El Bullying
El Bullying
El Bullying
La familia:
Claves para prevenir el 'bullying' desde casa
La violencia en las aulas, que se manifiesta de manera muy concreta en el acoso entre escolares,
es un problema que preocupa a las familias, a quienes forman parte del sistema educativo y a toda
la sociedad. Como ante cualquier problemática social, debemos buscar y establecer procedimientos
eficaces para detenerla y prevenirla. El primer paso hacia su solución es reconocer que existe el
problema de la violencia en las aulas, y hacerlo en sus justos términos, evitando caer en el error de
exagerar su incidencia, o de transmitir una visión deformada de la escuela actual como un escenario
de violencia permanente y generalizada. De la misma manera, debemos contar con padres y
profesores, presentando y ofreciendo herramientas que permitan prevenir el acoso escolar desde
la infancia, buscando en todo momento soluciones que desde la escuela y desde la familia nos
permitan afrontar con mayores garantías este problema compartido.
Las claves para erradicar el bullying se apoyan en el establecimiento de vínculos familiares basados
en la confianza y la seguridad, en la comunicación de calidad en el seno de la familia, en las
habilidades para establecer amistades y grupos de pertenencia constructivos, en la capacidad de
resolver conflictos emocionales y sociales sin recurrir a la violencia, en la ayuda a la recuperación
de las víctimas, en la ayuda a los acosadores a asumir su responsabilidad y a reparar el daño, y en
la colaboración entre las familias y la escuela.
Mantener una buena comunicación con los hijos: Hay que inspirar un clima de confianza y de
escucha. Esto puede resultar algo más complicado en la adolescencia pero, si se han
establecido unos buenos cauces de comunicación desde la infancia, debería ser más fácil
mantener los canales abiertos. Para ello, es conveniente hablar a diario con tus hijos, escuchar
sus opiniones, ayudarlos a reflexionar y a encontrar soluciones para sus problemas… Con
estas actuaciones, el niño ganará en capacidad de expresión, autoestima y confianza en sí
mismo, actitudes que son unas poderosas vacunas contra el acoso escolar.
Proporciona a tus hijos unos modelos de comportamiento positivos: El niño debe vivir en un
ambiente en el que imperen unas buenas relaciones familiares. Esto no quiere decir que no se
discuta nunca sino que las discusiones se resuelvan mediante el diálogo y la negociación y de
forma amigable. La violencia debe ser rechazada de plano.
Debemos educar a nuestros hijos en el respeto, la tolerancia y la empatía. Esto impedirá que
los niños agredan a otros compañeros o que, en el caso de ser las víctimas, puedan considerar
que lo que les sucede es normal o que son culpables de algo. Un niño o adolescente que
conoce y vive en esos valores no daña a los demás y sabe que merece un respeto y que nadie
tiene derecho a hacerle daño.
Debemos definir, de forma clara y consistente, las normas que el niño debe seguir. No es
necesario imponerlas de forma autoritaria. Se puede argumentar y darle al niño todas las
explicaciones que requiera hasta estar seguros de que entiende lo que puede y lo que no
puede hacer y que va a regirse por esas normas.
Hay que interesarse por las relaciones sociales de nuestro hijo. Es conveniente preguntarle
cómo le tratan sus compañeros de clase y sus amigos, animarle a realizar actividades con
ellos, interesarse por conocerlos, invitarles a casa…
Anima a tu hijo a que desarrolle alguna actividad que le guste. Esto le permitirá realizar
actividades en grupo y socializarse, además de aumentar la autoestima. Tener amistades y
confianza en uno mismo son factores que previenen el acoso escolar.
Aunque tu hijo no haya sufrido bullying, conviene hablar con él sobre este tema para que el
niño esté preparado. Explícale qué actitud puede tomar si algún otro chico le molesta o le
intimida. Nunca aconsejes a tu hijo que responda de forma agresiva o que se vengue de las
agresiones por su cuenta ya que este tipo de acciones suelen empeorar la situación al darle al
agresor más motivos para atacar, fomentando su autocontrol.
