo, necesario que exista
culpabilidad, además de que el hecho sea antijurídico. No hay culpabilidad sin
Antijuridicidad, aunque sí hay antijuricidad sin culpabilidad. Normalmente la presencia
de un acto antijurídico es el límite mínimo de cualquier reacción jurídico penal. Así, por
ej. , La legítima defensa supone una agresión antijurídica, aunque el autor de la acción
no sea culpable. Frente a un acto lícito no antijurídico, no cabe legítima defensa.
Igualmente la participación a título de inductor o de cómplice en el hecho cometido por
otro, solo es punible cuando este hecho es por lo menos antijurídico, aunque su autor no
sea culpable (por ej. , Un enfermo mental, a los que hoy se les denomina como
discapacitados o los de capacidad diferente a la nuestra)
Pero no todo hecho antijurídico realizado por un autor culpable es delito. De toda la
gama de acciones antijurídicas que se comente, el legislador ha seleccionado una parte
de ellas, normalmente las más graves e intolerables, y las ha conminado con una pena
por medio de su descripción en la ley penal. A este proceso de selección en la ley de las
acciones que el legislador quiere sancionar penalmente se le llama tipicidad. La
tipicidad es, pues, la adecuación de un hecho cometido a la descripción que de ese
hecho se hace en la ley. La tipicidad es una consecuencia del principio de legalidad, ya
que solo por medio de la descripción de las conductas prohibidas en tipos penales se
cumple el principio nullum crimen sine lege.-
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de la legislación penal y por tanto, merecedora de una pena específica?.
A criterio de una parte doctrinal foránea, el legislador es constantemente requerido por
los acontecimientos que se suscitan en la Sociedad, para que realice la selección de la
conducta reprochable y la sanciones penalmente.
Considero que los medios de comunicación juegan un papel muy importante en éste
asunto, tanto en dicha selección, como en la presión que ha de hacerse sentir en el orden
legal del país.
En la medida en que dichos Medios de comunicación masiva informen a la población y
califiquen como de una necesidad, que se haga la selección de aquellas conductas, que
más han impactado dentro de ella, permitirá que se llegue a dar una auto influencia para
su selección, y así se le acreditarla sanción a éstas y su respectiva incorporación de ella
dentro del sistema de justicia penal.
Un caso típico de la conducta que ha de ser seleccionada por el legislativo y que ha de
ser calificada como delito e incorporada, es aquella a la que se le ha denominado “Mala
práctica médica”.
Al respecto de dicha conducta, hay que hacer notar que, actualmente en nuestro sistema
de justicia penal, no se califica la misma como tipo penal autónomo, ni mucho menos
genérico o derivado, por tanto, cuando sucede una acción, que para algunos es
merecedora de llamársele de “Mala práctica médica, se ha buscado en acomodarla, en
aquellas conductas, que son calificadas de acciones ilícitas, pero siempre, con la
temeridad de faltar a la legalidad exigida por la constitucionalidad del país. El problema
lo han resuelto los administradores de justicia buscando aquellas conductas típicas que
se les asemeje, o que se encuentren acordes a los tipos penales que en igualdad de
condiciones han protegido los mismos bienes jurídicos afectados por aquellas, en
circunstancias similares.
Solo así se ha logrado que el juzgador de nuestros días, en éste país, logre sancionar el
comportamiento humano, reprochable por cierto, que otras latitudes internacionales les
han otorgado una autonomía más específica, a efecto de evitar que quede a la deriva la
búsqueda de la sanción y el logro del resarcimiento al daño que se le ha causado a la
víctima de la lesión del bien jurídico tutelado.
Para concluir la explicación, se puede afirmar que el comportamiento calificado de
“Mala Práctica Médica”, debe de gozar de una especial autonomía dentro de la
legislación penal, ya que en legislaciones foráneas así se le ha denominado, con la
característica de figura penal tipo derivada del delito imprudente. Pero es oportuno
reflexionar en el punto de incluir en la conducta, no solo la actividad profesional de la
medicina, sino todas aquellas que requieren, para su ejercicio, una colegiación
obligatoria, por mandato constitucional. Se podría desarrollar el tipo con el nombre de
“Mala práctica Profesional”, ya que de esta forma, se estaría siendo mucho más objetivo
y se englobaría a la generalidad de las profesiones que se desarrollan y son reconocidas
por las universidades autorizadas en el país.
Pues bien, con el objeto de llegar a un mejor entendimiento de éste punto del derecho
penal, considero oportuno hacer referencia de un ejemplo de éste y es atinado incorporar
al presente trabajo la publicación de la Revista domingo, que Prensa Libre editó el 29 de
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julio del 2,001. En la página 12 de la misma, se lee con el título CASTIGO A LA
NEGLIGENCIA. Y dice, además, lo siguiente: que para ilustrar más el tema, transcribo
a continuación dicho artículo:
Una demanda de Q.10 millones ganada al hospital Bella Aurora por la muerte de un
niño de dos meses hace historia jurídica en el país, en casos de mala práctica médica.
El periodista, Francisco Mauricio Martínez, ilustra su reportaje diciendo en su artículo
lo siguiente:
La justicia le permitirá a William Turton transformar una tragedia en una fundación al
servicio de los niños de Guatemala. El proyecto lo llevará a cabo con los Q.10 millones
que deberá pagarle el Hospital Bella Aurora, como indemnización por la muerte de su
hijo Jeff Anthony Edward, quien falleció el 9 de agosto de 1993, por mala aplicación de
anestesia.
El dinero no le devuelve la vida a su hijo Jeff. Sin embargo, según Turton, sienta un
precedente histórico, porque nunca antes en el país habían sido condenados un hospital
y un médico por negligencia. “este fallo va a abrir la puerta para que en el futuro otras
personas también denuncien mala práctica” señala. Para lograr este fallo, la familia
Turton Furlán libró una batalla de casi siete años en los tribunales de justicia. El último
fallo fue dado a conocer el 9 de julio de este año, (2001) cuando la Sala Décima de
Apelaciones de la Corte Suprema de Justicia confirmó la sanción emitida en primera
instancia por el Tribunal Quinto de Sentencia el 27 de abril de este año.
La resolución de la Sala Décima, presidida por la Jueza Yolanda Pérez Ruiz, señala que
en el juicio quedó probada la responsabilidad de la Empresa Médica S. A. Gestora del
Hospital Bella Aurora. Así también, condenó a tres años de prisión conmutables al
médico anestesiólogo Erick Roberto Izquierdo, a razón de Q. 25 diarios, y fue
inhabilitado para ejercer su profesión durante el mismo período.
Pero la última palabra aún no está dicha. La defensa del hospital interpondrá un recurso
de casación ante la Corte Suprema de Justicia. “El médico (Izquierdo) actuó en el
ejercicio liberal de su profesión. El hospital sólo prestó los servicios correspondientes,
por lo que no tiene nada de responsabilidad”, señaló el abogado del centro hospitalario,
Mario Fuentes Destarac.
Fatídico día. La vida de la familia Turton Furlán dio un giro de 180 grados la mañana
del 15 de enero de 1993. Ese día, a las 7 horas, llegaron William y su esposa, Lorena, a
la sala de operaciones número 4 del citado hospital. En sus brazos llevaban a Jeff
Anthony, nacido el 16 de noviembre de 1992, para ser intervenido de una hernia
inguinal en el lado derecho. Esta dolencia había sido diagnosticada el 22 de diciembre
por el pediatra Julio Penados del Barrio.
“Ese día –16 de enero- fue el último que pudimos gozar su llanto, sus movimientos y su
risa. También su mirada vivaracha, que reflejaba su confianza de que estando con sus
padres nada podría pasarle. Fue la última vez que escuchó nuestras voces y sintió
nuestro abrazo”, recuerda Turton con melancolía.
Durante casi una hora, los Turton Furlán esperaron el llamado para ingresar a la Sala de
Quirófanos. A las 8 de la mañana se presentó una enfermera y se llevó al niño a donde
sería intervenido. “Mi esposa y yo quedamos a la espera de que todo concluyera
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rápidamente. El cirujano Carlos castillo Madrazo nos había dicho que la intervención
duraría 45 minutos”, recuerda Turton.
Media hora después salieron del quirófano Castillo Madrazo y Penados Del Barrio. Los
especialistas informaron a los padres que la cirugía se había suspendido por una
“Braquicardia” problema en el corazón-, “pero que no era nada difícil y que de todas
formas ya no operarían, por lo que en 15 minutos nos entregarían a Jeff y nos podríamos
ir” relata el padre del niño.
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Luego de esa sentencia, Empresa Médica, S. A. Planteó un recurso de apelación
especial, pero la sentencia quedó confirmada el 5 de julio. “Con este fallo, la justicia no
logrará reparar los graves daños causados a mi familia, ni mucho menos devolverá la
vida de nuestro hijo”, dice Turton. “Pero si esperamos que los hospitales y médicos
reevalúen su posición y sean más responsables”, enfatiza.
Por otra parte, las denuncias de mala práctica médica se dan en todo el país. Algunas
son presentadas en las auxiliaturas de Derechos Humanos, y otras, en el Ministerio
Público, pero la mayoría se queda en el olvido. Algunas de las presentadas han sido:
1º. Consuelo Vásquez Sigüenza denunció en la Auxiliatura de los derechos Humanos de
Petén que el 16 de octubre de 2,000 falleció por falta de atención médica su madre, Ana
Gladis Sigüenza corado, en el Hospital de Melchor de Méncos.
2º. El médico Byron González fue señalado por la Auxiliatura de Derechos Humanos de
Sololá responsable de la muerte de la señora Delfina Pérez Pol, tras luego de una
operación, según expediente 20-2000-
3º. Existe denuncia contra el personal médico del Instituto Guatemalteca de Seguridad
social de Suchitepequez, por la muerte de Rolando Rivera Ochoa, quien ingresó al
hospital con hepatitis avanzada. No obstante, fue dado de alta por el doctor Luis Lionel
Ixcot Racancoj. Al reingresar falleció. Ello consta en el expediente 2-2000.
4º. En el expediente 17-2000 de la Auxiliatura de Derechos Humanos de Zacapa se
acusa al médico de emergencia Jorge Mariscal de ser el responsable de la muerte del
niño Rubén Paz Ortiz, a quien no le prestó atención médica oportuna. Este médico ya
había sido condenado por la PDH anteriormente.
5º. Elías Escobar Reyes denunció que su hijo murió por negligencia del personal del
Centro de Salud de Gualán, Zacapa. Acusa a la enfermera de turno de no haberle
prestado atención debido a que el paciente era remitido por un médico particular, según
el expediente 29-00.
6º.- Raúl López denunció ante el Ministerio Público de Suchitepequez, que su esposa
Magda Anabella Sandoval murió por mala práctica médica en el Instituto Guatemalteco
de seguridad Social. Fue sometida a una operación por cálculos en la vesícula biliar el
14 de octubre de 1999, pero se desangró.
7º. Sonia Leticia Suchini Morales, de 30 años, falleció en el Hospital modular de
Chiquimula, según denunció en el MP su hermana, María Elena. Ingresó el 16 de enero
de este año para tratarse una otitis media y amígdalas hipertróficas con criptas, por lo
cual le practicaron una cirugía.
