El Mar y Otras Cosas
El Mar y Otras Cosas
El Mar y Otras Cosas
Olga Ulianova
Carmen Norambuena
RUSOS EN CHILE
© Olga Ulianova
© Carmen Norambuena
Comité Editorial
A.Yu. Belonosov
G.N.Kuznetsova
A.A.Schelchkov
ISBN: 978-956-8416-21-8
RPI: 176.569
Santiago, 2009
Edición:
Ariadna Ediciones,
Laguna la invernada 0246,
Estación Central, Santiago, Chile
Fono: 56-2-8854660,
ce: ariadna.ediciones@gmail.com
www.ariadnaediciones.cl
Olga Ulianova
Carmen Norambuena
rusos en chile
A los lectores:
Serguei Lavrov
Presidente de la Comisión Gubernamental
Para los Asuntos de los Compatriotas en el Extranjero,
Ministro de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa
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rusos en chile
INTRODUCCIÓN
Rusia y Chile, Chile y Rusia... países tan distantes geográficamente, han esta-
do, sin embargo, muy presentes en el imaginario uno del otro, a lo menos duran-
te el último medio siglo.
Pero poco se sabe que estas dos naciones tan remotas desde hace un siglo
y medio están unidas a través de las complejas dinámicas de las migraciones
internacionales. No obstante, la inmigración rusa en Chile, modesta en su expre-
sión numérica, como la mayoría de las inmigraciones extranjeras en este país, ha
realizado aportes importantes a la sociedad chilena, especialmente en el ámbito
profesional, científico y cultural.
Se trató de un proceso migratorio muy lejano. Para los emigrantes desde Ru-
sia, tal vez el destino más distante. Para la inmigración en Chile, al parecer, la
colectividad con país de origen más remoto. Las circunstancias de la llegada de
estos grupos de inmigrantes a Chile estaban atravesadas por las peripecias de la
historia violenta de los últimos siglos. A lo largo de casi toda la historia de la in-
migración rusa en Chile, esta fue una emigración sin retorno y con escasos con-
tactos con la madre-patria.
Este libro indaga sobre la historia de los rusos en Chile. Desde los primeros
contactos, realizados durante las primeras circunnavegaciones rusas en los años
de la Independencia americana, pasando por los primeros inmigrantes – resi-
dentes, muchas veces anónimos: marinos, comerciantes, exiliados, aventureros,
y profundizando en las oleadas de migrantes económicos de fines del siglo XIX-
principios del XX: en su mayoría, representantes de la minorías étnicas del impe-
rio. Sin embargo, fue la reconstrucción de la historia del exilio post-revoluciona-
rio, o “ruso-blanco” en Chile, la que concentró mayores esfuerzos de las autoras
para finalizar con las migraciones de las últimas décadas que se inscriben en la
ampliación del movimiento de personas, propia de la era de la globalización.
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Olga Ulianova / Carmen Norambuena
Trabajaron en este libro una chilena y una rusa. Les ayudaron muchas perso-
nas: estudiantes de Historia chilenos, colegas rusas residentes o de paso en Chi-
le, claves estas últimas en recopilar entrevistas de Historia oral. El objetivo, más
allá de establecer las dimensiones cuantitativas de esta inmigración, estaba en
rastrear el aporte de este grupo de inmigrantes a su nueva patria, sus formas de
asimilación e integración en la sociedad chilena, sus motivaciones, aspiraciones
y expresiones culturales. El punto de partida de cada una de las autoras permi-
te pesquisar tanto la particularidad del aporte de esta colectividad respecto de
otros grupos de inmigrantes en Chile, como lo específico de esta colonia dentro
de la diáspora rusa en el mundo.
Las fuentes para este estudio fueron pocas y esquivas. Estadísticas imperso-
nales, documentos oficiales migratorios, prensa, memorias. Creemos profunda-
mente que este libro habría sido imposible de realizar sin el aporte de los pro-
pios historiados, de los inmigrantes rusos residentes en Chile, sus familias, sus
descendientes. Compartieron con nosotros sus historias de vida, muchas veces
dramáticas y dolorosas. Nos abrieron sus archivos familiares, sus reliquias docu-
mentales, sus registros fotográficos.
Algunos de nuestros entrevistados ya no están. En ocasiones compartimos
con sus hijos y nietos el privilegio de escuchar sus Historias de vida, parte viva
del tormentoso curso del siglo que acaba de terminar. En otros casos creemos
que fuimos depositarios de sus recuerdos en reemplazo de los nietos rusos que
nuestros entrevistados no tuvieron. Para todos ellos va nuestra enorme gratitud.
Queremos expresar nuestro agradecimiento a todos quienes apoyaron la rea-
lización de este libro. En primer lugar, el FONDECYT que apoyó esta investiga-
ción en 1994-1996, la Universidad de Santiago de Chile donde la investigación
fue llevada a cabo, nuestras colaboradoras: Lidia Boudon Nikitina, Elena Bogush
(ambas hoy de vuelta en su tierra natal), Olga Lepijina y Eugenia Fediakova. Un
reconocimiento especial para Elsa Domínguez por su minuciosa revisión y co-
rrección del presente texto.
Retomar esta investigación, completarla y llevarla hasta la primera década
del siglo XXI, publicarla en dos versiones, en ruso y en español, se hizo posi-
ble gracias a la iniciativa de la Comisión Gubernamental para los asuntos de los
compatriotas en el extranjero de la Federación Rusa.
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rusos en chile
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Capítulo I. LAS MIGRACIONES
INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE
DESTINO
Son tantas y tan variadas las razones que dieron origen a la avalancha migra-
toria europea del siglo XIX, que resulta difícil atribuir a una u otra la condición
de detonante. Entre las más generales, se pueden reconocer aquellas que con
diferente intensidad o matiz impactaron a toda Europa: la expansión del libera-
lismo a partir de 1830; la expansión de la Revolución Industrial y sus inmediatas
consecuencias sociales; las grandes transformaciones que se van a producir a
partir de la modernización de la agricultura y los consiguientes cambios en la
estructura demográfica. En lo particular, en el caso de Rusia, teniendo en consi-
deración los tres momentos más relevantes de su llegada, no cabe duda que el
elemento político ha sido el que mayor peso ha tenido al momento de averiguar
las causas de salida.
Hoy día hay consenso entre los estudiosos del tema de las migraciones inter-
continentales que éste debe ser abordado teniendo en consideración tanto los
motivos de expulsión como el marco del desarrollo económico y social de los
países receptores1.
1 Entre estas publicaciones cabe destacar: la serie Estudios Migratorios Latinoamericanos de CE-
MLA, Buenos Aires; Serie Inmigración, del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, México;
Españoles hacia América. La inmigración en masa, 1880-1930, obra de conjunto a cargo de Nicolás
Sánchez Albornoz, Madrid; The Hispanic American Historical Review, que ha publicado varios artí-
culos sobre el tema.
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Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
2 Los autores Lilia Ana Bertoni y Luis Alberto Romero han elaborado una interesante propuesta al res-
pecto en su artículo “Aspectos comparativos de la Inmigración Europea en el Cono Sur: La “Utopía
agraria”, en La Inmigración a América Latina, volumen 2, I.P.G.H. México 1985, p. 8-9.
3 La expresión “espacios vacíos” la hemos puesto entre comillas debido a que muchos autores la em-
plean como sinónimo de desiertos demográficos, sin tener en cuenta a la población indígena.
4 Ver Carmen Norambuena “La inmigración en el pensamiento de las intelectualidad chilena 1810-
1910” Revista Contribuciones Científicas y Tecnológicas Nº 109. Santiago,1995.
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Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
Las políticas migratorias que dictaron los gobiernos de los países emisores
y de los receptores, se expresaron en una serie de normas que dieron el marco
jurídico, en ocasiones favoreciendo y respaldando el proceso, en otras, poniendo
en práctica medidas netamente restrictivas.5
Ha sido también motivo de análisis, la relación existente entre inmigración y
mano de obra, particularmente en los países sudamericanos de la ribera atlánti-
ca, donde el arribo de extranjeros tuvo connotaciones cuantitativas relevantes.6
En fin, a medida que se han ido resolviendo aspectos de la problemática, nue-
vas interrogantes han aflorado.7 Se debe tener presente además, que el siglo XIX
americano presenció la abolición de la esclavitud. Esta no se produjo al unísono
en todos los países, ni los impactó de la misma forma. El caso paradigmático fue
Brasil, en el cual el proceso va desde la libertad de vientre (1871) hasta la aboli-
ción total en 1888. Los que poseían mano de obra esclava tuvieron que reempla-
zarla por aquella procedente de Europa.
En el caso de Chile, que debido fundamentalmente a su ubicación geográfica,
no fue privilegiado como lugar de destino por los inmigrantes, el proceso no pue-
de calificarse como masivo como en el resto del Cono Sur de América. Como lo
demuestra la información censal, los extranjeros no alcanzaron ni antes ni des-
pués de 1930, a constituir el 5% de la población nacional, por lo que su influencia
que sí es evidente en el país, debe buscarse a través de otras variables de estudio
como lo son la demográfica, la económica y la social. Por cierto que el análisis
5 Veáse: Hernán Silva et al. Legislación y Política inmigratoria en el Cono Sur de América: Argentina,
Brasil y Uruguay, OEA-IPGH, Vol. III Serie Inmigración. México, 1987; NORAMBUENA C. Carmen.
Política y Legislación Inmigratoria en Chile, 1830-1930. Cuadernos de Humanidades Nº10. Serie
de Historia. Universidad de Santiago de Chile. Santiago, 1990.
6 SANCHEZ, A. Nicolás. Población y Mano de obra en América Latina. Alianza Editorial Madrid,
1985.
7 BAILY, Samuel, “Las sociedades de ayuda mutua y el desarrollo de una comunidad italiana de Buenos
Aires, 1858-1918”, en Desarrollo Económico V. 21, Nº84, 1982; DEVOTO, Fernando “Las Sociedades
italianas de ayuda mutua en Buenos aires y Santa Fe. Idea y Problemas”, en Studi Emigrazione, Anno
XXI, Sett. 1984, Nº75; ESTRADA, Baldomero “La colectividad italiana de Santiago de Chile a tra-
vés de la Sociedad de Socorros Mutuos “Italia”. Ponencia en Jornadas Internacionales “Emigración
Mediterránea. Asociacionismo Movimiento Obrero”. Universidad de Luján, Argentina 1988. SILBERS-
TEIN, Carina F. de, “Mutualismo y Educación en Rosario. Las Escuelas de la Unione e Benevolenza y
de la Sociedad Grivilaldi (1874-1911)”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos Nº 1, diciembre,
1985.
13
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
8 Se estima que en el siglo XIX, entre 40 a 50 millones de europeos abandonaron su continente para
dirigirse a América y Australia.
14
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
9 Como dato ilustrativo se puede exhibir que el total de extranjeros, no españoles, que residían en el
Reino de Chile, entre 1808 y 1809 eran 77: alemanes 1, austriacos 1, escoceses 1, estadounidenses 9,
franceses 8, holandeses 1, ingleses 6, irlandeses 5, italianos 19, malteses 1, neozelandeses 1, portu-
gueses 21, suecos 1, suizos 1. “Expediente formado sobre averiguar los extranjeros que residen en el
reyno”, edición, compilación, introducción y notas de Guillermo Bravo A. Serie Fuentes de la Eman-
cipación. Biblioteca del Instituto O’Higginiano de Chile. Santiago, 1990 p. 15.
10 Santiago Lorenzo y Rodolfo Urbina “La política fundacional del siglo XVIII”. Universidad Católica de
Valparaíso, 1983.
15
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
“El reino de Chile, sin contradicción, el más adecuado para la humana feli-
cidad es el más miserable de los dominios españoles. Teniendo proporciones
para todos, carece de lo necesario, y se traen a él frutos que podría dar a otros.
Su extensión desde Atacama a la Concepción, que es la parte ocupada por los es-
pañoles, encierra nueve mil leguas en áreas, que participan en todos los climas”.
“En este suelo privilegiado bajo un cielo benigno y limpio deberá haber una nu-
merosa población, un comercio vasto, una floreciente industria, y las artes que
son consiguiente ...”
“A pesar de todas estas proporciones, la población según los mejores cóm-
putos y razones que se han tomado antes y ahora, no pasa de cuatrocientas mil
personas según el más moderado cálculo, tiene este reino cuando más la vein-
tésima parte de gente que admite; y esta despoblación asombrosa, verdadero
termómetro del estado del país, dará una justa idea de su miseria. Es a la ver-
dad de admirar que está desierta una tierra que corresponde con prodigalidad
al cultivo, donde la fecundidad de las mujeres es grande, en que continuamente
se establecen forasteros, siendo raro el natural que sale; donde ni la guerra ni la
marina consumen hombres...”.11
Según Manuel de Salas, uno de los medios que en forma decisiva concurriría
a elevar el estado general del reino y “reparar su decadencia y ponerlos en el
estado de prosperidad y vigor que se desea”, era precisamente el incremento de
la población.
En el ideario de la aristocracia que encarnaría el proceso de emancipación
fraguaban estas ideas que con el tiempo, se transformarían en una constante.
Domingo Díaz de Salcedo y Muñoz, decía en 1789: “ya damos por supuesto que
sin la población no puede adelantarse ni la agricultura ni las artes y por consi-
guiente ni el comercio, pues del número considerable de gentes, esto es de la
abundante población, pende el poder acudir con la fuerza necesaria a todas las
carreras”.12
11 Manuel de Salas, “Representación al Ministerio de Hacienda, hecha por el síndico de este Real Con-
sulado, sobre el Estado de (la) Agricultura, Industria y Comercio en este reino de Chile”. En Hernán
Godoy, Estructura Social de Chile, pp.139-140.
12 Ibid. p. 131.
16
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
Desde los primeros pasos del Chile independiente, el esfuerzo de las autori-
dades, centrado fundamentalmente en estructurar la república y en dar forma
a la conducción económica, no ignoró este asunto también vital: el de la pobla-
ción. En este contexto tienen sentido las iniciativas de José Miguel Carrera y Ber-
nardo O’Higgins. Carrera propuso, en 1811, la traída de inmigrantes irlandeses
para que “colaboraran en la defensa del territorio”, mientras que O’Higgins, apro-
bó dos decretos que apoyaban la llegada de colonos suizos e ingleses. El primero
hacía alusión a que se trajesen no sólo agricultores sino también aquellos que
“profesasen algún ejercicio o industria útil al país”. En el segundo, la referencia al
tipo de inmigrante era más precisa aún “... que de preferencia se envíen artesanos
entendidos en la fabricación de lanas, lino, papel, cristales i químicos i mineralo-
gistas”. No obstante, ambos intentos fracasaron.13
El mismo O’Higgins, siendo Director Supremo, fundamentaba la traída de ex-
tranjeros en los siguientes términos: “La gran mira del Gobierno de Chile debe
ser la civilización de los indios i su reunión a los demás chilenos, en términos
que se forme una sola Nación. La despoblación del país, su escasa industria, el
paso lento de su civilización, la falta de aplicación al trabajo en algunos puntos,
i la inmoralidad contraída en otros por el largo ejercicio de la guerra i del pillaje,
llaman con preferencia la atención del gobierno, en calidad de males urgentes i
sin cuyo pronto remedio no puede prosperar la Patria. El Director Supremo cree
que el establecimiento de colonias de extranjeros en la vasta extensión que yace
entre los ríos Maule e Imperial i principalmente entre este último i el Bío-Bío,
después de tirada la línea demarcatoria de fronteras por el río Imperial, sería
la medida más oportuna y benéfica, porque bastaría por remedio de los males
expuestos...”.14
En el discurso o’higginiano la molicie indígena y la despoblación tendrían su
remedio en la acción civilizadora que irradiaría la instalación de colonias extran-
jeras, fundamentalmente en el corazón del territorio araucano.
17
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
18
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
16 Borgoño, Víctor.La colonización y la Constitución de la propiedad en las provincias del Sur. Sexta
Memoria del Director de la Oficina de Mensuras de Tierras. Santiago, 1913. p.161; Ver, además, Nº1 del
Anexo de Leyes de Inmigración y Colonización.
17 Ibid. p.17-18. Ver índice el Nº 96.
19
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
ra etapa, el aporte que los extranjeros hicieron al país en el campo de las letras,
las artes, la educación y el comercio.18 Se agrega a este factor que hasta 1840 sólo
emigraron de Europa entre 30.000 y 40.000 individuos por año,19 y además que,
como se ha dicho, Chile, en razón de su lejanía de Europa, nunca fue un centro
predilecto para los inmigrantes.
Por esos años, la obra del argentino Juan Bautista Alberdi “Bases y puntos de
partida para la organización política de la República Argentina”, escrita en Chile
en 1852, inspiró a muchos políticos y legisladores americanos la idea de poblar
estos países por medio de la inmigración de origen europeo para lograr así el
engrandecimiento de estas jóvenes repúblicas. En el lema “Gobernar es poblar”,
Alberdi concibe la idea de la inmigración como el medio para estimular el pobla-
miento a la vez que un instrumento de progreso y desarrollo social.20
Este mismo discurso había tenido en Chile ya sus primeras manifestaciones.
En 1848, Marcial González había publicado “La Europa y la América o la Emigra-
ción Europea en sus relaciones con el engrandecimiento de las Repúblicas Ame-
ricanas”, en que alaba los beneficios poblacionales, industriales, civilizadores e
incluso racionales que conllevaría la traída de europeos laboriosos.
La estabilidad institucional del país, su perfil de desarrollo educacional y cul-
tural, el amplio crecimiento económico y la necesidad de consolidar la unifica-
ción del territorio nacional llevaron al gobierno a preocuparse desde la década
de 1840 nuevamente de la inmigración. Esta actitud abrió una segunda etapa del
proceso, más dinámica y con mayores expectativas de materialización.
20
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
21 José Ignacio Domeyko, Memoria sobre la colonización en Chile. Imprenta de Julio Belín y Co., San-
tiago, 1850.
22 Ibid.
23 Ver Leyes de inmigración y colonización.
21
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
ción de las colonias que se estableciesen entre el río Bío-Bío y el Cabo de Hornos
y desde Copiapó al norte. Por último, la disposición legal señalaba que los gas-
tos que demandara el transporte de colonos y las especies que se les entregasen
serían de costo del tesoro público “con la calidad de devolverse en el tiempo y
forma que el Presidente de la República determine”.24
Asunto importante en la ley de 1845, era el referido a la calidad legal que
asumiría el inmigrante extranjero, toda vez que decía: “Todos los colonos, por
el hecho de avecindarse en las colonias, son chilenos, y lo declararán así ante la
autoridad que señale el gobierno al tiempo de tomar posesión de los terrenos
que se le concedan”.
Esta forma legal dio inicio en forma regular al proceso inmigratorio a Chile.
Prueba de ello, fue que el gobierno encargó a Vicente Pérez Rosales que radica-
ra y fomentara la inmigración de colonos alemanes a la provincia de Valdivia.
El éxito de Pérez Rosales queda de manifiesto al observar las estadísticas de los
primeros pobladores germanos en la citada provincia, las que en 1850 sumaban
212 personas.25
Desde luego, la inmigración promovida por el Estado siguió siendo eminente-
mente selectiva, pues el objetivo perseguido era poblar las zonas deshabilitadas
del territorio nacional, y al mismo tiempo, integrarlos económicamente, a tra-
vés del aporte económico que pudieran hacer los extranjeros que se radicaban
en el país. Poblamiento e integración económica y social crearían condiciones
favorables al crecimiento y desarrollo de las actividades productivas del país y,
consecuentemente, ampliarían la base económica de la nación.
Por su parte, la inmigración libre y espontánea fue constante por esos años y
coincidió con el desplazamiento de la población europea hacia todos los conti-
nentes. Se ha calculado que el número de europeos que abandonó su suelo natal
entre 1841 y 1880, llegó a 13.000.000 de individuos.26
24 ibid.
25 Pérez Rosales, Vicente “La Colonización de Valdivia y Llanquihue. Imp. y Lit. Universo. Valparaíso,
1935.
26 Crouzet, Maurice, 1977. p.149.
22
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
La intención del gobierno chileno para atraer al país, una parte de esos mi-
llones de europeos que emigraron de su continente, queda reflejada en las pa-
labras del Presidente Manuel Bulnes, quien al dirigirse al Congreso Nacional en
su mensaje de apertura de sesiones, el 1 de junio de 1850, dijo: “Convencido el
Gobierno de la importancia de la inmigración europea, reclama altamente para
el porvenir de las provincias del sur, donde una considerable estención de te-
rrenos baldíos en un suelo favorecido de la naturaleza i bajo una temperatura
semejante a las mejores de Europa, convida a la colonización i la industria, ha
tomado de tiempo atrás diversas con el objeto de atraer a este punto alguna parte
de la inmigración que en tan crecido número abandona hoi las más pobladas i
civilizadas porciones del viejo continente”.27
Ampliando el sentido de la norma jurídica dictada en 1845, se promulgó la ley
de 9 de enero de 1851 que permitiría al primer mandatario disponer que todos
los terrenos baldíos que hubiese en el país se convirtieran en territorios de colo-
nización. Por cierto, como se verá más adelante, esta norma no pudo aplicarse
integralmente en la región de la Araucanía pues aún no estaba constituida en
forma legal la propiedad de la zona. 28
Inmigración selectiva, libre y espontánea explican entonces, la presencia de
extranjeros residentes en el país que registró el Censo de Población de 1854.
Bajo la presidencia de Manuel Montt, por decreto de 25 de febrero de 1854, se
fijó la fecha del Censo de Población que debía levantarse el 19 de abril del mismo
año. Los padrones diseñados para servir de base a la encuesta fueron los más
completos entre los utilizados hasta la fecha, ya que se debía anotar para cada
habitante: nombre y apellido, sexo, estado civil, profesión o industria u ocupa-
ción ordinaria, circunstancia de saber leer y escribir, nacionalidad y defectos o
inhabilidad física y moral.29
La población del país, según el censo aludido, ascendía a 1.439.120 habitan-
tes. Además registró la presencia de 19.886 extranjeros, correspondiendo la cifra
23
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
30 Censo General de la República de Chile. Levantado en abril de 1854. Imp. El Ferrocarril, Santiago,
1858.
31 ARCHIVO NACIONAL. Fondo Ministerio de Interior. Vol.320, Fjs...104-109.
32 En 1875 la fábrica de Andwanter representaba una inversión de capital de $200.000 y producía alrede-
dor de 1.340.000 litros por año, empleando a 54 trabajadores y máquinas a vapor cuya fuerza era de 20
H.P. Ortega, Luis, 1981, p.17.
24
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
33 Ibid.
25
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
34 Vicente Pérez Rosales. Memoria sobre emigración, inmigración i colonización. Santiago, 1854, p.
87.
35 Ibid., p. 151.
36 Ibid., p. 61.
26
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
27
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
medio de la conquista, como lo hizo la España en el siglo XV, sino con las pode-
rosas armas del comercio, de la industria y de las ciencias; no con el cañón y el
sable, sino con el influjo de las costumbres, con el poder de la civilización, con
el predominio de la riqueza, de las ideas, del saber y de la verdad, a través del
influjo de los colonos.37
Así la inmigración es vista como el mejor medio para la mejora de los hábitos
y costumbres. En suma, como el mejor instrumento de progreso, a la vez que
aseguraba las ventajas que resultaban del “cruzamientos de las razas”.
Lo que hemos llamado ideología de la inmigración se demuestra persistente
durante todo el siglo. Benjamín Vicuña Mackenna, en 1865, en el texto Bases del
informe presentado al Supremo Gobierno sobre la inmigración extranjera,
redactado por la comisión especialmente nombrada para ello, fundamentaba
favorablemente la venida de extranjeros en la medida que estos contribuirían a
resolver asuntos de vital importancia como eran: “La cuestión de población que
es cuestión de poder i grandeza; la cuestión de territorio. que es elemento de paz
i de gigantesco desarrollo, la cuestión de civilización indígena que es de seguri-
dad, de deber i casi de honor para el país; la cuestión de transformación comple-
ta de los sistemas productores del país, en el modo de ser de sus habitantes, en
la repartición feudal del territorio, en la innovación de los cultivos, en la moral,
en la seguridad, en la hijiene misma, en fin, fuente de la robustez i virilidad del
pueblo en nuestros campos i ciudades”.38
En este mismo informe incluso se califica a los inmigrantes según su proce-
dencia, sugiriendo un orden de prioridad con relación a aquellos que más con-
venían a los fines gubernamentales.
El primer lugar lo ocupaban los alemanes. De ellos se decía: “la observación
ha demostrado que el mejor colono posible es el alemán, considerado el hombre
como carácter, como individuo de una raza especial, como ciudadano de una
comunidad política, como ser en fin, sujeto a ciertos hábitos y a ciertas necesi-
28
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
dades. Pero más que todo eso la experiencia ha demostrado que el alemán es el
mejor colono para la América Española y en especial para Chile”.
“El alemán es el único emigrante que abandona su suelo nativo con la resolu-
ción irrevocable de formar su nueva patria en el país donde traslada sus lares, sus
creencias y su familia... El alemán a diferencia del inglés cuyo primer orgullo es
la patria, del francés que la ama por vanidad y por entusiasmo, del español que
vincula en ella todas sus preocupaciones y todas sus virtudes, presinde con más
facilidad de todos esos atractivos y forma su patria en el bosque donde levanta su
hogar y en el que ve crecer sus hijos libres y felices”.
En ese mismo nivel se colocaba a los italianos y a los suizos, por su facilidad
para arraigarse en otras tierras y sus cualidades de buenos agricultores.
De los vascos, se decía, que por ser estos esforzados, sobrios y adecuados para
todo trabajo rudo, representan un excelente tipo de colono. Su inconveniente era
que no se establecían de manera definitiva. A los belgas se les incluía en este
grupo, con la diferencia que “...siendo hijos de un país esencialmente fabril tiene
dotes más especiales para la industria”.
Los ingleses (escoceses e irlandeses): “los ingleses no emigran: viajan. La ma-
yoría de ellos se dirigen a Norteamérica. Respecto de nuestros países la emigra-
ción inglesa asume casi exclusivamente un carácter mercantil, tanto por que la
mayor parte de sus nacionales se dedican al comercio exterior, cuanto porque los
buques de su nacionalidad son los que se encargan de llevar nuestros productos.
El inglés es excelente colono pero en tierra propia (EE.UU., Australia). En Chile,
se le considera más como un transeúnte útil que como un ciudadano benéfico”.
Los franceses: “el francés considerado en general, es el peor emigrante cono-
cido. Está en todos los rincones del mundo. Ellos no son sino aves de pasaje que
revolotean por los anchos espacios de la tierra en busca de placer o de fortuna y
vuelven al nativo nido con más amor que antes de partir. Son vanos, poco dados
a la familia y faltos de espíritu religioso”.
Los españoles: en forma genérica la emigración española - dice el informe -
puede considerarse en la misma categoría que la francesa, pero con relación a
la América antes española ofrece mayores desventajas todavía, no sólo porque
29
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
30
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
42 Ibid.
43 El Diario El Cautín de Temuco se constituyó en el órgano de prensa que canalizó las protestas de
la opinión pública, contrarias a la entrega de granjerías a los colonos extranjeros. Del mismo modo,
favoreció los proyectos de colonización nacional. Ver, preferentemente, las ediciones de los años 1887,
1888, 1889 de este periódico regional.
31
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
44 Bravo, Guillermo, 1984. Trata el problema general de la integración de este territorio, tanto en el perío-
do colonial como en el republicano, p. 19-28.
45 Los mapuches habían establecido dominio sobre su propiedad por tradición y éste fue reconocido por
varias disposiciones legales. Por ejemplo, el Senado Consulto de 1923 decretó que “...lo actual poseído
según lei por los indígenas que se les declare en perpetua y segura propiedad”. Posteriormente, otras
leyes aseguraron sus derechos territoriales; Ley de 04.12.1866; Ley de 13.06.68; Ley de 04.08.1874; Ley
de 20.01.1883; Ley de 11.01.1893, entre otras. Ver indios de Leyes de Inmigración y Colonización.
32
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
46 Zenteno Barros, Julio. Recopilación de Leyes y Decretos Supremos sobre la colonización. Imp. Nacio-
nal, Santiago, 1892, p. 17. Ver índice el Nº 79.
47 El Mercurio de Valparaíso, 18 de diciembre de 1883.
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Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
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más relevante que la propiciada por el Estado. Este mismo año, además, se dio
la posibilidad de reconocer el título de colono si era solicitado durante el primer
año de estadía en el país, a todos aquellos que llegaban a Chile sin previo con-
trato.58
El nuevo enfoque dado a la inmigración tuvo resultados positivos, pues en
1889 se registraron como inmigrantes a 10.413 personas y en 1890 a 11.001.59
Reafirman esta situación positiva de la inmigración, a pesar de la suspensión
del servicio por efectos de la Revolución de 1891, los datos del censo de población
de 1895. Este registró una población total para el país de 2.712.145 habitantes y
de ellos 79.056 eran extranjeros. En la categoría de residentes extranjeros las dos
primeras mayorías corresponden a peruanos y bolivianos, que se censan en la
región salitrera del Norte Grande.60 En la zona de la Araucanía, considerando las
provincias de Arauco, Bío-Bío, Malleco y Cautín, se encuestaron 5.746 colonos
extranjeros.61 Como puede apreciarse, las cifras expuestas revelan que el número
de colonos contratados por el gobierno para tareas agrícolas, son superados con
holgura por los inmigrantes libres y espontáneos, que sin ser un contingente ma-
sivo como el resto de algunos países americanos, aportaron su cuota de iniciativa
empresarial y fuerza de trabajo calificado para el desarrollo de las manufacturas
y el comercio del país.
