Guerra Federal Bolivia

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La Guerra civil boliviana o Guerra Federal boliviana (1898-1899) fue el enfrentamiento

del norte (liberales de La Paz) contra el sur (conservadores de Sucre) por el liderazgo
de Bolivia que culminó con la derrota del oficialismo y la transformación de La Paz en sede
de facto de los poderes ejecutivo y legislativo constitucionalmente situados en Sucre. Sus
orígenes se sitúan por una parte en la decadencia de la explotación minera de La Plata
centrada en Potosí (a 150 km de Sucre) y la paulatina emergencia de la explotación
minera del estaño centrada en Oruro (próxima a La Paz) y por otra parte en el desastre de
la guerra del Pacífico (1879-1883, alianza boliviano-peruana contra Chile) donde una
corriente paceña denominada "liberal" promueve continuar la guerra hasta las últimas
consecuencias y se enfrenta a la corriente conservadora chuquisaqueña que decide parar
el conflicto bajo el lema de "una derrota es suficiente".

Antecedentes
La derrota en la Batalla del Alto de la Alianza, que fue el fin de la Guerra del Pacífico (para
Bolivia ya que no volvió a participar en ella), dividió a la población boliviana entre “los
guerristas”, que eran partidarios de recobrar, por lo menos, un buen espacio en el litoral
perdido y tener un paso autónomo al mar, y “los pacifistas”, que deseaban el fin de la
guerra y un acuerdo pacífico con Chile.
Ello originó el nacimiento de dos partidos políticos antagónicos: los guerristas con el
Partido Liberal y los pacifistas con el Partido Conservador.
Los conservadores, a la cabeza de Aniceto Arce y Mariano Baptista, entre otros
personajes, tenían a Sucre como su asiento y habían ganado las últimas elecciones del
siglo XIX: Gregorio Pacheco (1884-1888), Aniceto Arce (1888-1892), Mariano
Baptista (1892-1896) y Severo Fernández Alonso (1896-1898).
Los liberales, encabezados por Narciso Campero y Eliodoro Camacho, comandante y jefe
de Estado Mayor respectivamente, de las fuerzas Perú-Bolivia derrotadas en el Alto de La
Alianza en 1880, tenían a La Paz como su plaza fuerte tras el triunfo obtenido en las
elecciones municipales de ese distrito.
Desde allí, fustigaban a una “insoportable oligarquía que se había entronizado en el
gobierno boliviano”, enumerando irregularidades, abusos, conculcación de los derechos,
especulación, corrupción política y desquiciamiento del cuerpo social.
Las discrepancias regionales hicieron crisis ante la falta de condiciones culturales,
económicas, políticas o ideológicas necesarias para una cohesión nacional.
A este antagonismo político, se sumó la rivalidad regional y social y la susceptibilidad de
que Sucre sólo tenía 20.907 habitantes, frente a los 52.697 de La Paz. La Paz—según
enarbolaron en ese tiempo— era una ciudad de mayor crecimiento comercial, pero menos
aristocrática que Sucre, era una región de mayor rendimiento económico y favorecía en
mayor proporcionalidad a las arcas de tesoro público, que eran destinadas en su mayoría
a la construcción de Palacio de Gobierno, edificios públicos en Sucre y puentes en los ríos
Pilcomayo y Cachimayu.
La tesis para asentar la sede de gobierno en La Paz fue la necesidad de “atender las
relaciones internacionales y la administración interna”.
Hasta el fin de la Guerra del Pacífico, en el año 1880, la sede del Poder Ejecutivo
funcionaba donde el presidente de turno se encontraba. Inclusive se llegó a decir que “la
Presidencia de Bolivia tenía su sede en la cabalgadura del mandón de turno y en el lugar
donde el mandatario sofocaba una revolución o asonada”. De ahí que la historia relata que
el Congreso desde 1825 hasta 1900 se reunió en 29 oportunidades en Sucre, 20 en La
Paz, siete en Oruro, dos en Cochabamba y una en Tapacarí.
Esos motivos, entre muchos otros, y el triunfo de los liberales en las elecciones
municipales de La Paz, desconocidas por el gobierno de Severo Fernández Alonso, fueron
el detonante de una corriente incontrolable de disturbios en La Paz, el posterior decreto de
un estado de sitio y el desconocimiento a las actuaciones del gobierno municipal “impuesto
por la fuerza”.

