1719 Ontología Lenguaje y Transformaciónv2
1719 Ontología Lenguaje y Transformaciónv2
1719 Ontología Lenguaje y Transformaciónv2
Producir cambios en cualquier aspecto de nuestra realidad requiere saber en primer lugar de
que consiste, cuáles son sus bloques de construcción esenciales y cómo están ensamblados
para actuar sobre ellos y no sobre otra cosa inútil, en otras palabras, conocer su ontología. Por
otra parte, la perspectiva del lenguaje como un género de acción que interviene sobre la
realidad social, nos permite desarrollar competencias transformacionales en diferentes
aspectos sociales, organizacionales, personales y la implementación efectiva de las buenas
ideas.
Lo real de la realidad
Hablar de realidad es siempre complicado ya que siempre está involucrada la naturaleza del
observador. En verdad las cosas que vemos son como las vemos y no como podrían ser.
Nuestra percepción de la mayoría de las cosas es una construcción que en distintos grados
toma parte de nuestra biología y que por el hecho de compartirla podemos hablar de una
realidad común e interactuar organizadamente sobre ella.
Sin embargo hay cosas y hechos que creemos que existen y en cuanto nos acercamos a ellos
vemos que no existen como tales, ya sea porque son ilusiones o porque inmediatamente
descubrimos que están compuestas de otras partes.
Por ejemplo, sabes que el llamativo color rojo que nos ofrece una rosa roja es precisamente el
color que la rosa detesta. Percibimos el rojo de la rosa porque es el único color de todo el
espectro lumínico que ella rechaza y lo arroja hacia fuera. A una rosa roja le atraen todos los
otros colores ¡menos el rojo! Y además sólo lo vemos porque está dentro del rango de
longitud de onda que nuestra biología nos permite ver y que el cerebro traduce como un
determinado color. Hay muchos otros colores, sonidos que están ahí pero que no podemos
ver sin ayuda de instrumentos.
Ahora debemos tener más respeto por la rosa roja y concederle que por mucho que nos
guste su color es justo lo que a ella le molesta.
Esto sucede con muchos otros aspectos. Si quieres cambiar un proceso no puedes modificar
el proceso –que en sí es una abstracción- sino aquello de lo que está hecho el proceso:
personas, cultura, pautas, procedimientos, tecnología y sus propósitos. Es decir, el ser y hacer
de un proceso, una mesa, un sistema, una base de datos, o cualquier otra cosa, es el ser y
hacer de los componentes primarios e irreductibles que lo conforman.
Por lo cual para influir sobre cosas del mundo y las personas dentro de él, es fundamental
saber en qué consisten, conocer aquello de lo que en último término están constituidos y
que hacen que sean como son. De otra forma estaremos manipulando inútilmente
componentes que ningún efecto tendrán sobre lo que queremos cambiar.
LA ONTOLOGÍA DE LA REALIDAD SOCIAL 3
Podemos transformar el mundo y también nos puede transformar, pero teniendo presente
que la comunicación y percepción se hallan estrechamente relacionadas.
¿Cómo discernir los objetos que son base de la consistencia de los que no lo son? De ello se
ocupa la ontología.
En cuanto advertimos que unas cosas consisten en otras, que no todas consisten en lo mismo,
y que hay diversas formas y modos de consistir, el estudio de estas maneras de consistir es
algo que debe hacerse y constituye una de las principales ocupaciones de la ontología.
En particular, si deseamos producir cambios en nuestra realidad social que abarca sociedades,
organizaciones, comunidades y toda forma de agrupación y equipos humanos, deberíamos
saber cómo está hecha y de qué cosas, cuáles son sus bloques de construcción esenciales y
cómo están ensamblados para actuar sobre ellos y no sobre otra cosa inútil. En otras palabras
necesitamos comprometernos con una ontología de la realidad social.
Sabemos que existen partes del mundo conformadas por hechos que son objetivos en virtud
de su naturaleza física dada y otros hechos mentales que sólo los conocemos por la
experiencia propia o de primera persona. Ambos son hechos autónomos. Pero, ¿existirán
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otros y que relación tendrían con lo social? En otras palabras ¿cuál es la naturaleza ontológica
de la realidad social?
