Escuelas Del Violin
Escuelas Del Violin
Escuelas Del Violin
En primer lugar, debo aclarar que no nos estamos refiriendo a “los lugares donde se enseña
el violín” si no a las diferentes corrientes, tendencias, que, en función del país y la época,
han definido la forma de interpretar la música de violín.
Aunque actualmente la globalización general del saber y de las modas ha atenuado estas
diferencias entre estilos, sigue siendo una buena forma de analizar las distintas maneras con
las que se afronta la enseñanza del violín.
Así que más que escuelas hablaríamos de ciertas corrientes o similitudes comunes en
algunos tipos de violinistas, en algunos casos en razón a la época, o de su nacionalidad, o
de su inclinación estética.
Una primera clasificación la podríamos realizar en función de las dos grandes actitudes
frente a la música:
Es nuestro lado dionisíaco, la interpretación expresiva del yo, la parte que se deja llevar por
la emoción, el lado misterioso de nuestra alma.
A lo largo de la historia y a lo ancho del mundo estas visiones de la interpretación (no sólo
del violín en general, sino de cualquier instrumento) se han ido repartiendo en función del
momento, y también en función del carácter de cada nación. Es tópica la asignación por
ejemplo que se nos aplica a los países latinos de pertenecer al mundo subjetivo, espontáneo
y hedonista, mientras que a los países del Este, o últimamente también a los países
orientales, se reconoce a los intérpretes la más alta perfección técnica, conocimiento de la
música e interpretación veraz.
-LA ESCUELA RUSA CLÁSICA“preconiza sostener el arco al fondo del índice, sobre
la tercera falange, para obtener un mayor rendimiento sonoro al precio de un menor
esfuerzo”. Leopold Auer fue uno de los grandes pedagogos de la escuela rusa (con Sevcik y
otros) y formó a casi todos los violinistas importantes hasta los años sesenta. Buscaba ante
todo pureza de sonido y precisión, virtudes que suelen poseer los intérpretes del Este. La
preocupación por la brillantez, la claridad y la ejecución prodigiosa produjo un gran avance
en el dominio técnico del instrumento, y se tocaba en muchas ocasiones piezas de efecto,
para seducir y fascinar. Es la época de los violinistas estrella que dejan con la boca abierta.
Afortunadamente, algunos otros prodigios como Menuhin, consiguieron también alcanzar
un grandioso y profundo estilo propio.
Sevcik (sobre cuyos métodos escribimos un artículo) formó a muchos violinistas. Para él lo
que contaba antes que ninguna otra consideración era la técnica, y “sólo después de haber
dominado y trabajado la técnica” podía uno comenzar a abordar los problemas de
interpretación. Hoy en día esa visión podría parecer impensable, pero aún hay profesores
que proceden, por no salirse de sus métodos conocidos, de una manera parecida.
Pero incluso dentro de esta división podríamos encontrar dos escuelas rusas: la que
permaneció dentro de la Unión Soviética y la que se desarrolló en Estados Unidos, donde
casi todos los grandes que vivieron en el siglo XX eran de origen ruso. Los
norteamericanos, brillantes en la expresión (Heifetz) permanecieron fieles a Auer, con
mucha flexibilidad de la mano izquierda y una gran gama de sonido. En la URSS, (con la
excepción del fuera de serie Oistrakh o de espíritus libres como Gidon Kremer, el
virtuosismo es más brillante y espectacular, pero a menudo queda como fin en sí mismo.
- Y por supuesto, infinidad de intérpretes se sitúan entre ambas clases. Por ejemplo, David
Oistrakh sería un gran ejemplo de síntesis de las dos opciones; un sonido siempre perfecto,
brillante, respetuoso, y un gran estilo, elegante, emotivo. De talento parecido también
podríamos señalar a Leonid Kogan, aunque por problemas de carácter no llegara a la fama
de primero.
Cada uno de nosotros tenemos un temperamento que nos lleva a preferir un modo de
enfrentarse a la interpretación, incidimos, elegimos y trabajamos más en uno de las dos
columnas (la razón y la emoción) en las que se basa un violinista.