Sucre, capital de la República


El problema de la capitalidad —término utilizado por primera vez por el historiador Julio
César Velásquez— surgió desde el mismo nacimiento de Bolivia a la vida independiente,
tras el traslado de la sede del Congreso de Oruro a Sucre —a partir del Decreto Supremo
del Mariscal Sucre, del 9 de febrero de 1825—, donde finalmente se resolvió el destino de
las provincias del Alto Perú.
Los 39 diputados congregados en el hoy salón principal de la Casa de la Libertad o Salón
de la Independencia, mediante Ley del 11 de agosto de 1825, denominaron al nuevo
Estado libre como “República de Bolívar” y a la ciudad Capital de la República y su
departamento como “Sucre”.
Mediante Ley del 1 de julio de 1826, el Congreso entregó al “Padre de la patria y fundador
de Bolivia, Simón Bolívar”, la facultad de designar el lugar donde se erigirían los edificios
necesarios para el funcionamiento de los tres poderes del Estado.
“Mientras se levanten los edificios necesarios para el Gobierno y cuerpo legislativo,
Chuquisaca se declara capital provisoria de la República”, añadió la norma en aquel
entonces.
La falta de recursos económicos para la edificación de la nueva sede capitalina determinó
que el 10 de julio de 1839, el Congreso Constituyente sancionara la siguiente ley: “La
Ciudad de Chuquisaca es la Capital de la República conforme a la ley del 11 de agosto de
1825, se llamará en adelante Ciudad Sucre”.

Intentos de federalizar Bolivia


El presidente Severo Fernández Alonso (1898-1901) estaba convencido de que el
gobierno debería poseer una residencia fija. Ese domicilio, por la raigambre histórica y por
haber “nutrido los cerebros de los genios de nuestra emancipación”, entre otras razones,
debería ser Sucre, la capital legal de la Bolivia.
Para el efecto, en esos años se aceleraba la construcción del palacio de gobierno, además
de puentes y carreteras, en el afán de cohesionar una obra de política nacional. A partir de
ello, nació la idea de la “Ley de Radicatoria”, que era considerada como hostil e irritaba al
pueblo de La Paz.
El Congreso Nacional inauguró su legislatura el 6 de agosto y transcurrió apacible y
dedicado a temas habituales, sin asomarse, ni siquiera por sospecha, la tempestad que no
tardaría en desatarse con características catastróficas.
En la sesión ordinaria vigésimo nona, del 26 de septiembre de 1889, el diputado por la
segunda sección de Yungas, Isaac Campero, presentó a la plenaria un proyecto de ley que
insertaba modificaciones trascendentes en la Constitución Política del Estado de 1880, en
la que la forma unitaria del Estado era transformada a una república federal representativa
con el nombre de “Estados Unidos de Bolivia”.
Destruyendo la forma de un Estado unitario y pretendiendo la adopción de un Estado
federal, la moción decía: “Art. 1.- Bolivia, soberana, libre e independiente se constituye en
la república federal representativa. Art. 2.- Los departamentos que constituyen la república
como Sucre, La Paz, Cochabamba, Potosí, Santa Cruz, Oruro, Tarija, Beni y Cobija toman
nombre de estados y la nación se denominará Estados Unidos de Bolivia. Art. 5.- Los
estados de la unión boliviana reconocen recíprocamente sus autonomías, se declaran
iguales en entidad política y conservan en toda su plenitud la soberanía nacional”.
De esa manera, la histórica rivalidad entre norte y sur, se acentuó entre la brigadas
parlamentarias de Chuquisaca y La Paz, tensionando al extremo el ambiente político, pero
la hábil pericia propia de políticos añejos permitió que esta iniciativa pasara a la comisión
respectiva para quedar en el archivo temporalmente.
Ramiro Condarco señala en su libro Zárate. El "Temible" Willka (1983:62) que ese
proyecto federalista es de autoría del Cochabambino Lucas Mendoza de la Tapia y fue
discutido en 1871, no en 1889.