El sociólogo y filósofo Karl Popper considera que todo el quehacer humano se desenvuelve y
realiza en la interrelación de tres aspectos o dominios autónomos de la realidad.
Algunos hechos culturales pueden ser subjetivos, pero en cuanto son establecidos en virtud
del acuerdo de las personas -como la propiedad, las empresas, las leyes- adquieren
autonomía propia y objetividad, ya que aun cuando se levantan sobre acuerdos humanos, una
vez instituidos ya no dependen de opiniones ni sentimientos particulares.
LA ONTOLOGÍA DE LA REALIDAD SOCIAL 5
Una prueba de la autonomía del mundo 3 de la cultura –en este sentido amplio-, es pensar
que si por alguna razón desaparecieran de la faz de la tierra todas las civilizaciones,
tecnologías, edificaciones y sólo permaneciera intacto el acopio cultural, bastaría en principio
de unas cuantas personas competentes para reconstruir el mundo a partir de dicho
conocimiento e información.
¿Cómo esta ontología, puede dar cuenta de todo sistema y hecho de realidad social? ¿Y qué
hace que las personas y sus pensamientos ocupen un lugar privilegiado en esta composición
de factores?
La manera en que estos dominios dan forma estructural y articulan la dinámica de cualquier
hecho social o sistema social, organizacional, grupo o comunidad consiste de los siguientes
pasos:
1. Las personas con sus capacidades mentales crean los contenidos culturales, tales como
teorías, prácticas, estándares, políticas, procedimientos, normas, leyes, patrones
conductuales, etc. Conforman un mundo cultural con autonomía propia en el sentido que
sus contenidos no son cosa de nuestras formas particulares de pensar, sino que mantienen
una objetividad común a todas las personas, como las leyes o la propiedad.
2. A la vez, las mentes humanas son las únicas entidades con la capacidad de capturar los
contenidos culturales y transmitirlos a otras personas de diferentes generaciones y
ámbitos.
3. Las personas adecuadamente instruidas, aplican los contenidos culturales sobre el mundo
físico para producir diferentes valores como bienes, productos y servicios.
4. El mundo natural provee el soporte físico indispensable para la existencia de todos los
hechos. La existencia de cualquier hecho cultural o social está soportada por algún hecho
u objeto físico, pero no debe confundirse el hecho social con su vehículo físico.
5. La operación de toda la red, es decir, las personas que aplican los contenidos culturales en
el mundo físico, persiguen la finalidad de crear valores propios, que son los resultantes de
toda la interacción concurrente, donde parte de estos valores retroalimentan la red de
producción, sustentando su operación y permitiendo su permanencia en el tiempo.
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• La existencia de cualquier hecho social está soportada por algún hecho u objeto físico. La
realidad social entera se concreta mediante un vehículo físico. Pero no debe confundirse el
hecho social con su vehículo físico.
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• El retorno al sistema de los valores resultantes, es esencial para que la sustentabilidad del
sistema social u organización. Asimismo, si otra parte de los valores resultantes no son
reincorporados al entorno ambiental, este no podrá compensar su desgaste como para
sostener adecuadamente la operación del sistema y su permanencia en el tiempo.
• Asimismo, al momento en que todos o casi todos los miembros de una sociedad rechazan
el reconocimiento de estos hechos dejan de existir en esa sociedad o comunidad.
• Una vez instituidos, los hechos culturales se integran a un trasfondo cultural y se propagan
de generación en generación por aprendizaje individual y social, formal o informal, en el
ámbito respectivo de las personas, grupos, comunidades y sociedades.
• También se da el caso que los hechos culturales una vez internalizadas se usan en forma
inconsciente cuando quedan implícitos en una suerte de contexto colectivo.
