Transito de San Pio
Transito de San Pio
Introducción
Paz y bien hermanos:
Una noche como hoy del 22 de septiembre de 1968, hace 50 años, falleció el Padre Pío, uno
de los más grandes santos de la Iglesia católica. No sabemos de ninguna persona que tras
haber conocido su existencia haya quedado indiferente. Pues, cada una de ellas goza ya de
su poderosa intercesión, y es que su muerte no significo el final de su existencia, al contrario,
ahora, desde el Cielo, el Padre Pío hace honor a su palabra dada en vida: “Haré más ruido
muerto que vivo”. Y sigue haciendo ahora los mismos prodigios que hizo en vida –
conversiones, curaciones, apariciones en distintos lugares del mundo, ya fuese en persona,
en sueños o mediante su embriagador perfume. Es por eso que en esta noche vamos a
acompañarlo en ese momento culmen de su vida y a entregarle nuestras peticiones para que
él que ya goza de la presencia de Dios sea nuestro buen intercesor.
Entra lentamente la imagen del Padre Pio cargada por cuatro personas y es colocada enfrente
del altar.
Monición: Uno de los tesoros más grandes que San Pio nos ha dejado son sus cartas, en ellas
encontramos no sólo pensamientos bonitos y consejos para la vida, sino verdaderas palabras
de consuelo y ánimo para enfrentar la tribulaciones y problemas de la vida. Escuchemos pues
atentos lo que este pobrecillo hijo de san Francisco nos quería decir:
Lectura
De las cartas del Padre Pio (22 de octubre de 1916, a Asunción di Tomaso - Ep. III, p.
399)
Ten paciencia, todavía un poco más al soportar el estado de desolación espiritual; ten
paciencia al soportar las pruebas amorosas a las que Jesús, con admirable providencia, para
asemejarse a él, te va sometiendo; y verás que el Señor un día atenderá del todo tus deseos,
que son también los míos. No te impacientes si en ti la noche se va haciendo más obscura y
más lúgubre; no te asustes si no ves con los ojos materiales el cielo sereno que envuelve tu
alma; mira a lo alto, elevándote sobre ti misma, y verás resplandecer una luz que participa de
la luz del sol eterno. La fe viva, la confianza ciega y la completa adhesión a la autoridad
constituida por Dios para ti, ésta es la luz que ilumina los pasos del pueblo de Dios en el
desierto; ésta es la luz que resplandece siempre en la parte más alta de los espíritus gratos al
Padre; ésta es la luz que condujo a los magos a adorar al Mesías en su nacimiento; ésta es la
estrella profetizada por Balaam; ésta es la antorcha que dirige los pasos de los espíritus
desolados. Y esta luz y esta estrella y esta antorcha son también las que iluminan tu alma,
dirigen tus pasos para que no vaciles, fortifican tu espíritu en el amor divino; y, sin que el
alma se dé cuenta se avanza siempre hacia el destino eterno. Tú no lo ves y no lo comprendes,
pero no es necesario. Tú no verás más que tinieblas, pero éstas no son las que envuelven al
eterno sol. Mantente firme y cree que este sol resplandece en tu alma; y que este sol es
precisamente aquel del que el profeta de Dios dijo: Y en tu luz, yo veré la Luz”.
Monición: Ahora confiados en la misericordia del corazón de Jesús oremos junto con San
Pio sabiendo que nuestras plegarias siempre serán escuchadas.
I.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “¡En verdad les digo, pidan y se les dará, busquen y
encontrarán, llamen y se les abrirá!”.
He aquí que, confiando en tus santas palabra, yo llamo, busco, y pido la gracia……
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, espero y confío en Ti.
II.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “En verdad les digo, pasarán los cielos y la tierra, pero mis
palabras jamás pasarán”
He ahí que yo, confiando en lo infalible de tus santas palabras pido la gracia……
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, espero y confío Ti.
III.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “En verdad les digo, todo lo que pidáis a mi Padre en mi
Nombre, se les concederá”.
He ahí que yo, al Padre Eterno y en tu nombre pido la gracia…….
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, espero y confío Ti.
¡Oh Sagrado Corazón de Jesús, el cual es imposible no sentir compasión por los infelices,
ten piedad de nosotros, pobres pecadores, y concédenos las gracias que pedimos en nombre
del Inmaculado Corazón de María, nuestra tierna Madre, San José, padre adoptivo del
Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros! Amén.