Ley de Radicatoria

El Palacio de Gobierno de Sucre, usado solamente entre 1896 y 1899; actual prefectura
de Chuquisaca.

La rivalidad entre ambos bandos hizo crisis en los últimos meses de 1898, más
propiamente en la sesión matinal ordinaria cuadragésima sexta del 31 de octubre de 1898,
cuando la representación de Sucre integrada por José María Linares, Isaac Vincenti, Fanor
G. Romero, Napoleón García Romero, José María Urdininea, Juan María Fernández de
Córdoba, Nicolás Ortiz, N. Rojas Estensoro y Julio M. Trigo, propuso el proyecto de “Ley
de Radicatoria”, que establecía por disposición legal que la permanencia fija del Poder
Ejecutivo quedaba en Sucre. La reacción no fue la esperada. A contrapropuesta, la brigada
de La Paz planteó otro proyecto de ley para el traslado del Poder Legislativo a
Cochabamba.
La propuesta de los conservadores incorporaba el amor a la ciudad capital, pero se
entremezclaba con los intereses económicos e intrigas políticas, propiciados por el coronel
y senador José Manuel Pando, quien obtuvo el escaño por Chuquisaca gracias a los
liberales Samuel Oropeza, Valentín Abecia, Ricardo Mujía, Luis Arce Lacaze, Agustín
Iturricha y otros más.
El grupo liberal en el Parlamento apoyaba, supuestamente, la “Ley de Radicatoria”
propuesta por el representante de Sucre, Isaac Vincenti, pero sólo por considerarla un
arma de doble filo para herir al presidente Fernández Alonso, puesto que si esta ley era
vetada ofendería y enfurecería a los capitalinos, y si era promulgada, el pueblo de La Paz
se alzaría y pondría sus tropas a órdenes del coronel José Manuel Pando.
El 15 de noviembre, en la 58º sesión, la Ley de Radicatoria fue aprobada y se rechazó el
proyecto. Antes, en la quincuagésima séptima sesión del 14 de noviembre de 1898, la
brigada parlamentaria de La Paz abrazó públicamente la causa federativa y nuevamente
propuso la estructura de gobierno federal, en la que cada uno de los departamentos de
Bolivia debería tener su propio gobierno y manejar sus recursos económicos.
De todas formas, el 19 de noviembre de 1898 la “Ley de Radicatoria” fue lanzada con un
texto que rezaba así en sus partes importantes: El Poder Ejecutivo residirá
permanentemente en la Capital de la República, salvo los casos determinados por la
Constitución Política del Estado.