Un hecho típico, por Ej. , Pedro mata a Juan, puede no ser antijurídico, si existe una
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causa de justificación que autorice la acción y se lo permita.
Así por ejemplo: Pedro se regresa a su casa, porque ha olvidado la chequera en la mesa
de su dormitorio. Al ingresar a la habitación, sorprende a su esposa en la cama,
haciendo actos impropios con Juan el vecino. Éste al verse sorprendido recoge todas sus
cosas del piso y se refugia en el baño bajo llave. Pedro busca en el armario un arma de
fuego que ha conservado por mucho tiempo. Rompe a patadas la puerta del baño, donde
se ha refugiado su vecino con todas sus prendas de vestir y al momento de abrirla,
apunta a la cabeza de Juan su vecino, e intenta detonar el arma, la cual no se acciona, ya
que se encuentra oxidada. Juan logra desenfundar el arma que tiene en la bolsa de su
chumpa, que siempre se encuentra portando y apunta al cuerpo del esposo enardecido,
logra detonarla. El proyectil le interesa el cuerpo de Pedro, haciéndole un orificio de
entrada a la altura de la tetilla izquierda, herida que le causa la muerte en forma
instantánea.
Las preguntas son: ¿Ha cometido algún tipo de Homicidio Juan? ¿Si se hubiera
disparado el arma, habría cometido algún tipo de homicidio Pedro, el esposo dolido?
¿Merecerá castigo Juan por haberse metido con la esposa de su vecino, cuando éste se
ausentaba de casa?
La respuesta a cualquier interrogante que surja puede generar mucha polémica. La idea
de encontrar a la esposa, con otro individuo en la casa conyugal, el solo pensarlo,
molesta a cualquiera, máxime con la mentalidad latina que impera en nuestro medio.
Pero en sí, la infidelidad es una causal de divorcio, pero no es motivo que justifique
quitarle la vida a alguna persona, aún cuando sea sorprendida en la cama con el amante.
Personas razonables, al encontrarse en tal situación apuntada, únicamente se limitan a
denunciar la incompatibilidad de caracteres, o a denunciar, su deseo de no permanecer
juntos, ante un Juez de Familia. En pocas palabras, en definitiva el problema es
solventable, con la simple salida de casa de uno de los cónyuges, cualquiera de ellos.
Cualquiera podría afirmar que Juan ha cometido algún tipo de homicidio, por el
resultado acaecido. Pero éste lo único que hizo fue defenderse de una agresión
ilegítima, que si no lo hubiera hecho, él hubiera sido víctima de la acción. Aún en el
caso de que haya sido sorprendido con la esposa del vecino en actos impropios. Por
tanto, se justifica la acción y encuadra la legítima defensa.
Pues bien, continuando con el tema, una vez comprobado que el hecho es típico y
antijurídico hay que ver si el autor de ese hecho es o no culpable, es decir, si posee las
condiciones mínimas indispensables para atribuirle ese hecho, por ej. Si está sano
mentalmente o conoce la antijuricidad del hecho, o ha tenido la capacidad suficiente de
poder escoger, entre la gran gama de posibilidad que se le han presentado, ha escogido
de todas ellas, precisamente la que se encuentra sancionada con una pena, o es
justificable su actuación, por razones como las expuestas en el ejemplo anterior
(legítima defensa) en cuanto a aceptar la agresión ilegítima o defenderse legítimamente
porque su vida esta en peligro.
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se puede decir que existe delito y su autor puede ser castigado con la pena que se asigne
en cada caso concreto al delito en la ley. En algunos casos se exige, sin embargo, para
poder calificar un hecho como delito la presencia de algunos elementos adicionales que
no pertenecen ni a la tipicidad, ni a la antijuricidad, ni a la culpabilidad. Así, por ej. , Se
exige para castigar la quiebra punible la previa declaración de insolvencia conforme al
Código Procesal Civil y Mercantil. El Art. 380 de dicho código indica que el auto en
que se declare la quiebra contendrá la fijación de la época de cesación de pagos, con
calidad de por ahora, sin perjuicio de tercero, observándose, además, todas las
disposiciones establecidas para el caso de concurso necesario, si no se hubieren tomado
antes; orden de detención contra el fallido, certificándose lo conducente al juzgado del
Ramo Penal que fuere competente, y nombramiento de síndico y de depositario
provisionales. La Junta general, en su primera reunión, ratificará los nombramientos
para esos casos o designará otras personas. Además, nombrará el juez dos expertos para
el avalúo de los bienes.
O la presentación de querella en los delitos de calumnia o injurias, o la declaratoria de
insolvencia económica en sentencia por Juez de Familia, en los casos de delito de
negación de asistencia económica, la declaración de falsedad ideológica y material, en
sentencia de Juez de Primera Instancia civil, en los delitos de éste tipo, etc. Se habla en
estos casos de penalidad y se considera que esta categoría es también un elemento
perteneciente a la teoría general del delito.
Después de todo lo dicho hasta ahora, podemos definir el delito como la acción u
omisión típica, antijurídica, culpable y punible.
La distinción entre delito y falta tiene consecuencias de orden material (así por ej. En lo
relativo a la punición de la tentativa, prescripción, y reglas de aplicación de la pena) y
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de orden procesal (distinta competencia judicial).
En la doctrina se puede observar que existe una vieja distinción entre delitos graves,
menos graves y faltas ( clasificación tripartita)
La distinción entre delito grave; menos grave; tiene repercusiones, sobre todo, de índole
procesal, determinando una distinta competencia judicial. Las causas por delitos graves
son controladas en la investigación por los jueces de primera instancia penal,
Narcoactividad y delitos contra el ambiente, y las causas que se inician por delitos
menos graves, cuya pena máxima no supere los tres años, la ley autoriza que sean
juzgados por los jueces de paz con la aplicación del criterio de oportunidad, es decir,
darle una salida alterna al proceso penal. Y en esa dirección son competentes para
juzgar las faltas los jueces de paz. Éstas, se encuentran individualizadas en el libro
tercero del Código Penal. Y aquellos delitos cuya pena máxima no exceda de tres años,
en todo el cuerpo de la ley penal. -
Igualmente cuando se habla de delito, nos referimos por lo regular a la acción u omisión
típica, antijurídica y culpable; pero otras veces solo nos referimos al hecho típico, es
decir, al descrito en la ley como delito sin prejuzgar todavía si es antijurídico o culpable.
Por el contexto podrá deducirse cuando se emplea en uno u otro sentido.
El código Penal guatemalteco no tiene una definición de delito. El de Cuba, uno de los
últimos dictados, sí tiene la definición, para el cual lo determinante es que la acción u
omisión sea "socialmente peligrosa" y "prohibida" por la ley.
Con respecto a los elementos y estructura del concepto de delito, se puede decir que
dentro de la línea iniciada por el Código Penal Tipo para Ibero América, se da un
excesivo tecnicismo jurídico. El C. P. colombiano de 1980 señala las características de
la conducta punible: típica, antijurídica y culpable. Esta descripción de los caracteres del
delito ha sido asumida en forma mayoritaria por la doctrina en América Latina. En
cambio, en general no se hace alusión a la punibilidad, que tiene antigua tradición
heredada de España.-
No hay una postura uniforme al respecto entre los Códigos Penales latinoamericanos.
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Algunos siguen una división bipartita al igual que el español; así, el C.P. colombiano
distingue entre delitos y contravenciones el C.P. paraguayo, venezolano y nicaragüense
entre delitos y faltas. Pero otros establecen una división tripartita; así, el chileno
distingue entre crímenes, simples delitos y faltas y el mismo criterio mantiene el
hondureño. La actual tendencia a suprimir las faltas o contravenciones del ámbito del
Código Penal se refleja en el Código Penal panameño de 1982 y en el portugués de
1983.
CLASES DE DOLO
Según sea mayor o menor la intensidad del elemento intelectual y volitivo, se distingue
entre dolo directo y dolo eventual.
“El autor quería matar y mata”, “quería dañar y rompe la cosa”, etc. En estos casos
se habla de dolo directo de primer grado.
Dentro del dolo directo se incluyen también los casos en los que el autor no quiere
directamente una de las consecuencias que se va a producir, pero la admite como
necesariamente unida al resultado principal que pretende, por ej.:
“Dispara contra alguien” que está detrás de una vitrina de almacén, y pasa por su mente
el hecho de que para matarlo tiene, primariamente, que romper la referida vitrina, tanto
por el área que da a la calle, como por la de su interior, que la separa del negocio
indicado. No basta con que haya previsto la consecuencia accesoria, o la quebradera de
vidrios, es preciso que, previéndola como de necesaria y segura producción, la incluya
en su voluntad y, aún así, continúe con la acción.
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grado.
b) Dolo eventual. Con la categoría del dolo directo no se pueden abarcar todos los
casos en los que el resultado producido debe, por razones político-criminales,
imputarse a título de dolo a quien se le atribuye la acción, aunque el querer del
sujeto no esté referido directamente a ese resultado.
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Pues bien, se podría decir que lo que existe es un dolo eventual, que pueda ser que
suceda o no. Si conduce a excesiva velocidad, es probable que le suceda algún
problema, pero si lo hace con mucha precaución pueda ser que no suceda nada.
A pesar de las circunstancias que está observando, corre el riesgo de que se le presente
un posible accidente. Sabe que si llega a concentrarse en lo que esta haciendo, es
probable que evite cualquier altercado en el tráfico. Pone todos sus sentidos a prueba.
¿Qué pasaría si se llega a producir un accidente?, bueno, él ya sabia que podría
sucederle éste, ya que como no es frecuente observar exceso número de vehículos
transitando a esa hora de la madrugada, en la mayor parte de casos, los que manejan
están confiados en que pueden conducir a excesiva velocidad, precisamente por la
ausencia de tráfico.
Él estaba conciente que podría darse dicho accidente, pero aún así su necesidad de estar
en su casa, fue mucho más poderoso y se sintió obligado a correr el riesgo.
Él está advertido de lo que posiblemente le podría pasar, el subconsciente se lo ha
repetido varias veces, pero aún así, él toma el riesgo. Se puede afirmar que ha cometido
una imprudencia al manejar en ese estado.
LA TEORÍA DE LA PROBABILIDAD;
Parte del elemento intelectual del dolo. Dado lo difícil que es demostrar en el dolo
eventual el elemento volitivo de querer el resultado, la teoría de la probabilidad admite
la existencia de dolo eventual cuando el autor se representa el resultado como de muy
probable producción y a pesar de ello actúa, en otras palabras, “admite que es posible o
no su producción”.
Si la probabilidad “de producción del resultado” es más lejana o remota, y está sujeta a
ciertas circunstancias habrá culpa o imprudencia con representación.
