Capítulo 3: Actores, Instituciones y Conflictos
Capítulo 3: Actores, Instituciones y Conflictos
Capítulo 3: Actores, Instituciones y Conflictos
“Institución:
1. f. Establecimiento o fundación de algo.
2. f. Cosa establecida o fundada.
3. f. Organismo que desempeña una función de interés público, especialmente benéfico o
docente.” (RAE)
Si bien cuando pensamos en normas y leyes puede aparecer una connotación negativa, las
reglas son necesarias en las instituciones en la medida en que abren el espacio para que se
pueda cumplir con una función específica. Pero también se justifican si favorecen y facilitan la
realización de una actividad significativa. Otro punto importante a señalar es que en la relación
que establecemos con la ley se entretejen aspectos objetivos y subjetivos. Los primeros se
encarnan en la norma tal como está formulada; mientras que los segundos se vinculan al
campo de las representaciones que interiorizamos acerca de esas normas, cómo las
valoramos y entendemos. Objetiva y subjetivamente la ley tiene un doble carácter. Por un
lado, delimita las prohibiciones (es decir impone, constriñe, reprime). Por el otro, ofrece
seguridad y protección. Este interjuego entre la prohibición y la protección da cuenta del
carácter ambivalente que poseen las instituciones en su dinámica y que se traduce en
relaciones entre los actores y la institución, sesgadas por un doble movimiento (simultáneo y
contradictorio) de atracción y repulsión.
Las leyes y las normas tienen el propósito de volver previsibles los comportamientos de los
actores, es decir, de establecer zonas de certidumbre. Pero como no es posible prever el
conjunto de conductas requeridas para el desempeño de cualquier rol, las normas siempre
dejen zonas de incertidumbre.
Para cada actividad es necesario el mínimo de certezas que nos aseguren el encuentro con
otros y la realización de las tareas, pero al interior de ese marco se hace necesario que
aparezcan intersticios para la libertad de los actores.
Actores y poder
El poder a veces, está relacionado con los lugares formales y en particular, con las cúpulas
que dirigen las instituciones, organizadas piramidalmente. Sin embargo no siempre el poder
esta allí. Las redes informales de una institución dan cuenta de cómo se ha distribuido y
concentrado el poder en las prácticas cotidianas de la institución. Desde esta perspectiva, el
poder remite a las relaciones de intercambio entre los actores institucionales y no tiene
existencia por sí mismo sino en una red de relaciones.
Las relaciones de intercambio asimétricas implican reflexionar acerca de las diferentes zonas
de clivaje, es decir, zonas de ruptura, presentes en las instituciones. Un primer clivaje es el
que separa a los agentes de los usuarios. Los agentes son aquellos que se dicen
representantes de la institución (los que hablan en su nombre); los usuarios, por su parte,
están constituidos por el grupo de actores a quienes se intenta imponer la disciplina (norma,
ley) institucional.
Los modos particulares en que en cada institución aparecen los clivajes y como se posicionan
los actores frente a los mismos, configurará distintas redes de poder. Conocer las zonas de
clivaje es sumamente importante porque permite que los actores institucionales puedan
reconocer lugares desde los cuales trabajar para desarrollar acciones que tiendan lazos para
articular lugares de posible fractura.
Los clivajes institucionales están relacionados con el hecho de que en cada institución, cada
actor y grupo de actores, hace uso de una fuente de poder. Estas pueden estar provenir de
diferentes lugares, entre ellos: conocer la normativa, poseer medios de sanción, manejar los
medios de control de los recursos, acceder a la información, controlar la circulación de las
informaciones, la legitimidad que emana de la autoridad formal, la competencia técnica.
Actores y conflictos
Los conflictos son agrupados, según las autoras en previsibles e imponderables. Los primeros
son aquellos conflictos recurrentes en las instituciones; es decir que podemos anticipar su
aparición. Estos conflictos suelen alterar el funcionamiento de la cotidianeidad pero no
necesariamente conllevan o aportan alguna novedad. Los segundos, son aquellos que ‘hacen
irrupción’ y son novedosos en las instituciones. Pueden adquirir dos caracteres diferentes. Por
un lado, pueden ser retroversivos, que se asocian al deseo de retorno a momentos previos de
la historia institucional, o por el contrario, pueden ser proversivos, es decir, que apunten a
proponer un proyecto innovador para la institución. En ambos casos, si bien los conflictos son
inherentes a la vida institucional, la sobreabundancia, persistencia o simultaneidad de
conflictos en relación con las actividades sustantivas de la escuela, pueden ser riesgosos para
las instituciones.
• El posicionamiento de los actores frente a los conflictos