• Las relaciones entre las personas que integran la organización se produce por medio de
interacciones lingüísticas, donde cada persona ocupa el lugar de un rol determinado
configurando una malla de roles interrelacionados por conversaciones de cierto tipo y
formato que sostienen a cada instante y por medio de las cuales interactúan para generar
acciones orientadas a la producción de valor.
El lenguaje y la comunicación
• Los hechos deben ser comunicables. Para que funcione el sistema, los hechos antiguos o
nuevos deben ser comunicables entre las personas aunque sea de modo implícito
• Un gran número de hechos puede ser creado mediante expresiones lingüísticas explícitas
como declaraciones, que son una clase de actos de habla. La ejecución exitosa de ese acto
de habla crea nuevos estados de cosas. Por ejemplo, cuando el presidente del directorio
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dice “nombro a usted gerente general de la compañía” algo cambia en el mundo, hay una
transformación importante en la estructura organizativa, hay un nuevo hecho que se suma
a la cultura de la compañía sustentado en el acuerdo explícito de los directores implicados
y en el acuerdo colectivo de los miembros de la organización a través de una aceptación
implícita sustentada en el contrato laboral.
La ontología de los hechos autónomos, por tratarse de una ontología general de la realidad
que entrega las bases para la construcción de los hechos y sistemas sociales contiene
componentes esenciales para cualquier forma de coaching.
Por ejemplo, el coaching ontológico hace uso de buena parte de ellos complementados con
otros aspectos y elementos propios de su línea de investigación.
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La conexión del lenguaje con el mundo y la mente llevó a muchos filósofos a pensar que la
estructura del lenguaje no es otra cosa que un reflejo de la estructura de la realidad misma,
por lo cual, ellos apostaron a que podríamos llegar a conocer indirectamente el mundo
mediante el estudio del lenguaje con que nos referimos a las cosas del mundo. El filósofo
Wittgenstein, en algún momento propuso que las palabras de una oración están ahí por las
cosas del mundo y las relaciones entre las palabras representan las relaciones entre esas
cosas.
Asimismo, se observó que una buena parte de los problemas filosóficos como cotidianos no
eran otra cosa que confusiones del lenguaje producto de un mal uso o una inadecuada
interpretación de los términos, y que por lo tanto dichos problemas podían ser resueltos (más
bien disueltos) mediante un cuidadoso análisis lingüístico. Este modo de proceder se conoció
como análisis terapéutico, una especie de terapia filosófica basada en el lenguaje cuya
estrategia consistía en el ascenso semántico: si uno cae en perplejidades al hablar sobre las
cosas, suele servir de ayuda desplazar el foco y hablar sobre cómo hablar sobre aquellas
cosas, sobre lo que uno diría o debería decir coherentemente de algo bajo ciertas
circunstancias.
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Por otro lado, con el lenguaje no sólo nos referimos a los objetos del mundo físico sino
también a nuestros estados y procesos mentales. Se dice que con el lenguaje expresamos el
contenido intencional de nuestros estados mentales. Las oraciones o enunciados se refieren a
la forma lingüística con la que expresamos un determinado contenido de pensamiento. Esta
distinción es necesaria para comprender como podemos expresar un mismo contenido
mental bajo distintos enunciados, por ejemplo, en diferentes lenguas. Es así como los
enunciados “La casa es roja” y “The house is red” son dos oraciones diferentes pero que
expresan la misma proposición o contenido mental.
Sin embargo, no obstante lo trivial que pueda parecer este mecanismo cognitivo, observe
cómo a ciertas personas no les resulta nada fácil construir las oraciones precisas para
comunicar plausiblemente sus opiniones, ideas e intenciones y poder actuar así sobre las
personas y cosas del mundo. Muchas veces la emisión resultante poco o nada tiene que ver
con lo que la persona deseaba comunicar. Por lo tanto, no es suficiente con tener buenas
ideas, sino que además es necesario poseer las competencias para construir las oraciones
adecuadas con que las sacamos de nuestras cabezas.