Ejemplo de lo anterior es aquel caso en que Manuel sabe que su esposa María le agrada
encaramarse a los palos. Sabe que corre el riesgo de que la rama se rompa, y si lo
consiguen, es probable que ella se lastime y que más adelante por la lesión se le
sobrevenga la muerte. Hay unos mangos maduros en la parte alta del palo, le insinúa
que los mismos se ven muy apetitosos, pero que hay que encaramarse al palo para
conseguirlos. María no lo piensa dos veces, inicia su asenso. Es probable que Manuel
obtenga el resultado, en cuanto a que alguna rama se le quiebre y se caiga María al
suelo. Pueda ser que no suceda nada. Las probabilidades son 99 a uno, ya que María ha
sido una gran atleta y siempre le ha gustado encaramarse a los palos, pero hoy los años
ya le pesan, y ella no lo acepta, es hasta ventaja que ella crea que tiene la vitalidad de
una adolescente, cuando esto no es así. La probabilidad es que no suceda nada, pero si
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sucede, el que gana es Manuel, ya que queda viudo y ello le permitirá contraer nuevas
nupcias por haberse deshecho de su antigua esposa.
Si presuntamente sucede lo que Manuel espera, éste estará cometiendo una
imprudencia, con solo el hecho de haberle insinuado a María lo de los mangos, teniendo
presente que ella es aficionada a encaramarse a los árboles.-
Contra la teoría de la probabilidad se afirma que deja sin valorar una parte esencial del
dolo:
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en la práctica, pero no por ello puede prescindirse de él.-
La doctrina se inclina por la teoría del consentimiento, con excepción de Gimbernat que
mantiene la de la probabilidad. Algún sector doctrinal, aun manteniendo la distinción
entre dolo eventual con la imprudencia, considera que el dolo indicado debe incluirse en
la imprudencia para los efectos de la punición.
En realidad, el dolo eventual en tanto sea dolo, solo puede incluirse en el tipo de injusto
del delito doloso con todas sus consecuencias. Las dificultades para trazar las fronteras
entre dolo eventual e imprudencia han condicionado una jurisprudencia vacilante que
unas veces utiliza la teoría de la probabilidad y otras la del consentimiento.
Estos elementos subjetivos específicos no coinciden, sin embargo, con el dolo. Se trata
de especiales tendencias o motivos que el legislador exige en algunos casos, aparte del
dolo, para constituir el tipo de algún delito. Así, por ejemplo, el ánimo de injuriar en el
delito de injurias; En Guatemala, todo ciudadano mayor de 18 años tiene el deber de
prestar servicio militar y social, de acuerdo con la ley y conforme a ella, si es citado por
la institución armada debe prestar el servicio que en caso no se presente puede ser
conducido por la fuerza pública. Se da la excepción a prestarlo en algunos casos, la que
queda a criterio de las autoridades de la Institución Armada el que sea evaluadas las
causas y éstas aceptadas de conformidad al Art. 135 literal g y 250 de la Constitución y
la Ley Constitutiva del Ejercito de Guatemala. Alguien que no tenga el deseo de
prestarlo y buscando eximirse de la obligación, de propósito se produce una “auto
lesión”.
En el Art. 248 se describe el Hurto de uso, y entre los requisitos que exige se encuentra
la característica de haber tomado cosa mueble, sea con el solo propósito de usarla y
luego efectuar su restitución; Y si se le quita la cosa mueble a su dueño con violencia se
le aplica el 253, que describe el Robo de uso. Etc.
La importancia de tales elementos subjetivos se revela en que, si no concurren éstos, no
se da el respectivo tipo de injusto, pues no encuadra la conducta en la norma penal.
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Así, por ejemplo, una manifestación objetivamente injuriosa, hecha sin ánimo de
hacerlo (es decir, injuriar), sino como testimonio en un juicio, no es constitutivo de un
tipo penal de injurias. Y se encuentra descrito en el Art. 170 CP, nadie podrá deducir
acción de calumnia o injuria causadas en juicio, sin previa autorización del juez o
tribunal que de él conociere;
La utilización de una cosa mueble ajena, sin ánimo de apropiársela, sino de usarla
únicamente, no constituye, salvo que se trate de un vehículo de motor, un tipo de hurto;
la referida “Auto lesión” a que me refería con anterioridad, sin el fin de eximirse del
cumplimiento de un servicio público, no constituye un tipo de lesiones, etc. Nuestro
código Penal, hace entender que el dolo es un aspecto de la culpabilidad, hace un
tratamiento unitario del injusto, recalcando entonces la importancia de la causalidad. En
cuanto al dolo propiamente tal, en general hay coincidencia con otros códigos latinos en
cuanto a su conceptualización, los que distinguen el aspecto cognoscitivo y volitivo. Al
respecto del dolo dice el Código Penal en el artículo 11 que el delito será calificado de
doloso, cuando el resultado ha sido previsto o cuando, sin perseguir ese resultado, el
autor se lo representa como posible y ejecuta el acto.-
La norma jurídica penal pretende la regulación de conductas humanas y tiene por base,
la conducta humana específica que pretende regular. Para ello tiene que partir de la
conducta humana, tal como aparece en la realidad dentro de la sociedad. De toda la
gama de comportamientos humanos que se dan en la realidad de la vida social, la norma
selecciona una parte de ellas que valora y califica negativamente y la conmina con una
pena, con una medida de seguridad o corrección, pues no todas las conductas humanas
que apreciamos de nuestros semejantes, son negativas. Es pues, la conducta humana el
punto de partida de toda reacción jurídico penal y el objeto, a los que se agregan
determinados predicados (tipicidad, antijuricidad y culpabilidad) que convierten esa
conducta humana en delito.
Nuestro derecho penal es un derecho penal de acto y no un derecho penal de autor. Lo
podemos apreciar fácilmente en la forma como se encuentran redactados los tipos
penales. Interesa al Estado castigar la conducta humana, cuando la sociedad ha podido
apreciar que hay consecuencias por dicha actuación humana reprochable socialmente. -
Salvo muy contadas ocasiones, en las que algunos tipos delictivos se construyen con
base en determinadas actitudes o comportamientos habituales de un sujeto o autor de la
acción, tales como el proxenetismo ó prostituir a menores y usura habitual. Como he
dicho con anterioridad, el derecho penal guatemalteco es un derecho penal de acto,
diciéndolo en otros términos para una mejor comprensión, solo la conducta humana
traducida en actos externos puede ser calificada como de delito penal y motivar una
reacción drástica por parte del Estado en la línea penal, en contra del individuo al que se
le acrediten y quien las ha exteriorizado ante sus semejantes, con sus acciones y con las
consecuencias que ha acarreado.-
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La distinción entre derecho penal de acto y derecho penal de autor no es solo una
cuestión sistemática, sino también, y fundamentalmente, política e ideológica. Solo el
derecho penal basado en el acto cometido puede ser controlado y limitado
democráticamente.
De la concepción del derecho penal, como derecho penal de acto se deduce que no
pueden constituir nunca delito ni el pensamiento, ni las ideas de la persona, ni siquiera
la resolución o intencionalidad de delinquir, en tanto no se traduzcan en actos externos
del ser humano y sean ejecutados por éste.-
Tampoco pueden constituir delitos los actos de los animales, ni los sucesos puramente
causales, como los fenómenos de la naturaleza, por más que causen resultados lesivos,
así por ejemplo, la muerte de una persona o la destrucción de una cosecha por el viento
o una tormenta helada.
Otro ejemplo: Juan quiere deshacerse de su suegra, sabe que por los alrededores del
bosque asaltan mucho a cierta hora de la tarde. La envía precisamente a la hora de los
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asaltos a la tienda, con la esperanza de que la asalten y ésta pierda la vida en él. Ya la
señora en los alrededores del bosque es víctima de un asalto. Recibe una serie de golpes,
los que más tarde se le complican y le causan la muerte.
¿Se podrá sancionar al esposo de la señora por haberla mandado a hacer algunos
mandados a la tienda?
¿Tiene responsabilidad el esposo del asalto que sufrió la señora?
Es importante hacer la reflexión sobre las preguntas, para entender a cabalidad el
contenido de éste tema.
La dirección final de la acción se realiza en dos fases: una externa; y otra interna.-
a) La fase interna, es lo que sucede en la esfera del pensamiento del autor, éste se
propone anticipadamente a la realización del fin propuesto. Por ejemplo: realizar
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un viaje. Para llevar a cabo este fin selecciona los medios necesarios (viajar en
vehículo, en bestia, avión etc). Esta selección, sólo puede hacerse a partir del fin
ya propuesto y determinado. Es decir, solo cuando el autor está seguro de qué es
lo que quiere hacer, por tanto ya puede plantearse el problema de cómo lo quiere
hacer. En esta fase interna tiene también que considerar dicho autor los efectos
concomitantes que van unidos a los medios elegidos y a la consecución del fin
que se ha propuesto, así por ejemplo, elige el vehículo como medio de transporte
para el viaje, el cual es de gran distancia, sabe que tiene que parar en algún lado
para dormir de noche, así como para llenar el tanque de combustible. Pero sabe
que el vehículo cuenta con una avería en el radiador, por tanto está seguro que se
le sobrecalentará con el viaje que realizará etc..
La consideración de estos efectos concomitantes puede hacer que el autor vuelva a
plantearse la realización del fin y rechace algunos de los medios seleccionados para
su realización (así continuando con nuestro ejemplo) en vez de llevarse el vehículo
que se encuentra en malas condiciones, decide transportarse en bus extra urbano.
Pero una vez que los admita, como de segura o probable producción, también esos
efectos concomitantes pertenecen a la acción.-
La valoración penal puede recaer sobre cualquiera de estas fases de la acción, una vez
que esta se ha realizado en el mundo externo. En otras palabras, solo cuando el sujeto
activo del delito se ha encaminado a la ejecución de su deseo. Puede suceder que el fin
principal sea irrelevante desde el punto de vista penal y no lo sean los efectos
concomitantes, o los medios seleccionados para realizarlo.
Así, por ej., Cuando el autor conduce un vehículo a más velocidad de la permitida,
puede pretender una finalidad absolutamente loable (llegar a tiempo al lugar de trabajo),
pero los medios empleados para ello (conducir imprudentemente un vehículo, para
llegar a tiempo con la esposa al hospital quien va a dar a luz un bebe, como otro
ejemplo) o los efectos concomitantes (que se produzca la muerte de un peatón que es
atropellado en la carrera realizada) son desvalorados por la ley penal, o sea cuando se
dice que la acción final es la base del derecho penal, no se quiere dar a entender que
solo sea el fin de esa acción lo único que interesa al derecho penal, pues este puede estar
igualmente interesado en los medios elegidos para conseguir el fin, o en los efectos
concomitantes producidos en la acción cuando se buscaba la realización de ese fin.-
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formulada por el alemán Has Welzel, a principios de los años 30 y sobre la que se ha
construido en años posteriores todo un sistema de la teoría general del delito, cuyas
líneas fundamentales seguirán.
La teoría final de la acción surgió para superar la teoría causal de la acción, dominante
en la ciencia alemana del derecho penal desde principios del siglo pasado y que
encontró su más acabada expresión en los Tratados de Von Liszt y Mezger.
Para ésta teoría, (la causal) la acción es también conducta humana voluntaria, pero a
diferencia de la teoría final, la teoría causal prescinde del contenido de la voluntad, es
decir, del fin. Según esta teoría lo importante para establecer el concepto de acción es
que el sujeto haya actuado voluntariamente. Lo que este sujeto haya querido ( es decir,
el contenido de su voluntad, qué pretendía con su actuar) es, sin embargo, irrelevante y
solo interesa al marco de la culpabilidad.