Concluida la Guerra Civil, el gobierno de Jorge Montt dictó, el 15 de octubre
de 1895, el Reglamento de Inmigración, documento que trató de refundir todas
las disposiciones vigentes sobre la materia y encargó a la Sociedad de Fomento
Fabril la labor de coordinar dentro del país la inmigración industrial, señalando
las áreas industriales que necesitaran de la contribución de inmigrantes euro-
peos para su desarrollo.62
El aludido Reglamento de Inmigración clarificó las materias relativas a la in-
migración extranjera; el sector agrícola quedó a cargo de la Inspectoría General
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63 Ibid.
64 BSOFOFA, 1909, p.500
65 Boletín de la Sociedad de Fomento Fabril, 1909, p.501.
66 Norambuena, Carmen, 1987. p.9.
67 Censo de la República de Chile. Levantado el 28 de noviembre de 1907. Memoria presentada al Su-
premo Gobierno por la Comisión Central del Censo. Soc. Imp. y Lit. Universo, Santiago, 1908. p.XIX.
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68 Reglamento de Inmigración Libre, 24 de junio de 1905. Boletín de Leyes y Decretos, Tomo LXXV, p.
802.
69 Reglamento de Inmigración Libre, 26 de septiembre de 1907. Memoria de la Inspección General de
Colonización e Inmigración, 1908, p. 30-37.
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Aun cuando en las últimas décadas del siglo XIX la colonización se matiza
con la traída de obreros y técnicos especializados al amparo de la Sociedad de
Fomento Fabril (SOFOFA), se puede observar en la legislación y en los organis-
mos encargados de estos asuntos, la persistencia del mito agrario.71
Quizás con este marco referencial se pueda comprender mejor las reaccio-
nes que se van a expresar en una virulenta xenofobia. Esta reacción frente a lo
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Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
72 Censo de Población de la República de Chile. Levantado el 16 de diciembre de 1920. Soc. Imp. y Lit.
Universo. Santiago, 1925.
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proceso hay que buscarla en la calificación de los aportes que los extranjeros,
radicados en el país, hicieron en los sectores sociales, culturales y económicos
de la nación.75
No obstante que a fines del siglo XIX la colonización se matiza con la traída
de obreros y técnicos especializados al amparo de la Sociedad de Fomento Fabril
(SOFOFA), se puede observar en la legislación y en los organismos encargados
de estos asuntos, la persistencia del mito agrario.
Lo hasta aquí expresado, lleva a una segunda aproximación al tema de la
inmigración en Chile: durante el siglo XIX los esfuerzos estatales y privados se
encauzaron, primeramente, hacia un plan de colonización agrícola, el cual fue
complementado a fines del siglo poniendo énfasis en el aporte industrial que el
país pudiera recibir de los extranjeros.
Durante las primeras décadas del siglo XX continuó el flujo migratorio predo-
minantemente libre o espontáneo, en el que van a tener particular relevancia las
“cadenas migratorias”. Los extranjeros ya radicados hicieron venir gran número
de personas ligadas por vínculos de parentesco, amistad o vecindad.
Los años previos a la Primera Guerra Mundial, así como la primera década
después de la Gran Guerra marcan la intensificación del proceso migratorio ha-
cia América, incluyendo Chile. La sobreposición de los motivos económicos de
emigración con aquellos vinculados a las catástrofes de la guerra, caída de impe-
rios y estallidos revolucionarios, implican a la vez una importante diversificación
de orígenes de los extranjeros que llegan a Chile.
75 No siendo el propósito de este trabajo referirse a estos tópicos en particular, se pasa la referencia a
los ya numerosos trabajos que sobre esta temática se han realizado, algunos de los cuales aparecen
citados en el desarrollo de esta publicación.
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exilio implica una ruptura abrupta del individuo con su entorno a la vez que un
desarraigo de su medio social y cultural. 76
Así, hacia finales de la década de los treinta, representantes de dos grupos de
perseguidos en Europa buscan refugio en Chile: judíos alemanes y centroeuro-
peos intentando salvarse de las persecuciones nazis77 y luego españoles, espe-
cialmente, al término de la Guerra Civil en el país ibérico78.
Después de la declinación del proceso a partir de los años treinta, fue con mo-
tivo del término de la Segunda Guerra Mundial cuando se produce un episodio
migratorio de connotaciones relevantes.
Es en este marco nacional de la inmigración, donde se inserta la presencia
de los rusos en Chile, no diferenciándose en términos generales de lo que hasta
aquí se ha señalado para la inmigración en Chile, especialmente en términos
numéricos.
76 DIAKONIA. Acción Ecuménica. “La problemática del retorno de los refugiados latinoamericanos”.
Cap.II, 1984.
77 El número de visas otorgadas a los judíos europeos por los consulados chilenos en Europa resulta
bastante reducido. Hecho que ha provocado interpretaciones diversas en la historiografía chilena.
Para algunos, sería una muestra de la supuesta influencia de las ideas nazi-fascistas en la élite
política chilena. Para otros (y esta postura nos parece más convincente) se trataría de la oposición
generalizada a las nuevas inmigraciones urbanas tras el colapso de la crisis de 1929 con el tradicio-
nal antisemitismo católico.
78 El exilio republicano español en Chile se ha caracterizado por su destacado aporte en diversas
áreas del conocimiento y la cultura. Ver, Carmen Norambuena y Cristian Garay ....., Santiago 2002
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79 Memoria del Ministerio de R.R.E.E. de 1945, tomo 2 pp. 246-254. Stgo. 1947.
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80 Memoria del Ministerio de R.R.E.E. de 1946, pp. 414.415. Posteriormente con fecha 5 de diciembre
de 1946, bajo el nº 6387 del Ministerio del Interior se creó la Comisión de Inmigración y Nacionali-
zación de Extranjeros encargada específicamente de elaborar un proyecto de ley que contemplara
un plan de inmigración , y de unificar las normas vigentes sobre la permanencia de extranjeros.
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84 Algunas críticas venían de parte del director de la Revista “Estanquero”, quién sostuvo una fuer-
te polémica con el Presidente de la Comisión de Inmigración en relación a la entrada de judíos,
quienes lo hacían bajo la nacionalidad polaca o yugoeslava, pero con religión “israelita” declarada.
El “Estanquero” sostenía que no se oponía a esa inmigración en masa por motivos raciales, sino
porque la de 1939, no había dado los resultados esperados ya que sus componentes no habían
respetado sus compromisos de oficio y residencia. El Diario Ilustrado, 21 de enero de 1948.
85 A la reunión constituyente no asistieron lo s representantes de la SOFOFA ni de la SNA por no ha-
ber sido designados aún. En esta reunión se nombró secretario de la Comisión al funcionario de la
Cancillería Enrique Gómez y se comisionó a Pastor Román de la Sección Gobierno del Ministerio
del Interior y a Alberto Sepúlveda , jefe del Departamento Consular Consular de la Cancillería para
que redactasen el Reglamento al que debería ajustarse la inmigración. El Diario Ilustrado. Stgo. 13
de julio de 1948.
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posteriores, cuyos componentes han sido muy bien seleccionados entre perso-
nas jóvenes de gran espíritu de empresa, pues los hombres son en su gran mayo-
ría artesanos calificados”. Agregaba además “...que existe mucho interés entre los
europeos por venir a trabajar y radicarse en Sudamérica, especialmente en Chile,
pero desgraciadamente no se pueden aumentar la corriente inmigratoria, como
son los deseos del gobierno por falta de medios económicos”88
El último grupo, que cierra el más importante momento migratorio de pos-
guerra, llegó a Valparaíso el 13 de enero de 1950. En el transporte norteamericano
“General S, D. Stugis” viajaron 431 persona siendo la mayoría, –214– yugoslavos,
la mayor parte de Slovenia, Istria y Dalmacia. Estos consituían 31 familias con
15 niños y 11 infantes, además de 105 solteros y 10 solteras jóvenes, de religión
católica, entre cuyas profesiones se señalan electricistas, mecánicos, agriculto-
res, choferes, carpinteros, cocineras. Destacan por la variedad de idiomas que
hablan, todos alemán e italiano, algunos francés inglés y castellano.
Especial dedicación pusieron en las tareas de ayudar a instalarse y buscar
trabajo a los refugiados los comités que las distintas colectividades extranjeras
organizaron para estos efectos. Comité de Auxilio Social para los Inmigrantes de
Yugoslavia, Unión de Rusos Blancos, Comité Judío de Ayuda a los Inmigrantes,
también las agrupaciones de polacos.
Con todo, más de 2,600 refugiados pudieron ser rescatados de la parte orien-
tal Europa arrasada por la crueldad de la guerra y las ideologías en conflicto.
Si se compara estas cifras con los rescates realizados por otros países resultan
exiguos, pero son relevantes en el contexto de lo que históricamente ha significa-
do la inmigración en Chile. “ ...hasta fines de 1951, de un total de 99.497 refugia-
dos que ingresaron por la IRO a Latinoamérica, entraron 32.712 a Argentina, país
que junto con Brasil (22.473) y Venezuela (17.553) absorbieron 4/5 del total.89
51
Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
Estas cifras de 2.600 personas que llegan a Chile en marcos del programa de
inmigración dirigida, se deben sumar a otras correspondientes a los inmigrantes
libres que vinieron al país por medio del llamado de familiares, amigos o colec-
tividades de extranjeros en Chile; a los que llegaron procedentes de otros países
suramericanos, especialmente Brasil y Argentina, con lo que la cantidad total de
europeos que llegan a Chile después de la Segunda Guerra Mundial, se estima
sobrepasa las 20.000 personas.
Este balance entregado por el Ministerio de R.R.E.E. respecto de las visas au-
torizando el ingreso al país entre 1948 y 1952 demuestra la magnitud de este mo-
vimiento migratorio. Estas visaciones incluyen las siguientes categorías: ordina-
ria, de inmigrante libre, sujetas a contrato, de turismo, en visita y en tránsito. En
estas cifras están incluidos todas las nacionalidades, pero es claro el mayoritario
número de europeos del Este, seguido de españoles e italianos.91
Esta situación excepcional de postguerra ya no se repetirá en la historia de las
migraciones chilenas del siglo XX. En las décadas posteriores exiliados y refugia-
dos latinoamericanos seguirán el destino de los europeos.
Entre las características comunes de los inmigrantes –exiliados– del siglo XX
se puede destacar, junto con su número más reducido en comparación con los
migrantes económicos del período anterior, su nivel educacional más alto, así
como la presencia de numerosos profesionales, intelectuales, personalidades de
cultura entre ellos. Su inserción en Chile se realiza en las más diversas áreas del
quehacer profesional, empresarial y cultural.
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Capítulo I. LAS MIGRACIONES INTERCONTINENTALES: AMÉRICA LUGAR DE DESTINO
En las últimas cuatro décadas del siglo XX la dinámica de las migraciones in-
tercontinentales en Chile adquiere nuevas características. Si bien el país sigue
recibiendo, aunque a menor escala, inmigrantes desde otros continentes, co-
mienza a la vez un proceso en direcciones contraria.
Aunque ya desde el siglo XIX ciertos representantes de las élites tanto eco-
nómicas como intelectuales y artísticas de Chile abandonaban el país para ins-
talarse en Europa, se trataba de casos aislados. Desde la década de los sesenta
del siglo XX este proceso adquiere una creciente aceleración. A los procesos de
la transnacionalización de los mercados de trabajo y de la educación acompa-
ñados de fuga de cerebros se les agregan desde la década de los setenta migra-
ciones y exilios originados en las circunstancias de la convulsionada historia
política de Chile de ese período. Con un millón de conciudadanos fuera de sus
fronteras, Chile se convierte en el último cuarto del siglo XX en una nación con
diáspora.
Constituyéndose como parte de Chile en el extranjero, esta diáspora actúa a
la vez como generadora de migraciones hacia Chile. Así, aumenta drásticamente
el número de matrimonios mixtos y se amplia su geografía. Surge un nuevo tipo
de cadenas migratorias transcontinentales de profesionales, artistas y hombres
de negocios, estimuladas por diversos tipos de contactos con los chilenos en los
países de origen de los nuevos migrantes.
53
Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS
DEL SUR
92 A.Popov. Selección de obras eslavas y rusas y de artículos incluidos en los cronógrafos de redacción
rusa, Moscú. 1869, p.175.
55
Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
93 Ver, Efimov, Op.cit. Ver también I.Zabelin “Proyecto de conquista de América presentado a Pedro
Primero en “Moscovitianin”, 1851, parte I, pp.121-122.
94 Autores varios. Rusia descubre América, Moscú, 1992, p.37.
56
Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
Varios estudios de historiadores rusos indican que junto con los primeros
poblados de cazadores y exploradores rusos en las costas asiáticas del Pacífi-
co (en su mayoría cosacos, siervos y soldados prófugos), aparecen poblados
similares en las costas de Alaska y en las islas del estrecho de Bering. No im-
porta en este caso, si se trataba de náufragos que alcanzaron las costas opues-
tas o de la colonización consciente. Lo relevante es que la América que por
primera vez es vista y habitada por los rusos, era muy distante del dorado tro-
pical encontrado y descrito por los autores de Europa Occidental. La América
polar del hemisferio norte, interiorizada en su experiencia por los marinos
rusos, no se diferenciaba mucho de las regiones árticas rusas descubiertas y
colonizadas por sus antepasados. Creemos que esta percepción de América
por los propios participantes de la gesta marítima descubridora, al margen de
la imagen que se creaba en los círculos letrados de San Petersburgo, preparó
mejor a los marinos rusos para el encuentro con las zonas semi-polares del
hemisferio austral.
Pero esto se refería a la geografía y tal vez a la etnografía de las tierras des-
conocidas. En cuanto a la sociedad americana colonial, se divulga en Rusia
del siglo XVIII, a través de las múltiples traducciones de los autores europeos,
la misma visión ilustrada del buen salvaje y del colonizador europeo perver-
so. Siguiendo la tradición ilustrada, los autores rusos utilizan las imágenes de
América colonial (nunca vistas por ellos) como el símbolo de la opresión, es-
clavitud y resistencia. Aunque en el caso de Rusia, este recurso literario se con-
vierte muchas veces en un modo encubierto y entendido por los consagrados
de referirse a la propia situación política y social de Imperio.
El primer periódico ruso que aparece en esos años dedica gran parte de su
espacio a las “noticias internacionales” y entre ellas, a las americanas. En 1724
aparece la primera mención de Chile como país en el contexto de la historia de
la expedición de Pedro de Valdivia y su trágica muerte. Se trata indudablemen-
te de una traducción libre de alguna fuente europea, pero lo más significativo
es el hecho que el periódico ruso cuenta a la vez que “estos acontecimientos
57
Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
95 Cit. por V.Kuteishikova “América Latina en las publicaciones rusas del siglo XVIII”, en “América Latina”,
1982, Nº6, p.19.
96 N.Bolkhovitinov. Rusia y América, Moscú, 1992, p.34.
97 Estudios acerca de estas expediciones, así como traducciones al español de 13 textos generados
por ellas, ver en Carmen Norambuena y Olga Ulianova Viajeros rusos al fin del mundo, Fuentes
para la Historia de la República, Volumen XV, DIBAM-IDEA, Santiago, 2000
58
Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
98 A.I.Sizonenko “Expedición de Kruzenstern”, en Los rusos descubren América Latina, Moscú, 1992, p.6-
12.
99 V.M.Golovnin Puteshestvie vokrug sveta na voennom shlupe “Kamchatka” v 1817, 1818 y 1819 kapi-
tana flota Golovnina, Moscú, 1949., traducción al español, en Carmen Norambuena y Olga Ulianova
(2000)
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Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
100 Kotsebú Puteshestvie vokrug sveta, Moscú, 1948, p.47-48. traducción al español, en Carmen Noram-
buena y Olga Ulianova (2000)
60
Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
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sentaciones gráficas de la vida chilena de 1816, entre ellas los dibujos “Criollos
en Chile”, “El araucano”, etc.106
Si bien este primer contacto humano y político pertenece a la época de la
reconquista, será el mismo navegante Kotsebú quien durante su segunda ex-
pedición inaugurará por parte de Rusia las relaciones con el Chile republica-
no. En el transcurso de su navegación en el sloop “Predpriatie” (1823-1826),
Kotsebú en enero de 1824, nuevamente visita el puerto chileno de Concepción,
donde es recibido al día siguiente de su llegada por el Presidente Freire. “... Él
me recibió con su uniforme de gala y en presencia de sus más importantes fun-
cionarios. Se cumplió la más estricta etiqueta española. Sin embargo, a pesar
de todos los convencionalismos rituales que habitualmente se acompañan por
una sequedad y formalidad, el presidente fue perfectamente benevolente, cari-
ñoso y expresó su disposición de ayudarnos en todas nuestras necesidades”.107
La impresión más fuerte para Kotsebú fue la destrucción provocada por la
guerra en Concepción y sus alrededores: “Comparando su estado actual con
aquel que yo había observado en 1815, apenas lo podían creer mis ojos. Aquí
el fratricidio marcó sus huellas mortales con desolación: las casas totalmen-
te destruidas, la mayor parte de la ciudad reducida a ruinas; los alrededores
pintorescos deformados y desolados, aquellos que quedaban de los antiguos
habitantes, acostumbrados por su naturaleza a la abundancia, sumidos en la
más profunda miseria”.108
Si bien la percepción negativa de las consecuencias de la guerra es común
a la mayoría de los autores, tanto chilenos como extranjeros, que se refieren a
este momento histórico en Chile, la acentuación en ella del informe de Kotsebú
tiene que ver, a nuestro parecer, con su visión negativa de la forma republicana
de gobierno y de los cambios políticos adversos a la Santa Alianza. Explica el
106 Una parte de estos dibujos fue publicada junto con el informe oficial de Kotsebú, mientras que en su
totalidad formaron álbumes que Joris editó en 1821-1826 en París: Viaje pictórico alrededor del mundo
y Paisajes de países tropicales recopilados durante el viaje alrededor del mundo.
107 Viaje alrededor del mundo realizado por la orden del Señor Emperador Alejandro Primero en el sloop
militar “Predpriatie en 1824, 25, 26 bajo el mando del teniente-capitán Kotsebú, San Petersburgo, Tipo-
grafía naval, 1828, p.35.
108 Kotsebú, 1828, p. 35.
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Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
navegante: “Este cambio sucedió en el año 1816, cuando el general San Martín
cruzó con sus tropas la Cordillera desde el lado de Buenos Aires. Al entrar a
Chile y uniéndose con los descontentos por el gobierno español, expulsó a los
partidarios de España y fundó en el país una república particular, cuya cabeza
ahora es uno de sus mejores soldados, Freire”.109 Parece que el hecho de ser
buen guerrero contrapesa para Kotsebú el republicanismo del gobernante chi-
leno, hacia el cual el viajero parece sentir una sincera simpatía.
Esta misma desconfianza ante el modo republicano de gobierno, es expre-
sada por Kotsebú en sus notas dedicadas a la aprobación de la Constitución
que le tocó presenciar durante su estadía. Comenta el navegante la percepción
mayoritariamente negativa, a su juicio, de esta carta por parte de la población
de Concepción, así como la estrechez del grupo humano en esa ciudad capaz
de discernir en los asuntos públicos. Al igual que la mayoría de los visitantes
de los países protestantes, Kotsebú, enviado del imperio cristiano-ortodoxo,
expresa su percepción negativa del rol que se le asigna a la religión católica en
la constitución chilena, pronunciándose a favor de la libertad de cultos cristia-
nos.110
La primera conversación entre el mandatario chileno y el enviado de la co-
rona rusa, trató entre otros temas, las consecuencias de la guerra, así como
los planes chilenos de convertir Talcahuano en un gran puerto comercial. El
experimentado navegante ruso apoya estos planes argumentando las ventajas
naturales de la bahía de la Concepción.
Es bastante notorio que la mayoría de los viajeros rusos que visitan Chile en
la primera mitad del siglo XIX prestan mucha atención a la descripción de la
fortificación de los puertos y a la organización y hasta uniformes del ejército.
Este interés, muy lejos de ser dictado por algún motivo práctico, se explica a
nuestro modo de ver, por las particularidades de la cultura y mentalidad de
los capitanes rusos que provenían de la nobleza de servicio de su país, cuya
actividad, por excelencia durante generaciones fue la militar, por lo tanto veían
el mundo a través del prisma de su propio oficio. En este sentido habría que
64
Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
111 Op.cit.p.40.
65
Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
tante europeo que llegaba. “En países tan lejanos encontramos en cada euro-
peo a un compatriota; desaparece toda rivalidad, como todos los matices na-
cionales; uno se alegra al encontrar una persona que de alguna manera le hace
recordar su patria...”,112 anota F. P. Litke al encontrarse en Chile con un diplo-
mático francés conocido desde antes. En las páginas de sus memorias encon-
tramos los nombres del doctor Poepigg, cónsul Chomet de Fosse, dueño de la
posada Greenwood y otros extranjeros presentes en otras fuentes de la historia
de Chile de esa época. Aparentemente, esta “solidaridad europea en los países
lejanos” liberaba a cada uno de ellos de tener representaciones diplomáticas
en cada uno de los países.
Ninguno de los navegantes de la época de las guerras de independencia
menciona algún compatriota residente en Chile, ni rememora ningún caso de
marino de su país que se hubiese quedado en estas costas. Kotsebú menciona,
no obstante, al primer ruso enterrado en tierra chilena, el carpintero de la nave
de apellido Tsigankov, fallecido a raíz de una enfermedad en los días de la per-
manencia del “Riurik” en Concepción y enterrado en esa ciudad.
Por su parte, los tripulantes de las naves comerciales “Suvorov” y “Kutuzov”
pertenecientes a la Compañía Ruso-Americana, que no entraron en los puertos
chilenos, sino que hicieron su escala post Cabo de Hornos en Perú, ya en los
años 1817-1819 mencionan los casos de marinos rusos que se habían quedado
en El Callao y con los cuales sus tripulantes conversan durante la estadía en
ese puerto.
Desde mediados de los años 20, cuando Kotsebú y Litke en sus segundas
circunnavegaciones visitan Chile, no tenemos testimonios rusos sobre Chile,
hasta la segunda mitad de los años 30 del siglo XIX.
Sin embargo, correspondiente al año 1837 disponemos de una fuente de
especial interés, cuyo autor es un destacado geógrafo y viajero ruso Platón Chi-
jachov, el primero entre sus compatriotas que realiza el viaje terrestre a través
de la América del Sur desde Valparaíso y Santiago hasta Buenos Aires, atrave-
sando la Cordillera de los Andes y la pampa argentina.
112 F.P.Litke. Viaje alrededor del mundo en el sloop militar “Seniavin” 1826-1829, Moscú, 1948, p.28. tra-
ducción al español, en Carmen Norambuena y Olga Ulianova (2000)
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Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
113 P.Chijachov “Viaje a través de las pampas bonaerenses”, en “Otechestvennie zapiski”, 1844, v.XXXIV,
San Petersburgo, Parte II (Ciencias y Bellas Artes) pp.1-62. traducción al español, en Carmen Noram-
buena y Olga Ulianova (2000)
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Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
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Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
de Chile como “país pequeño, pero en orden”, frente a la imagen de una Argen-
tina esteparia y espontánea, adolecida de muchos de los males que azotan a la
propia Rusia.
Al año siguiente después del viaje terrestre de Chijachov, tenemos noticias
de la visita a Valparaíso de una nave rusa. El testimonio de este viaje fue dejado
por el entonces joven teniente de la armada rusa Vladimir Zavoiko y publicado,
apenas terminada la expedición, en el Anuario Marítimo de Rusia.116
A diferencia de Platón Chijachov, el autor de este libro es un personaje anó-
nimo en el mundo de las letras rusas. El “Anuario Marítimo” en que publicó sus
apuntes, era leído preferentemente por los amantes de la literatura de viajes y
las personas vinculadas al oficio marino. No presentaba, por lo demás, datos
biográficos de sus autores.
Así, la única información sobre el autor es la que podemos rescatar del pro-
pio texto. Se trata, indudablemente, de una persona muy joven. En sus impre-
siones, ordenadas en forma de cartas dirigidas a algún amigo en Rusia, la infor-
mación marítima (vientos, corrientes, etc.) y naturalista están prácticamente
ausentes. Su relato está centrado en las impresiones de las tierras visitadas y de
las relaciones humanas que se forman en la nave durante la travesía.
Es el primer autor entre los mencionados que muestra su cansancio, nostal-
gia e incomodidad por la larga permanencia en el mar. En este sentido su relato
por la pasada del Cabo de Hornos resulta ser no menos expresiva que la de los
“lobos marinos” reconocidos.
Pero lo más importante para nuestro estudio es el hecho que Zavoiko apa-
rece como el primer viajero ruso que observa Chile con una especie de mirada
evaluadora y comparativa, como una persona que no excluye la posibilidad de
echar el ancla de su destino en alguno de esos países lejanos. Y la imagen de
Chile, en este sentido, aparece bajo su pluma, bastante atractiva.
116 V. Zavoiko. Impresiones de un marino durante dos viajes alrededor del mundo. San Petersburgo, Im-
prenta del Ministerio del Interior, 1840, pp.29-65. traducción al español, en Carmen Norambuena y
Olga Ulianova (2000)
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117 A. Visheslavtsev. Ensayos a pluma y lápiz del viaje alrededor del mundo. San Petersburgo, 1862, pp.461-
537. traducción al español, en Carmen Norambuena y Olga Ulianova (2000)
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za hacia el océano abierto, sino que sigue muy cerca de las costas de la Patago-
nia chilena, pasando sin mapas y sin piloto entre las islas de los archipiélagos
australes. Esta compleja travesía la realiza, también a diferencia de la mayoría
de los navegantes, en pleno invierno, llegando a mediados de julio a San Carlos
en Chiloé (Ancúd).
Las observaciones de Fesún se centran en la población, estado de coloniza-
ción de la región, actividad económica, en especial la maderera, necesidad de
investigación y composición de mapas del Archipiélago de los Chonos, lo que
según él, permitiría la navegación fluida de pequeños barcos a vapor con rueda
y contribuiría a la colonización de la zona. Contiene retratos interesantes de
algunos colonos-exploradores.
“Morzh” es la primera nave rusa que visita Chiloé y el puerto de Corral fren-
te a Valdivia. Para el narrador, la zona es extremadamente hermosa, pero no
exótica, más aún, la comparación explícita e implícita con la región del Pacífico
ruso está presente a lo largo del texto.
Fesún es uno de los pocos memoristas-marinos que incluye en su texto
las reflexiones relacionadas con la situación y capacidad de percepción de la
diversidad del mundo de los marineros rasos. En este contexto nuestro autor
lamenta “el bajo nivel de la educación de toda la masa de nuestro pueblo sen-
cillo” y se pronuncia por la abolición de los castigos físicos en la Armada Rusa,
por la alfabetización de la tropa y por la creación de bibliotecas en las naves.
Todas estas reflexiones constituyen un signo de tiempo en la Rusia de princi-
pios de los años 60 del siglo XIX, en el apogeo de la época de las reformas.
Tomando en cuenta las fuentes y composición de la primera etapa de la in-
migración rusa en Chile, de la que se hablará en el próximo capítulo, esta refe-
rencia al mundo de los marineros rasos, es muy importante, pues las imágenes
y percepciones expresadas por los autores de textos anteriores se refieren a la
América imaginaria de los oficiales rusos, pertenecientes a los sectores ilustra-
dos, occidentalizados y privilegiados de la sociedad rusa.
Los marineros rasos, según Fesún, no logran comprender gran parte de los
fenómenos sociales que observan durante sus travesías, pero perciben profun-
damente el entorno natural y construyen su propio mundo imaginario. Así, las
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Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
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Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
con las colonias extranjeras. En este sentido, su visión de las relaciones entre
unos y otros merece atención.
La estadía del “Morzh” en Valparaíso es, al parecer, la más larga de las es-
tadías descritas de barcos rusos en este puerto en el siglo XIX. Al llegar allí, a
principios de septiembre de 1861, los marinos rusos presencian las celebracio-
nes del Día de la Independencia y el traspaso del mando del Presidente Ma-
nuel Montt al recientemente elegido J.J.Pérez. Queremos recordar al lector que
las fechas en los diarios de los viajeros rusos, cuya traducción proviene de las
primeras ediciones (anteriores a 1917) se dan en el calendario gregoriano que
se utilizaba en Rusia y que se distingue del occidental juliano, en 12 días en el
siglo XIX.
Muy importantes parecen las observaciones de Fesún acerca de la situación
de la República de Chile. Desde la primera mención, navegando aún por los
canales del sur, Fesún se refiere al gobierno de Chile como uno de los más só-
lidos y bien establecidos en Sudamérica, lo que constituye la constatación de
la opinión divulgada en su medio, ya que su propio testimonio basado en las
impresiones propias, será posible sólo al final de la visita.
La época de las reformas en Rusia acentúa el interés del narrador por las
formas de gobierno democráticas. Con gran pasión, Fesún describe los éxitos
obtenidos por Chile en los 10 años de gobierno de Manuel Montt, el orden pú-
blico, bienestar del pueblo, éxitos de su economía. Un hincapié especial hace
el memorista por el hecho de que el presidente Montt “no es militar, ni aris-
tócrata”, sino un abogado (en Rusia las profesiones liberales recién se abrían
espacio). Como ejemplo del discurso basado en los valores cívicos, Fesún cita
ampliamente el mensaje del presidente saliente.
