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Caso Fernanda Maciel: Por qué difundir peritajes psicológicos sobre la víctima es

una vulneración a su privacidad


Centra el relato en las víctimas y no en sus victimarios, refuerza los prejuicios sociales en torno a la violencia
hacia las mujeres y demuestra la falta de responsabilidad de los comunicadores al informar sobre estos hechos.
Tres expertas en la cobertura de medios en crímenes de género dan su opinión en torno a la controversia por la
nota de TVN sobre Fernanda Maciel.

Por Paula Aguilera

Los detalles relacionados con la muerte de Fernanda Maciel, la joven de 21 años que estuvo desaparecida
durante un año y cuatro meses, se han posicionado como uno de los temas centrales en noticieros y
matinales luego que personal de la Policía de Investigaciones (PDI) hallara sus restos óseos durante la
noche del martes pasado.

En ese contexto, la noche del jueves 27 de junio se generó una polémica en redes sociales luego que el noticiero
24 Horas emitiera un reportaje titulado “¿Qué tanto conocemos de la personalidad de Fernanda Maciel?”,
en el que se exponía un peritaje psicológico que consta en la carpeta investigativa del Ministerio Público.

En el documento, reproducido en el noticiero, se exponen distintos aspectos de la personalidad de Fernanda


que la esbozan como una persona frágil y vulnerable ante relaciones con asimetría de poder.

Lo anterior provocó una serie de críticas por parte de la audiencia. Hasta las 17 horas del viernes 28, se
contabilizaron un total de 604 denuncias al Consejo Nacional de Televisión (CNTV) en contra del canal estatal.
Ese mismo día, la Red Chilena Contra la Violencia Hacia las Mujeres hizo un llamado a denunciar el
reportaje ya que, afirman, “destaca frases que contribuyen a situar en ella la responsabilidad del crimen que
sufrió”.

También el Colegio de Periodistas se sumó a los reparos con respecto a la nota y señaló que “hay una
responsabilidad social que no se puede soslayar”.

Tras ello, el Departamento de Prensa de TVN emitió una declaración pública al respecto donde se dan por
enterados de que la nota “generó comentarios en redes sociales” y piden disculpas “a todos quienes pudieron
sentirse ofendidos y afectados con el contenido”.

No es la primera vez que esto ocurre. En julio de 2017, el mismo organismo sancionó al matinal Bienvenidos
de Canal 13 por difundir el informe ginecológico de Nabila Rifo, quien en mayo de 2016 sufrió una brutal
agresión por parte de su ex pareja, Mauricio Ortega, quien la golpeó hasta dejarla sin consciencia y,
posteriormente, le sacó los ojos.

En esa oportunidad, la estación del grupo Luksic fue sancionada con una multa de 500 UTM ($23.370.000)
debido a que, según señaló el CNTV, “no sólo fueron expuestos antecedentes relativos a la intimidad de una
mujer, sino que además le fue propinado un trato violento y denigrante que no se condice con su condición
de víctima de un delito particularmente grave“.

“Transforma a las víctimas en el centro de la noticia“


Paula Sáez, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Andrés Bello y experta de la comisión de
Género y Diversidad del Colegio de Psicólogos de Chile, sostiene que “los informes periciales están hechos
para generar información que entregue herramientas para dilucidar el crimen que está perpetrado, y no para
que la comunidad y la gente que no está relacionada íntimamente con el caso se haga una opinión sobre
las víctimas“.

La psicoanalista agrega que cualquier persona con formación en psicología sabe que estos documentos “son de
absoluta privacidad” y que “están hechos con un fin específico”, por lo que su difusión constituye una
vulneración a la privacidad que “no tiene ninguna pertinencia”.

En la misma línea, Karen Vergara, periodista y directora de comunicaciones de la ONG Amaranta -


organización que trabaja en las temáticas de género, tecnologías y medios de comunicación-, explica que estas
prácticas informativas poco contribuyen en el combate contra la violencia de género.

“Vuelven a centrar el relato en las víctimas y no sus victimarios, las transforma a ellas en el centro de la
noticia, y con ello la promoción de estereotipos. Este tipo de prácticas revelan aspectos de la personalidad,
que muchas veces no tendrían por qué salir a la luz, como el coeficiente intelectual o su vulnerabilidad”, apunta.

Dichos relatos, que la comunicadora califica como morbosos y con juicios de valor, “lo que hacen es
traspasarle al espectador la idea de que es un caso excepcional, te muestra una víctima con la que no te
identificas, la deshumaniza, y te traspasa la idea de que este tipo de hechos no van a ocurrir en tu círculo
cercano, cuando sabemos que es todo lo contrario, que incluso estudios de la ONU han dicho que el lugar más
peligroso para una mujer es su hogar y su entorno”.

Por su parte, Lorena Astudillo, vocera de la Red Chilena Contra la Violencia Hacia las Mujeres, afirma que
lejos de poner la atención sobre “cómo era psicológicamente su personalidad, su vida o sus relaciones
amorosas, lo que nos tiene que importar acá es prevenir, educar y hacer una sanción social sobre los
asesinatos sobre mujeres“.