La teoría causal reduce, pues, el concepto de acción a un proceso causal prescindiendo,
por completo, de la vertiente de la finalidad. Con ello desconoce la realidad de las
acciones humanas, que no son simples procesos causales (pues en este caso no se podría
diferenciar de los simples fenómenos de la naturaleza), sino procesos causales dirigidos
a un fin. Es, pues, lógico que ese fin sea también tenido en cuenta ya en el momento de
establecer el concepto de acción. Por ello, algunos Estados legislan para que las
autoridades puedan actuar a prevención.
En realidad, esta conclusión no es tampoco ignorada por el causalismo. Pero para éste la
finalidad debe ser objeto de valoración en el ámbito de la culpabilidad, dejando a las
otras categorías, tipicidad y antijuricidad, la valoración del aspecto puramente causal del
comportamiento humano. Pero el legislador cuando describe una conducta en un tipo
penal por Ej. , "El que diere muerte a una persona", no describe un simple proceso
causal también un rayo puede dar muerte a otra persona, por igual un médico lo puede
hacer, con su intervención quirúrgica, cuando el paciente ha llegado ante él por salud,
por lo que existe un proceso causal en la medida que se deriva de la realización de una
acción final humana. Por ello también la finalidad predeterminada, los medios
necesarios para su realización y los efectos concomitantes que se encuentran
íntimamente ligada a la acción deben ser tenidos en cuenta a la hora de calificar la
conducta, ya que en el primer estadio de la teoría del delito, se observará la tipicidad, y
los subsiguientes elementos del delito. Luego observaremos que se irán añadiendo y
valorando otros datos que caracterizan a la acción en el caso concreto o que determinan
la culpabilidad del autor de ella. Pero solo a partir de la acción final se podrá calificar el
presupuesto que sirve a toda valoración y reacción jurídico penal. Lo que importa es,
por tanto, que el legislador cuando describe o tipifica las acciones prohibidas, lo hace
pensando en la acción no como un simple proceso causal, sino como aquél proceso
causal que se rige por la voluntad de una persona dirigida a un fin predeterminado (ya
sea este relevante o no) o bien, lo sean los medios elegidos para su realización, o quizás
lo sean los elementos y efectos concomitantes. De ello se derivan importantes
consecuencias sistemáticas y prácticas que serán expuestas en su lugar, más adelante.
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Por ahora basta, con decir que la teoría final de la acción, tal como aquí ha sido
expuesta, tiene cada vez más partidarios, aunque no todos acepten los postulados
filosóficos de los que dicha teoría o su fundador parten: vinculación del legislador a las
estructuras ontológicas que no puede modificar.
Lo que al penalista, al juez, o al intérprete le interesa, sobre todo, es la acción típica y
ésta, como se desprende del articulado de las leyes donde se derivan los delitos, no es
otra que una acción final. Sin recurrir a la finalidad, ni al contenido de la voluntad, no se
puede distinguir, en efecto, la acción humana de matar a otra persona de aquella en la
que no interviene la persona humana, imputable a la naturaleza, tal el caso de la
producida por un rayo. Pero también para distinguir las acciones humanas unas de otras
hay que recurrir a la finalidad: un disparo puede ser una tentativa de homicidio o un
simple acto de caza; solo la finalidad de la acción de su autor puede dar sentido a ese
proceso puramente causal. Igualmente hay que recurrir desde el principio, es decir,
desde el primer momento, para tipificar la acción, a determinados elementos subjetivos
que exige la ley (ánimo de lucro, con propósitos sexuales, miradas deshonestas, etc..)
Para superar la polémica entre teoría final y teoría causal hay una tercera teoría la social
de la acción, que llama la atención sobre la relevancia social del comportamiento
humano. Esta teoría puede ser aceptada en la medida en que solo atienda el contenido
de la voluntad del autor, ya que solo así se puede determinar el sentido social de la
acción. Pero este concepto de relevancia social es excesivamente ambiguo y, en última
instancia, solo es un dato prejurídico que no interesa directamente al jurista. Mas lo que
a este le interesa es, en definitiva, la relevancia típica.
Por ejemplo: Fumar en la cama. ¿A quién afecta el que lo haga un individuo en su
intimidad?
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procesos contra cosas que habían producido resultados dañosos, o animales que
provocaron epidemias, muerte de personas, etc. Recuérdese que llevaron a los tribunales
el juzgamiento de unas ratas, hace como tres siglos, con, con las cuales, se pretendía
representar la acción del Estado en contra de todas ellas, a las cuales se les juzgó y
condenó a la muerte, por la epidemia de habían provocado. Transmite la cífiles, pero se
le acreditaba una epidemia, que estaba causando una mortandad en grandes
proporciones.
Tampoco pueden ser sujetos de acción penalmente relevante, aunque sí puedan serlo en
otras ramas del ordenamiento jurídico, las personas jurídicas (societas delinquere non
potest). Desde el punto de vista penal, la capacidad de acción, de culpabilidad y de pena
exige la presencia de una voluntad humana, entendida ésta como facultad psíquica de la
persona individual, que no existe en la persona jurídica, por ser mero ente ficticio al que
el derecho atribuye capacidad a otros efectos distintos a los penales.
Esto no quiere decir que el derecho penal deba permanecer impasible ante los abusos
que, especialmente en el ámbito económico, se producen a través de la persona jurídica,
sobre todo sociedades anónimas, no digamos las de responsabilidad limitada, que hay
que incluirlas por igual. (recuérdese como ejemplo el caso del robo masivo que
efectuaron las supuestas financieras en Guatemala)
Pero en este caso procede castigar a las personas físicas individuales que cometen
realmente tales abusos, sin perjuicio de las medidas civiles o administrativas que
proceda aplicar a la persona jurídica como tal (disolución, multa, prohibición de ejercer
determinadas actividades, etc.). Hay proyectos de Códigos Penales, de otros países, que
prevén la adopción de medidas de este tipo contra personas jurídicas. Su fundamento lo
constituyen siempre los actos individuales realizados por las personas físicas que
integran la persona jurídica; empero para prevenir estos actos se procede, en ocasiones,
a adoptar medidas que afecten a la persona jurídica como ente jurídico a cuyo amparo se
cometen acciones delictivas. Las propuestas acogen, sin embargo, con mejor propiedad
éstas medidas, como "consecuencias accesorias", evitando así cualquier discusión sobre
la responsabilidad individual como única fuente tanto de la pena como de la medida.
El Código Penal, en el Art. 38 indica la responsabilidad penal de personas jurídicas. En
lo relativo a personas jurídicas se tendrá como responsables de los delitos respectivos a
directores, gerentes, ejecutivos, representantes, administradores, funcionarios o
empleados de ellas, que hubieren intervenido en el hecho y sin cuya participación no se
hubiere realizado éste y serán sancionados con las mismas penas señaladas en este
Código para las personas individuales.
Pero recuérdese, que en sí a la persona jurídica no se le sanciona. Hay legislaciones que
ya le han dictado la pena de muerte a la misma, o bien, se ha dictado su cancelación y
prohibición de operar con el nombre comercial que usa. Automáticamente, a mi parecer
se le ha dictado pena de muerte.
En algunos casos no es posible, sin embargo, castigar a las personas físicas que actúan
en nombre de las personas jurídicas, porque ciertos tipos de delitos exigen determinadas
cualidades personales ("deudor", "obligado a pagar impuestos", que se tenga plena
representación legal en el país, etc), que no se dan en tales personas físicas, sino en las
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jurídicas en cuyo nombre actúan. Para evitar estas indeseables lagunas de punibilidad, el
legislador puede optar por una doble vía; o sancionar expresamente en los tipos
delictivos donde más se den estos casos a las personas físicas que actúan en nombre de
las jurídicas (gerentes, administradores, etc.); o crear un precepto general que permita
esta sanción en todos los casos donde ocurran problemas de este tipo. La primera vía ha
sido adaptada excepcionalmente en algunos tipos concretos en otros países, dice la
doctrina que puede ser considerado así: "el que actuare como directivo u órgano de una
persona jurídica o en representación legal o voluntaria de la misma, responderá
personalmente, aunque no concurran en él y sí en la entidad en cuyo nombre obrare, las
condiciones, cualidades o relaciones que la correspondiente figura de delito requiera
para poder ser sujeto activo del mismo"(esto en con relación al Delito fiscal, en la
legislación foránea)
El Código Penal guatemalteco, en el Art. “358 b”, identifica los casos especiales de
defraudación tributaria e indica ocho conductas en que es posible la defraudación y en el
último párrafo se refiere a la acción del Estado contra las personas jurídicas. Dice así: Si
este delito fuere cometido por empleados o representantes legales de una persona
jurídica, buscando beneficio para ésta, además de las sanciones aplicables a los
participantes del delito, se impondrá a la persona jurídica, una multa equivalente al
monto del impuesto omitido. Si se produce reincidencia, se sancionará a la persona
jurídica con la cancelación definitiva de la patente de comercio.
AUSENCIA DE ACCION.
Puesto que el derecho penal solo se ocupa de acciones voluntarias, no habrá acción
penalmente relevante cuando falte la voluntad de la persona, se presentan tres grupos de
casos:
Desde el punto de vista cuantitativo, la fuerza ha de ser absoluta de tal forma que no
deje ninguna opción para el que la sufre. Si la fuerza no es absoluta, el que la sufre
puede resistirla o por lo menos tiene esta posibilidad, no cabe apreciar esta eximente.
No es lo mismo amarrar fuertemente a una persona a un árbol mientras duerme para
impedir que cumpla con su deber (por ejemplo el guardián de vías de tren) que
amenazarle con una pistola con la misma finalidad. En el primer caso falta la acción, al
no poder el sujeto ni siquiera manifestar su voluntad. En el segundo caso, la voluntad
existe pero está viciada en sus motivaciones. El primer caso constituye un supuesto de
fuerza irresistible que excluye la acción; el segundo es un supuesto de vicio compulsivo
que no excluye la acción al no anular totalmente la voluntad, sino la antijuricidad o la
culpabilidad, según se estime existe aquí estado de necesidad o miedo insuperable.
23
La fuerza ha de provenir del exterior, es decir, de una tercera persona o incluso, más
dudosamente, de fuerzas naturales (en contra de esta última posibilidad, se han
pronunciado algunos doctrinarios y algunos Tribunales Supremos de otros países, ya en
reiteradas oportunidades)
La doctrina considera que los impulsos irresistibles de origen interno (arrebato, estados
pasionales) no pueden servir de base a esta eximente, porque se trata de actos en los que
no está ausente totalmente la voluntad, aunque esto no excluye que puedan servir de
base a la apreciación de otras eximentes, como la de trastorno mental transitorio que
excluyen o disminuyen la imputabilidad o capacidad de culpabilidad.
En la práctica “la fuerza irresistible” carece de importancia, salvo raras hipótesis, en los
delitos de acción; pero es importante en los delitos de omisión (atar al encargado de
preservar la seguridad en el parque nacional Tikal, para que éste no advierta a los
pilotos de buses que conducen turistas al mismo, para así tener la posibilidad de
asaltarlos al momento de que éstos lleguen al parque; atar al encargado de guiar el
tráfico aéreo para que éste no pueda indicar a los pilotos de aviones si existe posibilidad
o no de aterrizaje en ese momento en la pista internacional de aterrizaje, o recibir la
advertencia de peligro en la misma; o atar al guardián encargado del control de las vías
de trenes para que éste no pueda accionar el cambio de dichas vías). La consecuencia
principal de la apreciación de esta eximente es que el que violenta, o el que ató al
responsable de la seguridad, empleando fuerza irresistible contra un tercero, responde
como autor directo del delito cometido, y el que actuó violentado por la fuerza
irresistible no solo no responde, sino que su actuación es irrelevante penalmente, siendo
un mero instrumento en manos de otro que es el verdadero responsable.