El testimonio de A.Ya.Maximov (1851-1896) sobre su viaje alrededor del
mundo en la corbeta “Askold” corresponde a fines de la década de los 60 y co-
mienzo de los 70. El libro de las impresiones del joven oficial naval sale en San
Petersburgo en 1872.120
120 Maximov. Alrededor del mundo: la navegación de la corbeta “Askold” desde Kronshtadt has-
ta Bangkok. Anexo a la revista “Vsemirny puteshestvennik”, San Petersburgo, 1872, pp.224-
416. traducción al español, en Carmen Norambuena y Olga Ulianova (2000)
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La corbeta rusa realizó un viaje alrededor del mundo saliendo de San Pe-
tersburgo hacia el oeste y en la ruta ya “clásica” bordeando el extremo sur del
continente americano para seguir hacia el Pacífico. En este viaje la nave rusa
visita Buenos Aires y Valparaíso, dejando Maximov sus impresiones sobre am-
bos puertos y en general, sobre Argentina y Chile.
Hay que destacar que la “Askold” fue la primera nave militar rusa que visita
Buenos Aires. Todas las expediciones anteriores hacían escala en el sur de Bra-
sil (Santa Catarina) o en Montevideo, dadas las incomodidades técnicas que
presentaba el puerto argentino. El testimonio de Maximov lo retrata antes del
comienzo de la época del auge económico argentino y de la inmigración ma-
siva. El Buenos Aires presentado por Maximov es una ciudad profundamente
provinciana, la presencia de los extranjeros en la ciudad no es mayor que en
cualquier otro puerto americano. Más aún, en cuanto a los inmigrantes rusos,
están ausentes en las referencias de los viajeros en la región de La Plata, pero
ya aparecen en los testimonios de sus estadías en Chile.
Llama la atención las impresiones propias de Maximov acerca del paso de la
corbeta a través del Estrecho de Magallanes y de su encuentro con los aboríge-
nes de la Tierra del Fuego y de la Patagonia. Al igual que en los relatos de otros
viajeros rusos, su percepción se centra en la lástima hacia los pueblos nativos
australes, cuya imagen, en el caso de los habitantes de la Patagonia aparece
algo romántica, y en la crítica de la “civilización” que se traduce en la alcoholi-
zación, degradación y muerte de los aborígenes.
La descripción de la escala de tres semanas en Valparaíso es acompaña-
da por una descripción del puerto y de Santiago, que también es visitado por
Maximov, así como por una especie de resumen de la historia política chilena.
Hay que destacar que si la descripción de lo cotidiano, de las ciudades y de las
bellezas de la naturaleza y de los tipos humanos tanto en Argentina, como en
Chile, es en Maximov, al parecer, la más entusiasta entre todos los textos ana-
lizados, sus intentos de análisis histórico y político, son los más esquematiza-
dos y pobres. Así, después de la descripción detallada de la historia y situación
política de la Argentina (basada profundamente en Visheslavtsev), Maximov
se limita a constatar que la historia política chilena se asemeja, según él, a la
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Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
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121 Ver E.Devés “Esclava frívola”, Ponencia presentada en el II Encuentro Chileno-Peruano de Estudios
Históricos, Lima noviembre 1996.
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Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
A pesar de todas las críticas que se hacen a las damas locales, se advierte el
hecho de que los viajeros rusos se muestran más atraídos por las bellezas crio-
llas, mientras que las mujeres de las colonias extranjeras prácticamente no se
mencionan, con la excepción natural de las familias rusas residentes, cuando
éstas aparecen en los relatos. Podemos suponer que a pesar de todas las di-
ferencias de las culturas cotidianas rusa-euroasiática e hispanoamericana, el
carácter tradicional de ambas que atribuye un rol distinto a la espontaneidad,
las relaciones interpersonales, el tiempo y la fiesta, las aproximan frente a las
culturas cotidianas basadas en la ética laboral protestante occidental y las for-
mas de las relaciones entre las personas que éstas implicaban.
A fines de los años ochenta, Chile es visitado por uno de los interesantes,
y sin duda, el más productivo de los observadores rusos de la realidad de este
continente: el diplomático y viajero Alexandr Ionin. Su viaje combina los fines
cognoscitivos con los prácticos. Junto con conocer el estado político y econó-
mico, así como las costumbres y la vida diaria en las naciones sudamericanas,
debía informar al Ministerio de las Relaciones Exteriores de Rusia acerca de las
perspectivas del desarrollo de las relaciones diplomáticas y económicas con
ellas. A Chile está dedicado un volumen entero de su obra fundamental “Por
América del Sur”.122
Junto con los interesantes datos acerca de los éxitos de los empresarios de
origen ruso-alemán en Chile, Ionin nos proporciona una gran cantidad de ob-
servaciones acerca del desarrollo económico y social de Chile en las últimas
décadas del siglo, especialmente de la colonización del sur, de la integración
de la Araucanía, del desarrollo de la cultura urbana y del rol de extranjeros en
ésta. Llama la atención su percepción del nicho social ocupado por los extran-
jeros inmigrantes en Chile de esa época. Según el viajero, la sociedad chilena
se dividía en tres grupos sociales: los hacendados, los “rotos” y los extranjeros,
ocupando estos últimos casi exclusivamente el estrato intermedio del comer-
cio y ejercicio de profesiones. En ningún otro país de los visitados destaca Ionin
esta coincidencia de extranjeros y naciente clase media. De acuerdo con su
testimonio, la inserción de los inmigrantes es mucho más variada y compleja
122 A. Ionin Por América del Sur, vol.1-4, San Petersburgo, 1891-1893.
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tos, por lo general, constituyen sus informes oficiales de los viajes, escritos para
ser presentados a la Corte Imperial. Hallamos también numerosos testimonios
de marinos jóvenes, oficiales y guardias marinas, por lo general en forma de
diarios personales durante el viaje. Entre los más valiosos se encuentran los
trabajos de los científicos naturalistas, geógrafos, antropólogos que forman
parte de las expediciones especializadas o residen algún tiempo en la región.
Un toque particular le proporcionan a esta visión rusa de la América decimo-
nónica los testimonios de los dibujantes que acompañan a las expediciones o
de los médicos y otros profesionales que forman parte de ellas.
Si bien los informes oficiales de las expediciones eran conocidos desde el
momento de su primera publicación y algunos de ellos han tenido más de una
reedición en Rusia durante el siglo pasado, la mayoría de los diarios personales
conocidos hoy, fueron publicados después de la muerte de sus autores, inclu-
yendo algunos que fueron encontrados recientemente. M.Lotman en sus estu-
dios de la cultura y vida cotidiana de la nobleza decimonónica rusa, destaca la
amplia divulgación de los hábitos de los diarios personales y de la mantención
de correspondencia entendida cuasi como un género literario en este medio.124
A partir de ello, L.A.Shur, el primer investigador de los viajeros rusos en La-
tinoamérica, plantea que los textos conocidos y recuperados para la ciencia
histórica contemporánea constituyen solamente la cúspide del iceberg de la
amplia literatura de este género, puesto que la escribalidad personal y privada,
en forma de correspondencia o diarios de vida, era la forma predominante de
la socialización de los sectores letrados de la sociedad europea decimonóni-
ca. Más aún, en viajes prolongados, en la soledad de los océanos o frente a
las impresiones múltiples de las tierras lejanas, la mayoría de los participantes
letrados de las navegaciones llevaban en una u otra forma sus diarios. En este
sentido, el historiador puede esperar (y buscar) la ampliación considerable de
esta base de fuentes primarias.125
Finalmente, creemos que en muchos casos las observaciones más pro-
fundas de los viajeros están íntimamente ligadas con las intenciones de com-
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Capítulo II. ENVIADOS DEL ZAR EN LAS COSTAS DEL SUR
prenderse a sí mismos y a sus países. En este sentido, los textos de los letrados
viajeros rusos presentan un interés especial. El tema de la identidad nacional
cultural, las reflexiones acerca de la pertenencia o no de Rusia a la civilización
europea occidental, constituyen el meollo del pensamiento y de la búsqueda
de los sectores ilustrados de Rusia a lo largo de la mayor parte del siglo XIX. El
encuentro con América Latina con su peculiar combinación de lo europeo y lo
propio acentúa las reflexiones identitarias de los viajeros rusos, proporcionan-
do a la vez una particularidad especial a su visión del Nuevo Mundo.
A su vez, este recuerdo de la mirada de los rusos decimonónicos a América
en general y a Chile en particular, en cierta medida ayuda a comprender las
mentalidades y estrategias para enfrentar la vida, así como las percepciones y
sentimientos de aquellos de sus compatriotas que ya en aquella época eligie-
ron este país austral como su nueva patria.
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Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO
MULTINACIONAL EN AMÉRICA
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Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
126 Sobre la autoidentificación de Rusia entre Europa y Asia, ver O.Uliánova “Rusia como civilización
euroasiática”, en Rusia: raíces históricas y dinámica de las reformas, Santiago, IDEA-USACH, 1994.
127 Cit. por V.M. Cabuzan. Emigración y reemigración en Rusia en los siglos XVIII - principios de XX,
Moscú, “Nauka”, 1998, Tabla 6, p.61.
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Cabe destacar que desde la europeización iniciada por Pedro el Grande y es-
pecialmente a partir de los comienzos del siglo XIX, Europa Occidental se con-
vierte en el polo atractivo para la nobleza europeizada rusa. Gran parte de las fa-
milias aristocráticas del imperio vivían, de hecho, entre San Petersburgo y París,
pasando a veces por la hacienda familiar. Desde la divulgación de la educación
universitaria occidental en Rusia, los países del oeste del continente, atraían a
los jóvenes ávidos de conocimiento. Las colonias rusas residentes se convierten
en fenómeno natural en las más diversas ciudades europeas, desde París y Ber-
lín hasta los balnearios montañosos de Suiza. Las memorias de diversas perso-
nalidades de la cultura rusa, así como obras de la literatura europea contienen
numerosos testimonios al respecto. Desde el segundo cuarto del siglo XIX, con
la aparición de la oposición política al zarismo en Rusia, aparecen en Occidente
sus primeros exiliados políticos. Desde los pocos decembristas133 que se niegan
a volver a Rusia, a las figuras universalmente conocidas de Gerzen y Ogariov, y
posteriormente, a los miembros de numerosas organizaciones opositoras desde
los años 50-60 del siglo XIX y hasta la revolución de 1917, contribuyen a la crea-
ción de la diáspora rusa en el mundo. Sin embargo, estos grupos, preferentemen-
te rusos-étnicos, no constituyen un porcentaje importante de la población que
el Imperio Ruso expulsa en ese período. Por otra parte, por lo general, se trata de
migrantes temporales que tras períodos, a veces prolongados, de residencia en
Europa, regresaban a Rusia.
El grueso de la emigración masiva proveniente de Rusia, ha sido representado
por sus minorías étnicas: alemanes, polacos, judíos, finlandeses, letones y otros.
Si bien a fines del siglo XIX, más de la mitad de la nobleza, grupo dominante del
imperio ruso, pertenecía a las etnias distintas a la rusa, las contradicciones de la
modernización de las regiones pobladas por las minorías, junto con los vaivenes
133 Son los participantes del primer movimiento político antiabsolutista en Rusia que surge tras el
término de las guerras napoleónicas, principalmente entre la nobleza militar rusa, participante de
las campañas europeas. En diciembre de 1825, en el entre-reinado provocado por problemas de
sucesión, tras la muerte de Alejandro I, levantan una revolución militar en San Petersburgo y en el
sur de Rusia, exigiendo limitación de absolutismo y abolición de la servidumbre. Una vez derro-
tados, son apresados casi todos y reprimidos con gran crueldad. Guiados por un código de honor
romántico, la mayoría de los insurgentes desechan la posibilidad de emigrar. Muchos de ellos se
presentan ante la policía para compartir el destino de sus compañeros.
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Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
134 Berzina M.Ya. Composición étnica de la población de los EE.UU: un breve ensayo histórico-estadís-
tico en procesos étnicos en los EE.UU. Moscú, 1973.
93
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135 Sokolov A.S. “La emigración laboral rusa a América en el último cuarto del siglo XIX”, en “Etnogra-
fía soviética”, 1986, Nº2, p.98.
136 Autores varios. Judíos en Rusia, San Petersburgo, 1906, p.6-9.
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Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
mujeres, niños y ancianos entre los grupos que abandonaban Rusia, así como la
particularidad de su adaptación en los países de acogida. Entre los judíos rusos
que llegaban a los EE.UU., las mujeres constituían el 43,3%, y los niños y ancia-
nos el 30,4%. El porcentaje de personas que conocían alguna profesión u oficio
llegaba al 67,1%. Situación semejante se observa entre los alemanes rusos. A di-
ferencia de ellos, entre los rusos-étnicos que arriban en el mismo período a los
EE.UU., el 88% estaba representado por jornaleros y campesinos sin profesión
ni oficio.
La presencia de los rusos étnicos entre estos grupos migrantes, se explica
por el hecho de que a partir de la abolición de la servidumbre, que a la vez dejó
sin tierras a importantes sectores del campesinado de las zonas más fértiles de
Rusia, comienza la emigración campesina rusa y ucraniana. Estas corrientes se
cruzan con el éxodo del país de numerosas comunidades religiosas, campesi-
nas también, de los partidarios del “antiguo rito ortodoxo”, cuyas persecucio-
nes en esa época se intensifican. En comparación con los emigrantes pertene-
cientes a las mencionadas minorías étnicas del imperio, los rusos, ucranianos
y bielorrusos son mucho más activos en las migraciones internas: constituyen
el grueso de colonos que en la segunda mitad el siglo XIX llega a poblar Siberia
y el Lejano Oriente ruso. Cuando participan en las migraciones externas, tien-
den a interpretar su salida del país como temporal, a excepción de los “viejos
creyentes” que constituyen una variedad popular de exiliados políticos del im-
perio. El objetivo de los más es juntar dinero y volver a Rusia, situación que se
da con mayor frecuencia que en el caso de otros grupos, especialmente cuando
eligen como destino países europeos. En el caso de migraciones transoceáni-
cas, incluso en estos grupos, se queda en el país de acogida más del 50% del
grupo inmigrante.
Los datos mencionados demuestran la forma en que el Imperio Ruso en la
segunda mitad del siglo XIX - principios del siglo XX, se integra al proceso de mi-
graciones clásicas. A pesar del gran volumen numérico de los grupos migrantes
desplazados desde Rusia, los ritmos de los procesos migratorios internacionales
en el Imperio eran más bajos que en otros estados europeos. Así, representan-
do un tercio de la población europea en ese período, Rusia proporcionó sólo un
7,7% de los migrantes transoceánicos (contra 33,4% de británicos, 17,1% de ita-
95
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
Durante la primera mitad del siglo XIX, América Latina, apenas conocida y
exótica para los rusos, no figuraba entre los destinos preferenciales de su emi-
gración. La residencia de uno que otro súbdito ruso en estas tierras en la época
de las guerras de independencia y en las primeras décadas de la existencia inde-
pendiente de las repúblicas, es más bien una excepción anecdótica.
La ausencia de una desarrollada clase capitalista empresarial en Rusia antes
de las reformas de Alejandro II, así como el tamaño reducido de capitales dis-
ponibles, para los cuales habían, por lo demás, posibilidades de inversión más
cercanos, explican la ausencia de rusos entre los inmigrantes-empresarios en
América en las primeras décadas de la Independencia.
Los primeros rusos que residen en la región llegan a ser diplomáticos impe-
riales en Brasil, instalados allí durante la permanencia americana de la corte
portuguesa, más uno que otro aventurero cosmopolita y marino prófugo y, en
casos excepcionales, profesionales contratados entre el exilio ruso en Europa.
Con la incorporación de Rusia en los procesos migratorios masivos, Amé-
rica del Sur se convierte en uno de los destinos de mayor atracción. El primer
137 Bruk S.I., Cabuzan V.M. “Migraciones de la población de Rusia en el siglo XVIII- principios del siglo
XX”, en “Historia de la URSS”, 1984,Nº4, pp.42-51.
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Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
138 Para Argentina ver lo correspondiente en los trabajos del I.P.G.H. Hernán Asdrúbal Silva, coordinador,
op. cit, 1988 y 1990.
139 Cit. por Cabuzan V.M. Emigración y reemigración en Rusia..., tabla 18, p.122.
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Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
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Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
Por primera vez los rusos son mencionados en los censos chilenos en 1854.
A partir de ahí se puede hablar de la colonia rusa residente en este país. Era una
colonia pequeña, especialmente en comparación con el número de sus compa-
triotas residentes en la vecina Argentina. Recordemos que, como ya se ha dicho
anteriormente, los extranjeros nunca llegaron a representar más que un 5% de la
población de Chile.
Sin embargo, el aumento de la presencia de los extranjeros en el país durante
la segunda mitad del siglo XIX- principios del siglo XX fue notorio, y los rusos no
fueron una excepción en este sentido. Durante esta primera etapa inmigratoria,
el número de los inmigrantes rusos residentes en Chile ha aumentado en 66 ve-
ces, desde 20 personas en 1854 hasta 1.320 personas en 1920, casi dos veces entre
censo y censo.
140 Insurrección en un acorazado de la Armada Rusa en el Mar Negro, ocurrida durante la Revolución
de 1905. Dio origen a una de las más notables películas del cine mudo, filmada por Serguei Eisens-
tein.
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Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
Hay que destacar que las fuentes referentes a esta etapa de la inmigración
rusa en Chile son muy escasas. No existen estudios previos de esta problemática.
La colonia rusa actual no conservó memoria histórica sobre el período previo a
1920. Nuestras principales fuentes, por lo tanto, junto con las estadísticas censa-
les, fueron testimonios de los viajeros rusos que visitaron Chile en esos años, así
como la poca información aislada, caso por caso, que fue recopilada de los textos
más diversos.
Siguiendo la dinámica censal, intentaremos reconstruir, en lo posible, la evo-
lución de la inmigración rusa en Chile en esta primera gran etapa.
De los primeros 20 rusos nombrados en el censo de 1854, no sabemos nada.
La forma incipiente del recuento de la población no registra aún sexo, edad, ocu-
pación, ni residencia de los inmigrantes. Tampoco son mencionados por los via-
jeros rusos que en los años anteriores visitaron el país.141
Probablemente ya se encontraba en Chile Felipe Westhoff, primer personaje
a quien las fuentes chilenas mencionan como ruso en 1860, con motivo de la
fundación, por parte de él, del pueblo de Melinka, en el extremo sur de Chile, en
la provincia de Aysén. Según los textos de la historia regional, el nombre del pue-
blo lo da en memoria de su hermana Melinka.142 Es uno de los más tempranos
intentos colonizadores en esta zona austral del país. Los propósitos de Westhoff
eran industriales y comerciales: se dedicaba a la explotación de ciprés, caza de
lobos marinos y extracción de mariscos y pescados. Al término de algunos años
se retira a la ciudad de Valdivia. No hay en Chile más información escrita acerca
100
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
143 N. Fesún. Iz zapisok o krugosvetnom plavanii lna lodke “Morzh” leitenanta Fesuna. Chast II. (San Pa-
tersburgo, Tipografía del Ministerio de Asuntos Marítimos,1863; traducción al español, en Carmen
Norambuena y Olga Ulianova (2000).
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Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
102
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
grante y con una tendencia marcada de asimilación de los rusos con la sociedad
chilena.
146 Quinto Censo General de la Población de Chile de 1875. Imprenta El Mercurio. Santiago, 1876.
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Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
recería tan adverso, y por cuyos puertos los barcos rusos tenían que pasar para
reparación y abastecimiento de víveres y combustibles.
Entre otros centros urbanos del país, en Santiago vivían 4 personas, en Con-
cepción y Caldera 2, en las regiones de Chiloé, Valdivia, Lautaro, Linares, Colcha-
gua, Limache, Coquimbo y Freirina, una persona.
La mayoría de los residentes rusos en Chile eran hombres (41), aunque este
censo por primera vez registra la presencia de 9 mujeres. 39 personas (entre 50)
sabían leer y escribir, incluso entre las 9 mujeres habían 2 alfabetizadas. En este
censo encontramos, además, a las primeras mujeres inmigrantes económica-
mente activas dentro de la colonia rusa: 1 costurera y 1 comerciante, ambas resi-
dentes en Punta Arenas.
Si bien la mayoría del grupo sigue siendo representada por hombres solteros
en actividad, la aparición de mujeres y niños entre los inmigrantes, indica el co-
mienzo de la inmigración familiar, especialmente en el caso de Magallanes.
A algunos personajes, ya los podemos ubicar con nombres y apellidos. Así,
este censo menciona a un médico ruso radicado en la isla de Chiloé (el censo lo
registra como el único médico en la isla). Lo más probable es que se trate del pa-
ramédico Varfoloméevsky, prófugo del mencionado barco ruso “Morzh” que ha-
bía visitado la isla en 1861, siguiendo su ruta de Kronshtadt a Kamchatka. Según
escribe en su diario su compatriota y compañero de viaje, el teniente Fesún,147
este paramédico, al enterarse de que en toda la isla de Chiloé no había ningún
doctor, aprovechó la estadía del barco en San Carlos (Ancud) para escapar y es-
tablecer posteriormente su propia farmacia y consulta médica bajo el nombre de
“Doctor Bartolomeo, médico cirujano”.
Por otra parte, sabemos que en 1874 llega a Punta Arenas el inmigrante judío
ruso Elías Braun, junto con su esposa Sofía Hamburger y sus 4 hijos (aparente-
mente los datos de la familia rusa en Magallanes registrada en el censo ilustra su
caso). Comienza su actividad económica con el comercio al menudeo y un hotel.
Luego expandió su actividad a la extracción de carbón y a la ganadería. Entre sus
hijos, Mauricio y Sara, que habían llegado a Chile de niños (serían los primeros
104
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
niños rusos que aparecen en el censo de 1875), se convertirían más tarde en los
impulsores más enérgicos y exitosos del desarrollo magallánico hasta extremos
desconocidos en la época, fundadores de la controvertida Sociedad Explotadora
de la Tierra de Fuego, creadores de una especie del imperio económico en la
Patagonia chilena y argentina. Entre sus múltiples actividades, como signo de
reconocimiento desde su país de origen, Mauricio Braun se desempeñó durante
muchos años como el cónsul de Rusia en Chile.
Aparentemente (indicando la presencia de un médico ruso en Valparaíso), el
censo de 1875 incluye también a Alexei (Alejo) Scherbakov (1842-1885), primer
ruso étnico a quien ubicamos con nombre y apellido en Chile, cosaco de Astra-
cán y emigrante populista. En 1863, siendo estudiante de la Facultad de Medici-
na de la Universidad de Kazan, fue condenado a diez años de trabajos forzados
en Siberia por participar en la llamada “conspiración de Kazan” y tres años más
tarde huyó de la cárcel al extranjero. En 1867, Scherbakov se instaló en Europa
donde estudió medicina. En 1875 fue contratado por el gobierno chileno por un
período de 5 años. En Chile Scherbakov se desempeñó como médico-cirujano en
la fragata “Blanco Encalada” y como tal participó en la Guerra de Pacífico donde
llegó a ser cirujano en jefe de la Escuadra de Chile en campaña.148
En resumen, se puede decir que los primeros censos chilenos reflejaron las
principales tendencias del cuadro demográfico de toda la inmigración rusa a
Chile de este gran período: en la segunda mitad del siglo XIX llegaban a Chile
principalmente hombres jóvenes, solteros, de cierto nivel educacional. Preva-
lecen los marineros, así como gente de oficios y artesanos calificados, aunque
ya se destaca la presencia de algunos profesionales, situación poco típica en las
inmigraciones de esa época.
Hasta el año 1885, la cantidad de los rusos en Chile nuevamente creció en
un cien por ciento, de 50 a 109 personas. Igual que en las décadas anteriores,
la cantidad de hombres supera considerablemente a la cantidad de las mujeres
(96 versus 13). Siguiendo las tendencias anteriores, a Chile llegan predominante-
148 “Las heridas de bala. Memoria presentada a la Facultad de Medicina de la U. de Chile por Alejo Scher-
bakov, doctor en medicina de la Facultad de Berna y de la de Chile, cirujano en jefe de la Escuadra de
Chile en campaña”, Santiago de Chile, Imprenta Nacional, 1881.
105
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
mente solteros (55 personas), aunque el número de los inmigrantes casados au-
menta hasta 45 personas, lo que contrastado con el pequeño número de mujeres
inmigrantes en el mismo grupo, permite suponer un alto porcentaje de matri-
monios mixtos, tanto con las mujeres criollas, como con las extranjeras de otras
nacionalidades. El número de niños entre los inmigrantes de Rusia es aún muy
pequeño: 4 personas entre 5 y 15 años. Esto demuestra que la incorporación de
la inmigración familiar fue muy lenta y paulatina.149
La edad de los inmigrantes de este período varía entre 5 y 65 años. La mayoría
predominante de los residentes rusos en Chile eran de edad activa: 48 personas
tenían entre 15 y 30 años, y 34 personas tenían entre 30 y 45 años; 11 personas per-
tenecían al grupo de 45-60 años, y solamente 3 personas tenían más de 60 años.
La estructura ocupacional de los inmigrantes rusos de esta década conserva
las tendencias de la década anterior: una gran diversidad de profesiones y ofi-
cios, aunque de nuevo con marcado predominio de los marineros sobre otras
profesiones: 41 personas. Los barcos que anclaban en los puertos chilenos se-
guían sirviendo como la fuente de introducción de la mano de obra rusa al mer-
cado laboral de Chile.
Entre otras profesiones, una gran parte la ocupaban los artesanos con 16 per-
sonas; comerciantes por mayor y al menudeo con 15 personas (aquí se nota un
aumento considerable de su participación en el total de la colonia). Por primera
vez aparecen trabajadores de explotación del suelo con 11 personas, lo que de-
muestra que los inmigrantes de esta nacionalidad se incorporan a la más pro-
metedora actividad económica del país - la minería. Hay también empleados
domésticos, mecánicos, jornaleros y sacerdotes.
Es interesante que entre las ocupaciones de los inmigrantes rusos están au-
sentes completamente las categorías ocupacionales como empresarios y fabri-
cantes, hoteleros y fondistas, rubros en que se destacaban los extranjeros, a la vez
que los propietarios y rentistas son muy pocos.
Llama la atención que aún no se registra la inmigración de músicos y acto-
res y la cantidad de representantes de profesionales liberales es muy pequeña
149 Censo General de la República de Chile de 1885. Imprenta La Patria. Santiago, 1890.
106
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
107
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
150 Ionin utiliza la expresión “patriota de kvas” denominación que se utiliza en Rusia para los patriotas-
chauvinistas, aludiendo al nombre de la popular bebida rusa.
108
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
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Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
Vale destacar que no coinciden los datos demográficos (sexo, edades, ocu-
paciones) de los rusos residentes en una u otra localidad de Chile, entre censo y
censo. Esto demuestra el alto nivel de la movilidad geográfica de los inmigrantes
dentro del país (o tal vez la reemigración), que en muchos casos corresponde a
la movilidad social.
Así, por ejemplo, a la familia Braun, ya no la encontramos en Punta Arenas.
Contrastando los datos del censo con las biografías conocidas de la “dinastía
de Patagonia” concluimos que efectivamente ya se habían trasladado a vivir al
puerto de Valparaíso, quedando la zona Austral como el centro de su actividad
económica.
En resumen, en 1885 los inmigrantes rusos vivían en 24 ciudades y provincias
de Chile, distribuidos a lo largo de todo el territorio del país, desde Arica hasta
Punta Arenas.
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Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
rios rusos antizaristas eran precisamente oficiales del ejército y de la marina, ve-
teranos de las guerras contra Napoleón. Había entre ellos también participantes
de las primeras circunnavegaciones rusas.
Varios de los viajeros rusos que habían visitado estas costas australes en el si-
glo pasado, también abordan en sus escritos el problema, pronunciándose por la
necesidad del trato respetuoso y de la alfabetización de la tropa. Sin embargo, es
evidente que el problema persistía. La situación en las naves comerciales rusas
en la época no era mejor.
Las dificultades del servicio marítimo no elegido voluntariamente, el trato in-
humano, las perspectivas de volver luego a la condición de siervo a la hacienda
del patrón (la servidumbre se mantiene en Rusia hasta el 1861, mientras que la
reforma militar reduce el tiempo del servicio a 5 años en el ejército y 8 en la ma-
rina recién en 1971), todo ello estimulaba las fugas de los tripulantes de las naves
rusas en el extranjero.
Agreguemos a ello el sentido de la libertad obtenido en largas navegaciones,
el contacto con el mundo exterior que pocos de sus compatriotas tenían, el co-
nocimiento de oficios, de la lectura y escritura. A partir de la implementación de
los barcos a vapor, cada marinero raso ya era un obrero calificado, o técnico, lo
que facilitaría su inserción laboral en cualquier parte del mundo.
Con todo eso, no olvidemos la existencia de cierta hermandad implícita cos-
mopolita de los hombres del mar, el espíritu de aventura que unía a sus miem-
bros. Las deserciones podían tener como objetivo contratarse en otro barco, en
mejores condiciones. En este caso la permanencia en el país receptor no sería
larga.
Algunos podrían haber sido dejados o haber perdido sus barcos tras alguna
fiesta bien “regada”, otros (¿por qué no?) quedarse cautivados por los ojos negros
y los encantos de alguna bella dama, a las que con tanto entusiasmo describen
sus letrados oficiales.
Los textos de los viajeros a partir de mediados del siglo, cuando no se trata de
informes oficiales, contienen apreciaciones del clima paradisíaco, del modo de
vida relajado, del éxito de los europeos residentes, del trato hospitalario que re-
111
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
112
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
154 Si bien en Chile existe una familia Perelman, efectivamente proveniente de Rusia, formada por
destacados profesionales (arquitectos, cineastas, médicos, profesores universitarios), no tiene re-
lación con este primer cónsul chileno en Odessa. Los Perelman chilenos llegan a Chile a principios
del siglo XX, desde Argentina.