La “buena” y “mala” víctima: el sesgo machista en los medios


Karen Vergara explica que, en los años ’90, Margaret Gallagher -la investigadora irlandesa en Ciencias
Sociales- acuñó los conceptos de “buena” y “mala” víctima, los cuales hacen referencia a los estereotipos
que se construyen en los medios de comunicación.

“Siempre se fomenta un tipo de víctima: buena, abnegada, madre, esposa, quien usualmente es atacada en
medio de una labor relacionada con la casa, con el colegio, a una hora adecuada, y que encaja con un perfil que
no es cuestionado a nivel social”, plantea.

Por otra parte, la “mala víctima” apunta a esa mujer “que sale sola, de noche, con vestido de fiesta. Esos son
sesgos inconscientes que repiten los medios, y por ende, los comunicadores. Estos sesgos se elaboran a partir de
los propios prejuicios que tienen los comunicadores a la hora de informar, y precisamente terminan
intencionando el relato hacia uno que nos lleva a pensar en lo que estaba haciendo la víctima, más que en el
atacante“.

Asimismo, Lorena Astudillo asegura que existe un sesgo machista en la cobertura de este tipo de casos y que se
expresa, en el caso de Fernanda Maciel, en “toda la información que hemos tenido sobre su vida y las
especulaciones: si consumía o no drogas, si le gustaba salir a fiestas, si tenía distintos tipos de relaciones de
pareja, se ha cuestionado incluso si engañaba o no a su pareja, si tenía algún tipo de relación con su agresor”.

“Nadie repara en que es una mujer que a las cuatro de la tarde sale a una cuadra de su casa y es asesinada. La
pregunta es por qué si las mujeres vamos a una cuadra de nuestras casas o a miles de kilómetros cuando
queramos, somos asesinadas, es ahí donde hay que poner el foco“, dice, y agrega: “se intenta ponerla como
una mala víctima, una niña de 21 años que por mandato de la sociedad debería estar en su casa y no yendo a
fiestas o en la calle, cuando la verdad es que las mujeres podemos hacer lo que queramos, a la edad y con quien
queramos y eso no le da el derecho a nadie a matarnos”.

En el mismo sentido, al presentar la información desde esa perspectiva, Paula Sáez sostiene que “lo que está
diciendo es que habría alguna razón que podría justificar el asesinato. Que ella estuvo en un lugar
inapropiado o que no se cuidó. Se está responsabilizando de manera directa e indirecta al actuar de la víctima y
no al victimario”.

“Se generan ciertos atenuantes que justifican el actuar del femicida, y refuerzan el prejuicio social de que las
mujeres son culpables del maltrato que reciben y los hombres terminan siendo víctimas de estas malas
mujeres que los incitan a cometer actos horrendos”.

El rol de la prensa: aportar en otro tipo de relaciones


Karen Vergara asevera que el sesgo machista opera de varias formas: “también lo denomino sesgo
inconsciente, porque muchas veces no hay un entendimiento de los comunicadores sobre la
responsabilidad que tienen al informar sobre estos hechos”.

Este sesgo traspasa la difusión de información confidencial, y también se expresa, por ejemplo, en la elección
de imágenes para abordar los casos. “En el caso de Fernanda Maciel, la mayoría son fotografías sustraídas de
sus redes sociales, donde se le ve en la cama o en una silla, con maquillaje, y que muestra un cuerpo
hegemónicamente para consumo masculino. Eso es muy potente, porque también podemos darnos cuenta del
tipo de revuelo que toman estos casos dependiendo de cómo es la víctima, si es bonita o fea para los cánones
que ponen los mismos medios”.

En ese contexto, Lorena Astudillo explica que la razón por la que la Red Chilena Contra la Violencia Hacia las
Mujeres inició la campaña para denunciar el reportaje de TVN ante el CNTV es porque “es la herramienta que
existe hoy para decirle a los medios cuando se equivocan y las consecuencias que tienen este tipo de
coberturas”.

“Hacemos un llamado a los canales a que revisen su línea editorial. El rol de los medios en estos casos es
generar conciencia de lo que significa la violencia hacia las mujeres, la prensa tiene que invitar a la reflexión,
incluir información de personas que sepan y no banalizar la violencia hacia las mujeres, justificarla, ni
mucho menos avalarla“, agregó.

“Los medios tienen una responsabilidad crucial y que todavía no se logra comprender a cabalidad. Este tipo de
cobertura hace que la opinión pública mantenga sus prejuicios, los refuerza y desinforma, y eso a mí me
parece que no sólo es peligroso, es grave”, continúa Paula Sáez.

La psicóloga además señala que cree que el principal aporte que pueden hacer los medios es contribuir
para “construir otro tipo de relaciones sociales entre los miembros de la comunidad”.

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