Implícate en la educación de tu hijo, reuniéndote de manera regular con su tutor. Ser accesible
y comunicarte con el centro escolar son factores importantes en la prevención del bullying, Lo
más importante para ser feliz, según la psicología, es la capacidad de establecer relaciones
positivas y de igualdad con otros. Por eso, las reuniones con los tutores deben ir encaminadas,
ya desde educación infantil, a descubrir cuál es esa capacidad de relación.
Respeta a tus hijos tal y como son. Introvertidas o extrovertidas, las personas somos como
somos y queremos que los demás aprueben nuestra forma de ser, lo que genera confianza en
uno mismo.
Evitar las comparaciones. La comparación puede ser manifiesta, esto es, cuando lo haces
intencionadamente; pero también puede no serlo. Analiza tu conducta y advierte si tienes en
cuenta por igual a todos tus hijos. !Ah!, y nunca digas: "¡Mira tu hermano, aprende de él!".
Desarrollar su autoestima. Nuestros hijos han de ser autónomos, independientes. Debemos
darles seguridad en lo que hacen. No se deben fijar en sus fracasos, sino en sus éxitos; y,
sobre todo, en su esfuerzo, que, por supuesto, deberemos premiar.
Potenciar su motivación. Las personas que se esfuerzan tienen más oportunidades que las
que no lo hacen. Anímalos en su esfuerzo y procura que tengan aficiones. Las aficiones
compartidas traen siempre amigos.
Predicar con el ejemplo. Sé modelo en el aprendizaje de las relaciones sociales. Si nosotros
somos tímidos, tendremos que intentar ser más extrovertidos.
Buscar relaciones sociales para nuestros hijos. Tenemos que fomentar las reuniones, los
encuentros, las salidas, las vacaciones, desde bien pequeños, con nuestra extensa familia,
con los primos, con nuestro entorno, con los vecinos, con los compañeros de clase... a través
de todo tipo de relaciones. Y, a partir de los 6 años, lo mejor es que participe en asociaciones
juveniles tipo ‘scouts’ o similares. Y no hay que olvidar que las dos grandes medidas frente al
acoso escolar son: la asertividad, no dejar que influyan las acciones negativas de los demás,
y aumentar el número de amigos y compañeros.
Prevención de conductas de alto riesgo. Estar preparados para detectar trastornos
alimenticios, depresión, autoagresión, bullying, violencia infantil o, en su caso, violencia en el
noviazgo entre adolescentes.
Enfocar sus intereses. Fomentar sus gustos para que desde pequeños conozcan el significado
de tener un proyecto de vida.
Proponer diversas formas que puede adoptar la participación de las familias en la prevención del
bullying. La asociación de características del contexto familiar con la presencia de bullying en los
hijos se fundamenta en el hecho de que la familia constituye el escenario de socialización primario
en el cual los fuertes vínculos afectivos que se forman favorecen la interiorización de las normas,
valores y conductas que forman parte de la identidad de los individuos, y por lo tanto regulan su
relación con los otros agentes socializadores y los individuos con que interactúan en los mismos.
Las familias desempeñan importantes funciones en el desarrollo de los seres humanos y por ende
tienen la posibilidad de constituirse en contextos que actúen favoreciendo u obstaculizando el logro
por parte de sus integrantes de una mayor calidad de vida. Dentro de las funciones esenciales de
las familias se pueden mencionar: a) cuidar la supervivencia física de los individuos; b) actuar
como el mecanismo de socialización primaria, que conlleva un proceso inicial de interiorización de
prácticas y creencias sociales que preparan al individuo para su actuación en otros escenarios
sociales; c) construir una fuente de apoyo afectivo e instrumental esencial para que sus integrantes
puedan desempeñar efectivamente sus roles sociales y d) regular la relación de los individuos con
otros espacios sociales que comparten con la familia el proceso de educación (escuela, iglesia y
amistades, entre otros). La actitud que los padres despliegan en la práctica de la crianza influye
significativamente en la relación con los hijos. Por ejemplo, un ejercicio de poder del padre desde
un plano autoritario implica manifestar menor ternura a sus hijos y ejercer más control comparado
con otros tipos paternos; los niños criados en este estilo tienden a ser retraídos y temerosos en sus
contactos sociales, exhiben poca independencia, poca asertividad y son hostiles.