113
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
Sobre su residencia anterior a la llegada al país, se puede decir que los barcos
comerciales y militares rusos que visitaban Chile estaban adscritos, principal-
mente, a los puertos de San Petersburgo, Kronshtadt, Nikolaevsk y Odessa, asi-
mismo al puerto de Petropavlovsk-Kamchtatsky. Hasta fines de los años 60 del si-
glo XIX, existía, además, la llamada “América rusa”, colonias del imperio en Alaska
y California. La comunicación con ellas iba precisamente alrededor de las costas
australes de América, por lo que es muy probable que entre los inmigrantes rusos
en Chile estaban sus ex-habitantes o sus habitantes futuros no realizados.
El censo del año 1895 registra que la población rusa en Chile la constituyen
234 personas, cifra comparable con la colonia de los rusos arribados al país a
partir de 1990 y con la colonia de los rusos-blancos en el Chile actual. Desde el
censo anterior, el número de rusos residentes se había duplicado.155
La cifra de los inmigrantes rusos, entregada por este censo, refleja, en primer
lugar, la participación de los súbditos del imperio en las temporadas de coloni-
zación, realizadas en la década de los 80 por el gobierno chileno. Como hemos
señalado, en total, en el marco de ese proceso, arribaron al país 191 rusos, la
mayoría de los cuales corresponde a la segunda mitad de los años 80. La incor-
poración de los colonos agrícolas rusos a la colonia, explica modificaciones en su
distribución geográfica en el territorio chileno.
Desconocemos el origen étnico de estos “inmigrantes rusos”, que pueden
ser reconocidos sólo en su condición de súbditos del imperio multinacional. Si
bien este censo corresponde al período de la historia rusa cuando ya comienza
la emigración judía, tanto el análisis del censo, como la historia oral y escrita de
la colonia judía-rusa en Chile dicen que hasta este país austral esta ola grande
aún no ha llegado y se trata más bien de sus primeros anuncios. Es el período,
por lo demás, de la activa emigración eslava (rusa, ucraniana, bielorrusa, polaca)
desde las regiones occidentales del imperio, no atenuada todavía por la reforma
de Stolipin y el comienzo de la colonización campesina dirigida de Siberia.
En el Cono Sur de América, es el período de mayor afluencia de inmigrantes a la
vecina República Argentina que comienza a cambiar el perfil demográfico y étnico
155 Séptimo Censo General de la Población de Chile de 1895. Santiago, Imprenta Universo, 1902.
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Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
migración judía desde Rusia. Si bien la actividad comercial era bastante común
entre la comunidad judía en el Imperio, esto no quiere decir que fuera su ocu-
pación exclusiva. Sin embargo, el comerciante ruso, al cual conocemos por las
obras de Ostrovski, Leskov y en la época posterior por los cuentos de Chejov,
no nos parece ser una figura propensa a sentir insatisfacción con su lugar en
el mundo y deseos de “hacerse la América” en el ultramar. Por otra parte, hay
que tomar en consideración que en la cultura campesina, señorial y antibur-
guesa de Rusia decimonónica, el comercio era percibido como una actividad
poco digna. En las obras de la literatura rusa de esa época los comerciantes,
boticarios, etc., son judíos o alemanes. Esto nos permite pensar que el número
de comerciantes declarados en el censo de 1895 corresponde al aumento del
peso de los grupos socio-étnicos del imperio, para los cuales las actividades
“burguesas” no tenían valoración peyorativa. Podemos agregar que el pequeño
número de comerciantes en los censos anteriores puede resultar artificialmen-
te rebajado por la negativa vergonzosa de algunos inmigrantes por indicar esta
fuente de sus ingresos (con la misma situación nos vamos a encontrar también
en la etapa siguiente).
Por otra parte, en esta época encontramos también las raíces de la primera
cadena migratoria de los inmigrantes rusos en Chile. Así, este censo, indican-
do la presencia en Santiago de 1 militar ruso, se refiere al primer inmigrante de
esta nación en Chile del cual existe memoria en la colonia actual. Es Vladimir
Yurievich Drenteln, representante de una antigua familia noble rusa, oficial de
artillería del Regimiento Izmailovski de la guardia rusa, fundador de la primera,
y la única por mucho tiempo, cadena migratoria de los rusos en Chile. Conoció
Chile durante su viaje de bodas alrededor del mundo en 1887-1888 y se sintió
muy atraído por este país. Consiguió ser destinado a Chile como asesor militar y
se incorporó aquí a la misión alemana dedicada a la modernización y la “prusifi-
cación” del Ejército de Chile. Drenteln fue el primero en dictar cátedra en artille-
ría en la recién inaugurada Academia de Guerra del Ejército de Chile, dirigió las
primeras unidades de artillería moderna en el país, entregando posteriormente
estos cargos a sus discípulos chilenos.157
117
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
Otro dato curioso que nos llamó la atención, es un aparente contacto entre
inmigrantes profesionales de varias generaciones y tal vez herencia de puestos
profesionales entre los inmigrantes de la colonia. Recordemos que a partir de
1865 se registraba 1 médico ruso en Chiloé. Conocemos hasta su nombre, Varfa-
lomeevski, paramédico prófugo de la nave “Morzh”, los censos lo incluyen en las
personas entre 50 y 80 años. Sin embargo, en el censo de 1895 aparece en Chiloé
nuevamente 1 médico ruso, esta vez, entre 35 y 40 años. ¿Habría alguna relación
entre ellos? Tal vez, sí.
158 Censo de la República de Chile de 1907. Santiago, Sociedad, Imprenta y Litografía Universo,1908.
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159 Censo de Población de la República de Chile. Santiago, Sociedad, Imprenta y Litografía Univer-
so,1925.
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160 M.Senderey, Historia de la colectividad israelita de Chile, Ed. Dos Ydische Wort, 1956, p.11.
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presarial.161 Así, por ejemplo, fue el caso de José Robinovich (o Rabinovich) que
llegó a Chile en 1884 y se convirtió en el primer productor de la maquinaria agrí-
cola de Chile y dueño de una importante fábrica metalúrgica. El mismo José Ra-
binovich fue el impulsor de la cadena inmigratoria que dio origen al desarrollo
del sector industrial y bancario del país. En el año 1914 al taller de J.Rabinovich
llega el joven técnico Salomón Sack Mott (1892-1961), nacido en Vilna, actual
capital de Lituania. Después de haber ingresado a trabajar en el negocio de fierro
de José Rabinovich, se casó con su hija Julia. Pronto la capacidad e inteligencia
de Salomón Sack le permitieron establecer su propio negocio y “llegar a ser pro-
pietario de la más conocida barraca de fierro del país”. En las décadas del 30 al
50 era el presidente del Círculo Israelita y Presidente del Banco Israelita. Además
de ser un brillante empresario, hizo un gran aporte al perfeccionamiento de la
educación chilena: en 1948 creó la Fundación Salomón Sack, destinada a la en-
señanza profesional y técnica.162
A Chile llegaban los judíos rusos de todo espectro social: pequeños artesanos,
burgueses, profesionales, representantes de la intelliguentsia artística... Aunque
no todos tenían un nivel educacional muy alto, prácticamente cada uno de ellos
hablaba varios idiomas (por su procedencia de la multiétnica “zona de asenta-
miento” judío en el oeste del imperio ruso), era especialista en ciertas áreas y
sabía aportar el nivel cultural europeo, lo que facilitaba mucho su integración
con las clases más sofisticadas chilenas. Eran personas provenientes de la mixta
identidad ruso-judía. Según los recuerdos de sus hijos y nietos, hablaban no sólo
idish, sino también ruso, especialmente aquellos que alcanzaron a cursar ense-
ñanza media y universitaria en Rusia, y preferían expresarse en ruso y no en la
“jerga”, como se denominaba a la lengua de judíos de Europa oriental. Muchos
eran casados con rusos étnicos, tocaban instrumentos musicales rusos y prepa-
raban comida típica rusa junto con la comida típica judía. Aunque trataban de
conservar algunas tradiciones propias, no traían consigo una cultura religiosa
judía y las tradiciones educacionales entre los inmigrantes de esta generación
eran laicas.163
124
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
Las historias de varias familias rusas judías demuestran una alta capacidad
de adaptación a los cambios y gran dinamismo social. Así, una de nuestras entre-
vistadas, profesora Miriam Zemelman, menciona que si los padres-inmigrantes
llegaban a Chile siendo pequeños artesanos (mueblistas, ebanistas, joyeros), los
hijos de ellos llegaban a ser dueños de las fábricas importantes o se dedicaban
a las profesiones que requerían una formación más alta que la de sus padres: a
las carreras de abogado, arquitecto o médico. La participación de ellos y sus des-
cendientes en las actividades profesionales del país, es realmente notoria. Basta
consultar los registros de los colegios profesionales, revisar las noticias econó-
micas, científicas y culturales en la prensa nacional. O simplemente recorrer las
calles de Santiago, fijándose en los nombres de los arquitectos en las paredes de
sus casas y edificios. Es difícil creer que en el momento de mayor auge de esta
corriente inmigratoria, el número de sus integrantes llegaba apenas a 1.320 per-
sonas.
125
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
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Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
jikh se casa con Praskovia (Pauline en Chile) Grigorievna Svetaeva, una de las
primeras mujeres profesionales del Pacífico Ruso, matrona del hospital público
deVladivostok.
A partir de 1904 comienza viajar a Japón (al parecer de manera clandestina
inicialmente). En 1905 emigra allá para no volver a Rusia nunca más. En 1905-
1907 publica en Japón el periódico “Volia” en ruso, realiza propaganda revolu-
cionaria entre los prisioneros rusos de la guerra ruso-japonesa. Entre sus cola-
boradores se encuentran varios exiliados socialistas rusos, prófugos, igual que
Orjikh de las cárceles y relegaciones siberianas y, entre ellos, el socialista polaco
Pilsudsky, futuro mariscal y presidente de Polonia de entre guerras.
En 1910 Boris Orjikh con su esposa, Praskovia Svetaeva, y sus tres hijos se
traslada a Chile. Sobre los siguientes 20 años de su vida en este país no sabemos
nada. Muy de vez en cuando aparecen algunos escritos de él en la prensa eserista
rusa en el exilio en Estados Unidos y en la revista dedicada a la reconstrucción
de la memoria de la prisión política zarista que se publicaba en la URSS. Pero en
los años treinta Boris Orjikh adquiere el segundo aliento político. A los setenta
años publica uno tras otro, tres libros en español164, participa activamente en la
Sociedad de Amigos de la URSS, traduce del ruso al español las publicaciones
soviéticas, mantiene correspondencia con las agencias de cooperación cultural
soviéticas.165 Tanto la temática de los libros de Orjikh, como el carácter de su ac-
tividad pública demuestran que el viejo revolucionario “narodnik” aceptó lal re-
volución bolchevique y el régimen soviético.
En Chile de aquellos años no había personas de trayectorias y vivencias se-
mejantes. Tampoco se sabe si Orjikh mantenía correspondencia con sus anti-
guos camaradas “narodniki” y eseristas. Sus diccionarios biográficos informan
su fecha de muerte indeterminada en los años treinta, bastante anterior a la real.
La última etapa de su actividad política pasa bajo el signo del Frente Popular y
164 Boris Orjikh, Como se vive y se trabaja en la Rusia Soviética, Santiago, Imprenta Selecta , 1933; El
último reinado de los Romanoff, Santiago, Editorial Bola, 1933; La Nueva Constitución Soviética,
el Documento Fundamental de la URSS, Santiago, Antares, 1936
165 Carta del inmigrante ruso en Chile y activista de la Sociedad de Amigos de la URSS, Boris Orzhikh
a la Agencia para los vínculos culturales con el extranjero en Moscú, enviada desde Santiago el 2
de diciembre de 1935, RGASPI 495.106.48. pp. 1-8
127
Capítulo III. SÚBDITOS DEL IMPERIO MULTINACIONAL EN AMÉRICA
128
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
166 “Nashe otechestvo”, vol.1-2, Moscú, 1992, “Inogo ne dano”, Moscú, 1989.
135
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
casos de las migraciones convergen de manera distinta en cada uno de los países
receptores.
El camino de estos millones de hijos de Rusia a través de épocas y continentes
aún espera ser historiografiado. Un buen recurso para tal análisis lo presenta la
historiografía francesa moderna tanto en su vertiente de los “Annales”, centrada
en el estudio de la vida familiar y privada, de los “hombres comunes y corrientes”
para reconstruir a través de las microhistorias una nueva dimensión de la histo-
ria de la sociedad, como con las propuestas de la “nueva historia cultural” que
prioriza en cada texto el análisis de las lecturas que la sociedad hace de él y del
imaginario que estructura la vida social.
Sin embargo, pretendiendo analizar ciertos casos concretos de la historia de
la diáspora rusa, nos encontramos con la ausencia del texto mismo, es decir
de las fuentes escritas, con las que los historiadores estamos acostumbrados a
trabajar. En este caso nuestra labor comienza por reconstruir (¿o construir?) el
texto, lo que plantea ante el historiador nuevos problemas de carácter metodo-
lógico.
En primer lugar esta reconstrucción de la historia es imposible sin recurrir a
las memorias individuales y a la memoria colectiva de los propios historiados,
que se convierten, de esta manera, de objetos pasivos de un estudio, en copar-
tícipes del sujeto historiador. Sin su aceptación de compartir con nosotros sus
recuerdos, muchas veces dolidos y dramáticos, esta historia no sería posible.
136
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
167 Nina Berberova, “El subrayado es mío. Memorias”, Barcelona, CIRCE, 1990, p.7
168 De acuerdo a G.I.Lubina (La diáspora académica rusa en París en la segunda mitad del siglo XIX-
comienzos del siglo XX, en “Científicos e ingenieros rusos emigrados”, Moscú, “Perspectiva”, 1993,
pp.13-19), la emigración masiva de carácter definitivo de estudiantes y académicos rusos a Francia
comienza en el último tercio del siglo XIX. Así, en 1884 los rusos constituían un 17% de los estudian-
tes extranjeros en la Facultad de Medicina de la Sorbonne, mientras que en 1890 llegaba al 32% de
ellos. Por otra parte, numerosos estudios de la historia del movimiento revolucionario ruso antes
del 1917 presentan el cuadro del numeroso y contradictorio exilio político de la época. Mundos a los
que hay que agregar diásporas literarias y artísticas, aristocráticas y burguesas, etc. Para el observa-
dor europeo de la época, el ruso residente en Occidente entonces era un fenómeno común, aunque
distinto (recordemos, por ejemplo, la ambientación de la “Montaña mágica” de Thomas Mann).
137
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
A partir del gran estallido que vive Rusia en el año 1917 las formas de vincu-
lación de ese país con el mundo exterior, y en particular, su participación en los
procesos migratorios internacionales sufren un cambio cualitativo.
Si bien a partir de la segunda mitad del siglo XIX, Rusia se convierte en un
país expulsor de migrantes, dentro de los procesos de las migraciones interna-
cionales, su participación en las migraciones clásicas de los fines del siglo XIX
- principios del siglo XX se inscribe en las tendencias comunes para los países de
la periferia meridional y oriental europea. La participación de los emigrantes del
imperio ruso en este proceso es inferior tanto en términos absolutos (número de
migrantes), como relativos (en porcentaje a la población del país expulsor y los
países receptores), en comparación con españoles, italianos y representantes de
otras naciones del sur europeo.
Como se ha dicho en el capítulo anterior y como lo refleja la dinámica y la
composición de la inmigración rusa en Chile, se trataba principalmente de los
representantes de las etnias minoritarias del imperio ruso, cuya emigración, jun-
169 Situación que ilustran en sus testimonios los viajeros rusos que en sus visitas a los países sudameri-
canos se encuentran con los compatriotas residentes allí (ver A.Ionin “Por América del Sur” vol. 1-4;
Vl.Krymov ..., etc.).
138
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
139
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
de 1917, así como la particularidad de la inmigración rusa que llega en esta épo-
ca a Chile.
La revolución bolchevique y la guerra civil significaron un quiebre profundo
en el desarrollo histórico de Rusia. La guerra interna que sacudió el país entre
1917 y 1920 y en la que sí hubo vencedores y vencidos, provocó el éxodo masivo
no sólo de los ejércitos del bando derrotado, sino de sus familiares, simpatizan-
tes y todos aquellos que desaprobaban el régimen vencedor. Otra corriente de
éxodo fue compuesta por personas que indiferentes al triunfo de una u otra fuer-
za en la contienda huían de la guerra interminable, la violencia, la destrucción y
el hambre. Finalmente, los vencedores, a poco tiempo de finalizar la guerra, se
apresuraron a expulsar del país a líderes de opinión (intelectuales, académicos,
literatos, religiosos) divergentes de sus ideas. Podemos adelantar que entre los
inmigrantes rusos que llegaron a Chile entre 1920 y 1960 había representantes
del primero y segundo grupo, así como sus descendientes.
El número total de las personas que abandonaron Rusia entre 1917 y 1920 se
desconoce, dadas las complejas condiciones en que los derrotados de la gue-
rra civil entraron a los países receptores. Así, el historiador alemán Hans von
Rimschad, en 1921, evaluó el número total de los refugiados rusos en 2.935.000
personas, mientras que la Cruz Roja norteamericana en su informe periódico
destacaba que para el 1 de noviembre de 1920, se trataba de 1.965.000 personas.
Evaluaciones posteriores dan cifras menores, lo que obedece a las particularida-
des demográficas del grupo migrante y de las particularidades de su inserción,
de lo cual se hablará más adelante. De hecho se puede hablar de estimaciones
que oscilan entre 2 y 3 millones de personas que repentinamente abandonaron
sus hogares y su país170.
No se trataba de una emigración buscada, ni deseada, ni planificada, ni
aceptada como mal menor. Se trataba de huida, de fuga, de éxodo. “La huida”
se llama la novela y la pieza teatral de M.Bulgakov dedicada a esta tragedia.171
Los ciudadanos (o súbditos, según su propia autoidentificación) rusos que se
170 Sir John Hope Simpson “The Refugee Problems. Report of a Survey”. L., N.Y.,Toronto. Oxford Univ.
Press, 1939.
171 M.Bulgakov “Beg” en “Obras Completas”, vol.3, Moscú, 1991 (en ruso).
140
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
141
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
172 M.Raev “Rusia en el extranjero. Historia de la cultura de la emigración rusa 1919-1939”, Moscú, “Pro-
gress-Akademia”, 1994, p.29 (existe versión inglesa del libro, Marc Raeff “Russia abroad. A cultural his-
tory of the Russian Emigration”, 1919-1939”, New York Oxford, Oxford University Press, 1990.
142
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
Las memorias publicadas por las personalidades del exilio ruso y las historias
familiares orales de los rusos-chilenos, parten del momento trágico del abando-
no de la patria, que para muchos consistió en el milagro de encontrar lugar en al-
guna embarcación endeble que abandonaba Sevastopol en vísperas de la llegada
del ejército rojo. A este episodio le sigue la imagen de horror de la permanencia
en Estambul, atestado por los ejércitos blancos derrotados, y como salvación de
este infierno, el traslado y el establecimiento en algún país vecino.
Es muy importante destacar que las esperanzas de volver pronto a Rusia eran
las que mantenían a la gran mayoría de los exiliados rusos en los países vecinos,
convirtiendo durante todo el período de entreguerras la emigración al otro lado
del Océano en una rara excepción.
Las colonias rusas en distintos países europeos se diferenciaban bastante entre
sí. Las elites intelectuales, académicas, literarias, así como los exiliados liberales
y socialistas moderados (kadetes,173 los primeros y mencheviques,174 eseristas,175
etc., los segundos) se distribuían entre Francia, Alemania, parcialmente Austria
y Checoslovaquia. Muchos de ellos habían vivido antes en el extranjero, algu-
nos en calidad de exiliados antes de la revolución. Este grupo minoritario, pro-
veniente de la cultura urbana y capitalina rusa, occidentalista, multiétnico, era el
autor y a la vez el medio de vida de la mayor parte de la producción intelectual y
artística de esta Rusia fuera de sus fronteras, conocida y reconocida también por
Occidente.176
Sin embargo, el grueso del éxodo blanco de Rusia estaba compuesto por las
unidades de los ejércitos blancos, entre cuyos soldados encontramos campesi-
nos y cosacos, y entre su oficialidad, junto con la nobleza militar rusa y cúpula
cosaca, numerosos jóvenes de sectores medios de la sociedad rusa cuya única
experiencia de vida había sido la guerra: la Primera Guerra Mundial y la guerra
173 Se refiere a militantes del partido constitucional demócrata ruso (liberales). Kadete proviene de
las siglas en ruso KD.
174 Fracción del partido social demócrata obrero ruso. A diferencia de los bolcheviques de Lenin, eran
partidarios de la tradición social demócrata clásica.
175 Militantes del partido de socialistas revolucionarios ruso (populistas). Eserita proviene de las si-
glas rusas SR
176 Nina Berberova. Op.cit.
143
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
177 Congreso de las organizaciones académicas rusas en el extranjero, Belgrado 1928, ver también
G.N.Pio-Ulski “Emigración rusa y su significado en la vida cultural de otros pueblos” (última interven-
ción del profesor Pio-Ulski) Unión de ingenieros rusos en Yugoslavia, Belgrado, 1939.
144
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145
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
ron las unidades derrotadas de los ejércitos blancos de Siberia y Lejano Oriente
seguidas por los refugiados civiles provenientes de cualquier parte de Rusia,
cosacos y campesinos siberianos, representantes de la clase media y alta de
las ciudades de la costa Pacífico de Rusia.183 Este centro populoso de la “Rusia
fuera de sus fronteras” comenzó a decaer a partir del comienzo del conflicto
chino japonés en 1931, estimulando los procesos de re-emigración de los rusos
blancos.184
Vale destacar que a diferencia de Europa, el núcleo activo de la colonia rusa
en Harbin estaba en un mayor grado representado por los elementos empresa-
riales, incluyendo campesinos propietarios fortalecidos, comerciantes y técnicos
(estos últimos provenientes del antiguo personal del Ferrocarril), mientras que
el componente intelectual, artístico y político se caracterizaban por cierto pro-
vincialismo.185
Todas estas diversas comunidades de la “Rusia en el exilio” participarán en la
formación de las colectividades rusas en América, y en particular, en Chile. Pero
de eso hablaremos más adelante.
M.Raev plantea que el período de vida de la “sociedad rusa en el exilio”
concluye con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La guerra, dividien-
do las colonias rusas en diversos países beligerantes, pone fin a su red cultural
supranacional. Sus estructuras y organizaciones desaparecen. Por otra parte, el
mundo emigrante, muy vulnerable a las convulsiones políticas externas, queda
profundamente dividido frente a la guerra, y en su mayoría, llevado a la deriva.
Tampoco hay que olvidarse del factor demográfico: las grandes personalidades
de la cultura rusa en el exilio abandonaron Rusia siendo ya personas maduras
y la mayoría de ellos mueren en la década de los 40. Por otra parte, los “apátri-
das”, “la gente de nadie” en el torbellino de una guerra mundial, residentes en los
países que mayores pérdidas humanas sufrieron durante esa guerra, no podían
146
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
correr mejor suerte que la población autóctona de esos países y en muchos casos
sus pérdidas eran aún mayores.
Así, en el mundo que emerge tras la finalización de la Segunda Guerra Mun-
dial, esa “Rusia fuera de sus fronteras” ya no existe. Los cambios políticos que
afectan a Europa Central y oriental estimulan la re-emigración de los rusos blan-
cos allí residentes. La guerra destruye todas las expectativas que podían tener los
emigrantes de la pronta caída del régimen bolchevique, mientras que el recrude-
cimiento del régimen estalinista, apenas terminada la guerra hace desaparecer
las ilusiones de su posible liberalización. Comienza una nueva etapa en la vida
de la diáspora rusa.
Como hemos visto del cuadro anterior, en el período entre las dos guerras
mundiales América Latina no constituía un destino prioritario de la emigración
rusa de la primera ola. Sin embargo, las utopías sociales, tan propias de la idio-
sincrasia rusa, por un lado, y las conclusiones pragmáticas acerca de las posibili-
dades de la inserción profesional, por el otro, traen en los años 20 a los primeros
exiliados rusos postrevolucionarios a América Latina.
Frente a las dificultades que encuentran para su inserción en Europa las
comunidades agrarias cosacas con su particular organización social, algunos
de sus líderes se hacen eco de la visión utópica de América del Sur que se les
presenta como la tierra prometida de los agricultores libres. El sueño de los
cosacos de reconstruir en el extranjero su vida de comuneros agricultores co-
rrespondía plenamente a la “utopía agrícola” cultivada por las elites políticas
latinoamericanas, de acuerdo a la cual la inmigración más deseada era la de
agricultores europeos que llegarían a poblar y cultivar grandes extensiones de
tierras vírgenes en sus países, ayudando a resolver a la vez el problema de la
confrontación entre la “civilización y barbarie” al interior de las sociedades la-
tinoamericanas.
147
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
A su vez, la visión que tenían de América Latina los entusiastas líderes co-
sacos, se basaba, en gran medida, en la imagen del continente del futuro pre-
sentada en las obras de los viajeros rusos que en el siglo XIX y principios del
siglo XX habían visitado la región.186 Así, el fundador del “Hogar cosaco” en Pa-
raguay, N.Belaiev mostraba un gran interés por América Latina aun en sus años
de cadete y estudiante, leyendo todo lo que encontraba relacionado con el tema
en las librerías y bibliotecas de San Petersburgo. Una vez en el exilio en Francia,
este oficial cosaco, promovido en la guerra civil a general, plantea a sus paisa-
nos desarraigados y desempleados en Francia de los años 20, la perspectiva de
solicitar tierras para la colonización al gobierno de algún país latinoamericano
que estuviera interesado en recibirlos. Al reunir el dinero necesario para el viaje
exploratorio entre los interesados y algunos mecenas parisienses, Beliaev partió
a Buenos Aires. Tras la búsqueda infructuosa en Argentina y Uruguay, Beliaev
llega a un acuerdo con las autoridades de Paraguay para crear una colonia agrí-
cola rusa en el Chaco Paraguayo. Así nace el “Hogar cosaco” pensado por su or-
ganizador como una comunidad donde se revivieran las “tradiciones auténticas
de los cosacos”.
La realidad, sin embargo, resultó ser más dura. Los inmigrantes se trasladaron
a América, gracias a las organizaciones de ayuda mutua de los cosacos y oficiales
rusos en el exilio. Pero las condiciones climáticas, a las que no estaban acostum-
brados, la difícil tarea de ganarle un espacio para la agricultura a la selva, la falta
de ayuda material y técnica prometida, así como la imposibilidad de realizar en
la práctica la utopía de ese ideal comunitario de “hogar cosaco” que perseguían
en sus sueños los organizadores, hizo fracasar sus proyectos. Hay que reconocer
que más que a agricultores con experiencia propia, las ideas de general Beliaev
habían atraído a los oficiales jóvenes con cierto grado de formación. No obs-
tante, a pesar de provenir del estamento agricultor y guerrero de cosacos, éstos
después de más de 7 años de guerra, no habían tenido experiencia propia en el
campo. Como resultado, la comunidad comenzó a crujir bajo la presión de los
problemas internos, hasta desaparecer a fines de los años 30. Quedaron de ella
los archivos del general Beliaev, traspasados por sus familiares a la Biblioteca Na-
186 Ver, en especial A.Ionin “Por América del Sur”, tomos 1-4
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Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
187 K.Parchevski “A Paraguay y Argentina. Ensayos de Sudamérica”, París, 1936, 304p.; A.P.Pilkin “Para-
guay: breve ensayo. Con motivo de la colonización por parte de cosacos de las tierras en Paraguay”,
París, Grupo de Iniciativa “Stanitsa del general Beliaev”, 1934.
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Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
188 P.Korolevich “Historia del traslado de los cosacos a la República del Perú”, Novy Sad, 1930 (el ejem-
plar que se encuentra en la Biblioteca de Historia de Moscú, lleva el sello de la Biblioteca Pública
Rusa en Belgrado y demuestra con subrayados, notas al margen, etc. signos de numerosas lecturas
detenidas).
189 Ibid., p.3.
190 Ibid.
150
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
151
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
del general Pavlichenko, aún en Europa, comenzó a ganarse la vida con acroba-
cias caballerísticas, danzas y cantos. Tras el fracaso del intento de convertirse
en agricultores volvieron con éxito a esta actividad y nos vamos a encontrar con
ellos.
Por otra parte, el gobierno de A.Leguía dejó de existir a un año del comien-
zo del proyecto cosaco, habiendo alcanzado a instalarse apenas el primer grupo
(recibido al llegar por el propio presidente Leguía). Los sucesores de Leguía no
tenían interés en continuar con los proyectos inmigratorios.
Décadas más tarde, uno de los participantes de esta experiencia, la caracte-
rizaba en una revista rusa de San Francisco como una aventura irresponsable
de parte de los líderes cosacos y autoridades peruanas del momento, tras la
cual se quedaban muy pocas personas en el Perú, algunos como agricultores
importantes en la zona, y los más como profesionales en Lima. La mayoría de
los participantes del experimento, según este memorista, reemigró.194
Llama la atención que estos intentos de colonización agraria rusa en el pe-
ríodo de entreguerras en América del Sur se dan en los países poco habituales
para este tipo de proyectos. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que los emi-
grantes rusos de la primera ola se interesan por la región cuando el punto más
alto de las migraciones transoceánicas clásicas ya había pasado, mientras que
los países mayores receptores de inmigrantes habían entrado en período de cri-
sis tras la Primera Guerra Mundial, lo que les impedía lanzar nuevos programas
de inmigración masiva dirigida.