Como ilustración de lo confuso que puede resultar la mala expresión de una idea,
mostraremos como ejemplo una paradoja donde el defecto está en la falta de una puntuación
adecuada (no es poco usual que los correos electrónicos padezcan de estos defectos, sin
embargo la mayoría de estas confusiones son solucionables apelando al sentido común y el
contexto).
Supongamos que el Gerente Comercial de una tienda departamental, comunica por correo
electrónico la implementación de una agresiva promoción, mediante el siguiente texto:
Sin embargo, en esta oración, dependiendo donde el receptor del mensaje coloque la
puntuación, dará origen a interpretaciones muy diferentes del texto, que puede variar
radicalmente no sólo su sentido conceptual sino además su efecto comercial. Analicemos dos
posibles casos:
(i) Primera puntuación: “La promoción por la compra del Notebook es siempre un kit de
limpieza si cancela un valor adicional, lleva además una impresora”. Bajo esta puntuación la
promoción se interpreta como: el cliente lleva el kit de limpieza sólo si cancela un valor
adicional, y la impresora gratis.
(ii) Segunda puntuación: “La promoción por la compra del Notebook es siempre un kit de
limpieza, si cancela un valor adicional lleva además una impresora”. Con esta otra puntuación,
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la promoción adquiere este otro significado: el cliente lleva el kit de limpieza gratis, y la
impresora sólo si cancela un valor adicional.
¿No le parece que estos casos confusos son más comunes de lo que podría esperarse?
Así como el significado de una oración forma parte del acto locucionario de construir
enunciados, las acciones ilocucionarias tienen como contrapartida el concepto de fuerza
ilocucionaria.
Por ejemplo, las emisiones “sugiero que vayamos al seminario” y “insisto en que vayamos al
seminario” tienen en común el mismo objeto ilocucionario pero difieren en su intensidad. Del
mismo modo, no es lo mismo decir, “sería ideal que tengas el informe de resultados para
mañana”, que decir “el informe de resultados tienes que tenerlo mañana”.
Por otro lado, existen otras formas de comunicar, ya sea de modo gesticular,
pictográficamente o estableciendo analogías con alguna magnitud física, como en el caso de
un termómetro. A diferencia de la comunicación digital, en estos casos sí existe alguna
relación patente entre el gesto, el dibujo, la magnitud física y el objeto o concepto que se
quiere denotar. Por ejemplo, en vez de emitir la palabra “mesa” puedo dibujar una mesa, y si
el dibujo guarda, aunque sea mínimamente los rasgos relevantes de una mesa, por analogía
entendemos que se trata de una mesa y no de otro objeto.
Si tú dices simplemente “los resultados del balance arrojaron cifras rojas”, puedes subir o
bajar el perfil de esta emisión, según la fuerza o refuerzo que impongas a esta emisión, dando
a entender, por ejemplo, que “hay que hacer grandes esfuerzos de coordinación en el equipo
actual de trabajo para revertir esta situación”, o bien, “que el trabajo realizado es totalmente
ineficiente y es necesario realizar cambios sustanciales y reemplazar a algunos de los
miembros del equipo”.
• El objeto o propósito ilocucionario de un acto es aquello que deseamos hacer con las
palabras cuando las pronunciamos. Por ejemplo, el objeto de una orden es que el oyente
haga algo, el de una promesa consiste en asumir un compromiso de hacer algo por el
hablante, el propósito de una descripción es decir de algo como es en verdad.
• La dirección de ajuste se refiere a la relación entre las palabras y el mundo. Algunos actos
suponen que las palabras se ajustan a los hechos, como las afirmaciones y las
descripciones. Pero otros actos persiguen y pueden cambiar el mundo cuando los hechos
del mundo se ajustan a las palabras. Por ejemplo, en las órdenes se busca que el oyente
ejecute acciones que produzcan cambios ajustados a las palabras del emisor, en las
promesas el oyente espera que las acciones posteriores del hablante produzcan
modificaciones ajustadas a sus propias palabras. Por lo tanto, existen dos direcciones de
ajuste básicas: la dirección de ajuste de palabra-a-mundo y la dirección de ajuste de
mundo-a-palabra.