24
lugar a uno de estos estados. La opinión dominante se inclina por la negativa,
aunque teóricamente no está excluida la posibilidad de que el hipnotizador llegue a
dominar totalmente al hipnotizado, sobre todo si éste es de constitución débil,
surgiendo en este caso una situación muy próxima a la fuerza irresistible.-
ACCION Y RESULTADO.
No es lo mismo "el producir" que "lo producido". La distinción entre acción, como
simple manifestación de voluntad, y resultado, como consecuencia externa derivada de
la manifestación de voluntad, tiene gran importancia para el derecho penal. Así, por ej,
el legislador castiga en algunos casos la simple manifestación de voluntad, como sucede
en el delito de injurias (delitos de simple actividad); en otros, además el resultado
derivado de ella, como sucede en el homicidio (delitos de resultado). En este último
caso exige una relación de causalidad entre la acción y el resultado. Ahora bien, puede
que el resultado no se produzca y que la acción solo sea punible a título de tentativa. En
los delitos de peligro concreto, la acción peligrosa se castiga cuando haya puesto en
concreto peligro el respectivo bien jurídico. En el delito imprudente, la acción
imprudente solo se castiga si produce un resultado lesivo, etc. Nuestro Código Penal no
25
tiene descrito el delito imprudente, por lo que lo equiparamos en lo que dice el Art. 12
“delito culposo” El delito es culposo cuando con ocasión de acciones u omisiones
lícitas, se causa un mal por imprudencia, negligencia o impericia.
Todas estas construcciones teóricas pueden hacerse, si se parte de acción y resultado
como dos cosas distintas, susceptibles también de diversa valoración. Hoy en día en la
doctrina los delitos de peligro concreto, son englobados en el concepto de la falta del
deber objetivo de cuidado, que por igual al delito imprudente, nuestro código penal no
cuenta con dicha figura.
LA IMPUTACION OBJETIVA.
En los delitos de resultado (homicidio, daños, lesiones, etc.) entre acción y resultado
debe darse una relación de causalidad, es decir, una relación que permita, ya en el
ámbito objetivo, la imputación del resultado producido al autor de la conducta que lo ha
causado. Ello naturalmente sin perjuicio de exigir, después, la presencia de otros
elementos, a efecto de deducir una responsabilidad penal en su contra. La relación de
causalidad entre acción y resultado, o si se prefiere, la imputación objetiva del resultado
al autor de la acción que lo ha causado es, por lo tanto, el presupuesto mínimo para
exigir una responsabilidad en los delitos de resultado por el resultado producido con
dicha acción.
En muchos casos ni siquiera surgen dudas acerca de una causalidad entre una acción y
un determinado resultado. Así, por ej. "Catalina" le dispara tres tiros a "Domitila" quien
se halla a un metro de distancia de su agresora, hiriéndola en el hígado y en la cabeza
quien muere en forma instantánea a consecuencia de las heridas producidas con los
proyectiles disparados con arma de fuego. En este caso la inmediata sucesión temporal
entre la acción y el resultado y su relación directa no deja lugar a dudas sobre la relación
causal existente entre la acción y el resultado.
Sin embargo, no todas las relaciones son tan sencillas de resolver. Pensemos por
ejemplo en el caso en que "Catalina" hiere a "Domitila" y esta muere al ser trasladada al
hospital pero no por causa de las heridas sufridas por la agresión responsabilidad de
“Catalina”, sino a consecuencia de un accidente de tránsito que causa “Nora Elizabeth”
al chocar su vehículo contra la ambulancia donde era transportada “Domitila”. Otro
ejemplo podría ser que “Domitila” muera, no por las heridas antes relacionadas, sino
por una infección sobrevenida después de haberlas sufrido, pero por virtud de un mal
tratamiento de éstas, ya dentro del hospital donde se estaba curando de aquellas. O bien,
como otro ejemplo se podría mencionar que muera a consecuencia de un mal
tratamiento médico recibido dentro del hospital cuando era atendida por el “Doctor José
Eduardo Molina”, aunque haya ingresado a consecuencia de las heridas que le causara
“Catalina”.
Para resolver casos tan complicados se han elaborado diversas teorías. Entre las muchas
existentes solo citaré las dos más importantes;
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LA DE LA EQUIVALENCIA DE CONDICIONES Y LA TEORÍA DE LA
CAUSACIÓN ADECUADA.
Para esta teoría todas las condiciones del resultado son equivalentes, de tal forma que en
los ejemplos anteriores, en cualquiera de sus variantes (accidente de tránsito, infección o
mal tratamiento sobrevenido), la acción del sujeto activo es causa de la muerte de la
víctima o sujeto pasivo.
No toda condición del resultado concreto es causa en sentido jurídico, sino solo aquella
que generalmente es adecuada para producir el resultado.
Una acción será adecuada para producir un resultado, cuando una persona normal,
colocada en la misma situación que el agente, hubiera podido prever que, en
circunstancias corrientes, tal resultado se produciría inevitablemente. Pero previsible en
forma objetiva lo es casi todo.
Por tal razón la teoría de la causación adecuada recurre a otro criterio limitador de la
causalidad, el de la diligencia debida, ya que si la acción se realiza con la diligencia
debida, aunque sea previsible un resultado, se mantiene en el ámbito de lo permitido
jurídicamente y no se plantea problema alguno.
Previsibilidad objetiva y diligencia debida son, por consiguiente, los dos criterios que
sirven para precisar cuándo una acción es adecuada para producir un resultado. Pero con
estos criterios se está ya abandonando el ámbito ontológico de la causalidad, para
convertir el problema causal en un problema jurídico normativo que debe resolverse con
criterios jurídicos.
En este sentido también como causal naturalista también se puede decir que los padres
del asesino son causa del asesinato ya que procrearon al asesino, o que el causante de un
estupro es también el carpintero que construyó la cama donde se consumó el
yacimiento.
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Pero desde el punto de vista jurídico esta causalidad natural debe ser limitada con ayuda
de criterios jurídicos, de tal forma que el problema causal se convierte en un problema
jurídico a incluir dentro de la categoría del injusto o antijuricidad típica (teoría de la
causa jurídicamente relevante o de la imputación objetiva)
Con los siguientes ejemplos se puede comprender mejor el distinto alcance de estas
teorías.-
2o.) “Pablo Mauricio” envía a “María José” a un bosque en plena tormenta con la
esperanza de que le caiga un rayo y la mate. El resultado, efectivamente se produce; sin
embargo, al no ser este resultado previsible objetivamente, la teoría de la adecuación
negaría la relevancia jurídica causal de la acción de “Pablo Mauricio”. La teoría de la
equivalencia no tendría más remedio que afirmar la causalidad, porque, indudablemente
desde el punto de vista natural la acción de “Pablo Mauricio” fue causa de la muerte de
“María José”. La teoría de la relevancia jurídica negaría simplemente la relevancia
jurídica de la acción de “Pablo Mauricio”.
Con ayuda del primero (el del incremento del riesgo) se pueden resolver casos en los
que el resultado se hubiera producido igualmente, aunque el autor hubiera actuado con
la diligencia debida, el médico inyecta indebidamente cocaína al paciente, produciendo
su muerte que también se hubiera producido de haberse empleado novocaína que era lo
aconsejable;
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borracho, que igual habría sido atropellado, no obstante que el conductor llevase el
vehículo a la velocidad permitida.
El segundo criterio (el del fin de protección de la norma) sirve para seleccionar casos en
los que, aunque el autor ha creado o incrementado un riesgo que se transforma en un
resultado lesivo, no procede imputar este resultado, si no se produce dentro del ámbito
de protección de la norma.
Los casos a los que afecta este problema son muy diversos y complejos y van desde la
provocación imprudente de suicidio (como por ejemplo, cuando alguien deja una pistola
al alcance de una persona que ha sido calificada de maniaco depresiva, quien se suicida
con ella al encontrarse solo y en la referida crisis depresiva) y la puesta en peligro de un
tercero aceptada por este (muerte del copiloto en una carrera de automóviles por virtud
de un accidente sufrido con el vehículo en que se conducía dentro de la carrera), hasta
los daños sobrevenidos posteriormente a consecuencia del resultado dañoso principal
producido (la madre de la víctima del accidente muere de la impresión al enterarse del
accidente que ha sufrido su hijo, o aquella señora que muere al recibir la noticia de que
a su hija se le a detectado cáncer de mama, y que fue tanta la impresión que sufrió un
paro cardiaco) Todos estos resultados caen fuera del ámbito de protección de la norma
que no se previó por el legislador al momento de dictar la misma y deben ser excluidos
de dicho ámbito jurídico penal relevante, porque de lo contrario estaríamos efectuando
una interpretación extensiva de ella y con ello estaríamos cayendo ya en la ilegalidad
pues, en derecho penal la interpretación deberá ser extensiva en beneficio, restrictiva en
perjuicio de un imputado.
Se acuerdan de aquella expresión, que bien puede ser equiparada a un trabalenguas que
dice "El que es causa de la causa es causa del mal causado", que muchos a la fecha se
atreven a afirmar que es ley que hay que aceptar por su vigencia supuesta, y por siempre
a dichas personas se les ha llevado a consecuencias notoriamente injustas, como estimar
la causalidad en casos de lesiones leves que por imprevisibles complicaciones han
determinado posteriormente la muerte del lesionado.
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del CP determina la Relación de causalidad. Los hechos previstos en las figuras
delictivas serán atribuidos al imputado, cuando fueren consecuencia de una acción u
omisión normalmente idónea para producirlos, conforme a la naturaleza del respectivo
delito y a las circunstancias concretas del caso o cuando la ley expresamente los
establece como consecuencia de determinada conducta.
Pero lo grave de esta práctica doctrinaria es que confunde el plano causal ontológico y
el plano causal jurídicamente relevante. En el ámbito jurídico únicamente puede ser
importante este último; por lo tanto, solo con criterios jurídicos como los antes
expuestos (tales como la previsibilidad objetiva, diligencia debida, incremento de riesgo
y fin de protección de la norma) se puede determinar con seguridad el ámbito de lo
jurídicamente relevante, para luego proceder a comprobar si se dan los demás elementos
de la teoría general del delito que fundamentan la responsabilidad penal.
30
Al indicar que son circunstancias atenuantes, la preterintencionalidad, que consiste en
no haber tenido intención de causar un daño de tanta gravedad, como el que se produjo.
Recuérdese que esto es muy subjetivo.
Hay que pensar a futuro en la creación del tipo penal de Imprudencia, con la autonomía
adecuada que la doctrina ha considerado. Éste sería un buen punto de tesis profesional
en Guatemala para los estudiantes.-
Todas las cualidades que constituyen la acción en sentido activo (finalidad y causalidad)
deben estar a disposición del sujeto, para poder hablar de omisión. Las causas que
excluyen las acciones son también, al mismo tiempo, causas de exclusión de la omisión.