A su vez, en los años 20-30 encontramos en los países de América Latina
esfuerzos aislados de publicar periódicos de emigrantes rusos.195 Constituían
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Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
De acuerdo con las estadísticas censales, en el año 1930 había en Chile 1.343
personas provenientes del imperio ruso, el mayor número de rusos residentes en
Chile en toda la historia del país. Sin embargo, estos datos ilustran el resultado
de la inmigración multiétnica proveniente aún del imperio ruso en las primeras
décadas del siglo, cuyo apogeo se registra en los últimos años previos a la Pri-
mera Guerra Mundial, y cuyos resultados son por primera vez registrados en los
censos de los años 20-30.
Como habíamos señalado en capítulos anteriores, el grueso de esta inmi-
gración estaba representado por las minorías étnicas oprimidas del imperio
ruso, en primer lugar, por los judíos. Este proceso migratorio continuó en los
primeros años posteriores a la Primera Guerra, incorporando, muchas veces a
través de las redes migratorias familiares, a los emigrantes judíos rusos, cuyo
motivo de salida era ya la Guerra Mundial, la revolución y la guerra civil en Ru-
sia. En cierta medida aquéllos que salieron de Rusia después de 1917 también
pueden ser considerados parte de la emigración “blanca” post-revolucionaria.
153
Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
196 La revista chilena “Zig-Zag” entrevista en su número 1328 correspondiente al 2 de agosto de 1930, al
príncipe ruso Sergio (Serguei) Volkonski, representante de una de las familias más aristocráticas del
imperio ruso, emigrante en los EE.UU., piloto, literato, hombre de negocios, según su propio testimo-
nio. Su visita a Chile que dio origen a la entrevista, se debía a los planes de traer a este país y asentar
aquí en calidad de colonos agrícolas a 200 familias cosacas. Es la única mención de las búsquedas
realizadas en Chile por parte de los emisarios rusos-blancos, interesados en construir la utopía agraria
propia en las tierras americanas. El proyecto no fue realizado jamás, ya que ni siquiera se menciona en
los documentos oficiales chilenos de la época, lo que demuestra el poco interés de las autoridades del
país sobre ese tipo de propuestas en los años convulsionados de la crisis.
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Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
Chile, debiendo ser calificadas las solicitudes por el Ministerio del Interior.197
Como en el tema de ciudadanía de las personas provenientes de Rusia existía
en esa época una gran confusión, es muy probable que dentro de la categoría
de los “sospechosos de comunismo” cayeran emigrantes de la Rusia postrevo-
lucionaria.
En total se puede hablar de unas 80 a 90 personas que formaban en los años
20-30 la colonia “rusa blanca” en Chile. De ellas hemos podido localizar con
nombres y apellidos a 74 personas.
Estos 74 casos individualizados demuestran un alto nivel educativo de los
inmigrantes rusos, muy superior al común de los grupos inmigrantes que llega-
ban al país, así como las particularidades de su formación. De los 44 hombres
adultos 6 eran oficiales de carrera del ejército ruso (incluyendo a 1 general), 29
eran profesionales (ingenieros, médicos, abogados, economistas, agrónomos,
etc.), 4 comerciantes u hombres de negocios, 1 agricultor y en 1 caso se conoce
sólo el título de príncipe del inmigrante, ignorándose su profesión. Entre las 20
mujeres adultas, hay 1 médico, 2 músicos, 3 profesoras de inglés, 1 pintora, 1
modista, 1 peluquera, siendo las demás aparentemente amas de casa.
Es evidente que estos registros confunden la formación de los inmigrantes y
su actividad previa al exilio, con la actividad económica que desempeñaban en
Chile. Si bien es cierto que los ex oficiales del ejército ruso, los nobles sin pro-
fesión indicada, probablemente los abogados o algunos otros profesionales, se
tenían que ganar la vida en otras ocupaciones, la presencia en el país de este
grupo humano con alto nivel cultural y educativo contribuía a fortalecer cierta
aura cultural en Chile, a difundir las riquezas de las artes y la cultura europea
en el país. Muchas familias tradicionales chilenas guardan recuerdos de algún
ruso que conocieron en aquella época, principalmente de las damas, que ense-
ñaban música o idiomas, o de los caballeros grandes conocedores de artes.
197 Ministerio del Interior, vol9.791 Providencias Confidenciales, t.4, 317 a 3150, orden ministerial
Nº41, 30.07.1930. Citado por J.Rojas Flores La dictadura de Ibáñez y los sindicatos (1927-1931),
Santiago, DIBAM, 1993, p.31.
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El único de los inmigrantes rusos residentes en Chile en los años 20-30 que
dejó testimonios escritos de su experiencia, fue el ingeniero y escritor Pavel Shos-
takovski, quien al volver a la URSS después de la Segunda Guerra Mundial, publi-
có el libro “Camino hacia la verdad”.198 Si bien este libro se caracteriza por cierta
parcialidad y obedece a las reglas de género impuestas en la URSS a la literatura
memorística de los “emigrantes arrepentidos”, contiene información válida para
nuestro estudio. Fue el único miembro de la colonia rusa en Chile que retornó a
su país de origen.
Pavel Shostakovski nació en Moscú en 1877, en una familia de la nobleza ilus-
trada rusa con intereses e inclinaciones artísticas, relacionada con el mundo de
la música y las letras. Tras estudiar en el cuerpo de cadetes y en la escuela mi-
litar de Moscú, ingresa como oficial en el regimiento Semionovski de la Guar-
dia Imperial, uno de los más aristocráticos y cercanos a la corte, del cual pasa
a retiro al cabo de 4 años para irse a Europa y matricularse en la Facultad de
Ingenieros Civiles de Zurich y posteriormente en L’École des Ponts et Chaussees
de París. Después de este viraje de su carrera tan poco común para la oficialidad
aristocrática rusa de la época, Shostakovski regresa a Rusia como representante
de importantes empresas europeas, ferroviarias y automotrices. Así, en calidad
de representante de la empresa “Delagué”, dirige la construcción de la primera
planta automotriz en Rusia. Su relato, a pesar de la censura y autocensura im-
puesta por las condiciones de publicación del libro, deja traslucir sus simpatías
y relaciones con el mundo de liberalismo ruso, opositor moderado al régimen
autocrático zarista.
Durante la Primera Guerra Mundial, Shostakovski es enviado a Italia para
adquirir maquinaria y automóviles para el ejército ruso, cargo que lo relaciona
con la comunidad diplomática de Roma y con el mundo ingenieril y empre-
sarial de ese país. Al regresar a Rusia después de la Revolución de Febrero de
1917, Shostakovski participa en el Comité Técnico del Gobierno Provisional en
su especialidad. Después de la Revolución de Octubre de 1917 se queda en
198 P.Shostakovski “Camino hacia la verdad”, Minsk, Editorial Estatal de Bielorrusia, 1960.
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200 Los títulos de las obras se presentan en doble traducción, tomados desde el libro de Shostakovski
en ruso.
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Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
La familia rusa con las raíces más antiguas en Chile es, indudablemente, la
familia de Andrei Mijailovich Zaushkevich.203
En el capítulo anterior habíamos hablado del caso de Vladimir Drenteln, ofi-
cial ruso que participó en la misión militar prusiana en Chile y puede ser con-
siderado uno de los fundadores de la artillería moderna en el ejército chileno.
Una vez de regreso a su país, V.Drenteln escribió un libro sobre sus experiencias
al otro lado del mundo, la cual a la vez se convirtió para las nuevas generaciones
de su familia en una imagen atractiva y fantástica. De hecho, la familia Drenteln-
Kusheleva era en esos años en Rusia una de las pocas para las cuales la palabra
Chile tenía un sentido y un contenido específico.
Después de la revolución, en los años del éxodo masivo del país, un sobrino
de los Drenteln, Serguei Kushelev se encontraba en París, sin posibilidades de
volver a su patria, sin recursos, sin trabajo, sin nada. Se acordó, entonces, del
lejano país del cual se había hablado tanto en la familia; consiguió dinero para
el pasaje y al cabo de unos meses, a mediados del año 1924, llegó a Santiago de
Chile. Fue tal vez uno de los primeros emigrantes blancos en llegar. Se le recono-
ció su parentesco con los Drenteln y se le entregó la casa, combinación de estilos
criollo y ruso, que sus tíos poseían en Santiago, en Santa Rosa 1233. Coronel de
ulanos, militar profesional, pero a la vez hombre de muy buena formación hu-
manística y artística, Serguei Kushelev llega a ser conocido en Chile como exper-
to en artes y antigüedades, y también como artista.
Una vez instalado en Chile, Serguei Kushelev, en 1925, invitó a su madre, su
hermana y su pequeño sobrino que vivían en Rusia Soviética y con los cuales
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Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
desde Chile logró establecer contacto. Eran los años de la Nueva Política Eco-
nómica (NEP) en la URSS, el país todavía no se cerraba por completo y este via-
je se hizo posible. Desde la hacienda familiar Adriopolie, en la región de Tver
viaja a Moscú para realizar los trámites de pasaportes y visas, de ahí, a Riga;
de Riga a Berlín, cambiando de trenes en cada país. Finalmente, a París para
embarcarse hacia América en La Rochelle. En Valparaíso los recibió Serguei
Kushelev.
Es el único caso de una familia rusa que llega a Chile en esa época directa-
mente desde Rusia, así como también es el único caso de cadena migratorio que
vincula la colonia rusa en Chile de fines del siglo XIX con la del siglo XX.
La madre de Serguei, Nadezhda Pavlovna Kusheleva, se constituyó como jefe
de familia, más aun su casa fue el centro de la colonia rusa residente en Chile,
muy conocida también en la sociedad tradicional criolla de la época. Su herma-
na, Ludmila Andreevna Zaushkevich, pianista egresada del Conservatorio de
Moscú, alumna del compositor Glazunov, se ganaba la vida como profesora par-
ticular de música en Santiago y posteriormente en Valparaíso, donde la familia
se traslada tras la muerte de Serguei Kushelev.
El hijo de ella, Andrei Mijailovich Zausckevich, que había nacido el año 1918
en Rusia y llegó a Chile a la edad de 7 años, se convertiría con el tiempo en uno
de los más destacados ingenieros chilenos de este siglo que llegaría a dirigir la
mayor empresa nacional - CODELCO. Habiendo vivido casi toda su vida en Chi-
le, A.M.Zaushkevich habla un ruso perfecto, está al tanto del acontecer político y
literario de su madre patria y hasta el fin de sus días era uno de los dirigentes de
la colectividad rusa en Chile.
Su éxito profesional lo vincula con la formación obtenida en el ambiente fa-
miliar y con la educación pública chilena que su familia, cristiana ortodoxa, ha-
bía elegido para él en su nueva patria. En el momento cuando realizamos nuestra
entrevista a mediados de los años noventa del siglo pasado, con más de 80 años a
su haber, A.M.Zaushkevich, se consideraba ruso y chileno a la vez, constituyen-
do probablemente, la manifestación máxima de la síntesis que plasmaron estas
dos culturas en la tierra chilena.
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burgo, que resultó ser primo de Andrei Mijailovich. Así 70 años después de la
revolución y de la ruptura en dos de la sociedad rusa, los vínculos familiares co-
mienzan a restablecerse.
Otro de los casos más interesantes de los rusos que se instalaron en Chile en
el período entre las dos guerras mundiales, es el de Iosif Cheviakoff Sorokin.204
Nació en 1898 en un pequeño poblado cosaco de la zona de Kuban en el sur de
Rusia. El nombre del poblado, o “stanitsa”, como se denominan allá los asenta-
mientos cosacos, es “Poputnaia”, lo que significa “al paso” o “en el camino”, de-
muestra que otrora el pueblito se encontraba próximo a rutas importantes. Sin
embargo, ahora, con los ferrocarriles e importantes carreteras a decenas de ki-
lómetros, es sólo un lindo, apacible y algo aislado paraje tradicional. Los padres
de Iosif Cheviakoff eran cosacos, es decir, provenían del mundo de agricultores
y guerreros por generaciones. El padre de Iosif, Nikolai se dedicaba a la cría de
caballos. Al parecer, tenía una buena situación económica, hasta el punto que se
podía destacar dentro de las comunidades igualitarias de los cosacos. A sus tres
hijos les inculcó una gran afición por la educación y la cultura, hecho no muy
común en su ambiente más bien rústico.
Al estallar la revolución en 1917, Iosif tenía 19 años. Muerto su padre a manos
de los Rojos, el joven cosaco se va con el Ejército Blanco y hasta el año 1920 com-
bate en distintos frentes de la guerra civil. Termina la guerra en Crimea, bajo las
banderas del general Wrangel, con cuyas tropas es evacuado a Constantinopla.
Abandona su patria para no pisar su tierra nunca más. La familia: la madre, las
dos hermanas y la sobrina se quedan en Rusia.
De Constantinopla Iosif Cheviakoff se dirige a Bulgaria. Su objetivo es estu-
diar y el gobierno búlgaro ofrecía por un tiempo becas a los emigrantes rusos.
Lo encontramos cursando el tercer trimestre de la Facultad de Agronomía de la
Universidad de Sofía en el año académico 1922-1923.
204 Basado en las entrevistas a Sergio, Sonia y Tania Cheviakoff, Santiago, 1995.
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no tienen éxito. Según Trdat, en aquel entonces los santiaguinos aún no tenían
la costumbre de almorzar fuera de casa. Saliendo de ese negocio, Trdat se con-
centra en el rubro textil. Se independiza y crea su propia fábrica, la que será su
principal actividad por más de 40 años. Cuenta orgulloso que sus frazadas eran
consideradas las mejores de Chile.
Se casa en Chile con Yolanda Bosaans, descendiente de inmigrantes holande-
ses, con quien tiene 6 hijos y a estas alturas ya 16 nietos. Como la gran mayoría de
los inmigrantes rusos, se preocupa en primer lugar de la educación de sus hijos
e hijas. Entre las mujeres de la segunda generación de los Abetikian en Chile en-
contramos una experta de la FAO, una diplomática, una periodista, directora de
un cuerpo de “El Mercurio”, una artista. Dedicado a sus negocios y a la familia,
Trdat no participa mucho en las actividades de la colonia rusa, y “menos en la
armenia” según sus palabras. Se declara agnóstico, por lo que nunca lo atrajo la
iglesia rusa, centro principal de la colectividad.
Mayor participación en la vida de la colonia tuvieron sus hermanos, el menor
de los cuales, dibujante publicista, que sustituyó su nombre armenio-persa por
el ruso Vladimir, llegó a presidir en Chile de los cuarenta “La Unión de los mo-
narquistas rusos”.
205 Cit. Por Bernardo Berdichewsky “Introducción: vida y obra del sabio Alejandro Lipschutz” en Ale-
jandro Lipschutz, Nueva antología,Santiago, ICAL – Consejo Nacional de la Cultura y las Artes,
2005
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En los años de la Unidad Popular Lipschutz tiene casi 90 años. Sigue traba-
jando y a solicitud de Allende expone sus críticas al proyecto de la Ley Indígena.
El golpe de 1973; la muerte de Allende a quien conocía personalmente y muy en
especial, la muerte de Pablo Neruda, su amigo cercano, fueron un golpe duro
para Lipschutz. La casa del nonagenario Premio Nacional de Ciencias fue alla-
nada y sometida a destrucción. Al día siguiente después de ese acontecimiento
Lipschutz participa en el “funeral vigilado” de Pablo Neruda.
Los últimos años de Lipschutz en Chile fueron solitarios. Falleció su esposa
Rita, tuvieron que salir al exilio las familias de las hijas. Murieron, se fueron del
país o sufrieron represión la mayoría de sus amigos. Lipschutz murió en 1980,
les faltaban tres años para llegar a cien. Sólo en los últimos meses su memoria
comenzó a fallar… Esto se reflejó en la pérdida paulatina de las numerosas len-
guas en que el científico habló, escribió, pensó, enseñó a lo largo de su vida. Sus
últimos días y sus últimas palabras fueron en ruso…
El archivo de Alejandro Lipschutz conservado por su amigo, Premio Nacional
de Historia Álvaro Jara, constituye hoy un fondo especial de la Biblioteca de la
Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile y aún espera a
su investigador.
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su manejo virtuoso del dibujo y de la línea. Luego viene la ruptura con el acade-
micismo, la participación en el “estudio de impresionistas”, breves viajes a París
y en 1913 – la participación en la exposición del grupo “El Mundo de las artes”
que lo hizo famoso en su patria y lo situó como uno de los más fuertes retratistas
de su generación.
En esos años Grigoriev además ilustra las obras de la literatura rusa, hace es-
cenografías para las obras teatrales, diseña los cafés artísticos de San Petersbur-
go. También prueba fuerzas en literatura y dramaturgia.
Grigoriev representaba su época a través de los retratos. Pintaba y dibujaba
tanto a destacadas personalidades del mundo de la cultura como a las personas
comunes y corrientes. Sus series de retratos constituyen un retrato colectivo de
su tiempo. Así, el despertar de las fuerzas del campesinado ruso, enormes, con-
tradictorias y desconocidas para la Rusia ilustrada, tal como ocurre en las revo-
luciones rusas de 1917, es reflejado en su ciclo de retratos “Rasea”: creatividad y
destrucción, fe y cinismo, dolor y amenaza, todo esto junto representa la Rusia
campesina a través de los ojos y el pincel de Grigoriev. “Rasea” fue mostrada la
primera vez en la exposición del “Mundo del Arte” en Petrogrado en 1918, ese
mismo año se edita por primera vez como libro, para reeditarse numerosas ve-
ces después en el exilio. Durante el primer año de la revolución el artista aun
no piensa emigrar. Al contrario, en el hambriento y helado Petrogrado de 1918,
junto con otros artistas de vanguardia, adorna las costaneras, avenidas y plazas
para el aniversario de la revolución.
Es cuando Grigoriev se acerca a Máximo Gorki, al parecer, según la corres-
pondencia conservada, compartiendo su compleja percepción de la revolución
y sus “ideas inoportunas”. El reflejo de la cercanía del pintor y el escritor será el
retrato de Gorki donde el escritor aparece rodeado de sus personajes. El propio
Gorki lo consideraba su mejor retrato.
En 1919 Grigoriev abandona Rusia. Como la mayoría de los emigrantes de
aquel momento, sin saber que era para siempre. Desde 1921 se instala en Fran-
cia. A diferencia de la mayoría de los emigrantes rusos, Grogoiev no pasa pri-
vaciones. Su fama de retratista crece con el tiempo. Durante los años veinte,
los inviernos Grigoirev los pasaba en los EE.UU., las primaveras y veranos en
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Los ejemplos presentados, junto con otros casos que mencionaremos en esta
parte de nuestro relato nos permiten hacer ciertas reflexiones acerca de algunas
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209 En agosto de 1941, a menos de dos meses del comienzo de la guerra en el teritorio de la URSS,
Stalin da la tristemente famosa Orden Nº270, según la cual “si alguna unidad del ejército rojo,
en vez de organizar resistencia al enemigo, prefiere rendirse, hay que aniquilarlos con todos los
medios, tanto terrestres, como aéreos, mientras que las familias de los rendidos deber ser privadas
del subsidio y ayuda estatal... A los jefes militares y políticos que se rinden, considerarlos deserto-
res..., cuyas familias deben ser arrestadas como familias de desertores que violaron su juramento y
traicionaron a la patria” (Cit. Por AA.VV. “En búsqueda de la verdad. Rutas y destinos de la segunda
emigración”, Moscú, 1997, p.19-20.
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210 Como tantas veces en la historia de Rusia, la literatura en este caso también se adelantó a la ciencia
histórica académica, siendo abierto este debate por la novela de G.Vladimov “El general y su ejército”,
dedicada al general Vlasov.
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Una vez terminada la guerra, los rusos en uniforme alemán trataban de ren-
dirse a los ejércitos inglés o americano, para acogerse al trato de prisioneros
de guerra, ciudadanos del país cuyo uniforme vestían. Sin embargo, con el be-
neplácito de las autoridades militares de los aliados, fueron entregados a las
autoridades soviéticas. En un principio los acuerdos de Yalta sobre la repatria-
ción no afectaban a los emigrantes de la primera ola, a los que la propia URSS
había privado de la ciudadanía en sus decretos de 1921 y 1924. Sin embargo,
en los primeros meses, tras el término de la guerra, las autoridades militares
inglesas en Austria entregaron a los soviéticos en Lienz a las mencionadas uni-
dades cosacas que junto con sus familias que los acompañaban en la marcha,
se rindieron ante el mando militar británico. De acuerdo a los datos del ejérci-
to británico fueron “repatriadas” unas 23 mil personas.216 El porcentaje de los
antiguos emigrantes residentes en el período de entreguerras en Europa orien-
tal, entre éstos el de los cosacos era el más elevado de los DP rusos en Europa
de posguerra en general. Los cosacos trataron de resistir a la repatriación. Las
fuentes oficiales británicas informaron de 12 muertos en la operación, una de
las testigos informantes de N.Tolstoi, O.Rotova habla de 700 aplastados, muer-
tos y suicidados.217
Este episodio se convirtió en el punto de partida de la versión íntima oral de la
historia común de los emigrantes de la “segunda ola”, en la base de su identidad
colectiva. Más aun, los temas de los rusos en Alemania durante la guerra y de su
“repatriación” estaban ausentes en la historia de la Segunda Guerra no sólo en la
URSS, sino también en los países occidentales.
En la Europa desolada de los primeros años de posguerra, las “personas des-
plazadas” fueron reunidas en los campamentos de refugiados, administrados
por la IRO (International Refugees Organization), perteneciente a las Naciones
Unidas. Aquellos rusos que evitaron la repatriación demostrando con docu-
mentos verdaderos o falsos ser emigrantes de la primera ola, formaban parte
importante de este complejo conglomerado humano. El objetivo de la IRO y
de los gobiernos europeos consistía en ubicar a las personas que se negaban a
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Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
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Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
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218 Entrevistas a Irina y Margarita Shvedrevitz, Natasha Lvova, Ekaterina Yurlova y otros inmigrantes ru-
sos de posguerra.
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Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
De ahí que las esperanzas de muchos refugiados rusos de salir de los cam-
pamentos DP se vinculan, en primer lugar, con la posibilidad de inmigración en
los países latinoamericanos. Sus conocimientos sobre el continente son míni-
mos. Las opciones a favor de uno u otro país se basan en las condiciones de la
oferta y su propia idea, a veces no muy cierta, acerca del clima de cada uno de
los países.219
Así, a fines de los años 40, en América Latina se forma una colonia rusa
relativamente grande y activa. De hecho, la mayor parte sobreviviente de la
“sociedad rusa en el exilio” de los países de Europa Oriental, se traslada a Amé-
rica. En los primeros años tratan de restablecer la red que los unía en Europa.
Pero las dificultades de instalación en un nuevo ambiente, mayores distancias,
problemas de comunicación dentro del continente, junto con la edad cada vez
más avanzada de los gestores y protagonistas de esa sociedad, no tardan en
debilitarla.220
A partir de los años 50, en Argentina se publica “Nasha strana” (Nuestro país),
uno de los órganos más conocidos y constantes de la prensa rusa del exilio exis-
tentes hasta el día de hoy. Su fundador y director N.Solonovich, emigrante de la
segunda ola, es autor de una particular y controvertida ideología de “monarquis-
mo popular”, cuya representación simbólica hace suyo el imaginario de la ver-
sión de la “sociedad rusa en el exilio” de los años 20-30 en su versión balcánica.
De ahí, un alto grado de identificación de los emigrantes rusos en el continente
con el lenguaje del periódico, al margen de la compenetración con el proyecto
político específico. Para los efectos de nuestro estudio, es importante destacar
que por primera vez en la historia de la diáspora rusa, el centro de una de sus co-
rrientes ideológicas se sitúa en América Latina. Vale agregar que si bien el perió-
dico se publica en Argentina, su información y el mundo de sus lectores abarca
prácticamente toda América del Sur.
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Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
Por otra parte, una muestra de la importancia que los organismos estatales
soviéticos atribuyen a la colonia rusa en Argentina, es la edición en Moscú de un
periódico especial para los rusos en Argentina, llamado “Rodnoi Golos” (La voz
de la patria). Este, dirigido prácticamente sólo a la colonia residente en Argen-
tina.
Dentro de este contexto regional analizaremos ahora la particularidad de la
inmigración rusa de posguerra en Chile.
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Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
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Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
Una de las cosas que más nos ha sorprendido, mientras recogíamos los tes-
timonios de estos inmigrantes, es la fuerza de espíritu de las mujeres rusas en el
exilio. Estas mujeres, que para el grupo de posguerra comprendían un porcenta-
je importante, no fueron solamente un complemento de las decisiones y migra-
ciones masculinas, tal como ocurría muchas veces en las migraciones masivas,
especialmente las mediterráneas hacia América, sino han sido las verdaderas
arquitectas de su destino y de su propia historia.
Este es el caso de Vera Fiodorovna Wischnjewsky,222 profesora de música,
madre, abuela y bisabuela de una gran familia. Nacida en el 1912 en Ekaterin-
burgo, capital de la región de los Urales, en la familia de un conocido y exitoso
ingeniero, tiene entre sus primeras memorias infantiles el largo viaje en tren
desde su hogar en el centro de Rusia, a las costas del Pacífico a través de toda
Siberia. Los padres de Vera con sus hijos pequeños abandonan Rusia con los
checos prisioneros de la I Guerra Mundial, que al término del conflicto regre-
san a su patria a través de Vladivostok. Después una larga navegación alrededor
de las costas de Japón, China, la India, Egipto arribaron al Mediterráneo. Los
esfuerzos de sus padres de volver a Rusia por el Mar Negro resultaron infruc-
tuosos. La familia tuvo que establecerse en Yugoslavia, donde el padre de Vera,
ingeniero experimentado, fue nombrado director de varias obras importantes.
A diferencia de la mayoría de las familias rusas residentes en ese país balcánico,
prefirió que sus hijos estudiasen en las escuelas yugoslavas, rechazando lo que
le parecía el ambiente nostálgicamente artificial de los “cuerpos de kadetes” e
“institutos de doncellas” rusos.
Podemos afirmar que a pesar de las escuelas yugoslavas, el ruso de Vera has-
ta el fin de sus días era absolutamente perfecto. Después vinieron los años de
estudio en el conservatorio de Belgrado, el matrimonio con el joven arquitecto
ruso Vladimir Wischnjewsky y el nacimiento de las hijas: Olga y Marina. La hija
menor del matrimonio no cumplía dos meses cuando la guerra llega a Yugos-
222 Basado en las entrevistas con Vera F. Wischnjewsky y sus hijas Marina y Olga.
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“El cobre chileno en las manos rusas”, esta broma era muy popular en los
círculos ingenieriles chilenos en los años 70, cuando en ciertos momentos tres
inmigrantes rusos, cada uno por su propio camino, llegaron a ocupar puestos
claves en la Corporación del Cobre de Chile.
De ellos, Andrei Mijailovich Zaushkevich (entonces vice-presidente ejecuti-
vo de CODELCO), había llegado a Chile de niño con su familia en los años 20,
mientras que otros dos –Nicolai Stepanovich Tschischow223 y Alexandr Alexan-
drovich Sutulov– arribaron a Chile después de la Segunda Guerra Mundial.
Contaremos ahora sus historias.
El destacado ingeniero chileno Nicolai Tschischow es hijo de Stepan Vasi-
lievich Tschischow (1901, Samara, Rusia - 1955 Concepción, Chile), ingeniero-
químico, egresado del Instituto Tecnológico de Leningrado y de Nina Nicolae-
vna Titova (nació en 1905 en San Petersburgo), bióloga, especialista en citología,
egresada de la Universidad de Leningrado, ciudad donde la pareja de profesio-
nales vivía y trabajaba en los años 20-30 y donde en el año 1936 nació su único
hijo Nicolai.224
En 1941 la Segunda Guerra Mundial llega a la URSS y pocos meses después
comienza una de sus páginas más dramáticas, el bloqueo de Leningrado, que
se llevará sólo en su primer invierno medio millón de vidas humanas, producto
del hambre y de los bombardeos. Por la única vía que conectaba la ciudad blo-
queada con el resto del país, a través del hielo del lago Ladoga en invierno, bajo
los bombardeos y el fuego de artillería, los soviéticos comienzan a sacar gente
de Leningrado. Como científicos valiosos, los Tschischow son evacuados entre
los primeros y llevados para la recuperación a la región próspera del Cáucaso
Norte, a Zheleznovodsk.
Sin embargo, pocos meses después, la inesperada ofensiva alemana en el sur
de Rusia lleva a la ocupación de la ciudad por los alemanes. Los Tschischow, sin
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Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
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de pinturas Katz. Luego intenta montar su propia empresa, sin mayor éxito. Por
casualidad, en la visita a la casa de unos compatriotas en Concepción, surge
el contacto con el mundo académico de esta ciudad que culmina pronto con
la contratación de ambos en la Universidad. Allí Stepan Tschischow trabajaría
hasta su muerte prematura en 1955 y Nina Titova de Tschischow, hasta su re-
nuncia en 1972 para seguir al hijo en su nueva emigración que no resultó defi-
nitiva ni larga.
En Concepción Nicolai Tschischow termina su enseñanza media, interrum-
pida por la guerra, también cursa sus estudios universitarios, becado tras la
muerte del padre. Al titularse en el año 1958, se queda a trabajar en la Univer-
sidad, la que en 1960 lo envía a hacer su Maestría en Ciencias en los EE.UU. De
vuelta a Chile, al poco tiempo, es invitado a trabajar en Chuquicamata, uniendo
su vida por muchos años con esta gran obra minera.
Tras casi 9 años en Chuquicamata, en 1972 Nicolai Tschischow renuncia
para partir, a lo que pensó en algún momento iba a ser su nuevo exilio. Trabaja
en su especialidad en los Estados Unidos. Sin embargo, al año y medio está de
vuelta en Chile, respondiendo al llamado de Andrei Zaushkevich para hacerse
cargo del mineral donde había trabajado tantos años.