Para captar las diferencias entre actos tan diversos como las peticiones, las exigencias, las y
órdenes es necesario introducir en la fuerza ilocucionaria no sólo las condiciones de
cumplimiento del fin que se propone el hablante, sino también el trasfondo de razones que el
hablante puede (o eventualmente podría) movilizar a favor de su pretensión.
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El primer término, llamado sujeto, indica la cosa o persona de quién se afirma o niega algo y
el otro término, llamado predicado, expresa lo que se afirma o niega del primero. Esto nos
resulta obvio para la mayoría pero existe una diferencia radical entre dos formas de expresar
un juicio que muchas veces pasamos por alto con consecuencias dispares en nuestras
interrelaciones. Por ejemplo, consideremos los siguientes juicios:
Los juicios de hecho son aquellos que tengan que ver con una realidad objetiva o un hecho
físico, comprobable, concreto, sin involucrar apreciaciones personales u opiniones de quien
los emite, como en el caso (a). Al fundamentarse en hechos comprobables existen criterios
racionales para ser calificados de verdaderos o falsos, y justificarlos.
Los juicios de valor son evaluaciones u opiniones acerca de algo o alguien, desde un
perspectiva personal, generalmente subjetiva, como en el caso (b). En esa medida expresan
más sobre actitudes o sentimientos de quien los emite que sobre el asunto que está siendo
evaluado. Al ser subjetivos no cabe comprobar su verdad ni justificación, por lo cual no son ni
verdaderos ni falsos, sino más bien suelen ser materia de aprobación o desaprobación, agrado
o desagrado.
Si como jefe de Pablo siente la responsabilidad de reconvenirlo, y le dice: ¡no tienes interés en
la reunión!, el efecto (perlocucionario) en Pablo será radicalmente diferente que si le dice:
¡llegaste atrasado! En el primer caso le está atribuyendo una apreciación personal que no
puede ser demostrada ni verdadera ni falsa, y por lo cual es totalmente discutible, mientras
que en el segundo caso es un juicio de hecho donde no hay nada que discutir, y donde
seguramente Pablo reaccionará positivamente al contrario que el juicio subjetivo de valor.
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Esto no sólo afecta la comunicación interpersonal, sino que también tiene consecuencias en
su propio desarrollo personal. Veamos el siguiente ejemplo:
María, que lleva varios años empleada en una tienda, piensa que ella nunca podrá adquirir las
competencias y aprobación para alcanzar el puesto de jefe de ventas en la compañía donde
trabaja.
Es un juicio sobre sí misma. ¿Juicio de hecho o de valor? ¡Es un juicio de valor! y como tiene
esa apreciación subjetiva sobre sus posibilidades, lo más probable es que no realice ningún
esfuerzo en capacitarse ni hablar con las personas que podrían influir para obtener dicho
puesto. Seguramente nunca lo logrará. María, desde ese juicio de valor sólo se está negando a
sí misma una posibilidad y está cerrando ella misma una puerta a su crecimiento. El hecho de
emitir juicios de valor inadvertidamente, nos condiciona a hacer y dejar de hacer
determinadas cosas, a atraer o no atraer otras más ¡sin un fundamento objetivo!
Una vez que distinguimos el acto de construir enunciados, de la acción que realizamos al
pronunciarlos para obtener un determinado efecto, estamos en pie para analizar una variedad
de circunstancias por las cuales un acto puede fallar. Por ejemplo, si emitimos el enunciado
“me comprometo a aumentar tu sueldo” cuando no tenemos ninguna posibilidad de hacerlo,
estamos siendo irresponsables y desorientadores.