Haciéndolo más digerible al pensamiento. La acción en sentido activo sufre de
imperfecciones que le permiten hablar a favor del sujeto por la identificación de
eximentes de la responsabilidad penal, por igual hay atenuantes y de conducta
disculpante. Y cuando se habla de la omisión existe una acción en sentido pasivo y así
como la acción antes analizada debe en éste caso analizarse las causas que excluyen la
responsabilidad penal del sujeto que no ha actuado, así mismo las circunstancias
atenuantes y las disculpantes si las hay.-
31
Acción y omisión no son, por tanto, dos formas antológicamente distintas ( A y B) del
comportamiento humano, sino dos subclases independientes (A y no A) del
comportamiento humano, susceptibles de ser regidos por la voluntad final. Yo he
agregado a lo anterior, en calificar en la acción su punto positivo y negativo,
dependiendo de la conducta que se asuma.
LA ACCION ESPERADA.
La comprobación de que alguien ha omitido una acción que podía haber realizado, es
todavía insuficiente para generar un juicio de desaprobación sobre la omisión.
El delito omisivo consiste, por tanto, siempre en la omisión de una determinada acción
que el sujeto tenía obligación de realizar y que podía realizar.
El cirujano que opera con instrumental que no ha sido desinfectado, causando una
infección en el paciente que ha operado, y a consecuencia de dicha conducta fallece el
mismo. Dicho cirujano no comete un delito de acción, porque lo que hizo fue operar a
un paciente, pero lo hizo con un instrumental que no había sido desinfectado
previamente. La conducta del médico encuadra en una omisión. (omisión de su
obligación de desinfección de los instrumentos que emplea, faltar a la objetividad en el
cuidado que debe guardar)
Es por ello que, metodológicamente es correcto estudiarla en ésta área del derecho
penal, es decir desde el primer momento, ya que hay que dejar sentado que la omisión
es una forma del comportamiento humano que sirve de base a todas las categorías de la
teoría del delito.
32
CLASES DE OMISION PENALMENTE RELEVANTES.
a) Como delito de omisión pura o propia, en los que se castiga la simple infracción de
un deber de actuar, sin más equivalen a los delitos de simple actividad.
Ejemplo de estos delitos en los Códigos de otros países, es la omisión del deber de
impedir determinados delitos, nuestro Código Penal también los tiene.-
Dejar de promover la persecución y castigo de los delincuentes. Así también
contempla el retardo malicioso en la administración de justicia, el que es
equiparable a la conducta calificada como el no prestar la debida cooperación en la
persecución penal, por parte del particular o del funcionario público. Se encuentra
así mismo el no socorrer a alguien que se encuentra en peligro, pudiendo auxiliarlo.
Y los artículos del código Penal que se refieren al castigo a los funcionarios
públicos que "consintieren" el quebrantamiento de la evasión fiscal mediante la
tolerancia a la falsificación de documentos o la sustracción de caudales públicos,
entendiendo por "consentir" también el dejar hacer.
c) Como delitos impropios de omisión, o de comisión por omisión, en los que, al igual
que en los supuestos anteriores de la omisión, ésta se conecta con un determinado
resultado prohibido, pero en el tipo legal concreto, no se menciona expresamente la
forma de comisión omisiva, constituyendo, pues, un problema de interpretación, al
dilucidar cuándo la forma omisiva puede ser equiparada a la activa, que sí se
menciona expresamente en la ley.
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a) Los delitos omisivos propios. En estos delitos, el contenido típico está constituido
por la simple infracción de un deber de actuar. Paradigma de este tipo de delitos es
la omisión del deber de socorro.
Así, por ejemplo, nadie duda en incluir en la acción típica del infanticidio (matar a
un recién nacido), como he dicho con anterioridad, el comportamiento de la madre
que deja morir de hambre al recién nacido.
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equiparación y cuáles son los límites de la misma.
Si, en lugar del ejemplo anterior, ponemos otros, rápidamente veremos que la
cuestión no es tan fácil como a primera vista pudiera parecer.-
- ¿Será que mata quien no avisa a tiempo al peatón (que puede ser su hijo o su
cónyuge o su suegra) de que se le viene encima un automóvil?.
- ¿Mata el que no presta auxilio a un accidentado que se está desangrando en un lugar
solitario a la orilla de la carretera y tiene la oportunidad de apreciarlo al momento de
estar pasando en su vehículo?
¿Será que se sustrae quien observa inmóvil cómo actúa un carterista, y no avisa a la
víctima que esta siendo robada?
Será que existe responsabilidad en aquél empleado que se sustrae al observar como
su jefe está apropiándose indebidamente de caudales económicos de la empresa y no
avisa a las altas autoridades de lo que esta sucediendo ya que tiene miedo de meterse
en problemas y a las represalias que pueda intentar el sinvergüenza?
¿Será que comete el delito de omisión aquél ciudadano que observa como algunos
miembros de la industria hotelera y de restaurantes, instalada a los alrededores y a la
rivera del lago Petén Itzá omiten darle tratamiento a las fosas sépticas y aprueban el
derrame de los desechos sólidos que producen a las aguas puras de dicho lago?
¿Será que comete el delito de omisión, aquél ciudadano que observa como en forma
significativa y con gran avance se esta afectando toda la industria turística presente
y futura de Petén, gracias a que nadie se preocupa por detener el que se siga
vertiendo los drenajes de aguas negras del Municipio de San Benito Petén a las agua
puras del lago Petén Itzá?
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imputar el resultado al sujeto de la omisión de la acción. Para ello, habrá que utilizar
hipotéticamente los tres criterios antes señalados, es decir:
a) De la teoría de la adecuación;
b) Del incremento del riesgo y;
c) Del fin de protección de la norma.
Pues bien, hay que plantearse hipotéticamente la interrogante, de que si el sujeto hubiere
realizado la acción, hubiera sido ésta la esperada, pues era la previsible lógicamente, y
con ello evitado que se produjera el resultado. Si su omisión suponía una falta de
diligencia, si el omitir actuar incrementa el riesgo de producción del resultado, etc.
Lógicamente, en el ámbito del tipo subjetivo doloso, se requiere que el sujeto activo
tenga conocimiento de la situación típica de la acción, de la posibilidad de conocer la
forma de evitar el resultado y de la posibilidad real que tiene de evitar éste, sin riesgo
alguno para sí.
El desconocimiento debido a error vencible o negligencia puede dar lugar a la
imputación por imprudencia.-
En una primera aproximación al tema, podemos decir que solo aquellas personas que
tienen una especial vinculación con el bien jurídico protegido, pueden ser consideradas
garantes de la integridad de un bien jurídico. Así, por ejemplo, la madre del recién
nacido tiene especial obligación de atender al accidentado y procurar salvarlo; el que
36
maneja una sustancia explosiva tiene obligación de evitar que se produzca una
catástrofe o incendio, al funcionario público que aprobare la instalación de una
explotación industrial o comercial está obligado a establecer que la misma no es
contaminante si funciona. etc.
El obligado por estos preceptos tiene una posición de garante respecto a la vida, la
integridad física y la salud de sus familiares.
LA TIPICIDAD.
Una vez estudiadas con lo dicho anteriormente, las dos formas, activa y pasiva, del
comportamiento humano, sustrato de la infracción delictiva, es procedente ahora
estudiar las categorías cuya presencia convierte ese comportamiento humano en
delictivo. Como ya se ha dicho, estas categorías son la tipicidad, la antijuricidad, la
culpabilidad y en algunos casos, la penalidad.
De modo general se puede decir que toda acción u omisión es delito si infringe el
ordenamiento jurídico (antijuricidad) en la forma prevista por los tipos penales
(tipicidad) y puede ser atribuida a su autor (culpabilidad)
TIPICIDAD Y TIPO.
De estas tres categorías, la primera y más relevante desde el punto de vista jurídico
penal es la tipicidad. La tipicidad es la adecuación de un hecho cometido por una
persona a la descripción que de ese hecho ha efectuado el legislador en la ley penal. Por
imperativo del principio de legalidad en su vertiente del "nullum crimen sine lege" solo
los hechos tipificados en la ley penal como delitos pueden ser considerados como tal. Es
decir, es nula la acción del estado cuando pretende sancionar conductas del ser humano
que dentro de la ley no se ha calificado como acto ilícito o como conducta prohibida.-
Ningún hecho, por antijurídico y culpable que sea, puede llegar a la categoría de delito
si al mismo tiempo no es típico, es decir, no corresponde a la descripción contenida en
una norma penal.
Esto no quiere decir que el legislador tenga que describir con toda exactitud y hasta en
sus más mínimos e íntimos detalles los comportamientos que estime deban ser
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castigados como delito. Ello supondría una exasperación del principio de legalidad que,
llevado hasta sus últimas consecuencias, desembocaría en un casuismo abrumador que,
de todos modos, siempre dejaría algún supuesto de hecho fuera de la descripción
encontrada en la legislación legal. La diversidad de formas de aparición que adoptan los
comportamientos delictivos impone la búsqueda de una imagen conceptual lo
suficientemente abstracta como para poder englobar en ella todos aquellos
comportamientos que tengan unas características esenciales comunes. Esta figura
puramente conceptual es el tipo. Tipo es, por tanto, la descripción de la conducta
humana prohibida que lleva a cabo el legislador en el supuesto de hecho de una norma
penal. Tipicidad es la cualidad que se atribuye a un comportamiento cuando es
subsumible en el supuesto de hecho de una norma penal.
En verdad, difícilmente se puede equiparar una conducta atípica (matar a una mosca)
con una conducta típica (causarle la muerte a una persona) pero amparada en una causa
de justificación (matar a otra persona en legítima defensa) Pero por otra parte, la
indagación sobre la antijuricidad solo tiene sentido, si previamente se ha establecido la
tipicidad del comportamiento.
La relación entre tipo y antijuricidad puede ser más o menos estrecha. Generalmente, en
el tipo se incluyen todas las características de la acción prohibida que fundamentan
positivamente su antijuricidad. Sin embargo, no siempre se pueden deducir directamente
del tipo estas características.
Hay tipos en los cuales la ley solo describe una parte de estas características, dejando al
juez o al intérprete jurídico de la norma penal la tarea de buscar las características que
faltan. Sucede esto sobre todo en los delitos imprudentes en los que la acción prohibida
tiene que ser establecida por el juez con ayuda del criterio de la "diligencia debida". O
en los delitos de comisión por omisión en los que el ámbito de la autoría tiene que ser
completado con el criterio de la "posición de garante". Ello se debe a la dificultad de
plasmar legalmente tales características en el tipo legal. Pero una vez halladas
pertenecen al tipo igual que las demás.
40
Otra cosa sucede con algunos tipos en los que para saber cuál es la conducta prohibida
hay que acudir a determinadas características de la antijuricidad o características
normativas (tipos abiertos) Así por ejemplo, en los delitos de usurpación de funciones
"El que sin título o causa legítima..." (Art. 335 CP), coacciones "El que sin estar
legítimamente autorizado... Art. 214 CP) etc., la materia de prohibición solo se puede
saber si se tiene en cuenta estos elementos que directamente afectan la antijuricidad.