En Chuquicamata trabajó hasta el 1978. Tras la renuncia, esta vez definitiva,
a CODELCO, volvió a Santiago donde las hijas Natasha, Kira e Irina ya habían
ingresado a la Universidad, trabajó varios años en La Disputada de Las Condes.
A partir de 1989 presta servicios de consultoría desde su propia compañía a di-
versas empresas mineras.
Se considera a la vez ruso y occidental, ruso en la tradición, afectos y sen-
sibilidades, occidental en la forma de pensar y de actuar en la vida. Su mane-
ra de ser ruso fuera de Rusia es manteniéndose distanciado de la colonia, de
los problemas y malentendidos constantes de grupos pequeños y encerrados,
abrirse al mundo y a la sociedad del país receptor, aportando como profesional
su bagaje anterior y la tradición intelectual de su país de origen. Entregar esta
tradición y bagaje a los hijos, junto con su formación de ciudadanos del país
donde nacieron, pero a la vez como rusos y como ciudadanos del mundo, es tal
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Capítulo IV. EL EXILIO RUSO BLANCO EN CHILE
vez el legado más importante para ellos, resultando difícil en las condiciones de
Chile conservar el idioma materno de sus padres.
La esposa de Nicolai, Adelina Urban Sazonova, (es uno de los pocos casos de
matrimonios entre rusos crecidos en Chile), comparte su visión: “Tenía miedo
que las niñas crecieran como emigrantes... He visto tantos emigrantes en Amé-
rica y aquí... Tratábamos de prepararlas a la vida auténtica para que no vivieran
su vida como cojas existencialmente. Pero sin pretender que olvidaran que son
rusas... Lo más importante es que crezcan como personas, que tengan una fuer-
za interior”.226
La historia de la familia de Adelina es parecida. También hija de profesio-
nales (padre ingeniero y madre médico), nació en la URSS en 1940. Tenían fa-
miliares en Alemania desde principios del siglo, por lo que ya habían sufrido
persecuciones antes de la guerra. Durante la guerra su pueblo es ocupado por
las tropas alemanas y las dos partes de la familia vuelven a re-encontrarse. Por
miedo a las nuevas represalias de parte del régimen de Stalin, la familia patriar-
cal de tres generaciones con abuelos y niños, en total 15 personas, decide, antes
de la retirada alemana, reunirse con sus familiares en Berlín. Una vez terminada
la guerra, averiguan las posibilidades de volver, pero se enteran de la suerte de
aquellos que lo intentan. Se trasladan a Alemania Occidental, donde se inscri-
ben en los registros de la IRO. Chile es la opción por su aceptación de especia-
listas y de las familias.
Al día siguiente de la llegada al Estadio Nacional, Valentín Urban, el padre de
Adelina, ingeniero-mecánico, junto con otros 9 inmigrantes rusos, comenzó a
trabajar en FAMAE. Posteriormente comenzó, además, a dar clases en la noche
en el Instituto Técnico Pedagógico y más tarde en la UTE. La pequeña Adelina,
que aprende el idioma antes que sus padres, le ayuda a traducir sus conferencias
al castellano. La madre de Adelina, Evguenia Fiodorovna Sazonova, comenzó a
trabajar en el Instituto Bacteriológico, pues para ejercer como médico necesi-
taba pasar por un largo proceso de convalidación de título que la familia en ese
momento no podía costear.
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227 Basado en las entrevistas con Alexandr Sutulov (hijo) y Consuelo de Sutulov.
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228 Para demostrar la prolijidad intelectual de A.Sutulov, así como para ilustrar las principales áreas de
su interés profesional, enumeraremos aquí algunos de sus libros: “Molibdeno”, Edit.Universitaria,
Santiago, 214p.; “Proceso de segregación en beneficio del cobre chileno”, Imprenta Universitaria,
Concepción, 1962; “Flotación de minerales”, Imprenta Universitaria, Concepción, 1963; “Proce-
so de lixiviación, precipitación y flotación”, Imprenta Universitaria, Concepción, 1963; “Molyb-
denum extractive metallurgy”, Imprenta Universitaria, Concepción, 1965; “Copper production in
Russia”, Imprenta Universitaria, Concepción, 1976; “Mineralurgia latinoamericana”, Concepción,
1967; “Molybdenum & rhenium recovery from Porphyry Coppers”, Concepción, 1970; “The soviet
challenge in base metals”, University of Utah Press, 1971; “Minerals in world affairs”, University
of Utah Press, 1972, 1973; Mineral resources and the economy of the USSR, McGrawHill, 1973;
“Copper porphyries”, University of Utah, 1974, 1975; “Minerales en el acontecer mundial”, Univer-
sidad de Concepción, 1975; “El cobre chileno” 1975, Santiago, CODELCO,1975; “Molybdenum &
rhenium:1778-1977”, Universidad de Concepción, 1976; “Minería chilena 1545-1975”, Santiago,
CIMM, 1976.
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tura sindicalista reivindicativa del mundo laboral chileno. Los esfuerzos por sa-
lir adelante del ex cadete apuntaban a una estrategia individual: tratando de
aprender todos los oficios y especialidades que podía, elevando la productivi-
dad y evitando problemas con los superiores.
Un conflicto con el sindicato lo obliga a renunciar. Al enterarse del concurso
para aprendiz de topógrafo en el Instituto Geográfico Militar, que ya había aco-
gido a varios inmigrantes rusos, decide postular. La preparación del cuerpo de
cadetes, más la tradición familiar militar le ayudan en su postulación. De ahí,
por 20 años la vida de Boris Gauzen estará vinculada a esta institución. En el
transcurso de ellos recorrería todo Chile, por lo que hoy se enorgullece de que
conoce el país de norte a sur mejor que cualquier chileno nacido en esta tierra.
Pero lo más importante para él durante todos estos años, ha sido y sigue
siendo su participación en la vida de la colonia rusa. Su núcleo más activo eran
los hijos de los emigrantes de la primera ola que trataban de reconstruir en el ul-
tramar el ambiente de su infancia. Boris era uno de los más activos. Reuniones
semanales después de la misa del sábado en la noche en la iglesia rusa, fiestas,
teatro, entretenciones para los niños, etc. La colonia todavía era grande, mucha
gente joven recordaba la “sociedad en el exilio” de preguerra. La mayoría de los
pocos matrimonios entre inmigrantes rusos contraídos en Chile, tienen su pre-
historia en estas reuniones y fiestas de la colonia.
La esposa de Boris, Nadia, hija de padre ruso y madre yugoslava, profesora
de la Facultad de Educación de la Universidad Católica y por muchos años pro-
fesora básica en colegios particulares de Santiago, comparte con él su pasión
por la música religiosa rusa. Ambos cantan en el coro de la Iglesia Ortodoxa
rusa en Santiago, siendo sus parroquianos más asiduos y anfitriones de todos
los compatriotas, que llegando a Santiago, se acercan a la iglesia rusa.
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frontera a pie, dirigidas durante varios días por un guía chino a través de los
bosques. Recuerda Evguenia que existía entonces todo un sistema clandestino
de pasar a la gente a través de la frontera en los vagones de carbón o en cajas de-
bajo de los vagones. Sin embargo, la intensificación de los controles fronterizos
les impidió utilizar ese peculiar modo de transporte y tuvieron que hacer todo el
camino a pie. Al otro lado de la frontera les esperaba su padre.
Comenzó su nueva vida en China. La colonia rusa en la zona del Ferrocarril
Chino-oriental era antigua y compacta, poseía sus colegios e incluso centros de
educación superior, reconocidos por las autoridades chinas. Si bien aprendió el
complejo idioma del país de su residencia, Evguenia realizó toda su educación
secundaria y superior en ruso. Tras salir de la enseñanza media, estudio odon-
tología y ejerció su profesión hasta el día de su salida de China, a mediados de
los años cincuenta.
La nueva tormenta llegó con la ocupación japonesa de China. Los emigran-
tes rusos eran sospechosos para los japoneses y como tales sometidos a humi-
llaciones y estricto control. En los recuerdos de Evguenia se mezclan imágenes
de jóvenes rusos de su generación torturados y asesinados por los japoneses,
con las de pozos de agua envenenados por los invasores y experimentos de so-
brevivencia sobre la población china y rusa de la zona, practicados por el ejér-
cito de ocupación.
Con gran alegría recibieron la liberación y la retirada de los japoneses. Pero
el régimen político establecido en China, a partir de ese momento, era dema-
siado parecido a aquel del cual huyeron 15 años antes de Rusia. Además el te-
rritorio poblado por los rusos quedó en la práctica bajo la administración de
autoridades soviéticas.
Evguenia ya era una competente y enérgica profesional, muy linda, por lo
demás, como podemos apreciar en sus fotos de la época. Se había casado con
un compatriota, educado igual que ella, en la comunidad rusa en China y tuvo
dos hijos. Trabajaba en el hospital local y participaba activamente en la vida so-
cial de la colonia rusa residente, organizada en conjunto con la administración
soviética de la zona. Como médico y activista, aparentemente gozaba de presti-
gio ante las autoridades soviéticas, al igual que su familia.
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Los médicos, históricamente han sido uno de los grupos más relevantes den-
tro de las diversas colonias rusas en Chile. Desde Alejo Scherbakov, cirujano
de la Armada durante la Guerra del Pacífico, de quien hablamos en el capítu-
lo anterior, pasando por figuras tan notables en las ciencias médicas chilenas
como Alejandro Lipschutz, director del Instituto de Medicina Experimental de
la Universidad de Chile y Premio Nacional de Ciencias, muchos de los descen-
dientes de los inmigrantes de diversas etnias provenientes del imperio ruso, así
como varios de los hijos de inmigrantes “blancos” del período de entre-guerras,
eligieron esta profesión en Chile.
Con la inmigración de post-Segunda Guerra Mundial arribó a Chile un nuevo
grupo de médicos rusos, formados tanto en la URSS, como en los más diversos
países europeos e incluso en los países del Pacífico. Como llegaron en los mar-
cos de una inmigración dirigida, orientada a traer técnicos, la mayoría indicaba
en sus fichas inmigratorias, por lo general con el conocimiento de los funcio-
narios chilenos, profesiones distintas a las que efectivamente poseían. Algunos
volvieron en Chile a la medicina, convalidando los títulos, otros se dedicaron a
actividades cercanas: microbiología, tecnología médica, etc., otros “cambiaron
de giro” definitivamente. Unos siguieron ejerciendo en Chile, otros –la mayoría,
según las entrevistas– se trasladaron a diversos países, enfrentándose de nuevo
a los procesos de convalidación, cada vez en un idioma distinto.
Entre los médicos rusos que quedaron en Chile encontramos científicos y
profesionales de avanzada que promovieron las ciencias médicas y biológicas
de este país, incorporando nuevas líneas de investigación y tratamiento. Y hay
también “ángeles-custodios”, médicos a la chejoviana, tratantes expertos de en-
fermedades, pero a la vez consejeros y confidentes de múltiples dolores físicos y
espirituales de sus pacientes.
Entre estos últimos, el ejemplo más claro es la vida de Irina Schwedrewitz.
Hija de madre rusa y padre alemán, nació y se crió en Riga, en la época de en-
treguerras, cuando en esa parte antigua del imperio ruso existía el estado inde-
pendiente de Letonia. Por ser parte antigua y uno de los importantes centros
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inmigrantes, igual que él, conserva en su casa y traspasa a sus hijos el idioma
materno, logrando que los bisnietos de los emigrantes postrevolucionarios ha-
blen ruso en su hogar. Se declara cristiano ortodoxo y si bien, dadas sus múlti-
ples obligaciones profesionales, no frecuenta la iglesia rusa, considera su labor
médica en defensa y ayuda de la gente como una respuesta a los principios y
valores cristianos, en los que fue educado en el seno de la iglesia ortodoxa rusa
por sus padres.
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231 P.Eleodor Antipov (sacerdote de la primera iglesia rusa en Patronato, llegó a Chile antes de la Se-
gunda Guerra desde China), p.Vladimir Uliantsev (sacerdote de la iglesia de la Casa Rusa en Ala-
meda, emigrante de la primera ola, ordenado en Yugoslavia), p.Nikolay Dombrovski, p.Nikolay
Kashnikov, p.Yevgueni Pogoretski, así como el obispo (“vladyko”) Leonty (de nombre laico Vasili
Filippovich, jefe de la iglesia ortodoxa rusa en Sudamérica, que salió por primera vez de Rusia a
fines de la Segunda Guerra Mundial, tras desempeñarse como obispo de la Iglesia Ortodoxa Rusa
en Ucrania durante la ocupación alemana) y p.Benjamin (Ivan Vozniuk – actual archimandrita de
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la iglesia ortodoxa rusa en Chile, discípulo y acompañante de “vladyko” Leonty en sus andanzas a
través de los continentes).
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por primera vez intentan relatar y explicar su pasado verbalmente, más aun
teniendo enfrente a una persona extraña, proveniente de aquella otra Rusia y
perteneciente a la generación de sus nietos. Esta entrevista, cuando la aceptan,
muchas veces adquiere características de una confesión, lo que la hace extre-
madamente rica desde el punto de vista de la comprensión de este grupo inmi-
grante en el mundo de sus significados y la vez aproximarnos no a la historia de
grandes conflictos y fenómenos políticos del siglo XX, sino que a la historia del
hombre común y corriente enfrentado a la brutalidad de este siglo.
Como lo hemos señalado, los datos básicos acerca de las dimensiones de-
mográficas del grupo, proporcionados por las personas entrevistadas, difieren
profundamente del cuadro presentado por las estadísticas censales de la épo-
ca. Según la colonia, entre 1948 y 1950, en los transportes marítimos de la IRO
llegaron a Chile entre 1.500 y 2.000 personas, identificados por la colonia como
rusos, lo que prácticamente dio origen a la colonia actual. Sin embargo, las es-
tadísticas nacionales no registran ningún cambio cualitativo en el número de
los rusos residentes en Chile.
La explicación de esta situación radica en el hecho de que la mayoría de
los inmigrantes rusos de ese momento, los ex ciudadanos soviéticos que se
oponían a la repatriación acordada por los aliados en la conferencia de Yalta,
llegaron a Chile con leyendas falsas, figurando como ciudadanos yugoslavos,
checos, polacos, alemanes, austriacos, letones, lituanos, ucranianos, así como
emigrantes rusos de la primera generación, portadores del pasaporte Nansen.
A ellos hay que sumarles los verdaderos emigrantes rusos de la primera ola
post-revolucionaria, residentes en el período de entre las dos guerras en los
países de Europa Oriental, muchos de los cuales se habían nacionalizado en
esos países.
Vale destacar que precisamente los inmigrantes nacidos y educados en los
ambientes de la diáspora rusa en Europa Oriental entre las guerras, se mues-
tran más dispuestos a conversar con un historiador, a contar su vida. Ellos por
lo general valoran positivamente sus años de infancia y de juventud, tienen
menos fantasmas que enfrentar en su pasado. Los ex ciudadanos soviéticos,
en cambio, en su mayoría se niegan a hablar. Aquellos que lo aceptan, viven
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233 Es importante señalar el alto grado de sinceridad de estas expresiones, dado el hecho de que las entre-
vistas fueron realizadas “entre rusos”, lo que suponía un “nosotros” común que unía al entrevistado y
el entrevistador, frente a “ellos” - “los chilenos”. De ahí - se contraponen en los testimonios el momento
de la salida del país de origen, cuestionado explícita o implícitamente y rodeado de resentimientos,
y, tras un tormentoso peregrinaje por el mundo, la larga vida en Chile caracterizada por la aceptación
mutua con el país.
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234 Ver A.Solzhenitsin “Archipiélago GULAG”, además Nicolai Tolstoi “Victims of Yalta”, Hoddon and
Stoughton, London 1977; Jullius Epstein “Operation Keelhaul: The Story of Forced Repatriation from
1944 to the present”, Old Greenwich, Connecticut, 1973.
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235 Es curioso que entre los matrimonios contraídos por estos inmigrantes jóvenes ya en Chile, práctica-
mente no figuran matrimonios con alemanes o descendientes de alemanes, situación muy común en
la generación mayor de inmigrantes.
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236 N.Betell, The Last Secret, basic books Inc.Publishers, New York, 1974.
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Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA
EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
Una nueva etapa en la inmigración rusa en Chile comienza en los años 60.
Tiene como antecedentes importantes cambios políticos en ambos países. En la
URSS el “deshielo” que se inicia tras la muerte de Stalin “rehabilita” también los
contactos humanos con el mundo exterior, elevando un poco la cortina de hie-
rro. Es abolida la ley que prohíbe y penaliza los matrimonios con los extranjeros.
En el año 1957 en Moscú se realiza el Festival Mundial de la Juventud y los Estu-
diantes, primer encuentro masivo en la historia soviética (en el festival participan
cientos de miles de personas) de los jóvenes con sus coetáneos extranjeros237.
La lógica de la guerra fría estaba proporcionando una importancia extraordi-
naria a las relaciones de ambas superpotencias con los países del Tercer Mundo.
Después de la Revolución Cubana, la URSS descubre para sí América Latina, ela-
borando por primera vez una política específica hacia la región238. Por otra parte,
la era jruschoviana incorpora nuevos elementos en la política de colaboración
soviética hacia Asia, África y América Latina: grandes proyectos de colaboración
con participación de profesionales soviéticos (plantas industriales, centrales
eléctricas, puertos, etc.) y la preparación de profesionales para estos países en
los centros de la enseñanza superior soviéticos239.
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Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
El alto prestigio científico y tecnológico soviético en los años del primer Sput-
nik y el primer vuelo tripulado al espacio, junto con las simpatías universales a la
alternativa socialista en América Latina después de Cuba, creó una receptividad
favorable para estas políticas, en América Latina240, especialmente a la que ofre-
cía preparación de profesionales en la URSS. En Chile este fenómeno se dio con
una fuerza especial, dada la existencia de una fuerte cultura política de izquierda
prosoviética241.
Por otro lado, el descongelamiento temporal de la guerra fría, con los gobier-
nos más liberales y reformistas, tanto en la URSS como en los EE.UU., el entu-
siasmo con los “socialismos con apellidos” en la América Latina de los 60 que
aspiraba a los cambios y de alguna manera los vinculaba con este concepto, las
intenciones de los países de la región de aprovechar el contrapeso de la URSS
para fortalecer su posición en las relaciones con los EE.UU., favoreció al restable-
cimiento de las relaciones diplomáticas con la URSS en muchos países del conti-
nente, entre ellos Chile, y al desarrollo de cooperación económica bilateral242.
Todo ello, indudablemente, influyó en la situación migratoria. A principios de
los años 60, los primeros grupos de jóvenes chilenos partieron a cursar la ense-
ñanza superior a la URSS. Su número iba en aumento hasta el año 1973 y, suman-
do los datos acerca del número de becarios chilenos de diversas instituciones
soviéticas, podemos considerar que cerca de 300 jóvenes chilenos alcanzaron a
regresar a Chile en este período tras finalizar sus estudios. Unos 300 más los esta-
ban cursando en la URSS en el momento de la ruptura de las relaciones.243
240 Entrevista a César Verduga, ex ministro de trabajo de Ecuador, consultor de PNUD-Chile, Magister
en Economía por la Universidad “Patricio Lumumba” de Moscú; realizada por O.Uliánova el 23 de
febrero 1995 en Santiago.
241 Ver, por ejemplo, L.Corvalán “Nas zhdut novie bitvy”, Moscú, 1972, pp. 34-39
242 Varas, Augusto, “La Unión Soviética en la política exterior de América Latina: los casos de Chile, Ar-
gentina. Brasil y Perú”, Santiago, FLACSO, 1982.
243 Datos extraoficiales proporcionados por la Vice-rectoría de Asuntos Estudiantiles de la U.”Patricio Lu-
mumba” de Moscú, corroborados en la entrevista con el Embajador de Chile en Moscú, James Holger
(en los años 60, segundo secretario de la Embajada Chilena en la URSS); realizado por O.Uliánova y
J.L.Hidalgo, 13 de octubre, 1995, en Santiago.
292
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
Entre aquellos que volvieron, 114 venían casados con ciudadanas soviéti-
cas244. La utilización de géneros corresponde a la situación más común: un chi-
leno se casaba con una soviética, sin embargo un 10% estaba representado por
la situación inversa.
Estos matrimonios mixtos eran una consecuencia natural y prácticamente in-
evitable de la larga convivencia de los jóvenes de ambos países en los ambientes
universitarios, incluso desde el punto de vista de aquellos que en la URSS hacían
todo lo posible para impedirlos.
Comienza así una nueva inmigración rusa en Chile, por primera vez prove-
niente de la URSS y mayoritariamente femenina. De los 114 casos conocidos de
matrimonios mixtos radicados en Chile entre 1964 y 1973, en 102, la parte so-
viética poseía formación superior, de ellos, en los 87, superior universitaria. Se
trataba de personas entre 20 y 35 años y dada la edad del grupo, con índices de
natalidad altos para el país de origen: de las 114 familias, en 1972 no había ni una
sola pareja sin hijos, mientras que 75 familias poseían 2 hijos, 3 familias tenían
hasta 3 hijos (situación excepcional para Rusia de aquel entonces), el resto te-
nía 1 hijo245. No tenemos información exacta acerca de la composición étnica de
este grupo inmigrante, sin embargo la mayoría de los nombres de inmigrantes
soviéticos de esa época son eslavos, siendo su lugar de origen en los casos de
todas las entrevistadas, Moscú o Leningrado y proviniendo la mayoría de ellas de
familias de profesionales. Entre las profesiones de las inmigrantes predomina-
ban filólogas, profesoras básicas y de música, enfermeras y médicos, educadoras
de párvulos, ingenieras y técnicas industriales, entre otras. Su inserción laboral
en Chile fue preferentemente en calidad de intérpretes y/o profesoras de ruso,
dado el interés que suscitaba su país en Chile en aquellos años; la mayoría sin
embargo estaba dedicada al cuidado de sus hijos (ver la situación demográfica
del grupo). Estos datos nos proporcionan algunos rasgos del perfil colectivo de la
inmigrante soviética en Chile de los fines de los 60 - principios de los 70.
244 Datos extraoficiales proporcionados por la Vice-rectoría de Asuntos Estudiantiles de la U.”Patricio Lu-
mumba”, corroborado en las entrevistas a Mirtha Alarcón, Iván Escobar; Santiago, 1995.
245 Datos proporcionados... (ibid.).
293
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
Este grupo tenía muchas similitudes con otros pequeños grupos inmigran-
tes producidos por los matrimonios mixtos en los EE.UU. o los países europeos,
donde un importante porcentaje de futuros profesionales chilenos cursaba sus
estudios de pregrado o posgrado. Sin embargo, había diferencias importantes.
El trato que el Estado del país de origen daba a las soviéticas residentes en el
extranjero, era contradictorio. Por un lado, el matrimonio con un extranjero en
la URSS, hasta mediados de los 80 y con mayor fuerza en los 60, era un acto atre-
vido, convirtiéndose en una especie de rebeldía implícita o explícita. A la (o el)
joven que se acercaba demasiado a sus condiscípulos extranjeros la (lo) presio-
naban a través de los organismos del partido o de su organización juvenil, mien-
tras que los que contraían matrimonio oficial corrían el riesgo de ser expulsados
de la universidad o del trabajo.246 También podían perder el trabajo sus padres, si
estos implicaban algún grado de responsabilidad.247
Sin tener la posibilidad legal de impedir el traslado de estos matrimonios
mixtos al extranjero, el estado se encargaba de complicarla al máximo. De hecho,
aquéllas (aquéllos) que se iban, tenían muy pocas posibilidades de volver a su
país, aunque fuera de visita, a la vez que los consulados soviéticos en el extranje-
ro mantenían, en lo posible, una vigilancia sobre ellas (ellos).248
No obstante, en los marcos de la política de “preparación de cuadros profe-
sionales para los países en vías del desarrollo” estos matrimonios mixtos fueron
vistos favorablemente, ya que implicaban, de acuerdo a los gestores de esta polí-
tica, un mayor vínculo afectivo, y tal vez un mayor compromiso del ex egresado,
algunos de los cuales llegaban a puestos altos en sus patrias, hacia el país donde
se había formado.249
Tal vez los (las) integrantes de los matrimonios mixtos eran en esos años
las únicas personas que, aunque con dificultades, podían salir de la URSS para
246 Entrevista a E. A., realizada en Moscú, julio de 1995, entrevistas a E. B. y O. L., Santiago, 1995.
247 Entrevista a N.S., Moscú, julio 1995.
248 Ver, “Komsomolskaia Pravda”, 24 de mayo, 1990, también entrevistas a T. Sh. (Santiago, 1994), N. A.
(Moscú, julio 1995).
249 Ideas en este sentido fueron escuchadas por la autora de estas líneas en una reunión de los activistas
del Komsomol de la Universidad “Lomonosov” con un funcionario del departamento encargado de
los becarios extranjeros del Ministerio de Educación Superior de la URSS en el años 1981.
294
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
250 Julia Kristeva, “Extranjeros para nosotros mismos”, México, FCE, 1993, p.76.
295
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
296
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
252 Entrevistas a T.Sh, I.E., F.C., N.C., J.C., G.P.de A. y otras personas que vivieron esta experiencia..
253 Entrevistas a J.C. (Santiago, 1996) y N.M. (Moscú, 1995).
297
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
298
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
Durante la mayor parte del período del régimen militar, la inmigración rusa
proveniente de la URSS simplemente no existe. Recién en la segunda mitad de los
años 80 comienzan a llegar nuevamente los matrimonios mixtos de la siguiente
generación: esta vez formados por aquellos que en 1973 estaba estudiando en la
URSS y los que llegaron allá en los años posteriores.
La política influye en el comportamiento migratorio de todos los grupos de la
299
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
257 Entrevistas a Nicolai Tschischow y Adelina Urban, Santiago, 1995; a Alexandr Sutulov (hijo) y Consue-
lo de Sutulov, Viña del Mar, 1996.
258 Entrevistas realizadas por L.Boudon, Valdivia, 1994.
259 P.Milukov “Istirua russkoi tserkvi”, Moscú, 1991, p.228.
300
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
301
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
animales con pezuña desdoblada, razón por la que estos antiguos cazadores (ofi-
cio al que se dedicaban tanto en Siberia, como en Manchuria) no consumen el
producto de su caza.
La preservación de la tradición es para los miembros de la comunidad el sen-
tido superior de su existencia, a la vez que fuente de la construcción de identidad
y, es importante notarlo, de la autoridad de los mayores. Sin embargo, las conse-
cuencias del contacto con el mundo exterior, por un lado, y de falta de retroali-
mentación de los elementos de la cultura rusa, se hacen notar.
Se conserva el idioma ruso hablado y escrito, en su versión antigua. Sin em-
bargo, el vocabulario es bastante sesgado y pobre en ciertas esferas y para la
denominación de muchos fenómenos de la vida moderna, los miembros de la
comunidad que tienen contacto con el mundo exterior, utilizan las palabras en
español. La única lectura aceptada son las Sagradas Escrituras y otros textos re-
ligiosos propios de la comunidad. El grupo posee varios volúmenes manuscritos
que, según ellos, datan de la época del cisma y viajaron con ellos a través de los
continentes y océanos.
Las mujeres conservan lo que ellas consideran el traje típico ruso, el cual sin
embargo, demuestra numerosas influencias externas recogidas a través del pe-
regrinaje de tres siglos. Lo mismo se puede decir de los bordados a los que las
mujeres de la comunidad se dedican y los que venden, en sus viajes a Santiago
en las calles céntricas de la ciudad. Si bien el tema debería ser analizado detalla-
damente por los especialistas en artes populares rusos, es evidente la presencia
de las influencias orientales en el tipo y la ornamentación de los bordados. Los
hombres, si bien también conservan elementos de la vestimenta típica, incorpo-
ran más elementos de la vestimenta occidental.
Finalmente, y tal vez lo más importante, para desarrollar su actividad econó-
mica recurren cada vez más a la maquinaria y se insertan en las formas de com-
portamiento económico del mundo “profano”, demostrando buen conocimiento
de sus artimañas y triquiñuelas.
En otro ámbito de cosas, el grupo mantiene una severa endogamia, autori-
zando solamente los matrimonios dentro de la secta. Por tratarse de un grupo
minúsculo residente en Chile, se buscarían parejas para los integrantes solteros
302
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
260 Ibid.
261 E.Hobsbawm “Short XX Century”, London, 1994, p.344.
303
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
262 Información proporcionada por A.Sosnovski, ex funcionario el Comité soviético de Solidaridad con
los demócratas chilenos.
263 Ibid.
264 Observación de la autora.
265 Ibid.
304
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
266 Ver, “Chiliytsi s Volgui”, en “Sobesednik”, Moscú, mayo 1988, también entrevistas a E.Cruz, egresada
del Instituto de Idiomas Extranjeros de Moscú (Santiago, 1995), a Sergio Poblete y otros integrantes
del grupo (Santiago, 1993-1995). las primeras entrevistas a los integrantes del grupo fueron hechas a
pocos días de su llegada a Chile, mientras sus cónyuges aprendían castellano en los cursos organiza-
dos por el IDEA-USACH.
267 Entrevistas a E. A. (Moscú, 1995), V. P. (Santiago, 1994), T. Sh. (Santiago, 1995).
305
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
268 Ibid.
269 Entrevista a.M., Santiago, 1994.
270 Entrevistas a. P. y N.P. (Moscú, 1995).
306
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
307
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
273 De acuerdo a las entrevistas realizadas a los matrimonios retornados en Santiago en 1993-1995.
274 Ibid.
275 Ver “Sobesednik”, Op.cit., más las entrevistas a E.Cruz (secretaria del consulado de Chile en Moscú) y
las entrevistas y encuestas aplicadas a los matrimonios retornados en Chile en 1993-1995.