Comienzo de la guerra civil


Tras estos acontecimientos, la brigada parlamentaria paceña se replegó a su región por
orden de una junta de gobierno paceña, que recibió a sus representantes con exaltadas
expresiones de vítores y aclamación por haber defendido los intereses y derechos de La
Paz, dejando en el Congreso otra propuesta de federalización.
Deseaban convertirse en un Estado autónomo y, para ello, se propusieron llevar adelante
una revolución para derrocar al gobierno de Fernández Alonso.
Del otro lado, en Sucre, hubo manifestaciones públicas de apoyo al régimen unitario en
medio de condenas a las proposiciones norteñas.
Frente a estas pretensiones y con la intención de amedrentar a los federalistas, el
presidente Fernández Alonso partió hacia esa región con tres unidades del Ejército
acantonadas en Sucre: el Escuadrón Bolívar, el Escuadrón Junín y Húsares. Jurando que
"llenaría de plomo ese hoyo" en referencia al valle en que se encuentra situada la ciudad
de La Paz.
En Challapata se enteró que más de 2.000 armas habían sido adquiridas por los rebeldes
paceños, lo que le hizo comprender que la tarea de apaciguamiento sería dura y difícil.
Desconfiando de la lealtad de los paceños al interior del Ejército, los retiró. En cambio,
para reforzar las fuerzas leales al gobierno, pidió a las autoridades de Sucre que
reclutasen voluntarios.
Bajo el mando de la Primera Brigada, con el Batallón 25 de Mayo y Escuadrón Sucre
marcharon a la contienda jóvenes de la clase alta, muchos de ellos con sus propias armas
sobre el lomo de caballos de su propiedad, mientras que las otras clases sociales eran
cobijadas militarmente en la Segunda Brigada con el Batallón Olañeta y el Escuadrón
Monteagudo. Esta efervescencia bélica se vio reforzada por 13 jóvenes sucrenses
residentes en Potosí.
En el camino hacia La Paz mientras cruzaba el altiplano boliviano, las fuerzas
chuquisaqueñas se dieron a la tarea de atacar y quemar las poblaciones indefensas que
encontraban a su paso, lo que causo que los indígenas de la zona se unan al bando
paceño al ser testiguos de las atrocidades que los invasores chuquisaqueños cometían.
“A la falta de instrucción militar y munición de las brigadas de voluntarios chuquisaqueños,
se añadió la hostilidad indígena al mando de Pablo Zárate ‘El Temible Willka’, aliado del
bando paceño gracias a la labor del Coronel José Manuel Pando, nombrado comandante
de las fuerzas federalistas de La Paz”.
El Batallón 25 de Mayo y el Escuadrón Sucre, que se dirigían al encuentro de las tropas
leales, fueron interceptados por “las tropas de Pando y una numerosa indiada” en la
población de Cosmini, donde cayeron heridos 27 soldados sucrenses y tres sacerdotes
que los acompañaban. De nada les valió refugiarse en la iglesia del pueblo de Ayo Ayo,
porque fueron salvajemente masacrados dentro del templo.
Entre tanto los pueblos de Bolivia, o negaban, como Potosí, entre mofas y silbidos su
cooperación al sud, o permanecían impasibles como Santa Cruz y Tarija, o se
apresuraban a secundar la revuelta como Cochabamba, Camargo y Tupiza.
El segundo y decisivo encuentro bélico se concretó dos meses más tarde, el 10 de abril de
1901. En el Segundo Crucero de Paria, se encontraron las fuerzas de Alonzo y del Coronel
Pando, después de una valiente lucha en la que ambos bandos se batieron con valentía el
ejército paceño salió victorioso. En la refriega murieron 117 hombres y cayeron 120
heridos de ambos bandos tras cuatro horas de combate.
La derrota del ejército chuquisaqueño fue contundente. Según refieren los libros, 36
prisioneros chuquisaqueños fueron trasladados a La Paz, los derrotados retrocedieron a
Oruro, el presidente Fernández Alonso huyó a Chile dejando tirada la Presidencia de la
República en el campo de batalla. Los integrantes de las fuerzas chuquisaqueñas
retornaron a sus hogares con la amargura de las dos derrotas.

Fin de la guerra
La noticia de la derrota y la huida del Presidente Alonzo a Chile obligaron a las fuerzas
chuquisaqueñas a pedir se detenga esta fratricida contienda.
Consolidada la revolución, y reconocida por el pueblo boliviano, se procedió a nombrar
nuevas autoridades liberales. Ya asentado el gobierno en La Paz, fue el propio general
José Manuel Pando quien se encargó de disipar la propuesta paceña del traslado de la
capital y el proyecto de federalización de la república. No obstante, la sede de gobierno fue
trasladada a la ciudad de La Paz y los liberales resultaron victoriosos.

Bibliografía
 Roberto Querejazu C. “La mal llamada Guerra Federal”.
 Julio César Velásquez A. “Acerca de la capitalidad de la República de Bolivia”.
 Alberto Rodríguez F. Documentos para la Historia de la Guerra Civil 1898-1899.
 Carlos Ponce S. y Ana M. Montaño D. “La Revolución Federal de 1898-1899”.
 Joaquín Loayza:. “Agua del Ministerio Número Cuatro”. Biblioteca de la Casa de la
Libertad.
 Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia.
 Historia de Bolivia,5º edición, editorial Gisbert.

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