A efecto de introducirnos en la inteligencia de los tipos penales abiertos, analicemos por
ejemplo el Art. 336 del CP. afirma que encuadra su conducta en dicho tipo penal,
aquella persona que se arroje título académico o ejerza actividad laboral que compete a
profesionales, ya sea que actúe dicha persona, sin tener el referido título profesional o a
pesar de tenerlo no se encuentre con la habilitación especial necesaria que la ley exige.
Pero para poder encuadrar la conducta de la persona que usurpa la calidad profesional,
por ser un tipo penal abierto hay necesidad de acudir a lo que dice la Ley de
Colegiación Profesional Obligatoria y ésta en el Art. 1 establece que la colegiación de
los profesionales universitarios es obligatoria y tiene por fines la superación moral,
científica, técnica, cultural, económica y material de las profesiones universitarias y el
control de su ejercicio, de conformidad con lo que estipula en el conjunto de sus
normas, la propia Ley de Colegiación Profesional Obligatoria. Y dice además que se
entiende por colegiación la asociación de graduados universitarios de las respectivas
profesiones en entidades respectivas, de conformidad con las disposiciones de ésta ley.
Por tanto ordena que deben colegiarse, todos los profesionales egresados de las
facultades de las universidades autorizadas para funcionar en el país y que hubieren
obtenido título que los habilite para el ejercicio de una profesión, por lo menos en el
grado de licenciatura y además de ellos, los profesionales incorporados a la Universidad
de San Carlos de Guatemala, los profesionales graduados en el extranjero que hayan
obtenido u obtengan autorización legal para ejercer la profesión en el país, de
conformidad con tratados internaciones aceptados y ratificados por Guatemala, los
profesionales universitarios graduados en el extranjero que formen parte de programas
de postgrado, entrenamiento u otras actividades organizadas por las universidades del
país, instituciones estatales y no estatales o internacionales que por tal motivo deban
ejercer su profesión en el país, podrán hacerlo mientras dure el programa respectivo con
la sola autorización del colegio Profesional que corresponda. Y más adelante dicha ley
en el Art. 4 establece los requisitos para que el Profesional obtenga el reconocimiento
de estar en calidad de ejercicio. Dice que para el ejercicio de las profesiones
universitarias se necesita la calidad de colegiado activo. Toda persona individual o
jurídica, pública o privada, que por cualquier concepto contrate los servicios de las
personas que de conformidad con esta ley deban ser colegiados, queda obligada a
exigirles que acrediten su calidad de activas. Las autoridades competentes de los
Organismos del Estado y de sus entidades descentralizadas y autónomas, deben
establecer con precisión qué cargos requieren la calidad de profesionales universitario
colegiado activo.
Se entiende por colegiado activo la persona que, siendo profesional universitario,
cumpla los requisitos siguientes:
a) Haber satisfecho las normas de inscripción y registro establecidas en los
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estatutos y reglamentos del colegio respectivo.
b) No estar sujeto a sanción por resolución de autoridad judicial competente que
lo inhabilite para el ejercicio legal de su profesión.
c) Estar solvente en el pago de sus cuotas universitarias y gremiales, tanto
ordinarias como extraordinarias, de acuerdo con lo estipulado en los estatutos
y reglamentos del Colegio respectivo. La insolvencia durante tres meses
consecutivos determina, sin necesidad de declaratoria previa, la pérdida de la
calidad de colegiado activo, la que se recobrará automáticamente al pagar las
cuotas debidas.
El tesorero de cada colegio comunicará estas situaciones a las autoridades
correspondientes para los efectos del ejercicio profesional, conforme lo dispuesto en
este artículo.
Pues bien, continuando con el tema que nos ocupa, lo que aquí se plantea es que esos
elementos pertenecen a la tipicidad y que, por consiguiente, si no se dan, excluyen tanto
la tipicidad como la antijuricidad. La cuestión tiene trascendencia en el ámbito del error,
ya que, según se estimen elementos del tipo de la antijuricidad, deberá tratarse el error
sobre ellos, como error de tipo o error de prohibición.-
Con ello se demuestra que la relación entre el tipo y las restantes categorías del delito es
muy estrecha. Así por ejemplo, se habla también de tipo de culpabilidad, para designar
aquellos elementos que fundamentan el juicio de culpabilidad.
También se habla de tipo de delito como el conjunto de presupuestos que deben darse
42
para imponer una pena.
Sin embargo, el nombre de tipo debe reservarse para aquella imagen conceptual que
sirve para describir la conducta prohibida en el supuesto de hecho de una norma penal y
que después va a ser objeto del juicio de antijuricidad, es decir, va a ser analizada desde
el prisma de las causas de justificación.
Se habla así de tipo de injusto y en este sentido va ser utilizado aquí mientras no se diga
lo contrario.
No obstante, por la gran mayoría de tratadistas se llega a estimar que, por ser calificados
como comportamientos adecuados socialmente, no deben considerarse conductas típicas
que merezcan atención por los juristas y mucho menos el que se les denomine conductas
antijurídicas. Pongamos el ejemplo del deportista que después del encuentro denuncia al
contrincante ante el Ministerio Público por las lesiones sufridas por culpa de éste en la
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contienda, ya que las califica de mal intencionadas. Creo que a dicho atleta, más
adelante, nadie querrá enfrentársele, pues se generalizará el temor a ser denunciado por
éste, después de que pierda la contienda y por tanto, ya no se actuará con naturalidad en
la acción deportiva pues siempre existirá ese temor a verse obligado a enfrentársele más
adelante en los tribunales de justicia.
Sin embargo, se confunden con esta teoría de la adecuación social dos planos distintos y
con distinta trascendencia:
a) el social y
b) el jurídico.
Pero esta es una consideración fáctica que no puede pretender validez general, dada
sobre todo su relatividad e inseguridad. Por ello, debe rechazarse el criterio de la
adecuación social como causa de exclusión del tipo.-
Para cumplir su función de garantía, el tipo tiene que estar redactado de tal modo que de
su texto se pueda deducir con claridad la conducta prohibida.
Para ello hay que utilizar un lenguaje claro y preciso asequible al nivel cultural medio
de la ciudadanía. Dice la Ley del Organismo Judicial, en el Art. 10. Las normas se
interpretarán conforme a su texto según el sentido propio de sus palabras, a su contexto
y de acuerdo con las disposiciones constitucionales. El conjunto de una ley servirá para
ilustrar el contenido de cada una de sus partes, pero los pasajes obscuros de la misma, se
podrán aclarar, atendiendo el orden siguiente:
44
b) A la historia fidedigna de su institución;
c) A las disposiciones de otras leyes sobre casos o situaciones análogas;
d) Al modo que parezca más conforme a la equidad y a los principios generales del
derecho.
Art. 11. El idioma oficial es el Español. Las palabras de la ley se entenderán de acuerdo
con el diccionario de la Real Academia Española, en la acepción correspondiente, salvo
que el legislador las haya definido expresamente. Si una palabra usada en la ley no
aparece definida en el Diccionario de la Real Academia Española, se le dará su acepción
usual en el país, lugar o región de que se trate.
Las palabras técnicas utilizadas en la ciencia, en la tecnología o en el arte, se entenderán
en su sentido propio, al menos que aparezca expresamente que se han usado en sentido
distinto.
45
autonomía, y la han situado como una conducta derivada de aquella, le han dado una
cierta autonomía por sus características muy peculiares por lo que la han denominado
como Estafa en Masa o colectiva. Hay quienes la han calificado como delito en masa,
pero es muy subjetivo y peligroso a la vez dejar tan amplio el concepto de la conducta,
pues resulta que se llega a abarcar muchos comportamientos de las personas dentro de la
sociedad. Hay tratadistas que consideran oportuno encuadrar la conducta en los tipos
penales complejos, que son aún más abiertos y subjetivos que la conducta denominada
con anterioridad, pues no le han dado nombre y apellido a la acción de entidades
anónimas con fines lucrativos pero en realidad con intención de defraudar el patrimonio
ajeno en forma masiva y actitud estafataria. Recuérdese que cuando actuaron las
supuestas financieras en nuestro país, la descapitalización de gran número de personas
fue tal, que se aduce que desapareció el dinero circulante entre las masas, siendo a
quienes iba dirigida la acción, por lo que algunas veces es imposible comprender en un
solo tipo las diversas formas de aparición de un mismo delito.
Así, por ejemplo, el tipo básico del hurto se encuentra tipificado en la ley penal. Pero
cuando el hurto se comete acompañado de alguna de las circunstancias previstas en la
misma ley, (valor cultural, abuso de superioridad, etc.) el legislador ha previsto una
agravación específica de la pena del tipo básico, creando unos tipos cualificados.
Otras veces las circunstancias atenúan la pena. Por ejemplo, en el hurto el hecho de que
el valor de la cosa hurtada no exceda de cien quetzales, o se cometiere estafa
apropiación indebida u otro fraude cuyo perjuicio patrimonial no exceda de doscientos
quetzales. (Art. 485 CP) En este caso se dan los llamados tipos privilegiados.
Tanto los tipos cualificados como los privilegiados son simples derivaciones del tipo
básico, por lo que las reglas aplicables a estos también son aplicables a aquellos.
El tipo básico en ellos es el homicidio simple previsto en la ley penal en el Art. 123.
Comete homicidio quien diere muerte a alguna persona. El asesinato, el parricidio o el
infanticidio son simples derivaciones del tipo básico, pero ofrecen tales peculiaridades
que, en el ámbito técnico jurídico, deben considerarse como delitos autónomos e
independientes del tipo básico.
Para saber cuando estamos ante un tipo cualificado o privilegiado y cuándo ante uno
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autónomo es necesario acudir a la interpretación, partiendo de la regulación legal
concreta.
Los tipos cualificados o privilegiados añaden circunstancias agravantes o atenuantes,
pero no modifican los elementos fundamentales del tipo básico.
El delito autónomo constituye, por el contrario, una estructura jurídica unitaria, con un
contenido y ámbito de aplicación propios, con un marco penal autónomo, etc.
De lo dicho se desprende que en la composición de los tipos penales entran una serie de
elementos de distinta procedencia y distinta significación.
Es imposible delimitar a priori todas las peculiaridades que presentan los distintos tipos
delictivos. Esta es una tarea que corresponde a la parte especial, que precisamente se
ocupa del estudio de cada uno de los distintos tipos delictivos.
Los intentos de elaborar una parte general de la parte especial en la que se incluyan
todas las características generales comunes o los distintos tipos delictivos son inútiles y
de antemano destinados al fracaso.
Es imposible reducir a un denominador común las diversas características de los tipos
delictivos. En este momento, lo más que se puede hacer es indicar algunas cuestiones
generales que plantean aquellos elementos que, de un modo constante, están siempre
presentes en la composición de todos los tipos: sujeto activo, acción y bien jurídico.
A) SUJETO ACTIVO:
El delito como obra humana siempre tiene autor, aquel que precisamente realiza la
acción prohibida. Normalmente en el tipo se alude a dicho sujeto con expresiones
impersonales como "el que" o "quien". Véase por ejemplo el Art. 123 CP. en el que se
dice que comete homicidio quien...