276 Ibid.
308
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
277 Entrevistas a Bernardino Correa, V. B., Juan Carrillo, Tamara Kiriak y otros (Santiago, 1993-1995).
278 A.Sajarov “Memorias”, P&J, Madrid, 1991, p.312.
309
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
liberalización del régimen de la salida del país, tanto para aquellos que solamen-
te querían visitar las tierras al otro lado de la frontera, como para los que querían
abandonar la URSS para siempre.279
Por otra parte, la deslegitimación del sistema soviético en la segunda mitad
de los años ochenta, incluía como componente importante la contraposición a
éste de los logros, reales e imaginarios de las sociedades occidentales en los más
diversos aspectos. El famoso documental del director cinematográfico perestroi-
kiano S.Govorujin “Así no se puede vivir” y otros productos culturales e ideológi-
cos semejantes, se entendían por el público como “aquí no se puede vivir”, con la
alternativa de que allí, en el extranjero, todo sería mejor.
Indudablemente jugó su rol el fenómeno del fruto prohibido, esta mitologi-
zación del mundo exterior inalcanzable existente en Rusia desde hace siglos y
llevada a su apogeo en el período soviético. “Daban ganas de salir, no importa-
ba volver después o irse para siempre, lo importante era cruzar el límite, sentir
que se podía estar al otro lado”, recuerda una de nuestras entrevistadas.280 Los
que salían como turistas, volvían deslumbrados, tanto por lo visto, como apo-
yados en esta admiración por el tono de los medios de comunicación “libres y
democráticos”. “A cada persona que salía en esos años por invitación particular
o profesional se le esperaba con gran incógnita: volverá o no volverá”, continúa
nuestra interlocutora.281
Por primera vez en muchos años, cualquier persona que se sentía disconfor-
me en la URSS, no tenía obstáculos serios de parte de su estado para abandonar
el país y probar suerte afuera. Dada la novedad de la situación, no se pensaba en
las dificultades de la inserción en otros países. El principal obstáculo, el Depar-
tamento de Visas y Autorizaciones, conocido como la “casa de los rechazos”, fue
removido. El soviético común y corriente, incluyendo en primer lugar sus pro-
fesionales, intelectuales, artistas y aquellos que soñaban con ser businessmen,
creían profundamente que el único obstáculo para su plena realización era el
279 El seguimiento de la “apertura de la frontera” ver en “Novedades de Moscú”, año 1987 - primera mitad
de 1988.
280 Entrevista a E.F. Santiago 1996
281 Ibid.
310
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
282 Ver, “Novedades de Moscú”, abril 1987; “Komsomolskaia Pravda” 23 de junio de 1987; “Argumenti y
facty”, 3 de septiembre de 1988, etc.
283 “Novedades de Moscú”, Nº50, 1988.
284 “Izvestia”, 18 de agosto de 1993.
285 Jerusalén Post, Nº1, 1995.
286 Al respecto, ver “Novedades de Moscú, Nº3, 1993.
311
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
A principios de los años 90, cuando la crisis económica en la URSS tocó fon-
do, a la vez que estallaron conflictos interétnicos en varias repúblicas, la psicosis
masiva del éxodo alcanzó su apogeo, expandiéndose a lo largo y ancho del terri-
torio soviético y abarcando a todos los sectores sociales.
En Chile mientras tanto se realizó, pacífica y consensualmente, la transición
hacia la democracia. En el verano moscovita de 1990, se inauguró en esa capital
la Embajada de Chile, cuyo consulado tenía entre sus tareas prioritarias el apo-
yo a la colonia chilena residente y la representación de la Oficina Nacional de
Retorno, creada en Chile ese mismo año con el fin de contribuir al retorno y la
reinserción de los exiliados.287
La mayoría de los chilenos residentes en la URSS en ese momento tomaron
contacto con la Embajada, recuperaron sus pasaportes chilenos, así como regis-
traron en el Consulado sus matrimonios contraídos en la URSS y sus hijos naci-
dos en ese país. El proyecto de retorno comenzó a tomar cuerpo.288
Hay que destacar que en la prensa y en la opinión pública soviética de esos
años, la imagen de Chile cambió rápidamente. En la medida de que las ideas del
liberalismo económico iban ganando adeptos, tanto entre los economistas ru-
sos, como entre la opinión publica en las capitales, a la vez que todo lo que antes
era blanco en la visión del mundo se tiñó de negro y al revés, se “rehabilitó” en
la opinión masiva la figura del general Pinochet y se comenzó a hablar del mila-
gro económico chileno.289 Así, Chile se convierte por primera vez en un destino
atractivo para los rusos que desean emigrar. En los años 1991-1992 diariamente
llegaban a la Embajada de Chile en Moscú decenas de cartas de ciudadanos so-
viéticos que buscaban emigrar a Chile.290
Consideramos que todo este ambiente influyó en la decisión de los matrimo-
nios mixtos chileno-rusos radicados en la URSS desde mediados de los años 70,
287 Entrevista a Jorge Guzmán, cónsul de Chile en Moscú 1990-1993, Santiago, 1995.
288 Ibid.
289 Ver, artículos de V.Naishul en “Izvestia”, “Novedades de Moscú”, “Novy mir”, agosto-septiembre 1991.
290 Entrevista a E.Cruz, secretaria del consulado de Chile en Moscú a principios de los noventa, Santiago,
1995.
312
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
para emprender el retorno. Se trataba más de una de las formas del éxodo del
“homo sovieticus”, que del retorno del exilio chileno.
Algunos de nuestros entrevistados reconocían explícitamente que fueron las
circunstancias externas soviéticas las que los obligaron a buscar formas de “emi-
grar”, utilizando su propio término.
Varias familias, de hecho, son refugiadas de Chernobyl. Este es el caso de un
cantante lírico chileno residente desde fines de los años 60 en Kiev, padre de
tres hijos de sus dos matrimonios con mujeres kievitas, pianista la primera y pe-
riodista la segunda. “Ya soy más ucraniano que chileno, ya no conozco Chile ni
tengo a nadie allí. Nunca pensé irme de aquí. Pero Chernobyl nos cambió todos
los planes. Los niños están enfermos. Si no los saco de aquí, morirán. Primero
intentamos emigrar a Canadá, no pudimos conseguir visa, entonces pensamos
irnos a Chile. Pero sé que nos va a ser difícil”. Llegaron a Chile a fines del 1992,
regresando los hijos mayores al año siguiente a Kiev.291
Una situación similar presenta un físico bielorruso, egresado de la Universi-
dad “Lumumba” y casado con una químico chilena. Al titularse vivían y trabaja-
ban en Minsk en su especialidad, doctorándose él a pocos años en la Academia
de Ciencias de Bielorrusia. La ola radioactiva de Chernobyl sobre la región y los
primeros síntomas de enfermedad en la hija del matrimonio, los obligaron a ha-
cer maletas en 1990.292
Otra de las razones importantes que influyeron en la decisión de los residen-
tes antiguos, fue el de los conflictos interétnicos. Nuestra entrevistada, una co-
reógrafa moldava, casada con un técnico agrícola chileno nos cuenta: “Vivíamos
en Cis-Dniestria. Trabajábamos bien los dos. Convivíamos perfectamente allí
todos: los moldavos, los rusos. A mi marido lo recibieron muy bien allí. Y de re-
pente comenzó esa guerra. Hay gente que necesita crear todos estos problemas
y a nosotros nos toca sólo sufrir. Que hacemos: yo soy moldava, mi marido es
chileno, en casa hablamos ruso, los niños están en la escuela rusa. No quisimos
esperar que a Sergio se lo llevaran al ejército ruso local o al moldavo, nos trasla-
313
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
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los grados de magister. Dentro de este grupo, el 9,8% tiene estudios de doctorado.
A la vez, el 7,3% declara estudios superiores no universitarios. Recordemos que
el universo encuestado incluía adolescentes que estaban cursando la enseñanza
media. A ello podemos agregar que todos los hijos de matrimonios mixtos o de
inmigrantes individuales de esta generación que terminaron la enseñanza me-
dia en el lapso transcurrido, entraron a la educación superior universitaria. Vale
destacar que varios prefirieron volver para ello a Rusia.
El grupo encuestado en 1993 presentó la siguiente distribución de acuerdo a
las especialidades: el 29,3% son profesionales de las ciencias sociales y las huma-
nidades, mientras que el 17,1% lo es en el área de la ingeniería, el 4,9% en el área
de las ciencias naturales y exactas y un 7,3% en la esfera de la medicina.
No obstante el alto nivel formativo y profesional, su inserción laboral y profe-
sional fue larga y en muchos casos no correspondió a las expectativas previas al
viaje. A fines del 1993, cuando su permanencia en Chile oscilaba, por lo general
entre pocos meses y dos años, el 43,6% declaraba que sus expectativas profe-
sionales casi no se han cumplido o no se han cumplido en absoluto y sólo el
17,0% las consideraba cumplidas casi plenamente o plenamente. Entrevistadas
nuevamente durante el año 1996, casi todas nuestras antiguas conocidas, con ex-
cepción de las profesionales en Ciencias Sociales y Humanidades y de las perso-
nas sin educación superior, declararon estar satisfechas con su inserción laboral
y profesional. Vale destacar que esta vez la pregunta fue cambiada, evitando la
comparación con sus expectativas previas y refiriéndose a su grado de satisfac-
ción actual frente a la situación presente. También es importante subrayar que
la imposibilidad de insertarse profesional y laboralmente o la insatisfacción con
la inserción alcanzada es la principal causa de la re-emigración y del regreso de
las (los) inmigrantes a su país. Lo último afecta especialmente a las profesionales
del mundo de las humanidades y artistas.
Contrastando con las respuestas anteriores, el 43,9% declaró en 1993 que sus
expectativas relacionadas con el nivel de vida se han cumplido, entre ellos el
29,2% consideraba que estas se cumplieron casi plenamente o más que plena-
mente. Sólo el 21,9% consideraba que estas no se han cumplido. Es curioso que
estos datos no tienen correlación con el nivel socioeconómico al que parecen
319
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320
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321
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322
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303 Conclusiones producto de la observación participativa practicada durante los años de la realización
del estudio.
304 Ibid.
323
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324
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310 Seguimiento de casos, información ofrecida por los parroquianos de la iglesia ortodoxa rusa en Chi-
le.
311 Entre vistas a S.B., A.N., Yu.N.
326
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327
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315 Ver el curioso periódico de avisos ruso “Emigratsia” (con el subtítulo: para los que se fueron, para los
que se quieren ir, para los que se quedan en casa), marzo 1997.
316 Conferencia ofrecida por un representante del Ministerio de las Relaciones Exteriores de Argentina
en el seminario “Unión Soviética - América Latina: búsqueda de un nuevo perfil de las relaciones”,
organizado por la CEPAL y el Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de la URSS, julio
1991.
328
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329
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318 Procesamiento de la encuesta aplicada a los matrimonios mixtos chileno-rusos arribados al país en la
primera mitad de los años 90.
330
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
llegaron al país sin saber una palabra en castellano, sueñan ahora en este idioma.
En lo cotidiano, la adaptación al modelo local se refleja en las pautas de consu-
mo, alimentación, articulación del hogar, si bien, por supuesto, ciertos rasgos
propios persisten. Es en esta etapa, llamémosla “de normalización”, cuando co-
mienzan a producirse fenómenos transculturales. Los fenómenos de la cultura
chilena alta y cotidiana son interiorizados a partir de la experiencia vivencial y
cultural previa, apareciendo ciertos productos culturales sintéticos, a la vez que
los nuevos fenómenos culturales del país de origen son captados con una mirada
distinta.
Tomando en cuenta que la mayoría de inmigrantes de esta generación son
mujeres, podemos hablar del despertar de una particular conciencia de género,
a partir de la reflexión y de la vivencia de las similitudes y diferencias del papel
de la mujer en ambas sociedades.
Vale destacar que la inserción laboral de las mujeres profesionales cónyuges
de chilenos retornados de la ex URSS fue más rápida y más exitosa que la de sus
maridos. Creemos que influyó en eso una mejor receptividad de la sociedad chi-
lena y especialmente de los empleadores a profesionales extranjeros(as) que a
sus compatriotas retornados estigmatizados ideológicamente, así como las par-
ticularidades de personalidad de estas mujeres inmigrantes y el nivel objetivo de
su formación y experiencia.
Esbozaremos ahora un cuadro de especialidades en las que trabajaban a
mediados de los 90 en Chile inmigrantes rusos venidos al país en esa década.
Hay entre ellos artistas como bailarines(as) y músicos integrantes de orquestas,
concertistas y profesores(as) de interpretación musical y danza, entrenadores de
deporte de alto rendimiento, instructoras de gimnasia aeróbica y modelos. Hay
profesionales de la salud, entre ellos el grupo más importante son médicos, se-
guidos por enfermeras, matronas y médico-bioquímicos. En el campo contiguo
se sitúan psicólogas. Varias personas trabajan en el campo de la arquitectura,
ingeniería industrial y comercial. En las universidades encontramos profesores
(as) e investigadores (as) en las áreas de física, matemática, química, biología,
geología, oceanología, historia y ciencias sociales, lingüística y literatura. Algu-
nos de estos profesionales se desempeñaban en los primeros años de su vida
331
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
332
Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
En los primeros años del nuevo milenio la inmigración rusa en Chile ha ad-
quirido una nueva dinámica, conservando a la vez sus características fundamen-
tales observadas a lo largo de su historia.
En primer lugar, hay que destacar su notable aumento numérico. Según nues-
tras estimaciones, la colonia se ha duplicado en el último lapso, subiendo el nú-
mero aproximado de sus integrantes de unas 200 a unas 400 personas adultas.
Las principales fuentes de este crecimiento inmigratorio han resultado por
un lado, la reemigración a Chile de una parte de los inmigrantes llegado durante
la década de los noventa a Argentina (repitiéndose de esta manera, la situación
observada durante las migraciones clásicas de hace un siglo), y por otro lado,
la contratación por diversos organismos y empresas chilenos de profesionales
rusos. Se conserva también el “goteo” migratorio por razones familiares y se dan
casos de inmigrantes individuales con cuerda aventurera al estilo de “patipe-
rros”.
Los cambios ocurridos en la pasada década en Rusia y otros países de la ex
URSS, su transición dolorosa, pero ya irreversible hacia la economía de mercado,
así como la experiencia previa de vida en otros países occidentales de una parte
significativa de los nuevos inmigrantes, influye en su capacidad de inserción en
Chile. Ahora se trata más bien de la adaptación a las condiciones particulares
chilenas y no el cambio del modelo socio-económico en su totalidad.
Se mantiene intacto e incluso se acentúa el carácter profesional, académi-
co y artístico de la inmigración rusa. A pesar de que los programas de inmigra-
ción dirigida de los científicos desde la ex URSS a principios de los noventa no
prosperaron, muchas de las Universidades chilenas cuentan hoy entre su cuerpo
académico con profesores e investigadores rusos. Sólo en la Universidad de San-
tiago se desempañan actualmente ocho de ellos, todos con grado académico de
doctor. Su incorporación a la comunidad científica de Chile se refleja asimismo
en las publicaciones académicas realizadas en calidad de investigadores de las
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320 Congreso de Compatriotas Residentes en el Extranjero. 11-12 de octubre de 2001. Moscú. Docu-
mentos finales, Moscú, Ed. “Drofa”, 2001
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cierto realizado en el Centro Cultural en 2002 a beneficio del hogar de niñas de-
pendiente de la Iglesia Ortodoxa Rusa en Chile, que había sufrido un incendio.
A su vez, en la escuela rusa, formada al alero de la Embajada, estudian hoy
juntos hijos de los miembros de la misión diplomática y de miembros de la co-
lectividad rusa residente. El cuerpo de profesores se vio enriquecido con la par-
ticipación de profesionales rusos residentes en el país, varios de ellos con grados
académicos superiores. La escuela ha servido como un importante instrumento
de la mantención del idioma y cultura rusos entre la segunda generación de los
inmigrantes de la última década.
Comenzando el tercer milenio la colectividad rusa en Chile, se reafirma como
un aporte importante al país receptor en el ámbito profesional, científico y artís-
tico-cultural, constituyendo a la vez una pequeña isla de la cultura rusa al sur del
mundo.
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Habiendo llegado al país sin el conocimiento del idioma, sólo al cuarto año
Konstantin pudo aprobar el examen teórico. Luego los exámenes prácticos fue-
ron aprobados en tres meses. Mientras tanto volvió a sacar el cartón de técnico
dental, ahora especializado en las radiografías, aprendió el idioma y se interiori-
zó en el funcionamiento de las clínicas dentales chilenas.
La autodisciplina, hábitos de trabajo, rigor, fuerza de carácter, junto con el
profesionalismo, todo eso permitió a Konstantin con el tiempo lograr una buena
posición profesional. Hoy tiene su consulta particular en Providencia y también
se desempeña como docente en la facultad de odontología de la Universidad de
Chile.
Tampoco olvida su pasión artística. En la medida que los aspectos profesio-
nales, materiales y personales de la vida se iban estabilizando, reapareció la po-
sibilidad de dedicarle algo de tiempo y fuerzas. En 2004, durante la cumbre de
la APEC en Chile los coreógrafos rusos prepararon un espectáculo en el teatro
Municipal de Viña del Mar. Konstantin participó en el espectáculo que para él
significó volver al folclore. Recientemente se incorporó al conjunto folclórico de
la colonia “Bayan” agregando la coreografía a sus dimensiones instrumentales y
de canto.
En el plano personal, Konstantin se casó con una chilena. Sus hijos tienen hoy
8 y 2 años. Por el momento, según Konstantin, logra mantener el idioma ruso con
ellos. Un gran aporte para este objetivo son los viajes a la casa de los abuelos en
Crimea.
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Los proyectos realizados eran de la más diversa índole. Yo tenía muchos con-
tactos por mi antiguo trabajo. En Rusia yo era vice-director de la Dirección de
abastecimiento del Ministerio de Producción de materiales de construcción in-
dustriales. Por eso, una vez restablecido los contactos con mis antiguos colegas y
conocidos, empezamos a importar y vender neumáticos, importar y ensamblar
excavadoras. Obtuvimos la representación de los camiones ZIL en Chile y todos
los permisos necesarios para esta gestión. Todo estaba preparado para recibir la
primera partida de camiones, cuando en Chile fue aprobada una ley mucho más
severa sobre las normas de emanaciones de gases para la maquinaria pesada.
La maquinaria rusa no satisfacía estas normas, quedamos fuera del mercado y
al final en el año 2001 la empresa cerró definitivamente, y yo salí a navegar libre-
mente en el mar del libre mercado.
Lo que se refiere a las primeras impresiones de Chile y las expectativas… Re-
cuerdo mi primer trayecto desde el aeropuerto a Santiago…no he podido borrar
la sensación, que no era una ciudad, sino un poblado cosaco de Kubán, una “sta-
nitsa”, por supuesto que más grande que aquella donde vivía mi abuelo. Las casas
de un piso, el calor, las acacias, el pasto seco, amarillo, y los aromas de algunas
plantas o hierbas, las cuales también me recordaban a mi Kubán…. Y lo más pa-
recido fueron las montañas que se extendían por todo el horizonte, igual que el
Cáucaso allá.
Posteriormente, cuando buscaba trabajo ya sea en el centro de Santiago o en
los llamados barrios altos fue otro el efecto….una arquitectura hermosa, moder-
nas construcciones, muchas áreas verdes, flores en cada balcón, rinconcitos muy
bien cuidados y a la sombra…. Moderno y bonito. El idioma lo aprendí bastante
rápido, tenía una buena base y lo demás es cuestión de deseo y práctica.
La lengua española es bonita y melodiosa, me gusta mucho más que el in-
glés. Mi hijo, el que ahora tiene 25 años, sigue hablando ruso, aunque abandonó
Moscú a los 7 años. No tuvo dificultades para ambientarse en el proceso escolar
aun cuando llegó a mediados de año. No es un secreto, que el nivel de educa-
ción en Rusia tanto primaria como secundaria es más alto que en Chile. Desde
un principio hasta al final de sus estudios fue unos de los mejores alumnos de
su clase en el Liceo de San Miguel y terminó como el mejor de su clase y de su
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ciudad llamada ZIL. La mayoría de los trabajadores de aseo eran postulantes fa-
llidos de la Universidad de Moscú, afuerinos, que se preparaban para su segunda
oportunidad. ¡Cuanta poesía, cuantas discusiones acerca de las novedades tea-
trales y literarias escucharon las paredes de su cuarto de descanso en la fábrica!
Gracias a Dios, las horas de trabajo no eran tantas… Y en la noche, las clases en
los cursos preparatorios de la Universidad, terminaban a las once.
Al año siguiente Zhenia ingresó en la Facultad. Era el año 1985. Los estudian-
tes latinoamericanistas tenían su Sociedad Científica Estudiantil. En la primera
reunión a la que Zhenia asistió a pocos días de entrar a clases, se discutían las
impresiones del recién celebrado en Moscú Festival Internacional de la Juventud
y los Estudiantes, donde los futuros latinoamericanistas, en calidad de intérpre-
tes, habían compartido con los representantes de las sociedades e incluso de las
corrientes políticas que eran objeto de sus estudios. El ambiente de la Facultad
resultaba ser una ventana al mundo.
Más aun que los años universitarios coincidieron con los de la Perestroika.
El despertar del pensamiento crítico, nuevas lecturas, el despertar del activismo
cívico. Y el medio muy particular de los latinoamericanistas universitarios que
unía a los estudiantes y posgraduados de diversas generaciones. La tesis de li-
cenciatura de Zhenia estaba dedicada a Chile del período de la Unidad Popular.
Sus buenos comentarios auguraban el camino directo al Doctorado. Las redes de
colegas de las promociones anteriores ayudaron encontrar el Programa donde
ese año aceptaban latinoamericanistas. Sin ser moscovita, los mayores obstá-
culos no eran del carácter académico, sino burocrático. Los papás, inicialmente
algo escépticos respecto de la profesión de la hija, apoyaron. Los estudios doc-
torales en el Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales de la
Academia de Ciencias (IMEMO), bajo la dirección de Kiva Maidanik, bien valie-
ron la pena. La tesis doctoral también fue sobre los procesos políticos recientes
de Chile. Como era común entre los latinoamericanistas soviéticos, las posibili-
dades de visitar el país estudiado durante la preparación de tesis, eran casi nulas.
En el caso concreto de Chile, la situación se complicaba por la no existencia de
las relaciones diplomáticas entre los países, pero a la vez se compensaba con los
contactos estrechos con los exiliados políticos chilenos.
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Al final, Oleg se quedó en Chile por muchos años. Insiste: «nunca emigré, lle-
gué a Chile por la necesidad de vivir por lo menos dos vidas dentro de una. Aquí
me sentí en mi lugar, es que desde los 14 años soñaba con llegar acá. Y entre otras
cosas, aquí hay lugares que conservan los olores de mi infancia».
De sus primeros meses de vida, en un país teóricamente conocido, pero que
resultó incógnito en la práctica, Oleg destaca lo interesante que le fue partir des-
de cero «pero no porque la vida anterior no hubiese resultado, sino porque yo
sentía que tuve en ella demasiada suerte y todos los logros anteriores eran algo
realmente no merecido». Después empezó la etapa de sobrevivencia, cuando casi
no quedaba energía (ni ganas tampoco) para reflexiones abstractas. Los amigos
ayudaron mucho, pero la adaptación a una realidad nueva demoró cerca de 7
años. Ganaba plata de muchas formas: instalando acuarios, repartiendo cartas,
vendiendo stand para exposiciones, celulares, sándwich en las calles, adquirien-
do así una valiosa experiencia y conociendo la realidad chilena desde dentro.
Después fue productor de teatro, trayendo payasos ucranianos a Sudamérica
con un socio chileno. Como proyecto económico todo esto ha sido un completo
desastre, pero quedaba muchísimo tiempo libre. Así es que pudo dedicarse a la
escritura y traducciones. En Rusia se publicaron dos libros de sus traducciones
del vocero zapatista de Chiapas Subcomandante Marcos y en las páginas rusas
de Internet empezaron a circular varios textos de Eduardo Galeano, Luis Sepúl-
veda y otros. Fue corresponsal en Chile del servicio ruso de BBC y de varias re-
vistas rusas. Según dice: “el periodo de desempleo fue el más productivo de mis
tiempos”.
Hace cuatro años creó una agencia de viajes especializada en Chile y países
vecinos para el público ruso y ucraniano y a partir de entonces trabaja en turis-
mo. De alguna forma esto ha sido la concreción del viejo proyecto del Centro de
intercambio cultural e informativo. La vida se gana con el turismo y todos los
ejercicios periodísticos y literarios se hacen en el tiempo libre. Oleg plantea: “…
no creo en las palabras sobre la “neutralidad” y “objetividad” del periodista, ya
que creo que lo único realmente interesante en cualquier comunicación huma-
na es justamente la posición y subjetividad de las partes. O sea, nuestras ideas,
nuestros sueños, nuestras emociones, justamente esta el la principal diferencia
que tenemos con el mundo de los inanimados”.
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Respecto del tema de la “identidad rusa” en el exterior, Oleg llama evitar las
simplificaciones: “diferentes rusos entienden como la identidad rusa cosas bien
diferentes… ¿y qué es la chilenidad?.. ¿o la ucranianidad? …nací en el territorio
que hoy se llama Ucrania, pero entonces era parte de otro país, la URSS, fui edu-
cado en la cultura rusa, cuando cumplí 14 años por primera vez me enteré que la
mitad de mi sangre era judía, uno de mis abuelos era polaco…, después descubrí
América Latina y empecé a amarla. Como no sé amar platónicamente, tuve que
trasladarme hacia acá. Trato de identificarme con lo mejor que conozco de las
culturas e historias que para mi son cercanas y de las cuales me siento parte. Y
junto con eso, por supuesto, hay cosas que no me gustan, que me gustaría supe-
rar en mí y en las culturas y mentalidades que me son cercanas. Los rusos tienen
muchas cosas malas y muchas cosas buenas. Los chilenos también. Los pueblos
y las personas estamos en un permanente proceso de cambios. A veces hacia lo
mejor y muchas veces al revés. Creo que las guerras, dictaduras y todo tipo de
cataclismos cambian el carácter de las naciones hacia lo peor, a pesar de tanta
literatura romántica, heroica y bonita, escrita sobre esos temas. “
“Por la historia o las historias que tuvimos los chilenos y los rusos tenemos
algo en común: una cultura del miedo… un instinto de obediencia al poder…
¿qué más nos une? Un montón de diferentes complejos frente a los extranjeros.
Los obtuvimos nosotros gracias a la “cortina de hierro” y los chilenos por el ais-
lamiento geográfico del país. Un complejo de inferioridad que se presenta con
un discurso de superioridad. Así la gente humilde, chilena y rusa, la que no suele
viajar al extranjero, sinceramente cree que su pueblo es absolutamente único y
especial. El más bondadoso y a la vez el más pillo. El más enigmático y el más
sabio. El más flojo y el más creativo… Pero todos los pueblos son muy especiales
y justamente en eso se parecen tanto. “
“Creo que una de formas de comprender mejor la cultura propia es mirándo-
la desde fuera, para ver su lugar y dimensión real en el mundo. Para entender que
nadie es mejor o peor, que estas comparaciones simplemente no tienen mucho
sentido. Mientras más diferentes tradiciones y elementos culturales tratemos de
vivir y sentir, mejor podremos entendernos, más opciones reales tendremos en
la vida. En el mundo no existen mundos y culturas aislados, la misma Rusia es
una mezcla de una multitud de culturas, tradiciones, esperanzas, frustraciones y
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Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
sueños… y en eso hay muchas similitudes con los procesos en América Latina. Es
todo un tema… y mientras más respuestas aparecen, más preguntas surgen. “
“El hecho de encontrarse apartado de las raíces propias, de las redes familia-
res, del idioma natal, de las tumbas de los antepasados, de los lugares relaciona-
dos con la infancia, no es algo muy natural, no es algo sano… Frente a eso hay dos
posibilidades: crear un ghetto propio y encerrarse allí, dedicando el resto de la
vida a la nostalgia y al vodka o ver la vida en otro país como una oportunidad de
redescubrir el mundo. Tal vez se puede ver la vida como un viaje, con derecho a
dejar una huella. Y no hacer demasiado caso a las fronteras.”
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de trabajo. Pero las ganas de viajar, de conocer gente nueva, de ayudar a descu-
brir América a sus compatriotas resultaron más fuertes. Nadia se unió al proyec-
to turístico de Oleg Yasynsky.
“Yo siempre me dedicaba a lo que me gusta, no puedo vivir de otra manera,
- afirma Nadezhda. En un país ajeno es más difícil encontrar este camino, supe-
rar los obstáculos, encontrar gente en quien confiar, avanzar hacia el objetivo
propuesto. Me gusta mi trabajo y esto es mutuo. Cuando hay motivación y hay
respuesta, cuando la gente te agradece por el viaje, cuando se enamoran de este
continente y vuelven y traen amigos, en estos casos la jornada laboral no me-
dida y sin feriados, los imprevistos y las sobrecargas psicológicas, todo esto se
recompensa. Desde muy joven me gustaba la expresión de Borges “ciudadano
del mundo”. Es precisamente así como yo me he sentido siempre. No hay países
buenos y malos, en todas partes uno puede encontrar personas con intereses y
espíritu cercanos. Tengo dos lenguas, dos culturas, dos historias, yo me siento
parte de este continente con su historia trágica. También se siento parte de Rusia,
aunque de mi Rusia y en especial de mi Moscú ya no queda casi nada.”