La escuela
Los docentes deben educar a los estudiantes, padres, colegas y a la comunidad en general sobre
la importancia de tomar en serio esta problemática y cómo reconocerla.
Además, debe establecer un plan de acción para responder a los maltratos que ve cada día, por
más insignificantes que parezcan. Bajo ningún concepto debes recomendarles a las víctimas de los
agravios que sean “menos sensibles” o que hagan un mayor esfuerzo por hacer amigos: esto no
hace más que estigmatizar y culpabilizar al niño por lo que le está sucediendo.
Estar informados y alertas: Los maestros y administradores deben estar conscientes de que si
bien el acoso ocurre generalmente en sitios como los baños, el patio de juegos, los pasillos
llenos de personas y los autobuses escolares, además sucede con teléfonos celulares y
computadoras (donde existe poca o ninguna supervisión); debe ser tomado muy en serio. Los
maestros y administradores deben enfatizar que informar no es delatar. Si un maestro observa
un caso de intimidación en el aula, debe intervenir inmediatamente para impedirlo, reportar el
incidente e informar a los administradores escolares correspondientes para que sea
investigado. No es recomendable realizar una reunión conjunta con el acosador y el acosado,
pues sería vergonzoso e intimidaría enormemente al estudiante que ha sido objeto del abuso.
Participación de estudiantes y padres: Es necesario que los estudiantes, así como los padres,
formen parte de la solución, y participen en equipos de seguridad y grupos especiales contra
la intimidación escolar. Los estudiantes pueden informarles a los adultos acerca de lo que está
ocurriendo realmente, y también mostrarles las nuevas tecnologías que se utilizan para la
intimidación. Los padres, maestros y administradores escolares pueden contribuir a que los
alumnos adopten un comportamiento positivo, y enseñarles cómo intervenir en un caso de
abuso. Los estudiantes de más edad pueden ser mentores e informarles a los más jóvenes
con respecto a prácticas seguras de navegación por la Internet.
Crear expectativas positivas con respecto al comportamiento de estudiantes y adultos: Las
escuelas y aulas deben ofrecerles a los estudiantes un entorno seguro de aprendizaje. Los
maestros y entrenadores deben recordarles explícitamente a los alumnos que el acoso escolar
es inaceptable, y que ese tipo de comportamiento tendrá las consecuencias correspondientes.
Los maestros y administradores deben crear un documento en contra del acoso, y pedirle a
cada alumno, así como a sus padres/tutores, que lo firmen y entreguen en la oficina, para que
comprendan la gravedad que implica un caso de intimidación. Además, a los estudiantes que
confrontan dificultades para adaptarse o tener amigos, se les pueden facilitar amistades o
darles “trabajo” a la hora del almuerzo y el receso, para que no se sientan aislados ni corran
peligro de convertirse en víctimas de acoso.
1) Reconoce el problema
Los docentes deben educar a los estudiantes, padres, colegas y a la comunidad en general sobre
la importancia de tomar en serio esta problemática y cómo reconocerla.
Además, debe establecer un plan de acción para responder a los maltratos que ve cada día, por
más insignificantes que parezcan. Bajo ningún concepto debes recomendarles a las víctimas de
los agravios que sean “menos sensibles” o que hagan un mayor esfuerzo por hacer amigos: esto
no hace más que estigmatizar y culpabilizar al niño por lo que le está sucediendo.
Un programa de prevención del acoso escolar debe contar con la cooperación de todos los
miembros y sistemas implicados para que tenga posibilidades de conseguir resultados. Es decir,
tanto los alumnos (posibles víctimas y agresores) como los padres, los profesores y la directiva del
centro deben implicarse.