En estos casos, sujeto activo del delito puede ser cualquiera (delitos comunes), al
margen de que después pueda o no ser responsable de la conducta asumida y del
resultado obtenido, o bien del delito en cuestión, ya que si tiene las facultades psíquicas
mínimas necesarias para la culpabilidad y no llega a ser destruido el calificativo de autor
directo de la acción en su persona, y no se encuentra algún tipo de elemento que afecte
la culpabilidad, podría decirse que si es factible encuadrar toda la teoría general del
delito en su persona.
En algunos tipos delictivos se plantean, sin embargo, algunas cuestiones en relación con
el sujeto activo.
En primer lugar tenemos los delitos PLURISUBJETIVOS, en los que el tipo exige la
concurrencia de varias personas, bien concurriendo uniformemente para la consecución
del mismo objeto ( delitos de convergencia: rebelión 385 CP, asociación ilícita 396 CP),
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bien autónomamente como partes de una misma relación delictiva tal el caso de los
delitos de encuentro: tales como el del cohecho (439, 440, 442, CP) en el que interviene
el funcionario y la persona que lo soborna.
De estos delitos deben distinguirse los casos de participación necesaria en los que
intervienen también varios sujetos en la realización de la acción, pero uno de ellos
permanece impune por ser precisamente el titular del bien jurídico protegido en el tipo (
la mujer en el estupro mediante inexperiencia o confianza Art. 176 CP, la menor en el
rapto propio, Art. 181 CP, etc.)
En algunos casos la ley exige determinadas cualidades para ser sujeto activo de un
delito. Nos encontramos entonces con los llamados delitos especiales.
Sujeto activo de estos delitos solo puede serlo aquella persona que, además de realizar
la acción típica, tenga las cualidades exigidas en el tipo (" deudor " en el alzamiento de
bienes Art. 352 CP, " funcionario público " en la malversación de caudales públicos,
447 CP etc.)
Los primeros son aquellos que no tienen correspondencia con uno común ( por ejemplo,
el alzamiento de bienes Art. 352 CP);
Los segundos tienen correspondencia con uno común, pero la realización por
determinadas personas del delito común hace que este se convierta en tipo autónomo
distinto, con punición también distinta ( por ejemplo, el parricidio Art. 131 CP, respecto
al homicidio Art. 123 CP.)
Estos delitos plantean especiales dificultades en relación con el tratamiento que debe
darse a aquellos partícipes que intervienen en la realización del delito especial, sin tener
las cualidades personales exigidas en el tipo.
Distintos a los delitos especiales son los delitos de propia mano. En ellos el tipo exige la
realización de una acción determinada y solo el que se encuentre en posición de ejecutar
inmediata y corporalmente, por sí mismo, la acción puede ser sujeto activo, por ejemplo
el que “yaciere...” en la violación Art. 173 CP.-
B) ACCION.
En todo delito hay una acción, entendida como comportamiento humano (acción u
omisión) que constituye el núcleo del tipo, su elemento más importante. La acción viene
descrita generalmente por un verbo (como por ejemplo el de "matar" y se lee en la
norma “quien matare en... Art. 124 CP, "maltratare", "castrare" “esterilizare”,
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“mutilare” Art. 145 CP. etc.), que puede indicar una acción positiva o una omisión.
Cuando el tipo solo exige la realización sin más, estamos ante los delitos de mera
actividad ( injuria Art. 161 CP, falso testimonio Art. 460 CP, conducción de un vehículo
de motor bajo influencia de bebidas alcohólicas o fermentadas, fármacos, drogas tóxicas
o estupefacientes. Art. 157 Numeral 1°. CP, etc
En algunos delitos se exige para la consumación del tipo esta modificación separada de
la acción y en ese sentido se habla de los delitos de resultado ( lesiones, homicidios,
daños, incendios, etc.)
En algunos tipos la acción se delimita por la exigencia del empleo de algunos medios
legalmente determinados ( asesinato por medio o en ocasión de inundación, incendio,
veneno, explosión... Art. 132 CP)
Por el lugar donde se comete (Quien turbare levemente el orden público o el orden de
un tribunal, o en actos públicos, espectáculos, solemnidades o reuniones numerosas. Ej.
Art. 496 CP)
o por el tiempo transcurrido desde que se cometió hasta la captura (Es responsable de
encubrimiento propio Art. 474 CP, el cual debería estar dentro del Código Penal, en la
parte que desarrolla la participación del individuo en la acción ilícita, descrito en los
Arts. 35, 36, 37 CP). Quien sin concierto, connivencia o acuerdo previos con los autores
o cómplices del delito pero con conocimiento de su perpetración, interviniere con
posterioridad, ejecutando alguno de los siguientes hechos: Ocultar al delincuente o
facilitar su fuga. Ayudar al autor o cómplice a eludir las investigaciones de la autoridad
o sustraerse de la pesquisa de ésta. Recibir, ocultar, suprimir, inutilizar, aprovechar,
guardar, esconder, traficar o negociar, en cualquier forma, objetos, efectos,
instrumentos, pruebas o rastros del delito. Art. 474 CP).
Según que el tipo comprenda una o varias acciones se habla de delitos simples y delitos
compuestos. Ej. Del simple Art. 142, Disparo de arma de fuego. Quien, de propósito,
dispare arma de fuego contra otro, aunque causare lesión leve. Y del segundo, o sea el
compuesto, La Rufianería descrito en el Art. 193 CP, quien, sin estar comprendido en el
proxenetismo y la agravación del mismo, descritos en el 191 y 192, viviere, en todo o en
49
parte, a expensas de persona o personas que ejerzan la prostitución o de las ganancias
provenientes de ese comercio.
Los delitos complejos se caracterizan por la concurrencia de dos o más acciones, cada
una constitutiva de un delito autónomo, pero de cuya unión nace un complejo delictivo
autónomo distinto ( Art. 376 Genocidio: Comete delito de genocidio quien, con el
propósito de destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico o religioso,
efectuare cualquiera de los siguientes hechos: hay cinco en total y el 5º. Indica Medidas
destinadas a esterilizar a miembros del grupo o de cualquiera otra manera impedir su
reproducción, lo que la doctrina denomina Esterilización masiva)
En los delitos mixtos el tipo contiene, bajo la misma conminación penal, diversas
modalidades de conducta, bastando que se realice una de ellas para que se constituya el
tipo ( Art. 256 CP Usurpación, quien con fines de apoderamiento o aprovechamiento
ilícitos, despojare o pretendiere despojar a otro de la posesión o tenencia de un bien
inmueble o un derecho real constituido sobre el mismo, o quien, ilícitamente, con
cualquier propósito, invada u ocupe un bien inmueble. Otro Ejemplo es el descrito en el
Art. 439, cohecho pasivo C.P. El funcionario o empleado público que solicitare o
recibiere, por sí o por persona intermedia, dádiva o presente, o aceptare ofrecimiento o
promesa por realizar un acto relativo al ejercicio de su cargo o empleo, o por abstenerse
de un acto que debiera practicar)
El bien jurídico es, por tanto, la clave que permite descubrir la naturaleza del tipo,
dándole sentido y fundamento a la norma penal.
Todo tipo penal descrito como delito está orientado hacia la puesta en peligro o la lesión
de un bien jurídico. Este no es otra cosa que “el valor” al que la ley quiere proteger de
las acciones de las personas que puedan dañarlo.
Este valor es una cualidad positiva que el legislador atribuye a determinados intereses.
La cualidad de bien jurídico es, por lo tanto, algo que crea la ley y no algo preexistente a
ella misma.
50
para esos bienes jurídicos.
y comunitarios (salud pública, seguridad del Estado, orden público de una nación).
Esta distinción no tiene sin embargo, un valor absoluto, ya que tan importante es para el
individuo que se respeten los bienes jurídicos que le afectan directamente, como los que
afectan al orden social en el que la persona humana tiene que vivir y realizarse. Podría
establecerse, que dentro de la normativa constitucional, encontramos los bienes
jurídicos que el Estado les ha otorgado un privilegio especial al describirlos con una
mayor protección y, al considerarlos como derechos inherentes a la persona humana,
tomando en cuenta el desarrollo de su vida dentro del conglomerado social.-
En algunas ocasiones pueden coincidir ambos conceptos sobre un mismo objeto (por
ejemplo, en el homicidio),
Pero inclusive en este caso se puede distinguir entre el objeto como objeto material
físico sobre el que recae la acción y el objeto jurídico como bien o valor ideal al que la
ley reconoce su protección.
51
La distinción tiene importancia en algunos casos para saber quién está legitimado para
consentir y disponer del bien jurídico.
En otros casos, se discute la cualidad de sujeto pasivo a las personas jurídicas respecto a
determinados bienes jurídicos (por ejemplo, el honor), y en otros se habla de un sujeto
pasivo genérico o víctima genérica, presente en todo delito que es el Estado.
a) La tipicidad.
La gran influencia de Jiménez de Asúa y a través suyo, de la dogmática alemana ha
implicado que en Latinoamérica, ya desde hace bastante tiempo, la tipicidad haya
sido entendida como elemento fundamental de la teoría del delito y como la
concreción más importante del principio "nullum crimen sine lege" que el código
penal en el Art. 1 indica como la legalidad al decir que nadie podrá ser penado por
hechos que no estén expresamente calificados, como delitos o faltas, por ley
anterior a su perpetración; ni se impondrán otras penas que no sean las previamente
establecidas en la ley. Y el Código Procesal Penal, en el Art. 1 indica, que no hay
pena sin ley (Nullum poena sine lege), No se impondrá pena alguna si la ley no la
hubiere fijado con anterioridad. Y el Art. 2 habla de que no hay proceso sin ley
(nullum proceso sine lege), No podrá iniciarse proceso ni tramitarse denuncia o
querella, sino por actos u omisiones calificadas como delitos o faltas por una ley
anterior. Sin ese presupuesto, es nulo lo actuado e induce responsabilidad del
tribunal.
Más aún, dentro de la dirección especialmente preciosista impuesta por el Código
Penal Tipo. El C. P. colombiano, uno de los últimos dictados, ha establecido en el
52
Art. 3o. la exigencia de tipicidad.
Los elementos normativos del tipo aparecen reconocidos de modo general en la teoría
del delito por los autores latinoamericanos, ya que la mayoría se adscribe a una posición
casualista valorativa, si bien en algunos no aparecen claramente delineadas las fronteras
entre los elementos normativos y la antijuricidad.
Pero en general se puede decir que inclusive en autores que siguen al finalismo, a pesar
de que Welzel puso especial hincapié en ella, no se advierte mayor preocupación por
dicha problemática.
El bien jurídico ha sido uno de los aspectos que más han preocupado a la doctrina
latinoamericana, cualquiera que sea su dirección.
Es así como se cuenta con una meditada monografía sobre el tema de Grisolia y que
autores tan dispares en sus planteamientos como Zaffaroni y Pérez coincidan, sin
embargo, en su preocupación por el bien jurídico, y aparentemente en su
fundamentación.
Para Zaffaroni, el concepto que precisa del bien jurídico es la libertad e igual para
Pérez; Pero para el primero se trata de la libertad entendida como autonomía de la
voluntad, "de disponibilidad del objeto"; en cambio, para Pérez se trata de la libertad
como superación de la necesidad.
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