“La emigración no debe ser un intento de huir de uno mismo. Hay que ver
muy claramente por qué quieres irte, si te molestan las circunstancias externas
o estás en desacuerdo contigo mismo. El traslado a otro país es un shock y una
crisis, es un montón de dudas y decepciones, es un proceso muy complejo y de
mucha responsabilidad, en el cual, lo más probable todo va a resultar distinto a
lo que se pensaba y se soñaba.”
“La emigración es una experiencia de enorme valor que nos da la posibili-
dad de observar, comparar, analizar, y precisamente estos procesos nos ayudan
a comprender mejor a nosotros mismos y a los otros, hacernos más tolerantes,
más sabios, mirarnos a nosotros mismos desde afuera, probar a uno mismo y
llegar a creer en si, vivir dos o más vidas en los marcos de una. Creo que cualquier
crisis debe llevarnos a resurgir en una nueva cualidad, hacernos más fuertes y
más humanos, enseñarnos a tomar decisiones, confiar en nuestras fuerzas y fi-
nalmente cosechar los frutos de nuestro trabajo.”
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Capítulo V. MIGRACIONES ENTRE CHILE Y RUSIA EN EL ULTIMO MEDIO SIGLO
La pintora rusa Angelina Zhulebina saltó a las páginas de los periódicos chi-
lenos a raíz de su matrimonio. Se trataba de la primera pareja en la historia de
la Humanidad que celebró su unión en la Antártica. La historia personal de An-
gelina, de su familia y de su esposo está estrechamente relacionada con la rea-
lidad del continente blanco y de la cooperación que siempre ha existido entre
las estaciones antárticas chilenas y rusas, incluso en los tiempos cuando entre
Chile y la URSS no había relaciones diplomáticas. Hija de un expedicionario ex-
perimentado, Angelina comenzó a soñar con la Antártica a los 14 años, cuando
su padre partió a una estadía muy larga y trabajosa que duró en total 20 meses. La
despedida del rompehielos, la espera de las cartas y los sueños de llegar a pintar
en la Antártica marcaron la adolescencia de Angelina que ya entonces estaba
convencida de su vocación artística.
Años después, en 2004 en la estación rusa Bellingshausen se estaba armando
una iglesia ortodoxa. El piloto chileno, Eduardo, que participó en la operación
de transporte, se hizo amigo de los expedicionarios rusos. Volvieron a encontrar-
se en Santiago y unos meses después Eduardo viajó a San Petersburgo invitado
por el padre de Angelina. Le antecedieron las primeras clases de ruso en el Cen-
tro Cultural Ruso en Santiago y aun antes, las primeras conversaciones con los
monjes ortodoxos en la iglesia antártica. En Rusia no lo esperaba en panorama
turístico común, sino el calor familiar, el esperar a Angelina después de su traba-
jo para pasear juntos por la ciudad al atardecer, una visita al Monasterio de San
Sergio de Radonezh, cerca de Moscú, un nuevo encuentro con los monjes que
había conocido en Antártica. Después, un nuevo viaje sorpresa de Eduardo a San
Petersburgo, la partida del padre de Angelina a una nueva expedición antártica,
el primer viaje de Angelina a Chile que se extendió por un año y la conversión de
Eduardo a la iglesia ortodoxa rusa.
A Angelina le costó mucho tomar la decisión: “La vida real de inmigrante en
un país ajeno es muy distinta de las sensaciones de un viaje exótico. A pesar de
que todos te tratan con cariño y afecto, admiran tus talentos y tu físico, de repen-
te una comienza a sentir fuertemente ser parte de otra gran cadena, parte de la
nación de una, parte de lo que se llama la Patria. Primero piensas que echas de
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menos a la mamá, los amigos, las cosas a las que estás acostumbrada, pero luego
lo sientes como algo más profundo. Hay emigrantes que concientemente aban-
donan su país que quemar los puentes, olvidar su idioma y no enseñarlo a sus
hijos. Yo nunca pensaba emigrar y no sentía mi país como “espacio soviético” o
“espacio postsoviético”… El sentir de la Patria es como el aire, cuando lo tienes,
no lo notas, cuando no lo hay, no se puede vivir. Entonces ¿Qué hacer? ¿Respirar
el aire o convertirse una en el aire? ¿Integrarse y adaptarse a otras costumbres?
¿O quedarse en lo propio? Hay tantas opiniones al respecto y no se puede legar
a un denominador común. Un matrimonio internacional no es sólo una vida en
común de un hombre y una mujer. Son “negociaciones internacionales” diarias.
Cada opinión, frase, réplica o gesto se evalúan no sólo desde el punto de vista de
“bueno o malo”, sino a partir de las particularidades y significados nacionales.
Y cada paso, réplica o gesto tuyo lleva en sí el paso de toda tu nación. Ambos lo
sentimos muy pronto. Por eso para nosotros el sentido de contraer el matrimo-
nio en Antártica, aparte de muestra relación personal con esa parte de la Tierra,
ha sido la idea de crear nuestra unión familiar en el lugar donde no hay fronteras
ni países, en un lugar de libertad.”
Luego comenzó la vida cotidiana. Como artista, Angelina no podía quedarse
con los brazos cruzados. En estos pocos años ha creado varios proyectos de dise-
ño. Sin embargo, la actividad que ella considera más importante y que le propor-
ciona mayor satisfacción, ha sido su incursión en la enseñanza artística, un giro
importante en comparación con su trabajo en San Petersburgo. Hace tres años
Angelina dirige talleres artísticos para los niños rusos en Chile que sirven tanto
para mantener las bases de la cultura rusa, como para tener un espacio de comu-
nicación de las familias. Luego, al descubrir el interés de chilenos hacia la cultura
y el arte rusos, armó talleres de pintura ornamental rusa para adultos que im-
parte en el Centro Cultural Ruso y en la Municipalidad de Providencia. Tampoco
olvida Angelina la realización artística propia. En estos años ha seguido pintando
oleos e íconos. Cree que la actividad artística y el trabajo activo suavizaron su
adaptación a una nueva vida al otro extremo de la Tierra. “La asimilación en la
sociedad chilena no se produjo, pero encontré mi nicho en otra sociedad pre-
cisamente en el rol de extranjera, portadora de mi propia cultura, interesante
para esta sociedad y respetada por ella precisamente en esta calidad, tanto en lo
profesional como en lo personal.”.
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ANEXO
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quería regresar a su país. Tenía documentos listos para regresar a la Unión Sovié-
tica, pero murió en un accidente justo antes de partir a la URSS. Padre de Roberto
Bublik, decorador, nacido en 1943 en Alemania.
Bubnow Lucachevich, Dimitri (Дмитрий Иванович Бубнов) - falleció
22.09.63 a la edad de 63 años. De la “segunda ola” emigratoria, antes de la Se-
gunda Guerra Mundial vivió en la URSS.
Burmakina Burmakina, María - falleció 15.10.64 a la edad de 82 años.
Bürsoly Dolsa, Franz (Франц Францевич Бурсоли) – Húngaro étnico,
pero integrante de la colonia rusa. “Franz Franzevich” para la colonia. Falleció
27.05.59 a la edad de 62 años. Llegó con su familia desde Europa en los marcos
de la operación de la IRO en 1948.
Butenko Modzlewka, Wadim (Вадим Бутенко) – nacido en 03.03.1917, fa-
lleció 11.11.1993. De la emigración posrevolucionaria, vivió antes de la Segunda
Guerra Mundial en Yugoslavia. Ingeniero constructor, casado con Larisa, hija de
la bailarina Elena Poliakova.
Butin Hadeliaff Larissa (Butina-Denisova, Larisa Ivanovna) - falleció
24.10.1988. Nació en Rusia en 1901. Vivió en la zona Rusa de Harbin en China.
Llegó a Chile con su hijo Vladimir. En Chile fue dueña de casa.
Coslovsky Chernoff, Catalina (Екатерина Даниловна Аничкова) – falle-
ció 20.3.60 a la edad de 67 años. Esposa de Boris Anichkov, fue enfermera del
Ejército Blanco en el hospital de Tashkent (Asia Central), donde conoció a su fu-
turo esposo y donde se casaron el 26 de mayo de 1918. En 1919 con las unidades
blancas salieron a Kuldzhu (China), país donde permanecieron hasta 1926. Un
inesperado éxito de Catalina en juegos les permite trasladarse al Nuevo Mun-
do en febrero de 1927. Pasan por América del Norte y en mayo de 1927 llegan a
Chile. Durante la Segunda Guerra Mundial los Anichkov a través de la Embajada
soviética en los EE.UU. solicitan su incorporación al Ejército Rojo (Catalina iría
en calidad de enfermera), participan en actividades de solidaridad con la URSS,
Catalina envía recursos y medicamentos a la Cruz Roja Soviética, participa en la
Unión de Patriotas Rusos. Después de la guerra solicita, junto a su esposo, pasa-
porte soviético. La ruptura de las relaciones diplomáticas entre la URSS y Chile
impide la materialización de la recuperación de nacionalidad.
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tituló de arquitecto y se casó en 1938 con Elena Shroeter. Perdió a sus padres,
asesinados por los nazis en la ciudad de Novy Sad durante la ocupación de Yu-
goslavia. Al final de la guerra se encontraba con su familia en Austria. Llegó a
Chile en 1948 con su esposa y el padre de ella. Tras años de ejercicio de pro-
fesión, el Colegio de Ingenieros de Chile le convalidó su titulo. Participó en la
edificación del Templo Votivo de Maipú. Es autor del proyecto de la iglesia orto-
doxa rusa en la Av. Holanda.
Epplé Beleslin, Rosa (Ruzha) (Эппле Роза)- nació 09.09.1913, falleció
21.06.1996. Cuñada de Roman Epplé, esposa de su hermano Georgui, se crió en
Yugoslavia, llegó a Argentina después de la guerra.
Erlikova Malacova, Alexandera - falleció 22.7.67 a la edad de 85 años.
Fedorov Butkov, Angelina - falleció 30.04.2009 a la edad de 97 años, esposa
de Roman Kviross.
Feodoskin Reltuhina, Andres (Федюшкин Андрей Иванович) – nació
25.04.1907, falleció 11.11.1996. Nació en Grozny (actual capital de Chechenia)
y la leyenda cuenta que cuando era chico, fue secuestrado por los chechenos y
liberado por cosacos. Durante la guerra civil sus padres mueren a mano de los
rojos y Andrey, huérfano, se incorporó al ejército blanco, con el cual salió a Yu-
gosalvia. Allí completó sus estudios. Se tituló de ingeniero civil. Llegó a Chile en
1948. Se desempeñó en su profesión.
Fesenko Zolotareva, Elena – falleció 02.05.2000 a la edad de 96 años, abuela
de Nicolai Ivanov.
Filippovitch, Leoncio (Владыко Леонтий) - falleció 2.07.71en Buenos Ai-
res, a la edad de 64 años. Asumió su vocación de religioso en la URSS en los años
30, fue Obispo de Iglesia Ortodoxa Autónoma de Ucrania durante la Segunda
Guerra Mundial. Emigró después de la Segunda Guerra. Llegó a América del Sur
en 1946, nombrado por el Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el exilio, como
obispo en Paraguay. En 1953 fue designado a Chile, en calidad del arzobispo de
la Iglesia Ortodoxa Rusa en América del Sur.
Fischer Redin, Wladimer (Владимир Фишер) – falleció 31.10.86 a la edad
de 77 años. De la emigración posrevolucionaria. Vivió en Yugoslavia en el perío-
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fines del siglo pasado. Se desempeñó en Chile como profesora de piano. Su hijo,
A.M.Zaushkevich, llegó a ser uno de los ingenieros más destacados de Chile del
siglo XX.
Kovachevich Pavachevich, Irene (Ирина Кирилова) – falleció 10.11.80 a la
edad de 82 años. De la emigración posrevolucionaria. En el período de entregue-
rras vivieron en Yugoslavia. Esposa de Boris Kirilov.
Kriukow Alipow, Arcadio (Аркадий Крюков) – falleció 6.7.86 a la edad de
39 años Hermano de Ella (Elvira) Kriukova, nacido en Austria.
Kriukow Alipow, Gerald (Г.П.Крюков) – falleció 8-01-81 a la edad de 50
años. Hijo de Prokopiy Kriukov. Antes de la II Guerra Mundial vivió en la URSS y
fue llevado por los alemanes a trabajar a Austria, junto con sus padres y herma-
na. Llegó a Chile en 1948, mediante IRO.
Kriukow Smirnowa, Prokopy (Прокопий Яковлевич Крюков) - falleció
30.12.77 a la edad de 77 años. De la segunda ola emigratoria. Antes de la II Guerra
Mundial vivió en la URSS, en Novosibirsk, donde nació su hija Ella Kruikova. Su
esposa era de la familia de los “deskulakizados” en Viatka. Antes de la II Guerra
Mundial los Kriukov se trasladaron a la región de Cáucaso. Tras la ocupación
de la región por las tropas alemanas, toda la familia fue llevada a Austria como
osterbeiter. Llegó a Chile mediante operación IRO, de la zona de ocupación nor-
teamericana, junto con sus hijos Gerald y Ella (Elvira) Trabajó en Chile como
mecánico.
Kriwec Bala, Efim (Ефим Кузьмич Кривец) - falleció 17.12.68 a la edad de
73 años. De la emigración posrevolucionaria. Vivió antes de la Segunda Guerra
Mundial en Yugoslavia.
Kudin Bartisch, Wladimir (Владимир Кудин) – nació 08.09.1919, falleció
08.12.1994. Antes de la Segunda Guerra Mundial vivía en Ucrania, en la URSS. A
Chile llegó a fines de los años 40.
Kudin Fisun, Igor (Игорь Кудин) - falleció 21.12.71 a la edad de 83 años.
Kudin Neurath, Boris Waldemar (Борис Кудин) – falleció 22-12-81 a la
edad de 34 años. Hijo de Vladimir Kudin, murió en Santiago en un accidente.
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Llegó a Chile con sus padres en 1948. En Chile se desempeñó como comisio-
nista.
Lutzenko Lutsko, Vladimir (Владимир Клементьевич Луценко) – falle-
ció 7.12.60 a la edad de 62 años. De la emigración posrevolucionaria, vivió en
Yugoslavia entre las guerras.
Lwowa D., Anastasia – falleció 14.05.2001 a la edad de 73 años
Mackarenka Brazalevich, Elena (Елена Яковлевна Сазонова) – falleció
4.01.56 a la edad de 63 años.
Majaroff Tormaheva, Sergio (Сергей Можаров) - falleció 11.04.70 a la
edad de 75 años. Amigo de Garagín, el vecino de su finca en Rusia. Al parecer,
llegaron juntos de Yugoslavia en 1949.
Makarov Lanvitzka, Elena, (Луценко Луцко Елена Андреевна) – falle-
ció 27.10.1988. Nació en San Petersburgo en 1907. Esposa de Vladimir Lutzenko
Lutsko. Llegó a Chile desde Yugoslavia con su familia. En Chile se desempeñó
como masajista.
Makrinov Nikiforovska, Genady Nikolaevich (Геннадий Николаевич
Макринов) – falleció 26.11.60 a la edad de 62 años. De la emigración posrevo-
lucionaria. Antes de la Segunda Guerra Mundial vivió en Yugoslavia. Su hijo es
oficial de la Fuerza Aérea de Chile.
Maksaev Kamarova, Andrey (Андрей Ефимович Максаев) - falleció 21-
01-71 a la edad de 84 años. Cosaco de Don. De la segunda ola emigratoria. Antes
de la Segunda Guerra Mundial vivía en la URSS. En Chile trabajó como tornero.
Maksaev Karchina, Victor (Максаев Виктор Андреевич) – nacido en
1914, falleció 31.01.1992. De la segunda ola emigratoria, antes de la II Guerra
Mundial vivió en la URSS, en Ucrania. Hijo de Andrey Maksaev.
Malistsky Wolodina, Vera (Вера Александровна Вознесенская) - falle-
ció 2.8.67 a la edad de 68 años. Esposa de Andres Voznesenski.
Mansanto Reguera, Julieta Carolina (Хулиета Рожственская) – bolivia-
na, falleció 11.08.79 a la edad de 86 años. Esposa de Alejandro Rojstvenky.
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Dejó varias series gráficas inéditas, entre ellas – una dedicada a la vida de Ivan el
Terrible.
Marianov Kluge, Jorge (Хорхе Марьянов) - falleció 24.09.1997 a la edad de
52 años.
Maslakowa Ponierag, Elena (Елена Павловна Маслакова) - falleció
25.08.63 a la edad de 64 años.
Matveenko Vigranenko, María (Мария Иосифовна Матвеенко) - falle-
ció 27.07.69 a la edad de 69 años. Madre de E.A.Zolotujina. Nació en Samarkand
(Asia Central) donde su familia, proveniente de Saratov (región de Volga) tenía
negocio. A la edad de 16 años se casó con Alexander Matveenko y se fue a vivir a
Vladivostok (Lejano Oriente). Tras la consolidación del Poder Soviético en la re-
gión, A.Matveenko, propietario de una gran fábrica de cueros, tuvo que emigrar
con su esposa e hija de 12 años a Harbin. A.Matveenko murió a mediados de los
50, en vísperas de la partida de su familia a nueva emigración - a Chile. María
Vigranenko de Matveenko llegó a Chile con la familia de su hija.
Matveenko Vigranenko, Eugenia – falleció 27.07.2001 a la edad de 84 años
(Евгения Золотухина). Conocida en la colonia con su apellido de casada como
Eugenia Zolotujina, nació en Vladivostok. De niña emigró con sus padres a Har-
bin, China, donde creció y se tituló como dentista, llegó a Chile con su familia a
mediados de los años 50.
Maziaz Jedynak Maria Teresa - falleció 27.12.61. Su cuerpo fue trasladado
del Cementerio Católico
Mazieres Gen, Renée Inés – falleció 24.09.2002 a la edad de 89 años
Medvedeva Varionova, Anastasia – falleció 5.4.84 a la edad de 76 años.
Melinchukova Romanenko, Evdokia (De C.Arnold) – falleció 13.7.83 a la
edad de 80 años.
Melngilis Feics, Elmars – falleció 19.3.86 a la edad de 72 años. Nació en Le-
tonia en una familia de propietarios agrícolas, sus padres fueron expropiados y
enviados a Siberia con la incorporación de Letonia a la URSS en 1940. Se tituló de
ingeniero. Durante la ocupación alemana escondió a su novia judía y sus familia-
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res, por lo que fue enviado por los nazis a un campo de concentración, de donde
fue liberado al final de la guerra por los franceses. A Chile llegó de Suiza en los
años 50. Trabajó en las empresas ASIMET y en la Universidad de Concepción. Se
casó en Chile con Tamara Urban, hija de Ella Namenek Teske, integrándose a esa
gran familia.
Migunov Erotine, Klavdia (Клавдия Мигунова) – falleció 19.08.1997 a la
edad de 79 años.
Milovidov Bolandnik, Elena (Елена Миловидова) - falleció 24-09-75 a la
edad de 67 años. Llegó a Chile desde la zona rusa en Harbin, China.
Minaeff Pevkin, Nikolai (Николай Минаев) - falleció 2.02.72 a la edad de
88 años. Ingeniero-tecnólogo. Director de varias compañías de vapores en Volga.
Participó en el movimiento blanco durante la guerra civil. Salió de Rusia en 1920
con su esposa y su hijo recién nacido desde Novorosiisk a Yugoslavia, donde vi-
vió entre las guerras, trabajando como ingeniero en ferrocarriles. Padre de Oleg
Minaeff.
Minaeff Tolstow, Marina (Марина Олеговна Минаева) falleció 26.08.58.
Hija de Oleg Minaeff y Olga Tolstow de Minaeff. Murió a pocas semanas de na-
cer.
Minaew, Anastasia - falleció 25.02.1998 a la edad de 2 meses y 29 días. Nieta
de O.N.Minaeff.
Mimrin Markosova, Pavel (Павел Мымрин) - falleció 29.05.64 a la edad de
77 años. Nació en la región de Volga. Combatió en las tropas del ejército blanco
del almirante Kolchak durante la guerra civil. Doblemente caballero de orden de
San Jorge que se otorgaba en el ejército imperial ruso por valentía personal a los
soldados.
Mitjaev Lastaewa, Leonid (Митяев Леонид Ильич) – nació 16.04.1915, fa-
lleció 31.08.1995. Vivió en la URSS antes de la Segunda Guerra Mundial. Llegó a
Chile en 1948. Casado con la Dra.Vera Mitiaeva. Se insertó en Chile en el mundo
de los negocios como empresario de locomoción colectiva.
Mochov, Michail Alexanderovich (Михаил Александрович Мохов) - fa-
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se desempeñó hasta muy avanzada edad. Trabajó como jefe de taller en Am-
brosoli.
Solovieva Gorelova, Raisa (Раиса Демьяненко) – falleció 2.11.81 a la edad
de 84 años. De la emigración posterevolucionaria, llegó a Chile desde Francia.
Soltmann Petrova, Georg (Георгий Августович Зольтман) – falleció 14-
09.77 a la edad de 84 años. De la II ola emigratoria, antes de la II Guerra Mundial
vivió en la URSS. De origen alemán. En Chile se insertaron en el sector de comer-
cio.
Spiridonova Peregrimova, Alejandra (Сподина Александра Ивановна) –
nació 12.10.1904 en Narva (actual Estonia), falleció 20.08.1990. Emigró a Francia
donde estudio Química en la Universidad de Rouen. Llegó a Chile en 1947 con
su marido Nicolás Spodine y su hija Eugenia nacida en 1942 en París.
Spodine Popoff, Nicolas (Николай Сподин) – nació en 1898 en Rostov-
en Don., falleció 5.12.80 a la edad de 82 años. Durante la Guerra Civil en Rusia,
fue oficial del ejército blanco de Kornilov. Emigró a Bulgaria (aprox.en 1924) y
luego a Francia, donde se tituló de ingeniero químico y se casó con Alexandra
Spiridonova. Durante segunda guerra vivieron en Paris. Llegó a Chile con su
familia en 1947. Su hija Eugenia Spodine Spiridonova es Dra. en Química,
académica de la Universidad de Chile y madre de Nicolás, Dimitri y Andrei
Kriukov Spodine.
Sroloch, Juris - falleció 13.10.1998 a edad 51 años. Hijo de Baskakov.
Stankoff Oratt, Oscar Pablo Nomadic (Павел Павлович Станков) – falle-
ció 15.9.82 a la edad de 89 años. Padrastro de A.M.Zaushkevich. En la época del
Imperio, había sido periodista. Llegó a Chile en los años 20, vivió en Valparaíso.
Stankovsky, Segismund (Сигизмунд Станьковский) - falleció 19.09.65 a la
edad de 83 años. Es de la emigración posterevolucionaria, antes de la II Guerra
Mundial vivieron en Yugoslavia. Tuvo una hija, Barbara. Su nieta María vive en
Quilpué, es profesora de ballet. El hijo de María también se dedica a ballet.
Stankovsky Grechulewich, Barbara (Варвара Станковская) – falleció
24.02.80 a la edad de 62 años. De la emigración posrevolucionaria, vivió ente
guerras en Yugoslavia, llegó a Chile en 1948, bailarina.
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la colonia. Amigo y cuñado del príncipe (¿) Kurakin. Oficial del Ejército Impe-
rial Ruso. Egresado de la escuela militar de caballería Nikolaevskoie. Participó
en el movimiento blanco en las filas de la División Caucasiana. Vivió en los
Balcanes antes de la Segunda Guerra Mundial. Según algunos relatos, había
participado en el restablecimiento de monarquía en Albania, en la época de
entreguerras.
Uliantzeff Stenzel, Alexander (Aлександр Ульянцев) - falleció 4.6.67 a la
edad de 8 años. Pequeño nieto del sacerdote Vladimir Uliantsev y de Zinaida
Stentsel, murió de cáncer.
Urban Namenek, Valentin (Урбан Валентин Гаврилович)- falleció 15 de
junio de 1988 a la edad de 74 años. Antes de la II guerra vivió en la URSS, en Dne-
propetrovsk. Antes de llegar a Chile en 1949 con un gran grupo familiar, vivió en
Alemania.
Urban Namenek, Tamara – falleció 23.11.2007 a la edad de 94 años, hermana
de Valentín Urban.
Usachova Racine, Lidia – falleció 04.08.2006 a los 89 años.
Usenko Selin, Polina (Пелагея Козлова) - falleció 30.01.74 a la edad de 83
años. Esposa de Vasily Kozlov, oficial del ejército blanco, vivieron en Yugoslavia
entre guerras. Llegaron a Chile en 1948.
Usmanoff Barovskaya, Glafira (Глафира Стефановна Емельянова) –
nació 29.03.1908, falleció 12.11.1989. Nació en Rusia, emigró después de la re-
volución a la zona rusa de Harbin en China, llegó a Chile desde Japón, con sus
2 hijas, nacidas en China. En Chile la familia se insertó con éxito en el rubro de
comercio. Eran propietarios de una red de carnicerías, instalando posteriormen-
te una fábrica de producción de cosméticos.
Vargas Vargas Filomena – falleció 18.02.2003 , a la edad de 66 años, esposa
de Petr Averkin.
Veselkoff, Ivan Stepanovich (Иван Веселков) – nacido en 25.05.1898, falle-
ció 21.03.1980. Llegó a Chile de la zona de Harbin en China con su familia, padre
del ingeniero Sergio Veselkoff.
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BIBLIOGRAFíA
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Archivo Nacional. Fondo Ministerio del Interior. 1854. V:328. pp.104 a 109 y 114
a 122
Archivo Nacional. Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores. Departamento del
Interior. 1856. V:86
Archivo Nacional. Fondo Ministerio del Interior. Colonia de Llanquihue. 1857.
V:384 y 1856 V:389
Archivo Nacional. Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores. Colonización, Pro-
vincia de Arauco, 1869. V:141
Archivo Nacional. Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores. Coloniza-
ción.1870-1893. V:143
Archivo Nacional. Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores. Colonización. Go-
bernación de Angol. 1875-1876. V:174
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ral de Tierras y Colonización. 1883. V:276
Archivo Nacional. Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores. Agencia General
de Colonización en Europa. 1885. V:314
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Boletín del Ministerio de Relaciones Exteriores. Culto y Colonización. 1895. pp.I-
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Boletín Mensual de la SOFOFA. 1892-1903. Santiago, Chile
Censo General de la República año 1854
Censo General de la República año 1865
Censo General de la República año 1875
Censo General de la República año 1885
Censo General de la República año 1895. Instituto Nacional de estadísticas
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ruso)
Matiushkin, Fiodor «Diario de viaje alrededor del mundo en el barco «Kamcha-
tka» bajo en mando del capitán Golovnin» en Shur L.A. «Hacia las costas del nue-
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XIX», «Nauka», 1971, pp.27-135 (en ruso)
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ruso)
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PERIODICAS:
“Golos truda” (La voz del trabajo) Buenos Aires 1923
“Nasha strana” (Nuestro país) Buenos Aires, 1974-1997
“Novi mir” (Nuevo mundo) Buenos Aires, 1922
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MANUSCRITAS Y FOTOGRAFICAS:
S.Salosny “Hojas al viento” (novela autobiográfica)
Familia Cheviakoff, archivo documental, epistolario y fotográfico.
Sutulov, Alexandr, Diarios de vida
Minaeff, Oleg, archivo epistolario, materiales para el boletín de la colonia de los
rusos blancos (varios números, editados a máquina de escribir correspondientes
a los años 1981-1988)
Tchizhova Nina Nicolaevna, archivo personal
Familia Zolotujin, archivo documental y fotográfico
Yershov Dmitri, archivo personal
Familia Shwedrevitz, archivo documental y fotográfico
Simón Perelman, archivo familiar documental y fotográfico
Vishnevskaia Vera, archivo fotográfico
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ENCUESTAS
Se aplicó una encuesta de 51 variables a 82 inmigrantes de la última generación
entre la segunda mitad del año 1993 y enero-febrero del año 1994. Posteriormen-
te, hasta los principios de 1997 se hizo un seguimiento de casos a las personas
encuestadas.
FUENTES SECUNDARIAS
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Autores varios, “Reflexiones de los contemporáneos sobre el pasado, presente y
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PRENSA CHILENA
El Mercurio de Valparaíso 1883-1895
El Diario Ilustrado 1946-1950
El Cautín de Temuco 1887-1889
El Mercurio, Santiago, 1990-1997
PRENSA RUSA
DIARIOS
Argumenty y Facty, 1990-1997
Economica y Zhizn, 1988-1996
Izvestia, 1987-1997
Kommersant Daily, 1990-1997
Komsomolskaya Pravda, 1989-1996
Literaturnaya Gazeta, 1987-1996
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REVISTAS
Eco Planety, 1992-1996
Noboye Vremia 1989-1997
Ogoniok 1987-1997
Rossia, 1995-1997
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INDICE
Introducción 7
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3.2. INMIGRACIÓN RUSA EN AMÉRICA DEL SUR: 1850-1920 96
3.3. LOS RUSOS LLEGAN A CHILE 99
3.4. LOS CENSOS DE 1875 Y 1885:
ESTRUCTURA OCUPACIONAL DEL GRUPO INMIGRANTE 103
3.5. MARINOS Y OTROS. ¿POR QUÉ NO LOS RECUERDA LA COLONIA? 110
3.6. “EL VIOLINISTA EN EL TEJADO”
ALCANZA LAS COSTAS AUSTRALES DE AMÉRICA 118
3.7. BORIS ORJIKH: LA HUELLA DE “NARODNAIA VOLIA” EN CHILE 125
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