Las características básicas que facilitan que un programa de prevención del acoso escolar funcione
son las siguientes:
Debe haber una atmósfera que desanime a los alumnos a realizar actos de intimidación o acoso.
Deben existir reglas coherentes y claras que sancionen las conductas agresivas y violentas.
Se deben realizar encuestas a los estudiantes para evaluar el alcance de los casos de bullying.
Hay que formar al personal para que sepa detectar el acoso escolar.
Deben formarse grupos en el profesorado encargados de ampliar sus conocimientos sobre el
acoso escolar y de instruir a sus compañeros y motivarlos en la lucha contra este fenómeno.
Los profesores deben realizar actividades en el aula en las que debatan temas relacionados con
la agresividad y la violencia.
Hay que trabajar de forma individual y grupal con los niños que hayan sido protagonistas de casos
de acoso escolar, tanto con las víctimas como con los agresores.
Hay que involucrar a los padres en las actividades de prevención del bullying.
Del bullying se puede describir desde los signos que presenta un niño o niña agredido, hasta
recomendaciones que giran en torno a los hábitos de convivencia familiar y social. Sin embargo,
ahora se abordará desde un problema fundamental: influencia de los medios de comunicación y las
redes sociales en la formación de la personalidad y actitudes de los niños y, como consecuencia,
se propagan ideas y comportamientos que pueden dañar la convivencia entre los niños y
adolescentes.
Esta nueva forma de hacer televisión rápidamente fue aceptada, convirtiendo al público en morboso
y ansioso de ver escenas más “fuertes” en pantalla. Los medios capitalizaron esta moda y, para los
años noventa, ya era una constante en todos los programas.
En un intento por volver a los valores, en 1997 se propuso una iniciativa a favor de lo mejor en los
medios, en el que los medios de comunicación se unieron con la sociedad para fomentar la creación
de programas de contenido y reducir los efectos negativos de los mensajes que hasta ese momento
se transmitían y que dañaban a los niños y a las familias, en un esfuerzo por cambiar esa cultura
de comunicación
Durante algún tiempo los medios respetaron este acuerdo, pero se enfrentaron a un público que no
estaba dispuesto a volver a los programas de humorismo blanco y a las escenas de amor platónico,
por lo que pronto se rompió el pacto e incluso se agudizó la competencia con escenas crudas y
violentas. Esta tendencia llegó a los programas de espectáculos y después a los noticieros serios.
Con el auge de las redes sociales se ha incrementado aún más la exposición de los jóvenes a los
mensajes malintencionados y sin control, que crecen de manera viral tergiversando sus valores y
provocando actitudes violentas y agresivas que crean ambientes escolares de bullying.
Éste es el entorno en el que se “educan” nuestros hijos, en el que aprenden que violar la privacidad
de otros y la propia es una forma de pertenecer, y agredir a una persona en un talk show no sólo es
aceptado sino aplaudido, con frases que se han hecho famosas como “que pase el desgraciado”.
Ante esto, ¿qué podemos esperar de la conducta de los niños y adolescentes que reciben como
insumo estos programas? Y lo más lamentable es que son los contenidos televisivos que consumen
sus padres.
Crear y mantener un teléfono público para los niños es una forma de abrir una puerta a sus posibles
conflictos. Las campañas anuales de sensibilización también pueden funcionar para prevenir el
acoso escolar. En cuanto a los medios de comunicación, sería interesante y muy viable que
controlasen más los contenidos que emiten o publican.
La sociedad en general debe prevenir y atajar posibles brotes de acoso. Es necesario estar atento
y no dejar pasar nada o pensar que todo es normal o se trata de una broma. Cuando un niño se
burla, amenaza o pega a otro niño, se debe intervenir para que eso no se repita. Cuando en el patio
del colegio alguien se burla del aspecto de otra persona, hay que reprenderle.