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Lo anterior sugiere que podemos estudiar las condiciones que deben verificarse para que un
acto de habla tenga el sentido (locucionario), la fuerza (ilocucionaria) y el efecto
(perlocucionario) que necesitamos que tenga para lograr un cometido deseado. También es
plausible establecer relaciones entre la sintaxis más apropiada para apoyar la fuerza
ilocucionaria que más efectivamente puede ayudar a conseguir el efecto perlocucionario
deseado en el receptor del mensaje. Cuando la información, el conocimiento y la
comunicación aumentan, las buenas ideas pueden ser conocidas por una gran mayoría, pero
lo que permanece como una veta poco explotada de diferenciación, es la capacidad de las
personas para llevar a cabo implementaciones exitosas, y para esto, aparte de buenas ideas,
se requiere que los ejecutivos se constituyan responsablemente en excelentes comunicadores
desarrollando las competencias de acción imbricadas en el buen manejo de los actos de
habla.
Por ejemplo, algunos teóricos de los actos de habla (Habermas) han propuesto que, para que
una persona solicite a otra que ejecute alguna acción:
1) La segunda persona o receptor debe tener la capacidad para efectuar tal tarea
2) El peticionario tiene que querer que la acción se lleve a cabo, creer que su emisión
cumplirá tal fin y tener razones para que se realice.
Otros teóricos (Grice) se han focalizado en otros rasgos de las acciones efectuadas al usar el
lenguaje, tales como el trabajo cooperativo entre las personas que participan en las
conversaciones, postulando al respecto cuatro reglas fundamentales:
1) Regla de Cantidad: Entrega tanta información como el contexto exija pero no más de esto.
2) Regla de Cualidad: Proporciona información veraz.
3) Regla de Relación: Haz que tu aporte sea relevante para el contexto en el que estás
hablando.
4) Regla de Modo: Habla tan claramente como sea posible, evita ambigüedad, di las cosas de
la manera más simple posible.
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Conclusiones
Las distinciones entregadas por estos conceptos se han convertido en materia común de
estudio en las investigaciones psicológicas sobre la comprensión del lenguaje, en los estudios
de inteligencia artificial sobre el procesamiento del lenguaje natural y como fundamento
teórico en las investigaciones sobre las organizaciones.
La ontología es una de las herramientas más poderosas para desenvolvernos en todos los
aspectos de la vida y que todos practicamos tácitamente más a menudo de lo que pensamos.
Por otra parte, la perspectiva del lenguaje como un género de acción que interviene sobre la
realidad, nos permite desarrollar competencias transformacionales en diferentes aspectos
sociales, organizacionales y personales. Nos brinda nuevas perspectivas, una manera diferente
de interpretar lo interpretable y abrir posibilidades, de comprender a los seres humanos y
nosotros mismos, nuestros modos de relacionarnos, de ser y actuar, y en términos prácticos,
nos brinda herramientas para lograr mejores resultados en la ruta del cambio para la
implementación de las buenas ideas.
Otro resultado inmediato, y no menos relevante que podemos concluir, es que debemos ser
responsables por lo que decimos (y también por lo que no decimos).
LA ONTOLOGÍA DE LA REALIDAD SOCIAL 23
Jorge Maturana
Profesional de reconocida trayectoria y experiencia en el campo de las tecnologías y el
management. Es Vicepresidente de la Asociación de Informáticos UTE-USACH. En los últimos
20 años ocupó importantes cargos ejecutivos como Gerente de Sistemas y Operaciones de
eCommerce, Gerente de Planificación y Control, Gerente de Administración y Control
Financiero e integrante del Comité Tecnológico Corporativo, en el área de TI del Grupo
Falabella.
Docente universitario, investigador, escritor y conferencista en management, teoría
organizacional y tecnologías, es CEO fundador de la consultora Orgánica Ltda.
De profesión Ingeniero Informático USACH, es Licenciado en Ingeniería, Postitulado en
Gestión Informática PUC, Magister en Filosofía de las Ciencias USACH, Diplomado en Neuropsicología PUC, Magister(c) en
Psicología Social Aplicada, Certified CMMI, COBIT, ITIL, Thomas Personal Profile Analysis.
En 2009 fue distinguido con el Premio a la Trayectoria y Liderazgo otorgado por el Departamento de Informática de la Facultad
de Ingeniería, Universidad de Santiago de Chile.
jmaturana@organicaweb.com
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